Remembranza de lo que vendrá [Libre] [Cerrado]
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Remembranza de lo que vendrá [Libre] [Cerrado]
Las huellas de un carro eran mucho más profundas en un sentido que en el otro. Era un detalle a tener en cuenta porque significaba que había signos claros de vida humana cerca. Pero eso él ya lo sabía pues conocía bien aquel camino pese al paso del tiempo.
- ¡A las buenas, viajero!- saludó un hombre que lideraba una compañía de tres jóvenes leñadores.
- Muy buenas Egil- devolvió el saludo Sango que se detuvo y sonrió al viejo leñador.- Deberías pensar en retirarte algún día- Sango dejó que le estudiara.- ¡Soy Ben, de los Nelad! ¿No te acuerdas de mi?- Preguntó dando un paso hacia Egil.
- Por todos los Dioses muchacho...- el viejo leñador se acercó a él y tiró lo que llevaba al suelo para cogerle de los brazos.- Que los Dioses me perdonen, el hijo de... ¡Sí! ¡Venid chicos, venid! Os presento a Ben de la casa de los Nelad- hizo gestos a los jóvenes que iban con él- Mira, Ben, estos son mis hijos, Egil, fuerte como un roble e Ivar, tiene una vista aguda como un cuervo- presentó a sus hijos y Sango saludó.
- Veo que esto sigue igual de movido que cuando era pequeño... ¡Y eso que no ha pasado tanto tiempo!- Sango hizo una pausa y miró hacia el pueblo que se dibujaba en el horizonte- Y parece que ha crecido- Sango echó un vistazo a Egil hijo e Ivar que echaron a andar en sentido contrario al pueblo.
- Ah, sí, sí, esto ha estado muy movido... En resumidas cuentas, se nos concedió más tierra para cultivar y vino mucha gente y... Ah, es algo más complejo de lo que creía- se agachó a recoger lo que había tirado- pero, seguro que te lo explican más detenidamente en casa, ¿verdad? Tengo prisa, Ben, ya hablamos...- le echó otro vistazo- Me alegro de volver a verte, ¡que los Dioses te guarden, Ben de los Nelad!- Salió tras sus hijos.
- Siempre con prisas... ¡Que los Dioses os sean propicios, Egil!- Se despidió Sango.
Ben no tardó en ver el cambio que había sufrido el pueblo. Seis casas se extendían en el camino que daba a lo que antes hacía las veces de plaza central del pueblo, cuatro a un lado y dos a otro. Naturalmente tenían un aspecto fantástico al ser de nueva construcción. Cuando llegó a la plaza, para su sorpresa, en el centro había erigido un [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] de no más de dos varas y media de alto. En uno de los murales se podían distinguir humanos luchando contra bestias, también embarcando y se distinguían motivos florales y animales. Por el otro lado del menhir había una inscripción que él no supo leer.
Pero las novedades no acababan ahí, justo en el lugar donde salía el camino al aserradero, a un lado, había una nueva edificación, más alta que el resto y que Sango estudió durante unos instantes, sin saber a quién pertenecería aquello, antes de que las voces de unos niños corriendo le sacaran de su profundo cavilar.
- ¡Naranjas! ¡Las últimas!- Gritó un tendero.
- No, no, le digo que esta tela viene de la misma Baslodia- en otro puesto, un vendedor le mostraba un rollo de tela a una mujer de corta estatura.
- ¿Y qué tiene de especial es tela que no tenga otra que hagan en el pueblo de al lado?- Sango sonrió ante el mordaz comentario de Vigdis, la madre de Anders Holgers.
Pero él se encaminó en dirección contraria a la del aserradero, y enfiló el camino del norte, hacia donde se extendían los campos y los nuevos almacenes y más casas. Pero él no se fijó en las nuevas, que también las había sino que se detuvo frente a una casa, justo a la puerta. La última vez que estuvo allí fue hacía diez años. Entró.
- ¿Quién...?- La mujer dejó caer los brazos y miró incrédula a Sango.
- Hola madre, he vuelto - Sango sonrió y caminó hacia su madre que se fue hacia él tan rápido como pudo.
Ambos se fundieron en un abrazo que sintió como si los propios Dioses le estuvieran arropando, pese a la armadura y las armas que portaba. Cuando se separaron, ambos se estudiaron durante un buen rato y antes de decir nada, su padre entró en la casa.
- Que los Dioses me lleven, ese viejo corta-ramas de Egil tenía razón- su padre, que había ido corriendo a casa, tal y como mostraba su cara sonrosada por el sobreesfuerzo le dio un fuerte abrazo.
Tras las preguntas de rigor y tras dejar que Ben se deshiciera del exceso de equipaje, se sentaron en las banquetas y se pusieron a hablar.
- Cedralada está muy cambiado- empezó Sango.
- Tanto que ya no se llama así- dijo su madre con una sonrisa- ahora... Es que no sé ni por dónde empezar para contártelo todo... Ay, cómo me alegro de tenerte aquí, hijo- dijo antes de que sus ojos se llenaran de lágrimas.
- Sí,- su padre continuó- esto ha cambiado y ha sido en cuestión de poco tiempo... Todo empezó poco antes de que echaran por fin a esos vampiros de Lunargenta- se sacudió el pelo- llegaron órdenes de gente de la nobleza, tuvimos que eliminar bosque y ampliar zonas de cultivos, acto seguido vino gente a trabajar en los campos y a seguir con la madera, esto empezó a crecer... Sí, ha cambiado mucho en poco tiempo y, no es tan sencillo como te he contado pero... nos va bien, hijo, ya habrá tiempo para hablar de todo esto...- hizo una pausa- Queremos saber qué ha sido de tu vida, qué es los que has hecho, dónde has estado, qué has visto...
- Gerd, Bera, perdonad que interrumpa de esta manera- se fijo en Sango y frunció el ceño- ¿Sango? Has vuelto, ¿eh? Me alegro de verte, ya hablaremos, espero que podamos hacerlo...- volvió a mirar a sus padres- siento traer malas noticias, el viejo Rolf ha muerto- sus padres se miraron como si fuera algo esperado y Ottar que parecía tener prisa añadió- última despedida hoy y mañana ya será el funeral. Bueno, sigo avisando al resto, hasta luego- se despidieron de Ottar.
Aquello sin duda alguna, era algo inesperado.
- ¡A las buenas, viajero!- saludó un hombre que lideraba una compañía de tres jóvenes leñadores.
- Muy buenas Egil- devolvió el saludo Sango que se detuvo y sonrió al viejo leñador.- Deberías pensar en retirarte algún día- Sango dejó que le estudiara.- ¡Soy Ben, de los Nelad! ¿No te acuerdas de mi?- Preguntó dando un paso hacia Egil.
- Por todos los Dioses muchacho...- el viejo leñador se acercó a él y tiró lo que llevaba al suelo para cogerle de los brazos.- Que los Dioses me perdonen, el hijo de... ¡Sí! ¡Venid chicos, venid! Os presento a Ben de la casa de los Nelad- hizo gestos a los jóvenes que iban con él- Mira, Ben, estos son mis hijos, Egil, fuerte como un roble e Ivar, tiene una vista aguda como un cuervo- presentó a sus hijos y Sango saludó.
- Veo que esto sigue igual de movido que cuando era pequeño... ¡Y eso que no ha pasado tanto tiempo!- Sango hizo una pausa y miró hacia el pueblo que se dibujaba en el horizonte- Y parece que ha crecido- Sango echó un vistazo a Egil hijo e Ivar que echaron a andar en sentido contrario al pueblo.
- Ah, sí, sí, esto ha estado muy movido... En resumidas cuentas, se nos concedió más tierra para cultivar y vino mucha gente y... Ah, es algo más complejo de lo que creía- se agachó a recoger lo que había tirado- pero, seguro que te lo explican más detenidamente en casa, ¿verdad? Tengo prisa, Ben, ya hablamos...- le echó otro vistazo- Me alegro de volver a verte, ¡que los Dioses te guarden, Ben de los Nelad!- Salió tras sus hijos.
- Siempre con prisas... ¡Que los Dioses os sean propicios, Egil!- Se despidió Sango.
Ben no tardó en ver el cambio que había sufrido el pueblo. Seis casas se extendían en el camino que daba a lo que antes hacía las veces de plaza central del pueblo, cuatro a un lado y dos a otro. Naturalmente tenían un aspecto fantástico al ser de nueva construcción. Cuando llegó a la plaza, para su sorpresa, en el centro había erigido un [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] de no más de dos varas y media de alto. En uno de los murales se podían distinguir humanos luchando contra bestias, también embarcando y se distinguían motivos florales y animales. Por el otro lado del menhir había una inscripción que él no supo leer.
Pero las novedades no acababan ahí, justo en el lugar donde salía el camino al aserradero, a un lado, había una nueva edificación, más alta que el resto y que Sango estudió durante unos instantes, sin saber a quién pertenecería aquello, antes de que las voces de unos niños corriendo le sacaran de su profundo cavilar.
- ¡Naranjas! ¡Las últimas!- Gritó un tendero.
- No, no, le digo que esta tela viene de la misma Baslodia- en otro puesto, un vendedor le mostraba un rollo de tela a una mujer de corta estatura.
- ¿Y qué tiene de especial es tela que no tenga otra que hagan en el pueblo de al lado?- Sango sonrió ante el mordaz comentario de Vigdis, la madre de Anders Holgers.
Pero él se encaminó en dirección contraria a la del aserradero, y enfiló el camino del norte, hacia donde se extendían los campos y los nuevos almacenes y más casas. Pero él no se fijó en las nuevas, que también las había sino que se detuvo frente a una casa, justo a la puerta. La última vez que estuvo allí fue hacía diez años. Entró.
- ¿Quién...?- La mujer dejó caer los brazos y miró incrédula a Sango.
- Hola madre, he vuelto - Sango sonrió y caminó hacia su madre que se fue hacia él tan rápido como pudo.
Ambos se fundieron en un abrazo que sintió como si los propios Dioses le estuvieran arropando, pese a la armadura y las armas que portaba. Cuando se separaron, ambos se estudiaron durante un buen rato y antes de decir nada, su padre entró en la casa.
- Que los Dioses me lleven, ese viejo corta-ramas de Egil tenía razón- su padre, que había ido corriendo a casa, tal y como mostraba su cara sonrosada por el sobreesfuerzo le dio un fuerte abrazo.
Tras las preguntas de rigor y tras dejar que Ben se deshiciera del exceso de equipaje, se sentaron en las banquetas y se pusieron a hablar.
- Cedralada está muy cambiado- empezó Sango.
- Tanto que ya no se llama así- dijo su madre con una sonrisa- ahora... Es que no sé ni por dónde empezar para contártelo todo... Ay, cómo me alegro de tenerte aquí, hijo- dijo antes de que sus ojos se llenaran de lágrimas.
- Sí,- su padre continuó- esto ha cambiado y ha sido en cuestión de poco tiempo... Todo empezó poco antes de que echaran por fin a esos vampiros de Lunargenta- se sacudió el pelo- llegaron órdenes de gente de la nobleza, tuvimos que eliminar bosque y ampliar zonas de cultivos, acto seguido vino gente a trabajar en los campos y a seguir con la madera, esto empezó a crecer... Sí, ha cambiado mucho en poco tiempo y, no es tan sencillo como te he contado pero... nos va bien, hijo, ya habrá tiempo para hablar de todo esto...- hizo una pausa- Queremos saber qué ha sido de tu vida, qué es los que has hecho, dónde has estado, qué has visto...
- Gerd, Bera, perdonad que interrumpa de esta manera- se fijo en Sango y frunció el ceño- ¿Sango? Has vuelto, ¿eh? Me alegro de verte, ya hablaremos, espero que podamos hacerlo...- volvió a mirar a sus padres- siento traer malas noticias, el viejo Rolf ha muerto- sus padres se miraron como si fuera algo esperado y Ottar que parecía tener prisa añadió- última despedida hoy y mañana ya será el funeral. Bueno, sigo avisando al resto, hasta luego- se despidieron de Ottar.
Aquello sin duda alguna, era algo inesperado.
Última edición por Sango el Lun Ene 10 2022, 18:55, editado 1 vez
Sango
Héroe de Aerandir
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Re: Remembranza de lo que vendrá [Libre] [Cerrado]
Había escuchado rumores de un brujo con un carromato al cual estaba tratando de localizar, ya que recordó que la primera vez que viajo en caravana con su padre y abuelo un brujo comerciante se les unió tras salir del lugar de peregrinaje era un cliente asiduo, por lo que tenía la esperanza de darle alcance y quizás averiguar si viajaba con algún otro Kraz. Aunque lejanos, pero aún era familia por lo que estaba interesado en viajar con ellos, reconciliarse quizás así podría apagar la maldita voz de su cabeza, probablemente era demasiado pedir.
Así que de esa forma había llegado recorriendo un montón de pequeñas aldeas, era más fácil conseguir comida gratis así, los bandidos en ocasiones no eran abundantes, pero ofrecían una buena cantidad de carne que podía consumir hasta que se topara con el siguiente. La desventaja es que tenia suficiente tiempo para hablar con el otro Alexander, quizás podría intentar ir a otra ciudad que no fuera ciudad lagarto conseguir un contrato formar su propia carava y quizá su familia le encontraría a él.
-Considerando que no pensaran que diezmaría a los otros como Khorne.-
Era un hecho necesita tiempo hablando con alguien más, esta bien que dudara de su cordura considerando su otro yo, pero esto era demasiado no podía seguir discutiendo consigo mismo ni escucharle hacer comentarios sobre sus pensamientos, necesitaba lograr alguna forma de que se callara si no de forma permanente durante algunos días. Quizás ahogarse en alcohol seria una buena forma de mitigarlo.
-Podría mandarte yo a ti a dormir permanentemente-
Dejar salir al otro Alexander no era para nada una buena idea, suspiro resignado cuando se dio cuenta que por fin estaba cerca de Credralada otro pequeño pueblo entre ciudades, ahora que se daba cuenta debía empezar a anotar los nombres de los pequeños pueblos o granjas que visitaba la distancia entre estas, datos curiosos, una especie de diario de viaje con nombre de amigos o informantes que consiguiera, tal como recordaba hacia la caravana original de su abuelo. Ahora que recordaba tampoco se tomó el tiempo de buscar los signos para reconocer un informante Kraz.
-¿Qué estaba pensando durante todo el tiempo que llevaba fuera de casa de su tía?.-
-No estas pensando, estas reaccionando a lo que te pasa-
El otro Alexander podría tener un punto, debía ponerse a pensar, trazar algún plan, pero había dejado que lo guiara su dieta y no su cabeza, quizás algo de comida normal no le haría daño, después de todo era el otro Alexander el que disfrutaba más comiendo otros humanos o eso quería decirse a sí mismo.
-Tengo un nombre, aunque te niegues a decirlo-
-Ah si te autonombraste, aunque probablemente la gente pensaría que estamos mas locos si me ven llamándote por un hombre particular al aire, si es el caso que te dignaras a decírmelo-
Detuvo su conversación cuando llego al menhir no tendría ni caso o sentido continuar por el momento no importara que bajo creía estar hablando. Observo la batalla de los humanos con los hombres bestia, antes de que pudiera revisar con calma el la piedra escucho a uno de los comerciantes más cercanos gritar.
- ¡Naranjas! ¡Las últimas!- dijo un tendero.
-Buen hombre me llevare todas las naranjas que tengas- escucho a otro decir antes de que le diera tiempo de preguntarle el costo al señor. Una oportunidad pensaron ambos.
-Espere yo también quiero un par de naranjas, que le parece si jugamos.- menciono sacando su mazo de cartas de un lugar escondido entre sus ropas.
-¿Por qué querría jugar por naranjas cuando puedo pagarlas ¿Eres pobre acaso?-
-Claro que no yo también puedo pagar por las naranjas- enseñándole algunas de sus propias monedas.
-Piérdete y compra otra cosa, estas naranjas son mías.-
-Creo que usted también es un viajero como yo, que le parece si el que pierda le paga al otro el doble del costo de las naranjas.- Comenzando a barajear las cartas en frente de él.
-Una puesta fácil sencilla y se lleva las naranjas, gana dinero, el tendero es feliz usted es feliz y yo soy feliz por jugar, no le gustan las cartas podemos jugar a los dados, no quiere apostar tanto apostemos un aero, ¿acaso tiene tanto miedo que no puede apostar un aero?. - extendiendo las cartas sobre la mesa del tendero en la zona donde ya no había casi fruta.
-Mire ya le dije mejor vallase yo pago por mis naranjas y busque otra cosa que comprar. o alguien a quien molestar-
- Más sencillo hagamos un trato y me quedo todo calladito yo pongo dos monedas aquí, usted pone dos monedas.-
Menciono esperando a que el hombre fuera lo suficientemente listo para ponerlas con tal de que se callara o lo suficientemente ingenuo, una vez que el hombre coloco las monedas prosiguió.
- Entonces usted me compra estas se lleva sus monedas y mis monedas si me da tres monedas más.-
-¿Solo tres monedas y me llevo cuatro monedas?.-
-Si se lleva tres monedas.- menciono tomando todas las monedas ofreciéndoselas al hombre que lo miraba sin entender del todo pero ya extendía tres monedas más.
-Entonces usted ahora gano cuatro monedas y yo tengo solo tres moneda está de acuerdo que gano dos monedas.-
-Claro que gane dos monedas.- dijo el hombre ya enojado.
-Entonces si yo pongo otras dos monedas y usted pone otras dos monedas me paga esas cuatro monedas con tres monedas y está de acuerdo en gano otras dos monedas.-
Le recalco mientras tomo las nuevas cuatro monedas de la mesa y se las dio al hombre por las nuevas tres monedas que este le entrego.
-Es usted un hombre increíble ya me gano dos veces cuatro monedas. No debí subestimarlo señor es usted un hombre educado al parecer se ve que sabe hacer buenos negocios- suspiro fingiendo estar desanimado.
-Claro que soy increíble soy un hombre acomodado solo estoy de paso tengo negocios importantes en Lunargenta.-
-Entonces que le parece un último juego rápido para alguien tan importante como usted. Usted paga las naranjas, con las monedas que gano está de acuerdo entonces que estas no le costaron.-
-Claro que no costaron porque te gane a ti esas monedas.- Le dijo altaneramente mientras le pagaba las naranjas al vendedor.
-Como es un hombre tan influyente y poderoso estaría de acuerdo en venderme dos de sus naranjas por una de las monedas después de todo le salieron gratis por que me gano y se estaría ganado una moneda más, a todos nos gusta ganarnos una moneda más.-
-Toma tus par de naranjas y dame mi moneda.-
-Valla usted es un hombre tan listo creo que no debí jugar con usted pero gracias por dejarme tener estas dos naranjas, después de que usted se lleva las otras naranjas y cinco monedas, lamento hacerlo perder su tiempo pero creo que mejor me iré ahora.-
Menciono recogiendo sus naranjas, su moneda de ganancia así como sus cartas, dejando al hombre que le daba una sonrisa engreída.
-Con su suerte no me atrevería volver a apostar después de todo qué caso tiene solo me quedan dos naranjas y una moneda.-
suspiro resignado
-Vete ahora muchacho antes de que pierdas más dinero.-
-Gracias buen hombre que tenga un excelente viaje.-
Se fue de ahí con calma fingiendo estar enojado por haber perdido con el hombre vagando al azar por el pueblo luciendo demasiado abatido. Mentalmente quería felicitarse había hecho un buen truco, tenía dos naranjas y una moneda extra, que fácil era jugar con el ego de los hombres, pero como algunos lugareños le vieron al final no debía mostrarse feliz o podrían sospechar, así que después de vagar un poco más se sentó debajo en un tronco olvidado cerca de la ventana de una casa.
Mientras disfrutaba sus naranjas con una de las últimas tiras de carne seca que le quedaba fue que venían de la casa.
- siento traer malas noticias, el viejo Rolf ha muerto.- Fue lo único que escucho provenir de la casa, se estiro un poco pero no logro captar más nada, el hombre en algún momento tendría que pasar cerca suyo entonces lo abordaría.
-Siento mucho lo del viejo Rolf, era tan buen hombre, mi abuelo lo mencionaba tanto- le dijo al extraño cuando paso.
-Oh si gran hombre el viejo Rolf, hoy ser su última despedida y mañana ya será el funeral. –
-No lo conocí pero esperaba encontrarlo y hablarle de mi abuelo, él lo mencionaba con tanto cariño. Entiendo que debe seguir avisando lo veré luego, lamento haberlo interrumpido.-
El hombre asintió y partió a continuar con su aviso.
-Comida gratis- Menciono el otro Alexander apenas el hombre estuvo fuera de la vista.
Sin duda un desafortunado e inesperado evento, después de todo solo le quedaba un dedo y dos tiras de carne seca del bandido anterior.
Los seguidores de Khorne solían discutir sobre mujeres mayores o jóvenes hasta ahora no podía decidir sobre eso pero ambos abuelos concordaban que el vino añejado tenía un mejor sabor quizás la carne independientemente de su procedencia tendría esa bondad. Si seguía con su buena fortuna podría descubrirlo pronto conseguir comida y tal vez obtener información del brujo mercante.
Así que de esa forma había llegado recorriendo un montón de pequeñas aldeas, era más fácil conseguir comida gratis así, los bandidos en ocasiones no eran abundantes, pero ofrecían una buena cantidad de carne que podía consumir hasta que se topara con el siguiente. La desventaja es que tenia suficiente tiempo para hablar con el otro Alexander, quizás podría intentar ir a otra ciudad que no fuera ciudad lagarto conseguir un contrato formar su propia carava y quizá su familia le encontraría a él.
-Considerando que no pensaran que diezmaría a los otros como Khorne.-
Era un hecho necesita tiempo hablando con alguien más, esta bien que dudara de su cordura considerando su otro yo, pero esto era demasiado no podía seguir discutiendo consigo mismo ni escucharle hacer comentarios sobre sus pensamientos, necesitaba lograr alguna forma de que se callara si no de forma permanente durante algunos días. Quizás ahogarse en alcohol seria una buena forma de mitigarlo.
-Podría mandarte yo a ti a dormir permanentemente-
Dejar salir al otro Alexander no era para nada una buena idea, suspiro resignado cuando se dio cuenta que por fin estaba cerca de Credralada otro pequeño pueblo entre ciudades, ahora que se daba cuenta debía empezar a anotar los nombres de los pequeños pueblos o granjas que visitaba la distancia entre estas, datos curiosos, una especie de diario de viaje con nombre de amigos o informantes que consiguiera, tal como recordaba hacia la caravana original de su abuelo. Ahora que recordaba tampoco se tomó el tiempo de buscar los signos para reconocer un informante Kraz.
-¿Qué estaba pensando durante todo el tiempo que llevaba fuera de casa de su tía?.-
-No estas pensando, estas reaccionando a lo que te pasa-
El otro Alexander podría tener un punto, debía ponerse a pensar, trazar algún plan, pero había dejado que lo guiara su dieta y no su cabeza, quizás algo de comida normal no le haría daño, después de todo era el otro Alexander el que disfrutaba más comiendo otros humanos o eso quería decirse a sí mismo.
-Tengo un nombre, aunque te niegues a decirlo-
-Ah si te autonombraste, aunque probablemente la gente pensaría que estamos mas locos si me ven llamándote por un hombre particular al aire, si es el caso que te dignaras a decírmelo-
Detuvo su conversación cuando llego al menhir no tendría ni caso o sentido continuar por el momento no importara que bajo creía estar hablando. Observo la batalla de los humanos con los hombres bestia, antes de que pudiera revisar con calma el la piedra escucho a uno de los comerciantes más cercanos gritar.
- ¡Naranjas! ¡Las últimas!- dijo un tendero.
-Buen hombre me llevare todas las naranjas que tengas- escucho a otro decir antes de que le diera tiempo de preguntarle el costo al señor. Una oportunidad pensaron ambos.
-Espere yo también quiero un par de naranjas, que le parece si jugamos.- menciono sacando su mazo de cartas de un lugar escondido entre sus ropas.
-¿Por qué querría jugar por naranjas cuando puedo pagarlas ¿Eres pobre acaso?-
-Claro que no yo también puedo pagar por las naranjas- enseñándole algunas de sus propias monedas.
-Piérdete y compra otra cosa, estas naranjas son mías.-
-Creo que usted también es un viajero como yo, que le parece si el que pierda le paga al otro el doble del costo de las naranjas.- Comenzando a barajear las cartas en frente de él.
-Una puesta fácil sencilla y se lleva las naranjas, gana dinero, el tendero es feliz usted es feliz y yo soy feliz por jugar, no le gustan las cartas podemos jugar a los dados, no quiere apostar tanto apostemos un aero, ¿acaso tiene tanto miedo que no puede apostar un aero?. - extendiendo las cartas sobre la mesa del tendero en la zona donde ya no había casi fruta.
-Mire ya le dije mejor vallase yo pago por mis naranjas y busque otra cosa que comprar. o alguien a quien molestar-
- Más sencillo hagamos un trato y me quedo todo calladito yo pongo dos monedas aquí, usted pone dos monedas.-
Menciono esperando a que el hombre fuera lo suficientemente listo para ponerlas con tal de que se callara o lo suficientemente ingenuo, una vez que el hombre coloco las monedas prosiguió.
