El maldito tesoro! [Noche] (Interpr. - Ébano)

Ébano había salido de aquello que llamaban Runas de los Baldíos después de aquella extraña reunión con el pensamiento de llegar a la costa, donde tal vez, solo tal vez, hiciese un poco más de calor, aunque a su pesar, también habría Sol.... Había hecho todo el camino, atravesando el bosque a pie, y a ratos en un caballo que había encontrado, aunque lo había dejado en libertad, pues estaba muy débil.. Pasando los días oculta en lugares abandonados y alguna que otra posada, los días nublados caminaba cubierta hasta las cejas, y en las noches, se movía con gran agilidad, propia de los de su raza. Además, podía ver perfectamente de noche, mejor que a la luz del día, claro está.

Era un lugar de elfos, así que había preferido no llamar la atención, sobre todo después de ver la cantidad de gente extraña que puedes encontrar justo cuando menos lo esperas.
Había llegado a la playa. Había escuchado que la llamaban la playa de los Ancestros, de modo que supuso la chica que debía tener algún significado especial para los moradores de ese reino. Tal vez podría embarcar a algún sitio, o correr aventuras allí... Ese sitio le recordaba a su niñez, y eso le gustaba. Le daba rabia, odio hacia sí misma, pero le gustaba recordar..

Había decidido darse un baño al anochecer, y para esas alturas, ya estaba seca. Olía a sal, igual que la mar, que susurraba en su oído a través de las olas. Se había tumbado en una zona apartada de la playa, cerca de una gran roca, pero en el lado contrario de la orilla, prácticamente en el fin de la arena. Estaba observando la Luna, tan clara y hermosa, cuando escuchó unos pasos.

Su fino oído y el hecho de encontrarse allí sola varias horas ya, hizo que pudiese darse cuenta, porque el chico, parecía caminar como flotando, prácticamente no hacía sonido.
Era de complexión fuerte, cabello y ojos oscuros, y caminar arrogante. Sus ropajes eran pronunciados, exhuberantes, casi como su aspecto.. Le observó detenerse cerca de la roca en la orilla, y comenzar a cavar, hasta que, enfadado, gritó y se atusaba el pelo con rabia.
La vampiresa se acercó a el, sin la capa, pues tenía arena. No pensó en que podría hacerle daño, aunque por si acaso, llevaba sus puñales bien escondidos, a mano.
Se acercó y mientras, pensaba en que, o estaba loco por estar tan de noche en aquel lugar, manchándose las manos buscando algo, o tenía un muy buen motivo, y cualquiera de las dos ideas le divertía. Además, había ido allí a vivir aventuras..

-¿Se os ha perdido algo, caballero? -se había detenido a unos tres metros de él, con las manos juntas tras la espalda, y lo miraba diréctamente a los ojos con una suave sonrisa, y algo de picardía en la mirada.

El pirata tenía la mirada perdida en algún punto del horizonte del mar cuando de repente escuchó una voz a su izquierda.

-¿Se os ha perdido algo, caballero? -una muchacha de aspecto levemente sombrío se encontraba a pocos metros de él mirándolo directamente sonriendo.
-Tu...-murmuró.
Debido al estado de frustración en el que se encontraba, Killian de forma casi instintiva sacó su espada en un movimiento casi espasmódico y la dirigió a la chica de forma amenazadora. No la conocía de nadie pero aquella sonrisa que mostraba le provocaba y la percibió como una amenaza, tal vez alguien que también había venido a por el tesoro.
-¿DÓNDE ESTÁ? -gritó entre dientes sin importarle mostrar sus dientes. Tenía expresión de locura y su cuerpo casi temblaba de rabia.  La leve brisa marina le revolvía el pelo con suavidad mientras él se mantenía rígido manteniendo su espalda.

Su obsesión era tal en ese momento que apenas se había dado cuenta de que la chica que se encontraba frente a él tenía un cuerpo digno de observar y una mirada que le habría parecido interesante en cualquier otro momento. Estando tranquilo, ni siquiera habría amenazado con su espada a una mujer... ¿qué demonios estaba haciendo? Su expresión comenzó a cambiar poco a poco. Algo le decía que comportarse así frente aquella mujer, le habría dado más problemas que tratándola de forma más caballerosa.

