Trofeos olvidados [Feria de Invierno] [CERRADO]
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Trofeos olvidados [Feria de Invierno] [CERRADO]
Me asomé al balcón y suspiré pesadamente. Necesitaba aclararme las ideas, y la fría nieve que se había acumulado fuera ayudaba. Puse mis manos sobre la barandilla. El contraste de la temperatura era casi punzante, pero no me aparté. Mis manos aún ardían.
No sabía definirlo con palabras, pero notaba algo molesto en mi pecho. Un hastío sobre algo que no conocía, algo que me resultaba pesado y me impedía trabajar.
La plaza central de Dundarak seguía tan ocupada como siempre. Apenas sentía el ruido de fuera cuando cerraba las ventanas, por lo que resultaba fácil olvidarse de donde estaba. No era un mundo aparte. Seguía en Aerandir, en la ciudad que había tomado como territorio tan sólo por una corona. Me preguntaba que haría una vez terminase todo aquello.
No tuve mucho tiempo para pensar antes de que una voz femenina me llamase desde dentro de la enorme tienda. Alba. Tras sacudirme las manos y los pies, volví a entrar. La bruja estaba subiendo las escaleras hacia mi zona de trabajo cuando la vi.
-Oh. No sabía que estabas aquí. Hay un encargo para encantar una espada.- dijo, mostrando el arma en su funda. -Es un caballero dragón, creo. Quiere que se cubra de fuego. Creo que ha sentido su "llamada".- sonrió.
-...Es algo sencillo. ¿Crees que puedes hacerlo tu?- pregunté. A diferencia de Zebun, Alba tenía cierto talento con las runas, y una educación anterior. Además, le había enseñado algunas cosas. Podía manejarse con encargos como aquellos. Su sonrisa se ensanchó, algo nerviosa.
-Eh... ¡Si, claro! Creo. Es solo fuego, no puede ser muy dificil, ¿no? Es decir, hay tantos tensais en el Hekshold que...- lentamente, se quedó en silencio, para luego asentir con firmeza. -Haré lo mejor que pueda.-
-Enséñamela cuando acabes.- dije. Dejé que subiese al taller. Por mi parte, comencé a revisar el inventario. Zebun me había dicho que faltaban algunas cosas... y era cierto. Lo que era peor, ni siquiera recordaba los ingredientes para algunas de las pociones que teníamos. Gruñí, algo molesto, pero continué mirando, hasta que algo captó mi atención.
Un largo colmillo de piedra. Si la forma no fuese tan perfecta, podría haber pasado por una estalactita. Recordaba de donde venía. Había sido hace años... antes incluso de que conociese a Syl. La había tomado como un trofeo, pero podía ser algo más. Era probable que aún conservase éter, quizás con propiedades desconocidas. Aquello no pertenecía en una vitrina sin descripción.
Tras abrir la cerradura con un murmuro, saqué el colgante que había hecho con ella, y me dirigí hacia la entrada. Zebun no estaba allí, y con Alba trabajando, no había nadie atendiendo el mostrador. Me senté tras él, examinando el colgante de cerca. Me preguntaba que podía sacar de él...
Asher Daregan
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Re: Trofeos olvidados [Feria de Invierno] [CERRADO]
Con el frío que había, lo normal hubiera sido permanecer en la posada y dormir, como lo estaba haciendo Xana en ese momento; después de terminar con un encargo de Manuela ambos estábamos agotados. Sin embargo, me fue imposible hacer eso. En su lugar, opté por dar un paseo para despejar mi mente y, además, buscar biusas. Así terminé llegando a la plaza central de Dundarak, aunque sin haber hallado la preciada fruta.
–Creo que hay un hechizo arcano para convocar comida –murmuré, sin dejar de caminar distraídamente–. ¿Eso serviría para convocar biusas? –De ser así, definitivamente me sentiría motivado a dominar esa magia–. Y hablando de arcanos… –Alcé la mirada a un imponente edificio que destacaba entre los demás. Había oído que el hombre-perro le había ido muy bien con su negocio, pudiendo permitirse tener un local con tanta parafernalia–. Supongo que… no estaría mal echar un vistazo. –No tenía nada mejor que hacer, de todas maneras. Y, tal vez, hasta podría encontrar algo interesante que comprar.
Tras detenerme unos instantes a contemplar la escultura de un libro con un encantamiento llamativo, finalmente me adentré al edificio. Dentro, detectando varias runas y la ingeniosa función que se les dio, me fue imposible no estar impresionado y sentir un incipiente deseo por aprender a hacer lo mismo. Sin embargo, para lograr aprender necesitaría bastantes aeros, que requería trabajar demasiado para conseguirlos, lo cual sería difícil con mi naturaleza perezosa.
–Bueno, soñar no cuesta nada –dije, encogiéndome de hombros.
Seguí recorriendo el lugar, sin prisa alguna, hasta notar quién estaba en el mostrador analizando, al parecer, un colmillo, uno demasiado grande para haber pertenecido a un humano. Arqueé una ceja, preguntándome sobre el lagarto ausente. ¿Fue despedido, tal vez? Realmente no me importaba, y prefería hablar con el hombre-perro. Caminé despreocupadamente, con las manos en los bolsillos, y me detuve frente al mostrador, apoyando mi peso en una pierna.
–Hola, Asher. –Esbocé una sonrisa perezosa–. Bonito lugar. Muy humilde. –Asentí con la cabeza mientras miraba a mi alrededor–. Creo que me has motivado a retomar mis estudios sobre la magia arcana. –Antes de volver a mirar al hombre-perro, mi mirada se fijó en el colmillo que estuvo examinando, despertando mi curiosidad que me obligué a contener–. En fin, solo estaba paseando porque no tengo nada mejor que hacer, pero, ya que estoy aquí, ¿podrías recomendarme alguno de tus productos, algo que no sea demasiado caro, por favor?
–Creo que hay un hechizo arcano para convocar comida –murmuré, sin dejar de caminar distraídamente–. ¿Eso serviría para convocar biusas? –De ser así, definitivamente me sentiría motivado a dominar esa magia–. Y hablando de arcanos… –Alcé la mirada a un imponente edificio que destacaba entre los demás. Había oído que el hombre-perro le había ido muy bien con su negocio, pudiendo permitirse tener un local con tanta parafernalia–. Supongo que… no estaría mal echar un vistazo. –No tenía nada mejor que hacer, de todas maneras. Y, tal vez, hasta podría encontrar algo interesante que comprar.
Tras detenerme unos instantes a contemplar la escultura de un libro con un encantamiento llamativo, finalmente me adentré al edificio. Dentro, detectando varias runas y la ingeniosa función que se les dio, me fue imposible no estar impresionado y sentir un incipiente deseo por aprender a hacer lo mismo. Sin embargo, para lograr aprender necesitaría bastantes aeros, que requería trabajar demasiado para conseguirlos, lo cual sería difícil con mi naturaleza perezosa.
–Bueno, soñar no cuesta nada –dije, encogiéndome de hombros.
Seguí recorriendo el lugar, sin prisa alguna, hasta notar quién estaba en el mostrador analizando, al parecer, un colmillo, uno demasiado grande para haber pertenecido a un humano. Arqueé una ceja, preguntándome sobre el lagarto ausente. ¿Fue despedido, tal vez? Realmente no me importaba, y prefería hablar con el hombre-perro. Caminé despreocupadamente, con las manos en los bolsillos, y me detuve frente al mostrador, apoyando mi peso en una pierna.
–Hola, Asher. –Esbocé una sonrisa perezosa–. Bonito lugar. Muy humilde. –Asentí con la cabeza mientras miraba a mi alrededor–. Creo que me has motivado a retomar mis estudios sobre la magia arcana. –Antes de volver a mirar al hombre-perro, mi mirada se fijó en el colmillo que estuvo examinando, despertando mi curiosidad que me obligué a contener–. En fin, solo estaba paseando porque no tengo nada mejor que hacer, pero, ya que estoy aquí, ¿podrías recomendarme alguno de tus productos, algo que no sea demasiado caro, por favor?
Rauko
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Re: Trofeos olvidados [Feria de Invierno] [CERRADO]
-Oh. Rauko.- saludé, alzando la mirada. No esperaba verlo allí. -¿Retomar?- pregunté, frunciendo el ceño. Había asumido que era arcanista. Después de todo, había sido de ayuda al estudiar el meteorito, llegando incluso a probar su reacción ante la magia.
Si no era arcanos, ¿que hacía? Era imposible que simplemente no tuviese ningún oficio. Tenía la mirada y la curiosidad de un artesano. ¿Por qué habría estado estudiando el fragmento si no?
-Algo barato... glifos de fisura, tal vez. Pueden crear grietas en casi cualquier cosa. Una muralla es solo una sugerencia con esos.- dije. Mi tienda no se caracterizaba por hacer cosas realmente asequibles, a decir verdad. Aunque había algunos encantamientos prácticos de bajo precio, los que importaban de verdad eran mucho más costosos. Pero era de esperar: los materiales eran caros y mi tiempo valía bastante. -Pero, lo que importa. ¿Tu estudias piedras, o algo así?- pregunté. -Porque tengo algo que quizás te interese.-
Alcé el cuerno de piedra, mostrándolo en la palma de mi mano.
-Era de un dragón. No de uno normal... este no parecía un hombre dragón en absoluto. Era el doble de grande y petrificaba con su aliento.- expliqué. -Además, lo invocó una nigromante... o algo así. Fue hace varios años.- Mis recuerdos de aquel combate estaban algo borrosos. Recordaba que había visto a otras personas allí, pero no a quienes. -Todo su cuerpo se petrificó cuando le hundí mi espada en el cráneo, pero conseguí arrancarle esto.-
Dejé que el elfo lo mirase a su gusto. Quizás notase algo interesante.
-Tiene magia dentro, pero parece estar contenida por la propia piedra.- comenté, apoyando mi cabeza sobre mi mano. -No estoy seguro de si abrirlo es buena idea. ¿Sabes si hay alguna manera de saber si es completamente de piedra o no? Bien podría ser solo una capa cubriendo el hueso... o estar hueco por dentro.- añadí.
Tenía un par de ideas que comprobar, a decir verdad.
-Tengo herramientas arriba si se te ocurre algo que quieras probar. Son de buena calidad. Algunas encantadas, incluso.- sugerí. -Pero quizás valdría la pena compararlo con el cuerno de algún otro dragón... Quizás de uno con tierra como elemento.-
¿Conocía alguno? No podía ser dificil encontrarlos. Estábamos en Dundarak, después de todo. De hecho, era posible que hubiese en esa misma tienda. Miré alrededor, percibiendo el éter... y arrepintiendome casi al instante. Se me olvidaba lo absurdamente cegadora que era mi propio local. Estando tan a rebosar de objetos arcanos y encantados que era más o menos como distinguir una luz naranja entre veinte soles de distintos colores, incluyendo a un elfo a menos de un metro.
Sacudí la cabeza y cerré los ojos. Demasiado.
Si no era arcanos, ¿que hacía? Era imposible que simplemente no tuviese ningún oficio. Tenía la mirada y la curiosidad de un artesano. ¿Por qué habría estado estudiando el fragmento si no?
