¿Tu hogar? ¿O nuestra prisión? [Privado] [Dag-Zöe] [Cerrado]

Tan rápido como los acontecimientos en Lunargenta se desarrollaron, tuvimos que salir de allí, “no hay un instante que perder” decían los vampiros que habían ayudado durante todo este tiempo a Dag. Si bien el último gesto de Thorlák para con la Guardia había evitado que termináramos en los calabozos, no había manera de impedir que las personas de la ciudad vieran en todos los vampiros a una amenaza [ANALIZANDO] y no podía negar que hasta cierto punto tenían razón, Dag los mantenía controlados por ahora ¿Pero cuánto duraría eso?

La conclusión de mi sistema era la misma: Tenemos que regresar a Sacrestic Ville, donde los vampiros pueden vivir en relativa paz y sin dañar demasiado a las otras razas. Había que minimizar el peligro tanto como fuera posible.

Fue así como emprendimos el regreso, un viaje algo… Curioso [Que llama la atención o despierta interés por su rareza u originalidad] [ANALIZANDO] Si, eso parecía ser correcto. Por más que habíamos viajado bastante con Dag, era la primera vez que lo hacíamos con un grupo de sus congéneres. Pero además, el trato que recibía no era como el de cualquier otro vampiro.

No lo dejaban solo ni de día ni de noche, siempre atentos a lo que pudiera necesitar, siempre buscando algo en lo que servirle. Yo observaba la situación en silencio, ya que en líneas generales no parecían notar mi presencia, si no me solicitaban nada, entonces no era necesario que interviniera.

Mi sistema analizaba la situación y llegaba a la conclusión de que Dag ya no necesitaba de mis servicios, ahora tenía a todo un grupo de gente que podría cuidar de él y asegurarse que nada malo le pasara. Sin embargo, por motivos que desconocía, una parte de mí se negaba a darle la razón al sistema, entonces enviaba un mensaje para que el análisis comenzara nuevamente y de esa forma ganaba una día más de tiempo.

¿Tiempo para qué? ¿Por qué? No lo sabía, y el indagar sobre puntos tan oscuros solo producía un apagón masivo en mi mente.

Faltaban pocas horas para que llegáramos a nuestro destino, el grupo de vampiros estaban hablando muy emocionados de los preparativos de una ceremonia. Al parecer iba a ser tan grande que necesitarían varios días para poder preparar todo, eso le daría tiempo suficiente a Dag para que pudiera instalarse en su nuevo hogar y adaptarse a su nuevo puesto como Dios de los Vampiros.

¿Y luego? Las preguntas que involucraban acontecimientos futuros no tenían sentido.

Íbamos con Dag en un carro tirado por dos caballos, los de su raza se habían mostrado algo reticentes a que viajara con él, y yo me había ofrecido a caminar o correr ya que la actividad física no me cansaba. Pero Thorlák no había estado de acuerdo y se mostró inflexible en relación a ese punto.

-¿Qué debería hacer cuando lleguemos? – Le pregunté rompiendo el silencio – Hasta el momento me dedique a seguirte, pero cuando nos quedemos en un sitio necesito de órdenes más precisas – Mi tono era neutro, pero había una sensación extraña y molesta en alguna parte imprecisa de mi cuerpo.

[ANALIZANDO] [ERROR] Seguía intentando encontrarle algún sentido, pero ahora resultaba evidente que era algo que estaba fuera de mi control. Debía tratarse de eso que los orgánicos denominaban “emociones”.

Pero ¿Cuáles? ¿Y cuantas eran? Existir con esa incertidumbre no era algo agradable.

El traqueteo de las ruedas del carro topándose con las piedras del camino me mantiene distante, con la mente perdida en pensamientos que no pertenecen a ningún tiempo ni lugar. Apartando con la mano derecha la cortina de la ventanilla, mis ojos reposan perezosamente sobre las siluetas de los árboles que se recortan contra un fondo oscuro y profundo, tanto quizás como los paisajes que a veces veo en mi mente cuando cierro los ojos.

Aunque sigo sintiéndome más estable (palabra que aprendí de Zöe) que cuando salí de la cueva, he notado que luego de lo sucedido en Lunargenta mi mente está un tanto... dispersa. No he querido decírselo a mi compañera y espero no tener que hacerlo nunca. Creo que puedo mantenerlo bajo control. Lentamente aparto la mirada del paisaje para llevarla hacia la mano que sostiene la cortina. Luego de beber la poción que me convirtió en un monstruo, hay momentos en que todavía siento partes intrusas en mi cuerpo, extremidades deformes que no deberían estar ahí y, con ellas, las emociones instintivas e iracundas de las bestias. Aún puedo sentir el dolor, la angustia y el enojo... ¿o eso está en mí desde antes?

Al final, las bestias y los vampiros... ¿no somos igual de monstruosos?

Una de las ruedas del carro se topa con una piedra más grande y da un salto justo cuando Zöe rompe el silencio. Dirijo mi abstraída mirada hacia ella, dificultándoseme al principio salir tan pronto de mis cavilaciones, y la observo en silencio durante un momento mientras busco el sentido en sus palabras o, más bien, intento encontrar las mías para responderle de manera que pueda entenderme.

-Ya hablamos sobre las órdenes. -Susurro, intentando sonar dulce y no irritado mientras tomo su mano izquierda y la levanto para señalar el anillo que adorna uno de sus dedos- Al aceptar este anillo, me diste a entender que estás a mi lado porque es tu deseo. No hay órdenes. -Insisto mientras llevo la mano a mis labios para dejar un beso en su dorso. Es fría y tersa, muy pequeña y femenina para tener la fuerza que esconde.

Mis ojos viajan entonces hacia los de ella y analizo su mirada con el cariño que viene implícito en todo acto de paciencia. Aunque Zöe es difícil de leer, sé que hay algo en ella que es... distinto. Lo que no sé, y temo preguntar, es desde cuándo es así. ¿Qué le sucedió cuando estuvimos separados? Me inclino hacia ella hasta que nuestros hombros se tocan y apoyo la mejilla sobre su cabeza.

-Laluth dice que cuando lleguemos van a hacer rituales para mí. -Murmuro, aunque sé que Zöe ya conoce esa información. No sé a qué se refiere la mestiza con eso ni para qué son; tampoco, a decir verdad, me agrada la idea. Pero he dado mi palabra y es gracias a esa promesa que Zöe está hoy a mi lado. Así es como debe ser. -A mí, -continúo- me gustaría tenerte siempre a mi lado. -Sé que no debería decirlo, temo que ella lo interprete como una orden, pero... no puedo contenerme. Carraspeo y, mientras me separo de ella para volver a mirarla, inquiero:

-Pero, ¿qué es lo que tú quieres hacer? ¿qué harás si dejo de ser yo y me convierto otra vez en...?

La respuesta de Dag no es la adecuada, mi sistema la rechaza ya que algo como “es tu deseo” no es un patrón válido. Miro como agarra mi mano, y también al anillo que hay en la misma, sabía que las palabras dichas en el festival habían sido muy importantes para el vampiro, pero yo no lograba entender el simbolismo en su totalidad. Aún así, había aprendido que cuando él se acercaba, esperaba que me acerque también, cuando me besaba, estaba esperando que también lo bese y cuando me acariciaba lo que correspondía era que yo también lo hiciera.

-Entonces corresponde el que me quede ¿Sí? - Apreté su mano - Pero ¿Cuáles serán mis labores en el día a día? ¿Tendría que encargarme de tu cuidado? ¿O solo con mi presencia es suficiente? - [ANALIZANDO] Era difícil explicar lo que estaba pensando, sentía que a medida que la explicación se hacía más extensa, menos sentido real parecía tener - ¿Cual es el trabajo de una prometida?-

[BUSCANDO ARCHIVOS]

-Según mi sistema entre las tareas de una prometida incluye el cuidado de su esposo, la realización de comidas variadas, el ofrecimiento del propio cuerpo de modo irrestricto y, por lo tanto, tener crías ¿Es eso correcto? - [ANALIZANDO] Podía cumplir con la mayoría de esas tareas, excepto con la última - Mmm, no poseo la capacidad de tener hijos ¿Eso me descalifica como sujeto posible para estar comprometida? -

Dag se inclina y se apoya sobre mi, yo inclino la cabeza hasta tocar su hombro, un espasmo en mi mano hace que lo apriete de nuevo. Rápidamente mi sistema analiza el error, pero nuevamente no encuentra nada, esas reacciones involuntarias son tan rápidas que nunca llega a tiempo.

