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Le había costado un poco el poder encontrarlo... No era un secreto en dónde estaba el médico más conocido de Ciudad Lagarto, pero desde que... Desde que había pasado aquello, Sophitia no podía pensar con claridad. Muchas veces se descubría sentada en una misma posición durante horas, apoyando las manos en su cabeza como si estuviera pensando en algo, pero cuando intentaba recordar el qué, nada venía a su mente. Las cosas a su alrededor se seguían moviendo, pero la Vampiro no se sentía como si ella estuviera allí, o como si formara parte de alguna manera.
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Luego de que Zöe explotara frente a sus ojos en el templo elfico, Sophi tenía recuerdos borrosos. Sabía que había logrado bajar, que allí estaban las piezas... Las partes, de lo que era su madre, que luego de eso había intentado juntar todo lo que había visto mientras a su alrededor todo explotaba y se derrumbaba. Y después... Un inmenso túnel, una cloaca probablemente, por la que había corrido sin detenerse durante horas. De pronto el túnel comenzó a inclinarse, la pendiente era cada vez más pronunciada y el piso lleno de desperdicios resultó demasiado resbaloso. La Vampiro se patinó, y cayó, la mochila en la que llevaba todas las partes de Zöe quedó hecha sólo jirones de tela, no pudiendo detenerse hasta llegar al final. Sophi llegó a ver una luz antes de que el pasadizo se terminara abruptamente, y cayera en una pila de chatarra.
La luz... Ah... Eso sí que era doloroso. El sol rápidamente comenzó a generar ampollas en la piel de la Vampiro, estando cegada y sufriendo semejante tortura, corrió sin mucho sentido, tropezando con los restos de Bios hace mucho tiempo desechados. Finalmente logró meterse en un sitio dónde la luz no daba, temblando por el shock y el terrible dolor, no pudo más que quedarse allí escondida hasta que el sol desapareció por el horizonte.
Aún así sus heridas no iba a desaparecer solo porque ya no hubiese luz, parte de su cara, hombros, manos y espalda estaban cubiertos de ampollas. De todos modos, Sophi no hizo caso alguno e intentó encontrar el sitio donde había caído, desesperada por encontrar las piezas que alguna vez fueron Zöe. Escarbó entre la chatarra pero no había caso, incluso la llamó en voz alta, aunque sabía que no tenía ningún sentido ya que la Bio no podía contestarle.
Pasó toda la noche buscando, y cuando comenzó a sentir el picor del amanecer se dio cuenta que si no la encontraba pronto tendría que ir a esconderse de nuevo, nunca en sus más de cien años de vida había maldecido tanto el ser Vampiro como en ese momento. Entonces le pareció escuchar algo que se movía, era la primer señal de vida que notaba en ese sitio, se acercó corriendo y no pudo contener las lágrimas cuando la vio ¡Era Zöe! O al menos una parte de ella.
Sophitia la agarró con mucho cuidado y la abrazó, los primeros rayos de sol comenzaban a quemarle los brazos y la espalda, pero no le importaba. Con la sensación de la piel deshaciéndose, fue de nuevo hasta el hueco que había encontrado y se escondió allí nuevamente, agarrando el pedazo de Zöe como si se tratara de una niña con su oso de peluche.
Entre el mar de angustia y desesperación que era su mente, un nombre apareció de la nada: Go´el.
Él excéntrico médico había podido curar a Zöe una vez cuando había dejado de funcionar, quizás... ¡Quizás podría volver a armarla! Sophi se agarró a esa idea casi con tanta fuerza como sostenía el torso de la Bio. Esperó pacientemente a que se hiciera de noche nuevamente y entonces comenzó la huída de la Base de los Biocibernéticos, en dirección a Ciudad Lagarto.
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Tardó varias noches más en llegar, y luego de golpear a varias personas dio con la clínica del Dragón. Aunque era de madrugada, la ciudad estaba en plena actividad, pero la Vampiro siquiera lo notaba, estaba muy ocupada prácticamente tirando abajo la puerta de la casa de Go`el.- Imagen de referencia:
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Zöe
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Go'el no podía quejarse (aunque siempre se quejaba por algo), la clínica tenía un suministro constantes de sujetos de pruebas y de pacientes y Gali pasaba las horas en las aguas termales atendiendo los clientes.
Con el paso de los meses se había corrido la voz y ahora la entrada a los baños estaba limitada. Porque si, Gali hacia caso a cualquier palabra de Go'el, pero él también necesitaba su tiempo para... si, habéis acertado, tomar el té.
El volumen de vampiros que requerían los cuidados del galeno eran pocos, tan pocos que no salía rentable tener la clínica abierta tres noches por semanas. Aun así el rubio se negaba a poner un cartel para que cualquiera pudiera interrumpir sus horas de sueño.
Si eras vampiro más te valía estar enfermo o herido las noches que Go'el abría las puertas, porque si no te podías pudrir bajo su puerta... Cosa que ya había sucedido alguna que otra vez.
Un impertinente golpeteó despertó al médico, miró por la ventana sin levantar la cabeza de la almohada, suspiró y se levantó.
-Tengo que buscar un encantamiento para la puerta. -Se dijo así mismo mientras caminaba descalzado hacia la entrada. -No voy abrir por más fuerte que pegues y como la rompas te la haré pagar. -Sentenció el rubio abriendo una pequeña ventana en el centro de la puerta. -Búscate un matasanos que te...
Go'el no llegó a terminar la frase, se quedó con la boca entreabierta al ver lo que la mujer traía consigo. Parpadeó, se humedeció los labios y miró el rostro de quien portaba semejante tesoro. El doctor conocía aquella cara, y más importante, recordaba su nombre.
-Pasa, no te quedes fuera. -El científico abrió la puerta con premura. -Sígueme, la llevaremos al laboratorio.
El dragón cerró la puerta en cuanto Shophitia cruzó el umbral, dio un grito llamando a Gali y atravesó la puerta de la izquierda. Rápidamente encendió un par de velas y lámparas de aceite, sacó una llave del escritorio y abrió una segunda puerta de color negro.
-Déjala sobre la camilla y siéntate en aquella silla.
El doctor señaló las dos estructuras. El torso biocibernetico no era el único que necesitaba ser atendido.
Con el paso de los meses se había corrido la voz y ahora la entrada a los baños estaba limitada. Porque si, Gali hacia caso a cualquier palabra de Go'el, pero él también necesitaba su tiempo para... si, habéis acertado, tomar el té.
El volumen de vampiros que requerían los cuidados del galeno eran pocos, tan pocos que no salía rentable tener la clínica abierta tres noches por semanas. Aun así el rubio se negaba a poner un cartel para que cualquiera pudiera interrumpir sus horas de sueño.
Si eras vampiro más te valía estar enfermo o herido las noches que Go'el abría las puertas, porque si no te podías pudrir bajo su puerta... Cosa que ya había sucedido alguna que otra vez.
Un impertinente golpeteó despertó al médico, miró por la ventana sin levantar la cabeza de la almohada, suspiró y se levantó.
-Tengo que buscar un encantamiento para la puerta. -Se dijo así mismo mientras caminaba descalzado hacia la entrada. -No voy abrir por más fuerte que pegues y como la rompas te la haré pagar. -Sentenció el rubio abriendo una pequeña ventana en el centro de la puerta. -Búscate un matasanos que te...
Go'el no llegó a terminar la frase, se quedó con la boca entreabierta al ver lo que la mujer traía consigo. Parpadeó, se humedeció los labios y miró el rostro de quien portaba semejante tesoro. El doctor conocía aquella cara, y más importante, recordaba su nombre.
-Pasa, no te quedes fuera. -El científico abrió la puerta con premura. -Sígueme, la llevaremos al laboratorio.
El dragón cerró la puerta en cuanto Shophitia cruzó el umbral, dio un grito llamando a Gali y atravesó la puerta de la izquierda. Rápidamente encendió un par de velas y lámparas de aceite, sacó una llave del escritorio y abrió una segunda puerta de color negro.
-Déjala sobre la camilla y siéntate en aquella silla.
El doctor señaló las dos estructuras. El torso biocibernetico no era el único que necesitaba ser atendido.
Go'el
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-No, no iremos a la cama hasta que no termines tus tareas- Oromë tenía el ceño fruncido, una mano bajo el mentón y la otra sosteniendo una taza de té caliente. Sena frente a ella con la misma expresión solo que se notaba que estaba bastante harta, escribiendo en papeles una y otra vez las mismas frases.
Día de escritura sí, la pequeña vampiro era muy buena dibujando pero su ortografía dejaba mucho que desear, por lo que la dragona no descansaría hasta que Sena desarrollara más sus conocimientos... Empezando por escribir de manera legible, más aun si demostraba el mismo entusiasmo que su tío por la medicina. -Pero es tarde, y estoy cansada- La albina hizo sonar su lengua, dejando su taza en la mesa y cruzándose de brazos. -Para mi es tarde, para ti es muy temprano aún. No tendrías sueño si no te hubieras quedado la mayor parte del día despierta- Suspiró y se masajeo el puente de la nariz. -Vamos Sena, solo te quedan diez lineas más.- La pequeña refunfuñó por lo bajo y mostró los colmillos en señal de rebeldía. Oromë no poseía la paciencia necesaria para soportar a una niña vampiro con la actitud de una joven muchacha en la época del mes.
Se puso de pie y le gruñó de regreso, mostrando sus propios dientes afilados. -Soy tu madre, trátame con respeto o te castigaré- Sena estaba actuando muy diferente de la niña amable y taciturna que solía ser; comenzaba a parecerse un poco a la dragona cuando era pequeña, disgustada de todo lo que la rodeaba. -Quiero al tío Go'el- La dragona se dejó caer al sofá y elevó las manos y los ojos al aire. -Claro que quieres al tío Go'el, solo le haces caso a él porque te malcría- No podía seguir lidiando con ella, así que simplemente tomó toda la tarea, la mano de la niña y se fueron al local.
-¿Sabes que tu querido tío no te dejara dormir tampoco hasta que termines tu tarea atrasada verdad?- Sena levantó el rostro con los ojos como platos, arrepintiéndose de su deseo. Oromë apretó con más fuerza su mano para que no tratara de escaquearse y huir, arrastrando a la pequeña hasta el frente de la puerta.
Notó a la distancia alguien frente a estay segundos después su figura desapareciendo dentro. Al comienzo no hizo demasiado caso pues seguramente era alguien que necesitaba a su primo con desesperación... Luego recordó que su anaia ya no habría a nadie en altas horas de la madrugada a menos que fuera algo importante, y pocas cosas lo eran para él, por lo que comenzó a preocuparse al respecto.
Apresuró el paso y chocó contra la puerta cerrada. Movió la manija y entró, viendo como Go'el y la recién llegada se dirigían al cuarto contiguo. Antes que pudiera decir nada la golpeó la ya tan conocida sensación de que debía sanar a alguien. -Anaia, ¿que sucede?- Obligó a Sena a sentarse en una silla lejana para que no interrumpiera, la tarea de la niña más que olvidada, y se fue acercando lentamente a la estructura.
Atónita le quedaba corto para como se sentía en ese momento al reconocer la cara de lo que al comienzo creyó que no era más que chatarra biocibernetica. -Zöe... ¿Cómo?...- Cerró su boca con fuerza. La dragona había considerado preguntar de donde la conocía, pero eso no era lo verdaderamente importante.
-Te ayudo- Su voz era una clara señal de que no se iría a ninguna parte. Ató su cabello en una coleta alta con un trozo de cuerda y se dirigió a la vampira.
