Serpientes En El Jardín [Privado][Noche]
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Serpientes En El Jardín [Privado][Noche]
Cohen estaba escondido en aquel recoveco cercano a la puerta que daba acceso a la vivienda de los Rappaccini. En algún lugar cercano, aunque lo suficientemente alejada de él como para no verse afectada por su magia, se encontraba Isabella, preparada para alertar a su padre en cuando el fuego comenzara a propagarse. En otro lugar del jardín, el pequeño y controlado incendio se iniciaba y Zagreus debía dirigirse en dirección al pozo, para ser allí dónde interceptar al botánico.
Al ver cómo el fuego comenzaba a extenderse, Cohen alzó la mano mientras miraba a la joven Isabella, que, bajo el balcón de la habitación de su padre, comenzó a gritar.
―¡Padre! ¡Fuego! ¡Fuego en el jardín! ¡Levántate! ¡Vuestro jardín se quema, Padre!
La voz de la joven parecía realmente aterrada y cuándo los goznes de la puerta del balcón chirriaron, Cohen dio un paso atrás para ocultarse mejor en las sombras.
―¡La Rosanera! ¡Padre, la Rosa…nera!
El vampiro advirtió cómo la joven comenzaba a toser. Esperaba que Isabella estuviera bien y que el humo del incendio no afectase demasiado a su ya malograda respiración.
El ruido en el interior de la casa parecía fulminante. La puerta del jardín se abrió y Ragnus Rappaccini salió al exterior, con la blanca bata que usaría para dormir, corriendo dirección al fuego.
Cohen miró de nuevo en dirección a la posición dónde Isabella se encontraba, pero ya no estaba allí. Supuso que había ido junto a la Rosanera, esperando recuperar algo de bienestar. Las excitaciones de aquella noche, seguramente, no le eran nada favorecedoras.
Cómo Zagreus había predicho, los sirvientes, hospedados en el sótano, tardaron algo más de llegar y en comprender la situación y cuando salieron al jardín, Cohen estaba preparado para recibirles.
Al ver cómo el fuego comenzaba a extenderse, Cohen alzó la mano mientras miraba a la joven Isabella, que, bajo el balcón de la habitación de su padre, comenzó a gritar.
―¡Padre! ¡Fuego! ¡Fuego en el jardín! ¡Levántate! ¡Vuestro jardín se quema, Padre!
La voz de la joven parecía realmente aterrada y cuándo los goznes de la puerta del balcón chirriaron, Cohen dio un paso atrás para ocultarse mejor en las sombras.
―¡La Rosanera! ¡Padre, la Rosa…nera!
El vampiro advirtió cómo la joven comenzaba a toser. Esperaba que Isabella estuviera bien y que el humo del incendio no afectase demasiado a su ya malograda respiración.
El ruido en el interior de la casa parecía fulminante. La puerta del jardín se abrió y Ragnus Rappaccini salió al exterior, con la blanca bata que usaría para dormir, corriendo dirección al fuego.
Cohen miró de nuevo en dirección a la posición dónde Isabella se encontraba, pero ya no estaba allí. Supuso que había ido junto a la Rosanera, esperando recuperar algo de bienestar. Las excitaciones de aquella noche, seguramente, no le eran nada favorecedoras.
Cómo Zagreus había predicho, los sirvientes, hospedados en el sótano, tardaron algo más de llegar y en comprender la situación y cuando salieron al jardín, Cohen estaba preparado para recibirles.
Cohen
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Re: Serpientes En El Jardín [Privado][Noche]
No, no, no, mi jardín, ¡¡NOO!!
El plan marchaba según lo esperado, el despavorido Ragnus corría gritando, procurando recoger la bata que conformaba su atuendo de dormir a fin de no tropezarse.
Al llegar al árbol agitaba las manos y soplaba incrédulamente ante el tronco en llamas.
Mi hermoso árbol de Nein, ¿Cómo pasó esto? ¡¡Ahh!!!
Con la impotencia de no poder actuar corrió al pozo donde me ubicaba, corría con torpeza con miedo de que el incendio se expandiera al resto de plantas del jardín, cegado por el miedo, no se detuvo a revisar el cortafuego que hicimos alrededor del árbol con tierra. Por lo que no entendía nada de lo que estaba sucediendo.
Tras algunos minutos ya el resto de personas que vivían en la casa empezaron a salir, le correspondía a Cohen lidiar con ellos, ya yo debía centrarme en mi parte del plan, por lo que no podía supervisar a mi compañero vampiro, solo esperaba que no los matara a todos.
En el pozo, el viejo Rappaccini empezó a tratar de conseguir agua, lanzado una larga cuerda que en su extremo estaba amarrado un balde, con gran premura intentaba llenar hasta el borde el recipiente. Luego, con dificultad tratando de no desperdiciar el contenido durante el trayecto, jalaba la cuerda.
Abrumado por sus emociones y ante la situación de emergencia, Ragnus no se había percatado que con sutileza me había dispuesto detrás de él. Esperé a que fútilmente terminara su tarea de recolectar agua. Y esperando asustarlo al toparse conmigo procuré parecer más temible de lo que ya podía ser (1), mis pupilas amarillas destacaban del fondo oscuro de mis ojos, mi altura y porte cruzado de brazos ayudaban en mi propósito de intimidar al botánico, y haciendo uso de la oscuridad esperé paciente. Un buen susto a veces quitaba años de vida y seguramente en este escenario ayudaría la colaboración del viejo Rappaccini.
Al voltear y ver mi figura, se quedó pasmado, intentó gritar con gran ímpetu, pero de su boca no se emitía ningún sonido por más que lo intentaba. Sus ojos parecían platos vacíos llenos de terror, el balde que con tanto esfuerzo había conseguido llenar y sacar del pozo se había caído al suelo y derramado su líquido, estaba completamente paralizado mientras me veía obnubilado haciendo gala de mi maldición vampírica con un fondo de llamas danzantes que salían del tronco en fuego.
Tenemos que hablar Ragnus, tu vida depende de tu cooperación.
Al finalizar mi comentario, el botánico se desmayó y cayó desplomado en la grama mojada por el agua del pozo.
Tomando el cuello de la bata que portaba el hombre inconsciente, empecé a arrastrarlo hasta estar nuevamente junto al árbol en fuego, sabiendo que no despertaría en un rato, me dispuse a apagar el fuego que había iniciado. Tras varios baldes de agua el fuego fue apagándose y ahora solo se trataba de un tronco calcinado que desprendía humo.
Nuevamente, tomé a Rappaccini y me dispuse a ir a donde se supone estarían Isabella y Cohen, tenía rato sin verlos, pero confiaba plenamente en que el plan estaba siendo ejecutado de manera adecuada.
Al llegar sería sencillamente hablar con él y proceder a la búsqueda del contenido del tesoro de Zana. Ya luego decidiríamos que hacíamos con el viejo, Isabella seguro insistiría en matarlo, pero considero que existían opciones más prácticas para alejar a Ragnus de aquel jardín y de su hija.
_______El plan marchaba según lo esperado, el despavorido Ragnus corría gritando, procurando recoger la bata que conformaba su atuendo de dormir a fin de no tropezarse.
Al llegar al árbol agitaba las manos y soplaba incrédulamente ante el tronco en llamas.
Mi hermoso árbol de Nein, ¿Cómo pasó esto? ¡¡Ahh!!!
Con la impotencia de no poder actuar corrió al pozo donde me ubicaba, corría con torpeza con miedo de que el incendio se expandiera al resto de plantas del jardín, cegado por el miedo, no se detuvo a revisar el cortafuego que hicimos alrededor del árbol con tierra. Por lo que no entendía nada de lo que estaba sucediendo.
Tras algunos minutos ya el resto de personas que vivían en la casa empezaron a salir, le correspondía a Cohen lidiar con ellos, ya yo debía centrarme en mi parte del plan, por lo que no podía supervisar a mi compañero vampiro, solo esperaba que no los matara a todos.
En el pozo, el viejo Rappaccini empezó a tratar de conseguir agua, lanzado una larga cuerda que en su extremo estaba amarrado un balde, con gran premura intentaba llenar hasta el borde el recipiente. Luego, con dificultad tratando de no desperdiciar el contenido durante el trayecto, jalaba la cuerda.
Abrumado por sus emociones y ante la situación de emergencia, Ragnus no se había percatado que con sutileza me había dispuesto detrás de él. Esperé a que fútilmente terminara su tarea de recolectar agua. Y esperando asustarlo al toparse conmigo procuré parecer más temible de lo que ya podía ser (1), mis pupilas amarillas destacaban del fondo oscuro de mis ojos, mi altura y porte cruzado de brazos ayudaban en mi propósito de intimidar al botánico, y haciendo uso de la oscuridad esperé paciente. Un buen susto a veces quitaba años de vida y seguramente en este escenario ayudaría la colaboración del viejo Rappaccini.
Al voltear y ver mi figura, se quedó pasmado, intentó gritar con gran ímpetu, pero de su boca no se emitía ningún sonido por más que lo intentaba. Sus ojos parecían platos vacíos llenos de terror, el balde que con tanto esfuerzo había conseguido llenar y sacar del pozo se había caído al suelo y derramado su líquido, estaba completamente paralizado mientras me veía obnubilado haciendo gala de mi maldición vampírica con un fondo de llamas danzantes que salían del tronco en fuego.
Tenemos que hablar Ragnus, tu vida depende de tu cooperación.
Al finalizar mi comentario, el botánico se desmayó y cayó desplomado en la grama mojada por el agua del pozo.
Tomando el cuello de la bata que portaba el hombre inconsciente, empecé a arrastrarlo hasta estar nuevamente junto al árbol en fuego, sabiendo que no despertaría en un rato, me dispuse a apagar el fuego que había iniciado. Tras varios baldes de agua el fuego fue apagándose y ahora solo se trataba de un tronco calcinado que desprendía humo.
Nuevamente, tomé a Rappaccini y me dispuse a ir a donde se supone estarían Isabella y Cohen, tenía rato sin verlos, pero confiaba plenamente en que el plan estaba siendo ejecutado de manera adecuada.
Al llegar sería sencillamente hablar con él y proceder a la búsqueda del contenido del tesoro de Zana. Ya luego decidiríamos que hacíamos con el viejo, Isabella seguro insistiría en matarlo, pero considero que existían opciones más prácticas para alejar a Ragnus de aquel jardín y de su hija.
Off
(1) Maldición Desatada: [Mágica, 2 usos] Mi maldición se vuelve más fuerte, haciendo que la oscuridad me posea. Por 2 turnos luzco más siniestro, aterrando a los débiles. Mis ataques realizan daño mágico adicional y puedo ocultarme en las sombras con más facilidad.
Ragnus Rapaccinni : [color=#66ff00]
Zagreus
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Re: Serpientes En El Jardín [Privado][Noche]
Cohen salió de su escondite antes de que los sirvientes pudieran reaccionar y acudir hacia el origen del fuego. Desató su maldición vampírica: sus ojos se volvieron totalmente negros, al igual que sus labios, dándole una apariencia siniestra. En sus manos, sus uñas se oscurecieron igualmente y una oscura aúrea parecía rodearle. [1]
Sin hablar, juntó sus labios y comenzó a silbar una conocida canción infantil, que en sus negros labios, parecía de todo menos inocente. [2]
El silbido captó la atención de la mayoría de los sirvientes, que le miraron aterrados durante unos segundos. El vampiro se colocó entre ellos y la posición del árbol que al día, haciéndoles retroceder del terror.
A medida que la cancioncilla avanzaba, aparecieron las primeras sonrisas y gestos de alegría, aunque las miradas de aquellos pobres sirvientes, mantenían su gesto de puro terror.
Mientras continuaba silbando, los empujaba sutilmente en dirección a la habitación de Isabella. Cuándo distinguió esta habitación, recordó de que ésta sólo tenía tres paredes y que en su interior, no lograría encerrar a ninguno de ellos en cuanto el efecto de la magia se disipara. Zagreus no había logrado prever esta situación.
El vampiro sacó la daga mientras pensaba cómo debía asimilar este hecho inesperado. ¿Debería matar a uno de ellos para causar el terror en los demás y lograr que le obedecieran? ¿Debería matarles a todos? No eran culpables de los hechos cometidos por su patrón, pero sin duda, eran consentidores. La situación era confusa para él.
Miró hacia atrás y vio como el incendio iba a menos, por lo que supuso que Rappaccini o Zagreus había logrado controlarlo.
Una vez todas las ovejas estaban encerradas en aquel peculiar corral, Cohen dejó de silbar y les miró atentos, mientras los efectos de su magia comenzaban a disiparte. Las sonrisas y risas de los sirvientes llegaron a su fin un breve momento después. Sus lágrimas corrían por sus mejillas a causa del divertido impacto de su magia, pero el terror se apoderó de ellos, otra vez, fácilmente.
