El Jardín De Los Rappaccini [Privado]

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Mi estadía en Sacrestic Ville se había prolongado más de lo que había previsto en un primer momento, ahora me encontraba junto a Cohen en la oficina de Lannet consiguiendo información sobre el paradero de Zana, aquella que podría ser portadora de uno de los pergaminos.

Era previsible que el humano apenas tuviera algo para orientarnos en nuestra búsqueda, ya llevaba tiempo buscando en distintos cuadernos sin conseguir algo, hasta que después de varios minutos encontró un registro y señaló el último avistamiento de la vampira en una denuncia ocurrida el día que se marchó según relata Cohen.

La información era superficial con poco detalle, donde se mencionaba la residencia de una familia que al parecer era relevante en la Villa, aunque por la expresión de Cohen que era de la ciudad parecía extrañado, desconocía si esa reacción se debía a algo relacionado con aquel apellido o por lo que indicaba aquella denuncia sobre Zana, quien se había colado al jardín de la propiedad en altas horas de la noche con un comportamiento y apariencia llamativa.

Me levanté de la silla para acompañar a Cohen quien se marchaba de la habitación con premura, casi sin dar explicaciones a Lannet.

Hasta luego Lannet, espero que tu información sea de utilidad, ya nos volveremos a ver. - Dije con aires de cordialidad que encubrían la obligación que tenía el humano de cooperar como parte de la “alianza” formada con nosotros en nuestro encuentro previo. Contar con un contacto como Lannet era de gran utilidad, pero era importante garantizar una relación horizontal, al final de cuentas nos debía una, por lo que más le valía que fuera de ayuda en nuestra misión.

El hombre me miró fugazmente y asintió a mi comentario, enseguida volvió a centrar su mirada en Cohen que ya se marchaba de la habitación y que había dejado en claro en visitar aquel lugar donde vieron a Zana por última vez en la Villa.

Aquel sitio que señalaba la denuncia me parecía ya haberlo visto en mi estadía por Sacrestic, y si no me equivocaba, no estaba muy lejos del taller de mi compañero, así que podía asumir que el desconcierto que aparentaba Cohen antes era solo una táctica del vampiro para pasar desapercibido y no levantar sospechas, pero Lannet no era tonto, o por lo menos se había ganado mi estima para no considerarlo así, por lo que sus amenazas encubiertas en advertencias hacia Cohen tenían un gran peso.

Nuevamente, debía seguir el plan del vampiro que conocía Sacrestic Ville, pero yo debía garantizar de que no metiera la pata, Lannet había sido enfático en ello y en esta ocasión no estábamos bajo su tutela, por lo que dependiendo del desenlace podríamos prender varias alarmas en la Villa y no quería terminar en los calabozos del cuartel con Stouk el líder del gremio de alquimistas, ya necesitaba salirme de esa lúgubre ciudad.

Apenas ya estábamos fuera de la oficina y ningún guardia nos escuchaba, le pregunté a Cohen – Los conoces, ¿no?, Rappaccini… ¿Qué tienes en mente? Todo este asunto de Zana se está volviendo más rebuscado.

Caminamos de vuelta al taller de Cohen, quien se veía confiado, al parecer la información de Lannet era más esclarecedora de lo que me podría parecer a mí en un primer momento. Obviamente, no se explicaba la conducta errática de Zana en aquel jardín, pero el vampiro insistía en mostrarme directamente todo en vez de explicármelo por el camino.

Una vez dentro de la habitación ubicada en la tras tienda de la Flor Inerte, donde Cohen solía estar durante las horas de sol, tras abrir unas cortinas dejó en evidencia el jardín de la familia Rappaccini, sin duda su extensión era mayor de la que se podía ver tras las murallas por fuera y desde la ventana podíamos colarnos directamente sin mucho inconveniente.

