Húmedos ojos púrpuras [libre] [3/3]
Página 1 de 1. • Comparte
Húmedos ojos púrpuras [libre] [3/3]
Paseamos a un metro de la orilla del río Tymer. Evitamos relacionarnos con los hombres y mujeres que, como nosotros, huyen de las ciudades humanas. Las carreteras están ocupadas por caravanas de refugiados. Algunos viajan al norte, a pedir auxilio y víveres a los dragones. La Guardia de Verisar intervino en los eventos de la pandemia que asoló las tierras del norte. Los humanos creen con firmeza que los dragones les devolverá el favor. Otros, viajan hacia las tierras del sur. Buscan piedad en los elfos. Sé de buena mano que no se la van a dar. Si los elfos conociesen la piedad, mi ojo izquierdo no estaría atravesado por una cicatriz quemada con hierro rojo. Creo ser más inteligente que los humanos. Convencí a Merrigan de no viajar en las caravanas de refugiados. Viajamos por rutas secundarias, hechas por la naturaleza y no por el bosque. No tenemos ningún rumbo marcado. Caminamos y sobrevivimos con aquello que el bosque nos ofrece. No necesitamos más. El río nos proporciona agua y los vegetales y animales del bosque la comida. Tenemos suerte, es verano. De ser invierno, moriríamos congelados en la primera noche.
Merrigan anda cabizbaja. Pienso en lo fácil que me fue convencerla. Los últimos días en las ciudades humanas, evitaba mirar a nadie a la cara. Tenía miedo que le devolviesen la mirada y viesen el tono mohoso de su piel. Se quedaba en las habitaciones de los hostales que alquilamos. No salía a no ser que le obligase a limpiarse en los baños públicos; solo obedecía a altas horas de la noche, cuando nadie pudiera verla.
No soy más afortunado que el resto de personas. A mí tampoco me dirige la mirada. No me deja verla. Mientras yo me he desvestido para resistir el calor, ella se ha tapado con pantalón de cuero y una pesada capa. No deja a la vista el mínimo surco de piel. Llegada la noche, pongo un manta en el suelo. Hacemos el amor encima de la manta. Ella se baja un poco los pantalones, lo suficiente para dejar a la vista su intimidad sin tener que mostrarme sus piernas. Merrigan se coloca encima. Me resulta difícil excitarme si no consigo verla. Tengo la sensación de tener un saco encima de mis piernas. No me gusta. Creo que ella tampoco disfruta. Aun así, yacemos todas las noches pues es el único momento del día en el que nuestros cuerpos se rozan.
Se ha vuelto una costumbre no hablar entre nosotros. No nos abrazamos, no nos besamos y no nos miramos. Merrigan tiene miedo de que la abandone por su enfermedad. Yo tengo miedo que la toque y se rompa. Sus ojos purpuras poseen una permanente humedad a causa de las lágrimas que Merrigan contiene. El más mínimo roce o una palabra de más, la romperán en un mar de lágrimas.
Es de día. Lleno un cubo de metal con agua del río. Meto en el cubo un par de trapos y los empapo bien. Dejo el cubo al lado de Merrigan. Ella finge estar seguir dormida. La conozco mejor de lo que me conozco a mí mismo. Doy un chasquido al metal del cubo haciéndolo sonar como una campana y me aparto unos pasos. Miro al suelo y me tapo los ojos. Merrigan se levanta y se desviste. Coge los trapos mojados que le he traído para limpiar la pestilente ponzoña de la maldición del Doctor Peste. Merrigan no se lava en el río porque teme expandir su maldición por todo el bosque. Tampoco lo haría si le estuviera viendo.
Oigo el inconfundible sonido que hace los trapos al rozar la piel de Merrigan y siento envidia de la tela. El aire hace sonar cabello, antes rojo y ahora verde, de Merrigan como ella lo haría con las cuerdas de su arpa. Me pregunto cuánto tiempo hace que no pongo mi mano en su cabeza y juego con su cabello. Niego con la cabeza. No es una pregunta que quiera responder.
Una vez termina de lavarse y de vestirse de nuevo con la misma ropa pesada, da un chasquido al metal del cubo como antes había hecho yo para avisarla de que tenía el agua preparada. Me destapo los ojos y me levanto del suelo. Ella está doblando la manta que hemos usado para dormir y metiéndola en la mochila. Yo continúo con mi labor diaria. Cojo el cubo con agua sucia de la ponzoña del Doctor Peste y la echo detrás de los árboles. Los animales se alejan del charco de agua verde. Voy a río y limpio el cubo y los trapos. Aprovecho para refrescarme la nuca y los brazos. Hace mucho calor.
Me quedo un rato ensimismado mirando el río. No sé qué hacer. Sé lo que haré dentro de unos minutos. Me levantaré del suelo, le diré a Merrigan “adelante” y seguiremos caminando sin rumbo. Lo que no sé es qué hacer ahora. ¿Terminar de lavarme? ¿Llorar? ¿Hablar con Merrigan? Deshecho las opciones. Mi olor es eclipsado por la ponzoña de la maldición del Doctor Peste. Si Merrigan me escuchase llorar, se desplomaría por completo. Soy su único sustento y he de mantenerme firme. Y ya intenté hablar con ella. Conozco su respuesta: silencio.
Detrás de mí oigo la melodía del arpa. Me giro y veo a Merrigan raspando las cuerdas del instrumento. Pienso en la última vez que la vi tocar el arpa. Puede ser que fuera el mismo día que dejé de acariciar su cabello.
Me acerco a ella lentamente, como haría con un animal asustado. Me sitúo detrás de ella. Merrigan no deja de tocar el arpa. Pongo mis manos sobre sus mejillas, tapadas por la capucha de la capa. Beso su cabeza.
-Saldremos de esta. Te lo prometo. Te prometo que…-
Merrigan me interrumpe con una nota aguada. Comprendo que no quiere escuchar mis promesas. No cree en su veracidad.
Agacho mi cabeza hasta tocar con la punta de la nariz la capucha de su capa. Nos quedamos en esta posición durante varios minutos, quizás horas. Ella sin dejar de tocar el arpa y yo con el preámbulo de un nuevo beso naciendo en su cabeza.
Deja de contar. Cuelga el arpa en su espalda y da un toque en el suelo con la punta del pie.
-Sí, adelante- digo lo que sabía que iba a decir.
Y después de un momento de amor como no tuvimos desde hace meses, recuperamos nuestro camino sin rumbo.
Offrol: tema completamente improvisado. No tengo nada pensado. Entrad y disfrutad.
Merrigan anda cabizbaja. Pienso en lo fácil que me fue convencerla. Los últimos días en las ciudades humanas, evitaba mirar a nadie a la cara. Tenía miedo que le devolviesen la mirada y viesen el tono mohoso de su piel. Se quedaba en las habitaciones de los hostales que alquilamos. No salía a no ser que le obligase a limpiarse en los baños públicos; solo obedecía a altas horas de la noche, cuando nadie pudiera verla.
No soy más afortunado que el resto de personas. A mí tampoco me dirige la mirada. No me deja verla. Mientras yo me he desvestido para resistir el calor, ella se ha tapado con pantalón de cuero y una pesada capa. No deja a la vista el mínimo surco de piel. Llegada la noche, pongo un manta en el suelo. Hacemos el amor encima de la manta. Ella se baja un poco los pantalones, lo suficiente para dejar a la vista su intimidad sin tener que mostrarme sus piernas. Merrigan se coloca encima. Me resulta difícil excitarme si no consigo verla. Tengo la sensación de tener un saco encima de mis piernas. No me gusta. Creo que ella tampoco disfruta. Aun así, yacemos todas las noches pues es el único momento del día en el que nuestros cuerpos se rozan.
Se ha vuelto una costumbre no hablar entre nosotros. No nos abrazamos, no nos besamos y no nos miramos. Merrigan tiene miedo de que la abandone por su enfermedad. Yo tengo miedo que la toque y se rompa. Sus ojos purpuras poseen una permanente humedad a causa de las lágrimas que Merrigan contiene. El más mínimo roce o una palabra de más, la romperán en un mar de lágrimas.
Es de día. Lleno un cubo de metal con agua del río. Meto en el cubo un par de trapos y los empapo bien. Dejo el cubo al lado de Merrigan. Ella finge estar seguir dormida. La conozco mejor de lo que me conozco a mí mismo. Doy un chasquido al metal del cubo haciéndolo sonar como una campana y me aparto unos pasos. Miro al suelo y me tapo los ojos. Merrigan se levanta y se desviste. Coge los trapos mojados que le he traído para limpiar la pestilente ponzoña de la maldición del Doctor Peste. Merrigan no se lava en el río porque teme expandir su maldición por todo el bosque. Tampoco lo haría si le estuviera viendo.
Oigo el inconfundible sonido que hace los trapos al rozar la piel de Merrigan y siento envidia de la tela. El aire hace sonar cabello, antes rojo y ahora verde, de Merrigan como ella lo haría con las cuerdas de su arpa. Me pregunto cuánto tiempo hace que no pongo mi mano en su cabeza y juego con su cabello. Niego con la cabeza. No es una pregunta que quiera responder.
Una vez termina de lavarse y de vestirse de nuevo con la misma ropa pesada, da un chasquido al metal del cubo como antes había hecho yo para avisarla de que tenía el agua preparada. Me destapo los ojos y me levanto del suelo. Ella está doblando la manta que hemos usado para dormir y metiéndola en la mochila. Yo continúo con mi labor diaria. Cojo el cubo con agua sucia de la ponzoña del Doctor Peste y la echo detrás de los árboles. Los animales se alejan del charco de agua verde. Voy a río y limpio el cubo y los trapos. Aprovecho para refrescarme la nuca y los brazos. Hace mucho calor.
Me quedo un rato ensimismado mirando el río. No sé qué hacer. Sé lo que haré dentro de unos minutos. Me levantaré del suelo, le diré a Merrigan “adelante” y seguiremos caminando sin rumbo. Lo que no sé es qué hacer ahora. ¿Terminar de lavarme? ¿Llorar? ¿Hablar con Merrigan? Deshecho las opciones. Mi olor es eclipsado por la ponzoña de la maldición del Doctor Peste. Si Merrigan me escuchase llorar, se desplomaría por completo. Soy su único sustento y he de mantenerme firme. Y ya intenté hablar con ella. Conozco su respuesta: silencio.
Detrás de mí oigo la melodía del arpa. Me giro y veo a Merrigan raspando las cuerdas del instrumento. Pienso en la última vez que la vi tocar el arpa. Puede ser que fuera el mismo día que dejé de acariciar su cabello.
Me acerco a ella lentamente, como haría con un animal asustado. Me sitúo detrás de ella. Merrigan no deja de tocar el arpa. Pongo mis manos sobre sus mejillas, tapadas por la capucha de la capa. Beso su cabeza.
-Saldremos de esta. Te lo prometo. Te prometo que…-
Merrigan me interrumpe con una nota aguada. Comprendo que no quiere escuchar mis promesas. No cree en su veracidad.
Agacho mi cabeza hasta tocar con la punta de la nariz la capucha de su capa. Nos quedamos en esta posición durante varios minutos, quizás horas. Ella sin dejar de tocar el arpa y yo con el preámbulo de un nuevo beso naciendo en su cabeza.
Deja de contar. Cuelga el arpa en su espalda y da un toque en el suelo con la punta del pie.
-Sí, adelante- digo lo que sabía que iba a decir.
Y después de un momento de amor como no tuvimos desde hace meses, recuperamos nuestro camino sin rumbo.
Offrol: tema completamente improvisado. No tengo nada pensado. Entrad y disfrutad.
Última edición por Sarez el Sáb Ago 18 2018, 16:53, editado 1 vez
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Húmedos ojos púrpuras [libre] [3/3]
Me sobé la nuca por tercera vez, no volvería a subestimar la fuerza de una cachiporra por más triste que se le viera. Desde mi unión a Amanda era la primera vez que me alejaba tanto de su mansión. Nuestra vida de casadas estaba bien, no tenía nada de qué quejarme excepto su permanente reproche de que saliera más, mi vampiresa insaciable… sonreí de lado imaginándomela en el marco de la puerta en una pose seductora, vestida con lo necesario para hacerse aún más apetecible. Pero un licántropo no deja de ser un licántropo y de necesitar luz y algo de esparcimiento, algo con lo que mi mujercita era incompatible. Solía salir algunas horas durante el día a tomar una siesta al escaso sol de los bosques del Oeste. Alcanzar un rayo que llegara a la tierra era como pedirle a Fenrir que dejase de ser negro.
Por unos cuantos días intenté hacer crecer flores en el jardín de la casa. Más allá de mi habilidad innata para matar cosas, las flores nunca sobrevivían y no me costó nada de tiempo enterarme la razón. Yo era el blanco de más de la mitad de los vampiros de Sacrestic. Para mí era algo así como un deporte esto de matar vampiros y pelearme con ellos, el problema era ocultárselo a Amanda; no quería preocuparla. Algunas veces salía de su casa y volvía en tan mala condición que le mentía con la excusa de la “caza”. Hacía medio día más una noche entera que había salido de la mansión. Unos vampiros me emboscaron y logré escapar con mi vida atravesando a la tierra de los licántropos. En esta oportunidad aún no se me había ocurrido una excusa lo suficientemente buena como para presentarle a mi esposa, lo único que sabía era que esto me tendría ausente un tiempo más y eso me perturbaba bastante. Deseaba estar con mi vampiresa, protegerla y vigilarla, pero al mismo tiempo disfrutaba de esta pequeña oportunidad de tomar sol y oler aire puro.
Era tan extraño volver a los familiares bosques verdes y frondosos donde la luz y el viento danzaban a través de las saludables hojas. Lejos estaba ya del Capitán Asher, de Caelia y de mis venganzas. Me faltaba muy poco para estar feliz, muy poco… menos de lo que me había faltado en varias ocasiones de mi vida. Quería correr, danzar, no importaba la forma, sólo estaba con mis brazos abiertos mirando hacia el cielo y la nada. ¿Por qué no Wood? me dije a mí misma, tentada a escalar los árboles viciosos. Cuanto más distancia ponía de la oscuridad más joven me sentía. Retribuí una estrella de las ramas altas de un árbol cercano al gigantesco Nein. La fruta se había atascado en una horqueta de la madera. Era mi día de suerte, comida rápida y poco dramática. Un buen cambio a los festines de la mansión. Entonces una esencia conocida vino a mí con el viento. ¿El elfo? era imposible olvidar el olor de un compañero de armas. Recordaba algo de un reloj.
Igual como había hecho Elen, yo misma decidí ir a hacer una visita. A juzgar por otro olor que le envolvía debía estar en alguna de sus extrañas misiones. Me lamí los dedos para quitarme lo pegajoso y salté desde las alturas, aterrizando en mi forma de lobo; con ella fue más fácil darle alcance al hijo de los bosques. Respiraba por la boca, el calor era sofocante, pero mucho más llevadero que el arenal, sentía que tenía que hacer un esfuerzo para recordar su nombre. Habían pasado muchos años desde nuestro encuentro. Lares… Mares…res… me detuve abruptamente, dos figuras se movían no muy lejos de mí. Efectivamente no estaba solo ¿qué llevaba? ¿un vampiro para momificar? Algo que no soportaba la luz seguro. Me sacudí y volví a la forma humana. Tenía que recordar el nombre del guerrero que había salvado mi vida. Le di un golpe con el puño cerrado al tronco de un árbol viejo, ellos seguían caminando y yo tratando de recordar un estúpido nombre. Otro golpe y algo de sangre Sangre… Sares… murmuré mirando mis nudillos raspados con amor. Levanté la mano y grité a todo pulmón ¡SAREZ!!.
Tras una breve carrera donde agité mis manos en alto y conjuraba su nombre les di alcance. Finalmente dije con la voz entrecortada. Después me di cuenta que podía ser que el elfo no me recordara. No sabía que tan buena era la memoria de los elfos con eso de que los años pasan distinto para ellos. Él estaba igual, su pelo plata, su cicatriz, aunque probablemente yo me veía algo más vieja. Golpee mis manos como aplaudiendo dos veces, la persona que acompañaba al elfo parecía querer rehuir. ¡Tantos años sin vernos sanador de las estepas! Aún recuerdo mi deuda le tendí mi mano con una sonrisa Espero no interrumpir pero mi nariz me trajo hasta aquí quería darle una mirada a la chica. Tenía un mechón de pelo verde, aunque no podía ver más allá de tanto tapujo. Sentía que quería frotarme contra ella. Eh tú, ¿puedo robar un poco de tu olor? Me vendría como anillo al dedo le dije a ella y luego le miré a él. El ambiente parecía un poco raro, tal vez había llegado en medio de una discusión.
Por unos cuantos días intenté hacer crecer flores en el jardín de la casa. Más allá de mi habilidad innata para matar cosas, las flores nunca sobrevivían y no me costó nada de tiempo enterarme la razón. Yo era el blanco de más de la mitad de los vampiros de Sacrestic. Para mí era algo así como un deporte esto de matar vampiros y pelearme con ellos, el problema era ocultárselo a Amanda; no quería preocuparla. Algunas veces salía de su casa y volvía en tan mala condición que le mentía con la excusa de la “caza”. Hacía medio día más una noche entera que había salido de la mansión. Unos vampiros me emboscaron y logré escapar con mi vida atravesando a la tierra de los licántropos. En esta oportunidad aún no se me había ocurrido una excusa lo suficientemente buena como para presentarle a mi esposa, lo único que sabía era que esto me tendría ausente un tiempo más y eso me perturbaba bastante. Deseaba estar con mi vampiresa, protegerla y vigilarla, pero al mismo tiempo disfrutaba de esta pequeña oportunidad de tomar sol y oler aire puro.
Era tan extraño volver a los familiares bosques verdes y frondosos donde la luz y el viento danzaban a través de las saludables hojas. Lejos estaba ya del Capitán Asher, de Caelia y de mis venganzas. Me faltaba muy poco para estar feliz, muy poco… menos de lo que me había faltado en varias ocasiones de mi vida. Quería correr, danzar, no importaba la forma, sólo estaba con mis brazos abiertos mirando hacia el cielo y la nada. ¿Por qué no Wood? me dije a mí misma, tentada a escalar los árboles viciosos. Cuanto más distancia ponía de la oscuridad más joven me sentía. Retribuí una estrella de las ramas altas de un árbol cercano al gigantesco Nein. La fruta se había atascado en una horqueta de la madera. Era mi día de suerte, comida rápida y poco dramática. Un buen cambio a los festines de la mansión. Entonces una esencia conocida vino a mí con el viento. ¿El elfo? era imposible olvidar el olor de un compañero de armas. Recordaba algo de un reloj.
Igual como había hecho Elen, yo misma decidí ir a hacer una visita. A juzgar por otro olor que le envolvía debía estar en alguna de sus extrañas misiones. Me lamí los dedos para quitarme lo pegajoso y salté desde las alturas, aterrizando en mi forma de lobo; con ella fue más fácil darle alcance al hijo de los bosques. Respiraba por la boca, el calor era sofocante, pero mucho más llevadero que el arenal, sentía que tenía que hacer un esfuerzo para recordar su nombre. Habían pasado muchos años desde nuestro encuentro. Lares… Mares…res… me detuve abruptamente, dos figuras se movían no muy lejos de mí. Efectivamente no estaba solo ¿qué llevaba? ¿un vampiro para momificar? Algo que no soportaba la luz seguro. Me sacudí y volví a la forma humana. Tenía que recordar el nombre del guerrero que había salvado mi vida. Le di un golpe con el puño cerrado al tronco de un árbol viejo, ellos seguían caminando y yo tratando de recordar un estúpido nombre. Otro golpe y algo de sangre Sangre… Sares… murmuré mirando mis nudillos raspados con amor. Levanté la mano y grité a todo pulmón ¡SAREZ!!.
Tras una breve carrera donde agité mis manos en alto y conjuraba su nombre les di alcance. Finalmente dije con la voz entrecortada. Después me di cuenta que podía ser que el elfo no me recordara. No sabía que tan buena era la memoria de los elfos con eso de que los años pasan distinto para ellos. Él estaba igual, su pelo plata, su cicatriz, aunque probablemente yo me veía algo más vieja. Golpee mis manos como aplaudiendo dos veces, la persona que acompañaba al elfo parecía querer rehuir. ¡Tantos años sin vernos sanador de las estepas! Aún recuerdo mi deuda le tendí mi mano con una sonrisa Espero no interrumpir pero mi nariz me trajo hasta aquí quería darle una mirada a la chica. Tenía un mechón de pelo verde, aunque no podía ver más allá de tanto tapujo. Sentía que quería frotarme contra ella. Eh tú, ¿puedo robar un poco de tu olor? Me vendría como anillo al dedo le dije a ella y luego le miré a él. El ambiente parecía un poco raro, tal vez había llegado en medio de una discusión.
Off: No pude resistirme. Quiero frotar a Wood contra Merrigan hasta que queden como hermanas \\>w/ Tan suculenta tu Merrigan Sarez
Woodpecker
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 838
Nivel de PJ : : 6
Re: Húmedos ojos púrpuras [libre] [3/3]
- Realmente me alegra que comprendas de lo que hablo, pocas veces me dan la razón.
- Señor Candau...
- Silencio Genevive, estoy hablando con el señor pajarillo. - Contesté mientras agitaba al ave muerta cerca del rostro de la joven. - Desde que sacrifiqué al señor ardilla me he sentido algo... ¿Solo? No tenía alguien con quien hablar.
- ¿Y yo qué señor Candau?
- Ah si... tú, tú eres... especial.
- ¿Especial? - Un tenue brillo se presentó en los ojos de la chica, mientras su sonrisa se ampliaba "Oh no, olvidé que sigue sin captar los dobles significados." El abrazo por parte de ella no se demoró, la fuerza comenzaba a apretar al señor ave entre nosotros y temía por el pobre animal muerto.
- Genevive, basta, basta, lastimas a mi amigo.
- Oh... yo sentirlo. - Dijo esta separándose nuevamente.
- Lo sé, que desconsiderada. - Murmuré al animalito dándole la razón. - Pero no podemos hacer nada, con suerte un día no despertara... No, como se te ocurre, no soy tan malo. - Miré con asombro al animalito, lo que decía era totalmente descabellado.
- ¿Está seguro que este ser el camino de regreso?
