Hielo Eterno (libre, interpretativo) [CERRADO]
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Hielo Eterno (libre, interpretativo) [CERRADO]
El caballo estaba desbocado y mis lágrimas salían continuas de mi rostro como la lluvia en el más frío de los otoños. Mi cabeza daba vueltas mientras mi estómago rugía de dolor pero tenía que alejarme. Alejarme de los secuestradores y alejarme del sitio que tanto mal me había hecho. Icaro parecía notarlo por que corría a una velocidad que no era habitual en él. Mi cara estaba muy pálida y tenía varios moratones en mi rostro de días atrás, sin contar las heridas de atadura alrededor de mi muñeca. Hacia apenas horas que había escapado y no podía parar, no podía dejar de galopar.
Aquel recuerdo me angustiaba y estaba demasiado presente en mi mente. El paisaje ni siquiera me sonaba aunque lo cierto es que me congelaba de frío pero ahora eso daba igual sólo quería huir. ¡Huir de todo lo acontecido! Aquella mañana me habían partido el labio y empece a notar como un líquido volvía a salir de él. Mis ojos se empañaron de nuevo al saber que estaba completamente sola y que siempre sería así desde lo ocurrido con mi madre.
Esto escapaba a mi control, siempre había pensado que todas las personas tienen un lado bueno pero en ese momento todas mis creencias se habían evaporado. Había confiado en mi especie y ahora tenía todo heridas en mi alma por su culpa.
No podía sujetar con fuerza las riendas al igual que nunca había conseguido sujetar las riendas de mi vida. Se me escurrían entre los dedos del cansancio, no había parado de cabalgar desde la hora de comer y mi cuerpo estaba sin nutrientes.
La visión se me entorno algo borrosa y no supe que paso pero Icaro se alteró. El caballo se puso sobre dos patas lanzándome al suelo, fui incapaz de ver algo más, me quede inconsciente mientras el frío invierno caia sobre mi, helandome poco a poco debido a mis ropas de climas cálidos.
Aquel recuerdo me angustiaba y estaba demasiado presente en mi mente. El paisaje ni siquiera me sonaba aunque lo cierto es que me congelaba de frío pero ahora eso daba igual sólo quería huir. ¡Huir de todo lo acontecido! Aquella mañana me habían partido el labio y empece a notar como un líquido volvía a salir de él. Mis ojos se empañaron de nuevo al saber que estaba completamente sola y que siempre sería así desde lo ocurrido con mi madre.
Esto escapaba a mi control, siempre había pensado que todas las personas tienen un lado bueno pero en ese momento todas mis creencias se habían evaporado. Había confiado en mi especie y ahora tenía todo heridas en mi alma por su culpa.
No podía sujetar con fuerza las riendas al igual que nunca había conseguido sujetar las riendas de mi vida. Se me escurrían entre los dedos del cansancio, no había parado de cabalgar desde la hora de comer y mi cuerpo estaba sin nutrientes.
La visión se me entorno algo borrosa y no supe que paso pero Icaro se alteró. El caballo se puso sobre dos patas lanzándome al suelo, fui incapaz de ver algo más, me quede inconsciente mientras el frío invierno caia sobre mi, helandome poco a poco debido a mis ropas de climas cálidos.
Elëneidë
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Re: Hielo Eterno (libre, interpretativo) [CERRADO]
Habían pasado semanas desde que escaparan él y su hermana del laberinto lleno de trasgos. Aquello fue toda una experiencia y conocieron a personas fascinantes. La luz de la vela danzaba en la habitación mientras Vinc recordaba. Se encontraba en una habitación alquilada en una posada de un asentamiento en la llanura nevada. Habían llegado allí conducidos por un caballero vestido con armadura plateada de cuento. La verdad es que estaban en una situación apremiante y ese hombre les salvó la vida pero cuando llegaron al poblado pensó que su hermana se reuniría con él.
Pasaban las horas pero su hermana seguía sin aparecer. - Maldita sea Elen donde te metes,- musitó. Cogió ropa de abrigo y bajó a la zona común de la posada para preguntar por ella. Allí le comentaron que el caballero que los trajo al asentamiento estaba buscando un Tanuri y que su hermana había aceptado ayudarlo.
Genial pensó. Gracias por avisarme Elen. Se dirigió al establo y cogió las riendas de Alphonse. Había decidido salir al encuentro de su hermana. Bueno, con este tiempo a intentarlo al menos. Lo más probable es que volviera solo y ella lo encontrara en la posada pero no le apetecía quedarse mirando al techo todo el rato.
Al principio siguió el rastro de lo que pensaba que eran los cascos de Sombra en la nieve. Pero con el tiempo el rastro se hizo cada vez menos visible. Una nevada lo había tapado. - Puffff hoy no es tu día Vinc,- se decía a sí mismo cuando escuchó el relincho de un caballo.
Vinc apresuró el paso de Alphonse en la dirección del ruido y cuando puedo ver la situación lo puso a cabalgar. Aminoró el paso cuando se encontraba cerca para no asustar al caballo de la chica accidentada. Descabalgó y se acercó al animal. No era buena idea que se asustara y se escapara. La chica lo echaría de menos y hasta podría hacerle daño si la pisaba sin querer. Usó sus conocimientos de doma para calmarlo y pronto estuvo tranquilo.
Sin más dilación pasó al cuidado de la chica. Era joven, de unos 18 años aparentemente, pelirroja y muy bella. No estaba vestida adecuada para la ocasión así que rápidamente le puso su ropa de abrigo a la muchacha. Brrr, que frío hacía en esos lares cuando se cerraba la noche, aunque lo cierto es que de día tampoco es que hiciera poco frío. En cuando recogió su cabello pudo ver sus orejas puntiagudas.
¡Una elfa! ¡Una druida! ¡Sus enemigos naturales! Los tiempos habían cambiado pero muchos aún tenían el resquemor de la guerra entre sus razas. Familiares asesinados y deseos de venganza. Vinc por suerte no fue educado así y no pensaba dejar una chica indefensa en los brazos de la muerte.
La subió al caballo de esta y la amarró con firmeza pero con suavidad para no herirla. Montó a Alphonse y guió ambos caballos hasta el asentamiento. Nada más llegar entró a la chica a la posada y pidió socorro a los vecinos. Estas buenas gentes del norte sabían lo que era ayudar a desconocidos y prepararon una habitación con chimenea para la chica. Unas jóvenes entraron para cambiar a la chica de ropas y Vinc aprovechó para hacer lo propio. Su ropa estaba tan helada como la de la muchacha.
Después de cambiarse se acercó a la habitación de esta para comprobar cómo se encontraba. Estaba mucho mejor. Había recuperado el color pero no creía conveniente quedarse en la habitación así que se dirigió al comedor de abajo donde pidió un licor fuerte para entrar en calor.
Pasaban las horas pero su hermana seguía sin aparecer. - Maldita sea Elen donde te metes,- musitó. Cogió ropa de abrigo y bajó a la zona común de la posada para preguntar por ella. Allí le comentaron que el caballero que los trajo al asentamiento estaba buscando un Tanuri y que su hermana había aceptado ayudarlo.
Genial pensó. Gracias por avisarme Elen. Se dirigió al establo y cogió las riendas de Alphonse. Había decidido salir al encuentro de su hermana. Bueno, con este tiempo a intentarlo al menos. Lo más probable es que volviera solo y ella lo encontrara en la posada pero no le apetecía quedarse mirando al techo todo el rato.
Al principio siguió el rastro de lo que pensaba que eran los cascos de Sombra en la nieve. Pero con el tiempo el rastro se hizo cada vez menos visible. Una nevada lo había tapado. - Puffff hoy no es tu día Vinc,- se decía a sí mismo cuando escuchó el relincho de un caballo.
Vinc apresuró el paso de Alphonse en la dirección del ruido y cuando puedo ver la situación lo puso a cabalgar. Aminoró el paso cuando se encontraba cerca para no asustar al caballo de la chica accidentada. Descabalgó y se acercó al animal. No era buena idea que se asustara y se escapara. La chica lo echaría de menos y hasta podría hacerle daño si la pisaba sin querer. Usó sus conocimientos de doma para calmarlo y pronto estuvo tranquilo.
Sin más dilación pasó al cuidado de la chica. Era joven, de unos 18 años aparentemente, pelirroja y muy bella. No estaba vestida adecuada para la ocasión así que rápidamente le puso su ropa de abrigo a la muchacha. Brrr, que frío hacía en esos lares cuando se cerraba la noche, aunque lo cierto es que de día tampoco es que hiciera poco frío. En cuando recogió su cabello pudo ver sus orejas puntiagudas.
¡Una elfa! ¡Una druida! ¡Sus enemigos naturales! Los tiempos habían cambiado pero muchos aún tenían el resquemor de la guerra entre sus razas. Familiares asesinados y deseos de venganza. Vinc por suerte no fue educado así y no pensaba dejar una chica indefensa en los brazos de la muerte.
La subió al caballo de esta y la amarró con firmeza pero con suavidad para no herirla. Montó a Alphonse y guió ambos caballos hasta el asentamiento. Nada más llegar entró a la chica a la posada y pidió socorro a los vecinos. Estas buenas gentes del norte sabían lo que era ayudar a desconocidos y prepararon una habitación con chimenea para la chica. Unas jóvenes entraron para cambiar a la chica de ropas y Vinc aprovechó para hacer lo propio. Su ropa estaba tan helada como la de la muchacha.
Después de cambiarse se acercó a la habitación de esta para comprobar cómo se encontraba. Estaba mucho mejor. Había recuperado el color pero no creía conveniente quedarse en la habitación así que se dirigió al comedor de abajo donde pidió un licor fuerte para entrar en calor.
Vincent Calhoun
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Re: Hielo Eterno (libre, interpretativo) [CERRADO]
Habían pasado al menos un par de horas y ni rastro, ninguna pequeña pista que pudiera conducir a la rubia hasta alguna evidencia mayor.
Se lo habían asegurado, aunque no fuera el lugar habitual en el que encontrar a ese tipo de criaturas, le habían jurado que ese grupo concreto de licántropos solía recorrer la zona con cierta asiduidad. Sería peligroso, además de temerario y estúpido, acudir a los lugares de residencia habitual de los licántropos por su parte. Podía sentirse desde lejos su recelo hacia esa raza, su incipiente odio. No era algo que tuviera en contra de todo el colectivo, de toda la raza, pero sin quererlo, sin poder llegar a controlarlo, Julianne lo notaba cada vez más general, más intenso, incluso aunque ni siquiera ella misma fuera consciente de ello, capaz de verlo y controlarlo, o por su bien, detenerlo.
El difunto Demian había perdido su vida inmortal a manos de dos lobos, pero quizá ya la había perdido antes de que aquello ocurriría físicamente… por si mismo, consumido por su propio odio. Julianne no podía permitir que la misma suerte del vampiro guiara sus pasos, pero ¿qué otra cosa podía hacer?. Según dicen, la esperanza es lo último que se pierde, siempre que exista un poco de ella, un mínimo rastro… todo es posible, todo tiene solución. Pero para ella ya no había esperanzas, y cuando eso ocurre el caos es la única vía de escape, el único camino que recorrer.
Una mente caótica, una vida descontrolada y nueva para ella. ¿Qué puede esperarse de un vampiro de corta edad a quién le han arrebatado a su creador, que además, también resulta ser el amor de su vida?. Los vampiros siempre habían sido seres muy viscerales y controlados por su naturaleza impredecible e impulsiva, en el caso de Holtz no era diferente, si tenía que aferrase a algo, no sería a la tristeza, al dolor por la pérdida, el instinto de supervivencia la animaba con furia a aferrarse a la otra opción, a aquella que le decía que dejar de lado las emociones resultaba gratamente reconfortante, que si tenía que concentrarse en algo, que si había alguna forma de continuar con su vida debía ser mediante y a través de la venganza, incluso aunque aquello implicara el principio del fin de su propia autodestrucción.
La rubia vampiresa siguió un rastro en la nieve, un olor, un animal, un rastro de humanidad. Una vez, otra y otra. Pero nada, no era capaz de percibir ningún tipo de rastro real capaz de conducirla a los culpables del asesinato y podría jurarlo, tenía tanta sed de destrucción como de sangre, que no venía siendo poca. De hecho, una sensación y otra se complementaban y aumentaban proporcionalmente con el paso de las horas.
Julianne continuó su camino durante una hora más, o al menos se sintieron como sesenta interminables minutos de estúpida derrota. No se había encontrado con nadie por el camino, no con los que buscaba, tampoco con ningún otro ser vivo. No le extrañaba, la noche se había encargado de volver las temperaturas frías, mucho más frías de lo que solían serlo en esa zona. La nieve espesa se volvía dura en algunas zonas. Polvo y hielo, ambas condiciones tan frías, que un cuerpo humano normal no podría soportarlo durante mucho tiempo sin llegar a enfermar o morir de pura hipotermia.
Algunos copos de nieve se habían posado cuidadosamente sobre los cabellos rubios de chica y sus pasos ligeros no llegaban a hundirse en la capa superior de la nieve. Era rápida, lo suficiente como para moverse rápidamente por los terrenos del mundo, lo suficiente como para hacer que sus presas no tuvieran ningún tipo de oportunidad de escapar. Lo suficiente, se juraba, como para terminar sin compasión con esa condenada sensación de venganza, una vez tuviera la oportunidad.
Había llegado, un lugar para refugiarse de la oscuridad, que aunque no le molestaba físicamente, estaba empezando a asfixiarla mentalmente. Cruzó el umbral y dio un repaso ligero a la zona central. Saludó sin especial cortesía a la persona encargada de recibir a los huéspedes y clientes y se dirigió a la zona de bar y comedor, donde podría descansar un poco y después continuar con su búsqueda o quizá ir a beber un poco de sangre y ahogar su frustración en la vida de otra persona. No había mucho rastro de civilización, solo unas cuantas personas, bebiendo algún tipo de infusión caliente o cualquier tipo de bebida capaz de calmar el persistente frío de semejantes lugares.