-Los rituales son actos solemnes que se llevan a cabo según normas o ceremonias pre-establecidas. Ya que te consideran un Dios, parece razonable que realicen este tipo de acciones - Las siguientes palabras de Dag parecen estar cargadas de emociones, no puedo discernir cuales - Siempre estaré a tu lado - No había motivos para que me marchara ¿O sí? Solo sí el vampiro me ordenaba que me fuera ¿Eso era correcto? [ANALIZ...] No, no quería analizar eso - ¿Convertirte en qué? -

Había visto a Dag en muchas circunstancias diferentes, cuando lo conocí estaba en una cueva, completamente tomado por sus problemáticas mentales, escuchando voces y con un grado de paranoia que lo volvían peligroso para sí mismo y para terceros. También lo había visto disfrutando de un festín con sus compañeros vampiros, bebiendo de cuerpos humanos recientemente asesinados. Y en esta última oportunidad transformado en un ser de apariencia extraña que parecía ser la mezcla de varios tipos distintos de animales.

-Tu apariencia resulta indiferente, no me guío por los cánones de belleza establecidos por los orgánicos - Le dije en tono neutro - Mi objetivo es que te encuentres saludable y mentalmente estable - [ANALIZANDO] Me había olvidado de responder una de las preguntas, pero no podía recordar cual y mi sistema me impedía regresar a la desgrabación de los archivos - En cambio, creo que mis características físicas sí podrían resultar un problema -

La voz de Zöe parece pasar a un segundo plano. Sigo escuchándola, pero mi atención se divide entre ella y un incipiente dolor de cabeza que me hace palpitar las sienes. Aunque mi ceño se frunce, intento ignorar la sensación para no perder detalle de lo que mi compañera intenta decir.

“¿Cuál es el trabajo de una prometida?”, pregunta y, pese a la incomodidad, no puedo evitar sonreír. A veces olvido que ya pasé por este tipo de experiencias con Dahlia, que era joven e inocente cuando nos conocimos allá hace más de cien años. Sin embargo, esa vida es tan lejana que se siente como si perteneciera a una persona completamente distinta. El destino ha sido cruel conmigo, pero debo admitir que, gracias a Zöe, a veces parece estar brindándome nuevas oportunidades para construir una vida que me haga... no, que nos haga felices a ambos.

-¿¡Tener crías!? -Se me escapa una carcajada. ¿Cuándo fue la última vez que reí así?- No es necesario que tengamos... crías. Para nada. No te preocupes por eso. -Termino esbozando una sonrisa triste. Yo ya tuve hijos y no estuve ahí para ellos; estoy seguro de que, aunque viva un milenio, jamás podré perdonarme semejante cosa. Además, al fin y al cabo, ella no es la única incapaz de tenerlos, pienso mientras me encojo de hombros y aprieto un poco más su mano y, con la otra, me masajeo una sien.

-Oh... así que esos son tus objetivos. -Murmuro con cierto tinte de desilusión en mi tono. Aunque sé desde hace tiempo que Zöe es incapaz de expresar sus sentimientos como yo lo hago, aún hay ocasiones en las que resulta doloroso oírla. Suspiro y me separo un tanto de ella para poder buscar su mirada, sonriendo un tanto forzadamente ante su última frase- Realmente deberíamos arreglar tus “características físicas”, prometida. -Llevo la mano libre hacia la “piel” que se asoma bajo el cuello de sus ropajes y la toco con el índice para constatar que no es tal, sino más bien un recubrimiento de un extraño material que no llego a reconocer- No me gustaría ser achicharrado cuando nosotros...

Sonrío, carraspeo y cierro la boca. Aún no sé cómo tratar ese tema con ella; no tanto por el temor a causarle vergüenza, sino que no estoy seguro de poder manejar sus sinceras y arrolladoras respuestas en un ámbito tan... emocional. Todavía no es el momento. En vez de eso, decido regresar al tema que nos trajo hasta aquí.

-En cualquier caso, no me refería a mi apariencia. Me refería a... lo que pasó en Lunargenta. -Miro hacia un costado. Cuanto más intento recordarlo, más potente se torna el dolor de cabeza- Cuando hice el trato con Laluth para traerte con nosotros, le dije que sería su Dios. -El traqueteo del carruaje parece sonar con más intensidad y los ruidos de la noche me traspasan como saetas. Intento tragar saliva, pero tengo la boca seca- No creo que se contente con que simplemente finja serlo. Ellos quieren que me convierta en él. Quieren que me convierta en...

Apenas alcanzo a murmurar el nombre antes de que todo se torne negro.

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Sus ojos se abrieron con modorra y gruñó, como si alguien lo hubiera despertado prematuramente de una larga siesta. Observó seriamente a la mujer que tenía al lado, se volteó para mirar por la ventanilla y por último volvió a mirarla, esta vez con una sonrisa cordial.

-¡Bueno! ¿Qué tenemos aquí? -Su tono era jocoso y animado, mucho más brillante que el que normalmente salía de esa garganta- Veo que no eres una de mis hijas. -Señaló con un ademán el costado de la cabeza ajena y luego alzó esa misma mano para peinarse el cabello hacia atrás- ¿Cómo te llamas? Y cuéntame, ¿hacia dónde nos estamos dirigiendo?

La cuestión de tener crías había sido dejada de lado rápidamente por Dag, eso era algo bueno, no me hubiese sido posible solucionar ese problema ya que construir un órgano que imitara las funciones de un útero era algo que estaba fuera de mis posibilidades. Quizás en la base de los Bios… Pero para ir allí aún faltaba mucho.

[ANALIZANDO] Noto constantes movimientos del vampiro hacia su sien. Es posible que este agotado por el largo viaje.

-Eso… - Agarro su mano para alejarla de la parte de mi cuerpo que podría causarle daño. Luego de los extraños acontecimientos vividos en Lunargenta, habíamos descubierto que durante mi desaparición habían realizado varios cambios en mi cuerpo. Cuando retiraba la cota de malla que me protegía, una intensa luz emanaba de mi piel, quemando a cualquier orgánico que se encontrara cerca – Entonces son dos las tareas que no puedo cumplir –

De todas maneras Dag sonríe [ANALIZANDO] puedo recordar que cuando estaba en su estado de locura más extremo todo el tiempo parecía estar enojado. Desde que logró estabilizarse se muestra amable y paciente, a veces creo reconocer algún otro sentimiento en su mirada, pero la certeza desaparece rápidamente, y solo queda la confusión en su lugar, una incómoda sensación de que hay algo que no estoy viendo.

-Es imposible convertirse en un Dios – Mi sistema sigue procesando las posibilidades mientras Dag se queda en silencio – Hiciste una promesa que es imposible de cumplir, así que deberías disculparte con ellos y… ¿Dag? – Algo en él parece ser diferente [ANALIZANDO] la postura, la forma en que mueve las cejas, la manera en que acomoda las manos, y el acento en algunas palabras… Son diferentes - ¿Qué tenemos aquí? –

No entendía la expresión, miré el interior del carro en el que estábamos viajando ¿Quería que le describiera todo? ¿O había algo en particular que no podía reconocer? “Veo que no eres una de mis hijas” ¿Hijas? [ANALIZANDO] Comentarios sin sentido… Eso parecía ser similar a la época en que Dag no diferenciaba la realidad de sus alucinaciones.

-Me llamo Zöe – Incluso en sus momentos de mayor padecimiento sabia reconocerme. Podía olvidarse de en qué año vivía, quien era él mismo, confundir objetos inertes con seres vivos, pero no era normal que se olvidara de mi nombre – Nos dirigimos a Sacrestic Ville, los vampiros te consideran un Dios y desean hacer una ceremonia en tu honor –

Estos eran claros síntomas de que la enfermedad de Dag estaba regresando, era lógico que así fuera, desde el principio sabíamos que un tratamiento tan precario como realizar descargas en su cerebro no podía durar. Agarré su mano, suponiendo que podía sentirse confundido o preocupado por el cambio en la situación.