El jardín reflejaba lo que ya Cohen había advertido, sin duda se trataba de un botánico importante, ya que se veían metros y metros de plantas exóticas no propias de la Villa ni la zona, existían decorados con flores, algunas tiendas que seguro resguardaban plantas más delicadas a las condiciones del clima, árboles y arbustos de gran envergadura, así como siembras de ingredientes que sin duda propiciarían sueños húmedos en alquimistas como Cohen, mucha de la vegetación podía reconocerla por los libros que en su momento leí en antaño, pero incluso mis conocimientos no podían identificar varias de los ejemplares que se veían en aquel gran jardín.

Algunos ruidos de insectos nocturnos acompañaban la noche en el jardín, agrupándose cerca de las fuentes de luz que iluminaban zonas de aquel lugar. Al regresar la vista del jardín a mi compañero dentro de la habitación le comenté. - Ciertamente, tenías razón, es un gran jardín. Pero me surgen varias dudas y antes de seguirte me gustaría aclararlas si te parece.

Caminé un poco en el espacio reducido de la habitación de Cohen para alejarme de la ventana.

Primero que todo, entiendo que es un gran jardín, pero exactamente… ¿Por qué tú y Zana saben “bajar” a ese lugar…? Acaso es habitual para ti “explorar” el patio de tu vecino. – evidentemente, mi comentario irónico arropaba la acusación de que ambos alquimistas le agradaba la idea de husmear la residencia de los Rappaccini y no descartaba el robo en sus visitas para sus propios beneficios alquímicos o de estudio.

Además, que relación tienes con ellos, le comentaste a Lannet que buscarías información, pero ¿por qué no ir y tocar a la puerta del frente? ¿Acaso hay algo que deba saber?

Mientras buscaba las respuestas con Cohen que me aclararan el panorama, en mi cabeza empezaba a maquinar posibles hipótesis relacionadas con el pergamino. Zana había sido vista cubierta de tierra y estiércol, pero no denunciaron necesariamente que estuviera robando, quizás podría haber estado escondiendo o recuperando algo, y ciertamente me era válido suponer que aquel objeto podría ser un asunto importante a atender antes de partir de la Villa, ¿quizás el artefacto que tanto anhelo?

Tal vez, Zana querría asegurarse de tenerlo con ella en su viaje, así que era factible que en su estancia en Sacestic lo hubiese escondido en un lugar alejado de su habitación por si alguien intentaba buscar en el taller y antes de partir fue a buscarlo donde lo guardaba… o… podría tratarse que para protegerse durante su partida, dejara el pergamino en algún lugar seguro y que así no supusiera una carga en su nuevo camino, en tal caso el escrito estaría en algún lugar en el jardín. Obviamente surgían otras respuestas de la conducta de Zana, pero pensar en posibles desenlaces me llenaban de confianza para confirmar la pista de Lannet y aquella denuncia.

Capaz todo el asunto de Lannet nos guiaría a un callejón sin salida y debíamos comenzar con la pista de Deméter que Cohen había dicho en nuestro primer encuentro. Aun era temprano para tener una postura pesimista, así que debíamos avanzar con lo que hubiese sucedido en aquel jardín.

Tras unos minutos y con todo esto en mente, aproveché para aclarar una nueva duda sobre la relación de Cohen y Zana que apenas mi compañero vampiro había explicado.

Una pregunta… si Zana se fue, ¿por qué asumes que ella querría que tú la buscaras? No crees que quizás solo estás pensando en ti, capaz ella podría considerar que lo mejor sería que no la volvieras a ver, ¿no?

Era reconfortante el hecho de que Cohen quisiera explorar si existían objetos enterrados en dicho jardín, sé que su comentario sobre el pergamino era una forma de persuadirme, pero por más que lo negara tenía razón, el mínimo indicio de aquel escrito de leyenda era suficiente para nublar mi mente y dejarme llevar a las imprudencias del vampiro alquimista.