-Disculpadme...-dijo suspirando levemente mientras guardaba su espada- creedme si os digo que tal no es mi actitud habitual ante damas como vos. Es solo que no esperaba encontrar a nadie más por aqui -hizo una leve pausa intentando relajarse.-Decidme...-continuó antes de rascarse la frente, algo agotado- ¿no habréis venido hasta aquí buscando un tesoro?

Ébano observó tranquila desde su posición una serie de reacciones encadadenadas de aquel hombre. Lo miraba detenidamente, y no pronunciaba palabra mientras él la miraba furioso y la amenazaba con su espada. Ella era ágil, y podía haber huído sin problemas, no obstante, decidió quedarse a observar y no hacer movimientos bruscos. Confiaba en ella pero no conocía a aquel sujeto, y no quería correr riesgos, estaba muy a gusto en esa playa.

-Tu... ¿DÓNDE ESTÁ? -la chica alzó una ceja y lo miró algo extrañada. ¿De qué estaba hablando ese tipo? Tal vez estaba loco. O loco de medicación, lo cual era aún peor...
No, por su aspecto, no lo era. Se fijó en que llevaba una pala grande cargada, y que había estado cavando con ella en la arena, por lo que sus ropas estaban algo manchadas. Eso ya lo había visto antes, aunque ahora ya definitivamente le quedó claro a la chica, que no estaba buscando algo suyo, o al menos, no por su impaciencia y su de repente renovado tono de voz.

-Disculpadme...creedme si os digo que tal no es mi actitud habitual ante damas como vos. Es solo que no esperaba encontrar a nadie más por aqui. ¿No habréis venido hasta aquí buscando un tesoro?

Ébano se movió. Caminando lentamente y mirándolo a los ojos, rodeó al sujeto que tenía de frente, y cuando se encontró a su espalda, le habló:
-¿Damas como yo? -Ébano rió suavemente- No, no busco ningún tesoro aquí, y parece ser que -hizo una breve pausa mirándolo de arriba a abajo- seguiré sin encontrarlo. Vos sí parecíais decidido a encontrar algo importante aquí...

Ladeó su cabello a un lado y se sentó sobre la arena acomodándose el corpiño, sacó la daga que llevaba escondida en el escote, y la que llevaba guardada en la media, para acariciarlas lentamente.
-Aún queda noche por delante, caballero. Decís que no esperábais a nadie en la costa, y antes de eso me ofendéis con palabras inapropiadas.. -se recostó un poco sobre la arena y lo miró con un poco de recelo e interés... Aquel tipo era apuesto, atraía a Ébano, aunque sabía que no debía dejarse llevar- ¿por qué debería confiar en vos?

Killian no perdió a la muchacha de vista en ningún momento, especialmente cuando le rodeó misteriosamente y sonrió levemente cuando ella habló a sus espaldas.
-¿Damas como yo? No, no busco ningún tesoro aquí, y parece ser que..seguiré sin encontrarlo. Vos sí parecíais decidido a encontrar algo importante aquí...

El muchacho se dió la vuelta con tranquilidad pero con cierta cautela manteniendo una sonrisa seductora, como era costumbre en él. Parecía sincera. Le gustaba esa chica. No sabía si era por su actitud, su apariencia o porque no había venido a por su tesoro.

-Si me permitíis decirlo, lo que yo buscaba no es de vuestra incumbencia en el caso de que no estéis aquí por eso -respondió el vampiro con calma siguiendo con la vista a la chica, que se sentaba en la arena con tranquilidad.

La observó sacar armas de partes sugerentes de su cuerpo y acariciarlas con suavidad. Su sonrisa se amplificó levemente. Si, le gustaba esa chica, podría ser interesante hablar con ella.

