Escape de madrugada [1/3][Libre]
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Escape de madrugada [1/3][Libre]
¿A quién quería ella engañar…? No solamente ahora sus manos temblaban con evidente notoriedad, sino que a sí mismo su rostro estaba incluso más pálido de ya lo que era, cosa que sumándole que una marcadas ojeras adornaban sus grandes y castaños ojos, hacía que el semblante de la muchacha se viera más que deplorable. Ciertamente, siempre la muchacha se había identificado a sí misma como una persona no valiente, cómo una persona que carecía por completo de eso llamado coraje, pero ahora eran tales las circunstancias, que a la joven no le quedó otra que actuar de la manera que había hecho. Habían sido años, años y años de burlas, mofas, humillaciones, y la verdad era que la chica estaba más que aburrida y harta de eso… ¿Cómo había sido que por décadas sus antepasados habían aguantado semejantes situaciones? No, ella realmente no entendía, mas tampoco era como si quisiera entenderlo. Si bien, claro que la chica era descendiente de la familia Grah, cosa que la delataba evidentemente su físico, había nacido con algo que ningún otro Grah había tenido con anterioridad, y ese algo era la ambición, la codicia, eso de colocarse metas, metas que en estos precisos instantes era imposible que ella pudiera alcanzar. Y sí, claro que tenía miedo, y sí, claro que sentía pánico, pero sus ansias y sus anhelos eran mucho, pero mucho más fuerte que todas esas emociones. Al recordarlo una vez más, la muchacha no pudo evitar esbozar una media sonrisa, claro indicio de lo convencida que estaba.
La joven no había dejado nada al azar, para finalmente cumplir con sus inmensas expectativas. Ella sabía muy bien que sus padres, los cuales tal vez eran demasiado poco motivados y sin ganas de surgir en la vida, jamás comprenderían sus razones, y hasta era más, muy probablemente harían lo que sea con tal que ella abandonara de manera radical y de cuajo todo lo que tanto ansiaba. Fue entonces cuando, aún con ese horrible temblor invadiendo toda su figura, la chica finalmente dejó un pequeño trozo de pergamino debajo de su almohada, en el cual, como una especie de carta, ella ‘confesaba’ que se había enamorado perdidamente de un joven procedente de una importante familia de brujos, por lo cual su amor, debido a que la muchacha era miembro de un clan de muy baja clase dentro de esas islas, simplemente no podía ser. Aunque tal vez la chica pudo haber sentido remordimiento, duda, temor e indecisión al momento en el cual miró por última vez el lecho que hasta ese momento ocupaba en el humilde y sencillo hogar de la familia Grah, algo muy dentro de ella le hizo sentir todo, pero todo lo contrario, y es que no había que olvidar que eran tanta las ambiciones de la joven, que su codicia era prácticamente imparable. Procurando entonces ser cautelosa, discreta y prudente, sus pasos prácticamente mudos la llevaron hacia la salida de esa casa de pobre y nada llamativa casa, pero no pudo evitar mirar por el rabillo del ojo una vez más esta misma.
Sí, era muy cierto que Ruphia durante su corta, pero intensa vida, siempre había sentido una profunda decepción de sus familiares, tanto por vía paterna cómo por vía materna, pero eso tampoco quería decir necesariamente que ella no sintiera cierto aprecio a ellos, o más bien dicho respeto, o un poco de apego, puesto que después, y aunque le pesara, la joven era un alma más de este mundo. Sin embargo, esto último no quería decir que ella estuviera satisfecha de esa situación; al contrario, por la muchacha que ella ya no sintiera más cosas, más sensaciones ligadas a esa vida terrenal que hasta ese instante había llevado a cabo, puesto que tenía la fija y obsesiva idea, de que tener sentimientos simple y sencillamente, harían sólo entorpecer sus múltiples objetivos. —Todo saldrá bien—fue lo que la chica se dijo a sí misma, al mismo tiempo que observaba por última vez esa modesta edificación, y aunque era cierto que tenía todas, pero todas las ganas de no sentir nada, absolutamente nada, y así experimentar solamente una cruel y apática indiferencia, algo muy dentro de ella se removió, a tal punto que hasta sintió algo muy similar, aunque no precisamente igual, a tristeza. La chica entonces, cuando ese molesto pensamiento se cruzó por su cabeza, no pudo más que fruncir con evidencia su ceño, al mismo tiempo que se sintió extremadamente molesta consigo misma. ¿Cómo podría ser de distinta forma, si después de todo ella era la idea de que los sentimientos solamente servían para manipular a las personas?