Cohen… - le dije desde un tono sarcástico – si tu intención es excavar, ¿no deberíamos llevar palas?, créeme que no quiero llenarme las manos de estiércol… Si tienes alguna en esta habitación te la puedo alcanzar, ¿o sabes si en el jardín hay alguna cerca? Te recuerdo que soy vampiro, no topo.

Al finalizar la pequeña inquietud sobre nuestras herramientas de “exploración”, vi a Cohen bajar de la ventana tratando de estudiar donde caer. Seguí los pasos de mi compañero y descendí, al llegar a suelo firme me sacudí parte de la tierra húmeda que había ensuciado mis pantalones en el aterrizaje. Miré el jardín desde esta nueva posición, reafirmando lo extenso y lleno de vegetación de aquel lugar que formaba un contraste importante con la parte vampírica de la Villa.

Caminé unos pasos aproximándome a unas plantas llamativas, y me agaché para acercarme a las mismas, no era una práctica frecuente en mí interesarme en las plantas más allá de los libros y herbolarios, pero aquel espacio invitaba a impresionarse de su vegetación

Silva Luce, la Luz del bosque (1), Hmm, me corriges si me equivoco alquimista, -dije sabiendo que no me equivocaba, pero era un buen momento para probar los conocimientos de Cohen en el área y además hacer alarde de los míos - no es común que desarrollen luminiscencia, ¿no?, Ragnus debe haber puesto bastante empeño en cuidar y recolectar especímenes exóticos…

Me levanté y dirigiéndome directamente al vampiro, comenté

Entiendo, no se pueden entonces dialogar con el tal Ragnus… pero, ¿a qué viene tanto detalle con la hija del botánico? Exactamente, ¿cuál es tu plan? Porque siendo honesto, no sé si tu intención es jugar al jardinero o visitar a la flor más preciada de Rappaccini – dije insinuando la respuesta clara de referirme a la hija del botánico.

Asumía que Cohen conocía aquel sitio que invadíamos, ciertamente tomar yo la iniciativa no tendría mucho sentido, el vampiro posiblemente sabia los lugares donde Zana podría haber ocultado algo. Por lo que nuevamente me tocaba seguir al vampiro local de la Villa.

Igualmente, por mi cabeza se asomaba la idea de que nos descubrieran seguramente sería fatal, Lannet había dejado en claro que no debíamos hacer un alboroto y no sé hasta que punto el hecho de estar en “deuda” con nosotros podía ayudarnos en caso de meter la pata hoy. Por lo que seria prudente tener cuidado en nuestra visita.

Off
(1) Silva Luce, la Luz del bosque. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]de Aerandir.

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Nos desplazamos en el jardín en búsqueda de las herramientas que Cohen había señalado, mientras andábamos con un tono de voz bajo el vampiro respondió mis inquietudes sobre la chica que tanto mencionada. Una joven que cautiva de los celos e inseguridades del padre, recorría el jardín como única forma de distracción, limitada a los muros que separaban el mundo real y su pequeña cárcel.

Según mi compañero, la joven había tenido contacto frecuente con Zana, pobre chica, debe ser difícil para ella que la única persona más allá de su padre y la servidumbre de la casa fuese una vampira que por su propia maldición solo pudiera compartir momentos durante la noche. Quizás allí el énfasis de deambular a altas horas por el jardín… ¿Quién sabe?

Desconocía la cercanía de la relación con Zana, capaz era únicamente cordialidad. Igualmente, no sabía si Cohen en algún momento se hubiese topado con la chica, dijo que la había visto, pero ¿reconocería al vampiro si nos encontrábamos con ella?, así que si bien representaba la mejor pista para ubicar aquel lugar donde la maestra de Cohen había frecuentado en sus vivistas al jardín, debíamos actuar con cautela y más con las advertencias que decía Cohen sobre Ragnus.

Carajo Cohen… - al diablo la cautela, la torpeza del vampiro brilló y terminó haciendo un estruendo con las herramientas de jardinería. Contuve la risa, debía que permanecer serio e incluso un tanto molesto ante la imprudencia de Cohen, pero en el fondo me parecía hilarante la situación.