- Entonces usted me compra estas se lleva sus monedas y mis monedas si me da tres monedas más.-
-¿Solo tres monedas y me llevo cuatro monedas?.-
-Si se lleva tres monedas.- menciono tomando todas las monedas ofreciéndoselas al hombre que lo miraba sin entender del todo pero ya extendía tres monedas más.
-Entonces usted ahora gano cuatro monedas y yo tengo solo tres moneda está de acuerdo que gano dos monedas.-
-Claro que gane dos monedas.- dijo el hombre ya enojado.
-Entonces si yo pongo otras dos monedas y usted pone otras dos monedas me paga esas cuatro monedas con tres monedas y está de acuerdo en gano otras dos monedas.-
Le recalco mientras tomo las nuevas cuatro monedas de la mesa y se las dio al hombre por las nuevas tres monedas que este le entrego.
-Es usted un hombre increíble ya me gano dos veces cuatro monedas. No debí subestimarlo señor es usted un hombre educado al parecer se ve que sabe hacer buenos negocios- suspiro fingiendo estar desanimado.
-Claro que soy increíble soy un hombre acomodado solo estoy de paso tengo negocios importantes en Lunargenta.-
-Entonces que le parece un último juego rápido para alguien tan importante como usted. Usted paga las naranjas, con las monedas que gano está de acuerdo entonces que estas no le costaron.-
-Claro que no costaron porque te gane a ti esas monedas.- Le dijo altaneramente mientras le pagaba las naranjas al vendedor.
-Como es un hombre tan influyente y poderoso estaría de acuerdo en venderme dos de sus naranjas por una de las monedas después de todo le salieron gratis por que me gano y se estaría ganado una moneda más, a todos nos gusta ganarnos una moneda más.-
-Toma tus par de naranjas y dame mi moneda.-
-Valla usted es un hombre tan listo creo que no debí jugar con usted pero gracias por dejarme tener estas dos naranjas, después de que usted se lleva las otras naranjas y cinco monedas, lamento hacerlo perder su tiempo pero creo que mejor me iré ahora.-
Menciono recogiendo sus naranjas, su moneda de ganancia así como sus cartas, dejando al hombre que le daba una sonrisa engreída.
-Con su suerte no me atrevería volver a apostar después de todo qué caso tiene solo me quedan dos naranjas y una moneda.-
suspiro resignado
-Vete ahora muchacho antes de que pierdas más dinero.-
-Gracias buen hombre que tenga un excelente viaje.-
Se fue de ahí con calma fingiendo estar enojado por haber perdido con el hombre vagando al azar por el pueblo luciendo demasiado abatido. Mentalmente quería felicitarse había hecho un buen truco, tenía dos naranjas y una moneda extra, que fácil era jugar con el ego de los hombres, pero como algunos lugareños le vieron al final no debía mostrarse feliz o podrían sospechar, así que después de vagar un poco más se sentó debajo en un tronco olvidado cerca de la ventana de una casa.
Mientras disfrutaba sus naranjas con una de las últimas tiras de carne seca que le quedaba fue que venían de la casa.
- siento traer malas noticias, el viejo Rolf ha muerto.- Fue lo único que escucho provenir de la casa, se estiro un poco pero no logro captar más nada, el hombre en algún momento tendría que pasar cerca suyo entonces lo abordaría.
-Siento mucho lo del viejo Rolf, era tan buen hombre, mi abuelo lo mencionaba tanto- le dijo al extraño cuando paso.
-Oh si gran hombre el viejo Rolf, hoy ser su última despedida y mañana ya será el funeral. –
-No lo conocí pero esperaba encontrarlo y hablarle de mi abuelo, él lo mencionaba con tanto cariño. Entiendo que debe seguir avisando lo veré luego, lamento haberlo interrumpido.-
El hombre asintió y partió a continuar con su aviso.
-Comida gratis- Menciono el otro Alexander apenas el hombre estuvo fuera de la vista.
Sin duda un desafortunado e inesperado evento, después de todo solo le quedaba un dedo y dos tiras de carne seca del bandido anterior.
Los seguidores de Khorne solían discutir sobre mujeres mayores o jóvenes hasta ahora no podía decidir sobre eso pero ambos abuelos concordaban que el vino añejado tenía un mejor sabor quizás la carne independientemente de su procedencia tendría esa bondad. Si seguía con su buena fortuna podría descubrirlo pronto conseguir comida y tal vez obtener información del brujo mercante.
Alexander Kraz
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Re: Remembranza de lo que vendrá [Libre] [Cerrado]
Ben se descubrió mirando al suelo, sumido en pensamientos sobre sí mismo. Había pasado por un contraste de emociones en apenas media campanada: de la felicidad de reencontrarse con sus padres a la muerte de un ser querido. Quería sentirse feliz, alegre, por estar en casa, pero no era capaz. También debería sentirse triste y apenado por la muerte de Rolf, pero no era así. El sentimiento de Ben era distinto y hasta se sentía culpable por ello. Lo único que sentía era alivio. Alivio por sí mismo, por sus padres y por amigos más cercanos.
- He perdido buenos amigos y compañeros en los últimos tiempos...- Dijo en voz alta.- A algunos los echo más en falta que a otros, me sentí más apenado al saber de su muerte, pero, hay algo que no sé como decir...- Ben dejó que la palabras quedaran flotando en el aire.
- Bueno, hijo, consuélate en saber que vivió bien y llegó a viejo- Su madre quebró el silencio casi al instante.- Todos deberíamos morir rodeados por los nuestros.- Hizo una breve pausa antes de continuar.- Era un hombre sabio, que enseñó mucho a los niños del pueblo. Fíjate que cuando llegamos aquí a vivir, él ya estaba con los más pequeños, enseñándoles lo básico para que el día de mañana tuvieran los medios necesarios para defenderse.- Sus ojos se perdieron en el suelo. Gerd, su padre, le pasó la mano por la espalda.
- Sí, fue un buen maestro pese a que yo no prestara mucha atención- Ben sonrió levemente.- Creo que voy a ir a ver a la familia y luego supongo que habrá que ayudar a construir la pira.- Ben se levantó y cogió el cinto con las armas.
- Ah, no me han pedido madera- Dijo su padre mirando al cinto que se estaba abrochando Sango.- ¿Vas a ir con las armas? Deberías dejarlas igual que esa armadura que traes.-
- No importa, luego limpiaré bien las armas, la armadura y me arreglaré, no es el momento de perder el tiempo- terminó de abrocharse el cinto.- ¿Qué es eso de que no te han pedido madera? ¿Te la tienen que pedir?- Preguntó Sango con una sonrisa.
- Bueno, solían hacerlo, pero no sé... Bueno, es igual, la madera sigue vendiéndose igual- miró a su esposa, Bera- Deberíamos ir nosotros también. Pero antes debería dejar despachado un encargo y luego lavarme- Se rascó la cabeza y se puso en pie. Bera suspiró.
- Pero hijo, ¿no puedes esperar un poco? Acabas de llegar, relájate, descansa, aún hay tiempo...-
- No mamá, prefiero ir ahora y, bueno... Luego hablamos que nos tenemos que poner al día.-
Ben se despidió con un abrazo de sus padres y abandonó su casa. Una vez fuera cerró los ojos y escuchó los ruidos que le transportaron a otra época más inocente. Era curioso como un sonido podía evocar tantísimos recuerdos. Al frente escuchaba el golpeteo del martillo de Anders, padre de Anders, amigo desde la infancia de Ben. A su izquierda y como un murmullo lejano, el pequeño arroyo que daba servicio al pueblo, tanto para lavar la ropa, como para beber, como para abrevar a los animales... Y finalmente a su derecha el resto del pueblo, el ir y venir, algún mercader ambulante que había decidido parar allí y montar un puesto, risas, niños jugando... Estaba en casa.
Abrió los ojos y respiró profundamente y se fijó que sentado casi a la puerta de casa había un hombre. Tenía un arma. Se fijó en ella y sus ornamentos. Mil cosas se le pasaron por la cabeza antes de saludar.
- Muy buenas, me imagino que no eres de por aquí- preguntó pero ya sabía la respuesta.
- ¡Sango! ¿Qué tal hombre?- Ottar se acercó a grandes zancadas para darle un abrazo. Era un auténtico oso.- ¿Vas a ver al viejo Rolf? Venga, que voy contigo así me cuentas algo de camino, ¿no?
- Ottar, ¿vas a dejar de crecer algún día?- Ben devolvió el saludo.
- El día que me muera. ¡así que espero convertirme en un gigante como en el de las viejas historias!- Ambos rieron.
- Bueno, compañero, si quieres un sitio para pasar la noche me imagino que la taberna tendrá algún sitio.-
- Sango, para, este buen hombre ha venido a ver al viejo Rolf. Es una lástima que haya muerto.- Pegó una patada al aire.- Es una putada, joder. Sabíamos que llegaría el día pero, cuando llega...
- Ah, bien. Sí... en cualquier caso, amigo, si vienes con nosotros podrás decirle adiós. Si al menos eso te sirve...- Ben se encogió de hombros y rápidamente se volvió hacia Ottar.- Holgers me dio recuerdos para ti.-
- Ese rubio canalla se ha pasado por aquí más veces que tú, Sango, ¿En qué andas metido?- Ottar echó a andar.
Sango le alcanzó en seguida y se pusieron a hablar camino a la casa de Rolf. Los temas de conversación acabaron mezclándose unos con otros y con las risotadas de dos amigos que vuelven a verse después de mucho tiempo.
Estaba en casa sí, pero la muerte le seguía de cerca.
- He perdido buenos amigos y compañeros en los últimos tiempos...- Dijo en voz alta.- A algunos los echo más en falta que a otros, me sentí más apenado al saber de su muerte, pero, hay algo que no sé como decir...- Ben dejó que la palabras quedaran flotando en el aire.
- Bueno, hijo, consuélate en saber que vivió bien y llegó a viejo- Su madre quebró el silencio casi al instante.- Todos deberíamos morir rodeados por los nuestros.- Hizo una breve pausa antes de continuar.- Era un hombre sabio, que enseñó mucho a los niños del pueblo. Fíjate que cuando llegamos aquí a vivir, él ya estaba con los más pequeños, enseñándoles lo básico para que el día de mañana tuvieran los medios necesarios para defenderse.- Sus ojos se perdieron en el suelo. Gerd, su padre, le pasó la mano por la espalda.
- Sí, fue un buen maestro pese a que yo no prestara mucha atención- Ben sonrió levemente.- Creo que voy a ir a ver a la familia y luego supongo que habrá que ayudar a construir la pira.- Ben se levantó y cogió el cinto con las armas.
- Ah, no me han pedido madera- Dijo su padre mirando al cinto que se estaba abrochando Sango.- ¿Vas a ir con las armas? Deberías dejarlas igual que esa armadura que traes.-
- No importa, luego limpiaré bien las armas, la armadura y me arreglaré, no es el momento de perder el tiempo- terminó de abrocharse el cinto.- ¿Qué es eso de que no te han pedido madera? ¿Te la tienen que pedir?- Preguntó Sango con una sonrisa.
- Bueno, solían hacerlo, pero no sé... Bueno, es igual, la madera sigue vendiéndose igual- miró a su esposa, Bera- Deberíamos ir nosotros también. Pero antes debería dejar despachado un encargo y luego lavarme- Se rascó la cabeza y se puso en pie. Bera suspiró.
- Pero hijo, ¿no puedes esperar un poco? Acabas de llegar, relájate, descansa, aún hay tiempo...-
- No mamá, prefiero ir ahora y, bueno... Luego hablamos que nos tenemos que poner al día.-
Ben se despidió con un abrazo de sus padres y abandonó su casa. Una vez fuera cerró los ojos y escuchó los ruidos que le transportaron a otra época más inocente. Era curioso como un sonido podía evocar tantísimos recuerdos. Al frente escuchaba el golpeteo del martillo de Anders, padre de Anders, amigo desde la infancia de Ben. A su izquierda y como un murmullo lejano, el pequeño arroyo que daba servicio al pueblo, tanto para lavar la ropa, como para beber, como para abrevar a los animales... Y finalmente a su derecha el resto del pueblo, el ir y venir, algún mercader ambulante que había decidido parar allí y montar un puesto, risas, niños jugando... Estaba en casa.
Abrió los ojos y respiró profundamente y se fijó que sentado casi a la puerta de casa había un hombre. Tenía un arma. Se fijó en ella y sus ornamentos. Mil cosas se le pasaron por la cabeza antes de saludar.
- Muy buenas, me imagino que no eres de por aquí- preguntó pero ya sabía la respuesta.
- ¡Sango! ¿Qué tal hombre?- Ottar se acercó a grandes zancadas para darle un abrazo. Era un auténtico oso.- ¿Vas a ver al viejo Rolf? Venga, que voy contigo así me cuentas algo de camino, ¿no?
- Ottar, ¿vas a dejar de crecer algún día?- Ben devolvió el saludo.
- El día que me muera. ¡así que espero convertirme en un gigante como en el de las viejas historias!- Ambos rieron.
- Bueno, compañero, si quieres un sitio para pasar la noche me imagino que la taberna tendrá algún sitio.-
- Sango, para, este buen hombre ha venido a ver al viejo Rolf. Es una lástima que haya muerto.- Pegó una patada al aire.- Es una putada, joder. Sabíamos que llegaría el día pero, cuando llega...
- Ah, bien. Sí... en cualquier caso, amigo, si vienes con nosotros podrás decirle adiós. Si al menos eso te sirve...- Ben se encogió de hombros y rápidamente se volvió hacia Ottar.- Holgers me dio recuerdos para ti.-
- Ese rubio canalla se ha pasado por aquí más veces que tú, Sango, ¿En qué andas metido?- Ottar echó a andar.
Sango le alcanzó en seguida y se pusieron a hablar camino a la casa de Rolf. Los temas de conversación acabaron mezclándose unos con otros y con las risotadas de dos amigos que vuelven a verse después de mucho tiempo.
Estaba en casa sí, pero la muerte le seguía de cerca.
Sango
Héroe de Aerandir
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Re: Remembranza de lo que vendrá [Libre] [Cerrado]
Se felicito mentalmente por su rápido pensamiento, un buen timador debería ser una persona de mente rápida, saber improvisa, adaptarse a la información y la situación sin dudar era lo que haría más creíble su historia, recordar todo lo que decía para no tener errores en la historia también de vital importancia.
Primero consiguió comida gratis, una moneda extra que le serviría para pagar por su hospedaje de esta noche quizás si seguía con su buena racha podría ahorrarse también esa moneda, si era rápido quizás podría conseguir algunos dedos o un ojo antes de que decidieran despachar el cuerpo. No es como si fuera a llevarse un anillo no robes a los muertos se decía, pero nadie menciono nada más, así que en lo que respectaba a él todo era un juego libre.
Aquel hombre no menciono como sería el funeral, se preguntaba si seguirían la tradición de quemarlo en una pira o seguirían la nueva corriente de enterrarlo, le gustaba más la segunda era más fácil hacer lo que tenía pensado.
Bien debía mantener una lista de las cosas importantes, el muerto se llamaba Rolf, al primer hombre le menciono que su abuelo lo conocía, ahora solo era cuestión de adaptar alguna de las historias del abuelo al hombre entonces si hablaba de cosas muy antiguas pocas personas podrían refutarlo.
La verdad es que aunque su dieta no fuera la mas tradicional siempre intentaba pensar que eran personas que no causarían más daño en este mundo, el otro Alexander nunca se manifestó opiniones al respecto, quizás por que para el otro las únicas personas importantes eran sus padres, su hermana, su madrastra, Kagan y recientemente su tía, los primeros ya no estaban en este mundo procuraba no pensar al respecto para evitar la incomodad en su pecho. Esa sensación le hacía creer que no era el monstruo que el otro afirmaba.
Guardo su cuchillo y procedió a comerse su última naranja. Debería haber preguntado donde era la casa del muerto, bien no llevaba prisa. Al ver a las personas se preguntaba que se sentiría vivir en el mismo sitio toda su vida, la verdad una sensación de pertenencia era algo que solo tenía hacia el pantano.
Estaba sumido en sus pensamientos que no se dio cuenta del hombre que se acercó.
-No soy de aquí ni de allá- le contesto al hombre antes de ver a al enorme sujeto que se acercaba a saludar al extraño sin duda lee sacaría algo más de una cabeza, el otro que le hablo primero parecía curtido por la batalla, lo mejor sería seguir tranquilo no necesitaba enemistarse con las personas nuevas, después de todo quería seguir con su vida seminómada y nunca sabias cuando podría volver a este lugar, lo mejor era crear buenos lazos.
-Si me pasare por la taberna más tarde.- le dijo al hombre mientras se ponía de pie para sacudirse un poco no es que el polvo le importara pero era algo de rutina. -Solo quería comerme mi naranja tranquilo, había buena sombra aquí.-
-Así es mi abuelo mencionaba mucho a su viejo amigo Rolf, decía que le encantaba parar en su pueblo para hablar con él, mi familia es seminomada, solíamos viajar en caravanas, ofrecíamos protección a otra gente teníamos rutas fijas por todo el mundo, fue así fue como mi abuelo menciono que se conocieron, siempre decía que le gustaba intercambiar historias con el hombre, viaje para informarle de la muerte de mi abuelo y con la breve esperanza de que quizás me relatara alguna de sus anécdotas juntos, pero creo que llegue muy tarde.-
Dio demasiada información más de la necesaria, se mantendría atento al hombre de la armadura, supuso que mientras el no causara problemas el otro no le molestaría.
- me gustaría presentar mis respetos.-
Siguió a ambos hombres que iban muy por delante de suyo, al menos consiguió que le llevaran a la casa del hombre y quien sabe quizás su abuelo si había pasado por este pueblo y no todo era mentira, después de todo no vivió todo el tiempo con él.
Mientras observaba a los dos viejos compartir historias y risas se preguntó si quizás algún día él podría compartir eso, quería pensar en los momentos felices pero estos habían sido tan pocos en el pasado.
-Los Monstruos no son felices, solo tienen un deseo y hambre eternos -
Y estaba ahí de nuevo la voz constante en su cabeza recordándole todo lo que no podía ser…
Primero consiguió comida gratis, una moneda extra que le serviría para pagar por su hospedaje de esta noche quizás si seguía con su buena racha podría ahorrarse también esa moneda, si era rápido quizás podría conseguir algunos dedos o un ojo antes de que decidieran despachar el cuerpo. No es como si fuera a llevarse un anillo no robes a los muertos se decía, pero nadie menciono nada más, así que en lo que respectaba a él todo era un juego libre.
Aquel hombre no menciono como sería el funeral, se preguntaba si seguirían la tradición de quemarlo en una pira o seguirían la nueva corriente de enterrarlo, le gustaba más la segunda era más fácil hacer lo que tenía pensado.
Bien debía mantener una lista de las cosas importantes, el muerto se llamaba Rolf, al primer hombre le menciono que su abuelo lo conocía, ahora solo era cuestión de adaptar alguna de las historias del abuelo al hombre entonces si hablaba de cosas muy antiguas pocas personas podrían refutarlo.
La verdad es que aunque su dieta no fuera la mas tradicional siempre intentaba pensar que eran personas que no causarían más daño en este mundo, el otro Alexander nunca se manifestó opiniones al respecto, quizás por que para el otro las únicas personas importantes eran sus padres, su hermana, su madrastra, Kagan y recientemente su tía, los primeros ya no estaban en este mundo procuraba no pensar al respecto para evitar la incomodad en su pecho. Esa sensación le hacía creer que no era el monstruo que el otro afirmaba.
Guardo su cuchillo y procedió a comerse su última naranja. Debería haber preguntado donde era la casa del muerto, bien no llevaba prisa. Al ver a las personas se preguntaba que se sentiría vivir en el mismo sitio toda su vida, la verdad una sensación de pertenencia era algo que solo tenía hacia el pantano.
Estaba sumido en sus pensamientos que no se dio cuenta del hombre que se acercó.
-No soy de aquí ni de allá- le contesto al hombre antes de ver a al enorme sujeto que se acercaba a saludar al extraño sin duda lee sacaría algo más de una cabeza, el otro que le hablo primero parecía curtido por la batalla, lo mejor sería seguir tranquilo no necesitaba enemistarse con las personas nuevas, después de todo quería seguir con su vida seminómada y nunca sabias cuando podría volver a este lugar, lo mejor era crear buenos lazos.
-Si me pasare por la taberna más tarde.- le dijo al hombre mientras se ponía de pie para sacudirse un poco no es que el polvo le importara pero era algo de rutina. -Solo quería comerme mi naranja tranquilo, había buena sombra aquí.-
-Así es mi abuelo mencionaba mucho a su viejo amigo Rolf, decía que le encantaba parar en su pueblo para hablar con él, mi familia es seminomada, solíamos viajar en caravanas, ofrecíamos protección a otra gente teníamos rutas fijas por todo el mundo, fue así fue como mi abuelo menciono que se conocieron, siempre decía que le gustaba intercambiar historias con el hombre, viaje para informarle de la muerte de mi abuelo y con la breve esperanza de que quizás me relatara alguna de sus anécdotas juntos, pero creo que llegue muy tarde.-
Dio demasiada información más de la necesaria, se mantendría atento al hombre de la armadura, supuso que mientras el no causara problemas el otro no le molestaría.
- me gustaría presentar mis respetos.-
Siguió a ambos hombres que iban muy por delante de suyo, al menos consiguió que le llevaran a la casa del hombre y quien sabe quizás su abuelo si había pasado por este pueblo y no todo era mentira, después de todo no vivió todo el tiempo con él.
Mientras observaba a los dos viejos compartir historias y risas se preguntó si quizás algún día él podría compartir eso, quería pensar en los momentos felices pero estos habían sido tan pocos en el pasado.
-Los Monstruos no son felices, solo tienen un deseo y hambre eternos -
Y estaba ahí de nuevo la voz constante en su cabeza recordándole todo lo que no podía ser…
Alexander Kraz
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Re: Remembranza de lo que vendrá [Libre] [Cerrado]
Según se fueron acercando Ben empezó a distinguir a muchos de los presentes pero también se preguntó por los que no conocía y tuvo un momento para recordar a aquellos que faltaban. Era curioso como se le habían venido a la cabeza los que no estaban, quizás porque era cierto aquello que se decía, que una persona muere cuando deja de ser recordada.
La casa tenía una cerca de madera, algo descuidada, que guardaba un espacio de un par de varas desde la puerta y que se extendía al rededor de la vivienda. Ben clavó los ojos, a pesar de la gente, en la zona en la que solían sentarse varios niños alrededor del viejo Rolf para escucharle dar las lecciones del día o para oír historias y relatos de los antepasados. Como les dijo a sus padres, él no había prestado mucha atención a las clases, pero sí a las historias que contaba. Sango las recordaba como si el propio Rolf las hubiera vivido ya que las transmitía con gran lujo de detalle y con mucha pasión. Y nunca se cansaba de contarlas, ya que muchas veces le pedían la misma historia una y otra vez.
- Ottar, me acabo de acordar y no sé por qué, de las muchas veces que nos contó la historia de la espada de Tyr, ¿cuántas veces se la pedimos contar? Si digo cien igual me quedo corto.-
Cuando se acercaron aun más a la casa, algunos de los presentes se quedaron mirando a Sango y también al desconocido que llegaba a cierta distancia. Sin duda alguna dos hombres armados despiertan curiosidad.
- ¡Ben! Como has cambiado- Frida, la madre de Anders se acercó a él.- Vaya, vaya, hace mucho que no vienes por aquí- le dio un abrazo y Sango correspondió.
- Me alegro de verte Frida... Sí, he estado ocupado ha habido guerra...- Sango torció el gesto pero se recompuso rápidamente- Vi a Anders no hace mucho, combatimos juntos en la fortaleza de la familia de los Karst. Salimos bien parados de aquella- Se llevó la mano al hombro izquierdo, cerca, muy cerca del corazón.- Por los pelos- Ben se obligó a sonreír para tranquilizar a Frida.- Me llevaron de vuelta a Lunargenta y cuando me recuperé decidí pasarme por aquí.-
- Ay, mi pequeño...- La mujer rubia suspiró y acto seguido volvió a mirar a Sango.
- Tranquila, está en Lunargenta haciendo guardia, seguro- Ben volvió a sonreír y le apretó el hombro.- Debería entrar a presentar mis respetos. Ya habrá tiempo para charlar- Volvió a abrazar a Frida y se encaminó hacia la casa.
La casa no la recordaba así pero supuso que era porque no había entrado muchas veces. Nada más pasar el umbral, no había nada que le sorprendiera, tenía la típica zona común en la que se hacía vida normal dentro de la casa, pero esta, al fondo, presentaba dos habitaciones, al menos dos espacios separados. Aquello sí que llamaba la atención. Ben estaba acostumbrado a que las casas de los pueblos tuvieran, como mucho, una habitación separada y no dos como era el caso. De hecho su casa no tenía ninguna división.
