Una nada cálida bienvenida [Privado] [Cerrado]
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Re: Una nada cálida bienvenida [Privado] [Cerrado]
- Ah… me has pillado. – Comentó Eltrant, deteniéndose a mitad de su búsqueda sin rumbo y volviéndose hacía los curiosos ojos de la bio. – Estoy buscando información sobre una amiga mía, suponía que Cassandra tendría algo sobre ella aquí... – Admitió pasándose la mano por la barba, ligeramente apenado de que ni siquiera NIA hubiese sido capaz de recordar nada de su persona.
Imaginaba que ella como un libro ¿No era así? Había oído a Rachel mencionar que “escribía cosas en su memoria”. Pero se figuró que, como el resto de los mortales, la memoria de NIA también era susceptible a las maldiciones de otro mundo.
- ¿La chica del retrato? ¿Te refieres a Huracán? – Casualmente volvió a juguetear con los papeles que tenía delante, a abrir cajones sin ton ni son esperando encontrar alguno que le diese alguna pista del paradero de Lyn.
Se preguntó de que estaría hablando con Cassandra en aquel momento. Probablemente de como ella era la verdadera dueña de todo aquel lugar.
¿Llegarían a las manos?
Eltrant entrecerró los ojos. ¿Cómo podía estar haciéndose esa pregunta siquiera? Conocía a las dos bastante bien.
Por supuesto que iban a llegar a las manos.
- No hay mucho que saber de ella. – Aseguró según continuaba su búsqueda. – Anastasia Boisson. Maestra cazadora, bastante directa, no suele andarse con rodeos. Tampoco suele sonreír nunca y cuando lo hace parece que no termina de creérselo, pero tiende a hacerlo de forma genuina. No es muy dada a bromas y es algo mandona… bueno, no algo, es bastante mandona. – Se rio en voz baja. – Es una tiradora excepcional y bastante buena en su trabajo, suele pensar antes de actuar y, por mucho que se queje, al final del día se preocupa bastante por los demás. – Repasó con la mirada varios encargos de vampiros, ninguno era de Lyn. – Pero si la conoces no le digas que he admitido eso último. – Exhaló un suspiro y continuó buscando.
En ese momento Rachel mencionó a Jules, justo cuando sacaba un papel algo amarillento con un retrato cuyo parecido con Lyn era abrumador; una orden de captura firmada por la mismísima Cassandra Harrowmont. Frunciendo el ceño, se adelantó a leerlo o lo intentó al menos, pues mientras la pobre Rachel mencionaba que la atracción de su hermano por el retrato de Huracán era un secreto, una nueva figura irrumpió en la escena.
- ¡Dioses! ¡¿Pero cómo…?! – Sangre, Eildyh estaba sangrando, dejó caer el papel que tenía entre las manos al suelo..
Como Rachel, el castaño avanzó a grandes zancadas hacía la elfa… para encontrarse con que era una ilusión. Sí, una ridículamente conseguida, lo suficiente como para poder engañar a la pobre Rachel que trataba de tranquilizar a la supuesta herida con todas sus fuerzas.
Pero una ilusión, al fin y al cabo.
Rachel no se merecía aquello, era demasiado inocente para su propio bien. No tardó en comenzar a gritar para pedir ayuda, lo que les ponía justamente contra las cuerdas; ahora toda la mansión sabían que estaban allí.
Suspirando profundamente, Eltrant se masajeó la sien.
- Oh, no. – dijo entonces moviendo ambas manos en abanico, fingiendo urgencia. - ¿Qué vamos a hacer? – dijo observando como Rachel lanzaba a Ellie contra el escritorio de Harrowmont, sonriendo al escuchar el sonoro “tud” que dejó escapar la madera. – ¿Se va a ahogar con su propia sangre? ¡Dioses cibernéticos! ¡Pero eso la impediría hablar para siempre! ¡Cuánta desgracia en un mismo minuto! – Se llevó una mano hasta los labios, haciéndose ahora el sorprendido.
Igualmente, aprovechando la distracción por parte de Eilydh, se agachó a por el pedazo de papel que había visto antes y se lo metió en el bolsillo trasero del pantalón. Cuando salieran de allí tendría más tiempo para analizarlo con cuidado.
