Misión de las Almas Malditas-Plaza de la ciudad [Con riesgo]

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Advertencia: En esta misión se corre riesgo. ¿Quién será el valente que me desafíe?


En medio de la noche, el grito de una joven rompió el silencio.
Era una elfa, y cayó desplomada al suelo en medio de la plaza, saliendo de las sombras de los árboles a la luz de luna. En su pecho estaban las marcas de sus uñas, como si hubiera querido arrancarse el corazón con las manos. En sus manos aferraba una reliquia, un colgante que había quitado de fuerza de algún cuello. Sus ojos en blanco, abiertos, boca arriba en los frios adoquines.

Spoiler:

Spoiler:

Los guardias de la entrada al castillo estaban cerca, pero no se movían. Cualquiera que los tocara, éstos caerían al suelo profundamente dormidos. Al igual que la gente cercana. ¿Qué ocurría?

Arcoiris avanzaba con cada paso demostrando un cansancio físico, mental más que nada y es que había pasado por muchas cosas desde su salida de las islas, incluso el recorrido de los bosques la había dejado  desanimada, tras sentarse en un banco miro el cielo.

Ya era de noche a lo que posiblemente durmiera ahí bajo la luz lunar, el reclutamiento marchaba bien y a lo poco que saco de los elfos que le advirtieron del bosque debía buscar otro lugar donde iniciar, intento acurrucarse, no por cansancio si no por buscar tranquilidad intento dormir.

Con todo eso en la cabeza no lograba conciliar el sueño, arracada de sus pensamientos por un grito se levantó con su kilij en mano. Ahora en una desconocida ciudad incluso su descanso le era interrumpido.

-Ahora qué será???

Con su arma corrió en dirección al grito, atravesando callejones y vecindades por igual hasta que llego a la plaza.

-Por las diosas…. Estarás bromeando…

Acudió a esa ciudad para descansar y ganar dinero pero frente a ella la plaza rebosaba con una extraña escena sacada de alguna novela terrestre. Con paso ligero exploro la plaza intentando encontrar entre aquellos sonámbulos alguna pista de lo que ocurría, hasta que reparo en la elfa.

Sin tocarla se arrodillo a su lado buscando cualquier pista.

-Hey! Despierta, elfa. Alguien????

Todo aquello le ponía el pelo de punta mientras seguía buscando con la vista cualquier seña que le indicara que rayos pasaba.

duda:

De vuelta en la vieja ciudad. ¿Para qué? Una misión... Espera. ¿Vas a comenzar otro de tus relatos con preguntas? ... Mejor no.
Seguí mi camino. Mientras lo hacía, me inquietó el silencio de la ciudad. Normalmente de noche una ciudad debía ser silenciosa, pero este silencio era distinto, era como... Inquietante.

Ya al llegar a la plaza, dejé caer mi escudo y me senté en el piso. Odiaba los viajes largos, pero realmente no me importaba si era de noche. Por alguna razón, el sol del día hacía que me quemara por dentro, aunque, siempre hablando metafóricamente.
Observaba la luna con relativa tranquilidad cuando pude oír un grito, casi desgarrador. Me levanté sin prisas, a pesar de la situación, y tomé mi escudo. Posteriormente desenfundé mi Alfanje y me dirigí hacia la fuente de los gritos con mis sentidos alerta.

Al llegar a la escena, vi a Iris. Ya la había visto antes, pero no se podría decir que nos conocíamos lo suficiente. Mantuve mi guardia arriba mientras me acercaba, nunca se sabe si incluso ella pudo haber provocado esa injuria a la joven elfa.

-Iris. ¿Qué sucede aquí?- Musité lentamente, intentando pasar desapercibido de cualquier espía que pudiera estar presto a una emboscada.
Comencé a buscar con mi mirada alguna pista que pudiera ayudarme a inducir qué era lo que había sucedido. Al parecer la chica había sido herida en su pecho, pero la expresión y forma que había tomado luego de su muerte hacía parecer como si se hubiera atacado a si misma. Volví a jugar con mi mirada y me di cuenta de que la chica tenía un amuleto fuertemente agarrado en su mano.

-Mmm... Es raro... No puedo imaginar que ha sucedido acá.- Dije finalmente, mientras en mi mente intentaba maquinar que sucedía.

Estaba cansada de pedir así que decidí ir a la casa abandonada que encontré en las afueras de la ciudad así que camine mucho por las distintas casas y mansiones cuando llegue a la plaza vi que había muchas personas incluso algunas desmayadas alrededor de otro cuerpo el cual gritaba horriblemente y poco después que era una elfa lo cual me dejo congelada ya que ver a alguien de mi raza gritando de ese modo me puso los pelos de punta y rápidamente me acerque pero guarde distancia debido al terror. Poco después vi a dos personas que desconocí que estaban cerca de la persona así grite haciéndome oír por encima de los gritos

- ¿ Que ocurre?¿ Quien es ella?

Luego cuando logre reaccionar me acerque corriendo y por esto mismo tropecé con mi vestido el cual ya estaba suficientemente sucio para que la nueva tierra no se notara así que me levante lo mas rápido posible y continué hasta estar mas cerca donde con terror vi como la pobre elfa se retorcía y me arrodille pero manteniendo aun distancia.

Al estar mas cerca pude notar que en la mano llevaba un amuleto y moviendo la cabeza para adelante así intentado ver mas el amuleto, lo que hizo que mi pelo rebasara mis orejas las cuales se mostraron en punta algo que siempre intentaba ocultar aunque esta ves no me di cuenta de lo ocurrido pues esta concentrada, pero a pesar de mis esfuerzos no me fue conocido pero aun así dije casi enojada :

- Seguramente esto es el resultado de la magia usada con razón de dañar

Nota: la elfa cayó inmóvil al suelo, no se retorcía.


