La importancia de la sangre [Privado] [Cerrado]
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La importancia de la sangre [Privado] [Cerrado]
El Virrey se encontraba solo en la habitación, únicamente en esa habitación, porque el resto del prostíbulo estaba en pleno funcionamiento, una noche como cualquiera en Ciudad Lagarto, rodeados de lo peor que podía ofrecer la sociedad. Pero Matthew no estaba de fiesta, tenía que revisar unos papeles de forma urgente o Lazid le cortaría la cabeza, “O más bien las rodillas, no creo que llegue hasta mi cabeza” pensó Owens y se sonrió, al menos en su mente podía disfrutar de esas pequeñas venganzas con el Hombre-Lagarto.
Su mesa estaba llena de hojas con números y cosas escritas, Matt las iba pasando una por una, haciendo una lectura por arriba primero y deteniéndose si veía algo que le llamara la atención. En la mano derecha tenía una pluma con tinta escarlata manchando su punta, la utilizaba para corregir, tachar o re-escribir aquellas cosas que parecían incorrectas o que le resultaban extrañas.
Dejó la pluma en el tintero y levantó los brazos para estirar la espalda, luego se masajeó un hombro y la nuca, aún tenía que revisar muchos papeles, pero se sentía tan agotado... En el pasado podría haberse quedado toda la noche haciendo cosas como esas o incluso de mucha mayor exigencia, pero la maldición lo mantenía débil, ahora realizar cualquier actividad parecía cansarlo el doble.
-Matthewwww - Se escuchó una voz femenina a través de la cortina que hacía de puerta - ¿No vendrás a beber algo con los clientes hoy? - Era una de las muchachas nuevas, Greta, Gesica, Gertrudis.... “No recuerdo su nombre” pero Matt la reconoció porque era de las pocas que aún intentaba coquetear con él.
-Hoy no, Querida. Tengo que terminar con mucho papeleo - No le dijo que pasara, le habló sin siquiera levantar la mirada, esa era la señal de que en verdad no quería que lo molestaran. La muchacha era nueva, pero por suerte para ella también era lista, así que no insistió y se fue a continuar entreteniendo clientes.
Matthew suspiró y apoyó el codo izquierdo en la mesa, para luego apoyar la cabeza en su mano, la luz de la vela hacía que su sombra se reflejara inmensa en la tela de la carpa “Una sombra cada vez más grande y más oscura” pensó Stefano y se sintió asqueado de sí mismo, le fastidiaba cuando ese tipo de ideas se colaban en su mente.
Una brisa fuerte comenzó a mover las paredes de la carpa ¿Acaso se avecinaba una tormenta? Matthew volvió a agarrar la pluma y apuro el trabajo, quería terminar antes de que el clima empeorara o no podría regresar a su casa esa noche “No quiero que Eyre pase la noche sola” siempre prefería amanecer en sus brazos.
De pronto el viento se coló por alguna de las rendijas de la carpa y apagó de un soplo la única vela que iluminaba la habitación. Aún podía verse algo gracias a la luz de la luna y a los candelabros de la calle, pero los ojos de Humano de Owens apenas diferenciaban las sombras que componían los muebles, la ropa y..... ¿Había alguien más ahí?
Su mesa estaba llena de hojas con números y cosas escritas, Matt las iba pasando una por una, haciendo una lectura por arriba primero y deteniéndose si veía algo que le llamara la atención. En la mano derecha tenía una pluma con tinta escarlata manchando su punta, la utilizaba para corregir, tachar o re-escribir aquellas cosas que parecían incorrectas o que le resultaban extrañas.
Dejó la pluma en el tintero y levantó los brazos para estirar la espalda, luego se masajeó un hombro y la nuca, aún tenía que revisar muchos papeles, pero se sentía tan agotado... En el pasado podría haberse quedado toda la noche haciendo cosas como esas o incluso de mucha mayor exigencia, pero la maldición lo mantenía débil, ahora realizar cualquier actividad parecía cansarlo el doble.
-Matthewwww - Se escuchó una voz femenina a través de la cortina que hacía de puerta - ¿No vendrás a beber algo con los clientes hoy? - Era una de las muchachas nuevas, Greta, Gesica, Gertrudis.... “No recuerdo su nombre” pero Matt la reconoció porque era de las pocas que aún intentaba coquetear con él.
-Hoy no, Querida. Tengo que terminar con mucho papeleo - No le dijo que pasara, le habló sin siquiera levantar la mirada, esa era la señal de que en verdad no quería que lo molestaran. La muchacha era nueva, pero por suerte para ella también era lista, así que no insistió y se fue a continuar entreteniendo clientes.
Matthew suspiró y apoyó el codo izquierdo en la mesa, para luego apoyar la cabeza en su mano, la luz de la vela hacía que su sombra se reflejara inmensa en la tela de la carpa “Una sombra cada vez más grande y más oscura” pensó Stefano y se sintió asqueado de sí mismo, le fastidiaba cuando ese tipo de ideas se colaban en su mente.
Una brisa fuerte comenzó a mover las paredes de la carpa ¿Acaso se avecinaba una tormenta? Matthew volvió a agarrar la pluma y apuro el trabajo, quería terminar antes de que el clima empeorara o no podría regresar a su casa esa noche “No quiero que Eyre pase la noche sola” siempre prefería amanecer en sus brazos.
De pronto el viento se coló por alguna de las rendijas de la carpa y apagó de un soplo la única vela que iluminaba la habitación. Aún podía verse algo gracias a la luz de la luna y a los candelabros de la calle, pero los ojos de Humano de Owens apenas diferenciaban las sombras que componían los muebles, la ropa y..... ¿Había alguien más ahí?
Última edición por Matthew Owens el Mar Oct 20 2020, 17:16, editado 1 vez
Matthew Owens
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Re: La importancia de la sangre [Privado] [Cerrado]
No había tenido mucho tiempo para acostumbrarme a los cambios que había sufrido. No obstante la mejor forma de hacerlo sería en un lugar conocido. Nada mejor que Ciudad Lagarto, con Matthew. Padre no me rechazaría… ¿no? ¿Cuánto lo conocía en realidad? No importaba mucho, me sentía un poco más solitaria de lo habitual sin la voz insistente de Jeannie en mi cabeza. Observé discretamente la sombra que dejaba atrás, se movía por voluntad propia. “Tal vez sea mi imaginación” pensé en un principio. No tardé en darme cuenta días atrás que se trataba de mi alter-ego, dedicada ahora a protegerme de los monstruos que acechan en la noche.
Tardé poco tiempo en llegar a los límites externos de la ciudad. Me sentía más ligera, si es que eso es posible, deslizándome de sombra en sombra. Pasando totalmente desapercibida entre los habitantes. En anteriores visitas, debido a las ropas andrajosas que llevaba normalmente, tenía que abrirme paso por las calles a base de mordiscos y golpes. Era un cambio realmente gratificante, sin duda.
Era totalmente imposible olvidar el emplazamiento de la carpa de Matthew. Me golpeó de lleno un sentimiento de nostalgia y familiaridad. No tardaron en llegar las dudas sobre qué pensaría al verme. Había cambiado demasiado… ¿Cómo debía presentarme? ¿Lentamente? Tampoco quería que le diera un infarto si aparecía de un segundo a otro a su espalda. También estaba el tema de sus dagas, no me apetecía que me apuñalaran aquella noche. Otra distinta tal vez, pero quería estar presentable para la primera impresión. Siempre dicen que es la que cuenta, no sé por qué, pero es lo que todo el mundo dice.
Estuve varias horas dando vueltas alrededor de la carpa, pensativa, viendo a la gente entrar y salir. Caras nuevas entre las chicas de Matt, caras nuevas entre la clientela. Había estado fuera demasiado tiempo. O no, no lo sabría decir. Simplemente iba cuando me llevaba la brisa hacia allí. Esperaba que no me hubiera echado mucho de menos, habían pasado tantas cosas… ¿Por dónde empezar? ¿Qué decir?
Acabé por utilizar una de las sombras que daba la carpa para pasar al interior. Tal vez fuera más sencillo si veía qué estaba haciendo. No le había visto salir y solía quedarse hasta tarde. Las probabilidades de que estuviera con las chicas y los clientes o en su habitación personal eran las mismas. Me metí dentro de su pequeño despacho, oculta en una de las sombras que dejaba la única vela que tenía encendida. Y… allí estaba, concentrado totalmente en sus tareas. Con todos aquellos papeles, plumas y sus propios pensamientos. Absorto de lo que le rodeaba, pero no del todo. Sí, le había echado de menos.
La brisa del viento terminó de apagar la única fuente de luz que usaba el humano. Lo tomé como un tipo de invitación divina. Me deslicé tranquilamente entre la oscuridad, para sentarme en la silla que tenía Matt delante. Levanté la vista y posé mis nuevos ojos rojos sobre los suyos. Tenía que decir algo, o al final sí conseguiría darle un susto de muerte.
- Hola padre, ha pasado mucho tiempo, ¿verdad? - Sonreí lo mejor que pude, estaba nerviosa y no tenía muy claro si los colmillos asomarían o no.
Tardé poco tiempo en llegar a los límites externos de la ciudad. Me sentía más ligera, si es que eso es posible, deslizándome de sombra en sombra. Pasando totalmente desapercibida entre los habitantes. En anteriores visitas, debido a las ropas andrajosas que llevaba normalmente, tenía que abrirme paso por las calles a base de mordiscos y golpes. Era un cambio realmente gratificante, sin duda.
Era totalmente imposible olvidar el emplazamiento de la carpa de Matthew. Me golpeó de lleno un sentimiento de nostalgia y familiaridad. No tardaron en llegar las dudas sobre qué pensaría al verme. Había cambiado demasiado… ¿Cómo debía presentarme? ¿Lentamente? Tampoco quería que le diera un infarto si aparecía de un segundo a otro a su espalda. También estaba el tema de sus dagas, no me apetecía que me apuñalaran aquella noche. Otra distinta tal vez, pero quería estar presentable para la primera impresión. Siempre dicen que es la que cuenta, no sé por qué, pero es lo que todo el mundo dice.
Estuve varias horas dando vueltas alrededor de la carpa, pensativa, viendo a la gente entrar y salir. Caras nuevas entre las chicas de Matt, caras nuevas entre la clientela. Había estado fuera demasiado tiempo. O no, no lo sabría decir. Simplemente iba cuando me llevaba la brisa hacia allí. Esperaba que no me hubiera echado mucho de menos, habían pasado tantas cosas… ¿Por dónde empezar? ¿Qué decir?