-¿Han regresado las voces? ¿O las alucinaciones? – Le pregunto mirándolo a los ojos mientras hago un escaneo de sus pupilas para averiguar qué tan confundido está.

El carro se detiene, quizás habíamos llegado a nuestro destino. No parecía ser un buen momento para que más personas, y por lo tanto más confusión, entrara en el campo visual de Dag. Pero no podía hacer nada para evitar que los vampiros se acercaran, ellos eran dueños de la situación.

Escuchamos que golpean a la puerta.

-¿Mi Señor? – Dicen desde el otro lado de la puerta, sin abrir. Los congéneres de Dag parecían tener tal nivel de respeto por su figura que no realizaban ninguna acción sin su permiso.

-¡Oh! ¡Así que tú eres Zöe! -El interés pareció aumentar en la mirada del vampiro, más aún cuando mencionó que se dirigían a Sacrestic, ante lo cual asintió enérgicamente con la cabeza con clara aprobación- Es un placer. Dudo que haga falta presentarme, ¿verdad?

Parecía haber estado durmiendo más de la cuenta, aunque le alegraba que todo hubiera salido según lo planeado. Sus hijos eran eficientes al cumplir las tareas que les había encomendado, tanto que incluso le habían traído a la biocibernética, por quien se había interesado gracias a Taliesin Skatha. Volvió a mirar alrededor al tiempo en que se preguntaba qué habría sido de él. Aún se sentía aturdido luego del largo sueño, debía ser por eso que no estaba al tanto de todas las cosas habidas y por haber como el Dios Omnisapiente que solía ser. Quizás, pensó, luego de una comida apropiada...

-¿Me “consideran” un Dios? -Rió por lo bajo y se encogió de hombros mientras la miraba condescendiente, como quien observa con pena al ignorante al que sabe incorregible. Sentaba bien estar junto a alguien que no se deshacía en reverencias ante él, tal como aquel otro vampiro de Lunargenta, pues eso hacía las conversaciones mucho más entretenidas. La mujer era, sin duda, una compañía interesante.

Al ser tomado de la mano, bajó la mirada hacia el agarre y su sonrisa fue reemplazada por una mueca de curiosidad, con los labios apretados y una ceja arqueada- ¿De qué hablas? -Alzó la cabeza y mantuvo la mirada con confianza al tiempo en que le ponía una mano en el hombro- Los de tu clase son peculiares. Realmente peculiares. -Caviló, casi hablando para sí mismo más que para ella.

El carro se detuvo e instantes después tocaron la portezuela. El hombre se acomodó el cuello de la camisa y sonrió de lado; todo en su lenguaje corporal exudaba una soberbia confianza. Esperó algunos segundos sin motivo aparente y, cuando así lo deseó, dijo:

-Adelante.

La puerta se abrió para dar lugar a tres vampiros cabizbajos en signo de reverencia. Uno de ellos, alto y de tez blanca como el armiño, fue el primero en erguirse para dar un paso atrás y hacer un elegante ademán que señalaba a la izquierda.

-Hemos llegado, Maestro Habaknuk.

El supuesto Dios bajó del carruaje y luego le tendió la mano a Zöe para ayudarla a bajar. Solo que, ante la atónita mirada de sus lacayos, luego no se la soltó. Había algo reconfortante en sostener esa pequeña y suave mano, aunque no sabía bien el qué. No se lo preguntó demasiado. De todas maneras podía hacer lo que deseaba sin ser cuestionado por nadie.

Ante ellos se extendía un camino de algunos cientos de metros que descendía hacia la ciudad. Estaba iluminado por antorchas que, inteligentemente, refulgían con llamas azules conseguidas con algún tipo de magia, pues bien sabido era que los vampiros detestaban el fuego. A medida que el sendero se acercaba a la entrada, más y más vampiros se amontonaban en espera de su Deidad sosteniendo entre sus manos cálices llenos de sangre. No tardó en emprender la marcha hacia ellos.

-Me encantan las bienvenidas. -Dijo, sonriente, Habaknuk.

Parecía sinceramente sorprendido al escuchar mi nombre [ANALIZANDO] era como hablar con otra persona ¿Alguna de sus otras personalidades había tomado el control? Por el momento no había nada que pudiera hacer, reducirlo e intentar electrocutarlo nuevamente no era una opción estando rodeados de sus congéneres. Baje mi mirada y parte de mi sistema se puso en reposo, ahorrando energía para poder dedicarse a encontrar una solución.

No era consciente de su cambio [ANALIZANDO] en realidad, parecía estar convencido que era el Dios que los vampiros estaban buscando. Eso no había pasado antes, aunque a veces Dag olvidaba que ya no era Rey de Lunargenta, seguía siendo él mismo, esto era distinto, su personalidad había cambiado por completo.

No hice comentario alguno cuando los vampiros informaron que habíamos llegado, no me miraban, no me dirigían la palabra, y había algo… [ERROR] Sus miradas decían algo más, generaban en mí la sensación de que no debería estar allí. En cambio al ver a Dag… Su fe era evidente y sincera, no parecían considerar ni por un segundo que pudieran estar ante un falso Dios. Eso era interesante.

Agarré la mano de Dag y bajé del carro, era la primera vez que estaba en la ciudad de Sacrestic Ville, cuando habíamos intentado llegar la primera vez, nos quedamos en un pueblo en las cercanías y nuestra pronta huida había evitado el que llegáramos a la capital.

-Si – Fue lo único que contesté cuando Dag mencionó su gusto por las bienvenidas ¿El vampiro que yo conocía disfrutaba de esas cosas? [ANALIZANDO] No, se ponía nervioso cuando tanta gente estaba pendiente de su presencia, dudaba de sus capacidades, temía el que algo saliera mal.

Este Dag… No, Habaknuk, andaba por el camino abierto por sus congéneres con absoluta confianza, mientras estos se arrodillaban y ofrecían distintos tipos de sacrificios, en su mayoría relacionados con sangre.

-Mi señor, esto no es nada, es solo una demostración espontanea de afecto del pueblo que esperaba con ansias su llegada – Dijo uno de los súbditos, caminando varios pasos por detrás de nosotros – La ceremonia que tenemos pensada será miles de veces más gloriosa –

Continuamos caminando hasta llegar a la parte donde estaban las casas, era una ciudad como nunca había visto antes [ANALIZANDO] Su estructura en general era similar a la de las ciudades humanas, pero todas las ventanas estaban tapadas con gruesas tablas de madera, lo cual le daba un aspecto ¿triste? Pero ahora todos los vampiros se asomaban por puertas y ventanas, todos querían ver a Habaknuk.

-¿Dónde nos quedaremos? – Suponía que los súbditos habían tomado en cuenta que en algunas horas saldría el sol, era necesario que encontráramos donde alojarnos antes de que eso sucediera.

-¿Nos? – Dijo otro de los vampiros que había ayudado a Dag durante el camino.

Cierto, no era necesario que me quedara cerca, yo si podía estar bajo el sol. Sin embargo, prefería mantener bajo vigilancia al ahora Dios, no sabía cuándo su estado mental cambiaría a uno más agresivo.

-Es importante que me mantenga cerca – Intenté que el vampiro lo entendiera sin necesidad de que le explicara el historial médico de Dag.

Habaknuk parecía realmente disfrutar de las ovaciones en su honor. Los gritos que en otro momento hubieran sido una tortura, ahora sonaban como música para sus oídos. Saludaba con la mano libre en alto y sonreía a cada uno de los vampiros junto a quienes pasaba, tocando sus manos, sus hombros y sus cabezas. De vez en cuando se detenía y agarraba un cáliz al azar para llevárselo a los labios y beber su contenido; el dueño de ese cáliz sería envidiado por sus congéneres pero no le importaría, pues el gran Dios lo había notado por sobre a los demás y era, desde ese instante, un bendecido.

Atravesaron el arco que señalaba la entrada a la ciudad; éste estaba decorado con rosas frescas de un rojo tan brillante que sus pétalos parecían bañados en sangre. Detrás de la comitiva los ciudadanos que los habían recibido formaron una procesión para seguirlos, a quienes poco a poco se iban uniendo algunas personas que salían de sus casas para estar más cerca de la falsa deidad.

