[cerrado] Al cobijo del reflejo de la luna [noche] (libre)
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La noche se presentaba apacible. Las nubes se habían disipado en los últimos días hasta quedar tan solo una estela difuminada a través de la que se escapaba la luz de la luna sin el menor esfuerzo y el inicio del invierno dejaba un ambiente húmedo, tras las últimas lluvias, y fresco, que acariciaba el rostro de forma apacible, aunque engañosa, pues era necesario mantener el calor corporal bajo un buen manto de abrigo.
Las calmadas aguas del lago dibujaban con todo detalle el paisaje que se contemplaba sobre ellas. La luna, asomando más de la mitad de su rostro, acompañada de los destellos que la guardaban en el cielo, enmarcadas por las copas de los árboles que rodeaban aquella orilla y parecían querer acariciar el manto de la oscuridad.
El calor del aire que se escapaba de su boca al respirar se dejaba ver al contraluz, indicador de que la temperatura ya quedaba baja. Se envolvió un poco más en su chaqueta de lana, aunque saltaba a la vista que no era suya. Cuando llegó al pueblo, hacía tres inviernos, la loba que la encontró cubierta de nieve, en el valle, la envolvió con ella. Dos como ella podían cubrirse con ella, pero nunca se la solicitó de vuelta. Era la prenda de más abrigo que tenía.
Avivó un poco más la hoguera junto a la que se calentaba y que tenía su alrededor más próximo de tonos anaranjados, mezclados con los colores fríos de la noche, y volvió a acomodarse. Más allá del ulular de las lechuzas, los intermitentes silbidos de los murciélagos y lejanos aullidos que en Ulmer anunciaban el final de otro día, el silencio reinaba en aquel paraje que parecía recogerla, segura en su seno. «En unos días volverá a estar completa.», anotó mentalmente, observando a la Jarl del cielo. Debía aprovechar esas últimas noches antes de la luna llena para estar tranquila.
Dahlia
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Re: [cerrado] Al cobijo del reflejo de la luna [noche] (libre)
Aquella noche era bastante fría, había tenido que recurrir a su magia en un par de ocasiones para calentar su cuerpo y secar la humedad de su ropa. Por desgracia, en una de esas ocasiones, su control sobre un hechizo simple de calor se había debilitado y había chamuscando una de sus mangas.
¡Otra vez, ya van dos veces esta semana! - suspiró desanimado.
Con algo de mal humor se alisó cómo pudo la camisa chamuscada, se tapó con su capa y se colocó el gigantesco sombrero nuevamente sobre la cabeza mientras se encaminaba hacía la orilla del lago. El lugar, incluso iluminado sólo por la luz de la luna casi plena, tenía una belleza increíble, se respiraba paz con aroma a agua dulce y hojas mojadas y, sobretodo, no había ni un puñetero rayo a la vista. Había llegado tarde a la tormenta nuevamente, perseguir rayos era realmente agotador.
Mientras reflexionaba sobre que esperaba encontrar cuando por fin diese caza al rayo, se percató de algo por el rabillo del ojo izquierdo. Relativamente a la vista, a varias decenas de metros, se veía una pequeña hoguera arder bajo el cielo estrellado. Le parecía ver a alguien calentándose junto a ella pero la distancia y la propia luz le impedían tener una visión clara.
Aquellas tierras eran relativamente tranquilas, nadie quería problemas con una manada de licántropos y a la vez agradecían que existiese un lugar donde no tuvieses que dormir con un cuchillo bajo los dientes por miedo a qué te destripara un bandido, te chupase la sangre un vampiro o un elfo radical te ensartase una flecha en el corazón. A veces echaba de menos el archipiélago, quitando el tema de la supremacía racial, era un lugar agradable y tranquilo.
Tras meditar sobre el lugar y los peligros inherentes de acercarse a una hoguera desconocida, concluyó que merecía la pena intentar calentarse en aquel lugar antes que acabar quemando su propia ropa.
Se ajustó el sombrero, se alisó la capa y puso su mano izquierda sobre la funda de su espada.
Que el rayo me proteja - dijo mientras se encaminaba hacía aquel cálido resplandor.
Norah Owls
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Re: [cerrado] Al cobijo del reflejo de la luna [noche] (libre)
Cohen tiritaba de frío mientras bebía la sangre que brotaba del cuello del animal. La noche era realmente gélida y echó de menos la calidez de su hogar, estar en Sacrestic Ville, dónde no faltaban humanos para alimentarse. Odiaba tener que beber la sangre de animales, pero en tierras licántropas debía ser realmente cuidadoso y aún se encontraba lo suficientemente cerca de Ulmer para correr riesgos.
Había seguido la última pista sobre Zana hasta estas lejanas tierras. Tras varias entrevistas con áridos y desagradables testigos, había descubierto que la vampiresa que había causado numerosos estragos en la zona unos días antes no era quién había venido a buscar. Centenares de kilómetros recorridos tras una pista falsa para terminar helándose de frío en tierra hostil.
Tras devorar a su presa, se acercó a la orilla del inmenso lago. Sólo tenía que rodearlo hasta llegar al río. Luego encontrar la forma más segura de cruzarlo. Aunque el caudal bajaba bastante en esa época del año debido al comienzo de las nevadas y las heladas, a nadie le interesaba demasiado terminar completamente mojado y enfangado. Y los puentes no eran todos seguros.
Se lavó la cara tras comprobar que en aquella zona no estaba demasiado sucia. Apartó de su rostro toda señal de sangre del ciervo que acababa de matar. Saciado, continuó su ruta, distinguiendo en la lejanía la confortable luz de una hoguera. Decidió dirigirse en aquella dirección y con un poco de suerte, entrar en calor antes de dirigirse hacia una cueva cercana dónde pasaría la noche.
Tras una rápida carrera, llegó hasta los alrededores del lugar. Gracias a su vista nocturna, comprobó que una mujer joven estaba sentada junto al fuego. Esperaba que ésta tuviera buena disposición para compartir el calor de la hoguera. Si no, continuaría su camino, sin provocar ningún tipo de enfrentamiento.
Para jugar la mejor de sus bazas, decidió presentarse cómo alguien realmente encantador, utilizando la presencia que podía hacerle parecer más interesante y atractivo. [1]
- Disculpa- dijo con voz suave, introduciéndose poco a poco en el entorno iluminado por el fuego, caminando lentamente, con una leve sonrisa en los labios y un brillo especial en los ojos- No quisiera molestarte, pero ¿me dejarías calentarme un rato en el fuego? Estoy realmente helado... y esta parece la mejor hoguera que he visto en mi vida. Menuda noche de mierda, ¿verdad?
Paró de caminar, aún con varios metros de separación entre ellos, esperando su respuesta.
[1] Presencia Vampírica [Mágica]: Puedo alterar la percepción de los demás sobre mí, haciéndoles verme más aterrador o atractivo, sin que sepan por qué. (En este caso, más atractivo, ya que pretendo dar la mejor imagen posible)
Había seguido la última pista sobre Zana hasta estas lejanas tierras. Tras varias entrevistas con áridos y desagradables testigos, había descubierto que la vampiresa que había causado numerosos estragos en la zona unos días antes no era quién había venido a buscar. Centenares de kilómetros recorridos tras una pista falsa para terminar helándose de frío en tierra hostil.
Tras devorar a su presa, se acercó a la orilla del inmenso lago. Sólo tenía que rodearlo hasta llegar al río. Luego encontrar la forma más segura de cruzarlo. Aunque el caudal bajaba bastante en esa época del año debido al comienzo de las nevadas y las heladas, a nadie le interesaba demasiado terminar completamente mojado y enfangado. Y los puentes no eran todos seguros.
Se lavó la cara tras comprobar que en aquella zona no estaba demasiado sucia. Apartó de su rostro toda señal de sangre del ciervo que acababa de matar. Saciado, continuó su ruta, distinguiendo en la lejanía la confortable luz de una hoguera. Decidió dirigirse en aquella dirección y con un poco de suerte, entrar en calor antes de dirigirse hacia una cueva cercana dónde pasaría la noche.
Tras una rápida carrera, llegó hasta los alrededores del lugar. Gracias a su vista nocturna, comprobó que una mujer joven estaba sentada junto al fuego. Esperaba que ésta tuviera buena disposición para compartir el calor de la hoguera. Si no, continuaría su camino, sin provocar ningún tipo de enfrentamiento.