El hogar, ubicado en el centro de la casa, caldeaba el ambiente y podía verse que estaba bien alimentado ya que se podía ver una viva llama consumiendo la madera que serviría para dar calor durante gran parte de la tarde. Sin embargo no había mucha luz allí dentro. A un lado del hogar estaba la familia mientras que el cuerpo de Rolf estaba al fondo de la casa. No había un protocolo establecido, al menos que Sango supiera, así que se acercó primero a Rolf.
No le causó impresión ver un cuerpo, al fin y al cabo, él había estado la última década combatiendo en decenas de lugares. No. Lo que le causó impresión fue ver la placidez y la tranquilidad en su rostro. Como alguien que duerme y está a punto de despertar. No era el rostro de horror de haber visto por última vez como un arma impactaba contra uno si posibilidad de defensa o el rostro de dolor que dejaban dos días de dolor intenso después de haber recibido cortes de gran importancia o amputaciones. No. Era un rostro de tranquilidad absoluta. Era el rostro de alguien que sabía que había vivido bien.
Sango se llevó el puño al pecho e inclinó la cabeza a modo de saludo antes de rodear el fuego y saludar a sus familiares. Se fijó que había entrado más gente a presentar sus respetos. Estaba su hijo y su nuera, que eran del mismo tiempo que sus padres y el nieto de Rolf que le sacaba un par de años.
- Miku, Hanna, Ëmil... Mis respetos. Rolf era un gran hombre, nos enseñó mucho a la gran mayoría de los que estamos aquí. Siento vuestra pérdida- Sango hizo el mismo gesto que a Rolf, pero esta vez Ëmil le abrazó.
- Me alegro de volver a verte Ben, gracias por venir- al separarse ambos se quedaron cogidos por los hombros. Había tristeza en los ojos de Ëmil.
- Por ti lo que sea, hermano- Ben le palmeó el hombro y se dio la vuelta.
Ben abandonó la casa y se fijó que el sol empezaba a despedirse. El invierno estaba próximo. También observó que había varios corros en los que se comentaban temas diversos pero Ben se acercó al que estaba más alejado porque parecía que Anders, el padre de su amigo Anders, estaba algo alterado.
-... patético. No se respetan ni las viejas costumbres, ¿entonces qué nos queda?- Frida, su mujer trató de calmarlo.- No Frida, querida, lo siento, pero esto es inaceptable, ¿de verdad van a enterrar a Rolf? ¿A caso quieres ver como el viejo Rolf se convierte en comida para los gusanos? Así nunca alcanzará el Valhalla.
- Qué sabrás tú. es la forma que ha elegido la familia para darle su despedida, además, así lo tendrán cerca para recordarlo- respondió uno de los presentes en el corro.
- ¿Qué? Yo también soy familia y nadie me ha preguntado maldita sea. Mi padre, Anders, el carga-carros como se le ha conocido aquí toda la vida, compartía abuela con Rolf, por tanto soy familiar y no me han dicho nada.
- ¿No lo van a quemar?- Preguntó Sango intentando entrar en la conversación.
- No eres familia directa, no eres hijo. tío, sobrino o nieto de Rolf. Ellos deciden lo que hacer y como honrar a su muerto y ya está no entiendo por qué...-
- ¡Qué cojones hay que entender! Toda la puta vida se han hecho funerales en los que los muertos se quemaban con sus bienes preciados. Es esa lagarta que se quiere hacer con toda su-
- ¡ANDERS! ¡Ya basta! Vete para casa, cálmate de una vez y luego, cuando dejes de comportarte como un animal, vienes y presentas tus respetos. Y tú, deja de decir estupideces- Frida se llevó a empujones a su marido.
- Idiota...- Dijo el desconocido que frunció el ceño al ver que Sango le miraba mal.
- Será mejor que te comportes. No hace falta que faltes al respeto y menos a la espalda, cobarde- Sango escupió a sus pies.
El hombre le estudió durante un largo instante en el que Sango no apartó la mirada de sus ojos. Ottar interrumpió la escena dandole una escusa al otro hombre para marcharse.
- Ottar, ¿ya has entrado? Joder, pues entra. Y cuando salgas nos vamos a tomar una buena jarra de lo que sea que haya aquí. Si ves al de la espada dile que venga, que le invito a una ronda- dijo Sango empujando a su amigo hacia la casa.
La invitación era una mezcla de generosidad y curiosidad. Además se sentía cómodo con los viajeros, él era uno de ellos y se había acostumbrado a escuchar historias de unos y otros, podía ser interesante lo que tuviera que contar aquel hombre.
La casa tenía una cerca de madera, algo descuidada, que guardaba un espacio de un par de varas desde la puerta y que se extendía al rededor de la vivienda. Ben clavó los ojos, a pesar de la gente, en la zona en la que solían sentarse varios niños alrededor del viejo Rolf para escucharle dar las lecciones del día o para oír historias y relatos de los antepasados. Como les dijo a sus padres, él no había prestado mucha atención a las clases, pero sí a las historias que contaba. Sango las recordaba como si el propio Rolf las hubiera vivido ya que las transmitía con gran lujo de detalle y con mucha pasión. Y nunca se cansaba de contarlas, ya que muchas veces le pedían la misma historia una y otra vez.
- Ottar, me acabo de acordar y no sé por qué, de las muchas veces que nos contó la historia de la espada de Tyr, ¿cuántas veces se la pedimos contar? Si digo cien igual me quedo corto.-
Cuando se acercaron aun más a la casa, algunos de los presentes se quedaron mirando a Sango y también al desconocido que llegaba a cierta distancia. Sin duda alguna dos hombres armados despiertan curiosidad.
- ¡Ben! Como has cambiado- Frida, la madre de Anders se acercó a él.- Vaya, vaya, hace mucho que no vienes por aquí- le dio un abrazo y Sango correspondió.
- Me alegro de verte Frida... Sí, he estado ocupado ha habido guerra...- Sango torció el gesto pero se recompuso rápidamente- Vi a Anders no hace mucho, combatimos juntos en la fortaleza de la familia de los Karst. Salimos bien parados de aquella- Se llevó la mano al hombro izquierdo, cerca, muy cerca del corazón.- Por los pelos- Ben se obligó a sonreír para tranquilizar a Frida.- Me llevaron de vuelta a Lunargenta y cuando me recuperé decidí pasarme por aquí.-
- Ay, mi pequeño...- La mujer rubia suspiró y acto seguido volvió a mirar a Sango.
- Tranquila, está en Lunargenta haciendo guardia, seguro- Ben volvió a sonreír y le apretó el hombro.- Debería entrar a presentar mis respetos. Ya habrá tiempo para charlar- Volvió a abrazar a Frida y se encaminó hacia la casa.
La casa no la recordaba así pero supuso que era porque no había entrado muchas veces. Nada más pasar el umbral, no había nada que le sorprendiera, tenía la típica zona común en la que se hacía vida normal dentro de la casa, pero esta, al fondo, presentaba dos habitaciones, al menos dos espacios separados. Aquello sí que llamaba la atención. Ben estaba acostumbrado a que las casas de los pueblos tuvieran, como mucho, una habitación separada y no dos como era el caso. De hecho su casa no tenía ninguna división.
El hogar, ubicado en el centro de la casa, caldeaba el ambiente y podía verse que estaba bien alimentado ya que se podía ver una viva llama consumiendo la madera que serviría para dar calor durante gran parte de la tarde. Sin embargo no había mucha luz allí dentro. A un lado del hogar estaba la familia mientras que el cuerpo de Rolf estaba al fondo de la casa. No había un protocolo establecido, al menos que Sango supiera, así que se acercó primero a Rolf.
No le causó impresión ver un cuerpo, al fin y al cabo, él había estado la última década combatiendo en decenas de lugares. No. Lo que le causó impresión fue ver la placidez y la tranquilidad en su rostro. Como alguien que duerme y está a punto de despertar. No era el rostro de horror de haber visto por última vez como un arma impactaba contra uno si posibilidad de defensa o el rostro de dolor que dejaban dos días de dolor intenso después de haber recibido cortes de gran importancia o amputaciones. No. Era un rostro de tranquilidad absoluta. Era el rostro de alguien que sabía que había vivido bien.
Sango se llevó el puño al pecho e inclinó la cabeza a modo de saludo antes de rodear el fuego y saludar a sus familiares. Se fijó que había entrado más gente a presentar sus respetos. Estaba su hijo y su nuera, que eran del mismo tiempo que sus padres y el nieto de Rolf que le sacaba un par de años.
- Miku, Hanna, Ëmil... Mis respetos. Rolf era un gran hombre, nos enseñó mucho a la gran mayoría de los que estamos aquí. Siento vuestra pérdida- Sango hizo el mismo gesto que a Rolf, pero esta vez Ëmil le abrazó.
- Me alegro de volver a verte Ben, gracias por venir- al separarse ambos se quedaron cogidos por los hombros. Había tristeza en los ojos de Ëmil.
- Por ti lo que sea, hermano- Ben le palmeó el hombro y se dio la vuelta.
Ben abandonó la casa y se fijó que el sol empezaba a despedirse. El invierno estaba próximo. También observó que había varios corros en los que se comentaban temas diversos pero Ben se acercó al que estaba más alejado porque parecía que Anders, el padre de su amigo Anders, estaba algo alterado.
-... patético. No se respetan ni las viejas costumbres, ¿entonces qué nos queda?- Frida, su mujer trató de calmarlo.- No Frida, querida, lo siento, pero esto es inaceptable, ¿de verdad van a enterrar a Rolf? ¿A caso quieres ver como el viejo Rolf se convierte en comida para los gusanos? Así nunca alcanzará el Valhalla.
- Qué sabrás tú. es la forma que ha elegido la familia para darle su despedida, además, así lo tendrán cerca para recordarlo- respondió uno de los presentes en el corro.
- ¿Qué? Yo también soy familia y nadie me ha preguntado maldita sea. Mi padre, Anders, el carga-carros como se le ha conocido aquí toda la vida, compartía abuela con Rolf, por tanto soy familiar y no me han dicho nada.
- ¿No lo van a quemar?- Preguntó Sango intentando entrar en la conversación.
- No eres familia directa, no eres hijo. tío, sobrino o nieto de Rolf. Ellos deciden lo que hacer y como honrar a su muerto y ya está no entiendo por qué...-
- ¡Qué cojones hay que entender! Toda la puta vida se han hecho funerales en los que los muertos se quemaban con sus bienes preciados. Es esa lagarta que se quiere hacer con toda su-
- ¡ANDERS! ¡Ya basta! Vete para casa, cálmate de una vez y luego, cuando dejes de comportarte como un animal, vienes y presentas tus respetos. Y tú, deja de decir estupideces- Frida se llevó a empujones a su marido.
- Idiota...- Dijo el desconocido que frunció el ceño al ver que Sango le miraba mal.
- Será mejor que te comportes. No hace falta que faltes al respeto y menos a la espalda, cobarde- Sango escupió a sus pies.
El hombre le estudió durante un largo instante en el que Sango no apartó la mirada de sus ojos. Ottar interrumpió la escena dandole una escusa al otro hombre para marcharse.
- Ottar, ¿ya has entrado? Joder, pues entra. Y cuando salgas nos vamos a tomar una buena jarra de lo que sea que haya aquí. Si ves al de la espada dile que venga, que le invito a una ronda- dijo Sango empujando a su amigo hacia la casa.
La invitación era una mezcla de generosidad y curiosidad. Además se sentía cómodo con los viajeros, él era uno de ellos y se había acostumbrado a escuchar historias de unos y otros, podía ser interesante lo que tuviera que contar aquel hombre.
Sango
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Re: Remembranza de lo que vendrá [Libre] [Cerrado]
Estando entre esa gente todos tan cercanos entre si le hacia pensar en el pasado, en sus dos vidas por así decirlo.
Cuando era niño solía pensar que todos los pueblos pequeños eran iguales, cuando comenzó a viajar con su padre y su abuelo Kagan encontró que en cada lugar que fueran tenían amigos que saludar, historias que contar, informantes que escuchar, nuevos o viejos contratos, deudas por cobrar o pagar.
La vida nunca era aburrida como seminómada. Siempre alegres, siempre había tiempo para un juego dos, siempre le recordaron que mas que el oro la palabra de un hombre era lo mas importante si se trataba de un negocio, pero que todo valía en el juego o el camino del embaucador. Aunque siempre en movimiento siempre se sentía como tranquilo estando con ellos, añoraba los buenos días a su lado. El hogar esta donde esta tu corazón solía decir su madrastra, en ese entonces no lo entendía.
Contrariamente a la vida viviendo con su madre y Khorne, el poder lo era todo, el constante entrenamiento, los viajes aun en las condiciones mas extremas, aprender a como comer y no desperdiciar nada, el adiestramiento en sus ideologías. Cuando se iba aquel hombre que era la admiración del otro Alexander su madre que siempre fue dura, le enseño como sobrevivir en las situaciones más extremas a no depender de nadie, tenia tiempo para unas palabras, pequeños gestos cálidos.
Si pudiera decir que tenia un hogar era en el pantano y las ruinas secretas dentro de él, cuando su madre, su padre, su hermana, madrastra y su abuelo estaban en el mismo lugar, ahí era el hogar donde su corazón se sentía completo.
Al irse llegar a la casa y ver toda esta gente alrededor por un solo hombre, pensó que ellos extendían esa sensación de familia, de hogar.
-Nosotros no tenemos nada, los acabamos con nuestras manos-
Magnifico momento para escuchar esa voz, ojalá pudiera responderle sin parecer loco.
Pero por otro lado que maravilloso seria eso no, el morir en el hogar, con tu familia amada de viejo y realizado, con pequeños niños corriendo alrededor, el saber que estaría ahí una parte de mi con el pantano, con los ancestros.
Se concentro de nuevo en la conversación de los hombres a los que seguía cuando escucho que mencionaban una historia de una espada, curioso Kagan contaba un hombre y su espada también o lo habría escuchado en otro lado.
A veces no sabia si era él o él otro el que sentía envidia cuando veía a las familias juntas.
Observo desde lejos a la mujer estrujar en un abrazo al hombre al que llamaban Ben en otras veces Sango a que complicado era esto de socializar, recordar nombres, detalles, información mentiras, verdades todo para tener continuidad en la historia.
- ¿Y tú quién eres? - dijo una mujer detrás suya, se volteo perdiendo de vista a Sango.
-Alexander Kraz señora, lamento mucho su pena, solo vine a presentar mis respetos. -
- ¿Un Kraz dices? -
-Si señora mi padre es Tristán, hijo de Kagan Kraz-
-Jürgen ven aquí pronto este chico de aquí es un Kraz-
- ¿Un Kraz sin caravana? -
-Si señor me separe por dos años por otros negocios estoy intentando encontrar alguna de las caravanas o conseguir un contrato para viajar por dos años más-
-si claro su reunión-
-oh muchacho una pena la caravana paso hace siete meses. – menciono la mujer
- ¿No ha pasado por aquí entonces el brujo mercante? -
-El brujo mercante, chico estas muy por detrás hace dos semanas se dirigía rumbo a Verisar para tomar un barco un pequeño grupo de tu gente le espera ahí-dijo ahora Jürgen.
Verisar eso significaba que ese grupo iba a hacer sacrificios para la bendición de los dioses en el inicio de una nueva caravana, de ahí era complicado saber que ruta tomarían quizás después de esto aún podría alcanzarlos.
Jürgen se fue de con ellos para comentarle a otra gente que había un Kraz sin contrato ni caravana.
-Vamos muchacho el viejo Rolf era amigo de muchos Kraz, deberías pasar ahora antes de que venga más gente. -
-Gracias-
Parece que ni siquiera necesitaba mentir, por que no se le ocurrió mencionar desde el principio que era un Kraz o si por miedo, por temor de que el resto de su gente no lo quisiera, que lo vieran como la segunda venida de Khorne, que pensaran que seguía completamente su ideología. El hombre rompió la regla más no llamo a combate a muerte, simplemente fue tras su medio hermano Kagan, familia matándose entre sí, cuando les alcanzo en el pantano ya era tarde…
-Si no me hubieras dejado salir seria peor seriamos el ultimo. –
Recordaba las piras funerarias fuera de eso todo era muy confuso después de eso aun en estos días, era lo que más odiaba de que el otro Alexander saliera a jugar o escapara de su control ya que era poco o casi nada lo que recordaba de esos momentos.
Los hombres con los que vino ya no estaban alrededor, por lo que camino primero hacia el muerto, observo la tranquilidad que reflejaba. ¿Qué se suponía que hacia la gente normal en estas situaciones? No tenía idea, así que hizo lo que recordaba llevo su puño derecho al corazón mientras observaba al hombre, espero unos minutos antes de dirigirse a la familia.
-Siento mucho su pérdida, siempre podrán contar con la ayuda de Kraz así como siempre contamos con la ayuda de Rolf-
Dijo las mismas palabras que recordaba a su padre decir a las familias de los informantes cuando estos se perdían o de un amigo de su gente, pensó que, aunque los demás de su gente podrían o no quererle era lo correcto y al menos lo respaldarían en esto.
Asintió con la cabeza no había necesidad de esperar respuesta, sonrió torpemente y salió de la habitación, ojala tuviera mejor idea de las reglas de sociales era demasiado torpe para convivir con personas extrañas.
Cuando iba saliendo de se encontró con el enorme hombre que había seguido antes.
-Alcanza a Sango en la entrada iré a presentar mis respetos y los alcanzo en la taberna -
-Esperare con él a que salgas.- Menciono dirigiéndose a la salida del lugar buscando al único otro hombre con espada acercándose en cuanto lo vio.
-Tu amigo dice que podemos adelantarnos a la taberna, pero creo que sería mejor esperarlo e ir juntos.-
Era algo refrescante hacía tiempo que no conversa con personas ni intercambiaba historias, además quien sabe quizás podría estar interesado en tener un compañero de viaje en lo que encontraba al resto de su gente, todo dependería de la charla y que lograra controlar su hambre.
Cuando era niño solía pensar que todos los pueblos pequeños eran iguales, cuando comenzó a viajar con su padre y su abuelo Kagan encontró que en cada lugar que fueran tenían amigos que saludar, historias que contar, informantes que escuchar, nuevos o viejos contratos, deudas por cobrar o pagar.
La vida nunca era aburrida como seminómada. Siempre alegres, siempre había tiempo para un juego dos, siempre le recordaron que mas que el oro la palabra de un hombre era lo mas importante si se trataba de un negocio, pero que todo valía en el juego o el camino del embaucador. Aunque siempre en movimiento siempre se sentía como tranquilo estando con ellos, añoraba los buenos días a su lado. El hogar esta donde esta tu corazón solía decir su madrastra, en ese entonces no lo entendía.
Contrariamente a la vida viviendo con su madre y Khorne, el poder lo era todo, el constante entrenamiento, los viajes aun en las condiciones mas extremas, aprender a como comer y no desperdiciar nada, el adiestramiento en sus ideologías. Cuando se iba aquel hombre que era la admiración del otro Alexander su madre que siempre fue dura, le enseño como sobrevivir en las situaciones más extremas a no depender de nadie, tenia tiempo para unas palabras, pequeños gestos cálidos.
Si pudiera decir que tenia un hogar era en el pantano y las ruinas secretas dentro de él, cuando su madre, su padre, su hermana, madrastra y su abuelo estaban en el mismo lugar, ahí era el hogar donde su corazón se sentía completo.
Al irse llegar a la casa y ver toda esta gente alrededor por un solo hombre, pensó que ellos extendían esa sensación de familia, de hogar.
-Nosotros no tenemos nada, los acabamos con nuestras manos-
Magnifico momento para escuchar esa voz, ojalá pudiera responderle sin parecer loco.
Pero por otro lado que maravilloso seria eso no, el morir en el hogar, con tu familia amada de viejo y realizado, con pequeños niños corriendo alrededor, el saber que estaría ahí una parte de mi con el pantano, con los ancestros.
Se concentro de nuevo en la conversación de los hombres a los que seguía cuando escucho que mencionaban una historia de una espada, curioso Kagan contaba un hombre y su espada también o lo habría escuchado en otro lado.
A veces no sabia si era él o él otro el que sentía envidia cuando veía a las familias juntas.
Observo desde lejos a la mujer estrujar en un abrazo al hombre al que llamaban Ben en otras veces Sango a que complicado era esto de socializar, recordar nombres, detalles, información mentiras, verdades todo para tener continuidad en la historia.
- ¿Y tú quién eres? - dijo una mujer detrás suya, se volteo perdiendo de vista a Sango.
-Alexander Kraz señora, lamento mucho su pena, solo vine a presentar mis respetos. -
- ¿Un Kraz dices? -
-Si señora mi padre es Tristán, hijo de Kagan Kraz-
-Jürgen ven aquí pronto este chico de aquí es un Kraz-
- ¿Un Kraz sin caravana? -
-Si señor me separe por dos años por otros negocios estoy intentando encontrar alguna de las caravanas o conseguir un contrato para viajar por dos años más-
-si claro su reunión-
-oh muchacho una pena la caravana paso hace siete meses. – menciono la mujer
- ¿No ha pasado por aquí entonces el brujo mercante? -
-El brujo mercante, chico estas muy por detrás hace dos semanas se dirigía rumbo a Verisar para tomar un barco un pequeño grupo de tu gente le espera ahí-dijo ahora Jürgen.
Verisar eso significaba que ese grupo iba a hacer sacrificios para la bendición de los dioses en el inicio de una nueva caravana, de ahí era complicado saber que ruta tomarían quizás después de esto aún podría alcanzarlos.
Jürgen se fue de con ellos para comentarle a otra gente que había un Kraz sin contrato ni caravana.
-Vamos muchacho el viejo Rolf era amigo de muchos Kraz, deberías pasar ahora antes de que venga más gente. -
-Gracias-
Parece que ni siquiera necesitaba mentir, por que no se le ocurrió mencionar desde el principio que era un Kraz o si por miedo, por temor de que el resto de su gente no lo quisiera, que lo vieran como la segunda venida de Khorne, que pensaran que seguía completamente su ideología. El hombre rompió la regla más no llamo a combate a muerte, simplemente fue tras su medio hermano Kagan, familia matándose entre sí, cuando les alcanzo en el pantano ya era tarde…
-Si no me hubieras dejado salir seria peor seriamos el ultimo. –
Recordaba las piras funerarias fuera de eso todo era muy confuso después de eso aun en estos días, era lo que más odiaba de que el otro Alexander saliera a jugar o escapara de su control ya que era poco o casi nada lo que recordaba de esos momentos.
Los hombres con los que vino ya no estaban alrededor, por lo que camino primero hacia el muerto, observo la tranquilidad que reflejaba. ¿Qué se suponía que hacia la gente normal en estas situaciones? No tenía idea, así que hizo lo que recordaba llevo su puño derecho al corazón mientras observaba al hombre, espero unos minutos antes de dirigirse a la familia.
-Siento mucho su pérdida, siempre podrán contar con la ayuda de Kraz así como siempre contamos con la ayuda de Rolf-
Dijo las mismas palabras que recordaba a su padre decir a las familias de los informantes cuando estos se perdían o de un amigo de su gente, pensó que, aunque los demás de su gente podrían o no quererle era lo correcto y al menos lo respaldarían en esto.
Asintió con la cabeza no había necesidad de esperar respuesta, sonrió torpemente y salió de la habitación, ojala tuviera mejor idea de las reglas de sociales era demasiado torpe para convivir con personas extrañas.
Cuando iba saliendo de se encontró con el enorme hombre que había seguido antes.
-Alcanza a Sango en la entrada iré a presentar mis respetos y los alcanzo en la taberna -
-Esperare con él a que salgas.- Menciono dirigiéndose a la salida del lugar buscando al único otro hombre con espada acercándose en cuanto lo vio.
-Tu amigo dice que podemos adelantarnos a la taberna, pero creo que sería mejor esperarlo e ir juntos.-
Era algo refrescante hacía tiempo que no conversa con personas ni intercambiaba historias, además quien sabe quizás podría estar interesado en tener un compañero de viaje en lo que encontraba al resto de su gente, todo dependería de la charla y que lograra controlar su hambre.
Alexander Kraz
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Re: Remembranza de lo que vendrá [Libre] [Cerrado]
Ben vio al tipo de la espada acercarse y se tomó su tiempo para fijarse en él, no sólo en la espada sino en su presencia y en su forma de caminar. Sin embargo, pese a querer fijarse en él su mente estaba en otra parte. Su cabeza era un auténtico caos, hecho que se puso de manifiesto cuando el desconocido de la espada se planto ante él y le dijo algo que no alcanzó a comprender al momento. Sango levantó la cabeza y se fijó en sus ojos verdes.
- Perdona estaba... ¿qué? Ah, sí, sí, vale, esperamos, no hay problema- Ben suspiró y se cruzó de brazos para esperar.
- Así que vienes por parte de tu abuelo... ¿Pasaba a menudo por aquí? Yo es que la verdad que tuve que salir muy joven de aquí. Me llevaron a Lunargenta y me perdí bastantes cosas de aquí- Sango se descruzó de brazos.- Y, joder, cuantas cosas pueden pasar en tan corto periodo de tiempo. Es increíble- dejó que aquellas palabras flotaran en el ambiente.
