Recordatorio: Feith [solitaria][cerrada]
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Recordatorio: Feith [solitaria][cerrada]
El viento esta vez me había traído a las afueras de Verisar, el mundo humano… aquél que antaño detestaba… En el tiempo que había estado viajando por Aerandir aprendí muchas cosas, cosas sobre mí misma y cosas sobre el mundo que me rodea.
Feith y Woodpecker ahora son casi un mismo ser y no me miento a mí misma. Já, si aquél viejo lobo me viera ahora… o incluso el elfo, o el vampiro. Pero bueno, no está bien hablar de quienes no están presentes y mucho menos mal de ellos, porque aún no me caen bien. Bueno, eso acaba de ser una mentira… pero técnicamente no lo es porque acabo de desmentirla, ¿verdad? Como sea… desde que el mundo es mundo y que me conoce, bueno… eso sonó un poco egocéntrico ¿no?
Reformulando: ¿qué iba a reformular? Bueno, eso tampoco importa. Lo único que es relevante aquí es que creo que soy un mejor… ¿“ser”? desde que comencé a sincerarme conmigo misma y con mi pasado. Creo que ya no huyo de él y que tampoco me persigue y como prueba de ello –más que nada para mí misma- conviví con humanos durante un largo tiempo en estos alrededores.
Debo reconocer que he establecido mi propio récord. Llevo alrededor de ocho meses viviendo en la misma aldea, trabajando dignamente. Aunque, convengamos… con lo que gano en el maizal apenas puedo comer, ni mucho menos hablemos de carne. Por lo que una vez al mes, en el día de la luna me he escabullido para cazar algunas presas. Luego, para que nadie me diga nada al regresar junto al sol hecha un desastre, generalmente traigo conmigo algún pobre conejillo. Oh, ¡rayos! He dicho “conejillo” y para colmo estoy segura de que hice una expresión de pena por matarlos. Esto en lo que me estoy convirtiendo me da ganas de llorar…
Mmm como iba diciendo… Regreso con alguna pequeña presa para compartir con la familia que me tiene en adopción. Ellos saben que soy una mujer lobo, pero prefieren verme en mi forma humana y no hacen ningún comentario con respecto a mi naturaleza; ni yo acerca de su extraño modo de vida lleno de abrazos y esa cosa llamada “afecto”. Ellos dicen que una dama tiene que estar aseada y bien vestida, por lo que una vez al día voy a bañarme acompañada de alguna de las féminas de la casa.
En las cercanías hay varias casas con familias que también trabajan en las cosechas. Los alrededores están llenos de cultivos y pocos animales domésticos. Las personas son amables, mucho más de lo que eran cuando yo me criaba siendo una pequeñaja humana. Las noches de cuarto de luna se hace una reunión en donde hay música y comida para compartir buenos momentos. Sin duda he descubierto una faceta de la naturaleza humana que vale la pena preservar y por la que ya no me avergonzaré de mostrar esa forma.
¿Por qué estoy narrando todo esto y de forma tan resumida? Porque estoy escribiendo una carta –si también he aprendido a leer y escribir o más bien recordé y perfeccioné mis conocimientos antiguos- de despedida para la familia que me albergó. Si bien esta vida es muy buena y digna de ser vivida, yo no envejezco al mismo ritmo que los humanos, además de que la sangre que corre por mis venas es salvaje, indómita, fiera y ha comenzado a domarse y morir lentamente. Necesito aventuras y luchas, ver muertos y sentir el aroma de la batalla.
Existe otro motivo además, mi amor no correspondido por un humano: Calamón. Él es un hombre que hace muchas cosas por estos lares además de que es instruido tiene suficientes músculos como para plantarme una buena pelea si nos enfrentáramos. Hace un par de noches pensaba ir a declararle mis sentimientos por él, pero las imágenes fueron demasiado reveladoras. Calamón ya había entregado su corazón a otra.