Para jugar la mejor de sus bazas, decidió presentarse cómo alguien realmente encantador, utilizando la presencia que podía hacerle parecer más interesante y atractivo. [1]
- Disculpa- dijo con voz suave, introduciéndose poco a poco en el entorno iluminado por el fuego, caminando lentamente, con una leve sonrisa en los labios y un brillo especial en los ojos- No quisiera molestarte, pero ¿me dejarías calentarme un rato en el fuego? Estoy realmente helado... y esta parece la mejor hoguera que he visto en mi vida. Menuda noche de mierda, ¿verdad?
Paró de caminar, aún con varios metros de separación entre ellos, esperando su respuesta.
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[1] Presencia Vampírica [Mágica]: Puedo alterar la percepción de los demás sobre mí, haciéndoles verme más aterrador o atractivo, sin que sepan por qué. (En este caso, más atractivo, ya que pretendo dar la mejor imagen posible)
Cohen
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Re: [cerrado] Al cobijo del reflejo de la luna [noche] (libre)
El bailar de las llamas cobraba todo el protagonismo aquella noche, hipnotizando a la joven loba, que se envolvió un poco más en sus prendas y dejó escurrir su espalda por el tronco del árbol en el que se apoyaba, cercano a la orilla. Las incesantes lenguas de fuego ondeaban, dejándose llevar por las brizas de aire que, por momentos, azuzaban la hoguera, evocando tiempos pasados, dibujando figuras que bailaban alrededor de la fogata, al compás de los chasquidos de las ramas incandescentes, tras la última cacería antes del invierno como reflejo de sus propios recuerdos. Sus días en La Manada habían quedado tan atrás, lejanos, casi olvidados. Notaba el calor en el rostro, que contrastaba con el frescor que las brisa hacía que acariciase su nuca y se introdujera entre los ropajes, recorriendo su espalda y provocando escalofríos. Era una sensación difícil de describir, pero apacible, tanto que por momentos sentía que terminaría por quedarse dormida allí. Aunque de hacerlo no importaría, sacudió la cabeza de lado a lado, negándose a sí misma. Cuando amaneciese, agradecería haber descansado sobre un lecho mullido antes de dedicar el día a sus quehaceres.
Un tic reflejo hizo sentir que su oreja derecha daba un respingo al recibir, desde la lejanía, el rumor de los sonidos nocturnos entorpecidos. Giró bruscamente el cuello y la mirada en la dirección en la que tuvo la sensación de escuchar algo, ralentizando su propia respiración hasta dejar de escucharla para que nada entorpeciese la atención con la que ahora trataba de vislumbrar si alguien más pululaba en los alrededores. Hinchó sus pulmones profundamente, con intención de poder distinguir algún aroma anómalo, sin dar con nada. Aun así, se quedó inmóvil unos momentos más, recorriendo con la mirada su alrededor más próximo y para después perderse en la lejanía, donde se desdibujaba la línea que limitaba el lago, el bosque y las montañas. «Alimañas...», acabó por determinar para sí, al comprobar que nada fuera de lo normal parecía hallarse. Si su vista hubiera sido más afinada o su paciencia más trabajada, habría terminado por descubrir al mago de ropas negras y sombrero que se acercaba hacia allí.
Sin embargo, antes de poder rebajar su estado de alerta y retomar la tranquilidad que aquella noche había propiciado, la voz a su espalda, que se dirigió a ella de manera inesperada, provocó un sobresalto que la hizo girar sobre sí bruscamente. Con la piel erizada bajo la lana, retrocedió un par de pasos al encontrarse con la figura de un joven que se dibujaba entre la penumbra anaranjada y avanzaba hacia la muchacha, al tiempo que ella se apartaba un poco más, dejando la hoguera entre ambos. Su mirada se volvió ruda, expectante, desafiante, como la de un depredador que se enfrenta a otro, quizá más grande y más fiero, o quizá no. «Humano. No debería olfatearlo.» A veces, su parte menos animal debía recordarse ese tipo de cosas. «Seré sutil», se aseguró. Arrugó la nariz instante, discreta, lo suficiente para obtener su aroma. Odiaba que los gestos en aquella forma, con la piel al descubierto, fueran tan perceptibles. Reconoció sin esfuerzo la sangre en él, que a la vista no podía distinguirse entre las sombras pero que habría quedado impregnada en sus ropas, pudiendo distinguir que no era humana.(1) Guardó silencio un par de minutos más, tras escuchar su petición. Si se trataba de un joven perdido, o de un viajero, se habría visto obligado a dar caza a algún animal para cenar.
Se abrió hacia un lado, rebajando el nivel de alerta, considerando que si hubiese querido atacarla, ya lo habría hecho. Extendió una mano hacia la hoguera, aun en silencio, indicando al desconocido que podía tomar asiento junto a la misma, haciendo ella lo mismo. Todavía con cierta inseguridad, volvió a llevar la mirada hacia los alrededores donde antes había creído escuchar movimiento, poniendo en duda si el muchacho con el que ahora compartía su fuego habría tenido algo que ver, mostrándose ahora reticente a creer que habría sido una coincidencia y muchos menos parte de una invención de su subconsciente.
—¿Vienes solo?— se limitó a preguntar la loba, al volver a centrar su mirada en el joven.
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(1) Habilidad racial. Sentidos caninos: en forma de lobo mi olfato y oído son el triple de mejores que los de un humano. En forma humana son levemente mejores.
Dahlia
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Re: [cerrado] Al cobijo del reflejo de la luna [noche] (libre)
La joven parecía sobresaltada por el encuentro fortuito, aunque Cohen lo comprendió. Aquellas tierras eran enormes, el bosque inmenso. Quizás esperaba pasar una noche a solas, tranquila, sin compañía y la presencia de un extraño quizás la incomodaba. De todas formas, sólo quería calentarse un corto rato, antes de continuar su camino en dirección a la cueva abandonada dónde debía de pasar la jornada diurna siguiente.
- Desafortunadamente, viajo solo. Vengo de una aldea cercana a Ulmer y me dirijo hacia el suroeste, hacia el río- dijo Cohen, respondiendo a la pregunta de la chica, siguiendo utilizando sus mejores dotes [1]- Siento haberte asustado y haberte impuesto mi compañía momentánea, pero me he lavado las manos en el lago y estoy helado. Quisiera poder pasar un rato junto al fuego. Si me lo permites…
Cohen esperaba que le permitiera compartir el fuego un rato. Aunque si se negaba no insistiría ni continuaría su camino. Desconocía qué era la chica, pero aquella era tierra de licántropos y lo último que quería era un enfrentamiento que le derivara a meterse en algún problema. Pasar desapercibido, en la justa medida, era importante para él.
Se sentó sobre una piedra, al otro lado de la hoguera, aunque sin acercarse demasiado. Los vampiros eran especialmente vulnerables al fuego y siempre temía compartir hoguera con desconocidos, por si dominaban ese elemento. Pero la noche era realmente fría y aunque él no pudiera morir de hipotermia, entrar un poco en calor era siempre reconfortante.
- Uff, este fuego va genial- dijo mirando a la chica con una amplia sonrisa, mientras continuaba hablando con la intención de ganarse su confianza- Sé que debería aprender a hacer fuego, pero siempre he sido muy patoso… ¿Cómo te llamas, por cierto? Puedes inventarte un nombre, si no quieres dárselo a un desconocido… de todas formas, no tengo forma de saber si me dices la verdad...
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[1] Sigo manteniendo: Presencia Vampírica [Mágica]: Puedo alterar la percepción de los demás sobre mí, haciéndoles verme más aterrador o atractivo, sin que sepan por qué. (Sigo pretendiendo dar la mejor imagen posible)
- Desafortunadamente, viajo solo. Vengo de una aldea cercana a Ulmer y me dirijo hacia el suroeste, hacia el río- dijo Cohen, respondiendo a la pregunta de la chica, siguiendo utilizando sus mejores dotes [1]- Siento haberte asustado y haberte impuesto mi compañía momentánea, pero me he lavado las manos en el lago y estoy helado. Quisiera poder pasar un rato junto al fuego. Si me lo permites…
Cohen esperaba que le permitiera compartir el fuego un rato. Aunque si se negaba no insistiría ni continuaría su camino. Desconocía qué era la chica, pero aquella era tierra de licántropos y lo último que quería era un enfrentamiento que le derivara a meterse en algún problema. Pasar desapercibido, en la justa medida, era importante para él.
