Aerandir
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.

Últimos temas
» Días de tormenta + 18 [Privado]
Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] EmptyHoy a las 16:30 por Iori Li

» El retorno del vampiro [Evento Sacrestic]
Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] EmptyHoy a las 14:43 por Eilydh

» Laboratorio Harker [Alquimia+Ingeniería]
Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] EmptyAyer a las 19:13 por Zelas Hazelmere

» Pócimas y Tragos: La Guerra de la Calle Burbuja [Interpretativo] [Libre]
Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] EmptyAyer a las 16:18 por Mina Harker

» El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]
Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] EmptyAyer a las 05:53 por Lukas

» La Procesión de los Skógargandr [Evento Samhain (Halloween)]
Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] EmptyMar Nov 19 2024, 22:49 por Eltrant Tale

»  Entre Sombras y Acero [LIBRE][NOCHE]
Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] EmptyMar Nov 19 2024, 22:42 por Cohen

» [Zona de culto] Altar de las Runas de los Baldíos
Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] EmptyLun Nov 18 2024, 12:29 por Tyr

» Susurros desde el pasado | Amice H.
Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] EmptyLun Nov 18 2024, 04:12 por Amice M. Hidalgo

» [Zona de culto] Iglesia del único Dios
Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] EmptySáb Nov 16 2024, 21:38 por Tyr

» Enjoy the Silence 4.0 {Élite]
Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] EmptyMiér Nov 13 2024, 20:01 por Nana

» Vampiros, Gomejos, piernas para qué las tengo. [Privado]
Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] EmptyMar Nov 12 2024, 04:51 por Tyr

» Derecho Aerandiano [Libre]
Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] EmptyDom Nov 10 2024, 13:36 por Tyr

» Propaganda Peligrosa - Priv. Zagreus - (Trabajo / Noche)
Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] EmptyVie Nov 08 2024, 18:40 por Lukas

» Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] EmptyVie Nov 08 2024, 01:19 por Tyr


Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit]

Ver el tema anterior Ver el tema siguiente Ir abajo

Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] Empty Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit]

Mensaje  Anastasia Boisson Dom Ene 13 2019, 16:48

Los principales cazadores del gremio nos desplazábamos de Sacrestic a Lunargenta. Íbamos Jules, Nick, Cass, Rachel y yo. Habíamos realizado una buena cacería durantes los últimos meses en las tierras del Oeste. Mis políticas a la cabeza del gremio eran, ciertamente, extremistas. En parte debido a la influencia del rubí. Pero habían dado sus frutos. El resultado fue una reducción del número de vampiros bastante drástica.

Los ejércitos de Lunargenta habían llegado a terminar lo empezado por nosotros. Sin embargo, sí que escuchamos que había una pequeña rencilla en la ciudad. Y Dag Thorlák estaba allí. Íbamos a ir a por él. Él era una gran ambición personal. Y mi ambición siempre era dar caza al vampiro más famoso que quedara vivo.

Lo cierto es que el ambiente estaba muy bien. Todos estábamos relativamente contentos y las bromas se sucedían entre nosotros. Especialmente entre Nick, Jules y Rachel. Aunque yo me mantenía al margen. Seguía notando un intenso golpe en el pecho. El rubí seguía influyendo en mi actitud. Y Cass, como siempre, nos aborrecía.

Atravesábamos el Bosque de Sandorái por su parte más sureña. A nuestra derecha podíamos ver la costa de los Ancestros, con sus vastas y vacías playas, bastante tranquilas. Era el camino más corto para llegar a Verisar. Y lo último que buscábamos era problemas con los elfos. Los ignorantes del bosque seguían teniendo mucho estigma contra los brujos. Y todos, a excepción de Nick y Rachel, lo éramos.

Precisamente, la biocibernética advirtió unas flores que parecían gustarle en la playa. Y la pequeña Rach no tardó en ponerse la primera.

-¡Maestra Boisson! ¿Puedo ir a coger flores a la playa? – preguntó con los ojos saltones, juntando sus manos en una actitud infantil. Parecía mentira que tuviera 30 años y siguiera siendo tan inocente.
-Ahora no, Rachel. – respondí sin sonreír. Rach aceptó mi decisión.
-Venga, déjala, Huri. Así descansamos un rato, que nunca está mal. – Insistió su hermano.
-Ella con tal de fastidiar al personal... – comentó Cass. Lo que me hizo mirarla mal. - Tienes mi permiso, Roche. Ve a por las flores. – dijo Cassandra, mirándome desafiante. Como siempre, lo único que trataba la Harrowmont era buscar mi mirada para sacarme de quicio.
-¡Gracias maestra Harrowmont! ¡Qué buena es usted!– dijo Rachel, que corrió a la playa a por las flores ante el permiso de la otra maestra cazadora.

Yo hice varios gestos de negación con la cabeza y decidí sentarme en un sitio. Llevábamos horas caminando y era hora de repasar. Jules se tumbó en el suelo a disfrutar del sol, feliz como nunca. Y Cass, recatada como era, se puso a limpiar el tocón sobre el que iba a apoyar “su impoluto trasero”. Qué insoportable era. Lo que sí habíamos hecho, era posar nuestras armas en el suelo. Pues pesaban bastante.

Pero parecía que Rachel no era la única curiosa del grupo. Nick Kärtenssen no tuvo mejor idea que ver un asiento un tanto peculiar sobre el suelo. - ¡Mirad qué dibujo más curioso! – Hizo notar el joven adolescente. - ¡Me pregunto qué pasará si me siento encima de él!

¿Y qué iba a pasar? Una red vino lateralmente y nos barrió, literalmente, a los cuatro, dejándonos colgados de un árbol.

-¡Joder, Nick! ¿Por qué los negocios de Cass siempre me salen caros? – dije en alusión al hecho por el que Nick se había unido a nuestra expedición. Por orden su tío, con el que Cass había firmado contrato por el que se comprometía a ingresar capital y recursos tecnológicos al gremio. A costa de aspectos como enseñar a Nick.
-¡Vete a la mierda, Anastasia! – comenzó a gritar. Estaba cabeza abajo, en la parte más inferior de la red. - ¡Me estáis aplastando! ¿Nadie tiene un cuchillo?
-Dejamos las armas abajo, maestra. – apuntó Nick. – ¡Lo siento mucho! ¡No volveré a tocar nada! - Cass y yo empezamos así una intensa discusión en el que ambas echábamos la culpa de nuestros males al sobrino de Kärtenssen.
-¿Queréis dejar de avasallar al chaval?. Yo estoy relativamente contento. – apuntó Jules. Tenía la posición más alta en la red. Y se agarraba a las cuerdas. - Es la primera vez que estoy por encima de las maestras cazadoras.

Estábamos los cuatro atrapados. Pero nos quedaba Rachel. La cibernética se había ido a buscar las flores y se libró de ser cogida por la trampa. Llegó por abajo, girando feliz, con unas flores. Al ver que no había nadie, miró a todas partes. Todos le gritamos desde arriba y por fin nos vio.

-¡Mirad qué flores más bonitas he conseguido! ¡Hydrangea paniculada! – La cibernética olfateó las flores y cerró los ojos. Nos mandó un saludo sonriente. – Por cierto, ¿Qué hacéis ahí arriba?
-El novato la ha cagado. Como siempre. – dijo Cass. – Bájanos, Roche, que se me corre el rímel.

Rachel asintió y se arrascó la cabeza. Se puso justo debajo de nosotros y comenzó a pegar saltitos, estirando sus brazos hasta arriba. Tratando de coger la red con sus brazos.

-¡Ánimo que sólo te quedan cinco metros! – Dijo el irónico del brujo a su hermana.

Luego desistió. La trampa estaba atada a una parte alta de un tronco muy grueso, por lo que tampoco llegaba. Volvió a su posición. Estaba evaluando la distancia que había entre ella. Ella no entendía, pero NIA le enviaba unas ecuaciones para intensificar su volumen de voz en función de la distancia. Así que juntó sus manos alrededor su boca, para amplificar su sonido.

-¡MAESTRAS, NO LLEGO ALLÍ ARRIBA! ¿ME ESCUCHAN, MAESTRAS? ¡NO LLEGO! – gritó. Joder, puse una muestra de asco. Me estaba destrozando los tímpanos.
-¡NO TE OÍMOS RACHEL, HABLA MÁS ALTO! – ironizó Jules.
-¡HE DICHO QUE NO PUEDO BAJAROS PORQUE NO LLEGO HASTA AHÍ ARRIBA! – gritó aún más fuerte. Jules comenzó a reírse a carcajada. Yo empezaba a estar cansada. ¿Es que nadie se daba cuenta de que estaban atrayendo al cazador a su presa?
-¡Basta ya! ¡Callaos todos! Atraeréis a los que colocaron la trampa. – Sentencié. Luego bajé mi mirada a Rachel. – Habla normal. Te oímos bien, Rachel. Toma mi ballesta e intenta disparar a la cuerda que sostiene la trampa.
-¡Pero practica un poco antes! ¿Quieres? - pidió Cass en lo que quizás había sido su intervención más astuta del día. Nadie podía fiarse de la puntería que pudiera tener Rachel, que lo más cerca que había estado de tomar un arma era el cuchillo con el que hacía la cena.

Al menos, era servicial.

-¡Sí, maestras! – Se dirigió a mi ballesta pesada, sobre el suelo. En primer lugar la cargó al revés. Menos mal que estaba cargada. Lo único que tenía que hacer era disparar.

La cibernética tomó la ballesta y apuntó primero a un árbol del bosque. Pero la técnica no era la correcta, la tomaba con las dos manos con una torpeza nunca antes vista por ningún cazador. -¡Vale, voy! – soltó. Disparó y el arma salió disparada hacia atrás por el retroceso. No la había cogido bien. La flecha impactó a dos metros del árbol, descuajeringando a un conejo que pasaba por allí.
-Vale, sólo es un error del 200%, ¡pero he cazado un conejo! ¡No está mal para la primera vez! – dijo con una sonrisa, mientras cargaba una nueva flecha en la recámara. - Ya está bien de práctica. – comentó. Tomó la ballesta y la colocó en la cadera. Con su risa inocente y con aquel pésimo posicionamiento del arma, parecía más bien psicópata. Quería creer que intentaba apuntar a la cuerda. Porque yo juraría que a donde miraba era a nuestras cabezas. - ¡Voy con vosotros!
-¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! – Gritamos, casi en una súplica, los cuatro al unísono.

Rachel mostró claramente decepción en su vista. Bajó la ballesta y la posó en el suelo.

-¿Qué pasa, que no confiáis en mí? Sois muy duros conmigo. – Preguntó entristecida, con su voz chillona. - Bueno, pues me siento a esperar a ver si viene alguien que os pueda ayudar. – Replicó la biocibernética, tomando mi ballesta y posándola a su lado. Sentándose junto a un árbol.

No tenía un buen presentimiento de aquello.

Uso a Cass con permiso de su user, y a Rachel con el mío. ¡Comenzamos con la primera complicación y no nos enteramos de qué va la cosa! El lugar está plagado de diversos tipos de trampas, deberás de superarlos o desactivarlas para poder obtener tu objetivo.

Anastasia Boisson
Honorable
Anastasia Boisson
Cantidad de envíos : : 627
Nivel de PJ : : 7

Volver arriba Ir abajo

Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] Empty Re: Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit]

Mensaje  Gerrit Nephgerd Dom Ene 27 2019, 20:47

Había pasado la noche en el muelle. Improvisé una caña de pescar con una branca de madera que encontré en el suelo y unos trozos de cordel que tenía en los bolsillos, seguramente fueran descosidos de la camisa que llevaba. Al principio, en las primeras horas de la noche, utilicé como cebo los cangrejos ermitaños y almejas que se escondían en la arena bajo mis piernas; como no tuve éxito, dejé de utilizar ningún cebo. Pescar era una excusa, una distracción barata para entretenerme. No tenía a un lugar dónde ir y, lo que era más triste, no quería ir a ninguna parte. Si me encontraba en la playa era por casualidad, porque había escuchado a un borracho gritar en la taberna que en un pueblo costero de los alrededor hacían la mejor salsa de ostras de toda Aerandir. ¡No puedes morirte sin haberla probado! Morir una idea tentadora que, de manera más habitual de la que me gustaría, se instalaba en mis psique como un insecto parásito. Probar la famosa salsa de ostras se convirtió en una excusa tan eficaz como pescar con una caña rudimentaria; un temprano objetivo que, cuando lo lograse completar, volvería a estar vacío de nuevo.

Recogí el sedal evitando toparme mi reflejo en el agua. Debía tener una pinta asquerosa, no quería verla. En mi frente tenía escritas las palabras: he probado la mejor salsa de ostras de toda Aerandir y me ha dado diarrea.

