Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Su estrategia consistía en aprovechar la velocidad, quizás, con el impulso, alcanzara la tan ansiada bandera. Dio un paso hacia atrás y se lanzó a la carrera. Posó un pie en un punto previo al palo cuyo nombre aún desconocía y lanzó el otro hacia delante. No tuvo ni una oportunidad. Al posarlo en la superficie resbaladiza, el mismísimo Loki hizo que el pie se escurriera hacia delante, provocando que Sango se impulsara con el pie de apoyo y se tirara hacia delante, en plancha, en dirección a la bandera. Pero estaba terriblemente lejos y lo único que vio fue como el palo se acercaba a toda velocidad hacia él. Cayó con el pecho sobre él y sabiéndose derrotado, se dejó caer al agua sin hacer además de agarrarse.
Cayó de espaldas al agua y el ruido de las celebraciones quedaron rápidamente entorpecidas por el impacto y el posterior hundimiento. Cuando frenó la caída, abrió los ojos para descubrir el agua revuelta sobre él volviendo a una relativa calma, la luz del sol atenuada por el agua y el ruido sordo que llegaba de más allá de la superficie del agua. Era una sensación extraña, desconocida, casi peligrosa, pero, al mismo tiempo, reconfortante, incluso relajante si no fuera porque el pecho comenzaba a arder. Movió brazos y piernas hacia abajo y se impulsó para sacar la cabeza a la superficie y braceó hasta hacer pie.
Pese a todo, había gente que aplaudía el intento. Sacudió la cabeza para deshacerse del agua que aún caía y alzó una mano para agradecer la amabilidad de los que allí se congregaban y que habían tenido a bien aplaudir el intento. Soltó aire antes de caer sobre la arena y se quedó mirando al cielo el tiempo justo para escuchar que había otro participante más. Se incorporó y se sorprendió la ver una cara conocida.
- ¡Ánimo...! ¡Oh!- era una cara de genuina decepción, de entre todas las personas posibles, no esperaba que Zelas también cayera al agua-.
Se dejó caer de nuevo en la arena y la risa se mezcló con una ligera tos que aplacó casi al instante. Aspiró grandes bocanadas de aire dejando que el aire marino le llenara los pulmones. Centró su atención en el cielo azul, en las olas rompiendo con suavidad en la playa, y el ambiente festivo encarnado por risas, brindis, juegos, buenas palabras y deseos. Todo aquello le llenaba el corazón de una calma y una alegría que no sentía desde hacía mucho tiempo. La vida en el camino, en los campamentos y siempre en conflicto era agotadora y peligrosa, pero, se dijo, valía la pena luchar porque siguieran existiendo momentos como aquel. Y entonces sonrió..
En su sonrisa iba incluida el recuerdo a sus compañeros caídos en los últimos tiempos: desde el asedio al castillo de los Karstengaum, para recuperar el frasco del nonato, donde perdió a muchos amigos, hasta la batalla de Aguasclaras contra los licántropos del norte. Sus amigos, compañeros, conocidos, dieron sus vidas por una causa en la que creían, por la que estaban dispuestos a dar su vida. Y él sonreía, porque muchos de ellos estarían brindando en el Gran Salón.
Recordaba con cariño el ceño fruncido de Puñal, sus aspavientos, sus carcajadas sonoras, sinceras, su terrible habilidad con la espada, la destreza que demostraba con las hojas cortas; recordaba también al padre e hijo que le siguieron para enfrentar a los licántropos en Aguasclaras, ambos habían tenido una pérdida cruel y él les había dado el motivo necesario para seguir adelante, el único motivo que movía a un hijo huérfano de madre, a un marido viudo a dar el siguiente paso, el paso final. Sango se incorporó hasta quedar sentado, cruzó las piernas ante él y observó el mar.
Decidió levantarse y tras mirar a su alrededor, se sacudió la ropa y se alejó de la orilla. Reconocería su labor fabricando una corona de flores. Pondría en ella todos los nombres, todas las batallas y todo su empeño para que Baldr reconociera a los caídos. Satisfecho con la idea, solo quedaba lo más importante.
¿Cómo se hace una corona con flores?
Cayó de espaldas al agua y el ruido de las celebraciones quedaron rápidamente entorpecidas por el impacto y el posterior hundimiento. Cuando frenó la caída, abrió los ojos para descubrir el agua revuelta sobre él volviendo a una relativa calma, la luz del sol atenuada por el agua y el ruido sordo que llegaba de más allá de la superficie del agua. Era una sensación extraña, desconocida, casi peligrosa, pero, al mismo tiempo, reconfortante, incluso relajante si no fuera porque el pecho comenzaba a arder. Movió brazos y piernas hacia abajo y se impulsó para sacar la cabeza a la superficie y braceó hasta hacer pie.
Pese a todo, había gente que aplaudía el intento. Sacudió la cabeza para deshacerse del agua que aún caía y alzó una mano para agradecer la amabilidad de los que allí se congregaban y que habían tenido a bien aplaudir el intento. Soltó aire antes de caer sobre la arena y se quedó mirando al cielo el tiempo justo para escuchar que había otro participante más. Se incorporó y se sorprendió la ver una cara conocida.
- ¡Ánimo...! ¡Oh!- era una cara de genuina decepción, de entre todas las personas posibles, no esperaba que Zelas también cayera al agua-.
Se dejó caer de nuevo en la arena y la risa se mezcló con una ligera tos que aplacó casi al instante. Aspiró grandes bocanadas de aire dejando que el aire marino le llenara los pulmones. Centró su atención en el cielo azul, en las olas rompiendo con suavidad en la playa, y el ambiente festivo encarnado por risas, brindis, juegos, buenas palabras y deseos. Todo aquello le llenaba el corazón de una calma y una alegría que no sentía desde hacía mucho tiempo. La vida en el camino, en los campamentos y siempre en conflicto era agotadora y peligrosa, pero, se dijo, valía la pena luchar porque siguieran existiendo momentos como aquel. Y entonces sonrió..
En su sonrisa iba incluida el recuerdo a sus compañeros caídos en los últimos tiempos: desde el asedio al castillo de los Karstengaum, para recuperar el frasco del nonato, donde perdió a muchos amigos, hasta la batalla de Aguasclaras contra los licántropos del norte. Sus amigos, compañeros, conocidos, dieron sus vidas por una causa en la que creían, por la que estaban dispuestos a dar su vida. Y él sonreía, porque muchos de ellos estarían brindando en el Gran Salón.
Recordaba con cariño el ceño fruncido de Puñal, sus aspavientos, sus carcajadas sonoras, sinceras, su terrible habilidad con la espada, la destreza que demostraba con las hojas cortas; recordaba también al padre e hijo que le siguieron para enfrentar a los licántropos en Aguasclaras, ambos habían tenido una pérdida cruel y él les había dado el motivo necesario para seguir adelante, el único motivo que movía a un hijo huérfano de madre, a un marido viudo a dar el siguiente paso, el paso final. Sango se incorporó hasta quedar sentado, cruzó las piernas ante él y observó el mar.
Decidió levantarse y tras mirar a su alrededor, se sacudió la ropa y se alejó de la orilla. Reconocería su labor fabricando una corona de flores. Pondría en ella todos los nombres, todas las batallas y todo su empeño para que Baldr reconociera a los caídos. Satisfecho con la idea, solo quedaba lo más importante.
¿Cómo se hace una corona con flores?
- Sango ve la caída de Zelas pese a que intentó animarle. Lo siento compa.
- Sango se pone a recoger flores pero necesita ayuda para hacer una corona de flores, ¿alguien que le eche una mano?
Sango
Héroe de Aerandir
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Tres pasos había alcanzado a dar el rubio antes de resbalar y caer inevitablemente al agua, en su descenso observo un bello par de senos que reconocería en cualquier parte, para evitar dañarlos el rubio se impulso a un lado usando las explosiones de éter(1) y cayendo al lado de Meraxes.
-¿Pero qué caraj...?-
-Hola, llueven hombres hoy, aleluya(?)-
-jajaja, si sabes que te podía atrapar sin problemas ¿Cierto?-
-hay gran escasez de senos perfectos en el mundo, seria una lastima herir los tuyos-
-Aaww-
La rubia le abrazo y le beso dejando que el no-elfo sintiera la piel a través de las telas mojadas al momento que se escuchaban aplausos en el barco, al parecer alguien lo había logrado. -Si sigues por aquí más tarde bien podremos divertirnos juntos.- señalo la rubia mientras se despedía con un candente y apasionado beso para luego dejarle una buena vista mientras la rubia se iba a la orilla. -Ja, quien dice que no gane- se dijo el rubio a si mismo mientras se quedaba flotando reflexionando sobre la vida, la muerte y esas cosas no se dio cuenta de cuando la marea le llevo a la orilla, se llevo la mano al bolsillo asegurándose que el orbe estuviera en su lugar y luego se levanto para sacudirse la arena y proceder a deleitarse en la bebida y los manjares que ofrecía el festival y para cuando quiso darse cuenta ya estaba ebrio y se estaban encendiendo las fogatas.
-Vaya que rápido se ha hecho de noche-
-Eso es porque te la has pasado bebiendo todo el festival-
-Hey Eve, ¿en que momento apareciste?-
-Tienes que dejar de preguntar eso cada vez que notas que estoy acá, enserio desde que te encontré en la playa has repetido lo mismo, nunca te había visto así de ebrio-
-Ese es un muy lindo vestido-
-Bueno eso si no me aburro de escucharlo-
El rubio se acerco a una de las fogatas y observo como funcionaba todo eso, tomo un trozo de pergamino y una pluma entintada que había cerca y cuando iba a ocupar a Eve de apoyo para escribir esta se movió de lugar -Vale lo siento, es que tus senos parecían un buen lugar- señalo el rubio mientras se sentaba en el piso y sacaba un orbe de su bolsillo(2), acercaría la mano al mismo y este desprendería un mágico brillo al momento de expulsar una empuñadura que el rubio reconoció y volvió a empujar adentro del orbe para que entonces otra empuñadura diferente apareciera -Esta si- se dijo en voz alta a si mismo y saco del pequeño orbe una espada ridículamente grande(3) la cual puso apoyada a modo de mesa en sus piernas, escribió entonces lo siguiente en el trozo de pergamino -"Sueños horribles, abominaciones tentaculares y un Aion que habla"- acto seguido guardo la enorme espada de vuelta en el orbe y guardo el orbe de vuelta a su bolsillo, se levanto y dejo la pluma en el tintero cercano a la fogata.
-No vayas a saltar a la fogata, no funciona así- le advirtió Eve al notar las mirada decidida del rubio.
-¿De que hablas? todo el mundo hace esto en el lithe- respondió el rubio evidentemente ebrio.
-Esto no es el lithe, además te vas a quemar como la ultima vez- le recordó Eve esperando que le escuchara.
-No te preocupes, ya estoy ignifugo, estuve en el agua hace un rato- dijo el no-elfo confiado al momento que se lanzaba a la fogata.
Eve escupio lo que estaba bebiendo al notar que lo que decía no tenia sentido y que Zelas ya estaba seco, acto seguido se lanzo y saco al rubio rápidamente de la fogata mientras le apagaba donde se había comenzado a incendiar, el trozo de pergamino no tuvo la misma suerte puesto que se cayo en la fogata al momento que Eve reclamo a Zelas de las llamas.
OFF: Cosas usadas, interacciones y cosas.
1_Vuelo Fúlgido para evitar caer sobre Meraxes.
Interactuó con Mera
Después interactuó con Eve.
2_Vaina infinita de la cual saco la:
3_Zumbanana α (Espada ridículamente grande)
y finalmente me quemo junto a mis miedos y maldiciones al saltar por la hoguera (si, quiero quemar la maldición que me quedo del evento del yule 2 que aun no se cierra XD)
-¿Pero qué caraj...?-
-Hola, llueven hombres hoy, aleluya(?)-
-jajaja, si sabes que te podía atrapar sin problemas ¿Cierto?-
-hay gran escasez de senos perfectos en el mundo, seria una lastima herir los tuyos-
-Aaww-
La rubia le abrazo y le beso dejando que el no-elfo sintiera la piel a través de las telas mojadas al momento que se escuchaban aplausos en el barco, al parecer alguien lo había logrado. -Si sigues por aquí más tarde bien podremos divertirnos juntos.- señalo la rubia mientras se despedía con un candente y apasionado beso para luego dejarle una buena vista mientras la rubia se iba a la orilla. -Ja, quien dice que no gane- se dijo el rubio a si mismo mientras se quedaba flotando reflexionando sobre la vida, la muerte y esas cosas no se dio cuenta de cuando la marea le llevo a la orilla, se llevo la mano al bolsillo asegurándose que el orbe estuviera en su lugar y luego se levanto para sacudirse la arena y proceder a deleitarse en la bebida y los manjares que ofrecía el festival y para cuando quiso darse cuenta ya estaba ebrio y se estaban encendiendo las fogatas.
-Vaya que rápido se ha hecho de noche-
-Eso es porque te la has pasado bebiendo todo el festival-
-Hey Eve, ¿en que momento apareciste?-
-Tienes que dejar de preguntar eso cada vez que notas que estoy acá, enserio desde que te encontré en la playa has repetido lo mismo, nunca te había visto así de ebrio-
-Ese es un muy lindo vestido-
-Bueno eso si no me aburro de escucharlo-
- Vestido de Eve:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
El rubio se acerco a una de las fogatas y observo como funcionaba todo eso, tomo un trozo de pergamino y una pluma entintada que había cerca y cuando iba a ocupar a Eve de apoyo para escribir esta se movió de lugar -Vale lo siento, es que tus senos parecían un buen lugar- señalo el rubio mientras se sentaba en el piso y sacaba un orbe de su bolsillo(2), acercaría la mano al mismo y este desprendería un mágico brillo al momento de expulsar una empuñadura que el rubio reconoció y volvió a empujar adentro del orbe para que entonces otra empuñadura diferente apareciera -Esta si- se dijo en voz alta a si mismo y saco del pequeño orbe una espada ridículamente grande(3) la cual puso apoyada a modo de mesa en sus piernas, escribió entonces lo siguiente en el trozo de pergamino -"Sueños horribles, abominaciones tentaculares y un Aion que habla"- acto seguido guardo la enorme espada de vuelta en el orbe y guardo el orbe de vuelta a su bolsillo, se levanto y dejo la pluma en el tintero cercano a la fogata.
-No vayas a saltar a la fogata, no funciona así- le advirtió Eve al notar las mirada decidida del rubio.
-¿De que hablas? todo el mundo hace esto en el lithe- respondió el rubio evidentemente ebrio.
-Esto no es el lithe, además te vas a quemar como la ultima vez- le recordó Eve esperando que le escuchara.
-No te preocupes, ya estoy ignifugo, estuve en el agua hace un rato- dijo el no-elfo confiado al momento que se lanzaba a la fogata.
Eve escupio lo que estaba bebiendo al notar que lo que decía no tenia sentido y que Zelas ya estaba seco, acto seguido se lanzo y saco al rubio rápidamente de la fogata mientras le apagaba donde se había comenzado a incendiar, el trozo de pergamino no tuvo la misma suerte puesto que se cayo en la fogata al momento que Eve reclamo a Zelas de las llamas.
OFF: Cosas usadas, interacciones y cosas.
1_Vuelo Fúlgido para evitar caer sobre Meraxes.
Interactuó con Mera
Después interactuó con Eve.
2_Vaina infinita de la cual saco la:
3_Zumbanana α (Espada ridículamente grande)
y finalmente me quemo junto a mis miedos y maldiciones al saltar por la hoguera (si, quiero quemar la maldición que me quedo del evento del yule 2 que aun no se cierra XD)
Zelas Hazelmere
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Era un hermoso día, soleado y sin una sola nube en el cielo. Oromë observaba desde la ventana mientras tomaba una taza de té. Volteó su vista hacia la habitación oscura donde una pequeña figura pelirroja observaba con un mohín plasmado en el rostro. Sena estaba teniendo un berrinche, uno de los raros, más estoicos y aun así para nada salvajes que podría llegar a tener una niña pequeña. -Quiero ir...- Repetía una y otra vez, a veces en un susurro, otras con rabia contenida entre sus dientes. Cuando pasaba de un cuarto a otro a buscar hojas con las cuales dibujar lanzaba un fuerte ¡QUIERO IR!, y luego cerraba la puerta detrás de ella para luego volver a la misma rutina de mirar a Oromë desde el umbral de su cuarto, como sí así pudiera atravesarle el cráneo e implantarle la brillante idea de llevar a una niña vampiro a una playa en pleno día.
-Cariño, créeme que si pudieras te llevaría, pero...- La pequeña la cortó a mitad de la frase. -Pero podemos ir de noche- Balbuceó y la dragona se saltó la respiración por un segundo y se le contrajo el corazón. -No puedo llevarte...- No era del tipo de mujer a la que le gustaba las festividades, menos aún unas tan humanas. Sena, por el contrario, había sido humana y adoraba esa clase de cosas.
Era un gran predicamento, el Solsticio de Verano era el lugar menos pensado para una pequeña vampira, pero también estaba el problema que la dragona acarreaba.
Las fogatas era algo que no se sentía preparada para enfrentar. Soportaba lo suficiente las velas encendidas en la noche, un pequeño fuego en la cocina, aunque significara que tardaría horas en cocinar algo. Incluso los colores rojos vivaces no la alteraban, al menos no tanto como lo fue al comienzo luego de reencontrarse con su hija adoptiva. Los ojos y el cabello de Sena solían alterarla tanto que le costaba articular palabras o incluso mirarla.
La idea de saltar llamas y luego arrojarse al mar era encantadoramente fantasiosa. Especialmente si eso significaba que podían dejarse todos los problemas y dolores detrás. Una parte de ella quería creerlo, solo para conseguir un poco de valor, lo suficiente para no tener que ver el rostro decepcionado de Sena y sentir que volvía a fallarle.
Tragó fuerte, y el té que estaba bebiendo quemó sus entrañas, pero no tanto como para despertar un ataque de ansiedad. -De acuerdo, cuando baje el sol iremos volando ¿quieres hacer coronas de flores mientras tanto? - La vampira comenzó a dar saltitos por la casa, evitando cualquier fuente de luz solar.
Oromë se vistió y salió al bosque por el tiempo que dura un incienso, y cuando regresó tenía la cara manchada de tierra con varios tallos y flores de diferentes colores entre sus manos negras.
Se sentaron en medio de la sala en el suelo y comenzaron a trenzar las flores. -Ya que no podemos ponerlas en una cruz, ¿Qué dices de ponerlas bajo la almohada? - La pequeña seleccionaba flores para su corona, incluso había hecho un dibujo de como quería que luciera. -Eso es lo que haré, esta será para ti. ¿Y la tuya?-
-Es para que pongas bajo la tuya, colmillitos-
- ¿Solo harás una? -
- ¿A qué te refieres? -
-Ya sabes, me refiero a él, el que lleva mascara y grandes ojos-
Oromë la observó boquiabierta, no tanto porque se le ocurriera que la dragona le daría una corona de flores a Alward, sino por el hecho de que ella supiera de él. - ¿Estuviste escuchando mi conversación con Dafne? Eso es privado y solo para acabar con tu curiosidad, no cariño. Además, se terminarían secando. - También estaba el hecho que solo los Dioses sabrían cuando se encontrarían de nuevo.
Terminó de hacer su corona y se la puso a Sena en la cabeza quien la miraba con una sonrisa de oreja a oreja mientras colocaba la suya sobre la de Oromë.
- ¿Qué solías hacer con tu familia cuando eras pequeña en el Solsticio, mamá? - Era una simple pregunta y sabía de dónde venía. Sena no tenía hermanos de sangre y su única familia era la albina quien la había tomado como suya propia y no se arrepentía de ello.
-No crecen muchas flores en las llanuras por lo que escribíamos lo que sentíamos y componíamos canciones con ellas para luego tirarlas al fuego-
-Ya que no puedo saltar, quiero hacer eso que tu hacías- Dijo alegremente, mientras el corazón de Oromë se hundía un poco más. ¿Cuánto tiempo podría soportarlo? ¿Años o décadas? El tiempo solamente dictaría cuanto pasaría hasta que la pequeña se hartara de ver que no crecería mientras que su mentalidad y madurez sí. ¿Odiaría su vida tal cual es? No había nada que pudiera hacer al respecto. Dudaba que los dioses escucharan una súplica de esa índole.
Dolía imaginarse un futuro donde Sena creciera para convertirse en una bella mujer, tal vez con alguna pareja e hijos que la acompañen hasta su último día de vida. La realidad era cruel, eso no pasaría por mucho que rogara, no había bendición o maldición que ella pudiera tragarse esta vez para concederle un regalo así a una pequeña inocente.
- Niko neće džanum ni za živu glavu da mi leči ranu niko neće džanum...- Oromë entonó suavemente y le dio una pequeña caricia a su hija que seguía observándola radiante, sin saber que la albina cantaba palabras de pena para ella y para sí misma.
•No participaremos del evento diurno en la playa (ya que no estamos allí), pero iremos con nuestras coronitas caseras a tirar nuestras "penas" en la noche cuando salga la segunda fase (no me da mas la cabeza para extender el post XD).
•Para los curiosos acá les dejo la letra de la cancion en español que "canta" Oromë [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
-Cariño, créeme que si pudieras te llevaría, pero...- La pequeña la cortó a mitad de la frase. -Pero podemos ir de noche- Balbuceó y la dragona se saltó la respiración por un segundo y se le contrajo el corazón. -No puedo llevarte...- No era del tipo de mujer a la que le gustaba las festividades, menos aún unas tan humanas. Sena, por el contrario, había sido humana y adoraba esa clase de cosas.
Era un gran predicamento, el Solsticio de Verano era el lugar menos pensado para una pequeña vampira, pero también estaba el problema que la dragona acarreaba.
Las fogatas era algo que no se sentía preparada para enfrentar. Soportaba lo suficiente las velas encendidas en la noche, un pequeño fuego en la cocina, aunque significara que tardaría horas en cocinar algo. Incluso los colores rojos vivaces no la alteraban, al menos no tanto como lo fue al comienzo luego de reencontrarse con su hija adoptiva. Los ojos y el cabello de Sena solían alterarla tanto que le costaba articular palabras o incluso mirarla.
La idea de saltar llamas y luego arrojarse al mar era encantadoramente fantasiosa. Especialmente si eso significaba que podían dejarse todos los problemas y dolores detrás. Una parte de ella quería creerlo, solo para conseguir un poco de valor, lo suficiente para no tener que ver el rostro decepcionado de Sena y sentir que volvía a fallarle.
Tragó fuerte, y el té que estaba bebiendo quemó sus entrañas, pero no tanto como para despertar un ataque de ansiedad. -De acuerdo, cuando baje el sol iremos volando ¿quieres hacer coronas de flores mientras tanto? - La vampira comenzó a dar saltitos por la casa, evitando cualquier fuente de luz solar.
Oromë se vistió y salió al bosque por el tiempo que dura un incienso, y cuando regresó tenía la cara manchada de tierra con varios tallos y flores de diferentes colores entre sus manos negras.
Se sentaron en medio de la sala en el suelo y comenzaron a trenzar las flores. -Ya que no podemos ponerlas en una cruz, ¿Qué dices de ponerlas bajo la almohada? - La pequeña seleccionaba flores para su corona, incluso había hecho un dibujo de como quería que luciera. -Eso es lo que haré, esta será para ti. ¿Y la tuya?-
-Es para que pongas bajo la tuya, colmillitos-
- ¿Solo harás una? -
- ¿A qué te refieres? -
-Ya sabes, me refiero a él, el que lleva mascara y grandes ojos-
Oromë la observó boquiabierta, no tanto porque se le ocurriera que la dragona le daría una corona de flores a Alward, sino por el hecho de que ella supiera de él. - ¿Estuviste escuchando mi conversación con Dafne? Eso es privado y solo para acabar con tu curiosidad, no cariño. Además, se terminarían secando. - También estaba el hecho que solo los Dioses sabrían cuando se encontrarían de nuevo.
Terminó de hacer su corona y se la puso a Sena en la cabeza quien la miraba con una sonrisa de oreja a oreja mientras colocaba la suya sobre la de Oromë.
- ¿Qué solías hacer con tu familia cuando eras pequeña en el Solsticio, mamá? - Era una simple pregunta y sabía de dónde venía. Sena no tenía hermanos de sangre y su única familia era la albina quien la había tomado como suya propia y no se arrepentía de ello.
-No crecen muchas flores en las llanuras por lo que escribíamos lo que sentíamos y componíamos canciones con ellas para luego tirarlas al fuego-
-Ya que no puedo saltar, quiero hacer eso que tu hacías- Dijo alegremente, mientras el corazón de Oromë se hundía un poco más. ¿Cuánto tiempo podría soportarlo? ¿Años o décadas? El tiempo solamente dictaría cuanto pasaría hasta que la pequeña se hartara de ver que no crecería mientras que su mentalidad y madurez sí. ¿Odiaría su vida tal cual es? No había nada que pudiera hacer al respecto. Dudaba que los dioses escucharan una súplica de esa índole.
Dolía imaginarse un futuro donde Sena creciera para convertirse en una bella mujer, tal vez con alguna pareja e hijos que la acompañen hasta su último día de vida. La realidad era cruel, eso no pasaría por mucho que rogara, no había bendición o maldición que ella pudiera tragarse esta vez para concederle un regalo así a una pequeña inocente.
- Niko neće džanum ni za živu glavu da mi leči ranu niko neće džanum...- Oromë entonó suavemente y le dio una pequeña caricia a su hija que seguía observándola radiante, sin saber que la albina cantaba palabras de pena para ella y para sí misma.
•No participaremos del evento diurno en la playa (ya que no estamos allí), pero iremos con nuestras coronitas caseras a tirar nuestras "penas" en la noche cuando salga la segunda fase (no me da mas la cabeza para extender el post XD).
•Para los curiosos acá les dejo la letra de la cancion en español que "canta" Oromë [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
- Sena con su coronita de flores:
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Última edición por Oromë Vánadóttir el Sáb Ago 05 2023, 18:50, editado 1 vez
Oromë Vánadóttir
Honorable
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
El sol brillaba radiante en el cielo mientras en la tierra todos festejaban y disfrutaban alegremente, todos menos yo, porque justamente el sol brillaba radiante en el cielo, mal día para ser un vampiro. Me encontraba oculto en una pequeña taberna no muy lejos del bullicio, con mis ropas completamente negras para pasar desapercibido y estando lo suficientemente cerca como para odiar a todos los que disfrutaban alegremente de aquella festividad -Ojalá les de tos con diarrea- Dije con una sonrisa más falsa que la bondad del tal Nousis.
Pese a todo, una conversación bastante entretenida se estaba llevando a cabo dentro de ese lugar -Te lo digo, en esa oportunidad yo morí, pero sobreviví, de alguna manera que no logro explicar- Contaba un sujeto que claramente tenía unos tragos de más, y se pondría peor -Fue un caos espantoso, había monstruos que copiaban la apariencia de otros, y luego salió uno enorme al que nadie podía vencer, incluso le lanzaron una lluvia de meteoros ¡De meteoros! Pero cuando el bebé con barba chasqueó los dedos, morimos todos, solo que aún no lo asimilamos- Terminó en tono solemne.
Y ciertamente la historia sonaba bastante loca y rara, pero yo sí recordaba esos eventos, incluso el bebé con barba -Yo estuve ahí, hace 3000 años- Dijo un viejo de largas barbas blancas y gorro puntiagudo que parecía ni siquiera estar siguiendo el hilo y se desplomó al piso en medio de su ebriedad, dejando a todos sin la oportunidad de hacerle preguntas y confirmando la historia del primero que se animó a continuar con sus teorías de conspiración.
Entonces lo que digo es que, desde esa vez, todos estamos muertos, y todo lo que estamos pasando ahora es solo el sueño alocado de algún jovencito rubio que lucha por sobrevivir- Todos hicieron silencio, como si algo en sus adentros los hiciera dudar de la realidad. Incluso yo mismo había tenido mi momento de duda, porque los eventos más recientes habían sido demasiado alocados, como si fueran el producto de un sueño de Rauko o peor aún, un sueño de Zelas.
En ese momento sentí el verdadero terror, y todo se derrumbó, dentro de mí, dentro de mí, tenía demasiadas cosas en qué pensar, los doromaggios, el bebé barbudo, la falsa realidad, era mucho en qué pensar así que preferí pensar en nada, y como adulto serio, consciente de que un gran poder, implica una gran responsabilidad, decidí usar mis poderes para divertirme poniendo en riesgo la integridad de otros menos afortunados.
Pareces alguien valiente- Le dije a un sujeto bajo y rechoncho que ni de lejos parecía valiente o atrevido… por ahora -No, no lo soy- Dijo con una risa nerviosa -Bueno, hoy lo serás, porque te mueres de ganas de ir a probar suerte subiendo a la cizaña- Le dije mientras hacía un sutil movimiento hipnótico con mi mano izquierda -¿A la qué?- Preguntó extrañado -A la guadaña, la cosa larga allá en la playa- Me expliqué mejor -¿A la cucaña?- Me corrigió -Sí, claro, eso dije, la cucaña, quieres ir a probar suerte en la cucaña- Volví a realizar el mismo gesto con la mano añadiendo un poco de magia de voz para convencerlo.
No, en realidad no quiero, me da miedo- Se atrevió a negarse a mi poder de manipulación, así que dejé de contenerme, porque la diversión es más importante que la responsabilidad y lo dije con una mayor cantidad de magia de voz en la nueva orden -Sí, quieres ir allá, dirás que te llamas Bio y vas a cruzar la cucaña, porque eres un tipo muy hábil e intrépido que no le tiene miedo al éxito- [1] Acompañé mis palabras con el mismo gesto que no tenía ninguna función pero me hacía ver chévere y el sujeto me miró fijamente por unos segundos antes de reaccionar -¿Sabes qué? Hablamos luego, quiero ir a probar suerte en la cucaña, diré que mi nombre es Bio y que voy a lograrlo porque soy un tipo muy hábil e intrépido.
Su mirada estaba llena de determinación, se dio media vuelta y salió de la taberna mientras yo me cruzaba de brazos para ver el tragicómico espectáculo que vendría a continuación. ¿Logrará el falso Bio cruzar la cucaña? Lo sabremos en el próximo episodio titulado: Bio no cruza la cucaña.
[1] Uso la habilidad de Nivel 4: El demonio de la perversidad para implantar en un sujeto random la idea de probar suerte en la cucaracha+araña fingiendo ser Bio, para poder estar ahí sin estar ahí. Pese a todo, una conversación bastante entretenida se estaba llevando a cabo dentro de ese lugar -Te lo digo, en esa oportunidad yo morí, pero sobreviví, de alguna manera que no logro explicar- Contaba un sujeto que claramente tenía unos tragos de más, y se pondría peor -Fue un caos espantoso, había monstruos que copiaban la apariencia de otros, y luego salió uno enorme al que nadie podía vencer, incluso le lanzaron una lluvia de meteoros ¡De meteoros! Pero cuando el bebé con barba chasqueó los dedos, morimos todos, solo que aún no lo asimilamos- Terminó en tono solemne.
Y ciertamente la historia sonaba bastante loca y rara, pero yo sí recordaba esos eventos, incluso el bebé con barba -Yo estuve ahí, hace 3000 años- Dijo un viejo de largas barbas blancas y gorro puntiagudo que parecía ni siquiera estar siguiendo el hilo y se desplomó al piso en medio de su ebriedad, dejando a todos sin la oportunidad de hacerle preguntas y confirmando la historia del primero que se animó a continuar con sus teorías de conspiración.
Entonces lo que digo es que, desde esa vez, todos estamos muertos, y todo lo que estamos pasando ahora es solo el sueño alocado de algún jovencito rubio que lucha por sobrevivir- Todos hicieron silencio, como si algo en sus adentros los hiciera dudar de la realidad. Incluso yo mismo había tenido mi momento de duda, porque los eventos más recientes habían sido demasiado alocados, como si fueran el producto de un sueño de Rauko o peor aún, un sueño de Zelas.
