Cazando cazadores de serpientes - Bosque (QUEST/Mastereado)

Durante su estancia en el interior de la posada, en el exterior tenían suceso otros acontecimientos. Los pequeños Mikakos Midgarianos olieron el olor de la vida y se fueron agrupando a medida que corrían hacia ella por el bosque, desde que entraron las dos personas hasta que se metieron en la posada los siguieron. Se lanzaron una maldición por no poder alcanzarlos, con sus pequeñas piernas no podían correr más y se juntaron todos delante del local de Tyw, pero en seguida se dieron cuenta de que aún olía a vida, aún se respiraba, y eso no podía ser, al viejo posadero lo habían dejado porque se podría decir que estaba más muerto que ellos, pero había algo atado a un árbol, un caballo.
Se acercaron rápidamente, ansiosos de alimentarse, todos a una saltaron sobre el animal creándole quemaduras muy graves por todo el cuerpo al mismo tiempo y acabando con su vida en el instante mismo en que se posaron sobre su piel. Lo quemaron, lo mataron y lo cocinaron en menos de un minuto, y todo esto sin hacer ruido donde su única huella fue un olor a piel y carne quemada.

Al salir los dos cazadores de cazadores se encontraron de nuevo con el bosque de Midgard, un bosque todo chamuscado sin vida alguna, o eso aparentaba éste, nada que pudiese vivir allí. Nada que pudiese herirlos, nada excepto esos malditos caza-serpientes, o eso pensaban ellos hasta que les vino el olor, un olor a quemado extremadamente fuerte que procedía del lugar donde Sydara había apostado su caballo. Allí yacía muerta la carne negra de un caballo. Totalmente inmóvil, donde antes había vida, ahora ya no, y el bosque volvía a su ser, pues todo había perecido de nuevo.

Una vez su hubieron acercado al caballo, el viejo Tyw salió de la posada y se aproximó a ellos con un trozo de papel un poco mojado en la mano. Vio el panorama, el caballo. ¡Oh, no había pensado! ¡Esos malditos Mikakos! Debía disculparse con correspondía a su clase, pero se le hacía la boca agua, pues miraba al caballo y le entraba hambre aunque él poco comía.

- Señor, yo... Tyw lo siente mucho porque no le advirtió de los Mikakos... pero ya no necesitará más el caballo y si el señor lo permite, yo le daré un buen uso, sí, buen uso. - Dijo mientras se limpiaba la boca por un reguero de saliva inexistente. - El viejo Tyw se lo quedará, sí...
Entonces miró a Kaala, pues la veía una mujer muy bella, y siguiendo el criterio de sus gustos fue a ella a quien confió el papel que portaba sobre su única mano. Estaba un poco húmedo al contacto por la parte donde Tyw lo tenía agarrado. - Es un mapa del bosque... sí, aquí están señaladas las trampas para serpientes que hay, con una equis en rojo, exacto, eso es. ¡Pero no os acerquéis a las calaveras! Son malvadas... sí, las que hay en el mapa.

En el mapa se pueden observar varias trampas, un par al norte, una al este, tres al oeste y ninguna al sur. Las calaveras todas se encuentran sobre el Río Tymer que hace de frontera entre el Bosque de Midgard y el Bosque de Sandorai.

Entonces Tyw, creyendo que ya había acabado con todo lo que había ido a hacer, cogió la mano de Sydara sin previo aviso y se la estrechó. - Y con este apretón cerramos el regalo de tu caballo hacia mí, sí, eres un buen amigo... ¿Huh? Si tengo la mano mojada... perdona, deben ser los orines... - Y ahí dejó la frase. Le soltó la mano y se volvió, dirigiéndose de nuevo hacia la posada. -¿Por qué habré dicho orines al señor? Bueno, es un líquido, qué más da... - fue pensando mientras entraba.

Los quemados árboles del bosque eran todos bastante similares, eso hacía que perderse en él resultase algo más que fácil, pero siguiendo el mapa Kaala y Sydara se dirigieron al principio hacia el este pero pronto cambiaron de ruta y fueron hacia el sur. Los Mikakos empezaban a seguirlos pero sus cortas piernas hacían que no pudiesen darles alcance.

Caminaron al sur, durante toda la tarde estuvieron caminando, dando vueltas por la zona, pero no encontraron trampa alguna en aquel lugar. Llegaron a las fronteras del bosque en el sur, poco pudieron encontrar, pero la noche se cernía ya sobre ellos. Habían comenzado infructuosamente la misión encomendada por Tyw el Desmembrado, pero quizá debieran revisar de nuevo el mapa y volver a elegir de nuevo un camino que los llevase a donde podrían encontrar a los cazadores de serpientes y cazarlos a ellos.

Dos trampas al norte. Una al este. Tres al Oeste. Calaveras sobre el río Tymer, el cual hace las veces de frontera con el Bosque de Sindorai.

