No hay nada más doloroso que el tiempo [Quest] [Wallace+Ebano]
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No hay nada más doloroso que el tiempo [Quest] [Wallace+Ebano]
Hacia pocas horas que los primeros rayos del sol habían cubierto la ciudad de Lunargenta con su luz. No hacía mucho frio, pero dado y que estaban en temporada de lluvias, la gente portaba consigo algo de abrigo por si las nubes les alcanzaban.
Como cada mañana, Elionore paseaba por la plaza del mercado, comprando las cosas necesarias para pasar el día. Desde hacía un año, siempre iba sola, ocultando su tristeza tras una fría sonrisa. Dejaba caer su rizado y oscuro cabello sobre uno de sus hombros de manera despreocupada, que enmarcando su blanca tez.
Cansada, se sentó en el escalón de una fuente, dejando la cesta apoyada en el mismo. Entonces se acerco una mujer con un largo vestido esmeralda.
-Hola Elionore, ¿Cómo estás? Hacía muchos días que no te veía. – dijo la mujer del vestido sentándose a su lado, colocando una mano sobre el hombro de la morena.
Elionore se encogió de hombros, suspirando. – Bueno, ya me voy olvidando del tema…- mintió sonriendo levemente. No le gustaba preocupar a la gente diciendo que cada día que pasaba era una agonía. -…gracias por preguntar.- dijo apartando un mechón de pelo de su cara, obligando a la mujer a quitar la mano de du hombro de manera que no parecía intencionada.
-Si…he estado ocupada…- desde la “perdida “de su marido, la joven mujer hacía poco vida social. – Debo irme…- se levanto y se fue de nuevo hacia el mercado, ocultándose entre la gente. Odiaba que le preguntasen por aquel tema, ella intentaba olvidarlo, ahogarlo en lo más profundo de su ser, pero era imposible ¿Cómo olvidarse de la persona a la que mas has amado?
Una lágrima cayó por su mejilla, acariciando su delicada piel. No quería que nadie la viera de aquella manera, así que se metió por una callejuela, evitando el gentío. Apoyó la espalda contra la pared de una casa, dejando caer la cesta en el suelo. Sus manos ocultaron su rostro, ocultaron sus lágrimas, ocultaron su tristeza…
Elionore andaba por las calles de la cuidad, dispuesta a ir a su casa, no quería encontrarse con nadie más, no podía. Sus ojos cristalinos delataban su estado de ánimo. Fue entonces cuando se chocó contra un hombre.
- Oh… lo siento… yo…- dijo cogiendo las cosas que se le había caído al suelo. Era un hombre alto, fuerte, de cabellos rojizos en forma de cresta. En su rostro había más de una cicatriz. Aquel hombre no era de por allí. Se quedó mirándolo, quizás aquel hombre la podía ayudar.
- ¿E-es usted un guerrero ve-verdad?- tartamudeó un poco, ya que aun tenia aquel dichoso nudo en la garganta. Observo su armadura, si aquel hombre podría ayudarla… Una sonrisa llevo sus labios. – Si, si lo es…ha venido a ayudarme…- dijo antes de abrazarle, como si lo conociera desde la niñez. La cara de la mujer se apoyó en el pecho del hombre, mientras lloraba de nuevo, aunque aquella vez era de alegría. Por fin alguien podría curar su dolor.
Como cada mañana, Elionore paseaba por la plaza del mercado, comprando las cosas necesarias para pasar el día. Desde hacía un año, siempre iba sola, ocultando su tristeza tras una fría sonrisa. Dejaba caer su rizado y oscuro cabello sobre uno de sus hombros de manera despreocupada, que enmarcando su blanca tez.
Cansada, se sentó en el escalón de una fuente, dejando la cesta apoyada en el mismo. Entonces se acerco una mujer con un largo vestido esmeralda.
-Hola Elionore, ¿Cómo estás? Hacía muchos días que no te veía. – dijo la mujer del vestido sentándose a su lado, colocando una mano sobre el hombro de la morena.
Elionore se encogió de hombros, suspirando. – Bueno, ya me voy olvidando del tema…- mintió sonriendo levemente. No le gustaba preocupar a la gente diciendo que cada día que pasaba era una agonía. -…gracias por preguntar.- dijo apartando un mechón de pelo de su cara, obligando a la mujer a quitar la mano de du hombro de manera que no parecía intencionada.
-Si…he estado ocupada…- desde la “perdida “de su marido, la joven mujer hacía poco vida social. – Debo irme…- se levanto y se fue de nuevo hacia el mercado, ocultándose entre la gente. Odiaba que le preguntasen por aquel tema, ella intentaba olvidarlo, ahogarlo en lo más profundo de su ser, pero era imposible ¿Cómo olvidarse de la persona a la que mas has amado?
Una lágrima cayó por su mejilla, acariciando su delicada piel. No quería que nadie la viera de aquella manera, así que se metió por una callejuela, evitando el gentío. Apoyó la espalda contra la pared de una casa, dejando caer la cesta en el suelo. Sus manos ocultaron su rostro, ocultaron sus lágrimas, ocultaron su tristeza…
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Elionore andaba por las calles de la cuidad, dispuesta a ir a su casa, no quería encontrarse con nadie más, no podía. Sus ojos cristalinos delataban su estado de ánimo. Fue entonces cuando se chocó contra un hombre.
- Oh… lo siento… yo…- dijo cogiendo las cosas que se le había caído al suelo. Era un hombre alto, fuerte, de cabellos rojizos en forma de cresta. En su rostro había más de una cicatriz. Aquel hombre no era de por allí. Se quedó mirándolo, quizás aquel hombre la podía ayudar.
- ¿E-es usted un guerrero ve-verdad?- tartamudeó un poco, ya que aun tenia aquel dichoso nudo en la garganta. Observo su armadura, si aquel hombre podría ayudarla… Una sonrisa llevo sus labios. – Si, si lo es…ha venido a ayudarme…- dijo antes de abrazarle, como si lo conociera desde la niñez. La cara de la mujer se apoyó en el pecho del hombre, mientras lloraba de nuevo, aunque aquella vez era de alegría. Por fin alguien podría curar su dolor.
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- Elionore:
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• Wallace, tienes que explicar cómo has llegado a Lunargenta, y como transcurre tu visita hasta encontrarte con la mujer.
Este tema es solo para 2 personajes: Wallace McGregor (p1) y Ebano (p2)
Los turnos serán: master, p1, master, p2
Después de esto, los turnos se normalizan: master, p1 y p2.
*No se debe de estar participando en Quest u otro rol mastereado
*Este rol no causará riesgos altos para los pjs. (posibilidad de riesgo leve)
*El rol debe ser fluido, se deben avisar las ausencias pasadas las 48h, de lo contrario, el pj será avisado, si tras esto no se tienen en consideración las advertencias, el pj será sancionado, expulsado del rol y algún castigo, como podría ser una herida que incapacite o una maldición.
Última edición por Wyn el Vie Nov 21 2014, 13:09, editado 1 vez
Wyn
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Re: No hay nada más doloroso que el tiempo [Quest] [Wallace+Ebano]
El brujo habia llegado a Lunargentea para poder localizar a futuros miembros del clan, puesto que su unico mensagero, el cuervo Rasgo, estaba enfermo por empacho.
Wallace suspiró al recordar al cuervo lleno de mermelada de fresas y sobre todo la bronca que le pegó. No le gustaba el mar y menos tener que ir a una ciudad humana. Y menos, dia de mercado.
La gente se apartaba de el pues era grande como un armario y armado. Los guardias lo miraban con desconfianza y las mujeres alegres le ofrecian sus cuerpos con propuestas indecentes. Wallace no pudo sonreir antre aquello pues..demonios cuanto tiempo hacia qu eno disfrutaba de una buena moza...pero el recuerdo de la mujer que lo abondono por segunda vez lo hizo pararse un moemnto de golpe. Suspiro y siguio andando hasta la posada pero algo choco con el.
Miro hacia abajo y vio una cabezita morena y unos ojos dulces y mielosos. Era una muchacha preciosa y pequeña, joven y con dolor en la mirada. Pero su abrazo y sus palabras lo dejaron confundido. Wallace la aparto suabemente y aun con la capucha puesta la miro a los ojos, fijamente, intentando no dar mas miedo del que daba ya.
- Muchacha creo que...me confunde con otro..yo no soy...-pero vio la desepreación en sus ojos y las lagrimas lo hicieron abrazarla, correspondiendo, estrechandola. Y se dio cuenta de lo solo que habia esatdo esos meses.
Asi pues, llevo a la muchacha a una taberna agradable llena de familias y gente que por como miraban a la chica, la conocian bien. La camarera sirvio cerveza y chocolate caliente para ella.
- Digame señorita...que ocurre?
Wallace suspiró al recordar al cuervo lleno de mermelada de fresas y sobre todo la bronca que le pegó. No le gustaba el mar y menos tener que ir a una ciudad humana. Y menos, dia de mercado.
La gente se apartaba de el pues era grande como un armario y armado. Los guardias lo miraban con desconfianza y las mujeres alegres le ofrecian sus cuerpos con propuestas indecentes. Wallace no pudo sonreir antre aquello pues..demonios cuanto tiempo hacia qu eno disfrutaba de una buena moza...pero el recuerdo de la mujer que lo abondono por segunda vez lo hizo pararse un moemnto de golpe. Suspiro y siguio andando hasta la posada pero algo choco con el.
Miro hacia abajo y vio una cabezita morena y unos ojos dulces y mielosos. Era una muchacha preciosa y pequeña, joven y con dolor en la mirada. Pero su abrazo y sus palabras lo dejaron confundido. Wallace la aparto suabemente y aun con la capucha puesta la miro a los ojos, fijamente, intentando no dar mas miedo del que daba ya.
- Muchacha creo que...me confunde con otro..yo no soy...-pero vio la desepreación en sus ojos y las lagrimas lo hicieron abrazarla, correspondiendo, estrechandola. Y se dio cuenta de lo solo que habia esatdo esos meses.
Asi pues, llevo a la muchacha a una taberna agradable llena de familias y gente que por como miraban a la chica, la conocian bien. La camarera sirvio cerveza y chocolate caliente para ella.
- Digame señorita...que ocurre?
Wallace Mcgregor
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Re: No hay nada más doloroso que el tiempo [Quest] [Wallace+Ebano]
Correspondió al abrazo, sintiendo sus brazos rodearla, calor, protección... Aquel hombre le aportaba seguridad. Si, era el indicado.
La muchacha se dejó guiar hasta la taberna en la que no había un alma que no la conociera, y que no le estuviese mirando con miradas despectivas. La gente empezó a murmurar a sus espaldas, pero a ella no le importó. Se sentó delante de aquel hombre tan alto y fuerte, y esperó hasta que ambos estuvieron bebiendo: él cerveza, y ella un chocolate caliente. ¡Nada anima más que le chocolate! Pensó dando un traguito a su caliente manjar antes de contestar a la pregunta del hombre.
-Mi…yo…- estaba un poco nerviosa. Tantas noches había soñado con la persona que le ayudaría, y como le contaría su historia, pero ahora que lo tenía delante no sabía ni cómo empezar. Suspiró, intentando calmarse. –Es mi marido…- empezó. -…hace algo más de un año que partió a un nuevo trabajo. Él es minero, ¿sabes?- una leve sonrisa, dulce y tierna apareció en su rostro, al recordar a su marido. – Lo llamaron para ir a unas minas abandonadas, que por lo visto estaban llenas de minerales. Sé que el viaje es largo… pero hace mucho desde que se marchó… y ni él ni los demás hombre que partieron han vuelto…yo…- la sonrisa desapareció, y las lagrimas empezaron a brotar de sus ojos, cayendo lentamente por sus mejillas. -…pensé que alguien, usted…- lo miró a los ojos. -… podría ayudarme ¿podría traerme a mi marido? Se lo ruego….- las manos de la joven se habían enlazado con las del brujo, apretándolas. Sus manos parecían diminutas comparadas con las del hombre.
Las puertas de la taberna se abrieron, creando corriendo de aire, pero Elionore no se percató, estaba mirando los verdes ojos del hombre que estaba sentado delante de ella.
La muchacha se dejó guiar hasta la taberna en la que no había un alma que no la conociera, y que no le estuviese mirando con miradas despectivas. La gente empezó a murmurar a sus espaldas, pero a ella no le importó. Se sentó delante de aquel hombre tan alto y fuerte, y esperó hasta que ambos estuvieron bebiendo: él cerveza, y ella un chocolate caliente. ¡Nada anima más que le chocolate! Pensó dando un traguito a su caliente manjar antes de contestar a la pregunta del hombre.
-Mi…yo…- estaba un poco nerviosa. Tantas noches había soñado con la persona que le ayudaría, y como le contaría su historia, pero ahora que lo tenía delante no sabía ni cómo empezar. Suspiró, intentando calmarse. –Es mi marido…- empezó. -…hace algo más de un año que partió a un nuevo trabajo. Él es minero, ¿sabes?- una leve sonrisa, dulce y tierna apareció en su rostro, al recordar a su marido. – Lo llamaron para ir a unas minas abandonadas, que por lo visto estaban llenas de minerales. Sé que el viaje es largo… pero hace mucho desde que se marchó… y ni él ni los demás hombre que partieron han vuelto…yo…- la sonrisa desapareció, y las lagrimas empezaron a brotar de sus ojos, cayendo lentamente por sus mejillas. -…pensé que alguien, usted…- lo miró a los ojos. -… podría ayudarme ¿podría traerme a mi marido? Se lo ruego….- las manos de la joven se habían enlazado con las del brujo, apretándolas. Sus manos parecían diminutas comparadas con las del hombre.
Las puertas de la taberna se abrieron, creando corriendo de aire, pero Elionore no se percató, estaba mirando los verdes ojos del hombre que estaba sentado delante de ella.
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• Ébano es tu turno. Debes explicar cómo llegas a la ciudad, y al igual que Wallace, como te encuentras con la mujer.
Recordad que tras tu post, los turnos se normalizaran: master, p1, p2
Wyn
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Re: No hay nada más doloroso que el tiempo [Quest] [Wallace+Ebano]
Era una mañana cualquiera. Temprano. Pero no para ella.
Las nubes cubrían el cielo, e iba encapuchada completamente. No se fiaba de los amaneceres lluviosos.. Inspiró la mañana de nuevo. Había salido de la posada después de toda la noche bebiendo con tres desconocidos.
Después de todo lo ocurrido y del tiempo en el castillo, a veces necesitaba unos días para evadirse. Y el cuervo. La había sacado de su castillo y la había llevado hasta la ciudad... Se había decidido a buscar trabajos a su medida si el bicho desaparecía, y llevaba ya dos días ausente.. De modo que había frecuentado algunas posadas buscando algún trabajo, algo de acción que llevar a cabo para que no resultase un viaje en vano; y de paso, no oxidarse. Si se quedase todo el tiempo en casa... Digamos que terminaría desintegrada.
Sacudió la cabeza dejando volar algunas gotas, para sacudirse los recuerdos a pesar de estar encantada de entrar en calor...
Tropezó. "Mierda... Céntrate." -se dijo, mientras devolvía un cubo a su sitio. Alzó la cabeza y vio el cartel de otra posada. La ciudad despertaba ahora, los puestos ambulantes y las mujeres con cántaros.. Pero las posadas siempre estaban concurridas.
