Búsqueda y supervivencia. [Libre 4/4]

Un aullido diferente al de Ahroun transformado rompió con el silencio generado en el grupo por fin reunido, con un extra al que el licántropo sin duda habría disfrutado de tirar por la borda. Sin embargo, habían más motivos de preocupación. El creer que no era el único licántropo en aquella isla no era buen presagio y el hecho de que ya ninguno de los marineros se encontrase en la playa sólo quería decir una cosa. —Alguien o algo se dará un festín esta noche —Sentenció con tono sombrío, aunque seguía siendo similar al habitual cuando estaba con Aradia.

Asintió ante el comentario de la mujer, ignorando como dictaba la costumbre los insultos del elfo. Solo se comportaba porque una; la transformación no había sido para nada agradable, y dos estaba Aradia presente.

—Como van las cosas, mejor buscar refugio y el fuego luego —Respondió levantándose perezosamente. La idea de una caminata no era algo que se le antojaba, pero tampoco quería exponer a su acompañante ante un peligro que desconocía. Además, el contenido de la bitácora se le antojaba algo crucial.

Miro hacía el interior de la isla, aunque de esto no pude apreciar mucho. Unas cuantas montañas pequeñas que se alzaban por lo menos unos cuarenta o cincuenta metros de altura. Para seguir explorando tendrían que subir y bajar o hacer un rodeo. De momento lo que más se le antojaba era esperar al día siguiente para buscar más información. —Es probable que ya no contemos con los inutiles que nos acompañaban.

Su dedo apunto a la montaña más cercana, la base entre las dos formaba una especie de túnel que en un principio la hacía parecer ver como una cueva natural. Quizás lo era, pero era mejor averiguarlo en el transcurso de la noche que buscar más opciones expuestos a posibles peligros. Además de eso, había algo en el aíre que le mantenía en alerta. Probablemente debido al recuerdo del fuego fatuo aún presente.

Se dispuso a caminar con el libro en una mano. La idea de pasar la noche con los otros dos no le agradaba para nada, pero si se iban a adentrar en la isla quizás fuese buena idea mantener un grupo por pequeño y fastidioso que fuese.

—Podemos hacer la fogata ahí, mañana seguiré buscando entre los barcos —Sugirió al grupo, aunque poco le importaba si estos le hacían caso o no. De todas maneras estaba cansado y ansioso por la lectura que había encontrado.

Miraba al otro lado de la playa, esperaba al hombre ave con cierto pendiente, Ahroun era Ahroun y era hosco por naturaleza, a ella le tocaba nivelar la balanza y abrirse puertas sociales para ambos. O eso pensaba, el par se la pasaba bastante bien algo lejos de las personas en general. Y por sus pensamientos vagos Aradia estaba abstraida y algo le hizo dar un gritito pero reconoció el abrazo y la voz que me tomaban por sorpresa.-¡ZELAS! ¿Qué? Ahh ¡¡aww que lindo!! –Corrio y abrazo a la pequeña y tierna criatura como si de un crio se tratara y miro con severidad a su hermano.-Zelas no seas así. ¿Qué diantres haces por acá? Bueno más bien como llegaste acá, aww, pequeñín no le sigas el ejemplo. Bueno no todos.

Y su hermano era popular, al parecer Ryuu conocía a su hermano de antes y eso sí que la asombro a partes iguales de no hacerlo. Zelas solía ser el alma de las fiestas aunque a veces era un alma muy estridente que hacía las ceremonias algo más pasables para la pequeña Aradia. Y ese era un lazo que no tenía tan marcado con sus demás hermanos. Y ambos parecían molestos con Ahroun por distintos motivos, no podía culparlos, aunque le nacían unas tremendas ganas de defenderlo.

-Por los dioses.-Susurro y aferro la mano de su hermano con el aullido, no había salido bien parada de los encuentros con licántropos que no fueran Ahroun por lo que decidió secundarlo, a la luz del día era más sencillo combatirlos, se soltó y tomo algunas tablas que traía Ryuu en manos.- Mira mientras sus gritos no nos hagan escalofríos por la noche, que los dioses hagan con ellos lo pertinente, aunque será un lio llevar el barco de vuelta.- Miro a su hermano al precioso Feith y a Ryuu. Bueno podía que no lo fuera tanto. En un grupo podían turnarse para montar guardia o distraerse, tenía mucho que hablar con su hermano.

