Los aeros que no lo son (Falsificadores 1) [Libre] [3/3]
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Los aeros que no lo son (Falsificadores 1) [Libre] [3/3]
Hacía días que partió de la casa de su tía para emprender su aventura, estaba tan emocionado que olvido las reglas básicas para viajar que usaban cuando vivía con su madre; buscar a sus parientes perdidos y restaurar el honor de su apellido era lo único que podía concentrarse, olvidando así bastantes cosas al salir, una tienda, dinero, un buen cuchillo para destazar y cortar carne, ropa de cambio.
Su padre y el abuelo Kagan se burlarían de él, probablemente durante los quince días que duraba su reunión claro eso sería si aún estuvieran en el mundo de los vivos. Su monstruo interno no dejaba de recordarle que si Khorne aun viviera es muy probable que el ahora sería el que ya n estuviera entre los que respiran, se convertiría en su cena por su olvido, si estuviera en un estado magnánimo quizás solo perdería un par de dedos para que aprendiera una valiosa lección que no arruinara sus planes.
Su madre era lo mejor que un pequeño loco como el pudiera desear. Pero ahora no era el momento de perderse en su cabeza añorando el pasado.
-La realidad es que solo la espada junto con la comida era indispensable para este viaje, una baraja y dados…eso no nos va llevar a ningún lado- le recordó su monstruo.
Su espada era buena para matar, pero sin un cuchillo adecuado no podría destazar correctamente cualquier animal que cazara o su cena más condimentada. ¿Cómo se metió en este lio?
-Te has ablandado viviendo con ella- le recordó su monstruo
De nuevo esa vocecita irritante en su cabeza, la gente normal diría que es la conciencia, pero estaba seguro que con él era todo lo contrario, su tía se enteró cuando lo encontró repetidamente hablando solo por cualquier lugar, eso le llevo a darse cuenta que la gente normal no se contesta a sí mismo en voz alta ni en diferentes tonos ni escucha voces en su mente, ni ve otra versión de sí mismo cuando se mira al espejo entre otras cosas que noto.
El otro Alexander le llamo su madre cuenda se dio cuenta del problema desde volvió de vivir cuatro años con su padre, pero era demasiado confuso llamarlo el mismo el otro Alexander. Ya tendría tiempo para resolver eso también de momento debía concentrarse en lo que era importante.
Eso será quizás cuando no este recargado contra un árbol en medio del camino como un demente la única ventaja es que no pasaría nadie pronto; estar así lo ayudaba a calmarse y dejar de sentirse frustrado porque cierta voz no dejaba de insistir en que necesitaban un alimento más sustancioso. Sabía lo que se refería por un alimento más sustancioso, tenia que resistir no quería deslizarse en eso de nuevo no sería sencillo vivir con los demás si seguía esa dieta.
Estaban seguros que su tía no se creyó que esos bandoleros habían accedido a irse sin revelar la ubicación a nadie de buena manera o sin llevarse nada, ambos su monstruo y él estaban de acuerdo que debía ser consciente de sus extraños hábitos alimenticios.
-Las personas normales no comen otros humanos, no podremos encajar si no somos discretos-
-No somos normales, además un ladrón aquí o allá no será mucha diferencia, bien preparado seria carne seca durante algunas lunas. ¿Quién podría sospechar?-
Sabía lo que estaba haciendo, estaba provocándolo para lograr salir a jugar.
El ruido de las ruedas golpeando contra las piedras llamo su atención. Se despegó del árbol de un brinco, no quería lucir sospechoso o demente. Desde la distancia parecía que se trataba de un comerciante, quizás algún trueque estaría en curso.
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-Buen hombre tengo algunas pieles de excelente calidad. -
Vio al hombre mirar con escepticismo revisando a los costados del camino en espera de algún ataque sorpresa, después de todo nunca lo abordaba un loco en medio de la nada ofreciéndole mercancía.
Presuroso se acercó al comerciante extendiendo las pieles, dejando que las valuara. Tras una rápida inspección el hombre le ofreció nueve aeros por la mitad de las pieles.
-Son buenas pieles en excelente estado, estoy seguro que puede darme algo mas-
-También podríamos simplemente comérnoslo y quedarnos con todo- escucho en su cabeza
-Vengo de comerciar con un pueblo pequeño a unas cuantas horas de viaje, tienen una taberna con una posada decente para los viajeros, en ese pueblo te pagarían mejor por tus pieles, lo malo es que ese pueblo es conocido por que la gente de ciudad Lagarto les compra algo de carne y demás productos es una especie de lugar protegido por esta gente por que muchos trabajos que los ladrones o mercenarios consiguen vienen primero de este lugar. -
- ¿Por qué me dice esto? -
- No son buenos con los nuevos podrían estafarle. -
-¿Por todas las pieles cuanto me daría?.- pregunto mientras observaba el cuchillo de carnes que sobresalía del vagón.
-Te daré veinte monedas por las pieles, y el cuchillo para carne que parece llamo tu atención. -
Era un mal trato, un pésimo trato los mendigos y los desesperados no podían pedir mucho, no quería considerarse ninguno de los dos, pero veinte monedas y sus dados era todo lo que necesitaba para mejorar su suerte.
- Lo tomare.-
Coloco las pieles en el vagón, tomo el cuchillo y guardo junto a sus dados las monedas que el hombre le entrego. Tomo su transacción como terminada y comenzó a caminar por donde le señalaron, cuando el hombre le llamo de nuevo no estaba tan lejos.
– Si su negocio es comerciar pieles puede unirse a alguna caravana mercante pequeña estas salen de Verisar o contratar a alguien como su acompañante. Le ofrezco llevarlo conmigo voy en esa dirección, me detendré a comerciar en todos los pueblos pequeños antes de llegar, no le faltara comida y un lugar donde dormir, a mí me vendría bien algo de compañía -
Ir con el hombre podría ser interesante pero si se deslizara en su otra dieta el comerciante podría volverse su comida. No lo mejor será no arriesgarse de momento, sonrió al hombre y le agradeció rápidamente antes de partir.
Tal como le dijo no estaba a más de un par de horas de viaje. Sonrió al ver el pueblo llevando inconscientemente su mano a la bolsa donde estaban sus dados, era momento de corregir sus errores y sabía cómo hacerlo.
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No podría distinguir de los lugareños a bandidos pero no le importo tras preguntar si había lugar se sentó en la primer mesa que vio que jugaban con dados, durante toda la noche llevo una estrategia sencilla perdía algunos cuantos juegos luego ganaba uno con apuestas grandes como un patrón analizando aprendiendo de cada uno de los hombres de ahí, aposto todo, la comida, el hospedaje, el dinero su ropa…jugo hasta que el último hombre se rindió y subió a la habitación que le habían dado.
- Fue demasiado sencillo en las últimas rondas, sobre todo cuando ese hombre hizo apuestas ridículas de grandes sumas de dinero- le recordó la voz dentro suyo al despertar.
Tras analizar la noche se dio cuenta que de hecho su monstruo estaba en lo correcto, uno de los hombres había apostado grandes sumas hacia el final de la noche sumando más de 500 aeros quizás su estrategia de perder unas cuantas rondas no hubiera sido necesaria si este hombre estaba tan deseoso de tirar su dinero. Por precaución, antes de salir empezó a contar su ganancia.
Al revisar las primeras modernas la primera vez pensó que se estaba imaginado que algunas tenían una circunferencia diferente, así como ligeramente más pequeñas, así como una muesca que parecía no tener importancia pero se repetía en algunas. Decidió revisarlas una segunda vez separando en primera instancia las monedas que le quedaron del comerciante en un grupo, luego las de la muesca extraña y en otro grupo las normales.
Comparo el tamaño de cada moneda, su olor, la forma, las grabaciones, las tallo un poco con su espada y entonces lo noto al apilar veinte monedas normales y veinte con muestras, las segundas eran mucho más ligeras.
Decidió raspar un poco cada una de las monedas tal como recordaba alguna vez a ver visto a su padre hacer, las normales no tenían problema tenían el mismo olor y sabor, pero las de las muecas olían diferente al parecer solo estaban recubiertas de oro.
Entonces recordó que hace tiempo había un extraño rumor entre los Kraz de alguien había intentado estafar un miembro de la familia, el sujeto intento comprarle unas piezas de joyería con monedas falsas, en ese entonces había mucha diferencia con el aero que estaba en circulación, probablemente en ese momento solo se trataba de sus primeros intentos.
Asombro ante esta “Falsificación” fue lo primero que sintió, habían puesto a circular una moneda sin que nadie se percatara de la diferencia. Pero al asombro le siguió la furia de que alguien lo hubiera timado.
En total solo tenía doscientos aeros reales y casi trescientas monedas falsas, si ese hombre estaba tan interesado en perder el dinero esa podría ser una forma en que lo estaban poniendo a circulación y por más que en un tiempo hubiera sido un ser vil bajo el mando de aquel hombre, no estaba a favor de usar monedas falsas…
-Podría ser nuestra siguiente cena-
Si tal como dijo su otro yo, ese hombre podría ser su próxima cena si no le decía como y quien le h dio este dinero. Mientras se imaginaba las muchas formas que podría comerse a ese hombre recordó lo que el comerciante le dijo “No son buenos con los nuevos podrían estafarle”
Mierda. A esto se refería con estafarle ese hombre lo sabía. Por ahora se daría tiempo a rastrear al que le había dado esas monedas falsas, más delante se encargaría de alcanzar al comerciante y tener unas cuantas palabras.
Guardo las monedas en diferentes bolsas asegurándose de poner las reales con sus dados, cuando guardaba monedas con lo dados solía ganar más de joven, por lo que además de ayudarle a diferenciarlas le traería buena suerte.
Estaba molesto habían arruinado su inicio de aventura no podría permitir que embaucaran a un timador experto, tomaría las medidas necesarias, eso incluía darle un poco de rienda suelta para jugar.
El dueño del lugar no fue muy cooperativo al principio de su interrogatorio, de primeras fue amable con el sujeto después de todo la comida fue buena, la habitación estaba limpia por lo que quería ser considerado dándole el beneficio de la duda, cuando cuestiono directamente sobre las monedas la actitud del hombre cambio.
No entendía como Alexander no lo dejo hacer el interrogatorio desde el principio fue demasiado fácil obtener la información, aquel sujeto era un cliente habitual de la posada, jugar a los dados o cartas para tirar poco de dinero falso era una de las formas en que lo ponían en circulación, al parecer era un grupo de hombres que iban de ciudad lagarto jugando por doquier.
Esta era una de esas raras situaciones en las que estaba de acuerdo con el otro Alexander, los juegos debían ser solo uno de los caminos de ese dinero por lo que averiguaría cuales eran las demás formas que estaban esparciéndolos así como detenerlos.
Dos días después y con una mano más llegaron a ciudad Lagarto.
Alexander buscaba por dónde empezar a desentrañar esta red, el otro estaba concentrado su próxima comida.
-Es hora del festín.-
Su padre y el abuelo Kagan se burlarían de él, probablemente durante los quince días que duraba su reunión claro eso sería si aún estuvieran en el mundo de los vivos. Su monstruo interno no dejaba de recordarle que si Khorne aun viviera es muy probable que el ahora sería el que ya n estuviera entre los que respiran, se convertiría en su cena por su olvido, si estuviera en un estado magnánimo quizás solo perdería un par de dedos para que aprendiera una valiosa lección que no arruinara sus planes.
Su madre era lo mejor que un pequeño loco como el pudiera desear. Pero ahora no era el momento de perderse en su cabeza añorando el pasado.
-La realidad es que solo la espada junto con la comida era indispensable para este viaje, una baraja y dados…eso no nos va llevar a ningún lado- le recordó su monstruo.
Su espada era buena para matar, pero sin un cuchillo adecuado no podría destazar correctamente cualquier animal que cazara o su cena más condimentada. ¿Cómo se metió en este lio?
-Te has ablandado viviendo con ella- le recordó su monstruo
De nuevo esa vocecita irritante en su cabeza, la gente normal diría que es la conciencia, pero estaba seguro que con él era todo lo contrario, su tía se enteró cuando lo encontró repetidamente hablando solo por cualquier lugar, eso le llevo a darse cuenta que la gente normal no se contesta a sí mismo en voz alta ni en diferentes tonos ni escucha voces en su mente, ni ve otra versión de sí mismo cuando se mira al espejo entre otras cosas que noto.
El otro Alexander le llamo su madre cuenda se dio cuenta del problema desde volvió de vivir cuatro años con su padre, pero era demasiado confuso llamarlo el mismo el otro Alexander. Ya tendría tiempo para resolver eso también de momento debía concentrarse en lo que era importante.
Eso será quizás cuando no este recargado contra un árbol en medio del camino como un demente la única ventaja es que no pasaría nadie pronto; estar así lo ayudaba a calmarse y dejar de sentirse frustrado porque cierta voz no dejaba de insistir en que necesitaban un alimento más sustancioso. Sabía lo que se refería por un alimento más sustancioso, tenia que resistir no quería deslizarse en eso de nuevo no sería sencillo vivir con los demás si seguía esa dieta.
Estaban seguros que su tía no se creyó que esos bandoleros habían accedido a irse sin revelar la ubicación a nadie de buena manera o sin llevarse nada, ambos su monstruo y él estaban de acuerdo que debía ser consciente de sus extraños hábitos alimenticios.
-Las personas normales no comen otros humanos, no podremos encajar si no somos discretos-
-No somos normales, además un ladrón aquí o allá no será mucha diferencia, bien preparado seria carne seca durante algunas lunas. ¿Quién podría sospechar?-
Sabía lo que estaba haciendo, estaba provocándolo para lograr salir a jugar.
El ruido de las ruedas golpeando contra las piedras llamo su atención. Se despegó del árbol de un brinco, no quería lucir sospechoso o demente. Desde la distancia parecía que se trataba de un comerciante, quizás algún trueque estaría en curso.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
-Buen hombre tengo algunas pieles de excelente calidad. -
Vio al hombre mirar con escepticismo revisando a los costados del camino en espera de algún ataque sorpresa, después de todo nunca lo abordaba un loco en medio de la nada ofreciéndole mercancía.
Presuroso se acercó al comerciante extendiendo las pieles, dejando que las valuara. Tras una rápida inspección el hombre le ofreció nueve aeros por la mitad de las pieles.
-Son buenas pieles en excelente estado, estoy seguro que puede darme algo mas-
-También podríamos simplemente comérnoslo y quedarnos con todo- escucho en su cabeza
-Vengo de comerciar con un pueblo pequeño a unas cuantas horas de viaje, tienen una taberna con una posada decente para los viajeros, en ese pueblo te pagarían mejor por tus pieles, lo malo es que ese pueblo es conocido por que la gente de ciudad Lagarto les compra algo de carne y demás productos es una especie de lugar protegido por esta gente por que muchos trabajos que los ladrones o mercenarios consiguen vienen primero de este lugar. -
- ¿Por qué me dice esto? -
- No son buenos con los nuevos podrían estafarle. -
-¿Por todas las pieles cuanto me daría?.- pregunto mientras observaba el cuchillo de carnes que sobresalía del vagón.
-Te daré veinte monedas por las pieles, y el cuchillo para carne que parece llamo tu atención. -
Era un mal trato, un pésimo trato los mendigos y los desesperados no podían pedir mucho, no quería considerarse ninguno de los dos, pero veinte monedas y sus dados era todo lo que necesitaba para mejorar su suerte.
- Lo tomare.-
Coloco las pieles en el vagón, tomo el cuchillo y guardo junto a sus dados las monedas que el hombre le entrego. Tomo su transacción como terminada y comenzó a caminar por donde le señalaron, cuando el hombre le llamo de nuevo no estaba tan lejos.
– Si su negocio es comerciar pieles puede unirse a alguna caravana mercante pequeña estas salen de Verisar o contratar a alguien como su acompañante. Le ofrezco llevarlo conmigo voy en esa dirección, me detendré a comerciar en todos los pueblos pequeños antes de llegar, no le faltara comida y un lugar donde dormir, a mí me vendría bien algo de compañía -
Ir con el hombre podría ser interesante pero si se deslizara en su otra dieta el comerciante podría volverse su comida. No lo mejor será no arriesgarse de momento, sonrió al hombre y le agradeció rápidamente antes de partir.
Tal como le dijo no estaba a más de un par de horas de viaje. Sonrió al ver el pueblo llevando inconscientemente su mano a la bolsa donde estaban sus dados, era momento de corregir sus errores y sabía cómo hacerlo.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
No podría distinguir de los lugareños a bandidos pero no le importo tras preguntar si había lugar se sentó en la primer mesa que vio que jugaban con dados, durante toda la noche llevo una estrategia sencilla perdía algunos cuantos juegos luego ganaba uno con apuestas grandes como un patrón analizando aprendiendo de cada uno de los hombres de ahí, aposto todo, la comida, el hospedaje, el dinero su ropa…jugo hasta que el último hombre se rindió y subió a la habitación que le habían dado.
- Fue demasiado sencillo en las últimas rondas, sobre todo cuando ese hombre hizo apuestas ridículas de grandes sumas de dinero- le recordó la voz dentro suyo al despertar.
Tras analizar la noche se dio cuenta que de hecho su monstruo estaba en lo correcto, uno de los hombres había apostado grandes sumas hacia el final de la noche sumando más de 500 aeros quizás su estrategia de perder unas cuantas rondas no hubiera sido necesaria si este hombre estaba tan deseoso de tirar su dinero. Por precaución, antes de salir empezó a contar su ganancia.
Al revisar las primeras modernas la primera vez pensó que se estaba imaginado que algunas tenían una circunferencia diferente, así como ligeramente más pequeñas, así como una muesca que parecía no tener importancia pero se repetía en algunas. Decidió revisarlas una segunda vez separando en primera instancia las monedas que le quedaron del comerciante en un grupo, luego las de la muesca extraña y en otro grupo las normales.
Comparo el tamaño de cada moneda, su olor, la forma, las grabaciones, las tallo un poco con su espada y entonces lo noto al apilar veinte monedas normales y veinte con muestras, las segundas eran mucho más ligeras.
Decidió raspar un poco cada una de las monedas tal como recordaba alguna vez a ver visto a su padre hacer, las normales no tenían problema tenían el mismo olor y sabor, pero las de las muecas olían diferente al parecer solo estaban recubiertas de oro.
Entonces recordó que hace tiempo había un extraño rumor entre los Kraz de alguien había intentado estafar un miembro de la familia, el sujeto intento comprarle unas piezas de joyería con monedas falsas, en ese entonces había mucha diferencia con el aero que estaba en circulación, probablemente en ese momento solo se trataba de sus primeros intentos.
Asombro ante esta “Falsificación” fue lo primero que sintió, habían puesto a circular una moneda sin que nadie se percatara de la diferencia. Pero al asombro le siguió la furia de que alguien lo hubiera timado.
En total solo tenía doscientos aeros reales y casi trescientas monedas falsas, si ese hombre estaba tan interesado en perder el dinero esa podría ser una forma en que lo estaban poniendo a circulación y por más que en un tiempo hubiera sido un ser vil bajo el mando de aquel hombre, no estaba a favor de usar monedas falsas…
-Podría ser nuestra siguiente cena-
Si tal como dijo su otro yo, ese hombre podría ser su próxima cena si no le decía como y quien le h dio este dinero. Mientras se imaginaba las muchas formas que podría comerse a ese hombre recordó lo que el comerciante le dijo “No son buenos con los nuevos podrían estafarle”
Mierda. A esto se refería con estafarle ese hombre lo sabía. Por ahora se daría tiempo a rastrear al que le había dado esas monedas falsas, más delante se encargaría de alcanzar al comerciante y tener unas cuantas palabras.
Guardo las monedas en diferentes bolsas asegurándose de poner las reales con sus dados, cuando guardaba monedas con lo dados solía ganar más de joven, por lo que además de ayudarle a diferenciarlas le traería buena suerte.
Estaba molesto habían arruinado su inicio de aventura no podría permitir que embaucaran a un timador experto, tomaría las medidas necesarias, eso incluía darle un poco de rienda suelta para jugar.
El dueño del lugar no fue muy cooperativo al principio de su interrogatorio, de primeras fue amable con el sujeto después de todo la comida fue buena, la habitación estaba limpia por lo que quería ser considerado dándole el beneficio de la duda, cuando cuestiono directamente sobre las monedas la actitud del hombre cambio.
No entendía como Alexander no lo dejo hacer el interrogatorio desde el principio fue demasiado fácil obtener la información, aquel sujeto era un cliente habitual de la posada, jugar a los dados o cartas para tirar poco de dinero falso era una de las formas en que lo ponían en circulación, al parecer era un grupo de hombres que iban de ciudad lagarto jugando por doquier.
Esta era una de esas raras situaciones en las que estaba de acuerdo con el otro Alexander, los juegos debían ser solo uno de los caminos de ese dinero por lo que averiguaría cuales eran las demás formas que estaban esparciéndolos así como detenerlos.
Dos días después y con una mano más llegaron a ciudad Lagarto.
Alexander buscaba por dónde empezar a desentrañar esta red, el otro estaba concentrado su próxima comida.
-Es hora del festín.-
Última edición por Alexander Kraz el Jue Nov 11 2021, 19:25, editado 1 vez
Alexander Kraz
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Re: Los aeros que no lo son (Falsificadores 1) [Libre] [3/3]
Los grandes y castaños ojos de la muchacha viajaron de manera rápida y aleatoria sobre el paisaje que se cernía sobre su persona, y no pudo ella evitar sentir cierta ansiedad al respecto, cosa que, ciertamente, no era nada raro en la chica. Desde muy, pero muy pequeña que usualmente los nervios se apoderaban de su pecho, provocando así que su corazón latiera tal vez con demasiada fuerza, al punto de dolerle, produciéndole así un malestar de lo más incómodo. Sin embargo, y con el tiempo, la joven había aprendido a vivir con esa permanente sensación de ahogo, lo que no quería decir necesariamente, que ella ansiara, deseara, pidiera desde el más fondo de su ser, que al fin su pulso cardíaco aminorara un poco, sólo un poco, para así hacer su vida más llevadera. Así mismo, su corporalidad física sólo parecía decir a gritos lo realmente mal que se estaba sintiendo ahora ya, aún cuando uno de los talentos más notables en la chica, era precisamente engañar, fingir, aparentar algo que realmente no era… y es que, para ser absolutamente sinceros, a veces, sólo a veces, la joven se cansaba de seguir actuando, pero después ella recordaba que todo valía la pena, que todo tenía un por qué y una razón, y entonces nuevamente las ganas de seguir aparentando, volvían a ella. Y si bien, era muy cierto que hasta tenía marcadas un par de molestas ojeras bajo su intensa y fría mirada, la chica sentía que podría seguir actuando, como usualmente ella lo hacía.
Siendo así, los firmes pasos de la joven resonaron por esas calles que a ella le resultaban más que ajenas, más que desconocidas, cosa para nada de peculiar si tomamos en cuenta que solamente hace escasos días atrás que había desembarcado en esa península, haciendo así abandono de sus tierras natales, ubicadas en las islas. Ella, la verdad de las cosas, lo sabía a ciencia cierta; si deseaba finalmente conseguir sus tan anhelados objetivos, esos mismos que estaban directamente vinculados con recuperar el honor perdido de su familia, el ya mediocre clan de los Grah, y a la vez con vengarse con todos aquellos que alguna vez se mofaron de su sangre, de sus antepasados, pues ella debería de sí o sí emprender viaje a lugares donde los Grah no eran conocidos, y así aprender lo necesario como para llevar a cabo todo lo que su tan obsesiva cabeza, estaba planeando. Y sí, era cierto, la chica jamás se había caracterizado por ser precisamente una persona valiente, una persona osada, pero también era cierto que su ambición, su codicia, eran tan, pero tan grandes, que simple y sencillamente todo eso compensaba la falta de valor en ella. Entonces las determinadas pisadas de la joven aún siguieron resonando por esas calles que no le eran para nada familiares, y a pesar de que tanto su postura y aptitud parecía sólo indicar que era una muchacha que estaba muy segura de sí misma, en el fondo las cosas no eran de esa manera… en realidad, para nada.
Y es que si bien, Ruphia proyectaba por fuera una personalidad que parecía que estaba ella muy confiada, años, años y años de malos tratos de tanto como sus pares y sus superiores, todo debido por pertenecer al devaluado y desprestigiado clan de los Grah, solamente había ayudado a que la estima de la joven anduviera casi por los suelos, estima que solamente pudo ser salvada gracias a precisamente, sus ganas y deseos de ser cada vez mejor, mejor y mejor, y así mismo lograr cosas que aunque parecían imposibles, ella de alguna forma confiaba en que sí, en que sí podrían ser logradas. La dura mirada de la chica siguió observando de una manera sumamente análitica el paisaje, la manera de construcción de esa ciudad, a la cual simple y solamente había llegado porque había oído ciertos rumores que decían que habitaban ahí personas que precisamente sabían cosas que ella misma ansiaba saber. ¿Eran ciertos esos rumores o no…? La verdad era que ni la misma muchacha lo sabía, pero a la vez era cierto que ella, en su situación actual, no tenía mucho que perder a la hora de intentar y averiguar si todo era efectivamente cierto. Después de todo, para ella en estos precisos instantes todo era una novedad, así que en cierta forma, tenía mucho más que ganar que perder. Al pensarlo, la muchacha soltó un suspiro, cosa que últimamente estaba haciendo mucho, tal vez porque se encontraba más meditabunda que nunca, siempre pensando en cómo podría lograr lo que ansiaba..
Fue entonces cuando ella detuvo sus pasos de forma abrupta, al momento en el cual accidentalmente escuchó una especie de conversación entre dos personas, las cuales lógicamente no eran para nada conocidas para ella. Agudizando lo más posible, la chica logró escuchar como esas personas charlaban acerca de una especie de taberna, en donde supuestamente estaba alojando un brujo de gran, gran poder. El corazón de la joven, de inevitable forma, comenzó a latir de manera casi exagerada, al punto de hasta sentir cierto dolor, y cómo no si para eso precisamente ella había emprendido ese viaje, esa travesía. Sin embargo, y también cosa lógica, la muchacha no sabía dónde se encontraba dicha taberna, por lo cual tuvo que resignarse a averiguarlo por sí misma… ahora la cosa estaba, ¿a quién ella podría preguntarle? La siempre aparente fuerte mirada de la joven se paseó en esos momentos entre todo ese gentío que se encontraba en las calles de Ciudad Lagarto, y aunque ciertamente ella no tenía ninguna referencia acerca de con quién podría hablar, sus ojos se encontraron con una figura que, por algún extraño y particular motivo, le inspiró algo, algo que si bien no era precisamente confianza, si era una sensación que la empujaba a hablar precisamente con esa persona. ¿Por qué era que sus impulsos la llevaban a hablar con él? Por lo usual, la muchacha siempre se comportaba empujada por la lógica, pero en estas circunstancias tal vez era mucho mejor guiarse por el instinto, y de esa manera ella se acercó, precavidamente, hacia ese hombre.
—Hola—soltó primeramente Ruphia, al mismo tiempo que, aunque la capucha le cubría casi todo el rostro, su helada y parca mirada se encontró directamente con los ojos de ese total y absoluto desconocido, haciendo así contacto visual con éste —, ¿usted sabe dónde se encuentra la taberna?—la voz de la joven,si bien era igual de fría como siempre, también tenía cierto tono cordial y ameno, el tono perfecto como para entablar conversación con ese extraño. Y ella se preguntó ahora internamente, ¿por qué razón ella sentía cierta empatía con esa persona, si nunca antes la había visto en toda su corta vida? —Sólo espero que me pueda ayudar—fue el pensamiento que se instaló en ella, a la vez que por ningún motivo, dejaba de verlo a los ojos. Pero aunque en cierta forma la chica sentía que no tenía nada de qué temer, igualmente su corazón siguió latiendo con mucha fuerza, y entonces la joven no puedo eludir sentir cierta frustración al respecto. Siendo así, ella hizo lo posible por intentar calmar esos estorbosos latidos, sin embargo aunque lo intentó con toda sus fuerzas, con todas sus ganas, esos latidos siguieron estando muy molestamente en ella. A pesar de esto último, la muchacha logró de alguna forma que su semblante se mantuviera tan helado e imperturbable como siempre lo era, estando ella completamente convencida de que si era capaz de mostrar algo que ciertamente no era, pues las cosas irían mejor para ella, o al menos ella quiso creer con todas sus fuerzas.