En ese momento sentí el verdadero terror, y todo se derrumbó, dentro de mí, dentro de mí, tenía demasiadas cosas en qué pensar, los doromaggios, el bebé barbudo, la falsa realidad, era mucho en qué pensar así que preferí pensar en nada, y como adulto serio, consciente de que un gran poder, implica una gran responsabilidad, decidí usar mis poderes para divertirme poniendo en riesgo la integridad de otros menos afortunados.
Pareces alguien valiente- Le dije a un sujeto bajo y rechoncho que ni de lejos parecía valiente o atrevido… por ahora -No, no lo soy- Dijo con una risa nerviosa -Bueno, hoy lo serás, porque te mueres de ganas de ir a probar suerte subiendo a la cizaña- Le dije mientras hacía un sutil movimiento hipnótico con mi mano izquierda -¿A la qué?- Preguntó extrañado -A la guadaña, la cosa larga allá en la playa- Me expliqué mejor -¿A la cucaña?- Me corrigió -Sí, claro, eso dije, la cucaña, quieres ir a probar suerte en la cucaña- Volví a realizar el mismo gesto con la mano añadiendo un poco de magia de voz para convencerlo.
No, en realidad no quiero, me da miedo- Se atrevió a negarse a mi poder de manipulación, así que dejé de contenerme, porque la diversión es más importante que la responsabilidad y lo dije con una mayor cantidad de magia de voz en la nueva orden -Sí, quieres ir allá, dirás que te llamas Bio y vas a cruzar la cucaña, porque eres un tipo muy hábil e intrépido que no le tiene miedo al éxito- [1] Acompañé mis palabras con el mismo gesto que no tenía ninguna función pero me hacía ver chévere y el sujeto me miró fijamente por unos segundos antes de reaccionar -¿Sabes qué? Hablamos luego, quiero ir a probar suerte en la cucaña, diré que mi nombre es Bio y que voy a lograrlo porque soy un tipo muy hábil e intrépido.
Su mirada estaba llena de determinación, se dio media vuelta y salió de la taberna mientras yo me cruzaba de brazos para ver el tragicómico espectáculo que vendría a continuación. ¿Logrará el falso Bio cruzar la cucaña? Lo sabremos en el próximo episodio titulado: Bio no cruza la cucaña.
[2] Lanzo runas a ver qué pedo, rolearé el resultado en el siguiente turno.
Bio
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
El miembro 'Bio' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Tenía un objetivo que cumplir, barcos que coger y gente a la que partir las piernas, pero por el camino tenía que pasar por Vulwulfar, a pesar de haberme prometido a mi mismo no volver por esa ciudad de dementes. No tenía intención de pasar más tiempo del imprescindible, pero enterarme de que al día siguiente iba a celebrarse el Midsummarblót me hizo decantarme por pasar el día en alguna posada e ir por la noche. Habían pasado muchos años desde la última vez que estuve en uno de esos festivales, pero cuando era joven, y humano, no solía perderme uno, ya fuera yendo con mi familia o liándola con mis amigos. Y no sabía porque me había venido ahora esta vena nostálgica, pero quería volver a uno para comprobar si seguían siendo como recordaba.
Al caer la noche me acerqué a la playa llena de hogueras, un escalofrío recorrió mi cuerpo ante la visión de tanto fuego. Era irónico que en otra época me dedicara a saltar esos fuegos hasta acabar chamuscado por competir con mis hermanos o haber hecho apuestas estúpidas con mis compañeros de la guardia, y ahora me generase pavor acercarme a ninguna de ellas. Aun así, me quedé mirándolas fijamente, pensando en si sería buen momento para intentar superar mis miedos y volver a saltar.
- Corlys, Corlys, ¿sigues ahí?- Me devolvió a la realidad mi compañera pasándome su zarpa por delante de la cara.
- Perdona, estaba teniendo algunas ideas terribles.
- ¿Ideas horribles mientras miras las hogueras? ¿Qué tramas? ¿Pretendes saltar?
- Realmente no, creo que como esas llamas me alcancen ardería aún mejor que la madera que han usado para construirlas. ¿Pero hubiera sigo divertido, no?
Teufel se rio negando con la cabeza y no dijo más, dejando que volviera a perderme en mis recuerdos. Mientras deambulaba por la playa, me encontré con que estaban haciendo una sopa misteriosa con lo que aportaba la gente, y viendo que no iba a ser capaz de participar en nada que tuviera que ver con fuego revisé mi bolsa a ver si tenía algo que aportar. Entre mucha morralla encontré dos setas que había conseguido cuando estuve en ese Lithe en tierras élficas y le entregué una de ellas. Me parecía lo más correcto, entregar en un festival lo conseguido en otro. Además, en el tiempo que había pasado desde aquello habían sucedido muchas cosas, y en general podría decirse que buenas, así que agradecer a los dioses con una seta era lo menos que podía hacer, aunque fuese para echarla a una sopa que no fuese a probar.
Al caer la noche me acerqué a la playa llena de hogueras, un escalofrío recorrió mi cuerpo ante la visión de tanto fuego. Era irónico que en otra época me dedicara a saltar esos fuegos hasta acabar chamuscado por competir con mis hermanos o haber hecho apuestas estúpidas con mis compañeros de la guardia, y ahora me generase pavor acercarme a ninguna de ellas. Aun así, me quedé mirándolas fijamente, pensando en si sería buen momento para intentar superar mis miedos y volver a saltar.
- Corlys, Corlys, ¿sigues ahí?- Me devolvió a la realidad mi compañera pasándome su zarpa por delante de la cara.
- Perdona, estaba teniendo algunas ideas terribles.
- ¿Ideas horribles mientras miras las hogueras? ¿Qué tramas? ¿Pretendes saltar?
- Realmente no, creo que como esas llamas me alcancen ardería aún mejor que la madera que han usado para construirlas. ¿Pero hubiera sigo divertido, no?
Teufel se rio negando con la cabeza y no dijo más, dejando que volviera a perderme en mis recuerdos. Mientras deambulaba por la playa, me encontré con que estaban haciendo una sopa misteriosa con lo que aportaba la gente, y viendo que no iba a ser capaz de participar en nada que tuviera que ver con fuego revisé mi bolsa a ver si tenía algo que aportar. Entre mucha morralla encontré dos setas que había conseguido cuando estuve en ese Lithe en tierras élficas y le entregué una de ellas. Me parecía lo más correcto, entregar en un festival lo conseguido en otro. Además, en el tiempo que había pasado desde aquello habían sucedido muchas cosas, y en general podría decirse que buenas, así que agradecer a los dioses con una seta era lo menos que podía hacer, aunque fuese para echarla a una sopa que no fuese a probar.
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Corlys va al festival de noche y después de deambular echa una seta de Lithe a la sopa.
Hongos de Lithe: [Consumible, 2 cargas] Al consumirse, producen un estado de conciencia alterada capaz de producir visiones y un gran bienestar. Útil para distraer enemigos (si consigues que lo consuman), reducir temporalmente las molestias de una herida o pasar una buena tarde en general. Una carga se va a la sopa.
Última edición por Corlys Glokta el Sáb Ago 05 2023, 17:24, editado 1 vez
Corlys Glokta
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Me gustaría decir que todo iba bien hasta que se torció, pero eso sería mentir descaradamente porque fue un desastre desde el principio. Nada más empezar a avanzar por la cucaña ya me estaba resbalando peligrosamente y no tardé en darme un patizano que me envió al agua. La caída fue tan desastrosa que aunque intenté caer al agua con algo de gracia lo único que conseguí fue girarme a tiempo de ver como me estampaba en plancha contra la superficie del agua. Fue como si me hubieran dado una bofetada en todo el cuerpo, la piel de cualquier cosa que no estuviese cubierta me ardía por el golpe y me imaginaba que tendría la cara roja como un tomate. Al menos seguía entera y nadé de nuevo hasta la superficie, justo a tiempo de ver como una rana se precipitaba sobre mi y volvía a hundirme. Volví a ascender y le escupí a la rana el agua que me había entrado en la boca con la aguadilla involuntaria que me había hecho.
- Cof. Vaya. Cof. No esperaba que me cayese una rana del cielo. Cof. Aunque igual la siguiente es mejor si miras antes de saltar. Cof.- Le dije entre toses al hombre rana.
Mientras flotaba escuché a un tipo que se lanzaba a intentar coger la bandera tras clamar.
- Quiero probar suerte en la cucaña. Mi nombre es Bio y voy a lograrlo porque soy un tipo muy hábil e intrépido.
Y tras esas palabras salió corriendo y demostró que al menos lo de hábil había resultado ser falso. Pensaba que era imposible que nadie consiguiera caer aún más estrepitosamente que yo, pero ese sujeto consiguió demostrarme que me equivocaba. Del golpe que se dio pensaba que se había matado, pero de alguna forma volvió a emerger a la superficie. Aunque después de tan lamentable espectáculo, y recordando que acababa de comerme un hombre rana volador se me empezó a pasar por la cabeza que quedarme flotando igual no era el mejor plan.
- Oye. Cof. ¿No crees que sería buena idea salir de aquí antes de que alguien nos haga como tu a mi? Cof.
Y tras la propuesta empecé a nadar hasta la orilla y me quedé unos momentos al sol para secarme y asegurarme de que ya había echado todo el agua de mi cuerpo. Por ser positiva, con el chapuzón me había lavado la ropa, seguía siendo marrón, pero al menos ya no era marrón y sucia. Pero tras esta experiencia concluí que ya había tenido suficiente agua, y al ver a gente haciendo cosas con flores trenzadas decidí que iría a probar suerte con eso, que parecía más tranquilo. Y además, así podría demostrar al cretino del campesino que podía hacer cualquiera de las cosas que hiciesen en su festival.
- Rana voladora. Iba a ir ahora a coger unas flores, por si quieres venirte con tus amigos.- Le dije al hombre sapo antes de ponerme en marcha.
Tenía ya una buena cantidad de flores cuando me crucé con un hombre que parecía estar teniendo problemas con el trenzado. En vista de que ya tenía suficiente colección como para hacerme una buena corona, me acerqué a él a ver si necesitaba ayuda.
- Buenas. Noto que estás teniendo algunas dificultades con las flores. ¿Te vendría bien una mano?- Sospechaba que no había sido el ofrecimiento más educado, pero para una cosa que se me daba bien, y que no incluía convertirme en un reptil y ponerme a aplicar violencia, estaría bien utilizarlo para hacer el bien, aunque fuese de una forma tan pequeña como esta.
- Cof. Vaya. Cof. No esperaba que me cayese una rana del cielo. Cof. Aunque igual la siguiente es mejor si miras antes de saltar. Cof.- Le dije entre toses al hombre rana.
Mientras flotaba escuché a un tipo que se lanzaba a intentar coger la bandera tras clamar.
- Quiero probar suerte en la cucaña. Mi nombre es Bio y voy a lograrlo porque soy un tipo muy hábil e intrépido.
Y tras esas palabras salió corriendo y demostró que al menos lo de hábil había resultado ser falso. Pensaba que era imposible que nadie consiguiera caer aún más estrepitosamente que yo, pero ese sujeto consiguió demostrarme que me equivocaba. Del golpe que se dio pensaba que se había matado, pero de alguna forma volvió a emerger a la superficie. Aunque después de tan lamentable espectáculo, y recordando que acababa de comerme un hombre rana volador se me empezó a pasar por la cabeza que quedarme flotando igual no era el mejor plan.
- Oye. Cof. ¿No crees que sería buena idea salir de aquí antes de que alguien nos haga como tu a mi? Cof.
Y tras la propuesta empecé a nadar hasta la orilla y me quedé unos momentos al sol para secarme y asegurarme de que ya había echado todo el agua de mi cuerpo. Por ser positiva, con el chapuzón me había lavado la ropa, seguía siendo marrón, pero al menos ya no era marrón y sucia. Pero tras esta experiencia concluí que ya había tenido suficiente agua, y al ver a gente haciendo cosas con flores trenzadas decidí que iría a probar suerte con eso, que parecía más tranquilo. Y además, así podría demostrar al cretino del campesino que podía hacer cualquiera de las cosas que hiciesen en su festival.
- Rana voladora. Iba a ir ahora a coger unas flores, por si quieres venirte con tus amigos.- Le dije al hombre sapo antes de ponerme en marcha.
Tenía ya una buena cantidad de flores cuando me crucé con un hombre que parecía estar teniendo problemas con el trenzado. En vista de que ya tenía suficiente colección como para hacerme una buena corona, me acerqué a él a ver si necesitaba ayuda.
- Buenas. Noto que estás teniendo algunas dificultades con las flores. ¿Te vendría bien una mano?- Sospechaba que no había sido el ofrecimiento más educado, pero para una cosa que se me daba bien, y que no incluía convertirme en un reptil y ponerme a aplicar violencia, estaría bien utilizarlo para hacer el bien, aunque fuese de una forma tan pequeña como esta.
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Monza falla estrepitosamente en la cucaña y se da un planchazo contra el mar, habla con Frosk, después se va a recoger unas flores y ofrece su ayuda a Sango.
Monza Sylroc
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Vulwufar.
Temporada... (Antes de todo el pedo de los 13 días y quizá después de los niños que no son niños (?))
Temporada...
Tal vez el beso de Zelas me había dado suerte, pues lo que menos me hubiera imaginado, es que una vez que acepté aquel interesante reto de la bandera - y mojada como estaba- lograra llegar ella. Bueno, tenía mis teorías, pues el hecho de estar en una superficie con empapada hacía que mi conexión natural con este elemento fuera de provecho, o le había caído bien a la deidad que celebraban ese día y era una su modo de intentar hacerme devota. No lo sé, todo era posible.
Como sea, había llegado y daba saltitos de triunfo. Tras de mí otros varios lo intentaron teniendo el mismo aguado resultado que Zelas. El más impactante fue la rana voladora que cayó en el agua... no lo voy a negar, solté una buena carcajada ante aquello.
¿El premio? Bueno de eso hablaría luego. Ante semejante felicidad y logro, me sentía más que motivada de disfrutar plenamente de las celebraciones diurnas y por qué no de las nocturnas.
- ¡Hongos de Lithe! ¡Lleve sus nutritivos hongos! - Se escuchó en uno de los puestos. Para ese punto del día ya me había secado y disfrutaba del pequeño mercado que allí se había formado.
- ¡Oh! ¿Sirven para cocinar? - Pregunté interesada, pues pensé que le podrían servir para cuando nuestros viajes en el exterior nos llevaran a cocinar al calor de la fogata.
- ... Le darán un sabor único a su comida. - Vociferó el encargado, cuyas habilidades histriónicas eran sorprendentes.
- Bien. Dame un par de esos, por favor. - Saqué las monedas y con mi pequeña bolsita pase todo el resto del día buscando un lugar donde beber.
Cerveza, vino, y otros licores más fuerte. El punto es que ahora necesitaba meter algo más que alcohol en mi estomago. Ya la noche había tomado control y a lo lejos se podía ver un lugar que olía de maravilla, sí, allí estaban cocinando.
Mis erráticos pasos me llevaron a la carpa en donde un sujeto se encargaba de dar ordenes por aquí y por allá y algo de que la sopa debía estar perfecta. Miré mi bolsita con la compra del día y recordé las palabras del vendedor.
- Oiga señor, si puedo aportarle ingredientes a su sopa ¿Puedo comer un plato gratis? -Hablé con la lengua muy enredada. Extendí la bolsita con los hongos. - El señor del puesto del mercado dijo que eran buenos para cocinar. - Sonreí ampliamente. Creo que demasiada bebida ya se me notaba con creces.
El sujeto tomó la bolsa luego de mirarme con atención. - Adelante, siéntate ahí y espera, gracias por tu aporte. Se nota que necesitas comer algo. - Agregó.
Como sea, había llegado y daba saltitos de triunfo. Tras de mí otros varios lo intentaron teniendo el mismo aguado resultado que Zelas. El más impactante fue la rana voladora que cayó en el agua... no lo voy a negar, solté una buena carcajada ante aquello.
¿El premio? Bueno de eso hablaría luego. Ante semejante felicidad y logro, me sentía más que motivada de disfrutar plenamente de las celebraciones diurnas y por qué no de las nocturnas.
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- ¡Hongos de Lithe! ¡Lleve sus nutritivos hongos! - Se escuchó en uno de los puestos. Para ese punto del día ya me había secado y disfrutaba del pequeño mercado que allí se había formado.
- ¡Oh! ¿Sirven para cocinar? - Pregunté interesada, pues pensé que le podrían servir para cuando nuestros viajes en el exterior nos llevaran a cocinar al calor de la fogata.
- ... Le darán un sabor único a su comida. - Vociferó el encargado, cuyas habilidades histriónicas eran sorprendentes.
- Bien. Dame un par de esos, por favor. - Saqué las monedas y con mi pequeña bolsita pase todo el resto del día buscando un lugar donde beber.
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Cerveza, vino, y otros licores más fuerte. El punto es que ahora necesitaba meter algo más que alcohol en mi estomago. Ya la noche había tomado control y a lo lejos se podía ver un lugar que olía de maravilla, sí, allí estaban cocinando.
Mis erráticos pasos me llevaron a la carpa en donde un sujeto se encargaba de dar ordenes por aquí y por allá y algo de que la sopa debía estar perfecta. Miré mi bolsita con la compra del día y recordé las palabras del vendedor.
- Oiga señor, si puedo aportarle ingredientes a su sopa ¿Puedo comer un plato gratis? -Hablé con la lengua muy enredada. Extendí la bolsita con los hongos. - El señor del puesto del mercado dijo que eran buenos para cocinar. - Sonreí ampliamente. Creo que demasiada bebida ya se me notaba con creces.
El sujeto tomó la bolsa luego de mirarme con atención. - Adelante, siéntate ahí y espera, gracias por tu aporte. Se nota que necesitas comer algo. - Agregó.
Meleis
El chico había pasado todo el día explorando y observando el desarrollo del festival. Iba con Bomull en brazos y en un momento dado había recolectado flores para hacerle una corona a este. No tenía pensado hacer alguna ofrenda, bien sabido el era devoto a sus dioses del norte pero aquello no le impidió formar parte de todo aquello.
Para cuando llegó la noche, deambulaba por la playa en busca de su hermana cuando cierto alboroto de voces familiares llamaron la atención, para ese punto se acercó con la esperanza de encontrar a Meraxes allí pero no lo estaba, se trataba del señor Zelas y la señorita Eve que le apagaba la llama al elfo.
- Buenas noches. - Saludo con la calidez que lo caracterizaba. - Es una sorpresa encontrarlos aquí. Los he escuchado durante mi caminata y me he de admitir que me alegre mucho. ¿Puedo sentarme aquí con ustedes? - Preguntó el chico con timidez esperando no estorbar.
Para cuando llegó la noche, deambulaba por la playa en busca de su hermana cuando cierto alboroto de voces familiares llamaron la atención, para ese punto se acercó con la esperanza de encontrar a Meraxes allí pero no lo estaba, se trataba del señor Zelas y la señorita Eve que le apagaba la llama al elfo.
- Buenas noches. - Saludo con la calidez que lo caracterizaba. - Es una sorpresa encontrarlos aquí. Los he escuchado durante mi caminata y me he de admitir que me alegre mucho. ¿Puedo sentarme aquí con ustedes? - Preguntó el chico con timidez esperando no estorbar.
- Off:
- Mandó a Merax con la Sopa.
- Acercó a Meleis con Zelas para que lo cuide. (?)
- Primer Reto: La cucaña. (Runa Buena) [Realizado]
- Segundo Reto: Sopa Comunitaria.
Aporto (2) Hongos de Lithe. El registro está en la[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
- Inventario:
- Collar de Zafiro [Encantamiento Pudor] - Cuello
- Pieza Metálica - Pecho lado izquierdo.
- Kit de Arcanos Inferior. - Dentro de Bolso de Viajero.
- Látigo [Arma Flexible Superior - Encantamiento Castigo de Piedra] - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- Ocarina - Bolso
- Kit de Curtiduría Inferior - Bolso
- Bomull [Gomejo]
- Inventario Meleis:
- Bolso del Explorador.
- Armadura de Fieras Normal. [A. Ligera / Encantamiento Pudor]
- Poción de Salud Diluida. [Dentro del Bolso]
- Medicina multipropósito. [Dentro del Bolso]
Meraxes
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Había sido capaz de recoger un puñado de flores decente. Las rojas, se las dedicaba a Puñal, al padre y al hijo de Aguasclaras, Stpehan y Argen Syrvid; las amarillas para sus compañeros sin nombre, incansables defensores de la libertad del pueblo de Verisar; las moradas fueron para aquellos inocentes que perdieron su vida sin oportunidad si quiera de defensa, la gente de El Llano, Cashonda, Puentealto, Brezonegro, Clarobosque, todos ellos arrancados de sus hogares. Apretó el frondoso ramo que había recolectado, con fuerza. No conocía el nombre de las flores, pero sí sabía qué representaba cada una.
El día llegaba a su fin, el sol se ponía en el oeste y las fogatas aumentaron en número. Las actividades diarias dieron paso a las nocturnas, y el olor de la comida se mezcló con el del salitre del mar. Las bebidas corrían, ahora, con más facilidad y familias y amigos se congregaban en torno a los fuegos para dar los primeros saltos, y festejar la noche más corta. Cosechas abundantes, y un año tranquilo y próspero, era lo que debían pedir la mayoría de ellos. Y era menos de lo que merecían.
Entre intento e intento, miraba hacia arriba, a la gente. Algunos le reconocían y señalaban. Otros, preguntaban quién era y le respondían con susurros. Sí, a él le reconocían, el "héroe de Aerandir" le decían. Devolvía una sonrisa a aquellos que se le quedaban mucho tiempo mirando. Quizás sea mejor así. Quizás no conviene convertir en figuras que poder manipular a los que murieron. Yo al menos puedo defenderme si me utilizan. Una voz le sobresaltó y dirigió sus ojos hacia ella. Ben, que estaba sentado, separado del resto, tratando de componer una corona, dejó las flores que estaba manipulando en el suelo.
- Pues una mano y una cabeza que sepa cómo hacer una corona con flores no me vendrían mal, la verdad- sonrió y se levantó sacudiéndose la arena, la tierra y demás suciedad superficial que tenía pegada en la ropa-. Encantado- se llevó el puño al pecho e hizo un leve inclinación antes de tenderle la mano-, soy Sango-.
La mujer era pelirroja, con un rizos de los que sobresalían unos pequeño cuernos y que sin duda eran un detalle llamativo. Pero más interesante era su ofrecimiento para ayudarle con la corona de flores. Algo que agradeció de todo corazón.
- Entre pelirrojos va a quedar esta corona, ¿eh?- bromeó-. La verdad es que intenté varias formas para anudar las flores pero son incapaz de, o bien no romperlas, o bien intercalar más de tres flores- volvió a sentarse y la invitó, con un gesto, a hacer lo mismo-. Estuve mirando las coronas de otras personas y parecían tan fáciles de hacer que me dije a mi mismo que podía hacerlo. No. Que debía hacer una- suspiró-.
La mujer le explicó cómo debía empezar. Qué partes usar y cómo anudarlas entre sí. Sango no entendió absolutamente nada y se quedó mirando con una expresión vacía las manos de la mujer que habían hecho magia con las flores.
- Por todos los Dioses, esto es más difícil que sacarle un buen filo a un hacha- gruñó Ben mirando sus flores sin saber cómo empezar-. Por favor, ¿podrías un poco más despacio? Entrelazar flores no está entre mis capacidades más notorias- trató de disculparse-.
La mujer volvió a rehacer los paso, esta vez con más calma y Sango fue copiando sus movimientos. Fueron seis o siete intentos hasta que empezó a coger cierta soltura. Sonrió satisfecho cuando las cosas empezaron a salir bien y se sintió agradecido. Debía compartir la motivación que le había llevado a hacer la corona.
- Esta corona es por todos aquellos que cayeron en los últimos tiempos. Desde el asedio al castillo de los Karst, incluso antes, hasta la batalla de Aguasclaras, no he tenido un momento para honrarlos como se merecen- una sombra oscureció su rostro y detuvo la fabricación de la corona-. Eran mujeres y hombres de gran valor y valentía. Murieron en combate. Dieron su vida para que los que seguimos aquí podamos seguir disfrutando de estas cosas- alzó la cabeza y sonrió-.
Miraba como unos niños, jugaban a perseguirse los unos a los otros; como en un grupo de personas las risas se alzaban por encima del resto; las sonrisas de los presentes; las hogueras. Por todo aquello merecía la pena luchar. Devolvió la mirada a la mujer y asintió levemente a modo de reverencia antes de proseguir con la corona.
- Luchar por una causa justa es el mayor acto de fidelidad a uno mismo que se puede hacer. Créeme, sé de lo que hablo- le sonrió al tiempo que alzaba la corona de flores a medio hacer para enseñársela-. Bueno, parece que esto va tomando forma- bajó la corona y siguió trabajando en ella-. Tengo que preguntarlo, ¿vienes de lejos?- entrelazó una flor roja con otra morada-. Yo soy de aquí, de Verisar, concretamente de Cedralada, un pueblo tranquilo, aunque hace algún tiempo que no voy por casa- se rascó un lateral de la cabeza-.
La corona casi estaba completada y se lo debía todo a aquella mujer enviada por el mismísimo Baldr para completar su tributo a los caídos. No era la corona más bonita, no era su intención. Pero era la corona más bella que había fabricado jamás. Y estaba satisfecho y su rostro así lo reflejaba. Al terminar la corona, se la puso en la cabeza y sintió los ojos de Baldr posados en él. El pecho se le infló de orgullo. La miró.
- Esto es gracias a ti- se levantó e hizo un reverencia-. Que Baldr te sonría por muchos años- hizo una pausa y miró a uno y otro lado-. Lo menos que puedo hacer es invitarte a tomar algo- le tendió la mano-. ¿Qué me dices?
El día llegaba a su fin, el sol se ponía en el oeste y las fogatas aumentaron en número. Las actividades diarias dieron paso a las nocturnas, y el olor de la comida se mezcló con el del salitre del mar. Las bebidas corrían, ahora, con más facilidad y familias y amigos se congregaban en torno a los fuegos para dar los primeros saltos, y festejar la noche más corta. Cosechas abundantes, y un año tranquilo y próspero, era lo que debían pedir la mayoría de ellos. Y era menos de lo que merecían.
Entre intento e intento, miraba hacia arriba, a la gente. Algunos le reconocían y señalaban. Otros, preguntaban quién era y le respondían con susurros. Sí, a él le reconocían, el "héroe de Aerandir" le decían. Devolvía una sonrisa a aquellos que se le quedaban mucho tiempo mirando. Quizás sea mejor así. Quizás no conviene convertir en figuras que poder manipular a los que murieron. Yo al menos puedo defenderme si me utilizan. Una voz le sobresaltó y dirigió sus ojos hacia ella. Ben, que estaba sentado, separado del resto, tratando de componer una corona, dejó las flores que estaba manipulando en el suelo.
- Pues una mano y una cabeza que sepa cómo hacer una corona con flores no me vendrían mal, la verdad- sonrió y se levantó sacudiéndose la arena, la tierra y demás suciedad superficial que tenía pegada en la ropa-. Encantado- se llevó el puño al pecho e hizo un leve inclinación antes de tenderle la mano-, soy Sango-.
La mujer era pelirroja, con un rizos de los que sobresalían unos pequeño cuernos y que sin duda eran un detalle llamativo. Pero más interesante era su ofrecimiento para ayudarle con la corona de flores. Algo que agradeció de todo corazón.
- Entre pelirrojos va a quedar esta corona, ¿eh?- bromeó-. La verdad es que intenté varias formas para anudar las flores pero son incapaz de, o bien no romperlas, o bien intercalar más de tres flores- volvió a sentarse y la invitó, con un gesto, a hacer lo mismo-. Estuve mirando las coronas de otras personas y parecían tan fáciles de hacer que me dije a mi mismo que podía hacerlo. No. Que debía hacer una- suspiró-.
La mujer le explicó cómo debía empezar. Qué partes usar y cómo anudarlas entre sí. Sango no entendió absolutamente nada y se quedó mirando con una expresión vacía las manos de la mujer que habían hecho magia con las flores.
- Por todos los Dioses, esto es más difícil que sacarle un buen filo a un hacha- gruñó Ben mirando sus flores sin saber cómo empezar-. Por favor, ¿podrías un poco más despacio? Entrelazar flores no está entre mis capacidades más notorias- trató de disculparse-.
La mujer volvió a rehacer los paso, esta vez con más calma y Sango fue copiando sus movimientos. Fueron seis o siete intentos hasta que empezó a coger cierta soltura. Sonrió satisfecho cuando las cosas empezaron a salir bien y se sintió agradecido. Debía compartir la motivación que le había llevado a hacer la corona.
- Esta corona es por todos aquellos que cayeron en los últimos tiempos. Desde el asedio al castillo de los Karst, incluso antes, hasta la batalla de Aguasclaras, no he tenido un momento para honrarlos como se merecen- una sombra oscureció su rostro y detuvo la fabricación de la corona-. Eran mujeres y hombres de gran valor y valentía. Murieron en combate. Dieron su vida para que los que seguimos aquí podamos seguir disfrutando de estas cosas- alzó la cabeza y sonrió-.
Miraba como unos niños, jugaban a perseguirse los unos a los otros; como en un grupo de personas las risas se alzaban por encima del resto; las sonrisas de los presentes; las hogueras. Por todo aquello merecía la pena luchar. Devolvió la mirada a la mujer y asintió levemente a modo de reverencia antes de proseguir con la corona.
- Luchar por una causa justa es el mayor acto de fidelidad a uno mismo que se puede hacer. Créeme, sé de lo que hablo- le sonrió al tiempo que alzaba la corona de flores a medio hacer para enseñársela-. Bueno, parece que esto va tomando forma- bajó la corona y siguió trabajando en ella-. Tengo que preguntarlo, ¿vienes de lejos?- entrelazó una flor roja con otra morada-. Yo soy de aquí, de Verisar, concretamente de Cedralada, un pueblo tranquilo, aunque hace algún tiempo que no voy por casa- se rascó un lateral de la cabeza-.
La corona casi estaba completada y se lo debía todo a aquella mujer enviada por el mismísimo Baldr para completar su tributo a los caídos. No era la corona más bonita, no era su intención. Pero era la corona más bella que había fabricado jamás. Y estaba satisfecho y su rostro así lo reflejaba. Al terminar la corona, se la puso en la cabeza y sintió los ojos de Baldr posados en él. El pecho se le infló de orgullo. La miró.
- Esto es gracias a ti- se levantó e hizo un reverencia-. Que Baldr te sonría por muchos años- hizo una pausa y miró a uno y otro lado-. Lo menos que puedo hacer es invitarte a tomar algo- le tendió la mano-. ¿Qué me dices?
Gracias a Monza, Sango fabrica la corona de flores.
Sango
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Avancé, sin precaución, sin un plan, sin un peinado no pasado de moda, pero también sin miedo al éxito. Como el mejor de los bufones patiné con movimientos asombrosamente ridículos y que cualquiera catalogaría hasta de imposibles. Con la delicada y sublime gracia de un bello y ebrio pollo sin cabeza, aterricé con magnífica torpeza al otro lado, aunque consiguiendo la bandera. La madera me recibió con dolor cuando caí de bruces en él, obsequiándome como buen anfitrión un vistazo a las estrellas fugaces que solo habitan en la oscuridad del aturdimiento producto de algún buen golpe.
Afortunadamente, pude reincorporarme pronto para recibir mi premio sin perder aún más dignidad. Desafortunadamente, al abrir bien mis ojos, noté que eso no era cierto; ya no estaba ni cerca del barco y el sol había descendido hasta casi esconderse en el lejano horizonte.
–Tengo el leve presentimiento de que quizás dormí más de la cuenta –me dije a mí mismo mientras echaba un vistazo a mi alrededor–. ¿Ustedes qué opinan? –pregunté a los cinco gomejos que me rodeaban, cada uno en la punta de una estrella de cinco puntas formada de rosas y en cuyo centro me encontraba.
