Hielo [Privado-Daven Valerious] [CERRADO]
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Hielo [Privado-Daven Valerious] [CERRADO]
Amanecía en la península. El sol asomaba por fin sus rayos tras días plagados de nubes imponiendo su brillo a la oscuridad en la que Verisar había estado sumida en las últimas semanas. Gaia despertó alterada en una cama kilométrica. A su lado, la respiración pausada del hombre con el que había pasado la noche parecía ajena a los sonidos de la chica al moverse a su lado. El espejo frente a la cama la saludó con su propio reflejo mirándola. Sus ojos parecían dos cuencas en su cara menuda. Tan solo había dormido una hora y se estaba arrepintiendo justo de aquello.
Pero no tenía tiempo que perder. Se enredó una sábana sobre su desnudez y apresuró a vestirse si hacer ruido, Agarró la ropa del hombre que ahora se removía entre las mantas y buscoó a tientas por la bolsa de monedas que sabía que tenia guardada. La noche anterior no había sido fácil, pero estaba segura que aquel botín maravillaría a Matt Owens. Además... sabía que aquel ricachón guardaba unas monedas extra en el bajo de sus pantalones. Matt no necesitaba saber de aquellas.
Cerró la puerta tras de si y se aventuró a las calles de ciudad Lagarto. Para cuando el fornido hombre se despertase de los efectos de la droga arcana, Gaia ya estaría bien escondida en las estancias a las que llevaba llamando hogar 6 meses.
Gaia siempre vio algo irónico que de entre todos los lugares de Aerandir, hubiese regresado a justo aquel donde fue tan infeliz... porque fue justamente dónde comenzó a ser libre.
Y dónde me conocístes, Luna.
Y por supuesto donde Luna empezó a tomar forma.
Ciudad lagarto no tenía belleza entre sus muros. No ansiaba la visita de turistas esperando una visión hermosa, una escultura, un recuerdo en una taberna en particular. Si ibas a ciudad lagarto era tan solo por dos motivos buscabas un objeto sujeto a tráfico ilegal ( de armas, objetos, Alcohol) o ansiabas la posibilidad de conocer la exótica variedad de mujeres y hombres de Aerandir en el espacio de una calle.
La jornada de Gaia en particular empezaba más tarde, cuando las luces del mercado se tornasen rojizas y los vendedores cambiasen sus stands por los pubs. Así que tenía tiempo para hacer unas compras después de pasarse por su habitación en la casa de señoritas y darse una ducha. Desde que regresó sus compañeras se habían empeñado en hacer de Gaia un suculento anzuelo para una clientela especialmente rica.
-Tienes los pómulos para ricos. Y las caderas menudas para moverte con la elegancia que ellos normalmente requieren- decían. Aunque la verdad esque lo que la hacía especial era que tenía la mirada perdida y la mente rota, y normalmente era facil beneficiarse de una conversación sin sentido si la chica estaba borracha.
Dos más hoy Luna. ya tenemos una pequeña fortuna. Y tendríamos más si no hubieses escondido de mi esa escama de dragón que sabes que tenemos. Podríamos ser tan ricas como el hombre con el que pasaste la noche hoy, Gaia. Casi tanto como Matt Owens, Luna mi Luna... No entiendo que te une a esa porquería.
Gaia había escondido la escama en una de las horas en las que sabía que su sobriedad apartaría a Luna de su mente. No esque le gustase particularmente recordar a la única persona que la había hecho sentir como si mereciese la pena conocerla, pero sabía que tenía valor, y no quería venderla tan facilmente. O al menos eso es lo que solía decir. No había pensado en Daven desde hacía exactamente 5 meses y 3 días, y la mención de Luna la sobresaltó, sobre todo porque era justo ella la que solía mencionarlo al principio, recordándole lo insignificante de lo que pudiese pensar la bruja y como de torpe era en cuestiones de depositar la confianza.
Por ello mismo has hecho bien rindiendote a mis ideas.. Luna oh Luna.. sabes que sola no puedes. Pero gracias a mi.. lo podemos todo. Todo.
El vestido violeta le ajustaba en el pecho. No se acostumbraba a llevar ropas tan ceñidas, pero era aquello justo lo que la diferenciaba del resto de sus compañeras que se pavoneaban intentando llamar la atención de clientes. Gaia estaba donde debía estar, pero eso no significaba que quisiese estar alli.
Uno de los vendedores se le acercó y le posó unos pendientes en la cara mientras reflejaba su rostro en un espejo de mano. Su tez perfecta sobresaltaba los rubíes. Sus pómulos delgados y rojizos los hacían parecer estrellas en el mar casi cristalino de su piel. Nunca había estado tan perfecta.
Y sin embargo nunca se había odiado tanto.
Pero no tenía tiempo que perder. Se enredó una sábana sobre su desnudez y apresuró a vestirse si hacer ruido, Agarró la ropa del hombre que ahora se removía entre las mantas y buscoó a tientas por la bolsa de monedas que sabía que tenia guardada. La noche anterior no había sido fácil, pero estaba segura que aquel botín maravillaría a Matt Owens. Además... sabía que aquel ricachón guardaba unas monedas extra en el bajo de sus pantalones. Matt no necesitaba saber de aquellas.
Cerró la puerta tras de si y se aventuró a las calles de ciudad Lagarto. Para cuando el fornido hombre se despertase de los efectos de la droga arcana, Gaia ya estaría bien escondida en las estancias a las que llevaba llamando hogar 6 meses.
Gaia siempre vio algo irónico que de entre todos los lugares de Aerandir, hubiese regresado a justo aquel donde fue tan infeliz... porque fue justamente dónde comenzó a ser libre.
Y dónde me conocístes, Luna.
Y por supuesto donde Luna empezó a tomar forma.
Ciudad lagarto no tenía belleza entre sus muros. No ansiaba la visita de turistas esperando una visión hermosa, una escultura, un recuerdo en una taberna en particular. Si ibas a ciudad lagarto era tan solo por dos motivos buscabas un objeto sujeto a tráfico ilegal ( de armas, objetos, Alcohol) o ansiabas la posibilidad de conocer la exótica variedad de mujeres y hombres de Aerandir en el espacio de una calle.
La jornada de Gaia en particular empezaba más tarde, cuando las luces del mercado se tornasen rojizas y los vendedores cambiasen sus stands por los pubs. Así que tenía tiempo para hacer unas compras después de pasarse por su habitación en la casa de señoritas y darse una ducha. Desde que regresó sus compañeras se habían empeñado en hacer de Gaia un suculento anzuelo para una clientela especialmente rica.
-Tienes los pómulos para ricos. Y las caderas menudas para moverte con la elegancia que ellos normalmente requieren- decían. Aunque la verdad esque lo que la hacía especial era que tenía la mirada perdida y la mente rota, y normalmente era facil beneficiarse de una conversación sin sentido si la chica estaba borracha.
Dos más hoy Luna. ya tenemos una pequeña fortuna. Y tendríamos más si no hubieses escondido de mi esa escama de dragón que sabes que tenemos. Podríamos ser tan ricas como el hombre con el que pasaste la noche hoy, Gaia. Casi tanto como Matt Owens, Luna mi Luna... No entiendo que te une a esa porquería.
Gaia había escondido la escama en una de las horas en las que sabía que su sobriedad apartaría a Luna de su mente. No esque le gustase particularmente recordar a la única persona que la había hecho sentir como si mereciese la pena conocerla, pero sabía que tenía valor, y no quería venderla tan facilmente. O al menos eso es lo que solía decir. No había pensado en Daven desde hacía exactamente 5 meses y 3 días, y la mención de Luna la sobresaltó, sobre todo porque era justo ella la que solía mencionarlo al principio, recordándole lo insignificante de lo que pudiese pensar la bruja y como de torpe era en cuestiones de depositar la confianza.
Por ello mismo has hecho bien rindiendote a mis ideas.. Luna oh Luna.. sabes que sola no puedes. Pero gracias a mi.. lo podemos todo. Todo.
El vestido violeta le ajustaba en el pecho. No se acostumbraba a llevar ropas tan ceñidas, pero era aquello justo lo que la diferenciaba del resto de sus compañeras que se pavoneaban intentando llamar la atención de clientes. Gaia estaba donde debía estar, pero eso no significaba que quisiese estar alli.
Uno de los vendedores se le acercó y le posó unos pendientes en la cara mientras reflejaba su rostro en un espejo de mano. Su tez perfecta sobresaltaba los rubíes. Sus pómulos delgados y rojizos los hacían parecer estrellas en el mar casi cristalino de su piel. Nunca había estado tan perfecta.
