Caminante, no hay camino si no puedes caminar [Cerrado]

-¡Yo no fui! ¡Juro que yo no fui! A-Además, ¡iba a devolverlo!

¿Cómo podía, una y otra vez, terminar en la misma maldita situación? No habían pasado ni tres días desde su destierro por ese exacto motivo, y ya estaba haciéndolo de nuevo. Pero no lo podía evitar, ¡simplemente había cosas que tenían que ser suyas!

-No puedes hacerme daño, dijo que no podías, ¿verdad? Así que... ¿por qué no hacemos como que esto nunca pasó y nos damos un abrazo?

Tener a una lampiña apuntándole un... un... no sabía qué, pero un “algo” que se veía peligroso, era quizás el final más lógico que podía reservarle el destino. Eso, o que alguien terminara cortándole las patas por no poder mantenerlas quietas en sus propios bolsillos. Y ciertamente no había valido la pena, dado que ni siquiera entendía qué demonios era aquel objeto que descansaba entre sus garras, solo sabía que le encantaban sus colores y la forma en que brillaba, tanto que, dos horas atrás, cuando lo había visto colgando de la mismísima nuca de la mujer, había tenido que tomarlo.


El astro rey parecía una bola de fuego escondiéndose tras el horizonte cuando los ojos de Siszay avistaron las primeras viviendas no pertenecientes a su aldea que vería en su vida. A esa hora, cuando el bosque se tiñe de los colores crepusculares y las siluetas comienzan a verse casi espectrales, la figura de la pantera no era más que una enorme mancha negra asomándose entre algunos arbustos, cuya única anomalía eran dos puntitos dorados que fulguraban al ser tocados por los últimos rayos del sol.

Estuvo allí largos minutos, apreciando las diferencias entre la arquitectura de su gente y la que tenía enfrente. En su pueblo las casas eran de barro y paja, mientras que estas dos estaban hechas con viejos cadáveres de árboles y eran bastante más espaciosas. Su ancha nariz se sacudió al tiempo en que olisqueaba el ambiente, notando que incluso los olores eran indistinguibles y nuevos. Ya que nunca había olfateado más que a sus congéneres, era difícil para él deducir si las cabañas estaban habitadas o no. Sin embargo, tras observar largo rato y no percibir ningún movimiento en el interior de ninguna de éstas, decidió aventurarse a investigar un poco más. Hacía calor, el ambiente estaba pesado y poco a poco el cielo comenzaba a encapotarse con nubes, cosa que auguraba una pronta lluvia, y tener un refugio donde pasar la tormenta era la primera sonrisa que le daría la vida en días.

Se acercó a la casita que tenía más cerca y, como última precaución, decidió tocar la puerta. Sin embargo, no solo no recibió respuesta sino que el impacto de sus nudillos la abrió, denotando que no tenía ningún seguro puesto.

Los goznes chirriaron, y una oscura cabeza encapuchada se asomó al interior de la casa.

Una intervención semejante no podía ser sencilla, probablemente muy pocos orgánicos en el mundo podrían llevarla adelante sin que el paciente muriera. Nadie podría haberlo logrado, salvo Go´el [ANALIZANDO] Sí, eso era correcto. Al llegar a su consultorio era solo una cabeza, eso me había dicho Sophi ya que yo no recordaba nada de lo que había acontecido luego de la explosión en el templo de los elfos. El doctor había encontrado la manera de adherirme un torso, un brazo y una pierna, y estaba en proceso de reconstruir los miembros que me faltaban para posteriormente injertarlos en mi cuerpo.

Mientras terminaba con eso, no era necesario que me quedara todo el tiempo en su casa/clínica, con recibir visitas con regularidad era suficiente. Una vez que estuve despierta la cuestión fue más sencilla, mi propio sistema comenzó a identificar aquello que necesitaba reparación urgente y comenzó a disponer todo para realizarlo, de esa forma podía guiar a Go´el en sus intervenciones.

Desde entonces habían pasado un par de meses, finalmente estaba lo suficientemente armada como para poder realizar las tareas básicas. De todos modos, Sophitia estaba siempre conmigo, pendiente de qué necesitaba o de que no intentara hacer cosas imprudentes. Desde que había despertado la Vampiro se había mostrado más.... [ANALIZANDO] Sobreprotectora. En el único momento que se separaba de mi era cuando tenía que comer, y esa noche había tenido que salir.