Si tomaban el pulso de la joven, encontrarían que estaba sin vida. Los guardias cercanos, en los puestos que debían estar, iban por el mismo camino que la elfa. Comenzaron a retorcerse de dolor en sus inconsciencias, y se rasguñaron el pecho y arrancaron los ojos con las manos, hasta morir del dolor o desangrados. (Desarrollar en rol)

Sería mejor ir en grupo y no separarse para buscar el origen de los desgarradores gritos de los soldados.

En un abrir y cerrar ojos, en donde estaban juntos, detrás de ellos se escuchó un chasquido y cuando voltearan, verían a cuatro encapuchados. Uno de ellos, el que parecía guiar, estaba al frente, con un bastón y espalda encorvada. Los otros tres, detrás de éste, en la misma posición, pero no llevaban arma alguna.

-Necesito vuestra ayuda jóvenes.... antes que la muerte consuma al pueblo entero...-dijo la voz de un hombre, ronca y parecida a la de un anciano moribundo.

-Chelo cierto?? No se qué pasa ni que sucede, recién llegue de los bosques donde nos noquearon y me encontré con esto.

Arcoiris volteo cuando apareció al Elfa patosa, lo cual la extraño ya que tenía entendido que los elfos eran cuidadosos y gráciles, cuando hablo aquella elfa aún más le extraño todo, tal despliegue de confianza ellos.

-Veo que no todos los elfos son peligrosos.

Su comentario fue sarcástico para la situación tan grave. Luego estaba el asunto de los guardias de los guardias con sus ojos arrancados, no había que ser un elfo para entender que aquella magia tenía signos de una maldición, estaba acostumbrada a la muerte pero dejar morir a un ser de aquella manera era muy cruel.
Su mente comenzó a cavilar sobre las posibilidades hasta la aparición de los cuatro encapuchados a lo que sostuvo su Kilij contra ellos en completa señal de desconfianza.

-Ayudare si me respondes quien eres y que pasa aquí, hablaste de la destrucción del pueblo, explícate.

Se alejó de la elfa herida y sus compañeros para inspeccionar de cerca a los guardias que se retorcían de dolor.

-Habla anciano, estos guardias morirán si no hacemos algo, dime si hay manera de salvarlos o les doy mi piedad.

Cambio el rumbo de su espada en dirección al cuello de los guardias y se detuvo indicando que si no había posibilidad de salvarlos, ella los mataría ahorrándoles el sufrimiento, solo esperaba una señal de aquellos encapuchados.

-Preferiría Charles, Regulus o sólo mi apellido, Von Magnum.- Dije con un tono algo resignado, para posteriormente levantarme y alejarme un poco, en posición defensiva.
Al ver como la elfa se acercaba (y tropezaba), sintió que debería haberla ayudado, pero sólo se quedó estático. Finalmente sólo voltearía para ver a los encapuchados y a los guardias que se retorcían.

-Magia ofensiva... Ustedes, parece ser que esto no les afecta. ¿Qué sucede aquí?- Dije con un tono fuerte y conciso, mientras me mantenía en posición de defensa.
-Iris. Mantente alerta, sé que sabes luchar, pero esto es demasiado extraño.- Dije con un tono de preocupación para luego dirigirme a la elfa. -Señorita, tenga cuidado. Esto es demasiado sospechoso.-

Tal vez estaba siendo demasiado sobre protector, pero la situación lo ameritaba. No estaba seguro de que podría pasar ahora.

Me acerque aun mas de lo prudente ya que pensé , a pesar de lo poco que sabia de esto, que podría curarla de algún modo pero antes de hacerlo le tome el pulso pues pensé que era lo mas lógico y al hacerlo note que su corazón ya no latía ya que su pulso se había detenido.

Luego escuche lo que decía la mujer vestida de rojo y al terminar de comprender lo que dijo la mire con furia pues pensé que ese tipo de comentario habiendo muerto alguien estaba muy fuera de lugar. Pero no tuve mucho mas tiempo para hacer decirle algo pues esta ya se había ido fuera de mi vista a un lugar a donde en ese momento no quise acompañarla, pero al ver que el hombre que estaba allí también se iba decidí seguirlos pero antes de hacerlo volví a ver el colgante que la elfa llevaba entre las manos y aunque me pareció asqueroso me arranque un pedazo de vestido y se lo saque de las manos, con la mano protegida con el pedazo de vestido, sin tocarlo pues era lo mas llamativo que llevaba y valía la pena averiguar que era.

Después de hacer esto me di vuelta y decidí seguir a los otros dos ya que eran los únicos que habían presenciado lo sucedido y la curiosidad me superaba pero cuando los alcance enmudecí al ver a los hombres sufriendo de ese modo pero no tuve oportunidad de intentar hacer nada pues un segundo luego se escucho un extraño sonido a mis espaldas y me volví viendo a cuatro encapuchados y al notar al líder el cual parecía el que nos hablaba pedir ayuda agregue a lo dicho por la mujer:

- ¿ Ayuda para que necesitan y cual es el pueblo en peligro?

Al finalizar mi pregunta vi como la mujer preguntaba por la vida de los guardias aunque decidí no volverme ya que esa escena me parecía suficientemente horrible como para verla, al mismo tiempo que el hombre dictaba cosas a la mujer que supuse se llamaba iris o algo parecido y a mi me decir que tuviera cuidado cosa que agradecí aunque no lo demostré en voz alta

El encapuchado frente a ellos se irguió en su bastón, pero las sombras no permitían ver sus facciones, y dio un golpe en el suelo con el bastón. De la punta salieron unas chispas de colores celestes y verdes.