-Algo barato... glifos de fisura, tal vez. Pueden crear grietas en casi cualquier cosa. Una muralla es solo una sugerencia con esos.- dije. Mi tienda no se caracterizaba por hacer cosas realmente asequibles, a decir verdad. Aunque había algunos encantamientos prácticos de bajo precio, los que importaban de verdad eran mucho más costosos. Pero era de esperar: los materiales eran caros y mi tiempo valía bastante. -Pero, lo que importa. ¿Tu estudias piedras, o algo así?- pregunté. -Porque tengo algo que quizás te interese.-
Alcé el cuerno de piedra, mostrándolo en la palma de mi mano.
-Era de un dragón. No de uno normal... este no parecía un hombre dragón en absoluto. Era el doble de grande y petrificaba con su aliento.- expliqué. -Además, lo invocó una nigromante... o algo así. Fue hace varios años.- Mis recuerdos de aquel combate estaban algo borrosos. Recordaba que había visto a otras personas allí, pero no a quienes. -Todo su cuerpo se petrificó cuando le hundí mi espada en el cráneo, pero conseguí arrancarle esto.-
Dejé que el elfo lo mirase a su gusto. Quizás notase algo interesante.
-Tiene magia dentro, pero parece estar contenida por la propia piedra.- comenté, apoyando mi cabeza sobre mi mano. -No estoy seguro de si abrirlo es buena idea. ¿Sabes si hay alguna manera de saber si es completamente de piedra o no? Bien podría ser solo una capa cubriendo el hueso... o estar hueco por dentro.- añadí.
Tenía un par de ideas que comprobar, a decir verdad.
-Tengo herramientas arriba si se te ocurre algo que quieras probar. Son de buena calidad. Algunas encantadas, incluso.- sugerí. -Pero quizás valdría la pena compararlo con el cuerno de algún otro dragón... Quizás de uno con tierra como elemento.-
¿Conocía alguno? No podía ser dificil encontrarlos. Estábamos en Dundarak, después de todo. De hecho, era posible que hubiese en esa misma tienda. Miré alrededor, percibiendo el éter... y arrepintiendome casi al instante. Se me olvidaba lo absurdamente cegadora que era mi propio local. Estando tan a rebosar de objetos arcanos y encantados que era más o menos como distinguir una luz naranja entre veinte soles de distintos colores, incluyendo a un elfo a menos de un metro.
Sacudí la cabeza y cerré los ojos. Demasiado.
Asher Daregan
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Re: Trofeos olvidados [Feria de Invierno] [CERRADO]
¿Glifos de fisura? Ciertamente me habría sido de utilidad en varias ocasiones. Presioné mis labios con mi pulgar derecho, considerando las opciones. Era bastante barato, pero ¿valía la pena comprarlo? Decidí tomarme mi tiempo antes de tomar una decisión.
Asher hizo una pregunta que me resultó extraña. ¿Estudiar piedras? Nunca había pensado en lo que hacía como «estudiar piedras», pero realmente no era del todo incorrecto.
Y finalmente tuve la oportunidad de saciar una parte de mi curiosidad; me mostró lo que estuvo examinando, algo que perteneció a un dragón con un aliento literalmente petrificante, invocado por, tal vez, una nigromante. Sin duda alguna, un objeto demasiado interesante como para ignorarlo.
Lo agarré con una mano y lo acerqué a mi rostro. Lo giré, lo sopesé y, por último, también, cuidadosamente, usé uno de mis trucos mágicos, aunque esta vez con un enfoque no bélico: impregné el cuerno con mi éter para examinar el material, comenzando por la superficie y, poco a poco y con dificultad, penetrando hasta el interior, con mis ojos cerrados para concentrarme.
–Más que piedras –comenté sin dejar de examinar el cuerno–, estudio cualquier mineral con propiedades mágicas o especiales. Es interesante para un herrero como yo –añadí, sin darle demasiada importancia–. Aun así, no sé muy bien lo que hay en el núcleo de esto, pero… no parece que esté hueco y… parece que solo el exterior es de piedra. –Esa fue mi conclusión. Abrí los ojos–. Sin embargo, no sé… si haga falta comparar cuernos –añadí–. Creo que deberíamos preocuparnos más en su éter que en el cuerno en sí, centrarnos en sacar y estudiar el éter que posee. –Finalmente aparté la mirada del cuerno y miré a Asher–. Y creo que sé cómo.
Coloqué el cuerno en el mostrador. Entonces, tras analizar rápidamente mi idea y asegurarme de que no pareciera descabellado al decirlo en voz alta, expliqué:
–Verás, sugiero extraer a la fuerza el éter de su interior y almacenarlo en otro lugar, tal vez en un pergamino de hechizos o en algo similar que nos permita experimentar luego con el éter almacenado. Aunque no sé cómo extraerlo.
Pero poco importaba si yo sabía o no. Tenía a un arcanista maestro delante de mí.
–¿Tal vez podrías usar ese truco que usaste para mejorar el hechizo destruye estrellas del día de la alianza? Sería esta vez para multiplicar el éter del cuerno hasta que se desborde de este. Luego de que se desborde, deberá ir directo a donde queremos que se almacene. No obstante… –Dudando, fruncí los labios por un instante–. Si no funciona, tal vez tendríamos que… Bueno, sea cual sea el método, deberá hacerse dentro de una cúpula de energía. Ya sabes, para evitar que, si se nos sale de control, todo a alrededor termine petrificado. Y creo que una variación de tu runa de territorio podría servir.
Una runa que yo no sabía hacer. Ser consciente de mi incapacidad para llevar a cabo mis propias ideas era frustrante. Solté un suspiro.
–Pero, sea como sea, aunque me gustaría probar tus herramientas, no creo estar capacitado para algo como esto –admití–, y tú estás ocupado aquí… ¿No tienes un ayudante o algo muy oportuno para la ocasión?
Asher hizo una pregunta que me resultó extraña. ¿Estudiar piedras? Nunca había pensado en lo que hacía como «estudiar piedras», pero realmente no era del todo incorrecto.
Y finalmente tuve la oportunidad de saciar una parte de mi curiosidad; me mostró lo que estuvo examinando, algo que perteneció a un dragón con un aliento literalmente petrificante, invocado por, tal vez, una nigromante. Sin duda alguna, un objeto demasiado interesante como para ignorarlo.
Lo agarré con una mano y lo acerqué a mi rostro. Lo giré, lo sopesé y, por último, también, cuidadosamente, usé uno de mis trucos mágicos, aunque esta vez con un enfoque no bélico: impregné el cuerno con mi éter para examinar el material, comenzando por la superficie y, poco a poco y con dificultad, penetrando hasta el interior, con mis ojos cerrados para concentrarme.
–Más que piedras –comenté sin dejar de examinar el cuerno–, estudio cualquier mineral con propiedades mágicas o especiales. Es interesante para un herrero como yo –añadí, sin darle demasiada importancia–. Aun así, no sé muy bien lo que hay en el núcleo de esto, pero… no parece que esté hueco y… parece que solo el exterior es de piedra. –Esa fue mi conclusión. Abrí los ojos–. Sin embargo, no sé… si haga falta comparar cuernos –añadí–. Creo que deberíamos preocuparnos más en su éter que en el cuerno en sí, centrarnos en sacar y estudiar el éter que posee. –Finalmente aparté la mirada del cuerno y miré a Asher–. Y creo que sé cómo.
Coloqué el cuerno en el mostrador. Entonces, tras analizar rápidamente mi idea y asegurarme de que no pareciera descabellado al decirlo en voz alta, expliqué:
–Verás, sugiero extraer a la fuerza el éter de su interior y almacenarlo en otro lugar, tal vez en un pergamino de hechizos o en algo similar que nos permita experimentar luego con el éter almacenado. Aunque no sé cómo extraerlo.
Pero poco importaba si yo sabía o no. Tenía a un arcanista maestro delante de mí.
–¿Tal vez podrías usar ese truco que usaste para mejorar el hechizo destruye estrellas del día de la alianza? Sería esta vez para multiplicar el éter del cuerno hasta que se desborde de este. Luego de que se desborde, deberá ir directo a donde queremos que se almacene. No obstante… –Dudando, fruncí los labios por un instante–. Si no funciona, tal vez tendríamos que… Bueno, sea cual sea el método, deberá hacerse dentro de una cúpula de energía. Ya sabes, para evitar que, si se nos sale de control, todo a alrededor termine petrificado. Y creo que una variación de tu runa de territorio podría servir.
Una runa que yo no sabía hacer. Ser consciente de mi incapacidad para llevar a cabo mis propias ideas era frustrante. Solté un suspiro.
–Pero, sea como sea, aunque me gustaría probar tus herramientas, no creo estar capacitado para algo como esto –admití–, y tú estás ocupado aquí… ¿No tienes un ayudante o algo muy oportuno para la ocasión?
Rauko
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Re: Trofeos olvidados [Feria de Invierno] [CERRADO]
Así que un herrero, igual que Eltrant. Tomé el cuerno de vuelta, pensando en las conclusiones del elfo, hasta que mencionó lo del día de la Alianza.
-Ah, lo viste. Pero no, esa runa era distinta... era para mejorar el flujo, no para aumentarlo.- dije. Había formas de hacerlo, sin embargo. Era la base de muchos catalizadores sin elementos: tenían un éter fácil de cambiar, por lo que mejoraban hechizos y magia elemental. Era lo que se usaba para encantamientos que mejorasen las habilidades de brujos y elfos. -Pero puedo hacer algo parecido. Viene a ser lo mismo con un paso extra, a decir verdad.- aseguré.
-Pero lo de la cúpula no sé si ayudaría. Es demasiado visible. Si estamos fuera, el interior queda distorsionado, y si estamos dentro, no tenemos protección.- musité. -Pero quizás... Si. Hay algo que puedo hacer, aunque es arriesgado. Puedo meterme yo mismo y absorber el éter con Eclipse... por supuesto, no podría salir de la burbuja. Necesitaría que me ayudases para tomar notas e introducir objetos en la esfera.- dije.
En cuanto Rauko preguntó si tenía algún ayudante, la puerta principal de la tienda se abrió.
-¡Zebun! Buen trabajo.- dije. El lagarto tenía en sus manos una pesada caja de madera, llena de materiales que había pedido. Me acerqué y la tomé con un brazo. Debía haber más de lo que había imaginado. -Dame eso. ¿Puedes quedarte en el mostrador? Tengo que experimentar con algo.- dije.
-Eh... vale, gracias... ¿supongo?- jadeó, sacudiendo la cabeza. No había mucha gente, no sería dificil. -¿Es algo peligroso?- Preguntó. Me quedé en silencio. Miré al elfo, y luego de vuelta al lagarto.
-Para nada. Pero si ves humo o cosas petrificandose, huye.- dije, poniendo la caja sobre mi hombro y haciendole un gesto a Rauko para que me siguiese. El lagarto suspiró, pero no dijo nada más.
Una vez arriba, vimos a Alba. La bruja parecía muy concentrada en aquella espada. Sin embargo, en cuanto notó los pasos, alzó la mirada. Dejé la caja a un lado y me puse a recolectar lo que necesitaba.
