Bajo la Luna de Sangre [Reikeaños]
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Bajo la Luna de Sangre [Reikeaños]
...
Peter Bajo La Luna
Peter contemplaba la anaranjada luna mientras se disponía a marcharse. Había liderado a los soldados humanos en Sacrestic Ville durante los dos últimos años y a pesar de que la ciudad de los vampiros era un lugar hostil e incómodo, había llegado a apreciar su dureza.
Desde que la historia de su romance con el vampiro había salido a la luz, todos sus subordinados habían decidido darle la espalda. Tras el misterioso periodo de tiempo que había estado desaparecido y que no lograba recordar, un escrito desde Lunargenta había puesto fin a su cargo. Y todo por lo que había luchado desde su tierna juventud, se había desvanecido cómo un castillo de naipes en mitad de un vendaval.
¿Acaso el amor no era la peor de las maldiciones? Llegaba con alegría y pureza para arrollarlo todo a su paso. Cómo el brillo de la luna terminaba con la oscuridad. Salvo que aquella noche, la luna había perdido su vestido de plata.
Había algo dentro de él, un pensamiento intrusivo, que le decía que el objeto de su pasión, que el hombre al que hacía el amor cada noche, estaba implicado de alguna forma en su desaparición. Tenía esa impresión cada vez que le miraba, desde que había despertado. ¿Cómo soportar aquella mentira que negaba manifestarse?
¿Qué le sucedería ahora? Perdería el amor, su puesto y el respeto de su familia. Todo lo que creía haber sido se destruía a cada paso. Y aunque normalmente se diría a sí mismo que cada nuevo golpe era una nueva experiencia, que cada dificultad era un nuevo reto que afrontar, se preguntaba qué quedaba del hombre que había llegado a esa ciudad.
La citación judicial era su respuesta. Había recibido la carta: se requería su presencia en la capital humana para hablar sobre su futuro en la Guardia. Habían expulsado de sus filas a muchos hombres y mujeres por acciones mucho menos dudosas que las suyas. Él había metido a su enemigo en su cama. Y en su corazón.
El carruaje comenzó a avanzar, con todas sus posesiones sobre ellas. Apenas un par de bolsas. El trayecto sería corto, hasta la costa, dónde cogería el barco que le llevaría hasta el que siempre había sido su hogar.
No se había despedido de él. Ni siquiera le había dicho nada. El tiempo y la distancia curaría las heridas de su amor.
Viendo cómo la ciudad quedaba atrás, sólo la voz de un extraño calmó su alma y lo evadió de sus pensamientos. El hombre, uno de sus acompañantes, tocaba una canción en un laúd, entonándola con una voz hermosa, ligeramente rasgada.
Fue un valiente caballero,
A quien ella dio su amor,
Mas bajo el vestido negro,
Del coraje sólo quedó dolor.
¡Ay, Ay! mira la Luna,
Que su vestido de plata perdió,
¡Ahora viste carmesí!
Ay, Ay la luna llora,
por la plata que perdió
A quien ella dio su amor,
Mas bajo el vestido negro,
Del coraje sólo quedó dolor.
¡Ay, Ay! mira la Luna,
Que su vestido de plata perdió,
¡Ahora viste carmesí!
Ay, Ay la luna llora,
por la plata que perdió
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Re: Bajo la Luna de Sangre [Reikeaños]
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Bajo aquella luna cobriza, Victor Krane se adentraba en el Barrio Oscuro de Sacrestic Ville con la intención de evadirse. La luna de sangre estaba llena y a pesar de su particular tonalidad, las calles estaban bien iluminadas. A pesar de todo, el escuálido humano portaba un farolillo en una de sus manos mientras se adentraba en las estrechas y traicioneras callejuelas del barrio más peligroso de la ciudad.
Su objetivo era conseguir la Evasión. Sus provisiones personales estaban a punto de terminar y el humano deseaba obtener aquella droga.
Lo que no esperaba era encontrar numerosos cuerpos esparcidos por las calles de aquel barrio. Todos parecían inconscientes o muertos. De sus barbillas, una sustancia líquida, azul, una especie de bebida que sobresalía de sus bocas.