―Si alguno de vosotros sale del interior de esta habitación, no verá el amanecer del día. ¿Queda claro? ―expresó, mientras le mostraba su daga abiertamente en modo de amenaza.
[1] - Maldición Desatada [Mágica, 2 usos de 2 turnos]: Mi maldición se vuelve más fuerte, haciendo que la oscuridad me posea. Luzco más siniestro, aterrando a los débiles. Mis ataques realizan daño mágico adicional y puedo ocultarme en las sombras con más facilidad. Primer uso.
[2] - Nivel 0: El Bufón De La Corte [Mágica, 1 uso de 2 turnos]: Cohen comienza a silbar una cancioncilla inocente que hace que todas las personas de su alrededor sientan una intensa felicidad, creando un ambiente festivo y de júbilo. Aunque frente a ellos se cometan atrocidades, todo les parecerá realmente divertido, entorpeciéndoles reaccionar de forma natural y coherente.
Sin hablar, juntó sus labios y comenzó a silbar una conocida canción infantil, que en sus negros labios, parecía de todo menos inocente. [2]
El silbido captó la atención de la mayoría de los sirvientes, que le miraron aterrados durante unos segundos. El vampiro se colocó entre ellos y la posición del árbol que al día, haciéndoles retroceder del terror.
A medida que la cancioncilla avanzaba, aparecieron las primeras sonrisas y gestos de alegría, aunque las miradas de aquellos pobres sirvientes, mantenían su gesto de puro terror.
Mientras continuaba silbando, los empujaba sutilmente en dirección a la habitación de Isabella. Cuándo distinguió esta habitación, recordó de que ésta sólo tenía tres paredes y que en su interior, no lograría encerrar a ninguno de ellos en cuanto el efecto de la magia se disipara. Zagreus no había logrado prever esta situación.
El vampiro sacó la daga mientras pensaba cómo debía asimilar este hecho inesperado. ¿Debería matar a uno de ellos para causar el terror en los demás y lograr que le obedecieran? ¿Debería matarles a todos? No eran culpables de los hechos cometidos por su patrón, pero sin duda, eran consentidores. La situación era confusa para él.
Miró hacia atrás y vio como el incendio iba a menos, por lo que supuso que Rappaccini o Zagreus había logrado controlarlo.
Una vez todas las ovejas estaban encerradas en aquel peculiar corral, Cohen dejó de silbar y les miró atentos, mientras los efectos de su magia comenzaban a disiparte. Las sonrisas y risas de los sirvientes llegaron a su fin un breve momento después. Sus lágrimas corrían por sus mejillas a causa del divertido impacto de su magia, pero el terror se apoderó de ellos, otra vez, fácilmente.
―Si alguno de vosotros sale del interior de esta habitación, no verá el amanecer del día. ¿Queda claro? ―expresó, mientras le mostraba su daga abiertamente en modo de amenaza.
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[1] - Maldición Desatada [Mágica, 2 usos de 2 turnos]: Mi maldición se vuelve más fuerte, haciendo que la oscuridad me posea. Luzco más siniestro, aterrando a los débiles. Mis ataques realizan daño mágico adicional y puedo ocultarme en las sombras con más facilidad. Primer uso.
[2] - Nivel 0: El Bufón De La Corte [Mágica, 1 uso de 2 turnos]: Cohen comienza a silbar una cancioncilla inocente que hace que todas las personas de su alrededor sientan una intensa felicidad, creando un ambiente festivo y de júbilo. Aunque frente a ellos se cometan atrocidades, todo les parecerá realmente divertido, entorpeciéndoles reaccionar de forma natural y coherente.
Última edición por Cohen el Jue Jun 02 2022, 09:10, editado 1 vez
Cohen
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Re: Serpientes En El Jardín [Privado][Noche]
Arrastré el cuerpo inconsciente del viejo botánico hasta donde se supone estaría Cohen. Al llegar me alegró ver el hecho de que todos seguían en una pieza, llorando y aterrados de una forma que vivirían con traumas para el resto de sus vidas, pero en una pieza, Cohen lo había cumplido.
Isabella se aproximó a los pocos segundos y al ver a su padre en el suelo, su rostro se iluminó mientras al mismo tiempo contradictoriamente empezaba a llorar. Entendió que aún estaba vivo, pero poco a poco sentía su anhelo de emancipación una realidad palpable.
Viendo lo agitado que se encontraban los empleados de la vivienda, me dispuse a calmarnos.
No venimos por ustedes, si cooperan esto será solo una mala noche, una pesadilla que al despertar ya no recuerdan…
Senté a Ragnus apoyando su espalda en una de las paredes de aquella habitación. Luego, con fuerza, utilicé el revés de mi mano para abofetear al viejo inconsciente con la intención de despertarlo. Quizás me excedí con la potencia, pero el viejo despertó adormilado, quejándose del dolor, tratando de comprender lo que sucedía.
¿Qué…que est…está pasando? ¿Qué ocurre? ¿Dónde estoy? Mi jardín…
Hola Ragnus – dije inclinando mi torso ante él.
El hombre no toleraba mantener un contacto visual conmigo, por lo que sollozando intentó desviar su mirada, topándose con el resto de invitados de aquella dantesca situación. Vio a sus empleados en una situación similar a la suya, horrorizados mientras Cohen los vigilaba. Vio a su hija, cómplice de los vampiros, parada con una mirada inquisidora.
¿Y mi jardín? – dijo tratando de voltear su rostro y ver el estado del incendio que lo había despertado minutos antes.
¿Qué? -Volví a ponerme completamente erguido y pregunté sorprendido por la consulta del viejo en la posición en la que se encontraba.
Mí jardín, ¡¿está bien?! Lo estaban quemando degenerados. – dijo tomando confianza en su discurso.
Era absurdo su comentario, en vez de preocuparse por su hija Isabella, en vez de preocuparse por sus empleados, en vez de preocuparse en el por qué coño tenía dos vampiros en su vivienda, el viejo Ragnus solo podría preguntar por su jardín…
Levanté mi pierna y con gran fuerza pateé su cara, una patada de frente causó que se revolcara en el piso el viejo Rappaccini mientras empezaba a sangrar por la nariz, entendió el mensaje.
Caminé unos pasos y le comenté a Cohen – Sabes que… haz lo que quieras con él, yo solo quiero buscar las pertenencias que dejó Zana y estoy seguro de que alguno de estos sirvientes sabrá como moverse dentro de la casa.
Mi parte racional entendía que no podía hacer lo que en verdad debería hacer con aquel viejo botánico, me incomodaba su presencia. Por lo que delegar la custodia a Cohen me aseguraría que, si él lo mataba, capaz no me salpicaría la situación. Y sé que mi compañero vampiro no tendría ninguna incomodidad con lidiar con las consecuencias de tal acción.
Ya va, yo a ti te conozco, te he visto antes en Sacrestic Ville… - dijo en dudas que con cada palabra ganaban certeza, apuntando con su dedo, se dirigió a Cohen.
Un vampiro – escupió en el suelo – Tú eres… aff… - el viejo empezó a balbucear, no identificaba el nombre del vampiro o de donde lo conocía, pero estaba seguro de haberlo visto anteriormente.
Miré a Cohen, esto podría complicar las cosas, ¿el viejo ciertamente lo conocía o solo estaba buscando una forma de amenazarnos con el poder que tenía en la Villa?
Isabella se aproximó a los pocos segundos y al ver a su padre en el suelo, su rostro se iluminó mientras al mismo tiempo contradictoriamente empezaba a llorar. Entendió que aún estaba vivo, pero poco a poco sentía su anhelo de emancipación una realidad palpable.
Viendo lo agitado que se encontraban los empleados de la vivienda, me dispuse a calmarnos.
No venimos por ustedes, si cooperan esto será solo una mala noche, una pesadilla que al despertar ya no recuerdan…
Senté a Ragnus apoyando su espalda en una de las paredes de aquella habitación. Luego, con fuerza, utilicé el revés de mi mano para abofetear al viejo inconsciente con la intención de despertarlo. Quizás me excedí con la potencia, pero el viejo despertó adormilado, quejándose del dolor, tratando de comprender lo que sucedía.
¿Qué…que est…está pasando? ¿Qué ocurre? ¿Dónde estoy? Mi jardín…
Hola Ragnus – dije inclinando mi torso ante él.
El hombre no toleraba mantener un contacto visual conmigo, por lo que sollozando intentó desviar su mirada, topándose con el resto de invitados de aquella dantesca situación. Vio a sus empleados en una situación similar a la suya, horrorizados mientras Cohen los vigilaba. Vio a su hija, cómplice de los vampiros, parada con una mirada inquisidora.
¿Y mi jardín? – dijo tratando de voltear su rostro y ver el estado del incendio que lo había despertado minutos antes.
¿Qué? -Volví a ponerme completamente erguido y pregunté sorprendido por la consulta del viejo en la posición en la que se encontraba.
Mí jardín, ¡¿está bien?! Lo estaban quemando degenerados. – dijo tomando confianza en su discurso.
Era absurdo su comentario, en vez de preocuparse por su hija Isabella, en vez de preocuparse por sus empleados, en vez de preocuparse en el por qué coño tenía dos vampiros en su vivienda, el viejo Ragnus solo podría preguntar por su jardín…
Levanté mi pierna y con gran fuerza pateé su cara, una patada de frente causó que se revolcara en el piso el viejo Rappaccini mientras empezaba a sangrar por la nariz, entendió el mensaje.
Caminé unos pasos y le comenté a Cohen – Sabes que… haz lo que quieras con él, yo solo quiero buscar las pertenencias que dejó Zana y estoy seguro de que alguno de estos sirvientes sabrá como moverse dentro de la casa.
Mi parte racional entendía que no podía hacer lo que en verdad debería hacer con aquel viejo botánico, me incomodaba su presencia. Por lo que delegar la custodia a Cohen me aseguraría que, si él lo mataba, capaz no me salpicaría la situación. Y sé que mi compañero vampiro no tendría ninguna incomodidad con lidiar con las consecuencias de tal acción.
Ya va, yo a ti te conozco, te he visto antes en Sacrestic Ville… - dijo en dudas que con cada palabra ganaban certeza, apuntando con su dedo, se dirigió a Cohen.
Un vampiro – escupió en el suelo – Tú eres… aff… - el viejo empezó a balbucear, no identificaba el nombre del vampiro o de donde lo conocía, pero estaba seguro de haberlo visto anteriormente.
Miré a Cohen, esto podría complicar las cosas, ¿el viejo ciertamente lo conocía o solo estaba buscando una forma de amenazarnos con el poder que tenía en la Villa?
Zagreus
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Re: Serpientes En El Jardín [Privado][Noche]
Cohen observó cómo Zagreus llegaba a la habitación con Rappaccini. Aunque estaba pendiente de la situación concentraba su mirada con atención en el grupo de sirvientes que había logrado meter en aquel cuarto como viejas vacas que van al matadero.
Al vampiro le sorprendió mucho que Zagreus perdiese la paciencia con Ragnus. La fuerza de la patada con la que golpeó al botánico le hizo sonreír de forma instantánea. Miró a aquellos aterrados sirvientes, mientras mantenía aún su maldición a la vista de aquellos pobres desgraciados.
―Se supone que él es el amable y comprensivo… ―advirtió con una sonrisa amplia rodeada de los labios negros de su transformación.
Zagreus le propuso hacerse cargo de la situación de Rappaccini. La verdad era que aquella era una ocasión idónea y debía encontrar la forma de aprovecharla. Cuándo el botánico pareció reconocerle, Cohen dejó escapar los efectos de su maldición para mostrar su verdadero rostro. [1]
―Tú eres… aff… el hombre de lo alto de la muralla ―exclamó, reconociéndolo al fin― ¡Sanguijuela asquerosa! Con cuantas ganas observas mi jardín…
―¿Con que tu jardín? ―preguntó Cohen, sonriente, mirando fijamente al botánico que sangraba por su nariz― ¡Será mi jardín a partir de ahora!
Cohen miró a su alrededor, buscando un lugar dónde escribir. Sin duda, el vampiro iba a aprovechar esa ocasión para ganarse la propiedad del jardín que tanto había ambicionado.
―Isabella, ¿tienes papel, pluma y tinta? Vamos a redactar un contrato de compraventa ahora mismo…
Mientras la chica asentía, buscando esos elementos en uno de los rincones de la estancia.
―¡Maldito desgraciado! ¡Si piensas que voy a dejar que me arrebates mi jardín! ¡Isabella, no ayudes a estos cabrones!
Cohen reaccionó al insulto propiciándole un nuevo golpe, esta vez más suave, ya que no quería herirle de gravedad. Al menos, hasta que el contrato no estuviese firmado. Luego, miró a Zagreus y sonriente, le dijo:
―Esto me llevará un rato… Si quieres inspeccionar el interior de la vivienda, elige al sirviente que te parezca más listo… o el más dócil… ―dijo, mientras analizaba al grupo de candidatos que había frente a ellos― Yo escogería a esa chica llorona… parece un animalillo acorralado frente a una serpiente.
