No hay nada que temer [Privado] [Cerrado]
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Hacía horas que había salido de Lunargenta. Alward iba montaba a Epons, su yegua, la cual iba trotando a paso ligero. El ahora ex mercenario tenía un solo objetivo en mente; llegar a Ciudad Lagarto para poder dar con Raven Mars, la única persona que podría pulir sus habilidades. Su idea era pasar un tiempo bajo su tutela, pedirle así formalmente el poder ser entrenado. Cuando estuviese listo, entonces iría a por Erik Vacuum y su banda, de los cuales aún no sabía nada desde aquel trágico día en que su pueblo natal ardió.
Epons empezaba a notarse cansada, quizás deberían de hacer una parada para recobrar energías y comer algo.
En cuanto tuvo la oportunidad de encontrar un buen sitio, así lo hizo. Desde el camino boscoso, podía ver cómo un lago se había formado en un pequeño claro, seguramente por las lluvias de días anteriores. Era el sitio perfecto para descansar. Así que no se lo pensó más y dirigió a su fiel compañera de viaje hacia allá.
Se bajó de esta y le acarició la crin y el cuello hasta llegar a su cabeza.
-Vamos a descansar un rato
La yegua bufó y relinchó en señal de aprobación. Tras eso, el Sevna la soltó y esta se dirigió a la orilla del lago y comenzó a beber.
Alward, por su parte, buscó sombra en un árbol cercano y de su zurrón sacó una manzana, la cual empezó a degustar sentado en el suelo y apoyando su espalda en el tronco de dicho árbol. Dejó sus armas a su lado, enfundadas.
Al tiempo que daba bocados a la manzana y se la comía, perdió su mirada en el paisaje. Había ciertas aves en la parte central del lago, seguramente refrescándose y comiendo algún que otro insecto que allí estuviera. Otras aves cantaban en las copas de los árboles y algún que otro animal pequeño se acercaba también a beber del lago. Toda esa escena transmitía paz, serenidad y bienestar, alejado de todo ruido, inmundicia y suciedad que un asentamiento humano podría generar. A Alward le gustaba la naturaleza, y en ese momento más, ya que le ayudaba a escapar de todo por un momento y dejar sus preocupaciones a un lado. Era como un pequeño trozo de paraíso en mitad de una península llena de desgracias y horrores.
Suspiró, ¿Por qué la vida era así? ¿Por qué el sufrimiento y el dolor siempre iban imponiéndose al bienestar de las personas? Había visto muchas cosas en su vida, y podía contar más malas que buenas.
Epons empezaba a notarse cansada, quizás deberían de hacer una parada para recobrar energías y comer algo.
En cuanto tuvo la oportunidad de encontrar un buen sitio, así lo hizo. Desde el camino boscoso, podía ver cómo un lago se había formado en un pequeño claro, seguramente por las lluvias de días anteriores. Era el sitio perfecto para descansar. Así que no se lo pensó más y dirigió a su fiel compañera de viaje hacia allá.
Se bajó de esta y le acarició la crin y el cuello hasta llegar a su cabeza.
-Vamos a descansar un rato
La yegua bufó y relinchó en señal de aprobación. Tras eso, el Sevna la soltó y esta se dirigió a la orilla del lago y comenzó a beber.
Alward, por su parte, buscó sombra en un árbol cercano y de su zurrón sacó una manzana, la cual empezó a degustar sentado en el suelo y apoyando su espalda en el tronco de dicho árbol. Dejó sus armas a su lado, enfundadas.
Al tiempo que daba bocados a la manzana y se la comía, perdió su mirada en el paisaje. Había ciertas aves en la parte central del lago, seguramente refrescándose y comiendo algún que otro insecto que allí estuviera. Otras aves cantaban en las copas de los árboles y algún que otro animal pequeño se acercaba también a beber del lago. Toda esa escena transmitía paz, serenidad y bienestar, alejado de todo ruido, inmundicia y suciedad que un asentamiento humano podría generar. A Alward le gustaba la naturaleza, y en ese momento más, ya que le ayudaba a escapar de todo por un momento y dejar sus preocupaciones a un lado. Era como un pequeño trozo de paraíso en mitad de una península llena de desgracias y horrores.
Suspiró, ¿Por qué la vida era así? ¿Por qué el sufrimiento y el dolor siempre iban imponiéndose al bienestar de las personas? Había visto muchas cosas en su vida, y podía contar más malas que buenas.
Última edición por Alward Sevna el Jue Mar 28 2019, 19:51, editado 1 vez
Alward Sevna
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Re: No hay nada que temer [Privado] [Cerrado]
El buen humor de la niña comenzaba a menguar. Tenía hambre, sed y miedo, y comenzaba a desesperar ante la posibilidad de estar alejándose cada vez más del camino correcto. Nunca había pasado tanto tiempo lejos de sus hermanos, de mamá Arama ni de la sabia Tchkea y, pese a que sentía también como su propia familia a todos y cada uno de los animalillos del bosque, ninguno de ellos parecía ser capaz de indicarle el camino a seguir para retornar a su hogar.
Varias semanas habían pasado desde su alejamiento de la tribu. Si bien los moretones y el dolor por los golpes ya habían desaparecido, aún quedaba el problema del tobillo torcido, cada vez más amoratado e hinchado, y no dejaba de perder peso con cada día que pasaba. Aunque Tehani sabía cazar, la torpeza con que intentaba cocinar los alimentos le había causado más de una intoxicación con sus síntomas consecuentes; sumándole a eso que por su cuenta no podía abatir animales grandes y que tampoco conocía cuáles eran las frutas y setas venenosas de esa parte del bosque, había sido imposible para la pequeña procurarse una alimentación adecuada.
Pero al menos, cada cierta distancia, aparecían fuentes de agua en las que podía detenerse para hidratarse y, con suerte, cazar algún que otro pez cuya carne cruda, como ya había comprobado, no le provocaba diarrea ni ningún malestar. Cojeando y ligeramente inclinada para pasar desapercibida entre los matorrales, la pequeña se acercó a la orilla del lago y se inclinó para tocar el agua con los labios. Bebió copiosamente y, pese a lo helada que estaba, se lavó el rostro y los brazos mientras un par de garzas la observaban varios metros a su izquierda. Quizás ellas, que todo lo veían desde arriba y debían de conocer el territorio mejor que nadie, sabían en qué dirección quedaba su aldea.
-¿Uyazi ukuthi ka-anjani ekha? -Les preguntó sin mucho ánimo y, como era de esperar, éstas simplemente se alejaron volando.
Frunció el ceño, apretó las muelas y volvió a lavarse el rostro para que sus lágrimas se unieran rápidamente con el lago, como si éstas nunca hubieran salido de sus ojos. Cuando sintió que había perdido demasiado tiempo allí, resolvió erguirse para reanudar la marcha. No había tiempo que perder; el infantil terror a ser olvidada por su familia si no volvía pronto le helaba los huesos y la instaba a seguir caminando, aunque fuera sin un rumbo fijo, aunque le dolieran los pies y se sintiera a punto de desfallecer.
Sin embargo, al salir de los matorrales divisó algo que congeló su andar. Allá, a menos de veinte metros de distancia, alguien reposaba al pie de un árbol. Era inconfundible: la piel plateada, los palos filosos, el rostro con pelo...
Era uno de los temibles hijos de Odín.
Tehani
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Cuando le hincó el último bocado a aquella manzana, dejándola completamente en su "esqueleto", la tiró hacia un lado con desgana y estiró sus brazos hacia arriba, seguido de un largo bostezo. Acto que cortó el ruido proveniente de unos matorrales cercanos. Antes de que nada pudiera salir de ahí, Alward agarró una de las dos fundas que reposaban en el suelo y empuñó el mango de la espada que contenía, poniéndose de rodillas y alerta ante cualquier peligro que pudiera salir de ahí.
Lo que vio salir de aquel sitio fue toda una sorpresa. Jamás se hubiera imaginado que vería algo así salir de la nada en mitad del bosque; una niña. No aparentaba más de diez años de edad. Iba desnuda y bastante sucia. Su olor confirmaba que no se habría lavado en días o semanas... O meses.
El Sevna agarraba con fuerza la funda de su espada con una mano, pero en cambio aflojó ese agarre que ejercía con la mano opuesta en la empuñadura del arma. No sabía muy bien cómo reaccionar. Claramente no suponía ningún peligro, pero... ¿Qué hacías allí toda desnuda y sola? No era algo que se viese todos los días.
-...Hola-Dijo con un tono amable. Era lo único que le salió al humano en aquel momento.
La pequeña tenía una apariencia humana, con su larga melena rubia y con ninguna pinta de bestia o vampirismo. No podía descartar la idea de que fuese una dragona, pero... ¿Tan al sur? Las tres únicas dragonas que había visto tan al sur se encontraban lejos de allí.
-¿Tienes hambre?-Preguntó al ver a la niña tan desvalida y descuidada. Sacó una manzana de su zurrón, dejando así la funda de su espada en el suelo y ofreciéndosela al estirar su brazo. No se había cambiado de posición, seguía de rodillas, un poco impacto por la aparición de aquella niña.
Epons se acercó a la escena. Había acabado de beber y refrescarse, también de pastar un poco. Al ver a la joven, la yegua relinchó y sacudió la cabeza a modo de saludo.
-Mira, Epons. Tenemos una inesperada invitada
Lo que vio salir de aquel sitio fue toda una sorpresa. Jamás se hubiera imaginado que vería algo así salir de la nada en mitad del bosque; una niña. No aparentaba más de diez años de edad. Iba desnuda y bastante sucia. Su olor confirmaba que no se habría lavado en días o semanas... O meses.
El Sevna agarraba con fuerza la funda de su espada con una mano, pero en cambio aflojó ese agarre que ejercía con la mano opuesta en la empuñadura del arma. No sabía muy bien cómo reaccionar. Claramente no suponía ningún peligro, pero... ¿Qué hacías allí toda desnuda y sola? No era algo que se viese todos los días.
-...Hola-Dijo con un tono amable. Era lo único que le salió al humano en aquel momento.
La pequeña tenía una apariencia humana, con su larga melena rubia y con ninguna pinta de bestia o vampirismo. No podía descartar la idea de que fuese una dragona, pero... ¿Tan al sur? Las tres únicas dragonas que había visto tan al sur se encontraban lejos de allí.
-¿Tienes hambre?-Preguntó al ver a la niña tan desvalida y descuidada. Sacó una manzana de su zurrón, dejando así la funda de su espada en el suelo y ofreciéndosela al estirar su brazo. No se había cambiado de posición, seguía de rodillas, un poco impacto por la aparición de aquella niña.
Epons se acercó a la escena. Había acabado de beber y refrescarse, también de pastar un poco. Al ver a la joven, la yegua relinchó y sacudió la cabeza a modo de saludo.
-Mira, Epons. Tenemos una inesperada invitada
Alward Sevna
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Sonidos ininteligibles salieron de la boca del hombre y la niña se preguntó, consternada, si acaso todos los bípedos de ese lado del bosque tenían dificultades en el habla. Los primeros hijos de Odín con los que se había topado, Gwynn y ahora este ser farfullaban los mismos fonemas que ella era incapaz de entender.