Cuando estaba sola, no había necesidad de que me moviera ni que hiciera nada en particular, sin embargo, desde que había despertado encontraba cierto entretenimiento en leer. Sí bien con mi sistema podía hacer una lectura mucho más veloz que los orgánicos, prefería hacerlo como lo hacían ellos, leyendo palabra por palabra y disfrutando de sus significados. Me encontraba precisamente en ello cuando escuché que la puerta se abría, la casa estaba a oscuras, Sophi había dejado abierto...

Levanté la vista pero quien se asomo no era Sophitia, era un Hombre-bestia que no conocía [ANALIZANDO] Sí, estaba segura que nunca me había cruzado con él. Hacía tanto que no interactuaba con un orgánico nuevo, así que que la sensación resulto ¿Emocionante? Sí, eso podría ser.

-Hola - Dije en tono neutro, inclinando la cabeza de lado ya que su aparición repentina era sumamente curiosa para mí - ¿Puedo ayudarte de alguna manera? ¿O quizás estás perdido? - [PROCESANDO SONRISA] Sonreí - No tienes de qué temer, mi nombre es Zöe y no te haré daño ¿Sí? -

Apoyé la única mano que tenía en la mesa para poder levantarme, una vez que estaba de pie ya era más sencillo mantener el equilibrio. Me sostuve de la pared, sin apartar la vista del desconocido.

-¿Deseas tomar... Agua? ¿Té? ¿Infusión de algún tipo? ¿Correcto? - Cerré los ojos, mis archivos de diálogo se estaban entremezclando y no me permitían hablar con propiedad - Creo que debería haber algo en la cocina - Me di vuelta y me dirigí hacía allí, al ser una casa pequeña en verdad con tan solo un par de pasos podía estar en otro ambiente, aunque incluso unos pocos pasos eran complicados de dar cuando tenías sólo una pierna.

El pelaje de su espalda se erizó como un arcaico aviso de que algo andaba mal, pero era demasiado tarde. Allí estaba, sentada tranquilamente y haciendo contacto visual directo, la habitante de la casa. Siszay dio un respingo y se culpó por semejante error, por no haber al menos intentado asomarse a la ventana antes de probar con la entrada principal, pero ya no tenía caso...

Habría que improvisar.

-¡Hola! -Ya que era la primera vez que hablaba con alguien en días, su voz salió ronca y entrecortada. Se aclaró la garganta y, sabiendo que ya no había vuelta atrás, decidió dar medio paso adelante para adentrarse un poco más en la casa. La mujer sonrió de manera extraña y él, nervioso, le devolvió una sonrisa que no mostraba los dientes.

Pero ésta se borró de inmediato cuando la lampiña se levantó, exhibiendo su cuerpo desmembrado como si fuera lo más normal del mundo encontrarse con una persona cuyo medio de locomoción consiste en... saltar en un pie. Siszay ahogó un quejido, mezcla rara de asco y miedo, y sintió un vuelco en el estómago al presenciar semejante imagen. La lampiña, no obstante, no parecía dolorida ni enferma, cosa que aumentó la confusión del muchacho. Aún así se esforzó por disimular y, salvo la apertura exagerada de sus ojos y los movimientos nerviosos de su cola, nada más evidenciaba su creciente incomodidad.

-Siszay. -Balbuceó como toda presentación, mas pronto se esforzó por acomodar sus palabras de manera un poco más elocuente y, presuroso, continuó: -Me llamo Siszay. Umh, agua estaría bien, ¿co...correcto?

Se percató de cuán tenso estaba cuando, al verla dirigirse a la cocina, exhaló y sus hombros se relajaron notablemente. Dio otro paso dentro de la cabaña pero, por precaución, no cerró la puerta a sus espaldas. Había oído historias de... cosas que parecían humanos, pero no lo eran. Cosas que eran experimentos igual que sus propios antepasados lo habían sido, pero más duros, más extraños y más peligrosos. Aunque, a decir verdad, esta mujer no parecía una cosa propiamente dicha.

Tragó saliva y se rascó el mentón con nerviosismo. Aunque su cuerpo doblaba el tamaño del de ella, su falta de extremidades y su forma de actuar la hacían tan grotesca que despertaba en él un instintivo miedo a lo desconocido. De todas formas, intimidado por el silencio, decidió continuar la charla ahora que la otra le daba la espalda.

