Vuelo ígneo [Interpretativo][Libre][Cerrado]

Tras vagar de pueblo en pueblo con su espectáculo, Keira había decidido descansar de sus andanzas. Su nombre ya se nombraba en varios pueblos, y aunque era satisfactorio, si no descansaba, acababa cansada. Por eso después de intentar cruza el bosque, con la guía de Fire, decidió descansar cerca del lago, en la parte este.

Al llegar a un lugar que le pareció confortable, dejó sus cosas a un lado y mientras su águila alzaba el vuelo para llegar a una rama, ella preparó una hoguera. Cuando tuvo puestas las piedras y la madera, chasqueó los dedos creando una pequeña llama que encendió el fuego. Lo cierto es que era tarde, anochecería pronto, así que tendría que pasar allí la noche. Dio un silbido para que Fire bajara, era momento de recolectar algo de fruta para cenar, y para eso, el ave, era de gran ayuda.

Se adentraron un poco en el bosque y el pájaro, tras comprobar que las frutas eran adecuadas, picoteaba el tallo del que colgaban y las hacía caer hasta la falda de la chica. Cuando tuvieron bastantes volvieron a su improvisado campamento y mientras el ave se elevaba para comprobar, por segunda vez, el terreno, Keira fue a llenar una vasija con agua,

La luna ya estaba elevada en el cielo y se reflejaba en la superficie del lago, las estrellas brillaban con fuerza, ese ambiente le traía buenos recuerdos de las fiestas gitanas que disfrutaba de pequeña, cierto que había renunciado a su familia, pero no dejaba de recordar ciertas cosas con cariño, a fin y al cabo, no todo habían sido malos momentos.

Cuando regresó junto a la hoguera, el aire que movía las llamas, el cielo y el olor a bosque aumentaron la evocación, y dejando la botella en el suelo comenzó a bailar al rededor de las llamas, lo que su pueblo llamaba la danza del fuego. Los movimientos sinuosos evocaban las llamas y transmitían fuerza y pasión. Era la danza más difícil de todas, y la preferida de Keira.

La luna parecía reflejar cada rincón de cualquier parte visible en el lago. Las suaves brisas eran completamente relajantes y los árboles, al igual que la flora, se movían en torno a las respiraciones de la naturaleza. Las hojas comenzaban a emanar gotas y los animales se acercaban a éstas, para descansar de su trabajo arduo y refrescarse el pico, con la pizca de vida que les otorgaban los dioses. La tranquilidad era extraña y el clima seguía igual de estable, ni siquiera una tormenta había aparecido. Algunas aves comenzaban a recitar sus cantos, dando lugar a la noche que comenzaba, y el nuevo día que estaba por venir. Por otro lado, se podían ver varias fogatas en la zona, y algunas que otras cabañas improvisadas, hechas de la madera de un resistente roble.

Unos pasos se escucharon desde la lejanía, dando lugar dos siluetas completamente fornidas y con varios objetos en la espalda. Uno de ellos, caminaba en cuatro patas, mientras que el otro estaba cruzado de brazos. -Grwar...-Gruñó Zarpitas, en forma de quejido, oliendo el pasto para asegurarse de que no haya ninguna amenaza. Durante ésto, el musculoso simplemente estaba con su ceño fruncido, buscando el lago tan famoso que se encontraba en los Reinos del Este. -Shhh... Aquí habitan muchos lobos... Sabes perfectamente que no estoy capacitado para pelear.-Susurró Sakun, colocando su mano en su pulmón izquierdo, la cual estaba empapada del grotesco líquido carmesí.

La herida del héroe, era una simple incógnita, la última vez que se le vio, fue en los Bosques del Este, buscando un trabajo al que participar junto a su querida mascota. El animal chilló de manera silenciosa, y mientras sus garras se clavaban en el asfalto, notó un aroma muy peculiar para él... Así es, era el Lago que estaba a unos 10 metros de sus cuerpos. -¡Grwr!.-Avisó el animal, mordiendo el pantalón de su amo y dirigiéndose con una alegría incomparable hacia el agua. Acto seguido, una forzada sonrisa se reflejó en el asiático y simplemente descargó su mochila, quitando lentamente su camisa y desabrochando su pantalón.

Ugh... Diablos, duele mucho...-Pegó un sonoro alarido, liberando su tonificado abdomen que estaba cubierto de sangre. Mientras bajaba su prenda inferior, notó algunos rasguños en su moreno vientre. -Zarpitas...-Dijo en tono enojado, y sin más preámbulo, se lanzó al pequeño océano. El tigre blanco parecía bastante alegre, y no paraba de pescar su comida.

Sakun se encontraba recostado en el Lago, humedeciendo la herida aunque respirando de manera agitada, liberando suaves gemidos y frunciendo exageradamente el ceño. Su costado estaba con unas expansivas cicatrices que iban desde su pecho, hasta el inicio de sus abdominales... La noche iba a ser muy larga.

Mientras Keira seguía su danza Fire bajó para llamar su atención, parecía querer algo. Keira dejó de moverse y, recuperando el aliento, algo molesta por la interrupción, decidió seguir al ave. Aleteando entre las hojas keira corrió tras el águila, se había descalzado para bailar con más soltura y ahora se clavaba las pequeñas piedras y ramas que encontraba en el camino, la luz de la luna se ocultaba tras las copas frondosas que enmarcaban amplio camino hasta el claro donde la chica había implantado su campamento.

Cuando llegó comenzó a disminuir su velocidad al escuchar un chapoteo y algunos gruñidos. Con calma situó su mano, con suavidad sobre el tronco de un árbol mientras ella se subía a su raíz, que sobresalía de la tierra. La luz del cielo le permitió observar un reflejo blanco en el agua que nadaba y un chapoteo cercano a la orilla. Curiosa, fijo su mirada en las figuras, y al no ver nada, se acercó con cuidado con sus acostumbrados pasos suaves y sigilosos hasta la orilla, dejando que el agua bañara sus pies. Desde allí pudo ver que la cosa blanca que nadaba era un tigre, un tigre con un precioso pelaje blanco. El dicho animal daba vueltas rodeando a un joven que parecía dolorido, su cara no paraba de hacer muecas y el agua a su alrededor tenía un ligero tinte rojo. Estaba herido.

Keira abrió los ojos, al parecer eso era lo que Fire quería que viese, ¿querría que los ayudara? Por los movimientos del ave, parecía ser el caso. Keira dio un suspiro y se giró para volver con rapidez al claro, de su bolsa, tomó un paño, con eso podría tapar la herida, solo esperaba que el tigre no quisiera comérsela. Volvió rauda al lago y, cuando vio que Fire iba a distraer al tigre, ella se lanzó de cabeza al agua y nadó hacia el chico:

- ¿Estás bien?- preguntó cuando estuvo cerca- no soy peligrosa- comentó alzando las manos mostrando el pañuelo blanco en ellas- mi águila me ha advertido que había gente cerca, y he visto que el agua aquí estaba roja, he supuesto que tenías problemas, si me lo permites, trataré tu herida, aunque sea solo taponarla para que deje de sangrar.- Habló mientras iba avanzando con pasos cortos y tranquilos.

Esperaba que el chico no se sintiera amenazado y que el tigre no se le lanzase a la yugular, no quería peleas, solo intentaba ayudar a alguien herido.

Los movimientos del agua eran completamente suaves, como las brisas del lugar... No eran fuertes y apenas acariciaban la morena piel del pobre herido que yacía flotando por la gigantesca alberca. Zarpitas no dejaba de chapotear en modo de juego, pero también, tratando de lanzar los fragmentos de fluidos suficientes para que lleguen hacia la cicatriz del hombre. Los alaridos se volvían unos cantos en el lugar. La voz gruesa del hombre no pasaba desapercibida, y algunos que otros animales, terminaban escapando del lugar, asustados o simplemente extrañados de la desgarradora escena. Desde lejos, había aparecido un gigantesco oso, que miraba las acciones del asiático, mientras que su boca espumaba saliva, a punto de atacar.

