Un paquete especial [Libre]
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Un paquete especial [Libre]
En una casa abandonada
Elise despierta atada dentro de una bodega en un zótano de una casa que nadie habitaba de hacía años, solo era hogar de malechores, cuidada por un hombre nomás que dormitaba entre unos barriles. Estaba amordazada. La elfa podría sentirse mareada y estaría así por un buen rato.
-Te quedarás acá hasta que mi jefe decida que hacer contigo...Ellos vendrán al anochecer, me han dejado a cargo, soy muy bravo si te llegas a poner rebelde... Por cierto, me llamo Marthus-dijo el hombre cuando la escuchó moverse y se volteó para seguir durmiendo. Tenía el aspecto de un borracho, habían varias botellas a su alrededor y vasos con olor a cerveza y ron.
El hombre, barrigudo, con barba descuidada, y ropa que olía a sucio de hace días.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Nota: acá siguen el rol a vuestro gusto. Que se diviertan. Saludos.
Elise despierta atada dentro de una bodega en un zótano de una casa que nadie habitaba de hacía años, solo era hogar de malechores, cuidada por un hombre nomás que dormitaba entre unos barriles. Estaba amordazada. La elfa podría sentirse mareada y estaría así por un buen rato.
-Te quedarás acá hasta que mi jefe decida que hacer contigo...Ellos vendrán al anochecer, me han dejado a cargo, soy muy bravo si te llegas a poner rebelde... Por cierto, me llamo Marthus-dijo el hombre cuando la escuchó moverse y se volteó para seguir durmiendo. Tenía el aspecto de un borracho, habían varias botellas a su alrededor y vasos con olor a cerveza y ron.
El hombre, barrigudo, con barba descuidada, y ropa que olía a sucio de hace días.
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Última edición por Master2 el Miér Nov 27 2013, 02:51, editado 2 veces
Ansur
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Re: Un paquete especial [Libre]
Todo lo que había pasado la verdad es que me había consternado mucho... ¡Joder! Era una niña inocente al creer que estaría bien, Claus era poderoso, al igual que sus seguidores, no sabia que me había hecho pensar que no era así y el enfrentarmeles. Mi conciencia la recobre para encontrarme atada en un lugar un poco extraño, pero que supe identificar al momento como una bodega.
Mire con algo de pesar al hombre que reconocí como mi captor, era realmente alguien desagradable, me causaba asco. Un pequeño aroma a licor me llego, y eso solo aumento mis ganas de vomitar. Este solo dormía entre unos barriles, una vista asquerosa de aquel.
-Te quedarás acá hasta que mi jefe decida que hacer contigo...Ellos vendrán al anochecer, me han dejado a cargo, soy muy bravo si te llegas a poner rebelde... Por cierto, me llamo Marthus-
Le escuche decir y sus ultimas palabras fueron las que se me clavaron en el pecho como dagas... Así que ese tipo era el tal Marthus, el causante de mi desgracia. - 1, 2, 3. - Contaba internamente mordiéndome con fuerte mi labio inferior, un hilillo de sangre corrió por este y tan solo me lo trague, debía mantener la calma, no podía volver a cometer la imprudencia de hace un rato.
Esperen... Si yo estaba allí ¿Donde estaban Ishira y Rengar?... Mire con un poco de preocupación analizando el lugar, pero, nada. Tan solo estábamos el y yo. Con mis dientes me deshice rápido del trapo que tenia en mi boca, aquello me evitaba hablar ¡Que problemático!. Con mis manos a mis espaldas rebusque entre mis bolsillos algo cortante con que pudiera deshacerme de aquello, ¡Nada! Eso fue lo que encontré... ¡Tsk! Estaba jodida.
- ¡Hey, tu! - Grite desde mi posición para que despertara de nuevo, veis que esta acción no había logrado nada, y una botella que estaba frente a mis pies la moví un poco a todo lo que me daba el amarre, haciendo que rodara a los pies de este. - ¿Donde están los otros? Ya sabes, el hombre gato y la humana. - Comente de manera fría y cortante sin mostrar ninguna emoción, aunque siendo sinceros aquello me tenia mas que preocupada.
Mire con algo de pesar al hombre que reconocí como mi captor, era realmente alguien desagradable, me causaba asco. Un pequeño aroma a licor me llego, y eso solo aumento mis ganas de vomitar. Este solo dormía entre unos barriles, una vista asquerosa de aquel.
-Te quedarás acá hasta que mi jefe decida que hacer contigo...Ellos vendrán al anochecer, me han dejado a cargo, soy muy bravo si te llegas a poner rebelde... Por cierto, me llamo Marthus-
Le escuche decir y sus ultimas palabras fueron las que se me clavaron en el pecho como dagas... Así que ese tipo era el tal Marthus, el causante de mi desgracia. - 1, 2, 3. - Contaba internamente mordiéndome con fuerte mi labio inferior, un hilillo de sangre corrió por este y tan solo me lo trague, debía mantener la calma, no podía volver a cometer la imprudencia de hace un rato.
Esperen... Si yo estaba allí ¿Donde estaban Ishira y Rengar?... Mire con un poco de preocupación analizando el lugar, pero, nada. Tan solo estábamos el y yo. Con mis dientes me deshice rápido del trapo que tenia en mi boca, aquello me evitaba hablar ¡Que problemático!. Con mis manos a mis espaldas rebusque entre mis bolsillos algo cortante con que pudiera deshacerme de aquello, ¡Nada! Eso fue lo que encontré... ¡Tsk! Estaba jodida.
- ¡Hey, tu! - Grite desde mi posición para que despertara de nuevo, veis que esta acción no había logrado nada, y una botella que estaba frente a mis pies la moví un poco a todo lo que me daba el amarre, haciendo que rodara a los pies de este. - ¿Donde están los otros? Ya sabes, el hombre gato y la humana. - Comente de manera fría y cortante sin mostrar ninguna emoción, aunque siendo sinceros aquello me tenia mas que preocupada.
Última edición por Elise Lawrence el Vie Nov 22 2013, 17:39, editado 1 vez
Elise Lawrence
Honorable
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Re: Un paquete especial [Libre]
Nota: Perdón, equivoqué la trama, lo edité en el primer post de este tema. Disculpen las molestias.
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Ansur
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Re: Un paquete especial [Libre]
El bosque de Sandorai se hallaba repleto de huellas de caballo. Aquella multitud parecía estar compuesta por bastantes bandidos, tantos que ni siquiera habían podido disimular un poco el trayecto de su viaje. Seguí aquellas huellas durante horas, el bosque era grande y me llevaría mi tiempo adivinar donde se esconderían. Así mismo, debía tener cuidado de que ninguno de aquellos maleantes se hubiese quedado en el bosque, dispuesto a eliminar cualquier intrusión que tratara de liberar a Elise.
Sin embargo el bosque parecía estar en un profundo silencio. Apenas se podían hallar animales, tanto salvajes como inofensivos, es probable que el continuo galope de aquellos asesinos haya producido tal ruido que la mayoría se habían escondido. Es lo que tiene viajar junto a una gran multitud, que acabas asustando a los animales por miedo a que sean cazados.
El atardecer había caído. Mi viaje al fin había llegado a su destino. Las huellas me llevaron al otro lado del bosque, a una llanura la cual se podían divisar, en el centro de esta, unos tres monolitos de roca. No parecían ser simples trozos de piedra, seguramente seria algún lugar donde los elfos o cualquier otra raza practicarían magia de algún tipo. Desde luego, consideraba muy improbable que esas formaciones rocosas estuvieran hechas así adrede.
En este momento me encontraba subido a una rama del árbol más cercano a la llanura. Sobre mi espalda cargaba el abrigo de piel que Ishira me ofreció amablemente. Durante mi trayecto había echado una ojeada a mis espaldas de vez en cuando, intentado confirmar si aquella chica me había seguido, pero no detecte rastro de ella, habrá vuelto a la ciudad seguramente. En mis manos estaba la posibilidad o no de rescatar a aquella elfa que solía llamar compañera. Compañera, hasta el día en que me declare ante ella… a partir de ese suceso nuestra relación cambio totalmente.
Alejado de los monolitos de piedra, yacía una casa de aspecto abandonado. Las huellas habían desaparecido a partir de la entrada a la llanura, en ningún lugar de esta pude detectar rastro alguno de mi amada. Quizás esta se encuentre en aquella casa, o tal vez no. De todos modos no perdía tiempo alguno en averiguarlo. Tras observar la llanura desde las alturas fui desplazándome de un árbol a otro ayudándome de mis garras, hasta acercarme a una rama del árbol más cercano a la casa, y ni siquiera este se encontraba cerca de ella.
Un total de tres hombres se habían asentado a las afueras de la casa. Allí parecían esconder algo, algo que yo probablemente estoy buscando. Ninguno de sus rostros me era familiar, hasta juraría que esos bandidos eran mas... donde demonios estaba el resto del personal? Dentro de la casa?
Atacar sin ningún plan no sería buena idea, y los distintos lugares donde esconderse en la llanura no eran numerosos. Alguna formación rocosa podría ayudarme a que mis enemigos no me visualizasen, pero para ello faltaba esperar un poco más. Espere durante una hora a que el atardecer siguiese su curso, a que el sol se alejase más y más hasta casi perderse en el horizonte...
..........
El atardecer tocaba a su fin. La luna se asomaba levemente por el horizonte, advirtiendo en breve la llegada del anochecer. Este era el momento idóneo para infiltrarme, y no pude encontrar mejor ocasión. Desde mi posición actual pude oír en la lejanía a uno de los bandidos dirigirse al bosque. Se acerco a este, pasando justo por debajo del árbol donde yo me encontraba. Al parecer no me había visto, el bandido tenía como objetivo acercarse a un árbol cercano al mío para hacer sus necesidades, o por lo menos eso creía. Antes de que llegase al árbol había arrojado una piedra al tronco de un árbol algo más alejado. El bandido giro la cabeza en dirección al ruido, pero antes de que pudiese girar la vista hacia donde estaba, yo por mi parte ya había saltado hacia él desde la rama donde estaba posado, clavándole una de mis espadas a la yugular.
La caza humana había dado comienzo. Un bandido yacía ya inerte entre la vegetación del bosque. Cogí el cuerpo del bandido sin sacar la espada de él para esconderlo entre la maleza. En ese momento saque la espada, dejando que la sangre de aquel humano fluyera entre la hierba y el suelo del bosque. Si el resto de maleantes detectaban la sangre sospecharían, llamarían al resto del grupo, y eso me complicaría las cosas. Tenía que ser todo lo discreto posible hasta el más mínimo detalle.
Mi siguiente paso era atraer a los otros dos al bosque. En ese momento recapacite un poco sobre el suceso en la playa. Cuando Elise yacía en manos de aquel bandido que la secuestro, este silbo al viento dándole al resto la señal de huida. Silbar funcionaria para atraerlos? No creo que pase nada por probar. Me escondí detrás del tronco del árbol más grueso y silbe.
Mire de reojo a los pocos segundos en dirección hacia donde estaban los otros dos. Empezaron a moverse hacia el origen del silbido, murmurando un par de cosas que no alcance a oír hasta que estuvieron lo suficientemente cerca de mi - Haber si ahora resulta que necesita ayuda para sacársela, jajajajaja - murmuro uno de ellos
Donde se ha metido este granuja? Tan lejos ha ido solo para...? - murmuro el otro, parándose en seco a mitad de la frase - ...Por los dioses... Sangre! Lo han matado!! - exclamo alarmado. Ambos enfundaban sus armas nada más llegar al bosque, pero estaban tan centrados en su compañero que tardaron en inspeccionar su alrededor. Era el momento de proseguir la caza.
Su compañero bandido era el que yacía más cerca de mi posición. En cuanto se alarmaron por el hecho de encontrar sangre entre la vegetación, arroje mi abrigo a la cara del maleante más cercano, distrayéndolo unos pequeños instantes... instantes que aproveche para matar al otro acercándome por su lado derecho, clavándole la espada a la yugular. El otro matón se deshizo del abrigo arrojándolo al suelo, se acerco a mí enfundando su cimitarra. Saque mi espada del cuerpo del bandido inerte, bloqueando su estocada cruzando ambas de mis espadas con la suya propia.
El bandido se sorprendió levemente al verme - Asqueroso gato! Hasta aquí has venido? - uno de sus pies se precipito contra mi vientre para darme una patada, por lo que tuve que alejarme para esquivarla - Chicos! El gato esta... - callo repentinamente. En cuanto empezó a soltar prenda, paro de hablar bajando su mirada. En su rodilla derecha se hallaba clavada una de mis espadas, se la había lanzado nada mas oírlo gritar como un poseso. Cayó con la otra rodilla al suelo, dolorido trato de acabar conmigo en vano mediante un par de ataques con su cimitarra en el suelo. Con un fuerte golpe acabe mandando su arma a lo lejos, y posteriormente fue su cuerpo el que cayó al suelo inerte. Había clavado mi otra espada en su pecho.
Saque y limpie un poco ambas de mis espadas y recogí el abrigo nuevamente. Tal y como hice con el primer bandido, escondí el cuerpo de estos dos entre la maleza. La sangre esta vez se hacía más presente, era hora de atacar - Ya voy cariño, aguanta un poco mas... - murmure acercándome a la casa. Durante el camino me escondía entre las distintas formaciones rocosas de la llanura por si algún bandido había escuchado algún ruido sospechoso. Parecía que no, puesto que no salió nadie. También había que destacar que estaba algo lejos de la casa, lo raro sería que alguien lo hubiese oído.
En un minuto estaría plantado frente a la puerta, dispuesto a abrirla. Solo esperaba que ella se encontrase bien... de no ser así, toda esta matanza humana habrá sido en vano.
Sin embargo el bosque parecía estar en un profundo silencio. Apenas se podían hallar animales, tanto salvajes como inofensivos, es probable que el continuo galope de aquellos asesinos haya producido tal ruido que la mayoría se habían escondido. Es lo que tiene viajar junto a una gran multitud, que acabas asustando a los animales por miedo a que sean cazados.
El atardecer había caído. Mi viaje al fin había llegado a su destino. Las huellas me llevaron al otro lado del bosque, a una llanura la cual se podían divisar, en el centro de esta, unos tres monolitos de roca. No parecían ser simples trozos de piedra, seguramente seria algún lugar donde los elfos o cualquier otra raza practicarían magia de algún tipo. Desde luego, consideraba muy improbable que esas formaciones rocosas estuvieran hechas así adrede.
En este momento me encontraba subido a una rama del árbol más cercano a la llanura. Sobre mi espalda cargaba el abrigo de piel que Ishira me ofreció amablemente. Durante mi trayecto había echado una ojeada a mis espaldas de vez en cuando, intentado confirmar si aquella chica me había seguido, pero no detecte rastro de ella, habrá vuelto a la ciudad seguramente. En mis manos estaba la posibilidad o no de rescatar a aquella elfa que solía llamar compañera. Compañera, hasta el día en que me declare ante ella… a partir de ese suceso nuestra relación cambio totalmente.
Alejado de los monolitos de piedra, yacía una casa de aspecto abandonado. Las huellas habían desaparecido a partir de la entrada a la llanura, en ningún lugar de esta pude detectar rastro alguno de mi amada. Quizás esta se encuentre en aquella casa, o tal vez no. De todos modos no perdía tiempo alguno en averiguarlo. Tras observar la llanura desde las alturas fui desplazándome de un árbol a otro ayudándome de mis garras, hasta acercarme a una rama del árbol más cercano a la casa, y ni siquiera este se encontraba cerca de ella.
Un total de tres hombres se habían asentado a las afueras de la casa. Allí parecían esconder algo, algo que yo probablemente estoy buscando. Ninguno de sus rostros me era familiar, hasta juraría que esos bandidos eran mas... donde demonios estaba el resto del personal? Dentro de la casa?
Atacar sin ningún plan no sería buena idea, y los distintos lugares donde esconderse en la llanura no eran numerosos. Alguna formación rocosa podría ayudarme a que mis enemigos no me visualizasen, pero para ello faltaba esperar un poco más. Espere durante una hora a que el atardecer siguiese su curso, a que el sol se alejase más y más hasta casi perderse en el horizonte...
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El atardecer tocaba a su fin. La luna se asomaba levemente por el horizonte, advirtiendo en breve la llegada del anochecer. Este era el momento idóneo para infiltrarme, y no pude encontrar mejor ocasión. Desde mi posición actual pude oír en la lejanía a uno de los bandidos dirigirse al bosque. Se acerco a este, pasando justo por debajo del árbol donde yo me encontraba. Al parecer no me había visto, el bandido tenía como objetivo acercarse a un árbol cercano al mío para hacer sus necesidades, o por lo menos eso creía. Antes de que llegase al árbol había arrojado una piedra al tronco de un árbol algo más alejado. El bandido giro la cabeza en dirección al ruido, pero antes de que pudiese girar la vista hacia donde estaba, yo por mi parte ya había saltado hacia él desde la rama donde estaba posado, clavándole una de mis espadas a la yugular.
La caza humana había dado comienzo. Un bandido yacía ya inerte entre la vegetación del bosque. Cogí el cuerpo del bandido sin sacar la espada de él para esconderlo entre la maleza. En ese momento saque la espada, dejando que la sangre de aquel humano fluyera entre la hierba y el suelo del bosque. Si el resto de maleantes detectaban la sangre sospecharían, llamarían al resto del grupo, y eso me complicaría las cosas. Tenía que ser todo lo discreto posible hasta el más mínimo detalle.
Mi siguiente paso era atraer a los otros dos al bosque. En ese momento recapacite un poco sobre el suceso en la playa. Cuando Elise yacía en manos de aquel bandido que la secuestro, este silbo al viento dándole al resto la señal de huida. Silbar funcionaria para atraerlos? No creo que pase nada por probar. Me escondí detrás del tronco del árbol más grueso y silbe.
Mire de reojo a los pocos segundos en dirección hacia donde estaban los otros dos. Empezaron a moverse hacia el origen del silbido, murmurando un par de cosas que no alcance a oír hasta que estuvieron lo suficientemente cerca de mi - Haber si ahora resulta que necesita ayuda para sacársela, jajajajaja - murmuro uno de ellos
Donde se ha metido este granuja? Tan lejos ha ido solo para...? - murmuro el otro, parándose en seco a mitad de la frase - ...Por los dioses... Sangre! Lo han matado!! - exclamo alarmado. Ambos enfundaban sus armas nada más llegar al bosque, pero estaban tan centrados en su compañero que tardaron en inspeccionar su alrededor. Era el momento de proseguir la caza.
Su compañero bandido era el que yacía más cerca de mi posición. En cuanto se alarmaron por el hecho de encontrar sangre entre la vegetación, arroje mi abrigo a la cara del maleante más cercano, distrayéndolo unos pequeños instantes... instantes que aproveche para matar al otro acercándome por su lado derecho, clavándole la espada a la yugular. El otro matón se deshizo del abrigo arrojándolo al suelo, se acerco a mí enfundando su cimitarra. Saque mi espada del cuerpo del bandido inerte, bloqueando su estocada cruzando ambas de mis espadas con la suya propia.
El bandido se sorprendió levemente al verme - Asqueroso gato! Hasta aquí has venido? - uno de sus pies se precipito contra mi vientre para darme una patada, por lo que tuve que alejarme para esquivarla - Chicos! El gato esta... - callo repentinamente. En cuanto empezó a soltar prenda, paro de hablar bajando su mirada. En su rodilla derecha se hallaba clavada una de mis espadas, se la había lanzado nada mas oírlo gritar como un poseso. Cayó con la otra rodilla al suelo, dolorido trato de acabar conmigo en vano mediante un par de ataques con su cimitarra en el suelo. Con un fuerte golpe acabe mandando su arma a lo lejos, y posteriormente fue su cuerpo el que cayó al suelo inerte. Había clavado mi otra espada en su pecho.