Acabé por utilizar una de las sombras que daba la carpa para pasar al interior. Tal vez fuera más sencillo si veía qué estaba haciendo. No le había visto salir y solía quedarse hasta tarde. Las probabilidades de que estuviera con las chicas y los clientes o en su habitación personal eran las mismas. Me metí dentro de su pequeño despacho, oculta en una de las sombras que dejaba la única vela que tenía encendida. Y… allí estaba, concentrado totalmente en sus tareas. Con todos aquellos papeles, plumas y sus propios pensamientos. Absorto de lo que le rodeaba, pero no del todo. Sí, le había echado de menos.
La brisa del viento terminó de apagar la única fuente de luz que usaba el humano. Lo tomé como un tipo de invitación divina. Me deslicé tranquilamente entre la oscuridad, para sentarme en la silla que tenía Matt delante. Levanté la vista y posé mis nuevos ojos rojos sobre los suyos. Tenía que decir algo, o al final sí conseguiría darle un susto de muerte.
- Hola padre, ha pasado mucho tiempo, ¿verdad? - Sonreí lo mejor que pude, estaba nerviosa y no tenía muy claro si los colmillos asomarían o no.
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Irinnil Fawkes
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Re: La importancia de la sangre [Privado] [Cerrado]
No era su imaginacion, alli habia alguien mas, años de estar en callejones oscuros y en sitios turbios le habían dado la suficiente experiencia para darse cuenta de cuando lo vigilaban, cuando estaba en peligro, y cuando la persona quería acercarse pero no hacerle daño. No podía estar completamente seguro, pero suponía que hacía un tiempo que estaba allí, aprovechando su distracción, sí quisiera en verdad matarlo ya lo habría hecho.
Aun así, llevo la mano a su cintura, donde siempre llevaba una daga.
-¿Buenas noches? - Era un primer intento de establecer comunicación con quien sea que había decidido entrar a su tienda sin anunciarse - ... - Reconoció la voz en cuanto dijo “Hola”, la sorpresa lo dejó sin habla, que le dijera “Padre” solo confirmo lo que ya sabía - Irinnil... -No había ninguna otra persona que lo llamara de esa manera, era un lugar que solo la elfa tenía permitido ocupar.
Sacó la mano de la daga y agarró la vela para prenderla, aunque ya estaba seguro de que era ella había algo extraño en su modo de comportarse, quería verla con sus propios ojos. Cuando la luz regreso Matthew hizo un gesto de sorpresa, era ella pero su apariencia era muy distinta.
-Si eres tú - Sonrió ampliamente - Sí que ha pasado un tiempo, y parece que no has estado ociosa ¿No es así? - Su postura era mucho más noble, sus ropas eran de buena calidad y prolijas, muy distintas a los harapos que solía vestir en el pasado. Además estaba limpia y bien peinada, sí hubiese querido fingir que era otra persona, lo podría haber hecho con total naturalidad - No es manera de saludar a tu padre-
Apartó la silla y rodeó la mesa para estrecharla en un fuerte abrazo, la sentía fría, y Matt no creía que fuera por las inclemencias de la noche. Ya no era necesario que le dijera lo que era ahora, conocía lo suficiente a los de su raza como para identificarlos. Tomo distancia agarrandola de los hombros y la miró de arriba a abajo.
-Estas aun mas hermosa que cuando te fuiste, tienes la elegancia de tu padre - Volvió a abrazarla - Cuéntame cómo ocurrió, quiero saber todo lo que hiciste desde la última vez que nos vimos - Afuera de la habitación se escuchaban gritos y carcajadas, también algo de música improvisada, aparentemente nadie se había dado cuenta de que Irinnil había entrado a la tienda - No se si es el sitio más adecuado para una charla seria - La agarro de la mano - Ven conmigo, hay algo que quiero mostrarte -
Aun así, llevo la mano a su cintura, donde siempre llevaba una daga.
-¿Buenas noches? - Era un primer intento de establecer comunicación con quien sea que había decidido entrar a su tienda sin anunciarse - ... - Reconoció la voz en cuanto dijo “Hola”, la sorpresa lo dejó sin habla, que le dijera “Padre” solo confirmo lo que ya sabía - Irinnil... -No había ninguna otra persona que lo llamara de esa manera, era un lugar que solo la elfa tenía permitido ocupar.
Sacó la mano de la daga y agarró la vela para prenderla, aunque ya estaba seguro de que era ella había algo extraño en su modo de comportarse, quería verla con sus propios ojos. Cuando la luz regreso Matthew hizo un gesto de sorpresa, era ella pero su apariencia era muy distinta.
-Si eres tú - Sonrió ampliamente - Sí que ha pasado un tiempo, y parece que no has estado ociosa ¿No es así? - Su postura era mucho más noble, sus ropas eran de buena calidad y prolijas, muy distintas a los harapos que solía vestir en el pasado. Además estaba limpia y bien peinada, sí hubiese querido fingir que era otra persona, lo podría haber hecho con total naturalidad - No es manera de saludar a tu padre-
Apartó la silla y rodeó la mesa para estrecharla en un fuerte abrazo, la sentía fría, y Matt no creía que fuera por las inclemencias de la noche. Ya no era necesario que le dijera lo que era ahora, conocía lo suficiente a los de su raza como para identificarlos. Tomo distancia agarrandola de los hombros y la miró de arriba a abajo.
-Estas aun mas hermosa que cuando te fuiste, tienes la elegancia de tu padre - Volvió a abrazarla - Cuéntame cómo ocurrió, quiero saber todo lo que hiciste desde la última vez que nos vimos - Afuera de la habitación se escuchaban gritos y carcajadas, también algo de música improvisada, aparentemente nadie se había dado cuenta de que Irinnil había entrado a la tienda - No se si es el sitio más adecuado para una charla seria - La agarro de la mano - Ven conmigo, hay algo que quiero mostrarte -
Matthew Owens
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Re: La importancia de la sangre [Privado] [Cerrado]
Siendo sincera, podría haber ido a cualquier otro sitio, ser cualquier otra persona. Explicado en pocas palabras… Había cambiado tanto de un día para otro, tanto físico como psicológicamente que podría haber ido tranquila a cualquier pueblo. Empezar una nueva vida desde cero. Tal vez acomodarme en una pequeña mansión abandonada a las afueras de un pueblo… O ¿por qué no? En un castillo de un pequeño señor olvidado hacía siglos en medio de alguna llanura perdida en la memoria de los más ancianos.
Pero había decidido ir… a nada más y nada menos que Ciudad Lagarto. Quizá sea por no dejar atrás todo lo que conozco, todo lo que quería. Volver era el último reducto que quedaba de la antigua Irinnil. Lo aprovecharía todo lo que pudiera.
Me sorprendió el contacto con Matt. No es como si no lo esperara, las últimas veces con él había sido cariñoso conmigo. Pero siendo Sacerdotisa, la gente suele evitar todo lo posible el contacto físico, te dejan un gran espacio personal incluso con las palabras. Tras unos instantes de vacilación le devolví el abrazo. Se sentía caliente, podía si me concentraba sentir la sangre fluir por sus venas. Sangre…
La puerta de la habitación se abrió de golpe. Sin siquiera darme la vuelta sabía que era la misma chica que habló a Matt hacía un tiempo desde fuera. “Tal vez no sea tan lista como cree padre”. Me solté del abrazo, la joven seguía todavía con la puerta abierta incapaz de articular ninguna palabra, consciente de haber interrumpido algo importante.
Me acerqué a ella, lentamente, pero con pasos largos y ruidosos. El sonido de las botas de una desconocida podían ser intimidantes por sí mismos. Con el tiempo también fui consciente de que contaba con una nueva habilidad, podía, mediante una ilusión, aparentar ser más atractiva a las personas, o más terrorífica. Elegí lo primero, no quería asustarla, tan solo enseñarle modales.
- ¿Qué tenemos aquí? - Dije cuando llegué a donde se encontraba. Me giré hacia Matt. - ¿Me has traído un aperitivo? Qué delicado por tu parte… -La joven no podía quitarme los ojos de encima, le mostré los colmillos con una sonrisa mientras enrollaba un dedo en su pelo. Se quedó paralizada, temblando casi al instante que mi piel tocó la suya. Suspiré profundamente -Venga, venga, no te pongas así, ahora mismo no tengo hambre. Aprende a llamar antes de entrar, o vuelve luego, como desees.
En cuanto me di la vuelta la puerta se cerró. Escuché los pasos alejarse ligeros. No pude evitar soltar una risita. Vi a Matt, allí observando la escena. Me acerqué dando saltitos juguetones mientras le sonreía. El humano era tal como le recordaba, eso me reconfortaba.
- ¿La elegancia de mi padre? Por supuesto. -Sonreí de nuevo. -¿Qué esperabas? - En cuanto me agarró de la mano no pude evitar engancharme a su brazo. -Llévame a dónde podamos hablar, como la última vez. Lo estoy deseando.
Mientras salíamos me quedé pensativa. Esperaba que todo fuese igual que siempre. Pero seguramente no fuera así. Debía preguntarle lo obvio. -Debes contarme qué has hecho últimamente, Matt, seguro que has hecho cosas… interesantes, en mi ausencia. ¿Alguien nuevo a quien mordisquear? Tal vez necesiten un susto o dos… -Lo dije en tono de broma, pero no podía hablar más en serio. Había vuelto, y había vuelto para quedarme más tiempo del que nunca había estado.
Pero había decidido ir… a nada más y nada menos que Ciudad Lagarto. Quizá sea por no dejar atrás todo lo que conozco, todo lo que quería. Volver era el último reducto que quedaba de la antigua Irinnil. Lo aprovecharía todo lo que pudiera.
Me sorprendió el contacto con Matt. No es como si no lo esperara, las últimas veces con él había sido cariñoso conmigo. Pero siendo Sacerdotisa, la gente suele evitar todo lo posible el contacto físico, te dejan un gran espacio personal incluso con las palabras. Tras unos instantes de vacilación le devolví el abrazo. Se sentía caliente, podía si me concentraba sentir la sangre fluir por sus venas. Sangre…
La puerta de la habitación se abrió de golpe. Sin siquiera darme la vuelta sabía que era la misma chica que habló a Matt hacía un tiempo desde fuera. “Tal vez no sea tan lista como cree padre”. Me solté del abrazo, la joven seguía todavía con la puerta abierta incapaz de articular ninguna palabra, consciente de haber interrumpido algo importante.
Me acerqué a ella, lentamente, pero con pasos largos y ruidosos. El sonido de las botas de una desconocida podían ser intimidantes por sí mismos. Con el tiempo también fui consciente de que contaba con una nueva habilidad, podía, mediante una ilusión, aparentar ser más atractiva a las personas, o más terrorífica. Elegí lo primero, no quería asustarla, tan solo enseñarle modales.
