Sangre y acero [Privado] [Cerrado]
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Sangre y acero [Privado] [Cerrado]
Salir de la arena no fue la peor parte. Aprovechando el caos y quitando de enmedio a los que me impedían seguir, pude abrirme paso fuera de aquel pequeño coliseo. De hecho, seguí el rastro que iba dejando ese Prometeo, a juzgar por los hierros doblados y las puertas rotas. Me desconcertaba ese tipo de brujería, pero me olvidé de él rápido. Sólo pensaba en Jarek, y lo que podían llegar a hacerle. Maldito bardo, pensé. ¿Qué haces en este lugar sin ley, joder?
Una vez conseguí alejarme del bullicio de la arena, aproveché la oscuridad de la noche y las sombras de la ciudad para esconderme y analizar la situación. Tenía que encontrar a ese virrey. Era el único medio para llegar hasta el infeliz de Jarek. Estaba un poco hasta las narices de salvarle el culo a ese bastardo mujeriego. Resoplé con resignación. ¿Cómo iba a abandonarle? Yo ya no era esa clase de persona.
Me metí en un callejón estrecho y me senté sobre una caja tirada entre un montón. También quería recuperar mi espada y mi morral, aunque lo segundo lo daba bastante por perdido. Pero mi espada era de mejor acero que lo que llevaba en ese momento en la mano. Miré el filo gastado y pegajoso por la sangre que lo manchaba, y desinflé los pulmones con cansancio. Me guardé la daga en el cinturón y dejé la espada apoyada a mi lado en la caja para echarle un vistazo al estado de la herida de mi muslo. Por suerte, había dejado de sangrar, pero dolía como su puta madre.
Apreté el vendaje improvisado, y me tomé un instante de respiro, con la espalda apoyada en la pared detrás de mí y los ojos cerrados. Tenía que seguir, de modo que me puse en pie, y me moví en silencio. Sorprendí al primer guardia al que hallé por detrás, y lo amenacé con el filo de la espada pegado a su gaznate. Aquella ciudad estaba repleta de cobardes, por lo que no tardó demasiado en darme un rumbo. Lo asesiné cuando obtuve lo que quería. Si daba la alarma, no iba a llegar a mi destino. Maté a dos hombres que mantenían una conversación mientras echaban una meada. Uno me sorprendió golpeandome en la sien y, tras un breve momento de aturdimiento, tuve un enfrentamiento cara a cara con su espada. No era muy diestro.
Dejé a mi paso un rastro de cadáveres. Bañé el suelo con las tripas de los guardias. Rajé, mutilé y apuñalé. Me hirieron, pero ignoré el dolor en pos de llegar hasta el final. Hundí el puñal en los riñones de uno de los custodios de una gran carpa, donde supuestamente iba a encontrar lo que andaba buscando. Maté a otro que se ahogó en su propia sangre, e irrumpí en la tienda.
Una vez conseguí alejarme del bullicio de la arena, aproveché la oscuridad de la noche y las sombras de la ciudad para esconderme y analizar la situación. Tenía que encontrar a ese virrey. Era el único medio para llegar hasta el infeliz de Jarek. Estaba un poco hasta las narices de salvarle el culo a ese bastardo mujeriego. Resoplé con resignación. ¿Cómo iba a abandonarle? Yo ya no era esa clase de persona.
Me metí en un callejón estrecho y me senté sobre una caja tirada entre un montón. También quería recuperar mi espada y mi morral, aunque lo segundo lo daba bastante por perdido. Pero mi espada era de mejor acero que lo que llevaba en ese momento en la mano. Miré el filo gastado y pegajoso por la sangre que lo manchaba, y desinflé los pulmones con cansancio. Me guardé la daga en el cinturón y dejé la espada apoyada a mi lado en la caja para echarle un vistazo al estado de la herida de mi muslo. Por suerte, había dejado de sangrar, pero dolía como su puta madre.
Apreté el vendaje improvisado, y me tomé un instante de respiro, con la espalda apoyada en la pared detrás de mí y los ojos cerrados. Tenía que seguir, de modo que me puse en pie, y me moví en silencio. Sorprendí al primer guardia al que hallé por detrás, y lo amenacé con el filo de la espada pegado a su gaznate. Aquella ciudad estaba repleta de cobardes, por lo que no tardó demasiado en darme un rumbo. Lo asesiné cuando obtuve lo que quería. Si daba la alarma, no iba a llegar a mi destino. Maté a dos hombres que mantenían una conversación mientras echaban una meada. Uno me sorprendió golpeandome en la sien y, tras un breve momento de aturdimiento, tuve un enfrentamiento cara a cara con su espada. No era muy diestro.
Dejé a mi paso un rastro de cadáveres. Bañé el suelo con las tripas de los guardias. Rajé, mutilé y apuñalé. Me hirieron, pero ignoré el dolor en pos de llegar hasta el final. Hundí el puñal en los riñones de uno de los custodios de una gran carpa, donde supuestamente iba a encontrar lo que andaba buscando. Maté a otro que se ahogó en su propia sangre, e irrumpí en la tienda.
Visenna
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Re: Sangre y acero [Privado] [Cerrado]
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Matthew salió caminando de la arena, sus guardias iban por delante y llevaban por un lado al Bardo, quien caminaba por sus propios medios, y por el otro a Einar, quien iba atado de pies y manos por lo que tenían que cargarlo. En apariencia la situación estaba bajo control, pero como Owens no era un amante de la calma, contaba con que pronto los prisioneros hicieran lo propio e intentaran huir.
Fuerons caminando sin prisa por las desparejas calles de Ciudad Lagarto, todas ellas de tierra, que más bien se volvía fango, producto de la cantidad de gente que las usaba para arrojar todo tipo de líquidos y luego pisaba sin fijarse. Llegaron hasta la tienda de Matt sin ningún inconveniente.
-A ese - Dijo señalando a Einar - Cuelguenlo de alguna de las vigas donde no moleste - Luego se giró hacía el Bardo - En cuanto a ti... ¿Quieres algo de beber? - Su tono cambio de uno autoritario a uno amable en un instante.
La carpa era muy grande, con gruesos troncos que sostenían la estructura principal y una larga tela hacía a la vez de paredes o puertas dependiendo de dónde fuera. La sala principal tenía todo lo necesario para recibir visitas, mesas bajas, almohadones y sillones, todo repartido y acomodado de forma tal que pudiera tenerse reuniones de a muchas personas o solo de a dos, de ser necesario. El piso estaba completamente cubierto con una gruesa alfombra, y de hecho, Matt obligaba a la gente a que se quitara el calzado sí iban a entrar a su parte del establecimiento.
El decir “su parte” era sólo una delicadeza, ya que toda la carpa le pertenecía, pero era muy respetuoso de la intimidad y por eso hacía una distinción entre la parte de la tienda que era de su uso casi exclusivo y las habitaciones individuales donde sus chicas trabajaban. Las prostitutas podían ir y venir a su antojo, no tenían un horario fijo para trabajar, Matthew sólo les exigía que le paguen una especie de alquiler, el cómo conseguían el dinero era cosa de ellas.
-Creo que empezamos con el pie izquierdo, sé que puedo ser un poco brusco a veces. En todo caso, me disculpo por eso - Dijo el Estafador mientras se sentaba sobre una pila de cojines e invitaba con un gesto a Jarek para que se acomodara también - Fue un día bastante ajetreado, y un poco de conversación ligera me vendría muy bien ¿Podrías hacerme ese favor? -
Se escucharon algunos sonidos afuera, una exclamación de sorpresa, ruido de metales entrechocando. Matt no sabía de quién se trataba, pero sí podía suponer que tendrían a una nueva visita pronto, así que sacó un tercer vaso y la puso sobre la mesa. La que apareció fue nada más y nada menos que Visenna, o al menos debajo de toda esa sangre uno podía suponer que estaba ella.
-Vaya, vaya, así que alguien se estuvo divirtiendo - Dijo con sarcasmo Matthew y sonrió - Te vas por la ciudad a matar gente y no nos invitas. Que actitud más horrible - Llenó los vasos con vino tinto - Pero te perdono ¿Por que no te relajas y bebes con nosotros? -
Matthew Owens
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Re: Sangre y acero [Privado] [Cerrado]
Estolas consiguió alcanzar su destino, ciudad Lagarto, gracias a la ayuda de Katrina y Alward. La loba había cubierto con ellos su ración de ayuda altruista y ahora que estaban separados tocaba buscar su lugar de trabajo.
La carpa del virrey era el único burdel destacable de la ciudad, entre las chicas que compartían profesión se decía que el regente cuidaba a sus chicas, que las trataba bien y no las tocaba, también decían que tenía una médico que 1 vez al mes acudía a revisar la salud de las muchachas e incluso las visitaba si había una urgencia. Por no hablar de las comidas, se decía por ahí que el virrey proporcionaba entre una y dos comidas diarias y que sus trabajadoras favoritas hasta podían comer más veces, pedir fruta confitada y comprar su propia ropa.
Estolas llegó a la enorme y perfumada carpa. La recibió una mujer muy bajita sentada detrás de un atril, sin mirar a Estola le señaló los pies con la pluma y le dijo que se quitara los zapatos. Estolas obedeció y luego esperó a que la enana dejara de escribir. Pero no lo hizo, tan solo le dio un vistazo rápido a la pelirroja y le hizo unas preguntas sin dejar de mirar el pergamino que tenía sobre el atril.
La mujer dejó de hablar, hizo sonar una campanita y una elfa acudió a la llamada y se llevó a Estolas y le dio un baño. Aquella nueva mujer hablaba con la loba sin parar, repitiendo que todas las chicas de Matt tenían que estar presentables (en ese momento Estolas se permitió el lujo de suponer que el tal Matt era el dueño).
Al salir del agua la elfa le dio a Estolas unas telas vaporosas que permitirán ver la mercancía sin tocarla, también le puso unos adornos extras en los brazos y piernas para tapar las marcas de pinchazos, y curiosamente insistió mucho a Estolas sobre el tema de los vicios. "En tu tiempo libre puedes hacer lo que quieras" dijo la elfa antes de hacer pasar a Estolas a la sala donde esperaba Matt. "Pero en horas de trabajo tienes que estar lucida y despejada."
De aquello hacía ya una semana. Estolas había conseguido el trabajo y cumplía todas las normas y peticiones sin quejarse, cuando los clientes querían una loba la llamaban a ella, cuando querían a alguien la llamaban a ella (o a otra chica, eso dependía de si Estolas o las otras estaban disponibles en ese momento), si buscaban a alguien con más pecas que piel... Estolas.
Estolas estaba despidiendo a un cliente, que había pedido el paquete de animal, cuando el virrey entró a la carpa e hizo colgar a uno de sus juguetes del techo. La loba miraba la escena desde su peluda posición. Cuando el jefe irrumpía en el lugar todo parecía pararse por unos segundos, pero el negocio se reanudó rápidamente y Estolas entró a su estancia, recuperó su pecosa y pelirroja apariencia humana, se tomó unos minutos para sobreponerse al agotamiento del cambio y salió de detrás de la cortina vistiendo una telas ligeras que dejaban poco espacio a la imaginación.
La loba salió en el momento justo para ver como una mujer bañada en sangre entraba a la carpa. Las compañeras de Estolas más atrevidas le recriminaron a la mujer diferentes cosas en diferentes idiomas, sin duda Matt luego se quejaría de que sus alfombras estaban muy sucias. Las más temerosas guardaron silencio y desviaron la mirada, no querían ser las siguientes que formaran parte de la pintura guerrera de la desconocida. Estolas simplemente permaneció en su puesto, aguardando delante de su habitación, mirando la mujer (aunque no la miraba a ella realmente, simplemente estaba dentro de su campo de visión) y esperando el próximo cliente.