-No es necesario. -Dijo el vampiro que había estado hablando con Zöe cuando él y los otros lacayos se detuvieron frente a las imponentes rejas que impedían el ingreso a una de las casonas más grandes y antiguas de Sacrestic Ville- El Gran Habaknuk no pasará necesidades ni correrá ningún peligro mientras esté a nuestro cuidado. ¿Acaso eres tan soberbia como para creer que Él puede llegar a necesitarte?

-¿Y tú, hijo mío, eres tan soberbio para creer que sabes lo que yo quiero? -Intervino Habaknuk al tiempo en que ponía una mano sobre el hombro del lacayo y lo volteaba suavemente para dedicarle una amplia sonrisa, gesto que ocultaba un mensaje mucho más oscuro. El sirviente tragó saliva, agachó la mirada y negó con la cabeza mientras reculaba un par de pasos. Se oyeron susurros entre la muchedumbre. Necesaria o no, Zöe era interesante y la mantendría a su lado para no morir de aburrimiento rodeado de sus complacientes hijos. ¿Por qué deseaba tanto tenerla cerca? Eso no importaba. Con que lo deseara era suficiente, pues él merecía que cada uno de sus deseos fuera satisfecho al instante.

Mientras los otros dos hombres que los habían acompañado desde el carruaje abrían las rejas, un muchacho salió de la multitud que los rodeaba para postrarse frente a Habaknuk con las manos en alto ofreciéndole, como tantos otros, un cáliz.

-Oh, mi Dios, no soy digno de mirarlo a los ojos, pero si tan solo aceptara esta ofrenda...

Complaciente, pronto aceptó la copa y estaba sorbiendo su contenido cuando el joven levantó la mirada para dejar ver un rostro cubierto de llagas que bajaban por su cuello y se perdían bajo la ropa. Todo vampiro que viera aquello reconocería al instante los efectos del sol en alguien que no se había refugiado a tiempo. Enternecido, el ojiazul se agachó, dejó el cáliz en el suelo, tomó al muchacho del mentón y, con la boca aún llena del líquido carmesí, juntó sus labios con los del otro para pasarle todo el elixir en un beso que suscitó un abrupto silencio generalizado.

Segundos después todos los vampiros rompieron en vítores y aplausos. Habaknuk, orgulloso, cerró los ojos. Sentía que estaba obrando un milagro.

_________________________

Cuando vuelvo a abrir los ojos ya no estoy en el carruaje ni tengo a Zöe justo a mi lado. Lo primero que veo es un rostro demasiado cerca e, instantes después, soy consciente de que estoy besando a un chico con la cara desfigurada por quemaduras mientras que de nuestras bocas se derrama sangre. A mi alrededor, gritos ensordecedores disparan los latidos de mi corazón. Caigo sentado hacia atrás, separándome abruptamente del joven, y me llevo las manos a la boca para limpiarla. El otro tiene lágrimas en los ojos y me observa con la más absoluta devoción antes de agacharse en una reverencia para comenzar a besarme los pies.

¿Qué demonios está pasando? ¿Cómo llegué aquí? Dado que la confusión que siento ahora es exactamente igual a la que experimenté en Lunargenta, cuando desperté entre los brazos de Taliesin, no tardo en atar cabos. Me pongo de pie con dificultad y me alejo del chico; por suerte pronto encuentro a Zöe y, viendo un camino despejado frente a nosotros, la tomo del brazo y atravieso rápidamente las rejas, que inmediatamente son cerradas por otro par de vampiros para impedir a la multitud entrar.

-Volvió a pasar, Zöe, ¡volvió a pasar,¿verdad!? -Balbuceo mientras sigo intentando limpiarme el rostro con la manga de la camisa. No quiero mirarla. Gotas de sudor surcan mi frente. Por suerte, los otros están demasiado lejos para notarlo. Tengo miedo- ¿Qué he hecho?

Por fortuna, Habaknuk parecía estar de acuerdo con que yo tenía que vivir donde él estuviera, sus motivos para no dejarme ir eran un misterio, pero resultaban útiles dada la situación. Tal vez con algo de tiempo podría encontrar a algún vampiro que supiera sobre medicina y entendiera lo que Dag estaba sufriendo, sabía que eran una raza que tenía muchos avances en ese terreno. Pero para todo eso necesitaba tiempo y mantenerme cerca de él.

-Lo siento – Le dije al vampiro que parecía arrepentido y asustado luego de que Dag le dedicara palabras poco amables.

Continuamos caminando hacía lo que sería nuestra residencia, los vampiros le ofrecían recipientes con sangre. Normalmente le habría dicho a Dag que no era nada higiénico ni saludable que bebiera eso, no podía estar seguro de donde había salido o si las víctimas tenían alguna enfermedad. Pero Habaknuk no escuchaba, estaba seguro de su omnipotencia, y eso era sumamente peligroso.

Un último vampiro ofrecía su ofrenda al supuesto Dios, su rostro y parte del cuerpo estaba quemado [ANALIZANDO] Era algo muy habitual que aquellos orgánicos que se encontraban enfermos o heridos buscaran respuestas y ayuda en figuras de poder o imágenes divinas, cuando lo que verdaderamente deberían buscar es a un médico competente. Indiferentemente de eso, Habaknuk cumplió con las expectativas y realizó algún tipo de ritual se sanación que incluía un beso.

La reacción de sorpresa me confirmó que Dag había regresado. Tira de mi brazo con fuerza, si mi cuerpo fuera el de un humano probablemente me hubiese dolido.

-Sí, creías ser un Dios y estabas correspondiendo al ¿fervor? de tus súbditos – Dag continuaba limpiándose la boca, probablemente porque ahora si era consciente de lo poco higiénico que era hacer algo como eso – Tranquilo, no has hecho nada – Hago que se detenga y le limpio parte de la barbilla con mi manga – Solo saludabas, sonreías, y aceptabas ofrendas de los vampiros. Creo que, dadas las circunstancias, fue la mejor opción –


Agarre su mano y continuamos caminando, podía sentir como nos miraban desde el otro lado de la reja, voltee la cabeza y allí estaban, los de primera fila arrodillados, pasando los brazos por entre medio de los barrotes para seguir ofreciendo recipientes con sangre y flores rojas. Los de las filas de más atrás solo gritaban el nombre de Habaknuk, rogando que se volteara para poder verlo una vez más.

Volví mi atención a Dag.

-Es preocupante, parece ser que tus alucinaciones regresaron, pero además hay un cambio de personalidad ¿Correcto? Eso no pasaba antes, me pregunto si tu mente fue afectada por los acontecimientos que vivimos en Lunargenta – Habíamos llegado a la puerta de la mansión, un grupo de sirvientes nos esperaban, bajaban sus cabezas a medida que Dag pasaba – Sería bueno que me dejaras revisarte en cuanto tengas un momento libre –

Los que debían ser el Jefe de los mayordomos y la Encargada de las sirvientas nos esperaban al final de la fila.

-Esperamos que encuentre todo en orden, Mi Señor Habaknuk – Dijo el hombre sin mirar a los ojos a Dag – Las habitaciones para usted y su compañera están listas por si desea descansar luego del largo viaje – Hizo un gesto con las manos para señalar la escalera principal que estaba a algunos metros – Cualquier cosa que necesite solo tiene que pedirlo –

La mansión era verdaderamente enorme [ANALIZANDO] no podía calcular el número de habitaciones desde donde estábamos. Saliendo del recibidor se ingresaba primero a una sala muy alta con una escalera en su centro que se dividía en dos. Habían varios comedores, una oficina, sala de estar y una biblioteca, además de la cocina, depósitos y las habitaciones del servicio, todo eso solo en la planta baja.

-¿Sonreía? -Inquiero con voz ronca mientras permito que Zöe limpie mi rostro. No sé cómo fui capaz de mover los músculos de mi rostro para sonreír; ahora es lo último que desearía hacer.

Luego de la breve pausa, nos insto a retomar la marcha para mantener una distancia prudente con los sirvientes. No sé qué esperan de mí ni si notarán mis cambios. Tampoco sé cómo es Habaknuk, así que no puedo simplemente fingir serlo. Aprieto el paso e inhalo, aunque siento que nunca puedo terminar de llenar mis pulmones. Quiero huir. ¡Quiero dejar de escuchar los gritos!

