[Desafío] Ojos de serpiente

Aprovechando que estaba en Dundarak por el maldito festival de las mariposas había conseguido encontrar un trabajo interesante. Un sujeto, que prudentemente había optado por no rebelar su nombre, me había contratado junto a un elfo para representarle en una subasta. Pero no se trataba de una subasta normal, pues teóricamente se iban a ofrecer los Objetos del 19. Estos objetos malditos se suponían destruidos, y de hecho, nuestra contratación venía en parte de que yo había estado en Edén, y había podido presenciar como varios de esos objetos se destruían por una sobrecarga de éter, mientras que mi compañero había estado presente en la batalla de Nytt Hus donde habían sido destruidos otros tantos, y por ello debíamos comprobar la falsedad de esos objetos o conseguir cualquiera que fuera auténtico para poder destruirlo. Aunque no era nuestra única misión, pues también teníamos que eliminar a aquellos que pujaran por esos objetos para asegurarnos de que no cayeran en malas manos.

Para poder entrar los dos en la subasta pero que pareciera que había un sólo pujador mientras que el otro iba haciendo desaparecer a la competencia, habíamos optado por usar un arcón con doble fondo con unas defensas arcanas. En teoría la caja era para poder retirar luego los objetos que hubiera que llevarse en unas condiciones lo más seguras posibles, pero resultó muy práctica para que pudiera llevar a mi compañero dentro y que se escabullera entre las sombras una vez nos encontramos en el sótano. Y es que aunque no sabía hasta que punto estaba informado nuestro contratista de las condiciones de la subasta, la escasa iluminación del lugar, y que Tarek y yo tuviésemos una complexión similar y el mismo pelo resultaba bastante práctico para nuestra misión.

Cuando los dos críos sacaron un dibujo de un volcán sonriente me quedé estupefacto. No sabía prácticamente nada sobre ese objeto, pero parecía tremendamente falso. Aun así, tras unos tensos momentos, uno de los emisarios abrió la puja y tras ese momento los precios empezaron a escalar. Yo iba entrando en la subasta intentando que pareciera que no estaba demasiado emocionado, pero parecía que el resto había ido a por todas, porque llegado el momento las cantidades ofrecidas superaron nuestro presupuesto, y tras un par de pujas más, una emisaria consiguió hacerse con el volcán. Anoté mentalmente su localización para asegurarme de que al menos nadie pudiera salir de ese sótano con los objetos. Y me quedé esperando a que sacaran el siguiente, mientras me fijaba en como habían ido desapareciendo algunos de los pujadores, suponía que Tarek estaba haciendo bien su parte del trabajo.

El siguiente objeto se trataba del Cáliz de la Invidencia. Viendo como había sacado una sencilla copa de arcilla con un ojo cerrado dibujado solo podía estar seguro de que se trataba de un objeto falso, porque no había podido verlo mucho en el Asedio a Edén, pero sí lo suficiente como para saber que eso no era, y bueno, que hubieran dicho mal el nombre sólo lo hacía más evidente. Aunque viendo como continuaban las pujas por el objeto, fui añadiendo cantidades para que pareciera que aun tenía interés, mientras esperaba que se acercara mi compañero, cuando estuve a mano, me dirigí a él en susurros.

- Eso que están ofreciendo no es el Cáliz de la Clarividencia. Así que supongo que no es necesario que te preocupes por él, pero vigila por si sacan algo bueno de verdad. Voy a encargarme de la del volcán.