-No estoy perdido. -Masculló, no podía estar perdido si no tenía un destino en particular al cual llegar- Solo estoy... de turista. -Se encogió de hombros al tiempo en que miraba a su alrededor. La casita era simple, tenía pocos objetos, y estaba tan limpia que el olor era tan aséptico como el de su dueña. Sus pupilas, dilatadas debido a la oscuridad del ambiente, la buscaron nuevamente. No quería perderla de vista demasiado tiempo.

Entonces, al volver a verla de espaldas, notó algo que sobresalía de la parte posterior de su cuello.

-No sabía que había humanos en esta parte del bosque. -Se aventuró a decir para ver qué respondía ella al verse etiquetada como una raza a la que, con cada segundo que pasaba, Siszay estaba más seguro de que no pertenecía. Mientras hablaba dio dos pasos más adelante y se encorvó entrecerrando los ojos para ver mejor qué demonios era aquello que tenía la mujer en la nuca, mas pronto reculó, temiendo que notara su cercanía.

Como respuesta asentí ante el comentario del Hombre-Felino, el agua era sencilla de servir, no sería necesario que fuera de un lado a otro de la cocina usando sólo un pie. Desde que había despertado Sophi hacía casi todo por mi, por momentos sus atenciones me parecían exageradas, pero no había forma alguna de convencerla de que dejara de prodigarme lo que ella consideraba las atenciones mínimas [ANALIZANDO] Que eran básicamente todo.

Una vez de pie, me sujeté de una de las vigas del techo y eso me facilitó el poder llegar hasta los estantes sin necesidad de dar demasiados saltos. El orgánico me miraba fijamente y de bastante cerca, suponía que no podía ser la primera vez que viera a un cuerpo al que le faltaban partes [ANALIZANDO] ¿O tal vez sí? En cualquier caso, serví el agua desde una jarra de barro que había en la mesada.

-Es una zona peligrosa para estar simplemente de turista - Dije en mi tono neutro habitual mientras me daba vuelta para verlo y ofrecerle el vaso - Los elfos son muy recelosos de su territorio y cuando ven a otras razas merodeando suelen recurrir a la violencia - Mire alrededor y mi sistema llegó a una conclusión - Está muy oscuro ¿No es así? Hay veces que no me percato de ese tipo de detalles, mis ojos están acostumbrados a la oscuridad - Quizás por eso se había acercado para mirarme.

Colgando cerca de uno de los soportes había una lámpara de aceite, la prendí subiendo lentamente la intensidad para no lastimar los ojos de mi visitante. Escuché el siguiente comentario de Siszay y lo analicé durante un segundo antes de responder, era difícil saber si se refería a Humanos como especie o como una generalidad que excluyera a Elfos.

-No puedo asegurar si hay humanos en esta parte del bosque - Dije de forma pausada - Ni tampoco de otras razas. Con mi compañera elegimos este lugar precisamente porque estaba alejado de todo -

Fui hasta el asiento donde estaba cuando el extraño había ingresado a la casa, necesitaba agarrarme de la mesa para poder acomodarme bien.

-Puedes quedarte hasta que sea de día, sí así lo deseas. Tal vez no es bueno caminar de noche... - [ANALIZANDO] - Aunque tienes las características de un animal adaptado para la caza nocturna. Mi compañera también caza de noche, por eso no está aquí en este momento -

-Tu compañera ya volvió - Se escuchó la voz de Sophi, quien estaba parada en el umbral de la puerta.

La Vampiro había vuelto, su gesto era de enfado y no apartaba la mirada de Siszay.

-¿Quien eres? ¿Qué haces aquí? ¿Que haces cerca de Zöe? - Estaba lejos de ser la bienvenida que los buenos modales sugerían para un primer encuentro.


-No es necesario preocuparse, Sophitia, Siszay está haciendo turismo - [PROCESANDO SONRISA] sonreí.

-¿... Turismo? - Levantó una ceja.

¿Así que estaba en territorio élfico? El felino arrugó el puente de la nariz en una mueca que oscilaba entre el asombro y la decepción. Asombro porque, tras días allí, no se había cruzado con ninguno de los lampiños de orejas en punta, y decepción porque comenzaba a darse cuenta de que tenía serios problemas para ubicarse dentro del vasto territorio aerandiano.