Sentada a mi derecha estaba mi fiel martillo, Suuri. Tenía la cabeza manchada de sangre seca, parecía una mujer con los labios pintados con carmín. A mi izquierda reposaba la cabeza de Talisa. Había escondido en el interior de su boca los dedos de mi última víctima (el último amante de Suuri); pensé que me darían buena fortuna y me calmarían los dolores de estómago. Dibujé las runas de los Dioses que conocía. En alguna ocasión, vi a un sacerdote tatuarse estas mismas runas en sus dedos. ¿Por qué no hacer lo mismo? En el cuerpo de un elfo tendría mayor efecto. A los Dioses les gustan los elfos.

No conocía el nombre del elfo, tampoco era de mi interés. Se hospedaba en el mismo hostal del pueblo costero que yo. Viajaba con varios amigos (otros elfos y algún humano con acento de Vulwulfar). Llegaron con la intención de probar la famosa salsa de ostras. A ellos le sentaron mejor que a mí. El elfo tomó doble ración. ¡Hay que joderse!

Matarlo fue fácil. Tanto él, como sus amigos, habían bebido más de lo permitido. Entré en su habitación durante la noche, cuando todos estaban dormidos. El elfo yacía al lado de una de humana de Vulwulfar. Otro elfo estaba tirado en la alfombra, estaba tan borracho que no encontró la cama. La habitación entera apestaba a alcohol. Suuri se puso celosa de la humana. Me miró a los ojos y me pidió permiso para besar al elfo. No puse ningún inconveniente. Adelante, era todo suyo.

El beso fue frío y apasionado. Sonó como un caracol siendo aplastado por una pesada bota. El ruido no fue lo suficientemente sonoro como para despertar a los amigos del elfo. En su estado, creí que nada los despertaría hasta la mañana siguiente.

Cogí el cadáver (el amante de Suuri) de los tobillos y lo arrastré fuera de la habitación. Sacarlo del hostal iba a ser la tarea más complicada. Un elfo con un agujero en la cara llamaba demasiado la atención. Le viste con una capa (solo una capa) y le cubrí la cabeza con la cabeza. Llevé al elfo pegado al hombro como si fuera un amigo que había bebido demasiado; lo cual, en cierto modo, no era una mentira. Con la mano libre cogí una botella de ron a medio terminar de la habitación del elfo. Recé a los Dioses que no creía que nadie mirase por dentro de la capucha ni que se fijasen en la sangre que corría por su torso desnudo. En la noche todos los gatos son pardos y todas las manchas son de alcohol. Me reí con mi chiste. Fue la primera risa sincera en semanas.

Por fortuna, no me topé con nadie en toda la noche. Llegué al muelle sin ningún contratiempo. Arrojé el cadáver del elfo y me senté en la madera. Hasta ese punto, ya no sabía qué más a hacer. Había cumplido mis propósitos de comer la mejor salsa de ostras de ostras de toda Aerandir, descargar mi ira contra la primera persona que me encontrase y lanzar su cuerpo al mar.

No pude dormir en toda la noche. Mi cabeza estaba repleta de remordimientos y pensamientos que hacía por evitar. Entre ellos destacaba el insecto parásito que me repetía que no tenía nada que hacer ni lugar donde ir.
Gerrit Nephgerd
Honorable
Gerrit Nephgerd
Cantidad de envíos : : 335
Nivel de PJ : : 2

Volver arriba Ir abajo

Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] Empty Re: Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit]

Mensaje  Anastasia Boisson Jue Ene 31 2019, 23:01

Habían pasado sólo cinco minutos sobre la red, pero sentía como si hubiera transcurrido una eternidad. Con Rachel sentada contra el árbol esperando a que alguien viniera a buscarnos. El cordaje hacía mella sobre mi cuerpo y se me clavaba por el peso de Cass, Jules y Nick sobre mí. El hermano de Rachel trataba de quemar la cuerda, pero parecía estar imbuida por algún poder mágico y era incapaz.

-Esta cuerda tiene algo mágico que la impide arder o ser cortada. – comentó fastidiado Jules, dejando enfriar sus manos. – Parece cosa de elfos. Creo que nos quedaremos aquí un tiempo.
-Al menos estamos en buena compañía. Es un buen momento para confraternizar. Apenas sé nada de las maestras. – trató de animar el adolescente, Nick, recostándose en la amplia red. Y cómo no, la pregunta de un adolescente de diecisete años no podía ir por otros derroteros. – ¿Tenéis novio?

Por una vez compartí algo con Cass. Una mirada sentenciante al chico. Jules se desternilló. Tenía buena química con el joven, siendo éste casi su mentor. A decir verdad, ¿quién no podía tener buen trato con el brujo? Ninguna respondimos. Y menos mal, porque íbamos a soltar una barbaridad. Menos mal que una voz bajo nuestros pies nos sacó de nuestra conversación.

-¡VIENE GENTE! ¡VIENE GENTE! – Se escuchó de repente decir a Rachel. De modo que todos nos giramos para ver de quién se trataba.

Una cuadrilla de dos elfos y una elfa se acercaron hasta nuestra posición. Portaban arcos de madera muy rudimentarios, y no vestían demasiado bien. Tenían todo el rostro pintado y unos extraños ojos de color verdoso. No parecían los clásicos elfos sabios y poderosos. Más bien era unos catetos primitivos pertenecientes al clan de Helyare. Rachel fue a saludarlos.

-¡Oh! ¡Hola! – les saludó la cibernética con la palma de su mano y su sonrisa medio robótica. Entrecerró los ojos. – ¡Qué bien que por fin pasa alguien! Mis amigos están ahí arriba. ¿Podríais ayudarme a bajarlos? – Preguntó la chica. No sé por qué me daba la sensación de que ellos habían sido los que habían puesto la trampa.

Uno de los elfos trató de empujar a Rachel. Y aunque no pudo moverla del sitio por su peso, la hostilidad hizo que la morena se asustara. Jules no tardó en soltar, agarrándose a la red y bramando como pocas veces lo había visto.

-¡Eh! ¡Tú! A mi hermana la dejas en paz. – La mujer
-¿Por qué me apuntáis? ¿Qué os he hecho? – dijo juntando sus manos, sollozante. El elfo y la elfa apuntaron a Rachel con el arco. - ¡Ay, no! ¡No me disparéis, por favor! ¡Soy inocente! – se protegió tirándose al suelo. La chica se asustó y no tardó en salir corriendo hacia la playa, gritando auxilio. - ¡SOCORRO! ¡SOCORRO!
-¡La habéis asustado, cabrones! – bramó Jules dándole un buen meneo a las cuerdas de la red con fuerza.

El líder pronunció unas palabras en élfico y los dos acompañantes salieron tras ella, perdiéndose tras los arbustos hacia la playa tras Rachel. Jules, inútilmente, vejaba y protestaba, moviendo la red con fuerza para tratar de romperla. El que parecía el jefecillo de la cuadrilla se acercó hasta donde estábamos nosotros y miró arriba. Olfateó el aire, quizás a nosotros y, entonces, en un pésimo amago de hablar en lengua común, se dirigió a nosotros.

-Brujos. Los brujos son mala gente.– Dijo con desprecio. – Hay un brujo matando a nuestros hermanos. Está cerca del muelle en la playa. ¿Sois alguno de vosotros? – preguntó. Yo, como maestra cazadora, me encargué de hablar.
-No hemos matado a nadie. Somos cazadores de vampiros. – afirmé, seria. – Sólo estamos de paso.
-Entonces, vosotros venís a por el tesoro de la cueva de la playa. – concluyó. Tensando el arco cada vez más. A esto sería la otra maestra la que respondiera.
-¿Un tesoro? Tengo tanto dinero que podría comprarte a ti, a tus amigos del taparrabos, y a todo Sandorái si hiciera falta. Créeme si te digo que ni sabía de la existencia de tu tesoro ni me importa. – replicó Cass tan rápido, que el elfo seguramente no se habría enterado ni de la mitad.

Lo cierto es que las palabras de Cass habían sido de todo menos cordiales. Además, al elfo no parecía importarle demasiado lo que dijéramos. Simplemente comenzó a tensar la cuerda del arco. Nick comenzó a gritar. Como siempre, las maestras cazadoras teníamos que responder a la amenaza.

-Anastasia, me encargo de la flecha. – comentó apresurada Cass. No hizo falta que dijera nada más. La bruja colocó sus manos en posición de uso de telequinesis. Mi parte era desplazar la red de la trayectoria.

Quizás me llevara mal con Cass, pero aprendiendo a luchar juntas desde niñas, éramos como uña y carne. Así, en una sincronía perfecta, con una corriente de viento alejé la trampa en el aire. Cass, con su poder de telequinesis controló la flecha según ésta dejó el arco y la utilizó para cortar la cuerda por la parte superior. Entonces, la red se rompió. Caímos al suelo y la bruja de tierra amortiguó el golpe de los demás invocando unas ramas procedentes del suelo. Yo amortigüe el golpe con mis poderes del viento y sacudí una patada al elfo en todo su rostro con el tacón de mi bota, dejándolo inconsciente.

-Cuando queréis sois la hostia, maestras. – dijo sorprendido Nick por la rapidez con la que nos habíamos desenvuelto. Tomó sus armas.
-Son demasiados años haciendo de hermana mayor de Anastasia. – replicó Cass mientras se colocaba el arco a su espalda, mirándome con mala cara, en un apelativo que, aunque su intención era ofensiva, destilaba cariño.
-¿Tu hermana? – esbocé una sonrisa irónica, mirando a los ojos a la bruja, mientras recargaba de virotes las ballestas de mano. - Vaya, Cass, no sabía que me tenías tanta estima.
-Eh… Yo… Quería decir… ¡Hermana insoportable! – comentó, roja como un tomate y muy enfadada. - ¡Eso es justamente lo que quería decir! ¿Lo has escuchado? ¡No te lo creas tanto!

En cualquier caso, Jules no quería perder ni un minuto más. Era raro verlo como el más serio del grupo. Estaba preocupado por Rachel.

-Vamos a la playa. A buscar a Rachel. Espero que haya podido escapar de los elfos. – aclaró Jules.
Anastasia Boisson
Honorable
Anastasia Boisson
Cantidad de envíos : : 627
Nivel de PJ : : 7

Volver arriba Ir abajo

Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] Empty Re: Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit]

Mensaje  Gerrit Nephgerd Dom Feb 03 2019, 10:43

Sonaba como si alguien hubiera estuviera dando golpes de martillo contra la arena. Me di la vuelta despacio por ver qué era lo que se estaba acercando. Al mismo tiempo, utilicé mi magia telequinética para arrastrar a Suuri por la madera del muelle a la altura, pero sin llegar a cogerla. Todavía no sabía qué era lo que provocaba el ruido metálico; tanto podría ser amigo o enemigo. En una situación así, pensé, no sería correcto empuñar el arma a la primera de cambio. Podría ofender al supuesto amigo. Esbocé una sonrisa socarrona y me burlé de mi mismo. ¿A quién quería engañar? Yo no tenía ningún amigo. Mis relaciones se organizaban en: conocidos y jodidos cabrones.

Me levanté torpemente, la mala noche y la insana salsa de ostras me estaban pasando factura. Pisé con fuerza la madera del suelo como si me garantizase un confiable punto de apoyo. Iluso. Una vez conseguí enderezarme, un pestilente regüeldo subió desde mis entrañas hasta la garganta. La angustia me empujó hacia delante. Contuve el vómito tanto como pude. A modo de burla, seguí pensando en el supuesto amigo. No querrás que un ser querido te vea vomitar. Tampoco quería que un ser odioso me viera en mal estado. Lo consideraría como un signo de debilidad y lo aprovecharía para sacar ventaja.

Ya que la fuerza física me era inútil, utilicé la magia telequinética para sostenerme en un punto de apoyo fijo. Acerqué dos ramas secas del tamaño de mis brazos y las utilicé de sustento. Los sonidos de martillo (pasos) estaban más cerca. Venían del otro lado de los matorrales. Hice cuanto pude para enderezar mi espalda con telequinesis. Intenté controlar las arcadas con telequinesis, mantenerlas en el interior de mi estómago. No lo conseguí. La telequinesis no era mi magia natural. La angustia me iba a acompañar durante todo el día. No descartaba la posibilidad de devolver la salsa de ostras.

Cuando sentí que mi espalda se quedaba erguida y quiete, eché las ramas a un lado. Los sonidos de martillo fueron acompañados por ruidos de arañazos, quizás provocados por las ramas secas de los matorrales. Me alejé de mi asiento en la hoguera.  Suuri me seguía a un paso de distancia como si fuera un perro bien adiestrado.

