Misión del diamante de sangre-Parte Oeste del Lago- (QUEST/mastereado)
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Misión del diamante de sangre-Parte Oeste del Lago- (QUEST/mastereado)
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Era el mediodía tranquilo, como cualquier otro día. El anciano se encontraba sentado en una silla de madera, fumando su pipa, sumergido en pensamientos de antaño y con la mirada risueña hacia el extenso lago. Su barba blanca, reposaba sobre su pecho, y se estremecía levemente con cada bocada de humo que salía de su boca.
El sonido de las aves y buhos ocultos entre los árboles, eran de alguna manera, relajantes, y embriagarian a cualquier viajero en una sensación de paz.
A un costado, en el suelo, habia un libro abierto con el lomo hacia arriba, y un título que rezaba.
"Los 600 años de un inmortal" en color dorado, sobre una tapa de cuero verde botella. Del otro lado, habian varios objetos, como pequeñas cantimploras, y ramas secas de hierbas que no eran propias del lugar.
La primera impresión que tendría cualquiera, seria que el anciano habitaba solo en esa casa, lejos de todo cuidado en caso de que pudiera enfermarse. Aunque su sonrisa amistosa y fraternal, indicaba que no la pasaba mal en su soledad.
- Spoiler:
Última edición por Master2 el Lun Oct 07 2013, 01:21, editado 1 vez
Ansur
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Re: Misión del diamante de sangre-Parte Oeste del Lago- (QUEST/mastereado)
Después de todos los acontecimientos ocurridos en el norte y conseguir a Vegvísir, se dirigió al sur, pero para ello se decidió a cruzar las tierras oscuras del oeste donde probaría la guía nívea contra engendros como vampiros y criaturas de la noche. No era persona que mataba por diversión ni mucho menos, pero se convenció a si mismo que de este modo estaría contribuyendo a la paz norteña y por ende, durante su viaje, acabó con muchos energúmenos de la oscuridad.
En una de sus batallas nocturnas, un vampiro que ahora yacía completamente inerte en los suelos abandonados de una choza en el bosque lo hirió de gravedad en el brazo izquierdo y aquello ocasionó que durante días no pudiese moverlo a duras penas, sin embargo había conseguido aplicar remedios que sus años de trotamundos le habían enseñado para calmar los dolores y sanar las heridas cuanto antes.
Llevaba en aquellos momentos la típica ropa negra con una capa del mismo color pero en el brazo izquierdo no tenía manga sino retales arrancados y una gran venda blanca ensangrentada que le cubría todo el brazo. Había dejado atrás su escudo, pues era inservible en su estado, pero siempre llevaría consigo su espada, la espada de su familia, Vegvísir.
Tenía sed, mucha sed, llevaba horas sin beber y sus instintos de dragón no le habían servido de mucho, realmente era mucho mejor ser un licántropo en estas ocasiones pero jamás Alandor se plantearía si quiera que la raza lupina fuera superior a la del fuego pues los señores del fuego eran muy superiores a los del bosque.
Tardó un buen rato en encontrar el aroma del agua y mucho más en llegar al lago, pero cuando vio el líquido salió corriendo, casi con desesperación, hacia lo que apaciguaría su sed, sin prestar atención a nada más a su alrededor, deseando que nadie lo viese en aquellas circunstancias pues no era honroso para un caballero de su alcurnia, ahora ya reconocido de nuevo por su padre y su familia, así como por sus ancestros. "Bienaventurados sean todos ellos" - pensó.
Una vez hubo saciado su necesidad se volteó, sintió la presencia de alguien a sus espaldas, como si lo observasen, y allí estaba, un anciano al que no había visto antes, con un libro a su lado. Su experiencia le decía que por mucho que pareciese una persona indefensa, no tenía porque serlo, y en aquel territorio de bestias inmortales, los más ancianos eran más peligrosos. Habría que ir con cuidado, pero el caballero era muy consciente de algo; jamás levantaría la espada contra una persona de alta edad a no ser que demostrase que podía defenderse apropiadamente y que en añadidura resultase un peligro para la integridad física del dragón, pues su honor y código ético de caballería se lo impedían.
Se acercó al viejo con cuidado, sin poner la mano en el mango, pero con la suficiente prudencia como para poder reaccionar a tiempo.
En una de sus batallas nocturnas, un vampiro que ahora yacía completamente inerte en los suelos abandonados de una choza en el bosque lo hirió de gravedad en el brazo izquierdo y aquello ocasionó que durante días no pudiese moverlo a duras penas, sin embargo había conseguido aplicar remedios que sus años de trotamundos le habían enseñado para calmar los dolores y sanar las heridas cuanto antes.
Llevaba en aquellos momentos la típica ropa negra con una capa del mismo color pero en el brazo izquierdo no tenía manga sino retales arrancados y una gran venda blanca ensangrentada que le cubría todo el brazo. Había dejado atrás su escudo, pues era inservible en su estado, pero siempre llevaría consigo su espada, la espada de su familia, Vegvísir.
Tenía sed, mucha sed, llevaba horas sin beber y sus instintos de dragón no le habían servido de mucho, realmente era mucho mejor ser un licántropo en estas ocasiones pero jamás Alandor se plantearía si quiera que la raza lupina fuera superior a la del fuego pues los señores del fuego eran muy superiores a los del bosque.
Tardó un buen rato en encontrar el aroma del agua y mucho más en llegar al lago, pero cuando vio el líquido salió corriendo, casi con desesperación, hacia lo que apaciguaría su sed, sin prestar atención a nada más a su alrededor, deseando que nadie lo viese en aquellas circunstancias pues no era honroso para un caballero de su alcurnia, ahora ya reconocido de nuevo por su padre y su familia, así como por sus ancestros. "Bienaventurados sean todos ellos" - pensó.
