Decepcionado. Pero no sorprendido [Privado] [Eilydh] [Cerrado]
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Decepcionado. Pero no sorprendido [Privado] [Eilydh] [Cerrado]
Hacía semanas que no se sabía nada de Matthew Owens.
La última vez que lo habían visto estaba supervisando la construcción del prostíbulo, eligiendo cosas para el decorado con mucha alegría. Todo parecía normal, el mismo Matthew que reía, que hacía chistes desubicados y que irritaba a la gente pero al mismo tiempo se hacía querer. Y de pronto, una noche se fue para no volver. Al principio pensaron que estaba tomándose un descanso, pero llegó el día de la inauguración del local, Brenda corría como desesperada de un lado a otro y ya harta de tener que encargarse de todo mandó a buscar al Virrey.
El mensajero regresó en una bolsa, hecho pedazos, con una nota de Einar que decía que el Virrey no quería ser molestado en ese momento y que todo aquel que intentara ingresar a la casa terminaría de esa manera. Recién entonces todos llegaron a la conclusión de que algo en verdad grave había sucedido, pocos días después se supo que Eyre se había ido de Ciudad Lagarto y entonces todas las piezas encajaron.
De allí en más nadie se animó a acercarse a la casa, pronto las actividades del Prostíbulo se regularon solas, y hasta cierto punto se podía decir que funcionaban de modo más eficiente que cuando estaba Matt.
Había pasado casi un mes desde entonces.
La casa de Matt lucía muy descuidada, al no estar Eyre nadie cuidaba de las plantas por lo que crecían a su antojo y con bastante energía, probablemente habían utilizado algún producto mágico para eso. Una de las ventanas del frente estaba rota y por motivos desconocidos parte de los muebles estaban tirados afuera también, inclusive mantas y ropa vieja.
Por dentro, la mansión estaba totalmente destruida, era como si un grupo de maleantes hubiese entrado a saquear, pero eso era fácilmente descartable ya que muchas de las cosas de valor también estaban tiradas por allí. En realidad Matthew había roto todo con sus propias manos, y se había asegurado que nada quedara entero, siquiera los cuadros ni la vajilla.
Bajando una escalera está el cuarto de baño, el agua está tan caliente que el vapor apenas permite ver al hombre que se encuentra tirado en la tina. Mantiene la cabeza apoyada en el borde y apenas se mueve, si bien está limpio, lleva la barba de un mes y cualquiera sabe que sin importar las circunstancias Matthew siempre mantenía su barba arreglada.
Pasaba la palma de la mano por la superficie del agua de un lado al otro, con la mirada perdida, su mente divagaba en recuerdos muchos más agradables que lo alejan del decepcionante presente. Unas pocas velas iluminan el ambiente, y aunque se siente un delicioso perfume y el agua está perfecta, no hay nada que cause placer en el cuerpo de Matthew, se siente vacío, indiferente, como si ese organismo no fuera suyo y lo contemplara desde cierta distancia.
La última vez que lo habían visto estaba supervisando la construcción del prostíbulo, eligiendo cosas para el decorado con mucha alegría. Todo parecía normal, el mismo Matthew que reía, que hacía chistes desubicados y que irritaba a la gente pero al mismo tiempo se hacía querer. Y de pronto, una noche se fue para no volver. Al principio pensaron que estaba tomándose un descanso, pero llegó el día de la inauguración del local, Brenda corría como desesperada de un lado a otro y ya harta de tener que encargarse de todo mandó a buscar al Virrey.
El mensajero regresó en una bolsa, hecho pedazos, con una nota de Einar que decía que el Virrey no quería ser molestado en ese momento y que todo aquel que intentara ingresar a la casa terminaría de esa manera. Recién entonces todos llegaron a la conclusión de que algo en verdad grave había sucedido, pocos días después se supo que Eyre se había ido de Ciudad Lagarto y entonces todas las piezas encajaron.
De allí en más nadie se animó a acercarse a la casa, pronto las actividades del Prostíbulo se regularon solas, y hasta cierto punto se podía decir que funcionaban de modo más eficiente que cuando estaba Matt.
Había pasado casi un mes desde entonces.
La casa de Matt lucía muy descuidada, al no estar Eyre nadie cuidaba de las plantas por lo que crecían a su antojo y con bastante energía, probablemente habían utilizado algún producto mágico para eso. Una de las ventanas del frente estaba rota y por motivos desconocidos parte de los muebles estaban tirados afuera también, inclusive mantas y ropa vieja.
Por dentro, la mansión estaba totalmente destruida, era como si un grupo de maleantes hubiese entrado a saquear, pero eso era fácilmente descartable ya que muchas de las cosas de valor también estaban tiradas por allí. En realidad Matthew había roto todo con sus propias manos, y se había asegurado que nada quedara entero, siquiera los cuadros ni la vajilla.
Bajando una escalera está el cuarto de baño, el agua está tan caliente que el vapor apenas permite ver al hombre que se encuentra tirado en la tina. Mantiene la cabeza apoyada en el borde y apenas se mueve, si bien está limpio, lleva la barba de un mes y cualquiera sabe que sin importar las circunstancias Matthew siempre mantenía su barba arreglada.
Pasaba la palma de la mano por la superficie del agua de un lado al otro, con la mirada perdida, su mente divagaba en recuerdos muchos más agradables que lo alejan del decepcionante presente. Unas pocas velas iluminan el ambiente, y aunque se siente un delicioso perfume y el agua está perfecta, no hay nada que cause placer en el cuerpo de Matthew, se siente vacío, indiferente, como si ese organismo no fuera suyo y lo contemplara desde cierta distancia.
Última edición por Matthew Owens el Mar Dic 15 2020, 02:00, editado 1 vez
Matthew Owens
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Re: Decepcionado. Pero no sorprendido [Privado] [Eilydh] [Cerrado]
Ciudad lagarto tenía la impasividad de los lugares que carecen de alma y se apoderan de todos los que venían a morir allí. El halo de misterio que inundaba las razones por las que todos los que comenzaban una etapa allí, lejos de acabar en muerte parecían aferrarse a una nueva vida.
Eilydh comenzó a entender el magnetismo de aquel lugar el momento justo en el que se cuastionó por qué debía marcharse la segunda vez. Las calles entramadas de historias la atraían como si el mero hecho de saber que su propia historia podría darle forma a aquella ciudad fuese lo suficiente como para hacer que se cuestionase incluso el porqué acabó allí. Pero ante todo, ciudad lagarto tenía esa manera de ordenar el caos y hacerlo algo capaz de pasar por normalidad. O una normalidad caótica que se retrataba de manera casi perfecta en su virrey. Matthew Owens.
Como le pasaba con su ciudad, Eilydh tenía sentimientos encontrados con respecto al virrey. Su último encuentro con Anders le había hecho darse cuenta que había personas que podían hacerla sanar sin necesidad de recodearse en el caos de su dolor, como le había prometido Owens. Anders lo hacía todo tan fácil, tan simple y transparente que irremediablemente. Jugueteó con un hilo suelto en su armadura. Eilydh no había podido no pensar en el virrey y en sus trucos egoístas, sus capas sin fin para acabar descubriendo el remolino de cosas sin decir que se habían dejado la última vez que se vieron.
En varias ocasiones tras volver desde sandorai, Eilydh había escuchado a caminantes decir que cualquier sendero recóndito acababa en ciudad lagarto. La elfa tenía el suficiente conocimiento de la ciudad como para saber que aquello seguramente era un rumor infundido por el propio Owens, casi se sintió orgullosa de que los esfuerzos de su amigo al fin hubiesen tenido resultados plausibles. Pero su buen humor con respecto a aquello cesó de manera inmediata cuando sus pasos. casi sin saberlo acabaron en la cienaga que era Ciudad Lagarto.
Ash’alá lideraba el camino, como de costumbre, y el tigre pareció decidir no avanzar más allá del río bajo que delimitaba la linde de la ciudad con las montañas bajas a su alrededor. Rugió de manera calmada antes de perderse en el horizonte. Eilydh sabría que no iría muy lejos. Curiosamente de entre todos los lugares de Aerandir, Ciudad lagarto era el único sitio donde Eilydh creía no necesitar estar en guardia por peligro.
Las columnas medio rotas de la plaza central le resultaron mínimamente familiar y cuando el posadero de la posada donde solía quedarse la vio entrar su boca, normalmente sería y su mirada sospechosa se tornó en una sonrisa liviana. Agarró una de las llaves, la de la última vez y no dijo más que:
-Me alegra verte de nuevo- antes de que la elfa avanzase hasta la habitación en el segundo piso.
Eilydh no tenía idea alguna de cuánto se alegraba aquel posadero de verla hasta que el aire de la única ventana de su habitación la transportó a la visión general de la ciudad desde el balcón.
El gentío rutinario de la ciudad parecía enmudecido por un orden.. extraño. El pregonero gritaba más bajito de lo que Eilydh recordaba, el ladrón de la calle oscura que daba al prostíbulo estaba lo suficientemente distraído como para dejar pasar a varias víctimas distraídas sin hacer de ellos su botín. Las luces del prostíbulo estaban a medio encender a pesar de que casi había caído la tarde y... lo más preocupante. Bajo su ventana no había nadie.
Nadie.
Matt solía orgullecerse de conocer todo lo que pasaba en su ciudad antes que ningún otro y al virrey le divertía ejercer el único control que Eilydh le dejaba tener sobre ella mandando a varias prostitutas a vigilar sus movimientos cuando ella estaba en la ciudad. Al principio la elfa había tomado aquello como un atentado a su libertad y había sido razón de más de una pelea entre ambos. A medida que pasaba el tiempo, Eilydh comprendió que aunque el virrey le había pedido lo imposible de estar siempre sin estarlo de entregarse siempre a medias y de ser siempre el si que sigue a un no, lo cierto era que a alguna de las capas de aquel hombre le importaba lo suficiente como para asegurarse que volvía a casa cada noche. Ya fuese sola o acompañada.
Eilydh suspiró. ¿Acaso estaba molesta por aquello?
Se dio un baño rápido pues estaba cansada del camino y se debatió entre sí ponerse de nuevo su armadura o..
El vestido se estiraba sobre la cama. Era de una seda fina y cara, un autoregalo que trajo de roilkat la última vez que caminó por aquella zona. Tenía el color de la berenjena madura y dejaba su cuello y brazos al descubierto, tan solo interrumpidos por unas mangas caídas a ambos lados. Casi podía imaginarse sorbiendo de la copa del mejor vino de tal o cual cosecha que Matt se inventase tan solo para intentar captar su atención.
Se mordió el labio y finalmente se lo puso.Debatió un segundo sobre si deshacerse las trenzas y a medida que agarró una, los ojos profundos y violetas de Anders la miraron desde el recuerdo. La acaricio por un segundo y la dejó ahí, componiendo un recogido bajo que la elfa adornó con unos pendientes turquesa. Se contempló por un segundo en el espejo y esbozó una sonrisa como si no se reconociese pero.. le gustase lo que veía.
Llevó aquella sonrisa hasta llegar al prostíbulo. Brenda la contempló como quien mira a un fantasma.Agarró sus manos y sus ojos se llenaron de lágrimas. A Eilydh se le daba tan mal consolar el llanto de otro como aceptar el suyo propio. Brenda le sirvió una copa de te mientras le explicaba el motivo exacto por el que las calles de la ciudad olían menos a Owens y más al azufre de las fogatas en desorden.
-No va a volver- dijo Brenda, dedicándole una mirada particularmente inquisitiva a la elfa.
Eilydh entendió.
Tragó saliva por un segundo antes de volver de nuevo a su posada.
Cuando salió de nuevo rumbo a la cabaña de Matthew y Eyre en el bosque. nada quedaba de su feminidad en el vestido berenjena. La chica se embutió su armadura de nuevo y se puso su gesto fuerte, a pesar de que aquello no era lo que había estado aguardando.
Einar la retó con la mirada cuando Eilydh se presentó ante la puerta del virrey. Se posicionó entre ella y el portalón de madera con gesto casi más serio que el de ella misma.
-Debo pedirte que te vayas, Eille. El virrey no quiere visitas.-
Eilydh observó el desastre que se acumulaba fuera de la casa que hasta hacía nada había albergado el amor entre Eyre y Matt, como si todo fuese una macabra similitud al desastre interno que sabía por Brenda. estaba sumido Matt.
-Y yo debería hacerte caso y alejarme de aquí, pero si fuese alguien que se rigiese por las normas establecidas, jamás nos hubiésemos conocido. Así que, lo que quiera o no el virrey no me puede importar menos. Yo no soy visitas. - suspiró un momento y le plantó cara a Einar. Se preocupó lo suficiente para alzar la voz al decir la siguiente frase para asegurarse que Matt la escuchase.-Vengo porque tengo una reputación que mantener, y no se cuanto tiempo lleva encerrado en esta choza derruida pero me parece bastante estúpido que abandone todo lo que construyó porque...- se mordió la lengua, pero debía causar impresión a Matt si quería obtener un resultado- porque una cortesana le negó pasar la noche con el y se largó de su lado.
Eilydh sabía que Eyre nunca había sido una cortesana y que el corazón de Matt siempre le había pertenecido, pero... a momentos desesperados... acciones desesperadas.
Einar se apartó. Eilydh entró en la casa con la pesadumbre de alguien que sabe qué va a encontrar y la decisión de quien tiene un objetivo. Se dejó guiar por el olor a hierbas y flores y caminó esquivando todo el desorden hasta el baño. Una vez allí llamó tres veces. no estaba segura de si iba a encontrar respuestas. El saberlo así le había dado todas las respuestas necesarias, al fin y al cabo pero esperaba que al menos el virrey tuviese la compostura de atenderla.
Aquella era Eilydh tendiéndole una mano... no era algo que soliese hacer demasiadas veces.

Eilydh comenzó a entender el magnetismo de aquel lugar el momento justo en el que se cuastionó por qué debía marcharse la segunda vez. Las calles entramadas de historias la atraían como si el mero hecho de saber que su propia historia podría darle forma a aquella ciudad fuese lo suficiente como para hacer que se cuestionase incluso el porqué acabó allí. Pero ante todo, ciudad lagarto tenía esa manera de ordenar el caos y hacerlo algo capaz de pasar por normalidad. O una normalidad caótica que se retrataba de manera casi perfecta en su virrey. Matthew Owens.
Como le pasaba con su ciudad, Eilydh tenía sentimientos encontrados con respecto al virrey. Su último encuentro con Anders le había hecho darse cuenta que había personas que podían hacerla sanar sin necesidad de recodearse en el caos de su dolor, como le había prometido Owens. Anders lo hacía todo tan fácil, tan simple y transparente que irremediablemente. Jugueteó con un hilo suelto en su armadura. Eilydh no había podido no pensar en el virrey y en sus trucos egoístas, sus capas sin fin para acabar descubriendo el remolino de cosas sin decir que se habían dejado la última vez que se vieron.
En varias ocasiones tras volver desde sandorai, Eilydh había escuchado a caminantes decir que cualquier sendero recóndito acababa en ciudad lagarto. La elfa tenía el suficiente conocimiento de la ciudad como para saber que aquello seguramente era un rumor infundido por el propio Owens, casi se sintió orgullosa de que los esfuerzos de su amigo al fin hubiesen tenido resultados plausibles. Pero su buen humor con respecto a aquello cesó de manera inmediata cuando sus pasos. casi sin saberlo acabaron en la cienaga que era Ciudad Lagarto.
Ash’alá lideraba el camino, como de costumbre, y el tigre pareció decidir no avanzar más allá del río bajo que delimitaba la linde de la ciudad con las montañas bajas a su alrededor. Rugió de manera calmada antes de perderse en el horizonte. Eilydh sabría que no iría muy lejos. Curiosamente de entre todos los lugares de Aerandir, Ciudad lagarto era el único sitio donde Eilydh creía no necesitar estar en guardia por peligro.
Las columnas medio rotas de la plaza central le resultaron mínimamente familiar y cuando el posadero de la posada donde solía quedarse la vio entrar su boca, normalmente sería y su mirada sospechosa se tornó en una sonrisa liviana. Agarró una de las llaves, la de la última vez y no dijo más que:
-Me alegra verte de nuevo- antes de que la elfa avanzase hasta la habitación en el segundo piso.