-Veo una hechicera, y una elfa, ¿no sois enemiga después de las guerras de antaño? Conozco vuestros nombres muchachas, y el tuyo humano. Podréis ayudarme con una misión? Hay un grupo de hechiceros ocultos en una mansión de acá cerca. Hace poco que se ha instalado, necesito que la queméis... Os daré una buena recompensa. Os aseguro que nadie morirá allí, solo dará un susto a los que inducen la magia negra al pueblo. Yo me encargaré de ayudaros, haciendo dormir a esa gente... ¿Me ayudáis?-habló el hombre, explicando lo que podía ser el origen del mal en la ciudad-Están en un ritual en este mismo momento, lo que está obligando a los ciudadanos a herirse y morir de un sufrimiento como el que habéis visto. No nos está afectando a nosotros porque era aliado de esa gente, y con mis compañeros-señaló a los otros tres-nos alejamos, pues vimos las intensiones crueles y despiadadas de aquellos. El ritual termina al amanecer, y entonces no habrá sol que mire Lunargenta, todos habrán muerto para entonces, incluso nosotros. ¡Seguidme y acabemos con ellos!-dijo dando media vuelta y los tres acompañantes lo imitaron.

Los encapuchados caminaron por la acera en medio de la calle desierta. En todos lados se escuchaban gritos desgarradores. La elfa, que tenía el colgante, pudo notar cómo este empezó a brillar levemente.

Me quede en silencio un segundo hasta que el encapuchado mas cercano se irguió y dio un golpe con el bastón del cual salieron chispas lo que hicieron que me asustara y diera un paso atrás pero luego me concentre nuevamente y escuche lo que decía el encapuchado hasta que menciono que había una bruja así que rápidamente mire a la otra mujer que estaba allí aparte de mi e interrumpí al encapuchado:

- Usted mismo lo dijo, Guerras de antaño. Algo que paso hace mucho tiempo y no creo que luchar por algo tan simple como el pasado sea algo que de frutos hacia el futuro. - Luego de esto el anciano continuo como si no hubiera habido interrupción alguna.

Al terminar este de hablar me quede un momento pensando hasta que llegue a la conclusión de que debía seguirlos pues era obvio que estos sabían algo de lo ocurrido a la elfa así que seguí a los encapuchados aunque luego de unos pasos note que el amuleto que le habia sacado a la elfa brillaba asi que grite a los ancianos que ya se habian alejado un poco:

- Esperen ¿ Que es esto?- dije mientras agitaba el amuleto en el aire-

Arcoíris pensaba rápidamente ante las palabras de aquel sujeto esperando si matar a los guardias hasta escuchar que sabían quiénes eran ellos y aquella demostración de magia lo que revelaba algún poder.

Por qué ellos necesitan ayuda si se ve han podido escapar y saber dónde están…

-La elfa tiene razón, los asuntos de los muertos se quedan con los muertos.

Entretenida por las palabras de aquellos sujetos, cuando vio que avanzaban retiro su espada de los guardias y tan rápido como pudo vacíos sus bolsillos robándoles cualquier cosa que pudiera parece valiosa. No era algo agradable, pero tenía que apresurarse sin saber bien que se llevaba.

-Chelo vamos!

Sin revisar el contenido de su saqueo corrió tras los tipos y la elfa, pudo notar que el brillo del amuleto atraía su atención.

Un objeto mágico.

Por un momento se dispuso quitárselo a la elfa, pero tras pensarlo mejor ella podría darle un buen uso, de todas maneras era una compañera suya la que lo portaba, aun así los gritos desgarradores le eran ajenos, podía mostrar piedad pero también una fuerte voluntad.
Aun intrigada por el amuleto se acercó a la elfa tratando de ajustarse a su ritmo, ella también quería saber qué tipo de magia poseía un objeto elfico.

-No nos hemos presentado, soy la bruja de Coralillo, Arcoiris es mi nombre y la aventura mi negocio, se que no es buen momento para presentaciones pero me gusta saber a quién tengo a mi lado en una aventra.  Mi compañero puede presentarse solo.

Dejo que Chelo se presentase.

Psot corto:

Arcoiris aun pensativa sobre el asunto de aquellos tipos no podía dejar de preguntarse si estarían ayudando a los buenos o a los malos. También debía pensar sobre aquel colgante, si bien era cierto que era elfico y le correspondía a la Elfa, eso solo era mera casualidad ya que algo como eso debía valer mucho en el mercado, mayor aún bajo manos adecuadas.

-Falta mucho?

Aquella pregunta fue mas un intento de socavar las voces de la gente agonizante, no había medido la distancia, la ciudad le era desconocida todavía.

-Hey viejos encapuchados, exactamente, qué quieren que hagamos???  

Se mordió la lengua conteniendo la siguiente frase, no le importaba matar gente, más si el trabajo era gratuito aquello sería una pérdida de tiempo, así que callo esperando algo mientras sostenía su kilij…

Off rol: Arcoiris, quedas sola en la misión, pero no tengo problema en proseguirla. Velote y Chelo deberan empezar su proximo rol desde el hospital de Lunargenta.

Los sujetos procuraron ir detrás de ellos, y cuando Arcoiris habló, Velote y Chelo soltaron un grito desgarrante, cayendo al suelo mientras bajo ellos se formaba una mancha de sangre que salía de sus boca. Los sujetos extraños les habían apuñalado por detrás en la espalda, pero no sería una herida que los matara, sino peor que eso. Las heridas estaban malditas y dolerían frecuentemente, debilitándoles cada vez más. No cicatrizarían nunca, siempre con algún movimiento brusco volverían a abrirse. Sólo un buen médico podría ayudarles a salvarse.