Tras esas palabras, retrocedí hasta ocultarme en la oscuridad del sótano^[1][2], y esperé hasta que el elfo ocupó el lugar donde había estado yo anteriormente. Seguidamente me fui moviendo por las sombras hacia mi objetivo. Aunque viendo como esta ronde había otro emisario que estaba yendo fuerte y me quedaba cerca de mi objetivo, tomé un desvío para encargarme de él. Canalicé mi sangre para aumentar mi fuerza^[3] y cuando estuve a un par de pasos de él, esperé hasta que terminara su puja, y cuando se calló y empezaron a hablar otros para aumentar la oferta, me abalancé sobre él poniendo la mano sobre su boca y nariz para que no metiera ruido ni pudiera respirar mientras le sujetaba con el otro brazo y nos echaba para atrás antes de que nadie pudiera vernos. Intentó retorcerse, pero con el esfuerzo lo único que consiguió fue quedarse antes sin aire y cuando dejó de moverse espere un poco más para asegurarme de que se hubiera asfixiado ya y entonces lo retiré para dejar el cuerpo apoyado en una pared.

En ese momento me disponía en ir a por mi objetivo principal, pero al mirar hacia allí pude distinguir como se desplomaba sobre otra figura que procedía a retirarla de en medio. Con lo oscuro que estaba ese rincón, dudaba que salvo que hubiera otro vampiro nadie se pudiera haber dado cuenta de eso, pero que nadie más lo supiera no quitaba el peligro que suponía para nuestra misión.

«Mierda. Parece que no somos los únicos que han pensado que aquí sobra gente.»

De todas formas, fingí no haberme dado cuenta de nada y seguí a lo mío. Y cuando se puso en movimiento, me moví yo también, aunque en este caso hacia la posición de mi compañero, por si ese asesino decidía que él iba a ser su siguiente objetivo.

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El traqueteo del carruaje había tomado una cadencia casi soporífera a aquellas alturas, aunque el impacto de las ruedas contra más de una piedra que sobresalía en camino, lo habían mantenido despierto. Todavía se preguntaba cómo había acabado allí, en aquel arcón de doble fondo, ataviado con un atuendo que le oculta la cara lo justo para no ser reconocible, mientras su doble, un vampiro al que no había visto en su vida, viajaba cómodamente en el interior del vehículo. Pero para ser justos, debía admitir que apenas unas horas antes sus posiciones habían estado invertidas, mientras el hijo de la noche se protegía dentro del baúl de los nocivos rayos el sol.

Su empleador había sido casi tan misterioso como el método que había utilizado para ponerse en contacto con él. Un hombre, con pinta de mayordomo, lo había abordado en medio de la calle de una recóndita aldea del norte, ofreciéndole un sobre lacado. El escudo sobre la roja cera, irreconocible para sus ojos, y las palabras, un enigma lo suficientemente intrigante como para llevarlo a seguir las instrucciones escritas en el documento.

¿Cómo había descubierto aquel individuo, cuyo rostro ni siquiera había llegado a ver, que había estado presente en Nytt Hus? Las acciones de los Ojosverdes seguramente había sido la comidilla de más de un territorio, tanto al norte como al sur del poblado hereje. Pero Tarek se había guardado de pasar desapercibido, de no llamar la atención sobre su persona, para evitar encuentros indeseados. Entonces recordó el trabajo de los alquimistas en Sacrestic Ville y como uno de aquellos individuos lo había reconocido con un Ojosverdes. ¿Había sido aquel el origen de todo?

Una de las ruedas del carruaje se topó con una piedrecilla, haciendo que el vehículo se abanease hacia el lado contrario. Tarek se relajó de nuevo en el interior del habitáculo. Aún les quedaba un trecho para llegar.

Tras la entrega de la extraña carta, había tenido que reunirse con el mismo mayordomo a las afueras de Dundarak, al amparo de la noche. Allí se había topado con su nuevo compañero de trabajo, Corlys, un vampiro. El mensajero les había comunicado entonces la razón de todo aquel hermetismo y la necesidad de que ambos colaborasen en aquella peculiar justa: los 19 objetos malditos del Hombre Muerto iban a ser subastados. El peliblanco no pudo más que fruncir el ceño ante aquellas palabras. No lo había visto en persona, pero lo acaecido en Nytt Hus había corrido como la pólvora y todos lo que habían sobrevivido a la batalla final sabían que los objetos malditos habían perdido su poner ante los ojos de sus portadores. El mayordomo se limitó a sonreír.