- Lo suficiente como para seguir caminando, tarde o temprano llegaremos.
Por lo general salir de los bosques del este causaba una leve desorientación, pero no era nada que no se pudiese solucionar, en el peor de los casos simplemente debía ir a Lunargenta, no había manera en la cual me pudiese perder allí, conocía los bosques de las afueras como la palma de mi mano... o como la mitad de la palma de mi mano.
Mi poco sentido común solo me indicaba que debía caminar, Genevive no solía tomarse descansos largos y yo por lo general no los necesitaba tan seguidos. Disfrutaba caminando nuevamente en una fauna menos tétrica y peligrosa, sin dudarlo prefería sentir los colmillos de un animal en mi piel que los colmillos de un vampiro.
Coloqué con cuidado al señor pajarillo en mi bolsillo y luego estiré los brazos, llenando mis pulmones con aire limpio, tal vez aún no estuviera en mi "hogar" pero había aprendido que cualquier sitio con árboles que den sombra en vez de miedo podían ser un "hogar" por muy idiota que sonara la idea. Bajé los brazos lentamente y no pude evitar notar que Genevive me miraba con extrañeza, no era la típica mirada de acosadora que solía tener, aquello bastó para volver a ponerme en tensión.
-¿Qué sucede ahora? ¿Por qué me miras así?
- ¿Usted estar bien?
- Pues... si, no me he caído de un árbol ni me han pegado en las últimas horas, estoy perfecto.
- No es eso señor Candau, cada vez... habla con más animales muertos ¿Ser eso normal?
- Ah, ya veo... no, no es normal. - Me encogí de hombros regresando la mirada al camino. - Para la gente no lo es, pero ya me acostumbré, debo liberar el estrés de una manera... se puede decir que es normal para mí.
- Entender... ¿Entonces estar bien?
- Puees... supongo que sí, déjalo allí Genevive. - Sacudí la mano en el aire para que la joven entendiera que ya no me importaba hablar del tema, darle vueltas al asunto no lograría que le consiguiera una respuesta decente.
Ahora la caminata iba en relativo silencio, solo se escuchaban los pasos sobre la hierba y el canto de las aves "Posiblemente es la familia del señor pajarillo, deben estar buscándolo" pero ya era muy tarde, el señor pajarillo tenía otra familia ahora. Toda era tan tranquilo, pero aún en medio de la calma habían cosas que no encajaban.
-¿Voces? Debe ser una broma. - No podían habernos seguido... no en la luz del día "Calma Fred, las voces vienen de adelante, no a nuestras espaldas." Si, ese era un buen punto.
Indiqué con la mano a Genevive que caminara más lento, que fuese una acosadora no significaba que no le hubiese podido enseñar un par de cosas todo este tiempo, si iba estar pegada a mí como garrapata debía al menos enseñarle tácticas para mantenernos a salvo. Nunca me gustaba observar a viajeros desde un punto en el cual me sintiera tan desprotegido, el campo abierto siempre se prestaba para trampas, así que opté por acercarme al primer árbol cercano y trepar en él.
- Genevive, escóndete y trata de seguirme, si algo malo sucede... grita y ruega que no te abandone.
- De acuerdo señor Candau.
Avanzando con calma por fin pude encontrar el producto de las voces, era un grupo pequeño "Veamos, alguien oculto bajo mucha ropa... un sujeto que no parece ser muy amable y... " Debía ser una broma ¿Qué hacía brazo peludo allí?
- Señor pajarillo, necesitamos un plan. - Dije sacando al ave de mi bolsa y levantándolo a la altura de mi rostro. - Aja... si... entiendo ¿Pero no puede ser arriesgado? Ah claro, no te importa morir ¡Que valiente! Entonces hagamos eso. - Desenfundé mi Carcaj y tensé con cuidado al ave en la cuerda, nunca había disparado a un animal, esperaba que no saliera tan mal como lo imaginaba. Respiré con calma y cuando tuve en la mira a la desastrosa de cabello blanco disparé, quedandome con un par de plumas en la mano, para luego darme cuenta que fue una pésima idea. - Olvidó decirme como regresaría, maldita sea señor pajarillo.
- Señor Candau...
- Silencio Genevive, estoy hablando con el señor pajarillo. - Contesté mientras agitaba al ave muerta cerca del rostro de la joven. - Desde que sacrifiqué al señor ardilla me he sentido algo... ¿Solo? No tenía alguien con quien hablar.
- ¿Y yo qué señor Candau?
- Ah si... tú, tú eres... especial.
- ¿Especial? - Un tenue brillo se presentó en los ojos de la chica, mientras su sonrisa se ampliaba "Oh no, olvidé que sigue sin captar los dobles significados." El abrazo por parte de ella no se demoró, la fuerza comenzaba a apretar al señor ave entre nosotros y temía por el pobre animal muerto.
- Genevive, basta, basta, lastimas a mi amigo.
- Oh... yo sentirlo. - Dijo esta separándose nuevamente.
- Lo sé, que desconsiderada. - Murmuré al animalito dándole la razón. - Pero no podemos hacer nada, con suerte un día no despertara... No, como se te ocurre, no soy tan malo. - Miré con asombro al animalito, lo que decía era totalmente descabellado.
- ¿Está seguro que este ser el camino de regreso?
- Lo suficiente como para seguir caminando, tarde o temprano llegaremos.
Por lo general salir de los bosques del este causaba una leve desorientación, pero no era nada que no se pudiese solucionar, en el peor de los casos simplemente debía ir a Lunargenta, no había manera en la cual me pudiese perder allí, conocía los bosques de las afueras como la palma de mi mano... o como la mitad de la palma de mi mano.
Mi poco sentido común solo me indicaba que debía caminar, Genevive no solía tomarse descansos largos y yo por lo general no los necesitaba tan seguidos. Disfrutaba caminando nuevamente en una fauna menos tétrica y peligrosa, sin dudarlo prefería sentir los colmillos de un animal en mi piel que los colmillos de un vampiro.
Coloqué con cuidado al señor pajarillo en mi bolsillo y luego estiré los brazos, llenando mis pulmones con aire limpio, tal vez aún no estuviera en mi "hogar" pero había aprendido que cualquier sitio con árboles que den sombra en vez de miedo podían ser un "hogar" por muy idiota que sonara la idea. Bajé los brazos lentamente y no pude evitar notar que Genevive me miraba con extrañeza, no era la típica mirada de acosadora que solía tener, aquello bastó para volver a ponerme en tensión.
-¿Qué sucede ahora? ¿Por qué me miras así?
- ¿Usted estar bien?
- Pues... si, no me he caído de un árbol ni me han pegado en las últimas horas, estoy perfecto.
- No es eso señor Candau, cada vez... habla con más animales muertos ¿Ser eso normal?
- Ah, ya veo... no, no es normal. - Me encogí de hombros regresando la mirada al camino. - Para la gente no lo es, pero ya me acostumbré, debo liberar el estrés de una manera... se puede decir que es normal para mí.
- Entender... ¿Entonces estar bien?
- Puees... supongo que sí, déjalo allí Genevive. - Sacudí la mano en el aire para que la joven entendiera que ya no me importaba hablar del tema, darle vueltas al asunto no lograría que le consiguiera una respuesta decente.
Ahora la caminata iba en relativo silencio, solo se escuchaban los pasos sobre la hierba y el canto de las aves "Posiblemente es la familia del señor pajarillo, deben estar buscándolo" pero ya era muy tarde, el señor pajarillo tenía otra familia ahora. Toda era tan tranquilo, pero aún en medio de la calma habían cosas que no encajaban.
-¿Voces? Debe ser una broma. - No podían habernos seguido... no en la luz del día "Calma Fred, las voces vienen de adelante, no a nuestras espaldas." Si, ese era un buen punto.
Indiqué con la mano a Genevive que caminara más lento, que fuese una acosadora no significaba que no le hubiese podido enseñar un par de cosas todo este tiempo, si iba estar pegada a mí como garrapata debía al menos enseñarle tácticas para mantenernos a salvo. Nunca me gustaba observar a viajeros desde un punto en el cual me sintiera tan desprotegido, el campo abierto siempre se prestaba para trampas, así que opté por acercarme al primer árbol cercano y trepar en él.
- Genevive, escóndete y trata de seguirme, si algo malo sucede... grita y ruega que no te abandone.
- De acuerdo señor Candau.
Avanzando con calma por fin pude encontrar el producto de las voces, era un grupo pequeño "Veamos, alguien oculto bajo mucha ropa... un sujeto que no parece ser muy amable y... " Debía ser una broma ¿Qué hacía brazo peludo allí?
- Señor pajarillo, necesitamos un plan. - Dije sacando al ave de mi bolsa y levantándolo a la altura de mi rostro. - Aja... si... entiendo ¿Pero no puede ser arriesgado? Ah claro, no te importa morir ¡Que valiente! Entonces hagamos eso. - Desenfundé mi Carcaj y tensé con cuidado al ave en la cuerda, nunca había disparado a un animal, esperaba que no saliera tan mal como lo imaginaba. Respiré con calma y cuando tuve en la mira a la desastrosa de cabello blanco disparé, quedandome con un par de plumas en la mano, para luego darme cuenta que fue una pésima idea. - Olvidó decirme como regresaría, maldita sea señor pajarillo.
Fredericksen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 394
Nivel de PJ : : 2
Re: Húmedos ojos púrpuras [libre] [3/3]
Escucho mi nombre a varios metros de distancia. Pienso que ha sido Merrigan. Podría haberlo hecho. Podría haber utilizado su magia de luz para pronunciar mi nombre al son del viento. Doy la espalda al lugar de donde proviene el grito y miro a Merrigan. Nos hemos acostumbrado a hablar sin palabras. Le pregunto con los ojos si ha sido ella quien me ha llamado y agradezco que lo haya hecho. Merrigan se encoge de hombros. No sabe al respecto del primer grito. Aprieta el arnés con el que cuelga su arpa en la espalda contra el pecho como si esté pudiera ofrecerle la seguridad que necesita y yo no le se da. Un grasiento mechón pelirrojo desciende por su mejilla derecha. Su piel es del color de una verdura en mal estado, su cabello carece de la suavidad de antaño y su vitalidad merma cada día un poco más; a pesar de ello, no puedo evitar verla hermosa, como siempre la he visto. Merrigan no ha sido quien me ha llamado, pero deseo que lo hubiera hecho.
Ambos nos damos la vuelta al mismo tiempo. Una chica corre desnuda a nuestra posición. Veo con el rabillo del ojo a Merrigan apretar con más fuerza el arnés del arpa. Siente desconfianza por las personas extrovertidas. Da un paso hacia atrás. Yo doy otro hacia delante, reconozco a la mujer. Me resulta imposible olvidar las cicatrices que me devolvieron la esperanza en mi magia, en mi don de sanación. Su nombre era Feith, pero insistía que le llamase Woodpecker. Lo recuerdo. Fue hace dos años. Woodpecker estaba echada en el suelo, en un estado de semiinconsciencia. La mitad de las cicatrices que hoy posee estaban abiertas. Hice lo que haría cualquier elfo, pese a que yo no tengo derecho a ser un elfo: puse mis manos encima su las heridas y me concentré en la luz de mi magia. Woodpecker fue la primera persona con la utiliza la imposición de manos después de mi destierro. Si no fuera por ella, hubiera olvidado mi don. Sonrío al verla de nuevo y al recordar nuestro primer encuentro. Merrigan da un segundo paso hacia atrás.
-Deuda…, –niego con la cabeza-. No, no hay deudas. No conocía mis manos hasta el día que nos encontramos. –muestro las palmas de mis manos a Woodpecker-. Tú me las presentaste. Me ayudaste a recuperar algo que creí haber olvidado. No hay deudas-.
La loba habla sobre los olores y Merrigan baja la cabeza avergonzada. Se siente culpable de haber molestado a Woodpecker con la peste de la maldición de las esporas. Tercer paso hacia atrás, está tan lejos que apenas podría rozarla al extender mi brazo hacia ella.
-No. No. No. –contesta Merrigan con la voz apagada-. Es mi maldición. Tú no la necesitas. No te gustará. No. Lejos-.
Son las primeras palabras de Merrigan en mucho tiempo. Parece haber olvidado cómo pronunciarlas. Su voz suena cortada y le cuesta hablar. No sé cómo sentirme. ¿Alegre por el reencuentro con Woodpecker o triste por escuchar llorar a Merrigan?
-Es amiga mía, se llama Woodpecker. Es extraña. Es mujer y también es loba-.
-Dile que no se acerque. Si es tu amiga, te obedecerá. No quiero que me toque. Por favor, no. –habla con las palabras y con las manos.
Veo un pequeño resplandor en la mano derecha de Merrigan. Se ha llevado la mano izquierda en la espalda, donde lleva el arpa colgando. Acaricia las cuerdas del instrumento sin hacerlas sonar. El aro de luz crece en la mano derecha. Merrigan abre la mano. Apunta hacia Woodpecker. Reacciono por instinto, como lo haría un animal, como hice el día que conocí a Woodpecker. Salto a Merrigan y la atrapo en un abrazo. Es demasiado, Merrigan ha soltado el orbe de luz.
-¡Aparta! -grito a Woodpecker.
-Yo… -Merrigan se calla antes de terminar la frase, parece haber olvidado qué quería decir.
Me doy la vuelta para comprobar que Woodpecker esté bien. Detrás de ella diviso la burbuja de luz que ha conjurado Merrigan. En su interior tiene un objeto. Me acerco a la burbuja y la cojo con las dos manos. La luz desaparece al instante dejando en mis manos el objeto que guarda: un pájaro muerto.
-Dispararon a tu amiga. –a la loba- ¿Woodpecker? ¿Te llamas así? No pretendía asustarte, es culpa mía -.
Merrigan habla, pero yo no alcanzo a escucharla. Me encuentro lejos. Atrapado en las manos frías de un hombre que huele a hierro. Me trata con mimo. Cuida que mis alas estén unidas y que no pierda ninguna pluma. Coge un hilo y ata mis patas y mis alas. Me coloca en la cuerda de un arco. La cuerda es muy afilada. Cuando el hombre de olor a hierro me aprieta contra la cuerda, noto como me corta mi piel. No hay dolor. Ya estoy muerto. El hombre suelta mi cuerpecito y suelta la cuerda. Y….
Cuento a Merrigan y a Woodpecker qué he visto.
-Un arquero recogió el cadáver de un pájaro. Lo preparó como su fuera un proyectil. He utilizado mi magia para espiarle. Está a veinte metros de aquí. Se esconde detrás de un árbol. Te están dando caza, Woodpecker-.
Offrol: Uso mi hablidad de nivel 0. Me permite ver los últimos minutos de un animal.
Ambos nos damos la vuelta al mismo tiempo. Una chica corre desnuda a nuestra posición. Veo con el rabillo del ojo a Merrigan apretar con más fuerza el arnés del arpa. Siente desconfianza por las personas extrovertidas. Da un paso hacia atrás. Yo doy otro hacia delante, reconozco a la mujer. Me resulta imposible olvidar las cicatrices que me devolvieron la esperanza en mi magia, en mi don de sanación. Su nombre era Feith, pero insistía que le llamase Woodpecker. Lo recuerdo. Fue hace dos años. Woodpecker estaba echada en el suelo, en un estado de semiinconsciencia. La mitad de las cicatrices que hoy posee estaban abiertas. Hice lo que haría cualquier elfo, pese a que yo no tengo derecho a ser un elfo: puse mis manos encima su las heridas y me concentré en la luz de mi magia. Woodpecker fue la primera persona con la utiliza la imposición de manos después de mi destierro. Si no fuera por ella, hubiera olvidado mi don. Sonrío al verla de nuevo y al recordar nuestro primer encuentro. Merrigan da un segundo paso hacia atrás.
-Deuda…, –niego con la cabeza-. No, no hay deudas. No conocía mis manos hasta el día que nos encontramos. –muestro las palmas de mis manos a Woodpecker-. Tú me las presentaste. Me ayudaste a recuperar algo que creí haber olvidado. No hay deudas-.
La loba habla sobre los olores y Merrigan baja la cabeza avergonzada. Se siente culpable de haber molestado a Woodpecker con la peste de la maldición de las esporas. Tercer paso hacia atrás, está tan lejos que apenas podría rozarla al extender mi brazo hacia ella.
-No. No. No. –contesta Merrigan con la voz apagada-. Es mi maldición. Tú no la necesitas. No te gustará. No. Lejos-.
Son las primeras palabras de Merrigan en mucho tiempo. Parece haber olvidado cómo pronunciarlas. Su voz suena cortada y le cuesta hablar. No sé cómo sentirme. ¿Alegre por el reencuentro con Woodpecker o triste por escuchar llorar a Merrigan?
-Es amiga mía, se llama Woodpecker. Es extraña. Es mujer y también es loba-.
-Dile que no se acerque. Si es tu amiga, te obedecerá. No quiero que me toque. Por favor, no. –habla con las palabras y con las manos.
Veo un pequeño resplandor en la mano derecha de Merrigan. Se ha llevado la mano izquierda en la espalda, donde lleva el arpa colgando. Acaricia las cuerdas del instrumento sin hacerlas sonar. El aro de luz crece en la mano derecha. Merrigan abre la mano. Apunta hacia Woodpecker. Reacciono por instinto, como lo haría un animal, como hice el día que conocí a Woodpecker. Salto a Merrigan y la atrapo en un abrazo. Es demasiado, Merrigan ha soltado el orbe de luz.
-¡Aparta! -grito a Woodpecker.
-Yo… -Merrigan se calla antes de terminar la frase, parece haber olvidado qué quería decir.
Me doy la vuelta para comprobar que Woodpecker esté bien. Detrás de ella diviso la burbuja de luz que ha conjurado Merrigan. En su interior tiene un objeto. Me acerco a la burbuja y la cojo con las dos manos. La luz desaparece al instante dejando en mis manos el objeto que guarda: un pájaro muerto.
-Dispararon a tu amiga. –a la loba- ¿Woodpecker? ¿Te llamas así? No pretendía asustarte, es culpa mía -.
Merrigan habla, pero yo no alcanzo a escucharla. Me encuentro lejos. Atrapado en las manos frías de un hombre que huele a hierro. Me trata con mimo. Cuida que mis alas estén unidas y que no pierda ninguna pluma. Coge un hilo y ata mis patas y mis alas. Me coloca en la cuerda de un arco. La cuerda es muy afilada. Cuando el hombre de olor a hierro me aprieta contra la cuerda, noto como me corta mi piel. No hay dolor. Ya estoy muerto. El hombre suelta mi cuerpecito y suelta la cuerda. Y….
Cuento a Merrigan y a Woodpecker qué he visto.
-Un arquero recogió el cadáver de un pájaro. Lo preparó como su fuera un proyectil. He utilizado mi magia para espiarle. Está a veinte metros de aquí. Se esconde detrás de un árbol. Te están dando caza, Woodpecker-.
Offrol: Uso mi hablidad de nivel 0. Me permite ver los últimos minutos de un animal.
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Húmedos ojos púrpuras [libre] [3/3]
La compañera de Sarez se apartó, parecía que tenía cierta sensibilidad por el tema de los olores. “¿Satisfecha Wood? No estás ni tres minutos y encuentras una forma de meter todas las patas” me mordí el labio inferior y le disparé una mirada apologética a cada uno por separado. La cuestión de mi ropa –o no ropa- también podría ser un factor muy influyente, porque a la chica no le entraban más capas. Me había metido en un camino minado gratuitamente. “¡Vamos Wood! Ningún encuentro es fortuito. No puedes hacer algo peor” mi voz interna estaba bastante habladora en esa ocasión. Estaba por responderle a la joven que sí me gustaría tener ese olor, muchas cosas no se me acercarían… y eso era bueno para mí, pero probablemente sería echarle más sal a la herida. Mejor que su compañero intentara manejar la situación.
No conocía a Sarez tan expesivo, era extraño ver tantas emociones cruzar por su rostro en tan poco tiempo. En mis memorias su rostro era como una máscara tallada en madera y sin darle una terminación, igual que su vocabulario. Este elfo era otro elfo y me preocupaba que tuviese grabada en su rostro una permanente mueca de tristeza. Sonreí cuando dijo que era extraña, mujer y loba, todo separado pero junto. Di un paso hacia ella para tenderle mi mano mientras le mostraba mi mejor sonrisa, no podía verme, pero estaba segura que no era mi sonrisa de ira, ni la de cinismo y mucho menos la irónica sádica.
En verdad me encanta… comencé a decirle, intentando no ser ofensiva. Pero al parecer había tocado fondo. Me detuve antes de dar el siguiente paso y no pude esconder en mi rostro toda la tristeza que sentía con ese rechazo. Pocas personas que me conocían me aceptaban como su amiga así como lo hizo Sarez. La mitad de las personas trataban de olvidar mi existencia, la mitad de la mitad restante de matarme –aunque en ese momento de mi vida no era tan pequeña esa proporción- y de los restantes, sólo unos pocos fuera del clan aseguraban sin vergüenza tener relación conmigo.
La chica pareció tocar algo en su espalda, me estiré lo más discretamente posible para ver qué era: un instrumento con cuerdas. Así que Sarez viajaba con una compañera musical, que bueno por él. Tenía su función privada cada vez que quería ¡ese elfo pillín! Todavía no entendía cuál era el problema con ellos o entre ellos. Generalmente los ambientes emocionales tensos no me permeaban, pero cuando se trataba de mis compañeros de armas o amigos, era raro pensar en Sarez como un amigo, no, en pensar que pensara que yo era su amiga… bueno, cuando se trataba de esos casos no sabía qué hacer. Cierta luz comenzó a formarse en la joven, arquee una ceja. Así que era una elfa... no podía haberlo adivinado con su… fuerte presencia olfativa. Pero lo que me hizo arquear ambas cejas fue ver que ambos tenían el mismo extraño color de ojos. Iba a decir algo al respecto cuando Sarez me gritó que me apartara, y sin pensarlo lo hice, tirándome al suelo y cubriendo mi cabeza en el proceso.
