[ENIGMA] La viajera
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Era un día frío en las tierras del norte, y aún así, las calles de la ciudad rebosaban vida y felicidad. A los ciudadanos de tierras tan afiladas no les asustaría un poco de nieve, e igual o más valientes incluso eran los niños que jugaban animados en la plaza principal. Bien abrigados y con las narices rojas se agruparon casi veinte niños y niñas de todas las edades, y se juntaban por grupos para jugar todos juntos a un juego que todos tenían en gran estima; las palmas.
La anciana comadre Twitchett tiene un solo ojo,
y una cola movediza que no para de volar.
Siempre que salta una brecha,
una parte de su cola se engancha en una trampa.
y una cola movediza que no para de volar.
Siempre que salta una brecha,
una parte de su cola se engancha en una trampa.
Con entusiasmo entonaban la adivinanza al ritmo de las palmas, esperando que tal vez algún interesado se acercara a probar suerte y resolverla.
Cualquier duda enviar MP. No es necesario esperar la respuesta del master entre post y post, el primero que acierte se lleva el premio. Normas e información aquí: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Othel
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Re: [ENIGMA] La viajera
Frio. Los ojos de la chica estaba cerrados, notando los copos de nieve caer sobre su blanca piel. Frio… cuanto lo había añorado. Sus pies andaban sobre el gran manto blanco, que se alzaba desde donde empezaba su vista, hasta donde alcanzaba, cubriendo pueblos y montañas, arboles y rocas. Realmente era precioso.
Dejando atrás el camino entre los arboles del bosque, la muchacha se acercaba a la cuidad de Dundarak, dejando atrás los días en Lunargenta. Había sido un viaje duro, ya que las lluvias habían obstaculizado su camino inundando puntos y pequeños valles. Aunque el caprichoso clima no había sido lo único duro, ya que separarse del que había sido su compañero en los últimos meses se le había raro.
Pero la vida sigue, y cada uno sigue su propio camino, no se debía anclar a nada… ni a nadie. El encuentro con el hombre bestia le había dejado unas palabras que no dejaban de rondar su mente, aunque ¿Qué malo le podía pasar en Dundarak?… lo mismo que en cualquier lugar, al fin de cuentas.
Sin dejar de andar, se acomodo las pieles sobre sus propios hombros. Sentía el frio en la punta de los dedos dentro de sus botas, aunque no le era desagradable. Se había recogido el cabello en una trenza, que se asomaba por la negra capucha, cayendo sobre su hombro derecho. Las huellan reseguían su camino, poco a poco desapareciendo entre la nieve.
Dundarak estaba tal y como la recordaba, aunque la última vez que estuvo en las tierras del norte aun se podía ver algo verde, pero ahora no era el caso. Esperaba no encontrar a nadie en las calles, ya que el frio podía colarse en los huesos como si de dagas se tratase. Pero se equivocada: habían niños en la plaza principal, jugando de manera jovial. Atreves de las ventanas se podían ver luces del interior de las casas. Los hogares estaban encendidos, trabajando para aportar calor en aquellos días, haciendo que saliese humo por las chimeneas.
La dragona pretendía ir a una taberna, a calentar el cuerpo con un buen licor. Pero se quedó mirando a los niños…le encantaban los niños, sabía que si estaba en sus manos los protegería, con su vida si era necesario, pero a la vez le daban miedo. Le parecían tan frágiles…
Apoyo el trasero en la fuente, apartando antes la nieve con la mano. Niños der todas las edades estaban cantando unas mismas frases…
Dejando atrás el camino entre los arboles del bosque, la muchacha se acercaba a la cuidad de Dundarak, dejando atrás los días en Lunargenta. Había sido un viaje duro, ya que las lluvias habían obstaculizado su camino inundando puntos y pequeños valles. Aunque el caprichoso clima no había sido lo único duro, ya que separarse del que había sido su compañero en los últimos meses se le había raro.
Pero la vida sigue, y cada uno sigue su propio camino, no se debía anclar a nada… ni a nadie. El encuentro con el hombre bestia le había dejado unas palabras que no dejaban de rondar su mente, aunque ¿Qué malo le podía pasar en Dundarak?… lo mismo que en cualquier lugar, al fin de cuentas.