Claro que siempre podría romperá en pedazos como si se tratara de un pedazo de tela vieja y usado y luego ganarme su corazón al tratar de acompañarle y aliviarle el dolor. Pero algo dentro de mí dijo “no” y no fue el pequeño Chy, que ya estaba lo suficientemente curado como para acompañarme a todos lados, sino que fue la voz de mi conciencia. En ese momento me di cuenta que había cambiado y que tenía que irme de este lugar tan nocivo para mis instintos.
Ah ¡pero qué torpeza! Me olvidé de introducir a Chy. Se trata de un halcón joven; parece que al salir del nido se lastimó un ala y para colmo la torrente de un pequeño riachuelo lo arrastró corriente abajo varios metros entre piedras y saltos. Una tarde cuando me estaba bañando una masa de plumas y carne se estampó contra mi cuerpo desnudo. Ante mi propia sorpresa me encontré gritando como toda una niñaza del miedo sin siquiera transformarme para defenderme. Otro punto que sumaba para poner pies en polvorosa.
Pero la gota que derramó el vaso y que hizo que deseara con todo mi ser poner distancia entre esa aldea y yo fue que me dio vergüenza que los humanos machos me vieran desnuda mientras me aseaba. ¿Desde cuándo sucedía eso? De todas formas, todos rieron a carcajadas por el hecho intentando ignorar el hecho de lo que acababan de ver. El pequeño animal me dio una especie de empatía. Muchas veces yo misma había estado en ese estado y no quise que muriera, después de todo, se trataba de un animalillo normal y no de algo no natural como yo misma.
En un par de semanas Chy era como mi propio pichón, se alimentaba de mi boca y andaba a los saltos a mi lado o sobre mi cabeza. El día que voló un par de metros fue cuando me dije a mi misma “si Chy puede volar después de lo que vivió siendo un pichón, entonces yo puedo ir a hablar con Calamón ¿qué es lo peor que podría pasar? ”
…Ya conocen la respuesta a eso.
Mi equipaje es nulo. Llevo lo puesto y nada más de lo que traje excepto un par de monedas que gané con mi propio sudor y a mi halcón. Cierro la puerta y tras de mí sobre una vieja mesa corroída por el paso del tiempo un papel arrugado y lleno de borrones con una sola palabra: “Gracias”
Feith y Woodpecker ahora son casi un mismo ser y no me miento a mí misma. Já, si aquél viejo lobo me viera ahora… o incluso el elfo, o el vampiro. Pero bueno, no está bien hablar de quienes no están presentes y mucho menos mal de ellos, porque aún no me caen bien. Bueno, eso acaba de ser una mentira… pero técnicamente no lo es porque acabo de desmentirla, ¿verdad? Como sea… desde que el mundo es mundo y que me conoce, bueno… eso sonó un poco egocéntrico ¿no?
Reformulando: ¿qué iba a reformular? Bueno, eso tampoco importa. Lo único que es relevante aquí es que creo que soy un mejor… ¿“ser”? desde que comencé a sincerarme conmigo misma y con mi pasado. Creo que ya no huyo de él y que tampoco me persigue y como prueba de ello –más que nada para mí misma- conviví con humanos durante un largo tiempo en estos alrededores.
Debo reconocer que he establecido mi propio récord. Llevo alrededor de ocho meses viviendo en la misma aldea, trabajando dignamente. Aunque, convengamos… con lo que gano en el maizal apenas puedo comer, ni mucho menos hablemos de carne. Por lo que una vez al mes, en el día de la luna me he escabullido para cazar algunas presas. Luego, para que nadie me diga nada al regresar junto al sol hecha un desastre, generalmente traigo conmigo algún pobre conejillo. Oh, ¡rayos! He dicho “conejillo” y para colmo estoy segura de que hice una expresión de pena por matarlos. Esto en lo que me estoy convirtiendo me da ganas de llorar…
Mmm como iba diciendo… Regreso con alguna pequeña presa para compartir con la familia que me tiene en adopción. Ellos saben que soy una mujer lobo, pero prefieren verme en mi forma humana y no hacen ningún comentario con respecto a mi naturaleza; ni yo acerca de su extraño modo de vida lleno de abrazos y esa cosa llamada “afecto”. Ellos dicen que una dama tiene que estar aseada y bien vestida, por lo que una vez al día voy a bañarme acompañada de alguna de las féminas de la casa.