“Esto me pasa por nunca haber dejado la aldea”, se reprochó. Por otro lado, también estaba el detalle de que, según su anfitriona, se encontraba moviéndose por tierras hostiles... pero se preocuparía por eso luego, cuando dejara de estar a dos metros de una criatura de apariencia monstruosa que le ofrecía agua mientras saltaba en un pie.

Al tiempo en que se llevaba el vaso al hocico, siguió a Zöe mientras ella tomaba la lámpara de aceite e, incapaz de contenerse, cedió al impulso de estirar la pata para tomar rápidamente aquella cosa que descansaba en la parte posterior ajena. No tenía idea de qué demonios era pero, cuando veía algo que le llamaba tanto la atención, resistirse a tomarlo le era imposible. Estaba guardando aquello en su bolsillo cuando la estancia se iluminó, ante lo cual volvió a retroceder con la excusa de dejar el vaso sobre la mesa.

Por supuesto, no se molestó en decir que, en realidad, no necesitaba luz para poder vislumbrar su entorno con claridad. De hecho, dado que juraba que había podido ver bien cada rincón de la sala, no pudo evitar emitir un sonido de desconcierto al oír lo siguiente que diría su anfitriona.

-¿Tu compañera? -Inquirió luego de tragar saliva, temiendo que un par de ojos pasados por alto hubieran atestiguado su pequeño hurto, mas pronto se tranquilizó al oír que dicha compañera no estaba allí...

Hasta ese instante.

Pegó un respingo y se volteó, sus dilatadas pupilas se clavaron en la recién llegada y, desentonando con la sorpresa que alojaba su mirada, esbozó una ancha sonrisa al tiempo en que alzaba la pata para saludar, como si de hecho hubieran estado esperándola.

-¡Hola! Soy Siszay, estoy recorriendo la zona y Zöe me ofreció agua y refugio por esta noche. Siento la intromisión.

Agachó la cabeza en un breve gesto de humildad, mezclando mentiras con verdades con tanta naturalidad que era difícil saber si acaso él mismo se percataba de que no estaba siendo del todo honesto. Esa era otra de las pequeñas cosas que simplemente no podía evitar hacer.

Ante la insistente mirada de quien, aparentemente, se llamaba Sophitia, el muchacho intuyó que su presencia no era tan bienvenida como lo había sido con Zöe, ahora la pregunta era ¿por qué? ¡Si no había hecho casi nada malo como para ser tratado así!

-Así que... ¿viven juntas? -Inquirió con incomodidad, decidido a evitar el silencio tanto como fuera posible. De recibir una respuesta afirmativa, significaba que también tendría que preocuparse por quién demonios habitaba la cabaña contigua- Umh, si mi presencia es una molestia me iré, no hay problema. -Se encogió de hombros y añadió otra de sus falacias con una risita nerviosa: -Sería la primera vez que me echan de algún lado, ¡pero está bien, sin rencores!

Su risa se apagó cuando sintió que aquello que tenía en su bolsillo se agitaba suavemente y, nervioso, metió la pata en éste para sujetarlo.

La vampiro contemplaba la situación pero no era sorpresa lo que reflejaba su rostro, más bien parecía el tipo de cara que alguien ponía cuando ya había visto una situación similar miles de veces. Zöe era Zöe, sin importar de que ahora se viera de otra manera seguía siendo la misma, eso significaba que cualquier extraño que se le cruzara por enfrente era merecedor de su atención por el simple hecho de ser un orgánico.

Como consecuencia de eso, cientos de veces se habían aprovechado de la Bio con variadas consecuencias, desde cosas sin mucha importancia como jugarle una broma, hasta robarle dinero o utilizarla para cometer actos ilícitos. “O comprometerse con ella” pensó Sophi al recordar a ese tal Dag del que tanto había escuchado.

Suspiró e intentó practicar la diplomacia, sabia que sí se violentaba solo obligaría a Zöe a intervenir.

-Ya veo... - Dijo en un tono espeso, miró la mano del felino y finalmente extendió la propia, agarrando con fuerza pero sin hacer daño - Soy Sophitia, compañera de viaje de Zöe, y sí, puedo imaginarme que te dejó pasar sin más, suele hacer esas cosas -

Hechas las presentaciones, pasó por al lado del Hombre-Pantera y fue hacía la cocina, llenó una tetera con agua del balde y la llevó a donde debería haber un fuego, aunque en ese momento estaba apagado.