Pero claro está, la chica estaba plena y absolutamente consciente de que no podía conseguir de un momento a otro todo lo que realmente ansiaba, sino más bien que era un camino, un proceso, algo que ella estaba más que dispuesta a hacer. Reprimiendo ahora un suspiro, de alguna forma la joven logró contener sus emociones, esas molestas cosas que le provocaban el solo hecho de saber que no volvería a ese lugar en mucho, mucho tiempo, y si solo conseguía ese poder que tanto, pero tanto ella ansiaba. Siendo así, y sólo con ese pensamiento en su cabeza, la chica se dio la media vuelta, muy dispuesta así a no mirar por ningún motivo atrás. Los ojos de la joven ahora estaban fijados sobre la luna, la cual estaba completamente llena, que además brillaba con tal intensidad, que la chica solamente pudo pensar que los astros estaban de su lado. Aferrándose ella a esa vieja capucha de dudoso color, no con sin cierta ansiedad colocó su mano, la cual aún temblaba, pero mucho menos que antes, casi como si la muchacha hubiera recuperado confianza en sí misma, sobre sus ropas, sólo para encontrarse con esa daga que no tenía nada de especial, y es que aunque la chica podía ser muy inteligente, y tener igualmente cierto talento, ella apenas sí se sabía defender, teniendo por lo cual como única arma y defensa, precisamente esa daga. Entonces ahora los determinados pasos de la joven se hundieron sobre el fango, dejando así huellas en este mismo.
El objetivo ahora para la chica estaba bastante claro; ella iría hacia Hekshold, en donde si bien la historia de Medroth Grah, su terrible tatarabuelo, era conocida, al menos nadie podría darse cuenta de su origen, con sólo mirarle el rostro, solamente para después dar con el puerto de esa isla, para así seguidamente emprender viaje hacía la península. Si bien, era una avanzada hora en la madrugada, Ruphia tenía muy en claro en su cabeza que ella por ningún motivo podía confiarse, por lo cual debía de ser lo más cauta al momento de irse finalmente de Beltrexus, sin que nadie pudiera delatarla, y en el acto, informarle a su familia de sus verdaderas intenciones, cosa que lógicamente a ella le traería más de una complicación, y así sólo impedir lograr todos sus anhelos. Entonces, la joven tuvo que limitarse a seguir con su travesía, pero fue cuando ella de un momento a otro sintió, o más bien dicho, oyó ciertos ruidos que rápidamente su paranoica mente la asoció a pisadas, lo que sólo hizo que su corazón diese un doloroso, doloroso brinco, el cual le provocó una tremenda ansiedad. A pesar de esto, de alguna forma la joven pudo conseguir mantener la calma, al menos de forma corporal, al mismo tiempo que ocultaba aún más su pálido y ojeroso rostro, tras su capucha. Después de hacer esto último, la chica no pudo más que intentar regular su respiración, su ritmo cardíaco, para así parecer de lo más calma, teniendo el claro pensamiento que si ella se mantenía así en todo momento, pues posiblemente pasaría desapercibida.
La joven no había dejado nada al azar, para finalmente cumplir con sus inmensas expectativas. Ella sabía muy bien que sus padres, los cuales tal vez eran demasiado poco motivados y sin ganas de surgir en la vida, jamás comprenderían sus razones, y hasta era más, muy probablemente harían lo que sea con tal que ella abandonara de manera radical y de cuajo todo lo que tanto ansiaba. Fue entonces cuando, aún con ese horrible temblor invadiendo toda su figura, la chica finalmente dejó un pequeño trozo de pergamino debajo de su almohada, en el cual, como una especie de carta, ella ‘confesaba’ que se había enamorado perdidamente de un joven procedente de una importante familia de brujos, por lo cual su amor, debido a que la muchacha era miembro de un clan de muy baja clase dentro de esas islas, simplemente no podía ser. Aunque tal vez la chica pudo haber sentido remordimiento, duda, temor e indecisión al momento en el cual miró por última vez el lecho que hasta ese momento ocupaba en el humilde y sencillo hogar de la familia Grah, algo muy dentro de ella le hizo sentir todo, pero todo lo contrario, y es que no había que olvidar que eran tanta las ambiciones de la joven, que su codicia era prácticamente imparable. Procurando entonces ser cautelosa, discreta y prudente, sus pasos prácticamente mudos la llevaron hacia la salida de esa casa de pobre y nada llamativa casa, pero no pudo evitar mirar por el rabillo del ojo una vez más esta misma.