Los dos hombres que apuñalaron a sus víctimas, limpiaron en sus ropas la sangre de las dagas y guardaron. Se adelantaron pasando por encima de ellos como si nada hubiese pasado y siguieron el paso hacia adelante, guiando el camino. Los otros dos se colocaron a cada costado de la hechicera y uno dijo.
-Solo sigue nuestras instrucciones. Debes entrar a esa casa-señaló una que estaba frente a ellos y que parecía lujosa-y prenderla fuego. Ahora ve, es tu camino y acá te esperaremos cuando termines el trabajo. Sugiero que duermas a todos para que no intenten escapar. Solo hay tres mujeres allí dentro-


Off rol: te dejo el desarrollo de la casa y los asesinatos a gusto.

-¡…!

Arcoíris palideció ante tal ataque, soltar una pregunta o no, aquello no parecía tener algún sentido. Si bien podía lamentarse pero… no los conocía demasiado bien para eso, cogió a prisa el pendiente susurrando a los oídos de la elfa esperanzada de que pudiese escucharla.

-Lo siento, pero necesito esto.

Acto seguido volvió a lo suyo pensando sobre su próxima pregunta. Tenia muchas ganas de formular todo un interrogatorio, ya fuera por las buenas o por las malas, el pendiente ahora era suyo. Se lo equipo rápidamente mientras veía con desconfianza a sus instructores.

-Más vale que la paga sea buena… ya perdí dos valiosos colegas.

Sin preocuparse por esa mentira blanca salto a un muro, su habilidad de escalar podría no ser la de un ladrón, mas su intelecto era harina de otro costal.

Si bien su telequinesis era básica, la usaba contra si misma obligando a sus manos y pies a pegarse hacia el muro dándole un mejor agarre mientras trepaba por las cornisas. En la ventana más alta inserto la fina hoja de su Kilij saltando el cerrojo, adentrándose en la casona.

Dentro tomo las cuerdas de las cortinas, olvidando su ambición por cualquier cosa valiosa proveyó de su magia piro su cuerpo, el hecho de que fuera de noche le ayudaba. Sentía el calor de las cenizas de la chimenea, de las velas prendidas, incluso el aire cálido de las personas, aquel sentido no era super ni nada por el estilo, simplemente siendo bruja de fuego podía sentir el calor, sus cambios en el ambiente. Un espacio cerrado la ayudaba, igual que si ella fuera una pequeña llama sentía el movimiento del aire, así encontró a su primera víctima.

 No estaba lejos, la esquina del corredor quizás. Sus sentidos eran buenos, pero aun así básicos, espero hasta escuchar los pasos sobre la madera, conjuro su fuego en su Kilij calentándolo hasta extremos peligrosos para alguien sin su poder. Se arrepintió de elegir ese modo, mas era tarde cuando la figura cruzo la esquina.

Salto sobre ella golpeando con la parte inferior de su arma la sien de la desdichada, al caer el ruido fue sordo, soltó una maldición mentalmente, era evidente en toda la casa que algo había caído, ese era su descuido. Trepo sobre ella y sacando las cuerdas de las cortinas las coloco alrededor de su cuello, noto la piel suave de la mujer al ahorcarla, tal vez, solo tal vez fue cuestión de segundos, tal vez horas antes de que notara como el cuerpo cedía.

La soltó antes de matarla, antes de poder deshacerse del cuerpo escucho pasos, alguien con voz femenina preguntaba “qué se cayó?”, sin tiempo para pensar en alguna estratagema corrió en dirección a la voz “Sonia? Eres tú?”, estaban a punto de descubrirla así que usando toda la telequinesis contra la palma de su mano sorprendió a la chica subiendo por las escaleras, vio sorpresa en sus ojos, sujeto su cabeza con aquella mano, ella abrió la boca para gritar, azoto su cabeza contra la pared, esta vez no era sigilo, el cuerpo resbalo de su mano.

Aun pudo ver los ojos confusos de la chica por su golpe, Arcoíris  contemplo como rodaba escaleras abajo, ahora estaba segura de que no diría nada, contemplo su cuerpo, su brazo estaba en una extra posición.

Un grito de preocupación, Arcoiris volvió a colocar todo el calor en su mano agazapándose, otra voz femenina “madre?” mientras se escuchaban pasos en la planta baja, una pizca de remordimiento recorrió su brazo antes de tocar el suelo de madera y prenderle fuego, esta vez la voz grito “mamá!”, vio a la chica correr hacia donde estaba el cuerpo de la otra mujer, entonces salto desde la segunda planta.

Cayó sobre la chica, tal vez su imaginación, pero el grito ahogado de la joven se silenció cuando escucho romperse algo, giro sobre el suelo revisando sus cosas, todo intacto, miro a la joven. Gemía de dolor, tal vez fuese un hueso roto lo que escucho. Aun debía encargarse de algo, se incorporó y volviendo a usar las cuerdas lucho brevemente con la adolorida joven, hasta lograr ahorcarla, miro la segunda planta, el fuego se esparcía rápidamente, bajo su mirada hacia la mujer que rodo por las escaleras, ahora solo le quedaba la joven que ahorcaba, aflojo ligeramente la cuerda mientras calentaba su cuerpo rápidamente.

-Solo te daré una oportunidad, si no me gusta lo que escucho, acabaras muerta. Responde y tal vez salves a tu familia ¿por qué no les afecta la maldición? ¿por qué las quieren muertas?

Arcoíris calentaba su propio cuerpo rápidamente, la casa se incendiaba de arriba abajo, si la chica le respondía algo que le gustase la salvaría, si no era así la quemaría con sus propias manos, sentía su cuerpo contra el suyo, ambas jovenes, tal vez de la misma edad, tal vez amigas si fueran diferentes las circunstancias. Aun así breve mente se sintió mal de matar a una familia. Todo era por dinero, todo por dinero… y salvar a la gente… Se dispuso a matarla si no le contaba coloco silenciosamente con su mano libre el Kilij detrás de ella mientras con la otra sujetaba su cuello.

La joven respiraba con dificultad, pero respondió entrecortadamente.