Se dirigió a una pequeña mesa al fondo, vacía y alejada de los pocos clientes que ocupaban las mesas del principio. Consiguió una bebida, una con graduación alcohólica, Julianne no necesitaba entrar en calor, pero ese tipo de bebidas conseguían alargar la necesidad de sangre con algún tipo de efecto calmante, y un poco de ayuda para el autocontrol de una vampiresa con poca experiencia en cuanto a vampirismo, no podía venir nunca de más. Se quitó la chaqueta y dejo que sus labios rojizos entraran en contacto con el contenido de la bebida.
Se lo habían asegurado, aunque no fuera el lugar habitual en el que encontrar a ese tipo de criaturas, le habían jurado que ese grupo concreto de licántropos solía recorrer la zona con cierta asiduidad. Sería peligroso, además de temerario y estúpido, acudir a los lugares de residencia habitual de los licántropos por su parte. Podía sentirse desde lejos su recelo hacia esa raza, su incipiente odio. No era algo que tuviera en contra de todo el colectivo, de toda la raza, pero sin quererlo, sin poder llegar a controlarlo, Julianne lo notaba cada vez más general, más intenso, incluso aunque ni siquiera ella misma fuera consciente de ello, capaz de verlo y controlarlo, o por su bien, detenerlo.
El difunto Demian había perdido su vida inmortal a manos de dos lobos, pero quizá ya la había perdido antes de que aquello ocurriría físicamente… por si mismo, consumido por su propio odio. Julianne no podía permitir que la misma suerte del vampiro guiara sus pasos, pero ¿qué otra cosa podía hacer?. Según dicen, la esperanza es lo último que se pierde, siempre que exista un poco de ella, un mínimo rastro… todo es posible, todo tiene solución. Pero para ella ya no había esperanzas, y cuando eso ocurre el caos es la única vía de escape, el único camino que recorrer.
Una mente caótica, una vida descontrolada y nueva para ella. ¿Qué puede esperarse de un vampiro de corta edad a quién le han arrebatado a su creador, que además, también resulta ser el amor de su vida?. Los vampiros siempre habían sido seres muy viscerales y controlados por su naturaleza impredecible e impulsiva, en el caso de Holtz no era diferente, si tenía que aferrase a algo, no sería a la tristeza, al dolor por la pérdida, el instinto de supervivencia la animaba con furia a aferrarse a la otra opción, a aquella que le decía que dejar de lado las emociones resultaba gratamente reconfortante, que si tenía que concentrarse en algo, que si había alguna forma de continuar con su vida debía ser mediante y a través de la venganza, incluso aunque aquello implicara el principio del fin de su propia autodestrucción.
La rubia vampiresa siguió un rastro en la nieve, un olor, un animal, un rastro de humanidad. Una vez, otra y otra. Pero nada, no era capaz de percibir ningún tipo de rastro real capaz de conducirla a los culpables del asesinato y podría jurarlo, tenía tanta sed de destrucción como de sangre, que no venía siendo poca. De hecho, una sensación y otra se complementaban y aumentaban proporcionalmente con el paso de las horas.
Julianne continuó su camino durante una hora más, o al menos se sintieron como sesenta interminables minutos de estúpida derrota. No se había encontrado con nadie por el camino, no con los que buscaba, tampoco con ningún otro ser vivo. No le extrañaba, la noche se había encargado de volver las temperaturas frías, mucho más frías de lo que solían serlo en esa zona. La nieve espesa se volvía dura en algunas zonas. Polvo y hielo, ambas condiciones tan frías, que un cuerpo humano normal no podría soportarlo durante mucho tiempo sin llegar a enfermar o morir de pura hipotermia.
Algunos copos de nieve se habían posado cuidadosamente sobre los cabellos rubios de chica y sus pasos ligeros no llegaban a hundirse en la capa superior de la nieve. Era rápida, lo suficiente como para moverse rápidamente por los terrenos del mundo, lo suficiente como para hacer que sus presas no tuvieran ningún tipo de oportunidad de escapar. Lo suficiente, se juraba, como para terminar sin compasión con esa condenada sensación de venganza, una vez tuviera la oportunidad.
Había llegado, un lugar para refugiarse de la oscuridad, que aunque no le molestaba físicamente, estaba empezando a asfixiarla mentalmente. Cruzó el umbral y dio un repaso ligero a la zona central. Saludó sin especial cortesía a la persona encargada de recibir a los huéspedes y clientes y se dirigió a la zona de bar y comedor, donde podría descansar un poco y después continuar con su búsqueda o quizá ir a beber un poco de sangre y ahogar su frustración en la vida de otra persona. No había mucho rastro de civilización, solo unas cuantas personas, bebiendo algún tipo de infusión caliente o cualquier tipo de bebida capaz de calmar el persistente frío de semejantes lugares.
Se dirigió a una pequeña mesa al fondo, vacía y alejada de los pocos clientes que ocupaban las mesas del principio. Consiguió una bebida, una con graduación alcohólica, Julianne no necesitaba entrar en calor, pero ese tipo de bebidas conseguían alargar la necesidad de sangre con algún tipo de efecto calmante, y un poco de ayuda para el autocontrol de una vampiresa con poca experiencia en cuanto a vampirismo, no podía venir nunca de más. Se quitó la chaqueta y dejo que sus labios rojizos entraran en contacto con el contenido de la bebida.
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Re: Hielo Eterno (libre, interpretativo) [CERRADO]
Es una noche muy fría, pero mi abrigo de lana es grueso y tupido, lo suficiente como para mantener mi cuerpo cálido y llevo, como siempre, un bastón de pastor en mi mano derecha. Avanzo con pasos pesados por la gruesa capa de nieve, con crujidos esponjosos. A lo lejos diviso las luces del pequeño campamento a las afueras de la ciudad y me dirijo hacía allí colocándome bien la capucha, para cubrir el máximo que pueda de mi rostro.
Cuando llego el lugar esta tranquilo y silencioso. En una esquina esta un hombre de unos sesenta y largos, bastante bajo de estatura, calvo y con un gran bigote canoso, esta saliendo de una pequeña herrería, esta cerrando la puerta con llave de espaldas a mi, pero lo reconozco, es el viejo Tedius uno de los mejores herreros de la zona. Sin dudarlo, me acerco a él con una sonrisa agradecida en mis labios. -Buenas noches Tedius.- Le digo mientras me acerco a él.
El hombre se gira cerrándose el abrigo con ambas manos y cara de frío. -Ego hombre, buenas noches. Como tu por aquí a estas horas?, con el frío que hace.- Me dice tiritando. -Simplemente daba un paseo y tu? ya vas para casa?- Le pregunto con curiosidad, o intentando al menos intentando mantener una conversación con él. -Yo ahora voy a la posada a tomarme una buena jarra de cerveza. Con este frío mejor tener un poco de alcohol en las venas. Ven y tomate una conmigo.- me dice poniendo su mano en mi espalda tirando de mi. Yo tan solo asiento con la cabeza y lo acompaño.
Cuando entramos en la posada a un lado tras un pequeño mostrador esta la encargada de la posada, una mujer de unos cincuenta años, alta y delgada. Tedius la saluda con efusividad, diciéndole un piropo cortés, la mujer sonríe coqueta y le hace aspavientos con las manos halagada, yo la saludo con un gesto de mi cabeza y sigo al herrero. Entramos a la pequeña taberna, que comparte espacio con la posada. Hay unos pocos clientes, y el ambiente es muy tranquilo. Nos sentamos en una de las primeras mesas.
-Hamfrey, tráenos un par de cervezas.- Dice levantando la mano y alzando la voz. Se pone con los dos brazos sobre la mesa y me mira. -¿Que tal Henry y Enma? Ya deben ser grandes, no?- Me pregunta con interés. Por lo que se, antes de que yo llegara Tedius los iba a visitar cada dos días, y les llevaba comida, no se bien cual es la relación que tenia antes con ellos.
-Pues como siempre, Enma se ocupa de la cocina, pero no se por que, no se le da para nada bien.- Le digo con una sonrisa divertida, mientras me quito un poco la capucha, solo para ver un poco mejor. El herrero empieza a reír sonoramente. -Aun recuerdo las galletas con pimienta.- En ese momento llega el camarero con las dos jarras de cerveza. El herrero toma una y la alza un poco. -Por tus críos!- Dice a modo de brindis. Yo tomo la otra jarra sonriendo ampliamente.
Pero en ese momento entra un hombre con una mujer en brazos, por el aspecto de la chica, la ha encontrado tirada en la nieve. De inmediato un cumulo de mujeres acuden a prestarle ayuda, nosotros seguimos sentados observando. Se llevan a la chica, y al cabo de un rato, vuelve el hombre que la trajo con la ropa cambiada, se pide un licor y al momento apareció una mujer, me iba a fijar bien en ella, pero el herrero me habla. -Y Henry? ¿Aun quiere aprender el oficio de herrero?- Me pregunta, miro de reojo su jarra y ya esta casi vacía. Y entonces la observo, la chica se sienta en un rincón, pero yo la puedo ver de frente, su piel es muy pálida, pero tiene una belleza casi sobrenatural, por unos segundos se queda casi encandilado por el aspecto de aquella chica. -Ego?- Dice Tedius sacándome de la distracción. Lo miro y sonrío. -El otro día hablemos de ello, y dice que cuando pueda vendrá.- Le digo sabiendo que Henry no tiene gran interés en ello, y sigo hablando con él mientras las jarras de cerveza se van acumulando a su lado.
Cuando llego el lugar esta tranquilo y silencioso. En una esquina esta un hombre de unos sesenta y largos, bastante bajo de estatura, calvo y con un gran bigote canoso, esta saliendo de una pequeña herrería, esta cerrando la puerta con llave de espaldas a mi, pero lo reconozco, es el viejo Tedius uno de los mejores herreros de la zona. Sin dudarlo, me acerco a él con una sonrisa agradecida en mis labios. -Buenas noches Tedius.- Le digo mientras me acerco a él.
El hombre se gira cerrándose el abrigo con ambas manos y cara de frío. -Ego hombre, buenas noches. Como tu por aquí a estas horas?, con el frío que hace.- Me dice tiritando. -Simplemente daba un paseo y tu? ya vas para casa?- Le pregunto con curiosidad, o intentando al menos intentando mantener una conversación con él. -Yo ahora voy a la posada a tomarme una buena jarra de cerveza. Con este frío mejor tener un poco de alcohol en las venas. Ven y tomate una conmigo.- me dice poniendo su mano en mi espalda tirando de mi. Yo tan solo asiento con la cabeza y lo acompaño.
Cuando entramos en la posada a un lado tras un pequeño mostrador esta la encargada de la posada, una mujer de unos cincuenta años, alta y delgada. Tedius la saluda con efusividad, diciéndole un piropo cortés, la mujer sonríe coqueta y le hace aspavientos con las manos halagada, yo la saludo con un gesto de mi cabeza y sigo al herrero. Entramos a la pequeña taberna, que comparte espacio con la posada. Hay unos pocos clientes, y el ambiente es muy tranquilo. Nos sentamos en una de las primeras mesas.
-Hamfrey, tráenos un par de cervezas.- Dice levantando la mano y alzando la voz. Se pone con los dos brazos sobre la mesa y me mira. -¿Que tal Henry y Enma? Ya deben ser grandes, no?- Me pregunta con interés. Por lo que se, antes de que yo llegara Tedius los iba a visitar cada dos días, y les llevaba comida, no se bien cual es la relación que tenia antes con ellos.
-Pues como siempre, Enma se ocupa de la cocina, pero no se por que, no se le da para nada bien.- Le digo con una sonrisa divertida, mientras me quito un poco la capucha, solo para ver un poco mejor. El herrero empieza a reír sonoramente. -Aun recuerdo las galletas con pimienta.- En ese momento llega el camarero con las dos jarras de cerveza. El herrero toma una y la alza un poco. -Por tus críos!- Dice a modo de brindis. Yo tomo la otra jarra sonriendo ampliamente.
Pero en ese momento entra un hombre con una mujer en brazos, por el aspecto de la chica, la ha encontrado tirada en la nieve. De inmediato un cumulo de mujeres acuden a prestarle ayuda, nosotros seguimos sentados observando. Se llevan a la chica, y al cabo de un rato, vuelve el hombre que la trajo con la ropa cambiada, se pide un licor y al momento apareció una mujer, me iba a fijar bien en ella, pero el herrero me habla. -Y Henry? ¿Aun quiere aprender el oficio de herrero?- Me pregunta, miro de reojo su jarra y ya esta casi vacía. Y entonces la observo, la chica se sienta en un rincón, pero yo la puedo ver de frente, su piel es muy pálida, pero tiene una belleza casi sobrenatural, por unos segundos se queda casi encandilado por el aspecto de aquella chica. -Ego?- Dice Tedius sacándome de la distracción. Lo miro y sonrío. -El otro día hablemos de ello, y dice que cuando pueda vendrá.- Le digo sabiendo que Henry no tiene gran interés en ello, y sigo hablando con él mientras las jarras de cerveza se van acumulando a su lado.
Ego Naleim
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Re: Hielo Eterno (libre, interpretativo) [CERRADO]
Era extraño… no recordaba haber leído nada en ningún libro que hablara acerca de algún asentamiento en medio de la llanura, pero ¡por todos los dioses! Eso me había salvado la vida. Después de aquella extraña aventura de tesoros y piratas aún no había podido regresar a Lunargenta ni tampoco a mi hogar en las afueras de Beltrexus. Para colmo, me había perdido y vagado por un buen tiempo a la intemperie en medio de más nieve de la que podría querer durante el resto de mi vida.
Podría decirse que me salvé de morir de hipotermia por haber hecho una burbuja de aire no congelado a mi alrededor, pero eso me había debilitado dos veces más rápido de lo que debería. Sin esperanzas delante ni detrás, sin ninguna referencia más que el Sol, me dirigí hacia lo que creí que era el Este- Sur-Este. Quizás podría ser capaz de encontrar a alguien que me llevase al Tymer, desde allí sería pan comido. Claro, si llegaba.