- ¿Puedes hacer algo? – Las siguientes palabras de la bio le hicieron atusarse la barba. – Estupendo, todo sea por salvarla. ¿Dices que necesitas anestesiarla? – Preguntó viendo las pequeñas descargas que comenzó a dar Rachel – Podemos llamar a Anastasia, seguro que ella… -
Y como si la hubiesen invocado, la maestra cazadora apareció acompañada por la maestra cazadora y su amante. La habitación empezaba a parecer pequeña para todos los que acababan de entrar en ella.
Miró a Huracán tratando de transmitirle mentalmente que, por una vez en su vida, no tenía culpa de lo que estaba pasando. No estaba seguro del todo de si lo consiguió, lo que si vio es aquella mirada de desprecio que tanto caracterizaba a Harrowmont.
- Buena pregunta. – dijo Eltrant, respondiendo a la pregunta que había lanzado Cassandra al aire y encogiéndose de hombros, volviendo a mirar a Huracán, sin saber que más decir.
¿Podían escapar? Aquella mansión era en aquel momento un avispero.
- Oh, bueno. De perdidos al río. – Estiró ambas manos por encima de su cabeza y sujetó a Rachel después de hacerlo de un hombro. – Sígueme el juego y te presento formalmente a la mujer del retrato. Solamente quería un papel sobre una amiga que tenía Cassandra aquí, lo prometo. – Le dijo en un susurro. – Y la chica está bien, no te preocupes por ella. Fíjate bien. – Agregó antes de llevar su mano derecha hasta el pomo de la espada que descansaba en su cintura.
Recuerdo vibró con suavidad, la magia de Lyn respondió al tacto del dueño del arma. Le dio un pequeño golpe a Eildyh en la pierna, con el dorso de la mano, para que se levantase del todo.
- Me temo, queridos cazadores. – Esbozó una sonrisa. - ¡Que habéis sido atacados por los temibles vampiros diurnos! – dijo, dando un suave tirón de Rachel y colocándola frente a él. – ¡Esta jovencita es nuestra rehén! ¡Dejadnos marchar! ¡No nos obliguéis a hacerle cosas vampíricas! – Parpadeó entonces varias veces, haciéndose el sorprendido.- ¡Oh! ¡Oh no! ¡¿Es esa Anastasia Boisson!? ¿¡La verdadera Maestra Cazadora y no Cassandra Harrowmont!? ¡Estamos perdidos! ¡¿Por qué no podía ser Harrowmont a solas!? – Eso último, tenia que admitir, lo dijo principalmente para molestar a Cassandra.
¿Qué era lo peor que podía pasar?
Además de acabar cubierto por las flechas de los fanáticos que pululaban la mansión, claro.
Imaginaba que ella como un libro ¿No era así? Había oído a Rachel mencionar que “escribía cosas en su memoria”. Pero se figuró que, como el resto de los mortales, la memoria de NIA también era susceptible a las maldiciones de otro mundo.
- ¿La chica del retrato? ¿Te refieres a Huracán? – Casualmente volvió a juguetear con los papeles que tenía delante, a abrir cajones sin ton ni son esperando encontrar alguno que le diese alguna pista del paradero de Lyn.
Se preguntó de que estaría hablando con Cassandra en aquel momento. Probablemente de como ella era la verdadera dueña de todo aquel lugar.
¿Llegarían a las manos?
Eltrant entrecerró los ojos. ¿Cómo podía estar haciéndose esa pregunta siquiera? Conocía a las dos bastante bien.
Por supuesto que iban a llegar a las manos.
- No hay mucho que saber de ella. – Aseguró según continuaba su búsqueda. – Anastasia Boisson. Maestra cazadora, bastante directa, no suele andarse con rodeos. Tampoco suele sonreír nunca y cuando lo hace parece que no termina de creérselo, pero tiende a hacerlo de forma genuina. No es muy dada a bromas y es algo mandona… bueno, no algo, es bastante mandona. – Se rio en voz baja. – Es una tiradora excepcional y bastante buena en su trabajo, suele pensar antes de actuar y, por mucho que se queje, al final del día se preocupa bastante por los demás. – Repasó con la mirada varios encargos de vampiros, ninguno era de Lyn. – Pero si la conoces no le digas que he admitido eso último. – Exhaló un suspiro y continuó buscando.