-Somos las brujas blancas... tratamos de salvar el pueblo... unos magos oscuros tratan de apoderarse... -la chica tosió, llevando las manos a las cuerdas intentando aflojarlas-

Los encapuchados se encontraban frente a la casa, observando cómo ésta se prendía en llamas de a poco.
-Por favor... sé que te enviaron ellos, pero no dejes que se lleven el ojo de Dracoth… por favor-sollozó la chica señalando a una habitación que resplandecía con una luz verde. Un cuarto lleno de estantes de pócimas, almohadones, una chimenea, uy en el medio un pedestal con una cuenca encima, pero cerrada en una sustancia viscosa y color verdosa que brillaba hasta dañas los ojos.

Habría que llevar esa vasija con cuidado si lo que contenía era de suma importancia.

Chicas malas que parecen buenas…. Monjes con aspecto de malvado que dicen salvar el pueblo y todo mientras estoy en medio de una casa en llamas… solo otro día en aerandir... y todo sin la ayuda…... de aquellos dos…..
Arcoíris soltó bruscamente a la chica aventándola donde los encapuchados no pudiesen verla, el ojo de dracoth decía que se llamaba, acerco su rostro a la chica para que nadie fuera de la casa pudiera oírla.

-No me convences, pero te perdonare la vida… recuerda esto… estas en deuda con la bruja de coralillo, si de alguna manera siento que me mientes este fuego será algo bonito con lo que te hare, toma a la otra y ahora sígueme.

Señalo a la otra mujer que había rodado por las escaleras, se mordió los labios pensando en la otra mujer que estaba en el piso de arriba, muerta seguramente, miro en todas direcciones, si aquella casa tenía una fachada frontal seguro tenía una posterior, donde había una fachada, existía un acceso. Pero si aquellos monjes querían de verdad verlas muertas esperarían en todas las salidas, no podía arriesgarse. Eso la ponía en un aprieto, debía fingir sus muertes, no debían salir de la casa y esta debía quemarse.

Entonces reparo en ello, la habitación con la luz, un cuarto evidentemente de brujería, el humo inundaba ya la plata baja y estaba segura que el techo comenzaría arder dentro de poco, pero eso no le importaba aun siendo una pista, miro otra cosa, algo que podía ayudarle.

-Ven! mientras, grita como si te estuviera torturando.

Dio un puntapié a la chica que aun con miedo grito, eso convencería a los demás que ellas estaban muriendo. Ayudo a la joven a cargar a la otra mujer, las llevo al cuarto donde estaba el ojo, aun si la chica estaba confundida a punta de su Kilij la obligo a meterse dentro de la chimenea, cabían las dos mujeres apretadamente sentadas. Callo cualquier reclamo con sus palabras.

-Calla, esto aísla el calor del fuego… en ambas direcciones, si la casa se quema… la chimenea será el lugar más seguro.

Corrió a buscar entre las pociones algo, buscaba un ingrediente en abundancia para cualquier opción, para cualquier menjurje o sopa, entonces encontró el barril, agua. La madera de algunas paredes chillaba mientras el fuego las devoraba, en algún lugar algo se derrumbó, debía ser el segundo piso desmoronándose. Tiro aquel barril asegurándose de sellarlo primero, no podía cargarlo, no tenía fuerzas, lo rodo a la chimenea tapando con él la entrada, rompió una parte dejando que el agua manara lentamente, tardaría varias horas en vaciarse.

-Agua… si sienten calor usen el agua, el humo no entra ni sale de las chimeneas, solo eso puedo hacer, tapare la entrada para que el fuego no las alcance. Por todos los dioses ahorra tus fuerzas para cuando el fuego termine, moja tus ropas eso ayudara.

Si tan solo pudiera usar magia avanzada, podría usar alguna protección de fuego, algo para ayudarlas, pero solo tenía su ingenio, mojo sus ropas con aquella pequeña fuente, una vez tapada la chimenea con platos, holas y cualquier material pequeño no incendiable miro a su alrededor, el fuego había alcanzado la planta baja. Se acababa el tiempo.

Corrió hacia la cuenca, aquel brillo verde, una trampa… no había tiempo de razonarlo, no podía arriesgarse a que ese líquido verde la tocara así que busco un recipiente que fuera del mismo tamaño, puso la vasija dentro con cuidado y sello el recipiente asegurándose de que por si se vaciaba el líquido no la tocara, podía llevarlo, pero era muy aparatoso.

Saco el su pequeña mochila de su capa mojada y vacío ahí cuanta poción, objetos brillantes encontrara, debía tener una fachada, ese era su botín y no dejaría que lo tocara. No pudo meter mucho, no tenía fuerza y el humo dificultaba respirar, entonces decidió que era suficiente cuando entre todos los recipientes extraños el recipiente que ocultaba el ojo de dracoth no resaltaba, acaricio el amuleto de la elfa pidiendo suerte, no habia tenido tiempo de preguntar que era el ojo.

*Offrol. Supongo que es pequeño… como una (jiacara) bandeja de agua??

Salió de la casa en llamas mientras sus ojos veían oscuridad, un vistazo atrás le revelo que pronto se derrumbaría. Tenía su botín, una vez localizo a los encapuchados camino hacia ellos lentamente mientras disimulaba su nerviosismo mientras revolvía su bolso. Falsamente clasificaba sus tesoros como un ladrón que mira lo que roba buscándole valor.
Una vez estuvo a unos pasos de los encapuchados se detuvo y observo satisfecha su trabajo, nada que ocultar incluso en sus pensamientos las mujeres estaban dentro del casa en llamas sin posibilidad de salir, había robado botines. Pero siempre omitía pensar en todo lo demás, si ella se engañaba a si misma, podía engañar a otros.