Sabía que si se concentraba demasiado en ello, podría sentir cuanto le dolía sin necesidad de observarla mucho. El Objeto Maldito en ella cantaba canciones de amor y gloria por aquellas heridas que tanto deseaba sanar, pero no estaba del todo segura de si darle el gusto. Trataría de hacerlo a la antigua, a fin de cuentas se la pasaba viendo a su primo hacer estas cosas. -Hola, me llamo Oromë y soy la prima de Go'el. Déjame ayudarte con tus heridas ¿de acuerdo?, ¿Necesitas sangre?- Gali había llegado, preparado para lo que fuera que su primo necesitara. Observó a albina y luego a la vampiro y con un simple gesto le mostró donde estaba todo lo que necesitaba.
Oromë abrió la alacena y tomo lo que lucia como un ungüento para las quemaduras, luego una cantidad absurda de vendas. Pensó por un momento y luego se dirigió al rubio. -Anaia, esto solo calmara su malestar, pero no la curará ¿verdad?- Clavó su mirada en él, a modo de suplica y permiso para que la dejara hacerlo a su manera y usara la Llama.
Día de escritura sí, la pequeña vampiro era muy buena dibujando pero su ortografía dejaba mucho que desear, por lo que la dragona no descansaría hasta que Sena desarrollara más sus conocimientos... Empezando por escribir de manera legible, más aun si demostraba el mismo entusiasmo que su tío por la medicina. -Pero es tarde, y estoy cansada- La albina hizo sonar su lengua, dejando su taza en la mesa y cruzándose de brazos. -Para mi es tarde, para ti es muy temprano aún. No tendrías sueño si no te hubieras quedado la mayor parte del día despierta- Suspiró y se masajeo el puente de la nariz. -Vamos Sena, solo te quedan diez lineas más.- La pequeña refunfuñó por lo bajo y mostró los colmillos en señal de rebeldía. Oromë no poseía la paciencia necesaria para soportar a una niña vampiro con la actitud de una joven muchacha en la época del mes.
Se puso de pie y le gruñó de regreso, mostrando sus propios dientes afilados. -Soy tu madre, trátame con respeto o te castigaré- Sena estaba actuando muy diferente de la niña amable y taciturna que solía ser; comenzaba a parecerse un poco a la dragona cuando era pequeña, disgustada de todo lo que la rodeaba. -Quiero al tío Go'el- La dragona se dejó caer al sofá y elevó las manos y los ojos al aire. -Claro que quieres al tío Go'el, solo le haces caso a él porque te malcría- No podía seguir lidiando con ella, así que simplemente tomó toda la tarea, la mano de la niña y se fueron al local.
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-¿Sabes que tu querido tío no te dejara dormir tampoco hasta que termines tu tarea atrasada verdad?- Sena levantó el rostro con los ojos como platos, arrepintiéndose de su deseo. Oromë apretó con más fuerza su mano para que no tratara de escaquearse y huir, arrastrando a la pequeña hasta el frente de la puerta.
Notó a la distancia alguien frente a estay segundos después su figura desapareciendo dentro. Al comienzo no hizo demasiado caso pues seguramente era alguien que necesitaba a su primo con desesperación... Luego recordó que su anaia ya no habría a nadie en altas horas de la madrugada a menos que fuera algo importante, y pocas cosas lo eran para él, por lo que comenzó a preocuparse al respecto.
Apresuró el paso y chocó contra la puerta cerrada. Movió la manija y entró, viendo como Go'el y la recién llegada se dirigían al cuarto contiguo. Antes que pudiera decir nada la golpeó la ya tan conocida sensación de que debía sanar a alguien. -Anaia, ¿que sucede?- Obligó a Sena a sentarse en una silla lejana para que no interrumpiera, la tarea de la niña más que olvidada, y se fue acercando lentamente a la estructura.
Atónita le quedaba corto para como se sentía en ese momento al reconocer la cara de lo que al comienzo creyó que no era más que chatarra biocibernetica. -Zöe... ¿Cómo?...- Cerró su boca con fuerza. La dragona había considerado preguntar de donde la conocía, pero eso no era lo verdaderamente importante.
-Te ayudo- Su voz era una clara señal de que no se iría a ninguna parte. Ató su cabello en una coleta alta con un trozo de cuerda y se dirigió a la vampira.
Sabía que si se concentraba demasiado en ello, podría sentir cuanto le dolía sin necesidad de observarla mucho. El Objeto Maldito en ella cantaba canciones de amor y gloria por aquellas heridas que tanto deseaba sanar, pero no estaba del todo segura de si darle el gusto. Trataría de hacerlo a la antigua, a fin de cuentas se la pasaba viendo a su primo hacer estas cosas. -Hola, me llamo Oromë y soy la prima de Go'el. Déjame ayudarte con tus heridas ¿de acuerdo?, ¿Necesitas sangre?- Gali había llegado, preparado para lo que fuera que su primo necesitara. Observó a albina y luego a la vampiro y con un simple gesto le mostró donde estaba todo lo que necesitaba.
Oromë abrió la alacena y tomo lo que lucia como un ungüento para las quemaduras, luego una cantidad absurda de vendas. Pensó por un momento y luego se dirigió al rubio. -Anaia, esto solo calmara su malestar, pero no la curará ¿verdad?- Clavó su mirada en él, a modo de suplica y permiso para que la dejara hacerlo a su manera y usara la Llama.
Oromë Vánadóttir
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Se encontraba en profunda calma, dejándose llevar como si fuese una tabla de madera en mitad del vasto océano. Si se concentraba lo suficiente podría incluso imaginarse esa escena de su mente como real y tangente; las olas meciéndola con calma mientras que la luz del sol le bañaba el rostro.
Pero realmente estaba en las termas de Go'el, meditando junto a Gali. Siempre le gustaba estar con el monje, era todo un remanso de paz, cosa que ella necesitaba interiorizar para sí misma.
Enfrente suya había una esfera perfecta de agua, tan grande como su cabeza, flotando justo a la altura de su rostro. De vez en cuando, la esfera hacía un paulatino movimiento de traslación alrededor de la Rhodes. Era una buena forma de aprender a controlar su elemento de forma completa, y la descubrió gracias a la masa de músculos que tenía a su lado.
De pronto, notó cómo aporreaban a la puerta de la casa-bótica-farmacia-termas (nunca sabía exactamente qué era aquel lugar, pues no se centraba únicamente en una cosa). Nada que la perturbara demasiado, por lo que prosiguió meditando sin haber llegado a abrir los ojos y desconcentrarse.
Un repentino grito de Go'el fue lo que la sacó de su estado de relajación. La esfera de agua dejó de flotar y se estampó contra el suelo convirtiéndose en un mero charco que desaparecería minutos después. Molesta, frunció el ceño mirando hacia la salida.
La iluminación del lugar había cambiado. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que llegó? ¿Se había hecho de noche? Para ella tan solo pasaron meros minutos.
-Ve antes de que vaya yo y le estampe un puño en la cara.-Le dijo a Gali.
Tenía ganas de seguir meditando, pero se había hecho tarde. Se quedó unos segundos con la mirada perdida y decidiendo qué hacer. Finalmente, optó por volver a abstraerse y cerrar los ojos, estando relajada y alerta a la vez. Estaría unos minutos más y luego se iría a dormir. Le pediría a los dos dragones pasar la noche allí.
Muy poco le duró la relajación, pues notó cómo de pronto la bótica se llenó de un jaleo excesivo. Debían haber traído a alguien que realmente estaba mal para ello.
Se resignó a no seguir meditando y optó por dejarse llevar por la curiosidad y ver quién era el o la infeliz que había sufrido el percance.
Se quedó en el marco de la puerta, apoyada en uno de los lados de este y con los brazos cruzados mientras observaba a quiénes había en su interior: los dos dragones que allí residían, una extraña a la que no conocía y que no presentaba muy buen aspecto y Oromë, una de las líderes de la ciudad. Hacía tiempo que no la veía. Parecía bastante implicada en sanar a quien fuese que estuviera en la camilla.
Era un... ¿Torso? Parecía ser uno de esos extraños seres mecánicos, lo cual hacía interesante la situación, ¿Quién era y por qué suscitaba tanta preocupación a todos?
No intervino ni lo iba a hacer, no era su campo. Dejaría trabajar a quienes de verdad sabían.
Pero realmente estaba en las termas de Go'el, meditando junto a Gali. Siempre le gustaba estar con el monje, era todo un remanso de paz, cosa que ella necesitaba interiorizar para sí misma.
Enfrente suya había una esfera perfecta de agua, tan grande como su cabeza, flotando justo a la altura de su rostro. De vez en cuando, la esfera hacía un paulatino movimiento de traslación alrededor de la Rhodes. Era una buena forma de aprender a controlar su elemento de forma completa, y la descubrió gracias a la masa de músculos que tenía a su lado.
De pronto, notó cómo aporreaban a la puerta de la casa-bótica-farmacia-termas (nunca sabía exactamente qué era aquel lugar, pues no se centraba únicamente en una cosa). Nada que la perturbara demasiado, por lo que prosiguió meditando sin haber llegado a abrir los ojos y desconcentrarse.
Un repentino grito de Go'el fue lo que la sacó de su estado de relajación. La esfera de agua dejó de flotar y se estampó contra el suelo convirtiéndose en un mero charco que desaparecería minutos después. Molesta, frunció el ceño mirando hacia la salida.
La iluminación del lugar había cambiado. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que llegó? ¿Se había hecho de noche? Para ella tan solo pasaron meros minutos.
-Ve antes de que vaya yo y le estampe un puño en la cara.-Le dijo a Gali.
Tenía ganas de seguir meditando, pero se había hecho tarde. Se quedó unos segundos con la mirada perdida y decidiendo qué hacer. Finalmente, optó por volver a abstraerse y cerrar los ojos, estando relajada y alerta a la vez. Estaría unos minutos más y luego se iría a dormir. Le pediría a los dos dragones pasar la noche allí.
Muy poco le duró la relajación, pues notó cómo de pronto la bótica se llenó de un jaleo excesivo. Debían haber traído a alguien que realmente estaba mal para ello.
Se resignó a no seguir meditando y optó por dejarse llevar por la curiosidad y ver quién era el o la infeliz que había sufrido el percance.
Se quedó en el marco de la puerta, apoyada en uno de los lados de este y con los brazos cruzados mientras observaba a quiénes había en su interior: los dos dragones que allí residían, una extraña a la que no conocía y que no presentaba muy buen aspecto y Oromë, una de las líderes de la ciudad. Hacía tiempo que no la veía. Parecía bastante implicada en sanar a quien fuese que estuviera en la camilla.
Era un... ¿Torso? Parecía ser uno de esos extraños seres mecánicos, lo cual hacía interesante la situación, ¿Quién era y por qué suscitaba tanta preocupación a todos?
No intervino ni lo iba a hacer, no era su campo. Dejaría trabajar a quienes de verdad sabían.
Helena Rhodes
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La vampiro no escuchó absolutamente nada de lo que Go´el gritó desde el otro lado de la puerta, su mente estaba concentrada en un único objetivo: Lograr que alguien ayudara a Zöe. Cuando la pequeña ventana del centro de la puerta se abrió, la Vampiro dejó de golpear, se le llenaron los ojos de lágrimas, no por ver al dragón claramente, sino por ver al médico.
-Por favor, sálvala - Dijo mientras levantaba el torso de la Bio.
Lo siguió sin decir nada más, limpiándose las lágrimas con la manga de la camisa y apoyó los restos de Zöe en la camilla, Sophi también estaba de acuerdo en que la única que necesitaba atención era la Bio. Luego de eso llegaron más personas, a la mayoría La Vampiro no los conocía, de cualquier manera, su mente estaba demasiado confusa como para poder concentrarse.
“¿Necesitas sangre?” la pregunta llegó como de muy lejos, y Sophi tardó en procesarla, primero pensó que para qué podía necesitar ella sangre, era Zöe la que estaba mal. Luego de un segundo entendió que se refería a comer.