Eilydh no tenía idea alguna de cuánto se alegraba aquel posadero de verla hasta que el aire de la única ventana de su habitación la transportó a la visión general de la ciudad desde el balcón.
El gentío rutinario de la ciudad parecía enmudecido por un orden.. extraño. El pregonero gritaba más bajito de lo que Eilydh recordaba, el ladrón de la calle oscura que daba al prostíbulo estaba lo suficientemente distraído como para dejar pasar a varias víctimas distraídas sin hacer de ellos su botín. Las luces del prostíbulo estaban a medio encender a pesar de que casi había caído la tarde y... lo más preocupante. Bajo su ventana no había nadie.
Nadie.
Matt solía orgullecerse de conocer todo lo que pasaba en su ciudad antes que ningún otro y al virrey le divertía ejercer el único control que Eilydh le dejaba tener sobre ella mandando a varias prostitutas a vigilar sus movimientos cuando ella estaba en la ciudad. Al principio la elfa había tomado aquello como un atentado a su libertad y había sido razón de más de una pelea entre ambos. A medida que pasaba el tiempo, Eilydh comprendió que aunque el virrey le había pedido lo imposible de estar siempre sin estarlo de entregarse siempre a medias y de ser siempre el si que sigue a un no, lo cierto era que a alguna de las capas de aquel hombre le importaba lo suficiente como para asegurarse que volvía a casa cada noche. Ya fuese sola o acompañada.
Eilydh suspiró. ¿Acaso estaba molesta por aquello?
Se dio un baño rápido pues estaba cansada del camino y se debatió entre sí ponerse de nuevo su armadura o..
El vestido se estiraba sobre la cama. Era de una seda fina y cara, un autoregalo que trajo de roilkat la última vez que caminó por aquella zona. Tenía el color de la berenjena madura y dejaba su cuello y brazos al descubierto, tan solo interrumpidos por unas mangas caídas a ambos lados. Casi podía imaginarse sorbiendo de la copa del mejor vino de tal o cual cosecha que Matt se inventase tan solo para intentar captar su atención.
Se mordió el labio y finalmente se lo puso.Debatió un segundo sobre si deshacerse las trenzas y a medida que agarró una, los ojos profundos y violetas de Anders la miraron desde el recuerdo. La acaricio por un segundo y la dejó ahí, componiendo un recogido bajo que la elfa adornó con unos pendientes turquesa. Se contempló por un segundo en el espejo y esbozó una sonrisa como si no se reconociese pero.. le gustase lo que veía.
Llevó aquella sonrisa hasta llegar al prostíbulo. Brenda la contempló como quien mira a un fantasma.Agarró sus manos y sus ojos se llenaron de lágrimas. A Eilydh se le daba tan mal consolar el llanto de otro como aceptar el suyo propio. Brenda le sirvió una copa de te mientras le explicaba el motivo exacto por el que las calles de la ciudad olían menos a Owens y más al azufre de las fogatas en desorden.
-No va a volver- dijo Brenda, dedicándole una mirada particularmente inquisitiva a la elfa.
Eilydh entendió.
Tragó saliva por un segundo antes de volver de nuevo a su posada.
Cuando salió de nuevo rumbo a la cabaña de Matthew y Eyre en el bosque. nada quedaba de su feminidad en el vestido berenjena. La chica se embutió su armadura de nuevo y se puso su gesto fuerte, a pesar de que aquello no era lo que había estado aguardando.
Einar la retó con la mirada cuando Eilydh se presentó ante la puerta del virrey. Se posicionó entre ella y el portalón de madera con gesto casi más serio que el de ella misma.
-Debo pedirte que te vayas, Eille. El virrey no quiere visitas.-
Eilydh observó el desastre que se acumulaba fuera de la casa que hasta hacía nada había albergado el amor entre Eyre y Matt, como si todo fuese una macabra similitud al desastre interno que sabía por Brenda. estaba sumido Matt.
-Y yo debería hacerte caso y alejarme de aquí, pero si fuese alguien que se rigiese por las normas establecidas, jamás nos hubiésemos conocido. Así que, lo que quiera o no el virrey no me puede importar menos. Yo no soy visitas. - suspiró un momento y le plantó cara a Einar. Se preocupó lo suficiente para alzar la voz al decir la siguiente frase para asegurarse que Matt la escuchase.-Vengo porque tengo una reputación que mantener, y no se cuanto tiempo lleva encerrado en esta choza derruida pero me parece bastante estúpido que abandone todo lo que construyó porque...- se mordió la lengua, pero debía causar impresión a Matt si quería obtener un resultado- porque una cortesana le negó pasar la noche con el y se largó de su lado.
Eilydh sabía que Eyre nunca había sido una cortesana y que el corazón de Matt siempre le había pertenecido, pero... a momentos desesperados... acciones desesperadas.
Einar se apartó. Eilydh entró en la casa con la pesadumbre de alguien que sabe qué va a encontrar y la decisión de quien tiene un objetivo. Se dejó guiar por el olor a hierbas y flores y caminó esquivando todo el desorden hasta el baño. Una vez allí llamó tres veces. no estaba segura de si iba a encontrar respuestas. El saberlo así le había dado todas las respuestas necesarias, al fin y al cabo pero esperaba que al menos el virrey tuviese la compostura de atenderla.
Aquella era Eilydh tendiéndole una mano... no era algo que soliese hacer demasiadas veces.

Eilydh
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Re: Decepcionado. Pero no sorprendido [Privado] [Eilydh] [Cerrado]
Las órdenes de Einar eran bastante claras, generales pero certeras a la vez, sólo podría haberlas entendido él porque había pasado el suficiente tiempo junto a Matt como para poder traducir sus palabras. Además, desde el principio habían coincidido en muchos aspectos, por lo que se había generado entre ellos una especie de comunicación sin necesidad de hablar que seguramente sería la envidia de muchos de los que alguna vez habían pretendido acercarse a Owens.
Pero no había cariño alguno en esa relación, sólo había beneficio mutuo.
La orden en cuestión era no dejar pasar a nadie que viniera a hacer reclamos o con intenciones violentas. Por eso había echado ya a Hadden en un par de oportunidades, además de mensajeros y cobradores, todos habían recibido la correspondiente advertencia y posterior ataque sí se negaban a marcharse de buenas maneras.
Sí la voz de Eilydh llegó hasta donde estaba Matthew, este no hizo movimiento alguno, ni respondió de ninguna manera. No tenía ni fuerzas, ni ganas de hacer acción alguna, y de todos modos el Bio se encargaría del asunto, no era necesario que él hiciera nada.
Escuchó que alguien bajaba por la escalera, así que podía deducir que al menos no era alguien que viniera a molestarlo. Escuchó que llamaban a la puerta, normalmente se hubiese puesto de pie y habría realizado toda una serie de pantomimas, con un lenguaje florido y algunos chistes que de tan malos darían risa. El sólo pensar en hacer semejante despliegue el Virrey se llenó de cansancio ¿Hacía cuánto que no comía? No se acordaba, había como lagunas entre el momento en que Eyre se había ido, la destrucción de la casa, y los últimos tres o cuatro días cuando las cosas se habían calmado un poco.
-Mmm... - Fue el único sonido que salió de su garganta, de modo desganado, y siquiera levantó una mano o hizo el intento de moverse de la bañera.
Cuando la puerta se abrió se encontró con alguien que no esperaba, era inesperado porque la elfa se había ido hacía un tiempo y en ningún momento había sido demasiado precisa sobre cuándo volvería, por lo que Matt no aguardaba a por su regreso. Aún así el asombro no fue el suficiente como para que siquiera levantara una ceja, se quedó donde estaba con la cabeza apoyada en el borde de la bañera.
-¿Que quieres? - Matthew se saltó todos los saludos y formalidades.
Y mientras escuchaba a la elfa seguía pasando la mano por la superficie del agua, levantando un poco ahuecando la palma y dejándola caer lentamente, generando ondas y con la mirada perdida. No había sonrisa, ni intentos por caer simpático... Era algo habitual que le pidieran a Owens el que fuera más auténtico, más sincero “Sincero, sincero, sincero, odio esa palabra, la detesto” pensaba el Humano y frunció el ceño.
Eso era Matt, un montón de carne con forma de persona, no había nada allí para ofrecer ni para tentar.
Pero no había cariño alguno en esa relación, sólo había beneficio mutuo.
La orden en cuestión era no dejar pasar a nadie que viniera a hacer reclamos o con intenciones violentas. Por eso había echado ya a Hadden en un par de oportunidades, además de mensajeros y cobradores, todos habían recibido la correspondiente advertencia y posterior ataque sí se negaban a marcharse de buenas maneras.
Sí la voz de Eilydh llegó hasta donde estaba Matthew, este no hizo movimiento alguno, ni respondió de ninguna manera. No tenía ni fuerzas, ni ganas de hacer acción alguna, y de todos modos el Bio se encargaría del asunto, no era necesario que él hiciera nada.
Escuchó que alguien bajaba por la escalera, así que podía deducir que al menos no era alguien que viniera a molestarlo. Escuchó que llamaban a la puerta, normalmente se hubiese puesto de pie y habría realizado toda una serie de pantomimas, con un lenguaje florido y algunos chistes que de tan malos darían risa. El sólo pensar en hacer semejante despliegue el Virrey se llenó de cansancio ¿Hacía cuánto que no comía? No se acordaba, había como lagunas entre el momento en que Eyre se había ido, la destrucción de la casa, y los últimos tres o cuatro días cuando las cosas se habían calmado un poco.
-Mmm... - Fue el único sonido que salió de su garganta, de modo desganado, y siquiera levantó una mano o hizo el intento de moverse de la bañera.
Cuando la puerta se abrió se encontró con alguien que no esperaba, era inesperado porque la elfa se había ido hacía un tiempo y en ningún momento había sido demasiado precisa sobre cuándo volvería, por lo que Matt no aguardaba a por su regreso. Aún así el asombro no fue el suficiente como para que siquiera levantara una ceja, se quedó donde estaba con la cabeza apoyada en el borde de la bañera.
-¿Que quieres? - Matthew se saltó todos los saludos y formalidades.
Y mientras escuchaba a la elfa seguía pasando la mano por la superficie del agua, levantando un poco ahuecando la palma y dejándola caer lentamente, generando ondas y con la mirada perdida. No había sonrisa, ni intentos por caer simpático... Era algo habitual que le pidieran a Owens el que fuera más auténtico, más sincero “Sincero, sincero, sincero, odio esa palabra, la detesto” pensaba el Humano y frunció el ceño.
Eso era Matt, un montón de carne con forma de persona, no había nada allí para ofrecer ni para tentar.
Matthew Owens
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Re: Decepcionado. Pero no sorprendido [Privado] [Eilydh] [Cerrado]
La puerta se abrió al tercer golpe. No porque el virrey hubiese querido dejarla entrar, todo lo contrario. Aquella puerta se abrió como si hubiese sido forzada varías veces antes. Como si todos y cada uno de los berrinches del virrey hubiesen culminado en un estruendo dirigido a aquel pedazo de manera con goznes y pomo y como resultado, aquella puerta no era más que una lámina que a duras penas cumplía su función.
Eilydh no esperó indicación y entró en aquella habitación, mientras se llenaba la cabeza de similitudes entre lo fácil que estaba resultando aquello y lo imposible de la situación. Había azulejos rotos en el suelo. Un pequeño mueblecito blanco de madera y mármol estaba volcado no muy lejos del inodoro. La estancia olía a hierbas frescas y espuma de afeitar y estaba inundada del vaho menguante de un lugar en el que el agua cálida hace tiempo que comenzó a enfriarse.
Buscó con la mirada un lugar donde acomodarse sin pisar nada del destrozo y entonces vio el alféizar de la ventana. Caminó hasta allí. El estruendo de sus pasos intentado no caer no hicieron que no escuchase la voz nítida de Matt en la bañera y su deje de impaciencia. Aquello sin duda la molestó e hizo que se cuestionase, después de haberse sentado en el alféizar, la razón exacta de haber vuelto. Pero suspiró y miró a las cuencas oscuras que Matt tenía por ojos.
-Quiero que dejes de sentir pena por ti mismo y salgas de esa estúpida bañera en la que seguro llevas horas. Quiero que mires a tu alrededor y comiences a entender qué estúpido te ves con el corazón roto y comiences a arreglarlo.Quiero que dejes de pensar en alguien que claramente hacía mucho que no tenía cabida en tu vida. Quiero que vayas al prostíbulo y le des un descanso de sus tareas a Brenda. Quiero que...-se dió cuenta entonces que claramente Matt estaba desnudo-Quiero que la próxima vez que te vea desnudo no sea porque andes lloriqueando por otra mujer. - Sonrió e hizo el amago de levantarse a acariciar el hombro de Matt, pero se retuvo. Había mucho de lo que tenían que hablar. Hizo un silencio largo y después continuó- sobre todo, quiero que estés bien. ¿Qué quieres tú?- Añadió retándolo con la mirada clavada en sus ojos tristes.
Estaba segura de lo que sabía qué era lo que quería Matt pero esperaba encontrar algo oculto en aquello que quería, tan solo para darle una pista sobre cómo ayudarlo.
Eilydh no esperó indicación y entró en aquella habitación, mientras se llenaba la cabeza de similitudes entre lo fácil que estaba resultando aquello y lo imposible de la situación. Había azulejos rotos en el suelo. Un pequeño mueblecito blanco de madera y mármol estaba volcado no muy lejos del inodoro. La estancia olía a hierbas frescas y espuma de afeitar y estaba inundada del vaho menguante de un lugar en el que el agua cálida hace tiempo que comenzó a enfriarse.
Buscó con la mirada un lugar donde acomodarse sin pisar nada del destrozo y entonces vio el alféizar de la ventana. Caminó hasta allí. El estruendo de sus pasos intentado no caer no hicieron que no escuchase la voz nítida de Matt en la bañera y su deje de impaciencia. Aquello sin duda la molestó e hizo que se cuestionase, después de haberse sentado en el alféizar, la razón exacta de haber vuelto. Pero suspiró y miró a las cuencas oscuras que Matt tenía por ojos.
-Quiero que dejes de sentir pena por ti mismo y salgas de esa estúpida bañera en la que seguro llevas horas. Quiero que mires a tu alrededor y comiences a entender qué estúpido te ves con el corazón roto y comiences a arreglarlo.Quiero que dejes de pensar en alguien que claramente hacía mucho que no tenía cabida en tu vida. Quiero que vayas al prostíbulo y le des un descanso de sus tareas a Brenda. Quiero que...-se dió cuenta entonces que claramente Matt estaba desnudo-Quiero que la próxima vez que te vea desnudo no sea porque andes lloriqueando por otra mujer. - Sonrió e hizo el amago de levantarse a acariciar el hombro de Matt, pero se retuvo. Había mucho de lo que tenían que hablar. Hizo un silencio largo y después continuó- sobre todo, quiero que estés bien. ¿Qué quieres tú?- Añadió retándolo con la mirada clavada en sus ojos tristes.
Estaba segura de lo que sabía qué era lo que quería Matt pero esperaba encontrar algo oculto en aquello que quería, tan solo para darle una pista sobre cómo ayudarlo.
Eilydh
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Re: Decepcionado. Pero no sorprendido [Privado] [Eilydh] [Cerrado]
Se removió en el agua, con una pereza nada encantadora, no parecía que la estuviera escuchando, pero estaban solos en la casa y la voz de Eil retumbaba en el lugar como si fuera mucho más potente de lo que era. Cuando mencionó el agua prestó atención a sí estaba en verdad caliente, y la elfa tenía razón, apenas y sí estaba tibia... Pero lo cierto es que no le importaba.
