Un prisionero rebelde-[Quest]

Por un momento llegó a pensar que por fin cedería, que sus palabras y su cambio de actitud para con él surgirían efecto.  Por la expresión de su rostro era evidente que habia estado a punto de soltar parte de la información que necesitaban…

Al parecer Ébano prefirió no añadir nada a lo que, Melwyn, ya habia dicho al elfo. Quizás si la vampira hubiera aportado algo, aunque solo fuese una frase, el elfo hubiese terminado de pronunciar aquello que parecía que habia estado a punto de contar.  Y Llegado el turno de Alexandra… tampoco hablo ¿Enserio? ¿Es que ellas no sabían actuar si no habia sangre de por medio? “Menudo par de inútiles estáis hechas” Pensó alternando su mirada de Ébano a Alexandra y de esta a Sebastian… Si, este ultimo también era un inútil porque allí en medio lo único que estaba haciendo era hacer bulto y estorbar.

-A la del caballo blanco, y la vampiresa adulta… solo procuren mantener a salvo a sus familias y no dejéis que os envenenen la mente… Poco me importa la niña y su esclavo inútil- Bueno, habia algo en lo que coincidía con el elfo… ambos pensaban que Sebastian era un inútil. Pero ¿Por qué era Alexandra a la única a la que le guardaba rencor? Quizás después de todo, sus orejas si que eran su orgullo, su honor, su identidad…

- No entiendo porque estando en la situación en la que te encuentras… te preocupas por nuestras familias – dijo dando un par de pasos hacia él, con el mismo tono de voz que habia empleado antes - No solo he sido cruel contigo al llegar, también pertenezco a la raza enemiga… ¿Por qué tu trato hacia mi es distinto al de la niña consentida? - Ladeó el rostro mientras estudiaba sus gestos… agotado y herido ¿Cuánto iba a aguantar en aquella situación? –¿Hago mal en suponer que si te encuentras aquí, capturado por brujos, es porque hay o habrá un nuevo conflicto entre nuestras razas?- No tenia ni idea de si el prisionero habia escuchado sus palabras pues, después de hablar, se habia puesto a cantar pero entonces, tras la puerta, los guardas parecieron empezar a despertar.

-De esto se enterarán, y la pequeña aprenderá a respetar a sus mayores... No mires hacia la puerta- Uno de los guardas se alejó y el otro al parecer se mantuvo cerca. Melwyn miró a Alexandra – ¡Perfecto! – Exclamó con ironia – En vez de dormirles podrias haberles ordenado que abrieran la maldita puerta ¿No te parece?

Y tras aquello, solo les quedaba esperar lo peor… misión fallida y por culpa de una mocosa consentida a saber lo que les esperaba.

La situación se tensaba.

Melwyn había transmitido al elfo el intento de las mujeres de pactar, aunque ninguna de las dos vampiresas había vuelto a intervenir.

Aun así, y por contrario a lo que esperaban, el elfo estuvo a punto de cantar. A punto de decir algo crucial, algo útil.

-No me dejarán salir con vida de acá… Mi…
Ébano dio un respingo ante esa palabra  y se acercó al elfo, mirándolo con atención, escrutándolo. ¿"Mi" que? Pensó la chica..

-¿Tu...? ¿Tu qué? ¿Tu amo, tu jefe..? ¿Tu socio? ¿Qué es lo que está ocurriendo?

Tras dirigirse a él, el elfo les habló.
-A la del caballo blanco, y la vampiresa adulta… solo procuren mantener a salvo a sus familias y no dejéis que os envenenen la mente… Poco me importa la niña y su esclavo inútilpero ustedes.. Sé que pueden salvar a sus familias….

Les advertía a ellas. ¿Por qué? ¿Qué era lo que se avecinaba? Algo gordo, sin duda. Y no sabían nada de ninguno de los bandos, o facciones, pero estaba claro que habría un inminente enfrentamiento, y parecía ser, que podría afectarles a todos..
Le importaba la familia. Y los suyos. Y Ébano pensó que ese era el único camino por el que podría avanzar hacia una posible luz al final del tunel.

Antes de darse cuenta, Melwyn materializó los pensamientos de Ébano, preguntándole por un enfrentamiento, por su preocupación por las familias de ellas cuando los elfos claramente estaban enemistados con los brujos y los vampiros eran muy odiados por todo Aerandir. Y por el diferente trato que nos brindaba. ¿Por qué parecía odiar más a Alexandra..?