Los gomejos dieron un respingo casi al mismo tiempo y huyeron enseguida, tropezando en cada par de saltos, pero sin detenerse nunca y sin regresar para recuperar los cuchillos que dejaron atrás.
Entonces me fue inevitable pensar sobre cómo mi vida había descendido hacia una espiral de eventos absurdos cuya coherencia se difuminaba más con cada nuevo día, haciendo incluso más probable la disparatada teoría de que todo era solo un sueño extraño de un soñador aún más extraño.
En cualquier caso, nada de esto es relevante para esta historia.
Xana había pasado los primeros minutos en el Midagnaosnfg disfrutando de la festividad, aunque sintiéndose incómoda por llevar ropas oscuras que contrastaban con las vestiduras blancas del resto.
Cuando reparó en mi ausencia, se dedicó a buscarme, y tardó muy poco en concluir que no debería preocuparse, que yo estaría en algún lugar a salvo de todo menos de hacer el ridículo, nada nuevo.
Aun así, decidió continuar buscándome, pero, mientras tanto, también aprovechó para recoger flores, sin ningún apuro en hallarme. Sabía que tarde o temprano nos reuniríamos; esa era la magia de las festividades aerandianas. Sin importar la vida que se llevara o donde se estuviera, ciertos aventureros siempre lograrían encontrarse en el lugar de la festividad, sea donde fuera, como si no fuese un lugar real sino un limbo fuera del espacio y el tiempo, entre la realidad y lo ficticio, un sueño donde las consciencias de estos aventureros convergían. O quizás solo era el sueño de una sola persona que se negaba a despertar. O tal vez solo soy yo el que ha perdido lucidez mientras intento describir esto.
En cualquier caso, Xana continuó recogiendo las flores de peor aspecto que veía, tarareando una melodía que no recordaba dónde la había escuchado e ignorante de su trasfondo oscuro. Tampoco advirtió que era el centro de las miradas de gomejos que acechaban agazapados entre hierba y arbustos.
Al cabo de rato, al terminar por fin una lúgubre corona de flores marchitas, comparó su trabajo con el del resto. ¿Por qué tenía un gusto tan espantoso?, fue la pregunta que se hizo con cierta sorna al ver de nuevo su corona. Y lo mismo me había preguntado yo tantas veces cuando pensaba en que ella también me había elegido a mí como su pareja y no a alguien más decente, pero, bueno, no hablemos de mí, que este fragmento es sobre Xana.
«Incluso las flores sin belleza merecen ser vistas por los dioses», se dijo contemplando la corona en sus manos y acariciándola con los pulgares.
De pronto se detuvo, apretó los labios y sus ojos se humedecieron: se había pinchado con una espina que no había visto en la corona. «Algunas flores no merecen consideración alguna», pensó con rencor creciente mientras se chupaba el pulgar pinchado. El sabor de su sangre revivió viejos recuerdos de una vida que había dejado atrás, de macabros rituales que ya no practicaba, de lo corrupta que fue ella entonces al buscar un lugar donde ser aceptada.
Suspiró, como si pudiera deshacerse de las reminiscencias en el aliento. Su calma volvió. «Aún tengo espinas que eliminar de mi alma», reconoció, y se deshizo de aquella que la había pinchado. Luego, tras un instante de contemplación, se colocó la corona sobre su cabeza. Cerró los ojos con fuerza al instante: había encontrado otra maldita espina.
Afortunadamente, pude reincorporarme pronto para recibir mi premio sin perder aún más dignidad. Desafortunadamente, al abrir bien mis ojos, noté que eso no era cierto; ya no estaba ni cerca del barco y el sol había descendido hasta casi esconderse en el lejano horizonte.
–Tengo el leve presentimiento de que quizás dormí más de la cuenta –me dije a mí mismo mientras echaba un vistazo a mi alrededor–. ¿Ustedes qué opinan? –pregunté a los cinco gomejos que me rodeaban, cada uno en la punta de una estrella de cinco puntas formada de rosas y en cuyo centro me encontraba.
Los gomejos dieron un respingo casi al mismo tiempo y huyeron enseguida, tropezando en cada par de saltos, pero sin detenerse nunca y sin regresar para recuperar los cuchillos que dejaron atrás.
Entonces me fue inevitable pensar sobre cómo mi vida había descendido hacia una espiral de eventos absurdos cuya coherencia se difuminaba más con cada nuevo día, haciendo incluso más probable la disparatada teoría de que todo era solo un sueño extraño de un soñador aún más extraño.
En cualquier caso, nada de esto es relevante para esta historia.
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Xana había pasado los primeros minutos en el Midagnaosnfg disfrutando de la festividad, aunque sintiéndose incómoda por llevar ropas oscuras que contrastaban con las vestiduras blancas del resto.
Cuando reparó en mi ausencia, se dedicó a buscarme, y tardó muy poco en concluir que no debería preocuparse, que yo estaría en algún lugar a salvo de todo menos de hacer el ridículo, nada nuevo.
Aun así, decidió continuar buscándome, pero, mientras tanto, también aprovechó para recoger flores, sin ningún apuro en hallarme. Sabía que tarde o temprano nos reuniríamos; esa era la magia de las festividades aerandianas. Sin importar la vida que se llevara o donde se estuviera, ciertos aventureros siempre lograrían encontrarse en el lugar de la festividad, sea donde fuera, como si no fuese un lugar real sino un limbo fuera del espacio y el tiempo, entre la realidad y lo ficticio, un sueño donde las consciencias de estos aventureros convergían. O quizás solo era el sueño de una sola persona que se negaba a despertar. O tal vez solo soy yo el que ha perdido lucidez mientras intento describir esto.
En cualquier caso, Xana continuó recogiendo las flores de peor aspecto que veía, tarareando una melodía que no recordaba dónde la había escuchado e ignorante de su trasfondo oscuro. Tampoco advirtió que era el centro de las miradas de gomejos que acechaban agazapados entre hierba y arbustos.
Al cabo de rato, al terminar por fin una lúgubre corona de flores marchitas, comparó su trabajo con el del resto. ¿Por qué tenía un gusto tan espantoso?, fue la pregunta que se hizo con cierta sorna al ver de nuevo su corona. Y lo mismo me había preguntado yo tantas veces cuando pensaba en que ella también me había elegido a mí como su pareja y no a alguien más decente, pero, bueno, no hablemos de mí, que este fragmento es sobre Xana.
«Incluso las flores sin belleza merecen ser vistas por los dioses», se dijo contemplando la corona en sus manos y acariciándola con los pulgares.
De pronto se detuvo, apretó los labios y sus ojos se humedecieron: se había pinchado con una espina que no había visto en la corona. «Algunas flores no merecen consideración alguna», pensó con rencor creciente mientras se chupaba el pulgar pinchado. El sabor de su sangre revivió viejos recuerdos de una vida que había dejado atrás, de macabros rituales que ya no practicaba, de lo corrupta que fue ella entonces al buscar un lugar donde ser aceptada.
Suspiró, como si pudiera deshacerse de las reminiscencias en el aliento. Su calma volvió. «Aún tengo espinas que eliminar de mi alma», reconoció, y se deshizo de aquella que la había pinchado. Luego, tras un instante de contemplación, se colocó la corona sobre su cabeza. Cerró los ojos con fuerza al instante: había encontrado otra maldita espina.
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Puse a Xana a recoger flores feas mientras tararea una [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] totalmente «acorde» al momento =)
Rauko
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Susurros tenebrosos
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Zagreus decidió alejarse de todo el bullicio de la festividad. No le iban aquellas tonterías que los mortales usaban para tener una excusa para purificar su alma en nombre de un dios débil. El lugar era un pequeño claro rodeado de altas rocas que lo protegían de las miradas indiscretas. La arena dorada se extendía ante él, acariciada por las suaves olas que besaban la orilla.
En ese momento, una presencia misteriosa surgió de entre las sombras, como si se materializara de la propia oscuridad. Vestida con una túnica negra y encapuchada, la figura era imposible de identificar, y su rostro permanecía oculto en la sombra de la capucha. Era una mujer, pero sus rasgos eran un enigma, pues la oscuridad parecía devorar su identidad más allá de unos pocos mechones de su cabello de color rojizo que sobresalían.
La mujer se acercó con una andar silencioso y elegante, su figura enigmática parecía desafiar las leyes de la realidad.
-Oh, ¿Qué te retiene en esta festividad insignificante?-Preguntó la misteriosa mujer, su voz era suave como la seda pero cargada de un poderoso magnetismo.-He venido a ofrecerte un camino diferente, uno que te llevará a la grandeza y el poder que tanto anhelas.
El lugar se llenó de una atmósfera tenebrosa, como si las sombras cobraran vida y danzaran a su alrededor.
-Te preguntarás "quién soy" o "cómo sé quién eres". La respuesta a lo segundo es fácil; un tipo como tú no pasa desapercibido, Zagreus. Has hecho los suficientes actos en este mundo como para destacar sobre la media.-Dijo esto mostrando una clara sonrisa bajo su capucha.-Sobre lo primero... soy la voz de la oscuridad, aquella que te mostrará el camino hacia el poder inimaginable, aquel que obtienes al abrazar la oscuridad que yace en lo más profundo de tu ser.
La mujer se acercó más, sus ojos ocultos parecían penetrar en el alma de Zagreus, desnudando sus deseos más oscuros y ocultos. Promesas de grandeza y poder resonaban en su voz, seduciéndolo con cada palabra.
-Si tan solo te atreves a liberarte de las cadenas de la Luz y te sumerges en las verdaderas sombras, todo lo que anhelas estará al alcance de tu mano.-Susurró con un tono que parecía acariciar su mente y su corazón.
En ese momento, una presencia misteriosa surgió de entre las sombras, como si se materializara de la propia oscuridad. Vestida con una túnica negra y encapuchada, la figura era imposible de identificar, y su rostro permanecía oculto en la sombra de la capucha. Era una mujer, pero sus rasgos eran un enigma, pues la oscuridad parecía devorar su identidad más allá de unos pocos mechones de su cabello de color rojizo que sobresalían.
La mujer se acercó con una andar silencioso y elegante, su figura enigmática parecía desafiar las leyes de la realidad.
-Oh, ¿Qué te retiene en esta festividad insignificante?-Preguntó la misteriosa mujer, su voz era suave como la seda pero cargada de un poderoso magnetismo.-He venido a ofrecerte un camino diferente, uno que te llevará a la grandeza y el poder que tanto anhelas.
El lugar se llenó de una atmósfera tenebrosa, como si las sombras cobraran vida y danzaran a su alrededor.
-Te preguntarás "quién soy" o "cómo sé quién eres". La respuesta a lo segundo es fácil; un tipo como tú no pasa desapercibido, Zagreus. Has hecho los suficientes actos en este mundo como para destacar sobre la media.-Dijo esto mostrando una clara sonrisa bajo su capucha.-Sobre lo primero... soy la voz de la oscuridad, aquella que te mostrará el camino hacia el poder inimaginable, aquel que obtienes al abrazar la oscuridad que yace en lo más profundo de tu ser.
La mujer se acercó más, sus ojos ocultos parecían penetrar en el alma de Zagreus, desnudando sus deseos más oscuros y ocultos. Promesas de grandeza y poder resonaban en su voz, seduciéndolo con cada palabra.
-Si tan solo te atreves a liberarte de las cadenas de la Luz y te sumerges en las verdaderas sombras, todo lo que anhelas estará al alcance de tu mano.-Susurró con un tono que parecía acariciar su mente y su corazón.
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En la penumbra de la noche estrellada, mientras la playa de Wulwulfar se iluminaba con las danzas de las llamas y los murmullos alegres de la festividad, una figura encapuchada emergió de entre las sombras. Su presencia era como un susurro inquietante en medio de la celebración, un matiz oscuro en el lienzo vibrante de colores y alegría.
La figura avanzaba con una elegancia etérea, su capa negra ondeando suavemente con la brisa marina. La capucha ocultaba su rostro en la penumbra, dejando solo entrever la silueta de unos labios pálidos que parecían curvarse en una sonrisa enigmática. Cada paso que daba resonaba como un eco profundo y misterioso en el corazón de la playa.
Se acercó al lugar donde Nousis se encontraba, junto a una pequeña hoguera que languidecía, y su presencia parecía envolverlo en una atmósfera de sombras y secretos. A su alrededor, las luces del fuego danzaban en extraños patrones, como si obedecieran a la voluntad de la figura enigmática.
La figura alzó una mano enguantada, delicada y pálida, hacia las flores que Nousis había encontrado, quizás con la intención de disponerlas en el trenzado de una corona. El resplandor de las llamas iluminó las flores de manera surrealista, resaltando sus colores en medio de la oscuridad. El viento susurró un eco lejano mientras la figura acariciaba las flores con un toque que parecía tanto tierno como implacable.
Su voz emergió de la capucha, sus palabras eran un susurro profundo y seductor, cargado de promesas y secretos ancestrales que vibraban en el aire mismo.
-Los deseos que laten en el corazón, las pasiones que yacen en lo más profundo de tu ser... Todo puede ser tuyo, joven alma.-Susurró la figura en un tono que traspasaba los límites entre lo humano y lo sobrenatural.
Un fulgor tenue y misterioso se desprendía de su figura, como si estuviera imbuida por una oscuridad que a la vez era atrayente y aterradora. Su presencia parecía envolver a Nousis en una red de tentación y misterio, como si el mismo destino estuviera tejiéndose a su alrededor.
-¿Deseas concederte esa oportunidad?
La figura avanzaba con una elegancia etérea, su capa negra ondeando suavemente con la brisa marina. La capucha ocultaba su rostro en la penumbra, dejando solo entrever la silueta de unos labios pálidos que parecían curvarse en una sonrisa enigmática. Cada paso que daba resonaba como un eco profundo y misterioso en el corazón de la playa.
Se acercó al lugar donde Nousis se encontraba, junto a una pequeña hoguera que languidecía, y su presencia parecía envolverlo en una atmósfera de sombras y secretos. A su alrededor, las luces del fuego danzaban en extraños patrones, como si obedecieran a la voluntad de la figura enigmática.
La figura alzó una mano enguantada, delicada y pálida, hacia las flores que Nousis había encontrado, quizás con la intención de disponerlas en el trenzado de una corona. El resplandor de las llamas iluminó las flores de manera surrealista, resaltando sus colores en medio de la oscuridad. El viento susurró un eco lejano mientras la figura acariciaba las flores con un toque que parecía tanto tierno como implacable.
Su voz emergió de la capucha, sus palabras eran un susurro profundo y seductor, cargado de promesas y secretos ancestrales que vibraban en el aire mismo.
-Los deseos que laten en el corazón, las pasiones que yacen en lo más profundo de tu ser... Todo puede ser tuyo, joven alma.-Susurró la figura en un tono que traspasaba los límites entre lo humano y lo sobrenatural.
Un fulgor tenue y misterioso se desprendía de su figura, como si estuviera imbuida por una oscuridad que a la vez era atrayente y aterradora. Su presencia parecía envolver a Nousis en una red de tentación y misterio, como si el mismo destino estuviera tejiéndose a su alrededor.
-¿Deseas concederte esa oportunidad?
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Mientras la música y las risas inundaban el ambiente festivo de Midsummarblót, el sol se ponía cada vez más hasta que al final se escondió por el horizonte dejando un simple rescoldo de haces de luces del atardecer donde antes la bola incandescente brillaba. Un cambio sutil en la atmósfera se hizo presente. Iori y Alward estaban sentados en el puesto de bebidas, compartiendo sus pensamientos en medio de la celebración. La noche se cernía sobre la playa, tejiendo sombras alrededor de las luces brillantes que decoraban el lugar.
Fue entonces cuando del lugar se apoderó una sensación extraña. Una corriente de aire frío acariciaba la piel de Iori, erizando sus vellos mientras una inexplicable sensación de inquietud se apoderó por completo de una atmósfera antes liviana. Al mirar a su alrededor, notaría un destello en la periferia de su visión.
Allí, entre los puestos de comida y las risas festivas, se encontraba una figura encapuchada y misteriosa. La capucha sombría ocultaba su rostro, sumiéndolo en penumbra, y su figura parecía difuminarse ligeramente en el entorno luminoso. Aunque su presencia era etérea, sus ojos ardían con una luz profunda y atrayente.
La figura se mantuvo inmóvil por un momento, observando a Iori con una intensidad que parecía traspasar las barreras físicas. Luego, comenzó a avanzar lentamente hacia ella, sorteando alegremente a los demás asistentes a la fiesta que parecían no notar su presencia.
Alward podría sentir también el cambio en el ambiente; una ligera perturbación en el aire.
La misteriosa entidad se detuvo a unos pasos de distancia de ambos, y su voz, suave como un susurro en el viento, llegó hasta sus oídos.
-Abrace la Oscuridad, joven. En sus sombras yacen respuestas que busca, poderes que aún no ha descubierto. No tema a lo desconocido, pues en su interior también reside un potencial que puede cambiar el rumbo de su destino.
La voz tenía un tono persuasivo, seductor, como si estuviera tejiendo hilos invisibles en el aire, tratando de atraer la atención y la curiosidad de Iori hacia lo que ofrecía. Al mismo tiempo, el brillo en los ojos de la figura parecía desafiarla, como si supiera secretos profundos que aguardaban ser revelados.
La figura extendió una mano enguantada hacia Iori, como una invitación silenciosa a explorar lo desconocido. Los momentos se estiraron como hilos de seda en el viento que hacían vibrar el ambiente con tensión, un delicado equilibrio entre el pasado y el futuro, la Oscuridad y la Luz. La figura misteriosa permanecía en pie, aguardando la elección de Iori, cuyos pensamientos y emociones se entrelazaban en un torbellino de posibilidades.
Fue entonces cuando del lugar se apoderó una sensación extraña. Una corriente de aire frío acariciaba la piel de Iori, erizando sus vellos mientras una inexplicable sensación de inquietud se apoderó por completo de una atmósfera antes liviana. Al mirar a su alrededor, notaría un destello en la periferia de su visión.
Allí, entre los puestos de comida y las risas festivas, se encontraba una figura encapuchada y misteriosa. La capucha sombría ocultaba su rostro, sumiéndolo en penumbra, y su figura parecía difuminarse ligeramente en el entorno luminoso. Aunque su presencia era etérea, sus ojos ardían con una luz profunda y atrayente.
La figura se mantuvo inmóvil por un momento, observando a Iori con una intensidad que parecía traspasar las barreras físicas. Luego, comenzó a avanzar lentamente hacia ella, sorteando alegremente a los demás asistentes a la fiesta que parecían no notar su presencia.
Alward podría sentir también el cambio en el ambiente; una ligera perturbación en el aire.
La misteriosa entidad se detuvo a unos pasos de distancia de ambos, y su voz, suave como un susurro en el viento, llegó hasta sus oídos.
-Abrace la Oscuridad, joven. En sus sombras yacen respuestas que busca, poderes que aún no ha descubierto. No tema a lo desconocido, pues en su interior también reside un potencial que puede cambiar el rumbo de su destino.
La voz tenía un tono persuasivo, seductor, como si estuviera tejiendo hilos invisibles en el aire, tratando de atraer la atención y la curiosidad de Iori hacia lo que ofrecía. Al mismo tiempo, el brillo en los ojos de la figura parecía desafiarla, como si supiera secretos profundos que aguardaban ser revelados.
La figura extendió una mano enguantada hacia Iori, como una invitación silenciosa a explorar lo desconocido. Los momentos se estiraron como hilos de seda en el viento que hacían vibrar el ambiente con tensión, un delicado equilibrio entre el pasado y el futuro, la Oscuridad y la Luz. La figura misteriosa permanecía en pie, aguardando la elección de Iori, cuyos pensamientos y emociones se entrelazaban en un torbellino de posibilidades.
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Zagreus, Nousis e Iori, debido a vuestros actos en este mundo y vuestra desavenencia para con la festividad que honra al dios Baldr, os ofrezco la posibilidad de convertiros en los adalides de su contraparte.
Sin embargo, no creáis que esta es una decisión sencilla. Meditadla bien antes de dar una respuesta definitiva a las figuras misteriosas, pues os advierto: la Oscuridad puede ofrecer poder, pero también veneno, y aunque vuestra naturaleza se inclina más por ella que por la luz, debo recordaros que sois seres de Midgard, no de Svartálfaheim.
Vosotros, y solo vosotros, tenéis libertad para controlar a las figuras misteriosas que se han presentado ante vosotros. Después de tomar vuestra decisión, decidís cómo continuáis la situación.
Vuestro destino está en esa ambivalencia, y solo vosotros podéis decidir sobre él... ¿No?
Sin embargo, no creáis que esta es una decisión sencilla. Meditadla bien antes de dar una respuesta definitiva a las figuras misteriosas, pues os advierto: la Oscuridad puede ofrecer poder, pero también veneno, y aunque vuestra naturaleza se inclina más por ella que por la luz, debo recordaros que sois seres de Midgard, no de Svartálfaheim.
Vosotros, y solo vosotros, tenéis libertad para controlar a las figuras misteriosas que se han presentado ante vosotros. Después de tomar vuestra decisión, decidís cómo continuáis la situación.
Vuestro destino está en esa ambivalencia, y solo vosotros podéis decidir sobre él... ¿No?
La noche se cierne sobre la playa
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La festividad de Midsummarblót continuaba su danza de luces y sombras a medida que la noche avanzaba. Los reflejos dorados de las antorchas y las hogueras se mezclaban con el parpadeo de las estrellas en el cielo. La brisa marina llevaba consigo el dulce aroma de las flores y la madera quemada, creando una atmósfera mágica en la playa.
En medio de la animada multitud, un erudito avanzaba con pasos decididos, su figura esbelta destacando entre los asistentes. Vestía una túnica de un blanco inmaculado, adornada con intrincados bordados plateados que representaban símbolos y figuras alquímicas. La tela se ceñía a su cuerpo de manera elegante, revelando la gracia de sus movimientos mientras avanzaba con confianza.
Su cabello oscuro caía en cascada hasta los hombros, enmarcando un rostro de facciones agudas y mirada penetrante. Sus ojos, de un intenso color verde esmeralda, brillaban con una mezcla de curiosidad y determinación. Una barba bien cuidada enmarcaba su boca, que a menudo se curvaba en una sonrisa amigable y apacible.
Una mochila de cuero oscuro colgaba de uno de sus hombros, abultada y pesada por los tesoros que contenía. Libros de diversos tamaños y colores asomaban de su interior, algunos con páginas desgastadas por el tiempo y el uso constante. El erudito valoraba su conocimiento como el mayor tesoro, y su mochila era un santuario portátil de sabiduría.
Con paso tranquilo pero firme, el erudito avanzó por la playa, interactuando ocasionalmente con los asistentes que cruzaban su camino. Sus modales eran corteses y su voz resonaba con un tono suave y persuasivo mientras respondía preguntas sobre la alquimia, la historia y los misterios del mundo.
Sin embargo, detrás de su actitud afable y su participación en las conversaciones, latía un propósito oculto. Había llegado a la festividad con una misión: observar y recopilar información sobre un fenómeno misterioso que se había avivado en los últimos tiempos. Había escuchado rumores de oscuros presagios y manifestaciones inexplicables, y estaba decidido a descubrir la verdad detrás de ellos.
Mientras se movía entre los asistentes, el erudito aprovechaba cada oportunidad para hacer preguntas discretas, buscando pistas que lo condujeran a respuestas. Su mente analítica estaba en constante acción, conectando información y tejiendo lazos entre las historias y las experiencias compartidas por los demás.
La mochila en su hombro se convirtió en su aliada silenciosa, proporcionándole recursos y herramientas para profundizar en sus investigaciones. En un momento, extrajo un pequeño pergamino y una pluma, anotando rápidamente observaciones y reflexiones en caligrafía cuidadosa.
A medida que la noche avanzaba y la festividad seguía su curso, el erudito permaneció atento, con la sensación de que estaba a punto de descubrir algo de gran importancia. Sus ojos verdes recorrían la multitud, buscando señales, indicios y la clave que lo guiaría hacia el enigma que había venido a desentrañar.
El erudito sabía que la Luz guiaba su camino, y estaba dispuesto a enfrentar cualquier desafío con valentía y determinación. La festividad continuaba, pero en su corazón ardía la llama del conocimiento, y estaba decidido a descubrir la verdad que se escondía en las sombras de aquella noche mágica.
De pronto, el sonido de trompetas irrumpió en toda la playa anunciando la llegada de alguien importante. La multitud se abrió para dejar paso a una pequeña comitiva que avanzaba hacia la playa, escoltada por un grupo de guardias con armaduras relucientes. El murmullo de la multitud creció en intensidad mientras los asistentes se apartaban respetuosamente para dar paso al hijo mayor y heredero de la casa Vulwulf.
El joven noble caminaba con gracia y seguridad, su figura imponente resaltando entre la multitud. Era alto y de constitución atlética, con cabellos de color azabache que caían en cascada sobre sus hombros. Su porte era regio y su mirada, de un intenso color azul, reflejaba una mezcla de determinación y amabilidad.
Vestía ropajes elegantes, una túnica de seda azul oscuro bordada con hilos dorados que representaban el escudo de la familia Vulwulf. A su lado, una pequeña comitiva de sirvientes y asistentes personales lo seguía, cargando bandejas de plata que contenían ofrendas para la festividad.
El joven noble se detuvo delante de la gran olla comunitaria que despedía un delicioso aroma a sopa. El cocinero personal de los Vulwulf, un hombre de mediana edad con una mirada sabia y manos hábiles, se adelantó para recibir al heredero.
-Bienvenido, señor Erik Vulwulf.-Dijo el cocinero con una inclinación respetuosa.-Es un honor tenerlo aquí para probar la sopa comunitaria que todos hemos colaborado en preparar.
El heredero asintió con una sonrisa amable y se dirigió a la olla, donde el vapor ascendente hacía que su estómago gruñera de anticipación. Los sirvientes comenzaron a presentar las ofrendas que habían traído, ingredientes cuidadosamente seleccionados de las tierras y granjas que la casa Vulwulf poseía en los alrededores de Vulwulfar.
-Agradezco a todos por vuestra contribución a esta sopa.-Declaró Erik, su voz resonando con firmeza pero también con gratitud.Es un recordatorio de la unidad y fortaleza que nuestra comunidad puede lograr cuando trabajamos juntos.
-Hay que hacer mención especial a aquellos dos.-Dijo haciendo referencia a Corlys y a Meraxes.-Sus ingredientes, bajo mi punto de vista, son los que le han dado el mejor toque a la sopa.
-Y tu punto de vista es el mejor que conozco, Rufus, de aquí hasta más allá de los territorios humanos.-Dijo con un gesto de agradecimiento tanto al cocinero como a los dos asistentes remarcados por este.
El cocinero llenó un cuenco de cerámica con la sopa humeante y se lo presentó al heredero, quien tomó el recipiente con ambas manos. Los ojos azules de Erik se encontraron con los del cocinero, expresando de nuevo su sincero agradecimiento.
La mezcla de sabores estalló en su paladar, rica y reconfortante. El heredero asintió con aprobación y una sonrisa genuina se formó en su rostro.
Los asistentes vitorearon y aplaudieron en respuesta, emocionados por la participación del heredero. Mientras Erik continuaba disfrutando de la sopa, los músicos aumentaron el ritmo de su música, y la festividad alcanzó un nuevo nivel de alegría y celebración. La casa Vulwulf, representada por su noble heredero, había contribuido no solo con ingredientes, sino también con un mensaje de unidad que resonaría en los corazones de todos los presentes en Midsummarblót.
En medio de la animada multitud, un erudito avanzaba con pasos decididos, su figura esbelta destacando entre los asistentes. Vestía una túnica de un blanco inmaculado, adornada con intrincados bordados plateados que representaban símbolos y figuras alquímicas. La tela se ceñía a su cuerpo de manera elegante, revelando la gracia de sus movimientos mientras avanzaba con confianza.
Su cabello oscuro caía en cascada hasta los hombros, enmarcando un rostro de facciones agudas y mirada penetrante. Sus ojos, de un intenso color verde esmeralda, brillaban con una mezcla de curiosidad y determinación. Una barba bien cuidada enmarcaba su boca, que a menudo se curvaba en una sonrisa amigable y apacible.
Una mochila de cuero oscuro colgaba de uno de sus hombros, abultada y pesada por los tesoros que contenía. Libros de diversos tamaños y colores asomaban de su interior, algunos con páginas desgastadas por el tiempo y el uso constante. El erudito valoraba su conocimiento como el mayor tesoro, y su mochila era un santuario portátil de sabiduría.
Con paso tranquilo pero firme, el erudito avanzó por la playa, interactuando ocasionalmente con los asistentes que cruzaban su camino. Sus modales eran corteses y su voz resonaba con un tono suave y persuasivo mientras respondía preguntas sobre la alquimia, la historia y los misterios del mundo.
Sin embargo, detrás de su actitud afable y su participación en las conversaciones, latía un propósito oculto. Había llegado a la festividad con una misión: observar y recopilar información sobre un fenómeno misterioso que se había avivado en los últimos tiempos. Había escuchado rumores de oscuros presagios y manifestaciones inexplicables, y estaba decidido a descubrir la verdad detrás de ellos.
Mientras se movía entre los asistentes, el erudito aprovechaba cada oportunidad para hacer preguntas discretas, buscando pistas que lo condujeran a respuestas. Su mente analítica estaba en constante acción, conectando información y tejiendo lazos entre las historias y las experiencias compartidas por los demás.
La mochila en su hombro se convirtió en su aliada silenciosa, proporcionándole recursos y herramientas para profundizar en sus investigaciones. En un momento, extrajo un pequeño pergamino y una pluma, anotando rápidamente observaciones y reflexiones en caligrafía cuidadosa.
A medida que la noche avanzaba y la festividad seguía su curso, el erudito permaneció atento, con la sensación de que estaba a punto de descubrir algo de gran importancia. Sus ojos verdes recorrían la multitud, buscando señales, indicios y la clave que lo guiaría hacia el enigma que había venido a desentrañar.
El erudito sabía que la Luz guiaba su camino, y estaba dispuesto a enfrentar cualquier desafío con valentía y determinación. La festividad continuaba, pero en su corazón ardía la llama del conocimiento, y estaba decidido a descubrir la verdad que se escondía en las sombras de aquella noche mágica.
De pronto, el sonido de trompetas irrumpió en toda la playa anunciando la llegada de alguien importante. La multitud se abrió para dejar paso a una pequeña comitiva que avanzaba hacia la playa, escoltada por un grupo de guardias con armaduras relucientes. El murmullo de la multitud creció en intensidad mientras los asistentes se apartaban respetuosamente para dar paso al hijo mayor y heredero de la casa Vulwulf.
El joven noble caminaba con gracia y seguridad, su figura imponente resaltando entre la multitud. Era alto y de constitución atlética, con cabellos de color azabache que caían en cascada sobre sus hombros. Su porte era regio y su mirada, de un intenso color azul, reflejaba una mezcla de determinación y amabilidad.
Vestía ropajes elegantes, una túnica de seda azul oscuro bordada con hilos dorados que representaban el escudo de la familia Vulwulf. A su lado, una pequeña comitiva de sirvientes y asistentes personales lo seguía, cargando bandejas de plata que contenían ofrendas para la festividad.
El joven noble se detuvo delante de la gran olla comunitaria que despedía un delicioso aroma a sopa. El cocinero personal de los Vulwulf, un hombre de mediana edad con una mirada sabia y manos hábiles, se adelantó para recibir al heredero.
-Bienvenido, señor Erik Vulwulf.-Dijo el cocinero con una inclinación respetuosa.-Es un honor tenerlo aquí para probar la sopa comunitaria que todos hemos colaborado en preparar.
El heredero asintió con una sonrisa amable y se dirigió a la olla, donde el vapor ascendente hacía que su estómago gruñera de anticipación. Los sirvientes comenzaron a presentar las ofrendas que habían traído, ingredientes cuidadosamente seleccionados de las tierras y granjas que la casa Vulwulf poseía en los alrededores de Vulwulfar.
-Agradezco a todos por vuestra contribución a esta sopa.-Declaró Erik, su voz resonando con firmeza pero también con gratitud.Es un recordatorio de la unidad y fortaleza que nuestra comunidad puede lograr cuando trabajamos juntos.