La carpa del virrey era el único burdel destacable de la ciudad, entre las chicas que compartían profesión se decía que el regente cuidaba a sus chicas, que las trataba bien y no las tocaba, también decían que tenía una médico que 1 vez al mes acudía a revisar la salud de las muchachas e incluso las visitaba si había una urgencia. Por no hablar de las comidas, se decía por ahí que el virrey proporcionaba entre una y dos comidas diarias y que sus trabajadoras favoritas hasta podían comer más veces, pedir fruta confitada y comprar su propia ropa.
Estolas llegó a la enorme y perfumada carpa. La recibió una mujer muy bajita sentada detrás de un atril, sin mirar a Estola le señaló los pies con la pluma y le dijo que se quitara los zapatos. Estolas obedeció y luego esperó a que la enana dejara de escribir. Pero no lo hizo, tan solo le dio un vistazo rápido a la pelirroja y le hizo unas preguntas sin dejar de mirar el pergamino que tenía sobre el atril.
La mujer dejó de hablar, hizo sonar una campanita y una elfa acudió a la llamada y se llevó a Estolas y le dio un baño. Aquella nueva mujer hablaba con la loba sin parar, repitiendo que todas las chicas de Matt tenían que estar presentables (en ese momento Estolas se permitió el lujo de suponer que el tal Matt era el dueño).
Al salir del agua la elfa le dio a Estolas unas telas vaporosas que permitirán ver la mercancía sin tocarla, también le puso unos adornos extras en los brazos y piernas para tapar las marcas de pinchazos, y curiosamente insistió mucho a Estolas sobre el tema de los vicios. "En tu tiempo libre puedes hacer lo que quieras" dijo la elfa antes de hacer pasar a Estolas a la sala donde esperaba Matt. "Pero en horas de trabajo tienes que estar lucida y despejada."
De aquello hacía ya una semana. Estolas había conseguido el trabajo y cumplía todas las normas y peticiones sin quejarse, cuando los clientes querían una loba la llamaban a ella, cuando querían a alguien la llamaban a ella (o a otra chica, eso dependía de si Estolas o las otras estaban disponibles en ese momento), si buscaban a alguien con más pecas que piel... Estolas.
Estolas estaba despidiendo a un cliente, que había pedido el paquete de animal, cuando el virrey entró a la carpa e hizo colgar a uno de sus juguetes del techo. La loba miraba la escena desde su peluda posición. Cuando el jefe irrumpía en el lugar todo parecía pararse por unos segundos, pero el negocio se reanudó rápidamente y Estolas entró a su estancia, recuperó su pecosa y pelirroja apariencia humana, se tomó unos minutos para sobreponerse al agotamiento del cambio y salió de detrás de la cortina vistiendo una telas ligeras que dejaban poco espacio a la imaginación.
La loba salió en el momento justo para ver como una mujer bañada en sangre entraba a la carpa. Las compañeras de Estolas más atrevidas le recriminaron a la mujer diferentes cosas en diferentes idiomas, sin duda Matt luego se quejaría de que sus alfombras estaban muy sucias. Las más temerosas guardaron silencio y desviaron la mirada, no querían ser las siguientes que formaran parte de la pintura guerrera de la desconocida. Estolas simplemente permaneció en su puesto, aguardando delante de su habitación, mirando la mujer (aunque no la miraba a ella realmente, simplemente estaba dentro de su campo de visión) y esperando el próximo cliente.
Marceline
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Re: Sangre y acero [Privado] [Cerrado]
El bardo fue arrastrado sin rechistar y sin oponer resistencia hasta la carpa del virrey. Valoraba demasiado su integridad física como para enfrentarse a sus captores. Bueno, eso de sin rechistar es relativo. Parloteó y preguntó una y otra vez a dónde lo llevaban. Se preguntaba qué suerte correría cuando entró en aqulla carpa, repleta de sedas, mujeres y cuyo ambiente estaba cargado de un aroma dulzón.
— ¿Que si quiero o que si tengo?— preguntó, sorprendido por el ofrecimiento del virrey tras ordenar que colgaran al muchacho pelirrojo en una jaula. ¿Había oído bien?— Claro, sin problema— respondió, relajándose por el tono de Owens mientras se le iban los ojos de una muchacha a otra. Prostitutas, señoritas de compañía... El virrey quería conversación, pues él le daría conversación— . ¿Se nota mucho que es mi primera visita a Ciudad Lagarto?— comentó mientras aceptaba una copa que una de las chicas le ofrecía. Le sonrió de forma encantadora.
Resollaba como un toro cuando pasé al otro lado de la lona. Algunas chicas exclamaron con un grito agudo ante la irrupción. Otras cuchichearon, pero lo que me dejó perpleja no fue la decoración, o la cantidad de pezones que podía ver a través de los vaporosos vestidos. No. Fue ver a Jarek en una posición bastante relajada, y las palabras de, al parecer, su nuevo amigo el virrey. No solté los aceros, ni bajé la guardia, pero no fui capaz de disimular el desconcierto.
— ¿Qué?— musité, y clavé los ojos en los iris desiguales del bardo.
— Por los dioses, Visenna... ¿Te has dado un baño vampírico?— preguntó, mordaz, mientras se ponía en pie.
— ¿Qué?— balbucí, y al apoyar la pierna del muslo herido trastabillé levemente y siseé de dolor. ¿A cuántos hombres había pasado por la espada pensando que Jarek estaba en serio peligro? Resoplé, desviando la vista. Porque si seguía mirando a ese bardo cabrón iba a lanzarle el cuchillo. Entonces me fijé en una de las prostitutas. Pecosa, pequeña y aparentemente frágil. Invisible.
— ¿Que si quiero o que si tengo?— preguntó, sorprendido por el ofrecimiento del virrey tras ordenar que colgaran al muchacho pelirrojo en una jaula. ¿Había oído bien?— Claro, sin problema— respondió, relajándose por el tono de Owens mientras se le iban los ojos de una muchacha a otra. Prostitutas, señoritas de compañía... El virrey quería conversación, pues él le daría conversación— . ¿Se nota mucho que es mi primera visita a Ciudad Lagarto?— comentó mientras aceptaba una copa que una de las chicas le ofrecía. Le sonrió de forma encantadora.
Resollaba como un toro cuando pasé al otro lado de la lona. Algunas chicas exclamaron con un grito agudo ante la irrupción. Otras cuchichearon, pero lo que me dejó perpleja no fue la decoración, o la cantidad de pezones que podía ver a través de los vaporosos vestidos. No. Fue ver a Jarek en una posición bastante relajada, y las palabras de, al parecer, su nuevo amigo el virrey. No solté los aceros, ni bajé la guardia, pero no fui capaz de disimular el desconcierto.
— ¿Qué?— musité, y clavé los ojos en los iris desiguales del bardo.
— Por los dioses, Visenna... ¿Te has dado un baño vampírico?— preguntó, mordaz, mientras se ponía en pie.
— ¿Qué?— balbucí, y al apoyar la pierna del muslo herido trastabillé levemente y siseé de dolor. ¿A cuántos hombres había pasado por la espada pensando que Jarek estaba en serio peligro? Resoplé, desviando la vista. Porque si seguía mirando a ese bardo cabrón iba a lanzarle el cuchillo. Entonces me fijé en una de las prostitutas. Pecosa, pequeña y aparentemente frágil. Invisible.
Visenna
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Re: Sangre y acero [Privado] [Cerrado]
A menos que necesitara algo en concreto de ellas, Matthew solía hacer como sí las muchachas semidesnudas a su alrededor no existieran. No era porque no tuviera interés en las mujeres, simplemente no quería que creyeran que tenían más valor, y por lo tanto más poder, del que él quisiera darles, y es que algunos hombres eran tan manipulables cuando veían un par de tetas. Ese parecía ser el caso del Bardo, quien se relajó en cuanto vio la mercancía que tenía Owens allí, de esa manera parecía olvidarse de que se encontraba en uno de los sitios más peligrosos de toda Ciudad Lagarto.
-Se nota bastante, sí. Pero no es de extrañarse, apenas llevamos un año aquí, y no somos un sitio muy visitado a menos que tu idea de negocio esté alejado de la ley, o estés buscando satisfacer algún deseo que en otras ciudades no se puede siquiera mencionar - Y hablando de eso, Matt vio de reojo como un cliente salía de la habitación asignada a la nueva chica, la Licantropo apodada Estola - Pero no te guies por mis palabras, puedes ir por la ciudad y verlo por ti mismo - Se inclinó un poco hacía adelante y agregó - Aunque no te recomiendo que lo hagas a menos que tengas un mecenas, ya sabes, alguien que con tan solo mencionar su nombre evite que los ladrones y asesinos quieran atacarte -
La higiene era prácticamente una obsesión para Matthew, todos los que quisieran trabajar en esa carpa aprendían rápidamente a ser cuidadosos con su imagen si no quería soportar maltratos de todo tipo por parte del Virrey. Así que no era de extrañarse que se quedaran viendo a Visenna con sorpresa y hasta algo de desagrado ¿Quién limpiaría la alfombra? Seguramente no ella.
-Cariño ¿Te das una idea de la cantidad de enfermedades que debían tener las personas que mataste? Y ahora estás bañada en su sangre. En verdad, no quiero sonar como si fuera tu madre, pero me preocupa la falta de interés que muestras en tu bienestar, andas por ahí peleandote, aceptando batallas a muerte en la arena. No es forma de vivir para una Señorita - Suspiró y se escuchó a Einar riendo, aún colgado y atado de cuerpo completo - Ahora que pudiste verificar que tu amado Jarek está a salvo ¿No te gustaría darte un baño? ¿Cambiarte esas “bonitas” ropas? Me jacto de ser un buen anfitrión pero necesito que cooperes un poco, Querida -
Levantó una mano y le hizo un gesto a Estola para que se acercara.
-¿Podrías ayudarla, Cielo? Seguro que entre chicas se van a entender bien ¿No lo crees? - Además la Licántropo era la más mansa de todas sus chicas, sí mandaba a alguna de las otras podrían mostrarse agresivas o mordaces en sus comentarios, no quería que Visenna destripara a alguna de las prostitutas dentro de la tienda “Sería otro desastre más para limpiar” - Que se dé un baño de cuerpo completo y ofrécele algo de ropa... Imagino que no te dejaras poner un vestido ¿O no? Estola Preciosa, seguro encontrarás algún pantalón y camisa entre los pilones de ropa - Y mientras podría seguir charlando con Jarek.
-Se nota bastante, sí. Pero no es de extrañarse, apenas llevamos un año aquí, y no somos un sitio muy visitado a menos que tu idea de negocio esté alejado de la ley, o estés buscando satisfacer algún deseo que en otras ciudades no se puede siquiera mencionar - Y hablando de eso, Matt vio de reojo como un cliente salía de la habitación asignada a la nueva chica, la Licantropo apodada Estola - Pero no te guies por mis palabras, puedes ir por la ciudad y verlo por ti mismo - Se inclinó un poco hacía adelante y agregó - Aunque no te recomiendo que lo hagas a menos que tengas un mecenas, ya sabes, alguien que con tan solo mencionar su nombre evite que los ladrones y asesinos quieran atacarte -
La higiene era prácticamente una obsesión para Matthew, todos los que quisieran trabajar en esa carpa aprendían rápidamente a ser cuidadosos con su imagen si no quería soportar maltratos de todo tipo por parte del Virrey. Así que no era de extrañarse que se quedaran viendo a Visenna con sorpresa y hasta algo de desagrado ¿Quién limpiaría la alfombra? Seguramente no ella.
-Cariño ¿Te das una idea de la cantidad de enfermedades que debían tener las personas que mataste? Y ahora estás bañada en su sangre. En verdad, no quiero sonar como si fuera tu madre, pero me preocupa la falta de interés que muestras en tu bienestar, andas por ahí peleandote, aceptando batallas a muerte en la arena. No es forma de vivir para una Señorita - Suspiró y se escuchó a Einar riendo, aún colgado y atado de cuerpo completo - Ahora que pudiste verificar que tu amado Jarek está a salvo ¿No te gustaría darte un baño? ¿Cambiarte esas “bonitas” ropas? Me jacto de ser un buen anfitrión pero necesito que cooperes un poco, Querida -
Levantó una mano y le hizo un gesto a Estola para que se acercara.