En las cercanías hay varias casas con familias que también trabajan en las cosechas. Los alrededores están llenos de cultivos y pocos animales domésticos. Las personas son amables, mucho más de lo que eran cuando yo me criaba siendo una pequeñaja humana. Las noches de cuarto de luna se hace una reunión en donde hay música y comida para compartir buenos momentos. Sin duda he descubierto una faceta de la naturaleza humana que vale la pena preservar y por la que ya no me avergonzaré de mostrar esa forma.
¿Por qué estoy narrando todo esto y de forma tan resumida? Porque estoy escribiendo una carta –si también he aprendido a leer y escribir o más bien recordé y perfeccioné mis conocimientos antiguos- de despedida para la familia que me albergó. Si bien esta vida es muy buena y digna de ser vivida, yo no envejezco al mismo ritmo que los humanos, además de que la sangre que corre por mis venas es salvaje, indómita, fiera y ha comenzado a domarse y morir lentamente. Necesito aventuras y luchas, ver muertos y sentir el aroma de la batalla.
Existe otro motivo además, mi amor no correspondido por un humano: Calamón. Él es un hombre que hace muchas cosas por estos lares además de que es instruido tiene suficientes músculos como para plantarme una buena pelea si nos enfrentáramos. Hace un par de noches pensaba ir a declararle mis sentimientos por él, pero las imágenes fueron demasiado reveladoras. Calamón ya había entregado su corazón a otra.
Claro que siempre podría romperá en pedazos como si se tratara de un pedazo de tela vieja y usado y luego ganarme su corazón al tratar de acompañarle y aliviarle el dolor. Pero algo dentro de mí dijo “no” y no fue el pequeño Chy, que ya estaba lo suficientemente curado como para acompañarme a todos lados, sino que fue la voz de mi conciencia. En ese momento me di cuenta que había cambiado y que tenía que irme de este lugar tan nocivo para mis instintos.
Ah ¡pero qué torpeza! Me olvidé de introducir a Chy. Se trata de un halcón joven; parece que al salir del nido se lastimó un ala y para colmo la torrente de un pequeño riachuelo lo arrastró corriente abajo varios metros entre piedras y saltos. Una tarde cuando me estaba bañando una masa de plumas y carne se estampó contra mi cuerpo desnudo. Ante mi propia sorpresa me encontré gritando como toda una niñaza del miedo sin siquiera transformarme para defenderme. Otro punto que sumaba para poner pies en polvorosa.
Pero la gota que derramó el vaso y que hizo que deseara con todo mi ser poner distancia entre esa aldea y yo fue que me dio vergüenza que los humanos machos me vieran desnuda mientras me aseaba. ¿Desde cuándo sucedía eso? De todas formas, todos rieron a carcajadas por el hecho intentando ignorar el hecho de lo que acababan de ver. El pequeño animal me dio una especie de empatía. Muchas veces yo misma había estado en ese estado y no quise que muriera, después de todo, se trataba de un animalillo normal y no de algo no natural como yo misma.
En un par de semanas Chy era como mi propio pichón, se alimentaba de mi boca y andaba a los saltos a mi lado o sobre mi cabeza. El día que voló un par de metros fue cuando me dije a mi misma “si Chy puede volar después de lo que vivió siendo un pichón, entonces yo puedo ir a hablar con Calamón ¿qué es lo peor que podría pasar? ”
…Ya conocen la respuesta a eso.
Mi equipaje es nulo. Llevo lo puesto y nada más de lo que traje excepto un par de monedas que gané con mi propio sudor y a mi halcón. Cierro la puerta y tras de mí sobre una vieja mesa corroída por el paso del tiempo un papel arrugado y lleno de borrones con una sola palabra: “Gracias”
Woodpecker
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