Siendo así, los firmes pasos de la joven resonaron por esas calles que a ella le resultaban más que ajenas, más que desconocidas, cosa para nada de peculiar si tomamos en cuenta que solamente hace escasos días atrás que había desembarcado en esa península, haciendo así abandono de sus tierras natales, ubicadas en las islas. Ella, la verdad de las cosas, lo sabía a ciencia cierta; si deseaba finalmente conseguir sus tan anhelados objetivos, esos mismos que estaban directamente vinculados con recuperar el honor perdido de su familia, el ya mediocre clan de los Grah, y a la vez con vengarse con todos aquellos que alguna vez se mofaron de su sangre, de sus antepasados, pues ella debería de sí o sí emprender viaje a lugares donde los Grah no eran conocidos, y así aprender lo necesario como para llevar a cabo todo lo que su tan obsesiva cabeza, estaba planeando. Y sí, era cierto, la chica jamás se había caracterizado por ser precisamente una persona valiente, una persona osada, pero también era cierto que su ambición, su codicia, eran tan, pero tan grandes, que simple y sencillamente todo eso compensaba la falta de valor en ella. Entonces las determinadas pisadas de la joven aún siguieron resonando por esas calles que no le eran para nada familiares, y a pesar de que tanto su postura y aptitud parecía sólo indicar que era una muchacha que estaba muy segura de sí misma, en el fondo las cosas no eran de esa manera… en realidad, para nada.
Y es que si bien, Ruphia proyectaba por fuera una personalidad que parecía que estaba ella muy confiada, años, años y años de malos tratos de tanto como sus pares y sus superiores, todo debido por pertenecer al devaluado y desprestigiado clan de los Grah, solamente había ayudado a que la estima de la joven anduviera casi por los suelos, estima que solamente pudo ser salvada gracias a precisamente, sus ganas y deseos de ser cada vez mejor, mejor y mejor, y así mismo lograr cosas que aunque parecían imposibles, ella de alguna forma confiaba en que sí, en que sí podrían ser logradas. La dura mirada de la chica siguió observando de una manera sumamente análitica el paisaje, la manera de construcción de esa ciudad, a la cual simple y solamente había llegado porque había oído ciertos rumores que decían que habitaban ahí personas que precisamente sabían cosas que ella misma ansiaba saber. ¿Eran ciertos esos rumores o no…? La verdad era que ni la misma muchacha lo sabía, pero a la vez era cierto que ella, en su situación actual, no tenía mucho que perder a la hora de intentar y averiguar si todo era efectivamente cierto. Después de todo, para ella en estos precisos instantes todo era una novedad, así que en cierta forma, tenía mucho más que ganar que perder. Al pensarlo, la muchacha soltó un suspiro, cosa que últimamente estaba haciendo mucho, tal vez porque se encontraba más meditabunda que nunca, siempre pensando en cómo podría lograr lo que ansiaba..
Fue entonces cuando ella detuvo sus pasos de forma abrupta, al momento en el cual accidentalmente escuchó una especie de conversación entre dos personas, las cuales lógicamente no eran para nada conocidas para ella. Agudizando lo más posible, la chica logró escuchar como esas personas charlaban acerca de una especie de taberna, en donde supuestamente estaba alojando un brujo de gran, gran poder. El corazón de la joven, de inevitable forma, comenzó a latir de manera casi exagerada, al punto de hasta sentir cierto dolor, y cómo no si para eso precisamente ella había emprendido ese viaje, esa travesía. Sin embargo, y también cosa lógica, la muchacha no sabía dónde se encontraba dicha taberna, por lo cual tuvo que resignarse a averiguarlo por sí misma… ahora la cosa estaba, ¿a quién ella podría preguntarle? La siempre aparente fuerte mirada de la joven se paseó en esos momentos entre todo ese gentío que se encontraba en las calles de Ciudad Lagarto, y aunque ciertamente ella no tenía ninguna referencia acerca de con quién podría hablar, sus ojos se encontraron con una figura que, por algún extraño y particular motivo, le inspiró algo, algo que si bien no era precisamente confianza, si era una sensación que la empujaba a hablar precisamente con esa persona. ¿Por qué era que sus impulsos la llevaban a hablar con él? Por lo usual, la muchacha siempre se comportaba empujada por la lógica, pero en estas circunstancias tal vez era mucho mejor guiarse por el instinto, y de esa manera ella se acercó, precavidamente, hacia ese hombre.
—Hola—soltó primeramente Ruphia, al mismo tiempo que, aunque la capucha le cubría casi todo el rostro, su helada y parca mirada se encontró directamente con los ojos de ese total y absoluto desconocido, haciendo así contacto visual con éste —, ¿usted sabe dónde se encuentra la taberna?—la voz de la joven,si bien era igual de fría como siempre, también tenía cierto tono cordial y ameno, el tono perfecto como para entablar conversación con ese extraño. Y ella se preguntó ahora internamente, ¿por qué razón ella sentía cierta empatía con esa persona, si nunca antes la había visto en toda su corta vida? —Sólo espero que me pueda ayudar—fue el pensamiento que se instaló en ella, a la vez que por ningún motivo, dejaba de verlo a los ojos. Pero aunque en cierta forma la chica sentía que no tenía nada de qué temer, igualmente su corazón siguió latiendo con mucha fuerza, y entonces la joven no puedo eludir sentir cierta frustración al respecto. Siendo así, ella hizo lo posible por intentar calmar esos estorbosos latidos, sin embargo aunque lo intentó con toda sus fuerzas, con todas sus ganas, esos latidos siguieron estando muy molestamente en ella. A pesar de esto último, la muchacha logró de alguna forma que su semblante se mantuviera tan helado e imperturbable como siempre lo era, estando ella completamente convencida de que si era capaz de mostrar algo que ciertamente no era, pues las cosas irían mejor para ella, o al menos ella quiso creer con todas sus fuerzas.
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Re: Los aeros que no lo son (Falsificadores 1) [Libre] [3/3]
Ciudad Lagarto era de esos lugares donde Mina se sentía en su salsa. Nadie pretendía nada, todos eran seres que vivían allí mostrándose como quienes eran realmente. ¿Eres una ladrona? Todos saben que lo eres y si lo haces bien, te recomiendan. ¿Un prostituto? Perfecto, la línea de clientes era larga. ¿Te faltaba comida? Imposible, allí había un sentido de camaradería que solo existe entre quienes viven en las sombras, han sido expulsados de sus comunidades, nacieron en la casta más baja de su sociedad o son rechazados por los suyos. Como prácticamente todos saben lo que es vivir con las tripas vacías y languideciendo de sed, existía una suerte solidaridad entre ellos. Además, los muertos no hacen circular el dinero, es un cliente menos, una presa menos que desplumar.
Mina venía de una cuna de oro, no conocía de penurias. Solamente las vivió cuando decidió lanzarse a la aventura y lo resolvía rápidamente por su cuenta así que ese sentido de solidaridad entre parias fue algo que aprendió sobre la marcha -muy renuentemente- y gracias a Tina, quien al ser huérfana entendía lo que era la soledad y el abandono.
Todo esto, para explicar que ambas encajaban muy bien en Ciudad Laragrto. -Muchos recuerdos, Tina, muchos recuerdos...- le comentó a drejita empinando el jarra de cerveza y bebiendo un sorbo. -Me pasó de todo en esta Ciudad, ¿tú no estuviste aquí antes?- continuó conversando mientras recuerdos muy vívidos le inundaban la cabeza. -Creo que te lo podría mostrar alguna vez- consideró, pues le sería fácil recrear con ilusiones sus recuerdos y proyectarlos para que Tina viera, como si se tratara de una película, los acontecimientos que vivió allí.
Era una tarde muy bonita aquella que compartía con su querida Tina. Pidieron la cuenta -porque sí, allí se pagaban las cuentas- y tras pagar, recibió el cambio. Pero vamos, aquello era Ciudad Lagarto, la voluptuosa camarera no sepodría marchar de su lado hasta verificar que las monedas que entregó fuesen reales. Confirmadas la legalidad de las monedas, Mina y Tina se marcharon de la taberna muy contentas.
Todo estaba saliendo excelentemente bien, por lo tanto, había algo malo. -No es lo normal, no- se detuvo Mina, mirando con extrañeza a Tina. Si bien ambas habían tomado varias jarras de cerveza, aún les daba el seso para pensar. Una corazonada hizo que Mina llevara las manos al bolso de las monedas y, canalizando su telequinesis, buscó percibir cualquier alteración de las monedas, pues el material de las reales vibraban de una forma que las falsas no. -¿Nos metieron gato por liebre?- consultó Tina entre molesta y preocupada. -Son solo unos pocos escudos, y es difícil notar la diferencia... es una variación muy leve... están muy bien hechas estas monedas- respondió la bruja, quien no sentía molestia sino una ligera admiración por la calidad del trabajo.
Luego las revisó Tina, agudizando la mirada, descubrió diminutas muescas y alteraciones en el dibujo acuñado. Ambas tuvieron que esforzarse al usar sus habilidades para distinguir las falsas de las reales. -¡Qué minuciosos! Los que están metiendo estas monedas falsas son excelentes, ¿quiénes serán?- se preguntaba la chicadreja. Mina se preguntaba lo mismo -Pues... averigüemoslo- le propuso a su socia, quien no dudó en embarcarse en esa aventura. Total, no tenían nada mejor que hacer por el momento.
Mina venía de una cuna de oro, no conocía de penurias. Solamente las vivió cuando decidió lanzarse a la aventura y lo resolvía rápidamente por su cuenta así que ese sentido de solidaridad entre parias fue algo que aprendió sobre la marcha -muy renuentemente- y gracias a Tina, quien al ser huérfana entendía lo que era la soledad y el abandono.
Todo esto, para explicar que ambas encajaban muy bien en Ciudad Laragrto. -Muchos recuerdos, Tina, muchos recuerdos...- le comentó a drejita empinando el jarra de cerveza y bebiendo un sorbo. -Me pasó de todo en esta Ciudad, ¿tú no estuviste aquí antes?- continuó conversando mientras recuerdos muy vívidos le inundaban la cabeza. -Creo que te lo podría mostrar alguna vez- consideró, pues le sería fácil recrear con ilusiones sus recuerdos y proyectarlos para que Tina viera, como si se tratara de una película, los acontecimientos que vivió allí.
Era una tarde muy bonita aquella que compartía con su querida Tina. Pidieron la cuenta -porque sí, allí se pagaban las cuentas- y tras pagar, recibió el cambio. Pero vamos, aquello era Ciudad Lagarto, la voluptuosa camarera no sepodría marchar de su lado hasta verificar que las monedas que entregó fuesen reales. Confirmadas la legalidad de las monedas, Mina y Tina se marcharon de la taberna muy contentas.
Todo estaba saliendo excelentemente bien, por lo tanto, había algo malo. -No es lo normal, no- se detuvo Mina, mirando con extrañeza a Tina. Si bien ambas habían tomado varias jarras de cerveza, aún les daba el seso para pensar. Una corazonada hizo que Mina llevara las manos al bolso de las monedas y, canalizando su telequinesis, buscó percibir cualquier alteración de las monedas, pues el material de las reales vibraban de una forma que las falsas no. -¿Nos metieron gato por liebre?- consultó Tina entre molesta y preocupada. -Son solo unos pocos escudos, y es difícil notar la diferencia... es una variación muy leve... están muy bien hechas estas monedas- respondió la bruja, quien no sentía molestia sino una ligera admiración por la calidad del trabajo.
Luego las revisó Tina, agudizando la mirada, descubrió diminutas muescas y alteraciones en el dibujo acuñado. Ambas tuvieron que esforzarse al usar sus habilidades para distinguir las falsas de las reales. -¡Qué minuciosos! Los que están metiendo estas monedas falsas son excelentes, ¿quiénes serán?- se preguntaba la chicadreja. Mina se preguntaba lo mismo -Pues... averigüemoslo- le propuso a su socia, quien no dudó en embarcarse en esa aventura. Total, no tenían nada mejor que hacer por el momento.
Mina Harker
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Re: Los aeros que no lo son (Falsificadores 1) [Libre] [3/3]
Aquel día no se podía considerar extraño en aquella estación. Las nubes cubrían el cielo hasta donde alcanzaba la vista, en cualquier dirección hacia la que se mirase. Sin embargo, las lluvias por el momento se mantenían al acecho, expectantes quizás, dubitativas tal vez, de iniciar el movimiento que daba nombre a la mentada estación.
A la temporada de lluvias aún le quedaba un tiempo para dar el paso a la siguiente de las estaciones y, por ahora, se contentaba con ser testigo de los andares de un viajero a través de un cuadro de tonalidades grisáceas.
El caminante no tardó en alcanzar el puente de madera que permitía superar el desnivel de un riachuelo y, sin temor anidando su corazón, dio un paso tras otro sobre los maderos mientras se acercaba al trío de hombres que permanecían sobre este. Por supuesto, la cortesía estaba garantizada cuando se trataba de este trotamundo, por lo que el hombre saludó al otro grupo con un movimiento de su testa, de manera amistosa, más, sin detener su andar, prosiguió su camino.
Tal importancia le daba al asunto el viajero, que sacó una manzana de uno de sus bolsos más amplios, sin embargo, antes de poder darle una mordida al apetitoso fruto, el gesto en su rostro pasó de la indiferencia al asombro mezclado con incredulidad.
- ¡No me has escuchado! - gritó uno de los hombres del grupo, adelantando al brujo para ponerse delante de él. - Sabemos que los Constanza te contrataron y te pagaron una buena suma por tus servicios.
El trotamundo había imaginado que aquellos hombres estarían esperando en aquel lugar angosto para emboscar a los pobres viandantes que tuvieran intención de cruzar por allí.
«Tan a la vista. Cuánto descaro», pensó, al tiempo que lanzaba la manzana por los aires.
Con un movimiento rápido, el viajero tomó la empuñadura de su espada envainada en su cintura y se giró a toda velocidad. Aprovechando el movimiento desenvainó el acero y realizó sendos tajos en el aire, manteniendo la distancia, en dirección a los dos enemigos que había tenido a su espalda, para después continuar el giro con su cuerpo y lanzar otro hacia el frente, hacia donde se había plantado el gritón, aquel que parecía el líder de aquellos tres.
El veterano guerrero recuperó su postura, erguido y tranquilo, regresó el acero a su vaina mientras los dos hombres, que volvían a estar detrás de él, caían desplomados. Uno contra la baranda del puente, el otro, por encima de la contraria. El ruido del cuerpo contra el agua fue lo único que se escuchó, así como tras este, el característico sonido de la guardia de la espada contra su vaina, momento en el cual la lanza del líder se quebró como rama seca, mostrando un corte limpio.
Todo aquel espectáculo y verse sin superioridad numérica, así como desarmado, asustó al asaltador de caminos, que cayó de culo cuando el mercenario amagó con dar un paso al frente.
- ¡Brujo! - escupió, más que dijo, con un tono de inusitado valor entremezclado con desprecio, que no pudo ocultar su temor.
Vincent dibujó una media sonrisa en los labios, y atrapó la manzana que había lanzado bien alto, antes de la refriega.
- Brujo y hambriento, por si necesitas más detalles-, comentó burlón, dando unos pasos hacia adelante, acercándose a su enemigo.
- Pero no lo entiendo. No eres…
- No soy lo que esperabas-, terminó la frase por él. - Eso es porque no lo soy.
El ladrón pareció no entender, en el tiempo que el mercenario se acercaba otro poco, para finalmente apoyarse en la barandilla de madera con las lumbares.
- Soy un mercenario. Pero no el mercenario que buscas-, dijo, antes de renovar su sonrisa. - Pero, requiero información de ti. De qué conoces a los Constanza-, preguntó, para luego darle una mordida a la manzana.
El brujo había preguntado con suavidad, sin acritud ni odio en su voz, pero su mirada no dejaba lugar a la duda. Si quería vivir, debía soltar la lengua, y oh, bien que lo hizo el pobre desdichado.
El villano le dijo al rubio todo lo que necesitaba saber. Lo suficiente para comprender y para imaginar que no estaba equivocado con aquello que le había generado sorpresa cuando el líder de los ladrones lo abordó de palabra.
- Seguramente dejarte vivo pone en peligro a otras personas, más soy hombre de palabra-, dijo tras escuchar la historia. Aquello último para calmar al ladrón que ya se veía traicionado y siendo comida de cuervos. - Espero que seas lo suficientemente inteligente para comprender que esta vida solo te llevará a eso que tanto temes. Deja de asaltar. No tienes madera para el combate, solo encontrarás la muerte-, comentó seguido, alzando la voz para que lo pudiera escuchar el hombre que ponía tierra de por medio.
«Además, si te vuelvo a encontrar en situación similar, sabré que has seguido robando y matando, y ese día no habrá más piedad», caviló, mirando la figura del ladrón que se perdía en la distancia.
El mercenario, en cambio, no siguió su camino. Se quedó allí, apoyado contra la madera del puente, mientras se terminaba la manzana. Comió con calma y el hueso del fruto voló por encima de su hombro en cuánto terminó de saborear su manjar.
- Llegas tarde.
El recién llegado observó el cuerpo del ladrón muerto contra la barandilla, para luego levantar la mirada hacia el hombre que le había hablado, varios metros más adelante, apoyado contra la baranda contraria.
Luego, el llegado solo se limitó a encogerse de hombros para después seguir su andadura.
- Ahora este castillo es mío-, dijo el brujo, serio.
- Imagino que por un buen precio dejarán pasar-, contestó el otro, lanzándole una moneda.
Vincent la atrapó en el aire y la miró, curioso, pues no imaginaba por qué el otro hombre haría algo así.
- Sigues siendo igual de juguetón.
- Te esperaban a ti-, respondió, jugando con la moneda, pasándola entre los dedos, de un lado a otro sobre el cuero de su guante. - Por cierto. Cuánto tiempo. Que tal te va y todas esas cosas que se dicen entre viejos camaradas, con tanta lejanía en el tiempo sin verse.
- Eso deberías aplicarlo a tu propia filosofía, señor del castillo de este puente.
Los veteranos mercenarios se miraron, frente a frente, a una decena de centímetros, el uno del otro.
- Qué viejo estás, cabrón.
- Mira que tú-, respondió, antes de ponerse en marcha, caminando al lado de su amigo.
- Los asaltantes sabían que pasaría por el puente alguien contratado por los Constanza. Y cómo yo sé que esa familia no anda muy bien de dinero, imaginé que si contrataron a un mercenario, este sería barato. Perdón, este, seguro que era un gran profesional con lazos familiares y amistosos con ellos.
Vincent miró hacia su derecha, con una sonrisa amistosa en los labios, como respuesta, su amigo bufó. Sin dejar de caminar, ambos amigos hablaron.
- Por cierto, ¿qué pasó? ¿Por qué han perdido tanto dinero? Los rumores ciertos son más rápidos que mi magia si sabes dónde moverte.
- Lo tienes en la mano.
El brujo dejó de jugar la moneda y la sostuvo sobre la palma. Después giró el rostro para contemplar el semblante de su amigo.
- No entiendo. ¿Es la única moneda que les queda?
- No. Es más pobre e inútil que una espada hecha de hierro bruto.
Vincent entendió lo que quería decir su amigo, pero aún así, no lo podía creer. Era perfecta. Casi perfecta, pues.
- Los Constanza hicieron un gran negocio. Uno grande y bien pagado con muchas de esas monedas.
Al que apodaban “El Lobo” asintió y le dio un apretón en el hombro a su buen amigo.
Días más tarde, ambos se encontraban arribando a la autodenominada “Ciudad Lagarto”
- No tenías que acompañarme.
- Lo sé, pero no tenía nada mejor que hacer-, contestó, amistoso, quitándole hierro al asunto. - En estas barriadas no hay muchos sitios donde sacar información. Pero aún así hubiera sido demasiado trabajo para una sola persona.
- Te lo agradezco, igualmente. Dividirse en estas calles es peligroso, pero si queremos abarcar…
- Es lo que toca. De algo hay que morir, y no vamos a volvernos temerosos de la muerte a estas alturas, ¿no? - comentó en broma, mostrando una sonrisa sobre el rostro. - Conozco un poco la zona, iré a una posada que hay por allá-, dijo, señalando una calle. - Por ese otro lado hay algunos negocios-, señaló esta vez con la testa. - Quizás sepan algo.
El arquero y espadachín asintió con la cabeza, mirando hacia su amigo brujo, y después le dio un apretón con la mano derecha sobre el antebrazo diestro de su compañero. Vincent emuló el gesto de su camarada y ambos hombres tomaron caminos separados.
Momentos más tarde, el brujo mercenario se acercaba a la taberna donde esperaba encontrar la información que necesitaba.
Ay, se me fue un poco la mano con la introducción al tema XDDD. Me surgió la idea y se me fue de las patas de gato. Bueno, espero que sea ameno de leer.
La idea es que la taberna a la que va mi personaje sea la posada de la que acaba de salir Mina y Tina y que pueda ser nexo para la unión de los cuatro.
A la temporada de lluvias aún le quedaba un tiempo para dar el paso a la siguiente de las estaciones y, por ahora, se contentaba con ser testigo de los andares de un viajero a través de un cuadro de tonalidades grisáceas.
El caminante no tardó en alcanzar el puente de madera que permitía superar el desnivel de un riachuelo y, sin temor anidando su corazón, dio un paso tras otro sobre los maderos mientras se acercaba al trío de hombres que permanecían sobre este. Por supuesto, la cortesía estaba garantizada cuando se trataba de este trotamundo, por lo que el hombre saludó al otro grupo con un movimiento de su testa, de manera amistosa, más, sin detener su andar, prosiguió su camino.
Tal importancia le daba al asunto el viajero, que sacó una manzana de uno de sus bolsos más amplios, sin embargo, antes de poder darle una mordida al apetitoso fruto, el gesto en su rostro pasó de la indiferencia al asombro mezclado con incredulidad.
- ¡No me has escuchado! - gritó uno de los hombres del grupo, adelantando al brujo para ponerse delante de él. - Sabemos que los Constanza te contrataron y te pagaron una buena suma por tus servicios.
El trotamundo había imaginado que aquellos hombres estarían esperando en aquel lugar angosto para emboscar a los pobres viandantes que tuvieran intención de cruzar por allí.
«Tan a la vista. Cuánto descaro», pensó, al tiempo que lanzaba la manzana por los aires.
Con un movimiento rápido, el viajero tomó la empuñadura de su espada envainada en su cintura y se giró a toda velocidad. Aprovechando el movimiento desenvainó el acero y realizó sendos tajos en el aire, manteniendo la distancia, en dirección a los dos enemigos que había tenido a su espalda, para después continuar el giro con su cuerpo y lanzar otro hacia el frente, hacia donde se había plantado el gritón, aquel que parecía el líder de aquellos tres.
El veterano guerrero recuperó su postura, erguido y tranquilo, regresó el acero a su vaina mientras los dos hombres, que volvían a estar detrás de él, caían desplomados. Uno contra la baranda del puente, el otro, por encima de la contraria. El ruido del cuerpo contra el agua fue lo único que se escuchó, así como tras este, el característico sonido de la guardia de la espada contra su vaina, momento en el cual la lanza del líder se quebró como rama seca, mostrando un corte limpio.
Todo aquel espectáculo y verse sin superioridad numérica, así como desarmado, asustó al asaltador de caminos, que cayó de culo cuando el mercenario amagó con dar un paso al frente.
- ¡Brujo! - escupió, más que dijo, con un tono de inusitado valor entremezclado con desprecio, que no pudo ocultar su temor.
Vincent dibujó una media sonrisa en los labios, y atrapó la manzana que había lanzado bien alto, antes de la refriega.
- Brujo y hambriento, por si necesitas más detalles-, comentó burlón, dando unos pasos hacia adelante, acercándose a su enemigo.
- Pero no lo entiendo. No eres…
- No soy lo que esperabas-, terminó la frase por él. - Eso es porque no lo soy.
El ladrón pareció no entender, en el tiempo que el mercenario se acercaba otro poco, para finalmente apoyarse en la barandilla de madera con las lumbares.
- Soy un mercenario. Pero no el mercenario que buscas-, dijo, antes de renovar su sonrisa. - Pero, requiero información de ti. De qué conoces a los Constanza-, preguntó, para luego darle una mordida a la manzana.
El brujo había preguntado con suavidad, sin acritud ni odio en su voz, pero su mirada no dejaba lugar a la duda. Si quería vivir, debía soltar la lengua, y oh, bien que lo hizo el pobre desdichado.
El villano le dijo al rubio todo lo que necesitaba saber. Lo suficiente para comprender y para imaginar que no estaba equivocado con aquello que le había generado sorpresa cuando el líder de los ladrones lo abordó de palabra.
- Seguramente dejarte vivo pone en peligro a otras personas, más soy hombre de palabra-, dijo tras escuchar la historia. Aquello último para calmar al ladrón que ya se veía traicionado y siendo comida de cuervos. - Espero que seas lo suficientemente inteligente para comprender que esta vida solo te llevará a eso que tanto temes. Deja de asaltar. No tienes madera para el combate, solo encontrarás la muerte-, comentó seguido, alzando la voz para que lo pudiera escuchar el hombre que ponía tierra de por medio.
«Además, si te vuelvo a encontrar en situación similar, sabré que has seguido robando y matando, y ese día no habrá más piedad», caviló, mirando la figura del ladrón que se perdía en la distancia.
El mercenario, en cambio, no siguió su camino. Se quedó allí, apoyado contra la madera del puente, mientras se terminaba la manzana. Comió con calma y el hueso del fruto voló por encima de su hombro en cuánto terminó de saborear su manjar.
- Llegas tarde.
El recién llegado observó el cuerpo del ladrón muerto contra la barandilla, para luego levantar la mirada hacia el hombre que le había hablado, varios metros más adelante, apoyado contra la baranda contraria.
Luego, el llegado solo se limitó a encogerse de hombros para después seguir su andadura.
- Ahora este castillo es mío-, dijo el brujo, serio.
- Imagino que por un buen precio dejarán pasar-, contestó el otro, lanzándole una moneda.
Vincent la atrapó en el aire y la miró, curioso, pues no imaginaba por qué el otro hombre haría algo así.
- Sigues siendo igual de juguetón.
- Te esperaban a ti-, respondió, jugando con la moneda, pasándola entre los dedos, de un lado a otro sobre el cuero de su guante. - Por cierto. Cuánto tiempo. Que tal te va y todas esas cosas que se dicen entre viejos camaradas, con tanta lejanía en el tiempo sin verse.
- Eso deberías aplicarlo a tu propia filosofía, señor del castillo de este puente.
Los veteranos mercenarios se miraron, frente a frente, a una decena de centímetros, el uno del otro.
- Qué viejo estás, cabrón.
- Mira que tú-, respondió, antes de ponerse en marcha, caminando al lado de su amigo.
- Los asaltantes sabían que pasaría por el puente alguien contratado por los Constanza. Y cómo yo sé que esa familia no anda muy bien de dinero, imaginé que si contrataron a un mercenario, este sería barato. Perdón, este, seguro que era un gran profesional con lazos familiares y amistosos con ellos.
Vincent miró hacia su derecha, con una sonrisa amistosa en los labios, como respuesta, su amigo bufó. Sin dejar de caminar, ambos amigos hablaron.