Empujó la puerta maciza. El aire se arremolinó a sus pies y levantó la mirada de muchos allí sentados. Cuchicheaban entre sí. Bebían, algunos comían.
Y otros.. "Oh, no." -pensó. Echó los brazos al techo y se quitó la capucha cambiando de expresión exasperada a media sonrisa. Cabrearse no iba a llevarla a ninguna parte, y esta vez, no pensaba dejarse cazar, ni caer en ninguna parte...
Caminó firmemente hasta la mesa donde estaba sentado el arrogante pelirrojo y una.. muchacha de muy buen ver, según pudo observar.
Buenos... Días, señores. -pasó los dedos suavemente por el brazo de la muchacha hasta su cuello y se sentó entre ambos. Cruzó las piernas y pidió una copa de alcohol, fuerte.- Un gusto, querida. -inclinó la cabeza ante la muchacha y miró al hombre- Es extraño verte por aquí, encanto. -se desprendió de la capa. Llevaba pantalones ceñidos con botas y un corpiño en encaje. Asintió al camarero que trajo la copa, y bebió un largo trago; acarició el cristal y los miró, por turnos.- Espero que no os haya importado que me una.
Las nubes cubrían el cielo, e iba encapuchada completamente. No se fiaba de los amaneceres lluviosos.. Inspiró la mañana de nuevo. Había salido de la posada después de toda la noche bebiendo con tres desconocidos.
Después de todo lo ocurrido y del tiempo en el castillo, a veces necesitaba unos días para evadirse. Y el cuervo. La había sacado de su castillo y la había llevado hasta la ciudad... Se había decidido a buscar trabajos a su medida si el bicho desaparecía, y llevaba ya dos días ausente.. De modo que había frecuentado algunas posadas buscando algún trabajo, algo de acción que llevar a cabo para que no resultase un viaje en vano; y de paso, no oxidarse. Si se quedase todo el tiempo en casa... Digamos que terminaría desintegrada.
Sacudió la cabeza dejando volar algunas gotas, para sacudirse los recuerdos a pesar de estar encantada de entrar en calor...
Tropezó. "Mierda... Céntrate." -se dijo, mientras devolvía un cubo a su sitio. Alzó la cabeza y vio el cartel de otra posada. La ciudad despertaba ahora, los puestos ambulantes y las mujeres con cántaros.. Pero las posadas siempre estaban concurridas.
Empujó la puerta maciza. El aire se arremolinó a sus pies y levantó la mirada de muchos allí sentados. Cuchicheaban entre sí. Bebían, algunos comían.
Y otros.. "Oh, no." -pensó. Echó los brazos al techo y se quitó la capucha cambiando de expresión exasperada a media sonrisa. Cabrearse no iba a llevarla a ninguna parte, y esta vez, no pensaba dejarse cazar, ni caer en ninguna parte...
Caminó firmemente hasta la mesa donde estaba sentado el arrogante pelirrojo y una.. muchacha de muy buen ver, según pudo observar.
Buenos... Días, señores. -pasó los dedos suavemente por el brazo de la muchacha hasta su cuello y se sentó entre ambos. Cruzó las piernas y pidió una copa de alcohol, fuerte.- Un gusto, querida. -inclinó la cabeza ante la muchacha y miró al hombre- Es extraño verte por aquí, encanto. -se desprendió de la capa. Llevaba pantalones ceñidos con botas y un corpiño en encaje. Asintió al camarero que trajo la copa, y bebió un largo trago; acarició el cristal y los miró, por turnos.- Espero que no os haya importado que me una.
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Última edición por Ébano el Mar Nov 18 2014, 23:43, editado 2 veces
Ébano
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Re: No hay nada más doloroso que el tiempo [Quest] [Wallace+Ebano]
Aun con las manos enlazadas con las del hombre, Elionore alzó la mirada para ver como una joven muy bella se acercaba a la mesa. El aspecto de la chica hizo que el bello de sus brazos se erizaran: como las flores más hermosas, aquella mujer parecía hacer daño con sus espinas.
Su largo cabello, ligeramente mojado por el temporal, caía sobre sus hombros, enmarcando sus atributos femeninos, también acentuados por aquel apretado corpiño. Tanto sus ropas como su aspecto daban a entender que no era de allí, aunque quizás se equivocaba. Pero lo que sí que estaba claro es que conocía al pelirrojo. Puede que sea su compañera… aunque parece que hay tensión entre ellos…
Con el puño de la mano secó las lágrimas que aun quedaban en sus mejillas, intentando ser fuerte, como siempre. Sus labios se separaron para saludar a la nueva, pero entonces la joven acarició su piel, callando aquellas palabras que no llegaron a ser pronunciadas. Aunque utilizaba palabras de aprecio, parecían puñales en dirección al brujo.
-N-no…- tartamudeó un poco la mujer, tragando saliva. – ¿Sois compañeros? – dijo antes de beber un poco más de su chocolate. Aquella mujer, aunque de bella piel clara y delicada, parecía casi tan fuerte cono él…al menos no le gustaría tenerla de enemiga. No se había percatado aun de que era una vampira, ya que otros puntos de su cuerpo llamaban más la atención que sus dientes.
Separó las manos de las del hombre, por si era una falta de respeto frente a Ébano. Apoyó una mano en su falda, mientras que la otra se calentaba en el calor que le proporcionaba la taza de chocolate. Le había chocado mucho la repentina cercanía la vampira, pero intentó olvidarlo.
-E-entonces… ¿me ayudará? – insistió Elionore mirando a Wallace. La comisura de su labio se curvaba hacia debajo de vez en cuando, desvelando sus ganas de llorar, pero aguantó, recordando lo poco que le gustaba a su marido verla de aquella manera.
Su largo cabello, ligeramente mojado por el temporal, caía sobre sus hombros, enmarcando sus atributos femeninos, también acentuados por aquel apretado corpiño. Tanto sus ropas como su aspecto daban a entender que no era de allí, aunque quizás se equivocaba. Pero lo que sí que estaba claro es que conocía al pelirrojo. Puede que sea su compañera… aunque parece que hay tensión entre ellos…
Con el puño de la mano secó las lágrimas que aun quedaban en sus mejillas, intentando ser fuerte, como siempre. Sus labios se separaron para saludar a la nueva, pero entonces la joven acarició su piel, callando aquellas palabras que no llegaron a ser pronunciadas. Aunque utilizaba palabras de aprecio, parecían puñales en dirección al brujo.
-N-no…- tartamudeó un poco la mujer, tragando saliva. – ¿Sois compañeros? – dijo antes de beber un poco más de su chocolate. Aquella mujer, aunque de bella piel clara y delicada, parecía casi tan fuerte cono él…al menos no le gustaría tenerla de enemiga. No se había percatado aun de que era una vampira, ya que otros puntos de su cuerpo llamaban más la atención que sus dientes.
Separó las manos de las del hombre, por si era una falta de respeto frente a Ébano. Apoyó una mano en su falda, mientras que la otra se calentaba en el calor que le proporcionaba la taza de chocolate. Le había chocado mucho la repentina cercanía la vampira, pero intentó olvidarlo.
-E-entonces… ¿me ayudará? – insistió Elionore mirando a Wallace. La comisura de su labio se curvaba hacia debajo de vez en cuando, desvelando sus ganas de llorar, pero aguantó, recordando lo poco que le gustaba a su marido verla de aquella manera.
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Un pájaro de color negro estaba posado en uno de los salientes de las tejas de la taberna, no hacia sonido alguno, apenas se movía, parecía una estatua. Extendió las alas de manera majestuosa antes de echar al vuelo. Una pluma negra cayó a los pies de la puerta de la taberna en la que se encontraban Elionore, Wallace y Ébano.
El brujo y la vampira se habían encontrado, como había dicho la Madre Cuervo que seria. Quizás le diera una recompensa a Moriarty por su buena labor.
El brujo y la vampira se habían encontrado, como había dicho la Madre Cuervo que seria. Quizás le diera una recompensa a Moriarty por su buena labor.
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• Wallace, Ébano, se que las cosas entre vosotros dos están un poco por así decirlo…tensas. Así que tendréis una pequeña pelea. Pequeña, no quiero que hayan heridos.
•Vuestros actos en la taberna repercutirán en los siguientes post: beber en exceso, hablarle mal a la gente…Cualquier acto puede tener consecuencias.
Recordad que a partir de ahora los turnos son normales: Master, Wallace y Ébano.
Wyn
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Re: No hay nada más doloroso que el tiempo [Quest] [Wallace+Ebano]
Wallace lo sintió. Su olor, su presencia. Apretó la mandibula y miro fijamente a la muchacha. No le hacia falta girarse, no le hacia falta alzar la cabeza ni descapucharse. Suspiró y cerró los ojos deseando que no fuera verdad. Y cuando los volvió abrir ella estaba alli.
Rubia, exuberantemente hermosa, mortal y jodida y deliciosamente vestida. Wallace fruncio el ceño y apretó las piernas pues esa mujer le estaba provocando cosas que no deberia sentir en aquella situacion. Negó con la cabeza ante la pregunta de la chica pero no podia dejar de mirar a la rubia.
Maldita seas mujer.
Elionore siguió hablando, un poco descolocada por la nueva integrante del grupo. La pregunta que ella le hizo lo saco de sus obcenos pensamientos hacia la vampira rubia. Wallace volvio a fijar la vista en la chica y se quito la capucha dejando ver sus nuevas y aterradoras cicatrices, sabiendo que serian incomodas de ver. Con un agil y delicado movimiento de la mano cogio su cresta, larga hasta la cintura, repleta de trenzas y se la puso por delate.
-...Minero...mmmh...-se rascó la barba, poblada pero muy cuidadosamente recortada y miró a la rubia.-...mi codigo me exige ayudarte pero no lo hare solo por eso...mereces saber...-le susurro sonriendole, una sonrisa que no habria dedicado a nadie en mucho tiempo, le dolio incluso. Cuanto hacia que no hablaba con alguien con dos patas y brazos? Mientras decia aquello no se daba cuenta de que estaba acariciando con los dedos el medallon en forma de cuervo plateado.
El brujo miró entonces a la rubia. Estaba ciertamente un poco contento de ver una cara amiga. Suspiró y bebio un trago largo de esa rica cerveza amielada.
-...Ebano...que te trae por aqui?...-preguntó, dandose cuenta de que entre sus dorados cabellos residia una pequeña pluma negra. Wallace entrecerró los ojos y no dudo en alargar su poderosa mano para cogerla con cuidado.-...no puede ser....
Rubia, exuberantemente hermosa, mortal y jodida y deliciosamente vestida. Wallace fruncio el ceño y apretó las piernas pues esa mujer le estaba provocando cosas que no deberia sentir en aquella situacion. Negó con la cabeza ante la pregunta de la chica pero no podia dejar de mirar a la rubia.
Maldita seas mujer.
Elionore siguió hablando, un poco descolocada por la nueva integrante del grupo. La pregunta que ella le hizo lo saco de sus obcenos pensamientos hacia la vampira rubia. Wallace volvio a fijar la vista en la chica y se quito la capucha dejando ver sus nuevas y aterradoras cicatrices, sabiendo que serian incomodas de ver. Con un agil y delicado movimiento de la mano cogio su cresta, larga hasta la cintura, repleta de trenzas y se la puso por delate.
-...Minero...mmmh...-se rascó la barba, poblada pero muy cuidadosamente recortada y miró a la rubia.-...mi codigo me exige ayudarte pero no lo hare solo por eso...mereces saber...-le susurro sonriendole, una sonrisa que no habria dedicado a nadie en mucho tiempo, le dolio incluso. Cuanto hacia que no hablaba con alguien con dos patas y brazos? Mientras decia aquello no se daba cuenta de que estaba acariciando con los dedos el medallon en forma de cuervo plateado.
El brujo miró entonces a la rubia. Estaba ciertamente un poco contento de ver una cara amiga. Suspiró y bebio un trago largo de esa rica cerveza amielada.
-...Ebano...que te trae por aqui?...-preguntó, dandose cuenta de que entre sus dorados cabellos residia una pequeña pluma negra. Wallace entrecerró los ojos y no dudo en alargar su poderosa mano para cogerla con cuidado.-...no puede ser....
Wallace Mcgregor
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Re: No hay nada más doloroso que el tiempo [Quest] [Wallace+Ebano]
La incomodidad del brujo era más que notable. Sabía que la estaba mirando, no era para menos. Se había vestido para la ocasión, para que nadie pudiese rechazar su ayuda en cualquier trabajo; nunca sabía cuándo debía de parecer bien ante ojos ajenos...
La muchacha se mostraba incómoda. Ébano los observaba, uno a uno. Esbozó una sonrisa a la chica y dió un trago largo a su copa. No, no somos compañeros, no te cortes.. -dijo, sin dejar depercibir el gesto apresurado de la muchacha, al quitar su mano de las del brujo.
E-entonces… ¿me ayudará? -la muchacha inquirió de nuevo. Ébano alzó el mentón hacia el brujo, interesada en dichas palabras.. "Tal vez se cuece algo interesante.." -pensó. Cierto era, había venido siguiendo al cuervo extraño hasta Lunargenta.. Y allí, había ido de posada en posada. Lo había perdido de vista.
..Se había perdido un momento en sus pensamientos, sospechando que tal vez todo tuviese que ver con el pelirrojo.. y pensando que no debía ser posible, cuando volvió a clavar la vista en él.
Durante un leve instante su respiración se detuvo: nuevas cicatrices.. incluído el ojo. Y la trenza.. Más larga y roja. Recompuso el gesto, dándose cuenta de que más allá de impresión... Sentía cosas que no debía sentir. Porque ahora alguien nuevo ocupaba su mente, su casa, su,....
...Minero...mmmh......mi codigo me exige ayudarte pero no lo hare solo por eso...mereces saber... -decía él. Sus palabras la sacaron del limbo momentáneamente.
Sacudió la cabeza. Miró a la muchacha que miraba con esperanzas al brujo. Debía rechazar cualquier pensamiento.. obsceno sobre él y sobre su cresta larga acariciando su piel bajo la Luna..
Pero, era tan... Tan. Y ella había acudido a la ciudad para despejarse, para respirar aire diferente.. Para ver qué mensaje tenía que darle aquel W. M. Y echaba de menos aquellos tiempos de noches eternas en el regazo de hombres exóticos, de viajeros..
Se inclinó sobre la mesa, a sabiendas del panorama que dejaba en su escote y miró al brujo a los ojos. Parecía levemente aliviado por algo. Se dio cuenta entonces de que probablemente.. Habrían ocurrido muchas cosas desde que se vieron... A ella misma le habían ocurrido cosas, y raras. Y qué cosas.
...Ebano...que te trae por aqui?... -preguntó.
Lo miró, esbozando media sonrisa sugerente e inquirió- Podría preguntaros lo mismo. ¿Puedo saber de qué se trata.. Eso que tan misteriosamente os traéis entre manos? No quisiera interrumpir nada.. Pero me parecéis una muchacha.. bastante apenada como para dejar el destino de vuestro pesar en manos de este.. eh... Hombre. -finalizó mirando al brujo de nuevo, tras examinar los surcos de pena en el rostro de la chica. Ahora, él la miraba incrédulo.- ¿Qué demonios te ocurre ahora..?