Por primera vez una pregunta surgió en su mentecita: ¿Y si era ella quien hablaba el lenguaje extranjero, y no al revés?
De cualquier modo, existían gestos del lenguaje universal que no necesitaban traducción. Cuando el hombre vestido con piel plateada hizo el amague de desenfundar su palo, Tehani reculó, se agachó y tanteó el suelo en busca de una piedra sin romper nunca el contacto visual. Al encontrar una de buen tamaño la levantó con firmeza; temor e incertidumbre le pintaban la mueca mientras retraía el labio superior para mostrar los dientes que aún no se le habían caído por la edad. No obstante, el sujeto reemplazó el palo por una manzana y su gesto antes hostil se convirtió en una invitación amigable. Para ella, que había crecido en una tribu de bestias, compartir la comida era más que un simple acto: era un símbolo de fraternidad y confianza.
Dio un paso adelante pero, contrariada, no tardó en detenerse. Su anterior experiencia con los hijos de Odín le había enseñado que eran seres peligrosos y taimados que no se guiaban por las reglas de la manada. Así como te ofrecían una manzana, al instante podían estar apuñalándote por la espalda. Sin embargo, pese a que su instinto le decía que debía tener cuidado, su parte más primaria sabía que aceptar esa manzana podía marcar la diferencia entre la vida y la muerte. El estómago se le retorcía de dolor. ¿Huir y seguir comiendo raíces, o acercarse a eso que tanto daño le había hecho?
Tragó saliva y apretó la piedra entre sus pequeños dedos al tiempo en que daba pasos cortos y cautelosos hacia la mano del hombre, alternando la mirada entre la fruta y los ojos ajenos. Estaba a menos de cinco metros cuando un repentino sonido a sus espaldas le arrancó un respingo y la obligó a voltearse con presteza. Atónita, la niña exhaló un grito al ver a la criatura que se estaba acercando. Era cuadrúpeda, estaba cubierta de pelo y su tamaño resultaba, para una cría de diez años, francamente intimidante. Tehani nunca antes había visto un caballo.
-¿¡Kuyini lesi!? -El ser produjo de nuevo un sonido agudo y entrecortado y acercó su hocico hacia ella en una actitud que estaba lejos de resultar hostil. Sus dientes eran planos y, pese a su tamaño, no parecía capaz de hacer mucho daño, a no ser que se interpusiera en el camino de sus enormes patas. A fin de cuentas, para la niña resultaba más fácil relacionarse con los animales que con sus semejantes, y pronto puso atención a la soltura con que la cuadrúpeda se movía al rededor del piel de plata, especialmente cuando ésta, perdiendo su atención en la infante tras no recibir ningún mimo por su parte, regresaba junto a su dueño para olisquear la manzana que tenía en la mano.
Ligeramente más relajada, aunque aún en guardia, Tehani dio un paso más hacia el hombre y señaló el fruto con la misma mano con que sostenía la piedra.
-¡Nginike! (¡Dámelo!) -Le pidió, o más bien le ordenó, intentando sonar imponente.
Tehani
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Re: No hay nada que temer [Privado] [Cerrado]
La pequeña se mostraba cautelosa y alerta ante la invitación del humano. Por supuesto, este no escondía ninguna intención maligna ni que supusiese ningún peligro para ella. Alward suponía que era normal esa actitud ante un desconocido.
La intervención de Epons asustó un poco a la pequeña, que se quedó aún más paralizada ante la presencia de la yegua.
-Tranquila, no hace nada-Sonrió, mostrando confianza para tranquilizar a la joven, aunque esta ya le había dado la espalda
Epons se mostró amable con la pequeña, incluso buscó algún tipo de gesto cariñoso hacia esta, aunque no fue correspondido. Esta articuló unas inteligibles palabras, aunque Alward supuso que no había oído bien de primeras, poco caso le hizo a lo que dijo. Al ver dicha reacción por parte de la pequeña, la yegua bufó y se acercó a su dueño para olisquear la manzana que este tenía entre sus manos y seguía ofreciendo a la joven.
-No, Epons-Le apartó el hocico con su otra mano. La yegua ante esta negativa relinchó molesta. El humano frunció el ceño, mostrándose como un padre que intenta dar reprimenda a un hijo-Esta manzana es para nuestra invitada-Replicó como si le entendiese, la yegua volvió a relinchar y sacudió su cabeza, intentando rebatirle, como si ambos hablaran el mismo idioma-¡Pórtate bien!
La pequeña se acercó más. Parecía menos tensa y cautelosa que antes, aunque aún podía denotarse desconfianza hacia el Sevna. Señalaba la manzana. Con un tono imponente, articuló de nuevo unas palabras que no le eran comprensibles al humano. Este ladeó la cabeza y la miró extrañada.
-¿No eres de por aquí?-Le dio finalmente la manzana y la miró más de cerca a los ojos agachado en cuclillas, con un ímpetu de curiosidad-Pareces humana, pero bien podrías ser una dragona...-Se quedó observándola de arriba a abajo hasta que volvió a percatarse de que iba desnuda-¿...P-por qué vas así?-Dijo algo incómodo-¿Eres pobre? ¿No tienes frío?
Sin que se lo esperara, Epons se acercó por un lado a Alward y le empujó suavemente con el hocico en su hombro, lo suficientemente fuerte como para desestabilizarle y que cayera del lado opuesto contra el suelo. Acto seguido, la yegua volvió a relinchar, insistiendo en que el humano le diese de comer.
-...Maldita princesa mimada...-Se puso en pie y se sacudió el cuerpo-¿No has comido ya antes?-Epons bufó y sacudió su cabeza, claro gesto de negación, si es que los caballos entendiesen qué es eso. Alward suspiró y sacó otra manzana de su zurrón para así dársela a su equina amiga-Aquí tienes-Sonrió y la acarició
El humano volvió a centrar su atención en la pequeña que aparentaba ser de su especie. Puso sus brazos en jarras, mientras sopesaba alguna idea.
-...¿Cómo podríamos comunicarnos...?-Nuevamente, se agachó para ponerse en cuclillas y se llevó ambas manos al pecho, como señalándose un par dar veces a él mismo-Alward-Seguía haciendo el gesto a medida que, por algún motivo, iba alzando la voz, como si la pequeña le entendiese mejor al gritar o estuviera sorda. Una lógica un poco extraña, pero que tenía sentido en su cabeza-...Mi... ...¡Nombre!... ...¡ES!... ¡ALWARD!
La intervención de Epons asustó un poco a la pequeña, que se quedó aún más paralizada ante la presencia de la yegua.
-Tranquila, no hace nada-Sonrió, mostrando confianza para tranquilizar a la joven, aunque esta ya le había dado la espalda
Epons se mostró amable con la pequeña, incluso buscó algún tipo de gesto cariñoso hacia esta, aunque no fue correspondido. Esta articuló unas inteligibles palabras, aunque Alward supuso que no había oído bien de primeras, poco caso le hizo a lo que dijo. Al ver dicha reacción por parte de la pequeña, la yegua bufó y se acercó a su dueño para olisquear la manzana que este tenía entre sus manos y seguía ofreciendo a la joven.
-No, Epons-Le apartó el hocico con su otra mano. La yegua ante esta negativa relinchó molesta. El humano frunció el ceño, mostrándose como un padre que intenta dar reprimenda a un hijo-Esta manzana es para nuestra invitada-Replicó como si le entendiese, la yegua volvió a relinchar y sacudió su cabeza, intentando rebatirle, como si ambos hablaran el mismo idioma-¡Pórtate bien!
La pequeña se acercó más. Parecía menos tensa y cautelosa que antes, aunque aún podía denotarse desconfianza hacia el Sevna. Señalaba la manzana. Con un tono imponente, articuló de nuevo unas palabras que no le eran comprensibles al humano. Este ladeó la cabeza y la miró extrañada.
-¿No eres de por aquí?-Le dio finalmente la manzana y la miró más de cerca a los ojos agachado en cuclillas, con un ímpetu de curiosidad-Pareces humana, pero bien podrías ser una dragona...-Se quedó observándola de arriba a abajo hasta que volvió a percatarse de que iba desnuda-¿...P-por qué vas así?-Dijo algo incómodo-¿Eres pobre? ¿No tienes frío?
Sin que se lo esperara, Epons se acercó por un lado a Alward y le empujó suavemente con el hocico en su hombro, lo suficientemente fuerte como para desestabilizarle y que cayera del lado opuesto contra el suelo. Acto seguido, la yegua volvió a relinchar, insistiendo en que el humano le diese de comer.
-...Maldita princesa mimada...-Se puso en pie y se sacudió el cuerpo-¿No has comido ya antes?-Epons bufó y sacudió su cabeza, claro gesto de negación, si es que los caballos entendiesen qué es eso. Alward suspiró y sacó otra manzana de su zurrón para así dársela a su equina amiga-Aquí tienes-Sonrió y la acarició
El humano volvió a centrar su atención en la pequeña que aparentaba ser de su especie. Puso sus brazos en jarras, mientras sopesaba alguna idea.
-...¿Cómo podríamos comunicarnos...?-Nuevamente, se agachó para ponerse en cuclillas y se llevó ambas manos al pecho, como señalándose un par dar veces a él mismo-Alward-Seguía haciendo el gesto a medida que, por algún motivo, iba alzando la voz, como si la pequeña le entendiese mejor al gritar o estuviera sorda. Una lógica un poco extraña, pero que tenía sentido en su cabeza-...Mi... ...¡Nombre!... ...¡ES!... ¡ALWARD!
Alward Sevna
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Con un rápido movimiento de la mano libre, Tehani arrancó la manzana del agarre impropio y volvió a retroceder ya con el preciado fruto en su poder. Mientras el hombre hablaba ella comenzó a comer con presteza, incando sus escasos dientes de leche en vastos mordiscos sin importarle que el jugo se deslizara por su mentón y cayera en gordas gotas hasta el suelo. Parecía más concentrada en comer que en intentar descifrar el palabrerío ininteligible del otro, y solo volvió a prestarle atención cuando entre sus dedos no quedó más que el centro de la manzana.
-Angiqondi izwi lalokho okushoyo. -Ceñuda, pronunció con cuidado cada sílaba aunque en su fuero interno sabía que era en vano. “No entiendo una palabra de lo que estás diciendo”, acababa de decirle y, a juzgar por la manera en que el sujeto seguía hablando como si nada, él tampoco parecía entenderla a ella.
Su atención volvió a recaer en la criatura de cuatro patas cuando ésta volvió a incordiar al hombre. Atenta, la niña esperó a ver qué clase de reacción tendría él tras sufrir una caída por culpa de la cuadrúpeda. Por primera vez desde que lo había visto, el sujeto se puso de pie. Los ojos de la cría se abrieron como platos y, ahogando un quejido, tensó cada músculo de su cuerpo para preparar la huida. ¡Era enorme! Tres veces más alto que ella, ¡más alto incluso que Tchkea! Horrorizada, al verlo meter la mano en su bolso pensó que sacaría algún objeto con el que lastimar al animal. Pero, lejos de eso... no hizo más que ofrecerle una nueva manzana.