-¿Por qué tengo que dejar de sentir pena por mi mismo? Es mi vida, hago lo que se me antoja con ella. Además, tengo tanto derecho como cualquiera a sentir dolor - Se sentía muy cansado de las exigencias, de que la gente le dijera lo que tenía que hacer - Siempre crees que me veo estúpido - Y en verdad sabía que la mayoría de las personas lo miraban como si fuera un idiota, él mismo se había encargado de que muchos lo creyeran así. No era eso lo que le molestaba, lo que le resultaba irritante es que quisiera hacerlo esforzarse para lograr algo que de todos modos no lograría - ... Eso no es tan así - Fue lo único que pudo decir cuando mencionó indirectamente a Eyre.
Sí tenía que pensarlo en retrospectiva, ambos habían sabido desde el principio que una relación entre dos polos tan opuestos sería sumamente difícil. Aún así, habían apostado a por intentarlo, y Matthew consideraba que había ofrecido de sí tanto como le había sido posible, pero eso no había sido suficiente para la Joven Hechicera ¿Que se puede hacer cuando se entrega todo y aún así no alcanza?
-Brenda puede hacerlo - Desvió la mirada hacía la elfa - En realidad, sabes que toda la ciudad funciona mejor si yo no estoy allí. No intentes negarlo porque lo tengo perfectamente claro - Volvió a bajar la mirada - Yo me aseguré que así fuera -
Sin decirle nada sumergió la cabeza en el agua, se quedó allí unos segundos, y cuando salió para tomar aire se puso en pie, sin vergüenza alguna por su desnudez. Dio un paso afuera de la bañera y agarró una toalla, como si la elfa no estuviera allí, se secó el pelo friccionando con la tela y luego se ató la misma a la cintura.
-Jamás mostraste ni un mínimo de interés en verme desnudo, y estoy casi convencido de que los cuerpos de los humanos te deben resultar bastante desagradables, pero por sobre todo el mío, ya que viene anexado a mi persona - Se acercó a Eil y apoyó un brazo en la pared, dejándola encerrada - ¿Y qué quieres tu de mi? Llegaste pidiendo dinero, ahora lo tienes así que no es eso, tampoco me necesitas como prometido, tienes a alguien que puede cumplir con ese papel mucho mejor que yo. Tampoco me deseas, a duras penas me toleras ¿Entonces? ¿Qué es lo que obtienes de mi? ¿Qué es lo que te motiva a venir a buscarme incluso cuando sabes que no te daré nada? -
A medida que preguntaba fue apoyando su cuerpo mojado contra el de Eilydh, a diferencia de otras veces, no había reacción alguna, por el contrario, se lo sentía bastante frío. Algunas gotas del pelo mojado resbalaron hasta caer en la elfa.
-No creo que sea un secreto lo que yo quiero. Tu me conoces, o supones que me conoces ¿Porque no intentas adivinarlo? -
-¿Por qué tengo que dejar de sentir pena por mi mismo? Es mi vida, hago lo que se me antoja con ella. Además, tengo tanto derecho como cualquiera a sentir dolor - Se sentía muy cansado de las exigencias, de que la gente le dijera lo que tenía que hacer - Siempre crees que me veo estúpido - Y en verdad sabía que la mayoría de las personas lo miraban como si fuera un idiota, él mismo se había encargado de que muchos lo creyeran así. No era eso lo que le molestaba, lo que le resultaba irritante es que quisiera hacerlo esforzarse para lograr algo que de todos modos no lograría - ... Eso no es tan así - Fue lo único que pudo decir cuando mencionó indirectamente a Eyre.
Sí tenía que pensarlo en retrospectiva, ambos habían sabido desde el principio que una relación entre dos polos tan opuestos sería sumamente difícil. Aún así, habían apostado a por intentarlo, y Matthew consideraba que había ofrecido de sí tanto como le había sido posible, pero eso no había sido suficiente para la Joven Hechicera ¿Que se puede hacer cuando se entrega todo y aún así no alcanza?
-Brenda puede hacerlo - Desvió la mirada hacía la elfa - En realidad, sabes que toda la ciudad funciona mejor si yo no estoy allí. No intentes negarlo porque lo tengo perfectamente claro - Volvió a bajar la mirada - Yo me aseguré que así fuera -
Sin decirle nada sumergió la cabeza en el agua, se quedó allí unos segundos, y cuando salió para tomar aire se puso en pie, sin vergüenza alguna por su desnudez. Dio un paso afuera de la bañera y agarró una toalla, como si la elfa no estuviera allí, se secó el pelo friccionando con la tela y luego se ató la misma a la cintura.
-Jamás mostraste ni un mínimo de interés en verme desnudo, y estoy casi convencido de que los cuerpos de los humanos te deben resultar bastante desagradables, pero por sobre todo el mío, ya que viene anexado a mi persona - Se acercó a Eil y apoyó un brazo en la pared, dejándola encerrada - ¿Y qué quieres tu de mi? Llegaste pidiendo dinero, ahora lo tienes así que no es eso, tampoco me necesitas como prometido, tienes a alguien que puede cumplir con ese papel mucho mejor que yo. Tampoco me deseas, a duras penas me toleras ¿Entonces? ¿Qué es lo que obtienes de mi? ¿Qué es lo que te motiva a venir a buscarme incluso cuando sabes que no te daré nada? -
A medida que preguntaba fue apoyando su cuerpo mojado contra el de Eilydh, a diferencia de otras veces, no había reacción alguna, por el contrario, se lo sentía bastante frío. Algunas gotas del pelo mojado resbalaron hasta caer en la elfa.
-No creo que sea un secreto lo que yo quiero. Tu me conoces, o supones que me conoces ¿Porque no intentas adivinarlo? -
Matthew Owens
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Re: Decepcionado. Pero no sorprendido [Privado] [Eilydh] [Cerrado]
Así que era eso.
Las gotas de agua formaron un camino intermitente de la bañera de la que acababa de salir el virrey hasta ella misma. Eilydh sopesó por unos segundos si bajar la mirada cuando el hombre claramente ignoró toda la norma social y de decoro y olvidó de manera premeditada agarrar su toalla y cubrirse con la misma. Dudó hacia donde dirigir su mirada por los segundos que le tomaba al virrey en acercarse a ella, inundando sus oídos con palabras que parecían más llenas de rabia que de Matt. Fijó su mirada finalmente sobre los ojos el hombre, altiva, como si por el hecho de no mirar a otro lugar que a sus ojos estuviese retándolo e ignoró la incomodidad que recorría su espalda a medida que sus pasos iban de manera decidida apresándola y haciendola recular. Hasta finalmente envolverla con su presencia y la pared.
Claramente, era aquello.
Eilydh inundó sus pulmones con el olor a unguentos mal mezclados con los que Matt había estado arrugando su piel durante el baño. Notó la humedad de las gotas que caían desde la cabeza del hombre hasta su frente primero, y resbalaban de su nariz a sus labios y luego... hasta ella misma. La piel de la elfa se erizó con el contacto del agua sobre sus propias mejillas y brazos. Su respiración se agitó por unos segundos.Aquello le traía retazos de recuerdos que creía olvidados. Los brazos de Matt apresándola como si tan solo quisiese ser una jaula para ella, sus palabras casi tan peligrosas como sus actos. Llevó su mano en busca de su daga lista para cortar la piel de Matt a tan solo a escasos centímetros de ella. Su corazón comenzaba a latir de aquella manera tan conocida que tenía de hacerlo cuando la furia se apoderaba de ella... y entonces, lo entendió.
Entonces comprendió que el deje azul de sus ojos, lejos de ser un mar en tempestad, reflejaba la sombra de la calma tras una tormenta atronadora. La sensación de vacío cuando la lluvia termina su silenciosa canción y la nostalgia del silencio tras ella.
Otra capa más...
Dejó caer su daga, comprendiendo que quizás conociese demasiado el caos que dominaba a aquel hombre como para ignorar que era lo que ella necesitaba más cuando ese caos la envolvía. El miedo a cualquier ataque o fuerza se desvaneció y Eilydh tan solo pudo ver el vacío con el que la miraba.
Llevó sus manos a ambos lados de la cara de Matt, agarrándolas casi... casi con dulzura y se puso de puntillas para apoyar su frente sobre la barbilla del hombre, llenándose la frente del agua acumulada en su barba y cerrando los ojos por un momento.
-Siempre he querido verte desnudo- dijo la elfa- Pero tu problema es que siempre estás dispuesto a desvestir tu cuerpo, y aún así pocas veces te deshaces de todas tus capas-
Se quedó un minuto así. Por primera vez desde que había conocido a Matt la tensión que solía recorrerlos dejó paso a la complicidad que traía consigo el dolor compartido. Se olvidó por ese eterno minuto de lo extraño de aquella situación y cuando abrió los ojos de nuevo, esperando encontrarse con el témpano de hielo que era su amigo, se deshizo de la jaula que eran sus brazos y agarró una de las toallas que le tendió para que se tapase.
-He venido porque te prometí que sería tu todo y tu nada. Tu certitud y tu incertidumbre. Tu ahora y nunca. He venido porque tenemos asuntos pendientes y... porque claramente... me necesitas aquí- Se alejó un poco del hombre dándole la espalda y privacidad para que se cubriese con la toalla.- Pero tan solo debes pedirme que me vaya... y créeme, no volveré- dijo sin poder contener parte del orgullo que la caracterizaba.
Sintió como si el peso de la tensión de sus hombros que había pasado desapercibido hasta ahora se esfumaba una vez se deshacía de la jaula de los hombros de Matt. Abrió su mano derecha que había sido un puño hasta entonces y notó el dolor de sus uñas clavadas en la palma de su mano. Suspiró sintiendo como los recuerdos que la carcomían se iban lentamente de su mente. Reconoció su reflejo en el vaho del espejo de la estancia.
Las gotas de agua formaron un camino intermitente de la bañera de la que acababa de salir el virrey hasta ella misma. Eilydh sopesó por unos segundos si bajar la mirada cuando el hombre claramente ignoró toda la norma social y de decoro y olvidó de manera premeditada agarrar su toalla y cubrirse con la misma. Dudó hacia donde dirigir su mirada por los segundos que le tomaba al virrey en acercarse a ella, inundando sus oídos con palabras que parecían más llenas de rabia que de Matt. Fijó su mirada finalmente sobre los ojos el hombre, altiva, como si por el hecho de no mirar a otro lugar que a sus ojos estuviese retándolo e ignoró la incomodidad que recorría su espalda a medida que sus pasos iban de manera decidida apresándola y haciendola recular. Hasta finalmente envolverla con su presencia y la pared.
Claramente, era aquello.
Eilydh inundó sus pulmones con el olor a unguentos mal mezclados con los que Matt había estado arrugando su piel durante el baño. Notó la humedad de las gotas que caían desde la cabeza del hombre hasta su frente primero, y resbalaban de su nariz a sus labios y luego... hasta ella misma. La piel de la elfa se erizó con el contacto del agua sobre sus propias mejillas y brazos. Su respiración se agitó por unos segundos.Aquello le traía retazos de recuerdos que creía olvidados. Los brazos de Matt apresándola como si tan solo quisiese ser una jaula para ella, sus palabras casi tan peligrosas como sus actos. Llevó su mano en busca de su daga lista para cortar la piel de Matt a tan solo a escasos centímetros de ella. Su corazón comenzaba a latir de aquella manera tan conocida que tenía de hacerlo cuando la furia se apoderaba de ella... y entonces, lo entendió.
Entonces comprendió que el deje azul de sus ojos, lejos de ser un mar en tempestad, reflejaba la sombra de la calma tras una tormenta atronadora. La sensación de vacío cuando la lluvia termina su silenciosa canción y la nostalgia del silencio tras ella.
Otra capa más...
Dejó caer su daga, comprendiendo que quizás conociese demasiado el caos que dominaba a aquel hombre como para ignorar que era lo que ella necesitaba más cuando ese caos la envolvía. El miedo a cualquier ataque o fuerza se desvaneció y Eilydh tan solo pudo ver el vacío con el que la miraba.
Llevó sus manos a ambos lados de la cara de Matt, agarrándolas casi... casi con dulzura y se puso de puntillas para apoyar su frente sobre la barbilla del hombre, llenándose la frente del agua acumulada en su barba y cerrando los ojos por un momento.
-Siempre he querido verte desnudo- dijo la elfa- Pero tu problema es que siempre estás dispuesto a desvestir tu cuerpo, y aún así pocas veces te deshaces de todas tus capas-
Se quedó un minuto así. Por primera vez desde que había conocido a Matt la tensión que solía recorrerlos dejó paso a la complicidad que traía consigo el dolor compartido. Se olvidó por ese eterno minuto de lo extraño de aquella situación y cuando abrió los ojos de nuevo, esperando encontrarse con el témpano de hielo que era su amigo, se deshizo de la jaula que eran sus brazos y agarró una de las toallas que le tendió para que se tapase.
-He venido porque te prometí que sería tu todo y tu nada. Tu certitud y tu incertidumbre. Tu ahora y nunca. He venido porque tenemos asuntos pendientes y... porque claramente... me necesitas aquí- Se alejó un poco del hombre dándole la espalda y privacidad para que se cubriese con la toalla.- Pero tan solo debes pedirme que me vaya... y créeme, no volveré- dijo sin poder contener parte del orgullo que la caracterizaba.
Sintió como si el peso de la tensión de sus hombros que había pasado desapercibido hasta ahora se esfumaba una vez se deshacía de la jaula de los hombros de Matt. Abrió su mano derecha que había sido un puño hasta entonces y notó el dolor de sus uñas clavadas en la palma de su mano. Suspiró sintiendo como los recuerdos que la carcomían se iban lentamente de su mente. Reconoció su reflejo en el vaho del espejo de la estancia.
Eilydh
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Re: Decepcionado. Pero no sorprendido [Privado] [Eilydh] [Cerrado]
Bajó la mirada cuando notó que la mano de Eil se movía, vió que cerraba los dedos alrededor del mango “Vamos, hazlo, nadie te va a culpar si lo haces. Tampoco estaría del todo mal” pensaba el Humano, siempre eran así, él intentaba acercarse físicamente a la elfa y ella respondía con una amenaza muda. En cierto modo, era la forma que Matt tenía para alejarla, sabía que detestaba que la encerraran, que la agarraran o manipularan, así que cada vez que el Estafador quería que lo dejara en paz, hacía alguna de esas cosas.
Pero esta vez no funcionaría, Eil retiró la mano del arma y en lugar de eso agarró el rostro de Matthew. Pudo ver a través de todas sus tonterías, mentiras, pullas y amenazas, y el gesto lo desarmó por completo. Dejó caer los brazos, si alguien mirara desde afuera podría parecer que lo único que lo mantenía en pie era el agarre de la elfa.
-Duele, duele mucho mostrarse - Susurro - En cambio desnudarse ya hace mucho que dejó de doler -
Aceptó la toalla que le ofrecía Eil y se tapó con ella, de pronto parecía un niño bueno y obediente. Seguía serio, sus ojos aún eran oscuros y su mirada vacía, pero al menos había dejado caer esa capa de falso bufón, demostrando que estaba dispuesto a hablar en serio con la elfa.
-No, no quiero que te vayas - Una punzada en el pecho le hizo recordar que hacía muy poco ya había dicho esas mismas palabras, pero la respuesta del otro lado había sido el rechazo - Tu no te vas a ir ¿Cierto? - Continuó la línea de pensamiento aunque claramente Eil no podía leer su mente así que la oración quedó algo confusa. Owens no pareció percatarse de eso, quizás el cansancio hacían mella en su raciocinio -Ahora sí tengo frío -
Su cuerpo comenzaba a reaccionar a la realidad, el Humano miró alrededor, pero no había ropa allí, probablemente el haber pasado tantos días solo en la casa lo había desacostumbrado a tener comportamientos sociales básicos: Como ir vestido. Se ajustó la toalla y fue hacía la puerta del baño.
-Ven, tengo que buscar ropa... Probablemente esté en la habitación - Dudaba porque no se acordaba qué había hecho mientras estaba enojado, así que sus cosas bien podían estar allí como tiradas en el patio de atrás.
Fue caminando por el pasillo, iba dejando huellas de agua por el camino, pero en medio del caos que era la casa en general ciertamente no hacía una gran diferencia. Subió la escalera en silencio, normalmente era una máquina de hablar, incluso la gente solía rogar para que parara de decir estupideces. En contraste con eso, el mutismo que demostraba ahora era estremecedor, pero también mucho más real.
