[Evento] Vuelo de halcón
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[Evento] Vuelo de halcón
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En lo alto de una rocosa montaña, no muy lejos del lago más grande de Aerandir, un joven suspiraba sobre una especie de pájaro de madera. Estaba sentado encima de una roca, con la cabeza reposada en las palmas de sus manos, y no dejaba de suspirar. De vez en cuando desviaba su mirada hacia la máquina de color tierra, en otras hacia el camino que subía montaña arriba. Él se encontraba no muy lejos de la cima, y por ello mantenía la esperanza de que alguien aparecería, y había pasado ya una hora desde entonces cuando al fin apareció alguien a quien no dudó darle la bienvenida.
- ¡Maravilloso! ¡Justo lo que necesitaba! - se levantó de un brinco, dirigiéndose automáticamente hacia la mano del recién llegado, ya fuese para estrechársela o brindarle un cálido beso. - Verá, un inventor nos trajo a mi amigo y a mí con la promesa de un par de monedas si le ayudábamos a probar uno de sus más nuevos artilugios, pero... - señaló al aparato. - Son dos personas las que lo tienen que hacer funcionar, y me dejaron atrás... ¡Por favor, se lo suplico, necesito de su ayuda! -
- Joven:
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Para participar deberás:
♠ Realizar un post de 40 líneas como mínimo.
♣ Describir el vuelo. Podrás utilizar al personaje, pero este solo sabrá el funcionamiento básico del artilugio, así que tendréis que descubrir lo más importante sobre la marcha; por ejemplo, el como frenar y/o aterrizar. Volaréis un total de 20 minutos.
♦ Explicar cómo y por qué te encuentras en las montañas del Este.
♥ Elegir un conflicto cómico y desarrollarlo: a) Te tragas un mosquito durante el vuelo. b) Empieza a seguiros una bandada de pajaritos. c) Un halcón macho os confundirá e intentará aparearse con vosotros. d) Una combinación de no más de 2 de las 3 opciones anteriores.
♪ Sólo un personaje puede participar a la vez. Una vez un personaje postee y cumpla con los requisitos, este Tema será cerrado.
Proviene del Evento [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
Othel
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Re: [Evento] Vuelo de halcón
Maaaaw, ¿verdad que el Sol está delicioso Panda-kun~? le pregunté a mi compañero que se encontraba recostado patas para arriba sobre una roca tibia. Ambos nos habíamos detenido en medio de nuestro lento viaje para ver a mi familia. Hacía ya un buen tiempo que no íbamos al Norte y de alguna forma queríamos almacenar todo el calor posible en nuestros huesos. Verano o no, en las eternas nieves de las tierras de los dragones es insoportable el frío que te acalambra los huesos.
No teníamos apuro, la mecánica de nuestro viaje se había puesto en moción y ahora solamente queríamos retrasarlo lo máximo posible. Me encontraba sentada, con las piernas estiradas y apoyando mi peso sobre los brazos hacia atrás cuando un brillo en una de las montañas cercanas captó mi atención. Intercambiamos una mirada de complicidad y partimos a saciar nuestra curiosidad. Casi en la cima del monte se encontraba un joven de tes clara y cabellos tan finos como hilos de oro. Parecía triste o pensativo acerca de algo, pero más que él y sus problemas, me llamó la atención la cosa que estaba tras de él. Me recordó a los bios y su base, esa… artimaña hecha de metal y cuero. Estamos destinados a seguir a esas cosas Pa-kun le dije al tigre, segura que algo así estaría pasando por su mente animal.
Un escalofrío bajó por mi colita e hizo que sus pelos se pusieran de punta mientras avanzábamos para hacernos visibles entre la maleza. Ya habíamos decidido venir, por lo que estaba de más el pensar que volveríamos nuestros pasos. Tragué saliva cuando el joven nos saludó con tanta presteza. Tomó mi mano sin mi consentimiento y la besó con labios cálidos y caballerosos. Bueno… si era capaz de saludar así, quizá no era tan malo…
Ehm… dije aclarándome la garganta mientras rodeaba esa cosa de proporciones importantes. Esto no es para el suelo dije observando al joven a los ojos. Me recordaba a las alas de aquél buen dragón que mucho tiempo atrás me había llevado hasta el poblado abandonado y de allí a mi casa. No dejé que él contestara, Panda seguía mis pasos de cerca, contoneándose con igual curiosidad Parece un dragón con las alas extendidas… silencié un pensamiento que cruzaba mi mente. Creo que no le han dejado atrás si es lo que creo que es, no se atrevieron a volar dije con el tono de una entendida en la materia, aunque solamente me hacía una idea de lo que se trataba por mis vastos viajes por Aerandir.
