Mocosos incomprendidos. [Trabajo]
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Mocosos incomprendidos. [Trabajo]
La última vuelta a casa fue por mucho, muy fugaz. Con suerte alcanzó a estar un día en la academia antes de partir de nuevo. Con justa razón, estando esta aún en construcción, no quedaba mucho por hacer ahí y el túnica negra tenía mucho trabajo pendiente por hacer. Por fortuna, esta vez su viaje a las penínsulas evitó el contacto con Lunargenta. El destino era el arenal de Roilkat según el mapa entregado por el viejo Hanks, pero detenerse en la ciudad fue más bien una parada estratégica.
Había hecho las compras de suministros necesarios para el viaje, y no pudo evitar notar en la plaza central como los ciudadanos se aglomeraban en torno a varios tableros de ajedrez. Las primeras partidas ya habían iniciado y el brujo como buen jugador no pudo dejar pasar la oportunidad.
Se sentó en la primera mesa que se desocupó, descargó sus cosas a un costado y se estiro mientras el oponente comenzaba la primera jugada. De principio las jugadas parecían de libro. Kendovlah ya había leído y aprendido varias jugadas, por lo que pudo reconocer esto. Después de todo era un juego de estrategia y se le daba bastante bien.
A diferencia de lo ocurrido con el Imbolc, Kendo podía permitirse distraerse del juego mientras leía un libro de estrategias avanzadas de guerra. Los contrincantes seguían viniendo conforme pasaba la tarde y llegaba la noche, al parecer el nuevo viajero representaba un desafío interesante para los locales.
De vez en cuando, aparecían rumores sobre un tal Pedro. Escuchó en varias ocasiones el nombre, las historias cambiaban bastante de boca en boca, pero todas concluían con un mismo final. Al parecer el niño había desaparecido.
Kendovlah dudo unos momentos mientras se equivocaba en una jugada importante. No le tomo importancia pues ya había calculado cada movimiento posterior. Saco una vez más el mapa donde se marcaban los puntos que debía tratar.
Al final la gente se dispersó y Kendovlah quedo solo frente al tablero mientras miraba el mapa y dejaba el libro sobre la mesa. —No me interesa el dinero, pero... —Comenzó a hablar para él mismo. Ajustaba cuentas de lo que tenía ahorrado y lo que necesitaba para sus futuros viajes, así como para sus profesiones cuando volviera.
—Nunca falta el mocoso fastidioso —Responde tras un largo suspiro, aunque estaba siendo injusto. Después de todo habían elementos de la nueva generación que prometían bastante y consideraba a algunos buenos compañeros de aventura.
Había hecho las compras de suministros necesarios para el viaje, y no pudo evitar notar en la plaza central como los ciudadanos se aglomeraban en torno a varios tableros de ajedrez. Las primeras partidas ya habían iniciado y el brujo como buen jugador no pudo dejar pasar la oportunidad.
Se sentó en la primera mesa que se desocupó, descargó sus cosas a un costado y se estiro mientras el oponente comenzaba la primera jugada. De principio las jugadas parecían de libro. Kendovlah ya había leído y aprendido varias jugadas, por lo que pudo reconocer esto. Después de todo era un juego de estrategia y se le daba bastante bien.
A diferencia de lo ocurrido con el Imbolc, Kendo podía permitirse distraerse del juego mientras leía un libro de estrategias avanzadas de guerra. Los contrincantes seguían viniendo conforme pasaba la tarde y llegaba la noche, al parecer el nuevo viajero representaba un desafío interesante para los locales.
De vez en cuando, aparecían rumores sobre un tal Pedro. Escuchó en varias ocasiones el nombre, las historias cambiaban bastante de boca en boca, pero todas concluían con un mismo final. Al parecer el niño había desaparecido.
Kendovlah dudo unos momentos mientras se equivocaba en una jugada importante. No le tomo importancia pues ya había calculado cada movimiento posterior. Saco una vez más el mapa donde se marcaban los puntos que debía tratar.
Al final la gente se dispersó y Kendovlah quedo solo frente al tablero mientras miraba el mapa y dejaba el libro sobre la mesa. —No me interesa el dinero, pero... —Comenzó a hablar para él mismo. Ajustaba cuentas de lo que tenía ahorrado y lo que necesitaba para sus futuros viajes, así como para sus profesiones cuando volviera.
—Nunca falta el mocoso fastidioso —Responde tras un largo suspiro, aunque estaba siendo injusto. Después de todo habían elementos de la nueva generación que prometían bastante y consideraba a algunos buenos compañeros de aventura.
Última edición por Kendovlah el Mar Mar 17 2020, 07:25, editado 1 vez (Razón : última edición por temas de redacción encontrados, no hay mayor cambio)
Kendovlah
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Re: Mocosos incomprendidos. [Trabajo]
La visita de los hermanos a Roilkat tiene connotaciones comerciales, específicamente el encargo de varios kilos de vidrio para experimentos… por obvias razones los inventores gastan mucho material sensible mientras trabajan.
Si a eso le sumamos que Maquiavelo vive con más de una decena de hermanos pequeños, pues los repuestos nunca duran demasiado en el almacén. Ciertamente el enano inventor gasta más en cristales que en otro tipo de materiales, ni siquiera sus gastos en metales raros son tan elevados.
Gajes del oficio…
Dice con ánimo reservado mientras se desprende de una nutrida bolsita de monedas, lo bueno es que por ese precio los comerciantes se permiten correr con los gastos de envió. Un pequeño punto bueno entre tanta perdida.
Luego de que se sellara el trato… y luego de comprarle una figurita de cristal a Canel, el par de niños pasa a dirigirse al centro de la ciudad. Desprenderse de dinero siempre abre el apetito en cualquiera.
Una vez finiquitan su sustancioso almuerzo, la repetición y el postre, los chicos deciden pasear por la plaza más concurrida. Aunque es una de las grandes ciudades humanas, la relación de tamaño con Lunargenta es como la que se puede sacar entre una lagartija y un dragón.
