Bellamere, la niña sirena (Mastreado) [Libre 1/1] FINALIZADO
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Bellamere, la niña sirena (Mastreado) [Libre 1/1] FINALIZADO
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La cálida brisa tropical mecía el cabello ya casi seco de la pequeña sirena, estirada en la candente y reconfortante arena a la orilla del mar. Mantenía la punta de la cola empapada por las olas, que iban y venían creando aquella canción adormecedora. La pequeña inspiró profundamente el salado aroma que la envolvía y estiró su mano hacia el sol, que la calentaba de una forma que nunca antes había experimentado.
Todo era hermoso y agradable, el ambiente perfecto para el cantar de una sirena, y eso hizo la hermosa Bellamere. Inspiró hondo una vez más y de sus cuerdas vocales se expandió una melodía mística, la cual envolvió no solo la playa sino también el trozo de espeso bosque que se encontraba a tan solo un par de pasos del gélido agua del mar. El canto flotaba, danzaba en el aire como si tuviese vida propia, pero a la mitad se transformó a un tono entristecido y melancólico. La pequeña sirena amaba el tacto del sol en su piel, pero era hora de volver a casa, aunque no podía hacerlo sin ayuda...
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Este es un Rol Mastreado, lo cual significa que no se entregarán puntos de experiencia a los participantes. Es posible obtener un objeto especial, pero no está asegurado de antemano. La que sí está asegurada es una historia interesante de la cual espero disfrutaréis. El posteo ha de ser fluido, con un máximo de 48 h entre respuesta y respuesta, de no ser así el infractor será castigado. Es posible, sin embargo, salir del rol como en cualquier otro rol corriente.
IMPORTANTE: En esta ocasión solo se permite la entrada a 1 personaje, y este solo podrá hacerlo tras responder a 1 pregunta. El interesado habrá de estudiarse este apartado: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Una vez leído y releído el interesado ha de contactarme para concretar una "cita" en el Chat Box, donde se realizará la pregunta. El que acierte se lleva el Mastreado y un maravilloso viaje a las profundidades del océano. La única regla es: El que llegue primero se lo lleva. Suerte!
Última edición por Othel el Mar Oct 21 2014, 01:29, editado 2 veces
Othel
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Re: Bellamere, la niña sirena (Mastreado) [Libre 1/1] FINALIZADO
La noche había sido muy larga para el capitán Teatch y quienes le acompañaran en su gresca por el puerto. Trafalgar despertaba bajo la sombra de una palmera en la última linea de bosque antes de la playa. La pronta huida de los hombres de Trafalgar de Lunargenta hicieron que el barco se fuera sin su capitán, acuerdo con el código establecido para esos casos. Se había asegurado que su segundo de abordo le fuera a buscar al cabo de unos días a una de las calas de los reinos del sur en los que se escondían en algunas ocasiones.
Teatch despertaba resacoso y adolorido por los golpes que había recibido y que no le habían empezado a doler hasta ese momento en el que empezaba a despertarse. Sus mejores ropajes olían a bebida y estaban manchados ahora también por la tierra húmeda sobre la que había dormido. Algo desorientado por dónde le habían llevado sus pasos, miraría alrededor de la jungla, un lugar que le parecía perturbador a ese hombre de mar, que pronto dirigía su lento andar hacia la playa, esperando ser encontrado cuanto antes por sus compañeros.
Reposaba apoyado en una solitaria palmera de la costa con un dolor en la mandíbula inquietante que solo era superado por su migraña. - Al grog se lo mata con grog.- Diría hablando en voz alta para si mismo, en un intento de hacerse compañía mientras bebía los restos de una botella que le quedaba, maldiciendo interiormente la suerte que le tocaba vivir mientras los bribones de su barco se gastaban el botín tranquilamente. Fue entonces cuando la voz más bella que había escuchado jamás cantaba una de las canciones con las que Henry les distraía algunas veces. - Vi mi pecho atravesar, y ya nada me consuela, como mi marino audaz.... - Le parecía escuchar una melodía celestial a sus espaldas, negó con la cabeza y tiró la botella de grog al suelo algo sorprendido por lo que le había sentido unos segundos antes de escuchar por segunda vez aquella voz que aceleraba sus pulsaciones. Le atraía y hacía que su cuerpo se moviera sin darse cuenta.
Sus ojos vieron temerosos el cuerpo de la sirena que seguía con su canto en la costa, mas no pudo el capitán hacer otra cosa que seguir avanzando hacia ella hipnotizado. Sabía en el fondo que estaba perdido, y hubiera dado todo lo que tenía por poder huir o dar mano alguna de sus armas. En vez de eso siguió avanzando hacia la pequeña mientras se desvanecían poco a poco todos sus pasados pensamientos de defenderse para acabar una de las estrofas cuando estaba suficientemente cerca.- Y ya nada me consuela, como mi marino audaz. - Diría Trafalgar con la mejor de sus sonrisas mientras reposaba una rodilla frente aquella hermosa criatura que no había cesado su canto.
Trafalgar
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Re: Bellamere, la niña sirena (Mastreado) [Libre 1/1] FINALIZADO
Bellamere seguía cantando tan concentrada que ni siquiera se había percatado de que un hombre de cabello largo y ropas desgastadas se le acercaba. Fue cuando este terminó la estrofa de la canción que tantas veces había oído cantar a los hombres en la mar que se dio media vuelta, tanto como se lo permitía su cola medio hundida en la arena, y observó con ojos curiosos y sorprendidos al desconocido.
Al principio dudaba de si alejarse o no del humano, pues sus hermanas le habían advertido de no acercarse a ellos, pues eran malvados y codiciosos. Ciertamente, aquella era la primera vez que se topaba con uno de frente. Estaba acostumbrada a espiarlos en la distancia, pero aquella curiosa sensación hormigueante en su estómago la tenía emocionada. Lo cierto es que estaba muy impresionada. - Garghaeth... - pronunció en su lengua natal, estirando una de sus diminutas manos hacia el pirata. Sonrió con dulzura y se colocó más cómodamente en la arena, para tener una vista mejor de aquel hombre de dos piernas. Aquellas extremidades extras que él tenía la tenían impresionada. - Es increíble... -
Al principio se esforzó en recordar, pues algo había aprendido tanto de la lengua como de la cultura humana. En el castillo, la reina solía incitar a los más curiosos a aprender aquello que no conocían por naturaleza. - Yo soy... Bellamere... - dijo con inocencia, mostrándose a si misma con la mano. La pequeña tenía la esperanza de que no se equivocaba en que uno de los ritos terrestres era decir el nombre de cada uno al verse por primera vez, y esperaba ansiosa por si aquel que se acercó a ella respondería de igual forma.
Al principio dudaba de si alejarse o no del humano, pues sus hermanas le habían advertido de no acercarse a ellos, pues eran malvados y codiciosos. Ciertamente, aquella era la primera vez que se topaba con uno de frente. Estaba acostumbrada a espiarlos en la distancia, pero aquella curiosa sensación hormigueante en su estómago la tenía emocionada. Lo cierto es que estaba muy impresionada. - Garghaeth... - pronunció en su lengua natal, estirando una de sus diminutas manos hacia el pirata. Sonrió con dulzura y se colocó más cómodamente en la arena, para tener una vista mejor de aquel hombre de dos piernas. Aquellas extremidades extras que él tenía la tenían impresionada. - Es increíble... -
Al principio se esforzó en recordar, pues algo había aprendido tanto de la lengua como de la cultura humana. En el castillo, la reina solía incitar a los más curiosos a aprender aquello que no conocían por naturaleza. - Yo soy... Bellamere... - dijo con inocencia, mostrándose a si misma con la mano. La pequeña tenía la esperanza de que no se equivocaba en que uno de los ritos terrestres era decir el nombre de cada uno al verse por primera vez, y esperaba ansiosa por si aquel que se acercó a ella respondería de igual forma.
Othel
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Re: Bellamere, la niña sirena (Mastreado) [Libre 1/1] FINALIZADO
Se encontraba entonces el capitán con la rodilla hincada en el suelo con tal de mantener una actitud cercana con la criatura que le tenía hechizado con su canto. Era a los ojos de Trafalgar una pequeña cría de sirena, tranquilizando en parte los interiores del capitán, que aun tenían una gran tentación de huir de ese ser misterioso. La pequeña sirena se percataba en poco tiempo de la presencia de Teatch cuando este acababa la estrofa y le correspondía ahora su mirada de un modo hermoso y jovial.
Cesaría entonces su canto la pequeña para decir una palabra en su lengua, algo impresionada por la presencia del capitán. Este a medida que sacaba la melodía de su cabeza parecía recuperar su raciocinio, y ahora miraba a la sirena con otros ojos.- (No parece tan peligrosa como las describía Henry, debe de ser una cría... ). -Pensaría para si Trafalgar cuando tenía ya su mente bajo control, con una de sus manos acariciando la empuñadura de una de las espadas de sus costados. De hecho, ahora tenía una valiosa pieza frente e él, a la que jamás volvería a tener ocasión de dar caza. Negaba entonces para si y apartaba la mano de la empuñadura, él no era capaz a condenar a alguien a una vida de esclavitud, no era ese tipo de pirata.
Mientras Trafalgar parecía inmerso en sus cuestiones personales, la sirena se acomodaba en la arena para observar bien al capitán que había vuelto a ponerse de pie bastante impresionada. Al contrario de las advertencias que Henry les contaba sobre las sirenas, aquella no parecía dispuesta a besarle y arrastrarlo a las profundidades para acabar con él. Quizá se estaba confiando demasiado pero no pudo sino quedarse a escuchar lo que aquella aparición tenía que decirle. - Yo soy... Bellamere... - Dijo la pequeña presentándose con un aire inocente propiamente infantil.
El pirata correspondía las palabras de la pequeña con una faz risueña, propia de los infantes cuando reconocen a sus madres. Le caía bien aquella sirena que no había intentado asesinarle despiadadamente, y si al final resultaba que todo aquello se trataba de una ilusión por el gorg y el sol, tampoco tenía nada mejor que hacer. - Soy el capitán Trafalgar S. Teatch. - Diría primeramente de muy buenas formas aun y su aspecto pordiosero, con tal de presentarse mientras sacaba su sombrero y se inclinaba en una graciosa reverencia.- Aunque ahora mismo no se dónde estará mi barco... - Diría pensando en voz alta con algo de preocupación mirando esta vez al horizonte tras hablar de su puesto de capitán.
La tal Bellamere le tenía algo encandilado aunque aun no se tratase de una sirena madura, lo cual le devolvió a uno de los primeros pensamientos codiciosos que había tenido respecto a ella al recuperar la razón. - Tendrías que tener más cuidado Bellamere, estar tan lejos del océano es peligroso para ti. - Dijo Trafalgar en una especie de consejo para que la pequeña se fuera otra vez mar adentro. No importaba lo que pasase, igualmente, cuando contara aquella historia nadie le creería.
Cesaría entonces su canto la pequeña para decir una palabra en su lengua, algo impresionada por la presencia del capitán. Este a medida que sacaba la melodía de su cabeza parecía recuperar su raciocinio, y ahora miraba a la sirena con otros ojos.- (No parece tan peligrosa como las describía Henry, debe de ser una cría... ). -Pensaría para si Trafalgar cuando tenía ya su mente bajo control, con una de sus manos acariciando la empuñadura de una de las espadas de sus costados. De hecho, ahora tenía una valiosa pieza frente e él, a la que jamás volvería a tener ocasión de dar caza. Negaba entonces para si y apartaba la mano de la empuñadura, él no era capaz a condenar a alguien a una vida de esclavitud, no era ese tipo de pirata.