-Comida... - Hacía mucho tiempo que no comía, casi de inmediato recordó a Zöe diciéndole siempre que no tenía que lastimar a los orgánicos cuando comía, se le llenaron los ojos de lágrimas y bajó la cabeza tapándose la cara con ambas manos - ¿Por qué las cosas tenían que terminar así? - No lo preguntaba a nadie en específico, era más bien una pregunta dirigida a los dioses.
Producto de las heridas, el estrés, el agotamiento y la falta de alimento Sophitia estaba como en una especie de estado febril, cosa extraña en los de su raza, que no parecía que les afectara la mayoría de las enfermedades. Cuando la mujer que había agarrado la pomada estuvo cerca, la agarró de la ropa y la atrajo hacía sí, quería contarle lo que había pasado, quería que supieran ¿Para qué? ¿Qué sentido tendría? Las memorias de Zöe, quizás.
Era muy pronto para pensar en eso.
-Estábamos con el ejército de los dragones, ellos... Ellos querían entrar en el territorio de los elfos - Sophi no sabía mucho de política, pero había ido con esos soldados varios días y los había escuchado hablar - Su Maldito Rey Come Mierda buscó cualquier excusa para poder meterse con los elfos y ahí... Ahí había algo más, un bicho extraño que Zöe intentó detener. Y primero la congelo, pero pudimos sacarla de ahí, y después.... Y después - Se le quebró la voz, parecía que no iba a poder seguir porque se quedó varios segundos callada - Bajamos a un templo, y una cosa luminosa golpeó a Zöe y... Ella... Explotó -
Entonces sí no pudo continuar más, no podía explicar lo que estaba sintiendo, no podía decirles que el pedazo de carne y metal que estaba en ese momento sobre la camilla era su madre y que había tenido que ver cómo la hacían pedazos sin que ella pudiera hacer nada por ayudarla. Se siguió secando las lágrimas con las palmas de la mano, rascándose por momentos la piel y reventando como consecuencias las ampollas que la luz solar le habían provocado.
-Por favor, sálvala - Dijo mientras levantaba el torso de la Bio.
Lo siguió sin decir nada más, limpiándose las lágrimas con la manga de la camisa y apoyó los restos de Zöe en la camilla, Sophi también estaba de acuerdo en que la única que necesitaba atención era la Bio. Luego de eso llegaron más personas, a la mayoría La Vampiro no los conocía, de cualquier manera, su mente estaba demasiado confusa como para poder concentrarse.
“¿Necesitas sangre?” la pregunta llegó como de muy lejos, y Sophi tardó en procesarla, primero pensó que para qué podía necesitar ella sangre, era Zöe la que estaba mal. Luego de un segundo entendió que se refería a comer.
-Comida... - Hacía mucho tiempo que no comía, casi de inmediato recordó a Zöe diciéndole siempre que no tenía que lastimar a los orgánicos cuando comía, se le llenaron los ojos de lágrimas y bajó la cabeza tapándose la cara con ambas manos - ¿Por qué las cosas tenían que terminar así? - No lo preguntaba a nadie en específico, era más bien una pregunta dirigida a los dioses.
Producto de las heridas, el estrés, el agotamiento y la falta de alimento Sophitia estaba como en una especie de estado febril, cosa extraña en los de su raza, que no parecía que les afectara la mayoría de las enfermedades. Cuando la mujer que había agarrado la pomada estuvo cerca, la agarró de la ropa y la atrajo hacía sí, quería contarle lo que había pasado, quería que supieran ¿Para qué? ¿Qué sentido tendría? Las memorias de Zöe, quizás.
Era muy pronto para pensar en eso.
-Estábamos con el ejército de los dragones, ellos... Ellos querían entrar en el territorio de los elfos - Sophi no sabía mucho de política, pero había ido con esos soldados varios días y los había escuchado hablar - Su Maldito Rey Come Mierda buscó cualquier excusa para poder meterse con los elfos y ahí... Ahí había algo más, un bicho extraño que Zöe intentó detener. Y primero la congelo, pero pudimos sacarla de ahí, y después.... Y después - Se le quebró la voz, parecía que no iba a poder seguir porque se quedó varios segundos callada - Bajamos a un templo, y una cosa luminosa golpeó a Zöe y... Ella... Explotó -
Entonces sí no pudo continuar más, no podía explicar lo que estaba sintiendo, no podía decirles que el pedazo de carne y metal que estaba en ese momento sobre la camilla era su madre y que había tenido que ver cómo la hacían pedazos sin que ella pudiera hacer nada por ayudarla. Se siguió secando las lágrimas con las palmas de la mano, rascándose por momentos la piel y reventando como consecuencias las ampollas que la luz solar le habían provocado.
Zöe
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Re: Reensamblar [Privado]
-Sí, -respondió Gali con una risa débil- el deber me llama. -El monje abrió los ojos y ensanchó la sonrisa sin dejar de mirar a Helena. -Además, nadie quiere que el único médico de la ciudad acabe con un ojo morado. -Tras decir aquello el dragón pasó su mano por la cabeza de la bruja, acariciando el fino cabello. -Seguramente no sea nada, volveré pronto.
Pero no fue así. Aquel grito, alarmista y demandante, no se debía a que una molesta alimaña hubiera entrado en la tienda. Se trataba de algo mucho más grande y preocupante.
Gali entró en la casa y vio a Sophitia llevando en brazos el torso mutilado de Zöe.
La noche acababa de ponerse mucho más negra, ni siquiera los luminosos ojos de Sena alegraron el lugar cuando irrumpió en la botica. Los pasos de la niña se clavaron en el suelo, paralizada sin saber que estaba sucediendo realmente, mirando a sus tíos y su madre, esperando que alguien le dijera que no pasaba nada... pero tan solo recibió una seria indicación. La vampiresa bajó la mirada y se sentó en los cojines que rodeaban la mesa de té.
-Trabajo. -Se limitó a decir Go'el al oír la voz de su prima. -Una urgencia.
Puntualizó, sacando instrumentos quirúrgicos de los armarios y extendiéndolos, en una mesita auxiliar junto a la camilla donde estaba Zöe. El doctor tiró de una fina tira de cuero que llevaba en la muñeca y se cogió el pelo en un moño.
-Gali, la repisa del quinto armario.
Ordenó el galeno, al oír las pisadas de su compañero, pero al grandullón no le hacía falta que le dijeran nada. Hacía tiempo que conocía la rutina y el lugar de cada objeto... beneficios de vivir con un hombre metódico y extremadamente ordenado.
-Nada de sangre. -Sentenció el rubio alzando la voz. -No quiero curar males que puedo evitar. Tu sangre podría afectarle de la misma forma que a Sena. Esos ungüentos curaran las quemaduras en veinticuatro horas, si tiene hambre tengo sangre para ella. -El tiempo corría en contra del científico, incluso cabía la posibilidad de que ya fuera demasiado tarde. -¡Sena! ¿Trajiste a tu hija?
Oromë no iba a ninguna parte sin la niña, aun así el rubio se paró a preguntar. Aunque para cuando obtuvo respuesta la niña ya se asomaba por la puerta, tocando la pierna de Helena para que se apartar.
-Cariño, esta chica es como tú. Seguramente tenga hambre, -el tono del rubio se volvió dulce durante los segundo que habló con su sobrina- tu sabes dónde guardo la sangre ve a por ella. Arreba encargarte de Sophitia y... -Go'el dudó por un segundo. -No te comas nada para curarla.
Mientras que el dragón humanoide ponía orden en la sala, Gali había preparado todo el material que este dejó a medias.
Un panel circular con potentes runas lumínicas enfocaban el cuerpo de la biocibernetica, un par de mesas metálicas se extendían a un costado de la camilla con bandejas repletas de frascos, bisturís, hilos, tenazas, martillos.... todo estaba perfectamente ordenado y podía verse el punto exacto en el que el instrumental médico se convertía en utensilios y herramientas de ingeniería.
Go'el cogió un artefacto cilíndrico de una de las bandejas, rotó un dial hasta que se escuchó un clic e introdujo el utensilio en el único orificio craneal que quedaba intacto. Al momento una luz roja comenzó a parpadear.
-Está viva... -Susurró atónito el científico. -¡Esta viva! -Repitió alzando la cabeza.- No sé cómo, -aquel misterioso cilindro parpadeante, era la misma herramienta que Go'el había utilizado el día que conoció a la vampiresa y la cibernética. -pero sigue viva.
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Off: Uso Kit de ingeniería regular y la técnica identificar.
Pero no fue así. Aquel grito, alarmista y demandante, no se debía a que una molesta alimaña hubiera entrado en la tienda. Se trataba de algo mucho más grande y preocupante.
Gali entró en la casa y vio a Sophitia llevando en brazos el torso mutilado de Zöe.
La noche acababa de ponerse mucho más negra, ni siquiera los luminosos ojos de Sena alegraron el lugar cuando irrumpió en la botica. Los pasos de la niña se clavaron en el suelo, paralizada sin saber que estaba sucediendo realmente, mirando a sus tíos y su madre, esperando que alguien le dijera que no pasaba nada... pero tan solo recibió una seria indicación. La vampiresa bajó la mirada y se sentó en los cojines que rodeaban la mesa de té.
-Trabajo. -Se limitó a decir Go'el al oír la voz de su prima. -Una urgencia.
Puntualizó, sacando instrumentos quirúrgicos de los armarios y extendiéndolos, en una mesita auxiliar junto a la camilla donde estaba Zöe. El doctor tiró de una fina tira de cuero que llevaba en la muñeca y se cogió el pelo en un moño.
-Gali, la repisa del quinto armario.
Ordenó el galeno, al oír las pisadas de su compañero, pero al grandullón no le hacía falta que le dijeran nada. Hacía tiempo que conocía la rutina y el lugar de cada objeto... beneficios de vivir con un hombre metódico y extremadamente ordenado.
-Nada de sangre. -Sentenció el rubio alzando la voz. -No quiero curar males que puedo evitar. Tu sangre podría afectarle de la misma forma que a Sena. Esos ungüentos curaran las quemaduras en veinticuatro horas, si tiene hambre tengo sangre para ella. -El tiempo corría en contra del científico, incluso cabía la posibilidad de que ya fuera demasiado tarde. -¡Sena! ¿Trajiste a tu hija?
Oromë no iba a ninguna parte sin la niña, aun así el rubio se paró a preguntar. Aunque para cuando obtuvo respuesta la niña ya se asomaba por la puerta, tocando la pierna de Helena para que se apartar.
-Cariño, esta chica es como tú. Seguramente tenga hambre, -el tono del rubio se volvió dulce durante los segundo que habló con su sobrina- tu sabes dónde guardo la sangre ve a por ella. Arreba encargarte de Sophitia y... -Go'el dudó por un segundo. -No te comas nada para curarla.
Mientras que el dragón humanoide ponía orden en la sala, Gali había preparado todo el material que este dejó a medias.
Un panel circular con potentes runas lumínicas enfocaban el cuerpo de la biocibernetica, un par de mesas metálicas se extendían a un costado de la camilla con bandejas repletas de frascos, bisturís, hilos, tenazas, martillos.... todo estaba perfectamente ordenado y podía verse el punto exacto en el que el instrumental médico se convertía en utensilios y herramientas de ingeniería.
Go'el cogió un artefacto cilíndrico de una de las bandejas, rotó un dial hasta que se escuchó un clic e introdujo el utensilio en el único orificio craneal que quedaba intacto. Al momento una luz roja comenzó a parpadear.
-Está viva... -Susurró atónito el científico. -¡Esta viva! -Repitió alzando la cabeza.- No sé cómo, -aquel misterioso cilindro parpadeante, era la misma herramienta que Go'el había utilizado el día que conoció a la vampiresa y la cibernética. -pero sigue viva.
___________
Off: Uso Kit de ingeniería regular y la técnica identificar.
Go'el
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La mirada que le dirigió a su primo bien podría significar para el resto que estaba a poco y nada de romper cosas y caras por igual. Por suerte su anaia la entendía mejor que nadie y seguramente comprendería que tenía una lucha interna. -No planeaba usar la mía, tranquilízate- Apretó con fuerza las vendas y la pomada entre sus manos, un ligero temblor en la punta de sus dedos era la única señal de que no estaba del todo bien.