- Habéis sido elegidos porque ambos fuisteis testigos de la desaparición de algunos de estos objetos –fue su parca explicación.

La subasta, se llevaría a cabo un par de noches más tarde en un lugar fuertemente custodiado y se esperaba que los emisarios enviados a obtenerlos hiciesen todo lo posible para salir victoriosos de la contienda monetaria. Corlys y él habían sido seleccionados asimismo por su parecido físico. Al contrario de lo que estipulaban las normas de la subasta, su mecenas enviaría dos emisarios, a fin de que uno actuase al amparo de las sombras, eliminando a la competencia, mientras el otro figuraba como pujador ante el público. Su misión, evitar que los objetos, de ser alguno real, acabasen en manos indeseadas.

Unos murmullos le llegaron del exterior del carruaje, pero el vampiro pareció ingeniárselas para que les dejasen continuar. Una vez dentro, un suave y acompasado golpeteo en el lateral del baúl le indicó que era hora de salir. Segundos más tarde, activó el mecanismo de la caja, que le permitió salir de la misma por la parte inferior del carruaje. Desde allí, observó cómo algunos emisarios rezagados entraban la sala destinada a las subastas. Unos metros más a su izquierda, a ras de suelo, un ventanuco daba acceso al sótano en el que se desarrollaba aquella inusitada subasta. Extrañamente, estaba abierta.

Amparándose en las sombras [1], el elfo se desplazó hasta allí, accediendo al recinto y quedando oculto tras unas estanterías repletas de cajas y viejas botellas vacías. Medio centenar de personas, algunas de ellas con la cara cubierta, se movían inquietas en el oscuro sótano. Al fondo del mismo, un tablón sobre dos barriles, localizado sobre un pedestal, parecía hacer de mesa de subastas. Mientras observaba el lugar, un movimiento captó su atención. Un vistoso emisario, vestido con una túnica de un intenso amarillo mostaza, había dejado la escena. En su lugar se posicionó un segundo individuo, una mujer, que lanzó una nerviosa mirada sobre su hombro. Un segundo emisario, que había pujado fuerte por el primer artículo, desapareció poco después de la palestra, dando a su contrincante la victoria en la compra. Las sombras parecían haber empezado a depredar a algunos de los pujadores.

A unos metros de su posición, un hombrecillo se retorcía las manos con fruición. El siguiente objeto fue anunciado y el peliblanco observó el interés en el rostro del humano, que mesó la bolsa de monedas que le pendía de la cintura. Quitándose la máscara, se internó entre el gentío, hasta colocarse tras el individuo, al que susurró…

- No se vuelva. Nuestros esplendidos anfitriones me han dicho que desean que usted se lleve la copa. Conocen la importancia de su patrón y el precio que este puede pagar. Pero para poder atender a sus ofertas, y a fin de saber que sois vos, debéis colocaros junto a la tercera columna a la izquierda de la entrada. No –detuvo el movimiento del hombre, con una mano, al ver que pretendía cruzar el sótano por el centro- Mejor id por detrás de las columnas.

Unos minutos más tarde yacía muerto, junto a un barril de vino, en una posición que insinuaba que su languidez era fruto de la bebida y no de la falta de vida. Entonces se acercó a su compañero [1].

Al igual que él, Tarek sospechaba que todo aquello era una farsa.

- No sé qué pretenden esos dos –murmuró desde el lugar en el que permanecía oculto- pero lo único que van a conseguir es un baño de sangre.

Intercambió su posición con Corlys, que se perdió, inadvertido entre las sombras. El cáliz fue finalmente vendido a una dama ubicada en el lado contrario de la sala, pues su más fiero competidor pareció perder fuelle de forma inesperada o más bien, como sospechaba Tarek, había perdido la vida en aquel macabro juego sin sentido.

- ¡Señoras y señores! -el joven subastador alzó la voz para hacerse oír- En este momento les presentamos uno de los objetos más codiciados del conjunto, uno de los más poderosos. Aquel que hará todos sus sueños realidad. Rescatada de la misma boca del lobo Marcone, ¡la Lengua de Pata!