-Oh, hola. Soy Alba.- dijo, mirando al elfo. Sonrió ligeramente, pero no se levantó.
-Vamos a hacer una versión distinta de un pergamino. Termina con la espada y observa.- dije. Aparte de mi silla y la de la bruja, había otra más alejada en una esquina. Hice un gesto hacia ella para que Rauko se acomodase.
-Si, mi capitán.- respondió alegremente.
Una vez tomé los pinceles y herramientas que necesitaba, empecé a trabajar. No iba a tener al elfo mirando, por supuesto. Le daría cosas que hacer, aunque fuesen simples. Alcanzarme materiales, ponerlos en el mortero, activarlo para que empezase a funcionar por su cuenta... entre otras cosas. Tan sólo me limité a explicar las partes sencillas. Modificar un pergamino no era tan simple como cambiar una runa sin más. Había que encajar toda la combinación en sí, para que nada se negase entre sí.
Para aquello no necesitaba demasiado espacio, por lo que podía permitir que la barrera fuese algo más pequeña. Medio metro de radio sería suficiente... quizás un metro, para asegurarme. A cambio, nada mágico podría salir de la cúpula.
-Si hay algo que con lo que se te ocurra que pueda tener una reacción, es buen momento para decirlo.-
-Ah, lo viste. Pero no, esa runa era distinta... era para mejorar el flujo, no para aumentarlo.- dije. Había formas de hacerlo, sin embargo. Era la base de muchos catalizadores sin elementos: tenían un éter fácil de cambiar, por lo que mejoraban hechizos y magia elemental. Era lo que se usaba para encantamientos que mejorasen las habilidades de brujos y elfos. -Pero puedo hacer algo parecido. Viene a ser lo mismo con un paso extra, a decir verdad.- aseguré.
-Pero lo de la cúpula no sé si ayudaría. Es demasiado visible. Si estamos fuera, el interior queda distorsionado, y si estamos dentro, no tenemos protección.- musité. -Pero quizás... Si. Hay algo que puedo hacer, aunque es arriesgado. Puedo meterme yo mismo y absorber el éter con Eclipse... por supuesto, no podría salir de la burbuja. Necesitaría que me ayudases para tomar notas e introducir objetos en la esfera.- dije.
En cuanto Rauko preguntó si tenía algún ayudante, la puerta principal de la tienda se abrió.
-¡Zebun! Buen trabajo.- dije. El lagarto tenía en sus manos una pesada caja de madera, llena de materiales que había pedido. Me acerqué y la tomé con un brazo. Debía haber más de lo que había imaginado. -Dame eso. ¿Puedes quedarte en el mostrador? Tengo que experimentar con algo.- dije.
-Eh... vale, gracias... ¿supongo?- jadeó, sacudiendo la cabeza. No había mucha gente, no sería dificil. -¿Es algo peligroso?- Preguntó. Me quedé en silencio. Miré al elfo, y luego de vuelta al lagarto.
-Para nada. Pero si ves humo o cosas petrificandose, huye.- dije, poniendo la caja sobre mi hombro y haciendole un gesto a Rauko para que me siguiese. El lagarto suspiró, pero no dijo nada más.
Una vez arriba, vimos a Alba. La bruja parecía muy concentrada en aquella espada. Sin embargo, en cuanto notó los pasos, alzó la mirada. Dejé la caja a un lado y me puse a recolectar lo que necesitaba.
-Oh, hola. Soy Alba.- dijo, mirando al elfo. Sonrió ligeramente, pero no se levantó.
-Vamos a hacer una versión distinta de un pergamino. Termina con la espada y observa.- dije. Aparte de mi silla y la de la bruja, había otra más alejada en una esquina. Hice un gesto hacia ella para que Rauko se acomodase.
-Si, mi capitán.- respondió alegremente.
Una vez tomé los pinceles y herramientas que necesitaba, empecé a trabajar. No iba a tener al elfo mirando, por supuesto. Le daría cosas que hacer, aunque fuesen simples. Alcanzarme materiales, ponerlos en el mortero, activarlo para que empezase a funcionar por su cuenta... entre otras cosas. Tan sólo me limité a explicar las partes sencillas. Modificar un pergamino no era tan simple como cambiar una runa sin más. Había que encajar toda la combinación en sí, para que nada se negase entre sí.
Para aquello no necesitaba demasiado espacio, por lo que podía permitir que la barrera fuese algo más pequeña. Medio metro de radio sería suficiente... quizás un metro, para asegurarme. A cambio, nada mágico podría salir de la cúpula.
-Si hay algo que con lo que se te ocurra que pueda tener una reacción, es buen momento para decirlo.-
Asher Daregan
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Re: Trofeos olvidados [Feria de Invierno] [CERRADO]
Así que las runas de aquella vez no duplicaban éter, sino que mejoraban el flujo de este. Eso significaba que no serviría para esta ocasión. Y eso era decepcionante. Pero, afortunadamente, Asher sí sabía cómo hacer algo parecido a lo que sugerí. Sobre lo de la cúpula era algo un poco más complicado, pero nada imposible.
De pronto apareció oportunamente el hombre-lagarto, Zebun. Me limité a observar tranquilamente a Asher hablar con él, hasta que le dijo que huyera si veía lo que significaba nuestro fracaso. Sentí un escalofrío surcar mi columna vertebral al imaginar la situación. Me cuestioné si yo estaba tan aburrido como para arriesgarme a quedar petrificado. Entonces Asher me pidió que lo siguiera. En ese instante encontré la respuesta: sí. Además, me interesaba lo que podríamos obtener si teníamos éxito. Y si moría, pues… la vida estaba sobrevalorada.
Saludé al hombre-lagarto alzando una mano y seguí a Asher. Arriba encontramos a una chica de cabello corto.
–Oh, hola. Soy Rauko –fue mi respuesta a su saludo, aunque yo le mostré una sonrisa más amplia que la suya.
Tomé una silla y me acomodé para luego empezar a… ¿hacer qué, exactamente? Creí que un novato como yo poco o nada podría hacer para un trabajo como el que se requería, pero… Bueno, poco pude hacer. Solo tareas fáciles de realizar, lo que me permitía poder observar lo que Asher hacía y preguntarle sobre algún que otro paso que ejecutaba, intentando guardar toda información en mi memoria. Y no me molestó aquel rol; simplemente ver a un arcanista profesional trabajar era interesante.
Aunque, aun así, terminé por un momento abstraído en mis pensamientos, cada uno con menos relación con lo arcano, mientras mi cuerpo operaba por sí solo. Salí de mi ensimismamiento cuando Asher habló. Y puede que mi rostro no lo expresara, pero sus palabras me confundieron. ¿Algo que hiciera reaccionar qué? ¿De qué estábamos hablando? ¿Del cuerno o de la cúpula de energía? ¿Cuánto tiempo llevaba ensimismado? ¿Tener tanto pelaje no es molesto en verano? Sin saber a lo que se refería, pensé en las distintas posibilidades por unos instantes y después contesté sencillamente:
–Lo lamento, pero no se me ocurre nada. –Me encogí de hombros–. ¿Tú no tienes alguna idea, Alba? –pregunté casualmente a la chica. Procedí a darle a Asher el espacio que necesitaba para activar las runas y chequeé que todos los instrumentos que necesitaríamos para la siguiente fase estuvieran a mano. Unos momentos después comenté–: Por cierto, no es que sea pesimista, pero –agregué mientras me aseguraba de que tenía un anillo tragaéter guardado en uno de mis bolsillos, solo por precaución, aunque esperaba no tener que llegar a usarlo esta vez–, solo para estar seguros, si esto resulta muy mal y la cúpula no logra detener una hipotética nube de humo petrificante, ¿hay un plan de emergencia?
De pronto apareció oportunamente el hombre-lagarto, Zebun. Me limité a observar tranquilamente a Asher hablar con él, hasta que le dijo que huyera si veía lo que significaba nuestro fracaso. Sentí un escalofrío surcar mi columna vertebral al imaginar la situación. Me cuestioné si yo estaba tan aburrido como para arriesgarme a quedar petrificado. Entonces Asher me pidió que lo siguiera. En ese instante encontré la respuesta: sí. Además, me interesaba lo que podríamos obtener si teníamos éxito. Y si moría, pues… la vida estaba sobrevalorada.
Saludé al hombre-lagarto alzando una mano y seguí a Asher. Arriba encontramos a una chica de cabello corto.
–Oh, hola. Soy Rauko –fue mi respuesta a su saludo, aunque yo le mostré una sonrisa más amplia que la suya.
Tomé una silla y me acomodé para luego empezar a… ¿hacer qué, exactamente? Creí que un novato como yo poco o nada podría hacer para un trabajo como el que se requería, pero… Bueno, poco pude hacer. Solo tareas fáciles de realizar, lo que me permitía poder observar lo que Asher hacía y preguntarle sobre algún que otro paso que ejecutaba, intentando guardar toda información en mi memoria. Y no me molestó aquel rol; simplemente ver a un arcanista profesional trabajar era interesante.
Aunque, aun así, terminé por un momento abstraído en mis pensamientos, cada uno con menos relación con lo arcano, mientras mi cuerpo operaba por sí solo. Salí de mi ensimismamiento cuando Asher habló. Y puede que mi rostro no lo expresara, pero sus palabras me confundieron. ¿Algo que hiciera reaccionar qué? ¿De qué estábamos hablando? ¿Del cuerno o de la cúpula de energía? ¿Cuánto tiempo llevaba ensimismado? ¿Tener tanto pelaje no es molesto en verano? Sin saber a lo que se refería, pensé en las distintas posibilidades por unos instantes y después contesté sencillamente:
–Lo lamento, pero no se me ocurre nada. –Me encogí de hombros–. ¿Tú no tienes alguna idea, Alba? –pregunté casualmente a la chica. Procedí a darle a Asher el espacio que necesitaba para activar las runas y chequeé que todos los instrumentos que necesitaríamos para la siguiente fase estuvieran a mano. Unos momentos después comenté–: Por cierto, no es que sea pesimista, pero –agregué mientras me aseguraba de que tenía un anillo tragaéter guardado en uno de mis bolsillos, solo por precaución, aunque esperaba no tener que llegar a usarlo esta vez–, solo para estar seguros, si esto resulta muy mal y la cúpula no logra detener una hipotética nube de humo petrificante, ¿hay un plan de emergencia?
Rauko
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Re: Trofeos olvidados [Feria de Invierno] [CERRADO]
-Por supuesto.- aseguré. Era comprensible que tuviese dudas al respecto. Era peligroso, después de todo. -Para empezar, interrumpir el flujo del éter haría que dejase de aumentar... pero explicaré eso luego. Alba es una bruja de viento, de todos modos. Si se trata de una nube, podría mantenerla bajo control.- aseguré.
-¿Qu... humo petrificante?- repitió -¿Asher? ¿Es esto algo peligroso?-
-¿Te sentirías mejor si te dijese que lo es, o que no estoy seguro?- pregunté, sonriendo.-
-¿...No?-
-Bueno, resuelto entonces.- dije. Sabiendo que aquello no iba a ser suficiente explicación, suspiré y le dejé algo más claro lo que estábamos haciendo. Pese a todo, pareció más tranquila al respecto.