Por un segundo, un pensamiento surca mi mente tan rápido que apenas soy consciente de él: Quizás debería dejarlo tomar el control. Al menos él no parece acobardarse como yo.

¡No!

Niego con la cabeza y me paso una mano por la frente.

-No tengo alucinaciones. -Respondo con evidente molestia. ¿Por qué lo niego? Si en este preciso momento quiero tocarme la espalda para constatar que las enormes alas de murciélago no han vuelto a salir. No lo sé. No quiero que Zöe piense que vuelvo a estar... -No soy yo. -Gruño.

Si bien no es la primera vez que pierdo la cabeza, sí que es la primera en que resulto ser consciente de ello. Antes de que Zöe me arreglara aquella noche en mi vieja casa, no me percataba de lo mal que estaba; todo parecía ser tan... natural. Ahora, por otro lado, las lagunas en mi memoria cada vez que Habaknuk toma el control son insoportables. Es como si no provinieran de mí. No recuerdo ni un segundo de lo que he hecho. ¿Es culpa de mi mente o...

-...es culpa de la promesa? -Finalizo en voz alta.

No hay tiempo para seguir cavilando. Nos reciben algunos sirvientes a quienes yo también evito mirar; por suerte están demasiado concentrados en el suelo para darse cuenta de ello. Apenas mascullo un seco “gracias” antes de ingresar a la ostentosa residencia. Por suerte, contrario a lo que temía, dentro parece bastante solitaria.

Sin soltar a Zöe, me dispongo a subir las escaleras para buscar la habitación. Obviamente, no tengo hambre y lo único que deseo es estar a solas con ella, sin miradas frente a las cuales fingir ser alguien que no tengo idea de cómo es. Al llegar a la planta alta noto que han preparado dos habitaciones pero, claro está, si de mí depende solo usaremos una. Elijo la más próxima y apenas entramos cierro la puerta a mis espaldas.

-¿Cómo -soy, quise decir, pero pronto me corrijo sobre la marcha- es él? ¿Es... bueno?

Me paro frente a Zöe y me inclino hasta esconder el rostro en la curva entre su cuello y su hombro, buscando sus manos con las mías. Como un niño pequeño, debo esforzarme por reprimir el llanto.

-¿Es bueno... contigo?

Dag está muy alterado, aunque no agresivo, eso es algo bueno, parece ser que aún puede mantener el control de su humor y su personalidad en líneas generales. Niega también la presencia de alucinaciones [ANALIZANDO] quizás sus ánimos alterados se deben al estrés, si bien eso no explicaría la aparición de la personalidad llamada Habaknuk, si esclarece el origen de otros síntomas, como su insistencia en hablar solo.

“¿Es culpa de la promesa?” No estoy segura si la pregunta va dirigida a mí, ya que el vampiro no me está mirando, pero tampoco hay nadie más alrededor que pueda contestarle.

-Solo estás nervioso, y cansado. Eso hace que algunos viejos síntomas reaparezcan – Niego con la cabeza y agrego - No hay promesa alguna que pueda generar una enfermedad semejante – Que el resto de la ciudad creyera que Dag era un Dios era ¿Curioso? [ERROR] ¿Preocupante? [ANALIZANDO] No podía definirlo. Pero era importante que él no lo creyera también, sus problemas mentales podrían aprovecharse de eso para regresar.

Dag tira de mi escalera arriba, parece estar muy apurado por llegar a las habitaciones. El cuarto que elije es el más grande, preparado para que el Señor de la mansión descanse con su esposa. Una alfombra cubría gran parte del piso de madera, había un escritorio, dos cofres, varias mesas y en el centro una cama muy grande con dosel.

-Habaknuk es… - Intento que mi sistema haga un listado ordenado de sus características más relevantes – Parece estar muy seguro de sus capacidades, mira a sus súbditos con ¿Cariño? pero a la vez con distancia, sonríe mucho y habla con soltura –

Sentía que habían muchos otros detalles que estaba dejando de lado, pero… Era muy difícil para mí el poder explicar ese tipo de cosas, eran pequeños gestos que Dag tenía como la forma en la que me miraba, su manera de sonreír, o como intentaba acercarse constantemente. Precisamente como estaba haciendo en este momento, agarro sus manos e inclino la cabeza hacía él.

-Sí, no me ha hecho nada malo, dice que le resulto “peculiar”, quizás Habaknuk no conocía a los Bio-ciberneticos – Dag siempre se preocupaba por mi bienestar – Debes estar tranquilo, de esa manera los síntomas van a disminuir ¿Si? – Solté sus manos y pase mis brazos alrededor de su cintura, cuando la inseguridad del vampiro aumentaba en demasía era necesario implementar otro tipo de interacciones –Todo estará bien – Pase la mano por su espalda tres veces y agregué – Si lo deseas puedes descansar ahora –

No parecía que fueran a molestarlo por el momento [ANALIZANDO] utilizando como referencia nuestra llegada, podría pensarse que, hasta el momento de la ceremonia, lo único que deseaban de él es que hiciera esporádicas apariciones. Eso era algo bueno, le daría tiempo a Dag para calmarse y a mí para poder hacer un seguimiento de su estado de salud.

-Puedo examinarte cuando despiertes si quieres – Me quedé en silencio mientras analizaba las posibles variantes – De todos modos, no hay mucho que yo pueda hacer, mis movimientos estarán reducidos mientras estemos en este sitio – No estaba segura de sí los vampiros me dejarían salir, y en el caso de que lo permitieran, no sabía si me permitirían volver a entrar – No parecen estar felices con mi presencia ¿Correcto? Es posible que intenten cosas –

Un movimiento involuntario apretó un poco más a Dag contra mi cuerpo, a alguna parte de mi mente no le parecía buena idea el estar alejada del vampiro.

Encuentro cierto consuelo al saber que Habaknuk no es, o no parece ser, alguien que dañe a los demás. Al menos no por ahora. Sonríe y habla fácilmente con las personas, no como yo, que pierdo el control fácilmente. ¿Y si es una mejor persona? Yo mismo he hecho cosas terribles. He sido un monstruo en demasiadas ocasiones. Quizás sea una buena idea dejar que él...

-No puedo estar tranquilo. -Gruño contra su hombro, aunque ciertamente la cercanía de Zöe, como siempre, sí logra hacer que me sienta mejor. Sin embargo, demasiadas cosas pasan por mi cabeza como para pensar en relajarme. Demasiados temores. ¿Adónde voy cuando el Dios toma las riendas? No recuerdo nada más que un vacío negro. ¿Qué pasará conmigo si él decide quedarse?

¿Qué pasará con mis recuerdos?

Súbitamente siento la necesidad de salir corriendo. De encontrar una salida que nos lleve lejos, muy lejos de Sacrestic Ville, de volver a encontrar un refugio en el bosque y volver a esperar que nadie nunca nos moleste. Aprieto a Zöe un poco más e inhalo su extraño y aséptico aroma. No, esta vez no puedo escapar. He hecho un pacto con Laluth y la mestiza no permitirá que lo rompa.

Por Zöe... debo convertirme en Habaknuk.

-No quiero descansar. -Mascullo mientras me separo suavemente de ella- Ni que me... analices. Solo quiero estar contigo. Ven.

Me dirijo hacia la cama para sentarme en el borde y palmeo mi costado para indicarle que puede sentarse. Exhalo un largo suspiro mientras relajo los hombros; desde que todo esto comenzó, cuando tuvimos que mudarnos a la casa de los Colenth para vivir en su frío sótano, ninguno de los dos pudo volver a disfrutar de comodidades. No sé si eso le molesta a mi compañera. Ya que no duerme, dudo que le importe disponer de una cama mullida para descansar. Yo, sin embargo, siento que el cansancio y los años pesan cada vez más sobre mi pobre cuerpo.

-Tus movimientos estarán reducidos, eh... -Reflexiono en voz baja. Nunca pudimos continuar, o al menos no lo recuerdo, nuestra conversación en el carruaje- ¿De verdad estás bien con quedarte aquí? -No sé cómo podría vivir sin la reconfortante presencia de Zöe a mi lado; pero no puedo ser tan egoísta. Al menos no mientras aún tengo un poco de control sobre mí mismo.