Mientras Trafalgar parecía inmerso en sus cuestiones personales, la sirena se acomodaba en la arena para observar bien al capitán que había vuelto a ponerse de pie bastante impresionada. Al contrario de las advertencias que Henry les contaba sobre las sirenas, aquella no parecía dispuesta a besarle y arrastrarlo a las profundidades para acabar con él. Quizá se estaba confiando demasiado pero no pudo sino quedarse a escuchar lo que aquella aparición tenía que decirle. - Yo soy... Bellamere... - Dijo la pequeña presentándose con un aire inocente propiamente infantil.
El pirata correspondía las palabras de la pequeña con una faz risueña, propia de los infantes cuando reconocen a sus madres. Le caía bien aquella sirena que no había intentado asesinarle despiadadamente, y si al final resultaba que todo aquello se trataba de una ilusión por el gorg y el sol, tampoco tenía nada mejor que hacer. - Soy el capitán Trafalgar S. Teatch. - Diría primeramente de muy buenas formas aun y su aspecto pordiosero, con tal de presentarse mientras sacaba su sombrero y se inclinaba en una graciosa reverencia.- Aunque ahora mismo no se dónde estará mi barco... - Diría pensando en voz alta con algo de preocupación mirando esta vez al horizonte tras hablar de su puesto de capitán.
La tal Bellamere le tenía algo encandilado aunque aun no se tratase de una sirena madura, lo cual le devolvió a uno de los primeros pensamientos codiciosos que había tenido respecto a ella al recuperar la razón. - Tendrías que tener más cuidado Bellamere, estar tan lejos del océano es peligroso para ti. - Dijo Trafalgar en una especie de consejo para que la pequeña se fuera otra vez mar adentro. No importaba lo que pasase, igualmente, cuando contara aquella historia nadie le creería.
Trafalgar
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Re: Bellamere, la niña sirena (Mastreado) [Libre 1/1] FINALIZADO
La pequeña llevó su mirada al mar, en busca del barco que tanto le habría gustado curiosear, pero igual que el pirata tampoco ella fue capaz de encontrarlo.
- Tendrías que tener más cuidado Bellamere, estar tan lejos del océano es peligroso para ti. -
- Peli... Peligro... - trataba de recordar el significado de aquella palabra, y de repente, como si una luz se iluminara en su memoria, exclamó al fin entendiendo. - ¡Peligroso! - sonrío emocionada por haber recordado. Hasta ella misma se impresionaba de lo bien que había aprendido la lengua terrestre. Aquella sería una historia maravillosa para contar en el castillo, pero... Ahora que lo pensaba el hombre tenía razón con lo de "peligroso". Aunque las cosas estaban cambiando y el primer humano con el que se encontraba no parecía querer hacerle daño aquello no significaba que todos pensaran igual, tal y como siempre decía Beehid. "Antes de juzgar, conoce. Antes de morir, huye."
Tan expresiva como cualquier otro infante Bellamere miró hacia el océano, emocionada, y después al terrestre. Señaló en dirección a su hogar y sonrió con dulzura. Agarró al hombre de la tela de su pantalón y como pudo empezó a tirar de él hacia el agua en calma. - Ven. - volvió a tirar, y trató de explicar con su rostro lo que no podía con palabras. - No quiero... Sola... - Fuese cual fuese la razón aquella sirenita parecía tener miedo de adentrarse sola en el agua. Volvió a tirar, pero entonces recordó algo que la reina les enseñó.
Sonrió de oreja a oreja y volvió a tirar del pirata, tratando por todos los medios el que se rebajase a su altura. Una vez conseguido le agarró de sus mejillas y separó un poco sus labios con los dedos, para poder regalarle lo que los terrestres llamaban beso. Pero el beso de sirena era diferente, y la pequeña le había concedido un pequeño don, como un milagro pasajero. Se apartó de él e imitó la acción de respirar exageradamente, para después volver a mostrarle las profundidades del mar con el dedo índice.
La sirena se arrastró con alegría el poco trozo que le faltaba y se zambulló en el azul infinito, esperando que aquel humano la siguiese. Emergió a pocos metros más adelante con la mano extendida. Ahora también él podría respirar bajo el agua, aunque no para siempre. Solo le faltaba descubrir que así era, claro está, si decidía seguir a la pequeña.
- Tendrías que tener más cuidado Bellamere, estar tan lejos del océano es peligroso para ti. -
- Peli... Peligro... - trataba de recordar el significado de aquella palabra, y de repente, como si una luz se iluminara en su memoria, exclamó al fin entendiendo. - ¡Peligroso! - sonrío emocionada por haber recordado. Hasta ella misma se impresionaba de lo bien que había aprendido la lengua terrestre. Aquella sería una historia maravillosa para contar en el castillo, pero... Ahora que lo pensaba el hombre tenía razón con lo de "peligroso". Aunque las cosas estaban cambiando y el primer humano con el que se encontraba no parecía querer hacerle daño aquello no significaba que todos pensaran igual, tal y como siempre decía Beehid. "Antes de juzgar, conoce. Antes de morir, huye."
Tan expresiva como cualquier otro infante Bellamere miró hacia el océano, emocionada, y después al terrestre. Señaló en dirección a su hogar y sonrió con dulzura. Agarró al hombre de la tela de su pantalón y como pudo empezó a tirar de él hacia el agua en calma. - Ven. - volvió a tirar, y trató de explicar con su rostro lo que no podía con palabras. - No quiero... Sola... - Fuese cual fuese la razón aquella sirenita parecía tener miedo de adentrarse sola en el agua. Volvió a tirar, pero entonces recordó algo que la reina les enseñó.
Sonrió de oreja a oreja y volvió a tirar del pirata, tratando por todos los medios el que se rebajase a su altura. Una vez conseguido le agarró de sus mejillas y separó un poco sus labios con los dedos, para poder regalarle lo que los terrestres llamaban beso. Pero el beso de sirena era diferente, y la pequeña le había concedido un pequeño don, como un milagro pasajero. Se apartó de él e imitó la acción de respirar exageradamente, para después volver a mostrarle las profundidades del mar con el dedo índice.
La sirena se arrastró con alegría el poco trozo que le faltaba y se zambulló en el azul infinito, esperando que aquel humano la siguiese. Emergió a pocos metros más adelante con la mano extendida. Ahora también él podría respirar bajo el agua, aunque no para siempre. Solo le faltaba descubrir que así era, claro está, si decidía seguir a la pequeña.
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Re: Bellamere, la niña sirena (Mastreado) [Libre 1/1] FINALIZADO
Trafalgar observaba a la pequeña sirena que parecía intentar entender sus palabras. Su lengua seguramente sería muy diferente a la suya, pero se esforzaba por entender el idioma terrestre, que de hecho, era el unico que podría conocer el capitán pirata. - ¡Peligroso! - Exclamaría Bellamere cuando entendía al fin lo que Trafalgar quería hacerle entender. La pequeña, aunque ya no le daba ningún miedo a Trafalgar, era una sirena. Por ello, le guardaba gran respeto a ese misterioso ser, del que solo escuchaba historias de marineros ahogados y prisiones submarinas.
No obstante aquella pequeña le miraba con dulzura, y el capitán no podía hacer otra cosa que corresponderle a aquella niña de enorme belleza, lamentándose ahora de que no fuese un ejemplar adulto. Esta señalaba ahora el mar, su hogar, mientras estiraba a Trafalgar de la tela de su pantalón. Alzaría brevemente la vista Trafalgar para vislumbrar una vez más el océano y luego a la sirena. - Ven. No quiero... Sola... - Diría con una voz que entristecería sin saber por qué al capitán Teatch, que aunque entendía algo, no acababa de comprender el mensaje. Esos seres despertaban en él emociones y sentimientos muy intensos, que no quería probar debajo del agua.
Andó unos pasos inconscientemente, y no se dio cuenta hasta haberse mojando las botas que estaba entrando al mar junto a una sirena. Aquello le hizo reaccionar y darse cuenta de su craso error, intentó como buen pirata huir de todo aquello como le habían enseñado, pero era tarde, pues la sirena volvió a hablar, acercándose a Trafalgar de tal modo que se quedó durante un momento paralizado.
Bellamere le llevaba hacia ella y le agarraba las mejillas con las manos. Aunque la pequeña no despertara en Teatch ningún deseo sexual, cierto era que esta le dedicaba cuando quería las miradas más tiernas y seductoras que jamás había visto, jugando conscientemente con las emociones de Teatch.- (Te estas enamorando Teatch, y esto lo pagarás caro). - Pensaría cuando la sirena estaba cada vez más cerca. Sus pulsaciones se aceleraban y todo su cuerpo deseaba un contacto con esa fémina que se le acercaba cada vez más hasta darle un intenso beso, el mejor que jamás le habían dado a Trafalgar. Aquél mero contacto hacía que su corazón bombeara un éxtasis que no le habían provocado todas las noches de grog y mujeres juntas, que le impidieron ver los gestos que le hacía la sirena intentándose comunicar con él tras besarle.
Si se dio cuenta Trafalgar cuando la pequeña se zambullía finalmente en el mar ante sus ojos. El capitán alargaba sus manos para intentar cogerla, pero estaba sumergida y nadaba realmente rápido. - ¡Bellamere, espérame por favor! - Diría el encandilado Teatch, corriendo por el agua con toda su ropa y sus armas hasta que ya no pudo correr más y se zambulló en el agua, siguiendo la figura de la mujer pez no muy lejos de él. No era un gran nadador y de hecho, el agua del mar solo le gustaba para navegarla, pero nadó hacia las profundidades sin darse cuenta que pronto debería respirar. - (Aire...). -La idea de morir ahogado hizo que Trafalgar entrara en un breve estado de pánico, dándose cuenta que con el peso de su ropa y sus armas ya no llegaría a la superficie del agua. Nadó unos metros arriba, pero no pudo evitar inspirar instintivamente cuando se encontraba al límite. Para su sorpresa el agua del mar le servía de sustento, y ahora podía seguir la persecución de la sirena sin límites físicos.
No obstante aquella pequeña le miraba con dulzura, y el capitán no podía hacer otra cosa que corresponderle a aquella niña de enorme belleza, lamentándose ahora de que no fuese un ejemplar adulto. Esta señalaba ahora el mar, su hogar, mientras estiraba a Trafalgar de la tela de su pantalón. Alzaría brevemente la vista Trafalgar para vislumbrar una vez más el océano y luego a la sirena. - Ven. No quiero... Sola... - Diría con una voz que entristecería sin saber por qué al capitán Teatch, que aunque entendía algo, no acababa de comprender el mensaje. Esos seres despertaban en él emociones y sentimientos muy intensos, que no quería probar debajo del agua.
Andó unos pasos inconscientemente, y no se dio cuenta hasta haberse mojando las botas que estaba entrando al mar junto a una sirena. Aquello le hizo reaccionar y darse cuenta de su craso error, intentó como buen pirata huir de todo aquello como le habían enseñado, pero era tarde, pues la sirena volvió a hablar, acercándose a Trafalgar de tal modo que se quedó durante un momento paralizado.
Bellamere le llevaba hacia ella y le agarraba las mejillas con las manos. Aunque la pequeña no despertara en Teatch ningún deseo sexual, cierto era que esta le dedicaba cuando quería las miradas más tiernas y seductoras que jamás había visto, jugando conscientemente con las emociones de Teatch.- (Te estas enamorando Teatch, y esto lo pagarás caro). - Pensaría cuando la sirena estaba cada vez más cerca. Sus pulsaciones se aceleraban y todo su cuerpo deseaba un contacto con esa fémina que se le acercaba cada vez más hasta darle un intenso beso, el mejor que jamás le habían dado a Trafalgar. Aquél mero contacto hacía que su corazón bombeara un éxtasis que no le habían provocado todas las noches de grog y mujeres juntas, que le impidieron ver los gestos que le hacía la sirena intentándose comunicar con él tras besarle.