-Listo, ahora dime porque tuve que matar. Y por qué tanto misterio…

Puso ambas manos en su cadera como si hubiera terminado una importante misión pero en realidad sus manos estaban cerca de su arma.

-Pude quedarme con la casa si solo era matarlas, o con sus tesoros… pero dijiste nadie sale, la casa se quema. Ahora dime porque desperdicie tantas cosas valiosas.

El fuego detrás de ella ondeaba su capa, la casona rápidamente se convertía en cenizas, pero Arcoíris no quitaba la vista de los encapuchados.

-Hubiera sido un buen hogar… ahora bien si eso todo hablemos de la paga.

-Dame el Ojo de Dracoth-ordenó autoritario el hombre que parecía el jefe, y se quitó la capucha mostrando un rostro aterrorizante. Los demás se quedaron atrás, atento por si había que obligar a la mujer.

Hechicero:

El brujo extendió las manos, reclamando por el objeto.
-Soy un hechicero poderoso, cualquier cosa que intentes, no veas el próximo amanecer, y si es que hay un amanecer para Lunargenta..-dijo con un dejo de ironía.

Arcoiris, además de la presión de esas palabras, sentiría que sus pies eran aferrados por ramas gruesas, manipuladas bajo la magia negra. Sugieran de la nada aprisionándola hasta las piernas y haciéndola caer de rodillas. Preferían que ella les entregara el objeto destinado para Frendel.

El medallón que la hechicera tenía soltó un resplandor brillante.

Arcoíris maldijo entre dientes, su mente volaba entre planes y planes, esperaba que el medallón la liberase, que hiciese algo increíble, pero solo brillaba, se sentía extraña con él. Pero mientras su cuerpo se acostumbraba al medallón su mente buscaba la manera de liberarse. Detrás de ella podía escuchar el fuego devorar la casona.

En primera… ellos sabían del ojo… si puedo ganar algo de tiempo… pero me amenazo… ¿por qué???... porque no me quita el ojo el mismo…

Su mente se relajaba con cada brillo del medallón elfico, fuese cual fuese su efecto no parecía algo que le sirviera en ese momento, solo en ese entonces sin más planes con los últimos resquicios de la adrenalina murmuro.

-Medallón, si puedes hacer algo… ayúdame, que mis ojos de poco pueden ver… ayúdame a vigilar las tierras de todas las razas.. Que el cielo está envuelto en humos y fuego…

Volvió a regañarse, no podía evitar pensar sobre todo, y ahora estaba pidiendo ayuda a un medallón. Era una bruja y aun así no podía enfrentar al tipo, matar no le importaba, tampoco era que fuera una tirana. Miro desafiante al brujo, si había caído tan bajo para pedir ayuda al medallón solo le quedaba enfrentarlo. Pero estaba el asunto de que no podía hacerle frente al hechicero, menos aun a sus aliados preparados. Debía buscar una ventaja, solo una ventaja.

Sabe del ojo… ¿sabe del ojo?... tal vez puede leer la mente, pero si él no sabe ni yo tampoco… Antes que la muerte consuma el pueblo.. eso era!!! Les faltaba algo… y posiblemente fuera el ojo…  

-Antes que la muerte consuma el pueblo??? No tenías que hacer esto, con tan bonitas palabras solo debías pedirme ese ojo de darcorat o como se llame, supongo que esto indica que no abra recompensa… lastima…

El fuego llenaba sus pensamientos, su pulso, su cuerpo, debía ser tan luminoso como el medallón. Podía sentir el calor emanar de su cuerpo. Lamentablemente no podía usar ataques de fuego. Concentro todo el fuego, todo el calor, debía ser tan luminosa como aquel medallón. Fuego, solo fuego.

No podía levantarse por las ramas que la sujetaban, tal vez si escapar pero su plan era fuego, sabía que podía liberarse, pero no tenía oportunidad solo el fuego le podía dar una. Su mano sujeto la correa y vio el fuego detrás de ella devorando la casa, había estado dentro, conocía levemente su diseño, ya se había derrumbado la mayor parte del segundo piso, la planta baja iluminaba todo con sus llamas, apunto a un hueco de donde salían fuertes llamas.

-No sé qué rayos quieras, pero no me fio de quien me traiciona a la primera oportunidad… eres un hechicero poderoso lo admito, me hubiera gustado trabajar juntos, tal vez aprender de ti… pero ahora quieres que confié… que me dejaras ir.

Alzo ambas manos rápidamente aventando algo, lanzo la correa junto con su bolsa hacia atrás, hacia  las llamas, en medio de la casona. Todos sus tesoros. Ya fuese que leyera la mente, que sintiera el poder de ese ojo o que simplemente lo dedujera todo apuntaba a algo, sacrificaría todo en una maniobra suicida, había lanzado todo hacia el hueco a lo que volteo a ver al hombre.

Sonrió aun que le daba miedo aquel tipo, el fuego era su oportunidad, ellos no quemaron la casa por algo, y si ese algo era el fuego, tal vez podría salvarse,  

-Como sabrás, ahí estaban todos mis saqueos, se donde cayeron, como pasar entre el fuego, no sé si tu ojo perdido este ahí, pero creo que solo un hechicero, no creo que sea así, pero tal vez necesites mi ayuda una vez mas??? Aunque me pregunto si ese ojo es frágil. Necesitas alguien que lo saque??? puede que tenga una ultima cosa que ofrecerte.

Sujetaba el medallón implorando que su plan tuviese éxito, las armas contra un hechicero no eran muy útiles y también que con todo el calor que ella estaba emanando pudiese quemar aquellas ramas invocadas por magia negra.

Una maga de baja categoría contra un hechizero capaz de atacar un pueblo…

Si las ramas se quemaban planeaba salir corriendo en la única dirección que le quedaba, meterse en medio de las llamas, su control de fuego no era tan grande, pero era preferible quemarse a terminar como sus compañeros.