El tigre no tardó en darse cuenta y un rugido resonó por todo el lugar, haciendo temblar aquella laguna. El contrincante parecía acercarse de manera decidida. Con astucia, Zarpitas se hizo en frente del animal y lo intimidó con sus colmillos, pero al ver que no escapaba ni retrocedía su enemigo, no dudó en clavar su boca en el cuello del oso y comenzar a sacudir su cabeza a puntos diferentes, arrancando pedazos de carne.

La sangre empapó las flores y el pasto verdoso que había. El contrincante del felino, simplemente comenzó a caer, completamente muerto. Sin más preámbulo, el tigre pareció alimentarse del difunto cuerpo, aunque dejando sobras para su amo. Con su hocico empapado en líquido carmesí, volvió al agua para seguir nadando. Por otro lado, Sakun no se daba ni por enterado de esas cosas, sus ojos estaban cerrados, sumergido en muchísimos recuerdos... Entre estos, aquella mujer que amaba... Ese hermoso color de cabello y el rememoraba que cada vez que se sentía herido, ella se encargaba de ayudarle con sus cicatrices. -*Sí tan sólo hubiese sido más fuerte...*-Pensaba con tristeza, haciendo gestos de dolor y alucinando.

Acto seguido, se escuchó la voz de una señorita mientras una hermosa ave se acercaba hacia Zarpitas, quien chapoteaba en el agua y se quedó mirando al águila. Ella simplemente dijo que no era peligrosa y no quería problemas... El guerrero abrió un ojo para verla y se confundió bastante... -Alba... No ataques, querida mascota...-Dijo en un tono tranquilo, teniendo serias alucinaciones y respirando más agitado, conforme pasa el tiempo.

El chico de piel morena abrió un ojo para verla y musitó un nombre de mujer "Alba", ¿quién debía ser la propietaria del nombre? El chico, confundido, ordenó al tigre, a quien él llamaba, mascota, que no atacase. Posiblemente por la confusión que tenía, había pensado que Keira era una conocida.

Con un suspiro, siguió acercándose despacio, el agua a su alrededor creaba suaves ondas que se distorsionaban al juntarse con las que creaba el joven. Cuando llegó a su lado, con cuidado, puso el pañuelo, que desgraciadamente estaba mojado, sobre la herida de este. Notó que el chico tenía la piel ardiendo, casi tanto como la de la chica cuando usaba su magia. Debía tener fiebre. Mordiéndose el labio miró a su alrededor, la orilla no estaba alejada, el tigre y Fire giraban a su alrededor. sería mejor que el chico se secara, si lo llevaba al lugar donde ella había encendido la hoguera sería más fácil curar la herida del chico.

- Tenemos que salir del agua, ¿de acuerdo?- preguntó keira mirando al chico a los ojos, intentando que él restara atención a lo que decía- tienes fiebre, y estar todo mojado no va a ayudarte a bajarla, además, la herida ya está limpia, ahora hay que cerrarla. pero antes tiene que estar seca, apóyate en mi para salir si lo necesitas.

Manteniendo una distancia de seguridad con el tigre comenzó a salir del agua, el campamento no estaba lejos pero el joven estaba en mal estado, la había confundido con otra persona, eso poco le importaba a Keira, ya se presentaría cuando el chico estuviera más consciente, ahora lo primero era tratarlo. Miró molesta a Fire, y le lanzó un pequeño bufido a las alas cuando el ave estuvo cerca de ella, sabía que le molestaba que le soplaran, pero quería molestarla un poco, siempre la metía en ese tipo de atolladeros.

El claro no estaba lejos, en cuanto la hoguera fue visible, el águila voló para abrir la mochila de la muchacha que, en cuanto hubo puesto un pie cerca de la hoguera, recibió una aguja con hilo, era lo que usaba para arreglar la pandereta, tendría que desinfectarlos para usarlo y para eso necesitaba el consentimiento del chico, no iba a coserle en contra de su voluntad, por mucho que fuera por su bien. Bañó el hilo en el agua que había recogido antes y quemó la aguja con su fuego para desinfectar el metal, enhebró el hilo y se dispuso a preguntar, lo único que le faltaba era el permiso:

- He de cerrar ese zarpazo, es bastante profundo y o bien lo coso, o lo quemo, también podemos dejarlo abierto, pero sería peligroso, lo dejo a tu elección, escojas lo que escojas te va a doler, así que necesito que me asegures que tu mascota no me atacará mientras te curo.- explicó con seriedad hablando despacio, cuando tuviera la herida cerrada, se encargaría de la fiebre.

Las alucinaciones eran bastante extremas, hasta el punto que estaba viendo a la mujer que más amó, y aún sigue amando, pase lo que pase. Los recuerdos llegaban a su cabeza, y el sudor que sentía en su cuerpo, era el suficiente para sentir que ella estaba ahí. Esa presencia... Él podía entenderla, a pesar de que haya pasado mucho tiempo, una sonrisa se dibujó en su rostro. Todo comenzaba a volverse extraño y la mujer no fue la única que estaba desconcertada, dado que Zarpitas apenas podía aguantarse a no atacar a ninguno de las personas nuevas, simplemente no confiaba en nadie más que en su amo. Con lentitud, el animal comenzó a nadar por el agua, agitando suavemente sus garras y al llegar a su mano, comenzó a lamer de la manera más tierna posible, esperando que abra los ojos y siga siendo el mismo guerrero fuerte que siempre ha logrado vencer a sus oponentes, sin excepción.

De alguna manera, el asiático podía escuchar a la águila que estaba cerca. Por otro lado, cuando ella hablaba, su voz se parecía tanto a la de su amada. Sin cuestiones, Sakun asentó con la cabeza y se dirigió fuera del lugar, con su cuerpo completamente empapado y sus abdominales más que relajados. Con tranquilidad, el felino los siguió, estando a pocos metros de distancia, para asegurarse de que la señorita no hiciera ningún ataque. El frío comenzó a aparecer, palideciendo la piel del pobre dragón que se encontraba tendido en el suelo, sin poder hacer otro movimiento. -*Aquí estás... Alba... No has muerto... Aquí estas...*-Repetía en su mente, respirando de manera honda y haciendo gestos de dolor, pero a la vez de satisfacción, nunca se había sentido tan bien, luego de que su amada haya muerto.

La luna seguía en su resplandor, sin dejar un lugar que sea consumado por la oscuridad. Después de esperar lo suficiente, volvió a oír a la chica, diciendo que debía cerrarle la herida, pero antes que todo debía asegurarse de que el animal no atacara, dado que sí escucha a su amo pegando alaridos, lo más seguro es que viniese a combatir. Sakun se quedó callado por varios minutos, acariciando el pasto y abrió un ojo de nuevo, mirando fijamente a la muchacha, de la manera más penetrante que podía llevar a cabo. -Haz lo que mejor me convenga... Tú lo sabes todo...-Susurró, aún alucinando.

Para asegurarse de que Zarpitas no atacara, lo llamó con fuerza. -¡Ven!... Tengo que asegurarme de algo, primero.-Murmuró de manera suave... El animal se acercó, con su cabeza baja y ronroneando de la manera más fuerte que se pudiese escuchar. El guerrero le acarició el hocico, luego detrás de la oreja y finalmente, pasó su mano por el cuello, el que tanteó con sus dedos. -Lo siento... Amigo...-Endureció su mano y clavó sus dedos en el pelaje de él, presionando con bastante fuerza hasta el punto que el tigre pegó un quejido horroroso y quedó tendido en el suelo, con una pizca de sangre en ésa parte.

El asiático sabía perfectamente que sí le ordenaba a quedarse quieto, no lo haría porque el animal actúa por su instinto... Así que prefirió... ¿Matarlo?.