—¿Quién va? — mi aliento debía apestar a ostras en mal estado. Tragué saliva con tal de ocultar la peste y repetí la pregunta con un tono de voz más elevado — ¿Quién está ahí? —

La vi antes de que respondiese. La chica formaba parte del grupo de conocidos. Se llamaba Rachel Roche. La conocía por ser la débil hermana en apuros de Jules. Me resultó extraño verla sola, sin su hermano al lado. Tenía un montón de hojas secas enredadas en el cabello, puede que no le molestasen por su condición metálica. El vestido lo tenía manchada con pétalos de flores de silvestres. La noté nerviosa y alterada; más nerviosa y alterada de lo que solía estar habitualmente. Sus labios estaban arrugados y sus ojos bien abiertos en una clara expresión de terror.

Rachel formaba parte del grupo de conocidos de mis relaciones, su hermano, en cambio, en el de jodidos cabrones. La idea de acrecentar el miedo de la chica me resultó especialmente atractiva, de estar en mis plenas facultades físicas y mentales es lo que habría hecho.

—Suéltalo. ¿Qué mosca te ha picado? — recordé que Rachel era incapaz de entender las expresiones comunes. Dije lo mismo de una manera que esperaba que fuera más entendible para ella — ¿Qué es lo que te ha asustado? Venga, dímelo. — sentía curiosidad, no compasión ni deseos de ayudar.
Gerrit Nephgerd
Honorable
Gerrit Nephgerd
Cantidad de envíos : : 335
Nivel de PJ : : 2

Volver arriba Ir abajo

Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] Empty Re: Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit]

Mensaje  Anastasia Boisson Dom Feb 10 2019, 22:57

Rachel corrió, y corrió, jadeante, hasta alcanzar la playa de los Ancestros. Con los elfos persiguiéndola. No estaba sola. Gritó pidiendo auxilio al hombre fuerte que parecía haber en torno a una hoguera, cerca de unos matorrales junto a la playa. Éste la identificó rápidamente. Y ella a él, también.

Sin embargo, nada más postrarse ante él, Rachel quedó petrificada sobre la arena. Con la boca abierta y los ojos brillantes y azules, abiertos como platos. Dos preguntas le hizo el hombre, que su cabeza comprendió a entender.

Para la primera respuesta, Rachel no tenía mucha respuesta. Simplemente lo miró desconcertada. Extrañada en un primer momento, abriendo los ojos. Rachel no comprendía muy bien por qué decía eso. Las moscas no picaban.

La segunda sí que la comprendió. Y a decir verdad, Rach tenía miedo a los cazadores elfos que la perseguían, pero también tenía miedo al señor Neph. Se alejó tímidamente de él. Su último encuentro con el mismo había sido muy violento, y Rachel. No quería volver a pasar por lo mismo. – No se acerque a mí, señor Neph. – musitó llorona, con su voz infantil y chillona. Dio unos pasitos hacia atrás y encogió sus manos conforme de acercaba.

Rachel recordaba bien el daño que el señor Neph le había hecho. Y ciertamente, le tenía mucho miedo. Viendo que no tenía mucha escapatoria y que estaba sola, comenzó a llorar, gimoteando y tapándose las manos con la cara para que el señor Neph no viera su debilidad, aunque era evidente.

Conforme éste parecía acercarse, Rochel lloraba más y más. No iba a defenderse de nada de lo que Gerrit le pudiera hacer. No tenía valor para enfrentarse a alguien que físicamente era superior a ella, o eso creía ella. Pero conocía el negro historial del rubio.

Los gimoteos de Rachel entre sus manos cesaban conforme Gerrit se acercaba. Primero eran cuatro, luego tres, luego dos… Y luego sólo estaban sus manos tapando su cara. Cuando Gerrit estaba lo suficientemente cerca, Rachel volvió a mostrar su rostro.

Las lágrimas estaban en su rostro, pero su mirada era totalmente distinta. Sus pupilas ahora eran rojas, y su mirada, inexpresiva.

-¡La chica está aquí! – gritó la elfa a su compañero, señalando a Gerrit y a Rachel. Acaban de irrumpir en escena.

Sin decir nada, la nueva Rachel tomó a Nephgerd del brazo y lo lanzó con su fuerza de biocibernética superior contra la elfa como si levantara un peso pluma. Luego miró desafiante al elfo que la acompañaba, que cargaba su arco.

El elfo tomó una flecha de su carcaj, apuntó y le disparó rápidamente a la cabeza. Pero ésta antepuso su antebrazo en un rapidísimo movimiento imposible para un humano normal y partió la flecha al impactar contra éste.

Justo en ese momento, llegamos nosotros a la escena. Jules se abalanzó como un poseso contra el que había disparado a Rachel. - ¡Deja en paz a mi hermana, cabrón! – bramó el brujo sobre el cuerpo de éste golpeándole en la cara con la culata de su ballesta de mano repetidas veces.
-Rachel… – grité yo, llegando justo detrás de Jules, mirándola a los ojos. Ni siquiera me había dado cuenta de que Gerrit Nephgerd estaba ahí. La conocía bien, por su mirada y su reacción, inamovible como una estatua y desafiante, sabía perfectamente que no estaba tratando con la hermana de Jules. – NIA… Tranquila, ¿vale? Somos nosotros. Está todo bien. Cálmate y podremos continuar el camino.

Sabía que NIA no tendía a ser precisamente colaborativa como Rachel. No entendía de sentimientos. Simplemente respondía a estímulos que interpretaba peligrosos o no…

… Aunque a veces parecía tener sus propias motivaciones.

Inexpresiva. Se dio la vuelta y comenzó a correr hacia la playa. - ¡NIA! ¡Vuelve! – grité. Pero era tarde, NIA comenzó a correr sin parar por la enorme playa. Pisando la arena y hundiendo casi la mitad de la pierna por su peso.
-Va hacia la cueva que hay al final de la playa. – apuntó Cass señalando la dirección en la que se había ido.
-¡Tenemos que sacarla de ahí! Como suba el nivel del mar, tendrá problemas. - pidió un preocupado Jules, dejando al elfo ensangrentado en el suelo. No era un secreto lo mal que se llevaban los biocibernéticos con el agua.

La pregunta más evidente era... ¿Por qué fue allí si no suponíamos ninguna amenaza?

Cueva en la playa:

En aquel momento, aún ni siquiera había advertido que Gerrit Nephgerd estaba ahí. Pero cuando lo hice, no pude sino poner una mueca de asco por su deplorable aspecto. Con casi total seguridad, él era el brujo del que los elfos decían que iba asesinando elfos. Pero, aún así, opté por no decirle nada. Quería saber hasta donde era capaz de llegar. Ni Jules ni Cass ni yo le pusimos buen rostro. Tan sólo el joven Nick le saludó con la mano abierta y una sonrisa, aunque al vernos a nosotros, claramente trató de forzar un mal gesto. Esperaba no se demorara mucho. Teníamos que retomar la búsqueda de Rachel.
Anastasia Boisson
Honorable
Anastasia Boisson
Cantidad de envíos : : 627
Nivel de PJ : : 7

Volver arriba Ir abajo

Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] Empty Re: Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit]

Mensaje  Gerrit Nephgerd Sáb Abr 06 2019, 14:03

Rachel era una mecha corta bañada en aceite combustible. Basto que me acercase siendo lo más amable que sabía ser, para derribarla en un infame mar de llamas. Sus mejillas se ruborizaron; sospeché que por el oxido que producían sus lágrimas en el metal bajo su piel. Agradecí que se tapase los ojos con ambas manos para no verme; yo tampoco quería ser visto.

—Venga, vamos. Seguro que has visto a tu hermano en peor estado — sonreí sin ganas.

Puse mis manos encima de la chica como si la estuviera consolando. Rachel era una mecha y yo pretendía ser la chispa que la encendería. Ella era más divertida cuando aparecía NIA y golpeaba a todo aquel quien se encontrase delante. Podría presentarle a unos cuántos elfos amantes de la mejor salsa de ostras de Aerandir (no puedes morir sin haberla probado antes). Luego de que NIA fuera NIA con ellos, quemase el poblado con la explosión resultante de sus cortocircuitos y derramase la marmita con salsa de ostras sobre los cadáveres, o lo que quedase de ellos, volvería a presentarme ante NIA. No como Neph, sino como un brujo que había probado la mejor salsa de ostras de toda Aerandir y le había dado nauseas.

Para mi sorpresa, quizás también para la de Rachel, un grupo de elfos aparecieron del otro lado de la playa. En ese momento, conseguí apartar las manos de Rachel de sus ojos. Me miró y luego miró a los elfos. Ya no era ella. Había prendido la mecha y ésta se consumió al instante.

—Haz lo tu… — haz lo tuyo.

No alcancé a terminar la frase. NIA me tomó del brazo y me lanzó hacia el grupo de elfos. Puede que no recordase con exactitud toda la fuerza que poseía la cibernética, pero sí lo impredecible que era. Al mismo tiempo que me lanzó, empuñé a Suuri y la rodeé de relámpagos. Caí encima de una elfa como si fuera un rayo del mismísimo Thor. Golpeé repetidas veces en el vientre de la mujer. Redescubrí la considerable conductividad eléctrica del cuerpo de una elfa.

Los demás elfos se desplegaron a mi alrededor. Algunos se alejaron y dispararon con sus arcos a NIA. Los otros me rodearon. Quedaron a una distancia prudencial de mí. Miraban mis malas pintas, mi ropa sucia y mis ojeras bajo los parpados; también mira el cuerpo de su compañera que convulsionaba por la electricidad de mi magia. Tardaron demasiado en tomar una decisión. Una vez se dispusieron a dar un paso hacia mí, poniendo sus armas por delante, llegaron Anastasia, Jules y los demás cazadores. Hicieron lo suyo, lo que equivalía a hacer lo mío, pero en menor grado.

Mientras los cazadores se encargaban de los elfos, me arrodillé al lado de la elfa que había dejado convulsionando. Puse su cabeza en mis rodillas, como si fuera una madre ateniendo a su hija enferma. Las pupilas de la elfa se movieron lentamente hacia. Ésta no probó la mejor salsa de ostras de Aerandir. Me dije mentalmente a la vez que balanceaba con suavidad la cabeza de la elfa.

—Te gusta mirar. — poco a poco, la elfa recuperaba la movilidad. Primero sus dientes. La elfa me mostraba su dentadura como un perro herido lo haría para alejar el potencial peligro — Te gusta mirarme — Luego, los dedos de la mano. Los movía como si estuviera palpando la empuñadura de una espada. — Disfrútalo, será lo único que veas por el resto de tu larga vida.

Con suavidad, deslice mis manos de las sienes de la elfa hasta sus ojos. Casi parecía que estuviera haciéndole un masaje. Ella intentó erguirse y yo clavé sendos dedos índices y corazón en los ojos de la mujer. No pretendía matarla, sería injusto por mi parte; la elfa no había probado la mejor salsa de ostras de toda Aerandir (no puedes morir sin haberla probado antes). Lo que quería era lo que queremos todos: que me mirase y me recuerde. Que sea la primera imagen en su cabeza con la que se levante durante el día y la última a la hora de acostarse. No podría estar con otra persona sin apartar mi rostro de su mente.

Los cazadores hacían lo suyo, que era lo mío, pero en menor medida: acabaron con la mayor parte de los elfos, los que quedaron vivos huían de ellos. Yo, en cambio, dejé inconsciente a la elfa. Una vez rasgué sus globos oculares, la hice dormir con una pequeña descarga. Dejó reposar la cabeza de elfa sobre una almohada de arena y me levanté del suelo.

Los cazadores quedaron congregados en frente de la entrada de una cueva. NIA no estaba con ellos (tampoco Rachel). El más joven de la banda me hizo señales con la mano para que me uniera a ellos. ¿Desde cuando los cazadores se habían vuelto tan simpáticos? Alcancé a escuchar trozos de la conversación del grupo. Por lo visto, NIA o Rachel, había huido a aquella cueva. Las aportaciones de Jules las escuché al completo; sus gritos de preocupación podrían escucharse en el poblado de abajo.

—Conozco ese agujero de roca. Mi abuelo era marinero, — pirata — solía llevarme a recorrer las playas de Aerandir. No puedes morir sin haberlas visitado. — me reí como si fuera un chiste que solo yo entendía. — Vuestra amiga no podría haber elegido una mejor cueva para entrar. Ya era vieja y frágil hace veinte años. Recuerdo que cuando entramos con el barco íbamos muy despacio. No podíamos hablar. El menor ruido hacía temblar las estalactitas y produciríamos una avalancha. Mi abuelo me advirtió: te estás callado o te amordazo. No era un farol. — señal un puñado de peces flotando sobre el mar y convulsionando como la elfa que había dejado atrás — ¿Os habéis acordado de amordazar a NIA? No, lo habéis hecho. Menos mal que es una cibernética ligera y silenciosa, no tendrá problemas en encontrar el camino de vuelta— aquel último chiste lo debieron entender todos los del grupo. — El nivel de mar no es la mayor de tus preocupaciones — dije solo a Jules. — La cueva del capitán Dillan, El tuerto. ¡Cierto! Ese era su nombre. — y desvié la mirada un segundo a la elfa que había dejado ciega.