-Hay que hacer mención especial a aquellos dos.-Dijo haciendo referencia a Corlys y a Meraxes.-Sus ingredientes, bajo mi punto de vista, son los que le han dado el mejor toque a la sopa.
-Y tu punto de vista es el mejor que conozco, Rufus, de aquí hasta más allá de los territorios humanos.-Dijo con un gesto de agradecimiento tanto al cocinero como a los dos asistentes remarcados por este.
El cocinero llenó un cuenco de cerámica con la sopa humeante y se lo presentó al heredero, quien tomó el recipiente con ambas manos. Los ojos azules de Erik se encontraron con los del cocinero, expresando de nuevo su sincero agradecimiento.
La mezcla de sabores estalló en su paladar, rica y reconfortante. El heredero asintió con aprobación y una sonrisa genuina se formó en su rostro.
Los asistentes vitorearon y aplaudieron en respuesta, emocionados por la participación del heredero. Mientras Erik continuaba disfrutando de la sopa, los músicos aumentaron el ritmo de su música, y la festividad alcanzó un nuevo nivel de alegría y celebración. La casa Vulwulf, representada por su noble heredero, había contribuido no solo con ingredientes, sino también con un mensaje de unidad que resonaría en los corazones de todos los presentes en Midsummarblót.
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La noche cae sobre la playa. Oficialmente, el turno de día se pierde y tan solo se podrán seguir haciendo las actividades que estaban relegadas a la noche (a excepción de la sopa comunitaria). Quienes quieran rolear al principio de sus posts una transición del día a la noche o que quieran acabar una acción incompleta que estuviesen roleando, pueden hacerlo, pero obligatoriamente deberán encontrarse en la noche al final de su post, justo después de que el heredero de los Vulwulf pruebe la sopa.
Por suerte, la sopa ha salido bien y ha agradado a Erik Vulwulf, por lo que pedirá bendiciones a Baldr en nombre de todos los asistentes. Pero eso será al final de la noche, mientras tanto podéis seguir disfrutando de la fiesta.
Si tenéis algo que os inquieta, os perturba u os atormenta sobre los secretos y misterios del mundo, podéis preguntarle al erudito. Sin embargo, a cambio él os preguntará otra cosa. Pregunta a cambio de pregunta. Podéis formular la pregunta que os apetezca sobre lo que os apetezca, ¿Quieres saber si los dioses realmente existen? ¿Queréis saber el sitio de algún tesoro escondido? ¿Quizás os interesa saber más las intrigas y secretos que se esconden por las distintas sociedades que componen Aerandir? ¿El paradero de alguien a quien buscáis? Seguramente el erudito pueda responderos, pero recordad: pregunta por pregunta. Y cuidado, pues si le mentís en vuestra respuesta, él lo sabrá identificar muy bien.
Una aclaración, no podéis rolear la respuesta del erudito. Yo seré el que arroje luz sobre vuestras cuestiones.
Por suerte, la sopa ha salido bien y ha agradado a Erik Vulwulf, por lo que pedirá bendiciones a Baldr en nombre de todos los asistentes. Pero eso será al final de la noche, mientras tanto podéis seguir disfrutando de la fiesta.
Si tenéis algo que os inquieta, os perturba u os atormenta sobre los secretos y misterios del mundo, podéis preguntarle al erudito. Sin embargo, a cambio él os preguntará otra cosa. Pregunta a cambio de pregunta. Podéis formular la pregunta que os apetezca sobre lo que os apetezca, ¿Quieres saber si los dioses realmente existen? ¿Queréis saber el sitio de algún tesoro escondido? ¿Quizás os interesa saber más las intrigas y secretos que se esconden por las distintas sociedades que componen Aerandir? ¿El paradero de alguien a quien buscáis? Seguramente el erudito pueda responderos, pero recordad: pregunta por pregunta. Y cuidado, pues si le mentís en vuestra respuesta, él lo sabrá identificar muy bien.
Una aclaración, no podéis rolear la respuesta del erudito. Yo seré el que arroje luz sobre vuestras cuestiones.
Regalo de la cucaña
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El capitán del pequeño barco pesquero que estaba atracado cerca de la orilla de la playa, lugar donde se había celebrado la divertida fiesta de la cucaña que a tantos visitantes había atraído, se abría paso entre la multitud.
En sus manos llevaba dos pequeñas cajas de madera robusta, exquisitamente talladas y adornadas con detalles que parecían capturar la esencia de rayos divinos por toda su manufactura.
El primero en recibir su obsequio fue Rauko, el elfo peliblanco de mirada amable y porte rimbombante. El capitán se aproximó a él en un momento de pausa, alejado de las áreas más concurridas, y extendió una de las cajas hacia él. La madera estaba pulida y barnizada, y en su tapa se encontraban delicados grabados de estrellas, hojas y llamas, un equilibrio perfecto entre los elementos naturales y los símbolos asociados a la Luz. Las bisagras estaban trabajadas con meticulosa precisión y parecían relucir a la luz de las antorchas.
-Para ti, valiente elfo. Has demostrado tu destreza y agilidad en la cucaña.-Dijo el capitán con una sonrisa, su voz cargada de un tono de complicidad.-En su interior se dice que se encuentra un tesoro de valor incalculable, un recordatorio de tu triunfo en esta noche de celebración.
Rauko notaría que la caja resistiría sus intentos de apertura, manteniendo su contenido oculto y misterioso.
Mientras tanto, en otro rincón de la playa, Meraxes recibía su propia caja de manos del capitán. La caja destinada a ella estaba adornada con intrincados patrones en espiral que recordaban a las alas de un dragón, junto con símbolos que representaban los elementos de tierra, agua y vientos entrelazados de manera armoniosa.
-Para ti, noble mujer. Tu fuerza y valentía han dejado huella en esta noche de júbilo a estos viejos huesos moldeados por las olas del mar.-Expresó el capitán con otra sonrisa y y el mismo tono de complicada que había usado con Rauko.-Dentro de esta caja se dice que se encontrará un tesoro que trasciende lo material, un tesoro que se conecta con tu esencia interior.
Las espirales grabadas en la madera parecían cobrar vida a la luz de las llamas, danzando con una energía propia. Si la dragona intentaba abrir la caja, al igual que Rauko se encontraría con una resistencia firme y un hermetismo imposible de romper.
Las cajas no pasaron desapercibidas para las miradas indiscretas. Los destellos de curiosidad y codicia brillaban en los ojos de aquellos que habían notado la entrega de los misteriosos obsequios, y poco a poco, la atención comenzó a centrarse en Rauko y Meraxes, quienes llevaban consigo las enigmáticas cajas.
Algunos asistentes habían detectado la oportunidad de obtener algo valioso, algo que podría saciar sus deseos más egoístas. Sus miradas se clavaban en el elfo peliblanco, siguiendo cada uno de sus movimientos. Susurros y murmullos corrían entre ellos, intercambiando teorías sobre lo que podría ocultar el tesoro y cómo podrían obtenerlo para sí mismos.
Otro de individuos observaban con avidez a Meraxes. Aquellos que deseaban poseer el misterioso tesoro estudiaban cada uno de los movimientos de la dragona, buscando el momento oportuno para acercarse y arrebatarle el preciado objeto.
A pesar de que Rauko y Meraxes se encontraban separados en la playa, el peligro acechaba a ambos por igual. Las miradas insistentes y los gestos furtivos de aquellos que anhelaban el tesoro eran una constante advertencia de la amenaza que se cernía sobre ellos. La festividad seguía su curso en medio de la alegría y la celebración, pero bajo la superficie, la tensión crecía a medida que los deseos de unos chocaban con la determinación de otros.
En sus manos llevaba dos pequeñas cajas de madera robusta, exquisitamente talladas y adornadas con detalles que parecían capturar la esencia de rayos divinos por toda su manufactura.
El primero en recibir su obsequio fue Rauko, el elfo peliblanco de mirada amable y porte rimbombante. El capitán se aproximó a él en un momento de pausa, alejado de las áreas más concurridas, y extendió una de las cajas hacia él. La madera estaba pulida y barnizada, y en su tapa se encontraban delicados grabados de estrellas, hojas y llamas, un equilibrio perfecto entre los elementos naturales y los símbolos asociados a la Luz. Las bisagras estaban trabajadas con meticulosa precisión y parecían relucir a la luz de las antorchas.
-Para ti, valiente elfo. Has demostrado tu destreza y agilidad en la cucaña.-Dijo el capitán con una sonrisa, su voz cargada de un tono de complicidad.-En su interior se dice que se encuentra un tesoro de valor incalculable, un recordatorio de tu triunfo en esta noche de celebración.
Rauko notaría que la caja resistiría sus intentos de apertura, manteniendo su contenido oculto y misterioso.
Mientras tanto, en otro rincón de la playa, Meraxes recibía su propia caja de manos del capitán. La caja destinada a ella estaba adornada con intrincados patrones en espiral que recordaban a las alas de un dragón, junto con símbolos que representaban los elementos de tierra, agua y vientos entrelazados de manera armoniosa.
-Para ti, noble mujer. Tu fuerza y valentía han dejado huella en esta noche de júbilo a estos viejos huesos moldeados por las olas del mar.-Expresó el capitán con otra sonrisa y y el mismo tono de complicada que había usado con Rauko.-Dentro de esta caja se dice que se encontrará un tesoro que trasciende lo material, un tesoro que se conecta con tu esencia interior.
Las espirales grabadas en la madera parecían cobrar vida a la luz de las llamas, danzando con una energía propia. Si la dragona intentaba abrir la caja, al igual que Rauko se encontraría con una resistencia firme y un hermetismo imposible de romper.
Las cajas no pasaron desapercibidas para las miradas indiscretas. Los destellos de curiosidad y codicia brillaban en los ojos de aquellos que habían notado la entrega de los misteriosos obsequios, y poco a poco, la atención comenzó a centrarse en Rauko y Meraxes, quienes llevaban consigo las enigmáticas cajas.
Algunos asistentes habían detectado la oportunidad de obtener algo valioso, algo que podría saciar sus deseos más egoístas. Sus miradas se clavaban en el elfo peliblanco, siguiendo cada uno de sus movimientos. Susurros y murmullos corrían entre ellos, intercambiando teorías sobre lo que podría ocultar el tesoro y cómo podrían obtenerlo para sí mismos.
Otro de individuos observaban con avidez a Meraxes. Aquellos que deseaban poseer el misterioso tesoro estudiaban cada uno de los movimientos de la dragona, buscando el momento oportuno para acercarse y arrebatarle el preciado objeto.
A pesar de que Rauko y Meraxes se encontraban separados en la playa, el peligro acechaba a ambos por igual. Las miradas insistentes y los gestos furtivos de aquellos que anhelaban el tesoro eran una constante advertencia de la amenaza que se cernía sobre ellos. La festividad seguía su curso en medio de la alegría y la celebración, pero bajo la superficie, la tensión crecía a medida que los deseos de unos chocaban con la determinación de otros.
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Rauko y Meraxes, habéis sido obsequiados con unos regalos muy especiales. De entre todos los participantes de la cucaña, solo vosotros dos habéis conseguido llegar hasta la banderola que prometía recompensas generosas. El capitán, con todo su aprecio, os ha obsequiado con algo que poseía desde hacía ya bastantes años y cuyo origen se remonta a su pasada vida como marino en diferentes compañías mercantes de todo Aerandir.
Por más que queráis, intentéis u os enojéis, no conseguiréis abrir, romper, dañar o siquiera astillar las cajas que se os han entregado. Sin embargo, los rumores sobre el tesoro de valor incalculable que tanto se ha pregonado en torno a las recompensas de la cucaña harán que ciertas personas estén muy pendientes de vosotros. ¿Qué haréis? Quizás lo mejor sea irse de la fiesta para evitar problemas.
El resto de usuarios también tendrá oportunidad de arrebataros durante este evento las cajas. Si alguno se atreve, puede probar suerte a tirar runas. En ese caso, vosotros, como defensa, también deberéis de tirar runas. Quien saque un resultado mayor obtendrá la caja, no sin antes pasar un filtro de calidad de posteo, es decir, si el usuario que intenta arrebatar la caja saca una runa mayor que Rauko o Meraxes, y además logra elaborar un post que me convenza que es el legítimo ganador del duelo, se llevará la caja.
Por más que queráis, intentéis u os enojéis, no conseguiréis abrir, romper, dañar o siquiera astillar las cajas que se os han entregado. Sin embargo, los rumores sobre el tesoro de valor incalculable que tanto se ha pregonado en torno a las recompensas de la cucaña harán que ciertas personas estén muy pendientes de vosotros. ¿Qué haréis? Quizás lo mejor sea irse de la fiesta para evitar problemas.
El resto de usuarios también tendrá oportunidad de arrebataros durante este evento las cajas. Si alguno se atreve, puede probar suerte a tirar runas. En ese caso, vosotros, como defensa, también deberéis de tirar runas. Quien saque un resultado mayor obtendrá la caja, no sin antes pasar un filtro de calidad de posteo, es decir, si el usuario que intenta arrebatar la caja saca una runa mayor que Rauko o Meraxes, y además logra elaborar un post que me convenza que es el legítimo ganador del duelo, se llevará la caja.
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Tenéis hasta el fin de semana que viene, intentaré que el día 12 de agosto, para responder, y veremos las consecuencias de vuestros actos y elecciones.
Thorn
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Se pasaron toda la mañana y tarde haciendo coronas de flores. Encontraron miles de razones para hacer una por cada persona que querían. Aunque fuera en parte una buena distracción para Sena hasta el atardecer, para Oromë era como arrancarse las uñas una por una.
Hicieron una pausa para comer algo y preparar lo que sea que llevarían a la playa. Al final la vampira encontraba difícil componer una canción a pesar de la paciencia que tenía su madre para explicarle y optó por hacer lo que mejor sabía. Dibujos.
Llenó su morral de pequeños pergaminos con diferentes diseños. Unos tenían retratos muy básicos de las personas que formaron parte de su vida humana. Sus verdaderos padres, un amigo de la infancia sin rostro, pues ya no recordaba cómo se veía, pero con una pequeña sonrisa dibujada que decía más que toda una expresión fácil.
Mientras Sena dibujaba, la dragona la observaba y escribía sus sentimientos mientras tarareaba en lo bajo. Lograba mantener la calma mientras lo hacía, pero apenas.
Al principio pensaba en lo mucho que le costaría acercarse al fuego, mucho más el intentar saltar las hogueras a la medianoche. Pero más se acercaba la hora de partir, más se encontraba pensando en su hija y en su porvenir. Su única opción era entrenarla en sus habilidades para que a futuro pudiera arreglárselas sola, pero ¿acaso era la única opción? ¿Solo podía recurrir a practicar unas cuantas habilidades de su raza y soltarla al mundo? ¿Qué pasaría si nunca maduraba mentalmente y seguía siendo una niña eternamente? La sola idea de aquello hizo que tragara con fuerza para evitar sollozar.
Sena se giró a verla y le sonrió para volver a lo suyo, mientras la dragona giraba la vista a su pergamino y esta se le desenfocaba de las lágrimas que amenazaban con manchar su trabajo terminado.
La hora había llegado y partieron hacia la playa. El humo de las fogatas se alcanzaba a ver a una distancia razonable desde el cielo y decidió bajar a pocos metros de la playa para no asustar a nadie o a sí misma, en cualquier caso.
-Prométeme que no harás ninguna tontería, que no saltaras al fuego, solo pondrás tus dibujos y ya. ¿De acuerdo? -
-Lo prometo, ¿Puedo ir ahora? - Sena saltaba ligeramente en puntitas, su pequeño vestido blando ondeando al son del viento marítimo. -Ve, no hables con extraños. Mama necesita un momento a solas, luego te alcanzo. - Sena le soltó la mano y Oromë se la quedó mirando mientras se alejaba.
La pequeña estaba cerca de un pequeño fuego, pero a pocos metros de ella había una hoguera que le arrebató el aliento y la dejó nauseabunda. Era imposible que lograra quitar la vista de aquello. La playa y su hija ya no existían en su visión, solo ese fuego salvaje y dolor, mucho dolor.
Oromë se tocó el cuello con fuerza y trató de tomar una bocanada de aire, pero nada pasó. Apretó con fuerza y volvió a intentarlo sin éxito.
-No puedo respirar...- Pensó, su vista una vez más desenfocada, sus pupilas dilatas. Cayó de rodillas al suelo y hundió sus uñas en la arena. Su propio vestido blanco estaba ahora cubierto en sudor a pesar del bello clima, sus cicatrices del pecho y brazos a la vista de cualquiera mientras se soltaba el cuello y se arañaba el pecho con fuerza, rogando por algo, no tenía idea de qué, pero cualquier cosa que le quitara este dolor.
-Quema... me muero... me voy a morir... Dioses, hagan que pare. - Se dijo mientras las lágrimas le caían con fuerza por las mejillas y un quejido suave salió de su garganta mientras perdía la conciencia lentamente.
-Mama...- La voz de Sena, preocupada, llorando junto a ella, el mismo terror plasmado en su rostro.
Mentiría si dijera que recordaba que había ocurrido en ese momento. Solo tenía imágenes, como la niña la abrazaba con fuerza para evitar que siguiera lastimándose, a la albina abrazándola de regreso hasta que tosió y el aire ingresó de nuevo en sus pulmones. Las náuseas se hicieron más fuertes y logró tambalearse hasta un matorral para vomitar.
Cuando logró recuperar la cordura y el ataque quedó atrás, la niña sacó de su bolso un pequeño elixir que Dafne le había dejado para casos como estos. La dragona no tenía idea de que ella llevaría uno, pero suponiendo la situación y el lugar en donde estaban, no era de extrañarse.
Lo bebió con calma y luego se quedaron allí sentadas mientras hacía efecto. La pequeña se había recostado en las piernas de su madre y esta le acariciaba el cabello mientras entonaba su canción.
-Niko neće džanum, niko neće moju bol Da ga suze ganu, da mu predam se Niko neće džanum, niko neće moju bol Na mom jastuku, bez mira, sanjam zle- 1
Se levantaron del suelo y se encaminaron juntas a una hoguera más pequeña que la que había llevado a Oromë a un ataque de pánico. No se soltaban de las manos mientras más se acercaban, incluso aunque la albina titubeara, apretaba los dientes y daba un paso más al frente, luego otro y otro hasta estar a una distancia razonable.
Ambas tomaron sus pergaminos y los lanzaron al fuego, observaron cómo se deshacían en pequeñas volutas de humo hacia el cielo - Ni do zadnjeg leta, ni do kraja sveta Sudbina je moja kleta Ova duša nema dom, ova duša nema ton Crne zore, svеće gore, moje morе.... moje more. -2 Terminó su canción en un susurro rasposo. Todavía tenía el rostro enmarcado en lágrimas y su hija igual.
Quiso intentar saltar las llamas, pero tal vez era demasiado para una sola noche. Necesitaba un poco más de tiempo. Ella ya era una adulta, sabía que podía con sus miedos, tarde o temprano los superaría o se aplacarían lo suficiente para vivir una vida más amena.
-Disculpa la intromisión, pero debo decirle que esa ha sido una bella canción. Perfecta para que Baldr la escuche. En mis años de estudio debo decir que el idioma de los dragones suena como fuera de este mundo-
-¿Usted es...?- No negaría que la intromisión de hecho no le había agradado ni un poco. Era un momento delicado para ellas y un completo extraño había decidió inmiscuirse. -Lo siento, déjeme presentarme, soy un erudito que ha decidido participar de estas festividades. Debo decir que disfruto responder las curiosidades de la gente a cambio de que otros calmen las mías propias. ¿Le gustaría preguntarme algo? No hay nada que yo no sepa, así que no se limite. -
Ya se había dicho a sí misma que podía con sus propios miedos, que era fuerte y que esto no era más que una subida de montaña un poco más complicada de lo normal... Pero sí había un miedo que era inalterable... -Sí... mi hija adoptiva es un vampiro. ¿Acaso hay algún Dios o algo que pueda hacerse para que vuelva a ser humana? Es solo una niña...- Y sin embargo alguien le había hecho esto, le había arrebatado toda su vida. Dudaba que realmente tuviera la respuesta o una solución simple. Era como pedirle al sol menos sol o que la luna cambiara su curso completamente, pero así eran las madres. Lo deseaban todo por sus hijos, lo darían todo por ellos y Sena era su hija sin importar que. Oromë haría y daría lo que fuera si eso significaba que tendría un futuro mejor.
•Oromë y Sena queman sus penas en la hoguera.
•Mi dragona le hace una pregunta al Erudito, a ver que pasa ahora(?. (Estan mas que invitados a hablar con Oromë si gustan :3)
Hicieron una pausa para comer algo y preparar lo que sea que llevarían a la playa. Al final la vampira encontraba difícil componer una canción a pesar de la paciencia que tenía su madre para explicarle y optó por hacer lo que mejor sabía. Dibujos.
Llenó su morral de pequeños pergaminos con diferentes diseños. Unos tenían retratos muy básicos de las personas que formaron parte de su vida humana. Sus verdaderos padres, un amigo de la infancia sin rostro, pues ya no recordaba cómo se veía, pero con una pequeña sonrisa dibujada que decía más que toda una expresión fácil.
Mientras Sena dibujaba, la dragona la observaba y escribía sus sentimientos mientras tarareaba en lo bajo. Lograba mantener la calma mientras lo hacía, pero apenas.
Al principio pensaba en lo mucho que le costaría acercarse al fuego, mucho más el intentar saltar las hogueras a la medianoche. Pero más se acercaba la hora de partir, más se encontraba pensando en su hija y en su porvenir. Su única opción era entrenarla en sus habilidades para que a futuro pudiera arreglárselas sola, pero ¿acaso era la única opción? ¿Solo podía recurrir a practicar unas cuantas habilidades de su raza y soltarla al mundo? ¿Qué pasaría si nunca maduraba mentalmente y seguía siendo una niña eternamente? La sola idea de aquello hizo que tragara con fuerza para evitar sollozar.
Sena se giró a verla y le sonrió para volver a lo suyo, mientras la dragona giraba la vista a su pergamino y esta se le desenfocaba de las lágrimas que amenazaban con manchar su trabajo terminado.
La hora había llegado y partieron hacia la playa. El humo de las fogatas se alcanzaba a ver a una distancia razonable desde el cielo y decidió bajar a pocos metros de la playa para no asustar a nadie o a sí misma, en cualquier caso.
-Prométeme que no harás ninguna tontería, que no saltaras al fuego, solo pondrás tus dibujos y ya. ¿De acuerdo? -
-Lo prometo, ¿Puedo ir ahora? - Sena saltaba ligeramente en puntitas, su pequeño vestido blando ondeando al son del viento marítimo. -Ve, no hables con extraños. Mama necesita un momento a solas, luego te alcanzo. - Sena le soltó la mano y Oromë se la quedó mirando mientras se alejaba.
La pequeña estaba cerca de un pequeño fuego, pero a pocos metros de ella había una hoguera que le arrebató el aliento y la dejó nauseabunda. Era imposible que lograra quitar la vista de aquello. La playa y su hija ya no existían en su visión, solo ese fuego salvaje y dolor, mucho dolor.
Oromë se tocó el cuello con fuerza y trató de tomar una bocanada de aire, pero nada pasó. Apretó con fuerza y volvió a intentarlo sin éxito.
-No puedo respirar...- Pensó, su vista una vez más desenfocada, sus pupilas dilatas. Cayó de rodillas al suelo y hundió sus uñas en la arena. Su propio vestido blanco estaba ahora cubierto en sudor a pesar del bello clima, sus cicatrices del pecho y brazos a la vista de cualquiera mientras se soltaba el cuello y se arañaba el pecho con fuerza, rogando por algo, no tenía idea de qué, pero cualquier cosa que le quitara este dolor.
-Quema... me muero... me voy a morir... Dioses, hagan que pare. - Se dijo mientras las lágrimas le caían con fuerza por las mejillas y un quejido suave salió de su garganta mientras perdía la conciencia lentamente.
-Mama...- La voz de Sena, preocupada, llorando junto a ella, el mismo terror plasmado en su rostro.
Mentiría si dijera que recordaba que había ocurrido en ese momento. Solo tenía imágenes, como la niña la abrazaba con fuerza para evitar que siguiera lastimándose, a la albina abrazándola de regreso hasta que tosió y el aire ingresó de nuevo en sus pulmones. Las náuseas se hicieron más fuertes y logró tambalearse hasta un matorral para vomitar.
Cuando logró recuperar la cordura y el ataque quedó atrás, la niña sacó de su bolso un pequeño elixir que Dafne le había dejado para casos como estos. La dragona no tenía idea de que ella llevaría uno, pero suponiendo la situación y el lugar en donde estaban, no era de extrañarse.
Lo bebió con calma y luego se quedaron allí sentadas mientras hacía efecto. La pequeña se había recostado en las piernas de su madre y esta le acariciaba el cabello mientras entonaba su canción.
-Niko neće džanum, niko neće moju bol Da ga suze ganu, da mu predam se Niko neće džanum, niko neće moju bol Na mom jastuku, bez mira, sanjam zle- 1
Se levantaron del suelo y se encaminaron juntas a una hoguera más pequeña que la que había llevado a Oromë a un ataque de pánico. No se soltaban de las manos mientras más se acercaban, incluso aunque la albina titubeara, apretaba los dientes y daba un paso más al frente, luego otro y otro hasta estar a una distancia razonable.
Ambas tomaron sus pergaminos y los lanzaron al fuego, observaron cómo se deshacían en pequeñas volutas de humo hacia el cielo - Ni do zadnjeg leta, ni do kraja sveta Sudbina je moja kleta Ova duša nema dom, ova duša nema ton Crne zore, svеće gore, moje morе.... moje more. -2 Terminó su canción en un susurro rasposo. Todavía tenía el rostro enmarcado en lágrimas y su hija igual.
Quiso intentar saltar las llamas, pero tal vez era demasiado para una sola noche. Necesitaba un poco más de tiempo. Ella ya era una adulta, sabía que podía con sus miedos, tarde o temprano los superaría o se aplacarían lo suficiente para vivir una vida más amena.
-Disculpa la intromisión, pero debo decirle que esa ha sido una bella canción. Perfecta para que Baldr la escuche. En mis años de estudio debo decir que el idioma de los dragones suena como fuera de este mundo-
-¿Usted es...?- No negaría que la intromisión de hecho no le había agradado ni un poco. Era un momento delicado para ellas y un completo extraño había decidió inmiscuirse. -Lo siento, déjeme presentarme, soy un erudito que ha decidido participar de estas festividades. Debo decir que disfruto responder las curiosidades de la gente a cambio de que otros calmen las mías propias. ¿Le gustaría preguntarme algo? No hay nada que yo no sepa, así que no se limite. -
Ya se había dicho a sí misma que podía con sus propios miedos, que era fuerte y que esto no era más que una subida de montaña un poco más complicada de lo normal... Pero sí había un miedo que era inalterable... -Sí... mi hija adoptiva es un vampiro. ¿Acaso hay algún Dios o algo que pueda hacerse para que vuelva a ser humana? Es solo una niña...- Y sin embargo alguien le había hecho esto, le había arrebatado toda su vida. Dudaba que realmente tuviera la respuesta o una solución simple. Era como pedirle al sol menos sol o que la luna cambiara su curso completamente, pero así eran las madres. Lo deseaban todo por sus hijos, lo darían todo por ellos y Sena era su hija sin importar que. Oromë haría y daría lo que fuera si eso significaba que tendría un futuro mejor.
•Oromë y Sena queman sus penas en la hoguera.
•Mi dragona le hace una pregunta al Erudito, a ver que pasa ahora(?. (Estan mas que invitados a hablar con Oromë si gustan :3)
- Traduccion:
- 1- Nadie quiere mi amor, nadie quiere mi dolor
O que me conmueva hasta las lágrimas o que me entregue a ellos
Nadie quiere mi amor, nadie quiere mi dolor
Sobre mi almohada, inquieto, sueño con el mal
2-Hasta mi último verano, hasta el fin del mundo
mi destino esta maldito
Esta alma no tiene hogar, esta alma no tiene tono
Velas de un amanecer negro están ardiendo, mis pesadillas
Oromë Vánadóttir
Honorable
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Alward observó la prenda que la mujer le ofrecía, sumido en una breve pausa. No portaba ningún atuendo blanco, una elección que solía tomar para no sobresalir. Siempre había considerado que sus ropajes, junto con sus armas, evocaban la imagen de un cielo nocturno: no completamente negro, pero lo suficientemente oscuro como para moverse con sigilo bajo la luna.
Hace una década, ¿Quién habría pensado que el sol se le volvería tan esquivo?
Aceptó la prenda de la mujer y la anudó alrededor de su cuello como un pañuelo improvisado. Agregar más capas a su atuendo en esta temporada no parecía la mejor idea, pero no iba a desairar el regalo que le habían ofrecido. Además, un caballero siempre debía expresar gratitud por los presentes otorgados por una dama.
Miró a la mujer, susurrando un breve "Gracias".
Un breve destello de incomodidad cruzó sus ojos castaños antes de que él pudiera ocultar sus emociones nuevamente detrás de su enigmática expresión enmascarada debido a la osada pregunta de la mujer acerca del por qué portar la máscara. Sabía que no podía arriesgarse a revelar demasiado, no cuando estaba en juego la seguridad de su familia y la protección de su hermana, quien creía que había perdido a su hermano en un trágico incidente.
-Son muchas las razones para ocultar el rostro tras una máscara.-Dijo con calma, manteniendo su tono neutral y su mirada fija en la castaña.-A veces, la verdadera comodidad reside en el anonimato, en poder moverse en las sombras sin ser reconocido. Pero más allá de eso, hay secretos que deben permanecer ocultos por el bienestar de aquellos que amamos.
Sus palabras eran sinceras, aunque cuidadosamente veladas en un manto de enigmática ambigüedad. Alward sabía que su respuesta no satisfaría completamente la curiosidad de la mujer, pero era todo lo que podía ofrecer en ese momento.
La mención de la luminosidad lo hizo fruncir el ceño detrás de su máscara, un recordatorio de su deber. A pesar de sus esfuerzos por mantenerse oculto y proteger a su hermana, Alward sabía que no podía escapar del destino que él mismo se había impuesto a cumplir. Ya que, si él no lo hacía, nadie sería capaz de hacerlo.
Mientras la extraña se dirigía al camarero, Alward aprovechó el breve respiro para recoger sus pensamientos. Las palabras de la desconocida seguían resonando en su mente: "¿Qué buscas esconder?" A pesar de su fachada, Alward sabía que había mucho más en juego de lo que podía admitir. La máscara que ocultaba su rostro también ocultaba una vida pasada, una identidad que había dejado atrás para proteger a los que amaba. Aunque Iori había abierto una ventana a su interior, Alward sabía que no podía permitirse bajar completamente sus defensas. La oscuridad que lo acechaba aún era demasiado peligrosa, y su compromiso con la protección de su hermana era inquebrantable.
Se negó en rotundo en cuanto la mujer le ofreció que bebiera. Ya había dado su explicación y, aunque deseara poder aclararse la garganta, no podía hacerlo en público, pues las miradas más desconocidas e indiscretas son las más peligrosas.
Antes de que Alward pudiera responder a la última pregunta de la mujer, el ambiente se cargó con una atmósfera cargada y pesada. Todo se tensionó de una forma extraña y un escalofrío le recorrió la espalda, ¿Qué podía ser? ¿Serían imaginaciones suyas?
El Sevna no pudo evitar fruncir el ceño detrás de su máscara, quedando así la pregunta de la desconocida, y ella misma, en un segundo plano para él. Algo estaba yendo terriblemente mal.
Su atención volvió a la mujer castaña, quien parecía haber fijado su mirada de lleno en alguien. Para cuando Alward quiso seguir la dirección de dicha mirada, una figura encapuchada y vestida totalmente de negro se presentó ante ellos. Con una voz persuasiva que le ponía los vellos de punta, se dirigió a la mujer. Promesas oscuras surgieron de la figura, y entonces Alward activó todas sus alertas ante un peligro que era más que inminente.