Una vez hubo saciado su necesidad se volteó, sintió la presencia de alguien a sus espaldas, como si lo observasen, y allí estaba, un anciano al que no había visto antes, con un libro a su lado. Su experiencia le decía que por mucho que pareciese una persona indefensa, no tenía porque serlo, y en aquel territorio de bestias inmortales, los más ancianos eran más peligrosos. Habría que ir con cuidado, pero el caballero era muy consciente de algo; jamás levantaría la espada contra una persona de alta edad a no ser que demostrase que podía defenderse apropiadamente y que en añadidura resultase un peligro para la integridad física del dragón, pues su honor y código ético de caballería se lo impedían.
Se acercó al viejo con cuidado, sin poner la mano en el mango, pero con la suficiente prudencia como para poder reaccionar a tiempo.
Alandor Siland
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Re: Misión del diamante de sangre-Parte Oeste del Lago- (QUEST/mastereado)
La carta que me llegó de Sydara, sobre sus desventuras en tierra de vampiros, me preocupó a tal punto que me vi forzada a adentrarme en sus tierras para asegurarme de que estaba bien. Las palabras del elfo, que llegaron a mí por la paloma mensajera que habíamos comprado en Lunargenta, daban vueltas y vueltas en mi cabeza, y aunque me aseguraba que no me preocupara por él, no podía evitar no hacerlo. Por lo que me apresuré en remar con más esmero, pues desde el este, donde me encontraba, la forma más rápida era por el gran lago que separaba las tierras de las dos razas enemigas...Por supuesto que tenía cierto temo a esas tierras y los habitantes que las residían, pues el único vampiro que había visto en mi vida, fue también el asesino de mi madre. Por lo que no tenía una buena impresión de la raza nocturna... Pero aún así debía vencer ese sentimiento, pues era Sydara del que estaba hablando.
Por fin atisbé la tierra en el horizonte, y eso hizo que remara con más ganas aún, tratando de llegar lo antes posible y empezar con mi búsqueda. Cuanto más me acercaba, pude distinguir cerca de la orilla una gran casa de madera y a alguien bebiendo en el río desesperado, pero sin poder distinguir su figura con claridad...
Seguí acercándome más y más y al fin pude reconocer el aroma que vino a mí. Un olor que traía con si olas de nostalgia... Me quedé petrificada al verlo a lo lejos, y observé que él se percató de mi presencia también. Retomé aún algo nerviosa mi camino y cuando estuve lo suficiéntemente cerca de la orilla, me impulsé con el remo contra la superficie, hasta quedar completamente atascada en la tierra del fondo. Bajé del bote, mojando mis pies por encima de los tobillos, y arrastré un poco más la pequeña nave hacia tierra firme... Una vez que hube terminado, me quedé observando algo encogida al guerrero, que estaba junto a un anciano de cabello largo y blanco. Abrí la boca para decir algo, pero al rato voví a cerrarla, sin saber con exactitud qué decir. Simplemente me quedé observándole, cuando de repente el olor a sangre chocó contra mi cara. Observé al hombre con atención y vi la herida de su brazo, estirando mi mano en esa dirección, pero aparté la idea de acercarme a él de repente, pues no sabía cómo reaccionaría él a eso...
Por fin atisbé la tierra en el horizonte, y eso hizo que remara con más ganas aún, tratando de llegar lo antes posible y empezar con mi búsqueda. Cuanto más me acercaba, pude distinguir cerca de la orilla una gran casa de madera y a alguien bebiendo en el río desesperado, pero sin poder distinguir su figura con claridad...
Seguí acercándome más y más y al fin pude reconocer el aroma que vino a mí. Un olor que traía con si olas de nostalgia... Me quedé petrificada al verlo a lo lejos, y observé que él se percató de mi presencia también. Retomé aún algo nerviosa mi camino y cuando estuve lo suficiéntemente cerca de la orilla, me impulsé con el remo contra la superficie, hasta quedar completamente atascada en la tierra del fondo. Bajé del bote, mojando mis pies por encima de los tobillos, y arrastré un poco más la pequeña nave hacia tierra firme... Una vez que hube terminado, me quedé observando algo encogida al guerrero, que estaba junto a un anciano de cabello largo y blanco. Abrí la boca para decir algo, pero al rato voví a cerrarla, sin saber con exactitud qué decir. Simplemente me quedé observándole, cuando de repente el olor a sangre chocó contra mi cara. Observé al hombre con atención y vi la herida de su brazo, estirando mi mano en esa dirección, pero aparté la idea de acercarme a él de repente, pues no sabía cómo reaccionaría él a eso...
Kaala
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Re: Misión del diamante de sangre-Parte Oeste del Lago- (QUEST/mastereado)
En el rostro del anciano se dibujó una sonrisa, por lo que su barba se elevó apenas sobre sus labios, marcando las arrugas de sus años vividos. Vió a un joven de cabello largo, con barba incipiente, y que sediento corrió al lago a beber agua. Y mas allá vió alguien que se acercaba en un bote. Una joven bajó pisando el fango y se acercó al hombre, pero éste llegó al anciano con cautela. Notó su herida en el brazo.