Sí, era muy cierto que Ruphia durante su corta, pero intensa vida, siempre había sentido una profunda decepción de sus familiares, tanto por vía paterna cómo por vía materna, pero eso tampoco quería decir necesariamente que ella no sintiera cierto aprecio a ellos, o más bien dicho respeto, o un poco de apego, puesto que después, y aunque le pesara, la joven era un alma más de este mundo. Sin embargo, esto último no quería decir que ella estuviera satisfecha de esa situación; al contrario, por la muchacha que ella ya no sintiera más cosas, más sensaciones ligadas a esa vida terrenal que hasta ese instante había llevado a cabo, puesto que tenía la fija y obsesiva idea, de que tener sentimientos simple y sencillamente, harían sólo entorpecer sus múltiples objetivos. —Todo saldrá bien—fue lo que la chica se dijo a sí misma, al mismo tiempo que observaba por última vez esa modesta edificación, y aunque era cierto que tenía todas, pero todas las ganas de no sentir nada, absolutamente nada, y así experimentar solamente una cruel y apática indiferencia, algo muy dentro de ella se removió, a tal punto que hasta sintió algo muy similar, aunque no precisamente igual, a tristeza. La chica entonces, cuando ese molesto pensamiento se cruzó por su cabeza, no pudo más que fruncir con evidencia su ceño, al mismo tiempo que se sintió extremadamente molesta consigo misma. ¿Cómo podría ser de distinta forma, si después de todo ella era la idea de que los sentimientos solamente servían para manipular a las personas?
Pero claro está, la chica estaba plena y absolutamente consciente de que no podía conseguir de un momento a otro todo lo que realmente ansiaba, sino más bien que era un camino, un proceso, algo que ella estaba más que dispuesta a hacer. Reprimiendo ahora un suspiro, de alguna forma la joven logró contener sus emociones, esas molestas cosas que le provocaban el solo hecho de saber que no volvería a ese lugar en mucho, mucho tiempo, y si solo conseguía ese poder que tanto, pero tanto ella ansiaba. Siendo así, y sólo con ese pensamiento en su cabeza, la chica se dio la media vuelta, muy dispuesta así a no mirar por ningún motivo atrás. Los ojos de la joven ahora estaban fijados sobre la luna, la cual estaba completamente llena, que además brillaba con tal intensidad, que la chica solamente pudo pensar que los astros estaban de su lado. Aferrándose ella a esa vieja capucha de dudoso color, no con sin cierta ansiedad colocó su mano, la cual aún temblaba, pero mucho menos que antes, casi como si la muchacha hubiera recuperado confianza en sí misma, sobre sus ropas, sólo para encontrarse con esa daga que no tenía nada de especial, y es que aunque la chica podía ser muy inteligente, y tener igualmente cierto talento, ella apenas sí se sabía defender, teniendo por lo cual como única arma y defensa, precisamente esa daga. Entonces ahora los determinados pasos de la joven se hundieron sobre el fango, dejando así huellas en este mismo.
El objetivo ahora para la chica estaba bastante claro; ella iría hacia Hekshold, en donde si bien la historia de Medroth Grah, su terrible tatarabuelo, era conocida, al menos nadie podría darse cuenta de su origen, con sólo mirarle el rostro, solamente para después dar con el puerto de esa isla, para así seguidamente emprender viaje hacía la península. Si bien, era una avanzada hora en la madrugada, Ruphia tenía muy en claro en su cabeza que ella por ningún motivo podía confiarse, por lo cual debía de ser lo más cauta al momento de irse finalmente de Beltrexus, sin que nadie pudiera delatarla, y en el acto, informarle a su familia de sus verdaderas intenciones, cosa que lógicamente a ella le traería más de una complicación, y así sólo impedir lograr todos sus anhelos. Entonces, la joven tuvo que limitarse a seguir con su travesía, pero fue cuando ella de un momento a otro sintió, o más bien dicho, oyó ciertos ruidos que rápidamente su paranoica mente la asoció a pisadas, lo que sólo hizo que su corazón diese un doloroso, doloroso brinco, el cual le provocó una tremenda ansiedad. A pesar de esto, de alguna forma la joven pudo conseguir mantener la calma, al menos de forma corporal, al mismo tiempo que ocultaba aún más su pálido y ojeroso rostro, tras su capucha. Después de hacer esto último, la chica no pudo más que intentar regular su respiración, su ritmo cardíaco, para así parecer de lo más calma, teniendo el claro pensamiento que si ella se mantenía así en todo momento, pues posiblemente pasaría desapercibida.