Su rostro se iluminó con una gran sonrisa a modo de respuesta. Porque es para volar me imagino… teniendo en cuenta el lugar donde nos encontramos y la fuerza del viento ahora mis palabras finalizaban todas con un tono de pregunta, haciendo que mi frase sonara dislocada. -En efecto- fue lo único que dijo a modo de respuesta. Estuve pensativa unos momentos y cuando tomé la decisión chasquee la cola contra el suelo, me quité la carga que llevaba a mis espaldas así como dejé las cimitarras al cuidado de Panda. Panda, volveré. Y caballero, como ve, soy una mujer bestia, una tigresa. Nosotros los felinos siempre caemos en cuatro patas. Espero que usted esté preparado de alguna forma.
Mientras hablaba nos fuimos posicionando junto con el pesado aparato. Él tomó el lado de la izquierda y como respondiendo a una pregunta sin formular se aseguró con algunas correas y parsimoniosamente midió su cuerpo para poner otras en sus piernas… “¿acostado?” me pregunté elevando las dos cejas. Cuando llegó mi turno negué con la cabeza y él asintió. En esa pelea muda él salió victorioso; no era que no quisiera eso… pero no me daba buena espina, si tenía que salir de esa cosa de apuro estaría atada, aunque suponía que esa era la cuestión, ni mucho que hacerle de todas formas, ya que estábamos a una altura en la que aunque cayera en cuatro patas probablemente me convertiría en puré de carne. Me encogí de hombros, sintiendo la adrenalina despertar cuando el fuerte viento azotó mi cara.
Nos tomó unos minutos ponernos de acuerdo, sobre todo para que yo comprendiera algunas e sus directrices, más que nada acerca del llamado “despegue”, lo de girar y esas cosas parecía pan comido. En un momento determinado, tomamos carrera y sentí como nos elevábamos. Cerré los ojos y metí mis piernas donde se me había indicado. -Eco, ya llevamos un buen tiempo en el aire ¡Estamos volando!- dijo el joven con gran alegría. Sin ganas abrí mis ojos para deleitarme con la vista aérea. El tiempo parecía detenerse desde donde nos encontrábamos y el viento que en un momento me había parecido poco menos que violento ahora nos mecía como un velero sobre el agua.
Diez minutos más tarde nos habíamos alejado tanto que decidimos regresar, la parte de girar no era tan difícil, pero el lugar donde lo hicimos fue una mala elección. Nos alcanzó un viento cruzado que amenazó con tirarnos en picada y reventarnos contra las copas de unos grandes árboles. ¡No podíamos frenar! Era imposible. Mi corazón parecía el batir de alas de un colibrí mientras mis músculos tensos no se movían en absoluto. Creí que nos íbamos a estrellar contra una pared de piedra, pero Galo nos salvó la vida remontando esa cosa. -Jajaja ¿viste eso Eco?- dijo en un tono esperanzadoramente feliz mientras yo intentaba volver a meter el corazón por mi boca. Incapaz de pronunciar un sonido me limité a asentir.
Rodeamos el pico de una montaña y divisamos el lugar de donde habíamos partido y me alegré al darme cuenta que en breve estaríamos tocando tierra firme. Los tigres éramos geniales, pero sobre un suelo que pisar. No volvería a jugar a ser pájaro o dragón de nuevo. Pensaba en eso cuando escuché un sonido detrás de nosotros. Era como una especie de alerta, como las bocinas en las tierras de los mecánicos, pero era imposible, estábamos en el cielo. -¿De qué se trata?- preguntó el joven al ver que yo giraba mi cabeza. Pájaros ¡pájaros asesinos! Toda una banda dije sintiendo que la sangre se me drenaba del rostro. Esas cosas se acercaban a nosotros a una velocidad alarmante y parecían enojados porque invadíamos su territorio. ¿Qué no podemos ir más rápido? pregunté sacudiéndome un poco, haciendo que el aparato se balanceara. -Tranquila Eco- y sin más comenzó a hacer piruetas en el aire, conmigo como una muñeca de trapo siendo movida para todos lados.