El olor que salía de ellas era el de la Evasión. Pero… ¿cómo había pasado aquello?
Asustado, dio marcha atrás, con la intención de volver a casa. Pero la negra silueta de un ser volador le paró en seco, dejándolo congelado en su posición, incapaz de moverse de su posición.
Ante sus ojos, un humanoide de más de dos metros de un color negro cómo la noche, sobrevolaba sobre algunos de los cadáveres.
Asustado, una vez pudo reaccionar por puro pánico, Víctor corrió en dirección contraria a la salida por la que había accedido al barrio, buscando un lugar seguro dónde esconderse.
A medida que huía, los cuerpos aumentaban su número. Eran cada vez más numerosos. Concretamente, cuánto más se acercaban a la casa dónde Victor solía comprar sus granos de Evasión, habían más y más.
Al llegar a aquel lugar, encontró la puerta abierta. En su interior, varias personas habían hallado cobijo. Asustados, temblaban. Otros fumaban la Evasión para intentar aislarse de los terrores de la vida.
Fue entonces cuándo las puertas se cerraron y entró aquella mujer. Una mujer de largo pelo moreno, ojos verdes y un ceñido vestido azul intenso. Sonrió a los presentes.
―¿Pueden seguirme?
Nadie se vio obligado a hacerlo, pero todos lo hicieron, hipnotizados por el encanto de la mujer, por su belleza, por su elegancia.
Los numerosos adictos a la Evasión, una serie de hombres y mujeres esqueléticos por los efectos de la droga, siguieron sus pasos hasta una enorme sala dónde se encontraba una fuente con un líquido azul de color intenso.
―Bebida de Evasión. Deberéis probarla. Es toda una experiencia…
Los encautos drogadictos iban decididos hacia la fuente, deseosos de tomar ese manjar líquido, deseosos de evadirse de aquella realidad.
Victor se vio tentado a hacerlo, pero algo se lo impedía. Al alzar la vista, sobrevolando sobre ellos, se encontraba el Espectro.
Victor Bajo La Luna
Bajo aquella luna cobriza, Victor Krane se adentraba en el Barrio Oscuro de Sacrestic Ville con la intención de evadirse. La luna de sangre estaba llena y a pesar de su particular tonalidad, las calles estaban bien iluminadas. A pesar de todo, el escuálido humano portaba un farolillo en una de sus manos mientras se adentraba en las estrechas y traicioneras callejuelas del barrio más peligroso de la ciudad.
Su objetivo era conseguir la Evasión. Sus provisiones personales estaban a punto de terminar y el humano deseaba obtener aquella droga.
Lo que no esperaba era encontrar numerosos cuerpos esparcidos por las calles de aquel barrio. Todos parecían inconscientes o muertos. De sus barbillas, una sustancia líquida, azul, una especie de bebida que sobresalía de sus bocas.
El olor que salía de ellas era el de la Evasión. Pero… ¿cómo había pasado aquello?
Asustado, dio marcha atrás, con la intención de volver a casa. Pero la negra silueta de un ser volador le paró en seco, dejándolo congelado en su posición, incapaz de moverse de su posición.
Ante sus ojos, un humanoide de más de dos metros de un color negro cómo la noche, sobrevolaba sobre algunos de los cadáveres.
Asustado, una vez pudo reaccionar por puro pánico, Víctor corrió en dirección contraria a la salida por la que había accedido al barrio, buscando un lugar seguro dónde esconderse.
A medida que huía, los cuerpos aumentaban su número. Eran cada vez más numerosos. Concretamente, cuánto más se acercaban a la casa dónde Victor solía comprar sus granos de Evasión, habían más y más.
Al llegar a aquel lugar, encontró la puerta abierta. En su interior, varias personas habían hallado cobijo. Asustados, temblaban. Otros fumaban la Evasión para intentar aislarse de los terrores de la vida.
Fue entonces cuándo las puertas se cerraron y entró aquella mujer. Una mujer de largo pelo moreno, ojos verdes y un ceñido vestido azul intenso. Sonrió a los presentes.
―¿Pueden seguirme?
