¿Amigo o enemigo? Parte III [Privado] [Cerrado]

Con su penetrante y fría mirada, la señora Matsushita observaba cómo Matthew Owens apuñalaba con placer a Alward Sevna. Pero a diferencia del virrey, ella no sentía ningún placer ni victoria personal.

-El lucero ha caído.-Fueron las únicas palabras que dijo antes de que empezaran a entrar varios guardias encapuchados y enmascarados, todos llevando sus respectivas prendas de un color: el negro.

Los guardias se colocaron uno frente a otro hasta formar un pasillo hasta los dos humanos.

El último en llegar fue otro encapuchado, pero a diferencia de los guardias, que no presentaban emoción alguna en sus máscaras, este sí que tenía una expresión sonriente en la suya, además de unos ropajes de colores azulados y magentas, además de otras máscaras con distintas emociones en un costado de su faja.

Lo que se escondía tras el portal no era ninguna trampa, emboscada o algún tipo de artimaña preparada y meditada; tan solo una figura esperando pacientemente sentada con las piernas cruzadas casi sobre el filo de un enorme precipicio. Se podían ver altas montañas en la lejanía hacia un lado y frondosos bosques hacia el otro. Allí se respiraba serenidad, acompañaba del suave mecer del viento no demasiado frío, pero sí que bastante más fresco que en Verisar.

En poco tiempo amanecería, como mucho pasada una hora y algo más.

La figura tan solo se inmutó cuando notó la activación de las runas de teletransporte a su espalda y la presencia de quienes esperaba.

De forma sosegada se descruzó de piernas y se puso en pie, sin voltearse. Tomó una profunda respiración y la soltó de forma paulatina.

-Este mundo es muy bello, ¿Cierto?-Preguntó como resultado de cavilaciones anteriores a la aparición de los dos humanos.

Tras eso, se volteó para mirar tanto a Alward como a Matthew. El tono de sorpresa en sus ojos (única parte visible de su rostro parcialmente oculto) fue notable cuando vio al primero tirado en el suelo y ensangrentado.

-No diré que no me agrada, pero tampoco me lo esperaba.-Comentó-Señor Owens.-Lo miró a los ojos directamente. Aquella mirada azulada parecía estar profunda en un mar de locura impredecible.-Creo que no nos hemos visto antes. Y si hemos tenido la fortuna de encontrarnos, lamento no acordarme. Soy un hombre ocupado y, como entenderá bien debido a su puesto, los hombres como nosotros ven decenas de rostros distintos cada día.-Se colocó las manos entrelazadas detrás de la espalda, sacando pecho y adoptando una postura elegante y respetable.-Soy Erik Vacuum, líder de esta organización revolucionaria llamada "Sierpes".

Se acercó tan solo dos pasos medidos hasta Matthew, siempre manteniendo su compostura.

-Nosotros buscamos el orden a través del caos. Sé que usted es más propenso a esto último y será difícil convencerle, pero si está de nuestro lado hasta el final podemos llegar a un acuerdo que beneficie a ambas partes.-Hizo una breve pausa-En concreto, queremos operar con total libertad en Ciudad Lagarto con el objetivo de encontrar a alguien que creemos se esconde allí. O al menos en sus cercanías.-Hizo otra pausa para ver cómo reaccionaba Owens-Si usted me pregunta el por qué de nuestro propósito, le tengo que responder que tan solo mire a su alrededor cuando tenga la ocasión de volver a su hogar. El mundo está corrupto y podrido, es horrible incluso para los que aman el caos, como usted.-Le señaló elegantemente con una mano para luego volver a recogerla detrás de su espalda-Mi propuesta es acabar con él para empezar desde cero; todo el mundo, sin distinción alguna. Que cada cual tenga la oportunidad de labrarse un futuro. Caerán muchos y la destrucción que se producirá será irreparable, pero ese es el precio a pagar para poder comenzar un nuevo orden, donde nosotros dictaminaremos qué es lo justo y qué no. Dirigiremos un rebaño que solo está perdido y que por culpa de líderes débiles ante las tentaciones caen en un inevitable bucle de sufrimiento e injusticias.-En sus palabras podía notarse el empeño, dedicación y convicción que tenía con sus propias ideas.-Por eso necesitamos controlar las diferentes sociedades que componen Aerandir desde dentro. Cuando algo se arranca de raíz, tenemos la seguridad y certeza de que jamás volverá a crecer.-Dijo mostrando su puño y apretándolo con fuerza siguiendo los gestos con las palabras.-Este mundo es muy bello, pero nosotros lo corrompemos.-Se pausó unos segundos-Yo soy el único que puede hacer esto. Soy el único que sabe que debe hacerse lo que debe hacerse porque nadie es lo suficientemente determinante como para arriesgar todo lo que ama por la prosperidad eterna.