Los animalejos no se detuvieron y ya nos alcanzaban. Ya estaba harta. Si moriría sería como un tigre de verdad sin importar el lugar o la situación. Faltaba poco para llegar a la meta –quizás dos minutos- me giré y comencé a gritar Serán mi cena malditas a… y ahí terminó mi amenaza cuando comencé a toser con una molestia en mi garganta. Las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas y convulsioné por unos momentos. Hubiera seguido haciéndolo de no ser porque Galo gritó -Eco, debo confesar que no estoy seguro de como volver a tierra-
Entonces olvidé todas mis preocupaciones anteriores mientras veía como Panda, sentado en una roca como una estatua estoica giraba su cabeza para vernos pasar. Por primera vez en esa media hora de vuelo tomé el control de la cosa y comencé a probar posiciones rápidamente, alternando algunos de los controles hasta que la velocidad disminuyó lo suficiente como para deshacerme de las correas y estirar mis piernas para detener a fuerza fruta esa cosa. No sólo requirió un esfuerzo sobrehumano, sino que terminamos dándonos un buen revolcón en la tierra. Cuando abrí los ojos, me di cuenta que la punta del aparato se había detenido a escasos centímetros de un gran tronco.
Acéptalo, no podrías haber conseguido una mejor compañera le dije al joven mientras estiraba mi diestra para ayudarle a incorporarse.
No teníamos apuro, la mecánica de nuestro viaje se había puesto en moción y ahora solamente queríamos retrasarlo lo máximo posible. Me encontraba sentada, con las piernas estiradas y apoyando mi peso sobre los brazos hacia atrás cuando un brillo en una de las montañas cercanas captó mi atención. Intercambiamos una mirada de complicidad y partimos a saciar nuestra curiosidad. Casi en la cima del monte se encontraba un joven de tes clara y cabellos tan finos como hilos de oro. Parecía triste o pensativo acerca de algo, pero más que él y sus problemas, me llamó la atención la cosa que estaba tras de él. Me recordó a los bios y su base, esa… artimaña hecha de metal y cuero. Estamos destinados a seguir a esas cosas Pa-kun le dije al tigre, segura que algo así estaría pasando por su mente animal.
Un escalofrío bajó por mi colita e hizo que sus pelos se pusieran de punta mientras avanzábamos para hacernos visibles entre la maleza. Ya habíamos decidido venir, por lo que estaba de más el pensar que volveríamos nuestros pasos. Tragué saliva cuando el joven nos saludó con tanta presteza. Tomó mi mano sin mi consentimiento y la besó con labios cálidos y caballerosos. Bueno… si era capaz de saludar así, quizá no era tan malo…
Ehm… dije aclarándome la garganta mientras rodeaba esa cosa de proporciones importantes. Esto no es para el suelo dije observando al joven a los ojos. Me recordaba a las alas de aquél buen dragón que mucho tiempo atrás me había llevado hasta el poblado abandonado y de allí a mi casa. No dejé que él contestara, Panda seguía mis pasos de cerca, contoneándose con igual curiosidad Parece un dragón con las alas extendidas… silencié un pensamiento que cruzaba mi mente. Creo que no le han dejado atrás si es lo que creo que es, no se atrevieron a volar dije con el tono de una entendida en la materia, aunque solamente me hacía una idea de lo que se trataba por mis vastos viajes por Aerandir.
Su rostro se iluminó con una gran sonrisa a modo de respuesta. Porque es para volar me imagino… teniendo en cuenta el lugar donde nos encontramos y la fuerza del viento ahora mis palabras finalizaban todas con un tono de pregunta, haciendo que mi frase sonara dislocada. -En efecto- fue lo único que dijo a modo de respuesta. Estuve pensativa unos momentos y cuando tomé la decisión chasquee la cola contra el suelo, me quité la carga que llevaba a mis espaldas así como dejé las cimitarras al cuidado de Panda. Panda, volveré. Y caballero, como ve, soy una mujer bestia, una tigresa. Nosotros los felinos siempre caemos en cuatro patas. Espero que usted esté preparado de alguna forma.
Mientras hablaba nos fuimos posicionando junto con el pesado aparato. Él tomó el lado de la izquierda y como respondiendo a una pregunta sin formular se aseguró con algunas correas y parsimoniosamente midió su cuerpo para poner otras en sus piernas… “¿acostado?” me pregunté elevando las dos cejas. Cuando llegó mi turno negué con la cabeza y él asintió. En esa pelea muda él salió victorioso; no era que no quisiera eso… pero no me daba buena espina, si tenía que salir de esa cosa de apuro estaría atada, aunque suponía que esa era la cuestión, ni mucho que hacerle de todas formas, ya que estábamos a una altura en la que aunque cayera en cuatro patas probablemente me convertiría en puré de carne. Me encogí de hombros, sintiendo la adrenalina despertar cuando el fuerte viento azotó mi cara.