-¿Podrías ayudarla, Cielo? Seguro que entre chicas se van a entender bien ¿No lo crees? - Además la Licántropo era la más mansa de todas sus chicas, sí mandaba a alguna de las otras podrían mostrarse agresivas o mordaces en sus comentarios, no quería que Visenna destripara a alguna de las prostitutas dentro de la tienda “Sería otro desastre más para limpiar” - Que se dé un baño de cuerpo completo y ofrécele algo de ropa... Imagino que no te dejaras poner un vestido ¿O no? Estola Preciosa, seguro encontrarás algún pantalón y camisa entre los pilones de ropa - Y mientras podría seguir charlando con Jarek.
Matthew Owens
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Re: Sangre y acero [Privado] [Cerrado]
Estolas acudió sin rechistar a la llamada de su amo. Pasó al lado de la mujer ensangrentada, como si esta fuera un poste más de la carpa y no una sanguinaria matona.
—¿En qué puedo servirle? —La loba agachó momentáneamente la cabeza para saludarlo.
En sus trabajos anteriores Estolas había aprendido a dirigirse a sus dueños por un título, pero Matthew los repudiaba, con excepción, quizás, de su título nobiliario de virrey. No le gustaba que le dijeran Señor, mucho menos acompañado de su nombre completo, decía que le hacía parecer viejo.
En otra ocasión las compañeras le explicaron a la pecosa, que el nombre completo del jefe se usaba solo cuando se hablaba con clientes nuevos, su nombre o su apellido, todo dependía de la situación. Al virrey tampoco le gustaba que sus chicas le llamaran "Jefe", decía que eso sonaba a matones y por tanto solo sus matones usaban esa referencia.
Para las prostitutas el humano era sencillamente Matt, la abreviatura generaba familiaridad, cercanía y una falsa sensación de seguridad. De cara al público el establecimiento del virrey era perfecto.
—Sin duda —Contestó Estolas, dándole la razón al hombre —. Pediré que preparen el baño.
"Pedir" era una manera formal de comunicar que el encargo había sido escuchado, la loba no era la única que estaba oyendo las palabras de Matthew. Mientras ella hablaba una de las chicas se deslizó por las telas de la carpa para asegurarse de que la bañera estaba disponible y con agua caliente.
—Así lo hare, Matt. Si le parece bien le preguntare a Brenda en que montón de ropa buscar. La encargada tiene una lista con el inventario —Añadió, levantando la vista buscando ya a la enana —. ¿Desea que atendamos la herida de la Señorita, Matt?
Estolas había negado la existencia de la mancha de sangre andante, pero eso no significaba que la pelirroja hubiera pasado por alto la queja de la mujer al apoyarse en una de sus piernas.
—Señorita —Llamó la loba, tras escuchar la respuesta de Matthew —, por aquí, por favor.
—¿En qué puedo servirle? —La loba agachó momentáneamente la cabeza para saludarlo.
En sus trabajos anteriores Estolas había aprendido a dirigirse a sus dueños por un título, pero Matthew los repudiaba, con excepción, quizás, de su título nobiliario de virrey. No le gustaba que le dijeran Señor, mucho menos acompañado de su nombre completo, decía que le hacía parecer viejo.
En otra ocasión las compañeras le explicaron a la pecosa, que el nombre completo del jefe se usaba solo cuando se hablaba con clientes nuevos, su nombre o su apellido, todo dependía de la situación. Al virrey tampoco le gustaba que sus chicas le llamaran "Jefe", decía que eso sonaba a matones y por tanto solo sus matones usaban esa referencia.
Para las prostitutas el humano era sencillamente Matt, la abreviatura generaba familiaridad, cercanía y una falsa sensación de seguridad. De cara al público el establecimiento del virrey era perfecto.
—Sin duda —Contestó Estolas, dándole la razón al hombre —. Pediré que preparen el baño.
"Pedir" era una manera formal de comunicar que el encargo había sido escuchado, la loba no era la única que estaba oyendo las palabras de Matthew. Mientras ella hablaba una de las chicas se deslizó por las telas de la carpa para asegurarse de que la bañera estaba disponible y con agua caliente.
—Así lo hare, Matt. Si le parece bien le preguntare a Brenda en que montón de ropa buscar. La encargada tiene una lista con el inventario —Añadió, levantando la vista buscando ya a la enana —. ¿Desea que atendamos la herida de la Señorita, Matt?
Estolas había negado la existencia de la mancha de sangre andante, pero eso no significaba que la pelirroja hubiera pasado por alto la queja de la mujer al apoyarse en una de sus piernas.
—Señorita —Llamó la loba, tras escuchar la respuesta de Matthew —, por aquí, por favor.
Marceline
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Re: Sangre y acero [Privado] [Cerrado]
¿Cariño?, pensé alzando una ceja, tras la confusión inicial. No entendía absolutamente nada, pero ese cabrón me estaba vacilando. Tuvieron que rechinarme los dientes. ¿Aceptando batallas en la arena? Lo iba a matar. Apreté el puño en la empuñadura, pero al ir a dar un paso el dolor del muslo me hizo detenerme y resoplar. Entonces vi a Jarek haciéndome gestos para que me contuviera y me callara. A este también pensaba cargármelo, pero con mis propias manos.
Conté mentalmente hasta cinco, y entonces el virrey llamó a la chica que había captado mi atención antes. Era todo pecas, flaca como un junco, y con el pelo más rojo que había visto nunca. Su mirada no tenía expresión alguna, y eso removió algo dentro de mí.
Seguía confusa, pero bajé la espada, que goteaba sangre espesa, y finalmente renqueé mientras seguía a la muchacha pelirroja. Miré de reojo al bardo y tuvimos una de nuestras conversaciones mentales en las que él se excusaba y me aseguraba que me lo explicaría más tarde, mientras yo le fulminaba con la mirada y echaba chispas por los ojos. Lo cierto es que necesitaba que atendieran mis heridas. Más me valía callar ahora, después de haber pasado por la espada a al menos una decena de hombres para llegar hasta esa carpa.
— ¿Qué haces aquí, chica?— le pregunté una vez nos encontramos a solas. No sabía si entendería a qué me refería exactamente.
Mientras tanto, Jarek se dedicó a beber vino.
—Perdónala, es una moza con mucha pasión— dijo el bardo en una especie de intento por defenderme—. Y es mejor no cabrearla, créeme.
Conté mentalmente hasta cinco, y entonces el virrey llamó a la chica que había captado mi atención antes. Era todo pecas, flaca como un junco, y con el pelo más rojo que había visto nunca. Su mirada no tenía expresión alguna, y eso removió algo dentro de mí.
Seguía confusa, pero bajé la espada, que goteaba sangre espesa, y finalmente renqueé mientras seguía a la muchacha pelirroja. Miré de reojo al bardo y tuvimos una de nuestras conversaciones mentales en las que él se excusaba y me aseguraba que me lo explicaría más tarde, mientras yo le fulminaba con la mirada y echaba chispas por los ojos. Lo cierto es que necesitaba que atendieran mis heridas. Más me valía callar ahora, después de haber pasado por la espada a al menos una decena de hombres para llegar hasta esa carpa.
— ¿Qué haces aquí, chica?— le pregunté una vez nos encontramos a solas. No sabía si entendería a qué me refería exactamente.
Mientras tanto, Jarek se dedicó a beber vino.
—Perdónala, es una moza con mucha pasión— dijo el bardo en una especie de intento por defenderme—. Y es mejor no cabrearla, créeme.
Visenna
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Re: Sangre y acero [Privado] [Cerrado]
Sonrió ampliamente cuando Estolas hizo caso sin rechistar, le gustaba eso de ella, otras prostitutas ponían mala cara, o hacían comentarios al pasar para demostrar su desgano ante la tarea solicitada. La Licantropo en cambio no parecía tener voluntad propia, simplemente era cuestión de darle una orden y al instante estaba hecho. No era necesario que la chica contara su historia, Matthew podía reconocer perfectamente los síntomas, seguramente su vida era una incontable secuencia de malas decisiones.
-Claro, eso hará las cosas más fáciles - Respondió Owens mientras se peinaba la barba con dos dedos - Bien pensado - Pasó una mano por la espalda de Estolas, un gesto cariñoso que servía a la vez como recompensa - Sí, cura sus heridas también, no servirá de nada que se bañe y se cambie si luego va a ir manchando todo -
Dejó que las dos chicas se fueran, estaba seguro que la Licantropo haría un excelente trabajo, una mujer con un carácter tan fuerte como el de Visenna no podría evitar bajar la guardia ante la presencia de una chica tan dócil. Matt sonrió de medio lado, seguramente sí Estolas no hubiese estado allí la guerrera se habría lanzado a atacar todo lo que se movía, y a Owens no le gustaba recurrir a la fuerza.
-Ya veo que tiene mucha pasión, sí - Volvió a fijar la mirada en el Bardo - Y también noto que te tiene un cariño enorme, es decir, no creo que cruces media ciudad asesinando gente a mansalva por alguien sin importancia - Sonrió mostrando los dientes - Me encantan las chicas como Visenna, de verdad que me facilitan mucho todo el trabajo. Son tan sinceras, sus gestos lo dicen todo incluso aunque siquiera abran la boca -
Se rió de su propio comentario y buscó algo para comer, en un frasco cerrado encontró cerezas en almíbar, el Virrey tenía debilidad por las cosas dulces. Se llevó una a la boca antes de ofrecerle a Jarek, y luego agarró dos más, se chupo los dedos antes de continuar con la charla.
-Ahora bien. Volvamos a lo que me interesa: Los negocios. Te tengo aquí cómodamente sentado, tengo a Visenna en el cuarto de al lado. Y están en el centro de mi ciudad, así que... - Se inclinó hacía adelante, mirándolo fijamente y sonriendo - ¿Que tienes tu para negociar? Dame algún buen motivo que justifique el que no les arrebate simplemente lo que quiero sin más contemplación -
No era muy difícil para alguien en la posición de Matt el hacer que ataran y colgaran a Visenna tal como había hecho con Einar. Ni tampoco meter en una jaula al Bardo y obligarlo a cantar el resto de la noche, para finalmente forzarlo a cosas mucho menos decorosas... Pero a Matt no le gustaba obligar a la gente, quería que su deseo fuera el deseo de ellos.
Claro que Jarek no sabía eso último, y jugar a ser el villano de la historia siempre era divertido.
-Claro, eso hará las cosas más fáciles - Respondió Owens mientras se peinaba la barba con dos dedos - Bien pensado - Pasó una mano por la espalda de Estolas, un gesto cariñoso que servía a la vez como recompensa - Sí, cura sus heridas también, no servirá de nada que se bañe y se cambie si luego va a ir manchando todo -
Dejó que las dos chicas se fueran, estaba seguro que la Licantropo haría un excelente trabajo, una mujer con un carácter tan fuerte como el de Visenna no podría evitar bajar la guardia ante la presencia de una chica tan dócil. Matt sonrió de medio lado, seguramente sí Estolas no hubiese estado allí la guerrera se habría lanzado a atacar todo lo que se movía, y a Owens no le gustaba recurrir a la fuerza.
-Ya veo que tiene mucha pasión, sí - Volvió a fijar la mirada en el Bardo - Y también noto que te tiene un cariño enorme, es decir, no creo que cruces media ciudad asesinando gente a mansalva por alguien sin importancia - Sonrió mostrando los dientes - Me encantan las chicas como Visenna, de verdad que me facilitan mucho todo el trabajo. Son tan sinceras, sus gestos lo dicen todo incluso aunque siquiera abran la boca -
Se rió de su propio comentario y buscó algo para comer, en un frasco cerrado encontró cerezas en almíbar, el Virrey tenía debilidad por las cosas dulces. Se llevó una a la boca antes de ofrecerle a Jarek, y luego agarró dos más, se chupo los dedos antes de continuar con la charla.
