[ENIGMA] La visión.

Sydara observó la bola y dio una respuesta, pero el brujo negó con la cabeza.

- Lo siento amigo, pero no creo que sea eso... - suspiró. - Te dejaré volver a probar otra vez, pero solo una última, no quiero que me hagas perder el tiempo.

Hizo un ademán con la mano indicando que podía volver a observar la bola.

El brujo ya comenzaba a mostrarse un poco molesto, pues no era posible que dos elfos atravesasen las fronteras y entrasen en su cabaña a intentar adivinar lo de su bola, pero eso hacía que se tomase incluso con más satisfacción a veces su trabajo, además que la incompetencia de los dos elfos le había alegrado la mañana pues no consideraba que los brujos de Beltrexus tuvieran unas ideas tan disparatadas como las de los dos muchachos que había encontrado ya, seguramente el último que había llegado era el que más imaginación tenía y eso no se lo quitaba nadie así que no pudo evitar preguntar rudamente:

- ¿Y si te muestra un albaricoque, una hormiga y un yunque? - El hombre se echó a reír y mientras se secaba las lágrimas con la mano diestra continuó. - Aunque la imaginación no te la quito chico, no te la quito. - Continuó riendo hasta después de un buen rato y luego volvió a hablar. - Vale, vale, ya... vale, te diré dos cosas muchacho, primero que todo es que como me ha hecho gracia, te dejo volver a mirar, aunque verás lo mismo, lo segundo es que quizá deberías buscar trabajo en el Estrella Azul, seguro que a la señorita Sokotora le encantaría tenerte de adivino. - Volvió a reír apoyándose en la mesa de la bola, doblándose de la risa.

El brujo sonrió de oreja a oreja por su comentario. Realmente le había hecho gracia, incluso le había dado una de sus monedas de oro para que se comprase unos pantalones. Aquello realmente le hizo pensar en los dos elfos que habían pasado por allí, ellos ni siquiera le habían dado las gracias por dejarles mirar en su bola, qué mala educación la de esa raza de salvajes de los árboles, sin embargo esa muchacha sin culpa alguna y pagando. Le devolvió la moneda.

- No se preocupe señorita, mis pantalones están bien, no necesito nuevos y de momento voy bien servido de dinero. - Sonrió ante la verdad. - Pero si quiere, por su amabilidad, la dejaré mirar de nuevo a ver si esta vez se le ocurre alguna otra cosa distinta, puede que esté cerca, pero eso no creo que sea.

El hombre llevaba una túnica y debajo unos pantalones de tela, no era buena pero tampoco era mala. Eran de color verde y se los enseñó. Estaban perfectos, incluso parecían nuevos.

Respuesta para Sakun.

El hombe no acabó de entender lo que quiso decir pero después de asimilarlo lo comprendió. ¿Para qué iba a querer él unos pantalones nuevos? - No, no, muchacho. No necesito otros pantalones, pero vas acercándote, ya queda menos.

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Respuesta para Aethe.

El mago se puso algo nervioso cuando le preguntó eso y se rascó la cabeza sin saber que contestar. Dio un paso hacia atrás, seguía bastante nervioso.

- E-esto... - Esbozó el intento de una sonrisa. - porque soy un brujo y puedo hacerlo... - El hombre no sabía bien bien qué contestar, Aethe pudo notar que algo no iba bien. Quizá debía seguir presionando por ese lado.

El hombre pareció tranquilizarse un poco, se había asustado por nada, pero aún se mantenía a la defensiva. Esa mujer era peligrosa, se notaba que era una bruja y sabía más de magia que los otros que se habían pasado por su tienda. ¿Qué pretendía? ¿que le revelase sus secretos? ¿Cómo iba él a ganarse la vida entonces? Lo mejor sería distraerla de alguna forma y conseguir que se marchase, estaba haciendo demasiadas preguntas.

- El origen del enigma, señorita, es el futuro, de eso no le quepa duda. - Se sintió satisfecho con esta respuesta. - La magia de la videncia es un arte muy complicado y difícil de controlar, sino puede preguntarle a la señorita Sokotora... sí, vaya a preguntarle si quiere saber más sobre este arte, yo sé usarlo pero no explicarlo, es como demasiado extraño... ella, ella sí sabe, vaya a la Estrella Azul. - Con un poco de suerte eso funcionaría.