Se sentó sobre una piedra, al otro lado de la hoguera, aunque sin acercarse demasiado. Los vampiros eran especialmente vulnerables al fuego y siempre temía compartir hoguera con desconocidos, por si dominaban ese elemento. Pero la noche era realmente fría y aunque él no pudiera morir de hipotermia, entrar un poco en calor era siempre reconfortante.
- Uff, este fuego va genial- dijo mirando a la chica con una amplia sonrisa, mientras continuaba hablando con la intención de ganarse su confianza- Sé que debería aprender a hacer fuego, pero siempre he sido muy patoso… ¿Cómo te llamas, por cierto? Puedes inventarte un nombre, si no quieres dárselo a un desconocido… de todas formas, no tengo forma de saber si me dices la verdad...
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[1] Sigo manteniendo: Presencia Vampírica [Mágica]: Puedo alterar la percepción de los demás sobre mí, haciéndoles verme más aterrador o atractivo, sin que sepan por qué. (Sigo pretendiendo dar la mejor imagen posible)
Cohen
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Re: [cerrado] Al cobijo del reflejo de la luna [noche] (libre)
Atendió en silencio a la justificación del joven para encontrarse en aquellas tierras, volviendo a recobrar la compostura y apaciguar su estado alterado. «Un viajero del este. Aunque no parece un lobo descarriado... No huele como uno.» razonó para sí. Recogió sus piernas, llevándolas hacia el pecho, y las envolvió con sus brazos mientras apoyaba el mentón sobre sus rodillas. A través de las llamas, observó con precaución cada rasgo dibujado en su rostro, tenuemente iluminado por la hoguera que ahora quedaba entre ambos. Esos ojos grises, que ahora se volvían ocres en el reflejo del fuego, era difícil no perderse en ellos. Casi sonrió cuando el muchacho se disculpó por haber irrumpido inesperadamente en mitad de una noche de loba solitaria, no parecía alguien a quien temer, más bien podría considerarlo, incluso, una presa fácil. Si... Sería tan sencillo abalanzarse sobre él, cuando menos los esperase, cambiar de forma al saltar sobre las llamas... «Basta.», reaccionó su parte más humana, calmando sus instintos.
—Dahlia.— respondió, al volver a centrarse en la conversación y atender a su pregunta. Dar su nombre no era algo que la preocupase, menos tan cerca de Ulmer, donde podían identificarla en caso de ser necesario.
Arqueó ligeramente una ceja cuando el joven desconocido optó por mantener las distancias. Bueno, no era la única que tomaba precauciones, después de todo.
—Alguien que viaja solo debería saber cuidar de sí mismo.— apuntó, como curiosidad, sin intención de reprochar nada al extranjero, mientras se ahuecaba el pelo hacia atrás. Ella misma se había visto en la necesidad, más de una vez, de buscar refugio a merced de otros por mera supervivencia.
Desenlazó sus brazos para estirar uno de ellos y alcanzar la bolsa de tela que llevaba consigo y que había quedado a un lado de la hoguera. De ella sacó un mantón lo suficientemente fino para poder llevarlo bien doblado, pero suficientemente grueso para dar abrigo y se lo tendió al joven. Era una noche tranquila, no había razón para truncarla. Al menos, por el momento.
—Y tú, ¿quién eres?
Dahlia
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Re: [cerrado] Al cobijo del reflejo de la luna [noche] (libre)
Cohen alzó las cejas en un gesto de asombro por su nombre. Había emprendido el viaje hacia las Tierras del Este en búsqueda de Zana, a la que apodaban la Dalia Negra, que no era otra que la mujer que le había convertido en vampiro.
Sus pensamientos quedaron interrumpidos cuándo la joven hizo el comentario sobre su desconocimiento sobre hacer fuego. Cohen no pudo evitar sonreír, mientras una débil risa escapaba entre sus labios.
- Lo sé. Cuándo emprendí este viaje, que fue totalmente inesperado, no hacía tanto frío. Tampoco esperaba que se alargara tanto.
La joven le cedió una manta que llevaba en su bolsa de viaje. La verdad era que le sorprendía la amabilidad de la joven, sola en aquel lugar. Aunque se había mostrado desconfiada, le agradeció su gesto.
Cuando la tenía en las manos, se la echó por encima buscando entrar en calor, agradeciendo el cálido contacto.
Fue entonces cuándo escuchó la gran pregunta. Aquella que siempre temía que le hicieran y la que siempre intentaba no contestar. Cohen odiaba hablar de sí mismo, más que nada, porque se veía obligado a mentir. Y aunque se había repetido mil veces la respuesta a esa pregunta, sus dudas estaban siempre presentes.
¿Debía dar más detalles o limitarse a lo mínimo? No soltar prenda puede causar gran desconfianza, pero igualmente, dar demasiada información solía ser contraproducente. Encontrar el punto exacto entre ambas elecciones era fácil normalmente, en una taberna llena de distracciones y personas… Pero en el oscuro bosque, con una desconocida que tenía toda su atención, la respuesta debía ser perfecta.
- Me llamo Cohen. Vivo en Roilkat y cómo habrás comprobado, no suelo salir mucho de la ciudad. Viajé hacia el norte a finales de verano, a causa de un trabajo. Ahora viajo dirección sur, bordeando el lago. Estoy deseando volver a casa. La Península de Verisar no es tan fría- dijo, bromeando, mientras echaba aire caliente de su boca en sus manos.
Sin duda, salvo su nombre, todo era mentira. Pero no estaba dispuesto a reconocer que viajaba de vuelta a Sacrestic Ville, ya que pondría sospechas en la mente de la joven sobre su verdadera naturaleza. Así que utilizó los pocos recuerdos que tenía de su vida cómo humano: la ciudad de Roilkat, a la que acudía varias veces en cada estación.
- Ya sabes. Yule se aproxima y me gustaría estar en casa con mis padres y amigos. ¿Tú tienes familia?
Cohen pensó que, con suerte, la conversación no volvería a centrarse en él. Esperaba que su respuesta fuera confiable y convincente para la mujer.
Sus pensamientos quedaron interrumpidos cuándo la joven hizo el comentario sobre su desconocimiento sobre hacer fuego. Cohen no pudo evitar sonreír, mientras una débil risa escapaba entre sus labios.
- Lo sé. Cuándo emprendí este viaje, que fue totalmente inesperado, no hacía tanto frío. Tampoco esperaba que se alargara tanto.
La joven le cedió una manta que llevaba en su bolsa de viaje. La verdad era que le sorprendía la amabilidad de la joven, sola en aquel lugar. Aunque se había mostrado desconfiada, le agradeció su gesto.
Cuando la tenía en las manos, se la echó por encima buscando entrar en calor, agradeciendo el cálido contacto.
Fue entonces cuándo escuchó la gran pregunta. Aquella que siempre temía que le hicieran y la que siempre intentaba no contestar. Cohen odiaba hablar de sí mismo, más que nada, porque se veía obligado a mentir. Y aunque se había repetido mil veces la respuesta a esa pregunta, sus dudas estaban siempre presentes.
¿Debía dar más detalles o limitarse a lo mínimo? No soltar prenda puede causar gran desconfianza, pero igualmente, dar demasiada información solía ser contraproducente. Encontrar el punto exacto entre ambas elecciones era fácil normalmente, en una taberna llena de distracciones y personas… Pero en el oscuro bosque, con una desconocida que tenía toda su atención, la respuesta debía ser perfecta.
- Me llamo Cohen. Vivo en Roilkat y cómo habrás comprobado, no suelo salir mucho de la ciudad. Viajé hacia el norte a finales de verano, a causa de un trabajo. Ahora viajo dirección sur, bordeando el lago. Estoy deseando volver a casa. La Península de Verisar no es tan fría- dijo, bromeando, mientras echaba aire caliente de su boca en sus manos.
Sin duda, salvo su nombre, todo era mentira. Pero no estaba dispuesto a reconocer que viajaba de vuelta a Sacrestic Ville, ya que pondría sospechas en la mente de la joven sobre su verdadera naturaleza. Así que utilizó los pocos recuerdos que tenía de su vida cómo humano: la ciudad de Roilkat, a la que acudía varias veces en cada estación.
- Ya sabes. Yule se aproxima y me gustaría estar en casa con mis padres y amigos. ¿Tú tienes familia?
Cohen pensó que, con suerte, la conversación no volvería a centrarse en él. Esperaba que su respuesta fuera confiable y convincente para la mujer.