- Por cierto, ¿qué pasó? ¿Por qué han perdido tanto dinero? Los rumores ciertos son más rápidos que mi magia si sabes dónde moverte.
- Lo tienes en la mano.
El brujo dejó de jugar la moneda y la sostuvo sobre la palma. Después giró el rostro para contemplar el semblante de su amigo.
- No entiendo. ¿Es la única moneda que les queda?
- No. Es más pobre e inútil que una espada hecha de hierro bruto.
Vincent entendió lo que quería decir su amigo, pero aún así, no lo podía creer. Era perfecta. Casi perfecta, pues.
- Los Constanza hicieron un gran negocio. Uno grande y bien pagado con muchas de esas monedas.
Al que apodaban “El Lobo” asintió y le dio un apretón en el hombro a su buen amigo.
Días más tarde, ambos se encontraban arribando a la autodenominada “Ciudad Lagarto”
- No tenías que acompañarme.
- Lo sé, pero no tenía nada mejor que hacer-, contestó, amistoso, quitándole hierro al asunto. - En estas barriadas no hay muchos sitios donde sacar información. Pero aún así hubiera sido demasiado trabajo para una sola persona.
- Te lo agradezco, igualmente. Dividirse en estas calles es peligroso, pero si queremos abarcar…
- Es lo que toca. De algo hay que morir, y no vamos a volvernos temerosos de la muerte a estas alturas, ¿no? - comentó en broma, mostrando una sonrisa sobre el rostro. - Conozco un poco la zona, iré a una posada que hay por allá-, dijo, señalando una calle. - Por ese otro lado hay algunos negocios-, señaló esta vez con la testa. - Quizás sepan algo.
El arquero y espadachín asintió con la cabeza, mirando hacia su amigo brujo, y después le dio un apretón con la mano derecha sobre el antebrazo diestro de su compañero. Vincent emuló el gesto de su camarada y ambos hombres tomaron caminos separados.
Momentos más tarde, el brujo mercenario se acercaba a la taberna donde esperaba encontrar la información que necesitaba.
Offrol
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Ay, se me fue un poco la mano con la introducción al tema XDDD. Me surgió la idea y se me fue de las patas de gato. Bueno, espero que sea ameno de leer.
La idea es que la taberna a la que va mi personaje sea la posada de la que acaba de salir Mina y Tina y que pueda ser nexo para la unión de los cuatro.
Vincent Calhoun
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Re: Los aeros que no lo son (Falsificadores 1) [Libre] [3/3]
Decidido a no perder el tiempo comenzó a caminar al azar entre la gente poniendo atención en las conversaciones de seguro algo captaría de interés con lo cual podría profundizar en su búsqueda. Entre más pronto encontrara información y resolviera esto más pronto podría volver a su otra misión.
Tenía el leve recuerdo que había informantes Kraz en esta ciudad solo debía estar atento a las señales entonces podría conseguir más fácil información
-No tengas prisa nosotros somos el depredador y todos aquí no son más que comida. -
-No, me niego a ver a los demás como ganado, tienen vidas, familias. –
-Solo es comida-
-No todas las personas pueden ser comidas, no podemos caer tan bajo-
-Si me dejas salir a jugar más a menudo puedo prometer no tocar a los niños, ni embarazadas y quizás a los ancianos su carne es muy dura-
-No tengo que negociar contigo, yo estoy a cargo, yo soy Alexander tu solo eres una la voz en mi cabeza, solo eres el otro Alexander-
-Todos son comida Alexander, pero si insistes por el momento prometo solo comerme a las alimañas de la sociedad-
En su mente quería negar esa idea, la gente no era comida, si quería encajar en la sociedad tendría que desechar todos esos pensamientos, de que otra forma podría recuperar todo. El sería un hombre medianamente decente el poder, la sangre, las batallas, eso no era algo que quería, solo quería seguir el camino de su familia. El camino de Kagan ese era su ideal.
-Aunque te mientas yo seguiré aquí aguardando al momento que te descuides, el momento que me des más control, y cuando lo hagas Alexander te quedaras ahí dormido sin recordar nada como cada vez que ha sucedido -
No se dio cuenta que dejo de discutir solo en su cabeza comenzando a verbalizar sus interacciones mentales con el otro Alexander. Mientras repasaba las palabras de su otro yo fue que lo noto, el descarado que había jugado contra el en la posada estaba hablando con otros hombres. Por su fortuna estaba de espaldas por lo que se acercaba.
Los hombres estaban riendo, charlaban tan fuertes y animados que fue demasiado fácil escuchar su conversación. Al parecer quería reclutarlos para trabajar con el esparciendo esas monedas, a por lo que alcanzaba a escuchar la paga era buena, si estaban interesados dijo que les haría llegar el día, lugar y hora de la reunión en cuanto la tuviera para ahí explicarles cómo funcionaba todo.
Probablemente solo eran simple peones para algún plan más grande. Sin embargo no era lo único que estaba sucediendo, el descarado menciono que tendría una reunión en una taberna cercana al parecer ahí se hospedaba un hombre de gran poder. El descarado soltó confiadamente el nombre de la taberna junto con la hora de su reunión a aquellos hombres. Podía deducir que era de suma interés de sus jefes reclutar gente de diversos talentos.
Por el momento tenía suficiente información no tendría caso seguirlo de cerca y ocasionar que lo descubran. Decidió seguir vagando por la ciudad en espera de interceptar al descarado en su reunión cuando estuviera distraído, estaba tan ansioso mientras transcurría el tiempo que no se dio cuenta que poco a poco su control sobre su monstruo se iba resbalando, debió sentir una alerta cuando tomo uno de los dedos de su mochila para comenzar a masticarlo en partes como si de un dulce se tratara, pero como ambas partes de él disfrutaban de eso era difícil decidir si era el mismo o la influencia del otro.
Escucho una joven voz que lo saludo en ese instante se dio cuenta que estaba cerca muy cerca de perder el control por completo. Cruzo su mirada con la joven, tardo un poco en bajar su mano izquierda con lo que quedaba de aquel dedo, inclino la cabeza observando detenidamente a la joven, tenía cierta presencia, también tenía un olor que hacía tiempo no percibía, el otro Alexander parecía encantado con el encuentro, de alguna forma parecía a verse identificado con la joven.
-Hola-
Estaba emocionado, por fin alguien a fin a él. Alexander estaba casi dormido por más que insistía en resistirse, podría actuar a rienda suelta sin problemas en cualquier momento.
-Ella no es como los demás, no parece comida, un alma afín-
Dijo para sí mismo volviendo a olvidar que había más gente alrededor que no estaba discutiendo mentalmente con Alexander y que sus gestos tampoco eran nada discretos.
-Hay una taberna en particular a la que me dirijo escuche que hay gente interesante congregándose ahí.-
Palmeo suavemente la cabeza de la joven.
-Puedes venir con nosotros.- menciono señalándose a sí mismo sin dejar de sonreír de forma alegre y siniestra. –Ven sígueme te invitare a comer algo que sea apto para ti-
Termino de comerse lo que le quedaba de aquel dedo mientras guiaba a la joven por la ciudad hacia la taberna.
-Lamento no invitarte pero no creo que tu paladar este aun listo para ese manjar, pero te conseguiremos un alimento adecuado en la taberna –
No estaba del todo seguro de quien de los dos había sido ese pensamiento.
-Qué falta de educación la mía, soy Alexander Kraz. ¿Cómo te llamas señorita?-.
Mientras caminaban se fijaba en las manos de las personas cuando parecía que estaban cerrando algún trato, quería estar atento a cualquiera que tuviera esas monedas. Al tiempo que se gravaba algún detalle clave de la zona por la que pasaban eso podría ser útil más tarde.
-Perdona probablemente no sea de mi incumbencia pero ¿No eres un poco joven para estar sola en este lugar? ¿Estás buscando a algo o a alguien? –
Dio vuelta en una pequeña calle asegurándose de que la joven estuviera siguiéndole.
- No importa, de debería entrometerme. Si no te molesta te acompañaremos mientras estés aquí.-
Miro a la chica, tenía esa mirada fría, por alguna razón hacía sonreír más a monstruo dentro de él, probablemente ella podría dejarlo acabar con todos ahí y no se inmutaría ni un poco, estaba tan ansioso.
-Esto es ridículo no puedes seguir llamándome monstruo todo el tiempo soy parte de ti.-
-Probablemente si lo niego lo suficiente deje de escucharte.-
-No puedes apagarme siempre estoy aquí a diferencia de ti no necesito dormir, además ella es interesante.-
-No necesitamos parecer más locos, necesitamos encajar…-
Suspiro frustrado mientras caminaban a la taberna ignorando que probablemente la chica los escucho. Si esta ciudad tenía un algo que hacía más fácil que el otro estuviera tan entusiasmado, no se trataba solo de toda la posible comida, la sangre, el caos que pudiera ocasionar o el poder, pero lo que no entendía es como por primera vez después de dos años el monstruo había simpatizado con alguien tan fácilmente.
Lo que era muy cierto es que no podría continuar llamándole monstruo. Tendría que considerar algún nombre y aferrarse al poco control que le quedaba, si lo perdía no recordaría nada mientras él estuviera a cargo, lo peor de todo es que no recuperaría la conciencia hasta que el otro se durmiera, si hermana que lograba apaciguarle en el pasado no estaba entre los vivos y su tía estaba en algún lugar olvidado por la civilización.
Estando ya cerca de la taberna se detuvo un momento.
-Estoy aquí por estas-
Saco unas cuantas monedas falsas para mostrarle.
–Probablemente no estés aquí por lo mismo, pero queríamos advertirte, ten cuidado con las monedas que tengan esta cuña. Te dejare estas por si necesitas compararlas después.-
Señalo al justo hacia su izquierda, se encontraban justo debajo del letrero de la taberna.
-Es aquí, nos sentaremos en la barra, comemos, bebemos mientras el descarado con el que quiero tener unas palabras aparece. Pero mientras estemos aquí tenemos tu espalda cubierta. –
Tal como dijo tras entrar en la taberna escogió un lugar sobre la barra donde pudiera observar la mayor parte del bar, pidió algo de beber. Asegurándose de tener a la joven siempre a la vista aun mientras ordenaba algo de bebida, le sonrió brevemente, mientras se resistía de sacar otro de sus pequeños manjares de la bolsa.
Tenía el leve recuerdo que había informantes Kraz en esta ciudad solo debía estar atento a las señales entonces podría conseguir más fácil información
-No tengas prisa nosotros somos el depredador y todos aquí no son más que comida. -
-No, me niego a ver a los demás como ganado, tienen vidas, familias. –
-Solo es comida-
-No todas las personas pueden ser comidas, no podemos caer tan bajo-
-Si me dejas salir a jugar más a menudo puedo prometer no tocar a los niños, ni embarazadas y quizás a los ancianos su carne es muy dura-
-No tengo que negociar contigo, yo estoy a cargo, yo soy Alexander tu solo eres una la voz en mi cabeza, solo eres el otro Alexander-
-Todos son comida Alexander, pero si insistes por el momento prometo solo comerme a las alimañas de la sociedad-
En su mente quería negar esa idea, la gente no era comida, si quería encajar en la sociedad tendría que desechar todos esos pensamientos, de que otra forma podría recuperar todo. El sería un hombre medianamente decente el poder, la sangre, las batallas, eso no era algo que quería, solo quería seguir el camino de su familia. El camino de Kagan ese era su ideal.
-Aunque te mientas yo seguiré aquí aguardando al momento que te descuides, el momento que me des más control, y cuando lo hagas Alexander te quedaras ahí dormido sin recordar nada como cada vez que ha sucedido -
No se dio cuenta que dejo de discutir solo en su cabeza comenzando a verbalizar sus interacciones mentales con el otro Alexander. Mientras repasaba las palabras de su otro yo fue que lo noto, el descarado que había jugado contra el en la posada estaba hablando con otros hombres. Por su fortuna estaba de espaldas por lo que se acercaba.
Los hombres estaban riendo, charlaban tan fuertes y animados que fue demasiado fácil escuchar su conversación. Al parecer quería reclutarlos para trabajar con el esparciendo esas monedas, a por lo que alcanzaba a escuchar la paga era buena, si estaban interesados dijo que les haría llegar el día, lugar y hora de la reunión en cuanto la tuviera para ahí explicarles cómo funcionaba todo.
Probablemente solo eran simple peones para algún plan más grande. Sin embargo no era lo único que estaba sucediendo, el descarado menciono que tendría una reunión en una taberna cercana al parecer ahí se hospedaba un hombre de gran poder. El descarado soltó confiadamente el nombre de la taberna junto con la hora de su reunión a aquellos hombres. Podía deducir que era de suma interés de sus jefes reclutar gente de diversos talentos.
Por el momento tenía suficiente información no tendría caso seguirlo de cerca y ocasionar que lo descubran. Decidió seguir vagando por la ciudad en espera de interceptar al descarado en su reunión cuando estuviera distraído, estaba tan ansioso mientras transcurría el tiempo que no se dio cuenta que poco a poco su control sobre su monstruo se iba resbalando, debió sentir una alerta cuando tomo uno de los dedos de su mochila para comenzar a masticarlo en partes como si de un dulce se tratara, pero como ambas partes de él disfrutaban de eso era difícil decidir si era el mismo o la influencia del otro.
Escucho una joven voz que lo saludo en ese instante se dio cuenta que estaba cerca muy cerca de perder el control por completo. Cruzo su mirada con la joven, tardo un poco en bajar su mano izquierda con lo que quedaba de aquel dedo, inclino la cabeza observando detenidamente a la joven, tenía cierta presencia, también tenía un olor que hacía tiempo no percibía, el otro Alexander parecía encantado con el encuentro, de alguna forma parecía a verse identificado con la joven.
-Hola-
Estaba emocionado, por fin alguien a fin a él. Alexander estaba casi dormido por más que insistía en resistirse, podría actuar a rienda suelta sin problemas en cualquier momento.
-Ella no es como los demás, no parece comida, un alma afín-
Dijo para sí mismo volviendo a olvidar que había más gente alrededor que no estaba discutiendo mentalmente con Alexander y que sus gestos tampoco eran nada discretos.
-Hay una taberna en particular a la que me dirijo escuche que hay gente interesante congregándose ahí.-
Palmeo suavemente la cabeza de la joven.
-Puedes venir con nosotros.- menciono señalándose a sí mismo sin dejar de sonreír de forma alegre y siniestra. –Ven sígueme te invitare a comer algo que sea apto para ti-
Termino de comerse lo que le quedaba de aquel dedo mientras guiaba a la joven por la ciudad hacia la taberna.
-Lamento no invitarte pero no creo que tu paladar este aun listo para ese manjar, pero te conseguiremos un alimento adecuado en la taberna –
No estaba del todo seguro de quien de los dos había sido ese pensamiento.
-Qué falta de educación la mía, soy Alexander Kraz. ¿Cómo te llamas señorita?-.
Mientras caminaban se fijaba en las manos de las personas cuando parecía que estaban cerrando algún trato, quería estar atento a cualquiera que tuviera esas monedas. Al tiempo que se gravaba algún detalle clave de la zona por la que pasaban eso podría ser útil más tarde.
-Perdona probablemente no sea de mi incumbencia pero ¿No eres un poco joven para estar sola en este lugar? ¿Estás buscando a algo o a alguien? –
Dio vuelta en una pequeña calle asegurándose de que la joven estuviera siguiéndole.
- No importa, de debería entrometerme. Si no te molesta te acompañaremos mientras estés aquí.-
Miro a la chica, tenía esa mirada fría, por alguna razón hacía sonreír más a monstruo dentro de él, probablemente ella podría dejarlo acabar con todos ahí y no se inmutaría ni un poco, estaba tan ansioso.
-Esto es ridículo no puedes seguir llamándome monstruo todo el tiempo soy parte de ti.-
-Probablemente si lo niego lo suficiente deje de escucharte.-
-No puedes apagarme siempre estoy aquí a diferencia de ti no necesito dormir, además ella es interesante.-
-No necesitamos parecer más locos, necesitamos encajar…-
Suspiro frustrado mientras caminaban a la taberna ignorando que probablemente la chica los escucho. Si esta ciudad tenía un algo que hacía más fácil que el otro estuviera tan entusiasmado, no se trataba solo de toda la posible comida, la sangre, el caos que pudiera ocasionar o el poder, pero lo que no entendía es como por primera vez después de dos años el monstruo había simpatizado con alguien tan fácilmente.
Lo que era muy cierto es que no podría continuar llamándole monstruo. Tendría que considerar algún nombre y aferrarse al poco control que le quedaba, si lo perdía no recordaría nada mientras él estuviera a cargo, lo peor de todo es que no recuperaría la conciencia hasta que el otro se durmiera, si hermana que lograba apaciguarle en el pasado no estaba entre los vivos y su tía estaba en algún lugar olvidado por la civilización.
Estando ya cerca de la taberna se detuvo un momento.
-Estoy aquí por estas-
Saco unas cuantas monedas falsas para mostrarle.
–Probablemente no estés aquí por lo mismo, pero queríamos advertirte, ten cuidado con las monedas que tengan esta cuña. Te dejare estas por si necesitas compararlas después.-
Señalo al justo hacia su izquierda, se encontraban justo debajo del letrero de la taberna.
-Es aquí, nos sentaremos en la barra, comemos, bebemos mientras el descarado con el que quiero tener unas palabras aparece. Pero mientras estemos aquí tenemos tu espalda cubierta. –
Tal como dijo tras entrar en la taberna escogió un lugar sobre la barra donde pudiera observar la mayor parte del bar, pidió algo de beber. Asegurándose de tener a la joven siempre a la vista aun mientras ordenaba algo de bebida, le sonrió brevemente, mientras se resistía de sacar otro de sus pequeños manjares de la bolsa.
Alexander Kraz
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Re: Los aeros que no lo son (Falsificadores 1) [Libre] [3/3]
Y aunque ella no quiso, ni mucho menos lo pidió, la ansiedad comenzó a apoderarse una vez más en su persona, la cual debido a los últimos sucesos, se encontraba más frágil y endeble que nunca, lo que no quería decir necesariamente que su semblante cambiara exteriormente. No, años, años años de vivir bajo el estigma de ser la descendiente del horrible brujo Medroth Grah, solamente había ayudado a que el carácter de la muchacha se hubiera moldeado de tal manera, de tal forma, que con el tiempo ella comprendió que si deseaba satisfacer sus elevadas expectativas, y así de una buena vez por todas demostrar que tener el apellido Grah no era sinónimo de deshonor, pues tendría que renunciar a ciertas cosas, y en este caso era el simple hecho de demostrar quién era ella realmente. Entonces, la inevitable pregunta surgió molestamente en su alterada, y hasta cierto punto, perturbada cabeza, ¿cómo sería ella, si actuara de manera franca y genuina? No queriendo la chica hacerse preguntas, que según ella ahora mismo no valía ni un solo necesario hacerlelas, la ansiedad siguió estando presente en la joven. Ansiedad por ser descubierta, ansiedad por tener que enfrentarse a cosas a las cuales ella le tenía un miedo atroz, ansiedad por tener que asumir que, siendo francos y sinceros, jamás lograría conseguir sus anheladas metas. Ansiedad, ansiedad y más ansiedad. Sin embargo, la chica era lo suficientemente capaz de poder sobrellevar esa terrible, terrible ansiedad, y así en el acto parecer por fuera lo más calma posible.
Haciendo entonces un terrible esfuerzo por intentar de dejar de lado esa estorbosa y tan poco querida ansiedad, la chica decidió concentrarse sola y exclusivamente en el presente, y así de esta manera fijar su mirada, siempre de ese exacto color castaño, en la figura de ese desconocido. Ciertamente, la muchacha por lo usual jamás, pero jamás hacía mucho caso a su instinto, a su intuición, por lo cual hizo oídos sordos cuando ‘algo’ en su interior, ‘algo’ que de todas formas escasamente se presentaba en su siempre lógico y razonado actuar, le dijo que ese hombre al cual obviamente jamás lo había visto en toda su existencia, podría resultar ‘afín’ en ella. ¿Cómo podría la joven hacer caso a ese lado más ‘espiritual’ en ella, si después de todo nunca se le había dejado de enseñar y demostrar, gracias a ese continuo maltrato por parte de sus pares, que las cosas se decidían y resultaban debido a hechos demostrables, y no por simples corazonadas? Pensando de esa forma, fue que de alguna manera logró contener sus latidos cardíacos, suprimir esa rara sensación que de un momento a otro había emergido muy al interior suyo, probablemente provocada por el simple hecho de mirar a ese desconocido, y tal vez lo más importante de toda esa situación, poder seguir mostrando esa actitud de hielo, esa actitud que solamente tenía como único objetivo mostrar algo que, la verdad de las cosas, la aún inexperta bruja aún distaba mucho, tal vez demasiado de alcanzar. ¿O era que estaba más cerca, de lo que creía…?
Si bien, Rupha estuvo a punto de hacerle caso de inmediato a ese hombre, nuevamente empujada por eso llamado ‘intuición’, a último momento ella logró retener decirle directamente a él que lo seguiría, y es que otra voz emergía en su interior, una voz paranoica que le decía suavemente al oído, que le decía molestamente que tal vez él no fiable, que tal vez él sí conocía a los Grah, y por ende, podría llevarla de vuelta a Beltrexus, sin poder ella finalmente lograr lo que tanto, pero tanto quería. Sin embargo, y una vez más apelando a la lógica, la muchacha llegó a la aliviadora conclusión, que si él hubiera sabido algo acerca de su fuga de su tierra natal, pues su rostro le hubiera sido familiar… y ella estaba absolutamente segura, de que sus facciones no le sonaban para nada conocidas. Ya algo más relajada al pensar en esto último, la joven decidió finalmente hablar, siguiendo ocultando su rostro bajo esa capucha, solamente por una obsesiva precaución. ¿No que ya ella se había dicho a sí misma que ese hombre no tenía la intención de llevarla a las islas…? Entonces fue cuando ella observó con claridad como ese desconocido sonrió, sonrió de una manera que aunque probablemente a cualquiera le hubiera provocado cierta perturbación, a ella sólo le había hecho sentir que él y ella no eran tan distintos. Siendo así, y en un completo y absoluto silencio, la chica decidió seguir a ese desconocido, y tal vez ella hubiera seguido guardando silencio, si él no le hubiera hablado otra vez.
Al momento en el cual el hombre le mencionó como se llamaba, la muchacha no pudo evitar ponerse rígida, muy rígida, aún cuando ella logró, quién sabe cómo, seguir manteniendo su semblante. —Mi nombre es Ruphia—dijo ella, diciendo así omitir su apellido, ya que todavía esa pedante paranoia seguía estando tal vez demasiada insistencia en su cabeza, le decía que aún no era tiempo de confiar ese joven, el cual se hacía llamar Alexander Kraz, al mismo tiempo que ella clavaba sus ojos directamente en los de él, claro gesto que sólo parecía indicar que la chica estaba siendo del todo franca, sin omitirle nada muy relevante. Fue entonces cuando otra vez más él le habló a ella, esta vez para preguntarle si ella estaba buscando algo a alguien, además de mencionarle que era demasiado joven como para andar sola. Cuando ya la muchacha le estuvo a punto de responder, fue que cayó recién en cuenta que ese tal Alexander Kraz siempre, pero siempre hablaba en plural, cosa que le llamó a la chica poderosamente la atención, ante lo cual ella no pudo más que alzar curiosamente una ceja, dejando así por un breve, breve instante, esa fría expresión. Y a pesar de que tenía muchas dudas acerca de eso en la cabeza, la joven estaba tan, pero tan ensimismada con sus propios problemas, con sus propias preocupaciones, que simplemente decidió por esta vez pasarlo por alto, y así atenerse solamente a seguirlo. La muchacha así era, una persona que tendía a utilizar a otros, sólo para lograr sus ambiciosos, ambiciosos fines.
Tomando la decisión de seguir muda, muy muda, ya que sentía que ahora mismo no le convenía para nada decir cosas sobre ella misma, la chica miró con atención las calles de ese lugar, al mismo tiempo que seguía prolijamente los pasos de él. —Esto es muy distinto a Beltrexus —fue el pensamiento que surcó por su cabeza, y la pregunta que cuánto ella se quedaría en Ciudad Lagarto, surgió en su interior. La verdad era que, simplemente, la muchacha se quedaría ahí mientras encontrara lo que buscaba, en este caso, aprender más de la magia, de la brujería, para así poder al fin vengarse de todos aquellos que alguna vez la humillaron, a ella y a su apellido. Sin darse cuenta, todavía muy sumida en sus constantes divagaciones, fue que sus pasos, los cuales aún seguían a los de Alexander, llegaron a la taberna, donde supuestamente, cómo los rumores decían, podría encontrar a gente, a gente que la podría ayudar y colaborar con lo que necesitaba. —Gracias por la advertencia—dijo a continuación, cuando él le mostró el asunto de los monedas, siendo su tono de voz plano y frío, casi como si careciera de emociones. Ya estando al interior de la taberna, ella se sentó en la barra, a la vez que miraba con ojo crítico todo el lugar, siendo para ella todo nuevo, absolutamente nuevo. En vista que poseía muy, muy poco dinero y recursos, la chica se limitó a mirar como los demás consumían, decidiendo así no gastar ni una sola moneda.
Haciendo entonces un terrible esfuerzo por intentar de dejar de lado esa estorbosa y tan poco querida ansiedad, la chica decidió concentrarse sola y exclusivamente en el presente, y así de esta manera fijar su mirada, siempre de ese exacto color castaño, en la figura de ese desconocido. Ciertamente, la muchacha por lo usual jamás, pero jamás hacía mucho caso a su instinto, a su intuición, por lo cual hizo oídos sordos cuando ‘algo’ en su interior, ‘algo’ que de todas formas escasamente se presentaba en su siempre lógico y razonado actuar, le dijo que ese hombre al cual obviamente jamás lo había visto en toda su existencia, podría resultar ‘afín’ en ella. ¿Cómo podría la joven hacer caso a ese lado más ‘espiritual’ en ella, si después de todo nunca se le había dejado de enseñar y demostrar, gracias a ese continuo maltrato por parte de sus pares, que las cosas se decidían y resultaban debido a hechos demostrables, y no por simples corazonadas? Pensando de esa forma, fue que de alguna manera logró contener sus latidos cardíacos, suprimir esa rara sensación que de un momento a otro había emergido muy al interior suyo, probablemente provocada por el simple hecho de mirar a ese desconocido, y tal vez lo más importante de toda esa situación, poder seguir mostrando esa actitud de hielo, esa actitud que solamente tenía como único objetivo mostrar algo que, la verdad de las cosas, la aún inexperta bruja aún distaba mucho, tal vez demasiado de alcanzar. ¿O era que estaba más cerca, de lo que creía…?
Si bien, Rupha estuvo a punto de hacerle caso de inmediato a ese hombre, nuevamente empujada por eso llamado ‘intuición’, a último momento ella logró retener decirle directamente a él que lo seguiría, y es que otra voz emergía en su interior, una voz paranoica que le decía suavemente al oído, que le decía molestamente que tal vez él no fiable, que tal vez él sí conocía a los Grah, y por ende, podría llevarla de vuelta a Beltrexus, sin poder ella finalmente lograr lo que tanto, pero tanto quería. Sin embargo, y una vez más apelando a la lógica, la muchacha llegó a la aliviadora conclusión, que si él hubiera sabido algo acerca de su fuga de su tierra natal, pues su rostro le hubiera sido familiar… y ella estaba absolutamente segura, de que sus facciones no le sonaban para nada conocidas. Ya algo más relajada al pensar en esto último, la joven decidió finalmente hablar, siguiendo ocultando su rostro bajo esa capucha, solamente por una obsesiva precaución. ¿No que ya ella se había dicho a sí misma que ese hombre no tenía la intención de llevarla a las islas…? Entonces fue cuando ella observó con claridad como ese desconocido sonrió, sonrió de una manera que aunque probablemente a cualquiera le hubiera provocado cierta perturbación, a ella sólo le había hecho sentir que él y ella no eran tan distintos. Siendo así, y en un completo y absoluto silencio, la chica decidió seguir a ese desconocido, y tal vez ella hubiera seguido guardando silencio, si él no le hubiera hablado otra vez.