El anciano no se inmutó, quedándose sentado allí donde estaba esperando a los viajeros con su simpática sonrisa. No dijo nada, esperando que la joven se acercara y reconociera al muchacho. El hombre esperó pacientemente a que hablaran entre ellos, y cuando creo que fue suficiente, dejó la pipa con cuidado que no fuera a caer las cenizas sobre el libro de tapa verde, donde se notaba claramente el título. Se incoporó con cuidado, y tomando un bastón al costado de la silla, apoyó su peso en él,
-Es una mañana tranquila... me alegra ver a alguien por estos lugares-saludó sonriente y amigable-Ya que están por aquí y se han tomado la molestia de acercarse a este viejo... Queria pediros un favor si son tan amables....-rebuscó con una mano sobre sus bolsillos, y sacó un pergamino donde leyó- "Señor viajero, pronto asistiré a la boda de una hermosa doncella, y quiero darle un hermoso obsequio. Quiero regalarle algo que atesore con el alma, un diamante único, que solo se ha visto en lo más profundo de las minas del Oeste"-el hombre sonrió y guardó el pergamino doblandolo de nuevo y dijo mirando a los viajeros-El diamante es de color rojo, es el único que veran allí. En todos lados se habla de esa hermosa piedra, pero nadie antes se atrevió a buscarla por miedo al peligro que lleva el lugar, y siendo aún, que es abandonada. Le advierto que hay algo de peligro, pero nada que no puedan resolver valientes guerreros....-dijo el anciano y les hizo gesto a ambos para que los sigan.
Fue lentamente hasta la puerta de su casa, como la edad le permitía, y abrió al llegar, dejando que pasaran primero y vieran el lugar atestados de antiguedades, libros, pergaminos sobre mesas, estantes... Mientras los viajeros quedaron en la sala principal, donde habian unos sillones bien mullidos, y una chimenea donde las brazas reposaban, él se perdió tras una pared de madera que tenia un estante, y sobre él, látigos enrollados, y miniaturas de objetos de tortura, algunas vasijas con sustancias duras y enegrecidas por los años, y frascos de conservas, donde no se podia ver que guardaba dentro por el liquido oscuro que tenían.
Depues de un buen rato, tanto que se podría pensar que el anciano se hubiese marchado a dormir, el hombre apareció con dos bolsas medianas llena de frutas secas y dos cantimploras de bebida para cada uno. Allí esperó a que se acercaran a él para entregárselas en la mano a cada uno y dijo convencido de que le ayudarían. Tenía en su mirada un brillo de felicidad.
-Además de provisiones, en una de las bolsas hay una llave que les será de utilidad en su viaje a las minas oscuras del Oeste y algunas notas con recomendaciones. Será una misión que espero que les sea exitosa... Por cierto... que vieja está mi mente a esta edad... Casi olvido....-se volteó y se acercó a la chimenea, tomando un frasco de aceite, y una lámpara-Acá tienen... necesitarán una antorcha para la oscuridad...Ahora marchen amigos,primero, diganme sus nombres, con tanto entusiasmo de ver a alguien, olvidé presentarme. Soy el viejo Joseph, diganme sus nombres antes de ir...-sonrió una vez para escucharlos y ver partir.
Una vez que salieran, cerró la puerta, esperando volver a verlos con el diamante.
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El anciano no se inmutó, quedándose sentado allí donde estaba esperando a los viajeros con su simpática sonrisa. No dijo nada, esperando que la joven se acercara y reconociera al muchacho. El hombre esperó pacientemente a que hablaran entre ellos, y cuando creo que fue suficiente, dejó la pipa con cuidado que no fuera a caer las cenizas sobre el libro de tapa verde, donde se notaba claramente el título. Se incoporó con cuidado, y tomando un bastón al costado de la silla, apoyó su peso en él,
-Es una mañana tranquila... me alegra ver a alguien por estos lugares-saludó sonriente y amigable-Ya que están por aquí y se han tomado la molestia de acercarse a este viejo... Queria pediros un favor si son tan amables....-rebuscó con una mano sobre sus bolsillos, y sacó un pergamino donde leyó- "Señor viajero, pronto asistiré a la boda de una hermosa doncella, y quiero darle un hermoso obsequio. Quiero regalarle algo que atesore con el alma, un diamante único, que solo se ha visto en lo más profundo de las minas del Oeste"-el hombre sonrió y guardó el pergamino doblandolo de nuevo y dijo mirando a los viajeros-El diamante es de color rojo, es el único que veran allí. En todos lados se habla de esa hermosa piedra, pero nadie antes se atrevió a buscarla por miedo al peligro que lleva el lugar, y siendo aún, que es abandonada. Le advierto que hay algo de peligro, pero nada que no puedan resolver valientes guerreros....-dijo el anciano y les hizo gesto a ambos para que los sigan.
Fue lentamente hasta la puerta de su casa, como la edad le permitía, y abrió al llegar, dejando que pasaran primero y vieran el lugar atestados de antiguedades, libros, pergaminos sobre mesas, estantes... Mientras los viajeros quedaron en la sala principal, donde habian unos sillones bien mullidos, y una chimenea donde las brazas reposaban, él se perdió tras una pared de madera que tenia un estante, y sobre él, látigos enrollados, y miniaturas de objetos de tortura, algunas vasijas con sustancias duras y enegrecidas por los años, y frascos de conservas, donde no se podia ver que guardaba dentro por el liquido oscuro que tenían.
Depues de un buen rato, tanto que se podría pensar que el anciano se hubiese marchado a dormir, el hombre apareció con dos bolsas medianas llena de frutas secas y dos cantimploras de bebida para cada uno. Allí esperó a que se acercaran a él para entregárselas en la mano a cada uno y dijo convencido de que le ayudarían. Tenía en su mirada un brillo de felicidad.