-Vale, vale... experimentamos, entonces. En el Hekshold solíamos probar reacciones con los elementos. En entornos seguros, claro. Agua, viento, tierra... fuego, algunos.- añadió, bajando el tono considerablemente para esas dos últimas palabras.
-¿Algunos?-
-Se les conoce como "descejados".- afirmó. Suficiente, supuse. -Algunos "descarados".- Oh, no. Esbocé una mueca.
-Menos mal que ahora hay elfos.- dije, volviendo al trabajo. Los elementos... agua y tierra eran fáciles de conseguir. Para viento, teníamos a Alba. Y para fuego... tenía formas de hacerlo, una runa simple sería más que suficiente. Tenía curiosidad por ver los resultados. Poco después, terminé con el pergamino y me levanté.
Coloqué el pergamino, aún enrollado, en el suelo a unos metros. Allí tenía espacio suficiente, sin muebles de por medio. Siguiendo mis indicaciones, Alba trajo un cuenco con agua y uno con arena, aunque los dejó algo apartados. También trajo varias piedras del tamaño de un puño, brillantes y repletas de éter.
-Vale. Si podeis tomar notas, lo agradecería.- dije, grabando un círculo arcano en el suelo con tiza. El círculo denotaba los límites de la cúpula, y se extendía algo más, dejando otros círculos más pequeños en el exterior unidos al principal.
Desplegué el pergamino. La cúpula se formó casi al instante, mayormente translúcida. Era gruesa, lo suficiente para aguantar un golpe o dos. Todo lo que no fuese yo o sujetase personalmente sería incapaz de cruzarla.
-Bien, coloca las piedras.- dije. En el centro de todo, coloqué el cuerno. Y en cuanto Alba puso los cristales en su sitio, empezó a emitir humo. Chasqueé los dedos, y mi espada se materializó en mi mano, brillando azul. Al instante, el humo empezó a ser absorbido por las runas de esta, y mi cuerpo se iluminó en sincronía. [1] Las runas se volvieron grises, y una capa de piedra empezó a cubrir mi piel.
-¿Asher?- preguntó Alba. Sonaba preocupada.
-Estoy bien.- dije, flexionando los dedos. Podía moverme sin dificultad. De hecho, mi propio cuerpo parecía estar desprendiendo parte del humo petrificante. Interesante. -Pero es dificil ver. ¿Puedes mover el aire de dentro, despejarlo un poco?-
Tras unos segundos, el humo se concentró en la parte de atrás de la esfera, dejandome ver claramente a Rauko y a la bruja. Saludé con un gesto.
-La madera del suelo parece haberse petrificado, pero la tiza no.- observé. Golpeé el suelo con los nudillos. -¿Observaciones?-
[1] Habilidad: Absorber
Comienza el experimento. Siéntete libre de poner reacciones frente a materiales, imprevistos, o cualquier cosa que se te ocurra. Puedes manejar a Alba, si quieres.
-¿Qu... humo petrificante?- repitió -¿Asher? ¿Es esto algo peligroso?-
-¿Te sentirías mejor si te dijese que lo es, o que no estoy seguro?- pregunté, sonriendo.-
-¿...No?-
-Bueno, resuelto entonces.- dije. Sabiendo que aquello no iba a ser suficiente explicación, suspiré y le dejé algo más claro lo que estábamos haciendo. Pese a todo, pareció más tranquila al respecto.
-Vale, vale... experimentamos, entonces. En el Hekshold solíamos probar reacciones con los elementos. En entornos seguros, claro. Agua, viento, tierra... fuego, algunos.- añadió, bajando el tono considerablemente para esas dos últimas palabras.
-¿Algunos?-
-Se les conoce como "descejados".- afirmó. Suficiente, supuse. -Algunos "descarados".- Oh, no. Esbocé una mueca.
-Menos mal que ahora hay elfos.- dije, volviendo al trabajo. Los elementos... agua y tierra eran fáciles de conseguir. Para viento, teníamos a Alba. Y para fuego... tenía formas de hacerlo, una runa simple sería más que suficiente. Tenía curiosidad por ver los resultados. Poco después, terminé con el pergamino y me levanté.
Coloqué el pergamino, aún enrollado, en el suelo a unos metros. Allí tenía espacio suficiente, sin muebles de por medio. Siguiendo mis indicaciones, Alba trajo un cuenco con agua y uno con arena, aunque los dejó algo apartados. También trajo varias piedras del tamaño de un puño, brillantes y repletas de éter.
-Vale. Si podeis tomar notas, lo agradecería.- dije, grabando un círculo arcano en el suelo con tiza. El círculo denotaba los límites de la cúpula, y se extendía algo más, dejando otros círculos más pequeños en el exterior unidos al principal.
Desplegué el pergamino. La cúpula se formó casi al instante, mayormente translúcida. Era gruesa, lo suficiente para aguantar un golpe o dos. Todo lo que no fuese yo o sujetase personalmente sería incapaz de cruzarla.
-Bien, coloca las piedras.- dije. En el centro de todo, coloqué el cuerno. Y en cuanto Alba puso los cristales en su sitio, empezó a emitir humo. Chasqueé los dedos, y mi espada se materializó en mi mano, brillando azul. Al instante, el humo empezó a ser absorbido por las runas de esta, y mi cuerpo se iluminó en sincronía. [1] Las runas se volvieron grises, y una capa de piedra empezó a cubrir mi piel.
-¿Asher?- preguntó Alba. Sonaba preocupada.
-Estoy bien.- dije, flexionando los dedos. Podía moverme sin dificultad. De hecho, mi propio cuerpo parecía estar desprendiendo parte del humo petrificante. Interesante. -Pero es dificil ver. ¿Puedes mover el aire de dentro, despejarlo un poco?-
Tras unos segundos, el humo se concentró en la parte de atrás de la esfera, dejandome ver claramente a Rauko y a la bruja. Saludé con un gesto.
-La madera del suelo parece haberse petrificado, pero la tiza no.- observé. Golpeé el suelo con los nudillos. -¿Observaciones?-
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[1] Habilidad: Absorber
Comienza el experimento. Siéntete libre de poner reacciones frente a materiales, imprevistos, o cualquier cosa que se te ocurra. Puedes manejar a Alba, si quieres.
Última edición por Asher Daregan el Sáb Mar 28 2020, 22:53, editado 1 vez
Asher Daregan
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Re: Trofeos olvidados [Feria de Invierno] [CERRADO]
Como era de esperarse, sí tenía un plan. Eso era un alivio. Aunque su compañera no parecía estar del todo segura, aun así. Los observé en silencio, disfrutando de la cómica interacción entre ambos. Cuando Alba comentó sobre los «descejados», mis labios se curvaron en una sonrisa. Podría haberme reído, y casi lo hice, pero el impulso para hacerlo desapareció en cuanto añadió «descarados».
Me recordó a ciertos chistes sin gracia del vampiro Bio.
No nos tomó mucho iniciar finalmente con el experimento. Me encargué de tomar notas de lo que veía, aunque dejé de escribir al ver desaparecer dentro de una nube de humo a Asher. Por fortuna, su hechizo demostró ser bastante efectivo para protegerlo de la petrificación, tanto que consideré desarrollar un hechizo propio que pudiera imitar el suyo de cierta manera. Pero eso sería para otro día.
Respondí al saludo de Asher agitando mi mano derecha y proseguí a escribir los últimos detalles. Entonces me acerqué a la cúpula. Observé detenidamente su interior, presionando mis labios con mi pulgar derecho.
Fascinante. Realmente había funcionado.
Decidí sacar un anillo tragaéter y lo acerqué a la cúpula, evitando que tuvieran contacto directo. Parte de la nube de humo se trasladó a mi dirección, aunque sin poder atravesar la barrera. Aquello no lo hice exactamente pensando en examinar la naturaleza del humo, sino para probar cierta capacidad del anillo, pero preferí no mencionar eso.
–¿Cómo hiciste eso? –preguntó Alba con curiosidad.
–Este pequeño anillo puede absorber un hechizo mágico –expliqué mostrándole el anillo, aunque sin darle demasiada importancia a aquello–. Bien, veamos cómo el humo petrificante petrifica –agregué ansioso por la siguiente fase. Busqué el cuenco con agua y se la entregué a Asher.
Una capa de piedra se generó alrededor del cuenco al entrar en contacto con el humo. El agua, por su parte, comenzando desde la superficie, fue transformándose en un barro gris y luego en piedra, eso en apenas un par de segundos. No obstante, solo la mitad superior terminó completamente sólida mientras que el resto quedó con la petrificación a medias.
–¿Hay alguna diferencia con la forma en la que el… dragón nigromante petrificaba? –pregunté–. Quiero decir, ¿él sí hubiera petrificado por completo el agua?
Escribí rápidamente los últimos detalles antes de introducir el cuenco con arena. Este caso fue diferente: la arena, toda la arena, se tornó gris ceniza y hasta parecía que su volumen incrementó muy ligeramente.
–Me pregunto si un tensái de tierra puede usar su magia con objetos petrificados –pensé en voz alta.
De pronto me olvidé de eso y se me ocurrió probar algo más. Arranqué una hoja el cuaderno de apuntes y escribí en ella una runa sencilla, la cual imbuí con un poco de mi éter. Cuando la hoja empezó a desprender un tenue brillo blanco, se la entregué a Asher. No tardó en petrificarse como los cuencos, pero la runa siguió brillando a pesar de eso.
–Parece que no afecta a los encantamientos –dije, a pesar de que no era necesario señalar lo evidente–. Creo que ahora solo falta un elemento, ¿no?
Me recordó a ciertos chistes sin gracia del vampiro Bio.
No nos tomó mucho iniciar finalmente con el experimento. Me encargué de tomar notas de lo que veía, aunque dejé de escribir al ver desaparecer dentro de una nube de humo a Asher. Por fortuna, su hechizo demostró ser bastante efectivo para protegerlo de la petrificación, tanto que consideré desarrollar un hechizo propio que pudiera imitar el suyo de cierta manera. Pero eso sería para otro día.
Respondí al saludo de Asher agitando mi mano derecha y proseguí a escribir los últimos detalles. Entonces me acerqué a la cúpula. Observé detenidamente su interior, presionando mis labios con mi pulgar derecho.
Fascinante. Realmente había funcionado.
Decidí sacar un anillo tragaéter y lo acerqué a la cúpula, evitando que tuvieran contacto directo. Parte de la nube de humo se trasladó a mi dirección, aunque sin poder atravesar la barrera. Aquello no lo hice exactamente pensando en examinar la naturaleza del humo, sino para probar cierta capacidad del anillo, pero preferí no mencionar eso.
–¿Cómo hiciste eso? –preguntó Alba con curiosidad.
–Este pequeño anillo puede absorber un hechizo mágico –expliqué mostrándole el anillo, aunque sin darle demasiada importancia a aquello–. Bien, veamos cómo el humo petrificante petrifica –agregué ansioso por la siguiente fase. Busqué el cuenco con agua y se la entregué a Asher.