El Sevna finalmente se decidió por actuar y se levantó impulsivamente, encarándose con la figura misteriosa y llevándose una mano tras la espalda para sujetar así el mango de una de sus dos espadas que llevaba cruzadas en la espalda.
-Detente. No te acerques a ella.-Advirtió Alward con voz firme y autoritaria. Su mano seguía descansando en el mango de su espada, lista para actuar en caso de ser necesario.
La figura misteriosa pareció ignorar la advertencia de Alward y se dirigió nuevamente a Iori, sus palabras llenas de promesas seductoras y oscuros atractivos.
-Joven, no dejes que te engañen las falsas promesas de la Luz. La Oscuridad ofrece un camino hacia el poder verdadero, hacia la liberación de las cadenas impuestas por aquellos que temen lo desconocido.
Las palabras de aquel ser compungieron al enmascarado. ¿De qué estaba hablando? ¿A qué venía todo eso? Parecía que estaba sumido en el mismo Cuento de los Stellazios, con menciones tanto a la Luz como a la Oscuridad. No supo qué más decir en ese momento, pero su postura se mantenía firme.
Apretó el mango de su espada con más fuerza al ver que la persona misteriosa no se iba, su mirada intensa clavada en la figura misteriosa.
-¡No escuches sus palabras!-Instó Alward con urgencia.-¡La Oscuridad puede parecer tentadora, pero también es engañosa y traicionera! ¡No caigas en su trampa!-Habló por inercia, sin real conocimiento de causa.
La figura misteriosa soltó una risa suave y sibilante, como si las palabras de Alward fueran entretenidas y le causaran cierta diversión. Su voz resonó en el aire con un tono burlón y despectivo mientras miraba al guerrero desde la profunda oscuridad de su capucha.
-¿Y quién eres tú para interponerte en el camino de otro, caballero enmascarado? ¿Acaso crees que comprendes el flujo de las fuerzas que guían este mundo? Tus advertencias carecen de fundamento, como los rayos del sol que se desvanecen y apagan en el crepúsculo.
La figura misteriosa se movió con una elegancia inhumana, su manto oscuro ondeando como una extensión de sí misma. Se acercó aún más a la castaña, sus ojos brillando con un destello intrigante y enigmático.
-El destino es un juego de piezas móviles, caballero, y tú pareces ser solo una de ellas. Pero ¿qué sabes realmente de los hilos que tejen la trama de la realidad? ¿Acaso has visto más allá de las máscaras que usamos para ocultar nuestras verdaderas intenciones?-La figura misteriosa se inclinó ligeramente hacia la mujer, con su voz adoptando un tono persuasivo y seductor-Joven, no escuches las palabras de este ingenuo. La Oscuridad te ofrece una libertad que él nunca podría entender. Imagina un mundo sin cadenas ni limitaciones, donde tu verdadero potencial se desata. ¿No sientes la llamada en lo más profundo de tu ser?
Alward frunció el ceño, desconfiando de las palabras de la figura misteriosa. Su mano apretó aún más el mango de la espada, preparado para intervenir si la situación se volvía amenazante.
-¡Basta! ¡No caigas en eso!-Le advirtió una vez más a la castaña.
La figura misteriosa soltó otra risa, esta vez más penetrante, como si el conflicto entre ellos fuera una mera distracción en su juego.
-¿Pretendes arreglar con la espada lo que no puedes con la palabra?
La tensión en el aire era palpable, como si la misma realidad estuviera temblando bajo la influencia de fuerzas desconocidas. La mujer castaña se encontraba en medio de este choque de palabras y voluntades, su decisión pendiendo en un delicado equilibrio mientras la figura misteriosa y Alward continuaban su enfrentamiento verbal.
Hace una década, ¿Quién habría pensado que el sol se le volvería tan esquivo?
Aceptó la prenda de la mujer y la anudó alrededor de su cuello como un pañuelo improvisado. Agregar más capas a su atuendo en esta temporada no parecía la mejor idea, pero no iba a desairar el regalo que le habían ofrecido. Además, un caballero siempre debía expresar gratitud por los presentes otorgados por una dama.
Miró a la mujer, susurrando un breve "Gracias".
Un breve destello de incomodidad cruzó sus ojos castaños antes de que él pudiera ocultar sus emociones nuevamente detrás de su enigmática expresión enmascarada debido a la osada pregunta de la mujer acerca del por qué portar la máscara. Sabía que no podía arriesgarse a revelar demasiado, no cuando estaba en juego la seguridad de su familia y la protección de su hermana, quien creía que había perdido a su hermano en un trágico incidente.
-Son muchas las razones para ocultar el rostro tras una máscara.-Dijo con calma, manteniendo su tono neutral y su mirada fija en la castaña.-A veces, la verdadera comodidad reside en el anonimato, en poder moverse en las sombras sin ser reconocido. Pero más allá de eso, hay secretos que deben permanecer ocultos por el bienestar de aquellos que amamos.
Sus palabras eran sinceras, aunque cuidadosamente veladas en un manto de enigmática ambigüedad. Alward sabía que su respuesta no satisfaría completamente la curiosidad de la mujer, pero era todo lo que podía ofrecer en ese momento.
La mención de la luminosidad lo hizo fruncir el ceño detrás de su máscara, un recordatorio de su deber. A pesar de sus esfuerzos por mantenerse oculto y proteger a su hermana, Alward sabía que no podía escapar del destino que él mismo se había impuesto a cumplir. Ya que, si él no lo hacía, nadie sería capaz de hacerlo.
Mientras la extraña se dirigía al camarero, Alward aprovechó el breve respiro para recoger sus pensamientos. Las palabras de la desconocida seguían resonando en su mente: "¿Qué buscas esconder?" A pesar de su fachada, Alward sabía que había mucho más en juego de lo que podía admitir. La máscara que ocultaba su rostro también ocultaba una vida pasada, una identidad que había dejado atrás para proteger a los que amaba. Aunque Iori había abierto una ventana a su interior, Alward sabía que no podía permitirse bajar completamente sus defensas. La oscuridad que lo acechaba aún era demasiado peligrosa, y su compromiso con la protección de su hermana era inquebrantable.
Se negó en rotundo en cuanto la mujer le ofreció que bebiera. Ya había dado su explicación y, aunque deseara poder aclararse la garganta, no podía hacerlo en público, pues las miradas más desconocidas e indiscretas son las más peligrosas.
Antes de que Alward pudiera responder a la última pregunta de la mujer, el ambiente se cargó con una atmósfera cargada y pesada. Todo se tensionó de una forma extraña y un escalofrío le recorrió la espalda, ¿Qué podía ser? ¿Serían imaginaciones suyas?
El Sevna no pudo evitar fruncir el ceño detrás de su máscara, quedando así la pregunta de la desconocida, y ella misma, en un segundo plano para él. Algo estaba yendo terriblemente mal.
Su atención volvió a la mujer castaña, quien parecía haber fijado su mirada de lleno en alguien. Para cuando Alward quiso seguir la dirección de dicha mirada, una figura encapuchada y vestida totalmente de negro se presentó ante ellos. Con una voz persuasiva que le ponía los vellos de punta, se dirigió a la mujer. Promesas oscuras surgieron de la figura, y entonces Alward activó todas sus alertas ante un peligro que era más que inminente.
El Sevna finalmente se decidió por actuar y se levantó impulsivamente, encarándose con la figura misteriosa y llevándose una mano tras la espalda para sujetar así el mango de una de sus dos espadas que llevaba cruzadas en la espalda.
-Detente. No te acerques a ella.-Advirtió Alward con voz firme y autoritaria. Su mano seguía descansando en el mango de su espada, lista para actuar en caso de ser necesario.
La figura misteriosa pareció ignorar la advertencia de Alward y se dirigió nuevamente a Iori, sus palabras llenas de promesas seductoras y oscuros atractivos.
-Joven, no dejes que te engañen las falsas promesas de la Luz. La Oscuridad ofrece un camino hacia el poder verdadero, hacia la liberación de las cadenas impuestas por aquellos que temen lo desconocido.
Las palabras de aquel ser compungieron al enmascarado. ¿De qué estaba hablando? ¿A qué venía todo eso? Parecía que estaba sumido en el mismo Cuento de los Stellazios, con menciones tanto a la Luz como a la Oscuridad. No supo qué más decir en ese momento, pero su postura se mantenía firme.
Apretó el mango de su espada con más fuerza al ver que la persona misteriosa no se iba, su mirada intensa clavada en la figura misteriosa.
-¡No escuches sus palabras!-Instó Alward con urgencia.-¡La Oscuridad puede parecer tentadora, pero también es engañosa y traicionera! ¡No caigas en su trampa!-Habló por inercia, sin real conocimiento de causa.
La figura misteriosa soltó una risa suave y sibilante, como si las palabras de Alward fueran entretenidas y le causaran cierta diversión. Su voz resonó en el aire con un tono burlón y despectivo mientras miraba al guerrero desde la profunda oscuridad de su capucha.
-¿Y quién eres tú para interponerte en el camino de otro, caballero enmascarado? ¿Acaso crees que comprendes el flujo de las fuerzas que guían este mundo? Tus advertencias carecen de fundamento, como los rayos del sol que se desvanecen y apagan en el crepúsculo.
La figura misteriosa se movió con una elegancia inhumana, su manto oscuro ondeando como una extensión de sí misma. Se acercó aún más a la castaña, sus ojos brillando con un destello intrigante y enigmático.
-El destino es un juego de piezas móviles, caballero, y tú pareces ser solo una de ellas. Pero ¿qué sabes realmente de los hilos que tejen la trama de la realidad? ¿Acaso has visto más allá de las máscaras que usamos para ocultar nuestras verdaderas intenciones?-La figura misteriosa se inclinó ligeramente hacia la mujer, con su voz adoptando un tono persuasivo y seductor-Joven, no escuches las palabras de este ingenuo. La Oscuridad te ofrece una libertad que él nunca podría entender. Imagina un mundo sin cadenas ni limitaciones, donde tu verdadero potencial se desata. ¿No sientes la llamada en lo más profundo de tu ser?
Alward frunció el ceño, desconfiando de las palabras de la figura misteriosa. Su mano apretó aún más el mango de la espada, preparado para intervenir si la situación se volvía amenazante.
-¡Basta! ¡No caigas en eso!-Le advirtió una vez más a la castaña.
La figura misteriosa soltó otra risa, esta vez más penetrante, como si el conflicto entre ellos fuera una mera distracción en su juego.
-¿Pretendes arreglar con la espada lo que no puedes con la palabra?
La tensión en el aire era palpable, como si la misma realidad estuviera temblando bajo la influencia de fuerzas desconocidas. La mujer castaña se encontraba en medio de este choque de palabras y voluntades, su decisión pendiendo en un delicado equilibrio mientras la figura misteriosa y Alward continuaban su enfrentamiento verbal.
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Off: Interactúo con Iori y me enfrento verbalmente a la figura misteriosa.
Alward Sevna
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
El rumor de extrañas visiones recorrió la playa. Sango no le dio más importancia. Los Dioses estaban de su parte, era imposible que Loki, utilizara a sus siervos para estropear, una vez más, una festividad. No, aquel día no iban a estropearlo unos simples rumores. Historias de gente que, seguramente, habrían bebido de más.
Disfrutaba de la bebida, de los fuegos y del ambiente en general, sin embargo, su espíritu estaba inquieto. No sentía que sus actos fueran suficientes como para garantizar el favor de los Dioses. Sin duda, haber hecho una corona de flores era algo grandioso, un logro personal para él, pero, ¿era digno de los Dioses? Su cabeza voló hacia los escaldos de las antiguas historias: guerreros que cantaban gestas en las cortes de los más grandes reyes. Entonces, ¿por qué no cantar para la corte que formaba el pueblo de Verisar allí reunido?
Se levantó y sacudió la cabeza. Pero en lugar de marcharse del entorno de la hoguera, dio un paso al frente y llamó la atención de los presentes.
- En esta noche de celebración, me gustaría dedicar unas palabras, que los Dioses sean testigos- hizo una breve pausa y miró a algunos de los que allí se congregaban-. Una noche en la que extenderemos el día hasta el amanecer del mañana. Una noche en la que la que nuestra voluntad de dar luz a la noche se impone a la oscura noche. Una noche en la que nuestras esperanzas de un mañana mejor, vencerán a las sombras de un futuro incierto- sonrió y miró al mar-. Una noche en la que deberíamos recordar a todos aquellos que hacen posible estos momentos- hizo una breve pausa y se aclaró la voz-. Para todos aquellos que perecieron en esa lucha, y para que su nombre jamás se olvide en la negrura del abismo, yo, Sango, Guardián del Sol, dedico esta canción a los que dieron su vida por nosotros, que seguro nos miran desde el Gran Salón y brindan por nosotros(1)-.
Al terminar hizo una ligera reverencia al fuego llevándose el puño al pecho.
Disfrutaba de la bebida, de los fuegos y del ambiente en general, sin embargo, su espíritu estaba inquieto. No sentía que sus actos fueran suficientes como para garantizar el favor de los Dioses. Sin duda, haber hecho una corona de flores era algo grandioso, un logro personal para él, pero, ¿era digno de los Dioses? Su cabeza voló hacia los escaldos de las antiguas historias: guerreros que cantaban gestas en las cortes de los más grandes reyes. Entonces, ¿por qué no cantar para la corte que formaba el pueblo de Verisar allí reunido?
Se levantó y sacudió la cabeza. Pero en lugar de marcharse del entorno de la hoguera, dio un paso al frente y llamó la atención de los presentes.
- En esta noche de celebración, me gustaría dedicar unas palabras, que los Dioses sean testigos- hizo una breve pausa y miró a algunos de los que allí se congregaban-. Una noche en la que extenderemos el día hasta el amanecer del mañana. Una noche en la que la que nuestra voluntad de dar luz a la noche se impone a la oscura noche. Una noche en la que nuestras esperanzas de un mañana mejor, vencerán a las sombras de un futuro incierto- sonrió y miró al mar-. Una noche en la que deberíamos recordar a todos aquellos que hacen posible estos momentos- hizo una breve pausa y se aclaró la voz-. Para todos aquellos que perecieron en esa lucha, y para que su nombre jamás se olvide en la negrura del abismo, yo, Sango, Guardián del Sol, dedico esta canción a los que dieron su vida por nosotros, que seguro nos miran desde el Gran Salón y brindan por nosotros(1)-.
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Allir Einherjar Óðins túnum í höggvask hverjan dag, val þeir kjósa
ok ríða vígi frá,
sitja meir of sáttir saman.
Fimm hundruð dura ok umb fjórum tögum,
svá hygg ek á Valhöllu vera;
átta hundruð Einherja ganga senn ór einum durum, þá er þeir fara við vitni at vega.
Allir Einherjar Óðins túnum í höggvask hverjan dag.
Allir Einherjar Óðins túnum í höggvask hverjan dag
ok ríða vígi frá,
sitja meir of sáttir saman.
Fimm hundruð dura ok umb fjórum tögum,
svá hygg ek á Valhöllu vera;
átta hundruð Einherja ganga senn ór einum durum, þá er þeir fara við vitni at vega.
Allir Einherjar Óðins túnum í höggvask hverjan dag.
Allir Einherjar Óðins túnum í höggvask hverjan dag
Al terminar hizo una ligera reverencia al fuego llevándose el puño al pecho.
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(1) Intento que con el talento Devoto ("su fervor religioso es tal que podría ser capaz de influir en aquellos que le rodean") que tiene Sango, darle más carga emocional a la canción de Sango. Además, al referirse a sí mismo como Gurdián del Sol (título obtenido en [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]), busca provocar a ciertas cosas que han aparecido en la playa y que, bueno, el corazón de Sango no puede dejar pasar.
Por cierto, la canción original es del autor islandés Gealdýr, os dejo enlace a la canción original [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
Por cierto, la canción original es del autor islandés Gealdýr, os dejo enlace a la canción original [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
Sango
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Qué malo podría pasar si el bueno de Vincent se paseara por alguna festividad. No es como si en toda fiesta acabase pasando algo malo y todo terminara en llamas o explotando, si este mercenario hubiera tenido el tino de asistir a ella, ¿verdad?
Quien dice fiesta, ¿dice toda situación, lugar, momento o posibilidad?
Mmmmm…
Bueno, a veces no pasaba nada, así que igual los asistentes a este hermoso evento lleno de gente vestida de blanco, por cierto, eso recordó al simpático guerrero, que debía comprarse más ropa de tonalidad blanca, igual podía disfrutar de la festividad sin que nada malo pasase.
Quizás, sí. Todo es posible en esta vida.
En cualquier caso, Vinc se lo estaba pasando bien. Sabía que el evento se había iniciado de día, pero, por cuestiones que este narrador no piensa explicar, sobre todo porque no se me ocurre que poner, el brujo no llegó al lugar hasta el final del atardecer, justo cuando la noche comenzaba. De lo único que puedo estar seguro como escritor, es que el brujo no estaba con Níniel, obvio, salvo que los roleros de este foro no lean los post de los demás, como hago yo.
Bromas de escritor incoherente aparte, la realidad del asunto es que nuestro isleño estaba de viaje por trabajo, como suele ser habitual en su vida, y la festividad del Midsummarblót le pilló cerca de Vul… Bulbasaur… Vulsulsar…
La ciudad de las macetas.
Vincent había tenido que resolver unos asuntos cerca de la frontera del reino humano. La casualidad había querido que estuviera allí cerca y, bueno, comida, es posiblemente, lo segundo que más podría interesarle a un mercenario como él, tras un buen puñado monedas y amor de elfa sacerdotisa. Guiño, guiño.
Obviando que este narrador no sabe ni contar, porque el amor de elfa sacerdotisa mínimo ya era un par de… El caso es que, Vincent, una vez resuelto su trabajo, pues, no perdía nada por pasarse por allí, antes de volver a casa.
Nuestro mercenario deambulaba por la zona a la caza de algunos postres, como era costumbre en él, si se acercaba a algún evento de aquel tipo. Había sopa, sí, sopa.
«Bueno, menos da una piedra», pensó nuestro querido brujo, antes de agenciarse un cuenco y deambular por el lugar en la búsqueda de alguna cara conocida.
Aquí es dónde podemos decir que no vio cara conocida, por el momento, más Vinc creyó reconocer figura conocida. Figura, porque el encapuchado dejaba mucho trabajo para la imaginación.
Con ese rostro cincelado por los dioses, y ese cuerpo escultural creado de puro mármol, ¿por qué se escondía?
Para disgusto de hombres, mujeres y Oromë en particular, esto último, apunte sólo sabido por este humilde narrador, aún lo perseguían. Era la única conclusión lógica que podía razonar nuestro brujo para que siguiera ocultando su rostro, claro, si se trataba de la persona que creía reconocer.
Evidentemente, el rubio no podía estar seguro de si esa persona sería quien él creía que era, así que como persona del todo normal, se acercó y saludó.
¡Por supuesto que no!
Vincent se quedó mirando a cierta distancia a ver si lograba visualizar algún rasgo que le permitiera estar seguro de acercarse a alguien conocido. Recipiente en mano, observó cómo el hombre, al menos de eso podía estar seguro, conversaba con una dama, que, por otro lado, no era Katrina.
«Estaré perdiendo facultades, ¿ya no capto los detalles como antes?», caviló, justo antes de que se iniciara el acto de una obra de teatro del todo inesperada.
El momento para que un buen mercenario se acercara al lugar de la discusión.
- ¿Qué ocurre? - preguntó al encontrarse a dos pasos de ellos, ojeando mejor al hombre y estando más seguro de que sí era quien pensaba, para luego depositar su mirada en la mujer, y finalmente en el encapuchado recién llegado. ¿Encapuchado o encapuchada? - Espero que en esa oscuridad tenga antorchas, porque de otro modo lo único que lograría sería pegarse un tortazo al tropezar con la primera piedra del camino-, comentó jocoso, pero en tono neutro. - Igual una mordida de vampiro resuelve el asunto de los tropiezos en mitad de la oscuridad. ¿Una sopita? - comentó, estirando hacia la persona misteriosa el brazo con el que sostenía el cuenco con sopa.
A Vincent no se le había escapado la tensión que había en el ambiente, pero… Bueno, como se ha mencionado más de una vez en el pasado, Vincent no dejaba de ser Vincent.
El mercenario se preguntaba cómo reaccionaría aquel tipo siniestro ante su buen talante. Tanto si la respuesta era buena, como si no lo era, o incluso violenta, tendría una respuesta adecuada para él o ella. De eso podía estar seguro.
¿Se nota que los eventos festivos sacan mi lado narrador cómico?
Interactúo con Alward, Iori y la figura misteriosa que se les acerca. Dejo las respuestas a mi intervención, por parte del encapuchado, a Alw, Iori o ambos, para que se diviertan conversando doblemente con mi personaje majadero XDD
Si no me fijé que había alguien más junto a ellos, por favor, dímelo, estoy a un click de mandarte a la mier... de editar. =D Nah, en serio, si pasé algo por alto, o hay errores en el texto, díganmelo para editar.
Eso es todo, espero que disfruten del escrito ^^
Quien dice fiesta, ¿dice toda situación, lugar, momento o posibilidad?
Mmmmm…
Bueno, a veces no pasaba nada, así que igual los asistentes a este hermoso evento lleno de gente vestida de blanco, por cierto, eso recordó al simpático guerrero, que debía comprarse más ropa de tonalidad blanca, igual podía disfrutar de la festividad sin que nada malo pasase.
Quizás, sí. Todo es posible en esta vida.
En cualquier caso, Vinc se lo estaba pasando bien. Sabía que el evento se había iniciado de día, pero, por cuestiones que este narrador no piensa explicar, sobre todo porque no se me ocurre que poner, el brujo no llegó al lugar hasta el final del atardecer, justo cuando la noche comenzaba. De lo único que puedo estar seguro como escritor, es que el brujo no estaba con Níniel, obvio, salvo que los roleros de este foro no lean los post de los demás, como hago yo.
Bromas de escritor incoherente aparte, la realidad del asunto es que nuestro isleño estaba de viaje por trabajo, como suele ser habitual en su vida, y la festividad del Midsummarblót le pilló cerca de Vul… Bulbasaur… Vulsulsar…
La ciudad de las macetas.
Vincent había tenido que resolver unos asuntos cerca de la frontera del reino humano. La casualidad había querido que estuviera allí cerca y, bueno, comida, es posiblemente, lo segundo que más podría interesarle a un mercenario como él, tras un buen puñado monedas y amor de elfa sacerdotisa. Guiño, guiño.
Obviando que este narrador no sabe ni contar, porque el amor de elfa sacerdotisa mínimo ya era un par de… El caso es que, Vincent, una vez resuelto su trabajo, pues, no perdía nada por pasarse por allí, antes de volver a casa.
Nuestro mercenario deambulaba por la zona a la caza de algunos postres, como era costumbre en él, si se acercaba a algún evento de aquel tipo. Había sopa, sí, sopa.
«Bueno, menos da una piedra», pensó nuestro querido brujo, antes de agenciarse un cuenco y deambular por el lugar en la búsqueda de alguna cara conocida.
Aquí es dónde podemos decir que no vio cara conocida, por el momento, más Vinc creyó reconocer figura conocida. Figura, porque el encapuchado dejaba mucho trabajo para la imaginación.
Con ese rostro cincelado por los dioses, y ese cuerpo escultural creado de puro mármol, ¿por qué se escondía?
Para disgusto de hombres, mujeres y Oromë en particular, esto último, apunte sólo sabido por este humilde narrador, aún lo perseguían. Era la única conclusión lógica que podía razonar nuestro brujo para que siguiera ocultando su rostro, claro, si se trataba de la persona que creía reconocer.
Evidentemente, el rubio no podía estar seguro de si esa persona sería quien él creía que era, así que como persona del todo normal, se acercó y saludó.
¡Por supuesto que no!
Vincent se quedó mirando a cierta distancia a ver si lograba visualizar algún rasgo que le permitiera estar seguro de acercarse a alguien conocido. Recipiente en mano, observó cómo el hombre, al menos de eso podía estar seguro, conversaba con una dama, que, por otro lado, no era Katrina.
«Estaré perdiendo facultades, ¿ya no capto los detalles como antes?», caviló, justo antes de que se iniciara el acto de una obra de teatro del todo inesperada.
El momento para que un buen mercenario se acercara al lugar de la discusión.
- ¿Qué ocurre? - preguntó al encontrarse a dos pasos de ellos, ojeando mejor al hombre y estando más seguro de que sí era quien pensaba, para luego depositar su mirada en la mujer, y finalmente en el encapuchado recién llegado. ¿Encapuchado o encapuchada? - Espero que en esa oscuridad tenga antorchas, porque de otro modo lo único que lograría sería pegarse un tortazo al tropezar con la primera piedra del camino-, comentó jocoso, pero en tono neutro. - Igual una mordida de vampiro resuelve el asunto de los tropiezos en mitad de la oscuridad. ¿Una sopita? - comentó, estirando hacia la persona misteriosa el brazo con el que sostenía el cuenco con sopa.
A Vincent no se le había escapado la tensión que había en el ambiente, pero… Bueno, como se ha mencionado más de una vez en el pasado, Vincent no dejaba de ser Vincent.
El mercenario se preguntaba cómo reaccionaría aquel tipo siniestro ante su buen talante. Tanto si la respuesta era buena, como si no lo era, o incluso violenta, tendría una respuesta adecuada para él o ella. De eso podía estar seguro.
Offrol
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¿Se nota que los eventos festivos sacan mi lado narrador cómico?
Interactúo con Alward, Iori y la figura misteriosa que se les acerca. Dejo las respuestas a mi intervención, por parte del encapuchado, a Alw, Iori o ambos, para que se diviertan conversando doblemente con mi personaje majadero XDD
Si no me fijé que había alguien más junto a ellos, por favor, dímelo, estoy a un click de mandarte a la mier... de editar. =D Nah, en serio, si pasé algo por alto, o hay errores en el texto, díganmelo para editar.
Eso es todo, espero que disfruten del escrito ^^
Vincent Calhoun
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Zelas se encontraba sentado en la arena, ahora estaba en la fase nostálgica de la ebriedad con los pelos chamuscados y parte de la ropa aun con brasas que Eve trataba de apagárselas.
-Hey.. Eve.. ¿En que momento apareciste?- preguntaría el no-elfo que no comprendía como había pasado de estar en llamas a no estarlo.
-Hmmm, tienes que controlarte- diría la joven, asegurándose de que estuviera completamente apagado.
-Lindo vestido- señalaría justo cuando escucho una voz familiar. El rubio chamuscado le dio unas palmadas al piso cercano a donde estaban sentados para invitarle a unírseles con confianza.
Los Cuatro escucharon un canto algo melancólico que de alguna extraña forma se mezclaba bien junto al fuego y la brisa nocturna, los 3 comenzaron a hablar sobre los sucesos del día, así Meleis se entero de como su hermana estaba deambulando por ahí, Zelas se entero de que Eve estaba por ahí por séptima vez, y Eve por su parte decidió ignorarle mientras se ponía a jugar con Bomull que tenia una linda corona de flores.
Todo estaba animado y en orden cuando un extraño hombre apareció, preguntando muchas cosas a cambio de responder preguntas que le hacían Zelas le hizo una seña para que se acercara. -Jóvenes, en que puede este erudito ayudarles, poseo conocimientos sobre muchas cosas, pero siempre me gusta adquirir mas así que si están de acuerdo, a cambio de responder a la preguntan que me hagan, me gustaría también realizarles una pregunta- señalaría el Erudito esperando por la respuestas de los 3 jóvenes y antes que Meleis, Eve o Bomull(?) pudieran responder Zelas realizo su pregunta.
-¿Estoy realmente vivo o solo estoy experimentando una vida a través de los ojos de alguien mas?- preguntaría con un extraño aire de filosófico que solo se da en algunos momentos de ebriedad.
OFF: escucho la canción de Sango junto con Eve, Meleis y Bomull, luego interactuó con el Erudito.
-Hey.. Eve.. ¿En que momento apareciste?- preguntaría el no-elfo que no comprendía como había pasado de estar en llamas a no estarlo.
-Hmmm, tienes que controlarte- diría la joven, asegurándose de que estuviera completamente apagado.
-Lindo vestido- señalaría justo cuando escucho una voz familiar. El rubio chamuscado le dio unas palmadas al piso cercano a donde estaban sentados para invitarle a unírseles con confianza.
Los Cuatro escucharon un canto algo melancólico que de alguna extraña forma se mezclaba bien junto al fuego y la brisa nocturna, los 3 comenzaron a hablar sobre los sucesos del día, así Meleis se entero de como su hermana estaba deambulando por ahí, Zelas se entero de que Eve estaba por ahí por séptima vez, y Eve por su parte decidió ignorarle mientras se ponía a jugar con Bomull que tenia una linda corona de flores.
Todo estaba animado y en orden cuando un extraño hombre apareció, preguntando muchas cosas a cambio de responder preguntas que le hacían Zelas le hizo una seña para que se acercara. -Jóvenes, en que puede este erudito ayudarles, poseo conocimientos sobre muchas cosas, pero siempre me gusta adquirir mas así que si están de acuerdo, a cambio de responder a la preguntan que me hagan, me gustaría también realizarles una pregunta- señalaría el Erudito esperando por la respuestas de los 3 jóvenes y antes que Meleis, Eve o Bomull(?) pudieran responder Zelas realizo su pregunta.
-¿Estoy realmente vivo o solo estoy experimentando una vida a través de los ojos de alguien mas?- preguntaría con un extraño aire de filosófico que solo se da en algunos momentos de ebriedad.
OFF: escucho la canción de Sango junto con Eve, Meleis y Bomull, luego interactuó con el Erudito.
Zelas Hazelmere
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
El día más largo dio para mucho. Historias, canciones, bailes, juegos...Pero como todos, y más aún cuando una se divierte, terminó por dar paso a la noche. Las manualidades florales dieron paso a las hogueras. La comida diurna a la tradicional sopa comunitaria, y, en muchos casos, alrededor de los fuegos, el tono alegre y desenfadado a uno más melancólico.
No era muy diferente para Níniel.
Aunque permanecía dentro de la zona de la hoguera principal, se había separado un poco de la mayoría y se encontraba meditabunda. Hasta allí llegaban los deseos que pedía la gente, los malos recuerdos que querían dejar atrás, los males que deseaban purificar...Y la elfa no podía evitar darse cuenta de que a pesar de su corta edad, especialmente desde el punto de vista de los hijos del bosque, había vivido ya tantas experiencias como para poder pasarse toda la noche saltando de un lado para otro sobre las brasas.
-Que mi hermanito se ponga bueno.- Escuchó pedir a una niña humana que saltó una pequeña rama que habían separado para ella y sus pequeñas piernitas. Y a la mente de la sacerdotisa llegaban imágenes de las decenas de batallas vividas, y de como había servido como sanadora en ellas. La lucha contra la gran mortandad que había azotado Aerandir un tiempo atrás y el miedo que había extendido incluso más rápido que la propia enfermedad. Desde luego la gran mayoría de gentes podía vivir su vida entera sin ver ni una fracción de las enfermedades, heridas y muerte que la joven había vivido en sus cortos años de vida.
-Adiós a la mala racha, que los negocios vayan bien este año.- Llegó a sus oídos después. Y la peliblanca pensó en su propio establecimiento en Lunargenta. No podía quejarse de su suerte en ese sentido. Muy lejos quedaban ya los días en los que alquilaba una habitación en la posada y debía atrancar la puerta con lo que tuviera a mano, temerosa de que los humanos quisieran raptarla o a saber qué otras bajezas. Y es que hubo un tiempo en el que el trayecto de la posada al hospital se le había antojado toda una travesía, y en el que el fornido y barbudo Beor Wood la había intimidado solo con su presencia. Aquello la hizo sonreír. A su lado, una adormilada Catherine bostezó ampliamente. Se había llenado de comida y bebida y en cualquier momento podría quedarse dormida.