Al momento en el cual el hombre le mencionó como se llamaba, la muchacha no pudo evitar ponerse rígida, muy rígida, aún cuando ella logró, quién sabe cómo, seguir manteniendo su semblante. —Mi nombre es Ruphia—dijo ella, diciendo así omitir su apellido, ya que todavía esa pedante paranoia seguía estando tal vez demasiada insistencia en su cabeza, le decía que aún no era tiempo de confiar ese joven, el cual se hacía llamar Alexander Kraz, al mismo tiempo que ella clavaba sus ojos directamente en los de él, claro gesto que sólo parecía indicar que la chica estaba siendo del todo franca, sin omitirle nada muy relevante. Fue entonces cuando otra vez más él le habló a ella, esta vez para preguntarle si ella estaba buscando algo a alguien, además de mencionarle que era demasiado joven como para andar sola. Cuando ya la muchacha le estuvo a punto de responder, fue que cayó recién en cuenta que ese tal Alexander Kraz siempre, pero siempre hablaba en plural, cosa que le llamó a la chica poderosamente la atención, ante lo cual ella no pudo más que alzar curiosamente una ceja, dejando así por un breve, breve instante, esa fría expresión. Y a pesar de que tenía muchas dudas acerca de eso en la cabeza, la joven estaba tan, pero tan ensimismada con sus propios problemas, con sus propias preocupaciones, que simplemente decidió por esta vez pasarlo por alto, y así atenerse solamente a seguirlo. La muchacha así era, una persona que tendía a utilizar a otros, sólo para lograr sus ambiciosos, ambiciosos fines.
Tomando la decisión de seguir muda, muy muda, ya que sentía que ahora mismo no le convenía para nada decir cosas sobre ella misma, la chica miró con atención las calles de ese lugar, al mismo tiempo que seguía prolijamente los pasos de él. —Esto es muy distinto a Beltrexus —fue el pensamiento que surcó por su cabeza, y la pregunta que cuánto ella se quedaría en Ciudad Lagarto, surgió en su interior. La verdad era que, simplemente, la muchacha se quedaría ahí mientras encontrara lo que buscaba, en este caso, aprender más de la magia, de la brujería, para así poder al fin vengarse de todos aquellos que alguna vez la humillaron, a ella y a su apellido. Sin darse cuenta, todavía muy sumida en sus constantes divagaciones, fue que sus pasos, los cuales aún seguían a los de Alexander, llegaron a la taberna, donde supuestamente, cómo los rumores decían, podría encontrar a gente, a gente que la podría ayudar y colaborar con lo que necesitaba. —Gracias por la advertencia—dijo a continuación, cuando él le mostró el asunto de los monedas, siendo su tono de voz plano y frío, casi como si careciera de emociones. Ya estando al interior de la taberna, ella se sentó en la barra, a la vez que miraba con ojo crítico todo el lugar, siendo para ella todo nuevo, absolutamente nuevo. En vista que poseía muy, muy poco dinero y recursos, la chica se limitó a mirar como los demás consumían, decidiendo así no gastar ni una sola moneda.
Ruphia Grah
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Re: Los aeros que no lo son (Falsificadores 1) [Libre] [3/3]
-¡Es el viejo feo!- gritó Tina, emocionada de ver al brujo. La chicadreja corrió hacia él y le saltó en la espalda, abrazándolo con todo su cuerpecito peludo, ¡con un cariño! que sorprendió a Mina. -¿Desde cuándo le tienes tanto aprecio al mercenario?- preguntó la bruja mientras desencrustaba a su amiguita del lomo del hombre. -Pero te entiendo...¡Qué placer más grande me da encontrarte aquí VInnie!- exclamó la ilusionista esbozando una sonrisa enorme y dando dos besos a Vincent con una confianza y cariño que llegaba a resultar sospechoso. Sí, habían vivido unas cuantas aventurillas en el pasado. Sí, posiblemente ambas debieran al tensai de fuego el hecho de esar vivas en ese momento, ¿pero su relación era tal que mereciera dos besos por parte de Mina? Algo no estaba bien.
Y lo que no estaba bien era que tras las mujeres entraron cuatro hombres con un aspecto de hampón, cuál más temible. Eran enormes y llenos de cicatrices. Venían siguiendolas hacía rato. Eran tipos muy hábiles pues ninguna de las artimañas de Mina logró distraerlos. Pero la suerte estaba de su lado cuando sintió un éter conocido, el de alguien tremendamente poderoso. Si los tipos se atrevían a atacarla, por lo menos no tendría que pelear sola. Además, cuando entró en el local, sintió la presencia de otra bruja que se le presentaba como el éter de alguien con muchísimo potencial y como la solidaridad entre brujos era algo que existía, se sentía más tranquila sabiendo que tenía cerca a algunos de los suyos.
La idea de la ilusionista era demostrar a esos grandulones que no estaba sola. Lamentablemente, involucraba por asociación al pobre Vincent. Es que Mina y Tina, en su aventura buscando el origen de las monedas falsas, tomaron un desvío y por accidente, destruyeron una red de trata de mujeres bestia. Con accidente me refiero a que se infiltraron y, tras liberar a las cautivas de ese calvario, entre todas mataron a esos bastardos que usaban a las mujeres. Las mujeres bestia se asociaron y su líder era aquella a la que llamaban Miss Silky. Los socios que tenían los bastardos que muertos servían más que vivos tenían cuentas que cobrar con la bruja, por eso la seguían, pero ella, definitivamente, por ningún motivo lo permitiría.
Y lo que no estaba bien era que tras las mujeres entraron cuatro hombres con un aspecto de hampón, cuál más temible. Eran enormes y llenos de cicatrices. Venían siguiendolas hacía rato. Eran tipos muy hábiles pues ninguna de las artimañas de Mina logró distraerlos. Pero la suerte estaba de su lado cuando sintió un éter conocido, el de alguien tremendamente poderoso. Si los tipos se atrevían a atacarla, por lo menos no tendría que pelear sola. Además, cuando entró en el local, sintió la presencia de otra bruja que se le presentaba como el éter de alguien con muchísimo potencial y como la solidaridad entre brujos era algo que existía, se sentía más tranquila sabiendo que tenía cerca a algunos de los suyos.
La idea de la ilusionista era demostrar a esos grandulones que no estaba sola. Lamentablemente, involucraba por asociación al pobre Vincent. Es que Mina y Tina, en su aventura buscando el origen de las monedas falsas, tomaron un desvío y por accidente, destruyeron una red de trata de mujeres bestia. Con accidente me refiero a que se infiltraron y, tras liberar a las cautivas de ese calvario, entre todas mataron a esos bastardos que usaban a las mujeres. Las mujeres bestia se asociaron y su líder era aquella a la que llamaban Miss Silky. Los socios que tenían los bastardos que muertos servían más que vivos tenían cuentas que cobrar con la bruja, por eso la seguían, pero ella, definitivamente, por ningún motivo lo permitiría.
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Re: Los aeros que no lo son (Falsificadores 1) [Libre] [3/3]
Monedas. Dinero. El metal que movía el mundo a su manera. Un invento, ni más ni menos, de la sociedad que habitaba aquella tierra, unas veces inhóspita, otras veces menos, algo más acogedora.
Aquellos círculos de metales preciosos con cierto grosor no eran más que eso, una idea. La manera más simple que habían tenido los seres pensantes de agarrar una de las mayores subjetividades existentes, el valor, y atraparlo dentro de pequeños cuerpos de metal.
Un impresionante invento. Lograr que tantos pensamientos intrínsecos sobre el valor de las cosas, se conviertan en algo medianamente objetivo, en un valor más o menos genérico para cada objeto u animal que se quisiera obtener.
«Una gran invención, sin duda. Al menos cuando lo que tienes en la mano es una verdadera», se dijo mentalmente, mientras jugaba con la moneda pasándola entre sus dedos.
El brujo, después de que su amigo le cediera la falsificación en el puente, días atrás, no se había desprendido de ella. Se la había quedado para tener una referencia, más también porque era como una especie de divertido juguete. La moneda más falsa y casi real que nunca había tenido en su mano.
Nuestro Vincent tenía una bolsa llena de monedas falsas en uno de sus bolsillos más amplios, enganchados en correas de cuero sobre su armadura también de cuero. Otro presente de su viejo amigo. No obstante, aquella moneda era la primera que había visto y tocado. Era especial.
Por ello, el dinero era un gran invento, más, como todas las cosas...
«Nada es perfecto»
No, nada lo era. Las monedas habían logrado un relativo orden de las cosas en cuánto a su valor se tratara. Pero los deseos y caprichos de los seres inteligentes estaban lejos de quedar atrapados en el hermoso metal. Ni el oro ni la plata lo podían hacer, ni nada que se encontrara en el mundo.
Habían inventos que no podían ser perfectos, pero, igualmente, que no lo fueran, solo hablaba de otro tipo de valor. Que no lo fueran era sólo un lindo presente. Un poético final que hablaba del poder de otras cosas que importaban más que los objetos materiales, de los deseos y los sueños de la gente, de sus sentimientos. Incluso de aquel afecto que cada uno de nosotros añadimos a cada uno de esos objetos en cuestión.
Nunca nadie podría generalizar aquello. Nunca nadie debería hacerlo.
- En los pequeños detalles. Hasta la libertad está en los pequeños detalles-, murmuró mientras empujaba la puerta que daba acceso a la taberna.
Un semblante sonriente sobre el rostro, el veterano guerrero divertido ante sus propios pensamientos, pero también una muestra de simpatía ante la gente que hubiera dentro del local. Después de todo, buscar información no siempre era cuestión de violencia o un montante del mentado dinero. Muchas veces era un toque de carisma acompañado de ese dinero. En ocasiones, con suerte, bastaba con ese toque de carisma.
Vincent saludó con la testa a una chica que parecía trabajar en el local, cuando la joven le miró con unos ojos cargados de curiosidad. Una lógica curiosidad, porque nunca había visto a ese hombre en la taberna. Tras ello, el mercenario lanzó la moneda por el aire y la atrapó con la mano contraria cuando esta volvió a caer hacia el suelo, para finalmente dejarla sobre la barra de la posada.
La búsqueda de información tenía tantos caminos como distintos destinos habían forjados en el alma de una persona. No siempre había que ir hasta ella. En ocasiones había que dejar que esta viniera hasta ella.
«Seguro que alguien sabrá de esa moneda», caviló, oteando miradas ajenas, esperando ver una chispa de sorpresa.
Vincent hizo ademán de hablar, de pedir algo a la camarera, más sintió que alguien se abalanzaba sobre él.
«Mierda, demasiado tarde», pensó, acercando su mano con rapidez hacia la empuñadura de su daga.
La espada era demasiado larga para un enfrentamiento tan corto. Sin embargo, el brujo frenó su impulso, pues aquella voz le había sonado reconocible.
Vinc no tardó en verse atrapado por la espalda, y cuando escuchó otra voz, perteneciente a una persona que le liberó de aquella inesperada “carga”, ya su mente no albergó dudas de quienes serían.
- ¿Y por qué no iba a tenerme aprecio? Soy un gran amigo de las chicadrejas. Todos lo saben-, comentó en broma, como saludo hacia las mujeres.
Más, el gesto del brujo pasó rápidamente a la sorpresa cuando Mina le dio dos besos.
«¿Qué está pasando?»
Algo no iba como debería. El guerrero conocía a la ilusionista, pero ella nunca había tenido esas confianzas con él. La respuesta no tardó en hacer acto de presencia.
- Ah, ya. Yo también me alegro de verte, Mina-, comentó con cierto retintín, al saberse objeto de la jugada de la ilusionista, aunque sin acritud en el tono de sus palabras.
No era plato de buen gusto ser utilizado, pero… La vida era así, un mercenario como él también tenía sus trucos y no se arrepentía de haberlos usado cuando tocaba. Además, de cualquier manera, conocía lo suficiente a Mina como para protegerla de quien quisiera hacerle daño. Aunque, por supuesto, tendría que explicarle de qué iba todo aquello, cuando estuvieran en una situación menos espinosa.
- ¿En qué lío se han metido esta vez? - preguntó por lo bajo, entre dientes, sin casi mover los labios.
Más, por los dioses, ¿un descarado como Vincent conformándose con una escueta pregunta? El guerrero no tardó en saludar a los recién llegados con una sonrisa y un movimiento de su testa, al tiempo que su mano diestra se posaba sobre el pomo de su espada al cinto.
- Bien hallados, buenas gentes. Imagino que en este día podremos tomarnos unas pintas-, afirmó, sin levantar en demasía la testa, solo lo suficiente para alzar la mirada hacia ellos.
Una postura en la que de todos modos se podía contemplar la sonrisa que mantenía sobre el rostro, con la mano cerca de su arma, listo para lo que tuviera que ocurrir.
- Creedme. El precio del acero es demasiado alto. Es mejor que todos seamos felices.
Aquellos círculos de metales preciosos con cierto grosor no eran más que eso, una idea. La manera más simple que habían tenido los seres pensantes de agarrar una de las mayores subjetividades existentes, el valor, y atraparlo dentro de pequeños cuerpos de metal.
Un impresionante invento. Lograr que tantos pensamientos intrínsecos sobre el valor de las cosas, se conviertan en algo medianamente objetivo, en un valor más o menos genérico para cada objeto u animal que se quisiera obtener.
«Una gran invención, sin duda. Al menos cuando lo que tienes en la mano es una verdadera», se dijo mentalmente, mientras jugaba con la moneda pasándola entre sus dedos.
El brujo, después de que su amigo le cediera la falsificación en el puente, días atrás, no se había desprendido de ella. Se la había quedado para tener una referencia, más también porque era como una especie de divertido juguete. La moneda más falsa y casi real que nunca había tenido en su mano.
Nuestro Vincent tenía una bolsa llena de monedas falsas en uno de sus bolsillos más amplios, enganchados en correas de cuero sobre su armadura también de cuero. Otro presente de su viejo amigo. No obstante, aquella moneda era la primera que había visto y tocado. Era especial.
Por ello, el dinero era un gran invento, más, como todas las cosas...
«Nada es perfecto»
No, nada lo era. Las monedas habían logrado un relativo orden de las cosas en cuánto a su valor se tratara. Pero los deseos y caprichos de los seres inteligentes estaban lejos de quedar atrapados en el hermoso metal. Ni el oro ni la plata lo podían hacer, ni nada que se encontrara en el mundo.
Habían inventos que no podían ser perfectos, pero, igualmente, que no lo fueran, solo hablaba de otro tipo de valor. Que no lo fueran era sólo un lindo presente. Un poético final que hablaba del poder de otras cosas que importaban más que los objetos materiales, de los deseos y los sueños de la gente, de sus sentimientos. Incluso de aquel afecto que cada uno de nosotros añadimos a cada uno de esos objetos en cuestión.
Nunca nadie podría generalizar aquello. Nunca nadie debería hacerlo.
- En los pequeños detalles. Hasta la libertad está en los pequeños detalles-, murmuró mientras empujaba la puerta que daba acceso a la taberna.
Un semblante sonriente sobre el rostro, el veterano guerrero divertido ante sus propios pensamientos, pero también una muestra de simpatía ante la gente que hubiera dentro del local. Después de todo, buscar información no siempre era cuestión de violencia o un montante del mentado dinero. Muchas veces era un toque de carisma acompañado de ese dinero. En ocasiones, con suerte, bastaba con ese toque de carisma.
Vincent saludó con la testa a una chica que parecía trabajar en el local, cuando la joven le miró con unos ojos cargados de curiosidad. Una lógica curiosidad, porque nunca había visto a ese hombre en la taberna. Tras ello, el mercenario lanzó la moneda por el aire y la atrapó con la mano contraria cuando esta volvió a caer hacia el suelo, para finalmente dejarla sobre la barra de la posada.
La búsqueda de información tenía tantos caminos como distintos destinos habían forjados en el alma de una persona. No siempre había que ir hasta ella. En ocasiones había que dejar que esta viniera hasta ella.
«Seguro que alguien sabrá de esa moneda», caviló, oteando miradas ajenas, esperando ver una chispa de sorpresa.
Vincent hizo ademán de hablar, de pedir algo a la camarera, más sintió que alguien se abalanzaba sobre él.
«Mierda, demasiado tarde», pensó, acercando su mano con rapidez hacia la empuñadura de su daga.
La espada era demasiado larga para un enfrentamiento tan corto. Sin embargo, el brujo frenó su impulso, pues aquella voz le había sonado reconocible.
Vinc no tardó en verse atrapado por la espalda, y cuando escuchó otra voz, perteneciente a una persona que le liberó de aquella inesperada “carga”, ya su mente no albergó dudas de quienes serían.
- ¿Y por qué no iba a tenerme aprecio? Soy un gran amigo de las chicadrejas. Todos lo saben-, comentó en broma, como saludo hacia las mujeres.
Más, el gesto del brujo pasó rápidamente a la sorpresa cuando Mina le dio dos besos.
«¿Qué está pasando?»
Algo no iba como debería. El guerrero conocía a la ilusionista, pero ella nunca había tenido esas confianzas con él. La respuesta no tardó en hacer acto de presencia.
- Ah, ya. Yo también me alegro de verte, Mina-, comentó con cierto retintín, al saberse objeto de la jugada de la ilusionista, aunque sin acritud en el tono de sus palabras.
No era plato de buen gusto ser utilizado, pero… La vida era así, un mercenario como él también tenía sus trucos y no se arrepentía de haberlos usado cuando tocaba. Además, de cualquier manera, conocía lo suficiente a Mina como para protegerla de quien quisiera hacerle daño. Aunque, por supuesto, tendría que explicarle de qué iba todo aquello, cuando estuvieran en una situación menos espinosa.
- ¿En qué lío se han metido esta vez? - preguntó por lo bajo, entre dientes, sin casi mover los labios.
Más, por los dioses, ¿un descarado como Vincent conformándose con una escueta pregunta? El guerrero no tardó en saludar a los recién llegados con una sonrisa y un movimiento de su testa, al tiempo que su mano diestra se posaba sobre el pomo de su espada al cinto.
- Bien hallados, buenas gentes. Imagino que en este día podremos tomarnos unas pintas-, afirmó, sin levantar en demasía la testa, solo lo suficiente para alzar la mirada hacia ellos.
Una postura en la que de todos modos se podía contemplar la sonrisa que mantenía sobre el rostro, con la mano cerca de su arma, listo para lo que tuviera que ocurrir.
- Creedme. El precio del acero es demasiado alto. Es mejor que todos seamos felices.
Vincent Calhoun
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Re: Los aeros que no lo son (Falsificadores 1) [Libre] [3/3]
Debió mencionar que podía pedir lo que quisiera que el se encargaría, tendría que corregir eso entonces. Sonrió por segunda vez ese día, era extraño para el sonreír pero algo en la chica hacia que le naciera, divertido por su rostro serio, pensaron que probablemente solo estaba avergonzada de admitir que tenia hambre, quien sabe cuando había sido su ultima comida por lo que decidieron pasarle su plato a la joven.
-Come no te preocupes por el dinero, nosotros tenemos todo y nada- refiriéndose a las monedas falsas.
-No sería agradable que tu estomago decidiera hablar por ti, la vergüenza puede nublar el pensamiento.-
–Además si eso no funciona siempre encontramos otras formas de salir de esto, nada que una pequeña apuesta no logre arreglar, o personas que no se morirían de ganas por darnos una mano quizás dos-
Pidió algo más ligero de beber para su acompañante así como una segunda bebida para él, mientras llevaba su mano a su bolsa decidiendo si sacaba algo de su pequeño manjar desistiendo por el momento no queriendo agotar su pequeña reserva.
La taberna estaba demasiado bulliciosa, había alguna especie de transacción al fondo aún no habían sacado dinero solo alguna especie de hierba nada que llamara su interés en ese sector, pero no lejos de ahí se llevaba un juego de dados desde esa distancia no podría ver las monedas que se usaban pero por ese breve momento no era importante, el aire se sentía algo cargado, quería pensar que era el olor de los hombres y mujeres que parecían saturar aquel lugar, pero era algo más que podría sentir en la piel.
-¿Sientes eso? Mantente atenta y tú arma al alcance.- le indico asegurándose de tener tanto el cuchillo de cortar carne escondido y su espada lista.
Sobre la escalera dos hombres de aspecto extraño, uno con el rostro cubierto con una tela esperaba con una especie de bastón, el otro con la cara blanca, dos figuras que seguro resaltaban en ese lugar, se quedaron justo ahí estorbando a medio camino entre la parte alta y el resto de la taberna.
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Discretamente le señalo a Ruphia que mirara al final de la escalera.
-Vez ese hombre de la cara blanca y al otro con la tela morada y la especie de bastón, ellos resaltan demasiado incluso para un lugar como este.-
Un ser peludo y roja cubrió toda su visión desde el momento que cruzo la puerta hasta el hombre junto a la barra cerca de ellos al que se lanzó, la criatura abrazo al hombre con demasiada euforia, con el mismo entusiasmo a su parecer la mujer que iba con la criatura… una mujer zarigüeya, no seguro no su pelaje sería distinto.
Alexander y su otro yo no se consideraban bajos de estatura pero los cuatro sujetos que entraron tras la mujer y la criatura pelirroja eran demasiad, aquellos tipos parecían no caber ni por la puerta de aquel lugar, tuvieron que encorvarse para entrar, probablemente también podrían haber derribado la puerta y nadie habría dicho nada, tenían tantas cicatrices que estaba seguro que la carne de aquellos hombres probablemente fuera algo dura, podría haber partes blandas que rescatar para un guiso; una parte de si se preguntó si aquellos hombres tenían ascendencia de simio o algo así quizás era el tamaño o lo bruto que se veían, no probablemente eso sería una ofensa para los hombres simio, pero eso era un tema para después no debían darse el lujo de divagar. De lo que no cabía duda alguna es la sangre que correría aquella tarde.
Se lamio los labios inconscientemente, su otra parte estaba extasiada, lucha, sangre, un muerto o dos, quizás algo de comida para llevar. ¡Esta era una de las mejores ciudades para ser el otro Alexander! Aunque el propio Alexander quisiera discrepar en el asunto.
Empezó a mover su pierna de emoción, ¿Qué sería lo que estallara la situación para traerle un pequeño placer? Casi saboreaba la variedad de comidas que obtendría, mucha carne seca, un buen caldo, energía extra. No, tenía que controlarse no podía darle rienda suelta a su otra parte desde que llego a esa ciudad casi perdió la cuenta de las veces que casi se escapa su otro yo de su control. No estaba seguro si era que a la joven Ruphia era parecida a él o que le recordara a su hermana de alguna forma, probablemente ella sería una de las pocas a salvo si el monstruo se soltaba.
Volviendo a concentrarse en la joven a observo que ella también había notado la escena.
-No importa que pase, quédate junto a nosotros te mantendremos a salvo –
Quizás fue por los tipos enormes, la chica zarigüeya y su acompañante así como su interacción con aquel hombre, pero se perdió el momento en que el descarado pelirrojo que aguardaba entro, cruzo la mitad de la taberna para encontrarse junto a aquellos dos sujetos raros de la escalera.
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Probablemente uno de esos era el brujo. Un brujo ahora recordaba que los brujos tenían un olor distintivo tuvo esa sensación la primera vez que su madre le alimento con uno, era algo que podía sentir casi saborear con la lengua, una especie de chispa; su madre menciono en su juventud que podían distinguir la magia en su sabor por los rituales a los que se había sometido su abuelo antes de consumir carne humana por primera vez.
Por el instante que se perdía en su mente con las divagaciones y recuerdos fue que la locura estallo, quizás fue la mala transacción al fondo, la jarra que le estampo un compañero de cartas sobre el otro, probablemente se trataba de aquella voz que se quejaba a lo lejos de lo horrible que era la comida que pensó que era razón suficiente para golpear fuertemente al mesero, mismo que provoco que el enorme hombre que estaba antes sentado junto a las escaleras terminara tirado a causa de la trifulca, lo que probablemente impulso a los enormes tipos con cicatrices que venían persiguiendo a las chica zarigüeya a golpear lo que y a quien estuviera a su paso para llegar a las mujeres.
Ya tendría tiempo de discutir consigo mismo más tarde y reclamarse el haber perdido de vista al descarado pelirrojo y a los sujetos extraños de la escalera. Esto se había vuelto una pelea de todos contra todos, lo peor es que gente fuera de la taberna también decidió que era una gran idea unirse a la fiesta.
-Llámalo intuición pero creo que tendremos mejores probabilidades de salir de aquí si vamos con la chica zarigüeya y los otros dos-
Colocando su mano con el cuchillo de carne sobre el hombro de Ruphia, con el filo en dirección contraria al cuerpo de la joven, guiándola al mismo tiempo hacia la chica zarigüeya que se encontraban a pocos pasos del lugar aprovechando quitarla del camino de los dos tipos que se estamparon contra la barra tras movernos.
-¿Les gustaría algo de apoyo extra para largarnos de aquí?-
El otro Alexander pensaba que esta era lo más emocionante que le paso desde que dejo murió Khorne-
-Come no te preocupes por el dinero, nosotros tenemos todo y nada- refiriéndose a las monedas falsas.
-No sería agradable que tu estomago decidiera hablar por ti, la vergüenza puede nublar el pensamiento.-
–Además si eso no funciona siempre encontramos otras formas de salir de esto, nada que una pequeña apuesta no logre arreglar, o personas que no se morirían de ganas por darnos una mano quizás dos-
Pidió algo más ligero de beber para su acompañante así como una segunda bebida para él, mientras llevaba su mano a su bolsa decidiendo si sacaba algo de su pequeño manjar desistiendo por el momento no queriendo agotar su pequeña reserva.
La taberna estaba demasiado bulliciosa, había alguna especie de transacción al fondo aún no habían sacado dinero solo alguna especie de hierba nada que llamara su interés en ese sector, pero no lejos de ahí se llevaba un juego de dados desde esa distancia no podría ver las monedas que se usaban pero por ese breve momento no era importante, el aire se sentía algo cargado, quería pensar que era el olor de los hombres y mujeres que parecían saturar aquel lugar, pero era algo más que podría sentir en la piel.
-¿Sientes eso? Mantente atenta y tú arma al alcance.- le indico asegurándose de tener tanto el cuchillo de cortar carne escondido y su espada lista.
Sobre la escalera dos hombres de aspecto extraño, uno con el rostro cubierto con una tela esperaba con una especie de bastón, el otro con la cara blanca, dos figuras que seguro resaltaban en ese lugar, se quedaron justo ahí estorbando a medio camino entre la parte alta y el resto de la taberna.
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Discretamente le señalo a Ruphia que mirara al final de la escalera.
-Vez ese hombre de la cara blanca y al otro con la tela morada y la especie de bastón, ellos resaltan demasiado incluso para un lugar como este.-
Un ser peludo y roja cubrió toda su visión desde el momento que cruzo la puerta hasta el hombre junto a la barra cerca de ellos al que se lanzó, la criatura abrazo al hombre con demasiada euforia, con el mismo entusiasmo a su parecer la mujer que iba con la criatura… una mujer zarigüeya, no seguro no su pelaje sería distinto.