Alward tenía lo que quería. Sabía quiénes eran y qué pretendían. Tenía al líder de aquella secta que arruinó su vida a tan solo unos pocos metros de distancia en absoluta individualidad. Sin duda, estaba ante la persona a la que más odiaba por encima del propio Matthew Owens.

Era el momento. Contaba con el factor sorpresa. Debía atacar.

Sin más, con suma rapidez y agilidad se levantó, no llegándose a poner firme sobre sus pies, y desenvainó a Værdi con la intención de atravesar el pecho de aquel al que apodaban "El Fantasma", que tan esquivo había sido y que, por fin, lo había encontrado y descubierto su loco propósito.

Antes de que el filo de la espada del castaño se encontrase con la carne del Fantasma de las Sierpes, pasó algo para lo que Alward no estaba preparado; Erik simplemente se volatilizó en un humillo negro y volvió a recomponerse de nuevo a unos centímetros más apartado a su izquierda.

El Sevna quedó quieto en aquella posición de acometida. La ilusión que creó el amuleto que Matthew le había dado se disipó en ese instante, no tenía pinta de durar mucho más, por lo que aquel acto podría considerarse razonable de haber llegado a buen puerto. El líder de las Sierpes, por su parte, sonrió con cierto gusto bajo su tapacuello.

-Ya veo...-Soltó una sonora carcajada.-¡YA VEO!-Siguió riéndose sin disimulo.

Acto seguido, Erik se apartó de Alward transformándose de nuevo en aquel humillo y recomponiéndose nuevamente.

-¿Sorprendidos? Hacía tiempo que no estaba tan cerca de la muerte. Han tenido el privilegio de observar parte de mis verdaderas habilidades.-Sonrió congratulado.

Alward se recompuso y desenvainó su segunda espada; la de la Guardia de Lunargenta, sosteniéndola con su zurda.

Erik entonces se abrió de brazos, seguía congratulado, demostrando una falsa satisfacción por la escena.

-¡Alward Sevna; el héroe de Lunargenta. Cree que puede salvar al mundo, aunque el mundo le haya repetido hasta la saciedad que NO-QUIERE-SER-SALVADO!-Dicho eso, desenvainó su arma; una espada de acero corta que a todas luces parecía ser un arma común y corriente, y cambió totalmente de actitud a una que mostraba más molestia

-Voy a salvarlo de ti.-Dijo serio y concentrado.-Se acabaron las muertes, tu tiranía y toda esta locura.-Lo señaló con una de sus armas para luego adoptar una posición de combate.

-No.-Respondió con tono y porte solemne-Lo que hoy se acaba es tu vida.

Sin más, Alward se abalanzó contra Erik mostrando una clara actitud ofensiva.

Værdi y el arma del sierpe chocaron, luego el Sevna acometió con su espada zurda y Erik tuvo que apostar por el esquive. El castaño tenía ventaja sobre su oponente. A Erik empezaron a lloverle tajos de todas direcciones, pero de forma muy hábil logró esquivarlos todos con complejas fintas y movimientos de su tronco. No era un guerrero cualquiera, y con cada combate que ambos tenían podía verse con más claridad.

En uno de los golpes, Erik vio una ventana de oportunidad para su contraataque; dio un paso hacia adelante y empujó con un fuerte puñetazo a Alward hacia atrás, el golpe impactó en la armadura, pero fue lo suficientemente inesperado y fuerte como para desestabilizarlo.

El sierpe entonces logró colocarse detrás del caballero, y en vez de atacarlo esperó a que este último se diese la vuelta.

Alward volvió a abalanzarse contra Erik, pero este de nuevo, con una finta, logró zafarse del ataque, lo que dejó al castaño trastabillado, aunque pudo recomponerse sin problemas.