La vuelta al hogar no estaba siendo como él esperaba, aunque él mismo reconocía en su fuero interno que no sabía muy bien qué era lo que esperaba. Muerte y reflexión seguro que no, se dijo, pero los Dioses quisieron que fuera así. En su cabeza también había hueco para la discusión que había presenciado hacía tan solo un momento.
Había sacado en claro que no lo iban a quemar sino que lo iban a enterrar. Era conocedor de aquella costumbre, la cual parecía tener más protagonismo con el paso de los años. Aquella tradición, reservada a entidades poderosas como reyes o príncipes, se extendía hacia estamentos inferiores pero con gran influencia y de estos, al resto de la población. Pero había cosas que Sango no alcanzaba a comprender como en este caso, cómo era posible que una persona que había sido tan fiel a las viejas costumbres y que había luchado tanto por mantenerlas vivas, no se le diera un tratamiento como se merecía. Sí, su cuerpo permanecería en un lugar visible, pero, ¿y su alma? Sango resopló y alzó la mirada para dejarla fija en la casa.
Había encontrado en Ëmil realmente abatido. No pensó mucho en ello en el mismo instante, pero la muestra de afecto que había tenido con él debería haberle sobresaltado, más aún cuando él y Ëmil no habían tenido mucha relación en su juventud. Ben supuso que algo no iba bien con su viejo amigo. ¿Tendría algo que ver el método de despedir a Rolf? Se le escapaban muchos detalles.
- Vaya, vaya, al final me habéis esperado. Bueno, ¿vamos? Aquí el amigo Sango ha dicho algo de pagar, ¿verdad?- Preguntó mirando al desconocido.- Por cierto, yo soy Ottar y este de aquí es Sango, ¿con quién voy a tener el placer de compartir una buena jarra de cerveza?- Preguntó tendiéndole la mano.
Ben se limitó a seguirles mientras seguía dándole vueltas a la cabeza.
La taberna estaba bien ubicada. Era la primera construcción, grande, que se veía al entrar desde el camino de oeste, acceso principal al pueblo. Su entrada principal daba a la plaza en el que estaba erigido el monolito que había visto al llegar. El interior sorprendió a Sango. Era amplio, en un rincón había unos barriles apilados tras una gran barra de no menos de siete pasos de longitud y un pie de ancho. En el otro rincón había un hogar con un reconfortante fuego y un par de ollas y sartenes a su alrededor. Las banquetas y las mesas estaban muy bien distribuidas por el resto del espacio. La edificación seguramente serviría como casa para los regentes del local y también como almacén, la función de la dar cobijo a viajeros Ben no supo identificarla de manera inmediata.
- Vaya, este sitio es genial, ¿cuándo lo hicieron?- Preguntó Sango.
- Ah, mi buen amigo Sango,- se sentó una de las banquetas y esperó a que le acompañaran- te diré que esta no es una simple tasca como las que hay por ahí. No. Esto es una posada. Una auténtica y verdadera posada. Comida de gran calidad, bebida exquisita y...- Dejó que una moza, casi tan grande como Ottar, tanto en altura como en envergadura, se acercara y saludara- esta belleza que tenemos aquí- Ottar le cogió la mano y se la besó.
La mujer se sonrojó y Ben enarcó una ceja.
- ¿Hay algo que no me has contado, Ottar?- Preguntó Sango con una ligera sospecha.
- Sango, esta belleza que tenemos aquí es Elin mi-
- No jodas, ¿estás casado?- Sonrió mientras sus ojos bailaban de él a ella una y otra vez.
- No- se apresuró a contestar Ottar que se quedó mirando a la mujer.- Aún- La mujer se sonrojó aún más pero mantuvo la compostura.
- ¡Bueno, Ottar! Ya está bien, a ver si tú y yo vamos a tener una charla luego- le pegó un manotazo en la espalda. Ben pensó que aquello sería como una caricia para su buen amigo Ottar.
- Vale, vale, querida. Trae tres cervezas, de las mejores que paga Sango, ¡já!- Se volvió hacia la mesa.- ¿Qué os parece? Es guapa, ¿verdad? Algún día Sango, algún día...- Ottar se miró las manos.
- Sin duda alguna sois tal para cual. Tenéis magia entre los dos- Ben miró a Alex y luego a Ottar.- Algún día formaréis una familia, estoy seguro de ello- Ben miró a la mujer durante un breve instante y luego se fijó en un hombre sentado en una mesa que no le quitaba los ojos de encima a Alex.- Eh, ¿conoces a ese de ahí? No te quita los ojos de encima.
Elin les trajo la bebida y siguió despachando mesas. Sango sujetó su jarra durante unos instantes y antes de beber la alzó.
- Por Rolf, que su alma alcance su destino y que los Dioses disfruten de su compañía- brindó y se metió un generoso trago en el cuerpo.
Se hizo el silencio en la mesa durante unos instantes, Ben sumido en sus pensamientos, dándole vueltas a la cabeza y dando forma a todas las ideas que bailaban en su cabeza.
- Bueno, ya que estamos brindando- Ottar alzó su jarra- yo propongo otro. Por los viejos amigos- miró a Sango- y por los nuevos- miró a Alex.- ¡Salud!- Otro generoso trago y la jarra de Sango casi sonaba vacía. La cerveza era realmente buena.
- Ottar, tengo que preguntártelo, ¿qué cojones es eso de que no van a quemar a Rolf?- Ben apartó la jarra y miró fijamente a Ottar.- No lo entiendo. Un hombre que ha luchado toda su vida por transmitir su conocimiento, la forma en la que los antiguos hacían las cosas, nuestra tradición, nuestra historia, por todos los Dioses, ¿es que eso no vale nada?- hizo una pausa y miró a Alex y luego se acercó la jarra para jugar con ella.- Anders estaba teniendo una discusión con un tipo, no sé ni quién era, y joder, creo que tenía razón cuando dijo que no deberían dejar que el pobre Rolf fuera comida para los gusanos, además, ¿Cómo alcanzará su alma el Valhalla? No entiendo nada... Si rompemos con la tradición, rompemos con nuestro pasado, con nuestra historia y nos convertimos en algo completamente distinto, sin identidad...- Ben apuró la jarra. Se limpió la cerveza que le caía por la barbilla con la manga.- Pero luego hay algo, una idea, a la que no soy capaz de dar forma para expresarlo... ¿La muerte hay que considerarla como inicio o como fin?-La pregunta la lanzó a los dos, Ottar y Alex.
Hubo unos instantes de reflexión que Ben aprovechó para buscar a Elin con la mirada.
- Joder Sango, este discurso no te pega nada- Ottar trató de rebajar el nivel de tensión de la conversación pero la mirada de Ben indicaba que realmente buscaba una respuesta.- ¿Sabes qué, Sango? No creo que haya una respuesta a eso, al menos no la encontrarás aquí, en esta posada. Lo que sí puedo decirte es que deberías vive la vida como creas conveniente peor siempre siguiendo la misma premisa: ser honesto con uno mismo, ¿por qué? Porque al final, cuando uno muere, recorre ese camino solo y estoy convencido que al final todo cobrará sentido- Ottar se echó hacia atrás y levantó un brazo para llamar a Elin.
Sango meditó, brevemente, sobre las palabras de Ottar. Los años no solo corrían para él sino para el resto del mundo, que regresara al hogar y esperara que todo estuviera como cuando se fue era un sueño. Habían madurado y Ben se dio cuenta de que aun le quedaba un largo camino por recorrer.
- ¿Tú qué opinas, Alex? Ya que estamos en este modo tan existencial... No suelo ser así, ¿eh? Te lo aseguro- Ottar se quedó embobado mirando a Elin escanciando la cerveza.
Ben miró a Alex. Un viajero como él (supuso Sango), tendría que haber visto suficiente mundo como para comprender y haber visto muchas culturas y desde luego tendría un prisma mucho más amplio con el que poder dar su punto de vista.
Ben agarró su jarra y esperó por Alex.
- Perdona estaba... ¿qué? Ah, sí, sí, vale, esperamos, no hay problema- Ben suspiró y se cruzó de brazos para esperar.
- Así que vienes por parte de tu abuelo... ¿Pasaba a menudo por aquí? Yo es que la verdad que tuve que salir muy joven de aquí. Me llevaron a Lunargenta y me perdí bastantes cosas de aquí- Sango se descruzó de brazos.- Y, joder, cuantas cosas pueden pasar en tan corto periodo de tiempo. Es increíble- dejó que aquellas palabras flotaran en el ambiente.
La vuelta al hogar no estaba siendo como él esperaba, aunque él mismo reconocía en su fuero interno que no sabía muy bien qué era lo que esperaba. Muerte y reflexión seguro que no, se dijo, pero los Dioses quisieron que fuera así. En su cabeza también había hueco para la discusión que había presenciado hacía tan solo un momento.
Había sacado en claro que no lo iban a quemar sino que lo iban a enterrar. Era conocedor de aquella costumbre, la cual parecía tener más protagonismo con el paso de los años. Aquella tradición, reservada a entidades poderosas como reyes o príncipes, se extendía hacia estamentos inferiores pero con gran influencia y de estos, al resto de la población. Pero había cosas que Sango no alcanzaba a comprender como en este caso, cómo era posible que una persona que había sido tan fiel a las viejas costumbres y que había luchado tanto por mantenerlas vivas, no se le diera un tratamiento como se merecía. Sí, su cuerpo permanecería en un lugar visible, pero, ¿y su alma? Sango resopló y alzó la mirada para dejarla fija en la casa.
Había encontrado en Ëmil realmente abatido. No pensó mucho en ello en el mismo instante, pero la muestra de afecto que había tenido con él debería haberle sobresaltado, más aún cuando él y Ëmil no habían tenido mucha relación en su juventud. Ben supuso que algo no iba bien con su viejo amigo. ¿Tendría algo que ver el método de despedir a Rolf? Se le escapaban muchos detalles.
- Vaya, vaya, al final me habéis esperado. Bueno, ¿vamos? Aquí el amigo Sango ha dicho algo de pagar, ¿verdad?- Preguntó mirando al desconocido.- Por cierto, yo soy Ottar y este de aquí es Sango, ¿con quién voy a tener el placer de compartir una buena jarra de cerveza?- Preguntó tendiéndole la mano.
Ben se limitó a seguirles mientras seguía dándole vueltas a la cabeza.
La taberna estaba bien ubicada. Era la primera construcción, grande, que se veía al entrar desde el camino de oeste, acceso principal al pueblo. Su entrada principal daba a la plaza en el que estaba erigido el monolito que había visto al llegar. El interior sorprendió a Sango. Era amplio, en un rincón había unos barriles apilados tras una gran barra de no menos de siete pasos de longitud y un pie de ancho. En el otro rincón había un hogar con un reconfortante fuego y un par de ollas y sartenes a su alrededor. Las banquetas y las mesas estaban muy bien distribuidas por el resto del espacio. La edificación seguramente serviría como casa para los regentes del local y también como almacén, la función de la dar cobijo a viajeros Ben no supo identificarla de manera inmediata.
- Vaya, este sitio es genial, ¿cuándo lo hicieron?- Preguntó Sango.
- Ah, mi buen amigo Sango,- se sentó una de las banquetas y esperó a que le acompañaran- te diré que esta no es una simple tasca como las que hay por ahí. No. Esto es una posada. Una auténtica y verdadera posada. Comida de gran calidad, bebida exquisita y...- Dejó que una moza, casi tan grande como Ottar, tanto en altura como en envergadura, se acercara y saludara- esta belleza que tenemos aquí- Ottar le cogió la mano y se la besó.
La mujer se sonrojó y Ben enarcó una ceja.
- ¿Hay algo que no me has contado, Ottar?- Preguntó Sango con una ligera sospecha.
- Sango, esta belleza que tenemos aquí es Elin mi-
- No jodas, ¿estás casado?- Sonrió mientras sus ojos bailaban de él a ella una y otra vez.
- No- se apresuró a contestar Ottar que se quedó mirando a la mujer.- Aún- La mujer se sonrojó aún más pero mantuvo la compostura.
- ¡Bueno, Ottar! Ya está bien, a ver si tú y yo vamos a tener una charla luego- le pegó un manotazo en la espalda. Ben pensó que aquello sería como una caricia para su buen amigo Ottar.
- Vale, vale, querida. Trae tres cervezas, de las mejores que paga Sango, ¡já!- Se volvió hacia la mesa.- ¿Qué os parece? Es guapa, ¿verdad? Algún día Sango, algún día...- Ottar se miró las manos.
- Sin duda alguna sois tal para cual. Tenéis magia entre los dos- Ben miró a Alex y luego a Ottar.- Algún día formaréis una familia, estoy seguro de ello- Ben miró a la mujer durante un breve instante y luego se fijó en un hombre sentado en una mesa que no le quitaba los ojos de encima a Alex.- Eh, ¿conoces a ese de ahí? No te quita los ojos de encima.
Elin les trajo la bebida y siguió despachando mesas. Sango sujetó su jarra durante unos instantes y antes de beber la alzó.
- Por Rolf, que su alma alcance su destino y que los Dioses disfruten de su compañía- brindó y se metió un generoso trago en el cuerpo.
Se hizo el silencio en la mesa durante unos instantes, Ben sumido en sus pensamientos, dándole vueltas a la cabeza y dando forma a todas las ideas que bailaban en su cabeza.
- Bueno, ya que estamos brindando- Ottar alzó su jarra- yo propongo otro. Por los viejos amigos- miró a Sango- y por los nuevos- miró a Alex.- ¡Salud!- Otro generoso trago y la jarra de Sango casi sonaba vacía. La cerveza era realmente buena.
- Ottar, tengo que preguntártelo, ¿qué cojones es eso de que no van a quemar a Rolf?- Ben apartó la jarra y miró fijamente a Ottar.- No lo entiendo. Un hombre que ha luchado toda su vida por transmitir su conocimiento, la forma en la que los antiguos hacían las cosas, nuestra tradición, nuestra historia, por todos los Dioses, ¿es que eso no vale nada?- hizo una pausa y miró a Alex y luego se acercó la jarra para jugar con ella.- Anders estaba teniendo una discusión con un tipo, no sé ni quién era, y joder, creo que tenía razón cuando dijo que no deberían dejar que el pobre Rolf fuera comida para los gusanos, además, ¿Cómo alcanzará su alma el Valhalla? No entiendo nada... Si rompemos con la tradición, rompemos con nuestro pasado, con nuestra historia y nos convertimos en algo completamente distinto, sin identidad...- Ben apuró la jarra. Se limpió la cerveza que le caía por la barbilla con la manga.- Pero luego hay algo, una idea, a la que no soy capaz de dar forma para expresarlo... ¿La muerte hay que considerarla como inicio o como fin?-La pregunta la lanzó a los dos, Ottar y Alex.
Hubo unos instantes de reflexión que Ben aprovechó para buscar a Elin con la mirada.
- Joder Sango, este discurso no te pega nada- Ottar trató de rebajar el nivel de tensión de la conversación pero la mirada de Ben indicaba que realmente buscaba una respuesta.- ¿Sabes qué, Sango? No creo que haya una respuesta a eso, al menos no la encontrarás aquí, en esta posada. Lo que sí puedo decirte es que deberías vive la vida como creas conveniente peor siempre siguiendo la misma premisa: ser honesto con uno mismo, ¿por qué? Porque al final, cuando uno muere, recorre ese camino solo y estoy convencido que al final todo cobrará sentido- Ottar se echó hacia atrás y levantó un brazo para llamar a Elin.
Sango meditó, brevemente, sobre las palabras de Ottar. Los años no solo corrían para él sino para el resto del mundo, que regresara al hogar y esperara que todo estuviera como cuando se fue era un sueño. Habían madurado y Ben se dio cuenta de que aun le quedaba un largo camino por recorrer.
- ¿Tú qué opinas, Alex? Ya que estamos en este modo tan existencial... No suelo ser así, ¿eh? Te lo aseguro- Ottar se quedó embobado mirando a Elin escanciando la cerveza.
Ben miró a Alex. Un viajero como él (supuso Sango), tendría que haber visto suficiente mundo como para comprender y haber visto muchas culturas y desde luego tendría un prisma mucho más amplio con el que poder dar su punto de vista.
Ben agarró su jarra y esperó por Alex.
Sango
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Re: Remembranza de lo que vendrá [Libre] [Cerrado]
Levanto una ceja cuando noto que Sango lo observaba como perdido en sus pensamientos, se preguntó si acaso tendría algo raro en la cara ya que lo veía muy concentrado. Esperaba no tener algún pedazo de naranja que le quedara que no hubiera notado.
-Mi gente los Kraz quizás has oído hablar de ellos, timadores, viajeros, protectores, adictos al juego. Bueno desde el principio han sido seminómadas, viajamos de aquí por allá, normalmente viajamos en grupos de caravanas comerciantes como sus guardaespaldas, algunos con grupos de artistas y así. Pasamos por pueblos chicos si es posible que pasáramos por aquí pero no sabría decirte yo cuantas veces, viví por temporadas con mi abuelo y padre normalmente vivía con mi madre, pero creo el debió pasar muchas más veces que yo. - observó el pueblo mientras le escuchaba. ] – Sabes la madre de mi hermana solía decir, que apreciáramos todo de la vida desde lo pequeño a lo grande, porque la vida no se detiene para nadie, en ocasiones no dejaba de maravillarme de lo que aprendía cuando viajaba con el abuelo, pero siempre anhelaba volver con mi madre, solía envidiar a los niños que tenían toda su familia en un mismo lugar. Si te distraes mi amigo te perderás de vivir o perderás la vida misma todo en un parpadeo.-
Cuando pensaba en la muerte solía solo pensar en que a las personas que se comía, a las personas con las que había luchado y asesinado se lo merecían, que por más pequeña la razón no merecían seguir en este mundo contaminándolo. El otro solo quería mostrarse así mismo que era un digno seguidor o más recientemente que era poderoso que en su camino de muertes encontrarían una nueva causa para vivir.
Al mismo tiempo odiaba pensar que en menos de una semana había perdido todo lo que quería e importaba, ambos se lamentaban por no haber sido más fuertes o rápidos para buscar a su madre antes de que desapareciera o evitar que su abuelo Khorne diezmara a su familia, sabía que eso había despertado lo más oscuro del otro, una parte de él que esperaba no durmiera por mucho tiempo, por eso temía darle rienda suelta al otro, para evitar que una matanza así se repitiera.
Aun se preguntaba ¿Cuántos Kraz mato realmente el otro Alexander y cuantos Khorne? Era una de las pocas preguntas que temía hacerse. Una de las verdades que ojala no lo alejaran del resto de su gente, la verdad era que empezaba despreciar este viaje en solitario, a veces cuando eran sus momentos más oscuros deseaba que el otro tomara el control y el no saber de nuevo nada hasta encontrarse con ellos en la otra vida.
Ojala no hubiera dado su maldita palabra en su lecho de muerte, podría simplemente…
No, no era el momento para dejarse consumir por esas ideas. Era un pueblo bonito en un momento trágico, tenía que apreciar los buenos momentos incluso en esa situación.
Resistió el impulso de buscar alguno de sus últimos trozos de carne seca de su bolsa, estaba ansioso, nervioso, este hombre de alguna forma parecía agradable y él nunca fue bueno para hacer amigos, podría tratarse del otro, o el hecho de que no solían quedarse en un solo lugar, pero por una vez estaría bien compartir unas cervezas sacar con un extraño aunque sea solo una vez hablar de su dolor por las muertes de sus seres amados o al menos creía que fueron los únicos que logro amar hasta ahora, esperaba que con eso lograra poder seguir con su camino sin culpas y remordimientos.
Volvió de nuevo su atención al resto del mundo cuando escucho al enorme hombre regresar de nuevo.
-Soy Alexander y será un placer compartir cerveza, tristeza e historias con ambos.- le contesto de forma sincera tomando su mano firme sin querer que fuera un juego de poder. –Sabes ahora que lo pienso creo que nunca he compartido una cerveza con personas nuevas no soy bueno para socializar-
Se dejó guiar hacia la taberna por el hombre mientras observa al otro con la espada seguirles de cerca, de reojo parecía estar sumido en sus propios pensamientos, debía ser difícil estar fuera del hogar para que al volver todo siempre fuera diferente, algo que de nuevo no lograba comprender del todo, los problemas que la gente tenia para aceptar los cambios en todo.
-Valla Ottar este es una de las mejores tabernas que he visto, podría venir seguido de viaje para acá si me quedare en un lugar como este.-
Cuando escucho a Sango se dio cuenta que no era el único sorprendido por el lugar, tenía un gran aspecto. Pensó en lo agradable que sería dormir en una cama blandita en lugar de lo duro y frio del suelo o las carretas.
Se sentó junto a Ottar maravillado por la explicación, este sin duda era un pueblo que esperaba a traer más comerciantes, si llegaba hacer su propia caravana vendría seguido lo tenía claro. Una posada con comida…además decía que era exquisita, comida caliente y decente. Sin importar cuál de los dos fue estaba salivando por tener comida caliente y hogareña.
Se sorprendió en ver a la mujer, valla que parecía bien alimentaba, probablemente con el entrenamiento adecuado esta mujer podría rivalizar con su madre, además tenía la impresión de que tendría un fuerte carácter, sin duda no tendría una vida aburrida su casi nuevo amigo.
Una boda… o nunca había ido a una de esas, tenía que asegurarse de ser invitado, esto era algo que quería presenciar y llevar en sus memorias, sin duda algo diferente a lo que sabía, si no mal recordaba su propio padre no estaba casado.
-Es una gran mujer Ottar serás un hombre afortunado y te aseguro que tus días no serán aburridos.-
Observo al hombre que Sango señalo. –No recuerdo haberlo visto antes, el hombre que tenía intención de alcanzar hace semanas que partió de aquí me lo han confirmado hace poco.-
Agradeció con la cabeza a la mujer cuando dejo las bebidas y tomo su jarra, valla que aparte de elegante las porción de cerveza parecía ser un poco más grande que en otros lugares, a pesar del momento triste se sentía afortunado de haber tomado este camino.
-Por Rolf- Menciono mientras alzaba también su jarra antes de beber.
Quizás parecería grosero pero no le importo se relamió los labios, el sabor era bueno podría beber muchas más jarras de estas sin duda, mucho mejor que el extraño vino que tomaba su tía.
-Por los amigos – brindo de nuevo con ellos, sonriendo abiertamente por unos momentos antes de darle otro largo trago a la jarra.
Notando su podría jarra y la de sus nuevos amigos le hizo una seña la chica Elin para que les trajea otra ronda mientras escuchaba eso de quemar al hombre. Rayos por un momento había olvidado que su intención al oír de un muerto era comerse una parte de él, no pensó que haría dos amigos nuevos.
Que complicado ahora tendría que valorar si era buena idea comerse al hombre que parecía haber sido una increíble persona. Quizás en se devoraría al sujeto estresante de unas mesas más delante que no dejaba de observarlo. Lo pensaría con calma con otra cerveza además si la comida de este lugar era tan buena como la cerveza podría no tener la necesidad de su otra dieta por unos días.
Recargo su brazo en la mesa apoyando su barbilla sobre su mano pensando un instante sobre las palabras de Ottar.
Sin embargo creo que Ottar tiene razón. Creo que es importante que cada pueblo conserve sus tradiciones, que cada quien viva su vida bajo su elección de su elección para evitar los arrepentimientos, mi gente tenía tradiciones muy particulares.- se terminó su bebida en otro trago.
Observo a Elin servir en las mesas más distantes sin haberles notado aun que no tenían más bebida.
-Khorne uno de mis abuelos pensaba que la muerte era el fin, que por eso la muerte debía postergarse lo más posible, pero él era muy particular. Por otro lado mi padre decía que era muy triste pensar que la muerte era el fin, que eso se reflejaba en nuestra tradición. Mi gente cuando morimos como muchos somos quemados en las piras funerarias, las cenizas que quedan se recogen y se llevan de regreso a nuestro lugar de peregrinaje, al menos cuando uno de nosotros muere fuera del pantano antes del tiempo de peregrinaje entonces cuando llega el momento y nos llevan al lugar a nuestro hogar el lugar de donde nacemos todos los Kraz en teoría.- hizo una breve pausa pensando.
- ahí en nuestro lugar de peregrinación hay ruinas y algunas pocas casas al centro de este hay una unión de dos árboles, se dice que son los primeros de los nuestros es extraño… perdón estoy divagando. Nuestras cenizas son regadas ahí, para estar siempre entre nuestros ancestros y si hay una vida más allá nacer de nuevo entre nuestra gente. Es muy triste y trágico si tus cenizas no regresan al único lugar que podemos llamar hogar. Se dice que de esa forma podemos observar todo y elegir a los nuevos padres entre nuestra gente y volver a empezar tu ciclo. Perdón si suena muy confuso es la primera vez que intento explicarlo.-
Jugo con su jarra un momento.