Si bien el vampiro se apresuraba para recoger los instrumentos del piso, nos detuvo la pregunta de una joven, era ella.

Fue difícil interpretar la situación, todo era incómodo en un primer momento, pero dicho sentimiento se veía opacado por la apariencia de la joven, que si bien era hermosa como describían, su belleza se veía empañada por su aspecto enfermo.

La joven se alejó asustada y tosió reiteradas veces.

No sabía si debía hablar primero, capaz Isabella reconocería a Cohen y haría más fácil todo el tránsito… pero contemplando las capacidades de diálogo de mi amigo vampiro y su “serenidad y control”, consideré que era oportuno contener yo la situación.

Saludos, Isabella, ¿no?

La niña asintió extrañada.

Sería absurdo explicar la situación bochornosa en la que nos encontrábamos con las herramientas en el jardín, así que mientras Cohen se recomponía era más factible desviar la atención y el tema.

¿Te sientes bien? Mi compañero es alquimista, capaz podría ayudarte con tu malestar, ¿puedes respirar bien? En este jardín tan grande y variopinto, seguro Cohen podría buscar algunos ingredientes…

La chica mostraba resistencias para hablar del tema, parecía sentirse culpable de su condición actual. Aunque, a simple vista era difícil determinar una posible causa u otros signos de la enfermedad, era evidente que su situación podía ser grave.

Isabella se agarró los pliegos de su falda como si se preparara para marcharse de inmediato y seguramente avisar de nuestra presencia en el jardín, era necesario decir algo que la detuviera y evidentemente cualquier alternativa agresiva sería inadecuada dada las circunstancias. Había que ganar la confianza de la joven…

La joven continuaba tensa, pero al empezar a caminar con paso apresurado Cohen no se inmutó, al parecer estaba confiado de que su marcha no pondría en peligro nuestra misión en el jardín, por lo que acompañé en el caminar a Isabella que se dirigía en una dirección contraria a donde se supone estaba la residencia de los Rappaccini.

Tras un breve trecho llegamos los tres a una edificación peculiar, una especie de cuadrado llamativo por su ubicación en pleno jardín. Podría tratarse del cuarto de algún jardinero o incluso de la joven, pero algo no encajaba...

No obstante, ante las advertencias de Cohen mantuve mi espacio de aquel lugar, ya que afuera del mismo al parecer existía una siembra de Rosanera. Cohen empezó a explicar algunas características de la planta. Ciertamente, ya había leído algunas cosas de aquella flor, una rosa que en antaño era bastante común, utilizándose en jardines por la belleza de sus pétalos negros, así como en rituales funerarios. Sin embargo, por diversas causas la planta empezó a erradicarse y volverse más extraña de ver, al parecer pincharse con sus espinas traía una maldición mortal, por lo que su control era necesario dado la facilidad de su cultivo.

Estaba maravillado con aquella rosa, por las condiciones del clima solo resaltaba una flor ante el follaje de la planta, pero su belleza, aunado a los comentarios que decía mi compañero, alimentaban una intriga importante en mí. Su uso y posibilidades eran amplias, quizás debía considerar tener algún ejemplar en algún momento.

Si bien conocía a la Rosa Mortis, mis conocimientos de la flor no eran tan elaborados, e incluso podría pecar de no ser actualizados. Obvio no quería mostrar ignorancia ante Cohen que al parecer sabía más sobre el tema. Así qué tenía preguntas que quería formular, Isabella se mostraba interesada y su apariencia cerca de la planta parecía mejorar. Por lo que aparentando alimentar el tema de conversación y fomentar la confianza en la joven, realicé mis interrogantes con naturalidad.

A final de cuentas no debíamos parecer hostiles, y mucho menos charlatanes de lo que decíamos así que resultaba importante que el alquimista mostrara algo de empatía y se preocupara por el tema y la joven Isabella, eso podría ayudar a que ella nos ayudara, así que esperaba que Cohen siguiera la corriente, ya que reconozco que ser empático o sentimental no era mi fuerte.