- ¿Qué tenemos aquí? - Dije cuando llegué a donde se encontraba. Me giré hacia Matt. - ¿Me has traído un aperitivo? Qué delicado por tu parte… -La joven no podía quitarme los ojos de encima, le mostré los colmillos con una sonrisa mientras enrollaba un dedo en su pelo. Se quedó paralizada, temblando casi al instante que mi piel tocó la suya. Suspiré profundamente -Venga, venga, no te pongas así, ahora mismo no tengo hambre. Aprende a llamar antes de entrar, o vuelve luego, como desees.
En cuanto me di la vuelta la puerta se cerró. Escuché los pasos alejarse ligeros. No pude evitar soltar una risita. Vi a Matt, allí observando la escena. Me acerqué dando saltitos juguetones mientras le sonreía. El humano era tal como le recordaba, eso me reconfortaba.
- ¿La elegancia de mi padre? Por supuesto. -Sonreí de nuevo. -¿Qué esperabas? - En cuanto me agarró de la mano no pude evitar engancharme a su brazo. -Llévame a dónde podamos hablar, como la última vez. Lo estoy deseando.
Mientras salíamos me quedé pensativa. Esperaba que todo fuese igual que siempre. Pero seguramente no fuera así. Debía preguntarle lo obvio. -Debes contarme qué has hecho últimamente, Matt, seguro que has hecho cosas… interesantes, en mi ausencia. ¿Alguien nuevo a quien mordisquear? Tal vez necesiten un susto o dos… -Lo dije en tono de broma, pero no podía hablar más en serio. Había vuelto, y había vuelto para quedarme más tiempo del que nunca había estado.
Irinnil Fawkes
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Re: La importancia de la sangre [Privado] [Cerrado]
La mayoría de las personas preferían mantenerse alejadas de los vampiros, y esa era una costumbre que venía de mucho antes de que invadieran Lunargenta. Eran la única raza que podía ver como comida a las otras razas, eso era suficiente para no desear tener uno cerca en la medida de lo posible. Pero Matt no la veía como a una Vampiro, Irinnil era siempre Irinnil, indiferentemente de si cambiaba de personalidad, especie o estilo.
Así que le dio un abrazo con mucho cariño, y cuando la muchacha le correspondió, supo que había acertado con el gesto. Fue una pena que los interrumpieran justo en ese momento.
-Dije que estaba ocupado... - Estaba a punto de echarla cuando notó que Irinnil quería jugar un poco con ella “¿Será que tiene hambre?” fue lo primero que pensó, y no hubiese tenido problema alguno en que se sirviera un bocadillo nocturno. Pero en cuanto vio cómo le hablaba entendió que no se trataba de eso- Fue lo único que pude conseguir, la próxima vez avísame si vas a venir de visita y te prepararé todo un banquete - Ambos estaban jugando, Matt se sentía muy cómodo con ese tipo de humor que compartían.
Fue como si la Vampiro liberara de un hechizo hipnótico a la chica, en cuanto se dio vuelta la muchacha se sacudió, cerró la puerta y salió corriendo de allí. Owens sabía que los congéneres de Irinnil tenían la capacidad de modificar su apariencia ligeramente para resultar más atractivos o temibles, él mismo había sufrido el efecto en más de una oportunidad. No sería raro que la ex-elfa estuviera aprendiendo a utilizar ese tipo de ventajas.
-Te llevaré a un sitio nuevo, pero creo que te gustara - Apoyó la mano sobre la de Irinnil - Allí podremos conversar sin que nadie nos moleste, será nuestro segundo lugar secreto - Sonrió de medio lado - Por está vez, sí cumplí con mi promesa - No dijo más, quería que fuera una sorpresa, y sí seguía dando pistas se descubriría todo.
Abrió la puerta y afuera todo se desarrollaba del modo habitual, la sala principal estaba llena de muchachas y muchachos desnudos, a veces uno a uno con algún cliente, otras veces de a varios. Había comida y bebida, algún Bardo tocando música encadenado al palo que sostenía el techo de la carpa, unas jaulas con personas encerradas, jovencitas que reían mientras llevaban de la mano a alguno de los clientes a habitaciones privadas.
Matthew no dijo ni una palabra mientras pasaban por el medio de todo eso, se mantuvo con la vista al frente y una sonrisa formal, llevando a su amada Irinnil del brazo como si fueran dos personas de alta categoría caminando por jardines reales. Ninguna de las personas se interpuso, así que pronto estuvieron afuera.
-Pues, la vida en Ciudad Lagarto puede volverse rutinaria por momento. Aunque nunca falta la aparición de alguna persona particular que te logra mantener entretenido al menos durante una tarde - Mientras se alejaban del prostíbulo comenzó a contarle de la gente que había conocido - Eyre continua en la casa, discutimos muchas veces, pero... Igual... Es importante para mi que este allí ¿Crees que es extraño? - Matthew no hablaba sobre su relación con la Hechicera con nadie, pero sí había alguien con derecho a opinar esa era sin duda su Hija - Oh, también vino una Elfa, su nombre es Eilydh, quiere comenzar un negocio relacionado con la ciudad de los elfos, más exactamente, que podría ser la ruina para alguien más. Ya sabes que las venganzas son algo que me tientan mucho - Se peinó la barba con dos dedos mientras pensaba sí había alguien más - También está Marceline, pocas veces he visto a una muchacha con las emociones tan destruidas, me encantaría que la conocieras para saber tu opinión - Estuvo a punto de decir “Por tu pasado” pero no parecía necesario aclararlo.
Así que le dio un abrazo con mucho cariño, y cuando la muchacha le correspondió, supo que había acertado con el gesto. Fue una pena que los interrumpieran justo en ese momento.
-Dije que estaba ocupado... - Estaba a punto de echarla cuando notó que Irinnil quería jugar un poco con ella “¿Será que tiene hambre?” fue lo primero que pensó, y no hubiese tenido problema alguno en que se sirviera un bocadillo nocturno. Pero en cuanto vio cómo le hablaba entendió que no se trataba de eso- Fue lo único que pude conseguir, la próxima vez avísame si vas a venir de visita y te prepararé todo un banquete - Ambos estaban jugando, Matt se sentía muy cómodo con ese tipo de humor que compartían.
Fue como si la Vampiro liberara de un hechizo hipnótico a la chica, en cuanto se dio vuelta la muchacha se sacudió, cerró la puerta y salió corriendo de allí. Owens sabía que los congéneres de Irinnil tenían la capacidad de modificar su apariencia ligeramente para resultar más atractivos o temibles, él mismo había sufrido el efecto en más de una oportunidad. No sería raro que la ex-elfa estuviera aprendiendo a utilizar ese tipo de ventajas.
-Te llevaré a un sitio nuevo, pero creo que te gustara - Apoyó la mano sobre la de Irinnil - Allí podremos conversar sin que nadie nos moleste, será nuestro segundo lugar secreto - Sonrió de medio lado - Por está vez, sí cumplí con mi promesa - No dijo más, quería que fuera una sorpresa, y sí seguía dando pistas se descubriría todo.
Abrió la puerta y afuera todo se desarrollaba del modo habitual, la sala principal estaba llena de muchachas y muchachos desnudos, a veces uno a uno con algún cliente, otras veces de a varios. Había comida y bebida, algún Bardo tocando música encadenado al palo que sostenía el techo de la carpa, unas jaulas con personas encerradas, jovencitas que reían mientras llevaban de la mano a alguno de los clientes a habitaciones privadas.
Matthew no dijo ni una palabra mientras pasaban por el medio de todo eso, se mantuvo con la vista al frente y una sonrisa formal, llevando a su amada Irinnil del brazo como si fueran dos personas de alta categoría caminando por jardines reales. Ninguna de las personas se interpuso, así que pronto estuvieron afuera.
-Pues, la vida en Ciudad Lagarto puede volverse rutinaria por momento. Aunque nunca falta la aparición de alguna persona particular que te logra mantener entretenido al menos durante una tarde - Mientras se alejaban del prostíbulo comenzó a contarle de la gente que había conocido - Eyre continua en la casa, discutimos muchas veces, pero... Igual... Es importante para mi que este allí ¿Crees que es extraño? - Matthew no hablaba sobre su relación con la Hechicera con nadie, pero sí había alguien con derecho a opinar esa era sin duda su Hija - Oh, también vino una Elfa, su nombre es Eilydh, quiere comenzar un negocio relacionado con la ciudad de los elfos, más exactamente, que podría ser la ruina para alguien más. Ya sabes que las venganzas son algo que me tientan mucho - Se peinó la barba con dos dedos mientras pensaba sí había alguien más - También está Marceline, pocas veces he visto a una muchacha con las emociones tan destruidas, me encantaría que la conocieras para saber tu opinión - Estuvo a punto de decir “Por tu pasado” pero no parecía necesario aclararlo.
Matthew Owens
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Re: La importancia de la sangre [Privado] [Cerrado]
Me pregunto… Cuántas veces y en cuántos sitios distintos puedes sentirte segura, querida. Si hay algún límite no establecido en ningún libro ni historia que impida ser feliz a alguien durante mucho tiempo seguido. Tal vez se trate solo de dar y recibir, o sea totalmente aleatorio, sin sentido, sin forma, tan solo algo que está ahí a veces. Y si durante un solo segundo desvías la mirada… Se desvanece.
Quería pensar que aquella no era uno de esos instantes, que estaría bien, de forma indefinida, o al menos durante muchos años. Tal vez durante unos días fuera suficiente para mi. Lo que más me importaba en el mundo no eran las cosas materiales. Bueno, sí, más o menos. Matt estaba ahí, era material, podía tocarlo, sentirlo, tenerle cerca. No era como si de un segundo a otro pasase la mano por delante de mi cara y desapareciese en la nada como si nunca hubiera existido.
Con el paso de los años cambiaría de parecer, pero no era el momento. No aún. Demasiado pronto.
Sacudí la cabeza mientras pasábamos por delante de las muchachas, me preguntaba a dónde íbamos, si es que nos dirigíamos a algún sitio en concreto o el humano tan solo quería salir a tomar el aire. No importaba en realidad, había ido allí a pasar el tiempo junto a él, dónde, era una pequeñez. Ni siquiera me di cuenta de la forma en la que nos miraban. ¿Estarían sorprendidas? ¿o tal vez lo verían como algo tan habitual en su Virrey que lo pasaran por alto? Eso último sucede a menudo, cuando algo se convierte en una constante, suele dejar de llamar tu atención. Como algo que sucede en la parte de atrás de un carromato, sabes que está ahí, pero a una parte de ti ni le interesa dirigirle más de dos miradas furtivas.