Levanté la cabeza confundida ¿me había atacado? ¿de gratis? ¿en serio? Mantuve mi boca cerrada mientras me ponía en pie trabajosamente. Podía resistir que los vampiros quisieran matarme, o los enemigos del gremio… pero… ¡la amiga de un amigo! ¿qué le había hecho a los dioses? Oh sí. Muchas cosas. Pero la chica no tenía una mirada asesina ni parecía estar preparando otro ataque luminoso -¿cómo había atacado tan rápido? ¿qué había sido?- suspiré y la miré a los ojos con seriedad e hizo silencio. Sarez pasó a mi lado y tomó algo. “Oh rayos… cosas de elfos” me dije con ironía mientras apoyaba mis manos en las caderas. ¿Eso era un pájaro muerto? ¿En la bola? ¿Qué era? ¿una elfa cruza con brujo? Sentí que se me dibujaba una sonrisa invertida. Estaba tratando seriamente de no perder el control con esas cosas sobrenaturales que me perturbaban tanto. Nunca creí que un elfo me haría bajar un sudor frío.
¿Susto? ¡Casi me sacas el alma de dentro mujer! Me cuesta manejar todo lo que no sea físico le respondí con una sonrisa de oreja a oreja dime Wood o Feith es más fácil me encogí de hombros Y tú ¿cómo te llamas? Hablaste de una maldición… ¿eso te tiene tan mal? le pregunté, mirándola a ver si tenía un tercer ojo o… ¿Es por la piel verde? Yo creo que es genial. Ya quisiera yo poder pasar por pasto… me llevé una mano a la boca. ¡¿Dijiste que alguien me disparó?! finalmente me había permeado la información. No podía creer que habían llegado hasta los bosques del Este…
Escuché atentamente a Sarez. Lo se, la mitad de los vampiros de Sacrestic me están dando caza, pero a juzgar por ese animal muerto no debería tratarse de ellos o sus asociados suspiré y me volví a sobar la nuca No he matado a nadie que no se lo merezca me apuré a aclarar, pero al parecer estaba oscureciendo Digamos que quieren matarme porque me casé con cierta vampiresa que me quiere y que me necesita y que respeto y necesito… y porque estoy con ella soy la presa del resto. Sólo he matado a algunos que no me han dado otra opción por lo general no me gustaba estar explicándome, pero quería agradarle a la chica de los ojos púrpura. Lo siento… miré hacia la dirección general de donde había venido el ave muerta y suspiré al ver un alce.
Ese elfo también está metido en esto. Mejor ignorémoslo. Le gusta molestarme, debe estar con alguien igual de pesado que sólo quiere hacerme estallar en cólera. Será mejor pasar de ellos dejé caer mis hombros. Cerré los ojos No quiero perder mi tiempo con ellos ni que arruinen nada cerré mis ojos y me concentré en el control de la metamorfosis. Si ese elfo estaba metido en eso, sería mejor tratar de cubrirme un poco, pero tampoco quería perder la capacidad de hablar. Me concentré tratando de imaginarme con pelo, pero aún en mi forma humana, quería lograr cubrir todo mi cuerpo de pelo o la mayoría… Era extraño. Cuando quería metamorfosear un brazo o los dos, o mi cabeza o las piernas era fácil, pero metamorfosear mi piel… Apreté los dietes.
Podía sentir la pelambre emergiendo de mi cuerpo y mucho calor. Abrí los ojos y me miré Por los dioses ¡¿qué he hecho?! patee el suelo e intenté concentrarme nuevamente, pero no resultó nada. En vez de tener todo mi cuerpo peludo, sólo unas partes habían sido afectadas. Y peor aún, ni siquiera mi barriga o la totalidad de mis senos. La transformación se había concentrado en mi espalda. ¡Tengo cola! Oh no… o no Toqué mi cuerpo, tenía el cuello peludo y subsiguiente hasta la cola de lobo. Afortunadamente la zona púbica estaba con piel de lobo, cubriendo mis partes, pero los senos… sólo por la mitad. Suspiré, al menos se había cubierto lo necesario. Sentí que me sonrojaba. No te rías le rogué a la elfa A ti te sobra ropa… no quiero que ellos me vean le dije cobardemente.
-Alce del mal. Estaba seguro de que teníamos que voltear en el río de vuelta hacia Sacrestic Ville. Esa perra no puedes estar lejos de su “Amy” por mucho tiempo. Por.qué.te.em.pe.ñas.en¡seguir!- por más que intenté cambiar la dirección de Eide, no pude alterar su rumbo. Cuando se empeñaba con algo, no había forma de hacerle cambiar de rumbo. Me preguntaba de dónde había sacado tal temperamento. Su madre había sido un alce tan inteligente y dócil. El mal tendría que venir por la rama de su padre, eso es seguro. Resoplé enfadado y le espolee con rabia, más no logré otra respuesta de la bestia que un corcovo y un mugido a lo vaca. -¡Alce del mal!- le grité, cruzando las piernas sobre su lomo. Pensé en bajarme de él y regresar por mis propios pies, pero eso me llevaría mucho tiempo.
Finalmente Eide me convenció y solté las riendas. De todas formas iba por donde quería, dejando medio bosque abierto a su paso. Solamente faltaba que usara mi fuego para alumbrarle el camino y mostrarle nuestro rastro a cualquier bestia peligrosa e igualmente estúpida como para que intentara comernos. Elfo y todo pero los bosques del este no eran exactamente mi lugar feliz. El animal se detuvo -¿Y ahora qué?- di vuelta los ojos en mis orbes. Solamente quería regresar con la Woodpecker para continuar observándola. Torcí la cabeza y agucé la vista. ¡Pero si no era Genevive y compañía! Esa chica me había caído bien. Era un poquito rarita, pero le tenía odio a las chicas, en especial a esa Greenwood. Estaba en actitud sospechosa. Me apee de mi montura y me acerqué a ellos por detrás.
-Está muy mal espiar a las personas en los bosques. Eso no lo hacen ni los ermitaños- chasquee la lengua y negué con la cabeza. -Gene… querida, si van a hacerle cosas, al menos que sea más dañino. Como hacer que la persigan alimañas peligrosas del bosque o flechas envenenadas
Me crucé de brazos y soné los huesos alrededor del cuello. Había interactuado un poco con este par cuando estuvimos en Sacrestic Ville, y aunque no estaba en ningún término especial con ellos, sentía la imperiosa necesidad de probar hasta donde llegaba cada límite de esa mujer desvergonzada.
No conocía a Sarez tan expesivo, era extraño ver tantas emociones cruzar por su rostro en tan poco tiempo. En mis memorias su rostro era como una máscara tallada en madera y sin darle una terminación, igual que su vocabulario. Este elfo era otro elfo y me preocupaba que tuviese grabada en su rostro una permanente mueca de tristeza. Sonreí cuando dijo que era extraña, mujer y loba, todo separado pero junto. Di un paso hacia ella para tenderle mi mano mientras le mostraba mi mejor sonrisa, no podía verme, pero estaba segura que no era mi sonrisa de ira, ni la de cinismo y mucho menos la irónica sádica.
En verdad me encanta… comencé a decirle, intentando no ser ofensiva. Pero al parecer había tocado fondo. Me detuve antes de dar el siguiente paso y no pude esconder en mi rostro toda la tristeza que sentía con ese rechazo. Pocas personas que me conocían me aceptaban como su amiga así como lo hizo Sarez. La mitad de las personas trataban de olvidar mi existencia, la mitad de la mitad restante de matarme –aunque en ese momento de mi vida no era tan pequeña esa proporción- y de los restantes, sólo unos pocos fuera del clan aseguraban sin vergüenza tener relación conmigo.
La chica pareció tocar algo en su espalda, me estiré lo más discretamente posible para ver qué era: un instrumento con cuerdas. Así que Sarez viajaba con una compañera musical, que bueno por él. Tenía su función privada cada vez que quería ¡ese elfo pillín! Todavía no entendía cuál era el problema con ellos o entre ellos. Generalmente los ambientes emocionales tensos no me permeaban, pero cuando se trataba de mis compañeros de armas o amigos, era raro pensar en Sarez como un amigo, no, en pensar que pensara que yo era su amiga… bueno, cuando se trataba de esos casos no sabía qué hacer. Cierta luz comenzó a formarse en la joven, arquee una ceja. Así que era una elfa... no podía haberlo adivinado con su… fuerte presencia olfativa. Pero lo que me hizo arquear ambas cejas fue ver que ambos tenían el mismo extraño color de ojos. Iba a decir algo al respecto cuando Sarez me gritó que me apartara, y sin pensarlo lo hice, tirándome al suelo y cubriendo mi cabeza en el proceso.
Levanté la cabeza confundida ¿me había atacado? ¿de gratis? ¿en serio? Mantuve mi boca cerrada mientras me ponía en pie trabajosamente. Podía resistir que los vampiros quisieran matarme, o los enemigos del gremio… pero… ¡la amiga de un amigo! ¿qué le había hecho a los dioses? Oh sí. Muchas cosas. Pero la chica no tenía una mirada asesina ni parecía estar preparando otro ataque luminoso -¿cómo había atacado tan rápido? ¿qué había sido?- suspiré y la miré a los ojos con seriedad e hizo silencio. Sarez pasó a mi lado y tomó algo. “Oh rayos… cosas de elfos” me dije con ironía mientras apoyaba mis manos en las caderas. ¿Eso era un pájaro muerto? ¿En la bola? ¿Qué era? ¿una elfa cruza con brujo? Sentí que se me dibujaba una sonrisa invertida. Estaba tratando seriamente de no perder el control con esas cosas sobrenaturales que me perturbaban tanto. Nunca creí que un elfo me haría bajar un sudor frío.
¿Susto? ¡Casi me sacas el alma de dentro mujer! Me cuesta manejar todo lo que no sea físico le respondí con una sonrisa de oreja a oreja dime Wood o Feith es más fácil me encogí de hombros Y tú ¿cómo te llamas? Hablaste de una maldición… ¿eso te tiene tan mal? le pregunté, mirándola a ver si tenía un tercer ojo o… ¿Es por la piel verde? Yo creo que es genial. Ya quisiera yo poder pasar por pasto… me llevé una mano a la boca. ¡¿Dijiste que alguien me disparó?! finalmente me había permeado la información. No podía creer que habían llegado hasta los bosques del Este…
Escuché atentamente a Sarez. Lo se, la mitad de los vampiros de Sacrestic me están dando caza, pero a juzgar por ese animal muerto no debería tratarse de ellos o sus asociados suspiré y me volví a sobar la nuca No he matado a nadie que no se lo merezca me apuré a aclarar, pero al parecer estaba oscureciendo Digamos que quieren matarme porque me casé con cierta vampiresa que me quiere y que me necesita y que respeto y necesito… y porque estoy con ella soy la presa del resto. Sólo he matado a algunos que no me han dado otra opción por lo general no me gustaba estar explicándome, pero quería agradarle a la chica de los ojos púrpura. Lo siento… miré hacia la dirección general de donde había venido el ave muerta y suspiré al ver un alce.
Ese elfo también está metido en esto. Mejor ignorémoslo. Le gusta molestarme, debe estar con alguien igual de pesado que sólo quiere hacerme estallar en cólera. Será mejor pasar de ellos dejé caer mis hombros. Cerré los ojos No quiero perder mi tiempo con ellos ni que arruinen nada cerré mis ojos y me concentré en el control de la metamorfosis. Si ese elfo estaba metido en eso, sería mejor tratar de cubrirme un poco, pero tampoco quería perder la capacidad de hablar. Me concentré tratando de imaginarme con pelo, pero aún en mi forma humana, quería lograr cubrir todo mi cuerpo de pelo o la mayoría… Era extraño. Cuando quería metamorfosear un brazo o los dos, o mi cabeza o las piernas era fácil, pero metamorfosear mi piel… Apreté los dietes.
Podía sentir la pelambre emergiendo de mi cuerpo y mucho calor. Abrí los ojos y me miré Por los dioses ¡¿qué he hecho?! patee el suelo e intenté concentrarme nuevamente, pero no resultó nada. En vez de tener todo mi cuerpo peludo, sólo unas partes habían sido afectadas. Y peor aún, ni siquiera mi barriga o la totalidad de mis senos. La transformación se había concentrado en mi espalda. ¡Tengo cola! Oh no… o no Toqué mi cuerpo, tenía el cuello peludo y subsiguiente hasta la cola de lobo. Afortunadamente la zona púbica estaba con piel de lobo, cubriendo mis partes, pero los senos… sólo por la mitad. Suspiré, al menos se había cubierto lo necesario. Sentí que me sonrojaba. No te rías le rogué a la elfa A ti te sobra ropa… no quiero que ellos me vean le dije cobardemente.
* * * El relato de Will * * *
-Alce del mal. Estaba seguro de que teníamos que voltear en el río de vuelta hacia Sacrestic Ville. Esa perra no puedes estar lejos de su “Amy” por mucho tiempo. Por.qué.te.em.pe.ñas.en¡seguir!- por más que intenté cambiar la dirección de Eide, no pude alterar su rumbo. Cuando se empeñaba con algo, no había forma de hacerle cambiar de rumbo. Me preguntaba de dónde había sacado tal temperamento. Su madre había sido un alce tan inteligente y dócil. El mal tendría que venir por la rama de su padre, eso es seguro. Resoplé enfadado y le espolee con rabia, más no logré otra respuesta de la bestia que un corcovo y un mugido a lo vaca. -¡Alce del mal!- le grité, cruzando las piernas sobre su lomo. Pensé en bajarme de él y regresar por mis propios pies, pero eso me llevaría mucho tiempo.
Finalmente Eide me convenció y solté las riendas. De todas formas iba por donde quería, dejando medio bosque abierto a su paso. Solamente faltaba que usara mi fuego para alumbrarle el camino y mostrarle nuestro rastro a cualquier bestia peligrosa e igualmente estúpida como para que intentara comernos. Elfo y todo pero los bosques del este no eran exactamente mi lugar feliz. El animal se detuvo -¿Y ahora qué?- di vuelta los ojos en mis orbes. Solamente quería regresar con la Woodpecker para continuar observándola. Torcí la cabeza y agucé la vista. ¡Pero si no era Genevive y compañía! Esa chica me había caído bien. Era un poquito rarita, pero le tenía odio a las chicas, en especial a esa Greenwood. Estaba en actitud sospechosa. Me apee de mi montura y me acerqué a ellos por detrás.
-Está muy mal espiar a las personas en los bosques. Eso no lo hacen ni los ermitaños- chasquee la lengua y negué con la cabeza. -Gene… querida, si van a hacerle cosas, al menos que sea más dañino. Como hacer que la persigan alimañas peligrosas del bosque o flechas envenenadas
Me crucé de brazos y soné los huesos alrededor del cuello. Había interactuado un poco con este par cuando estuvimos en Sacrestic Ville, y aunque no estaba en ningún término especial con ellos, sentía la imperiosa necesidad de probar hasta donde llegaba cada límite de esa mujer desvergonzada.
Off: Lo siento, soy nueva con esto de los acompañantes ewe lo iré puliendo (?) Y pienso unir en breve a Will con Wood, así que no habrá necesidad de dos relatos. Te salvaste de la ira de Wood lechugón, pero no sé que te hará Sarez o Mer fufufufu
Les dejo una aproximación a lo que Wood llegó, aunque no incluye ni brazos ni piernas, ni es así de sessi xD
- Spoiler:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Woodpecker
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 838
Nivel de PJ : : 6
Re: Húmedos ojos púrpuras [libre] [3/3]
Casi había logrado mi cometido, tan poca distancia había faltado para que el señor pajarillo completara su cometido y ahora había secuestrado por una especie de burbuja mágica. Llevé mis manos hasta las sienes y apreté tratando de controlar mis pensamientos ¿Qué había hecho? Al haber errado ahora creerían que estaba tratando de asesinar a todos, me verían como el malo de la obra "Eso no es todo, también maltratarán al pobre ave, lo harán su prisionero y lo comerán con patatas ¡Patatas!" Me balanceé sobre la rama tratando de saber que hacer ¿Acaso debía aparecer con las manos arriba y tararear una disculpa? Puede que no funcionara, lo peor de todo es que parecía que el señor pajarillo me estaba traicionando, veía muy bien como le estaba soltando la información a aquel sujeto "¡Él también puede hablar con el señor ave!"
- Vamos Fred, piensa que hacer ¿Les lanzo bayas como señal de disculpa? - Saqué una flecha del carcaj y comencé acariciar el filo de esta, aquello me ayudaba a pensar mejor, justo lo que necesitaba.
Estaba por conseguir la idea perfecta cuando noté que la mujer peluda se giraba y observaba en esta dirección, me escondí lo mejor que pude entre las hojas y esperé que mi traje funcionara para terminar de ocultar mi presencia. Como hubiese deseado saber de que hablaba aquel grupo, seguramente susurraban "Quememos los bosques y consigamos al atacante". Quise comenzar mi retirada estratégica cuando ahora fue Genevive quien me sorprendió, soltando un grito que me dejó helado en el momento.
- Soy hombre muerto, ya no habrá niño carnicero que pueda unir mis partes de nuevo...
- ¿Tú que hacer aquí? ¿¡Por qué me asustas así!? - Genevive se tomaba el pecho con fuerza mientras veía al elfo, la sorpresa de este casi la había matado del susto, aún le faltaban muchos detalles por pulir a la chica en sus técnicas de escondite.
Por mi parte había comenzado la estrategia defensiva definitiva, había rodeado con mis piernas la rama en la que estaba y dejé que mi cuerpo girara sobre esta hasta quedar de cabeza, con la manos colgando en el aire en señal de rendición.
- Juro que mi intención no era asesinar a nadie, el señor pajarillo solo era un inf... ¿Wiston? -Enarqué una ceja mirando al elfo junto al alce ¿Acaso la peluda siempre había tenido protección a sus espaldas? Tal vez eso era buena señal, significaba que no me lincharían. - ¡ Wirlow, mi amigo! Que gusto verte de nuevo. - Aplaudí aún colgando de cabeza para acto seguido caerme de la rama, aterrizando con suerte sobre Genevive.
- ¡Auch, señor Candau!
- Sh, los grandes vamos a hablar. - Me levanté del suelo y sacudí la camisa, ayudando luego a Genevive a ponerse de pie.- ¿Qué te trae por estos lados? ¿Estás escoltando a pelambre?
- ¿Quien ser pelambre?
- Ya sabes... la mujer de cabello blanco que tiene más pelo que oso en época de invierno.
- ¿Ella estar aquí? - La pose de Genevive se puso tensa, no me era de extrañar, hasta me pareció notar un pequeño tic en su ojo derecho, si seguía a este paso seguro moriría de un infarto.
- Está por allá, completamente desnuda y hablando con un extraño par... lo que me recuerda. - Me acerqué lentamente al peculiar elfo y le di un par de palmadas en el brazo. - Winston, dime por favor que estás con ellos, creo que cometí un leve error... y el señor pajarillo soltó el pico ... y puede que esté en problemas.
- ¿¡Está desnuda!?
- Genevive, por si no me escuchaste creo que hay cosas más importantes aparte de la desnudez de otra muj... ¿Genevive?
No sabía en qué momento la chica había aprendido a correr con tal fuerza, pero podía apostar un ojo a que había sido exactamente hace dos segundos. La joven simplemente atravesó la maleza y se dirigía exactamente a la dirección que había apuntado, directo al peligro "Va a morir... Dioses, realmente no quiero salvarla" Froté las manos por mi rostro y maldije a mi maestro por enseñarme a ser bondadoso.
- William, por favor recuérdame como el buen hombre que soy. - Volví a palmear al elfo y salí a la carrera tras Genevive. - ¡No la maten, solo tiene rabia!
- Vamos Fred, piensa que hacer ¿Les lanzo bayas como señal de disculpa? - Saqué una flecha del carcaj y comencé acariciar el filo de esta, aquello me ayudaba a pensar mejor, justo lo que necesitaba.
Estaba por conseguir la idea perfecta cuando noté que la mujer peluda se giraba y observaba en esta dirección, me escondí lo mejor que pude entre las hojas y esperé que mi traje funcionara para terminar de ocultar mi presencia. Como hubiese deseado saber de que hablaba aquel grupo, seguramente susurraban "Quememos los bosques y consigamos al atacante". Quise comenzar mi retirada estratégica cuando ahora fue Genevive quien me sorprendió, soltando un grito que me dejó helado en el momento.
- Soy hombre muerto, ya no habrá niño carnicero que pueda unir mis partes de nuevo...
- ¿Tú que hacer aquí? ¿¡Por qué me asustas así!? - Genevive se tomaba el pecho con fuerza mientras veía al elfo, la sorpresa de este casi la había matado del susto, aún le faltaban muchos detalles por pulir a la chica en sus técnicas de escondite.
Por mi parte había comenzado la estrategia defensiva definitiva, había rodeado con mis piernas la rama en la que estaba y dejé que mi cuerpo girara sobre esta hasta quedar de cabeza, con la manos colgando en el aire en señal de rendición.
- Juro que mi intención no era asesinar a nadie, el señor pajarillo solo era un inf... ¿Wiston? -Enarqué una ceja mirando al elfo junto al alce ¿Acaso la peluda siempre había tenido protección a sus espaldas? Tal vez eso era buena señal, significaba que no me lincharían. - ¡ Wirlow, mi amigo! Que gusto verte de nuevo. - Aplaudí aún colgando de cabeza para acto seguido caerme de la rama, aterrizando con suerte sobre Genevive.
- ¡Auch, señor Candau!
- Sh, los grandes vamos a hablar. - Me levanté del suelo y sacudí la camisa, ayudando luego a Genevive a ponerse de pie.- ¿Qué te trae por estos lados? ¿Estás escoltando a pelambre?
- ¿Quien ser pelambre?
- Ya sabes... la mujer de cabello blanco que tiene más pelo que oso en época de invierno.
- ¿Ella estar aquí? - La pose de Genevive se puso tensa, no me era de extrañar, hasta me pareció notar un pequeño tic en su ojo derecho, si seguía a este paso seguro moriría de un infarto.
- Está por allá, completamente desnuda y hablando con un extraño par... lo que me recuerda. - Me acerqué lentamente al peculiar elfo y le di un par de palmadas en el brazo. - Winston, dime por favor que estás con ellos, creo que cometí un leve error... y el señor pajarillo soltó el pico ... y puede que esté en problemas.
- ¿¡Está desnuda!?
- Genevive, por si no me escuchaste creo que hay cosas más importantes aparte de la desnudez de otra muj... ¿Genevive?