Entonces escuchó a un humano entonar una canción dedicada a los que ya no se encontraban entre ellos. Y la peliblanca pensó en los soldados y compañeros que no había podido salvar. Los enfermos que no había llegado a sanar. Pensó en Abbey Frost, tan joven y talentosa...Nunca había dejado que esa clase de pena o culpa tomaran las riendas de su vida. Como sacerdotisa entendía perfectamente que la muerte era parte de la vida. Como sanadora que no podía salvar a todo el mundo, y como ingeniera que debía de mantenerse pragmática...Pero aún así quiso dedicar aquellos momentos a recordar sus rostros. También eran bastantes para una elfa tan joven.
-¿No vas a saltar?- Quiso saber Catherine. -Librarte de la mala suerte...de cierto brujo, y que todo sea genial de ahora en adelante. Dejar atrás tantas guerras y enemigos raros y chungos-
La peliblanca negó con la cabeza. -Yo soy mis cicatrices.- respondió, y tuvo que añadir un "metafóricamente hablando" al ver como su hermana la miraba de arriba a abajo de forma evaluadora. Sabía que no tenía marca alguna en su piel, más allá del tatuaje de su clan en la espalda. -¿Qué clase de sanadora sería si fuese por ahí llena de marcas?-
No era muy diferente para Níniel.
Aunque permanecía dentro de la zona de la hoguera principal, se había separado un poco de la mayoría y se encontraba meditabunda. Hasta allí llegaban los deseos que pedía la gente, los malos recuerdos que querían dejar atrás, los males que deseaban purificar...Y la elfa no podía evitar darse cuenta de que a pesar de su corta edad, especialmente desde el punto de vista de los hijos del bosque, había vivido ya tantas experiencias como para poder pasarse toda la noche saltando de un lado para otro sobre las brasas.
-Que mi hermanito se ponga bueno.- Escuchó pedir a una niña humana que saltó una pequeña rama que habían separado para ella y sus pequeñas piernitas. Y a la mente de la sacerdotisa llegaban imágenes de las decenas de batallas vividas, y de como había servido como sanadora en ellas. La lucha contra la gran mortandad que había azotado Aerandir un tiempo atrás y el miedo que había extendido incluso más rápido que la propia enfermedad. Desde luego la gran mayoría de gentes podía vivir su vida entera sin ver ni una fracción de las enfermedades, heridas y muerte que la joven había vivido en sus cortos años de vida.
-Adiós a la mala racha, que los negocios vayan bien este año.- Llegó a sus oídos después. Y la peliblanca pensó en su propio establecimiento en Lunargenta. No podía quejarse de su suerte en ese sentido. Muy lejos quedaban ya los días en los que alquilaba una habitación en la posada y debía atrancar la puerta con lo que tuviera a mano, temerosa de que los humanos quisieran raptarla o a saber qué otras bajezas. Y es que hubo un tiempo en el que el trayecto de la posada al hospital se le había antojado toda una travesía, y en el que el fornido y barbudo Beor Wood la había intimidado solo con su presencia. Aquello la hizo sonreír. A su lado, una adormilada Catherine bostezó ampliamente. Se había llenado de comida y bebida y en cualquier momento podría quedarse dormida.
Entonces escuchó a un humano entonar una canción dedicada a los que ya no se encontraban entre ellos. Y la peliblanca pensó en los soldados y compañeros que no había podido salvar. Los enfermos que no había llegado a sanar. Pensó en Abbey Frost, tan joven y talentosa...Nunca había dejado que esa clase de pena o culpa tomaran las riendas de su vida. Como sacerdotisa entendía perfectamente que la muerte era parte de la vida. Como sanadora que no podía salvar a todo el mundo, y como ingeniera que debía de mantenerse pragmática...Pero aún así quiso dedicar aquellos momentos a recordar sus rostros. También eran bastantes para una elfa tan joven.
-¿No vas a saltar?- Quiso saber Catherine. -Librarte de la mala suerte...de cierto brujo, y que todo sea genial de ahora en adelante. Dejar atrás tantas guerras y enemigos raros y chungos-
La peliblanca negó con la cabeza. -Yo soy mis cicatrices.- respondió, y tuvo que añadir un "metafóricamente hablando" al ver como su hermana la miraba de arriba a abajo de forma evaluadora. Sabía que no tenía marca alguna en su piel, más allá del tatuaje de su clan en la espalda. -¿Qué clase de sanadora sería si fuese por ahí llena de marcas?-
Níniel Thenidiel
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Oromë Vánadóttir escribió:-Sí... mi hija adoptiva es un vampiro. ¿Acaso hay algún Dios o algo que pueda hacerse para que vuelva a ser humana? Es solo una niña...-
El erudito responde
El erudito, ataviado con ropas pálidas que parecían haber recorrido los pasillos de la historia y las estanterías de las bibliotecas más antiguas, se inclinó ligeramente hacia Oromë, sus ojos llenos de una calma sabia y penetrante. Su cabello azabache caía en suaves mechones hasta los hombros, y llevaba consigo una mochila cargada de pergaminos y libros, testigos mudos de su vasto conocimiento.
La noche parecía envolverlo en un aura de misterio, con las llamas danzantes de las fogatas proyectando sombras que bailaban en su rostro sereno. Se encontraban en la playa, el susurro de las olas y el chisporroteo de las hogueras creaban una atmósfera mágica y cargada de energía.
El erudito extendió sus manos, sus dedos delgados y hábiles parecían ansiosos por compartir secretos ocultos con el mundo. Su voz resonó en el aire, tranquila pero cargada de autoridad, mientras respondía a la pregunta de Oromë.
-Mi estimada dama, la cuestión que plantea es de una complejidad profunda. La maldición vampírica es un enigma tejido con los hilos de lo sobrenatural y lo ancestral. Sin embargo, en mis años de estudio y exploración, he hallado referencias a rituales antiguos, aquellos que han sido transmitidos a través de generaciones, que han logrado romper el yugo de dicha maldición... Ah--Levantó un dedo, indicando una nueva perspectiva para sus palabras.-Pero hay quienes toman esto como un don y no como una maldición. La vida eterna, el abrazo de la noche, el control del éter a quienes se les es negado por nacimiento... muchas son las ventajas, ¿No lo cree?-
El erudito se agachó junto a la hoguera, tomó un puñado de arena y la dejó escurrir lentamente entre sus dedos como si estuviera midiendo el tiempo mismo.
-Estos rituales, por supuesto, no son tareas simples. Requieren una profunda comprensión de la magia y un conocimiento íntimo de los lazos que unen a la víctima con la maldición. Ingredientes raros y difíciles de conseguir, así como una voluntad inquebrantable, son necesarios para llevar a cabo semejantes empresas.-
Sus ojos verdes se encontraron con los de Oromë, transmitiendo una mezcla de simpatía y comprensión.
-Comprenda, sin embargo, que estas son sendas peligrosas. La magia es poderosa pero caprichosa, y los caminos para deshacer una maldición son a menudo enrevesados y oscuros. Además, existen fuerzas que pueden oponerse a tal empresa, y el precio a pagar podría ser alto.-
El erudito se enderezó, su figura adquiriendo una especie de gravedad que contrastaba con la brisa ligera que soplaba desde el mar.
-La elección, querida dama, es suya y de su hija. La senda de la curación es ardua y llena de incertidumbre, pero también puede ofrecer una esperanza que ilumine las sombras de la noche. Recuerde siempre que el conocimiento es tanto una herramienta como un arma, y su uso prudente es esencial para guiar su camino.-
Entonces, miró tanto a la hija como a la madre, y con una sonrisa en su rostro decidió que lo mejor para ambas era enseñarles el camino de la esperanza.
-Ciertas corrientes en el estudio sobre los vampiros destacan un sacrificio que hay que hacer en el sitio de culto de los propios seres de la noche; el Altar de Habaknuk. No le recomiendo acercarse a un dios tan malvado.-Se cruzó de brazos y sopesó otra posible cura.-Sin duda una mejor opción sería realizar otro tipo de ritual. Hay elfos que tienen cierta conexión especial con el éter y el elemento Luz. Su alma rebosa Oscuridad, sin ninguna duda...-Dijo esto último observando a la pequeña Sena-¡Pero no se preocupe!-Intentó corregir su tono por si había sonado brusco-En Midgard, la Luz y la Oscuridad deben ir de la mano. Una prevalencia de la una sobre la otra conllevaría a resultados catastróficos.-Carraspeó. Sentía que se estaba yendo demasiado por las ramas.-Debe de entrar en el territorio sagrado de los elfos, muy cerca de su árbol sagrado, y pedir allí ayuda. Si la escuchan, podrá dar con alguien que la ayude.-
Concluyó su respuesta con un gesto elegante, su mano extendida hacia el horizonte, como si estuviera invitando a Oromë a explorar un vasto y desconocido universo de posibilidades. La noche continuaba su danza mágica, y en medio de las llamas y la oscuridad, el erudito parecía un faro de sabiduría y enigma en el corazón de la festividad.
-Ahora, mi pregunta.-Volvió a centrar su atención en la mujer de cabellos níveos. Carraspeó de nuevo, como si le quisiera dar espectacularidad a la breve espera de la formulación de su cuestión. El erudito no pasó por alto el rostro de Oromë, captando la inquietud que cruzaba sus ojos cuando su mirada se posaba en las llamas danzantes de las hogueras. Sus palabras surgieron con una serenidad comprensiva.-Observo que el fuego despierta un sentimiento peculiar en usted, una reacción que no pasa inadvertida. Las fobias y los temores a menudo esconden historias profundas y experiencias significativas. Si me lo permite, ¿podría compartir la raíz de su temor al fuego? ¿Hay una historia o un evento que haya marcado este sentimiento en su ser?-
El erudito aguardó con paciencia, como un explorador de la mente humana, deseando entender más allá de las palabras. La pregunta flotó en el aire como una invitación a desvelar una parte íntima de sí misma, una oportunidad para comprender y enfrentar los recuerdos que yacían detrás del miedo al fuego de Oromë.
La noche parecía envolverlo en un aura de misterio, con las llamas danzantes de las fogatas proyectando sombras que bailaban en su rostro sereno. Se encontraban en la playa, el susurro de las olas y el chisporroteo de las hogueras creaban una atmósfera mágica y cargada de energía.
El erudito extendió sus manos, sus dedos delgados y hábiles parecían ansiosos por compartir secretos ocultos con el mundo. Su voz resonó en el aire, tranquila pero cargada de autoridad, mientras respondía a la pregunta de Oromë.
-Mi estimada dama, la cuestión que plantea es de una complejidad profunda. La maldición vampírica es un enigma tejido con los hilos de lo sobrenatural y lo ancestral. Sin embargo, en mis años de estudio y exploración, he hallado referencias a rituales antiguos, aquellos que han sido transmitidos a través de generaciones, que han logrado romper el yugo de dicha maldición... Ah--Levantó un dedo, indicando una nueva perspectiva para sus palabras.-Pero hay quienes toman esto como un don y no como una maldición. La vida eterna, el abrazo de la noche, el control del éter a quienes se les es negado por nacimiento... muchas son las ventajas, ¿No lo cree?-
El erudito se agachó junto a la hoguera, tomó un puñado de arena y la dejó escurrir lentamente entre sus dedos como si estuviera midiendo el tiempo mismo.
-Estos rituales, por supuesto, no son tareas simples. Requieren una profunda comprensión de la magia y un conocimiento íntimo de los lazos que unen a la víctima con la maldición. Ingredientes raros y difíciles de conseguir, así como una voluntad inquebrantable, son necesarios para llevar a cabo semejantes empresas.-
Sus ojos verdes se encontraron con los de Oromë, transmitiendo una mezcla de simpatía y comprensión.
-Comprenda, sin embargo, que estas son sendas peligrosas. La magia es poderosa pero caprichosa, y los caminos para deshacer una maldición son a menudo enrevesados y oscuros. Además, existen fuerzas que pueden oponerse a tal empresa, y el precio a pagar podría ser alto.-
El erudito se enderezó, su figura adquiriendo una especie de gravedad que contrastaba con la brisa ligera que soplaba desde el mar.
-La elección, querida dama, es suya y de su hija. La senda de la curación es ardua y llena de incertidumbre, pero también puede ofrecer una esperanza que ilumine las sombras de la noche. Recuerde siempre que el conocimiento es tanto una herramienta como un arma, y su uso prudente es esencial para guiar su camino.-
Entonces, miró tanto a la hija como a la madre, y con una sonrisa en su rostro decidió que lo mejor para ambas era enseñarles el camino de la esperanza.
-Ciertas corrientes en el estudio sobre los vampiros destacan un sacrificio que hay que hacer en el sitio de culto de los propios seres de la noche; el Altar de Habaknuk. No le recomiendo acercarse a un dios tan malvado.-Se cruzó de brazos y sopesó otra posible cura.-Sin duda una mejor opción sería realizar otro tipo de ritual. Hay elfos que tienen cierta conexión especial con el éter y el elemento Luz. Su alma rebosa Oscuridad, sin ninguna duda...-Dijo esto último observando a la pequeña Sena-¡Pero no se preocupe!-Intentó corregir su tono por si había sonado brusco-En Midgard, la Luz y la Oscuridad deben ir de la mano. Una prevalencia de la una sobre la otra conllevaría a resultados catastróficos.-Carraspeó. Sentía que se estaba yendo demasiado por las ramas.-Debe de entrar en el territorio sagrado de los elfos, muy cerca de su árbol sagrado, y pedir allí ayuda. Si la escuchan, podrá dar con alguien que la ayude.-
Concluyó su respuesta con un gesto elegante, su mano extendida hacia el horizonte, como si estuviera invitando a Oromë a explorar un vasto y desconocido universo de posibilidades. La noche continuaba su danza mágica, y en medio de las llamas y la oscuridad, el erudito parecía un faro de sabiduría y enigma en el corazón de la festividad.
-Ahora, mi pregunta.-Volvió a centrar su atención en la mujer de cabellos níveos. Carraspeó de nuevo, como si le quisiera dar espectacularidad a la breve espera de la formulación de su cuestión. El erudito no pasó por alto el rostro de Oromë, captando la inquietud que cruzaba sus ojos cuando su mirada se posaba en las llamas danzantes de las hogueras. Sus palabras surgieron con una serenidad comprensiva.-Observo que el fuego despierta un sentimiento peculiar en usted, una reacción que no pasa inadvertida. Las fobias y los temores a menudo esconden historias profundas y experiencias significativas. Si me lo permite, ¿podría compartir la raíz de su temor al fuego? ¿Hay una historia o un evento que haya marcado este sentimiento en su ser?-
El erudito aguardó con paciencia, como un explorador de la mente humana, deseando entender más allá de las palabras. La pregunta flotó en el aire como una invitación a desvelar una parte íntima de sí misma, una oportunidad para comprender y enfrentar los recuerdos que yacían detrás del miedo al fuego de Oromë.
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Querida Oromë, la respuesta a tu pregunta ha sido respondida y se abren ante ti dos caminos: el primero sería enrevesar aún más las cosas y enfrentarte a fuerzas que podrían dejar más cicatrices, no solo en tu piel, sino también en tu alma. Sin embargo, es un ritual que ya se ha hecho antes y donde seguro vas a poder curar a Sena.
Sin embargo, recuerda que la Oscuridad es un poderoso veneno, que puede incluso intoxicarte a ti misma. En este caso, te ofrezco la posibilidad de acercarte más a la Luz y acudir a territorio elfo, donde ya te aseguro que no serás bienvenida, y es complicado que quieran ayudarte, pero su sanación será más segura tanto para ti como para la pequeña Sena.
Tú decides.
Por cierto, deberás responder a la pregunta del erudito.
Sin embargo, recuerda que la Oscuridad es un poderoso veneno, que puede incluso intoxicarte a ti misma. En este caso, te ofrezco la posibilidad de acercarte más a la Luz y acudir a territorio elfo, donde ya te aseguro que no serás bienvenida, y es complicado que quieran ayudarte, pero su sanación será más segura tanto para ti como para la pequeña Sena.
Tú decides.
Por cierto, deberás responder a la pregunta del erudito.
Zelas Hazelmere escribió:-¿Estoy realmente vivo o solo estoy experimentando una vida a través de los ojos de alguien mas?-
El erudito responde
El erudito recibió la pregunta con una mirada iluminada, como si hubiera sido convocado para discutir los misterios más profundos del universo. Sus ojos brillaron con anticipación mientras consideraba la cuestión planteada por Zelas. Con voz serena pero llena de emoción contenida, respondió:
-Ah, una cuestión que ha inquietado a pensadores y filósofos a lo largo de las eras. ¡La naturaleza de la realidad y la conciencia es un enigma fascinante! ¿Somos meros espectadores en el teatro de la existencia, o somos actores que experimentan cada matiz de la vida de manera única?-El erudito se inclinó hacia adelante ligeramente, cautivado por la discusión que se avecinaba.-Permítame llevarlo a un viaje a través de las palabras de los grandes filósofos que han explorado esta misma pregunta. El sabio brujo Kalenius sostenía que cada individuo es una chispa de la Gran Conciencia Universal, experimentando la vida a través de múltiples perspectivas para enriquecer su conocimiento. Por otro lado, la filosofía del pensador humano Elara del Viento postula que nuestra existencia es una serie de sueños entrelazados, donde nuestras vidas son una ilusión cuidadosamente tejida por algún ser cósmico. ¿Nuestros dioses son verdaderos? ¿Lo son los de los elfos? ¿Quizás los dragones ancestrales? ¿O hay algo que desconocemos y que está allá fuera? ¿Controlan todos ellos, algunos o quizás ninguno, nuestras vidas?-Señaló al cielo-Sin duda, son preguntas muy interesantes-
El erudito se animó aún más, sumergiéndose en sus propias teorías mientras señalaba a diferentes direcciones.
-Y luego está la corriente de pensamiento de los Teoréticos del Espejo, quienes sostienen que somos reflejos de un cosmos mayor, una imagen que se repite infinitamente en un universo fractal. Cada vida es una variación única de un patrón cósmico.-Hacía gestos con las manos en cada explicación, entusiasmado por alguien que parecía interesado en las cuestiones metafísicas.-En última instancia.-Concluyó el erudito con una chispa en los ojos.-La pregunta sobre la verdadera naturaleza de la existencia nos lleva a explorar los límites de nuestra comprensión y nos invita a adentrarnos en las profundidades de la filosofía. Quién sabe, quizás todos estamos entrelazados en una danza cósmica de experiencias, cada uno contribuyendo al tapiz de la conciencia universal. O tal vez, somos los maestros de nuestro propio destino, forjando una realidad única a través de nuestras elecciones y acciones.-
El erudito se relajó y suspiró satisfecho, como si hubiera compartido un banquete intelectual.
-Y ahora, estimado amigo, ¿Me permitiría plantear una cuestión a cambio? Mi curiosidad está picando en la esquina de mi mente, y me gustaría conocer su perspectiva sobre el equilibrio entre el destino y el libre albedrío.-
-Ah, una cuestión que ha inquietado a pensadores y filósofos a lo largo de las eras. ¡La naturaleza de la realidad y la conciencia es un enigma fascinante! ¿Somos meros espectadores en el teatro de la existencia, o somos actores que experimentan cada matiz de la vida de manera única?-El erudito se inclinó hacia adelante ligeramente, cautivado por la discusión que se avecinaba.-Permítame llevarlo a un viaje a través de las palabras de los grandes filósofos que han explorado esta misma pregunta. El sabio brujo Kalenius sostenía que cada individuo es una chispa de la Gran Conciencia Universal, experimentando la vida a través de múltiples perspectivas para enriquecer su conocimiento. Por otro lado, la filosofía del pensador humano Elara del Viento postula que nuestra existencia es una serie de sueños entrelazados, donde nuestras vidas son una ilusión cuidadosamente tejida por algún ser cósmico. ¿Nuestros dioses son verdaderos? ¿Lo son los de los elfos? ¿Quizás los dragones ancestrales? ¿O hay algo que desconocemos y que está allá fuera? ¿Controlan todos ellos, algunos o quizás ninguno, nuestras vidas?-Señaló al cielo-Sin duda, son preguntas muy interesantes-
El erudito se animó aún más, sumergiéndose en sus propias teorías mientras señalaba a diferentes direcciones.
-Y luego está la corriente de pensamiento de los Teoréticos del Espejo, quienes sostienen que somos reflejos de un cosmos mayor, una imagen que se repite infinitamente en un universo fractal. Cada vida es una variación única de un patrón cósmico.-Hacía gestos con las manos en cada explicación, entusiasmado por alguien que parecía interesado en las cuestiones metafísicas.-En última instancia.-Concluyó el erudito con una chispa en los ojos.-La pregunta sobre la verdadera naturaleza de la existencia nos lleva a explorar los límites de nuestra comprensión y nos invita a adentrarnos en las profundidades de la filosofía. Quién sabe, quizás todos estamos entrelazados en una danza cósmica de experiencias, cada uno contribuyendo al tapiz de la conciencia universal. O tal vez, somos los maestros de nuestro propio destino, forjando una realidad única a través de nuestras elecciones y acciones.-
El erudito se relajó y suspiró satisfecho, como si hubiera compartido un banquete intelectual.
-Y ahora, estimado amigo, ¿Me permitiría plantear una cuestión a cambio? Mi curiosidad está picando en la esquina de mi mente, y me gustaría conocer su perspectiva sobre el equilibrio entre el destino y el libre albedrío.-
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Querido Zelas, tienes tu respuesta ante la cuestión filosófica que le has planteado al erudito, ¿Satisfecho?
Es cierto que, a veces, parece que no estamos viviendo como nos gustaría o que simplemente nos parece todo un sueño (un mal sueño, en algunos casos), pero ese no es motivo para desperdiciar la vida y la oportunidad (oportunidades, en tu caso) que se nos ha dado. Vive tu vida, experimenta cada experiencia de ella y no te dejes caer en el erróneo pensamiento de porque creas que eres inmortal, realmente no puedes morir, ya que no solo se muere física o biológicamente.
Has despertado la sed de conocimiento y curiosidad del erudito. Ahora tendrás que darle una respuesta que le satisfaga.
Es cierto que, a veces, parece que no estamos viviendo como nos gustaría o que simplemente nos parece todo un sueño (un mal sueño, en algunos casos), pero ese no es motivo para desperdiciar la vida y la oportunidad (oportunidades, en tu caso) que se nos ha dado. Vive tu vida, experimenta cada experiencia de ella y no te dejes caer en el erróneo pensamiento de porque creas que eres inmortal, realmente no puedes morir, ya que no solo se muere física o biológicamente.
Has despertado la sed de conocimiento y curiosidad del erudito. Ahora tendrás que darle una respuesta que le satisfaga.
Thorn
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Caminó durante unos minutos dejando atrás la hoguera donde había visto saltar al hombre con el cuervo. Hugo y Axel habían esperado la respuesta al trato que le había lanzado Caoimhe a aquel ser. Ambos esperando a apaciguar sus mares si aquello era necesario, pero a la vez preocupados del estado desinhibido en el que se encontraba Caoimhe. Aquella era la función de sus secuaces al fin y al cabo. Resolver su desorden. Ordenar su Caos.
La noche entrada, oscura y llena de figuras que parecían incrementarse casi como las estrellas en el cielo.Para aquel entonces la mayoría de personas habían encontrado un lugar en el que acomodarse. Caoimhe pareció visualizar a Iori, a quien ella conocía por otro nombre hablando con un desconocido enmascarado. Un hombre fornido entonaba una canción en una lengua musical que Caoimhe desconocía inundando de alguna manera el bullicio con la continuidad de la melodía en sus palabras. La vampiresa jugueteó con la idea de sentarse cerca y escucharlo. Pero finalmente se conformó con dejar un Aero sobre su rodilla a modo de apreciación y desplazarse a un lugar menos concurrido.
El mar la llamaba. Las olas se agolpaban en la orilla una y otra vez de manera rutinaria. Cerró los ojos por un momento inundando su nariz con el olor a salitre y humedad que la brisa traía con cada arremetida. La paz de la marea a modo de tempo entre las sílabas de la canción que aún cantaba Sango.
La luna pareció finalmente mostrarse a los presentes. Un reflejo ínfimo del astro que ocultaba, como si el azar le guiñase un ojo de manera burlona. Como si sus manos pudiesen tocarla con la punta de sus dedos y aún así transformandose en las sombras que estaba sumida su presencia. Casi entendía la obsesión de su madre Gaia con la Luna. Por un segundo la envidió.
Se quitó los zapatos y jugueteó con las olas bajas en sus pies y rodillas, empapando su vestido de manera irregular. La caricia del mar en sus piernas.
Escuchó sus pasos en la arena antes siquiera de notar su éter. No estaba segura de quién era, pero tenía una leve idea de qué era. Se giró para confirmar lo que suponía y lo recibió con una sonrisa a medida que escapaba de las olas para interrumpir el camino del erudito.
-Dicen que conoces la manera de tejer el manto de estrellas para componer una capa. Y que estabas presente en la primera nevada de Urd. - Caoimhe se adecentó el vestido, exprimiendo el agua que goteaba del mismo mientras se acomodaba en la arena. Miró al erudito y dio un toquecito en la orilla junto a ella para invitarlo a sentarse ahí-
-He escuchado que conoces el primer y el último nombre de Isil, que puedes enumerar de manera certera todas y cada una de las primeras colonias en las que los dragones primitivos esparcieron su éter. Has resuelto las dudas de miles y miles de almas curiosas que se han acercado a preguntarte aquello que ansían saber. Por Habakhuk, casi puedo imaginar lo tedioso que debe ser llevar al hombro la maleta de la necesidad de otros - Caoimhe dibujó en la arena pequeñas figuras de manera distraída mientras hablaba- Una pregunta por otra. Algo simple a simple vista.- continuó, sus sentidos aderezándose un poco- Al menos para alguien que no esta acostumbrado a hacer trueques. Ah.... pero ambos sabemos que siempre eres tú quien sale ganando, pues no hay interacción que no te nutra y te siga retroalimentando de manera continuada. Bastante inteligente, si me lo permites. Pero cansado, tedioso y... solitario.Pocos se preocuparían por contestar eso que perturba la mente del erudito de no ser que obtuviesen algún beneficio.-
Caoimhe pausó su discurso por unos minutos escuchando el sonido del mar en solitud ahora que Sango había terminado su canción.
-Yo voy a hacerte un regalo- dijo finalmente clavando sus ojos dispares en el hombre- No voy a preguntarte nada que me interese. El conocimiento de aquello que necesito saber posiblemente siga en el mismo lugar donde lo sacaste tú.Toma mi pregunta como silencio. Puedes entonces seguir tu camino dejando este momento como testigo de nuestra interacción, o puedes aprovechar mi regalo y lanzar tu pregunta de manera gratuita, pues la responderé con gusto lo mejor que pueda. Espero que de optar por lo segundo, sin embargo seas lo suficientemente benévolo de recordar mi generosidad en el futuro..-
Caoimhe sonrió de manera fugaz y consecuente y volvió a juguetear con la arena mojada de la orilla que borraba una y otra vez sus dibujos.
----Off:
Menciono a Iori y Alward y doy un Aero a Sango por su voz angelical.
Interactúo con el erudito (?)
La noche entrada, oscura y llena de figuras que parecían incrementarse casi como las estrellas en el cielo.Para aquel entonces la mayoría de personas habían encontrado un lugar en el que acomodarse. Caoimhe pareció visualizar a Iori, a quien ella conocía por otro nombre hablando con un desconocido enmascarado. Un hombre fornido entonaba una canción en una lengua musical que Caoimhe desconocía inundando de alguna manera el bullicio con la continuidad de la melodía en sus palabras. La vampiresa jugueteó con la idea de sentarse cerca y escucharlo. Pero finalmente se conformó con dejar un Aero sobre su rodilla a modo de apreciación y desplazarse a un lugar menos concurrido.
El mar la llamaba. Las olas se agolpaban en la orilla una y otra vez de manera rutinaria. Cerró los ojos por un momento inundando su nariz con el olor a salitre y humedad que la brisa traía con cada arremetida. La paz de la marea a modo de tempo entre las sílabas de la canción que aún cantaba Sango.
La luna pareció finalmente mostrarse a los presentes. Un reflejo ínfimo del astro que ocultaba, como si el azar le guiñase un ojo de manera burlona. Como si sus manos pudiesen tocarla con la punta de sus dedos y aún así transformandose en las sombras que estaba sumida su presencia. Casi entendía la obsesión de su madre Gaia con la Luna. Por un segundo la envidió.
Se quitó los zapatos y jugueteó con las olas bajas en sus pies y rodillas, empapando su vestido de manera irregular. La caricia del mar en sus piernas.
Escuchó sus pasos en la arena antes siquiera de notar su éter. No estaba segura de quién era, pero tenía una leve idea de qué era. Se giró para confirmar lo que suponía y lo recibió con una sonrisa a medida que escapaba de las olas para interrumpir el camino del erudito.
-Dicen que conoces la manera de tejer el manto de estrellas para componer una capa. Y que estabas presente en la primera nevada de Urd. - Caoimhe se adecentó el vestido, exprimiendo el agua que goteaba del mismo mientras se acomodaba en la arena. Miró al erudito y dio un toquecito en la orilla junto a ella para invitarlo a sentarse ahí-
-He escuchado que conoces el primer y el último nombre de Isil, que puedes enumerar de manera certera todas y cada una de las primeras colonias en las que los dragones primitivos esparcieron su éter. Has resuelto las dudas de miles y miles de almas curiosas que se han acercado a preguntarte aquello que ansían saber. Por Habakhuk, casi puedo imaginar lo tedioso que debe ser llevar al hombro la maleta de la necesidad de otros - Caoimhe dibujó en la arena pequeñas figuras de manera distraída mientras hablaba- Una pregunta por otra. Algo simple a simple vista.- continuó, sus sentidos aderezándose un poco- Al menos para alguien que no esta acostumbrado a hacer trueques. Ah.... pero ambos sabemos que siempre eres tú quien sale ganando, pues no hay interacción que no te nutra y te siga retroalimentando de manera continuada. Bastante inteligente, si me lo permites. Pero cansado, tedioso y... solitario.Pocos se preocuparían por contestar eso que perturba la mente del erudito de no ser que obtuviesen algún beneficio.-
Caoimhe pausó su discurso por unos minutos escuchando el sonido del mar en solitud ahora que Sango había terminado su canción.
-Yo voy a hacerte un regalo- dijo finalmente clavando sus ojos dispares en el hombre- No voy a preguntarte nada que me interese. El conocimiento de aquello que necesito saber posiblemente siga en el mismo lugar donde lo sacaste tú.Toma mi pregunta como silencio. Puedes entonces seguir tu camino dejando este momento como testigo de nuestra interacción, o puedes aprovechar mi regalo y lanzar tu pregunta de manera gratuita, pues la responderé con gusto lo mejor que pueda. Espero que de optar por lo segundo, sin embargo seas lo suficientemente benévolo de recordar mi generosidad en el futuro..-
Caoimhe sonrió de manera fugaz y consecuente y volvió a juguetear con la arena mojada de la orilla que borraba una y otra vez sus dibujos.
----Off:
Menciono a Iori y Alward y doy un Aero a Sango por su voz angelical.
Interactúo con el erudito (?)
Caoimhe
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
El rubio escucho con atención al erudito un par de nombres que menciono le dejaron pensativo, pero sobre todo la respuesta en si que le dio el erudito le dejo con una perspicacia que antes no tenia, escucho el planteamiento del erudito y medito un poco sobre la respuesta que daría.
-Dependiendo a quien le preguntes la respuesta varia, para algunos son cosas diferentes, para otros diferentes caras de la misma moneda, algunos incluso te dirán que Destino es un elfo de largo cabello negro y que no conocen al tal libre albedrio, yo por mi parte pienso que el destino te pone en ciertos lugares, en algunos momentos determinados, pero eso al final del día no rige tus decisiones, me he encontrado en diferentes lugares y yo voluntariamente he elegido lo que he querido hacer, a veces esas decisiones terminaron muy bien, otras veces terminaron muy mal.... Si, creo que existe el equilibrio entre ambas- reflexiono el no-elfo recordando los diferentes momentos y vivencias que había tenido hasta ese momento.