Antes de que pudiese enfadarse, o decir cualquier estupidez.. Posiblemente propia de él, alzó una ceja y cogió su copa, mirándola con desdén sumida en sus pensamientos.- Un estúpido pájaro vino a mi casa... Interrumpió mis... quehaceres cotidianos y me arrastró la curiosidad. Y eso es todo. Busco algún trabajo ahora que el cuervo se ha largado y me ha dejado por aquí... En un principio pensé que llevaba un mensaje importante. Qué necia.. -dijo, y rió suave, guturalmente, mirándolos por encima del borde de la copa.
Off: editado el primer post y.. bueno, cualquier cosa, mp.
La muchacha se mostraba incómoda. Ébano los observaba, uno a uno. Esbozó una sonrisa a la chica y dió un trago largo a su copa. No, no somos compañeros, no te cortes.. -dijo, sin dejar depercibir el gesto apresurado de la muchacha, al quitar su mano de las del brujo.
E-entonces… ¿me ayudará? -la muchacha inquirió de nuevo. Ébano alzó el mentón hacia el brujo, interesada en dichas palabras.. "Tal vez se cuece algo interesante.." -pensó. Cierto era, había venido siguiendo al cuervo extraño hasta Lunargenta.. Y allí, había ido de posada en posada. Lo había perdido de vista.
..Se había perdido un momento en sus pensamientos, sospechando que tal vez todo tuviese que ver con el pelirrojo.. y pensando que no debía ser posible, cuando volvió a clavar la vista en él.
Durante un leve instante su respiración se detuvo: nuevas cicatrices.. incluído el ojo. Y la trenza.. Más larga y roja. Recompuso el gesto, dándose cuenta de que más allá de impresión... Sentía cosas que no debía sentir. Porque ahora alguien nuevo ocupaba su mente, su casa, su,....
...Minero...mmmh......mi codigo me exige ayudarte pero no lo hare solo por eso...mereces saber... -decía él. Sus palabras la sacaron del limbo momentáneamente.
Sacudió la cabeza. Miró a la muchacha que miraba con esperanzas al brujo. Debía rechazar cualquier pensamiento.. obsceno sobre él y sobre su cresta larga acariciando su piel bajo la Luna..
Pero, era tan... Tan. Y ella había acudido a la ciudad para despejarse, para respirar aire diferente.. Para ver qué mensaje tenía que darle aquel W. M. Y echaba de menos aquellos tiempos de noches eternas en el regazo de hombres exóticos, de viajeros..
Se inclinó sobre la mesa, a sabiendas del panorama que dejaba en su escote y miró al brujo a los ojos. Parecía levemente aliviado por algo. Se dio cuenta entonces de que probablemente.. Habrían ocurrido muchas cosas desde que se vieron... A ella misma le habían ocurrido cosas, y raras. Y qué cosas.
...Ebano...que te trae por aqui?... -preguntó.
Lo miró, esbozando media sonrisa sugerente e inquirió- Podría preguntaros lo mismo. ¿Puedo saber de qué se trata.. Eso que tan misteriosamente os traéis entre manos? No quisiera interrumpir nada.. Pero me parecéis una muchacha.. bastante apenada como para dejar el destino de vuestro pesar en manos de este.. eh... Hombre. -finalizó mirando al brujo de nuevo, tras examinar los surcos de pena en el rostro de la chica. Ahora, él la miraba incrédulo.- ¿Qué demonios te ocurre ahora..?
Antes de que pudiese enfadarse, o decir cualquier estupidez.. Posiblemente propia de él, alzó una ceja y cogió su copa, mirándola con desdén sumida en sus pensamientos.- Un estúpido pájaro vino a mi casa... Interrumpió mis... quehaceres cotidianos y me arrastró la curiosidad. Y eso es todo. Busco algún trabajo ahora que el cuervo se ha largado y me ha dejado por aquí... En un principio pensé que llevaba un mensaje importante. Qué necia.. -dijo, y rió suave, guturalmente, mirándolos por encima del borde de la copa.
~ ~ ~ ~
Off: editado el primer post y.. bueno, cualquier cosa, mp.
Ébano
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Re: No hay nada más doloroso que el tiempo [Quest] [Wallace+Ebano]
Las blancas mejillas de Elionore se rosaron un poco por la tonalidad de las palabras de la vampira, lo que hizo que sus siguientes palabras sonaran un poco entrecortadas.
Cuando el hombre descubrió su rostro, antes oculto bajo las sombras de una capucha, la mujer pudo examinar su rostro: tenía muchas cicatrices, posiblemente de sus hazañas como héroe. Tenía un ojo blanquecino, por lo que imaginó que dicho ojo estaba falto de vista, enmarcado un una gran cicatriz.
Pudo ver de qué manera se miraban. Se conocía, y parecía que eran antiguos amantes… Elionore suspiro con una leve sonrisa. Hacen tan buena pareja… ¿Cómo pudo morir su amor? Era una romántica empedernida, siempre había pensado que cada persona tiene un compañero de por vida, y ella ya había conocido al suyo. Una persona con la que querer despertar todas las mañanas, con la que compartir los propios gustos, con la que aunque te enfades no puedas estar sin ella, una persona con la que compartir la vida… Quizás era demasiado enamoradiza, pero esperó años y años hasta conocer a su marido, y nunca, incluso ahora, se había arrepentido de ello.
El muchacho, como cada mañana, entraba en la gran ciudad para poder ir al mercado. Sabía que ella estaría allí. Era una joven morena, de tez blanca. No sabía su nombre, pero ciertamente le tenía el corazón robado.
Él vivía en unas casas humildes en las afueras de la ciudad. Se dedicaba al campo, al cultivo y cuidaba un par de animales. Pero aquello no era lo que él quería, sino sus padres. Unos meses después de ver a la joven comprando en el mercado, se armó de valor y pidió trabajo como minero, ya que se ganaba un mejor sueldo. Cuando tuviera su propia casa, se acercaría a su amor y le pediría la mano.
Una mañana más, junto a la fuente. Sus ojos iban de una parada a la otra, de una calle a la plaza… la chica no estaba ¿Le habría pasado algo? Preocupado, ya estaba dispuesto irse, cuando al volverse, su mirada colisionó con los oscuros ojos de Elionore.
- Hola…- susurro tímida la chica, con una leve sonrisa en los labios.
Las mejillas del chico se pusieron rojas como un pimiento, su boca se abrió, intentando hablar, pero no podía, estaba tan nervioso. La chica se rió, llevándose la mano a la boca. Kenzo descubrió una cosa aquel día: nunca vería nada más bonito que la sonrisa de aquella muchacha.
Alargó la mano y coloco tras su oreja una rizada guedeja, en un gesto cariñoso y dulce.
Después de aquello, no pasaron ni un solo día separados.
- ...Minero...mmmh- aquella pequeña pausa casi mata a Elionore. ¿Por qué miraba a la rubia? ¿Acaso ahora que estaba ella ya no quería ayudarla? -...mi código me exige ayudarte pero no lo hare solo por eso...mereces saber...-
Sus ojos se abrieron mucho, iluminados por la emoción. Quería llorar de nuevo, pero aguantó aquellas terribles ganas. No debía de llorar más, pronto su amado volvería a estar junto a ella.
La sonrisa del brujo calmó el corazón de la joven, era sincero, sabía que podía confiar en él. Se sentía estúpida por lo pensamientos que había dirigido hacia ellos, pero de nuevo, aquello ya no importaba. Siguió los dedos del brujo, percatándose del colgante que portaba: era un collar con una especie de ave… parecía u cuervo.
Elionore, sin poder perder su sonrisa, apoyo la espalda en la silla, cogiendo su taza de chocolate caliente, bebiendo poco a poco.
Frunció el ceño al escuchar a la mujer, parecía… ¿Enfadada? Que había pasado, y cuando… porque ella no se había enterado… ¿Dejar el destino de vuestro pesar en manos de este hombre?... Que significaba aquello… dejó la taza en la mesa, dispuesta a preguntar, pero el brujo interrumpió sus planes.
Las palabras que ambos se dirigían sonaban como si quisieran atravesar la piel, para quedar instaladas en los mas dentro. Prefirió no meterse en la conversación, ya que parecía “privada”.
- Yo… voy a por algo de comer…- susurro antes de levantarse y salir, casi corriendo, hacia la barra. Miró de reojo a la pareja que aun estaba en la mesa. Realmente no quería interrumpirles, así que tardaría un poco en volver.
Cuando el hombre descubrió su rostro, antes oculto bajo las sombras de una capucha, la mujer pudo examinar su rostro: tenía muchas cicatrices, posiblemente de sus hazañas como héroe. Tenía un ojo blanquecino, por lo que imaginó que dicho ojo estaba falto de vista, enmarcado un una gran cicatriz.
Pudo ver de qué manera se miraban. Se conocía, y parecía que eran antiguos amantes… Elionore suspiro con una leve sonrisa. Hacen tan buena pareja… ¿Cómo pudo morir su amor? Era una romántica empedernida, siempre había pensado que cada persona tiene un compañero de por vida, y ella ya había conocido al suyo. Una persona con la que querer despertar todas las mañanas, con la que compartir los propios gustos, con la que aunque te enfades no puedas estar sin ella, una persona con la que compartir la vida… Quizás era demasiado enamoradiza, pero esperó años y años hasta conocer a su marido, y nunca, incluso ahora, se había arrepentido de ello.
El muchacho, como cada mañana, entraba en la gran ciudad para poder ir al mercado. Sabía que ella estaría allí. Era una joven morena, de tez blanca. No sabía su nombre, pero ciertamente le tenía el corazón robado.
Él vivía en unas casas humildes en las afueras de la ciudad. Se dedicaba al campo, al cultivo y cuidaba un par de animales. Pero aquello no era lo que él quería, sino sus padres. Unos meses después de ver a la joven comprando en el mercado, se armó de valor y pidió trabajo como minero, ya que se ganaba un mejor sueldo. Cuando tuviera su propia casa, se acercaría a su amor y le pediría la mano.
Una mañana más, junto a la fuente. Sus ojos iban de una parada a la otra, de una calle a la plaza… la chica no estaba ¿Le habría pasado algo? Preocupado, ya estaba dispuesto irse, cuando al volverse, su mirada colisionó con los oscuros ojos de Elionore.
- Hola…- susurro tímida la chica, con una leve sonrisa en los labios.
Las mejillas del chico se pusieron rojas como un pimiento, su boca se abrió, intentando hablar, pero no podía, estaba tan nervioso. La chica se rió, llevándose la mano a la boca. Kenzo descubrió una cosa aquel día: nunca vería nada más bonito que la sonrisa de aquella muchacha.
Alargó la mano y coloco tras su oreja una rizada guedeja, en un gesto cariñoso y dulce.
Después de aquello, no pasaron ni un solo día separados.
- ...Minero...mmmh- aquella pequeña pausa casi mata a Elionore. ¿Por qué miraba a la rubia? ¿Acaso ahora que estaba ella ya no quería ayudarla? -...mi código me exige ayudarte pero no lo hare solo por eso...mereces saber...-
Sus ojos se abrieron mucho, iluminados por la emoción. Quería llorar de nuevo, pero aguantó aquellas terribles ganas. No debía de llorar más, pronto su amado volvería a estar junto a ella.
La sonrisa del brujo calmó el corazón de la joven, era sincero, sabía que podía confiar en él. Se sentía estúpida por lo pensamientos que había dirigido hacia ellos, pero de nuevo, aquello ya no importaba. Siguió los dedos del brujo, percatándose del colgante que portaba: era un collar con una especie de ave… parecía u cuervo.
Elionore, sin poder perder su sonrisa, apoyo la espalda en la silla, cogiendo su taza de chocolate caliente, bebiendo poco a poco.
Frunció el ceño al escuchar a la mujer, parecía… ¿Enfadada? Que había pasado, y cuando… porque ella no se había enterado… ¿Dejar el destino de vuestro pesar en manos de este hombre?... Que significaba aquello… dejó la taza en la mesa, dispuesta a preguntar, pero el brujo interrumpió sus planes.
Las palabras que ambos se dirigían sonaban como si quisieran atravesar la piel, para quedar instaladas en los mas dentro. Prefirió no meterse en la conversación, ya que parecía “privada”.
- Yo… voy a por algo de comer…- susurro antes de levantarse y salir, casi corriendo, hacia la barra. Miró de reojo a la pareja que aun estaba en la mesa. Realmente no quería interrumpirles, así que tardaría un poco en volver.
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•Bueno, es ahora de deciros todo lo que estabais aguantando. Explicar todo lo que pasa hasta que llega Elionore y se sienta de nuevo en la mesa.
Wyn
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Re: No hay nada más doloroso que el tiempo [Quest] [Wallace+Ebano]
Fue cuando la chica se fue, dejandolos a solas, cuando el brujo miro fijamente a la rubia. Su mirada era fria y apuñaladora. No le iba a apsar ni una. Ahora era un brujo, un Cuervo, un lider.
-Si te crees que por seguir a uno de mis cuervos te voy a dejar entrar lo llevas claro mujer...-le dijo con voz borde, duro y bruto. Gruñio y pego un trago, viril y poderoso.-...no eres digna de ello...al fin y al cabo hace un año eras mi presa y ahora...
Ahora te haria mia. Te romperia en mil pedazos para tenerte.
...podrias seguir siendolo! -le dijo apretando la mano alrededor de la jarra. Wallace intento no pensar en lo mucho que le gustaba aquella mujer. Gruño otra vez pues le daba mucha rabia que le provocara de esa manera. Con sus ojos, sus colmillos, su pelo. Wallace tenia una mision ahora, subiria de prestigio al clan y eso era lo unico que importaba.
Pero un cuervo la habia guiado...
Wallace sabia que si no hacia caso a ese indicio alguien se cabrearia.
El Cuervo la a elegido...
Wallace silenco las voces de su cabeza y volvio a beber, dejando la pluma en la mesa. Tenia que serenarse. Tenia que dejarle claro a esa mujer que EL mandaba.
- Ya que estas aqui..me ayudaras...tu quedate con la recompensa, si hay, pero vendras conmigo...tengo muuchas preguntas que hacerte...mujer...-dijo con voz ronca, autoritario. Sabia perfectamente que esa mujer le diria de todo. Lo veia claro en sus ojos. El desafio, el poder que sa mujer tenia. Un poder que al brujo le gustaba aunque no quisiera reconocerlo.
Suspiró intentando relajarse y la miró a los ojos.
- Al fin y al cabo...todas sois iguales...
-Si te crees que por seguir a uno de mis cuervos te voy a dejar entrar lo llevas claro mujer...-le dijo con voz borde, duro y bruto. Gruñio y pego un trago, viril y poderoso.-...no eres digna de ello...al fin y al cabo hace un año eras mi presa y ahora...
Ahora te haria mia. Te romperia en mil pedazos para tenerte.
...podrias seguir siendolo! -le dijo apretando la mano alrededor de la jarra. Wallace intento no pensar en lo mucho que le gustaba aquella mujer. Gruño otra vez pues le daba mucha rabia que le provocara de esa manera. Con sus ojos, sus colmillos, su pelo. Wallace tenia una mision ahora, subiria de prestigio al clan y eso era lo unico que importaba.