Cohen
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Re: [cerrado] Al cobijo del reflejo de la luna [noche] (libre)
Sintió lástima del joven. Llegar a Roilkat desde allí suponía atravesar el continente de cabo a rabo y con la llegada del invierno cabía la duda de si alguien poco acostumbrado a planificar viajes lograría terminar el suyo. Los territorios humanos resultaban una incógnita para ella, en Ringe la prohibición de cazar más allá de los bosques de los lobos era asumida sin discusión, aunque mala fortuna le esperaba a aquellos hombres que se alejasen de sus tierras. La misma, si se paraba a pensarlo, que había sufrido ella misma años atrás, en las aldeas fronterizas. Trató de apartar su memoria del recuerdo de aquella experiencia en la que, en según qué momentos, fue difícil determinar quién había resultado ser más animal, más bestia, ella o ellos.
—¿Por trabajo?— murmuró, repitiendo con curiosidad —Uno muy lucrativo, o muy necesario, si te viste obligado a un viaje tan extenso...— comentó.
Pensó entonces en su propio camino hacia las montañas, lo eternas que se hicieron las semanas aún viajando en carromato y en época de temperaturas más templadas. Recorrer el camino de vuelta en las condiciones que ahora se daban, además a pie, podría considerarse toda una hazaña, ¿de valentía o de suicidio? Estaba por determinar.
Frunció el ceño un momento al terminar de atender a las explicaciones del joven, había algo que no parecía encajar en la historia. De primera pata sabía que los norteños extrañamente hablaban de verano o invierno, para ellos sólo había épocas frías, muy frías y extremadamente frías. Aun habiendo llegado a las tierras del norte hacia el final de la estival, habría sufrido temperaturas similares a las que ahora comenzaban a darse en aquella latitud, más baja y por tanto más cálida, claro que nada comparada a las llanuras del sur.
—Así que a Verisar... Creo que acabaría perdiendo el pelaje con tanto calor.— comentó como si nada, como un pensamiento en voz alta, antes de darse cuenta del detalle que acaba de escucharse revelar sobre su persona.
Sus ojos se abrieron un instante al reparar en el desliz y se aclaró la garganta, carraspeando, tratando de desviar el tema. No era que le diese demasiada importancia a revelar su condición, cualquiera que osase caminar por aquellas tierras estaría al tanto de quienes las habitaban, mas toda precaución era bienvenida, más si tenía en cuenta que aquel chico, Cohen, despuntaba por algo. Aunque era incapaz de determinar en qué. Apariencia atractiva, al menos lo que podía apreciarse en la penumbra, actitud cercana, una historia simple sobre una vida sencilla...
—Claro... El Yule...— suspiró, apartando ahora todos sus pensamientos dudosos.
Mentar las festividades que se acercaban apeló a su parte más nostálgica. Las dos últimas las había pasado en Ulmer, aunque entonces no se sentía parte de la manada allí formada. A decir verdad, todavía no lo hacía. No lo sentía como algo triste, ni siquiera negativo, gran parte de que aquello fuera así se debía a su escasa presencia en el pueblo. Vivir y trabajar apartada, en la granja, no daba para muchas oportunidades de recorrer allí donde los caminos se volvían más firmes y pedregosos. Pasó otras tantas en el norte, las que más recordaba, con considerable afecto, a pesar de ser tan distintas de las ya casi olvidadas tradiciones de La Manada.
Esquivando la pregunta, en un arranque repentino, comenzó a acercarse un poco más al joven, arrimandose hacia él.
—Dime Cohen...— arrugó el hocico un par de veces rápidas, buscando desgranar el olor a sangre, ahora más suave a causa del secado al aire, que desprendían los restos que habían salpicado el cuello de su camisa —Si no sabes prender una hoguera...— planteó, mientras apoyaba sus rodillas en el suelo y plantaba las palmas de sus manos por delante de ella, inclinándose hacia delante y acortando las distancias frente a él. —...debe gustarte la carne cruda...— concluyó, dejando entrever sus colmillos de canes entre la media sonrisa que esbozaba al señalar las salpicaduras.
«¿Realmente importa?» De igual manera que había centrado su interés en la presa que debía haberle servido de cena -o de desayuno, según se mire, aunque lo dejaremos en cena ante la ignorancia de la loba acerca de la verdadera naturaleza del joven-, lo desvió de nuevo hacia el paisaje. El aroma abría su apetito, aquel que se esforzaba por mantener a raya en su forma humana. Recuperó su postura anterior, volviendo a poner las posaderas en su lugar inicial.
—La tengo. Una familia, digo. En alguna parte...— contestó a su cuestión anterior —Volver de entre los muertos sería un divertido milagro del Yule.— «¿Divertido? Para quién.» —Bueno, quizá divertido no sea la palabra...— se contestó a sí misma —¿Cómo lo celebráis los...— «No digas humanos» —...sureños?
Dahlia
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Re: [cerrado] Al cobijo del reflejo de la luna [noche] (libre)
La chica parecía pensativa, algo que hizo sentir algo nervioso al vampiro. ¿Acaso había dicho algo que hubiera llamado la atención de aquella mujer? De pronto, la mirada de Dahlia pareció clavarse en él y a medida de que se acercaba, parecía estar oliéndole. No necesitó mucho más tiempo para comprender lo que sucedía, pero la postura adoptada por la chica disipó todas las dudas, si es que éstas existían.
Ante su pregunta se quedó algo indeciso. Era obvio que no podía haber cocinado nada. Por otro lado, la mujer que acababa de enseñarle sus colmillos había olído la sangre del animal que había matado para alimentarse.
- Oh, ¿has olido la sangre? Sí, me atacó un lobo antes del anochecer- dijo, intentando darle a entender que la luz del sol no podía hacerle arder- Tuve la suerte de poder defenderme antes de que llegara la noche. De recibir el ataque en la oscuridad, creo que hubiera salido mucho peor parado...
El vampiro se relajó cuándo la licántropa volvió a sentarse y comenzó a hablar de su familia. Pero a Cohen le parecía bastante incómoda. Quizás porque a la mujer le costaba hablar de ciertos temas tanto cómo a él.
Entonces, llegó una nueva pregunta. Afortunadamente, sabía cómo contestarla. Había vivido la mayor parte de su vida allí.
- Pues… depende mucho de la religión de cada cual. En mi aldea, decoramos las calles y encendemos hogueras. Pasamos parte de la noche alrededor del fuego, contando historias del pasado o escuchando el relato de algún juglar. Luego compartimos la cena en común, bailamos… estamos juntos hasta el amanecer y tras los primeros rayos del día, volvemos a nuestros quehaceres…
Cohen sintió cierta nostalgia. Los recuerdos que conservaba de su época cómo humano eran pocos, ya que Zana había manipulado en tantas ocasiones su mente que muchos habían quedado borrados, pero recordaba los recuerdos de su infancia, en la aldea, pasando la noche junto al fuego, escuchando historias que apenas podría recordar.
- Desde que los vampiros invadieron nuestras tierras, no hemos disfrutado tanto de las fiestas- añadió, sabiendo la inquina que la mayoría de las personas de Aerandir tenían hacia su raza actual- Pero es un momento importante del año, a pesar de que muchos perdimos familiares durante estas fiestas hace unos años... Tanto que caminaré día y noche, si es necesario, para llegar a tiempo a Roilkat para celebrar el Yule. ¿Vosotros lo celebráis por aquí?
Ante su pregunta se quedó algo indeciso. Era obvio que no podía haber cocinado nada. Por otro lado, la mujer que acababa de enseñarle sus colmillos había olído la sangre del animal que había matado para alimentarse.
- Oh, ¿has olido la sangre? Sí, me atacó un lobo antes del anochecer- dijo, intentando darle a entender que la luz del sol no podía hacerle arder- Tuve la suerte de poder defenderme antes de que llegara la noche. De recibir el ataque en la oscuridad, creo que hubiera salido mucho peor parado...
El vampiro se relajó cuándo la licántropa volvió a sentarse y comenzó a hablar de su familia. Pero a Cohen le parecía bastante incómoda. Quizás porque a la mujer le costaba hablar de ciertos temas tanto cómo a él.
Entonces, llegó una nueva pregunta. Afortunadamente, sabía cómo contestarla. Había vivido la mayor parte de su vida allí.