Para Tehani, la idea de que una persona pudiera esclavizar a otro ser en su beneficio resultaba inconcebible, dado que en su tribu no existía semejante comportamiento, por lo que la palabras “dueño” y “mascota” o, en este caso, “montura”, no existían en su vocabulario. Entonces, por lógica, si compartían alimentos eso los convertía en “amigos”. Y si el hombre de piel de metal y la cuadrúpeda eran amigos, eso significaba que él era capaz de entenderse aún sin hablar el mismo lenguaje; quedaba claro cuando el animal relinchaba y él parecía entender lo que intentaba decir.
No se acercó hasta que lo vio agacharse de nuevo, siempre a una distancia prudente en la que no pudiera ser agarrada por sus largos brazos plateados. Él seguía balbuceando, ¡realmente le encantaba balbucear! Y ella, pacientemente, esperó a que terminara, tal como esperaba a que su madre terminara sus largos sermones. Entonces notó que hacía un gesto que ya había visto antes; Gwynn también había hecho eso para intentar hacerle entender su nombre. Por primera vez, la infante sonrió y asintió con la ilusión pintada en el rostro. ¡Estaban comenzando a entenderse! Pero su mueca de alegría se esfumó cuando la masculina voz comenzó a alzarse. Apretó los dientes, abrió más los ojos y se encorvó al tiempo en que llevaba un pie hacia atrás, cada vez más asustada. Hasta que, cuando los decibelios se tornaron demasiado amenazantes, el miedo la sobrepasó e, instintivamente, su mano se alzó para lanzar el proyectil hacia el rostro del hombre.
Tuvo suerte. Acababa de usar la mano derecha, donde tenía el centro de la manzana y no la izquierda, que portaba aún la dura roca que había buscado para defenderse.
-¡¡Aluar!! -Gritó para hacerle comprender que había entendido mientras lo señalaba con la mano ahora libre- Aluar -Aluar, Alward, todo sonaba igual para ella. Ofuscada, se señaló entonces a sí misma y procedió a decir con cuidado:
-Tehani. Te-ha-ni.
Lo miró con enfado y suspiró. Por mucho que se presentaran, la situación seguía estando igual. Así como la yegua, debía hablar un lenguaje más primitivo para ser entendida por el hombre. Inhaló profusamente, soltó la piedra y rezó a sus dioses para ser lo suficientemente clara.
Se señaló el pecho, juntó las puntas de los dedos para hacer el gesto de un tejado con ambas manos y luego las levantó con las palmas hacia arriba en señal de duda.
Tehani
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Cuando la pequeña sonrió, Alward se sintió bastante satisfecho, ¡Al fin le había entendido! Eso era un enorme paso. El humano sonrió y esperó para ver si esta le replicaba alguna contestación o con un gesto que confirmase aquella suposición.
No exactamente fue lo que esperaba, se llevó un "manzanazo" en toda la cara, o lo que quedaba de aquella fruta. La sonrisa se le convirtió en una inexpresiva línea recta que miraba con desdén a la joven. Acto seguido, el joven se limpió de arriba a abajo el rostro con la palma de su mano derecha.
-¿...Por qué?
Tras eso, la niña dijo su nombre, o al menos imitaba su pronunciación, aunque algo mal. Era mejor que nada. La emoción volvió al rostro del joven y asintió con la cabeza al tiempo que aplaudió un par de veces.
-¡Eso es!-Volvió a asentir
Ahora tocaba al revés, era la pequeña la que se estaba presentando. Los gestos señalándose a sí misma la delataban. "Te-Ha-Ni", esa son las tres sílabas que Alward pudo captar.
-Te... Jaa...-Negó-Te... Ja... Ni...-Negó de nuevo-Te... Haa... Ni...-Asintió al fin. No era fácil después de todo, y tampoco era un nombre común-Tehani-No sabía si lo pronunciaría del todo bien, pero al menos hacía el máximo esfuerzo posible por imitar los sonidos con los que la joven pronunció su nombre. Nuevamente, se puso en pie y adoptó una postura relajada llevándose las manos a la caderas-Ahora... ¿Qué será de ti?-Torció el gesto-Si al menos pudiéramos comunicarnos, podría ayudarte. Claramente estás lejos de tu hogar. Ese olor y el estar desnuda te delatan-La miró de arriba a abajo
Epons se acercó nuevamente al par y bufó. Alward entonces señaló a la yegua, haciendo ademán para que Tehani le prestase atención. Y como había hecho anteriormente consigo mismo, señaló a la equina.
-Su nombre es Epons. Eeee-Ponsss-Dijo despacio y con buena pronunciación. La yegua a modo de saludo, bufó de nuevo y sacudió su cabeza, el meneo de su crin era también bastante notable y bello esa vez. Acto seguido, el humano acarició con su mano izquierda uno de los laterales de la cabeza del animal, al mismo tiempo que con la otra mano invitaba a Tehani para que hiciera lo mismo.-Ven, no hace nada-Dijo con un tono calmado
Tras eso, se separó de la yegua y se quedó mirando de nuevo a Tehani. Acto seguido, desvió su atención hacia el camino por el que había venido. Entonces murmuró en voz alta para sí.
-Aún no hemos salido de los límites de Baslodia, quizás sería buena idea llevarte a algún pueblo o aldea cercana y que ellos te ayuden...
Decidido, eso intentaría hacer, después de todo era su mejor opción y tal vez lo más seguro para la pequeña. No tenía suministros para los dos, y necesitaba llegar a Ciudad Lagarto para reponerlos y encontrar a quién buscaba. El Sevna le tendió una mano a la joven y ladeó su cabeza, indicándole el camino, diciéndole con gestos y la mirada que intentaría llevarla a algún lugar seguro más civilizado. Esperaba que Tehani pudiera entenderlo.
No exactamente fue lo que esperaba, se llevó un "manzanazo" en toda la cara, o lo que quedaba de aquella fruta. La sonrisa se le convirtió en una inexpresiva línea recta que miraba con desdén a la joven. Acto seguido, el joven se limpió de arriba a abajo el rostro con la palma de su mano derecha.
-¿...Por qué?
Tras eso, la niña dijo su nombre, o al menos imitaba su pronunciación, aunque algo mal. Era mejor que nada. La emoción volvió al rostro del joven y asintió con la cabeza al tiempo que aplaudió un par de veces.
-¡Eso es!-Volvió a asentir
Ahora tocaba al revés, era la pequeña la que se estaba presentando. Los gestos señalándose a sí misma la delataban. "Te-Ha-Ni", esa son las tres sílabas que Alward pudo captar.
-Te... Jaa...-Negó-Te... Ja... Ni...-Negó de nuevo-Te... Haa... Ni...-Asintió al fin. No era fácil después de todo, y tampoco era un nombre común-Tehani-No sabía si lo pronunciaría del todo bien, pero al menos hacía el máximo esfuerzo posible por imitar los sonidos con los que la joven pronunció su nombre. Nuevamente, se puso en pie y adoptó una postura relajada llevándose las manos a la caderas-Ahora... ¿Qué será de ti?-Torció el gesto-Si al menos pudiéramos comunicarnos, podría ayudarte. Claramente estás lejos de tu hogar. Ese olor y el estar desnuda te delatan-La miró de arriba a abajo
Epons se acercó nuevamente al par y bufó. Alward entonces señaló a la yegua, haciendo ademán para que Tehani le prestase atención. Y como había hecho anteriormente consigo mismo, señaló a la equina.
-Su nombre es Epons. Eeee-Ponsss-Dijo despacio y con buena pronunciación. La yegua a modo de saludo, bufó de nuevo y sacudió su cabeza, el meneo de su crin era también bastante notable y bello esa vez. Acto seguido, el humano acarició con su mano izquierda uno de los laterales de la cabeza del animal, al mismo tiempo que con la otra mano invitaba a Tehani para que hiciera lo mismo.-Ven, no hace nada-Dijo con un tono calmado
Tras eso, se separó de la yegua y se quedó mirando de nuevo a Tehani. Acto seguido, desvió su atención hacia el camino por el que había venido. Entonces murmuró en voz alta para sí.
-Aún no hemos salido de los límites de Baslodia, quizás sería buena idea llevarte a algún pueblo o aldea cercana y que ellos te ayuden...
Decidido, eso intentaría hacer, después de todo era su mejor opción y tal vez lo más seguro para la pequeña. No tenía suministros para los dos, y necesitaba llegar a Ciudad Lagarto para reponerlos y encontrar a quién buscaba. El Sevna le tendió una mano a la joven y ladeó su cabeza, indicándole el camino, diciéndole con gestos y la mirada que intentaría llevarla a algún lugar seguro más civilizado. Esperaba que Tehani pudiera entenderlo.
Alward Sevna
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Tehani se sorprendió al verse embargada por una sensación de congoja al oír su nombre emergiendo de los labios del hombre. Se llevó las manos al pecho y, confundida, contuvo con estoicismo la mueca de tristeza que pujaba por torcer sus aniñadas facciones. Escuchar su nombre de aquel hijo de Odín y no de su madre o de sus hermanos era como oír a un zorzal cantando las melodías de los jilgueros: extraño y fuera de lugar. Se sintió, más que nunca, irremediablemente lejos de casa, y por un instante bajó la mirada para disimular el puchero que le hacía temblar el labio inferior.
La intervención de la cuadrúpeda la distrajo de sus penas; tuvo que volver a alzar la mirada para prestar atención a los gestos del hombre y, rápidamente, la niña entendió que aquel enorme ser de cuatro patas también tenía nombre, uno bastante más fácil de pronunciar: -E...pons. -Masculló mientras, ya más confiada respecto a la taciturnidad del animal, alzaba una mano para tocar tímidamente el costado de su hocico. Era cálido y aterciopelado, semejante a los de los venados del este, cosa que le arrancó una sonrisa.
-Kuyinto ukukulangabeza íh, Epons. -Susurró con dulzura, y la yegua relinchó amigablemente como si, en efecto, la hubiera entendido.
Entonces el hombre con piel plateada dijo por primera vez una palabra que Tehani entendió. Recordaba a la sabia Tchkea hablando sobre las tierras conquistadas por los hijos de Odín, territorios lejanos a los cuales nunca alguien de la tribu, salvo los más sabios y experimentados, se había acercado jamás. Abrió los ojos de par en par y negó fuertemente con la cabeza, ¿¡cómo es que se había alejado tanto de su hogar!?
-Baslodia ikude kakhulu, ¡ikude kakhulu! -Intentó expresar, pero sabía que no serviría de nada.
Desesperada, se volteó y señaló al este pero, cuando dio un paso hacia allá, el punzante dolor al apoyarse en el tobillo hinchado le arrancó un chillido de sufrimiento. Con tantas distracciones, la niña había olvidado la lesión que le impedía pisar con normalidad. Sin embargo, en ese instante tenía cosas más importantes por las que preocuparse. -¡Baslodia ikude kakhulu! -Insistió mientras negaba con la cabeza una y otra vez, señalando el punto del horizonte por donde salía el sol- ¡Tehani uya lapho, Aluar!