Una capa de piedra se generó alrededor del cuenco al entrar en contacto con el humo. El agua, por su parte, comenzando desde la superficie, fue transformándose en un barro gris y luego en piedra, eso en apenas un par de segundos. No obstante, solo la mitad superior terminó completamente sólida mientras que el resto quedó con la petrificación a medias.
–¿Hay alguna diferencia con la forma en la que el… dragón nigromante petrificaba? –pregunté–. Quiero decir, ¿él sí hubiera petrificado por completo el agua?
Escribí rápidamente los últimos detalles antes de introducir el cuenco con arena. Este caso fue diferente: la arena, toda la arena, se tornó gris ceniza y hasta parecía que su volumen incrementó muy ligeramente.
–Me pregunto si un tensái de tierra puede usar su magia con objetos petrificados –pensé en voz alta.
De pronto me olvidé de eso y se me ocurrió probar algo más. Arranqué una hoja el cuaderno de apuntes y escribí en ella una runa sencilla, la cual imbuí con un poco de mi éter. Cuando la hoja empezó a desprender un tenue brillo blanco, se la entregué a Asher. No tardó en petrificarse como los cuencos, pero la runa siguió brillando a pesar de eso.
–Parece que no afecta a los encantamientos –dije, a pesar de que no era necesario señalar lo evidente–. Creo que ahora solo falta un elemento, ¿no?
Rauko
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Re: Trofeos olvidados [Feria de Invierno] [CERRADO]
Ese anillo de Rauko... interesante. Parecía un principio similar al de algunos pergaminos que podía hacer. Y a...
-Oh. ¿Lo hiciste con el polvo de cristal? ¿El de esa cosa que matamos?- pregunté con curiosidad. Debía haber supuesto que sacaría sus propias técnicas. Era ingenioso, sin duda. El elfo continuó escribiendo y experimentando. Miré los resultados con satisfacción. Era casi como un puzzle que nos daba pistas de una en una. Tras probar con el agua, hizo una pregunta que no estaba seguro de como contestar.
-No sabría decirte. Aunque combatimos junto a un lago, no tuve mucho tiempo de experimentar realmente.- dije. -Y tampoco parecía dispuesto a responder preguntas.- El hecho de que fuese hace varios años tampoco ayudaba, ciertamente. -Creo que el humo no puede perforar la superficie que ya ha petrificado... por eso no llega del todo al fondo. Pero convertir la superficie en sólido puede dejar a alguien en problemas, sin duda.- añadí, pensando en las posibles aplicaciones prácticas.
-Interesante. Por lo que parece... no puede interferir con la magia ajena, salvo que esta interactue especificamente con otra magia.- dije, interesado. -Sin duda afectaría a los ingredientes separados, pero al estar en conjunto en una runa, el flujo del éter debe estar protegiéndolos.-
Aquello era fascinante. La perspectiva de Rauko también estaba resultando muy útil, aunque no iba a decir eso en voz alta.
-Bien, probemos con fuego. Se me ocurren tres formas.- en el suelo había una vela, pero íbamos a necesitar algo más. -Alba, busca en ese cajón. Debe haber dolomía lunar por allí.- señalé. Una vez la bruja obedeció, empecé a explicar. -Es una roca de la Isla Lunar. Curiosamente, puede arder, y durante bastante tiempo.-
Siguiendo mis instrucciones, Alba dibujó una runa de fuego en un papel, formando una llama del centro de esta. Utilizó la misma llama para prender tanto la vela como la punta de la roca rosada, y a continuación, pasó los objetos al interior de la burbuja.
La vela no tardó más de unos segundos en petrificarse y apagarse. La runa, por otra parte, no se apagó, contribuyendo a mi teoría. Finalmente, introdujo la roca. Al ser una piedra, no se petrificó más de lo que ya estaba: solo la superficie cambió de color, de forma similar a la arena. La llama perdió intensidad, pero tras unos diez segundos, volvió a recobrar su fuerza original.
Probé a tocar la roca con mi mano. Al hacerlo, parte de la capa exterior cayó al suelo, revelando el color original de la piedra.
-Interesante. Parece que nuestro humo no transmuta, sino que cubre las cosas de piedra.- dije -No interactua con el aire ni el fuego: sospecho que el aire tiene poca materia que transformar.- añadí, llevándome la mano al mentón.
-Pero la vela si la apagó.- dijo Alba.
-Claro, porque la fuente de combustible pasó a ser de piedra.- expliqué. -La dolomia tiene muchos poros en su interior. Esta variedad, en especifico, se usa para encantamientos que ayudan a moverse por el agua. Por ponerlo de forma simple, es como si almacenase aire en sus huecos.- continué. El que fuese una roca y no algo orgánico podía tener algo que ver, también.
Probé a rascar la madera del suelo. La capa petrificada no se desprendió tan fácilmente como la de la piedra.
-Hmm. Parece ser que es más fácil de sacar en cosas que ya son de tierra, quizás...-
-Oh. ¿Lo hiciste con el polvo de cristal? ¿El de esa cosa que matamos?- pregunté con curiosidad. Debía haber supuesto que sacaría sus propias técnicas. Era ingenioso, sin duda. El elfo continuó escribiendo y experimentando. Miré los resultados con satisfacción. Era casi como un puzzle que nos daba pistas de una en una. Tras probar con el agua, hizo una pregunta que no estaba seguro de como contestar.
-No sabría decirte. Aunque combatimos junto a un lago, no tuve mucho tiempo de experimentar realmente.- dije. -Y tampoco parecía dispuesto a responder preguntas.- El hecho de que fuese hace varios años tampoco ayudaba, ciertamente. -Creo que el humo no puede perforar la superficie que ya ha petrificado... por eso no llega del todo al fondo. Pero convertir la superficie en sólido puede dejar a alguien en problemas, sin duda.- añadí, pensando en las posibles aplicaciones prácticas.
-Interesante. Por lo que parece... no puede interferir con la magia ajena, salvo que esta interactue especificamente con otra magia.- dije, interesado. -Sin duda afectaría a los ingredientes separados, pero al estar en conjunto en una runa, el flujo del éter debe estar protegiéndolos.-
Aquello era fascinante. La perspectiva de Rauko también estaba resultando muy útil, aunque no iba a decir eso en voz alta.
-Bien, probemos con fuego. Se me ocurren tres formas.- en el suelo había una vela, pero íbamos a necesitar algo más. -Alba, busca en ese cajón. Debe haber dolomía lunar por allí.- señalé. Una vez la bruja obedeció, empecé a explicar. -Es una roca de la Isla Lunar. Curiosamente, puede arder, y durante bastante tiempo.-
Siguiendo mis instrucciones, Alba dibujó una runa de fuego en un papel, formando una llama del centro de esta. Utilizó la misma llama para prender tanto la vela como la punta de la roca rosada, y a continuación, pasó los objetos al interior de la burbuja.
La vela no tardó más de unos segundos en petrificarse y apagarse. La runa, por otra parte, no se apagó, contribuyendo a mi teoría. Finalmente, introdujo la roca. Al ser una piedra, no se petrificó más de lo que ya estaba: solo la superficie cambió de color, de forma similar a la arena. La llama perdió intensidad, pero tras unos diez segundos, volvió a recobrar su fuerza original.
Probé a tocar la roca con mi mano. Al hacerlo, parte de la capa exterior cayó al suelo, revelando el color original de la piedra.
-Interesante. Parece que nuestro humo no transmuta, sino que cubre las cosas de piedra.- dije -No interactua con el aire ni el fuego: sospecho que el aire tiene poca materia que transformar.- añadí, llevándome la mano al mentón.
-Pero la vela si la apagó.- dijo Alba.
-Claro, porque la fuente de combustible pasó a ser de piedra.- expliqué. -La dolomia tiene muchos poros en su interior. Esta variedad, en especifico, se usa para encantamientos que ayudan a moverse por el agua. Por ponerlo de forma simple, es como si almacenase aire en sus huecos.- continué. El que fuese una roca y no algo orgánico podía tener algo que ver, también.
Probé a rascar la madera del suelo. La capa petrificada no se desprendió tan fácilmente como la de la piedra.
-Hmm. Parece ser que es más fácil de sacar en cosas que ya son de tierra, quizás...-
Asher Daregan
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Re: Trofeos olvidados [Feria de Invierno] [CERRADO]
El anillo también despertó algo de curiosidad en Asher. No me esperaba eso, pero sin duda alguna no me parecía motivo de queja que a un maestro arcanista le pareciera interesante uno de mis trabajos. Al parecer yo era más genial de lo que creí, supuse.
–Oh, sí. Acertaste –afirmé con una media sonrisa–. Y se supone que debería convertir en fuerza física para el portador el éter que absorba. Pero después del día de la alianza… ya no hace eso –confesé, con algo de pesar–. Muchos objetos mágicos se… «estropearon» en ese día. –Y eso fue demasiado problemático.
Mientras continuábamos con el experimento, Asher fue respondiendo mis dudas lo mejor que podía y explicando sobre los fenómenos que observábamos.
Observé en silencio el experimento con el fuego, mi pulgar derecho presionando mis labios. Al finalizar, se formó en mi mente una línea de pensamientos que pasó de la dolomia a vestimentas extrañas de algunos brujos. Aunque no tardé mucho en volver en sí.
Escribí los últimos detalles descubiertos antes de considerar nuevos «elementos» con los que probar el humo petrificante.
–Oh, oh, quiero intentar algo más –dije antes de sacar dos manzanas de mi pequeño bolso–. Alba, intenta alejar el humo de las manzanas, ¿vale? –pedí. Al verla asentir, introduje el par de frutas dentro de la cúpula, con una buena distancia entre ambas–. Bueno, intenta concentrar el humo en una manzana y deja que la otra se petrifique sin intervenir.
Como era de esperarse, se petrificó mucho más rápido la que estuvo expuesta al humo concentrado. Pero eso no era lo que quería ver. Tras pedir que me regresaran las manzanas, sostuve cada una en una mano. Las examiné, notando ciertas diferencias.
–Una no solo se petrificó más rápido, sino que es… más pesada que la otra… y su capa de piedra es ligeramente más gruesa –comenté.
Lo siguiente fue usar una de mis dagas para cortarlas por la mitad.
–La que se petrificó sin intervención solamente tiene una capa de piedra alrededor, pero la otra… –Acerqué dicha manzana a mi rostro, mirándola detenidamente–. La otra, de cierta manera, sufrió algo un poco similar al agua; es difícil notarlo, pero la cáscara, aunque no se convirtió en piedra, tiene una dureza y color grisáceo ligeramente, muy ligeramente, mayor a lo que debería.
Imbuí el centro de las manzanas con mi éter, el cual hice que saliera de golpe. La pequeña ráfaga de energía destruyó las capas de piedra e incluso hizo recuperar la dureza y color natural a una de las manzanas. Eso me hizo pensar en algo más.
–Vale, esto será un poco tonto, pero…
Guardé los restos de las manzanas, me quité el guante izquierdo e introduje valientemente la mano desnuda dentro de la cúpula. Primero cubrí la piel con una enorme capa de éter, que sirvió para evitar que el humo lograra alcanzarla con facilidad. Entonces introduje el éter al interior de mi mano, y una capa de piedra empezó a cubrirla.