-Zelas, ¿de dónde sacaste al pequeñín?- Casi se le antojaba decirle que cuantos aeros le podía dar por él, pero parecía “encariñado”, y eso era algo que le sorprendía de buena manera, era raro ver que se apegara a algo o a alguien de esa forma. Un grito cortó el aire, se le encogió el corazón y se adelanto de cmaino a la cueva, esto lo iba a usar para que Ahroun le cumpliera un par de caprichos.

-Ryuu ambos sabemos que no me importas- comento sarcásticamente ante el comentario de su plumifero compañero, era una sorpresa encontrarlo en aquel lugar junto a su hermana y su mascota, -ni yo se muy bien como llegue, ¿como conoces a Ryuu?, no me digas, ahora estas interesada en los hombres aves, debí suponerlo- comento el elfo riendo, el aullido le trajo malos recuerdos, y su hermana se había aferrado a el también asustada, pero lo que mas le sorprendió fue el hecho de estar de acuerdo por primera vez en algo con Ahroun, obviamente no lo iba a decir en voz alta.

-Por cierto, Aradia el es Ryuu, hemos trabajado juntos antes así que se que tiene buenos trucos bajo la manga y aprendió a presumir gracias a mi, Ryuu ella es Aradia, mi hermana menor, y el es Ahroun su mascota- comento mientras caminaba junto al grupo en busca de un refugio, Aion ya se notaba cansado y se lo dio a entender a Zelas al morderle el pantalón para que lo tomara -vas a ser un Fèidh obeso, ni bien tus patas se alarguen un poco mas ya no tendrás a nadie que te lleve- comento mientras lo levantaba y lo acomodaba en el pequeño arnés que le había hecho en la protección de su hombro cuando su hermana le pregunto observo a Aion para hacer memoria. -si mal no recuerdo lo encontré poco después de toparme con la tia Hastiele, necesitaba mejorar mis armas y ella junto a otras 2 herreras hermosisimas y un elfo me ayudaron a mejorar mis armas, después de aquella desopilante aventura en la que sucedieron muchas cosas me encontré a Aion, era mas pequeño de lo que se ve ahora, le di a elegir entre una vida llena de dificultades, una muerte rapida o viajar conmigo, asi fue como terminamos viajando juntos- comento mientras el pequeño Fèidh decia -umu!- como asintiendo a las palabras del elfo, cuando fueron interrumpidos por un grito sorpresivo que hizo que Zelas desenvainara rapidamente 2 de sus cimitarras, preparandose para lo peor.

Un aullido interrumpió la conversación, dejando una sensación de inquietud en el ambiente. Ryuu agradeció la actitud despreocupada del elfo, que ayudaba a distraer un poco la mente.
-Oh, maestro, le agradezco humildemente por su infinita sabiduría en el arte de fardar. Hablando en serio, acabo de conocerlos. El barco en el que yo viajaba naufragó y terminé inconsciente en la costa.-

Se dirigían de camino a una cueva, esperando conseguir en ella algo de seguridad para pasar la noche. El arquero se había adelantado un poco, ya que quería deshacerse por fin de la madera que llevaba encima desde hacía tanto rato. Cuando estaba alcanzando por fin la entrada de la cueva, un grito que helaba la sangre se pudo oír desde quién sabía dónde. Rápidamente, soltó las maderas a un costado de la entrada (para no dificultar el paso del resto) y se agachó con su arco listo para disparar ante cualquier amenaza.

-Me encantaría saber en dónde nos encontramos... ¿Quién me manda a mí a viajar a Sandorai por barco? Estúpida curiosidad por el mar...- murmuraba el ave, como si se regañara a sí mismo. Mantuvo su posición, en espera de las acciones de sus compañeros. Si decidieran refugiarse en la cueva, Ryuu haría de guardia; si, en cambio, decidieran esperar afuera un posible ataque, entonces podría cubrirlos desde lejos y sacarle más partido a su arma.