Pero un cuervo la habia guiado...
Wallace sabia que si no hacia caso a ese indicio alguien se cabrearia.
El Cuervo la a elegido...
Wallace silenco las voces de su cabeza y volvio a beber, dejando la pluma en la mesa. Tenia que serenarse. Tenia que dejarle claro a esa mujer que EL mandaba.
- Ya que estas aqui..me ayudaras...tu quedate con la recompensa, si hay, pero vendras conmigo...tengo muuchas preguntas que hacerte...mujer...-dijo con voz ronca, autoritario. Sabia perfectamente que esa mujer le diria de todo. Lo veia claro en sus ojos. El desafio, el poder que sa mujer tenia. Un poder que al brujo le gustaba aunque no quisiera reconocerlo.
Suspiró intentando relajarse y la miró a los ojos.
- Al fin y al cabo...todas sois iguales...
Wallace Mcgregor
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Re: No hay nada más doloroso que el tiempo [Quest] [Wallace+Ebano]
Paso a primera persona.
La muchacha nos miraba extraño. Bebía chocolate. El olor dulzón del chocolate se estaba colando por mi nariz y me estaba sumiendo en una sensación de... ejem. Era el chocolate. Seguro. Me removí en el asiento mientras veía a la muchacha alejarse. La seguí con la mirada un rato, porque comenzaba a sentir la honda mirada de alguien en mi.
Giré el rostro lentamente hacia él, clavando los ojos como puñales en los suyos. Que estaban clavados en los míos. Bebí de la copa manteniendo la mirada y la dejé con sumo cuidado en la mesa. Me moví, consciente del movimiento del pelo sobre mis pechos y lo observé.
Mierda. Seguía siendo arrogantemente seductor. Joder, no.
Si te crees que por seguir a uno de mis cuervos te voy a dejar entrar lo llevas claro mujer....no eres digna de ello... al fin y al cabo hace un año eras mi presa y ahora... -alcé una ceja. ¿Qué? ¿En serio? ¿Se iba a poner a la defensiva ahora? Estúpido...- ...podrias seguir siendolo!
Apreté los dientes. Recordaba perfectamente aquellas horribles horas en compañía de aquella estúpida y asquerosa criatura... Y no pensaba en trasgos. Era condenada y jodidamente astuto cuando quería. Miraba con sorna. Y me ponía a mil. ¡NO! No, Ébano, no.
O sí.
¡No!
No sabía a dónde narices me tenía que llevar el maldito pájaro, y esperaba que no fuese con él. Aunque mi cuerpo esperaba, ansiaba otra cosa en ese momento. Por otro lado, si a él le fastidiaba tener que llevarme a donde fuese por culpa del pájaro.. Insistiría, oh, ya lo creo que insistiría.
Me estaba cabreando con su expresión con sorna, sus gruñidos, y sus ojos fríos. Y lo demás, a juzgar por mis sentidos estaba, no precisamente frío.. Todo lo contrario.
Sonreí de lado, arrogante. Si le calentaba aquella situación, pensaba aprovecharla contra él.
Ya que estas aqui..me ayudaras...tu quedate con la recompensa, si hay, pero vendras conmigo...tengo muuchas preguntas que hacerte...mujer... -me incorporé en la silla y apoyé los codos en la mesa, acercándome a su rostro lentamente, conforme hablaba. Vamos... Dilo, vas a decir algo que va a joder todo esto, vas a despertar al diablo y te vas a arrepentir, cariño. Estaba cerca de su rostro. Entre abrí la boca cerca de la suya. Sí quería jugar a joder.. Era a lo que mejor sabía jugar- Al fin y al cabo...todas sois iguales...
ZAS. Le crucé la cara, con la mano abierta y bastante fuerza para aquel momento. A nada había estado de rozar sus labios, intuyendo lo que vendría.
Cabrón. -di un trago a mi copa sin separarme de donde estaba, muy cerca de él, mirándolo fijamente y con los colmillos cada vez más largos- No eres quién para decirme si soy digna o no... Iré a donde me de la gana, con el pájaro que me de la gana. -entrecerré los ojos y seguí, señalando a la muchacha con la cabeza- Os ayudaré, sí, porque, ¿sabes? ¡Ah, sí! Ella no sabe que de pronto puede darte por cazar PERSONAS, y tampoco sabe que luego sueles desaparecer sin decir ni mu, después de meter a más gente en un lío de cojones del que no sabes salir, necio.
Pero su voz ronca seguía resonando en mi cabeza, y aquello me excitaba, lo quisiese, o no. La gente nos estaba mirando. Estaba montándole un numerito, pero me empezaba a dar completamente igual. Me incliné, dejando al descubierto casi la totalidad de mis pechos, consciente de su efecto y me volví a relajar sobre el asiento.- Además, no sé qué preguntas quieres hacerme, ¿qué coño te importo yo? Ah, no, espera, don musculitos egocéntrico tiene preguntas sobre si mismo.. ¡Tiene preguntas! Depende de los demás. De poco va a servirte si todas somos iguales. -respiraba entrecortadamente.
Verlo tan cerca de mi solo empeoraba la situación. Empezaba a decir incoherencias, o lo haría pronto. Mi mente vagaba entre apartar la mesa, lanzarlo al suelo y entregarme a él, y entre clavarle las uñas a la vez que los dientes en el cuello.
Ébano
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Re: No hay nada más doloroso que el tiempo [Quest] [Wallace+Ebano]
Elionore estaba en la mesa del fondo de la taberna. Había pedido si le podían hacer unas galletas de canela, el chico de la cocina era nuevo, sabía que tardaría en dárselas.
Estaba con el codo apoyado sobre la madera, y la cabeza en la mano, ladeando de manera tierna sus labios. Por su cabeza volaban miles de pensamientos. No sabía qué hacer cuando viese de nuevo a su marido… bueno, si lo sabía. Aquel pensamiento en concreto hizo que la joven se pusiera roja como las rosas en primavera. Tenía que contarle tantas cosas… lo abrazaría para no soltarlo nunca más.
Un sonido sordo la sacó de su mar de pensamientos. Volvió la cabeza, para ver que la rubia le había pegado una bofetada al brujo, ya que este aun tenía la mejilla rosada, con la marca de una mano pequeñita. La vampira estaba prácticamente sobre la mesa, a centímetros de él, sus pechos parecían rebosar de aquel corpiño…
Elionore sacudió la cabeza y se dio la vuelta de nuevo, no debía espiarles, y mucho menos mirar el cuerpo de aquella mujer de aquella manera. Aunque parecía que no era la única que había visto lo sucedido.
Podía escuchar las voces de ambos, pero no llegaba a entender lo que decían. Su ceño se frunció, ¿Se había callado? No podía escuchar a ninguno de los dos… ¿Se habrían matado?
De nuevo Elionore giró la cabeza, lentamente. Lo que vio hizo abrir mucho los ojos. Si, debo de tardar un poco… una pequeña risilla resonó dentro de ella.
Tenía la mirada fija en una flor, era azul, como la que Kenzo le había regalado una vez…
-¿Es para mí?- preguntó la muchacha coqueta, aceptando la flor.
-Claro…- dijo él acariciando su mejilla. Le cogió la flor de nuevo de la mano con delicadeza y la coloco en su pelo, tras su oreja. -…eres tan hermosa, Elionore.- sus dedos acariciaron aquella piel tan fina.
La chica se acurruco a su lado. Estaban en la cima de una pequeña montaña, no muy lejos de la ciudad. Había un lago, aunque a esas horas aun estaría el agua helada. Elionore se había pasado horas domando su cabello para estar guapa para él, y parecía que había resultado… aunque para el siempre estaba perfecta.
-Elionore… me gustaría decirte algo…- carraspeo Kenzo antes de hablar. No quería meter la pata.
Ella se incorporó, mirándole a los ojos, le gustaban tanto aquellos ojos del color del océano. Se imaginaba toda la vida mirando aquellos mismos ojos. Nunca se cansaría.
- Yo…- como decirle con palabras a una persona lo que ni tú mismo sabes explicarte. ¿Amor? Aquella palabra se quedaba corta. El no sentía amor, lo suyo era incluso más fuerte, sincero y poderoso que el amor. ¿Cómo poder explicarlo?
Sus dedos se posaron tras su nuca, acariciando su negro cabello. Sus labios se unieron lentamente, en un beso tremendamente tierno. Si, aquella era la mejor forma de demostrarse.
Aquel fue el primer beso de muchos.
El muchacho dejo el plato de galletas en la barra, haciendo que Elionore dice un respigo. Había pasado rato, así que podría ir a la mesa tranquilamente…
Llegó, y tras dejar el plato en el centro de la mesa, se sentó junto a ellos. No dijo nada, ya que no quería importunar. Simplemente les ofreció compartir tentempié con un gesto con las manos.
Estaba con el codo apoyado sobre la madera, y la cabeza en la mano, ladeando de manera tierna sus labios. Por su cabeza volaban miles de pensamientos. No sabía qué hacer cuando viese de nuevo a su marido… bueno, si lo sabía. Aquel pensamiento en concreto hizo que la joven se pusiera roja como las rosas en primavera. Tenía que contarle tantas cosas… lo abrazaría para no soltarlo nunca más.
Un sonido sordo la sacó de su mar de pensamientos. Volvió la cabeza, para ver que la rubia le había pegado una bofetada al brujo, ya que este aun tenía la mejilla rosada, con la marca de una mano pequeñita. La vampira estaba prácticamente sobre la mesa, a centímetros de él, sus pechos parecían rebosar de aquel corpiño…
Elionore sacudió la cabeza y se dio la vuelta de nuevo, no debía espiarles, y mucho menos mirar el cuerpo de aquella mujer de aquella manera. Aunque parecía que no era la única que había visto lo sucedido.
Podía escuchar las voces de ambos, pero no llegaba a entender lo que decían. Su ceño se frunció, ¿Se había callado? No podía escuchar a ninguno de los dos… ¿Se habrían matado?
De nuevo Elionore giró la cabeza, lentamente. Lo que vio hizo abrir mucho los ojos. Si, debo de tardar un poco… una pequeña risilla resonó dentro de ella.
Tenía la mirada fija en una flor, era azul, como la que Kenzo le había regalado una vez…
-¿Es para mí?- preguntó la muchacha coqueta, aceptando la flor.
-Claro…- dijo él acariciando su mejilla. Le cogió la flor de nuevo de la mano con delicadeza y la coloco en su pelo, tras su oreja. -…eres tan hermosa, Elionore.- sus dedos acariciaron aquella piel tan fina.
La chica se acurruco a su lado. Estaban en la cima de una pequeña montaña, no muy lejos de la ciudad. Había un lago, aunque a esas horas aun estaría el agua helada. Elionore se había pasado horas domando su cabello para estar guapa para él, y parecía que había resultado… aunque para el siempre estaba perfecta.
-Elionore… me gustaría decirte algo…- carraspeo Kenzo antes de hablar. No quería meter la pata.
Ella se incorporó, mirándole a los ojos, le gustaban tanto aquellos ojos del color del océano. Se imaginaba toda la vida mirando aquellos mismos ojos. Nunca se cansaría.
- Yo…- como decirle con palabras a una persona lo que ni tú mismo sabes explicarte. ¿Amor? Aquella palabra se quedaba corta. El no sentía amor, lo suyo era incluso más fuerte, sincero y poderoso que el amor. ¿Cómo poder explicarlo?
Sus dedos se posaron tras su nuca, acariciando su negro cabello. Sus labios se unieron lentamente, en un beso tremendamente tierno. Si, aquella era la mejor forma de demostrarse.
Aquel fue el primer beso de muchos.
El muchacho dejo el plato de galletas en la barra, haciendo que Elionore dice un respigo. Había pasado rato, así que podría ir a la mesa tranquilamente…
Llegó, y tras dejar el plato en el centro de la mesa, se sentó junto a ellos. No dijo nada, ya que no quería importunar. Simplemente les ofreció compartir tentempié con un gesto con las manos.
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- Buenos chicos. :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
•Bueno, llegó la hora de ponerse de acuerdo. Wallace y Ébano, decidid si vais juntos, aunque aun hayan roces entre vosotros.
•Preguntadle a Elionore cualquier cosa si creéis que es conveniente para la misión.
•Debéis permanecer en la taberna, nadie se puede ir.
Wyn
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Re: No hay nada más doloroso que el tiempo [Quest] [Wallace+Ebano]
Wallace miraba a la vampira con los ojos muy abiertos. No se podia creer lo que habia hecho.
-...esto...no ha tenido que pasar....-gruño mientras se sentaba. Despues de la bofetada su mente le habia rugido para que la matara alli mismo pero cuando se dio cuenta la estaba besando. Besando! Él, el Gran Cuervo besando a una vampira! a su archienemiga! El brujo no se lo podia creer.-...te matare por esto...rubita...-le susurró con voz ronca, mas de deseo que de odio.
Su cuerpo habia respondido al estimulo de sus suaves labios. Oh si que habia respondido si...debia controlarse o pareceria un muchachito virgen e inexperto. Wallace cerró los ojos, suspiró y se levantó justo cuando Elionore se acercaba con una bandeja de galletas recien horneadas. Cogio unas cuantas y la miró a los ojos.
-Mañana...ella y yo partiremos para buscar a tu marido...-le dijo acariciando con los nudilos su mejilla.-..lo encontraremos, este donde este...-antes de irse hacia las habitaciones, miro a la rubia. Una mirada de odio, reto y deseo mezclados.
No vuelvas a besarla.
Pero te ha gustado.
Jamas, ella es como todas.
Oh vamos Wallace, la deseas...se nota entre tus piernas.
Callate joder...callate ya.
Bah...necesitas una Garra.
Jamas.
Cerró la puerta de un golpe y se quito las cosas, la ropa y se quedo en calzones, mirando por la ventana como el sol se hundia y dejaba salir a su hermana la Luna. Miró de reojo la chimenea con un leve movimiento de la mano se encendio. El brujo no pudo evitar sonreir. Sus habilidades brujeriles iban creciendo al igual que su fuerza. Se sentó en el sillón de cuero y se preparó su pipa, pensando en lo mucho que hacia que no fumaba tranquilo.
-Y por que no dejo de pensar en esa rubita...-susurró mirando el fuego, fumando tranquilamente. Estaba claro que verla le habia gustado pero...pero debia cambiar las cosas. El era un lider. Un cuervo.
-...esto...no ha tenido que pasar....-gruño mientras se sentaba. Despues de la bofetada su mente le habia rugido para que la matara alli mismo pero cuando se dio cuenta la estaba besando. Besando! Él, el Gran Cuervo besando a una vampira! a su archienemiga! El brujo no se lo podia creer.-...te matare por esto...rubita...-le susurró con voz ronca, mas de deseo que de odio.
Su cuerpo habia respondido al estimulo de sus suaves labios. Oh si que habia respondido si...debia controlarse o pareceria un muchachito virgen e inexperto. Wallace cerró los ojos, suspiró y se levantó justo cuando Elionore se acercaba con una bandeja de galletas recien horneadas. Cogio unas cuantas y la miró a los ojos.