[1] Maldición Desatada [Mágica, 2 usos de 2 turnos]: Mi maldición se vuelve más fuerte, haciendo que la oscuridad me posea. Luzco más siniestro, aterrando a los débiles. Mis ataques realizan daño mágico adicional y puedo ocultarme en las sombras con más facilidad. Segundo Turno del Primer Uso. La mantengo hasta el momento indicado.
Al vampiro le sorprendió mucho que Zagreus perdiese la paciencia con Ragnus. La fuerza de la patada con la que golpeó al botánico le hizo sonreír de forma instantánea. Miró a aquellos aterrados sirvientes, mientras mantenía aún su maldición a la vista de aquellos pobres desgraciados.
―Se supone que él es el amable y comprensivo… ―advirtió con una sonrisa amplia rodeada de los labios negros de su transformación.
Zagreus le propuso hacerse cargo de la situación de Rappaccini. La verdad era que aquella era una ocasión idónea y debía encontrar la forma de aprovecharla. Cuándo el botánico pareció reconocerle, Cohen dejó escapar los efectos de su maldición para mostrar su verdadero rostro. [1]
―Tú eres… aff… el hombre de lo alto de la muralla ―exclamó, reconociéndolo al fin― ¡Sanguijuela asquerosa! Con cuantas ganas observas mi jardín…
―¿Con que tu jardín? ―preguntó Cohen, sonriente, mirando fijamente al botánico que sangraba por su nariz― ¡Será mi jardín a partir de ahora!
Cohen miró a su alrededor, buscando un lugar dónde escribir. Sin duda, el vampiro iba a aprovechar esa ocasión para ganarse la propiedad del jardín que tanto había ambicionado.
―Isabella, ¿tienes papel, pluma y tinta? Vamos a redactar un contrato de compraventa ahora mismo…
Mientras la chica asentía, buscando esos elementos en uno de los rincones de la estancia.
―¡Maldito desgraciado! ¡Si piensas que voy a dejar que me arrebates mi jardín! ¡Isabella, no ayudes a estos cabrones!
Cohen reaccionó al insulto propiciándole un nuevo golpe, esta vez más suave, ya que no quería herirle de gravedad. Al menos, hasta que el contrato no estuviese firmado. Luego, miró a Zagreus y sonriente, le dijo:
―Esto me llevará un rato… Si quieres inspeccionar el interior de la vivienda, elige al sirviente que te parezca más listo… o el más dócil… ―dijo, mientras analizaba al grupo de candidatos que había frente a ellos― Yo escogería a esa chica llorona… parece un animalillo acorralado frente a una serpiente.
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[1] Maldición Desatada [Mágica, 2 usos de 2 turnos]: Mi maldición se vuelve más fuerte, haciendo que la oscuridad me posea. Luzco más siniestro, aterrando a los débiles. Mis ataques realizan daño mágico adicional y puedo ocultarme en las sombras con más facilidad. Segundo Turno del Primer Uso. La mantengo hasta el momento indicado.
Cohen
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Re: Serpientes En El Jardín [Privado][Noche]
Cohen se quedó “negociando” con Ragnus, me había imaginado que el alquimista querría poner sus manos sobre aquel jardín, pero no supuse que sería tan directo.
Tú, acompáñame - dije mientras señalaba a la sirviente que me había sugerido Cohen. – Serás mi guía en la casa, si te portas bien esto será rápido. – Comenté procurando realzar mi encanto vampírico.
Si, si, mi señor, no me lastime – dijo la joven que sollozaba mientras se aproximaba a mí.
Sécate las lágrimas y deja de llorar, ahora andemos.
Entramos por la entrada que habían dejado abierta tras las alarmas del incendio. Cohen se quedaba con los Rappaccini y el resto de servidumbre, esperaba que el vampiro pudiera lidiar con la situación y que sus interese personales no se interpusieran con nuestro objetivo. Temía que desatendiera a los empleados de la mansión y alguno jugara al “héroe”, o que se fuera de las manos las negociaciones y terminara en un baño de sangre, había muchos escenarios que podían perjudicarnos, así que tocaría enfocarme en mi nueva tarea y desear que todo siguiera saliendo tal cual el plan, no debía distraerme con lo que fuera que sucediera en el jardín...
La casa era antigua, aún guardaba algunos toques y detalles en la arquitectura que recordaban a sus anteriores dueños vampiros. Ragnus era un humano adinerado, por lo que los pasillos largos estaban adornados de forma importante por cuadros, estanterías con decoraciones y plantas, muchas plantas que acompañaban aquellos cuartos.
¿Dónde pondría el viejo botánico los objetos de valor?
El amo tiene un estudio, nadie puede entrar ahí, ni siquiera Isabella en los días que aún se desplazaba dentro de las paredes de la mansión.
Iremos para allá, seguramente lo que yo y mi compañero buscamos estará en aquel estudio
La joven sirvienta sacó un juego de llaves con decenas de estas, empezamos a desplazarnos cruzando varias puertas, cada una de estas protegidas con varios sistemas de cierre. Ragnus era un loco paranoico.
Algunas puertas se encontraban abiertas porque conectaban con los cuartos de donde había salido el viejo botánico y el resto de los empleados, sin embargo, el taller estaba en el sótano de la casa y para llegar allí debíamos pasar por varios cuartos y descender varios pisos. Quedaban muchos obstáculos por superar.
Luego de ya varios minutos pasando por cuartos y pasillos cerrados, cada uno de estos separados con puertas reforzadas, llegamos al sótano, aún quedaban varios accesos por cruzar, pero la joven que me acompañaba empezó a ponerse ansiosa.
Aquí comienza lo… - se detuvo abruptamente su discurso - las leyendas son ciertas, el amo tiene trampas a partir de este punto, ya varios sirvientes intrépidos han tratado de acceder a esta zona de la casa y no han vuelto. Muchos asumen que tiene un tesoro importante en su estudio, pero nadie ha pasado de este punto. Ragnus es muy celoso con la seguridad y a partir de esta entrada se prohíbe el paso.
La sirvienta se apartó de la puerta y se escondió detrás de mí – Ya no tengo las llaves de los candados y cerraduras de las próximas puertas, hay que buscar otra forma de pasar.
Tú, acompáñame - dije mientras señalaba a la sirviente que me había sugerido Cohen. – Serás mi guía en la casa, si te portas bien esto será rápido. – Comenté procurando realzar mi encanto vampírico.
Si, si, mi señor, no me lastime – dijo la joven que sollozaba mientras se aproximaba a mí.
Sécate las lágrimas y deja de llorar, ahora andemos.
Entramos por la entrada que habían dejado abierta tras las alarmas del incendio. Cohen se quedaba con los Rappaccini y el resto de servidumbre, esperaba que el vampiro pudiera lidiar con la situación y que sus interese personales no se interpusieran con nuestro objetivo. Temía que desatendiera a los empleados de la mansión y alguno jugara al “héroe”, o que se fuera de las manos las negociaciones y terminara en un baño de sangre, había muchos escenarios que podían perjudicarnos, así que tocaría enfocarme en mi nueva tarea y desear que todo siguiera saliendo tal cual el plan, no debía distraerme con lo que fuera que sucediera en el jardín...
La casa era antigua, aún guardaba algunos toques y detalles en la arquitectura que recordaban a sus anteriores dueños vampiros. Ragnus era un humano adinerado, por lo que los pasillos largos estaban adornados de forma importante por cuadros, estanterías con decoraciones y plantas, muchas plantas que acompañaban aquellos cuartos.
¿Dónde pondría el viejo botánico los objetos de valor?
El amo tiene un estudio, nadie puede entrar ahí, ni siquiera Isabella en los días que aún se desplazaba dentro de las paredes de la mansión.
Iremos para allá, seguramente lo que yo y mi compañero buscamos estará en aquel estudio
La joven sirvienta sacó un juego de llaves con decenas de estas, empezamos a desplazarnos cruzando varias puertas, cada una de estas protegidas con varios sistemas de cierre. Ragnus era un loco paranoico.
Algunas puertas se encontraban abiertas porque conectaban con los cuartos de donde había salido el viejo botánico y el resto de los empleados, sin embargo, el taller estaba en el sótano de la casa y para llegar allí debíamos pasar por varios cuartos y descender varios pisos. Quedaban muchos obstáculos por superar.
Luego de ya varios minutos pasando por cuartos y pasillos cerrados, cada uno de estos separados con puertas reforzadas, llegamos al sótano, aún quedaban varios accesos por cruzar, pero la joven que me acompañaba empezó a ponerse ansiosa.
Aquí comienza lo… - se detuvo abruptamente su discurso - las leyendas son ciertas, el amo tiene trampas a partir de este punto, ya varios sirvientes intrépidos han tratado de acceder a esta zona de la casa y no han vuelto. Muchos asumen que tiene un tesoro importante en su estudio, pero nadie ha pasado de este punto. Ragnus es muy celoso con la seguridad y a partir de esta entrada se prohíbe el paso.
La sirvienta se apartó de la puerta y se escondió detrás de mí – Ya no tengo las llaves de los candados y cerraduras de las próximas puertas, hay que buscar otra forma de pasar.
Zagreus
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Re: Serpientes En El Jardín [Privado][Noche]
Zagreus se marchó con aquella sirvienta y Cohen se quedó al mando de la situación con los Rappaccini. Isabella parecía decidida a colaborar y pronto, le trajo papel, pluma y tinta para llevar a cabo el traspaso de aquella propiedad.
―Isabella, ¿el servicio te trata bien? ―le preguntó a la joven, que detenidamente, se paró a observarlos durante unos segundos.
―Sí, la verdad es que sí…
―¿Estas personas conocen la historia de cómo llegaste a pincharte con la espina de la Rosanera?
Algunos sirvientes agacharon la cabeza ante esta pregunta, por lo que el vampiro dedujo que lo que le había ocurrido a la hermosa joven era un secreto a voces entre los empleados del lugar.
―Sí, creo que lo saben… ―dijo, poniéndose algo nerviosa, mientras intentaba respirar, dando un par de pasos más hacia la puerta, para quedar algo más cerca de la Rosanera.
Cohen se sentó en el escritorio de la joven, quedando frente a los sirvientes y a Ragnus Rappaccini que se recuperaba de los golpes e intentaba permanecer alerta en esa inconveniente situación.
― Muy bien. Todos vosotros seréis testigos de esta compraventa, así que más os vale permanezcáis atentos a cada cosa que ocurra aquí.
Cohen cogió la pluma, bañó su punta en la tinta y comenzó a escribir en el pergamino, mientras leía en voz alta lo que escribía.
―Yo, Ragnus Rappaccini, decido libremente vender mi jardín privado de la calle Muralla de Sacrestic Ville, a Cohen…
En este momento, el vampiro paró de escribir. Era un total incordio no recordar su nombre completo, por lo que debía buscar la forma de validar esa compraventa, aún desconociendo ese dato tan importante para la misma.
― Además, quiero ceder a Isabella Rappaccini, mi hija, la propiedad de la vivienda, además del derecho del uso del jardín mientras continúe con vida.
Cohen paró de escribir y miró hacia la joven que parecía atenta a cada palabra que el vampiro pronunciaba.
―¿Te parece bien?
―Si puedo estar cerca de la Rosanera, por mí no hay inconveniente.
―¡Malditos seáis! ¿Creéis que voy a firmar tal documento?
―Por supuesto que vas a firmarlo. Porque si no lo haces, yo mismo te pincharé con una de las espinas de la Rosanera. Y me encargaré de llevarte bien lejos, hasta que tus pulmones terminen secos y termines asfixiándote cómo la puta alimaña que eres… Tú decides…
―Isabella, ¿el servicio te trata bien? ―le preguntó a la joven, que detenidamente, se paró a observarlos durante unos segundos.
―Sí, la verdad es que sí…
―¿Estas personas conocen la historia de cómo llegaste a pincharte con la espina de la Rosanera?
Algunos sirvientes agacharon la cabeza ante esta pregunta, por lo que el vampiro dedujo que lo que le había ocurrido a la hermosa joven era un secreto a voces entre los empleados del lugar.
―Sí, creo que lo saben… ―dijo, poniéndose algo nerviosa, mientras intentaba respirar, dando un par de pasos más hacia la puerta, para quedar algo más cerca de la Rosanera.
Cohen se sentó en el escritorio de la joven, quedando frente a los sirvientes y a Ragnus Rappaccini que se recuperaba de los golpes e intentaba permanecer alerta en esa inconveniente situación.
― Muy bien. Todos vosotros seréis testigos de esta compraventa, así que más os vale permanezcáis atentos a cada cosa que ocurra aquí.