Saque y limpie un poco ambas de mis espadas y recogí el abrigo nuevamente. Tal y como hice con el primer bandido, escondí el cuerpo de estos dos entre la maleza. La sangre esta vez se hacía más presente, era hora de atacar - Ya voy cariño, aguanta un poco mas... - murmure acercándome a la casa. Durante el camino me escondía entre las distintas formaciones rocosas de la llanura por si algún bandido había escuchado algún ruido sospechoso. Parecía que no, puesto que no salió nadie. También había que destacar que estaba algo lejos de la casa, lo raro sería que alguien lo hubiese oído.
En un minuto estaría plantado frente a la puerta, dispuesto a abrirla. Solo esperaba que ella se encontrase bien... de no ser así, toda esta matanza humana habrá sido en vano.
Zarknoss
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Re: Un paquete especial [Libre]
Al parecer mis palabras fueron escuchadas por Marthus, este solo se movió un poco mirándome aun desde el suelo con mueca de fastidio.
- Dije que te callaras. - Me dijo con algo de frialdad, sus palabras me hicieron estremecerme ligeramente. Aquel tipo daba miedo, y mucho. - ¿Esos? No lo se, quizás los hayan matado los otros, o simplemente les dejaron allí. No te hagas ilusiones niña, quizás ni preocupados estén por ti. Dime ¿Quien arriesgaría su vida por salvar a una niña estúpida como tu? - Me pregunto de manera burlesca con aquella sonrisa de satisfacción en su rostro.
Quizás el tenia razón, tan solo era alguien mas sin mucho importancia, bueno, en si, si era de importancia. Mi cabeza era importante. Baje mi mirada guardando silencio unos segundos, últimamente había estado desarrollando mas mi sentido auditivo, eso era lo común. Todos los elfos era caracterizados por sus grandes reflejos, su forma de emplear la magia en la sanación, y su gran sensibilidad en los sentidos. Estaba condenada a adaptarme a eso. Precisamente era por eso que nuestras orejas eran largas y puntiagudas, desde pequeña había sido mirada extraño por aquello, y era por eso que me encargaba de ocultarlas en mi cabello. Acción que conseguía sin mucho éxito.
Levante mi mirada al escuchar unos pasos en el piso de arriba. La casa contaba de tres pisos, el sótano que era donde estaba la bodega, el principal que era el de arriba, y el ultimo que era donde suponía estaba las habitaciones. Mis orejas se pusieron en punta mientras tan solo guardaba silencio ante el humano que tenia frente a mi mientras dormiteaba.
¿Seria acaso Claus? Aquello me atormentaba, estaba ya segura de que ellos sabían quien era y por aquello me tenían con allí, como a un preso sin derecho a nada ¡Tsk! Que problemáticos... ¿Que querrían? No lo sabia. Por un momento cruzo la idea de que quizás fuese mi querido Rengar, aquello tampoco era algo que me alegrase demasiado, lo menos que quería era causarle problemas a el, mi príncipe.
- Dije que te callaras. - Me dijo con algo de frialdad, sus palabras me hicieron estremecerme ligeramente. Aquel tipo daba miedo, y mucho. - ¿Esos? No lo se, quizás los hayan matado los otros, o simplemente les dejaron allí. No te hagas ilusiones niña, quizás ni preocupados estén por ti. Dime ¿Quien arriesgaría su vida por salvar a una niña estúpida como tu? - Me pregunto de manera burlesca con aquella sonrisa de satisfacción en su rostro.
Quizás el tenia razón, tan solo era alguien mas sin mucho importancia, bueno, en si, si era de importancia. Mi cabeza era importante. Baje mi mirada guardando silencio unos segundos, últimamente había estado desarrollando mas mi sentido auditivo, eso era lo común. Todos los elfos era caracterizados por sus grandes reflejos, su forma de emplear la magia en la sanación, y su gran sensibilidad en los sentidos. Estaba condenada a adaptarme a eso. Precisamente era por eso que nuestras orejas eran largas y puntiagudas, desde pequeña había sido mirada extraño por aquello, y era por eso que me encargaba de ocultarlas en mi cabello. Acción que conseguía sin mucho éxito.
Levante mi mirada al escuchar unos pasos en el piso de arriba. La casa contaba de tres pisos, el sótano que era donde estaba la bodega, el principal que era el de arriba, y el ultimo que era donde suponía estaba las habitaciones. Mis orejas se pusieron en punta mientras tan solo guardaba silencio ante el humano que tenia frente a mi mientras dormiteaba.
¿Seria acaso Claus? Aquello me atormentaba, estaba ya segura de que ellos sabían quien era y por aquello me tenían con allí, como a un preso sin derecho a nada ¡Tsk! Que problemáticos... ¿Que querrían? No lo sabia. Por un momento cruzo la idea de que quizás fuese mi querido Rengar, aquello tampoco era algo que me alegrase demasiado, lo menos que quería era causarle problemas a el, mi príncipe.
Elise Lawrence
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Re: Un paquete especial [Libre]
Cerca de aquella casa, antes de poder aproximarme a la puerta de entrada, escuche un ruido que me alarmo en un principio. Pensaba que provenía de dentro, pero en realidad venia de detrás de la casa, por lo que me desplace con cuidado hacia esta ubicación, agachado y a paso lento. Me tranquilizo saber que tan solo se trataba de dos caballos, ambos estaban atados a sus correspondientes postes. Quizás recordar esto me serviría en un futuro, no debería olvidarlo. Yo apenas sabía manejar a un caballo, pero Elise quizás tengas mas practica, o quizás no. De no ser así el caso, habría que valerse de nuestras piernas para salir de aquí.
Me dispuse a abrir la puerta de entrada de manera silenciosa. Sin embargo, antes de realizar tal acción, había apegado una oreja a la puerta, intentando percibir algún sonido del interior de la casa. Dejando a un lado los sonidos que emitían los caballos de atrás, por lo demás no se escuchaba nada, ni un solo paso, ni un solo crujir de la madera, nada... Todo muy sospechoso. Por un momento me había planteado el hecho de que, anteriormente, habían oído los gritos de aquellos dos bandidos del bosque, en concreto del último de todos ellos. Los humanos son seres inteligentes pero a la vez pueden ser increíblemente traidores. Cabe la posibilidad de que ellos estuvieran esperándome adentro con sus armas en mano?
Era arriesgado, pero más arriesgado era aun meterse en la boca del lobo tras haber matado a un par de ellos como si nada. Tome aire, suspire de manera relajada y me prepare debidamente.
Retrocedí sobre mis pasos para coger uno de lo cadáveres de bosque, volviendo a la puerta nuevamente, todo con la máxima discreción posible para que nadie me oyese. Cogí mi abrigo y se lo puse al cuerpo inerte del bandido. Con una espada en la mano derecha y con el cadáver en mi otro brazo, gire el picaporte de la puerta con suavidad, hasta terminar girándolo del todo para abrir la puerta con brusquedad. Tras esto, arroje el cadáver de inmediato al interior de la casa.
Tal y como supuse, era una trampa. Un total de 3 cimitarras trataron de ensartar al cadáver, clavándose en la carne inerte del recién fallecido bandido. El abrigo sufrió también algunos desperfectos por parte del ataque, pero eso era lo de menos. El primero en abalanzarse fue un individuo que residía nada más entrar a la casa, a la izquierda. Esperaba bañar su hoja con sangre de bestia nada mas esta pasase por la puerta, pero fue él quien acabo en el suelo, muerto, y fue mi espada la que se baño una vez más en sangre al clavarse en su pecho.
Los otros dos me atacaron a la vez. Me agache al suelo desenvainando mi otra espada, realizando un giro a mí alrededor estando agachado en el suelo para herir las piernas de ambos de mis enemigos. Cayeron al suelo, uno de ellos intento darme una estocada, la cual esquive fácilmente desplazándome hacia mi derecha. Tras esto, apuñale al bandido, empalándolo contra el suelo. El otro me lanzo otra serie de ataques con su arma, el primero de esos ataques acabó por herirme en el hombro izquierdo, el resto fueron bloqueados. El bandido había logrado herirme, pero segundos después de eso, cayó al suelo inerte como los demás. No fue una herida grave, pero resultaba molesta al igual que todas. La de mi antebrazo se estaba recuperando, y por desgracia ahora tenía otra herida de la que preocuparme…
Una vez terminada la sucia tarea de derramar sangre, tenía que proseguir con la búsqueda de Elise. El primer piso se encontraba vacío, era como una especie de recibidor por así decirlo. En el medio de la sala había una mesa repleta de cartas y dinero, esa moneda comercial que usan los humanos para comprar bienes o adquirir servicios, según las palabras de mi amada. En los rincones de la habitación residía algún que otro barril volcado en el suelo, era un lugar desagradable...
En la esquina superior izquierda estaban las escaleras que me conducirían un piso más abajo. Baje por estas sin dudarlo, pero siempre con precaución.
El segundo piso constaba de una serie de habitaciones a ambos lados. Inspeccione una buena parte de estas habitaciones con sumo cuidado, lo último que quería era una emboscada sorpresa por parte de mas bandidos, o algo peor. A decir verdad, había algo que me resultaba bastante extraño en todo esto. El número de habitaciones era mayor al número de bandidos de la casa. Seis maleantes habían caído bajo mi acero, pero el número de habitaciones era mayor, había como 15. Todas ellas vacías. Donde estaba el resto? - "Esto tiene muy mala pinta... Tengo que sacarla de aquí, y rápido" - cavile por lo bajo, dirigiéndome a una pequeña trampilla localizada al final del pasillo donde se encontraban las habitaciones.
Levante la trampilla, mostrando unas escaleras que se dirigían abajo. Al parecer habían mas pisos, esto se volvía problemático... Me dispuse a bajar las escaleras con discreción, lo cual me era muy difícil. La carcoma había dejado en mal estado estas escaleras. Cada paso que daba, cada peldaño que pisaba, producía un ruido chirriante y molesto.
Me dispuse a abrir la puerta de entrada de manera silenciosa. Sin embargo, antes de realizar tal acción, había apegado una oreja a la puerta, intentando percibir algún sonido del interior de la casa. Dejando a un lado los sonidos que emitían los caballos de atrás, por lo demás no se escuchaba nada, ni un solo paso, ni un solo crujir de la madera, nada... Todo muy sospechoso. Por un momento me había planteado el hecho de que, anteriormente, habían oído los gritos de aquellos dos bandidos del bosque, en concreto del último de todos ellos. Los humanos son seres inteligentes pero a la vez pueden ser increíblemente traidores. Cabe la posibilidad de que ellos estuvieran esperándome adentro con sus armas en mano?
Era arriesgado, pero más arriesgado era aun meterse en la boca del lobo tras haber matado a un par de ellos como si nada. Tome aire, suspire de manera relajada y me prepare debidamente.
Retrocedí sobre mis pasos para coger uno de lo cadáveres de bosque, volviendo a la puerta nuevamente, todo con la máxima discreción posible para que nadie me oyese. Cogí mi abrigo y se lo puse al cuerpo inerte del bandido. Con una espada en la mano derecha y con el cadáver en mi otro brazo, gire el picaporte de la puerta con suavidad, hasta terminar girándolo del todo para abrir la puerta con brusquedad. Tras esto, arroje el cadáver de inmediato al interior de la casa.
Tal y como supuse, era una trampa. Un total de 3 cimitarras trataron de ensartar al cadáver, clavándose en la carne inerte del recién fallecido bandido. El abrigo sufrió también algunos desperfectos por parte del ataque, pero eso era lo de menos. El primero en abalanzarse fue un individuo que residía nada más entrar a la casa, a la izquierda. Esperaba bañar su hoja con sangre de bestia nada mas esta pasase por la puerta, pero fue él quien acabo en el suelo, muerto, y fue mi espada la que se baño una vez más en sangre al clavarse en su pecho.
Los otros dos me atacaron a la vez. Me agache al suelo desenvainando mi otra espada, realizando un giro a mí alrededor estando agachado en el suelo para herir las piernas de ambos de mis enemigos. Cayeron al suelo, uno de ellos intento darme una estocada, la cual esquive fácilmente desplazándome hacia mi derecha. Tras esto, apuñale al bandido, empalándolo contra el suelo. El otro me lanzo otra serie de ataques con su arma, el primero de esos ataques acabó por herirme en el hombro izquierdo, el resto fueron bloqueados. El bandido había logrado herirme, pero segundos después de eso, cayó al suelo inerte como los demás. No fue una herida grave, pero resultaba molesta al igual que todas. La de mi antebrazo se estaba recuperando, y por desgracia ahora tenía otra herida de la que preocuparme…
Una vez terminada la sucia tarea de derramar sangre, tenía que proseguir con la búsqueda de Elise. El primer piso se encontraba vacío, era como una especie de recibidor por así decirlo. En el medio de la sala había una mesa repleta de cartas y dinero, esa moneda comercial que usan los humanos para comprar bienes o adquirir servicios, según las palabras de mi amada. En los rincones de la habitación residía algún que otro barril volcado en el suelo, era un lugar desagradable...
En la esquina superior izquierda estaban las escaleras que me conducirían un piso más abajo. Baje por estas sin dudarlo, pero siempre con precaución.
El segundo piso constaba de una serie de habitaciones a ambos lados. Inspeccione una buena parte de estas habitaciones con sumo cuidado, lo último que quería era una emboscada sorpresa por parte de mas bandidos, o algo peor. A decir verdad, había algo que me resultaba bastante extraño en todo esto. El número de habitaciones era mayor al número de bandidos de la casa. Seis maleantes habían caído bajo mi acero, pero el número de habitaciones era mayor, había como 15. Todas ellas vacías. Donde estaba el resto? - "Esto tiene muy mala pinta... Tengo que sacarla de aquí, y rápido" - cavile por lo bajo, dirigiéndome a una pequeña trampilla localizada al final del pasillo donde se encontraban las habitaciones.
Levante la trampilla, mostrando unas escaleras que se dirigían abajo. Al parecer habían mas pisos, esto se volvía problemático... Me dispuse a bajar las escaleras con discreción, lo cual me era muy difícil. La carcoma había dejado en mal estado estas escaleras. Cada paso que daba, cada peldaño que pisaba, producía un ruido chirriante y molesto.
Zarknoss
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Re: Un paquete especial [Libre]
Tiempo hacía que Tarken se encontraba viajando tras salir de los bosques de Sandorai, mas ahora, tras varias semanas descubriendo las tierras de Aerandir, se encontraba de nuevo en las cercanías del que fuera su hogar, en los territorios de los reinos sureños.
Noctis volaba en las alturas vigilando con sus ojos de halcón mientras que el joven semielfo se adentraba en una zona que jamás había pisado antes. Los árboles de Sandorai se levantaban de nuevo ante él aunque jamás había estado tan al sur. Según tenía entendido, por aquella zona se encontraban las Runas de los Baldíos, lugar de culto de su raza desde hacía generaciones donde se hicieren sacrificios en honor de los dioses, sin duda creencias que ya permanecían casi en el olvido.
Poco a poco, Tarken se adentraba cada vez más en la espesura del bosque cuando se percató de una especie de sendero, un apenas visible camino entre los árboles el cual había sido transitado no hace mucho por un número interesante de caballos. El halconero se agachó para observar más detenidamente las huellas y descubrió que eran recientes. El sol caía ya por el horizonte y Tarken sabía que tenía pocas horas de luz por lo que decidió seguir las huellas para comprobar a donde le conducían por si hallaba algún lugar donde resguardarse de la noche y el frío, aunque algo le decía que debía hacerlo con cautela.
Al cabo de unos minutos caminando, el joven semielfo escuchó, no muy lejos de donde estaba, un silbido, un rasgo en el viento al que le siguió un estrépito, sin duda algo sucedía y Tarken corrió entre el frondoso bosque para averiguar de que demonios se trataba. No tardó mucho en alcanzar la zona de donde provenían los ruidos y el joven semielfo pudo observar varios cuerpos sin vida en el suelo del bosque:
-Pero que demonios....-
Tarken inspeccionó un instante los cuerpos por si lograba descubrir si pertenecían a alguna guarnición o algo similar, sin embargo, no se trataba de elfos de Sandorai, eran humanos y habían sufrido la ira de una espada, una certera y ágil espada. El semielfo se adelantó dejando atrás los cuerpos y descubrió en un claro del bosque lo que parecía ser una casa hacía tiempo abandonada. Tarken corrió hacia ella asegurándose de que ningún ojo vigilante pudiera verlo aunque vio algo que le extrañó sobremanera pues la puerta principal de la casa estaba abierta y más cuerpos sin vida adornaban la entrada de aquella casa.
La tarde había caído sobre aquel paraje y cada vez habría menos luz por lo que Tarken debía darse prisa en descubrir que demonios sucedía allí. El joven cazador sabía que contaba con su halcón por si alguien se acercaba a la casa, sin embargo, su atención se fue rápidamente hacia el interior de la casa pues el sonido chirriante de la madera sonaba intrigante. Tarken llevaba en ristre su daga, preparado para cualquier cosa y, además, caminaba silenciosamente para sorprender a quien fuere que anduviera matando hombres a diestro y siniestro. Debía llegar al fondo de aquello y debía hacerlo deprisa. Al llegar al lugar de donde provenía el ruido del crujir de madera, vislumbró una cabeza peluda de orejas caídas descendiendo lentamente por una escalera hacía el sótano de la casa. El joven Tarken se acercó deslizándose entre las sombras que había ya en el interior de la casa y vio como un hombre bestia se adentraba en las entrañas de la casa con una espada preparada, no había duda de que aquel era el que había dado buena cuenta de los hombres sin vida que había visto antes:
-Veamos a donde me lleva esto....-
El semielfo aún no había sido detectado por el hombre bestia por lo que lo siguió para descender tras él al sótano y ver que se traía entre manos.
Noctis volaba en las alturas vigilando con sus ojos de halcón mientras que el joven semielfo se adentraba en una zona que jamás había pisado antes. Los árboles de Sandorai se levantaban de nuevo ante él aunque jamás había estado tan al sur. Según tenía entendido, por aquella zona se encontraban las Runas de los Baldíos, lugar de culto de su raza desde hacía generaciones donde se hicieren sacrificios en honor de los dioses, sin duda creencias que ya permanecían casi en el olvido.
Poco a poco, Tarken se adentraba cada vez más en la espesura del bosque cuando se percató de una especie de sendero, un apenas visible camino entre los árboles el cual había sido transitado no hace mucho por un número interesante de caballos. El halconero se agachó para observar más detenidamente las huellas y descubrió que eran recientes. El sol caía ya por el horizonte y Tarken sabía que tenía pocas horas de luz por lo que decidió seguir las huellas para comprobar a donde le conducían por si hallaba algún lugar donde resguardarse de la noche y el frío, aunque algo le decía que debía hacerlo con cautela.
Al cabo de unos minutos caminando, el joven semielfo escuchó, no muy lejos de donde estaba, un silbido, un rasgo en el viento al que le siguió un estrépito, sin duda algo sucedía y Tarken corrió entre el frondoso bosque para averiguar de que demonios se trataba. No tardó mucho en alcanzar la zona de donde provenían los ruidos y el joven semielfo pudo observar varios cuerpos sin vida en el suelo del bosque:
-Pero que demonios....-
Tarken inspeccionó un instante los cuerpos por si lograba descubrir si pertenecían a alguna guarnición o algo similar, sin embargo, no se trataba de elfos de Sandorai, eran humanos y habían sufrido la ira de una espada, una certera y ágil espada. El semielfo se adelantó dejando atrás los cuerpos y descubrió en un claro del bosque lo que parecía ser una casa hacía tiempo abandonada. Tarken corrió hacia ella asegurándose de que ningún ojo vigilante pudiera verlo aunque vio algo que le extrañó sobremanera pues la puerta principal de la casa estaba abierta y más cuerpos sin vida adornaban la entrada de aquella casa.