La angustia de Dag no parecía estar disminuyendo, se agarraba a mí con fuerza, logrando que la malla que obligatoriamente debía llevar bajo mi ropa se apretara contra mi piel. No había sido fabricada para poder darle consuelo a los orgánicos, se suponía que mi interacción con ellos solo sería durante los momentos de curación y reconstrucción. Por lo mismo, no tenía la capacidad de poder albergar semejante niveles de ansiedad.

-¿Estar conmigo? Eso puedo hacerlo – Podía hacer mis análisis luego, de todas maneras, el intentarlo cuando Dag estaba tan alterado solo me daría como resultado datos erróneos. Aunque habíamos estado juntos todo el camino hasta Sacrestic Ville, por lo que no entendía cuál era la diferencia entre eso y este momento.

Lo sigo hasta la cama y me siento, entiendo que Dag necesita de mi cercanía, así que intento ponerme pegada a él y agarro nuevamente su mano [ANALIZANDO] en algún momento ese gesto se había vuelto ¿Natural? Sí, eso parecía ser. Hasta la actualidad no entendía porque el contacto físico podía resultar tan reconfortante en algunas ocasiones, pero lentamente comenzaba a ser importante para mí también.

-Estaré donde tu estés, Dag – Dije en tono neutro algo que me parecía evidente, no tenía motivos para irme – Siempre que me necesites estaré aquí – Mire la habitación nuevamente – Creo que tiene todas las comodidades que necesitas, y además parece ser que los vampiros te han aceptado entre los suyos – Hice una sonrisa mecánica – Ese había sido nuestro primer plan ¿Correcto? El que pudieras encontrar un nuevo hogar entre los de tu especie –

Ciertamente la primera vez no había salido bien, y desde entonces habíamos descartado la posibilidad, suponiendo que era imposible para Dag el poder adaptarse a las costumbres de los de su especie. Pero muchas cosas habían pasado desde entonces, y ahora el vampiro parecía estar mucho más habituado al tipo de actividades que se desarrollaban en Sacrestic Ville.

-Sin embargo, debo solicitar permiso para algo – Lo mire fijo a los ojos para analizar sus reacciones – Hay dos sitios que necesito visitar, como las distancias son largas y solo cuento con transporte a pie, puede ser que me lleve un tiempo el poder completar ambas misiones ¿Si? – Baje la mirada, por algún motivo parecía costarme el decir las palabras que mi sistema ya tenía preparadas – Quiero recuperar mis recuerdos –

Luego de todo lo sucedido en Lunargenta, mi secuestro, el formateo que había recibido, la pérdida de Neil, la increíble cantidad de lágrimas que había producido luego de eso… Me habían llevado a pensar que era necesario que buscara respuestas. Los análisis que realizaba mi sistema no obtenían resultados, partes muy concretas de mis recuerdos aparecían completamente bloqueadas y no solo los que estaban relacionados con mi origen, sino también otros más actuales.

-Entiendo que estoy faltando a mi promesa al pedirte esto, ya que te asegure que me quedaría aquí tanto como lo necesitaras… - El mensaje de apagado inminente intentaba aparecer, pero había aprendido a controlarlo, mi sistema ya no podía evitar que dijera aquello que quería decir – Pero es necesario que averigüe más cosas sobre mi pasado para así poder entender qué es lo que me está sucediendo en el presente – Apoyé la mano en mi cabeza, una fuerte punzada se hacía presente cada vez que intentaba indagar más sobre este asunto – Quiero entender todas estas cosas que estoy sintiendo -

-Este hogar no es para mí. Es para Hanaknuk.

Aprieto la mano de Zöe entre mis dedos y bajo la mirada, escudriñando con el entrecejo fruncido los exóticos motivos trazados en la alfombra. Las tierras de los vampiros me desagradaron la primera vez que las visitamos y eso no ha cambiado en este viaje. No puedo cambiar las costumbres que aprendí como humano ni pretender que esto me guste. Los vampiros no somos más que humanos malditos que olvidaron sus raíces. Zöe quizá no lo entendería; ella, después de todo, no tiene recuerdos de su humanidad. Yo sí.

Es justo cuando ese pensamiento surca mi mente que ella, como si estuviéramos de alguna manera conectados, rompe el silencio para hablar precisamente sobre eso. Al principio mi corazón da un vuelco y siento como si la angustia que sube por mi pecho tomara forma y me rodeara el cuello con ambas manos. En un primer instante siento un profundo rechazo. “No. Te lo prohíbo”, son palabras que pujan por salir de mi garganta. Luego, respiro profundo y me obligo a tragarlas para pensarlo mejor. Zöe recuperando sus memorias es algo bueno, es lo que yo mismo deseé durante mucho tiempo al recordar a la Zöe de la pared. Pero...

-...pensé que lo haríamos juntos. -Refunfuño tal como lo hacía Einar cuando yo faltaba a mis promesas de llevarlo conmigo a los cuarteles de La Guardia. Me llevo la mano libre al rostro, ésta asciende por mi cabello hasta dejarla en la nuca. Miro a Zöe a los ojos, incapaz de ocultar un deje de tristeza que se mezcla con tantas otras emociones que soy incapaz de enumerar- Pero... ya que parece que estaré aquí mucho tiempo... supongo que... está bien. De todas formas, Zöe, ya sabes que no es necesario que pidas permiso. Pero -añado mientras juego distraídamente con sus dedos- podrías decirme adónde vas y enviarme cartas cada cierto tiempo, ¿no?

Clavo la mirada hacia un costado; es evidente que no me convence mucho la idea. Pero, por otro lado, yo también he notado que mis congéneres no son precisamente amigables con ella. Será lo mejor, me digo. Aunque inmediatamente nuevas preocupaciones me asolan. Carraspeo y bajo la mirada, debatiéndome entre hablar o no, hasta que finalmente admito:

-Es posible que las cosas cambien mucho. Quizás cuando vuelvas... yo ya no sea la persona que conoces. -Una vez más me gustaría huir- Quizás, cuando tengas tus recuerdos... ni siquiera te interese regresar.

Vuelvo a buscar sus ojos, esos ojos siempre atentos y analíticos que, pese a su frialdad, son los únicos que han sabido transmitirme la tranquilidad que necesito.

-Probablemente... -susurro con un nudo en la garganta- esta es la última vez que podremos estar juntos siendo nosotros mismos.

No sé si tomar como algo bueno o algo malo el hecho de que hable de Habaknuk como un ente separado de él, parece que cada minuto que Dag pasa en ese sitio comienza a convencerse con más fuerza que ese Dios tiene una existencia real. Las alucinaciones y los cambios de personalidad convencían a la persona de que lo que estaba viviendo era real, no había forma de que convenciera al vampiro de que no era así, igual que cuando arropaba a unos muñecos de madera pensando que eran sus hijos.

-Yo también creí que lo haríamos juntos, así como me acompañaste a la base donde nací en aquella oportunidad. Pero no podíamos calcular que algo como esto ocurriría – No había sistema ni análisis que hubiese podido predecir que Dag sería elegido como Dios de los vampiros, lo azaroso del destino había resultado en esta situación tan complicada – Es importante para mí que estés de acuerdo con esto ¿Correcto? – Si él se negaba y me prohibía el irme, no podría desobedecerlo – Primero iré a la Base de los Bios, aunque no estoy segura de sí querrán ayudarme, ellos son los únicos que tienen la suficiente tecnología como para poder buscar en la base de datos, mmm, en los recuerdos que tengo bloqueados dentro de mi mente – Baje la vista al notar que jugaba con mis dedos – Si eso no funciona, solo se me ocurre ir a la isla de los Hechiceros, quizás la magia podría ayudarme – Asentí – Escribiré cada vez que me detenga en algún pueblo -

Envolví su mano con las mías, era grande y tenía las inconfundibles marcas de haber estado mucho tiempo entrenando con espadas, aunque se sentían más suaves y eran de un tono más pálido que la de la mayoría de los guerreros humanos que había visto. Uno de mis dedos bajó hasta la muñeca y siguió hasta el antebrazo, incline la cabeza al notar que había cierta sensación de fascinación al seguir las líneas de su cuerpo.