Entiendo, no hay cura …. Pero ¿Y por qué no sencillamente colocamos la rosa en una maceta y hacemos que Isabella se marche con ella? ¿Por qué no hacemos un perfume con la planta y así perduramos el aroma, eso facilitaría la respiración de ella?, ¿no?, ¿es una maldición o un veneno? Porque toda maldición tiene una forma de romperla y todo veneno un antídoto, ¿no hay algún arcano o alquimista que pueda?, ¿Hay que permanecer cerca de la planta que te pinchó o de cualquier rosanera? – Realicé preguntas con verborrea, no era propio de mí expresarme de manera tan apresurada y descontrolada, seguramente mi conducta se debía a la ansiedad que me propiciaba el desconocimiento e incertidumbre, el tener que admitir que Cohen podía saber más de un tema que yo. Sin duda había pasado mucho tiempo en búsqueda de los pergaminos y había dejado de lado mi formación y voracidad intelectual. Mi próxima parada al salir de Sacrestic seguramente sería una biblioteca.

La joven tenía una cara entre ingenuidad y preocupación. No entendía la situación que se estaba presentando en su jardín y mucho menos la información fatalista que le había comunicado el alquimista.

Al ver el rostro de la joven y percatarme de mi conducta previa antes de que siquiera Cohen pudiera responder las anteriores preguntar (aunque igual esperaba su contestación) me acerqué disimuladamente a su oído y formulé una última interrogante sobre la rosa negra para que me la respondiera igualmente sin alertar a la joven.

¿Y si la planta muere?... – pregunté en voz baja, esta vez de forma pausada y serena, con total control de mis emociones.

Tras unos minutos en la conversación me percaté de que con mis preguntas me había anticipado a algo que había comentado Isabella de gran relevancia.

Ya va… comentaste que fue tu papá quien te pinchó con la rosa… ¿Puedes explicar que sucedió? – si bien debíamos ya introducir el tema de Zana en la conversación, la inquietud sobre el comportamiento del padre me cautivó, rosaba lo psicopático e inmoral, quizás la pregunta fuese apresurada, pero me generaba curiosidad lo retorcido de los Rappaccini y su jardín.

Apenas Cohen mencionó el nombre de Zana la actitud de la joven cambió, si bien ya no mostraba tantas resistencias con nuestra presencia como en un inicio, al decir el nombre de su “amiga” cualquier duda y hostilidad hacia nosotros desapareció en ella. Su reacción fue hasta cierto punto de asombro, y a partir de ahí se interesó en nuestra misión, colaborando con nuestra búsqueda.

Si bien en alguna ocasión había comentado el nombre de mi compañero vampiro, era prudente guardar cierta distancia, por lo que por mi parte prefería aún no presentarme y céntrame exclusivamente en lo que buscábamos. Además, sin duda sería incómodo cuando Cohen tuviera que decir que es el alquimista de La Flor Inerte, ¿en serio?, ¿no había un nombre menos oportuno para la situación de Isabella? La ironía me causaba gracia, pero procuré no mostrar ninguna conducta evidente de mis pensamientos cómicos.

Isabella con dificultades recordó parte del contenido de la caja, admito sentir cierta emoción cuando describía un manuscrito, ciertamente podría tratarse de uno de los pergaminos del dios vampiro que tanto había buscado.

Entonces tendremos que entrar al edificio y buscarlo.

No va a ser tan fácil.

Miré a mi compañero vampiro, en parte subestimando el comentario de la joven, no creo que invadir una vivienda por más que fuese grande supusiese dificultades para dos vampiros en la noche…

Un fuerte viento pasó y sacudió las plantas del jardín, incluso tuve que agarrar con mis manos parte de mi vestimenta que revoloteaba con el soplido. Con el azote del aire, las ramas se vieron sacudidas con gran agresividad. Y tras los breves segundos pasado la arremetida, dos pétalos negros cayeron de la Rosa Mortis.