Y sin embargo nunca se había odiado tanto.
Gaia
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Re: Hielo [Privado-Daven Valerious] [CERRADO]
La curiosidad y el saber gobernaban sobre los deseos de Daven. Mandaban su mente y elegían su próximo destino. Era imposible adivinar en que momento se decantó por llegar a un lugar como Ciudad Lagarto. No era precisamente el lugar favorito de Daven, ni mucho menos. Pero sabía que era el mejor lugar para encontrar ese libro que llevaba tanto tiempo buscando.
Porque... ¿Dónde mejor que en el lugar más oscuro de Aerandir para encontrar a la oscuridad? Cierto es que no era su primera visita y que en estos casos viajaba solo, sin la compañía de Sapphira. Pues temía que la raptaran y perder a algo tan esencial en su vida. Pero claro... Su vida no había sido la misma desde que conoció a cierta pelirroja que hizo que el pilar de la lógica que mandaba sobre su mente se tambaleara. ¿Dónde estaría? No había momento en el día que no se acordara de ella, que no echara mano a su costado y recordara todo lo que sucedió aquel día. Y no hay momento en el que no se arrepienta de la manera en la que la dejó allí.
Pero no podía estar allí, en ese momento su mente estaba demasiado débil para pensar con coherencia, como para dejarse llevar por emociones que en ese momento no entendía. Y aunque haya pasado el tiempo ahí estaban. Escondidas en el lugar más profundo de su corazón esperando aparecer en el momento más inesperado. Inspiró profundamente y reconoció ese olor salvaje. Era inolvidable y único. Era ella.Sus manos empezaron a sudar y el nerviosismo comenzó a apoderarse de su ser. Instintivamente se pasó la mano por el pelo para intentar acicalarse un poco, y luego por la barba para que no pareciera un vagabundo que se encontraba pidiendo limosna en las calles de Ciudad Lagarto.
Se llevó la mano a la boca y exhaló un poco de su aliento en ella. Olfateó la mano y asintió con la cabeza. Olía a menta. Inspiró profundamente y sacudió sus hombros para intentar relajarse. Miró a un lado y a otro la localizó. Por suerte ella a él no.
Caminó entre las sombras, con el máximo sigilo que su tamaño le permitía. Se topó con algún que otro tenderete pero intentó disimular. Se tapó el rostro con la capucha de su capa y se alejó de la calle. Anduvo por detrás de los tenderetes hasta quedar a escasos metros de la joven.
Y allí estaba Daven, en Ciudad Lagarto. Deambulando por las calles buscando el identificativo que hacía referencia al comerciante con el que se había citado. Miraba a un lado y a otro pero no lo encontraba. Y algo le llamó la atención, algo le hizo pararse en seco. Era ella. "Imbécil. Búscala. No seas un mero trozo de carne sin emoción alguna."
Quieto, paralizado, inmóvil no podía apartar la vista de la joven. Estaba hermosa, radiante aunque se fijó en su rostro. Era ella pero a su vez no. Era difícil de explicar. Era como la sombra de un reflejo pasajero de un recuerdo. Y no le gustó para nada verla así. Se acercó decidido y se puso detrás del vendedor, de espadas a ella.— Ni la gema más hermosa es capaz de igualar tu brillo. Oh dulce luna, tú que me acaricias cada noche y proteges mis noches. Oh dulce luna, no dejes que mis errores hablen en mi presente. Oh dulce luna, deje que mis actos hablen por mi ahora. —Extendió la mano hacia atrás buscando rozar la cintura de la joven con la timidez y la ternura que una abeja se posa en una flor para recoger el polen. Sabía que no tenía derecho a nada con respecto a ella, sabía que había cometido un error muy grande y que quizás no había arreglo.
Se giró sobre si mismo y se quitó la capucha.— No he sido capaz de olvidar tus labios, tus palabras ni tu mirada. Pese al tiempo y al espacio dejaste tu huella en mi. Una huella imborrable. —Se quedó quieto, con una mano extendida hacia ella pero ahora sin rozarla. Buscaba su mirada pero tampoco se atrevía a cruzarla. Pues sabía que podía encontrar el odio en sus ojos, el rechazo. Y los sueños que acompañaban al dragón cada noche le impedía afrentarse a esa realidad. No quería ver lo que quizás era la verdad. Quería por un instante vivir en la mentira, en su dulce y feliz mentira.
Porque... ¿Dónde mejor que en el lugar más oscuro de Aerandir para encontrar a la oscuridad? Cierto es que no era su primera visita y que en estos casos viajaba solo, sin la compañía de Sapphira. Pues temía que la raptaran y perder a algo tan esencial en su vida. Pero claro... Su vida no había sido la misma desde que conoció a cierta pelirroja que hizo que el pilar de la lógica que mandaba sobre su mente se tambaleara. ¿Dónde estaría? No había momento en el día que no se acordara de ella, que no echara mano a su costado y recordara todo lo que sucedió aquel día. Y no hay momento en el que no se arrepienta de la manera en la que la dejó allí.
Pero no podía estar allí, en ese momento su mente estaba demasiado débil para pensar con coherencia, como para dejarse llevar por emociones que en ese momento no entendía. Y aunque haya pasado el tiempo ahí estaban. Escondidas en el lugar más profundo de su corazón esperando aparecer en el momento más inesperado. Inspiró profundamente y reconoció ese olor salvaje. Era inolvidable y único. Era ella.Sus manos empezaron a sudar y el nerviosismo comenzó a apoderarse de su ser. Instintivamente se pasó la mano por el pelo para intentar acicalarse un poco, y luego por la barba para que no pareciera un vagabundo que se encontraba pidiendo limosna en las calles de Ciudad Lagarto.
Se llevó la mano a la boca y exhaló un poco de su aliento en ella. Olfateó la mano y asintió con la cabeza. Olía a menta. Inspiró profundamente y sacudió sus hombros para intentar relajarse. Miró a un lado y a otro la localizó. Por suerte ella a él no.
Caminó entre las sombras, con el máximo sigilo que su tamaño le permitía. Se topó con algún que otro tenderete pero intentó disimular. Se tapó el rostro con la capucha de su capa y se alejó de la calle. Anduvo por detrás de los tenderetes hasta quedar a escasos metros de la joven.
Y allí estaba Daven, en Ciudad Lagarto. Deambulando por las calles buscando el identificativo que hacía referencia al comerciante con el que se había citado. Miraba a un lado y a otro pero no lo encontraba. Y algo le llamó la atención, algo le hizo pararse en seco. Era ella. "Imbécil. Búscala. No seas un mero trozo de carne sin emoción alguna."
Quieto, paralizado, inmóvil no podía apartar la vista de la joven. Estaba hermosa, radiante aunque se fijó en su rostro. Era ella pero a su vez no. Era difícil de explicar. Era como la sombra de un reflejo pasajero de un recuerdo. Y no le gustó para nada verla así. Se acercó decidido y se puso detrás del vendedor, de espadas a ella.— Ni la gema más hermosa es capaz de igualar tu brillo. Oh dulce luna, tú que me acaricias cada noche y proteges mis noches. Oh dulce luna, no dejes que mis errores hablen en mi presente. Oh dulce luna, deje que mis actos hablen por mi ahora. —Extendió la mano hacia atrás buscando rozar la cintura de la joven con la timidez y la ternura que una abeja se posa en una flor para recoger el polen. Sabía que no tenía derecho a nada con respecto a ella, sabía que había cometido un error muy grande y que quizás no había arreglo.
Se giró sobre si mismo y se quitó la capucha.— No he sido capaz de olvidar tus labios, tus palabras ni tu mirada. Pese al tiempo y al espacio dejaste tu huella en mi. Una huella imborrable. —Se quedó quieto, con una mano extendida hacia ella pero ahora sin rozarla. Buscaba su mirada pero tampoco se atrevía a cruzarla. Pues sabía que podía encontrar el odio en sus ojos, el rechazo. Y los sueños que acompañaban al dragón cada noche le impedía afrentarse a esa realidad. No quería ver lo que quizás era la verdad. Quería por un instante vivir en la mentira, en su dulce y feliz mentira.
Daven Valerious
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Re: Hielo [Privado-Daven Valerious] [CERRADO]
No estaba muy segura de porqué se había quedado quieta observando su propia imagen en el espejo, como si estuviese interesada en comprar aquella baratija. Había que decir que el tendero era insistente y a cada una de las negativas de Gaia tenía una contraoferta, como esperando que alguna de sus posibles joyas captase su atención.