Matthew me hablaba de la gente nueva que había conocido, no estaba prestando excesiva atención, lo veía todo como desde detrás de un velo, como si toda la escena y lo que la rodeaba fuese irreal.
- No es extraño que quieras cerca algo que valoras. -Le miré tan solo un segundo. -De hecho me parece algo muy habitual. -Le sonreí. -Me alegra que lo tengas tan claro como para darte cuenta de qué es importante y qué no. Deberías escuchar a tu corazón más a menudo, padre, te haría bien.
Los demás que mencionó tan solo eran nombres, entes sin cara, imposibles de apreciar, imposibles de odiar, tan etéreos como un cuento de antes de dormir. Sabía que olvidaría sus nombres pasadas algunas horas. De todas formas no creía que en ese momento mereciesen más de un pensamiento por mi parte. Hasta que no interactúas y ves la verdadera forma de una persona, es poco probable que te vayas a interesar por su vida, por lo que ha recorrido y la ha llevado hasta allí. Ese momento, en el que te das cuenta de todo por lo que ha pasado alguien hasta estar delante de tus ojos es de las cosas más bonitas que te pueden suceder. Acontecimiento tras acontecimiento, decisión tras decisión, no solo las suyas, si no de las personas con las que se relacionan es lo que termina definiéndolos. Comprenderlo… Oh, comprender a alguien verdaderamente es imposible, y tener un atisbo de ello puede llevar años. ¿Existe alguien acaso con una paciencia tan grande?
Mientras pensaba todo eso me dejé llevar por el humano. Me di cuenta de que había estado callada casi todo el camino, apenas le había mirado.
- ¿Sabes? Te he echado de menos. -Di un tironcito de su manga. -Creo que me gustaría pasar más tiempo aquí contigo esta vez. ¿Crees que sería posible?
Comenzaba a estar un poco ansiosa por llegar a un sitio donde poder sentarnos tranquilamente. Necesitaba quitarme muchos de esos pensamientos de mi cabeza, y creía que Matthew me entendería, o al menos trataría de hacerlo. Por algo era mi padre, ¿no?
Quería pensar que aquella no era uno de esos instantes, que estaría bien, de forma indefinida, o al menos durante muchos años. Tal vez durante unos días fuera suficiente para mi. Lo que más me importaba en el mundo no eran las cosas materiales. Bueno, sí, más o menos. Matt estaba ahí, era material, podía tocarlo, sentirlo, tenerle cerca. No era como si de un segundo a otro pasase la mano por delante de mi cara y desapareciese en la nada como si nunca hubiera existido.
Con el paso de los años cambiaría de parecer, pero no era el momento. No aún. Demasiado pronto.
Sacudí la cabeza mientras pasábamos por delante de las muchachas, me preguntaba a dónde íbamos, si es que nos dirigíamos a algún sitio en concreto o el humano tan solo quería salir a tomar el aire. No importaba en realidad, había ido allí a pasar el tiempo junto a él, dónde, era una pequeñez. Ni siquiera me di cuenta de la forma en la que nos miraban. ¿Estarían sorprendidas? ¿o tal vez lo verían como algo tan habitual en su Virrey que lo pasaran por alto? Eso último sucede a menudo, cuando algo se convierte en una constante, suele dejar de llamar tu atención. Como algo que sucede en la parte de atrás de un carromato, sabes que está ahí, pero a una parte de ti ni le interesa dirigirle más de dos miradas furtivas.
Matthew me hablaba de la gente nueva que había conocido, no estaba prestando excesiva atención, lo veía todo como desde detrás de un velo, como si toda la escena y lo que la rodeaba fuese irreal.
- No es extraño que quieras cerca algo que valoras. -Le miré tan solo un segundo. -De hecho me parece algo muy habitual. -Le sonreí. -Me alegra que lo tengas tan claro como para darte cuenta de qué es importante y qué no. Deberías escuchar a tu corazón más a menudo, padre, te haría bien.
Los demás que mencionó tan solo eran nombres, entes sin cara, imposibles de apreciar, imposibles de odiar, tan etéreos como un cuento de antes de dormir. Sabía que olvidaría sus nombres pasadas algunas horas. De todas formas no creía que en ese momento mereciesen más de un pensamiento por mi parte. Hasta que no interactúas y ves la verdadera forma de una persona, es poco probable que te vayas a interesar por su vida, por lo que ha recorrido y la ha llevado hasta allí. Ese momento, en el que te das cuenta de todo por lo que ha pasado alguien hasta estar delante de tus ojos es de las cosas más bonitas que te pueden suceder. Acontecimiento tras acontecimiento, decisión tras decisión, no solo las suyas, si no de las personas con las que se relacionan es lo que termina definiéndolos. Comprenderlo… Oh, comprender a alguien verdaderamente es imposible, y tener un atisbo de ello puede llevar años. ¿Existe alguien acaso con una paciencia tan grande?
Mientras pensaba todo eso me dejé llevar por el humano. Me di cuenta de que había estado callada casi todo el camino, apenas le había mirado.
- ¿Sabes? Te he echado de menos. -Di un tironcito de su manga. -Creo que me gustaría pasar más tiempo aquí contigo esta vez. ¿Crees que sería posible?
Comenzaba a estar un poco ansiosa por llegar a un sitio donde poder sentarnos tranquilamente. Necesitaba quitarme muchos de esos pensamientos de mi cabeza, y creía que Matthew me entendería, o al menos trataría de hacerlo. Por algo era mi padre, ¿no?
Irinnil Fawkes
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Re: La importancia de la sangre [Privado] [Cerrado]
Escuchar al corazón, Matthew no estaba seguro de que alguien le hubiese dicho cosa semejante en toda su vida ¿Qué era exactamente eso? ¿Qué diferencia existía entre escuchar a su corazón o a su cerebro? Owens era una persona que se guiaba la mayor parte del tiempo por impulsos, Deseos que lo empujaban hacia un tipo de acción u otra, en general no tenía mayor motivación que el poder generar algún tipo de emoción en quienes lo rodeaban.
¿Por qué?
Porque generar reacciones en las personas era la mejor manera de mover al Deseo, podía ser un deseo apasionado, o de odio, u homicida, daba lo mismo siempre y cuando les provocara algo. Tal vez Eyre era distinta en algunos sentidos, con ella no ganaba nada a nivel material, simplemente el tener su existencia cerca era suficiente para que Matt se sintiera feliz. El Humano detuvo esa línea de pensamiento y miró a Irinnil, bellamente iluminada por la luna “Y ella también” pensó Stefano, y la rodeo con un brazo para acercarla más a él.
-No sé sí esto es escuchar al corazón, pero ahora mismo solo quiero estar contigo -
Se quedó en silencio luego de eso, la ex-elfa estaba perdida en sus cavilaciones, y Matthew no sentía que fuera necesario interrumpirla, estaban bien así. Guió sus pasos hacía las afueras de la ciudad, pasando por las calles de barro, llena de borrachos, asesinos y prostitutas, nadie los interrumpió. Luego siguieron por lo que serían los suburbios de Ciudad Lagarto, allí el ambiente era más tranquilo, los campesinos ya se habían ido a dormir hace mucho tiempo, así que nadie se cruzó por su camino.
Finalmente se internaron en el bosque, parecía que iban en dirección a la casa de Matt, pero como a mitad de camino se desviaron por un sitio que no tenía sendero.
-Espero sinceramente que está vez pases más tiempo aquí conmigo - Respondió sonriendo de medio lado, mirando de costado a Irinnil - Y me alegra que lo propongas, porque claramente no podría obligarte - No había siquiera un indicio de camino por el lugar que iban, lo cual daba la pauta que no había forma de encontrar el sitio a menos que ya se supiera dónde estaba.
-La última vez que estuvimos juntos, hablamos sobre la posibilidad de que vivieras conmigo. Y me pareció una maravillosa idea, pero creo que quizás sería bueno que también puedas tener algo de intimidad. Por eso mande a construir este lugar - Entraron a un claro y allí, en medio del bosque, aislada del bullicio de la ciudad, estaba la que sería la casa de Irinnil - Espero que te guste, no tengo idea de cual es tu gusto en cuanto a viviendas -
¿Por qué?
Porque generar reacciones en las personas era la mejor manera de mover al Deseo, podía ser un deseo apasionado, o de odio, u homicida, daba lo mismo siempre y cuando les provocara algo. Tal vez Eyre era distinta en algunos sentidos, con ella no ganaba nada a nivel material, simplemente el tener su existencia cerca era suficiente para que Matt se sintiera feliz. El Humano detuvo esa línea de pensamiento y miró a Irinnil, bellamente iluminada por la luna “Y ella también” pensó Stefano, y la rodeo con un brazo para acercarla más a él.
-No sé sí esto es escuchar al corazón, pero ahora mismo solo quiero estar contigo -
Se quedó en silencio luego de eso, la ex-elfa estaba perdida en sus cavilaciones, y Matthew no sentía que fuera necesario interrumpirla, estaban bien así. Guió sus pasos hacía las afueras de la ciudad, pasando por las calles de barro, llena de borrachos, asesinos y prostitutas, nadie los interrumpió. Luego siguieron por lo que serían los suburbios de Ciudad Lagarto, allí el ambiente era más tranquilo, los campesinos ya se habían ido a dormir hace mucho tiempo, así que nadie se cruzó por su camino.
Finalmente se internaron en el bosque, parecía que iban en dirección a la casa de Matt, pero como a mitad de camino se desviaron por un sitio que no tenía sendero.
-Espero sinceramente que está vez pases más tiempo aquí conmigo - Respondió sonriendo de medio lado, mirando de costado a Irinnil - Y me alegra que lo propongas, porque claramente no podría obligarte - No había siquiera un indicio de camino por el lugar que iban, lo cual daba la pauta que no había forma de encontrar el sitio a menos que ya se supiera dónde estaba.
-La última vez que estuvimos juntos, hablamos sobre la posibilidad de que vivieras conmigo. Y me pareció una maravillosa idea, pero creo que quizás sería bueno que también puedas tener algo de intimidad. Por eso mande a construir este lugar - Entraron a un claro y allí, en medio del bosque, aislada del bullicio de la ciudad, estaba la que sería la casa de Irinnil - Espero que te guste, no tengo idea de cual es tu gusto en cuanto a viviendas -
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Matthew Owens
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Re: La importancia de la sangre [Privado] [Cerrado]
Matthew me había rodeado con el brazo. Era un sentimiento extrañamente familiar. “Normal, somos familia, no en el sentido más común de la palabra, pero así es” pensé. Reconfortante, no tenía otra forma de describirlo. Me dejé llevar ¿acaso podía hacer otra cosa?¿acaso directamente quería hacerlo? La respuesta era obvia, dentro de mi al menos.