Si se dio cuenta Trafalgar cuando la pequeña se zambullía finalmente en el mar ante sus ojos. El capitán alargaba sus manos para intentar cogerla, pero estaba sumergida y nadaba realmente rápido. - ¡Bellamere, espérame por favor! - Diría el encandilado Teatch, corriendo por el agua con toda su ropa y sus armas hasta que ya no pudo correr más y se zambulló en el agua, siguiendo la figura de la mujer pez no muy lejos de él. No era un gran nadador y de hecho, el agua del mar solo le gustaba para navegarla, pero nadó hacia las profundidades sin darse cuenta que pronto debería respirar. - (Aire...). -La idea de morir ahogado hizo que Trafalgar entrara en un breve estado de pánico, dándose cuenta que con el peso de su ropa y sus armas ya no llegaría a la superficie del agua. Nadó unos metros arriba, pero no pudo evitar inspirar instintivamente cuando se encontraba al límite. Para su sorpresa el agua del mar le servía de sustento, y ahora podía seguir la persecución de la sirena sin límites físicos.
Trafalgar
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Re: Bellamere, la niña sirena (Mastreado) [Libre 1/1] FINALIZADO
Bellamere ondeaba su cola al son de las corrientes marinas, como si se tratase del baile de una bailarina. Dio media vuelta, haciendo una elegante y juguetona voltereta en el agua, y se alegró de encontrarse con el hombre que trataba de seguirle el ritmo.
Nadó hacia él con gran agilidad, pues el agua era su elemento, el lugar donde podía lucir todas sus habilidades, y alargó las manos hasta ser casi capaz de tocarlo. Una vez más imitó el movimiento de llenar sus pulmones de oxígeno y sonrió al ver que también él había descubierto que ahora no tenía por qué preocuparse del aire que necesitaba, al menos por el momento.
- Te acostumbrarás... - habló bajo el agua, risueña, como parecía ser su verdadera personalidad. También el pirata podría hablar, pero no le sería tan sencillo como respirar bajo el agua. El inhalar para no perder la consciencia era algo natural para el cuerpo, tanto humano como el de cualquier otro ser, pero la habla no era tan indispensable, no tenía aquel "algo" que podría llegar a peligrar su vida si desaparecía. Era por eso que el aprender a hablar cuando la boca se encontraba llena de agua era tan difícil, pero no imposible.
Bellamere dio un par de vueltas al rededor de su nuevo amigo terrestre, para después mostrarle el camino hacia las profundidades. Se acercó tímidamente para tomar posesión de las espadas que tanto parecían pesar en el océano y se deshizo de ellas dejándolas caer. No lo hizo con mala intención, simplemente creyó que así podría nadar mejor, por ello volvió a sonreír con sinceridad y se alejó de él, como si se tratase de un juego en el que debía de alcanzarla.
En un punto de la carrera la sirenita se detuvo para mostrarle al pirata algo que seguramente nunca antes vio. Finalmente habían llegado al arrecife que separaba el mar terrestre del de las criaturas del océano. Rocas de todas formas y colores decoraban el gélido fondo, iluminado por la tenue luz amarillenta de miles de corales. En aquel lugar mágico era donde muchas vidas sagradas para las sirenas nacían y volvían a fusionarse con el agua. Los peces circulaban como si pudiesen comunicarse entre ellos, sin uno solo fuera de su lugar. Bellamere sonrió al ver al humano y le mostró con el dedo un banco de burgaós azules que se dirigían hacia ellos.
- Has de narrar tu encuentro con el arrecife y los peces que viven en él, además de los burgaós azules. Nada ni nadie te atacará. No olvides también mencionar o describir a alguna criatura que llame tu atención más que las demás. Si lo haces bien cosas buenas pueden llegar a pasar.
Nadó hacia él con gran agilidad, pues el agua era su elemento, el lugar donde podía lucir todas sus habilidades, y alargó las manos hasta ser casi capaz de tocarlo. Una vez más imitó el movimiento de llenar sus pulmones de oxígeno y sonrió al ver que también él había descubierto que ahora no tenía por qué preocuparse del aire que necesitaba, al menos por el momento.
- Te acostumbrarás... - habló bajo el agua, risueña, como parecía ser su verdadera personalidad. También el pirata podría hablar, pero no le sería tan sencillo como respirar bajo el agua. El inhalar para no perder la consciencia era algo natural para el cuerpo, tanto humano como el de cualquier otro ser, pero la habla no era tan indispensable, no tenía aquel "algo" que podría llegar a peligrar su vida si desaparecía. Era por eso que el aprender a hablar cuando la boca se encontraba llena de agua era tan difícil, pero no imposible.
Bellamere dio un par de vueltas al rededor de su nuevo amigo terrestre, para después mostrarle el camino hacia las profundidades. Se acercó tímidamente para tomar posesión de las espadas que tanto parecían pesar en el océano y se deshizo de ellas dejándolas caer. No lo hizo con mala intención, simplemente creyó que así podría nadar mejor, por ello volvió a sonreír con sinceridad y se alejó de él, como si se tratase de un juego en el que debía de alcanzarla.
En un punto de la carrera la sirenita se detuvo para mostrarle al pirata algo que seguramente nunca antes vio. Finalmente habían llegado al arrecife que separaba el mar terrestre del de las criaturas del océano. Rocas de todas formas y colores decoraban el gélido fondo, iluminado por la tenue luz amarillenta de miles de corales. En aquel lugar mágico era donde muchas vidas sagradas para las sirenas nacían y volvían a fusionarse con el agua. Los peces circulaban como si pudiesen comunicarse entre ellos, sin uno solo fuera de su lugar. Bellamere sonrió al ver al humano y le mostró con el dedo un banco de burgaós azules que se dirigían hacia ellos.
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- Has de narrar tu encuentro con el arrecife y los peces que viven en él, además de los burgaós azules. Nada ni nadie te atacará. No olvides también mencionar o describir a alguna criatura que llame tu atención más que las demás. Si lo haces bien cosas buenas pueden llegar a pasar.
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Re: Bellamere, la niña sirena (Mastreado) [Libre 1/1] FINALIZADO
La sensación de respirar bajo del agua era algo increible y difícil aun de entender para el capitán. Se observaba las manos y movía los dedos frente él para asegurarse que aun estaba vivo, y eso le parecía. Se daba cuenta entonces hasta donde le había llevado su lascivia hacia una niña pequeña, pronto las sirenas adultas le encontrarían y le harían trizas tras todo aquello del beso. Tragaba neguitoso Teatch mirando a su alrededor, estaba realmente lejos de la superfície y de no ser por aquél miráculo seguramente estaría muerto, la diosa Fortuna le era más que propicia.
Hubiera nadado hacia arriba, pero la pequeña sirena se acercaba ante el descubrimiento de Trafalgar.- Te acostumbrarás... - Dijo la pequeña con una de esas sonrisas que habían llevado a Teatch hasta donde se encontraba. Intentó entonces responder con tanta naturalidad como había hecho la sirena, pero de su boca no llegó a salir ningún mote inteligible. Ahora Trafalgar temía no poder respirar en la superficie, y aunque intentaba expresar su preocupación a su compañera, esta daba vueltas a su alrededor, aunque sus intenciones fueran arrebatarle las espadas y arrojarlas al abismo que había bajo sus pies.
Las espadas se hundían hasta donde la vista de Trafalgar podía llegar desde su posición en el nivel del mar. Un vértigo recorrió todo el cuerpo del capitán al darse cuenta de los cientos de metros que les separaban del final del abismo, aun y su preocupación e impotencia, la niña le sonreía ampliamente una vez más, tentándole a seguirle más al fondo. - Mleb deblues blos blespladbas - Intentaría expresar su enfado con palabras, pero no consiguió una vez más comunicarse con la sirena que seguía avanzando hacia las profundidades.
Algo dudoso de todo aquello, ahora era guiado por la curiosidad que tenía y la oportunidad que le ofrecía la diosa fortuna de ver todo aquello con sus ojos incrédulos. Trafalgar avanzaba dando brazadas torpemente siguiendo a la sirena, no obstante el hecho de no padecer el frío de las profundidades y poder respirar a su antojo eran una enorme ventaja para ese torpe nadador, que pronto se detendría ante la visión que tenía frente si. Al igual que él, la sirena se detuvo ante todo aquello a sabiendas de lo impresonado que quedaría el capitán. Aquello no era un abismo oscuro y terrorífico como describían los hombres de mar, por el contrario, la luz de los abundantes corales iluminaba todo aquello como si se tratase de un sol artificial.
Maravillado ante la magnitud de lo que estaba viendo, se sentía de pronto enormemente pequeño en ese océano y se acercó a la sirena para más seguridad ante las diferentes especies que el capitán desconocía. La pequeña en cambio parecía relajada y le señalaba con el dedo un banco de peces azules que pronto distinguió como Burgaos. Los ojos de Teatch se iluminaban ante la visión de aquellos tesoros con cola que pasaban frente a él, se acercó lentamente a ellos e intentó dar mano a su espada, encontrando una empuñadura vacía. - ( Maldición... ). -Pensaría para si recordando la jugarreta de la niña. Sin muchas opciones, dio mano a una de sus ballestas pero al disparar el virote, este avanzó apenas unos centímetros y se fue también a las profundidades junto a las cimitarras, consiguiendo tan solo un coletazo de un Burgao en la cara que le haría dar varias volteretas sobre si mismo hasta chocar con uno de los arrecifes con la espalda. Definitivamente no se encontraba en su medio.
Peces de muchos colores saldrían dispersándose entonces de donde había chocado previamente Trafalgar, que se apartaría algo adolorido del conjunto de rocas y corales, desenganchando algunos que se le habían clavado en la ropa. En ese instante un pequeño destello parecía relucir con vivacidad ante Teatch, que se entusiasmaría al ver que los destellos dorados eran dos. Algo incauto debido al desconocimiento sobre las criaturas que podían habitar ese ambiente, metería la mano en busca de ese nuevo tesoro hasta el que le había llevado la pequeña sirena. Una tacto viscoso caracterizaba aquellos rubíes, zafiros o esmeraldas, comprendiendo que no se trataba de eso cuando algo se revolvía con violencia e intentaba salir del agujero.
Sin dudar un segundo, Trafalgar se impulsaría con los pies en la roca para alejarse de aquella serpiente de dos cabezas que salía de su pequeña madriguera submarina en busca de su agresor, el cual ya se encontraba huyendo torpemente hacia la sirena. - ¡Blabmer! - Diría Teatch extendiendo su mano en busca de la de la pequeña, con tal de que le alejara de la anfisbena o usarla de escudo contra el mitológico animal que le alcanzaría sin problema, o eso creía.
Hubiera nadado hacia arriba, pero la pequeña sirena se acercaba ante el descubrimiento de Trafalgar.- Te acostumbrarás... - Dijo la pequeña con una de esas sonrisas que habían llevado a Teatch hasta donde se encontraba. Intentó entonces responder con tanta naturalidad como había hecho la sirena, pero de su boca no llegó a salir ningún mote inteligible. Ahora Trafalgar temía no poder respirar en la superficie, y aunque intentaba expresar su preocupación a su compañera, esta daba vueltas a su alrededor, aunque sus intenciones fueran arrebatarle las espadas y arrojarlas al abismo que había bajo sus pies.