Sin saber que la única manera de captarla era llamándose Daven y acababa de posar su mano en su cintura, como si de nuevo y después de 6 meses aquellas manos suyas no tuviesen otro lugar dónde vivir.
-Mmm estas triquiñuelas no son para mi- dijo Gaia, deshaciendose del collar que el dueño del tenderete había puesto sobre su cuello, aquello iba tanto como para aquel hombre insistente como para el mismo Daven.
Se giró un poco, dedicándo al medio dragón la misma ínfima mirada que había dedicado a cada uno de los abalorios hasta hacía unos segundos.
- Te equivocas de persona, amor- dijo Gaia componiendo su mejor sonrisa copiada del resto de sus compañeras después de escuchar las palabras de Daven-pero me alegra saber que estas contento con el servicio que te prestaron. Me cuentan que pagaste muy bien- dijo esto acercándose al hombre y guiñándole un ojo, como retándolo- Al fin y al cabo un cliente satisfecho es un cliente feliz - dijo de nuevo sonriendo sin que la sonrisa se traspasase a sus ojos.
Oh Luna mi Luna.. míranos brillar, Luna. Y pensar que hacía dos meses me habías dejado ir por este titiritero.. mírate.. míralo oh luna mi Luna.. estoy tan feliz de que me dejases tomar el control. Los pedazos unidos, el fuego bajo control. Tu hielo es el escudo perfecto para cualquiera de sus llamas, oh Luna mi Luna. MI DULCE e inocente Luna.
Gaia se apartó un poco del chico e iba a darse la vuelta cuando de nuevo, su lado vengativo, la parte de Luna que la controlaba desde que había llegado a ciudad lagarto tomó de nuevo posesión de ella.
- Pero sígueme, buen amigo... no sea tímido..los clientes honorarios tienen descuento en según que señoritas. Estoy segura que podremos encontrar alguna de su gusto.Alguna a la que le guste huir, o volar. Oh si.,, puedes encontrar casi cualquier cosas en estos días en ciudad lagarto. Yo misma soy una experta en mis clientes. Siempre acaban satisfechos- enfatizó ese siempre con toda la rabia contenida que pudo y agarró el brazo del medio dragón con aún más rabia sin saber muy bien dónde iba a llevarlo.
Necesitaba aclarar sus ideas. Estaba apretando las mandííbulas lo suficiente como para contener su lengua. Deseaba arrojarse al pecho de Daven y descargar su rabia en puños cerrados, llorar y decirle cuántas veces se había preguntado desde que la dejó si era persona y cuántas veces se había afirmado a si misma que no lo era. Quería decirle que había escondido un cadáver en el bosque sola. Que podía llevarlo hasta el sitio para que viese donde había dejado también el vestido que arruinó la noche que lo conoció pues el estúpido olor a hoguera se había quedado en la tela.Quería chillar que había dormido con más de 100 hombres y que aunque todos le habían desnudado el cuerpo, la idea de su presencia era una amenaza en sí para la desnudez de su mente.Que la había hecho tan fuerte que sus muros eran ahora el castillo del que le habló y que robaba, y mentía y llevaba 6 meses ebria, tan solo porque la primera persona que consideró a Gaia algo más que un trozo de carne, la dejó sola en medio de un bosque rodeada de un cadáver después de robarle dos besos
Quería decirle tantas cosas que no fue capaz de decir ninguna. Luna sin embargo, que había estado inundando la cabeza de Gaia con historias para no dormir protegiéndose a si misma de cualquier pensamiento relacionado con Daven parecía tener mucho que decir.
Como si pudiese presentarse aquí y fingir que no ha pasado nada. Además mi Luna.. ya sabes lo que los hombres vienen a hacer aquí. Esto solo esclarece más que la fuerza del dragón reside en su don de palabra y que tú como una simple cortesana te dejástes guiar por el brillo de sus escamas.
-Aquí es.- dijo Gaia llegándo al prostíbulo.-Mi castillo. Mis compañeras estarán contentas de atenderte. Sobre todo si les hablas a todas como acabas de hablarme a mi.- Se giró con la intención de ir a cualquier parte lejos de allí
No había nada que Gaia odiase más que la tomasen por tonta.
Sin saber que la única manera de captarla era llamándose Daven y acababa de posar su mano en su cintura, como si de nuevo y después de 6 meses aquellas manos suyas no tuviesen otro lugar dónde vivir.
-Mmm estas triquiñuelas no son para mi- dijo Gaia, deshaciendose del collar que el dueño del tenderete había puesto sobre su cuello, aquello iba tanto como para aquel hombre insistente como para el mismo Daven.
Se giró un poco, dedicándo al medio dragón la misma ínfima mirada que había dedicado a cada uno de los abalorios hasta hacía unos segundos.
- Te equivocas de persona, amor- dijo Gaia componiendo su mejor sonrisa copiada del resto de sus compañeras después de escuchar las palabras de Daven-pero me alegra saber que estas contento con el servicio que te prestaron. Me cuentan que pagaste muy bien- dijo esto acercándose al hombre y guiñándole un ojo, como retándolo- Al fin y al cabo un cliente satisfecho es un cliente feliz - dijo de nuevo sonriendo sin que la sonrisa se traspasase a sus ojos.
Oh Luna mi Luna.. míranos brillar, Luna. Y pensar que hacía dos meses me habías dejado ir por este titiritero.. mírate.. míralo oh luna mi Luna.. estoy tan feliz de que me dejases tomar el control. Los pedazos unidos, el fuego bajo control. Tu hielo es el escudo perfecto para cualquiera de sus llamas, oh Luna mi Luna. MI DULCE e inocente Luna.
Gaia se apartó un poco del chico e iba a darse la vuelta cuando de nuevo, su lado vengativo, la parte de Luna que la controlaba desde que había llegado a ciudad lagarto tomó de nuevo posesión de ella.
- Pero sígueme, buen amigo... no sea tímido..los clientes honorarios tienen descuento en según que señoritas. Estoy segura que podremos encontrar alguna de su gusto.Alguna a la que le guste huir, o volar. Oh si.,, puedes encontrar casi cualquier cosas en estos días en ciudad lagarto. Yo misma soy una experta en mis clientes. Siempre acaban satisfechos- enfatizó ese siempre con toda la rabia contenida que pudo y agarró el brazo del medio dragón con aún más rabia sin saber muy bien dónde iba a llevarlo.
Necesitaba aclarar sus ideas. Estaba apretando las mandííbulas lo suficiente como para contener su lengua. Deseaba arrojarse al pecho de Daven y descargar su rabia en puños cerrados, llorar y decirle cuántas veces se había preguntado desde que la dejó si era persona y cuántas veces se había afirmado a si misma que no lo era. Quería decirle que había escondido un cadáver en el bosque sola. Que podía llevarlo hasta el sitio para que viese donde había dejado también el vestido que arruinó la noche que lo conoció pues el estúpido olor a hoguera se había quedado en la tela.Quería chillar que había dormido con más de 100 hombres y que aunque todos le habían desnudado el cuerpo, la idea de su presencia era una amenaza en sí para la desnudez de su mente.Que la había hecho tan fuerte que sus muros eran ahora el castillo del que le habló y que robaba, y mentía y llevaba 6 meses ebria, tan solo porque la primera persona que consideró a Gaia algo más que un trozo de carne, la dejó sola en medio de un bosque rodeada de un cadáver después de robarle dos besos
Quería decirle tantas cosas que no fue capaz de decir ninguna. Luna sin embargo, que había estado inundando la cabeza de Gaia con historias para no dormir protegiéndose a si misma de cualquier pensamiento relacionado con Daven parecía tener mucho que decir.
Como si pudiese presentarse aquí y fingir que no ha pasado nada. Además mi Luna.. ya sabes lo que los hombres vienen a hacer aquí. Esto solo esclarece más que la fuerza del dragón reside en su don de palabra y que tú como una simple cortesana te dejástes guiar por el brillo de sus escamas.
-Aquí es.- dijo Gaia llegándo al prostíbulo.-Mi castillo. Mis compañeras estarán contentas de atenderte. Sobre todo si les hablas a todas como acabas de hablarme a mi.- Se giró con la intención de ir a cualquier parte lejos de allí
No había nada que Gaia odiase más que la tomasen por tonta.
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Re: Hielo [Privado-Daven Valerious] [CERRADO]
El corazón se paró durante un segundo, escuchando esa voz que tanto anhelaba. La había echado tanto de menos, la había añorado durante tantas noches que no se creía nada de lo que estaba sucediendo. Y efectivamente, aunque era su voz la que sonaba no parecía que era ella la que hablaba. No tenía esa calidez que su último eso le había demostrado. No era ella misma la que hablaba, y Daven pensó que estaba hechizada o en contra de su voluntad.