-Nosotros pensamos como nuestra gente, pensamos que es un ciclo que así como los arboles nacen de una nueva semilla, eso representan nuestras cenizas, una nueva semilla para una nueva vida, que al regresar las cenizas es admitir que todo tiene un inicio y un fin, que puedes quizás no estar seguro como llegas, donde vas pero si a donde volverás siempre. Probablemente sea tonto o quizás infantil aun a veces pienso que lo imaginaba sabes, pero cuando íbamos ahí de niño creía ver espíritus de nuestra gente disfrutando que volviéramos a casa, festejando nuestro regreso, deseándonos buen viaje al partir, pero sobre todo guiando y velando en ese momento por nosotros. Pero sinceramente anhelo el volver y pensar que entre esos espíritus estarán ellos esperándome felices, esperando en decidir si volverán a la familia conmigo o con alguien más.-
Estaba nervioso había admitido abiertamente al otro Alexander con una pequeña oración, al mismo tiempo compartió detalles íntimos de su tradición hasta ahora desconocida por muchos.
Quizás debió haber hablado de otras tradiciones de otros pueblos en lugar de las suya.
-Mi gente los Kraz quizás has oído hablar de ellos, timadores, viajeros, protectores, adictos al juego. Bueno desde el principio han sido seminómadas, viajamos de aquí por allá, normalmente viajamos en grupos de caravanas comerciantes como sus guardaespaldas, algunos con grupos de artistas y así. Pasamos por pueblos chicos si es posible que pasáramos por aquí pero no sabría decirte yo cuantas veces, viví por temporadas con mi abuelo y padre normalmente vivía con mi madre, pero creo el debió pasar muchas más veces que yo. - observó el pueblo mientras le escuchaba. ] – Sabes la madre de mi hermana solía decir, que apreciáramos todo de la vida desde lo pequeño a lo grande, porque la vida no se detiene para nadie, en ocasiones no dejaba de maravillarme de lo que aprendía cuando viajaba con el abuelo, pero siempre anhelaba volver con mi madre, solía envidiar a los niños que tenían toda su familia en un mismo lugar. Si te distraes mi amigo te perderás de vivir o perderás la vida misma todo en un parpadeo.-
Cuando pensaba en la muerte solía solo pensar en que a las personas que se comía, a las personas con las que había luchado y asesinado se lo merecían, que por más pequeña la razón no merecían seguir en este mundo contaminándolo. El otro solo quería mostrarse así mismo que era un digno seguidor o más recientemente que era poderoso que en su camino de muertes encontrarían una nueva causa para vivir.
Al mismo tiempo odiaba pensar que en menos de una semana había perdido todo lo que quería e importaba, ambos se lamentaban por no haber sido más fuertes o rápidos para buscar a su madre antes de que desapareciera o evitar que su abuelo Khorne diezmara a su familia, sabía que eso había despertado lo más oscuro del otro, una parte de él que esperaba no durmiera por mucho tiempo, por eso temía darle rienda suelta al otro, para evitar que una matanza así se repitiera.
Aun se preguntaba ¿Cuántos Kraz mato realmente el otro Alexander y cuantos Khorne? Era una de las pocas preguntas que temía hacerse. Una de las verdades que ojala no lo alejaran del resto de su gente, la verdad era que empezaba despreciar este viaje en solitario, a veces cuando eran sus momentos más oscuros deseaba que el otro tomara el control y el no saber de nuevo nada hasta encontrarse con ellos en la otra vida.
Ojala no hubiera dado su maldita palabra en su lecho de muerte, podría simplemente…
No, no era el momento para dejarse consumir por esas ideas. Era un pueblo bonito en un momento trágico, tenía que apreciar los buenos momentos incluso en esa situación.
Resistió el impulso de buscar alguno de sus últimos trozos de carne seca de su bolsa, estaba ansioso, nervioso, este hombre de alguna forma parecía agradable y él nunca fue bueno para hacer amigos, podría tratarse del otro, o el hecho de que no solían quedarse en un solo lugar, pero por una vez estaría bien compartir unas cervezas sacar con un extraño aunque sea solo una vez hablar de su dolor por las muertes de sus seres amados o al menos creía que fueron los únicos que logro amar hasta ahora, esperaba que con eso lograra poder seguir con su camino sin culpas y remordimientos.
Volvió de nuevo su atención al resto del mundo cuando escucho al enorme hombre regresar de nuevo.
-Soy Alexander y será un placer compartir cerveza, tristeza e historias con ambos.- le contesto de forma sincera tomando su mano firme sin querer que fuera un juego de poder. –Sabes ahora que lo pienso creo que nunca he compartido una cerveza con personas nuevas no soy bueno para socializar-
Se dejó guiar hacia la taberna por el hombre mientras observa al otro con la espada seguirles de cerca, de reojo parecía estar sumido en sus propios pensamientos, debía ser difícil estar fuera del hogar para que al volver todo siempre fuera diferente, algo que de nuevo no lograba comprender del todo, los problemas que la gente tenia para aceptar los cambios en todo.
-Valla Ottar este es una de las mejores tabernas que he visto, podría venir seguido de viaje para acá si me quedare en un lugar como este.-
Cuando escucho a Sango se dio cuenta que no era el único sorprendido por el lugar, tenía un gran aspecto. Pensó en lo agradable que sería dormir en una cama blandita en lugar de lo duro y frio del suelo o las carretas.
Se sentó junto a Ottar maravillado por la explicación, este sin duda era un pueblo que esperaba a traer más comerciantes, si llegaba hacer su propia caravana vendría seguido lo tenía claro. Una posada con comida…además decía que era exquisita, comida caliente y decente. Sin importar cuál de los dos fue estaba salivando por tener comida caliente y hogareña.
Se sorprendió en ver a la mujer, valla que parecía bien alimentaba, probablemente con el entrenamiento adecuado esta mujer podría rivalizar con su madre, además tenía la impresión de que tendría un fuerte carácter, sin duda no tendría una vida aburrida su casi nuevo amigo.
Una boda… o nunca había ido a una de esas, tenía que asegurarse de ser invitado, esto era algo que quería presenciar y llevar en sus memorias, sin duda algo diferente a lo que sabía, si no mal recordaba su propio padre no estaba casado.
-Es una gran mujer Ottar serás un hombre afortunado y te aseguro que tus días no serán aburridos.-
Observo al hombre que Sango señalo. –No recuerdo haberlo visto antes, el hombre que tenía intención de alcanzar hace semanas que partió de aquí me lo han confirmado hace poco.-
Agradeció con la cabeza a la mujer cuando dejo las bebidas y tomo su jarra, valla que aparte de elegante las porción de cerveza parecía ser un poco más grande que en otros lugares, a pesar del momento triste se sentía afortunado de haber tomado este camino.
-Por Rolf- Menciono mientras alzaba también su jarra antes de beber.
Quizás parecería grosero pero no le importo se relamió los labios, el sabor era bueno podría beber muchas más jarras de estas sin duda, mucho mejor que el extraño vino que tomaba su tía.
-Por los amigos – brindo de nuevo con ellos, sonriendo abiertamente por unos momentos antes de darle otro largo trago a la jarra.
Notando su podría jarra y la de sus nuevos amigos le hizo una seña la chica Elin para que les trajea otra ronda mientras escuchaba eso de quemar al hombre. Rayos por un momento había olvidado que su intención al oír de un muerto era comerse una parte de él, no pensó que haría dos amigos nuevos.
Que complicado ahora tendría que valorar si era buena idea comerse al hombre que parecía haber sido una increíble persona. Quizás en se devoraría al sujeto estresante de unas mesas más delante que no dejaba de observarlo. Lo pensaría con calma con otra cerveza además si la comida de este lugar era tan buena como la cerveza podría no tener la necesidad de su otra dieta por unos días.
Recargo su brazo en la mesa apoyando su barbilla sobre su mano pensando un instante sobre las palabras de Ottar.
Sin embargo creo que Ottar tiene razón. Creo que es importante que cada pueblo conserve sus tradiciones, que cada quien viva su vida bajo su elección de su elección para evitar los arrepentimientos, mi gente tenía tradiciones muy particulares.- se terminó su bebida en otro trago.
Observo a Elin servir en las mesas más distantes sin haberles notado aun que no tenían más bebida.
-Khorne uno de mis abuelos pensaba que la muerte era el fin, que por eso la muerte debía postergarse lo más posible, pero él era muy particular. Por otro lado mi padre decía que era muy triste pensar que la muerte era el fin, que eso se reflejaba en nuestra tradición. Mi gente cuando morimos como muchos somos quemados en las piras funerarias, las cenizas que quedan se recogen y se llevan de regreso a nuestro lugar de peregrinaje, al menos cuando uno de nosotros muere fuera del pantano antes del tiempo de peregrinaje entonces cuando llega el momento y nos llevan al lugar a nuestro hogar el lugar de donde nacemos todos los Kraz en teoría.- hizo una breve pausa pensando.
- ahí en nuestro lugar de peregrinación hay ruinas y algunas pocas casas al centro de este hay una unión de dos árboles, se dice que son los primeros de los nuestros es extraño… perdón estoy divagando. Nuestras cenizas son regadas ahí, para estar siempre entre nuestros ancestros y si hay una vida más allá nacer de nuevo entre nuestra gente. Es muy triste y trágico si tus cenizas no regresan al único lugar que podemos llamar hogar. Se dice que de esa forma podemos observar todo y elegir a los nuevos padres entre nuestra gente y volver a empezar tu ciclo. Perdón si suena muy confuso es la primera vez que intento explicarlo.-
Jugo con su jarra un momento.
-Nosotros pensamos como nuestra gente, pensamos que es un ciclo que así como los arboles nacen de una nueva semilla, eso representan nuestras cenizas, una nueva semilla para una nueva vida, que al regresar las cenizas es admitir que todo tiene un inicio y un fin, que puedes quizás no estar seguro como llegas, donde vas pero si a donde volverás siempre. Probablemente sea tonto o quizás infantil aun a veces pienso que lo imaginaba sabes, pero cuando íbamos ahí de niño creía ver espíritus de nuestra gente disfrutando que volviéramos a casa, festejando nuestro regreso, deseándonos buen viaje al partir, pero sobre todo guiando y velando en ese momento por nosotros. Pero sinceramente anhelo el volver y pensar que entre esos espíritus estarán ellos esperándome felices, esperando en decidir si volverán a la familia conmigo o con alguien más.-
Estaba nervioso había admitido abiertamente al otro Alexander con una pequeña oración, al mismo tiempo compartió detalles íntimos de su tradición hasta ahora desconocida por muchos.
Quizás debió haber hablado de otras tradiciones de otros pueblos en lugar de las suya.
Alexander Kraz
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Re: Remembranza de lo que vendrá [Libre] [Cerrado]
Resultaba complicado, al menos a él le ocurría, comprender por qué las costumbres e incluso la propia tradición de un pueblo era distinta pese a compartir origen. ¿De dónde salían todas aquellas alteraciones? Aunque, quizás, la respuesta podía obtenerse al preguntarse ¿por qué mantenerse fiel a la tradición?
Escuchar al Kraz, le dio más cosas en las que pensar. Hablaba con la razón de un hombre sabio y con gran pasión sobre su familia, sus costumbres y sus recuerdos. Sintió un orgullo repentino por aquel hombre pese a acabar de conocerlo. Era fiel a su historia y a su familia y, al final, ¿no era eso lo que realmente importaba? Ottar tenía razón, cada uno tenía que vivir siendo honesto consigo mismo, siguiendo sus creencias sin importar el resto. Entonces, ¿por qué le afectaba tanto que no quemaran a Rolf? Le dio un sorbo a la cerveza. No quería seguir pensando pese a que las palabras de Alexander contenían grandes dosis de sabiduría. Era demasiado para él.
- Estos temas me ponen la cabeza como si me hubieran golpeado quince veces con una maza. No. Peor. Porque nunca tengo la certeza de haber alcanzado una conclusión. Al menos si me arrean sé que me han pegado y puedo devolver el golpe- se masajeó el puente nasal con con las yemas del pulgar y el índice.- Tengo que admitirlo, Alex, tú y tu familia tenéis una gran historia y te agradezco, creo que en nombre de Ottar también, el haberla compartido con nosotros- agarró con fuerza la jarra y la alzó.- ¡Por la salud de los presentes!
- Sin duda es una gran historia, Alex, y respeto las costumbres de tu familia- alzó la jarra una vez más.- ¡Por los Kraz!
Sango le pegó otro trago a la cerveza y reflexionó sobre las palabras de Alex: todo tiene un inicio y un fin. Era cierto hasta un punto, ya que las antiguas profecías auguraban una gran batalla final. Pero en el fondo él sabía que el Kraz tenía razón: la vida siempre encuentra el camino.
- Señores, pese a que haya disfrutado de la charla, mis padres supongo que querrán hablar conmigo también- se puso en pie ayudándose con la mesa.- Vaya... En cualquier caso, tendré que limpiar bien la ropa y la armas, habrá que estar presentable para la atrocidad que van a llevar a cabo- se mordió la lengua para no seguir hablando y decir algo que pudiera lamentar.
Miró a Ottar y a Alex y acto seguido a Elin que se acercaba. Ben pagó las dos rondas y dejó pagada una tercera si sus amigos así lo deseaban. Alzó su jarra casi vacía.
- ¡Salud!-
Se despidió de sus compañeros y el aire fresco de la noche lo recibió con un abrazo helador. El otoño estaba llegando a su fin y el invierno se abría paso. Como la vida y la muerte. Todo estaba relacionado. Caminó hacia la casa de sus padres con la esperanza de que la conversación girara en torno a otros temas. No le disgustaba hablar sobre aquello, pero sí pensar demasiado sobre un mismo tema y peor si trataban pilares sobre los que estaban fundamentados su sistema de creencias. Algunas palabras bien dirigidas podrían provocar que un hombre empezara a cuestionarse su propia existencia. Aquella revelación fue aterradora.
Allí arriba, la luna continuó su lento ascenso.
Escuchar al Kraz, le dio más cosas en las que pensar. Hablaba con la razón de un hombre sabio y con gran pasión sobre su familia, sus costumbres y sus recuerdos. Sintió un orgullo repentino por aquel hombre pese a acabar de conocerlo. Era fiel a su historia y a su familia y, al final, ¿no era eso lo que realmente importaba? Ottar tenía razón, cada uno tenía que vivir siendo honesto consigo mismo, siguiendo sus creencias sin importar el resto. Entonces, ¿por qué le afectaba tanto que no quemaran a Rolf? Le dio un sorbo a la cerveza. No quería seguir pensando pese a que las palabras de Alexander contenían grandes dosis de sabiduría. Era demasiado para él.
- Estos temas me ponen la cabeza como si me hubieran golpeado quince veces con una maza. No. Peor. Porque nunca tengo la certeza de haber alcanzado una conclusión. Al menos si me arrean sé que me han pegado y puedo devolver el golpe- se masajeó el puente nasal con con las yemas del pulgar y el índice.- Tengo que admitirlo, Alex, tú y tu familia tenéis una gran historia y te agradezco, creo que en nombre de Ottar también, el haberla compartido con nosotros- agarró con fuerza la jarra y la alzó.- ¡Por la salud de los presentes!
- Sin duda es una gran historia, Alex, y respeto las costumbres de tu familia- alzó la jarra una vez más.- ¡Por los Kraz!
Sango le pegó otro trago a la cerveza y reflexionó sobre las palabras de Alex: todo tiene un inicio y un fin. Era cierto hasta un punto, ya que las antiguas profecías auguraban una gran batalla final. Pero en el fondo él sabía que el Kraz tenía razón: la vida siempre encuentra el camino.
- Señores, pese a que haya disfrutado de la charla, mis padres supongo que querrán hablar conmigo también- se puso en pie ayudándose con la mesa.- Vaya... En cualquier caso, tendré que limpiar bien la ropa y la armas, habrá que estar presentable para la atrocidad que van a llevar a cabo- se mordió la lengua para no seguir hablando y decir algo que pudiera lamentar.
Miró a Ottar y a Alex y acto seguido a Elin que se acercaba. Ben pagó las dos rondas y dejó pagada una tercera si sus amigos así lo deseaban. Alzó su jarra casi vacía.
- ¡Salud!-
Se despidió de sus compañeros y el aire fresco de la noche lo recibió con un abrazo helador. El otoño estaba llegando a su fin y el invierno se abría paso. Como la vida y la muerte. Todo estaba relacionado. Caminó hacia la casa de sus padres con la esperanza de que la conversación girara en torno a otros temas. No le disgustaba hablar sobre aquello, pero sí pensar demasiado sobre un mismo tema y peor si trataban pilares sobre los que estaban fundamentados su sistema de creencias. Algunas palabras bien dirigidas podrían provocar que un hombre empezara a cuestionarse su propia existencia. Aquella revelación fue aterradora.
Allí arriba, la luna continuó su lento ascenso.
Última edición por Sango el Sáb Ene 08 2022, 15:58, editado 1 vez
Sango
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Re: Remembranza de lo que vendrá [Libre] [Cerrado]
-Nos vemos por la mañana Sango, y gracias por las bebidas- dijo al ver que este se levantaba listo para marcharse.
-Salud- Menciono de nuevo para despedir a Sango
Bebieron un poco más en silencioso mientras observaba a Ottar seguir con la mirada a Elin lo que provocó que sonriera, era divertido ver las interacciones románticas de las personas, después de todo era algo que no entendía por completo.
Recorrió de nuevo con la vista el bar Puso atención al hombre que su nuevo amigo había señalado anteriormente, la verdad es que no lo conocía, pero luego le pareció ver que junto a él estaba el comerciante de la mañana quizás un poco más joven o podría tratare de que estaban ya en la tercera jarra de cerveza y si dos habían hecho que Sango se tambaleara un poco quizás tres para sí mismo podrían estarle haciendo ver algunas cosas diferentes.
Bebió un poco más mientras pensaba cual era la mejor forma de arreglar eso, si era el hijo del comerciante quizás se dio cuenta de que había timado a su padre si era el comerciante probablemente venía a lo mismo, contratando a alguien para que se hiciera cargo y evitar otra segunda humillación.
Esto arruinaba por completo su plan de colarse más noche cuando hubieran arreglado el cuerpo en donde fueran a enterrarlo, no le daría nada de tiempo para robarse un poco de carne del occiso. Ni el caso de haber fantaseado un momento con probar un poco de su sabor.
Suspiro, no quería pelearse aquí dentro era un lugar tan bonito y de verdad deseaba poder descansar sobre una cama cómoda, así que era el momento de pensar, si lo estafo una vez podría hacerlo una segunda quizás conseguir que la habitación y algo de comida gratis.
Era una decisión complicada de verdad quería probar un poco de carne de ese hombre, que mejor respeto que llevar una parte del hombre consigo, sería un recuerdo más valioso. Por otro lado, si este sujeto era un matón contratado podría ocasionarle problemas durante el funeral y eso era de muy mala suerte para su gente.
Saco la moneda que le sobraba, le hizo una marca ligera de un lado, si caía en la marca sin importarle que probaría al buen Rolf, si caía del otro lado se encargaría del comerciante y su matón.
Si era inteligente podría hacer ambas cosas, ojalá hubiera provocado a estos dos cuando aún estaba Sango hubiera tenido un respaldo de que ellos comenzaron con los golpes.
Cartas, dado, monedas, cuchillo y espada, se encargaría de conseguir más objetos que interesantes que apostar para salir de estas situaciones. Bien podría comerse a estos, en lugar de un muerto quizás sería una opción más sensata.
No, no eso no era una opción en este momento, había demasiadas personas todos notarían que se van tres y dos no regresan o que tardan demasiado en regresar eso levantaría focos rojos, tenía que resolver esto de forma diferente, además el tiempo que le tardaría en prepararse un pedazo de carne o cortar los dedos.
Quizás era la ocasión, pero no había nadie jugando para que pudiera aprovechar la situación y volverlo a su favor.
Pensó que quizás podría invitarlos a jugar trile sería mejor con una bolita y tres cubiletes que no tenía consigo, pero sus cartas bastarían por el momento, recordaría de conseguirlos antes de salir del pueblo.
-Ottar iré a ver con ese hombre porque me mira tanto, lo ha hecho tanto que ya me pica la cabeza con su mirada- le menciono mientras se terminaba la cerveza, se puso en pie y se encamino con hacia el hombre.
Mientras caminaba noto dos cosas, la bolsa principal de dinero que el acompañante del hombre llevaba, así como unas pequeñas bolsas con menos dinero, gente rica como los odiaba que salían cargados de sus aeros solo para presumir.
Lo segundo que se dio cuenta es que estaban algo más bebidos que él.
Se acercó sonrió un poco y levanto la mano en señal de saludo.
-Oye tengo un rato bebiendo tranquilo, he notado que no dejas de verme y quisiera saber el ¿Por qué? –
-Vengo a cobrar lo de mi padre- dijo el sujeto al lado del hombre de la mirada inquietante.
- ¿De qué cosa hablas yo no le debo a nadie? - se aseguró de que estuviera en la vista de Ottar, era un buen hombre, pero tenía que aprovechar que era un local y que era un sujeto alto al par de borrachos seguro les parecía intimidante.
-Le has robado dinero- dijo indignado
-Hey calma ahí chico yo no robe nada, pague por mis naranjas esta mañana, mira el hombre de las naranjas está ahí podemos preguntarle si quieres, él es testigo de que pague por esa fruta-
-No te hagas el listo conmigo-
-Oye amigo deberías controlar a tu amante se va a meter en problemas levantando falsos por ahí. -
Esto pareció molestar suficientes al matón para que lo golpeara contra el joven, lo que aprovecho para guardar una de las pequeñas bolsas de aeros que este llevaba entre su ropa, fingiendo que el golpe fue con la suficiente fuerte para moverlo contra este y la mesa.
-Oye no están permitidas las peleas en esta posada- dijo Ottar que en un instante había llegado, al parecer el escándalo fue suficiente para llamar la atención de todos en el lugar.
-Lo siento amigo yo solo he venido a aclarar las cosas y este mea acusado de ladrón algo que no hice esta mañana, como le dije al yo le pague así padre por mis naranjas e hicimos un intercambio justo de dinero y no estoy feliz de que me levante falsos cuando su padre hizo una transacción conmigo-
-Así es él le pago por las naranjas yo vi todo y no vi nada raro en su intercambio- dijo el vendedor de naranjas que se encontraba ahí también
Mira lamento decirte, pero no tengo de momento ganas de probar ni experimentar y si fuera el caso tampoco serias mi tipo, no sé si es para ti o para tu amigo aquí, pero de verdad no me interesa-
¿Cama suavecita o desaparecer dos hombres? Ambos se hacían esa pregunta.
-mira muchacho, no tengo que soportarte, pero solo para que dejes de fastidiar te pagare lo que según tú le robe a tu padre-
menciono sacando el saquito que había escondió entre sus ropas, contó diez monedas y las coloco en la mesa.- Ahora lárguense de aquí-
Estaba seguro que ese mocoso le daría problemas de nuevo, pero estaba algo bebido, cansado y no tenía la paciencia para manejarlo sin que el otro se deslizara y creara un caos. Lo mejor sería despedirse de Ottar y subir a dormir para esperar el funeral de la mañana. Volvió a su mesa y se tomó la jarra de licor hasta el fondo asegurándose que Ottar viniera detrás suyo.
-Lo siento mucho, pero es que me han enfadado de verdad.- dejo unas cuantas monedas en la mesa –toma otra ronda amigo yo invito esta; caminare un poco y luego iré a descansar, nos veremos mañana en el funeral.- dijo sin darle oportunidad de decir más.
Hubiera sido más fácil arreglarlo con un trique, pero estar bebido no le ayudaría a acomodar las cosas a su favor, al final creía que tomo la ruta más discreta, empezaba gustarle este lugar y quería poder regresar nuevamente. Se acercó a Elin y le pidió un cuarto para más tarde, le pago con las monedas que acababa a de conseguir del joven, tomo la llave del cuarto y tras escuchar la explicación de cuál era su cuarto salió un poco a caminar adentrándose un poco al bosque.
Sabía que el sujeto que el muchacho había contratado iría tras él, así que fingió tambalearse un poco al caminar mientras seguía un poco más adentro, el otro se mantenía en las sombras pero hacia demasiado ruido. Esperaba que Ottar no le hubiera seguido si no sería más difícil lo que haría.
Su cuchillo de carne escondido entre su mano izquierda, sentía que sonreía, pero sabía que esta emoción no era del todo suya, el otro estaba feliz de jugar un poco con la comida, y por qué no dejarlo solo estaba vez. ¿Qué daño podría hacer? Ninguno grave pensó.
Lo dejo acercarse y espero paciente, fingió resbalarse y apoyarse sobre una árbol sabiendo que el hombre estaba a solo unos pasos.
-Hace ya años que descubrí el canibalismo. De pequeño rechace los alimentos que mi padre me ofrecía porque en ninguno de ellos hallaba ese sabor particular que, conocí por mi madre y él y la dieta que me mostraron, sabes es el único sabor de mi agrado. Una textura tierna, casi viscosa, con un regusto ácido que no todos aprecian pero por el cual yo enloquezco.-
Aprovechando que el hombre se quedó quieto ante sus palabras, se giró analizándolo como un depredador a su presa.
-¿Entiendes ahora en el problema que te has metido hombrecito?- lamio su cuchillo de carne
- hagamos un trato si me das tres dedos te dejare ir vivo.-
-¿Tres dedos?- dijo el hombre en hilo de voz. –Acaso tu…-
-Ah lo has escuchado, yo soy su sangre y tú eres mi cena de esta noche.-
-pero murieron todos…- menciono intentando caminar hacia atrás y tropezando arrastrándose sin quitar la vista.