Zöe era más importante que cualquier cosa que estuviera sintiendo en esos momentos. No necesitaba convencerse de ello, ni sugestionarse demasiado; incluso si cualquier intento de meditación no funcionaba, la vampiresa que trajo lo que quedaba de la bio era más que suficiente para que superara la caída. Las manos de aquella joven eran un ancla a la realidad, le sorprendió la fuerza con la cual sujetaba su ropa considerando su estado actual. Su anécdota, principalmente la parte que involucraba el ejercito de Dundarak, trajo consigo el odio y el asco que este le ocasionaba. Los recuerdos de su antigua vida eran imborrables y se podía notar en su rostro. -Tranquila, mi anaia ayudara a Zöe pero ahora necesito que te quedes quieta y me dejes atenderte- La guió suavemente a una silla y la ayudo a deshacerse de la camisa. No opuso resistencia pero tampoco la ayudo levantando sus brazos o deslizando la tela lejos, simplemente se quedó allí como si no fuera más que una muñeca sin vida.
No vio necesario remover la tela que cubría su pecho ya que las quemaduras no habían alcanzado tan abajo de su cuerpo, pero las marcas rojas y las ampollas estaban en la parte superior, al igual que su espalda, hombros y brazos. Era doloroso de ver y Oromë recordó la vez que se había lanzado sobre un lobo de fuego. Mejor no demorarse.
Inspeccionó el ungüento y notó rápidamente que era de los buenos, adormecía sus dedos sanos mientras se dedicaba a pasarlo por la piel de Sophitia con extrema delicadeza. Reparó también en las cicatrices de su piel pero no hizo comentario alguno al respecto, tampoco tenía razones para hacerlo, pero comprendió un poco mejor todo lo que la muchacha había pasado en su vida.
Sena había aparecido antes de que siquiera tuviera la oportunidad de decirle a su primo que allí estaba la niña. La pequeña había entrado dudosa pero recobró la compostura a una velocidad de miedo; definitivamente tenía el mismo semblante que su primo cuando a salvar vidas se trataba. -Sena, trae una de mis camisas limpias para Sophitia de paso- Observó por un momento a Helena, parada en el camino de la niña -¿Puedes ayudarla a traer las cosas por favor?- Mientras mas manos, mejor, pensó la dragona a la vez que continuaba con su trabajo hacia los brazos de la vampira.
-Estoy bien- Fue todo lo que le dijo a Go'el, pero podía verse el sudor en su frente, lo mucho que le costaba no correr a la otra sala y romper uno de los jarrones llenos de partes humanas, listas para que las consumiera sin miramientos. -Necesitaré un tónico luego- Declaró en un momento de real debilidad. Tenía los nervios por los cielos.
Elevó la cabeza como un resorte cuando su primo dijo que Zöe seguía viva. Fue como si un globo se desinflara. -¿Entonces puedes repararla?-
Zöe era más importante que cualquier cosa que estuviera sintiendo en esos momentos. No necesitaba convencerse de ello, ni sugestionarse demasiado; incluso si cualquier intento de meditación no funcionaba, la vampiresa que trajo lo que quedaba de la bio era más que suficiente para que superara la caída. Las manos de aquella joven eran un ancla a la realidad, le sorprendió la fuerza con la cual sujetaba su ropa considerando su estado actual. Su anécdota, principalmente la parte que involucraba el ejercito de Dundarak, trajo consigo el odio y el asco que este le ocasionaba. Los recuerdos de su antigua vida eran imborrables y se podía notar en su rostro. -Tranquila, mi anaia ayudara a Zöe pero ahora necesito que te quedes quieta y me dejes atenderte- La guió suavemente a una silla y la ayudo a deshacerse de la camisa. No opuso resistencia pero tampoco la ayudo levantando sus brazos o deslizando la tela lejos, simplemente se quedó allí como si no fuera más que una muñeca sin vida.
No vio necesario remover la tela que cubría su pecho ya que las quemaduras no habían alcanzado tan abajo de su cuerpo, pero las marcas rojas y las ampollas estaban en la parte superior, al igual que su espalda, hombros y brazos. Era doloroso de ver y Oromë recordó la vez que se había lanzado sobre un lobo de fuego. Mejor no demorarse.
Inspeccionó el ungüento y notó rápidamente que era de los buenos, adormecía sus dedos sanos mientras se dedicaba a pasarlo por la piel de Sophitia con extrema delicadeza. Reparó también en las cicatrices de su piel pero no hizo comentario alguno al respecto, tampoco tenía razones para hacerlo, pero comprendió un poco mejor todo lo que la muchacha había pasado en su vida.
Sena había aparecido antes de que siquiera tuviera la oportunidad de decirle a su primo que allí estaba la niña. La pequeña había entrado dudosa pero recobró la compostura a una velocidad de miedo; definitivamente tenía el mismo semblante que su primo cuando a salvar vidas se trataba. -Sena, trae una de mis camisas limpias para Sophitia de paso- Observó por un momento a Helena, parada en el camino de la niña -¿Puedes ayudarla a traer las cosas por favor?- Mientras mas manos, mejor, pensó la dragona a la vez que continuaba con su trabajo hacia los brazos de la vampira.
-Estoy bien- Fue todo lo que le dijo a Go'el, pero podía verse el sudor en su frente, lo mucho que le costaba no correr a la otra sala y romper uno de los jarrones llenos de partes humanas, listas para que las consumiera sin miramientos. -Necesitaré un tónico luego- Declaró en un momento de real debilidad. Tenía los nervios por los cielos.
Elevó la cabeza como un resorte cuando su primo dijo que Zöe seguía viva. Fue como si un globo se desinflara. -¿Entonces puedes repararla?-
Oromë Vánadóttir
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Una niña se paró frente a ella. Ambas se miraron de arriba a abajo. No sabía quién era, pero parecía conocer bien tanto a Oromë como a Go'el. Este último le hablaba con un tono demasiado cariñoso para como solía comportarse de forma habitual, lo cual le ponía los vellos de punta. Quizás fuese algún experimento del rubiales pirado.
-Claro.-Se encogió de hombros, siendo receptiva ante la petición de la dragona.
Realmente no tenía ni idea de dónde estaban las camisas de Oromë, por un momento incluso dudaba de que estuviesen allí, aunque la llamada "Sena" sí que parecía saberlo. La niña la guió hasta la parte de la bótica que se podría considerar la "casa" en sí donde Gali y Go'el hacían sus tareas más cotidianas y mundanas.
Por un momento, Sena no supo por dónde buscar, pero rápidamente Helena vio apilada en una silla varias camisas de mujer; debían ser esas.
Se lo señaló a la vampiresa, y esta dio una respuesta afirmativa. Luego de eso, no tuvo más que agarrar una. Sena, por si acaso, tomó un par más.
Sin más, ambas volvieron a donde el resto. Helena le entregó a Oromë su camisa, Sena también completó su parte del trabajo.
-De apóstata a repartidora.-Soltó aire por la nariz, mostrando una falsa resignación.-Para lo que ha quedado una...-Por no mencionar de su etapa como asesina a distintos niveles. Pero eso era mejor callárselo en presencia de desconocidos.
-¿Por qué tanta preocupación por este ser de metal?-Preguntó, con curiosidad-¿De qué la conocéis?-Echó un vistazo en general, pero más concretamente se concentró en la chica afligida.
-Claro.-Se encogió de hombros, siendo receptiva ante la petición de la dragona.
Realmente no tenía ni idea de dónde estaban las camisas de Oromë, por un momento incluso dudaba de que estuviesen allí, aunque la llamada "Sena" sí que parecía saberlo. La niña la guió hasta la parte de la bótica que se podría considerar la "casa" en sí donde Gali y Go'el hacían sus tareas más cotidianas y mundanas.
Por un momento, Sena no supo por dónde buscar, pero rápidamente Helena vio apilada en una silla varias camisas de mujer; debían ser esas.
Se lo señaló a la vampiresa, y esta dio una respuesta afirmativa. Luego de eso, no tuvo más que agarrar una. Sena, por si acaso, tomó un par más.
Sin más, ambas volvieron a donde el resto. Helena le entregó a Oromë su camisa, Sena también completó su parte del trabajo.
-De apóstata a repartidora.-Soltó aire por la nariz, mostrando una falsa resignación.-Para lo que ha quedado una...-Por no mencionar de su etapa como asesina a distintos niveles. Pero eso era mejor callárselo en presencia de desconocidos.
-¿Por qué tanta preocupación por este ser de metal?-Preguntó, con curiosidad-¿De qué la conocéis?-Echó un vistazo en general, pero más concretamente se concentró en la chica afligida.
Helena Rhodes
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La vampiro se dejó quitar la camisa sin decir nada, bajo la ropa llevaba siempre unas vendas que apretaban la zona de su pecho contra el cuerpo, costumbre que le había quedado de sus años como pirata. Su cuerpo estaba parcialmente quemado, pero más allá de eso se notaba que habían cicatrices que nada tenían que ver con las heridas por el sol, cosas que probablemente eran parte de su pasado y Sophi no comentaba ni ahora ni nunca.
En la mesa de operación se encontraba el medio torso de Zöe, aparentemente sin el menor signo de vida. Sus ojos abiertos observaban vidriosos hacía el techo, no había respiración claro, porque siquiera tenía pulmones, no había pulso ya que su corazón seguía ahí pero había dejado de latir.
Sophi sintió el alivio cuando la mujer empezó a ponerle esa pomada, era extraño, porque no se había dado cuenta de lo mucho que le dolía hasta que de hecho el dolor comenzó a disminuir. Suspiró, algo de cordura estaba regresando a su mente, y también el cansancio, un inmenso agotamiento. Se inclinó hacía adelante, dejando su espalda bien expuesta porque era donde más heridas tenía, ocultando así el gesto de angustia en su rostro.
-Gracias - Susurró para que la mujer que la estaba ayudando lo escuche.
Miró sin ninguna expresión las distintas herramientas que Go´el desplegó sobre la mesa, ya en otra ocasión había visto varias de ellas, y había servido para despertar a Zöe. Ahora la Vampiro ponía toda su esperanza en que el médico supiera qué se podía hacer, porque sí no era él, no sabía a quién podría recurrir.
Cuando escuchó que estaba viva dio un salto de donde estaba y se acercó a la mesa.
-¿Lo está? - Dijo con un hilo de voz primero, luego casi gritando por la emoción - ¿¡Está viva!? - Se tapó la boca con el brazo, parecía contener el sollozo pero en realidad era que había llorado tanto que ya ni lágrimas le quedaban - Está viva... - Seguía repitiendo mientras la miraba.
Quería darle un abrazo, pero no se atrevía a tocarla estando en una situación tan delicada, además que el gesto concentrado de Go´el daba a entender que no quería a nadie interrumpiendo su labor.
-¿Vas a poder repararla? Habían... - Sophi se agarró la cabeza, como si le costara recordar - Habían más piezas, pero cuando caímos por el desagüe se cayeron y... - Hizo memoria unos segundos - Había una pila enorme con restos de Bios, no pude encontrar las partes que eran de Zöe -
En la mesa de operación se encontraba el medio torso de Zöe, aparentemente sin el menor signo de vida. Sus ojos abiertos observaban vidriosos hacía el techo, no había respiración claro, porque siquiera tenía pulmones, no había pulso ya que su corazón seguía ahí pero había dejado de latir.
Sophi sintió el alivio cuando la mujer empezó a ponerle esa pomada, era extraño, porque no se había dado cuenta de lo mucho que le dolía hasta que de hecho el dolor comenzó a disminuir. Suspiró, algo de cordura estaba regresando a su mente, y también el cansancio, un inmenso agotamiento. Se inclinó hacía adelante, dejando su espalda bien expuesta porque era donde más heridas tenía, ocultando así el gesto de angustia en su rostro.