Había una canción respecto a la cueva. Llevé una mano al mentón e intenté recordarla. Mi abuelo se la conocía a la perfección. Apenas conseguí recuperar una estrofa.

—La cueva de Dillan, El Tuerto.
Adelante, pasa más Adentro.
La cueva de Dillan, El Tuerto.
Únete a la montaña de Muertos.
Gerrit Nephgerd
Honorable
Gerrit Nephgerd
Cantidad de envíos : : 335
Nivel de PJ : : 2

Volver arriba Ir abajo

Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] Empty Re: Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit]

Mensaje  Anastasia Boisson Lun Jul 01 2019, 20:25

Jules dejaba inconsciente al elfo que había disparado a su hermana de un golpe con la culata. Cass… simplemente miraba. Y Gerrit Nephgerd demostraba, una vez más, ser un ser repugnante. Le había hundido los ojos a la elfa. Si Rachel lo hubiese visto se habría puesto a correr. Seguramente hiciera algo parecido y por eso huyó a la playa. Si Jules lo hubiese visto le habría disparado en el pito por su atrocidad. Si Nick lo hubiese visto habría dicho algo ¡Cómo mola! Si Cass lo hubiese visto, seguramente se habría puesto a vomitar.

Pero lo vi yo. Y aunque debía decir que aquel tipo era odioso, contendría mis ganas de darle un escarmiento por lo que le acababa de hacer a esa chica. Luego volvió a nosotros. Le ignoré casi por completo. Cass fue la primera en pronunciarse en cuanto le llegó el hedor que desprendía el tipo desaliñado.

-¿Qué haces relacionándote con este tipo chusma, Anastasia? ¿Es esta la clase de amigos que tienes?– comentó cruzada de brazos, girando la cabeza hacia mí. Sin dignarse a mirar a Gerrit. Cassandra Harrowmont casi ni siquiera miraba a Jules, mucho menos iba a bailar el agua a aquel tipo. Hizo como que olfateaba de lejos con sus finas naricitas. – Bej – resopló con cierta repugnancia, poniendo la mano delante de su nariz y mirando al cielo con los ojos en blanco. – En fin… Id vosotros a por Rachel. Yo me quedo aquí. Vigilando que la playa, no sea que salga por otro sitio. Hace un buen día para tomar el sol y ahora con el verano tengo que ponerme morena. – Y estiró su larga melena rubia y lisa hacia atrás.

Ni de broma iba a dejar a Cass sola con Gerrit. Por muy bien que supiera cuidarse, aquel tipo era un trastornado. Y confiaba en que no nos siguiera e hiciera de las suyas.

-Te vienes con nosotros, Cass. – ordené, tomándola del brazo. Luego miré a Gerrit. – Gracias por tus consejos y tus poemas. Ahora puedes venir con nosotros, o continuar tu búsqueda de cangrejos por la playa. – Le dije con segundas. Sin demasiada entonación y olvidándome de él. Quería quitármelo de delante. Pero no sé hasta qué punto nos seguiría.
-¡No quiero! – protestó la otra maestra cazadora, terca como ella sola. Pero yo tiraba de ella, prácticamente arrastrándola. Parecía mentira que fuera una mujer de 30 años. - ¡No voy a ir, Anastasia! Me quedo con tu amigo, el de las pulgas.
-Nick, ayúdame. – ordené seria.
-Será un placer, maestra. – El dragón la tomó del brazo y comenzó a tirar. - Perdone, maestra Harrowmont. Sólo sigo órdenes.
-¡NO! ¡Suéltame! ¡Maldito seas, Nick, tú eres mi becario subordinado! – Ogh. Qué elegante eres siempre, Cass, con tus empleados… - ¡No quiero ir! ¡SOLTADME! ¡Seguro que hay arañas! ¡Me dan mucho asco las arañas!

A rastras conseguiríamos dirigirla hasta la entrada de la cueva. El nivel del mar estaba subiendo y el agua ya nos llegaba a la altura de los talones. Pero siempre podríamos salir pues nuestras habilidades de brujos tenían muy buena sinergia. Tan sólo nos faltaba un tensái del agua en el equipo para tener el póker de habilidades.

Jules estaba muy preocupado, y Cass muy enfadada. No había ni rastro de Rachel o NIA. Jules accedió al interior, colocándose sobre una roca, en una especie de río interior que atravesaba la cueva. Y Nick entró a la cueva como si fuera un mundo por explorar. Yo fui detrás de los chicos, y Cass parecido. Si bien yo miraba cada poco hacia atrás, pues no quería perder de vista a Gerrit. No me fiaba de aquel pirado.

-¡RACHEL!– bramó Jules para la cueva. Retumbando el eco en todo el interior de la misma.

Una bandada de murciélagos salió entonces despavorida por el miedo. Yo sólo me sobresalté lo normal y me puse en guardia, sin decir nada. Pero Cass comenzó a chillar como una niña pequeña, a lo que Jules, siempre el primero, generó una pequeña llamita para espantar a las criaturas con fuego. No venían a por nosotros, simplemente parecían huir atemorizados del interior. ¿Tenía NIA algo que ver con aquello?

El brujo rió de reojo a la archimillonaria de Beltrexus y rió.

-¡Qué decepción! ¿Nuestra maestra cazadora de vampiros tiene miedo a unos murciélagos de nada?
-¡No vuelvas a gritar, maldita sea! – protestó. - ¡Y no tengo miedo a los murciélagos! ¿Vale? Es que no lo esperaba – La bruja se levantó con mi ayuda. Ahora se había empapado la culera de agua y arena. - ¡Agh! ¡Me he puesto perdida! ¡Qué asco de día! ¡Le voy a descontar este vestido al sueldo de tu hermana! – le reprochó.
-Para ya de quejarte. – dije de forma sentenciante. – ¿Alguien me puede dar algo de luz? - pedí adelantándome.

- - -

Mientras tanto, mucho más en el interior de la cueva…

NIA nos llevaba ya bastante ventaja. Se encontraba en un punto en el que, prácticamente, no había luz. Sus ojos rojos de NIA era lo único que se veía en el interior de la cavidad, entre la que se infiltraban gotas de agua por el karst de la cueva. La biocibernética se movía como pez en el agua pese a no haber prácticamente luz más que la que entraba por la cala. No en vano su sistema de posicionamiento le permitía conocer su ubicación en todo momento. Aquello, en “modo Rachel”, sería incapaz de hacerlo.

Cada paso nuestro, eran diez suyos.

Terminó llegando a una zona en la que sus ojos rojos era lo único que nadie vería en la penumbra. Pero había llegado a un lugar bien profundo. Probablemente incluso bajo el mar, donde parecía encontrarse en una estancia grande.

NIA no contaba con el brazo de metal que acababa de pisar en el suelo. Pero el sonido a chapa le bastó para saber que se encontraba en un sitio único. Uno de esos lugares marcados en rojo en su sistema de posicionamiento.

Sólo dijo tres palabras. Eso y la maldición que le había sido autoimpuesta no hacía demasiado tiempo, y que Jules y Huracán ignoraban, pues hasta el momento no le había dado importancia.

-Hijos del Edén… - comentó en una enorme sala, totalmente a oscuras, que por la reververación del sonido parecía enorme.

Y decenas de ojos se encendieron en la más absoluta penumbra.

*Off: Utilizo la maldición de NIA: Hijos del Edén. Por si no lo sabes, la maldición fue impuesta por la malévola diosa Sigel. Y me permité convocar a los biocibernéticos en lugares destinados como cementerios... ¡Sí! ¡Estamos en uno de esos lugares!
Anastasia Boisson
Honorable
Anastasia Boisson
Cantidad de envíos : : 627
Nivel de PJ : : 7

Volver arriba Ir abajo

Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] Empty Re: Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit]

Mensaje  Gerrit Nephgerd Mar Jul 30 2019, 11:51

Fue una novedad ver a los afanados cazadores de vampiros asesinar a los inocentes, solo en apariencia, elfos. Me pregunté qué razón tendrían. ¿Un ajuste de cuentas? Los cazadores eran unos cabrones orgullosos, no se rebajarían a hacer las labores propias de un mercenario del tres al cuarto. Podía ser una razón mucho más sencilla. Podría ser, solo una posibilidad que alegraba pensar, que los hubieran matado por el simple hecho de que eran elfos y los brujos odiábamos a los elfos. Una cuestión racial, así de fácil. Los brujos matan elfos igual que los lobos matan corderos. El más joven de los cazadores, un tal Nick o quizá Dick, no escuché bien su nombre, tendría la edad en la que yo empecé a dirigir mis campañas de brujos hormonados hacia Vulwulfar y Migdar. Fueron buenos días. Por las mañanas matábamos a unos de orejas picudas y por la tarde lo celebramos fumando hierbas prohibidas.

El odio racial, mezclado con la excitación de la adolescencia, era una posible razón; la más divertida de ella. Me reía en la intimidad comparando al grupo de Huracán con el grupo de Samhain. ¡No somos tan distintos! Después de matar a los elfos, bebíamos y peleábamos entre nosotros en una estúpida muestra de valor. A los cazadores de vampiros no les hizo falta beber para empezar a pelear. Cass se interponía frente a Huracán. Renegaba de sus órdenes igual que lo haría un marinero en estado de embriaguez frente a su capitán (igual que lo haría un muerto frente al capitán Dillan El Tuerto). Era una chica atractiva como un demonio. Si alguien no se fijaba en ella por su físico, ella se encargaría de llamar su atención con su tono de voz y sus constantes berrinches. Conmigo lo consiguió. La estuve observando desde la distancia mientras se peleaba absurdamente con Huracán. Esperaba que ambas llegasen a las manos y a la magia. Cass saldría ganando; me encargaría que así fuera. Sujetaba a Suuri con la mano derecha, llenaba la cabeza del martillo de electricidad. Entonces, Cass tendría que fijarse en mí; por mi atractivo físico y por mis actos. Le diría de dejar a los cazadores. Que sean los hombres de Guardia quienes recojan los muertos. Conozco un lugar agradable donde pasar la noche. La comida es repugnante, pero no nos importará mientras los colchones estén libres de chinches.

Cass terminó cediendo. Me decepcionó. Esperaba que estuviera un rato más renegando. Parecía que Cass conocía muy bien los límites de Huracán.

—Otra vez será — susurré a Suuri —. Tengo otros miedos para hacer que se fije en mí — y en todos hacía daño a alguien. — Estaría mejor muerto —.

Sentí vergüenza y pesadez por estar recordando los malos tiempos de mi juventud y por revivir las fantasías que creí olvidadas: matar elfos y follar con brujas jóvenes. De nuevo cruzaba en mi cabeza la idea que había estado atormentándome las últimas semanas: mis recuerdos estarían mejor en el fondo del mar, donde no pudieran herir a nadie más.

El grupo de cazadores se adentró en la cueva de Dillan El Tuerto. Uníos a la montaña de muertos. Me quedé en el último lugar, detrás de Nick-Dick. Después de veinte años, no sabía en qué estado podría encontrarse la cueva. Los derrumbamientos eran más comunes de lo que parecían. Abrían nuevos canales y cerraban viejos. Aunque me había mostrado aventurado con los cazadores, lo cierto era que no sabía diferenciar los nuevos de los viejos canales. Lo único que recordaba de la cueva de Dillan El Tuerto era la melodía y una estrofa de la canción. En la primera bifurcación, hice una señal a Huracán para que siguiera el camino de la derecha. No tenía ninguna razón por elegir esa por encima de la otra. Los brujos cazadores confiaban en mí, me hacían compañía y evitaban que pensase en el suicidio. Los usaba como entretenimiento, eran mis bufones personales. Reía cada vez que discutían entre ellos y aplaudía cuando intervenía Cass. ¿Qué más daba si nos perdíamos en la cueva de Dillan El Tuerto? Por mí parte, había pasado un buen rato.

Huracán pidió que alguien encendiera una luz y Nick-Dick hizo ademán de encender una lámpara de aceite, pero le detuve instintivamente poniendo un mano encima de su hombro. Negué con la cabeza mirándole a los ojos. El chico temblaba como un conejo frente a su depredador.

—Esta cueva apesta al gas de los muertos — metano —, una chispa y harás que esto parezca el agujero de un dragón.  