El chico cayó como un tronco, pero aun con sus delirios pudo dar permiso a a joven para que le curara, y llamó a su tigre. El animal ronroneó hasta llegar a su amo y se dejó acariciar hasta que, de repente, el muchacho apretó el cuello del animal. Keira miró la escena sorprendida y aterrorizada, "Oh, por los dioses" pensó "¿ha matado a su tigre? no puede ser, no puede ser" la chica miró a Fire que también se había puesto nerviosa, y daba fuertes graznidos, eso alteró más los nervios de la joven, el ave bajó y comenzó a piar en el oído de keira que, molesta, se giró y le cerró el pico con la mano haciendo una señal de silencio, a ese paso todo el bosque se enteraría de su posición.

Volvió a fijarse en el tigre, es cierto que tenía algo de sangre, pero no parecía demasiada y, además, su pecho parecía subir y bajar con calma. así que lo había dormido, dio un suspiro, ya más tranquila, aunque al parecer, el chico tenía muchísima fuerza mucha más de lo que parecía si había conseguido hacer sangrar a un tigre solo con un apretón de sus manos.

Agitando la cabeza, se retiró el pelo y se tiró agua en las manos para lavarlas antes de empezar, quemarlo sería más rápido, y, posiblemente, más seguro, no solo cortaría la hemorragia, sino que crearía una costra de forma rápida, pero le dolería mucho más y dejaría marcas profundas, si cosía, no quedarían tantas marcas, pero tardaría más en recuperarse y podría moverse menos. El joven parecía un guerrero, seguramente necesitaría moverse cuanto antes posible. Keira dejó la aguja y el hilo a un lado y calentó sus manos con ojos dudosos mientras se mordía el labio. Estaba segura de que al chico iba a dolerle y así se lo comunicó.

- Será mejor que muerdas esto- comentó quitándole el trapo que tenía en la herida para ponérselo en la boca- te va a doler, pero intenta aguantar, pasará rápido.

Cuando estuvo algo más segura, tomando aire, calentó una de sus manos y empezaron a salir pequeñas chispas, con la mano que no tenía encendida junto la carne y con la otra lanzó la llama, intentó hacerlo con rapidez, era un zarpazo bastante grande y se veía obligada a parar cada cierta distancia para comprobar que el chico estaba bien. Curaba, miraba y soplaba en la costra que se formaba. Así lo hizo hasta que la herida estuvo totalmente cubierta.

Cuando terminó lanzó un suspiro, quitó el trapo de la boca del chico, y buscó vendas por su bolsa, vendó la herida del chico y pasó a encargarse de la fiebre. Secó al chico con cuidado, debía sentirse agotado por la cura, y luego lo tapó con su capa, para después, limpiar el trapo que había quitado de su boca y, humedecido con agua, ponerlo en su cabeza.

Cuando el chico estuvo tratado, Keira, pensaba que estaba tan cansado y adormilado que no vería nada, y ella también estaba mojada, así que, sin preocuparse demasiado, se alejó un poco para secarse y cambiarse ella.

Sakun no tenía noción de lo que hacía, de lo que pasa, y simplemente de lo que pensaba. El tigre tenía los ojos cerrados, rugiendo lentamente y quejándose suavemente de su cuello, dado que en verdad había sido muy brusco para dormirlo, pero al menos no lo había matado, éso era un alivio para los presentes. Los recuerdos seguían llegando hacia la mente del pobre herido, como una ráfaga de tormentos que no dejaba de florecer, teniendo las imágenes de su amada, su hermoso cabello rubio y la mirada tan inocente que mantenía delante de todos, de cualquiera incluso. Habían varias historias de héroes, que por razones desconocidas, perdían a sus esposas, gracias a malas decisiones o la impotencia de no poder hacer nada, de no ser lo suficientemente fuertes para poder salvarla.

Pero desgraciadamente éso era sólo el comienzo, sus huesos comenzaron a tronar y los brazos tenían movimientos involuntarios, cuando su mente fue invadida por el rostro de su madre, que era idéntica a Alba, la misma sonrisa, la misma actitud, y la misma sabiduría. -*Madre...*-Pensó con detenimiento, estirando un poco el brazo, como si quisiera tomarla de la mano pero no era posible... Ella sólo era una alucinación, al igual que su querida.

Una voz escuchó, fuera de sus imaginaciones... No pudo oír muy bien lo que recitaba, pero sin rechistar, tomó el trapo con su boca, mientras que seguía estirando su cuerpo para alcanzarla. Por otro lado, la muchacha que seguía curando la herida, hizo un movimiento bastante doloroso, que le hizo pegar un alarido al pobre asiático. Después de éso, llegó el tornado de sufrimiento, sintiendo mucho tormento en la herida y sentía que su padre le clavaba una espada en el costado, durante el sueño raro que tenía.

La silueta de su madre se desvaneció, desapareciendo en cenizas, decapitaba por su propio padre. Con fuerza, sacudió su cabeza y trató de despertar pero no podía. El dolor ya había terminado en su cicatriz, pero aún seguía sumergido en sus sueños, esperando abrir los ojos en cualquier momento. Una escena en su mente se había recreado, era una especie de cuarto, lleno de velas y personas rodeándolo, diciendo su nombre varias veces. El asiático trataba de taparse los oídos, pero las voces seguían en su cabeza... ¿Cuántos minutos, horas, días habrían pasado?, él ni siquiera sabía, pero tenía la noción de que estaba en un sueño, al igual que su pobre animal que estaba desmayado.

-¡No!.-El guerrero tuvo un sobresalto, quedando levantado de golpe, frente a la luna que hacía relucir su moreno rostro. Su torso seguía desnudo y el pantalón estaba ajustado en el vientre, dejando ver la "v" marcada en ésta. Se levantó, con bastante esfuerzo, quedando de pie y ladeando lentamente la cabeza, tratando de presionar la sien, para poder caminar sin tambalear tanto.

¿Dónde estaba?, él no lo sabía, pero se alivió al ver a su mascota, durmiendo plácidamente, y con su estómago lleno, gracias al tremendo oso que se comió. El héroe no evitó dar pasos, hasta llegar a una especie de fogata, donde se encontraba la chica que le salvó la vida. En ese instante, levantó exageradamente la ceja. -¿Quién eres?, ¿Qué haces aquí?-Musitó audible, aunque no muy fuerte, podría llamar la atención de los licántropos.

Mientras se cambiaba escuchó los alaridos del chico, con un suspiro se secó y vistió con rapidez para ir a cambiarle el paño de la frente, que ya estaba ardiendo. Estuvo al lado del joven minetras este delirada, esquivando los golpes que daba al aire, e, incluso en un momento, le tomó la mano, hasta que pareció bajarle la fiebre. entonces se acercó a la hoguera. Fire se había alejado hacia el lago mientras ella cuidaba del chico, posiblemente volvería con algunos peces.

Keira intentaba que no se apagara la hoguera, ya que el chico tenía su capa, ella se encontraba frente al fuego, con las rodillas abrazadas, a una distancia aceptable como para poder ver que el joven estuviera bien. Fire no tardó en llegar con un pez en cada pata otro en la boca. La chica siempre se sorprendía de la habilidad del ave, ¿cómo siendo un águila podía coger así los peces? Se levantó y los ensartó en palos para ponerlos a asar junto al fuego. Sentándose de nuevo, esperando a que se cocinaran, acarició la cabeza de Fire que se movió más cerca de la chica, contenta por las caricias. La chica se encontraba ensimismada con el fuego cuando notó movimiento.