-Además de provisiones, en una de las bolsas hay una llave que les será de utilidad en su viaje a las minas oscuras del Oeste y algunas notas con recomendaciones. Será una misión que espero que les sea exitosa... Por cierto... que vieja está mi mente a esta edad... Casi olvido....-se volteó y se acercó a la chimenea, tomando un frasco de aceite, y una lámpara-Acá tienen... necesitarán una antorcha para la oscuridad...Ahora marchen amigos,primero, diganme sus nombres, con tanto entusiasmo de ver a alguien, olvidé presentarme. Soy el viejo Joseph, diganme sus nombres antes de ir...-sonrió una vez para escucharlos y ver partir.
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Ansur
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Re: Misión del diamante de sangre-Parte Oeste del Lago- (QUEST/mastereado)
Cuando llegó Kaala la miró como si recordase un fantasma de tiempos pasados. Aún no habían llegado a cumplirse tres meses, de hecho había perdido la cuenta de cuánto tiempo había pasado, pero casi, sin embargo la reconoció, era ella, pero sus ojos no eran los que él había visto, ahora eran más oscuros, más temerosos quizá que la primera vez que se encontraron. Quizá no le fue demasiado bien en La Manada, nunca lo sabría a no ser que le preguntase, y no sería él quien hablase del pasado de otros por propia voluntad, así que esperaría a que ella le formulase preguntas. La recordaba como alguien activa y curiosa a la vez que recelosa, tenía la confianza de que actuaría como él creía, pero por otro lado quedaba el que pudiese ser aún un enemigo potencial, así pues debía andar con pies de plomo con dicho asunto.
Miró fijamente a la lupina antes de mediar palabra, pero acto seguido habló. - ¿No eres la loba que curó a mi señora? ¿Qué haces aquí, en tierra hostil para ti? - preguntó sin rodeos, pues le molestaba la presencia de un lobo, en un territorio vampírico, y encima además aquella a la cual le debía un favor. No le gustaba nada recordar que le debía un favor a una licántropa, pero se obligó a decírselo. - Bueno, sea como fuere, aún te debo una, así pues podrás pedirme lo que quieras. No diré que es una dicha encontrarme contigo, pero prefiero verte a ti antes que a otros muchos, incluso dragones, hay algunos que han acabado con sus propias familias... pero eso ya es otra historia. - Notó que comenzaba a irse por las ramas así que volvió a parar su atención en el hombre.
Miró al anciando con extrañeza, pues nadie que hubiese conocido habitante del oeste era tan agradable, pero les había pedido su ayuda y no podía juzgar las cosas por lo que aparentaban, así pues, si no dejaba entrever malas intenciones y realmente solo era un agradable anciano, no podía hacer otra cosa que acudir a su demanda. No había alternativa, pues su honor lo dictaba de esta manera.
Escuchó el relato asintiendo en silencio y cuando mencionó las minas se le erizaron un poco los cabellos pues aquel oscuro sitio era terrible según había escuchado decir, no mucha gente se adentraba en él, y las supersticiones del norte auguraban que cualquiera que entrase allí acabaría maldito. Alandor no era un firme creyente de los conjuros malignos pero sí que les tenía cierto respeto y prefería no meterse con aquello desconocido, pero si alguien le pedía su ayuda la cosa cambiaba.
Acompañaron al anciano al interior de que presuntamente era su casa y allí recibieron unas pocas provisiones por parte de éste. Aquello lo alegró en sobremanera pues normalmente el que pedía un favor no solía dar nada para faciltiar la tasca, pero también estaba extrañado y dudaba de si pudiese estar envenenado, pero todas esas ideas pronto se desvanecieron de su cabeza. ¿Para qué iba a querer envenenarlos el hombre? aceptó gustoso el ofrecimiento.
- Mi nombre, honorable anciano, o así espero que seas, es Alandor Siland, de la familia Siland de Dundarak, de orgullosa estirpe. Así pues, es un placer conocerte, Joseph del lago oeste. - Explicó a modo de presentación. Para él ya estuvo todo hecho y no prestó mucha más atención a todo lo demás, pues Alandor ya tenía un objetivo que cumplir y unos requisitos de retorno, un lugar donde ir y un honor que añadir a su postura de caballero.
Una vez se hubieron marchado inspeccionó todo lo que contenía la bolsa con detalle. Olió la comida y lo que parecía ser una medicina, además de que también leyó las instrucciones por encima pero decidió no hacerles mucho caso de momento pues las leería mejor cuando llegasen a las minas.
Miró fijamente a la lupina antes de mediar palabra, pero acto seguido habló. - ¿No eres la loba que curó a mi señora? ¿Qué haces aquí, en tierra hostil para ti? - preguntó sin rodeos, pues le molestaba la presencia de un lobo, en un territorio vampírico, y encima además aquella a la cual le debía un favor. No le gustaba nada recordar que le debía un favor a una licántropa, pero se obligó a decírselo. - Bueno, sea como fuere, aún te debo una, así pues podrás pedirme lo que quieras. No diré que es una dicha encontrarme contigo, pero prefiero verte a ti antes que a otros muchos, incluso dragones, hay algunos que han acabado con sus propias familias... pero eso ya es otra historia. - Notó que comenzaba a irse por las ramas así que volvió a parar su atención en el hombre.
Miró al anciando con extrañeza, pues nadie que hubiese conocido habitante del oeste era tan agradable, pero les había pedido su ayuda y no podía juzgar las cosas por lo que aparentaban, así pues, si no dejaba entrever malas intenciones y realmente solo era un agradable anciano, no podía hacer otra cosa que acudir a su demanda. No había alternativa, pues su honor lo dictaba de esta manera.