El chico afirmó con la cabeza y me dio rápidamente la espalda.

—Hay otros métodos para iluminar la cueva. El capitán Dillan los conocía.

Me acaricié la sien como si estuviera buscando esos métodos en mi cráneo. A medida que nos adentrábamos más al interior de la cueva, recordaba las historias que el viejo nos contaba. Nada de fuego ni electricidad en la cueva. Esto parecerá el agujero de un dragón. Esa frase pertenecía del viejo Nephgerd. La dije de manera intuitiva.

—¡Allí! ¿Lo veis? Os dije que no era necesario encender ningún fuego— estaba tan sorprendido de ver las luces adheridas en las paredes como lo estarían el resto de cazadores.

El capitán Dillan El Tuerto, cuando esta cueva todavía le pertenecía, iluminó la zona con faroles de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. El interior del farol parecía una maceta. Las hojas de la planta brillaban como si fueran estrellas en una noche de sin luna.

—Los piratas utilizan faroles con rapónchigos para iluminar los camarotes y la cubierta, es más inteligente que encender una lámpara de aceite en un barco de madera. El capitán Dillan El Tuerto llevó lo llevó a un nivel superior — mirando a Huracán — Me necesitáis. Sin mí, estaríais muertos.

Con esa última frase, esperaba llamar la atención de Cass.

Conformé seguimos avanzando, tarareaba la melodía de la canción de Dillan El Tuerto. Sentía curiosidad por recordar alguna estrofa más de la canción. Fuimos por el camino de la izquierda en la nueva bifurcación y en la siguiente, a la izquierda de nuevo. El grupo pensaría que, mientras hubiera faroles de rapónchigo en la pared, íbamos por buen camino, pero había que recordar que estábamos en una cueva pirata y los piratas son reconocido por colocar trampas en sus cuevas. Todos los canales estaban decorados con faroles de rapónchigo, los que conducían al tesoro de Dillan El Tuerto y los que daban vueltas por toda la cueva.

El agua nos llegaba por la rodilla. Nuestro paso era más lento y pesado. El tiempo corría en nuestra contra, más bien en contra de los cazadores. En caso de que el agua nos cubriese por completo habría cumplido con mi objetivo: hundir mis recuerdos en el mar. Ellos mataron a un pequeño grupo de elfos sin ningún motivo cierto y la naturaleza, en son de venganza, planeaba ahogarles en el mar.

—El siguiente camino a la derecha — me adelanté a decir antes de toparnos con la bifurcación. Mi tono de voz aparentaba ser seguro e inequívoco.

Algo me cogió del tobillo e hizo fuerza para hundirme. Estuve a punto de convocar una masa de electricidad y lanzarla a mis pies, pero recordé la advertencia que yo mismo le había hecho a Nick-Dick. Una chispa y esto será el agujero de un dragón.

—Jules, rápido, coge esto — lancé la cabeza de Talisa a Jules, quien la sostuvo con ambas a manos como si le hubiera lanzado un balón.

Golpeé con el martillo el lugar donde se suponía que estaba ese algo que me había cogido. No podía verle, el agua era negra como la noche. Introduje la mano izquierda en el agua y agarré lo que me había estado cogiendo. Lo saqué de un tirón. A primera vista parecía un amasijo de ramas maltrechas por el paso del tiempo. Lo empujé hacia la luz de los faroles. Descubrí que no se trataba de una rama, sino del esqueleto de un pirata. Reconocí su profesión por el diente de metal y el pañuelo que llevaba en la cabeza Mordía al aire como si fuera un perro rabioso. Intentaba afanarse de mi agarre, pero sus huesos eran débiles y flojos; carecía de músculo. Golpeé con la cabeza del martillo el cráneo del esqueleto hasta hacerlo trizas. Miré al grupo de cazadores y me reí de buen agrado.

—El camino correcto siempre es el que hay monstruos.

Repetí las últimas estrofas de la canción:

—La cueva de Dillan, El Tuerto.
Únete a la montaña de Muertos.  
Gerrit Nephgerd
Honorable
Gerrit Nephgerd
Cantidad de envíos : : 335
Nivel de PJ : : 2

Volver arriba Ir abajo

Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] Empty Re: Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit]

Mensaje  Anastasia Boisson Jue Mar 26 2020, 20:54

Jules se había adelantado unos pasos en la cueva. Preocupado por cómo se encontraba su hermana, se dejaba la garganta por lograr una respuesta de la biocibernética que nunca llegaba.

-No hay manera… - admitió resignado, con los brazos en la cadera. – Vamos a tener que ir más adentro.
-¡¿QUÉ?! – gritó Cass, la última del grupo. Avanzaba tratando de no mancharse, saltando de roca en roca hasta que no veía. Así era imposible perseguir a nadie. - Yo creo que os espero fuera… ¡El suelo está lleno de caca de murciélago y estoy echando a perder mis zapatos de piel de caimán del arenal! – Como siempre, mostrando empatía por los demás. Apenas había dado unos pasos dentro.
-Cassandra, deja de llorar y muévete. – comenté ya enfadada, dándome la vuelta. A su paso nunca íbamos a dar con Rachel, pero - ¿Es que no puedes pensar en Rachel?
-¡¿Es que no puedes pensar tú en los cinco mil aeros que me han costado estos zapatos?! – protestó. Dándose por vencido y sentándose sobre una roca. - Yo no doy un paso más. ¡Me paro aquí! – Como de costumbre, se comportaba como una auténtica niña.
-Venga maestra, no se preocupe que yo la ayudo. – Comentó el servicial adolescente Nick, yendo a dar la mano a Cass para ayudarla a pasar. Estaba comportándose como una auténtica infantil. De pronto, miró atrás y vio llegar a Gerrit. - Ey, esperad un momento, ¿el tío del martillo viene con nosotros? – preguntó.

Llegó hablando de la presencia de metano en el interior de la cueva. Olía a gas, sí. Pero, ¿a metano? Si el metano era inoloro. Se notaba que el tal Gerrit no había estudiado nada de química en el Hekshold. De todos modos, sí que parecía saber de mecanismos piratas para luchar contra los escapes de gas.

-¿Repónchigos? – pregunté con retórica, suspirando y cruzándome de brazos ante su explicación y la florecilla que había sacado del farol. Brillaba. Quedaría bonita en mi jardín.

Pero la idea de Gerrit había funcionado y pudimos avanzar sin explotar. Era algo de agradecer. Además, Nick había conseguido hacer moverse a Cassandra a pesar de su negativa. Y la bruja aceptó avanzar la penúltima, pero esto no sé ya si era una buena idea ya que en todo el camino no paró de blasfemar. Mis oídos terminaron por no escucharla.

-¡Te odio, Anastasia! ¡Me voy a ahogar aquí por tu culpa! – fue lo último que le oí decir al ver cómo el nivel del agua comenzaba a subir y ya no había marcha atrás. Sí. La situación comenzaba a hacerse angustiosa, pero chillando no iríamos a ninguna parte. Para colmo, el agua reaccionaba mal con las cualidades biocibernéticas de Rachel. Si llegaba a ella, podría terminar por cortocircuitar a NIA. - ¡AHH! ¡Algo me ha tocado la pierna! – gritó la bruja. Gerrit lo sacó de un martillazo del agua e hizo reventar su cabeza. Era un esqueleto.
-Así que también hay esqueletos… - confirmó Jules devolviéndole la cabeza de Talisa al brujo – La cosa se pone interesante, Huri y yo somos expertos en luchar contra gente que lleva muerta más tiempo que estos. ¿Verdad?. - Sólo alcé las cejas como manera asertiva. Con mi poca habitual habilidad conversacional.
-¡Guau! ¡Nunca creí que vería un esqueleto! – saltó Nick con emoción y admiración hacia Gerrit. Adelantándonos para llegar al frente. - ¡La cueva de Dillan el Tuerto! ¡Roca submarina llena de esqueleto! – y rió, pegándole un codazo a Gerrit. - ¿Conoces este lugar? ¿Qué más cosas chulas hay que puedas contarnos?

Yo no presté el más mínimo interés en lo que tuviera que decir. Aborrecía a Gerrit Nephgerd desde el día que lo conocí. Y también aborrecía aquella cueva desde el momento que entré. Simplemente quería encontrar a Rachel y largarme de allí. El nivel del agua seguía subiendo y la cosa se estaba poniendo peliaguda. En ese sentido, Jules se adelantó al grupo de nuevo con el farolillo de repónchigo y comenzó a gritar.

-¡Rachel! – exclamó una vez. De pronto, se escuchó una réplica lejana. Un pequeño sonido a metálico. El brujo corrió hacia delante. - ¡Rachel, estamos aquí! –Avanzó unos metros. Cada vez sonaba más cercano. - ¡Rachel!

Y vaya si estaba próximo. De pronto, comenzamos a encontrarnos con unos ojos azules que se encendieron en la oscuridad.  - ¡RACHEL ESTÁ AQUÍ! – gritó. Unos sonidos empezaron a sonar. Como si fueran máquinas levantándose. Unos ojos brillaron en la oscuridad como si fueran biocibernético. Eran por lo menos diez o doce pares. – Mierda, no. No está aquí. - se jactó. - ¡Sacad vuestras armas! – Antes de que lo dijera yo ya tenía mi ballesta pesada en ristre y encañonando a esos ojos. Espero que todos recordaran el detalle de no utilizar el fuego, al menos. Aunque esas cosas iban a echar chispas por todos lados.

Eran raros. Y repetían simplemente una cosa.

-Somos Hijos del Edén.

[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Anastasia Boisson
Honorable
Anastasia Boisson
Cantidad de envíos : : 627
Nivel de PJ : : 7

Volver arriba Ir abajo

Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] Empty Re: Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit]

Mensaje  Gerrit Nephgerd Dom Mar 29 2020, 18:12

—Mierda de murciélago — dije sonriendo al integrante más joven —. Por donde quieras que vayas verás montones y montones de guano de murciélago; esa es la cosa más chula — utilizando las palabras de Nick — que encontrarás aquí. Piensa con la cabeza, muchacho. Estas cuevas no están lejos de la costa y las canciones lugareñas hablan sobre ellas. ¿Crees que alguien no habrá entrado ya por aquí? Absolutamente todo el mundo. Se habrán adentrado hasta lo más profundo y adueñado de cualquier cosa chula que pudiera haber. Si pensabas en tesoros, cadáveres de piratas que vuelven a la vida por un hechizo maligno o cualquier otra estupidez del estilo, puedes ir olvidándote de ella.

Era un grupo joven y precipitado que cometía todos los errores propios de la juventud. La chica atractiva se molestaba por cada cosa escurridiza que corría entre sus piernas, el más joven miraba a todo su alrededor imaginándose las célebres aventuras que vivieron las rocas de la cueva en la época del capitán Dillan El Tuerto y Jules, el bueno de Jules, gritaba a pleno pulmón el nombre de su querida hermana.

Puse una mano en el hombro de Anastassia. Con la libre, señalé a Jules y luego a las estalactitas temblorosas por encima de nuestras cabezas. Hacía un rato que escuchamos un derrumbamiento a lo lejos y Jules estaba a punto de provocar otro encima de nuestras cabezas.

—Haz callar a tu novio antes que nos mate a todos.

Las fuerzas terrestres de la cueva no fueron necesarias para ponernos en peligro. Los gritos de Jules atrajeron a un peligro todavía mayor, la cosa chula que Nick vaticinó: decenas de par de ojos naranjas como un cielo de tormenta (o de película de Zack Snyder) nos observaban desde la oscuridad, ocultos de la tenue luz que emitían las plantas fluorescentes.

Cogí la maza con una mano y el escudo en otro. Hice entrechocar las dos armas emitiendo un resplandor eléctrico que iluminase la zona donde se encontraban los pares de ojos descubriéndolos de la oscuridad. Eran un grupo de máquinas, proxies seguramente, desgastadas y oxidadas por la humedad de la playa. Levanté una mano dando el alto. Por lo que sabía de los proxies, eren seres sin cabeza ni conocimiento cuya escasa autonomía les condenaba a seguir vagando por Aerandir. Hice acopio de explicarme a la banda de Anastassia pero, antes de que fuera a abrir la boca, y como gesto del error que estaba a punto de cometer, un cibernético dio una dentellada hacia mi brazo derecho; la esquivé con presteza.

Moví la cabeza olvidando cualquier cosa que fuera a decir. La misma máquina que había intentado morderme levantó sus brazos y los dejó caer hacia mí. Los detuve con el escudo. Contraataqué golpeando la cabeza del ser, dudaba que se tratase de un proxie, con Suuri. La máquina voló unos metros de distancia, no pude calcular cuántos por lo oscuro que estaba el lugar. El cibernético se levantó del suelo con series dificultades y regresó a la batalla. Tenía media cara partida y la otra media parecía deshacerse con la acidez de la humedad. Aun así, se mantenía en pie. No padecía ningún dolor, en aquello se parecía a un proxie.