-No puedo asegurar que consiga recuperar mis recuerdos con este viaje, simplemente tengo que intentarlo, indiferentemente de los resultados – Mis dedos siguieron hasta su pecho, allí apoyé la palma por completo, podía sentir su respiración y a su corazón latiendo – No lo sé ¿Acaso lo que nos define son nuestros recuerdos? ¿Si mis memorias regresan seré otra persona? – Había tenido charlas similares con Taliesin en varias oportunidades, pero aún no había encontrado una respuesta que me resultara satisfactoria - ¿Si soy otra ya no sería tu prometida? ¿O deberíamos volver a comprometernos? – Mis dedos subieron por su cuello hasta detenerse en su mejilla – No tengo respuesta para todo eso ¿Tu si? ¿Puedes asegurar que mantendrás tu palabra incluso aunque yo sea otra? –

Teníamos muy pocos datos como para poder asegurar nada, aunque tampoco podíamos decir que al permanecer los dos juntos en esa enorme mansión podríamos mantener todas las promesas que se habían hecho. A los orgánicos les gustaba pensar en el destino, o que los dioses tenían algún tipo de plan, pero no era así, todo era cuestión de probabilidades.

-No me iré aún – Digo para calmar sus ansiedades – Esperaré algunos días, cuando estés más tranquilo con tu nuevo hogar y puedas controlar estos repentinos cambios de personalidad… - Lo primero era crear un ambiente en el cual Dag se sintiera seguro, de esa manera su angustia no sería tan aguda y podría mantener en orden sus emociones – Así que no es necesario que te preocupes ¿Si? Estaré aquí tanto como sea necesario -

No me agrada lo que oigo. La base de los bios suena como un lugar demasiado extraño, demasiado alejado de mi comprensión. Si se parece al extraño refugio cubierto de metal que encontramos en el norte, repleto de máquinas y restos antiguos que parecen salidos de otro mundo, definitivamente no me gusta. Y la isla de los brujos no suena como una mejor opción: está demasiado lejos, a mucho tiempo de viaje y, ya que nunca he estado ahí, no sé si son tierras hostiles. Por enésima vez maldigo la promesa que me obliga a permanecer aquí. No podré conciliar la paz sabiendo que Zöe vaga por esos lares en búsqueda de algo tan intangible como lo son unos recuerdos. Sé que es perfectamente capaz de defenderse, pero al mismo tiempo es tan ingenua...

Mientras habla y toca mi piel con el gentil contacto de sus dedos, yo la observo e imagino todas las situaciones en que su amabilidad y su tendencia a cumplir las órdenes de cualquier extraño pueden traerle problemas. Deseo abrazarla y no soltarla jamás. Otra vez pienso, egoístamente, en pedirle que no se vaya. Aprieto las muelas, pongo una mano sobre la que ella ha posado en mi mejilla y paso el otro brazo alrededor de sus hombros para atraerla hacia mí. Tras pensar durante un momento en sus palabras, digo con voz ronca:

-Cuando Habaknuk toma el control, mis recuerdos simplemente se desvanecen. Y eso me hace dejar de ser yo, ¿no? -Es más difícil de explicar de lo que esperaba- Tengo mis recuerdos como humano y también tengo mis recuerdos desde el momento en que me convirtieron. Desde que me... arreglaste, puedo recordarlo todo y eso me convierte en quien soy ahora. Pero, antes de eso, a veces olvidaba cosas tan importantes que me perdía a mí mismo y era... ¿cómo decirlo? -murmuro- ...casi otra persona. -Bajo la mano hasta su cintura y hago un poco más de presión- Tú ahora no recuerdas más que tu vida como Zöe, pero hemos visto que antes eras distinta. Quizás recuerdes cosas que te gustaban, lugares a los que ibas, planes pendientes o... personas que eran importantes para ti. -¿Cómo es que puedo sentir celos de gente que ni siquiera sé si existe?

-Recordarás quién eras antes de ser la persona que eres hoy, y entonces... deberás elegir quién quieres ser a partir de ese momento.

Repentinamente la libero de mi agarre y me alejo un poco, contrariado por todas las posibilidades, cada una más terrible que la anterior, que pasan por mi mente. Aunque diga que aún se va a quedar unos días más, no parece suficiente. Cruzo los brazos y me encorvo un poco sin ser consciente de toda la tensión que se acumula en mis hombros.

-Mientras yo siga siendo yo, claro que mantendré mi palabra. Si vuelves a mí y sigues usando el anillo que te regalé... -digo mientras, por fin, soy capaz de dibujar en mis labios una pequeña sonrisa- entonces entenderé que cada parte de ti acepta estar a mi lado.

-Y si no, -continúo- podemos volver a intentarlo desde el principio. ¿Qué te parece eso?

Escuché con atención la explicación de Dag, parecía tener un punto allí, cuando se transformaba en Habaknuk generaba en mi la sensación de que estaba ante otra persona completamente distinta. También sentía que esa otra persona en la que se transformaba no me hacía sentir de la misma forma que lo hacía Dag.

-Si es así, entonces he conocido a muchas versiones de ti ¿Correcto? Has cambiado de personalidad muchas veces – [ANALIZANDO] Incluso varias veces en un día - Has vivido de muchas maneras, y me has tratado de formas muy variadas. Pero mi respuesta fue siempre la misma – Todo lo que Dag decía era cierto, probablemente podría rememorar lugares, personas y objetivos del pasado pero – Cualquier cosa que pueda recordar ya no existirá en el presente. Las personas estarán muertas, los lugares destruidos y, por lo mismo, los objetivos que pudiera tener ya no tendrán sentido hoy - ¿Entonces porque insistía en querer buscarlos? [ERROR] No lo sabía.

Dag me suelta y no hago nada para evitarlo, si considera que ya no necesita del contacto físico entonces no tiene sentido insistir. Por su cambio de postura entiendo que la decisión le está resultando muy difícil, me gustaría poder decirle algo o hacer algo que pudiera tranquilizarlo, pero mis habilidades sociales son tan limitadas… Pocas veces una limitación de mi sistema resultó tan problemática.

-No creo tener elección, Dag – Respondo en tono neutro y bajo la vista – Aunque recupere mis recuerdos eso no cambiará el hecho de que soy una Bio, no podré tener de nuevo mi anterior cuerpo, ni tampoco mi vida ya que eso pasó hace mucho tiempo – Había visto que los orgánicos hacían encogimientos de hombros cuando una situación no tenía remedio. No sabía qué relación había entre el movimiento y la expresión, pero parecía que era oportuno realizarla en ese momento, así que lo hice – Tendrá repercusiones en mi sistema, pero no sé cuáles serán –

Bajo la mirada para ver el anillo en mi dedo, lo que propone Dag parece ser algún tipo de señal, como usan los soldados en las batallas para identificarse. Tendría más sentido acercarme y hablar, pero si él prefiere hacerlo de esa manera no veo motivos para oponerme. Así que asiento y acorto la distancia entre ambos sin que la acción pase por el análisis de mi sistema.

-No será mucho tiempo, y estarás ocupado con todos los preparativos para la ceremonia ¿Si? Mientras no esté debes estar tranquilo e intentar adaptarte a este lugar – Sé que Dag tiende a cambiar de ánimos de forma muy aleatoria, pero la depresión es uno de sus rasgos más destacados, eso podría agravar el resto de sus síntomas – Seguramente tus ¿Hijos? Encontrarán actividades para que estés distraído, busca alguna tarea que te resulte reconfortante – [BUSCANDO ARCHIVOS] [ARCHIVOS ENCONTRADOS] - ¿Recuerdas los días en la granja? Habías comenzado a disfrutar de cosechar lo que plantabas – Y esa había sido una labor que lo había mantenido en calma, sería bueno si conseguía realizar algo similar en Sacrestic Ville, de esa manera sus emociones se mantendrían controladas.