Escuchó el relato asintiendo en silencio y cuando mencionó las minas se le erizaron un poco los cabellos pues aquel oscuro sitio era terrible según había escuchado decir, no mucha gente se adentraba en él, y las supersticiones del norte auguraban que cualquiera que entrase allí acabaría maldito. Alandor no era un firme creyente de los conjuros malignos pero sí que les tenía cierto respeto y prefería no meterse con aquello desconocido, pero si alguien le pedía su ayuda la cosa cambiaba.
Acompañaron al anciano al interior de que presuntamente era su casa y allí recibieron unas pocas provisiones por parte de éste. Aquello lo alegró en sobremanera pues normalmente el que pedía un favor no solía dar nada para faciltiar la tasca, pero también estaba extrañado y dudaba de si pudiese estar envenenado, pero todas esas ideas pronto se desvanecieron de su cabeza. ¿Para qué iba a querer envenenarlos el hombre? aceptó gustoso el ofrecimiento.
- Mi nombre, honorable anciano, o así espero que seas, es Alandor Siland, de la familia Siland de Dundarak, de orgullosa estirpe. Así pues, es un placer conocerte, Joseph del lago oeste. - Explicó a modo de presentación. Para él ya estuvo todo hecho y no prestó mucha más atención a todo lo demás, pues Alandor ya tenía un objetivo que cumplir y unos requisitos de retorno, un lugar donde ir y un honor que añadir a su postura de caballero.
Una vez se hubieron marchado inspeccionó todo lo que contenía la bolsa con detalle. Olió la comida y lo que parecía ser una medicina, además de que también leyó las instrucciones por encima pero decidió no hacerles mucho caso de momento pues las leería mejor cuando llegasen a las minas.
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Offrol: Ahora posteará Kaala y luego yo postearé en el otro tema, pues así me pidió ella que lo hiciese.
Alandor Siland
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Re: Misión del diamante de sangre-Parte Oeste del Lago- (QUEST/mastereado)
Alandor, si no recordaba mal su nombre, se me quedó mirando unos instantes para después, con voz precavida, preguntar qué hacía en un lugar como aquel, siendo yo lo que soy, un lobo... Tampoco lo sabía, pero era Sydara por el que me había adentrado en aquellas tierras peligrosas, no iba a abandonarlo ante la mala suerte...
Me mantuve callada ante sus palabras, algo encogida y apenada por su reacción al verme, pero cuando habló sobre el favor que me debía no pude permanecer más en silencio. - Sobre el favor... Ya cumpliste con él cuando nos despedimos... - Dije con voz algo entrecortada, pero al parecer, él no le dio mayor importancia.
El anciano empezó a hablarnos y a informarnos sobre la misión que nos encomendó, sin darme oportunidad alguna para negarme. Yo había venido para encontrarme con el elfo, pero no podía ser irrespetuosa con un hombre de su edad, con apariencia sabia y agradable. Olfateé con disimulo en su dirección, y al parecer era humano... Miré con mayor atención los alrededores de la casa, sin dejar de escuchar, y observé con detenimiento todos los objetos curiosos que se encontraban esparcidos por las cercanías. "¿Los 600 años de inmortalidad?" No le di mayor importancia y acompañé al hombre y al anciano al interior, en silencio.
El hombre nos dejó a solas en lo que parecía ser la sala principal, y aproveché para observar con curiosidad el interior. Había figuritas y diferentes objetos y frascos esparcidos por toda la habitación, ya sea en el suelo o en una de las muchas estanterías del cuarto... Sobre todo captó mi atención una colección de látigos, pues yo misma usaba uno y era realmente útil, pero ¿por qué tendría alguien de aspecto amable como él tantos guardados en su hogar? No le di más vueltas, pues el hombre regresó con una bolsa para cada uno, a parte de una cantimplora y finalmente una botellita de aceite... Al parecer, ya no tenía forma alguna de negarme a su petición... "Lo siento, Sydara..." Pensé sabiendo que tendría que aplazar su búsqueda.
Una vez que el caballero se presentó, por fin pude escuchar su nombre de su propia boca, pues hasta el momento solo lo conocía por cómo lo nombró Lys, la elfa, en el pasado... ¿Estaría ella bien...?
- Yo... Soy Kaala, Hija de la Luna. Ya que necesita ayuda, intentaré hacer lo posible para ayudar. Encantada de conocerle...- Lo dije algo nerviosa, pues no conocía al anciano, pero parecía una buena persona, y no vi razón para negarle auxilio...
Una vez que todo quedó decidido, seguí a Alandor hacia el exterior, y por el camino imité al hombre corpulento que sería ahora mi compañero y observé el contenido de la bolsa: Frutos secos, unos trozos de papel escritos y una llave.
- Esto... ¿Está bien Lys? ¿No está contigo...? - Dije sin parar de andar, mirando aún el contenido del saco...
Me mantuve callada ante sus palabras, algo encogida y apenada por su reacción al verme, pero cuando habló sobre el favor que me debía no pude permanecer más en silencio. - Sobre el favor... Ya cumpliste con él cuando nos despedimos... - Dije con voz algo entrecortada, pero al parecer, él no le dio mayor importancia.
El anciano empezó a hablarnos y a informarnos sobre la misión que nos encomendó, sin darme oportunidad alguna para negarme. Yo había venido para encontrarme con el elfo, pero no podía ser irrespetuosa con un hombre de su edad, con apariencia sabia y agradable. Olfateé con disimulo en su dirección, y al parecer era humano... Miré con mayor atención los alrededores de la casa, sin dejar de escuchar, y observé con detenimiento todos los objetos curiosos que se encontraban esparcidos por las cercanías. "¿Los 600 años de inmortalidad?" No le di mayor importancia y acompañé al hombre y al anciano al interior, en silencio.