Un rictus de perplejidad se instauró en el rostro del elfo al escuchar aquella sarta de estupideces. Estaba claro que lo que vendían era falso pero, ¿qué razón los había llevado a organizar todo aquel espectáculo y atraer a tanta gente a un mismo lugar? El joven en cuestión presentó ante el público una lengua seca de pato, que había sido pintada con poca destreza de color dorado. Tarek agradeció enormemente el portar la máscara que cubría su rostro, pues de lo contrario habría delatado más de lo que le convenía para aquella misión.

Alzando la mano, pujó por el absurdo objeto un par de veces, al tiempo que sus competidores, ávidos de conseguir la herramienta definitiva para controlar las voluntades de los seres vivos, se afanaban en subir el precio cada vez más. Algunos de los candidatos acabaron perdiéndose en las sombras del sótano y, un movimiento a su espalda, le indicó que probablemente Corlys se había ocupado de alguna amenaza dirigida a su persona.

La situación estaba perdiendo toda la posible seriedad viendo la fidelidad de los supuestos objetos subastados, al menos tanto como podía dejar de ser serio un lugar en el que se habían llevado a cabo varios asesinatos. Sin embargo, un momento absurdo lo cambió todo. La madre de los chavales entró al sótano con unas galletas, y aunque los chicos parecieron querer moverse, antes de que hicieran nada, un tipo tenía a la mujer agarrada y la amenazaba con un cuchillo para que le dieran los objetos. No entendía bien que pensaba conseguir, cuando a ninguno de los que estábamos en esa subasta nos importaba nada esa señora.

Pero la cosa no terminaba allí, porque un brujo empezó a soltar bolas que liberaban un gas tóxico y sacó dos máscaras, quedándose una y lanzándole la otra a uno de los chicos. Esa sucia rata parecía tener el mismo objetivo que nosotros, pero sus métodos eran aún más radicales, y que alguien que se había dedicado a matar gente en una subasta dijera eso, dejaba bastante claro que el brujo no debía tener ningún límite. Aunque al menos todo esto nos sirvió para comprender que la mano de un elfo se encontraba detrás de todo esto. Aunque para descubrir más no sólo íbamos a tener que sobrevivir, sino que además necesitábamos sacar a los organizadores vivos de todo esto.

Yo empezaba a notar como los efectos de la sangre se desvanecían y se me empezaba a entumecer el cuerpo, pero no me podía permitir en este momento acabar tirado en el suelo mientras me recuperaba, así que volví a reforzarme^[1] y decidí ponerme con un plan para intentar salir vivos y con respuestas de toda esta situación. Iba a necesitar que Tarek pudiera mantener controlada la situación, pero aunque no le conocía mucho había visto que era eficiente, por lo que confiaba en que pudiera gestionar la situación sin ayuda.

Aprovechando el efecto de mi maldición[2][3], me pude ocultar de los subastantes para avanzar hasta estar justo detrás del hombre que tenía como rehén a la señora. Entonces me deslicé hacia él con un movimiento rápido y antes de que tuviera tiempo de reaccionar le sujeté el brazo donde tenía la daga. Con el forcejeo la señora pudo liberarse, y ahí ya entré con todo. Descargué un par de puñetazos contra su pecho, rompiéndole varias costillas gracias a la energía que me daba la sangre. Mi enemigo soltó la daga para recogerla con la otra mano e intentar apuñalarme, pero conseguí desviar el golpe y llevarme solamente un tajo superficial en el brazo, y aprovechando el hueco que me había dejado al atacarme, le lancé otro golpe al abdomen que terminó por derribarle.

Antes de que a nadie se le ocurriera ninguna locura más, agarré del brazo a la mujer y salí corriendo hacia la puerta, donde el gas parecía no haber llegado aún. La arrastré hasta la puerta, pero tras inspeccionarla brevemente pude ver que estaba bloqueada con una cerradura arcana. Miré a mi alrededor y vi unos barriles, así que empecé a hablar a la mujer mientras se los señalaba.