Miró hacia el joven, que se había alzado solo y ya se encontraba a su frente, mirandola con cara de pocos amigos:

-¿Quién eres?, ¿Qué haces aquí?- preguntó con aspecto dolorido.
- No deberías moverte- respondió ella, ignorando la pregunta con un suspiro- Soy quien te ha curado,- explicó mirandolo a la cara- tenías una herida muy fea en el pecho, ahora está cerrada, pero si haces movimientos bruscos no aguantará mucho así, y creo que ya te ha dolido bastante la primera vez- la chica comprobó los peces, que ya estaban hechos- Toma, necesitas recuperar fuerzas y aun debes tener algo de fiebre- comentó pasándole el pincho al chico para que comiese- soy Keira, por cierto.- comentó mientras lanzaba otro de los peces a Fire, que se lo podría comer crudo, pero prefería que estuviera cocinado.

Esperaba que su actitud calmada demostrase al chico que no era peligrosa, al fin y al cabo él mismo no tardaría en darse cuenta de la venda que envolvía su pecho, el otro tema era el tigre, tenía la herida en el cuello, pero posiblemente se cerraría sola. A su lado Fire, miraba mal al joven preparándose para defender a Keira si era necesario, posiblemente el pájaro pensara que no estaba bien el comportamiento del joven, su ama lo había curado, no tenía derecho a hablarle así. Pero Keria, que había visto sus alucinaciones, entendía que el chico estaba mareado y no sabía donde se encontraba, así que solo podía tener paciencia para que entendiera, por si mismo, lo sucedido.

Esperaba paciente la respuesta, con su ceja exageradamente alzada, mirándola fijamente y sin dejar de hacer su rostro tan serio que tanto le caracterizaba. La mujer apenas giró su cuerpo, para responder de manera segura y tranquila, con un suspiro entre palabras. Según lo que oía, ella le había curado la herida que tenía en su abdomen, por lo tanto ya no le dolía bastante, no al menos como antes. De alguna manera, la muchacha parecía estar algo preocupada, gracias a que le recomendó que no se moviera lo suficiente, o el sufrimiento anterior no hubiera servido de nada. Su abdomen ya había recuperado forma de nuevo, y las marcas de guerras que tenía, estaba igual de relucientes como el primer día. El guerrero iba a decir una palabra, pero simplemente quedó con su boca abierta, cuando vio esos deliciosos peces que habían cerca.

-*Huele delicioso... Tengo mucha hambre...*-Pensó, viendo las escamas de su futura comida. Incluso, el guerrero parecía que estaba a punto de babear, pero gracias a que volvió a sacudir su cabeza de manera exagerada, volvió a la realidad, y parpadeó durante unos minutos. -Bueno...-Estiró su pesado brazo, tomando su alimento. De repente, un nudo se formó en su garganta, recordando los sueños que tuvo, mientras que estaba durmiendo. Con un mordisco, devoró la mitad del pez, demostrando las ganas que tenía de llenar su barriga. Mientras lo hacía, notó una preciosa ave que estaba al junto de su ama, que tampoco no era tan fea... Pero bueno... Es algo en lo que no se fijaba Sakun, al fin y al cabo es un tipo muy desconsiderado.

-Keira... Ya veo...-Murmuró, mientras que disfrutaba del sabor del pez. Parecía un manjar, como si fuera un especie de lujo. Acto seguido, notó que la águila lo miró de manera enojada, haciendo que el guerrero sonría de manera forzada... Conocía esa mirada de desprecio. -Mi nombre es Sakun. Gracias por cuidar de mí, y de Zarpitas.-Respondió, al fin mostrando un poco de agradecimiento por la presencia de la señorita. -Que recibas la bendición de mi dios...-Dijo con astucia, sacando su estatua del dragón de fuego, para juntar sus manos, y rezar unos cantos en un idioma irreconocible.

Después de hacerlo, guardó la estatua y terminó su comida, levantándose con suavidad. El héroe se dirigió a su tigre blanco, colocando sus dedos en el cuello del pobre. Caminó lentamente hasta su mochila, para luego volver hacia el animal, vendando el cuello y rascando su oreja, para que se sienta plácido, mientras que se encarga de curarlo. -Ya... Ya... Eres un valiente felino.-Decía, haciendo que ronroneara con fuerza.

Acto seguido, miró a Keira con el rabillo del ojo, en modo de aceptación. -¿Necesitas ayuda mía?... Te debo demasiado.-Susurró en un tono amigable.

El chico tomó el pez y le dio un enorme bocado, como Keira había supuesto, el chico tenía hambre, noral despues de una herida así. mientras el joven comía, se presentó, se llamaba Sakun.  Para agradecerle a la chica su ayuda hizo un exagerado rito, sacando una estatua y uniendo sus manos dandole la bendición de su dios. keira luchó por no reirse, en su educación nunca había habido ese tipo de ritos para agradecer algo, en su caso se celebraba una fiesta, con hogueras y baile para dar las gracias, aunque lo cierto es wue cualquier excusa le valía a su pueblo para celebrar una fiesta.

Mientras el joven guerrero se encargaba de curar a su tigre, la chica dejó su comida de lado, no tenía demasiada hambre, sacudió sus manos y le dio lo que quedaba de su pex a Fire justo a tiempo de ver como el chico volvía a sentarse junto a la hoguera preguntandole si necesitaba su ayuda, con una media sonrisa, Keira negó con la cabeza:

- No me debes nada, ni necesito tu ayuda, aunque gracias. Si te he ayudado ha sido porque no me gusta dejar solo a quien necesita ayuda, a mi no me gustaria que me lo hiciesen. -Comentó algo distraida- por cierto- intentó cambiar de tema- bonito gato- se refirió al tigre a quien el llamaba Zarpitas, era gracioso que un felino tan enorme tuviese un nombre tan... adorable.

Suspiro viemdo como su águilainflaba las plumas satisfecha con su comida y movia la cabeza, contenta, Keira alargó el brazo dejando que Fire se pusiera sobre él, acarició la parte baja de su cabeza logrando que esa ave de caza que tan peligrosa podía ser, pareciera un simple pollito de granja, que, satisfecha, se acercó a la cara de la chica y acarició su cabeza contra el cuello de la joven que por primera vez en toda la noche sonrió de verdad, Fiere era la unica que le sacaba una sonrisa a la chica y mejoraba su humor.  Cuando el pajaro dejó de pedir mimos la joven se giró al chico y le hizo una recomendación:

-Deberías descansar, tu herida era bastante fea. Y despues de haberte curado, cuando podría haberte dejado o rematado, diría que puedes fiarte de mi, asi que puedes dormir si quieres, yo haré guardia.- comentó antes de que Fire le lanzase una mirada y un pequeño gritito reprobatorio- Rectifico, nosotras haremos guardia- corrigió mirando con una diminuta sonrisa primero a Fire y luego al chico.

off-rol:

El animal seguía respirando, con demasiada dificultad, y aunque ya había pasado el tiempo donde podría abrir los ojos, prefirió seguir de largo, dormir hasta recuperar todas sus energías. La noche estaba en su más hermosa forma, relumbrando la parte del lago, regalando unas suaves brisas, y finalmente, mostrando la luna tan cerca del bosque. El dragón no estaba conforme con las respuestas de la chica, incluso le parecía algo tonto que no usara sus servicios para algo. De alguna manera, Zarpitas pegó un bostezo, acompañado con un rugido, y el típico aliento horrible que tienen los animales. Sakun se sentía muy bien, dado que por cada movimiento que ejercía, ni siquiera sentía una pizca de dolor. Ahora se estaba acercando la hora de dormir, y el guerrero se dirigiría hacia su cama, donde dormiría plácidamente y podría despertar con todas sus fuerzas.

La chica susurró que su felino estaba bonito. El guerrero quedó paralizado, cruzado de brazos, y levantó la cabeza, mirando a las estrellas que jugaban con otras, haciendo una especie de dibujos o señales. -Gracias... En serio no sabría qué hacer sí él no está aquí. Fue muy valiente al abandonar su manada, para venirse conmigo.-Respondiendo, inclinándose y colocando su rodilla en el asfalto, para poder acariciar de la manera más cariñosa hacia su mascota. Mientras lo veía, podía denotar que creció muchísimo... Aún recuerda cuando era un cachorro, de esos juguetones que arañaban las ropas de sus amos, y les encanta saltar de un lado para otro.