Se les va el día curioseando tiendas, comprando algunos aperitivos y claro, jugando “adivina lo que veo”. Una vez el sol comienza a perder intensidad se vuelve claro que han gastado el día como los dioses mandan, ocioseando.
Es justo decir que Chim casi se lleva una silla por el medio cuando divisa su compañero Kevin jugando ajedrez… o eliminando al último contrincante para ser más específicos, al parecer tiene buena habilidad.
Quién lo diría “sonríe maliciosamente”.
Pusiste esa cara otra vez, hermano…
“Niega con la cabeza” lo siento, es solo que quiero jugar ajedrez jejeje.
Sin vacilar y antes de que el propio adulto lo detecte, Maquiavelo toma el asiento del contricante y saca con las blancas. Una estrategia de apertura básica mientras espera ser reconocido, es el o Canel que no se despega de su lado.
Si a eso le sumamos que Maquiavelo vive con más de una decena de hermanos pequeños, pues los repuestos nunca duran demasiado en el almacén. Ciertamente el enano inventor gasta más en cristales que en otro tipo de materiales, ni siquiera sus gastos en metales raros son tan elevados.
Gajes del oficio…
Dice con ánimo reservado mientras se desprende de una nutrida bolsita de monedas, lo bueno es que por ese precio los comerciantes se permiten correr con los gastos de envió. Un pequeño punto bueno entre tanta perdida.
Luego de que se sellara el trato… y luego de comprarle una figurita de cristal a Canel, el par de niños pasa a dirigirse al centro de la ciudad. Desprenderse de dinero siempre abre el apetito en cualquiera.
Una vez finiquitan su sustancioso almuerzo, la repetición y el postre, los chicos deciden pasear por la plaza más concurrida. Aunque es una de las grandes ciudades humanas, la relación de tamaño con Lunargenta es como la que se puede sacar entre una lagartija y un dragón.
Se les va el día curioseando tiendas, comprando algunos aperitivos y claro, jugando “adivina lo que veo”. Una vez el sol comienza a perder intensidad se vuelve claro que han gastado el día como los dioses mandan, ocioseando.
Es justo decir que Chim casi se lleva una silla por el medio cuando divisa su compañero Kevin jugando ajedrez… o eliminando al último contrincante para ser más específicos, al parecer tiene buena habilidad.
Quién lo diría “sonríe maliciosamente”.
Pusiste esa cara otra vez, hermano…
“Niega con la cabeza” lo siento, es solo que quiero jugar ajedrez jejeje.
Sin vacilar y antes de que el propio adulto lo detecte, Maquiavelo toma el asiento del contricante y saca con las blancas. Una estrategia de apertura básica mientras espera ser reconocido, es el o Canel que no se despega de su lado.
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Re: Mocosos incomprendidos. [Trabajo]
Estaba por levantarse cuando es interrumpido por una cara conocida. Tardo lo suyo en reaccionar, lo primero fue levantar una ceja. Parecía alguien que aún se preguntaba si estaba viendo un espejismo o no. Apropósito quedo ahí parado mientras observaba al pequeño sin inmutarse, pero al cabo de unos segundos lo levanta con una sonrisa leve y lo carga sobre sus hombros.
—¿Canel, y tu hermano? —Preguntó con tono alegre. Entonces se da vuelta y lográ ver al inventor. Era de esperar, después de todo se habían encontrado en diversos lugares y siempre andaban juntos. —Uña y mugre, ¿qué los traer por aquí? —Añade cuando nota el movimiento en el tablero.
Solo por cortesía, aceptó el desafío de quien ahora consideraba al brujo como un hermano mayor. Sabía que el crío era inteligente, pero el ajedrez trataba más de como usabas esa inteligencia a tu favor. Claro, toma la aptitud de Zero para dejarse sorprender y comienza por el libro. Apertura clásica de rey, con su peón dos casillas al frente.
Con el pequeño aún en la espalda, guarda sus cosas en la mochila y la deja suspendida en el aíre mientras agarra las tiras con su mano. Solo deja en la mesa el libro de estrategias avanzadas que naturalmente planeaba seguir leyendo.
—Estaba por seguir mi camino al arenal cuando surgió un trabajo interesante —Toma el libro y lo comienza a leer de forma despreocupada—. Al parecer hay una madre desesperada y un hijo desaparecido.
Se había envuelto a enfrascar en el estudio. Tenía el objetivo en el blanco y no planeaba desviarse, pero contar con los dos pequeños siempre hacía las cosas más fácil. Se conocen bastante bien como para dudar de las capacidades del otro a estas alturas.
—¿Qué dicen, vamos por los detalles? —Sonríe levemente mientras esperaba el sí. Sinceramente, quería detener el juego de golpe. No quería humillar al pequeño sin antes haberle enseñado y no tenía mucho tiempo. La agenda del brujo estaba literalmente a tope. Era un fastidio solo recordarlo.
—¿Canel, y tu hermano? —Preguntó con tono alegre. Entonces se da vuelta y lográ ver al inventor. Era de esperar, después de todo se habían encontrado en diversos lugares y siempre andaban juntos. —Uña y mugre, ¿qué los traer por aquí? —Añade cuando nota el movimiento en el tablero.
Solo por cortesía, aceptó el desafío de quien ahora consideraba al brujo como un hermano mayor. Sabía que el crío era inteligente, pero el ajedrez trataba más de como usabas esa inteligencia a tu favor. Claro, toma la aptitud de Zero para dejarse sorprender y comienza por el libro. Apertura clásica de rey, con su peón dos casillas al frente.
Con el pequeño aún en la espalda, guarda sus cosas en la mochila y la deja suspendida en el aíre mientras agarra las tiras con su mano. Solo deja en la mesa el libro de estrategias avanzadas que naturalmente planeaba seguir leyendo.
—Estaba por seguir mi camino al arenal cuando surgió un trabajo interesante —Toma el libro y lo comienza a leer de forma despreocupada—. Al parecer hay una madre desesperada y un hijo desaparecido.
Se había envuelto a enfrascar en el estudio. Tenía el objetivo en el blanco y no planeaba desviarse, pero contar con los dos pequeños siempre hacía las cosas más fácil. Se conocen bastante bien como para dudar de las capacidades del otro a estas alturas.