Última edición por Ruphia Grah el Vie Nov 19 2021, 20:26, editado 2 veces
Ruphia Grah
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Re: Escape de madrugada [1/3][Libre]
Rumores, supersticiones, historias y leyendas me habían llevado en distintas ocasiones a explorar las tierras de los brujos en búsqueda de conocimiento y artefactos arcanos de la época anterior a la escisión que llevó a mi gente a encontrar y asentarse en el Árbol madre. Aún así siempre viajaba a aquellas tierras solo pues mi desconfianza hacia los brujos no hacía mas que crecer. Aquellas almas que pretendían dominar la naturaleza a su antojo denotaba que se sentían superiores cuando en realidad no tenían ninguna cualidad verdaderamente única, y no contentos con ello se atrevieron incluso a expulsar a nuestra gente.
En esta ocasión buscaba pistas sobre el paradero del lugar de descanso del druida Danareth, quien hizo grandes hayazgos en la Luz y sus propiedades curativas. Pistas que me acercaban cada vez mas a Beltrexus. Tras dos semanas de intensas búsquedas sin mucho resultado el camino me había llevado finalmente a los bosques circundantes de la propia capital isleña, lo que también habia hecho mas complicado acampar lejos de las zonas de cacería y forraje. esto me acabó llevando a unas formaciones rocosas que no mostraban rastro alguno de cazadores o pastores y que para desgracia de mi tampoco quedaba demasiado lejos de un camino secundario bastante corto y que conectaba con la vía principal y demasiado cerca de los muros de la ciudad
Aquella noche mientras preparaba la entrada de la cueva para evitar la visita de alguna fiera y al mismo tiempo mantenerme caliente pude ver una figura humanoide que avanzaba por entre los árboles en dirección opuesta a Beltrexus. Si ya de por si caminar por la noche en la espesura era peligroso tanto por los animales salvajes como por lo facil que es desorientarse, si además le sumamos los bandidos y casi la total certeza de que aquella figura parecía femenina....
Había escuchado cosas horribles el tiempo que pase entre humanos y ni siquiera hacía falta que saliesen a los caminos por la noche sino que ocurría en las propias aldeas incluso y si bien sentía que debía ignorar el hecho y descansar acabé optando por salir a su encuentro. Con el suelo húmedo fue fácil seguirla y mas aún cuando pude escucharla y verla pues el sigilo que gastaba la figura, que pude confirmar como mujer, era cuanto menos deplorable. Además, cuando ella por fin pareció percatarse de mi presencia quedarse rígida e inmóvil me daba aun mas señales de que no llegaría demasiado lejos sola.
- Quedarte así, inmóvil y rígida solo funciona si estás tumbada y no con todas las fieras de estos bosques y solo si tenemos en cuenta a los animales y no los bandidos y otra calaña. - Esperando que se asustara aun más, ya que aparecía desde detrás suya, traté de utilizar un tono sosegado y tranquilo. además me detuve en cuanto noté que se percató de mi, dando así espacio pues despues de hablarle me di cuenta que esas mismas palabras podían incluirme a mi mismo en esa calaña que mencionaba, y estar vestido con ropas de viaje y empuñando la lanza no ayudaría cuando se volteara, si es que la mujer no echaba a correr sin más.
En esta ocasión buscaba pistas sobre el paradero del lugar de descanso del druida Danareth, quien hizo grandes hayazgos en la Luz y sus propiedades curativas. Pistas que me acercaban cada vez mas a Beltrexus. Tras dos semanas de intensas búsquedas sin mucho resultado el camino me había llevado finalmente a los bosques circundantes de la propia capital isleña, lo que también habia hecho mas complicado acampar lejos de las zonas de cacería y forraje. esto me acabó llevando a unas formaciones rocosas que no mostraban rastro alguno de cazadores o pastores y que para desgracia de mi tampoco quedaba demasiado lejos de un camino secundario bastante corto y que conectaba con la vía principal y demasiado cerca de los muros de la ciudad
Aquella noche mientras preparaba la entrada de la cueva para evitar la visita de alguna fiera y al mismo tiempo mantenerme caliente pude ver una figura humanoide que avanzaba por entre los árboles en dirección opuesta a Beltrexus. Si ya de por si caminar por la noche en la espesura era peligroso tanto por los animales salvajes como por lo facil que es desorientarse, si además le sumamos los bandidos y casi la total certeza de que aquella figura parecía femenina....