Me llevó a través de las intrincadas y un poco aleatorias calles de Ciudad Lagarto. Pero no parecía que fuéramos a ningún lugar dentro de la urbe. Poco a poco nos alejamos de allí para dar paso a un paisaje más campestre para finalmente terminar en medio del bosque. “Seguramente vayamos a su casa de nuevo” me dije a mi misma mientras apoyaba mi cabeza en su brazo disfrutando de la brisa.
Nada más lejos de lo que aparentaba en realidad. Nuestros pasos atravesaron un pequeño claro rodeado de árboles.
- Tú… tú mandaste construir esto para… ¿para mi? - Estaba asombrada, sentía demasiadas cosas dentro como para poder explicarlas. ¿Por qué había hecho eso? Desde luego no hacía ninguna falta, yo podía vivir en cualquier rinconcito. No tenía por qué haberse esforzado tanto. O tal vez quisiera tener más espacio para sí mismo durante el tiempo en que yo iba de visita. Pero tampoco eso importaba. Era un regalo, o más bien… Era una forma de decir “quiero que estés cerca de mi”. -Yo… Gracias… -Noté cómo un par de lágrimas bajaban por mis mejillas.
No tardé ni un solo segundo en sumirme en sombras y desaparecer de su lado. En un abrir y cerrar de ojos estaba en la puerta, casi saltando de la ilusión para que me abriera. O tal vez estaba ya abierto… No lo sabía, pero tampoco podía esperar. Giré el picaporte y me interné en la que sería mi casa a partir de ese momento. Pero antes de echar un vistazo en el interior me giré para hablarle.
- Tienes que prometer que vendrás a visitarme todos los días. -Alcé un dedo. -Al menos una vez al día, o mejor aún, ¡veinte veces al día! -Sonreí y corrí hacia en interior.
No era la casa más grande del universo, pero nunca me habían gustado las casas grandes. Y el porche, adoraba aquel pequeño porche para sentarme por las noches pensando en quien sabe qué cosas. Además los árboles no dejarían que entrara mucha luz solar y eso era absolutamente imprescindible dada mi nueva condición.
La planta de abajo estaba compuesta por la cocina y un pequeño salón con una mesita y sillas de madera. “Por si algún día tengo invitados” Sonreí mientras pasaba a ver la cocina. Donde me esperaba una sorpresa adicional. Esta vez sí que no pude contener las lágrimas. Allí estaba, sobre la encimera.
- Te… Te has acordado… - Lloré, no pude no llorar, ¿quien podría no llorar con aquello? Había llevado hasta allí el pequeño cuenco que hicimos en mi anterior visita.
La segunda planta tenía el dormitorio, pero en realidad no tenía fuerzas para ir a visitarlo. Estaba demasiado ocupada abrazando a Matt como para hacerlo.
Me llevó a través de las intrincadas y un poco aleatorias calles de Ciudad Lagarto. Pero no parecía que fuéramos a ningún lugar dentro de la urbe. Poco a poco nos alejamos de allí para dar paso a un paisaje más campestre para finalmente terminar en medio del bosque. “Seguramente vayamos a su casa de nuevo” me dije a mi misma mientras apoyaba mi cabeza en su brazo disfrutando de la brisa.
Nada más lejos de lo que aparentaba en realidad. Nuestros pasos atravesaron un pequeño claro rodeado de árboles.
- Tú… tú mandaste construir esto para… ¿para mi? - Estaba asombrada, sentía demasiadas cosas dentro como para poder explicarlas. ¿Por qué había hecho eso? Desde luego no hacía ninguna falta, yo podía vivir en cualquier rinconcito. No tenía por qué haberse esforzado tanto. O tal vez quisiera tener más espacio para sí mismo durante el tiempo en que yo iba de visita. Pero tampoco eso importaba. Era un regalo, o más bien… Era una forma de decir “quiero que estés cerca de mi”. -Yo… Gracias… -Noté cómo un par de lágrimas bajaban por mis mejillas.
No tardé ni un solo segundo en sumirme en sombras y desaparecer de su lado. En un abrir y cerrar de ojos estaba en la puerta, casi saltando de la ilusión para que me abriera. O tal vez estaba ya abierto… No lo sabía, pero tampoco podía esperar. Giré el picaporte y me interné en la que sería mi casa a partir de ese momento. Pero antes de echar un vistazo en el interior me giré para hablarle.
- Tienes que prometer que vendrás a visitarme todos los días. -Alcé un dedo. -Al menos una vez al día, o mejor aún, ¡veinte veces al día! -Sonreí y corrí hacia en interior.
No era la casa más grande del universo, pero nunca me habían gustado las casas grandes. Y el porche, adoraba aquel pequeño porche para sentarme por las noches pensando en quien sabe qué cosas. Además los árboles no dejarían que entrara mucha luz solar y eso era absolutamente imprescindible dada mi nueva condición.
La planta de abajo estaba compuesta por la cocina y un pequeño salón con una mesita y sillas de madera. “Por si algún día tengo invitados” Sonreí mientras pasaba a ver la cocina. Donde me esperaba una sorpresa adicional. Esta vez sí que no pude contener las lágrimas. Allí estaba, sobre la encimera.
- Te… Te has acordado… - Lloré, no pude no llorar, ¿quien podría no llorar con aquello? Había llevado hasta allí el pequeño cuenco que hicimos en mi anterior visita.
La segunda planta tenía el dormitorio, pero en realidad no tenía fuerzas para ir a visitarlo. Estaba demasiado ocupada abrazando a Matt como para hacerlo.
Irinnil Fawkes
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Re: La importancia de la sangre [Privado] [Cerrado]
Suponía que Irinnil se pondría contenta al ver la casa, solo se podían hacer suposiciones con alguien como ella, nunca se podía estar totalmente seguro, pero era una incertidumbre agradable la que le generaba. La soltó para que fuera hacía la pequeña cabaña y así la pudiera investigar como quisiera, él en cambio fue caminando a paso más lento, y se detuvo en la escalera de entrada.
Lo que no se esperaba eran las lágrimas, generalmente sabía cuáles eran las palabras correctas en el momento más adecuado. Pero Irinnil siempre encontraba la forma de dejarlo sin habla.
-No... No fue nada... - Terminó contestando, como si fuera un jovencito tonto que se ponía nervioso.
Matthew no era del tipo de persona que se hacía muchas preguntas antes de decidir hacer algo, simplemente lo sentía y lo hacía. En este caso, tenía la necesidad casi física de que la Vampiro estuviera cerca suyo, y si comprando una casa lo conseguía, entonces así sería, en verdad podría haber sido eso como cualquier otra cosa que Irinnil le pidiera, simplemente quería verla feliz.
-Por supuesto que sí, estás muy cerca de casa. Cuando regrese del trabajo a la noche, de camino podría pasar a verte. O cuando este con insomnio, eso pasa más seguido de lo que parece - Sonreía ampliamente mientras hablaba, el agotamiento parecía haber desaparecido - También podrías acompañarme cuando tenga que salir por la noche a hacer algo -
A diferencia de otras personas que rodeaban a Matt, con Irinnil no tenía porqué fingir que era una buena persona, o disfrazar las cosas que hacía como parte de su trabajo. Castigar, torturar y matar eran una pequeña parte de sus actividades, pero para el promedio de las personas era lo más destacable, y lo único importante de mencionar. Sabía que sí iba con la Vampiro no tendría la necesidad de andar fingiendo, ella lo aceptaría tal como era.
Para cuando había llegado a la puerta, la ex-elfa miraba el detalle que Matthew había dejado como sorpresa y lloraba sin parar para finalmente estrecharlo en un abrazo. El humano se quedó sorprendido, pero en un instante correspondió al gesto, escondiendo el rostro en el cuello de Irinnil.
-Claro ¿Cómo podría olvidarlo? Es tu primera pieza - Recordó entonces la primer taza que él había hecho ¡Estaba tan orgulloso! Se la había mostrado a su maestro y esa misma tarde la habían cocinado ¿Qué había sido de esa pieza? Seguramente se habría perdido, junto con el resto de las cosas del taller de su Maestro - Yo también tenía un cuenco- De pronto el recuerdo de su taza resultó terriblemente angustiante y empezó a llorar junto a Irinnil - Y me gustaba mucho -
No tenía idea de porque se había acordado de eso en ese instante, ni porque era tan doloroso, pero la angustia lo desbordaba y ahora que estaba fluyendo no sabía cómo pararlo.
Lo que no se esperaba eran las lágrimas, generalmente sabía cuáles eran las palabras correctas en el momento más adecuado. Pero Irinnil siempre encontraba la forma de dejarlo sin habla.
-No... No fue nada... - Terminó contestando, como si fuera un jovencito tonto que se ponía nervioso.
Matthew no era del tipo de persona que se hacía muchas preguntas antes de decidir hacer algo, simplemente lo sentía y lo hacía. En este caso, tenía la necesidad casi física de que la Vampiro estuviera cerca suyo, y si comprando una casa lo conseguía, entonces así sería, en verdad podría haber sido eso como cualquier otra cosa que Irinnil le pidiera, simplemente quería verla feliz.
-Por supuesto que sí, estás muy cerca de casa. Cuando regrese del trabajo a la noche, de camino podría pasar a verte. O cuando este con insomnio, eso pasa más seguido de lo que parece - Sonreía ampliamente mientras hablaba, el agotamiento parecía haber desaparecido - También podrías acompañarme cuando tenga que salir por la noche a hacer algo -
A diferencia de otras personas que rodeaban a Matt, con Irinnil no tenía porqué fingir que era una buena persona, o disfrazar las cosas que hacía como parte de su trabajo. Castigar, torturar y matar eran una pequeña parte de sus actividades, pero para el promedio de las personas era lo más destacable, y lo único importante de mencionar. Sabía que sí iba con la Vampiro no tendría la necesidad de andar fingiendo, ella lo aceptaría tal como era.
Para cuando había llegado a la puerta, la ex-elfa miraba el detalle que Matthew había dejado como sorpresa y lloraba sin parar para finalmente estrecharlo en un abrazo. El humano se quedó sorprendido, pero en un instante correspondió al gesto, escondiendo el rostro en el cuello de Irinnil.