-Ahora bien. Volvamos a lo que me interesa: Los negocios. Te tengo aquí cómodamente sentado, tengo a Visenna en el cuarto de al lado. Y están en el centro de mi ciudad, así que... - Se inclinó hacía adelante, mirándolo fijamente y sonriendo - ¿Que tienes tu para negociar? Dame algún buen motivo que justifique el que no les arrebate simplemente lo que quiero sin más contemplación -
No era muy difícil para alguien en la posición de Matt el hacer que ataran y colgaran a Visenna tal como había hecho con Einar. Ni tampoco meter en una jaula al Bardo y obligarlo a cantar el resto de la noche, para finalmente forzarlo a cosas mucho menos decorosas... Pero a Matt no le gustaba obligar a la gente, quería que su deseo fuera el deseo de ellos.
Claro que Jarek no sabía eso último, y jugar a ser el villano de la historia siempre era divertido.
Matthew Owens
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Re: Sangre y acero [Privado] [Cerrado]
—Espere un segundo, por favor. Iré a pedir su ropa.
Estolas inclinó la cabeza y con una mano abrió la cortinilla que separaba el baño de las otras estancias. Cuando la mujer pasó, la loba fue en busca de la enana.
—Señora Brenda. Matt quiere que vista a una de sus invitadas con unos pantalones y una chaquetilla a juego —Brenda alzó la vista de los papeles al escuchar el nombre del estafador —. Es alta, de pelo corto, desprolijo y castaño y es guerrera. También tiene una herida que tiene que ser atendida, ¿podría mandar a una de mis compañeras al baño para que llevara las cosas? No puedo dejar sola a la invitada de Matt durante mucho tiempo.
Brenda suspiró y con palabras amables, pero secas, accedió al pedido de Estolas.
—Perdone la tardanza, Señorita —en realidad Estolas a penas había estado fuera un par de minutos, pero tenía que seguir el protocolo —¿me permite?
La pecosa movió la mano hacia el pomo de la espada, esperando a que la mujer se la ofreciera para poder dejar dentro de una vasija. De esta forma Estolas se aseguraba de que la sangre no siguiera manchando las alfombras de Matt.
Después de aquel gesto la loba comenzó a desvestir a la guerrera, dejando cada prenda de ropa (botas incluidas) dentro de un cesto.
—Trabajo para el Señor Matt —Respondió Estolas desatando los cordones del pantalón ensangrentado—. Espero que el agua sea de su agrado —prosiguió, cuando hubo terminado de desnudar a la castaña —. Le devolveremos su ropa en cuanto esté limpia.
Estolas le tendió una mano a la mujer para ayudarla a entrar en el agua, esperó a que se sentara y se arrodilló en el suelo, quedando a la altura de la bañera. Cogió la esponja que reposaba dentro de un balde, colocado sobre un taburete cercano, y tras remojarlo en el agua comenzó a limpiar a la invitada de Matt.
Estolas inclinó la cabeza y con una mano abrió la cortinilla que separaba el baño de las otras estancias. Cuando la mujer pasó, la loba fue en busca de la enana.
—Señora Brenda. Matt quiere que vista a una de sus invitadas con unos pantalones y una chaquetilla a juego —Brenda alzó la vista de los papeles al escuchar el nombre del estafador —. Es alta, de pelo corto, desprolijo y castaño y es guerrera. También tiene una herida que tiene que ser atendida, ¿podría mandar a una de mis compañeras al baño para que llevara las cosas? No puedo dejar sola a la invitada de Matt durante mucho tiempo.
Brenda suspiró y con palabras amables, pero secas, accedió al pedido de Estolas.
—Perdone la tardanza, Señorita —en realidad Estolas a penas había estado fuera un par de minutos, pero tenía que seguir el protocolo —¿me permite?
La pecosa movió la mano hacia el pomo de la espada, esperando a que la mujer se la ofreciera para poder dejar dentro de una vasija. De esta forma Estolas se aseguraba de que la sangre no siguiera manchando las alfombras de Matt.
Después de aquel gesto la loba comenzó a desvestir a la guerrera, dejando cada prenda de ropa (botas incluidas) dentro de un cesto.
—Trabajo para el Señor Matt —Respondió Estolas desatando los cordones del pantalón ensangrentado—. Espero que el agua sea de su agrado —prosiguió, cuando hubo terminado de desnudar a la castaña —. Le devolveremos su ropa en cuanto esté limpia.
Estolas le tendió una mano a la mujer para ayudarla a entrar en el agua, esperó a que se sentara y se arrodilló en el suelo, quedando a la altura de la bañera. Cogió la esponja que reposaba dentro de un balde, colocado sobre un taburete cercano, y tras remojarlo en el agua comenzó a limpiar a la invitada de Matt.
Marceline
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Re: Sangre y acero [Privado] [Cerrado]
Al bardo le costaba creer a veces que alguien como yo le tuviera simplemente cariño. Éramos amigos, por supuesto, pero a veces no lo tragaba, y no me esforzaba en disimularlo. Sin embargo, una cosa era no aprobar su manera de comportarse y de hablar, y otra muy distinta permitir que saliera herido, o que lo mataran. ¿Cómo iba a ser mejor persona si consentía que hicieran daño a un amigo? El bardo era consciente. Era más listo de lo que buscaba aparentar.
—Sincera es, desde luego— comentó Jarek dando un sorbo de vino. Luego escuchó atentamente las palabras del virrey sin perder detalle, aunque parecía bastante relajado—. Bueno, si pensaras quitarle la vida y a mí colgarme de una jaula...— señaló al joven pelirrojo con un cabeceo, elevando la vista un instante— creo que no habrías perdido el tiempo, Excelencia... Pero, además de tener ante ti a Jarek el Bardo, afamado poeta y tenor...— dijo llevándose una mano al pecho con fingida humildad—, ya has visto de lo que la chica es capaz... No creo que todos los hombres a tu servicio sean tan hábiles como ella. La he visto muchas veces en acción. Créeme, si la tienes a tu servicio, merecerá la pena. Más vale tenerla como aliada que como enemiga.
Miré a la putita sumisa con cara de pocos amigos, pero pasé renqueando al otro lado de la cortina. Estaba realmente agotada, y no podía hacer ninguna estupidez sin que fueran a pasar al bardo por la espada. No quería su muerte sobre mi conciencia. Bastantes me pesaban ya sobre los hombros, y ninguna era las de aquella noche.
Observé la sencillez de aquella estancia. Tras un biombo de madera lacada y ricamente tallada, se divisaba una bañera. Olía a flores y a agua caliente. Cerca de la bañera, un brasero daba calor a aquel cuarto. Al fondo vi un pequeño mueble con una tina y un espejo empañado. Giré la cabeza cuando la chica regresó. Solté aire por la nariz, y le ofrecí aquella espada que me habían tirado en la arena. Aún tenía pendiente preguntar por la mía. La sangre que la ensuciaba emitía un fuerte olor a óxido, y había esquirlas de hueso y pelo pegadas al filo. Se la entregué por la empuñadura. Luego me dejé desnudar. Sin pudor y sin vergüenza, mirando a la chica a la cara. Parecía costarle mirarme a los ojos, cosa que no le reprochaba.
Habría sido absurdo no aceptar su ayuda para meterme dentro. El agua caliente hizo que se me erizara la piel al entrar, e hice una mueca de dolor cuando el agua entró en contacto con las heridas. La sangre la tiñó de rojo rápidamente.
—Puedo bañarme sola, chica— mascullé al ver que cogía una esponja y comenzaba a lavarme.
—Sincera es, desde luego— comentó Jarek dando un sorbo de vino. Luego escuchó atentamente las palabras del virrey sin perder detalle, aunque parecía bastante relajado—. Bueno, si pensaras quitarle la vida y a mí colgarme de una jaula...— señaló al joven pelirrojo con un cabeceo, elevando la vista un instante— creo que no habrías perdido el tiempo, Excelencia... Pero, además de tener ante ti a Jarek el Bardo, afamado poeta y tenor...— dijo llevándose una mano al pecho con fingida humildad—, ya has visto de lo que la chica es capaz... No creo que todos los hombres a tu servicio sean tan hábiles como ella. La he visto muchas veces en acción. Créeme, si la tienes a tu servicio, merecerá la pena. Más vale tenerla como aliada que como enemiga.
Miré a la putita sumisa con cara de pocos amigos, pero pasé renqueando al otro lado de la cortina. Estaba realmente agotada, y no podía hacer ninguna estupidez sin que fueran a pasar al bardo por la espada. No quería su muerte sobre mi conciencia. Bastantes me pesaban ya sobre los hombros, y ninguna era las de aquella noche.
Observé la sencillez de aquella estancia. Tras un biombo de madera lacada y ricamente tallada, se divisaba una bañera. Olía a flores y a agua caliente. Cerca de la bañera, un brasero daba calor a aquel cuarto. Al fondo vi un pequeño mueble con una tina y un espejo empañado. Giré la cabeza cuando la chica regresó. Solté aire por la nariz, y le ofrecí aquella espada que me habían tirado en la arena. Aún tenía pendiente preguntar por la mía. La sangre que la ensuciaba emitía un fuerte olor a óxido, y había esquirlas de hueso y pelo pegadas al filo. Se la entregué por la empuñadura. Luego me dejé desnudar. Sin pudor y sin vergüenza, mirando a la chica a la cara. Parecía costarle mirarme a los ojos, cosa que no le reprochaba.
Habría sido absurdo no aceptar su ayuda para meterme dentro. El agua caliente hizo que se me erizara la piel al entrar, e hice una mueca de dolor cuando el agua entró en contacto con las heridas. La sangre la tiñó de rojo rápidamente.
—Puedo bañarme sola, chica— mascullé al ver que cogía una esponja y comenzaba a lavarme.
Visenna
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Re: Sangre y acero [Privado] [Cerrado]
“Ains.... Excelencia suena muy bien” pensaba el Estafador mientras escuchaba con una atención flotante al Bardo, las palabras llegaban perezosas a sus oídos, pero de todo eso él sólo filtraba aquellas que consideraba que escondían algo más. Mientras tanto, jugaba con las cerezas, las balanceaba hasta que ya no chorrearan almíbar y luego las saboreaba lentamente. Con gran esfuerzo cerró el tarro y lo apartó, sí seguía comiendo tantos dulces seguramente subiría de peso y bajo ninguna circunstancia podría permitir algo así.
-Entonces me estás diciendo que lo único que tienes para negociar es un valor que supones que yo les doy y que eso me llevaría a no querer lastimarlos - Se sonrió y lo señaló con el dedo índice - Creo que estás en serios problemas Jajaja -
-No es como si fuera a colgar a cualquiera. Este es un sitio muy exclusivo - Agregó Einar desde su extraña posición.
-Ciertamente, deberías estar agradecido de que te tenga aquí y que no te haya mandado directo a ejecutar - Matt se levantó y fue hasta donde estaba el Bio, con un dedo lo empujó para que se balanceara lentamente - Digamos que supiste captar mi atención. Y quiero saber porque lo lograste -
-Tu bondad y grandeza no tienen límite - La oración hubiese resultado más seria sí no fuera porque el Bio giraba sobre sí mismo mientras lo decía, y porque al final no pudo evitar reírse - Jajaja tendrías que ver como se ve todo desde aquí -
-En cualquier caso, sí estoy de acuerdo en que una buena guerrera siempre viene bien. Así que tu amiga podrá decidir qué desea hacer con su futuro - Volvió a sentarse junto Jarek - Y en cuanto a ti. Me encantaría que me demuestres tus supuestos talentos, si logras hacer algo que me sorprenda, seguirás estando vivo y en libertad. Si me convences a medias solo tendrás una de dos ¿Qué te parece? Es un buen trato -
-Muerto y en Libertad o Vivo y Encerrado. Que dilema -
Cuando Estolas regresó de darle el baño a Visenna, Owens le hizo un gesto para que se acercara a él y se sentara en sus piernas. La muchacha era sumamente liviana, Matthew podía moverla y levantarla sin apenas hacer esfuerzo, le gustaba eso de ella, además de su falta total de voluntad era fácilmente maniobrable.