Los aullidos siguieron de forma intermitente, no había forma alguna de predecir cuando vendría el siguiente. Lo único seguro y que animaba ligeramente al licántropo era escuchar que sus parientes lupinos se adentraban cada vez más hacía el centro de la isla. Su malhumor habitual se acentuó un tanto a pesar del esfuerzo por mantenerlo a raya. Podía sentir cierta envidia, casi al punto de llegar a pensar como su contra parte. Había miedo en el ambiente.

«Casi como aquel día que despertaste...»
«¿Y a mi qué?»

Respuesta poco esperada, podía sentir cierta calma curiosa en su interior. Había algo en esa isla que despertaba cierto instinto en él, uno que generalmente trataba de mantenerlo dormido desde que comenzó su exilio.

La humedad se concentraba más y más a medida que iban avanzando por la cueva. No habían caminado mucho hasta ese punto, pero la vista ya era un factor importante a tener en cuenta. No podrían seguir con naturalidad a ciegas.

—Parece buen momento para iniciar la fogata —Dijo el lobo mientras apoyaba la espalda en una de las paredes laterales. Claramente había ignorado gran parte de la conversación entre los demás personajes. Simplemente se había cansado de escuchar casi que a la segunda frase del elfo.

—No hay registros de donde nos encontramos hasta donde pude enterarme —Comenzó a responder la pregunta del hombre ave. Aunque claramente se notaba sus pocas ganas de participar en el intercambio de palabras. —Al parecer tendremos que ser los primeros en volver con vida —Sentenció, aunque con cierto deje de curiosidad en su tono. Su olfato pudo captar algo o eso creía.

Al entrar en aquella cueva, Ahroun comenzó a guiarse por el olfato, tratando de dibujar una imagen mental sobre el nuevo entorno, aunque habían partes que se tornaban confusas. La sensación era similar a estar en la playa o a la orilla de un lago. Camino en una de esas direcciones, adentrándose un poco más.

Su píe se hunde de súbito. Pudo detectar una superficie líquida y el frío contacto del agua casi le hace resbalar hacía adelante, por lo que se apresuró en sacar el píe del agua. Desde donde estaba no podía apreciar que tan grande era el charco que había pillado o si se trataba de algo más grande. Solo podía aventurarse por una profundidad considerable.

—Mierda, un zapato menos —Gruño entre dientes mientras se lo quitaba y volvía con el resto del grupo. —¿Aún no esta ese fuego? Necesitaremos antorchas para seguir explorando.

Volvió a una de las paredes y se sentó tratando de quitar el agua del zapato. Había pasado de malhumor a enfado en cuestión de segundos. Normalmente no le importaría ir descalzo, pero no quería pillarse con más sorpresas y menos con una criatura acompañándoles de la cual no sabía donde podría dejar sus residuos.

-Lo puedo llevar yo.- La frase salió del alma, esa cosita se veía demasiado tierna, y oyó con atención sobre su aventura con la tía Hastiele, sonreí bastante y negué un poco.-Ahora será un Aion gordito y bonito. -Todos se pusieron en alerta ante el grito que corto la noche y se quedó pensativa sobre cómo seguir, aparte de tiritando de frio por andar empapada.

-Bbueno el barco en el que veníamos está intacto, y por lo que escucho, se quedará sin tripulación para el alba, podemos regresar en él, si no se hunde en el transcurso de la noche, escuche que es una isla de tesoros. –Mientras Ahroun se fue y ayude al hombre ave a acomodar la madera para hacer la fogata, y entre tanto  renegaba de que casi todo en la mochila estuviera mojado,  pero no la caja de madera donde tenía sus escritos, aun así no se arriesgó y solo reacomodo las cosas para que no fueran a empapar y saco algunas hierbas aromáticas que ella usaba para té y se las ofreció al feith de su hermano.

--¿Qué paso?- Susurro a Ahroun cuando llego de peor humor y miro hacia adentro del lugar, afuera parecía una batalla campal a la lejanía, y ciertamente no tenía la más mínima intención de entrometerse, el único licántropo que le interesaba estuviera ileso era  Ahroun.-Si nos quedamos aquí, podrían de un momento a otro venir a por nosotros, así que, hagamos la fogata, tomemos antorchas y vayamos a la cueva. ¿no?