-Gracias - Susurró para que la mujer que la estaba ayudando lo escuche.
Miró sin ninguna expresión las distintas herramientas que Go´el desplegó sobre la mesa, ya en otra ocasión había visto varias de ellas, y había servido para despertar a Zöe. Ahora la Vampiro ponía toda su esperanza en que el médico supiera qué se podía hacer, porque sí no era él, no sabía a quién podría recurrir.
Cuando escuchó que estaba viva dio un salto de donde estaba y se acercó a la mesa.
-¿Lo está? - Dijo con un hilo de voz primero, luego casi gritando por la emoción - ¿¡Está viva!? - Se tapó la boca con el brazo, parecía contener el sollozo pero en realidad era que había llorado tanto que ya ni lágrimas le quedaban - Está viva... - Seguía repitiendo mientras la miraba.
Quería darle un abrazo, pero no se atrevía a tocarla estando en una situación tan delicada, además que el gesto concentrado de Go´el daba a entender que no quería a nadie interrumpiendo su labor.
-¿Vas a poder repararla? Habían... - Sophi se agarró la cabeza, como si le costara recordar - Habían más piezas, pero cuando caímos por el desagüe se cayeron y... - Hizo memoria unos segundos - Había una pila enorme con restos de Bios, no pude encontrar las partes que eran de Zöe -
Zöe
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Gali se acercó a la rubia cuando esta regresó con las camisas.
-Apenas las conocemos. -Explicó el monje en voz baja. -Pero ya conoces a Go'el, cuando se trata de trabajo lo da todo, y se le acaba de presentar una oportunidad única. Reparar, montar y salvar un bio. -El moreno miró por unos segundos hacia mesa de operaciones. -Uno de los anhelos de Go'el es entender y comprender el funcionamiento de esa raza. Ahora tiene la oportunidad de reconstruir a Zoë prácticamente desde cero.
El monje tenía razón, aunque solo a medias. Había algo mucho más apremiante para el galeno, salvarle la vida a su paciente. Siempre había tiempo para ir al desguace y conseguir piezas, siempre había tiempo para montar biociberneticos, pero siempre estaban muertos. No importaba los experimentos que hiciera el rubio, ni la perfección con la que juntara las piezas. Al final de la jornada aquellos cuerpos no se movían.
Go'el no permitiría que Zoë dejara de moverse.
-Es complejo. -Admitió el científico a la pelirroja. -Le falta cerca del ochenta por ciento del cuerpo y seguramente tenga que buscar un sujeto de pruebas compatible para reconstruir las partes orgánicas.
Mientras Go'el hablaba Sena había abierto la puerta de un armario oscuro y frio, muy frio. En el habían varios botes llenos de sangre de hombre bestia, la favorita de la niña. La joven de pelo entrecano cogió un bote y se lo llevó a su homóloga.
-Toma, Sophitia. -Dijo, alzando el recipiente. -Tito Go'el dice que no es bueno pasar hambre. -Una sonrisa aniñada se dibujó en su rostro, contenta de poder ayudar a su familia y a alguien de su raza. -Espero que te guste, Gogo la recoge siempre con mucho amor para mí.
La joven vampiresa esperó hasta que la adulta cogiera el recipiente, luego dio unos pasos atrás y salió de la sala. Gali la siguió y se sentó con ella en los cojines.
-Oromë y Helena irán con Gali al desguace. -Go'el hablaba con seriedad, su voz no dejaba hueco a la réplica. -Sophitia tú te quedaras aquí, tus quemaduras tardaran un día en curarse y necesitas descansar y comer. -Mientras decía aquello Go'el miraba la espalda de la vampiresa. -En tu estado actual no podrás hacer nada de provecho. Te unirás a ellos mañana. -Aquello no fue una sugerencia. -Toma esto. -El rubio sacó un pequeño objeto del bolsillo. -Si pulsas este botón de aquí, y hablas, Gali podrá oírte. Él tiene uno igual y podrá hablar con nosotros, o Helena y Oromë. Cualquiera que pulse el botón. -Go'el volvió a centrar su vista en la camilla. -Así podremos estar en contacto y mañana, cuando estés curada, podrás ir con ellos.
______
Off:
Le dejó a Sophi el comunicador de bolsillo.
-Apenas las conocemos. -Explicó el monje en voz baja. -Pero ya conoces a Go'el, cuando se trata de trabajo lo da todo, y se le acaba de presentar una oportunidad única. Reparar, montar y salvar un bio. -El moreno miró por unos segundos hacia mesa de operaciones. -Uno de los anhelos de Go'el es entender y comprender el funcionamiento de esa raza. Ahora tiene la oportunidad de reconstruir a Zoë prácticamente desde cero.
El monje tenía razón, aunque solo a medias. Había algo mucho más apremiante para el galeno, salvarle la vida a su paciente. Siempre había tiempo para ir al desguace y conseguir piezas, siempre había tiempo para montar biociberneticos, pero siempre estaban muertos. No importaba los experimentos que hiciera el rubio, ni la perfección con la que juntara las piezas. Al final de la jornada aquellos cuerpos no se movían.
Go'el no permitiría que Zoë dejara de moverse.
-Es complejo. -Admitió el científico a la pelirroja. -Le falta cerca del ochenta por ciento del cuerpo y seguramente tenga que buscar un sujeto de pruebas compatible para reconstruir las partes orgánicas.
Mientras Go'el hablaba Sena había abierto la puerta de un armario oscuro y frio, muy frio. En el habían varios botes llenos de sangre de hombre bestia, la favorita de la niña. La joven de pelo entrecano cogió un bote y se lo llevó a su homóloga.
-Toma, Sophitia. -Dijo, alzando el recipiente. -Tito Go'el dice que no es bueno pasar hambre. -Una sonrisa aniñada se dibujó en su rostro, contenta de poder ayudar a su familia y a alguien de su raza. -Espero que te guste, Gogo la recoge siempre con mucho amor para mí.
La joven vampiresa esperó hasta que la adulta cogiera el recipiente, luego dio unos pasos atrás y salió de la sala. Gali la siguió y se sentó con ella en los cojines.
-Oromë y Helena irán con Gali al desguace. -Go'el hablaba con seriedad, su voz no dejaba hueco a la réplica. -Sophitia tú te quedaras aquí, tus quemaduras tardaran un día en curarse y necesitas descansar y comer. -Mientras decía aquello Go'el miraba la espalda de la vampiresa. -En tu estado actual no podrás hacer nada de provecho. Te unirás a ellos mañana. -Aquello no fue una sugerencia. -Toma esto. -El rubio sacó un pequeño objeto del bolsillo. -Si pulsas este botón de aquí, y hablas, Gali podrá oírte. Él tiene uno igual y podrá hablar con nosotros, o Helena y Oromë. Cualquiera que pulse el botón. -Go'el volvió a centrar su vista en la camilla. -Así podremos estar en contacto y mañana, cuando estés curada, podrás ir con ellos.
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Le dejó a Sophi el comunicador de bolsillo.
Última edición por Go'el el Mar Jul 07 2020, 09:30, editado 1 vez
Go'el
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Oromë sonreía suavemente a Sophitia, contenta consigo misma de haber hecho bien su trabajo y de que la vampiro había comenzado a mostrar señales más positivas y no nacidas del shock y el dolor. Era algo bueno, pero no era el final de las cosas pues aún había que devolver a la Bio a su estado anterior y no en pedazos como un rompecabezas.
Sena le había entregado la sangre a Sophi y luego la camisa a su madre adoptiva. La dragona intentó colocársela con cuidado y hasta se tomó el atrevimiento de ella misma abotonarla. Una vez terminado centró su atención en su primo, su ceño fruncido en una clara señal de preocupación. -Eso está demasiado cerca de la Base Bio, ademas, ¿como sabremos que buscar?- Tenía la sensación de que no cualquier brazo o pierna que se encontraran allí sería de utilidad, y traerse cada cosa que encontraran para descubrir que no era útiles sería una perdida de tiempo.
Suspiró con pesadez y comenzó a prepararse para la excursión. Fue al cuarto contiguo y se cambió la ropa por su viejo traje del ejercito, ató su cabello en una trenza. -Mejor prevenir que lamentar. No estoy con ganas de volverme un sujeto de prueba- Se giró a ver a Helena; honestamente no le había prestado demasiada atención desde que apareció allí. Su excusa era que estaba demasiado atenta a todo el asunto con Zoë y que ademas, tampoco tenía nada para preguntarle o con lo que bromear al respecto. Sencillamente no era el momento aunque dudaba que lo hubiera en en el futuro ya que la bruja era tan buena como Oromë para desaparecer y luego regresar. -No estas obligada a venir si no quieres, pero podríamos usar una mano extra- Hasta ahora era la cosa más amable que la albina había logrado decirle a la rubia.
-Ten cuidado mamá- La voz de Sena apareció detrás de ella, su cabeza asomando por la puerta, sus enormes ojos del color del atardecer luciendo preocupados. -Volveré pronto colmillitos- Se agachó a su altura y le dio un par de besos en las mejillas, en la frente y revolvió su cabello con suavidad. -Espero que aproveches para terminar tu tarea, no creas que lo he olvidado-
Sena le había entregado la sangre a Sophi y luego la camisa a su madre adoptiva. La dragona intentó colocársela con cuidado y hasta se tomó el atrevimiento de ella misma abotonarla. Una vez terminado centró su atención en su primo, su ceño fruncido en una clara señal de preocupación. -Eso está demasiado cerca de la Base Bio, ademas, ¿como sabremos que buscar?- Tenía la sensación de que no cualquier brazo o pierna que se encontraran allí sería de utilidad, y traerse cada cosa que encontraran para descubrir que no era útiles sería una perdida de tiempo.
Suspiró con pesadez y comenzó a prepararse para la excursión. Fue al cuarto contiguo y se cambió la ropa por su viejo traje del ejercito, ató su cabello en una trenza. -Mejor prevenir que lamentar. No estoy con ganas de volverme un sujeto de prueba- Se giró a ver a Helena; honestamente no le había prestado demasiada atención desde que apareció allí. Su excusa era que estaba demasiado atenta a todo el asunto con Zoë y que ademas, tampoco tenía nada para preguntarle o con lo que bromear al respecto. Sencillamente no era el momento aunque dudaba que lo hubiera en en el futuro ya que la bruja era tan buena como Oromë para desaparecer y luego regresar. -No estas obligada a venir si no quieres, pero podríamos usar una mano extra- Hasta ahora era la cosa más amable que la albina había logrado decirle a la rubia.
-Ten cuidado mamá- La voz de Sena apareció detrás de ella, su cabeza asomando por la puerta, sus enormes ojos del color del atardecer luciendo preocupados. -Volveré pronto colmillitos- Se agachó a su altura y le dio un par de besos en las mejillas, en la frente y revolvió su cabello con suavidad. -Espero que aproveches para terminar tu tarea, no creas que lo he olvidado-
Oromë Vánadóttir
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Re: Reensamblar [Privado]
Asintió ante las palabras de Gali, dando por hecho que lo entendía. Sabía que a Go'el todo el tema de los descubrimientos y la comprensión del funcionamiento de los organismos vivos le apasionaba, y aquellos seres de metal eran perfectos para saciar su sed de conocimiento. Lo que no le quedaba muy claro era por qué a Oromë también le preocupaba tanto.
El mismo galeno ideó un plan y les encomendó una tarea fundamental dentro de este a Gali, Oromë y a ella misma. No objetó nada, no tenía nada mejor que hacer.
Echó un vistazo de especial interés en el artilugio que el rubio le dio al monje. Jamás había visto nada así, parecía demasiado mágico para ser real, ¿Cómo y dónde lo había obtenido? Era interesante, de eso no cabía duda.