—El Edén recibirá nuestros cuerpos — la maquina habló castañeando sus dientes. Las otras máquinas fueron acudiendo al rezo formando un cántico perverso —. Nos alimentará de El Fruto y nos ofrecerá almas con las que alcanzaremos el cielo. Escrito está. Los hijos del padre y la madre regresarán al lugar donde fueron engendrados.

—Escrito está — imité su voz temblorosa — que te partiré la cabeza de un solo golpe de martillo — me adelanté, poniendo el escudo por delante, hacia la máquina y cumplí con mi palabra. Con el primer golpe hice que la máquina retrocediese y el segundo se quedase confuso en el sitio —. Aburres a Suuri y a mí también.

Antes de ejecutar un tercer y último martillazo, la cabeza de la máquina estalló en un revoltijo de esquirlas de metal que pude detener con el escudo sin que ninguna llegase a mi rostro.

—Ahí tienes tu jodida cosa chuladije a Nick mostrando mi descontento.


Criatura del bestiario: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Las máquinas son víctimas de la maldición de Rachel ^.^
Gerrit Nephgerd
Honorable
Gerrit Nephgerd
Cantidad de envíos : : 335
Nivel de PJ : : 2

Volver arriba Ir abajo

Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] Empty Re: Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit]

Mensaje  Anastasia Boisson Vie Mayo 29 2020, 17:01

¿Qué narices son esas cosas?! ¿Jules donde está la inútil de tu hermana? – protestó la pija de Cass ante los nuevos visitantes, ya embadurnada hasta media tibia de esa sustancia viscosa de olor cuestionable a la que finamente había definido como “caca”. - ¡Esto es el infierno, por todos los dioses! – clamó a los cuatro vientos.

Visto lo visto, la tensái de tierra no tenía la menor intención de participar en el combate entre brujos y máquinas que había acabado de comenzar. Ella, la última de la fila, fue una digna espectadora del martillazo con el que Gerrit acababa de servir como bienvenida a nuestros anfitriones de chapa y hojalata. Aparentemente un sinfín de ojos brillantes en la penumbra sobre los que Nick, Jules y yo comenzamos a disparar flechas.

-¡Maestra Boisson, no vemos los objetivos! – inquirió Nick, al verse desbordado por tanto robot. Acababa de atravesar el gaznate de uno con la bayoneta de la ballesta. - ¿Qué pasará si uno de estos es Rachel?

Ese hecho me hizo enviar una mirada sentenciante al dragón. Aún le quedaba mucho por aprender al joven cazador de vampiros.

-¡Joder, Nick! Esto es caza no letal. Estima la ubicación de brazos y piernas a partir de los ojos. Y sobre todo, ¡no vuelvas a atravesar cabezas con la bayoneta! – instruí apresurada al cazador mientras me disponía a poner en práctica la lección con una nueva biocibernética que, esta vez, salía desde un lateral.

Wow! – Jules acababa de golpear con la culata de la ballesta. – Y si no, le pegas un buen golpe de madera en los dientes. Eso nunca falla. – Y se recogió el pelo hacia atrás con una sonrisa. Habíamos terminado por lo menos con los diez que habían llegado. Entre los que habíamos aniquilado los tres, más los de Gerrit, ya no quedaba ninguno más. El estrecho hueco había quedado relativamente tranquilo. – Así que esto es un desgüace de robots… Vaya, vaya. – observó, parando un seguro a recargar su ballesta de cortísimo alcance y virotes metralla. - Por cierto, ¿alguien ha entendido lo que dijo el primero? ¿No sé qué del fruto y los hijos de su padre?

Nick y yo negamos con la cabeza, y pusimos nuestros ojos en Gerrit, esperando que dijera algo. Pero Cass abrió entonces la boca.

-Pues yo creo que sí que sé que es. - Pero para sorpresa de todos, por una vez parecía que Cass tenía algo que aportar a la conversación más allá de describir el último modelo de bolsos del mercado de Beltrexus. – Desde que me convertí en guardiana de la fuente de la juventud, he estado… Informándome. Sobre ciertas cosas. – dijo creyéndose bastante de intelectual. – Y, esa cosa, el Edén. Igual que el frasco que tiene tu madre, Anastasia. Es algo que tiene que está relacionado con la fuente. Aunque aún no sé muy bien cómo. – dijo. – Si Rachel también está metida en esto, entonces seguramente estará en peligro.

Fue entonces cuando escuchamos unos aplausos en un alto. De nuevo, unos ojos, esta vez unos azules claros que emitían luz, habían irrumpido en escena. Un pequeño claro de luz en lo alto de la cueva permitía ver tímidamente su figura. Era ella.

-¡Rachel! – exclamó Jules, loco de felicidad, al ver que su hermana se encontraba sana y salva.

Ella lo miró. Se encontraba, ciertamente, cambiada. Probablemente no era ella, sino NIA, la que se encontraba hablando. Pese a que Jules parecía confiado, yo me mantuve en guardia.

He concluido las labores de exploración en este nivel de la cueva. Mis labores cartográficas concluyen que nos encontramos en la cámara del tesoro. Debemos seguir bajando. – Definitivamente, estábamos hablando con NIA, y no con Rachel.

Aquello me descolocó por completo. A mí me daba igual todo. Sólo quería salir de allí.

-¿Este montón de mierda una cámara del tesoro?

La biocibernética saltó desde lo alto de la roca a abajo, cayendo con las rodillas flexionadas a escasos centímetros de Gerrit y provocando un fuerte retumbe en el suelo por su peso, pese al tamaño menudo de su cuerpo. Se levantó despacio y lo miró. Con sus ojos emitiendo una luz azul que hacían visible el rostro de la biocibernética a corta distancia, muy tenuamente. Clavó sus pupilas en las de Gerrit buscando reconocerlo. Con esa mirada tan fija e inexpresiva, de máquina. Con esos labios parcialmente abiertos, pintados en rojo con brocha, y no con pintalabios. Al no poder identificarlo bien por la ausencia de luz, alzó su mano con suavidad y la puso en su barba por completo. Fría como metal que era. Por momentos pensé que le iba a dar un beso. Pero no, NIA no entendía de esas cosas y sólo trataba de comprobar que no era una menaza mediante sus capacidades táctiles.

Luego lo soltó y se dirigió al resto del grupo, para responder mi "gran" pregunta.

-Afirmativo, maestra Boisson. Cuando pasamos por fuera, sentí una llamada de mis hermanos mediante ondas electromagnéticas. Esto podría ser, sin duda, una entrada al Edén, como evidencia la presencia de estos hermanos biocibernéticos desguazados. – dijo observando el suelo. – Mis sensores geofísicos detectan una enorme cavidad bajo estas paredes. Pero necesito tiempo para seguir bajando niveles y explorando la cueva.

Un temblor estruendoso tuvo lugar entonces dentro de la cueva. Provenía de las profundidades. Y varias rocas comenzaron a desprenderse del techo. El polvo comenzó a inundar la estancia por completo.

-No vas a explorar nada, NIA. – ordené de mala gana. – Este lugar se viene abajo y tú te vienes con nosotros.

-Lamento contradecirla, maestra Boisson. Pero me temo que mi programación no me permite acatar esa orden. – comentó NIA al tiempo que comenzaba a correr en la única dirección.

-¡Rachel, espera! – gritó Jules Rachel ya escapaba por la cueva con absoluta facilidad, ya que era una biocibernética y tenía todos los pasos medidos y milimetrados. En otras palabras, no necesitaba ver para avanzar. - ¡Mierda, cogedla! - pidió, principalmente a Gerrit, el que estaba más cerca

Y por su parte, Cass instaba a seguir a la cibernética, ya que su camino era el único que parecía tener una salida, pues por el que habíamos venido comenzaba a tener problemas de estabilidad.

-¡Corred por donde ha ido ella! ¡La cueva se está derrumbando! – suplicó Cassandra, instando al resto del grupo a acelerar. Para ganar algo de tiempo, la Harrowmont generó unos pilares de tierra sobre el suelo con los que pretendía servir de sostenimiento de la estructura rocosa que se venía sobre nuestras cabezas. - ¡No aguantará mucho!


Dificultad 2: El lugar por el que has entrado se derrumba, deberás de encontrar otra salida.

Anastasia Boisson
Honorable
Anastasia Boisson
Cantidad de envíos : : 627
Nivel de PJ : : 7

Volver arriba Ir abajo

Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] Empty Re: Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit]

Mensaje  Gerrit Nephgerd Dom Jun 07 2020, 17:03

Bla, bla, bla. Historias de viejos objetos encantados fuentes y cosas de metal. Bla, bla, bla. Peleas familiares con una hija fugada buscando un tesoro. ¿Algo más? Moví la mano derecha como si estuviera hablando con una marioneta haciendo notar mi aburrimiento y descontento con las riñas de la familia de la familia Boisson ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]).
Rachel finalizó la burla. Saltó desde una posición elevada a pocos centímetros donde me encontraba. Si hubiera querido, podría haberme aplastado como a un insecto. Se limitó a observarme, a analizarme. Los ojos de la máquina resplandecían con luz grasienta, como si las lentes de sus ojos me estuvieran bajo el agua del pantano. Movía la cabeza en sentido ascendente, empezando por la cabeza y terminando en mis ojos, donde se mantuvo por más tiempo. Parecía que pudiera distinguir a las personas tan solo por el color y forma de los ojos.
Pasé el examen con creces. Rachel se dio la vuelta y se integró con el grupo de Anastasia Boisson, olvidándose completamente de mi existencia.
Rachel habló sobre cables y electricidad. Pronunció algunas palabras complejas que no había escuchado hasta aquel momento y que no sería capaz de repetir. Apostaría todos los aeros que llevaba encima a que Rachel tampoco había escuchado aquellas palabras. Su voz no sonaba igual a como la recordaba. Si las lentes de los ojos parecían hundidas en el pantano, sus cuerdas vocales se encontraban en el interior de una chimenea. La voz de la cibernética se escuchaba con resonancia, como si se estuviéramos escuchando el eco que producía desde el otro lado de la chimenea.
Anastasia intervino cortando la oratoria de la cibernética con una frase corta y sentencia. Tú no vas a ningún lado. Dijo con la severidad y afecto de una madre.
La cibernética no obedeció. Siguió su camino hacia el interior de la cueva. Los brujos se movieron con rapidez, moviendo las manos y armas conjurando los mejores hechizos que detuvieran a la chica. Jules me miró con ojos enfurecidos, me dio la orden de que me moviera, que me uniera en ellos en su carrera tras Rachel.
—¿Qué dices, vamos a por ella? — pregunté a la marioneta imaginaría que hacía con la mano — Dice que no, que mejor nos quedamos aquí a esperar que sea ella la que regrese — dije mirando a Jules — Id y malgastad vuestras energías — me giré y empecé a caminar por el lado opuesto de los brujos — o sed más inteligentes de lo que parecéis y quedaos conmigo. Vosotros elegís.
Escalé por la roca y pedazos de metal, restos de los proxys que no habían cobrado vida. Tomé una posición tan elevada como la que se encontraba Rachel antes de hacer acto de presencia. Mientras rebuscabas entre las piedras los fragmentos más largos de metal, contaba vagamente mi plan al resto de los brujos. Hice pausas dramáticas y me relamí por cada frase. Era mi forma de contrarrestar el afán de protagonismo que habían tenido los brujos tras haberme relatado la historia de no sé qué fuente y no sé que que-le-EDÉN.
—Ha dicho algo sobre que electromajaderías para conversas con los cibernéticos de la cueva. Da la casualidad que soy un electromajadero y que mis hechizos sirven como interferencias para las electromajaderías. ¡Lo encontré! Esto puede servir. Es el brazo más largo que he podido encontrar. Desde esta altura puedo llegar muy lejos. Os aconsejo no pisar el agua del suelo si no queréis electrocutaros. Es mejor que subáis a la pared de roca como lo he hecho yo. A esta altura creo que será suficiente. ¿Estáis preparados?
Alcé el brazo metálico como lo haría un caballero de leyenda. Todavía no había desvelado qué era lo que quería hacer con él.
Conjuré una onda de electricidad y la hice pasar al brazo de metal. De la punta de los dedos salían chispas celestes, delgadas y afiladas como culebras de maíz. Cuando una de estas chipas caía a la superficie de la cueva, creaba un círculo de redes del mismo color. Desde mi altura parecían telarañas eléctricas.