-Mañana...ella y yo partiremos para buscar a tu marido...-le dijo acariciando con los nudilos su mejilla.-..lo encontraremos, este donde este...-antes de irse hacia las habitaciones, miro a la rubia. Una mirada de odio, reto y deseo mezclados.
No vuelvas a besarla.
Pero te ha gustado.
Jamas, ella es como todas.
Oh vamos Wallace, la deseas...se nota entre tus piernas.
Callate joder...callate ya.
Bah...necesitas una Garra.
Jamas.
Cerró la puerta de un golpe y se quito las cosas, la ropa y se quedo en calzones, mirando por la ventana como el sol se hundia y dejaba salir a su hermana la Luna. Miró de reojo la chimenea con un leve movimiento de la mano se encendio. El brujo no pudo evitar sonreir. Sus habilidades brujeriles iban creciendo al igual que su fuerza. Se sentó en el sillón de cuero y se preparó su pipa, pensando en lo mucho que hacia que no fumaba tranquilo.
-Y por que no dejo de pensar en esa rubita...-susurró mirando el fuego, fumando tranquilamente. Estaba claro que verla le habia gustado pero...pero debia cambiar las cosas. El era un lider. Un cuervo.
Wallace Mcgregor
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Re: No hay nada más doloroso que el tiempo [Quest] [Wallace+Ebano]
Y pareció que su inconsciente simpatizaba con el mío porque sin darme cuenta, ¡estaba besandome!
Y lo peor
Me estaba gustando. Había entregado a él mi boca y había tratado de beber de él, de su furia, con mi odio. Cuando se separó, yo estaba temblando, confusa, y con la expresión anonadada.
¿Q-Qué crees que haces? ¡Estúpido!
..esto...no ha tenido que pasar.......te matare por esto...rubita..
Oh, encima que te permito..
Bien, al menos estábamos de acuerdo en algo. Lo odiaba, odiaba aquello. Odiaba no tener voluntad sobre mi y eso era precisamente lo que él hacía conmigo cuando estaba cerca.
Estaba confusa, absorta. Mi cuerpo quería más, quería fuerza, dureza y quería su torso aprisionándome contra una pared.
¡NO! No le deseas y no lo harás, Ébano. Suspiré mientras miraba de reojo a la muchacha que volvía, conteniéndome. Ella no tenía por qué presenciar ninguna pelea y si le decía al brujo todo lo que pensaba, se me echaría encima y esperaba que para pegarme esta vez, porque no pensaba volver a regalarle otro beso.
Mañana...ella y yo partiremos para buscar a tu marido....lo encontraremos, este donde este..
Miré de reojo su figura, alta, imponente. Tan sumamente atractiva y provocadora de... Odio. De odio. Cerré fuertemente los ojos y miré a la muchacha con una sonrisa renovada.
Seguro que encontramos una solución. No quiero dormir bajo el mismo techo que él.. -dije, asegurándome, o esperando que él me oyese- ¿Podría.. quedarme contigo?
No me apetecía estar sola. No después de sabre lo que era la compañía de un hombre de verdad, de un hombre como yo...(xD) Elionor asintió. Cogió galletas, cogí una, por cortesía, y la seguí hacia fuera de la posada. Su casa estaba cerca. Pequeña, acogedora y muy bonita... Me indicó una habitación y entré, agradeciéndole las molestias.
Y sin más preámbulos.. me tumbé, tratando de dormir, de no pensar. Pero recuerdos de melenas rojizas, ojos furiosos y labios sedosos atormentaron mis pesadillas... Causantes de expresión cansada a la noche siguiente. Esperé donde la muchacha me dijo, en la puerta, no sabía si el brujo acudiría o si lo haríamos nosotras...
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Lamento que sea cortito. Wall... ¿No deberías poner que es pr la mañana? Pones que anochece pero esto empezó al amanecer no? En fin. He puesto lo de la noche por eb, vampirismo y eso xD
Y lo peor
Me estaba gustando. Había entregado a él mi boca y había tratado de beber de él, de su furia, con mi odio. Cuando se separó, yo estaba temblando, confusa, y con la expresión anonadada.
¿Q-Qué crees que haces? ¡Estúpido!
..esto...no ha tenido que pasar.......te matare por esto...rubita..
Oh, encima que te permito..
Bien, al menos estábamos de acuerdo en algo. Lo odiaba, odiaba aquello. Odiaba no tener voluntad sobre mi y eso era precisamente lo que él hacía conmigo cuando estaba cerca.
Estaba confusa, absorta. Mi cuerpo quería más, quería fuerza, dureza y quería su torso aprisionándome contra una pared.
¡NO! No le deseas y no lo harás, Ébano. Suspiré mientras miraba de reojo a la muchacha que volvía, conteniéndome. Ella no tenía por qué presenciar ninguna pelea y si le decía al brujo todo lo que pensaba, se me echaría encima y esperaba que para pegarme esta vez, porque no pensaba volver a regalarle otro beso.
Mañana...ella y yo partiremos para buscar a tu marido....lo encontraremos, este donde este..
Miré de reojo su figura, alta, imponente. Tan sumamente atractiva y provocadora de... Odio. De odio. Cerré fuertemente los ojos y miré a la muchacha con una sonrisa renovada.
Seguro que encontramos una solución. No quiero dormir bajo el mismo techo que él.. -dije, asegurándome, o esperando que él me oyese- ¿Podría.. quedarme contigo?
No me apetecía estar sola. No después de sabre lo que era la compañía de un hombre de verdad, de un hombre como yo...(xD) Elionor asintió. Cogió galletas, cogí una, por cortesía, y la seguí hacia fuera de la posada. Su casa estaba cerca. Pequeña, acogedora y muy bonita... Me indicó una habitación y entré, agradeciéndole las molestias.
Y sin más preámbulos.. me tumbé, tratando de dormir, de no pensar. Pero recuerdos de melenas rojizas, ojos furiosos y labios sedosos atormentaron mis pesadillas... Causantes de expresión cansada a la noche siguiente. Esperé donde la muchacha me dijo, en la puerta, no sabía si el brujo acudiría o si lo haríamos nosotras...
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Lamento que sea cortito. Wall... ¿No deberías poner que es pr la mañana? Pones que anochece pero esto empezó al amanecer no? En fin. He puesto lo de la noche por eb, vampirismo y eso xD
Ébano
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Re: No hay nada más doloroso que el tiempo [Quest] [Wallace+Ebano]
Tensión, mucha tensión, la suficiente como para sacar un cuchillo y cortarla a rebanadas. Antes de volverse para coger las galletas, Elionore había disto aquel beso… aquella pareja le transmitía amor y odio. Digna historia de amor de una pareja fogosa.
Se acercaba a la mesa a pasa lento, intentando no mirarles a los ojos, aunque le era inevitable. Estaba sentada, con las manos en su regazo, la punta de sus pies parecían bailar en la suelo, dibujando invisibles formas.
- Mañana...ella y yo partiremos para buscar a tu marido....lo encontraremos, este donde este…- la mirada del hombre hacia la rubia podría haber helado toda Lunargenta. Claramente, no lograba entender aquella relación.
Aunque Ébano no se quedó corta, sus ojos transmitían un odio increíble. Le asombra el cambio de su expresión, parecía poder diferenciar mucho sus actos. En aquel sentido, Elionore envidiaba a aquella mujer, pensando en que le gustaría ser tan fuerte como ella.
La petición de la vampira hizo aflorar una sonrisa en los labios de la mujer.
- Claro… tenía pensado invitaros a los dos…- frunció levemente los morros, mirando hacia la dirección por la que se había ido el brujo. -… pero quizás así mejor.-
Elionore y Ébano se dirigieron a su casa, no era muy grande, pero estaba muy cuidada, había invertido mucho amor en ella. Le preparó la habitación que un día había destinado para sus hijos, pero ya no hacía falta aquella habitación, así que pasó a ser la de invitados.
Se despidió de la mujer, deseándole las buenas noches.
Se acercaba a la mesa a pasa lento, intentando no mirarles a los ojos, aunque le era inevitable. Estaba sentada, con las manos en su regazo, la punta de sus pies parecían bailar en la suelo, dibujando invisibles formas.
- Mañana...ella y yo partiremos para buscar a tu marido....lo encontraremos, este donde este…- la mirada del hombre hacia la rubia podría haber helado toda Lunargenta. Claramente, no lograba entender aquella relación.
Aunque Ébano no se quedó corta, sus ojos transmitían un odio increíble. Le asombra el cambio de su expresión, parecía poder diferenciar mucho sus actos. En aquel sentido, Elionore envidiaba a aquella mujer, pensando en que le gustaría ser tan fuerte como ella.
La petición de la vampira hizo aflorar una sonrisa en los labios de la mujer.
- Claro… tenía pensado invitaros a los dos…- frunció levemente los morros, mirando hacia la dirección por la que se había ido el brujo. -… pero quizás así mejor.-
Elionore y Ébano se dirigieron a su casa, no era muy grande, pero estaba muy cuidada, había invertido mucho amor en ella. Le preparó la habitación que un día había destinado para sus hijos, pero ya no hacía falta aquella habitación, así que pasó a ser la de invitados.
Se despidió de la mujer, deseándole las buenas noches.
**
Cuando despertó, aprovecho para recojer la casa, asearse, hacer algo de cena...
Pensando que quizás la vampira ya estaría preparada, se dirigió a la puerta, donde habían quedado, bajo la sombra de un pequeño toldo.
- Buenas noches, Ébano…- susurro la mujer al verla esperando, contenta de que acudirá a la cita. -… espero que hayas descansado.- le sonrió, dejando ser sus blancos pero pequeños dientes. – Esto… ¿te puedo hacer una pregunta?...- esperó un par de segundos para seguir hablando. -…es que… bueno sé que tu eres Ébano, el te llamó así, espero no meter la pata- esto último lo dijo más bien para sí misma- ¿pero él? ¿Cómo se llama él?- Alzó la mirada, viendo como su guerrero se acercaba a ellas.
Pensando que quizás la vampira ya estaría preparada, se dirigió a la puerta, donde habían quedado, bajo la sombra de un pequeño toldo.
- Buenas noches, Ébano…- susurro la mujer al verla esperando, contenta de que acudirá a la cita. -… espero que hayas descansado.- le sonrió, dejando ser sus blancos pero pequeños dientes. – Esto… ¿te puedo hacer una pregunta?...- esperó un par de segundos para seguir hablando. -…es que… bueno sé que tu eres Ébano, el te llamó así, espero no meter la pata- esto último lo dijo más bien para sí misma- ¿pero él? ¿Cómo se llama él?- Alzó la mirada, viendo como su guerrero se acercaba a ellas.
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•Bueno Wallace, Ébano, preguntad lo que necesitéis como información.
•Ya es hora de que empecéis la aventura, así que no hace falta que sean estos post que vienen ahora, sino los siguientes, cuando partáis.
•Procurad no mataros.
Última edición por Wyn el Lun Nov 24 2014, 22:39, editado 1 vez
Wyn
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Re: No hay nada más doloroso que el tiempo [Quest] [Wallace+Ebano]
-Wallace....-dijo de golpe el brujo, llegando donde estaban ellas plenamente equipado, con su nueva armadura, su espada en la espalda y su cresta puesta en un moño de guerrero.- Wallace McGregor, brujo y lider de los Cuervos de Plata...-le dijo solemne sin poder evitar hinchar un poco el pecho del orgullo y la masculinidad que irradiaba.
El brujo miró entonces a la vampira y le saludo con una simple sonrisa. Debia seguir el codigo y portarse como un lider. Se acercó a elionore y le cogio la mano, besandosela.
- Mi espada protegera a tu marido y mis brazos llevaran su cuerpo si es necesario...palabra de Cuervo...-le dijo mirandola a los ojos. La muchacha, levemente sonrojada asintió, agradecida.- Donde fue la ultima vez que viste a tu marido?
-Las minas...desde alli enviaron la ultima carta...-dijo, apenada, mirando el suelo. El brujo miro a la rubia y luego alzo el mentón de la chiquilla.
- Lo encontraremos...
La dejaron atras en pocos minutos, acercandose a las puertas de la gran ciudad rumbo a las minas. Habia poca gente en la calle pues la luna ya habia salido en toda su plenitud. Wallace la miraba mientras esperaban a que abriesen el portón secundario. Se puso la capucha y miro a Ebano.
-...el cuervo...te llevo hasta mi...lo que quiere decir que la Madre Cuervo quiere que vengas conmigo al Nido...asi que..debo llevarte...cuando Elionore este con su marido...-le susurró, mirandola a los ojos.
El brujo miró entonces a la vampira y le saludo con una simple sonrisa. Debia seguir el codigo y portarse como un lider. Se acercó a elionore y le cogio la mano, besandosela.
- Mi espada protegera a tu marido y mis brazos llevaran su cuerpo si es necesario...palabra de Cuervo...-le dijo mirandola a los ojos. La muchacha, levemente sonrojada asintió, agradecida.- Donde fue la ultima vez que viste a tu marido?
-Las minas...desde alli enviaron la ultima carta...-dijo, apenada, mirando el suelo. El brujo miro a la rubia y luego alzo el mentón de la chiquilla.
- Lo encontraremos...
La dejaron atras en pocos minutos, acercandose a las puertas de la gran ciudad rumbo a las minas. Habia poca gente en la calle pues la luna ya habia salido en toda su plenitud. Wallace la miraba mientras esperaban a que abriesen el portón secundario. Se puso la capucha y miro a Ebano.
-...el cuervo...te llevo hasta mi...lo que quiere decir que la Madre Cuervo quiere que vengas conmigo al Nido...asi que..debo llevarte...cuando Elionore este con su marido...-le susurró, mirandola a los ojos.
Wallace Mcgregor
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Re: No hay nada más doloroso que el tiempo [Quest] [Wallace+Ebano]
Observé cómo llegaba de camino a nosotras. La muchacha me había preguntado, pero era inutil responderle... Él y su orgullo lo hicieron en seguida.
Los miré, eché los ojos en blanco y me adelanté un tanto.
Sí, querida. Puedes llamarme Ébano.
Había caminado unos pasos. Cerré los ojos, suspiré y me di la vuelta, con renovada expresión agradable para la muchacha. Wallace estaba hablando con la muchacha, animándola.
Mi espada protegera a tu marido y mis brazos llevaran su cuerpo si es necesario...palabra de Cuervo... ¿Donde fue la ultima vez que viste a tu marido? -le preguntaba.
Una repentina sensación de enfado me recorrió. ¿Era posible? ¿Celos? ¿De aquel impresentable con cuerpo escultural y cabello condena.. No. Ébano. Además... Se le veía un rollo raro con Amaranth. Y a ti no te gusta, no señor.
Las minas...desde alli enviaron la ultima carta...
Lo encontraremos... -dijeron. Alcé una ceja ante la mirada de él y comenzamos a caminar. Me puse a la altura de ambos, mirando de soslayo a cada uno, indagando sobre la muchacha e ignorando el deseo nocturno que sobre esas horas solía satisfacer y que esta vez se centraba en el brujo, tanto hambre, como deseo carnal. Pero no pensaba volver a regalarle otro beso, ni mucho menos.