En cuanto Arcoiris arrojó la bolsa, ésta ardió en llamas con el fuego, sin embargo no fue una buena maniobra impulsaba con un objeto de magia negra. El hechicero alzó las manos y del bolso envuelto en llamas, emergió una piedra perfectamente redonda, de color azul que al mirarla llegaba a dañar la vista. La piedra se elevó en el aire y con gran velocidad llegó a las manos del brujo.

Uno de los hombres detrás dijo.
-El fuego ocasionado por una bruja inocente y el impulso acarrean consecuencias en contra muchacha, el fuego rompió la protección del Ojo de Dracoth-El hechicero sonrió con la piedra en mano, llevándola contra su pecho, satisfecho de su plan y dijo antes de desaparecer en un torbellino de viento:-Deshaceos de esa bruja!-

El resplandor blanco destelló y un haz de luz cortó las ramas que sujetaban las piernas, dándole la posibilidad de correr. No era buena idea que Arcoiris se enfrentara a ellos. Debería huir a un lugar seguro. ¿Habría descubierto la función del medallón?

Los tres hechiceros sonrieron con malicia entre ellos mirándose y volviendo la vista a la joven, ansiosos por cómo matarla.

Volvió a maldecir entre dientes, había dejado que se apoderaran del ojo, enojada, sorprendida por el medallón solo pensó en algo y antes de darse cuenta corría hacia el fuego.

Pelear en desventaja, si fuera valiente estaría muerta… prefiero ser cobarde que una muerta valiente…

Se adentró en las llamas buscando entre todo aquel desastre la chimenea, no tardó en encontrarla, cogió un atizador, las llamas eran más intensas de lo que esperaba y la entrada estaba bloqueada, desesperada comenzó a trepar por las piedras de la chimenea hasta la cima, estaba débil por el humo pero seguía trepando entre las piedras y el fuego. Una vez arriba se coló por el agujero uso el atizador como palanca para no caer, estaba al rojo vivo, pero solo le quemaba como si fuera una tortilla caliente.

Una vez bajo completamente tosió por el humo y aparto el atizador, sentía el suelo mojado, las paredes calientes por el fuego, tardo en acostumbrarse a la oscuridad, entonces la vio, la joven y la mujer que había dejado adentro.

Coloco su capucha escondiendo su rostro arrepentido, pero su voz sonaba enojada.

-Falle!!!... se llevaron el ojo, mis compañeros están muy heridos, tal vez muertos, no se… escape por poco…

Su voz temblaba, arrepentida y enojada, trataba de explicar que todo aquello no era su culpa, pero sí lo era. Su capucha seguía ocultando su rostro.

-…Necesito que me ayudes a recuperarlo… no soy… no soy buena… lo que te hice…  quiero enmendarme, afuera hay 3 sujetos, no sé si esperaran, si creen que escape o yo que se…

Volvió a toser, estaba intentando acomodar sus ideas, no podía enfrentar al sujeto con sus secuaces sola y sin saber nada.

-… necesito que me digas que hacer, aún hay tiempo. Explícame que hace ese ojo y como detenerlo.

No podía ver el rostro de la chica, tampoco quería, le era difícil ver a alguien que había lastimado, miro el medallón elfico en vez de eso, le había rezado, le había hablado y se libro de aquellas ramas… su mente miraba distraída cuando por fin tomo el valor para ver a la chica y explicarse.

-Tengo este medallón elfico, tampoco sé qué hace, vi de primera mano sufrir a la gente bajo el hechizo, había una elfa herida que portaba esto, vi… y escuche… sufrir a la gente, pensé que si acababa rápido con ustedes acabaría esto, pero todo salió mal… terriblemente mal… si en verdad eres una bruja blanca… no me perdones, lo de que me debes la vida… olvídalo… ódiame si quieres, pero necesito detener a ese nigromante… necesito aprender a vencerlo… y solo tenemos hasta esta noche… daré una vida si es necesario para detenerlo.
Explícame y enséñame todo sobre ellos, sobre el ojo y este medallón, solo así poder corregir esto…

Su voz era firme, miraba las heridas de ambas preguntándose si aquellas dos auto denominadas brujas blancas podían ayudarlas, si no era así solo le quedaba esperar a que el fuego se extinga por si solo y escapar del lugar para dar alerta a Lunargenta. Así mirándola desafiante espero su respuesta.

Ninguna de las mujeres pudo responder a las palabras de Arcoiris porque se sus bocas comenzó a salir chorros de sangre. Sus ojos sus ojos se pusieron en blanco y cayeron con espasmos en sus cuerpos en el lugar donde estaban. La joven que había pedido que la bruja tomara el ojo de Dracoth, derramó unas lágrimas en sus ojos, y llevó una de sus manos al pecho y tomó de la pechera a la joven, como deseando suplicarle algo. Pero sus palabras eran ahogadas por la sangre.

El fuego de color naranja terminó expandiéndose por toda la casa y de un momento a otro parecieron extinguirse pero regresaron en un color verde fuerte que dibujaba calaveras en las llamas.

-No!!!

Arcoíris salto sobre la chica soltando su atizador y sosteniendo tan cerca de ella el amuleto, su ropa manchada de sangre seguía igual que siempre, su color era sangre, igual a la de la chica..

-Amuleto, por favor… sálvala.

Miro a la otra mujer, solo tenía un amuleto, tenía que intentar rescatar a una de las dos.

-Si en verdad puedes hacer algo, solo salvala….

Miro el amuleto, si potenciaba su magia sería inútil… no era curandera… no a su nivel. Si libraba de ataques malignos tal vez pudiese salvarla… incluso si respondía a sus pedidos le estaba rogando que salvara a una de las chicas.