La tarde había caído sobre aquel paraje y cada vez habría menos luz por lo que Tarken debía darse prisa en descubrir que demonios sucedía allí. El joven cazador sabía que contaba con su halcón por si alguien se acercaba a la casa, sin embargo, su atención se fue rápidamente hacia el interior de la casa pues el sonido chirriante de la madera sonaba intrigante. Tarken llevaba en ristre su daga, preparado para cualquier cosa y, además, caminaba silenciosamente para sorprender a quien fuere que anduviera matando hombres a diestro y siniestro. Debía llegar al fondo de aquello y debía hacerlo deprisa. Al llegar al lugar de donde provenía el ruido del crujir de madera, vislumbró una cabeza peluda de orejas caídas descendiendo lentamente por una escalera hacía el sótano de la casa. El joven Tarken se acercó deslizándose entre las sombras que había ya en el interior de la casa y vio como un hombre bestia se adentraba en las entrañas de la casa con una espada preparada, no había duda de que aquel era el que había dado buena cuenta de los hombres sin vida que había visto antes:
-Veamos a donde me lleva esto....-
El semielfo aún no había sido detectado por el hombre bestia por lo que lo siguió para descender tras él al sótano y ver que se traía entre manos.
Tarken
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Re: Un paquete especial [Libre]
Mis sospechas habían sido comprobadas, estaban bajando en ese momento por las escaleras. El chirrido era cada vez mas fuerte a cada paso que daban, haciendo que Marthus se despertara de su sueño con bastante molestia.
- ¡Voooyyy! Pero que querrán ahora estos ineptos. - Dijo de muy mala manera mientras se levantaba del suelo con un ligero tambalear en su andar, se acerco a la puerta. - No intentes nada o simplemente acabaras como tus padres, pequeña Elise.- Comente girandose a mi direccion con muy mala cara. El mayor llevo su mano a su cabeza como si algo le molestase o doliese. La verdad es que no me sorprendia que le doliera, el alcohol traia sus consecuencias.
Aquellos pasos que se notaban eran lo mas suaves que intentaban dar aquellos... Mmm 3 o 2 personas que venían eran mas que evidente que no venían para hablar con Marthus... Venían en mi, en mi rescate. O bueno, eso era lo que creía.
Marthus se dio cuenta de aquello y de inmediato desenfundo solo una espada. Me miro con rudeza obligandome a guardar silencio... Trague saliva en una mueca afirmativa, le tenia miedo a ese tipo y sus amenazas, yo era consciente de lo que el era capaz de hacer, pues, el haber acabado con los guardias Lawrence y con mis padres era de alguien ejemplar a la hora de luchar.
- ¡Hey, Marthus! ¡Sueltame! - Grite para hacerme notar, si iban en mi rescate daria la señal de que estaba allí, si no, pues me consideraria muerta.
Marthus solo me ignoro mientras se acercaba a paso inaudible a la puerta, se coloco a un lado de esta dispuesto a atacar a quien la atravesara.
- ¡Voooyyy! Pero que querrán ahora estos ineptos. - Dijo de muy mala manera mientras se levantaba del suelo con un ligero tambalear en su andar, se acerco a la puerta. - No intentes nada o simplemente acabaras como tus padres, pequeña Elise.- Comente girandose a mi direccion con muy mala cara. El mayor llevo su mano a su cabeza como si algo le molestase o doliese. La verdad es que no me sorprendia que le doliera, el alcohol traia sus consecuencias.
Aquellos pasos que se notaban eran lo mas suaves que intentaban dar aquellos... Mmm 3 o 2 personas que venían eran mas que evidente que no venían para hablar con Marthus... Venían en mi, en mi rescate. O bueno, eso era lo que creía.
Marthus se dio cuenta de aquello y de inmediato desenfundo solo una espada. Me miro con rudeza obligandome a guardar silencio... Trague saliva en una mueca afirmativa, le tenia miedo a ese tipo y sus amenazas, yo era consciente de lo que el era capaz de hacer, pues, el haber acabado con los guardias Lawrence y con mis padres era de alguien ejemplar a la hora de luchar.
- ¡Hey, Marthus! ¡Sueltame! - Grite para hacerme notar, si iban en mi rescate daria la señal de que estaba allí, si no, pues me consideraria muerta.
Marthus solo me ignoro mientras se acercaba a paso inaudible a la puerta, se coloco a un lado de esta dispuesto a atacar a quien la atravesara.
Elise Lawrence
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Re: Un paquete especial [Libre]
Apenas había acabado de bajar las escaleras, en una buena parte del piso inferior se pudo escuchar una voz grave que provenía de la habitación que residía más al fondo. Algo alarmado por ello, gire la cabeza momentáneamente a mis espaldas, donde no pude ver nada sospechoso. Estaba seguro de que el sonido provenía del piso de abajo, pero antes de bajar las escaleras podía sentir que había una presencia... una presencia que creaba en mi una cierta incomodidad, bastante molesta de hecho.
El siguiente pasillo no disponía de tantas habitaciones, al contrario que el pasillo del piso superior. No había gran cosa en estas, ni siquiera tuve tiempo de inspeccionarlas del todo. Al fondo del pasillo se pudo oír de nuevo otra voz, pero no fue la voz grave de antes. Fue una voz aguda, femenina... juraría que había sido ella quien había proferido tal grito de ayuda - Elise? - murmure, desde luego era una voz muy semejante a la de mi amada, tenía que ser ella.
Me desplace un poco más deprisa hacia la habitación del fondo. Dentro de esta no se pudo escuchar nada más. Espera... Si Elise estaba secuestrada, porque no la habían amordazado? A la hora de secuestrar a alguien, normalmente se le amordaza para que no pida ayuda a gritos, eso era algo tan simple que hasta los de mi calaña lo conocían a la perfección. Sera que ella habrá logrado zafarse de la mordaza? Puede ser, quizás.
Abrí la puerta con cuidado, a paso lento para comprobar bien el interior de la habitación, al menos dentro de lo que cabe. Apenas había abierto un poco la puerta, gire la cabeza en dirección a mi izquierda. Mi reacción fue casi inmediata, puesto que tan solo logre a ver el filo de una espada caer sobre mi cabeza.
Me eche hacia atrás por inercia al ver tal acción nada mas adentrarme en la habitación - Vaya, vaya... Me esperaba una visita por parte de esos engreídos, pero en lugar de eso me encuentro con un inocente perdido. Un poco mas y casi te arranco la cabeza, que lastima! Jajajaja - dijo el hombre. Su tono de voz era grave e incluso se podía percibir en el algo de embriaguez, habría estado bebiendo hace poco.
Levante la cabeza para ver al agresor con más detalle. Aquel ataque de antes había logrado herirme la frente. Una pequeña hilera de sangre empezó a caer por mi frente hasta llegar a mi ojo derecho, dificultándome un poco la visión. Tuve que llevarme una mano a la frente para apartar la sangre que caía de mi frente, no se trataba de una herida grave, pero la sangre molestaba mi visión en un ojo, y eso era lo que me fastidiaba. El hombre que tenía ante mí no tenía la misma figura delgada o musculosa de los otros bandidos, este era más obeso.
Pero qué? Por los siete! - murmuro el hombre al verme el rostro, antes estaba tan concentrado en su ataque que no alcanzo a visualizar lo que realmente era, una bestia humana - Que demonios es eso? Un gato? Creo que he bebido demasiado... como sea, esos inútiles nunca hacen nada. Tendré que matar a esa cosa yo solo - al contrario que el resto de hombres, este obeso luchador parecía jugar más a la defensiva. Coloco su espada al frente, como si fuera a dar una estocada. En realidad estaba esperando cualquier acción por mi parte para contraatacar.
La puerta de la habitación permanecía abierta del todo desde hace escasos segundos de la aparición de aquel hombre, por lo que cualquiera que residiera en el interior de la habitación podría visualizar sin problemas todo lo sucedido. Aun así, mis ojos no fueron capaces de captar a mi amor platónico por el momento - ¿¡Cuantos más tengo que matar para que la soltéis!? - exclame, mi furia aumentaba a medida que aquel hombre hablaba. Su tono de voz, grave y con signos de embriaguez, me producía asco. Esta clase de gente había secuestrado a Elise? A una pobre e inocente elfa de los bosques?
Ya estaba harto de esperas inútiles. Mi espada izquierda se había precipitado contra su rodilla, el hombre reacciono antes este ataque levantando la pierna para echarse a un lado. A pesar de la borrachera parecía moverse mejor de lo que esperaba en un principio. Sin embargo, este lanzamiento no iba tan solo con el propósito de atacar... mi acero ya había probado la suficiente sangre, ahora mis garras eran las que querían darle a entender a aquel gordo asqueroso que aquella elfa a la que llamaba compañera era ahora mi futura esposa, a la cual protegería de todo peligro.
Una serie de espadazos venían derechos a mí, con lo cual tuve que usar la espada restante para bloquearlos. Hubo un momento en el que el hombre quiso darme un puñetazo a la cara, pero mi espada fue más ágil y se adelanto a su movimiento, produciéndole una serie de cortes en sus dedos y en buena parte de su mano. El hombre, enfadado y dolorido, me asesto una estocada directa al corazón, mi mano libre se interpuso entre estas dos partes, cogiendo la espada por el filo para pararla. Una manera de bloqueo dolorosa para mi carne, el filo empezaba a desgarrar mi mano, haciéndome proferir un par de quejidos de dolor por mi parte. El dolor se hacía más constante, hasta el punto en que me hizo gritar, mientras usaba la espada para asestarle un corte al antebrazo de aquel hombre, en el brazo con el cual sostenía su arma. Ahora mi grito no solo era de dolor, sino de guerra, mi mente pedía la sangre de aquel asqueroso humano por haber maltratado a mi amor, a mi princesa.
Del antebrazo de aquel hombre emanaba una buena cantidad de sangre, la suficiente como para calmar mi sed de hombre-bestia. El hombre, dolorido, soltó su arma mientras se precipitaba a caer al suelo, pero ni siquiera sus rodillas lo llegaron a tocar. Desenvaine mi espada para coger al hombre del cuello con ambas de mis manos. Ahora no había grito alguno saliendo de mis labios, solo se escuchaba un fuerte rugido que aumentaba de intensidad continuamente.
Donde... esta? - Ah! Joder! No sé de quién **** me hablas! - La elfa! DONDE ESTA!? - E-en la habitación! Pero por favor, ten piedad con los nuest... Ahg! - aquel hombre parecía perder el oxigeno por la fuerza con la que lo sostenía del cuello. Lo solté lentamente, recogiendo nuevamente mi otra espada envainándola también. Fue en ese momento cuando mi mirada se habia centrado en el interior de la habitacion, observandola a ella... A mi dulce amada, atada de manos a pies, con varias cuerdas aferradas a la pared. Semejante escena me producía aun más odio por parte de aquel asqueroso humano... mi mirada volvía a enfocar al ebrio humano, cogiéndolo de manera casi inmediata de su cabellera, golpeando su rostro contra la pared más cercana de manera brusca y violenta - ¡Desgraciado! Malditos humanos! Que le has hecho a ella, escoria humana!? - exclamaba furioso por tan solo ver la escena. Si la hubiera llegado a presenciar, doy por seguro que correrían ríos de sangre, tanto mi sangre como de la sangre de los culpables!
Solté al hombre, intentando calmarme por unos segundos, inmóvil en el sitio. El humano aun residía con vida, la mayor parte de su rostro yacía manchado de sangre, sobretodo su nariz. De tanto golpearlo contra la pared había roto su nariz, el hombre apenas podía respirar, no le quedaría mucho de vida si sigue en ese estado, ya que su antebrazo también yacía ensangrentado, más todavía que su rostro. Mire el estado de aquel hombre por unos instantes. Posteriormente mis ojos se clavaron en el cuerpo y en la mirada de Elise, de mi prometida...
Me acerque a ella de manera lenta y calmada, jadeando de dolor y cansancio. No dedique mucha importancia a mi alrededor, la única razón por la cual yo estaba en este sitio de mala muerte era por ella, porque quería rescatarla. Al fin parecía haberlo conseguido, me encontraba frente a ella, con mi mano y hombro izquierdos desgarrados y con heridas varias. Desde luego, cualquier príncipe de cuento no se presentaría en estas condiciones ante su amada princesa, pero príncipe o no, gatito o felino, seguía siendo una bestia con tendencia a la sangre y a la violencia - Vamos a salir de aquí - le murmure de manera más relajada, quizás me atrevería a decir que aquella frase salió de mi boca de una forma fría, siniestra. Hacia tanto tiempo que no me dejaba llevar por mis instintos animales que había centrado toda mi ira en aquel humano.
Desenvaine una espada nuevamente para cortar las ataduras de Elise, tanto de sus manos como de sus pies. Una vez hecho esto ya podría levantarse sin problemas, siempre y cuando su cuerpo estuviese en buenas condiciones. De todas formas, una vez había acabado de liberarla, le había tendido una mano para ayudarla a levantarse - Te encuentras bien? Seme sincera Elise, puedo rematar a esa escoria humana si lo deseas...
El siguiente pasillo no disponía de tantas habitaciones, al contrario que el pasillo del piso superior. No había gran cosa en estas, ni siquiera tuve tiempo de inspeccionarlas del todo. Al fondo del pasillo se pudo oír de nuevo otra voz, pero no fue la voz grave de antes. Fue una voz aguda, femenina... juraría que había sido ella quien había proferido tal grito de ayuda - Elise? - murmure, desde luego era una voz muy semejante a la de mi amada, tenía que ser ella.
Me desplace un poco más deprisa hacia la habitación del fondo. Dentro de esta no se pudo escuchar nada más. Espera... Si Elise estaba secuestrada, porque no la habían amordazado? A la hora de secuestrar a alguien, normalmente se le amordaza para que no pida ayuda a gritos, eso era algo tan simple que hasta los de mi calaña lo conocían a la perfección. Sera que ella habrá logrado zafarse de la mordaza? Puede ser, quizás.
Abrí la puerta con cuidado, a paso lento para comprobar bien el interior de la habitación, al menos dentro de lo que cabe. Apenas había abierto un poco la puerta, gire la cabeza en dirección a mi izquierda. Mi reacción fue casi inmediata, puesto que tan solo logre a ver el filo de una espada caer sobre mi cabeza.
Me eche hacia atrás por inercia al ver tal acción nada mas adentrarme en la habitación - Vaya, vaya... Me esperaba una visita por parte de esos engreídos, pero en lugar de eso me encuentro con un inocente perdido. Un poco mas y casi te arranco la cabeza, que lastima! Jajajaja - dijo el hombre. Su tono de voz era grave e incluso se podía percibir en el algo de embriaguez, habría estado bebiendo hace poco.
Levante la cabeza para ver al agresor con más detalle. Aquel ataque de antes había logrado herirme la frente. Una pequeña hilera de sangre empezó a caer por mi frente hasta llegar a mi ojo derecho, dificultándome un poco la visión. Tuve que llevarme una mano a la frente para apartar la sangre que caía de mi frente, no se trataba de una herida grave, pero la sangre molestaba mi visión en un ojo, y eso era lo que me fastidiaba. El hombre que tenía ante mí no tenía la misma figura delgada o musculosa de los otros bandidos, este era más obeso.
Pero qué? Por los siete! - murmuro el hombre al verme el rostro, antes estaba tan concentrado en su ataque que no alcanzo a visualizar lo que realmente era, una bestia humana - Que demonios es eso? Un gato? Creo que he bebido demasiado... como sea, esos inútiles nunca hacen nada. Tendré que matar a esa cosa yo solo - al contrario que el resto de hombres, este obeso luchador parecía jugar más a la defensiva. Coloco su espada al frente, como si fuera a dar una estocada. En realidad estaba esperando cualquier acción por mi parte para contraatacar.
La puerta de la habitación permanecía abierta del todo desde hace escasos segundos de la aparición de aquel hombre, por lo que cualquiera que residiera en el interior de la habitación podría visualizar sin problemas todo lo sucedido. Aun así, mis ojos no fueron capaces de captar a mi amor platónico por el momento - ¿¡Cuantos más tengo que matar para que la soltéis!? - exclame, mi furia aumentaba a medida que aquel hombre hablaba. Su tono de voz, grave y con signos de embriaguez, me producía asco. Esta clase de gente había secuestrado a Elise? A una pobre e inocente elfa de los bosques?
Ya estaba harto de esperas inútiles. Mi espada izquierda se había precipitado contra su rodilla, el hombre reacciono antes este ataque levantando la pierna para echarse a un lado. A pesar de la borrachera parecía moverse mejor de lo que esperaba en un principio. Sin embargo, este lanzamiento no iba tan solo con el propósito de atacar... mi acero ya había probado la suficiente sangre, ahora mis garras eran las que querían darle a entender a aquel gordo asqueroso que aquella elfa a la que llamaba compañera era ahora mi futura esposa, a la cual protegería de todo peligro.
Una serie de espadazos venían derechos a mí, con lo cual tuve que usar la espada restante para bloquearlos. Hubo un momento en el que el hombre quiso darme un puñetazo a la cara, pero mi espada fue más ágil y se adelanto a su movimiento, produciéndole una serie de cortes en sus dedos y en buena parte de su mano. El hombre, enfadado y dolorido, me asesto una estocada directa al corazón, mi mano libre se interpuso entre estas dos partes, cogiendo la espada por el filo para pararla. Una manera de bloqueo dolorosa para mi carne, el filo empezaba a desgarrar mi mano, haciéndome proferir un par de quejidos de dolor por mi parte. El dolor se hacía más constante, hasta el punto en que me hizo gritar, mientras usaba la espada para asestarle un corte al antebrazo de aquel hombre, en el brazo con el cual sostenía su arma. Ahora mi grito no solo era de dolor, sino de guerra, mi mente pedía la sangre de aquel asqueroso humano por haber maltratado a mi amor, a mi princesa.
Del antebrazo de aquel hombre emanaba una buena cantidad de sangre, la suficiente como para calmar mi sed de hombre-bestia. El hombre, dolorido, soltó su arma mientras se precipitaba a caer al suelo, pero ni siquiera sus rodillas lo llegaron a tocar. Desenvaine mi espada para coger al hombre del cuello con ambas de mis manos. Ahora no había grito alguno saliendo de mis labios, solo se escuchaba un fuerte rugido que aumentaba de intensidad continuamente.
Donde... esta? - Ah! Joder! No sé de quién **** me hablas! - La elfa! DONDE ESTA!? - E-en la habitación! Pero por favor, ten piedad con los nuest... Ahg! - aquel hombre parecía perder el oxigeno por la fuerza con la que lo sostenía del cuello. Lo solté lentamente, recogiendo nuevamente mi otra espada envainándola también. Fue en ese momento cuando mi mirada se habia centrado en el interior de la habitacion, observandola a ella... A mi dulce amada, atada de manos a pies, con varias cuerdas aferradas a la pared. Semejante escena me producía aun más odio por parte de aquel asqueroso humano... mi mirada volvía a enfocar al ebrio humano, cogiéndolo de manera casi inmediata de su cabellera, golpeando su rostro contra la pared más cercana de manera brusca y violenta - ¡Desgraciado! Malditos humanos! Que le has hecho a ella, escoria humana!? - exclamaba furioso por tan solo ver la escena. Si la hubiera llegado a presenciar, doy por seguro que correrían ríos de sangre, tanto mi sangre como de la sangre de los culpables!
Solté al hombre, intentando calmarme por unos segundos, inmóvil en el sitio. El humano aun residía con vida, la mayor parte de su rostro yacía manchado de sangre, sobretodo su nariz. De tanto golpearlo contra la pared había roto su nariz, el hombre apenas podía respirar, no le quedaría mucho de vida si sigue en ese estado, ya que su antebrazo también yacía ensangrentado, más todavía que su rostro. Mire el estado de aquel hombre por unos instantes. Posteriormente mis ojos se clavaron en el cuerpo y en la mirada de Elise, de mi prometida...
Me acerque a ella de manera lenta y calmada, jadeando de dolor y cansancio. No dedique mucha importancia a mi alrededor, la única razón por la cual yo estaba en este sitio de mala muerte era por ella, porque quería rescatarla. Al fin parecía haberlo conseguido, me encontraba frente a ella, con mi mano y hombro izquierdos desgarrados y con heridas varias. Desde luego, cualquier príncipe de cuento no se presentaría en estas condiciones ante su amada princesa, pero príncipe o no, gatito o felino, seguía siendo una bestia con tendencia a la sangre y a la violencia - Vamos a salir de aquí - le murmure de manera más relajada, quizás me atrevería a decir que aquella frase salió de mi boca de una forma fría, siniestra. Hacia tanto tiempo que no me dejaba llevar por mis instintos animales que había centrado toda mi ira en aquel humano.