El trayecto hacia lo que habían visto no fue muy fatigoso pero se sentían ya muy cansados por estar todo el día dando vueltas en un bosque donde el clima no ayudaba en absoluto. Sydara, ya acostumbrado al tiempo debido a la cercanía de su hogar podía aguantarlo mejor pero Kaala casi se encontraba extenuada. Necesitaban descansar, y en caso de que tuviesen que enfrentarse a algo les sería bastante complicado rechazarlo debido a su debilidad.

Al acercarse al hoyo pudieron observar que no había mucha profundidad pero eso era lo que menos destacaba de aquél lugar. Los árboles en un pequeño diámetro habían desaparecido, había como una pequeña explanada de tierra quemada, bastante distinta al resto del bosque, pero dentro del agujero había unas escaleras talladas en la roca de debajo de la tierra y una puerta metálica de un color totalmente negro.

Kaala, con su gran olfato, pudo oler y oír agua cercana, fluyendo en algún lado, pero el río del mapa se encontraba bastante lejos. El ruido procedía del interior de la que ya parecía una cueva o casa. Dentro no escuchaban voz alguna, pero eso no significaba que si la hubiese podrían escucharla, simplemente que sus oídos no recibían ningún estímulo más que del agua del interior.

El abrir de la puerta dio paso a un oscuro lugar, no se veía nada, estaba completamente a oscuras. Se escuchaba con más fuerza el ruido del agua, pero no sabían si en aquél lugar había o no, y si había, en qué lugar fluía. Necesitaban algo que alumbrase la estancia, como por ejemplo un fuego, pues sin él no veían más que tres pasos por delante de ellos y nada más, y todo eso era roca. No se escuchaba un solo ruido en el interior. Pero de algo podían darse cuenta y es que dentro del habitáculo hacía mucho más frío que en el exterior.

En el caso de que consiguieren luz lo que se encontrarían sería una habitación vacía, no muy espaciosa pero con dos camas. A la derecha del cuarto, a su derecha pues, pasaba una corriente subterránea de agua, la cuál pudiera ser del río Tymer. A la izquierda, delante de las camas y pegado a la pared había un escritorio con algunos cajones donde había un libro deshojado sobre la mesa y las hojas de éste se encontraban esparcidas por el suelo.

El sitio era muy húmedo, las camas al tacto estaban algo mojadas. Los papeles sin embargo estaban secos y podrían utilizarse como lumbre. Eso indicaba que alguien los había arrancado hacía no mucho tiempo pues se hubiesen humedecido mucho antes que las sábanas del catre.

El sitio era frío, era un lugar propicio para pescar un resfriado, y esto podría conocerlo un buen médico, pues después del cambio de temperatura sumado a la humedad, lo hacía una cosa bastante posible si pasaban allí la noche.
Estaban cansados, sedientos y con hambre, quizá debían haberle pedido al viejo Tyw algunas provisiones.

Aquella noche pudieron descansar en el interior de los huecos de los árboles que encontraron, pues pocos sitios había más para dormir en un bosque muerto y las temperaturas nocturnas no eran las más agradables por lo que pareciere para los molestos Mikakos, así pues aquel día no vieron muchos más y pudieron dormir tranquilamente.

Bebieron agua pero tenían el estómago vacío, pero gracias al descanso recobraron las fuerzas necesarias para continuar la siguiente jornada. El sol comenzó a alzarse ganando terreno a su eterno rival y con los primeros rayos de sol el calor empezó a inundar el bosque, parecía que iba a ser un día más caluroso que el anterior y Sydara al ser de esas tierras podría aguantarlo bien, pero Kaala, más acostumbrada al frío lo pasaría peor.

Ellos ya se habían levantado pero ¿se habrían puesto ya en camino los Mikakos? No se veían alrededor, pero más valía no confiarse pues la suerte no siempre está del lado de los mismos.

Tenían en su poder un montón de hojas sueltas y la tapa de un diario, o por lo menos eso parecía pues la tapa no tenía inscripción alguna, pero las hojas, si las conseguían poner en orden las hojas descubrían que algunas, la mayoría, se habían visto corrompidas y no se entendía bien lo que ponía, pero había algunas hojas que sí podían leerse bien.

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Diario de Pat Kleys. Día Último.

[Corrompido] ... y es por eso que éste es el último día del diario, pero una cosa está clara y es que las serpientes y las ratas de este lugar no dan para comer, a pesar de ser yo el único cazador del lugar a parte de las trampas que a veces encuentro por el bosque, no sé de quién son, pero tampoco quiero saberlo.
[Corrompido]... y por si acaso viene alguien que intenta cazar como yo, encontrará que no hay tantas serpientes como se espera, pero siempre hay, eso está claro, no se multiplican como las ratas, pero como éstas son su alimento, siempre tienen un buen manjar y eso hace este sitio un gran criadero de serpientes, pues tienes el cebo y la presa.[Corrompido y no se logra comprender nada más]

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En caso de que continuasen caminando hacia el oeste, la loba y el elfo encontrarían rápidamente la primera trampa, algo lejos del río Tymer, y ésta estaba completamente vacía, no había nada dentro pero por las proximidades pudieron observar alguna serpiente, y eran escasas por lo que habían comprobado en este día de búsqueda, pero no habían desaparecido por completo.