— ¿El servicio que me prestaron? ¿Pero de qué hablas Gaia? —No entendía para nada a la mujer. Él no pago nada, él pidió ningún servicio. Tan sólo estuvo con ella y...— ¿Por eso te abalanzaste sobre mí y buscabas yacer conmigo? —Alzó la ceja confuso, desafiante. ¿Qué estaba diciendo? ¿Qué lo ocurrido aquel día fue por un servicio? ¿Qué no conectó con él como él lo hizo con ella? Iba a volverse y pagar su rabia con cualquier tenderete. Pues su fuego interior empezaba a encenderse de la impotencia que sentía al sentirse usado, al sentir que tan sólo era un objeto.
Pero no, fue arrastrado o más bien, fue guiado hasta un prostíbulo. Daven detestaba aquellos lugares y poco falto para romper su cuerpo en mil pedazos y nacer como dragón para derribar aquel lugar.— Basta. —La frialdad y la seriedad se apoderaron de la voz de Daven. Lanzó su brazo hacia atrás para zafarse de Gaia. Su mirada hacia ella reflejaba decepción, tristeza. ¿Cómo pudo? ¿Cómo fue capaz? Sintió que los sentimientos que se albergaban en su interior se desmoronaban sobre un frío lecho de muerte.
Negó con la cabeza varias veces mientras sus labios temblaban. Dio un paso hacia atrás alejándose de ella.— Ya basta. Para. Por favor. —Cerró sus puños llenos de impotencia. Sus ojos se volvieron vidriosos y apunto estuvieron de estallar.— Sé que la jodí.Que te hice daño. Que te lastimé. —Evitó el impulso de extender la mano en busca de la suya, pues intuía que iba a tener rechazo por su parte. Tragó saliva y dejó que las palabras fluyeran por su boca como el fuego lo hacía por su sangre.— No tengo derecho alguno a pedirte que me escuches. Ni tengo derecho a buscarte después de lo que hice. Pero... —Hizo una pausa diminuta.— Llevo décadas sin sentir nada aquí. —Se llevó la mano al corazón, al mismo lugar donde hacía 6 meses atrás había estado la mano de Gaia.— Y vi, que la única forma que tenía de vivir era decidiendo aquí. —Retiró la mano de su pecho y se llevó la mano índice a la sien.— No pretendo que lo olvides. Ni hacer como que el tiempo no ha pasado. Porque si lo ha hecho. Y he tardado mucho tiempo en cruzarme de nuevo en tu camino. Y mira que te busqué.
Es cierto que Daven la buscó. Pero tardó demasiado. Cuando volvió al lugar donde ocurrió todo ya no estaba. No pudo ir antes. No recuperó su sensatez hasta pasado casi un mes. Durante ese mes desvariaba con fantasmas, ilusiones y vagos destellos de lucidez.— No... No fui yo hasta mucho tiempo después. Lo siento. —Dirigió la mirada al suelo y contuvo esa lágrima que a punto estuvo de precipitarse hacia el vacío. "Hoy no." Sacudió su cabeza y se llevó su mano derecha a su rostro, colocando el dedo índice y pulgar sobre el tabique nasal. Aplicó un poco de presión y continuó hablando.— Y sé que mis palabras no valen nada. Que son basura y que no quieres escucharme. —Tragó saliva y dio un paso hacia ella.
Cerró los ojos. Ni el mismo sabía lo que hacía. Ni él mismo gobernaba sus pensamientos. Estaba confuso, bloqueado. Estaba divido en dos y ni él mismo se estaba dando cuenta. Lógica, sentimiento. Sentimiento, lógica. Si ella le trataba así podía jugar al mismo juego y hacer como ella. Total, según sus propias palabras ya le había pagado por un servicio y quizás podía reclamarlo. Pero... ¿Para qué? ¿Para luego sentirse la peor persona del mundo? ¿Para intentar demostrar algo que no es? No. Daven podía ser terco, cabezota e incluso insensible. Pero no era de esa clase de personas. Y jamás tomaría ese camino en la vida.
— No voy a entrar. —Dijo firmemente. Alzó su rostro y se plantó allí delante frente a ella. No iba a cruzar la línea tan fina que le definía y llegaba a distinguir.— Ni voy a pagar por ningún servicio. Quiero pasar tiempo contigo. Huir de aquí si es necesario. Pero... ¿Pagar por acostarme contigo? Jamás. —Clavó su mirada en los ojos de Gaia. Ya no estaban vidriosos, sino que era una mezcla de fuego y hielo.— Si lo hago, es porque tú quieras. Porque te apetezca. Porque así lo sientas. No por dinero.
— ¿El servicio que me prestaron? ¿Pero de qué hablas Gaia? —No entendía para nada a la mujer. Él no pago nada, él pidió ningún servicio. Tan sólo estuvo con ella y...— ¿Por eso te abalanzaste sobre mí y buscabas yacer conmigo? —Alzó la ceja confuso, desafiante. ¿Qué estaba diciendo? ¿Qué lo ocurrido aquel día fue por un servicio? ¿Qué no conectó con él como él lo hizo con ella? Iba a volverse y pagar su rabia con cualquier tenderete. Pues su fuego interior empezaba a encenderse de la impotencia que sentía al sentirse usado, al sentir que tan sólo era un objeto.
Pero no, fue arrastrado o más bien, fue guiado hasta un prostíbulo. Daven detestaba aquellos lugares y poco falto para romper su cuerpo en mil pedazos y nacer como dragón para derribar aquel lugar.— Basta. —La frialdad y la seriedad se apoderaron de la voz de Daven. Lanzó su brazo hacia atrás para zafarse de Gaia. Su mirada hacia ella reflejaba decepción, tristeza. ¿Cómo pudo? ¿Cómo fue capaz? Sintió que los sentimientos que se albergaban en su interior se desmoronaban sobre un frío lecho de muerte.
Negó con la cabeza varias veces mientras sus labios temblaban. Dio un paso hacia atrás alejándose de ella.— Ya basta. Para. Por favor. —Cerró sus puños llenos de impotencia. Sus ojos se volvieron vidriosos y apunto estuvieron de estallar.— Sé que la jodí.Que te hice daño. Que te lastimé. —Evitó el impulso de extender la mano en busca de la suya, pues intuía que iba a tener rechazo por su parte. Tragó saliva y dejó que las palabras fluyeran por su boca como el fuego lo hacía por su sangre.— No tengo derecho alguno a pedirte que me escuches. Ni tengo derecho a buscarte después de lo que hice. Pero... —Hizo una pausa diminuta.— Llevo décadas sin sentir nada aquí. —Se llevó la mano al corazón, al mismo lugar donde hacía 6 meses atrás había estado la mano de Gaia.— Y vi, que la única forma que tenía de vivir era decidiendo aquí. —Retiró la mano de su pecho y se llevó la mano índice a la sien.— No pretendo que lo olvides. Ni hacer como que el tiempo no ha pasado. Porque si lo ha hecho. Y he tardado mucho tiempo en cruzarme de nuevo en tu camino. Y mira que te busqué.
Es cierto que Daven la buscó. Pero tardó demasiado. Cuando volvió al lugar donde ocurrió todo ya no estaba. No pudo ir antes. No recuperó su sensatez hasta pasado casi un mes. Durante ese mes desvariaba con fantasmas, ilusiones y vagos destellos de lucidez.— No... No fui yo hasta mucho tiempo después. Lo siento. —Dirigió la mirada al suelo y contuvo esa lágrima que a punto estuvo de precipitarse hacia el vacío. "Hoy no." Sacudió su cabeza y se llevó su mano derecha a su rostro, colocando el dedo índice y pulgar sobre el tabique nasal. Aplicó un poco de presión y continuó hablando.— Y sé que mis palabras no valen nada. Que son basura y que no quieres escucharme. —Tragó saliva y dio un paso hacia ella.
Cerró los ojos. Ni el mismo sabía lo que hacía. Ni él mismo gobernaba sus pensamientos. Estaba confuso, bloqueado. Estaba divido en dos y ni él mismo se estaba dando cuenta. Lógica, sentimiento. Sentimiento, lógica. Si ella le trataba así podía jugar al mismo juego y hacer como ella. Total, según sus propias palabras ya le había pagado por un servicio y quizás podía reclamarlo. Pero... ¿Para qué? ¿Para luego sentirse la peor persona del mundo? ¿Para intentar demostrar algo que no es? No. Daven podía ser terco, cabezota e incluso insensible. Pero no era de esa clase de personas. Y jamás tomaría ese camino en la vida.