Llegaron a la habitación... Era por lejos la más destruida, había ropa tirada por todas partes, las mantas habían salido volando por la ventana y la cama estaba parcialmente quemada. Owens no dijo nada, simplemente se agachó y empezó a buscar entre las prendas alguna que estuviera entera como para ponerse algo.
-¿Cuales son nuestros asuntos pendientes? - Preguntó el Humano, dándole la espalda a Eil mientras seguía buscando - Puedo ver si hay algo en la cocina que... - Corta la oración a medias, aparentemente había quedado una prenda de Eyre entre medio del montón de cosas. Agarrándola fuerte con ambas manos empezó a llorar en silencio - De... verdad... la amaba... ¿Sabes? - Dijo Stéfano de forma entrecortada, con la voz quebrada.
Pero esta vez no funcionaría, Eil retiró la mano del arma y en lugar de eso agarró el rostro de Matthew. Pudo ver a través de todas sus tonterías, mentiras, pullas y amenazas, y el gesto lo desarmó por completo. Dejó caer los brazos, si alguien mirara desde afuera podría parecer que lo único que lo mantenía en pie era el agarre de la elfa.
-Duele, duele mucho mostrarse - Susurro - En cambio desnudarse ya hace mucho que dejó de doler -
Aceptó la toalla que le ofrecía Eil y se tapó con ella, de pronto parecía un niño bueno y obediente. Seguía serio, sus ojos aún eran oscuros y su mirada vacía, pero al menos había dejado caer esa capa de falso bufón, demostrando que estaba dispuesto a hablar en serio con la elfa.
-No, no quiero que te vayas - Una punzada en el pecho le hizo recordar que hacía muy poco ya había dicho esas mismas palabras, pero la respuesta del otro lado había sido el rechazo - Tu no te vas a ir ¿Cierto? - Continuó la línea de pensamiento aunque claramente Eil no podía leer su mente así que la oración quedó algo confusa. Owens no pareció percatarse de eso, quizás el cansancio hacían mella en su raciocinio -Ahora sí tengo frío -
Su cuerpo comenzaba a reaccionar a la realidad, el Humano miró alrededor, pero no había ropa allí, probablemente el haber pasado tantos días solo en la casa lo había desacostumbrado a tener comportamientos sociales básicos: Como ir vestido. Se ajustó la toalla y fue hacía la puerta del baño.
-Ven, tengo que buscar ropa... Probablemente esté en la habitación - Dudaba porque no se acordaba qué había hecho mientras estaba enojado, así que sus cosas bien podían estar allí como tiradas en el patio de atrás.
Fue caminando por el pasillo, iba dejando huellas de agua por el camino, pero en medio del caos que era la casa en general ciertamente no hacía una gran diferencia. Subió la escalera en silencio, normalmente era una máquina de hablar, incluso la gente solía rogar para que parara de decir estupideces. En contraste con eso, el mutismo que demostraba ahora era estremecedor, pero también mucho más real.
Llegaron a la habitación... Era por lejos la más destruida, había ropa tirada por todas partes, las mantas habían salido volando por la ventana y la cama estaba parcialmente quemada. Owens no dijo nada, simplemente se agachó y empezó a buscar entre las prendas alguna que estuviera entera como para ponerse algo.
-¿Cuales son nuestros asuntos pendientes? - Preguntó el Humano, dándole la espalda a Eil mientras seguía buscando - Puedo ver si hay algo en la cocina que... - Corta la oración a medias, aparentemente había quedado una prenda de Eyre entre medio del montón de cosas. Agarrándola fuerte con ambas manos empezó a llorar en silencio - De... verdad... la amaba... ¿Sabes? - Dijo Stéfano de forma entrecortada, con la voz quebrada.
Matthew Owens
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Re: Decepcionado. Pero no sorprendido [Privado] [Eilydh] [Cerrado]
Abrió la pequeña ventana del baño en un intento de que la atmósfera cálida de aquella habitación se dispersase y fundiese con el aire fresco del exterior. Lo cierto era que la elfa había buscado cualquier excusa para girarse y darle privacidad a Matt mientras este se vestía. No tanto por la vergüneza de saberlo desnudo, sino por el cumulo de sensaciones que le provocaba ver a Matt en un estado tan... bueno, tan poco común en él.
Supiró y comenzó a entender que seguramente y desde el tiempo que llevaba trabajando codo con codo con Matt este era el trabajo más dificil al que había tenido que sumarse. Ella misma no sabía como manejar los sentimientos, mucho menos animar a alguien que como Owens los tenia a flor de piel... pero... estaba dispuesta a intentarlo. La voz de Matt afirmando con una pregunta que ella no se iba a ir la hizo girarse de nuevo hacia él. Por respuesta, Eilydh le regaló una sonrisa que no creía haber compuesto desde hacía mucho. Una que era una verdad a media y que servia lo suficiente como arreglo social para que el hombre tuviese la certitud de que estaría allí tanto como la necesitase.
Debió servir, pues el hombre decidió al menos ir a buscar ropa y se aventuró a cainar por el pasillo de la casa camino a su habitación dejando tras de si un reguero de agua que a Eilydh no le fue muy dificil de seguir. La elfa caminó con la gracilidad que la caracterizaba evitando tropezarse con tal o cual objeto en el suelo. Por supuesto no dijo nada, pero Eilydh sentía que no era el miedo a caerse lo que la mantenía esquivándo los muebles y la ropa, incluso se preguntó porque no simplemente levantaba aquellos muebles caidos a su paso haciendose más fácil el camino de vuelta. Pero aquel... aquel no era su caos. Cada centímetro que era aquella casa servía a Matt como prueba de que aquello era cierto. Que había pasado. Que Eyre ya no estaba y que seguramente no volvería nunca. Y si lo hacía.Eilydh quiso decir que esperaba que Matt no la dejase de nuevo inundar su vida de su esencia, que si la dejaba volver, se preocupase de acomodarla en una estancia con puertas sin cierre y lo suficientemente cerca de la salida para no causar destrozo alguno al irse de nuevo.
Supiró de nuevo y por segunda vez, aquella vez como si hubiese resuelto algo en su mente, y se dio cuenta entonces de que aquella sensación de vacío no tenía nada que ver por el desorden que los rodeaba, sino por la ausencia de palabras del virrey que le llenase los oídos.
Era curioso, la Eilydh de hacía varios meses hubiese pagado la mitad de su bolsa de Aeros porque su amigo aprendiese a caminar juntos sin necesidad de hablar o llenar los silencios con palabras y dichos que tan solo lo vanagloriaban. Otro pequeño matiz del personaje que rodeaba a la persona que era Owens. En aquel momento, sin embargo, aquel silencio inmenso tan solo roto por el sonido que hacía el hombre mientras rebuscaba aquí o allá era lo suficientemente incómoco como para que Eilydh quisiese llenarlo de alguna manera. Como si acabase de conocer a la persona que tenía delante.
Matt hizo un intento de casualidad mientras le preguntaba de manera distraída por los asuntos que tenían pendientes. Eilydh se había apoyado en la pared no muy lejos de la puerta en un pequeño claro de la habitación en el que el suelo no estaba lleno de ropas y objetos, como si hubiese creado una muralla a trozos entre ella y él. Nunca se había sentido tan incomoda ante Owens, seguramente porque estaba segura que tenían una conversación pendiente y que estaban a punto de hablar sobre algo que... bueno, ella no podía entender del todo.El tono distraido de Matt sin embargo la confundió por un segundo, como si intentase hablar de algo que no tenía cabida, y alzó una ceja escuchándolo.
No duró demasiado. Eilydh se olvidó de cualquier incomodidad en el momento justo en el que el hombre agarró aquella prenda, definitivamente lo suficientemente femenina como para no ser confundida con una de las posesiones del virrey. Por poco. Ella lo vio antes incluso que el virrey se rompiese, y aquella máscara de normalidad que el hombre estaba intentando reconstruir para ella volvió a romperse.
Con una voz que se pareció algo más al hombre al que le había prometido volver siempre cada vez que se fuese y al que le había confiado el secreto de su nombre. La voz de Matt se quebró y entonces Eilydh entendió el motivo por el que no había dudado un segundo en acudir a buscarlo.
Eilydh se acercó olvidándose de su incomodidad e hizo espacio en el suelo que despejaba la estancia lo suficiente para que el reflejo de ella y Matt fuese recogido por un espejo frente a ambos que hasta ahora había estado oculto por ropa. Por toda respuesta a aquella declaración, Eilydh se acercó al virrey y le enderezó la chaqueta.
-Mientes- dijo la elfa, con la mirada perdida en lo que hacía pero con la seguridad que le proporcionaba el saber que confiaba en lo que decía- Es una mentira bastante sutil, lo reconozco. Una de tus mentiras más elaboradas- sabía que estaba bordeando una linea peligrosa. Aquello quizás no era lo que esperaba Matt escuchar en aquel momento. De hecho, Eilydh se preguntó por un segundo si ella era la persona más indicada para decir aquello. Ella jamás había estado enamorada, y la palabra amor venía unida a conceptos que se le escapaba de su comprensión. Los ojos abiertos de Matt le insuflaron fuerza, si no era ella quien le decía las cosas como pensaba... ¿Quién lo haría?- Has aprendido a mentir a todos de manera tan exitosa que la primera vez que te mientes a ti mismo lo confundes con una verdad- Se pausó jugueteando con uno de sus botones.- Tu amabas la manera misma en la que Eyre te esperaba en casa después de un día duro de trabajo. Te gustaba la simplicidad de su inocencia. Imaginabas como sería tu vida sin ella y el miedo a tener que hacer frente a tus miedos solo te asustaba casi tanto como la idea de perderla. Adorabas la tranquilidad con la que te ibas a prostíbulo sabiendo que tu corazón estaba a su resguardo. Te embriagaba el saber que alguien tan pura, inocente y buena como Eyre pudiese ver algo lo suficientemente bueno en ti como para querer alcanzarlo con la mano. Amabas la manera en la que jugabas a experimentar cuántas veces podías romperle el corazón con la pretensión de buscar una excusa para que te dejase,.tan solo porque creías que el hecho de que te conociese tanto iba a ser suficiente para retenerla. Tan solo porque tu no tenías el valor de dejarla ir..- hizo una pausa, pues temía estar perdiendo el hilo de lo que quería decir-
Se giró tras Matt y lo dejó mirarse en el espejo mientras seguía hablando. Elaboró el tercer suspiro. Este algo frustrado. Se embriagó de lo que ella conocía del amor. Lo que se supone que debía de sentirse. Cerró los ojos y compuso una voz dulce que casi se había olvidado de pronunciar de manera sincera y que le salió tan natural que se asustó por un segundo.
-Amabas la facilidad con la que peleabais porque en cierto modo sabías que aquello era lo único que podía atarte a ella, y que no importa cuantas veces la decepcionases, Eyre era tuya y tu te sentías mal por pensar que nunca fuiste merecedor de aquello.- tragó saliva- Amabas hacerle el amor, porque era con la única que podías usar esa palabra sin que te doliese lo suficiente como para hacerla tan banal como lo es para tus prostitutas. Tú no amabas a Eyre, Matt. Amabas lo que eras con ella.- Eilydh había agarrado la prenda de Eyre y la rompió sin decirle nada a Matt hasta hacer un pequeño pañuelo con los jirones-
Adecentó el pañuelo alrededor del cuello de Matt y le hizo un nudo al lado.
-Déjame decirte algo, ojos tristes,- dijo aquello con un cariño infinito, y por primera vez en mucho tiempo se encontraba cómoda al pronunciar apelativos cariñosos como aquel- demuéstrame que estoy equivocada transfiriendo una ínfima parte de ese amor que dices que le tenías a ella hasta a ti. Haz que el tiempo que has pasado con ella no haya sido en vano y regálate ese amor que mereces más que nadie. Porque si lo haces Matt, entonces en algún momento, cuando el olor de este pañuelo no te haga recordar su perfume, o se te vayan olvidando ciertas o cuales marcas de su piel creías que te pertenecían, comprenderás que te has amado lo suficiente como para permitirte olvidarla. Y no hay amor más grande que ese.- completó diciendo, y le dió un empujoncito a Matt para que se acercarse al espejo a mirarse.
Terminó de hablar y la imagen mental de lo que se sentía al estar enamorada y que había estado usando para conectar con Matt se esfumó de ella, dejándola de nuevo silenciosa y vacía.
Supiró y comenzó a entender que seguramente y desde el tiempo que llevaba trabajando codo con codo con Matt este era el trabajo más dificil al que había tenido que sumarse. Ella misma no sabía como manejar los sentimientos, mucho menos animar a alguien que como Owens los tenia a flor de piel... pero... estaba dispuesta a intentarlo. La voz de Matt afirmando con una pregunta que ella no se iba a ir la hizo girarse de nuevo hacia él. Por respuesta, Eilydh le regaló una sonrisa que no creía haber compuesto desde hacía mucho. Una que era una verdad a media y que servia lo suficiente como arreglo social para que el hombre tuviese la certitud de que estaría allí tanto como la necesitase.
Debió servir, pues el hombre decidió al menos ir a buscar ropa y se aventuró a cainar por el pasillo de la casa camino a su habitación dejando tras de si un reguero de agua que a Eilydh no le fue muy dificil de seguir. La elfa caminó con la gracilidad que la caracterizaba evitando tropezarse con tal o cual objeto en el suelo. Por supuesto no dijo nada, pero Eilydh sentía que no era el miedo a caerse lo que la mantenía esquivándo los muebles y la ropa, incluso se preguntó porque no simplemente levantaba aquellos muebles caidos a su paso haciendose más fácil el camino de vuelta. Pero aquel... aquel no era su caos. Cada centímetro que era aquella casa servía a Matt como prueba de que aquello era cierto. Que había pasado. Que Eyre ya no estaba y que seguramente no volvería nunca. Y si lo hacía.Eilydh quiso decir que esperaba que Matt no la dejase de nuevo inundar su vida de su esencia, que si la dejaba volver, se preocupase de acomodarla en una estancia con puertas sin cierre y lo suficientemente cerca de la salida para no causar destrozo alguno al irse de nuevo.
Supiró de nuevo y por segunda vez, aquella vez como si hubiese resuelto algo en su mente, y se dio cuenta entonces de que aquella sensación de vacío no tenía nada que ver por el desorden que los rodeaba, sino por la ausencia de palabras del virrey que le llenase los oídos.
Era curioso, la Eilydh de hacía varios meses hubiese pagado la mitad de su bolsa de Aeros porque su amigo aprendiese a caminar juntos sin necesidad de hablar o llenar los silencios con palabras y dichos que tan solo lo vanagloriaban. Otro pequeño matiz del personaje que rodeaba a la persona que era Owens. En aquel momento, sin embargo, aquel silencio inmenso tan solo roto por el sonido que hacía el hombre mientras rebuscaba aquí o allá era lo suficientemente incómoco como para que Eilydh quisiese llenarlo de alguna manera. Como si acabase de conocer a la persona que tenía delante.
Matt hizo un intento de casualidad mientras le preguntaba de manera distraída por los asuntos que tenían pendientes. Eilydh se había apoyado en la pared no muy lejos de la puerta en un pequeño claro de la habitación en el que el suelo no estaba lleno de ropas y objetos, como si hubiese creado una muralla a trozos entre ella y él. Nunca se había sentido tan incomoda ante Owens, seguramente porque estaba segura que tenían una conversación pendiente y que estaban a punto de hablar sobre algo que... bueno, ella no podía entender del todo.El tono distraido de Matt sin embargo la confundió por un segundo, como si intentase hablar de algo que no tenía cabida, y alzó una ceja escuchándolo.
No duró demasiado. Eilydh se olvidó de cualquier incomodidad en el momento justo en el que el hombre agarró aquella prenda, definitivamente lo suficientemente femenina como para no ser confundida con una de las posesiones del virrey. Por poco. Ella lo vio antes incluso que el virrey se rompiese, y aquella máscara de normalidad que el hombre estaba intentando reconstruir para ella volvió a romperse.