Sin dejar de andar, se acomodo las pieles sobre sus propios hombros. Sentía el frio en la punta de los dedos dentro de sus botas, aunque no le era desagradable. Se había recogido el cabello en una trenza, que se asomaba por la negra capucha, cayendo sobre su hombro derecho. Las huellan reseguían su camino, poco a poco desapareciendo entre la nieve.
Dundarak estaba tal y como la recordaba, aunque la última vez que estuvo en las tierras del norte aun se podía ver algo verde, pero ahora no era el caso. Esperaba no encontrar a nadie en las calles, ya que el frio podía colarse en los huesos como si de dagas se tratase. Pero se equivocada: habían niños en la plaza principal, jugando de manera jovial. Atreves de las ventanas se podían ver luces del interior de las casas. Los hogares estaban encendidos, trabajando para aportar calor en aquellos días, haciendo que saliese humo por las chimeneas.
La dragona pretendía ir a una taberna, a calentar el cuerpo con un buen licor. Pero se quedó mirando a los niños…le encantaban los niños, sabía que si estaba en sus manos los protegería, con su vida si era necesario, pero a la vez le daban miedo. Le parecían tan frágiles…
Apoyo el trasero en la fuente, apartando antes la nieve con la mano. Niños der todas las edades estaban cantando unas mismas frases…
La anciana comadre Twitchett tiene un solo ojos,
Y una cola movediza que no para de volar.
Siempre que salta una brecha,
Una parte de su cola se engancha en una trampa.
Y una cola movediza que no para de volar.
Siempre que salta una brecha,
Una parte de su cola se engancha en una trampa.
Los ojos de la dragona se entrecerraron. ¿Aquello era una adivinanza? A Levia le encantaban las adivinanzas y las historias, pero aquella no la sabia. Escuchó atentamente un par de veces las líneas… No sabía la respuesta. Odiaba no poder resolver aquellas cosas.
Se levanto y lentamente fue a la primera taberna que vio con las luces encendidas. Se sentó en una mesa junto a una ventana, para poder ver a los niños…
En una trampa… la anciana solo tiene un ojo…
Entre sorbo y sorbo la joven no dejaba de darle vueltas al enigma. Como lo odiaba, debía de averiguarlo…
Una copa más, acompañado de unas naranjas rojas. Dejó por un momento aquel jugo de niños a un lado, tenia cosas mejores en las que pensar. Desde su “trabajo” en Lunargenta, en la que había tenido que permanecer en el cementerio de la misma ciudad toda una noche, sus ropas había quedado… muy mal, por así decirlo. Aun llevaba las telas que el monje le había puesto para poder cubrir un poco más su cuerpo. Así que saco una aguja y un manojo de hilos y se puso a coser, aquello era un tostón. Aprovechando que estaba en la ciudad, intentaría mirarse una armadura nueva, aquello de ir recosiendo la suya la tenia harta. ¿Quizás venderían alguna armadura que no se rompiera cuando se transformaba en dragón…? Aunque también podía desnudarse cada vez que lo hacía, pero… siempre se le olvidaba.
-¡Maldita aguja!- Arrugó la nariz, gruñendo cuando se pinchó el dedo índice. Arrojo la punta de hierro sobre la mesa. La sangraba el dedo… ¿Cómo una herida tan pequeña podía hacer sangrar tanto?
Alargó la mano para coger la herramienta y seguir con su tarea, pero se quedo quieta, congelada.
-Un solo ojo…cola… ¡brecha!- se levantó de golpe, con una sonrisa de oreja a oreja. – ¡Claro, es la aguja y el hilo!- exclamo mirando la aguja. Entonces se dio cuenta de que había gente mirándola, quizás había hecho mucho ruido…
Recogió sus cosas corriendo y salió a la calle. No tardó mucho en llegar a la plaza principal.
-¡Ya lo sé!- dijo acercándose a un grupito de niñas, que aun seguía con su juego. La dragona carraspeo al escuchar la leve sonrisa de las niñas. Se enderezó, adoptando su porte serio y duro, aunque quizás ya seria tarde, ya que había parecido una niña más. – Quiero decir… ya se la respuesta a vuestro…enigma…- una sonrisilla luchaba por salir de entre sus labios. – Es… la aguja y el hilo, ¿verdad?- sin poder evitarlo, sonrió como una tonta, esperando la respuesta de las niñas.