Pero de algún modo, algunas huellas –que no eran las mías- comenzaron a confluir cada vez más sobre aquella densa capa de nieve y me vi siguiéndolas hasta ver algunas cabañas humeantes. Más adelante, una especie de pequeño pueblo con unas pocas luces encendidas. La oscuridad se había ganado en los alrededores, pero una débil luz era todo un foco de esperanza para mí, mi cansancio y mi hambre. Después de este día definitivamente no saldría a ningún lugar sola, ni siquiera al baño. Dejaría que mis padres pagaran todos los gastos de un escuadrón si querían, con tal de mantenerme medianamente segura.
El piso comenzó a ponerse resbaloso y pronto noté como el colchón de nieve se transformaba en camino y más tarde en calle. El lugar tenía una disposición decente y pronto me vi frente a lo que parecía una posada acogedora. Abrí las puertas estrepitosamente, por algún motivo no querían ceder ante mi escasa fuerza; caminé directo a la barra mientras la nieve se volvía agua a medida que avanzaba y entraba en calor. Una sirvienta/mesera dirigente se apuró a guiarme hasta un cuarto. Debido a mi extraña presencia, algunas personas repararon en mí, pero estaba tan cansada que solamente me quedé con algunos rostros… un hombre de brazos fuertes, canoso y de bigote sentado codo a codo con un flamante elfo de cejas gruesas y algunos otros personajes de relleno.
La habitación que me brindaron estaba tibia, el agua de la tina caliente y por unos aeros la joven que me enteré se llamaba Yupina, me ayudó a lavarme el pelo y la espalda, así como también me consiguió ropa de abrigo y prometió tener la mía lavada para el siguiente día. Parece que hoy no dejan de llegar mujeres extraviadas comentó la joven antes de retirarse. No supe como tomar su comentario, pero poco me importaba. Momentos más tarde, bajé al salón con un poco más de energía, ahora para llenar mi barriga y tratar de encontrar una forma de salir de ese lugar mejor parada.
Me senté en la barra, justo al lado de un hombre joven que parecía un tanto mayor que yo, pelo rubio, tez clara y parecía ser buen tomador. Una ración doble de lo que tenga para comer y lo mismo que está bebiendo el joven pedí a la amable señora que atendía el lugar. Me puse un poco de lado y me dirigí a mi vecino No estaría mal saber qué toma usted ya que he pedido lo mismo le dije con media sonrisa, eso era todo lo mejor que podía ofrecer a esas horas. Sentía que se me cerraban los ojos y la piel seca y drenada.
Ahí fuera no es precisamente la calurosa y asoleada playa de los ancestros… mi tono era irónico esta vez, hablaba mientras señalaba hacia el exterior de una ventana Me he extraviado y deseo llegar tanto a Lunargenta como a Beltrexus. ¿Tiene usted alguna idea de cómo hacerlo? pregunté con toda la amabilidad que fui capaz de recolectar. Sobre la mesa deposité uno de los sacos que siempre tenía de reserva con aeros.
Podría decirse que me salvé de morir de hipotermia por haber hecho una burbuja de aire no congelado a mi alrededor, pero eso me había debilitado dos veces más rápido de lo que debería. Sin esperanzas delante ni detrás, sin ninguna referencia más que el Sol, me dirigí hacia lo que creí que era el Este- Sur-Este. Quizás podría ser capaz de encontrar a alguien que me llevase al Tymer, desde allí sería pan comido. Claro, si llegaba.
Pero de algún modo, algunas huellas –que no eran las mías- comenzaron a confluir cada vez más sobre aquella densa capa de nieve y me vi siguiéndolas hasta ver algunas cabañas humeantes. Más adelante, una especie de pequeño pueblo con unas pocas luces encendidas. La oscuridad se había ganado en los alrededores, pero una débil luz era todo un foco de esperanza para mí, mi cansancio y mi hambre. Después de este día definitivamente no saldría a ningún lugar sola, ni siquiera al baño. Dejaría que mis padres pagaran todos los gastos de un escuadrón si querían, con tal de mantenerme medianamente segura.
El piso comenzó a ponerse resbaloso y pronto noté como el colchón de nieve se transformaba en camino y más tarde en calle. El lugar tenía una disposición decente y pronto me vi frente a lo que parecía una posada acogedora. Abrí las puertas estrepitosamente, por algún motivo no querían ceder ante mi escasa fuerza; caminé directo a la barra mientras la nieve se volvía agua a medida que avanzaba y entraba en calor. Una sirvienta/mesera dirigente se apuró a guiarme hasta un cuarto. Debido a mi extraña presencia, algunas personas repararon en mí, pero estaba tan cansada que solamente me quedé con algunos rostros… un hombre de brazos fuertes, canoso y de bigote sentado codo a codo con un flamante elfo de cejas gruesas y algunos otros personajes de relleno.
La habitación que me brindaron estaba tibia, el agua de la tina caliente y por unos aeros la joven que me enteré se llamaba Yupina, me ayudó a lavarme el pelo y la espalda, así como también me consiguió ropa de abrigo y prometió tener la mía lavada para el siguiente día. Parece que hoy no dejan de llegar mujeres extraviadas comentó la joven antes de retirarse. No supe como tomar su comentario, pero poco me importaba. Momentos más tarde, bajé al salón con un poco más de energía, ahora para llenar mi barriga y tratar de encontrar una forma de salir de ese lugar mejor parada.
Me senté en la barra, justo al lado de un hombre joven que parecía un tanto mayor que yo, pelo rubio, tez clara y parecía ser buen tomador. Una ración doble de lo que tenga para comer y lo mismo que está bebiendo el joven pedí a la amable señora que atendía el lugar. Me puse un poco de lado y me dirigí a mi vecino No estaría mal saber qué toma usted ya que he pedido lo mismo le dije con media sonrisa, eso era todo lo mejor que podía ofrecer a esas horas. Sentía que se me cerraban los ojos y la piel seca y drenada.
Ahí fuera no es precisamente la calurosa y asoleada playa de los ancestros… mi tono era irónico esta vez, hablaba mientras señalaba hacia el exterior de una ventana Me he extraviado y deseo llegar tanto a Lunargenta como a Beltrexus. ¿Tiene usted alguna idea de cómo hacerlo? pregunté con toda la amabilidad que fui capaz de recolectar. Sobre la mesa deposité uno de los sacos que siempre tenía de reserva con aeros.
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Re: Hielo Eterno (libre, interpretativo) [CERRADO]
Despacio con lentitud mis ojos se fueron abriendo. No recordaba donde estaba y lo único que recordaba era la caída de...¡Icaro!¿ Mi fiel caballo donde podría encontrarse en ese momento? La cabeza me dolía mucho para pensar en el caballo en ese instante, con mucha dificultad conseguí incorporarme. Me preguntaba donde estaría, aquella habitación era muy amplia, la chimenea estaba encendida y había ropa limpia a mi derecha, pero lo que más capto mi atención era un espejo al fondo de la habitación.
Me sentía muy débil pero eso se debía a la falta de nutrientes en mi organismo de estos meses a pesar de todo habían logrado acostumbrarme a la falta de apetito. Aparte la manta para salir de la cama y mis piernas temblaron al levantarme en mi propio peso tuve que sujetarme a la pared y caminar sin soltarme.
Caminaba con lentitud con la vista puesta en mis manos y piernas hasta llegar al espejo pero una vez me hube mirado me asuste al no verme en él. En mi lugar una elfa pelirroja me miraba pero no tenía vida, su cara estaba pálida y demacrada con ciertos moratones morados y el labio partido intentando curaras. ¿En que momento había pasado de ser una elfa con vida a morir en aquella situación? Yo no podía ser aquella del espejo.
La realidad me dio una bofetada y algo encogió mi corazón, hasta mis ojos parecían vacíos e inertes. Apoye la frente en el espejo sin resistirme al flaqueo de mis piernas y me desahogue llorando por todo lo ocurrido. Mi sueño era encontrar a los míos y ellos así me lo habían pagado... No deseaba ver a ningún elfo... No quería acabar en malas manos de nuevo.
Notaba tan débil a mi mente y a mi cuerpo que por mucho que me negara sabía que debía ir a comer. Apoyada en la pared y tambaleandome conseguí llegar hasta la ropa cercana en la cama para poder vestirme. Tras ello salí de la habitación, ande aún apoyandome en la pared cuando una señora me vio y vino de inmediato.
- ¡Que grata imagen el veros por aquí. El caballero se alegrara de saber que os ha salvado la vida- la mujer hablaba bastante emocionada como si realmente estuviera contenta por verme.
- ¿Qué caballero?¿y mi caballo?- debió de verme muy débil por que me cogió del brazo y empezó a guiarme mientras me ayudaba andar.- ¿Cómo que que caballero? El que os ha salvado la vida: Vincent Calhoun. Vuestro caballo esta en los establos pero no podéis marcharos así. Deberíais reponer fuerzas...- He de decir que no recuerdo todo lo que me dijo a continuación ya que aquella mujer tenía demasiada labia y mucho que contar.
Agradecí que me llevara al Gran comedor, estaba bastante lleno pero no pude fijarme en nadie. Deje que me colocara en un rincón y la vi alejarse para hablar con un hombre antes de pedirme algo de comer en la barra.
Por mi parte me sentía débil, mi cuerpo estaba más blanco y delgado de la habitual sin nada de color, me daba náuseas. Quise olvidar aquello y centrarme en algo que me distrajera. Había muchas personas y entonces unas orejas de elfo captaron mi atención, el labio me tembló momentáneamente recordando el golpe de aquella mañana. Baje la cabeza y presione mis ojos intentando relajarme aunque algunas lágrimas cayeron de forma inevitable.
Me sentía muy débil pero eso se debía a la falta de nutrientes en mi organismo de estos meses a pesar de todo habían logrado acostumbrarme a la falta de apetito. Aparte la manta para salir de la cama y mis piernas temblaron al levantarme en mi propio peso tuve que sujetarme a la pared y caminar sin soltarme.
Caminaba con lentitud con la vista puesta en mis manos y piernas hasta llegar al espejo pero una vez me hube mirado me asuste al no verme en él. En mi lugar una elfa pelirroja me miraba pero no tenía vida, su cara estaba pálida y demacrada con ciertos moratones morados y el labio partido intentando curaras. ¿En que momento había pasado de ser una elfa con vida a morir en aquella situación? Yo no podía ser aquella del espejo.
La realidad me dio una bofetada y algo encogió mi corazón, hasta mis ojos parecían vacíos e inertes. Apoye la frente en el espejo sin resistirme al flaqueo de mis piernas y me desahogue llorando por todo lo ocurrido. Mi sueño era encontrar a los míos y ellos así me lo habían pagado... No deseaba ver a ningún elfo... No quería acabar en malas manos de nuevo.
Notaba tan débil a mi mente y a mi cuerpo que por mucho que me negara sabía que debía ir a comer. Apoyada en la pared y tambaleandome conseguí llegar hasta la ropa cercana en la cama para poder vestirme. Tras ello salí de la habitación, ande aún apoyandome en la pared cuando una señora me vio y vino de inmediato.
- ¡Que grata imagen el veros por aquí. El caballero se alegrara de saber que os ha salvado la vida- la mujer hablaba bastante emocionada como si realmente estuviera contenta por verme.
- ¿Qué caballero?¿y mi caballo?- debió de verme muy débil por que me cogió del brazo y empezó a guiarme mientras me ayudaba andar.- ¿Cómo que que caballero? El que os ha salvado la vida: Vincent Calhoun. Vuestro caballo esta en los establos pero no podéis marcharos así. Deberíais reponer fuerzas...- He de decir que no recuerdo todo lo que me dijo a continuación ya que aquella mujer tenía demasiada labia y mucho que contar.
Agradecí que me llevara al Gran comedor, estaba bastante lleno pero no pude fijarme en nadie. Deje que me colocara en un rincón y la vi alejarse para hablar con un hombre antes de pedirme algo de comer en la barra.
Por mi parte me sentía débil, mi cuerpo estaba más blanco y delgado de la habitual sin nada de color, me daba náuseas. Quise olvidar aquello y centrarme en algo que me distrajera. Había muchas personas y entonces unas orejas de elfo captaron mi atención, el labio me tembló momentáneamente recordando el golpe de aquella mañana. Baje la cabeza y presione mis ojos intentando relajarme aunque algunas lágrimas cayeron de forma inevitable.
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Re: Hielo Eterno (libre, interpretativo) [CERRADO]
El licor inyectaba en su sangre una ola de calor que alejaba de su memoria el recuerdo del frío nocturno. - Es muy bien licor,- musitó - ¿Como se llama esta bebida? - preguntó a la mesera. - Fuego de dragón - le contestó sonriente. Un nombre muy apropiado pensó Vinc. Ese licor era como fuego pero en zonas tan frías se agradecía que así lo fuera.
Estaba paladeando el contenido de su vaso cuando no pudo evitar fijarse en una muchacha. Que él se fijara en una chica no era nada extraño pero lo cierto es que esa mujer tenía algo enigmático. ¿Qué podría ser? ¿Sería acaso una como ellas? Vinc no pudo evitar recordar el encuentro en aquella mansión del bosque oeste. Su hermana y él solo buscaban un lugar del que guarecerse de la lluvia pero allí encontraron mucho más. Un hombre-bestia, un brujo que poco le faltaba para serlo también y dos chicas que le recordaban ahora a esta chica. Sobre todo Eb.
La chica se sentó en un lugar apartado y Vinc le iba lanzando miradas, esperando que en algún momento ella hiciera lo propio con él. Estaba seguro de que era pero quería averiguarlo en persona, y para eso necesitaba hacer contacto con la chica. ¡BINGO! Unos preciosos zafiros se posaron en él y mantuvieron la mirada el tiempo suficiente para “decirse” lo necesario.
- No estaría mal saber qué toma usted ya que he pedido lo mismo,- sintió al otro lado de donde miraba. Una chica le dirigía la palabra para saber que bebía. Era baja de pelo rosa, de ojos azules y labios carnosos. Hoy es la noche de las chicas preciosas pensó.