Con una voz que se pareció algo más al hombre al que le había prometido volver siempre cada vez que se fuese y al que le había confiado el secreto de su nombre. La voz de Matt se quebró y entonces Eilydh entendió el motivo por el que no había dudado un segundo en acudir a buscarlo.
Eilydh se acercó olvidándose de su incomodidad e hizo espacio en el suelo que despejaba la estancia lo suficiente para que el reflejo de ella y Matt fuese recogido por un espejo frente a ambos que hasta ahora había estado oculto por ropa. Por toda respuesta a aquella declaración, Eilydh se acercó al virrey y le enderezó la chaqueta.
-Mientes- dijo la elfa, con la mirada perdida en lo que hacía pero con la seguridad que le proporcionaba el saber que confiaba en lo que decía- Es una mentira bastante sutil, lo reconozco. Una de tus mentiras más elaboradas- sabía que estaba bordeando una linea peligrosa. Aquello quizás no era lo que esperaba Matt escuchar en aquel momento. De hecho, Eilydh se preguntó por un segundo si ella era la persona más indicada para decir aquello. Ella jamás había estado enamorada, y la palabra amor venía unida a conceptos que se le escapaba de su comprensión. Los ojos abiertos de Matt le insuflaron fuerza, si no era ella quien le decía las cosas como pensaba... ¿Quién lo haría?- Has aprendido a mentir a todos de manera tan exitosa que la primera vez que te mientes a ti mismo lo confundes con una verdad- Se pausó jugueteando con uno de sus botones.- Tu amabas la manera misma en la que Eyre te esperaba en casa después de un día duro de trabajo. Te gustaba la simplicidad de su inocencia. Imaginabas como sería tu vida sin ella y el miedo a tener que hacer frente a tus miedos solo te asustaba casi tanto como la idea de perderla. Adorabas la tranquilidad con la que te ibas a prostíbulo sabiendo que tu corazón estaba a su resguardo. Te embriagaba el saber que alguien tan pura, inocente y buena como Eyre pudiese ver algo lo suficientemente bueno en ti como para querer alcanzarlo con la mano. Amabas la manera en la que jugabas a experimentar cuántas veces podías romperle el corazón con la pretensión de buscar una excusa para que te dejase,.tan solo porque creías que el hecho de que te conociese tanto iba a ser suficiente para retenerla. Tan solo porque tu no tenías el valor de dejarla ir..- hizo una pausa, pues temía estar perdiendo el hilo de lo que quería decir-
Se giró tras Matt y lo dejó mirarse en el espejo mientras seguía hablando. Elaboró el tercer suspiro. Este algo frustrado. Se embriagó de lo que ella conocía del amor. Lo que se supone que debía de sentirse. Cerró los ojos y compuso una voz dulce que casi se había olvidado de pronunciar de manera sincera y que le salió tan natural que se asustó por un segundo.
-Amabas la facilidad con la que peleabais porque en cierto modo sabías que aquello era lo único que podía atarte a ella, y que no importa cuantas veces la decepcionases, Eyre era tuya y tu te sentías mal por pensar que nunca fuiste merecedor de aquello.- tragó saliva- Amabas hacerle el amor, porque era con la única que podías usar esa palabra sin que te doliese lo suficiente como para hacerla tan banal como lo es para tus prostitutas. Tú no amabas a Eyre, Matt. Amabas lo que eras con ella.- Eilydh había agarrado la prenda de Eyre y la rompió sin decirle nada a Matt hasta hacer un pequeño pañuelo con los jirones-
Adecentó el pañuelo alrededor del cuello de Matt y le hizo un nudo al lado.
-Déjame decirte algo, ojos tristes,- dijo aquello con un cariño infinito, y por primera vez en mucho tiempo se encontraba cómoda al pronunciar apelativos cariñosos como aquel- demuéstrame que estoy equivocada transfiriendo una ínfima parte de ese amor que dices que le tenías a ella hasta a ti. Haz que el tiempo que has pasado con ella no haya sido en vano y regálate ese amor que mereces más que nadie. Porque si lo haces Matt, entonces en algún momento, cuando el olor de este pañuelo no te haga recordar su perfume, o se te vayan olvidando ciertas o cuales marcas de su piel creías que te pertenecían, comprenderás que te has amado lo suficiente como para permitirte olvidarla. Y no hay amor más grande que ese.- completó diciendo, y le dió un empujoncito a Matt para que se acercarse al espejo a mirarse.
Terminó de hablar y la imagen mental de lo que se sentía al estar enamorada y que había estado usando para conectar con Matt se esfumó de ella, dejándola de nuevo silenciosa y vacía.
Eilydh
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Re: Decepcionado. Pero no sorprendido [Privado] [Eilydh] [Cerrado]
Desde que Eyre había dado un paso afuera de la vivienda, Matthew sólo había sentido desesperación, miedo, vacío y odio. Todas estas emociones se habían juntado y se habían revuelto en su interior haciendo un menjunje espeso y desagradable, y Owens se había dedicado a meter las manos en ese asqueroso potaje para beberlo entero y sentir que todo su cuerpo se intoxicaba con él.
Era eso, intoxicante. Ahogarse en su propio lamento era una droga muy poderosa para alguien que se pasa la vida buscando emociones, y por lo mismo ahora le costaba aceptar que era momento de soltarla. Una parte de su mente le decía que aún no, que no era momento, que aún quedaban algunas gotas que no se había tomado, que aún podía embriagarse durante algunos días más.
Pero Eil estaba allí para ponerle un alto, para sacarlo de su ensimismamiento y traerlo de nuevo a la realidad. El mundo seguía moviéndose y era momento de que Matthew Owens regresara, tenía que seguir con el espectáculo.
-Siempre lo dije, una mentira tiene el mismo valor que una verdad siempre y cuando la persona se la crea - Hablaba con mucha seriedad a pesar de tener el rostro lleno de lágrimas - Para mi, eso era amor. Ella era amor. Y sí todo era una mentira no me importa, porque era muy feliz viviéndola - Agarró con fuerza el trozo de tela hasta que la elfa se lo quitó para romperlo - ¿Desde cuando eres experta en amor, Eil? - No lo decía como un ataque, aunque perfectamente podría ser interpretado así.
La parte de Matthew que no se había creído su propia mentira, aquella parte que se identificaba más con Stéfano que con el Virrey, sabía que lo que decía la elfa era cierto. Con un amplio repertorio de relaciones dañinas y tormentosas, el tener por fin a una persona que lo quisiera con toda la sencillez de la palabra era un alivio. Siempre había sentido lo mismo, su vida era un hermoso caos, pero incluso el caos necesitaba un descanso y el poder regresar allí era como su pequeño oasis.
-No éramos la pareja perfecta, pero creo que ninguna lo es - Ciertamente se la pasaban peleando, y en los últimos meses habían sido más discusiones que momentos de paz, pero aún así Owens siempre había apostado a que las cosas se resolverían en cuanto Eyre se diera cuenta que lo que pretendía era una locura - En cualquier caso, no tiene sentido lamentarse, ella no va a regresar -
Sintió como Eil ataba ese improvisado pañuelo en su cuello, se miro al espejo y el reflejo era bastante penoso, aún mojado, con la toalla atada a la cintura, despeinado, ojos rojos y con un trozo de tela atado “¿Esto soy yo?” pensó. En seguida su personalidad dominante le dijo que no, que ese era nada más y nada menos que Stéfano, el débil, el triste, el inútil y siempre abandonado de Stéfano.
Se empezó a reír por lo bajo ¿Cómo había podido ser tan ciego? Una sonrisa burlona comenzó a dibujarse en su rostro.
-Pffff, ser el sufrido no va conmigo ¿No? - Se puso de pie - Aparta la vista de nuevo, Cariño, a menos que tengas ganas de ver, claro -
Se sacó la toalla y agarró unos pantalones negros de vestir, una camisa blanca y una chaqueta también negra. Se abotonó las mangas con mucha calma, con ese gesto altivo de quien se sabe hermoso y no tiene problema alguno en hacérselo notar al resto.
-Tienes toda la razón, Eil. Hay cosas que no pueden esperar, simplemente tengo que olvidar ese asunto - Se acomodó el cuello de la camisa, mirándose al mismo espejo de antes - Él siempre fue abandonado ¿Por qué sería diferente esta vez? El final había sido vaticinado hace mucho tiempo, simplemente era cuestión de sentarse a esperar que ocurrieran - Giró hacía un lado y hacía otro para evaluar los resultados, y chasqueó con la lengua - No me dijiste cuales son nuestros asuntos pendientes, Querida -
¿Y por dentro? Por dentro Stéfano simplemente se hundía cada vez más y más profundo.
Era eso, intoxicante. Ahogarse en su propio lamento era una droga muy poderosa para alguien que se pasa la vida buscando emociones, y por lo mismo ahora le costaba aceptar que era momento de soltarla. Una parte de su mente le decía que aún no, que no era momento, que aún quedaban algunas gotas que no se había tomado, que aún podía embriagarse durante algunos días más.
Pero Eil estaba allí para ponerle un alto, para sacarlo de su ensimismamiento y traerlo de nuevo a la realidad. El mundo seguía moviéndose y era momento de que Matthew Owens regresara, tenía que seguir con el espectáculo.
-Siempre lo dije, una mentira tiene el mismo valor que una verdad siempre y cuando la persona se la crea - Hablaba con mucha seriedad a pesar de tener el rostro lleno de lágrimas - Para mi, eso era amor. Ella era amor. Y sí todo era una mentira no me importa, porque era muy feliz viviéndola - Agarró con fuerza el trozo de tela hasta que la elfa se lo quitó para romperlo - ¿Desde cuando eres experta en amor, Eil? - No lo decía como un ataque, aunque perfectamente podría ser interpretado así.
La parte de Matthew que no se había creído su propia mentira, aquella parte que se identificaba más con Stéfano que con el Virrey, sabía que lo que decía la elfa era cierto. Con un amplio repertorio de relaciones dañinas y tormentosas, el tener por fin a una persona que lo quisiera con toda la sencillez de la palabra era un alivio. Siempre había sentido lo mismo, su vida era un hermoso caos, pero incluso el caos necesitaba un descanso y el poder regresar allí era como su pequeño oasis.
-No éramos la pareja perfecta, pero creo que ninguna lo es - Ciertamente se la pasaban peleando, y en los últimos meses habían sido más discusiones que momentos de paz, pero aún así Owens siempre había apostado a que las cosas se resolverían en cuanto Eyre se diera cuenta que lo que pretendía era una locura - En cualquier caso, no tiene sentido lamentarse, ella no va a regresar -
Sintió como Eil ataba ese improvisado pañuelo en su cuello, se miro al espejo y el reflejo era bastante penoso, aún mojado, con la toalla atada a la cintura, despeinado, ojos rojos y con un trozo de tela atado “¿Esto soy yo?” pensó. En seguida su personalidad dominante le dijo que no, que ese era nada más y nada menos que Stéfano, el débil, el triste, el inútil y siempre abandonado de Stéfano.
Se empezó a reír por lo bajo ¿Cómo había podido ser tan ciego? Una sonrisa burlona comenzó a dibujarse en su rostro.
-Pffff, ser el sufrido no va conmigo ¿No? - Se puso de pie - Aparta la vista de nuevo, Cariño, a menos que tengas ganas de ver, claro -
Se sacó la toalla y agarró unos pantalones negros de vestir, una camisa blanca y una chaqueta también negra. Se abotonó las mangas con mucha calma, con ese gesto altivo de quien se sabe hermoso y no tiene problema alguno en hacérselo notar al resto.
-Tienes toda la razón, Eil. Hay cosas que no pueden esperar, simplemente tengo que olvidar ese asunto - Se acomodó el cuello de la camisa, mirándose al mismo espejo de antes - Él siempre fue abandonado ¿Por qué sería diferente esta vez? El final había sido vaticinado hace mucho tiempo, simplemente era cuestión de sentarse a esperar que ocurrieran - Giró hacía un lado y hacía otro para evaluar los resultados, y chasqueó con la lengua - No me dijiste cuales son nuestros asuntos pendientes, Querida -
¿Y por dentro? Por dentro Stéfano simplemente se hundía cada vez más y más profundo.
Matthew Owens
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Re: Decepcionado. Pero no sorprendido [Privado] [Eilydh] [Cerrado]
Eilydh se sentó en el colchón enterrado en cosas en el centro de la habitación. Tuvo que hacer un hueco dejando caer al suelo abrigos y camisas del virrey. Apenas hizo un huequito pequeño lo suficientemente como para acomodar su trasero, se sentó con las piernas cruzadas, como si estuviese observando y sopesando la visión de Matt Owens frente a ella y frente al espejo. Encontró un pequeño pompón de hilos hecho una pelota que seguramente se cayó de una de las bufandas del Virrey, lo agarró y comenzó a juguetear entre sus dedos con él, distraída mientras lo escuchaba hablar de Eyre, con falso aburrimiento.
- La única pega entre esa pequeña teoría de la moralidad de una mentira que usted tiene, señor virrey, es... que no contempla el futuro de la mentira. Cierra los ojos al dolor del descubrimiento de la misma y te aleja más de... bueno de Stefano. - se mordió el labio levemente y dejó de juguetear con el pompon para mirar a Matt, que parecía haber despertado de un sueño reparador.- No me extraña que disfrutaras creyéndote esa mentira. De hecho me sorprende que no la hayas prolongado en el tiempo- Agarró el pompón y lo miró de manera desinteresada como si toda su atención estuviese en él pero claramente hablaba a Matt- Pensaba que ibas a inventar excusas para responder el porqué Eyre faltaba a tus picnics de los domingos. Casi te imagino mandando a Brenda a buscarla por todos los lugares de Ciudad lagarto hasta pasada la media noche. Pobre mujer... me alegra que no hayas tomado el camino fácil. Quizás te hubiese engañado a ti mismo por un periodo indefinido, pero esa pobre mujer no hubiese aguantado más de dos meses inventando excusas del porqué pasas las noche en el prostíbulo y no en casa con Eyre. O peor...- Eilydh perdió por un momento el control del pompom y este cayó al suelo- Si que lo hubiese aguantado y entonces la hubieses hecho cómplice de tu desgracia. y luego culpado cuando te hubieses cansado de mentirte.-se quedó en silencio un momento- No se si sabes lo afortunado que eres Matt... tienes cerca a personas que verdaderamente se sienten en deuda contigo y no de manera forzada. Personas que no son tu familia y sin embargo están dispuestos a dar la cara por ti cuando tu te empeñas en revolcarte en el barro de tu fingida mala suerte. Personas que ... bueno, que te quieren de verdad..- dio un golpecito, por un segundo sintiendo una envidia irracional justo de aquello. Evitó pensar si alguien podría decir lo mismo que ella.
Suspiró buscando con los ojos donde había caído durante unos minutos mientras escuchaba a Matt. Para cuando Matt le preguntó como sabía tanto del amor, Eilydh tenía la cabeza metida bajo la cama. La sola pronunciación de aquella pregunta la estartó e intentó salir de su escondite golpeándose la cabeza.
Rió de manera nerviosa. Cierta visión inundó su cabeza y Eilydh la agitó como intentando desquitarse de una visión molesta mientras volvía a ponerse en pie, dando por zanjada la búsqueda del pompón. Amor? Ciertamente ella no sabía nada del amor. Tan solo que hacía daño, y que volvía a los más valiosos guerreros vulnerables y a los virreys con personalidad ególatra los convertía en... nada. En un mero reflejo de lo que no querían ser.
No... ella no quería saber nada del amor. Pero necesitaba que el virrey sintiese que... había aprendido que era vulnerable y que quizás en alguno de sus 500 años pudiese dedicar uno o dos a entender por lo que estaba pasando el ahora. Al fin y al cabo el mismo había dicho que una mentira tenía el mismo efecto que una verdad si alguien se la creía.
Eilydh volvió a reconectar con la situación en el momento exacto en el que Matt se empezaba a desvestir. Eilydh giró su cabeza de manera disimulada y sus mejillas se volvieron rosadas. No sabía cuántas veces había visto a Matt desnudo contando esta. Estaba segura que se estaba acercando al numero necesario para empezar a considerarse de: mera conocida a amiga cercana en la escala del virrey.