Cohen cogió la pluma, bañó su punta en la tinta y comenzó a escribir en el pergamino, mientras leía en voz alta lo que escribía.
―Yo, Ragnus Rappaccini, decido libremente vender mi jardín privado de la calle Muralla de Sacrestic Ville, a Cohen…
En este momento, el vampiro paró de escribir. Era un total incordio no recordar su nombre completo, por lo que debía buscar la forma de validar esa compraventa, aún desconociendo ese dato tan importante para la misma.
― Además, quiero ceder a Isabella Rappaccini, mi hija, la propiedad de la vivienda, además del derecho del uso del jardín mientras continúe con vida.
Cohen paró de escribir y miró hacia la joven que parecía atenta a cada palabra que el vampiro pronunciaba.
―¿Te parece bien?
―Si puedo estar cerca de la Rosanera, por mí no hay inconveniente.
―¡Malditos seáis! ¿Creéis que voy a firmar tal documento?
―Por supuesto que vas a firmarlo. Porque si no lo haces, yo mismo te pincharé con una de las espinas de la Rosanera. Y me encargaré de llevarte bien lejos, hasta que tus pulmones terminen secos y termines asfixiándote cómo la puta alimaña que eres… Tú decides…
Cohen
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Re: Serpientes En El Jardín [Privado][Noche]
Ante la advertencia de la joven me preparé, debía primero analizar cada puerta previo a tratar de abrirla, tenía que asegurarme de no activar ningún mecanismo. Quizás podría utilizar en algún momento a la sirviente que me acompañaba como carne de cañón, aunque en su actual estado sería complicado convencerla, ya se vería si me sería útil.
Examiné con detenimiento la primera puerta, el pomo estaba cerrado por unas cadenas que conectaban la puerta de metal pesado con unas barras de acero que sobresalían de la pared contigua. Una patada no sería lo suficientemente fuerte para tumbar aquella puerta y sus cadenas, conmigo no traía ganzúas para tratar un método menos engorroso, pero ante la premura lo más sensato sería buscar un instrumento que me permitiera lidiar con aquella primera puerta.
De mi mano empezó a salir un líquido carmesí, que tras pasado unos segundos se solidificó en la forma de un martillo de guerra pequeño (1), su construcción requería de mayor concentración que cuando con mi sangromancia elaboraba dagas y espadas. Seguía siendo un arma a una mano, un tanto pequeña incluso, pero la maza sólida sería suficientemente potente para ayudarme a utilizar la fuerza en aquel escenario, igualmente, tenía un pequeño pico en su parte trasera que complementaba el martillo y me permitía usar aquella pieza de punción en mi labor.
No te asustes – le comenté a la chica que dejó caer al suelo su lámpara de aceite, asustada de mi habilidad con la sangre. – da un paso para atrás.
Incluso con aquella arma no podría romper de un solo golpe aquellas gruesas cadenas, igualmente, el candado que servía de cierre de seguridad estaba protegido por unas placas metálicas que dificultaría romperlo. No obstante, me percaté que, si bien la puerta parecía estar bien protegida y ser resistente, sus bisagras parecían desgastadas y expuestas al lado donde me encontraba, por lo que tras algunos golpes contundentes con mi maza las mismas cedieron, permitiendo luego con una patada abrir una brecha en la entrada, la puerta seguía sujeta de las cadenas en el otro lado, pero el hueco que había conseguido tras romper las bisagras era suficiente para avanzar.
El pasillo siguiente tenía aproximadamente unos 5 metros hasta conectar la próxima puerta, en el techo de aquel estrecho lugar se veían unas tuberías que cada cierta distancia presentaban un dispositivo que parecía una especia de dispensador. Aquella estructura desencajaba del resto de la casa, por lo que era posible que se tratase de una trampa.
Las posibles trampas que acompañaban el pasillo hasta el estudio de Ragnus deberían tener algún mecanismo para desactivarse, ya que, como había indicado la joven que me acompañaba, el viejo Rappaccini solía pasar un tiempo importante en aquel lugar cuando no se encontraba en su jardín.
¿Por que no avanza, señor?
________Examiné con detenimiento la primera puerta, el pomo estaba cerrado por unas cadenas que conectaban la puerta de metal pesado con unas barras de acero que sobresalían de la pared contigua. Una patada no sería lo suficientemente fuerte para tumbar aquella puerta y sus cadenas, conmigo no traía ganzúas para tratar un método menos engorroso, pero ante la premura lo más sensato sería buscar un instrumento que me permitiera lidiar con aquella primera puerta.
De mi mano empezó a salir un líquido carmesí, que tras pasado unos segundos se solidificó en la forma de un martillo de guerra pequeño (1), su construcción requería de mayor concentración que cuando con mi sangromancia elaboraba dagas y espadas. Seguía siendo un arma a una mano, un tanto pequeña incluso, pero la maza sólida sería suficientemente potente para ayudarme a utilizar la fuerza en aquel escenario, igualmente, tenía un pequeño pico en su parte trasera que complementaba el martillo y me permitía usar aquella pieza de punción en mi labor.
- Martillo de Guerra a una mano (Pacto Carmesí):
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
No te asustes – le comenté a la chica que dejó caer al suelo su lámpara de aceite, asustada de mi habilidad con la sangre. – da un paso para atrás.
Incluso con aquella arma no podría romper de un solo golpe aquellas gruesas cadenas, igualmente, el candado que servía de cierre de seguridad estaba protegido por unas placas metálicas que dificultaría romperlo. No obstante, me percaté que, si bien la puerta parecía estar bien protegida y ser resistente, sus bisagras parecían desgastadas y expuestas al lado donde me encontraba, por lo que tras algunos golpes contundentes con mi maza las mismas cedieron, permitiendo luego con una patada abrir una brecha en la entrada, la puerta seguía sujeta de las cadenas en el otro lado, pero el hueco que había conseguido tras romper las bisagras era suficiente para avanzar.
El pasillo siguiente tenía aproximadamente unos 5 metros hasta conectar la próxima puerta, en el techo de aquel estrecho lugar se veían unas tuberías que cada cierta distancia presentaban un dispositivo que parecía una especia de dispensador. Aquella estructura desencajaba del resto de la casa, por lo que era posible que se tratase de una trampa.
Las posibles trampas que acompañaban el pasillo hasta el estudio de Ragnus deberían tener algún mecanismo para desactivarse, ya que, como había indicado la joven que me acompañaba, el viejo Rappaccini solía pasar un tiempo importante en aquel lugar cuando no se encontraba en su jardín.
¿Por que no avanza, señor?
Off
(1) Nivel 0: Pacto carmesí [Mágica] – Activa (2 usos) Duración= 2 turnos
Debido a la sangromancia de Zagreus, el vampiro puede extraer cantidades de su sangre por los pómulos de su piel sin perjudicarse y a partir de ella crear armas de sangre a una mano.
Zagreus solo puede crear una arma por activación. Igualmente, puede emplear un uso de la habilidad para cambiar el tipo de arma de sangre creada
Zagreus
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Re: Serpientes En El Jardín [Privado][Noche]
Ragnus parecía aterrorizado ante la idea de tener que sobrevivir en las mismas condiciones en las que su hija lo hacía día a día. ¿Estaba arrepentido de haber sometido la vida de su vida a ese control tan estricto o simplemente, no quería vivirlo él? De todas formas, aquel hombre merecía el peor de los castigos.
―Muy bien. Creo que el contrato está ya redactado. Sólo queda estampar las firmas. La propiedad de la casa irá para su hija. La del jardín para mí. El precio es algo irrisorio, pero seamos sinceros… tanto Isabella cómo yo estamos siendo amables teniendo en cuenta tu crueldad. Voy a por la espina…
Cohen salió momentáneamente de la habitación donde Isabella dormía. Se dirigió hacia el rosal de las Rosaneras, que no se encontraba lejos de allí. Sin embargo, extrajo una espina de un rosal cercano, que salvo el dolor de un leve pinchazo, era totalmente inofensiva.
Al volver, la conversación entre padre e hija se había vuelto acalorada.
―Debí matarte y enterrarte en el jardín, ¡maldita desagradecida!
―¿Desagradecida? ―preguntó, enfadada, acercándose a la figura de su padre, con gran rabia contenida ―. Te ofrezco la libertad que me negaste.
―Debí casarte en Lunargenta antes de venir aquí. Al menos hubiese sacado dinero de…
El golpe de Isabella cruzó la cara de su padre, que se silenció de momento, al ver cómo su joven hija había golpeado su rostro sin piedad.
La joven, al ver que el vampiro había llegado de vuelta, se acercó a él a paso veloz, abrazándole con sus brazos, desesperada y con deseos de venganza.
―Cohen, haz que este ser maligno firme de una vez, por favor. Quiero que desaparezca de mi vida.
El vampiro echó a un lado a la joven. Ella había sido muy sigilosa, pero Cohen se había dado cuenta de que una de sus manos había sacado su daga de su cinto. Las intenciones de Isabella parecían claras. Sin embargo, debía impedir que atacara a su padre. Al menos, hasta que su firma se hubiese plasmado en el papel.
Tras obligar a Isabella a dar unos pasos hacia atrás, separándole de su padre, Cohen puso el contrato, la tinta y la pluma frente a Ragnus. Tras dejarlos sobre la mesa, el vampiro llevó una de sus manos al blanquecino cabello del botánico, tirando de su cabeza a uno de los lados. Con la otra mano, le mostró la larga e inofensiva espina del rosal.
―Firma, Ragnus. O muere.
―Muy bien. Creo que el contrato está ya redactado. Sólo queda estampar las firmas. La propiedad de la casa irá para su hija. La del jardín para mí. El precio es algo irrisorio, pero seamos sinceros… tanto Isabella cómo yo estamos siendo amables teniendo en cuenta tu crueldad. Voy a por la espina…
Cohen salió momentáneamente de la habitación donde Isabella dormía. Se dirigió hacia el rosal de las Rosaneras, que no se encontraba lejos de allí. Sin embargo, extrajo una espina de un rosal cercano, que salvo el dolor de un leve pinchazo, era totalmente inofensiva.
Al volver, la conversación entre padre e hija se había vuelto acalorada.
―Debí matarte y enterrarte en el jardín, ¡maldita desagradecida!
―¿Desagradecida? ―preguntó, enfadada, acercándose a la figura de su padre, con gran rabia contenida ―. Te ofrezco la libertad que me negaste.
―Debí casarte en Lunargenta antes de venir aquí. Al menos hubiese sacado dinero de…
El golpe de Isabella cruzó la cara de su padre, que se silenció de momento, al ver cómo su joven hija había golpeado su rostro sin piedad.
La joven, al ver que el vampiro había llegado de vuelta, se acercó a él a paso veloz, abrazándole con sus brazos, desesperada y con deseos de venganza.
―Cohen, haz que este ser maligno firme de una vez, por favor. Quiero que desaparezca de mi vida.
El vampiro echó a un lado a la joven. Ella había sido muy sigilosa, pero Cohen se había dado cuenta de que una de sus manos había sacado su daga de su cinto. Las intenciones de Isabella parecían claras. Sin embargo, debía impedir que atacara a su padre. Al menos, hasta que su firma se hubiese plasmado en el papel.
Tras obligar a Isabella a dar unos pasos hacia atrás, separándole de su padre, Cohen puso el contrato, la tinta y la pluma frente a Ragnus. Tras dejarlos sobre la mesa, el vampiro llevó una de sus manos al blanquecino cabello del botánico, tirando de su cabeza a uno de los lados. Con la otra mano, le mostró la larga e inofensiva espina del rosal.
―Firma, Ragnus. O muere.
Cohen
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Re: Serpientes En El Jardín [Privado][Noche]
Dame tu camisón.
¡¿Qué?! – dijo mientras se ruborizaba
Sea lo que sea que estés pensando no me interesa, solo dámelo.
Un poco a regañadientes y timorata la mujer me dio el camisón que usaba para dormir, debajo tenías sus bragas mientras con sus dos brazos procuraba taparse los pechos. – A-a-aquí tienes.
Agarré la prenda mientras colocaba el martillo en el suelo, haciendo una especie de bola con la ropa, la cual debería abrirse a un lanzamiento, me coloqué en la entrada en aquel pasillo estrecho con tuberías en el techo. Lancé el camisón, que efectivamente logro abrirse un poco durante el trayecto, sin embargo, tal como me había imaginado, el mismo no tocó completamente el suelo, ya que a unos centímetros del piso había un hilo que cruzaba de pared a pared la habitación.
La prenda no era lo suficientemente pesada para activar el mecanismo del hilo que ahora cubría, por lo que tuve que repetir un lanzamiento, pero ahora utilizando un objeto más pesado, bastaba con que apuntara al camisón, por lo que atinar al hilo ahora no sería complicado, no sabía si había más hilos casi imperceptibles al ojo, por lo que acercarme sería arriesgado. Agarré nuevamente mi martillo y con un movimiento calculado por debajo de la cadera lo lancé, acertando a la prenda y activando el mecanismo de aquel hilo horizontal.