En ese momento Rachel mencionó a Jules, justo cuando sacaba un papel algo amarillento con un retrato cuyo parecido con Lyn era abrumador; una orden de captura firmada por la mismísima Cassandra Harrowmont. Frunciendo el ceño, se adelantó a leerlo o lo intentó al menos, pues mientras la pobre Rachel mencionaba que la atracción de su hermano por el retrato de Huracán era un secreto, una nueva figura irrumpió en la escena.
- ¡Dioses! ¡¿Pero cómo…?! – Sangre, Eildyh estaba sangrando, dejó caer el papel que tenía entre las manos al suelo..
Como Rachel, el castaño avanzó a grandes zancadas hacía la elfa… para encontrarse con que era una ilusión. Sí, una ridículamente conseguida, lo suficiente como para poder engañar a la pobre Rachel que trataba de tranquilizar a la supuesta herida con todas sus fuerzas.
Pero una ilusión, al fin y al cabo.
Rachel no se merecía aquello, era demasiado inocente para su propio bien. No tardó en comenzar a gritar para pedir ayuda, lo que les ponía justamente contra las cuerdas; ahora toda la mansión sabían que estaban allí.
Suspirando profundamente, Eltrant se masajeó la sien.
- Oh, no. – dijo entonces moviendo ambas manos en abanico, fingiendo urgencia. - ¿Qué vamos a hacer? – dijo observando como Rachel lanzaba a Ellie contra el escritorio de Harrowmont, sonriendo al escuchar el sonoro “tud” que dejó escapar la madera. – ¿Se va a ahogar con su propia sangre? ¡Dioses cibernéticos! ¡Pero eso la impediría hablar para siempre! ¡Cuánta desgracia en un mismo minuto! – Se llevó una mano hasta los labios, haciéndose ahora el sorprendido.
Igualmente, aprovechando la distracción por parte de Eilydh, se agachó a por el pedazo de papel que había visto antes y se lo metió en el bolsillo trasero del pantalón. Cuando salieran de allí tendría más tiempo para analizarlo con cuidado.
- ¿Puedes hacer algo? – Las siguientes palabras de la bio le hicieron atusarse la barba. – Estupendo, todo sea por salvarla. ¿Dices que necesitas anestesiarla? – Preguntó viendo las pequeñas descargas que comenzó a dar Rachel – Podemos llamar a Anastasia, seguro que ella… -
Y como si la hubiesen invocado, la maestra cazadora apareció acompañada por la maestra cazadora y su amante. La habitación empezaba a parecer pequeña para todos los que acababan de entrar en ella.
Miró a Huracán tratando de transmitirle mentalmente que, por una vez en su vida, no tenía culpa de lo que estaba pasando. No estaba seguro del todo de si lo consiguió, lo que si vio es aquella mirada de desprecio que tanto caracterizaba a Harrowmont.
- Buena pregunta. – dijo Eltrant, respondiendo a la pregunta que había lanzado Cassandra al aire y encogiéndose de hombros, volviendo a mirar a Huracán, sin saber que más decir.
¿Podían escapar? Aquella mansión era en aquel momento un avispero.
- Oh, bueno. De perdidos al río. – Estiró ambas manos por encima de su cabeza y sujetó a Rachel después de hacerlo de un hombro. – Sígueme el juego y te presento formalmente a la mujer del retrato. Solamente quería un papel sobre una amiga que tenía Cassandra aquí, lo prometo. – Le dijo en un susurro. – Y la chica está bien, no te preocupes por ella. Fíjate bien. – Agregó antes de llevar su mano derecha hasta el pomo de la espada que descansaba en su cintura.
Recuerdo vibró con suavidad, la magia de Lyn respondió al tacto del dueño del arma. Le dio un pequeño golpe a Eildyh en la pierna, con el dorso de la mano, para que se levantase del todo.