-Eso es.-Continuó la réplica de Oromë.-¿Qué cosas tenemos que buscar exactamente? No quiero perder el tiempo.-Y tampoco era un alma caritativa como para implicarse al máximo en aquella tarea.
Tras aquello, acompañó a Oromë al cuarto contiguo donde esta se cambió la ropa. No entró del todo, simplemente se quedó en el marco de la puerta, apoyada de lado y con los brazos cruzados. Miraba de forma analítica a la dragona, sin decir nada. No era como si su relación permitiese el profundizar en conversaciones. Podría resultar hasta incómodo, simplemente la corta relación que habían tenido se basaba en una tirantez entre empleada y jefa.
Notó como la mujer de ojos ambarinos la miró más de lo que lo había hecho en toda la noche, ¿Qué pasaba por su cabeza? No podía saberlo y, como hasta ahora, tampoco dijo nada para averiguarlo.
-Voy a ir.-Contestó-No soy de dormir mucho.-Se encogió de hombros, quitándole importancia al hecho.
De pronto, al voz de la pequeña vampiresa apareció detrás de ella. Se apartó del marco de la puerta y entró en la habitación para dejarla pasar. Observó la escena entre esta y la dragona albina, sin duda tenían una relación muy cercana, y había algo que le llamaba la atención de esta.
-No sabía que tuvieses una hija.-Miró a Oromë sin ninguna emoción en particular-¿Quién es el padre?
Sin más, volvieron a reunirse con Gali, dispuestas a comenzar la tarea que se les encomendó. Al salir por la puerta, la bruja estiró sus brazos hacia arriba para evitar cualquier tipo de agarrotamiento.
-¿Y bien, dónde vamos?-Preguntó, poniéndose los brazos en jarras y estirando también la cadera. La meditación la había dejado un poco adormilada, por lo que debía volver a reactivarse. Quizás lo mejor hubiese sido dormir y aprovechar ese estado. Solo los dioses sabían el por qué decidió aceptar aquello.-Nunca he ido a esa base, sé que está por aquí cerca, pero poco más.-No era algo que estuviese dentro de sus intereses. A Helena tan solo le preocupaban los temas relacionados con el éter y la magia.
El mismo galeno ideó un plan y les encomendó una tarea fundamental dentro de este a Gali, Oromë y a ella misma. No objetó nada, no tenía nada mejor que hacer.
Echó un vistazo de especial interés en el artilugio que el rubio le dio al monje. Jamás había visto nada así, parecía demasiado mágico para ser real, ¿Cómo y dónde lo había obtenido? Era interesante, de eso no cabía duda.
-Eso es.-Continuó la réplica de Oromë.-¿Qué cosas tenemos que buscar exactamente? No quiero perder el tiempo.-Y tampoco era un alma caritativa como para implicarse al máximo en aquella tarea.
Tras aquello, acompañó a Oromë al cuarto contiguo donde esta se cambió la ropa. No entró del todo, simplemente se quedó en el marco de la puerta, apoyada de lado y con los brazos cruzados. Miraba de forma analítica a la dragona, sin decir nada. No era como si su relación permitiese el profundizar en conversaciones. Podría resultar hasta incómodo, simplemente la corta relación que habían tenido se basaba en una tirantez entre empleada y jefa.
Notó como la mujer de ojos ambarinos la miró más de lo que lo había hecho en toda la noche, ¿Qué pasaba por su cabeza? No podía saberlo y, como hasta ahora, tampoco dijo nada para averiguarlo.
-Voy a ir.-Contestó-No soy de dormir mucho.-Se encogió de hombros, quitándole importancia al hecho.
De pronto, al voz de la pequeña vampiresa apareció detrás de ella. Se apartó del marco de la puerta y entró en la habitación para dejarla pasar. Observó la escena entre esta y la dragona albina, sin duda tenían una relación muy cercana, y había algo que le llamaba la atención de esta.
-No sabía que tuvieses una hija.-Miró a Oromë sin ninguna emoción en particular-¿Quién es el padre?
Sin más, volvieron a reunirse con Gali, dispuestas a comenzar la tarea que se les encomendó. Al salir por la puerta, la bruja estiró sus brazos hacia arriba para evitar cualquier tipo de agarrotamiento.
-¿Y bien, dónde vamos?-Preguntó, poniéndose los brazos en jarras y estirando también la cadera. La meditación la había dejado un poco adormilada, por lo que debía volver a reactivarse. Quizás lo mejor hubiese sido dormir y aprovechar ese estado. Solo los dioses sabían el por qué decidió aceptar aquello.-Nunca he ido a esa base, sé que está por aquí cerca, pero poco más.-No era algo que estuviese dentro de sus intereses. A Helena tan solo le preocupaban los temas relacionados con el éter y la magia.
Helena Rhodes
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Re: Reensamblar [Privado]
Era una imagen que, de no ser porque estaba en una situación tan angustiante, podría haber resultado graciosa. La vampiro miraba a Go´el con intensidad, casi sin pestañear, y hasta aguantando la respiración, como si cada sílaba que salía de la boca del médico fuera de vital importancia, y sí hacía cualquier otra acción podría perderse de algún dato importante. Al mismo tiempo asentía, y por momentos movía la boca, aparentemente intentando repetir aquellas palabras que no terminaba de entender.
-¿Su-je-to de prueba com-pa-ti-ble? Que... ¿Qué es eso? - Frunció el ceño, haciendo un esfuerzo por pensar - ¿Do-donde se consigue? No entiendo -
Justo entonces apareció la niña, hasta el momento Sophitia había estado tan concentrada en sus propios asuntos que siquiera la había notado, o sí la había visto no pasó registro alguno de su existencia. Agarró el frasco que le ofrecía y sin necesidad de abrirlo supo de qué se trataba, el intenso olor a sangre hizo que su estómago reviviera, y comenzó a beber a tal velocidad que parte del contenido se escapó por la comisura de sus labios.
Dejó que la mujer que antes le había sacado la camisa le pusiera una nueva, mientras se limpiaba la boca con el dorso de la mano.
-No, yo quiero ir, quiero ayudar a recuperar las partes de Zöe - Miró a la Bio en la camilla, lo cierto es que internamente peleaba con el deseo de no querer apartarse de ella, y a la vez saber que sin esas piezas jamás la recuperaría -Mis quemaduras no son tan serias, pude llegar hasta aquí con ellas, así que podré desandar el camino ¿Cierto? - Y al darse cuenta que estaba utilizando un modo de hablar muy parecido al de Zöe la angustia surgió de nuevo.
Aunque le costara aceptarlo, La Vampiro tenía que admitir que Go´el estaba en lo cierto, no podía acompañar al grupo que iba a ir a la base Bio, pero no por sus heridas, sino por el estado en que estaban sus emociones. Sí iba con ellos lo más probable era que resultara siendo una molestia, y sí cuando regresaba Zöe estaba muerta jamás se perdonaría por no haber pasado cada segundo a su lado.
Tenía que elegir y lo correcto en esa ocasión era que no estuviera en la primera línea de batalla.
-No sé qué piezas hay que traer - Miró el cuerpo de la Bio - Supongo que lo más que se puede poner ahora es lo que queda del torso y tal vez los brazos - Miró al doctor en busca de alguna guía en relación a eso - No sé sí podrán encontrar específicamente las de Zöe... Ese lugar era inmenso y estaba repleto de restos de Bios - Miró extrañada el objeto que le había pasado Go´el - Bien les diré por donde pasé yo para que los guardias Bios no me vieran. De todos modos el sitio está por afuera de los muros, pero aún así lo vigilan. Zöe me dijo alguna vez que los de su raza tenían como misión impedir que el resto de las especies obtengan todos esos aparatos que ellos usan - O al menos eso era lo que la Vampiro había entendido.
-¿Su-je-to de prueba com-pa-ti-ble? Que... ¿Qué es eso? - Frunció el ceño, haciendo un esfuerzo por pensar - ¿Do-donde se consigue? No entiendo -
Justo entonces apareció la niña, hasta el momento Sophitia había estado tan concentrada en sus propios asuntos que siquiera la había notado, o sí la había visto no pasó registro alguno de su existencia. Agarró el frasco que le ofrecía y sin necesidad de abrirlo supo de qué se trataba, el intenso olor a sangre hizo que su estómago reviviera, y comenzó a beber a tal velocidad que parte del contenido se escapó por la comisura de sus labios.
Dejó que la mujer que antes le había sacado la camisa le pusiera una nueva, mientras se limpiaba la boca con el dorso de la mano.
-No, yo quiero ir, quiero ayudar a recuperar las partes de Zöe - Miró a la Bio en la camilla, lo cierto es que internamente peleaba con el deseo de no querer apartarse de ella, y a la vez saber que sin esas piezas jamás la recuperaría -Mis quemaduras no son tan serias, pude llegar hasta aquí con ellas, así que podré desandar el camino ¿Cierto? - Y al darse cuenta que estaba utilizando un modo de hablar muy parecido al de Zöe la angustia surgió de nuevo.
Aunque le costara aceptarlo, La Vampiro tenía que admitir que Go´el estaba en lo cierto, no podía acompañar al grupo que iba a ir a la base Bio, pero no por sus heridas, sino por el estado en que estaban sus emociones. Sí iba con ellos lo más probable era que resultara siendo una molestia, y sí cuando regresaba Zöe estaba muerta jamás se perdonaría por no haber pasado cada segundo a su lado.
Tenía que elegir y lo correcto en esa ocasión era que no estuviera en la primera línea de batalla.
-No sé qué piezas hay que traer - Miró el cuerpo de la Bio - Supongo que lo más que se puede poner ahora es lo que queda del torso y tal vez los brazos - Miró al doctor en busca de alguna guía en relación a eso - No sé sí podrán encontrar específicamente las de Zöe... Ese lugar era inmenso y estaba repleto de restos de Bios - Miró extrañada el objeto que le había pasado Go´el - Bien les diré por donde pasé yo para que los guardias Bios no me vieran. De todos modos el sitio está por afuera de los muros, pero aún así lo vigilan. Zöe me dijo alguna vez que los de su raza tenían como misión impedir que el resto de las especies obtengan todos esos aparatos que ellos usan - O al menos eso era lo que la Vampiro había entendido.
Zöe
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Go'el se separó unos pasos de la camilla, observando como las mujeres paseaban por su sala de experimentos como si de un salón corriente se tratase. Era la primera vez que había tanta gente en aquella habitación, gente viva, aunque claro... tampoco es como si el galeno considerara que los muertos son gente.
-Están en esta ciudad. -El dragón humanoide miró a la pelirroja mientras Oromë le abotonaba la camisa. -Tengo una lista de nombres, estoy seguro que alguno de ellos será compatible con Zöe. Ella posee una parte biológica, orgánica, -se corrigió el doctor- esas partes seguramente no puedan ser reparadas y se hayan visto inutilizadas por el tiempo que llevan seccionadas del cuerpo. Por tanto necesitan ser remplazadas.
Go'el miró el instrumento que seguía en el cráneo de la biocibernetica. El ritmo de parpadeando no había variado.
-Las piezas de Zöe llevan poco tiempo allí, así que no tendrán rastros de suciedad antigua y las partes móviles no estarán agarrotadas, además, -añadió el rubio, mirando a su paciente por un instante antes de volver a centrarse en su prima- con el comunicador Sophitia y yo podremos daros indicaciones.
Go'el guardó silencio entre la interacción de la rubia con la albina, hasta que la bruja formuló una pregunta.
-Pensad en la anatomía de un cuerpo humano y en lo que le falta a Zöe. Piernas, brazos, costillas, órganos, vertebras, medula, músculos, dedos, manos, pies, cables, tuercas, engranajes... Sophitia. -El doctor llamó la atención de la vampiresa.- Sus manos tenían un funcionamiento y herramientas muy específicos, ¿podrías describirlo lo mejor posibles? Sería un buen comienzo de búsqueda, y no creo que el resto de piezas están muy lejos unas de otras.