-oh pequeño hombrecito puedo oler tu miedo desde aquí.- no le dio tiempo a levantarse ya que pateo el arma que el extraño llevaba lejos suyo lastimando así la mano de este, se agacho llevando su cuchillo sobre la oreja del hombre cortándola, haciendo que este dejara escapar un alarido. –Para tu fortuna aun no estamos lo suficientemente lejos del pueblo para que no escucharan tus gritos, pero has resultado una presa decepcionante.- menciono golpeando al hombre con el mando del cuchillo en la nariz rompiéndola.
-Vete, llévate al joven insolente y a su padre; por respeto a los muertos de esta aldea esta vez te dejare ir, pero te encontrare de nuevo hombrecito.- dijo comiéndose la oreja que le había arrancado al otro.-Cuando eso pase tendrás solo dos opciones o me sirves…o terminare de deleitarme con tu sabor y te aseguro que aun estarás vivo y consiente durante mucho tiempo.-
Se levantó pateando al hombre noqueándolo.
-Que decepción- dijo yendo directamente a su habitación de la taberna. No tenía caso causar revuelo, no antes de tiempo, su momento llegaría donde su yo más noble no se resistiera o se decepcionara tanto que le permitiera ser libre permanentemente.
Cuando despertó tenía ese sabor en la boca, no recordaba nada tal como cuando el otro era libre completamente. Reviso la habitación notando que sus ropas estaban limpias. Al menos el otro tenía cierto respeto por los que no están y había arreglado un poco las cosas.
Olvido preguntar dónde seria todo el asunto, por lo que decidió bajar a la taberna a desayunar esperando que alguno de sus dos nuevos amigos pasara por él, si no siempre podría seguir a la gente.
Alexander Kraz
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Re: Remembranza de lo que vendrá [Libre] [Cerrado]
La noche anterior se había prolongado hasta el punto de tener que avivar las brasas para estar a salvo del frio de la noche. Habían tocado muchísimos temas, pasando de juventud a madurez, de viajes a largos periodos en los que se había quedado parado en un mismo lugar, gente que iba y venía, guerra... Él preguntó por las gentes del pueblo, quería saber qué había ocurrido, por qué estaba todo tan cambiado, si sabían de tal o cuál. La conversación era un despropósito si alguien lo analizaba con detenimiento ya que una pregunta se respondía con un tema completamente distinto y este tema daba lugar a una pregunta que era respondida, a su vez con otro tema que nada tenía que ver, y así se sucedió gran parte de la conversación.
El movimiento, casi hipnótico, de vaivén que utilizaba para limpiar su espada había llamado la atención de su madre. Ben se hacía una idea de lo que podía estar pasando por su cabeza pero evitó mirarla para empezar una discusión o cualquier otro tipo de conversación en la que ambos acabaran enfrentados. Su padre, sin embargo, se limitó a mirar el arma.
- Hmm, es una buena arma, ¿de dónde la has sacado?- Preguntó su padre.
Ben no contestó al instante. Se tomó su tiempo para darle tres o cuatro pasadas más y finalmente observar el acero, casi podía distinguirse en el reflejo, casi.
- Se la compré a un herrero en una feria. Luego la llevé a un arcanista junto con la armadura. Dinero bien invertido, hay que estar protegido- guardó la espada en la vaina.
No se fijó en que antes, al dar la explicación sus padres se miraron brevemente. Tampoco se fijó en que su padre había cogido el hacha. Cuando lo hizo se fijó en cómo la sostenía, y cómo la miraba. Sabía que tenía su historia con el hacha y algún día le preguntaría, algún día cuando dejara de decirle que buscara respuestas en sus viajes. Ben sonrió con desgana.
- Ah, ten, cógela- su padre le tendió el hacha y Ben la agarró.- ¿Has estado alguna vez en las islas?- Aquella pregunta le tomó por sorpresa.
- No, ¿por qué...?-
- Deberías.-
Su padre se levantó y salió dejando a Ben y a su madre en la casa Ben mirando como un tonto el hacha y dándole vueltas a aquello y su madre, por otra parte, se volvió para seguir haciendo los Dioses sabrían qué con aquella mezcla de hierbas y verduras. Ben sacudió la cabeza y decidió darle otra pasada con la piedra de afilar a sus armas antes de vestirse.
El sol de la mañana empezaba a deshacer la pesada niebla que había empapado la tierra durante toda la noche y parte de la mañana. La actividad no era le de un día normal y eso se notaba en lo que uno podía escuchar: no había martilleo, tampoco carretas moviéndose de un lado a otro, voces. Sango se fijó en que su padre volvía a casa pero se quedó quieto mirándole fijamente, había orgullo en sus ojos.
Sango vestía, sobre la armadura, una sobrevesta de color pardo que estaba adornada con tonos verdes y que le daban más cuerpo y servían para protegerle del frio. La sobrevesta quedaba bien fija gracias a un cinto del que colgaban sus armas: la espada en su costado izquierdo y el hacha familiar a la derecha. Una capa, también de color verde, colgaba a su espalda, meciéndose ligeramente gracias a la suave brisa del este. Finalmente, unas botas, rematadas en su parte superior con el oscuro pelaje de algún animal, remataban el cuasi regio porte de Sango.
- Tus padres deberían estar orgullosos, Ben- le gritó Anders acercándose tanto a él como a su padre.- Tienes un aspecto señorial- continuó el viejo Anders.
- Lo ves así porque no me viste a mi en mis buenos tiempos- bromeó Gerd.
- ¡Já! Creo que este viejo leñador aún te daría una buena tunda Ben- Anders le pasó le brazo por encima a su padre a modo de saludo.- Estos jóvenes, ¿eh Gerd? Ah, que poco respeto le tienen a nuestras buenas costumbres...- Anders posó la manos en la cadera y miró al suelo.
- Aun no he dicho nada- dijo Sango indignado.- Además te sorprenderías de lo que he hecho, hemos hecho- haciendo clara referencia al hijo de Anders.- En cualquier caso, pase lo que pase hoy, debemos honrar a Rolf y-
- ¿Pase lo que pase? Joder, Ben, hijo, lo van a enterrar. Le van a meter en un puto hoyo para que se lo coman los gusanos- Anders se puso rojo de rabia.
- No he dicho que comparta lo que van a hacer- intervino rápidamente Sango- solo digo que al menos debemos honrarle estando con su familia y compartiendo el dolor de la pérdida- Finalizó Sango.
- Sabias palabras, hijo. Anda, vete a avisar al Kraz, la ceremonia será en el cerro del corte cuatro, ya sabes- Su padre le tocó el brazo a modo de saludo y entró en la casa.
Ben se quedó mirando al viejo Anders y se acercó a él.
- Mira, no me gusta que entierren al viejo Rolf, dudo que sea lo que él quería- Ben hablaba en voz baja- pero piénsalo de esta manera, estará en un lugar en el que podrá ser recordado siempre y por todos los que den a parar a ese lugar.-
- ¿Pero es que no lo ves? Es un honor que está reservado para algunos de los más grandes héroes. Que los Dioses me lleven si digo una mala palabra de Rolf, pero no miento cuando digo que él no era tal héroe. No hizo grandes gestas, vivió de contarlas y de transmitir todas estas cosas que discutimos ahora- hizo una pausa para mirar a su alrededor.- No, para él no está reservado ese honor. Deberíamos honrarlo quemándole y facilitando que su alma se eleve y vaya a descansar con los Dioses. No Ben, este viejo sabe lo que dice, lo que van a hacer hoy no está bien- Anders le pegó una palmada en la espalda y se despidió.
Había mucha verdad, pensó Sango, en las palabras del viejo Anders pues él mismo pensaba de manera similar pese a las palabras que había dicho anteriormente. ¿Por qué debía esconderse y aceptar lo que imponían otras personas sin poder opinar en voz alta? Era algo en lo que debía pensar. Ben caminó hacia la posada.
- ¡Buenos días!- Sango asustó a Elin que pegó un brinco. Ben soltó una carcajada.- Tranquila Elin, ¿todo bien por aquí? ¿Has visto al amigo Kraz?- Preguntó Sango.
- No vuelvas a hacerlo- le advirtió.- No, no se ha despertado aún, estoy esperando a ver si necesita algo o... No sé, yo también quería ir a despedir a Rolf...- Se rascó la cabeza.- Ayer salió a dar un paseo por la noche y volvió más tarde... No sé, bueno, ya veré que hago- dijo antes de darse la vuelta.
Ben pensó que aquella mujer no necesitaba mucho para empezar a hablar. Ottar tenía suerte.
- Bueno, cuando despierte dile que vaya al tajo cuatro, ya sabes, al sur, por el vado, que cruce el arroyo y que vaya por el camino que sigue el cauce del arroyo. Ah, y en el desvío hacia el sur, el otro es el aserradero. Espero que hayan puesto un cartel, porque recuerdo que siempre aparecía gente extraviada por allí- Sango sonrió.
- Sí, lo han puesto, lo han puesto. Vale sabía de sobra donde era, pero se lo digo de tu parte, Sango.- Se fue a hacer sus cosas y Sango se marchó.
Ben llegó al tajo cuatro y empezó el ligero ascenso hasta la cima de la colina allí se fijó en que el camino seguía cerro abajo y llegaba a una suerte de terreno llano. En lo primero que se fijó fue en la gran piedra hincada en el terreno y en el pozo abierto. Se quedó quieto en lo alto de la colina, observando y valorando si merecía la pena ir. Los allí presentes se volvieron para mirarle. Allí abajo, la niebla aún se resistía a desaparecer. Aquello no podía estar bien. Una voz, a su espalda, lo sobresaltó.
- Es una mierda, ¿eh?- Ëmil se puso a su lado.- No es lo que quería mi abuelo, estoy seguro de ello- avanzó dejando a Sango atrás.
Ben le alcanzó en dos zancadas y le detuvo.
- ¿Entonces por qué vas?- Preguntó Sango con una curiosidad sicnera.
- Es mi abuelo, no puedo dejarle solo- contestó.
- Entonces yo iré por estar contigo- Ëmil le miró a la cara.- No apruebo esto, pero al menos estaré contigo para lo que necesites- sentenció Sango.
Llegaron al lugar y Ben echó un último vistazo al pozo. En él descansaba el cuerpo de Rolf, cubierto por una tela. Además se fijó en que había una especie de estructura de madera rodeando el pozo. Ëmil masculló algo de que no habían traído nada para enterrar con él y se alejó de sus padres. Ben lo siguió y se mantuvo a su lado, en primera fila al otro lado del pozo. La gente empezaba a llegar entre ellos sus padres, Ottar, el tipo con el que había tenido un encontronazo el día anterior y también Anders y su esposa, Frida, que se colocaron justo detrás de ellos. Aquello era un sinsentido, ¿quién iba a ir hasta allí solo para ver una piedra?
Una figura, vestida de negro y con porte elegante se acercó al pozo e hizo unos extraños movimientos con el cayado, que llevaba atados unos huesos cerca del extremo superior además de ir ricamente decorado. El hombre se arrodilló y empezó a cantar con un tono de voz muy grave.
La ceremonia dio comienzo.
El movimiento, casi hipnótico, de vaivén que utilizaba para limpiar su espada había llamado la atención de su madre. Ben se hacía una idea de lo que podía estar pasando por su cabeza pero evitó mirarla para empezar una discusión o cualquier otro tipo de conversación en la que ambos acabaran enfrentados. Su padre, sin embargo, se limitó a mirar el arma.
- Hmm, es una buena arma, ¿de dónde la has sacado?- Preguntó su padre.
Ben no contestó al instante. Se tomó su tiempo para darle tres o cuatro pasadas más y finalmente observar el acero, casi podía distinguirse en el reflejo, casi.
- Se la compré a un herrero en una feria. Luego la llevé a un arcanista junto con la armadura. Dinero bien invertido, hay que estar protegido- guardó la espada en la vaina.
No se fijó en que antes, al dar la explicación sus padres se miraron brevemente. Tampoco se fijó en que su padre había cogido el hacha. Cuando lo hizo se fijó en cómo la sostenía, y cómo la miraba. Sabía que tenía su historia con el hacha y algún día le preguntaría, algún día cuando dejara de decirle que buscara respuestas en sus viajes. Ben sonrió con desgana.
- Ah, ten, cógela- su padre le tendió el hacha y Ben la agarró.- ¿Has estado alguna vez en las islas?- Aquella pregunta le tomó por sorpresa.
- No, ¿por qué...?-
- Deberías.-
Su padre se levantó y salió dejando a Ben y a su madre en la casa Ben mirando como un tonto el hacha y dándole vueltas a aquello y su madre, por otra parte, se volvió para seguir haciendo los Dioses sabrían qué con aquella mezcla de hierbas y verduras. Ben sacudió la cabeza y decidió darle otra pasada con la piedra de afilar a sus armas antes de vestirse.
El sol de la mañana empezaba a deshacer la pesada niebla que había empapado la tierra durante toda la noche y parte de la mañana. La actividad no era le de un día normal y eso se notaba en lo que uno podía escuchar: no había martilleo, tampoco carretas moviéndose de un lado a otro, voces. Sango se fijó en que su padre volvía a casa pero se quedó quieto mirándole fijamente, había orgullo en sus ojos.
Sango vestía, sobre la armadura, una sobrevesta de color pardo que estaba adornada con tonos verdes y que le daban más cuerpo y servían para protegerle del frio. La sobrevesta quedaba bien fija gracias a un cinto del que colgaban sus armas: la espada en su costado izquierdo y el hacha familiar a la derecha. Una capa, también de color verde, colgaba a su espalda, meciéndose ligeramente gracias a la suave brisa del este. Finalmente, unas botas, rematadas en su parte superior con el oscuro pelaje de algún animal, remataban el cuasi regio porte de Sango.
- Tus padres deberían estar orgullosos, Ben- le gritó Anders acercándose tanto a él como a su padre.- Tienes un aspecto señorial- continuó el viejo Anders.
- Lo ves así porque no me viste a mi en mis buenos tiempos- bromeó Gerd.
- ¡Já! Creo que este viejo leñador aún te daría una buena tunda Ben- Anders le pasó le brazo por encima a su padre a modo de saludo.- Estos jóvenes, ¿eh Gerd? Ah, que poco respeto le tienen a nuestras buenas costumbres...- Anders posó la manos en la cadera y miró al suelo.
- Aun no he dicho nada- dijo Sango indignado.- Además te sorprenderías de lo que he hecho, hemos hecho- haciendo clara referencia al hijo de Anders.- En cualquier caso, pase lo que pase hoy, debemos honrar a Rolf y-
- ¿Pase lo que pase? Joder, Ben, hijo, lo van a enterrar. Le van a meter en un puto hoyo para que se lo coman los gusanos- Anders se puso rojo de rabia.
- No he dicho que comparta lo que van a hacer- intervino rápidamente Sango- solo digo que al menos debemos honrarle estando con su familia y compartiendo el dolor de la pérdida- Finalizó Sango.
- Sabias palabras, hijo. Anda, vete a avisar al Kraz, la ceremonia será en el cerro del corte cuatro, ya sabes- Su padre le tocó el brazo a modo de saludo y entró en la casa.
Ben se quedó mirando al viejo Anders y se acercó a él.
- Mira, no me gusta que entierren al viejo Rolf, dudo que sea lo que él quería- Ben hablaba en voz baja- pero piénsalo de esta manera, estará en un lugar en el que podrá ser recordado siempre y por todos los que den a parar a ese lugar.-
- ¿Pero es que no lo ves? Es un honor que está reservado para algunos de los más grandes héroes. Que los Dioses me lleven si digo una mala palabra de Rolf, pero no miento cuando digo que él no era tal héroe. No hizo grandes gestas, vivió de contarlas y de transmitir todas estas cosas que discutimos ahora- hizo una pausa para mirar a su alrededor.- No, para él no está reservado ese honor. Deberíamos honrarlo quemándole y facilitando que su alma se eleve y vaya a descansar con los Dioses. No Ben, este viejo sabe lo que dice, lo que van a hacer hoy no está bien- Anders le pegó una palmada en la espalda y se despidió.
Había mucha verdad, pensó Sango, en las palabras del viejo Anders pues él mismo pensaba de manera similar pese a las palabras que había dicho anteriormente. ¿Por qué debía esconderse y aceptar lo que imponían otras personas sin poder opinar en voz alta? Era algo en lo que debía pensar. Ben caminó hacia la posada.
- ¡Buenos días!- Sango asustó a Elin que pegó un brinco. Ben soltó una carcajada.- Tranquila Elin, ¿todo bien por aquí? ¿Has visto al amigo Kraz?- Preguntó Sango.
- No vuelvas a hacerlo- le advirtió.- No, no se ha despertado aún, estoy esperando a ver si necesita algo o... No sé, yo también quería ir a despedir a Rolf...- Se rascó la cabeza.- Ayer salió a dar un paseo por la noche y volvió más tarde... No sé, bueno, ya veré que hago- dijo antes de darse la vuelta.
Ben pensó que aquella mujer no necesitaba mucho para empezar a hablar. Ottar tenía suerte.
- Bueno, cuando despierte dile que vaya al tajo cuatro, ya sabes, al sur, por el vado, que cruce el arroyo y que vaya por el camino que sigue el cauce del arroyo. Ah, y en el desvío hacia el sur, el otro es el aserradero. Espero que hayan puesto un cartel, porque recuerdo que siempre aparecía gente extraviada por allí- Sango sonrió.
- Sí, lo han puesto, lo han puesto. Vale sabía de sobra donde era, pero se lo digo de tu parte, Sango.- Se fue a hacer sus cosas y Sango se marchó.
Ben llegó al tajo cuatro y empezó el ligero ascenso hasta la cima de la colina allí se fijó en que el camino seguía cerro abajo y llegaba a una suerte de terreno llano. En lo primero que se fijó fue en la gran piedra hincada en el terreno y en el pozo abierto. Se quedó quieto en lo alto de la colina, observando y valorando si merecía la pena ir. Los allí presentes se volvieron para mirarle. Allí abajo, la niebla aún se resistía a desaparecer. Aquello no podía estar bien. Una voz, a su espalda, lo sobresaltó.
- Es una mierda, ¿eh?- Ëmil se puso a su lado.- No es lo que quería mi abuelo, estoy seguro de ello- avanzó dejando a Sango atrás.
Ben le alcanzó en dos zancadas y le detuvo.
- ¿Entonces por qué vas?- Preguntó Sango con una curiosidad sicnera.
- Es mi abuelo, no puedo dejarle solo- contestó.
- Entonces yo iré por estar contigo- Ëmil le miró a la cara.- No apruebo esto, pero al menos estaré contigo para lo que necesites- sentenció Sango.
Llegaron al lugar y Ben echó un último vistazo al pozo. En él descansaba el cuerpo de Rolf, cubierto por una tela. Además se fijó en que había una especie de estructura de madera rodeando el pozo. Ëmil masculló algo de que no habían traído nada para enterrar con él y se alejó de sus padres. Ben lo siguió y se mantuvo a su lado, en primera fila al otro lado del pozo. La gente empezaba a llegar entre ellos sus padres, Ottar, el tipo con el que había tenido un encontronazo el día anterior y también Anders y su esposa, Frida, que se colocaron justo detrás de ellos. Aquello era un sinsentido, ¿quién iba a ir hasta allí solo para ver una piedra?
Una figura, vestida de negro y con porte elegante se acercó al pozo e hizo unos extraños movimientos con el cayado, que llevaba atados unos huesos cerca del extremo superior además de ir ricamente decorado. El hombre se arrodilló y empezó a cantar con un tono de voz muy grave.
La ceremonia dio comienzo.
Sango
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Re: Remembranza de lo que vendrá [Libre] [Cerrado]
La cama era una de las pocas donde de verdad podía decir era cómoda, había descansado a pesar de lo de no recordar lo tarde que regreso a la posada, tenía la impresión de que su otro yo no había dormido nada estando al pendiente de un ataque sorpresa, a veces pensaba que era uno de los pocos beneficios de tener otro él. Uno de los pocos ya que normalmente era agotador el estar cuidando no perder el control.
Cuando se asomó por la ventana a observar el pueblo le invadió un sentimiento que no sabía interpretar termino clasificándolo en una especie de nostalgia por su familia perdida, por los momentos compartidos, probablemente se debiera más a la situación del funeral que de ver el pueblo en sí.
Se aseo en el agua ya fría que estaba en su habitación, o le era indiferente la temperatura de la misma no era algo de importancia en ese momento, ya quizás en otra ocasión lograría disfrutar de un baño caliente aunque no estaba del todo seguro de haber tenido uno antes.
Su armadura estaba limpia junto con su espada y su cuchillo de carne aparte de impecables estaba bien afilado, se preguntó si eso es lo que hacía su otra parte cuando se quedaba despierto toda la noche, a pesar de que escuchara su duda sabía que no le respondería.
Ojala pronto pudiera conseguir un hacha eso complementaria el juego y de alguna forma honraría tanto a su padre y su madre, pero para eso debería conseguir una espada diferente, probablemente dos hachas, dos espadas, un arco, un carromato y un caballo, si un caballo si consiguiera uno y hablara solo aunque hablara con su otra parte eso no se le haría ver tan loco. También significaría tener un cambio más de ropa lo cual no sonaba nada desagradable.
Se rio un poco, estaba divagando de nuevo, divagar no era provechoso, lo mejor sería bajar tomar un desayuno y averiguar donde se llevaría a cabo el funeral, verificar que hubiera palas a la mano quizás mas noche podría darle una visitada al cuerpo aunque ayer había pensado en dejarlo así, uno nunca sabe quizás si la oportunidad salía solo un dedo para probar no era quejumbroso al respecto.
En otro punto importante quizás era bueno llevar el cuchillo y la espada para ver si podía reforzarse, pero eso de nuevo era divagar, hoy estaba bastante distraído.
Probablemente lo mejor no era demorar más ya se había tardado bastante ojala todavía lograra conseguir algo si no ya sería hasta después de la ceremonia. Al bajar vio a Elin esperando, lo mejor quizás seria no entretenerla tanto.
-Avena o un plato de lo que sea que tengas ya hecho así este frio no importa lo comeré rápido para no retrasarnos más, después de todo es probable que la mayoría del pueblo quiera ir verdad tu no deberías de ser la excepción.-
Elin ni tardada ni perezosa le dio precisamente eso un plato de avena ya frio, el cual no dudo en engullir con nada de gracia para no retrasarse.
Se aseguró de no tener nada de migajas en la ropa, saco una moneda y la dejo en el mostrador.
-Para el funeral debes ir al tajo cuatro, que está al sur, por el vado, cruzas el arroyo y ve por el camino que sigue el cauce del arroyo. Ah, y en el desvío hacia el sur, el otro es el aserradero. Si tienes dudas ve el cartel, no hay pierde.-
-Gracias de nuevo Elin nos vemos más tarde-
Se despidió cortésmente. Camino como le indicaron hasta que creyo llegar al tajo cuatro, hizo una ligera mueca al ver que era camino hacia la cima, empezó el ligero ascenso hasta la cima de la colina, ojala alguien se le hubiera ocurrido hacer un túnel, así no tenía que subir y luego bajar, se fijó en que el camino seguía cerro abajo y llegaba a una suerte de terreno llano.
Noto la gran piedra hincada en el terreno y en el pozo abierto, aquí podría fácilmente desaparecer a alguien junto al cuerpo que estaban por enterrar. Desde lo alto de la colina se dio cuenta que ya había una buena cantidad de gente ahí reunidos, antes de descender intento encontrar a Sango, así no batallaría al bajar. Lo detecto cerca de una estructura de madera casi al pie del pozo.
Eilin le alcanzo sin que se diera cuenta, se quedó cerca de Sango sin saludarle no quería interrumpir la ceremonia que recién empezaba.
Se preguntaba si esta ceremonia sería diferente a las que hacían en su tierra[
Alexander Kraz
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Re: Remembranza de lo que vendrá [Libre] [Cerrado]
Sorprendentemente la ceremonia fue rápida y sin mayores problemas salvo los resoplidos y las quejas reprimidas de los partidarios de mantener las antiguas costumbres. Los cantos del maestro de ceremonias, a falta de un término mejor, dieron paso a una serie de alabanzas a los Dioses y ofrecimientos vacuos que exasperaron a Sango hasta tal punto de querer gritar. No entendía aquella ceremonia ¿por qué usar palabras cuando los gestos eran mucho más valiosos? Deberían haber enterrado al viejo Rolf junto con sus pertenencias.
El ritual terminó cuando el tipo se volvió a arrodillar y cantó en voz baja. Miku se adelantó y pidió ayuda a su hijo, Ëmil y a otros tres que Sango no conocía. Desclavaron del suelo la gran losa que estaba hincada y la inclinaron lentamente para cerrar la tumba de Rolf. En la parte que no se veía, había escrito algo que Ben no entendió pero que supuso era el nombre de Rolf y su apellido Tulesta. A continuación taparon con tierra la losa y cuando hubieron terminado el canto cesó.