-Aún queda noche por delante, caballero. Decís que no esperabais a nadie en la costa, y antes de eso me ofendéis con palabras inapropiadas.. -sus palabras sonaban suaves, y tal vez eran impresiones del vampiro, pero parecían también sugerentes y aún más en esa postura que había adoptado sobre la arena- ¿por qué debería confiar en vos?

-Pues por vuestra actitud, cualquiera diría que una parte de vos confía acertadamente en que no os haré daño -dicho esto se sentó con tranquilidad en la arena a cierta distancia de ella. Aun tenía que tranquilizarse después de la frustración del tesoro- Creo que ya me he disculpado por mis errores y cierto, que no esperaba a nadie...pero eso no quiere decir que me disguste la compañía...-terminó casi susurrando suavemente. Alargó su mano derecha, la más cercana a ella con la intención de que ella le diera su mano y besarla suavemente, mientras decía: Killian Jones, un placer. -se presentó mirándole directamente a los ojos con cierta intensidad y un brillo de curiosidad.

-Si me permitíis decirlo, lo que yo buscaba no es de vuestra incumbencia en el caso de que no estéis aquí por eso. -Le había dicho el chico cuando ella había mencionado que no buscaba ningún tesoro.

No creía que fuese a decírselo.. Aunque siempre podía molestarlo un poco hasta que cantase. Al fin y al cabo, ella también necesitaba dinero. Vale que no comía demasiado, que lavaba su ropa y que a veces compraba, y que pasaba muchos días en lechos ajenos, pero necesitaba dinero. De modo que un brillo pareció acudir a su mirada.

Continuó escuchándolo con una sonrisa algo ladeada:
-Pues por vuestra actitud, cualquiera diría que una parte de vos confía acertadamente en que no os haré daño Creo que ya me he disculpado por mis errores y cierto, que no esperaba a nadie...pero eso no quiere decir que me disguste la compañía...

Ébano no pudo evitar reirse en suaves carcajadas cuando le escuchó hablar.
-¿Y no os habéis planteado que tal vez sois vos quien no debéis confiar? -Incidió levemente en su piel de un dedo con una de las dagas y dejó salir algunas gotas de sangre, cálidas y oscuras. Lo miraba fijamente a los ojos, mientras la brisa del la mar les acariciaba el pelo. Dejó caer un par de ellas en su boca y saboreó, pasando su lengua por sus propios labios- Decís que no me haréis daño. Ciertamente... -dijo suavizando la voz como había hecho él, más por seguirle el juego que con alguna otra intencion- dudo mucho que tengáis necesidad de ello.

Hizo una brebe pausa, en la que el hombre le tendió una mano, esperando la suya, y se presentó:
-Killian Jones, un placer.

Ébano lo miró detenidamente, e hizo una inclinación de cabeza, leve, ladeándola. Abrió los brazos aún sentada en la arena, e inclinando también sus hombros, dejando ver parte de su escote. Siempre le había divertido la reacción de sus gestos en los hombres.. Le contestó.

-Al fin y al cabo una dama "como yo", según habéis dicho antes, precisa de trato especial, ¿creéis? -dijo a la vez que le tendía una mano, manchada de su propia sangre, y mientras lo miraba a los ojos sugerentemente- Podéis llamarme Ébano.

Sus ojos la habían observado fijamente sin perderse detalle en la noche de forma casi hipnótica. Aquella actitud de ella, su voz, la visión que su altura le permitía tener del escote de su corpiño si desviaba la mirada levemente y aquella forma en la que había caído su propia sangre para descansar en sus labios...había hecho que para él se parara el tiempo como antaño ya le había pasado alguna vez. Inconscientemente entre abrió la boca hipnotizado aún más cuando ella se inclinó levemente dejando una vista aun mejor de su escote. Solo su voz le hizo volver en sí:

-Al fin y al cabo una dama "como yo", según habéis dicho antes, precisa de trato especial, ¿creéis? Podéis llamarme Ébano.