Se sintió como la que llevaba la batuta un momento mirando al trio y al feith que casi podía jurar que la veía como una loca. Le dejo la mochila a Ahroun y retomo el camino que este había dejado cerro los ojos cuando sintió la charca y extendió su mano rezando y haciendo que una luz sanadora saliera de su mano, no era la gran antorcha pero podía iluminar mínimo un paso por delante de ella. Camino adentrándose y conforme avanzaba se volvía más hondo, cuando llego a su cintura extendió la mano y una orbe se formó abrió los ojos y la dejo ir en su camino la orbe disparada ilumino la ondeante superficie de lo que parecía un lago o laguna subterránea. Pero no supo cuánto más faltaba para que se llegara a la otra orilla, la explosión del orbe ilumino la formación de roca y lo que parecía la orilla. Pero solo fueron unos instantes. La obscuridad podría albergar infinidad de cosas, más en aguas que hacía instantes habían estado calmas como un espejo.

Uso de habilidad de nivel 0: Lente Convergente: (activable) Crea un halo de energía que converge en un rayo no letal, capaz de empujar al oponente, puede realizar daños significativos desarrollado a niveles más altos.
Segundo turno de enfriamiento de habilidad 1 Proyección Boreal (6 turnos de enfriamiento)

Cuando noto que la amenaza no era inmediata, el elfo procedió a guardar sus armas nuevamente, -no te preocupes Aion, no te dejare con ella por nada del mundo.... a menos que necesite dinero- al fin y al cabo, el que avisa no es traidor, sopeso sus oportunidades y decidió tomar su propio camino, en especial por la actitud del lobo, el cual llego demandando una fogata, -si tanto la quieres porque no la haces tu, supongo que también eres demasiado inútil para ello... ¿que le paso a tu zapato?- su molestia se vio rápidamente reemplazada por aquel absurdo detalle, como alguien podía ser tan tonto como para ocupar un solo zapato, miro como su hermana llevaba la delantera y el se quedo en la entrada de la cueva, -Lo siento hermana, te conozco lo suficiente para saber que lo que haces es una mala idea, por eso mismo me quedare esperando acá en la entrada de la cueva, si desaparezco es porque me fui a probar suerte o me morí, en cualquiera de los dos casos váyanse de este lugar al amanecer- dijo mientras le daba la espalda al grupo y observaba el terreno de la isla, al ser un elfo no tenia mayores problemas para ver en la oscuridad siempre y cuando estuviera a la intemperie, el entrar a una cueva le quitaba esa ventaja y el hecho que su hermana fuera la guía solo demostraba que nadie había aprendido nada.

Al parecer, los aullidos se alejaban. Ryuu estaba agradecido por eso, pero también se sentía mal por los pobres diablos que no sobrevivirían aquella noche. El ave guardó su arma por el momento, mientras empezaba a ocuparse de la fogata.
-Nadie diría que estás tan ansioso por algo de luz al verte ahí tan cómodo...- Buscar pelea no era una cualidad del arquero, pero le molestaba demasiado la actitud del licántropo como para quedarse en silencio.

Ryuu no se sorprendió al ver que el alma de la fiesta llamado Ahroun se separaba del grupo. Había conocido a la pareja hace muy poco tiempo, pero era evidente que eran completamente opuestos. Ella parecía ser muy amable y él era un gruñón. Mientras pensaba en lo llamativo del asunto, la elfa comentó que el barco en el que ellos habían llegado parecía estar en buenas condiciones, pero la tripulación probablemente no correría con la misma suerte. -Sólo espero que alguien tenga experiencia con esos navíos...-

Cuando el hombre lobo volvió con un zapato menos y bastante más malhumorado que antes, la fogata ya estaba terminada.
-Sí, sí, ahí tienes tu fogata. Estoy de acuerdo contigo Aradia, pero hay que tener cuidado. No sabemos qué es lo que hay allí dentro. ¿No se supone que deberías cuidar a tu hermana, Zelas?- Sonrió con sus últimas palabras, demostrando que no se lo imaginaba en el papel de hermano protector.