-Claro ¿Cómo podría olvidarlo? Es tu primera pieza - Recordó entonces la primer taza que él había hecho ¡Estaba tan orgulloso! Se la había mostrado a su maestro y esa misma tarde la habían cocinado ¿Qué había sido de esa pieza? Seguramente se habría perdido, junto con el resto de las cosas del taller de su Maestro - Yo también tenía un cuenco- De pronto el recuerdo de su taza resultó terriblemente angustiante y empezó a llorar junto a Irinnil - Y me gustaba mucho -
No tenía idea de porque se había acordado de eso en ese instante, ni porque era tan doloroso, pero la angustia lo desbordaba y ahora que estaba fluyendo no sabía cómo pararlo.
Matthew Owens
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Re: La importancia de la sangre [Privado] [Cerrado]
Estábamos abrazados, cada uno llorando por una cosa distinta. Yo de felicidad, Matt por la pérdida. No era tonta, sabía que no estaba llorando por un simple cuenco. Podría hacer otro en cualquier momento. Pero los objetos guardan más cosas dentro que las que están pensados para guardar. También tienen más valor que el conjunto de sus materiales. Guardan historias, guardan personas, momentos, sentimientos. Todo eso era lo que Matt pensaba haber perdido, no el cuenco.
No podía hacer mucho por él, en realidad. Era una lucha que él mismo tenía que emprender. Era algo que solo él podía hacer. Las demás… Bueno… Nuestra tarea era acompañarle en aquel viaje. Darle un sitio cálido al que volver. Un lugar en el que sentir que su pena no cae en saco roto y que puede ser comprendida y compartida.
Lentamente me solté del abrazo, con delicadeza y cariño. Tomé el cuenco entre mis manos y lo llevé hacia el hogar. Encendí un fuego y puse una olla a calentar un poco de agua. En cuanto el té estuvo listo lo vertí en el cuenco y se lo puse entre las manos.
- Perder cosas duele, padre. Es uno de los sentimientos más horribles con los que nos topamos. Nadie está exento de ellos, todo el mundo pasa por ahí en un punto o en otro de sus vidas. -Me senté sobre la mesa, a su lado. -Pero siempre vamos a encontrar algo nuevo, aunque no igual, sí puede ser equivalente. -Empujé sus manos hacia arriba, para que probase el té y sintiese el cuenco entre sus dedos.
Esperé unos segundos antes de continuar. No quería ser extremadamente intrusiva.
- Supongo que ese cuenco que has perdido es el primero que tú mismo hiciste en su momento… -Apoyé la cabeza sobre su hombro. - No podemos reemplazarlo, porque no puedes hacer un nuevo primer cuenco… Pero si quieres, podríamos hacer uno que te ayude a recordar… A recordar tu primera pieza y lo que sentiste en aquel momento. -Me quedé pensativa y le sonreí para intentar animarle. -Algo así como un cuenco conmemorativo.
Esperaba que no se lo tomase a mal o le pareciera una tontería. No quería que se sintiese todavía peor. Tan solo pretendía que lo sobrellevara lo mejor posible. Sin embargo… Nunca le había visto así, ¿le habría pasado algo en mi ausencia? O tal vez fuera que hacer cerámica le trajese demasiados recuerdos no muy afables…
Me quedé allí sentada, apoyada sobre su hombro. Si quería quedarse el resto de la noche, era libre de hacerlo.
No podía hacer mucho por él, en realidad. Era una lucha que él mismo tenía que emprender. Era algo que solo él podía hacer. Las demás… Bueno… Nuestra tarea era acompañarle en aquel viaje. Darle un sitio cálido al que volver. Un lugar en el que sentir que su pena no cae en saco roto y que puede ser comprendida y compartida.
Lentamente me solté del abrazo, con delicadeza y cariño. Tomé el cuenco entre mis manos y lo llevé hacia el hogar. Encendí un fuego y puse una olla a calentar un poco de agua. En cuanto el té estuvo listo lo vertí en el cuenco y se lo puse entre las manos.
- Perder cosas duele, padre. Es uno de los sentimientos más horribles con los que nos topamos. Nadie está exento de ellos, todo el mundo pasa por ahí en un punto o en otro de sus vidas. -Me senté sobre la mesa, a su lado. -Pero siempre vamos a encontrar algo nuevo, aunque no igual, sí puede ser equivalente. -Empujé sus manos hacia arriba, para que probase el té y sintiese el cuenco entre sus dedos.
Esperé unos segundos antes de continuar. No quería ser extremadamente intrusiva.
- Supongo que ese cuenco que has perdido es el primero que tú mismo hiciste en su momento… -Apoyé la cabeza sobre su hombro. - No podemos reemplazarlo, porque no puedes hacer un nuevo primer cuenco… Pero si quieres, podríamos hacer uno que te ayude a recordar… A recordar tu primera pieza y lo que sentiste en aquel momento. -Me quedé pensativa y le sonreí para intentar animarle. -Algo así como un cuenco conmemorativo.
Esperaba que no se lo tomase a mal o le pareciera una tontería. No quería que se sintiese todavía peor. Tan solo pretendía que lo sobrellevara lo mejor posible. Sin embargo… Nunca le había visto así, ¿le habría pasado algo en mi ausencia? O tal vez fuera que hacer cerámica le trajese demasiados recuerdos no muy afables…
Me quedé allí sentada, apoyada sobre su hombro. Si quería quedarse el resto de la noche, era libre de hacerlo.
Irinnil Fawkes
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Re: La importancia de la sangre [Privado] [Cerrado]
El recuerdo era lejano y algo confuso, habían algunos detalles que Matt los sentía tan nítidos como si hubiesen ocurrido el día anterior, y otras cosas que por más que intentara no lograba rememorarlas. Se acordaba por ejemplo del olor del taller, la sensación del sol por la mañana calentando su piel, el sonido que hacían las pisadas de su maestro mientras bajaba por la escalera...
No podía recordar qué le había dicho, ni qué le había contestado el Anciano, tampoco sí había usado esa taza alguna vez, mucho menos dónde podría haber quedado.
Era sumamente vergonzoso que el Virrey de Ciudad Lagarto estuviera llorando como si fuera un niño pequeño, y por eso Matthew agradecia profundamente que estuvieran solos, y que Irinnil fuera una persona discreta. Cuando vió que le acercaba el cuenco con té extendió las manos, pero siguió con la vista baja, aún tenía la vista empañada y no quería que lo viera así.
-Pero eso pasó hace mucho tiempo... - Lo decía sin fuerzas, como si de pronto un enorme peso hubiese caído sobre sus hombros, acariciaba el borde del cuenco con un dedo mientras pensaba al respecto - Creía que ya había superado todo ese asunto - Haciendo caso al gesto de Irinnil, se llevó la taza a la boca y probó un poco de té - Nunca le he contado a nadie lo que pasó ese día -
A pesar de que la había mandado a construir, era la primera vez que veía la casa de la Vampiro por dentro, aún se la sentía muy vacía, no tenía nada más que los muebles más básicos. Owens se recriminó por no haber pensado en traer algunas cosas antes de que Irinnil llegara, pero es que no esperaba que su regreso fuera tan repentino.
-Hacer uno nuevo sería agradable - Sonrió con tristeza - Hice muchos desde entonces pero... Ninguno parece tener lo necesario como para poder reparar esto - Dejó el cuenco en la mesa y pasó los brazos alrededor del cuerpo de la ex-elfa, dejando el rostro escondido en su cuello - Lo siento, acabo de arruinar el estreno de tu casa, se suponía que fuera un momento para celebrar -
Quizás el estrés por el trabajo había dejado las barreras emocionales de Matthew demasiado bajas, no había planeado ver a nadie más esa noche, mucho menos a alguien tan importante. Se apartó un poco y se limpió lo que quedaban de las lágrimas con un pañuelo que siempre llevaba de decoración, pero en esa oportunidad resultó muy útil.
-Quiero que tengas una cama extra preparada para cuando quiera quedarme a dormir. No pretenderás que tu anciano padre duerma en un sofá o en el piso ¿Cierto? - Intentó cambiar un poco el ambiente haciendo comentarios ligeros - También hay que implementar algún tipo de señal para cuando tengas visitas. Podrías colgar una media en el picaporte del lado de afuera, así en cuanto lo viera sabría que tengo que regresar en otro momento -
Agarró una de las manos de Irinnil y la apoyó contra su mejilla, como si buscara mimos o algún tipo de gesto de cariño.
No podía recordar qué le había dicho, ni qué le había contestado el Anciano, tampoco sí había usado esa taza alguna vez, mucho menos dónde podría haber quedado.
Era sumamente vergonzoso que el Virrey de Ciudad Lagarto estuviera llorando como si fuera un niño pequeño, y por eso Matthew agradecia profundamente que estuvieran solos, y que Irinnil fuera una persona discreta. Cuando vió que le acercaba el cuenco con té extendió las manos, pero siguió con la vista baja, aún tenía la vista empañada y no quería que lo viera así.
-Pero eso pasó hace mucho tiempo... - Lo decía sin fuerzas, como si de pronto un enorme peso hubiese caído sobre sus hombros, acariciaba el borde del cuenco con un dedo mientras pensaba al respecto - Creía que ya había superado todo ese asunto - Haciendo caso al gesto de Irinnil, se llevó la taza a la boca y probó un poco de té - Nunca le he contado a nadie lo que pasó ese día -
A pesar de que la había mandado a construir, era la primera vez que veía la casa de la Vampiro por dentro, aún se la sentía muy vacía, no tenía nada más que los muebles más básicos. Owens se recriminó por no haber pensado en traer algunas cosas antes de que Irinnil llegara, pero es que no esperaba que su regreso fuera tan repentino.
-Hacer uno nuevo sería agradable - Sonrió con tristeza - Hice muchos desde entonces pero... Ninguno parece tener lo necesario como para poder reparar esto - Dejó el cuenco en la mesa y pasó los brazos alrededor del cuerpo de la ex-elfa, dejando el rostro escondido en su cuello - Lo siento, acabo de arruinar el estreno de tu casa, se suponía que fuera un momento para celebrar -
Quizás el estrés por el trabajo había dejado las barreras emocionales de Matthew demasiado bajas, no había planeado ver a nadie más esa noche, mucho menos a alguien tan importante. Se apartó un poco y se limpió lo que quedaban de las lágrimas con un pañuelo que siempre llevaba de decoración, pero en esa oportunidad resultó muy útil.
-Quiero que tengas una cama extra preparada para cuando quiera quedarme a dormir. No pretenderás que tu anciano padre duerma en un sofá o en el piso ¿Cierto? - Intentó cambiar un poco el ambiente haciendo comentarios ligeros - También hay que implementar algún tipo de señal para cuando tengas visitas. Podrías colgar una media en el picaporte del lado de afuera, así en cuanto lo viera sabría que tengo que regresar en otro momento -
Agarró una de las manos de Irinnil y la apoyó contra su mejilla, como si buscara mimos o algún tipo de gesto de cariño.