- Pues… depende mucho de la religión de cada cual. En mi aldea, decoramos las calles y encendemos hogueras. Pasamos parte de la noche alrededor del fuego, contando historias del pasado o escuchando el relato de algún juglar. Luego compartimos la cena en común, bailamos… estamos juntos hasta el amanecer y tras los primeros rayos del día, volvemos a nuestros quehaceres…
Cohen sintió cierta nostalgia. Los recuerdos que conservaba de su época cómo humano eran pocos, ya que Zana había manipulado en tantas ocasiones su mente que muchos habían quedado borrados, pero recordaba los recuerdos de su infancia, en la aldea, pasando la noche junto al fuego, escuchando historias que apenas podría recordar.
- Desde que los vampiros invadieron nuestras tierras, no hemos disfrutado tanto de las fiestas- añadió, sabiendo la inquina que la mayoría de las personas de Aerandir tenían hacia su raza actual- Pero es un momento importante del año, a pesar de que muchos perdimos familiares durante estas fiestas hace unos años... Tanto que caminaré día y noche, si es necesario, para llegar a tiempo a Roilkat para celebrar el Yule. ¿Vosotros lo celebráis por aquí?
Cohen
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Re: [cerrado] Al cobijo del reflejo de la luna [noche] (libre)
Soltó una carcajada. Atacado por un lobo... Si, bueno, no todos resultaban ser amistosos. Debía tratarse de uno joven o que sólo buscase algo de entretenimiento, de lo contrario el ataque habría sido mucho más grave. «No seas tan descarada», tuvo que advertirle su razón. Examinó con mayor atención al chico, imaginando ahora de cuántas formas distintas que podría tumbarlo. «Quizá es más fuerte de lo que parece», caviló. No iba armado, al menos no aparentemente, tampoco se veía lo suficientemente corpulento para haber hecho frente a un can. ¿Las apariencias engañan o lo hacían sus palabras? De repente, se sorprendió al notar crecer su interés por el chico. Las enseñanzas sobre lo inapropiado que resulta jugar con la comida pasaron a segundo plano, como lo hacían cada vez que una potencial presa se presentaba ante ella con incógnitas que despejar, la caza se volvía más divertida cuando suponía un reto.
Un aullido en la lejanía rezumbó en su oído, ladeando la cabeza en un rápido e instintivo movimiento hacia la dirección de la que llegaba el sonido. Arrugó la nariz en un par de inhalaciones automáticas, el control del entorno pasaba por percibir cambios en los aromas que traía el viento, aunque no advirtió ninguna amenaza.
—Si, la tuviste.— coincidió con Cohen, una vez volvió a centrar su atención en él —Camina con mil ojos a partir de ahora, si lograste herirlo estará deseando toparse contigo y terminar lo que empezó.— añadió, aunque sin darle demasiada importancia al asunto, mientras azuzaba los leños en la hoguera para avivar las llamas.
Atendió con curiosidad a la respuesta del joven. Su celebración del solsticio de invierno no distaba mucho de las que conocía o había vivido, quitando la cacería especial del Yule, que permitía a los lobos celebrar la noche con un buen festín. Pudo percibir un cambio en su voz, un ligero quiebro y un desvío en su mirada que denotaba, de forma sutil, un sentimiento de nostalgia que la loba pudo entender, como si lo sintiera en sus propias carnes.
—¿Hace mucho que no ves a los tuyos?— abrazó sus piernas y las apretó contra el pecho, quedando sentada hecha un ovillo, apoyando su barbilla sobre las rodillas.
Debía esforzarse por recordar a su propia familia. Dudaba si tendría que sentirse culpable por ello, porque la verdad era que no lo hacía. Los preceptos de La Manada eran claros, nadie habría salido en su busca al comprobar que no concluía la última prueba, tampoco los culpaba. Fue la primera en sorprenderse cuando despertó en aquel carromato, camino al norte, comprendiendo que había sido incapaz de terminar. Había dejado la aldea con la convicción de que volvería airosa, se había imaginado tantas veces llegando de vuelta, demostrando y celebrando su valía, que gestionar el fracaso no fue algo que esperase tener que hacer. Gruñó para sí, castigándose una vez más por haberse dejado apalear. «El hombre es el lobo del hombre».
Se revolvió tras sentir un respingo en su espalda cuando Cohen mentó a los seres malditos. La razón por la que nunca se había topado con uno no era cuestión de fortuna divina, sino de sensatez. Jamás había cruzado el río, el oeste resultaba ser una basta extensión de tierra desconocida, que por otra parte tampoco tenía interés alguno por conocer. No, prefería los bosques donde fuera altamente probable dar con una presa en condiciones, no le resultaba atractiva la idea de compartir alimento con los rostros pálidos, menos de convertirse en él. Caviló un momento, en silencio, y su imaginación voló lejos de la narración del joven. ¿Cómo de difícil resultaría dar caza a un vampiro? La nebulosa de su cabeza, en la que daba forma a las imágenes que su invención dibujaba, se disipó de pronto cuando la atención del chico volvió a centrarse en ella, siéndole devuelto el interés.
—Sí, claro, son días emocionantes. Veamos...— qué podría compartir con el muchacho que no hiciera que saliese por patas —De entre las tradiciones locales destacaría la ofrenda a La Montaña, para que nos guarde y proteja el valle un inverno más de las grandes nevadas.— «Vale, bien, buena elección. Nada fuera de lo normal.» —¡Ah, sí!— exclamó, con un brillo de excitación en los ojos —La Gran Cacería Invernal. Casi se vive como un evento familiar, hasta los cachorros participan. Nos abastecemos con buena cantidad de carne que luego secamos o conservamos en salmuera, asegurando estómagos llenos hasta primavera. Claro, que somos los experimentados quienes nos hacemos cargo de las grandes presas.
Si su parte más humana y racional hubiese adquirido forma corpórea en su mente, en aquel momentos tendría que estar dándose de cabezazos contra las paredes del cráneo. Desistiendo de mantenerse a raya, dejó de importarle que el desconocido conociese su naturaleza, si es que en algún momento había hecho un esfuerzo consciente por evitarlo.
La luna gobernaba en lo alto, contemplativa, guardando bajo su manto plateado el Gran Lago. Aún faltaban varias noches para mostrarse completa. Llevó la mirada a la inmensidad del agua, que se extendía hasta el horizonte, impidiendo que la orilla occidental se alcanzase a ver desde aquel lado. Indudablemente, prefería aquellas aguas a las bravas del mar abierto. Podía imaginar la temperatura a la que habían descendido tras la caída del sol, mas en ella comenzaban a nacer intenciones de lanzarse, zambullirse, darse un buen chapuzón.
—¿Sabes nadar?— preguntó curiosa, apartando El Yule al olvido y dejando entrever una ligera sonrisa divertida, sin apartar los ojos de aquella masa de agua finita.
Dahlia
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Re: [cerrado] Al cobijo del reflejo de la luna [noche] (libre)
La chica pareció volver a centrarse tras unos breves segundos ausente. Quizás su compañía no estaba siendo del todo entretenida. Quizás, fuera despistada por naturaleza. Quizás, comenzaba a sospechar de él.
Escuchó con atención las tradiciones locales sobre el Yule, intentando notar en ella alguna señal de desconfianza. Alzó las cejas al escuchar la parte del relato relativa a la Gran Cacería Invernal.
Cómo en todo Aerandir, el invierno era duro, aunque en la Península de Verisar resultaba ligeramente más agradable. Era normal que en las regiones más frías se prepararan para un largo y frío invierno, cazando para tener alimentos los días en los que cazar no resulta tan fructífero. Los adultos debían mantener y alimentar a sus hijos.
Aunque algunos aspectos del relato hicieron despertar la imaginación del vampiro, los dejó pasar, obviando su temor de que algunas piezas de carne fueran humanas... ¿Qué podría querer hacerle la chica si supiera su naturaleza real?
- Nosotros tenemos los campos fértiles del sur que, a pesar del frío, suele darnos algo de alimentos. Comprendo vuestra tradición: hay inviernos bastante duros. No sé cómo los dragones pueden subsistir allá arriba- dijo, señalando al Norte, dirección a las heladas tierras del Reino de Dundarak- Fui en verano hace un tiempo… y joder, incluso entonces hacía frío…
Tras unos segundos, la licántropa le preguntó si sabía nadar. La pregunta le cogió por sorpresa. Observó cómo la chica miraba en dirección al lago que estaba justo a su espalda.
- ¿Lo estás preguntando en serio? - preguntó Cohen, asombrado por la temeridad que mostraba la joven, mientras sonreía ampliamente- A ver… sé nadar. De pequeño aprendí en la playa de los ancestros. Aunque me temo que, con la falta de práctica, habré perdido facultades. ¿De verdad te estás planteando mojarte con el frío que comienza a hacer?