Después llegaron otras remembranzas a su cabeza, desde que lo vio convertirse en un gigantesco tigre/leon, que tenía la capacidad de hablar, y pudo entablar una conversación, en la que Zarpitas dijo todo lo que quería ser. El valor de ésa pequeña criatura, era inmensa... Fue el aviso de la existencia de sus hermanos, que aún seguían vivos en alguna parte del mundo, esperándole y tratando de contactarlo. ¿Por qué?, gracias al felino, pudo conocer a uno de su linaje mayor, quien se sacrificó, sólo para salvar la manada de todos las bestias. Ése día fue el más horrible de todos, pero a la vez, fue el mejor que nunca pudo haber deseado en su vida.

El asiático tuvo el infortunio de ver a sus familiares, muriendo lentamente, cada uno de ellos, incluso a su amada. Cuando sonríe, suele rememorar esas cosas, por eso no suele hacerlo, y prefiere mantener su rostro serio, su ceño fruncido, y su cuerpo en forma, para alguna vez derrotar al hombre que lo ha hecho sufrir durante mucho tiempo... Así es, su padre, un anciano que aún tiene los alientos suficientes para combatir.

Ladeó lentamente la cabeza, y se recostó en el estómago de su mascota, usándolo de almohada, y mirando a la mujer que seguramente se quedaría esa noche. La chica seguía insistiendo en que Sakun debía descansar, pero no sería tan fácil, porque él no tenía ganas de dormir, es más, sí no fuera por la cicatriz, tendría todas sus energías completas. -Harán guardia...-Susurró en un tono bajo, mirando al vacío, e imaginando una de todas las escenas que tiene en su cabeza, donde sus mejores amigos, o conocidos, tienen un horrible final.

No quería discutir más con Keira, así que calló y simplemente dejó que ella hiciese lo que quiera, cerrando sus ojos y musitando la última frase de todas. -Está bien... Sí me necesitas, sólo avísame... Buenas noches.-Su mente no tardó en elevarse hacia el más allá, donde podía escuchar los sonidos de la vida real, y también imaginarse cosas en sus sueños.

Mientras Keira acariciaba a Fire, Sakun le agradeció el cumplido a su mascota, diciendo que no sabría que haría sin el tigre. Eso era algo que la chica entendía muy bien, había pasado mucho tiempo sola, y cuando encontró a Fire, encontró a su familia, era quien más la comprendía, quien, si era necesario regañarla lo hacía, quien le advertía de los peligros y cuidaba de que estuviera bien. Fire era como una hermana pequeña que, a veces, se hacía mayor, aunque fuese una simple águila, para ella era lo más importante.

Metida en sus cavilaciones, escuchó la voz del joven murmurando lo que ella misma había dicho, que harían guardia, miró al joven mientras este se tumbaba junto a su "Zarpitas" diciendo que lo despertara si era necesario. La chica simplemente asintió pensando en lo gracioso que era que se le llamara Zarpitas a un enorme tigre blanco, que, si tumbado ya parecía grande, poniéndose sobre dos patas debía ser gigantesco.

El tiempo pasaba y la noche avanzaba con parsimonia, como si, sabiendo que ella vigilaba, hubiera decidido hacerse más larga. Entre cabezadas y el brillo de las llamas, unido al sonido de los ronquidos del tigre, la respiración acompasada del chico, y los ligeros cantos que, entre sueños, soltaba el ave, que también se había quedado dormida, pasó una hora. Cuando la chica vio dormir a su pájaro pensó con un poco de sarcasmo, pero divertida "Así que vigilaríamos juntas, ¿verdad?" y con una sonrisa acarició la cabecita del águila, que solo con ella se comportaba con un gorrioncito inofensivo.

Pasada ya otra hora y media, el sueño comenzaba a vencer a la chica, pero, por fortuna, no la vencía todavía. Un sonido tras los arbustos llamó su atención, y, alertada, el sueño voló de sus ojos y su mente. Con mirada seria, se levantó sobre una rodilla calentando una de sus manos, a su lado, Fire se despertó atontada, y al ver la posición defensiva de su ama se puso alerta al instante.

Moviéndose a saltitos, picó flojo al chico que dormía junto a su tigre, para que se despertara. En la linde del claro había algo, y no parecía ser amistoso

Mi olfato me había guiado hasta el gran lago. Sin embargo, había sido demasiado lento, y el rastro había desaparecido... además, había anochecido. Sabía que era casi imposible que lo que buscaba estuviese allí... pero estaba el "casi". Mientras existiese una posibilidad, tenía que asegurarme. Aún así, llevaba un rato caminando sin rumbo fijo, buscando los restos de un aroma familiar.
"Tal vez esté perdiendo el tiempo..." pensé, bajando las orejas. Sin embargo, un movimiento entre arbustos me alarmó, y vi lo que parecía ser una figura oculta. -No puede ser...- la figura desapareció en la espesura, y empecé a correr detrás de ella.

No lo veia, pero seguía en mi carrera entre árboles, persiguiendo una sombra de mi pasado. Tras cinco minutos de sprint continuado, empecé a agotarme, y probablemente no había visto nada en absoluto. "Maldita sea... ¿Me lo habré imaginado?" Sudando, me tumbé en el suelo, agotado. Pensé en arrastrarme hasta el lago para refrescarme, pero entonces capté algo.

El olor. Había vuelto, y estaba cerca... pero también había algo... ¿sangre? Mis puños se cerraron. Si estaba herido, me ocuparía de arrancarle las manos al culpable. Desenfundé mi espada y olisqueé el aire. No estaba lejos... Y , mirando al cielo, podía distinguir vagamente el humo de una hoguera, camuflado en la oscuridad nocturna. A medida que me aproximaba al lugar del fuego, más notaba el olor... tenía que estar ahí. Atravesé los arbustos con el arma en la mano... y vi a una mujer, arrodillada y mirandome. Busqué con la mirada. pero solo había otro hombre cerca... y un tigre. Solté una maldición y clavé la espada en el suelo. -Gah, maldita sea...- gruñí, llevandome ambas manos a la cabeza. ¿Como me había confundido así? -JODER.- exclamé de repente. Sentía unas ganas terribles de golpear a alguien.

Finalmente, suspiré. -Urgh... perdón. Soy Wernack. Estaba rastreando un aroma, creyendo que era el de un... conocido, un hombre tigre. Pero parece que lo he confundido el de ese tigre. -señalé.-...el animal, no ese hombre- añadí, para aclarar -Imagino que no habréis visto ningún hombre tigre, ¿hmm?- Ya estaba casi convencido de que me lo había imaginado, pero tenía que confirmarlo.

Ya la noche comenzaba a ser bastante fría, dado que los árboles empezaban a moverse en direcciones contrarias, gracias a las ráfagas de brisas que se aproximaban por el lugar. El humo de la fogata se movía de manera exagerada, pareciendo que estaba a punto de apagarse, y un tornado pareciera que fuese a ocurrir en ese mismo instante. El guerrero alcanzaba a notar los climas, pero seguía con sus ojos cerrados, recuperando cada fuerza en sus músculos, notando que sus brazos se expandían un poco más, aunque su pecho y el abdomen seguía igual de tonificado. En su memoria, empezaron a aparecer algunas pistas de su futuro, como por ejemplo, la imagen donde visualizaba su pecho, con un corte bastante largo. Por otro lado, también alcanzaba a notar a su padre, bastante lejos de su eje, con una espada filosa. -Así no puedo dormir bien...-Dijo, despertando pero sin abrir los ojos, con los sentidos intactos. Seguramente no se dormiría en esa noche, ni en la siguiente. Mientras tanto, el tigre parecía cansado, tomando una fiesta tan larga y tranquila, donde reposaba al gigantesco oso pardo que se comió, incluso, su barriga permanecía inflada.