Había escuchado cosas horribles el tiempo que pase entre humanos y ni siquiera hacía falta que saliesen a los caminos por la noche sino que ocurría en las propias aldeas incluso y si bien sentía que debía ignorar el hecho y descansar acabé optando por salir a su encuentro. Con el suelo húmedo fue fácil seguirla y mas aún cuando pude escucharla y verla pues el sigilo que gastaba la figura, que pude confirmar como mujer, era cuanto menos deplorable. Además, cuando ella por fin pareció percatarse de mi presencia quedarse rígida e inmóvil me daba aun mas señales de que no llegaría demasiado lejos sola.
- Quedarte así, inmóvil y rígida solo funciona si estás tumbada y no con todas las fieras de estos bosques y solo si tenemos en cuenta a los animales y no los bandidos y otra calaña. - Esperando que se asustara aun más, ya que aparecía desde detrás suya, traté de utilizar un tono sosegado y tranquilo. además me detuve en cuanto noté que se percató de mi, dando así espacio pues despues de hablarle me di cuenta que esas mismas palabras podían incluirme a mi mismo en esa calaña que mencionaba, y estar vestido con ropas de viaje y empuñando la lanza no ayudaría cuando se volteara, si es que la mujer no echaba a correr sin más.
Eleandris
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Re: Escape de madrugada [1/3][Libre]
Entonces el corazón de la muchacha comenzó a latir de una forma desbocada, sumamente desbocada, y cómo no tomando en cuenta en la delicada situación que estaba experimentando en esos precisos instantes. Miedo de ser descubierta, terror por que alguien, sea quién sea, pudiera de alguna forma hacerle daño a ella, pero por sobre todas las cosas, pánico, pánico que se truncaran todos esos ambiciosos planes, que tan ruidosamente vagaban por su alterada cabeza. Y sí, todo era extraño, sumamente extraño; hasta ese momento, todos los descendientes del temido Medroth Grah, se habían caracterizado por ser brujas y brujos de baja y mediocre clase, los cuales, temerosos de tener que compartir el mismo deceso de su horrible antepasado, se habían limitado a tener un perfil de lo más bajo, sin ambicionar nada, absolutamente nada… entonces, teniendo todos antecedentes en juego, ¿por qué era que la chica había salido tan, pero tan ambiciosa? La verdad de las cosas, era que ni siquiera ella misma tenía del todo claro del porqué esas ansias de codicia habían emergido en su persona, y es que ella recibió la misma educación y crianza, que todos los otros miembros de su patético clan. Eran en esas ocasiones cuando la joven se sentía especial, se sentía única, pensando y creyendo que por ‘algo’, por decirlo de una forma, era que codiciaba tanto en esta vida, y era así como la chica se auto convencía a sí misma que, efectivamente, tenía fundamentos para conseguir lo que realmente ansiaba. ¿O era un engaño suyo…?
Y si bien, era total y absolutamente lógico que los músculos de la muchacha, los cuales ya estaban tensionados de por sí, se tensaran aún más todavía, al oír la voz de ese completo extraño con más detenimiento, su conmocionado corazón, dio una especie de sutil relajo. Resultaba que la voz de ese desconocido, no le era en lo absoluto familiar, lo cual quería decir clara y evidentemente que esa persona no la conocía a ella ni era, muy posiblemente, habitante más de esa isla, lo que sólo quería decir que, en cierta forma, no corría peligro, o al menos estar casi segura que ese extraño al no conocerle a ella, pues era imposible que la delatara. Sin embargo, ese especie de relajo en la joven duró poco y nada, dándose así cuenta de lo que estaba viviendo. No solamente estaba el hecho de que alguien la había detenido, sino también a la vez que estaba sola, de madrugada ahí, cosa que obviamente aumentaba el riesgo de ser atacada, siendo tal vez lo peor de toda esa situación, que ella no tenía nada que ofrecerle a él. No, la muchacha solamente traía consigo unas pocas monedas, esa capucha de indefinido color, además de esa daga que había comprado a un muy buen precio en el mercado, esa misma daga que ahora mismo, tal vez algo presa del horror no podía encontrar entre sus ropas, y nada más. Pero la chica sabía que si actuaba con tranquilidad, pues tenía más chances de salir intacta… la cosa estaba en que ella no sabía si sería capaz de eso o no.