—¿Qué dicen, vamos por los detalles? —Sonríe levemente mientras esperaba el sí. Sinceramente, quería detener el juego de golpe. No quería humillar al pequeño sin antes haberle enseñado y no tenía mucho tiempo. La agenda del brujo estaba literalmente a tope. Era un fastidio solo recordarlo.
Kendovlah
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Re: Mocosos incomprendidos. [Trabajo]
Kendo termina cargando a Canel, el cual se ríe durante todo el rato. Es justo decir que el pequeño rubio le ha tomado mucha estima y es que como buen enano, si lo tratas bien y le prestas atención te seguirá hasta el fin del mundo.
Mejor como engranaje y aceite “sonríe de manera amena también”.
Un intento por convertir el dicho en algo más agradable, cosas de enano listo y todo eso. Aunque suene raro, el propio inventor le ha pillado bastante cariño a su compañero de túnica negra también, al punto de verlo por momentos como un hermano mayor.
El personaje más grande hace un movimiento en el tablero aunque Maquiavelo está más interesado en sus argumentos, específicamente la madre desesperada y el chiquillo perdido. Por obvias razones no puede dejar eso sin solucionar.
Chimar Maquiavelo y Canel no abandonan a ningún niño en apuros, no en esta vida.
Retorica gorriona, retorica que a todas luces es moralmente acepta e incluso noble. Para bien o para mal, el pequeño Chimar se ha convertido en todo un defensor de la infancia a sus doce años de edad.
Ante la última pregunta del brujo, Chim y su querido protegido asienten al unísono con la misma sonrisa juguetona. Tal parece que una nueva aventura acaba de golpear al trio, un menudo patadón en la cabeza.
Pero primero.
Teniendo en cuenta ahora al juego, el niño genio visualiza bien las estrategias posibles. Sonríe maliciosamente al ver posibilidades de finiquitar todo rápido, después de todo su ego siempre está en juego.
Jaque.
Hace un avance de victoria fugaz, el conocido mate en tres movimientos. Es difícil salir de esa vorágine una vez caes en el juego contrario y eso es exactamente lo que tiene en mente el niño inventor.
Aun desde la espalda de Kendo y sin querer bajarse todavía, Canel observa todo con ojos curiosos. Pese a su cara algo despistada, el chico es uno de los pocos personajes que ha logrado vencer a Carol… aunque no suele jugar muy a menudo al ajedrez por alguna razón.
Mejor como engranaje y aceite “sonríe de manera amena también”.
Un intento por convertir el dicho en algo más agradable, cosas de enano listo y todo eso. Aunque suene raro, el propio inventor le ha pillado bastante cariño a su compañero de túnica negra también, al punto de verlo por momentos como un hermano mayor.
El personaje más grande hace un movimiento en el tablero aunque Maquiavelo está más interesado en sus argumentos, específicamente la madre desesperada y el chiquillo perdido. Por obvias razones no puede dejar eso sin solucionar.
Chimar Maquiavelo y Canel no abandonan a ningún niño en apuros, no en esta vida.
Retorica gorriona, retorica que a todas luces es moralmente acepta e incluso noble. Para bien o para mal, el pequeño Chimar se ha convertido en todo un defensor de la infancia a sus doce años de edad.
Ante la última pregunta del brujo, Chim y su querido protegido asienten al unísono con la misma sonrisa juguetona. Tal parece que una nueva aventura acaba de golpear al trio, un menudo patadón en la cabeza.
Pero primero.
Teniendo en cuenta ahora al juego, el niño genio visualiza bien las estrategias posibles. Sonríe maliciosamente al ver posibilidades de finiquitar todo rápido, después de todo su ego siempre está en juego.
Jaque.
Hace un avance de victoria fugaz, el conocido mate en tres movimientos. Es difícil salir de esa vorágine una vez caes en el juego contrario y eso es exactamente lo que tiene en mente el niño inventor.
Aun desde la espalda de Kendo y sin querer bajarse todavía, Canel observa todo con ojos curiosos. Pese a su cara algo despistada, el chico es uno de los pocos personajes que ha logrado vencer a Carol… aunque no suele jugar muy a menudo al ajedrez por alguna razón.
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Re: Mocosos incomprendidos. [Trabajo]
Logra reconocer la jugada del pequeño genio y a estas alturas ya no le sorprende. Después de todo se la habían tratado de hacer varias veces. Lo básico del juego era aprender a defenderse del libro y la mejor opción era cubrir el rey con el alfil. Solo con eso ya había evitado el mate, al menos por más de tres jugadas. —Lo siento niño, pero no juegas con un principiante —Se defiende con tono autoritario. Poco modesto de su parte, pues el vicio de juego lo había adquirido hace poco. Simplemente tenía un talento por desarrollar.
—Seguiremos en otra ocasión —Interrumpe al pequeño antes de que realice su siguiente jugada—. El mocoso lleva desaparecido unos días.
Levantándose ya con sus cosas preparadas y tamborilero al hombro, comienza a caminar hacía la zona más rural de la ciudad. —Quiero saber los detalles de la madre, el boca a boca puede distorsionar bastante la realidad —Añade mientras va leyendo el libro de estrategias. Su andar es despreocupado, solo de vez en cuanto alzaba la vista para prevenir algún accidente vergonzoso.
Tras algunos minutos de caminata por fin habían llegado a lo que parecía una simple granja. Lo curioso era que no había visto más en aquella ciudad. Se notaba a simple vista la perdida del ganado. La casa principal no era muy grande, hecha principalmente de piedra y madera. Se encontraba a unos pocos metros del corral cercado por una vaya de madera. Las puertas de este, naturalmente estaban abiertas cuando llegan y los recibe una señora que debía estar rondando los cuarenta años.
La madre del supuesto desaparecido vestía una simple camisa blanca y falda color café claro que pasaba unos centimetros la rodilla. Se apreciaba bastante bien lo duro que era el trabajo por lo desteñida que estaban las prendas.