—Mi conjuro electromajadero interferirá en la electromajaderiría de Rachel. Acudirá a nosotros como una mosca a luz de una antorcha. Mucho mejor que ir corriendo por la oscuridad.
Y mucho más efectivo. Mi plan, como no podía ser de otra manera, fue un éxito rotundo. Esferas de luz grasienta aparecieron por los diferentes caminos de la cámara, alguno de ellos bajo los montones de rocas y fragmentos de metal. Eran los proxies de la zona que buscaban la causa de las electromajaderías que los había despertado.
Noté un par de brazos alargarse detrás de mí. Antes que pudieran alcanzarme, me giré de bruces y golpeé la cabeza proxy utilizando brazo electrizado como martillo. El proxie dio un paso hacia atrás, analizando su próximo movimiento. Ese era siempre el error de los biocibernéticos, pierden mucho tiempo de su vida realizando análisis.
Salté hacia la criatura y volví a golpearle, esta vez en el torso, con el brazo de su fallecido. El cibernético resbaló por la piedra traicionera. Su cuerpo cayó varios metros hasta tocar el suelo. El torso del proxy quedó encendido por un largo rato. Eran dos, contando el brazo electrizado que sostenía como arma, las señales que producían electromajaderías.


Offrol: Uso habilidad Talento Mágico: (Mantenida) Hace pasar una corriente eléctrica a su arma dándole un daño adicional por electricidad en función de la inteligencia de Gerrit.
Duración 2 turnos.
Enfriamiento 5. turnos
Gerrit Nephgerd
Honorable
Gerrit Nephgerd
Cantidad de envíos : : 335
Nivel de PJ : : 2

Volver arriba Ir abajo

Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] Empty Re: Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit]

Mensaje  Anastasia Boisson Mar Jun 16 2020, 17:24

NIA había huido por la cueva ante la impasividad del resto del grupo. Y Gerrit no hizo el amago de ir a por ella como le había pedido Jules. El brujo tenía otras ideas para atraer a la pequeña robot, pero para ello era necesario que todos nos pusiéramos en alto. Miedo me daba. Pero como no había una mejor opción, los cuatro aceptamos sin rechistar. Mientras tanto, Cass intentaba sostener con sus pilares de tierra y raíces la cueva que se venía sobre nosotros.

-¡Wow! ¿Vas a hacer que explote la cueva? – preguntó emocionado Nick. El adolescente parecía tener en el musculado Gerrit todo un ídolo.

Pero Gerrit tenía un plan mejor. Lo que hizo fue electrocutar el agua con su martillo. En la penumbra se podía ver bien cómo saltaba chispas del agua en todas las direcciones. No escuchamos ningún grito a lo lejos y la cueva se iluminaba tenuemente. Aquello podía tener dos connotaciones: O bien NIA no estaba en el agua, o bien le había afectado pero no había gritado, cosa que en su modo de inteligencia artificial era esperable para la biocibernética.

Sin embargo, también tenía un contrapunto, y era que el agua no dejaba de subir conforme la cueva se venía abajo. Cassandra estaba haciendo literalmente malabares con las manos para aguantar que sus raíces soportaran el peso de la caverna.

-Una idea fantástica, Gerrit. – Celebró Jules con ironía, mirando al musculado. – Todo iría bien de no ser porque el agua no para de subir y ahora está electrificada. A nosotros sí que nos va a dejar electromajaderos.

Y ya no es que el agua tuviera una alta conductividad eléctrica, sino que además todos los proxies de la sala que habíamos reventado antes, se habían levantado de nuevo y ahora amenazaban con volver por nosotros. Jules, Nick y yo sacamos las ballestas y comenzamos a disparar. Cassandra tenía los ojos a punto de salírsele de las órbitas del esfuerzo mágico y el consumo de éter.

Sin embargo, la idea sí pareció funcionar pues pronto apareció también la biocibernética en escena, con el agua por la rodilla. Atolondrada o en su mundo, como de costumbre. - ¡Rachel! ¡Ven aquí! – bramó Jules incitando a la robot a venir hacia nosotros.

A ella la electricidad no le afectaba. ¿Era Rachel o era NIA? – Ay… ¡Este sitio es muy frío y oscuro! ¿Por qué me habéis traído aquí? – comentó la muy bastarda, tocándose la cabeza y viendo cómo nos batíamos con los proxies con total pasividad.  – Detecto vuestras pulsaciones elevadas altas. ¿Estáis apurados?.
-Sólo un poco. – dijo Jules aplastando con la culata la cabeza de un proxie que había acabado a sus pies. - ¿Qué te parece si nos echas un cable, hermanita?
-Claro, Jules. ¿De qué color lo quieres? ¿Rojo, azul, amarillo? – preguntó con una sonrisa, desencajando su muñeca y sacando varios de la misma. Los proxies nos atacaban a todos menos a ella, pero para Rachel aquello no era peligroso.
-¡¿Pero queréis callaros y daros prisa?! ¡No aguantaré mucho más! – inquirió una exhausta Cass, con los brazos estirados al máximo.

Mi cara era un poema con el panorama. ¿Es que era la única que siempre tenía que poner un poco de orden en todo el desconcierto? El agua seguía subiendo sin que nadie hiciera nada por evitarlo, y alguien tenía que actuar. Gerrit había demostrado saber mucho de química antes…

… Tocaba poner soluciones mineras.

-Se acabó. Voy a abrir una entrada al Edén ahora mismo. – sentencié con una mirada seria. Descolgando la granada Grey Mortem de mi la parte trasera de mi cinturón.

-¡Buah, verás ahora Gerrit! – dijo Nick chocando codo con codo con el brujo. - ¡Ahora sí que va a explotar!
Le quité la anilla. - ¡Espera, Anastasia! ¿No iras a…? – Le enseñé la anilla en mi dedo y le miré condescendiente.

Tarde. Ya había tirado la granada lo más lejos que pude.

La granada explotó y, dado que NIA había dicho que abajo había un hueco, la explosión fue lo suficientemente fuerte como para crear un sumidero que comenzó a tragar todo el agua ya no sólo procedente de la cueva, sino también del mar. Los proxies fueron también absorbidos. No así Rachel, que al menos había saltado con nosotros.

Harrowmont no aguantó más y perdió entonces la conciencia. - ¡Rachel, coge a Cass! – pedí a la biocibernética, sabiendo que para ella sería como levantar una pluma.

-¡Ahora mismo, maestra Boisson! - La biocibernética asintió y corrió hasta su posición para auparla a su espalda. Sin la magia de tierra de la bruja no tardaríamos en terminar sepultados como no encontráramos una salida.

-¿Alguna otra “brillante” idea, Gerrit? – preguntó Jules, contemplando cómo el polvo comenzaba a caer del cielo.


*Off: Uso de granada Grey Mortem
Anastasia Boisson
Honorable
Anastasia Boisson
Cantidad de envíos : : 627
Nivel de PJ : : 7

Volver arriba Ir abajo

Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] Empty Re: Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit]

Mensaje  Gerrit Nephgerd Dom Jun 21 2020, 19:27

Emulé una burla del saludo militar con la mano del martillo. Conocía a Jules, era incapaz de reconocer el trabajo bien hecho, siempre y cuando el ejecutor de las buenas ideas no fuera su querida Huracán. Por mucho que me hubiera apetecido discutir con el loco enamorado sobre la eficacia de mis hechizos, tenía asuntos más importantes que tratar y mantenerme seco, alejado de la corriente eléctrica, era el menor de ellos.
La cueva del capitán Dilan El Tuerto, el lugar que habías servido como escondrijo para los tesoros del pirata y como atracción en multitud de escapadas que realicé con mi abuelo cuando era niño, había sido convertido en el hogar de unos proxies moribundos. Era, al mismo tiempo, campo santo y sala de fiestas para las criaturas. Brindaban con hidromiel y agua electrizada al mismo tiempo que almacenaban más y más cadáveres. Los humanos de ebrias costumbres solían decir: bebe hasta que los muertos se levanten de sus tumbos. Los proxies se adueñaron del proverbio humano. Donde fuera que mirase encontraba una mano emergiendo de la piedra y escarbando, dando paso al resto de su cuerpo. Pareciese que las paredes de la caverna fueron construidas con los proxies en su interior.
La línea de agua marcaba el lugar por donde los proxies dejaban de aparecer, al menos, en su estado más funcional. De vez en cuando, desde la profundidad del agua, ascendía un cuerpo inmóvil, un proxie volviéndose electromajadero. Jules no sabría cómo agradecérmelo.
—Habría jurado que los cibernéticos se hundirían en el agua. Están hechos de metal — hablaba sin mirar a nadie en concreto: a veces a Cassandra y a veces a Nick, pero nunca a Jules —. Imagino que será por su parte humano. Antes que muertos inservibles fueron biocibernéticos y antes de biocibernéticos, personas — me encogí de hombros desvelando mi ignorancia sobre la raza —. O puede que su interior esté completamente hueco, llenos de aire, eso les convierte en barcazas con manos y cabeza. Barcazas electromajaderas.
Continúe mi ascenso hacia arriba de la caverna. Trepaba a un ritmo lento, pero segundo, destrozando a golpe de martillo las manos de metal que surgían de la roca antes de que pudieran agarrarme.
—Se dice gracias — dije al escuchar la voz de Rachel lo suficientemente alto para que todos me oyeran.
La chica hablaba con su hermano, no sabía que estaban diciendo. Agudicé el oído con la esperanza de escuchar mi nombre seguido de un” gracias” o con cualquier otra palabra de cortesía que Jules conociera. Preparé una respuesta especialmente para él: sí hay de qué, Jules.  
Dijo mi nombre y también que tuve una brillante idea, pero no se refería a algo hecho por mí ni tampoco parecía que brillante fuera la palabra que Jules quisiera emplear.
El loco enamorado se refería a la explosión que Huracán había causado con uno de sus artefactos. Me acusaba con su sarcasmo como si yo fuera el que la había causado y que, además, controlase el agua de la caverna que, debido al boquete provocado por el artefacto explosivo, comenzaba a ascender a más velocidad.
—¡Cobarde! ¡No eres capaz de decirle a tu chica lo brillante que es!
Grité con tanta fuerza que hice temblar las estalactitas, de por si traicioneras, de la caverna. Algunas se rompieron, todos las escuchamos quebrarse. Pegué mi dorso contra la pared de la caverna hasta asegurarme de haber oído a todos los pedruscos caer al agua electromajadera. Estuve quieto más tiempo de lo que había previsto, el suficiente para que el agua casi me alcanzase. Noté los vapores fríos del agua antes de que este fuera a tocarme, a mojarme y electrocutarme. Tuve suerte. Suspiré aliviado al darme cuente.
Ascendí más deprisa y con menos precaución por la pared de la caverna. Solté a Suuri, al menos físicamente. Controlé el martillo utilizando magia telequinética, manteniéndolo a mi vera en caso de que fuera a necesitarlo.
La mano de un cadáver de metal estuvo a punto de agarrarme. Surgió de la piedra de la pared, justo al lado de mi cabeza, con el resto del brazo a medio salir. No había sido capaz de verla, de ser así, Suuri le habría hecho trizas. La mano de metal se movía como una araña buscando a su presa, mi cabeza. Sus dedos lograron enredarse en mi cabello, si hubieran encontrado mi oreja la habrían arrancado.
Di un salto hacia arriba, situando mis pies al mismo nivel que la mano de metal. Volví a introducirla al agujero de la que había salido a base de patadas. Al alejarme un poco, la mano hizo acopio de volver a emerger; esta vez lo habría hecho con el brazo entero. Suuri la detuvo antes de que esto ocurriera. El martillo se estampó en la pared de la caverna. La mano perdió todos sus dedos, convirtiéndose en un muñón abollado por el golpe del martillo.
Buen trabajo Suuri. Una idea brillante, Suuri.
Que no se diga que yo era un desagradecido como Jules.
El agua electromajadera terminó con la vida del proxie del muñón. Al seguir ascendió, el agua se introdujo por el orificio por donde la mano había emergido. Escuché el ruido de calambres y electromajaderías en el interior de la pared, luego de esto, silencio.
Llegué a la parte superior de la caverna seco, pero no limpio. Me acomodé el cabello, que se había revuelto durante la escalinata, recogiéndolo en una coleta. Odiaba llevar coleta, prefería tener la melena libre, pero más odiaba tener el cabello sucio, mojado y electromajadero.
Recogí lo que creía que era un palo del suelo. Al cogerlo, descubrí que formaba parte del esqueleto de un proxie. Era un hueso de apariencia humana del mismo color que las viejas paredes de la cueva y al que se le habían añadido motas metal, como si hubieran rellenado los agujeros del viejo hueso con botones. Un ingeniero pagaría una buena cantidad de aeros por poder examinar una pieza tan extraña como esta. Yo no era un ingeniero ni tampoco me importaban los aeros. Utilicé el hueso para rascarme los genitales y luego para ayudar a los brujos que todavía hacían por escalar la pared de la caverna, vencer la velocidad del agua electromajadera.
—¿Necesitas una mano amiga? — dije a Nick, el más atrasado con diferencia, a la vez que le ofrecía el hueso del proxie para que pudiera agarrarse cómodamente.