Ryuu siguió a la elfa, con una antorcha en cada mano. Al principio se sorprendió de que ella no hubiera tomado una, hasta que vio lo que hacía con su magia. Al notar que el orbe de luz se disipaba poco tiempo después, el arquero dejó una de las antorchas en un roca cercana, a salvo del agua, mientras le pasaba la otra a la elfa. Una vez que tuvo ambas garras libres, tomó su arma y una flecha. Encendió la saeta con la antorcha y la disparó en la dirección donde desapareció el orbe. Luego repitió el proceso cuatro veces más, alumbrando de izquierda a derecha la otra orilla del lago subterráneo con los primeros tres disparos. Los dos restantes fueron dirigidos en la misma dirección que la primera flecha: la diferencia era que éstas últimas estaban más cerca a sus posiciones actuales.
-No es la mejor iluminación, pero algo es algo ¿no?- Al menos ahora sabían la extensión de la otra orilla y cuánto faltaba para alcanzarla.

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Off-rol
No supe como explicar mejor lo de las flechas... En resumen, quedaría una especie de letra T. Así pueden medir el largo de la otra orilla y a la vez la distancia que falta para alcanzarla.

—Si salir fuese cosa sencilla, la costa no parecería un cementerio de navíos —Interrumpió mientras se hacía la fogata. Dejo el zapato cerca del fuego y puso el libro sobre sus piernas preparándose para una lectura. —Primero deberíamos averiguar porque quedaron así —La mochila de Aradia descansaba a un lado de él mientras abría la primera página y veía la figura de la elfa adentrarse hacía donde había empapado su zapato.

Ignorar los insultos del hermano ya se le estaban haciendo costumbres, ciertamente perderse entre sus pensamientos mientras veía su figura le ayudaba a calmarse.

Normalmente habría seguido a su amante, sin duda era mejor que quedarse cerca del elfo, pero enterarse de lo que ocurría era primordial. Simplemente gruño ante lo decidido por el grupo y comenzó a leer. Efectivamente se trataba de una bitácora que venía con nombre y raza de los tripulantes. Un nombre fue tachado, pero luego lo volvió a leer al final de la lista. Ya no era humano, ahora estaba marcado como licántropo.

—Nos dimos cuenta tarde. Luego de varias expediciones y tormentas tras las cuales nos refugiamos en las montañas. Cada noche parecía que escuchaba más y más aullidos a medida que perdíamos hombres. El tipo siempre me pareció sospechoso. Hablaba solo, pero empeoró en tierra firme. Se volvía cada vez más violento y desorientado —Leyó con algo de torpeza en voz alta. Ahora sabía que se enfrentaban a una manada relativamente nueva, que de alguna forma se había adaptado al ambiente desconocido.

Ahroun dejo el libro y miro hacía el techo de la cueva. Para entonces Aradia ya estaba investigando el charco que había empapado su calzado.

—Lo mejor será cambiar de escondite para mañana —Dijo algo pensativo, aunque le importaba poco si alguien le escuchaba o no. Se puso la mochila de Aradia en sus hombros y dejo ambos zapatos cerca del fuego.

Conocía a su mujer, pero no conocía la isla y eso era  motivo suficiente para detener su lectura. Adentrarse mientras los lobos cazaban, no era la mejor de las ideas.

No le tomo mucho trabajo llegar a donde estaba la elfa y el pájaro. Estando cerca de la mujer, tomo su mano entrelazando los dedos. —El agua entorpece nuestro olfato, dudo que nos busquen aquí —Miro a la mascota del elfo mientras pensaba que mejor para la criatura era que no pillase sus regalos mientras andaba descalzo. Luego miro al pájaro. —Al parecer la isla nos hace algo, mañana estarán agotados y volverán a ser humanos—.

Su hermano era sensato, mejor que el se quedara en la entrada, tenía mejor vista en la obscuridad que ella, y ciertamente la curiosidad por ver que podía ofrecer el escondite improvisado podía más. Cuando estuvo en el lago y gracias a Ryuu vio cómo se distribuía ese lago interno, el lio era que tan profundo podría ser. Pero entre el frio que sentía, tanteo que no era sensato atravesarlo a nado, no si no era algo meramente necesario.

-Gracias, eres bueno con el arco. Aunque no sé qué tan sensato será el ir al otro lado, ni que pueda haber en el fondo de esta cueva. ¿Te es fácil nadar? –Le señalo pues al ser un hombre bestia suponía que sería bastante pesado el empaparse, y si el charco era muy profundo era una muerte más que segura. Ella ya sentía calosfríos en las piernas y escurrió como podía la tela hasta que llego Ahroun dando una idea de que hacer.- ¿Nos?