Nos tomó unos minutos ponernos de acuerdo, sobre todo para que yo comprendiera algunas e sus directrices, más que nada acerca del llamado “despegue”, lo de girar y esas cosas parecía pan comido. En un momento determinado, tomamos carrera y sentí como nos elevábamos. Cerré los ojos y metí mis piernas donde se me había indicado. -Eco, ya llevamos un buen tiempo en el aire ¡Estamos volando!- dijo el joven con gran alegría. Sin ganas abrí mis ojos para deleitarme con la vista aérea. El tiempo parecía detenerse desde donde nos encontrábamos y el viento que en un momento me había parecido poco menos que violento ahora nos mecía como un velero sobre el agua.
Diez minutos más tarde nos habíamos alejado tanto que decidimos regresar, la parte de girar no era tan difícil, pero el lugar donde lo hicimos fue una mala elección. Nos alcanzó un viento cruzado que amenazó con tirarnos en picada y reventarnos contra las copas de unos grandes árboles. ¡No podíamos frenar! Era imposible. Mi corazón parecía el batir de alas de un colibrí mientras mis músculos tensos no se movían en absoluto. Creí que nos íbamos a estrellar contra una pared de piedra, pero Galo nos salvó la vida remontando esa cosa. -Jajaja ¿viste eso Eco?- dijo en un tono esperanzadoramente feliz mientras yo intentaba volver a meter el corazón por mi boca. Incapaz de pronunciar un sonido me limité a asentir.
Rodeamos el pico de una montaña y divisamos el lugar de donde habíamos partido y me alegré al darme cuenta que en breve estaríamos tocando tierra firme. Los tigres éramos geniales, pero sobre un suelo que pisar. No volvería a jugar a ser pájaro o dragón de nuevo. Pensaba en eso cuando escuché un sonido detrás de nosotros. Era como una especie de alerta, como las bocinas en las tierras de los mecánicos, pero era imposible, estábamos en el cielo. -¿De qué se trata?- preguntó el joven al ver que yo giraba mi cabeza. Pájaros ¡pájaros asesinos! Toda una banda dije sintiendo que la sangre se me drenaba del rostro. Esas cosas se acercaban a nosotros a una velocidad alarmante y parecían enojados porque invadíamos su territorio. ¿Qué no podemos ir más rápido? pregunté sacudiéndome un poco, haciendo que el aparato se balanceara. -Tranquila Eco- y sin más comenzó a hacer piruetas en el aire, conmigo como una muñeca de trapo siendo movida para todos lados.
Los animalejos no se detuvieron y ya nos alcanzaban. Ya estaba harta. Si moriría sería como un tigre de verdad sin importar el lugar o la situación. Faltaba poco para llegar a la meta –quizás dos minutos- me giré y comencé a gritar Serán mi cena malditas a… y ahí terminó mi amenaza cuando comencé a toser con una molestia en mi garganta. Las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas y convulsioné por unos momentos. Hubiera seguido haciéndolo de no ser porque Galo gritó -Eco, debo confesar que no estoy seguro de como volver a tierra-
Entonces olvidé todas mis preocupaciones anteriores mientras veía como Panda, sentado en una roca como una estatua estoica giraba su cabeza para vernos pasar. Por primera vez en esa media hora de vuelo tomé el control de la cosa y comencé a probar posiciones rápidamente, alternando algunos de los controles hasta que la velocidad disminuyó lo suficiente como para deshacerme de las correas y estirar mis piernas para detener a fuerza fruta esa cosa. No sólo requirió un esfuerzo sobrehumano, sino que terminamos dándonos un buen revolcón en la tierra. Cuando abrí los ojos, me di cuenta que la punta del aparato se había detenido a escasos centímetros de un gran tronco.
Acéptalo, no podrías haber conseguido una mejor compañera le dije al joven mientras estiraba mi diestra para ayudarle a incorporarse.
Eco
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Re: [Evento] Vuelo de halcón
¡Felicidades! Recibes:
- Un halcón de madera.
- Un lazo navideño azul.
- Una esfera navideña sin color.
- Un halcón de madera.
- Un lazo navideño azul.
- Una esfera navideña sin color.
- Spoiler:
Para canjearlos por premios o descubrir sus efectos mágicos deberás de estar atenta a los puntos de canjeo que irán apareciendo en el siguiente enlace: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. ¡Suerte!
Othel
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