El brujo curioso esta vez por lo que hacía la mujer se acercó por detrás para ver qué pasaba, estaba rezando a los dioses humanos. Aquello no le era para nada familiar pero dicidió mirar él también en la bola para ver si pasaba algo. Realmente adivinos solo conocía a Sokotora, ¿ella era familiar suyo o algo? Poco probable. Cuando miró a la bola vio lo mismo de siempre, Aethe tampoco vio ni notó nada raro.

- Vaya, esperaba ver algo asombroso, y no ha pasado nada. - Dijo un poco decepcionado y aliviado a la vez.

El brujo vio como Sydara volvía aquella noche. ¿Aún no se había cansado? Qué elfo más persistente. Pero prefería que fuese un elfo a un brujo después de todo, tenía sus motivos para ello por supuesto. El hombre miró la bola de cristal y el vidente esperó su respuesta, la cual lo sorprendió bastante y en cierto modo le hizo gracia. Fue una bonita y larga parrafada la que le soltó sobre la adivinación y el futuro, pero lo que más le gustó y gracia le hizo fue la última parte, la del robo, a lo que no pudo evitar reírse un poco.

- Ciertamente hay mala gente en esta ciudad, muchos desprecian a los elfos, oremos para que no te acabe sucediendo algo así. - El hombre reía entre dientes. - Ahora bien, sobre lo de adivinar el futuro, si bien es cierto que los aficionados como yo podemos hacer predicciones que pueden ser cambiadas, realmente hay brujos tan poderosos que ven lo que ocurrirá realmente, por ejemplo nuestra señora Sokotora realiza adivinaciones certeras, siempre se cumplen, a pesar de que intentes cambiar tu destino, o eso es lo que he escuchado... igualmente, creo que te estás acercando, puede ser que quieran robar a alguien... ¿a mí? ¿a ti? No tengo ni idea. O puede que signifique otra cosa, de todos modos iré a mirar a ver si no me han quitado nada.

El brujo se marchó un momento a una esquina de su cabaña donde había unas cuantas bolsas y las abrió todas para comprobar que sus pertenencias seguían dentro, Sydara pudo contar cuatro bolsas. - Sí, está todo aquí. - sentenció aliviado.

Cuando Eona se disponía a mirar dentro de la bola de cristal el viejo brujo se acercó por la espalda como a todos los demás, y mientras estaba distraída con la bola intentó agujerear la bolsa de su dinero para cogerlo todo pero en el momento que lo iba a hacer la muchacha se giró. El hombre se llevó un buen susto que saltó hacia detrás con el corazón a punto de salírsele del pecho. No sabía qué responder a lo que le había preguntado, había sido todo demasiado rápido.

- Eh... esto... es que a veces se me va la cabeza. - Sin embargo lo que vino después acabó por rematarlo. La muchacha había acertado de pleno, se había aprovechado ya de muchas víctimas que habían pasado por allí, ella iba a ser la quinta ya cuando lo descubrió, pero tenía que hacer algo. - ¿Yoooo? ¿Robaaaar? No, mujer no, por favor... - El hombre, aún muy nervioso, se fue a uno de los rincones de la cabaña donde había algunas bolsas, las cogió y se las llevó a Eona. - Mira, para que veas una prueba de mi buena fe, te voy a pagar porque examines la bolsa de cristal, sí, será lo mejor. - "Lo mejor si no quiero que me arresten".

Eona había acertado los planes del brujo, pero éste continuó tiempo después con sus artimañanas. Sin embargo ese día Eona lo descubrió y por ello se llevó un buen pellizco, que fue exactamente lo que les había robado a los otros cuatro que habían pasado por allí más algo de dinero propio. Al brujo no le había salido rentable el negocio esta vez.

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Felicidades, has resuelto el enigma, sí, el brujo intentaba robarte mientras estabas distraído mirando la bola de cristal, de eso mismo te avisaba ésta. Pantalón, pobreza. Bolsa vacía, la tuya, moneda, la que te quitaba.
Tu premio.

- 500 aeros.
- 8 puntos de experiencia.