Y dime, Elionore.. ¿Cuánto tiempo hace de aquello? ¿Y en la carta.. crees que ponía algo relevante? ¿La conservas? -no era la primera vez que trataba de indagar cosas, de hecho, a menudo se valía de ello para ganar algo de dinero.- ¿Había ocurrido algo reciéntemente que te haga pensar en un... posible desvío de las minas o algún hecho extraño? -dejé tiempo para pensar a la muchacha en todo aquello, nos habíamos detenido en el portón, esperando permiso para salir. Wallace se me acercó. Demasiado cerca. Alcé la mirada desafiante y fría hacia él.
Si tanto odio me tenía como trató de aparentar.. Que así fuese. No tenía por qué fingir ahora.
...el cuervo...te llevo hasta mi...lo que quiere decir que la Madre Cuervo quiere que vengas conmigo al Nido...asi que..debo llevarte...cuando Elionore este con su marido... -me dijo, mientras se abrían las puertas. Descubrí mi cabeza. Era noche abierta, era mi elemento y quería sentirme bien. Los colmillos me crecían, como los sentidos, alerta.
No veo por qué me quieres conmigo, si tal es el odio que profesas, mortal. -dije, con ironía. Lo miré de arriba a abajo y me mordí el labio, profusamente, esbocé media sonrisa, tal cual hacía con cada extraño. Esperaba que aquello le incomodase, que viese que tratándome con odio porque sí, desde que me conoció, era improductivo, pero si eso quería.. Eso iba a tener. Y podíamos jugar los dos... Ya se vería quién jugaba más sucio- De modo que no veo por qué tiene que fingir una amabilidad que no sientes, encanto. -pasé un dedo solitario por su pecho hasta su cuello y miré a la muchacha, animándola a responder mis preguntas.
Los miré, eché los ojos en blanco y me adelanté un tanto.
Sí, querida. Puedes llamarme Ébano.
Había caminado unos pasos. Cerré los ojos, suspiré y me di la vuelta, con renovada expresión agradable para la muchacha. Wallace estaba hablando con la muchacha, animándola.
Mi espada protegera a tu marido y mis brazos llevaran su cuerpo si es necesario...palabra de Cuervo... ¿Donde fue la ultima vez que viste a tu marido? -le preguntaba.
Una repentina sensación de enfado me recorrió. ¿Era posible? ¿Celos? ¿De aquel impresentable con cuerpo escultural y cabello condena.. No. Ébano. Además... Se le veía un rollo raro con Amaranth. Y a ti no te gusta, no señor.
Las minas...desde alli enviaron la ultima carta...
Lo encontraremos... -dijeron. Alcé una ceja ante la mirada de él y comenzamos a caminar. Me puse a la altura de ambos, mirando de soslayo a cada uno, indagando sobre la muchacha e ignorando el deseo nocturno que sobre esas horas solía satisfacer y que esta vez se centraba en el brujo, tanto hambre, como deseo carnal. Pero no pensaba volver a regalarle otro beso, ni mucho menos.
Y dime, Elionore.. ¿Cuánto tiempo hace de aquello? ¿Y en la carta.. crees que ponía algo relevante? ¿La conservas? -no era la primera vez que trataba de indagar cosas, de hecho, a menudo se valía de ello para ganar algo de dinero.- ¿Había ocurrido algo reciéntemente que te haga pensar en un... posible desvío de las minas o algún hecho extraño? -dejé tiempo para pensar a la muchacha en todo aquello, nos habíamos detenido en el portón, esperando permiso para salir. Wallace se me acercó. Demasiado cerca. Alcé la mirada desafiante y fría hacia él.
Si tanto odio me tenía como trató de aparentar.. Que así fuese. No tenía por qué fingir ahora.
...el cuervo...te llevo hasta mi...lo que quiere decir que la Madre Cuervo quiere que vengas conmigo al Nido...asi que..debo llevarte...cuando Elionore este con su marido... -me dijo, mientras se abrían las puertas. Descubrí mi cabeza. Era noche abierta, era mi elemento y quería sentirme bien. Los colmillos me crecían, como los sentidos, alerta.
No veo por qué me quieres conmigo, si tal es el odio que profesas, mortal. -dije, con ironía. Lo miré de arriba a abajo y me mordí el labio, profusamente, esbocé media sonrisa, tal cual hacía con cada extraño. Esperaba que aquello le incomodase, que viese que tratándome con odio porque sí, desde que me conoció, era improductivo, pero si eso quería.. Eso iba a tener. Y podíamos jugar los dos... Ya se vería quién jugaba más sucio- De modo que no veo por qué tiene que fingir una amabilidad que no sientes, encanto. -pasé un dedo solitario por su pecho hasta su cuello y miré a la muchacha, animándola a responder mis preguntas.
Ébano
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Re: No hay nada más doloroso que el tiempo [Quest] [Wallace+Ebano]
Sonrió, casi sin poder evitarlo. Wallace, aquel era el nombre del hombre que le traería de nuevo a su marido. Él y Ébano. Los cuervos de plata… ¿Seria un grupo? Nunca había oído hablar de ellos, pero estaba segura de que nunca los olvidaría, y que si era necesario los defendería.
La última carta… hacia ya tanto de aquello. Ninguna de las mujeres había recibido más cartas, y ella no era una excepción. Pero a diferencia de aquellas mujeres, Elionore seguía con la esperanza de encontrar a su marido, su corazón le decía que estaba vivo, que aun tenían muchos momentos por vivir juntos.
Elionore agradecía los gestos de afecto de la mujer, ya que parecía que a veces no estaba muy a gusto. Le había costado, pero ya había adivinado que era una vampira…que pocas luces Elionore, te podría haber estado mordiendo y tú aun no lo hubieses sabido…
Caminó lentamente junto a ellos, escuchando las preguntas de Ébano… ¿Podría ser que su marido se hubiese ido con otra mujer…? Se detuvo, viendo como la pareja hablaban entre ello. No era imposible.
Bajo la mirada de la vampira, Elionore se acerco unos pasos, esperando no interrumpir nuevamente un beso.
- En la última carta…- susurró introduciendo una mano en el bolsillo de su larga falda, sacando una hoja de papel un tanto arrugada. -… no ponía nada en concreto. Tened, quizás vosotros le encontráis más usos que yo…- hablaba con una dulce amabilidad, incluso en aquellas circunstancias.
Le tendió la carta a la mujer, pensando que quizás ella le comprendería mejor, y la trataría con más cariño.
- Aunque… quizás deberíais ir a hablar con Rufus, él se encarga de destinar a los trabajadores a los distintos puntos, ya que yo no sé en qué mina estaba Kenzo particularmente…- entrelazó los dedos de sus manos, acariciando la parte superior de su propia mano. –Aunque tendréis que ir a las casa de las afueras, no le gusta la ciudad…- Abrió los ojos de golpe, como si se acabara de acordar de algo.
-Tened...- dijo sacando del bolsito que portaba a la espalda, una especie de caja envuelta en una tela, -…por… Bueno, sé que no es gran cosa, pero pensé que quizás tendríais hambre por el camino…- susurró con una agradable sonrisa. Miraba a ambos a los ojos. –Muchas gracias, de verdad…- dijo antes de lanzarse hacia la rubia y abrazarla, para hacer después lo mismo con el brujo.
Después de separarse de ellos, los despidió con la mano desde la puerta, viendo como se por el camino de tierra.
La última carta… hacia ya tanto de aquello. Ninguna de las mujeres había recibido más cartas, y ella no era una excepción. Pero a diferencia de aquellas mujeres, Elionore seguía con la esperanza de encontrar a su marido, su corazón le decía que estaba vivo, que aun tenían muchos momentos por vivir juntos.
Elionore agradecía los gestos de afecto de la mujer, ya que parecía que a veces no estaba muy a gusto. Le había costado, pero ya había adivinado que era una vampira…que pocas luces Elionore, te podría haber estado mordiendo y tú aun no lo hubieses sabido…
Caminó lentamente junto a ellos, escuchando las preguntas de Ébano… ¿Podría ser que su marido se hubiese ido con otra mujer…? Se detuvo, viendo como la pareja hablaban entre ello. No era imposible.
Bajo la mirada de la vampira, Elionore se acerco unos pasos, esperando no interrumpir nuevamente un beso.
- En la última carta…- susurró introduciendo una mano en el bolsillo de su larga falda, sacando una hoja de papel un tanto arrugada. -… no ponía nada en concreto. Tened, quizás vosotros le encontráis más usos que yo…- hablaba con una dulce amabilidad, incluso en aquellas circunstancias.
Le tendió la carta a la mujer, pensando que quizás ella le comprendería mejor, y la trataría con más cariño.
- Aunque… quizás deberíais ir a hablar con Rufus, él se encarga de destinar a los trabajadores a los distintos puntos, ya que yo no sé en qué mina estaba Kenzo particularmente…- entrelazó los dedos de sus manos, acariciando la parte superior de su propia mano. –Aunque tendréis que ir a las casa de las afueras, no le gusta la ciudad…- Abrió los ojos de golpe, como si se acabara de acordar de algo.
-Tened...- dijo sacando del bolsito que portaba a la espalda, una especie de caja envuelta en una tela, -…por… Bueno, sé que no es gran cosa, pero pensé que quizás tendríais hambre por el camino…- susurró con una agradable sonrisa. Miraba a ambos a los ojos. –Muchas gracias, de verdad…- dijo antes de lanzarse hacia la rubia y abrazarla, para hacer después lo mismo con el brujo.
Después de separarse de ellos, los despidió con la mano desde la puerta, viendo como se por el camino de tierra.
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- CARTA:
- A mí querida Elionore.
Mi estimada esposa, los días se me hacen eternos sin ti a mi lado. Estoy destrozado, la comida que nos dan esta sabe a musgo, añoro tu Cochinillo a la Illidense.
Creo que con el pago que me han prometido por este trabajo podremos comprarnos una casa más grande…lo imaginas Elionore? Una casa donde poder criar a nuestros pequeños.
Ha habido algunas peleas por aquí últimamente, al parecer, han aparecido unos hombres, no son mineros, son… no lo recuerdo. Son hombres parecidos a los magos, porque hablan de cosas muy raras, pero no tienen dones. Nos están obligando a seguir la excavación, aunque nosotros le hemos insistido en que no hay más minerales a ese nivel. Parecen que los minerales no les importan…
Pero bueno, no pasa nada, solo queda un mes para poder estar de nuevo a tu lado. Tengo ganas de llegar a casa para poder ver esa sonrisa tan preciosa.
Te quiere tu marido, Kenzo.
•Wallace, Ébano, en vuestras manos esta ir a ver Rufus o ir a ver a Rufus. (No, no tenéis elección)
•Veo que entre vosotros hay…como decirlo... tensión sexual no resuelta. Tranquilos, Wyn os ayudara. Por el camino, en las casas de las afueras, os encontrareis con una muchacha. Esta chica…la llamaremos Hallie, coqueteara con Wallace. Podéis mover a este personaje libremente.
Wyn
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Re: No hay nada más doloroso que el tiempo [Quest] [Wallace+Ebano]
Carta en mano, el brujo se dejo abrazar por la muchacha, sonriendo, tierno, estrechandola, seguro de si mismo.
Debajo de las puertas, pasando el porton no miro atras. Un Cuervo jamas mira atras, al fin y al cabo el pasado muerto estaba y solo aquellos que anhelan que las cosas no sigan miran atras...o eso creia Wallace.
-Vamos..ese tal Rufus tendrá respuestas...-le dijo a la mujer. Mientras atravesaban el puente de madera del portón el brujo escuchó unos gritos cosa que lo alteró y lo hizo caminar mas rapido.
-Maldita fulana! Que te he dicho que haras lo que quiera! - gritaba un guardia, rechoncho y sarnoso. Tenia cogida a una muchacha de pelo azulado un tanto extraña. Estaba claro que por sus ropajes era una fulana pero por ello ese hombre no debia pegarla. y lo hizo. Wallace aparto con suabidad a la rubita y camino con paso firme hacia el guardia. Dos de sus compañeros se pusieron frente a Wallace, en medio.
-Asunto de la guardia..alejese...señor...- espetó uno de los guardas. Wallace tenia la mirada fija en la chica. Con un veloz movimiento les propinó un puñetazo en el vientre a cada guardia y los empujo apenas un poco para que cayeran al suelo. El otro guardia estaba tan concentrado en intentar desnudar a la fulana que no vio al brujo. Wallace le agarró el brazo cuando iba darle de nuevo y lo apretó con fuerza.
-Q-que demonios! -el guardia lo miro con odio primero pero al ver a sus dos compañeros retorciendose en el suelo su mirada se torno temor.-...s-s-señor..no-nostros solo...cumplimos nuestro deber..ella...deberia...agradecer...es decir..sus servicios...en fin..nostros...-balbuceaba. Si ese hombre pensaba que su trabajo y poca posicion le daba derecho a abusar de una fulana lo llevaba claro. Wallace gruño por cada palabra pero antes de poder darle un cabezazo la fulana de pelo azulado le dio un puntapie en la entrepierna al guardia.
-Maldito cerdo! Como osas dirigirte a mi amado esposo! -dijo entonces, enfadada mientras se cogia al fuerte brazo de Wallace. Sus ojos no disimularon la satisfaccion de coger ese brazo musculoso. Wallace, mas confuso que otra cosa miraba a la chica y al guardia.
-Yo..yo..lo-lo siento...pero..es...usted su marido?..-dijo el guardia retrocediendo, jadeando por el golpe. Wallace no le dejo hablar, un puntapie en la cara lo dejo k.o. La fulana de pelo azulado y ojos negros solto una risita triunfal y se estrecho mas en Wallace, marcando sus pechos en el agarre, casi restregandose.
-Gracias mi lord...es bueno ver a hombres tan caballerosos y tremendamente....-no pudo acabar, suspiró, exaltada, satisfecha de lo que veia y tocaba. Wallace se separó con educación.
-Ehm...ejem...deberia irse señorita...B-Buenas noches...-le dijo con un leve movimiento de cabeza, abrumado por la cercania de la chica. La soledad del Nido le habia quitado sus habilidades en el habla con señoritas de compañia, es estaba clarisimo, anque el filtreo con mujeres nunca fue su fuerte, simplemente, pasaba. Volvio al lado de Ebano y se encogio de hombros sin saber que decir. Pero la fulana salio de detras de el y se acerco a ebano.
- Hola...eres su...compañera?...-le dijo con gran interes, mirandola descaradamente, sobre todo sus pechos. Pero no era una mirada de odio si no de deseo. Wallace estaba aun mas confuso.
Debajo de las puertas, pasando el porton no miro atras. Un Cuervo jamas mira atras, al fin y al cabo el pasado muerto estaba y solo aquellos que anhelan que las cosas no sigan miran atras...o eso creia Wallace.
-Vamos..ese tal Rufus tendrá respuestas...-le dijo a la mujer. Mientras atravesaban el puente de madera del portón el brujo escuchó unos gritos cosa que lo alteró y lo hizo caminar mas rapido.
-Maldita fulana! Que te he dicho que haras lo que quiera! - gritaba un guardia, rechoncho y sarnoso. Tenia cogida a una muchacha de pelo azulado un tanto extraña. Estaba claro que por sus ropajes era una fulana pero por ello ese hombre no debia pegarla. y lo hizo. Wallace aparto con suabidad a la rubita y camino con paso firme hacia el guardia. Dos de sus compañeros se pusieron frente a Wallace, en medio.