Saqué la mano cuando estuvo totalmente petrificada. A pesar de lo que aparentaba, no lo sentía grave. Y no lo era. Para destruir la capa de piedra no hizo falta más invertir unos cuantos segundos en golpear, cortar y rascar con mi daga.
–Interesante –murmuré. Tras probar la movilidad de mi mano, dije–: Mover los dedos es muy difícil, incluso causa un poco de dolor. –Y la piel expuesta al humo, desde la punta de los dedos hasta la muñeca, se había tornado gris. Me limpié la mano en mi ropa, pero el color grisáceo no desapareció–. Puede que haya transmutado mi piel o penetró mi piel como lo haría… ¿la tinta de los tatuajes?
Introduje de nuevo la mano en la cúpula y de dicha mano liberé una pequeña descarga de éter a su alrededor. Saqué la mano y ahora tenía su movilidad y color natural. La descarga expulsó también lo que tiñó mi piel, deduje.
–Bueno, supongo que es la segunda opción –dije mientras me aseguraba de que podía moverla como de costumbre.
–Oh, sí. Acertaste –afirmé con una media sonrisa–. Y se supone que debería convertir en fuerza física para el portador el éter que absorba. Pero después del día de la alianza… ya no hace eso –confesé, con algo de pesar–. Muchos objetos mágicos se… «estropearon» en ese día. –Y eso fue demasiado problemático.
Mientras continuábamos con el experimento, Asher fue respondiendo mis dudas lo mejor que podía y explicando sobre los fenómenos que observábamos.
Observé en silencio el experimento con el fuego, mi pulgar derecho presionando mis labios. Al finalizar, se formó en mi mente una línea de pensamientos que pasó de la dolomia a vestimentas extrañas de algunos brujos. Aunque no tardé mucho en volver en sí.
Escribí los últimos detalles descubiertos antes de considerar nuevos «elementos» con los que probar el humo petrificante.
–Oh, oh, quiero intentar algo más –dije antes de sacar dos manzanas de mi pequeño bolso–. Alba, intenta alejar el humo de las manzanas, ¿vale? –pedí. Al verla asentir, introduje el par de frutas dentro de la cúpula, con una buena distancia entre ambas–. Bueno, intenta concentrar el humo en una manzana y deja que la otra se petrifique sin intervenir.
Como era de esperarse, se petrificó mucho más rápido la que estuvo expuesta al humo concentrado. Pero eso no era lo que quería ver. Tras pedir que me regresaran las manzanas, sostuve cada una en una mano. Las examiné, notando ciertas diferencias.
–Una no solo se petrificó más rápido, sino que es… más pesada que la otra… y su capa de piedra es ligeramente más gruesa –comenté.
Lo siguiente fue usar una de mis dagas para cortarlas por la mitad.
–La que se petrificó sin intervención solamente tiene una capa de piedra alrededor, pero la otra… –Acerqué dicha manzana a mi rostro, mirándola detenidamente–. La otra, de cierta manera, sufrió algo un poco similar al agua; es difícil notarlo, pero la cáscara, aunque no se convirtió en piedra, tiene una dureza y color grisáceo ligeramente, muy ligeramente, mayor a lo que debería.
Imbuí el centro de las manzanas con mi éter, el cual hice que saliera de golpe. La pequeña ráfaga de energía destruyó las capas de piedra e incluso hizo recuperar la dureza y color natural a una de las manzanas. Eso me hizo pensar en algo más.
–Vale, esto será un poco tonto, pero…
Guardé los restos de las manzanas, me quité el guante izquierdo e introduje valientemente la mano desnuda dentro de la cúpula. Primero cubrí la piel con una enorme capa de éter, que sirvió para evitar que el humo lograra alcanzarla con facilidad. Entonces introduje el éter al interior de mi mano, y una capa de piedra empezó a cubrirla.
Saqué la mano cuando estuvo totalmente petrificada. A pesar de lo que aparentaba, no lo sentía grave. Y no lo era. Para destruir la capa de piedra no hizo falta más invertir unos cuantos segundos en golpear, cortar y rascar con mi daga.
–Interesante –murmuré. Tras probar la movilidad de mi mano, dije–: Mover los dedos es muy difícil, incluso causa un poco de dolor. –Y la piel expuesta al humo, desde la punta de los dedos hasta la muñeca, se había tornado gris. Me limpié la mano en mi ropa, pero el color grisáceo no desapareció–. Puede que haya transmutado mi piel o penetró mi piel como lo haría… ¿la tinta de los tatuajes?
Introduje de nuevo la mano en la cúpula y de dicha mano liberé una pequeña descarga de éter a su alrededor. Saqué la mano y ahora tenía su movilidad y color natural. La descarga expulsó también lo que tiñó mi piel, deduje.
–Bueno, supongo que es la segunda opción –dije mientras me aseguraba de que podía moverla como de costumbre.
Rauko
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Re: Trofeos olvidados [Feria de Invierno] [CERRADO]
-La exposición prolongada puede afectar al interior también, hmm...- musité, mirando las manzanas. Casi salté al ver que el elfo aventuraba su brazo al interior de la barrera. Pero viendo como no salía gritando ni la petrificación se extendía por su cuerpo, no debía de ser tan problemático como pensaba.
Empezaba a exceder mi límite de tiempo. Había dejado de emitir el humo por mi cuerpo, y era cuestión de tiempo que perdiese los efectos por completo. Por ello, empecé a salir de la burbuja. Los restos de piedra que habían cubierto mi armadura empezaron a desvanecerse: eran producto de la absorción de Eclipse, después de todo. No del humo.
-Así que la magia ajena repele el efecto petrificante...- musité, pensativo. Aquello lo limitaba un poco, aunque era una forma segura de neutralizar algo extremadamente peligroso. -Se me están ocurriendo algunos usos prácticos. Cubrir algo de piedra temporalmente puede ser muy útil.- comencé, interesado.
Habíamos hecho toda la observación que podíamos por el momento. Moví los cristales del círculo, y el cuerno dejó de emitir su humo. Iba a tener que dispersar el interior de la cúpula, pero tenía pergaminos que podían servir para ello. Continué hablando mientras iba a buscarlos.
-Para ti mismo, podría ser altamente defensivo. Tanto por la dureza como por el peso. Bien canalizada, una capa de piedra podría detener un buen golpe físico.- comenté. Por supuesto, no pararía nada mágico, como había hecho evidente Rauko. -Pero cubrir a un enemigo de piedra para impedir que se mueva también parece útil. Podría ser devastador frente a alguien que está volando. O nadando.- Me llevé la mano al mentón. ¿En que podría ponerlo? ¿Una armadura? ¿Un pergamino? ¿O quizás un proyectil?
-Típico, descubres algo y ya estás pensando en como matar cosas con ello.- dijo Alba, negando dramáticamente con la cabeza.
-¿Para qué lo usarías tú?- pregunté, arqueando una ceja mientras sonreía. La bruja se quedó pensativa unos instantes.
-Mmmh... Podría usarse para detener incendios, por ejemplo.- propuso. -Mientras no sea una piedra lo que se esté quemando.- Ladeé la cabeza. No era mala idea, realmente. -O podría servir para decorar. Un jardín de piedra sería bastante bonito.-
Aquello ya era menos convincente. Había muchas formas mejores de hacer encantamientos decorativos. Sería un desperdicio el usar algo con aplicación práctica para ello.
-También podría sellar una puerta o ventana, quizás. Pero ya hay encantamientos para eso. ¿Arreglar grietas en una pared, quizás?- continuó. No eran malas ideas. -¿Se te ocurre algo, Rauko?-
Empezaba a exceder mi límite de tiempo. Había dejado de emitir el humo por mi cuerpo, y era cuestión de tiempo que perdiese los efectos por completo. Por ello, empecé a salir de la burbuja. Los restos de piedra que habían cubierto mi armadura empezaron a desvanecerse: eran producto de la absorción de Eclipse, después de todo. No del humo.
-Así que la magia ajena repele el efecto petrificante...- musité, pensativo. Aquello lo limitaba un poco, aunque era una forma segura de neutralizar algo extremadamente peligroso. -Se me están ocurriendo algunos usos prácticos. Cubrir algo de piedra temporalmente puede ser muy útil.- comencé, interesado.
Habíamos hecho toda la observación que podíamos por el momento. Moví los cristales del círculo, y el cuerno dejó de emitir su humo. Iba a tener que dispersar el interior de la cúpula, pero tenía pergaminos que podían servir para ello. Continué hablando mientras iba a buscarlos.
-Para ti mismo, podría ser altamente defensivo. Tanto por la dureza como por el peso. Bien canalizada, una capa de piedra podría detener un buen golpe físico.- comenté. Por supuesto, no pararía nada mágico, como había hecho evidente Rauko. -Pero cubrir a un enemigo de piedra para impedir que se mueva también parece útil. Podría ser devastador frente a alguien que está volando. O nadando.- Me llevé la mano al mentón. ¿En que podría ponerlo? ¿Una armadura? ¿Un pergamino? ¿O quizás un proyectil?
-Típico, descubres algo y ya estás pensando en como matar cosas con ello.- dijo Alba, negando dramáticamente con la cabeza.
-¿Para qué lo usarías tú?- pregunté, arqueando una ceja mientras sonreía. La bruja se quedó pensativa unos instantes.
-Mmmh... Podría usarse para detener incendios, por ejemplo.- propuso. -Mientras no sea una piedra lo que se esté quemando.- Ladeé la cabeza. No era mala idea, realmente. -O podría servir para decorar. Un jardín de piedra sería bastante bonito.-
Aquello ya era menos convincente. Había muchas formas mejores de hacer encantamientos decorativos. Sería un desperdicio el usar algo con aplicación práctica para ello.
-También podría sellar una puerta o ventana, quizás. Pero ya hay encantamientos para eso. ¿Arreglar grietas en una pared, quizás?- continuó. No eran malas ideas. -¿Se te ocurre algo, Rauko?-
Asher Daregan
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Re: Trofeos olvidados [Feria de Invierno] [CERRADO]
Sea cual fuera el hechizo que le permitía a Asher estar dentro de la cúpula sin problemas, parecía estar llegando a su fin. Entonces salió, y dio unas cuantas ideas de cómo usar la petrificación. Imaginé tales ideas en la práctica, y pensé en ciertas posibilidades que harían de aquel humo más peligroso de lo que pudo parecer durante la experimentación.
Antes de mencionar algo, Alba hizo un comentario sobre la mentalidad bélica del hombre-perro. Mis labios se curvaron en una pequeña sonrisa; él no era el único en pensar así en el lugar.
Alba, entonces, mostró sus propias sugerencias. A pesar de que reconocí que podrían existir mejores maneras de hacer lo que ella planteó, tal vez yo mismo, si lograba conseguir humo petrificante, mi emoción por estrenarlo me haría darle usos más banales.
Alba, al finalizar, me preguntó a mí. Presioné mis labios con mi pulgar, de nuevo, y ladeé lentamente la cabeza.
–Vaya, algo que ustedes no hayan dicho ya… –musité, pensativo.