— No voy a entrar. —Dijo firmemente. Alzó su rostro y se plantó allí delante frente a ella. No iba a cruzar la línea tan fina que le definía y llegaba a distinguir.— Ni voy a pagar por ningún servicio. Quiero pasar tiempo contigo. Huir de aquí si es necesario. Pero... ¿Pagar por acostarme contigo? Jamás. —Clavó su mirada en los ojos de Gaia. Ya no estaban vidriosos, sino que era una mezcla de fuego y hielo.— Si lo hago, es porque tú quieras. Porque te apetezca. Porque así lo sientas. No por dinero.
Daven Valerious
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Re: Hielo [Privado-Daven Valerious] [CERRADO]
La puerta del local de Matt Owens era un hervidero de entrar y salir de personas. Las que se quedaban y no entraban en el umbral, eran normalmente las mujeres que trabajaban allií que disfrutaban de la hoja de coca mezclada con tabaco y la inhalaban creando un cirto aroma particular en la puerta.
Por otro lado la presencia de Gaia con aquel chico y sus desplantes al parecer llenos de indignación habían llamado la atención de sus compañeras que se empezaron a acercar entre ellas sopesando tanto a Gaia como al chico. La bruja no tenía duda alguna de que iba a ser la comidilla del prostíbulo en las próximas semanas.
Y todas se preguntarán si quizás te has venido barata a este barbudo ignorante, Luna. Ninguna si quiera se pararía a mirarlo más de dos segundos si tuviesen la oportunidad. Solo tú. Solo tú y tu estúpida obsesión por vislumbrar bondad en las personas.Como si así pudieses hacerte mejor humana a ti misma. Luna.. Oh Luna. Dulce y estúpida Luna
Gaia se debatía entre si entrar ella misma en el edificio y simplemente hacer como si Daven no hubiese aparecido o llevárselo a un lugar en el que hiciesen menos estruendo y alimentasen menos las habladurías de aquella calle. Algo la hizo decidirse por lo último, así que sin decir nada en particular entrelazó sus manos a las del chico esta vez sin tirar demasiado de ellas y llevándolo a uno de los callejones colindantes entre dos calles más cercanas. Lo empujó hacia la pared y posicionó sus manos sobre su pecho con la furia que había estado guardándo durante aquellos meses.
-Ni te imaginas el daño...- dijo dejando sus manos allí impidiendo que escapase- Ni te imaginas todo lo que he tenido que... No puedes si quiera llegar a comprender cuánto he cambiado desde la última vez que nos vimos- dijo calmando su tono de rabia a tristeza sin quererlo, intentando contenerse
Calma Luna, calma. Ya sabes que hacer. Ya sabes cómo hacerlo. Rápido, como si estuvieses en la mesa de operaciones de Go'el. recuerdas el dolor? Recuerdas lo que nos prometimos ambas en aquella mesa. Oh si... las ccatrices deberían ser suficiente recuerdo.
Pero Gaia había estado recordando las últimas palabras del hombre. Y podía ver aún el gesto derrotado de alguien al que acababa de darle una mala noticia.
Es el verte así Luna. Lo suficientemente segura como para dormir con quien quieras, con miles de personas que quiera, Es el verte empoderada, y más fuerte que él. No has visto sus ojos Luna? No duerme. já! y eso a él lo ha hecho débil pero a nosotras.. Luna oh Luna. A nosotras eso nos hace invencibles.
Gaia miró a Daven como si no lo hubiese visto hasta ahora, con sus manos aún imposibilitándo que se escapase de allí.
-La hoguera se apagó- dijo simplemente como si aquello respondiese a todo-Intenté mantenerla, porque tú la encendiste, pero se fue. Por Odin que lo intenté. Sanó tu herida? - dijo haciendo el amago de mover su mano hasta la cintura del chico para mirar si estaba bien, pero parándose a la mitad. Estoy segura que Sapphira ha cuidado bien de ti. Espero que ella esté bien también...
Se hizo el silencio y Gaia pasó su mano por la barba del chico, fijándo su mirada en sus dedos como luchando de nuevo una batalla interna entre lo que debía hacer y lo que quería hacer.
Pasé tres días llamándote- hizo una pausa recordando cada cicatriz que Go'el le había dejado para insuflarse valor- Odin sabe cuántas noches estuve llamándote luego de eso. En sueños... Hasta que me di cuenta que tú tan solo pertenecías a las pesadillas. Y entonces dejé de llamarte- suspiró separándo las manos de su pecho, liberándolo al fin. Su rabia había ganado la batalla.
Muy bien Luna, mi Luna. Ahora, dale lo que vino a buscar y vayámonos, estoy segura que aún llegamos al servicio de las 8. Estoy segura Luna mi Luna que hoy va a ser un buen día. Oh... la Luna en el cielo y Daven fuera de nuestra vida. Quién lo iba a decir cuando nos despertamos esta mañana?
-Quemé tus pertenencias- mintió-Creo que tan solo quedan dos de las cosas que dejástes en tu maleta. Imaginé que no ibas a volver así que pensaba regalarlas, pero ya que estás aquí te las traeré de mi habitación. Al fin y al cabo es a eso a lo que has venido- dijo mientras se giraba acicalándose el pelo.
Pero lo era? Gaia no podía pensar ninguna otra razón por la que el dragón se encontrase en ciudad lagarto, y una punzada se clavó en su pecho pensando que quizás había venido a lo que vienen todos. sacudió su cabeza para tranquilizarse.
Su mirada había dejado de nuevo atrás la tristeza que había mostrado minutos antes y se tornó de nuevo fría y vacía.
-Necesitamos apresurarnos. Mi tiempo es oro, y como has dicho antes... tu no estás dispuesto a pagar por él- se ajustó el corset dudándo por un momento y se dispuso a dejar el callejón oscuro.
Adiós Daven para siempre. Luna oh... mi dulce Luna.
Por otro lado la presencia de Gaia con aquel chico y sus desplantes al parecer llenos de indignación habían llamado la atención de sus compañeras que se empezaron a acercar entre ellas sopesando tanto a Gaia como al chico. La bruja no tenía duda alguna de que iba a ser la comidilla del prostíbulo en las próximas semanas.
Y todas se preguntarán si quizás te has venido barata a este barbudo ignorante, Luna. Ninguna si quiera se pararía a mirarlo más de dos segundos si tuviesen la oportunidad. Solo tú. Solo tú y tu estúpida obsesión por vislumbrar bondad en las personas.Como si así pudieses hacerte mejor humana a ti misma. Luna.. Oh Luna. Dulce y estúpida Luna
Gaia se debatía entre si entrar ella misma en el edificio y simplemente hacer como si Daven no hubiese aparecido o llevárselo a un lugar en el que hiciesen menos estruendo y alimentasen menos las habladurías de aquella calle. Algo la hizo decidirse por lo último, así que sin decir nada en particular entrelazó sus manos a las del chico esta vez sin tirar demasiado de ellas y llevándolo a uno de los callejones colindantes entre dos calles más cercanas. Lo empujó hacia la pared y posicionó sus manos sobre su pecho con la furia que había estado guardándo durante aquellos meses.
-Ni te imaginas el daño...- dijo dejando sus manos allí impidiendo que escapase- Ni te imaginas todo lo que he tenido que... No puedes si quiera llegar a comprender cuánto he cambiado desde la última vez que nos vimos- dijo calmando su tono de rabia a tristeza sin quererlo, intentando contenerse
Calma Luna, calma. Ya sabes que hacer. Ya sabes cómo hacerlo. Rápido, como si estuvieses en la mesa de operaciones de Go'el. recuerdas el dolor? Recuerdas lo que nos prometimos ambas en aquella mesa. Oh si... las ccatrices deberían ser suficiente recuerdo.
Pero Gaia había estado recordando las últimas palabras del hombre. Y podía ver aún el gesto derrotado de alguien al que acababa de darle una mala noticia.
Es el verte así Luna. Lo suficientemente segura como para dormir con quien quieras, con miles de personas que quiera, Es el verte empoderada, y más fuerte que él. No has visto sus ojos Luna? No duerme. já! y eso a él lo ha hecho débil pero a nosotras.. Luna oh Luna. A nosotras eso nos hace invencibles.
Gaia miró a Daven como si no lo hubiese visto hasta ahora, con sus manos aún imposibilitándo que se escapase de allí.