Si embargo, el elfo había empezado a cantar como queriéndose refugiar en su canción, Ébano comenzaba a impacientarse; miró a Alexandra y a su "propiedad", tratando frenéticamente de pensar algo, con el corazón acelerado. Podía palpar la tensión en el ambiente, algo, se avecinaba.

Los guardias comenzaron a despertar.
Estupendo.

-De esto se enterarán, y la pequeña aprenderá a respetar a sus mayores... No mires hacia la puerta-

-Oh, joder, venga ya. ¿Ahora? -soltó un sonoro suspiro y miró acusadoramente a Alexandra a la vez que Melwyn ponía la frase que expresaban los ojos de Ébano.

– En vez de dormirles podrias haberles ordenado que abrieran la maldita puerta ¿No te parece?

Se mordió el labio y miró alternativamente al guardia en la puerta, a Alexandra, y a Melwyn. Vio cómo se alejaba el otro guardián de la reja, probablemente, a llamar a alguien. Alguien que los echaría de allí o.. peor. Y ahora, no quería irse de allí sin información, no después de saber que su familia podría sufrir. Vale que les abandonase, vale que no supiese demasiado de ellos, vale que pensasen que estaba muerta. Pero les quería, les quería y no quería que nadie sufriese, y menos si estaba en su mano impediro o ponerlos a salvo. Tenían que llevarse al elfo consigo, o hacer un trato con los que le tenían cautivo, cosa que veía más complicada que lo primero.

Se acercó velozmente al elfo, cogió el taburete y lo puso bajo sus pies, ayudándole a subirse encima. Le miró con intensidad y circunstancia en el rostro y se acercó al suyo cuanto pudo para hablarle casi entre susurros, asegurándose de que al menos sus compañeras pudieran escucharla.

-Mira. No tenemos mucho tiempo. Puedes salir de aquí. Si algo importante va a ocurrir, si te importan los tuyos, si no quieres que nadie más sufra.. Tenemos que cooperar. El chico de la niña bonita, es fuerte, somos cuatro. Si nos dices lo que necesitamos.. Podemos sacarte de aquí. Puedes darle la información a tus captores y luego podemos sacarte de aquí para que adviertas a los tuyos. O podemos salir todos por patas y echarnos encima a medio cuartel e intentar impedir el sufrimiento que acaecerá. En cualquiera de los casos.. -miró a sus compañeras, inquisitiva, esperando sus opiniones o.. acciones. No había tiempo- no es que tengas demasiadas opciones. Se nos agota el tiempo. Sean cuales sean nuestras razas, todos merecemos la oportunidad de elegir. Y enmendar.. -la nostalgia anegó los ojos de la chica, aunque se repuso antes de que nadie pudiese darse cuenta y miró con seriedad al elfo.
Esperando el giro en la situación..

Sus orejas no le daban orgullo de ser elfo, pero la falsa intensión de destruir su orgullo a través de esa mutilación, era lo que rechazaba.
-¿Tu...? ¿Tu qué? ¿Tu amo, tu jefe..? ¿Tu socio? ¿Qué es lo que está ocurriendo?-dijo Ébano con cierta desesperación en lo que le pareció al elfo.
- No entiendo porque estando en la situación en la que te encuentras… te preocupas por nuestras familias. No solo he sido cruel contigo al llegar, también pertenezco a la raza enemiga… ¿Por qué tu trato hacia mi es distinto al de la niña consentida?. ¿Hago mal en suponer que si te encuentras aquí, capturado por brujos, es porque hay o habrá un nuevo conflicto entre nuestras razas?-el elfo había silenciado cuando ella empezó a hablar.

Los guardias despertaron y reclamaron tal actitud a la niña vampiresa. La vampira adulta se acercó y habló de nuevo.
-Mira. No tenemos mucho tiempo. Puedes salir de aquí. Si algo importante va a ocurrir, si te importan los tuyos, si no quieres que nadie más sufra.. Tenemos que cooperar. El chico de la niña bonita, es fuerte, somos cuatro. Si nos dices lo que necesitamos.. Podemos sacarte de aquí. Puedes darle la información a tus captores y luego podemos sacarte de aquí para que adviertas a los tuyos. O podemos salir todos por patas y echarnos encima a medio cuartel e intentar impedir el sufrimiento que acaecerá. En cualquiera de los casos.. no es que tengas demasiadas opciones. Se nos agota el tiempo. Sean cuales sean nuestras razas, todos merecemos la oportunidad de elegir. Y enmendar.. –soltó una leve risa cuando habló de arrasar con el cuartel.