Él bajó la mirada lentamente hasta la mano de ella (para poder volver a observar su escote) que se encontraba sobre la suya. La cogió con delicadeza mientras contestaba:
-Ébano...-susurró- Por supuesto mi lady...-acercó sus labios a la mano de ella lentamente y la besó con dulzura. Cuando levantó la cabeza para mirarla tenía su labio inferior manchado levemente del color oscuro de la sangre de ella, pasó su lengua con deleite manteniendo la mirada fija en ella- las criaturas femeninas de la noche siempre reciben un trato especial por mi parte...-susurró levemente asegurándose de que ella pudiera escucharlo.

Ébano había estado observando cada movimiento de Jones. Y había visto cómo la miraba, cómo no dejaba de mirarla. Había conseguido llamar su atención, fascinarle, y ese había sido su principal intención, o al menos, lo había sido antes. Al toparse sola con un hombre armado en medio de la playa desierta.. Había pensado que mejor era tenerlo de su lado que en contra. Aunque ahora.. Le interesaba más bien por otros motivos.

Era guapo, muy guapo, aunque más que eso.. Era de un atractivo algo así como.. arrebatador.
Le apetecía pasar el resto de la noche con él, y aún quedaban unas cuantas horas de oscuridad por delante.

Claro que, no es que a ella le resultase indiferente. Le atraía, hacía tiempo que no daba con un hombre que le resultase tan atractivo, el ambiente que creaba era embriagador, y más allá de eso... Su olor. La mar formaba parte de él, y eso le recordaba a Ébano a su infancia, cuando era feliz.. cuando era niña, cuando su familia aún pensaba en ella como algo bueno. Ese olor la ponía nerviosa, le daba rabia, pero a la vez la calmaba, se sentía cómoda. Y eso era malo, no quería confiarse demasiado.

Pero sus ojos eran tan profundos.. Pensaba mientras lo miraba directamente a ellos. Había observado cada movimiento, y sus palabras la sacaron de su ensimismamiento:

-Ébano...Por supuesto mi lady...las criaturas femeninas de la noche siempre reciben un trato especial por mi parte...

Había besado la mano de la chica y se había manchado de sangre; la había lamido. Con lo que significaba que era como ella. Eso la desconcertó un poco, aunque intentó no mostrar gesto alguno, fue consciente de que una sensación de excitación y sorpresa acudió a manifestarse a su rostro. Su pecho subía y bajaba un poco más rápido, aunque no demasiado, y sonrió levemente a aquel tipo. No solía tratar con los suyos, y menos sentirse atraída.. En el fondo, no le gustaban, aunque había aprendido a apreciar lo que significaba vida longeva, juventud eterna, belleza, agilidad, oído, visión nocturna.... Era una compensación muy pobre comparada con ver la luz del día...

De cualquier modo, aunque todo aquello lo pensó fugazmente, no dejó que esos pesamientos la embaucaran, no ahora. Estaba en una playa, sola con aquel hombre, tranquilamente en la arena.
Y él no apartaba la mirada de su escote.

En el mismo tono, le dijo:
-Me alegra saber que sabréis apreciarme, no todo el mundo es capaz de medir el valor de una situación como esta, caballero. Aunque... ¿Me equivoco al pensar que poco tenéis de esto último? -lo miró de arriba a abajo, observando su ropa, deteniéndose, y lo miró con un poco de altanería.

Ébano tomó aire decidida a moverse. Tomó la mano del chico y la pasó por el borde de seda roja de su corpiño, sin rozar la piel de la chica.
-Antes me habéis preguntado si buscaba un tesoro, supongo que porque vos lo buscáis.. -le miró sugerentemente, intentando hacerse valer como lo que más. Se inclinó hasta su rostro ladeándolo, se situó en su cuello y rozando con los labios levemente su oreja, le susurró- ¿Os apetece pasear por la orilla?

Se levantó con una sonrisa pequeña que desbordaba de picardía y diversión. Se limpió la arena de las faldas y recogió su capa y guantes, cogíendolos, pasó caminando sinuosamente junto a Jones. Inclinó la cabeza aún sonriéndolo, a modo de saludo.. o invitación.