Las espadas se hundían hasta donde la vista de Trafalgar podía llegar desde su posición en el nivel del mar. Un vértigo recorrió todo el cuerpo del capitán al darse cuenta de los cientos de metros que les separaban del final del abismo, aun y su preocupación e impotencia, la niña le sonreía ampliamente una vez más, tentándole a seguirle más al fondo. - Mleb deblues blos blespladbas - Intentaría expresar su enfado con palabras, pero no consiguió una vez más comunicarse con la sirena que seguía avanzando hacia las profundidades.
Algo dudoso de todo aquello, ahora era guiado por la curiosidad que tenía y la oportunidad que le ofrecía la diosa fortuna de ver todo aquello con sus ojos incrédulos. Trafalgar avanzaba dando brazadas torpemente siguiendo a la sirena, no obstante el hecho de no padecer el frío de las profundidades y poder respirar a su antojo eran una enorme ventaja para ese torpe nadador, que pronto se detendría ante la visión que tenía frente si. Al igual que él, la sirena se detuvo ante todo aquello a sabiendas de lo impresonado que quedaría el capitán. Aquello no era un abismo oscuro y terrorífico como describían los hombres de mar, por el contrario, la luz de los abundantes corales iluminaba todo aquello como si se tratase de un sol artificial.
Maravillado ante la magnitud de lo que estaba viendo, se sentía de pronto enormemente pequeño en ese océano y se acercó a la sirena para más seguridad ante las diferentes especies que el capitán desconocía. La pequeña en cambio parecía relajada y le señalaba con el dedo un banco de peces azules que pronto distinguió como Burgaos. Los ojos de Teatch se iluminaban ante la visión de aquellos tesoros con cola que pasaban frente a él, se acercó lentamente a ellos e intentó dar mano a su espada, encontrando una empuñadura vacía. - ( Maldición... ). -Pensaría para si recordando la jugarreta de la niña. Sin muchas opciones, dio mano a una de sus ballestas pero al disparar el virote, este avanzó apenas unos centímetros y se fue también a las profundidades junto a las cimitarras, consiguiendo tan solo un coletazo de un Burgao en la cara que le haría dar varias volteretas sobre si mismo hasta chocar con uno de los arrecifes con la espalda. Definitivamente no se encontraba en su medio.
Peces de muchos colores saldrían dispersándose entonces de donde había chocado previamente Trafalgar, que se apartaría algo adolorido del conjunto de rocas y corales, desenganchando algunos que se le habían clavado en la ropa. En ese instante un pequeño destello parecía relucir con vivacidad ante Teatch, que se entusiasmaría al ver que los destellos dorados eran dos. Algo incauto debido al desconocimiento sobre las criaturas que podían habitar ese ambiente, metería la mano en busca de ese nuevo tesoro hasta el que le había llevado la pequeña sirena. Una tacto viscoso caracterizaba aquellos rubíes, zafiros o esmeraldas, comprendiendo que no se trataba de eso cuando algo se revolvía con violencia e intentaba salir del agujero.
Sin dudar un segundo, Trafalgar se impulsaría con los pies en la roca para alejarse de aquella serpiente de dos cabezas que salía de su pequeña madriguera submarina en busca de su agresor, el cual ya se encontraba huyendo torpemente hacia la sirena. - ¡Blabmer! - Diría Teatch extendiendo su mano en busca de la de la pequeña, con tal de que le alejara de la anfisbena o usarla de escudo contra el mitológico animal que le alcanzaría sin problema, o eso creía.
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Re: Bellamere, la niña sirena (Mastreado) [Libre 1/1] FINALIZADO
La sirenita se mantuvo observante, mientras que el pirata empezaba a investigar ansioso todo lo que le pareciese de valor. Lo cierto es que la joven no podía comprender aquel comportamiento humano de tocar todo lo desconocido, pero lo dejó hacer por el momento, curiosa de ver qué era lo que podía pasar después.
En cuanto la anfisbena apareció ambos se asustaron, pero no Bellamere, sino el terrestre y el pobre animal. La serpiente dirigió una de sus dos cabezas hacia la sirena y el pirata temió por su vida, pero Bellamere al fin decidió que había observado suficiente. - Basta. - dijo con firmeza, imitando a la reina cada vez que quería enseñarles una lección importante. Extendió una mano delante de las narices del pirata y otra frente al animal, el cual se enrolló en su brazo como si de un accesorio se tratase. La pequeña le susurró algo en el idioma del mar y lo acarició con delicadeza, volviendo la sonrisa a su mirada. - No te muevas. - trató de calmar a su amigo e hizo que la anfisbena nadase hacia él, rodeando su cabeza. Dio una vuelta completa a su cuello y después se alejó nadando, dejando satisfecha a la sirena. - No todo nuevo da miedo... Pero no tocar todo nuevo. -
Bellamere se alejó del humano para acercarse a uno de los corales más brillantes. A su lado, reposaba una caracola. La pequeña la meció entre sus manos y susurró algo en su interior, como si le cantase, y esta cambió de color a un azul brillante. Después regresó junto al desconocido y se la entregó con una sonrisa. - Mi regalo. - Meneó la cola juguetona y siguió nadando hacia aguas más oscuras, girándose de vez en cuando para asegurarse de que no la perdía de vista.
En cuanto la anfisbena apareció ambos se asustaron, pero no Bellamere, sino el terrestre y el pobre animal. La serpiente dirigió una de sus dos cabezas hacia la sirena y el pirata temió por su vida, pero Bellamere al fin decidió que había observado suficiente. - Basta. - dijo con firmeza, imitando a la reina cada vez que quería enseñarles una lección importante. Extendió una mano delante de las narices del pirata y otra frente al animal, el cual se enrolló en su brazo como si de un accesorio se tratase. La pequeña le susurró algo en el idioma del mar y lo acarició con delicadeza, volviendo la sonrisa a su mirada. - No te muevas. - trató de calmar a su amigo e hizo que la anfisbena nadase hacia él, rodeando su cabeza. Dio una vuelta completa a su cuello y después se alejó nadando, dejando satisfecha a la sirena. - No todo nuevo da miedo... Pero no tocar todo nuevo. -
Bellamere se alejó del humano para acercarse a uno de los corales más brillantes. A su lado, reposaba una caracola. La pequeña la meció entre sus manos y susurró algo en su interior, como si le cantase, y esta cambió de color a un azul brillante. Después regresó junto al desconocido y se la entregó con una sonrisa. - Mi regalo. - Meneó la cola juguetona y siguió nadando hacia aguas más oscuras, girándose de vez en cuando para asegurarse de que no la perdía de vista.
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Re: Bellamere, la niña sirena (Mastreado) [Libre 1/1] FINALIZADO
El pirata huiría hacia lo único que parecía poderle ofrecer amparo en ese sitio desconocido y hostil, aunque la segunda cuestión se fue desvaneciendo con la tranquilidad que aparentaba la sirena ante todo aquello. Cuando tanto él como la anfisbena estaban lo suficientemente cerca de la sirena esta les hacía un alto a ambos con la palma de las manos, y para maravilla de Teatch, el animal se amansó y rodeaba pasivo el brazo de la pequeña. Algo sorprendido por los descubrimientos de los que estaba siendo testigo, seguía mirando con expresión de horror al animal de dos cabezas, el veneno del cual era conocido en todos los mares de aerandir.
Empalideció al ver que el animal se acercaba a él tras unas palabras de la sirena en un idioma que no conocía, ambas cabezas le miraban, pero una se retorció alrededor del paralizado Trafalgar, que observaba indefenso como el animal le acariciaba con su última cabeza antes de irse de nuevo a su madriguera provocando una especie de suspiro acuático en el ahora alivado capitán. - No todo nuevo da miedo... Pero no tocar todo nuevo. - Diría Bellamere atrayendo de nuevo su atención.
Cuando la sirena se empezó a separar de él, no dudó en seguirla ciegamente hacia los corales, ahora bastante desorientado sobre su ubicación en las profundidades. Observaba curioso como la pequeña cogía una caracola y le dedicaba una suave melodía mientras el capitán presenciaba todo aquello con incredulidad mientras la caracola cambiaba a un color azul cristalino poco a poco. - Mi regalo. - Dijo Bellamere mientras se acercaba con otra de las sonrisas que encandilaban a Teatch, el cual cogía sin comprender el valor de ese objeto. Quisiera haberle dado las gracias como era debido, pero comprobó que no era tan buen hablador bajo el agua como en tierra. Correspondió Teatch a la sirena con una sonrisa sincera, agradecía cualquier cosa de su pequeña guía submarina. Guardó el regalo en uno de sus bolsillos esperando que no se lo tragara el abismo mientras la pequeña se dirigía aun más al fondo, incitándole a que la siguiese.
Miraba desconfiado hacia las profundidades algo paranoico por haber besado a una cría de sirena, y por el qué pensarían las demás cuando el capitán llegase donde quisiera que le estuviese dirigiendo. Quizás aquello no era ningún escándalo en el fondo del mar, pero en tierra lo pagaría con unas gordas cadenas, aunque en su caso y con sus antecedentes probablemente acabaría en una horca. Negó con la cabeza para evadirse de todos aquellos pensamientos, no parecía que Bellamere fuera de una tribu devoradora de hombres, y además cada vez le costaría más encontrar el camino de regreso, por lo que siguió explorando aquél misterioso universo.
Empalideció al ver que el animal se acercaba a él tras unas palabras de la sirena en un idioma que no conocía, ambas cabezas le miraban, pero una se retorció alrededor del paralizado Trafalgar, que observaba indefenso como el animal le acariciaba con su última cabeza antes de irse de nuevo a su madriguera provocando una especie de suspiro acuático en el ahora alivado capitán. - No todo nuevo da miedo... Pero no tocar todo nuevo. - Diría Bellamere atrayendo de nuevo su atención.
Cuando la sirena se empezó a separar de él, no dudó en seguirla ciegamente hacia los corales, ahora bastante desorientado sobre su ubicación en las profundidades. Observaba curioso como la pequeña cogía una caracola y le dedicaba una suave melodía mientras el capitán presenciaba todo aquello con incredulidad mientras la caracola cambiaba a un color azul cristalino poco a poco. - Mi regalo. - Dijo Bellamere mientras se acercaba con otra de las sonrisas que encandilaban a Teatch, el cual cogía sin comprender el valor de ese objeto. Quisiera haberle dado las gracias como era debido, pero comprobó que no era tan buen hablador bajo el agua como en tierra. Correspondió Teatch a la sirena con una sonrisa sincera, agradecía cualquier cosa de su pequeña guía submarina. Guardó el regalo en uno de sus bolsillos esperando que no se lo tragara el abismo mientras la pequeña se dirigía aun más al fondo, incitándole a que la siguiese.
Miraba desconfiado hacia las profundidades algo paranoico por haber besado a una cría de sirena, y por el qué pensarían las demás cuando el capitán llegase donde quisiera que le estuviese dirigiendo. Quizás aquello no era ningún escándalo en el fondo del mar, pero en tierra lo pagaría con unas gordas cadenas, aunque en su caso y con sus antecedentes probablemente acabaría en una horca. Negó con la cabeza para evadirse de todos aquellos pensamientos, no parecía que Bellamere fuera de una tribu devoradora de hombres, y además cada vez le costaría más encontrar el camino de regreso, por lo que siguió explorando aquél misterioso universo.
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Re: Bellamere, la niña sirena (Mastreado) [Libre 1/1] FINALIZADO
La pequeña y juguetona Bellamere fue guiando al pirata hacia las zonas más frías y oscuras, agradeciendo enteramente su compañía, además de la clama del océano. En ocasiones los tiburones enloquecían por razones que ni siquiera ellos mismos, las sirenas y tritones, conocían. Ese era el temor más profundo de la pequeña y el que el terrestre hubiese aceptado el acompañarla la tranquilizaba.