Con las palabras de Melwyn y Ébano, a quienes miró a los ojos cuando hablaron, meditó en silencio, bajando la cabeza de nuevo. A la niña la ignoró al principio pero notó que Sebastian iba detrás suyo y alzó la vista a ella, desafiante, pensando en querer darle otra escupida o calculando la fuerza y distancia para llegarle… Sin embargo, los pasos de Melwyn y Ébano le quitó de la cabeza, momentáneamente, esa idea y respondió despacio, con la voz media apagada por su debilidad.

-Porque cantas… y fuiste la primera en detener la atrocidades de torturas… -respondió aunque quizá ese no era el motivo exacto. Volvió a quedar en silencio, un silencio que pareció angustiarlo con las respuestas que quería dar, pero observó los ojos de ellas para ver algún rastro de sinceridad. No miró a Alexandra, y evitaba mirarla para no darle una escupida sabiendo que eso le molestaba a Sebastian y estaba detrás-No me importa morir… lo he dicho, pero sí… habrá…-tragó saliva mirando al suelo-algo que no se puede cambiar. Morirán si no les dan alguna información a ellos. Podéis mentir y dar nombres falsos, porque la información que quieren oír es lo que ellos ya saben, pero quieren saber qué le he ordenado enviar al mensajero. Pero no puedo entregar la vida de él. Él informará de los planes que tienen en esta isla, y buscarán buenos aliados…-la voz empezó a quebrácele cuando volvió a decir-Salven a sus hermanos, hijos… llévenlos a un lugar seguro…-tensó el rostro cerrando los ojos con fuerza.

Sebastián no podría transformarse aunque quisiera, y las cadenas era irrompibles, solo conseguiría dañar al elfo si tratara de desencadenarlo. El lugar estaba protegido con magia y para evitar las transformaciones. La puerta también, era irrompible, protegida con una poderosa magia.

- ¿Y dónde habría estado la gracia en ello? En absoluto me importa esa gente o el dinero que prometiesen. Solo estoy aquí por curiosidad. – “Maldita niñata consentida” pensó mientras la escuchaba… ¿Estaba allí por capricho?Negó con la cabeza, puso los ojos en blanco y miró hacia Ébano, que era quien estaba hablando con el elfo en aquel instante.

Su mirada se alternaba del elfo a Ébano, pero sus sentidos estaban en Alexandra y Sebastian. Uno decía que no era seguro quedarse mas, la otra que esperarían mas… ¿Cómo demonios pensaban salir? ¿Trepando por la chimenea?¿Picando a la puerta y pidiéndoselo al guarda? No, el guarda no caería una segunda vez en la trampa.

La niñita se “dignó” a hablar con el resto mientras el descelebrado se colocaba detrás del elfo. ¿Por qué y para qué se ponía allí?¿Que demonios pensaban hacer aquellos dos? Frunció el ceño y miró a Alexandra  - Como dije, salir, no sería ningún problema. - ¿A no?¿Como crees que vas a salir? Te recuerdo que estas en tierra de brujos…-Dejó la frase a medio terminar, el elfo volvió a hablar y le interesaba mas él y sus palabras que las de aquella caprichosa.

-Porque cantas… y fuiste la primera en detener la atrocidades de torturas… - Desvió su mirada hacia el dedo al del elfo, aquel que habia dejado sin yema – Tambien cometí una atrocidad, no creo que ese sea el motivo – Murmuró en respuesta, mas para ella misma que para el elfo.

Frunció el ceño y dejó ir un suspiro – Si lo que va a ocurrir es algo que no se puede cambiar…- Terminó de acercarse a el y, mientras acortaba la poca distancia que le separaba del elfo, lanzó una mirada a Sebastian… Esperaba que se estuviese quieto - ¿Para que mentir y dar nombres falsos si según tu ellos ya lo saben todo? ¿No? – Le miró fijamente durante unos segundos – Si les miento lo sabrán y entonces, quizás, me vea en una situación similar a la tuya.  Si ellos ya lo saben todo no veo porque no debas  darnos la información, al fin y al cabo, tu mensajero ya irá camino a su destino- El elfo volvió a decirles que debían proteger a los suyos y una vez mas estuvo apunto de decirle que ella no tenia en su vida esa debilidad. Y en vez de hablar apretó la mandibula y se hizo a un lado.