- Me temo, queridos cazadores. – Esbozó una sonrisa. - ¡Que habéis sido atacados por los temibles vampiros diurnos! – dijo, dando un suave tirón de Rachel y colocándola frente a él. – ¡Esta jovencita es nuestra rehén! ¡Dejadnos marchar! ¡No nos obliguéis a hacerle cosas vampíricas! – Parpadeó entonces varias veces, haciéndose el sorprendido.- ¡Oh! ¡Oh no! ¡¿Es esa Anastasia Boisson!? ¿¡La verdadera Maestra Cazadora y no Cassandra Harrowmont!? ¡Estamos perdidos! ¡¿Por qué no podía ser Harrowmont a solas!? – Eso último, tenia que admitir, lo dijo principalmente para molestar a Cassandra.
¿Qué era lo peor que podía pasar?
Además de acabar cubierto por las flechas de los fanáticos que pululaban la mansión, claro.
Eltrant Tale
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Re: Una nada cálida bienvenida [Privado] [Cerrado]
Eilydh casi podía ver el gesto de miedo y terror en los ojos de aquella desconocida. Sus manos alzadas al frente como si pretendiesen agarrarla para que el falso desfallecimiento de Eilydh no fuese a más confirmó que aunque Bio, aquella mujer no estaba exenta de los efectos del colgante.
El miedo en los ojos de Tale duraron tan solo un minuto, el tiempo que tardó el hombre en entender que aquello era un truco para ganarle tiempo y ayudarlo a encontrar los papeles que necesitaba. Eilydh sintió su corazón acelerarse por un momento por alguna razón inexplicable al ver como por el tiempo que duraba ese minuto, el anciano parecía genuinamente preocupado.
Quizás no la odiaba. No aún.
El orgullo de saber que su plan había servido de algo duró casi tan poco como la preocupación de Tale. Rachel avisó a todo el castillo de que estaban allí. Aquello tensó a Eilydh que quiso levantarse y parar su teatro para que Rachel se tranquilizase. Así quizás Tale y ella tendrían alguna manera de escapar de allí de una pieza.
... Pero Rachel tenía planes certeros para ella. Y tenía nombre de algo que parecía doloroso.
-No.. Yo...- su voz sonaba ahogada por la sangre falsa pero cualquiera que no estuviese sumido en pánico hubiese notado que Eilydh había recuperado su tono muscular y se esforzaba por levantarse de la mesa donde Rachel la había... depositado con la delicadeza con la que se transporta un saco de patatas. - Espera.. Espera yo...No..No te precipi..-
Pero la Bio estaba sumida en su papel de matasanos. Eilydh intentó explicarle que ella era una elfa, que curaría cualquier herida falsa antes de que... Que no hacía falta que la ayudase con la sang... Que aquello tan solo había sido una...
Y sus músculos se agarrotaron. Su cuerpo se sumergió en movimiento rítmico y descontrolado que la imposibilitó de moverse, hablar y casi respirar. Sus ojos abiertos de par en par con la única visión de aquella Bio y su mirada penetrante mientras descargaba sobre ella " anestesia"
No podía moverse, ni hablar, el dolor de la electricidad la recorría hasta que... bueno, hasta que no lo hizo más.
Cuando despertó todo daba vueltas. Sus ojos pestañearon de nuevo y se incorporó al notar los golpecitos de aquel hombre a su lado, instándola a... ¿hacer qué? Aquel hombre era alto. Sí... parecía un muro. Tenía los cabellos demasiado ordenados para ser un anciano. La mayoría de ancianos pierden el pelo. Sus ojos eran bonitos. ¿Lo eran? Tenían el color de la tierra recién arada en Sandorai. Tenía arrugas. ¡Já! Arrugas.
Se llevó la mano a su propia frente, y se sintió aliviada al no encontrar ninguna arruga. Por un segundo se distrajo con la imagen de su propia mano y se cuestionó si era real. El hombre volvió a darle un golpecito y de pronto, de la visión periférica que rodeaba su mano surgieron tres figuras que la miraban con gesto serio.
Quizás ellos también están preocupados por las arrugas de este hombre. Eilydh saludó con la mano a Anastasia de manera exagerada, como si se alegrase de verla pero dejó de hacerlo al darse de bruces con la mirada de Casandra.
Aquella mujer tenía el gesto avinagrado...Cierto virrey diría que le hace falta una buena dosis de finales feli...