Entonces recordó el olor de la sangre que emanaba de su cuerpo y la rapidez con la que Dahlia había conseguido identificarla. Además, tenía algunas prendas manchadas con la sangre del animal. Mojarla podría ser una forma de acabar con el olor. Si cuando sus caminos se separaran, se encontraba con otro licántropo, no le gustaría tener que dar explicaciones si su olor era captado por él.
- No sé si será del todo seguro… Sensato sé que no. Pero no sé… si te atreves, yo te sigo.
Escuchó con atención las tradiciones locales sobre el Yule, intentando notar en ella alguna señal de desconfianza. Alzó las cejas al escuchar la parte del relato relativa a la Gran Cacería Invernal.
Cómo en todo Aerandir, el invierno era duro, aunque en la Península de Verisar resultaba ligeramente más agradable. Era normal que en las regiones más frías se prepararan para un largo y frío invierno, cazando para tener alimentos los días en los que cazar no resulta tan fructífero. Los adultos debían mantener y alimentar a sus hijos.
Aunque algunos aspectos del relato hicieron despertar la imaginación del vampiro, los dejó pasar, obviando su temor de que algunas piezas de carne fueran humanas... ¿Qué podría querer hacerle la chica si supiera su naturaleza real?
- Nosotros tenemos los campos fértiles del sur que, a pesar del frío, suele darnos algo de alimentos. Comprendo vuestra tradición: hay inviernos bastante duros. No sé cómo los dragones pueden subsistir allá arriba- dijo, señalando al Norte, dirección a las heladas tierras del Reino de Dundarak- Fui en verano hace un tiempo… y joder, incluso entonces hacía frío…
Tras unos segundos, la licántropa le preguntó si sabía nadar. La pregunta le cogió por sorpresa. Observó cómo la chica miraba en dirección al lago que estaba justo a su espalda.
- ¿Lo estás preguntando en serio? - preguntó Cohen, asombrado por la temeridad que mostraba la joven, mientras sonreía ampliamente- A ver… sé nadar. De pequeño aprendí en la playa de los ancestros. Aunque me temo que, con la falta de práctica, habré perdido facultades. ¿De verdad te estás planteando mojarte con el frío que comienza a hacer?
Entonces recordó el olor de la sangre que emanaba de su cuerpo y la rapidez con la que Dahlia había conseguido identificarla. Además, tenía algunas prendas manchadas con la sangre del animal. Mojarla podría ser una forma de acabar con el olor. Si cuando sus caminos se separaran, se encontraba con otro licántropo, no le gustaría tener que dar explicaciones si su olor era captado por él.
- No sé si será del todo seguro… Sensato sé que no. Pero no sé… si te atreves, yo te sigo.
Cohen
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Re: [cerrado] Al cobijo del reflejo de la luna [noche] (libre)
—En el norte están hechos de otra pasta.— comentó, dejando escapar una suave carcajada al atender a la apreciación de Cohen —Claro que para alguien de origen sureño, cualquier cambio de temperatura a la baja se siente helador.— añadió, más como un pensamiento en voz alta que como parte de la conversación —En cualquier caso, lejanas son las tierras a las que el deber te lleva, ¿qué tipo de trabajo te obliga a un viaje así?
No se sorprendió de la extrañeza que mostró el joven. Si en aquella época ya resultaba un acto de valentía meterse en el agua cuando el sol brillaba, hacerlo cuando caía la noche y con ella la temperatura rozaba la locura. Suspiró, esbozando una ligera sonrisa. «Si... Lo más lógico sería quedarse quietecita.» Sin embargo, su gesto si se tiñó de asombro cuando el chico accedió a la implícita invitación.
Se puso en pie y avanzó unos pasos, hasta la orilla. Allí se agachó hasta poder pasear sus dedos por la superficie del agua. Soltó una pequeña risa aguda.
—Está fría.— expuso, volviéndose hacia el chico —¿Seguro? Bueno... Hay quienes dicen que en las profundidades hay criaturas...— caviló, mientras comenzaba a desvestirse —Pero yo nunca he visto nada más raro que peces autóctonos.
Tan pronto como se hubo quitado hasta la última prenda, se zambulló al agua. De hacerlo poco a poco, habría acabado arrepintiéndose.
—¡Uh! ¡Eh... Tranquilo... No está tan mal!— le hizo saber, tras adentrarse un poco más con un par de brazadas, alejándose algo de Cohen —¡Entonces, ¿te mojas? ¿O al final resulta que prefieres el fuego?!— retó la loba, mientras chapoteaba bajo la luna.
Dahlia
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Re: [cerrado] Al cobijo del reflejo de la luna [noche] (libre)
Vio cómo Dahlia se puso en pie decidida. Cohen suspiró, mientras se daba cuenta de que iba a tener que bañarse en mitad de la madrugada en un lago helado. ¡Joder! Si se había acercado al fuego para calentarse… ¿cómo iba ahora a empaparse? Además, la noche avanzaba y debía llegar a su próximo refugio antes de la salida del sol…
Mientras meditaba, la joven se comenzó a desnudar. Cohen prefirió no mirar demasiado: no quería incomodarla a pesar de que no parecía nada tímida. Y segundo, porque no es que tuviera mucho interés en el cuerpo femenino en general.
Lo que sí llamó su atención fue su prenda interior. Parecía de cuero. ¿Quizás la había hecho con la piel de algún animal del bosque? ¿Uno que ella misma había cazado? Durante un instante, se imaginó una prenda interior hecha con su propia piel. Sin duda, una idea espantosa...
La chica pasó junto a su lado y decidida, a su espalda, se adentró en las aguas del pantano, justo después de decir que podría haber criaturas marinas bajo la superficie. A él, en cambio, le daba más miedo el sol.
Cohen se acercó a la orilla y comenzó a desvestirse. Era la única forma de desprenderse del olor que la licántropa había captado en él. O al menos, eso creía. Se desnudó bajo la luz de la luna, dejando ver su cuerpo a la chica si así lo deseaba. Nunca había sido aprensivo a la desnudez humana ni le había incomodado mostrarse desnudo ante los demás.
- ¡Qué remedio, joder! - expresó, mientras deseaba no haberse apartado del fuego, mientras se alejaba para coger impulso.
Desde unos cinco metros, comenzó a correr rápidamente y saltó al llegar a la orilla. Su cuerpo quedó totalmente sumergido segundos después. La gélida corriente de agua le fue helando hasta cubrirle por completo y cuándo salió a la superficie, tomó aire con la sensación de que lo necesitaba.
- ¿Qué no está tan… mal? Quisiera saber a que… llamas tú agua caliente… - respondió mientras comenzaba a tiritar a causa de la baja temperatura del agua.
Dio unas brazadas intentando que su cuerpo entrara en calor, aunque le era imposible. Recordó sus cálidos baños en la habitación trasera en La Flor Inerte, con pétalos de violeta flotando sobre el agua ardiente.
- Ahora si que… hecho de menos estar… en casa- dijo, mientras sus dientes tiritaban a causa del frío- ¡Joder, voy a morir de frío... por tu culpa! ¿Cómo… puedes estar tan bien? Se me ha encogido… hasta la polla.
Rió mientras se planteaba si los vampiros podrían morir por hipotermia.
Mientras meditaba, la joven se comenzó a desnudar. Cohen prefirió no mirar demasiado: no quería incomodarla a pesar de que no parecía nada tímida. Y segundo, porque no es que tuviera mucho interés en el cuerpo femenino en general.
Lo que sí llamó su atención fue su prenda interior. Parecía de cuero. ¿Quizás la había hecho con la piel de algún animal del bosque? ¿Uno que ella misma había cazado? Durante un instante, se imaginó una prenda interior hecha con su propia piel. Sin duda, una idea espantosa...
La chica pasó junto a su lado y decidida, a su espalda, se adentró en las aguas del pantano, justo después de decir que podría haber criaturas marinas bajo la superficie. A él, en cambio, le daba más miedo el sol.
Cohen se acercó a la orilla y comenzó a desvestirse. Era la única forma de desprenderse del olor que la licántropa había captado en él. O al menos, eso creía. Se desnudó bajo la luz de la luna, dejando ver su cuerpo a la chica si así lo deseaba. Nunca había sido aprensivo a la desnudez humana ni le había incomodado mostrarse desnudo ante los demás.