Desenvaine una espada nuevamente para cortar las ataduras de Elise, tanto de sus manos como de sus pies. Una vez hecho esto ya podría levantarse sin problemas, siempre y cuando su cuerpo estuviese en buenas condiciones. De todas formas, una vez había acabado de liberarla, le había tendido una mano para ayudarla a levantarse - Te encuentras bien? Seme sincera Elise, puedo rematar a esa escoria humana si lo deseas...
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Re: Un paquete especial [Libre]
El joven semielfo avanzó sigilosamente tras del hombre bestia. Aquel hombre gato caminaba impaciente sin prestar demasiada atención a su alrededor, algo que quizá podía otorgarle una mala pasada dado que ni siquiera se había percatado de la presencia de Tarken que lo seguía unos metros atrás.
Una voz grave surgió del fondo del pasillo a lo que las orejas del hombre bestia se espigaron, aunque lo hicieron aún más cuando una voz femenina también resonó en el camino que conducía hasta el fondo del pasillo. El hombre bestia se apresuró a la habitación del fondo con sus dos espadas en ristre, preparado para usarlas de nuevo como hiciere en el piso de arriba y en el exterior. Tarken permanecía al margen de la situación pues quería comprobar antes el motivo por el cual el hombre gato había desatado su furia contra aquellos humanos. Sin embargo, el joven semielfo no tardó en abrir los ojos de par en par cuando comenzó la lucha entre un humano y el hombre bestia. La contienda no duró demasiado pues la destreza en combate de aquel hombre gato era muy superior a la del humano. Apenas unos minutos de combate, el humano yacía en el suelo ensangrentado y medio muerto, agonizando y luchando ahora por respirar, sin duda el momento había llegado y Tarken entró en aquella habitación.
Nada más entrar, contempló la ira desatada en el orondo humano, la sangre cubría su rostro y su brazo y el hombre bestia se encontraba al parecer liberando a una joven de pelo azabache. Tarken guardó su cuchillo de cazador y exclamó en tono suave pues no quería que aquel guerrero bestia lo tomara como un enemigo, al menos hasta que esclareciese la verdad de todo aquello:
-Espero podáis explicar qué demonios pasa, maese hombre bestia.- ,dijo cruzado de brazos, -No me malinterpretéis, mas debe haber una explicación para semejante matanza...pero qué...-
Tarken no terminó de hablar cuando observó que la joven de pelo azabache lucía unas orejas de elfa tras sus cabellos negros. Quizá después de aquello no hubiera sido necesaria una explicación pues sobreentendía que la joven doncella estaba allí presa por aquellos humanos. Sin embargo, la cuestión en tal caso era, por qué:
-Vos sois una hermana milady...- ,al decir esto, Tarken se descubrió el rostro mostrando sus rasgos igualmente élficos, -Ahora sí que no logro entender nada de lo que sucede.-
Una voz grave surgió del fondo del pasillo a lo que las orejas del hombre bestia se espigaron, aunque lo hicieron aún más cuando una voz femenina también resonó en el camino que conducía hasta el fondo del pasillo. El hombre bestia se apresuró a la habitación del fondo con sus dos espadas en ristre, preparado para usarlas de nuevo como hiciere en el piso de arriba y en el exterior. Tarken permanecía al margen de la situación pues quería comprobar antes el motivo por el cual el hombre gato había desatado su furia contra aquellos humanos. Sin embargo, el joven semielfo no tardó en abrir los ojos de par en par cuando comenzó la lucha entre un humano y el hombre bestia. La contienda no duró demasiado pues la destreza en combate de aquel hombre gato era muy superior a la del humano. Apenas unos minutos de combate, el humano yacía en el suelo ensangrentado y medio muerto, agonizando y luchando ahora por respirar, sin duda el momento había llegado y Tarken entró en aquella habitación.
Nada más entrar, contempló la ira desatada en el orondo humano, la sangre cubría su rostro y su brazo y el hombre bestia se encontraba al parecer liberando a una joven de pelo azabache. Tarken guardó su cuchillo de cazador y exclamó en tono suave pues no quería que aquel guerrero bestia lo tomara como un enemigo, al menos hasta que esclareciese la verdad de todo aquello:
-Espero podáis explicar qué demonios pasa, maese hombre bestia.- ,dijo cruzado de brazos, -No me malinterpretéis, mas debe haber una explicación para semejante matanza...pero qué...-
Tarken no terminó de hablar cuando observó que la joven de pelo azabache lucía unas orejas de elfa tras sus cabellos negros. Quizá después de aquello no hubiera sido necesaria una explicación pues sobreentendía que la joven doncella estaba allí presa por aquellos humanos. Sin embargo, la cuestión en tal caso era, por qué:
-Vos sois una hermana milady...- ,al decir esto, Tarken se descubrió el rostro mostrando sus rasgos igualmente élficos, -Ahora sí que no logro entender nada de lo que sucede.-
Tarken
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Re: Un paquete especial [Libre]
Tenía una perfecta vista de cómo Rengar le daba una buena paliza a Marthus, en parte eso me hacía sentir bien, pues, él se lo merecía, pero por otro lado mi buen corazón de elfa se retorcía de dolor al verlo sufrir… No soportaba aquello.
Para mi suerte no fue mucho lo que duro aquello, Rengar término pronto y acercándose a mí a paso tranquilo fue en mi liberación. Le tenía miedo, le tenía completo terror a esa parte de el, yo sabía muy bien que era parte de su naturaleza de bestia, pero, a pesar de tener en claro eso siempre me daba aquella pizca de temor de saber que la llegara a usar conmigo en un momento de ira… Aunque también sabía que aquello era una tontería, pues, el me protegía, no me lastimaría, esa era su naturaleza, y el día en que eso llegase a pasar no le podría reclamar nada, pues… Yo misma había aceptado aquello.
Mi mirar se posó ahora en el elfo, y por primera vez después de mi encuentro con Lys y Sydara mis orejas de elfa sobresalieron de mis cabellos negros, quizás por la sorpresa o simplemente por un simple acto de reflejo. Se refirió a mi como hermana, cosa que no me sorprendió mucho pues ambos éramos hijos de la misma naturaleza.
Estaba algo mareada debido a los efectos del sedante, haciendo que cuando rengar me soltara cayera con algo de gracia al suelo. Me recrimine mentalmente por esto para reincorporarme lo mas rápido que pude. Mis muñecas me dolían al igual que mis tobillos. Las cuerdas habían estado muy apretadas así que ahora me quedaba la molestia.
- Estoy bien, tan solo un poco mareada por el sedante… - Le respondí para tranquilizar a mi querido hombre bestia. Sobaba mis muñecas con cuidado para aliviar así un poco el dolor.
Mire al elfo unos segundos viendo que estaba totalmente confundido por la situación. – Llamame Elise. – Le comente con seriedad y amabilidad. – Luego… Luego te explicare, ahora necesitare tu ayuda. – Comente mirando a Rengar nuevamente, fue entonces cuando note sus heridas… Heridas que se había hecho por mi culpa. Unas pequeñas gotas saladas se posaron en mi ojos negros, tan negros como la noche que estaba por caer… – L-lo siento… Por mi culpa tu estas así… No debi separarme de ustedes, perdóname, cariño. – Murmure con pesar, mis manos estaban apretadas en puños, tan apretadas que mis uñas se clavaron en mi piel, haciendo que pequeñas gotas de sangre cayeran al suelo.
Las heridas de Rengar eran importantes, pero, ahora tenia, debía, salvar a Marthus… A pesar de que ese hombre fue el causante de que mi vida se callera, tenia que ayudarle… Tenia que salvarlo.
Fui a paso lento a donde Marthus, esperaba que el elfo se encargara de Rengar. Eso quería al menos. – Rengar, siéntate y no te muevas… Cuando acabe con el te ayudare. – Le comente con completa seriedad, seriedad que sabia era extraña en mi.
Me pose a un lado de Marthus y con sumo cuidado le di la vuelta, estaba completamente mal… Aunque la herida que mas me preocupaba era la de su nariz, ya que le dificultaba respirar. Estaba vivo para mi suerte, pero era notable que estaba mal ¡Tsk! Donde hay vida hay esperanza.
- Mi señora, pronta luna que se asoma. Concédeme el poder de ayudar a este humano… Te lo pido… - Suplique en un susurro posando mis manos sobre su rostro ensangrentado. Pronto la magia curativa de los elfos le sanaria, para dejarme a mi agotada.
No paso mucho, quizás unos 10 minutos quizás que había empezado hacer aquello y ya era cuando notaba las consecuencias… Se me hacia muy cansado, aunque, ya podía salvar, el seguiría sufriendo pero ya su vida estaba salvada.
Para mi suerte no fue mucho lo que duro aquello, Rengar término pronto y acercándose a mí a paso tranquilo fue en mi liberación. Le tenía miedo, le tenía completo terror a esa parte de el, yo sabía muy bien que era parte de su naturaleza de bestia, pero, a pesar de tener en claro eso siempre me daba aquella pizca de temor de saber que la llegara a usar conmigo en un momento de ira… Aunque también sabía que aquello era una tontería, pues, el me protegía, no me lastimaría, esa era su naturaleza, y el día en que eso llegase a pasar no le podría reclamar nada, pues… Yo misma había aceptado aquello.
Mi mirar se posó ahora en el elfo, y por primera vez después de mi encuentro con Lys y Sydara mis orejas de elfa sobresalieron de mis cabellos negros, quizás por la sorpresa o simplemente por un simple acto de reflejo. Se refirió a mi como hermana, cosa que no me sorprendió mucho pues ambos éramos hijos de la misma naturaleza.
Estaba algo mareada debido a los efectos del sedante, haciendo que cuando rengar me soltara cayera con algo de gracia al suelo. Me recrimine mentalmente por esto para reincorporarme lo mas rápido que pude. Mis muñecas me dolían al igual que mis tobillos. Las cuerdas habían estado muy apretadas así que ahora me quedaba la molestia.
- Estoy bien, tan solo un poco mareada por el sedante… - Le respondí para tranquilizar a mi querido hombre bestia. Sobaba mis muñecas con cuidado para aliviar así un poco el dolor.
Mire al elfo unos segundos viendo que estaba totalmente confundido por la situación. – Llamame Elise. – Le comente con seriedad y amabilidad. – Luego… Luego te explicare, ahora necesitare tu ayuda. – Comente mirando a Rengar nuevamente, fue entonces cuando note sus heridas… Heridas que se había hecho por mi culpa. Unas pequeñas gotas saladas se posaron en mi ojos negros, tan negros como la noche que estaba por caer… – L-lo siento… Por mi culpa tu estas así… No debi separarme de ustedes, perdóname, cariño. – Murmure con pesar, mis manos estaban apretadas en puños, tan apretadas que mis uñas se clavaron en mi piel, haciendo que pequeñas gotas de sangre cayeran al suelo.
Las heridas de Rengar eran importantes, pero, ahora tenia, debía, salvar a Marthus… A pesar de que ese hombre fue el causante de que mi vida se callera, tenia que ayudarle… Tenia que salvarlo.
Fui a paso lento a donde Marthus, esperaba que el elfo se encargara de Rengar. Eso quería al menos. – Rengar, siéntate y no te muevas… Cuando acabe con el te ayudare. – Le comente con completa seriedad, seriedad que sabia era extraña en mi.
Me pose a un lado de Marthus y con sumo cuidado le di la vuelta, estaba completamente mal… Aunque la herida que mas me preocupaba era la de su nariz, ya que le dificultaba respirar. Estaba vivo para mi suerte, pero era notable que estaba mal ¡Tsk! Donde hay vida hay esperanza.
- Mi señora, pronta luna que se asoma. Concédeme el poder de ayudar a este humano… Te lo pido… - Suplique en un susurro posando mis manos sobre su rostro ensangrentado. Pronto la magia curativa de los elfos le sanaria, para dejarme a mi agotada.
No paso mucho, quizás unos 10 minutos quizás que había empezado hacer aquello y ya era cuando notaba las consecuencias… Se me hacia muy cansado, aunque, ya podía salvar, el seguiría sufriendo pero ya su vida estaba salvada.
Elise Lawrence
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Re: Un paquete especial [Libre]
Elise se encontraba bien al parecer, menos mal. Lo que me inquieto y me hizo darme media vuelta algo enojado fue la intervención de aquel sujeto. Al principio pensé que era uno de esos malnacidos que iban tras ella, pero al ver su educada manera y lengua con la que se dirigió a nosotros no me parecía peligroso, por ahora.
El extraño sujeto resulto ser un elfo. No tardo mucho en reconocer los atributos elficos de mi amada, dirigiéndose a ella como una hermana de sangre, de su propia especie.
Ellos han atentado contra su vida. Han intentado matarla. Yo solo he venido aquí a salvarle la vida. La palabra no es un arma que se pueda usar contra esta clase de humanos, así que tuve que hacer caso a mis instintos para salvarla, a los instintos de una bestia vengativa y sedienta de sangre. Eso es todo - concluí de forma sencilla y seria ante su pregunta. Mis heridas se hacían molestas, necesitaría la ayuda de Elise mas adelante, primero había que salir de aquí - Ahora yo preguntare... quien eres tú y que haces aquí?
Mientras tanto, Elise yacía cerca de mí, llorando levemente tras observar mi estado actual. La abrace suavemente para consolarla, apoyando su cabeza en mi pecho, su almohada por excelencia - Shh... ya paso, ya paso... - susurre intentando tranquilizarla - Lo hecho, hecho esta mujer, no pasa nada. Ahora hay que salir de aquí, y rápido
Me separe de Elise por el momento. Sus pertenencias no se encontraban en la bodega, había que buscarlas. Ignore por completo sus palabras, quedarme en un rincón sentado y callado como un vulgar chucho no ayudaría - Tranquila, tengo autocontrol, no lo matare - le confesé algo más tranquilo. No obstante, cuando salí de la bodega para buscar las pertenencias, dedique un rugido leve y una mirada cargada de odio al humano malherido del suelo que se hacía llamar Marthus.
Busque y rebusque en las habitaciones cercanas. Ya había pasado casi un minuto hasta que encontré sus pertenencias en un baúl oculto bajo una de las camas, dicho baúl contenía su guadaña y sus provisiones variadas. Cogí ambas cosas y volví con los dos elfos a la bodega.
Al volver, la escena que vi allí me dejo, en parte, perplejo. Elise estaba situada al lado de aquel humano seboso, aplicando sobre su rostro ensangrentado una magia curativa que me era muy familiar. Si, era una magia que había visto antes, en el lago de la luna... por aquel entonces, ella había caído torpemente al suelo segundos antes de verme desde la lejanía. Después de tal estupidez, empezó a susurrar unas plegarias, desatando una magia rebosante de luz sagrada con la cual sano sus heridas casi al instante.
Elise! Qué demonios haces!? - exclame con su guadaña y su bolsita de provisiones en mis manos. No hice nada al respecto, quise callar por el momento para escuchar cual era el motivo por el que mi amor estaba sanando a ese engendro humano.
El extraño sujeto resulto ser un elfo. No tardo mucho en reconocer los atributos elficos de mi amada, dirigiéndose a ella como una hermana de sangre, de su propia especie.
Ellos han atentado contra su vida. Han intentado matarla. Yo solo he venido aquí a salvarle la vida. La palabra no es un arma que se pueda usar contra esta clase de humanos, así que tuve que hacer caso a mis instintos para salvarla, a los instintos de una bestia vengativa y sedienta de sangre. Eso es todo - concluí de forma sencilla y seria ante su pregunta. Mis heridas se hacían molestas, necesitaría la ayuda de Elise mas adelante, primero había que salir de aquí - Ahora yo preguntare... quien eres tú y que haces aquí?
Mientras tanto, Elise yacía cerca de mí, llorando levemente tras observar mi estado actual. La abrace suavemente para consolarla, apoyando su cabeza en mi pecho, su almohada por excelencia - Shh... ya paso, ya paso... - susurre intentando tranquilizarla - Lo hecho, hecho esta mujer, no pasa nada. Ahora hay que salir de aquí, y rápido
Me separe de Elise por el momento. Sus pertenencias no se encontraban en la bodega, había que buscarlas. Ignore por completo sus palabras, quedarme en un rincón sentado y callado como un vulgar chucho no ayudaría - Tranquila, tengo autocontrol, no lo matare - le confesé algo más tranquilo. No obstante, cuando salí de la bodega para buscar las pertenencias, dedique un rugido leve y una mirada cargada de odio al humano malherido del suelo que se hacía llamar Marthus.
Busque y rebusque en las habitaciones cercanas. Ya había pasado casi un minuto hasta que encontré sus pertenencias en un baúl oculto bajo una de las camas, dicho baúl contenía su guadaña y sus provisiones variadas. Cogí ambas cosas y volví con los dos elfos a la bodega.
Al volver, la escena que vi allí me dejo, en parte, perplejo. Elise estaba situada al lado de aquel humano seboso, aplicando sobre su rostro ensangrentado una magia curativa que me era muy familiar. Si, era una magia que había visto antes, en el lago de la luna... por aquel entonces, ella había caído torpemente al suelo segundos antes de verme desde la lejanía. Después de tal estupidez, empezó a susurrar unas plegarias, desatando una magia rebosante de luz sagrada con la cual sano sus heridas casi al instante.
Elise! Qué demonios haces!? - exclame con su guadaña y su bolsita de provisiones en mis manos. No hice nada al respecto, quise callar por el momento para escuchar cual era el motivo por el que mi amor estaba sanando a ese engendro humano.
Zarknoss
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Re: Un paquete especial [Libre]
La tensión se había apoderado de ambos, tanto la joven elfa como el hombre bestia parecían estar algo nerviosos por lo ocurrido aunque si bien era cierto que era lo más normal en esta situación, los dos mantenían sentimientos muy opuestos. La joven chica elfa observó a Tarken aliviada al encontrara en aquel lugar alguien de su misma raza, además parecía sentirse reconfortada por el hombre gato, hasta el punto de que Tarken habría jurado que eran amantes, mas sin embargo, la chica estaba entristecida por la vorágine de muerte que había dejado tras de sí su consorte.
Por otro lado, estaba aquel hombre bestia, un guerrero feroz que, pese a estar herido mostraba una férrea fortaleza y se mantenía impasible ante el reguero de sangre que había dejado a su paso hasta encontrar a su amada. Además, al contrario que la joven elfa, se mantuvo alerta por la presencia allí del cazador elfo que lo había seguido.
Tarken, por su parte, esperó a que se calmasen los ánimos y contempló como Elise, tal y como se hacía llamar la chica, se arrodillaba junto a su captor e intentaba curarlo con el poder curativo de los elfos mientras que el hombre bestia regresaba de buscar por las habitaciones. Una vez que el hombre gato regresó a la habitación se olvidó por un instante de la presencia de Tarken e increpó a su amada por lo que estaba haciendo. Dando un paso hacia delante, Tarken puso su mano derecha en el hombro homónimo del hombre bestia y exclamó con seriedad:
-Dejadla...- ,al decir esto miró a los ojos al hombre bestia, -Es nuestra naturaleza el no comprender la brutalidad que habéis mostrado frente a estos humanos. Pese a tener motivos loables, vuestra forma de actuar ha sido tan violenta que esto es lo menos que ella puede hacer...- ,con estas palabras, Tarken cerró los ojos y susurró para sí, -Que la gracia que hay en mí envuelva a este ser, que la gloria de nuestros señores pase a través de mi y lo sane de todo mal...-
La magia de los elfos comenzó a fluir por el cuerpo de Tarken haciendo que su mano derecha se iluminase como si tratara de un candil en la noche. El poder curativo del joven cazador entró en el cuerpo del hombre bestia haciendo que sus heridas mejorasen y pudiera sentirse algo más reconfortado. Sin tiempo a que el hombre bestia replicase o dijera algo más, el joven semielfo exclamó:
-Lo mejor será que salgamos de aquí a la espesura del bosque, más tarde tendremos tiempo para las debidas presentaciones y aclarar todo esto.- ,diciendo esto miró de nuevo al hombre gato y concluyó, -Abrid la marcha, yo la ayudaré tras de vos, usar nuestro poder con heridas tan graves la habrá dejado muy débil, vos vais ya bien cargado con ese equipo, así pues salgamos de aquí antes de que esto empeore.-
Diciendo esto, el joven semielfo aguardó la decisión del hombre gato para ponerse en marcha y ayudarlos a salir de allí, mientras se acercaba a Elise y le ofrecía su mano para incorporarse.