Se levanto y lentamente fue a la primera taberna que vio con las luces encendidas. Se sentó en una mesa junto a una ventana, para poder ver a los niños…
En una trampa… la anciana solo tiene un ojo…
Entre sorbo y sorbo la joven no dejaba de darle vueltas al enigma. Como lo odiaba, debía de averiguarlo…
Una copa más, acompañado de unas naranjas rojas. Dejó por un momento aquel jugo de niños a un lado, tenia cosas mejores en las que pensar. Desde su “trabajo” en Lunargenta, en la que había tenido que permanecer en el cementerio de la misma ciudad toda una noche, sus ropas había quedado… muy mal, por así decirlo. Aun llevaba las telas que el monje le había puesto para poder cubrir un poco más su cuerpo. Así que saco una aguja y un manojo de hilos y se puso a coser, aquello era un tostón. Aprovechando que estaba en la ciudad, intentaría mirarse una armadura nueva, aquello de ir recosiendo la suya la tenia harta. ¿Quizás venderían alguna armadura que no se rompiera cuando se transformaba en dragón…? Aunque también podía desnudarse cada vez que lo hacía, pero… siempre se le olvidaba.
-¡Maldita aguja!- Arrugó la nariz, gruñendo cuando se pinchó el dedo índice. Arrojo la punta de hierro sobre la mesa. La sangraba el dedo… ¿Cómo una herida tan pequeña podía hacer sangrar tanto?
Alargó la mano para coger la herramienta y seguir con su tarea, pero se quedo quieta, congelada.
-Un solo ojo…cola… ¡brecha!- se levantó de golpe, con una sonrisa de oreja a oreja. – ¡Claro, es la aguja y el hilo!- exclamo mirando la aguja. Entonces se dio cuenta de que había gente mirándola, quizás había hecho mucho ruido…
Recogió sus cosas corriendo y salió a la calle. No tardó mucho en llegar a la plaza principal.
-¡Ya lo sé!- dijo acercándose a un grupito de niñas, que aun seguía con su juego. La dragona carraspeo al escuchar la leve sonrisa de las niñas. Se enderezó, adoptando su porte serio y duro, aunque quizás ya seria tarde, ya que había parecido una niña más. – Quiero decir… ya se la respuesta a vuestro…enigma…- una sonrisilla luchaba por salir de entre sus labios. – Es… la aguja y el hilo, ¿verdad?- sin poder evitarlo, sonrió como una tonta, esperando la respuesta de las niñas.
Levia
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Re: [ENIGMA] La viajera
Las niñas a las que la mujer se había acercado se la quedaron mirando con una risilla burlona a punto de estallar en sus labios, pero aún así escucharon hasta el final. Cuando terminó, se miraron entre si con alegría, llamando la atención del resto de los niños, hasta que finalmente todos se acercaron rodeando a la guerrera dragón.
Todos los niños formaron un círculo a su alrededor, agarrándose de las manos, y en cuanto uno de los chicos contara de tres a cero todos empezaron a entonar la adivinanza saltando al ritmo de una canción, dando vueltas y vueltas dejando a la viajera en el medio.
- ¡Es la aguja y el hilo! - exclamó la más pequeña, seguida después del resto de los infantes, alegres por que al fin alguien haya resuelto su adivinanza y, claro está, porque la joven decidiese unirse al juego que en tanto frío conseguía mantenerlos calientes.
De la nada todos y cada uno empezaron a correr de un lado para otro, riendo y cantando la canción, para volver a reagruparse y jugar a las palmas, pero hubo algo que llamaría la atención de la dragona. Una dulce niña de poco más de 8 años apareció frente a ella sonriente, pero lo extraño era que no estaba envuelta en una infinidad de piezas de tela para mantenerse alejada del frío como los demás, sino que su piel de porcelana era protegida por tan solo un fino camisón blanquecino.
La niña se acercó a la mujer y ató a su dedo meñique un fino pero resistente hilo rojo como la sangre. Hizo un pequeño lazo y sonrió con gratitud. - Tienes una alma bondadosa... Si alguna vez estás en peligro tira del hilo, pero recuerda, solo tendrás una oportunidad. -
En cuanto la joven apartase la mirada, tan solo por un instante, y tratase de encontrarse de nuevo con la niña, esta ya no estaría frente a ella. Pero no solo eso, más de la mitad de los niños también habían desaparecido, quedando ahora solo unos pocos. Estos la miraron y apuntaron hacia hacia el cielo, donde entre las nubes se dejó ver un fugaz halo de luz transparente, justo antes de que la nieve empezase a caer de nuevo. Después, sin decir palabra alguna, los niños se dirigieron a sus hogares.