Al verlos llegar toma una antorcha clavada en la puerta de la vaya y se acerca a paso pesado. Entonces Kendovlah pudo notar el color rojo anaranjado natural del cabello así como los ojos azules. «Combinación divina» Pensó para si mismo. —¿Han escuchado lo de mi Pedro o por lana? —Su tono fue severo—. El brujo pudo recordar el de su madre cuando aún no había terminado sus quehaceres. —Si es por lo segundo mala suerte, solo mi niño sabe que ocurrió con nuestro ganado y no ha vuelto —Agrego con cierta pizca de tristeza en su tono.
Kendovlah por su parte, se atrevió a pensar que no eran los primeros en llegar preguntando por cualquiera de las dos opciones. La fama de la ciudad, sin embargo, le hacía pensar que la segunda opción era la más concurrida. —Por lo de su hijo, señora —Responde aunque algo indeciso—. Nuestra intención es ayudar, pero quería conocer más detalles para saber mejor dónde buscar.
La mujer miró desconfiada al joven de negro, pero la razón era lógica. A su parecer, ¿qué clase de demente llevaría dos niños a un trabajo que podría resultar peligroso? —Lo siento, estaré desesperada pero no dejaré que más niños se esfumen sin dejar rastro —Su rostro mostraba estar apunto de soltar lágrimas con la sola idea—. Se ve que aún eres muy joven y ni hablar de los dos niños. No me atrevería a ponerlos en peligro.
Por su parte el brujo cerró su libro y suspiró algo decepcionado de si mismo. Claro, los mocosos... A simple vista precian normales y recordó la primera impresión que tuvo de ellos.
—Seguiremos en otra ocasión —Interrumpe al pequeño antes de que realice su siguiente jugada—. El mocoso lleva desaparecido unos días.
Levantándose ya con sus cosas preparadas y tamborilero al hombro, comienza a caminar hacía la zona más rural de la ciudad. —Quiero saber los detalles de la madre, el boca a boca puede distorsionar bastante la realidad —Añade mientras va leyendo el libro de estrategias. Su andar es despreocupado, solo de vez en cuanto alzaba la vista para prevenir algún accidente vergonzoso.
(…)
Tras algunos minutos de caminata por fin habían llegado a lo que parecía una simple granja. Lo curioso era que no había visto más en aquella ciudad. Se notaba a simple vista la perdida del ganado. La casa principal no era muy grande, hecha principalmente de piedra y madera. Se encontraba a unos pocos metros del corral cercado por una vaya de madera. Las puertas de este, naturalmente estaban abiertas cuando llegan y los recibe una señora que debía estar rondando los cuarenta años.
La madre del supuesto desaparecido vestía una simple camisa blanca y falda color café claro que pasaba unos centimetros la rodilla. Se apreciaba bastante bien lo duro que era el trabajo por lo desteñida que estaban las prendas.
Al verlos llegar toma una antorcha clavada en la puerta de la vaya y se acerca a paso pesado. Entonces Kendovlah pudo notar el color rojo anaranjado natural del cabello así como los ojos azules. «Combinación divina» Pensó para si mismo. —¿Han escuchado lo de mi Pedro o por lana? —Su tono fue severo—. El brujo pudo recordar el de su madre cuando aún no había terminado sus quehaceres. —Si es por lo segundo mala suerte, solo mi niño sabe que ocurrió con nuestro ganado y no ha vuelto —Agrego con cierta pizca de tristeza en su tono.
Kendovlah por su parte, se atrevió a pensar que no eran los primeros en llegar preguntando por cualquiera de las dos opciones. La fama de la ciudad, sin embargo, le hacía pensar que la segunda opción era la más concurrida. —Por lo de su hijo, señora —Responde aunque algo indeciso—. Nuestra intención es ayudar, pero quería conocer más detalles para saber mejor dónde buscar.
La mujer miró desconfiada al joven de negro, pero la razón era lógica. A su parecer, ¿qué clase de demente llevaría dos niños a un trabajo que podría resultar peligroso? —Lo siento, estaré desesperada pero no dejaré que más niños se esfumen sin dejar rastro —Su rostro mostraba estar apunto de soltar lágrimas con la sola idea—. Se ve que aún eres muy joven y ni hablar de los dos niños. No me atrevería a ponerlos en peligro.
Por su parte el brujo cerró su libro y suspiró algo decepcionado de si mismo. Claro, los mocosos... A simple vista precian normales y recordó la primera impresión que tuvo de ellos.
Kendovlah
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Re: Mocosos incomprendidos. [Trabajo]
Kevin sabe moverse en un tablero de ajedrez, se le debe dar ese crédito. Aunque eso no molesta para nada al inventor, al contrario, le hace esbozar una soberana sonrisa y es que ama ponerse a prueba.
Ciertamente necesita vencer a alguien demandante pero viable después de jugar tantas veces con Carol, a esa entidad solo ha conseguido llegarle a tablas. Después de todo es una maquina avanzada, pero eso no deja de ser menos vergonzoso para Maquiavelo.
Un ligero suspiro de desánimo se escapa del chico listo cuando el joven adulto decide pausar el juego, tiene sentido claro aunque sigue siendo algo molesto. Por suerte no es nada que una negada con la cabeza no pueda solucionar.
Deben salvar a un niño de un peligro incierto, eso es algo que siempre despierta el profesionalismo de Chim por obvias razones. No se puede tener tantos hermanos pequeños sin desarrollar nobleza por los enanos… incluso siendo un mocoso con todas las de la ley también.
Avanzan entonces, con Canel encima de su semejante mayor todavía. La escena es algo que genera una sonrisita noble en el niño inventor y es que le agrada ver a su querido pariente por elección con otros vínculos afectuosos, ha tenido una vida complicada.
No les toma mucho salir de la urbe y llegar hasta el límite rural, directamente a la granja del encargo. No tiene nada de destacable con respecto a las otras, sin contar la falta de animales claro.
Ha sido una temporada dura…
Parece que no solo se perdió el niño y eso deja claro la propia madre cuando establecen contacto, dato curioso como mínimo. Por desgracia el nuevo elemento se rehúsa a dar más información, alegando la juventud del grupito.