No sabía en qué momento la chica había aprendido a correr con tal fuerza, pero podía apostar un ojo a que había sido exactamente hace dos segundos. La joven simplemente atravesó la maleza y se dirigía exactamente a la dirección que había apuntado, directo al peligro "Va a morir... Dioses, realmente no quiero salvarla" Froté las manos por mi rostro y maldije a mi maestro por enseñarme a ser bondadoso.
- William, por favor recuérdame como el buen hombre que soy. - Volví a palmear al elfo y salí a la carrera tras Genevive. - ¡No la maten, solo tiene rabia!
Fredericksen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 394
Nivel de PJ : : 2
Re: Húmedos ojos púrpuras [libre] [3/3]
He notado que Sarez no le ha dicho a su amiga cómo me llamo ni quién soy y, en cambio, me ha contado todo sobre ella. Se llama Feith Greenwood, aunque ella prefiere que la llamen solo Wood. Es una licántropa, pero Sarez no conoce esa palabra así que dice que es una mujer y una loba a la vez. Sarez conoció a Wood en uno de sus viajes. Encontró a la mujer muy mal herida, al borde de la muerte. Viniendo de él, no creo que esté exagerando. La llama amiga. Esa es una palabra muy valiosa para Sarez. Antes de conocer a Wood, solo me había hablado de una amiga: Idril Elensar. No puedo evitar sentirme celosa de la licántropa. Envidio su piel blanca marcada con las cicatrices de la guerra, la fuerza que transmite al sonreír, la sinceridad en sus palabras y, sobre todo, envidio la relación que tiene con Sarez. Él no ha dicho que sea su amiga. Me presentó como su compañera, como su hija después de que me diera su primer abrazo y como su compañera, otra vez, después de darnos el primer beso. Nunca como su amiga.
Me levanto la capucha y me aparto el pelo con la mano para poder ver a la mujer sin ningún impedimento. Sarez me mira sorprendido. Hace mucho tiempo que no me ve con la capucha. Prefiero ignorar a Sarez. No sé si estoy preparada para ver la sonrisa forzosa que utiliza para hablar conmigo y el brillo de esperanza que iluminan sus ojos cuando se dirige a Wood. Centro mi atención en la piel de la loba y me preguntó por qué desea poseer la maldición de las esporas. Ella no sabe por lo que estoy sufriendo. Si lo supiera, jamás quería que su piel se tornase verde como la mía. El hedor que emite las esporas es insoportable. Ni duchándome cinco veces al día consigo oler bien. Sarez se ha gastado sus últimos aeros en perfumes, lociones y jabones que no han funcionado más que para producirme ampollas en la piel. Levanto la cabeza muy lentamente hacia el cabello corto de Wood. Tal vez, si me lo cortase como ella, sería menos asqueroso. Echo de menos mi limpia melena pelirroja. Me gustaba mi pelo antes de la maldición. Era suave y sedoso. Ahora, lo siento grasiento y rígido como las cuerdas de mi arpa después de lavarlas con aceite.
-No –paso mi mano por el pelo y estiro de unos pocos mechones. –No quieres pasar por esto. No es genial. Es horrible. Doy asco-.
Noto una mano apoyada en mi hombro izquierdo. No me hace falta girarme para comprender que es la de Sarez. Me está hablando sin palabras.
Wood habla sobre vampiros y licántropos. Tiene una vida emocionante, de las que evito vivir y adoro cantar. Habla sobre una mujer vampira, su esposa. No dice que está enamorada de ella, pero lo da a entender. Cada vez sé más cosas sobre Woodpecker y ella todavía no sabe cómo me llamo.
-Merrigan. –me doy cuenta que estoy hablando como Sarez: dando nombres sin explicar qué estoy diciendo. –Ese es mi nombre. Y soy yo quien lo siente. Llevamos viajando solos y en silencio durante muchos meses. Tengo la sensación que he olvidado algunas palabras-.
Es gracioso. Esas palabras que he olvidado son las mismas que enseñé a Sarez cuando lo encontré en el bosque perdido. Nos hemos cambiado la posición. Ahora él es el que habla por mí; es educado y se disculpa por mí. Respiro hondo y vuelto mi cabeza hacia la izquierda. La mano de Sarez sigue en el mismo lugar, en mi hombro. Un poco más arriba está su cara. Veo una ligera sonrisa emerger de sus labios. Hago un esfuerzo para sonreír con él, pero no me sale.
-¿Qué elfo? –pregunta Sarez a la vez que desliza su mano izquierda hacia el mango de la pequeña hacha.
A Wood no le da tiempo contestar. Aúlla, llama a la loba que vive en su interior. Ella le responde arqueando su espalda y gruñendo malhumorada. Bajo la cabeza hacia la entrepierna de la chica, ahora que está recubierta de pelo se me hace más fácil verla sin sentirme celosa de su sexo. Sus piernas han perdido la belleza que tenía. Son salvajes, peligrosas. Doy un paso hacia atrás. Sarez aprieta mi hombro, sin palabras me dice que no tenga miedo, que estaré a salvo. Lo asegura porque conoce a la loba, es su amiga. Su amiga….
-Está fallando. ¿Estás bien? –Wood se ríe y protesta por su nueva cola. –Bien. Si no te duele, estás bien –Sarez también se ríe ligeramente.
Me tapo la boca con las dos manos. Me gustaría reírme con ellos, pero no quiero que me vean hacerlo. Mis encías tienen el color de la fruta podrida y estoy segura que mi mal aliento les haría vomitar. Odio la maldición de las esporas.
Una chica sale de nada. Inmediatamente, me pongo la capucha y tapo mi rostro con algunos mechones sueltos de mi cabello. Con Wood me podía sentir segura, celosa pero segura, con esta nueva chica vuelvo a sentirme cohibida y asustada.
Sarez desenfunda la pequeña hacha al mismo tiempo que suelta mi hombro.
- La conozco. Estaba con el hombre que disparó el pájaro muerto –dice Sarez en voz baja para que solo nosotras dos, Wood y yo, le podamos eschar.
Me levanto la capucha y me aparto el pelo con la mano para poder ver a la mujer sin ningún impedimento. Sarez me mira sorprendido. Hace mucho tiempo que no me ve con la capucha. Prefiero ignorar a Sarez. No sé si estoy preparada para ver la sonrisa forzosa que utiliza para hablar conmigo y el brillo de esperanza que iluminan sus ojos cuando se dirige a Wood. Centro mi atención en la piel de la loba y me preguntó por qué desea poseer la maldición de las esporas. Ella no sabe por lo que estoy sufriendo. Si lo supiera, jamás quería que su piel se tornase verde como la mía. El hedor que emite las esporas es insoportable. Ni duchándome cinco veces al día consigo oler bien. Sarez se ha gastado sus últimos aeros en perfumes, lociones y jabones que no han funcionado más que para producirme ampollas en la piel. Levanto la cabeza muy lentamente hacia el cabello corto de Wood. Tal vez, si me lo cortase como ella, sería menos asqueroso. Echo de menos mi limpia melena pelirroja. Me gustaba mi pelo antes de la maldición. Era suave y sedoso. Ahora, lo siento grasiento y rígido como las cuerdas de mi arpa después de lavarlas con aceite.
-No –paso mi mano por el pelo y estiro de unos pocos mechones. –No quieres pasar por esto. No es genial. Es horrible. Doy asco-.
Noto una mano apoyada en mi hombro izquierdo. No me hace falta girarme para comprender que es la de Sarez. Me está hablando sin palabras.
Wood habla sobre vampiros y licántropos. Tiene una vida emocionante, de las que evito vivir y adoro cantar. Habla sobre una mujer vampira, su esposa. No dice que está enamorada de ella, pero lo da a entender. Cada vez sé más cosas sobre Woodpecker y ella todavía no sabe cómo me llamo.
-Merrigan. –me doy cuenta que estoy hablando como Sarez: dando nombres sin explicar qué estoy diciendo. –Ese es mi nombre. Y soy yo quien lo siente. Llevamos viajando solos y en silencio durante muchos meses. Tengo la sensación que he olvidado algunas palabras-.
Es gracioso. Esas palabras que he olvidado son las mismas que enseñé a Sarez cuando lo encontré en el bosque perdido. Nos hemos cambiado la posición. Ahora él es el que habla por mí; es educado y se disculpa por mí. Respiro hondo y vuelto mi cabeza hacia la izquierda. La mano de Sarez sigue en el mismo lugar, en mi hombro. Un poco más arriba está su cara. Veo una ligera sonrisa emerger de sus labios. Hago un esfuerzo para sonreír con él, pero no me sale.
-¿Qué elfo? –pregunta Sarez a la vez que desliza su mano izquierda hacia el mango de la pequeña hacha.
A Wood no le da tiempo contestar. Aúlla, llama a la loba que vive en su interior. Ella le responde arqueando su espalda y gruñendo malhumorada. Bajo la cabeza hacia la entrepierna de la chica, ahora que está recubierta de pelo se me hace más fácil verla sin sentirme celosa de su sexo. Sus piernas han perdido la belleza que tenía. Son salvajes, peligrosas. Doy un paso hacia atrás. Sarez aprieta mi hombro, sin palabras me dice que no tenga miedo, que estaré a salvo. Lo asegura porque conoce a la loba, es su amiga. Su amiga….
-Está fallando. ¿Estás bien? –Wood se ríe y protesta por su nueva cola. –Bien. Si no te duele, estás bien –Sarez también se ríe ligeramente.
Me tapo la boca con las dos manos. Me gustaría reírme con ellos, pero no quiero que me vean hacerlo. Mis encías tienen el color de la fruta podrida y estoy segura que mi mal aliento les haría vomitar. Odio la maldición de las esporas.
Una chica sale de nada. Inmediatamente, me pongo la capucha y tapo mi rostro con algunos mechones sueltos de mi cabello. Con Wood me podía sentir segura, celosa pero segura, con esta nueva chica vuelvo a sentirme cohibida y asustada.
Sarez desenfunda la pequeña hacha al mismo tiempo que suelta mi hombro.
- La conozco. Estaba con el hombre que disparó el pájaro muerto –dice Sarez en voz baja para que solo nosotras dos, Wood y yo, le podamos eschar.
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Húmedos ojos púrpuras [libre] [3/3]
Merrigan se había tapado la boca para no reír, parecía una buena chica, tímida, y muy dolida por el peso de su maldición. Podía llegar a suponer que la limpieza y oler bien podían ser algo importante para algunas personas. Para un asesino era esencial no dejar ningún rastro olfativo, pero hacía bastante tiempo que yo no operaba para el gremio y en esos momentos, bastante tufo no me venía nada mal. Me encogí de hombros, el hecho de que fuera algo permanente tal vez fuese un poquito distrayente, pero… si oler mal era su peor defecto, entonces no había mucho problema. Las personas sólo no tenían que respirar, si es que no les gustaba, porque a mí me sabía a flores. Era algo más fuerte que yo, un instinto primitivo que me hacía querer acercarme a ella y frotarme contra todo su verde. Me costaba mucho reprimir mis ganas, tuve que secarme las babas que comenzaban a desbordarse por la comisura de mis labios.
Al parecer verme menos humana le había soltado un poco más, eso me alegraba. Recordé la pregunta de Sarez y le miré pensativa, sin estar segura de cuánto debería contarle Hay un elfo que me sigue y no sé por qué. Se ve como si odiara a todos o algo… y es muy gruñón miré a la chica que había aparecido Oh no… ella no murmuré poniéndome delante de Sarez Merrigan, esta mujer es muy violenta. Ten cuidado advertí Eso verde que viene tras ella es su pareja Icksen, aunque dice que ella es un parásito me volví a tiempo para esquivar el grueso del ataque de Genevive y darle una bofetada. Pensaba abofetearla interminablemente hasta que su maridito la contuviera, como era su costumbre. Con este par no te aburres casi que era divertido ver como siempre volvía al ataque, como un animal furioso. Estaba segura que tenía algo particular contra mí y no sabía la razón exacta.
No estaba acostumbrada a abofetear a otra mujer, así que se sintió raro que la palma de la mano me ardiese. Miré más allá y vi como el tal Willow se acercaba con sus brazos tras la cabeza, silbando. Ese elfo no era normal. Suspiré y cuando estuvo lo suficientemente cerca como para que me escuchase sin que fuera necesario gritar le acusé Seguro tú fuiste el incitador aquí. No creo que Icksen haya llegado hasta aquí por su propia voluntad. ¿Qué quieres?
- Hola ¿cómo está condesita? ¿Y el resto de ustedes? Yo bien, gracias. - además… resultaba ser un elfo irónico - Quiero llevarte de regreso por supuesto, todos queremos observarte en Sacrestic Ville- sonrió, el elfo del mal sonrió, pero fue una mueca tan fuera de lugar que me dio escalofríos. Negué con la cabeza Regresaré, de eso no hay duda, pero muy lejos de ti o de tu alce comenté, viendo cómo se acercaba ese animal empalagoso. Parecía que había adquirido el hábito de lamerme y dejarme llena de babas. Retrocedí, el animal venía corriendo hacia nosotros Has algo con tu montura elfo ordené, volví a decirle las mismas palabras como una petición, pero no parecía servir de mucho. Puse mi sonrisa invertida, no quería baba. ¿Sarez? ¿Por favor? sabía que él tenía un don con los animales, no estaba mal poner mis esperanzas en él ¿o sí?. Willow por su parte, parecía feliz de observar cómo se desarrollaban los hechos.
Al parecer verme menos humana le había soltado un poco más, eso me alegraba. Recordé la pregunta de Sarez y le miré pensativa, sin estar segura de cuánto debería contarle Hay un elfo que me sigue y no sé por qué. Se ve como si odiara a todos o algo… y es muy gruñón miré a la chica que había aparecido Oh no… ella no murmuré poniéndome delante de Sarez Merrigan, esta mujer es muy violenta. Ten cuidado advertí Eso verde que viene tras ella es su pareja Icksen, aunque dice que ella es un parásito me volví a tiempo para esquivar el grueso del ataque de Genevive y darle una bofetada. Pensaba abofetearla interminablemente hasta que su maridito la contuviera, como era su costumbre. Con este par no te aburres casi que era divertido ver como siempre volvía al ataque, como un animal furioso. Estaba segura que tenía algo particular contra mí y no sabía la razón exacta.
No estaba acostumbrada a abofetear a otra mujer, así que se sintió raro que la palma de la mano me ardiese. Miré más allá y vi como el tal Willow se acercaba con sus brazos tras la cabeza, silbando. Ese elfo no era normal. Suspiré y cuando estuvo lo suficientemente cerca como para que me escuchase sin que fuera necesario gritar le acusé Seguro tú fuiste el incitador aquí. No creo que Icksen haya llegado hasta aquí por su propia voluntad. ¿Qué quieres?
- Hola ¿cómo está condesita? ¿Y el resto de ustedes? Yo bien, gracias. - además… resultaba ser un elfo irónico - Quiero llevarte de regreso por supuesto, todos queremos observarte en Sacrestic Ville- sonrió, el elfo del mal sonrió, pero fue una mueca tan fuera de lugar que me dio escalofríos. Negué con la cabeza Regresaré, de eso no hay duda, pero muy lejos de ti o de tu alce comenté, viendo cómo se acercaba ese animal empalagoso. Parecía que había adquirido el hábito de lamerme y dejarme llena de babas. Retrocedí, el animal venía corriendo hacia nosotros Has algo con tu montura elfo ordené, volví a decirle las mismas palabras como una petición, pero no parecía servir de mucho. Puse mi sonrisa invertida, no quería baba. ¿Sarez? ¿Por favor? sabía que él tenía un don con los animales, no estaba mal poner mis esperanzas en él ¿o sí?. Willow por su parte, parecía feliz de observar cómo se desarrollaban los hechos.
Off: Me dieron el consentimiento de matar a Genevive, pero como es inmortal solo la abofetee (?)
Woodpecker
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 838
Nivel de PJ : : 6
Re: Húmedos ojos púrpuras [libre] [3/3]
El plan que tenía ideado para detener a Genevive estaba casi terminado en mi mente, ahora lo que importaba era acercarme lo suficiente "¿Como rayos corre tan rápido?" Con cada paso que daba ella mi plan iba desmoronándose, temía que a este ritmo lo único que ganásemos era una visita con los Dioses. Los acontecimientos pasaron muy rápidos como para que mi mente se detuviera a procesarlos, Genevive había sido abofeteada y eso había bastado para que bajara la velocidad, realmente la había frenado y estaba llevando su mano a la mejilla "No hay tiempo para celebrar que le pegaran, es ahora o nunca." Tomé el mayor impulso posible y salté contra la espalda de Genevive, tirándola al suelo y tomándole los brazos para que se quedase quieta.
- ¿¡Estás demente!? Primero el señor pajarillo abre el pico y ahora tu vienes a hacer estas idioteces, no sé si te he contado que aprecio que mi cabeza esté sobre mis hombros.
- Pero señor Candau ¡Esa mujer no tener nada de nuevo!
- ¿Y cuál es el problema? Ya hasta ya le creció pelo, pobrecita, comprende su enfermedad.- Aclaré mi garganta para observar a Pecker y a sus compañeros. - No es necesario usar armas, prometo que venimos en son de paz... al menos yo. - Solté lentamente los brazos de Genevive esperando que esta ya se estuviese calmando. - Peluda, no esperaba volver a verte tan pronto... o volver a verte, creí que los vampiros ya te habían podido... ya sabes...
Me levanté del suelo jalando del brazo a Genevive para que esta se parase, ahora debía pensar muy bien lo que debía decir. Analicé con cuidado al par de desconocidos, el que iba más descubierto parecía ser un elfo, sus orejas bastaban para delatarlo, pero la persona bajo la capucha era todo un misterio "Aunque hay algo extraño..."
- Tu cabello tiene un color raro. - Dije señalando a la persona con la capucha, solo podía ver un par de mechones de cabello "Aunque no parece cabello ¿Si es su cabello siquiera?" Y el cabello no solo era lo extraño, también parecía emanar un olor muy peculiar "Aunque no soy nadie para quejarme." Sufrí un escalofrío de tan solo recordar el incidente de las tripas de pescado, aquel día había aprendido a escoger mejor los sitios donde esconderme. - Y en mi defensa, el señor pajarillo mentía, juro que soy inocente. - Esta vez aquel comentario iba dirigido al elfo, esperaba que me creyese más a mí que al animal traidor.
Willfredo se venía acercando lentamente, aquel elfo parecía siempre tomárselo todo con calma y a modo de juego, no debía saber nada de los peligros de la vida "Un segundo silbas y al siguiente tienes una daga enterrada en el pulmón."
- ¿De qué hablas? Genevive y yo llegamos hasta aquí sin ayuda, íbamos de regreso a casa, Werwlow no hizo nada.
Mientras que la licántropo mantenía una charla que podía ser una disputa con el elfo, la montura de este pareció perder el control, Wood primero le ordeno a Wisper que detuviese al alce, luego al ver que nada funcionaba pareció pedírselo pero aún así el amigo "¿Son amigos?" de esta no hizo nada, haciendo que le pidiese la ayuda a alguien más "Sarez ¿Sarez es el del pelo extraño o el otro?" Aquel dato no importaba, lo que sabía es que había llegado mi momento para demostrar que no quería hacer daño, que podía ayudar y así ganar el perdón de los presentes.
Me moví rápidamente a la ruta en la que se dirigía el alce y levanté mis dos manos, en el pasado había visto como calmaban y controlaban a mucho caballos, hasta yo había montado un caballo ¿Qué diferencia había entre un caballo y un alce? "Aparte de las astas, no mucha" estaba seguro que podría manejar aquella situación.
- ¡Alto caballo! digo... ¡Alto alce! - Me mantuve firme al inicio pero vi que el animal realmente no aminoraba para nada su velocidad. - ¡Hooo, calma! - Todo aquello era inútil, un alce no era como un caballo. Ahora me encontraba congelado ¿Por qué rayos siempre trataba de ayudar? ¿Acaso no me había prometido que dejaría de ayudar para no meterme en problemas? - Amiguito...calma, por favor, detente.
- ¿¡Estás demente!? Primero el señor pajarillo abre el pico y ahora tu vienes a hacer estas idioteces, no sé si te he contado que aprecio que mi cabeza esté sobre mis hombros.
- Pero señor Candau ¡Esa mujer no tener nada de nuevo!
- ¿Y cuál es el problema? Ya hasta ya le creció pelo, pobrecita, comprende su enfermedad.- Aclaré mi garganta para observar a Pecker y a sus compañeros. - No es necesario usar armas, prometo que venimos en son de paz... al menos yo. - Solté lentamente los brazos de Genevive esperando que esta ya se estuviese calmando. - Peluda, no esperaba volver a verte tan pronto... o volver a verte, creí que los vampiros ya te habían podido... ya sabes...
Me levanté del suelo jalando del brazo a Genevive para que esta se parase, ahora debía pensar muy bien lo que debía decir. Analicé con cuidado al par de desconocidos, el que iba más descubierto parecía ser un elfo, sus orejas bastaban para delatarlo, pero la persona bajo la capucha era todo un misterio "Aunque hay algo extraño..."
- Tu cabello tiene un color raro. - Dije señalando a la persona con la capucha, solo podía ver un par de mechones de cabello "Aunque no parece cabello ¿Si es su cabello siquiera?" Y el cabello no solo era lo extraño, también parecía emanar un olor muy peculiar "Aunque no soy nadie para quejarme." Sufrí un escalofrío de tan solo recordar el incidente de las tripas de pescado, aquel día había aprendido a escoger mejor los sitios donde esconderme. - Y en mi defensa, el señor pajarillo mentía, juro que soy inocente. - Esta vez aquel comentario iba dirigido al elfo, esperaba que me creyese más a mí que al animal traidor.
Willfredo se venía acercando lentamente, aquel elfo parecía siempre tomárselo todo con calma y a modo de juego, no debía saber nada de los peligros de la vida "Un segundo silbas y al siguiente tienes una daga enterrada en el pulmón."
- ¿De qué hablas? Genevive y yo llegamos hasta aquí sin ayuda, íbamos de regreso a casa, Werwlow no hizo nada.