-Me alegra saber que sabréis apreciarme, no todo el mundo es capaz de medir el valor de una situación como esta, caballero. Aunque... ¿Me equivoco al pensar que poco tenéis de esto último? -lo miró de arriba a abajo, observando su ropa, deteniéndose, y lo miró con un poco de altanería.

-Aunque sea un lobo de mar, mi lady, soy un caballero con las mujeres...al menos con casi todas.. -sonrió de medio lado recordando aquellas mujeres (generalmente humanas) con las que había pasado una noche de pasión sólo para poder alimentarse durante toda la noche- Mas no debeis preocuparos, estoy seguro de que sabré aprovechar esta situación como es debido -le sonrisa que le dedicó en aquel momento fue la más pícara de todas hasta el momento.

Más durante los segundos siguientes perdió toda su apariencia de seguridad y altanería, solo observaba hipnóticamente el escote de la chica dejándose llevar como un muñeco. Observaba sobre todo la zona donde la piel de sus dos pechos se tocaban entre si...se veían tan ternos y blandos...

-Antes me habéis preguntado si buscaba un tesoro, supongo que porque vos lo buscáis...

Entonces una serie de pensamientos en cadena inundaron su mente. Había llegado hasta aquel lugar buscando un tesoro, un tesoro importante. Un tesoro que le había hecho viajar incómodamente varios días para finalmente ¡no encontrar nada! Se había sentido frustrado y muy furioso. Pero entonces había aparecido ella, y sus pensamientos negativos desaparecieron casi por completo. No había olvidado aquel preciado objeto que había venido a buscar, pero ya no tenía prisa.  El aliento de ella rozando su piel le hizo volver a la realidad una vez más:
- ¿Os apetece pasear por la orilla? -sus palabras provocaron un escalofrió por todo el cuerpo del vampiro.
Si ella no le hubiera invitado a una acción que debía realizarse de pie, Killian ya se habría abalanzado sobre ella en la arena y..¿qué demonios? Tensó los músculos de su cuerpo dispuesto a agarrarla del brazo y tumbarla cuando, justo unos segundos antes, ella se levantó. Suspiró imperceptiblemente frustrado por el momento y la miró como si de un perro con hambre se tratara y la siguió con la mirada mientras le rodeaba sugerente. Con una sonrisa de medio lado, él se levantó también, se sacudió y la miró divertido, tomándose la situación como un juego para no frustrarse demasiado por lo que acababa de pasar. Aprovechó la situación para mirar de arriba a bajo descaradamente para terminar mirándola a los ojos y sonriendole picaramente de medio lado.
-Despues de vos -dijo haciendo un ligero ademán con la mano para que ella comenzara a caminar primero

-Aunque sea un lobo de mar, mi lady, soy un caballero con las mujeres...al menos con casi todas..Mas no debeis preocuparos, estoy seguro de que sabré aprovechar esta situación como es debido.

"Aprovechar la situación... A saber cuántas habrá aprovechado, y qué es para él aprovechar" Había pensado Ébano. Estaba claro que tratándose de un vampiro, tal vez únicamente frecuentaba mujeres para alimentarse, aunque desechó la idea de que esa fuese su única concepción de "aprovecharse", sobre todo cuando vio de nuevo cómo la miraba, y como se detenía descaradamente en sus pechos, atrapados en el corpiño, muy juntos.

Le veía nervioso, como ensimismado en unos pensamientos que le alteraban. En cierto modo, Ébano no hacía bien confiando en él, pues no sabía nada sobre su persona… Y sabía que había estado allí buscando un tesoro, que probablemente, no era suyo. Debía andarse con ojo.