- ¡Has resuelto la adivinanza! Postea una vez más para cerrar el hilo y marcaré el tema como CERRADO.
- Levia gana 10 p. de experiencia + el hilo rojo del meñique. Al deshacer el lazo la ayuda te será concedida en un peligro inminente. No olvides registrar este objeto de un solo uso en el siguiente apartado: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
- Curiosidad: Se estima que esta adivinanza inglesa lleva dando vueltas por lo menos desde la época medieval.
Todos los niños formaron un círculo a su alrededor, agarrándose de las manos, y en cuanto uno de los chicos contara de tres a cero todos empezaron a entonar la adivinanza saltando al ritmo de una canción, dando vueltas y vueltas dejando a la viajera en el medio.
- ¡Es la aguja y el hilo! - exclamó la más pequeña, seguida después del resto de los infantes, alegres por que al fin alguien haya resuelto su adivinanza y, claro está, porque la joven decidiese unirse al juego que en tanto frío conseguía mantenerlos calientes.
De la nada todos y cada uno empezaron a correr de un lado para otro, riendo y cantando la canción, para volver a reagruparse y jugar a las palmas, pero hubo algo que llamaría la atención de la dragona. Una dulce niña de poco más de 8 años apareció frente a ella sonriente, pero lo extraño era que no estaba envuelta en una infinidad de piezas de tela para mantenerse alejada del frío como los demás, sino que su piel de porcelana era protegida por tan solo un fino camisón blanquecino.
La niña se acercó a la mujer y ató a su dedo meñique un fino pero resistente hilo rojo como la sangre. Hizo un pequeño lazo y sonrió con gratitud. - Tienes una alma bondadosa... Si alguna vez estás en peligro tira del hilo, pero recuerda, solo tendrás una oportunidad. -
En cuanto la joven apartase la mirada, tan solo por un instante, y tratase de encontrarse de nuevo con la niña, esta ya no estaría frente a ella. Pero no solo eso, más de la mitad de los niños también habían desaparecido, quedando ahora solo unos pocos. Estos la miraron y apuntaron hacia hacia el cielo, donde entre las nubes se dejó ver un fugaz halo de luz transparente, justo antes de que la nieve empezase a caer de nuevo. Después, sin decir palabra alguna, los niños se dirigieron a sus hogares.
En este mundo hay cosas que es mejor no cuestionar, cosas que es mejor no explicar, y cosas que hay que aprender a respetar. El que respeta la muerte y vela por las almas perdidas será recompensado.
- Niña:
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- ¡Has resuelto la adivinanza! Postea una vez más para cerrar el hilo y marcaré el tema como CERRADO.
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- Curiosidad: Se estima que esta adivinanza inglesa lleva dando vueltas por lo menos desde la época medieval.
Othel
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Re: [ENIGMA] La viajera
Levia estaba de pie, con los hombros relajados hacia abajo. Observó como los niños se acercaban a ella, no entendía nada. Formaron una redonda a su alrededor antes de empezar a cantar de nuevo aquella adivinanza. El ceño de la dragona estaba fruncido, mirando de un lado a otro a los diferentes niños. Entonces la voz de la más pequeña anunció que la respuesta era correcta. Levia sonrió satisfecha.
Al ver que los niños empezaban a correr, la muchacha se dejó llevar y empezó a perseguirles, quedándose quieta y riendo cuando estos paraban de nuevo a jugar a las palmas. Aquel estilo de juego le recordaba al de los cachorro, cosa que le extrañó, pero a la vez le gustó.
Estaba allí, mirando a los pequeños, creando humo de color blanco a cada exhalación, cuando una niña se acercó a ella. Era distinta a los demás, su piel del color de la nieve apenas portaba ropa con que cubrirla, y a pesar de ello, no parecía tener frio.