Cuanto más se alejaban del coral más oscuridad los rodeaba, hasta que finalmente el humano no era capaz de guiarse más por la vista. Al notarlo, Bellamere inspiró hondo para entonar una dulce melodía. Un canto sin palabras, pero no sin significado. Aquel era uno de los dones de los seres del mar, que decidieron tiempo atrás convivir con su creador. La mística y tranquilizadora melodía recorría el agua como si nada pudiese detenerla y llegaba así al capitán pirata, guiando su camino. Pero no tenía qué temer, pues minutos después una luz empezó a vislumbrarse en la lejanía, iluminando vagamente a la sirena; se trataba de un banco de extraños peces luminiscentes.
Bellamere dio media vuelta, contenta por el cálido resplandor, y sonrió al ahora visible pirata. - Estamos cerca... - Los peces se fueron acercando, iluminando las aguas por las que fluían con libertad, haciendo aún más grande el vacío que se encontraba debajo de ambos. Pero no solo la luz cruzó sus caminos, pues justo después de esta se aproximaba una sombra. Una mancha negra tan grande que pareciese que se dirigiría directamente a tragarlos y sumirlos de nuevo en la oscuridad.
En muy poco tiempo, de la sombra apareció una silueta, y aunque el terror de lo desconocido había desaparecido la suerte no parecía tan piadosa, pues aquello que ahora estaba a un simple barco de distancia era una enorme ballena blanca. Y por si no fuese poco, el efecto del beso de sirena empezaba a perder su magia y, por lo tanto, los pulmones del pirata empezaban a quedarse sin oxígeno.
- Son pocas las acciones que serás capaz de hacer en esta situación, pero si tienes paciencia verás que todo tiene su significado. Tengo mucha curiosidad de ver lo que harás ahora. Suerte.
Cuanto más se alejaban del coral más oscuridad los rodeaba, hasta que finalmente el humano no era capaz de guiarse más por la vista. Al notarlo, Bellamere inspiró hondo para entonar una dulce melodía. Un canto sin palabras, pero no sin significado. Aquel era uno de los dones de los seres del mar, que decidieron tiempo atrás convivir con su creador. La mística y tranquilizadora melodía recorría el agua como si nada pudiese detenerla y llegaba así al capitán pirata, guiando su camino. Pero no tenía qué temer, pues minutos después una luz empezó a vislumbrarse en la lejanía, iluminando vagamente a la sirena; se trataba de un banco de extraños peces luminiscentes.
Bellamere dio media vuelta, contenta por el cálido resplandor, y sonrió al ahora visible pirata. - Estamos cerca... - Los peces se fueron acercando, iluminando las aguas por las que fluían con libertad, haciendo aún más grande el vacío que se encontraba debajo de ambos. Pero no solo la luz cruzó sus caminos, pues justo después de esta se aproximaba una sombra. Una mancha negra tan grande que pareciese que se dirigiría directamente a tragarlos y sumirlos de nuevo en la oscuridad.
En muy poco tiempo, de la sombra apareció una silueta, y aunque el terror de lo desconocido había desaparecido la suerte no parecía tan piadosa, pues aquello que ahora estaba a un simple barco de distancia era una enorme ballena blanca. Y por si no fuese poco, el efecto del beso de sirena empezaba a perder su magia y, por lo tanto, los pulmones del pirata empezaban a quedarse sin oxígeno.
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Re: Bellamere, la niña sirena (Mastreado) [Libre 1/1] FINALIZADO
Habían dejado atrás el mágico arrecife que hacía de puerta a las profundidades, y con ello poco a poco, la oscuridad volvía a tomar control sobre el abismo para avivar de nuevo los miedos del capitán Teatch, que avanzaba dudando hacia las profundidades siguiendo a la sirena sin saber donde le iban a llevar sus brazadas, pues cada una le alejaba más de su hábitat terrestre. La pequeña Bellamere había demostrado tener un control sobe los animales marinos que más terror le inspiraban a Trafalgar, viendo como varios animales carnívoros como los tiburones seguían su curso sin tan siquiera fijarse en el capitán o su acompañante femenina, de la que el capitán procuraba no estar muy lejos.
Pronto sus sentidos no le podían orientar en el abismo, la oscuridad le había rodeado y no tenía nada que palpar para seguir adelante, por lo que se detubo un instante dudando de volver hacia atrás y volver a la superfície ahora que aquello se ponía tan peligroso. Así, rodeado de oscuridad, Trafalgar daría unas brazas hacia atrás, no estaba dispuesto a avanzar sin su salvaguarda a su lado y bien visible, mas la pequeña que se había dado cuenta de su situación, había empezado a entonar un dulce canto. - (Otra vez...) - Fue el primer pensamiento fugaz del capitán.- (Síguelo... ¡Síguelo!). - Su voluntad o bien su lascivia una vez más le traicionaba, y el atractivo canto de la niña sirena guiaba ahora sus brazadas sin ver que tenía más allá.
Seguía la dulce melodía de la sirena encandilado, como si estuviese nadando en un sueño, sus miedos se habían desvanecido momentáneamente al igual que su voluntad. Pronto vislumbrarían las primeras luces no muy lejos de ellos y Bellamere cesaría el canto para que el capitán retomase también el control de sus movimientos. - Estamos cerca... - Dijo la pequeña, manipulando seguramente a aquellos peces para que ahora iluminaran su camino. Aquello tranquilizó a Trafalgar, aunque aun no sabía cerca de dónde estaba, pero no quiso preocuparse por aquello ahora que había recuperado el sentido de la vista.
Aun así, no duró aquella luz por mucho tiempo. Una sombra empezaba a cubrirle poco a poco, como si un gigante le observara para tapar el sol a sus espaldas. Teatch se giró lentamente ante aquello que parecía de tan gran estatura. Boquiabierto, el capitán se quedó un breve instante paralizado ante la visión de una enorme figura que pronto identificaría como una ballena, a las cuales guardaba un profundo respeto en su vida en la tierra. Intentó coger instintivamente sus espadas, sus malas costumbres le impedían reconocer que ya no estaba armado, así que dio mano a la única ballesta que le quedaba cargada, aunque quisiera, no podía evitar temblar observando de reojo a Bellamere, esperando que hechizara de alguna forma al gigantesco animal.
Apuntaba ahora con toda la precisión que le era posible, sabiendo de cualquier intento de herir a ese animal que tragaba agua a toneladas era en vano. Dio una profunda bocanada para estabilizar su pulso al apuntar, pero en vez de eso empezó a toser con desesperación, soltando su arma, que quedaría flotando colgando de uno de los cinturones de su pecho. Pronto empezaría a perder visión y a sentir la helada temperatura del mar. Llevó las manos al pecho inconscientemente para comunicar que se estaba ahogando, pero en una segunda bocanada todo empezó a nublarse.
Pronto sus sentidos no le podían orientar en el abismo, la oscuridad le había rodeado y no tenía nada que palpar para seguir adelante, por lo que se detubo un instante dudando de volver hacia atrás y volver a la superfície ahora que aquello se ponía tan peligroso. Así, rodeado de oscuridad, Trafalgar daría unas brazas hacia atrás, no estaba dispuesto a avanzar sin su salvaguarda a su lado y bien visible, mas la pequeña que se había dado cuenta de su situación, había empezado a entonar un dulce canto. - (Otra vez...) - Fue el primer pensamiento fugaz del capitán.- (Síguelo... ¡Síguelo!). - Su voluntad o bien su lascivia una vez más le traicionaba, y el atractivo canto de la niña sirena guiaba ahora sus brazadas sin ver que tenía más allá.
Seguía la dulce melodía de la sirena encandilado, como si estuviese nadando en un sueño, sus miedos se habían desvanecido momentáneamente al igual que su voluntad. Pronto vislumbrarían las primeras luces no muy lejos de ellos y Bellamere cesaría el canto para que el capitán retomase también el control de sus movimientos. - Estamos cerca... - Dijo la pequeña, manipulando seguramente a aquellos peces para que ahora iluminaran su camino. Aquello tranquilizó a Trafalgar, aunque aun no sabía cerca de dónde estaba, pero no quiso preocuparse por aquello ahora que había recuperado el sentido de la vista.
Aun así, no duró aquella luz por mucho tiempo. Una sombra empezaba a cubrirle poco a poco, como si un gigante le observara para tapar el sol a sus espaldas. Teatch se giró lentamente ante aquello que parecía de tan gran estatura. Boquiabierto, el capitán se quedó un breve instante paralizado ante la visión de una enorme figura que pronto identificaría como una ballena, a las cuales guardaba un profundo respeto en su vida en la tierra. Intentó coger instintivamente sus espadas, sus malas costumbres le impedían reconocer que ya no estaba armado, así que dio mano a la única ballesta que le quedaba cargada, aunque quisiera, no podía evitar temblar observando de reojo a Bellamere, esperando que hechizara de alguna forma al gigantesco animal.
Apuntaba ahora con toda la precisión que le era posible, sabiendo de cualquier intento de herir a ese animal que tragaba agua a toneladas era en vano. Dio una profunda bocanada para estabilizar su pulso al apuntar, pero en vez de eso empezó a toser con desesperación, soltando su arma, que quedaría flotando colgando de uno de los cinturones de su pecho. Pronto empezaría a perder visión y a sentir la helada temperatura del mar. Llevó las manos al pecho inconscientemente para comunicar que se estaba ahogando, pero en una segunda bocanada todo empezó a nublarse.
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Re: Bellamere, la niña sirena (Mastreado) [Libre 1/1] FINALIZADO
Bellamere, al ver llegar la enorme ballena, se giró hacia su amigo para ver su reacción. Este parecía aterrado, y lo cierto es que la joven podía comprender el por qué, pus la primera vez que ella la vio, años atrás, también se sorprendió.
- Tranquilo, es la guardiana de... - empezó a decir, pero un grito de guerra tan agudo como un trueno le impidió continuar. De encima de la espalda de la ballena apareció una sirena, tan bella como peligrosa, y se dirigió hacia el humano sin dudarlo un solo segundo, tridente en mano.
La pequeña sirena se asustó de su propia compañera, viéndola salvaje como nunca antes. - Kaeaeh! !Dar gakd bowaenn! - exclamó en su idioma, interponiéndose entre ambos. Se dio media vuelta y se encontró de frente con el pirata, estrangulando su cuello como señal de que el beso había perdido su efecto. Bellamere entró en pánico y se apresuró en ayudarlo entregándole el oxígeno que le permitía permanecer con vida, pero la sirena guerrera se lo impidió agarrándola del hombro.
- ¡Haeeegah! - Exclamó con su hermoso rostro arrugado por la rabia, iniciando así una corta pero enérgica discusión entre ambas sirenas.
Finalmente, Bellamere volvió la vista al ser terrestre y rodeó su cabeza entre sus manos, juntando sus labios con los suyos. Mientras que el oxígeno volvía lentamente a sus pulmones la pequeña no apartó su mirada de él un solo segundo, tratando de recordar así todo rincón de su rostro. Después de que pudiese volver a respirar por si solo la joven sirena se apartó con una sonrisa entristecida. Al parecer su pequeño viaje juntos había terminado. - Gracias. - pronunció derramando una sola lágrima, la cual desapareció en el inmenso océano con un mágico resplandor.
La sirena con el tridente en la mano apartó a Bellamere empujándola hacia la ballena, la guardiana del palacio submarino. Observó al humano con desprecio y apuntó su arma hacia él, a la espera de que desapareciera. Ya no tenía nada más que hacer en aquellas aguas.