-Asunto de la guardia..alejese...señor...- espetó uno de los guardas. Wallace tenia la mirada fija en la chica. Con un veloz movimiento les propinó un puñetazo en el vientre a cada guardia y los empujo apenas un poco para que cayeran al suelo. El otro guardia estaba tan concentrado en intentar desnudar a la fulana que no vio al brujo. Wallace le agarró el brazo cuando iba darle de nuevo y lo apretó con fuerza.
-Q-que demonios! -el guardia lo miro con odio primero pero al ver a sus dos compañeros retorciendose en el suelo su mirada se torno temor.-...s-s-señor..no-nostros solo...cumplimos nuestro deber..ella...deberia...agradecer...es decir..sus servicios...en fin..nostros...-balbuceaba. Si ese hombre pensaba que su trabajo y poca posicion le daba derecho a abusar de una fulana lo llevaba claro. Wallace gruño por cada palabra pero antes de poder darle un cabezazo la fulana de pelo azulado le dio un puntapie en la entrepierna al guardia.
-Maldito cerdo! Como osas dirigirte a mi amado esposo! -dijo entonces, enfadada mientras se cogia al fuerte brazo de Wallace. Sus ojos no disimularon la satisfaccion de coger ese brazo musculoso. Wallace, mas confuso que otra cosa miraba a la chica y al guardia.
-Yo..yo..lo-lo siento...pero..es...usted su marido?..-dijo el guardia retrocediendo, jadeando por el golpe. Wallace no le dejo hablar, un puntapie en la cara lo dejo k.o. La fulana de pelo azulado y ojos negros solto una risita triunfal y se estrecho mas en Wallace, marcando sus pechos en el agarre, casi restregandose.
-Gracias mi lord...es bueno ver a hombres tan caballerosos y tremendamente....-no pudo acabar, suspiró, exaltada, satisfecha de lo que veia y tocaba. Wallace se separó con educación.
-Ehm...ejem...deberia irse señorita...B-Buenas noches...-le dijo con un leve movimiento de cabeza, abrumado por la cercania de la chica. La soledad del Nido le habia quitado sus habilidades en el habla con señoritas de compañia, es estaba clarisimo, anque el filtreo con mujeres nunca fue su fuerte, simplemente, pasaba. Volvio al lado de Ebano y se encogio de hombros sin saber que decir. Pero la fulana salio de detras de el y se acerco a ebano.
- Hola...eres su...compañera?...-le dijo con gran interes, mirandola descaradamente, sobre todo sus pechos. Pero no era una mirada de odio si no de deseo. Wallace estaba aun mas confuso.
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Wallace Mcgregor
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Re: No hay nada más doloroso que el tiempo [Quest] [Wallace+Ebano]
Había abrazado a la muchacha correspondiendola. Noté su calor, su afecto. Realmente tenía esperanzas en nuestra búsqueda... Y pensé que por esta vez, podría limar asperezas... Al menos en lo que buscar a su marido se refería. El resto del tiempo, pensaba joderlo igual.
Salimos de allí y el contenido aún rondaba en mi cabeza, junto con otras cosas como el estado de Mush, las noches con el vampiro o el musculado cuerpo de mi acompañante, que caminaba tan cerca de mi que...
No, querida, no. La carta. Sí.. La carta. Era raro.. ¿Convocan a mineros para excavar en una mina? ¿Y pretenden que sigan sin haber mineral...? Y aquello de seres.. similares a brujos...
Eran cuestiones que merecían tiempo, y tenía que dárselo. Pero parecía que no era ese el momento porque, sin darme cuenta, habíamos avanzado hasta casi los terrenos de las afueras.. Un puesto de guardia estaba ante nosotros, y en él, dos guardias incordiando y otro vapuleando a una muchacha peliazul... De buen ver. Probablemente, una cortesana.
Me paré cuando Wallace me apartó suavemente, me crucé de brazos y observé la escena.
La escenita.
Querían pegarle a la muchacha, el brujo repartió puñetazos y la chica no se quedó corta. Me acerqué un tanto a ellos y me disponía a hablar cuando observé el renovado interés de la muchacha en el brujo.
Su esposa.
¿Su esposa?
¿Qué se creía esa? ¿Que cualquiera puede flitear con él..?
¿Y por qué narices me importaba a mi?
Aquello me crispó el rostro, no esperaba aquella reacción por mi parte. Abrí y cerré, y volví a abrir los puños y cambié el rostro. Él estaba confuso y no pensaba dejar ver... los..... malditos e infundados... principio de cels, y por supuesto, iba a aprovechar la situación. Siempre se creía el jefe, bien... No siempre sería así.
Se puso a mi lado.
¿Socializando...? -dije, con media sonrisa. Se encogió de hombros, y casi al tiempo, la muchacha volvió a acercarse a nosotros.
Echamos a andar.
Hola...eres su...compañera?... -me miraba con interés. La observé. Cuerpo esbelto, curtida.. tez pálida y cabello azul. Ojos profundos y mirandome entera. Pasé dos dedos por algunos mechones de su cabello sin parar el paso y la observé, riendo suavemente, mirándola con renovado interés.- Ohhh, ¿bromeas? No.. Para él, todas somos iguales, querida. Además no es común simpatizar con quien pretende obtener tu cabeza. -dije, mirándolo gélidamente.- Alguien más ocupa mi cabeza en estos momentos.. Mas.. Siempre es agradable encontrar a chicas como tu.
Me mordí el labio mirándola, tratando de guardar para más tarde lo que pasaba por mi cabeza ahora, y que tenía que ver con su cuerpo, mis manos, y ambas lenguas enlazadas, consciente de la confusión del brujo y proseguimos el camino.
¿Qué edad tienes...?
21. Bueno.. Casi. -dijo, situándose en medio de ambos. Había soltado el brazo del brujo pero lo miraba con deseo. Aquello me cabreaba. Pero más aún me cabreaba que me cabrease. No estaba dispuesta a admitir celos, no por él. Sonreí sugerentemente a la muchacha cuando me dijo aquello.
Espero que no os importe que os acompañe un trecho... La jornada ha sido dura y debería volver a casa.
Ohhh... Bueno... En ese caso... ¿Podría pedirte quedarnos en tu casa...? El chico no hará ruido, está controlado. Y bueno yo.. No te prometo nada -le guiñé un ojo. Habíamos caminado bastante y el amanecer estaba cercano. Deberíamos acampar y qué mejor que una casa para guarecerme del sol.
La muchacha giró un trecho del camino, unos pocos metros, hasta una casa humilde, pequeña, pero limpia y bien equipada, al menos para ella.
Entramos dentro, después de la muchacha, a la cual seguí hasta el centro del salón... Me desprendí de la capa mirando diréctamente al brujo, alzando una ceja.- ¿En qué piensas..? Cuando anochezca, pediremos información sobre el tal Rufus. Seguro que le conoce.
Hallie llegó entonces con una jarra de agua y otra de vino, las puso sobre la mesa y los miró a los dos, indecisa. Parecía tratar de decidir algo, jugaba con su pelo, y no me pude resistir más... Me acerqué, rodeé su cintura con un brazo y sellé sus labios con los míos, impregnando las caricias en la espalda de todo el deseo que pude proyectar, teniendo en cuenta que la imagen de Wallace flotaba todo el rato en mi cabeza y me proyectaba otros deseos más... intensos.
Salimos de allí y el contenido aún rondaba en mi cabeza, junto con otras cosas como el estado de Mush, las noches con el vampiro o el musculado cuerpo de mi acompañante, que caminaba tan cerca de mi que...
No, querida, no. La carta. Sí.. La carta. Era raro.. ¿Convocan a mineros para excavar en una mina? ¿Y pretenden que sigan sin haber mineral...? Y aquello de seres.. similares a brujos...
Eran cuestiones que merecían tiempo, y tenía que dárselo. Pero parecía que no era ese el momento porque, sin darme cuenta, habíamos avanzado hasta casi los terrenos de las afueras.. Un puesto de guardia estaba ante nosotros, y en él, dos guardias incordiando y otro vapuleando a una muchacha peliazul... De buen ver. Probablemente, una cortesana.
Me paré cuando Wallace me apartó suavemente, me crucé de brazos y observé la escena.
La escenita.
Querían pegarle a la muchacha, el brujo repartió puñetazos y la chica no se quedó corta. Me acerqué un tanto a ellos y me disponía a hablar cuando observé el renovado interés de la muchacha en el brujo.
Su esposa.
¿Su esposa?
¿Qué se creía esa? ¿Que cualquiera puede flitear con él..?
¿Y por qué narices me importaba a mi?
Aquello me crispó el rostro, no esperaba aquella reacción por mi parte. Abrí y cerré, y volví a abrir los puños y cambié el rostro. Él estaba confuso y no pensaba dejar ver... los..... malditos e infundados... principio de cels, y por supuesto, iba a aprovechar la situación. Siempre se creía el jefe, bien... No siempre sería así.
Se puso a mi lado.
¿Socializando...? -dije, con media sonrisa. Se encogió de hombros, y casi al tiempo, la muchacha volvió a acercarse a nosotros.
Echamos a andar.
Hola...eres su...compañera?... -me miraba con interés. La observé. Cuerpo esbelto, curtida.. tez pálida y cabello azul. Ojos profundos y mirandome entera. Pasé dos dedos por algunos mechones de su cabello sin parar el paso y la observé, riendo suavemente, mirándola con renovado interés.- Ohhh, ¿bromeas? No.. Para él, todas somos iguales, querida. Además no es común simpatizar con quien pretende obtener tu cabeza. -dije, mirándolo gélidamente.- Alguien más ocupa mi cabeza en estos momentos.. Mas.. Siempre es agradable encontrar a chicas como tu.
Me mordí el labio mirándola, tratando de guardar para más tarde lo que pasaba por mi cabeza ahora, y que tenía que ver con su cuerpo, mis manos, y ambas lenguas enlazadas, consciente de la confusión del brujo y proseguimos el camino.
¿Qué edad tienes...?
21. Bueno.. Casi. -dijo, situándose en medio de ambos. Había soltado el brazo del brujo pero lo miraba con deseo. Aquello me cabreaba. Pero más aún me cabreaba que me cabrease. No estaba dispuesta a admitir celos, no por él. Sonreí sugerentemente a la muchacha cuando me dijo aquello.
Espero que no os importe que os acompañe un trecho... La jornada ha sido dura y debería volver a casa.
Ohhh... Bueno... En ese caso... ¿Podría pedirte quedarnos en tu casa...? El chico no hará ruido, está controlado. Y bueno yo.. No te prometo nada -le guiñé un ojo. Habíamos caminado bastante y el amanecer estaba cercano. Deberíamos acampar y qué mejor que una casa para guarecerme del sol.
La muchacha giró un trecho del camino, unos pocos metros, hasta una casa humilde, pequeña, pero limpia y bien equipada, al menos para ella.
Entramos dentro, después de la muchacha, a la cual seguí hasta el centro del salón... Me desprendí de la capa mirando diréctamente al brujo, alzando una ceja.- ¿En qué piensas..? Cuando anochezca, pediremos información sobre el tal Rufus. Seguro que le conoce.
Hallie llegó entonces con una jarra de agua y otra de vino, las puso sobre la mesa y los miró a los dos, indecisa. Parecía tratar de decidir algo, jugaba con su pelo, y no me pude resistir más... Me acerqué, rodeé su cintura con un brazo y sellé sus labios con los míos, impregnando las caricias en la espalda de todo el deseo que pude proyectar, teniendo en cuenta que la imagen de Wallace flotaba todo el rato en mi cabeza y me proyectaba otros deseos más... intensos.
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Tal vez me he excedido al avanzar, cualquier cosa, podéis decirme. Ébano
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Re: No hay nada más doloroso que el tiempo [Quest] [Wallace+Ebano]
Hallie correspondió al beso con agrado. Colocó sus manos por detrás de la nuca de la vampira, enredando sus dedos en aquel sedoso cabello rubio, acercando la cabeza más hacia ella, profundizando el beso. Su lengua no tardó mucho en encontrarse con la de su amante, acariciándola con deseo.
Sabía que el hombre la estaría mirando, pero no le importaba, había notado que el ardían en deseos y lujuria igual que ellas, o incluso más.
Hallie, dejó caer una mano por el bello cuerpo de la chica, acariciando toda y cada una de las cuervas de su cuerpo, hasta llegar a su trasero. Apretó las uñas con cuidado, lo suficiente como para hacerse notar de que estaba allí. Devoraba a la rubia con hambre, demostrando lo que la deseaba.
Separó sus labios de los de ella, mientras su mano experta seguía acariciando su espalda y trasero, levantando un poco el corpiño para poder tocar su piel, suave como la seda.
Empezó a bajar sus besos, por las mejillas, la barbilla, el cuello… pasó lentamente la lengua por el cuello, antes de morderlo de manera sensual. Había tenido experiencia con un vampiro anteriormente, y aquello le encantaba, esperaba que surgiera el mismo efecto con Ébano. Mientras mordía y se deleitaba con el cuerpo de la rubia, Hallie miraba a Wallace, a los ojos, uno verde y el otro apenas sin pigmentación. Quería que viera en sus ojos la pasión.
-¿No te unes, pelirrojo?- preguntó sensual, empezando a tirar de las tiras del corpiño que apresaban el bello cuerpo de la mujer.
Sabía que el hombre la estaría mirando, pero no le importaba, había notado que el ardían en deseos y lujuria igual que ellas, o incluso más.
Hallie, dejó caer una mano por el bello cuerpo de la chica, acariciando toda y cada una de las cuervas de su cuerpo, hasta llegar a su trasero. Apretó las uñas con cuidado, lo suficiente como para hacerse notar de que estaba allí. Devoraba a la rubia con hambre, demostrando lo que la deseaba.
Separó sus labios de los de ella, mientras su mano experta seguía acariciando su espalda y trasero, levantando un poco el corpiño para poder tocar su piel, suave como la seda.
Empezó a bajar sus besos, por las mejillas, la barbilla, el cuello… pasó lentamente la lengua por el cuello, antes de morderlo de manera sensual. Había tenido experiencia con un vampiro anteriormente, y aquello le encantaba, esperaba que surgiera el mismo efecto con Ébano. Mientras mordía y se deleitaba con el cuerpo de la rubia, Hallie miraba a Wallace, a los ojos, uno verde y el otro apenas sin pigmentación. Quería que viera en sus ojos la pasión.
-¿No te unes, pelirrojo?- preguntó sensual, empezando a tirar de las tiras del corpiño que apresaban el bello cuerpo de la mujer.
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• Sé que os he contestado con muy poco contenido, pero me gusta mucho como estáis enfocando el tema de los “celos” y eso. Así que esta vez tenéis carta blanca. Podéis hacer lo que queráis (sin olvidar el punto anterior, claro)
• Recordad que pronto amanecerá, por lo que tendréis que pasar todo el dia en casa de Hallie, o encontrar un modo de que Ébano pueda ir por la calle en plena luz del día ( como seria la capa mágica) (por mí no la gastes…)
--> Este post se trasladara a las afueras de Lunargenta en el siguiente turno.