-La hoguera se apagó- dijo simplemente como si aquello respondiese a todo-Intenté mantenerla, porque tú la encendiste, pero se fue. Por Odin que lo intenté. Sanó tu herida? - dijo haciendo el amago de mover su mano hasta la cintura del chico para mirar si estaba bien, pero parándose a la mitad. Estoy segura que Sapphira ha cuidado bien de ti. Espero que ella esté bien también...
Se hizo el silencio y Gaia pasó su mano por la barba del chico, fijándo su mirada en sus dedos como luchando de nuevo una batalla interna entre lo que debía hacer y lo que quería hacer.
Pasé tres días llamándote- hizo una pausa recordando cada cicatriz que Go'el le había dejado para insuflarse valor- Odin sabe cuántas noches estuve llamándote luego de eso. En sueños... Hasta que me di cuenta que tú tan solo pertenecías a las pesadillas. Y entonces dejé de llamarte- suspiró separándo las manos de su pecho, liberándolo al fin. Su rabia había ganado la batalla.
Muy bien Luna, mi Luna. Ahora, dale lo que vino a buscar y vayámonos, estoy segura que aún llegamos al servicio de las 8. Estoy segura Luna mi Luna que hoy va a ser un buen día. Oh... la Luna en el cielo y Daven fuera de nuestra vida. Quién lo iba a decir cuando nos despertamos esta mañana?
-Quemé tus pertenencias- mintió-Creo que tan solo quedan dos de las cosas que dejástes en tu maleta. Imaginé que no ibas a volver así que pensaba regalarlas, pero ya que estás aquí te las traeré de mi habitación. Al fin y al cabo es a eso a lo que has venido- dijo mientras se giraba acicalándose el pelo.
Pero lo era? Gaia no podía pensar ninguna otra razón por la que el dragón se encontrase en ciudad lagarto, y una punzada se clavó en su pecho pensando que quizás había venido a lo que vienen todos. sacudió su cabeza para tranquilizarse.
Su mirada había dejado de nuevo atrás la tristeza que había mostrado minutos antes y se tornó de nuevo fría y vacía.
-Necesitamos apresurarnos. Mi tiempo es oro, y como has dicho antes... tu no estás dispuesto a pagar por él- se ajustó el corset dudándo por un momento y se dispuso a dejar el callejón oscuro.
Adiós Daven para siempre. Luna oh... mi dulce Luna.
Gaia
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Re: Hielo [Privado-Daven Valerious] [CERRADO]
Crack. El crujido de la delgada línea que dividía a Daven se rompió en el momento en el que reconoció a la joven. En sus palabras, en el tono de voz y en como lo trataba sabía que era ella. Ahora sí era ella y no con quien había hablado de primeras. Pero ¿Por qué se comportaba así? — Yo... —Pero no pudo continuar hablando. Quiso agarrar sus manos y no soltarlas más, quiso entrelazar su destino al de ella y huir con ella a cualquier lugar del mundo.
— Entiendo que has cambiado. ¿Crees que soy tan necio que no me he dado cuenta de que no eres la misma persona que hace 6 meses? ¿Crees que estoy tan ciego que no me he percatado de cada detalle que te rodea? —Negó con la cabeza.— No estoy ciego. Sé que he perdido a la joven que hace 6 meses me besó. Que he dejado escapar a aquella mujer que curó mis heridas. —Desvió hacia un lado la mirada, fijándola en un punto vacío. No podía ver nada a su alrededor, no podía dejar que en ese momento las emociones se apoderaran de él.
Imposible. Era imposible. Aunque apartara la vista de ella su voz entraba en su mente desataba tal caos que luego le era imposible recomponerse. Pero en ese momento y con ella le daba igual está sumido en un caos constante con tan solo poder disfrutar una vez más de su sonrisa, con poder disfrutar un poco más de ella. De sus palabras, de sus emociones, sus miedos, sus pensamientos y todo y cada uno de los detalles que la hacían única, que para Daven la hacía especial.
Culpabilidad. Remordimiento. Sentimientos que hasta entonces no habían aparecido en su ser.— Lo siento. Lo isento de verdad. No lo quise así. No pude. No pude vivir. —Notó la mano de la joven cerca de donde meses atrás se encontraba la herida. Elevó su mano hasta colocarla sobre su muñeca. La sujetó con firmeza, pero sin fuerza. No iba a retener y a obligar a que mantuviese la mano ahí si ella no quería.— Fui en tu busca. Al mismo lugar pero llegué tarde. Intenté seguir tus pasos pero se perdieron en el tiempo. Se los llevó el olvido. —Posó su mirada en la de ella después de un rato y agachó un poco su rostro. Quería apoyar su barbilla sobre su frente. Quería rodearla de nuevo con sus brazos y volar.
Un escalofrío recorrió cada milímetro de su piel al sentir su mano enredada entre sus barba. Al sentir el contacto de la joven mostrando algo de sentimiento hacia él. Mostrando calidez, mostrando tan solo un mero recuerdo del pasado que aparecía cual supernova en el firmamento. Intenso pero fugaz.— ¿Sabes, Gaia? —Pasó su brazo por su cintura.— He soñado contigo cada día y cada noche desde que te conocí. No sé porque, y no lo entiendo. Pero me es imposible sacarte de mi mente. No quiero sacarte. No quiero echarte. —Quitó la mano de su cintura. Dio un paso hacia atrás. Dio un salto de fe a lo que él en ese momento creía oportuno.
Tan hermosa, tan delicada,. Tan ella. No había manera de no caer en los encantos de Gaia. No había manera de que Daven se resistiera a lo que siente. Y había decidido no poner impedimentos y poner todo sobre el asador. Y si se tenía que quemar y volver a esconderse del mundo. Tendría que hacerlo.— Hiciste bien. Quémalas, odiame si es lo que necesitas. Haz lo que sea pero no te alejes de mí. No te vuelvas a ir. —Y estaba claro la intención de sus palabras. Sabía que al igual que él, se debatía en su mente una batalla en la que no podía participar y la cuál no sabría como acabaría. Tan solo podía gritar desde fuera cual quería que fuese el resultado.
Extendió su mano hacia a ella, buscando su mano hasta encontrarla. Ahora fue él quien entrelazó su mano con la de ella.— Naufragaré contigo si es necesario. Iré hasta el fin del mundo si así lo crees conveniente. —Sabía que las palabras no iban a convencerla. Sabía que no podía sino más que actuar. Y tenía que encontrar la manera de hacerlo. Quería encontrar la mejor manera de hacerlo.— ¿Quieres saber qué hago aquí? ¿Quieres saber el secreto que alberga mi vida? Si es lo que necesitas, lo tendrás —Rebuscó en el bolsillo interior de su capa un trozo pergamino doblado en 7 veces. Pues Daven era un poco maniático a la hora de proteger las cosas. Desdobló el trozo de pergamino y se lo tendió a ella.
'Encontré el libro. Estoy en Ciudad Lagarto por motivos que ya conoces. No puedo explicar más. Atentamente, Julius.'
— Llevo muchos años detrás de la respuesta de porqué mi padre murió. Nadie en mi familia quiere decírmelo. Nadie quiere explicarme lo que pasa. —Cerró su puño derecho y respiró profundamente. Su padre era un tema delicado para él. Y nadie más que Sapphira conocía su historia. Y aunque no quiso hablar de ella la escuchó. No vio importante decir la obviedad de que Sapphira lo cuidó lo mejor que supo.— Sé que algo pasó. Sé que no murió sin más. Hay algo que me lo dice. Pero necesito tener una respuesta. —Se colocó de lado con respecto a ella y extendió su brazo izquierdo hasta la pared del callejón. Necesitaba aire, necesitaba gritar. Pero debía contenerse y no explotar. No al menos con ella, no al menos así.— Y su voz en mi cabeza no me tranquiliza. Llevo escuchándolo desde que nací como dragón. Desde el día en el que tuve mi otra apariencia. Y no... —Llevó su mano derecha hacia su pecho. Le faltaba el aire. Inspiró con fiereza pero algo le impedía llenar sus pulmones. Algo le impedía sentir el aire recorrer su cuerpo hasta salir exhalado por su nariz.— No quiero darte lástima. No quiero darte pena. Sólo quiero que entiendas mi sino. Que comprendas la razón de mi ser.
"Explota. Sigue tu instinto. Como hiciste aquel día." No dejó que terminase de ajustarse el corset cuando se abalanzó sobre su espalda y la rodeó con sus brazos. Su propio pecho contra su espalda. Su barbilla sobre su pelo. El aroma de su piel entrando por sus fosas nasales. Miles de recuerdos obtenidos en tan poco tiempo. Tanto tiempo añorando un sueño que creía que jamás iba a llegar. Y ahora estaba ahí. Con miedo también de que lo echase. De que lo abandonase. De que tirara su cuerpo y lo enterrara junto a su sino sin llegar a mostrar emoción alguna. Miedo a que el frío hielo recorriera sus propias venas dejando que aquello que sentía por la joven se extinguiera.