Matthew Owens
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Re: La importancia de la sangre [Privado] [Cerrado]
Matt no parecía él mismo. Esperaba habérmelo encontrado jugando con alguna persona nueva que quisiera algún puesto absurdo en Ciudad Lagarto tan solo por su cara bonita. Le encantaban esas cosas. Darles ilusiones para después arrancárselas de un solo plumazo. Era obvio que le molestaba de una forma casi visceral que solo fueran a verle para pedirle algo. Al fin y al cabo… ¿Durante cuánto tiempo más seguiría siendo Virrey de la ciudad? Ni siquiera pensaba eso porque me pareciera que lo fueran a asesinar, secuestrar o directamente echar de allí en algún momento dado. Si no porque me extrañaba que no se hubiera aburrido de todas aquellas responsabilidades.
También era obvio que le estaba pasando factura. Le vi más cansado de lo habitual, no solo por lo que vivía en ese momento, algo que parecía profundamente triste, si no por la lentitud de sus movimientos. ¿O es que siempre habían sido así? No, recordaba a Matthew más parecido a un gato que a un campesino al final de una jornada de plantación.
- Que algo sucediera hace mucho tiempo no quiere decir que no pueda hacernos daño ahora y en el futuro. - Suspiré, no creía que necesitara que le dijeran aquello. - Puedes contármelo si quieres, pero no hoy, hoy debes descansar.
Me sorprendí cuando pasó los brazos a mi alrededor, en un abrazo. No solía estar tan cariñoso, o al menos no tantas veces seguidas. O igual, de nuevo, pensaba que las cosas eran distintas. Había pasado un tiempo desde la última vez que nos vimos y muchas cosas, sobretodo muchas cosas.
- No creo que vaya a tener muchas visitas, Matt, no deberías preocuparte por eso. - Le sonreí. -Además, con o sin visita, siempre serás bienvenido aquí. - Le miré a los ojos. -Y… Eres tú, si alguna vez tengo a alguien esperando en mi cama, lo sabrás antes que yo, seguro.
No me parecía mal que se enterara de ese tipo de cosas antes que yo, tampoco es que tuviera ninguna intención de guardarme secretos con él. Ni intención ni siquiera necesidad. Era la única persona que sabía que no me iba a juzgar fácilmente. Me sentía relajada a su alrededor y en su compañía.
- Te veo muy cansado… ¿No crees que deberías tumbarte unas horas al menos? Podemos seguir la charla mañana al atardecer. -Me senté a su lado. -No me gustaría que te desmayases en el primer día de mi visita y te pases varios días en cama sin poder moverte porque te golpees la cabeza contra el suelo. O que te rompas el cuello al salir. - Le miré de cerca y abrí la boca. -O que te agujereen el cuello los vampiros mientras duermes…
Apunté mentalmente una nueva cita en el taller de Matt para hacer otro cuenco. Lo que no sabía era cómo podría hacer para que fuera de nuevo uno especial… Tendría que meditarlo profundamente.
También era obvio que le estaba pasando factura. Le vi más cansado de lo habitual, no solo por lo que vivía en ese momento, algo que parecía profundamente triste, si no por la lentitud de sus movimientos. ¿O es que siempre habían sido así? No, recordaba a Matthew más parecido a un gato que a un campesino al final de una jornada de plantación.
- Que algo sucediera hace mucho tiempo no quiere decir que no pueda hacernos daño ahora y en el futuro. - Suspiré, no creía que necesitara que le dijeran aquello. - Puedes contármelo si quieres, pero no hoy, hoy debes descansar.
Me sorprendí cuando pasó los brazos a mi alrededor, en un abrazo. No solía estar tan cariñoso, o al menos no tantas veces seguidas. O igual, de nuevo, pensaba que las cosas eran distintas. Había pasado un tiempo desde la última vez que nos vimos y muchas cosas, sobretodo muchas cosas.
- No creo que vaya a tener muchas visitas, Matt, no deberías preocuparte por eso. - Le sonreí. -Además, con o sin visita, siempre serás bienvenido aquí. - Le miré a los ojos. -Y… Eres tú, si alguna vez tengo a alguien esperando en mi cama, lo sabrás antes que yo, seguro.
No me parecía mal que se enterara de ese tipo de cosas antes que yo, tampoco es que tuviera ninguna intención de guardarme secretos con él. Ni intención ni siquiera necesidad. Era la única persona que sabía que no me iba a juzgar fácilmente. Me sentía relajada a su alrededor y en su compañía.
- Te veo muy cansado… ¿No crees que deberías tumbarte unas horas al menos? Podemos seguir la charla mañana al atardecer. -Me senté a su lado. -No me gustaría que te desmayases en el primer día de mi visita y te pases varios días en cama sin poder moverte porque te golpees la cabeza contra el suelo. O que te rompas el cuello al salir. - Le miré de cerca y abrí la boca. -O que te agujereen el cuello los vampiros mientras duermes…
Apunté mentalmente una nueva cita en el taller de Matt para hacer otro cuenco. Lo que no sabía era cómo podría hacer para que fuera de nuevo uno especial… Tendría que meditarlo profundamente.
Irinnil Fawkes
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Re: La importancia de la sangre [Privado] [Cerrado]
Asintió, estaba de acuerdo con las palabras de Irinnil, había estado trabajando mucho, y ahora toda esa ola de sentimientos lo habían dejado en verdad agotado, nunca le habían pesado tanto los años como esa noche. Más de treinta... Para otras razas era solo un suspiro, pero para los Humanos era una buena cantidad, la mitad de la vida total para gran parte de la población.
-Aun no me contaste qué te pasó ¿Es que no quieres decirmelo? - Claramente uno no se volvía vampiro de un día para el otro, ni sobrevivía al encuentro con uno de forma tan ligera - Me gustaría saber como te fue con los adoradores de Habakhuk - Por casualidades de la vida Matthew pertenecía a ese culto, sí creía o no en ese famoso dios ya era otro asunto, pero tenía un pacto de mutuo respeto con sus miembros.
Ciertamente sí Irinnil se quedaba Owens iba a mantenerla vigilada, su idea de “amar” a alguien incluía el tener un control casi total sobre sus acciones. Desde la perspectiva de Matthew eso era lo que significaba el preocuparse por alguien, el que en verdad una persona fuera importante tenía que estar relacionado de algún modo con el dominio.
-Sí ese alguien no es el adecuado... - Pensó en decir que lo exterminaría antes de que se acercara a la casa, pero la ex-elfa era una muchacha muy independiente, podría tomárselo a mal, y por algún motivo a Matt le preocupaba mucho el que pudiera enojarse con él - Te avisaría lo antes posible para que estés al tanto - Intentó sonreír con amabilidad, aunque evidentemente pensaba en medidas más drásticas.
Se recostó contra el respaldo del asiento.
-Sí, creo que necesito descansar... - Ya no faltaba tanto para el amanecer. Sí no llegaba a la noche no sería tanto problema, pero sí no aparecía en todo el día Eyre se preocuparía “No quiero irme” pensó y la oración le resultó extrañamente infantil - Tonta, no voy a desmayarme - Le siguió la broma y cuando se acercó le apoyó un dedo en los labios - ¿Amenazando a tu padre? Que desvergonzada ha regresado mi hija - Claramente no hablaba en serio - Sí por descuido o tentación terminara con dos bonitos agujeros de colmillo en mi cuello de todos modos no me enojare -
¿Negarle sangre a Irinnil? Era una de las personas en la que más confiaba, sí ella no era merecedora nadie lo sería. Se levantó y estiró la espalda.
-Descansaré entonces ¿Dónde debería hacerlo? Tu de seguro también necesitas dormir - Por obvios motivos los horarios de los Vampiros estaban invertidos.
-Aun no me contaste qué te pasó ¿Es que no quieres decirmelo? - Claramente uno no se volvía vampiro de un día para el otro, ni sobrevivía al encuentro con uno de forma tan ligera - Me gustaría saber como te fue con los adoradores de Habakhuk - Por casualidades de la vida Matthew pertenecía a ese culto, sí creía o no en ese famoso dios ya era otro asunto, pero tenía un pacto de mutuo respeto con sus miembros.
Ciertamente sí Irinnil se quedaba Owens iba a mantenerla vigilada, su idea de “amar” a alguien incluía el tener un control casi total sobre sus acciones. Desde la perspectiva de Matthew eso era lo que significaba el preocuparse por alguien, el que en verdad una persona fuera importante tenía que estar relacionado de algún modo con el dominio.
-Sí ese alguien no es el adecuado... - Pensó en decir que lo exterminaría antes de que se acercara a la casa, pero la ex-elfa era una muchacha muy independiente, podría tomárselo a mal, y por algún motivo a Matt le preocupaba mucho el que pudiera enojarse con él - Te avisaría lo antes posible para que estés al tanto - Intentó sonreír con amabilidad, aunque evidentemente pensaba en medidas más drásticas.
Se recostó contra el respaldo del asiento.
-Sí, creo que necesito descansar... - Ya no faltaba tanto para el amanecer. Sí no llegaba a la noche no sería tanto problema, pero sí no aparecía en todo el día Eyre se preocuparía “No quiero irme” pensó y la oración le resultó extrañamente infantil - Tonta, no voy a desmayarme - Le siguió la broma y cuando se acercó le apoyó un dedo en los labios - ¿Amenazando a tu padre? Que desvergonzada ha regresado mi hija - Claramente no hablaba en serio - Sí por descuido o tentación terminara con dos bonitos agujeros de colmillo en mi cuello de todos modos no me enojare -
¿Negarle sangre a Irinnil? Era una de las personas en la que más confiaba, sí ella no era merecedora nadie lo sería. Se levantó y estiró la espalda.
-Descansaré entonces ¿Dónde debería hacerlo? Tu de seguro también necesitas dormir - Por obvios motivos los horarios de los Vampiros estaban invertidos.
Matthew Owens
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Re: La importancia de la sangre [Privado] [Cerrado]
Pensé largo y tendido durante varios minutos en cómo contarle todo lo que había ocurrido. El por qué del cambio, o el proceso en sí mismo. Pero… al final… ¿acaso tiene sentido? No creí que mucho. No iba a cambiar nada, ni el pasado ni su forma de mirarme. Sí, me miraba raro, y si no hacía más preguntas al respecto era porque estaba más contento de verme que con curiosidad.
- Los adoradores de Habakhuk… bueno, digamos que les gusta apuñalar gente y dejémoslo ahí.