Nadie se vio obligado a hacerlo, pero todos lo hicieron, hipnotizados por el encanto de la mujer, por su belleza, por su elegancia.
Los numerosos adictos a la Evasión, una serie de hombres y mujeres esqueléticos por los efectos de la droga, siguieron sus pasos hasta una enorme sala dónde se encontraba una fuente con un líquido azul de color intenso.
―Bebida de Evasión. Deberéis probarla. Es toda una experiencia…
Los encautos drogadictos iban decididos hacia la fuente, deseosos de tomar ese manjar líquido, deseosos de evadirse de aquella realidad.
Victor se vio tentado a hacerlo, pero algo se lo impedía. Al alzar la vista, sobrevolando sobre ellos, se encontraba el Espectro.
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Re: Bajo la Luna de Sangre [Reikeaños]
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Isabella Rappaccini observaba la luna rojiza con total asombro. En su corta vida, no había visto fenómeno igual y estaba completamente fascinada. Una joven hermosa, que llevaba casi tres años atrapada en aquel jardín, quedaba a la vez maravillada por aquellos fenómenos de la naturaleza, cómo triste. Alegre porque había vivido algo nuevo; triste porque se preguntaba cuántas cosas más se estaría perdiendo.
Miró la Rosanera. Este invierno no había resultado tan frío cómo el anterior. No había nieve ni un frío extremo. Aunque la planta estaba sumamente debilitada durante el invierno, Isabella agradecía no pasar por el calvario del año anterior.
El jardín botánico estaba repleto de extraños aquella noche, que se habían concentrado allí para observar aquel fenómeno astral. Fue entonces cuándo Isabella vio a Ajax por primera vez. Un joven algo mayor que ella, de pelo oscuro y rizado, piel blanca y expresivos ojos verdes.
Cuándo sus miradas coincidieron, la joven desvió su mirada para concentrarse en la rosa, ligeramente avergonzada. Su rostro estaba ligeramente azulado por sus dificultades respiratorias y se sentía fea y vulnerable. Pero cuándo pasados unos segundos, volvió a dirigir la vista hacia el chico, éste le continuaba observando.
Apenas unos minutos después, el joven estaba apenas a unos metros de ella, mientras observaba el cielo nocturno. Isabella le miraba de reojo, tímida. La joven que había asesinado a su padre, que había resistido varias noches de frío extremo, que había ocultado a un delincuente en su casa, estaba temerosa de la mirada de un extraño.
―¿Es una Rosanera?
Fueron las primeras palabras que escuchó pronunciar de aquella boca, una boca formada por unos labios que a la chica le parecieron hermosos, de lo más apetecible.
―Lo es... ―respondió Isabella, notándose con la voz algo entrecortada, aunque por primera vez, por motivos ajenos a su maldición.
―Pues es hermosa… ¿Quién iba a decir que una flor tan peligrosa podría albergar tanta belleza?
Isabella sintió un repentino rechazo hacia el joven, pues durante unos segundos, la imagen de su padre volvió a su mente. Aquel malvado hombre que le había pinchado con una de las espinas de la flor para otorgarle un castigo eterno que no merecía.
Pero cuándo él la volvió a mirar con esos ojos verdes, rodeados de aquellas largas pestañas negras, el mal recuerdo desapareció de pronto.
―Me sentaré a tu lado. Veamos la luna juntos. Una cosa así no sucede todos los días…
La joven sonrió tímidamente cuándo el chico se sentó frente a ella. Alzó la vista a la luna para que su timidez no fuera percatada por el chico. Pero cada vez que le miraba, él tenía la vista fija en ella.
―Soy Ajax.
― Isabella.
Y la noche fue transcurriendo, poco a poco, mientras surgía el amor.
Isabella Bajo La Luna
Isabella Rappaccini observaba la luna rojiza con total asombro. En su corta vida, no había visto fenómeno igual y estaba completamente fascinada. Una joven hermosa, que llevaba casi tres años atrapada en aquel jardín, quedaba a la vez maravillada por aquellos fenómenos de la naturaleza, cómo triste. Alegre porque había vivido algo nuevo; triste porque se preguntaba cuántas cosas más se estaría perdiendo.