- ¡Terribles vampiros diurnos!- repitió Eilydh al escuchar la voz de Eltrant hablar. Intentó componer un gesto serio pero los efectos de las descargas eléctricas de Rachel aún eran lo suficientemente reciente como para mantenerla en un estado semi drogada- Cosas vampí... ¿vampíricas?- dijo de pronto dándose cuenta de lo que había dicho Tale. Su rostro se envolvió en el color rojizo de la vergüenza e intentó levantarse, para defenderse de esas cosas vampíricas que quería hacer aquel desconocido... con arrugas.
Su coordinación aún era bastante pobre así que para cuando se levantó la conversación se había enfocado en el hecho de que Anastasia había venido a buscarlos.
-La gran comedragones... duermedragones... matadora...¡cazadora!- dijo finalmente y le guiñó un ojo a Eltrant de manera cómplice pero también seductora.- Gracias a Ímbar que vino a cazarnos... ¡salvarme!- dijo y sonrió a Rachel con una expresión ida.
Le dolía tremendamente la cabeza. Se apoyó en la mesa donde hasta entonces había estado tumbada y cerró los ojos un momento, llevando su mano a la empuñadura de su espada... algo en su ida cabeza le decía que quizás necesitaba usarla. Eilydh empujó esa sensación fuera de si misma y se sentó en el suelo, expectante sin saber muy bien que hacer y dormitándo.
El miedo en los ojos de Tale duraron tan solo un minuto, el tiempo que tardó el hombre en entender que aquello era un truco para ganarle tiempo y ayudarlo a encontrar los papeles que necesitaba. Eilydh sintió su corazón acelerarse por un momento por alguna razón inexplicable al ver como por el tiempo que duraba ese minuto, el anciano parecía genuinamente preocupado.
Quizás no la odiaba. No aún.
El orgullo de saber que su plan había servido de algo duró casi tan poco como la preocupación de Tale. Rachel avisó a todo el castillo de que estaban allí. Aquello tensó a Eilydh que quiso levantarse y parar su teatro para que Rachel se tranquilizase. Así quizás Tale y ella tendrían alguna manera de escapar de allí de una pieza.
... Pero Rachel tenía planes certeros para ella. Y tenía nombre de algo que parecía doloroso.
-No.. Yo...- su voz sonaba ahogada por la sangre falsa pero cualquiera que no estuviese sumido en pánico hubiese notado que Eilydh había recuperado su tono muscular y se esforzaba por levantarse de la mesa donde Rachel la había... depositado con la delicadeza con la que se transporta un saco de patatas. - Espera.. Espera yo...No..No te precipi..-
Pero la Bio estaba sumida en su papel de matasanos. Eilydh intentó explicarle que ella era una elfa, que curaría cualquier herida falsa antes de que... Que no hacía falta que la ayudase con la sang... Que aquello tan solo había sido una...
Y sus músculos se agarrotaron. Su cuerpo se sumergió en movimiento rítmico y descontrolado que la imposibilitó de moverse, hablar y casi respirar. Sus ojos abiertos de par en par con la única visión de aquella Bio y su mirada penetrante mientras descargaba sobre ella " anestesia"
No podía moverse, ni hablar, el dolor de la electricidad la recorría hasta que... bueno, hasta que no lo hizo más.
Cuando despertó todo daba vueltas. Sus ojos pestañearon de nuevo y se incorporó al notar los golpecitos de aquel hombre a su lado, instándola a... ¿hacer qué? Aquel hombre era alto. Sí... parecía un muro. Tenía los cabellos demasiado ordenados para ser un anciano. La mayoría de ancianos pierden el pelo. Sus ojos eran bonitos. ¿Lo eran? Tenían el color de la tierra recién arada en Sandorai. Tenía arrugas. ¡Já! Arrugas.
Se llevó la mano a su propia frente, y se sintió aliviada al no encontrar ninguna arruga. Por un segundo se distrajo con la imagen de su propia mano y se cuestionó si era real. El hombre volvió a darle un golpecito y de pronto, de la visión periférica que rodeaba su mano surgieron tres figuras que la miraban con gesto serio.