Por otro lado, estaba aquel hombre bestia, un guerrero feroz que, pese a estar herido mostraba una férrea fortaleza y se mantenía impasible ante el reguero de sangre que había dejado a su paso hasta encontrar a su amada. Además, al contrario que la joven elfa, se mantuvo alerta por la presencia allí del cazador elfo que lo había seguido.
Tarken, por su parte, esperó a que se calmasen los ánimos y contempló como Elise, tal y como se hacía llamar la chica, se arrodillaba junto a su captor e intentaba curarlo con el poder curativo de los elfos mientras que el hombre bestia regresaba de buscar por las habitaciones. Una vez que el hombre gato regresó a la habitación se olvidó por un instante de la presencia de Tarken e increpó a su amada por lo que estaba haciendo. Dando un paso hacia delante, Tarken puso su mano derecha en el hombro homónimo del hombre bestia y exclamó con seriedad:
-Dejadla...- ,al decir esto miró a los ojos al hombre bestia, -Es nuestra naturaleza el no comprender la brutalidad que habéis mostrado frente a estos humanos. Pese a tener motivos loables, vuestra forma de actuar ha sido tan violenta que esto es lo menos que ella puede hacer...- ,con estas palabras, Tarken cerró los ojos y susurró para sí, -Que la gracia que hay en mí envuelva a este ser, que la gloria de nuestros señores pase a través de mi y lo sane de todo mal...-
La magia de los elfos comenzó a fluir por el cuerpo de Tarken haciendo que su mano derecha se iluminase como si tratara de un candil en la noche. El poder curativo del joven cazador entró en el cuerpo del hombre bestia haciendo que sus heridas mejorasen y pudiera sentirse algo más reconfortado. Sin tiempo a que el hombre bestia replicase o dijera algo más, el joven semielfo exclamó:
-Lo mejor será que salgamos de aquí a la espesura del bosque, más tarde tendremos tiempo para las debidas presentaciones y aclarar todo esto.- ,diciendo esto miró de nuevo al hombre gato y concluyó, -Abrid la marcha, yo la ayudaré tras de vos, usar nuestro poder con heridas tan graves la habrá dejado muy débil, vos vais ya bien cargado con ese equipo, así pues salgamos de aquí antes de que esto empeore.-
Diciendo esto, el joven semielfo aguardó la decisión del hombre gato para ponerse en marcha y ayudarlos a salir de allí, mientras se acercaba a Elise y le ofrecía su mano para incorporarse.
Tarken
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Re: Un paquete especial [Libre]
Rengar hizo caso omiso a las palabras dichas por mi, no era que me molestara, simplemente me decepcionaba ¡Se lo decía para que estuviese bien! Pero el no veía eso, ¡Tsk! Para mi suerte el elfo se puso con eso cuando el regreso, estaba consciente de que no le gustaba que estuviese ayudando a Marthus y era algo entendible a decir verdad, pero, como había dicho antes… No podía, no quería dejarlo morir.
Me sentía débil, y es que luego de usar tanta magia en unas heridas tan graves me dejaba agotada. El elfo me extendió su mano en señal de ayuda y y rápidamente, más que todo por orgullo, negué rápido con la cabeza. – N-no es necesario. Estoy bien – Mentí, no quería preocuparlos, no quería sentirme de nuevo una carga.
Mire a Marthus que ya se encontraba en condiciones más saludables, condiciones que ya no ponían al borde de la muerte su miserable vida. - ¿Porqué lo has hecho? – Pregunte de manera algo fría, manteniéndome serena ante el rostro impasible de este. Me refería a la muerte de mis amados padres. – No tienes porque saberlo. – Y de nuevo su sonrisa burlona apareció en su rostro deformado ¿Qué este hombre no sentía agradecimiento? - ¡Cállate! Puedo matarte si quiero. – Y esta vez prácticamente escupí las palabras. Estaba furiosa, y fue entonces cuando otra punzada de dolor se hizo presente en mi pecho.
Un gemido de dolor se escapo de mis labios, y llevando mi mano a donde estaba la cicatriz empecé a respirar de manera forzada. Una carcajada burlona se escucho del hombre tendido a mi lado. – ¿Tan débil eres que ni siquiera puedes enojarte bien? Patética, simplemente patética. Aunque, bueno, tus padres también lo eran. – Esta vez, no me importo el dolor. – Te prohíbo hablar de mis padres ¡Maldito seas Marthus! –
- Hey nena, no te lo tomes tan a pecho. Yo solo he hecho un favor, he matado a alguien que causaría la muerte de otras personas. ¿Es que no sabias lo muy malditos que eran tus padres? ¿De dónde crees que salía el dinero? ¡Hmpt! Chiquilla inocente. – Y esta vez, mi rostro fue el que mostro el desconcierto.
- A ver, para que lo entiendas. Tus “papis”, los Lawrence. no eran más que unos mafiosos, nos hicieron una jugarreta en un negocio y han tenido que pagar las consecuencias. Eso es todo, te teníamos simplemente porque queríamos acabar en un principio con la ultima que quedaba, ósea, tu. Al parecer, mi jefe no ha actuado rápido y no me ha dado la orden de matarte. ¿Qué crees que no te tenemos vigilada? Chiquilla, te acabaremos, y en ese momento nos haremos dueños de tu dinero. – Ohh… Ahora todo tenía sentido…
Con las pocas fuerzas que me quedaban lleve mis manos a su cuello. Lo estaba asfixiando pero no para matarle, si no para dejarlo inconsciente y que dejara de joderme la existencia unos momentos. Al cumplir mi objetivo me gire nuevamente ante los presentes.
Mire a Tarken y luego a Rengar, a este le dedique una mirada dolida, una la cual decía “te necesito”… Me quebraría, estaría rota nuevamente, mi alma remendada estaba pidiendo a gritos un consuelo.
Mi vista se poso nuevamente en el elfo, extendí mi mano hasta la suya ya recogida pidiéndole ahora yo que me ayudase. – No me dejes caer… Por favor… - Suplique con voz quebrada. Con ayuda suya y un poco mía, logre levantarme a paso tembloroso. La droga metida en mi aun tenía un pequeño efecto, además de mi gran agotamiento físico.
Ya no podía mantenerme en pie, mi cuerpo pedía a gritos el descansar, y yo termine cediendo. Todo estaba oscuro, ahora era yo la que también se encontraba inconsciente.
Me sentía débil, y es que luego de usar tanta magia en unas heridas tan graves me dejaba agotada. El elfo me extendió su mano en señal de ayuda y y rápidamente, más que todo por orgullo, negué rápido con la cabeza. – N-no es necesario. Estoy bien – Mentí, no quería preocuparlos, no quería sentirme de nuevo una carga.
Mire a Marthus que ya se encontraba en condiciones más saludables, condiciones que ya no ponían al borde de la muerte su miserable vida. - ¿Porqué lo has hecho? – Pregunte de manera algo fría, manteniéndome serena ante el rostro impasible de este. Me refería a la muerte de mis amados padres. – No tienes porque saberlo. – Y de nuevo su sonrisa burlona apareció en su rostro deformado ¿Qué este hombre no sentía agradecimiento? - ¡Cállate! Puedo matarte si quiero. – Y esta vez prácticamente escupí las palabras. Estaba furiosa, y fue entonces cuando otra punzada de dolor se hizo presente en mi pecho.
Un gemido de dolor se escapo de mis labios, y llevando mi mano a donde estaba la cicatriz empecé a respirar de manera forzada. Una carcajada burlona se escucho del hombre tendido a mi lado. – ¿Tan débil eres que ni siquiera puedes enojarte bien? Patética, simplemente patética. Aunque, bueno, tus padres también lo eran. – Esta vez, no me importo el dolor. – Te prohíbo hablar de mis padres ¡Maldito seas Marthus! –
- Hey nena, no te lo tomes tan a pecho. Yo solo he hecho un favor, he matado a alguien que causaría la muerte de otras personas. ¿Es que no sabias lo muy malditos que eran tus padres? ¿De dónde crees que salía el dinero? ¡Hmpt! Chiquilla inocente. – Y esta vez, mi rostro fue el que mostro el desconcierto.
- A ver, para que lo entiendas. Tus “papis”, los Lawrence. no eran más que unos mafiosos, nos hicieron una jugarreta en un negocio y han tenido que pagar las consecuencias. Eso es todo, te teníamos simplemente porque queríamos acabar en un principio con la ultima que quedaba, ósea, tu. Al parecer, mi jefe no ha actuado rápido y no me ha dado la orden de matarte. ¿Qué crees que no te tenemos vigilada? Chiquilla, te acabaremos, y en ese momento nos haremos dueños de tu dinero. – Ohh… Ahora todo tenía sentido…
Con las pocas fuerzas que me quedaban lleve mis manos a su cuello. Lo estaba asfixiando pero no para matarle, si no para dejarlo inconsciente y que dejara de joderme la existencia unos momentos. Al cumplir mi objetivo me gire nuevamente ante los presentes.
Mire a Tarken y luego a Rengar, a este le dedique una mirada dolida, una la cual decía “te necesito”… Me quebraría, estaría rota nuevamente, mi alma remendada estaba pidiendo a gritos un consuelo.
¿Cuántas veces podría quebrarme?
Mi vista se poso nuevamente en el elfo, extendí mi mano hasta la suya ya recogida pidiéndole ahora yo que me ayudase. – No me dejes caer… Por favor… - Suplique con voz quebrada. Con ayuda suya y un poco mía, logre levantarme a paso tembloroso. La droga metida en mi aun tenía un pequeño efecto, además de mi gran agotamiento físico.
Ya no podía mantenerme en pie, mi cuerpo pedía a gritos el descansar, y yo termine cediendo. Todo estaba oscuro, ahora era yo la que también se encontraba inconsciente.
Elise Lawrence
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Re: Un paquete especial [Libre]
En cierto modo, el elfo tenía razón en sus palabras. Tanta matanza había logrado sacar en ella su parte más bondadosa como elfa, y como tal, debería respetar la vida de otros, aunque sean estos quienes hayan amenazado con quitarle la vida. Aunque fue un acto cruel por mi parte, no encontraba otra opción. Era ella, o ellos. Entrar de noche a la casa no lo encontraba recomendable, podrían haber cerrado la puerta con llave o habrían montado guardia nocturna. Aparte, mis instintos sanguinarios fueron los que me llevaron hasta aquí, mis ganas de protegerla fueron las que me incitaron a matar, matar por defender a la persona amada.
El elfo curo mis heridas en buena medida, lo suficiente como para que trasladar aquella guadaña no se me hiciera pesada. Le agradecí la ayuda para después dirigirme a Elise con el propósito de ayudarla a levantarse. Fue en ese momento cuando esa escoria humana volvía a dignarse a soltar patrañas, respuestas incompletas ante la pregunta de Elise.
Pero este no era el principal problema. El problema era lo que las palabras de Marthus estaban causando en ella, la maldición estaba tomando posesión de ella nuevamente. Lo que más odiaba de él es que, prácticamente, se estaba aprovechando de su situación actual, así que me acerque a aquel humano para propinarle un guantazo en la cara con mediana fuerza, la suficiente para hacerle callar. Si le daba más fuerte solo lograría ganarme el odio de los dos elfos, uno de ellos mi amada, la cual había curado sus heridas con esmero - Cierra la boca humano! - ignorando mis advertencias, Marthus proseguía hablando.
Aquellas palabras me causaron una rabia interna indescriptible - "Matan por... dinero? - pensé - "Por esto?" - mire de reojo una pequeña bolsa de mi cinturón con 200 aeros en su interior. Este dinero lo conseguí en Lunargenta como recompensa por capturar a un ladrón - "... Pueden llegar a ser mas asquerosos estos humanos?" - pensé, aun con más rabia, cerrando el puño derecho por la rabia. Matar por dinero... A quien se le ocurriría?
Elise se había precipitado contra Marthus, en un intento de asfixiarlo, en vano. No le quedaban muchas fuerzas, y aunque a mi también me dieron ganas de asfixiarlo y degollarle ahí mismo, esta no sería la solución. Aparte a Elise con delicadeza, cogiendo sus pertenencias con el brazo izquierdo, empleando el derecho en ayudarla a levantarse. El elfo se había adelantado, pero me interpuse delante suya. Es cierto que aquel sujeto parecía educado y buena persona, pero yo aun tenía mis dudas sobre él. Que le motivo a entrar en esta casa? Fue porque me vio y sintió curiosidad por lo que soy? Fue porque intento rescatar la vida de todas estas personas que se hacen llamar bandidos? Fue porque pensaba que era una amenaza e intento acabar conmigo? Muchas eran mis preguntas hacia él, y como bien dijo el elfo anteriormente, mas tarde nos presentaríamos como es debido, pero de momento seguimos siendo neutrales.
Gracias por tu ayuda, pero yo me encargare de ella. Hazme un favor, y encárgate tú de ese asqueroso humano. Si soy yo quien se tiene que responsabilizar de el, lo más probable es que lo degollé en cuanto vuelva a abrir la boca - mencione con una seriedad inquebrantable, sus últimas palabras habían logrado enojarme más, solo quería no ser yo quien tenga que cuidar de un hombre como el - Vamos Elise, tenemos que salir de aquí - poco a poco, la ayudaba a incorporarse de nuevo con algo de lentitud. Lo más primordial para mí ahora mismo era su salud y bienestar. Humano o bestia humana, como hombre no debía romper mi promesa hacia ella, y así lo haría. La ayudaría a salir de aquí de cualquier manera, incluso si su cansancio supera con creces su voluntad interior, entonces me vería obligado a cogerla en brazos y cargarla como buenamente pueda.
En el piso de arriba hay mas habitaciones que bandidos, van a venir más como no nos apresuremos. Elfo, si el humano suelta prenda, haz que calle. Más tarde te diré porque... - cargue con Elise dirigiéndome escaleras arriba. La situación en el segundo piso no había cambiado, pero a juzgar por la cantidad de sucesos que ocurrieron en la bodega, el anochecer no tardaría en mostrarse para desgracia de nosotros, quizás - Y Elise, no vuelvas a separarte de esa manera. Si un cazador con un arma a distancia trata de hacer que te separes del grupo, es porque quiere hacerte más vulnerable ante una emboscada. No vuelvas a cometer el mismo error, por favor – le susurre, a pesar de que mis heridas estaban más o menos bien, no podía evitar sentirme algo dolorido por cargar con ella y con su arma a la vez.
Mis ojos dejaron a un lado todo lo que había ante mí para tratar de mirarla de reojo a la cara, manteniendo aun mi rostro serio. Me encontraba más tranquilo, más relajado en este momento - Cariño, ignora todo lo que te diga ese humano. Solo tratara de hacerte más daño - le murmure fijando aun mi vista en ella, en su dolorido y apenado rostro - Se que no será fácil, pero tienes que hacerlo por ti misma, por tu propia salud... o al menos, hazlo por mí, mi pequeña... - su maldición solo lograría desgracias para ella, y mi matanza solo logro hacerla más vulnerable a esta. Pero que otra cosa podía hacer? Esperar a que se la llevasen? Esos hombres no atienden a razones, no tenía otra opción... no encontraba otra opción...
Una vez llegásemos al primer piso, decorado con los tres cadáveres de los bandidos que me asaltaron en su momento, saldría por la puerta de salida, esperando que el elfo siguiese nuestros pasos - En la parte de atrás hay varios caballos, tomemos uno cada uno y salgamos de aquí, y rápido. Hay varios postes de amarre vacios, quien quiera que fuese quien se los llevo no creo que tarde en volver, daos prisa - le dije bordeando la casa para llegar a la parte trasera, esperando que me siguiese.
El elfo curo mis heridas en buena medida, lo suficiente como para que trasladar aquella guadaña no se me hiciera pesada. Le agradecí la ayuda para después dirigirme a Elise con el propósito de ayudarla a levantarse. Fue en ese momento cuando esa escoria humana volvía a dignarse a soltar patrañas, respuestas incompletas ante la pregunta de Elise.
Pero este no era el principal problema. El problema era lo que las palabras de Marthus estaban causando en ella, la maldición estaba tomando posesión de ella nuevamente. Lo que más odiaba de él es que, prácticamente, se estaba aprovechando de su situación actual, así que me acerque a aquel humano para propinarle un guantazo en la cara con mediana fuerza, la suficiente para hacerle callar. Si le daba más fuerte solo lograría ganarme el odio de los dos elfos, uno de ellos mi amada, la cual había curado sus heridas con esmero - Cierra la boca humano! - ignorando mis advertencias, Marthus proseguía hablando.
Aquellas palabras me causaron una rabia interna indescriptible - "Matan por... dinero? - pensé - "Por esto?" - mire de reojo una pequeña bolsa de mi cinturón con 200 aeros en su interior. Este dinero lo conseguí en Lunargenta como recompensa por capturar a un ladrón - "... Pueden llegar a ser mas asquerosos estos humanos?" - pensé, aun con más rabia, cerrando el puño derecho por la rabia. Matar por dinero... A quien se le ocurriría?
Elise se había precipitado contra Marthus, en un intento de asfixiarlo, en vano. No le quedaban muchas fuerzas, y aunque a mi también me dieron ganas de asfixiarlo y degollarle ahí mismo, esta no sería la solución. Aparte a Elise con delicadeza, cogiendo sus pertenencias con el brazo izquierdo, empleando el derecho en ayudarla a levantarse. El elfo se había adelantado, pero me interpuse delante suya. Es cierto que aquel sujeto parecía educado y buena persona, pero yo aun tenía mis dudas sobre él. Que le motivo a entrar en esta casa? Fue porque me vio y sintió curiosidad por lo que soy? Fue porque intento rescatar la vida de todas estas personas que se hacen llamar bandidos? Fue porque pensaba que era una amenaza e intento acabar conmigo? Muchas eran mis preguntas hacia él, y como bien dijo el elfo anteriormente, mas tarde nos presentaríamos como es debido, pero de momento seguimos siendo neutrales.
Gracias por tu ayuda, pero yo me encargare de ella. Hazme un favor, y encárgate tú de ese asqueroso humano. Si soy yo quien se tiene que responsabilizar de el, lo más probable es que lo degollé en cuanto vuelva a abrir la boca - mencione con una seriedad inquebrantable, sus últimas palabras habían logrado enojarme más, solo quería no ser yo quien tenga que cuidar de un hombre como el - Vamos Elise, tenemos que salir de aquí - poco a poco, la ayudaba a incorporarse de nuevo con algo de lentitud. Lo más primordial para mí ahora mismo era su salud y bienestar. Humano o bestia humana, como hombre no debía romper mi promesa hacia ella, y así lo haría. La ayudaría a salir de aquí de cualquier manera, incluso si su cansancio supera con creces su voluntad interior, entonces me vería obligado a cogerla en brazos y cargarla como buenamente pueda.
En el piso de arriba hay mas habitaciones que bandidos, van a venir más como no nos apresuremos. Elfo, si el humano suelta prenda, haz que calle. Más tarde te diré porque... - cargue con Elise dirigiéndome escaleras arriba. La situación en el segundo piso no había cambiado, pero a juzgar por la cantidad de sucesos que ocurrieron en la bodega, el anochecer no tardaría en mostrarse para desgracia de nosotros, quizás - Y Elise, no vuelvas a separarte de esa manera. Si un cazador con un arma a distancia trata de hacer que te separes del grupo, es porque quiere hacerte más vulnerable ante una emboscada. No vuelvas a cometer el mismo error, por favor – le susurre, a pesar de que mis heridas estaban más o menos bien, no podía evitar sentirme algo dolorido por cargar con ella y con su arma a la vez.