Miró la Rosanera. Este invierno no había resultado tan frío cómo el anterior. No había nieve ni un frío extremo. Aunque la planta estaba sumamente debilitada durante el invierno, Isabella agradecía no pasar por el calvario del año anterior.
El jardín botánico estaba repleto de extraños aquella noche, que se habían concentrado allí para observar aquel fenómeno astral. Fue entonces cuándo Isabella vio a Ajax por primera vez. Un joven algo mayor que ella, de pelo oscuro y rizado, piel blanca y expresivos ojos verdes.
Cuándo sus miradas coincidieron, la joven desvió su mirada para concentrarse en la rosa, ligeramente avergonzada. Su rostro estaba ligeramente azulado por sus dificultades respiratorias y se sentía fea y vulnerable. Pero cuándo pasados unos segundos, volvió a dirigir la vista hacia el chico, éste le continuaba observando.
Apenas unos minutos después, el joven estaba apenas a unos metros de ella, mientras observaba el cielo nocturno. Isabella le miraba de reojo, tímida. La joven que había asesinado a su padre, que había resistido varias noches de frío extremo, que había ocultado a un delincuente en su casa, estaba temerosa de la mirada de un extraño.
―¿Es una Rosanera?
Fueron las primeras palabras que escuchó pronunciar de aquella boca, una boca formada por unos labios que a la chica le parecieron hermosos, de lo más apetecible.
―Lo es... ―respondió Isabella, notándose con la voz algo entrecortada, aunque por primera vez, por motivos ajenos a su maldición.
―Pues es hermosa… ¿Quién iba a decir que una flor tan peligrosa podría albergar tanta belleza?
Isabella sintió un repentino rechazo hacia el joven, pues durante unos segundos, la imagen de su padre volvió a su mente. Aquel malvado hombre que le había pinchado con una de las espinas de la flor para otorgarle un castigo eterno que no merecía.
Pero cuándo él la volvió a mirar con esos ojos verdes, rodeados de aquellas largas pestañas negras, el mal recuerdo desapareció de pronto.
―Me sentaré a tu lado. Veamos la luna juntos. Una cosa así no sucede todos los días…
La joven sonrió tímidamente cuándo el chico se sentó frente a ella. Alzó la vista a la luna para que su timidez no fuera percatada por el chico. Pero cada vez que le miraba, él tenía la vista fija en ella.
―Soy Ajax.
― Isabella.
Y la noche fue transcurriendo, poco a poco, mientras surgía el amor.
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Re: Bajo la Luna de Sangre [Reikeaños]
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El amor de San Jacobo de Beckelard III era muy distinto. El amor a Jesucristo era mayor que cualquier otro y su fe superaba cualquier amor terrenal. Jesucristo guiaba sus pasos y le había mandado una clara señal.
En el firmamento, la luna de sangre iniciaba un nuevo ciclo, dando inicio a una profecía que él mismo se había inventado tiempo atrás y que la creía real, porque creía que Dios guiaba su mente.
Salió de la sacristía y presentándose ante sus fieles, inició la Misa de Medianoche. Normalmente, usaba sus poderes vampíricos de la voz para que sus fieles aliviaran su dolor y preocupaciones. Pero aquella noche, la luna de sangre demandaba otros planes.
Colocó el Evangelio de San Jacobo sobre su atril y abrió el tomo, buscando la página 666 del libro. Usó su presencia vampírica ante sus fieles y comenzó a leer, dando una entonación grave a sus palabras, mientras captaba la atención de todos los que se encontraban allí.
―Cuándo la luna de sangre se alce en el cielo, la Iglesia se romperá en dos. Un nuevo líder de la Iglesia surgirá en la ciudad de la Sangre, que traerá de nuevo la verdadera fe al mundo, acabando con los falsos dioses para imponer la única voluntad divina.
El asombro de los fieles era extremo. La mayoría de ellos había visto la luna de sangre antes de entrar aquella noche a escuchar la misa, tal cómo hacían cada día.
San Jacobo, su líder espiritual, gozaba de su máxima confianza. Ellos creían en su palabra y en su poder. Creían firmemente que San Jacobo era un enviado de Cristo a Aerandir.