Tehani
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Estaba claro que la idea de ir a Baslodia no había agradado a la pequeña. Alward lo había notado en sus gestos y además en sus palabras. Aunque no la entendiese, repetía varias veces la palabra "Baslodia" y hacía claro ademán de desagrado.
-¿No quieres ir a Baslodia?-Abrió los ojos, sorprendido-Al este solo hay agua, no hay nada-Se encogió de hombros. Sabía que era inútil toda explicación, ya que la niña no entendería nada.
Si Tehani no quería ir a Baslodia, tampoco la podía obligar. Mucho menos podía llevarla a Ciudad Lagarto, ese no era lugar para una niña de su edad, y quién sabe qué podrían hacerle los que allí vivían. Pensó, en silencio.
-Tengo que llegar a Ciudad Lagarto cuanto antes-Suspiró
Entonces, el Sevna se percató de que algo no iba bien en los andares de Tehani. Al apoyar uno de sus pies con fuerza chilló de dolor.
El humano sacó de su zurrón unas vendas y se las mostró a la pequeña. Acto seguido señaló su tobillo, demostrándole que quería "arreglárselo", más o menos. Había sufrido suficientes heridas en su vida como para no saber cómo tratar una simple torcedura de tobillo.
Con cuidado se acercó a Tehani y le ofreció las vendas
-Tienes que confiar en mí-Sonrió-Y no me pegues
Levantó a la pequeña en brazos y la colocó encima del lomo de Epons, en la silla de montar. Tras eso, Epons bufó y sacudió su cabeza. Alward miraba a Tehani y le hacía gestos para que mantuviera la calma. Acto seguido, agarró las vendas de nuevo y se dispuso a rodear con estas la torcedura, dejando el tobillo inmóvil. Cuando acabó, se apartó y puso sus brazos en jarras.
-Tenerlo así-Señaló el tobillo-Es la única forma de que no te duela-Hizo gestos de dolor, como indicando lo que le pasaba a la propia Tehani-¡Pero si tienes esto, en unas semanas dejará de dolerte!-Aplaudió y levantó uno de sus pulgares, interpretando bienestar-Por eso, debo llevarte a algún lugar donde puedan atenderte ese tiempo-Señaló el camino hacia la civilización e interpretó gestos de dormir bien y tener la barriga llena, llevándose las manos al estómago sintiéndose satisfecho-Si te quedas sola en el bosque... Morirás-Torció el gesto-Espero que comprendas que es lo mejor para ti...-Suspiró-Es lo único que puedo hacer-Sabía que Tehani no entendería demasiado, pero no tenía otra forma de expresar la situación. Al menos esperaba que su pequeña interpretación la convenciera.
-¿No quieres ir a Baslodia?-Abrió los ojos, sorprendido-Al este solo hay agua, no hay nada-Se encogió de hombros. Sabía que era inútil toda explicación, ya que la niña no entendería nada.
Si Tehani no quería ir a Baslodia, tampoco la podía obligar. Mucho menos podía llevarla a Ciudad Lagarto, ese no era lugar para una niña de su edad, y quién sabe qué podrían hacerle los que allí vivían. Pensó, en silencio.
-Tengo que llegar a Ciudad Lagarto cuanto antes-Suspiró
Entonces, el Sevna se percató de que algo no iba bien en los andares de Tehani. Al apoyar uno de sus pies con fuerza chilló de dolor.
El humano sacó de su zurrón unas vendas y se las mostró a la pequeña. Acto seguido señaló su tobillo, demostrándole que quería "arreglárselo", más o menos. Había sufrido suficientes heridas en su vida como para no saber cómo tratar una simple torcedura de tobillo.
Con cuidado se acercó a Tehani y le ofreció las vendas
-Tienes que confiar en mí-Sonrió-Y no me pegues
Levantó a la pequeña en brazos y la colocó encima del lomo de Epons, en la silla de montar. Tras eso, Epons bufó y sacudió su cabeza. Alward miraba a Tehani y le hacía gestos para que mantuviera la calma. Acto seguido, agarró las vendas de nuevo y se dispuso a rodear con estas la torcedura, dejando el tobillo inmóvil. Cuando acabó, se apartó y puso sus brazos en jarras.
-Tenerlo así-Señaló el tobillo-Es la única forma de que no te duela-Hizo gestos de dolor, como indicando lo que le pasaba a la propia Tehani-¡Pero si tienes esto, en unas semanas dejará de dolerte!-Aplaudió y levantó uno de sus pulgares, interpretando bienestar-Por eso, debo llevarte a algún lugar donde puedan atenderte ese tiempo-Señaló el camino hacia la civilización e interpretó gestos de dormir bien y tener la barriga llena, llevándose las manos al estómago sintiéndose satisfecho-Si te quedas sola en el bosque... Morirás-Torció el gesto-Espero que comprendas que es lo mejor para ti...-Suspiró-Es lo único que puedo hacer-Sabía que Tehani no entendería demasiado, pero no tenía otra forma de expresar la situación. Al menos esperaba que su pequeña interpretación la convenciera.
Alward Sevna
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Aluar guardó silencio durante un rato tras las rotundas negativas de la niña, quien permaneció observándolo con la impotencia brillando en su mirada. Ser incapaz de comunicarse era de por sí desesperante, y a eso se le sumaba la desorientación de estar perdida y la incomodidad que su cuerpo manifestaba a través de dolor, hambre y cansancio. Tehani era una niña dura, pues se había criado al estilo de las bestias, pero incluso ella tenía un límite de tolerancia que, claramente, estaba a punto de sobrepasar.
“Estoy perdida”, quiso decirle, “necesito volver a mi hogar”, pero sabía que no valía la pena gastar energías en articular sílabas que el otro nunca entendería. Consternada, la niña entrelazó los dedos de las manos, bajó la mirada y dejó que el despeinado manto rubio cubriese su rostro para ocultar el húmedo brillo que le empañaba los ojos. Fue entonces cuando la mano que sostenía los jirones de tela apareció frente a su mirada y no tuvo más opción que alzar la vista para volver a poner atención al hombre mientras se limpiaba las mejillas mojadas.
Al principio frunció el ceño, confusa, hasta que comprendió la relación entre las telas y los gestos de Aluar, que señalaba su tobillo herido. Tela, tobillo... Oh, no, eso no podía estar bien. Sabía lo que significaban las curaciones: Más dolor del que ya sentía. Pero peor que la promesa de un próximo sufrimiento fue la invasión a su espacio personal. Traicionando por completo la poca confianza que le tenía, el piel de plata se cernió sobre ella para atraparla entre sus enormes manos.
-¡GAAAH! ¡NIT, NIT! -Chilló y pataleó, pero tan pronto como la levantó, fue dejada sobre el lomo de Epons. En cuanto el hombre se acercó a su pierna, ella estampó sus dos pequeñas manos contra su cabeza para alejarlo, pero la diferencia de fuerzas y la pequeñez de sus brazos resultaba insalvable. Al final, viendo que el escándalo no daba resultado, tuvo que resignarse a tolerar la odiosa sensación de las invasivas manos ajenas y de las vendas ajustándose en torno a la piel hinchada. Sorprendentemente la incomodidad duró poco; al parecer los hijos de Odín, aparte de herir y matar, también sabían curar.
Entonces llegó el intento más extraño de conversación que había tenido jamás. Aluar comenzó a hablar, pero acompañaba cada frase con señas que, para su sorpresa, Tehani pudo interpretar... o al menos intuir. En otro momento hubiese reído. Ahora, sin embargo, debía tomarse la situación en serio y actuar con la madurez que tanto envidiaba de sus hermanos y hermanas.
-Giyabonga, Aluar -señaló el tobillo y luego se llevó ambas manos al corazón, pues no se le ocurría otra manera de decir “gracias” con señas- Ngivela elathini... -señaló al bosque y se llevó las manos al rostro con el mismo gesto de dormir que el otro había hecho- indlu yami uya lapo. -repitió lo que había dicho antes y volvió a apuntar al este, luego juntó las puntas de los dedos formando un techo, intentando decirle que hacia allá estaba su casa- Odakazi ka Odín... -lo señaló a él y luego apuntó en la dirección en que se encontraban las ciudades- ...benza lokhu kimi. -finalizó, apuntando el tobillo herido con el dedo índice, teatralizando gestos de golpes, señalándose la entrepierna y haciendo una mueca de dolor con el rostro.
Tomó las crines de la yegua entre sus dedos y comenzó a desenredarlas nerviosamente mientras miraba a Aluar con expectación, preguntándose si entendería... y qué debería hacer en caso de que, aún así, insistiera con seguir hacia el sur.
Tehani
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Por una vez, el castaño logró identificar un gesto y una referencia de la pequeña. Aquel gesto hacia el corazón a modo de agradecimiento quizás significaría un "Gracias".
-Gija... Gijabonga-Alzó uno de sus pulgares y sonrió
Tehani volvió a señalar al este, e hizo el mismo gesto de acurrucarse entre sus brazos. Ahí debía estar su casa, o al menos el sitio donde se podría encontrar más segura, bajo su propia perspectiva, pero para Alward, viendo el aspecto de esta, no tenía todas consigo para que el llevarla allí supusiese algo bueno para la pequeña.
-Pero si al este solo hay agua...-Posó sus manos en las caderas y adoptó una pose relajada, soltando un leve suspiro-¿Y ahora qué hago?-Más que una pregunta hacia la pequeña, fue una pregunta lanzada para sí mismo pero dicha en voz alta.
Luego de eso, la pequeña señaló al camino que llevaba al territorio de Baslodia y empezó a hacer gestos de dolor, golpes e incluso llegó a señalarse la entrepierna.
-Un momento... ¿Dices que te pegaron? ¿Quiénes?-Obviamente, no iba a tener respuesta. Resignado, se cruzó de brazos y empezó a sopesar los supuestos hechos. El que se indicase la vagina no podía tener sino una connotación sexual, y entre bandidos y demás gente de baja clase, abundaba ese tipo de comportamientos-Y-ya veo...-Miró con cierta lástima a la pequeña. Si de verdad era lo que pensaba, aquella pobre criatura debió de haberlo pasado mal, e incluso puede que su lesión de tobillo se debiera a tal acto.
Finalmente, medio convencido, asintió
-...Está bien, iremos al este-Señaló al lugar, asintiendo, de este modo, Tehani comprendería sus palabras-Pero te dejaré en el primer asentamiento que veamos. No puedo desviarme mucho de mi camino
Acto seguido, agarró las riendas de Epons, y con la pequeña aún encima de su lomo, la yegua echó a andar. Tehani estaba herida y no podía dejar que caminase todo un trecho ella sola, en su lugar, él sería el que guiara a Epons y la pequeña la que ejerciera de "jinete".
Antes de salir del claro, el humano posó una de sus manos en los pequeños muslos de la rubia para llamarle la atención. Con gestos y miradas, le indicó que se agarrara fuerte para no caer y que tensara un poco su cuerpo, así hasta que se acostumbrara a quedarse erguida sobre la equina.