Última edición por Wyn el Jue Nov 27 2014, 20:41, editado 1 vez
Wyn
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Re: No hay nada más doloroso que el tiempo [Quest] [Wallace+Ebano]
La sangre de Wallace empezó arder ya desde el momento en que ambas mujeres se pusieron hablar. Por el camino ha casa de la fulana las miraba, las dos cogidas, muy juntas, susurrando intimamente. Pero la cosa no se quedaba alli.
La casa era pequeña y acogedora pero solo con una habitación pero perfectamente equipada. El brujo dejo sus cosas a un lado y dejo la espada cerca de la entrada. Fue en ese momento, cuando el Cuevo se quitaba las partes de la armadura, que escucho los susurró, los jadeos y los gemidos. Se giro lentamente y la sangre empezó a hervir de nuedo, como un volcán.
Con los ojos muy abiertos el brujo estaba viendo como las dos mujeres se daban placer, besandose y empezando a tocarse. Wallace las miraba sin poderse creer que habian empezado tan rapido, pues el brujo sabia que esas dos se llevaban algo entre manos...nunca mejor bien dicho. Gruño, un poco molesto por la falta de tacto e intimidad, aunque no hubieran habitaciones podrian haber avisado.
No te unes, pelirojo?
Esa pegrunta hizo que casi se le cayera la hombrera de acero al suelo. La apretó contra su pecho y cerro lo sojos, de espaldas a ellas. Unirse? Claro que queria unirse, por mil demonios. Queria desnudarlas a mordiscos y tomarlas como un hombre jamas las habria tomado. Sentirian lo que es ser tomadas por un brujo. Ooh en la cabeza de Wallace mil imagenes lascivas empezaban hacerlo sonreir.
Y por que no?
Por que no debo...
Vamos...nadie lo sabra...y ellas parecen...dispuestas...
No...no debo...no puedo...
Pero quieres. Lo deseas. Las deseas.
Si.
Wallace se giro lentamente con los ojos de ellas en el. Camino, paso a paso, acariciando la mesa del medio de la sala, con los dedos, mirandolas de arriba abajo. Cuando ya estubo cerca, se agacho. Era suficientemente ancho como para cubrirlas a las dos, los brazos. Y solo cuando sus labios estubieron cerca de los de Ebano, solo cuando su mano estaba a escasos milimetros de los pechos de Hallie, Wallace se paro en seco, mirando a los ojos de Ebano. Una mezcla de piedad y suplica. No podia. Simplemente no podia.
Su codigo, todo lo que habia leido y releido cada noche desde que llego al bastion. Noches enteras a luz de vela intentando comprender por que los Cuervos seguian ciegamente esos codigos. El fuego interno que crecio en el al darse cuenta que podia seguir esa senda. Que él era un Cuervo.
-No...no me uno...-Susurró levantandose de golpe.-...disfrutad niñas, hare guardia fuera...-dijo cogiendo la espada, con pecho desnudo, cerrando la puerta. Se sentó en el porche, frotandose la entrepierna y apoyo el arma en su hombro. Con la cabeza apoyada en la fachada de madera de la casa, Wallace suspiró y conto por dentro, intentando relajarse.
La casa era pequeña y acogedora pero solo con una habitación pero perfectamente equipada. El brujo dejo sus cosas a un lado y dejo la espada cerca de la entrada. Fue en ese momento, cuando el Cuevo se quitaba las partes de la armadura, que escucho los susurró, los jadeos y los gemidos. Se giro lentamente y la sangre empezó a hervir de nuedo, como un volcán.
Con los ojos muy abiertos el brujo estaba viendo como las dos mujeres se daban placer, besandose y empezando a tocarse. Wallace las miraba sin poderse creer que habian empezado tan rapido, pues el brujo sabia que esas dos se llevaban algo entre manos...nunca mejor bien dicho. Gruño, un poco molesto por la falta de tacto e intimidad, aunque no hubieran habitaciones podrian haber avisado.
No te unes, pelirojo?
Esa pegrunta hizo que casi se le cayera la hombrera de acero al suelo. La apretó contra su pecho y cerro lo sojos, de espaldas a ellas. Unirse? Claro que queria unirse, por mil demonios. Queria desnudarlas a mordiscos y tomarlas como un hombre jamas las habria tomado. Sentirian lo que es ser tomadas por un brujo. Ooh en la cabeza de Wallace mil imagenes lascivas empezaban hacerlo sonreir.
Y por que no?
Por que no debo...
Vamos...nadie lo sabra...y ellas parecen...dispuestas...
No...no debo...no puedo...
Pero quieres. Lo deseas. Las deseas.
Si.
Wallace se giro lentamente con los ojos de ellas en el. Camino, paso a paso, acariciando la mesa del medio de la sala, con los dedos, mirandolas de arriba abajo. Cuando ya estubo cerca, se agacho. Era suficientemente ancho como para cubrirlas a las dos, los brazos. Y solo cuando sus labios estubieron cerca de los de Ebano, solo cuando su mano estaba a escasos milimetros de los pechos de Hallie, Wallace se paro en seco, mirando a los ojos de Ebano. Una mezcla de piedad y suplica. No podia. Simplemente no podia.
Su codigo, todo lo que habia leido y releido cada noche desde que llego al bastion. Noches enteras a luz de vela intentando comprender por que los Cuervos seguian ciegamente esos codigos. El fuego interno que crecio en el al darse cuenta que podia seguir esa senda. Que él era un Cuervo.
-No...no me uno...-Susurró levantandose de golpe.-...disfrutad niñas, hare guardia fuera...-dijo cogiendo la espada, con pecho desnudo, cerrando la puerta. Se sentó en el porche, frotandose la entrepierna y apoyo el arma en su hombro. Con la cabeza apoyada en la fachada de madera de la casa, Wallace suspiró y conto por dentro, intentando relajarse.
Wallace Mcgregor
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Re: No hay nada más doloroso que el tiempo [Quest] [Wallace+Ebano]
Las manos de la muchacha me recorrían sin reparos, y a mi... Me atraía, mucho. Tanto, que dejé descargar en ella toda la tensión a la que me había sometido el brujo arrogante...
Él. Recordarle hizo que pensamientos sobre él llegasen a mi cabeza. Hallie me estaba recorriendo entera, me besaba, me devoraba. Sus manos rodeaban mis caderas y acariciaban mi espalda, y por el rabillo del ojo, podía ver cómo él se desnudaba tranquilamente, y eso me ponía nerviosa. Nerviosa por la lentitud, y nerviosa porque quería ser yo quien estuviese quitando esa ropa.
De modo que me entregué a los besos y caricias de Hallie, entre jadeos, y observé con lascivia al brujo cuando ella formuló su pregunta. Nos miraba, boquiabierto. Se acercó... Parecía enfrascado en mil pensamientos pero en ese momento.. Solo quería que llegase ya. Nos rodeó mirándonos con deseo.
Podía olerle, podía escuchar sus latidos acelerados y su sangre, correr.. Me llamaba. Lo anhelaba y odiaba sentirme tan.. dependiente..
Tragué. Temblaba, ¿temblaba antes o había empezado ahora? Sus labios estaban casi en los míos, mi mirada era febril. Entreabrí los labios temblorosos, los colmillos estaban listos, yo estaba lista.
Pero se separó. Fue como un jarro de agua fría.
No...no me uno....disfrutad niñas, hare guardia fuera...
Su expresión.. era.. rara... ¿Suplicante...? Lo seguí con la mirada durante un momento detenido. El tiempo empezó a correr de pronto, expulsé el aire que.. ¿Había estado reteniendo? Y ahogué un "Oh...", expulsando aire...
El momento había sido tan tenso, como la falta de aire, o un puñetazo en el estómago. La sangre volvía a correr por mi cuerpo, la muchacha me miraba con ansias, se mordía un labio y miraba los míos. Me acariciaba las nalgas pero, maldito sea. Yo no estaba cómoda ahora. No sabiendo que él se había ido molesto, o alicaído o... Joder, como fuere.
Cogí a la chica de los hombros y la miré fijamente.- Tranquila. Hay día por delante... ¿Tienes alcohol...? Creo que va a ser una travesía... In..tensa. -la miré con algo de culpabilidad y luego al exterior; faltaba un rato aún para el amanecer- Probablemente necesitaremos que nos guíes un trecho. Voy a salir. -resbalé las manos de sus hombros hasta su trasero y deslicé una de ellas mientras salía de la estancia.
Había cogido mi capa, colocándola por encima de la ropa a medio quitar, y salí. Abrí y cerré la puerta con cuidado. El brujo estaba a un lado del improvisado porche con maderas, sentado en el camino. Grillos y luciérnagas al fondo ambientaban la noche, o lo que quedaba de ella. Me acerqué por su espalda. Pasé la mano por sus hombros, desnudos, y me senté al lado, sin mirarlo.
Mi expresión era algo... Seria. Estaba confusa. ¿No se suponía que é.. quería eso? ¿De ellas? Por otra parte me apenaba su estado, ¿por qué..? No quería ni pensar en ello, cuanto menos supiese, mejor. Pero algún estúpido motivo me impedía quedarme de brazos cruzados.
Bonita noche, pelirrojo. -crucé la mano por su regazo hasta el otro lado descaradamente, buscando su petaca. La cogí, y lo miré fijamente, destapándola- ¿Qué ha pasado ahí dentro...?
Alcé una ceja. Decidí darle tiempo para responder.. O no. No me debía nada al fin y al cabo. Cogí su pelo y jugué un rato con un mechón, desviando el tema. No quería un trato aún más tenso, por si fuera poco ya- Eh.. ¿Crees que.. lo
encontraremos? ¿Realmente? La chica, creo que puede indicarnos cómo llegar al tal Rufus. Pero la carta, no me daba buena sensación.-inquirí. Aquello le daría algo de lo que hablar.
Finalizada la conversación... Entré para adentro y me recluí en un rincón de un sillón, envuelta en la capa, sin dejarme ver por el Sol, y traté de conciliar el sueño. Un sueño que no llegó....
Me mantuve en vela. Pensando en su reacción, en sus palabras... En su esquive del ofrecimiento de Hallie, en su cuerpo escultural y su expresión.... Él podría pensar que era duro y frío, pero, ay.. Era un libro abierto. Demasiado legible.
Pero sobre todo, pensaba en por qué pensaba todo aquello. Me sentía confusa, cómoda y tensa a la vez... Pero estaba bien ahí, lo cual, no comprendía. O no quería comprender...
A la noche siguiente.. Apenas diría palabra. Estaba cansada, no había dormido demasiado, pero.. Mejor sería seguir, de modo que volví a preguntarle a la chica sobre Rufus, esperando salir justo con la puesta de sol.
Él. Recordarle hizo que pensamientos sobre él llegasen a mi cabeza. Hallie me estaba recorriendo entera, me besaba, me devoraba. Sus manos rodeaban mis caderas y acariciaban mi espalda, y por el rabillo del ojo, podía ver cómo él se desnudaba tranquilamente, y eso me ponía nerviosa. Nerviosa por la lentitud, y nerviosa porque quería ser yo quien estuviese quitando esa ropa.
De modo que me entregué a los besos y caricias de Hallie, entre jadeos, y observé con lascivia al brujo cuando ella formuló su pregunta. Nos miraba, boquiabierto. Se acercó... Parecía enfrascado en mil pensamientos pero en ese momento.. Solo quería que llegase ya. Nos rodeó mirándonos con deseo.
Podía olerle, podía escuchar sus latidos acelerados y su sangre, correr.. Me llamaba. Lo anhelaba y odiaba sentirme tan.. dependiente..
Tragué. Temblaba, ¿temblaba antes o había empezado ahora? Sus labios estaban casi en los míos, mi mirada era febril. Entreabrí los labios temblorosos, los colmillos estaban listos, yo estaba lista.
Pero se separó. Fue como un jarro de agua fría.
No...no me uno....disfrutad niñas, hare guardia fuera...
Su expresión.. era.. rara... ¿Suplicante...? Lo seguí con la mirada durante un momento detenido. El tiempo empezó a correr de pronto, expulsé el aire que.. ¿Había estado reteniendo? Y ahogué un "Oh...", expulsando aire...
El momento había sido tan tenso, como la falta de aire, o un puñetazo en el estómago. La sangre volvía a correr por mi cuerpo, la muchacha me miraba con ansias, se mordía un labio y miraba los míos. Me acariciaba las nalgas pero, maldito sea. Yo no estaba cómoda ahora. No sabiendo que él se había ido molesto, o alicaído o... Joder, como fuere.
Cogí a la chica de los hombros y la miré fijamente.- Tranquila. Hay día por delante... ¿Tienes alcohol...? Creo que va a ser una travesía... In..tensa. -la miré con algo de culpabilidad y luego al exterior; faltaba un rato aún para el amanecer- Probablemente necesitaremos que nos guíes un trecho. Voy a salir. -resbalé las manos de sus hombros hasta su trasero y deslicé una de ellas mientras salía de la estancia.
Había cogido mi capa, colocándola por encima de la ropa a medio quitar, y salí. Abrí y cerré la puerta con cuidado. El brujo estaba a un lado del improvisado porche con maderas, sentado en el camino. Grillos y luciérnagas al fondo ambientaban la noche, o lo que quedaba de ella. Me acerqué por su espalda. Pasé la mano por sus hombros, desnudos, y me senté al lado, sin mirarlo.
Mi expresión era algo... Seria. Estaba confusa. ¿No se suponía que é.. quería eso? ¿De ellas? Por otra parte me apenaba su estado, ¿por qué..? No quería ni pensar en ello, cuanto menos supiese, mejor. Pero algún estúpido motivo me impedía quedarme de brazos cruzados.
Bonita noche, pelirrojo. -crucé la mano por su regazo hasta el otro lado descaradamente, buscando su petaca. La cogí, y lo miré fijamente, destapándola- ¿Qué ha pasado ahí dentro...?
Alcé una ceja. Decidí darle tiempo para responder.. O no. No me debía nada al fin y al cabo. Cogí su pelo y jugué un rato con un mechón, desviando el tema. No quería un trato aún más tenso, por si fuera poco ya- Eh.. ¿Crees que.. lo
encontraremos? ¿Realmente? La chica, creo que puede indicarnos cómo llegar al tal Rufus. Pero la carta, no me daba buena sensación.-inquirí. Aquello le daría algo de lo que hablar.
Finalizada la conversación... Entré para adentro y me recluí en un rincón de un sillón, envuelta en la capa, sin dejarme ver por el Sol, y traté de conciliar el sueño. Un sueño que no llegó....
Me mantuve en vela. Pensando en su reacción, en sus palabras... En su esquive del ofrecimiento de Hallie, en su cuerpo escultural y su expresión.... Él podría pensar que era duro y frío, pero, ay.. Era un libro abierto. Demasiado legible.
Pero sobre todo, pensaba en por qué pensaba todo aquello. Me sentía confusa, cómoda y tensa a la vez... Pero estaba bien ahí, lo cual, no comprendía. O no quería comprender...
A la noche siguiente.. Apenas diría palabra. Estaba cansada, no había dormido demasiado, pero.. Mejor sería seguir, de modo que volví a preguntarle a la chica sobre Rufus, esperando salir justo con la puesta de sol.
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