-Espero que esa respuesta haya sido suficiente para el tipo de pregunta que me realizaste, la verdad no se me ocurre que mas añadir al respecto- finalizo el rubio mientras se quedaba contemplando las llamas, meditando sobre las palabras comentadas por el erudito. La ebriedad iba desapareciendo, solo pensamientos y razonamientos quedaban en la cabeza del rubio mientras diferentes vivencias comenzaban a tener mas sentido.
-Dependiendo a quien le preguntes la respuesta varia, para algunos son cosas diferentes, para otros diferentes caras de la misma moneda, algunos incluso te dirán que Destino es un elfo de largo cabello negro y que no conocen al tal libre albedrio, yo por mi parte pienso que el destino te pone en ciertos lugares, en algunos momentos determinados, pero eso al final del día no rige tus decisiones, me he encontrado en diferentes lugares y yo voluntariamente he elegido lo que he querido hacer, a veces esas decisiones terminaron muy bien, otras veces terminaron muy mal.... Si, creo que existe el equilibrio entre ambas- reflexiono el no-elfo recordando los diferentes momentos y vivencias que había tenido hasta ese momento.
-Espero que esa respuesta haya sido suficiente para el tipo de pregunta que me realizaste, la verdad no se me ocurre que mas añadir al respecto- finalizo el rubio mientras se quedaba contemplando las llamas, meditando sobre las palabras comentadas por el erudito. La ebriedad iba desapareciendo, solo pensamientos y razonamientos quedaban en la cabeza del rubio mientras diferentes vivencias comenzaban a tener mas sentido.
Zelas Hazelmere
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Por alguna razón, la habitual decisión de empuñar su espada no surgió de su instinto ante la intromisión de la desconocida. El propio elfo, sumido en sus brumas internas, barajó aquello, cansancio, desilusión, tristeza.. como claros motivos que arrastraron su desconfiado talante. Esa noche poco le importaba ignorar a alguien que tan solo había roto su silencio.
Hasta que esas palabras llegaron como una sinfonía a unos oídos incapaces de acertar a discernir sus instrumentos. Giró el rostro, escrutando una sombra impenetrable que ni siquiera sus ojos grises superaban. Muchas preguntas se agolparon en su interior, demasiadas para ser siquiera capaz de someterlas a una orden. Y por eso calló, buscando un sentido que no aparecía en lado alguno. Abrió los labios, dificultado como en pocas ocasiones a lo largo de su vida para analizar qué palabras serían las que esa mujer de él recibiría. Anar e Isil le habían dado la espalda ya demasiadas veces, pensó.
Pero Nousis era incapaz de discernir qué era ella. La razón mató en él a su primera pregunta nonata. Apartó con dificultad la mirada de la oscura silueta.
- Mi corazón... - comenzó el elfo, envuelto en una ira sorda y profunda, fría y turbia- ¿Puedes devolver la vida?- inquirió sin alzar la voz- ¿Retroceder en el tiempo quizá...?
- un tono cansado primaba sobre la furia, dejándola sumergida bajo el bloque de hielo de su autocontrol, fracturado en demasiadas ocasiones- si, deseo. No soy un dios- se escuchó, como si otro tomase las tiendas, revelando su entraña sin un motivo que pudiese dar consistencia a esa locura- claro que las deseo. Como lo que ya he comenzado...
El ceño del elfo se frunció. No podía ser posible. El mundo real no era hogar de leyendas. Dirigió su mirada a la hoguera, y de está, a la recién llegada, para retornar a los restos crepitados de cuando había escrito. No podía ser posible. Él mismo había destrozado una miriada de mitos. Y había sufrido sin atisbo de ayuda.
"Todo puede ser tuyo" y esa imagen colmaba sus ambiciones, los deseos que se había atrevido a confesarse a sí mismo... Y los que no, que aleteaban en esas partes de sus pensamientos que trataba de asesinar negándoles su atención. Pero existían.
Una lucha titánica nació, haciéndole caer en la arena hasta sentarse, con la cabeza entre las manos. Sus ojos abiertos, eran una ventana abierta a esa guerra mental donde batallaban las huestes de sus ambiciones, portando estandartes de imágenes futuras que clamaban por aceptar tan generosa propuesta.
Mas la fortaleza que habían sitiado era colosal. Una ciudadela de torres orgullosas protegidas por guerreros de altos penachos sin rostro, y en la parte más alta de aquella que predominaba una única palabra rezaba:
"Orgullo"
.
El elfo se levantó, sereno tras varios minutos soportando sus propias dudas.
.
-Soy Nousis de los Indirel de Sandorai- pronunció - tal vez fracase, morir sin llegar a nada de cuánto cada fibra de mí exige. Pero lo haré a mí manera- sentenció - yo crearé mis oportunidades o me hundiré con el peso de mis sueños. Escribirán que logré cada paso del camino por mí mismo, o me olvidarán como a tantos otros sin la determinación suficiente para materializar sus deseos.
Nadie otorgaba tanto a cambio de nada. Y él no sería un esclavo.
Hasta que esas palabras llegaron como una sinfonía a unos oídos incapaces de acertar a discernir sus instrumentos. Giró el rostro, escrutando una sombra impenetrable que ni siquiera sus ojos grises superaban. Muchas preguntas se agolparon en su interior, demasiadas para ser siquiera capaz de someterlas a una orden. Y por eso calló, buscando un sentido que no aparecía en lado alguno. Abrió los labios, dificultado como en pocas ocasiones a lo largo de su vida para analizar qué palabras serían las que esa mujer de él recibiría. Anar e Isil le habían dado la espalda ya demasiadas veces, pensó.
Pero Nousis era incapaz de discernir qué era ella. La razón mató en él a su primera pregunta nonata. Apartó con dificultad la mirada de la oscura silueta.
- Mi corazón... - comenzó el elfo, envuelto en una ira sorda y profunda, fría y turbia- ¿Puedes devolver la vida?- inquirió sin alzar la voz- ¿Retroceder en el tiempo quizá...?
- un tono cansado primaba sobre la furia, dejándola sumergida bajo el bloque de hielo de su autocontrol, fracturado en demasiadas ocasiones- si, deseo. No soy un dios- se escuchó, como si otro tomase las tiendas, revelando su entraña sin un motivo que pudiese dar consistencia a esa locura- claro que las deseo. Como lo que ya he comenzado...
El ceño del elfo se frunció. No podía ser posible. El mundo real no era hogar de leyendas. Dirigió su mirada a la hoguera, y de está, a la recién llegada, para retornar a los restos crepitados de cuando había escrito. No podía ser posible. Él mismo había destrozado una miriada de mitos. Y había sufrido sin atisbo de ayuda.
"Todo puede ser tuyo" y esa imagen colmaba sus ambiciones, los deseos que se había atrevido a confesarse a sí mismo... Y los que no, que aleteaban en esas partes de sus pensamientos que trataba de asesinar negándoles su atención. Pero existían.
Una lucha titánica nació, haciéndole caer en la arena hasta sentarse, con la cabeza entre las manos. Sus ojos abiertos, eran una ventana abierta a esa guerra mental donde batallaban las huestes de sus ambiciones, portando estandartes de imágenes futuras que clamaban por aceptar tan generosa propuesta.
Mas la fortaleza que habían sitiado era colosal. Una ciudadela de torres orgullosas protegidas por guerreros de altos penachos sin rostro, y en la parte más alta de aquella que predominaba una única palabra rezaba:
"Orgullo"
.
El elfo se levantó, sereno tras varios minutos soportando sus propias dudas.
.
-Soy Nousis de los Indirel de Sandorai- pronunció - tal vez fracase, morir sin llegar a nada de cuánto cada fibra de mí exige. Pero lo haré a mí manera- sentenció - yo crearé mis oportunidades o me hundiré con el peso de mis sueños. Escribirán que logré cada paso del camino por mí mismo, o me olvidarán como a tantos otros sin la determinación suficiente para materializar sus deseos.
Nadie otorgaba tanto a cambio de nada. Y él no sería un esclavo.
Nousis Indirel
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
La arena fría bajo las estrellas contrastaba de forma importante con el calor de aquella hoguera. El salto fue sencillo para el humano, aunque el ave, que si bien estaba aferrada al hombro de su compañero, en todo momento graznó de terror por miedo a quemarse. Cuestión que era prácticamente imposible, pero se veía como una realidad al cobarde de Kvasir.
Mientras reflexionaba en silencio, una mujer con pasos tambaleantes por el efecto del alcohol se acercaba a Dante. El humano en su rostro mostraba descontento, no quería interactuar con ella ni con nadie.
Vamos Dante, dale una oportunidad. - dijo el pájaro picoteando sutilmente el hombro del humano. - Sabes que tienes que aprender a confiar en las personas, socializar es fundamental si no quieres terminar pareciendo un rarito ¿Qué es lo peor que podría pasar?
Se notaba incómodo el humano, pero con gran esfuerzo trató de disimular la irritación de su mirada para atender a la mujer con ojos de diferentes colores. Su ansiedad aumentaba ante la incertidumbre y su desconfianza. Dante comenzaba a rascarse su brazo preso de sus compulsiones.
Oyó la suave voz de la mujer con un tono cantarín propio de la bebida. Sin presentaciones habló, pero una palabra desencadenó la ira del fiel compañero de Dante. - ¿Un loro? - comentó entre graznidos coléricos y picoteos en el hombro y cráneo del humano. - ¿Qué se ha creído esta cualquiera? Me cansé, dispárale un virote en su ojo, tienes para escoger, yo le arranco el que quede.
El cuervo seguía ofendido, revoloteando y picoteando a su amigo mientras la mujer seguía hablando. Dante escuchaba a ambos, quizás sin aquellos hombres bestia que escoltaban a la mujer le habría hecho caso a su ave, así terminaba aquella fastidiosa conversación y vengaba el honor de su amigo.
Sin embargo, las palabras de la mujer hacían pensar al humano. Reflexionaba sobre sus penas y sobre el trato que proponía aquella dama. No hablaría, pero una presión en su pecho desbordaba su rabia acumulada de años, algo lo empujaba a expresar algo.
Los recuerdos… - dijo con melancolía. La ansiedad, la ira, la frustración, la paranoia, todo había desaparecido, solo quedaba la tristeza. - Los rostros que ves en tu presente son la consecuencia de sus experiencias. Somos seres de arcilla que se moldean con cada aprendizaje, con cada cicatriz, con cada victoria. Sin embargo… ¿Qué hacer cuando tu único logro es vivir? Cuando en tu piel ya no queda espacio para nuevas cicatrices, cuando el dolor es lo único que recuerdas y debes revivirlo todos los días, porque al final de cuentas ni siquiera la muerte te da el consuelo de olvidar…
Dante… - picoteó en código su amigo.
Espero que en tus miserias logres conseguir paz, espero que el fuego queme tus penas y que tu Dios te libre de todo pecado. Hay quienes no podemos y solo buscamos una excusa para creer que todavía quedan alternativas. Ahora vete… - dijo con serenidad en su voz, pero sus palabras eran afiladas como cuchillos. Liberaban.
Dante se acercó a la orilla de la playa, se sentó con la arena húmeda y taciturno empezó a focalizar su atención en las olas y el sonido del mar. Las festividades creaban gran alboroto con la llegada de figuras importantes, pero Dante solo quería aislarse, incluso Kvasir prefirió partir y volar por las fiestas.
Los minutos pasaron y el ave volvió con su compañero cabizbajo. Recordaría su pasado por la pregunta de aquella mujer inoportuna, su hermano, sus traumas y miedos. - Dante, hay un erudito que puede responder preguntas. Estoy seguro de que Zagreus le encantaría acapararlo, pero el idiota se fue, vamos, ¿no tienes nada que te gustaría que fuese respondido?
El humano pensaba alguna pregunta mientras el cuervo tiraba de la capa de Dante con su pico para levantarlo. Ya de pie vio su brazo mecánico. - Quizás podría preguntarle por el paradero de los hombres de Garruk que quedan vivos… - y en un susurro completó. - ¿o si mi hermano…?
Alguien sin ser invitado se acercó a mi posición, haciendo que cerrara y guardara el libro que plácidamente leía. La figura enigmática generaba gran desconcierto y un aura oscura rodeaba sus pasos. Sabía que no se trataría de algún incauto extraviado de las festividades y mucho menos algún bandido con intenciones de hacer alguna estupidez, así que escuché en silencio a la mujer.
La voz de la oscuridad… pensé en mi cabeza oyendo las palabras aduladoras de aquella figura sombría. Con gran persuasión endulzaba mi oído con promesas de poder.
No respondí de inmediato a su propuesta, me levanté y caminé mirando las estrellas que alcanzaba a divisar en aquel claro. Reía sutilmente, reprochándome lo curioso de aquella situación.
Sabes… - dije dando espacio para que completara con un nombre, autodenominarse voz de la oscuridad resultaba descortés contemplando que ella si sabía cómo me llamaba. - He llegado a creer que mis anhelos de ser un Dios son más obvios de lo que deberían… e incluso ingenuos.
No eres la primera que me ofrece poder, pero en todas esas ocasiones termino siendo un peón más. Rebajándome por palabras vacías que solo alimentan mi ego. - me volteé para mirar a la figura encapuchada. - Siempre me he considerado un sujeto inteligente, pero ahora me doy cuenta de que mi propia vanidad es la que me pone en situaciones que, cegado por mis ansias de conocimiento y poder, me desvío y fracaso…
Es evidente que no confío en ti, ni siquiera con toda esta parafernalia sombría, me intimidas o impresionas… - dije con tono desafiante.- pero… - un largo silencio acompañó mi discurso, me acerqué a la figura mirándola desde arriba, resaltando que por más que ella fuese quien ofreciera un trato, no estaría dispuesto a rebajarse ante sus promesas de grandeza.
Me liberé hace mucho de cualquier cadena de la Luz… dime que ofreces sin rodeos y reflexionaré tu propuesta. - Sabía que aceptaría, me reprochaba lo evidente que podría ser, y seguramente tendría que cambiar eso para que no me jugara en contra, pero ya sería en otro momento. Aquella noche dejaría que mis sueños de Dios dictaran la última palabra.
______________________Mientras reflexionaba en silencio, una mujer con pasos tambaleantes por el efecto del alcohol se acercaba a Dante. El humano en su rostro mostraba descontento, no quería interactuar con ella ni con nadie.
Vamos Dante, dale una oportunidad. - dijo el pájaro picoteando sutilmente el hombro del humano. - Sabes que tienes que aprender a confiar en las personas, socializar es fundamental si no quieres terminar pareciendo un rarito ¿Qué es lo peor que podría pasar?
Se notaba incómodo el humano, pero con gran esfuerzo trató de disimular la irritación de su mirada para atender a la mujer con ojos de diferentes colores. Su ansiedad aumentaba ante la incertidumbre y su desconfianza. Dante comenzaba a rascarse su brazo preso de sus compulsiones.
Oyó la suave voz de la mujer con un tono cantarín propio de la bebida. Sin presentaciones habló, pero una palabra desencadenó la ira del fiel compañero de Dante. - ¿Un loro? - comentó entre graznidos coléricos y picoteos en el hombro y cráneo del humano. - ¿Qué se ha creído esta cualquiera? Me cansé, dispárale un virote en su ojo, tienes para escoger, yo le arranco el que quede.
El cuervo seguía ofendido, revoloteando y picoteando a su amigo mientras la mujer seguía hablando. Dante escuchaba a ambos, quizás sin aquellos hombres bestia que escoltaban a la mujer le habría hecho caso a su ave, así terminaba aquella fastidiosa conversación y vengaba el honor de su amigo.
Sin embargo, las palabras de la mujer hacían pensar al humano. Reflexionaba sobre sus penas y sobre el trato que proponía aquella dama. No hablaría, pero una presión en su pecho desbordaba su rabia acumulada de años, algo lo empujaba a expresar algo.
Los recuerdos… - dijo con melancolía. La ansiedad, la ira, la frustración, la paranoia, todo había desaparecido, solo quedaba la tristeza. - Los rostros que ves en tu presente son la consecuencia de sus experiencias. Somos seres de arcilla que se moldean con cada aprendizaje, con cada cicatriz, con cada victoria. Sin embargo… ¿Qué hacer cuando tu único logro es vivir? Cuando en tu piel ya no queda espacio para nuevas cicatrices, cuando el dolor es lo único que recuerdas y debes revivirlo todos los días, porque al final de cuentas ni siquiera la muerte te da el consuelo de olvidar…
Dante… - picoteó en código su amigo.
Espero que en tus miserias logres conseguir paz, espero que el fuego queme tus penas y que tu Dios te libre de todo pecado. Hay quienes no podemos y solo buscamos una excusa para creer que todavía quedan alternativas. Ahora vete… - dijo con serenidad en su voz, pero sus palabras eran afiladas como cuchillos. Liberaban.
Dante se acercó a la orilla de la playa, se sentó con la arena húmeda y taciturno empezó a focalizar su atención en las olas y el sonido del mar. Las festividades creaban gran alboroto con la llegada de figuras importantes, pero Dante solo quería aislarse, incluso Kvasir prefirió partir y volar por las fiestas.
Los minutos pasaron y el ave volvió con su compañero cabizbajo. Recordaría su pasado por la pregunta de aquella mujer inoportuna, su hermano, sus traumas y miedos. - Dante, hay un erudito que puede responder preguntas. Estoy seguro de que Zagreus le encantaría acapararlo, pero el idiota se fue, vamos, ¿no tienes nada que te gustaría que fuese respondido?
El humano pensaba alguna pregunta mientras el cuervo tiraba de la capa de Dante con su pico para levantarlo. Ya de pie vio su brazo mecánico. - Quizás podría preguntarle por el paradero de los hombres de Garruk que quedan vivos… - y en un susurro completó. - ¿o si mi hermano…?
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Alguien sin ser invitado se acercó a mi posición, haciendo que cerrara y guardara el libro que plácidamente leía. La figura enigmática generaba gran desconcierto y un aura oscura rodeaba sus pasos. Sabía que no se trataría de algún incauto extraviado de las festividades y mucho menos algún bandido con intenciones de hacer alguna estupidez, así que escuché en silencio a la mujer.
La voz de la oscuridad… pensé en mi cabeza oyendo las palabras aduladoras de aquella figura sombría. Con gran persuasión endulzaba mi oído con promesas de poder.
No respondí de inmediato a su propuesta, me levanté y caminé mirando las estrellas que alcanzaba a divisar en aquel claro. Reía sutilmente, reprochándome lo curioso de aquella situación.
Sabes… - dije dando espacio para que completara con un nombre, autodenominarse voz de la oscuridad resultaba descortés contemplando que ella si sabía cómo me llamaba. - He llegado a creer que mis anhelos de ser un Dios son más obvios de lo que deberían… e incluso ingenuos.
No eres la primera que me ofrece poder, pero en todas esas ocasiones termino siendo un peón más. Rebajándome por palabras vacías que solo alimentan mi ego. - me volteé para mirar a la figura encapuchada. - Siempre me he considerado un sujeto inteligente, pero ahora me doy cuenta de que mi propia vanidad es la que me pone en situaciones que, cegado por mis ansias de conocimiento y poder, me desvío y fracaso…
Es evidente que no confío en ti, ni siquiera con toda esta parafernalia sombría, me intimidas o impresionas… - dije con tono desafiante.- pero… - un largo silencio acompañó mi discurso, me acerqué a la figura mirándola desde arriba, resaltando que por más que ella fuese quien ofreciera un trato, no estaría dispuesto a rebajarse ante sus promesas de grandeza.
Me liberé hace mucho de cualquier cadena de la Luz… dime que ofreces sin rodeos y reflexionaré tu propuesta. - Sabía que aceptaría, me reprochaba lo evidente que podría ser, y seguramente tendría que cambiar eso para que no me jugara en contra, pero ya sería en otro momento. Aquella noche dejaría que mis sueños de Dios dictaran la última palabra.
Off
Con Dante termino mi interacción con Caoimhe y me plateo hacer una pregunta al erudito.
Con Zagreus me dispongo a escuchar con atención los detalles de la figura oscura. Spoiler, seguramente la respuesta sea si a lo que ofrezca.
Zagreus
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Todo transcurría con normalidad, o tan normal como se podía desarrollar cualquier evento de mi vida, y entonces apareció un tipo para entregarme una cajita, una bastante bonita. Antes de poder pensar que eso era mi premio por la cucaña, y que dicho premio estaba dentro, lo primero que pensé fue en dónde poner la cajita para que se viera bonita en mi casa. Finalmente, al percatarme de que lo importante era el contenido de la caja, la tomé e intenté abrirla mientras el tipo seguía hablándome. No pude abrirla, quizás porque hacía falta hacerlo de una manera específica que desconocía, pero preferí disimilar escudriñando la caja para no revelar que era un inepto para hacer algo tan sencillo.
«¿Eh? ¿Algo de valor incalculable, y solo por agarrar un trapo en un palo?», me pregunté, aunque ocultando mi extrañeza bajo una máscara de complacencia.
–Me siento honrado, buen hombre de la cucaña –le respondí–. Aunque, la verdad, siento que mi gran triunfo fue solo suerte –añadí con una sonrisa perezosa.
Entonces se fue. Y yo continué intentando y fracasando en abrir la cajita, que con cada intento dejaba de parecerme bonita y se tornaba en el mayor martirio de mi vida, el mayor luego de probar la comida de Xana y afrontar las desastrosas consecuencias estomacales.
Por si aquello no fuese suficiente castigo, noté que mi caja se convirtió en el centro de muchas miradas, y si yo los noté a pesar de mi despiste, significaba que ni intentaban ser discretos. «Lo que faltaba, hasta esta gente se dio cuenta de que no sé abrir la cajita», me dije intentando tomarlo con humor, aunque en la inexpresividad de mi bello rostro se reflejó que sabía lo que pasaba. Suspiré, cansado tan solo por saber lo que podría suceder. «Pues, muy bien, supongo que será mejor irme a casa», decidí, dándome media vuelta para ir a la posada donde había dejado a mi feo caballo volador. «¡No, espera, no puedo irme sin Xana!», recordé. Chasqueé la lengua. Miré en derredor con los ojos entornados. «¿Dónde estás, cara tatuada?».
Agarré mi colgante e intenté activar su magia para conectar nuestras mentes. Unos segundos pasaron sin que atendiera a mi llamada. Desistí. Siempre era lo mismo con ella; jamás contestaba. ¡Un desperdicio de dinero encantar los colgantes!
«Iré a comer», opté entonces, aunque no tuviera nada que ver.
Xana continuaba disfrutando del Mismubululú, paseando a través de la noche iluminada por las hogueras y que la envolvía en serenidad. Habiendo probado varias actividades, al final decidió acercarse a una hoguera solitaria y alimentarla con su corona de flores. Cuando el último de los pétalos fue consumido por el fuego, se inquietó por una cuestión: ¿Las flores sí eran para echarlas al fuego o eran para las cruces?
Miró a los lados, asegurándose de que nadie hubiera visto su error, si es que lo hubo. Suspiró con alivio cuando no notó a nadie. «Igual lo importante es la intención», se dijo como consuelo, «o eso espero».
Sin saber qué más hacer, se sentó frente a la hoguera, en posición de loto, y dejó que su mirada se perdiera en la incesante danza de las llamas y que su mente divagara. Unos segundos después, prefirió que su mirada se perdiera en las estrellas; cegaban menos.
Para su mala suerte, sus pensamientos concurrieron en una dirección indeseada. Secretos que quemaban de su oscuro pasado. Secretos de su presente que opacaban la fulgurante luz que ella pretendía ser al completo.
Se preguntó si su camino de contradicciones la llevaría a alcanzar su sueño o era demasiado ingenuo de su parte. Una heroína que no asesina. Noble, pero siempre había dependido de otros que sí asesinaban para culminar los mayores peligros. Así fue con los Jinetes Oscuros y la guerra contra los falsos dioses dragones. Tener aventuras sencillas donde las soluciones podían ser no letales, como las que había procurado tener últimamente, no podían tejer sus infantiles ilusiones con suficiente grosor como para cubrir la realidad.
Dio un respingo al sentir ondas de éter rodear su cabeza, buscando atravesar su piel y huesos hasta su alma. Sabía de quién se trataba. Volvió a inquietarse; no quería que nadie viera sus pensamientos, todos sus recuerdos, menos en ese momento en el que revoloteaban en su mente. Se encerró en una fina capa de éter.
Y una vez más se sobresaltó, esta vez al percatarse de la presencia de un sujeto que la miraba y, al parecer, llevaba unos segundos hablándole sin que ella escuchara. Se aclaró la garganta y asintió con la cabeza.
–Sí, estoy de acuerdo –le contestó sin saber a qué respondía. Vio en él una sonrisa asomándose–. Perdón, no estaba escuchando –tuvo que admitir, con timidez.
¿Cuántas palabras llevo? Esto está quedando largo.
El erudito le hizo la misma oferta que hacía a los demás, una pregunta respondida por otra pregunta respondida. Xana, tras sopesarlo un momento, y me refiero a la oferta, no a sopesar al erudito, se atrevió a hacer una pregunta.
–¿Qué sucede cuando morimos? Cuando morimos de verdad, permanentemente, no como con Zelas o la nigromante Amaterasu. ¿Nuestra alma va a algún lado? ¿O… solo… puf, desaparecemos?
Dicho eso, dudó de si quería escuchar la respuesta. No sabía si asesinar era peor si condenaba a la víctima a la nada absoluta o al sufrimiento eterno.
–¡¿Quién quiere intentarlo?! –exclamé, desafiante, mientras caminaba alrededor de mi espada Doppelsäbel clavada en la tierra y en cuya empuñadura estaba atada la cajita–. Este juego es sencillo: uno a la vez, deberán entrar en esta arena –extendí una mano para señalar el espacio que delimité dibujando un círculo en la tierra, de tres metros de diámetro, con la espada en su centro–. El duelo consiste en que mi retador debe tomar la caja y salir del círculo. Yo me opondré e intentaré sacar al retador del círculo. Si el retador lo consigue, la caja es suya; si yo lo saco del círculo sin la caja, me quedo con los cinco aeros que darán por participar. –Esbocé una sonrisa felina que irritó a más de uno en mi público–. ¿Quién quiere ser el primero?
«Pero qué genio que soy», me halagué a mí mismo. Si no podía deshacerme de la atención, entonces instaría a que me observaran, a mí y a la caja. Ahora, con tantos ojos puestos en nosotros, cualquiera que intentara robar la caja tendría que lidiar con todo el público que también la deseaba. «No, ¡espera!, ¿qué haré si ataca un ilusionista o un señor de la voz?», me cuestioné con urgencia. «Maldición, debí pensarlo mejor».
El primer retador me lanzó una bolsita de aeros que atrapé distraídamente. Se abalanzó hacia la caja. «Vamos, Rauko, piensa en todas las complicaciones que podría haber», cavilaba mientras me potenciaba con magia y, con una velocidad y fuerza sobrehumanas, derribaba al retador y luego lo arrastraba fuera del círculo. «Piensa, Rauko, piensa».
«¿Eh? ¿Algo de valor incalculable, y solo por agarrar un trapo en un palo?», me pregunté, aunque ocultando mi extrañeza bajo una máscara de complacencia.
–Me siento honrado, buen hombre de la cucaña –le respondí–. Aunque, la verdad, siento que mi gran triunfo fue solo suerte –añadí con una sonrisa perezosa.
Entonces se fue. Y yo continué intentando y fracasando en abrir la cajita, que con cada intento dejaba de parecerme bonita y se tornaba en el mayor martirio de mi vida, el mayor luego de probar la comida de Xana y afrontar las desastrosas consecuencias estomacales.
Por si aquello no fuese suficiente castigo, noté que mi caja se convirtió en el centro de muchas miradas, y si yo los noté a pesar de mi despiste, significaba que ni intentaban ser discretos. «Lo que faltaba, hasta esta gente se dio cuenta de que no sé abrir la cajita», me dije intentando tomarlo con humor, aunque en la inexpresividad de mi bello rostro se reflejó que sabía lo que pasaba. Suspiré, cansado tan solo por saber lo que podría suceder. «Pues, muy bien, supongo que será mejor irme a casa», decidí, dándome media vuelta para ir a la posada donde había dejado a mi feo caballo volador. «¡No, espera, no puedo irme sin Xana!», recordé. Chasqueé la lengua. Miré en derredor con los ojos entornados. «¿Dónde estás, cara tatuada?».
Agarré mi colgante e intenté activar su magia para conectar nuestras mentes. Unos segundos pasaron sin que atendiera a mi llamada. Desistí. Siempre era lo mismo con ella; jamás contestaba. ¡Un desperdicio de dinero encantar los colgantes!
«Iré a comer», opté entonces, aunque no tuviera nada que ver.
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Xana continuaba disfrutando del Mismubululú, paseando a través de la noche iluminada por las hogueras y que la envolvía en serenidad. Habiendo probado varias actividades, al final decidió acercarse a una hoguera solitaria y alimentarla con su corona de flores. Cuando el último de los pétalos fue consumido por el fuego, se inquietó por una cuestión: ¿Las flores sí eran para echarlas al fuego o eran para las cruces?
Miró a los lados, asegurándose de que nadie hubiera visto su error, si es que lo hubo. Suspiró con alivio cuando no notó a nadie. «Igual lo importante es la intención», se dijo como consuelo, «o eso espero».
Sin saber qué más hacer, se sentó frente a la hoguera, en posición de loto, y dejó que su mirada se perdiera en la incesante danza de las llamas y que su mente divagara. Unos segundos después, prefirió que su mirada se perdiera en las estrellas; cegaban menos.
Para su mala suerte, sus pensamientos concurrieron en una dirección indeseada. Secretos que quemaban de su oscuro pasado. Secretos de su presente que opacaban la fulgurante luz que ella pretendía ser al completo.
Se preguntó si su camino de contradicciones la llevaría a alcanzar su sueño o era demasiado ingenuo de su parte. Una heroína que no asesina. Noble, pero siempre había dependido de otros que sí asesinaban para culminar los mayores peligros. Así fue con los Jinetes Oscuros y la guerra contra los falsos dioses dragones. Tener aventuras sencillas donde las soluciones podían ser no letales, como las que había procurado tener últimamente, no podían tejer sus infantiles ilusiones con suficiente grosor como para cubrir la realidad.
Dio un respingo al sentir ondas de éter rodear su cabeza, buscando atravesar su piel y huesos hasta su alma. Sabía de quién se trataba. Volvió a inquietarse; no quería que nadie viera sus pensamientos, todos sus recuerdos, menos en ese momento en el que revoloteaban en su mente. Se encerró en una fina capa de éter.
Y una vez más se sobresaltó, esta vez al percatarse de la presencia de un sujeto que la miraba y, al parecer, llevaba unos segundos hablándole sin que ella escuchara. Se aclaró la garganta y asintió con la cabeza.
–Sí, estoy de acuerdo –le contestó sin saber a qué respondía. Vio en él una sonrisa asomándose–. Perdón, no estaba escuchando –tuvo que admitir, con timidez.
¿Cuántas palabras llevo? Esto está quedando largo.
El erudito le hizo la misma oferta que hacía a los demás, una pregunta respondida por otra pregunta respondida. Xana, tras sopesarlo un momento, y me refiero a la oferta, no a sopesar al erudito, se atrevió a hacer una pregunta.
–¿Qué sucede cuando morimos? Cuando morimos de verdad, permanentemente, no como con Zelas o la nigromante Amaterasu. ¿Nuestra alma va a algún lado? ¿O… solo… puf, desaparecemos?
Dicho eso, dudó de si quería escuchar la respuesta. No sabía si asesinar era peor si condenaba a la víctima a la nada absoluta o al sufrimiento eterno.
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–¡¿Quién quiere intentarlo?! –exclamé, desafiante, mientras caminaba alrededor de mi espada Doppelsäbel clavada en la tierra y en cuya empuñadura estaba atada la cajita–. Este juego es sencillo: uno a la vez, deberán entrar en esta arena –extendí una mano para señalar el espacio que delimité dibujando un círculo en la tierra, de tres metros de diámetro, con la espada en su centro–. El duelo consiste en que mi retador debe tomar la caja y salir del círculo. Yo me opondré e intentaré sacar al retador del círculo. Si el retador lo consigue, la caja es suya; si yo lo saco del círculo sin la caja, me quedo con los cinco aeros que darán por participar. –Esbocé una sonrisa felina que irritó a más de uno en mi público–. ¿Quién quiere ser el primero?