De lo que parecía ser un aspersor empezó a caer una lluvia verde, el líquido cubrió todo el suelo, mi martillo y el pijama de la sirviente. Por los costados de aquel pasillo había unas rendijas que poco a poco fueron drenando lo que parecía ser un veneno o ácido, seguramente proveniente de alguna planta.
Tras unos segundos, ya parado el goteo de las tuberías, me adentré en el pasillo hasta la puerta, no podía usar el martillo, no sabía los efectos de tocar aquel líquido directamente con mi piel, igualmente, reabsorber la sangre sería una mala idea, por lo que pasé de él. Activé el resto de hilos que había, aunque ya no quedaba liquido verde que derramar de las tuberías.
La puerta a diferencia de la primera no tenía protección alguna, al parecer la intención era invitar a los curiosos a adentrarse confiados e ignorar la trampa que allí los espera. Tras abrirla, había unas pequeñas curvas oscuras, esto hacía que la poca luz que entraba en el sótano por las antorchas del inicio no llegase a este nuevo pasillo prácticamente negro.
Al fondo del nuevo pasillo había otra esquina, seguramente tras aquel recodo estaría la puerta, ya que de aquel sitio se veía una luz, pero por las paredes de la curva la misma no iluminaba el pasillo que conectaba.
De unas aperturas en el techo salía un viento constante, era amigable y refrescante, lo suficientemente fuerte para hacer que tu cabellera se agitara, y que las llamas de una lámpara o antorcha se apagaran, o en el mejor de los casos titilaran en su luz haciendo difícil ver en aquel lugar.
Vamos, pues – dijo la joven que aun cubriéndose su torso quería adelantarse para cruzar aquel sitio.
Espera, tú no pases. – dije mientras la halaba de un brazo.
Todo estaba hecho para dificultar la vista, pero en el piso las baldosas tenían unas marcas particulares, yo al ser vampiro lograba verlas con total claridad, ingenuo Ragnus, algunas cerámicas tenían polvo mientras otras evidenciaban ser pisadas de forma constante, no me detuve a investigar las consecuencias de pisar alguna equivocada, por lo que con cuidado seguí los pasos de Rappaccini.
Crucé sin problema – Ni se te ocurra venir, o seguramente morirás.
Ahora con la luz artificial proveniente de una planta con cualidades luminiscentes me encontraba con una nueva puerta, adornada y con una apariencia delicada, estaba seguro que era la puerta que conectaba al estudio. No tenía bisagras visibles ni un pomo, seguramente se cerraba de manera hermética por lo que la única manera de abrirla sería introducir una llave en la única rendija que tenía aquella puerta.
Tras pensar unos segundos, caí en cuenta de mi error sobrestimando al viejo botánico, por lo que con un movimiento confiado me acerqué a la planta que estaba en una esquina a pocos centímetros de la puerta, aquella que iluminaba aquel sitio, metí la mano entre su follaje y al tocar la tierra de su macetero logré agarrar una pieza metálica, eran las llaves de aquella habitación. La introduje en la puerta y la giré, la puerta estaba abierta…
Alcé mi voz para comunicarme con la chica – Ve a donde está Cohen, el otro vampiro, dile que si ya terminó sus asuntos puede venir, lo vas a guiar hasta aquí y le vas a decir que abra bien los ojos cuando llegue a este último pasillo. Dudo que sea perspicaz y no confié en ti, así que si pregunta dile que ya llegué al tesoro de Zana, esas palabras seguro lo motivaran a bajar sin dudar.
¡¿Qué?! – dijo mientras se ruborizaba
Sea lo que sea que estés pensando no me interesa, solo dámelo.
Un poco a regañadientes y timorata la mujer me dio el camisón que usaba para dormir, debajo tenías sus bragas mientras con sus dos brazos procuraba taparse los pechos. – A-a-aquí tienes.
Agarré la prenda mientras colocaba el martillo en el suelo, haciendo una especie de bola con la ropa, la cual debería abrirse a un lanzamiento, me coloqué en la entrada en aquel pasillo estrecho con tuberías en el techo. Lancé el camisón, que efectivamente logro abrirse un poco durante el trayecto, sin embargo, tal como me había imaginado, el mismo no tocó completamente el suelo, ya que a unos centímetros del piso había un hilo que cruzaba de pared a pared la habitación.
La prenda no era lo suficientemente pesada para activar el mecanismo del hilo que ahora cubría, por lo que tuve que repetir un lanzamiento, pero ahora utilizando un objeto más pesado, bastaba con que apuntara al camisón, por lo que atinar al hilo ahora no sería complicado, no sabía si había más hilos casi imperceptibles al ojo, por lo que acercarme sería arriesgado. Agarré nuevamente mi martillo y con un movimiento calculado por debajo de la cadera lo lancé, acertando a la prenda y activando el mecanismo de aquel hilo horizontal.
De lo que parecía ser un aspersor empezó a caer una lluvia verde, el líquido cubrió todo el suelo, mi martillo y el pijama de la sirviente. Por los costados de aquel pasillo había unas rendijas que poco a poco fueron drenando lo que parecía ser un veneno o ácido, seguramente proveniente de alguna planta.
Tras unos segundos, ya parado el goteo de las tuberías, me adentré en el pasillo hasta la puerta, no podía usar el martillo, no sabía los efectos de tocar aquel líquido directamente con mi piel, igualmente, reabsorber la sangre sería una mala idea, por lo que pasé de él. Activé el resto de hilos que había, aunque ya no quedaba liquido verde que derramar de las tuberías.
La puerta a diferencia de la primera no tenía protección alguna, al parecer la intención era invitar a los curiosos a adentrarse confiados e ignorar la trampa que allí los espera. Tras abrirla, había unas pequeñas curvas oscuras, esto hacía que la poca luz que entraba en el sótano por las antorchas del inicio no llegase a este nuevo pasillo prácticamente negro.
Al fondo del nuevo pasillo había otra esquina, seguramente tras aquel recodo estaría la puerta, ya que de aquel sitio se veía una luz, pero por las paredes de la curva la misma no iluminaba el pasillo que conectaba.
De unas aperturas en el techo salía un viento constante, era amigable y refrescante, lo suficientemente fuerte para hacer que tu cabellera se agitara, y que las llamas de una lámpara o antorcha se apagaran, o en el mejor de los casos titilaran en su luz haciendo difícil ver en aquel lugar.
Vamos, pues – dijo la joven que aun cubriéndose su torso quería adelantarse para cruzar aquel sitio.
Espera, tú no pases. – dije mientras la halaba de un brazo.
Todo estaba hecho para dificultar la vista, pero en el piso las baldosas tenían unas marcas particulares, yo al ser vampiro lograba verlas con total claridad, ingenuo Ragnus, algunas cerámicas tenían polvo mientras otras evidenciaban ser pisadas de forma constante, no me detuve a investigar las consecuencias de pisar alguna equivocada, por lo que con cuidado seguí los pasos de Rappaccini.
Crucé sin problema – Ni se te ocurra venir, o seguramente morirás.
Ahora con la luz artificial proveniente de una planta con cualidades luminiscentes me encontraba con una nueva puerta, adornada y con una apariencia delicada, estaba seguro que era la puerta que conectaba al estudio. No tenía bisagras visibles ni un pomo, seguramente se cerraba de manera hermética por lo que la única manera de abrirla sería introducir una llave en la única rendija que tenía aquella puerta.
Tras pensar unos segundos, caí en cuenta de mi error sobrestimando al viejo botánico, por lo que con un movimiento confiado me acerqué a la planta que estaba en una esquina a pocos centímetros de la puerta, aquella que iluminaba aquel sitio, metí la mano entre su follaje y al tocar la tierra de su macetero logré agarrar una pieza metálica, eran las llaves de aquella habitación. La introduje en la puerta y la giré, la puerta estaba abierta…
Alcé mi voz para comunicarme con la chica – Ve a donde está Cohen, el otro vampiro, dile que si ya terminó sus asuntos puede venir, lo vas a guiar hasta aquí y le vas a decir que abra bien los ojos cuando llegue a este último pasillo. Dudo que sea perspicaz y no confié en ti, así que si pregunta dile que ya llegué al tesoro de Zana, esas palabras seguro lo motivaran a bajar sin dudar.
Zagreus
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Re: Serpientes En El Jardín [Privado][Noche]
Creyendo que su vida estaba realmente amenazada, Ragnus Rappaccini estampó su firma en el documento, llegándose a cabo el traspaso de la propiedad. Entusiasmado, el vampiro era el nuevo titular de aquel jardín.
―Bueno, todos vosotros habéis sido testigos de que Rappaccini ha firmado por propia voluntad ―dijo, mirando a los sirvientes, con una pícara sonrisa en los labios― Ahora bien, es hora de que se prepare para abandonar la ciudad…
Cohen dio un par de pasos en dirección a la puerta, dónde se encontraba Isabella. Sabía que la hija del botánico tenía su daga, por lo que dejé en sus manos la justicia que la joven quisiera tomar.
Incluso antes de lo esperado, con un claro gesto de venganza contenida en el rostro, la joven se acercó a su padre por la espalda y ante el grito y asombro de los sirvientes, empuñó el arma en un veloz gesto incrustándola con gran decisión en la nuca del botánico, atravesando con la hoja su cuello, hasta aparecer por la garganta. La sangre brotó en la habitación, empapando el frasco de tinta y la pluma con la que había firmado el traspaso de la propiedad.
Los sirvientes quedaron estupefactos por el horror, la joven respiraba agitada, aunque su rostro azulado cambió rápidamente. El vampiro sintió que Isabella había había encontrado ya la serenidad: había vengado la maldición a la que su padre la había sometido.
―¡Qué sigilosa! No me di cuenta de que me robaste la daga… ―dijo el vampiro, interpretando lo mejor que supo un estado de sorpresa ante aquel acto de violencia― Por favor, asistan a Señorita Rappaccini.
A pesar de la numerosa sangre, aún caliente, que brotaba de aquel cuerpo, Cohen no se alimentaba de alimañas cómo aquellas y disfrutó viendo el charco de sangre que se formaba alrededor del cuerpo.
Dos sirvientas se llevaron a Isabella junto a la Rosanera. Cohen se quedó tranquilo al comprobar el cariño con la que los miembros del servicio trataban a la pobre chica.
―Bien, ahora que nos hemos quedado los hombres a solas, debemos hablar sobre esto… La historia es la siguiente: Rappaccini abandonó la ciudad esta misma tarde en dirección a Lunargenta, dejando a su hija al cargo de la casa y el jardín. Presentaré el contrato firmado dentro de unos meses, cuando todo esto se haya calmado… Haré un viaje en las próximas semanas, así que a mi vuelta, formalizaré el contrato y seré el propietario del jardín. Por favor, mientras tanto, cuiden a Isabella y protéjanla. Esa chica ya ha sufrido lo suficiente…
Cohen salió al jardín para toparse con la sirvienta que había ido con Zagreus. Ésta le mencionó el tesoro de Zana, por lo que decidió seguir a la mujer a lo largo de las extrañas habitaciones de la vivienda de los Rappaccini.
Al llegar a la última estancia, escuchó la recomendación que la sirvienta le daba. Al hacerlo, Cohen vio las baldosas del suelo que parecían señaladas. Sonriente, fue pisándolas hasta llegar a la habitación siguiente, dónde Zagreus debía estar esperándolo.
―¿Encontraste algo interesante?
―Bueno, todos vosotros habéis sido testigos de que Rappaccini ha firmado por propia voluntad ―dijo, mirando a los sirvientes, con una pícara sonrisa en los labios― Ahora bien, es hora de que se prepare para abandonar la ciudad…
Cohen dio un par de pasos en dirección a la puerta, dónde se encontraba Isabella. Sabía que la hija del botánico tenía su daga, por lo que dejé en sus manos la justicia que la joven quisiera tomar.
Incluso antes de lo esperado, con un claro gesto de venganza contenida en el rostro, la joven se acercó a su padre por la espalda y ante el grito y asombro de los sirvientes, empuñó el arma en un veloz gesto incrustándola con gran decisión en la nuca del botánico, atravesando con la hoja su cuello, hasta aparecer por la garganta. La sangre brotó en la habitación, empapando el frasco de tinta y la pluma con la que había firmado el traspaso de la propiedad.
Los sirvientes quedaron estupefactos por el horror, la joven respiraba agitada, aunque su rostro azulado cambió rápidamente. El vampiro sintió que Isabella había había encontrado ya la serenidad: había vengado la maldición a la que su padre la había sometido.
―¡Qué sigilosa! No me di cuenta de que me robaste la daga… ―dijo el vampiro, interpretando lo mejor que supo un estado de sorpresa ante aquel acto de violencia― Por favor, asistan a Señorita Rappaccini.