- ¡Qué remedio, joder! - expresó, mientras deseaba no haberse apartado del fuego, mientras se alejaba para coger impulso.
Desde unos cinco metros, comenzó a correr rápidamente y saltó al llegar a la orilla. Su cuerpo quedó totalmente sumergido segundos después. La gélida corriente de agua le fue helando hasta cubrirle por completo y cuándo salió a la superficie, tomó aire con la sensación de que lo necesitaba.
- ¿Qué no está tan… mal? Quisiera saber a que… llamas tú agua caliente… - respondió mientras comenzaba a tiritar a causa de la baja temperatura del agua.
Dio unas brazadas intentando que su cuerpo entrara en calor, aunque le era imposible. Recordó sus cálidos baños en la habitación trasera en La Flor Inerte, con pétalos de violeta flotando sobre el agua ardiente.
- Ahora si que… hecho de menos estar… en casa- dijo, mientras sus dientes tiritaban a causa del frío- ¡Joder, voy a morir de frío... por tu culpa! ¿Cómo… puedes estar tan bien? Se me ha encogido… hasta la polla.
Rió mientras se planteaba si los vampiros podrían morir por hipotermia.
Cohen
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Re: [cerrado] Al cobijo del reflejo de la luna [noche] (libre)
Dahlia jugueteaba en el agua, a fin de mantener el cuerpo en movimiento para no sentir la hipotermia. Sólo volvió la atención hacia el chico cuando éste comenzó a desvestirse. La timidez que había mostrado desde el primer momento de su encuentro no parecía afectarle en cuestiones de pudor, tampoco se mostró sorprendida, para ella la desnudez no era otra cosa que la naturalidad más primaria. Lo observó de manera directa sin preocuparse por ocultar mínimamente el descaro, con el rostro sumergido hasta la mitad, confirmando entonces que no sólo su rostro era atractivo. Un físico bien cuidado, de tez clara, quizá demasiado para su gusto, aunque sin darle demasiadas vueltas asumió que se debía a su estancia en el norte, donde a pesar de contar con soleados veranos, la irradiación solar no tintaba la piel de forma tan intensa.
Soltó una carcajada cuando Cohen puso el grito en el cielo, en el proceso de dejar atrás la orilla, considerando todo un acierto que el joven optase por lanzarse de una tirada, ya que de lo contrario habría terminado por echarse atrás. Todavía mayor fue la diversión al presenciar su reacción y recibir sus acusaciones.
—¡A las termas de Dundarak!— alcanzó a responder entre risas —Tú muévete, verás que pronto dejas de notar el frío. O el cuerpo. Lo que ocurra primero.— añadió divertida.
La joven loba braceó alrededor del chico mientras él trataba de entrar en calor. Los temblores que trataba por mantener a raya eran claramente perceptibles y la palidez natural de su rostro casi comenzaba a tornar a un color mucho más enfermizo. Ella no negaba las bajas temperaturas, su propia piel se mantenía erizada desde que se había zambullido, pero mientras se mantenía en movimiento no alcanzaba a notar el adormecimiento de sus extremidades.
—Costumbre, supongo. Comprenderás que este no es mi primer baño en este lago.— expuso ante la cólera del vampiro, al que poco quedaba para convertirse en el [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Lo explícito que se volvió el joven y el temblor de su cuerpo, acompañando el de su voz, comenzó a preocuparse. Ligeramente.
—Oye...— se acercó nadando hacia él —Vaya... Estás... Realmente helado.— al tomarlo del brazo sintió el tacto de su gélida piel —Esto... Esto ha sido una estupidez, vamos, tienes que salir del agua.
Ayudándolo a moverse entre los espasmos, volvieron hasta la orilla. Fue rápida en acercarse a la hoguera, de una carrera, alcanzar la manta que antes había usado el chico y se la tendió una vez más. Después, se acercó de Nuevo al fuego para avivarlo.
—Vamos, será mejor que te acerques un poco más está vez.
Dahlia
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Re: [cerrado] Al cobijo del reflejo de la luna [noche] (libre)
La licántropa se le acercó nadando y tocó su piel para comprobar la temperatura de ésta. Al darse cuenta de que estaba helado, insistió en abandonar el agua, algo que el vampiro agradeció, sin dudar. Incluso le ayudó a acercarse a la orilla, quizás temiendo que su carácter temerario provocase una muerte por hipotermia.
Al volver a la superficie, agradeció encontrarse fuera del agua. Al menos, esperaba que el remojón le ayudase a disminuir el olor de la sangre que la chica había detectado en él.
Mientras cogía la manta que Dahlia le ofrecía, caminó a paso veloz hacia el fuego, fijando nuevamente su imagen en la ropa de prenda interior.
― Gra… gracias ―expresó, con voz aún entrecortada, una vez había conseguido llegar hasta la fogata, extendiendo los brazos hacia el fuego, elemento que normalmente solía apartar, pero que en esos momentos era tan reconfortante―. Por un momento… pensé que moriría ahí. Nosotros… no estamos acostumbrados a este tipo… de frío.
Miró en dirección a sus ropas y agradeció no haberse tirado al agua con ellas. Miró al cielo: la noche estaba avanzando demasiado rápido y debía llegar a su próximo refugio, antes de la llegada del sol.
Elevó la vista para contemplar a la joven al otro lado del fuego. No sabía si la pregunta era muy pertinente ni apropiada en una situación cómo ésa, pero… la curiosidad era aún mayor.
― Me he fijado en tu ropa interior ―expresó, mientras se daba cuenta de qué forma podía ser percibida esa frase, por lo que decidió alargar su explicación―. Colaboro con un importante sastre en Lunargenta, experto en moda. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. No veas cómo las ricachonas damas nobles de la corte acuden a sus servicios para que le hagan todo tipo de prendas. El caso… es que me ha pedido que, en mis viajes, lleve algunas prendas… íntimas, procedentes de las zonas que visito, para proceder al estudio de diversos diseños, materiales usados, texturas… El caso es que me preguntaba si podríamos llegar a algún acuerdo para que me cedas la prenda… Estoy seguro de que Luminicious estaría realmente agradecido… Si colaboras, puedo darle tu nombre... Si alguna vez decides viajar al Sur, estoy seguro de que te obsequiará con una prenda de gran valor que puedes... usar o vender.
Cohen ya había hecho la propuesta más extraña de su vida a una completa y amable desconocida. Esperaba que fuera aceptada por la joven, aunque comprendía que algo tan íntimo, a veces, no quería ser compartido.
Al volver a la superficie, agradeció encontrarse fuera del agua. Al menos, esperaba que el remojón le ayudase a disminuir el olor de la sangre que la chica había detectado en él.
Mientras cogía la manta que Dahlia le ofrecía, caminó a paso veloz hacia el fuego, fijando nuevamente su imagen en la ropa de prenda interior.
― Gra… gracias ―expresó, con voz aún entrecortada, una vez había conseguido llegar hasta la fogata, extendiendo los brazos hacia el fuego, elemento que normalmente solía apartar, pero que en esos momentos era tan reconfortante―. Por un momento… pensé que moriría ahí. Nosotros… no estamos acostumbrados a este tipo… de frío.
Miró en dirección a sus ropas y agradeció no haberse tirado al agua con ellas. Miró al cielo: la noche estaba avanzando demasiado rápido y debía llegar a su próximo refugio, antes de la llegada del sol.
Elevó la vista para contemplar a la joven al otro lado del fuego. No sabía si la pregunta era muy pertinente ni apropiada en una situación cómo ésa, pero… la curiosidad era aún mayor.
― Me he fijado en tu ropa interior ―expresó, mientras se daba cuenta de qué forma podía ser percibida esa frase, por lo que decidió alargar su explicación―. Colaboro con un importante sastre en Lunargenta, experto en moda. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. No veas cómo las ricachonas damas nobles de la corte acuden a sus servicios para que le hagan todo tipo de prendas. El caso… es que me ha pedido que, en mis viajes, lleve algunas prendas… íntimas, procedentes de las zonas que visito, para proceder al estudio de diversos diseños, materiales usados, texturas… El caso es que me preguntaba si podríamos llegar a algún acuerdo para que me cedas la prenda… Estoy seguro de que Luminicious estaría realmente agradecido… Si colaboras, puedo darle tu nombre... Si alguna vez decides viajar al Sur, estoy seguro de que te obsequiará con una prenda de gran valor que puedes... usar o vender.
Cohen ya había hecho la propuesta más extraña de su vida a una completa y amable desconocida. Esperaba que fuera aceptada por la joven, aunque comprendía que algo tan íntimo, a veces, no quería ser compartido.