Gerrit Nephgerd
Honorable
Gerrit Nephgerd
Cantidad de envíos : : 335
Nivel de PJ : : 2

Volver arriba Ir abajo

Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] Empty Re: Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit]

Mensaje  Anastasia Boisson Jue Oct 01 2020, 17:22

Recapitulando hasta donde íbamos, Gerrit, en un intento por anular a los proxies que había en aquella cueva que hacía a todas de cementerio  de biocibernéticos y de puerta a un lugar llamado “Edén”, no tuvo mejor ocurrencia que electrocutar un agua cuyo nivel freático subida. Por tanto, no tuve más remedio que abrir un canal al Edén para evacuar toda aquella agua electrificada. Y lo hice como lo hacíamos las divas: De manera explosiva.

Ahora la situación era, si cabía, aún peor. Con la cueva también derrumbándose, todo cuanto nos quedaba era subir hacia arriba. Gerrit lideró el camino batiendo a los proxies que quedaban todavía, con Jules detrás, luego yo y, más al final, Nick y Rachel, esta última a hombros con Cass.

-A ver, Neph, yo soy el primero en admitir que lo de abrir un canal al inframundo no fue una de las mayores lucideces de mi querida Huri... – dijo el brujo en una sonrisa educada, sin parar de subir y disparando a los proxies que Gerrit no terminaba de abatir. – …Pero lo de electrocutar el agua estando nosotros en contacto con ella, tampoco fue tu mejor idea. – Lo pensó unos instantes, mientras reventaba la cabeza de un proxie con la ballesta recortada. – Bueno, estás lejos de superar el numerito del gato. ¿Recuerdas? – Y rió para sí mismo recordando aquella bochornosa escena en la que estuve a punto de arrancar la cabeza de Gerrit por ser tan repugnante y mezquino.

Ellos estaban de risa. Como si la situación no fuera lo suficientemente grande.

-Vosotros dos, o calláis de una vez, u os hago callar yo. – grité imperativa en lo que era, sin duda, una orden.

Rachel lo estaba pasando mal atrás para subir a Cass, por lo que dejé a Nick que me adelantara y fui a asistirla en la ascensión. Era mi labor ejercer de líder del grupo en aquel momento.

-¿Estás bien? – Le pregunté a la fatigada biocibernética apoyando una mano en su espalda.
-Ay… No sé, maestra Boisson. Tengo miedo. Estoy muy nerviosa. No pesa mucho, pero me es difícil subir por estas rocas con ella a cuestas. - La biocibernética tenía una carita de miedo y estaba asustada. Pero mi presencia la tranquilizó un poco.
-Tranquila, Rachel. Sube despacio, evitaré que las rocas te alcancen. – Reconforté a la biocibernética, y dejándola pasar. Y me quedé yo atrás. Ella, con su sonrisita agradeció mucho el gesto y continuó la ascensión.

Generé unas corrientes de aire del piso superior y las concentré de mi espalda hacia delante. Gesticulando con las manos y retorciendo espalda y una rodilla sobre el suelo, conseguía introducir las corrientes en las partes claves del derrumbe para amortiguar la caída de rocas menores.

Era sólo una solución provisional. Sin duda las capacidades de tierra de Cassandra resultarían mucho más útiles para el tamaño de aquellas rocas.

Si desfallecía allí por la pérdida de energía, estaba muerta. Apreté dientes y labios. Agarroté los dedos. Aguantando estoicamente hasta el último momento, en el que alcé la vista y vi que Rachel había llegado con Cass arriba. Me fusioné entonces en una corriente de humo y ascendí con la brisa a toda velocidad mientras el estrecho pasadizo por el que acabábamos de llegar se derrumbaba. Al paso de mi estela, la última roca cerró por completo el camino.

Volví a materializarme allí mismo, con evidentes signos de fatiga que trataba de disimular. Observé el lugar, estábamos en un piso superior de la cueva, mucho más amplio que el anterior. A lo lejos, podía vislumbrarse otra salida de aquella fatídica cueva. Una abertura mucho más grande que la anterior. Todo parecía haber acabado bien, aunque nuestro acceso al inframundo del Edén había quedado enterrado a nuestros pies.

Era lo de menos. Lo importante es que estábamos todos con vida.

-¿Todos bien? – Con las manos en jarra, evalué con una mirada seria a todos los chicos, incluido al imbécil de Gerrit, que seguía de risas con Jules.
-¡Mejor que nunca, jefa! ¡WOW! ¡Esto ha sido toda una explosión de adrenalina! ¡Casi no lo contamos!– Comentó Nick, devolviendo el brazo del proxie a Gerrit. – Hey, ¿aquí ya no hay proxies? – preguntó el cazador cuasi adolescente al rubio ahora con coleta y a Jules.
-No lo sé, Nick. – dijo el brujo con una sonrisa de brazos cruzados. Acercándose a Cass. - ¿Cómo está nuestra ricachona favorita?
-Mal, Jules. La maestra Harrowmont está mal. – evaluó una preocupada Rachel, estaba sentada sobre sus piernas al lado de la Cass desmayada. – Detecto unas pulsaciones bajas. Se ha quedado vacía de éter. Tenemos que sacarla de aquí y reactivarla.

El desfallecimiento por pérdida total de éter era algo común en los brujos y no era preocupante. Pero había que o bien despertar a Cassandra, o sacarla allí y dejarla reposar en un lugar tranquilo para no agravarlo.

-Mierda… ¿Nadie sabe algo de medicina? ¡Gerrit! ¿Puedes hacer algo? – pidió Jules.

*Off: Habilidad de nivel 5 desencadenada y nivel 2 -> estela de humo

Anastasia Boisson
Honorable
Anastasia Boisson
Cantidad de envíos : : 627
Nivel de PJ : : 7

Volver arriba Ir abajo

Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] Empty Re: Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit]

Mensaje  Gerrit Nephgerd Dom Oct 18 2020, 19:27

Me hice a un lado de la cueva. Mi cuerpo y mis ojos apuntaban a la salida tapida, no al grupito de compañeros que compartían un apoyo mutuo entre ellos a la vez que lloraban una triste pérdida. Pobre maestra Harrowmont que, según el dictamen de Rachel, se había quedado vacía de éter. Jules puso la misma cara de preocupación que haría si le hubieran dicho que Cassandra se había quedado vacía de sangre. Dudaba que el chico que supiera siquiera el significado de la palabra éter. Hasta donde sabía, él no era un brujo. Solo un simple hombre que besaba el suelo que Huracán posible. ¿Qué sabían los hombres de magia y éter? Nada. Jules entraba dentro del amplio grupo de personas que pensarían que la magia de los brujos nos viene del sol, que nos alimentamos de la luz solar como hacen las plantas. Para los hombres, no éramos menos extraños que los dragones, las hadas y las pesadillas. Todo lo que tuviera que ver con el éter quedaba fuera de su escaso conocimiento. Por eso nos necesitaban, me necesitaban.
Jules levantó la cabeza del cuerpo cansado de la muchacha. Un hombre inteligente preguntaría por un médico, pero Jules, que disponía del intelecto suficiente para no resbalar con sus propios cordones, preguntó por un brujo. ¿Hay un brujo en la sala? ¿Gerrit?
Me acerqué al grupo de amigos con una falsa sonrisa que se truncó al llegar junto a ellos.
—La verdad es que no —mi tono de voz sonaba intencionadamente amenazador—, no puedo hacer nada. Prueba a darle de beber, a dejar un tiempo para que descanse o, quizás, ponerla bajo el sol para que vuelva a cargarse de éter como si fuera un puto eucalipto.  
Di unos pasos para alejarme del grupo, de las armas y de los hechizos que conjurarían contra mí por haberles amenazado.
—Por lo que a mí respecta, no tengo que hacer aquí. Habéis recuperado a vuestra amiga de hierro. ¡Felicidades! Yo la rompí y yo os la he devuelto. No os debo nada. Lo único que me interesa —señalé el lugar por donde habíamos entrado, ahora obstaculizado por un montón de rocas— es salir de esta trampa húmeda. ¿Alguna idea? Claro que no, aquí el de las ideas brillantes soy yo.
Empecé a caminar por la única ruta que no quedó sepultada durante la avalancha, hacia el interior de la caverna.
—Llevadla a cuestas o dejadla aquí tirada —me refería a Cassandra, aunque no dijera su nombre—. Haced lo que os salga del… éter.
No me giré para asegurarme que la pandilla de Huracán me seguiría. No tenían otra opción. Cassandra necesitaba que sus amigos no malgastasen el tiempo hablando entre ellos, llorando por los rincones buscando un milagro mágico (seguramente hecho de éter) que la sanase por completo. Si la suerte estaba de su parte, encontraríamos una fuente de aire fresco y eso le ayudaría más que cualquier medicina.
En voz alta daba a conocer mi actitud más arrogante y desinteresada, pero, lo cierto, es que había hecho más por la chica que Jules y cualquiera de sus amigos. Al final del día, recordarían mis palabras agresivas y darían por hecho que mis únicas intenciones eran las de hacer mal. Esa era una idea tan tonta como pensar que los brujos podemos vaciarnos de éter como si fuéramos cántaros de agua.
La ruta se hacía cada vez más estrecha y el suelo, más traicionero. Apenas podía ver por donde pisaba, no sabía diferenciar entre la roca afilada que amenazaba con agujerear la suela de mis botas con el montón de heces de murciélagos. Caminaba sujetándome con una mano una pared (tan sucia como el suelo) y, con la otra mano, sosteniendo mi martillo, al que había adornado con unas cuantas flores de rapónchigo para alumbrar el camino.
Seguí adelante durante un buen rato, pensando en las viejas canciones de marineros que mi abuelo compartía conmigo. Sin darme cuenta, estaba tatareando la melodía de la canción de Dillan El Tuerto. ¡Únete al rey de los muertos! Seguía el ritmo dando leves golpes al aire con el martillo. La letra iba y venía de mis recuerdos, era como intentar ver la luz de un faro al final de una espesa niebla.
La cueva de Dillan, El Tuerto.
Únete a la montaña de Muertos.  
No conseguía recordar qué más seguía. Estaba convencido que a esa estrofa le faltaba una rima. Sin embargo, conseguí recordar una estrofa adicional de la canción. No estaba seguro si se encontraba antes o después de la que ya conocía.
—Una maldición y calavera.
Esperan dentro de mi caverna.
La muerte te da dos besos.
Y tu corazón palpitará.
Dejará de vivir y dejará de soñar.

Era posible que la estrofa no fuera realmente así, que hubiera cambiado alguna palabra que sonase parecida o, quizás, una frase entera. Pero, me sentí contento de haber recordado una estrofa completa de la dichosa canción. Todo lo demás eran frases inconexas que no conseguía introducir en el ritmo del que me había acostumbrado. Algo acerca de un tesoro, otra cosa sobre cervezas y una última sobre un barco fantasma de ciento cinco cañones. Las referencias a la muerte, esqueletos, calaveras y maldiciones continuaban; era el pan de cada día para los piratas. Una calavera por aquí y un tesoro de oro maldito por allá. Nada que no supiera. Nada de lo que no hubiera hablado centenares de canciones antes de ésta.
Ensimismada en mis recuerdos cometí un error lamentable, más propio que de un hombre simple que de un brujo: no supe callarme.
—Así que, es posible que al final del túnel se esconda el tesoro maldito del viejo Dillan El Tuerto.
Hablé en voz baja, era poco más que un pensamiento. El eco de la caverna se encargó de compartirlo con la pandilla de Huracán.


Gerrit Nephgerd
Honorable
Gerrit Nephgerd
Cantidad de envíos : : 335
Nivel de PJ : : 2

Volver arriba Ir abajo

Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] Empty Re: Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit]

Mensaje  Reike Dom Jun 05 2022, 10:34

tema abandonado
Reike
Admin
Reike
Cantidad de envíos : : 1879
Nivel de PJ : : 5

Volver arriba Ir abajo

Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit] Empty Re: Buscando a Rachel [Trabajo] [Huracán/Gerrit]

Mensaje  Contenido patrocinado

Contenido patrocinado

Volver arriba Ir abajo

Ver el tema anterior Ver el tema siguiente Volver arriba

- Temas similares

 
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.