El oído de Zarpitas estaba sensible, hasta se movió la oreja de manera brusca, sintiendo algunos ruidos bastante cerca del lugar. Sin más preámbulos, trató de levantarse, pero... Su amo pesaba muchísimo y no podía hacerlo. Acto seguido, un gruñido ahogado se escuchó, y sin darle tanta importancia, se volvió a dormir. Los sonidos siguieron apareciendo, hasta que de repente, algo estaba picando la cabeza del asiático, quien abrió los ojos inesperadamente. -¿Eh?, ¿Qué sucede?.-Sin tanta dificultad, se levantó de un salto, caminando de forma apresurada hacia la chica, esperando que esté en buenas condiciones y no haya ningún rasguño en su cuerpo.

Estuvo pensando en sacar su espada, pero no... El guerrero no era de los tipos que siempre desenvainaban sus armas, sólo porque veían un sospechoso, o algo raro ocurría. -¿Todos están bien?.-Preguntó con bastante preocupación, viendo un animal al frente suyo, que parecía algo desconcertado. Su idea no era pelear en ese instante, incluso se inclinó de manera tranquila, luego de haber escuchado el nombre del canino. Al principio se quedó pensando unos segundos, pero luego enlazó conversaciones pasadas y recordó todo.

-En lo personal, no he visto ninguno...-Murmuró, buscando una botella hecha de madera, que contenía agua y una bola de arroz. Con humildad, estiró los brazos y se la dio, mirándolo fijamente. -Ten... Pareces algo cansado.-El héroe rememoró que Wernack, era el nombre de una "Bestia" que era bastante nombrada en la Ciudad de Lunargenta. Su misión durante los meses que ha estado perdido, se trataba de dar con éste tipo, y finalmente, lo hizo.

Sakun estaba preparado para preguntar varias cosas, pero prefirió callar y esperar a aquel ser viviente, dejándolo comer.

De entre la arboleda surtió un hombre bestia, una especie de perro grande a dos patas, no era un licántropo, al menos, y parecía bastante despistado. Sakun, al lado de la chica, parecía tranquilo al haber visto al tipo, que, más que peligroso, se veía como una especie de peluche grande a ojos de Keira, que, con la presentación del recién llegado, dejó de calentar su mano. Rodó los ojos, algo molesta, ¿cuánta gente más iba a llegar ahí?, ¿tanta gente había vagando por el bosque?

Se presentó como Wernack, disculpándose por la repentina llegada, había olido el aroma de la mascota del guerrero y lo había confundido con el de un conocido. Luego preguntó si habíamos visto a un hombre tigre. Mientras respondía, Sakun le dio una especie de bola hecha con arroz y una botella de madera. La chica se alzó mientras pensaba, "bueno, alguien más con quien hablar al menos".

- Todo bien, he notado el movimiento en las hojas y he pensado que era un licántropo, perdona, no te tendría que haber despertado.- Luego se giró a Wernack y se presentó- Lo siento, no he visto a ningún hombre tigre. Por favor, siéntate y descansa, es tarde, y no creo que encuentras a quien buscas en una sola noche.- Le ofreció tras responder.- Soy Keira, por cierto, y esta- La chica alzó el brazo y su águila bajó volando para posarse en él- es Fire, no te aconsejo que te acerques mucho, seguramente te dará picotazos.

Una vez hechas las presentaciones, la bailarina volvió a sentarse frente a la hoguera, que parecía querer apagarse. Su ave, que también se había dado cuenta, le dio un par de picotazos, muy flojos en el brazo, para que hiciera algo, al animal no le gustaba pasar frío:

- Si, si, ya va, no metas prisas- protestó la chica a su "mascota" ,por decirlo así, mientras lanzaba unas cuentas ramas y tronquitos al fuego, para luego, chasquear un par de veces los dedos para encender una pequeña llama y prender la madera que acababa tirar- ¿contenta?- preguntó a su pájaro una vez hubo acabado, para acto seguido, abrazarse las rodillas y volver a contemplar las llamas.

Muerta de frío y deambulando por el bosque vio a lo lejos una especie de columna de humo, ella muy contenta con su suerte creyó haber dado con una hoguera abandonada, así que corrió lo más rápido que pudo para descubrir a su sorpresa 2 humanos y una especie de perro que caminaba a dos patas, al acercarse más pudo observar también una especie de tigre blanco así que decidió presentarse a ellos.

-Buenas, mi nombre es Ryu y tengo mucho frío, ¿podrían dejar que me calentase a la luz de la hoguera?-

Míentras esperaba una respuesta del grupo al que extrañamente había cogido confianza  se puso a observar las estrellas y pudo vislumbrar en el cielo lo que parecía un búho o una lechuza.

-Perdonad mientras os lo pensáis salgo a cazar- Acto seguido se transformó y alzó el vuelo en busca de esa ave con tan buena pinta.

Ninguno de los dos lo había visto... Claro. Suspiré. Había sido estúpido el ilusionarme así. No es como si fuese a aparecer en cualquier momento, de detrás de una piedra, solo porque yo pensase en él. No lo había visto en años, después de todo. Si quería verle, tendría que buscarle yo mismo. Sin embargo, algo me sacó de mi decepción. El humano me estaba ofreciendo comida... ¿A alguien que no conocía? Fruncí el ceño. Dudaba de que estuviese envenenada o algo similar, pero era... raro. Además, no había visto esa comida que ofrecía nunca antes, aunque parecía hecha de arroz. La humana también me ofreció unirme a ellos.

Estaba bastante cansado después de la carrera y el tiempo que llevaba sin detenerme, así que acepté, acercándome al hombre y tomando lo que me ofrecía. -Gracias.- dije con sinceridad. Me senté delante de aquel tipo y devoré la bola de arroz en cuestión de segundos. Después di un par de largos tragos y me sequé la boca. Satisfecho, sonreí. -Gracias de nuevo.- dije, guiñandole el ojo al humano. Miré al tigre blanco atentamente, y después al águila de la mujer, que miraba al fuego fijamente. su dueña dio un par de chasquidos y la hoguera cobró fuerza. "Más brujos de fuego... como no."

Un tigre y un águila. Mascotas exóticas, sin duda. Antes de que abriese la boca para preguntar, una mujer salió de la la penumbra y pidió calentarse con la hoguera, pero a los pocos segundos, ya se había transformado en dragón para perseguir algún ave. -...esto... ¿que?- dije, confuso ante la extraña situación. Agité la cabeza y volví a centrarme en el tigre. -Hmm. ¿Como te llamas?- pregunté, sin esperar realmente una respuesta. Pensé en acariciarlo, pero no era buena idea sin preguntarle a su dueño. Me recosté en el suelo, mirando las estrellas.

Casi podía sentir preguntas dirigidas a mi. -Venga, dispara. Me habeis dado de comer, así que es justo que sacie vuestra curiosidad, si quereis.- dije, sin ganas de mostrarme agresivo o reservado.

La placidez de la noche imperaba en la Parte Este del Lago. A pesar de la irregularmente baja temperatura el ambiente era sumamente confortable, e incluso las criaturas del bosque alcanzaban a advertir la grata temple del entorno. Los cuatro desconocidos habían encontrado un sitio calmo en el cual descansar alrededor de la modesta hoguera que Keira había montado. Pero sólo era cuestión de tiempo antes de que la calma al fin diese paso a la tormenta.

Desde una inquietante cercanía se oiría un alarido de dolor que erizaría hasta la piel del más valiente. En el grito se podría distinguir angustia, sufrimiento y terror, pero sobre todo, una intensa ira. La calma que lo proseguiría es lo que instalaría entonces una atmósfera de pavor, colmando con ansiedad los corazones de los seres dentro de los lindes de la zona.