El plural en Ahroun no eran algo viables, eso de tratar con él y con el señor sombrío se lo dejaba claro, pero también podía referirse a Ryuu y él por sus orígenes similares, o la dualidad bestial. O a todos en conjunto… Aferro su mano y sonrió al ave.-Bueno será mejor descansar y no separarnos, ya sabemos a dónde correr si la manada se desboca y acerca acá

Volvió allá a donde su hermano y tras alejarse del par se acercó a donde Zelas y el feith.-¿Qué es lo que piensas? ¿Me cobras por pedirte apoyo? –Le dijo en su lengua natal a su querido hermano sonriéndole y buscando sacarle una risa, como minimo.

-Ella es una Hazelmere, se que puede cuidarse sola, el problema es que el clima no nos acompaña para entrar al agua, procuren mantener una temperatura corporal alta, sino puede que los músculos les fallen cuando haya que pelear.... En el caso que tengamos que hacerlo- comento mientras veía los intentos del grupo por sortear los interiores de la cueva, solo para ver que al final desistían de la idea.

Zelas observaba el movimiento de las creaturas atento a cualquier bestia que intentara curiosear en la cueva donde se refugiaban, al mismo tiempo Aion observaba atentamente al elfo desde su posición privilegiada sobre uno de los hombros de Zelas. Era posible que por primera vez viera un combate de vida o muerte desde el asiento mas cercano y a la vez el mas peligroso.

-Solo espero a que pase la noche, seria bueno no tener que luchar, pero tenemos que prepararnos, y seamos sinceros, no creo que te alcance para pagarme- comento sonriendo, siguiendo la broma de su hermana, apoyo su frente sobre la de ella y comprobó algo que temía, -estas muy helada, necesitas acercarte a la fogata y secar tu ropa, de nuevo, solo a ti se te ocurre nadar en invierno y de noche, ve con tu perro y con Ryuu, dudo que llegue a pasar algo, pero me asegurare de cuidar la entrada hasta que se sequen al menos- sentencio finalizando el gesto anterior con un beso en la cabeza, para luego alborotarle el cabello, quitando cualquier tipo de preocupación a la situación de naufragio en la que se encontraban, volviendo a centrarse como si nada en la guardia de la entrada de la cueva, situándose de tal forma que hubiera un pequeño corredor entre la entrada de la cueva y la parte interior en la que estaban, si el peor de los casos ocurría, los números superiores de los enemigos no significarían nada en ese lugar.

Gracias a las flechas encendidas, la visibilidad del lugar había mejorado bastante. Una buena cantidad de agua se encontraba entre el grupo y la otra orilla, interrumpiendo su camino. Parecía tratarse de un lago, pero Ryuu no era capaz de calcular o adivinar qué tan profundo era. Sonrió ante las palabras de la elfa, con algo de nostalgia en su respuesta.
-Gracias. Mi padre me entrenó desde muy pequeño. Era un soldado de Lunargenta bastante hábil. Ahora todo lo que me queda para recordarlo es este arco y sus enseñanzas...- Guardó silencio unos segundos antes de responder a su pregunta. -Normalmente no tendría ningún problema en hacerlo, pero teniendo en cuenta que sobrevivimos a un naufragio y aún no hemos comido ni dormido, creo que sería mejor descansar y seguir explorando mañana.-

Regresaron al calor de la fogata, donde la chica aprovechó para acercarse a su hermano y hablar en un idioma que el ave no comprendía. Supuso que sería su idioma natal. Las acciones de Zelas demostraban que se preocupaba por su hermana, a pesar de haber dicho antes que sabía que era capaz de cuidarse sola. Aunque normalmente parecía ser un tipo desinteresado, ladrón e incluso algo molesto, se notaba que se tomaba muy en serio su papel de hermano mayor.
-Ey, Zelas. Avísame cuando quieras descansar, yo me ocupo de la siguiente guardia.- Dicho eso, se acostó en el suelo, sobre su lado derecho, usando una roca como si de una almohada se tratara. Una vez cubierto con su ala izquierda como abrigo, no tardó mucho en dormirse.