El hombre nos dejó a solas en lo que parecía ser la sala principal, y aproveché para observar con curiosidad el interior. Había figuritas y diferentes objetos y frascos esparcidos por toda la habitación, ya sea en el suelo o en una de las muchas estanterías del cuarto... Sobre todo captó mi atención una colección de látigos, pues yo misma usaba uno y era realmente útil, pero ¿por qué tendría alguien de aspecto amable como él tantos guardados en su hogar? No le di más vueltas, pues el hombre regresó con una bolsa para cada uno, a parte de una cantimplora y finalmente una botellita de aceite... Al parecer, ya no tenía forma alguna de negarme a su petición... "Lo siento, Sydara..." Pensé sabiendo que tendría que aplazar su búsqueda.
Una vez que el caballero se presentó, por fin pude escuchar su nombre de su propia boca, pues hasta el momento solo lo conocía por cómo lo nombró Lys, la elfa, en el pasado... ¿Estaría ella bien...?
- Yo... Soy Kaala, Hija de la Luna. Ya que necesita ayuda, intentaré hacer lo posible para ayudar. Encantada de conocerle...- Lo dije algo nerviosa, pues no conocía al anciano, pero parecía una buena persona, y no vi razón para negarle auxilio...
Una vez que todo quedó decidido, seguí a Alandor hacia el exterior, y por el camino imité al hombre corpulento que sería ahora mi compañero y observé el contenido de la bolsa: Frutos secos, unos trozos de papel escritos y una llave.
- Esto... ¿Está bien Lys? ¿No está contigo...? - Dije sin parar de andar, mirando aún el contenido del saco...
Kaala
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Re: Misión del diamante de sangre-Parte Oeste del Lago- (QUEST/mastereado)
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Off rol: Pueden postear ya la llegada a casa del anciano.
El anciano estaba en el mismo lugar en que lo vieron por primera vez. En su asiento tenía la cabeza ladeada a un costado y no se movía. ¿Dormía? Su pipa estaba tirada en el suelo, donde estés habría apoyado su brazo. Su barba y cabello blanco reposaban en su hombro.
Era el atardecer, tranquilo, con el agua de la laguna enfrente reluciente. El paisaje se reflejaba en él casi exacto como un espejo. Era un paisaje bastante relajante.
Off rol: Pueden postear ya la llegada a casa del anciano.
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El anciano estaba en el mismo lugar en que lo vieron por primera vez. En su asiento tenía la cabeza ladeada a un costado y no se movía. ¿Dormía? Su pipa estaba tirada en el suelo, donde estés habría apoyado su brazo. Su barba y cabello blanco reposaban en su hombro.
Era el atardecer, tranquilo, con el agua de la laguna enfrente reluciente. El paisaje se reflejaba en él casi exacto como un espejo. Era un paisaje bastante relajante.
Ansur
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Re: Misión del diamante de sangre-Parte Oeste del Lago- (QUEST/mastereado)
Todo se volvió muy confuso cuando Kaala asió el diamante, pero él listo para la batalla se puso en guardia, siempre observando a la loba con el rabillo del ojo y se alarmó bastante cuando vio que comenzaba a desaparecer pero corría hacia la espada y gritaba cosas ininteligibles, no consiguió entenderla pero supuso lo que dijo, pues su acción fue coger la espada, lo crudo de la situación es que ella no sabía utilizar una espada. ¡Era una loba!
Corrió hacia ella pero la cueva comenzó a desmoronarse, todo empezó a temblar y ella despareció por completo. Parecía que el fin del caballero iba a llegar pronto, le quedaban solo unos segundos, pocos, decidió morir no luchando, sino orando, como buen dragón que era, y es que aunque el caballero se vanagloriase de sus victorias, él no era así, él gozaba de la justicia y la fe, peleaba por lo justo, y en aquél momento acabar con esqueletos no tendría fin alguno, así pues se arrodilló, envainó Vegvísir y cerró los ojos.
- Padre dragón de la tierra, siempre me has escuchado y no dudo que esta vez sea distinta, siempre has estado con nosotros, con la familia, por ello ahora te pido que al enterrarme en tu seno des a cambio fuerzas a la exhausta loba para salir del mal que la persigue, que llegue a su destino a salvo, así pues pido también que la bonanza cubra siempre sus cosechas, pues eres el dragón de la vida, y no puedo pedirte más que cosas vitales como estas, así se me ha enseñado, lo justo es justo, la tierra lo es. Fuego que arde sobre el fuego.
Cuando abrió los ojos se encontraba fuera de la cueva, al lado de la joven. ¿Un milagro? ¿Qué habría ocurrido allí? No lo sabía pero aquello hizo que su fe en el dragón aumentase en sobremanera, pues después de los rezos había salido del lugar. Pero algo tenía claro, el dragón lo había salvado para que él protegiese a la loba, pues eso había pedido y por eso lo había dejado con vida, así lo interpretó Alandor, pero aquello lo desconcertaba en sobremanera pues también tenía el deber de proteger a Lys, así pues la cosa se tornaba un poco extraña, aunque los designios divinos siempre eran mucho más importantes, su palabra lo era también, debía encontrar una forma para cumplir las dos misiones.
La miró de arriba abajo, incrédulo aún, pero seguidamente puso la mano sobre su cabeza. - Vamos a entregar ese diamante, espero que el viejo nos dé por lo menos una buena sopa caliente por las molestias.
Cuando emprendieron la marcha de nuevo no tardaron mucho en llegar hasta donde habían dejado al anciano pero allí estaba él, donde lo habían dejado, totalmente dormido o eso parecía, y recordó entonces el montón de cosas interesantes que tenía el hombre en la casa, muy apetecible para cualquier ladrón, por suerte su honor hacía que evitase dichas tentaciones de forma taxativa.