El silencio se rompería de repente. Todos podrían observar cómo, entre los árboles, una potente luz amarillenta se dirigía hacia ellos a velocidades vertiginosas. Podrían confundirlo con una antorcha, de no ser por el hecho de que incluso un jinete era demasiado lento para alcanzar tal rapidez en el movimiento. El estridente golpeteo de un galope sería el único sonido audible, hasta culminar en una explosión de fuego que derribaría varios árboles.

De entre los troncos llameantes emergería la figura espectral de un [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. La criatura, galopando a toda velocidad en línea recta, pasaría muy cerca de la hoguera y quiénes la rodeaban al tiempo que su sombrío grito los aturdiría. El más afectado sería Wernack gracias a su naturaleza canina, cayendo así al suelo.

El fantasmagórico zezengorri se perdería de vista, internándose en la vastedad del bosque nuevamente. Tan terrible augurio era una suerte para los que allí estaban pues avisaba de un mal a punto de llegar, ¿que sería de los dragones, el hombre-bestia y la bruja si no se alistaban para lo que venía?





¤ La entrada a vuestro rol, favor de permitirme.
ɮ Tened cuidado con vuestras elecciones, estimados aerandianos. Como he advertido antes: el peligro se hará presente.

ʊ Wernack, tu personaje ha caído bajo los efectos del aturdimiento durante un turno, imposibilitado de interactuar con los demás.

La tranquilidad parecía volver, sí es que alguna vez estuvo rondando por allí. La noche seguía alumbrando cada zona, a pesar de lo tarde que era, incluso ya todos los animales deberían estar durmiendo. No era normal ver personas que rondasen por allí, dado que absolutamente nadie se atrevía a caminar por esos lares, gracias a la fama que habían ganado los licántropos. El recién llegado había recibido la comida, para luego comenzar a devorar ésta y dar las gracias, guiñando un ojo hacia el dragón. Con respeto, hizo una pequeña venia, sin perder los valores que había adquirido en su clan. Las personas se miraban entre sí, dejándose llevar por la calor de la fogata, aunque también por el humo que emanaba de aquella llamarada.

Entretanto, Keira aprovechó la tensión para presentarse, diciendo algunas cosas sobre ella y también sobre su mascota, la águila que obedientemente estaba cerca de su querida ama. El guerrero simplemente se encargó de mirar a Zarpitas, notando que seguía durmiendo plácidamente, algo que lo alegró demasiado... Nada como ver a su "hijo" descansando frente a las suaves brisas de los bosques. En ese instante de incomodidad, apareció una muchacha de manera veloz, diciendo sí se podía unir al pequeño grupo. El dragón ni siquiera alcanzó a responder, cuando la mujer desapareció misteriosamente, musitando que saldría a cazar.

Wernack trató de hablar con el tigre, pero éste se encontraba durmiendo. -Zarpitas...-Respondió el musculoso, concentrado en la fogata, recordando algunas de sus pesadillas en el día de hoy. Todos permanecían callados, sin decir alguna frase u oración. Los ruidos de la naturaleza se hacían más audibles y el canto de las aves sonaba en un eco duradero. Por algún motivo, la bestia interrumpió con unas palabras, rompiendo el hielo en unos segundos. Él manifestó que recomendaba que le hiciesen unas preguntas, dado que le habían otorgado comida.

El asiático apenas le miró seriamente, cruzando sus brazos y pegando un suave suspiro. -No creo que sea necesario... Ya es tarde, creo que deberíamos esperar hasta el amanecer.-Murmuró con serenidad. En ese instante, se levantó y sacudió sus ropas, pero... Sintió un leve presentimiento.

Todo parecía en paz, hasta que el felino se despertó de golpe, subiéndose en un árbol y rugiendo de manera feroz. El guerrero notó el comportamiento y alzó una ceja. -¿Qué haces?, tú no sueles comportarte así, a men...-No alcanzó a terminar, cuando de repente alcanzó a ver una luz amarillenta con el rabillo del ojo. La velocidad era imparable y un flashback apareció en su mente, rememorando la vez del Jínete pero no... De alguna forma, Éste era aún más rápido.

-¡Apártense de la hoguera!.-Dijo, después de sentir el brusco viento de la explosión situada en los árboles. Una pequeña rama se le clavó en la mano y quedó algo atónito. Acto seguido, desde las llamaradas, se acercaba un animal envuelto en forma de espectro, que pasaría por la fogata y soltaría un grito desgarrador. El guerrero tapó sus oídos, arrodillándose y quedando con la vista borrosa, sintiendo que estaba a punto de desmayarse pero no... Alcanzó a mantenerse en equilibrio.

El fantasma pareció perderse y Sakun había quedado desconcertado, sin saber qué hacer o qué decir. Su empapada frente y las gotas de sudor que se derramaban por los lados de su rostro, daban a entender muchas cosas. -*Qué diablos fue eso... Juro que no lo había visto en mi vida... ¿Jinete?... No, es aún más veloz y tiene una aurora abrumadora...*-Pensó, temblando casi de manera sigilosa. Después de recuperarse del todo, vio a Wernack, que parecía bastante aturdido.

-¡Debemos ayudarlo!.-Vociferó con decisión, acercándose y tratando de sostenerlo, para que pudiese mantener el control.

Mientras Keira se encontraba avivando el fuego, una nueva persona hizo acto de presencia, era la dragona esa tan rara del lago de la luna, la que usaba un látigo al más puro estilo sadista, y, cómo no, en lugar de presentarse y estarse quietecita, de repente, como quien no quiere la cosa, se transformó en dragón y alzó el vuelo para... para comerse un pájaro.... Claro, para qué esperar a que le dijesen que podía acercarse a la hoguera y recibir algo, fruta, o parecido, aunque sea de cortesía? nah... es mejor gastar energía convirtiéndose y comerse un puñetero pájaro crudo.

El hombre bestia, que se encontraba sentado cerca de mi, nos comentó que teníamos derecho a hacer preguntas, y el guerrero le respondió que no era necesario. El hada opinaba igual, con saber los nombres había bastante, no necesitaba entablar una relación de confianza con la gente, le bastaba con Fire.

El aire de la noche dio un repentino giro, el fuego, hasta entonces calmo, se volvió nervioso, agitado, y el tigre subió a un árbol y el águila empezó a aletear nerviosa, subió al brazo de su ama y la araño con sus garras.

- Basta Fire ¿que haces? Esto duele- protestó antes de obligarla a bajar de su extremidad.

Sakun, de pronto, advirtió que todo el mundo se apartase del fuego. Con el ambiente tenso y el cambio en el viento que la chica había notado, no dudo en hacerle caso. Mientras se alejaba algo hizo explotar la llama, haciendo que la Hada se tapara el rostro. Ahí de pie Keira vio aparecer un enorme toro negro envuelto en llamas y rodeado por una lluvia de cenizas, era como un fantasma que no dejaba más hueya que la de las llamas, causaba pavor y curiosidad, como si quisieras echar a correr pero no pudieras,  sus ojos amarillentos tenían más fuerza que cualquier pira.

EL espíritu se paró en medio de la hoguera y comenzó a emitir un molesto sonido agudo que se metía por los oídos y atontaba el cerebros, dolorida, keira se tapó los oídos con los brazos, le dolía, eso dolía mucho... le fallaron las rodillas y llegó al suelo de golpe, cuando quiso darse cuenta, el aturdimiento no le había permitido ver la desaparición de ese toro tan veloz. La chica buscó, aunmareada a Fire con la mirada, el pájaro se encontraba en el suelo, mareado, corriendo a cogerla la bailarina escuchó la pregunta de Sakun y su razonamiento. "¿Qué diablos fue eso?" Keira también se lo preguntaba:

- Puede que fuera eso mismo, un diablo- susurró abrazando a Fire que comenzaba a desentumecerse, al igual que ella.