Escuchó todo con atención, nerviosa por el momento. No estaba segura de poder salir de ahí....

Melwyn preguntó al elfo lo mismo que pasaba por la mente de Ébano, que se atusó el cabello hacia atrás, exasperándose.

– Si lo que va a ocurrir es algo que no se puede cambiar…¿Para que mentir y dar nombres falsos si según tu ellos ya lo saben todo? ¿No? Si les miento lo sabrán y entonces, quizás, me vea en una situación similar a la tuya. Si ellos ya lo saben todo no veo porque no debas darnos la información, al fin y al cabo, tu mensajero ya irá camino a su destino

Se adelantó hacia el muchacho elfo y le habló con sinceridad y seriedad:
-La bruja tiene razón. Si ellos ya tienen información o parte de ella, si ya se avecinan problemas, ¿para qué mentir con información falsa o resistirse? Eso solo alargará tu dolor. Puedas salir o no, ahora mismo, hablar es lo más adecuado... No nos queda tiempo. -se mordió el labio inferior y lo miró con preocupación- ¿Cómo crees que podremos advertir a los nuestros? Dices que les salvemos, pero ¿sabes? No podemos salir de aquí a no ser que nos des la información que necesitamos. Y como dice ella, tu mensajero ya está de camino, con suerte habrá llegado a su destino. Dinos lo que necesitamos. Es esencial para intentar arreglar todo esto. Para salir..

Esperaba que las palabras que mencionaban protección a los nuestros hicieran mella.. parecía ser algo, un punto por donde tirar con el elfo. De igual modo, le importaban los suyos y necesitaba esa información como fuere, intuía que mejor por las buenas que por las malas.

-..Por favor.

Suspiró, se cruzó de brazos, a modo de envolverse el torso, y miró a sus compañeras. Se les acababa el tiempo... ¿Tendría Alexandra alguna idea brillante? ¿Algún as bajo la manga o plan de escape? Y lo que es más.. ¿Lo compartiría? Dudaba de ello..

– Si lo que va a ocurrir es algo que no se puede cambiar…¿Para que mentir y dar nombres falsos si según tu ellos ya lo saben todo? ¿No? Si les miento lo sabrán y entonces, quizás, me vea en una situación similar a la tuya.  Si ellos ya lo saben todo no veo porque no debas  darnos la información, al fin y al cabo, tu mensajero ya irá camino a su destino-habló Melwyn mientras se acercaba al elfo.

-La bruja tiene razón. Si ellos ya tienen información o parte de ella, si ya se avecinan problemas, ¿para qué mentir con información falsa o resistirse? Eso solo alargará tu dolor. Puedas salir o no, ahora mismo, hablar es lo más adecuado... No nos queda tiempo. ¿Cómo crees que podremos advertir a los nuestros? Dices que les salvemos, pero ¿sabes? No podemos salir de aquí a no ser que nos des la información que necesitamos. Y como dice ella, tu mensajero ya está de camino, con suerte habrá llegado a su destino. Dinos lo que necesitamos. Es esencial para intentar arreglar todo esto. Para salir… Por favor-dijo la vampira adulta, Ébano también acercándose.


Mientras tanto, Sebastián confirmaba a Alexandra que era imposible tranformarse en su forma de dragón.

-Eldar de Nortedemus…es mi nombre-murmuró el elfo sin alzar la mirada a las mujeres. Tragó saliva antes de seguir despacio y explicar-Está en vuestras manos el poder hacer algo para evitar todo esto. Escuché que están reuniendo ejércitos, y buscando todo tipo de aliados que no sean elfos. Humanos, vampiros, brujos, sin importar quitarles sus familias, mientras pueda luchar. No importa si son niños ,puesto que mis hermanos no los atacarían. Los brujos más poderosos han descubierto un arma que podrá arrasar con toda defensas. Unirán sus poderes. Si yo daba el mensaje… mis hermanos podrían buscar otras estrategias para defenderse y estar preparados cuando ataquen. Soy uno de los que tienen rango más alto en el poder del ejército, y trabajo de espía. Asesinaron a mis siete compañeros. Los vi morir a todos de formas horrorosas y lentamente. Solo el mensajero se salvó… pero fue herido y no creo que haya llegado aún-miró a Melwyn y a Ébano, evitando mirar a Alexandra, y prosiguió-No puedo darte el nombre… ¿Vosotras entregaríais a quien puede salvar a sus hogares de una masacre?-el elfo las miró a los ojos y se atrevió a mirar a Alexandra, hablaba del modo que solo pudieran oír en esa sala de la puerta hacia adentro-Solo deseo que mi familia, Nortedemus, sea advertida, y si no hay salvación, que logren huir a salvo…-bajó la cabeza-Es todo lo que puedo hacer por que logren salir con vida de este lugar. -


