Una nueva luz alumbra el camino (Libre)

- ¡Que frío! –
Tenía lo brazos cruzados, abrazándose, como si aquello fuese a resguardarla del tremendo frío que se había apoderado de la cuidad tras la gran nevada. Nahir estaba acostumbrada al calor, le encantada sentir el sol sobre su bronceada piel. Miró hacía arriba, unas nubes de un color gris oscuro tapaban el sol.

- Eso no ayuda… -
Necesitaba comprarse algo de abrigo cuanto antes, la capa que se había puesto en el saco no era suficiente. Quizás en las islas hacía la misma temperatura, que lo dudaba, pero para ella aquello era otro tipo de invierno.
No tenía mucho dinero y había visto que había un tablón en el que estaban colgadas diferentes ofertas de trabajo, así que se pasaría por ahí a ver que podía hacer para ganar algunos aeros y poder comprarse una capa… de pelo, con capucha… que calentito…



Junto al camino de tierra, un poco apartado del centro, pudo ver como algo caía al suelo. Al principio Nahir no pensó que se tratase de una persona, pero tras entornar los ojos y ver bien que estaba sucediendo, la morena casi de un salto corrió hacía ahí.
Era una joven muy blanca, a juzgar por el estado de su ropa y el cabello, entre una mezcla de suciedad y costra, aquella chica llevaba tiempo perdida o le había pasado algo muy grave.

- ¿E-estas bien? – logró preguntar la morena mientras se agachaba a ver como se encontraba la albina. Su primera reacción su quitarse la capa y ponérsela por encima, su ropa estaba muy rota.
Por lo que se veía a simple vista la joven tenía muchos cortes en su cuerpo, aunque muchos de ellos ya estaban cicatrizados. Tenía los labios secos y agrietados, necesitaba agua. Nahir abrió su saco y cogió una manzana, era lo único que portaba para comer aquel día.

- Ten, come… - susurró ofreciéndole la pieza de fruta intentando examinarla sin tocarle, no sabía muy bien que hacer. Tenía miedo de hacerle aún más daño del que parecía que había sufrido.
Se fijó en la herida de su cabeza, la que iba manando sangre poco a poco, haciendo que su cabello se enredase arrededor en una capa de sangre y arena. Aquello era un problema.

- Si me dejas, puedo limpiarte eso, así veremos bien que hay que hacer con la herida. Si quieres, puedo…- pasó las manos por encima de sus piernas, como señalándolas, pero aun sin tocarla -… puedo hacer que no duela, si eso es lo que te ha hecho caer-
Estaba un poco desconcertada. Si su padre estuviese ahí sabría qué hacer. Si ella hubiese seguido los pasos de su padre también sabría qué hacer. Se odió en aquel momento por no haber aprendido medicina.

Al parecer alguna gente había visto a Nahir salir corriendo, y extrañados se acercaron a ver. No tardaron mucho en alertar de que había una joven en el suelo, que parecía inconsciente.

-Cuidado, lo mejor será que la llevemos al hospital- pudo escuchar a sus espaldas.
La bruja volvió la cabeza para encontrarse con un hombre, parecía un granjero. Por el camino se acercaba una mujer con un caballo.

-Espera, que os ayudo…- susurro la joven.
Al llegar la mujer Nahir se dio cuenta de que no era un caballo, era un burro, y estaba atado a un carro pequeño.
Entre los tres pusieron a la joven con cuidado en la carreta, intentando dejarla lo más acomodada posible. Había algunas personas en el camino mirado y preguntándose qué había pasado.

-Tranquila, nosotros nos encargamos…- dijo el hombre antes de irse con la mujer y el carro al hospital. Nahir se quedó parada en el camino mientras veía como se iban, ojalá pudiesen ayudarla en el hospital.

Con paso lento volvió a rehacer sus pasos hasta incorporarse a la calle donde se encontraba el tablón. Se paró frente a él y puso el dedo en la madera, pasándolo entre los diferentes papeles que había, buscando alguno que ella pudiese desempeñar. Un frio soplo de aire hizo que se estremeciese, nunca había llevado muy bien el frio. Fue entonces cuando se dio cuenta de que le había puesto la capa a la chica de antes, por lo que se había quedado sin ella. También debería buscar un sitio donde comprarse una capa nueva.