- Súbete ahí. El gas tardará un poco de tiempo en llegar hasta aquí y otro en ascender. Confiemos en que entre tanto pueda abrir esto.

- ¿Pero y mis hijos?

- Me ha parecido que nos seguían. Si no, mi compañero se encargará de ellos. Pero quédate ahí, no tenemos tiempo y no estamos para intentar rescatarte otra vez.

No estaba siendo lo más diplomático del mundo, pero no eran las circunstancias de serlo. Aun así, confiaba en no equivocarme y que Tarek arrastrara a los chavales si no llegaban ellos solos. Por mi parte tenía que encontrar una forma de desbloquear la puerta aprovechando que el elfo parecía haber hecho algo para tener al resto entretenidos. Ya conocía estas técnicas, se parecían a los glifos de cerradura que yo usaba para bloquear entradas, aunque parecían estar hechos para que la fuerza tampoco pudiera romperla. De todas formas creía que podía encontrar las runas que lo inactivaran, lo que no sabía es si tendría el tiempo suficiente. De todas formas, tenía que ponerme ya a tratar de buscar cada runa opuesta a las del bloqueo, así que intenté recordar todo lo que sabía sobre arcanos y empecé a escribir las runas opuestas de aquellas que ya conocía. Mientras seguía centrado en mi tarea, vi que Tarek aparecía en la puerta.

- Si sabes algo de arcanos estaría bien que me echaras una mano. Tenemos que contrarrestar estos glifos de cerradura. Tengo parte resuelta, pero aún me quedan encontrar las runas opuestas de esta parte.- Le comenté señalando aquellas zonas que aún no había conseguido invertir.

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La dorada “Lengua de pata” había alcanzado un precio inusitado cuando entró en escena un inesperado actor. El elfo contempló impávido como el miedo surcaba el rostro de los muchachos, mientras uno de los pujantes intentaba tomar ventaja de la situación. Sin embargo, el dramático teatrillo que se había iniciado con la subasta no acabó ahí. Surgido de las sombras, un segundo individuo trató de hacer uso de la inconveniente entrada de la mujer humana, aunque sus métodos demostraron ser mucho más letales que los de su predecesor.

Un espeso gas violeta reptó lentamente por el suelo, alzándose solamente en aquellos lugares en los que encontraba un obstáculo. Como si de tentáculos se tratase, diversas volutas de humo alcanzaron a varios de los emisarios, que cayeron al suelo en medio de terribles estertores. Quizás su misión y la de aquel individuo no distasen mucho en cuanto a objetivos, pero estaba claro que el brujo, porque no le cabía duda de que esa era la identidad de aquel hombre, había optado por una estrategia más inmediata. El resto de presentes, aterrados ante la visión de lo que estaba sucediendo, se apartaron con celeridad del gas, buscando las zonas más alejadas de la estancia, mientras otros aporreaban las puertas con desesperación. Pero como el brujo había indicado, unos símbolos arcanos habían aparecido en la vieja madera de la puerta del sótano.

Pensó que la ventana por la que había entrado quizás fuese una opción de escape, pero en cuanto dirigiese su atención a aquella salida, el resto de los presentes intentarían seguir sus pasos y nadie saldría de allí. Un movimiento a su espalda le indicó, además, que Corlys se había marchado, con la celeridad propia de su raza e, instantes después, pudo divisarlo tras el vampiro que amenazaba a la madre de los chicos.

Entonces el brujo trajo a coalición las máscaras… y Tarek tuvo claro qué era lo que debía hacer. Aprovechando el caos, se desplazó rápidamente hasta el tembloroso muchacho, que hasta no hacía mucho había liderado la subasta, y que en aquel momento miraba a su madre con pavor, incapaz de decidir qué debía hacer. El elfo le arrancó la máscara de las manos sin demasiados miramientos.