A pesar de la numerosa sangre, aún caliente, que brotaba de aquel cuerpo, Cohen no se alimentaba de alimañas cómo aquellas y disfrutó viendo el charco de sangre que se formaba alrededor del cuerpo.
Dos sirvientas se llevaron a Isabella junto a la Rosanera. Cohen se quedó tranquilo al comprobar el cariño con la que los miembros del servicio trataban a la pobre chica.
―Bien, ahora que nos hemos quedado los hombres a solas, debemos hablar sobre esto… La historia es la siguiente: Rappaccini abandonó la ciudad esta misma tarde en dirección a Lunargenta, dejando a su hija al cargo de la casa y el jardín. Presentaré el contrato firmado dentro de unos meses, cuando todo esto se haya calmado… Haré un viaje en las próximas semanas, así que a mi vuelta, formalizaré el contrato y seré el propietario del jardín. Por favor, mientras tanto, cuiden a Isabella y protéjanla. Esa chica ya ha sufrido lo suficiente…
Cohen salió al jardín para toparse con la sirvienta que había ido con Zagreus. Ésta le mencionó el tesoro de Zana, por lo que decidió seguir a la mujer a lo largo de las extrañas habitaciones de la vivienda de los Rappaccini.
Al llegar a la última estancia, escuchó la recomendación que la sirvienta le daba. Al hacerlo, Cohen vio las baldosas del suelo que parecían señaladas. Sonriente, fue pisándolas hasta llegar a la habitación siguiente, dónde Zagreus debía estar esperándolo.
―¿Encontraste algo interesante?
Cohen
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Re: Serpientes En El Jardín [Privado][Noche]
Tras atravesar aquella puerta, por fin entré en el estudio, un laboratorio de gran tamaño, significativamente más grande que el taller de Cohen (incluido la parte donde vivía mi compañero). Iluminado de manera artificial, se disponían varios mesones y estanterías repletas de terrarios con diversas plantas, algunas válvulas y tubos conectaban con las raíces produciendo procesos químicos y de riego.
Todo estaba bien ordenado, una parte con cultivos hidropónicos, una zona de gran amplitud con frascos y lupas para analizar aspectos microscópicos, y evidentemente un área para los venenos y ácidos, apartado por unos cristales trasparentes y un traje protector en su entrada.
Los libros y cuadernos de anotaciones rebosaban regados por aquel estudio, pizarras llenas de garabatos y fórmulas complementaban aquel lugar. Si bien era sorpréndete para los interesados, mi objetivo era claro, debía revisar todos los muebles a fin de encontrar los objetos dejados por Zana.
Tras varios minutos comprobando cajones y gavetas, llegué a lo que parecía una bóveda en una de las paredes donde se situaba el escritorio principal de Ragnus, al abrirlo divisé varios objetos que parecían valiosos para el botánico, pero que en ese instante a mí no me interesaban. Sin embargo, una caja de un tamaño considerable llamó mi atención, principalmente porque en las esquinas se apreciaba manchas de tierra.
La saqué y coloqué sobre el escritorio, la caja si bien era resistente no parecía especial, no tenía ningún indicativo diferente en su superficie y apenas tenía un pequeño seguro para cerrarse. Librando este pequeño pestillo, abrí la caja.
Había varios objetos en su interior, sin duda se trataba de la caja dejada por Zana, asumo que la intención de la vampira era que la misma no fuera descubierta por otra persona que no fuera Cohen, ya que algunos objetos iban dirigidos directamente a él. Aunque, igualmente había herramientas que parecían estar ahí por si debía volver. Quizás Zana no confiaba del todo que Cohen encontrara aquella caja o sencillamente quería tener un plan B en caso de regresar a Sacrestic Ville.
Lo primero que retiré de la caja y coloqué a un lado en el escritorio fue una brújula, seguramente se trataba del objeto que me había hablado el vampiro en el taller, una brújula que no apunta al norte. Seguido, saqué un sobre que estaba dirigido para Cohen, lo situé gentilmente en la mesa. Luego, extraje una pequeña bolsa amarrada por un cordón, al abrirla vi que eran unos cuantos aeros, lo suficiente para alguien sobrevivir por unos días, yo no estaba especialmente interesado por lo que no me detuve siquiera a contar la cantidad.
Seguí sacando objetos, un juego de ganzúas, un libro de anotaciones que en su portada tenía una flor dibujada de manera tosca, apenas reconocible, que dentro tenía lo que parecía nombres de clientes, inventarios y lo que aparentaba ser garabatos de fórmulas, que estuviese escondido aquel cuaderno era llamativo, quizás Cohen le encontraría un significado a ello.
Me estaba impacientando, la caja era grande, pero ya se empezaba a vaciar y apenas sentía que había retirado objetos, un aspecto que me resultaba llamativo, pero con la ansiedad del momento dejé pasar. Para mis adentros empezaba a maldecir a Zana por hacerme perder el tiempo. Seguí buscando en la caja, un juego de llaves, dos frascos con un ungüento con olor agradable que parecían ser más cosméticos que algo más “útil”, y ya, más nada, la caja estaba vacía.
Revisé con una mirada veloz el contenido extraído de aquel supuesto tesoro, nada, nada importante. En un arrebato de ira impropio de mi postura templada y analítica agarré el cajón vacío y con gran fuerza lo arrojé a la pared más cercana.
La caja explotó durante el impacto, me sentí un poco aliviado dentro de mi frustración, dirigiendo mi rostro al techo mientras suspiraba agitado y cerraba los ojos. A los pocos segundos me recompuse, vi los pedazos de madera esparcidos por el suelo, varios trozos grandes habían ido a parar bajo una vitrina con flores.
Esperando a Cohen que ya debía estar por llegar, me percaté de un detalle en uno de aquellos pedazos, parecía un recubrimiento rojo de terciopelo, cuestión que me extrañó, ya que la caja en su totalidad era de madera opaca, sucia por tierra e incluso en su interior no había nada que la diferenciara de las paredes externas.
Me acerqué a recoger aquel fragmento, ciertamente era una tela que estaba pegada a la madera del cofre destruido. Busqué más piezas y me percaté que eran varias la que tenían esta tela. Se trataba de un piso falso dentro de aquel baúl.
Empecé a excitarme, ¿Por qué Zana colocaría un depósito secreto dentro de aquel cofre?, la idea me tomaba por completo. Hasta que bajo la vitrina vi un sobre de tela rectangular, con las medidas similares a la que tenía el cofre. Quité la cinta que amarraba aquella tela vieja de manera apresurada y al abrirlo lo vi, un pergamino muy similar al que tenía en mi posesión. Apenas entendía algunos símbolos de la lengua muerta en el cual estaba escrito.
La emoción me ganaba, una sonrisa infantil se dibujaba en mi rostro de oreja a oreja, la cual poco a poco se transformaba en una mueca macabra cuando empezaba a contemplar, lo que significaba ya disponer de 2 pergaminos del dios vampiro. Habían pasado años en su búsqueda y todavía faltaban varias piezas del rompecabezas, pero al fin un paso hacia la leyenda. Sentía como mi sangre se calentaba, emulando la sensación de aquella noche en la habitación de Fer`avlis, me sentía sumamente poderoso, pero antes de empezar a leer, o por lo menos tratar de traducir los dibujos de aquel pergamino antiguo Cohen entró al estudio.
Adelante mi buen amigo – respondí al vampiro tratando de recomponerme de aquel evento, intentando parecer nuevamente tranquilo y sosegado – Lo encontré... en la mesa – señalé triunfante – hallarás lo que buscas.
Todo estaba bien ordenado, una parte con cultivos hidropónicos, una zona de gran amplitud con frascos y lupas para analizar aspectos microscópicos, y evidentemente un área para los venenos y ácidos, apartado por unos cristales trasparentes y un traje protector en su entrada.
Los libros y cuadernos de anotaciones rebosaban regados por aquel estudio, pizarras llenas de garabatos y fórmulas complementaban aquel lugar. Si bien era sorpréndete para los interesados, mi objetivo era claro, debía revisar todos los muebles a fin de encontrar los objetos dejados por Zana.
Tras varios minutos comprobando cajones y gavetas, llegué a lo que parecía una bóveda en una de las paredes donde se situaba el escritorio principal de Ragnus, al abrirlo divisé varios objetos que parecían valiosos para el botánico, pero que en ese instante a mí no me interesaban. Sin embargo, una caja de un tamaño considerable llamó mi atención, principalmente porque en las esquinas se apreciaba manchas de tierra.
La saqué y coloqué sobre el escritorio, la caja si bien era resistente no parecía especial, no tenía ningún indicativo diferente en su superficie y apenas tenía un pequeño seguro para cerrarse. Librando este pequeño pestillo, abrí la caja.
Había varios objetos en su interior, sin duda se trataba de la caja dejada por Zana, asumo que la intención de la vampira era que la misma no fuera descubierta por otra persona que no fuera Cohen, ya que algunos objetos iban dirigidos directamente a él. Aunque, igualmente había herramientas que parecían estar ahí por si debía volver. Quizás Zana no confiaba del todo que Cohen encontrara aquella caja o sencillamente quería tener un plan B en caso de regresar a Sacrestic Ville.
Lo primero que retiré de la caja y coloqué a un lado en el escritorio fue una brújula, seguramente se trataba del objeto que me había hablado el vampiro en el taller, una brújula que no apunta al norte. Seguido, saqué un sobre que estaba dirigido para Cohen, lo situé gentilmente en la mesa. Luego, extraje una pequeña bolsa amarrada por un cordón, al abrirla vi que eran unos cuantos aeros, lo suficiente para alguien sobrevivir por unos días, yo no estaba especialmente interesado por lo que no me detuve siquiera a contar la cantidad.
Seguí sacando objetos, un juego de ganzúas, un libro de anotaciones que en su portada tenía una flor dibujada de manera tosca, apenas reconocible, que dentro tenía lo que parecía nombres de clientes, inventarios y lo que aparentaba ser garabatos de fórmulas, que estuviese escondido aquel cuaderno era llamativo, quizás Cohen le encontraría un significado a ello.
Me estaba impacientando, la caja era grande, pero ya se empezaba a vaciar y apenas sentía que había retirado objetos, un aspecto que me resultaba llamativo, pero con la ansiedad del momento dejé pasar. Para mis adentros empezaba a maldecir a Zana por hacerme perder el tiempo. Seguí buscando en la caja, un juego de llaves, dos frascos con un ungüento con olor agradable que parecían ser más cosméticos que algo más “útil”, y ya, más nada, la caja estaba vacía.
Revisé con una mirada veloz el contenido extraído de aquel supuesto tesoro, nada, nada importante. En un arrebato de ira impropio de mi postura templada y analítica agarré el cajón vacío y con gran fuerza lo arrojé a la pared más cercana.
La caja explotó durante el impacto, me sentí un poco aliviado dentro de mi frustración, dirigiendo mi rostro al techo mientras suspiraba agitado y cerraba los ojos. A los pocos segundos me recompuse, vi los pedazos de madera esparcidos por el suelo, varios trozos grandes habían ido a parar bajo una vitrina con flores.
Esperando a Cohen que ya debía estar por llegar, me percaté de un detalle en uno de aquellos pedazos, parecía un recubrimiento rojo de terciopelo, cuestión que me extrañó, ya que la caja en su totalidad era de madera opaca, sucia por tierra e incluso en su interior no había nada que la diferenciara de las paredes externas.
Me acerqué a recoger aquel fragmento, ciertamente era una tela que estaba pegada a la madera del cofre destruido. Busqué más piezas y me percaté que eran varias la que tenían esta tela. Se trataba de un piso falso dentro de aquel baúl.
Empecé a excitarme, ¿Por qué Zana colocaría un depósito secreto dentro de aquel cofre?, la idea me tomaba por completo. Hasta que bajo la vitrina vi un sobre de tela rectangular, con las medidas similares a la que tenía el cofre. Quité la cinta que amarraba aquella tela vieja de manera apresurada y al abrirlo lo vi, un pergamino muy similar al que tenía en mi posesión. Apenas entendía algunos símbolos de la lengua muerta en el cual estaba escrito.
La emoción me ganaba, una sonrisa infantil se dibujaba en mi rostro de oreja a oreja, la cual poco a poco se transformaba en una mueca macabra cuando empezaba a contemplar, lo que significaba ya disponer de 2 pergaminos del dios vampiro. Habían pasado años en su búsqueda y todavía faltaban varias piezas del rompecabezas, pero al fin un paso hacia la leyenda. Sentía como mi sangre se calentaba, emulando la sensación de aquella noche en la habitación de Fer`avlis, me sentía sumamente poderoso, pero antes de empezar a leer, o por lo menos tratar de traducir los dibujos de aquel pergamino antiguo Cohen entró al estudio.