- Tú tienes la gema, despiértalo tú. - Exhortó a Kaala.
Corrió hacia ella pero la cueva comenzó a desmoronarse, todo empezó a temblar y ella despareció por completo. Parecía que el fin del caballero iba a llegar pronto, le quedaban solo unos segundos, pocos, decidió morir no luchando, sino orando, como buen dragón que era, y es que aunque el caballero se vanagloriase de sus victorias, él no era así, él gozaba de la justicia y la fe, peleaba por lo justo, y en aquél momento acabar con esqueletos no tendría fin alguno, así pues se arrodilló, envainó Vegvísir y cerró los ojos.
- Padre dragón de la tierra, siempre me has escuchado y no dudo que esta vez sea distinta, siempre has estado con nosotros, con la familia, por ello ahora te pido que al enterrarme en tu seno des a cambio fuerzas a la exhausta loba para salir del mal que la persigue, que llegue a su destino a salvo, así pues pido también que la bonanza cubra siempre sus cosechas, pues eres el dragón de la vida, y no puedo pedirte más que cosas vitales como estas, así se me ha enseñado, lo justo es justo, la tierra lo es. Fuego que arde sobre el fuego.
Cuando abrió los ojos se encontraba fuera de la cueva, al lado de la joven. ¿Un milagro? ¿Qué habría ocurrido allí? No lo sabía pero aquello hizo que su fe en el dragón aumentase en sobremanera, pues después de los rezos había salido del lugar. Pero algo tenía claro, el dragón lo había salvado para que él protegiese a la loba, pues eso había pedido y por eso lo había dejado con vida, así lo interpretó Alandor, pero aquello lo desconcertaba en sobremanera pues también tenía el deber de proteger a Lys, así pues la cosa se tornaba un poco extraña, aunque los designios divinos siempre eran mucho más importantes, su palabra lo era también, debía encontrar una forma para cumplir las dos misiones.
La miró de arriba abajo, incrédulo aún, pero seguidamente puso la mano sobre su cabeza. - Vamos a entregar ese diamante, espero que el viejo nos dé por lo menos una buena sopa caliente por las molestias.
Cuando emprendieron la marcha de nuevo no tardaron mucho en llegar hasta donde habían dejado al anciano pero allí estaba él, donde lo habían dejado, totalmente dormido o eso parecía, y recordó entonces el montón de cosas interesantes que tenía el hombre en la casa, muy apetecible para cualquier ladrón, por suerte su honor hacía que evitase dichas tentaciones de forma taxativa.
- Tú tienes la gema, despiértalo tú. - Exhortó a Kaala.
Alandor Siland
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Re: Misión del diamante de sangre-Parte Oeste del Lago- (QUEST/mastereado)
Cuando cogí la espada, pude ver que mis manos empezaban a transparentar... "¿¡Pero qué...?!" Di un paso hacia el guerrero dragón, que también parecía estar acercándose a mí, pero tras un abrir y cerrar de ojos todo desapareció ante mí, dejándome en una profunda oscuridad. Una vez más cerré y abrí los ojsos y me encontré enfrente de la entrada de la cueva por la que habíamos entrado, completamente sellada... Algo alterada, y sin saber aún exactamente qué había sucedido, empecé a golpear las rocas con ambos puños algo desesperada. Gritaba miles de cosas, de las cuales la mayoría pertenecían al dragón que pareció haberse quedado adentro... Pero de la nada, apareció a mi lado...
Lo miré incrédula, con las manos algo magulladas por los golpes, pero no tardé mucho en recuperarme del shock. Pasé mi vista del hombre a la entrada una infinidad de veces, cuando el decidió regresar al origen de nuestra aventura; la casa del anciano. Él parecía igual de confuso como yo, pero por alguna razón no le costó tanto aceptar lo que acababa de pasar... Él empezó a caminar, mientras que yo permanecí paralizada, clavada en el suelo por unos instantes más. ¿Qué había pasado adentro? ¿Dónde estaba la pareja y que les sucedió? Qué pasó con las almas malditas? ¿Encontraron la paz al fin...? No sabía nada...
Reaccioné, torpemente, y recogí la espada que había cogido prestada del dragón, para apresurarme después a ocupar el lado derecho de Alandor. No hablamos mucho de regreso, pues cada uno parecía sumido en sus propios pensamientos... No estaba satisfecha... Necesitaba respuestas... Ya tenía bastantes incógnitas en mi vida, no podía permitir que estas otras se unieran a la lista... Pero, ¿qué podía hacer...? Nada...
Al atardecer, llegamos al fin a la casa del anciano que nos había metido en todo esto... Nos acercamos a él, sentado en una silla frente a la cabaña, y Alandor me incitó a que lo despertase. Lo miré resignada y acepté a hacerlo yo misma, así que me acerqué aún más a él y posé mi mano libre en su hombro huesudo, pero... Algo no iba bien... ¿Por qué estaba tan frío?
Lo miré incrédula, con las manos algo magulladas por los golpes, pero no tardé mucho en recuperarme del shock. Pasé mi vista del hombre a la entrada una infinidad de veces, cuando el decidió regresar al origen de nuestra aventura; la casa del anciano. Él parecía igual de confuso como yo, pero por alguna razón no le costó tanto aceptar lo que acababa de pasar... Él empezó a caminar, mientras que yo permanecí paralizada, clavada en el suelo por unos instantes más. ¿Qué había pasado adentro? ¿Dónde estaba la pareja y que les sucedió? Qué pasó con las almas malditas? ¿Encontraron la paz al fin...? No sabía nada...