- ¡Eh, tú! –el brujo, que contemplaba satisfecho el caos que había provocado, se fijó entonces en él. Sonriéndole con cierto sarcasmo, el elfo se llevó la mano libre a la boca, para proferir un silbido, que provocó que todo el movimiento en la estancia se detuviese un segundo- ¿Alguien quiere una salvación fácil? –preguntó alzando la voz y la mano que agarraba la máscara- Pues que venga a buscarla.

Con desprecio tiró el objeto a los pies del brujo. Aunque la máscara que portaba le ocultaba parte del rostro, el elfo pudo percibir cierta incredulidad en la cara del hombre, que de inmediato se vio rodeado de una marabunta de asesinos, en busca de la preciada salvación. Algunos cayeron presa del gas antes de poder alcanzarlo. Otros, conscientes de que la masa gaseosa se arrastraba apenas a medio metro del suelo, buscaron alternativas para alcanzar al perpetrador de aquella matanza.

- ¡Vamos! -vio a los muchachos seguir la estela de Corlys y su madre. Bien. Su vida le importaba poco, pero la mención de que un elfo había sido el origen de aquella patraña, hacía necesario que se mantuviesen vivos el tiempo necesario para poder interrogarlos.

Sin hacer demasiado caso a la pelea que se estaba fraguando por su culpa, se giró hacia la puerta, donde vio a su compañero dibujando runas arcanas. La mujer y sus dos hijos, por su parte, habían acabado sobre unos barriles de vino, cerca del lugar porque el que el peliblanco había accedido a la estancia. Esquivando cadáveres, emisarios agonizantes y algunos valientes tardíos que se dirigían hacia el brujo en pos de la máscara, consiguió llegar hasta la puerta.

El vampiro había conseguido contrarrestar parte de los glifos, pero todavía le restaba una sección.

- No son las runas con las que acostumbro a trabajar –le contestó, acariciando uno de los símbolos, tan diferentes de los que él mismo usaba- pero debería funcionar. Al fin y al cabo, lo importante es su significado.

Pero antes si quiera de poder proceder, uno de los asesinos se aproximó a ellos, con claras intenciones de sacarlos de en medio. El elfo se encaró al mismo, esquivando un golpe que le dejó un rasguño en la mejilla derecha. Inmovilizando a la mujer contra el suelo, procedió a razonar con ella.

- Si quieres salir viva de esta estancia, harías bien en dejarnos acabar de desbloquear la puerta. Así que, a menos que tengas algún poder especial que la abra al instante, lo mejor que puedes hacer ahora mismo es evitar que nadie más nos interrumpa. ¿Entendido? –tras unos instantes de vacilación, ella asintió.

Volviendo a la puerta, procedió a grabar los primeros glifos en la misma. Los gritos y las arcadas, de aquellos alcanzados por el gas, llenaban la estancia. Así como el acre olor a sangre. Nadie se acercó a ellos en el proceso y el elfo, renuente, comprobó en varias ocasiones que tanto la madre como los muchachos seguían a salvo sobre los barriles. A pesar de todo, el gas avanzaba cada vez más rápido y había empezado a tomar cierta altura. No tardaría mucho en alcanzar aquella zona del sótano.

Cuando apenas quedaban un par de runas por grabar, Corlys le indicó que debía continuar solo, pues el gas se estaba aproximando al lugar donde había dejado a la mujer y su prole, por lo que el elfo se afanó en terminar, lo antes posible, el proceso. Con un ágil movimiento, grabó la última de las runas y, apartándose de la puerta, la contempló temeroso. ¿Habría funcionado? Dirigió su vista entonces hacia el vampiro, que se encontraba de nuevo a su lado, junto con los causantes de todo aquel caos y su aterrorizada madre. Un leve “click” le hizo volver la mirada a la puerta, donde las runas del brujo brillaron con un intenso color violeta, antes de desvanecerse. La puerta se había abierto.

Dando un paso de nuevo al frente, el elfo tiró de las puertas y el fresco aire nocturno invadió sus pulmones mientras atravesaban el umbral.