Además, le gustaba, y no quería perder la oportunidad de pasar con él más… Tiempo. Por otra parte, llevaba algunos días guareciéndose en el bosque y en alguna que otra cabaña vieja deshabitada, y le apetecía mucho bañarse, dormir bajo un techo en condiciones… Pensó seriamente durante un momento, que debería buscar una casa. Pero para eso, necesitaba un trabajo. Y Jones parecía justo el tipo de persona con la que a ella le gustaría trabajar…

Con una sonrisa, observó cómo el chico la miraba de arriba a abajo, de nuevo descaradamente, sin perder un solo detalle de ella, y cómo le sonreía a su vez de manera lasciva, ¿pícara, tal vez?
Sin embargo, no pudo evitar reparar en un gesto de rabia contenida, de frustración, que había aflorado en su rostro. ¿Qué ocurría? ¿Acaso algún gesto de la joven le había resultado extraño? ¿Desconcertante..? Mejor.. Le gustaba mucho jugar con los hombres, y a menudo salía ganando.

Se levantó y se sacudió las ropas y le dijo a la chica:
-Después de vos.

De modo que ella primero.. No le gustaba del todo, se sentía algo desprotegida.
Comenzó a caminar, despacio, moviéndose sugerentemente un par de pasos por delante del chico. Se ladeó el cabello sobre un hombro y lo miró por encima del otro.

-Os preguntaré una vez más, Jones, tal vez la suerte corra de mi lado, porque últimamente.. Parece ser que no es así, -añadió casi sin darse cuenta, pensando de nuevo en que no le apetecía dormir ese día a la intemperie- ¿qué es ese tesoro tan precioso que ansiáis? No parecéis ahora tan ansioso como hace unos minutos…

Le tendió su capa, esperando a que la cogiese, a que la sujetase mientras ella colocaba de nuevo sus armas.

-Aunque ciertamente… Os seré sincera. –Aspiró aire marítimo y lo miró. Sangre y mar… La combinación que podía hacerla caer de rodillas suplicando- Llevo varios días descansando en el bosque, y en alguna que otra cabaña abandonada.

Se levantó de pronto las faldas y comenzó a encajar una de las dagas en el liguero y liga que sujetaban sus medias con su corpiño.

-Y vos, vais a darme un techo y.. tal vez… algo más, cuando llegue el alba.

Se acercó a su oído y rozó con la boca su oreja, paseando sus labios hasta el borde de su boca, donde besó levemente. Todo ello, mientras volvía a guardar la otra daga en un forro interno del corpiño, junto a su pecho, que casualmente había estado rozando con el abrigo del sujeto que tan nerviosa la ponía.

-Los dos lo sabemos.
Se separó y lo miró a los ojos, sonriendo levemente.
-Y puede que hasta hablemos de negocios… ¿Qué os parece?

Killian espero a que ella comenzara a caminar para seguirla observando sus movmientos con atención.
-Os preguntaré una vez más, Jones, tal vez la suerte corra de mi lado, porque últimamente.. Parece ser que no es así, ¿qué es ese tesoro tan precioso que ansiáis? No parecéis ahora tan ansioso como hace unos minutos…
Él sonrió levemente, no le sorprendió que se diera cuenta, tampoco lo había disimulado ni le importaba.
-Digamos que ahora centro mi atención en...otras cosas -sonrió. Ella le entregó su capa para poder colocarse el resto de sus cosas. El pirata estaba dispuesto a seguir hablando, pero ella se adelantó, cais como si hablara para sí misma
-Aunque ciertamente… Os seré sincera, llevo varios días descansando en el bosque, y en alguna que otra cabaña abandonada- continuó hablando mientras se levantó parte de sus faldas dejando ver su ligero y encajando una de sus dagas en él. Killian tragó saliva, le encantaban las mujeres que guardaban armas en lugares "escondidos" de su cuerpo- -Y vos, vais a darme un techo y.. tal vez… algo más, cuando llegue el alba.
Killian sonrió divertido.
-¿Cómo estais tan segura de ello?
Su respueta no tardó en llegar, pues ella se acercó a su oido lentamente y rozó su blanca piel con sus suaves labios hasta llegar cerca de su boca. Sentía el calor de su cuerpo más cerca que nunca y la tentación de provocar un roze más intenso con uno de los pechos de ella, que se encontraba muy cercano a su brazo, aumentaba notablemente.
-Los dos lo sabemos -dijo ella despues de besar suavemente muy cerca de su boca. Se alejó y le miró a los ojos-Y puede que hasta hablemos de negocios… ¿Qué os parece?