Alexander y su otro yo no se consideraban bajos de estatura pero los cuatro sujetos que entraron tras la mujer y la criatura pelirroja eran demasiad, aquellos tipos parecían no caber ni por la puerta de aquel lugar, tuvieron que encorvarse para entrar, probablemente también podrían haber derribado la puerta y nadie habría dicho nada, tenían tantas cicatrices que estaba seguro que la carne de aquellos hombres probablemente fuera algo dura, podría haber partes blandas que rescatar para un guiso; una parte de si se preguntó si aquellos hombres tenían ascendencia de simio o algo así quizás era el tamaño o lo bruto que se veían, no probablemente eso sería una ofensa para los hombres simio, pero eso era un tema para después no debían darse el lujo de divagar. De lo que no cabía duda alguna es la sangre que correría aquella tarde.
Se lamio los labios inconscientemente, su otra parte estaba extasiada, lucha, sangre, un muerto o dos, quizás algo de comida para llevar. ¡Esta era una de las mejores ciudades para ser el otro Alexander! Aunque el propio Alexander quisiera discrepar en el asunto.
Empezó a mover su pierna de emoción, ¿Qué sería lo que estallara la situación para traerle un pequeño placer? Casi saboreaba la variedad de comidas que obtendría, mucha carne seca, un buen caldo, energía extra. No, tenía que controlarse no podía darle rienda suelta a su otra parte desde que llego a esa ciudad casi perdió la cuenta de las veces que casi se escapa su otro yo de su control. No estaba seguro si era que a la joven Ruphia era parecida a él o que le recordara a su hermana de alguna forma, probablemente ella sería una de las pocas a salvo si el monstruo se soltaba.
Volviendo a concentrarse en la joven a observo que ella también había notado la escena.
-No importa que pase, quédate junto a nosotros te mantendremos a salvo –
Quizás fue por los tipos enormes, la chica zarigüeya y su acompañante así como su interacción con aquel hombre, pero se perdió el momento en que el descarado pelirrojo que aguardaba entro, cruzo la mitad de la taberna para encontrarse junto a aquellos dos sujetos raros de la escalera.
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Probablemente uno de esos era el brujo. Un brujo ahora recordaba que los brujos tenían un olor distintivo tuvo esa sensación la primera vez que su madre le alimento con uno, era algo que podía sentir casi saborear con la lengua, una especie de chispa; su madre menciono en su juventud que podían distinguir la magia en su sabor por los rituales a los que se había sometido su abuelo antes de consumir carne humana por primera vez.
Por el instante que se perdía en su mente con las divagaciones y recuerdos fue que la locura estallo, quizás fue la mala transacción al fondo, la jarra que le estampo un compañero de cartas sobre el otro, probablemente se trataba de aquella voz que se quejaba a lo lejos de lo horrible que era la comida que pensó que era razón suficiente para golpear fuertemente al mesero, mismo que provoco que el enorme hombre que estaba antes sentado junto a las escaleras terminara tirado a causa de la trifulca, lo que probablemente impulso a los enormes tipos con cicatrices que venían persiguiendo a las chica zarigüeya a golpear lo que y a quien estuviera a su paso para llegar a las mujeres.
Ya tendría tiempo de discutir consigo mismo más tarde y reclamarse el haber perdido de vista al descarado pelirrojo y a los sujetos extraños de la escalera. Esto se había vuelto una pelea de todos contra todos, lo peor es que gente fuera de la taberna también decidió que era una gran idea unirse a la fiesta.
-Llámalo intuición pero creo que tendremos mejores probabilidades de salir de aquí si vamos con la chica zarigüeya y los otros dos-
Colocando su mano con el cuchillo de carne sobre el hombro de Ruphia, con el filo en dirección contraria al cuerpo de la joven, guiándola al mismo tiempo hacia la chica zarigüeya que se encontraban a pocos pasos del lugar aprovechando quitarla del camino de los dos tipos que se estamparon contra la barra tras movernos.
-¿Les gustaría algo de apoyo extra para largarnos de aquí?-
El otro Alexander pensaba que esta era lo más emocionante que le paso desde que dejo murió Khorne-
Alexander Kraz
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Re: Los aeros que no lo son (Falsificadores 1) [Libre] [3/3]
¡Todo estaba yendo de mil maravillas! Vinnie las recibió algo confundido, pero era lo suficientemente astuto como para darse cuenta de que estaban en urgente necesidad de su ayuda, así que entró en papel rápidamente. Mina y Tina sintieron un profundo alivio y casi que amor por el brujo, ya que al verlas junto a él, el grupo de gorilones se detuvo.
Pero cuando todo parece fluir muy bien, es porque en realidad está todo a punto de quedar muy mal. Eso aún se negaban a entender la ilusionista y la chicadreja, a pesar de la gran canidad de evidencias que la vida les presentaba. Ni bien el brujo estaba en el clímax de su intimidación, muy cerca de ellos la discusión entre un par borrachos pasó de marrón a oscuro cuando uno de ellos le quitó el gorro al otro. El borracho ofendido lanzó un puñetazo, con tan buena puntería que en vez de darle a su amigo, le llegó en la nuca al de la mesa de al lado. El tipo cayó de cara sobre la mesa, noqueado por completo, lo que ofendió profundamente a sus colegas, borrachos también, que se lanzaron sobre los dos primeros. En el camino, pasaron a llevar al mesero que llevaba cuatro jarras de cerveza en cada mano, y el contenido de estas llovió sobre la mesa conjunta, enfureciendo a la cuadrilla que había esperado tranquila por ellas.
La trifulca de borrachos pronto escaló hasta convertirse en una pelea campal dentro de aquella taberna -Ya se habían tardado- se quejó la ilusionista, alzando por los sobacos a Tina para evitar que le cayera encima el cuerpo de un pobre desgraciado que tuvo la mala fortuna de caer a los pies de Gorilón 1 y fue usado como proyectil por este. Tras echarse a la chicadreja a la espalda, usó su telequinesis para levantar una mesa sobre ellos a manera de escudo, justo cuando llegaron junto a ellos un muchacho y la chica de quien provenía el éter de bruja. -¡Todo apoyo es bien recibido!- exclamó Mina mientras creaba una falsa nube de humo espesa que cubrió la alborotada taberna.
Pero cuando todo parece fluir muy bien, es porque en realidad está todo a punto de quedar muy mal. Eso aún se negaban a entender la ilusionista y la chicadreja, a pesar de la gran canidad de evidencias que la vida les presentaba. Ni bien el brujo estaba en el clímax de su intimidación, muy cerca de ellos la discusión entre un par borrachos pasó de marrón a oscuro cuando uno de ellos le quitó el gorro al otro. El borracho ofendido lanzó un puñetazo, con tan buena puntería que en vez de darle a su amigo, le llegó en la nuca al de la mesa de al lado. El tipo cayó de cara sobre la mesa, noqueado por completo, lo que ofendió profundamente a sus colegas, borrachos también, que se lanzaron sobre los dos primeros. En el camino, pasaron a llevar al mesero que llevaba cuatro jarras de cerveza en cada mano, y el contenido de estas llovió sobre la mesa conjunta, enfureciendo a la cuadrilla que había esperado tranquila por ellas.
La trifulca de borrachos pronto escaló hasta convertirse en una pelea campal dentro de aquella taberna -Ya se habían tardado- se quejó la ilusionista, alzando por los sobacos a Tina para evitar que le cayera encima el cuerpo de un pobre desgraciado que tuvo la mala fortuna de caer a los pies de Gorilón 1 y fue usado como proyectil por este. Tras echarse a la chicadreja a la espalda, usó su telequinesis para levantar una mesa sobre ellos a manera de escudo, justo cuando llegaron junto a ellos un muchacho y la chica de quien provenía el éter de bruja. -¡Todo apoyo es bien recibido!- exclamó Mina mientras creaba una falsa nube de humo espesa que cubrió la alborotada taberna.
Mina Harker
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Re: Los aeros que no lo son (Falsificadores 1) [Libre] [3/3]
La joven estaba absoluta y completamente consciente de que no le quedaba más remedio que confiar en ese hombre, el cual para ella todavía era un desconocido. Ciertamente, la vida que llevó en sus tierras natales, la muchacha había aprendido en no confiar en otras personas, ya que siempre los habitantes de esos lares se afanaban en ridiculizarla y humillarla por su apellido, y ni siquiera en su misma familia, puesto que la chica a estos últimos los consideraba cómo traidores, traidores al linaje que Medroth Grah, el tatarabuelo de ella. Sin embargo, tampoco es como si ella necesitara confiar en otras personas; si algo había aprendido en todos sus años de existencia, es que para subsistir no necesitaba a nadie más que a ella misma, y eso se podía demostrar con el simple hecho de ver cómo la joven se había desenvuelto durante toda su estancia en la isla de Beltrexus. Pero las cosas ahora eran algo distintas, Para comenzar, ella ya no se encontraba más en su hogar, si es que se le podía llamar de esa forma su lugar de nacimiento, de siempre, sumando a que no conocía a nadie ahí… ya que al menos en Beltrexus, la chica tenía pleno conocimiento de quiénes eran los que moraban esas tierras, y así gracias a esto, saber cómo actuar, cómo comportarse frente a estos mismos. Al pensarlo, no pudo más que fruncir con evidencia tanto su ceño cómo sus carnosos labios, y eran en estos instantes, cuando la muchacha sentía una inmensa, inmensa frustración.
Reprimiendo un suspiro, fue que finalmente la muchacha se sentó junto a ese hombre, y si bien ella por lo usual jamás hacía mucho caso a ese lado más intuitivo en su persona, algo muy en el fondo le decía que podía fiarse de él —No te queda de otra—fue lo que pensó la chica, y tan pronto como cuando lo hizo, ya frente a ella estaba servida una bebida. Si bien, era verdad que se estaba casi muriendo de hambre y de sed, su lado paranoico pudo más que su apetito, y es que aún sabiendo que esto último era algo ilógico e irrisorio de pensar, el terrible pensamiento de que ‘alguien’, tal vez el mismo Alexander, querría envenenarla o algo para así llevarla de vuelta a su isla natal. Pero después ella pensaba, manifestando así su lado más sensato, lógico y racional, ¿por qué alguien gastaría su tiempo y dinero sólo para regresar a una chiquilla que se había fugado de casa…? Eran en esos precisos instantes, en los cuales la joven se cuestionaba seriamente que si acaso ella tenía la importancia con la que a veces se sentía dueña y portadora, pero después una vez más esa estorbosa vocecilla le susurraba al oído de que sí, de que ella efectivamente tenía toda esa relevancia que hacía de ella una persona extremadamente egocéntrica. Y cuando justo la chica le estaba por responderle a ese hombre, decirle educadamente que no bebería nada, fue que llegaron a sus oídos las palabras de él, ante lo cual la joven se tensó notoriamente.
La verdad era que nunca antes la muchacha se había encontrado en una situación similar, en una situación que realmente estuviera en peligro; sí, claro que en su tierra de origen más de alguna vez se había encontrado en problemas, pero nada más que recibir groserías, insultos, burlas y malos tratos por parte de los otros habitantes de esa isla, pero nada serio. Sin poder evitarlo, su corazón comenzó a acelerarse con evidencia, y aunque la chica hizo lo posible para que no se notara lo que estaba sintiendo por dentro, pero a pesar de esto su piel, ya blanca de por sí, se volvió más pálida todavía. Instintivamente, la chica entonces colocó su mano izquierda al interior de la capucha, precisamente en el bolsillo en donde ella guardaba esa daga, la cual era tan simple, que apenas sí tenía filo. De alguna forma la muchacha pudo mantener la compostura, y fue así como la joven calladamente siguió en todo momento las indicaciones por parte de él, posando así sus ojos, siempre de ese oscuro color castaño, sobre donde el hombre le estaba indicando. No podía ella engañarse a sí misma; jamás había pensando que se encontraría con semejante panorama apenas llegando a esos lares, y es que sinceramente la muchacha no se sentía para nada preparada. Pero claro, Ruphia sabía así mismo sabía que era uno de los peligros que ella podía correr, y sin opción alguna, tuvo que limitarse a quedarse muy, muy quieta al lado de Alexander, aún cuando le llamaba la atención de que él siempre hablaba en plural.
Siendo así, y quedándose cómo mera espectadora, la joven siguió con la mirada lo indicado por el recién conocido, y fue cuando por un momento la mirada de la chica se desprendió de donde la tenía fija, percatándose de como de un momento a otro como ese chico comenzaba a mover una de sus piernas, a su parecer casi de manera maníaca, llamándole así a ella eso poderosamente la atención. ¿Quién era realmente ese joven de nombre Alexander…? Sin poder ella tener el tiempo necesario como para cuestionarse más acerca del comportamiento de él, de un instante a otro las cosas solamente comenzaron a tornarse más complicadas que antes, y ella no sabiendo muy cómo reaccionar, cosa no extraña tomando en cuenta todo ese contexto que le antecedía,para su inmensa frustración, la joven no pudo más que seguir haciéndole caso a ese muchacho. Pero a pesar de que ella seguía prolijamente cada paso que Alexander daba, eso no quería decir que la chica confiara completamente en él… al contrario, ese lado más lógico y sensato de ella, le decía con urgencia que se fuera rápido de allí, que escapara, que ignorara a Alexander y se fuera muy, muy lejos de él, mas su otro lado, ese mucho más instintivo, le indicaba todo, pero todo lo contrario. ¿Por qué razón era que su parte más intuitiva le decía que se fiara de él, cuando viendo fríamente la situación, ella no tenía por qué confiar en un desconocido, que para más se comportaba de esa peculiar manera?
Entonces Ruphia no pudo evitar sentir cierto temor cuando el joven colocó ese cuchillo carnicero sobre uno de sus hombros, con el filo de éste en dirección contraria al cuerpo de ella misma, y aunque una voz dentro de ella, una voz que sobresalía mucho más que las otras, le decía que ignorara las indicaciones de él y partiera desde cero, por alguna razón que ni ella misma podía creer, ni mucho menos argumentar y respaldar, decidió quedarse al lado de Alexander. Por algún motivo, incluso mucho más enigmático que el solo hecho de querer confiar en ese joven, la muchacha creía que en cierta forma estaba haciendo lo correcto y lo mejor para ella… además, ¿no que si él quisiera hacerle daño, ya lo hubiera hecho mucho rato atrás? Con este claro pensamiento en su cabeza, la mirada de ella se paseó entre esos dos hombres que se fueron de ahí, para así permitir el paso de ella y Alexander, sólo para después fijarla sobre este mismo. Quiso ella decir algo, cualquier cosa, pero estaba tan, pero tan shockeada debido a lo recién vivido, que no fue capaz de emitir siquiera un monosílabo a través de sus carnosos y rojizos labios. Sin embargo, eso no quitó que la chica pudiera sentirse algo más segura que antes, todo gracias a haber recurrido a la siempre confiable lógica… una lógica que no siempre la muchacha le hacía caso. Nuevamente reprimió un suspiro, sólo para después mirar en dirección hacia la chica zarigüeya, la cual era tan indicada por el joven.
Reprimiendo un suspiro, fue que finalmente la muchacha se sentó junto a ese hombre, y si bien ella por lo usual jamás hacía mucho caso a ese lado más intuitivo en su persona, algo muy en el fondo le decía que podía fiarse de él —No te queda de otra—fue lo que pensó la chica, y tan pronto como cuando lo hizo, ya frente a ella estaba servida una bebida. Si bien, era verdad que se estaba casi muriendo de hambre y de sed, su lado paranoico pudo más que su apetito, y es que aún sabiendo que esto último era algo ilógico e irrisorio de pensar, el terrible pensamiento de que ‘alguien’, tal vez el mismo Alexander, querría envenenarla o algo para así llevarla de vuelta a su isla natal. Pero después ella pensaba, manifestando así su lado más sensato, lógico y racional, ¿por qué alguien gastaría su tiempo y dinero sólo para regresar a una chiquilla que se había fugado de casa…? Eran en esos precisos instantes, en los cuales la joven se cuestionaba seriamente que si acaso ella tenía la importancia con la que a veces se sentía dueña y portadora, pero después una vez más esa estorbosa vocecilla le susurraba al oído de que sí, de que ella efectivamente tenía toda esa relevancia que hacía de ella una persona extremadamente egocéntrica. Y cuando justo la chica le estaba por responderle a ese hombre, decirle educadamente que no bebería nada, fue que llegaron a sus oídos las palabras de él, ante lo cual la joven se tensó notoriamente.
La verdad era que nunca antes la muchacha se había encontrado en una situación similar, en una situación que realmente estuviera en peligro; sí, claro que en su tierra de origen más de alguna vez se había encontrado en problemas, pero nada más que recibir groserías, insultos, burlas y malos tratos por parte de los otros habitantes de esa isla, pero nada serio. Sin poder evitarlo, su corazón comenzó a acelerarse con evidencia, y aunque la chica hizo lo posible para que no se notara lo que estaba sintiendo por dentro, pero a pesar de esto su piel, ya blanca de por sí, se volvió más pálida todavía. Instintivamente, la chica entonces colocó su mano izquierda al interior de la capucha, precisamente en el bolsillo en donde ella guardaba esa daga, la cual era tan simple, que apenas sí tenía filo. De alguna forma la muchacha pudo mantener la compostura, y fue así como la joven calladamente siguió en todo momento las indicaciones por parte de él, posando así sus ojos, siempre de ese oscuro color castaño, sobre donde el hombre le estaba indicando. No podía ella engañarse a sí misma; jamás había pensando que se encontraría con semejante panorama apenas llegando a esos lares, y es que sinceramente la muchacha no se sentía para nada preparada. Pero claro, Ruphia sabía así mismo sabía que era uno de los peligros que ella podía correr, y sin opción alguna, tuvo que limitarse a quedarse muy, muy quieta al lado de Alexander, aún cuando le llamaba la atención de que él siempre hablaba en plural.
Siendo así, y quedándose cómo mera espectadora, la joven siguió con la mirada lo indicado por el recién conocido, y fue cuando por un momento la mirada de la chica se desprendió de donde la tenía fija, percatándose de como de un momento a otro como ese chico comenzaba a mover una de sus piernas, a su parecer casi de manera maníaca, llamándole así a ella eso poderosamente la atención. ¿Quién era realmente ese joven de nombre Alexander…? Sin poder ella tener el tiempo necesario como para cuestionarse más acerca del comportamiento de él, de un instante a otro las cosas solamente comenzaron a tornarse más complicadas que antes, y ella no sabiendo muy cómo reaccionar, cosa no extraña tomando en cuenta todo ese contexto que le antecedía,para su inmensa frustración, la joven no pudo más que seguir haciéndole caso a ese muchacho. Pero a pesar de que ella seguía prolijamente cada paso que Alexander daba, eso no quería decir que la chica confiara completamente en él… al contrario, ese lado más lógico y sensato de ella, le decía con urgencia que se fuera rápido de allí, que escapara, que ignorara a Alexander y se fuera muy, muy lejos de él, mas su otro lado, ese mucho más instintivo, le indicaba todo, pero todo lo contrario. ¿Por qué razón era que su parte más intuitiva le decía que se fiara de él, cuando viendo fríamente la situación, ella no tenía por qué confiar en un desconocido, que para más se comportaba de esa peculiar manera?
Entonces Ruphia no pudo evitar sentir cierto temor cuando el joven colocó ese cuchillo carnicero sobre uno de sus hombros, con el filo de éste en dirección contraria al cuerpo de ella misma, y aunque una voz dentro de ella, una voz que sobresalía mucho más que las otras, le decía que ignorara las indicaciones de él y partiera desde cero, por alguna razón que ni ella misma podía creer, ni mucho menos argumentar y respaldar, decidió quedarse al lado de Alexander. Por algún motivo, incluso mucho más enigmático que el solo hecho de querer confiar en ese joven, la muchacha creía que en cierta forma estaba haciendo lo correcto y lo mejor para ella… además, ¿no que si él quisiera hacerle daño, ya lo hubiera hecho mucho rato atrás? Con este claro pensamiento en su cabeza, la mirada de ella se paseó entre esos dos hombres que se fueron de ahí, para así permitir el paso de ella y Alexander, sólo para después fijarla sobre este mismo. Quiso ella decir algo, cualquier cosa, pero estaba tan, pero tan shockeada debido a lo recién vivido, que no fue capaz de emitir siquiera un monosílabo a través de sus carnosos y rojizos labios. Sin embargo, eso no quitó que la chica pudiera sentirse algo más segura que antes, todo gracias a haber recurrido a la siempre confiable lógica… una lógica que no siempre la muchacha le hacía caso. Nuevamente reprimió un suspiro, sólo para después mirar en dirección hacia la chica zarigüeya, la cual era tan indicada por el joven.
Ruphia Grah
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Re: Los aeros que no lo son (Falsificadores 1) [Libre] [3/3]
El brujo de dorados cabellos, pese al oficio que tenía, no solía ser de los que iniciaba la pelea. Que su trabajo fuese aplicar violencia, no significaba que gustara de hacerlo con excesiva ligereza. Sin embargo, precisamente, por tal oficio y su larga experiencia en tan complicado trabajo, sabía muy bien cuando las cosas iban a acabar mal, sin importar los deseos propios.
Y sí, han atinado bien, cuando un grupo de brutos perseguía a una persona a la que había decidido proteger, las ostias estaban en el menú.
Ante tal situación, la socarronería del buen mercenario sólo era la pimienta para aquel caldo, pues, si ya se iban a despedazar los unos a los otros, que mejor que al menos hacerlo con inicial estilo.
Más, aunque ya se sabía cómo iba a terminar toda aquella historia, no faltó el bruto de turno que iniciara una pelea de taberna como preludio del combate dónde se esperaba el carmesí.
- Vaya, se ve que algunos empiezan sin nosotros-, comentó para todo aquel que le importaran sus palabras y quisiera escucharle, tras las palabras de Mina sobre la “tardanza” de algunos. Nótese las comillas. - Típico de la zona. Si vienen de paseo, créanme, esto solamente es entretenimiento rutinario-, terminó por decir, con cierta sorna.
El brujo no perdió de vista al grupo de hombres que iban tras Mina y la pequeña comadreja, mientras hablaba. Aunque la taberna se había convertido en un campo de batalla, su prioridad seguía siendo la misma. La concentración lo era todo para un experto luchador. Debía mantener la distancia de la otra pelea a puñetazos que tan poco le importaba, sin dejar de atender el peligro real.
- ¿Algo de apoyo extra? - comentó, serio, sin dejar de mirar al grupo rival, pero tras una rápida ojeada a su interlocutor. - Una mano amiga nunca está de más-, le dijo afable.
«Aunque me pregunto qué tipo de hombre ingresa en una batalla ajena sin pedir recompensa alguna», caviló el brujo.
¿Quizás pediría una recompensa después del combate? Había muchas personas así por el mundo. Primero se sumaban a la causa y luego ya pedían el justo pago. ¿Solo quería escapar de aquella taberna? Era posible con la batalla campal que se había formado en su interior y con aquellos tan poco simpáticos sujetos en medio de la salida más cercana. Había muchas opciones y fugazmente todas pasaron por la mente del veterano mercenario.
- Encantado de conocerte, muchacho. Las presentaciones las dejaremos para luego-, mentó, volviendo a ojear al hombre, centrando esta vez su mirada en la mujer que lo acompañaba. - Crecí en una familia y en una tierra de mujeres fuertes. No seré yo quien menosprecie la valía de una fémina para el combate. No obstante pareces un poco tensa-, comentó, estas palabras dirigidas hacia la mujer que estaba junto al hombre que había llegado en su auxilio.
No era nada extraño que estuviera inquieta, cuando media taberna se estaba partiendo la cabeza a mamporros y cuatro subnormales se creían los amos de la villa y tapaban la posible escapatoria.
- Cuando comience la fiesta, no te alejes de nosotros-, terminó por decirle, regresando la mirada hacia el grupo poco amistoso.
Vincent se movió raudo como el viento, y en cuánto estuvo cerca del primero de los hombres que le cortaban el paso, desenvainó su daga. Al mismo tiempo que sacaba su acero se dejó caer de rodillas para propinarle un tajo en el muslo al primero de los adversarios y, nada más hacerlo, impulsarse con su magia de aire hacia adelante.
El impulso mágico provocó que el brujo se deslizara por el suelo, alejándolo del primer hombre al que había herido, y acercándolo al siguiente, al que le propinó otro tajo con su acero en la pierna. Aprovechando la energía de su desplazamiento se levantó a toda velocidad para propinarle un rodillazo en la nobleza al hombre que estaba justo al lado del último enemigo al que había cortado la pierna.
Tras aquello, contempló a los que quedaban en pie y parecían… ¿aturdidos? Es más, todos en la taberna parecían un poco perdidos.
«Debe ser cosa de Mina», razonó, enfundando la daga en su cuero y desenvainando su espada larga tras ello, como justo reemplazo.
- Si queréis vivir, será mejor que os olvidéis de estas mujeres-, comentó al grupo de hombres que las perseguían. - Mi benevolencia tiene límites-, mentó cual despedida, guiñándoles un ojo.
Aunque Vinc imaginaba que ellos no podrían ver su gesto, puede que sus palabras no cayeran en saco roto. Después de todo, siempre nos quedaba la esperanza ¿no?
No había herido o sacado del combate a todos los que habían entrado persiguiendo a Mina y Tina, más sí a los suficientes para abrir paso si los demás eran ágiles y rápidos para llegar hasta donde se encontraba él. En cualquier caso, también serviría para que la batalla fuese más sencilla si no lograban llegar hasta la salida a tiempo.
Por ahora, el brujo mantendría la posición junto a la puerta por si tenía que ayudarles a escapar.
Y sí, han atinado bien, cuando un grupo de brutos perseguía a una persona a la que había decidido proteger, las ostias estaban en el menú.
Ante tal situación, la socarronería del buen mercenario sólo era la pimienta para aquel caldo, pues, si ya se iban a despedazar los unos a los otros, que mejor que al menos hacerlo con inicial estilo.
Más, aunque ya se sabía cómo iba a terminar toda aquella historia, no faltó el bruto de turno que iniciara una pelea de taberna como preludio del combate dónde se esperaba el carmesí.
- Vaya, se ve que algunos empiezan sin nosotros-, comentó para todo aquel que le importaran sus palabras y quisiera escucharle, tras las palabras de Mina sobre la “tardanza” de algunos. Nótese las comillas. - Típico de la zona. Si vienen de paseo, créanme, esto solamente es entretenimiento rutinario-, terminó por decir, con cierta sorna.
El brujo no perdió de vista al grupo de hombres que iban tras Mina y la pequeña comadreja, mientras hablaba. Aunque la taberna se había convertido en un campo de batalla, su prioridad seguía siendo la misma. La concentración lo era todo para un experto luchador. Debía mantener la distancia de la otra pelea a puñetazos que tan poco le importaba, sin dejar de atender el peligro real.
- ¿Algo de apoyo extra? - comentó, serio, sin dejar de mirar al grupo rival, pero tras una rápida ojeada a su interlocutor. - Una mano amiga nunca está de más-, le dijo afable.
«Aunque me pregunto qué tipo de hombre ingresa en una batalla ajena sin pedir recompensa alguna», caviló el brujo.
¿Quizás pediría una recompensa después del combate? Había muchas personas así por el mundo. Primero se sumaban a la causa y luego ya pedían el justo pago. ¿Solo quería escapar de aquella taberna? Era posible con la batalla campal que se había formado en su interior y con aquellos tan poco simpáticos sujetos en medio de la salida más cercana. Había muchas opciones y fugazmente todas pasaron por la mente del veterano mercenario.
- Encantado de conocerte, muchacho. Las presentaciones las dejaremos para luego-, mentó, volviendo a ojear al hombre, centrando esta vez su mirada en la mujer que lo acompañaba. - Crecí en una familia y en una tierra de mujeres fuertes. No seré yo quien menosprecie la valía de una fémina para el combate. No obstante pareces un poco tensa-, comentó, estas palabras dirigidas hacia la mujer que estaba junto al hombre que había llegado en su auxilio.