Coloqué mis manos en mis caderas y miré hacia arriba, como si eso me ayudara a imaginar con más facilidad.
–Había pensado primero en que se podría petrificar los pulmones de alguien si este respirara el humo… Así que… bueno… parece que también tengo una mentalidad… poco pacifista. –Miré por un instante a Alba, ofreciéndole una igual de breve media sonrisa–. También podría servir… para construcción de casas, tal vez –añadí, frunciendo luego el ceño mientras cuestionaba interiormente mi idea–. Quiero decir, bastaría con petrificar una construcción hecha de cualquier material, incluso una carpa, para convertirla en muy poco tiempo en algo sólido y estable. Aunque… creo que tal vez sea necesario que el efecto de la petrificación tenga más fuerza. –Fruncí los labios un instante antes de añadir–: También, quizás, se podría hacer una improvisada balsa de piedra sobre el agua… si es que puede resistir el peso de la persona… y que se pueda canalizar bien el hechizo.
Tal vez eso no funcionaría en aguas turbulentas, pensé, excepto si la petrificación es demasiado rápida. Aun así, eso no serviría de mucho si se tiene poco tiempo y el humo petrificante permanecía por un largo periodo sobre el área. Considerar eso me hizo imaginar situaciones hipotéticas en la que mi despiste también causaría más problemas.
–Ah, acabo de pensar que, si yo lo usara, en algún momento terminaría petrificando a alguien o a algo por error –admití, con menos vergüenza de la que esperé–. ¿Hay alguna manera de hacer que el efecto sea… selectivo, o que el humo desaparezca cuando lo desee? –pregunté con curiosidad.
Antes de mencionar algo, Alba hizo un comentario sobre la mentalidad bélica del hombre-perro. Mis labios se curvaron en una pequeña sonrisa; él no era el único en pensar así en el lugar.
Alba, entonces, mostró sus propias sugerencias. A pesar de que reconocí que podrían existir mejores maneras de hacer lo que ella planteó, tal vez yo mismo, si lograba conseguir humo petrificante, mi emoción por estrenarlo me haría darle usos más banales.
Alba, al finalizar, me preguntó a mí. Presioné mis labios con mi pulgar, de nuevo, y ladeé lentamente la cabeza.
–Vaya, algo que ustedes no hayan dicho ya… –musité, pensativo.
Coloqué mis manos en mis caderas y miré hacia arriba, como si eso me ayudara a imaginar con más facilidad.
–Había pensado primero en que se podría petrificar los pulmones de alguien si este respirara el humo… Así que… bueno… parece que también tengo una mentalidad… poco pacifista. –Miré por un instante a Alba, ofreciéndole una igual de breve media sonrisa–. También podría servir… para construcción de casas, tal vez –añadí, frunciendo luego el ceño mientras cuestionaba interiormente mi idea–. Quiero decir, bastaría con petrificar una construcción hecha de cualquier material, incluso una carpa, para convertirla en muy poco tiempo en algo sólido y estable. Aunque… creo que tal vez sea necesario que el efecto de la petrificación tenga más fuerza. –Fruncí los labios un instante antes de añadir–: También, quizás, se podría hacer una improvisada balsa de piedra sobre el agua… si es que puede resistir el peso de la persona… y que se pueda canalizar bien el hechizo.
Tal vez eso no funcionaría en aguas turbulentas, pensé, excepto si la petrificación es demasiado rápida. Aun así, eso no serviría de mucho si se tiene poco tiempo y el humo petrificante permanecía por un largo periodo sobre el área. Considerar eso me hizo imaginar situaciones hipotéticas en la que mi despiste también causaría más problemas.
–Ah, acabo de pensar que, si yo lo usara, en algún momento terminaría petrificando a alguien o a algo por error –admití, con menos vergüenza de la que esperé–. ¿Hay alguna manera de hacer que el efecto sea… selectivo, o que el humo desaparezca cuando lo desee? –pregunté con curiosidad.
Rauko
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Re: Trofeos olvidados [Feria de Invierno] [CERRADO]
Las sugerencias de Rauko seguían siendo interesantes. Cuando mencionó el posible peligro, me hizo pensar. Debía haber algo...
-Hmmm...- musité, pensativo. -La magia repele la piedra, pero sería muy poco práctico. No todo el mundo tiene control sobre el éter, y aun así, sería agotador...- dije. Cerré los ojos. Era algo peligroso por naturaleza. Después de todo, era humo. Sensible ante los antojos del viento. -Veamos... se me ocurren dos formas. Una, hacer que toque cosas especificas: reducir la intensidad del humo y combinarlo con una runa de viento, para que solo alcance algo específico y se disuelva en el aire tras los primeros segundos.- expuse, asintiendo ligeramente.
-La otra es evitar que sea humo en absoluto. Debería haber formas de sublimarlo, hacer que sea un líquido, o incluso sólido. Un sólido no ayudaría, claro, pero un líquido... se puede controlar con más facilidad, y tiene menos potencial para expandirse.- propuse. Si fuese mejor alquimista, podría hacer algún tipo de poción al respecto.
-¿Y si incluyese una cura?- preguntó Alba. -Si haces un veneno, lo mejor es tener también un antídoto.-
-Eso es... buena idea.- admití. -Un pergamino que símplemente cubriese algo con éter. Inofensivo, fácil de hacer, y completamente inútil salvo para lidiar con esto.- Aun así, era poco práctico tener que cargar con ambas cosas. Si estaba haciendo un pergamino... podía ser uno con dos caras, teóricamente. El "antídoto" era tan burdamente simple que apenas ocupaba espacio.
Tantas ideas. Aún debía eliminar las que no eran posibles: experimentar más, tratar de canalizar el humo en sí. Y sobre todo... necesitaba un símbolo. No había ninguna runa dracónica que significase "humo petrificante". Si bien había una similar, para "aliento", aquello no era exactamente lo mismo...
¿O lo era? Técnicamente, procedía de un dragón. No uno normal, cierto, pero era el arma de uno. Decidí probar ambas formas, tomando un pergamino y grabando los símbolos de "humo", "piedra" y "cambio", todos en el mismo lugar. Grabé más símbolos, para transmitir la fuente de magia (el cuerno) a la runa. Los símbolos brillaron un instante, y...
Una voluta de humo negro empezó a salir del glifo. Era mucho más oscuro que el del cuerno. La bloqueé con la mano, esperando que se al menos parte de ella se petrificase. Nada.
-...Es humo. Humo de roca, probablemente.- asumí. Decidí volver a probar. Esta vez, usé la de "aliento", "piedra" y "cambio". Repitió el proceso, pero esta vez... una pequeña piedra salió volando de la runa, cayendo al suelo poco después y desvaneciéndose en nada. -Ah. Cierto. No cambia, solo cubre.- recordé. Probé una vez más, sustituyendo "cambio" por "caparazón".
El humo esta vez fue del color que esperaba. Lo detuve moviendo uno de los pergaminos que habia usado. El papel se endureció y cambió de textura, volviendose grisaceo.
-Bueno, ya lo tenemos.-
-Hmmm...- musité, pensativo. -La magia repele la piedra, pero sería muy poco práctico. No todo el mundo tiene control sobre el éter, y aun así, sería agotador...- dije. Cerré los ojos. Era algo peligroso por naturaleza. Después de todo, era humo. Sensible ante los antojos del viento. -Veamos... se me ocurren dos formas. Una, hacer que toque cosas especificas: reducir la intensidad del humo y combinarlo con una runa de viento, para que solo alcance algo específico y se disuelva en el aire tras los primeros segundos.- expuse, asintiendo ligeramente.
-La otra es evitar que sea humo en absoluto. Debería haber formas de sublimarlo, hacer que sea un líquido, o incluso sólido. Un sólido no ayudaría, claro, pero un líquido... se puede controlar con más facilidad, y tiene menos potencial para expandirse.- propuse. Si fuese mejor alquimista, podría hacer algún tipo de poción al respecto.
-¿Y si incluyese una cura?- preguntó Alba. -Si haces un veneno, lo mejor es tener también un antídoto.-
-Eso es... buena idea.- admití. -Un pergamino que símplemente cubriese algo con éter. Inofensivo, fácil de hacer, y completamente inútil salvo para lidiar con esto.- Aun así, era poco práctico tener que cargar con ambas cosas. Si estaba haciendo un pergamino... podía ser uno con dos caras, teóricamente. El "antídoto" era tan burdamente simple que apenas ocupaba espacio.
Tantas ideas. Aún debía eliminar las que no eran posibles: experimentar más, tratar de canalizar el humo en sí. Y sobre todo... necesitaba un símbolo. No había ninguna runa dracónica que significase "humo petrificante". Si bien había una similar, para "aliento", aquello no era exactamente lo mismo...
¿O lo era? Técnicamente, procedía de un dragón. No uno normal, cierto, pero era el arma de uno. Decidí probar ambas formas, tomando un pergamino y grabando los símbolos de "humo", "piedra" y "cambio", todos en el mismo lugar. Grabé más símbolos, para transmitir la fuente de magia (el cuerno) a la runa. Los símbolos brillaron un instante, y...
Una voluta de humo negro empezó a salir del glifo. Era mucho más oscuro que el del cuerno. La bloqueé con la mano, esperando que se al menos parte de ella se petrificase. Nada.
-...Es humo. Humo de roca, probablemente.- asumí. Decidí volver a probar. Esta vez, usé la de "aliento", "piedra" y "cambio". Repitió el proceso, pero esta vez... una pequeña piedra salió volando de la runa, cayendo al suelo poco después y desvaneciéndose en nada. -Ah. Cierto. No cambia, solo cubre.- recordé. Probé una vez más, sustituyendo "cambio" por "caparazón".
El humo esta vez fue del color que esperaba. Lo detuve moviendo uno de los pergaminos que habia usado. El papel se endureció y cambió de textura, volviendose grisaceo.
-Bueno, ya lo tenemos.-
Asher Daregan
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Re: Trofeos olvidados [Feria de Invierno] [CERRADO]
Asentí ante la observación del hombre-perro. Luego, por un par de segundos, miré mi mano, la que imprudentemente expuse a la petrificación. ¿Podría haberme liberado de la misma manera si hubiera sido el brazo completo? Se habría necesitado bastante éter, ciertamente, y mucho más tiempo, tiempo que no suele tenerse en medio de un combate.
Y entonces Asher propuso dos maneras para que hacer del humo algo menos peligroso para torpes. Entorné los ojos brevemente ante la primera. No parecía algo muy efectivo contra personas que quisieran apalearme, pensé en un primer momento.
Alcé las cejas cuando Alba mencionó su idea, una buena. Asentí, de nuevo, y presioné mis labios con mi pulgar, intentando imaginar cómo algo podría salir mal incluso con la forma que ideó Asher para el… ¿«antipetrificador»?, ¿«despetrificador»?, ¿«cosa que te evita estar duro»? Bueno, lo nombres seguían sin ser lo mío.
Despejé esos pensamientos para observar a Asher materializar la idea de Alba. Le di especial atención a las runas que utilizó, intentando memorizarlas y conteniendo el chasquear la lengua sonoramente por cada vez que una runa no tenía el efecto deseado.