“Suspira” si eres tan amable, peque.
Es entonces y en concordancia con las palabras de su pariente que el brujito realiza un ligero truco ilusorio, arranca cierta manzana del árbol cercano para luego acercarla hasta su boca, acción que no despertaría intriga alguna de no haber sido desempeñada usando solo telequinesis.
Tenemos recursos, señora.
“El brujito muerde la fruta mientras asiente”.
Ante tal demostración, ocurre lo previsible. El personaje en dificultades se abre con ellos, revelando algunos detalles adicionales interesantes que dejan poco a la imaginación… y muchas preguntas también.
Entiendo “dice con rostro pensativo”.
El niño estaba pastoreando cuando desapareció con todo el rebaño, grito algo de un lobo pero nadie le hizo caso debido a sus antecedentes bromistas. Chim está seguro de haber escuchado algo así antes pero ahora mismo no consigue ubicarlo.
¿Loma sur?
Si… por favor, tengan cuidado, no podría soportar más... “trata de reprimir el llano, con poco éxito vale destacar”.
Tran… tranquila, lo encontraremos.
Luego de una extrañamente amena mueca por parte de Maquiavelo, al menos para un adulto, el grupito inicia la marcha. Lo cierto es que Chim nunca tuvo una madre cerca, estas escenas suelen golpearle especialmente fuerte.
Bájate de allí enano o te dormirás “le mira con un rostro de reproche juguetón”.
Vale, hermano “dice para luego saltar al suelo, aunque no se despega mucho del brujo mayor e incluso le sujeta la mano”.
“Maquiavelo termina negando con la cabeza mostrando una cara irónica en todo momento”.
Ciertamente necesita vencer a alguien demandante pero viable después de jugar tantas veces con Carol, a esa entidad solo ha conseguido llegarle a tablas. Después de todo es una maquina avanzada, pero eso no deja de ser menos vergonzoso para Maquiavelo.
Un ligero suspiro de desánimo se escapa del chico listo cuando el joven adulto decide pausar el juego, tiene sentido claro aunque sigue siendo algo molesto. Por suerte no es nada que una negada con la cabeza no pueda solucionar.
Deben salvar a un niño de un peligro incierto, eso es algo que siempre despierta el profesionalismo de Chim por obvias razones. No se puede tener tantos hermanos pequeños sin desarrollar nobleza por los enanos… incluso siendo un mocoso con todas las de la ley también.
Avanzan entonces, con Canel encima de su semejante mayor todavía. La escena es algo que genera una sonrisita noble en el niño inventor y es que le agrada ver a su querido pariente por elección con otros vínculos afectuosos, ha tenido una vida complicada.
No les toma mucho salir de la urbe y llegar hasta el límite rural, directamente a la granja del encargo. No tiene nada de destacable con respecto a las otras, sin contar la falta de animales claro.
Ha sido una temporada dura…
Parece que no solo se perdió el niño y eso deja claro la propia madre cuando establecen contacto, dato curioso como mínimo. Por desgracia el nuevo elemento se rehúsa a dar más información, alegando la juventud del grupito.
“Suspira” si eres tan amable, peque.
Es entonces y en concordancia con las palabras de su pariente que el brujito realiza un ligero truco ilusorio, arranca cierta manzana del árbol cercano para luego acercarla hasta su boca, acción que no despertaría intriga alguna de no haber sido desempeñada usando solo telequinesis.
Tenemos recursos, señora.
“El brujito muerde la fruta mientras asiente”.
Ante tal demostración, ocurre lo previsible. El personaje en dificultades se abre con ellos, revelando algunos detalles adicionales interesantes que dejan poco a la imaginación… y muchas preguntas también.
Entiendo “dice con rostro pensativo”.
El niño estaba pastoreando cuando desapareció con todo el rebaño, grito algo de un lobo pero nadie le hizo caso debido a sus antecedentes bromistas. Chim está seguro de haber escuchado algo así antes pero ahora mismo no consigue ubicarlo.
¿Loma sur?
Si… por favor, tengan cuidado, no podría soportar más... “trata de reprimir el llano, con poco éxito vale destacar”.
Tran… tranquila, lo encontraremos.
Luego de una extrañamente amena mueca por parte de Maquiavelo, al menos para un adulto, el grupito inicia la marcha. Lo cierto es que Chim nunca tuvo una madre cerca, estas escenas suelen golpearle especialmente fuerte.
Bájate de allí enano o te dormirás “le mira con un rostro de reproche juguetón”.
Vale, hermano “dice para luego saltar al suelo, aunque no se despega mucho del brujo mayor e incluso le sujeta la mano”.
“Maquiavelo termina negando con la cabeza mostrando una cara irónica en todo momento”.
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Re: Mocosos incomprendidos. [Trabajo]
Kendovlah estuvo a punto de reprochar a la señora, le habría sido fácil convencerla. Sin embargo, los pequeños fueron astutos y rápidos. La demostración de Canel no solo logra sonsacar información del susodicho personaje, sino también una leve sonrisa de aprobación por parte del mayor que lo cargaba.
Estaba resultando todo bastante fácil hasta ahora.
Fácil y hasta cierto punto incomodo. Estuvo por reprochar la actitud de Chimar, pero fue Canel quien lo detiene cuando toma la mano del brujo mayor. Una escena hermano mayor y menor que habría resultado bastante tierna de observar, mas ser parte de esta incomodaba un tanto a Kendovlah. Después de todo, había crecido como hijo único y sin muchas muestras de afecto como esas.
Se limita a alzar una ceja mirando al pequeño. Una frase incomoda se quedo en la punta de su lengua, pues recuerda el motivo inicial de su viaje a aquella ciudad. «Loma sur...» Piensa unos momentos mientras siente como la alarma despierta en su cabeza.
—Momento, necesito comprobar algo —Dice con un tono bastante más serio. Suelta la mano del menor para buscar en su bolsillo. Se inclina sobre sus rodillas y saca de sus bolsillos el viejo mapa que estudiaba antes de encontrarse con los pequeños. «Tiene que ser una broma...» Piensa esperando o más bien deseando que lo fuese.