- Ahí fuera no es precisamente la calurosa y asoleada playa de los ancestros… Me he extraviado y deseo llegar tanto a Lunargenta como a Beltrexus. ¿Tiene usted alguna idea de cómo hacerlo? - prosiguió la joven de unos veintitantos. - Lo cierto es que sé cómo llegar perfectamente allí pero la mala noticia es que vengo precisamente desde allí. Voy en la dirección inversa me temo,- matizó
- ¿Eres de Beltrexus? - Preguntaba a la joven cuando otra chica llamó su atención. Esta noche no iba a dar abasto con tanta belleza en el local. Si Elen se enterase se burlaría de él. Pero esta vez que la chica llamase su atención era mucho más lógico. Era la dama que había encontrado en la llanura. - Señorita, ¿puede ponernos en la mesa de aquella joven pelirroja tres vasos de lo mismo?,- le dijo a la mesera que respondió afirmativamente con la cabeza. - Conozco a esa chica y creo apropiado acercarme para saludarla, si no os importa acompañarme podemos seguir con la conversación allí.
Vincent cogió su vaso con lo que quedaba de bebida y se sentó a la mesa de elfa. - Hola bella dama, no sé si te han hablado de mí,- dijo sonriente.
Estaba paladeando el contenido de su vaso cuando no pudo evitar fijarse en una muchacha. Que él se fijara en una chica no era nada extraño pero lo cierto es que esa mujer tenía algo enigmático. ¿Qué podría ser? ¿Sería acaso una como ellas? Vinc no pudo evitar recordar el encuentro en aquella mansión del bosque oeste. Su hermana y él solo buscaban un lugar del que guarecerse de la lluvia pero allí encontraron mucho más. Un hombre-bestia, un brujo que poco le faltaba para serlo también y dos chicas que le recordaban ahora a esta chica. Sobre todo Eb.
La chica se sentó en un lugar apartado y Vinc le iba lanzando miradas, esperando que en algún momento ella hiciera lo propio con él. Estaba seguro de que era pero quería averiguarlo en persona, y para eso necesitaba hacer contacto con la chica. ¡BINGO! Unos preciosos zafiros se posaron en él y mantuvieron la mirada el tiempo suficiente para “decirse” lo necesario.
- No estaría mal saber qué toma usted ya que he pedido lo mismo,- sintió al otro lado de donde miraba. Una chica le dirigía la palabra para saber que bebía. Era baja de pelo rosa, de ojos azules y labios carnosos. Hoy es la noche de las chicas preciosas pensó.
- Ahí fuera no es precisamente la calurosa y asoleada playa de los ancestros… Me he extraviado y deseo llegar tanto a Lunargenta como a Beltrexus. ¿Tiene usted alguna idea de cómo hacerlo? - prosiguió la joven de unos veintitantos. - Lo cierto es que sé cómo llegar perfectamente allí pero la mala noticia es que vengo precisamente desde allí. Voy en la dirección inversa me temo,- matizó
- ¿Eres de Beltrexus? - Preguntaba a la joven cuando otra chica llamó su atención. Esta noche no iba a dar abasto con tanta belleza en el local. Si Elen se enterase se burlaría de él. Pero esta vez que la chica llamase su atención era mucho más lógico. Era la dama que había encontrado en la llanura. - Señorita, ¿puede ponernos en la mesa de aquella joven pelirroja tres vasos de lo mismo?,- le dijo a la mesera que respondió afirmativamente con la cabeza. - Conozco a esa chica y creo apropiado acercarme para saludarla, si no os importa acompañarme podemos seguir con la conversación allí.
Vincent cogió su vaso con lo que quedaba de bebida y se sentó a la mesa de elfa. - Hola bella dama, no sé si te han hablado de mí,- dijo sonriente.
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Re: Hielo Eterno (libre, interpretativo) [CERRADO]
“Bien” pensé en un primer momento, pero luego sentí que se me arrugaba el corazón. El hombre parecía no entender mi idioma. “¿Serían todos los hombres tan densos?” seguí con la mirada el lugar hacia donde él había estado apuntando y luego hacia donde la redirigió “picaflor” pensé con sarcasmo mientras bajaba mi vista al vaso que había traído la amable camarera. Sólo necesito ins…[/i] comencé a decir en un tono bajo, pero aparentemente no lo suficientemente audible para ese hombre. Debía aceptar que no estaba mal, pero me molestaba que no me prestaran atención. Estaba lista para despedirme de él, pero me sorprendió su ofrecimiento de cambiar locaciones “¿Todos?” me pregunté aún incrédula mientras le seguía en silencio. No había respondido su pregunta acerca de mi ciudad de origen, pero tampoco lo sentí prudente y me alegré de no haberlo hecho cuando nuestro paradero final fue a donde más temía, con una elfo.
Ella parecía un poco sorprendida y hasta me animaría a decir, un poco desorientada. “¿Realmente se conocían?, ¿se trataba de alguna cita a ciegas?” me pregunté un poco incrédula, sin embargo no esperé a que nadie dijera nada y mientras tomaba una silla para sentarme dije claramente mi saludo Saludos elfa. Espero que mi compañía no sea inoportuna, solo quiero comer en paz y tomar algunas direcciones. No pretendía gritar a los cuatro vientos que era una bruja, no a unos desconocidos. Quizás estaba tomando demasiadas precauciones pero ella parecía ser una de esas chicas “problema” o al menos estar en ellos. Viéndole más de cerca podía verse que estaba muy mal comida, y la palidez de aquél rostro más que embellecerle parecía deberse a algunos malos ratos.
Su cuerpo estaba delgado y quizás débil, pero ¿quién era yo para decirlo? Quizás los elfos eran así… nunca había convivido con uno, por lo que no podría estar segura. De estar un poco más rellena y menos golpeadas me hubiera reverenciado ante tanta belleza y gracilidad. Pese a que parecía una hoja frágil y seca al viento no dejaba de tener cierta hermosura mística. El cabello del color del fuego contrastaba profundamente con el tono de su piel, aquellas pecas le daban una apariencia aniñada pero el resto de su presencia imponía respeto. Además estaba esa mirada profunda y penetrante entre avellana y pradera. Probablemente ese cazador de chicas bellas con el que me había topado ya habría caído en sus redes. “hmmm… novatos” me dije el chiste interno del día. Esbocé una sonrisa apenas perceptible y miré hacia la camarera que ya traía nuestras órdenes.
_____________________________
Off: Creo que una semana de espera es suficiente. He tomado el turno de nuestra compañera vampiro
Ella parecía un poco sorprendida y hasta me animaría a decir, un poco desorientada. “¿Realmente se conocían?, ¿se trataba de alguna cita a ciegas?” me pregunté un poco incrédula, sin embargo no esperé a que nadie dijera nada y mientras tomaba una silla para sentarme dije claramente mi saludo Saludos elfa. Espero que mi compañía no sea inoportuna, solo quiero comer en paz y tomar algunas direcciones. No pretendía gritar a los cuatro vientos que era una bruja, no a unos desconocidos. Quizás estaba tomando demasiadas precauciones pero ella parecía ser una de esas chicas “problema” o al menos estar en ellos. Viéndole más de cerca podía verse que estaba muy mal comida, y la palidez de aquél rostro más que embellecerle parecía deberse a algunos malos ratos.
Su cuerpo estaba delgado y quizás débil, pero ¿quién era yo para decirlo? Quizás los elfos eran así… nunca había convivido con uno, por lo que no podría estar segura. De estar un poco más rellena y menos golpeadas me hubiera reverenciado ante tanta belleza y gracilidad. Pese a que parecía una hoja frágil y seca al viento no dejaba de tener cierta hermosura mística. El cabello del color del fuego contrastaba profundamente con el tono de su piel, aquellas pecas le daban una apariencia aniñada pero el resto de su presencia imponía respeto. Además estaba esa mirada profunda y penetrante entre avellana y pradera. Probablemente ese cazador de chicas bellas con el que me había topado ya habría caído en sus redes. “hmmm… novatos” me dije el chiste interno del día. Esbocé una sonrisa apenas perceptible y miré hacia la camarera que ya traía nuestras órdenes.
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Off: Creo que una semana de espera es suficiente. He tomado el turno de nuestra compañera vampiro
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Re: Hielo Eterno (libre, interpretativo) [CERRADO]
No podía evitar lanzar miradas inquietas al elfo, estaba lejano a mi y sabía que no corría peligro pero estaba nerviosa y bastante alterada desde que había visto sus orejas. Mi mente me martirizaba con imágenes y recuerdos de horas antes.
Me lleve los dedos al labios y al quitarlos vi la sangre en mis dedos. Volvía a sangrar del labio partido, tome nerviosa la servilleta y me la coloque en el labio apretando para tapar la sangre. Estaba débil y mi mano temblaba.
Alce la mirada cuando oí la silla de enfrente mía correrse y allí se sentó un caballero con una dama. Las palabras del hombre mi pillaron desprevenida-¿Mi... Mi Salvador?pe..perdón, perdonad mi osadía. ¿El caballero Calhoun y a... A usted temo que desconozco su nombre...- Mi voz sonaba baja y débil. No me había dado cuenta hasta ese momento pues cuando había hablado con la otra mujer no había aquel bullicio.
Mire inquieta al elfo y oculte mi cara un poco en esa dirección, tras ello mire a las personas que me acompañaban parecían conocerse pero no tenían rasgos comunes por lo que deduje que podrían ser pareja.
La desconocida hablo pero las palabras no quisieron salir de mi boca por lo que asentí, finalmente conseguí decir con un hilo de voz- No es inoportuna...- Es más prefería estar acompañada que verme sola en ese momento en el que tenía el corazón en un puño. Podía pasar cualquier cosa y no me gustaba la idea de volver a desaparecer, aunque siendo franca siempre había estado sola y volvería a estarlo.
No miraba directamente a mis compañeros de mesa, no era que me intimidarán o me dieran miedo, simplemente no me sentía capaz. Por primera vez no estaba orgullosa de mi, y muchísimo menos de mi aspecto de flor marchita. Quería recuperarme y que me viera el menor número de gente posible.
La camarera me coloco un plato de comida y le trajo al resto lo que seguramente habían pedido. Tan sólo mirar la comida me provoco ciertas arcadas que conseguí ocultar. Me lleve las manos al estómago recordando todas las paradas que me había llevado al pedir un simple trozo de comida.
Tenía que obligarme a comer o moriría de hambre, quizá ese era el objetivo de mis secuestradores.- Caballero debo de daros las gracias, si no fuera por vos quien sabe donde estaría yo ahora...- quería borrar las imágenes que me torturaban.
Me lleve los dedos al labios y al quitarlos vi la sangre en mis dedos. Volvía a sangrar del labio partido, tome nerviosa la servilleta y me la coloque en el labio apretando para tapar la sangre. Estaba débil y mi mano temblaba.
Alce la mirada cuando oí la silla de enfrente mía correrse y allí se sentó un caballero con una dama. Las palabras del hombre mi pillaron desprevenida-¿Mi... Mi Salvador?pe..perdón, perdonad mi osadía. ¿El caballero Calhoun y a... A usted temo que desconozco su nombre...- Mi voz sonaba baja y débil. No me había dado cuenta hasta ese momento pues cuando había hablado con la otra mujer no había aquel bullicio.
Mire inquieta al elfo y oculte mi cara un poco en esa dirección, tras ello mire a las personas que me acompañaban parecían conocerse pero no tenían rasgos comunes por lo que deduje que podrían ser pareja.
La desconocida hablo pero las palabras no quisieron salir de mi boca por lo que asentí, finalmente conseguí decir con un hilo de voz- No es inoportuna...- Es más prefería estar acompañada que verme sola en ese momento en el que tenía el corazón en un puño. Podía pasar cualquier cosa y no me gustaba la idea de volver a desaparecer, aunque siendo franca siempre había estado sola y volvería a estarlo.
No miraba directamente a mis compañeros de mesa, no era que me intimidarán o me dieran miedo, simplemente no me sentía capaz. Por primera vez no estaba orgullosa de mi, y muchísimo menos de mi aspecto de flor marchita. Quería recuperarme y que me viera el menor número de gente posible.
La camarera me coloco un plato de comida y le trajo al resto lo que seguramente habían pedido. Tan sólo mirar la comida me provoco ciertas arcadas que conseguí ocultar. Me lleve las manos al estómago recordando todas las paradas que me había llevado al pedir un simple trozo de comida.
Tenía que obligarme a comer o moriría de hambre, quizá ese era el objetivo de mis secuestradores.- Caballero debo de daros las gracias, si no fuera por vos quien sabe donde estaría yo ahora...- quería borrar las imágenes que me torturaban.
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Re: Hielo Eterno (libre, interpretativo) [CERRADO]
Cuando el brujo se sentó a la mesa de la elfa pudo comprobar de primera mano que su estado era mejor. No obstante, seguía teniendo una tez pálida y enfermiza fruto de su exposición a la intemperie. Era imposible saber cuánto tiempo llevaba cabalgando hasta el momento en que la encontró tirada en la nieve, pero era evidente que demasiado.
La joven parecía alterada por un algún motivo que escapaba a su comprensión y sus palabras fueron, cuanto menos, exageradas. - jaja no no, es cierto que soy el caballero que os encontró en la nieve pero eso de salvador es demasiado calificativo para mí. Soy como mucho un chico que pasaba por allí,- dijo el brujo de manera amena.
La chica de la barra se sentó a su lado mientras comentaba si no sería inoportuna, a lo que ambos contestaron que no. No pudo evitar las miradas inquietas que echaba la elfa a otro elfo que se encontraba en la sala. Parecía que la ponía muy nerviosa pero no quiso entrometerse, así que no opinó al respecto.
La camarera trajo un plato de comida y las bebidas que habían pedido en la barra. Le alegraba la idea de que comiera algo la chica dada su situación famélica. - Caballero debo de daros las gracias, si no fuera por vos quien sabe dónde estaría yo ahora..,- empezó a decir la joven cuando él mismo la interrumpió. - No se merecen, solo hice lo que cualquiera en mi situación hubiera hecho,- cualquiera que no fuera un mal nacido pensó. - No quiero parecer atrevido pero ¿cómo os llamáis chicas?, me he dado cuenta que con todo lo que ha ocurrido no he preguntado vuestros nombres. Siento haber sido tan descortés,- dijo un poco avergonzado.