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

-No vivimos juntas, la casa que está al lado es la de ella - Respondí a la pregunta del orgánico ya que Sophi no parecía interesada en interactuar - ¿Por qué sería una molestia que te quedes?  Hay espacio, hay comida...

-No, lo dice por mi - Dijo de pronto la  Vampiro, estaba agachada avivando las brasas - Sí te echaron de otros sitios debe haber un buen motivo ¿No? -

-Eso es muy poco amable, Sophi -

-Tengo que ser así porque sino tu te tragas cualquier cosa -

-¿Tragar? - [ANALIZANDO] - Pero hablábamos de... - “Quiere decir que te crees todo lo que te dicen, que eres ingenua” [inocente, sincero, crédulo, bobo, franco, simple, tonto] - No soy ingenua -

Sophitia había logrado que el fuego encendiera, puso el agua y finalmente se dio vuelta, con las manos apoyadas en la cadera miro a Siszay de arriba a abajo y asintió.

-Da igual, quedate si no tienes a donde ir - Movió la boca de un lado a otro [ANALIZANDO] era como un gesto de evaluación - No hagas nada sospechoso, te estaré mirando toda la noche -

-Tus demostraciones de desconfianza son innecesarias - Insistí.

-Por hacer las cosas a tu manera es que terminaste explotando, así que permíteme dudar de tu buen juicio -

Al saludar a la recién llegada, Siszay bajó la mirada hacia el apretón de manos y contempló cómo su zarpa envolvía la palma ajena que, pese a ser bastante más pequeña, albergaba una fuerza que daba a entender que tenía enfrente a una persona bastante... ¿temible? Él, en comparación, apenas apretó y dejó dócilmente que fuera ella quien pusiera fin con el contacto, temeroso de hacer algún movimiento en falso que terminara enfadando a la vampiro.

Sus grandes pupilas la siguieron durante el recorrido hacia la cocina con una expresión inescrutable. Por fuera esbozaba aún una pequeña sonrisa, pero por dentro el estómago se le encogía de los nervios. El desdén de Sophitia lo hacía sentir rechazado...

Y esa era una herida que aún tenía demasiado fresca.

-¡He dicho que no me echaron! -Gruñó, literalmente. Por suerte, las mujeres se enfrascaron en su propia conversación y, mientras discutían sobre lo que parecía ser una mala costumbre de la anfitriona, Siszay apretó con más fuerza la cosa que se sacudía cada vez más y más en su bolsillo.

El objeto comenzaba a vibrar y, para su creciente horror, a calentarse dentro de la palma de su pata. Pero era demasiado tarde para intentar devolverlo a su lugar de origen pues, súbitamente, la vampiro volvió a voltearse para clavar en él su inquisitiva mirada. Sonrió de nuevo y agradeció a los dioses que la densidad de su pelaje le ayudara a ocultar el vergonzoso hecho de que comenzaba a sudar.

-Gracias por la hospitalidad, prometo no hacer nada sospechoso. -Masculló echando las orejas hacia atrás. Decía la verdad, al menos intentaría no hacer nada más aparte de lo que ya había hecho- Ugh, hace calor aquí, ¿no? -Se alejó del fuego, pero el problema, evidentemente, venía de su bolsillo. Exhaló una risita nerviosa y, sacudiendo la cola, continuó hablando en un intento por parecer “normal”.

-Supongo que “explotar” es solo una expresión, ¿no? -Volvió a mirar la falta de extremidades de Zöe. Tragó saliva. Quizás no lo era- Todos explotamos alguna vez, ¡jajaja! Mi hermana, por ejemplo, estalla cada vez que alguien critica su pelaje. -Se encogió de hombros y miró a Sophitia- Tú debes explotar bastante seguido, ¡parece que tienes temperamento!

¿Ese olor que empezaba a sentir era su pelo quemándose?

-Oh ¿Eso dijiste? Mi error - El tono de sarcasmo era evidente para los dos orgánicos de la sala, no así para la Bio - Debo haber escuchado mal - Agregó, con una media sonrisa.

Para Sophitia era bastante evidente que ese Siszay se traía algo entre manos, aunque no había forma de que supiera lo literal que era eso. Pero en la mente de la Vampiro una persona no invitada que llegaba a mitad de la noche era alguien de quien había que tener un poco bastante de desconfianza.