Encontró el pompón enredado entre varios guantes y un abrigo. Lo volvió a agarrar y jugueteó con él mientras Matt se cambiaba.
-Él se revuelve en su propia pena porque le gusta ser abandonado. Se siente cómodo porque es lo que conoce- Dijo Eilydh de pronto enojada por el tono falsamente condescendiente que había empleado Matt para cambiar de tema. La elfa suspiró entendiendo que no iba a valer una charla liviana sobre el tema para hacerlo sentir mejor, y estaba empezando a cuestionarse cuánto más iba a poder profundizar en... sentimientos sin sentirse personalmente atacada.- Se siente cómodo porque es donde tú quieres que esté Stefano, porque es donde crees que se merece que esté. Sabes qué, virrey. De todos mis deseos para contigo, si pudieses satisfacer uno de los que pueda tener en mi vida me encantaría pasar un día a solas con él.- dijo Eilydh, su barbilla temblando de la rabia contenida sin saber muy bien por qué.
Suspiró calmándose. Pensó en los trazos negros del tatuaje que le hizo a Anders y la tinta infiltrándose en la piel del elfo. Y la paz de las palabras de la anciana y el incienso de canela de la habitación. Cerró los ojos, recordándose que ella también tenía su propio Stefano, quizás no tan obvio, pero intentó comprender.
-...Tenemos muchos asuntos pendientes, pero todos ellos pueden esperar. Ahora... bueno. Me gustaría que me acompañases al prostíbulo- Se levantó y le acicaló el pelo a Matt que ya estaba vestido y listo. Le acomodó la barba y lo miró a los ojos, dejándo posada su mano en el hombro del virrey- Quiero recordarte cual es tu verdadero amor, y al único que debes regalarle años y esfuerzos porque es el que te devuelve la felicidad al verte crecer a su lado; Tu trabajo y aquellos que se quedan a tu lado a pesar de que tu no hagas más que querer abandonarte.- dijo la elfa y lo agarró de la mano, guiándolo a través del desorden de la casa.
- La única pega entre esa pequeña teoría de la moralidad de una mentira que usted tiene, señor virrey, es... que no contempla el futuro de la mentira. Cierra los ojos al dolor del descubrimiento de la misma y te aleja más de... bueno de Stefano. - se mordió el labio levemente y dejó de juguetear con el pompon para mirar a Matt, que parecía haber despertado de un sueño reparador.- No me extraña que disfrutaras creyéndote esa mentira. De hecho me sorprende que no la hayas prolongado en el tiempo- Agarró el pompón y lo miró de manera desinteresada como si toda su atención estuviese en él pero claramente hablaba a Matt- Pensaba que ibas a inventar excusas para responder el porqué Eyre faltaba a tus picnics de los domingos. Casi te imagino mandando a Brenda a buscarla por todos los lugares de Ciudad lagarto hasta pasada la media noche. Pobre mujer... me alegra que no hayas tomado el camino fácil. Quizás te hubiese engañado a ti mismo por un periodo indefinido, pero esa pobre mujer no hubiese aguantado más de dos meses inventando excusas del porqué pasas las noche en el prostíbulo y no en casa con Eyre. O peor...- Eilydh perdió por un momento el control del pompom y este cayó al suelo- Si que lo hubiese aguantado y entonces la hubieses hecho cómplice de tu desgracia. y luego culpado cuando te hubieses cansado de mentirte.-se quedó en silencio un momento- No se si sabes lo afortunado que eres Matt... tienes cerca a personas que verdaderamente se sienten en deuda contigo y no de manera forzada. Personas que no son tu familia y sin embargo están dispuestos a dar la cara por ti cuando tu te empeñas en revolcarte en el barro de tu fingida mala suerte. Personas que ... bueno, que te quieren de verdad..- dio un golpecito, por un segundo sintiendo una envidia irracional justo de aquello. Evitó pensar si alguien podría decir lo mismo que ella.
Suspiró buscando con los ojos donde había caído durante unos minutos mientras escuchaba a Matt. Para cuando Matt le preguntó como sabía tanto del amor, Eilydh tenía la cabeza metida bajo la cama. La sola pronunciación de aquella pregunta la estartó e intentó salir de su escondite golpeándose la cabeza.
Rió de manera nerviosa. Cierta visión inundó su cabeza y Eilydh la agitó como intentando desquitarse de una visión molesta mientras volvía a ponerse en pie, dando por zanjada la búsqueda del pompón. Amor? Ciertamente ella no sabía nada del amor. Tan solo que hacía daño, y que volvía a los más valiosos guerreros vulnerables y a los virreys con personalidad ególatra los convertía en... nada. En un mero reflejo de lo que no querían ser.
No... ella no quería saber nada del amor. Pero necesitaba que el virrey sintiese que... había aprendido que era vulnerable y que quizás en alguno de sus 500 años pudiese dedicar uno o dos a entender por lo que estaba pasando el ahora. Al fin y al cabo el mismo había dicho que una mentira tenía el mismo efecto que una verdad si alguien se la creía.
Eilydh volvió a reconectar con la situación en el momento exacto en el que Matt se empezaba a desvestir. Eilydh giró su cabeza de manera disimulada y sus mejillas se volvieron rosadas. No sabía cuántas veces había visto a Matt desnudo contando esta. Estaba segura que se estaba acercando al numero necesario para empezar a considerarse de: mera conocida a amiga cercana en la escala del virrey.
Encontró el pompón enredado entre varios guantes y un abrigo. Lo volvió a agarrar y jugueteó con él mientras Matt se cambiaba.
-Él se revuelve en su propia pena porque le gusta ser abandonado. Se siente cómodo porque es lo que conoce- Dijo Eilydh de pronto enojada por el tono falsamente condescendiente que había empleado Matt para cambiar de tema. La elfa suspiró entendiendo que no iba a valer una charla liviana sobre el tema para hacerlo sentir mejor, y estaba empezando a cuestionarse cuánto más iba a poder profundizar en... sentimientos sin sentirse personalmente atacada.- Se siente cómodo porque es donde tú quieres que esté Stefano, porque es donde crees que se merece que esté. Sabes qué, virrey. De todos mis deseos para contigo, si pudieses satisfacer uno de los que pueda tener en mi vida me encantaría pasar un día a solas con él.- dijo Eilydh, su barbilla temblando de la rabia contenida sin saber muy bien por qué.
Suspiró calmándose. Pensó en los trazos negros del tatuaje que le hizo a Anders y la tinta infiltrándose en la piel del elfo. Y la paz de las palabras de la anciana y el incienso de canela de la habitación. Cerró los ojos, recordándose que ella también tenía su propio Stefano, quizás no tan obvio, pero intentó comprender.
-...Tenemos muchos asuntos pendientes, pero todos ellos pueden esperar. Ahora... bueno. Me gustaría que me acompañases al prostíbulo- Se levantó y le acicaló el pelo a Matt que ya estaba vestido y listo. Le acomodó la barba y lo miró a los ojos, dejándo posada su mano en el hombro del virrey- Quiero recordarte cual es tu verdadero amor, y al único que debes regalarle años y esfuerzos porque es el que te devuelve la felicidad al verte crecer a su lado; Tu trabajo y aquellos que se quedan a tu lado a pesar de que tu no hagas más que querer abandonarte.- dijo la elfa y lo agarró de la mano, guiándolo a través del desorden de la casa.
Eilydh
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Re: Decepcionado. Pero no sorprendido [Privado] [Eilydh] [Cerrado]
¿Por qué no había extendido aún más la mentira? ¿Por qué no había sido más cuidadoso? Probablemente, de haber querido, jamás nadie se hubiese enterado de las cosas que hacía. Tal vez estaba en su naturaleza el estar constantemente atentando en contra de su felicidad, como algún tipo de castigo autoimpuesto, o quizás el único modo que conocía de sentir algo era generando ese tipo de conflictos que desgarraban su alma... Pero se sentían deliciosos.
-Claro que sé que tengo mucha suerte, y sé que puedo contar con toda esa gente - Suspiró y se masajeó la nuca, cansado - Sí fuera tan sencillo tenerme contento no estaría en está situación, le habría hecho caso a Eyre y nos habríamos mudado a un sitio más tranquilo, y todas esas cosas que imaginaba para nuestro futuro - Hizo un gesto poco preciso con las manos para marcar un “etc” - Pero entonces los días comienzan a extenderse, se hacen lentos y tediosos, veo que el tiempo pasa y poco a poco me convierto en eso que no deseo convertirme - Una imagen de su Maestro se vislumbro tan solo un instante en su mente - Y entonces simplemente hago tonterías - Los impulsos autodestructivos siempre eran difíciles de contener.
Las acciones de Eil delataban su incomodidad, Matthew sabía que había tocado un punto sensible, y sí así lo quisiera podría seguir siendo hiriente, hacerla enojar para que se fuera de allí y lo dejara en paz. Se la quedó mirando unos segundos en silencio, quien no lo conociera podría pensar que la elfa le resultaba tentadora, pero no era nada de eso, simplemente evaluaba posibilidades.
-¿De verdad? ¿Un día con Stéfano? - La idea le resultaba graciosa por lo ingenua - Quiero señalar que no sufro de doble personalidad. Está bien, puede que a veces hable de mí mismo en tercera persona, pero estoy lejos de estar como Gaia, más bien es un recurso para diferenciar entre mi modo de ser de antes y el que soy ahora - Se paro derecho, rebosante de confianza y dio un paso hacia la elfa - Así que ¿Para que quieres estar con una versión mucho peor de mi mismo? Frente a ti tienes a la versión mejorada -
El Estafador pensó en tocarla, pero no quería recibir una puñalada justo cuando sus ánimos comenzaban a mejorar. Así que en lugar de eso llevó ambas manos hacía atrás, entrelazando los dedos en su propia espalda. Justo en ese momento Eil se acercó y le hizo un mimo en el pelo, a lo que Matthew respondió refregándose contra su mano y cerrando los ojos como si se tratara de un gran gato.
-¿Es necesario? ¿No podemos dejarnos llevar por nuestros bajos instintos hasta que vuelva a salir el sol? - Claramente hablaba en broma, la elfa jamás aceptaría una propuesta tan burda. Abrió un solo ojo - No tengo ganas de ver a nadie, mucho menos de tener que representar mi papel de Virrey. Es realmente agotador - Le agarró la mano con cariño - ¿Por qué no vamos mejor a ver la casa que te compré? - La miró fijamente, quería ver cuál era su reacción ante una noticia tan repentina.
-Claro que sé que tengo mucha suerte, y sé que puedo contar con toda esa gente - Suspiró y se masajeó la nuca, cansado - Sí fuera tan sencillo tenerme contento no estaría en está situación, le habría hecho caso a Eyre y nos habríamos mudado a un sitio más tranquilo, y todas esas cosas que imaginaba para nuestro futuro - Hizo un gesto poco preciso con las manos para marcar un “etc” - Pero entonces los días comienzan a extenderse, se hacen lentos y tediosos, veo que el tiempo pasa y poco a poco me convierto en eso que no deseo convertirme - Una imagen de su Maestro se vislumbro tan solo un instante en su mente - Y entonces simplemente hago tonterías - Los impulsos autodestructivos siempre eran difíciles de contener.
Las acciones de Eil delataban su incomodidad, Matthew sabía que había tocado un punto sensible, y sí así lo quisiera podría seguir siendo hiriente, hacerla enojar para que se fuera de allí y lo dejara en paz. Se la quedó mirando unos segundos en silencio, quien no lo conociera podría pensar que la elfa le resultaba tentadora, pero no era nada de eso, simplemente evaluaba posibilidades.
-¿De verdad? ¿Un día con Stéfano? - La idea le resultaba graciosa por lo ingenua - Quiero señalar que no sufro de doble personalidad. Está bien, puede que a veces hable de mí mismo en tercera persona, pero estoy lejos de estar como Gaia, más bien es un recurso para diferenciar entre mi modo de ser de antes y el que soy ahora - Se paro derecho, rebosante de confianza y dio un paso hacia la elfa - Así que ¿Para que quieres estar con una versión mucho peor de mi mismo? Frente a ti tienes a la versión mejorada -
El Estafador pensó en tocarla, pero no quería recibir una puñalada justo cuando sus ánimos comenzaban a mejorar. Así que en lugar de eso llevó ambas manos hacía atrás, entrelazando los dedos en su propia espalda. Justo en ese momento Eil se acercó y le hizo un mimo en el pelo, a lo que Matthew respondió refregándose contra su mano y cerrando los ojos como si se tratara de un gran gato.
-¿Es necesario? ¿No podemos dejarnos llevar por nuestros bajos instintos hasta que vuelva a salir el sol? - Claramente hablaba en broma, la elfa jamás aceptaría una propuesta tan burda. Abrió un solo ojo - No tengo ganas de ver a nadie, mucho menos de tener que representar mi papel de Virrey. Es realmente agotador - Le agarró la mano con cariño - ¿Por qué no vamos mejor a ver la casa que te compré? - La miró fijamente, quería ver cuál era su reacción ante una noticia tan repentina.
Matthew Owens
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Re: Decepcionado. Pero no sorprendido [Privado] [Eilydh] [Cerrado]
Eilydh observó al virrey. Si la conocía tan bien como ella lo conocía a él supuso que entendería sus gritos de socorro ante la charla sobre sentimientos. Si Eilydh lo conocía a él también como pensaba, esperaba que Matt prolongase un poco más su sufrimiento tan solo para ver hasta que punto podía tensar el elástico de su coraza... hasta que quebrase.
Pero al parecer ninguno de los dos se conocía tanto como esperaba. Matt quizás no se dio cuenta de que Eilydh se sentía incómoda con aquella charla, o quizás le tendió a la elfa su particular bandera blanca de paz cambiando el tema y tono de conversación con tan solo un estribillo acerca de las mentiras que se había dicho a si mismo estando con Eyre y los motivos por los que se había anclado a todo lo que lo apartaba de ser feliz. Sonrió más de manera cordial por el intento del virrey de subirse la moral hasta en aquellos momentos con unos cumplidos a si mismo que ambos sabían no necesitaba pronunciar. De nuevo escondiendo su miedo que sentía hacia la respuesta que Eilydh pudiese dar a su pregunta ¿Por qué con Stefano? ¿Por qué no él?
La elfa caminó de manera sopesada pensandose mucho la respuesta.Sabía que Matt era un tipo celoso, incluso sin motivo o necesidad de poseer aquello que celaba. No dudaba ni un momento que su respuesta a aquella pregunta lo iba a alejar o acercar más a Stefano. O al menos le daría otro matiz a la relación para con si mismo que Matt tenía así que contestó de manera pausada, dando sus razones de por qué elegía esa parte de él a la que tan bien conocía.
-Quiero saber como eres cuando buscas la felicidad- dijo simplemente como si aquello zanjase la cuestión- Quiero pasar el tiempo suficiente a tu lado como para saber que una parte de ti aún considera la idea de no boicotearse y de conseguir que la careta que es Matthew Owens lo quiera.- compuso un gesto frío como si mirase más allá de los ojos de Matt, buscando a Stefano.
Por alguna razón Eilydh sintio que aquella era la primera vez que se encontraba cara a cara con el virrey. Ambos en aquel pasillo, trayendo recuerdos de su encuentro en el prostíbulo con las máscara de vanidad de ambos sobre sus ojos vacíos y la guerra de egos jugando lascivamente sobre sus cuerpos separados por el espacio que componía la maleta de situaciones que ambos habían vivido.Y por primera vez en mucho tiempo comprendió que ni ella ni Matt eran los mismos que entonces.
Aún no estaba segura de si eso era algo bueno o malo.
El hombre interrumpió su pensamiento, de nuevo alejando cualquier avance que hubiesen hecho. Eilydh pensó un segundo. El virrey estaba seguro que Eilydh sabía que aquello tan solo eran intentos de apartar emociones de sus conversaciones que le hizo gracia pensar en como reaccionaría el hombre si alguna vez aceptase sus proposiciones indecentes. No porque quisiese llevarlas a cabo necesariamente, sino porque Matt creía que aquello la importunaba y que con ello sometía un control no hablado sobre ella. Lo miró con el brillo de ilusión de un niño que sabe que ha robado un dulce y pensó que algún día se dejaría conocer lo suficiente como para aceptarle aquella proposición, y entonces sería cuando controlase a Matt, pues el virrey se había hecho poderoso en aquella vulnerabilidad imperceptible.