Gali esperaba de pie, con su bastón a la espalda y un morral que cruzaba su pecho. Para cuando todas estuvieron preparadas él ya había tomado su taza de té y limpiado sus utensilios, no es que ellas tardaran mucho realmente, sino que él había apurado la bebida.
-Pongámonos en marcha -comentó después de cruzar la puerta de la tienda- el tiempo nos juega encontrar.
-¿Hola? Probando. ¿Se escucha? Responde Gali.
La voz de Go'el se escuchó en el interior del bolsillo del gigante.
-Alto y claro, Go'el. -Contestó el monje, sacándose el artilugio del pantalón y pulsando un botón. -Te informaremos cuando lleguemos a la base.
En cuanto la comunicación se cortó Go'el abrió el armario negro, que minutos antes había abierto Sena, y sacó un nuevo frasco de sangre.
-Ten, estarás hambrienta. Si necesitas más sírvete tu misma.
Tras decir aquello el rubio comprobó que su moño estuviera bien atado, cogió un taburete y se sentó detrás de la camilla, contemplando el cráneo de la cibernética.
-Están en esta ciudad. -El dragón humanoide miró a la pelirroja mientras Oromë le abotonaba la camisa. -Tengo una lista de nombres, estoy seguro que alguno de ellos será compatible con Zöe. Ella posee una parte biológica, orgánica, -se corrigió el doctor- esas partes seguramente no puedan ser reparadas y se hayan visto inutilizadas por el tiempo que llevan seccionadas del cuerpo. Por tanto necesitan ser remplazadas.
Go'el miró el instrumento que seguía en el cráneo de la biocibernetica. El ritmo de parpadeando no había variado.
-Las piezas de Zöe llevan poco tiempo allí, así que no tendrán rastros de suciedad antigua y las partes móviles no estarán agarrotadas, además, -añadió el rubio, mirando a su paciente por un instante antes de volver a centrarse en su prima- con el comunicador Sophitia y yo podremos daros indicaciones.
Go'el guardó silencio entre la interacción de la rubia con la albina, hasta que la bruja formuló una pregunta.
-Pensad en la anatomía de un cuerpo humano y en lo que le falta a Zöe. Piernas, brazos, costillas, órganos, vertebras, medula, músculos, dedos, manos, pies, cables, tuercas, engranajes... Sophitia. -El doctor llamó la atención de la vampiresa.- Sus manos tenían un funcionamiento y herramientas muy específicos, ¿podrías describirlo lo mejor posibles? Sería un buen comienzo de búsqueda, y no creo que el resto de piezas están muy lejos unas de otras.
Gali esperaba de pie, con su bastón a la espalda y un morral que cruzaba su pecho. Para cuando todas estuvieron preparadas él ya había tomado su taza de té y limpiado sus utensilios, no es que ellas tardaran mucho realmente, sino que él había apurado la bebida.
-Pongámonos en marcha -comentó después de cruzar la puerta de la tienda- el tiempo nos juega encontrar.
-¿Hola? Probando. ¿Se escucha? Responde Gali.
La voz de Go'el se escuchó en el interior del bolsillo del gigante.
-Alto y claro, Go'el. -Contestó el monje, sacándose el artilugio del pantalón y pulsando un botón. -Te informaremos cuando lleguemos a la base.
En cuanto la comunicación se cortó Go'el abrió el armario negro, que minutos antes había abierto Sena, y sacó un nuevo frasco de sangre.
-Ten, estarás hambrienta. Si necesitas más sírvete tu misma.
Tras decir aquello el rubio comprobó que su moño estuviera bien atado, cogió un taburete y se sentó detrás de la camilla, contemplando el cráneo de la cibernética.
Go'el
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Honestamente, la explicación que su primo le daba a Sophitia sobre el funcionamiento de los bios, comenzaba a causarle un terrible dolor de cabeza, y en conjunción con su falta de descanso... Bueno, no era lo mejor.
-Recuerdo que Zöe me dijo una vez algo como aquello, partes de ella eran humanas aún. Lo que nunca le pregunté es si tenía un corazón humano o alguna especie de gran batería- ¿Necesitaría uno siquiera?. Ni siquiera bombeaba sangre por sus supuestas venas, tampoco estaba segura si necesitaba pulmones o si respiraba. Definitivamente no sería fácil armarla, mucho menos encontrar lo que fuera útil.
Oromë volvió a considerar que su primo tendría que venir con ellos, pero no dejaría sola a Zöe y lo comprendía. Lo mejor que podían hacer era esforzarse, incluso sin comprender del todo. -Recuerdo un poco como lucía ella, también vi sus manos, pero fue hace más de un año.- Consideró, notando que no era tan útil como creía aquella información. Una parte de ella se deprimió al no poder hacer más.
La pregunta que le hizo Helena fue realmente inesperada, la agarró de sorpresa y se le notaba en el rostro. Lo que más le sorprendió fue encontrarse a punto de decirle a la bruja que el padre era Gavriel, como si fuera lo más natural del mundo. En otra época esa simple pregunta la habría destrozado en más de un sentido, pero ahora lo consideró y fue nostálgico; saboreó la idea un momento y sonrió suavemente con deleite. -Es mi hija adoptiva- Contestó simplemente, sus ojos brillando.
Volvió a poner su atención sobre Sena antes de irse, plantandole un sonoro beso en la mejilla. -Ayuda a tu tío y pórtate bien- La pequeña le dedicó un movimiento de cabeza con una enorme sonrisa que dejaban a la vista sus colmillos.
La dragona llevaba colgada en la espalda su lanza, no podía llevar una bolsa como Gali porque el arma ya pesaba lo suficiente por si sola, así que tendría que valerse con sus manos.
-La base Bio está al este de la ciudad. Yo tampoco me he acercado demasiado, imagino que el problema verdadero no sería entrar, sino el salir.- Frunció el ceño y se masajeó el puente de la nariz con un poco más de fuerza de la necesaria para lograr despejar la neblina del sueño.
La voz de su primo le hizo pegar un pequeño salto por culpa del susto. -Sabes, será mejor que tengamos cuidado con esa cosa. Es demasiado ruidosa...- Ciertamente no creía que fuera una muy buena idea salir a altas horas de la noche. Sí podrían evitar el ser notados con más facilidad, pero también significaba que ellos no los verían . En una situación así Sophitia y Sena eran mucho más útiles con su vista nocturna que dos dragones y una bruja.
Apuraron el paso y dejaron atrás la Ciudad Lagarto, ahora lo único que los rodeaba era un bosque de apariencia inhóspita y la escasa luz de la luna creciente. Trató de acomodar sus ojos, al comienzo no eran más que rendijas verticales, lo cual la dejó bastante ciega, pero luego su pupila se dilató al punto que el color de ellos no era más que un fino anillo dorado, haciendo de su mirada algo desproporcional en comparación al resto de su cara. No era la vista perfecta pero esperaba no llevarse nada por delante.
-Recuerdo que Zöe me dijo una vez algo como aquello, partes de ella eran humanas aún. Lo que nunca le pregunté es si tenía un corazón humano o alguna especie de gran batería- ¿Necesitaría uno siquiera?. Ni siquiera bombeaba sangre por sus supuestas venas, tampoco estaba segura si necesitaba pulmones o si respiraba. Definitivamente no sería fácil armarla, mucho menos encontrar lo que fuera útil.
Oromë volvió a considerar que su primo tendría que venir con ellos, pero no dejaría sola a Zöe y lo comprendía. Lo mejor que podían hacer era esforzarse, incluso sin comprender del todo. -Recuerdo un poco como lucía ella, también vi sus manos, pero fue hace más de un año.- Consideró, notando que no era tan útil como creía aquella información. Una parte de ella se deprimió al no poder hacer más.
La pregunta que le hizo Helena fue realmente inesperada, la agarró de sorpresa y se le notaba en el rostro. Lo que más le sorprendió fue encontrarse a punto de decirle a la bruja que el padre era Gavriel, como si fuera lo más natural del mundo. En otra época esa simple pregunta la habría destrozado en más de un sentido, pero ahora lo consideró y fue nostálgico; saboreó la idea un momento y sonrió suavemente con deleite. -Es mi hija adoptiva- Contestó simplemente, sus ojos brillando.
Volvió a poner su atención sobre Sena antes de irse, plantandole un sonoro beso en la mejilla. -Ayuda a tu tío y pórtate bien- La pequeña le dedicó un movimiento de cabeza con una enorme sonrisa que dejaban a la vista sus colmillos.
La dragona llevaba colgada en la espalda su lanza, no podía llevar una bolsa como Gali porque el arma ya pesaba lo suficiente por si sola, así que tendría que valerse con sus manos.
-La base Bio está al este de la ciudad. Yo tampoco me he acercado demasiado, imagino que el problema verdadero no sería entrar, sino el salir.- Frunció el ceño y se masajeó el puente de la nariz con un poco más de fuerza de la necesaria para lograr despejar la neblina del sueño.
La voz de su primo le hizo pegar un pequeño salto por culpa del susto. -Sabes, será mejor que tengamos cuidado con esa cosa. Es demasiado ruidosa...- Ciertamente no creía que fuera una muy buena idea salir a altas horas de la noche. Sí podrían evitar el ser notados con más facilidad, pero también significaba que ellos no los verían . En una situación así Sophitia y Sena eran mucho más útiles con su vista nocturna que dos dragones y una bruja.
Apuraron el paso y dejaron atrás la Ciudad Lagarto, ahora lo único que los rodeaba era un bosque de apariencia inhóspita y la escasa luz de la luna creciente. Trató de acomodar sus ojos, al comienzo no eran más que rendijas verticales, lo cual la dejó bastante ciega, pero luego su pupila se dilató al punto que el color de ellos no era más que un fino anillo dorado, haciendo de su mirada algo desproporcional en comparación al resto de su cara. No era la vista perfecta pero esperaba no llevarse nada por delante.
Oromë Vánadóttir
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No sabía qué hacía allí exactamente ni cómo se metió de lleno en aquella búsqueda de reconstrucción de una bio-cibernética a la que ni siquiera conocía. A decir verdad, todos aquellos seres le daban cierta reticencia. No eran como un humano, un brujo o un elfo; eran diferentes, mucho más que cualquier otra raza. Hasta los hombres-bestia le resultaban más de fiar que los cibernéticos.
De pronto, el sonido de la voz de Go'el saliendo de uno de los bolsillos de Gali la impresionó tanto que dejó sus cavilaciones de lado y enfocó su atención en el aparatejo que el monje había sacado.
-¡Es realmente impresionante!-Se acercó al dragón para ver más de cerca el aparato y analizarlo exhaustivamente con la mirada-¿De qué tipo de magia se trata?-Entrecerró los ojos, intentando comprender.
No tardaron demasiado en llegar hasta la base, ya que Ciudad Lagarto estaba edificada a las afueras de esta. Era bien conocido que los líderes de esta última tuvieron que obtener el beneplácito de quien fuese que controlara aquel misterioso territorio plagado de seres de metal.
Desde el camino podían verse extrañas luces que no solo hacían denotar la presencia de la propia base, sino de la famosa prisión que estaba a su lado y que ostentaba el privilegio de ser la más dura e inexpugnable de todo el mundo, encerrando en ella a los criminales más peligrosos existentes.
Helena se paró para observar la vista, sobretodo se centró en la prisión.
-Algún día acabaré ahí.-Dijo pensando en voz alta con cierto sarcasmo.
Acto seguido, se dirigió tanto a Gali como Oromë de forma más directa.
-Si vigilan con tanto recelo la base, ¿No será mejor no ir de frente?-Echó un vistazo a su alrededor, la oscuridad impedía ver potenciales caminos alternativos-No creo que nos dejen pasar por nuestras caras bonitas. Tampoco husmear por sus alrededores.-Se cruzó de brazos mientras sopesaba la situación. Quizás esta requería más sigilo de lo que en un principio se esperaba. Inconscientemente, su mirada se desvió hacia Gali, estando varios segundos mirándolo sin decir nada, hasta que finalmente habló.-¿Sabes moverte sin hacer ruido, grandullón?