-¿Calor? Debe ser cosa del pelaje - Dejó de prestarle atención al Hombre-Pantera para vigilar el agua que estaba por hervir - Es verano pero tampoco es para tanto - Se levantó para ir a buscar las hojas que pondría en su te.

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

-¿Tu hermana también explota? - Incliné la cabeza hacia un lado [PROCESANDO] hice un gesto similar al que ponían los orgánicos cuando se asombraban - Debe haber sufrido mucho antes de morir, lo lamento - Según mis archivos los orgánicos se disculpaban cuando había algún fallecido mencionado en la conversación.

Sophitia que seguía en segundo plano comenzó a reírse y continuó algunos segundos, hasta que finalmente apareció con una taza llena de té, y apoyó el hombro en una de las vigas.

-Es como escuchar la charla entre dos locos - Tomó algunos sorbos de la infusión - Yo hablaba en sentido literal, ya te debes haber dado cuenta por como se ve por como huele - Se señaló la nariz - Ella no es como nosotros, es una Bio cibernética - Le sonrió y levantó una ceja - ¿Escuchaste de todo el alboroto que se generó en el bosque de los elfos hace poco? -

[DETECTANDO] [ALERTA] [AMENAZA DETECTADA]

Acerqué mi visión hacía el sitio donde mi sistema indicaba que había un peligro inminente, concretamente, en el bolsillo de Siszay.

-¿Sale humo de tu bolsillo? - Pregunté con curiosidad.

Un fino hilo blanco-transparente salía del costado del Hombre-Pantera.

-¿Qué? No, no murió, ¡mi hermana está viva! Me refería a que...

Dejó de hablar al escuchar las carcajadas de Sophitia y alternó su mirada un par de veces entre ambas mujeres. Una era tosca y agresiva para hablar, mientras que la otra... directamente a veces parecía estar hablando en un idioma distinto al suyo. Siszay, pese a su tendencia a la mitomanía, era bastante transparente cuando se trataba de sus expresiones faciales, y en ese instante se notaba a leguas su creciente confusión.

No obstante, ésta cesó cuando, por fin, la vampiro se tomó la molestia de dar esa tan necesaria explicación.

-Una Bio... ¿qué? -Su cola se zarandeó un par de veces y entonces, dirigiéndose a Sophitia, bajó la voz en un intento por no ser escuchado por Zöe, temiendo la descortesía que implicaba su siguiente frase- ¿Te refieres a las personas hechas de metal?

Eso explicaba la falta de olor, de extremidades y de habilidades sociales. Negó con la cabeza como respuesta a la última pregunta de Sophitia y volvió a agitar la cola. ¿Alboroto en el bosque de los elfos? ¿Cómo iba a saberlo? Con cada minuto que pasaba, se percataba más y más de cuán cerrada era su aldea, y lo poco que sabían sobre los sucesos del mundo exterior. ¿De cuánto se había perdido?

Ya tendría tiempo para frustrarse por eso. Había logrado distraerse durante algunos segundos gracias a la conversación, pero ahora resultaba inevitable no prestar atención al dolor, ya no calor, en la palma de su mano. Gotitas de sudor comenzaban a verse en la superficie de su nariz y, ahora, tenía la boca abierta para poder respirar con la punta de la lengua ligeramente asomada. Cuando Zöe hizo la pregunta, ya no pudo contenerse y bajó la mirada en el preciso instante en que el objeto en su pata daba un fuerte sacudón seguido de una descarga de calor tan fuerte que le arrancó un grito y no tuvo más opción que tirarlo por los aires.

-¡¡AUCH!! ¡CUIDADO!

La cosa golpeó el techo y luego volvió a caer. Estaba tan al rojo vivo que la madera del suelo comenzó a humear apenas la tocó. Por supuesto, no tanto como los pantalones de Siszay, que desprendían una columnita de humo junto a un desagradable olor a pelo y piel quemadas.

-¿¡Va a explotar!? -El objeto vibraba y... ¿lo buscaba? Comenzó a rodar hacia sus patas, ante lo cual la pantera, presa del pánico, pegó un salto y aterrizó sobre la mesa, pero una de las patas cedió bajo su peso y terminó cayendo sobre lo segundo más cercano:

Zöe.