Fue entonces cuando recordé que mi tarea era tomar apuntes. Por un instante, consideré si hacía falta o no para Asher, pero luego tomé el cuaderno y escribí sobre lo último hecho en la experimentación; incluso si él fuera capaz de memorizar todo, yo no podría. Sabía que me olvidaría de las runas exactas rápidamente. Y yo quería poder crear mi propio humo petrificante, lo cual, calculaba, me tomaría bastante tiempo para ser capaz de hacer todos los pasos correctamente sin terminar convertido en una bonita estatua.
Una meta deprimentemente lejana.
–¿Uh? –dije, sorprendido–. ¿Ya… terminamos, entonces? –inquirí, conteniendo una sonrisa. Aunque estaba seguro de cuál era la respuesta–. Vaya –suspiré–, nos fue mejor de lo que esperaba. Mejor que cuando terminamos teniendo alucinaciones misteriosas por tocar una roca –comenté.
De pronto una duda apareció. Miré casualmente el pergamino grisáceo y luego al cuerno. Tal vez Asher ya había resuelto el problema con las runas con significados que me eran desconocidos, pero, de todas maneras, decidí preguntar:
–Entonces, si quisiera hacer esto por mí mismo, en mi casita, no sería necesario ese cuerno, ¿no? ¿Me bastaría solamente con usar las runas correctas? Si es así, me gustaría llevarme una copia de los apuntes que he hecho. –¿Solo los apuntes? El fruto que estos podrían darme tardaría bastante en aparecer, así que consideré otra opción–. Bueno, un pergamino con este humo tampoco estaría mal. Puedo pagar por uno. –O eso esperaba–. Ah, por cierto, ¿han pensado en algún nombre para el pergamino? ¿O llamaremos a esto simplemente como «humo petrificante» o algo así? –pregunté con curiosidad.
Y entonces Asher propuso dos maneras para que hacer del humo algo menos peligroso para torpes. Entorné los ojos brevemente ante la primera. No parecía algo muy efectivo contra personas que quisieran apalearme, pensé en un primer momento.
Alcé las cejas cuando Alba mencionó su idea, una buena. Asentí, de nuevo, y presioné mis labios con mi pulgar, intentando imaginar cómo algo podría salir mal incluso con la forma que ideó Asher para el… ¿«antipetrificador»?, ¿«despetrificador»?, ¿«cosa que te evita estar duro»? Bueno, lo nombres seguían sin ser lo mío.
Despejé esos pensamientos para observar a Asher materializar la idea de Alba. Le di especial atención a las runas que utilizó, intentando memorizarlas y conteniendo el chasquear la lengua sonoramente por cada vez que una runa no tenía el efecto deseado.
Fue entonces cuando recordé que mi tarea era tomar apuntes. Por un instante, consideré si hacía falta o no para Asher, pero luego tomé el cuaderno y escribí sobre lo último hecho en la experimentación; incluso si él fuera capaz de memorizar todo, yo no podría. Sabía que me olvidaría de las runas exactas rápidamente. Y yo quería poder crear mi propio humo petrificante, lo cual, calculaba, me tomaría bastante tiempo para ser capaz de hacer todos los pasos correctamente sin terminar convertido en una bonita estatua.
Una meta deprimentemente lejana.
–¿Uh? –dije, sorprendido–. ¿Ya… terminamos, entonces? –inquirí, conteniendo una sonrisa. Aunque estaba seguro de cuál era la respuesta–. Vaya –suspiré–, nos fue mejor de lo que esperaba. Mejor que cuando terminamos teniendo alucinaciones misteriosas por tocar una roca –comenté.
De pronto una duda apareció. Miré casualmente el pergamino grisáceo y luego al cuerno. Tal vez Asher ya había resuelto el problema con las runas con significados que me eran desconocidos, pero, de todas maneras, decidí preguntar:
–Entonces, si quisiera hacer esto por mí mismo, en mi casita, no sería necesario ese cuerno, ¿no? ¿Me bastaría solamente con usar las runas correctas? Si es así, me gustaría llevarme una copia de los apuntes que he hecho. –¿Solo los apuntes? El fruto que estos podrían darme tardaría bastante en aparecer, así que consideré otra opción–. Bueno, un pergamino con este humo tampoco estaría mal. Puedo pagar por uno. –O eso esperaba–. Ah, por cierto, ¿han pensado en algún nombre para el pergamino? ¿O llamaremos a esto simplemente como «humo petrificante» o algo así? –pregunté con curiosidad.
Rauko
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Re: Trofeos olvidados [Feria de Invierno] [CERRADO]
-Aún faltan cosas. No puedo ir y venderlo así como está... necesito pulir el diseño, practicar, ver como de práctico es.- expliqué. -Decidir unos materiales adecuados para las runas, comprobar si es más práctico como pergamino o encantamiento...- Dejé escapar un suspiro. Aún quedaba mucho. Pero se había hecho tarde: podía dejar la parte más tediosa para el día siguiente. -El cuerno no es necesario, no. Solo la runa y los materiales. Puedes llevarte los apuntes, si quieres, o dejarlos aquí y que te los devuelva con cualquier corrección. En cualquier caso, cuando termine el diseño en sí te mandaré una carta, o puedes venir a pasarte personalmente...-
Bostecé y me estiré, haciendo que mis huesos crujiesen ligeramente. Alba se alejó un paso, mirando directamente a mis dientes como si fuese a morderla.
-Es pronto para decidir el nombre. Pero probablemente sea algo con "petreo".- propuse. -Tiene que dejar claro para que sirve. Siempre hay que asumir que los clientes son idiotas.-
-Vaya.- dijo Alba. -Lo discutiría, pero el otro día una mujer me preguntó que hacia el "Pergamino Explosivo".-
-¿Y le dijiste que era para limpiarse la cara?- pregunté, esbozando media sonrisa. La bruja rió, para luego golpearme en el hombro con su puño. Acto seguido, puso una expresión dolorida y sacudió su mano.
Había sido un día fructífero. Pero mi estómago me recordó que debía atender a otras cosas. Syl se molestaría si no cenaba con él. Acompañé a Rauko hasta la planta baja, saludando a Zebun con un gesto. El lagarto sonrió al vernos. Parecía aliviado, de alguna forma. ¿...Se había esperado que hubiese problemas de verdad?
Que poca fe tenían todos en uno de los mayores arcanistas de Aerandir.
-Bueno. Gracias por tu ayuda, Rauko. Si alguna vez necesitas trabajo, podría ofrecerte algo.- sugerí. Tan solo era medio en broma. Era muy buen lugar. Había pensado en traer a Eltrant, pero con el portal, era un poco redundante. Además, ya tenía bastante con el negocio que tenía. Hacerlo demasiado grande podía ser contraproducente.
Tras despedirme de todos, fui directamente a la mansión de Irirgo. Me había ganado un descanso, al menos, por el momento. Ante todo, estaba satisfecho: le había sacado un provecho a aquel cuerno de piedra, tras tantos años... y si estaba en lo cierto, podía llegar a hacer algo más.
Era buen momento para comenzar un diseño nuevo.
Asher Daregan
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Re: Trofeos olvidados [Feria de Invierno] [CERRADO]
Mis hombros fueron cayendo lentamente mientras escuchaba al can mencionar una larga lista de cosas que aún faltaban por hacer. Solté incluso un suspiro con desilusión. Desde mi perspectiva, el pergamino estaba bien como lo teníamos. Pero mi perspectiva, por desgracia, no era la de un experto en arcanos tampoco, así que me resigné.
–Ya que perfeccionarás esto –empecé, y me permití masajear mi nuca con una mano–, preferiré dejarte los apuntes y volver a pasarme por aquí luego. –Esbocé una sonrisa perezosa.
No pude evitar soltar una pequeña carcajada al escuchar la anécdota de Alba, y otra más sonora al imaginarme a una mujer eliminando toda la suciedad de su rostro con una bonita explosión. También recordé anécdotas propias, pero en ellas el idiota era yo, así que preferí guardármelas.
Después de eso, fue buen momento para dar por concluida la jornada de ese día, una buena excusa para poder irme a comer o a dormir, o las dos cosas a la vez. Sí, parecía complicado hacer ambas al mismo tiempo, pero intentaría conseguirlo en vez de invertir mi tiempo en algo importante.
Como sea, volví a la planta baja, acompañado por Asher. Entonces él dijo algo… interesante. Miré despreocupadamente el monumental edifico una vez más, sopesando un poco las opciones.
Unos pocos segundos después, exhalé por la nariz al tomar mi decisión.
–Vale, si algún día necesito un trabajo distinto de los que estoy encasillado, lo tendré en mente –respondí, encogiéndome de hombros–. Y si algún día necesitas a un herrero que estudie piedras, podría ayudarte de nuevo –agregué con una media sonrisa, también medio en broma.
No tardé mucho en despedirme y volver a la posada, a la habitación donde se encontraba Xana aún durmiendo y en una posición en la que parecía haber caído aparatosamente desde un quinto piso.
«Bueno, parece que, mientras tanto, tendré que buscar yo solo la manera dormir y comer al mismo tiempo», fue lo que pensé. Pero entonces recordé algo terrible, un fracaso lamentable. Abrí los ojos por completo y me di una palmada en la frente. «Fallé en mi misión inicial de encontrar biusas».
–Ya que perfeccionarás esto –empecé, y me permití masajear mi nuca con una mano–, preferiré dejarte los apuntes y volver a pasarme por aquí luego. –Esbocé una sonrisa perezosa.
No pude evitar soltar una pequeña carcajada al escuchar la anécdota de Alba, y otra más sonora al imaginarme a una mujer eliminando toda la suciedad de su rostro con una bonita explosión. También recordé anécdotas propias, pero en ellas el idiota era yo, así que preferí guardármelas.
Después de eso, fue buen momento para dar por concluida la jornada de ese día, una buena excusa para poder irme a comer o a dormir, o las dos cosas a la vez. Sí, parecía complicado hacer ambas al mismo tiempo, pero intentaría conseguirlo en vez de invertir mi tiempo en algo importante.
Como sea, volví a la planta baja, acompañado por Asher. Entonces él dijo algo… interesante. Miré despreocupadamente el monumental edifico una vez más, sopesando un poco las opciones.
Unos pocos segundos después, exhalé por la nariz al tomar mi decisión.
–Vale, si algún día necesito un trabajo distinto de los que estoy encasillado, lo tendré en mente –respondí, encogiéndome de hombros–. Y si algún día necesitas a un herrero que estudie piedras, podría ayudarte de nuevo –agregué con una media sonrisa, también medio en broma.
No tardé mucho en despedirme y volver a la posada, a la habitación donde se encontraba Xana aún durmiendo y en una posición en la que parecía haber caído aparatosamente desde un quinto piso.
«Bueno, parece que, mientras tanto, tendré que buscar yo solo la manera dormir y comer al mismo tiempo», fue lo que pensé. Pero entonces recordé algo terrible, un fracaso lamentable. Abrí los ojos por completo y me di una palmada en la frente. «Fallé en mi misión inicial de encontrar biusas».
Rauko
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