Reaccioné, torpemente, y recogí la espada que había cogido prestada del dragón, para apresurarme después a ocupar el lado derecho de Alandor. No hablamos mucho de regreso, pues cada uno parecía sumido en sus propios pensamientos... No estaba satisfecha... Necesitaba respuestas... Ya tenía bastantes incógnitas en mi vida, no podía permitir que estas otras se unieran a la lista... Pero, ¿qué podía hacer...? Nada...
Al atardecer, llegamos al fin a la casa del anciano que nos había metido en todo esto... Nos acercamos a él, sentado en una silla frente a la cabaña, y Alandor me incitó a que lo despertase. Lo miré resignada y acepté a hacerlo yo misma, así que me acerqué aún más a él y posé mi mano libre en su hombro huesudo, pero... Algo no iba bien... ¿Por qué estaba tan frío?
Kaala
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Re: Misión del diamante de sangre-Parte Oeste del Lago- (QUEST/mastereado)
El anciano despertó apenas la muchacha tocó su huesudo hombro. Se sobresaltó pero sonrió. Miró a ambos muy contento.
-Mis viajeros... ¿Cómo les ha ido? ¿Habéis conseguido el diamante?- El hombre se levantó con algo de dificultad mirando el diamante en la mano que traía Kaala. Sin esperar lo tomó y con la otra mano acarició.
En sus ojos había un brillo de codicia y sonrió. El color brillante de la piedra se reflejó en sus pupilas. Lo aferró con la mano y miró a ambos sonrientes.
-Acá tengo preparada vuestra recompensa, os lo merecen-comentó impidiéndoles reaccionar a ambos.
Se inclinó y tomó dos bolsitas de cuero, entregándoselas a ambos. Se volteó y giró a la casa sonriente, avanzó unos cuantos pasos. Pero los viajeros verían que algo ocurría. Se volteó a ellos con brusquedad para decir con los ojos de un tono rojo carmesí. Habló con una voz ronca, irguiéndose derecho. Ya no parecía nada un débil anciano e indefenso.
-Debo agradeceros por liberar las almas malditas, Kaala y Alandor, pero temo que la muchacha murió hace poco y no habrá boda, entonces la piedra tiene un nuevo destino ahora....-de pronto una fuerza expansiva hizo saltar a ambos viajeros hacia atrás, sin hacerse daño, pero fue producto de que el anciano se transformó en un feroz dragón de ojos rojos, y de escamas negras y blancas. Sobrevoló por encima de ellos y se perdió de vista.
El libro que vieron al principio tenía una nota sobre una página abierta. Si la leían, diría:
"Soy uno de los tres que has visto con la antigua vidente hechicera, la amada, y sus amado traidor, los malditos han sido liberados, ahora recorrerán el mundo siguiendo las órdenes del mi señor, quien os dominará a todos. Gracias Viajeros"
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Misión finalizada con éxito.
Kaala: 20 de exp+5 por buen desarrollo+Espada de la Almas Maldita con poder que se descubrirá con intervención máster+5 diamantes+pócima contra la desesperación.
Total: 25 exp.
Alandor: 15 de exp+5 por buen desarrollo+Bebida de la Flor de la Felicidad (herbolario en zona máster) que puede ser vendida por 500 aeros.
Total: 20 exp.
Nota: los puntos se les darán lo más pronto posible.
-Mis viajeros... ¿Cómo les ha ido? ¿Habéis conseguido el diamante?- El hombre se levantó con algo de dificultad mirando el diamante en la mano que traía Kaala. Sin esperar lo tomó y con la otra mano acarició.
En sus ojos había un brillo de codicia y sonrió. El color brillante de la piedra se reflejó en sus pupilas. Lo aferró con la mano y miró a ambos sonrientes.
-Acá tengo preparada vuestra recompensa, os lo merecen-comentó impidiéndoles reaccionar a ambos.
Se inclinó y tomó dos bolsitas de cuero, entregándoselas a ambos. Se volteó y giró a la casa sonriente, avanzó unos cuantos pasos. Pero los viajeros verían que algo ocurría. Se volteó a ellos con brusquedad para decir con los ojos de un tono rojo carmesí. Habló con una voz ronca, irguiéndose derecho. Ya no parecía nada un débil anciano e indefenso.
-Debo agradeceros por liberar las almas malditas, Kaala y Alandor, pero temo que la muchacha murió hace poco y no habrá boda, entonces la piedra tiene un nuevo destino ahora....-de pronto una fuerza expansiva hizo saltar a ambos viajeros hacia atrás, sin hacerse daño, pero fue producto de que el anciano se transformó en un feroz dragón de ojos rojos, y de escamas negras y blancas. Sobrevoló por encima de ellos y se perdió de vista.
El libro que vieron al principio tenía una nota sobre una página abierta. Si la leían, diría:
"Soy uno de los tres que has visto con la antigua vidente hechicera, la amada, y sus amado traidor, los malditos han sido liberados, ahora recorrerán el mundo siguiendo las órdenes del mi señor, quien os dominará a todos. Gracias Viajeros"
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Misión finalizada con éxito.
Kaala: 20 de exp+5 por buen desarrollo+Espada de la Almas Maldita con poder que se descubrirá con intervención máster+5 diamantes+pócima contra la desesperación.
Total: 25 exp.
Alandor: 15 de exp+5 por buen desarrollo+Bebida de la Flor de la Felicidad (herbolario en zona máster) que puede ser vendida por 500 aeros.
Total: 20 exp.
Nota: los puntos se les darán lo más pronto posible.
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