-¿Se divirtieron las chicas? ¿Qué tal estuvo el baño, Querida? - Le pregunto a Visenna, dándole tiempo al Bardo para que preparada algún buen material - Conversábamos con tu amigo sobre las posibilidades que tienen hoy de sobrevivir -
-Entonces me estás diciendo que lo único que tienes para negociar es un valor que supones que yo les doy y que eso me llevaría a no querer lastimarlos - Se sonrió y lo señaló con el dedo índice - Creo que estás en serios problemas Jajaja -
-No es como si fuera a colgar a cualquiera. Este es un sitio muy exclusivo - Agregó Einar desde su extraña posición.
-Ciertamente, deberías estar agradecido de que te tenga aquí y que no te haya mandado directo a ejecutar - Matt se levantó y fue hasta donde estaba el Bio, con un dedo lo empujó para que se balanceara lentamente - Digamos que supiste captar mi atención. Y quiero saber porque lo lograste -
-Tu bondad y grandeza no tienen límite - La oración hubiese resultado más seria sí no fuera porque el Bio giraba sobre sí mismo mientras lo decía, y porque al final no pudo evitar reírse - Jajaja tendrías que ver como se ve todo desde aquí -
-En cualquier caso, sí estoy de acuerdo en que una buena guerrera siempre viene bien. Así que tu amiga podrá decidir qué desea hacer con su futuro - Volvió a sentarse junto Jarek - Y en cuanto a ti. Me encantaría que me demuestres tus supuestos talentos, si logras hacer algo que me sorprenda, seguirás estando vivo y en libertad. Si me convences a medias solo tendrás una de dos ¿Qué te parece? Es un buen trato -
-Muerto y en Libertad o Vivo y Encerrado. Que dilema -
Cuando Estolas regresó de darle el baño a Visenna, Owens le hizo un gesto para que se acercara a él y se sentara en sus piernas. La muchacha era sumamente liviana, Matthew podía moverla y levantarla sin apenas hacer esfuerzo, le gustaba eso de ella, además de su falta total de voluntad era fácilmente maniobrable.
-¿Se divirtieron las chicas? ¿Qué tal estuvo el baño, Querida? - Le pregunto a Visenna, dándole tiempo al Bardo para que preparada algún buen material - Conversábamos con tu amigo sobre las posibilidades que tienen hoy de sobrevivir -
Matthew Owens
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Re: Sangre y acero [Privado] [Cerrado]
Estolas dejó de pasar la esponja por el hombro de la mujer y extendió la mano para que la cogiera, sin decir nada inclinó la cabeza y esperó en el interior de la sala, junto a la puerta.
—Estolas —la voz de Nala se dejó oír al otro lado de la cortina —, traigo lo que le has pedido a Brenda.
Nala era una de las compañeras de Estolas, una elfa de piel oscura y pelo rizado que dormía en la cama contigua de la loba.
Nala se había empeñado en acercarse a Estolas, pese a las frases neutras y la poca conversación que esta daba. Por alguna razón la muchacha de orejas picudas ayudaba a la licantropa con sus problemas de adicción, no es como si la chica lograra mucho, pero por lo menos había conseguido extender el tiempo entre dosis y dosis.
Estolas dio la espalda a Visenna y sacó los brazos por la cortina, cuando sintió el peso en sus manos agradeció a Nala, dio un paso atrás y se giró.
Dejó la ropa sobre el mueble, quitó el balde del taburete y preparó el hilo y la aguja. Esperó de nuevo hasta que la guerrera terminara de asearse y se colocó junto a la tina, con una toalla en la mano y el brazo extendido ofreciendo un punto de apoyo.
—Siéntese, por favor —Estolas puso la toalla sobre los hombros de la mercenaria— .Cruce la pierna herida sobre la sana.
Tras decir aquello la loba se fue al tocador, cogió la caja con las gasas y la aguja y se arrodilló frente a Visenna.
—No tenemos calmantes, Señorita. Tratare de hacerle el menor daño posible.
Estolas miró a la mujer y luego la herida en el muslo. Colocó la mano diestra alrededor del corte, con cuidado secó la zona y pasó la mano para asegurarse de que no había humedad, una mano que era sorprendentemente suave.
La pecosa cosió y vendó la carne dañada, vistió a la mujer y regresó con ella junta a Mathew, ofreciendo su brazo en el corto trayecto que hubo del baño a la confortable silla vacía, frente al estafador y al lado del otro invitado.
La pelirroja se separó de Visenna en cuanto vio el gesto del virrey, acudió a la llamada de su nuevo amo y se sentó en su regazo, de lado, para que su cuerpo no tapara ni impidiera el contacto visual de Matt con sus invitados.
La pregunta había sido formulada en plural, pero solo estaba dirigida hacia una persona. Estolas guardó silencio y no respondió.
—Estolas —la voz de Nala se dejó oír al otro lado de la cortina —, traigo lo que le has pedido a Brenda.
Nala era una de las compañeras de Estolas, una elfa de piel oscura y pelo rizado que dormía en la cama contigua de la loba.
Nala se había empeñado en acercarse a Estolas, pese a las frases neutras y la poca conversación que esta daba. Por alguna razón la muchacha de orejas picudas ayudaba a la licantropa con sus problemas de adicción, no es como si la chica lograra mucho, pero por lo menos había conseguido extender el tiempo entre dosis y dosis.
Estolas dio la espalda a Visenna y sacó los brazos por la cortina, cuando sintió el peso en sus manos agradeció a Nala, dio un paso atrás y se giró.
Dejó la ropa sobre el mueble, quitó el balde del taburete y preparó el hilo y la aguja. Esperó de nuevo hasta que la guerrera terminara de asearse y se colocó junto a la tina, con una toalla en la mano y el brazo extendido ofreciendo un punto de apoyo.
—Siéntese, por favor —Estolas puso la toalla sobre los hombros de la mercenaria— .Cruce la pierna herida sobre la sana.
Tras decir aquello la loba se fue al tocador, cogió la caja con las gasas y la aguja y se arrodilló frente a Visenna.
—No tenemos calmantes, Señorita. Tratare de hacerle el menor daño posible.
Estolas miró a la mujer y luego la herida en el muslo. Colocó la mano diestra alrededor del corte, con cuidado secó la zona y pasó la mano para asegurarse de que no había humedad, una mano que era sorprendentemente suave.
La pecosa cosió y vendó la carne dañada, vistió a la mujer y regresó con ella junta a Mathew, ofreciendo su brazo en el corto trayecto que hubo del baño a la confortable silla vacía, frente al estafador y al lado del otro invitado.
La pelirroja se separó de Visenna en cuanto vio el gesto del virrey, acudió a la llamada de su nuevo amo y se sentó en su regazo, de lado, para que su cuerpo no tapara ni impidiera el contacto visual de Matt con sus invitados.
La pregunta había sido formulada en plural, pero solo estaba dirigida hacia una persona. Estolas guardó silencio y no respondió.
Marceline
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Re: Sangre y acero [Privado] [Cerrado]
Por suerte, me cedió la esponja y me permitió lavarme sola. Tenía el pelo pegajoso por la sangre, así que terminé metiendo la cabeza en el agua caliente. Ahí aguanté unos segundos, con los ojos cerrados mientras me relajaba, sólo un poco. Al volver a sacar la cabeza me di cuenta de lo agotada que me sentía, y de cómo mis fuerzas menguaban. Debía ser cosa del calor. Me permití un momento de apoyar la cabeza en el borde de la bañera y soltar el aire de los pulmones. Entonces noté su sombra sobre mí, y abrí un ojo. Me esperaba con una toalla en las manos y me ofreció ayuda para levantarme. La necesité, desde luego, y siseé de dolor al doblar la rodilla.
Obedecí, enrollada en la toalla, y me escurrí la corta melena desigual mientras cruzaba las piernas y la chica me avisaba antes de clavar la aguja. Gruñí por lo bajo, bufé y me mordí el labio para no insultarla. Estaba acostumbrada al dolor, pero odiaba las curas con toda mi alma.
Jarek ya tenía los huevos en la garganta, pero siempre había tenido cierto don para disimular el miedo cuando le convenía, cuando su vida podía depender de ello. Sin embargo, no pensaba bien bajo tanta presión. Soltó una risilla nerviosa, como si le siguiera una broma al virrey y realmente estuviera convencido de que su estrategia funcionaría. Dio un trago de su copa mientras escuchaba la conversación entre el chico pelirrojo y Owens. Un trago generoso. Tenía que ocurrírsele algo, y rápido.
Sonrió cuando el virrey le anunció que podía aprovecharse de mis talentos, aunque su expresión cambió en cuanto escuchó el resto. Se llevó una mano al cuello, con los dientes apretados y desviando la mirada. Luego le lanzó una mirada de reproche al pelirrojo. "Muerto y en libertad, o vivo y encerrado". En el fondo sabía que la decisión estaba bastante clara. Era un cobarde. Prefería una vida en cautividad y seguir conservando el pescuezo.
Vi la cara de alivio de Jarek al verme aparecer detrás de la fulana pelirroja. Llevaba el cabello húmedo, pero la ropa limpia y seca. Me sonrió de lado, pero yo vi miedo en sus ojos, lo que me hizo fruncir el ceño. Entonces seguí la trayectoria de Estolas con la mirada hasta las rodillas del virrey. No fui capaz de disimular el asco que me produjo la escena de absoluta sumisión, y de poder. Alcé la vista para mirar a la cara a ese virrey y entorné los ojos.
— ¿Para qué molestarte en asearme y tratar mis heridas si planeas matarnos?— mascullé, y vi a Jarek llevarse una mano a los ojos— Sólo he venido a por el bardo.
Obedecí, enrollada en la toalla, y me escurrí la corta melena desigual mientras cruzaba las piernas y la chica me avisaba antes de clavar la aguja. Gruñí por lo bajo, bufé y me mordí el labio para no insultarla. Estaba acostumbrada al dolor, pero odiaba las curas con toda mi alma.
Jarek ya tenía los huevos en la garganta, pero siempre había tenido cierto don para disimular el miedo cuando le convenía, cuando su vida podía depender de ello. Sin embargo, no pensaba bien bajo tanta presión. Soltó una risilla nerviosa, como si le siguiera una broma al virrey y realmente estuviera convencido de que su estrategia funcionaría. Dio un trago de su copa mientras escuchaba la conversación entre el chico pelirrojo y Owens. Un trago generoso. Tenía que ocurrírsele algo, y rápido.
Sonrió cuando el virrey le anunció que podía aprovecharse de mis talentos, aunque su expresión cambió en cuanto escuchó el resto. Se llevó una mano al cuello, con los dientes apretados y desviando la mirada. Luego le lanzó una mirada de reproche al pelirrojo. "Muerto y en libertad, o vivo y encerrado". En el fondo sabía que la decisión estaba bastante clara. Era un cobarde. Prefería una vida en cautividad y seguir conservando el pescuezo.
Vi la cara de alivio de Jarek al verme aparecer detrás de la fulana pelirroja. Llevaba el cabello húmedo, pero la ropa limpia y seca. Me sonrió de lado, pero yo vi miedo en sus ojos, lo que me hizo fruncir el ceño. Entonces seguí la trayectoria de Estolas con la mirada hasta las rodillas del virrey. No fui capaz de disimular el asco que me produjo la escena de absoluta sumisión, y de poder. Alcé la vista para mirar a la cara a ese virrey y entorné los ojos.