Mis ojos dejaron a un lado todo lo que había ante mí para tratar de mirarla de reojo a la cara, manteniendo aun mi rostro serio. Me encontraba más tranquilo, más relajado en este momento - Cariño, ignora todo lo que te diga ese humano. Solo tratara de hacerte más daño - le murmure fijando aun mi vista en ella, en su dolorido y apenado rostro - Se que no será fácil, pero tienes que hacerlo por ti misma, por tu propia salud... o al menos, hazlo por mí, mi pequeña... - su maldición solo lograría desgracias para ella, y mi matanza solo logro hacerla más vulnerable a esta. Pero que otra cosa podía hacer? Esperar a que se la llevasen? Esos hombres no atienden a razones, no tenía otra opción... no encontraba otra opción...
Una vez llegásemos al primer piso, decorado con los tres cadáveres de los bandidos que me asaltaron en su momento, saldría por la puerta de salida, esperando que el elfo siguiese nuestros pasos - En la parte de atrás hay varios caballos, tomemos uno cada uno y salgamos de aquí, y rápido. Hay varios postes de amarre vacios, quien quiera que fuese quien se los llevo no creo que tarde en volver, daos prisa - le dije bordeando la casa para llegar a la parte trasera, esperando que me siguiese.
Zarknoss
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Re: Un paquete especial [Libre]
Estaba claro que el hombre bestia no iba a permitir que nadie más que no fuera él ayudase a la joven elfa. Tras comenzar a ayudarla cuando tomó mi mano, el hombre gato se interpuso entre nosotros y la alzó con él para abrir el paso, a lo cual dejó al humano que parecía llamarse Marthus al encargo de Tarken.
Mientras cruzaban el pasillo hacia la primera planta, el semielfo ató y amordazó al humano para dejarlo allí como estuviere la elfa antes que él:
-Con esto bastará.- ,exclamó Tarken al tiempo que se aseguraba de que, pese a quedar inmovilizado, sobreviviría, -Dad gracias a los dioses de que aún estéis con vida...- ,exclamó mientras seguía el paso de la pareja, -...al menos podréis contar todo esto si lográis deshaceros de esas cuerdas.-
Sin mediar más palabra, el joven cazador prosiguió con su camino tras los pasos del hombre gato y la joven elfa Elise. Sin embargo, mientras se apresuraba a alcanzarlos, Tarken no dejaba de pensar en las palabras de aquel humano, cómo podía ser aquella historia cierta, acaso la raza de los elfos se desvirtuaba con el devenir de los tiempos....
Dejando a un lado sus pensamientos, Tarken siguió el paso del hombre bestia y bordeó la casa para hacer con uno de los corceles y salir de aquel paraje. Sin duda las palabras del hombre gato estaban en lo cierto y no tardarían en tener una decena de bandidos por allí sedientos de venganza. Noctis les seguiría desde las alturas vigilando la llegada de humanos por lo que, tras montar en un caballo negro, Tarken espoleó al corcel para salir de allí cubriendo la huída galopando en tercer lugar.
Como bien había dicho antes, habría tiempo de presentaciones y de aclarar lo sucedido, tanto de una parte como de otra, pero lo primero era salir de aquel lugar cuanto antes.
Mientras cruzaban el pasillo hacia la primera planta, el semielfo ató y amordazó al humano para dejarlo allí como estuviere la elfa antes que él:
-Con esto bastará.- ,exclamó Tarken al tiempo que se aseguraba de que, pese a quedar inmovilizado, sobreviviría, -Dad gracias a los dioses de que aún estéis con vida...- ,exclamó mientras seguía el paso de la pareja, -...al menos podréis contar todo esto si lográis deshaceros de esas cuerdas.-
Sin mediar más palabra, el joven cazador prosiguió con su camino tras los pasos del hombre gato y la joven elfa Elise. Sin embargo, mientras se apresuraba a alcanzarlos, Tarken no dejaba de pensar en las palabras de aquel humano, cómo podía ser aquella historia cierta, acaso la raza de los elfos se desvirtuaba con el devenir de los tiempos....
Dejando a un lado sus pensamientos, Tarken siguió el paso del hombre bestia y bordeó la casa para hacer con uno de los corceles y salir de aquel paraje. Sin duda las palabras del hombre gato estaban en lo cierto y no tardarían en tener una decena de bandidos por allí sedientos de venganza. Noctis les seguiría desde las alturas vigilando la llegada de humanos por lo que, tras montar en un caballo negro, Tarken espoleó al corcel para salir de allí cubriendo la huída galopando en tercer lugar.
Como bien había dicho antes, habría tiempo de presentaciones y de aclarar lo sucedido, tanto de una parte como de otra, pero lo primero era salir de aquel lugar cuanto antes.
Tarken
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Re: Un paquete especial [Libre]
Todo era oscuro, silencioso y en parte tranquilizador, definitivamente aquello no podía ser bueno, y eso, precisamente eso, era el problema, no podía haber tanta tranquilidad ¡Tsk! Problematico.
Desperté con algo de dolor y cansancio en los brazos peludos que ya conocía muy bien, no hizo falta que mirara, era Rengar quien me cargaba. Con un hilo de voz tan solo susurre un pequeño "Lo siento" Pedía muchas disculpas últimamente, pero, ¿Para que y porque? el para que era sencillo, para liberar y sentirme con un poco menos de culpabilidad, para sentirme mas en "paz". ¿Porque? Sencillo, era simplemente porque debía hacerlo, por que aquello era mi culpa.
- Puedo sola. - Comente en un susurro bajando de los brazos de Rengar, me tambalee ligeramente debido al cansancio. Alce mi mirada para poder contemplar el lugar, estábamos en el patio y junto a nosotros unos caballos, era para irnos seguro, pero, no me sentía bien para aquello. Pude ver el cuerpo de Rengar frente a mi y el del elfo, sin mirarles a los ojos, solo susurre con cara gacha un débil "Gracias" No podía mirarles al rostro después de haberles causado tantos problemas. - Hermano, lamento los problemas que le e causado. Apenas puedo le explicare con detalles esto... Y-yo, lo siento. - Y allí estaban de nuevo mis disculpas al elfo. Me había referido a el como un hermano tal y como el había hecho conmigo, no le veía problemas en aquello. Mire a Rengar por el rabillo del ojo y con mis manos juntas y apretadas mi voz era temblorosa. - Es mejor irnos, ya habrá tiempo para aclarar todo... Confieso que estoy muy agotada, si, pero, puedo sola... No quiero ser una carga. - Susurre lo ultimo de manera inaudible, con cuidado fui a donde Rengar cargaba mis pertenencias y colgándolas a mi espalda mire al caballo. Sabia que el elfo me había escuchado debido a nuestros muy agudos sentidos.
A pesar de estar casi al borde del colapso nuevamente, era orgullosa. Quizás un poco mas que mi pequeña hermana menor... Cher, aun no habia tenido oportunidad de presentársela a Rengar o de hablar de ella, aunque claro, eso ya era otro lio.
Mire a un caballo blanco a mi lado, podría mantenerme en el unos cuantos minutos, luego sin duda me agotaría tanto que acabaria de nuevo inconsiente. Me cogi a la silla y luego de un solo movimiento me subi a el con gracia y elegancia, era algo digno en mi a decir verdad. Mire a los dos hombres y con una ligera sonrisa forzada les indique que estaria bien.
- Cerca de aqui hay un lago, allí podremos hablar. - Sin duda, estaba en lo cierto. Conocía bien esos caminos y mas aquel, el del lago donde antes había conocido a Rengar.
Emprendí marcha a galope algo rápido. Esperaba ser seguida por Rengar y el elfo, alli no nos seguirian.
Desperté con algo de dolor y cansancio en los brazos peludos que ya conocía muy bien, no hizo falta que mirara, era Rengar quien me cargaba. Con un hilo de voz tan solo susurre un pequeño "Lo siento" Pedía muchas disculpas últimamente, pero, ¿Para que y porque? el para que era sencillo, para liberar y sentirme con un poco menos de culpabilidad, para sentirme mas en "paz". ¿Porque? Sencillo, era simplemente porque debía hacerlo, por que aquello era mi culpa.
- Puedo sola. - Comente en un susurro bajando de los brazos de Rengar, me tambalee ligeramente debido al cansancio. Alce mi mirada para poder contemplar el lugar, estábamos en el patio y junto a nosotros unos caballos, era para irnos seguro, pero, no me sentía bien para aquello. Pude ver el cuerpo de Rengar frente a mi y el del elfo, sin mirarles a los ojos, solo susurre con cara gacha un débil "Gracias" No podía mirarles al rostro después de haberles causado tantos problemas. - Hermano, lamento los problemas que le e causado. Apenas puedo le explicare con detalles esto... Y-yo, lo siento. - Y allí estaban de nuevo mis disculpas al elfo. Me había referido a el como un hermano tal y como el había hecho conmigo, no le veía problemas en aquello. Mire a Rengar por el rabillo del ojo y con mis manos juntas y apretadas mi voz era temblorosa. - Es mejor irnos, ya habrá tiempo para aclarar todo... Confieso que estoy muy agotada, si, pero, puedo sola... No quiero ser una carga. - Susurre lo ultimo de manera inaudible, con cuidado fui a donde Rengar cargaba mis pertenencias y colgándolas a mi espalda mire al caballo. Sabia que el elfo me había escuchado debido a nuestros muy agudos sentidos.
A pesar de estar casi al borde del colapso nuevamente, era orgullosa. Quizás un poco mas que mi pequeña hermana menor... Cher, aun no habia tenido oportunidad de presentársela a Rengar o de hablar de ella, aunque claro, eso ya era otro lio.
Mire a un caballo blanco a mi lado, podría mantenerme en el unos cuantos minutos, luego sin duda me agotaría tanto que acabaria de nuevo inconsiente. Me cogi a la silla y luego de un solo movimiento me subi a el con gracia y elegancia, era algo digno en mi a decir verdad. Mire a los dos hombres y con una ligera sonrisa forzada les indique que estaria bien.
- Cerca de aqui hay un lago, allí podremos hablar. - Sin duda, estaba en lo cierto. Conocía bien esos caminos y mas aquel, el del lago donde antes había conocido a Rengar.
Emprendí marcha a galope algo rápido. Esperaba ser seguida por Rengar y el elfo, alli no nos seguirian.
Elise Lawrence
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Re: Un paquete especial [Libre]
Observaba con atención las acciones de Elise mientras hablaba. Sus continuos temblores indicaban el maltrato que había sufrido. Malditos humanos, si en mis manos estuviese, ese humano corpulento que Tarken cargaba tras de sí, yacería inerte en el suelo a los pocos segundos. Por el momento debía respetar la decisión del elfo y de mi amada, no me tocaba otra.
A las afueras, ambos elfos tomaron la decisión de coger cada uno un caballo por su cuenta. Según Elise, no muy lejos de aquí, residía un lago. Allí podríamos descansar y presentarnos como es debido. Sin más, me dirigí a uno de los pocos caballos que quedaban libres. Una bestia a lomos de un caballo... algo extraño, quizás. No es la primera vez que lo hago, pero debía hacerlo de nuevo, si me ponía a correr a cuatro patas ahora las heridas se me abrirían de nuevo. Ya me encontraba demasiado mal físicamente como para empeorar mi situación aun más.
Me acerque al poste y corte la cuerda con mi espada, no tenía tiempo para andarme con tonterías. Monte a lomos del animal, intentando recordar el hecho pasado en Lunargenta. Cogí las riendas con cuidado e intente tirar hacia atrás para separar al caballo del poste, dando posteriormente un fuerte tirón a las riendas para seguir a los dos elfos a galope.
Eche un pequeño vistazo a mí alrededor. La llanura se veía despejada por el momento. En ese momento me vino a la cabeza una pequeña sensación de peligro, esos asesinos nos tendieron una trampa en las afueras del bosque, cerca de la playa. No sería de extrañar que los volviéramos a ver, o quizás no. De todos modos, pararnos aquí en medio de este descampado no nos beneficiaria. Finalmente, acabe por cerrar la boca y confiar en las palabras de Elise, echándole algún que otro pequeño vistazo de vez en cuando. Confiaba en su palabra, pero no en su forma de ser, ella era terca y eso lo sabía muy bien. Solo esperaba que no sufriese ningún accidente en el camino.
"Espero que no seas un espía, extraño" - cavile por lo bajo mirando al elfo de nombre aun desconocido para mí. El también debería conocer el bosque, al igual que mi amada. Antes había curado mis heridas, y no parecía tener inconveniente alguno respecto a la decisión de Elise. Si se trata de algún espía, estaremos en problemas. Los humanos no suelen reconocer el terreno de un bosque tan grande como la palma de su mano, no sería de extrañar que un elfo les haya dado indicaciones para esconderse en la vegetacion de este bosque, desplazarse sigilosamente entre sus ramas... Si se tratara de un bosque normal y corriente la cosa cambia, pero es el Bosque de Sandorai de lo que estamos hablando, un bosque habitado, o antiguamente habitado por elfos. Si él fuera un espía, conque fines capturaría a Elise? Conque intenciones?
Muchas seguían siendo mis preguntas respecto al sujeto. Debería despejar mi cabeza de tanta indecisión acumulada, de no ser así, el viaje en caballo al lago se me haría eterno a este paso, mas aun de lo que ya es de por si...
A las afueras, ambos elfos tomaron la decisión de coger cada uno un caballo por su cuenta. Según Elise, no muy lejos de aquí, residía un lago. Allí podríamos descansar y presentarnos como es debido. Sin más, me dirigí a uno de los pocos caballos que quedaban libres. Una bestia a lomos de un caballo... algo extraño, quizás. No es la primera vez que lo hago, pero debía hacerlo de nuevo, si me ponía a correr a cuatro patas ahora las heridas se me abrirían de nuevo. Ya me encontraba demasiado mal físicamente como para empeorar mi situación aun más.
Me acerque al poste y corte la cuerda con mi espada, no tenía tiempo para andarme con tonterías. Monte a lomos del animal, intentando recordar el hecho pasado en Lunargenta. Cogí las riendas con cuidado e intente tirar hacia atrás para separar al caballo del poste, dando posteriormente un fuerte tirón a las riendas para seguir a los dos elfos a galope.
Eche un pequeño vistazo a mí alrededor. La llanura se veía despejada por el momento. En ese momento me vino a la cabeza una pequeña sensación de peligro, esos asesinos nos tendieron una trampa en las afueras del bosque, cerca de la playa. No sería de extrañar que los volviéramos a ver, o quizás no. De todos modos, pararnos aquí en medio de este descampado no nos beneficiaria. Finalmente, acabe por cerrar la boca y confiar en las palabras de Elise, echándole algún que otro pequeño vistazo de vez en cuando. Confiaba en su palabra, pero no en su forma de ser, ella era terca y eso lo sabía muy bien. Solo esperaba que no sufriese ningún accidente en el camino.
"Espero que no seas un espía, extraño" - cavile por lo bajo mirando al elfo de nombre aun desconocido para mí. El también debería conocer el bosque, al igual que mi amada. Antes había curado mis heridas, y no parecía tener inconveniente alguno respecto a la decisión de Elise. Si se trata de algún espía, estaremos en problemas. Los humanos no suelen reconocer el terreno de un bosque tan grande como la palma de su mano, no sería de extrañar que un elfo les haya dado indicaciones para esconderse en la vegetacion de este bosque, desplazarse sigilosamente entre sus ramas... Si se tratara de un bosque normal y corriente la cosa cambia, pero es el Bosque de Sandorai de lo que estamos hablando, un bosque habitado, o antiguamente habitado por elfos. Si él fuera un espía, conque fines capturaría a Elise? Conque intenciones?
Muchas seguían siendo mis preguntas respecto al sujeto. Debería despejar mi cabeza de tanta indecisión acumulada, de no ser así, el viaje en caballo al lago se me haría eterno a este paso, mas aun de lo que ya es de por si...
Zarknoss
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Re: Un paquete especial [Libre]
//Off-rol:
El detalle de "Tarken cargando al humano tras de sí" era algo que no me había quedado muy claro, de hecho en mi post anterior se sobreentiende que el humano se queda en la cabaña atado de pies y manos. Pero bueno, omitiendo este detalle, doy por supuesto que Tarken carga a Marthus a lomos del caballo. A parte, había indicado que yo cerraría el paso en tercer lugar, pero vaya, tampoco tiene mayor importancia.
//On-rol:
La comitiva formada por Elise a la cabeza cruzaba la arboleda que rodeaba a la cabaña, en busca de aquel paraje al que la joven elfa había hecho referencia. Tarken conocía de sobra aquella zona de Sandorai y, en efecto, no muy lejos de allí había un claro en el bosque con un tranquilo lago donde podrían descansar tanto caballos como los dos amantes, sobre todo después de la tensión que acumulaban tras la reciente huida.
Mientras galopaba, Tarken sujetaba con su mano izquierda el orondo cuerpo de Marhus, que yacía casi inconsciente y maniatado sobre el lomo del caballo. El zarandeo del corcel hacía que gruñera dolorido de vez en cuando al tiempo que el joven semielfo se las arreglaba para mantenerlo sobre el caballo. Con un ligero vistazo a las alturas, Tarken se aseguró de que su halcón los estuviera siguiendo surcando el cielo, así podría escudriñar la espesura tras ellos por si alguien los siguiera. Según parecía, la ira desatada del hombre bestia había propiciado una huida tranquila, al menos por el momento. Aún así, Tarken sabía, sin necesidad de mirar hacia atrás, que aquel guerrero no le perdía de vista, casi podía sentir sus ojos gatunos clavados en su espalda, tal y como los contemplara en el sótano de la cabaña, aunque, siendo franco, no podía pedirle mucho más, era lógico que desconfiara de un recién llegado en semejante momento y situación.
Pasó un rato hasta que finalmente los caballos condujeron a sus jinetes al lago del que la joven elfa había hablado. Nada más llegar a orillas de aquellas aguas calmas, Tarken detuvo su corcel tirando de las riendas mientras miraba a su alrededor. El joven cazador conocía esos parajes y, pese a reconocer que aquel lugar era idóneo para un alto, también era cierto que serían blanco fácil para tiradores agazapados entre la espesura. Desmontando de su caballo, Tarken bajó al humano casi dejándolo caer a la tierra junto al lago, la mordaza hacía que sus gruñidos de dolor tan sólo fueran eso, unos gruñidos que no trascendían más allá, alaridos ahogados por la mordaza bien dispuesta del joven cazador semielfo. Un silbido de Tarken bastó para que su halcón descendiera en un vuelo picado hasta aterrizar en su mano izquierda:
-Noctis....yanna.....- ,ante la orden del joven semielfo, el halcón se alzó de nuevo y se perdió entre la espesura del bosque, -Mi hermano traerá algo que podamos cocinar y llevarnos a la boca, sin embargo, creo que ha llegado el momento de intercambiar información.-
Diciendo esto, Tarken acercó su caballo a las aguas para que bebiera y repusiera el aliento mientras aguardaba la vuelta de su halcón con alguna presa. Dejando un instante antes de hacer cualquier pregunta o dar ningún tipo de información, el joven semielfo aguardó a que Elise y su amado hombre bestia pudieran cuando menos abrazarse y descargar algo de la tensión acumulada tras todo lo sucedido. Por un instante se puso en el lugar de aquellos dos amantes, el joven semielfo se acarició la mejilla recordando alguna vivencia pasada, contempló por un momento a Elise y su hombre bestia, como este guerrero había tenido el valor y la voluntad de enfrentarse a la muerte y a la adversidad para librarla de sus captores y del sufrimiento, si algo era cierto era que merecían ese instante de intimidad:
-Antes que nada...- ,comenzó con voz calmada girándose hacia ellos, -...quizá una explicación de mi presencia aquí fuera necesaria. Mi nombre es Falcon y estos bosques han sido mi hogar durante más de un siglo.- ,al decir esto miró a Elise dándole a entender que era un hijo más de Sandorai, de ahí que la hubiera llamado hermana, pues al menos tenía la sospecha de que ella también pertenecía a aquellas tierras, -No puedo imaginar cómo demonios acabasteis siendo la presa de esos humanos mas, debéis entender...- ,en esta ocasión se giró para mirar al hombre bestia, -....que, ante semejante matanza, acudiera para averiguar de qué se trataba. Entended igualmente que este hecho no traerá nada bueno para estos bosques, al fin y al cabo se trata de un nutrido grupo de humanos muertos en tierras élficas.- ,antes de concluir, el joven semielfo dejó su equipo en el suelo y comenzó a buscar sus útiles para preparar la comida mientras Noctis aparecía ya con una liebre entre sus garras, -Espero tengáis la amabilidad de explicarme el porqué una banda de lo que parecen bandidos humanos querrían apresar a una joven elfa y, antes de eso, me gustaría igualmente conocer vuestro nombre para dirigirme a vos y espero cejéis de mirarme con semblante recio, no albergo la intención de haceros daño a ninguno de los dos.-
Tras decir esto, el joven semielfo comenzó a despellejar la liebre casi sin mirarla, tenía ya una sobrada destreza en dichos menesteres y no suponía ninguna dificultad para él atender las palabras de Elise o su amado y seguir preparando al animal para cocinarlo. Asimismo, comenzó a sacar varios frascos de su mochila que parecían contener hierbas y líquidos de aderezo.