―Esta Iglesia ha sufrido el ataque de otras personas que se consideran católicas. Esta Iglesia ha seguido adelante pese a que cada día, miles de personas intentan que nuestro amor por Jesucristo decaiga cada día. Es hora de que luchemos por nuestro Dios, que luchemos por nuestra Fe, que luchemos por abrirnos al mundo. Que luchemos por dar a Jesucristo el lugar que le corresponde.
Todos los fieles se alzaron. Se pusieron en pie al unísono para lanzar sus plegarias. Las primeras voces comenzaron en la parte final de la Iglesia y la petición se fue repitiendo una y otra vez, repitiendo la misma consigna.
“Papa San Jacobo” “Papa San Jacobo” “Papa San Jacobo”
San Jacobo alzó sus brazos y el silencio de los fieles se hizo inminente.
―La maldición de su líder deberá extenderse. Sangre de Cristo que debe propagarse. Beban de la sangre del líder que nace.
Tras estas palabras, los fieles se acercaron al altar y cuándo San Jacobo se hizo un corte en cada uno de sus brazos, los fieles bebieron de su sangre sin contemplación. Uno por uno.
San Jacobo de Beckelard III Bajo La Luna
El amor de San Jacobo de Beckelard III era muy distinto. El amor a Jesucristo era mayor que cualquier otro y su fe superaba cualquier amor terrenal. Jesucristo guiaba sus pasos y le había mandado una clara señal.
En el firmamento, la luna de sangre iniciaba un nuevo ciclo, dando inicio a una profecía que él mismo se había inventado tiempo atrás y que la creía real, porque creía que Dios guiaba su mente.
Salió de la sacristía y presentándose ante sus fieles, inició la Misa de Medianoche. Normalmente, usaba sus poderes vampíricos de la voz para que sus fieles aliviaran su dolor y preocupaciones. Pero aquella noche, la luna de sangre demandaba otros planes.
Colocó el Evangelio de San Jacobo sobre su atril y abrió el tomo, buscando la página 666 del libro. Usó su presencia vampírica ante sus fieles y comenzó a leer, dando una entonación grave a sus palabras, mientras captaba la atención de todos los que se encontraban allí.
―Cuándo la luna de sangre se alce en el cielo, la Iglesia se romperá en dos. Un nuevo líder de la Iglesia surgirá en la ciudad de la Sangre, que traerá de nuevo la verdadera fe al mundo, acabando con los falsos dioses para imponer la única voluntad divina.
El asombro de los fieles era extremo. La mayoría de ellos había visto la luna de sangre antes de entrar aquella noche a escuchar la misa, tal cómo hacían cada día.
San Jacobo, su líder espiritual, gozaba de su máxima confianza. Ellos creían en su palabra y en su poder. Creían firmemente que San Jacobo era un enviado de Cristo a Aerandir.
―Esta Iglesia ha sufrido el ataque de otras personas que se consideran católicas. Esta Iglesia ha seguido adelante pese a que cada día, miles de personas intentan que nuestro amor por Jesucristo decaiga cada día. Es hora de que luchemos por nuestro Dios, que luchemos por nuestra Fe, que luchemos por abrirnos al mundo. Que luchemos por dar a Jesucristo el lugar que le corresponde.
Todos los fieles se alzaron. Se pusieron en pie al unísono para lanzar sus plegarias. Las primeras voces comenzaron en la parte final de la Iglesia y la petición se fue repitiendo una y otra vez, repitiendo la misma consigna.
“Papa San Jacobo” “Papa San Jacobo” “Papa San Jacobo”
San Jacobo alzó sus brazos y el silencio de los fieles se hizo inminente.
―La maldición de su líder deberá extenderse. Sangre de Cristo que debe propagarse. Beban de la sangre del líder que nace.
Tras estas palabras, los fieles se acercaron al altar y cuándo San Jacobo se hizo un corte en cada uno de sus brazos, los fieles bebieron de su sangre sin contemplación. Uno por uno.
- Elementos Utilizados:
- La Luna.
- El Amor (a Jesucristo, nuestro único Señor)
- Maldición (vampírica que debe extenderse).
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