Se oyeron unos pasos que venían, y apareció la mujer escoltada con varios guardias y dijo observando por la rendija.
-Me enteré de  lo que hizo la niña… pero lo dejaré pasar. Tendréis que acompañarme al castillo. El tiempo se agotó y tenemos que comprobar vuestra información, si es que la habéis sacado del elfo inútil, quien irá también escoltado.-




Un ejercito de soldados brujos a cada lado impedía cualquier intento de escape en esa sala, con puertas de hierro que trabaron los guardias. Desde que habían salido de las celdas se dirigieron un largo pasillo donde las ratas, ante el poder de la  mujer bruja, hasta una entrada secreta a los calabozos del castillo, que eran mas limpios, donde habían encarcelados menos peligrosos.  Pasaron por diversos pasillos, galerías y escaleras antes de llegar a la sala principal, donde el elfo sería juzgado, y las acciones de Melwyn, Alexandra, Ébano y Sebastían a quien habían apartado del grupo de las mujeres.


Las tres estaban escoltadas con dos soldados cada una, no podían intentar nada, y el elfo tenia dos mas que se interponían entre las mujeres detrás de él. Sebastián estaba apartado. La mujer bruja se sentó en lo que era el trono del lugar, siendo que no era una reina, pero que demostraba que ella tenía importancia de alto grado.

Yrene di Notris:

Su aspecto, y cada movimiento que daba, era intimidante para todos. Su mirada era muy penetrante y cuando clavaba la mirada fija en alguien, le provocaba un leve dolor de cabeza que ella era capaz de controlar y matar con él.
-Yrene di Notris, hija de Lord Gregory. Espero que hayan hecho un buen trabajo, mis guardias dijeron que vieron al elfo hablar. Díganme todo lo que él dijo, y no tardaremos en comprobar si son ciertas o falsas. Si hay algo que falte, hacedlo hablar acá mismo-ordenó la bruja.

Al elfo lo habían encadenado de ambas manos y en los tobillos. Estaba inclinado hacia adelante, apenas pudiéndose mantener sentado, incluso conciente. A la luz de las lámparas de aceite, se podían notar sus heridas, y no solo las que le habían causado. Tenia rastros de azotes más profundos que los de Melwyn, y mas heridas de quemaduras. Incluso tenia algunos dedos quebrados. Eran incontables las cicatrices que podía tener. La herida que tenía en su pierna, mas las heridas de las orejas y la yema de su dedo provocaba que tuviera temblores incontrolables, no muy fuertes. Se podía notar también que se le dificultaba respirar. A pesar de todo, alzaba la vista  hacia Yrene con las pocas fuerzas que tenía. Su odio era profundo.

El castillo también poseía la magia que la celda, no era posible transformarse ni tampoco luchar con todo ese ejército que estaba a cada lado de ellos.

Lo cierto es que habia perdido toda esperanza de que el elfo hablase, sobre todo después de las heridas que lucia por culpa de ellas. Escuchó con atención las palabras del elfo quien se presentó bajo el nombre de Eldar de Nortedemus. -No puedo darte el nombre… ¿Vosotras entregaríais a quien puede salvar a sus hogares de una masacre?-Alzó la mirada hacia el- Por supuesto que no – Reconoció.

Fuera de la celda se oyeron unos pasos que se acercaban – Lamento lo que ha ocurrido y espero que tu mensajero llegue a tiempo – Se apresuró a susurrar antes de que aquellos que se acercaban llegasen a la celda. Si, si era cierto aquello que el preso decía… lamentaba haber  acudido al llamado de la nota y haber actuado como habia actuado al principio con él.

La bruja que antes habia aparecido se asomó a través de la rendija de la puerta, les observó y habló.  La puerta se abrió y los escoltas entraron. Mientras los recién llegados preparaban al preso, Melwyn, colocó en su bolso la “limosna” que Alexandra habia dejado por su capa, si lograban salir de allí necesitaría aquel dinero.