Quizás ellos también están preocupados por las arrugas de este hombre. Eilydh saludó con la mano a Anastasia de manera exagerada, como si se alegrase de verla pero dejó de hacerlo al darse de bruces con la mirada de Casandra.
Aquella mujer tenía el gesto avinagrado...Cierto virrey diría que le hace falta una buena dosis de finales feli...
- ¡Terribles vampiros diurnos!- repitió Eilydh al escuchar la voz de Eltrant hablar. Intentó componer un gesto serio pero los efectos de las descargas eléctricas de Rachel aún eran lo suficientemente reciente como para mantenerla en un estado semi drogada- Cosas vampí... ¿vampíricas?- dijo de pronto dándose cuenta de lo que había dicho Tale. Su rostro se envolvió en el color rojizo de la vergüenza e intentó levantarse, para defenderse de esas cosas vampíricas que quería hacer aquel desconocido... con arrugas.
Su coordinación aún era bastante pobre así que para cuando se levantó la conversación se había enfocado en el hecho de que Anastasia había venido a buscarlos.
-La gran comedragones... duermedragones... matadora...¡cazadora!- dijo finalmente y le guiñó un ojo a Eltrant de manera cómplice pero también seductora.- Gracias a Ímbar que vino a cazarnos... ¡salvarme!- dijo y sonrió a Rachel con una expresión ida.
Le dolía tremendamente la cabeza. Se apoyó en la mesa donde hasta entonces había estado tumbada y cerró los ojos un momento, llevando su mano a la empuñadura de su espada... algo en su ida cabeza le decía que quizás necesitaba usarla. Eilydh empujó esa sensación fuera de si misma y se sentó en el suelo, expectante sin saber muy bien que hacer y dormitándo.
Eilydh
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Re: Una nada cálida bienvenida [Privado] [Cerrado]
Además de Eltrant y Eilydh, en el despacho también estaba Rachel, parecía intentando retener a la elfa sobre mi escritorio. ¿La biocibernética había interceptado a los desconocidos y trataba de proteger el despacho? Qué va, Eilydh era demasiado válida sola como para deshacerse de Rachel. Pero a decir por sus palabras y la aparente herida que tenía en el abdomen… No, espera, estaba… ¿anestesiándola? Y ahora la elfa había quedado atontada y sólo articulaba a decir frases sin sentido… ¡Y Eltrant a su lado parecía seguirle el rollo a la cibernética! Suspiré y arrastré toda mi mano por la cara. Lo bueno era que con mi color de piel no se me notaba la palidez que sentiría por la vergüenza de aquella escena. Incrédula ante la deriva que había tomado todo aquello, no sabía si merecía la pena intervenir o simplemente ver en qué terminaba todo aquello ahora que al cóctel se le sumaba también una desubicada Cass. ¿Faltaba alguien?
¡Oh, claro! Eltrant había tomado a Rachel del cuello y la hermana de Jules parecía asustada, así que NIA seguramente no tardaría en sumarse a la fiesta.
Rachel estaba desesperada, agarrada del cuello por Eltrant. - ¡Ay, por favor señor, no me haga daño! ¡Yo sólo quería ayudar a la chica! ¡Ayúdeme, maestra Harrowmont! – suplicaba la biocibernética, llorando, y ajena a lo que le decía el exmercenario por los nervios.
Conocía muy bien a Eltrant y sabía que aquello era sólo un numerito. También sabía que, si hacía aquello, era porque había encontrado lo que necesitaba. De todos modos, todo eso era bochornoso, de modo que clavé mis pupilas en las del humano con una mirada sentenciante que lo decía todo: “Parad ya esto, por dios…”. Estaba visiblemente enfadada.
Por otro lado, Cass parecía desconcertada con lo que Eltrant y Eilydh acababan de decir de nuestras presas favoritas. -¿Vampiros diurnos? – Aquello me preocupó de veras, pero no por los supuestos vampiros, sino por el hecho de que, por unos instantes, en la cabeza de la autoproclamada “mejor” maestra cazadora de la historia cabía aquella ridícula posibilidad. En serio, ¿en qué manos estaba el gremio? - ¡Espera, eso no puede ser! ¡¿Me tomáis por imbécil?! – Torcí el labio y asentí para mí misma con la cabeza, aunque ella no me vio. Sin duda era lo que estaban haciendo. Al menos Eltrant, porque Eilydh no sabía ni donde estaba. No contento con aquello, siguió picándola utilizándome a mí. El humano conocía bien a Cass y sabía bien dónde rasgar. – ¡EH! Respétame, humano. ¡Que yo soy la auténtica y la única maestra cazadora! ¡Todo esto que ves es mío!