Pasando los segundos con una extrema lentitud, aunque Ruphia quiso actuar, quiso reaccionar de la mejor manera , para así salir ilesa de todo eso, le fue totalmente imposible, tal vez debido a que su cuerpo no reaccionaba a las órdenes de su cabeza. Siendo así, la joven, que jamás se había destacado precisamente por ser valiente, sino más bien lo contrario, ella pensaba que era muy, pero muy cobarde, de alguna manera logró, tomando el coraje de quién sabe dónde, de mirar el rabillo del ojos a la persona que le estaba hablando. Pero el ambiente estaba tal vez demasiado oscuro, con mucha niebla, a tal punto de que aunque la joven hizo el esfuerzo, y se esmeró lo más posible, fue totalmente incapaz de poder mirar con nitidez el rostro de ese extraño, lo que sólo provocó que los latidos de su corazón aumentaran aún más que antes, además de ocasionarle esa terrible inseguridad, que le decía que existía la posibilidad de no poder salir airosa de esa compleja y complicada situación. —No tengo ni dinero ni joyas—fue entonces lo primero que la chica pudo emitir, con una voz completamente alterada, a través de sus carnosos y ligeramente rojizos labios, creyendo en un acto un tanto ingenuo de su parte, que si ese desconocido quería algo por parte de ella, pues en el mejor de los cosas sería robarle objetos de valor o directamente dinero. ¿Y si él se trataba de un psicópata, o una persona inestable a nivel mental…? Al pensarlo, la chica tragó con dificultad su saliva.
Fue cuando ahora ella se maldijo a sí misma, sintiéndose así sumamente frustrada e impotente en el acto. Y es que claro, por algo ella había comprado esa daga, por algo que ella se había preparado lo mejor posible para emprender su campaña, esa de llena de resentimiento y venganza, y por algo que ella también había hecho ese especie de trabajo a nivel psicológico, para así enfrentar de mejor forma lo que vendría a futuro. Sin embargo, ahora ya al primer tropiezo, que era como ella definía dicha situación, se había congelado y petrificado por completo, lo que obviamente sólo hacía que esa rabia consigo misma, esa misma rabia que le indicaba de manera interna que era inútil y débil, y que simple y sencillamente le decía que ella no tendría ni las agallas ni las aptitudes adecuadas, como para lograr su objetivo. ¿O era tal vez que estaba siendo demasiado dura consigo con su persona? La verdad era que, siendo sumamente sinceros, la chica de ojos grandes y castaños siempre tendía a ser demasiado dura consigo misma, pero tampoco era extrañarse mucho de este último punto, en vista que sus circunstancias de vida, sumadas a su peculiar personalidad, habían sólo logrado forjar esa auto exigente personalidad en ella. Un helado viento siguió corriendo con insistencia todo el sector, cosa que solamente hizo que innumerables escalofríos recorrieran por la espina dorsal, cosa que solamente ayudaba a que ese llamado ‘miedo’ se adueñara por completo de su pecho, de su pobre corazón que no paraba de latir de esa terrible manera.
Y si bien, era total y absolutamente lógico que los músculos de la muchacha, los cuales ya estaban tensionados de por sí, se tensaran aún más todavía, al oír la voz de ese completo extraño con más detenimiento, su conmocionado corazón, dio una especie de sutil relajo. Resultaba que la voz de ese desconocido, no le era en lo absoluto familiar, lo cual quería decir clara y evidentemente que esa persona no la conocía a ella ni era, muy posiblemente, habitante más de esa isla, lo que sólo quería decir que, en cierta forma, no corría peligro, o al menos estar casi segura que ese extraño al no conocerle a ella, pues era imposible que la delatara. Sin embargo, ese especie de relajo en la joven duró poco y nada, dándose así cuenta de lo que estaba viviendo. No solamente estaba el hecho de que alguien la había detenido, sino también a la vez que estaba sola, de madrugada ahí, cosa que obviamente aumentaba el riesgo de ser atacada, siendo tal vez lo peor de toda esa situación, que ella no tenía nada que ofrecerle a él. No, la muchacha solamente traía consigo unas pocas monedas, esa capucha de indefinido color, además de esa daga que había comprado a un muy buen precio en el mercado, esa misma daga que ahora mismo, tal vez algo presa del horror no podía encontrar entre sus ropas, y nada más. Pero la chica sabía que si actuaba con tranquilidad, pues tenía más chances de salir intacta… la cosa estaba en que ella no sabía si sería capaz de eso o no.