Dedo sobre el mapa mira a los dos mocosos. Apuntaba en la cercanía de la loma sur indicada por la madre. —Nos encontramos aquí por esto —Esta vez mira a Chimar con el ceño fruncido—. Puede que el crío este ya muerto y en el peor de los casos, averiguarlo sea mucho para nosotros.
«Acorde al plan debí haber venido con Zero... Chicos, cada punto del mapa representa un peligro desconocido por un viejo amigo. Nos pone a prueba para algo mayor —Toma un poco de aíre y se sienta en posición de loto. Era muy probable que el trabajo hubiese subido a dificultades que ni el mismo se esperaba. Confiaba en las habilidades de los chicos, pero el viejo Hanks no había otorgado orden de dificultad.
Frunce el ceño aún más mientras trata de pensar e idear planes. Se queda mirando al mayor con una seriedad que no había mostrado hasta entonces. —No debemos tomarlo a la ligera, Chimar —Termina de hablar y mantiene su postura.
En su mente y quizás de forma precipitada, iban y venían posibles cursos de acción. Las dudas acompañaban y crujían los sesos del brujo. Definitivamente no se podían tomar ese trabajo a la ligera y puede que una misión de rescate no fuese posible.
Estaba resultando todo bastante fácil hasta ahora.
Fácil y hasta cierto punto incomodo. Estuvo por reprochar la actitud de Chimar, pero fue Canel quien lo detiene cuando toma la mano del brujo mayor. Una escena hermano mayor y menor que habría resultado bastante tierna de observar, mas ser parte de esta incomodaba un tanto a Kendovlah. Después de todo, había crecido como hijo único y sin muchas muestras de afecto como esas.
Se limita a alzar una ceja mirando al pequeño. Una frase incomoda se quedo en la punta de su lengua, pues recuerda el motivo inicial de su viaje a aquella ciudad. «Loma sur...» Piensa unos momentos mientras siente como la alarma despierta en su cabeza.
—Momento, necesito comprobar algo —Dice con un tono bastante más serio. Suelta la mano del menor para buscar en su bolsillo. Se inclina sobre sus rodillas y saca de sus bolsillos el viejo mapa que estudiaba antes de encontrarse con los pequeños. «Tiene que ser una broma...» Piensa esperando o más bien deseando que lo fuese.
Dedo sobre el mapa mira a los dos mocosos. Apuntaba en la cercanía de la loma sur indicada por la madre. —Nos encontramos aquí por esto —Esta vez mira a Chimar con el ceño fruncido—. Puede que el crío este ya muerto y en el peor de los casos, averiguarlo sea mucho para nosotros.
«Acorde al plan debí haber venido con Zero... Chicos, cada punto del mapa representa un peligro desconocido por un viejo amigo. Nos pone a prueba para algo mayor —Toma un poco de aíre y se sienta en posición de loto. Era muy probable que el trabajo hubiese subido a dificultades que ni el mismo se esperaba. Confiaba en las habilidades de los chicos, pero el viejo Hanks no había otorgado orden de dificultad.
Frunce el ceño aún más mientras trata de pensar e idear planes. Se queda mirando al mayor con una seriedad que no había mostrado hasta entonces. —No debemos tomarlo a la ligera, Chimar —Termina de hablar y mantiene su postura.
En su mente y quizás de forma precipitada, iban y venían posibles cursos de acción. Las dudas acompañaban y crujían los sesos del brujo. Definitivamente no se podían tomar ese trabajo a la ligera y puede que una misión de rescate no fuese posible.
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Re: Mocosos incomprendidos. [Trabajo]
Tienen una ruta, un objetivo y la energía a tope, nada más se necesita para cumplir un objetivo. Es por eso que el grupito avanza con todas las de la ley, rumbo a la loma sur que divide las grajas rurales del área boscosa.
Ver a Kendo sin saber reacciona ante el gesto de Canel hace que Chimar ría entre dientes, el mismo estuvo en esa situación cuando fundaron los gorriones. Después de todo en su “otra vida” era hijo único… quien lo diría.
Pero la tranquilidad es interrumpida por el propio Kendo quien despabila de la nada, esto genera una mueca de patente confusión en ambos enanos o al menos hasta que los argumentos comienzan a aflorar.
El personaje de túnica negra saca entonces un mapa, manuscrito que no tarda en señalar. Su dedo se posa en cierta área que tiene mucha semejanza con su escenario actual, una curiosa coincidencia sin duda.
Por su parte, el mayor del trio parece bastante preocupado. Maquiavelo no recuerda nunca haberlo visto así y es que tiene mucha destreza ocultando sus emociones… quizás no al punto de Demian pero sí cerca.
Eso no lo sabemos.
Dice en tono serio ante el alegato del joven adulto, no va a dar por sentado que el chico está muerto hasta que pueda constatar sus restos. Chim no es de los que se da por vencido, mucho menos cuando hay enanos involucrados.
Una cosa esta clara, la zona se encuentra señalada en el extraño mapa, algo que indica intrínsecamente un peligro elevado o eso asegura Kendo. Tal parece que la simple búsqueda acaba de mutar en algo peor.
Ver al elemento de más edad tomar la postura de loto le trae muchos recuerdos al inventor, es algo que suele hacer su hermano mayor Demian cuando necesita centrar las ideas. A todas luces todo esto despierta bastante recelo en el pelinegro.
Entiendo… es peligroso “dice haciendo un esfuerzo para tomarse la situación en serio” ¿De qué se trata?
A resumidas cuentas no han recibido la información importante, solo advertencias. Se necesitan detalles para superar a un enemigo que tiene ventajas, no hacen nada dando vueltas mientras el granero se quema y todo eso.
Mientras Maquiavelo espera respuesta, no puede evitar arquear una ceja de forma irónica al ver como Canel adopta la misma postura física de su semejante de mayor edad, incluso cierra los ojos de manera solemne.
Hermanitos “suspira y luego niega con la cabeza”.