No era nada extraño que estuviera inquieta, cuando media taberna se estaba partiendo la cabeza a mamporros y cuatro subnormales se creían los amos de la villa y tapaban la posible escapatoria.
- Cuando comience la fiesta, no te alejes de nosotros-, terminó por decirle, regresando la mirada hacia el grupo poco amistoso.
Vincent se movió raudo como el viento, y en cuánto estuvo cerca del primero de los hombres que le cortaban el paso, desenvainó su daga. Al mismo tiempo que sacaba su acero se dejó caer de rodillas para propinarle un tajo en el muslo al primero de los adversarios y, nada más hacerlo, impulsarse con su magia de aire hacia adelante.
El impulso mágico provocó que el brujo se deslizara por el suelo, alejándolo del primer hombre al que había herido, y acercándolo al siguiente, al que le propinó otro tajo con su acero en la pierna. Aprovechando la energía de su desplazamiento se levantó a toda velocidad para propinarle un rodillazo en la nobleza al hombre que estaba justo al lado del último enemigo al que había cortado la pierna.
Tras aquello, contempló a los que quedaban en pie y parecían… ¿aturdidos? Es más, todos en la taberna parecían un poco perdidos.
«Debe ser cosa de Mina», razonó, enfundando la daga en su cuero y desenvainando su espada larga tras ello, como justo reemplazo.
- Si queréis vivir, será mejor que os olvidéis de estas mujeres-, comentó al grupo de hombres que las perseguían. - Mi benevolencia tiene límites-, mentó cual despedida, guiñándoles un ojo.
Aunque Vinc imaginaba que ellos no podrían ver su gesto, puede que sus palabras no cayeran en saco roto. Después de todo, siempre nos quedaba la esperanza ¿no?
No había herido o sacado del combate a todos los que habían entrado persiguiendo a Mina y Tina, más sí a los suficientes para abrir paso si los demás eran ágiles y rápidos para llegar hasta donde se encontraba él. En cualquier caso, también serviría para que la batalla fuese más sencilla si no lograban llegar hasta la salida a tiempo.
Por ahora, el brujo mantendría la posición junto a la puerta por si tenía que ayudarles a escapar.
Vincent Calhoun
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Re: Los aeros que no lo son (Falsificadores 1) [Libre] [3/3]
Salir de aquí era la prioridad principal después averiguaría quien eran el tipo de la máscara y el que se cubría la cara con aquella tela morada, estaba seguro que el descarado pelirrojo se había reunido con ellos, pero la batalla que se había desviado su atención lo suficiente para que los perdiera de vista, ya se encargaría de rastrearlos o dejarles encontrarlo lo que sucediera primero.
Si lo pensaba con detenimiento su atención había sido robada por las dos mujeres que habían entrado al bar antes, a las que se habían acercado junto aquel hombre extraño para escapar, no era en si que necesitara ayuda pero ellas habían traído una fiesta extra al bar por lo que podría ponerse peligroso incluso con su experiencia además, no tenía ni un poco de idea de las habilidades de Ruphia y no sería buena idea luchar con una adolescente aquí, menos una que le recordaba a su hermana para diversión de su otro yo que parecía haber tomado el control casi por completo de su cuerpo, sentía que en esta ocasión era él la voz e distante en su propia mente.
Esperaba que eso no le causara un problema a la chica y las otras dos mujeres, después de todo, cuando el otro soltaba su cautiverio era difícil saber que pasaría, el caería completamente en la inconciencia hasta quien sabe cuándo, por lo que tenía que luchar por recuperar el control aunque sea un poco… pero estaba bastante seguro que era muy tarde para eso.
Observo curioso a la chica tras la creación de la nube de humo sonreía más amplio si es que apenas podía.
Aquí también practican la caza con neblina- exclamo extasiado –bien chica estoy de acuerdo, pensé que era un juego solo familiar, el que consiga más partes del cuerpo gana- menciono bien alto para que su nuevo grupo le escuchara después se inclinó cerca de Ruphia casi seguro que invadía su espacio personal, respiro profundo, corto su dedo con su cuchillo y le hizo una marca con su sangre en sus ropas cerca del cuello volviendo a respirar profundamente.
Ahora puedo identificarte por el olor, siempre delante de mi hacia la puerta de otra forma me confundiría y le susurró al oído.- estaba seguro que había una diferencia en la mirada cuando él estaba fuera, quizás de locura, de hambre, de poder, no era importante, ahora solo alguien había empezado uno de sus juegos favoritos, desgraciadamente el problema venia en cuanto estaba completamente suelto con una distorsión de donde estaba ahora y quien era quien, por suerte marco a la chica antes de dejarse llevar lo suficiente, aun podría darle una última instrucción antes de dejarse llevar y perderse o quizás no.
-Está en mi sangre y en la tuya, somos el monstruo que las mamás les dicen a sus hijos que vendrán a comérselos si no se comportan, y yo espero que el tuyo me acompañe un día a jugar de acuerdo Anhelin.- claro que lo haría este el juego que los hermanos habían tenido desde que empezaron a guardar secretos, desde que ella lo había visto por primera vez llevarse a ese bandido lejos de la caravana, la primera vez que le ofreció el cuchillo para ayudarle a matar, que le enseño su comida favorita y su corazón brinco sabiendo que su media hermana era como él.
Su madre solía decir que los monstruos suelen identificar a otro como ellos, quizás eso es lo que vio la primera vez en esta chica. Respiro profundo una última vez y le miro, el rostro de su hermana se confundía con el de ella, al menos de esa forma seria la única a salvo de su locura.
Miro al hombre que acepto su ayuda. Le dio un rápido escaneo y asintió. Tenían un acuerdo, aunque no podría quizás luchar con su mejor estilo dejándose llevar por completo, esperaba no alcanzar a sus nuevos aliados, pero después de todo podría pasar en la batalla, hasta ligeros accidentes.
A diferencia del hombre que parecía fluir con el viento, él era la tormenta que nadie quería que llegara. Empujo a Ruphia mas cerca de las otras dos chicas mientras clavaba su cuchillo en el ojo de alguien que iba pasando por ahí.
-Lo siento necesitaba un bocadillo para empezar y no creo que lo necesites más- dijo en voz alta captando la atención de los combatientes de su lado mientras golpeaba con el mango de su espada el cráneo del hombre que gritaba de dolor para ayudarle a girar su mano y sacarle de la cavidad su preciado manjar que se llevó de inmediato a la boca.
Probablemente sería reconocido por ese truco, algo que su abuelo solía hacer al empezar las luchas, pero quien era el para quejarse, después de todo el Alexei solo quería ser aún mejor. Además no causaría gran daño que el mundo se enterara que aun existían monstruos o su sangre corriendo por ahí verdad
.
¿Qué seguía ahora? A si el juego, tiempo de recolección, ahora que estaba una parte de estos hombres paralizados. Le corto los dedos de la mano al ahora tuerto con un rápido movimiento capturando los que pudo en el aire, siguiendo a su siguiente víctima, había jugado tanto a esto con su otra familia que había olvidado cuanto lo extrañaba. Lo pateo contra otro hombre que intentaba atacarle desestabilizando a ambos, poniendo su atención a otro lado aprovechando para llevarse la mitad de su nariz con la espada.
Fue directamente a cortar los dedos de algún testarudo que intento blandir su espada contra él, desgraciadamente solo alcanzo a atrapar un par con su mano del cuchillo antes de guardarlos para tener de nuevo su mano libre.
N o entendían Alexei estaba en recolección no iría por órganos, esos se los comería cuando ellos pudieran gritar completamente de terror, ahora solo necesitaba ganar en el juego y quizás comerse un par de ojos más. Cena con variedad es como solía decirle.
Ignoro el hecho de que parecía que la gente se alejaba de su lado de la pelea, así que se siguió contra el tipo que intentaba levantarse porque al parecer alguien le había propinado una gran patada y de ahí el sujeto contra el que choco y el que lanzo se golpearon contra él. Lo que parece le dejo un poco fuera de sí, lo que le permitió azotarlo al sujeto contra la mesa colocando su cuchillo a centímetros de su ojo.
-Si lo que dice mi amigo, si no se detienen ahora y nos dejan ir me los merendare a todos parte por parte- menciono clavando ahora su cuchillo el hombre que se retorcía de dolor. -¿Nos dejaran pasar entonces amables caballeros?- pregunto olvidando que de su boca aun debía escurrir sangre de su breve bocadillo anterior. Degolló al hombre rápidamente con su espada, si la mayoría se iba quizás podría recuperar algunas piezas más de los muertos.
Levanto la cabeza sin quitar su cuchillo del hombre reaccionando, ¿Dónde había quedado su pequeña hermana? O la chica que de momento el creía que lo era, se preguntó escaneando la habitación.
Si lo pensaba con detenimiento su atención había sido robada por las dos mujeres que habían entrado al bar antes, a las que se habían acercado junto aquel hombre extraño para escapar, no era en si que necesitara ayuda pero ellas habían traído una fiesta extra al bar por lo que podría ponerse peligroso incluso con su experiencia además, no tenía ni un poco de idea de las habilidades de Ruphia y no sería buena idea luchar con una adolescente aquí, menos una que le recordaba a su hermana para diversión de su otro yo que parecía haber tomado el control casi por completo de su cuerpo, sentía que en esta ocasión era él la voz e distante en su propia mente.
Esperaba que eso no le causara un problema a la chica y las otras dos mujeres, después de todo, cuando el otro soltaba su cautiverio era difícil saber que pasaría, el caería completamente en la inconciencia hasta quien sabe cuándo, por lo que tenía que luchar por recuperar el control aunque sea un poco… pero estaba bastante seguro que era muy tarde para eso.
Observo curioso a la chica tras la creación de la nube de humo sonreía más amplio si es que apenas podía.
Aquí también practican la caza con neblina- exclamo extasiado –bien chica estoy de acuerdo, pensé que era un juego solo familiar, el que consiga más partes del cuerpo gana- menciono bien alto para que su nuevo grupo le escuchara después se inclinó cerca de Ruphia casi seguro que invadía su espacio personal, respiro profundo, corto su dedo con su cuchillo y le hizo una marca con su sangre en sus ropas cerca del cuello volviendo a respirar profundamente.
Ahora puedo identificarte por el olor, siempre delante de mi hacia la puerta de otra forma me confundiría y le susurró al oído.- estaba seguro que había una diferencia en la mirada cuando él estaba fuera, quizás de locura, de hambre, de poder, no era importante, ahora solo alguien había empezado uno de sus juegos favoritos, desgraciadamente el problema venia en cuanto estaba completamente suelto con una distorsión de donde estaba ahora y quien era quien, por suerte marco a la chica antes de dejarse llevar lo suficiente, aun podría darle una última instrucción antes de dejarse llevar y perderse o quizás no.
-Está en mi sangre y en la tuya, somos el monstruo que las mamás les dicen a sus hijos que vendrán a comérselos si no se comportan, y yo espero que el tuyo me acompañe un día a jugar de acuerdo Anhelin.- claro que lo haría este el juego que los hermanos habían tenido desde que empezaron a guardar secretos, desde que ella lo había visto por primera vez llevarse a ese bandido lejos de la caravana, la primera vez que le ofreció el cuchillo para ayudarle a matar, que le enseño su comida favorita y su corazón brinco sabiendo que su media hermana era como él.
Su madre solía decir que los monstruos suelen identificar a otro como ellos, quizás eso es lo que vio la primera vez en esta chica. Respiro profundo una última vez y le miro, el rostro de su hermana se confundía con el de ella, al menos de esa forma seria la única a salvo de su locura.
Miro al hombre que acepto su ayuda. Le dio un rápido escaneo y asintió. Tenían un acuerdo, aunque no podría quizás luchar con su mejor estilo dejándose llevar por completo, esperaba no alcanzar a sus nuevos aliados, pero después de todo podría pasar en la batalla, hasta ligeros accidentes.
A diferencia del hombre que parecía fluir con el viento, él era la tormenta que nadie quería que llegara. Empujo a Ruphia mas cerca de las otras dos chicas mientras clavaba su cuchillo en el ojo de alguien que iba pasando por ahí.
-Lo siento necesitaba un bocadillo para empezar y no creo que lo necesites más- dijo en voz alta captando la atención de los combatientes de su lado mientras golpeaba con el mango de su espada el cráneo del hombre que gritaba de dolor para ayudarle a girar su mano y sacarle de la cavidad su preciado manjar que se llevó de inmediato a la boca.
Probablemente sería reconocido por ese truco, algo que su abuelo solía hacer al empezar las luchas, pero quien era el para quejarse, después de todo el Alexei solo quería ser aún mejor. Además no causaría gran daño que el mundo se enterara que aun existían monstruos o su sangre corriendo por ahí verdad
.
¿Qué seguía ahora? A si el juego, tiempo de recolección, ahora que estaba una parte de estos hombres paralizados. Le corto los dedos de la mano al ahora tuerto con un rápido movimiento capturando los que pudo en el aire, siguiendo a su siguiente víctima, había jugado tanto a esto con su otra familia que había olvidado cuanto lo extrañaba. Lo pateo contra otro hombre que intentaba atacarle desestabilizando a ambos, poniendo su atención a otro lado aprovechando para llevarse la mitad de su nariz con la espada.
Fue directamente a cortar los dedos de algún testarudo que intento blandir su espada contra él, desgraciadamente solo alcanzo a atrapar un par con su mano del cuchillo antes de guardarlos para tener de nuevo su mano libre.
N o entendían Alexei estaba en recolección no iría por órganos, esos se los comería cuando ellos pudieran gritar completamente de terror, ahora solo necesitaba ganar en el juego y quizás comerse un par de ojos más. Cena con variedad es como solía decirle.
Ignoro el hecho de que parecía que la gente se alejaba de su lado de la pelea, así que se siguió contra el tipo que intentaba levantarse porque al parecer alguien le había propinado una gran patada y de ahí el sujeto contra el que choco y el que lanzo se golpearon contra él. Lo que parece le dejo un poco fuera de sí, lo que le permitió azotarlo al sujeto contra la mesa colocando su cuchillo a centímetros de su ojo.
-Si lo que dice mi amigo, si no se detienen ahora y nos dejan ir me los merendare a todos parte por parte- menciono clavando ahora su cuchillo el hombre que se retorcía de dolor. -¿Nos dejaran pasar entonces amables caballeros?- pregunto olvidando que de su boca aun debía escurrir sangre de su breve bocadillo anterior. Degolló al hombre rápidamente con su espada, si la mayoría se iba quizás podría recuperar algunas piezas más de los muertos.
Levanto la cabeza sin quitar su cuchillo del hombre reaccionando, ¿Dónde había quedado su pequeña hermana? O la chica que de momento el creía que lo era, se preguntó escaneando la habitación.
Alexander Kraz
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Re: Los aeros que no lo son (Falsificadores 1) [Libre] [3/3]
¿Saben cuándo ha podido Mina tomarse un cacho de vino con calma, en una taberna?
Nunca.
Parece chiste, pero no lo es. Siempre, siempre que entra a una taberna, esa explota, ya sea literal o figurativamente, pero todo queda hecho añicos. Ha salido disparada, volando, corriendo, la han sacado inconsciente, y con esta, ya son dos veces ha tenido que usar su incensario1 para taparse la huída. Es que el efecto de aquel artefacto era muy útil; mientras ella ponía pies en polvorosa, dejaba tras de sí una nube de humo dentro de la cual sus enemigos eran sofocados. Y como si fuera poco, tenía rico olor.
Tina tampoco recordaba una ida tranquila a la taberna. En la era a.M. (antes de Mina), era muy joven y Hanna no les permitía ir a esos lugares de adultos. En el d.M. (después de Mina), era muy habitual y a ella le fascinaba ir a tabernas, pues siempre pasaban cosas divertidas, además que conocía personas entretenidas. Como el viejo feo o la elfa bonita. Y bueno, salía magullada de vez en cuando, pero no tanto. Más le dolía a Mina, quien carecía del terso y suave peluche protector del que ella sí hacía gala. ¿Saben cuánto dinero gastaba Mina con los elfos sanadores para evitar quedar con cicatrices por el cuerpo? Mejor no sacaban cuentas. Afortunadamente, el seguro de salud y dental de CONTChA cubría aquel ítem, porque la bruja se estaba yendo a la ruina.
La trifulca seguiría dentro del establecimiento, pero bueno, estaban en Ciudad Lagarto, ¿era realmente de sorprenderse semejante situación? Seamos honestos: no. Pero lo importante es que Mina y Tina salieron ilesas, además, habían encontrado a Vinnie y seguramente él podría ayudarlas con la misión. Claro está, por una módica suma. Ellas conocían bien el trabajo del brujo y lo respetaban lo suficiente como para no embaucarlo. Ahora, solo quedaba lidiar con la pareja que había salido con ellos. -¿Y ustedes quiénes son?- quiso saber Tina una vez estuvieron a resguardo y con los gorilones lejos.
Nunca.
Parece chiste, pero no lo es. Siempre, siempre que entra a una taberna, esa explota, ya sea literal o figurativamente, pero todo queda hecho añicos. Ha salido disparada, volando, corriendo, la han sacado inconsciente, y con esta, ya son dos veces ha tenido que usar su incensario1 para taparse la huída. Es que el efecto de aquel artefacto era muy útil; mientras ella ponía pies en polvorosa, dejaba tras de sí una nube de humo dentro de la cual sus enemigos eran sofocados. Y como si fuera poco, tenía rico olor.
Tina tampoco recordaba una ida tranquila a la taberna. En la era a.M. (antes de Mina), era muy joven y Hanna no les permitía ir a esos lugares de adultos. En el d.M. (después de Mina), era muy habitual y a ella le fascinaba ir a tabernas, pues siempre pasaban cosas divertidas, además que conocía personas entretenidas. Como el viejo feo o la elfa bonita. Y bueno, salía magullada de vez en cuando, pero no tanto. Más le dolía a Mina, quien carecía del terso y suave peluche protector del que ella sí hacía gala. ¿Saben cuánto dinero gastaba Mina con los elfos sanadores para evitar quedar con cicatrices por el cuerpo? Mejor no sacaban cuentas. Afortunadamente, el seguro de salud y dental de CONTChA cubría aquel ítem, porque la bruja se estaba yendo a la ruina.
La trifulca seguiría dentro del establecimiento, pero bueno, estaban en Ciudad Lagarto, ¿era realmente de sorprenderse semejante situación? Seamos honestos: no. Pero lo importante es que Mina y Tina salieron ilesas, además, habían encontrado a Vinnie y seguramente él podría ayudarlas con la misión. Claro está, por una módica suma. Ellas conocían bien el trabajo del brujo y lo respetaban lo suficiente como para no embaucarlo. Ahora, solo quedaba lidiar con la pareja que había salido con ellos. -¿Y ustedes quiénes son?- quiso saber Tina una vez estuvieron a resguardo y con los gorilones lejos.
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1Quemador de Incienso [Arma][Superior] Potencia tus habilidades ilusionistas.
Habilidad: crea una densa capa de humo de 2 metros de radio sobre Mina. La utilizas para atrapar a un enemigo. Éste no podrá salir de la niebla y sentirá como una manos invisibles le atrapan del cuello. Duración: 1 turno. Uso: 1 vez por turno.
1Quemador de Incienso [Arma][Superior] Potencia tus habilidades ilusionistas.
Habilidad: crea una densa capa de humo de 2 metros de radio sobre Mina. La utilizas para atrapar a un enemigo. Éste no podrá salir de la niebla y sentirá como una manos invisibles le atrapan del cuello. Duración: 1 turno. Uso: 1 vez por turno.
Última edición por Mina Harker el Dom Abr 10 2022, 23:36, editado 1 vez
Mina Harker
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Re: Los aeros que no lo son (Falsificadores 1) [Libre] [3/3]
La expresión “Todo se ha salido de madre” había cobrado un nuevo significado en aquella taberna. Cierto que Ciudad Lagarto no era el lugar más pacífico del mundo, cierto también que no hacía falta estar en aquella barriada, para que todo el mundo decidiera atizarse en el interior de una posada, no obstante, lo que había pasado en aquel establecimiento era una locura de proporciones históricas.
El brujo había hecho su parte para con aquel caos. No vamos a tildarlo de chico que nunca había roto un plato, porque a estas alturas de su historia era una mentira fácil de refutar. No, claro que no, el rubio mercenario no era mala persona, pero de ahí a pensar que era un mojigato iba un trecho. Sus tretas había firmado en pasado, presente, y seguro que futuro. Su oficio lo requería. El ardid era uno con él.
En esta ocasión, Vincent había amenazado, agredido y, con esto último, abierto una brecha en la línea de enemigos que los separaba, a Mina, Tina y recién conocidos, de la salida. Hubo que elegir una opción más directa y brutal, dadas las circunstancias.
A partir de ahí todo se había vuelto demasiado confuso para el buen mercenario. El humo le había impedido ver qué pasaba más allá de la puerta que puerta que custodiaba, más con ver aparecer a Mina, loca comadrejita y las nuevas personas del grupo, sabía que su interés por aquella taberna había concluído. Al menos por el momento.
- Es una buena pregunta, ¿quiénes sois? - preguntó el brujo, tras la propia curiosidad de Tina. - Es un buen momento para las presentaciones que tuvieron que ser relegadas-, dijo seguido, más su mirada se dirigió hacia la puerta de entrada de la taberna. - Aunque si hablamos mientras caminamos será lo mejor. Alejémonos de esta tempestad en dirección hacia vientos más favorables.
«Cuando la situación se calme debería volver», pensó, en todo caso, el mercenario. «Aunque sería más sensato buscar otra posada dónde preguntar por las monedas falsas»
- Bueno, bueno. Eso ha sido intenso. Esta zona siempre me reciben con entregada vehemencia-, comentó con sorna. - Supongo que no les gusta la conformación de mi cara y se creen con derecho a modificar mis atributos faciales. No lo entiendo, Mina, yo diría que ya soy guapo así. Debe ser envidia-, comentó, siguiendo su propia broma, guiñando un ojo mientras miraba hacia su compatriota. - Aunque, ya que estamos todos reunidos, no estaría de más preguntar que os trae por aquí. Vamos, siendo sinceros, en este lugar reparten de todo menos dinero y regalos.
Pese a que aquello último no era ninguna mentira, el brujo no rebajó su tono jocoso en ningún momento. Habían intentado partirle la cara, pero qué demonios, no lo habían logrado. Punto para Vinc. Y si nos pusiéramos a enumerar cuántos días al año le querían cruzar el rostro a este buen mozo del sur, pues las cuentas saldrían un tanto… elevadas.
- Ah, supongo que uno se acostumbra a todo-, comentó para sí mismo, aunque todos podían escucharle. Vinc miraba calle adelante, mirando hacia nada en concreto. - No sé qué tan bueno sea acostumbrarse a que te quieran golpear o matar-, prosiguió en el mismo tono y postura, aún hablando consigo mismo, pero esta vez dibujando una mueca en el rostro.
Tras ello el brujo se encogió de hombros.
- En fin. Los que me conocen de antemano ya podrán imaginar que he venido aquí por trabajo-, afirmó, ahora dirigiendo la mirada hacia sus interlocutores. «Supongo que no pierdo nada por probar» - ¿Qué les parece esta moneda? - preguntó, sacando una falsa de uno de sus bolsos de cuero, colocados en las cintas también de cuero que los mantenían contra su pecho. El brujo la sostuvo entre pulgar e índice, por el canto de esta, delante de sus rostros. - Les aseguro que es una obra de arte. Si pudieran iluminar mi camino, les estaría muy agradecidos.
El mercenario la hizo girar en sus dedos por los cantos para que la pudieran ver bien por ambos lados, aunque no se podía negar que el propio guerrero del sur estaba ensimismado por aquella moneda. O más justo decir, por el talento necesario para crearla.
Era una creación magnífica. Falsa y sin valor, por supuesto, pero tan parecida a una real que no había que subestimar el talento del hacedor de tal obra.
- Les juro que ardo en deseos de conocer al artista tras ella-, terminó por decir, dibujando en sus labios una media sonrisa, tan característica en él.
El brujo había hecho su parte para con aquel caos. No vamos a tildarlo de chico que nunca había roto un plato, porque a estas alturas de su historia era una mentira fácil de refutar. No, claro que no, el rubio mercenario no era mala persona, pero de ahí a pensar que era un mojigato iba un trecho. Sus tretas había firmado en pasado, presente, y seguro que futuro. Su oficio lo requería. El ardid era uno con él.
En esta ocasión, Vincent había amenazado, agredido y, con esto último, abierto una brecha en la línea de enemigos que los separaba, a Mina, Tina y recién conocidos, de la salida. Hubo que elegir una opción más directa y brutal, dadas las circunstancias.
A partir de ahí todo se había vuelto demasiado confuso para el buen mercenario. El humo le había impedido ver qué pasaba más allá de la puerta que puerta que custodiaba, más con ver aparecer a Mina, loca comadrejita y las nuevas personas del grupo, sabía que su interés por aquella taberna había concluído. Al menos por el momento.
- Es una buena pregunta, ¿quiénes sois? - preguntó el brujo, tras la propia curiosidad de Tina. - Es un buen momento para las presentaciones que tuvieron que ser relegadas-, dijo seguido, más su mirada se dirigió hacia la puerta de entrada de la taberna. - Aunque si hablamos mientras caminamos será lo mejor. Alejémonos de esta tempestad en dirección hacia vientos más favorables.
«Cuando la situación se calme debería volver», pensó, en todo caso, el mercenario. «Aunque sería más sensato buscar otra posada dónde preguntar por las monedas falsas»
- Bueno, bueno. Eso ha sido intenso. Esta zona siempre me reciben con entregada vehemencia-, comentó con sorna. - Supongo que no les gusta la conformación de mi cara y se creen con derecho a modificar mis atributos faciales. No lo entiendo, Mina, yo diría que ya soy guapo así. Debe ser envidia-, comentó, siguiendo su propia broma, guiñando un ojo mientras miraba hacia su compatriota. - Aunque, ya que estamos todos reunidos, no estaría de más preguntar que os trae por aquí. Vamos, siendo sinceros, en este lugar reparten de todo menos dinero y regalos.
Pese a que aquello último no era ninguna mentira, el brujo no rebajó su tono jocoso en ningún momento. Habían intentado partirle la cara, pero qué demonios, no lo habían logrado. Punto para Vinc. Y si nos pusiéramos a enumerar cuántos días al año le querían cruzar el rostro a este buen mozo del sur, pues las cuentas saldrían un tanto… elevadas.
- Ah, supongo que uno se acostumbra a todo-, comentó para sí mismo, aunque todos podían escucharle. Vinc miraba calle adelante, mirando hacia nada en concreto. - No sé qué tan bueno sea acostumbrarse a que te quieran golpear o matar-, prosiguió en el mismo tono y postura, aún hablando consigo mismo, pero esta vez dibujando una mueca en el rostro.
Tras ello el brujo se encogió de hombros.
- En fin. Los que me conocen de antemano ya podrán imaginar que he venido aquí por trabajo-, afirmó, ahora dirigiendo la mirada hacia sus interlocutores. «Supongo que no pierdo nada por probar» - ¿Qué les parece esta moneda? - preguntó, sacando una falsa de uno de sus bolsos de cuero, colocados en las cintas también de cuero que los mantenían contra su pecho. El brujo la sostuvo entre pulgar e índice, por el canto de esta, delante de sus rostros. - Les aseguro que es una obra de arte. Si pudieran iluminar mi camino, les estaría muy agradecidos.
El mercenario la hizo girar en sus dedos por los cantos para que la pudieran ver bien por ambos lados, aunque no se podía negar que el propio guerrero del sur estaba ensimismado por aquella moneda. O más justo decir, por el talento necesario para crearla.
Era una creación magnífica. Falsa y sin valor, por supuesto, pero tan parecida a una real que no había que subestimar el talento del hacedor de tal obra.