Esperó un momento la respuesta de las chicas y aprovechando un momento en que la elfa se concentraba en comer un poco, se dirigió a la otra joven. - Antes te pregunté si eras de Beltrexus pero con mi premura por ver si esta joven se encontraba bien no esperé por la respuesta. Le pido disculpas por mi actitud anterior y por mi actual osadía por preguntaros, pero no puedo evitarlo. ¿A qué escuela de magia pertenecéis?,- comentó en susurros a la joven y probable bruja.
La joven parecía alterada por un algún motivo que escapaba a su comprensión y sus palabras fueron, cuanto menos, exageradas. - jaja no no, es cierto que soy el caballero que os encontró en la nieve pero eso de salvador es demasiado calificativo para mí. Soy como mucho un chico que pasaba por allí,- dijo el brujo de manera amena.
La chica de la barra se sentó a su lado mientras comentaba si no sería inoportuna, a lo que ambos contestaron que no. No pudo evitar las miradas inquietas que echaba la elfa a otro elfo que se encontraba en la sala. Parecía que la ponía muy nerviosa pero no quiso entrometerse, así que no opinó al respecto.
La camarera trajo un plato de comida y las bebidas que habían pedido en la barra. Le alegraba la idea de que comiera algo la chica dada su situación famélica. - Caballero debo de daros las gracias, si no fuera por vos quien sabe dónde estaría yo ahora..,- empezó a decir la joven cuando él mismo la interrumpió. - No se merecen, solo hice lo que cualquiera en mi situación hubiera hecho,- cualquiera que no fuera un mal nacido pensó. - No quiero parecer atrevido pero ¿cómo os llamáis chicas?, me he dado cuenta que con todo lo que ha ocurrido no he preguntado vuestros nombres. Siento haber sido tan descortés,- dijo un poco avergonzado.
Esperó un momento la respuesta de las chicas y aprovechando un momento en que la elfa se concentraba en comer un poco, se dirigió a la otra joven. - Antes te pregunté si eras de Beltrexus pero con mi premura por ver si esta joven se encontraba bien no esperé por la respuesta. Le pido disculpas por mi actitud anterior y por mi actual osadía por preguntaros, pero no puedo evitarlo. ¿A qué escuela de magia pertenecéis?,- comentó en susurros a la joven y probable bruja.
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Re: Hielo Eterno (libre, interpretativo) [CERRADO]
Joven, bella y educada. Entonces, ¿por qué estaba en ese estado? Mi mente no dejaba de intentar volver al pasado, retrocediendo en el tiempo para tratar de ver las circunstancias que le habían hecho estar como estaba ahora, sumisa e insegura. Esa chica realmente había captado mi atención. Intenté no ser demasiado obvia en mi escrutinio. Lo que era seguro es que aún no era yo el mal tercio. Reí irónicamente para mis adentros, lo único que pudo haberme delatado fue un pequeño sonido por lo bajo, traicionero de mis intenciones. Me mordí la parte interna de mi mejilla y esperé pacientemente a que la camarera nos sirviera.
Sea lo que fuere que estaba probando en esos momentos, estaba muy bueno. Eso, mas el alcohol comenzaron a poner mis interiores tibios y blandos nuevamente. Volvía a sentirme una bruja con todas las letras y no una paleta helada y dura. Las palabras del caballero eran osadas y engreídas. Enarqué una ceja hacia mi plato, mientras me divertía escucharle. ¿Lo estaría haciendo a propósito para cortejarla o sería así? había conocido a muchos brujos con esas características… me preguntaba si él era uno. Un humano no solía posar en una silla como él. En estos momentos sólo podía pensar en algunos de esos especímenes y ellos parecían un burdo mueble en una habitación, un contraste muy distinto al que presentaba este joven hombre. “Calhoun” por algún motivo ese apellido me resultaba familiar. Pensaba en eso cuando él se dirigió a mí.
Levanté mi vista del plato para observar a mi interlocutor y luego a la joven. Mastiqué lo que tenía en la boca y tomé un sorbo de la bebida. Liberé una sonrisa meticulosamente cuidada desde mi infancia, la que uno necesita para este tipo de ocasiones, esas que no revelan tus intenciones pero que es lo suficientemente inocente como para no llamar la atención. Kaliope Luna mi querido dije con una leve reverencia de cabeza, aproveché el movimiento para alisar la servilleta en mi regazo. Observé discretamente los alrededores y luego proseguí con mi respuesta.
Oh, no tiene por qué disculparse. Soy consciente que este tipo de introducción es necesario. Sin embargo me pregunto por qué supone usted que soy yo una bruja la última oración terminó con un disimulado acento de pregunta. Me encogí de hombros ligeramente y observé sus ojos por unos instantes. Bueno, sea como sea, sus suposiciones están en lo correcto. Pertenezco a la escuela de alquimia. Esas palabras fueron terminantes y mi actitud también, no pensaba ahondar más en ese tema y para ello devolví la pregunta Su apellido me parece conocido. ¿Está usted relacionado con aquella familia de brujos? esa pregunta era más bien para mí misma. Entrecerré los ojos y los froté lentamente para disimular mi confusión. Tenía unos recuerdos borrosos acerca de ese nombre aunque en esos momentos se me escapaban detalles y era consciente de ello.
Espero que esto no te afecte querida dije levantando mi vista para observar a la elfa. Alcancé un pañuelo que tenía en un bolsillo y se lo extendí La sangre no le sienta a tu rostro. Le miré a los ojos y revelé mis dientes en una sonrisa amable. Me volví a al joven Calhoun con un poco más de solidez en la mirada. Quería preguntarle hacia dónde se dirigía, pero preferí esperar un poco más para interrogarle, no era de buena educación interrumpir cuando alguien ya había tomado la palabra.
Sea lo que fuere que estaba probando en esos momentos, estaba muy bueno. Eso, mas el alcohol comenzaron a poner mis interiores tibios y blandos nuevamente. Volvía a sentirme una bruja con todas las letras y no una paleta helada y dura. Las palabras del caballero eran osadas y engreídas. Enarqué una ceja hacia mi plato, mientras me divertía escucharle. ¿Lo estaría haciendo a propósito para cortejarla o sería así? había conocido a muchos brujos con esas características… me preguntaba si él era uno. Un humano no solía posar en una silla como él. En estos momentos sólo podía pensar en algunos de esos especímenes y ellos parecían un burdo mueble en una habitación, un contraste muy distinto al que presentaba este joven hombre. “Calhoun” por algún motivo ese apellido me resultaba familiar. Pensaba en eso cuando él se dirigió a mí.
Levanté mi vista del plato para observar a mi interlocutor y luego a la joven. Mastiqué lo que tenía en la boca y tomé un sorbo de la bebida. Liberé una sonrisa meticulosamente cuidada desde mi infancia, la que uno necesita para este tipo de ocasiones, esas que no revelan tus intenciones pero que es lo suficientemente inocente como para no llamar la atención. Kaliope Luna mi querido dije con una leve reverencia de cabeza, aproveché el movimiento para alisar la servilleta en mi regazo. Observé discretamente los alrededores y luego proseguí con mi respuesta.
Oh, no tiene por qué disculparse. Soy consciente que este tipo de introducción es necesario. Sin embargo me pregunto por qué supone usted que soy yo una bruja la última oración terminó con un disimulado acento de pregunta. Me encogí de hombros ligeramente y observé sus ojos por unos instantes. Bueno, sea como sea, sus suposiciones están en lo correcto. Pertenezco a la escuela de alquimia. Esas palabras fueron terminantes y mi actitud también, no pensaba ahondar más en ese tema y para ello devolví la pregunta Su apellido me parece conocido. ¿Está usted relacionado con aquella familia de brujos? esa pregunta era más bien para mí misma. Entrecerré los ojos y los froté lentamente para disimular mi confusión. Tenía unos recuerdos borrosos acerca de ese nombre aunque en esos momentos se me escapaban detalles y era consciente de ello.
Espero que esto no te afecte querida dije levantando mi vista para observar a la elfa. Alcancé un pañuelo que tenía en un bolsillo y se lo extendí La sangre no le sienta a tu rostro. Le miré a los ojos y revelé mis dientes en una sonrisa amable. Me volví a al joven Calhoun con un poco más de solidez en la mirada. Quería preguntarle hacia dónde se dirigía, pero preferí esperar un poco más para interrogarle, no era de buena educación interrumpir cuando alguien ya había tomado la palabra.
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Re: Hielo Eterno (libre, interpretativo) [CERRADO]
Juguetee con la comida negando con la cabeza y agachando la mirada conteste- Me encontrasteis y me trajisteis aquí.. Si hubiera sido otro quizá me habría dejado en la nieve tirada.¿No os convierte eso en mi Salvador?- Metí la cucharada en
mi boca...por una parte me sabía tan bien pero por otra el hambre estaba desaparecido.
La comida estaba dulce y rica, alce la mirada para contestar al hombre después de que ella contestará- Me llaman Elëneidë pero os confieso que hace demasiado que no lo escucho- Aquello me hizo temblar mientras trataba de ocultarme de la vista del elfo presente.
Hablaron de cosas raras que no entendía, algo así como alquimia y no preste mucha atención hasta que la chica se dirigió a mi. Su sonrisa me tranquilizo y tome el pañuelo que me ofrecía- Gracias... Da satisfacción ver que aún quedan personas buenas.-
mi boca...por una parte me sabía tan bien pero por otra el hambre estaba desaparecido.
La comida estaba dulce y rica, alce la mirada para contestar al hombre después de que ella contestará- Me llaman Elëneidë pero os confieso que hace demasiado que no lo escucho- Aquello me hizo temblar mientras trataba de ocultarme de la vista del elfo presente.
Hablaron de cosas raras que no entendía, algo así como alquimia y no preste mucha atención hasta que la chica se dirigió a mi. Su sonrisa me tranquilizo y tome el pañuelo que me ofrecía- Gracias... Da satisfacción ver que aún quedan personas buenas.-
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Re: Hielo Eterno (libre, interpretativo) [CERRADO]
La respuesta de la druida lo dejó un poco descolocado. - Bueno, no sé si tanta gente sería tan malvada para dejaros morir en la nieve pero lo cierto es que yo no me considero ningún salvador,- contestó rascándose la nuca un poco azorado.
La otra chica levantó la vista de su plato con una sonrisa un tanto inocente. Era toda elegancia en sus gestos. Seguro que tenía una buena educación pensó el brujo. Kaliope Luna dijo llamarse con una reverencia. La elfa hizo lo propio y se presentó como Elëneidë. En su opinión los nombres de los elfos tenían una belleza singular y el de Elë no era menos. Se permitió el lujo de mirar de forma discreta al elfo que la tenía inquieta, pues volvió a echar una mirada con nerviosismo hacia él cuando se presentó. - ¿Será el causante de su estado? - se dijo en voz baja.
Luna lo sacó de su reflexión respondiendo a sus anteriores preguntas, pero sobre todo por una pregunta que le formuló. La alquimista le pasó un pañuelo a la druida para que se limpiara la sangre que resbalaba por la comisura de sus labios. Vinc le dio un momento para que pudiera limpiarse antes de contestar a Kaliope. Elë estaba mucho mejor pero aún estaba muy mal. Lo mínimo era ser educado con ella. - Pronto volveréis a estar sana y bella como siempre,- le dijo dedicándole una sonrisa.
- Supongo, señorita Luna, que sois bruja porque no son muchos los miembros de otras razas que deciden ir a Beltrexus,- respondió - Yo también soy de la escuela de alquimia por cierto, un gusto conocerlas.- Hizo una pausa para que las oyentes asimilaran los datos y de paso pensó en la pregunta de la bruja referida a su familia. Sus padres fueron unos profesores de magia prestigiosos y poderosos, pero no pensaba que nadie le preguntara por su familia en tierras tan lejanas. - ¿Aquella familia? Supongo que te refieres a la pareja de profesores de la academia. Si es así, pues soy el hijo mayor de los Calhoun,- contestó poniendo su sonrisa encantadora. - Señorita Elë, no quiero molestaros con mi curiosidad, pero ¿podéis decirme la causa de vuestro viaje solitario por la llanura? Es un lugar peligroso para estar sola y no he podido evitar las miradas que echáis al elfo de la otra mesa,- preguntó el brujo sin perder el cariz amable pero de un modo más serio. - Si es el causante de vuestro estado no tengo inconveniente en protegeros.
La otra chica levantó la vista de su plato con una sonrisa un tanto inocente. Era toda elegancia en sus gestos. Seguro que tenía una buena educación pensó el brujo. Kaliope Luna dijo llamarse con una reverencia. La elfa hizo lo propio y se presentó como Elëneidë. En su opinión los nombres de los elfos tenían una belleza singular y el de Elë no era menos. Se permitió el lujo de mirar de forma discreta al elfo que la tenía inquieta, pues volvió a echar una mirada con nerviosismo hacia él cuando se presentó. - ¿Será el causante de su estado? - se dijo en voz baja.
Luna lo sacó de su reflexión respondiendo a sus anteriores preguntas, pero sobre todo por una pregunta que le formuló. La alquimista le pasó un pañuelo a la druida para que se limpiara la sangre que resbalaba por la comisura de sus labios. Vinc le dio un momento para que pudiera limpiarse antes de contestar a Kaliope. Elë estaba mucho mejor pero aún estaba muy mal. Lo mínimo era ser educado con ella. - Pronto volveréis a estar sana y bella como siempre,- le dijo dedicándole una sonrisa.
- Supongo, señorita Luna, que sois bruja porque no son muchos los miembros de otras razas que deciden ir a Beltrexus,- respondió - Yo también soy de la escuela de alquimia por cierto, un gusto conocerlas.- Hizo una pausa para que las oyentes asimilaran los datos y de paso pensó en la pregunta de la bruja referida a su familia. Sus padres fueron unos profesores de magia prestigiosos y poderosos, pero no pensaba que nadie le preguntara por su familia en tierras tan lejanas. - ¿Aquella familia? Supongo que te refieres a la pareja de profesores de la academia. Si es así, pues soy el hijo mayor de los Calhoun,- contestó poniendo su sonrisa encantadora. - Señorita Elë, no quiero molestaros con mi curiosidad, pero ¿podéis decirme la causa de vuestro viaje solitario por la llanura? Es un lugar peligroso para estar sola y no he podido evitar las miradas que echáis al elfo de la otra mesa,- preguntó el brujo sin perder el cariz amable pero de un modo más serio. - Si es el causante de vuestro estado no tengo inconveniente en protegeros.