Pasando los segundos con una extrema lentitud, aunque Ruphia quiso actuar, quiso reaccionar de la mejor manera , para así salir ilesa de todo eso, le fue totalmente imposible, tal vez debido a que su cuerpo no reaccionaba a las órdenes de su cabeza. Siendo así, la joven, que jamás se había destacado precisamente por ser valiente, sino más bien lo contrario, ella pensaba que era muy, pero muy cobarde, de alguna manera logró, tomando el coraje de quién sabe dónde, de mirar el rabillo del ojos a la persona que le estaba hablando. Pero el ambiente estaba tal vez demasiado oscuro, con mucha niebla, a tal punto de que aunque la joven hizo el esfuerzo, y se esmeró lo más posible, fue totalmente incapaz de poder mirar con nitidez el rostro de ese extraño, lo que sólo provocó que los latidos de su corazón aumentaran aún más que antes, además de ocasionarle esa terrible inseguridad, que le decía que existía la posibilidad de no poder salir airosa de esa compleja y complicada situación. —No tengo ni dinero ni joyas—fue entonces lo primero que la chica pudo emitir, con una voz completamente alterada, a través de sus carnosos y ligeramente rojizos labios, creyendo en un acto un tanto ingenuo de su parte, que si ese desconocido quería algo por parte de ella, pues en el mejor de los cosas sería robarle objetos de valor o directamente dinero. ¿Y si él se trataba de un psicópata, o una persona inestable a nivel mental…? Al pensarlo, la chica tragó con dificultad su saliva.
Fue cuando ahora ella se maldijo a sí misma, sintiéndose así sumamente frustrada e impotente en el acto. Y es que claro, por algo ella había comprado esa daga, por algo que ella se había preparado lo mejor posible para emprender su campaña, esa de llena de resentimiento y venganza, y por algo que ella también había hecho ese especie de trabajo a nivel psicológico, para así enfrentar de mejor forma lo que vendría a futuro. Sin embargo, ahora ya al primer tropiezo, que era como ella definía dicha situación, se había congelado y petrificado por completo, lo que obviamente sólo hacía que esa rabia consigo misma, esa misma rabia que le indicaba de manera interna que era inútil y débil, y que simple y sencillamente le decía que ella no tendría ni las agallas ni las aptitudes adecuadas, como para lograr su objetivo. ¿O era tal vez que estaba siendo demasiado dura consigo con su persona? La verdad era que, siendo sumamente sinceros, la chica de ojos grandes y castaños siempre tendía a ser demasiado dura consigo misma, pero tampoco era extrañarse mucho de este último punto, en vista que sus circunstancias de vida, sumadas a su peculiar personalidad, habían sólo logrado forjar esa auto exigente personalidad en ella. Un helado viento siguió corriendo con insistencia todo el sector, cosa que solamente hizo que innumerables escalofríos recorrieran por la espina dorsal, cosa que solamente ayudaba a que ese llamado ‘miedo’ se adueñara por completo de su pecho, de su pobre corazón que no paraba de latir de esa terrible manera.
Ruphia Grah
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Re: Escape de madrugada [1/3][Libre]
La reacción de la chica me confirmaba que había hecho lo correcto. No estaba preparada para pasar la noche en el exterior, no parecía estar armada y obviamente estaba asustada hasta los huesos. Además, si era cierto que no llevaba dinero ni en broma hubiera llegado lejos. al tercer día calculaba que tendría que volverse a dondequiera que fuese su punto de origen, y si sobrevivía esos tres días, algo que dudaba bastante.