La creciente confusión del Hombre-Bestia le resultaba sumamente entretenida a Sophitia, luego de tantos meses de intenso estrés, angustia y peleas, no le venía nada mal el tomarle el pelo a alguien durante un rato. Le dio tiempo para que su mente analizara todo lo que acababa de decir, incluso aunque sus rasgos felinos dificultaban entender algunos gestos, era evidente que el joven estaba desconcertado.

La vampiro se rio un poco y bajó la voz también, aunque sabía que Zöe los escuchaba perfectamente.

-Sí, está hecha completamente de metal - Sonrió de medio lado - ¿Quieres verla por dentro? -

-Mi cuerpo está compuesto mayormente por fibras orgánicas al igual que los de ustedes, solo una parte es de metal - Aclaró la Bio.

-Da igual ¿No ves que era más divertido así? - Sophi se empezó a reír. El Hombre-Bestia estaba muy perdido, y no sólo en un sentido geográfico - Hace poco hubo una enorme batalla en las tierras elfas, quedamos metidas en el medio por accidente y sufrimos consecuencias... - No era necesario aclarar, estaba a la vista.

Toda conversación se vio interrumpida por el humo saliendo del pantalón de Siszay.


[ANALIZANDO] No existían muchas cosas que pudieran generar calor y que tuvieran el tamaño lo suficientemente reducido como para entrar en un bolsillo ¿Un pedazo de carbón? No tenía sentido que llevara algo así guardado. En cualquier caso, lo más apremiante era apagar posibles llamas, evitar que el orgánico se lastimara...

-Oh... - Mi sistema hizo un acercamiento para ver lo que Siszay había tirado al piso - ¿SEPA-IV? ¿Qué hacías en su bolsillo? - Incline la cabeza hacia un lado, sin entender bien la situación.

SEPA-IV:

-Yo sé qué hacía ahí - Sophitia había cambiado su gesto a uno serio y no apartaba la vista del Hombre-Bestia “Debes sujetarla, lo matara”.

El pequeño robot estaba encogido, por lo que parecía una pelota roja, se agitaba por el piso, asustando aún más a Siszay quien se tropezaba con todo lo que se le cruzaba en el reducido espacio de la cabaña. Al mismo tiempo, la Vampiro avanzaba con los puños cerrados hacia el muchacho-pantera.

-Sophitia, no le puedes hacer daño ¿Sí? - Intenté ponerme de pie pero era difícil con una sola pierna, y mientras tanto SEPA-IV hacía una serie de movimientos que podrían considerarse de alegría, aunque era completamente imposible que sintiera algo así.

La Vampiro agarró a Siszay y lo levantó sin demasiado esfuerzo desde el cuello de la camisa.

-Con que no ibas a hacer nada ¿Qué hacías con el robot de Zöe? -

Cuando pude ponerme en pie separé a Sophitia del Hombre-Bestia y me puse frente al último.

-Eso fue muy peligroso, no debes agarrar a SEPA-IV sin permiso, podría lastimarte - No porque los robots tuvieran maldad, simplemente no controlaban bien los rasgos con los que habían nacido - ¿Tu mano está bien? -

Tan pronto como se desplomó sobre la biocibernética, una mano volvió a alzarlo. No tuvo tiempo de mirar hacia atrás para constatar el estado de Zöe, pues el cuello de su camisa estaba siendo sujetado con tanta fuerza que comenzaba a ahogarse. Se agarró a los brazos ajenos y, sintiéndose acorralado, apretó solo lo suficiente como para que sus garras rozaran la piel impropia a modo de advertencia desesperada. Siszay no era un muchacho violento, pero si tenía que defenderse de una vampiro encolerizada, lo haría. No obstante, antes de mostrar los colmillos recurriría al siempre confiable plan A: Rogar misericordia.

-¡Yo no fui! ¡Juro que yo no fui! A-Además, ¡iba a devolverlo!

Y allí estaba, una vez más siendo parte de un berenjenal donde él solito se había metido. Sus grandes ojos brillaban con impotencia y su pelaje estaba erizado desde las orejas hasta la punta de la cola. Y lo peor era que, ante situaciones así, lo único que se le ocurría era comenzar a boquear una mentira tras otra.

-No puedes hacerme daño, dijo que no podías, ¿verdad? Así que... ¿por qué no hacemos como que esto nunca pasó y nos damos un abrazo?