-Gija... Gijabonga-Alzó uno de sus pulgares y sonrió
Tehani volvió a señalar al este, e hizo el mismo gesto de acurrucarse entre sus brazos. Ahí debía estar su casa, o al menos el sitio donde se podría encontrar más segura, bajo su propia perspectiva, pero para Alward, viendo el aspecto de esta, no tenía todas consigo para que el llevarla allí supusiese algo bueno para la pequeña.
-Pero si al este solo hay agua...-Posó sus manos en las caderas y adoptó una pose relajada, soltando un leve suspiro-¿Y ahora qué hago?-Más que una pregunta hacia la pequeña, fue una pregunta lanzada para sí mismo pero dicha en voz alta.
Luego de eso, la pequeña señaló al camino que llevaba al territorio de Baslodia y empezó a hacer gestos de dolor, golpes e incluso llegó a señalarse la entrepierna.
-Un momento... ¿Dices que te pegaron? ¿Quiénes?-Obviamente, no iba a tener respuesta. Resignado, se cruzó de brazos y empezó a sopesar los supuestos hechos. El que se indicase la vagina no podía tener sino una connotación sexual, y entre bandidos y demás gente de baja clase, abundaba ese tipo de comportamientos-Y-ya veo...-Miró con cierta lástima a la pequeña. Si de verdad era lo que pensaba, aquella pobre criatura debió de haberlo pasado mal, e incluso puede que su lesión de tobillo se debiera a tal acto.
Finalmente, medio convencido, asintió
-...Está bien, iremos al este-Señaló al lugar, asintiendo, de este modo, Tehani comprendería sus palabras-Pero te dejaré en el primer asentamiento que veamos. No puedo desviarme mucho de mi camino
Acto seguido, agarró las riendas de Epons, y con la pequeña aún encima de su lomo, la yegua echó a andar. Tehani estaba herida y no podía dejar que caminase todo un trecho ella sola, en su lugar, él sería el que guiara a Epons y la pequeña la que ejerciera de "jinete".
Antes de salir del claro, el humano posó una de sus manos en los pequeños muslos de la rubia para llamarle la atención. Con gestos y miradas, le indicó que se agarrara fuerte para no caer y que tensara un poco su cuerpo, así hasta que se acostumbrara a quedarse erguida sobre la equina.
Alward Sevna
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Re: No hay nada que temer [Privado] [Cerrado]
¡El piel de plata parecía comprender! Después de cavilar durante minutos en que la niña lo observó con tensa fijeza, finalmente el hombre asintió a sus palabras, dando a entender que por fin accedía a dirigirse al sitio donde todas las mañanas nacía el Padre Sol. Por supuesto, no entendió la parte de que sería dejada en el primer asentamiento que encontrasen; para la inocente Tehani, aquel buen hijo de Odín acababa de acceder a acompañarla hasta la mismísima entrada de la tribu.
Con un simple movimiento Epons se echó a andar, arrancando un corto quejido de sorpresa de los labios de la niña. Al principio se asió al cuello de la cuadrúpeda y apretó los muslos para intentar mantener el equilibrio, mas pronto se dio cuenta de que era más fácil si se dejaba llevar por los cuidadosos movimientos del animal, que mantenía una marcha tan firme que no daba lugar a posibles accidentes. Aunque el vaivén resultaba un tanto incómodo comenzaba a relajarse, hasta que Aluar le tocó el muslo, ganándose así una mirada sobresaltada por parte de la infante y un golpe seco en el dorso de la mano. -¡Nit! -Le reprendió con enfado. Por amable que fuese, seguía siendo un hijo de Odín... y había descubierto que no le gustaba ser tocada por ellos.
Luego de aquello guardó silencio y se dedicó a contemplar los alrededores desde esa nueva perspectiva brindada por una altura que nunca antes había experimentado. Estaba incluso más alta que Aluar, descubrimiento que suscitó en ella una extraña y excitante sensación de superioridad. ¿Así era como veían el mundo los adultos de la tribu? Eso explicaba muchas cosas, ¡con razón no le tenían miedo a nada! ¿Algún día podría alcanzar esa altura con sus propias piernas? Bajó la mirada y observó sus flacos muslos manchados de barro y de cicatrices. No parecía posible que pudieran estirarse mucho más.
Aluar, por otro lado, tenía piernas realmente largas. Se recostó contra el cálido cuello de Epons y giró el rostro hacia él para mirarlo con mayor detalle, sin siquiera preguntarse si aquello podía o no incomodarlo. Nunca había podido ver a uno de los suyos tan de cerca y estaba segura de que, cuando se reencontrara con sus hermanos, ellos querrían saber con todo detalle cómo eran los lampiños del sur. No terminaba de entender por qué todos los hijos de Odín que había visto tenían pelo en la cara y ella no; dejando de lado eso y la gran diferencia de tamaños, sí que tenían mucho en común, aunque él no gesticulaba tanto como ella ni se movía con la gracia y parsimonia de los habitantes del bosque.
-Aluar... -Le llamó en voz baja. Habían pasado mucho tiempo en silencio y comenzaba a aburrirse. Cuando tuvo su atención alzó el dedo índice para apuntar los labios ajenos y luego se señaló los propios- Aluar, Epons, Baslodia, Odin... -Miró hacia el cielo, como intentando recordar algo, y pronto añadió con entusiasmo: -¡Ah! ¡Coneho! -Esas eran todas las palabras que sabía en el idioma del otro, y al recitarlas una tras otra esperaba darle a entender que quería aprender más. Hizo un ademán con las manos de “seguir”, moviéndolas circularmente hacia adelante, y entonces lo observó con expectación.
Tehani
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Re: No hay nada que temer [Privado] [Cerrado]
La reacción a ese contacto no fue positiva por parte de la pequeña, en cierto modo lo comprendía, después de todo lo que había pasado, era un milagro siquiera que estuviese cerca suya.
Alward no se lo tomó en cuenta y miró hacia el frente. En todo momento llevaba las riendas de Epons y el pasear era bastante tranquilo por aquellos caminos boscosos. Con la aparición de Tehani, el Sevna había dejado de pensar en sus problemas y simplemente los apartó de su mente, al menos por ese día. No se habría esperado jamás encontrarse a una niña desnuda que no hablaba su idioma y que además parecía una salvaje, ¿Quiénes serían sus padres? ¿Dónde viviría? ¿Siempre iría con sus partes pudendas al descubierto o estaba así por lo sucedido con aquellos que la maltrataron? No dijo nada, aunque estaba lleno de preguntas, ya que era inútil, puesto que no recibiría respuesta alguna.
El camino era tranquilo, pero también bastante monótono. Alward bostezó y mantuvo la boca abierta durante varios segundos. Una buena siesta no le vendría mal, pero si ahora descansaban probablemente tuviesen que pasar la noche en el bosque ya que no habría muchos asentamientos hacia el este, al menos no hasta que llegasen a la costa.
Notó por el rabillo del ojo que Tehani le mantenía la mirada, por lo que el castaño cortó el bostezo y tosió incómodo mientras seguía manteniendo la vista al frente.
La pequeña le llamó, con ese nombre característico que le puso "Aluar", era bastante parecido al suyo. Le recordaba a su hermana cuando estaba en la edad de aprender a hablar. Soltó una risilla y miró a Tehani, para ver qué quería. La niña lo señaló y empezó a decir palabras, pero esta vez comprensibles para su oído y entendimiento. No tenían relación alguna; Alward, Epons, Baslodia, Odín y... ¿Conejo? Una mueca de incomprensión se hizo notable en el rostro del humano.
-...¿Qué me quieres decir con todo eso?
La pequeña hizo un gesto con la mano, indicando más... ¿Más qué? ¿Más palabras?
-...-Desenvainó con la mano libre su espada diestra, la de la Guardia-"Espada"-Se la mostró a Tehani-Es-Pa-Da-Dijo despacio para que la pequeña pudiera entender. De buenas a primeras, se paró en seco y se apartó tanto de Tehani como de Epons, por seguridad, acto seguido hizo un par de florituras con el arma y esta brilló con un par de chispas que iba desde el mango hasta la punta, fruto del encantamiento eléctrico que tenía. Cuando acabó, sonrió y se guardó de nuevo el arma en la funda de su espalda.-¿No te habré asustado, no?-Dijo riéndose a modo de disculpa por si de verdad le había causado demasiada impresión-También está la armadura-Se golpeó el pecho con fuerza haciendo que esta sonara a puro metal duro-Ar-Ma-Du-Ra-Se golpeó un par de veces de nuevo
-Sigamos, aún queda para llegar a la costa-De nuevo, y tras su breve explicación de dos palabras nuevas para el vocabulario de Tehani, que esperaba que las hubiera captado, tomó las riendas desde abajo de Epons y la siguió guiando como hasta ahora.
Alward no se lo tomó en cuenta y miró hacia el frente. En todo momento llevaba las riendas de Epons y el pasear era bastante tranquilo por aquellos caminos boscosos. Con la aparición de Tehani, el Sevna había dejado de pensar en sus problemas y simplemente los apartó de su mente, al menos por ese día. No se habría esperado jamás encontrarse a una niña desnuda que no hablaba su idioma y que además parecía una salvaje, ¿Quiénes serían sus padres? ¿Dónde viviría? ¿Siempre iría con sus partes pudendas al descubierto o estaba así por lo sucedido con aquellos que la maltrataron? No dijo nada, aunque estaba lleno de preguntas, ya que era inútil, puesto que no recibiría respuesta alguna.
El camino era tranquilo, pero también bastante monótono. Alward bostezó y mantuvo la boca abierta durante varios segundos. Una buena siesta no le vendría mal, pero si ahora descansaban probablemente tuviesen que pasar la noche en el bosque ya que no habría muchos asentamientos hacia el este, al menos no hasta que llegasen a la costa.
Notó por el rabillo del ojo que Tehani le mantenía la mirada, por lo que el castaño cortó el bostezo y tosió incómodo mientras seguía manteniendo la vista al frente.
La pequeña le llamó, con ese nombre característico que le puso "Aluar", era bastante parecido al suyo. Le recordaba a su hermana cuando estaba en la edad de aprender a hablar. Soltó una risilla y miró a Tehani, para ver qué quería. La niña lo señaló y empezó a decir palabras, pero esta vez comprensibles para su oído y entendimiento. No tenían relación alguna; Alward, Epons, Baslodia, Odín y... ¿Conejo? Una mueca de incomprensión se hizo notable en el rostro del humano.
-...¿Qué me quieres decir con todo eso?
La pequeña hizo un gesto con la mano, indicando más... ¿Más qué? ¿Más palabras?
-...-Desenvainó con la mano libre su espada diestra, la de la Guardia-"Espada"-Se la mostró a Tehani-Es-Pa-Da-Dijo despacio para que la pequeña pudiera entender. De buenas a primeras, se paró en seco y se apartó tanto de Tehani como de Epons, por seguridad, acto seguido hizo un par de florituras con el arma y esta brilló con un par de chispas que iba desde el mango hasta la punta, fruto del encantamiento eléctrico que tenía. Cuando acabó, sonrió y se guardó de nuevo el arma en la funda de su espalda.-¿No te habré asustado, no?-Dijo riéndose a modo de disculpa por si de verdad le había causado demasiada impresión-También está la armadura-Se golpeó el pecho con fuerza haciendo que esta sonara a puro metal duro-Ar-Ma-Du-Ra-Se golpeó un par de veces de nuevo
-Sigamos, aún queda para llegar a la costa-De nuevo, y tras su breve explicación de dos palabras nuevas para el vocabulario de Tehani, que esperaba que las hubiera captado, tomó las riendas desde abajo de Epons y la siguió guiando como hasta ahora.