Vincent Calhoun
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Re: Hielo Eterno (libre, interpretativo) [CERRADO]
“Ugh” pensé cuando Elëneidë me trató de “persona buena” últimamente comenzaba a pensar todo lo contrario sobre mí… pero bueno. Me encogí ligeramente de hombros, acomodándome en la silla mientras el intercambio se hacía. Un nuevo curso de acción comenzaba a tomar lugar en mi cabeza, pero no estaba segura acerca de tomarlo o no, por lo que decidí dejarlo a un lado mentalmente por algunos momentos. Tenía bastante sueño y la vista se me tornaba borrosa. Me mordí la lengua para ahogar un bostezo e intenté seguir la conversación lo mejor que pude.
El joven Calhun más temprano que tarde me sacó de mi ignorancia, de aquella capa mohosa de mala memoria cuando me contó lo que necesitaba saber acerca de su vida. Mantuve la expresión cautelosamente blanca mientras le escuchaba, aunque me parecía un sujeto muy interesante, sin contar con que era un coterráneo, un rostro amigo en caso de necesidad. Como la que estaba afrontando y sin dudas un caballero dada la situación con la elfa, aunque… un caballero con ciertas debilidades, pensé viéndolo muy cómodo entre dos féminas que él no conocía.
No pude evitar echar una mirada hacia el elfo en cuestión y se me erizó la piel cuando pensé en las repercusiones que podría traer la “Protección” de un joven brujo que parecía excesivamente vigoroso. Un tinte de perversión intentó aflorar en mí, más lo maté cuando deliberadamente posé mi vista sobre una medida de whisky para pensar en el brillo de sus ojos. Siento interrumpirles, pero ¿qué tipo de protección piensa ofrecerle señor Calhoun? pregunté con la expresión más seria y limpia que pude rejuntar. Alguien entró al lugar y una brisa fresca me golpeó el rostro ayudándome en la titánica tarea de espabilar un poco.
Supogo que no debo recordarle la diferencia que aún existe entre elfos y brujos miré a la joven y le dediqué una sonrisa No me mal entiendas Elëneidë, deseo que la situación se resuelva de la mejor forma posible para todos, lo que incluye dejar la violencia de lado fruncí el entrecejo mientras le veía a los ojos. La chica estaba en un estado famélico y deplorable. Podríamos escapar a Lunargenta. sugerí cruzándome de piernas y posando ahora mi atención sobre el brujo. Recordaba que él había dicho que no iba para esos rumbos pero le convenía a mis intereses que yo no dejara de probar e insistir… No me importaba ayudar a una desconocida si eso servía a mis planes de largo plazo. Sin embargo, una pelea tabernera abierta por una chica que posiblemente no podría defenderse por sí misma en caso de violencia extrema era otra cuestión y este Vincent parecía bastante adepto a sus puños, al menos eso daba a entender con el exceso de músculos que sólo había comenzado a ver fuera de las islas.
A no ser que estés pensando en…¿Venganza? pregunté enfatizando la última palabra. Eso cambiaría las cosas y preferiría poner distancia entre esos asuntos y los míos propios. Sólo necesitaba instrucciones y un caballo o un trineo para moverme por la arena además de una buena brújula..
El joven Calhun más temprano que tarde me sacó de mi ignorancia, de aquella capa mohosa de mala memoria cuando me contó lo que necesitaba saber acerca de su vida. Mantuve la expresión cautelosamente blanca mientras le escuchaba, aunque me parecía un sujeto muy interesante, sin contar con que era un coterráneo, un rostro amigo en caso de necesidad. Como la que estaba afrontando y sin dudas un caballero dada la situación con la elfa, aunque… un caballero con ciertas debilidades, pensé viéndolo muy cómodo entre dos féminas que él no conocía.
No pude evitar echar una mirada hacia el elfo en cuestión y se me erizó la piel cuando pensé en las repercusiones que podría traer la “Protección” de un joven brujo que parecía excesivamente vigoroso. Un tinte de perversión intentó aflorar en mí, más lo maté cuando deliberadamente posé mi vista sobre una medida de whisky para pensar en el brillo de sus ojos. Siento interrumpirles, pero ¿qué tipo de protección piensa ofrecerle señor Calhoun? pregunté con la expresión más seria y limpia que pude rejuntar. Alguien entró al lugar y una brisa fresca me golpeó el rostro ayudándome en la titánica tarea de espabilar un poco.
Supogo que no debo recordarle la diferencia que aún existe entre elfos y brujos miré a la joven y le dediqué una sonrisa No me mal entiendas Elëneidë, deseo que la situación se resuelva de la mejor forma posible para todos, lo que incluye dejar la violencia de lado fruncí el entrecejo mientras le veía a los ojos. La chica estaba en un estado famélico y deplorable. Podríamos escapar a Lunargenta. sugerí cruzándome de piernas y posando ahora mi atención sobre el brujo. Recordaba que él había dicho que no iba para esos rumbos pero le convenía a mis intereses que yo no dejara de probar e insistir… No me importaba ayudar a una desconocida si eso servía a mis planes de largo plazo. Sin embargo, una pelea tabernera abierta por una chica que posiblemente no podría defenderse por sí misma en caso de violencia extrema era otra cuestión y este Vincent parecía bastante adepto a sus puños, al menos eso daba a entender con el exceso de músculos que sólo había comenzado a ver fuera de las islas.
A no ser que estés pensando en…¿Venganza? pregunté enfatizando la última palabra. Eso cambiaría las cosas y preferiría poner distancia entre esos asuntos y los míos propios. Sólo necesitaba instrucciones y un caballo o un trineo para moverme por la arena además de una buena brújula..
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Re: Hielo Eterno (libre, interpretativo) [CERRADO]
La expresión de la cara de Luna cambió un tanto cuando Elëneidë nos llamó buenas personas. El brujo supuso que no estaba acostumbrada a que la llamaran de esa forma, ya fuera porque no le decía buena persona a menudo o porque no estuviera acostumbrada a que la halagasen. No todo el mundo estaba acostumbrado a los halagos y, después de todo, el mismo no sabía muy bien que decir cuando lo hacían consigo mismo.
Después de aclararle quien era su familia pareció que se relajaba un poco. Demasiado quizás. Ya que lo siguiente que hizo cuando le ofreció protección a la elfa fue preguntarle que “protección” tenía pensado. Lo hizo con un tono serio pero Vinc creyó notar que lo decía en otro sentido.
- Bueno, pues se trataría de ser su guardaespaldas temporalmente,- comentó después de atragantarse con su copa cuando Luna insinuó algo más.- Solo eso,- concluyó levantando la copa a modo de brindis hacia la maga. Parecía que la druida no se había dado cuenta de a lo que se refería Kaliope, o simplemente puede que fueran imaginaciones suyas. Al fin y al cabo era tarde ya y llevaba mucho tiempo despierto.
A Luna no le gustó su propuesta de protección de todos modos. Era en parte comprensible. No conocía de nada a esa chica e iba a darse de tortas por ella. Pero Vinc siempre había tenido buen sentido para las personas honestas, y su instinto le decía que Elë lo era. Luna no lo poseía o simplemente le importaba bien poco el destino de la elfa. Ella evidentemente tenía sus propios problemas y el hecho que insistiera en ir a Lunargenta era prueba de ello.
- Me gustaría poder ayudarla a ir a Lunargenta señorita Kaliope porque es una ciudad que me gusta sobremanera. Pasear por su puerto y su intercambio cultural fueron de mis mejores experiencias en el pasado,- hizo un breve pausa antes de dar las malas noticias,- pero no puedo ir al sur. Tengo que ir al norte por asuntos propios y voy acompañando a mi hermana.
La bruja hizo algún comentario de venganza pero Vinc no lo asimiló, ya que en ese mismo instante Elë dio un bandazo y cayó al suelo. El brujo la cogió en brazos y la llevó a su cuarto con premura. Otras personas que se habían preocupado por la elfa le siguieron hasta allí, incluido el médico del pueblo. - ¿Cómo se encuentra doctor?,- le preguntó Vinc después de acostarla en su cama. El doctor no dijo nada y la auscultó unos minutos. Después de tomarle la temperatura la tapó bien con la manta y cerró la puerta tras de sí al salir. - Se encuentra bien, solo necesita más reposo. Que no se levante en una temporada.
La noticia alivió al rubio que pudo pensar en otras cosas menos urgentes ahora. Un momento, ¿Dónde está Luna? pensó Vinc.
Después de aclararle quien era su familia pareció que se relajaba un poco. Demasiado quizás. Ya que lo siguiente que hizo cuando le ofreció protección a la elfa fue preguntarle que “protección” tenía pensado. Lo hizo con un tono serio pero Vinc creyó notar que lo decía en otro sentido.
- Bueno, pues se trataría de ser su guardaespaldas temporalmente,- comentó después de atragantarse con su copa cuando Luna insinuó algo más.- Solo eso,- concluyó levantando la copa a modo de brindis hacia la maga. Parecía que la druida no se había dado cuenta de a lo que se refería Kaliope, o simplemente puede que fueran imaginaciones suyas. Al fin y al cabo era tarde ya y llevaba mucho tiempo despierto.
A Luna no le gustó su propuesta de protección de todos modos. Era en parte comprensible. No conocía de nada a esa chica e iba a darse de tortas por ella. Pero Vinc siempre había tenido buen sentido para las personas honestas, y su instinto le decía que Elë lo era. Luna no lo poseía o simplemente le importaba bien poco el destino de la elfa. Ella evidentemente tenía sus propios problemas y el hecho que insistiera en ir a Lunargenta era prueba de ello.
- Me gustaría poder ayudarla a ir a Lunargenta señorita Kaliope porque es una ciudad que me gusta sobremanera. Pasear por su puerto y su intercambio cultural fueron de mis mejores experiencias en el pasado,- hizo un breve pausa antes de dar las malas noticias,- pero no puedo ir al sur. Tengo que ir al norte por asuntos propios y voy acompañando a mi hermana.
La bruja hizo algún comentario de venganza pero Vinc no lo asimiló, ya que en ese mismo instante Elë dio un bandazo y cayó al suelo. El brujo la cogió en brazos y la llevó a su cuarto con premura. Otras personas que se habían preocupado por la elfa le siguieron hasta allí, incluido el médico del pueblo. - ¿Cómo se encuentra doctor?,- le preguntó Vinc después de acostarla en su cama. El doctor no dijo nada y la auscultó unos minutos. Después de tomarle la temperatura la tapó bien con la manta y cerró la puerta tras de sí al salir. - Se encuentra bien, solo necesita más reposo. Que no se levante en una temporada.
La noticia alivió al rubio que pudo pensar en otras cosas menos urgentes ahora. Un momento, ¿Dónde está Luna? pensó Vinc.
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OFFROL: Hago metarol de Elëneidë en este post porque la user que lo maneja deja el hilo por problemas personales y me ha pedido que le haga una salida de él.
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Vincent Calhoun
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Re: Hielo Eterno (libre, interpretativo) [CERRADO]
No podía dejar de pensar que los hombres eran unos simples fueran de la raza que fueran, ¿un guardaespaldas? ¡Por los dioses! Si todos fueran por la vida ayudando a otros por el mero hecho de hacerlo probablemente estaríamos en problemas y el mundo tampoco sería un lugar más feliz. Ignoré el resto de sus explicaciones y comentarios ahogándolos con la comida caliente que bajaba por mi estómago como si fuese un elixir de vida. Ayudar al prójimo era una cosa, pero lo que hacía él era como ir al matadero, después de todo, parecía estar seguro de que la chica era buena, ¡una elfa buena! No que no creyera eso, Neriah había sido espectacular… pero por algo estuvimos tantos años en guerra. Me daban unas ganas de darle un zape correctivo a ese musculoso con exceso de testosterona.
La elfa en cuestión no duró mucho más y en poco tiempo dejó de hablar y fue empalideciendo –como si de alguna forma fuera posible- para finalmente perder el conocimiento. Vincent se hizo cargo rápidamente de la situación, tenía que admitir que el hombre se movía bien, por lo que me mantuve lejos para no molestar, tomé mi plato y terminé tranquilamente mi cena. Era pasada la media noche cuando di todo por finalizado y antes de subir escaleras arriba a mi cuarto arreglé con la posadera para alquilar un trineo con doce perros hacia la Gran Estera, al parecer temprano en la siguiente mañana salía una partida hacia un pueblo de dragones con cartas y a buscar medicinas entre otras cosas, allí podría arreglármelas hasta Lunargenta. Le agradecí a la señora y comencé a subir uno a uno los quejosos escalones de madera que me separaban de las personas a las que había conocido. Me preguntaba cómo estaría la jovencita, después de todo, mala o buena merecía algo de pensamiento…
Apagué un bostezo frente a una puerta de donde salía un doctor y tras él una figura conocida. Vincent, ¿todo bien? pregunté intentando ver a través de él para ver a la chica. Quería decirte que ya he conseguido transporte y que me iré por la mañana ¿tienes que mandar alguna palabra hacia el Sur? ofrecí torciendo mi cabeza y levantando las cejas en señal de pregunta. La verdad también me interesaba ir al Norte, pero ese no era mi punto de encuentro en ese momento con la expedición perdida, por lo que tendría que ser en otra ocasión y con alguien un poco más… bueno, alguien que sospechara más de las personas, no quería a alguien que dudara de su propia forma como un perseguido, pero temía que los buenos deseos de Vincent en algún momento le costaran caros. Eso sería algo que le diría más adelante, si es que nos volvíamos a encontrar.