— ¿Para qué molestarte en asearme y tratar mis heridas si planeas matarnos?— mascullé, y vi a Jarek llevarse una mano a los ojos— Sólo he venido a por el bardo.
Visenna
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Re: Sangre y acero [Privado] [Cerrado]
Era muy divertido el verlos tan nerviosos, en el Bardo era aún más evidente, ya sea porque fuera más expresivo, o porque era el único verdaderamente consciente de lo que Matt era capaz de hacer. El Virrey parecía un gato que se entretenía jugando con su ratón, no tenía interés en comerlo, sólo quería molestar y marear a su presa hasta que dejara de moverse y abandonarla ahí sin más.
Como notó la mirada de desagrado de Visenna, rodeó la cintura de Estolas con ambos brazos y apoyó el mentón en el hombro de la pelirroja. Era agradable al contacto, eso no podía negarse, a pesar de los años de maltrato su piel seguía siendo suave, y desde que podía bañarse con regularidad su cabello había tomado un brillo encantador. También había tenido la oportunidad de corroborar que las pecas continuaban por todo su cuerpo, un punto extra, volviéndola una delicia para los ojos.
-Tal vez quiero que dejen un cadáver hermoso, quien sabe - Se encogió de hombros - En general me jacto de ser un buen anfitrión, no quiero que mis visitas tomen decisiones estando cansados o adoloridos. Un contrato conmigo es algo importante, como todo lo referente a mi - No tenía problema alguno en quedar como un egocéntrico, un poco lo era, otro poco lo sobreactuaba - Me parece que te olvidas de algo, Querida Visy - Apretó un poco el abrazo a Estolas - Todo lo que está aquí me pertenece, eso te incluye. Así que aquí no está en discusión sí tu motivo original era rescatar al Bardo. Estamos hablando de cómo pretenden seguir con vida -
Su mirada se volvió un poco más dura, estaba a pocos pasos de llevar la charla hacia rumbos menos amables. Probablemente la Licantropo ya estaría más acostumbrada a los cambios súbitos de humor del Virrey Loco, sentiría como los músculos de Matt se tensaban, preparándose para realizar acciones repentinas.
-Tu compañero asegura que eres una excelente guerrera, por lo poco que vi puedo decir que al menos estás por arriba del promedio. También me dijo que él es un Bardo increible - Sonrió de medio lado - En pocos minutos nos dará un hermoso espectáculo para demostrarlo - Ya lo decía como algo seguro, no era una pregunta - Dime ¿Tú aceptarías trabajar para mi? Hace poco perdí a mi mejor asesina, y necesito reemplazarla lo antes posible -
El error que había cometido con Helena era una herida abierta, así que no estaba tan confiado como antes, no quería contratar a cualquiera. Pero Visenna había demostrado tener valor e integridad, además de estar dispuesta a dar la vida por alguien a quien quería, todos esos eran puntos favorables siempre y cuando Matthew lograr redirigir esas emociones hacia él.
Y sino siempre estaba la opción de usar el dinero como incentivo.
Como notó la mirada de desagrado de Visenna, rodeó la cintura de Estolas con ambos brazos y apoyó el mentón en el hombro de la pelirroja. Era agradable al contacto, eso no podía negarse, a pesar de los años de maltrato su piel seguía siendo suave, y desde que podía bañarse con regularidad su cabello había tomado un brillo encantador. También había tenido la oportunidad de corroborar que las pecas continuaban por todo su cuerpo, un punto extra, volviéndola una delicia para los ojos.
-Tal vez quiero que dejen un cadáver hermoso, quien sabe - Se encogió de hombros - En general me jacto de ser un buen anfitrión, no quiero que mis visitas tomen decisiones estando cansados o adoloridos. Un contrato conmigo es algo importante, como todo lo referente a mi - No tenía problema alguno en quedar como un egocéntrico, un poco lo era, otro poco lo sobreactuaba - Me parece que te olvidas de algo, Querida Visy - Apretó un poco el abrazo a Estolas - Todo lo que está aquí me pertenece, eso te incluye. Así que aquí no está en discusión sí tu motivo original era rescatar al Bardo. Estamos hablando de cómo pretenden seguir con vida -
Su mirada se volvió un poco más dura, estaba a pocos pasos de llevar la charla hacia rumbos menos amables. Probablemente la Licantropo ya estaría más acostumbrada a los cambios súbitos de humor del Virrey Loco, sentiría como los músculos de Matt se tensaban, preparándose para realizar acciones repentinas.
-Tu compañero asegura que eres una excelente guerrera, por lo poco que vi puedo decir que al menos estás por arriba del promedio. También me dijo que él es un Bardo increible - Sonrió de medio lado - En pocos minutos nos dará un hermoso espectáculo para demostrarlo - Ya lo decía como algo seguro, no era una pregunta - Dime ¿Tú aceptarías trabajar para mi? Hace poco perdí a mi mejor asesina, y necesito reemplazarla lo antes posible -
El error que había cometido con Helena era una herida abierta, así que no estaba tan confiado como antes, no quería contratar a cualquiera. Pero Visenna había demostrado tener valor e integridad, además de estar dispuesta a dar la vida por alguien a quien quería, todos esos eran puntos favorables siempre y cuando Matthew lograr redirigir esas emociones hacia él.
Y sino siempre estaba la opción de usar el dinero como incentivo.
Matthew Owens
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Re: Sangre y acero [Privado] [Cerrado]
Estolas se mantuvo al margen de la conversación, ella no estaba invitada hablar, y eso era algo evidente para la loba ya que nadie le había formulado una pregunta directa. La pecosa no era más que una muñeca encima de su niño que reaccionaba a los movimientos de este. Cuando los brazos de Matt rodeador su cintura ella se reclino sobre el cuerpo de él y cuando el mentón de barba incipiente toco su hombro, Estolas ladeo la cabeza y apoyó sobre Matthew.
El humano seguía sobre el hombro de Estola, ella reposaba su cabeza en la de él, por detrás de la línea que perfilaba el rostro con el inicio del cabello, sin molestar, sin interrumpir, tan solo completando la escena que su amo deseaba dibujar.
La pelirroja sentía sobre su piel la tensión muscular del embaucador, solo su rostro seguía viéndose relajado. Estolas sabía qué hacer, levantarse y coger algún canapé o bebida, salir de la escena de manera casual y dejar espacio de acción al virrey. Pero aun no, todavía no era el momento, si Estolas se levantaba demasiado pronto la actuación saldría mal.
El juego prosiguió. El amo había enseñado algunos trucos a su mascota, como acercar sus labios al oído y susurrarle. Aunque en realidad Estolas no le estaba diciendo nada a Matt, tan solo movía la boca haciendo gesticulaciones, dando a entender a los invitados que el virrey tenía una conversación, privada y paralela, al mismo tiempo.
El humano seguía sobre el hombro de Estola, ella reposaba su cabeza en la de él, por detrás de la línea que perfilaba el rostro con el inicio del cabello, sin molestar, sin interrumpir, tan solo completando la escena que su amo deseaba dibujar.
La pelirroja sentía sobre su piel la tensión muscular del embaucador, solo su rostro seguía viéndose relajado. Estolas sabía qué hacer, levantarse y coger algún canapé o bebida, salir de la escena de manera casual y dejar espacio de acción al virrey. Pero aun no, todavía no era el momento, si Estolas se levantaba demasiado pronto la actuación saldría mal.
El juego prosiguió. El amo había enseñado algunos trucos a su mascota, como acercar sus labios al oído y susurrarle. Aunque en realidad Estolas no le estaba diciendo nada a Matt, tan solo movía la boca haciendo gesticulaciones, dando a entender a los invitados que el virrey tenía una conversación, privada y paralela, al mismo tiempo.
Marceline
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Re: Sangre y acero [Privado] [Cerrado]
Era increíble cómo Estolas entendía perfectamente lo que Matt quería reflejar sin necesidad de decir una sola palabra. Era aún más impresionante porque no se conocían desde hacía tanto tiempo, pero la Licántropo había tenido la astucia suficiente como para captar qué era lo que a Owens le gustaba y qué le generaba rechazo, cómo le gustaba que fuera la rutina en el Prostíbulo, los pequeños detalles que hacian que el Estafador disfrutara de la presencia de alguien.
Detalles, muchos pequeños detalles, y Estolas los había sabido captar muy bien. Matthew no era tonto, se daba cuenta que el que la muchacha supiera cumplir tan bien con los deseos de quienes la rodeaban era producto de una vida muy difícil. Pero todos los que vivían en esa tienda tenían un pasado complicado, y la cuestión era quién podía sacar mejor provecho de eso.
Cuando vio que la loba se acercaba a su oido se inclinó ligeramente y se sonrió, eso causó una reacción irritada en Visenna, exactamente lo que querían lograr. Matthew se regodeaba, le encantaba generar tanto odio en una persona, provocar emociones era uno de sus pasatiempos favoritos.
-Tengo la sensación de que no se da cuenta de lo seria que es su situación ¿No lo crees, Querida? - Le preguntó a Estolas, agarrándola del mentón y haciendo que gire el rostro para que lo mire directamente - ¿Qué crees que deberíamos hacer para que entienda? ¿mmm? - Y si bien ese diálogo no estaba guionado, Matt estaba seguro que la loba diría exactamente lo que él necesitaba - Contaré hasta tres, Bardo. Si no empiezas a cantar las cosas comenzarán a complicarse -
Levantó un dedo de la mano derecha.
-Uno - Con la mano libre seguía sosteniendo a Estolas, apretándola contra su cuerpo, era como tener a una muñeca, sólo que mucho más reconfortante.
El Bardo se puso de pie de un salto y comenzó a mirar por la sala a ver qué podía utilizar como instrumento, ya que todo su equipo había quedado en el carro que un ladrón se había llevado. Matt levantó un segundo dedo.
-Dos - Acercó la boca al oído de Estolas, le mordió la oreja sin hacerle daño y susurró - Su pierna herida - Y la muchacha sabria que hacer, porque era una chica lista y conocía cuál era su sitio y que se esperaba de ella.
El Bardo no había encontrado nada que le sirviera de instrumento, así que se aclaró la garganta y empezó a improvisar. Matt levantó el tercer dedo.
-Tres - Sacó la daga que llevaba en su cinturón y la arrojó contra el bardo, clavándole la mano contra uno de los mástiles que sostenía la carpa, Jarek grito y Matthew sonrió - Oye, eso estuvo bastante bien entonado, jajaja -
Detalles, muchos pequeños detalles, y Estolas los había sabido captar muy bien. Matthew no era tonto, se daba cuenta que el que la muchacha supiera cumplir tan bien con los deseos de quienes la rodeaban era producto de una vida muy difícil. Pero todos los que vivían en esa tienda tenían un pasado complicado, y la cuestión era quién podía sacar mejor provecho de eso.
Cuando vio que la loba se acercaba a su oido se inclinó ligeramente y se sonrió, eso causó una reacción irritada en Visenna, exactamente lo que querían lograr. Matthew se regodeaba, le encantaba generar tanto odio en una persona, provocar emociones era uno de sus pasatiempos favoritos.
-Tengo la sensación de que no se da cuenta de lo seria que es su situación ¿No lo crees, Querida? - Le preguntó a Estolas, agarrándola del mentón y haciendo que gire el rostro para que lo mire directamente - ¿Qué crees que deberíamos hacer para que entienda? ¿mmm? - Y si bien ese diálogo no estaba guionado, Matt estaba seguro que la loba diría exactamente lo que él necesitaba - Contaré hasta tres, Bardo. Si no empiezas a cantar las cosas comenzarán a complicarse -
Levantó un dedo de la mano derecha.
-Uno - Con la mano libre seguía sosteniendo a Estolas, apretándola contra su cuerpo, era como tener a una muñeca, sólo que mucho más reconfortante.