Ver a Kendo sin saber reacciona ante el gesto de Canel hace que Chimar ría entre dientes, el mismo estuvo en esa situación cuando fundaron los gorriones. Después de todo en su “otra vida” era hijo único… quien lo diría.
Pero la tranquilidad es interrumpida por el propio Kendo quien despabila de la nada, esto genera una mueca de patente confusión en ambos enanos o al menos hasta que los argumentos comienzan a aflorar.
El personaje de túnica negra saca entonces un mapa, manuscrito que no tarda en señalar. Su dedo se posa en cierta área que tiene mucha semejanza con su escenario actual, una curiosa coincidencia sin duda.
Por su parte, el mayor del trio parece bastante preocupado. Maquiavelo no recuerda nunca haberlo visto así y es que tiene mucha destreza ocultando sus emociones… quizás no al punto de Demian pero sí cerca.
Eso no lo sabemos.
Dice en tono serio ante el alegato del joven adulto, no va a dar por sentado que el chico está muerto hasta que pueda constatar sus restos. Chim no es de los que se da por vencido, mucho menos cuando hay enanos involucrados.
Una cosa esta clara, la zona se encuentra señalada en el extraño mapa, algo que indica intrínsecamente un peligro elevado o eso asegura Kendo. Tal parece que la simple búsqueda acaba de mutar en algo peor.
Ver al elemento de más edad tomar la postura de loto le trae muchos recuerdos al inventor, es algo que suele hacer su hermano mayor Demian cuando necesita centrar las ideas. A todas luces todo esto despierta bastante recelo en el pelinegro.
Entiendo… es peligroso “dice haciendo un esfuerzo para tomarse la situación en serio” ¿De qué se trata?
A resumidas cuentas no han recibido la información importante, solo advertencias. Se necesitan detalles para superar a un enemigo que tiene ventajas, no hacen nada dando vueltas mientras el granero se quema y todo eso.
Mientras Maquiavelo espera respuesta, no puede evitar arquear una ceja de forma irónica al ver como Canel adopta la misma postura física de su semejante de mayor edad, incluso cierra los ojos de manera solemne.
Hermanitos “suspira y luego niega con la cabeza”.
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Re: Mocosos incomprendidos. [Trabajo]
La postura de Chimar se mostraba bastante sentimental, aunque era razonable. Después de todo, ya conocía la postura del pequeño, lo había podido ver en su propia casa. Sin embargo y a diferencia de aquella vez, el pequeño se mostraba harto más abierto a las posibilidades, o al menos a entender la postura del adulto.
De momento concordaban en una sola cosa, y era que no sabían nada.
—Solo hay una forma de saberlo —Dice negando decepcionado por la falta de información—. Tendremos que confiar en nuestras habilidades para averiguarlo.
Sus dudas no se despejan del todo, pero al menos el curso de acción era claro. Se levanta y guarda el mapa de vuelta en su lugar. Luego ve al pequeño Canel y alza una ceja. No puede evitar soltar una leve carcajada y sacudirle el cabello.
Ante el último comentario de Chimar por la postura de Canel, decide hacer algo imprevisto. No sin antes mirarlo con cierta malicia. —Parece que tenemos a un pequeño celoso —Añade con cierto deje de burla. Había ganado cierta experiencia cargando mocosos, en parte se lo debía a esos dos que le acompañaban. Gracias a eso, lo siguiente no requirió de mucho esfuerzo. Esta vez el que termino sobre sus hombros fue Chimar. «Al menos no es como aquella vez...» Termina negando con la cabeza para sacudirse ese recuerdo.
¿Quién lo diría? Después de todo si comenzaba a sentir cierto afecto fraternal por ambos...
—Bueno, tenemos una bestia que cazar. —Dice sin estar seguro del todo. Podía terminar realmente mal y no ser una bestia del todo.
Tras unos minutos de caminata, logran llegar a la loma sur. Una zona un tanto más deshabitada y bastante cercana al arenal señalado en su mapa.
Lo primero que capta la atención del brujo es una choza. Esta sin duda, no mostraba un ambiente agradable a la vista. Ya no hacía falta ver que le había ocurrido al ganado, era más que claro lo que había ocurrido. Vario miembros y sangre repartidos por todo el patio. La sangre incluso había llegado a las paredes de la casa. Aunque el rastro ya no era reciente. Kendovlah no pudo hacer más que tragar saliva de momento.
No había forma de adivinar que clase de criatura había provocado aquella masacre. —Si el muchacho sigue con vida... —Se sacudió la cabeza y quedo con la frase a medias. Prefirió no apostar nada mientras no tuviese información relevante. Después de todo hablamos de un personaje que se basa en la lógica y reunir información antes de sentenciar conclusiones.
La puerta de la choza estaba abierta levemente, más razones para levantar el sentido de alerta. Por esto, antes de entrar decide aliviarse la carga de los hombros y dejar que el pequeño genio caminase por si mismo. —Fastidio a la vista —Aventura conclusiones con cierto desagrado.
Al entrar en la humilde morada, la escena interior no varía mucho a la exterior. Esta vez no se tratan de miembros animales, sino que de humanos. Kendovlah puede sentir como si el desayuno y el almuerzo intentan escaparse de su estómago. No había presenciado dicho nivel de salvajismo. Lo normal para él era ver cortes profundos de distintas armas e incluso algunas torturas excesivas. Su única conclusión era de que aquella bestia salvaje disfrutaba de arrancar hasta el último miembro posible y cubrirlo todo con sangre.
Entonces en la distancia logran escuchar un aullido.
La piel del mago se eriza desde la punta de los dedos hasta sus cabellos. Podía adivinar de que se trataba, al punto de olvidar que estaba con chiquillos bastante capaces. Si aquella cosa lograba pillarlo desprevenido no tendría oportunidad alguna.
—Lamento que se vean forzados a ver esto —Dice con cierto asco aún acumulado en su garganta. Sinceramente no era el mejor lugar para llevar infantes por más capaces que sean. Sin embargo, tenía una misión personal ahí y debía seguir avanzando. Esto lo lleva a la mesa principal.