- No veo ningún petate para acampar. Si es cierto que no llevas dinero ¿Cómo piensas pagar al posadero por el alojamiento? Claramente una mujer tiene otros métodos de pagar pero no todos lo aceptarán, y eso contando con que su esposa no os pille. -
Realmente sentía curiosidad por saber en que momento había pensado que era buena idea partir durante la noche, sin dinero, sin nada para acampar, desarmada y sola. ¡se le habría ocurrido por casualidad coger algo de comida y agua? algo me decía que no, y en el caso de que llevara seguramente no le alcanzara para el segundo día de viaje. ¿sería quizás una fugitiva? ayudarla podría salvarle la vida a la muchacha, o simplemente atraer a la guardia de la ciudad hasta mi y matarnos a los dos.
Estos eran los pensamientos que cruzaban mi mente en la pequeña pausa que hice en mi replica a la, a juzgar por su voz, joven muchacha. no obstante ya era tarde, como mínimo ella sabía que andaba por allí y podría igualmente guiarlos hasta mí o alertarlos, por lo que decidí seguir adelante con la idea inicial.
- No quiero robarte, ni mucho menos matarte. Pude verte pasando frente a mi refugio y una corazonada me incitó a salir en tu busca. Claramente tú necesitas ayuda y a mi podrías serme útil. Te propongo algo: ven conmigo y pasa la noche en mi campamento y viajemos durante el día, a cambio tu responderás mis preguntas y me ayudaras en mi empresa. Información a cambio de seguridad, a mi me parece un buen intercambio. -
sin soltar la lanza me crucé de brazos y me apoyé en el tronco de un cedro que quedaba a mi izquierda esperando la respuesta de la muchacha. Si simplemente huía la dejaría ir sin más pues la ayuda estaba ofrecida y aunque no tuviera razones para confiar en mi, tampoco tenía un futuro mucho mejor ahí fuera, un futuro que no me incumbiría pues había hecho lo que había podido. Si por el contrario accedía tal vez pudiera darme alguna idea de las ruinas que buscaba, además podría contarme mas cosas sobre los brujos pues casi seguro era una de ellos, y aunque no encontrara la tumba del druida al menos si podría saber si hay rumores contra los elfos o alguna incursión contra el Árbol madre. fuera cual fuera el caso parecía que tenía mucho que ganar y poco que perder.
- No veo ningún petate para acampar. Si es cierto que no llevas dinero ¿Cómo piensas pagar al posadero por el alojamiento? Claramente una mujer tiene otros métodos de pagar pero no todos lo aceptarán, y eso contando con que su esposa no os pille. -
Realmente sentía curiosidad por saber en que momento había pensado que era buena idea partir durante la noche, sin dinero, sin nada para acampar, desarmada y sola. ¡se le habría ocurrido por casualidad coger algo de comida y agua? algo me decía que no, y en el caso de que llevara seguramente no le alcanzara para el segundo día de viaje. ¿sería quizás una fugitiva? ayudarla podría salvarle la vida a la muchacha, o simplemente atraer a la guardia de la ciudad hasta mi y matarnos a los dos.
Estos eran los pensamientos que cruzaban mi mente en la pequeña pausa que hice en mi replica a la, a juzgar por su voz, joven muchacha. no obstante ya era tarde, como mínimo ella sabía que andaba por allí y podría igualmente guiarlos hasta mí o alertarlos, por lo que decidí seguir adelante con la idea inicial.
- No quiero robarte, ni mucho menos matarte. Pude verte pasando frente a mi refugio y una corazonada me incitó a salir en tu busca. Claramente tú necesitas ayuda y a mi podrías serme útil. Te propongo algo: ven conmigo y pasa la noche en mi campamento y viajemos durante el día, a cambio tu responderás mis preguntas y me ayudaras en mi empresa. Información a cambio de seguridad, a mi me parece un buen intercambio. -
sin soltar la lanza me crucé de brazos y me apoyé en el tronco de un cedro que quedaba a mi izquierda esperando la respuesta de la muchacha. Si simplemente huía la dejaría ir sin más pues la ayuda estaba ofrecida y aunque no tuviera razones para confiar en mi, tampoco tenía un futuro mucho mejor ahí fuera, un futuro que no me incumbiría pues había hecho lo que había podido. Si por el contrario accedía tal vez pudiera darme alguna idea de las ruinas que buscaba, además podría contarme mas cosas sobre los brujos pues casi seguro era una de ellos, y aunque no encontrara la tumba del druida al menos si podría saber si hay rumores contra los elfos o alguna incursión contra el Árbol madre. fuera cual fuera el caso parecía que tenía mucho que ganar y poco que perder.
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