Mientras que la licántropo mantenía una charla que podía ser una disputa con el elfo, la montura de este pareció perder el control, Wood primero le ordeno a Wisper que detuviese al alce, luego al ver que nada funcionaba pareció pedírselo pero aún así el amigo "¿Son amigos?" de esta no hizo nada, haciendo que le pidiese la ayuda a alguien más "Sarez ¿Sarez es el del pelo extraño o el otro?" Aquel dato no importaba, lo que sabía es que había llegado mi momento para demostrar que no quería hacer daño, que podía ayudar y así ganar el perdón de los presentes.
Me moví rápidamente a la ruta en la que se dirigía el alce y levanté mis dos manos, en el pasado había visto como calmaban y controlaban a mucho caballos, hasta yo había montado un caballo ¿Qué diferencia había entre un caballo y un alce? "Aparte de las astas, no mucha" estaba seguro que podría manejar aquella situación.
- ¡Alto caballo! digo... ¡Alto alce! - Me mantuve firme al inicio pero vi que el animal realmente no aminoraba para nada su velocidad. - ¡Hooo, calma! - Todo aquello era inútil, un alce no era como un caballo. Ahora me encontraba congelado ¿Por qué rayos siempre trataba de ayudar? ¿Acaso no me había prometido que dejaría de ayudar para no meterme en problemas? - Amiguito...calma, por favor, detente.
Fredericksen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 394
Nivel de PJ : : 2
Re: Húmedos ojos púrpuras [libre] [3/3]
Woodpecker me explica lo que sucede. Un elfo le persigue. No me sorprende, no es una historia que no me haya contado antes. La mujer loba siempre ha estado rodeada de amenazas. El día que la conocí, la encontré en un estado moribundo con un dragón acechando sus pasos. Pienso en el elfo. Si sus proyectiles son aves muertas, no debería resultar un peligro mayor a un dragón. No es un buen tirador. No como yo.
-Estamos contigo –hablo por mí y por Merrigan. Ella no me contradice. Da un paso para ponerse a mi lado. Luchará junto a Woodpecker si es preciso.
Aparece una mujer en escena. Wood la describe como violenta. Merrigan envuelve sus manos de luz protectora. Pese a las advertencias de la loba, no se aleja. Detrás de la mujer se encuentra un hombre. Le reconozco. No he alcanzado a ver su rostro, pero si he notado sus finas manos sujetando mi cuerpecito y atando mis alas. El es el arquero que disparó el pájaro muerto. Le examinó de la cabeza a los pies. Busco los rasgos que le puedan delatar como elfo: piel blanquecina y orejas puntiagudas. No los encuentro. Su piel está tapada por la ropa y las orejas por su capucha. Rápidamente, relaciono a Icksen con el elfo que persigue a Wood. Desenvaino mi hacha pequeña con la mano derecha y mi daga con la izquierda. Es más rápido desenvainar mis armas de filo que preparar el arco. Estoy atento al mínimo movimiento de Icksen. No dejaré que hago daño a Wood.
-Quieto –amenazo poniendo por delante mi hacha pequeña.
No me gusta como habla Icksen ni la forma en la que trata a su amiga. Dice que viene en son de paz, yo no me lo creo. Habla como si se estuviera burlando de Wood por sus partes lobinas y de Merrigan por su maldición; como si quisiera hacerles daño por medio de la palabra.
-Cállate. No hablas bien. Calla o te cortaré la lengua –.
El último en llegar es un elfo montado en un alce. Solo habla con Woodpecker. La llama “condesita”. No sé qué significa esa palabra, imagino que por su tono de voz ha de ser un insulto. Dice que quiere capturar a Wood y llevarla a la ciudad de los vampiros; por las buenas o por las malas. Parece estar deseando que sea por las malas.
Icksen intercepta al elfo del alce. Discuten sobre la ubicación en la que estaba cada uno de ellos. Icksen insiste que viajaba de camino a casa con la mujer peligrosa. No entiendo de qué está hablando. ¿Quién quiere llevar una mujer peligrosa a su casa? Además, aquí no hay casas. A Merrigan y a mí nos gusta esté lugar porque está alejado de las casas humanas. Icksen vuelve a mentir.
-Puedo luchar, –le digo a Wood lo bastante alto para que Merrigan, a mi lado, me oiga y lo suficientemente bajo para que los extraños no alcancen a escucharme –pero no quiero hacerlo. Dejemos que se maten entre ellos –.
Cojo la mano-garra de Woodpecker sin soltar el cuchillo y corro en dirección contraria a los extrañas. Merrigan me sigue a un paso de distancia. Apunta las palmas de sus manos a los enemigos creando un escudo protector que interceptará a los posibles proyectiles. Más pájaros muertos de Icksen.
-Si tu cuerpo te molesta al correr, puedo llevarte –no estoy seguro de lo incómodo que le resulta a Wood no haberse transformado por completo.
-Estamos contigo –hablo por mí y por Merrigan. Ella no me contradice. Da un paso para ponerse a mi lado. Luchará junto a Woodpecker si es preciso.
Aparece una mujer en escena. Wood la describe como violenta. Merrigan envuelve sus manos de luz protectora. Pese a las advertencias de la loba, no se aleja. Detrás de la mujer se encuentra un hombre. Le reconozco. No he alcanzado a ver su rostro, pero si he notado sus finas manos sujetando mi cuerpecito y atando mis alas. El es el arquero que disparó el pájaro muerto. Le examinó de la cabeza a los pies. Busco los rasgos que le puedan delatar como elfo: piel blanquecina y orejas puntiagudas. No los encuentro. Su piel está tapada por la ropa y las orejas por su capucha. Rápidamente, relaciono a Icksen con el elfo que persigue a Wood. Desenvaino mi hacha pequeña con la mano derecha y mi daga con la izquierda. Es más rápido desenvainar mis armas de filo que preparar el arco. Estoy atento al mínimo movimiento de Icksen. No dejaré que hago daño a Wood.
-Quieto –amenazo poniendo por delante mi hacha pequeña.
No me gusta como habla Icksen ni la forma en la que trata a su amiga. Dice que viene en son de paz, yo no me lo creo. Habla como si se estuviera burlando de Wood por sus partes lobinas y de Merrigan por su maldición; como si quisiera hacerles daño por medio de la palabra.
-Cállate. No hablas bien. Calla o te cortaré la lengua –.
El último en llegar es un elfo montado en un alce. Solo habla con Woodpecker. La llama “condesita”. No sé qué significa esa palabra, imagino que por su tono de voz ha de ser un insulto. Dice que quiere capturar a Wood y llevarla a la ciudad de los vampiros; por las buenas o por las malas. Parece estar deseando que sea por las malas.
Icksen intercepta al elfo del alce. Discuten sobre la ubicación en la que estaba cada uno de ellos. Icksen insiste que viajaba de camino a casa con la mujer peligrosa. No entiendo de qué está hablando. ¿Quién quiere llevar una mujer peligrosa a su casa? Además, aquí no hay casas. A Merrigan y a mí nos gusta esté lugar porque está alejado de las casas humanas. Icksen vuelve a mentir.
-Puedo luchar, –le digo a Wood lo bastante alto para que Merrigan, a mi lado, me oiga y lo suficientemente bajo para que los extraños no alcancen a escucharme –pero no quiero hacerlo. Dejemos que se maten entre ellos –.
Cojo la mano-garra de Woodpecker sin soltar el cuchillo y corro en dirección contraria a los extrañas. Merrigan me sigue a un paso de distancia. Apunta las palmas de sus manos a los enemigos creando un escudo protector que interceptará a los posibles proyectiles. Más pájaros muertos de Icksen.
-Si tu cuerpo te molesta al correr, puedo llevarte –no estoy seguro de lo incómodo que le resulta a Wood no haberse transformado por completo.
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Húmedos ojos púrpuras [libre] [3/3]
Las cosas habían escalado a poco menos que una pelea, Sarez y Merrigan estaban listos para la batalla y yo era la causante. Corríamos lejos de Icksen, Genevive y Will, pese a que era todo un malentendido reía, reía a todo pulmón. Me sentía bien, me sentía viva y me sentía traviesa. Rebosante. Está bien Sarez, está bien. Podemos detenernos le dije y miré a Merrigan La chica es violenta con las mujeres, pero Icksen, la mantiene a raya… casi siempre. No son malos, creo. El elfo, Willow, no conozco sus intenciones conmigo, pero es valiente. No creo que las personas valientes sean malas ¿no? mi pregunta iba dirigida a ambos. Aunque se tienen bien merecido quedarse atrás jajaja
Me apoyé contra un árbol y eché las manos a la cintura, respirando profundamente. Las últimas veces que había corrido había sido por alguna vida, esta vez era diferente, era indescriptible. Le sonreí a ambos. Creo que el arquero de los pájaros –Icksen- es malo con las palabras, pero en el fondo es bueno. Es ofensivo sin darse cuenta. Siento haberlos metido en esto, tal vez Merrigan… ¿te incomodaría que nos alcanzaran? Porque yo creo que los volveremos a ver Dependiendo de su respuesta tal vez debería irme, porque el elfo ya había dado conmigo. Era endemoniadamente bueno rastreando, tomando en cuenta que volvía a encontrármelo en mitad de la nada, no podía ser coincidencia.
Le di un golpecito en la espalda a Sarez Tienes muy buena compañía, me gusta cómo estás ahora, me alegro mucho por los dos les sonreí. Sólo me entristecía la situación de ella. Podía sentirlo, ellos no lo habían dicho, pero eran como un solo ser. Era obvio si veías como se comunicaban con la mirada, cómo compartían el dolor con sus mismos ojos. Amanda y yo estábamos construyendo algo así, pero era más difícil, era distinto. Suspiré, pronto tendría que volver, comenzaba a molestarme estar tanto tiempo aparte de ella. Ahora que estaba alegre, mi gozo no era completo. Escuché un aleteo extraño y busqué con curiosidad el origen del sonido. ¿Qué es eso? pregunté, viendo un avecilla con cuatro alas muy pequeña, tal vez del porte de un colibrí o una mariposa grande.
Abrí mis ojos grandes, viendo como volaba hábilmente entre nosotros. Intenté atraparla, era extrañamente molesta y dócil para ser un animal silvestre. No era una experta en criaturas, pero estaba segura de nunca haber visto nada semejante. Arrugué el entrecejo, sospechando de dónde podría provenir y me volví para ver en la dirección donde habíamos perdido a los tres pesaditos. Saber que Wil no había sido el instigador me dejó un poco más contenta con él, y el Icksen ese había demostrado no ser tan malo, sólo era excéntrico.
Por algún motivo sentía que estaba siendo evadido por la Woodpecker, esperaba un recibimiento más violento, pero no que saliera corriendo. -Singular- –sonreí- Silbé para que Eide no aplastara a Fredericksen en su camino. El alce se detuvo en seco, sin embargo era tanta la velocidad que llevaba, que quedó sentado en el suelo. - Creo que no nos quieren, Fredericksen. Tal vez deberías de bañarte, hueles feo- me troné los huesos -Genevive, queremos hablar con ellos, no podremos si atacas, ¿verdad Fredericksen?- me agaché y toqué la tierra.
Cerré los ojos, concentrándome y percibí un pulso. Sabía que estaba allí, una pequeña voluntad estaba tomando forma en la arcilla. De la tierra salió mi pequeña ave - Naélie busca a Feith- mis palabras eran suaves, suaves como la creación a la que había bautizado como Naélie, sin un nombre nadie tiene un propósito. El avecilla se estiró en el suelo, soplé un poco del suspiro de vida y comenzó a volar. Salté a lomos de Eide, que parecía triste por el rechazo de la licántropo. -No hay tiempo que perder- habían muchas cosas por averiguar, por ejemplo, ¿quiénes eran esos elfos? Y ¿qué hacían en medio del bosque? La luz protectora de uno de ellos le había delatado como uno de los nuestros pero era sospechoso.
Escuché a Feith maldiciendo, esa mujer nunca iba con rodeos. Probablemente no le había gustado mi mensajero. Mi gran momento de gloria murió al ver que ella colgaba de lo alto de un árbol. Había caído en una trampa. No me sorprendía, esa mujer vivía metida en problemas.
Me apoyé contra un árbol y eché las manos a la cintura, respirando profundamente. Las últimas veces que había corrido había sido por alguna vida, esta vez era diferente, era indescriptible. Le sonreí a ambos. Creo que el arquero de los pájaros –Icksen- es malo con las palabras, pero en el fondo es bueno. Es ofensivo sin darse cuenta. Siento haberlos metido en esto, tal vez Merrigan… ¿te incomodaría que nos alcanzaran? Porque yo creo que los volveremos a ver Dependiendo de su respuesta tal vez debería irme, porque el elfo ya había dado conmigo. Era endemoniadamente bueno rastreando, tomando en cuenta que volvía a encontrármelo en mitad de la nada, no podía ser coincidencia.
Le di un golpecito en la espalda a Sarez Tienes muy buena compañía, me gusta cómo estás ahora, me alegro mucho por los dos les sonreí. Sólo me entristecía la situación de ella. Podía sentirlo, ellos no lo habían dicho, pero eran como un solo ser. Era obvio si veías como se comunicaban con la mirada, cómo compartían el dolor con sus mismos ojos. Amanda y yo estábamos construyendo algo así, pero era más difícil, era distinto. Suspiré, pronto tendría que volver, comenzaba a molestarme estar tanto tiempo aparte de ella. Ahora que estaba alegre, mi gozo no era completo. Escuché un aleteo extraño y busqué con curiosidad el origen del sonido. ¿Qué es eso? pregunté, viendo un avecilla con cuatro alas muy pequeña, tal vez del porte de un colibrí o una mariposa grande.
Abrí mis ojos grandes, viendo como volaba hábilmente entre nosotros. Intenté atraparla, era extrañamente molesta y dócil para ser un animal silvestre. No era una experta en criaturas, pero estaba segura de nunca haber visto nada semejante. Arrugué el entrecejo, sospechando de dónde podría provenir y me volví para ver en la dirección donde habíamos perdido a los tres pesaditos. Saber que Wil no había sido el instigador me dejó un poco más contenta con él, y el Icksen ese había demostrado no ser tan malo, sólo era excéntrico.
* * * Will * * *
Por algún motivo sentía que estaba siendo evadido por la Woodpecker, esperaba un recibimiento más violento, pero no que saliera corriendo. -Singular- –sonreí- Silbé para que Eide no aplastara a Fredericksen en su camino. El alce se detuvo en seco, sin embargo era tanta la velocidad que llevaba, que quedó sentado en el suelo. - Creo que no nos quieren, Fredericksen. Tal vez deberías de bañarte, hueles feo- me troné los huesos -Genevive, queremos hablar con ellos, no podremos si atacas, ¿verdad Fredericksen?- me agaché y toqué la tierra.
Cerré los ojos, concentrándome y percibí un pulso. Sabía que estaba allí, una pequeña voluntad estaba tomando forma en la arcilla. De la tierra salió mi pequeña ave - Naélie busca a Feith- mis palabras eran suaves, suaves como la creación a la que había bautizado como Naélie, sin un nombre nadie tiene un propósito. El avecilla se estiró en el suelo, soplé un poco del suspiro de vida y comenzó a volar. Salté a lomos de Eide, que parecía triste por el rechazo de la licántropo. -No hay tiempo que perder- habían muchas cosas por averiguar, por ejemplo, ¿quiénes eran esos elfos? Y ¿qué hacían en medio del bosque? La luz protectora de uno de ellos le había delatado como uno de los nuestros pero era sospechoso.
Escuché a Feith maldiciendo, esa mujer nunca iba con rodeos. Probablemente no le había gustado mi mensajero. Mi gran momento de gloria murió al ver que ella colgaba de lo alto de un árbol. Había caído en una trampa. No me sorprendía, esa mujer vivía metida en problemas.
- ave:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Woodpecker
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 838
Nivel de PJ : : 6
Re: Húmedos ojos púrpuras [libre] [3/3]
Al parecer mi bondadoso y amable gesto para neutralizar a Genevive no había ayudado, el elfo solo se había mostrado agresivo "O tal vez defensivo", tenía un hacha al frente lo cual significaba que me había visto cara de árbol, y yo sabía muy bien que los árboles y las hachas tenían una rivalidad eterna... solo que tristemente los árboles siempre perdían. El sujeto no solo empuñaba su arma lista para clavármela entre ceja y ceja, también se había limitado a amenazarme con cortarme la lengua "No de nuevo, por favor."
Podía verme reflejado en los ojos del alce, podía ver como mi vida pasaba por sus ojos, literalmente. Solo me quedaba escuchar el golpe y sentir como mi cuerpo volaba a ningún lugar especifico, para maldecir al animal que había dado final a mi vida. Por fortuna de los dioses el animal se frenó ante una señal de Wil ¿Si era tan fácil por qué no lo había hecho desde el inicio? El alce había quedado sentado, tuve que respirar unos segundos para dejarme caer de rodillas al suelo, de nuevo sobrevivía.
- ¿Bañarme de nuevo? - Pregunté mientras olfateaba mis ropas, hacía poco me había remojado en un lago... aunque tal vez había olvidado lavar bien mi abrigo. - Puede ser... no espera, mi olor no es el culpable ¿Cierto? - Me giré a donde se suponía que debían estar la loba junto a los extraños, solo que habían desaparecido.
- Yo no atacar ¡Ella pegarme!
- ¿Tú no...? Agh, Genevive, saliste corriendo como animal rabioso. - La observé un momento y luego al alce que estaba sentado. - ¡Justo como este animal!
- Yo no...
- ¡Tú sí! Debes controlarte, a este paso terminaran matándome por tu culpa.
- Yo no querer que usted muera por mi culpa.
- Si tú no querer que yo morir, tú deber controlarte. - Dije imitando la forma de hablar de la chica.- Casi me cortan la lengua ¡Otra vez! - "Aunque eso tal vez era más culpa mía que de ella."
Miré al elfo que parecía estar concentrado en algo importante, ladeé la cabeza un poco al ver como una extraña criatura emergía de la tierra "Sucios trucos elficos... creí que ya los conocía todos" Por supuesto que no, mi maestro sólo me había enseñado de cosas medicinales y que los elfos sanaban todo con saliva o algo así, pero nunca de las cosas extrañas como luces o creaciones. La cosa extraña que el elfo había invocado o creado comenzó a volar, alejándose de aquel sitio.
- El tiempo siempre se pierde, hagas lo que hagas... no es como si pudieras guardarlo en un bolsillo. - Comenté al elfo que se encontraba sobre el alce. - Pero entiendo tú punto...creo. Por cierto ¿Qué era esa extraña cosa que comenzó a volar? No recuerdo haber visto a algún otro elfo haciendo ese truco ¿Es peligroso? - No necesité respuesta del elfo, ya que todo era claro, la cosa voladora había ido una trampa para que la peluda terminara colgando de un árbol. - ¿No crees que eso fue un poco extremista? Es decir... a veces es vulgar pero ese no es motivo para sacudirle los pensamientos.
- Se lo tiene ganado.
- Tú te vas a ganar eso también si sigues con tus caracter arisco. - Tapé con una mano el sol mientras levantaba la vista a la peluda. - ¿Qué se supone que hacemos ahora Wiliam? Por lo general los animales que cuelgan de árboles acaban con el pescuezo rajado... no me digas que ese era tú plan.- Negué un poco con la cabeza y desenfundé el arco, apuntando con cuidado a la trampa que sujetaba a la loba "Sólo espero no darle en la pierna por error."
Podía verme reflejado en los ojos del alce, podía ver como mi vida pasaba por sus ojos, literalmente. Solo me quedaba escuchar el golpe y sentir como mi cuerpo volaba a ningún lugar especifico, para maldecir al animal que había dado final a mi vida. Por fortuna de los dioses el animal se frenó ante una señal de Wil ¿Si era tan fácil por qué no lo había hecho desde el inicio? El alce había quedado sentado, tuve que respirar unos segundos para dejarme caer de rodillas al suelo, de nuevo sobrevivía.
- ¿Bañarme de nuevo? - Pregunté mientras olfateaba mis ropas, hacía poco me había remojado en un lago... aunque tal vez había olvidado lavar bien mi abrigo. - Puede ser... no espera, mi olor no es el culpable ¿Cierto? - Me giré a donde se suponía que debían estar la loba junto a los extraños, solo que habían desaparecido.
- Yo no atacar ¡Ella pegarme!
- ¿Tú no...? Agh, Genevive, saliste corriendo como animal rabioso. - La observé un momento y luego al alce que estaba sentado. - ¡Justo como este animal!
- Yo no...
- ¡Tú sí! Debes controlarte, a este paso terminaran matándome por tu culpa.
- Yo no querer que usted muera por mi culpa.
- Si tú no querer que yo morir, tú deber controlarte. - Dije imitando la forma de hablar de la chica.- Casi me cortan la lengua ¡Otra vez! - "Aunque eso tal vez era más culpa mía que de ella."
Miré al elfo que parecía estar concentrado en algo importante, ladeé la cabeza un poco al ver como una extraña criatura emergía de la tierra "Sucios trucos elficos... creí que ya los conocía todos" Por supuesto que no, mi maestro sólo me había enseñado de cosas medicinales y que los elfos sanaban todo con saliva o algo así, pero nunca de las cosas extrañas como luces o creaciones. La cosa extraña que el elfo había invocado o creado comenzó a volar, alejándose de aquel sitio.
- El tiempo siempre se pierde, hagas lo que hagas... no es como si pudieras guardarlo en un bolsillo. - Comenté al elfo que se encontraba sobre el alce. - Pero entiendo tú punto...creo. Por cierto ¿Qué era esa extraña cosa que comenzó a volar? No recuerdo haber visto a algún otro elfo haciendo ese truco ¿Es peligroso? - No necesité respuesta del elfo, ya que todo era claro, la cosa voladora había ido una trampa para que la peluda terminara colgando de un árbol. - ¿No crees que eso fue un poco extremista? Es decir... a veces es vulgar pero ese no es motivo para sacudirle los pensamientos.
- Se lo tiene ganado.
- Tú te vas a ganar eso también si sigues con tus caracter arisco. - Tapé con una mano el sol mientras levantaba la vista a la peluda. - ¿Qué se supone que hacemos ahora Wiliam? Por lo general los animales que cuelgan de árboles acaban con el pescuezo rajado... no me digas que ese era tú plan.- Negué un poco con la cabeza y desenfundé el arco, apuntando con cuidado a la trampa que sujetaba a la loba "Sólo espero no darle en la pierna por error."