Por alguna razón que no alcanzaba a comprender, habían apartado a Sebastian del grupo. Y justo delante de ellas se encontraba el preso, al igual que ellas, escoltado por dos guardas. Haciendo alarde de su posición, la bruja subió al trono y habló. Mientras habló, Melwyn, clavó su mirada en el elfo y allí la dejó ,sin parpadear, mientras escuchaba las palabras de aquella que exigia saber que era lo que el elfo habia contado.

Antes de tomar la palabra cogió aire, irguió sus hombros, alzó el mentón y clavó su oscura mirada en la de aquella mujer y al momento empezó a sentir un leve dolor de cabeza. No pudo sostenerle la mirada nada mas que un par de segundos, enseguida cerró sus parpados y al abrirlos de nuevo fijó su mirada sobre la cabeza de la bruja, evitando cruzar su mirada con ella. Y no bajaría su mirada de aquel punto pues al hacerlo demostraría sumisión, algo que su orgullo no le permitía… herencia familiar, los hijos de Danu no se doblegan ante nadie.- Según ha dicho su nombre es Eldar, la información que lleva consigo el mensajero es que los brujos estáis haciendo alianzas con razas no elficas. Uniendo vuestras fuerzas con humanos y vampiros. Dice que habéis descubierto un arma poderosa capaz de arrasar con todo – Guardó silencio sin apartar la mirada de aquel punto en el que se habia centrado – No ha dado el nombre del mensajero, ni el de su destino… pero todo esto ya lo sabeis.

Dio un paso al frente, adelantándose de la posición de sus compañeras. Sus “escoltas” se apresuraron a cortarle el paso, ella les miró de reojo y, centrando nuevamente su mirada sobre la cabeza de la bruja, volvió a hablar – Si me lo permitís – “Y si no también pienso decirlo” – me atrevo a confirmar y asegurar que la misión a vuestros ojos ha sido un éxito. Pues creo que toda la información que queríais saber, ya la teneis… y esto – un leve silencio – esto solo ha sido el entretenimiento de una bruja caprichosa que quería ver como torturábamos a este hombre a cambio de unas monedas.

Inesperadamente, contra todas las espectativas de Ébano y, por lo que pudo ver en los rostros, de los demás, el elfo habló, diciendo cuanto necesitaban. Cierto era que no dio todos los datos pero como él mismo había dicho antes, había cosas que los que le tenían cautivo ya sabían.

Miraba al elfo con mirada de complicidad para con las palabras que decía Melwyn, por supuesto que jamás entregaría el nombre que destruiría a los suyos.
-Todo esto ha sido un error... -susurró dirigiéndose al elfo, algo afligida. Aunque prácticamente no tuvo tiempo para rodeos, pues la mujer que antes había bajado a la celda volvió, con guardias, y les dijo a través de los barrotes:
-Me enteré de lo que hizo la niña… pero lo dejaré pasar. Tendréis que acompañarme al castillo. El tiempo se agotó y tenemos que comprobar vuestra información, si es que la habéis sacado del elfo inútil, quien irá también escoltado.

Los guardias entraron con prisa y los "escoltaron" bien seguros hasta un amplio salón, ricamente decorado, con más guardias y un trono en el centro, sobre una tarima. Había gente a ambos lados.. "¿Un juicio?" Pensó la vampiresa.
A todos los llevaban escoltados por dos guardias, no pudo evitar fijarse en eso.

La bruja se sentó con altivez en el trono y se dirigió a ellos.
-Yrene di Notris, hija de Lord Gregory. Espero que hayan hecho un buen trabajo, mis guardias dijeron que vieron al elfo hablar. Díganme todo lo que él dijo, y no tardaremos en comprobar si son ciertas o falsas. Si hay algo que falte, hacedlo hablar acá mismo

Ébano abrió la boca dispuesta a contestar a la mujer, aunque la cerró tras abrirla, porque vio cómo Melwyn se adelantaba y hablaba, y cómo hablaba..
-Según ha dicho su nombre es Eldar, la información que lleva consigo el mensajero es que los brujos estáis haciendo alianzas con razas no elficas. Uniendo vuestras fuerzas con humanos y vampiros. Dice que habéis descubierto un arma poderosa capaz de arrasar con todo No ha dado el nombre del mensajero, ni el de su destino… pero todo esto ya lo sabeis. Si me lo permitís me atrevo a confirmar y asegurar que la misión a vuestros ojos ha sido un éxito. Pues creo que toda la información que queríais saber, ya la teneis… y estoesto solo ha sido el entretenimiento de una bruja caprichosa que quería ver como torturábamos a este hombre a cambio de unas monedas.