Me pareció suficiente explicación, a la par que detallada. Una persona te ve moribunda y te apuñala, por supuesto, lo normal en todas las ceremonias. En mi boda yo quiero apuñalamientos, si no seguro que es augurio de que tendré una mala vida mientras siga casada. Así que decidí que en caso de que no se apuñale a nadie en mi boda, yo misma apuñalaría al novio.
- Gracias por el aviso, pero no creo que lo vaya a necesitar, siempre son el adecuado para la cena, ¿no crees? - Le sonreí para que se relajara. Sabía cómo de sobreprotector podía llegar a ser Matthew. Y también sabía que en el fondo no era bueno para él, le saldrían canas por pensar tanto.
El humano preguntaba por el lugar de descanso… Ciertamente podría ser un pequeño problema. Yo no podía dormir en lugares donde más tarde entrara la luz…
- ¿Qué te parece si dormimos juntos esta noche? Ya bastante tiempo has pasado sin tu adorada hija como para hacer dormir a un viejito como tú en el suelo. - Le sonreí, esperaba que se lo tomara como la broma que era, o de lo contrario la que amanecería con agujeros sería yo misma.
- Los adoradores de Habakhuk… bueno, digamos que les gusta apuñalar gente y dejémoslo ahí.
Me pareció suficiente explicación, a la par que detallada. Una persona te ve moribunda y te apuñala, por supuesto, lo normal en todas las ceremonias. En mi boda yo quiero apuñalamientos, si no seguro que es augurio de que tendré una mala vida mientras siga casada. Así que decidí que en caso de que no se apuñale a nadie en mi boda, yo misma apuñalaría al novio.
- Gracias por el aviso, pero no creo que lo vaya a necesitar, siempre son el adecuado para la cena, ¿no crees? - Le sonreí para que se relajara. Sabía cómo de sobreprotector podía llegar a ser Matthew. Y también sabía que en el fondo no era bueno para él, le saldrían canas por pensar tanto.
El humano preguntaba por el lugar de descanso… Ciertamente podría ser un pequeño problema. Yo no podía dormir en lugares donde más tarde entrara la luz…
- ¿Qué te parece si dormimos juntos esta noche? Ya bastante tiempo has pasado sin tu adorada hija como para hacer dormir a un viejito como tú en el suelo. - Le sonreí, esperaba que se lo tomara como la broma que era, o de lo contrario la que amanecería con agujeros sería yo misma.
Irinnil Fawkes
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Re: La importancia de la sangre [Privado] [Cerrado]
Matthew se empezó a reír cuando la ex-elfa comentó lo de las puñaladas. Luego llevó las manos al borde de su camisa y la levantó apenas para mostrarle una cicatriz que tenía un poco por arriba de la cadera.
-Es cierto, les encanta eso de dar puñaladas - Luego volvió a acomodarse la ropa - Fue un precio justo a cambio de poder entrar a su grupo, no puedo quejarme - Sonrió para quitarle importancia, aunque casi había muerto desangrado en esa oportunidad.
Tenían un código diferente al del resto de las personas, por eso se entendían tan bien entre ellos, probablemente la gente normal no entendería porque era tan gracioso que estuvieran de acuerdo en que cerrar un trato apuñalando era algo esperable. Por eso las equivalencias que hacía Irinnil sobre amantes y cena también eran geniales desde la perspectiva de Owens.
-Algunos podrían indigestarte, pero confío en tu criterio para elegir aperitivos - La abrazó de nuevo porque sí, porque se sentía cómodo con ella como para poder hacer lo que tenía ganas y no lo que se suponía que hiciera.
Como el lugar era pequeño, tenía pocos lugares por los que pudiera entrar la luz, pero seguían habiendo tres ventanas para tapar. Matt agarró la capa que se había puesto antes de salir y la uso para tapar la abertura del comedor, luego agarró la de Irinnil y subió a la habitación para hacer lo mismo con las de allí.
-Mañana mismo encargaré cortinas de la tela más gruesa que se pueda conseguir, así ya no tendrás de qué preocuparte - Comentó mientras terminaba de asegurarse de que quedara bien cubierto. Sonrió también cuando escuchó la propuesta de su hija - Me encanta la idea, sinceramente no quería soltarte - Quizás era de las pocas personas a las que podía decirles eso y que entendiera que no lo decía con dobles intenciones.
Así que juntos acomodaron la cama, tanto el colchón como las mantas estaban para estrenar, y en el resto de la casa se podía sentir el olor y el ambiente de un sitio nuevo, eso también le daba una sensación de vacío. De todos modos era momentáneo, Irinnil se encargaría de darle su toque a la casa, todo lo que ella tocaba se transformaba para bien o para mal.
Así también había ocurrido cuando llegó a la vida de Matthew, una noche igual a esa, en la que se sentía como perdida pero aún así había encontrado un camino que la llevara con el humano. Quizás lo diferente era que ahora Owens se encargaría siempre de dejar una luz prendida para que no se perdiera y regresara siempre a esa casa que era, en cierto modo, un pequeño rincón en el mundo solo para ellos dos.
-Es cierto, les encanta eso de dar puñaladas - Luego volvió a acomodarse la ropa - Fue un precio justo a cambio de poder entrar a su grupo, no puedo quejarme - Sonrió para quitarle importancia, aunque casi había muerto desangrado en esa oportunidad.
Tenían un código diferente al del resto de las personas, por eso se entendían tan bien entre ellos, probablemente la gente normal no entendería porque era tan gracioso que estuvieran de acuerdo en que cerrar un trato apuñalando era algo esperable. Por eso las equivalencias que hacía Irinnil sobre amantes y cena también eran geniales desde la perspectiva de Owens.
-Algunos podrían indigestarte, pero confío en tu criterio para elegir aperitivos - La abrazó de nuevo porque sí, porque se sentía cómodo con ella como para poder hacer lo que tenía ganas y no lo que se suponía que hiciera.
Como el lugar era pequeño, tenía pocos lugares por los que pudiera entrar la luz, pero seguían habiendo tres ventanas para tapar. Matt agarró la capa que se había puesto antes de salir y la uso para tapar la abertura del comedor, luego agarró la de Irinnil y subió a la habitación para hacer lo mismo con las de allí.
-Mañana mismo encargaré cortinas de la tela más gruesa que se pueda conseguir, así ya no tendrás de qué preocuparte - Comentó mientras terminaba de asegurarse de que quedara bien cubierto. Sonrió también cuando escuchó la propuesta de su hija - Me encanta la idea, sinceramente no quería soltarte - Quizás era de las pocas personas a las que podía decirles eso y que entendiera que no lo decía con dobles intenciones.
Así que juntos acomodaron la cama, tanto el colchón como las mantas estaban para estrenar, y en el resto de la casa se podía sentir el olor y el ambiente de un sitio nuevo, eso también le daba una sensación de vacío. De todos modos era momentáneo, Irinnil se encargaría de darle su toque a la casa, todo lo que ella tocaba se transformaba para bien o para mal.
Así también había ocurrido cuando llegó a la vida de Matthew, una noche igual a esa, en la que se sentía como perdida pero aún así había encontrado un camino que la llevara con el humano. Quizás lo diferente era que ahora Owens se encargaría siempre de dejar una luz prendida para que no se perdiera y regresara siempre a esa casa que era, en cierto modo, un pequeño rincón en el mundo solo para ellos dos.
Matthew Owens
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Re: La importancia de la sangre [Privado] [Cerrado]
No me esperaba que hubieran apuñalado también a Matt, tan solo lo había dicho como… ¿broma? En realidad para evitar contestar. Suspiré, eran vampiros después de todo, tampoco es que me fuera a parecer mal y el humano seguía vivo. Desde luego no se podía pedir un final más feliz.
Y, entonces, me abrazó de nuevo. Así, sin previo aviso. Pensé que me daba un ataque o algo, me había agarrado y atraído hacia él. Tardé un momento en darme cuenta de qué estaba ocurriendo. Aunque luego le devolví el gesto, así que esperaba que no hubiera sido nada más que un “Ah” de mi parte y que hubiera pasado desapercibido.
El humano se dispuso a tapar las ventanas con todo lo que iba encontrando… claro, pensé. No se había esperado que volviera siendo una vampiresa. Matt esperaba a su elfa de siempre. No a… bueno, a mi. En cierto modo ese pensamiento me entristeció, seguía siendo la misma que antes… más o menos… pero él podría pensar lo contrario y… y estaba dándole demasiadas vueltas absurdas. Si Matthew Owens tenía algo que decirme al respecto, seguramente no se quedaría callado, ya fuera de forma directa o indirecta, acabaría dándolo a entender. Así era él, y así me gustaba que fuese.
- Espero que me compres unas cortinas bonitas y que no vengan a instalarlas a lo largo del mediodía… - Le sonreí, sabía de sobra que el humano lo tendría todo en cuenta, ni siquiera me percataría del momento en que las pusieran.
Me quité las botas y gran parte del traje para estar cómoda y me metí en la cama con él. No tardaría en quedarme dormida, no faltaba tanto para que saliera el sol. Y, de todas formas, habían sido demasiadas emociones juntas para una sola noche. Merecía mi descanso.
Y, entonces, me abrazó de nuevo. Así, sin previo aviso. Pensé que me daba un ataque o algo, me había agarrado y atraído hacia él. Tardé un momento en darme cuenta de qué estaba ocurriendo. Aunque luego le devolví el gesto, así que esperaba que no hubiera sido nada más que un “Ah” de mi parte y que hubiera pasado desapercibido.
El humano se dispuso a tapar las ventanas con todo lo que iba encontrando… claro, pensé. No se había esperado que volviera siendo una vampiresa. Matt esperaba a su elfa de siempre. No a… bueno, a mi. En cierto modo ese pensamiento me entristeció, seguía siendo la misma que antes… más o menos… pero él podría pensar lo contrario y… y estaba dándole demasiadas vueltas absurdas. Si Matthew Owens tenía algo que decirme al respecto, seguramente no se quedaría callado, ya fuera de forma directa o indirecta, acabaría dándolo a entender. Así era él, y así me gustaba que fuese.
- Espero que me compres unas cortinas bonitas y que no vengan a instalarlas a lo largo del mediodía… - Le sonreí, sabía de sobra que el humano lo tendría todo en cuenta, ni siquiera me percataría del momento en que las pusieran.
Me quité las botas y gran parte del traje para estar cómoda y me metí en la cama con él. No tardaría en quedarme dormida, no faltaba tanto para que saliera el sol. Y, de todas formas, habían sido demasiadas emociones juntas para una sola noche. Merecía mi descanso.
Irinnil Fawkes
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