El Bardo se puso de pie de un salto y comenzó a mirar por la sala a ver qué podía utilizar como instrumento, ya que todo su equipo había quedado en el carro que un ladrón se había llevado. Matt levantó un segundo dedo.
-Dos - Acercó la boca al oído de Estolas, le mordió la oreja sin hacerle daño y susurró - Su pierna herida - Y la muchacha sabria que hacer, porque era una chica lista y conocía cuál era su sitio y que se esperaba de ella.
El Bardo no había encontrado nada que le sirviera de instrumento, así que se aclaró la garganta y empezó a improvisar. Matt levantó el tercer dedo.
-Tres - Sacó la daga que llevaba en su cinturón y la arrojó contra el bardo, clavándole la mano contra uno de los mástiles que sostenía la carpa, Jarek grito y Matthew sonrió - Oye, eso estuvo bastante bien entonado, jajaja -
Matthew Owens
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Re: Sangre y acero [Privado] [Cerrado]
Estolas se dejó manejar por su titiritero. Giró la cabeza sin esfuerzo, e incluso, con gusto, dibujando una sonrisa ladina y cómplice. Demostrando al público el gozo que le provocaba ser mirada por su amo.
No había ni un ápice de verdad en aquella actuación, la loba tan solo seguía los deseos silenciosos de su dueño. No necesitaba sentir, para discernir lo que Matt le pedía. Lo leía con facilidad en sus gestos, en la tensión escondida de su cuerpo, en el brillo peligroso de sus ojos y en la aterciopelada voz que ocultaba mil agujas.
—Desde luego, Matt —Estolas miró de reojo a la mercenaria—. Está claro que no alcanzan comprenden la magnitud de tus palabras— la loba dejó de mirar a Visennia y acarició el brazo del virrey—. Hagamos lo del otro día. Te divertiste mucho con la visita del vendedor de alfombras.
¿Acaso es posible que un ser vacío pueda captar todos esos datos? ¿Cómo era capaz de expresar emociones que jamás se le habían permitido tener? La respuesta es fácil. El adoctrinamiento que vivió Estolas le enseñó... no, le obligó, a percibir las necesidades de todo aquel que fuera merecedor de su tiempo.
Aunque eso en realidad tampoco es cierto. El tiempo de Estolas nunca fue (ni es) suyo, era (y es) de su dueño y del cliente que compra su tiempo.
La máxima prioridad para la licantropa es la de satisfacer, sin importar las implicaciones que ello conlleve. Si pagas, es tuya.
Estolas rió quedamente cuando Matthew estrechó el abrazo. Ya no miraba a su amo, ahora fijaba su vista en el bardo y la mujer. Al sentir el mordisco cambió su sonrisa, la complicidad se desdibujó y apareció el peligro.
Estolas se puso en pie y cambió de forma mientras Matt se regocijaba en el pánico del bardo. Apresó el muslo de la mercenaria con la mandíbula, antes de que su acompañante entonara canción alguna.
Sus dientes goteaban y sus orejas se ladeaban, a la espera de una señal que, para fortuna de castaña, no llegó nunca.
Estolas retiró sus dientes de la pierna y regresó junto a su dueño al escucharlo reír. Lo miró un instante y acto seguido se fue hacia el bardo, se levantó sobre sus patas traseras y recogió la daga de Matt. El hombre no había finalizado su primer grito y Estolas ya sentaba, junto a la silla de su amo, apoyada en sus cuartos traseros y con la daga en la boca.
No había ni un ápice de verdad en aquella actuación, la loba tan solo seguía los deseos silenciosos de su dueño. No necesitaba sentir, para discernir lo que Matt le pedía. Lo leía con facilidad en sus gestos, en la tensión escondida de su cuerpo, en el brillo peligroso de sus ojos y en la aterciopelada voz que ocultaba mil agujas.
—Desde luego, Matt —Estolas miró de reojo a la mercenaria—. Está claro que no alcanzan comprenden la magnitud de tus palabras— la loba dejó de mirar a Visennia y acarició el brazo del virrey—. Hagamos lo del otro día. Te divertiste mucho con la visita del vendedor de alfombras.
¿Acaso es posible que un ser vacío pueda captar todos esos datos? ¿Cómo era capaz de expresar emociones que jamás se le habían permitido tener? La respuesta es fácil. El adoctrinamiento que vivió Estolas le enseñó... no, le obligó, a percibir las necesidades de todo aquel que fuera merecedor de su tiempo.
Aunque eso en realidad tampoco es cierto. El tiempo de Estolas nunca fue (ni es) suyo, era (y es) de su dueño y del cliente que compra su tiempo.
La máxima prioridad para la licantropa es la de satisfacer, sin importar las implicaciones que ello conlleve. Si pagas, es tuya.
Estolas rió quedamente cuando Matthew estrechó el abrazo. Ya no miraba a su amo, ahora fijaba su vista en el bardo y la mujer. Al sentir el mordisco cambió su sonrisa, la complicidad se desdibujó y apareció el peligro.
Estolas se puso en pie y cambió de forma mientras Matt se regocijaba en el pánico del bardo. Apresó el muslo de la mercenaria con la mandíbula, antes de que su acompañante entonara canción alguna.
Sus dientes goteaban y sus orejas se ladeaban, a la espera de una señal que, para fortuna de castaña, no llegó nunca.
Estolas retiró sus dientes de la pierna y regresó junto a su dueño al escucharlo reír. Lo miró un instante y acto seguido se fue hacia el bardo, se levantó sobre sus patas traseras y recogió la daga de Matt. El hombre no había finalizado su primer grito y Estolas ya sentaba, junto a la silla de su amo, apoyada en sus cuartos traseros y con la daga en la boca.
Marceline
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Re: Sangre y acero [Privado] [Cerrado]
Y así la negociación había concluido, ni Visenna ni el Bardo habían logrado convencer a Matt de que tenían algo de valor para ofrecerle. El Virrey no estaba especialmente decepcionado, de las cientos de personas que venían todas las semanas pidiendo algún trabajo sólo un pequeño puñado se quedaban. Muchas veces ocurría que no estaban seguros de qué podían ofrecer, otras se daban cuenta demasiado tarde que el tener a Matthew de Jefe no era lo mismo que tener a cualquier otra persona, y eso les causaba rechazo, o miedo.
Mientras miraba con gesto aburrido la forma en la que el hombre caía de rodillas agarrándose la mano, mientras la otra muchacha gritaba furiosa con su pierna herida, Owens pensaba que sentía como si hubiese desperdiciado esa noche. Sacó la daga de la boca de Estolas y le acarició la cabeza.
-Que buena chica eres, eres la loba más hermosa y buena que haya conocido - Le dejó un beso en el hocico y guardó el arma.
En ese momento la Humana había logrado recuperarse lo suficiente como para intentar levantarse y atacar a Matthew por la espalda. Por suerte los matones que siempre andaban por ahí la agarraron en el aire, antes de que pudiera poner un solo dedo sobre el Virrey. Owens suspiró y se encogió de hombros, eso le hizo notar que tenía un tirón horrible a la altura del trapesio.
-Pero qué noche más espantosa, nada me ha salido bien hoy - Hizo un gesto señalando tanto a la guerrera como al bardo - Llevenselos de aquí, ya me aburrí de verles las caras -
-¿Y que deberíamos hacer con ellos? - Matthew lo pensó unos segundos, moviendo la boca de un lado a otro.
-Llevenselos a Go´el, tal vez encuentre alguna utilidad para dos pedazos de carne fresca - Y eso era condenarlos a un destino mucho peor que simplemente matarlos.
Pero Matt no lo hacía por venganza, siquiera por rencor, simplemente estaba harto de que nadie pudiera mantenerlo entretenido siquiera durante unas pocas horas. Se agarró a Estolas y hundió el rostro en su suave pelaje, ahora que estaba limpia y cuidada era un placer el tenerla así.
-Ains, Querida, qué difícil es encontrar a personas competentes en este mundo - Levantó un poco la cabeza y agregó - Quedate conmigo esta noche, me vendrían bien unos masajes - La soltó, se puso en pie y fue hacía su habitación - No quiero ver a nadie más por el resto de la noche - Le aclaró a todas las demás personas que estaban en la sala, para que a nadie se le ocurriera ir a molestarlo.
En cuanto Estolas entró en la habitación cerró la cortina.
Mientras miraba con gesto aburrido la forma en la que el hombre caía de rodillas agarrándose la mano, mientras la otra muchacha gritaba furiosa con su pierna herida, Owens pensaba que sentía como si hubiese desperdiciado esa noche. Sacó la daga de la boca de Estolas y le acarició la cabeza.
-Que buena chica eres, eres la loba más hermosa y buena que haya conocido - Le dejó un beso en el hocico y guardó el arma.
En ese momento la Humana había logrado recuperarse lo suficiente como para intentar levantarse y atacar a Matthew por la espalda. Por suerte los matones que siempre andaban por ahí la agarraron en el aire, antes de que pudiera poner un solo dedo sobre el Virrey. Owens suspiró y se encogió de hombros, eso le hizo notar que tenía un tirón horrible a la altura del trapesio.
-Pero qué noche más espantosa, nada me ha salido bien hoy - Hizo un gesto señalando tanto a la guerrera como al bardo - Llevenselos de aquí, ya me aburrí de verles las caras -
-¿Y que deberíamos hacer con ellos? - Matthew lo pensó unos segundos, moviendo la boca de un lado a otro.
-Llevenselos a Go´el, tal vez encuentre alguna utilidad para dos pedazos de carne fresca - Y eso era condenarlos a un destino mucho peor que simplemente matarlos.
Pero Matt no lo hacía por venganza, siquiera por rencor, simplemente estaba harto de que nadie pudiera mantenerlo entretenido siquiera durante unas pocas horas. Se agarró a Estolas y hundió el rostro en su suave pelaje, ahora que estaba limpia y cuidada era un placer el tenerla así.
-Ains, Querida, qué difícil es encontrar a personas competentes en este mundo - Levantó un poco la cabeza y agregó - Quedate conmigo esta noche, me vendrían bien unos masajes - La soltó, se puso en pie y fue hacía su habitación - No quiero ver a nadie más por el resto de la noche - Le aclaró a todas las demás personas que estaban en la sala, para que a nadie se le ocurriera ir a molestarlo.
En cuanto Estolas entró en la habitación cerró la cortina.
Matthew Owens
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Re: Sangre y acero [Privado] [Cerrado]
Estolas movía la cola como respuesta a los halagos de Matt, era un acto reflejo de su instinto animal... quizás no, quizás era porque realmente se sentía bien, pudiera ser que realmente se sintiera orgullosa por hacer bien su trabajo, a lo mejor estaba contenta por satisfacer a su amo, cabe la posibilidad de que aquel movimiento tan solo formara parte de la obra de teatro.
La realidad es que ni Estolas sabia ya lo que estaba haciendo. Tan solo se dejaba guiar por las enseñanzas y normas que aprendió con el amor del látigo y la sangre.
El maltrecho cuerpo y la marchita mente de la loba comenzaban a pedir su dosis de anónima droga, pero había un problema, Matt reclamaba sus cuidados y atenciones durante el resto de la noche. Estolas debería aguantar y sobreponerse a su adicción, ya que esta no entraba en los planes de satisfacción de su amo.
Estolas se puso en pie en cuanto Matthew sacó la cara de su pelaje, observó y escuchó las indicaciones del humano y caminó detrás de él.
La loba buscó un rincón en la habitación y lentamente cambio de forma. No sabía muy bien porque, pero siempre que volvía a su forma humana lo hacía en el cobijo que proporcionaban las esquinas.
Nadie le había enseñado a hacer aquello, de hecho le obligaban a lo contrario, pues muchos tenían la morbosa necesidad de ver cambiar el cuerpo de la chica. Pero cuando Estolas no trabajaba siempre acudía a un rincón, era algo instintivo e innato que se permitía a si misma cuando tenía la oportunidad.