La elfa en cuestión no duró mucho más y en poco tiempo dejó de hablar y fue empalideciendo –como si de alguna forma fuera posible- para finalmente perder el conocimiento. Vincent se hizo cargo rápidamente de la situación, tenía que admitir que el hombre se movía bien, por lo que me mantuve lejos para no molestar, tomé mi plato y terminé tranquilamente mi cena. Era pasada la media noche cuando di todo por finalizado y antes de subir escaleras arriba a mi cuarto arreglé con la posadera para alquilar un trineo con doce perros hacia la Gran Estera, al parecer temprano en la siguiente mañana salía una partida hacia un pueblo de dragones con cartas y a buscar medicinas entre otras cosas, allí podría arreglármelas hasta Lunargenta. Le agradecí a la señora y comencé a subir uno a uno los quejosos escalones de madera que me separaban de las personas a las que había conocido. Me preguntaba cómo estaría la jovencita, después de todo, mala o buena merecía algo de pensamiento…
Apagué un bostezo frente a una puerta de donde salía un doctor y tras él una figura conocida. Vincent, ¿todo bien? pregunté intentando ver a través de él para ver a la chica. Quería decirte que ya he conseguido transporte y que me iré por la mañana ¿tienes que mandar alguna palabra hacia el Sur? ofrecí torciendo mi cabeza y levantando las cejas en señal de pregunta. La verdad también me interesaba ir al Norte, pero ese no era mi punto de encuentro en ese momento con la expedición perdida, por lo que tendría que ser en otra ocasión y con alguien un poco más… bueno, alguien que sospechara más de las personas, no quería a alguien que dudara de su propia forma como un perseguido, pero temía que los buenos deseos de Vincent en algún momento le costaran caros. Eso sería algo que le diría más adelante, si es que nos volvíamos a encontrar.
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Re: Hielo Eterno (libre, interpretativo) [CERRADO]
El brujo no tuvo que preguntarse mucho tiempo donde se encontraba Luna, pues ella misma hizo acto de presencia cuando abandonaba la habitación de la elfa. Le preguntó por ella y le explicó que solo estaba débil y debía guardar reposo. En cuanto la puso al día del estado de la elfa le comentó que mañana por la mañana se iría a Lunargenta. - Tengo amigos en el sur y sería bueno que supieran que sigo vivo para variar jaja,- le comentó a la bruja justo antes de estrecharle la mano al doctor. - Muchas gracias por su ayuda, sin usted la joven podría haber empeorado y ha venido con premura a estas horas de la noche.
James, que era como se llamaba el doctor, le contestó que no se preocupara, que era parte de su oficio y se despidió amablemente de él dejándolo solo con Luna. Mañana por la mañana pensó Vinc. Sabía que Kaliope tenía prisa pero no sabía que tanta como para partir al día siguiente. - Si que tienes prisa ehh. Ahora que comentabas si tenía alguna palabra que mandar al sur he recordado algunas cartas que he escrito.- Eso sin contar las de Elen que con el ajetreo de esta noche no sabía si había vuelto aún o debía salir al rescate de otra dama en la noche. - ¿Sería mucha molestia para ti llevarlas a un mensajero en Lunargenta para que las reparta? No quisiera abusar,- concluyó aún pensativo con la situación de su hermana.
Esa situación era de lo más extraña. Le habían comentado por el pueblo que Elen había partido a la búsqueda de un Tanuri por una recompensa; no tenía pinta de que hubiera llegado aún y le costaba pensar que pudiera costarle tanto encontrarlo. Ella había aprendido mucho de la caza y el rastreo en el viaje con él y si tardaba tanto podía haberle pasado algo. Por ahora lo mejor no era preocuparse pues un Tanuri puede ser muy esquivo si lo desea o simplemente puede que hubiera vuelto y no se hubiese dado cuenta por el ajetreo de esa noche.
Pensar que Elen estuviera en su cuarto le hizo recordar la hora que era. No pudo evitar fijarse en el cansancio de la bruja. Había bostezado cuando salía de la habitación con el doctor y se le notaba la falta de sueño. - Bueno, pero donde he perdido mis modales,- le dijo sonriente - es muy tarde ya y debéis estar agotada por vuestro viaje. Permitidme acompañaros hasta vuestra habitación.- concluyó haciendo un movimiento con el brazo para que se adelantara y luego poder seguirla.
James, que era como se llamaba el doctor, le contestó que no se preocupara, que era parte de su oficio y se despidió amablemente de él dejándolo solo con Luna. Mañana por la mañana pensó Vinc. Sabía que Kaliope tenía prisa pero no sabía que tanta como para partir al día siguiente. - Si que tienes prisa ehh. Ahora que comentabas si tenía alguna palabra que mandar al sur he recordado algunas cartas que he escrito.- Eso sin contar las de Elen que con el ajetreo de esta noche no sabía si había vuelto aún o debía salir al rescate de otra dama en la noche. - ¿Sería mucha molestia para ti llevarlas a un mensajero en Lunargenta para que las reparta? No quisiera abusar,- concluyó aún pensativo con la situación de su hermana.
Esa situación era de lo más extraña. Le habían comentado por el pueblo que Elen había partido a la búsqueda de un Tanuri por una recompensa; no tenía pinta de que hubiera llegado aún y le costaba pensar que pudiera costarle tanto encontrarlo. Ella había aprendido mucho de la caza y el rastreo en el viaje con él y si tardaba tanto podía haberle pasado algo. Por ahora lo mejor no era preocuparse pues un Tanuri puede ser muy esquivo si lo desea o simplemente puede que hubiera vuelto y no se hubiese dado cuenta por el ajetreo de esa noche.
Pensar que Elen estuviera en su cuarto le hizo recordar la hora que era. No pudo evitar fijarse en el cansancio de la bruja. Había bostezado cuando salía de la habitación con el doctor y se le notaba la falta de sueño. - Bueno, pero donde he perdido mis modales,- le dijo sonriente - es muy tarde ya y debéis estar agotada por vuestro viaje. Permitidme acompañaros hasta vuestra habitación.- concluyó haciendo un movimiento con el brazo para que se adelantara y luego poder seguirla.
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Re: Hielo Eterno (libre, interpretativo) [CERRADO]
Miré a Vincent a los ojos y no pude dejar de sonreír, por algún motivo, a esas horas comenzaba a agradecer el hecho de que fuese una persona llevadera y sencilla. Muy bien alcancé a responder antes de que el doctor saliera, momento que usé para observar mejor los alrededores y la estructura de aquél viejo edificio. Muebles desgastados, madera vieja… piso que rechinaba y alfombras que habían visto mejores días, pero todo muy bien preservado y aparentemente cuidado con esmero. No me sentía mal por haber terminado allí, aunque no podía dejar de preguntarme qué habría sido del resto, incluso tenía algo de preocupación, pero no dejaría que ella tomara lo mejor de mí, no al menos en esos momentos en los que me hallaba en un lugar tibio por primera vez en muchísimas horas.
Tomé su brazo dirigiéndonos hacia mi habitación y negué con la cabeza Corro contra el tiempo Vincent, he perdido a un par de personas importantes y debo regresar cuanto antes, además de que estoy muy preocupada por aquellos que he dejado atrás en aquél infortunado accidente le informé, dejando escapar inconscientemente un suspiro. Claro que no podía comentarle acerca de las actividades que había estado haciendo o menos aún, de mi compañía, pero tampoco quería ocultar flagrantemente la verdad, por lo que decidí llevar la conversación hacia un punto más seguro.
Vengo del Norte… una expedición en la que me encontraba se dirigía hacia un punto y luego quería investigar algo con mi compañero pero me he perdido y de casualidad no muero en ese terrible hielo al menos todo eso era verdad. Solté su brazo e instintivamente me restregué el cuerpo para darme calor, aunque fuera psicológico ya que la temperatura del ambiente era agradable. Me detuve frente a la puerta y me giré Sería mi placer poder ayudarte con lo que necesites. Mañana a primera hora de la mañana estaré partiendo, me gustaría que me alcanzaras abajo para despedirnos y que me des las instrucciones que desees. Me paré en puntas de pie y besé su mejilla. Gracias por acompañarme Vincent. Que tengas buenas noches y sin más me giré sobre mis talones, cerrando la puerta tras de mí.
Apenas si me molesté en quitarme la ropa para entrar a la cama, entre las sorpresivamente suaves sábanas y un buen de frazadas sobre mi cuerpo quedé instantáneamente dormida, presa de la fatiga y la preocupación que había tenido en los días anteriores.
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Off: mm si no te parece la parte del beso la puedo editar ^^’’
Tomé su brazo dirigiéndonos hacia mi habitación y negué con la cabeza Corro contra el tiempo Vincent, he perdido a un par de personas importantes y debo regresar cuanto antes, además de que estoy muy preocupada por aquellos que he dejado atrás en aquél infortunado accidente le informé, dejando escapar inconscientemente un suspiro. Claro que no podía comentarle acerca de las actividades que había estado haciendo o menos aún, de mi compañía, pero tampoco quería ocultar flagrantemente la verdad, por lo que decidí llevar la conversación hacia un punto más seguro.
Vengo del Norte… una expedición en la que me encontraba se dirigía hacia un punto y luego quería investigar algo con mi compañero pero me he perdido y de casualidad no muero en ese terrible hielo al menos todo eso era verdad. Solté su brazo e instintivamente me restregué el cuerpo para darme calor, aunque fuera psicológico ya que la temperatura del ambiente era agradable. Me detuve frente a la puerta y me giré Sería mi placer poder ayudarte con lo que necesites. Mañana a primera hora de la mañana estaré partiendo, me gustaría que me alcanzaras abajo para despedirnos y que me des las instrucciones que desees. Me paré en puntas de pie y besé su mejilla. Gracias por acompañarme Vincent. Que tengas buenas noches y sin más me giré sobre mis talones, cerrando la puerta tras de mí.
Apenas si me molesté en quitarme la ropa para entrar a la cama, entre las sorpresivamente suaves sábanas y un buen de frazadas sobre mi cuerpo quedé instantáneamente dormida, presa de la fatiga y la preocupación que había tenido en los días anteriores.
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Re: Hielo Eterno (libre, interpretativo) [CERRADO]
El ambiente del hostal desvencijado era muy silencioso a estas alturas de la noche. No era nada extraño dada la hora pero esto hacía que el único sonido en la casa fueran los de sus pasos y sus voces. Mientras se acercaban a la habitación de Luna ella le comentó su situación. Según sus palabras se había perdido cuando se encontraba en una expedición al Norte. A parte de casi perder la vida estaba muy preocupada por el resto de sus compañeros.
El brujo aunque era un chico siempre dispuesto a ayudar, y parecía un tanto crédulo por ello, no era de los que se dejaban engañar con facilidad. Bueno, no creía que Luna le hubiera mentido pero le daba en la nariz que se había guardado sucesos. No podía culparla, él solo era un chico que acababa de conocer en la taberna así que era normal que no le contara ahora su vida de buenas a primeras. De todos modos se sintió agradecido de que confiara en él lo suficiente para contarle un poco de lo ocurrido en el Norte.
Vinc no se perdió mucho tiempo en sus cábalas pues la chica, después de comunicarle su hora de partida, le plantó un beso en la mejilla justo antes de despedirse y entrar en su cuarto. - Vaya, eso no me lo esperaba,- musitó para sí el rubio un poco traspuesto por la rápida partida de la bruja.
El camino hacia su propio cuarto solo estuvo acompañado por sus propios pasos y pensamientos. Seguía dándole vueltas a donde estaría su hermana por eso, antes de entrar a su cuarto, comprobó si se encontraba en el suyo colindante. Nada. Donde se metería pensó Vinc entrando en el suyo. Estaba muy cansado y tenía unas ganas locas de tirarse en su cama pero Luna le había prometido llevar su correspondencia. Abrió su morral y cogió varias cartas que puso sobre la mesa junto a varias que había cogido de las pertenencias de su hermana previamente. También cogió papel y una pluma. Se sentó en la silla, mojó la pluma en el tintero que había sobre la mesa y se puso a escribir. En los últimos tiempos no había podido escribir y era hora de dar las noticias más recientes sobre su viaje.
Escribir no le llevó demasiado tiempo y mientras lo hacía pudo escuchar como su hermana por fin había dado señales de vida. Los ruidos al entrar en su cuarto la delataron y Vinc en ese momento se sintió mucho más tranquilo. En cuanto terminó la carta la dejó allí mismo para que se secara y echó un ojo al cuarto de su hermana para comprobar si no habían sido imaginaciones suyas. Por suerte no lo eran y allí estaba su hermana durmiendo plácidamente. El brujo volvió al suyo silenciosamente para recibir su merecido descanso. Había sido un día largo sin duda.
El brujo aunque era un chico siempre dispuesto a ayudar, y parecía un tanto crédulo por ello, no era de los que se dejaban engañar con facilidad. Bueno, no creía que Luna le hubiera mentido pero le daba en la nariz que se había guardado sucesos. No podía culparla, él solo era un chico que acababa de conocer en la taberna así que era normal que no le contara ahora su vida de buenas a primeras. De todos modos se sintió agradecido de que confiara en él lo suficiente para contarle un poco de lo ocurrido en el Norte.
Vinc no se perdió mucho tiempo en sus cábalas pues la chica, después de comunicarle su hora de partida, le plantó un beso en la mejilla justo antes de despedirse y entrar en su cuarto. - Vaya, eso no me lo esperaba,- musitó para sí el rubio un poco traspuesto por la rápida partida de la bruja.
El camino hacia su propio cuarto solo estuvo acompañado por sus propios pasos y pensamientos. Seguía dándole vueltas a donde estaría su hermana por eso, antes de entrar a su cuarto, comprobó si se encontraba en el suyo colindante. Nada. Donde se metería pensó Vinc entrando en el suyo. Estaba muy cansado y tenía unas ganas locas de tirarse en su cama pero Luna le había prometido llevar su correspondencia. Abrió su morral y cogió varias cartas que puso sobre la mesa junto a varias que había cogido de las pertenencias de su hermana previamente. También cogió papel y una pluma. Se sentó en la silla, mojó la pluma en el tintero que había sobre la mesa y se puso a escribir. En los últimos tiempos no había podido escribir y era hora de dar las noticias más recientes sobre su viaje.
Escribir no le llevó demasiado tiempo y mientras lo hacía pudo escuchar como su hermana por fin había dado señales de vida. Los ruidos al entrar en su cuarto la delataron y Vinc en ese momento se sintió mucho más tranquilo. En cuanto terminó la carta la dejó allí mismo para que se secara y echó un ojo al cuarto de su hermana para comprobar si no habían sido imaginaciones suyas. Por suerte no lo eran y allí estaba su hermana durmiendo plácidamente. El brujo volvió al suyo silenciosamente para recibir su merecido descanso. Había sido un día largo sin duda.