Fredericksen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 394
Nivel de PJ : : 2
Re: Húmedos ojos púrpuras [libre] [3/3]
Wood hace que nos detengamos. Nos hemos alejados varios metros de nuestros perseguidores. Estamos tan lejos que no alcanzo a distinguir a la mujer del arquero de pájaros muertos. El elfo destaca por estar montado en su cornudo animal. Wood insiste sobre la bondad de los perseguidores. Confío en ella, pero soy incapaz de creerla. Un hombre que daña a sus amigos, habla mal y dispara animales muertos no puede ser una buena persona. Considero que Icksen es la peor persona de su grupo. La primera mujer arremetió contra nosotros sin piedad y sin preguntar, atacó de frente y de forma que yo lo pude entender. El arquero de animales muertos utilizó sus palabras como arma. Se burló de la condición de media-loba de Woodpecker y de la maldición de Merrigan. No puedo aceptar su bondad. Tiene que demostrarla y hasta ahora no lo ha hecho.
Bajo la cabeza en un gesto sumiso. Confío en Wood, no puedo decirle que soy incapaz de creer en sus palabras.
Alargo mi mano para dar la mano a Merrigan. Mi magia de sanación le ayudará a reponer fuerzas. Ella no recibe mi mano, la ignora. Se queda plantada en el mismo lugar, con los brazos pegados al torso. Respira de manera pesada, le falta el aliento. La maldición de las esporas le hace sentir débil. Se cansa con facilidad, pero no quiere recibir ayuda.
Tengo la sensación que Merrigan está más alejada que nuestros perseguidores. Sus pensamientos se encuentran en un mundo que desconozco y que temo. Wood dice que se alegra saber que viajo con Merrigan. Me pregunto mentalmente si yo también me alegro de viajar con ella. Se me hace muy difícil. Este año ha sido muy difícil. Cuanto más he intentado acercarme a Merrigan, ella más se ha alejado. Con maldición y sin maldición. Antes no era diferente. Antes me decía con voz dulce que me detuviera. Ahora utiliza una nota aguda de su arpa.
—Compañía. —digo sin pensar.
Merrigan gira su cabeza y me mira de frente. Vigila lo que pueda estar a punto de decir. Una mala palabra y siento que la perderé para siempre.
—¿Tú viajas con compañía? —le pregunto a Wood. No me refiero a sus amigos. Conozco al dragón Athos. Era un buen compañero, pero no es la compañía por la que yo estoy preguntado.
Un pájaro de cuatro alas vuela alrededor de nosotros tres. Parece ser un cisne en miniatura con alas de colibrí. Jamás había visto un animal tan extraño. Merrigan siente la misma curiosidad que yo. Se destapaba la cabeza para poder ver mejor al pájaro.
—Es hermoso. — dice Merrigan. —No sé lo que es, pero me gustaría saberlo. —
Desliza su mano derecha hacia su espalda, hacia las cuerdas de su arpa. Raspa un par de cuerdas, la nota que produce es suave y ligera. La música, el hechizo, va dirigida al ave. El movimiento de sus alas se vuelve más lento, me da la impresión de que está flotando en el aire.
—Ahora podemos observarle mejor. —anuncia Merrigan con una sonrisa. —Si lo he hecho bien, el pajarito no se separará por mucho de mi arpa —.
—Es nuevo. Ninguno sabemos qué es. Puede que no tenga nombre— miro hacia el lugar donde hemos dejado a nuestros perseguidores, están entretenidos discutiendo entre ellos. Nosotros nos entretenemos viendo a un diminuto cisne con alas de colibrí —Pongámosle un nuevo nombre—.
Bajo la cabeza en un gesto sumiso. Confío en Wood, no puedo decirle que soy incapaz de creer en sus palabras.
Alargo mi mano para dar la mano a Merrigan. Mi magia de sanación le ayudará a reponer fuerzas. Ella no recibe mi mano, la ignora. Se queda plantada en el mismo lugar, con los brazos pegados al torso. Respira de manera pesada, le falta el aliento. La maldición de las esporas le hace sentir débil. Se cansa con facilidad, pero no quiere recibir ayuda.
Tengo la sensación que Merrigan está más alejada que nuestros perseguidores. Sus pensamientos se encuentran en un mundo que desconozco y que temo. Wood dice que se alegra saber que viajo con Merrigan. Me pregunto mentalmente si yo también me alegro de viajar con ella. Se me hace muy difícil. Este año ha sido muy difícil. Cuanto más he intentado acercarme a Merrigan, ella más se ha alejado. Con maldición y sin maldición. Antes no era diferente. Antes me decía con voz dulce que me detuviera. Ahora utiliza una nota aguda de su arpa.
—Compañía. —digo sin pensar.
Merrigan gira su cabeza y me mira de frente. Vigila lo que pueda estar a punto de decir. Una mala palabra y siento que la perderé para siempre.
—¿Tú viajas con compañía? —le pregunto a Wood. No me refiero a sus amigos. Conozco al dragón Athos. Era un buen compañero, pero no es la compañía por la que yo estoy preguntado.
Un pájaro de cuatro alas vuela alrededor de nosotros tres. Parece ser un cisne en miniatura con alas de colibrí. Jamás había visto un animal tan extraño. Merrigan siente la misma curiosidad que yo. Se destapaba la cabeza para poder ver mejor al pájaro.
—Es hermoso. — dice Merrigan. —No sé lo que es, pero me gustaría saberlo. —
Desliza su mano derecha hacia su espalda, hacia las cuerdas de su arpa. Raspa un par de cuerdas, la nota que produce es suave y ligera. La música, el hechizo, va dirigida al ave. El movimiento de sus alas se vuelve más lento, me da la impresión de que está flotando en el aire.
—Ahora podemos observarle mejor. —anuncia Merrigan con una sonrisa. —Si lo he hecho bien, el pajarito no se separará por mucho de mi arpa —.
—Es nuevo. Ninguno sabemos qué es. Puede que no tenga nombre— miro hacia el lugar donde hemos dejado a nuestros perseguidores, están entretenidos discutiendo entre ellos. Nosotros nos entretenemos viendo a un diminuto cisne con alas de colibrí —Pongámosle un nuevo nombre—.
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Húmedos ojos púrpuras [libre] [3/3]
Dejé de mirar hacia el lugar donde dejamos a Icksen y compañía y me volví hacia Sarez, Merrigan había hecho algo con sus dotes élficas para observar mejor al bichajo Sí Sarez, yo también tengo a mi Merrigan en mi rostro se dibujó una sonrisa mientras miraba a su compañera: la elfa con la maldición del color verde y del olor, olía para mí igual -o mejor- que mi Amanda para mí. Pero mi Merrigan se llama Amanda, a veces se me hace difícil estar mucho tiempo cerca de ella. Huele fatal Me mordí la boca, quería dar mi cabeza contra una piedra, me apresuré a explicar antes de que la elfa se sintiera peor Amanda es una vampiresa, para mí es difícil… estar todo el tiempo a su lado, pero no la cambiaría por nada esperaba estar echándole una mano a Sarez y no al revés.
Estaba en blanco con el tema de los nombres, y dada mi metida de pata épica, preferí dejarle el asunto al par de tortolos para que estuvieran a solas un rato. Me subí a una rama para ver si habían más de ese extraño ser, pero no vi otra cosa que verde. El aire de las alturas me trajo una nueva esencia, me moví entre las ramas y bajé por otro árbol, iba a contarle a Sarez y Merrigan de mi descubrimiento cuando toqué el suelo y salí disparada al cielo de nuevo, esta vez metida dentro de una trampa. La red era fuerte, parecía estar hecha para cazar animales de peso. ¡Maldición! No puedo tener ni siquiera un día de tranquilidad. ¿Por qué siempre todo yo? Estúpidas trampas, estúpidos tramperos. ¡A ver si son tan valientes de encararme frente a frente! Volví a usar el control de la matamorfosis mi piel volvió a ser totalmente humana, solo que ahora lo que era animal eran mis brazos y garras. Intenté romper en vano la cuerda.
-Pero qué tenemos aquí… una lobita. Chicos, encárguense de ella. Lo haremos como siempre
La mujer había aparecido desde la rama de otro árbol, seguida por el tufo que olfatee minutos atrás. Los muy malditos estaban bien escondidos. Eran cazadores de licántropos, los creía extintos a esos desgraciados, pero evidentemente me había equivocado. Tres hombres rata salieron de diferentes posiciones y comenzaron a arrastrarme, uno de ellos parecía tener más rango Se van a arrepentir de esto advertí, mi voz grave y parca. No podía perder la calma o me perdería a mí misma. Las ratas me ignoraron, pero la mujer repitió mis palabras, modulando su voz. Me volví hacia ella exasperada, con un insulto a flor de boca, pero lo que vi me silenció. No de nuevo murmuré, viendo como su espalda peluda desaparecía por entre las ramas por las que había llegado.
Miré los alrededores y sentí que se me ponía la piel de gallina, ni siquiera intenté luchar, no podía. Adentrados en la oscuridad del bosque podía distinguir muchos licántropos, entre ellos un lobo negro. No puede ser…
- Es un guardián, se puede decir que hay una rama de elfos que podemos animar arcilla con nuestra luz, para que nos proteja. Este que cree no es peligroso, por ahora- Fredericksen era un hombre impresionable, problemático, bastante oscuro y con una personalidad particular, pero me agradaba. Aunque más me agradaba Genevive, con toda su pasión por él. Me quedé observando a la condesita mientras nos acercábamos, Fredericksen tenía razón, aunque estaba suponiendo mal, yo no tenía nada que ver en eso ¿por qué todos siempre pensaban mal de mí?
- No fui yo el de la red. Aunque podríamos aprovechar para ver qué le hacen y cómo responde- secretamente me gustaba ver cómo ella lidiaba con las situaciones límite.- Si le rajan el cuello siempre puedo arreglárselo- moví mis dedos como si cada uno tuviera vida propia y reí - Está bien está bien, deberíamos empezar por acercarnos ¿no? Es extraño que sus acompañantes no hayan intervenido aún ¿no te parece? El elfo daba la impresión de ser bastante celoso…- Chasquee los dedos e hice que el ave volviera con Feith, en primer lugar, nunca debió haberse desaparecido, me preguntaba si algo andaba mal con mi arte, o si Naélie había nacido fallada. Tal vez estuviera por agriparme y por eso estaba teniendo resultados inesperados a la distancia. Sabía que técnicamente no debía tener al guardián tan lejos pero inicialmente sólo había nacido para sacar de sus casillas a la licántropo. Ahora las cosas eran un poco más serias.
Me bajé de Eide y comencé a moverme sigilosamente. Fredericksen era menos retorcido que yo, debería de cuidarme y observar su comportamiento. No quería terminar de la misma forma que en nuestra última aventura vampirezca. La loba había dejado de luchar y se dejaba transportar por tres hombres bestia. No daba crédito a mis ojos.
Off: Di uso de mi habilidad de control de la metamorfosis
El momento de la verdad ha llegado òwó. Yo me imaginé la situación con 2 brujos y tres hombres bestia.
-Metamórfaga
- Ilusionista que hace que Wood crea ver muchos licántropos
…y pues… que la situación nos guíe? ¿y la fuerza esté con nosotros? ô.ó?
Estaba en blanco con el tema de los nombres, y dada mi metida de pata épica, preferí dejarle el asunto al par de tortolos para que estuvieran a solas un rato. Me subí a una rama para ver si habían más de ese extraño ser, pero no vi otra cosa que verde. El aire de las alturas me trajo una nueva esencia, me moví entre las ramas y bajé por otro árbol, iba a contarle a Sarez y Merrigan de mi descubrimiento cuando toqué el suelo y salí disparada al cielo de nuevo, esta vez metida dentro de una trampa. La red era fuerte, parecía estar hecha para cazar animales de peso. ¡Maldición! No puedo tener ni siquiera un día de tranquilidad. ¿Por qué siempre todo yo? Estúpidas trampas, estúpidos tramperos. ¡A ver si son tan valientes de encararme frente a frente! Volví a usar el control de la matamorfosis mi piel volvió a ser totalmente humana, solo que ahora lo que era animal eran mis brazos y garras. Intenté romper en vano la cuerda.
-Pero qué tenemos aquí… una lobita. Chicos, encárguense de ella. Lo haremos como siempre
La mujer había aparecido desde la rama de otro árbol, seguida por el tufo que olfatee minutos atrás. Los muy malditos estaban bien escondidos. Eran cazadores de licántropos, los creía extintos a esos desgraciados, pero evidentemente me había equivocado. Tres hombres rata salieron de diferentes posiciones y comenzaron a arrastrarme, uno de ellos parecía tener más rango Se van a arrepentir de esto advertí, mi voz grave y parca. No podía perder la calma o me perdería a mí misma. Las ratas me ignoraron, pero la mujer repitió mis palabras, modulando su voz. Me volví hacia ella exasperada, con un insulto a flor de boca, pero lo que vi me silenció. No de nuevo murmuré, viendo como su espalda peluda desaparecía por entre las ramas por las que había llegado.
Miré los alrededores y sentí que se me ponía la piel de gallina, ni siquiera intenté luchar, no podía. Adentrados en la oscuridad del bosque podía distinguir muchos licántropos, entre ellos un lobo negro. No puede ser…
* * * Willow * * *
- Es un guardián, se puede decir que hay una rama de elfos que podemos animar arcilla con nuestra luz, para que nos proteja. Este que cree no es peligroso, por ahora- Fredericksen era un hombre impresionable, problemático, bastante oscuro y con una personalidad particular, pero me agradaba. Aunque más me agradaba Genevive, con toda su pasión por él. Me quedé observando a la condesita mientras nos acercábamos, Fredericksen tenía razón, aunque estaba suponiendo mal, yo no tenía nada que ver en eso ¿por qué todos siempre pensaban mal de mí?
- No fui yo el de la red. Aunque podríamos aprovechar para ver qué le hacen y cómo responde- secretamente me gustaba ver cómo ella lidiaba con las situaciones límite.- Si le rajan el cuello siempre puedo arreglárselo- moví mis dedos como si cada uno tuviera vida propia y reí - Está bien está bien, deberíamos empezar por acercarnos ¿no? Es extraño que sus acompañantes no hayan intervenido aún ¿no te parece? El elfo daba la impresión de ser bastante celoso…- Chasquee los dedos e hice que el ave volviera con Feith, en primer lugar, nunca debió haberse desaparecido, me preguntaba si algo andaba mal con mi arte, o si Naélie había nacido fallada. Tal vez estuviera por agriparme y por eso estaba teniendo resultados inesperados a la distancia. Sabía que técnicamente no debía tener al guardián tan lejos pero inicialmente sólo había nacido para sacar de sus casillas a la licántropo. Ahora las cosas eran un poco más serias.
Me bajé de Eide y comencé a moverme sigilosamente. Fredericksen era menos retorcido que yo, debería de cuidarme y observar su comportamiento. No quería terminar de la misma forma que en nuestra última aventura vampirezca. La loba había dejado de luchar y se dejaba transportar por tres hombres bestia. No daba crédito a mis ojos.
Off: Di uso de mi habilidad de control de la metamorfosis
El momento de la verdad ha llegado òwó. Yo me imaginé la situación con 2 brujos y tres hombres bestia.
-Metamórfaga
- Ilusionista que hace que Wood crea ver muchos licántropos
- líder ratoso y ratatuiles random:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
…y pues… que la situación nos guíe? ¿y la fuerza esté con nosotros? ô.ó?
Woodpecker
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 838
Nivel de PJ : : 6
Re: Húmedos ojos púrpuras [libre] [3/3]
la explicación del elfo era razonable, aquello que había salido del suelo resultaba ser un guardián y por afirmación del mismo resultaba que no resultaba peligroso "Por ahora, recuerda que dijo por ahora." Estaba por soltar la flecha para liberar a Pecker cuando el elfo soltó un dato interesante, dato que me hizo bajar el arco y la flecha.
- ¿En serio puedes arreglar una herida tan seria? Por lo que había aprendido, la sangre perdida de una herida así solo conlleva a bailar con los Dioses ¿Entiendes lo que digo?
- ¿Bailar con los Dioses?
- Si Genevive, la despachan al otro lado, la matan.
- Ojala baile con los Dioses.
Suspiré enfundando el carcaj, no me extrañaba que hubiese sido la chica quien no comprendía lo que decía, como era de costumbre. Las siguientes acotaciones del elfo eran sensatas de igual modo, al parecer aún quería seguirle los pasos a brazo peludo después de todo y de igual manera mencionó algo bastante curioso.
- ¿Y si sus compañeros también fueron capturados? O peor aún... ¿Si ellos fueron quienes la encerraron? Suena lógico, la alejan para luego capturarla y matarla, aunque no tiene sentido que la encierren en una red por los aires, podían pegarle con algo en la cabeza y dejarla inconsciente.
El elfo bajó del alce y comenzó a moverse con calma entre la maleza, si hubiese tenido un traje verde y tan elegante como el mío pasar desapercibido le hubiese sido de gran facilidad sin dudarlo. Al pasar junto al alce mascota del elfo le di un par de suaves palmadas en el costado, esperaba que esta vez aquel ser se quedase tranquilo y no causara problemas "Hablando de animales problematicos."
- Genevive, necesito decirte algo muy importante, espero que prestes atención.
- ¿Qué suceder señor Candau?
- Necesito que te controles, no hagas estupideces de nuevo por favor... No quiero tener que tirarte al suelo.
- De acuerdo, creo que entender
Avancé con cuidado junto al elfo y a la chica alejando una que otra rama del paso, por lo que podía ver aquel camino había estado virgen por un tiempo, no había rastro alguno. Cuando levanté la mirada para hallar a la elfa me topé con una imagen algo extraña y peculiar, seres parecidos a las ratas pero del tamaño de un niño la estaban arrastrando " ¿Volví a consumir alucinógenos? No, imposible, hace tiempo que no muerdo setas."
- Wil, dime por favor que no soy solo yo el que ve eso. - Le susurré al elfo apuntando a las ratas. - ¿Por qué unas ratas la arrastran? No no, espera, tengo una mejor pregunta ¿Debemos intervenir de una vez o esperar que la lleven a la madriguera? Si es que tienen una.
La respuesta del elfo era crucial para saber cómo actuar, si él consideraba que era buena idea lo podía seguir, tal vez disparar desde la hierba para desmoralizarlos o desconcentrarlos. Aunque ahora tenía otra duda ¿Donde rayos estaban metidos los "amigos" de Pecker? Ahora temía que realmente aquellos elfos hubiesen sido parte de un plan conspirativo para matar a la loba, como de costumbre los extraños nunca planeaban nada buenos " Y como siempre, los elfos son los problematicos."
- ¿En serio puedes arreglar una herida tan seria? Por lo que había aprendido, la sangre perdida de una herida así solo conlleva a bailar con los Dioses ¿Entiendes lo que digo?
- ¿Bailar con los Dioses?
- Si Genevive, la despachan al otro lado, la matan.
- Ojala baile con los Dioses.
Suspiré enfundando el carcaj, no me extrañaba que hubiese sido la chica quien no comprendía lo que decía, como era de costumbre. Las siguientes acotaciones del elfo eran sensatas de igual modo, al parecer aún quería seguirle los pasos a brazo peludo después de todo y de igual manera mencionó algo bastante curioso.
- ¿Y si sus compañeros también fueron capturados? O peor aún... ¿Si ellos fueron quienes la encerraron? Suena lógico, la alejan para luego capturarla y matarla, aunque no tiene sentido que la encierren en una red por los aires, podían pegarle con algo en la cabeza y dejarla inconsciente.
El elfo bajó del alce y comenzó a moverse con calma entre la maleza, si hubiese tenido un traje verde y tan elegante como el mío pasar desapercibido le hubiese sido de gran facilidad sin dudarlo. Al pasar junto al alce mascota del elfo le di un par de suaves palmadas en el costado, esperaba que esta vez aquel ser se quedase tranquilo y no causara problemas "Hablando de animales problematicos."
- Genevive, necesito decirte algo muy importante, espero que prestes atención.
- ¿Qué suceder señor Candau?
- Necesito que te controles, no hagas estupideces de nuevo por favor... No quiero tener que tirarte al suelo.
- De acuerdo, creo que entender
Avancé con cuidado junto al elfo y a la chica alejando una que otra rama del paso, por lo que podía ver aquel camino había estado virgen por un tiempo, no había rastro alguno. Cuando levanté la mirada para hallar a la elfa me topé con una imagen algo extraña y peculiar, seres parecidos a las ratas pero del tamaño de un niño la estaban arrastrando " ¿Volví a consumir alucinógenos? No, imposible, hace tiempo que no muerdo setas."
- Wil, dime por favor que no soy solo yo el que ve eso. - Le susurré al elfo apuntando a las ratas. - ¿Por qué unas ratas la arrastran? No no, espera, tengo una mejor pregunta ¿Debemos intervenir de una vez o esperar que la lleven a la madriguera? Si es que tienen una.
La respuesta del elfo era crucial para saber cómo actuar, si él consideraba que era buena idea lo podía seguir, tal vez disparar desde la hierba para desmoralizarlos o desconcentrarlos. Aunque ahora tenía otra duda ¿Donde rayos estaban metidos los "amigos" de Pecker? Ahora temía que realmente aquellos elfos hubiesen sido parte de un plan conspirativo para matar a la loba, como de costumbre los extraños nunca planeaban nada buenos " Y como siempre, los elfos son los problematicos."
Fredericksen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 394
Nivel de PJ : : 2
Re: Húmedos ojos púrpuras [libre] [3/3]
Sarez pone su pequeña hacha por delante mientras que con la mano izquierda me indica que me eche a un lado; cosa que no estoy dispuesta a hacer. Esta nueva gente, la bruja y los hombres ratas, no pueden herirme más de lo que ya estoy. Mi piel es del color de un cadáver putrefacto, apesto como tal y a veces pienso que ya estoy muerta. No tengo nada que perder. Bajo mi arpa y juego con las cuerdas. Cubro la mano de Sarez con un orbe de luz y la empujo suavemente hacia los nuevos enemigos. No tiene que preocuparse por mí, sé defenderme. Sarez gira la cabeza, me ve durante un segundo y agacha la cabeza en un gesto de sumisión. Me conoce, sabe que si discute conmigo estará perdiendo un tiempo valioso que podría estar utilizando en salvar en su amiga. Adelante Sarez, ayuda a Woodpecker y déjame sola. Es lo que quieres. Me lo has demostrado. A ella le llamas “amiga” y a mí “compañera”.