¿Pero por qué eres tan repelente Cass? Finalmente, su soberbia pudo conmigo. No me pude contener más. - ¡Y una mierda tuyo! - Y le arreé un bofetón en toda la cara. Ella se dejó caer al suelo y aproveché para sentarme en su abdomen. – ¡Las escrituras de esta mansión pertenecen a Anastasia Boisson y di Miraclo! ¡Eso está escrito y lo sabes! ¡Admítelo, pedazo de capulla usurpadora! – Grité tomándola del cuello de la chaqueta y levantándola y empotrándola contra el suelo.
Pero ella, pese a que sabía que lo que decía era cierto, era terca como una mula. - ¡NO ADMITO UNA MIERDA! – Chilló. Y me tomó las manos y comenzamos a empujarnos en el suelo y a darnos manotazos. Algo en su subconsciente la hacía no desempeñarse a fondo, como si recordara aquella situación que no era excepcional ni mucho menos. Y, así, comenzó una ronda de insultos, tirones de pelo, puñetazos y ruedos por el suelo. - ¡Mentirosa!
-¡Okupa!
-¡Zombi!
-¡Rubia teñida!
-¡Ojos de chupasangre!
–Ah no, eso sí que no. – Soplé el flequillo, que después de tanta vuelta me tapaba un ojo y le sacudí otro moquete.
Y finalmente, ocurrió lo que Eltrant seguramente esperaría si conocía bien a Rachel. NIA, el alter ego de Rach, al ver a su maestra “en peligro” y a Rachel de los nervios bajo el brazo indómito del exmercenario, también se rebeló. Rachel se quedó tiesa unos segundos, antes de pronunciar. – NIA en servicio. Procedo a la eliminación de amenazas. – dijo ya con voz robótica. Se revolvió del brazo de su opresor y se encaró con él, comenzando a dar puñetazos con rapidez aunque sin demasiada estrategia, seguramente un juego de niños para alguien entrenado como Eltrant.
Y, justo en ese momento, irrumpía un apresurado Jules, ballesta en mano, aunque bajada. Que se temía lo peor escuchando el alboroto. Casi derrapó para entrar en la habitación y se agarró del marco de la puerta. – Rach, ¿qué decías? En el patio no había nad… ¡Oh! – exclamó al ver el escenario.
Cass y yo, como de costumbre, estábamos por el suelo y tirándonos de los pelos, esta vez literal. NIA ángel de combate entrenaba boxeo con Eltrant con todas sus ganas y destruía el despacho. Y Eilydh… Bueno, Eilydh estaba ahí. Con los ojos a la virulé, cada uno para un lado y mano en empuñadura. Irónicamente, era ella ahora quien parecía la drogadicta. En Sandorai no te enseñan a no escupir hacia arriba.
Ante el panorama, el brujo guardó el arma y puso sus brazos en jarra.
-Por todos los dioses… - Suspiró resignado. - … Otro día en la oficina.
No lo pudo resumir mejor.
*Off: Con esto pongo fin a mi aportación al tema ^^ Muy desternillante chicos
¡Oh, claro! Eltrant había tomado a Rachel del cuello y la hermana de Jules parecía asustada, así que NIA seguramente no tardaría en sumarse a la fiesta.
Rachel estaba desesperada, agarrada del cuello por Eltrant. - ¡Ay, por favor señor, no me haga daño! ¡Yo sólo quería ayudar a la chica! ¡Ayúdeme, maestra Harrowmont! – suplicaba la biocibernética, llorando, y ajena a lo que le decía el exmercenario por los nervios.
Conocía muy bien a Eltrant y sabía que aquello era sólo un numerito. También sabía que, si hacía aquello, era porque había encontrado lo que necesitaba. De todos modos, todo eso era bochornoso, de modo que clavé mis pupilas en las del humano con una mirada sentenciante que lo decía todo: “Parad ya esto, por dios…”. Estaba visiblemente enfadada.