Zöe se interpuso entre ambos, dándole al felino un respiro que aprovechó para llevarse las patas a la garganta e inhalar profusamente.

-Lo siento mucho. De verdad. Es que... -su mirada comenzó a vagar por la habitación, evitando cruzarse con las ajenas al tiempo en que intentaba encontrar alguna excusa creíble- ...es que, este... En mi aldea, soy el ayudante de un gran técnico de... varias cosas y, umh, solo quería darle un vistazo para investigarlo, sí. ¡No sé cómo terminó en mi bolsillo!

Su cola era un vaivén incesante, sus orejas estaban tan solapadas hacia atrás que casi no se veían y sus ojos, de vez en vez, buscaban a Sophitia pero pronto la volvían a evitar. Cuando Zöe preguntó por su mano, le mostró la palma al tiempo en que se encogía de hombros. No estaba tan mal; la piel de las almohadillas solo estaba un poco irritada. El problema era la herida del muslo, donde todo el pelaje se había chamuscado y podía verse la quemadura a través del hueco que había quedado en sus pantalones.

-Ahora que ya lo he visto -continuó mientras, lentamente, cojeaba hacia la puerta- puedo marcharme. Mi... mi gente no creerá que existe algo así cuando se lo cuente. ¡Gracias por el agua! ¡Adiós!

-¡JA! - El sonido era de una risa [ANALIZANDO] pero podía suponer que no era del tipo de risa que los orgánicos hacen cuando algo les causa alegría o gracia. No, probablemente no, ya que el contexto era muy serio como para reírse - ¿No fuiste tú? ¿Lo ibas a devolver? Bah, excusas de ladrón, solo pretendías ser amable para aprovecharte de la ingenuidad de Zöe y robarle - Pude notar como apretaba aún más su agarre y como a la vez el felino comenzaba a mostrar la punta de las garras.

“Van a hacerse daño”

-¡Basta ya, Sophitia! - No era normal que gritara, mi tono siempre se mantenía en la neutralidad, pero esa parte de mi que insistía en que la detuviera había roto con la imparcialidad que mi sistema se esforzaba en mantener - Él tiene razón, no permitiré que le hagas daño en mi presencia. Deberías irte - Le dije mirándola fijamente a los ojos.

De los dos orgánicos que había en la habitación uno de ellos estaba herido, por lo que estaba claro cuales debían ser mis prioridades. La Vampiro me sostuvo la mirada unos segundos, apretando la mandíbula de tal forma que los músculos de los lados sobresalían, se paró derecha y respiró profundo, dejando salir el aire de tal forma que su similitud con un toro enojado era impresionante.

-Haz lo que te plazca - Arrugó la nariz y agregó - Luego no digas que no te lo advertí - Se dio la vuelta y salió de la vivienda, no sin antes chocar con el hombro Siszay.

-Lo siento, Sophi siempre se preocupa mucho por mi bienestar, y eso a veces la lleva a tener actitudes algo hoscas - Di dos saltos para poder acercarme un poco al Hombre-Bestia - Déjame que revise tus quemaduras antes de que te vayas, no es bueno que andes por el bosque de noche y con heridas ¿Correcto? - [PROCESANDO SONRISA] Sonreí.

Me gire con algo de dificultad y empecé a acercarme a la mesa de la cocina, ya que en uno de los cajones tenía guardada una pequeña caja con algunos implementos de primeros auxilios. Mientras buscaba, SEPA-IV seguía corriendo por la casa, y aparentemente despertó a AMA y a ATAC, quienes en seguida se unieron a la actividad. Sentía que desde que había regresado estaban aún más revoltosos, Sophi decía que era porque me habían extrañado, pero yo sabía cómo estaban construidos y de ninguna manera podrían generar una emoción tan compleja.

-Por favor acomodate en alguna silla, así podré tratar tus heridas - Tener dos manos y dos piernas hubiese facilitado mucho todo el asunto, pero no podía hacerse nada al respecto, mi cuerpo sería reconstruido a su tiempo, cuando encontrara las piezas adecuadas - Haré una especie de ungüento con algunas hojas para poner en la parte que te quemaste ¿Sí? Seguro que eso ayudará a que no sientas tanto dolor -

Saqué las plantas que tenía guardadas para quemaduras y las puse en un mortero pequeño, las empecé a aplastar pero con una mano sola eso tomaría un tiempo.