Un quejido casi mudo se escuchó de Isabella que doblaba las rodillas con dolor, su respiración se volvió a agitar y de forma veloz se aproximó a la rosa negra casi gateando a la misma y cubriendo el capullo con sus manos temerosa de que más pétalos cayeran de la flor.

Poco a poco fue recobrando la compostura y casi negando lo apenas ocurrido, comentó – Resulta que mi papá puede ser un tanto paranoico – y con una mueca de disgusto y una mirada fugaz dirigía su vista de reojo a la Rosanera – suele ser muy estricto con los temas de seguridad, por lo que puede ser complicado entrar en las habitaciones que suele cerrar con varios candados, cerrojos, pestillos y pasadores… casi que en todas las puertas a estas horas.

Incluso algunas sirvientes dicen que existen habitaciones que tienen secretos y hasta trampas, yo en realidad no lo creo, pero mi padre ha cambiado mucho desde que vinimos a la Villa, mis días suelen ser aquí en el jardín por lo que en la actualidad algunas zonas de la casa suelen ser desconocidas para mí.

Teníamos las herramientas del jardín, pero al parecer ya no iba a ser necesario excavar, pero igualmente si causábamos un escándalo sería complicado explicárselo a Lannet.

Volví a mirar a Cohen a ver como procedíamos tras los comentarios de la hermosa joven, con cierta incomodidad por la situación en la que ahora se encontraba Isabella, tratando de proteger la flor que la había sentenciado - ¿Que opinas?

La idea de Cohen era alocada, pero posiblemente también sería eficaz. No obstante, había muchas cosas que revisar para ejecutar el plan sin que la situación se nos saliera de las manos. Sumado a eso, la petición de Isabella, aunque entendible, no se alineaba con nuestras necesidades. Obvio me encantaría arrastrar al idiota Rappaccini por sus rosales mientras se desangraba con cada rasgadura de las espinas, que su respiración se agitara con los efectos de la Rosanera y su cuerpo sirviera de fertilizante para aquella planta utilizada para aprisionar a su hija.

Un acto de justicia merecido al hombre que sentenció a su hija a tal fatídico destino… ¿A quién engaño?, si me pasaba esa escena por la mente era solo por razones lúdicas y de disfrute, en realidad no estaba interesado en el bienestar de la joven, pero sería absurdo hacer disturbios que causaran que Lannet nos diera caza o que Cohen y su taller se vieran afectados, ya tenía incluso pensado en realizar algunas compras en la Flor Inerte antes de marcharme de Sacrestic Ville.

Antes de comenzar hay que contemplar varias cosas Cohen… pero creo que si nos apegamos a un plan podemos finalizar la noche sin inconvenientes. Yo me encargaré de la estrategia, ustedes dos solo sigan mis instrucciones.

Cohen era ágil físicamente, pero su análisis se veía afectado por sus impulsos. Era pertinente alguien racional e intelectual, y aunque era propio de mí alardear de mis capacidades, aquí no era únicamente ser altanero. Era necesario un líder que no terminara quemando todo el jardín.

Isabella, no podemos matar a Ragnus, por más que me encantaría, nosotros venimos aquí por el contenido que dejó Zana, no para hacer justicia.

La joven quedó desconsolada y dirigió su mirada al suelo.

Pero… estoy seguro de que saldrá por un buen tiempo para continuar con sus viajes de exploración botánica. No considero que tenga intenciones de pisar nuevamente Sacrestic Ville.

¿Lo dices en serio? - dijo dubitativa la joven.