A su espalda, Anders dijo en voz baja que se iba. Ben decidió seguirle y tras él otros muchos, el pueblo estaba claramente dividido. Sango echó un vistazo a sus padres que le miraban sin mostrar emoción alguna. Apartó la mirada y mientras caminaba posó una mano en el hombro de Anders.
- Hemos hecho lo correcto- dijo Sango convencido.
- Nosotros sí, Ben- dijo orgulloso- pero lo correcto sería haberlo quemado. No me puedo creer que vaya a ser pasto de gusanos...
El grupo que ascendía por la colina escuchó voces en el cementerio y se giró para contemplar como Ëmil discutía con el resto de familiares y se marchaba exasperado en dirección hacia ellos.
- ¡Ven Ëmil, pariente! ¡Aquí serás bienvenido, aléjate de las pérfidas garras de esa que se hace llamar tu madre!- Voceó Anders que recibió a Ëmil con un abrazo. Compartían lazos de sangre, ya que Rolf era primo de Anders.
- No lo soporto más, ha sido...- soltó aire.- Elin, querida, la bebida de esta buena gente corre de mi cargo- los presentes celebraron aquello y se encaminaron hacia la posada.- Beberemos para honrar la memoria de mi abuelo, le recordaremos y le honraremos como se ha hecho siempre.-
- Hablas como tu abuelo y eso me llena- dijo Anders que se detuvo a un lado del camino a contemplar el grupo que iba con ellos.- Porque aquí veo gente que no se ha apartado del camino, que sigue fiel a las antiguas costumbres y tradiciones que nuestros antepasados, mucho más sabios que nosotros, han realizado desde tiempos antiguos- hizo una pausa.- ¡Ben, ven aqui! Eso, mira. Aquí, ¿lo ves? Es gente de todas las edades jóvenes, viejos, incluso los niños de los Brekker con sus orgullosos padres. Sí... Da que pensar- el ánimo de Anders había cambiado.- ¡Bebamos como dice Ëmil Tulesta!
Las horas pasaron entre recuerdos y emotivas palabras para honrar la memoria de Rolf, maestro de la mayoría de los presentes, y buen amigo para toda la aldea. La cerveza, el aguamiel y la sidra corrían de un lado a otro, la comida, aunque escasa en su variedad, era abundante: hogazas de pan, frutas, quesos, empanadas y carne salada que habían traído algunos de los vecinos. Ben, que acababa de regresar de evacuar aguas menores, entró tambaleándose y cayó, por fortuna en su sitio.
- Te lo digo yo- empezó- hay demasiada miseria en el mundo... No os creerías la cantidad de mierda que he visto- Sango apuró su jarra.- El amigo Kraz os lo puede corroborar, habrá visto tanto o más mundo que yo... Los dragones son todos unos cabrones... Nos desarmaron a todos en una especie de celebración para apoderarse de nuestra fuerza vital en un ritual raro de cojones. Me negué. No, si quieren mi fuerza que se la ganen, como se ha hecho siempre, la fuerza se demuestra en el campo de batalla y no a través de artificios mágicos y demás engendros antinaturales-
- Tranquilízate hombre, tampoco es para ponerse- reprimió un eructo que se convirtió en hipo- así- Ottar no estaba mucho mejor.
De manera improvisada, un grito de una mujer, poderoso, capaz de erizar la piel, lleno de energía y sentimiento que unido al estado de embriaguez de la mayoría de los presentes sonó como la voz de la mismísima Freyja. Cuando el gritó llegó a su fin las manos empezaron a golpear en la mesa al unísono, rápido, fuerte, contundente. Y por encima un coro de monosílabos: ¡eh! ¡eh! que se atenuó cuando la alquimista habló:
Sonia Ruud, se llevó una ovación de todos los presentes que culminó con más golpes sobre las mesas y un grito de salud antes de beber un generoso trago.
Elin, la posadera, había sido la encargada de hacer este brindis a la memoria de Rolf. Las jarras se alzaron y se unieron al grito de salud del fallecido. Las celebraciones, los cantos y otros brindis como aquellos se sucedieron hasta la noche.
Cuando Ben se despertó, mucha gente había abandonado la taberna, pero aún quedaba un buen puñado de gente allí. Sacudió la cabeza y se arrepintió de haberlo hecho. Tanteó su jarra aún con los ojos entrecerrados pero sin éxito. Ëmil, Anders y Sonia se acercaron a la mesa en la que estaba y hablaron en voz baja.
- Ben, atiende, coño, esto es importante- Ëmil y el resto de los presentes en aquella mesa estaban claramente afectados por la bebida.
- Atended, vamos a hacer las cosas bien- Anders tenía un tembleque en las manos.- Vamos a coger una o dos palas, vamos a apartar la tierra, vamos a quitar la losa y vamos a hacer que Rolf abandone este mundo de mierda como se merece, ¿Qué me decís?
Sango pegó un manotazo en la mesa sobresaltando al resto.
- ¡De puta madre!- Todos le apremiaron a bajar la voz.- Vale, tranquilos, yo cogeré un par de- bostezó- madera. El fuego...-
- ¡Bien, con iniciativa, así me gusta! No te preocupes por el fuego- miró sonriendo a Sonia Ruud.- Ëmil, hay algo que quieras que tu abuelo se lleve...- Anders y Ëmil se levantaron y salieron de la taberna hablando. Sonia, se limitó a mirar a Sango que buscó a Alex con la mirada.
- Alex, amigo, ¿me ayudas?- dijo llevándose las manos a la cara.
Ben se miró las manos. Coger leña y llevarla hasta el cementerio. No era difícil, solo que dudaba de su capacidad para caminar en línea recta. Esperaba de verdad que Alex estuviera en mejor estado que él.
El ritual terminó cuando el tipo se volvió a arrodillar y cantó en voz baja. Miku se adelantó y pidió ayuda a su hijo, Ëmil y a otros tres que Sango no conocía. Desclavaron del suelo la gran losa que estaba hincada y la inclinaron lentamente para cerrar la tumba de Rolf. En la parte que no se veía, había escrito algo que Ben no entendió pero que supuso era el nombre de Rolf y su apellido Tulesta. A continuación taparon con tierra la losa y cuando hubieron terminado el canto cesó.
A su espalda, Anders dijo en voz baja que se iba. Ben decidió seguirle y tras él otros muchos, el pueblo estaba claramente dividido. Sango echó un vistazo a sus padres que le miraban sin mostrar emoción alguna. Apartó la mirada y mientras caminaba posó una mano en el hombro de Anders.
- Hemos hecho lo correcto- dijo Sango convencido.
- Nosotros sí, Ben- dijo orgulloso- pero lo correcto sería haberlo quemado. No me puedo creer que vaya a ser pasto de gusanos...
El grupo que ascendía por la colina escuchó voces en el cementerio y se giró para contemplar como Ëmil discutía con el resto de familiares y se marchaba exasperado en dirección hacia ellos.
- ¡Ven Ëmil, pariente! ¡Aquí serás bienvenido, aléjate de las pérfidas garras de esa que se hace llamar tu madre!- Voceó Anders que recibió a Ëmil con un abrazo. Compartían lazos de sangre, ya que Rolf era primo de Anders.
- No lo soporto más, ha sido...- soltó aire.- Elin, querida, la bebida de esta buena gente corre de mi cargo- los presentes celebraron aquello y se encaminaron hacia la posada.- Beberemos para honrar la memoria de mi abuelo, le recordaremos y le honraremos como se ha hecho siempre.-
- Hablas como tu abuelo y eso me llena- dijo Anders que se detuvo a un lado del camino a contemplar el grupo que iba con ellos.- Porque aquí veo gente que no se ha apartado del camino, que sigue fiel a las antiguas costumbres y tradiciones que nuestros antepasados, mucho más sabios que nosotros, han realizado desde tiempos antiguos- hizo una pausa.- ¡Ben, ven aqui! Eso, mira. Aquí, ¿lo ves? Es gente de todas las edades jóvenes, viejos, incluso los niños de los Brekker con sus orgullosos padres. Sí... Da que pensar- el ánimo de Anders había cambiado.- ¡Bebamos como dice Ëmil Tulesta!
Las horas pasaron entre recuerdos y emotivas palabras para honrar la memoria de Rolf, maestro de la mayoría de los presentes, y buen amigo para toda la aldea. La cerveza, el aguamiel y la sidra corrían de un lado a otro, la comida, aunque escasa en su variedad, era abundante: hogazas de pan, frutas, quesos, empanadas y carne salada que habían traído algunos de los vecinos. Ben, que acababa de regresar de evacuar aguas menores, entró tambaleándose y cayó, por fortuna en su sitio.
- Te lo digo yo- empezó- hay demasiada miseria en el mundo... No os creerías la cantidad de mierda que he visto- Sango apuró su jarra.- El amigo Kraz os lo puede corroborar, habrá visto tanto o más mundo que yo... Los dragones son todos unos cabrones... Nos desarmaron a todos en una especie de celebración para apoderarse de nuestra fuerza vital en un ritual raro de cojones. Me negué. No, si quieren mi fuerza que se la ganen, como se ha hecho siempre, la fuerza se demuestra en el campo de batalla y no a través de artificios mágicos y demás engendros antinaturales-
- Tranquilízate hombre, tampoco es para ponerse- reprimió un eructo que se convirtió en hipo- así- Ottar no estaba mucho mejor.
De manera improvisada, un grito de una mujer, poderoso, capaz de erizar la piel, lleno de energía y sentimiento que unido al estado de embriaguez de la mayoría de los presentes sonó como la voz de la mismísima Freyja. Cuando el gritó llegó a su fin las manos empezaron a golpear en la mesa al unísono, rápido, fuerte, contundente. Y por encima un coro de monosílabos: ¡eh! ¡eh! que se atenuó cuando la alquimista habló:
¡Escuchad mi palabras hijos de Odín!
Pues en ellas se encierra gran sabiduría,
A vosotros, todopoderosos, dedicamos este festín
Y para que el bueno de Rolf os haga buena compañía
Pues en ellas se encierra gran sabiduría,
A vosotros, todopoderosos, dedicamos este festín
Y para que el bueno de Rolf os haga buena compañía
Sonia Ruud, se llevó una ovación de todos los presentes que culminó con más golpes sobre las mesas y un grito de salud antes de beber un generoso trago.
¡Escuchad mis palabras hermanos y hermanas!
Alzad vuestras jarras al aire y bridemos por Rolf,
Gran maestro, gran amigo, infatigable compañero,
¡Que los Dioses lo guarden por muchos años!
Alzad vuestras jarras al aire y bridemos por Rolf,
Gran maestro, gran amigo, infatigable compañero,
¡Que los Dioses lo guarden por muchos años!
Elin, la posadera, había sido la encargada de hacer este brindis a la memoria de Rolf. Las jarras se alzaron y se unieron al grito de salud del fallecido. Las celebraciones, los cantos y otros brindis como aquellos se sucedieron hasta la noche.
Cuando Ben se despertó, mucha gente había abandonado la taberna, pero aún quedaba un buen puñado de gente allí. Sacudió la cabeza y se arrepintió de haberlo hecho. Tanteó su jarra aún con los ojos entrecerrados pero sin éxito. Ëmil, Anders y Sonia se acercaron a la mesa en la que estaba y hablaron en voz baja.
- Ben, atiende, coño, esto es importante- Ëmil y el resto de los presentes en aquella mesa estaban claramente afectados por la bebida.
- Atended, vamos a hacer las cosas bien- Anders tenía un tembleque en las manos.- Vamos a coger una o dos palas, vamos a apartar la tierra, vamos a quitar la losa y vamos a hacer que Rolf abandone este mundo de mierda como se merece, ¿Qué me decís?
Sango pegó un manotazo en la mesa sobresaltando al resto.
- ¡De puta madre!- Todos le apremiaron a bajar la voz.- Vale, tranquilos, yo cogeré un par de- bostezó- madera. El fuego...-
- ¡Bien, con iniciativa, así me gusta! No te preocupes por el fuego- miró sonriendo a Sonia Ruud.- Ëmil, hay algo que quieras que tu abuelo se lleve...- Anders y Ëmil se levantaron y salieron de la taberna hablando. Sonia, se limitó a mirar a Sango que buscó a Alex con la mirada.
- Alex, amigo, ¿me ayudas?- dijo llevándose las manos a la cara.
Ben se miró las manos. Coger leña y llevarla hasta el cementerio. No era difícil, solo que dudaba de su capacidad para caminar en línea recta. Esperaba de verdad que Alex estuviera en mejor estado que él.
Sango
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Re: Remembranza de lo que vendrá [Libre] [Cerrado]
A quien se le ocurrió que el maestro de ceremonias sabia cantar debía estar sordo, estaba seguro de cabecear en ocasiones entre las alabanzas, sin duda no era así como se hacía en casa. Esperaba que eso no fuera lo que molesto al amigo Sango que estaba seguro que quería irse de ahí en más de una ocasión.
Trato de no parecer tan desinteresado mientras veía y analizaba a las demás personas que estaban en la ceremonia. Vio al sujeto a arrodillarse y entonces vio a esos hombres mover la loza.
Qué bueno que no intento robar el cadáver aun, probablemente el solo no podría levantar esa loza, pero bueno todo era cuestión de tener un plan.
Mientras escuchaba a Sango quejarse con otros hombres de lo que era correcto e incorrecto con la ceremonia presto cuidado a donde dejaban los hombres las palas con las que echaron tierra por si quería volver más tarde, quizás si conseguía algo para hacer de palanca o cuerdas no tendría que necesitar personas, aunque si lo hacía de esa forma debía ser un plan de toda la noche. No eso era demasiado tiempo.
De despabilo cando escucho a alguien decir que las bebidas corrían por su cuenta. Quizás si no podía robarse el cadáver aun podía jugar con los borrachos y conseguir dinero, un borracho era más fácil que apostara sumas grandes de dinero.
A no esta aldea les gustaba, debían descartar ambos esa idea, no estafar la aldea sería una buena razón para llevarse mejor con su nuevo amigo, malditas sean las reglas de convivencia. Pero bien dicen, no muerdas la mano que te da de comer, en este caso de beber y buena cama.
Siguió tanto mujeres como hombres que iban a la taberna, creía que Sango no lo había visto pero para que arriesgarse, lo único malo era tener que subir esa colina, debería estar acostumbrado era un semi nómada pero de verdad tenía que pensar en conseguirse un caballo. O crear un negocio de crear túneles, porque la gente no entendía que era más fácil a través la montaña que escalarla.
Las horas pasaron entre recuerdos y emotivas palabras para honrar la memoria de Rolf, supuso era buen amigo para toda la aldea. La cerveza, el aguamiel y la sidra corrían de un lado a otro, la comida, aunque escasa en su variedad, era abundante: hogazas de pan, frutas, quesos, empanadas y carne salada que habían traído algunos de los vecinos. Qué bueno que decidió no usar su arte de timador aquí, esta gente era demasiado amable, así que sin dudar se atraganto de comida, así lleno ni ganas de perder tiempo levantando una loza, porque desperdiciaría tal festín. Bebió si cuanto no tenía idea, pero aun podía andas lo suficiente quizás el otro estaba cerca por el alcohol en su sangre pero no estaban nadie en riesgo mientras su estómago estuviera lleno.
Asintió con la boca llena y un poco de carne saliendo por su boca a las palabras de Sango cuando se refirió a la mierda de la vida, se tragó rápido el bocado.
-Familias matándose por poder, gente que se come a otra gente algunos por el gusto otros por rituales más raros para ganar poder, claro lo he visto de todo- tampoco quería admitir que él era el que se podría comer a los demás. Detalles solamente.
Asintió de nuevo a las palabras de Ottar.
-Si relájate-
Oh los gritos no estaban tan lejos de la tradición en casa, pero no tenía idea de que gritar así que solo bebió y siguió el ejemplo de los demás.
Se divirtió al ver a su nuevo amigo dormido, siguió escuchando las historias de las personas, esta gente le gustaba, ojala no fuera tan extraño para poder venir más seguido. Quizás podría visitar todos los funerales si había tanta comida, esto era como un festival tal como en casa.
Su sorpresa fue cuando las personas empezaron a hablar de hacer algo con respecto a la tumba. Gracias a los dioses alguien les prendió la idea quizás no tendría que gastar energía en mover la loza, pero solo debería tomar un dedo para que nadie se diera cuenta, está bien era pobrete de carne no artete, por la ocasión bastaría.
Alguien despertó al buen Sango que estaba seguro había bebido su peso en alcohol, la gente se reunió alrededor de la meza y empezaron a planear que se haría con las palas, la loza y todo. Seguro había sido un buen caníbal si todo se estaba acomodando, ya quien importa si el o el otro lo pensaban estaban de suerte.
También se sobresaltó con el manoteo, no había por que ser tan escandaloso y eufórico.
Claro que sí, cargar leña sonaba menos complicado que cavas y mover la loza, estaba seguro que algo se le olvidaba, pero no importaba que tan difícil podría ser llevar algo de madera de aquí para allá.
-Claro que si Sango cuenta conmigo-
Cuando se levantó se dio cuenta que estaba demasiado pesado para caminar, rayos debió considerar eso, bueno al menos no iría tropezando por ahí, solo andaría despacio…quizás no fue tan buena idea darse un atracón.
-¿dónde se supone que esta la leña?- solo esperaba no tener que cargarla desde aquí subiendo la montaña.
Trato de no parecer tan desinteresado mientras veía y analizaba a las demás personas que estaban en la ceremonia. Vio al sujeto a arrodillarse y entonces vio a esos hombres mover la loza.
Qué bueno que no intento robar el cadáver aun, probablemente el solo no podría levantar esa loza, pero bueno todo era cuestión de tener un plan.
Mientras escuchaba a Sango quejarse con otros hombres de lo que era correcto e incorrecto con la ceremonia presto cuidado a donde dejaban los hombres las palas con las que echaron tierra por si quería volver más tarde, quizás si conseguía algo para hacer de palanca o cuerdas no tendría que necesitar personas, aunque si lo hacía de esa forma debía ser un plan de toda la noche. No eso era demasiado tiempo.
De despabilo cando escucho a alguien decir que las bebidas corrían por su cuenta. Quizás si no podía robarse el cadáver aun podía jugar con los borrachos y conseguir dinero, un borracho era más fácil que apostara sumas grandes de dinero.
A no esta aldea les gustaba, debían descartar ambos esa idea, no estafar la aldea sería una buena razón para llevarse mejor con su nuevo amigo, malditas sean las reglas de convivencia. Pero bien dicen, no muerdas la mano que te da de comer, en este caso de beber y buena cama.
Siguió tanto mujeres como hombres que iban a la taberna, creía que Sango no lo había visto pero para que arriesgarse, lo único malo era tener que subir esa colina, debería estar acostumbrado era un semi nómada pero de verdad tenía que pensar en conseguirse un caballo. O crear un negocio de crear túneles, porque la gente no entendía que era más fácil a través la montaña que escalarla.
Las horas pasaron entre recuerdos y emotivas palabras para honrar la memoria de Rolf, supuso era buen amigo para toda la aldea. La cerveza, el aguamiel y la sidra corrían de un lado a otro, la comida, aunque escasa en su variedad, era abundante: hogazas de pan, frutas, quesos, empanadas y carne salada que habían traído algunos de los vecinos. Qué bueno que decidió no usar su arte de timador aquí, esta gente era demasiado amable, así que sin dudar se atraganto de comida, así lleno ni ganas de perder tiempo levantando una loza, porque desperdiciaría tal festín. Bebió si cuanto no tenía idea, pero aun podía andas lo suficiente quizás el otro estaba cerca por el alcohol en su sangre pero no estaban nadie en riesgo mientras su estómago estuviera lleno.
Asintió con la boca llena y un poco de carne saliendo por su boca a las palabras de Sango cuando se refirió a la mierda de la vida, se tragó rápido el bocado.
-Familias matándose por poder, gente que se come a otra gente algunos por el gusto otros por rituales más raros para ganar poder, claro lo he visto de todo- tampoco quería admitir que él era el que se podría comer a los demás. Detalles solamente.
Asintió de nuevo a las palabras de Ottar.
-Si relájate-
Oh los gritos no estaban tan lejos de la tradición en casa, pero no tenía idea de que gritar así que solo bebió y siguió el ejemplo de los demás.
Se divirtió al ver a su nuevo amigo dormido, siguió escuchando las historias de las personas, esta gente le gustaba, ojala no fuera tan extraño para poder venir más seguido. Quizás podría visitar todos los funerales si había tanta comida, esto era como un festival tal como en casa.
Su sorpresa fue cuando las personas empezaron a hablar de hacer algo con respecto a la tumba. Gracias a los dioses alguien les prendió la idea quizás no tendría que gastar energía en mover la loza, pero solo debería tomar un dedo para que nadie se diera cuenta, está bien era pobrete de carne no artete, por la ocasión bastaría.
Alguien despertó al buen Sango que estaba seguro había bebido su peso en alcohol, la gente se reunió alrededor de la meza y empezaron a planear que se haría con las palas, la loza y todo. Seguro había sido un buen caníbal si todo se estaba acomodando, ya quien importa si el o el otro lo pensaban estaban de suerte.
También se sobresaltó con el manoteo, no había por que ser tan escandaloso y eufórico.
Claro que sí, cargar leña sonaba menos complicado que cavas y mover la loza, estaba seguro que algo se le olvidaba, pero no importaba que tan difícil podría ser llevar algo de madera de aquí para allá.
-Claro que si Sango cuenta conmigo-
Cuando se levantó se dio cuenta que estaba demasiado pesado para caminar, rayos debió considerar eso, bueno al menos no iría tropezando por ahí, solo andaría despacio…quizás no fue tan buena idea darse un atracón.
-¿dónde se supone que esta la leña?- solo esperaba no tener que cargarla desde aquí subiendo la montaña.
Alexander Kraz
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Re: Remembranza de lo que vendrá [Libre] [Cerrado]
- ¿La leña? Supongo que podremos cogerla de mi casa, o...- Ben salió de la taberna seguido por Alex.- Quizás deberíamos quitársela a...- dio un traspiés hacia delante pero mantuvo el equilibrio- Joder...-
La noche no ayudaba en nada a Sango que tenía los sentidos embotados, salvo el del deber. Y su deber, en ese caso, era coger madera para ayudar a prender el cuerpo del viejo Rolf. Sango era consciente, a ratos, de la titánica tarea que se había autoimpuesto aunque, para su fortuna, el bueno de Alexander Kraz iba con él.
- Eres el mejor Alex- le pasó un brazo por los hombros a modo de abrazo.- No es que haya mala gente aquí pero, ¡coño que me caigo!- trastabilló pero consiguió apoyarse en el menhir que había en mitad de la plaza.
Observó, con la escasa luz que restaba, el menhir y las imágenes allí representadas: grandes gestas de héroes pasados, batallas contra bestias del Helheim, grandes viajes y descubrimientos de nuevas tierras... Todas esas imágenes cobraron vida en la cabeza de Sango, todas esas imágenes evocaron recuerdos de su infancia, historias reales que algunos se empeñaban en convertir en mitos para hacerlas desaparecer de la memoria colectiva del pueblo con fines que ni él mismo era capaz de concebir. ¿Por qué había tanto empeño en destruir la cultura de un pueblo? ¿Progreso? ¿Imposición? ¿Envidia? ¿Poder? Quizá no era ninguna de aquellas cosas y todas a la vez.
Se alejó del menhir con pasos cortos hacia atrás mientras contemplaba su majestuosidad. Sacudió la cabeza y se centró, una vez más en su objetivo.
- Alex, vamos al aserrdo y allí habrá...- soltó aire como si hubiera hecho un sobreesfuerzo.- Aserradero del arroyo- se pasó el antebrazo por la frente.
Echó a andar hacia el cruce del arroyo, tal y como había hecho esa misma mañana. Los pasos de Sango eran erráticos y describían trayectorias incomprensibles para un humano: tan pronto iba en línea recta, se desviaba hacia un lado y daba dos pasos hacia atrás o giraba otra vez... Por suerte los Dioses habían querido que Alex fuera reconduciéndole cada vez que se desviaba. Consiguieron cruzar el vado y seguir el camino del arroyo hasta el cruce, momento en el que Sango se detuvo.
- No me encuentro bien...- se dobló hacia delante y volvió a estirarse cogiendo aire.- Necesito agua- y sin mediar palabra se acercó al arroyo y se tiró al suelo quedando de rodillas.
La inercia con la que se tiró al suelo provocó que perdiera el equilibrio y se fuera hacia delante sumergiéndose hasta el pecho en el agua. Braceó y se movió de un lado a otro hasta que dio con la calve de empujar el suelo. Cuando salió del agua, tragó aire, agua, barro y todo lo que se encontró a su paso. Tosió con ganas hasta que su cuerpo devolvió gran parte de lo que había ingerido hacía unas horas. Cuando terminó todo el calvario se quedó de rodillas y con los ojos cerrados frente al arroyo. Esta vez, antes de beber, tuvo la precaución de apoyar los brazos.