-¿... que me has... que me has que?- dijo la elfa finalmente como si las palabras del hombre no hubiesen tenido sentido hasta que ella las pronunció- ¿Y... por qué motivo se supone que me has comprado una casa? ¿Con que propósito? ¿Cuándo?- Eilydh comenzó a decir, casi balbuceando.
Peros sus pasos bailaban tras la carrera del virrey que de pronto había comenzado a recuperar las fuerzas que su desmejorado cuerpo parecía haber perdido durante meses. Recorrieron el bosque que separaba la casa de Matt del resto de ciudad lagarto. Tomaron varios atajos. Eilydh se percató de la ruta que seguía el hombre. Lo suficientemente alejada de la ciudad como para no ser considerada de esta, pero aún así claramente en los límites.
En un lugar determinado el virrey se paró y ante ellos, un bosque pequeño rodeado de nogales y arces se abría camino con frondosidad. Como si la animase a avanzar sola, Eilydh se adelantó mirando de manera enigmática a Matt.
El juego al que estaban jugando era bastante peligroso. Eilydh podía sentir como poco a poco la tensión se acumulaba en su cabeza, llenándola de pensamientos que había estado intentando obviar mientras estaba en su zona de calma con Matt. El hombre parecía tener un gesto de autosuficiencia. En la mente de Eilydh tan solo resonaba una palabra:
Cadenas.
Pero al parecer ninguno de los dos se conocía tanto como esperaba. Matt quizás no se dio cuenta de que Eilydh se sentía incómoda con aquella charla, o quizás le tendió a la elfa su particular bandera blanca de paz cambiando el tema y tono de conversación con tan solo un estribillo acerca de las mentiras que se había dicho a si mismo estando con Eyre y los motivos por los que se había anclado a todo lo que lo apartaba de ser feliz. Sonrió más de manera cordial por el intento del virrey de subirse la moral hasta en aquellos momentos con unos cumplidos a si mismo que ambos sabían no necesitaba pronunciar. De nuevo escondiendo su miedo que sentía hacia la respuesta que Eilydh pudiese dar a su pregunta ¿Por qué con Stefano? ¿Por qué no él?
La elfa caminó de manera sopesada pensandose mucho la respuesta.Sabía que Matt era un tipo celoso, incluso sin motivo o necesidad de poseer aquello que celaba. No dudaba ni un momento que su respuesta a aquella pregunta lo iba a alejar o acercar más a Stefano. O al menos le daría otro matiz a la relación para con si mismo que Matt tenía así que contestó de manera pausada, dando sus razones de por qué elegía esa parte de él a la que tan bien conocía.
-Quiero saber como eres cuando buscas la felicidad- dijo simplemente como si aquello zanjase la cuestión- Quiero pasar el tiempo suficiente a tu lado como para saber que una parte de ti aún considera la idea de no boicotearse y de conseguir que la careta que es Matthew Owens lo quiera.- compuso un gesto frío como si mirase más allá de los ojos de Matt, buscando a Stefano.
Por alguna razón Eilydh sintio que aquella era la primera vez que se encontraba cara a cara con el virrey. Ambos en aquel pasillo, trayendo recuerdos de su encuentro en el prostíbulo con las máscara de vanidad de ambos sobre sus ojos vacíos y la guerra de egos jugando lascivamente sobre sus cuerpos separados por el espacio que componía la maleta de situaciones que ambos habían vivido.Y por primera vez en mucho tiempo comprendió que ni ella ni Matt eran los mismos que entonces.
Aún no estaba segura de si eso era algo bueno o malo.
El hombre interrumpió su pensamiento, de nuevo alejando cualquier avance que hubiesen hecho. Eilydh pensó un segundo. El virrey estaba seguro que Eilydh sabía que aquello tan solo eran intentos de apartar emociones de sus conversaciones que le hizo gracia pensar en como reaccionaría el hombre si alguna vez aceptase sus proposiciones indecentes. No porque quisiese llevarlas a cabo necesariamente, sino porque Matt creía que aquello la importunaba y que con ello sometía un control no hablado sobre ella. Lo miró con el brillo de ilusión de un niño que sabe que ha robado un dulce y pensó que algún día se dejaría conocer lo suficiente como para aceptarle aquella proposición, y entonces sería cuando controlase a Matt, pues el virrey se había hecho poderoso en aquella vulnerabilidad imperceptible.
-¿... que me has... que me has que?- dijo la elfa finalmente como si las palabras del hombre no hubiesen tenido sentido hasta que ella las pronunció- ¿Y... por qué motivo se supone que me has comprado una casa? ¿Con que propósito? ¿Cuándo?- Eilydh comenzó a decir, casi balbuceando.
Peros sus pasos bailaban tras la carrera del virrey que de pronto había comenzado a recuperar las fuerzas que su desmejorado cuerpo parecía haber perdido durante meses. Recorrieron el bosque que separaba la casa de Matt del resto de ciudad lagarto. Tomaron varios atajos. Eilydh se percató de la ruta que seguía el hombre. Lo suficientemente alejada de la ciudad como para no ser considerada de esta, pero aún así claramente en los límites.
En un lugar determinado el virrey se paró y ante ellos, un bosque pequeño rodeado de nogales y arces se abría camino con frondosidad. Como si la animase a avanzar sola, Eilydh se adelantó mirando de manera enigmática a Matt.
El juego al que estaban jugando era bastante peligroso. Eilydh podía sentir como poco a poco la tensión se acumulaba en su cabeza, llenándola de pensamientos que había estado intentando obviar mientras estaba en su zona de calma con Matt. El hombre parecía tener un gesto de autosuficiencia. En la mente de Eilydh tan solo resonaba una palabra:
Cadenas.
Eilydh
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Re: Decepcionado. Pero no sorprendido [Privado] [Eilydh] [Cerrado]
Las cuestiones alrededor del “como eres” eran un tema que casi siempre tocaban todas las personas que pasaban cierto tiempo cerca de Matt. No se tardaba demasiado en darse cuenta que casi todo lo que el Estafador hacía y decía no era más que un acto bien practicado por el Humano, entonces indefectiblemente la duda siempre llegaba ¿Y entonces? ¿Cómo es en realidad? Y entonces comenzaba el juego de “Adivina qué tan sincero está siendo Matthew ahora”.
Al final, siquiera cuando estaba diciendo la verdad podían creerle.
-Bien, inténtalo, dicen que los elfos viven mucho tiempo de todos modos así que eso no será un problema - Los Humanos, por otro lado, tenían vidas más fugaces.
Sexo era un nudo conflictivo por sí mismo, Owens sabía que para la mayoría de las personas era un tema delicado, vergonzoso, algo de lo que no se tenía que hablar más que con aquella persona de confianza más íntima. Estaban quienes lo ignoraban, quienes lo aborrecían, los que disfrutaban con culpa y los que se habían rendido a sus instintos más básicos. Había de todo, pero una cosa era seguro: A nadie le era indiferente. Y era por eso que Matthew usaba casi siempre ese tópico, porque se podía saber mucho de una persona por la manera en que reaccionaba ante el sexo.
Sonrió ampliamente al ver la cara de confusión de Eil al enterarse de la casa. Le apoyó una mano en el hombro de forma amistosa y achicó los ojos para componer un gesto de picardía.
-Te hablo de tener un revolcón y no dices nada. Pero te digo que te compré una casa y de pronto pareces una adolescente alborotada y confundida - Movió la cabeza de un lado a otro, como sí intentara recordar - Porque se me antojo comprarte una. Sin ningún propósito en particular. Y lo hice poco tiempo después de que te fueras, claramente no tenía idea de que te ibas a tardar tanto en volver -
El andar de Matthew era vigoroso, pero a la vez gran parte de él ya no estaba ahí, había logrado su objetivo, Eil se había distraído del tema original y ya no intentaba escarbar en la herida. Era todo lo que deseaba por el momento. Solo necesitaba estar tranquilo mientras organizaba sus emociones y volvía a levantar la empalizada que las recubría, ahora que Owens estaba de nuevo al mando era cuestión de tiempo para que todas las piezas volvieran de a poco a su lugar.
“De donde nunca deberían haberse movido”
Cuando finalmente llegaron, lo que les esperaba era una gran casa con un estilo que intentaba asemejar el de los elfos. Matt había estado muy poco tiempo en esas tierras, así que seguramente los detalles no eran iguales, pero al menos había querido darle un aire similar.
-Con los faroles prendidos se ve más bonita... Y sin polvo, claro - Se cruzó de brazos - Por tu cara imagino que ya estás pensando mal de mi. No, no quiero comprarte. No, tampoco volverte mi esposa ni mi amante. Tampoco pretendo que estés en deuda conmigo, ni mantenerte donde pueda vigilarte - Intentó pensar más maneras en que pudiera malinterpretarse el gesto pero esas eran las que se le ocurrían en el momento - Mira, hace ya un buen tiempo que estás aquí, toleraste mis cambios de humor, mis caprichos, chistes, rabietas, desplantes, manipulaciones y mi insensibilidad. Quería tener un lindo gesto y ya que en tus tierras no te tienen mucho aprecio, me pareció que un sitio al cual regresar podía ser algo que te gustaría - Suspiró - Luego recordé lo orgullosa que eres y pensé que era mala idea, pero ya la casa estaba terminada así que ni modo - Se encogió de hombros - Úsala si quieres, y sino déjala tirada, como quieras - Miro hacía otro lado, fingiendo que le daba lo mismo.
Al final, siquiera cuando estaba diciendo la verdad podían creerle.
-Bien, inténtalo, dicen que los elfos viven mucho tiempo de todos modos así que eso no será un problema - Los Humanos, por otro lado, tenían vidas más fugaces.
Sexo era un nudo conflictivo por sí mismo, Owens sabía que para la mayoría de las personas era un tema delicado, vergonzoso, algo de lo que no se tenía que hablar más que con aquella persona de confianza más íntima. Estaban quienes lo ignoraban, quienes lo aborrecían, los que disfrutaban con culpa y los que se habían rendido a sus instintos más básicos. Había de todo, pero una cosa era seguro: A nadie le era indiferente. Y era por eso que Matthew usaba casi siempre ese tópico, porque se podía saber mucho de una persona por la manera en que reaccionaba ante el sexo.
Sonrió ampliamente al ver la cara de confusión de Eil al enterarse de la casa. Le apoyó una mano en el hombro de forma amistosa y achicó los ojos para componer un gesto de picardía.
-Te hablo de tener un revolcón y no dices nada. Pero te digo que te compré una casa y de pronto pareces una adolescente alborotada y confundida - Movió la cabeza de un lado a otro, como sí intentara recordar - Porque se me antojo comprarte una. Sin ningún propósito en particular. Y lo hice poco tiempo después de que te fueras, claramente no tenía idea de que te ibas a tardar tanto en volver -
El andar de Matthew era vigoroso, pero a la vez gran parte de él ya no estaba ahí, había logrado su objetivo, Eil se había distraído del tema original y ya no intentaba escarbar en la herida. Era todo lo que deseaba por el momento. Solo necesitaba estar tranquilo mientras organizaba sus emociones y volvía a levantar la empalizada que las recubría, ahora que Owens estaba de nuevo al mando era cuestión de tiempo para que todas las piezas volvieran de a poco a su lugar.
“De donde nunca deberían haberse movido”
Cuando finalmente llegaron, lo que les esperaba era una gran casa con un estilo que intentaba asemejar el de los elfos. Matt había estado muy poco tiempo en esas tierras, así que seguramente los detalles no eran iguales, pero al menos había querido darle un aire similar.
-Con los faroles prendidos se ve más bonita... Y sin polvo, claro - Se cruzó de brazos - Por tu cara imagino que ya estás pensando mal de mi. No, no quiero comprarte. No, tampoco volverte mi esposa ni mi amante. Tampoco pretendo que estés en deuda conmigo, ni mantenerte donde pueda vigilarte - Intentó pensar más maneras en que pudiera malinterpretarse el gesto pero esas eran las que se le ocurrían en el momento - Mira, hace ya un buen tiempo que estás aquí, toleraste mis cambios de humor, mis caprichos, chistes, rabietas, desplantes, manipulaciones y mi insensibilidad. Quería tener un lindo gesto y ya que en tus tierras no te tienen mucho aprecio, me pareció que un sitio al cual regresar podía ser algo que te gustaría - Suspiró - Luego recordé lo orgullosa que eres y pensé que era mala idea, pero ya la casa estaba terminada así que ni modo - Se encogió de hombros - Úsala si quieres, y sino déjala tirada, como quieras - Miro hacía otro lado, fingiendo que le daba lo mismo.
Matthew Owens
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Re: Decepcionado. Pero no sorprendido [Privado] [Eilydh] [Cerrado]
El bosque se quedó en silencio de pronto. El caminar en apariencia indiscriminado de ambas figuras les había llegado allí, al fondo mismo de los temores de la elfa, especificamente alejado de todo lo que podía asustar a Owens.
Eilydh sintió la mano del estafador en su hombro. Su mirada se dirigió de manera remota hasta aquella mano, específicamente y estratégicamente posada en su hombro. Las palabras del virrey quedaron sordas. Eilydh había aprendido que después de todo lo que Matt decía y lo que hacía eran dos realidades distintas y lejos de dejarse guiar por sus palabras calculadas, Eilydh solía interesarse más por sus gestos.
Aquella vez no fue una excepción. Aquella mano era una declaración de intenciones y lejos de aliviar el cúmulo de emociones que la elfa estaba sintiendo, aquella mano significaba todo.
No es que no estuviese acostumbrada al tacto humano. Ni siquiera se estaba cuestionando si echaba de menos que manos como aquellas tocaran su piel. No. Aquella mano posada en su hombre en el momento justo de un regalo inesperado y ciertamente no merecido la hizo querer recular los cien pasos que acababa de acortar con Matthew Owens momentos atrás en su casa alborotada.
La mano de tus progenitores te agarra al caminar. Te guia en tus primeros pasos para que sigas una senda establecida. Son las manos de una madre las que a menudo limpian tus lágrimas tras tus primeras caídas. Das la mano a tus seres queridos en señal de consolación y entrelazas los dedos con un amante en el momento primero en el que el sentimiento surge.
La rabia que había inundado al principio su cabeza pensando justo todo aquello que Matthew había sugerido la hizo respirar de manera entrecortada, tensando los hombros donde Matt se apoyaba.
También fueron manos las que la marcaron. Su propia mano regalada a un extraño. Las manos mismas que indicaron el camino que seguir al exilio y sus manos doloridas después de luchar por si misma su escapada. Agarró a Karma por un segundo. Los borrones de sus recuerdos guiándola y la sensación de ser presa de las estafas de Owens una vez más entristeciendola y enfureciéndola a la vez.
Inspiró hondo, intentando calmarse.
Olía a menta, a nogal y a arce de hojas de otoño. Olía a un riachuelo cercano y a la paz de los matorrales de su alrededor. Olía al serrín de la madera recién cortada y pulida en forma de escaleras principales. Al abrir sus ojos, Eilydh los llevó directamente hasta donde procedía el olor. Y recorrió la entrada de aquella casa, como si fuese la primera vez que veía una.
Las ventanas eran desiguales y tras ellas el ir y venir de la luz de una vela las hacía encenderse y apagarse. Alguien se había ocupado de encender aquella vela, en aquel momento exacto. La puerta se mezclaba con la vegetación creciente y la altura aseguraba que Eilydh tuviese vistas directas a ciudad lagarto. No muy lejos de donde estaban emplazados.
Owens seguīa hablando y aunque Eilydh había decidido ignorar cualquier palabra que el hombre dijese, por algún motivo sumamente sutil, la rabia se había evaporado.Dejó escapar el aire de sus pulmones en un suspiro y recordó los ojos tristes con los que la había mirado el virrey momentos atrás.