Contesté a su pregunta únicamente con una mirada firme y continué en mi discurso -Debemos asegurar un perímetro para realizar el incendio, eligiendo un sector que no perjudique las plantas exóticas del jardín – apenas Cohen propuso el plan, lo primero que me impactó fue el estar dispuesto a quemar aquel sitio que para un alquimista sería un lugar de ensueño, yo no estaba dispuesto a hacerlo, pero ciertamente había plantas comunes y sectores netamente decorativos que si podríamos sacrificar – igualmente, hay que procurar que sea un sitio alejado del balcón del taller y de los muros de la ciudad, no queremos que los vecinos vengan con aires de héroe.

Caminé unos segundos mientras observaba el jardín de gran extensión, hasta ubicar un sector que cumplía mis requisitos. Existía una zona de árboles de corteza colorida, se trataba de un árbol arcoíris (1), aquellos típicos de las tierras de los elfos que producían estrellas de Nein. Esos árboles solían ser bastante altos y de tronco grueso, pero aquel que tenía Rappaccini apenas alcanzaban los 4 metros, era aún joven, sus ramas desnudas por el invierno serian suficiente combustible para garantizar el fuego. Un árbol llamativo, pero que su sacrificio no supondría una gran perdida, su cultivo actualmente era sencillo con las condiciones climáticas adecuadas.

Allá, el árbol de Nein – señalé a Cohen la ubicación. Su tronco se podía ver desde la ventana de Ragnus y dado las características de la planta estaba apartado del resto de la vegetación del jardín – Cohen y yo con las herramientas haremos unos canales de tierra alrededor del árbol, no queremos que se propague el incendio y la tierra ayudará a limitar el incendio. Igualmente, llenaremos varios cubos de agua del pozo y los esconderemos tras los arbustos que están cerca del árbol, solo nosotros sabremos que están ahí.

Aproveché para recordarle a mi compañero algo importante que no se había contemplado - Hay que tener cuidado, recuerda que nosotros y el fuego no tenemos una relación muy cordial – aludiendo a la debilidad inherente de los vampiros al fuego.

Ahora bien, hay que buscar una forma de hacer fuego, hay algunas antorchas por el jardín, podríamos buscar algún agente que funcione como catalizador para propagar rápidamente la combustión, ¿alquimista tienes algo contigo que sea inflamable? Si no es así, en el cobertizo seguramente exista aceite de ballena que se utiliza en las lámparas, ¿es así Isabella?


Tras unos minutos ya con los materiales para solventar el tema del fuego…

Isabella, ¿Cuántos sirvientes viven en tu casa? ¿Tienes aprecio de alguno?

Son 1 mayordomo, 2 señoras que cooperan en la cocina y en la limpieza, y un jardinero que se ocupa del mantenimiento de la vivienda y el jardín junto con mi padre, aunque tiene prohibido acercarse a la Rosanera… Y no, casi no hablo con ellos, aunque son cordiales.

Me senté, cerré los ojos y coloqué mis manos juntas dedo con dedo (2), posición que resultaba consecuencia inconsciente mientras me concentraba, un reflejo característico en mí que me ayudaba a centrarme e imaginar toda la situación en mi cabeza, analizar, anticiparme y rebuscar la información pertinente.

Tras unos segundos de total silencio.

Entiendo. El plan es el siguiente, así que escuchen con atención…

Seguramente por lo que cuentan de Ragnus él saldrá a verificar directamente la situación y no tengo duda alguna que será el primero en correr, pero evidentemente el personal de la casa lo acompañará posteriormente, esperemos que sean todos.

Cohen se ubicará en la entrada que da al jardín, Isabella estará debajo del balcón que da a la habitación de su padre y yo, me encargaré del fuego y luego me dirigiré a aquel pozo de agua – dije mientras iba señalando las posiciones con mi dedo índice.

Iniciaré el fuego, y cuando te dé la orden Isabella, gritarás histéricamente alertando a tu padre, procura alarmarlo e incitarlo a que corra para atender la emergencia. No des ninguna pista de que estás acompañada.

Ragnus saldrá despavorido al árbol, y posterior a chequear la situación, seguramente será el primero en dirigirse al pozo de agua para buscar baldes, yo ahí lo interceptaré e incapacitaré, procuraré dejarlo en una pieza.