IMPORTANTE: Aquí termina mi participación en esta historia. En tu siguiente post deberás de narrar tu regreso a la superficie, pero en vez de regresar a la playa no te quedará de otra que emerger en medio del océano. Una vez con al menos medio cuerpo fuera del agua deberás encontrar a alguien que te rescate. Soy consciente de que eres un pirata pero no podrás hacer aparecer tu barco, o al menos no de inmediato. Has de buscar a otro user que pueda aparecer con su personaje para ayudarte, ya sea volando, en un barquito o lo que se os ocurra. Esa será tu misión. Suerte! (¡Al final del rol revelaré la utilidad de la caracola mágica!)
- Tranquilo, es la guardiana de... - empezó a decir, pero un grito de guerra tan agudo como un trueno le impidió continuar. De encima de la espalda de la ballena apareció una sirena, tan bella como peligrosa, y se dirigió hacia el humano sin dudarlo un solo segundo, tridente en mano.
La pequeña sirena se asustó de su propia compañera, viéndola salvaje como nunca antes. - Kaeaeh! !Dar gakd bowaenn! - exclamó en su idioma, interponiéndose entre ambos. Se dio media vuelta y se encontró de frente con el pirata, estrangulando su cuello como señal de que el beso había perdido su efecto. Bellamere entró en pánico y se apresuró en ayudarlo entregándole el oxígeno que le permitía permanecer con vida, pero la sirena guerrera se lo impidió agarrándola del hombro.
- ¡Haeeegah! - Exclamó con su hermoso rostro arrugado por la rabia, iniciando así una corta pero enérgica discusión entre ambas sirenas.
Finalmente, Bellamere volvió la vista al ser terrestre y rodeó su cabeza entre sus manos, juntando sus labios con los suyos. Mientras que el oxígeno volvía lentamente a sus pulmones la pequeña no apartó su mirada de él un solo segundo, tratando de recordar así todo rincón de su rostro. Después de que pudiese volver a respirar por si solo la joven sirena se apartó con una sonrisa entristecida. Al parecer su pequeño viaje juntos había terminado. - Gracias. - pronunció derramando una sola lágrima, la cual desapareció en el inmenso océano con un mágico resplandor.
La sirena con el tridente en la mano apartó a Bellamere empujándola hacia la ballena, la guardiana del palacio submarino. Observó al humano con desprecio y apuntó su arma hacia él, a la espera de que desapareciera. Ya no tenía nada más que hacer en aquellas aguas.
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IMPORTANTE: Aquí termina mi participación en esta historia. En tu siguiente post deberás de narrar tu regreso a la superficie, pero en vez de regresar a la playa no te quedará de otra que emerger en medio del océano. Una vez con al menos medio cuerpo fuera del agua deberás encontrar a alguien que te rescate. Soy consciente de que eres un pirata pero no podrás hacer aparecer tu barco, o al menos no de inmediato. Has de buscar a otro user que pueda aparecer con su personaje para ayudarte, ya sea volando, en un barquito o lo que se os ocurra. Esa será tu misión. Suerte! (¡Al final del rol revelaré la utilidad de la caracola mágica!)
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Re: Bellamere, la niña sirena (Mastreado) [Libre 1/1] FINALIZADO
Aunque sufría en aquellos momentos un ataque de pánico por la sensación de ahogarse. - (La peor muerte que uno puede tener... Bueno, después de quemado, devorado...). - Estúpidos pensamientos correrían por la mente de Trafalgar, probablemente las últimas sandeces que pensaría antes de que la gigantesca ballena, lo único que podía distinguir además de Bellamere, se plantase delante de ambos. La pequeña intentaba darle palabras de consuelo que el capitán Teatch ya no comprendía entre todo aquello, apagándose su vista ante la visión de una bella mujer a lomos de la ballena, sonriendo en última instancia antes de empezar a hundirse con lentitud.
Notó los delicados dedos de Bellamere una vez más en su cara, sus labios envolvían con suavidad los suyos y pronto una sensación de calidez hacía que el pirata volviese en si mismo para observar a unos pocos centímetros de su persona cómo los ojos de la niña sirena le observaban de cerca durante aquél beso que le infundía vida en ese lugar hostil desconocido. La pequeña se apartó de Teatch con una última sonrisa antes de montar en la ballena entristecida. - Gracias. -Diría dejando ir una lágrima que aceleraba las pulsaciones del capitán.
Trafalgar intentó coger a la niña que se separaba de él, pero en aquél momento podía ver a la sirena adulta que momentos antes creía haber alucinado antes de desvanecerse. La expresión de esta guerrera acuática, aunque sobretodo la afilada arma que apuntaba ahora al capitán, hicieron desvanecer todo encandilamiento en el capitán respecto a la pequeña, dándose cuenta de hasta donde estaba metiendo la pata, se irguió como si no hubiese pretendido retener a Bellamere. - ¡Woo Wo Wooo! - Sería lo único capaz de expresar ante el puntiagudo tridente, dando una brazada hacia atrás con tal de apartarse del arma.
Se agarró graciosamente el sombrero que había estado colgando a unos centímetros de su cabeza durante todo aquél viaje submarino e intentó reverenciar a la sirena, que parecía que le iba a devorar de un momento a otro. - (Cuando vas a tener otra oportunidad así ante tus ojos).- Pensaba el capitán, que aunque su cabeza le dijese que huyera a la superficie, su cuerpo le impedía huir de aquella hermosura. - Blabitán Traflbar Sfb. Bech. - Se intentaría presentar bajando levemente el sombrero a su sitio cuando la sirena mostraba una expresión tan agresiva que le pareció verle colmillos.- No bue bulba bía, bla niñba bes bogosa.- Fue lo último que dijo encogiéndose de hombros y guiñando el ojo a Bellamere cuando empezaría a nadar con fuerza hacia la superficie, desprendiéndose de parte de su ropa que caería sobre la sirena adulta, cubriéndola bajo el lujoso traje rojo y las botas que habían acompañado al pirata durante la inmersión.
Trafalgar aun no comprendía que eran los besos de sirena lo que le permitían estar vivo en el fondo del mar, por lo que se apresuraba a salir a la superficie, siempre hacia arriba, algo preocupado por no saber cuando volvería aquella angustiosa sensación de frío y ahogo. Temeroso por no estar protegido por su compañera sirena, nadaría ahora con más prisa por temor a las criaturas del fondo submarino, siendo la presa más fácil en el eslabón alimenticio de ese oscuro lugar, agotado, llegaría a la zona irradiada por la luz de los corales, y aunque su afán de riqueza le pedía quedarse en ese mágico lugar, ahora temía por su vida, había estado a punto de presenciar la muerte por ahogamiento hacía apenas unos instantes, y no había sido una experiencia agradable.
Tras unos instantes de duda que le permitieron recuperar el aliento, decidió seguir hacia la superficie antes de que la recurrente pesadilla del capitán en la que acababa siendo pasto para peces se convirtiera en realidad. Finalmente vislumbraba la luz del sol, y ahora su peso y las ballestas de madera en el agua salada le llevaban sin esfuerzo hacia arriba. El sol le cegó por un momento, la sensación de respirar aire ahora en sus pulmones se le hacía extraña, y aunque el efecto de la sirena aun duraba, no se atrevía a probar de respirar agua del mar de nuevo. Así, vestido tan solo con sus pantalones, una camisa de lino y el sombrero aun colgando de las cuerdas que lo mantenían atado al cuello, el desorientado Trafalgar se hacía el muerto en la inmensidad del desierto azul que le era el mar, incapaz aun y sus años de experiencia en embarcaciones de orientarse, pues aunque tuviera un mapa de navegación, estos eran un misterio para él. - Yo hó, yo hó y la botella de ron... - Cantaría desvariando el capitán cuando ya llevaba un buen rato flotando en el mar, con tal de no permitirse el irónico lujo de morir de aburrimiento antes que de cansancio.
Notó los delicados dedos de Bellamere una vez más en su cara, sus labios envolvían con suavidad los suyos y pronto una sensación de calidez hacía que el pirata volviese en si mismo para observar a unos pocos centímetros de su persona cómo los ojos de la niña sirena le observaban de cerca durante aquél beso que le infundía vida en ese lugar hostil desconocido. La pequeña se apartó de Teatch con una última sonrisa antes de montar en la ballena entristecida. - Gracias. -Diría dejando ir una lágrima que aceleraba las pulsaciones del capitán.
Trafalgar intentó coger a la niña que se separaba de él, pero en aquél momento podía ver a la sirena adulta que momentos antes creía haber alucinado antes de desvanecerse. La expresión de esta guerrera acuática, aunque sobretodo la afilada arma que apuntaba ahora al capitán, hicieron desvanecer todo encandilamiento en el capitán respecto a la pequeña, dándose cuenta de hasta donde estaba metiendo la pata, se irguió como si no hubiese pretendido retener a Bellamere. - ¡Woo Wo Wooo! - Sería lo único capaz de expresar ante el puntiagudo tridente, dando una brazada hacia atrás con tal de apartarse del arma.
Se agarró graciosamente el sombrero que había estado colgando a unos centímetros de su cabeza durante todo aquél viaje submarino e intentó reverenciar a la sirena, que parecía que le iba a devorar de un momento a otro. - (Cuando vas a tener otra oportunidad así ante tus ojos).- Pensaba el capitán, que aunque su cabeza le dijese que huyera a la superficie, su cuerpo le impedía huir de aquella hermosura. - Blabitán Traflbar Sfb. Bech. - Se intentaría presentar bajando levemente el sombrero a su sitio cuando la sirena mostraba una expresión tan agresiva que le pareció verle colmillos.- No bue bulba bía, bla niñba bes bogosa.- Fue lo último que dijo encogiéndose de hombros y guiñando el ojo a Bellamere cuando empezaría a nadar con fuerza hacia la superficie, desprendiéndose de parte de su ropa que caería sobre la sirena adulta, cubriéndola bajo el lujoso traje rojo y las botas que habían acompañado al pirata durante la inmersión.
Trafalgar aun no comprendía que eran los besos de sirena lo que le permitían estar vivo en el fondo del mar, por lo que se apresuraba a salir a la superficie, siempre hacia arriba, algo preocupado por no saber cuando volvería aquella angustiosa sensación de frío y ahogo. Temeroso por no estar protegido por su compañera sirena, nadaría ahora con más prisa por temor a las criaturas del fondo submarino, siendo la presa más fácil en el eslabón alimenticio de ese oscuro lugar, agotado, llegaría a la zona irradiada por la luz de los corales, y aunque su afán de riqueza le pedía quedarse en ese mágico lugar, ahora temía por su vida, había estado a punto de presenciar la muerte por ahogamiento hacía apenas unos instantes, y no había sido una experiencia agradable.
Tras unos instantes de duda que le permitieron recuperar el aliento, decidió seguir hacia la superficie antes de que la recurrente pesadilla del capitán en la que acababa siendo pasto para peces se convirtiera en realidad. Finalmente vislumbraba la luz del sol, y ahora su peso y las ballestas de madera en el agua salada le llevaban sin esfuerzo hacia arriba. El sol le cegó por un momento, la sensación de respirar aire ahora en sus pulmones se le hacía extraña, y aunque el efecto de la sirena aun duraba, no se atrevía a probar de respirar agua del mar de nuevo. Así, vestido tan solo con sus pantalones, una camisa de lino y el sombrero aun colgando de las cuerdas que lo mantenían atado al cuello, el desorientado Trafalgar se hacía el muerto en la inmensidad del desierto azul que le era el mar, incapaz aun y sus años de experiencia en embarcaciones de orientarse, pues aunque tuviera un mapa de navegación, estos eran un misterio para él. - Yo hó, yo hó y la botella de ron... - Cantaría desvariando el capitán cuando ya llevaba un buen rato flotando en el mar, con tal de no permitirse el irónico lujo de morir de aburrimiento antes que de cansancio.