— Te he echado de menos... —Es lo único que pudo decir en voz baja. No quería que nadie más fuese dueño de aquel momento. No quería que el tiempo siguiera. No quería alejarse ni un poco de ella.
— Entiendo que has cambiado. ¿Crees que soy tan necio que no me he dado cuenta de que no eres la misma persona que hace 6 meses? ¿Crees que estoy tan ciego que no me he percatado de cada detalle que te rodea? —Negó con la cabeza.— No estoy ciego. Sé que he perdido a la joven que hace 6 meses me besó. Que he dejado escapar a aquella mujer que curó mis heridas. —Desvió hacia un lado la mirada, fijándola en un punto vacío. No podía ver nada a su alrededor, no podía dejar que en ese momento las emociones se apoderaran de él.
Imposible. Era imposible. Aunque apartara la vista de ella su voz entraba en su mente desataba tal caos que luego le era imposible recomponerse. Pero en ese momento y con ella le daba igual está sumido en un caos constante con tan solo poder disfrutar una vez más de su sonrisa, con poder disfrutar un poco más de ella. De sus palabras, de sus emociones, sus miedos, sus pensamientos y todo y cada uno de los detalles que la hacían única, que para Daven la hacía especial.
Culpabilidad. Remordimiento. Sentimientos que hasta entonces no habían aparecido en su ser.— Lo siento. Lo isento de verdad. No lo quise así. No pude. No pude vivir. —Notó la mano de la joven cerca de donde meses atrás se encontraba la herida. Elevó su mano hasta colocarla sobre su muñeca. La sujetó con firmeza, pero sin fuerza. No iba a retener y a obligar a que mantuviese la mano ahí si ella no quería.— Fui en tu busca. Al mismo lugar pero llegué tarde. Intenté seguir tus pasos pero se perdieron en el tiempo. Se los llevó el olvido. —Posó su mirada en la de ella después de un rato y agachó un poco su rostro. Quería apoyar su barbilla sobre su frente. Quería rodearla de nuevo con sus brazos y volar.
Un escalofrío recorrió cada milímetro de su piel al sentir su mano enredada entre sus barba. Al sentir el contacto de la joven mostrando algo de sentimiento hacia él. Mostrando calidez, mostrando tan solo un mero recuerdo del pasado que aparecía cual supernova en el firmamento. Intenso pero fugaz.— ¿Sabes, Gaia? —Pasó su brazo por su cintura.— He soñado contigo cada día y cada noche desde que te conocí. No sé porque, y no lo entiendo. Pero me es imposible sacarte de mi mente. No quiero sacarte. No quiero echarte. —Quitó la mano de su cintura. Dio un paso hacia atrás. Dio un salto de fe a lo que él en ese momento creía oportuno.
Tan hermosa, tan delicada,. Tan ella. No había manera de no caer en los encantos de Gaia. No había manera de que Daven se resistiera a lo que siente. Y había decidido no poner impedimentos y poner todo sobre el asador. Y si se tenía que quemar y volver a esconderse del mundo. Tendría que hacerlo.— Hiciste bien. Quémalas, odiame si es lo que necesitas. Haz lo que sea pero no te alejes de mí. No te vuelvas a ir. —Y estaba claro la intención de sus palabras. Sabía que al igual que él, se debatía en su mente una batalla en la que no podía participar y la cuál no sabría como acabaría. Tan solo podía gritar desde fuera cual quería que fuese el resultado.
Extendió su mano hacia a ella, buscando su mano hasta encontrarla. Ahora fue él quien entrelazó su mano con la de ella.— Naufragaré contigo si es necesario. Iré hasta el fin del mundo si así lo crees conveniente. —Sabía que las palabras no iban a convencerla. Sabía que no podía sino más que actuar. Y tenía que encontrar la manera de hacerlo. Quería encontrar la mejor manera de hacerlo.— ¿Quieres saber qué hago aquí? ¿Quieres saber el secreto que alberga mi vida? Si es lo que necesitas, lo tendrás —Rebuscó en el bolsillo interior de su capa un trozo pergamino doblado en 7 veces. Pues Daven era un poco maniático a la hora de proteger las cosas. Desdobló el trozo de pergamino y se lo tendió a ella.
'Encontré el libro. Estoy en Ciudad Lagarto por motivos que ya conoces. No puedo explicar más. Atentamente, Julius.'
— Llevo muchos años detrás de la respuesta de porqué mi padre murió. Nadie en mi familia quiere decírmelo. Nadie quiere explicarme lo que pasa. —Cerró su puño derecho y respiró profundamente. Su padre era un tema delicado para él. Y nadie más que Sapphira conocía su historia. Y aunque no quiso hablar de ella la escuchó. No vio importante decir la obviedad de que Sapphira lo cuidó lo mejor que supo.— Sé que algo pasó. Sé que no murió sin más. Hay algo que me lo dice. Pero necesito tener una respuesta. —Se colocó de lado con respecto a ella y extendió su brazo izquierdo hasta la pared del callejón. Necesitaba aire, necesitaba gritar. Pero debía contenerse y no explotar. No al menos con ella, no al menos así.— Y su voz en mi cabeza no me tranquiliza. Llevo escuchándolo desde que nací como dragón. Desde el día en el que tuve mi otra apariencia. Y no... —Llevó su mano derecha hacia su pecho. Le faltaba el aire. Inspiró con fiereza pero algo le impedía llenar sus pulmones. Algo le impedía sentir el aire recorrer su cuerpo hasta salir exhalado por su nariz.— No quiero darte lástima. No quiero darte pena. Sólo quiero que entiendas mi sino. Que comprendas la razón de mi ser.
"Explota. Sigue tu instinto. Como hiciste aquel día." No dejó que terminase de ajustarse el corset cuando se abalanzó sobre su espalda y la rodeó con sus brazos. Su propio pecho contra su espalda. Su barbilla sobre su pelo. El aroma de su piel entrando por sus fosas nasales. Miles de recuerdos obtenidos en tan poco tiempo. Tanto tiempo añorando un sueño que creía que jamás iba a llegar. Y ahora estaba ahí. Con miedo también de que lo echase. De que lo abandonase. De que tirara su cuerpo y lo enterrara junto a su sino sin llegar a mostrar emoción alguna. Miedo a que el frío hielo recorriera sus propias venas dejando que aquello que sentía por la joven se extinguiera.
— Te he echado de menos... —Es lo único que pudo decir en voz baja. No quería que nadie más fuese dueño de aquel momento. No quería que el tiempo siguiera. No quería alejarse ni un poco de ella.
Daven Valerious
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Re: Hielo [Privado-Daven Valerious] [CERRADO]
Gaia notaba como los labios de aquel barbudo subían y bajaban enlazando palabras que no llegó a escuchar. parecía como si buscase cualquier excusa que hiciese sentir mejor a la bruja, y ella tenía dos opciones, lanzarse a sus brazos y fingir que nada había pasado o simplemente aceptar que cualquier excusa legaba, demasiado tarde.
Él no nos conoce oh no Luna, mi Luna. Nos robó un beso en un bosque y qué? No sabe lo que hemos hecho para estar aquí. No imagina quienes somos ahora y siempre oh Luna, mi dulce, dulce Luna...
Gaia sonrió liberando de sus brazos a Daven, aceptando la segunda y única opción posible después de un tiempo sin veros. al fin y al cabo, ella y Luna sabían que el paso de los meses, tan solo puede apagar la llama. El hombre también parecía cambiado. Su barba no era lo único que había adornado su cara y parecía que su gesto se había endurecido, quizás era verdad que había soñado con ella todas las noches, después de dejarla en aquel claro de luna, al fin y al cabo tan solo el resultado de pesadillas podía mermar tanto aquel gesto.
Gaia decidió obviar cualquier palabra que pudiese reflejar sentimientos de aquel medio dragón. Lo hizo sin la insistencia de Luna, como salvaguardando la poca cordura que le quedaba en la cabeza. su único gesto hacia el chico espontáneo y del que no pudo alejarse fue una leve caricia en su mentón, en el que posó la mano y sus ojos por un momento, como si tuviese que convencerse por minutos de dejarlo ir. Por el bien de ambos.
Eso es, Luna mi Luna. Mejor lejos que cerca. No somos la llama de hace 6 meses, sino el hielo de la mirada de Go'el en su laboratorio.