De pronto, el sonido de la voz de Go'el saliendo de uno de los bolsillos de Gali la impresionó tanto que dejó sus cavilaciones de lado y enfocó su atención en el aparatejo que el monje había sacado.
-¡Es realmente impresionante!-Se acercó al dragón para ver más de cerca el aparato y analizarlo exhaustivamente con la mirada-¿De qué tipo de magia se trata?-Entrecerró los ojos, intentando comprender.
No tardaron demasiado en llegar hasta la base, ya que Ciudad Lagarto estaba edificada a las afueras de esta. Era bien conocido que los líderes de esta última tuvieron que obtener el beneplácito de quien fuese que controlara aquel misterioso territorio plagado de seres de metal.
Desde el camino podían verse extrañas luces que no solo hacían denotar la presencia de la propia base, sino de la famosa prisión que estaba a su lado y que ostentaba el privilegio de ser la más dura e inexpugnable de todo el mundo, encerrando en ella a los criminales más peligrosos existentes.
Helena se paró para observar la vista, sobretodo se centró en la prisión.
-Algún día acabaré ahí.-Dijo pensando en voz alta con cierto sarcasmo.
Acto seguido, se dirigió tanto a Gali como Oromë de forma más directa.
-Si vigilan con tanto recelo la base, ¿No será mejor no ir de frente?-Echó un vistazo a su alrededor, la oscuridad impedía ver potenciales caminos alternativos-No creo que nos dejen pasar por nuestras caras bonitas. Tampoco husmear por sus alrededores.-Se cruzó de brazos mientras sopesaba la situación. Quizás esta requería más sigilo de lo que en un principio se esperaba. Inconscientemente, su mirada se desvió hacia Gali, estando varios segundos mirándolo sin decir nada, hasta que finalmente habló.-¿Sabes moverte sin hacer ruido, grandullón?
Helena Rhodes
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Al principio Sophi intentaba prestar atención a lo que Go´el decía, pero en cuanto sus frases se alargaban demasiado su cerebro parecía distraerse poco a poco hasta que nuevamente volvían a Zöe. Bajaba la mirada para ver a la Bio, acercaba la mano y le acariciaba el rostro, con el semblante apenado y entonces la voz del doctor volvía a ser sólo un sonido de fondo que no lograba llegar a la mente de la vampiro.
“Sophitia”
El repentino llamado de Go`el hizo regresar a Sophi.
-¿Eh? ¿Las manos? Ah... - Sacudió la cabeza e intentó concentrarse - Hasta las palmas eran como manos comunes, pero cuando llegaban a los dedos estos podían dividirse y era como... Mmm... Sí un montón de pequeñas herramientas salieran de ellos... Son imposibles de confundir, no he visto otro par de manos como esas - Y tampoco había visto a muchos Bios, pero los pocos que conocía no podían hacer eso tampoco.
Helena, Oromë y Gali salieron de la residencia del médico, Sophitia asintió cuando Go´el le ofreció más sangre y empezó a tomarla despacio mientras buscaba una silla para acercar a la camilla. En un primer momento no había entendido bien cómo funcionaba el aparato que le había mostrado el dragón, pero cuando lo vio en acción le pareció un invento maravilloso.
Las horas pasaron lentamente mientras esperaban a que el grupo llegara al sitio señalado, entre la preocupación que tenía la Vampiro y que Go´el no hablaba a menos que fuera necesario, el tiempo pareció escurrirse tortuosamente despacio. De pronto empezaron a recibir una señal del objeto mágico, Sophitia llegó a escuchar algo sobre “ir de frente” y “dejar pasar”.
Muy preocupada agarró el aparato y lo acercó a su boca, usándolo como el doctor le había dicho antes.
-No dejen que los vean ¡Ir directo a la entrada es mala idea! - Remarcó la Vampiro por sí no había quedado claro - Los Bios son una raza muy rara, no podrán negociar con ellos, ni sobornarlos, su mente no funciona como la del resto - Vivir un año con Zöe le habían enseñado una o dos cosas sobre esa especie - Escuchen, hay un sitio donde la Base tira toda la basura, es allí donde tienen que ir -
Volvía a estar nerviosa, sí el grupo fallaba en su intento por recuperar las piezas de Zöe habrían perdido un tiempo valioso. Sophitia se inclinó hacía adelante, apoyando los codos en las piernas y siguió hablando sosteniendo el objeto mágico muy cerca de su boca, como si de esa manera pudiera llegar con más claridad a los que estaban del otro lado.
-Rodeen la base pero mantengan una distancia considerable, esos bichos pueden ver más lejos que las personas normales. Cuando lleguen a la cara opuesta de donde está la puerta principal van a encontrar un inmenso basural, casi tan grande como Ciudad Lagarto - Se mordió la uña nerviosa - Será completamente distinto a cualquier otro sitio de basura que hayan visto, este apenas huele, no tiene basura en realidad, tiene montones de metales y restos de piezas Bio. Creo que ahí tiran todas las cosas que no pueden usar - Había visto a Zöe reparandose a sí misma y a otros pero habían veces que simplemente los pedazos que encontraban no servían para nada - Nosotras rodamos saliendo de una cloaca que estaba arriba de todo de una montaña de piezas Bio - Se notaba que la Vampiro estaba haciendo mucho esfuerzo por recordar tantos detalles como le era posible.
“Sophitia”
El repentino llamado de Go`el hizo regresar a Sophi.
-¿Eh? ¿Las manos? Ah... - Sacudió la cabeza e intentó concentrarse - Hasta las palmas eran como manos comunes, pero cuando llegaban a los dedos estos podían dividirse y era como... Mmm... Sí un montón de pequeñas herramientas salieran de ellos... Son imposibles de confundir, no he visto otro par de manos como esas - Y tampoco había visto a muchos Bios, pero los pocos que conocía no podían hacer eso tampoco.
Helena, Oromë y Gali salieron de la residencia del médico, Sophitia asintió cuando Go´el le ofreció más sangre y empezó a tomarla despacio mientras buscaba una silla para acercar a la camilla. En un primer momento no había entendido bien cómo funcionaba el aparato que le había mostrado el dragón, pero cuando lo vio en acción le pareció un invento maravilloso.
Las horas pasaron lentamente mientras esperaban a que el grupo llegara al sitio señalado, entre la preocupación que tenía la Vampiro y que Go´el no hablaba a menos que fuera necesario, el tiempo pareció escurrirse tortuosamente despacio. De pronto empezaron a recibir una señal del objeto mágico, Sophitia llegó a escuchar algo sobre “ir de frente” y “dejar pasar”.
Muy preocupada agarró el aparato y lo acercó a su boca, usándolo como el doctor le había dicho antes.
-No dejen que los vean ¡Ir directo a la entrada es mala idea! - Remarcó la Vampiro por sí no había quedado claro - Los Bios son una raza muy rara, no podrán negociar con ellos, ni sobornarlos, su mente no funciona como la del resto - Vivir un año con Zöe le habían enseñado una o dos cosas sobre esa especie - Escuchen, hay un sitio donde la Base tira toda la basura, es allí donde tienen que ir -
Volvía a estar nerviosa, sí el grupo fallaba en su intento por recuperar las piezas de Zöe habrían perdido un tiempo valioso. Sophitia se inclinó hacía adelante, apoyando los codos en las piernas y siguió hablando sosteniendo el objeto mágico muy cerca de su boca, como si de esa manera pudiera llegar con más claridad a los que estaban del otro lado.
-Rodeen la base pero mantengan una distancia considerable, esos bichos pueden ver más lejos que las personas normales. Cuando lleguen a la cara opuesta de donde está la puerta principal van a encontrar un inmenso basural, casi tan grande como Ciudad Lagarto - Se mordió la uña nerviosa - Será completamente distinto a cualquier otro sitio de basura que hayan visto, este apenas huele, no tiene basura en realidad, tiene montones de metales y restos de piezas Bio. Creo que ahí tiran todas las cosas que no pueden usar - Había visto a Zöe reparandose a sí misma y a otros pero habían veces que simplemente los pedazos que encontraban no servían para nada - Nosotras rodamos saliendo de una cloaca que estaba arriba de todo de una montaña de piezas Bio - Se notaba que la Vampiro estaba haciendo mucho esfuerzo por recordar tantos detalles como le era posible.
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Re: Reensamblar [Privado]
Gali sonrió divertido ante la reacción de Helena.
-Tendrás que preguntarle a Go'el. -Respondió el grandullón guardándose el aparato. -Pero por lo que se tiene más de ciencia que de magia.
El grupo se paró al llegar a la base. Ciertamente la entrada era imponente, una mezcla de piedra y hierro liso que impedía ser escalado.
-Ciertamente se moverme sin hacer ruido, aunque no sé si bastara. -Gali rebusco de nuevo en su pantalón y sacó el comunicador. -¿Go'el, me recibes? -El grandullón esperó unos segundos. -Estamos en la entrada de la base, necesitamos instrucciones. ¿Por dónde salió Sophitia? ¿Sophi me oyes? por donde escapaste de la base.
La voz de la pelirroja no tardó en dejarse oír a través del pequeño altavoz. El monje tenía ahora el brazo estirado hacia el grupo, permitiendo que todas escucharan.
-De acuerdo Sophi, rodearemos la base. Te informaremos cuando lleguemos al otro lado. ¿Cómo esta Zöe?
Go'el llevaba horas con la cabeza de la cibernética abierta. El interior de aquel cráneo era un amasijo de masa gris, finísimos cables y diminutas piezas de metal. El rubio había despiezado muchos biociberneticos, pero hasta ahora nunca vio semejante filigrana. El doctor, por primera vez en mucho tiempo, decidió que sería mejor no tocar nada. El paciente estaba en estado crítico, no metería la mano en algo que parecía funcionar correctamente.
-La paciente sigue sin cambios notables. -El galeno se había acercado hasta la vampiresa y cogido el transmisor. -Pero daros prisa, dudo que sus partes orgánicas aguantes mucho más sin la asistencia mecánica.
-Tendrás que preguntarle a Go'el. -Respondió el grandullón guardándose el aparato. -Pero por lo que se tiene más de ciencia que de magia.
El grupo se paró al llegar a la base. Ciertamente la entrada era imponente, una mezcla de piedra y hierro liso que impedía ser escalado.
-Ciertamente se moverme sin hacer ruido, aunque no sé si bastara. -Gali rebusco de nuevo en su pantalón y sacó el comunicador. -¿Go'el, me recibes? -El grandullón esperó unos segundos. -Estamos en la entrada de la base, necesitamos instrucciones. ¿Por dónde salió Sophitia? ¿Sophi me oyes? por donde escapaste de la base.
La voz de la pelirroja no tardó en dejarse oír a través del pequeño altavoz. El monje tenía ahora el brazo estirado hacia el grupo, permitiendo que todas escucharan.
-De acuerdo Sophi, rodearemos la base. Te informaremos cuando lleguemos al otro lado. ¿Cómo esta Zöe?
Go'el llevaba horas con la cabeza de la cibernética abierta. El interior de aquel cráneo era un amasijo de masa gris, finísimos cables y diminutas piezas de metal. El rubio había despiezado muchos biociberneticos, pero hasta ahora nunca vio semejante filigrana. El doctor, por primera vez en mucho tiempo, decidió que sería mejor no tocar nada. El paciente estaba en estado crítico, no metería la mano en algo que parecía funcionar correctamente.
-La paciente sigue sin cambios notables. -El galeno se había acercado hasta la vampiresa y cogido el transmisor. -Pero daros prisa, dudo que sus partes orgánicas aguantes mucho más sin la asistencia mecánica.
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