"¡Insensata!" Por los dioses, conseguiría que la matasen... Y contrariamente a lo que pudiese pensar, a Ébano le importaba, no quería muertes y tampoco la de Melwyn.
Su instinto le decía que debía permanecer callada, miró tensa la situación, a los ojos de la bruja en el trono y se adelantó, zafándose con tranquilidad fingida de los guardias y haciendo alarde de la frialdad típica de su raza, aunque en realidad.. estaba nerviosa, y enfadada.

Miró con ira retenida a Melwyn y se puso a su altura, dirigiéndose a la bruja.

-Querida, soy consciente de que mi raza no es bienvenida en la mayoría de casas, sobretodo si son nobles.. -hizo una breve inclinación de cabeza y se incorporó con una sonrisa que no acompañada a la mirada fría y fingida tranquilidad de su rostro- debo decir sin embargo, que mi compañera tiene razón. El elfo ha hablado. Y es todo cuanto necesitáis saber. Hemos cumplido con lo que se nos pedía, ardua tardea. Con lo que consideramos que.. Concluída nuestro deber, podríamos llevarnos al prisionero con nosotras, y si puede aportar más... acudiremos a vos.

La miró con veneno en las pupilas y una sonrisa algo maliciosa; se retiró el pelo a un lado y volvió a hablar con indiferencia, tratando de solventar la situación..
-Y disculpad nuestros atrevimientos, estamos cansadas.. -miró de soslayo a Melwyn, y luego a Alexandra, esperando que todo aquello saliese bien.

Albus:

bastón de ambos brujos:

Yrene Di Notris escuchó sin inmutarse las palabras de las mujeres, sin expresión alguna, lo cual podía significar algo muy peligroso y que no tardaría en hacerse presente.
-Eldar… -repitió con un tono frío la mujer mirando con asco al elfo, adelantando unos pasos hacia él-Eldar de Nortedemus… Recuerdo cuando los ojos de tu padre cayeron a mis pies, inyectados en una sangre viscosa… -el elfo se estremeció al oír esas palabras-Mi padre se los arrancó con sus dedos. Perdió su lengua y cada uno de sus dedos antes de morir en el fuego al que lo echamos… vivo-Yrene gozó cada palabra que pronunció con cuidado y llevó la punta de su bastón a su víctima. Éste soltó un grito del impacto que alguna fuerza extraña golpeó en él y se vio obligado a erguirse y mirar la bruja.

-¡El espejo!-gritó la voz de un hombre detrás de todos, y sus pasos se acercaron rápidos y potentes, rodeando a las tres mujeres y a los guardias hasta llegar al lado de la bruja. Allí miró con aprobación a todos. Dos hombres vestidos con túnicas trajeron con cuidado un espejo que pusieron detrás de ambos hechiceros, que se apartaron. Él cruzó sus manos a la espalda, levantando el mentón-Ambus di Notris, quien os dará la recompensa por hacer hablar al elfo… Podéis llevarlo, aunque no deseo dejar los cabos sueltos-miró a Yrene y señaló el espejo rectangular que sostenían ambos esclavos con túnica. Tenían la cabeza rapada y símbolos grabados a fuego-Continua, no quise interrumpir, pero no me había presentado ante las que han hecho hablar a Eldar-

Nunca hubo una mirada de odio capaz de igualar a la que el elfo le lanzó a Albus. La mujer miró con frialdad a todos antes de decir:
-Es suficiente la información, y el mensajero está por llegar a su destino… -el espejo dejó de reflejar a Melwyn, Alexandra, Ébano, al elfo y los soldados, para dar paso a una imagen media borrosa de un jinete elfo. Llevaba vendada una de sus manos y una de sus piernas.

La mirada de la bruja se tornó de un color turquesa brillante, y los bordes del espejo destellaron del mismo color. De  la nada, el jinete elfo se vio sacudido bruscamente por el caballo, perdiendo el dominio total. La bestia enfureció y lo derribó al suelo. Él, incapaz de sostenerse, cayó de espalda y trató de ponerse a salvo inútilmente.

El animal embistió todo el peso de sus patas delanteras irguiéndose entre relinchos una y otra vez contra él. Sus ojos tenían el color turquesa también. EL elfo dejó de moverse y cuando el caballo terminó su cometido, se derrumbó sobre el cuerpo de su jinete y una neblina celeste cubrió todo.