- Les juro que ardo en deseos de conocer al artista tras ella-, terminó por decir, dibujando en sus labios una media sonrisa, tan característica en él.
Vincent Calhoun
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Re: Los aeros que no lo son (Falsificadores 1) [Libre] [3/3]
Después de que se había encargado de aquel hombre y seguir a su nuevo grupo se dio cuenta de dos cosas antes de su escapada un agradable olor inundo la taberna, junto con aquel humo que solo le había ayudado a causar mas estragos o si definitivamente el creador de eso le agradaba al monstruo, Alexander se preguntó brevemente si podría conseguir algo de ese olor para su viaje.
Escucho la pregunta de la pregunta de la chicadreja y luego la del brujo antes de mirarlos de nuevo a todos contando, giro sobre su lugar mirando en los alrededores por si la veía pero aunque buscara a la joven chica que le recordaba a su joven hermana parecía que se había esfumado.
-La perdimos de nuevo- menciono bajo antes de dejarse perder en la memoria de su recuerdo, al menos el recuerdo le permitió recuperar más control sobre su cuerpo sin dejar dejar salir al otro. Presto toda su atención a los otros tres presentes –Mi nombre es Alexader Kraz- le contesto al hombre mientras seguía el rumbo que el hombre marcaba.
Aunque a su parecer a los comentarios del hombre había sido divertido ese recibimiento.
-Es parecido a casa – susurro el otro al comentario de estar acostumbrado a que te quieran golpear o matar mientras volvía brevemente a los recuerdos de su vida con Khorne. Lo hizo de nuevo su mente divagaba eso le costaría caro un día tenía que concentrarse estaba con desconocidos.
Observo la moneda que el brujo sostuvo, era exactamente igual a las monedas faltas que tenía que aquel hombre, lo que le hizo llevar la mano a su propia bolsa de monedas falsas, sacando también una mostrándola al grupo.
-Te refieres a estas monedas – observo al grupo un momento antes de decidir que contarles. –Hace unos días me encontraba haciendo una parada en una pequeña posada, ahí encontré a un hombre deseoso y dispuesto a apostar sumas de dinero, pensé que sería divertido, si él quería jugar podría hacerlo, tenía tiempo y quería relajarme, pero era raro que el descarado aquel no le molestara perder dinero, incluso cada vez apostaba más. En ese momento no lo note, podría ser por el alcohol que consumí, a la mañana siguiente cuando las revise me di cuenta que pesaban ligeramente menos a mis otras monedas y que tenían unas extrañas marcas apenas perceptibles a la vista, entonces lo entendí el descarado aquel estaba feliz de perder sus falsas monedas. La verdad están tan bien creadas que al principio pensé que mi cabeza me estaba engañando fue al ver tantas iguales que me di cuenta que algo estaba pasando. –
No habían dejado de caminar mientras hablaba pero probablemente lo ideal no era hablar de todo en un lugar público, pero de momento supuso que era mejor que nada.
- tiempo atrás un extraño rumor circulaba entre los Kraz, de alguien había intentado estafar un miembro de la familia, el sujeto intento comprarle unas piezas de joyería con monedas falsas, en ese entonces había mucha diferencia con el aero que estaba en circulación, probablemente en ese momento solo se trataba de sus primeros intentos, es a causa de eso que solemos oler, pesar, medir y probar las monedas para verificar que sean reales.-
Fue entonces que lo noto que llegaron a una parte de la ciudad donde había menos gente, parecía incluso desolado, esperaba que cualquier taberna o posada que hubiera en este lugar al menos estuviera limpia o no hubiera alguien esperando por él porque el pobre hombre no sabría lo que se toparía con el otro despierto de vigía como le gustaba hacer de vez en cuando.
-Logre dar con el descarado que nos estafo- menciono el otro. Alexander rio por un momento de la ironía de que estafaron a un timador –Parece que es solo un peón a mi parecer, además iba a reunirse con un hombre enmascarado, si la trifulca no hubiera estallado podría ser que tuviera algo más de información.- hizo una breve pausa buscando alguna marca en las paredes de algún informante de los kraz o de lugar seguro pero no vio nada. – Ahora me gustaría saber la información que tienen respecto a esta moneda. Nuestro plan es dar con ese descarado y averiguar qué tan grande es esto.-
Logro decir todo eso sin que el otro saliera, y sin mencionar que aún no sabía si quería dar con la organización para desmantelarla como él le gustaría o hacerse cargo de ella como el monstruo sugería.
-Creo que entre todos podríamos tener algo de provecho de esto-
Escucho la pregunta de la pregunta de la chicadreja y luego la del brujo antes de mirarlos de nuevo a todos contando, giro sobre su lugar mirando en los alrededores por si la veía pero aunque buscara a la joven chica que le recordaba a su joven hermana parecía que se había esfumado.
-La perdimos de nuevo- menciono bajo antes de dejarse perder en la memoria de su recuerdo, al menos el recuerdo le permitió recuperar más control sobre su cuerpo sin dejar dejar salir al otro. Presto toda su atención a los otros tres presentes –Mi nombre es Alexader Kraz- le contesto al hombre mientras seguía el rumbo que el hombre marcaba.
Aunque a su parecer a los comentarios del hombre había sido divertido ese recibimiento.
-Es parecido a casa – susurro el otro al comentario de estar acostumbrado a que te quieran golpear o matar mientras volvía brevemente a los recuerdos de su vida con Khorne. Lo hizo de nuevo su mente divagaba eso le costaría caro un día tenía que concentrarse estaba con desconocidos.
Observo la moneda que el brujo sostuvo, era exactamente igual a las monedas faltas que tenía que aquel hombre, lo que le hizo llevar la mano a su propia bolsa de monedas falsas, sacando también una mostrándola al grupo.
-Te refieres a estas monedas – observo al grupo un momento antes de decidir que contarles. –Hace unos días me encontraba haciendo una parada en una pequeña posada, ahí encontré a un hombre deseoso y dispuesto a apostar sumas de dinero, pensé que sería divertido, si él quería jugar podría hacerlo, tenía tiempo y quería relajarme, pero era raro que el descarado aquel no le molestara perder dinero, incluso cada vez apostaba más. En ese momento no lo note, podría ser por el alcohol que consumí, a la mañana siguiente cuando las revise me di cuenta que pesaban ligeramente menos a mis otras monedas y que tenían unas extrañas marcas apenas perceptibles a la vista, entonces lo entendí el descarado aquel estaba feliz de perder sus falsas monedas. La verdad están tan bien creadas que al principio pensé que mi cabeza me estaba engañando fue al ver tantas iguales que me di cuenta que algo estaba pasando. –
No habían dejado de caminar mientras hablaba pero probablemente lo ideal no era hablar de todo en un lugar público, pero de momento supuso que era mejor que nada.
- tiempo atrás un extraño rumor circulaba entre los Kraz, de alguien había intentado estafar un miembro de la familia, el sujeto intento comprarle unas piezas de joyería con monedas falsas, en ese entonces había mucha diferencia con el aero que estaba en circulación, probablemente en ese momento solo se trataba de sus primeros intentos, es a causa de eso que solemos oler, pesar, medir y probar las monedas para verificar que sean reales.-
Fue entonces que lo noto que llegaron a una parte de la ciudad donde había menos gente, parecía incluso desolado, esperaba que cualquier taberna o posada que hubiera en este lugar al menos estuviera limpia o no hubiera alguien esperando por él porque el pobre hombre no sabría lo que se toparía con el otro despierto de vigía como le gustaba hacer de vez en cuando.
-Logre dar con el descarado que nos estafo- menciono el otro. Alexander rio por un momento de la ironía de que estafaron a un timador –Parece que es solo un peón a mi parecer, además iba a reunirse con un hombre enmascarado, si la trifulca no hubiera estallado podría ser que tuviera algo más de información.- hizo una breve pausa buscando alguna marca en las paredes de algún informante de los kraz o de lugar seguro pero no vio nada. – Ahora me gustaría saber la información que tienen respecto a esta moneda. Nuestro plan es dar con ese descarado y averiguar qué tan grande es esto.-
Logro decir todo eso sin que el otro saliera, y sin mencionar que aún no sabía si quería dar con la organización para desmantelarla como él le gustaría o hacerse cargo de ella como el monstruo sugería.
-Creo que entre todos podríamos tener algo de provecho de esto-
Alexander Kraz
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Re: Los aeros que no lo son (Falsificadores 1) [Libre] [3/3]
Vinnie era un hombre de ideas tan brillantes, como de fea era su cara. Si le preguntaban a Tina. Haciendo caso, pusieron distancia entre ellos y aquella tradicional y acogedora taberna de Ciudad Lagarto. Cuando se vieron en un lugar lo suficientemente seguro, se efectuaron las correspondientes presentaciones. -Yo soy Tina y ella es Mina- dijo la chicadreja con su característica candidez, señalándo primero a la bruja y luego a ella. La muchacha que acompañaba al desconocido había desaparecido en medio de la trifulca, pero eso no pareció molestar demasiado al hombre que la acompañaba, quien se había presentado como Alexander Kraz.
Mina y Tina miraban asombradas las monedas que mostraban Vincent y Alexander. -¡Nosotras tenemos de esas!- exclamó Tina emocionada -A que son perefectas- comentó cuando sacó unas que se guardaba en la bolsa. -Vaya casualidad...- dijo la bruja -Nosotras también estamos tras la pista de estas bellezas. Nos hemos cruzado con unas cuantas y quedamos maravilladas, tenemos muchas ganas de conocer al creador de estas joyas de la falsificación- contó -Hemos tenido que unir fuerzas para diferenciar unas de otras porque si bien están muy buenas, perefectas perefectas, no son. Descubrimos que tienen una vibración y peso diferente, así como olor y sabor- explicó la ilusionista. Lo último lo descubrió Tina y no por voluntad propia.
-Decidimos investigar y fuimos siguiendo pistas que nos llevaron hasta una una casa. Se veía muy sospechosa. Entraba y salía gente rara y así de las que miran por encima del hombro para ver si los siguen. Una noche vimos que llegó una carreta con una caja enorme tapada con una lona. Creímos que estábamos en el lugar correcto. ¡Pero no! La casa sí ocultaba cosas ilegales y había mucho dinero allí pero era todo real, de las monedas falsas no había ni rastro. Tenían mujeres bestias secuestradas y como las soltamos, quedó un despelote y por eso nos perseguían los grandulones- narró Tina muy emocionada. -En resumen- interrumpió Mina -No tenemos ni idea de dónde salieron las monedas- añadió -Pero si ustedes están metidos en esto, cuenten con nosotras- dijo y ambas esbozaron una sonrisa maliciosa.
Mina y Tina miraban asombradas las monedas que mostraban Vincent y Alexander. -¡Nosotras tenemos de esas!- exclamó Tina emocionada -A que son perefectas- comentó cuando sacó unas que se guardaba en la bolsa. -Vaya casualidad...- dijo la bruja -Nosotras también estamos tras la pista de estas bellezas. Nos hemos cruzado con unas cuantas y quedamos maravilladas, tenemos muchas ganas de conocer al creador de estas joyas de la falsificación- contó -Hemos tenido que unir fuerzas para diferenciar unas de otras porque si bien están muy buenas, perefectas perefectas, no son. Descubrimos que tienen una vibración y peso diferente, así como olor y sabor- explicó la ilusionista. Lo último lo descubrió Tina y no por voluntad propia.
-Decidimos investigar y fuimos siguiendo pistas que nos llevaron hasta una una casa. Se veía muy sospechosa. Entraba y salía gente rara y así de las que miran por encima del hombro para ver si los siguen. Una noche vimos que llegó una carreta con una caja enorme tapada con una lona. Creímos que estábamos en el lugar correcto. ¡Pero no! La casa sí ocultaba cosas ilegales y había mucho dinero allí pero era todo real, de las monedas falsas no había ni rastro. Tenían mujeres bestias secuestradas y como las soltamos, quedó un despelote y por eso nos perseguían los grandulones- narró Tina muy emocionada. -En resumen- interrumpió Mina -No tenemos ni idea de dónde salieron las monedas- añadió -Pero si ustedes están metidos en esto, cuenten con nosotras- dijo y ambas esbozaron una sonrisa maliciosa.
Mina Harker
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Re: Los aeros que no lo son (Falsificadores 1) [Libre] [3/3]
Oh, qué hermosa y bella podía llegar a ser la vida. Pues un maldito brujo mercenario que había entrado en cierta posada en busca de respuestas, y había fracasado en ello, las encontró de boca de aquel nuevo conocido.
Alexander Kraz. Así había mentado llamarse el hombre que había salido de la taberna junto a la ilusionista y el rubio. Y el hombre tenía una gran cantidad de información sobre las monedas. Mucha más de la que le podría haber proporcionado cierto tabernero a cierto brujo, y si no era más, al menos de una fuente más fiable que no le metería en problemas solamente por preguntar.
Aunque, demonios, no sé si este narrador está loco, pero meterse en problemas por preguntar siempre me pareció una magnífica manera de encontrar a los culpables. Sólo había que preocuparse de sobrevivir a la emboscada o trampa, pero, eh, de eso trataba la buena vida del mercenario. De sobrevivir a los peligros del oficio.
- Sí, justo a esas monedas-, contestando al tipo, viendo que no era el único que buscaba a los culpables. - ¿Ustedes también? - preguntó asombrado, mirando hacia las damas. - Veo que las personas tras esto no se han cortado un pelo.
Y es que tres personas se encontraran portando aquellas monedas falsas, a priori, parecía bastante improbable. ¿Cuántas posibilidades había de que algo así ocurriera? Por lo que siguió contando el muchacho, estaba claro que no era tan improbable como el brujo había imaginado de inicio.
- Entiendo. Te dio el cambiazo. Cuando tú ganabas, te daba falsas, cuando él ganaba, conseguía las tuyas que son verdaderas. Aunque pareció que él perdió mucho dinero, fue el único que ganó algo-, razonó, acariciándose la barba. - Y de paso hace circular sus monedas. Mientras más pierda, más de las suyas habrá en las bolsas al cinto de todos nosotros. Cada vez será más complicado distinguir las buenas de las falsas cuando haya muchas de las falsas.
El comentario de la comadrejita fue gracioso aunque muy acertado. Las monedas eran perfectas pero al mismo tiempo no lo eran, Eran casi perfectas.
- "Perefectas", eh-, dijo el brujo, con algo de guasa. - Pues cierto que casi lo son. Los tipos tras esto son buenos, pero no tanto para engañar si te fijas bien. Pero son geniales para ciertos engaños. Me pregunto si las crearían para algún pago importante. Ya sabes, pasan algunas buenas, y luego el resto falsas ante la persona ya confiada de que recibirá buenas. Y luego, decidieron expandirse-, divagó, en tono más serio.
Aunque el mercenario tenía que reconocer, que los motivos para el inicio de los planes de los falsificadores podrían ser cientos y que realmente a esas alturas poco importaba. Un hilo del que tirar era más interesante.
- ¿Entonces, esos animales que os persiguen están relacionados con esto? - preguntó a las chicas-. El brujo adquirió una pose aún más pensativa. - Si no tenían monedas falsas, quizás no. Pero si ya registraron el lugar esa casa ya no nos sirve de mucho. Y por desgracia, yo no tuve tiempo de averiguar nada sobre las monedas. Pero habría que vigilar los movimientos de esos tipejos, por si saben algo.
Al parecer, tanto los asaltantes de Mina y Tina, como de un hombre que había mencionado Alex.
- Parece lo más probable, Si dices que en tu familia ya pasó hace tiempo, alguien está perfeccionando su técnica de falsificación. Ya casi ha dado con las cantidades exactas de metal para crear su obra maestra-, respondió al joven. - Si viste al que te estafó en la taberna, de un modo u otro, ese lugar es nuestro camino hacia el culpable. Ese tipo es nuestra mejor pista-, afirmó, girándose para mirar hacia atrás. - El problema es que con la trifulca no podremos volver a entrar como si tal cosa-, comentó, fastidiado por tal suceso.
Aquellos canallas les habrían creado buenos problemas. Habría que tomar medidas alternativas.
- ¿Quizás un poco de escalada? - preguntó, mirando en derredor, hacia las alturas y escaleras de las casas más cercanas. - Si viste a ese hombre en la misma taberna, puede que se hospede allí. Aunque lo dudo, yo no haría estafas cerca de dónde duermo. No me sientan bien las puñaladas-, comentó, antes de reír con suavidad. - Pero ya que no podemos entrar por delante, sin ser reconocidos, quizás sí por alguna ventana. O al menos encontrar un sitio alto y privilegiado desde el que vigilar las salidas de la taberna, para cuando ese tipo salga-, dijo, antes de encogerse de hombros. - Mina, ¿podrías hacernos parecer diferentes al menos a la gente que nos preocupa? Si no nos reconocen ni los salvajes, ni el tabernero, ni el tipo que tenemos que buscar, puede que podamos mantenernos ocultos entre la multitud. Para el resto solamente hemos sido participantes de una pelea de borrachos que se salió de madre-, dejó caer.
No había nada perfecto. Pero tendría que valer alguna de las opciones pues el hombre mencionado por Alex era su mejor baza.
- En cualquier caso, contad conmigo. De un modo u otro, estamos metidos en esto-, se apuntó oficialmente al grupo de cazadores de estafadores. - Todas las opciones son buenas, todas con sus complicaciones. Pero oye, como si debo entrar ahí tirando paredes abajo, ese tipo no se nos debe escapar-, terminó por decir, esperando las sugerencias de ellos.
Sigilo para entrar en las habitaciones de la posada. Vigilancia. Magia para entrar en el salón. O magia para entrar al salón por la “puerta grande”.
Nada mal para un nuevo día en las calles.
No una tomo decisión concreta de la forma de proceder para dejarles a ustedes la posibilidad de elegir. Además, esta trama se nota importante para Alex y así no le rompo nada sin querer XD
Las opciones que expongo son bien simples, así que si alguien tiene alguna más interesante y quiere tirar con ella, adelante. Yo vine aquí a pasarlo bien (? XDD Si tienen cualquier cosa que decirme para ponernos de acuerdo para la siguiente ronda, o editar algo, pues ya saben, el discord o un MP, sin problema alguno :3
Alexander Kraz. Así había mentado llamarse el hombre que había salido de la taberna junto a la ilusionista y el rubio. Y el hombre tenía una gran cantidad de información sobre las monedas. Mucha más de la que le podría haber proporcionado cierto tabernero a cierto brujo, y si no era más, al menos de una fuente más fiable que no le metería en problemas solamente por preguntar.
Aunque, demonios, no sé si este narrador está loco, pero meterse en problemas por preguntar siempre me pareció una magnífica manera de encontrar a los culpables. Sólo había que preocuparse de sobrevivir a la emboscada o trampa, pero, eh, de eso trataba la buena vida del mercenario. De sobrevivir a los peligros del oficio.
- Sí, justo a esas monedas-, contestando al tipo, viendo que no era el único que buscaba a los culpables. - ¿Ustedes también? - preguntó asombrado, mirando hacia las damas. - Veo que las personas tras esto no se han cortado un pelo.
Y es que tres personas se encontraran portando aquellas monedas falsas, a priori, parecía bastante improbable. ¿Cuántas posibilidades había de que algo así ocurriera? Por lo que siguió contando el muchacho, estaba claro que no era tan improbable como el brujo había imaginado de inicio.
- Entiendo. Te dio el cambiazo. Cuando tú ganabas, te daba falsas, cuando él ganaba, conseguía las tuyas que son verdaderas. Aunque pareció que él perdió mucho dinero, fue el único que ganó algo-, razonó, acariciándose la barba. - Y de paso hace circular sus monedas. Mientras más pierda, más de las suyas habrá en las bolsas al cinto de todos nosotros. Cada vez será más complicado distinguir las buenas de las falsas cuando haya muchas de las falsas.
El comentario de la comadrejita fue gracioso aunque muy acertado. Las monedas eran perfectas pero al mismo tiempo no lo eran, Eran casi perfectas.
- "Perefectas", eh-, dijo el brujo, con algo de guasa. - Pues cierto que casi lo son. Los tipos tras esto son buenos, pero no tanto para engañar si te fijas bien. Pero son geniales para ciertos engaños. Me pregunto si las crearían para algún pago importante. Ya sabes, pasan algunas buenas, y luego el resto falsas ante la persona ya confiada de que recibirá buenas. Y luego, decidieron expandirse-, divagó, en tono más serio.
Aunque el mercenario tenía que reconocer, que los motivos para el inicio de los planes de los falsificadores podrían ser cientos y que realmente a esas alturas poco importaba. Un hilo del que tirar era más interesante.
- ¿Entonces, esos animales que os persiguen están relacionados con esto? - preguntó a las chicas-. El brujo adquirió una pose aún más pensativa. - Si no tenían monedas falsas, quizás no. Pero si ya registraron el lugar esa casa ya no nos sirve de mucho. Y por desgracia, yo no tuve tiempo de averiguar nada sobre las monedas. Pero habría que vigilar los movimientos de esos tipejos, por si saben algo.
Al parecer, tanto los asaltantes de Mina y Tina, como de un hombre que había mencionado Alex.
- Parece lo más probable, Si dices que en tu familia ya pasó hace tiempo, alguien está perfeccionando su técnica de falsificación. Ya casi ha dado con las cantidades exactas de metal para crear su obra maestra-, respondió al joven. - Si viste al que te estafó en la taberna, de un modo u otro, ese lugar es nuestro camino hacia el culpable. Ese tipo es nuestra mejor pista-, afirmó, girándose para mirar hacia atrás. - El problema es que con la trifulca no podremos volver a entrar como si tal cosa-, comentó, fastidiado por tal suceso.
Aquellos canallas les habrían creado buenos problemas. Habría que tomar medidas alternativas.
- ¿Quizás un poco de escalada? - preguntó, mirando en derredor, hacia las alturas y escaleras de las casas más cercanas. - Si viste a ese hombre en la misma taberna, puede que se hospede allí. Aunque lo dudo, yo no haría estafas cerca de dónde duermo. No me sientan bien las puñaladas-, comentó, antes de reír con suavidad. - Pero ya que no podemos entrar por delante, sin ser reconocidos, quizás sí por alguna ventana. O al menos encontrar un sitio alto y privilegiado desde el que vigilar las salidas de la taberna, para cuando ese tipo salga-, dijo, antes de encogerse de hombros. - Mina, ¿podrías hacernos parecer diferentes al menos a la gente que nos preocupa? Si no nos reconocen ni los salvajes, ni el tabernero, ni el tipo que tenemos que buscar, puede que podamos mantenernos ocultos entre la multitud. Para el resto solamente hemos sido participantes de una pelea de borrachos que se salió de madre-, dejó caer.
No había nada perfecto. Pero tendría que valer alguna de las opciones pues el hombre mencionado por Alex era su mejor baza.
- En cualquier caso, contad conmigo. De un modo u otro, estamos metidos en esto-, se apuntó oficialmente al grupo de cazadores de estafadores. - Todas las opciones son buenas, todas con sus complicaciones. Pero oye, como si debo entrar ahí tirando paredes abajo, ese tipo no se nos debe escapar-, terminó por decir, esperando las sugerencias de ellos.
Sigilo para entrar en las habitaciones de la posada. Vigilancia. Magia para entrar en el salón. O magia para entrar al salón por la “puerta grande”.
Nada mal para un nuevo día en las calles.
Offrol
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No una tomo decisión concreta de la forma de proceder para dejarles a ustedes la posibilidad de elegir. Además, esta trama se nota importante para Alex y así no le rompo nada sin querer XD
Las opciones que expongo son bien simples, así que si alguien tiene alguna más interesante y quiere tirar con ella, adelante. Yo vine aquí a pasarlo bien (? XDD Si tienen cualquier cosa que decirme para ponernos de acuerdo para la siguiente ronda, o editar algo, pues ya saben, el discord o un MP, sin problema alguno :3
Vincent Calhoun
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Re: Los aeros que no lo son (Falsificadores 1) [Libre] [3/3]
No podía decir que estaba asombrado de que más personas estaban aquí por las monedas falsas, aunque fuera coincidencia o un trabajo, si se encontraban tantas monedas circulando significaba que este plan tenía demasiado tiempo gestándose, esperaba que no les tomara tanto tiempo resolver ese misterio, no es que no estuviera interesado, simplemente quería encargarse pronto del maldito descarado que se burló de él. La otra voz en su cabeza le indicaba lo delicioso que sería devorarlo, pero lo mejor era ignorar esa voz, no quería verse aún más extraño ahora que por fin estaba rodeado de gente normal.
Lo de la aclaración de que las monedas falsas tenían una vibración diferente le tomó por sorpresa, el mismo era consiente que olían, sabían y pesaban ligeramente diferente, así como las ligeros errores en la acuñación.
Su cabeza trabajaba los más rápido posible con la narración de la chicadreja, si el comercio de personas está involucrado pensaba que estaban haciendo alguna especie de cambio de dinero con negocios legales una forma de esconder y poner en circulación las monedas aparte de los juegos de azar en las tabernas de los pueblos, si aparte de eso sumábamos a la mescla lo ilegal de esa forma quizás no se podría rastrear tan fácilmente cuando usaban las monedas falsas y cuando las reales, esta gente era lista pero eso le hacía desear más dar con ellos. Estaba fascinado por cómo alguien estaba llevando a cabo este enorme negocio a gran escala sin que las autoridades de los reinos se dieran cuenta.
-Los motivos por los que pusieron en circulación estas piezas podrían como mencionas originalmente ser para un gran pago, pero también podría existir la probabilidad de al no encontrar el engaño decidieron que podrían acaparar los aeros al no haber un sistema oficial de control de monedas, ellos podrían intentar de cierta forma con el dinero real dar un golpe de estado en cada ciudad- menciono mientras analizaba el golpe político que podría ser en todas las esferas si ese fuera el caso–Esa sería una forma interesante y menos sangrienta de hacer un nuevo reino, ya que el poder cambiaria de manos y nadie se daría cuenta hasta que fuera demasiado tarde-
-Por otro lado no tenemos idea de cuánto tiempo se necesitaría para este plan, podrían ser meses o años de prueba y error, si están en el acierto deberíamos poder al menos detectar donde están fabricando las monedas y si solo es un punto de acuñación.- La verdad aun no decidía si quería detener todo el sistema o solamente recuperar su dinero y -devorarse a los desgraciados que los engañaron- susurro para sí mismo el monstruo, Alexander espero que aquella voz solo la escuchara en su propia mente, pero siempre decidía que lo mejor era hacer como que no estaba pasando nada si alguien más la noto.
-¿Escalada?- cuestiono mientras seguía la mirada del otro hombre, la verdad es que jamás se le habría ocurrido entrar por la parte alta de un edificio, normalmente no se quedaba el tiempo suficiente en una ciudad como para tener las ideas de recorrer las alturas, tampoco estaba seguro si sería igual de hábil corriendo o brincando por los tejados que corriendo y trepando arboles por el pantano, pero quizás era de alguna forma parecido se dijo.
Se giró hacia Mina cuando el Vincent hablo de un disfraz -¿Eres una bruja? ¿Conoces al brujo mercante? El que viaja con caravanas Kraz- le cuestiono emocionado de que quizás la persona que el buscaba era conocido entre otros brujos y podría encontrar pronto a lo que quedaba de su familia. –Olvídalo, no me digas ahora, cuando terminemos con esta encrucijada te preguntare de nuevo- no quería desilusionarse en este momento y distraerse de su tarea autoimpuesta.
-Podríamos hacerlo de ambas formas creo, dos de nosotros podrían ingresar por la puerta disfrazados de otras personas, los otros dos podrían ingresar por el techo y revisar las habitaciones de esa forma podríamos cubrir más espacio, podríamos ingresar todos por el techo y dos permanecer en la parte alta y los otros bajar para revisar el bar.- dijo mientras sacaba cuatro monedas falsas dándole una a cada quien.