El grito de ir en auxilio del hombre bestia que se había presentado como Wernack la hizo acercarse, aunque no sabía que pensar, la mejor idea en ese momento le parecía la de salir corriendo, tenía un nudo en la garganta, causa de la preocupación por si volvía a suceder algo, que la hizo dudar, pero, de todos modos, si pasaban más cosas raras tendrían más posibilidades de sobrevivir estando juntos. Se acercó al perro y a guerrero y se arrodilló, el calor en la orejas le vendría bien.

- Tranquilo, esto no quema- informó tras calentar un poco sus manos y ponerlas sobre las orejas de Wernack. No sería rápido, pero algo haría.

Ryu estaba devorando su pájaro tan tranquila en los cielos cuando oyó ¡Apártense de la hoguera! corriendo, Ryu descendió colocándose cerca de Keira, sabia que tenia experiencia luchando, pues ya había luchado a su lado contra 3 licantropos, cuando de repente una vaca de fuego casi los embiste, el chico humano tenia un trozo de madera clavado en la mano, la explosión de la hoguera le había alcanzado, esperaba que no estuviera herido, el chico humano grito ¡Debemos ayudarlo! mientras señalaba al perro, que al igual que había pasado con el Capitan Werner, suponía que era un Hombre-Bestia, Keira se acerco a el y calentó las manos colocándoselas cerca de las orejas del perro.

-¡¿Que haces estúpida?, así no se va a curar- aseguro Ryu, su tono de voz había cambiado de dulce a una mezcla extraña de seriedad y picarda, se acerco al grupo y dijo -No había visto nunca uno de esos, espero que no se acerque nada malo- no se destransformo, pensó que algo iba a pasar y mejor estar transformada para la ocasión, pues otro proceso de transformación la cansaría demasiado, observo mas de cerca la situación, un hombre del que desconocía el nombre, un tigre blanco, que estaba al lado del hombre, el hombre-bestia, un perro, y Keira con Fire y ella, sabia que su látigo podría ayudar, pero no había nada que le gustase mas que lanzar relámpagos, por lo que, si aparecía algún enemigo,podría freírlo de un solo ataque.

En las proximidades boscosas de la parte este del lago
La noche se tornaba fría y Hayator con su hoguera se encontraba apreciando el cielo en un pequeño claro entre la espesura cuando de repente ve en la lejanía del cielo un dragón negro ..... entre murmuraba y pensaba no puede ser ¿Ryu?.

Tras un instante de confusión me levanto y con ligereza  voy en su busca  , murmure- Cocinaremos otro conejo y le daré los dos ojos , hay que ser caballeroso - mientras caminada el bosque enmudeció no había pájaros ni alimañas y hasta el susurrar del viento con las hojas ceso .
Me pregunto en voz baja.....- ¿Que le pasa a este bosque? - y murmuro reflexivamente  desde cuando soy tan ruidoso que hasta la mas pequeña de las alimañas enmudece de repente una luz imponente se veía en la lejanía mire el cielo y vi a Ryu bajando como si la vida le fuera en ello .

Sentí un escalofrió que me recorrió todo el cuerpo y pensé de forma preocupante ... Ryu ...  arranque en carrera , durante la cual deslice mi broquel de la espalda a la muñeca , cambie mi hacha equilibrada de lado y acelerando la carrera ,me impulsaba , saltaba , e incluso rodaba y durante mi carrera escuchaba en lo profundo voces , que no distinguía y los reflejos de lo que parecía una hoguera.

Un terrible grito de dolor interrumpió cualquier intento de conversación. Un grito terrorífico, que me alertó, haciendo que me levantase, tomase mi espada, y me girase en la dirección de la que venía. Pero no se oía nada más, lo cual era aún más inquietante. Permanecí unos segundos alerta, atento a cualquier cosa. Algo me alertaba, me decía que tenía que salir de ahí, no luchar contra lo que se avecinaba. Pero lo ignoré, y me mantuve en guardia. Los segundos se hacían eternos.

Hasta que escuché algo. Un galope, que acompañaba a una luz anaranjada que se movía a gran velocidad... y explotaba, derribando algunos árboles. ¿Otro brujo de fuego? No. Peor. Una criatura llameante que cargaba hacia la hoguera, demasiado rápido. Tuve tiempo para alejarme de la hoguera de un salto, pero cuando llegó el animal, emitió un estridente mugido, demasiado potente para cualquier animal, demasiado fuerte para soportarlo. Un intenso dolor llegó a mi cabeza, haciéndome caer al suelo mientras me tapaba los oídos. No podía escucha nada, y a la vez, seguía oyendo el mugido en mi cabeza.

La cabeza se me nubló. El dolor era insoportable, era incapaz de hacer nada. No conseguía percibir lo que había a mi alrededor, en mi cabeza solo estaba la agonía acompañada de ese estruendo. Tras unos horribles segundos, el dolor empezaba a mitigarse, y podía escuchar un pitido en mis oídos, pero nada más. Abrí los ojos y vi como el hombre movía los labios, aún sin escuchar nada. Intenté levantarme, pero solo llegué a arrodillarme antes de sufrir un intenso mareo que hizo que cesase en el intento. Unas manos tocaron mis oídos, y sentía calor. Alcé la mirada, y vi como la bruja tenía las manos en mis oídos. ¿Que demonios hacía? ¿Calentarme las orejas? Pensé en quitármela de encima, pero no quería hacer movimientos bruscos hasta recuperarme. Me quedé con una rodilla en la tierra, jadeando. ¿Donde estaba la bestia?

Un céfiro de terror recorrió la zona. Ya todos las alimañas y fieras que se resguardaban en el bosque huían a sus guaridas, temiendo el peligro que a ritmo inminente se acercaba. Podían sentirlo en la piel, en sus instintos, en el olor. El frío del rocío nocturno descendió en la frondosidad que rodeaba a la hoguera, cuya llama empezaba a perder su intensidad original. En el firmamento, las nubes se movían caprichosas trazando formas espiraladas que convergían exactamente sobre donde los desconocidos se hallaban.

Una ventisca gélida se extendió por el bosque, rebelde a la naturaleza. El fuego de la hoguera se apagaría ante la sutil hegemonía climática que el frío empezaba a imponer, los cinco quedarían a oscuras, y el misterio empezaría a acecharlos cuando todos oyeran en sus cabezas infinidad de voces susurrantes a lo largo de cortos pero tensos segundos.
Como si se imitase al zezengorri, en una distancia cercana se oyó una risa femenina que rozaba lo tétrico. Nadie podría saber exactamente de dónde provenía, pero lo aledaño de la voz haría notar a los cinco que, como el toro llameante había augurado, el peligro estaba a punto de aparecer.

Suaves palabras de una voz dulce llegarían a todos. - Luz de luna en sus ojos, viajantes. - Antes de que cualquiera pudiese reaccionar, una joven doncella de cabellos y ropajes negros entró a la escena, parada sobre pies desnudos en lo que momentos atrás era la hoguera, pero ahora era sólo cenizas y ramas carbonizadas. Rió nuevamente, con evidente goce plasmado en su rostro.
De su mano derecha brotaron diminutas esferas de luz blancuzca que saldrían disparadas hacia ambos dragones, la bruja, el hombre-bestia, y el recién llegado. Al contacto con las esferas, todos serían víctimas de un insoportable dolor punzante en el área del pecho que duraría hasta un máximo de diez segundos. - ¡Vamos a divertirnos! ¿Sí? - La voz chillona de la bruja advertía que un atisbo de locura pronto se convertiría en algo más importante.





ð Una bruja se ha incorporado al encuentro vuestro, su accionar declara la guerra a los cinco. Respondedle, os lo pido.
ƕ Desgraciado aquel que intente huir del rol a partir de este instante, pues recibirá una grave penalización.
ȣ Pasado cualquier clase de accionar, sea ofensivo o no, una tirada de la voluntad de los dioses deberéis realizar. Ello decidirá vuestro destino.

ɀ Preparaos, aerandianos. Claro dejé en el pasado, su accionar en esta instancia del rol determinará la posibilidad de ingreso a una Quest futura.