Cohen, cuando salga el resto de personas, necesito que utilices tu silbido, aquel que usaste con los del gremio. Pero procura esta vez no matar a nadie, ¿crees que puedes detener a 5 personas con tu poder? Si así es, hay que inmovilizarlos y procurar retenerlos a todos en un mismo sitio, la habitación de Isabella. Trata en lo posible de que no te vean el rostro, actúa desde las sombras.

Por último, todo aquel que se resista se deberá dejar inconsciente, cuando la servidumbre esté contenida y no suponga un problema, nos reuniremos en el árbol en llamas, lo apagaremos con los cubos de agua. Ahí le propondremos un trato al botánico, un trato que no podrá rechazar… Luego, si todo marcha correctamente, nos acompañará en un tour por la casa, en el caso de que no, al menos muchas de las puertas de la mansión abran quedado abiertas, por lo que podremos entrar sin tanto inconvenientes.

Me levanté de mi posición tras terminar mi monólogo, agarré una de las palas que habíamos traído del cobertizo y señalé - Si el plan no sale como lo planifiqué, cuestión que dudo, se permite la improvisación. Nadie debe escapar del jardín o delatar nuestras intenciones. ¿Tienen alguna duda o comentario?

Cohen aceptó a cumplir el plan, aún tenía mis dudas de su apego a las normas y estrategias, pero era imprescindible su labor. Si hacíamos un derramamiento de sangre (aunque provocaba hacerlo) sería complicado responder ante Lannet. Debíamos centrarnos en nuestro objetivo común, encontrar el contenido de Zana. Evidentemente, soy fiel creyente y practicante de que el fin justifica los medios, pero pensando en mi posterior salida de Sacrestic, lo mejor sería tratar de reducir la cantidad de enemigos, seguramente tarde o temprano la gente del gremio de alquimistas se enterarían de lo sucedido la anterior noche, por lo que Lannet e incluso Cohen y su taller podrían verse dentro de la mira de aquellos sujetos.

Ya todos estaban en su posición, Isabella se ubicaba debajo del balcón de su padre, procurando estar lo más lejos del alquimista y sus poderes, temblorosa al viento frío que soplaba. Yo por mi parte aguardaba con el combustible y el pedernal que habíamos conseguido en el cobertizo. Asegurándome desde mi posición que cuando el fuego se propagara por el árbol yo tuviera tiempo suficiente para ocultarme junto al pozo que esperábamos Ragnus fuera por sentido común. Igualmente, era importante comprobar que el viejo botánico tuviera que cumplir con este paso, por lo que era pertinente corroborar que los baldes que habíamos llenado con agua para luego apagar el fuego estuvieran bien escondidos, haciendo así, que su única alternativa de controlar el incendio era dirigirse a mi posición.

Tras cubrir de forma generosa el tronco con el aceite, saqué mi daga de su funda y con unos golpes, procurando no dañar la hoja de mi preciada arma, empecé a producir unas chispas que con el catalizador líquido del aceite se tornaron en llamas sobre el tronco del árbol. La madera incluso con el combustible tardaría en extenderse, por lo que aún contaba con al menos 10 minutos para pasar a la siguiente posición y dar la señal a Isabella, el fuego debía verse con claridad.

Ya ubicado detrás del pozo, asegurándome de estar oculto en las sombras, en silencio miré a mis dos compañeros y asentí, gesto que servía para dejar en claro si ya estaban preparados para dar la señal. Con el árbol ya rodeado en fuego, alcé mi brazo y con un movimiento súbito apunte a la joven, dando la señal de que el plan para hacer salir a la rata había comenzado…

Confiado en mi plan susurré con tono sarcástico al dar la señal - Que la sangre empiece a correr...

Obviamente había que evitar el derramamiento de la misma, pero era difícil negar la naturaleza de un vampiro que tiene acorralada a su presa y determina la siguiente jugada.