Última edición por Trafalgar el Dom Oct 19 2014, 08:26, editado 1 vez
Trafalgar
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Re: Bellamere, la niña sirena (Mastreado) [Libre 1/1] FINALIZADO
La carta era clara, debía ir a mi casa de inmediato para rendir cuentas a mi familia por algunos rumores que se habían extendido acerca de mi persona desde que había ido a Lunargenta. Tontos metiches, cuando sepa quiénes fueron, me las pagarán pensaba para mis adentros. Después de haber encontrado a Kuu, no quería apartarme de su lado, y no le perdonaría a nadie si no volvía a encontrarle donde le había dejado al momento de regresar al puerto. El velero parecía pedirle permiso al viento para usar su fuerza y yo solo me lamentaba por no ser capaz de poder controlar ese elemento con mayor destreza y de forma más pareja y constante. Por ahora, sólo podía conformarme con mantenerme lo más tranquila posible, cruzada de piernas y manos en la cubierta del barco, simulando disfrutar el recorrido.
Faltaba medio camino para llegar a Beltrexus, quizás un día. Me encontraba mirando el horizonte, tomada de una de las barandas cuando un fuerte sacudón pareció quitarme el apoyo del suelo. Me aferré con todas mis fuerzas a la madera rasposa y descuidada de ese barco de tercera –que fue lo primero que pude encontrar para ir a ver pomposamente a mis padres- y después de unos instantes, el movimiento se detuvo. En realidad, todo se detuvo. ¿Pero qué? pensé en mis adentros mientras observaba cómo algunos marineros corrían de un lado para otro. Me obligué a quedarme quieta en ese lugar, tratando de ocupar el menor lugar posible para no molestar.
Después de unos minutos y varios aeros contantes y sonantes me informé de lo que había sucedido. Al parecer había un objeto no identificado en medio del Mar, que irónicamente hablaba. Si, ¡hablaba!. Muchas supersticiones rodeaban el mar, pero sobre todo esa parte del mar. Algunos decían que se traba de la ira de algún Dios tratando de seducirnos para que entráramos a sus dominios, otros decían que era un ser castigado e incluso, llegó a decirse que se trataba de algún jinete oscuro que había intentado cruzar el mar hacia las Islas y que no lo había logrado, perdiéndose en ese lugar.
“Patrañas” pensé y habiéndome robado sigilosamente un catalejo encontré la fuente de la discordia. Se trataba de un ser de forma humanoide, con bastante pelo y tan plano como una tabla mientras flotaba en el mar. Algunas angustiosas melodías le rodeaban e invadían el aire que respirábamos, eso era poco menos que el grito de algún animal muriendo y sí, ahora podía entender el porqué de que no se hubieran tomado medidas anteriormente y la razón de tanto misterio alrededor del caso.
Me quedé escuchando las deliberaciones y comprendí que ignorarían el “problema”, pero como dicen “la curiosidad mató al gato” y a mí también… A hurtadillas me metí en el único bote de madera que había a la vista y lo bajé hasta acariciar el agua con ayuda primero de la telequinesis, luego del manejo del viento y finalmente el del agua. Fue una tarea ardua y de precisión, pero pude lograrlo. Para cuando se dieran cuenta de mi ausencia, no repararían en buscarme y si lo hicieran no tendría que preocuparme por cómo volver o en la energía que gastaría para generar suficientes olas o viento para llegar a tierra firme. Lo que me daba ánimos, era la idea de desentrañar un misterio.
Yo hó, yo hó y la botella de ron... cantaba la voz rasposa mientras me acercaba a él. Para un mejor movimiento había improvisado con varias capas robadas y algo de madera una vela. Otra capa me cubría del Sol y otra me servía de asiento, aunque podría tener otro uso de ser necesario…
Ufff… exclamé apagando el sonido con un suspiro Se trata de un pirate borracho que se cayó de su barco nada más… seguiré mi camino aseguré con los ojos cerrados y a alrededor de dos o tres metros del cuerpo de ese tipo lleno de pelos, barba, y muy mal vestido. Por supuesto que pretendía auxiliarle, pero quería saber “con los bueyes que araba”. Si intentaba algo raro solamente tendría que ahogarlo con mi manejo del agua o bloquearlo con la telequinesis, pero por otra parte, si se comportaba decentemente, tendría mi aprobación para subir a la pequeña barcaza.
Faltaba medio camino para llegar a Beltrexus, quizás un día. Me encontraba mirando el horizonte, tomada de una de las barandas cuando un fuerte sacudón pareció quitarme el apoyo del suelo. Me aferré con todas mis fuerzas a la madera rasposa y descuidada de ese barco de tercera –que fue lo primero que pude encontrar para ir a ver pomposamente a mis padres- y después de unos instantes, el movimiento se detuvo. En realidad, todo se detuvo. ¿Pero qué? pensé en mis adentros mientras observaba cómo algunos marineros corrían de un lado para otro. Me obligué a quedarme quieta en ese lugar, tratando de ocupar el menor lugar posible para no molestar.
Después de unos minutos y varios aeros contantes y sonantes me informé de lo que había sucedido. Al parecer había un objeto no identificado en medio del Mar, que irónicamente hablaba. Si, ¡hablaba!. Muchas supersticiones rodeaban el mar, pero sobre todo esa parte del mar. Algunos decían que se traba de la ira de algún Dios tratando de seducirnos para que entráramos a sus dominios, otros decían que era un ser castigado e incluso, llegó a decirse que se trataba de algún jinete oscuro que había intentado cruzar el mar hacia las Islas y que no lo había logrado, perdiéndose en ese lugar.
“Patrañas” pensé y habiéndome robado sigilosamente un catalejo encontré la fuente de la discordia. Se trataba de un ser de forma humanoide, con bastante pelo y tan plano como una tabla mientras flotaba en el mar. Algunas angustiosas melodías le rodeaban e invadían el aire que respirábamos, eso era poco menos que el grito de algún animal muriendo y sí, ahora podía entender el porqué de que no se hubieran tomado medidas anteriormente y la razón de tanto misterio alrededor del caso.
Me quedé escuchando las deliberaciones y comprendí que ignorarían el “problema”, pero como dicen “la curiosidad mató al gato” y a mí también… A hurtadillas me metí en el único bote de madera que había a la vista y lo bajé hasta acariciar el agua con ayuda primero de la telequinesis, luego del manejo del viento y finalmente el del agua. Fue una tarea ardua y de precisión, pero pude lograrlo. Para cuando se dieran cuenta de mi ausencia, no repararían en buscarme y si lo hicieran no tendría que preocuparme por cómo volver o en la energía que gastaría para generar suficientes olas o viento para llegar a tierra firme. Lo que me daba ánimos, era la idea de desentrañar un misterio.
Yo hó, yo hó y la botella de ron... cantaba la voz rasposa mientras me acercaba a él. Para un mejor movimiento había improvisado con varias capas robadas y algo de madera una vela. Otra capa me cubría del Sol y otra me servía de asiento, aunque podría tener otro uso de ser necesario…
Ufff… exclamé apagando el sonido con un suspiro Se trata de un pirate borracho que se cayó de su barco nada más… seguiré mi camino aseguré con los ojos cerrados y a alrededor de dos o tres metros del cuerpo de ese tipo lleno de pelos, barba, y muy mal vestido. Por supuesto que pretendía auxiliarle, pero quería saber “con los bueyes que araba”. Si intentaba algo raro solamente tendría que ahogarlo con mi manejo del agua o bloquearlo con la telequinesis, pero por otra parte, si se comportaba decentemente, tendría mi aprobación para subir a la pequeña barcaza.
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Re: Bellamere, la niña sirena (Mastreado) [Libre 1/1] FINALIZADO
Ambos posts me han encantado, felicidades a los dos! Ahora me gustaría que cada uno de vosotros hiciese una respuesta más, finalizando este rol, y abriendo uno nuevo con vuestra propia aventura juntos si así gustáis. Al final revelaré la recompensa de ambos, pues aunque no recibáis las mismas recompensas, y entre si son completamente diferentes la una de la otra, ambos recibiréis una. Felicidades a los dos.
Othel
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Re: Bellamere, la niña sirena (Mastreado) [Libre 1/1] FINALIZADO
Mecido en su letargo flotante, pronto escucharía el capitán Teatch el chapoteo de unos remos en su dirección. Se irguió en el mar para quedar tan solo su cabeza fuera del agua y así visualizar mejor qué se le aproximaba. Sonreía Trafalgar besandose la mano y enviando el beso al aire, sorprendido por la buena suerte que le estaba concediendo en ese día la diosa Fortuna. - (Una mujer y un barco necesito y con ambos me obsequias). - Pensaría para si el capitán ahora que la pequeña mujer aparecía de la nada a auxiliarle en medio del mar. Cierto era que el afecto afrodisíaco que había sufrido por parte de la niña sirena un par de veces no lo había saciado en ninguna ocasión y cualquier fémina le hubiera parecido hermosa en su estado. - Vamos a ello... ¡Ayuda, por favor! - Diría fingiendo desesperación, en realidad había estado flotando pensando en sus cosas durante todo aquél rato que había estado sin hacer nada, recordando que había tirado en la playa una botella de grog medio llena que buena compañía le hubiese dado en esos momentos de soledad.
Cuando estuvo suficientemente cerca, se agarró al bote sin ser invitado, haciendo que este se inclinara violentamente hacia él. Trafalgar daría un tumbo para caer de espaldas en el pequeño bote que daría un golpe seco en el mar al volver a una posición de equilibrio. Con los pocos harapos que tenía completamente mojados, descalzo y con un sombrero que había vivido días mejores, el capitán se levantaba algo revoltoso por su fatal entrada. Aun así una vez derecho haría como si se quitase el polvo de un elegante traje antes de hablar. - Bien... Considera esta embarcación tomada para la causa del mar, ríndete antes de pasar por mi es... - Intentaría amenazar a la muchacha, siendo ahora consciente de lo ridículo de su estado cuando por tercera vez llevaba la mano a la empuñadura vacía. - Es... Esto, capitán Trafalgar S. Teatch, para servirla. - Le dedicaría a la muchacha una sonrisa llevando el sombrero al pecho, esperando que no se tomara demasiado enserio lo de aquél intento de abordarla.
Trafalgar levantaría las manos en un intento de dejar ver que iba irremediablemente desarmado, pues su ballestas habían sido malgastadas cuando las disparó bajo el agua. La situación era violenta, aun así el capitán voltearía sobre si dando la espalda a la mujer de pelo rosa y se chuparía el dedo índice para sentir el viento, como si aquello fuese a ayudarle a orientarse. - Bien... Has tenido suerte de dar con experimentado marinero como yo que ha sobrevivido al ataque de unas feroces sirenas. - Diría reposando el pie en la punta del bote, ignorando la reacción de la mujer ante sus palabras.- No hará falta que me lo pidas, no le puedo negar mi ayuda a una dama en apuros. Yo... Yo seré el capitán de nuestro navío. - Finalizó Teatch volviéndose de nuevo a su rescatadora, esperando que la inteligencia o la fuerza de la pequeñaja no superara en demasía a la de las fulanas del puerto y no tardara en complacer los caprichos del sonriente capitán.