En la cabecera pudo ver un encuadernado que curiosamente no había sido cubierto con la sangre. Por primera vez se encuentra algo indeciso por leer el contenido de un escrito, pero la tentativa por encontrar información necesaria era bastante.
Tras ojear unas páginas se detiene en la que relata lo siguiente:
Kendovlah no puede evitar mirar con cierta preocupación a los niños, sus temores podían ser justificados y se atrevía a pensar que superiores a sus expectativas, pero siguió leyendo, había algo más escrito al final...
—Esta claro... Resultará mucho más peligroso de lo que pensaba y Pedro puede estar muerto también —Dice mirando a los chicos. Esperaba que esta vez si se decidieran a retroceder, aunque su trabajo no estaba terminado. El trabajo de Kendovlah según las palabras del viejo Hanks había sido reducido a reconocer y documentar.
De momento concordaban en una sola cosa, y era que no sabían nada.
—Solo hay una forma de saberlo —Dice negando decepcionado por la falta de información—. Tendremos que confiar en nuestras habilidades para averiguarlo.
Sus dudas no se despejan del todo, pero al menos el curso de acción era claro. Se levanta y guarda el mapa de vuelta en su lugar. Luego ve al pequeño Canel y alza una ceja. No puede evitar soltar una leve carcajada y sacudirle el cabello.
Ante el último comentario de Chimar por la postura de Canel, decide hacer algo imprevisto. No sin antes mirarlo con cierta malicia. —Parece que tenemos a un pequeño celoso —Añade con cierto deje de burla. Había ganado cierta experiencia cargando mocosos, en parte se lo debía a esos dos que le acompañaban. Gracias a eso, lo siguiente no requirió de mucho esfuerzo. Esta vez el que termino sobre sus hombros fue Chimar. «Al menos no es como aquella vez...» Termina negando con la cabeza para sacudirse ese recuerdo.
¿Quién lo diría? Después de todo si comenzaba a sentir cierto afecto fraternal por ambos...
—Bueno, tenemos una bestia que cazar. —Dice sin estar seguro del todo. Podía terminar realmente mal y no ser una bestia del todo.
(…)
Tras unos minutos de caminata, logran llegar a la loma sur. Una zona un tanto más deshabitada y bastante cercana al arenal señalado en su mapa.
Lo primero que capta la atención del brujo es una choza. Esta sin duda, no mostraba un ambiente agradable a la vista. Ya no hacía falta ver que le había ocurrido al ganado, era más que claro lo que había ocurrido. Vario miembros y sangre repartidos por todo el patio. La sangre incluso había llegado a las paredes de la casa. Aunque el rastro ya no era reciente. Kendovlah no pudo hacer más que tragar saliva de momento.
No había forma de adivinar que clase de criatura había provocado aquella masacre. —Si el muchacho sigue con vida... —Se sacudió la cabeza y quedo con la frase a medias. Prefirió no apostar nada mientras no tuviese información relevante. Después de todo hablamos de un personaje que se basa en la lógica y reunir información antes de sentenciar conclusiones.
La puerta de la choza estaba abierta levemente, más razones para levantar el sentido de alerta. Por esto, antes de entrar decide aliviarse la carga de los hombros y dejar que el pequeño genio caminase por si mismo. —Fastidio a la vista —Aventura conclusiones con cierto desagrado.
Al entrar en la humilde morada, la escena interior no varía mucho a la exterior. Esta vez no se tratan de miembros animales, sino que de humanos. Kendovlah puede sentir como si el desayuno y el almuerzo intentan escaparse de su estómago. No había presenciado dicho nivel de salvajismo. Lo normal para él era ver cortes profundos de distintas armas e incluso algunas torturas excesivas. Su única conclusión era de que aquella bestia salvaje disfrutaba de arrancar hasta el último miembro posible y cubrirlo todo con sangre.
Entonces en la distancia logran escuchar un aullido.
La piel del mago se eriza desde la punta de los dedos hasta sus cabellos. Podía adivinar de que se trataba, al punto de olvidar que estaba con chiquillos bastante capaces. Si aquella cosa lograba pillarlo desprevenido no tendría oportunidad alguna.
—Lamento que se vean forzados a ver esto —Dice con cierto asco aún acumulado en su garganta. Sinceramente no era el mejor lugar para llevar infantes por más capaces que sean. Sin embargo, tenía una misión personal ahí y debía seguir avanzando. Esto lo lleva a la mesa principal.
En la cabecera pudo ver un encuadernado que curiosamente no había sido cubierto con la sangre. Por primera vez se encuentra algo indeciso por leer el contenido de un escrito, pero la tentativa por encontrar información necesaria era bastante.
Tras ojear unas páginas se detiene en la que relata lo siguiente:
El ganado lleva varias noches bastante inquieto. Como si fuera poco, otra noche más Pedro deja al suyo con nosotros y otra vez va corriendo gritando que viene el lobo. Sin embargo, esta vez casi le compro luego de escuchar un aullido y verlo correr con real terror en sus ojos. El chiquillo parecía correr del mismo demonio... No se porque, pero me carcome la duda. Su nivel teatral habrá aumentado o realmente vio algo que no debía ver. Como sea, el aullido me ha dejado bastante preocupado, tendré que hablar con la madre del chico mañana.
Kendovlah no puede evitar mirar con cierta preocupación a los niños, sus temores podían ser justificados y se atrevía a pensar que superiores a sus expectativas, pero siguió leyendo, había algo más escrito al final...
Si no lo escribo no lo creerán y sin duda estaré muerto para cuando lo lean. El lobo llegó, no tuve tiempo de correr... ¡Pedro tenía razón! ¡Maldición! Quede en medio de dos bestias, una de dos cabezas
—Esta claro... Resultará mucho más peligroso de lo que pensaba y Pedro puede estar muerto también —Dice mirando a los chicos. Esperaba que esta vez si se decidieran a retroceder, aunque su trabajo no estaba terminado. El trabajo de Kendovlah según las palabras del viejo Hanks había sido reducido a reconocer y documentar.
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