-Aguanta… aguanta… amuleto… por amor de cualquier dios… sálvala…

Arcoíris miro las llamas verdes desafiante, estaba desesperada y ahora con fuego verde corría el riesgo de caer en alguna trampa, había visto como escapaba por el fuego, era posible que fuera una trampa. Y no sabía nada, aquello solo la ponía a pensar en alguna pista.

-Es que los dioses están en contra mia????

Mientras seguía presionando el amuleto esperando salvar a la joven cruzo por un momento la idea de rendirse, de escapar y dejar todo eso lejos. No era su problema. No los conocía.
Cerro los ojos y la imagen de la chica que siempre aparecía en sus sueños se hiso presente en su mente reprendiéndole por rendirse tan fácil. Con esfuerzos renovados, abrió los ojos esperando que aquel amuleto hiciera algo útil. Aun así rasgo las ropas de la chica mojando las en el agua para cubrir su rostro y cobrir el de la joven, si aquel fuego verde parecia maldito, no quería respirar algún humo toxico.

Arcoiris no pudo volver a percibir rastro de vida en ninguna de las dos mujeres. Pero el amuleto volvió a brillar y un destello se alejó hacia alguna puerta cercana, perdiéndose al salir de la casa. ¿Señal de que debía seguir ese resplandor? ¿Huir? Las llamas estaban por derrumbar la casa y carbonizar a cualquiera que se encontrara dentro. Comenzaría a sentir su garganta seca y a sentirse mareada. Su cuerpo parecía que pedía a gritos respirar el aire puro.

¿Cómo salvar un pueblo si no se salvaba a sí misma?

Arcoíris despojo rápidamente aquellos cuerpos sin vida de cualquier posesión, cogió los metales que había usado para tapar y tomo cuanto pudo abriéndose paso con el atizador.

La próxima creo me uniré a los malos…  Al menos dejare que mis sueños y el medallón me guíen…

Salió siguiendo el camino marcado por el medallón, una vez afuera contemplo la casa en ruinas y usando el carbón de la madera quemada marco en el suelo un símbolo, su símbolo.

-Regresare… lo prometo y me vengare… también las vengare...


Una vez afuera miro los vestidos, hasta encontrar en ellos lo que pudo, cualquier dama, joven o bruja tenía un símbolo, alguna asociación de su casa.

Si ellas cuidaban el ojo… debían ser alguna orden… algo…

Miro la poca plata, metales que había sacado, con eso ni siquiera podría comprar una casa… guardo todo y siguió el camino marcado. La ide de un trovador apareció en su mente rapidamente.

Los objetos que Arcoiris tomó, pronto ardieron en llamas y se hicieron ceniza en poco tiempo. Tuvo que dejarlas caer al suelo. Lo único que permaneció intacto, fue el medallón y su resplandor se volvió de color rojo.
En cuanto eso pasó, un torbellino de viento surgió delante de la joven y los cuatro encapuchados aparecieron ante ella. El Mago Oscuro, que tenía el rostro deforme, dibujó una sonrisa en sus delgados y ennegrecidos labios.
-¿A donde vas niña?-

La bruja no pudo reaccionar ni utilizar poder alguno, cayó al suelo doblándose de dolor, sintiendo un dolor atroz en sus entrañas, como si hurgaran dentro de ella, y la descuartizaran por dentro. Los tres encapuchados sonreían con gozo de ver cómo la muchacha se retorcía. Uno de ellos tres se acercó.
-Estarás maldita Arcoiris, he visto quien eres, y si bien tienes una débil luz en tu interior, el resto de tu alma es negra-dijo la voz del brujo, mirándola en el suelo, débil y temblando incontroladamente por el mismo dolor de antes-Has matado a tres hechiceras de la Orden Blanca, encargada de proteger el Ojo de Dracoth, que si hubieran seguido con vida, hubieran arruinado mi plan. Pero ahora gracias a ti, mi señor podrá seguir su trabajo. Ya he dado la advertencia...-la miró de una manera peligrosa, y la sonrisa que dibujó fue aterradora-Tu cuerpo volverá a retorcerse de dolor cada vez que quieras meter las manos donde no debes, a no ser que sea a través de una orden mía, pero mientras tanto... Tendrás que obrar de buena manera-soltó una carcajada y prosiguió-No deseo que te hagan daño alguno por alguna tontera que hagas, ahora trabajarás para mí. Estaremos en contacto contigo pronto...-una nube de torbellino se formó de nuevo en medio de la noche y los brujos se desvanecieron.

El amuleto dejó de brillar, pero parecía ser valioso. Le había salvado la vida. Era su único poder, de ayudarla a escapar de la muerte y advertirle de los peligros.

Arcoiris dejó de sentir el dolor que había disminuido mientras el brujo hablaba. Aparentemente la habían utilizado para conseguir el ojo de Dracoth e impedir que salvaran la ciudad. Ellos sabían que sin decirle, ella daría con la reliquia. Quizá lo más importante fue que hubiese querido salvar a las mujeres y haber huido. ¿Debería buscar a la Orden Blanca y solicitar su ayuda? En el lugar más seguro sería en Belletrux.

Al día siguiente la luz del sol brillaba sobre Lunargenta de nuevo, y todo volvía a la normalidad. Pero empezaron a oírse rumores de que pronto sucedería algo. Ese brujo había hecho de las suyas de nuevo. ¿Con qué vendría la próxima vez?

La bruja despertaría con los primeros rayos del sol en medio de la calle. Nadie se había acercado a ese lugar por temor a la Orden o el fuego verde que se había visto durante la noche. Aunque cuando la joven abrió los ojos, se encontraba una anciana de cabellos grises, la miraba desde arriba, algo preocupada.
-¿Te encuentras bien?-preguntó.

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Off rol:
Posees la Maldición del Brujo Honesto.