-Podemos dejarlo al azar lanzamos las monedas si salen dos iguales esos dos van juntos repetimos hasta que sean dos y dos o podemos ir juntos por seguridad- dijo mientras giraba la moneda entre sus dedos como un experto tahúr – la forma que decidamos por mi está bien, la realidad es que no puedo resistir a un pequeño juego- Cualquier idea era mejor que la voz de sombra del monstruo que le decía que entraran rompiendo y comiéndose a todo todos, el otro siempre quería un baño de sangre aunque últimamente aportaba idear interesantes. En ocasiones solo deseaba mandarlo a dormir permanentemente de esa forma podría ser un poquito más normal, por que quien en su sano juicio quería ser amigo de alguien con su dieta.
-Sin importar cual decidíamos pienso que no solo están operando en esta ciudad, por lo que nuestra prioridad debería ser detener su forma de trabajar en esta ciudad, ya sea que las fabriquen o solo las distribuyan debemos cortar su operación o fracturarla lo suficiente para que sea disfuncional por un tiempo; por que si saben que rompimos su esquema aquí, se detendrán o tomaran medidas para prevenir que podamos seguirles el rastro después, por lo que podrían tardar meses en volver a encontrar pistas, al menos es lo que pienso en base a como trabajaron antes.- indico mientras se llevaba uno de sus manjares a la boca olvidando de momento que no estaba en un lugar seguro para sus hábitos alimenticios por lo cómodo que se sentía en esos momentos con los tres apenas conocidos.
Lo de la aclaración de que las monedas falsas tenían una vibración diferente le tomó por sorpresa, el mismo era consiente que olían, sabían y pesaban ligeramente diferente, así como las ligeros errores en la acuñación.
Su cabeza trabajaba los más rápido posible con la narración de la chicadreja, si el comercio de personas está involucrado pensaba que estaban haciendo alguna especie de cambio de dinero con negocios legales una forma de esconder y poner en circulación las monedas aparte de los juegos de azar en las tabernas de los pueblos, si aparte de eso sumábamos a la mescla lo ilegal de esa forma quizás no se podría rastrear tan fácilmente cuando usaban las monedas falsas y cuando las reales, esta gente era lista pero eso le hacía desear más dar con ellos. Estaba fascinado por cómo alguien estaba llevando a cabo este enorme negocio a gran escala sin que las autoridades de los reinos se dieran cuenta.
-Los motivos por los que pusieron en circulación estas piezas podrían como mencionas originalmente ser para un gran pago, pero también podría existir la probabilidad de al no encontrar el engaño decidieron que podrían acaparar los aeros al no haber un sistema oficial de control de monedas, ellos podrían intentar de cierta forma con el dinero real dar un golpe de estado en cada ciudad- menciono mientras analizaba el golpe político que podría ser en todas las esferas si ese fuera el caso–Esa sería una forma interesante y menos sangrienta de hacer un nuevo reino, ya que el poder cambiaria de manos y nadie se daría cuenta hasta que fuera demasiado tarde-
-Por otro lado no tenemos idea de cuánto tiempo se necesitaría para este plan, podrían ser meses o años de prueba y error, si están en el acierto deberíamos poder al menos detectar donde están fabricando las monedas y si solo es un punto de acuñación.- La verdad aun no decidía si quería detener todo el sistema o solamente recuperar su dinero y -devorarse a los desgraciados que los engañaron- susurro para sí mismo el monstruo, Alexander espero que aquella voz solo la escuchara en su propia mente, pero siempre decidía que lo mejor era hacer como que no estaba pasando nada si alguien más la noto.
-¿Escalada?- cuestiono mientras seguía la mirada del otro hombre, la verdad es que jamás se le habría ocurrido entrar por la parte alta de un edificio, normalmente no se quedaba el tiempo suficiente en una ciudad como para tener las ideas de recorrer las alturas, tampoco estaba seguro si sería igual de hábil corriendo o brincando por los tejados que corriendo y trepando arboles por el pantano, pero quizás era de alguna forma parecido se dijo.
Se giró hacia Mina cuando el Vincent hablo de un disfraz -¿Eres una bruja? ¿Conoces al brujo mercante? El que viaja con caravanas Kraz- le cuestiono emocionado de que quizás la persona que el buscaba era conocido entre otros brujos y podría encontrar pronto a lo que quedaba de su familia. –Olvídalo, no me digas ahora, cuando terminemos con esta encrucijada te preguntare de nuevo- no quería desilusionarse en este momento y distraerse de su tarea autoimpuesta.
-Podríamos hacerlo de ambas formas creo, dos de nosotros podrían ingresar por la puerta disfrazados de otras personas, los otros dos podrían ingresar por el techo y revisar las habitaciones de esa forma podríamos cubrir más espacio, podríamos ingresar todos por el techo y dos permanecer en la parte alta y los otros bajar para revisar el bar.- dijo mientras sacaba cuatro monedas falsas dándole una a cada quien.
-Podemos dejarlo al azar lanzamos las monedas si salen dos iguales esos dos van juntos repetimos hasta que sean dos y dos o podemos ir juntos por seguridad- dijo mientras giraba la moneda entre sus dedos como un experto tahúr – la forma que decidamos por mi está bien, la realidad es que no puedo resistir a un pequeño juego- Cualquier idea era mejor que la voz de sombra del monstruo que le decía que entraran rompiendo y comiéndose a todo todos, el otro siempre quería un baño de sangre aunque últimamente aportaba idear interesantes. En ocasiones solo deseaba mandarlo a dormir permanentemente de esa forma podría ser un poquito más normal, por que quien en su sano juicio quería ser amigo de alguien con su dieta.
-Sin importar cual decidíamos pienso que no solo están operando en esta ciudad, por lo que nuestra prioridad debería ser detener su forma de trabajar en esta ciudad, ya sea que las fabriquen o solo las distribuyan debemos cortar su operación o fracturarla lo suficiente para que sea disfuncional por un tiempo; por que si saben que rompimos su esquema aquí, se detendrán o tomaran medidas para prevenir que podamos seguirles el rastro después, por lo que podrían tardar meses en volver a encontrar pistas, al menos es lo que pienso en base a como trabajaron antes.- indico mientras se llevaba uno de sus manjares a la boca olvidando de momento que no estaba en un lugar seguro para sus hábitos alimenticios por lo cómodo que se sentía en esos momentos con los tres apenas conocidos.
Alexander Kraz
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Re: Los aeros que no lo son (Falsificadores 1) [Libre] [3/3]
Mina y Tina escucharon a los hombres con atención. ¡Qué emocionante! Aquella aventura era la mejor que les había pasado en mucho rato por lo redituable de la situación. Ella podía crear su propio dinero falso, pero las ilusiones solo duraban un rato, pues dependían de la energía que les entregara la bruja y cuando era poca, el efecto no duraba mucho así que varias veces se vio en la situación en que el engañado se dio cuenta del truco antes de que ella pudiera perderse.
Con unas monedas acuñadas, reales, la cosa era diferente. Estaban tan bien hechas que la gente común jamás se daría cuenta del engaño y podría salirse con la suya prácticamente todo el tiempo.
-No... los gorilones no tienen nada que ver con los aeros perefectos- respondió Mina a Vincent, manteniendo la palabra que le causaba tanta gracia -Son lacayos en otro negocio negro del que ya se hacen cargo otres- dijo, haciendo alusión al tráfico de mujeres bestia del que Miss Silky se encargaría de desmantelar por completo. -Eso sí, no puedo afirmar o negar que al final ambos negocios los manejan los mismos- añadió finalmente. -Este tipo de organizaciones no mete todos sus huevos en la misma canasta- afirmó Tina con mucha seguridad.
Las razones por las que estaban circulando los aeros falsos por el momento no le interesaban a Mina, ella solo quería la receta de la aleación del metal y las cuñas con que estaban trabajando. -Soy ilusionista- informó con algo de soberbia y luego miró confundida a Alex -¿Brujo mercante de los Kraz? ¿De qué estás hablando? ¿Acaso crees que todos los brujos nos conocemos? ¡Jhá! Querido... en qué mundo vives. Eso es imposible. Los brujos en Aerandir somos miles y en mi vida en Beltrexus sería prácticamente imposible que yo me relacione con un mercader de carreta- dijo algo ofendida.
Resopló, no había tiempo para explicarle a aquel montaraz cuál era su lugar en la sociedad illidense. Pensándolo bien, él tampoco lo entendería; si creía que todos los brujos se conocían, poco sabía Alex del orden social .
-Sí, puedo cambiarnos la apariencia si tenemos que volver a entrar a la taberna. Alex, creo que tendrías que venir conmigo, solo tú conoces como luce el tipo que te engañó y yo tengo que estar allí para mantener activo el hechizo. Eso deja a Vinnie y a Tina la labor de vigilancia y exploración- propuso, aunque definitivamente no aceptaría otro plan.
Al rato, tras discutir los pormenores del plan. la cuadrilla se puso en marcha. Tina jaló a Mina, quedando un poco más atrás que los hombres -Mina...- comenzó a hablar la chicadreja en voz muy bajita, obligando a la bruja a inclinarse un poco para escuchar -¿Notaste los cambios en el chico nuevo?- preguntó a su amiga -¿Cambios?- la ilusionista miró confundida a la bestial. -Cuando habla, noté que a veces le cambia la voz, y justo cuando eso pasa, también le cambia el aroma, como si fuese otra persona1- dijo. Mina seguía confundida. -Es que cuando cambia, su olor es de sangre... huele a lo que las bestias carnívoras- explicó, mostrando creciente angustia. La ilusionista mantenía la expresión de confusión en el rostro. Tina suspiró y reveló algo que por fin, Mina sí entendió -Cuando huele así, se me eriza el peluche de la nuca y siento en mis tripas muchas ganas de huir, tanto que me desespera- dijo, finalmente mostrando el miedo que sentía.
Mina asintió lentamente y miró a Alexander -Hay algo raro en él, sí... creo que tendremos que tener mucho cuidado cuando estemos cerca de él- afirmó mientras ampliaba su percepción del éter2 para ver si descubría algo diferente en aquel hombre. Sintió un poco de frustración al no sentir nada fuera de lo normal en él más que un aura un poco turbia, algo que, tristemente, era bastante común. A pesar de no poder constatar las sospechas de la chicadreja, Mina confiaba plenamente en ella -No te preocupes cariño, tomaré precauciones- aseguró a su amiga, poniendo la mano en su cabecita en un gesto tierno.
La ilusionista se quedó pensando un rato qué podría hacer para salvaguardarse y a Tina; la chicadreja era tan valiente como tonta, así que el que algo o alguien despertara en ella su instinto de supervivencia, tenía que tomarse en serio. Mina se sabía fuerte y con muchísimos trucos de los que echar mano en casos extremos, así que no era de su seguridad que se preocupaba. Si bien Tina no estaba desvalida y tenía cómo defenderse, de poder hacer darle una protección extra, lo haría; aquella chiquilla era su responsabilidad y mantenerla sana y a salvo su deber.
Una idea un poco macabra se comenzó a gestar en la cabeza de Mina. Era perverso, sí, y eso lo hacía perfecto. Hizo una señal a Tina de que la siguiera. 3Avanzó hasta estar junto con Alexander y lo detuvo tomándolo por el hombro. Rápidamente, lo giró hasta quedar de frente y tomó el rostro ajeno con ambas manos, obligándolo a mirarla a los ojos. -Alexander Kraz. Te voy a mostrar a alguien. Verás a la persona que más quieres, a quien has jurado proteger, cuidar y rescatar de cualquier peligro. Darías tu vida por ella sin dudarlo y nunca, jamás, le harías daño.- dijo, creando la ilusión en la mente de Alex -Está a mi lado, mírala- le ordenó. El hombre buscó con la mirada y se encontró a Tina, pero no era a la chicadreja a la que veía, no, era su ser más amado. Mina vio como brillaron los ojos del Kraz; el hechizo funcionó.
_____________________
1Habilidad Sentidos Bestiales [Racial] Mis rasgos animales mejoran mis sentidos del olfato y el oído, duplicando su potencia.
2Habilidad Don Mágico [Racial] Puede sentir el flujo del Éter, detectando a usuarios de la magia u objetos mágicos que pueda ver (sin distinguir detalles).
3Hechizo y acciones acordado con el usuario.
Con unas monedas acuñadas, reales, la cosa era diferente. Estaban tan bien hechas que la gente común jamás se daría cuenta del engaño y podría salirse con la suya prácticamente todo el tiempo.
-No... los gorilones no tienen nada que ver con los aeros perefectos- respondió Mina a Vincent, manteniendo la palabra que le causaba tanta gracia -Son lacayos en otro negocio negro del que ya se hacen cargo otres- dijo, haciendo alusión al tráfico de mujeres bestia del que Miss Silky se encargaría de desmantelar por completo. -Eso sí, no puedo afirmar o negar que al final ambos negocios los manejan los mismos- añadió finalmente. -Este tipo de organizaciones no mete todos sus huevos en la misma canasta- afirmó Tina con mucha seguridad.
Las razones por las que estaban circulando los aeros falsos por el momento no le interesaban a Mina, ella solo quería la receta de la aleación del metal y las cuñas con que estaban trabajando. -Soy ilusionista- informó con algo de soberbia y luego miró confundida a Alex -¿Brujo mercante de los Kraz? ¿De qué estás hablando? ¿Acaso crees que todos los brujos nos conocemos? ¡Jhá! Querido... en qué mundo vives. Eso es imposible. Los brujos en Aerandir somos miles y en mi vida en Beltrexus sería prácticamente imposible que yo me relacione con un mercader de carreta- dijo algo ofendida.
Resopló, no había tiempo para explicarle a aquel montaraz cuál era su lugar en la sociedad illidense. Pensándolo bien, él tampoco lo entendería; si creía que todos los brujos se conocían, poco sabía Alex del orden social .
-Sí, puedo cambiarnos la apariencia si tenemos que volver a entrar a la taberna. Alex, creo que tendrías que venir conmigo, solo tú conoces como luce el tipo que te engañó y yo tengo que estar allí para mantener activo el hechizo. Eso deja a Vinnie y a Tina la labor de vigilancia y exploración- propuso, aunque definitivamente no aceptaría otro plan.
Al rato, tras discutir los pormenores del plan. la cuadrilla se puso en marcha. Tina jaló a Mina, quedando un poco más atrás que los hombres -Mina...- comenzó a hablar la chicadreja en voz muy bajita, obligando a la bruja a inclinarse un poco para escuchar -¿Notaste los cambios en el chico nuevo?- preguntó a su amiga -¿Cambios?- la ilusionista miró confundida a la bestial. -Cuando habla, noté que a veces le cambia la voz, y justo cuando eso pasa, también le cambia el aroma, como si fuese otra persona1- dijo. Mina seguía confundida. -Es que cuando cambia, su olor es de sangre... huele a lo que las bestias carnívoras- explicó, mostrando creciente angustia. La ilusionista mantenía la expresión de confusión en el rostro. Tina suspiró y reveló algo que por fin, Mina sí entendió -Cuando huele así, se me eriza el peluche de la nuca y siento en mis tripas muchas ganas de huir, tanto que me desespera- dijo, finalmente mostrando el miedo que sentía.
Mina asintió lentamente y miró a Alexander -Hay algo raro en él, sí... creo que tendremos que tener mucho cuidado cuando estemos cerca de él- afirmó mientras ampliaba su percepción del éter2 para ver si descubría algo diferente en aquel hombre. Sintió un poco de frustración al no sentir nada fuera de lo normal en él más que un aura un poco turbia, algo que, tristemente, era bastante común. A pesar de no poder constatar las sospechas de la chicadreja, Mina confiaba plenamente en ella -No te preocupes cariño, tomaré precauciones- aseguró a su amiga, poniendo la mano en su cabecita en un gesto tierno.
La ilusionista se quedó pensando un rato qué podría hacer para salvaguardarse y a Tina; la chicadreja era tan valiente como tonta, así que el que algo o alguien despertara en ella su instinto de supervivencia, tenía que tomarse en serio. Mina se sabía fuerte y con muchísimos trucos de los que echar mano en casos extremos, así que no era de su seguridad que se preocupaba. Si bien Tina no estaba desvalida y tenía cómo defenderse, de poder hacer darle una protección extra, lo haría; aquella chiquilla era su responsabilidad y mantenerla sana y a salvo su deber.
Una idea un poco macabra se comenzó a gestar en la cabeza de Mina. Era perverso, sí, y eso lo hacía perfecto. Hizo una señal a Tina de que la siguiera. 3Avanzó hasta estar junto con Alexander y lo detuvo tomándolo por el hombro. Rápidamente, lo giró hasta quedar de frente y tomó el rostro ajeno con ambas manos, obligándolo a mirarla a los ojos. -Alexander Kraz. Te voy a mostrar a alguien. Verás a la persona que más quieres, a quien has jurado proteger, cuidar y rescatar de cualquier peligro. Darías tu vida por ella sin dudarlo y nunca, jamás, le harías daño.- dijo, creando la ilusión en la mente de Alex -Está a mi lado, mírala- le ordenó. El hombre buscó con la mirada y se encontró a Tina, pero no era a la chicadreja a la que veía, no, era su ser más amado. Mina vio como brillaron los ojos del Kraz; el hechizo funcionó.
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1Habilidad Sentidos Bestiales [Racial] Mis rasgos animales mejoran mis sentidos del olfato y el oído, duplicando su potencia.
2Habilidad Don Mágico [Racial] Puede sentir el flujo del Éter, detectando a usuarios de la magia u objetos mágicos que pueda ver (sin distinguir detalles).
3Hechizo y acciones acordado con el usuario.
Mina Harker
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Re: Los aeros que no lo son (Falsificadores 1) [Libre] [3/3]
El brujo mercenario estaba allí por asuntos más personales que generales. Una estafa a los Constanza que significaba una afrenta hacia un amigo. Más, lo que decía el hombre tenía todo el sentido del mundo, si pocos se daban cuenta de las monedas falsas…
La gran cantidad de cosas que se podrían comprar con ellas. Provisiones, armas, escudos, armaduras… y hasta buenos mercenarios. Y eso yendo por el camino directo de la violencia, con inteligencia, monedas e influencia se podía lograr por más medios.
- No es descabellado que puedan lograr derrocar a señores y señoras de cierto nivel social, poder y tierras-, contestó al muchacho. - Si los tres estamos aquí por esas monedas, es que ya circulan muchas por ahí.
Algo había comentado el hombre, pero el brujo no pudo captar nada inteligible entre sus palabras susurradas. En cualquier caso, Mina explicó más sobre los hombretones.
- Bueno, tanto da si están metidos en el asunto de los aeros o no. Por lo que comentas son gente deleznable y si se meten en medio de nuevo, se llevarán su merecido igualmente-, respondió a las mujeres. - Pero bien, me gusta como piensas. Somos cuatro, así que nadie quedará varado en solitario si nos dividimos. Es mejor no arriesgarse en vano. Así que sí, podemos ir dos por arriba y dos por abajo.
Lo del juego le pareció de lo más interesante a Vincent, aunque el buen mercenario no podía negar que quizás el chico estaba demasiado enganchado a aquello de jugar con el azar.
- Estoy de acuerdo con Mina. Lo del azar no diré que no ha picado a mi vena más juguetona, pero mis habilidades me hacen más apto para la escalada y Mina es la que proporcionará la cobertura mágica para ir por la entrada principal.
Estaba claro que la bruja no iba a aceptar un no por respuesta, así que el grupo se dividió de la manera propuesta por ella, que de todos modos era bastante inteligente y lógico. Vinc y Tina irían al tejado y Mina y Alexander por la entrada principal.
Así, pues, el brujo y su compañera mujer bestia se prepararon para subir en cuánto vieron una zona para subir a los tejados. Lo positivo de la zona mentada, que se trataba de unas escaleras laterales y de fácil acceso para cualquiera con dos piernas y el suficiente cerebro para poner una pierna sobre un escalón y la otra en el siguiente de forma sucesiva.. Lo malo, que no era el edificio al que querían acceder, sino uno que estaba a varios metros en su lateral.
Sin embargo, pese a ello, era la mejor forma de subir y luego llegar hasta el tejado que querían alcanzar.
- Bueno, allá vamos-, le comentó a su amiga de baja estatura, y poniendo los pies sobre la baranda de las escaleras de madera se subió a esta, para luego girar sobre sí mismo, quedando de espaldas al vacío. Tras ello se agarró al techo de aquellas escaleras exteriores. Con algo de fuerza y un poco de su magia se subió al mentado techo. - Vamos, te ayudo a subir-, dijo, tumbándose sobre el techo y dejando caer su diestra para tirar de ella en cuánto agarrase su mano.
- En fin, esta ha sido la parte sencilla, supongo-, mentó, tras subir a su compañera. - ¿Echamos una carrera? - bromeó, antes de guiñar un ojo mirando hacia ella. - A ver, esta es la parte en la que espero no quedarme corto de fuerzas-, dijo seguido, siguiendo de broma, agachándose y de un tirón rápido ayudó a la mujer a subir a su espalda. - ¿Preparada, chicadreja?
Sin esperar respuesta el brujo corrió y saltó al vacío, y en cuánto dejó de sentir el firme bajo sus pies, con un impulso de su magia se lanzó aún más hacia adelante para alcanzar el tejado de la casa siguiente.
- Genial, eh. Y mira, esta gente construye de aquella manera, pero aún así las casas no se desmoronan si cae un brujo equipado con comadreja sobre su tejado. Qué buena ingeniería-, comentó con sorna, mientras corría, esta vez por el techo de la casa a la que habían caído.
Otro salto al vacío y otro impulso con magia.
- También debemos agradecer que no les va construir con distintas alturas. Al menos por esta zona. Y, aunque esto es bastante divertido, ya estamos sobre la taberna-, mentó, deslizándose por una de las inclinaciones del tejado a dos aguas. Con cuidado, para no caer al vacío con su preciada carga hecha comadreja. - Y si me dices que sabes forzar cerraduras, te podría decir que esta infiltración ha sido pan comido-, terminó por decir, tumbándose casi como hiciera anteriormente, en el techo de las escaleras exteriores de la primera casa.
Esta vez se posó contra el suelo, sacando ambos brazos por el filo, y teniendo cuidado de no irse al vacío, en esta posición más precaria que la anterior.
- Perdón por las formas-, se excusó, por sostener a la pobre mujer cual saco de papas, cerca de una ventana que podría forzar para que ambos entrasen.
Disculpas por la tardanza, pero han sido meses complicados para mí en cuánto a tiempo y mil cosas más, una de ellas, que hasta pensaba que había contestado ya al tema hace unas semanas D:
En cuánto a onrol: Aprovecho para llevarme a la chicadreja ^^ con permiso de Mina. Y no puse sus diálogos para dejar que Mina exprese lo que contestaría Tina de la forma que ella crea más correcta para su acompañante.
La aventura continúa. *reparte galletas para todos* <3
La gran cantidad de cosas que se podrían comprar con ellas. Provisiones, armas, escudos, armaduras… y hasta buenos mercenarios. Y eso yendo por el camino directo de la violencia, con inteligencia, monedas e influencia se podía lograr por más medios.
- No es descabellado que puedan lograr derrocar a señores y señoras de cierto nivel social, poder y tierras-, contestó al muchacho. - Si los tres estamos aquí por esas monedas, es que ya circulan muchas por ahí.
Algo había comentado el hombre, pero el brujo no pudo captar nada inteligible entre sus palabras susurradas. En cualquier caso, Mina explicó más sobre los hombretones.
- Bueno, tanto da si están metidos en el asunto de los aeros o no. Por lo que comentas son gente deleznable y si se meten en medio de nuevo, se llevarán su merecido igualmente-, respondió a las mujeres. - Pero bien, me gusta como piensas. Somos cuatro, así que nadie quedará varado en solitario si nos dividimos. Es mejor no arriesgarse en vano. Así que sí, podemos ir dos por arriba y dos por abajo.
Lo del juego le pareció de lo más interesante a Vincent, aunque el buen mercenario no podía negar que quizás el chico estaba demasiado enganchado a aquello de jugar con el azar.
- Estoy de acuerdo con Mina. Lo del azar no diré que no ha picado a mi vena más juguetona, pero mis habilidades me hacen más apto para la escalada y Mina es la que proporcionará la cobertura mágica para ir por la entrada principal.
Estaba claro que la bruja no iba a aceptar un no por respuesta, así que el grupo se dividió de la manera propuesta por ella, que de todos modos era bastante inteligente y lógico. Vinc y Tina irían al tejado y Mina y Alexander por la entrada principal.
Así, pues, el brujo y su compañera mujer bestia se prepararon para subir en cuánto vieron una zona para subir a los tejados. Lo positivo de la zona mentada, que se trataba de unas escaleras laterales y de fácil acceso para cualquiera con dos piernas y el suficiente cerebro para poner una pierna sobre un escalón y la otra en el siguiente de forma sucesiva.. Lo malo, que no era el edificio al que querían acceder, sino uno que estaba a varios metros en su lateral.
Sin embargo, pese a ello, era la mejor forma de subir y luego llegar hasta el tejado que querían alcanzar.
- Bueno, allá vamos-, le comentó a su amiga de baja estatura, y poniendo los pies sobre la baranda de las escaleras de madera se subió a esta, para luego girar sobre sí mismo, quedando de espaldas al vacío. Tras ello se agarró al techo de aquellas escaleras exteriores. Con algo de fuerza y un poco de su magia se subió al mentado techo. - Vamos, te ayudo a subir-, dijo, tumbándose sobre el techo y dejando caer su diestra para tirar de ella en cuánto agarrase su mano.
- En fin, esta ha sido la parte sencilla, supongo-, mentó, tras subir a su compañera. - ¿Echamos una carrera? - bromeó, antes de guiñar un ojo mirando hacia ella. - A ver, esta es la parte en la que espero no quedarme corto de fuerzas-, dijo seguido, siguiendo de broma, agachándose y de un tirón rápido ayudó a la mujer a subir a su espalda. - ¿Preparada, chicadreja?
Sin esperar respuesta el brujo corrió y saltó al vacío, y en cuánto dejó de sentir el firme bajo sus pies, con un impulso de su magia se lanzó aún más hacia adelante para alcanzar el tejado de la casa siguiente.
- Genial, eh. Y mira, esta gente construye de aquella manera, pero aún así las casas no se desmoronan si cae un brujo equipado con comadreja sobre su tejado. Qué buena ingeniería-, comentó con sorna, mientras corría, esta vez por el techo de la casa a la que habían caído.
Otro salto al vacío y otro impulso con magia.
- También debemos agradecer que no les va construir con distintas alturas. Al menos por esta zona. Y, aunque esto es bastante divertido, ya estamos sobre la taberna-, mentó, deslizándose por una de las inclinaciones del tejado a dos aguas. Con cuidado, para no caer al vacío con su preciada carga hecha comadreja. - Y si me dices que sabes forzar cerraduras, te podría decir que esta infiltración ha sido pan comido-, terminó por decir, tumbándose casi como hiciera anteriormente, en el techo de las escaleras exteriores de la primera casa.
Esta vez se posó contra el suelo, sacando ambos brazos por el filo, y teniendo cuidado de no irse al vacío, en esta posición más precaria que la anterior.
- Perdón por las formas-, se excusó, por sostener a la pobre mujer cual saco de papas, cerca de una ventana que podría forzar para que ambos entrasen.
Offrol
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Disculpas por la tardanza, pero han sido meses complicados para mí en cuánto a tiempo y mil cosas más, una de ellas, que hasta pensaba que había contestado ya al tema hace unas semanas D:
En cuánto a onrol: Aprovecho para llevarme a la chicadreja ^^ con permiso de Mina. Y no puse sus diálogos para dejar que Mina exprese lo que contestaría Tina de la forma que ella crea más correcta para su acompañante.
La aventura continúa. *reparte galletas para todos* <3
Vincent Calhoun
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