Eldar soltó un gritó de rabia, y trató de abalanzarse sobre la bruja, pero ésta empuñó su bastón y un rayo eléctrico recorrió el cuerpo de él, haciendo que se retorciera de dolor. Ni Alexandra, ni Melwyn ni Ébano podrían hacer algo, porque tal potencia de los rayos tratarían de alcanzarlas si se movían.

-¡Tu mensajero está muerto! ¿Era tu hermano, cierto? ¡Pensé que no funcionaría, pero sé como los elfos aman a sus familias y trabajan juntos!-exclamó Yrene con una sonrisa eufórica. Su mirada era de demencia. Su padre sonreía satisfecho y chasqueó sus dedos para que los dos esclavos se llevaran el espejo por una puerta a un costado del lugar.

El elfo Eldar tenía el rostro desencajado, y temblaba descontroladamente. La mujer no hizo caso a su estado, y avanzó otro paso hasta quedar cerca de él. Como estaba inclinado hacia adelante, sus zapatos estaban casi sobre la frente de él. Allí miró a las mujeres y ordenó a los esclavos humanos.

-¡Traigan las recompensas, y a él! ¡El trabajo ha culminado exitosamente. Manden a hombres a matar a la familia De Nortedemus en Sandorai!-

El elfo balbuceó algo que no se pudo entender, pero giró la cabeza hacia la que tenía más cerca, y la  bruja no impidió que se le acercaran para oír lo que quería decir. Se limitó a sonreír burlonamente.
-Por favor, salvadlos…-susurró entrecortadamente pero no pudo decir más. Se oyeron pasos detrás.
Traían tres cofres de madera medianos que dejaron en medio del pasillo alineados, delante de Melwyn, Alexandra y Ébano.

-Se llevan 600 aeros y unas joyas que les serán muy útiles-habló la voz del Albus, el padre de Yrene. Los esclavos levantaron las cajas y se las entregaron en las manos a las mujeres para luego retirarse. Un hombre con el rostro cubierto se abrió paso, con un hacha en mano. Las miradas de los brujos eran eufóricas hacia el sujeto. Los soldados tomaron de los brazos a las mujeres y las hicieron retroceder para que no intentaran nada. Aunque hicieran réplicas o forcejearan, no superarían la fuerza de estos soldados.  

Podían imaginar lo que se avecinaba tras ver el hacha. Yrene y su padre retrocedieron subiendo los escalones hasta sus asientos y se acomodaron allí como si lo que fuera a suceder se tratara de un espectáculo. Yrene dedicó una falsa sonrisa dulce a las tres y dijo mientras los guardias que estaban junto al elfo se apartaban, pero éste no se resistía, ni tenía fuerzas para moverse.
-Pueden llevarse al elfo si desean, al cuerpo… pero nos quedaremos con su cabeza para enviarla a los que gobiernan el bosque, por atreverse a mandar espías a nuestro hogar.-

El verdugo tomó el hacha y esperó el asentimiento del brujo padre para alzar el peso del arma lo más que pudo y arrojar el filo con fuerza hasta golpear el suelo, atravesando el cuello de Eldar. Solo se pudo oír un último grito ahogado, de éste, momentos antes de que fuera decapitado. Su cabeza rodó hasta los pies de las escaleras donde estaban los brujos que soltaron una carcajada irónica.




Melwyn recibe 17 pts de experiencia +5 por desarrollo+600 aeros
Ébano recibe 20 pts de experiencia +5 por desarrollo+600 aeros.
Alexandra recibe 20 pst de experiencia +5 por desarrollo+600 aeros.

Anillo Melwyn:

Anillo de la protección=Se formará un escudo rojo incorpóreo delante de tí que desviará todo tipo de ataque. Dura un turno de post. Solo te puedes proteger a ti misma. Para usarlo, debes cerrar tu puño.

Anillo Ébano:

Anillo de la mentira=el anillo brillará cuando alguien a quien le preguntes, te mienta.

Anillo Alexandra:

Anillo del pensamiento=puedes introducir un pensamiento o un recuerdo dentro de alguien. Lo puedes usar una sola vez por tema de rol.

NOTA: Quien quiera cumplir el último deseo del elfo en un rol interpretativo, recibirá una recompensa. Pueden ponerse de acuerdo.

ÉBANO: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]