Me quito la capucha de la cabeza para tener una mejor visibilidad de lo que sucede en mi alrededor. Veo a Sarez arremeter contra un hombre rata. La bestia combate con una lanza que le dobla el tamaño. Sarez utiliza el hacha pequeña para interponer los ataques de la lanza y la daga para golpear a la rata. Espera a que ella ataque primero, una vez consigue detener el primer ataque, se impulso hacia delante realiza un rápido movimiento con la mano izquierda hacia el cuello de la rata. Repite la misma técnica una y otra vez. No se detiene. Espera una oportunidad perfecta. Casi la consigue. Le ayudo a obtenerla. Toco las cuerdas de mi arpa conjurando un hechizo en forma de canción. La música suena diferente para cada persona, es un reflejo de lo que siento hacia a ella.
La rata se despista. Afloja su arma y tropieza con sus propios pies. Mi jaqueca le produce una horrible jaqueca, un martilleo constante que le entorpece y desquicia. A Sarez, sin embargo, le proyecto una agradable melodía que se intercala con firmes golpes de celos. Hago que se mueva más rápido y sus ataques sean más diestros. Las manos de Sarez resplandecen con una luz blanca azulada. Él usa su propia magia. Degüella a la primera rápida sin mucho esfuerzo. Las otras dos no se deciden a combatir con él. Están más preocupados por los dolores de cabeza que les proyecto con mi música. Sarez esconde sus armas de corto alcance y pasa a utilizar su arco. ¡Adelante! Le animo con la melodía que le dedico. Dispara contra una de las ratas. Su puntería es certera, la flecha le atraviesa el cráneo y la rata se desploma contra el suelo. Eso fue lo que creíamos. Una vez el cuerpo tocó la tierra, se convirtió en cenizas y las cenizas se esfumaron con el viento. Era parte de las ilusiones de la bruja. Si aquella era falsa, ¿dónde estaban las auténticas? Una detrás de mí y la otra justo en frente de Sarez, ambas habían sido ocultadas para nuestros ojos. Sarez me protege y yo le protejo a él. Dispara una flecha hacia la rata de mi espalda justo en el momento que ésta se dispone a rajarme el cuello. La flecha impacta a la cabeza. Esta vez, la rata no se desvanece a tocar la tierra. De la otra me ocupo yo. La música que escucha es tan estridente que cae de rodillas al suelo. Chilla como si le estuviera aplastando los tímpanos. Creo que puedo hacerle gritar más. Un líquido carmesí fluye por sus orejas, sangre. No sabía que mi música podría matar a alguien. Me sorprende ver la sangre, pero no permito que la impresión me detenga. Mi melodía le enloquecerá por completo, eso si no le mato antes.
Descubro que estoy proyectando mis oscuros sentimientos a los rivales. En un rincón oculto de mi corazón, siento que estoy disfrutando al dañar a las ratas. Lloro sin dejar de tocar las notas. La canción que escucha Sarez ahora es melancólica con finos toques agudos que resuelven mi lo asustada que estoy. Necesito su abrazo, pero a la vez se lo niego. La bruja. Concéntrate en la bruja ilusionista. Se está llevando a tu amiga. Yo no soy tu amiga. Ayuda a Woodpecker y no te preocupes por mis lágrimas.
Offrol:
Uso la habilidad de nivel 3 de Merrigan: Canción de Juicio. Proyecto una melodía diferente según lo que sienta hacia esa persona. La canción también os afectará a vosotros, por estar lo suficiente cerca. ¿Qué melodía escucháis? :^D
Uso la habilidad de nivel 1 de Sarez: Concentración.
Me quito la capucha de la cabeza para tener una mejor visibilidad de lo que sucede en mi alrededor. Veo a Sarez arremeter contra un hombre rata. La bestia combate con una lanza que le dobla el tamaño. Sarez utiliza el hacha pequeña para interponer los ataques de la lanza y la daga para golpear a la rata. Espera a que ella ataque primero, una vez consigue detener el primer ataque, se impulso hacia delante realiza un rápido movimiento con la mano izquierda hacia el cuello de la rata. Repite la misma técnica una y otra vez. No se detiene. Espera una oportunidad perfecta. Casi la consigue. Le ayudo a obtenerla. Toco las cuerdas de mi arpa conjurando un hechizo en forma de canción. La música suena diferente para cada persona, es un reflejo de lo que siento hacia a ella.
La rata se despista. Afloja su arma y tropieza con sus propios pies. Mi jaqueca le produce una horrible jaqueca, un martilleo constante que le entorpece y desquicia. A Sarez, sin embargo, le proyecto una agradable melodía que se intercala con firmes golpes de celos. Hago que se mueva más rápido y sus ataques sean más diestros. Las manos de Sarez resplandecen con una luz blanca azulada. Él usa su propia magia. Degüella a la primera rápida sin mucho esfuerzo. Las otras dos no se deciden a combatir con él. Están más preocupados por los dolores de cabeza que les proyecto con mi música. Sarez esconde sus armas de corto alcance y pasa a utilizar su arco. ¡Adelante! Le animo con la melodía que le dedico. Dispara contra una de las ratas. Su puntería es certera, la flecha le atraviesa el cráneo y la rata se desploma contra el suelo. Eso fue lo que creíamos. Una vez el cuerpo tocó la tierra, se convirtió en cenizas y las cenizas se esfumaron con el viento. Era parte de las ilusiones de la bruja. Si aquella era falsa, ¿dónde estaban las auténticas? Una detrás de mí y la otra justo en frente de Sarez, ambas habían sido ocultadas para nuestros ojos. Sarez me protege y yo le protejo a él. Dispara una flecha hacia la rata de mi espalda justo en el momento que ésta se dispone a rajarme el cuello. La flecha impacta a la cabeza. Esta vez, la rata no se desvanece a tocar la tierra. De la otra me ocupo yo. La música que escucha es tan estridente que cae de rodillas al suelo. Chilla como si le estuviera aplastando los tímpanos. Creo que puedo hacerle gritar más. Un líquido carmesí fluye por sus orejas, sangre. No sabía que mi música podría matar a alguien. Me sorprende ver la sangre, pero no permito que la impresión me detenga. Mi melodía le enloquecerá por completo, eso si no le mato antes.
Descubro que estoy proyectando mis oscuros sentimientos a los rivales. En un rincón oculto de mi corazón, siento que estoy disfrutando al dañar a las ratas. Lloro sin dejar de tocar las notas. La canción que escucha Sarez ahora es melancólica con finos toques agudos que resuelven mi lo asustada que estoy. Necesito su abrazo, pero a la vez se lo niego. La bruja. Concéntrate en la bruja ilusionista. Se está llevando a tu amiga. Yo no soy tu amiga. Ayuda a Woodpecker y no te preocupes por mis lágrimas.
Offrol:
Uso la habilidad de nivel 3 de Merrigan: Canción de Juicio. Proyecto una melodía diferente según lo que sienta hacia esa persona. La canción también os afectará a vosotros, por estar lo suficiente cerca. ¿Qué melodía escucháis? :^D
Uso la habilidad de nivel 1 de Sarez: Concentración.
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Húmedos ojos púrpuras [libre] [3/3]
No era feliz ¿feliz? Esa palabra era muy grande, abarcaba demasiados prejuicios. Empezaré de nuevo: estaba sorprendida al punto del no reconocimiento. Mi corazón, más que detenerse, se enfrió junto con la sangre del resto de mi cuerpo; después comenzó a bailar algo nunca antes visto, porque era de una que arrancaba a toda velocidad, se detenía y continuaba arremetiendo con constancia por momentos y llevando movimientos propios e irregulares por otros. Parecía que tuviera vida propia y quisiera salirse de mi pecho. Me refregué los ojos, ignorando los movimientos de las ratas y los golpes que me llevaba con su arrastre. ¿Alexein? llamé Alex… susurré. Claro que me llamó la atención que no me contestase, ni que saliese de las sombras. Aunque no me sorprendió, es decir, si tu prometida te da por muerto e inicia otra vida…
Nos acercábamos a los lobos, no podía esperar, tenía los ojos llorosos. Pero una extraña melodía me distrajo un segundo ¡sólo un segundo! Al regresar mi vista hacia el bosque no vi más que oscuridad. Busqué con mi nariz cualquier indicio o rastro, pero no encontré nada, sólo el vil olor a bosque. Me cubrí los ojos, intentaba no llorar. La música era dulce, primero solitaria, luego con arrebatos pasionales, pero una bella composición en general…melodiosa, se hacía lejana y difusa, al igual que el sonido de una escaramuza. ¡Mierda! casi grité, mientras hacía por agarrarme de lo primero que encontrara para detener a la rata superdesarrollada, o enana, si lo pensaba en términos humanos Ey tú, si me sueltas te daré buena pasta, más de lo que sacarías si me vendieras tú solo, sin tus compañeros. Te estoy dando una excelente oportunidad aseveré, usando un tono suave, conquistador. Quería convencerlo.
La música no se había detenido, su dulzura de a ratos se perdía entre algunos arrebatos que parecían acusaciones. Era como si quien estuviera tocándola, me estuviera contando los ecos de una vida pasada mientras me envolvía con un sentimiento nostálgico. El final fue lento, una muerte. La rata, que se había detenido dubitativa, dio un jalón a la red y continuó arrastrándome como si con ello fuera a demostrar más fuerza o violencia. Sentí que me ganaba la bestia, el tic en el ojo –mi forma de medir el control- se había vuelto difícil de controlar, era como si mi corazón se hubiera trasladado a la vena del ojo. Libérame ordené, apretando los dientes con tanta violencia que mi cuerpo entero comenzaba a temblar. El hombre me ignoró, continuó arrastrando la red, como si fueran pesadas cadenas de la más grande tortura. Liberé al lobo bípedo y dejé que el asalto salvaje fuera su último recuerdo, fue un efecto casi melodramático. Salté y caí sobre él con la red aún envolviéndome.
La rata era suave, no tuvo tiempo de defenderse. Mis colmillos quebraron su cuello con tanta facilidad que por un momento me dio lastima. Después recordé que lo estaba liberando de las cadenas que le ataban, o de la red que tan pesadamente cargaba, y se me pasó. Intenté deshacerme de la red con mi nueva fuerza, pero no funcionó. Recién entonces me percaté que el extraño pájaro estaba cerca de mí, revoloteándome. En un ataque de ira, intenté agarrarlo con una mano para matarlo, pero se alejó de mí “Tch”. Intenté usar el arma de la rata para cortar la red, pero no sirvió de nada. De todas formas, probablemente mis colmillos estaban más afilados que ese pedazo de hierro. Tiré el arma con rabia a la distancia, incapaz de mantenerme tranquila. Pensaba en Sarez, pensaba en Merrigan y en todas las posibles consecuencias de mi sola presencia cerca de ellos. Definitivamente yo siempre llevaba los problemas conmigo.
Sonreí una sonrisa lobuna al ver volver a la avecilla, pero esta vez venía con el elfo. Si mi cara tenía el poder de la expresión, entonces tendría que haberse vuelto parca, porque no me hacía ninguna gracia que ese elfo siempre me viese en mis peores momentos. Me estiré buscando con la vista al Icksen ese y a su… parásito. Le gruñí al elfo con impaciencia ¿es que era incapaz de ver lo importante que era que se apurase? - Me aseguraré de darle detalle por detalle a Amanda, estoy seguro que le agradarían algunas nuevas ideas que involucren redes y nudos. Te ves… de acuerdo, de acuerdo- estaba que me le tiraba encima igual que a la rata. Pero tenía que resistir. Si lo mataba antes que me liberase, sería cometer el mismo error dos veces; demasiado estúpido incluso para mí. Esa estúpida daga que llevaba consigo era tan… tan… poco afilada. Demasiado ornada, ni siquiera parecía de un hombre. Resoplé y terminé de romper la red con mi fuerza, totalmente incapaz de esperar un respiro más.
-Cuanto vigor. - ¿Estaba sonriendo con ironía? recordé mis intenciones de matarlo, pero alguien se me adelantó. Apenas fui capaz de empujarlo para que no recibiera el grueso del golpe. Mi otra yo se estaba enfrentando a mí, esta vez había copiado mi forma bípeda. No me sentía precisamente como el rumorado padre Callahan en medio de una misa; estaba furiosa porque me habían removido fantasmas enterrados. La que cambiaba de formas a discreción y yo, nos rodeamos y de vez en cuando medíamos nuestra fuerza. Era buena, tenía la experiencia de su lado, pero no era fuerte, ni rápida. La querella se estaba alargando, al principio había mantenido mi distancia, en espera de que me atacara con algún extraño poder, pero a medida que pasaba el tiempo yo iba cobrando más confianza. Avancé atacándola hasta encerrarla contra un árbol. Iba a darle el golpe de gracia cuando sentí que alguien me detenía.
Off: Subrayado uso de la habilidad nivel 6, asalto salvaje.
Bien… por lo que veo, Sarez y Merrigan se deshicieron de dos de las ratas. Wood de una rata y se pelea con la metamórfaga. Entonces ¿queda el ilusionista?.
Fred, te dejo a Will hasta que llega con Wood, no quiero cerrarte acciones usando yo al elfo ewe.
Ah, y no tengo nada planeado, asi que *se encoge de hombros*
- Spoiler:
Nos acercábamos a los lobos, no podía esperar, tenía los ojos llorosos. Pero una extraña melodía me distrajo un segundo ¡sólo un segundo! Al regresar mi vista hacia el bosque no vi más que oscuridad. Busqué con mi nariz cualquier indicio o rastro, pero no encontré nada, sólo el vil olor a bosque. Me cubrí los ojos, intentaba no llorar. La música era dulce, primero solitaria, luego con arrebatos pasionales, pero una bella composición en general…melodiosa, se hacía lejana y difusa, al igual que el sonido de una escaramuza. ¡Mierda! casi grité, mientras hacía por agarrarme de lo primero que encontrara para detener a la rata superdesarrollada, o enana, si lo pensaba en términos humanos Ey tú, si me sueltas te daré buena pasta, más de lo que sacarías si me vendieras tú solo, sin tus compañeros. Te estoy dando una excelente oportunidad aseveré, usando un tono suave, conquistador. Quería convencerlo.
La música no se había detenido, su dulzura de a ratos se perdía entre algunos arrebatos que parecían acusaciones. Era como si quien estuviera tocándola, me estuviera contando los ecos de una vida pasada mientras me envolvía con un sentimiento nostálgico. El final fue lento, una muerte. La rata, que se había detenido dubitativa, dio un jalón a la red y continuó arrastrándome como si con ello fuera a demostrar más fuerza o violencia. Sentí que me ganaba la bestia, el tic en el ojo –mi forma de medir el control- se había vuelto difícil de controlar, era como si mi corazón se hubiera trasladado a la vena del ojo. Libérame ordené, apretando los dientes con tanta violencia que mi cuerpo entero comenzaba a temblar. El hombre me ignoró, continuó arrastrando la red, como si fueran pesadas cadenas de la más grande tortura. Liberé al lobo bípedo y dejé que el asalto salvaje fuera su último recuerdo, fue un efecto casi melodramático. Salté y caí sobre él con la red aún envolviéndome.
La rata era suave, no tuvo tiempo de defenderse. Mis colmillos quebraron su cuello con tanta facilidad que por un momento me dio lastima. Después recordé que lo estaba liberando de las cadenas que le ataban, o de la red que tan pesadamente cargaba, y se me pasó. Intenté deshacerme de la red con mi nueva fuerza, pero no funcionó. Recién entonces me percaté que el extraño pájaro estaba cerca de mí, revoloteándome. En un ataque de ira, intenté agarrarlo con una mano para matarlo, pero se alejó de mí “Tch”. Intenté usar el arma de la rata para cortar la red, pero no sirvió de nada. De todas formas, probablemente mis colmillos estaban más afilados que ese pedazo de hierro. Tiré el arma con rabia a la distancia, incapaz de mantenerme tranquila. Pensaba en Sarez, pensaba en Merrigan y en todas las posibles consecuencias de mi sola presencia cerca de ellos. Definitivamente yo siempre llevaba los problemas conmigo.
Sonreí una sonrisa lobuna al ver volver a la avecilla, pero esta vez venía con el elfo. Si mi cara tenía el poder de la expresión, entonces tendría que haberse vuelto parca, porque no me hacía ninguna gracia que ese elfo siempre me viese en mis peores momentos. Me estiré buscando con la vista al Icksen ese y a su… parásito. Le gruñí al elfo con impaciencia ¿es que era incapaz de ver lo importante que era que se apurase? - Me aseguraré de darle detalle por detalle a Amanda, estoy seguro que le agradarían algunas nuevas ideas que involucren redes y nudos. Te ves… de acuerdo, de acuerdo- estaba que me le tiraba encima igual que a la rata. Pero tenía que resistir. Si lo mataba antes que me liberase, sería cometer el mismo error dos veces; demasiado estúpido incluso para mí. Esa estúpida daga que llevaba consigo era tan… tan… poco afilada. Demasiado ornada, ni siquiera parecía de un hombre. Resoplé y terminé de romper la red con mi fuerza, totalmente incapaz de esperar un respiro más.
-Cuanto vigor. - ¿Estaba sonriendo con ironía? recordé mis intenciones de matarlo, pero alguien se me adelantó. Apenas fui capaz de empujarlo para que no recibiera el grueso del golpe. Mi otra yo se estaba enfrentando a mí, esta vez había copiado mi forma bípeda. No me sentía precisamente como el rumorado padre Callahan en medio de una misa; estaba furiosa porque me habían removido fantasmas enterrados. La que cambiaba de formas a discreción y yo, nos rodeamos y de vez en cuando medíamos nuestra fuerza. Era buena, tenía la experiencia de su lado, pero no era fuerte, ni rápida. La querella se estaba alargando, al principio había mantenido mi distancia, en espera de que me atacara con algún extraño poder, pero a medida que pasaba el tiempo yo iba cobrando más confianza. Avancé atacándola hasta encerrarla contra un árbol. Iba a darle el golpe de gracia cuando sentí que alguien me detenía.
Off: Subrayado uso de la habilidad nivel 6, asalto salvaje.
Bien… por lo que veo, Sarez y Merrigan se deshicieron de dos de las ratas. Wood de una rata y se pelea con la metamórfaga. Entonces ¿queda el ilusionista?.
Fred, te dejo a Will hasta que llega con Wood, no quiero cerrarte acciones usando yo al elfo ewe.
Ah, y no tengo nada planeado, asi que *se encoge de hombros*
Woodpecker
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 838
Nivel de PJ : : 6
Re: Húmedos ojos púrpuras [libre] [3/3]
¿Lo bueno? Wil había confirmado que aquel extraño y peculiar panorama no eran sólo ideas , ahora solo quedaba idear un plan de rescate, uno que no tuviese fallos y que no nos hiciera peligrar para nada "Esto será más difícil de lo que esperaba." Observé un poco más haciendo los cálculos "Son ratas después de todo ¿Qué tan difícil debe ser despistarlas?" con una flecha atravesándole la rodilla a un peludo del grupo todo se vería arreglado.
Volví a tomar mi arco y tensé esta vez una flecha, apunté con cuidado y "Nuevamente no necesito hacer nada." Los compañeros de la lupina habían regresado y al parecer el de cabellos blancos tenía todo bajo control, despachaba a los animalitos como si de hormigas se tratase "Menos mal no hablé... hubiese perdido la lengua de nuevo." Aunque había algo interesante en aquella escena que veía, dirigí la mirada a la música de fondo del combate solo para ver a la compañera, no solo tenía mechones verdes de cabello toda ella era verde.
- Vaya cosa... al parecer no soy el único con desgracias en la vida. - Murmuré guardando nuevamente mi arma, al parecer no iba a ser necesario en aquel conflicto.
Aunque tampoco me molestaría ser el espectador de aquel combate, a veces resultaba grato mantenerse a raya de una posible muerte. Todo perfecto hasta que empezó aquella nueva canción por parte de la chica verde, el ritmo me causaba dolor, no físico... era más profundo era como si alguien me recordara lo inútil que estaba siendo, era como si cada segundo me nombraran los mil y un errores que había cometido en la vida. Subí las manos hasta mis oídos apretando con fuerza, no me agradaba que me recordaran lo inútil que había sido en muchas situaciones " Gillidan, Francesca, los pueblerinos de Gire... ¿Los pudiste ayudar?" Había tratado, realmente había tratado y aún así todo fue un fracaso, uno tras otro "La niña del desierto, la chica de Sacrest..." ¿Habían sido todos culpa mía? Posiblemente. Podía sentir como alguien me sacudía, pero eso no importaba, habían voces más fuertes que me atrapaban, habían más recuerdo.
Las sacudidas fueron incrementando, lo podía sentir. Las manos que me sacudían terminando girándome, para encontrarme de frente con Willermo, no podía entender muy bien que pasaba hasta que sentí el borde de la mano del elfo contar mi mejilla, no una ni dos... quizá tres veces "Reacciona, maldición." Fue lo único que podía entender.
- Ah, eso duele... para ¡Para! - Subí los brazos para protegerme de la ultima bofetada, justo a tiempo antes de que impactara con mi rostro.
- Fue la única manera que conseguí de regresarte... deberías controlar a Genevive, casi vuelve meterse en problemas.
- ¿Qué hizo ahora? No puedo tener regresiones ni por un maldito segundo en mi vida... - Suspiré tratando de regresar, la canción aún seguía pero su efecto era menor gracias a los Dioses.
- Ser ella, ahora con permiso, debo buscar a Woodpecker.
Dicho esto el elfo marchó, ahora ya no tenía apoyo por si las cosas se salían de control. Busqué a Genevive con la mirada pero extrañamente no la conseguí "¿No se supone que el elfo la estaba vigilando?" Eso era malo, si Genevive había buscado problemas antes eso significaba que volvería a buscarlos.
- Y de nuevo debo meter las manos en el fuego.- Trepé al árbol más cercano con la esperanza de conseguir a la acosadora desde la altura, si tenía suerte no pasaría nada malo, si no tenía suerte Genevive se iría con los Dioses "Lo cual, tampoco es del todo malo."