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Re: Hielo Eterno (libre, interpretativo) [CERRADO]
La noche había pasado en un respiro y antes de que pudiera darme cuenta la posadera ya estaba golpeando mi puerta. Recordaba haberle pedido que me despertara con suficiente anticipación como para arreglarme y desayunar bien antes de partir. Quería estar preparada mentalmente para sacar mi nariz a la intemperie una vez más ya que los días anteriores habían sido terribles y desbastadores para mi preciado cutis.
Después de un suculento desayuno bien caliente y de empaquetar suficiente comida para el camino como para una semana, donde predominaba el queso y el pan duro así como el vino el agua, la mamá posadera se aclaró la garganta e instintivamente sabía que deseaba algo de mí. Sin pensármelo demasiado saqué mi bolsita con aeros Han sido ustedes muy amables dije con la mayor educación que pude rejuntar a esas horas de la mañana. Saqué los aeros ya estipulados desde el comienzo más la señora mayor cerró mi mano sin aceptar ni una sola de las monedas, lo que me forzó a buscar su mirada con una interrogante en mis ojos.
Verá señorita, ayer mi hija no pudo evitar escuchar vuestra conversación con sus compañeros de mesa, percatándonos que es usted una bruja levanté mis cejas con cierta sorpresa, hubiera jurado que esas eran las mujeres más discretas que me había cruzado en una posada hasta el momento, por lo que en ese momento perdí la fe en la humanidad. Continué mirándola, esperando a que terminara con su explicación, porque bruja o no, mis aeros valían lo mismo que los de cualquier estúpido humano o ser de otra raza. Necesitamos su ayuda señorita… y estamos dispuestas a pagarle con los servicios que ya le prestamos si es que puede solucionar esta situación continuó la señora mientras su hija no hacía más que asentir con gesto de preocupación con sus manos entrelazadas al brazo de su progenitora.
¿Qué tipo de ayuda se requiere? pregunté con precaución viéndolas con nuevos ojos. Ese par era muy inteligente… tenía que aceptarlo y aunque a mi no me hacía mucha gracia regalar mis aeros sabía reconocer cuando había recibido un buen servicio y ellas se habían ganado el dinero. Son las runas señorita, un cliente ebrio las entreveró y nuestra posada ya no está protegida contra los malos deseos respondió la joven dando un paso hacia adelante.
Sonreí abiertamente Llévenme a las runas y veré qué puedo hacer acepté apurando las cosas para no perder demasiado tiempo.
Lo que al principio parecía una tarea que me llevaría un par de minutos terminó tomándome un par de horas llenas de preguntas y consultas a las mujeres con resultados variados de acuerdo al orden en que disponía aquellas piedras mágicas alrededor de algunos puntos de la casa. De más está decir que para cuando estuvimos listas, el sol ya estaba bien puesto en el Este, aunque los trineos recién estaban llegando. Sin dudas aquellas féminas sabían muy bien lo que hacían y cómo lo hacían cuando me despertaron a aquellas horas, pero estábamos a mano y me sentía bien por mi buena acción.
Gracias por sus atenciones, tienen ustedes una magnífica posada. Estén seguras que volveré a visitarles dije con una sonrisa mientras tomaba de las manos a ambas. Por cierto, ¿saben algo del señor Calhoun y la elfa? Él me iba a dar unas cartas comenté desde la puerta antes de partir.
Después de un suculento desayuno bien caliente y de empaquetar suficiente comida para el camino como para una semana, donde predominaba el queso y el pan duro así como el vino el agua, la mamá posadera se aclaró la garganta e instintivamente sabía que deseaba algo de mí. Sin pensármelo demasiado saqué mi bolsita con aeros Han sido ustedes muy amables dije con la mayor educación que pude rejuntar a esas horas de la mañana. Saqué los aeros ya estipulados desde el comienzo más la señora mayor cerró mi mano sin aceptar ni una sola de las monedas, lo que me forzó a buscar su mirada con una interrogante en mis ojos.
Verá señorita, ayer mi hija no pudo evitar escuchar vuestra conversación con sus compañeros de mesa, percatándonos que es usted una bruja levanté mis cejas con cierta sorpresa, hubiera jurado que esas eran las mujeres más discretas que me había cruzado en una posada hasta el momento, por lo que en ese momento perdí la fe en la humanidad. Continué mirándola, esperando a que terminara con su explicación, porque bruja o no, mis aeros valían lo mismo que los de cualquier estúpido humano o ser de otra raza. Necesitamos su ayuda señorita… y estamos dispuestas a pagarle con los servicios que ya le prestamos si es que puede solucionar esta situación continuó la señora mientras su hija no hacía más que asentir con gesto de preocupación con sus manos entrelazadas al brazo de su progenitora.
¿Qué tipo de ayuda se requiere? pregunté con precaución viéndolas con nuevos ojos. Ese par era muy inteligente… tenía que aceptarlo y aunque a mi no me hacía mucha gracia regalar mis aeros sabía reconocer cuando había recibido un buen servicio y ellas se habían ganado el dinero. Son las runas señorita, un cliente ebrio las entreveró y nuestra posada ya no está protegida contra los malos deseos respondió la joven dando un paso hacia adelante.
Sonreí abiertamente Llévenme a las runas y veré qué puedo hacer acepté apurando las cosas para no perder demasiado tiempo.
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Lo que al principio parecía una tarea que me llevaría un par de minutos terminó tomándome un par de horas llenas de preguntas y consultas a las mujeres con resultados variados de acuerdo al orden en que disponía aquellas piedras mágicas alrededor de algunos puntos de la casa. De más está decir que para cuando estuvimos listas, el sol ya estaba bien puesto en el Este, aunque los trineos recién estaban llegando. Sin dudas aquellas féminas sabían muy bien lo que hacían y cómo lo hacían cuando me despertaron a aquellas horas, pero estábamos a mano y me sentía bien por mi buena acción.
Gracias por sus atenciones, tienen ustedes una magnífica posada. Estén seguras que volveré a visitarles dije con una sonrisa mientras tomaba de las manos a ambas. Por cierto, ¿saben algo del señor Calhoun y la elfa? Él me iba a dar unas cartas comenté desde la puerta antes de partir.
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Re: Hielo Eterno (libre, interpretativo) [CERRADO]
Pese a haberse acostado tarde el joven se levantó bastante temprano. Al principio se quedó recostado en la cama de forma relajada. El día de ayer había sido cuanto menos extraño. Una elfa en la nieve, una hermana desaparecida y una bruja de paso tan al norte. Eso hizo recordarle que tenía que entregarles unas cartas antes de que partiera.
El joven no se había molestado en desvestirse la noche anterior del tremendo sueño que tenía, así que se calzó las botas y se dirigió a la habitación común de aseo. Allí se acicaló lo más rápido que pudo ya que el frío atravesaba la piel como agujas. En cuanto hubo terminado se volvió a vestir y se dirigió a su habitación.
Cuando estuvo a punto de entrar en su habitación decidió comprobar primero la de su hermana. Estaba plácidamente dormida y teniendo en cuenta lo tarde que llegó de su viaje el brujo decidió dejarla dormir. Entró finalmente en la propia para preparar el envío de cartas. Cogió un papel algo acartonado y con él envolvió las numerosas que cartas que había dejado sobre la mesa la noche anterior. Luego ató unas cuerdas finas en formas de x a todo el conjunto dándole el aspecto de un paquete. Así irían más seguras en el trayecto y serían menos molestia para Luna pensó.
Bajó a la posada y aprovechó para desayunar. Pidió algo ligero y una jarra de hidromiel para bajar la comida. En cuanto terminó se acercó a la barra y le dio las gracias al mesonero por sus servicios. Estaba charlando con él mientras se tomaban unas jarras de hidromiel cuando Kaliope salió de una sala contigua. Al parecer no se dio cuenta de su presencia y se dirigió a la salida junto a otras dos señoritas. El joven se despidió rápidamente del mesonero y se acercó a la joven.
- Dichosos los ojos que te ven señorita Luna,- dijo el joven sonriente. - Estaba desayunando por aquí mientras te esperaba pero ya veo que has madrugado mucho.- A esas alturas el joven ya tenía en cuenta que la joven tendría prisa para partir así que no quiso retenerla mucho tiempo. – Bueno, ha sido un placer conocerla,- comentó entregándole el paquete. - Espero que no sea mucho problema para usted alcanzarme esas cartas a mensajería de Lunargenta.- dijo sonriente. - Que la fortuna esté de su parte y que nos vuelva a reunir algún día. Buen viaje Kaliope. Lo menos que puedo hacer es ayudarla con el equipaje ¿no? – dijo finalmente mientras cogía unos paquetes y esperaba que ella lo guiara hasta los trineos.
El joven no se había molestado en desvestirse la noche anterior del tremendo sueño que tenía, así que se calzó las botas y se dirigió a la habitación común de aseo. Allí se acicaló lo más rápido que pudo ya que el frío atravesaba la piel como agujas. En cuanto hubo terminado se volvió a vestir y se dirigió a su habitación.
Cuando estuvo a punto de entrar en su habitación decidió comprobar primero la de su hermana. Estaba plácidamente dormida y teniendo en cuenta lo tarde que llegó de su viaje el brujo decidió dejarla dormir. Entró finalmente en la propia para preparar el envío de cartas. Cogió un papel algo acartonado y con él envolvió las numerosas que cartas que había dejado sobre la mesa la noche anterior. Luego ató unas cuerdas finas en formas de x a todo el conjunto dándole el aspecto de un paquete. Así irían más seguras en el trayecto y serían menos molestia para Luna pensó.
Bajó a la posada y aprovechó para desayunar. Pidió algo ligero y una jarra de hidromiel para bajar la comida. En cuanto terminó se acercó a la barra y le dio las gracias al mesonero por sus servicios. Estaba charlando con él mientras se tomaban unas jarras de hidromiel cuando Kaliope salió de una sala contigua. Al parecer no se dio cuenta de su presencia y se dirigió a la salida junto a otras dos señoritas. El joven se despidió rápidamente del mesonero y se acercó a la joven.
- Dichosos los ojos que te ven señorita Luna,- dijo el joven sonriente. - Estaba desayunando por aquí mientras te esperaba pero ya veo que has madrugado mucho.- A esas alturas el joven ya tenía en cuenta que la joven tendría prisa para partir así que no quiso retenerla mucho tiempo. – Bueno, ha sido un placer conocerla,- comentó entregándole el paquete. - Espero que no sea mucho problema para usted alcanzarme esas cartas a mensajería de Lunargenta.- dijo sonriente. - Que la fortuna esté de su parte y que nos vuelva a reunir algún día. Buen viaje Kaliope. Lo menos que puedo hacer es ayudarla con el equipaje ¿no? – dijo finalmente mientras cogía unos paquetes y esperaba que ella lo guiara hasta los trineos.
Vincent Calhoun
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Re: Hielo Eterno (libre, interpretativo) [CERRADO]
Ni bien las damas me dieron los detalles de la elfa, apareció el señor Calhoun como si se hubiera materializado del mismo aire. Sonreí, había llegado justo a tiempo cuando iba a ser nombrado por la más joven de las féminas. Lo mismo digo mi compatriota le respondí haciendo una educada reverencia con la cabeza. La verdad es que realmente me hubiera gustado continuar con la exploración que tenía planeada Vincent y conocer a su hermana… pero prioridades eran prioridades y era inexcusable, imperdonable para mí y mi orgullo haber tenido aquél contratiempo. Debía llegar más que pronto a aquél bastión humano y comprobar con mis propios ojos que mi humano estuviera allí y o desvalido tirado entre la nieve quién sabe dónde o con esos estúpidos piratas sucios llenos de pájaros mal hablados.
El placer ha sido todo mío. No es tan común encontrarse a un brujo tan… bien formado terminé por decir, la ambigüedad ante todo Luka, la ambigüedad ante todo… Tomé el paquete de entre sus manos, era liviano y estaba bien atado. Estaba segura de que eran las cartas de las que habíamos hablado, por lo que no pensaba hacer ninguna remarcación sobre ellas hasta que él mismo dijo que quería que las entregara en la mensajería. Lo haré con gusto, yo misma tengo que enviar palabra a mi familia en las Islas, me queda como anillo al dedo le contesté tratando de disimular la cara de agriedad al recordar que en vez de estar allí tenía que haber estado en persona en mi casa hacía varias semas ya. “Han de querer matarme”.
Gracias Vincent Calhoun. Que la fortuna también te acompañe y guíe en esta nueva expedición. le respondí, permitiendo que tomara mis cosas para ponerla sobre el trineo tirado por perros exageradamente grandes y babosos. No olvidaré lo que he visto aquí y tu gran corazón le dije a modo de despedida mientras tomaba sus frías manos para besarlas a modo de agradecimiento. Me senté en el trineo que expertamente manejaba un hombre y partimos hacia el Sur.
El placer ha sido todo mío. No es tan común encontrarse a un brujo tan… bien formado terminé por decir, la ambigüedad ante todo Luka, la ambigüedad ante todo… Tomé el paquete de entre sus manos, era liviano y estaba bien atado. Estaba segura de que eran las cartas de las que habíamos hablado, por lo que no pensaba hacer ninguna remarcación sobre ellas hasta que él mismo dijo que quería que las entregara en la mensajería. Lo haré con gusto, yo misma tengo que enviar palabra a mi familia en las Islas, me queda como anillo al dedo le contesté tratando de disimular la cara de agriedad al recordar que en vez de estar allí tenía que haber estado en persona en mi casa hacía varias semas ya. “Han de querer matarme”.
Gracias Vincent Calhoun. Que la fortuna también te acompañe y guíe en esta nueva expedición. le respondí, permitiendo que tomara mis cosas para ponerla sobre el trineo tirado por perros exageradamente grandes y babosos. No olvidaré lo que he visto aquí y tu gran corazón le dije a modo de despedida mientras tomaba sus frías manos para besarlas a modo de agradecimiento. Me senté en el trineo que expertamente manejaba un hombre y partimos hacia el Sur.
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