«Pero qué genio que soy», me halagué a mí mismo. Si no podía deshacerme de la atención, entonces instaría a que me observaran, a mí y a la caja. Ahora, con tantos ojos puestos en nosotros, cualquiera que intentara robar la caja tendría que lidiar con todo el público que también la deseaba. «No, ¡espera!, ¿qué haré si ataca un ilusionista o un señor de la voz?», me cuestioné con urgencia. «Maldición, debí pensarlo mejor».
El primer retador me lanzó una bolsita de aeros que atrapé distraídamente. Se abalanzó hacia la caja. «Vamos, Rauko, piensa en todas las complicaciones que podría haber», cavilaba mientras me potenciaba con magia y, con una velocidad y fuerza sobrehumanas, derribaba al retador y luego lo arrastraba fuera del círculo. «Piensa, Rauko, piensa».
(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)
Acepto la cajita, pero me ofende muchísimo (?)
Y Xana le hace una preguntita al Erudito =D
Y Xana le hace una preguntita al Erudito =D
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Xana escribió:–¿Qué sucede cuando morimos? Cuando morimos de verdad, permanentemente, no como con Zelas o la nigromante Amaterasu. ¿Nuestra alma va a algún lado? ¿O… solo… puf, desaparecemos?
El erudito responde
-Sí, la mente a veces es arrastrada por las corrientes de sus propios ríos internos.- Comentó con un matiz de complicidad. -Las llamas y las estrellas a menudo despiertan nuestros pensamientos y reflexiones más profundos.-
Se quedó a su lado por un momento, dejando que sus palabras flotaran en el aire como un susurro en la brisa nocturna. Luego, dirigió su mirada hacia las estrellas, compartiendo el mismo horizonte de pensamiento que Xana.
-Su pregunta es una que ha cautivado a la humanidad y a las razas de todos los rincones de la creación desde tiempos inmemoriales- Comentó el erudito con un tono contemplativo. -Los mismos elfos, con su conexión íntima con la naturaleza y su profundo entendimiento de los ciclos de la vida, han buscado respuestas a estas cuestiones desde hace siglos.-
El erudito se tomó un momento para saborear sus palabras, como si estuviera degustando las ideas que fluían de su mente.
-Se dice que en las tradiciones élficas, cuando llega el momento de la muerte, el alma de un elfo se convierte en una parte esencial del tejido de la naturaleza. Sus esencias se funden con los bosques, los ríos y los campos, alimentando la vida en un ciclo eterno. Es una forma de trascendencia en la que el individuo se fusiona con la esencia misma del mundo que los rodea.-
El hombre de ropajes blancos se inclinó ligeramente hacia Xana, su mirada llena de admiración por la riqueza de la filosofía élfica.
-Sin embargo, para los humanos y brujos; sus héroes van al Vallhala, donde comerán y beberán junto al Padre de Todos y sus hijos, aquellos que mueren de forma natural van al Hel, donde les espera una eternidad de vagancia por el submundo. Aquellos que tienen una muerte deshonrosa también van al Hel, sin embargo, lo que les espera a estas almas es un sufrimiento eterno.- Hizo una pausa, como si en el interior de su cabeza estuviese escogiendo cada trazo de conocimiento con cuidado. -Para los vampiros, aquellos que crean en los Vanir, tendrán el mismo destino que humanos y brujos, pero aquellos que se decanten por la fe en el vampiro original, tendrán a su disposición un gran banquete de sangre por toda la eternidad, nunca jamás pasarán sed y podrán deambular por el mundo, siendo ya almas incorpóreas, incluso por el día.-
Su intención era continuar desplegando sus dotes de conocimiento, pero se percató de que cada vez se estaba alejando más de la pregunta de Xana.
-Por supuesto, no podemos pasar por alto las teorías que sostienen que después de la muerte, la conciencia se apaga y el individuo deja de existir. Esta perspectiva, a menudo asociada con enfoques materialistas y ateos, plantea que la muerte es el fin último y que la experiencia de la vida es exclusivamente terrenal. En mi exploración de los textos antiguos y las enseñanzas filosóficas, he encontrado que cada visión ofrece una ventana única hacia la comprensión de la vida después de la muerte. Lo que es cierto es que el misterio persiste, desafiando nuestra comprensión y fomentando la exploración continua. Quizás, en última instancia, lo más importante es la búsqueda misma de respuestas, ya que en ese viaje de descubrimiento, encontramos conexiones más profundas con nosotros mismos y con los demás.-
Mientras hablaba, el erudito hizo un gesto hacia las estrellas, como si invitara a Xana a sumergirse en el vasto cosmos de posibilidades.
-En última instancia, la respuesta a lo que sucede después de la muerte puede variar según la creencia y la perspectiva de cada uno. La muerte, como la vida, es un misterio que se nos escapa, pero tal vez sea ese mismo misterio lo que le da un profundo significado a la experiencia de estar vivo.-
Tras eso, dio por finalizada su respuesta a la pregunta, pues no había una verdad absoluta.
-Permítame expresar mi admiración por su presencia en esta festividad, querida amiga. Su apariencia y aura evocan la conexión innata con la naturaleza, lo cual me lleva a preguntarme: ¿Qué fuerzas o circunstancias han guiado sus pasos fuera de la arboleda sagrada de Sandorai y la han llevado a este evento humano? En sus ojos veo la sabiduría ancestral de los bosques, y estoy ansioso por entender qué motivos excepcionales le han conducido a aventurarse más allá de su hogar en esta ocasión. -
El erudito esperaba con anticipación la respuesta de Xana, consciente de que detrás de su apariencia mística y su presencia en la festividad, podría ocultarse una historia intrigante y llena de significado. Así, conocería más sobre la siempre fascinante cultura élfica.
Se quedó a su lado por un momento, dejando que sus palabras flotaran en el aire como un susurro en la brisa nocturna. Luego, dirigió su mirada hacia las estrellas, compartiendo el mismo horizonte de pensamiento que Xana.
-Su pregunta es una que ha cautivado a la humanidad y a las razas de todos los rincones de la creación desde tiempos inmemoriales- Comentó el erudito con un tono contemplativo. -Los mismos elfos, con su conexión íntima con la naturaleza y su profundo entendimiento de los ciclos de la vida, han buscado respuestas a estas cuestiones desde hace siglos.-
El erudito se tomó un momento para saborear sus palabras, como si estuviera degustando las ideas que fluían de su mente.
-Se dice que en las tradiciones élficas, cuando llega el momento de la muerte, el alma de un elfo se convierte en una parte esencial del tejido de la naturaleza. Sus esencias se funden con los bosques, los ríos y los campos, alimentando la vida en un ciclo eterno. Es una forma de trascendencia en la que el individuo se fusiona con la esencia misma del mundo que los rodea.-
El hombre de ropajes blancos se inclinó ligeramente hacia Xana, su mirada llena de admiración por la riqueza de la filosofía élfica.
-Sin embargo, para los humanos y brujos; sus héroes van al Vallhala, donde comerán y beberán junto al Padre de Todos y sus hijos, aquellos que mueren de forma natural van al Hel, donde les espera una eternidad de vagancia por el submundo. Aquellos que tienen una muerte deshonrosa también van al Hel, sin embargo, lo que les espera a estas almas es un sufrimiento eterno.- Hizo una pausa, como si en el interior de su cabeza estuviese escogiendo cada trazo de conocimiento con cuidado. -Para los vampiros, aquellos que crean en los Vanir, tendrán el mismo destino que humanos y brujos, pero aquellos que se decanten por la fe en el vampiro original, tendrán a su disposición un gran banquete de sangre por toda la eternidad, nunca jamás pasarán sed y podrán deambular por el mundo, siendo ya almas incorpóreas, incluso por el día.-
Su intención era continuar desplegando sus dotes de conocimiento, pero se percató de que cada vez se estaba alejando más de la pregunta de Xana.
-Por supuesto, no podemos pasar por alto las teorías que sostienen que después de la muerte, la conciencia se apaga y el individuo deja de existir. Esta perspectiva, a menudo asociada con enfoques materialistas y ateos, plantea que la muerte es el fin último y que la experiencia de la vida es exclusivamente terrenal. En mi exploración de los textos antiguos y las enseñanzas filosóficas, he encontrado que cada visión ofrece una ventana única hacia la comprensión de la vida después de la muerte. Lo que es cierto es que el misterio persiste, desafiando nuestra comprensión y fomentando la exploración continua. Quizás, en última instancia, lo más importante es la búsqueda misma de respuestas, ya que en ese viaje de descubrimiento, encontramos conexiones más profundas con nosotros mismos y con los demás.-
Mientras hablaba, el erudito hizo un gesto hacia las estrellas, como si invitara a Xana a sumergirse en el vasto cosmos de posibilidades.
-En última instancia, la respuesta a lo que sucede después de la muerte puede variar según la creencia y la perspectiva de cada uno. La muerte, como la vida, es un misterio que se nos escapa, pero tal vez sea ese mismo misterio lo que le da un profundo significado a la experiencia de estar vivo.-
Tras eso, dio por finalizada su respuesta a la pregunta, pues no había una verdad absoluta.
-Permítame expresar mi admiración por su presencia en esta festividad, querida amiga. Su apariencia y aura evocan la conexión innata con la naturaleza, lo cual me lleva a preguntarme: ¿Qué fuerzas o circunstancias han guiado sus pasos fuera de la arboleda sagrada de Sandorai y la han llevado a este evento humano? En sus ojos veo la sabiduría ancestral de los bosques, y estoy ansioso por entender qué motivos excepcionales le han conducido a aventurarse más allá de su hogar en esta ocasión. -
El erudito esperaba con anticipación la respuesta de Xana, consciente de que detrás de su apariencia mística y su presencia en la festividad, podría ocultarse una historia intrigante y llena de significado. Así, conocería más sobre la siempre fascinante cultura élfica.
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Querida Xana, las cuestiones sobre la vida y la muerte hay que tratarlas con perspectiva. No hay que sobrepensar en ello y tratar de llevar una vida en la que, al final de tus largos días, estés orgullosa.
A veces cometemos errores y tenemos épocas oscuras, pero que nada de eso nuble la luz de un corazón puro y justo. Siempre hay que luchar contra los malvados, y en la mayoría de ocasiones, para salvar una vida hay que acabar con otra. Siéntete una paladín de la justicia y la luz, pues eres más que merecedora de ello.
Deberás responderle al erudito. Tu historia es de sumo interés para él, y yo sé que estará más que satisfecho de oírla.
A veces cometemos errores y tenemos épocas oscuras, pero que nada de eso nuble la luz de un corazón puro y justo. Siempre hay que luchar contra los malvados, y en la mayoría de ocasiones, para salvar una vida hay que acabar con otra. Siéntete una paladín de la justicia y la luz, pues eres más que merecedora de ello.
Deberás responderle al erudito. Tu historia es de sumo interés para él, y yo sé que estará más que satisfecho de oírla.
Caoimhe escribió:–No voy a preguntarte nada que me interese. El conocimiento de aquello que necesito saber posiblemente siga en el mismo lugar donde lo sacaste tú. Toma mi pregunta como silencio. Puedes entonces seguir tu camino dejando este momento como testigo de nuestra interacción, o puedes aprovechar mi regalo y lanzar tu pregunta de manera gratuita, pues la responderé con gusto lo mejor que pueda.
El erudito responde
-Su enfoque es tan fresco como una brisa en la arboleda de la sabiduría.- Comentó con una voz tranquila y pausada. -Es verdad que el acto de intercambiar preguntas y respuestas es un delicado equilibrio, una danza de ideas que nutre tanto al preguntador como al preguntado.-
El erudito sonrió con gratitud y admiración hacia Caoimhe, reconociendo la profundidad de su enfoque y su disposición a ofrecer un regalo singular. Con un gesto sereno, respondió:
-Su generosidad es como un río que fluye con sabiduría. Acepto su regalo con gratitud y lo atesoro en mi corazón como una joya de conocimiento compartido. Y aunque me tienta aprovechar su oferta, he decidido honrar su deseo de silencio. A veces, el misterio es tan valioso como la revelación, y la interacción entre las mentes puede ser tan poderosa en su ausencia de palabras como en su presencia.-
El erudito extendió su mano con respeto hacia Caoimhe, ofreciendo un apretón suave y reconfortante. Sus ojos brillaron con un atisbo de complicidad mientras continuaba:
-Quizás, en un futuro, el destino nos depara otro encuentro donde nuestras preguntas y respuestas fluyan como la corriente del éter. Hasta entonces, que los vientos del conocimiento guíen sus pasos y las sombras revelen sus secretos a aquellos dignos de descifrarlos.-
El erudito miró hacia el horizonte, donde la luna oculta parecía esconder más respuestas en su fulgor tenue. La brisa marina susurraba historias ancestrales y misterios por descubrir, y en ese momento fugaz, el erudito y Caoimhe compartieron un vínculo único a través de la pasión por el conocimiento y la búsqueda de la verdad.
El erudito sonrió con gratitud y admiración hacia Caoimhe, reconociendo la profundidad de su enfoque y su disposición a ofrecer un regalo singular. Con un gesto sereno, respondió:
-Su generosidad es como un río que fluye con sabiduría. Acepto su regalo con gratitud y lo atesoro en mi corazón como una joya de conocimiento compartido. Y aunque me tienta aprovechar su oferta, he decidido honrar su deseo de silencio. A veces, el misterio es tan valioso como la revelación, y la interacción entre las mentes puede ser tan poderosa en su ausencia de palabras como en su presencia.-
El erudito extendió su mano con respeto hacia Caoimhe, ofreciendo un apretón suave y reconfortante. Sus ojos brillaron con un atisbo de complicidad mientras continuaba:
-Quizás, en un futuro, el destino nos depara otro encuentro donde nuestras preguntas y respuestas fluyan como la corriente del éter. Hasta entonces, que los vientos del conocimiento guíen sus pasos y las sombras revelen sus secretos a aquellos dignos de descifrarlos.-
El erudito miró hacia el horizonte, donde la luna oculta parecía esconder más respuestas en su fulgor tenue. La brisa marina susurraba historias ancestrales y misterios por descubrir, y en ese momento fugaz, el erudito y Caoimhe compartieron un vínculo único a través de la pasión por el conocimiento y la búsqueda de la verdad.
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Hay veces en las que no tenemos ninguna cuestión que tratar o que simplemente disfrutamos de la compañía de alguien que, a nuestros ojos, es agradable. El erudito es esa persona; hablador, fuente de conocimiento y un hombre afable que siempre habla con franqueza y sinceridad, respetando las opiniones ajenas e incorporándolas a su repertorio de posibles futuras respuestas.
Te sientes bien, ¿Verdad, Caoimhe? Abandona tus penas, abre los horizontes de tu mente y explora de corazón todos los aspectos de tu vida, pues a veces las respuestas que buscamos las tenemos más cerca de lo que creemos.
A diferencia del resto de integrantes de la fiesta, por más que busques al erudito, no lo hallarás. Esta noche ya te será siempre esquivo, por lo que si tienes ganas de interactuar de nuevo con él, deberás buscarlo en los días posteriores al evento.
Te sientes bien, ¿Verdad, Caoimhe? Abandona tus penas, abre los horizontes de tu mente y explora de corazón todos los aspectos de tu vida, pues a veces las respuestas que buscamos las tenemos más cerca de lo que creemos.
A diferencia del resto de integrantes de la fiesta, por más que busques al erudito, no lo hallarás. Esta noche ya te será siempre esquivo, por lo que si tienes ganas de interactuar de nuevo con él, deberás buscarlo en los días posteriores al evento.
Thorn
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Le quedaba bien. El pañuelo.
Aunque Iori, evidentemente, tenía más curiosidad por ver cómo lucía sin él. Y sin todo lo demás.
Observó al chico que servía las bebidas trabajar detrás de la barra, sabiendo que sus palabras habían vuelto a incomodar a su acompañante. ¿Le importaba? No. ¿Le entretenía? Sí. Y con eso bastaba. Un poco de conversación por aquí, alguna mirada fugaz por allá, y quizá esa noche podría descubrir lo que había debajo de la máscara.
Aunque realmente lo que le podía interesar a Iori de él estaba concretamente debajo de sus pantalones.
El alegato en defensa de cubrir el rostro estaba lleno de pasión. Y amor. Ah, la naturaleza humana, siempre girando en torno a esa palabra. La mestiza pensaba que había sido capaz de crecer de forma exitosa sorteando el influjo nefasto que tenía ese sentimiento en la gente. Lo había visto desde la barrera, en otras personas. Un sentimiento que esclavizaba, sometía y controlaba.
Sentada sobre la cerca que vallaba la humilde finca de Zakath, Iori miró, a la luz del amanecer, la robusta figura del antiguo soldado a su izquierda. Este permanecía de pie a su lado, recostado cómodamente contra la madera. Tenía en las manos una pequeña hogaza de pan que ella misma había horneado el día anterior. Se puso roja al ver como manchaba de hollín las enormes manos del anciano, quemada completamente la parte de fuera.
¿El motivo? Iori había desatendido la cocción por ir a pasar tiempo a casa de Garion. Podría decir que el niño era su mejor amigo. Y Nedra, su madre, una mujer encantadora. Había olvidado la hora que era por estar tan entretenida allí...
- No te acostumbres a nadie Iori. La gente va y viene. No te encariñes, no te ates. No prometas, no te quedes. Hazte un favor y aprende a estar sola -. Los ojos oscuros de Zakath miraban hacia la lejanía mientras le tendía un pedazo de pan recién cortado con la navaja. La manita de la niña lo tomó con cuidado y observó como él le daba un enorme bocado al que tenía en la mano.
- Comida es comida - explicó mirándola de reojo, ante la quietud de la pequeña, con una sonrisa de medio lado. - No te preocupes. Mejorarás. Es cuestión de práctica - Iori observó entonces el pan, sus manos manchadas de negro y mordió. Con las palabras que acababa de escuchar resonando en su corazón.
Apartó aquel recuerdo de su mente cuando el camarero puso el siguiente vaso delante de ella sobre el mesado. El líquido tenía un color tostado, y el aroma era tan fuerte que sin necesidad de acercarlo era capaz de percibirlo. Lo tomó entre los dedos y lo observó más de cerca, antes de beberlo de un trago.
Brindó con ella misma.
Por ser capaz de vivir sin lazos con nadie. Porque la soledad era tremendamente bella debido a que era algo profundamente libre.
El líquido se sintió más fuego que nunca a medida que bajaba por su garganta. Sintió el calor, multiplicándose, y la mestiza se removió incómoda en su asiento. De todos los venenos alcohólicos que tenía probado, desde que abrió la puerta a la bebida, aquel era sin duda el peor. Carraspeó y se frotó el cuello, en un vano intento por aliviar el ardor.
Presionaba con fuerza en la zona entre sus pechos cuando sintió... algo. Alzó la vista, y como si todo girase para encontrar sus ojos con ella, el entorno se desdibujó para centrar su atención en la figura oscura que permanecía de pie. El frío fue antinatural para la noche en la que estaban, pero le sentó bien.
Junto con él llegó la inquietud, que se asentó en ella y la hizo tensarse automáticamente. Miró el vaso un instante, con desconfianza. ¿Podía ser aquella la mierda más fuerte que había consumido hasta entonces? Probablemente.
Volvió la vista de nuevo a la figura, y esta se encontraba ahora a apenas unos pasos. Se bajó de la banqueta para ponerse de pie, y el mundo bailó a su alrededor. Sí, puto veneno.
Frunció el ceño mientras su cuerpo era recorrido por olas extrañas que la hicieron sentir enferma. Una mezcla entre miedo, desazón y una extraña angustia que le colocó un nudo en la garganta. Pero aquella voz... Las pupilas se dilataron. Aquella voz sonaba inspiradora.
Poderes, potencial, respuestas.
Repitió con saña aquellas palabras en su mente, obcecada como una obsesión. Pensando en las posibilidades.
¿Poder? Poder. Habría sido más fácil enfrentarse a Otto y Hans si ella fuese una persona poderosa.
¿Potencial? ¿Tenía ella de eso? Una simple campesina, criada al sur de Verisar... pudiendo dar un golpe en la mesa. Haciendo sonar su voz, ser reconocida...
Respuestas. De las tres cosas, era esta última la más acuciante. La que más cantidad de sangre movía en su corazón. Faltaban únicamente dos... dos Ojosverdes por encontrar. El miedo que había experimentado inicialmente transicionó hacia la ira.
Y entonces él apareció.
Observó al hombre enmascarado que estaba a su lado, intentando recordar quién demonios era. Apenas un segundo, hasta que aquellos ojos brillantes dentro de la capucha que lo cubría la volviesen a atrapar por completo.
- Luz... ¿Oscuridad? Cadenas de... lo desconocido... - farfulló intentando que no se le trabase la lengua. Se llevó la mano a la cabeza para apartar el cabello del rostro, chocando contra su cara con más fuerza de la que precisaba. No le sirvió para espabilarse. Al contrario, la conversación entre las dos figuras oscuras comenzaba a enturbiar demasiado su mente. Le costaba comprender, mientras sentía que el alcohol estaba devorando por dentro la sangre de sus venas.
Una nueva figura se aproximó, de la que Iori solo pudo distinguir con claridad dos cosas en su cabeza: su altura y su cabello rubio, similar a los campos de hierba antes de la siega. Le pareció que el comentario que hacía sobre los tortazos en la oscuridad era lo más acertado que había escuchado en lo que llevaba de semana, y asintió con demasiado énfasis moviendo cabeza arriba y abajo.
Observó el cuenco de sopa y pensó que, quizá tomándolo podría vomitar todo el alcohol que tan mal le estaba sentando en el estómago. Lo tomó sin pedir permiso ni dar gracias, y la mestiza bebió con fruición. La última bebida había destruido su sentido del gusto, por lo que no pudo precisar a qué sabía. Se sintió mareada al instante, y dejó caer el cuenco hasta el suelo.
Fue en ese momento, en medio del caos, cuando surgió una chispa de orden en su cabeza. Recordó qué era lo que la movía.
Lanzó las manos hacia la figura vestida de oscuro, buscando aferrar con sus dedos los hombros.
- Deodarrrr..., Eroeeeeeelllll - sonrió envanecida, satisfecha de haber sido capaz de pronunciar el nombre de las dos personas que buscaba a pesar del alcohol. No fue capaz de percibir que el ritmo en su habla lo delataba igualmente. - Tengo que encontrar a esos dos elfos - sentenció. Y dijo todo ello hablando en gritos. - ¡Respóndeme! - no fue premeditado, pero en su forcejeo con aquella criatura, golpeó con la mano la máscara que llevaba en la cara.
- O no, tú no, lo siento - murmuró dándose cuenta de que se había aferrado al de la vestimenta oscura equivocado. Se giró al segundo encapuchado, y extendió la mano hacia él. - Tú... -
No lejos, pero desde un lugar en dónde no lo veía, su voz llegó con claridad a los oídos de Iori. Ya lo había escuchado cantar una vez, de camino hacia Edén. Pero en aquella ocasión, su timbre y sus palabras removieron algo pesado en su corazón. Sango estaba allí.
Su mano se detuvo y sus dedos se cerraron agarrando el aire a centímetros de la figura. Alzó los ojos de nuevo, buscando reconocer los rasgos del ser que tenía delante. Las dos esferas de fuego, curiosamente, la hicieron temblar.
- ¿De qué va toda esta mierda...? - consiguió articular.
Mientras él seguía cantando. Ah, la naturaleza humana...
Off: Iori interactúa con Alward, el miembro de la Organización XIII y con Vincent. Escucha la canción de Sango y su talento Devoto afecta a su ánimo, haciendo que no acepte de inmediato. El alcohol la tiene algo perturbada.
Aunque Iori, evidentemente, tenía más curiosidad por ver cómo lucía sin él. Y sin todo lo demás.
Observó al chico que servía las bebidas trabajar detrás de la barra, sabiendo que sus palabras habían vuelto a incomodar a su acompañante. ¿Le importaba? No. ¿Le entretenía? Sí. Y con eso bastaba. Un poco de conversación por aquí, alguna mirada fugaz por allá, y quizá esa noche podría descubrir lo que había debajo de la máscara.
Aunque realmente lo que le podía interesar a Iori de él estaba concretamente debajo de sus pantalones.
El alegato en defensa de cubrir el rostro estaba lleno de pasión. Y amor. Ah, la naturaleza humana, siempre girando en torno a esa palabra. La mestiza pensaba que había sido capaz de crecer de forma exitosa sorteando el influjo nefasto que tenía ese sentimiento en la gente. Lo había visto desde la barrera, en otras personas. Un sentimiento que esclavizaba, sometía y controlaba.
[...]
Sentada sobre la cerca que vallaba la humilde finca de Zakath, Iori miró, a la luz del amanecer, la robusta figura del antiguo soldado a su izquierda. Este permanecía de pie a su lado, recostado cómodamente contra la madera. Tenía en las manos una pequeña hogaza de pan que ella misma había horneado el día anterior. Se puso roja al ver como manchaba de hollín las enormes manos del anciano, quemada completamente la parte de fuera.
¿El motivo? Iori había desatendido la cocción por ir a pasar tiempo a casa de Garion. Podría decir que el niño era su mejor amigo. Y Nedra, su madre, una mujer encantadora. Había olvidado la hora que era por estar tan entretenida allí...
- No te acostumbres a nadie Iori. La gente va y viene. No te encariñes, no te ates. No prometas, no te quedes. Hazte un favor y aprende a estar sola -. Los ojos oscuros de Zakath miraban hacia la lejanía mientras le tendía un pedazo de pan recién cortado con la navaja. La manita de la niña lo tomó con cuidado y observó como él le daba un enorme bocado al que tenía en la mano.
- Comida es comida - explicó mirándola de reojo, ante la quietud de la pequeña, con una sonrisa de medio lado. - No te preocupes. Mejorarás. Es cuestión de práctica - Iori observó entonces el pan, sus manos manchadas de negro y mordió. Con las palabras que acababa de escuchar resonando en su corazón.
[...]
Apartó aquel recuerdo de su mente cuando el camarero puso el siguiente vaso delante de ella sobre el mesado. El líquido tenía un color tostado, y el aroma era tan fuerte que sin necesidad de acercarlo era capaz de percibirlo. Lo tomó entre los dedos y lo observó más de cerca, antes de beberlo de un trago.
Brindó con ella misma.
Por ser capaz de vivir sin lazos con nadie. Porque la soledad era tremendamente bella debido a que era algo profundamente libre.
El líquido se sintió más fuego que nunca a medida que bajaba por su garganta. Sintió el calor, multiplicándose, y la mestiza se removió incómoda en su asiento. De todos los venenos alcohólicos que tenía probado, desde que abrió la puerta a la bebida, aquel era sin duda el peor. Carraspeó y se frotó el cuello, en un vano intento por aliviar el ardor.
Presionaba con fuerza en la zona entre sus pechos cuando sintió... algo. Alzó la vista, y como si todo girase para encontrar sus ojos con ella, el entorno se desdibujó para centrar su atención en la figura oscura que permanecía de pie. El frío fue antinatural para la noche en la que estaban, pero le sentó bien.
Junto con él llegó la inquietud, que se asentó en ella y la hizo tensarse automáticamente. Miró el vaso un instante, con desconfianza. ¿Podía ser aquella la mierda más fuerte que había consumido hasta entonces? Probablemente.
Volvió la vista de nuevo a la figura, y esta se encontraba ahora a apenas unos pasos. Se bajó de la banqueta para ponerse de pie, y el mundo bailó a su alrededor. Sí, puto veneno.
Frunció el ceño mientras su cuerpo era recorrido por olas extrañas que la hicieron sentir enferma. Una mezcla entre miedo, desazón y una extraña angustia que le colocó un nudo en la garganta. Pero aquella voz... Las pupilas se dilataron. Aquella voz sonaba inspiradora.
Poderes, potencial, respuestas.
Repitió con saña aquellas palabras en su mente, obcecada como una obsesión. Pensando en las posibilidades.
¿Poder? Poder. Habría sido más fácil enfrentarse a Otto y Hans si ella fuese una persona poderosa.
¿Potencial? ¿Tenía ella de eso? Una simple campesina, criada al sur de Verisar... pudiendo dar un golpe en la mesa. Haciendo sonar su voz, ser reconocida...
Respuestas. De las tres cosas, era esta última la más acuciante. La que más cantidad de sangre movía en su corazón. Faltaban únicamente dos... dos Ojosverdes por encontrar. El miedo que había experimentado inicialmente transicionó hacia la ira.
Y entonces él apareció.
Observó al hombre enmascarado que estaba a su lado, intentando recordar quién demonios era. Apenas un segundo, hasta que aquellos ojos brillantes dentro de la capucha que lo cubría la volviesen a atrapar por completo.
- Luz... ¿Oscuridad? Cadenas de... lo desconocido... - farfulló intentando que no se le trabase la lengua. Se llevó la mano a la cabeza para apartar el cabello del rostro, chocando contra su cara con más fuerza de la que precisaba. No le sirvió para espabilarse. Al contrario, la conversación entre las dos figuras oscuras comenzaba a enturbiar demasiado su mente. Le costaba comprender, mientras sentía que el alcohol estaba devorando por dentro la sangre de sus venas.
Una nueva figura se aproximó, de la que Iori solo pudo distinguir con claridad dos cosas en su cabeza: su altura y su cabello rubio, similar a los campos de hierba antes de la siega. Le pareció que el comentario que hacía sobre los tortazos en la oscuridad era lo más acertado que había escuchado en lo que llevaba de semana, y asintió con demasiado énfasis moviendo cabeza arriba y abajo.
Observó el cuenco de sopa y pensó que, quizá tomándolo podría vomitar todo el alcohol que tan mal le estaba sentando en el estómago. Lo tomó sin pedir permiso ni dar gracias, y la mestiza bebió con fruición. La última bebida había destruido su sentido del gusto, por lo que no pudo precisar a qué sabía. Se sintió mareada al instante, y dejó caer el cuenco hasta el suelo.
Fue en ese momento, en medio del caos, cuando surgió una chispa de orden en su cabeza. Recordó qué era lo que la movía.
Lanzó las manos hacia la figura vestida de oscuro, buscando aferrar con sus dedos los hombros.
- Deodarrrr..., Eroeeeeeelllll - sonrió envanecida, satisfecha de haber sido capaz de pronunciar el nombre de las dos personas que buscaba a pesar del alcohol. No fue capaz de percibir que el ritmo en su habla lo delataba igualmente. - Tengo que encontrar a esos dos elfos - sentenció. Y dijo todo ello hablando en gritos. - ¡Respóndeme! - no fue premeditado, pero en su forcejeo con aquella criatura, golpeó con la mano la máscara que llevaba en la cara.
- O no, tú no, lo siento - murmuró dándose cuenta de que se había aferrado al de la vestimenta oscura equivocado. Se giró al segundo encapuchado, y extendió la mano hacia él. - Tú... -
No lejos, pero desde un lugar en dónde no lo veía, su voz llegó con claridad a los oídos de Iori. Ya lo había escuchado cantar una vez, de camino hacia Edén. Pero en aquella ocasión, su timbre y sus palabras removieron algo pesado en su corazón. Sango estaba allí.
Su mano se detuvo y sus dedos se cerraron agarrando el aire a centímetros de la figura. Alzó los ojos de nuevo, buscando reconocer los rasgos del ser que tenía delante. Las dos esferas de fuego, curiosamente, la hicieron temblar.
- ¿De qué va toda esta mierda...? - consiguió articular.
Mientras él seguía cantando. Ah, la naturaleza humana...
Off: Iori interactúa con Alward, el miembro de la Organización XIII y con Vincent. Escucha la canción de Sango y su talento Devoto afecta a su ánimo, haciendo que no acepte de inmediato. El alcohol la tiene algo perturbada.
Iori Li
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