Cuando estuvo suficientemente cerca, se agarró al bote sin ser invitado, haciendo que este se inclinara violentamente hacia él. Trafalgar daría un tumbo para caer de espaldas en el pequeño bote que daría un golpe seco en el mar al volver a una posición de equilibrio. Con los pocos harapos que tenía completamente mojados, descalzo y con un sombrero que había vivido días mejores, el capitán se levantaba algo revoltoso por su fatal entrada. Aun así una vez derecho haría como si se quitase el polvo de un elegante traje antes de hablar. - Bien... Considera esta embarcación tomada para la causa del mar, ríndete antes de pasar por mi es... - Intentaría amenazar a la muchacha, siendo ahora consciente de lo ridículo de su estado cuando por tercera vez llevaba la mano a la empuñadura vacía. - Es... Esto, capitán Trafalgar S. Teatch, para servirla. - Le dedicaría a la muchacha una sonrisa llevando el sombrero al pecho, esperando que no se tomara demasiado enserio lo de aquél intento de abordarla.
Trafalgar levantaría las manos en un intento de dejar ver que iba irremediablemente desarmado, pues su ballestas habían sido malgastadas cuando las disparó bajo el agua. La situación era violenta, aun así el capitán voltearía sobre si dando la espalda a la mujer de pelo rosa y se chuparía el dedo índice para sentir el viento, como si aquello fuese a ayudarle a orientarse. - Bien... Has tenido suerte de dar con experimentado marinero como yo que ha sobrevivido al ataque de unas feroces sirenas. - Diría reposando el pie en la punta del bote, ignorando la reacción de la mujer ante sus palabras.- No hará falta que me lo pidas, no le puedo negar mi ayuda a una dama en apuros. Yo... Yo seré el capitán de nuestro navío. - Finalizó Teatch volviéndose de nuevo a su rescatadora, esperando que la inteligencia o la fuerza de la pequeñaja no superara en demasía a la de las fulanas del puerto y no tardara en complacer los caprichos del sonriente capitán.
Trafalgar
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Re: Bellamere, la niña sirena (Mastreado) [Libre 1/1] FINALIZADO
El desconocido pidió ayuda, eso era obvio que tendría que hacer y la forma en que lo hizo no estuvo nada mal. Tampoco parecía ningún jinete oscuro, a ver, sí tenía esa piel bastante parda y ese cabello enmarañado que parecía lana mojada… pero en realidad no era mucho más que eso. Dejé entonces que los hechos se sucedieran solos y pronto el bien llamado por mí “pirata” me abordó. La situación no dejaba para nada de ser chistosa.
El tipo sí que tenía carisma y desde el momento en el que tocó la barcaza sentí que una especie de atracción hacia él. La palabra “Aventura” parecía tatuada en todo su cuerpo, despertando en mí mayor necesidad de saber y de experiencia. Cuando hizo el ademán de quedarse por la fuerza con la humilde embarcación, abrí los ojos con sorpresa fingida y levanté las manos simulando a una chica en apuros. Después de todo, se suponía que así me habían criado, como una riquilla a la que sus sirvientes le daban de comer en la cama.
Cuando pareció dudar, no pude dejar de reprimir una sonrisa y una carcajada medio ahogada. Bajé las manos y le tendí una para que me la besara, pero pareció bastante ocupado con su sombrero o demasiado denso como para seguir esa regla básica de etiqueta. Capitán Teatch repetí con la voz temblorosa y dulce. Como una joven inexperta que cree en todas y cada una de las cosas que escucha de extraños desconocidos rodeados de misterio. “¿Qué capitán cae de su barco en medio del mar?” me pregunté con cierta ironía, aún sentada observando ahora su espalda mientras se movía ágilmente recorriendo en milésimas la superficie de nuestro barco.
“Sirenas” dijo, y el acto en mi mete tomó forma. Actuaría como Luna, la chica rica y en apuros como él mismo lo afirmó. Esa palabra había despertado en mí mis más bajas pasiones por la aventura y el conocimiento. Ese capitán Teatch no tendría ni la más mínima posibilidad contra mí.
Me eché con todo mi cuerpo sobre él, haciendo que la barcaza se moviera violentamente, aflojé mi cuerpo y dejé que éste perdiera el equilibrio. Ahora mis rodillas temblaban, levanté mi rostro hacia el de él, abrí los ojos grandes y con un hilo de voz tomé la palabra. Capitán Teatch. ¡Oh Capitán! ¿De verdad piensa ayudar a una joven desvalida y que no vale nada como yo? Mis manos están doloridas de tanto remar y he perdido mi rumbo en la mar. Hice una breve pausa. “Claro que me vas a ayudar… ¡remando!” aseveré con cierta malicia mientras hilaba mis siguientes líneas; debían ser lo más creíbles dentro de lo posible. ¿Ha dicho usted Sirenas Capitán? Mi abuelo siempre me contaba historias terribles acerca de ellas… era el momento para unos ojos ligeramente lacrimosos y para el pastel de la torta ¿Ellas le robaron su barco? pregunté, fingiendo inocencia cuando en realidad la curiosidad me estaba matando desde el primer momento que le vi a través del catalejo.
El tipo sí que tenía carisma y desde el momento en el que tocó la barcaza sentí que una especie de atracción hacia él. La palabra “Aventura” parecía tatuada en todo su cuerpo, despertando en mí mayor necesidad de saber y de experiencia. Cuando hizo el ademán de quedarse por la fuerza con la humilde embarcación, abrí los ojos con sorpresa fingida y levanté las manos simulando a una chica en apuros. Después de todo, se suponía que así me habían criado, como una riquilla a la que sus sirvientes le daban de comer en la cama.
Cuando pareció dudar, no pude dejar de reprimir una sonrisa y una carcajada medio ahogada. Bajé las manos y le tendí una para que me la besara, pero pareció bastante ocupado con su sombrero o demasiado denso como para seguir esa regla básica de etiqueta. Capitán Teatch repetí con la voz temblorosa y dulce. Como una joven inexperta que cree en todas y cada una de las cosas que escucha de extraños desconocidos rodeados de misterio. “¿Qué capitán cae de su barco en medio del mar?” me pregunté con cierta ironía, aún sentada observando ahora su espalda mientras se movía ágilmente recorriendo en milésimas la superficie de nuestro barco.
“Sirenas” dijo, y el acto en mi mete tomó forma. Actuaría como Luna, la chica rica y en apuros como él mismo lo afirmó. Esa palabra había despertado en mí mis más bajas pasiones por la aventura y el conocimiento. Ese capitán Teatch no tendría ni la más mínima posibilidad contra mí.
Me eché con todo mi cuerpo sobre él, haciendo que la barcaza se moviera violentamente, aflojé mi cuerpo y dejé que éste perdiera el equilibrio. Ahora mis rodillas temblaban, levanté mi rostro hacia el de él, abrí los ojos grandes y con un hilo de voz tomé la palabra. Capitán Teatch. ¡Oh Capitán! ¿De verdad piensa ayudar a una joven desvalida y que no vale nada como yo? Mis manos están doloridas de tanto remar y he perdido mi rumbo en la mar. Hice una breve pausa. “Claro que me vas a ayudar… ¡remando!” aseveré con cierta malicia mientras hilaba mis siguientes líneas; debían ser lo más creíbles dentro de lo posible. ¿Ha dicho usted Sirenas Capitán? Mi abuelo siempre me contaba historias terribles acerca de ellas… era el momento para unos ojos ligeramente lacrimosos y para el pastel de la torta ¿Ellas le robaron su barco? pregunté, fingiendo inocencia cuando en realidad la curiosidad me estaba matando desde el primer momento que le vi a través del catalejo.
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Re: Bellamere, la niña sirena (Mastreado) [Libre 1/1] FINALIZADO
Una vez más, ambos posts han sido de lo más entretenidos. Mis felicitaciones. Con esto doy el rol por terminado y está en vuestra elección si queréis continuar con la aventura en un nuevo rol abierto por vosotros, siendo este la continuación.
- Trafalgar: Como ya te había dicho anteriormente has recibido un objeto mágico. A continuación estará su descripción:
· Caracola mágica que reluce en la oscuridad en tonos morados y azulados. Al frotarla, como si fuese la lámpara de un genio, de esta saldrá una dulce y milenaria canción, puesta ahí por la pequeña Bellamere, la niña sirena. El único que no será afectado por la melodía serás tu mismo; los demás quedarán encandilados y prácticamente embobados por la duración de 1 turno. Cualquier orden que les des a los afectados en ese estado de atontamiento será cumplida, pero no siempre tal y como tu lo hayas deseado. Será a la elección del Master, yo, la reacción final de cada uno.
Ejemplo y condiciones:
· Si por ejemplo le ordenas a una joven afectada por la melodía que se desvista, esta podría hacerlo, pero también podría, en su lugar, desvestirte a ti, o al contrario colocarse más ropa de la que ya lleva puesta. Eso lo decidirá el Master, yo, por lo que deberás de avisarme en cada uso.
· Para averiguar el efecto de la caracola, y por pura casualidad, deberás de gastar uno de los intentos. Hasta entonces no conocerás su utilidad. Personalmente te aconsejo que esto lo hagas cuanto antes mejor, pues si no no podrás utilizarla cuando te sea necesario. Como con otros objetos esta perderá sus propiedades mágicas a los 3 usos. No olvides registrarla en el apartado siguiente: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
- Luna: Tu recompensa será algo así como un boleto que te dará vía libre a cualquiera de los Mastreados que yo supervise. Solo tu podrás usarlo y tu misma puedes decidir el cómo. Puedes, por ejemplo, pedirme abrir un Mastreado con la temática que prefieras, o pedir entrar en cualquiera de mis Mastreados, tanto los ya abiertos como los que están por abir, sin importar que ya estén llenos o a punto de ser finalizados.
- Trafalgar: Como ya te había dicho anteriormente has recibido un objeto mágico. A continuación estará su descripción:
· Caracola mágica que reluce en la oscuridad en tonos morados y azulados. Al frotarla, como si fuese la lámpara de un genio, de esta saldrá una dulce y milenaria canción, puesta ahí por la pequeña Bellamere, la niña sirena. El único que no será afectado por la melodía serás tu mismo; los demás quedarán encandilados y prácticamente embobados por la duración de 1 turno. Cualquier orden que les des a los afectados en ese estado de atontamiento será cumplida, pero no siempre tal y como tu lo hayas deseado. Será a la elección del Master, yo, la reacción final de cada uno.
Ejemplo y condiciones:
· Si por ejemplo le ordenas a una joven afectada por la melodía que se desvista, esta podría hacerlo, pero también podría, en su lugar, desvestirte a ti, o al contrario colocarse más ropa de la que ya lleva puesta. Eso lo decidirá el Master, yo, por lo que deberás de avisarme en cada uso.
· Para averiguar el efecto de la caracola, y por pura casualidad, deberás de gastar uno de los intentos. Hasta entonces no conocerás su utilidad. Personalmente te aconsejo que esto lo hagas cuanto antes mejor, pues si no no podrás utilizarla cuando te sea necesario. Como con otros objetos esta perderá sus propiedades mágicas a los 3 usos. No olvides registrarla en el apartado siguiente: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
- Luna: Tu recompensa será algo así como un boleto que te dará vía libre a cualquiera de los Mastreados que yo supervise. Solo tu podrás usarlo y tu misma puedes decidir el cómo. Puedes, por ejemplo, pedirme abrir un Mastreado con la temática que prefieras, o pedir entrar en cualquiera de mis Mastreados, tanto los ya abiertos como los que están por abir, sin importar que ya estén llenos o a punto de ser finalizados.
Una vez más felicidades por el buen desarrollo a los dos.
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