Alward Sevna
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Re: No hay nada que temer [Privado] [Cerrado]
Los ojos de la niña se abrieron de par en par cuando Aluar desenvainó aquel largo palo plateado igual a los que tenían los primeros hijos de Odín que había visto. Creyó que había dicho algo mal, que el otro había malinterpretado sus gestos y por eso, ofendido, sacaba su filosa arma para darle una lección. Con el más instintivo terror pintado en el rostro, tragó saliva y se echó hacia el costado contrario, casi cayéndose de la yegua en un intento por alejarse lo máximo posible de aquella cosa, y estuvo a punto de rogarle clemencia cuando, segundos después, comprendió lo que realmente pasaba.
No quería hacerle daño. Es más, la había entendido. Solamente intentaba enseñarle cómo era el nombre de aquella cosa.
-Espa... da. -Murmuró mientras, lentamente y con precaución, volvía a erguirse bien sobre la montura para observar con una mezcla de miedo y admiración las florituras que hacía con ella. Aunque despertaba su curiosidad, su experiencia con esas armas había sido tan terrible que respiró con alivio cuando la guardó. Mucho mejor le pareció la piel de plata, que resultaba tan intrigante que, tras verlo golpearse el pecho, la niña se estiró para tocar por sí misma, con la punta del dedo índice, la misma zona- Ooooh... -Musitó- Agmadura. -Intentó imitar los fonemas, esta vez sin mucho éxito. Luego se llevó las manos al propio pecho y acarició su tersa y cálida piel; al contrario que ésta la armadura era dura y fría, y se preguntó cómo siquiera podía moverse con esa cosa encima si ella misma se sentía entorpecida solamente con los abrigos de piel que su madre insistía en ponerle durante el invierno. Los hijos de Odín eran criaturas verdaderamente extrañas.
Después Aluar dijo algo ininteligible y Tehani no pudo hacer más que encogerse de hombros y devolver la vista al frente. Aún sabiendo dos palabras nuevas, era incapaz de comprender incluso la oración más corta. Se preguntó si acaso la sabia Tchkea o su madre, Arama, conocían ese idioma tan extraño y, si lo hacían, por qué no lo enseñaban a los cachorros de la tribu.
Transcurrió un largo rato en silencio; por momentos la niña dormitaba sobre Epons, aunque cuando se relajaba demasiado y notaba que estaba cayéndose hacia adelante, rápidamente se erguía e intentaba recuperar el estado de alerta. Como hija del bosque, sabía que bajar la guardia en un entorno hostil y junto a un desconocido era lo peor que podía hacer. Sus hermanos mayores la habrían reprendido por ello. Pero estaba tan cansada... Se llevó las manos al rostro y se refregó los ojos con sus pequeños puños antes de mirar alrededor para ver dónde estaban. No sabía cuánto tiempo habían tomado sus pequeñas siestas, pero el bosque comenzaba a quedar atrás y ya podía olerse cierta salinidad en el aire.
De pronto una carreta pasó junto a ellos; habían llegado a un camino. Tanto el chofer como las personas que iban dentro observaron al extraño dúo con los ojos abiertos como platos y Tehani, completamente asombrada por lo que estaba viendo, les devolvió la misma mirada. Dos seres iguales a Epons tiraban de una choza que podía transportarse de un lado a otro y dentro de ésta había un hijo de Odín sin pelo en la cara... ¿Entonces así eran las hembras adultas?
-¡Beka, Aluar, beka! -Exclamó al tiempo en que señalaba al carruaje con el dedo índice y abría bien los ojos.
Tehani
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Re: No hay nada que temer [Privado] [Cerrado]
Siguieron caminando sin más. A Tehani se le notaba cansada, ya que de vez en cuando daba alguna que otra cabezada hacia adelante. Alward esbozó una sonrisa ante ese gesto de la pequeña por mantenerse siempre en vilo, quizás aún no se fiaba del todo del castaño.
-Si quieres, puedes dormir.-Hizo un gesto con su mano libre indicándole que se acurrucara sobre la crin de Epons-Dor-Mir-Sonrió-¡Si pasa algo, aquí estaré yo para protegerte!-Se golpeó la armadura un par de veces demostrando confianza, pero luego desvió la mirada hacia adelante con dejadez-...A veces se me olvida que no me entiendes...
Finalmente, el sueño acabó venciendo a Tehani y se acurrucó en la crin de la yegua. El Sevna la miró por el rabillo del ojo y dibujó otra sonrisa en sus labios. No sabía muy bien a dónde se dirigían, realmente esperaba encontrar algún asentamiento donde dejar a la pequeña a buen recaudo. Aunque tenía cosas muy importantes que hacer en Ciudad Lagarto, no se iba a permitir dejar abandonada a alguien tan indefenso frente a las hostilidades que presentaba el mundo. Le parecía un verdadero milagro que siguiese viva...
Pasó el tiempo, estaba apunto de caer la tarde; mala noticia. No se habían encontrado con ningún rastro de civilización en todo el camino, lo que aún era más preocupante. Aunque lo que sí notaba es que se estaban acercando al inevitable final de aquel extraño periplo, ya que la temperatura empezaba a regularse y un especie olor a sal impregnaba el ambiente, era cuestión de minutos encontrarse con el mar.
-...Llevo caminando no sé cuántas horas, ni siquiera me siento los pies...-Murmuraba para sí-Encima, tengo un sueño...-Dijo mientras abría la boca y casi no pudo ni acabar la frase debido a un enorme bostezo que le salió
De pronto, algo cortó repentinamente el bostezo del castaño, una carreta pasó y el sonido de los caballos tirando de ellas y los cascos de estos en el suelo llamó le llamó la atención.
Alward se paró de pronto, haciendo que Epons también, lo que hizo que esta relinchara y se pusiera a dos patas, por lo que el Sevna tuvo que agarrar a Tehani en un rápido y fugaz movimiento para que esta no se cayese. Cuando la yegua volvió a su pose natural, el castaño dejó de agarrar a la pequeña y soltó un suspiro de alivio. Desvió su mirada hacia donde había ido el carro y pudo ver que este se había detenido. A todo esto, también notó que la pequeña había despertado.
Una mujer joven de aspecto noble, de tez blanca, con largos cabellos rubios y ojos azules había bajado del carro, para interesarse sobre el estado del dúo que componían Alward y Tehani.
La dama se acercó apresuradamente recogiéndose el vestido hasta ambos, a pesar de un par de advertencias que vinieron del conductor, el cual aconsejaba que ni se preocupara, aunque la joven hizo caso omiso ante esas palabras.
-Viajero, ¿Qué os ha pasado?-Preguntó con cautela ante el aparente mal estado de la pequeña. Su voz era dulce y melodiosa, pero también sonaba realmente preocupada
-¿A mí?-Se señaló desconcertado, luego desvió la mirada hacia Tehani y lo comprendió, no era común ver a una niña desnuda subida a un caballo y con el tobillo vendado-...Ah, ella.-Dijo sin sumarle importancia-Me la encontré perdida en los bosques y estoy buscando un lugar donde dejarla
-Ay, pobre...-Se acercó hasta la pequeña mirándola con lástima-¿Dónde están tus padres, pequeña? ¿Qué te ha pasado para ir así por el bosque?-Preguntó ante la carencia de ropa y exceso de suciedad.
-Verás... Ahí está el problema-Dijo rascándose la nuca-No habla nuestra lengua
-¿C-cómo?-Miró extrañada al Sevna. Luego, desvió de nuevo la mirada hacia Tehani, esperando a que esta dijese algo.
-Si quieres, puedes dormir.-Hizo un gesto con su mano libre indicándole que se acurrucara sobre la crin de Epons-Dor-Mir-Sonrió-¡Si pasa algo, aquí estaré yo para protegerte!-Se golpeó la armadura un par de veces demostrando confianza, pero luego desvió la mirada hacia adelante con dejadez-...A veces se me olvida que no me entiendes...
Finalmente, el sueño acabó venciendo a Tehani y se acurrucó en la crin de la yegua. El Sevna la miró por el rabillo del ojo y dibujó otra sonrisa en sus labios. No sabía muy bien a dónde se dirigían, realmente esperaba encontrar algún asentamiento donde dejar a la pequeña a buen recaudo. Aunque tenía cosas muy importantes que hacer en Ciudad Lagarto, no se iba a permitir dejar abandonada a alguien tan indefenso frente a las hostilidades que presentaba el mundo. Le parecía un verdadero milagro que siguiese viva...
Pasó el tiempo, estaba apunto de caer la tarde; mala noticia. No se habían encontrado con ningún rastro de civilización en todo el camino, lo que aún era más preocupante. Aunque lo que sí notaba es que se estaban acercando al inevitable final de aquel extraño periplo, ya que la temperatura empezaba a regularse y un especie olor a sal impregnaba el ambiente, era cuestión de minutos encontrarse con el mar.
-...Llevo caminando no sé cuántas horas, ni siquiera me siento los pies...-Murmuraba para sí-Encima, tengo un sueño...-Dijo mientras abría la boca y casi no pudo ni acabar la frase debido a un enorme bostezo que le salió
De pronto, algo cortó repentinamente el bostezo del castaño, una carreta pasó y el sonido de los caballos tirando de ellas y los cascos de estos en el suelo llamó le llamó la atención.
Alward se paró de pronto, haciendo que Epons también, lo que hizo que esta relinchara y se pusiera a dos patas, por lo que el Sevna tuvo que agarrar a Tehani en un rápido y fugaz movimiento para que esta no se cayese. Cuando la yegua volvió a su pose natural, el castaño dejó de agarrar a la pequeña y soltó un suspiro de alivio. Desvió su mirada hacia donde había ido el carro y pudo ver que este se había detenido. A todo esto, también notó que la pequeña había despertado.
Una mujer joven de aspecto noble, de tez blanca, con largos cabellos rubios y ojos azules había bajado del carro, para interesarse sobre el estado del dúo que componían Alward y Tehani.
La dama se acercó apresuradamente recogiéndose el vestido hasta ambos, a pesar de un par de advertencias que vinieron del conductor, el cual aconsejaba que ni se preocupara, aunque la joven hizo caso omiso ante esas palabras.
-Viajero, ¿Qué os ha pasado?-Preguntó con cautela ante el aparente mal estado de la pequeña. Su voz era dulce y melodiosa, pero también sonaba realmente preocupada
-¿A mí?-Se señaló desconcertado, luego desvió la mirada hacia Tehani y lo comprendió, no era común ver a una niña desnuda subida a un caballo y con el tobillo vendado-...Ah, ella.-Dijo sin sumarle importancia-Me la encontré perdida en los bosques y estoy buscando un lugar donde dejarla
-Ay, pobre...-Se acercó hasta la pequeña mirándola con lástima-¿Dónde están tus padres, pequeña? ¿Qué te ha pasado para ir así por el bosque?-Preguntó ante la carencia de ropa y exceso de suciedad.