Se dejó hacer cuando la pequeña cogió su mano y ató en su meñique un hilo rojo, rojo sangre. El entrecejo de Levia se frunció, mirando el pequeño lacito, mientras acuchaba las palabras de la niña. Una leve sonrisa apareció en sus labios, a la vez que alzaba la cabeza para agradecerle a la niña aquel gesto… pero ya no estaba. Miró a un lado y después al otro… parecía que la niña había desaparecido. Encogiéndose de hombros empezó a andar… ¿No habían más niños antes en la plaza?
Guiada por las señales que le hicieron los pequeños que quedaban en la plaza, Levia observó con la boca entreabierta, como un haz de luz muy clarita aparecía en el cielo, entre las nubes grisáceas, desapareciendo casi tan rápido como había aparecido.
La nieve empezó a caer, meciéndose por la brisa, como si de pequeñas plumas se tratasen. La nieve humedeció de nuevo sus ropas, dejando pequeñas perlas de color blanco sobre su negro cabello.
Tardó un par de segundos antes de ver que los pocos niños que quedaban se iban a sus casas, recogiéndose del frio. Se quedó sola, mientras la nieve acariciaba su piel, alzó la mano, para mirarse de nuevo aquel hilo…Tienes un alma bondadosa. Si alguna vez estás en peligro tira del hilo, pero recuerda, solo tendrás una oportunidad…
¿Realmente aquel hilo le ayudaría en un momento de máxima necesidad? Nunca lo sabría hasta que lo probara, pero procuraría guardar bien aquella oportunidad.
La nieve empezaba a caer con más fuerza, por lo que la dragona debería buscar un lugar donde resguardarse de la “tormenta”. Se dirigió a la posada en la que había estado unos minutos antes, pero ya estaba cerrada. Maldiciendo, Levia se puso a andar por las calles de la gran ciudad, esperando encontrar alguna taberna o quizás alguna posada abierta.
Al ver que los niños empezaban a correr, la muchacha se dejó llevar y empezó a perseguirles, quedándose quieta y riendo cuando estos paraban de nuevo a jugar a las palmas. Aquel estilo de juego le recordaba al de los cachorro, cosa que le extrañó, pero a la vez le gustó.
Estaba allí, mirando a los pequeños, creando humo de color blanco a cada exhalación, cuando una niña se acercó a ella. Era distinta a los demás, su piel del color de la nieve apenas portaba ropa con que cubrirla, y a pesar de ello, no parecía tener frio.
Se dejó hacer cuando la pequeña cogió su mano y ató en su meñique un hilo rojo, rojo sangre. El entrecejo de Levia se frunció, mirando el pequeño lacito, mientras acuchaba las palabras de la niña. Una leve sonrisa apareció en sus labios, a la vez que alzaba la cabeza para agradecerle a la niña aquel gesto… pero ya no estaba. Miró a un lado y después al otro… parecía que la niña había desaparecido. Encogiéndose de hombros empezó a andar… ¿No habían más niños antes en la plaza?
Guiada por las señales que le hicieron los pequeños que quedaban en la plaza, Levia observó con la boca entreabierta, como un haz de luz muy clarita aparecía en el cielo, entre las nubes grisáceas, desapareciendo casi tan rápido como había aparecido.
La nieve empezó a caer, meciéndose por la brisa, como si de pequeñas plumas se tratasen. La nieve humedeció de nuevo sus ropas, dejando pequeñas perlas de color blanco sobre su negro cabello.
Tardó un par de segundos antes de ver que los pocos niños que quedaban se iban a sus casas, recogiéndose del frio. Se quedó sola, mientras la nieve acariciaba su piel, alzó la mano, para mirarse de nuevo aquel hilo…Tienes un alma bondadosa. Si alguna vez estás en peligro tira del hilo, pero recuerda, solo tendrás una oportunidad…
¿Realmente aquel hilo le ayudaría en un momento de máxima necesidad? Nunca lo sabría hasta que lo probara, pero procuraría guardar bien aquella oportunidad.
La nieve empezaba a caer con más fuerza, por lo que la dragona debería buscar un lugar donde resguardarse de la “tormenta”. Se dirigió a la posada en la que había estado unos minutos antes, pero ya estaba cerrada. Maldiciendo, Levia se puso a andar por las calles de la gran ciudad, esperando encontrar alguna taberna o quizás alguna posada abierta.
Levia
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