El detalle de "Tarken cargando al humano tras de sí" era algo que no me había quedado muy claro, de hecho en mi post anterior se sobreentiende que el humano se queda en la cabaña atado de pies y manos. Pero bueno, omitiendo este detalle, doy por supuesto que Tarken carga a Marthus a lomos del caballo. A parte, había indicado que yo cerraría el paso en tercer lugar, pero vaya, tampoco tiene mayor importancia.
//On-rol:
La comitiva formada por Elise a la cabeza cruzaba la arboleda que rodeaba a la cabaña, en busca de aquel paraje al que la joven elfa había hecho referencia. Tarken conocía de sobra aquella zona de Sandorai y, en efecto, no muy lejos de allí había un claro en el bosque con un tranquilo lago donde podrían descansar tanto caballos como los dos amantes, sobre todo después de la tensión que acumulaban tras la reciente huida.
Mientras galopaba, Tarken sujetaba con su mano izquierda el orondo cuerpo de Marhus, que yacía casi inconsciente y maniatado sobre el lomo del caballo. El zarandeo del corcel hacía que gruñera dolorido de vez en cuando al tiempo que el joven semielfo se las arreglaba para mantenerlo sobre el caballo. Con un ligero vistazo a las alturas, Tarken se aseguró de que su halcón los estuviera siguiendo surcando el cielo, así podría escudriñar la espesura tras ellos por si alguien los siguiera. Según parecía, la ira desatada del hombre bestia había propiciado una huida tranquila, al menos por el momento. Aún así, Tarken sabía, sin necesidad de mirar hacia atrás, que aquel guerrero no le perdía de vista, casi podía sentir sus ojos gatunos clavados en su espalda, tal y como los contemplara en el sótano de la cabaña, aunque, siendo franco, no podía pedirle mucho más, era lógico que desconfiara de un recién llegado en semejante momento y situación.
Pasó un rato hasta que finalmente los caballos condujeron a sus jinetes al lago del que la joven elfa había hablado. Nada más llegar a orillas de aquellas aguas calmas, Tarken detuvo su corcel tirando de las riendas mientras miraba a su alrededor. El joven cazador conocía esos parajes y, pese a reconocer que aquel lugar era idóneo para un alto, también era cierto que serían blanco fácil para tiradores agazapados entre la espesura. Desmontando de su caballo, Tarken bajó al humano casi dejándolo caer a la tierra junto al lago, la mordaza hacía que sus gruñidos de dolor tan sólo fueran eso, unos gruñidos que no trascendían más allá, alaridos ahogados por la mordaza bien dispuesta del joven cazador semielfo. Un silbido de Tarken bastó para que su halcón descendiera en un vuelo picado hasta aterrizar en su mano izquierda:
-Noctis....yanna.....- ,ante la orden del joven semielfo, el halcón se alzó de nuevo y se perdió entre la espesura del bosque, -Mi hermano traerá algo que podamos cocinar y llevarnos a la boca, sin embargo, creo que ha llegado el momento de intercambiar información.-
Diciendo esto, Tarken acercó su caballo a las aguas para que bebiera y repusiera el aliento mientras aguardaba la vuelta de su halcón con alguna presa. Dejando un instante antes de hacer cualquier pregunta o dar ningún tipo de información, el joven semielfo aguardó a que Elise y su amado hombre bestia pudieran cuando menos abrazarse y descargar algo de la tensión acumulada tras todo lo sucedido. Por un instante se puso en el lugar de aquellos dos amantes, el joven semielfo se acarició la mejilla recordando alguna vivencia pasada, contempló por un momento a Elise y su hombre bestia, como este guerrero había tenido el valor y la voluntad de enfrentarse a la muerte y a la adversidad para librarla de sus captores y del sufrimiento, si algo era cierto era que merecían ese instante de intimidad:
-Antes que nada...- ,comenzó con voz calmada girándose hacia ellos, -...quizá una explicación de mi presencia aquí fuera necesaria. Mi nombre es Falcon y estos bosques han sido mi hogar durante más de un siglo.- ,al decir esto miró a Elise dándole a entender que era un hijo más de Sandorai, de ahí que la hubiera llamado hermana, pues al menos tenía la sospecha de que ella también pertenecía a aquellas tierras, -No puedo imaginar cómo demonios acabasteis siendo la presa de esos humanos mas, debéis entender...- ,en esta ocasión se giró para mirar al hombre bestia, -....que, ante semejante matanza, acudiera para averiguar de qué se trataba. Entended igualmente que este hecho no traerá nada bueno para estos bosques, al fin y al cabo se trata de un nutrido grupo de humanos muertos en tierras élficas.- ,antes de concluir, el joven semielfo dejó su equipo en el suelo y comenzó a buscar sus útiles para preparar la comida mientras Noctis aparecía ya con una liebre entre sus garras, -Espero tengáis la amabilidad de explicarme el porqué una banda de lo que parecen bandidos humanos querrían apresar a una joven elfa y, antes de eso, me gustaría igualmente conocer vuestro nombre para dirigirme a vos y espero cejéis de mirarme con semblante recio, no albergo la intención de haceros daño a ninguno de los dos.-
Tras decir esto, el joven semielfo comenzó a despellejar la liebre casi sin mirarla, tenía ya una sobrada destreza en dichos menesteres y no suponía ninguna dificultad para él atender las palabras de Elise o su amado y seguir preparando al animal para cocinarlo. Asimismo, comenzó a sacar varios frascos de su mochila que parecían contener hierbas y líquidos de aderezo.
Tarken
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Re: Un paquete especial [Libre]
La situacion se me tornaba un tanto incomoda. Las miradas que le lanzaba Rengar a Tarken eran tan aborrecedoras que hasta a mi me hacia estremecer por ello, Rengar podia llegar a ser tan desconfiado... Tanto como lo fui yo en su momento. Era obvio que el no nos traicionaria, o bueno, eso pensaba yo. Habia ido en nuestra ayuda y se notaba que estaba tan desconcertado por el asunto que no cabia en la traicion. Al fin y al cabo Rengar tan solo era un niño, para mi y segun por las palabras de el elfo tambien lo era para el.
Habiamos llegado al lago y bajando con cuidado del caballo suspire con resignacion, ya habria tiempo para aclarar todo. Un halcon bajo y se poso en el brazo de Tarken, suponia que era su mascota, sospechas que fueron aseguradas cuando vi como le ordenaba algo que no logre entender. Me acerque al lago y con mis manos agarre un poco de agua. Agua que acabo en mi rostro, esto me refrescaria un poco... Me dolia algo la cabeza, quizas debido al agotamiento.
Me acerque a donde estaba Marthus dolorido. - Lo hubieramos dejado en la casa, ahora solo molestara. - Pense mirando su dolorido rostro, fui por un poco de agua y realice lo mismo en el rostro de el, era para limpiar un poco sus heridas.
El elfo comenzo su hablar y yo solo me dispuse a escucharle desde mi posicion, ¿Un siglo? Vaya...Sabia que los elfos podian aparentar una edad y tener otra, pero, nunca me habia topado con un caso asi.
- Hace apenas un par de años que habito esta tierra de elfos. - Comence mi hablar de manera pausada, me levante con cuidado de mi posicion para poder recostarme a un tronco, abrazandome a mi misma de mi cintura. - Hace menos de 5 años yo creia que los elfos eran unos enanitos, guardianes del bosque, amigos de las hadas. En fin, unos completos seres sacados de los cuentos de hadas. Apenas hace poco descubri era una elfa. - Mi mirada estaba fija en el, estaba seria. Pase mi mirada a Rengar cosa que me tranquilizo un poco. - Yo soy la heredera de una gran fortuna. Mi cabeza vale mucho, mas de lo que podrias imaginarte. - Termine mi hablar mirando de nuevo a este, esperaba que con esto se hiciera una idea del porque mi captura.
- Ese hombre fue quien mato a mis padres, o bueno, los que me criaron. Los Lawrence. Deseaba matarlo, pero... Simplemente no pude, no lo entiendo... Algo me frenaba. - Confese resvalando con elegancia para acabar sentada en el suelo de piernas cruzadas. - No fue buena idea que vinieras en nuestra ayuda, hermano. - Ahora mi voz se quebro un poco. Vendrian otros mas por nosotros dentro de poco, y ahora lo atacarian a el tambien... Por mi culpa.
- El es Rengar, mi prometido. - Aun no me terminaba de acostumbrar al decir esto, era extraño para mi. - Hay que estar alertas, propongo irnos y dejar al humano aqui. Pronto nos seguiran... - Mi voz demostraba la preocupacion, yo en definitiva estaba muy agotada como para pelear. - Lo siento, Rengar. Hermano. -
Habiamos llegado al lago y bajando con cuidado del caballo suspire con resignacion, ya habria tiempo para aclarar todo. Un halcon bajo y se poso en el brazo de Tarken, suponia que era su mascota, sospechas que fueron aseguradas cuando vi como le ordenaba algo que no logre entender. Me acerque al lago y con mis manos agarre un poco de agua. Agua que acabo en mi rostro, esto me refrescaria un poco... Me dolia algo la cabeza, quizas debido al agotamiento.
Me acerque a donde estaba Marthus dolorido. - Lo hubieramos dejado en la casa, ahora solo molestara. - Pense mirando su dolorido rostro, fui por un poco de agua y realice lo mismo en el rostro de el, era para limpiar un poco sus heridas.
El elfo comenzo su hablar y yo solo me dispuse a escucharle desde mi posicion, ¿Un siglo? Vaya...Sabia que los elfos podian aparentar una edad y tener otra, pero, nunca me habia topado con un caso asi.
- Hace apenas un par de años que habito esta tierra de elfos. - Comence mi hablar de manera pausada, me levante con cuidado de mi posicion para poder recostarme a un tronco, abrazandome a mi misma de mi cintura. - Hace menos de 5 años yo creia que los elfos eran unos enanitos, guardianes del bosque, amigos de las hadas. En fin, unos completos seres sacados de los cuentos de hadas. Apenas hace poco descubri era una elfa. - Mi mirada estaba fija en el, estaba seria. Pase mi mirada a Rengar cosa que me tranquilizo un poco. - Yo soy la heredera de una gran fortuna. Mi cabeza vale mucho, mas de lo que podrias imaginarte. - Termine mi hablar mirando de nuevo a este, esperaba que con esto se hiciera una idea del porque mi captura.
- Ese hombre fue quien mato a mis padres, o bueno, los que me criaron. Los Lawrence. Deseaba matarlo, pero... Simplemente no pude, no lo entiendo... Algo me frenaba. - Confese resvalando con elegancia para acabar sentada en el suelo de piernas cruzadas. - No fue buena idea que vinieras en nuestra ayuda, hermano. - Ahora mi voz se quebro un poco. Vendrian otros mas por nosotros dentro de poco, y ahora lo atacarian a el tambien... Por mi culpa.
- El es Rengar, mi prometido. - Aun no me terminaba de acostumbrar al decir esto, era extraño para mi. - Hay que estar alertas, propongo irnos y dejar al humano aqui. Pronto nos seguiran... - Mi voz demostraba la preocupacion, yo en definitiva estaba muy agotada como para pelear. - Lo siento, Rengar. Hermano. -
Elise Lawrence
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Re: Un paquete especial [Libre]
La oscuridad que traía consigo el anochecer se hacía más y mas presente conforme avanzábamos a nuestro objetivo. Al cabo de unos minutos, habíamos llegado al lago del que hablaba Elise. El entorno que se presentaba ante nosotros alrededor del bosque me resultaba ligeramente aterrador, el recién incidente en las Ruinas de los Baldíos me había dejado bastante exhausto, sería mejor descansar aquí, aunque solo sea por un tiempo. Aunque por una parte, los arboles de la zona, cuya altura era impresionante bajo mi punto de vista, por otra parte, esto me hacía sospechar que el mayor de los peligros del bosque nos acechaba. Estaba acostumbrado a dormir en las ramas de los arboles, o incluso en la intemperie junto a la protección de una hoguera, pero se me hacia extraño descansar durante un tiempo en las cercanías de un lago rodeado de inmensos arboles.
Con un fuerte tirón, di la orden a mi caballo de que se detuviese cerca del grupo. La cuerda de amarre estaba rota, y no encontré lugar donde amarrar siquiera, así que baje del caballo con algo de brusquedad. Al contrario que mis compañeros, yo ni siquiera hice atisbo alguno de acercar al caballo al lago - "Si tiene sed, que beba por su cuenta - pensé - Tu, no te escapes, luego me harás falta - murmure al caballo mientras me acercaba al lago, como si me fuese a responder de vuelta. De todos modos, había bastantes cosas fuera de los reinos del oeste que desconocía. Razas, algún que otro animal, la manera en la que convivían otra razas... son algunas de las desventajas de vivir en solitario, rodeado tan solo de unos chupasangre. El día en que me cruce con un caballo parlante, ese será el mejor día de mi vida.
Bebía con suavidad las resplandecientes aguas del lago, iluminadas por la luz de la luna. Me lave la cara con lentitud y mire a Elise. Ella se encontraba a mi lado, lavándose el rostro al igual que yo. Me detuve en seco, mirándola con una leve sonrisa. Me alegraba saber que mi dulce prometida se encontraba bien, junto a mí.
El elfo había pronunciado con anterioridad un par de palabras al halcón que iba tras él. Debería ser su mascota, pues el halcón obedeció sus órdenes, cualesquiera que fueran, dado que no entendía su lenguaje. Sus palabras posteriores me hicieron suspirar de alivio, sería una de las pocas noches que disfrutaría de la comida sin tener que cazarla.
Elise se acerco a aquel gordo y desagradable rastrero que la había capturado, el elfo se encargo personalmente de depositarlo en tierra firme. Me acerque al lado del humano, dirigiendo una mirada neutral al individuo. Mire a Elise, su rostro pensativo me hacía pensar en el dolor que tuvo nada mas verme actuar como una bestia salvaje. Por instinto volví al lago, recogiendo entre mis manos toda el agua que pude, volviendo a mi sitio anterior para agacharme y arrojarle el agua a la cara de aquel humano de una manera no muy delicada. Espere a que Elise volviera para hacer lo mismo, mire en dirección al lago para observar las acciones del elfo, el cual yacía ante la orilla algo alejado de nosotros.
Elise - murmure para llamarle la atención. Sin más, me acerque a ella para darle un abrazo, apoyando su cabeza en mi pecho, su "almohada" por excelencia - Por un momento, pensé que no volvería a verte... - le susurre con pesar, agachando la cabeza para depositar un suave beso en sus labios - Ten más cuidado cielo... he tenido que recorrer durante horas este bosque para llegar hasta ti, estoy agotado... - acaricie sus cabellos con suavidad, alejándome de ella para sentarme cerca de aquel humano - ...Debo descansar...
Unos instantes más tarde, el elfo se situó junto a nosotros, tal y como dijo, era el momento de intercambiar información. Mientras ellos hablaban, yo tan solo callaba, esperando mi turno para hablar.
No fue buena idea que vinieras en nuestra ayuda, hermano - murmuro Elise, lo cual me hizo reaccionar - No es del todo cierto, su intervención me ha sido útil, y por ello le doy las gracias - les dije a ambos, mientras mi mirada permanecía fija en la espesura. Fue en este momento cuando mis ojos se posaron sobre ellos, para continuar con la conversación - Yo soy Rengar, hombre-bestia, mitad animal, mitad humano - mencione con remordimiento esto último, mirado por unos instantes al humano. Si yo me pareciese a él, tanto en la mentalidad como en el físico, preferiría estar muerto - Ella es Elise, mi prometida... la luz de mi corazón - mencione con una sonrisa cargada de ternura hacia ella. Desconocía como lo lograba, pero mi pequeña elfa siempre lograba sacarme una sonrisa en esos momentos tan oscuros. La manera en la que me mencionaba como su prometido le era dudosa. Quizás aun tenga sus dudas respecto a mí, pero yo tengo bastante claro con quien quiero estar, con ella.
Falcon, no? - me levante con pesadez, reflejando el cansancio que sentía en mi cuerpo - Escúchame. Confió en ti como hermano de raza, refiriéndome a Elise obviamente, pero si no eres quien dices ser mas te vale prepararte para asumir las consecuencias. Ella lo ha pasado fatal, y aun le queda mucho por superar... - mencione haciendo referencia a su maldición - Si de verdad quieres ayudarnos, puedes quedarte, pero por el momento vigila lo que haces, Falcon - mi rostro no reflejaba furia alguna en ningún momento, solo seriedad, como era habitual en mi. Por el momento confiaba en el, solo quería que, todo aquello que conto anteriormente, no fuese tan solo una mentira gorda. No es fácil ganarse la reputación de una bestia salvaje, así de repente, esperaba que lo comprendiera.
El ave había vuelto a manos de Falcon con una liebre entre sus garras, este se dispuso a cocinarla sin más, ayudándose de sus utensilios varios. Elise nos propuso irnos de aquí ahora, lo cual no entendí muy bien - Hace poco habías dicho que aquí no nos encontrarían tan fácilmente... no estoy con muchas energías, quedémonos aquí, comamos y después nos vamos - concluí volviéndome a sentar, pero esta vez lo haría al lado de Elise. Su presencia me resultaba muy cómoda - Todo saldrá bien cariño, solo necesito que no te separes de nosotros, vale? - bese su mejilla con sutileza. Mire a Falcon por unos instantes - Necesitas ayuda con la cocina?
Con un fuerte tirón, di la orden a mi caballo de que se detuviese cerca del grupo. La cuerda de amarre estaba rota, y no encontré lugar donde amarrar siquiera, así que baje del caballo con algo de brusquedad. Al contrario que mis compañeros, yo ni siquiera hice atisbo alguno de acercar al caballo al lago - "Si tiene sed, que beba por su cuenta - pensé - Tu, no te escapes, luego me harás falta - murmure al caballo mientras me acercaba al lago, como si me fuese a responder de vuelta. De todos modos, había bastantes cosas fuera de los reinos del oeste que desconocía. Razas, algún que otro animal, la manera en la que convivían otra razas... son algunas de las desventajas de vivir en solitario, rodeado tan solo de unos chupasangre. El día en que me cruce con un caballo parlante, ese será el mejor día de mi vida.
Bebía con suavidad las resplandecientes aguas del lago, iluminadas por la luz de la luna. Me lave la cara con lentitud y mire a Elise. Ella se encontraba a mi lado, lavándose el rostro al igual que yo. Me detuve en seco, mirándola con una leve sonrisa. Me alegraba saber que mi dulce prometida se encontraba bien, junto a mí.
El elfo había pronunciado con anterioridad un par de palabras al halcón que iba tras él. Debería ser su mascota, pues el halcón obedeció sus órdenes, cualesquiera que fueran, dado que no entendía su lenguaje. Sus palabras posteriores me hicieron suspirar de alivio, sería una de las pocas noches que disfrutaría de la comida sin tener que cazarla.