Acto seguido, el Sevna se abalanzó de nuevo hacia el encapuchado. Esta vez, en vez de hacer un esquive, Erik optó por chocar su espada y, con la presión de ambas y la atención de Alward en ella, dio una patada al arma que el Sevna no estaba utilizando; Værdi, para que la soltase. Tras eso, el vampiro volvió a hacer una finta y logró agarrar a Værdi en plena caída, quedándose ahora él con dos armas y Alward tan solo con una. Las tornas habían cambiado de forma drástica, si es que alguna vez habían estado a favor del caballero.

Alward se cambió la espada que le quedaba a su mano más hábil; la diestra, y se quedó mirando de forma recíproca a Erik, sin hacer nada más que recuperar el aliento.

El vampiro entonces observó a Værdi y, sin más, la tiró por el precipicio que estaba a su espalda en un acto de osadía. El caballero lo miró con rabia y apretó su mandíbula, llegando incluso a morderse el labio inferior después.

El Sevna volvió de nuevo a la ofensiva. Ahora, con ambos combatientes tan solo con una espada no hubo otro remedio que chocarlas y buscar una ventaja sobre alguna desventaja del rival.

Estaba claro que Erik era mucho más hábil y mejor luchador que Alward, sus movimientos eran seguros y eficientes, mientras que Alward estando a un muy buen nivel tan solo iba a la estela de lo que podría hacer su rival. En un momento de cansancio por parte del Sevna, su oponente imprimió un golpe con tanta fuerza que abrió en un arco mucho más grande de los debido el recorrido de la espada de Alward, lo cual aprovechó para pegar una fuerte y contundente patada al costado de este y desestabilizarlo, aunque el Sevna volvió a la carga con golpes más fuertes y contundentes. De nuevo, Erik optó por esquivar en una finta y dejar ahora a Alward de espaldas al precipicio.

Más golpes y choques de espadas se sucedieron hasta que, con un puñetazo de Erik directo a la nuez, Alward perdió la concentración y un poco la respiración. Acto seguido, el sierpe le colocó al caballero el filo de su arma en el cuello, obligándole a dar pasos hacia atrás hasta quedar a un par de pasos del límite del precipicio.

-Siéntase orgulloso, sir Alward Sevna.-Le hablaba con un profundo respeto-Has sobrevivido más que la mayoría.

Pero Alward no se dio por vencido, y en un acto desesperado quiso zafarse de aquella situación chocando una última vez su espada con la de Erik. Pero aquel intento fue en vano, ya que el Sevna volvió a perder el duelo y su espada cayó por el precipicio.

Muy a su pesar, cansado y recuperando el aliento tras posiblemente el combate más duro que había tenido en su vida, tenía que aceptar su derrota y su consiguiente consecuencia. No sin antes echar un último vistazo por encima del hombro a Matthew para ver si este, de forma heróica e inesperada, intervenía.

-Espero que te recuerden.

La atención del castaño volvió al vampiro que, sin más, atravesó con su arma, como si mantequilla se tratase, la armadura del castaño en un lado de su vientre.

Alward cayó de rodillas, intentando luchar por su último y muy desesperado aliento. Erik sacó su espada, manchada con la sangre del Sevna.

-Noli timere. Omnes enim mori.

La sangre empezó a brotar de la boca de Alward, mientras su visión empezaba a tornarse borrosa y su mente a desconectarse del mundo terrenal.

-Discúlpale y perdónale, Padre.-Oró en voz alta-Recíbelo en tus brazos.-Le dedicó una mirada comprensiva al caballero.

Tras eso, colocó una de sus botas en el pecho del Sevna y lo empujó hacia el precipicio de forma irremediable.

Luego de ver cómo caía, se volteó para acercarse a Owens.

-Acepte esta espada como un obsequio de mi parte.-Le ofreció dicha arma manchada con la sangre de Alward-Debo advertirle...-Cortó toda reacción del virrey-Si la acepta, iremos a dialogar. Si la rechaza, no nos quedará más remedio que convertirnos en enemigos.-Hizo una breve pausa para ver qué decidía-Puede estar completamente tranquilo, le doy mi palabra de que, decida lo que decida, podrá irse de aquí.De nuevo, sosteniendo la espada por ambos extremos y de forma firme, se la ofreció.