-Verás... Ahí está el problema-Dijo rascándose la nuca-No habla nuestra lengua
-¿C-cómo?-Miró extrañada al Sevna. Luego, desvió de nuevo la mirada hacia Tehani, esperando a que esta dijese algo.
- Chica Noble:
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Alward Sevna
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Tan embelesada estaba Tehani por todas las cosas extrañas que tenía para observar que, pese a sus reflejos, fue incapaz de reaccionar cuando Epons se irguió sobre sus patas traseras. Afortunadamente Aluar estaba allí para atajarla, arrancándole a una niña un grito que ahogó cuando notó que su espalda nunca tocaría el suelo. De nuevo sobre la montura, apenas estaba reponiéndose del susto cuando el hijo (¿o la hija?) de Odín se bajó de la casa con ruedas para acercarse a ellos.
Era la criatura más extraña que había visto nunca, y Tehani sí que había visto muchas cosas extrañas en los amplios bosques que lindaban la tribu. Parecía un ser divino sacado de las canciones que cantaban en torno a la hoguera, esas donde relataban las hazañas de los antiguos valientes venidos del cielo que no tenían ni garras ni pelo y que eran sus lejanos ancestros. Sus ropajes no quedaban atrás; a diferencia de los que había visto en otros hijos de Odín, éstos tenían colores bonitos y parecían ser de suaves texturas, con volantes que eran mecidos por el viento ante el más mínimo movimiento.
La niña se impresionó profundamente al ver que compartían color de ojos y de cabello; además esta criatura no tenía vello en el rostro, con lo que ambas resultaban ser igual de lampiñas. Cada vez estaba más convencida de que eran del mismo género y especie, hasta que notó dos voluptuosas cosas que se asomaban allí donde, según ella, debía haber un pecho tan plano como el propio. ¿Qué era eso? ¿Acaso estaría enferma?
-¿Ziyini ka zozinto? -Preguntó mientras se llevaba las manos al pecho y hacía un ademán curvando las manos hacia adelante, pero ninguno de los adultos pareció escucharla, dado que se habían puesto a hablar entre ellos. Si escuchar a uno solo hablando en otro idioma resultaba tedioso, oírlos a ambos conversar mientras que ella no se enteraba de nada se convertía en algo intolerable. Estaba frunciendo el ceño y cruzándose de brazos cuando la lampiña se fijó en ella y pareció intentar comunicarse.
Tehani se encogió de hombros como toda respuesta y desvió su mirada hacia Aluar. Aunque habían comenzado a entenderse, ahora la barrera del lenguaje parecía separarlos aún más que antes. Ante su mutismo, la joven de cabellos dorados la miró con pena y suspiró.
-¿Así que no tiene un hogar? -Caviló durante largos segundos, miró hacia el carro, se llevó una mano al mentón y finalmente devolvió la vista hacia la pequeña- ...Bien. Creo que puedo solucionar eso, joven viajero. -Acto seguido se acercó hacia la yegua y, abriendo los brazos, pasó sus manos alrededor de Tehani para bajarla de allí.
Craso error.
La niña rompió a gritar como si la estuvieran tocando con un hierro candente, haciendo que la joven se exaltara tanto que terminó cayendo sentada hacia atrás; el problema era que ya tenía a Tehani entre sus brazos y terminaron desplomándose ambas. Por instinto, la joven la apretó entre sus brazos mientras que la niña intentaba escapar del agarre a patadas y puñetazos mientras miraba directamente a Aluar como si pidiera clemencia con los ojos. Sus gritos alteraron a Epons, que volvió a encabritarse, y al mismo tiempo el chofer del carruaje acababa de bajarse de éste para ir corriendo hacia ellos.
-¡AY, AUCH! ¿¡QUÉ LE PASA!?
-¡Ngivumele! ¡Nit! ¡¡Ngikhulule!! ¡¡¡NIT, NIT!!!
No tuvo más opción. Para ser soltada, mordió la mano de la lampiña con todas sus fuerzas y, al ser libre, corrió a esconderse tras Aluar.
Tehani
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Alward suspiró mientras miraba a ambas, sabía que no serviría de nada el intentar conversar con Tehani, ya que no entendía el idioma, aunque sí palabras sueltas, pero... Insuficiente como para establecer una buena comunicación sin errores o malinterpretaciones, que fue justo lo que ocurrió.
Los ojos del Sevna se abrieron como platos al ver la salvaje reacción de la pequeña cuando la joven dama la garró entre sus brazos. El castaño trató de ayudar, yendo a separar a ambas, pero tanto revuelo, había hecho que Epons se pusiera nerviosa y eso sí era un problema, un caballo o yegua desbocada no era nada bueno que tener cerca, cualquiera podía saberlo.
Alward entonces se puso de nuevo en pie y trató de tranquilizar a su equina amiga, primero agarrando con fuerza sus riendas y acto seguido haciéndole gestos para que se calmase.
-¡Soooo, Epons!-La acariciaba, aunque la yegua seguía nerviosa-No pasa absolutamente nada-Su tono de voz intentaba que fuese lo más calmado posible.
Por suerte, el espadachín pudo calmar a la equina, a la cual abrazó para que se relajara del todo, mientras acariciaba su crin.
A todo esto, llegó el conductor del carromato a la escena y Tehani logró soltarse de la dama. Fue a correr tras Alward, junto a Epons, parecía que junto a ellos sí se sentía segura y protegida.
El Sevna volvió la cara hacia los humanos y se rascaba la cabeza en señal de vergüenza, mientras veía cómo el conductor ayudaba a la joven de cabellos dorados a ponerse en pie.
-S-siento su reacción, yo también la he sufrido antes-Rió de forma falsa para intentar relajar los ánimos
-...-Se miraba la mano con cierto gesto de dolor, por suerte, los dientes de Tehani no eran tan fuertes como los de un adulto para causar un daño mayor, pero aún así la mordida se hacía notable en la dama
Ante esto, Alward le dedicó a Tehani una mirada de desaprobación y enojo, negando con la cabeza. Acto seguido, el castaño se puso de cuclillas para ponerse a la altura de la pequeña
-Escúchame-Le posó una mano sobre la cabeza, con un tono relajado-Ella es amiga-Señaló a la rubia-A-mi-ga-Se señaló el corazón y asintió con la cabeza-Solo trataba de ayudar, ayudar a Tehani-Hizo gestos para que la pequeña comprendiera la situación, y tras eso le agarró ambas manos para que supiese que no estaba en peligro alguno. Acto seguido, hizo ademán de señalarse a ambos repetidas veces-Tú-Le puso la mano en el pecho-Y yo-Llevó dicha mano ahora a su propio pecho-A-mi-gos-Tras eso, le indicó a la muchacha rubia que se acercase, ante la desaprobación de su acompañante, pero no le hizo caso y, movida por la curiosidad, se acercó hasta Alward y Tehani, poniéndose también de cuclillas y acomodándose el vestido que llevaba para no pisárselo. De nuevo, Alward llevó su mano al pecho de Tehani, y acto seguido al de la muchacha-A-mi-gas-Tras eso, retiró su mano y, como acto instintivo generador de confianza, al menos para él, le guiñó un ojo a Tehani mientras asentía con seguridad.
El Sevna desvió su atención ahora hacia la dama
-De nuevo, mil disculpas, señorita
-No pasa nada, viajero-Asintió sonriente quitándole importancia a lo ocurrido-Te llamas Tehani,¿No?-Se llevó una mano a su pecho-Yo soy Crystal-Quizás la pequeña no lo comprendiese, así que trató de decir despacio su nombre, tal y como Alward lo había hecho al aclararle la palabra "Amigos"-Crys-tal
Epons, que estaba al lado, parece que también quería hacer ver a Tehani que no había peligro estando junto a la dama, así que acercó su cabeza a esta y bufó. Realmente era una yegua bastante lista.
-¡Fíjate, hasta Epons le da la bienvenida!-Sonrió-Tranquila, le caes bien
Los ojos del Sevna se abrieron como platos al ver la salvaje reacción de la pequeña cuando la joven dama la garró entre sus brazos. El castaño trató de ayudar, yendo a separar a ambas, pero tanto revuelo, había hecho que Epons se pusiera nerviosa y eso sí era un problema, un caballo o yegua desbocada no era nada bueno que tener cerca, cualquiera podía saberlo.
Alward entonces se puso de nuevo en pie y trató de tranquilizar a su equina amiga, primero agarrando con fuerza sus riendas y acto seguido haciéndole gestos para que se calmase.
-¡Soooo, Epons!-La acariciaba, aunque la yegua seguía nerviosa-No pasa absolutamente nada-Su tono de voz intentaba que fuese lo más calmado posible.
Por suerte, el espadachín pudo calmar a la equina, a la cual abrazó para que se relajara del todo, mientras acariciaba su crin.
A todo esto, llegó el conductor del carromato a la escena y Tehani logró soltarse de la dama. Fue a correr tras Alward, junto a Epons, parecía que junto a ellos sí se sentía segura y protegida.
El Sevna volvió la cara hacia los humanos y se rascaba la cabeza en señal de vergüenza, mientras veía cómo el conductor ayudaba a la joven de cabellos dorados a ponerse en pie.
-S-siento su reacción, yo también la he sufrido antes-Rió de forma falsa para intentar relajar los ánimos
-...-Se miraba la mano con cierto gesto de dolor, por suerte, los dientes de Tehani no eran tan fuertes como los de un adulto para causar un daño mayor, pero aún así la mordida se hacía notable en la dama
Ante esto, Alward le dedicó a Tehani una mirada de desaprobación y enojo, negando con la cabeza. Acto seguido, el castaño se puso de cuclillas para ponerse a la altura de la pequeña
-Escúchame-Le posó una mano sobre la cabeza, con un tono relajado-Ella es amiga-Señaló a la rubia-A-mi-ga-Se señaló el corazón y asintió con la cabeza-Solo trataba de ayudar, ayudar a Tehani-Hizo gestos para que la pequeña comprendiera la situación, y tras eso le agarró ambas manos para que supiese que no estaba en peligro alguno. Acto seguido, hizo ademán de señalarse a ambos repetidas veces-Tú-Le puso la mano en el pecho-Y yo-Llevó dicha mano ahora a su propio pecho-A-mi-gos-Tras eso, le indicó a la muchacha rubia que se acercase, ante la desaprobación de su acompañante, pero no le hizo caso y, movida por la curiosidad, se acercó hasta Alward y Tehani, poniéndose también de cuclillas y acomodándose el vestido que llevaba para no pisárselo. De nuevo, Alward llevó su mano al pecho de Tehani, y acto seguido al de la muchacha-A-mi-gas-Tras eso, retiró su mano y, como acto instintivo generador de confianza, al menos para él, le guiñó un ojo a Tehani mientras asentía con seguridad.