-Necesito que me acompañes a Sandorai- dijo, simplemente, avanzando hasta los primeros escalones de aquella vivienda con una emoción templada por su propia expresión fría y distante. Como si aquello sirviese de perdón que curase todas las posibles causas que el humano había enumerado y por las que ella no aceptaría aquel regalo.
Antes de llegar a la puerta se paró y se giró a Owens- No te hagas a la idea de que voy a vivir aquí siempre.- dijo a regañadientes. Iba a avanzar pero se paró de nuevo antes de abrir la puerta como si hubiese recordado algo. Se giró a Matt y dijo:- y... no voy a necesitar que vengas a mantener mi cama caliente.Ni a asegurarte de que las almohadas estan mullidas. Ni de que mis sabanas son lo suficientemente cálidas a una determinada hora de la noche... o cualquier estratagema que implique que te sorprenda en ella.- lo dijo en tono de advertencia, como si aquello fuese una condición para aceptar aquel regalo-
-Es... perfecta- le dijo, casi en un susurro
Eilydh nunca imaginó que había manos humanas capaces de curar.
Casa de Eilydh en los alrededores de C.Lagarto
off
Gracias por el regalo Matt <3 Ya sabes que me encanta!!
Eilydh sintió la mano del estafador en su hombro. Su mirada se dirigió de manera remota hasta aquella mano, específicamente y estratégicamente posada en su hombro. Las palabras del virrey quedaron sordas. Eilydh había aprendido que después de todo lo que Matt decía y lo que hacía eran dos realidades distintas y lejos de dejarse guiar por sus palabras calculadas, Eilydh solía interesarse más por sus gestos.
Aquella vez no fue una excepción. Aquella mano era una declaración de intenciones y lejos de aliviar el cúmulo de emociones que la elfa estaba sintiendo, aquella mano significaba todo.
No es que no estuviese acostumbrada al tacto humano. Ni siquiera se estaba cuestionando si echaba de menos que manos como aquellas tocaran su piel. No. Aquella mano posada en su hombre en el momento justo de un regalo inesperado y ciertamente no merecido la hizo querer recular los cien pasos que acababa de acortar con Matthew Owens momentos atrás en su casa alborotada.
La mano de tus progenitores te agarra al caminar. Te guia en tus primeros pasos para que sigas una senda establecida. Son las manos de una madre las que a menudo limpian tus lágrimas tras tus primeras caídas. Das la mano a tus seres queridos en señal de consolación y entrelazas los dedos con un amante en el momento primero en el que el sentimiento surge.
La rabia que había inundado al principio su cabeza pensando justo todo aquello que Matthew había sugerido la hizo respirar de manera entrecortada, tensando los hombros donde Matt se apoyaba.
También fueron manos las que la marcaron. Su propia mano regalada a un extraño. Las manos mismas que indicaron el camino que seguir al exilio y sus manos doloridas después de luchar por si misma su escapada. Agarró a Karma por un segundo. Los borrones de sus recuerdos guiándola y la sensación de ser presa de las estafas de Owens una vez más entristeciendola y enfureciéndola a la vez.
Inspiró hondo, intentando calmarse.
Olía a menta, a nogal y a arce de hojas de otoño. Olía a un riachuelo cercano y a la paz de los matorrales de su alrededor. Olía al serrín de la madera recién cortada y pulida en forma de escaleras principales. Al abrir sus ojos, Eilydh los llevó directamente hasta donde procedía el olor. Y recorrió la entrada de aquella casa, como si fuese la primera vez que veía una.
Las ventanas eran desiguales y tras ellas el ir y venir de la luz de una vela las hacía encenderse y apagarse. Alguien se había ocupado de encender aquella vela, en aquel momento exacto. La puerta se mezclaba con la vegetación creciente y la altura aseguraba que Eilydh tuviese vistas directas a ciudad lagarto. No muy lejos de donde estaban emplazados.
Owens seguīa hablando y aunque Eilydh había decidido ignorar cualquier palabra que el hombre dijese, por algún motivo sumamente sutil, la rabia se había evaporado.Dejó escapar el aire de sus pulmones en un suspiro y recordó los ojos tristes con los que la había mirado el virrey momentos atrás.
-Necesito que me acompañes a Sandorai- dijo, simplemente, avanzando hasta los primeros escalones de aquella vivienda con una emoción templada por su propia expresión fría y distante. Como si aquello sirviese de perdón que curase todas las posibles causas que el humano había enumerado y por las que ella no aceptaría aquel regalo.
Antes de llegar a la puerta se paró y se giró a Owens- No te hagas a la idea de que voy a vivir aquí siempre.- dijo a regañadientes. Iba a avanzar pero se paró de nuevo antes de abrir la puerta como si hubiese recordado algo. Se giró a Matt y dijo:- y... no voy a necesitar que vengas a mantener mi cama caliente.Ni a asegurarte de que las almohadas estan mullidas. Ni de que mis sabanas son lo suficientemente cálidas a una determinada hora de la noche... o cualquier estratagema que implique que te sorprenda en ella.- lo dijo en tono de advertencia, como si aquello fuese una condición para aceptar aquel regalo-
-Es... perfecta- le dijo, casi en un susurro
Eilydh nunca imaginó que había manos humanas capaces de curar.
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Casa de Eilydh en los alrededores de C.Lagarto
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Gracias por el regalo Matt <3 Ya sabes que me encanta!!
Eilydh
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Re: Decepcionado. Pero no sorprendido [Privado] [Eilydh] [Cerrado]
Matthew no podía saber que había generado en la elfa una avalancha de emociones, y no precisamente de las positivas. El humano creía conocerla, pero en el tiempo que llevaban juntos sólo había logrado raspar la superficie, su narcisismo chocaba con la desconfianza natural de Eil y los dejaba a ambos en una posición muy difícil de rebasar. Aún así habían llegado hasta ese punto, a un nivel de confianza en la que Owens podía mostrarse en un momento de tanta precariedad y en la que Eilydh se atreviera a pedirle que la acompañe a Sandorai.
-¿Ir a Sandorai? ¿Ahora? - Le parecía raro que saliera con ese pedido de la nada, habiendo estado tanto tiempo lejos y sin dar explicaciones. La observó atentamente mientras caminaba por los alrededores de la casa, la mitad de su atención estaba puesta en lo que acababa de pedirle, la otra mitad en averiguar si le gustaba el regalo, era sumamente importante para Matt el saber qué opinaba Eil sobre todo eso - De acuerdo, iremos entonces. Estaré listo en cuanto lo dispongas - No había otra respuesta posible, en ese momento el ego del Humano estaba demasiado frágil y necesitaba casi con desesperación un poco de aceptación.
Cuando escuchó todas las aclaraciones que le hizo Eilydh se sonrió.
-Oh, pero que pena, acabas de descubrir mis malvados planes - Se encogió de hombros y negó con la cabeza, haciendo un falso gesto apenado - Y como la casa ya te la regalé no hay vuelta atrás ¡Demonios! No soy rival para tu ingenio - Estaba bastante ansioso y quería que la elfa abriera la puerta de una vez para que viera la casa por dentro - Puedes estar tranquila, como casi soy un vampiro, solo podré entrar si me invitas a pasar. Es tu casa, aquí se hace todo como tu ordenes - Hizo una ligera reverencia.
Ir a Sandorai no era un viaje muy anhelado para Matt, esas tierras estaban en una situación compleja desde los últimos enfrentamientos que habían tenido lugar en gran parte del territorio elfo. Además, los Oreja Picudas no eran conocidos por ser demasiado tolerantes a la presencia de humanos en sus bosques, Owens aún recordaba que la última vez que los había visitado había sido con un permiso especial durante una festividad y que se había tenido que marchar inmediatamente después.
Aún así...
Miro a Eil y sonrió de medio lado, sí para él sería difícil, seguramente para ella lo sería aún más, sino no se lo hubiese pedido con tanta seriedad. De ser otra persona probablemente le hubiese pasado un brazo por arriba de los hombros para demostrar su apoyo, pero la elfa interpretaba cualquier acercamiento de Matthew como un intento de controlarla o engañarla, así que el Virrey simplemente se cruzó de brazos y se quedó a su lado mientras reconocía su nuevo hogar.
-¿Ir a Sandorai? ¿Ahora? - Le parecía raro que saliera con ese pedido de la nada, habiendo estado tanto tiempo lejos y sin dar explicaciones. La observó atentamente mientras caminaba por los alrededores de la casa, la mitad de su atención estaba puesta en lo que acababa de pedirle, la otra mitad en averiguar si le gustaba el regalo, era sumamente importante para Matt el saber qué opinaba Eil sobre todo eso - De acuerdo, iremos entonces. Estaré listo en cuanto lo dispongas - No había otra respuesta posible, en ese momento el ego del Humano estaba demasiado frágil y necesitaba casi con desesperación un poco de aceptación.
Cuando escuchó todas las aclaraciones que le hizo Eilydh se sonrió.
-Oh, pero que pena, acabas de descubrir mis malvados planes - Se encogió de hombros y negó con la cabeza, haciendo un falso gesto apenado - Y como la casa ya te la regalé no hay vuelta atrás ¡Demonios! No soy rival para tu ingenio - Estaba bastante ansioso y quería que la elfa abriera la puerta de una vez para que viera la casa por dentro - Puedes estar tranquila, como casi soy un vampiro, solo podré entrar si me invitas a pasar. Es tu casa, aquí se hace todo como tu ordenes - Hizo una ligera reverencia.
Ir a Sandorai no era un viaje muy anhelado para Matt, esas tierras estaban en una situación compleja desde los últimos enfrentamientos que habían tenido lugar en gran parte del territorio elfo. Además, los Oreja Picudas no eran conocidos por ser demasiado tolerantes a la presencia de humanos en sus bosques, Owens aún recordaba que la última vez que los había visitado había sido con un permiso especial durante una festividad y que se había tenido que marchar inmediatamente después.
Aún así...
Miro a Eil y sonrió de medio lado, sí para él sería difícil, seguramente para ella lo sería aún más, sino no se lo hubiese pedido con tanta seriedad. De ser otra persona probablemente le hubiese pasado un brazo por arriba de los hombros para demostrar su apoyo, pero la elfa interpretaba cualquier acercamiento de Matthew como un intento de controlarla o engañarla, así que el Virrey simplemente se cruzó de brazos y se quedó a su lado mientras reconocía su nuevo hogar.
Matthew Owens
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Re: Decepcionado. Pero no sorprendido [Privado] [Eilydh] [Cerrado]
Eilydh se llenó la cabeza de la visión de la primera sala de la casa que el virrey acababa de obsequiarle. Hasta hacía exactamente un minuto no había contado con tener nada a lo que llamar suyo y por un momento pensó en su habitación preferida de la posada donde solía hospedarse cada vez que visitaba Ciudad Lagarto. La imaginó con un pellizco de envidia como si estuviese traicionándola por tan solo imaginar las posibilidades de aquel espacio.
A un lado del salón principal el entramado de cristal y madera unido entre si sin alterar la continuidad del arbol en el que se paseaban daba la sensación de una ventana enorme a través de la cual la espesura de los árboles le daba la falsa imagen de lo que se le antojó como un recuerdo antiguo de una Eilydh mucho más joven perdiendo su imaginación en una ventana de un árbo muy distinto. Balanceó el peso de su cuerpo de un pie al otro en un pequeño paso tímido que la desvió de aquellos pensamientos y la devolvió a aquel lugar.
A su espalda, Matthew Owens había tardado exactamente el minuto mismo que ella se había tomado en aceptar aquella casa como su hogar parcial en hacer lo mismo con su propuesta de viajar a Sandorai. Eilydh esbozó una sonrisa que el hombre no pudo ver y que la llenó de un sentimiento cálido, Sus brazos cruzados en su pecho mientras inspeccionaba la sala, por un leve segundo, parecieron estar abrazándose en un gesto reconfortante.
Ni siquiera le había preguntado para qué quería ir a Sandorai Eilydh se mordió el labio inferior en un gesto leve de preocupación mientras se preguntaba si era un buen momento para pedirle algo así al virrey. Se giró hasta el a un paso de compartir dicha preocupación y quizás retirar aquella proposición.
Pero en la mirada hasta entonces triste de Stefano la sombra sagaz y calculadora de Matthew Owens estaba calculando la manera exacta de usar aquel momento como otra de sus muchas capas. Eilydh suspiró. Lo había vuelto a hacer. No estaba segura cuando iban a poder a volver a verse, pero Owens estaba tan de vuelta como el mismo quería fingir que lo estaba.
Caminó hacia él, algo resignada pero con el ánimo acentuado.
-Debemos pues, planear nuestro viaje.- dijo mientras se acercaba- No se si te has dado cuenta, pero los elfos están algo... indispuestos después de los últimos acontecimientos. Y yo no he heredado mi mal humor de la nada,,, y no te lo tomes a mal mi virrey, pero tus orejas no son lo suficientemente puntiagudas- sonrió y se pausó por un momento.
No sabía bien por donde empezar. Matthew Owens se iba a exponer al peligro mismo de conocer... demasiado acerca de Eilydh y aquello aterrorizaba a la elfa.
Posó su mano sobre la mejilla de Matt y la dejó ahí por un segundo como si quisiese hacer una captura de sus facciones en su mente.
-No sabía que eras el tipo de hombre que espera permiso para entrar en los aposentos de su prometida- dijo en tono burlón
El olor a eucalipto, nogal y roble inundó sus pulmones atraído por una leve ráfaga de aire que llenó la sala.
Estaba en casa.
A un lado del salón principal el entramado de cristal y madera unido entre si sin alterar la continuidad del arbol en el que se paseaban daba la sensación de una ventana enorme a través de la cual la espesura de los árboles le daba la falsa imagen de lo que se le antojó como un recuerdo antiguo de una Eilydh mucho más joven perdiendo su imaginación en una ventana de un árbo muy distinto. Balanceó el peso de su cuerpo de un pie al otro en un pequeño paso tímido que la desvió de aquellos pensamientos y la devolvió a aquel lugar.
A su espalda, Matthew Owens había tardado exactamente el minuto mismo que ella se había tomado en aceptar aquella casa como su hogar parcial en hacer lo mismo con su propuesta de viajar a Sandorai. Eilydh esbozó una sonrisa que el hombre no pudo ver y que la llenó de un sentimiento cálido, Sus brazos cruzados en su pecho mientras inspeccionaba la sala, por un leve segundo, parecieron estar abrazándose en un gesto reconfortante.
Ni siquiera le había preguntado para qué quería ir a Sandorai Eilydh se mordió el labio inferior en un gesto leve de preocupación mientras se preguntaba si era un buen momento para pedirle algo así al virrey. Se giró hasta el a un paso de compartir dicha preocupación y quizás retirar aquella proposición.
Pero en la mirada hasta entonces triste de Stefano la sombra sagaz y calculadora de Matthew Owens estaba calculando la manera exacta de usar aquel momento como otra de sus muchas capas. Eilydh suspiró. Lo había vuelto a hacer. No estaba segura cuando iban a poder a volver a verse, pero Owens estaba tan de vuelta como el mismo quería fingir que lo estaba.
Caminó hacia él, algo resignada pero con el ánimo acentuado.
-Debemos pues, planear nuestro viaje.- dijo mientras se acercaba- No se si te has dado cuenta, pero los elfos están algo... indispuestos después de los últimos acontecimientos. Y yo no he heredado mi mal humor de la nada,,, y no te lo tomes a mal mi virrey, pero tus orejas no son lo suficientemente puntiagudas- sonrió y se pausó por un momento.
No sabía bien por donde empezar. Matthew Owens se iba a exponer al peligro mismo de conocer... demasiado acerca de Eilydh y aquello aterrorizaba a la elfa.
Posó su mano sobre la mejilla de Matt y la dejó ahí por un segundo como si quisiese hacer una captura de sus facciones en su mente.
-No sabía que eras el tipo de hombre que espera permiso para entrar en los aposentos de su prometida- dijo en tono burlón
El olor a eucalipto, nogal y roble inundó sus pulmones atraído por una leve ráfaga de aire que llenó la sala.
Estaba en casa.
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