Caminé con cuidad sobre las ramas evitando cualquier contacto directo con el conflicto de la tierra, pude ver como Pecker luchaba contra... otra Pecker "Definitivamente consumí hoy algo que no debía, todo esto es un sueño y nado malo pasará." Salté al árbol contiguo y me sujeté a las ramas manteniendo el equilibrio para no carme, si fuera una acosadora ¿Donde me metería? Conociendo a Genevive, atacaría a Wood, pero ella ya estaba ocupada con otra Pecker y eso directamente descartaba la idea.
- ¿Discúlpeme, ha visto usted a una mujer con cara de pocos amigos y quizá baba cayéndole de la boca? - Pregunté mientras bajaba de a un rama, acercándome a un sujeto que parecía estar ocultándose.
-¿ Q...qué? ¿Cómo me encontraste?
- Lo vi desde arriba... el punto es, la mujer que buco mide más o menos esto. - Seguí moviendo un brazo más o menos a la altura de mi barbilla. - Quizá más alta, nunca le presté atención.
- No entiendo qué clase de broma es esta ¿O acaso eres estúpido? - El sujeto parecía molesto pero a la vez tenía una tenue sonrisa en el rostro, no entendí muy bien a qué se refería.
- No no, como verá, por allí hay una disputa. - Dije señalando entre la maleza en la dirección que debían encontrarse las ratas muertas, los elfos y las jabalís. - Muy fea, y mi trabajo es que esta chica... no muera.
- ¿Una disputa dices? No lo creería. - Contestó el hombre con un asombro algo peculiar. - ¿Acaso dijiste... ratas muertas?
- Así es y pues le recomiendo no acercarse. Ahora responda ¿Ha visto a la mujer?
- No, no la he visto, para nada.
- Pues vaya asco... bien, vaya con cuidado y recuerde, no se acerque a aquel sitio. - Repetí señalando la zona de combate. - ¿Entendió? Es por su bien.
- Claro muchachito, se lo agradezco. - El hombre rió nerviosamente despidiéndose con un movimiento de bastón, alejándose más rápido de lo que esperaba.
- Y luego yo soy el raro...
Se había escabullido en la distracción del elfo, suponía que Wil se distraería un rato con el señor Candau y eso era justo lo que necesitaba. Aquella melodía le hacía sentir diferentes cosas, quería estar cerca de Candau, más de lo que nunca había deseado pero también deseaba deshacerse de toda mujer que estuviese cerca y pudiese evitarlo. Genevive primero había considerado atacar a la tediosa Woodpecker, ella era quien más le molestaba pero ahora habían otros alejándola, eso la dejaba con una sola opción, la chica verde.
Se había movido entre la maleza, tal como lo había hecho junto a Candau varias veces, escondiéndose y observando. Acercándose cada vez más a su objetivo, el amigo de ella estaba distraído, eso le beneficiaba. Cuando estuvo lo suficientemente cerca comenzó la carrera contra la chica verde, primero la derribaría y luego usaría su propio instrumento para acabar con ella.
Había regresado a las ramas de los árboles, como odiaba en aquel momento a Genevive ¿Por qué se alejaba así? Maldije por lo bajo regresando a caminar por los alrededores de la zona del conflicto, justo a tiempo para ver como Genevive corría directo a la chica verde "No maldita sea ¿Por qué no aprende? " No me daría tiempo a bajarme del árbol a detenerla... solo me quedaba una opción. Tensé una flecha en el arco y respiré con calma, apuntando a la acosadora, nunca creí que realmente llegaría el día en que debería hacer esto "Es por su bien... es esto o que el elfo sádico la destripe." Conté hasta tres y luego solté el proyectil, contemplando como volaba y se enterraba en el muslo de Genevive.
La carrera de la violenta acosadora se detuvo al instante, esta cayó al suelo gritando y llevándose las manos a la pierna. Salté del árbol y apuré el paso hasta ella, la sangre no brotaba con tanta fuerza por suerte "No es una herida grave... bien." Ahora debería esperar que un elfo pudiese ayudarla... era eso o encargarme por msi metodos.
- C...candau ¿Por qué? Esto doler...doler mucho. - Dijo esta entre lagrimas.
- Lo sé, pero créeme que la hubieses pasado peor si hacías una estupidez. - Me senté junto a Genevive y le di un par de palmadas en la cabeza, levantando la mirada a la joven verde musical. - Pido nuevamente disculpas... es difícil controlarla, muy difícil, no nos maten por favor.
Volví a tomar mi arco y tensé esta vez una flecha, apunté con cuidado y "Nuevamente no necesito hacer nada." Los compañeros de la lupina habían regresado y al parecer el de cabellos blancos tenía todo bajo control, despachaba a los animalitos como si de hormigas se tratase "Menos mal no hablé... hubiese perdido la lengua de nuevo." Aunque había algo interesante en aquella escena que veía, dirigí la mirada a la música de fondo del combate solo para ver a la compañera, no solo tenía mechones verdes de cabello toda ella era verde.
- Vaya cosa... al parecer no soy el único con desgracias en la vida. - Murmuré guardando nuevamente mi arma, al parecer no iba a ser necesario en aquel conflicto.
Aunque tampoco me molestaría ser el espectador de aquel combate, a veces resultaba grato mantenerse a raya de una posible muerte. Todo perfecto hasta que empezó aquella nueva canción por parte de la chica verde, el ritmo me causaba dolor, no físico... era más profundo era como si alguien me recordara lo inútil que estaba siendo, era como si cada segundo me nombraran los mil y un errores que había cometido en la vida. Subí las manos hasta mis oídos apretando con fuerza, no me agradaba que me recordaran lo inútil que había sido en muchas situaciones " Gillidan, Francesca, los pueblerinos de Gire... ¿Los pudiste ayudar?" Había tratado, realmente había tratado y aún así todo fue un fracaso, uno tras otro "La niña del desierto, la chica de Sacrest..." ¿Habían sido todos culpa mía? Posiblemente. Podía sentir como alguien me sacudía, pero eso no importaba, habían voces más fuertes que me atrapaban, habían más recuerdo.
Las sacudidas fueron incrementando, lo podía sentir. Las manos que me sacudían terminando girándome, para encontrarme de frente con Willermo, no podía entender muy bien que pasaba hasta que sentí el borde de la mano del elfo contar mi mejilla, no una ni dos... quizá tres veces "Reacciona, maldición." Fue lo único que podía entender.
- Ah, eso duele... para ¡Para! - Subí los brazos para protegerme de la ultima bofetada, justo a tiempo antes de que impactara con mi rostro.
- Fue la única manera que conseguí de regresarte... deberías controlar a Genevive, casi vuelve meterse en problemas.
- ¿Qué hizo ahora? No puedo tener regresiones ni por un maldito segundo en mi vida... - Suspiré tratando de regresar, la canción aún seguía pero su efecto era menor gracias a los Dioses.
- Ser ella, ahora con permiso, debo buscar a Woodpecker.
Dicho esto el elfo marchó, ahora ya no tenía apoyo por si las cosas se salían de control. Busqué a Genevive con la mirada pero extrañamente no la conseguí "¿No se supone que el elfo la estaba vigilando?" Eso era malo, si Genevive había buscado problemas antes eso significaba que volvería a buscarlos.
- Y de nuevo debo meter las manos en el fuego.- Trepé al árbol más cercano con la esperanza de conseguir a la acosadora desde la altura, si tenía suerte no pasaría nada malo, si no tenía suerte Genevive se iría con los Dioses "Lo cual, tampoco es del todo malo."
Caminé con cuidad sobre las ramas evitando cualquier contacto directo con el conflicto de la tierra, pude ver como Pecker luchaba contra... otra Pecker "Definitivamente consumí hoy algo que no debía, todo esto es un sueño y nado malo pasará." Salté al árbol contiguo y me sujeté a las ramas manteniendo el equilibrio para no carme, si fuera una acosadora ¿Donde me metería? Conociendo a Genevive, atacaría a Wood, pero ella ya estaba ocupada con otra Pecker y eso directamente descartaba la idea.
- ¿Discúlpeme, ha visto usted a una mujer con cara de pocos amigos y quizá baba cayéndole de la boca? - Pregunté mientras bajaba de a un rama, acercándome a un sujeto que parecía estar ocultándose.
-¿ Q...qué? ¿Cómo me encontraste?
- Lo vi desde arriba... el punto es, la mujer que buco mide más o menos esto. - Seguí moviendo un brazo más o menos a la altura de mi barbilla. - Quizá más alta, nunca le presté atención.
- No entiendo qué clase de broma es esta ¿O acaso eres estúpido? - El sujeto parecía molesto pero a la vez tenía una tenue sonrisa en el rostro, no entendí muy bien a qué se refería.
- No no, como verá, por allí hay una disputa. - Dije señalando entre la maleza en la dirección que debían encontrarse las ratas muertas, los elfos y las jabalís. - Muy fea, y mi trabajo es que esta chica... no muera.
- ¿Una disputa dices? No lo creería. - Contestó el hombre con un asombro algo peculiar. - ¿Acaso dijiste... ratas muertas?
- Así es y pues le recomiendo no acercarse. Ahora responda ¿Ha visto a la mujer?
- No, no la he visto, para nada.
- Pues vaya asco... bien, vaya con cuidado y recuerde, no se acerque a aquel sitio. - Repetí señalando la zona de combate. - ¿Entendió? Es por su bien.
- Claro muchachito, se lo agradezco. - El hombre rió nerviosamente despidiéndose con un movimiento de bastón, alejándose más rápido de lo que esperaba.
- Y luego yo soy el raro...
- - -
Se había escabullido en la distracción del elfo, suponía que Wil se distraería un rato con el señor Candau y eso era justo lo que necesitaba. Aquella melodía le hacía sentir diferentes cosas, quería estar cerca de Candau, más de lo que nunca había deseado pero también deseaba deshacerse de toda mujer que estuviese cerca y pudiese evitarlo. Genevive primero había considerado atacar a la tediosa Woodpecker, ella era quien más le molestaba pero ahora habían otros alejándola, eso la dejaba con una sola opción, la chica verde.
Se había movido entre la maleza, tal como lo había hecho junto a Candau varias veces, escondiéndose y observando. Acercándose cada vez más a su objetivo, el amigo de ella estaba distraído, eso le beneficiaba. Cuando estuvo lo suficientemente cerca comenzó la carrera contra la chica verde, primero la derribaría y luego usaría su propio instrumento para acabar con ella.
- - -
Había regresado a las ramas de los árboles, como odiaba en aquel momento a Genevive ¿Por qué se alejaba así? Maldije por lo bajo regresando a caminar por los alrededores de la zona del conflicto, justo a tiempo para ver como Genevive corría directo a la chica verde "No maldita sea ¿Por qué no aprende? " No me daría tiempo a bajarme del árbol a detenerla... solo me quedaba una opción. Tensé una flecha en el arco y respiré con calma, apuntando a la acosadora, nunca creí que realmente llegaría el día en que debería hacer esto "Es por su bien... es esto o que el elfo sádico la destripe." Conté hasta tres y luego solté el proyectil, contemplando como volaba y se enterraba en el muslo de Genevive.
La carrera de la violenta acosadora se detuvo al instante, esta cayó al suelo gritando y llevándose las manos a la pierna. Salté del árbol y apuré el paso hasta ella, la sangre no brotaba con tanta fuerza por suerte "No es una herida grave... bien." Ahora debería esperar que un elfo pudiese ayudarla... era eso o encargarme por msi metodos.
- C...candau ¿Por qué? Esto doler...doler mucho. - Dijo esta entre lagrimas.
- Lo sé, pero créeme que la hubieses pasado peor si hacías una estupidez. - Me senté junto a Genevive y le di un par de palmadas en la cabeza, levantando la mirada a la joven verde musical. - Pido nuevamente disculpas... es difícil controlarla, muy difícil, no nos maten por favor.
- Off:
- No todas las solucioens deben ser violentas, así que el ilusionista escapó (?
Fredericksen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 394
Nivel de PJ : : 2
Re: Húmedos ojos púrpuras [libre] [3/3]
Me acerco a Merrigan por su espalda. Ella sigue tocando. Sabe que estoy detrás de ella, pero prefiere ignorarme. Dejo caer el arco al suelo cerca de Merrigan, en un lugar donde sé que estará seguro. Cojo al hombre rata que había intentado herirla por el cuello. Es un hombre pequeño y liviano, no me cuesta levantarlo. Le miro con fiereza a los ojos. Le hago saber lo furioso que estoy. No me gustan los hombres de su calaña, rastreros y tramposos que se escurren como víboras y atacan por la espalda. Él no reniega, no puede contestar. El hechizo de Merrigan le ha dejado completamente incapacitado. Sale sangre espesa de sus orejas y su boca es un almacén de cacofonías y gorgoteos. Con la mano libre desenvaino mi daga y rajo el cuello de la rata. La lanzó a varios metros de distancia de Merrigan. No quiero que su asqueroso cadáver corrompa la música de Merrigan por estar demasiado cerca de ella.
Envaino mi daga y me doy la vuelta. La melodía me ofrece una sensación de sosiego y paz. No creo necesario estar desarmado. Pienso que todos los conflictos se desarrollaran por sí solos. Veo a Woodpecker engañar al último hombre rata para que suelte sus cuerdas. Al ser liberada, completa su transformación y salta encima de la bestia poniendo sus fauces por delante. Es menos misericordiosa con lo que yo fui con la rata que quiso matar a Merrigan por la espalda. A mi izquierda veo a la mujer peligroso venir hacia nosotros con malévolas intenciones, lo leo en sus ojos. No hago intención de coger mis armas. Observo como viene. Los problemas se solucionarán solos, es lo que me transmite la música. Me giro hacia ella con los brazos extendidos como si fuera a recibirla con un abrazo. Me burlo como lo haría el otro el otro elfo. Fanfarroneo con la protección musical de Merrigan. Sonrío alegremente. Nadie puede herirme. La mujer, antes de poderlo intentar, cae de bruces contra el suelo. Primero pienso que ha tropezado con una rama puntiaguda. Al prestar más atención, me fijo que la supuesta rama es en realidad una flecha. Levanto la cabeza hacia los árboles, el lugar donde se suele esconder el arquero de pájaros muertos. Está escondido, no alcanzo a verle. Él sí puede verme y, seguramente, me tenga a tiro. Me doy la vuelta dando la espalda al cuerpo de la mujer. Estoy protegido. Nada puede dañarme.
Estaba entretenido viendo a la mujer venir hacia mí, no presté atención a lo que Woodpecker hacía. Después de devorar a la rata, parece que se hizo un lío con las redes. Combate contra ellas y contra el aire. Mueve su arma como si estuviera espantando a una mosca. La escena me resulta cómica. Camino hacia ella. Merrigan continúa tocando.
Me doy cuenta que tengo mi mano derecha extendida como si estuviera paseando junto a alguien. Son tres personas a las que siento a mi lado: Merrigan, Idril Elensar y Merrigan (hija). Con ellas me siento seguro. Las tres me enseñaron a comunicarme con las personas y a resolver conflictos que causo con mis torpes palabras. No alcanzo a verlas, pero noto sus manos suaves acariciar la mía y sus finos dedos entrelazarse con los míos. Sonrío con dulzura. Giro mi cabeza hacia Merrigan. Comprendo que esto es cosa suya, de su magia. Hace que me sienta como ella se siente conmigo: segura y valiente de sus decisiones.
El elfo de las cruentas palabras se encuentra al lado de Woodpecker. Me uno a la escena en el momento en el que él empieza hablar. Tiene una mano en la frente de su alce y con la otra acompaña su monólogo de gestos que le otorgan más valor. Pronuncia el nombre de Amanda, la compañera de Woodpecker como si fuera un insulto. Woodpecker frunce el ceño. Conozco el significado de todas las palabras que utiliza, pero no alcanzo a comprender lo que dice. Habla con las manos y el tono de voz; es un idioma que a mí me cuesta entender. Merrigan lo llama el idioma de los músicos y de los mentirosos. Ella sabe hablarlo, podría explicarme qué significa lo que dice el elfo de palabras crueles; pero no lo hará porque está ocupada tocando el arpa.
—No hables así — señalo con mi mano izquierda (la derecha da la mano a tres mujeres que no existen) a su sonrisa para hacerme entender lo que quiero decir. — Te lo advierto. Una palabra más y te cortaré la lengua. — niego con la cabeza — No. Una palabra más y no podré impedimento a que ella lo haga — señalo con la cabeza a la loba.
Offrol: es un post bastante cutre, pero mis estudios no me dan tiempo para más. No quería tener el tema parado por más tiempo, me sabía mal por vosotros. Lo siento por la tardanza.
Envaino mi daga y me doy la vuelta. La melodía me ofrece una sensación de sosiego y paz. No creo necesario estar desarmado. Pienso que todos los conflictos se desarrollaran por sí solos. Veo a Woodpecker engañar al último hombre rata para que suelte sus cuerdas. Al ser liberada, completa su transformación y salta encima de la bestia poniendo sus fauces por delante. Es menos misericordiosa con lo que yo fui con la rata que quiso matar a Merrigan por la espalda. A mi izquierda veo a la mujer peligroso venir hacia nosotros con malévolas intenciones, lo leo en sus ojos. No hago intención de coger mis armas. Observo como viene. Los problemas se solucionarán solos, es lo que me transmite la música. Me giro hacia ella con los brazos extendidos como si fuera a recibirla con un abrazo. Me burlo como lo haría el otro el otro elfo. Fanfarroneo con la protección musical de Merrigan. Sonrío alegremente. Nadie puede herirme. La mujer, antes de poderlo intentar, cae de bruces contra el suelo. Primero pienso que ha tropezado con una rama puntiaguda. Al prestar más atención, me fijo que la supuesta rama es en realidad una flecha. Levanto la cabeza hacia los árboles, el lugar donde se suele esconder el arquero de pájaros muertos. Está escondido, no alcanzo a verle. Él sí puede verme y, seguramente, me tenga a tiro. Me doy la vuelta dando la espalda al cuerpo de la mujer. Estoy protegido. Nada puede dañarme.
Estaba entretenido viendo a la mujer venir hacia mí, no presté atención a lo que Woodpecker hacía. Después de devorar a la rata, parece que se hizo un lío con las redes. Combate contra ellas y contra el aire. Mueve su arma como si estuviera espantando a una mosca. La escena me resulta cómica. Camino hacia ella. Merrigan continúa tocando.
Me doy cuenta que tengo mi mano derecha extendida como si estuviera paseando junto a alguien. Son tres personas a las que siento a mi lado: Merrigan, Idril Elensar y Merrigan (hija). Con ellas me siento seguro. Las tres me enseñaron a comunicarme con las personas y a resolver conflictos que causo con mis torpes palabras. No alcanzo a verlas, pero noto sus manos suaves acariciar la mía y sus finos dedos entrelazarse con los míos. Sonrío con dulzura. Giro mi cabeza hacia Merrigan. Comprendo que esto es cosa suya, de su magia. Hace que me sienta como ella se siente conmigo: segura y valiente de sus decisiones.
El elfo de las cruentas palabras se encuentra al lado de Woodpecker. Me uno a la escena en el momento en el que él empieza hablar. Tiene una mano en la frente de su alce y con la otra acompaña su monólogo de gestos que le otorgan más valor. Pronuncia el nombre de Amanda, la compañera de Woodpecker como si fuera un insulto. Woodpecker frunce el ceño. Conozco el significado de todas las palabras que utiliza, pero no alcanzo a comprender lo que dice. Habla con las manos y el tono de voz; es un idioma que a mí me cuesta entender. Merrigan lo llama el idioma de los músicos y de los mentirosos. Ella sabe hablarlo, podría explicarme qué significa lo que dice el elfo de palabras crueles; pero no lo hará porque está ocupada tocando el arpa.
—No hables así — señalo con mi mano izquierda (la derecha da la mano a tres mujeres que no existen) a su sonrisa para hacerme entender lo que quiero decir. — Te lo advierto. Una palabra más y te cortaré la lengua. — niego con la cabeza — No. Una palabra más y no podré impedimento a que ella lo haga — señalo con la cabeza a la loba.
Offrol: es un post bastante cutre, pero mis estudios no me dan tiempo para más. No quería tener el tema parado por más tiempo, me sabía mal por vosotros. Lo siento por la tardanza.
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Temas similares
» Los ojos de un traidor [Libre] [Noche]
» [Desafío] Ojos de serpiente
» Ojos que no ven, corazón que no siente [Trabajo] [Keira+Huracán]
» De juglares, elfos voladores y ojos carmesí [Privado] [Noche]
» Ese día [libre] [4/4]
» [Desafío] Ojos de serpiente
» Ojos que no ven, corazón que no siente [Trabajo] [Keira+Huracán]
» De juglares, elfos voladores y ojos carmesí [Privado] [Noche]
» Ese día [libre] [4/4]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Ayer a las 23:14 por Iori Li
» Laboratorio Harker [Alquimia+Ingeniería]
Ayer a las 19:13 por Zelas Hazelmere
» Pócimas y Tragos: La Guerra de la Calle Burbuja [Interpretativo] [Libre]
Ayer a las 16:18 por Mina Harker
» El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]
Ayer a las 05:53 por Lukas
» El retorno del vampiro [Evento Sacrestic]
Ayer a las 00:33 por Vincent Calhoun
» La Procesión de los Skógargandr [Evento Samhain (Halloween)]
Mar Nov 19 2024, 22:49 por Eltrant Tale
» Entre Sombras y Acero [LIBRE][NOCHE]
Mar Nov 19 2024, 22:42 por Cohen
» [Zona de culto] Altar de las Runas de los Baldíos
Lun Nov 18 2024, 12:29 por Tyr
» Susurros desde el pasado | Amice H.
Lun Nov 18 2024, 04:12 por Amice M. Hidalgo
» [Zona de culto] Iglesia del único Dios
Sáb Nov 16 2024, 21:38 por Tyr
» Enjoy the Silence 4.0 {Élite]
Miér Nov 13 2024, 20:01 por Nana
» Vampiros, Gomejos, piernas para qué las tengo. [Privado]
Mar Nov 12 2024, 04:51 por Tyr
» Derecho Aerandiano [Libre]
Dom Nov 10 2024, 13:36 por Tyr
» Propaganda Peligrosa - Priv. Zagreus - (Trabajo / Noche)
Vie Nov 08 2024, 18:40 por Lukas
» Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Vie Nov 08 2024, 01:19 por Tyr