El Sevna desvió su atención ahora hacia la dama
-De nuevo, mil disculpas, señorita
-No pasa nada, viajero-Asintió sonriente quitándole importancia a lo ocurrido-Te llamas Tehani,¿No?-Se llevó una mano a su pecho-Yo soy Crystal-Quizás la pequeña no lo comprendiese, así que trató de decir despacio su nombre, tal y como Alward lo había hecho al aclararle la palabra "Amigos"-Crys-tal
Epons, que estaba al lado, parece que también quería hacer ver a Tehani que no había peligro estando junto a la dama, así que acercó su cabeza a esta y bufó. Realmente era una yegua bastante lista.
-¡Fíjate, hasta Epons le da la bienvenida!-Sonrió-Tranquila, le caes bien
Alward Sevna
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Re: No hay nada que temer [Privado] [Cerrado]
¿¡Por qué Aluar la observaba con enojo!? La niña le devolvió una expresiva mirada de indignación pues, para ella, su reacción había sido más que justificada. ¿Qué clase de ser se acercaba a otro con esas maneras tan invasivas? La lampiña se había saltado absolutamente todas las normas de cortesía que existían: No la había olido ni se había dejado oler, tampoco había demostrado sus intenciones de acercarse con movimientos lentos y cautelosos, ¡no! ¡directamente había intentado secuestrarla!
El mayor se puso en cuclillas y ella no relajó ni un solo músculo de su fiera expresión más que para dirigir la mirada al suelo cuando sintió la mano posándose en su cabeza. Un sonido grave y constante emergía de la garganta de la pequeña, parecido al gruñido de un gato que desea ser dejado en paz; no obstante, se detuvo cuando sus manos fueron agarradas por las del otro. Le costaba entender, en parte porque su enfado le impedía prestar atención, y en parte porque la situación era de por sí demasiado confusa.
¿Qué significaba la palabra “Amigos”? Aluar no hacía más que repetirla mientras señalaba sus pechos respectivamente. Por la mente de Tehani pasaron varios posibles conceptos: “hijos de Odín”, “lampiños” o incluso “viajeros”, pues era lo que ambos tenían en común. Para la pequeña el lazo de amistad, que en su tribu era conocido como “Ubulobo”, era demasiado fuerte y significativo como para atribuirlo a alguien que conocía de tan poco tiempo, por mucho que esta persona la hubiera ayudado.
Y en el caso de la lampiña, que acababa de acercarse, ella no solo no la había ayudado sino que acababa de intentar agarrarla en contra de su voluntad. Tehani la miró con el entrecejo tan arrugado que sus cejas casi podían juntarse y, tras oír el nombre de la mujer, siseó:
-Ubuk zétele Crystal...
Por su tono y por su expresión, incluso el menos espabilado habría notado que se trataba de un insulto. Sin embargo, la muchacha se puso de pie y aplaudió, mirando al espadachín con los ojos brillantes y una gran sonrisa en el rostro.
-¡Me ha entendido! ¡Me ha entendido, ¿verdad?! Ubu lele para ti también, bonita. -Dijo la muy tonta mientras Tehani se pasaba una mano por el rostro y negaba con la cabeza.
En ese momento el chofer, que hasta ese entonces se había mantenido al margen, decidió intervenir. El pobre hombre parecía estar acostumbrado a las excentricidades de la muchacha, por lo que se cuidó de hablar en un tono complaciente y educado.
-Me temo que es mi deber recordarle que su madre la está aguardando, mi joven señora.
-¡Oh! Mis disculpas, Alfred, tiene razón. Debemos irnos cuanto antes si queremos bañar y alimentar a esta criatura antes de reunirnos con mi madre.
-Está... ¿está segura de que...?
-Por supuesto que sí. -Le cortó mientras, con un rápido ademán, tomaba la mano de Tehani tan velozmente que no pudo esquivarla. Crystal no parecía atender al hecho de que la niña forcejeaba y podría volver a morderla en cualquier momento; en vez de eso, se dirigió al viajero con parsimonia- Puede confiármela desde aquí, joven. Le doy mi palabra: La niña estará en buenas manos con la familia Haraldssen.
Como toda despedida agachó la cabeza en una leve reverencia antes de echarse a andar hacia el carruaje con la pequeña salvaje a rastras. Tehani, esta vez incapaz de zafarse del agarre, clavó sus tristes ojos en los de Aluar y musitó mientras, con la mano libre, volvía a señalar al este:
-Tehani uya lapho, Aluar... ¿uya lapho?
Tehani
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No entendía a Tehani, pero bien por sus expresiones y su tono, sabía que la frase que le había soltado a la dama no eran muy... Halagadoras, por suerte, esta no se percató y lo tomó como un cumplido. Alward suspiró aliviado al tiempo que una sonrisa falsa se dibujaba en su rostro.
-S-sí... Más o menos te ha entendido-Se llevó una mano tras la cabeza en señal de vergÑuenza mientras seguía mostrando la sonrisa de compromiso
El Sevna puso sus brazos en jarras, adoptando una postura relajada mientras escuchaba la conversación entre el conductor del carromato y la joven, arrugó el ceño, extrañado, cuando la dama tomó la inesperada decisión de llevarse a Tehani. Desbarató su postura. En cierto modo, le era de gran alivio, ya que la niña iría a un lugar mucho mejor que el estar caminando por el bosque desnutrida y con poca higiene, pero por otro lado, sentía lástima. Había una conexión especial entre la pequeña y él, débil, pero al menos habían logrado mantener una relación de cierta confianza.
-Señorita...-Llamó la atención de la joven, la cual se detuvo, aún agarrando la mano de Tehani, y volteó medio tronco hacia el Sevna-Agradezco la ayuda que le vais a ofrecer a Tehani, pero...-Apartó por un segundo la mirada hacia el este-Ella me ha dejado en claro que quiere volver a su hogar y no ir a ningún otro sitio-Volvió a centrar la mirada en ambas chicas-Por supuesto, no estoy diciendo que no la ayudéis, le vendría bien ayuda médica, higiene y una buena alimentación, pero... No estaría de más que también intentaseis llevarla a su verdadero hogar-Se llevó una mano al pecho-Por circunstancias de fuerza mayor, yo no puedo ocuparme de esa tarea, pero desearía que mi pequeña amiga volviese a su hogar-Se explicó-Ella me ha insistido que se encuentra al este, pero como sabréis, al este no hay nada, solo mar...-Torció el gesto-Así que tiene que ser otro tipo de "este", quizás... ¿Los Reinos del Este?-Sopesó sus palabras-Sé que es un poco raro, pero a la vez pienso que es lo que más lógica tiene. Esta niña no creo que haya sido criada en Verisar.-Sentenció. Esperaba que aquella joven dama, llegase a la misma conclusión y tomase el relevo del castaño para con la búsqueda de un hogar para la pequeña.
-S-sí... Más o menos te ha entendido-Se llevó una mano tras la cabeza en señal de vergÑuenza mientras seguía mostrando la sonrisa de compromiso
El Sevna puso sus brazos en jarras, adoptando una postura relajada mientras escuchaba la conversación entre el conductor del carromato y la joven, arrugó el ceño, extrañado, cuando la dama tomó la inesperada decisión de llevarse a Tehani. Desbarató su postura. En cierto modo, le era de gran alivio, ya que la niña iría a un lugar mucho mejor que el estar caminando por el bosque desnutrida y con poca higiene, pero por otro lado, sentía lástima. Había una conexión especial entre la pequeña y él, débil, pero al menos habían logrado mantener una relación de cierta confianza.
-Señorita...-Llamó la atención de la joven, la cual se detuvo, aún agarrando la mano de Tehani, y volteó medio tronco hacia el Sevna-Agradezco la ayuda que le vais a ofrecer a Tehani, pero...-Apartó por un segundo la mirada hacia el este-Ella me ha dejado en claro que quiere volver a su hogar y no ir a ningún otro sitio-Volvió a centrar la mirada en ambas chicas-Por supuesto, no estoy diciendo que no la ayudéis, le vendría bien ayuda médica, higiene y una buena alimentación, pero... No estaría de más que también intentaseis llevarla a su verdadero hogar-Se llevó una mano al pecho-Por circunstancias de fuerza mayor, yo no puedo ocuparme de esa tarea, pero desearía que mi pequeña amiga volviese a su hogar-Se explicó-Ella me ha insistido que se encuentra al este, pero como sabréis, al este no hay nada, solo mar...-Torció el gesto-Así que tiene que ser otro tipo de "este", quizás... ¿Los Reinos del Este?-Sopesó sus palabras-Sé que es un poco raro, pero a la vez pienso que es lo que más lógica tiene. Esta niña no creo que haya sido criada en Verisar.-Sentenció. Esperaba que aquella joven dama, llegase a la misma conclusión y tomase el relevo del castaño para con la búsqueda de un hogar para la pequeña.
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La joven observó al viajero con el entrecejo ligeramente fruncido y luego bajó su mirada hacia la niña mientras sopesaba las palabras que acababa de oír. Frunció los labios en un gesto pensativo e inhaló. Una cosa era llevársela a casa, donde de por sí tendría que luchar con su madre para que aceptase a su nueva invitada... y otra muy distinta era recorrer media Aerandir para devolver a la criatura a su hogar.
-¿Los Reinos del Este? -Murmuró, a lo que Tehani sacudió el brazo e intentó escapar sin mucho éxito- Tiene sentido. Casi parece... una pequeña bestia. ¿Pero cómo llegó hasta aquí?
-¿Y cómo la devolverá hasta allá? Disculpe mi intromisión, mi joven señora, pero su madre no estará de acuerdo con...
-Ya veremos la forma, Alfred. -Le interrumpió. Pese a la dulzura y delicadeza de sus modos, la chica parecía habituada a dar órdenes cuando era necesario. Tehani gruñó y volvió a forcejear, pues no le agradaba el tono que acababa de usar esa lampiña- Lo primero es ponerla en buenas condiciones. Le prometo que luego de eso, viajero, haré lo que esté en mi mano para descubrir de dónde vino esta niña.
El chofer suspiró y la joven volvió a despedirse con un gesto de la cabeza antes de retomar la marcha. No fue fácil llegar hasta el carruaje; pese a su tamaño, la pequeña salvaje hizo realmente difícil la labor de arrastrarla hasta allá. Tehani seguía sin comprender las motivaciones de la lampiña y tampoco sabía por qué Aluar se había deshecho de ella tan de pronto luego de haberle “prometido” que la acompañaría hasta su hogar. Volvía a sentir que los Hijos de Odín eran criaturas en las que no se podía confiar; además, como si aquello fuera poco, aquel carruaje le recordaba al primero en que la habían metido, ese donde tantas cosas malas habían pasado cuando la alejaron de su familia.
Confundida, asustada e impotente, rompió a llorar cuando intentaron meterla al carro; hizo falta que el chofer ayudar a la rubia para conseguir meter de una vez a la niña, que no dejó de gritar incluso después de que cerraran la portezuela.
-¡¡ALUAR, ALUAR, UNGANGISHIYI, NIT!!
-¡La deja en buenas manos! -Prometió el hombre mientras se sacaba el sombrero para saludar al espadachín y, tras instalarse en su puesto, sacudió la fusta para poner a los caballos en marcha.
Tehani
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