Luna ronroneaba ante el mero pensamiento relacionado con Go'el, Gaia lo sentía y aquello fue justo lo que hizo que retirase la mano entre asustada.
Escuchó las palabras del hombre relacionadas con la nota que dejó su padre, aquello la interesó pues le pareció la única excusa viable para no dejar que el chico se fuese sin más, y quizás fue el abrazo el hombre alrededor de su espalda, o el hecho de que su voz en el oido le susurró palabras que nadie nunca le había dicho, pero el hielo del corazón de Gaia empezó a derretirse, y decidió que quizás fuese buena idea tan solo dejar que el chico descubriese los misterios de ciudad lagarto, guiado por ella misma.
Te quemas, Luna.. dejemos que se enfría mi Luna dulce Luna... sigámonos de lejos. No lo dejes avanzar... porque sé que por ahora es una batalla perdida.Luna.. oh mi dulce Luna.
Se apartó de Daven con las mejillas enrojecidas y el calor de su abrazo aún en la espalda. Se aclaró la garganta y agarró la nota del chico, como signo de tratado de paz entre ambos.
-Los libros siempre siguen al señor Mondey.- dijo la chica, leyendo la nota de nuevo- En su tienda. en su bolsillo, en aquel café donde...- cuidó las palabras que usaba, no quería molestar al dragón ahora que habían enterrado el hacha de guerra- donde nos reunimos la última vez. Podríamos preguntarle.. podríamos acercarnos a su tienda. Estoy segura que no le importará que vaya a admirar sus cuentos y me deja entrar sin zapatos- dijo simplemente, como si aquello aclarase todo.
Agarró de nuevo la muñeca de Daven, guiándolo rápido a través de calles y callejones, como si ella misma fuese Sapphira y tuviese un olor pegado en la nariz al que debía seguir.
La fachada de la tienda de libros del señor Mendey estaba plagada de parches entre cemento y piedra maciza, como si hubiesen intentado reparar algún que otro agujero en la pared. El cartel del nombre: Antigüedades, libros y algo más.., casi se caía a pedazos y desde la puerta se veía la figura de un hombre algo mayor que la propia Gaia pero bien vestido y fumando pipa de Lunargenta.
Luna, Oh Luna.. este hombre siempre pagó bien por tus servicios estás segura que quieres traer a este.. dragón a arruinar tu amistad por una ayuda que no necesita??
Gaia ignoró a Luna y saludó con la mano al señor Mendey que levantó la mirada visiblemente sonrojado y acicalándose el cabello.
-Gaia... mi queridiiiiisima Gaia... una sorpresa verte tan pronto.. no voy a decir que no he pensado en ti pero en este momento no puedo...mi mujer esta en cinta y ella...- empezó a decir el hombre
Gaia le tapó los labios con un dedo con gesto risueño y después le pellizcó la barbilla, como sabía que siempre lo encandilaba.
-No estoy aquí por eso, señor ansias... traigo.. un amigo- dijo la chica y la cara de sorpresa del hombre se transformó en sospecha al ver a Daven- Quizás reconozcas la letra que él tiene en una carta en una de las firmas de tus libros dedicados?- Gaia rodeó al hombre por los hombros, susurrándole en el oído- Ya ves que se hacer dos cosas a la vez, y siempre.. sieeeeeempre te escucho cuando hablas de tus tesoros- dijo la chica, y agarró de nuevo la muñeca de Daven acercándolo al señor Mendey.
Se alejó de manera desenfadada de ambos hombres y empezó a ojear algunas antigüedades, entre ellas pelucas que se probaba y quitaba riéndose de cuando en cuando mirando su reflejo en el espejo.
Él no nos conoce oh no Luna, mi Luna. Nos robó un beso en un bosque y qué? No sabe lo que hemos hecho para estar aquí. No imagina quienes somos ahora y siempre oh Luna, mi dulce, dulce Luna...
Gaia sonrió liberando de sus brazos a Daven, aceptando la segunda y única opción posible después de un tiempo sin veros. al fin y al cabo, ella y Luna sabían que el paso de los meses, tan solo puede apagar la llama. El hombre también parecía cambiado. Su barba no era lo único que había adornado su cara y parecía que su gesto se había endurecido, quizás era verdad que había soñado con ella todas las noches, después de dejarla en aquel claro de luna, al fin y al cabo tan solo el resultado de pesadillas podía mermar tanto aquel gesto.
Gaia decidió obviar cualquier palabra que pudiese reflejar sentimientos de aquel medio dragón. Lo hizo sin la insistencia de Luna, como salvaguardando la poca cordura que le quedaba en la cabeza. su único gesto hacia el chico espontáneo y del que no pudo alejarse fue una leve caricia en su mentón, en el que posó la mano y sus ojos por un momento, como si tuviese que convencerse por minutos de dejarlo ir. Por el bien de ambos.
Eso es, Luna mi Luna. Mejor lejos que cerca. No somos la llama de hace 6 meses, sino el hielo de la mirada de Go'el en su laboratorio.
Luna ronroneaba ante el mero pensamiento relacionado con Go'el, Gaia lo sentía y aquello fue justo lo que hizo que retirase la mano entre asustada.
Escuchó las palabras del hombre relacionadas con la nota que dejó su padre, aquello la interesó pues le pareció la única excusa viable para no dejar que el chico se fuese sin más, y quizás fue el abrazo el hombre alrededor de su espalda, o el hecho de que su voz en el oido le susurró palabras que nadie nunca le había dicho, pero el hielo del corazón de Gaia empezó a derretirse, y decidió que quizás fuese buena idea tan solo dejar que el chico descubriese los misterios de ciudad lagarto, guiado por ella misma.
Te quemas, Luna.. dejemos que se enfría mi Luna dulce Luna... sigámonos de lejos. No lo dejes avanzar... porque sé que por ahora es una batalla perdida.Luna.. oh mi dulce Luna.
Se apartó de Daven con las mejillas enrojecidas y el calor de su abrazo aún en la espalda. Se aclaró la garganta y agarró la nota del chico, como signo de tratado de paz entre ambos.
-Los libros siempre siguen al señor Mondey.- dijo la chica, leyendo la nota de nuevo- En su tienda. en su bolsillo, en aquel café donde...- cuidó las palabras que usaba, no quería molestar al dragón ahora que habían enterrado el hacha de guerra- donde nos reunimos la última vez. Podríamos preguntarle.. podríamos acercarnos a su tienda. Estoy segura que no le importará que vaya a admirar sus cuentos y me deja entrar sin zapatos- dijo simplemente, como si aquello aclarase todo.
Agarró de nuevo la muñeca de Daven, guiándolo rápido a través de calles y callejones, como si ella misma fuese Sapphira y tuviese un olor pegado en la nariz al que debía seguir.
La fachada de la tienda de libros del señor Mendey estaba plagada de parches entre cemento y piedra maciza, como si hubiesen intentado reparar algún que otro agujero en la pared. El cartel del nombre: Antigüedades, libros y algo más.., casi se caía a pedazos y desde la puerta se veía la figura de un hombre algo mayor que la propia Gaia pero bien vestido y fumando pipa de Lunargenta.
Luna, Oh Luna.. este hombre siempre pagó bien por tus servicios estás segura que quieres traer a este.. dragón a arruinar tu amistad por una ayuda que no necesita??
Gaia ignoró a Luna y saludó con la mano al señor Mendey que levantó la mirada visiblemente sonrojado y acicalándose el cabello.
-Gaia... mi queridiiiiisima Gaia... una sorpresa verte tan pronto.. no voy a decir que no he pensado en ti pero en este momento no puedo...mi mujer esta en cinta y ella...- empezó a decir el hombre
Gaia le tapó los labios con un dedo con gesto risueño y después le pellizcó la barbilla, como sabía que siempre lo encandilaba.
-No estoy aquí por eso, señor ansias... traigo.. un amigo- dijo la chica y la cara de sorpresa del hombre se transformó en sospecha al ver a Daven- Quizás reconozcas la letra que él tiene en una carta en una de las firmas de tus libros dedicados?- Gaia rodeó al hombre por los hombros, susurrándole en el oído- Ya ves que se hacer dos cosas a la vez, y siempre.. sieeeeeempre te escucho cuando hablas de tus tesoros- dijo la chica, y agarró de nuevo la muñeca de Daven acercándolo al señor Mendey.
Se alejó de manera desenfadada de ambos hombres y empezó a ojear algunas antigüedades, entre ellas pelucas que se probaba y quitaba riéndose de cuando en cuando mirando su reflejo en el espejo.
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