Adelante mi buen amigo – respondí al vampiro tratando de recomponerme de aquel evento, intentando parecer nuevamente tranquilo y sosegado – Lo encontré... en la mesa – señalé triunfante – hallarás lo que buscas.
Zagreus
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Re: Serpientes En El Jardín [Privado][Noche]
Sin tiempo que perder, Cohen se dirigió a la mesa que Zagreus le señalaba. Lo primero que el vampiro vio sobre el escritorio de madera fue la brújula de Zana que reconoció enseguida.
Si no fuera por los compromisos comerciales que Cohen tenía los próximos días en la ciudad de Beltrexus, hubiese seguido en la dirección de la flecha de la brújula a la noche siguiente hasta dar con el paradero. Si no sabía nada de Zana a la vuelta, iniciaría entonces el viaje.
Lo segundo que llamó su atención fue el sobre que estaba junto a la brújula. En él ponía su nombre y reconoció los trazos de la escritura de su conversora sin demasiados problemas.
Rasgó el sobre realmente intrigado por lo que Zana tuviera que decirle en ese escrito que llevaba más de un año sin ser leído.
Lo que el vampiro no esperaba encontrar un dibujo hecho en tinta rojo. En el papel, un ojo carmesí le devolvía la mirada. Cohen se preguntó que era lo que Zana querría decirle con aquel dibujo, pues no entendía el significado que podía tener.
― Vaya, encontraste tu manuscrito. La búsqueda ha valido la pena… ―preguntó, mientras cogía la brújula― Espero que pueda encontrar a Zana siguiendo la indicación de esta brújula… Así los dos saldremos ganando de esta aventura…
Guardó la brújula y el sobre. El resto de pertenencias no le interesaban demasiado. Guardó el dinero de Zana en su bolsillo junto a la brújula y se llevó aquel libro que parecía llevar las cuentas de la Flor Inerte, aunque Cohen, a simple vista, no pudo reconocer a ninguno de los clientes que allí figuraban.
―Por cierto. Rappaccini ha muerto… ―dijo Cohen teatralmente, mientras miraba atento a su compañero sabiendo que él le creería culpable― Pero no temas. La propia Isabella le ha dado muerte, por lo que este asunto no nos traerá demasiados problemas con Lannet y los soldados… Por cierto, antes de morir firmó el contrato: estás ante el nuevo dueño del jardín… aunque el traspaso de la propiedad no ocurrirá hasta que transcurran unos meses. Modificaré el contrato para hacer ver que fue firmado dentro de unos meses en Lunargenta. Así, cuando lo inscriba, nadie sospechará de lo que realmente le ha ocurrido al botánico esta noche y presumirán que continuaba vivo a la fecha de la firma del contrato... Los sirvientes parecen fieles a Isabella: mantendrán el silencio para que la joven no sufra las consecuencias de la justicia... Sólo me queda deshacerme del cadáver... y no puede ser en el jardín. ¿Alguna idea?
Si no fuera por los compromisos comerciales que Cohen tenía los próximos días en la ciudad de Beltrexus, hubiese seguido en la dirección de la flecha de la brújula a la noche siguiente hasta dar con el paradero. Si no sabía nada de Zana a la vuelta, iniciaría entonces el viaje.
Lo segundo que llamó su atención fue el sobre que estaba junto a la brújula. En él ponía su nombre y reconoció los trazos de la escritura de su conversora sin demasiados problemas.
Rasgó el sobre realmente intrigado por lo que Zana tuviera que decirle en ese escrito que llevaba más de un año sin ser leído.
Lo que el vampiro no esperaba encontrar un dibujo hecho en tinta rojo. En el papel, un ojo carmesí le devolvía la mirada. Cohen se preguntó que era lo que Zana querría decirle con aquel dibujo, pues no entendía el significado que podía tener.
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― Vaya, encontraste tu manuscrito. La búsqueda ha valido la pena… ―preguntó, mientras cogía la brújula― Espero que pueda encontrar a Zana siguiendo la indicación de esta brújula… Así los dos saldremos ganando de esta aventura…
Guardó la brújula y el sobre. El resto de pertenencias no le interesaban demasiado. Guardó el dinero de Zana en su bolsillo junto a la brújula y se llevó aquel libro que parecía llevar las cuentas de la Flor Inerte, aunque Cohen, a simple vista, no pudo reconocer a ninguno de los clientes que allí figuraban.
―Por cierto. Rappaccini ha muerto… ―dijo Cohen teatralmente, mientras miraba atento a su compañero sabiendo que él le creería culpable― Pero no temas. La propia Isabella le ha dado muerte, por lo que este asunto no nos traerá demasiados problemas con Lannet y los soldados… Por cierto, antes de morir firmó el contrato: estás ante el nuevo dueño del jardín… aunque el traspaso de la propiedad no ocurrirá hasta que transcurran unos meses. Modificaré el contrato para hacer ver que fue firmado dentro de unos meses en Lunargenta. Así, cuando lo inscriba, nadie sospechará de lo que realmente le ha ocurrido al botánico esta noche y presumirán que continuaba vivo a la fecha de la firma del contrato... Los sirvientes parecen fieles a Isabella: mantendrán el silencio para que la joven no sufra las consecuencias de la justicia... Sólo me queda deshacerme del cadáver... y no puede ser en el jardín. ¿Alguna idea?
Cohen
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Re: Serpientes En El Jardín [Privado][Noche]
Sí...sí... gracias – dije mientras poco a poco reaccionaba a las palabras del vampiro que revisaba las pertenencias en la mesa. Estaba en deuda con él, ciertamente no era usual mostrar agradecimiento genuino por alguien más allá de las cordialidades banales. Pero en el caso de Cohen había cooperado en la obtención de aquel objeto que tanto anhelaba.
Entendía que el encontrar a Zana para él también era importante, pero estaba confiado que Cohen no entendía las implicaciones de aquel pergamino. Por lo que en cierta manera sentía que el trato resultaba injusto, por más que yo solo me quedara con un “papel”.
Espero que tú también puedas encontrar a Zana, me gustaría conocerla. – dije, mientras guardaba cuidadosamente el pergamino, apenas había podido comprobar su contenido, pero era pertinente esperar a traducirlo correctamente. Mi sangre ya calentaba ante el poder que eso implicaba, próximamente seguro sería capaz de ampliar mi capacidad con la sangre gracias a la enseñanza de aquellos objetos míticos del Dios vampiro, …Aprendo…Aprendo… (1).
Igualmente, tenía curiosidad de conocer a la mujer de quien tanto hablaba Cohen, ¿de dónde había sacado el pergamino?, ¿por qué lo había dejado en aquella caja?, ¿estaba dirigido a Cohen, lo guardaba o sencillamente quería ocultarlo del mundo?, tenía muchas preguntas, pero no era momento para distraerse, la noticia del botánico Rappaccini era ahora la urgencia, no me sorprendía el desenlace conociendo a Cohen y viendo las intenciones de Isabella.
Miré alrededor en aquel laboratorio y tras varios segundos organizando ideas le respondí a mi compañero que ahora sería el dueño de aquel jardín.
Sí, sé cómo hacer con el cuerpo. Tú te encargarás de Lannet, pero si todo sale bien no quedará rastro de Ragnus. Esto tardará unas cuantas horas, y es importante que nadie venga para acá porque va a oler fuerte.
Me aproximé a la zona cubierta de cristales donde asumía que el viejo botánico trabajaba con venenos. Tras el cristal, logré divisar unas cajas con diversos minerales etiquetados y organizados en un mueble alto dentro de aquel espacio. Muchos de estos compuestos eran utilizados para procesos químicos que seguramente Rapaccinni manejaba, y si bien pasaban desapercibidos con todas las plantas y semillas de aquel lugar, los minerales componían una parte relevante dentro de la botánica. Y con mente en eso me dispuse a buscar los fertilizantes.
Generalmente, los fertilizantes comunes eran compuestos de materiales fecales de algunos animales, pero tratándose de un botánico experto hay otros procesos que favorecen el crecimiento de las plantas. Tras una pequeña puerta, en el estudio estaba una zona aislada, seguramente por los olores, donde en sacos se encontraban kilos de fertilizantes, así como algunos ingredientes que se empleaban para hacer su producción.
Tras varios minutos recolectando y buscando lo que necesitaba de estas dos zonas del laboratorio, ya estaba preparado, en mi haber tenía Fluorita que había obtenido de las cajas de minerales, era de color azul llamativo; igualmente, tenía un recipiente con lo que parecía ser ácido sulfúrico, el mismo lo había obtenido de la cámara de fertilizantes, dicho componente se utilizaba para su obtención. La capacidad de Ragnus Rappaccini me asombraba, ciertamente era dedicado con su jardín y profesión, y ahora me había facilitado todo.
Cohen, ya tengo todo, vamos a desintegrar el cuerpo de Ragnus (2) … Mezclando estos ingredientes en un proceso químico se crea ácido fluorhídrico, un compuesto altamente corrosivo que es capaz de disolver vidrio y materiales duros, incluso partes humanas…
Caminé en dirección al traje de protección que estaba guindado – necesito que bajes el cuerpo de Ragnus para acá, tú encárgate de la sangre que deje por el camino y ten cuidado con las trampas. Diles a los sirvientes que bajen una bañera preferiblemente de cerámica, son pesadas, así que pueden traerla entre varios, luego nosotros nos encargamos. Estoy seguro de que en una casa como esta – aludiendo a la riqueza del botánico – habrá una bañera con estas características que se pueda desmontar y traer…
Finalizada la directriz a mi compañero vampiro me dispuse a buscar un cuchillo de acero que me sirviera para raspas el mineral y hacerlo polvo para luego disolverlo con el ácido sulfúrico, el proceso duraría horas, así que podríamos dejar el cuerpo descomponiéndose unos días, yo marcharme de la ciudad y que Cohen se asegurara de que desapareciera. Nadie bajaba para aquel estudio, quizás el vampiro podría aprovechar ese detalle del sótano y alejar a los curiosos.
____________Entendía que el encontrar a Zana para él también era importante, pero estaba confiado que Cohen no entendía las implicaciones de aquel pergamino. Por lo que en cierta manera sentía que el trato resultaba injusto, por más que yo solo me quedara con un “papel”.
Espero que tú también puedas encontrar a Zana, me gustaría conocerla. – dije, mientras guardaba cuidadosamente el pergamino, apenas había podido comprobar su contenido, pero era pertinente esperar a traducirlo correctamente. Mi sangre ya calentaba ante el poder que eso implicaba, próximamente seguro sería capaz de ampliar mi capacidad con la sangre gracias a la enseñanza de aquellos objetos míticos del Dios vampiro, …Aprendo…Aprendo… (1).
Igualmente, tenía curiosidad de conocer a la mujer de quien tanto hablaba Cohen, ¿de dónde había sacado el pergamino?, ¿por qué lo había dejado en aquella caja?, ¿estaba dirigido a Cohen, lo guardaba o sencillamente quería ocultarlo del mundo?, tenía muchas preguntas, pero no era momento para distraerse, la noticia del botánico Rappaccini era ahora la urgencia, no me sorprendía el desenlace conociendo a Cohen y viendo las intenciones de Isabella.
Miré alrededor en aquel laboratorio y tras varios segundos organizando ideas le respondí a mi compañero que ahora sería el dueño de aquel jardín.
Sí, sé cómo hacer con el cuerpo. Tú te encargarás de Lannet, pero si todo sale bien no quedará rastro de Ragnus. Esto tardará unas cuantas horas, y es importante que nadie venga para acá porque va a oler fuerte.
Me aproximé a la zona cubierta de cristales donde asumía que el viejo botánico trabajaba con venenos. Tras el cristal, logré divisar unas cajas con diversos minerales etiquetados y organizados en un mueble alto dentro de aquel espacio. Muchos de estos compuestos eran utilizados para procesos químicos que seguramente Rapaccinni manejaba, y si bien pasaban desapercibidos con todas las plantas y semillas de aquel lugar, los minerales componían una parte relevante dentro de la botánica. Y con mente en eso me dispuse a buscar los fertilizantes.
Generalmente, los fertilizantes comunes eran compuestos de materiales fecales de algunos animales, pero tratándose de un botánico experto hay otros procesos que favorecen el crecimiento de las plantas. Tras una pequeña puerta, en el estudio estaba una zona aislada, seguramente por los olores, donde en sacos se encontraban kilos de fertilizantes, así como algunos ingredientes que se empleaban para hacer su producción.
Tras varios minutos recolectando y buscando lo que necesitaba de estas dos zonas del laboratorio, ya estaba preparado, en mi haber tenía Fluorita que había obtenido de las cajas de minerales, era de color azul llamativo; igualmente, tenía un recipiente con lo que parecía ser ácido sulfúrico, el mismo lo había obtenido de la cámara de fertilizantes, dicho componente se utilizaba para su obtención. La capacidad de Ragnus Rappaccini me asombraba, ciertamente era dedicado con su jardín y profesión, y ahora me había facilitado todo.