Zöe nunca dejará de parecerme una criatura fascinante y extraña. Así como a veces siento que sus palabras son tan frías que podrían hacerme pedazos, en momentos como este lo que dice resulta tan reconfortante que realmente contribuye a bajar el pulso acelerado de mi corazón y aliviar los nervios que tensan mis músculos. Es cierto. Ella siempre ha estado a mi lado, pese a las cosas terribles que me ha visto hacer. Pero, por otra parte... siempre ha sido, de alguna u otra manera, esclava de aquello a lo que llama “sistema”. Es imposible para mí imaginar qué ocurriría si recuperara su memoria. ¿Su consciencia de la época en que era humana le recordaría cómo se siente el libre albedrío?

-Tú no eres simplemente tu cuerpo. Tú eres lo que hay aquí -toco suavemente su frente con el dedo índice- y aquí. -hago lo mismo en el centro de su pecho- Y tu vieja personalidad, si la recuerdas, no cambiará sólo porque las personas o los lugares del pasado ya no existan.

Me pregunto cómo se tomaría la Zöe de la pared todo lo que está ocurriendo ahora. Ella era capaz de reír y de llorar. ¿Lloraría por estar atrapada conmigo en una ciudad de vampiros? ¿Lloraría al verme dejar de ser yo con tanta frecuencia?

Repentinamente es ella quien se acerca a mí, cosa que no suele pasar. No puedo evitar observarla con curiosidad e inmediatamente la acción me saca una nueva sonrisa que pronto se tiñe de nostalgia. Hemos avanzado mucho en todo este tiempo y, cuando por fin comenzamos a entendernos, las cosas amenazan con cambiar sin que podamos evitarlo.

-Mis... ¿hijos? -Pestañeo un par de veces sin saber a qué se refiere, aunque sus siguientes palabras me distraen. Río por lo bajo y simplemente asiento, aunque en mis adentros sospecho que la situación actual no permitiría tal cosa. Después de todo, sería raro ver a un Dios trabajando en una huerta- Lo recuerdo. Desearía que hubiera durado un poco más, ¿tú no?

Contento al ver que mantiene nuestra cercanía por iniciativa propia, vuelvo a rodearla entre mis brazos pero esta vez me dejo caer hacia atrás, hasta tumbarme de espaldas sobre el mullido colchón. Un suspiro de alivio emerge de mi garganta al sentir semejante comodidad aunque, teniendo a mi prometida tan cerca, no puedo evitar desear un poco más. Pasando una mano sobre sus caderas, toco por debajo de la ropa la cota de malla que cubre su cuerpo y suspiro.

-¿Viajarás sola? -Pregunto entonces, intentando distraerme de impulsos que no pueden ser satisfechos por mucho que lo desee. Me apena pensar en Zöe deambulando completamente desamparada a través de los solitarios caminos de los mercaderes que atraviesan los bosques; aunque, precisamente, así es como llegó a la cueva donde nos encontramos por primera vez.

Aunque nuestras razas y orígenes eran muy diferentes, Dag y yo teníamos varios puntos significativos en común. Ambos habíamos sido modificados en contra de nuestra voluntad, originalmente éramos humanos pero nuestras circunstancias nos habían llevado a ser otra cosa muy distinta. También habíamos dejado atrás a nuestros seres queridos, lugares y vivencias, todo eso había quedado olvidado hace tantos años que sería difícil incluso recuperarlos en nuestros recuerdos.

-Entonces ninguno de los dos puede asegurar lo que pasará ¿Si? Es cuestión de, mmm, lo que los orgánicos llaman “Confianza”. La esperanza firme o seguridad que se tiene en que una persona va a actuar o una cosa va a funcionar como se desea – Recite la definición tal como figuraba en mi sistema – Será cuestión de tener confianza –

Entrelazo mis dedos con los suyos, no sabía lo que se sentía extrañar, ni de qué se trataba la nostalgia, pero por su descripción podía suponer que debía ser algo como eso. Inclino la cabeza [ANALIZANDO] es difícil saber qué parte de la información es conocida por Habaknuk y cual por Dag.

-Al parecer Habaknuk llama a los vampiros sus “Hijos”, creo que la referencia no hace alusión a un lazo biológico, sino como el de un Dios hacía sus súbditos – Dag vuelve a reír, eso es algo bueno, debe significar que si puedo ayudar a que se sienta mejor – Si, hubiese preferido seguir de esa manera. Los días eran más ¿Tranquilos? Y eso te mantenía estable – Por lo mismo, mi trabajo era más sencillo, ya que no era necesario que lo vigilara constantemente.

Caímos en la cama, desde que había recuperado la cordura, Dag siempre se había mantenido a cierta distancia en la intimidad. Ahora podía sentir su mano en mi cadera [ANALIZANDO] el vampiro parecía dudar, debía ser por el problema que me aquejaba desde mi secuestro en Lunargenta.

-Si – Respondo simplemente – En la Base de los Bios solo podemos entrar los de la misma especie, por lo que intentar entrar con un acompañante sería muy difícil y retrasaría mi viaje –Giro la cabeza para así poder ver a Dag – Si estoy sola puedo caminar sin detenerme de día y de noche, de esa manera podré regresar antes también ¿Correcto? Además, si algún orgánico me acompaña tendría que asegurarme de que no le hicieran ningún daño –

Mi intención era que ambos viajes fueran pacíficos, pero Aerandir era un sitio muy violento así que no podía descartar la posibilidad de que algo saliera mal. Para empezar, no sabía cómo procesarían mí pedido en la Base de los Bio-cibernéticos, técnicamente lo que les estaba pidiendo era un incumplimiento de las reglas. Quizás se limitarían a decir que no, o tal vez lo consideraran una señal de que mi sistema no funcionaba correctamente y me llevarían a los laboratorios para ser desarmada.

[ANALIZANDO]

Yo no quería que me desarmaran. “Yo” y “Querer”, eran dos palabras que aún me sonaban extrañas, pero sin embargo cada día parecían tener un poco más de sentido.

-Debes tener cuidado mientras no esté ¿Si? – Levanto la vista para mirarlo a los ojos.

Contrario a lo que esperaba, siento una especie de tranquilidad egoísta al escuchar la respuesta de Zöe. No me gusta la idea de que viaje sola durante semanas, pero menos aún me gusta la de imaginarla compartiendo sus vivencias con alguien que no sea yo. ¿Y si, en el camino, llegase a encontrar a un ser desamparado al cual su sistema la obligase a proteger? ¿Y si alguien le daba una orden que implicara detener su viaje y quedarse en algún lugar lejos de aquí?

No termino de entender cómo funciona le razonamiento de mi compañera ni qué cosas podrían cambiar sus planes. Pero, al final, es como ella dice: Lo único que podemos hacer es tener confianza.

-Lo tendré. De todas maneras, dudo que Laluth permitiera que me pasara algo. -En Lunargenta quedó claro que la mestiza necesita tenerme sano y salvo para poder cumplir con nuestro pacto. O, al menos, tener a mi cuerpo, ya que mi identidad parece no importarle en lo más mínimo. Poco a poco logro comprender qué represento para ella: No soy más que la cara de Habaknuk que ya todos los vampiros conocen y no puede correr el riesgo de perderme. Pero toda rosa tiene sus espinas pues, así como estaré protegido, dudo que me permitan salir de aquí a voluntad.

-Tú también ten cuidado. No vayas por ahí cumpliendo las órdenes de cualquiera, ¿está bien? -Me ladeo para apoyarme sobre un costado y alzo la mano que antes tenía en sus caderas para tocarle la mejilla apenas con la punta de los dedos. No sé si Zöe realmente puede luchar con aquello que llama “sistema” pero, a mi parecer, vale la pena intentarlo.

-Recuerda: tu misión es la más importante. No dejes que nada te detenga.

Me inclino hacia ella para dejar un beso no en sus labios, sino en su frente. Quizás, si todo sale bien y el destino nos sonríe, cuando nos volvamos a ver será ella quien decida besarme a mí. Vuelvo a relajar mi cuerpo hasta quedar otra vez de espaldas, la atraigo hacia mi pecho y cierro los ojos. Aunque las ventanas están herméticamente cerradas para que no se filtre ni un solo rayo de luz, puedo oír que los pájaros comienzan a cantar fuera, señal de que el amanecer se acerca. No sé cuándo fue la última vez que dormí, y el cansancio se apodera de mi cuerpo tan pronto que no soy capaz de hilar una frase más.

Y así, olvidando liberar a Zöe de mi abrazo, caigo en el más profundo sueño.