Por otro lado, Cass parecía desconcertada con lo que Eltrant y Eilydh acababan de decir de nuestras presas favoritas. -¿Vampiros diurnos? – Aquello me preocupó de veras, pero no por los supuestos vampiros, sino por el hecho de que, por unos instantes, en la cabeza de la autoproclamada “mejor” maestra cazadora de la historia cabía aquella ridícula posibilidad. En serio, ¿en qué manos estaba el gremio? - ¡Espera, eso no puede ser! ¡¿Me tomáis por imbécil?! – Torcí el labio y asentí para mí misma con la cabeza, aunque ella no me vio. Sin duda era lo que estaban haciendo. Al menos Eltrant, porque Eilydh no sabía ni donde estaba. No contento con aquello, siguió picándola utilizándome a mí. El humano conocía bien a Cass y sabía bien dónde rasgar. – ¡EH! Respétame, humano. ¡Que yo soy la auténtica y la única maestra cazadora! ¡Todo esto que ves es mío!
¿Pero por qué eres tan repelente Cass? Finalmente, su soberbia pudo conmigo. No me pude contener más. - ¡Y una mierda tuyo! - Y le arreé un bofetón en toda la cara. Ella se dejó caer al suelo y aproveché para sentarme en su abdomen. – ¡Las escrituras de esta mansión pertenecen a Anastasia Boisson y di Miraclo! ¡Eso está escrito y lo sabes! ¡Admítelo, pedazo de capulla usurpadora! – Grité tomándola del cuello de la chaqueta y levantándola y empotrándola contra el suelo.
Pero ella, pese a que sabía que lo que decía era cierto, era terca como una mula. - ¡NO ADMITO UNA MIERDA! – Chilló. Y me tomó las manos y comenzamos a empujarnos en el suelo y a darnos manotazos. Algo en su subconsciente la hacía no desempeñarse a fondo, como si recordara aquella situación que no era excepcional ni mucho menos. Y, así, comenzó una ronda de insultos, tirones de pelo, puñetazos y ruedos por el suelo. - ¡Mentirosa!
-¡Okupa!
-¡Zombi!
-¡Rubia teñida!
-¡Ojos de chupasangre!
–Ah no, eso sí que no. – Soplé el flequillo, que después de tanta vuelta me tapaba un ojo y le sacudí otro moquete.
Y finalmente, ocurrió lo que Eltrant seguramente esperaría si conocía bien a Rachel. NIA, el alter ego de Rach, al ver a su maestra “en peligro” y a Rachel de los nervios bajo el brazo indómito del exmercenario, también se rebeló. Rachel se quedó tiesa unos segundos, antes de pronunciar. – NIA en servicio. Procedo a la eliminación de amenazas. – dijo ya con voz robótica. Se revolvió del brazo de su opresor y se encaró con él, comenzando a dar puñetazos con rapidez aunque sin demasiada estrategia, seguramente un juego de niños para alguien entrenado como Eltrant.
Y, justo en ese momento, irrumpía un apresurado Jules, ballesta en mano, aunque bajada. Que se temía lo peor escuchando el alboroto. Casi derrapó para entrar en la habitación y se agarró del marco de la puerta. – Rach, ¿qué decías? En el patio no había nad… ¡Oh! – exclamó al ver el escenario.
Cass y yo, como de costumbre, estábamos por el suelo y tirándonos de los pelos, esta vez literal. NIA ángel de combate entrenaba boxeo con Eltrant con todas sus ganas y destruía el despacho. Y Eilydh… Bueno, Eilydh estaba ahí. Con los ojos a la virulé, cada uno para un lado y mano en empuñadura. Irónicamente, era ella ahora quien parecía la drogadicta. En Sandorai no te enseñan a no escupir hacia arriba.
Ante el panorama, el brujo guardó el arma y puso sus brazos en jarra.
-Por todos los dioses… - Suspiró resignado. - … Otro día en la oficina.
No lo pudo resumir mejor.
*Off: Con esto pongo fin a mi aportación al tema ^^ Muy desternillante chicos
Anastasia Boisson
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