La pecosa se quedó en aquella esquina durante unos minutos, respiraba profundamente y jadeaba por el esfuerzo que suponía cambiar de aspecto. Aun así se levantó y, desnuda y agotada, acudió junto a Matt, le quitó la camisa y esperó a que se tumbara.
—No te preocupes Matt —Estola se acomodó en la cama y puso las manos en el trapecio del estafador—. Mañana será un día mucho más productivo.
Realmente Estolas no tenía necesidad de hablar, ni siquiera sabía de qué hablaba. Ella tan solo necesitaba saber que a él le gustaba conversar y si a él le gustaba ella hablaría.
—Mañana podrías trasladarnos a las fuentes termales, ofrecer allí nuestros servicios y aprovechar el cambio de lugar para hacer una fiesta temática y subir el precio de nuestro trabajo.
Estolas nunca sugería ideas a sus clientes, era algo que nadie quería, pues le habían enseñado que sus pensamientos siempre eran erróneos.
Sin embargo la pelirroja había descubierto rápidamente que las charlas vacías eran motivo de desagrado para Matt y por tanto insatisfactorias. Al virrey le gustaban las novedades y sus palabras escondían cultura, por lo que Estolas no se podía limitar a asentir con la cabeza y afirmar o responder con frases preestablecidas y complacientes.
La realidad es que ni Estolas sabia ya lo que estaba haciendo. Tan solo se dejaba guiar por las enseñanzas y normas que aprendió con el amor del látigo y la sangre.
El maltrecho cuerpo y la marchita mente de la loba comenzaban a pedir su dosis de anónima droga, pero había un problema, Matt reclamaba sus cuidados y atenciones durante el resto de la noche. Estolas debería aguantar y sobreponerse a su adicción, ya que esta no entraba en los planes de satisfacción de su amo.
Estolas se puso en pie en cuanto Matthew sacó la cara de su pelaje, observó y escuchó las indicaciones del humano y caminó detrás de él.
La loba buscó un rincón en la habitación y lentamente cambio de forma. No sabía muy bien porque, pero siempre que volvía a su forma humana lo hacía en el cobijo que proporcionaban las esquinas.
Nadie le había enseñado a hacer aquello, de hecho le obligaban a lo contrario, pues muchos tenían la morbosa necesidad de ver cambiar el cuerpo de la chica. Pero cuando Estolas no trabajaba siempre acudía a un rincón, era algo instintivo e innato que se permitía a si misma cuando tenía la oportunidad.
La pecosa se quedó en aquella esquina durante unos minutos, respiraba profundamente y jadeaba por el esfuerzo que suponía cambiar de aspecto. Aun así se levantó y, desnuda y agotada, acudió junto a Matt, le quitó la camisa y esperó a que se tumbara.
—No te preocupes Matt —Estola se acomodó en la cama y puso las manos en el trapecio del estafador—. Mañana será un día mucho más productivo.
Realmente Estolas no tenía necesidad de hablar, ni siquiera sabía de qué hablaba. Ella tan solo necesitaba saber que a él le gustaba conversar y si a él le gustaba ella hablaría.
—Mañana podrías trasladarnos a las fuentes termales, ofrecer allí nuestros servicios y aprovechar el cambio de lugar para hacer una fiesta temática y subir el precio de nuestro trabajo.
Estolas nunca sugería ideas a sus clientes, era algo que nadie quería, pues le habían enseñado que sus pensamientos siempre eran erróneos.
Sin embargo la pelirroja había descubierto rápidamente que las charlas vacías eran motivo de desagrado para Matt y por tanto insatisfactorias. Al virrey le gustaban las novedades y sus palabras escondían cultura, por lo que Estolas no se podía limitar a asentir con la cabeza y afirmar o responder con frases preestablecidas y complacientes.
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Re: Sangre y acero [Privado] [Cerrado]
Matthew no sabía cómo se sentiría el pasar de una forma a otra, lo más cercano a eso que había experimentado era cuando tuvo aquella poción con la que se transformaba en rata durante unos minutos. Lo que sí podía notar era que Estolas parecía cansada cuando tenía que hacerlo, por lo que debía necesitar de algún tipo de esfuerzo de su parte, por eso siempre dejaba que lo hiciera tranquila y con sus tiempos.
Se sentó en la cama y empezó a desabotonarse la camisa, para cuando iba por el último botón, la Licantropo se acercó, ya en su forma humana y lo ayudó a terminar de sacársela. Era necesario admitir que Estolas ofrecía un excelente servicio “Tengo que decirle que suba su precio” pensó Matt mientras observaba con riguroso detalle los modos en que lo atendía. No porque fuera él, sino para saber cómo lo vivían los clientes.
-Eso espero, Cielo - Respondió con gesto apenado el Estafador - De verdad que hoy desperdiciamos mucho de nuestro tiempo en gente que no valía la pena -
Se acomodó boca abajo y dejó que la loba trabajara con precisión sobre su espalda, suspiró satisfecho al sentir como apretaba justo en los puntos que más le molestaban. Dar masajes no necesariamente era un servicio incluido, tampoco era algo que todas supieran hacer bien, pero sí sabían cómo hacerlo probablemente podían ganarse algunas monedas extra por las molestias.
-Oh Estolas, siempre tienes excelentes ideas - Respondió con el rostro oculto en la almohada - Casi eres la mujer perfecta, deberías ser mi esposa - Una propuesta que probablemente la Licantropo había escuchado muchas veces y no solo por parte de Matt - Tienes toda la razón, mañana comenzaremos de nuevo y las cosas saldrán mejor... -
A medida que fueron pasando los minutos el Virrey se fue quedando dormido, había sido un día largo y lleno de contratiempos: La falta de guerreros en la arena, la necesidad de salir a la caza de nuevos esclavos, el contratiempo con Prometeo y Visenna, la decepción de no haber conseguido dos nuevas adquisiciones. Pero por fin podía distenderse y dejarse llevar por las delicias del sueño.
Cuando se despertara a la mañana siguiente probablemente Estolas ya no estaría allí, su servicio había terminado y además necesitaba su dosis. Era un maravilloso intercambio el que tenían, ambos salían beneficiados y por lo mismo no tenían porque reclamarse nada.
Se sentó en la cama y empezó a desabotonarse la camisa, para cuando iba por el último botón, la Licantropo se acercó, ya en su forma humana y lo ayudó a terminar de sacársela. Era necesario admitir que Estolas ofrecía un excelente servicio “Tengo que decirle que suba su precio” pensó Matt mientras observaba con riguroso detalle los modos en que lo atendía. No porque fuera él, sino para saber cómo lo vivían los clientes.
-Eso espero, Cielo - Respondió con gesto apenado el Estafador - De verdad que hoy desperdiciamos mucho de nuestro tiempo en gente que no valía la pena -
Se acomodó boca abajo y dejó que la loba trabajara con precisión sobre su espalda, suspiró satisfecho al sentir como apretaba justo en los puntos que más le molestaban. Dar masajes no necesariamente era un servicio incluido, tampoco era algo que todas supieran hacer bien, pero sí sabían cómo hacerlo probablemente podían ganarse algunas monedas extra por las molestias.
-Oh Estolas, siempre tienes excelentes ideas - Respondió con el rostro oculto en la almohada - Casi eres la mujer perfecta, deberías ser mi esposa - Una propuesta que probablemente la Licantropo había escuchado muchas veces y no solo por parte de Matt - Tienes toda la razón, mañana comenzaremos de nuevo y las cosas saldrán mejor... -
A medida que fueron pasando los minutos el Virrey se fue quedando dormido, había sido un día largo y lleno de contratiempos: La falta de guerreros en la arena, la necesidad de salir a la caza de nuevos esclavos, el contratiempo con Prometeo y Visenna, la decepción de no haber conseguido dos nuevas adquisiciones. Pero por fin podía distenderse y dejarse llevar por las delicias del sueño.
Cuando se despertara a la mañana siguiente probablemente Estolas ya no estaría allí, su servicio había terminado y además necesitaba su dosis. Era un maravilloso intercambio el que tenían, ambos salían beneficiados y por lo mismo no tenían porque reclamarse nada.
Matthew Owens
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Re: Sangre y acero [Privado] [Cerrado]
La pelirroja apretó cada nudo que palpo en la piel de Matt, estiraba sus manos entre un hombro y el otro, frotaba con los nudillos entre las vértebras y relajaba la tensión del cuello ajeno con las yemas.
Siguió así unos minutos más después de que él hombre se durmiera y al acabar se levantó de la cama y se puso un vestido raso, que colgaba a los pies de la cama. No era suyo, ni sabría de quien era, pero Matt no quería que sus chicas fueran desnudas por la carpa... al menos no mientras hubiera clientes. Se podía vislumbrar la mercancía a través de las sedas vaporosas, pero su desnudez total conllevaba un precio.
Cuando Estolas llegó a su habitación se agachó delante de la cama y sacó una pequeña caja. Nala estaba también allí, sentaba delante del tocador, deshaciéndose la trenza y cepillándose los cabellos.
Ninguna dijo nada, pero la elfa miraba a la loba por el espejo con cara triste, sus esfuerzos siempre chocaban contra la misma caja cerrada al caer la noche, viendo como su compañera se desvivía por abrir ansiosa aquel joyero que contenía el más puro de los venenos.
La ponzoña en el interior de aquel objeto cambiaba con regularidad, pero el resultado siempre era el mismo. En esta ocasión la droga seria administrada a los pulmones, pero no dentro de la carpa, el virrey tenia prohibida las drogas a sus chicas en el interior del establecimiento.
Estolas cerró la caja y salió por una de la carpa por una entrada lateral. Ahí se reunió con un par de compañeros que charlaban relajados con una de las matonas de Matt. La mujer saludó a la drogadicta y los hombres le preguntaron por su día de trabajo.
Cuando la licantropa regresó a su cama lo hizo con la mirada vacía y empañada por una sensación irreal de bienestar. Nala estaba también en la cama, jugando a las cartas con otras chicas, miró a Estolas de reojo y suspiró al verla tumbarse con la mirada perdida en el techo.
Siguió así unos minutos más después de que él hombre se durmiera y al acabar se levantó de la cama y se puso un vestido raso, que colgaba a los pies de la cama. No era suyo, ni sabría de quien era, pero Matt no quería que sus chicas fueran desnudas por la carpa... al menos no mientras hubiera clientes. Se podía vislumbrar la mercancía a través de las sedas vaporosas, pero su desnudez total conllevaba un precio.
Cuando Estolas llegó a su habitación se agachó delante de la cama y sacó una pequeña caja. Nala estaba también allí, sentaba delante del tocador, deshaciéndose la trenza y cepillándose los cabellos.
Ninguna dijo nada, pero la elfa miraba a la loba por el espejo con cara triste, sus esfuerzos siempre chocaban contra la misma caja cerrada al caer la noche, viendo como su compañera se desvivía por abrir ansiosa aquel joyero que contenía el más puro de los venenos.
La ponzoña en el interior de aquel objeto cambiaba con regularidad, pero el resultado siempre era el mismo. En esta ocasión la droga seria administrada a los pulmones, pero no dentro de la carpa, el virrey tenia prohibida las drogas a sus chicas en el interior del establecimiento.
Estolas cerró la caja y salió por una de la carpa por una entrada lateral. Ahí se reunió con un par de compañeros que charlaban relajados con una de las matonas de Matt. La mujer saludó a la drogadicta y los hombres le preguntaron por su día de trabajo.
Cuando la licantropa regresó a su cama lo hizo con la mirada vacía y empañada por una sensación irreal de bienestar. Nala estaba también en la cama, jugando a las cartas con otras chicas, miró a Estolas de reojo y suspiró al verla tumbarse con la mirada perdida en el techo.
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