Estaba claro que Ébano estaba jugando con él. En cualquier otra situación le hubiera parado los pies, apartado de él y hubiera seguido su camino. Pero esa mujer le gustaba, no sabía exactamente porque pero sus juegos le divertían y hacían que quisiera seguirle el juego y tal vez algo más...
Tras unos segundos observándola fijamente a los ojos la agarró de la muñeca derecha y la acercó a él con un movimiento brusco acercándo su rostro al suyo, deteniéndose a casi unos milímetros observándola fijamente a los ojos.
-No suelo confiar en desconocidos. Mas os diré lo que quereis oir: no estoy del todo seguro del valor real del tesoro que buscaba, pero fuera como fuese me hubiera venido bien para mi...negocio -había dicho todo aquello casi susurrando con un tono profundo y suave- y siempre que querais dormir caliente, sereis bienvenida a mi mansión -continuó haciendo énfasis en la palabra "caliente". Sonrió de medio lado, seguro de sí mismo y se separó un poco de ella soltando su muñeca.

Después de su insinuación de negociar, él se la había quedado mirando, fijamente, un rato. Y sin previo aviso, la había agarrado con fuerza por la muñeca y la había pegado a él.

Podía sentir su torso contra el pecho de ella. Se le agitó la respiración, y alzó el mentón, de lado, procurando que no se notase su creciente alteración. ¿Estaba loca? No podía dejarse engatusar por él.. Aunque.. claro.. Era tan guapo y... De seguro tendría alimento.. Por no mencionar que él también la deseaba, y eso, podía leerse en sus ojos.

-No suelo confiar en desconocidos. Mas os diré lo que quereis oir: no estoy del todo seguro del valor real del tesoro que buscaba, pero fuera como fuese me hubiera venido bien para mi...negocio. -le estaba hablando demasiado cerca, y su cuello se encontraba peligrosamente cerca del rostro de Ébano- Y siempre que querais dormir caliente, sereis bienvenida a mi mansión.

Había puesto especial énfasis en aquella palabra. Caliente, en un lecho, era algo que pocos podían conseguir provocar en Ébano.. más bien, solía ser al revés, aunque se moría de ganas por intentarlo... Sin embargo, no quería parecer una chica fácil.
Acto seguido, él le soltó la muñeca, y ella pasó el brazo por detrás de sus hombros, por su cuello, formando un abrazo. Inclinó la cabeza hacia sus labios mirándolo a los ojos, y dirigió sus colmillos a su cuello, donde incidió levemente.. haciendo brotar leves gotas de sangre que lamió con lentitud, recreándose en ellas..

Un leve suspiro escapó de sus labios, y dejó un rastro de besos por su cuello, de nuevo hasta su boca, aunque.. No llegó a besarle.
Con media sonrisa que pretendía esconder, se separó bruscamente de él y se quedó a pocos centímetros, aún podían rozarse sus cuerpos si alguno de los dos se movía, aunque la chica más bien buscaba.. frustrarle, enfadarle un poco. Por la manera en que la había agarrado, estaba acostumbrado a tener siempre lo que quería, a hacerse con lo que considera suyo, pero no sería esta vez así con ella..

Ébano paseó una mano por el brazo del chico, llevando los dedos suavemente por el cuello herido, pasando por su boca, luego al propio corpiño, desanudandolo un poco.

-Sin duda... Tomaré en cuenta esa oferta, señor Jones.. Es tentadora, a la par que vivaz. -dijo con brillo en la mirada, con creciente interés por él y sus maneras, tentativas.- Sin embargo, otros asuntos me reclaman esta noche. Debo partir si quiero llegar a tiempo a mi destino. -se acercó a su oreja, besó su cuello y recorrió su espalda con la mano- Preguntad por Ébano en las posadas... Si los dioses lo han escrito, nos veremos pues, entonces. El destino nos unirá, amor. A más ver... -y se alejó de él, de la playa, con una pequeña sonrisa esperanzada en los labios.