Elise se acerco a aquel gordo y desagradable rastrero que la había capturado, el elfo se encargo personalmente de depositarlo en tierra firme. Me acerque al lado del humano, dirigiendo una mirada neutral al individuo. Mire a Elise, su rostro pensativo me hacía pensar en el dolor que tuvo nada mas verme actuar como una bestia salvaje. Por instinto volví al lago, recogiendo entre mis manos toda el agua que pude, volviendo a mi sitio anterior para agacharme y arrojarle el agua a la cara de aquel humano de una manera no muy delicada. Espere a que Elise volviera para hacer lo mismo, mire en dirección al lago para observar las acciones del elfo, el cual yacía ante la orilla algo alejado de nosotros.
Elise - murmure para llamarle la atención. Sin más, me acerque a ella para darle un abrazo, apoyando su cabeza en mi pecho, su "almohada" por excelencia - Por un momento, pensé que no volvería a verte... - le susurre con pesar, agachando la cabeza para depositar un suave beso en sus labios - Ten más cuidado cielo... he tenido que recorrer durante horas este bosque para llegar hasta ti, estoy agotado... - acaricie sus cabellos con suavidad, alejándome de ella para sentarme cerca de aquel humano - ...Debo descansar...
Unos instantes más tarde, el elfo se situó junto a nosotros, tal y como dijo, era el momento de intercambiar información. Mientras ellos hablaban, yo tan solo callaba, esperando mi turno para hablar.
No fue buena idea que vinieras en nuestra ayuda, hermano - murmuro Elise, lo cual me hizo reaccionar - No es del todo cierto, su intervención me ha sido útil, y por ello le doy las gracias - les dije a ambos, mientras mi mirada permanecía fija en la espesura. Fue en este momento cuando mis ojos se posaron sobre ellos, para continuar con la conversación - Yo soy Rengar, hombre-bestia, mitad animal, mitad humano - mencione con remordimiento esto último, mirado por unos instantes al humano. Si yo me pareciese a él, tanto en la mentalidad como en el físico, preferiría estar muerto - Ella es Elise, mi prometida... la luz de mi corazón - mencione con una sonrisa cargada de ternura hacia ella. Desconocía como lo lograba, pero mi pequeña elfa siempre lograba sacarme una sonrisa en esos momentos tan oscuros. La manera en la que me mencionaba como su prometido le era dudosa. Quizás aun tenga sus dudas respecto a mí, pero yo tengo bastante claro con quien quiero estar, con ella.
Falcon, no? - me levante con pesadez, reflejando el cansancio que sentía en mi cuerpo - Escúchame. Confió en ti como hermano de raza, refiriéndome a Elise obviamente, pero si no eres quien dices ser mas te vale prepararte para asumir las consecuencias. Ella lo ha pasado fatal, y aun le queda mucho por superar... - mencione haciendo referencia a su maldición - Si de verdad quieres ayudarnos, puedes quedarte, pero por el momento vigila lo que haces, Falcon - mi rostro no reflejaba furia alguna en ningún momento, solo seriedad, como era habitual en mi. Por el momento confiaba en el, solo quería que, todo aquello que conto anteriormente, no fuese tan solo una mentira gorda. No es fácil ganarse la reputación de una bestia salvaje, así de repente, esperaba que lo comprendiera.
El ave había vuelto a manos de Falcon con una liebre entre sus garras, este se dispuso a cocinarla sin más, ayudándose de sus utensilios varios. Elise nos propuso irnos de aquí ahora, lo cual no entendí muy bien - Hace poco habías dicho que aquí no nos encontrarían tan fácilmente... no estoy con muchas energías, quedémonos aquí, comamos y después nos vamos - concluí volviéndome a sentar, pero esta vez lo haría al lado de Elise. Su presencia me resultaba muy cómoda - Todo saldrá bien cariño, solo necesito que no te separes de nosotros, vale? - bese su mejilla con sutileza. Mire a Falcon por unos instantes - Necesitas ayuda con la cocina?
Zarknoss
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Re: Un paquete especial [Libre]
Pronto se hizo el anochecer y ya sea por un motivo u otro, no lograron avanzar mucho hasta el lugar a donde destinaban. Los oídos de ambos elfos pudieron notar galopes e varios sujetos. Quizá ellos rogaban que fueran amistosos, pero cuando el ruido de los jinetes se acercaron, no pudieron darles tiempo a reaccionar, y más en el estado en que cada uno estaba de cansancio y por diversas heridas.
-¡No os mováis!- exclamó la voz de una mujer altiva a la que Tarken pudo reconocer.
En breve se vieron rodeados de al menos unos 6 jinetes, con las armas desenvainadas, dagas y arcos listos para atacar. Rodearon en circulo a los elfos, al hombre bestia y al humano. La mujer apuntaba el filo de su espada a la garganta del elfo. Su expresión era de orgullo por liderar algo.
-¡Tarken, querido! ¡Demorabas mucho! ¡Es hora de irnos a casa! ¡Toma lo que hemos buscado y vámonos de una vez! - Dos sujetos que rodeaban a la pareja los apuntaron al pecho con sus arcos. Ninguno hizo caso al hombre humano que estaba medio inconsciente en el suelo-¡Apúrate hombre! ¡Quiero irme ya a casa y aún no tienes lo que buscamos! -
Off rol: postea Zarknoss y Tarken. Roleen que Elise se mantiene en silencio o asustada, según crean ustedes.
-¡No os mováis!- exclamó la voz de una mujer altiva a la que Tarken pudo reconocer.
En breve se vieron rodeados de al menos unos 6 jinetes, con las armas desenvainadas, dagas y arcos listos para atacar. Rodearon en circulo a los elfos, al hombre bestia y al humano. La mujer apuntaba el filo de su espada a la garganta del elfo. Su expresión era de orgullo por liderar algo.
-¡Tarken, querido! ¡Demorabas mucho! ¡Es hora de irnos a casa! ¡Toma lo que hemos buscado y vámonos de una vez! - Dos sujetos que rodeaban a la pareja los apuntaron al pecho con sus arcos. Ninguno hizo caso al hombre humano que estaba medio inconsciente en el suelo-¡Apúrate hombre! ¡Quiero irme ya a casa y aún no tienes lo que buscamos! -
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Off rol: postea Zarknoss y Tarken. Roleen que Elise se mantiene en silencio o asustada, según crean ustedes.
Ansur
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Re: Un paquete especial [Libre]
Cuando los oídos del joven cazador detectaron el estrépito causado por los caballos que aparecieron al cabo de unos segundos, Tarken abrió los ojos de par en par sintiéndose decepcionado tremendamente cuando vio de quién se trataba. Al escuchar la voz de la mujer que lideraba la comitiva de hombres a caballo, Tarken miró al suelo algo enfadado pues estaba en la certeza de que podría haber terminado el encargo por sí mismo, mas sin embargo allí estaba ella, arpemiándolo a que terminara de una vez y salir de aquel bosque.
Resignado a realizar lo que le ordenaba, el joven semielfo se dirigió a la pareja de enamorados y los miró con indiferencia, quizá los había engañado o quizá no, lo único cierto en aquel instante era que, inmovilizados como estaban, Tarken hurgó en su equipo en busca de las plantas que había ido a "recuperar". Una vez con el botín en sus manos, el joven semielfo de Sandorai se giró hacia sus hasta ahora compañeros y les dijo en tono serio:
-Quizá el destino vuelva a unir nuestros caminos, os deseo la mayor de las suertes y tan sólo puedo deciros que esto no es nada personal.- ,dijo mostrando el objeto que se llevaba, -Aún así os aseguro que espero sigáis adelante y encontréis la paz que hasta ahora se os niega, lamento no habernos conocido en otras circunstancias.-
Con estas palabras lanzó el objeto a la mujer que le habló en primer lugar para luego montar de nuevo a caballo y disponerse a salir del bosque con el resto del grupo. Una sensación agridulce invadió a Tarken, por una parte había logrado el objetivo por el cual fue allí, mas por otro lado había empatizado realmente con aquella peculiar pareja y les deseaba sinceramente que tuvieran más suerte en el futuro así como lamentaba no poder ayudarles como hubiera querido en algún momento:
-Elisse....Zarknoss.....si nos volvemos a encontrar....en fin, no os reprocharé nada que decidáis que es justo intentar.-
Esto último lo dijo enfatizando su mirada en el hombre bestia, pues sin duda sabía que algún día querría ajustar cuentas con él. Sin más palabras que decir, el joven semielfo ya estaba listo para salir de allí habiendo terminado el trabajo.
//Off-rol
Sinceramente no he respondido antes porque pensaba que Zarknos debía hacerlo primero.
Resignado a realizar lo que le ordenaba, el joven semielfo se dirigió a la pareja de enamorados y los miró con indiferencia, quizá los había engañado o quizá no, lo único cierto en aquel instante era que, inmovilizados como estaban, Tarken hurgó en su equipo en busca de las plantas que había ido a "recuperar". Una vez con el botín en sus manos, el joven semielfo de Sandorai se giró hacia sus hasta ahora compañeros y les dijo en tono serio:
-Quizá el destino vuelva a unir nuestros caminos, os deseo la mayor de las suertes y tan sólo puedo deciros que esto no es nada personal.- ,dijo mostrando el objeto que se llevaba, -Aún así os aseguro que espero sigáis adelante y encontréis la paz que hasta ahora se os niega, lamento no habernos conocido en otras circunstancias.-
Con estas palabras lanzó el objeto a la mujer que le habló en primer lugar para luego montar de nuevo a caballo y disponerse a salir del bosque con el resto del grupo. Una sensación agridulce invadió a Tarken, por una parte había logrado el objetivo por el cual fue allí, mas por otro lado había empatizado realmente con aquella peculiar pareja y les deseaba sinceramente que tuvieran más suerte en el futuro así como lamentaba no poder ayudarles como hubiera querido en algún momento:
-Elisse....Zarknoss.....si nos volvemos a encontrar....en fin, no os reprocharé nada que decidáis que es justo intentar.-
Esto último lo dijo enfatizando su mirada en el hombre bestia, pues sin duda sabía que algún día querría ajustar cuentas con él. Sin más palabras que decir, el joven semielfo ya estaba listo para salir de allí habiendo terminado el trabajo.
//Off-rol
Sinceramente no he respondido antes porque pensaba que Zarknos debía hacerlo primero.
Tarken
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Re: Un paquete especial [Libre]
Bien se podía apreciar la figura de la joven elfa, sentada con resignación mirando con un aire de indiferencia a los dos presentes. Rengar, el le había otorgado a su amada un abrazo reconfortante, uno que ella acepto al momento junto con un par de besos. Besos correspondidos claro esta. Pero, se podía notar ante unos ojos que vieran mas de cerca la situación, a la mujer; estaba con su mirada gacha ajena a todo a su alrededor. Se le notaba cansada.
¿Que pasaba? Rengar había preguntado el porque del cambio de opinión de Elise, pero ella tan solo se limito a guardar silencio. Ahora estábamos rodeados de un grupo de jinetes liderados por una mujer, al parecer, estos no venían en son de paz, y Tarken, mi “hermano” estaba de su lado. Me mantuve serena a un lado de Rengar acatando la amenaza de la mujer. Tarken fue por la planta. La planta que tantos problemas me había traído para luego entregársela a la mujer, y marcharse con ella.
Siempre me habían catalogado de inocente y confiada, tenían razón. Aunque admitir eso me pesara.
No me mostraba enojada, ni sorprendida. Tan solo decepcionada, no con el, si no conmigo. Me decepcionaba el seguir pensando que todo el que te sonría era amigo. En fin, Rengar tenia razón, y yo de tonta lo había juzgado.
Observe como Tarken se marchaba, más yo no hacía nada para detenerlo. Me levante con cuidado sacudiendo un poco el polvo de mi ropa. ¿En serio me dolía que me hayan quitado aquel objeto por el que tanto había arriesgado? Sinceramente, no me dolía en nada.
Llega un momento en el que simplemente te cansas, y ese momento había llegado. Por culpa de esa maldita planta, si, porque para mí estaba maldita, pues lo único que hizo fue darme problemas, es que estaba en ese lugar.
Di media vuelta para encarar a Rengar, ¿Por que el tenía que también hacerse cargo de mis problemas? Cierto, yo lo lleve a eso. - Por tu culpa - Se escucho decir a mi subconsciente, la cual fue apoyada por mi diosa interna, y aunque tratase de negarlo, apoyada por mí. Todo había sido para nada, el estaba herido para nada… Venga, bienvenido a mi vida tonta, Rengar.
Fui a paso algo rápido y volví a estar sentada sobre el caballo en poco tiempo. Mire a Rengar con seriedad, “No me sigas”, era lo que le quería expresar. Tome camino contrario al de Tarken, quería estar sola. Quizás era un berrinche, pero, necesitaba a mi buena amiga; la soledad.
En el camino tuve un pequeño mareo, producto del cansancio. Lo último que pude observar y sentir, fue el frio suelo cubierto de hierba antes de caer de cabeza inconsciente. Quien sabe hasta cuándo.
Off: Me salgo del hilo. Hice eso para que mi castigo por abandono este claro. Hasta dentro de unos meses, nos vemos. ^^
¿Que pasaba? Rengar había preguntado el porque del cambio de opinión de Elise, pero ella tan solo se limito a guardar silencio. Ahora estábamos rodeados de un grupo de jinetes liderados por una mujer, al parecer, estos no venían en son de paz, y Tarken, mi “hermano” estaba de su lado. Me mantuve serena a un lado de Rengar acatando la amenaza de la mujer. Tarken fue por la planta. La planta que tantos problemas me había traído para luego entregársela a la mujer, y marcharse con ella.
Siempre me habían catalogado de inocente y confiada, tenían razón. Aunque admitir eso me pesara.
No me mostraba enojada, ni sorprendida. Tan solo decepcionada, no con el, si no conmigo. Me decepcionaba el seguir pensando que todo el que te sonría era amigo. En fin, Rengar tenia razón, y yo de tonta lo había juzgado.
Observe como Tarken se marchaba, más yo no hacía nada para detenerlo. Me levante con cuidado sacudiendo un poco el polvo de mi ropa. ¿En serio me dolía que me hayan quitado aquel objeto por el que tanto había arriesgado? Sinceramente, no me dolía en nada.
Llega un momento en el que simplemente te cansas, y ese momento había llegado. Por culpa de esa maldita planta, si, porque para mí estaba maldita, pues lo único que hizo fue darme problemas, es que estaba en ese lugar.
Di media vuelta para encarar a Rengar, ¿Por que el tenía que también hacerse cargo de mis problemas? Cierto, yo lo lleve a eso. - Por tu culpa - Se escucho decir a mi subconsciente, la cual fue apoyada por mi diosa interna, y aunque tratase de negarlo, apoyada por mí. Todo había sido para nada, el estaba herido para nada… Venga, bienvenido a mi vida tonta, Rengar.
Fui a paso algo rápido y volví a estar sentada sobre el caballo en poco tiempo. Mire a Rengar con seriedad, “No me sigas”, era lo que le quería expresar. Tome camino contrario al de Tarken, quería estar sola. Quizás era un berrinche, pero, necesitaba a mi buena amiga; la soledad.
En el camino tuve un pequeño mareo, producto del cansancio. Lo último que pude observar y sentir, fue el frio suelo cubierto de hierba antes de caer de cabeza inconsciente. Quien sabe hasta cuándo.
Off: Me salgo del hilo. Hice eso para que mi castigo por abandono este claro. Hasta dentro de unos meses, nos vemos. ^^
Elise Lawrence
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Re: Un paquete especial [Libre]
Todo había sucedido tan deprisa... apenas mi amada y yo habíamos compartido algun abrazo, caricia, beso... mi cansancio y mi despiste me habían apartado de lo que sucedía a mi alrededor, lo cual provoco una inesperada aparición. Varios jinetes nos rodearon, amenazando con matarnos al más mínimo movimiento. Una situación inesperada, cuantas veces me habrá pasado esto? Cinco? Seis? Me temo que he perdido la cuenta.
Lo más curioso del encuentro fue el observar como una de las mujeres montadas a caballo mantuvo una pequeña conversación con el elfo, parecían conocerse de antes, por lo cual esos jinetes no podían ser los secuestradores de mi amada, sino otras personas ajenas a lo sucedido con los Lawrence. Gracias a los dioses, si la secuestraban otra vez, todo mi esfuerzo anterior no habría servido para nada.
"Lo sabía, un traidor..." - pensé mientras veía como el elfo se llevaba aquella planta, aquel objeto que tanto nos costo de encontrar, y que tantos problemas nos había dado. Después de llevársela, nos dirigió unas palabras bastante conmovedoras y educadas, si, pero al fin y al cabo seguía siendo un traidor para mi, por habernos chafado una vez mas una oportunidad de curar a Sydara. Que idiota de mi por no haberle rebanado el cuello cuando tuve la oportunidad.
El grupo marcho junto a Tarken, dejándonos a solas una vez más - Te lo dije, un traidor, pero no me hiciste caso - mis palabras no demostraban furia o resentimiento alguno, realmente no estaba enfadado del todo por ello. En parte, hasta me sentía afortunado de haber visto por primera vez a un elfo, durante mí viaje solo había visto elfas, pensaba que los elfos se habían extinguido. Qué pena que el único que he visto se trate de un traidor.
La mirada de Elise me lo decía todo en ese momento. Sería mejor separarse la verdad, si seguíamos juntos habían mas probabilidades de que nos cogiesen, debido a la reciente sangría provocada para salvarla de las garras de ese humano. Si no fuese por ella, ahora mismo estaría tendido en el suelo sin vida, por el momento lo dejaría con vida, por el momento.
Cuídate Elise, nos veremos pronto - le correspondí con una leve sonrisa, no era la primera vez que nos separábamos, y yo confiaba en que ella sabría cuidarse ella sola, así que la deje marchar.
Y tu, vámonos de aquí - le hable al caballo como si nada. No perseguiría a Tarken, no, se acabo el sufrimiento por esa estúpida planta. Si la quiere, toda suya. El mundo es grande, y hay muchos lugares por visitar. Monte al caballo y me marche del lugar sin perder más tiempo.
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OFF: Salgo del hilo
Lo más curioso del encuentro fue el observar como una de las mujeres montadas a caballo mantuvo una pequeña conversación con el elfo, parecían conocerse de antes, por lo cual esos jinetes no podían ser los secuestradores de mi amada, sino otras personas ajenas a lo sucedido con los Lawrence. Gracias a los dioses, si la secuestraban otra vez, todo mi esfuerzo anterior no habría servido para nada.
"Lo sabía, un traidor..." - pensé mientras veía como el elfo se llevaba aquella planta, aquel objeto que tanto nos costo de encontrar, y que tantos problemas nos había dado. Después de llevársela, nos dirigió unas palabras bastante conmovedoras y educadas, si, pero al fin y al cabo seguía siendo un traidor para mi, por habernos chafado una vez mas una oportunidad de curar a Sydara. Que idiota de mi por no haberle rebanado el cuello cuando tuve la oportunidad.
El grupo marcho junto a Tarken, dejándonos a solas una vez más - Te lo dije, un traidor, pero no me hiciste caso - mis palabras no demostraban furia o resentimiento alguno, realmente no estaba enfadado del todo por ello. En parte, hasta me sentía afortunado de haber visto por primera vez a un elfo, durante mí viaje solo había visto elfas, pensaba que los elfos se habían extinguido. Qué pena que el único que he visto se trate de un traidor.
La mirada de Elise me lo decía todo en ese momento. Sería mejor separarse la verdad, si seguíamos juntos habían mas probabilidades de que nos cogiesen, debido a la reciente sangría provocada para salvarla de las garras de ese humano. Si no fuese por ella, ahora mismo estaría tendido en el suelo sin vida, por el momento lo dejaría con vida, por el momento.
Cuídate Elise, nos veremos pronto - le correspondí con una leve sonrisa, no era la primera vez que nos separábamos, y yo confiaba en que ella sabría cuidarse ella sola, así que la deje marchar.
Y tu, vámonos de aquí - le hable al caballo como si nada. No perseguiría a Tarken, no, se acabo el sufrimiento por esa estúpida planta. Si la quiere, toda suya. El mundo es grande, y hay muchos lugares por visitar. Monte al caballo y me marche del lugar sin perder más tiempo.
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Zarknoss
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