- No pases mucho tiempo sin beber, Alex, yo he perdido la costumbre y mírame...- su voz sonaba casi como un lamento.- Hecho una mierda- soltó una carcajada.- Bueno, me encuentro mejor- se pasó las manos por el pelo mojado y trató de sacudir el agua restante- deberíamos continuar.-
Se levantó y tapó con el pie y con barro lo que había dejado allí tirado instantes atrás. Se sacudió la ropa y trató de quitar la humedad que se había quedado impregnada en el cuello de la capa estrujando la misma con sus manos.
- ¿Cuál es tu próxima parada, Alex?- Se interesó Sango, ahora con la voz ronca pero algo más despejado.- El aserradero está justo ahí- informó.
La sensación de bienestar duró poco, porque el efecto de despeje que había causado el agua desapareció enseguida. Sango se paró frente a un montón de madera el cual estudió para determinar si podía llevarse algo de aquello.
- Estamos buscando descartes, ¿sabes? Ramas, o maderas mal cortadas, sé que a veces el molino se atasca, jode los mecanismos y la madera que está cortando se echa a perder por salir defectuosa- explicó Ben.- Mi padre trabaja aquí, y yo, prácticamente, me crie aquí- hizo una breve pausa parea tragar saliva.- No creo que el método de trabajo haya cambiado y tampoco creo que hayan arreglado el molino- esbozó una sonrisa y siguió buscando.
No tardaron mucho en encontrar lo que buscaban y ambos cargaron con un buen brazado de palos que darían buena lumbre. Satisfecho con la búsqueda, ambos se encaminaron hacia el lugar de enterramiento. Cuando llegaron, no sin dificultad por culpa de Sango, se encontraron con Anders y el resto, que ya habían apartado la tierra. Sango dejó caer la leña a un lado.
- Hombre, por fin llegáis...- comentó Anders con voz afectada por la bebida.
- Ha sido toda una odisea, Anders, créeme... No debería pasar tanto tiempo sin beber- el viejo Anders soltó una carcajada.
- Bien, Ëmil debería llegar enseguida... Por los Dioses que tengo ganas de liberar a Rolf de esa prisión a la que le han sometido... Esa arpía de Hanna se quiere quedar con toda la fortuna familiar, ¡los cojones! Y quiere darle otro hijo a Miku, ¿a cuento de qué? El único Tulesta vivo es Ëmil.
- Espera, ¿Miku no es hijo de Rolf?
- Que va, era Ylda, que murió hace tiempo por unas fiebres... Si hubieras estado aquí antes Sonia... También tuvo otra hija, que se marchó hace mucho años, no se sabe nada de ella, al menos yo- hizo un gesto a Sango y otro a Alex y a Sonia para que se colocaran en torno a la losa.- A la de tres: una, dos... ¡arriba!
Movieron la losa, que no pesaba gran cosa y la apartaron hacia un lado, dejando al descubierto el cadáver de Rolf, tapado por una manta. Los presentes observaron el cuerpo y se decidió que utilizarían el foso para poner la madera y encima el cuerpo. No tardaron mucho en hacer aquella tarea. Exhaustos, se alejaron y se sentaron mirando hacia la colina para ver si Ëmil decidía hacer acto de presencia. Charlaron de cosas sin sentido, intranscendentes para hacer tiempo. Fue así como Sango se enteró de que Sonia Ruud, era alquimista y que se había movido a la aldea hacía unos años, casi coincidiendo con la victoria en Lunargenta. Ben, por su parte, compartió parte de sus experiencias y sobre todo las que había compartido con Anders, hijo de Anders ya que eran de gran interés para el padre. En un momento de silencio Ben se percató de que Alex no estaba.
- ¿Alex?- miró a un lado y a otro.
- ¡Ahí está! Ëmil, has tardado, hijo- Anders se puso en pie.
- No ha sido fácil, estoy demasiado bebido- dijo sonriendo- pero he traído su capa y varias cosas a las que tenía gran aprecio- Anders le dio un abrazo y le mandó que lo colocara todo en el foso.
Sonia, que traía un zurrón se puso a trabajar con manos rápidas: hizo una mezcla de hierbas que machacó en un mortero y que luego se frotó en las manos mientras iba de un lado a otro recorriendo el cuerpo de Rolf. Cuando terminó, sacó un frasco de contenido espeso que parecía aceite y lo echaba por todo el cuerpo. A continuación hizo un gesto para que todos dieran un paso atrás y sacó un pedernal y un cuchillo con el que con una sola chispa, el cuerpo empezó a arder.
- Gracias- dijo Ëmil con la voz quebrada.
El humo ascendía bien recto hacia los cielos y el fuego se hacía cada vez más voraz. Los Dioses estaban de su lado aquella noche en la que la luna decidió darles un poco de luz entre las nubes que se habían formado durante la tarde.
La tradición y las costumbres, pensó Sango, estaban ahí por algo. Su pueblo había sobrevivido durante generaciones siguiendo una serie de ritos, celebraciones y creencias que habían perdurado hasta la fecha, ¿por qué cambiar algo que funciona?
Esa noche, Sango reafirmó aún más sus creencias.
La noche no ayudaba en nada a Sango que tenía los sentidos embotados, salvo el del deber. Y su deber, en ese caso, era coger madera para ayudar a prender el cuerpo del viejo Rolf. Sango era consciente, a ratos, de la titánica tarea que se había autoimpuesto aunque, para su fortuna, el bueno de Alexander Kraz iba con él.
- Eres el mejor Alex- le pasó un brazo por los hombros a modo de abrazo.- No es que haya mala gente aquí pero, ¡coño que me caigo!- trastabilló pero consiguió apoyarse en el menhir que había en mitad de la plaza.
Observó, con la escasa luz que restaba, el menhir y las imágenes allí representadas: grandes gestas de héroes pasados, batallas contra bestias del Helheim, grandes viajes y descubrimientos de nuevas tierras... Todas esas imágenes cobraron vida en la cabeza de Sango, todas esas imágenes evocaron recuerdos de su infancia, historias reales que algunos se empeñaban en convertir en mitos para hacerlas desaparecer de la memoria colectiva del pueblo con fines que ni él mismo era capaz de concebir. ¿Por qué había tanto empeño en destruir la cultura de un pueblo? ¿Progreso? ¿Imposición? ¿Envidia? ¿Poder? Quizá no era ninguna de aquellas cosas y todas a la vez.
Se alejó del menhir con pasos cortos hacia atrás mientras contemplaba su majestuosidad. Sacudió la cabeza y se centró, una vez más en su objetivo.
- Alex, vamos al aserrdo y allí habrá...- soltó aire como si hubiera hecho un sobreesfuerzo.- Aserradero del arroyo- se pasó el antebrazo por la frente.
Echó a andar hacia el cruce del arroyo, tal y como había hecho esa misma mañana. Los pasos de Sango eran erráticos y describían trayectorias incomprensibles para un humano: tan pronto iba en línea recta, se desviaba hacia un lado y daba dos pasos hacia atrás o giraba otra vez... Por suerte los Dioses habían querido que Alex fuera reconduciéndole cada vez que se desviaba. Consiguieron cruzar el vado y seguir el camino del arroyo hasta el cruce, momento en el que Sango se detuvo.
- No me encuentro bien...- se dobló hacia delante y volvió a estirarse cogiendo aire.- Necesito agua- y sin mediar palabra se acercó al arroyo y se tiró al suelo quedando de rodillas.
La inercia con la que se tiró al suelo provocó que perdiera el equilibrio y se fuera hacia delante sumergiéndose hasta el pecho en el agua. Braceó y se movió de un lado a otro hasta que dio con la calve de empujar el suelo. Cuando salió del agua, tragó aire, agua, barro y todo lo que se encontró a su paso. Tosió con ganas hasta que su cuerpo devolvió gran parte de lo que había ingerido hacía unas horas. Cuando terminó todo el calvario se quedó de rodillas y con los ojos cerrados frente al arroyo. Esta vez, antes de beber, tuvo la precaución de apoyar los brazos.
- No pases mucho tiempo sin beber, Alex, yo he perdido la costumbre y mírame...- su voz sonaba casi como un lamento.- Hecho una mierda- soltó una carcajada.- Bueno, me encuentro mejor- se pasó las manos por el pelo mojado y trató de sacudir el agua restante- deberíamos continuar.-
Se levantó y tapó con el pie y con barro lo que había dejado allí tirado instantes atrás. Se sacudió la ropa y trató de quitar la humedad que se había quedado impregnada en el cuello de la capa estrujando la misma con sus manos.
- ¿Cuál es tu próxima parada, Alex?- Se interesó Sango, ahora con la voz ronca pero algo más despejado.- El aserradero está justo ahí- informó.
La sensación de bienestar duró poco, porque el efecto de despeje que había causado el agua desapareció enseguida. Sango se paró frente a un montón de madera el cual estudió para determinar si podía llevarse algo de aquello.
- Estamos buscando descartes, ¿sabes? Ramas, o maderas mal cortadas, sé que a veces el molino se atasca, jode los mecanismos y la madera que está cortando se echa a perder por salir defectuosa- explicó Ben.- Mi padre trabaja aquí, y yo, prácticamente, me crie aquí- hizo una breve pausa parea tragar saliva.- No creo que el método de trabajo haya cambiado y tampoco creo que hayan arreglado el molino- esbozó una sonrisa y siguió buscando.
No tardaron mucho en encontrar lo que buscaban y ambos cargaron con un buen brazado de palos que darían buena lumbre. Satisfecho con la búsqueda, ambos se encaminaron hacia el lugar de enterramiento. Cuando llegaron, no sin dificultad por culpa de Sango, se encontraron con Anders y el resto, que ya habían apartado la tierra. Sango dejó caer la leña a un lado.
- Hombre, por fin llegáis...- comentó Anders con voz afectada por la bebida.
- Ha sido toda una odisea, Anders, créeme... No debería pasar tanto tiempo sin beber- el viejo Anders soltó una carcajada.
- Bien, Ëmil debería llegar enseguida... Por los Dioses que tengo ganas de liberar a Rolf de esa prisión a la que le han sometido... Esa arpía de Hanna se quiere quedar con toda la fortuna familiar, ¡los cojones! Y quiere darle otro hijo a Miku, ¿a cuento de qué? El único Tulesta vivo es Ëmil.
- Espera, ¿Miku no es hijo de Rolf?
- Que va, era Ylda, que murió hace tiempo por unas fiebres... Si hubieras estado aquí antes Sonia... También tuvo otra hija, que se marchó hace mucho años, no se sabe nada de ella, al menos yo- hizo un gesto a Sango y otro a Alex y a Sonia para que se colocaran en torno a la losa.- A la de tres: una, dos... ¡arriba!
Movieron la losa, que no pesaba gran cosa y la apartaron hacia un lado, dejando al descubierto el cadáver de Rolf, tapado por una manta. Los presentes observaron el cuerpo y se decidió que utilizarían el foso para poner la madera y encima el cuerpo. No tardaron mucho en hacer aquella tarea. Exhaustos, se alejaron y se sentaron mirando hacia la colina para ver si Ëmil decidía hacer acto de presencia. Charlaron de cosas sin sentido, intranscendentes para hacer tiempo. Fue así como Sango se enteró de que Sonia Ruud, era alquimista y que se había movido a la aldea hacía unos años, casi coincidiendo con la victoria en Lunargenta. Ben, por su parte, compartió parte de sus experiencias y sobre todo las que había compartido con Anders, hijo de Anders ya que eran de gran interés para el padre. En un momento de silencio Ben se percató de que Alex no estaba.
- ¿Alex?- miró a un lado y a otro.
- ¡Ahí está! Ëmil, has tardado, hijo- Anders se puso en pie.
- No ha sido fácil, estoy demasiado bebido- dijo sonriendo- pero he traído su capa y varias cosas a las que tenía gran aprecio- Anders le dio un abrazo y le mandó que lo colocara todo en el foso.
Sonia, que traía un zurrón se puso a trabajar con manos rápidas: hizo una mezcla de hierbas que machacó en un mortero y que luego se frotó en las manos mientras iba de un lado a otro recorriendo el cuerpo de Rolf. Cuando terminó, sacó un frasco de contenido espeso que parecía aceite y lo echaba por todo el cuerpo. A continuación hizo un gesto para que todos dieran un paso atrás y sacó un pedernal y un cuchillo con el que con una sola chispa, el cuerpo empezó a arder.
- Gracias- dijo Ëmil con la voz quebrada.
El humo ascendía bien recto hacia los cielos y el fuego se hacía cada vez más voraz. Los Dioses estaban de su lado aquella noche en la que la luna decidió darles un poco de luz entre las nubes que se habían formado durante la tarde.
La tradición y las costumbres, pensó Sango, estaban ahí por algo. Su pueblo había sobrevivido durante generaciones siguiendo una serie de ritos, celebraciones y creencias que habían perdurado hasta la fecha, ¿por qué cambiar algo que funciona?
Esa noche, Sango reafirmó aún más sus creencias.
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Re: Remembranza de lo que vendrá [Libre] [Cerrado]
Gracias a los dioses por el aserradero cerca de donde se encontraba el cuerpo, la verdad es que no esperaba que le fuera bien cargando leña desde la casa de los padres de Sango por todo ese largo camino con el tan lleno y su amigo tan ebrio.
Se preguntaba el hombre era asa de cariñoso cuando estaba sobrio, la verdad es que no se esperaba ese abrazo no supo si debía responderlo o no, por suerte Sango parecía haberse resbalado justo antes de que se volviera algo incómodo, sería un largo camino de seguro.
El menhir se veía majestuoso con esta luz, quizás seria grandioso tener uno así en su tierra contando la historia de su gente, aunque la última parte de su historia era demasiado sangrienta como para ser gravada o preservada.
Era curioso como Sango le llamaba simplemente Alex, como si ya lo considerada un gran amigo, eso lleno algo en su pecho una sensación agradable, un amigo, eso era algo muy nuevo para él, jamás había tenido amigos; la voz en su cabeza no podía considerarse un amigo.
Sango caminaba dando trompicones y caminando en zigzag en algún momento se preguntó si hubiera sido prudente amarrarle una soga para evitar que se perdiera por el camino, así como hacían con los niños pequeños… o bueno quizás solo era algo que paso en su propia infancia. Probablemente no lo recordaría, si la idea tenía algo de mérito. Así que se limitó a corregir el andar de su amigo cada que fuera necesario, por momentos que la idea de la cuerda cobraba más sentido, por suerte este borracho no caminaba tan rápido por lo que le daba tiempo a que se fuera recuperando de la gran cantidad de comida que había devorado.
- No me encuentro bien...- escucho decir a más tardo en girarse hacia su amigo que dijo algo más que no escucho bien cuando ya le veía hincado delante del arroyo intentando beber.
Quería reírse cuando lo vio caer dentro, pero luego de verlo manotear pensó que tendría que entrar a sacarlo del agua para que no se ahogara, no necesitábamos un segundo muerto, menos uno que empezaba a considerarle un amigo. Ni siquiera intervino Sango parecía que esa ducha le recompuesto, le vio hacer un segundo intento de tomar agua sin resbalarse de nuevo dentro.
Se carcajeo con su amigo.
-Pero es tú has bebido por todos en la taberna amigo eso ha sido demasiado alcohol para una noche, pero por lo que tu bebiste yo comí lo mismo en cantidad como muerto de hambre- volvió a reírse de ambos.
La caminata le habida ayudado a que se sintiera menos lleno lo mejor de todo es que no necesito zambullirse al agua para sentirse mejor.
-No tengo aun una parada fija, deseo encontrar a lo que queda de mi familia, aunque la verdad no sé si seré bienvenido a una de sus caravanas, si no lo soy, pienso que empezare la mía propia o viajare por ahí yo solo, quizás pueda ser un mercader ambulante.–
Siguió hacia el aserradero que señalo el buen Sango.
-la única fecha que no podrían negarse a verme o a recibirme es en nuestra peregrinación mientras aun tenga eso no tengo pendiente de viajar solo por cuatro años hasta el momento de reencontrarme con ellos, se que cuando me ven, ven el reflejo de mi Khorne y entiendo que eso podría no hacerlos quererme ver cerca de ellos sabes. Perdón no sé por qué lo dije olvídalo de momento-hizo una pausa mientras cargaba su brazado, luego negó con la cabeza para seguir con su labor.
Dejo caer su propia carga junto a la de su amigo mientras escuchaba intento la discusión que tenía con el otro hombre, quizás si era rápido podría tomar un pedazo del hombre, tenía que calcularlo bien que podría cortar sin que este grupo de ebrios notara, seguro no sería una mano eso era muy obvio, su cuchillo estaba lo suficientemente afilado para cortar los dedos sin problemas, lo cual sería rápido, discreto, podría esconderlos fácil, esperaría una ventana de oportunidad.
Ayudo a los hombres a mover la losa, entre tantos no fue tan difícil, cuando decidieron usar el mismo foso para la hoguera vio su ventana de oportunidad pero antes de que se ofrecieran alguien decidió solamente tirarla encima del cuerpo para encenderla.
Cuando los hombres se sentaron a charlar de experiencias pasadas y se distrajeron aprovecho sin duda su segunda ventana bajo al foso movió un poco la madera ubicada sobre las manos del viejo Rolf, ojala no estuviera salivando como lo hacía acá abajo al salir, eso rompería su fachada, corto rápido cuatro dedos en total entre ambas manos los escondió entre su ropa en su bolsa secreta, acomodo las manos del hombre de modo que no se notara que faltaban dichos dedos.
Escucho a sango llamándole, pero aprovecho cuando las demás voces hablaron para salir discretamente del foso, esperando que nadie notara que estaba ahí adentro. Se acercó a su amigo hablando en voz baja.
-La naturaleza me hablo amigo lamento la demora- mientras decía eso sintió un pequeño hilo de saliva que escurría por su mejilla el cual limpio con prontitud.
Cuando la mujer se puso a embadurnar de la mezcla rara el cuerpo pensó que se pondría a sudar de los nervios, pero sintió un poco de ayuda de su otro yo, por lo que logro mantenerse tranquilo, aunque no dejo de observar sus movimientos cuando vio que paso sin prestar más atención a las manos del hombre suspiro, la siguiente ves pensó un ojo seria menos notorio.
Paso salía cuando el cuerpo empezó a quemarse en las brasas, estaba abrumado por el sentimiento de tristeza y añoranza que sentía al ver un funeral de nuevo en tierras ajenas un funeral parecido más a sus tradiciones, pero el otro estaba abrumado con el olor de la carne bajo el fuego, creando un hambre que ambos compartían. Eso solo lo hizo más claro.
El seguía siendo un monstruo que no debía estar cerca de buenas personas como estas, porque temía que probablemente terminaría comiéndoselas.
-No olvides que es somos un Monstruo-
Miro hacia la dirección de Sango cuando lo vio perdido en sus pensamientos pensó que lo mejor era irse, este hombre podría ser un gran amigo, un amigo que probablemente su hambre le haría atacarle o el otro lo quizás se haría cargo.
El olor era demasiado abrumador para sus sentidos, miro a los ahí reunidos sonrió con tristeza y se retiró hacia el pueblo, no sabía si pasaría la noche ahí o si solo compraría algo para el camino, pero necesitaba alejarse antes de decidir hacer un nuevo festín, uno que nadie más apreciaría..
Se preguntaba el hombre era asa de cariñoso cuando estaba sobrio, la verdad es que no se esperaba ese abrazo no supo si debía responderlo o no, por suerte Sango parecía haberse resbalado justo antes de que se volviera algo incómodo, sería un largo camino de seguro.
El menhir se veía majestuoso con esta luz, quizás seria grandioso tener uno así en su tierra contando la historia de su gente, aunque la última parte de su historia era demasiado sangrienta como para ser gravada o preservada.
Era curioso como Sango le llamaba simplemente Alex, como si ya lo considerada un gran amigo, eso lleno algo en su pecho una sensación agradable, un amigo, eso era algo muy nuevo para él, jamás había tenido amigos; la voz en su cabeza no podía considerarse un amigo.
Sango caminaba dando trompicones y caminando en zigzag en algún momento se preguntó si hubiera sido prudente amarrarle una soga para evitar que se perdiera por el camino, así como hacían con los niños pequeños… o bueno quizás solo era algo que paso en su propia infancia. Probablemente no lo recordaría, si la idea tenía algo de mérito. Así que se limitó a corregir el andar de su amigo cada que fuera necesario, por momentos que la idea de la cuerda cobraba más sentido, por suerte este borracho no caminaba tan rápido por lo que le daba tiempo a que se fuera recuperando de la gran cantidad de comida que había devorado.
- No me encuentro bien...- escucho decir a más tardo en girarse hacia su amigo que dijo algo más que no escucho bien cuando ya le veía hincado delante del arroyo intentando beber.
Quería reírse cuando lo vio caer dentro, pero luego de verlo manotear pensó que tendría que entrar a sacarlo del agua para que no se ahogara, no necesitábamos un segundo muerto, menos uno que empezaba a considerarle un amigo. Ni siquiera intervino Sango parecía que esa ducha le recompuesto, le vio hacer un segundo intento de tomar agua sin resbalarse de nuevo dentro.
Se carcajeo con su amigo.
-Pero es tú has bebido por todos en la taberna amigo eso ha sido demasiado alcohol para una noche, pero por lo que tu bebiste yo comí lo mismo en cantidad como muerto de hambre- volvió a reírse de ambos.
La caminata le habida ayudado a que se sintiera menos lleno lo mejor de todo es que no necesito zambullirse al agua para sentirse mejor.
-No tengo aun una parada fija, deseo encontrar a lo que queda de mi familia, aunque la verdad no sé si seré bienvenido a una de sus caravanas, si no lo soy, pienso que empezare la mía propia o viajare por ahí yo solo, quizás pueda ser un mercader ambulante.–
Siguió hacia el aserradero que señalo el buen Sango.
-la única fecha que no podrían negarse a verme o a recibirme es en nuestra peregrinación mientras aun tenga eso no tengo pendiente de viajar solo por cuatro años hasta el momento de reencontrarme con ellos, se que cuando me ven, ven el reflejo de mi Khorne y entiendo que eso podría no hacerlos quererme ver cerca de ellos sabes. Perdón no sé por qué lo dije olvídalo de momento-hizo una pausa mientras cargaba su brazado, luego negó con la cabeza para seguir con su labor.
Dejo caer su propia carga junto a la de su amigo mientras escuchaba intento la discusión que tenía con el otro hombre, quizás si era rápido podría tomar un pedazo del hombre, tenía que calcularlo bien que podría cortar sin que este grupo de ebrios notara, seguro no sería una mano eso era muy obvio, su cuchillo estaba lo suficientemente afilado para cortar los dedos sin problemas, lo cual sería rápido, discreto, podría esconderlos fácil, esperaría una ventana de oportunidad.
Ayudo a los hombres a mover la losa, entre tantos no fue tan difícil, cuando decidieron usar el mismo foso para la hoguera vio su ventana de oportunidad pero antes de que se ofrecieran alguien decidió solamente tirarla encima del cuerpo para encenderla.
Cuando los hombres se sentaron a charlar de experiencias pasadas y se distrajeron aprovecho sin duda su segunda ventana bajo al foso movió un poco la madera ubicada sobre las manos del viejo Rolf, ojala no estuviera salivando como lo hacía acá abajo al salir, eso rompería su fachada, corto rápido cuatro dedos en total entre ambas manos los escondió entre su ropa en su bolsa secreta, acomodo las manos del hombre de modo que no se notara que faltaban dichos dedos.
Escucho a sango llamándole, pero aprovecho cuando las demás voces hablaron para salir discretamente del foso, esperando que nadie notara que estaba ahí adentro. Se acercó a su amigo hablando en voz baja.
-La naturaleza me hablo amigo lamento la demora- mientras decía eso sintió un pequeño hilo de saliva que escurría por su mejilla el cual limpio con prontitud.
Cuando la mujer se puso a embadurnar de la mezcla rara el cuerpo pensó que se pondría a sudar de los nervios, pero sintió un poco de ayuda de su otro yo, por lo que logro mantenerse tranquilo, aunque no dejo de observar sus movimientos cuando vio que paso sin prestar más atención a las manos del hombre suspiro, la siguiente ves pensó un ojo seria menos notorio.
Paso salía cuando el cuerpo empezó a quemarse en las brasas, estaba abrumado por el sentimiento de tristeza y añoranza que sentía al ver un funeral de nuevo en tierras ajenas un funeral parecido más a sus tradiciones, pero el otro estaba abrumado con el olor de la carne bajo el fuego, creando un hambre que ambos compartían. Eso solo lo hizo más claro.
El seguía siendo un monstruo que no debía estar cerca de buenas personas como estas, porque temía que probablemente terminaría comiéndoselas.
-No olvides que es somos un Monstruo-
Miro hacia la dirección de Sango cuando lo vio perdido en sus pensamientos pensó que lo mejor era irse, este hombre podría ser un gran amigo, un amigo que probablemente su hambre le haría atacarle o el otro lo quizás se haría cargo.
El olor era demasiado abrumador para sus sentidos, miro a los ahí reunidos sonrió con tristeza y se retiró hacia el pueblo, no sabía si pasaría la noche ahí o si solo compraría algo para el camino, pero necesitaba alejarse antes de decidir hacer un nuevo festín, uno que nadie más apreciaría..
Alexander Kraz
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