Cohen, ya tengo todo, vamos a desintegrar el cuerpo de Ragnus (2) … Mezclando estos ingredientes en un proceso químico se crea ácido fluorhídrico, un compuesto altamente corrosivo que es capaz de disolver vidrio y materiales duros, incluso partes humanas…
Caminé en dirección al traje de protección que estaba guindado – necesito que bajes el cuerpo de Ragnus para acá, tú encárgate de la sangre que deje por el camino y ten cuidado con las trampas. Diles a los sirvientes que bajen una bañera preferiblemente de cerámica, son pesadas, así que pueden traerla entre varios, luego nosotros nos encargamos. Estoy seguro de que en una casa como esta – aludiendo a la riqueza del botánico – habrá una bañera con estas características que se pueda desmontar y traer…
Finalizada la directriz a mi compañero vampiro me dispuse a buscar un cuchillo de acero que me sirviera para raspas el mineral y hacerlo polvo para luego disolverlo con el ácido sulfúrico, el proceso duraría horas, así que podríamos dejar el cuerpo descomponiéndose unos días, yo marcharme de la ciudad y que Cohen se asegurara de que desapareciera. Nadie bajaba para aquel estudio, quizás el vampiro podría aprovechar ese detalle del sótano y alejar a los curiosos.
Off
(1): Preparando la adquisición de una nueva habilidad para cuando sea nivel 1
(2): Si, al estilo de Breaking Bad (disculpa si es un spoiler)
Zagreus
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Re: Serpientes En El Jardín [Privado][Noche]
Cohen comprendió rápidamente la intención de Zagreus. Iba a utilizar un procedimiento químico para descomponer el cadáver de Rappaccini de forma rápida. Los conocimientos de su amigo vampiro le sorprendieron, pero ya preguntaría en otra ocasión cómo había llegado a tal sabiduría.
Tras recoger los elementos de Zana, siguió las instrucciones de Zagreus, volviendo tras sus pasos. Dio las órdenes indicadas a los sirvientes: mientras que dos de ellos cargaban el cuerpo hacia el sótano, a otros se les encomendó llevar la bañera.
Al bajar al sótano, vio cómo uno de los hombres que cargaban el cuerpo, accionaba un mecanismo que estaba oculto tras una de las paredes, desactivando algunas de las trampas. Cohen se preguntó si la doncella que había acompañado a Zagreus conocía aquel mecanismo… pero viendo que no había ocurrido nada, lo dejaría pasar.
Minutos más tarde, todo estaba preparado para iniciar aquel complejo proceso químico. El cadáver de Rappaccini descansaba en aquella bañera.
―Iré a comprobar si Isabella se encuentra bien… Ten cuidado. No quiero que te mueras, ahora que te aprecio...
Encontró a Isabella en el jardín, de rodillas frente al rosal, aspirando su olor con delicadeza. Parecía muy cansada, pero algo había cambiado en su actitud. La rabia parecía haber desaparecido y al mirarle, la joven sonrió levemente, quizás en paz.
―Cómo nuevo dueño del jardín, espero que cuides bien de esta planta… Mi destino está en tus manos.
―Lo haré. Esperaré a que las flores surjan en primavera e iniciaré una investigación. Haré todo lo posible por intentar librarte de esta maldición que ha recaído sobre tus hombros...
El vampiro sintió cómo la mano de la joven se aferraba a la suya, en un gesto inusualmente cariñoso, que Cohen aceptó con agrado.
Tras recoger los elementos de Zana, siguió las instrucciones de Zagreus, volviendo tras sus pasos. Dio las órdenes indicadas a los sirvientes: mientras que dos de ellos cargaban el cuerpo hacia el sótano, a otros se les encomendó llevar la bañera.
Al bajar al sótano, vio cómo uno de los hombres que cargaban el cuerpo, accionaba un mecanismo que estaba oculto tras una de las paredes, desactivando algunas de las trampas. Cohen se preguntó si la doncella que había acompañado a Zagreus conocía aquel mecanismo… pero viendo que no había ocurrido nada, lo dejaría pasar.
Minutos más tarde, todo estaba preparado para iniciar aquel complejo proceso químico. El cadáver de Rappaccini descansaba en aquella bañera.
―Iré a comprobar si Isabella se encuentra bien… Ten cuidado. No quiero que te mueras, ahora que te aprecio...
Encontró a Isabella en el jardín, de rodillas frente al rosal, aspirando su olor con delicadeza. Parecía muy cansada, pero algo había cambiado en su actitud. La rabia parecía haber desaparecido y al mirarle, la joven sonrió levemente, quizás en paz.
―Cómo nuevo dueño del jardín, espero que cuides bien de esta planta… Mi destino está en tus manos.
―Lo haré. Esperaré a que las flores surjan en primavera e iniciaré una investigación. Haré todo lo posible por intentar librarte de esta maldición que ha recaído sobre tus hombros...
El vampiro sintió cómo la mano de la joven se aferraba a la suya, en un gesto inusualmente cariñoso, que Cohen aceptó con agrado.
Cohen
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Re: Serpientes En El Jardín [Privado][Noche]
Ya con el cadáver del viejo botánico puesto en la tina que habían traído hasta el estudio, era momento para iniciar. Resultaba importante trabajar solo, por lo que ordené a los hombres que habían colaborado a marcharse, ya Cohen se había ido con sus pertenencias para asistir a Isabella.
Antes de comenzar, me quité mis prendas, y las coloqué cerca de la puerta en un pequeño banco, ahí dispuse el pergamino que había encontrado, si bien estaba excitado por continuar su revisión, era crucial hacer el trabajo sucio, ya tendría tiempo para ojearlo con calma y buscar algún traductor que me ayudara.
Casi desnudo, me acerqué a la tina con el cuerpo de Rappaccini, cubierto de su propia sangre, sonreí un poco al ver aquella imagen e imaginar como sucedió aquel fatídico desenlace. Me coloqué el traje protector que me cubría completamente, era difícil colocárselo, pero era necesario para poder manejar aquellos ácidos. Unas botas y una máscara especial que contenía una válvula que permitía filtrar el aire y prohibía el paso de los gases complementaron mi vestimenta.
Ya con los ingredientes a la mano, el cuerpo y mi protección, me dispuse a verter el ácido en la tina, no era necesario llenarla al tope, lo importante era evitar derramar el contenido fuera de la tina y asegurarme que el cuerpo estuviera completamente dentro del recipiente.
Pasado 10 minutos ya mi trabajo estaba hecho, me quedé viendo mientras poco a poco la reacción química hacía efecto, primero eliminando la sangre que escurría del cuerpo con un sutil humo blanco que venía acompañada con un siseo. El líquido burbujeaba cuando entraba en contacto con la piel del botánico, aunque la reacción con los cuerpos sólidos era mucho más lenta. Tardaría al menos dos días en desaparecer.
Al finalizar mi obra de arte, eché un vistazo rápido al estudio, asegurándome que todo estuviera en orden y que ninguna variable se escapara de mi control propiciando un desastre, una reacción química incorrecta podría causar daños a la nueva vivienda de Cohen.
Me quité el traje que coloqué en un cubo en la entrada, debía limpiarse antes de volver a utilizarse y sería necesario emplearlo para entrar al estudio durante varios días. Me vestí y con cuidado agarré el pergamino que guardé dentro de mi ropa.
Al llegar al jardín, ya todo más calmado, me propuse a despedirme de Cohen, faltaban pocas horas para el amanecer y mi objetivo ya había sido logrado, ya era momento de partir de Sacrestic Ville. Me acerqué con disimulo al vampiro, mi intención era no alertar al resto de los presentes con lo que habíamos hecho con el cuerpo.
Ya está, tardará unos días, así que si puedes visita el estudio periódicamente y asegúrate de que todo marche bien, no deberían haber sospechas ni problemas. Siempre que visites a Ragnus colócate el traje que está en la entrada, pero límpialo con agua antes, recuerda usar guantes... y que no baje nadie aparte de ti.
Tomando una actitud más pública al acabar las recomendaciones con el tema del botánico, me aparté un poco y dirigí mi mirada los muros del jardín, no había puertas y no tenía intención de escalar a la ventana de La Flor Inerte.
Creo que ya me marcharé - dije mientras me dirigía a Cohen - si alguno me pudiera acompañar a la entrada. Ya tenemos lo que buscábamos y espero logres ubicar a Zana, deseo conocerla alguna vez, pero ya mañana me marcharé de tu Villa, antes pasaré a comprarte algunas provisiones para el viaje, me dirigiré al sur. - Y con una especie de reverencia comenté mi ultima frase: - Nos encontraremos en otra ocasión mi estimado vampiro.
Una de las sirvientas se dispuso a mostrarme la salida, empecé a caminar tras ella y antes de partir me detuve para mirar a la joven Isabella – Adiós, espero hayas conseguido consuelo y calma en tu venganza. Por ahora, disfruta de la compañía – dije, mientras con una mirada fugaz miraba a Cohen y continué con mi marcha para irme de aquel magnifico jardín.
Antes de comenzar, me quité mis prendas, y las coloqué cerca de la puerta en un pequeño banco, ahí dispuse el pergamino que había encontrado, si bien estaba excitado por continuar su revisión, era crucial hacer el trabajo sucio, ya tendría tiempo para ojearlo con calma y buscar algún traductor que me ayudara.
Casi desnudo, me acerqué a la tina con el cuerpo de Rappaccini, cubierto de su propia sangre, sonreí un poco al ver aquella imagen e imaginar como sucedió aquel fatídico desenlace. Me coloqué el traje protector que me cubría completamente, era difícil colocárselo, pero era necesario para poder manejar aquellos ácidos. Unas botas y una máscara especial que contenía una válvula que permitía filtrar el aire y prohibía el paso de los gases complementaron mi vestimenta.
Ya con los ingredientes a la mano, el cuerpo y mi protección, me dispuse a verter el ácido en la tina, no era necesario llenarla al tope, lo importante era evitar derramar el contenido fuera de la tina y asegurarme que el cuerpo estuviera completamente dentro del recipiente.
Pasado 10 minutos ya mi trabajo estaba hecho, me quedé viendo mientras poco a poco la reacción química hacía efecto, primero eliminando la sangre que escurría del cuerpo con un sutil humo blanco que venía acompañada con un siseo. El líquido burbujeaba cuando entraba en contacto con la piel del botánico, aunque la reacción con los cuerpos sólidos era mucho más lenta. Tardaría al menos dos días en desaparecer.
Al finalizar mi obra de arte, eché un vistazo rápido al estudio, asegurándome que todo estuviera en orden y que ninguna variable se escapara de mi control propiciando un desastre, una reacción química incorrecta podría causar daños a la nueva vivienda de Cohen.
Me quité el traje que coloqué en un cubo en la entrada, debía limpiarse antes de volver a utilizarse y sería necesario emplearlo para entrar al estudio durante varios días. Me vestí y con cuidado agarré el pergamino que guardé dentro de mi ropa.
Al llegar al jardín, ya todo más calmado, me propuse a despedirme de Cohen, faltaban pocas horas para el amanecer y mi objetivo ya había sido logrado, ya era momento de partir de Sacrestic Ville. Me acerqué con disimulo al vampiro, mi intención era no alertar al resto de los presentes con lo que habíamos hecho con el cuerpo.
Ya está, tardará unos días, así que si puedes visita el estudio periódicamente y asegúrate de que todo marche bien, no deberían haber sospechas ni problemas. Siempre que visites a Ragnus colócate el traje que está en la entrada, pero límpialo con agua antes, recuerda usar guantes... y que no baje nadie aparte de ti.
Tomando una actitud más pública al acabar las recomendaciones con el tema del botánico, me aparté un poco y dirigí mi mirada los muros del jardín, no había puertas y no tenía intención de escalar a la ventana de La Flor Inerte.
Creo que ya me marcharé - dije mientras me dirigía a Cohen - si alguno me pudiera acompañar a la entrada. Ya tenemos lo que buscábamos y espero logres ubicar a Zana, deseo conocerla alguna vez, pero ya mañana me marcharé de tu Villa, antes pasaré a comprarte algunas provisiones para el viaje, me dirigiré al sur. - Y con una especie de reverencia comenté mi ultima frase: - Nos encontraremos en otra ocasión mi estimado vampiro.
Una de las sirvientas se dispuso a mostrarme la salida, empecé a caminar tras ella y antes de partir me detuve para mirar a la joven Isabella – Adiós, espero hayas conseguido consuelo y calma en tu venganza. Por ahora, disfruta de la compañía – dije, mientras con una mirada fugaz miraba a Cohen y continué con mi marcha para irme de aquel magnifico jardín.
Fin del acto II
Zagreus
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