Cohen
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Re: [cerrado] Al cobijo del reflejo de la luna [noche] (libre)
—¿Nosotros?
La loba arqueó una ceja y su gesto pasó de la risa a la extrañeza en un instante. Si bien había hecho por tragarse sin masticar las palabras compartidas por el joven, sopesando que nada tenían de raro después de todo, las ligeras incoherencias que había pasado por alto parecieron ahora parpadear en su cabeza como señales de alerta. Contempló a Cohen en silencio mientras trataba de recuperar la temperatura. Aquel plural podía significar dos cosas, que se hubiese percatado de las sutiles advertencias que la loba había dejado ver acerca de su condición o que estuviera delatando la suya propia.
Sin embargo, las sospechas puestas sobre el joven se dispersaron al instante en que la ropa interior cobró protagonismo y el rostro de Dahlia se descompuso. Se habían fijado antes en sus ojos, en su tez acaramelada, en lo poco llamativo que resultaba ser el tamaño de sus pechos... Pero nunca en su muda, menos cuando ya ha sido retirada. «Intimidad... Como si eso significase algo para ti, que no conoces más que su nombre y te has mostrado ante él sin tapujos. Literalmente.» Sin lugar a dudas, aquella se trataba de la proposición más estrambótica que nadie le había hecho alguien y provocó en ella el romper a carcajadas.
—Nunca he oído hablar de él. Ni de nadie que se haya hecho un nombre en las ciudades de los hombres, la verdad. Jamás he cruzado las fronteras del sur...— comenzó a explicarse, mientras tomaba las prendas esparcidas por el suelo, comenzando a vestirse las superiores —Aunque un obsequio de alta costura puede ser una buena razón para una primera vez...— sopesó en voz alta, mientras peinaba ahora un mechón de su pelo, con la mirada ligeramente distraída —Un experto en moda quiere mis prendas íntimas...— rio una vez más —Supongo que lanzarlas al agua y decir que son tuyas si eres capaz de alcanzarlas sería cruel...— se cuestionó, de nuevo en voz alta, como si ella misma diese respuesta a sus propios pensamientos —Dime, Cohen...— planteó entonces, dirigiéndose al joven con gesto divertido, mientras jugaba ahora con su ropa interior entre las manos —Si tanto interés tiene ese Champagne... ¿Tú qué estás dispuesto a dar a cambio de cumplir con su petición? Una confesión, ¿quizá? ¿Cuánto vale para ti la verdad?
Ponía en duda de todo cuanto el joven había compartido con ella, aunque era incapaz de determinar si sus sospechas eran infundadas desde lo absurdo de su cabeza o realmente algo no encajaba en él. Pensó por un momento en lo que podría acontecerse después. No, realmente no tenía ganas de un baño de sangre, había resultado ser una noche agradable que poco faltaba para que llegase a su fin, lo que tampoco la daba demasiado tiempo para recrearse en posibilidades.
—Como sea, debería recoger sin demorarme más si quiero que el ganado tenga a punto el desayuno cuando amanezca el día.— consideró, mientras se calzaba, habiendo dejado a un lado las prendas inferiores, que aun mantenía en la mano. —Que tus pasos sean seguros hasta el sur, viajero. Y que tu amigo se acuerde de mi nombre... O me veré obligada a buscar el tuyo.— advirtió, en tono burlón aunque asomando de nuevo sus colmillos, camuflados en una suave sonrisa.
Tras la despedida y antes de alejarse, terminó por cederle su prenda íntima. No era la única que tenía y al fin y al cabo la ropa para ella no era más que un convencionalismo, un intento más por ocultar su naturaleza salvaje, animal, sin mayor cobertura que el pelaje.
OFF: Cohen, como este es mi último turno, te puedes llevar mis intimidades pero espero una buena respuesta a cambio. Sino, me veré obligada a buscarte por el continente para cobrarme el favor. Tómese tal información o advertencia como mejor le parezca, yo sólo digo... ^-^
Dahlia
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Re: [cerrado] Al cobijo del reflejo de la luna [noche] (libre)
Dahlia rompió en carcajadas tras escuchar la propuesta de Cohen. Su voz parecía relajada, su tono amable… aunque su actitud física había cambiado. Parecía apresurada por poner fin lo antes posible a aquel encuentro. Las palabras sobre la alta costura, las prendas y Champagne servían quizás para disfrazar algo que el vampiro no parecía lograr comprender. ¿Quizás había revelado su verdadera naturaleza en algo que había dicho, sin haberse percatado de ello?
Habló entonces la joven sobre una confesión. Cohen sonrió pícaramente, sin saber qué contestar. Alzó las cejas, mientras intentaba encontrar una rápida respuesta.
―Veo que te has dado cuenta ―contestó el vampiro, mientras le cedía a la chica la manta que rodeaba su cuerpo desnudo, mientras él también comenzaba a vestirse ahora que estaba medio seco― Verás, digamos que… soy amante de Champagne, aunque nadie lo sabe… ni siquiera su pareja… Me gusta llevarle prendas que le sirvan para crear nuevos modelos de ropa. Intento ganármelo de esa forma… Espero que nuestro secreto esté a salvo contigo.
Era lo único que había podido improvisar en aquellos cortos segundos. De todas formas, Luminicious le había intentado seducir unos años antes y en la actualidad tenía pareja… por lo que la mentira no era más que una verdad disfrazada.
―Me tiene un gran aprecio, como sabrás. Por eso, sí, tendrás tu prenda garantizada cuándo decidas visitarle. Inscribiré tu nombre y una descripción detallada. En caso de duda, deberás decirle que compartiste un fuego y un baño helado conmigo. Eso le convencerá, pues le hablaré de ti. Gracias por tus palabras y espero que te vaya bien, si nuestros caminos no vuelven a coincidir...
Tras ver su despedida, mostrándole sus colmillos justo antes de lanzar su prenda íntima hacia él, vio a la chica alejarse de la hoguera. A medida que lo hacía, Cohen se sintió aliviado. Disfrutaría del fuego un par de minutos más, mientras terminaba de vestirse. Luego, pondría distancia con la joven lo antes posible, alejándose en la dirección contraria a la que había tomado, desviándose ligeramente de su rumbo.
Cuánto más lograra alejarse de ella, más seguro pasaría la próxima jornada diurna. Sólo esperaba no encontrarse en su camino con nadie más y llegar pronto, sin contratiempos, a la cueva abandonada que le sería de refugio durante el día.
Habló entonces la joven sobre una confesión. Cohen sonrió pícaramente, sin saber qué contestar. Alzó las cejas, mientras intentaba encontrar una rápida respuesta.
―Veo que te has dado cuenta ―contestó el vampiro, mientras le cedía a la chica la manta que rodeaba su cuerpo desnudo, mientras él también comenzaba a vestirse ahora que estaba medio seco― Verás, digamos que… soy amante de Champagne, aunque nadie lo sabe… ni siquiera su pareja… Me gusta llevarle prendas que le sirvan para crear nuevos modelos de ropa. Intento ganármelo de esa forma… Espero que nuestro secreto esté a salvo contigo.
Era lo único que había podido improvisar en aquellos cortos segundos. De todas formas, Luminicious le había intentado seducir unos años antes y en la actualidad tenía pareja… por lo que la mentira no era más que una verdad disfrazada.
―Me tiene un gran aprecio, como sabrás. Por eso, sí, tendrás tu prenda garantizada cuándo decidas visitarle. Inscribiré tu nombre y una descripción detallada. En caso de duda, deberás decirle que compartiste un fuego y un baño helado conmigo. Eso le convencerá, pues le hablaré de ti. Gracias por tus palabras y espero que te vaya bien, si nuestros caminos no vuelven a coincidir...
Tras ver su despedida, mostrándole sus colmillos justo antes de lanzar su prenda íntima hacia él, vio a la chica alejarse de la hoguera. A medida que lo hacía, Cohen se sintió aliviado. Disfrutaría del fuego un par de minutos más, mientras terminaba de vestirse. Luego, pondría distancia con la joven lo antes posible, alejándose en la dirección contraria a la que había tomado, desviándose ligeramente de su rumbo.
Cuánto más lograra alejarse de ella, más seguro pasaría la próxima jornada diurna. Sólo esperaba no encontrarse en su camino con nadie más y llegar pronto, sin contratiempos, a la cueva abandonada que le sería de refugio durante el día.
Cohen
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