[Quest] Las sombras del pasado [CERRADA]

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Anochecía y me encontraba en la entrada de lo que alguna vez fuese un pueblo en medio de las montañas, hoy no más convertido en sombras y construcciones abandonadas, amenazando con desmoronarse mientras que el frio viento el cual sentía como frías navajas en mi piel pasaba entre ellas helando cada vez más aquel lúgubre escenario. La sonata cantada por los búhos, vigías nocturnos de aquellas calles que veía frente a mí, inundadas en memorias de lo que fuesen mejores días parecían mezclarse con el sonido de las hojas y ramas de los árboles, una antesala a la postal que estaba percibiendo en ese mismo momento, ya que todo parecía brillar con mucho fulgor al reflectar la luz de la luna en aquella fina capa de hielo que parecía cubrir todo, al avanzar podía observar como de las techumbres de aquellas edificaciones el agua que habría estado cayendo, se habían vuelto finas estalactitas de hielo, definitivamente era algo inusual que hubiese llovido en vez de haber nevado como solía hacerlo en las tierras del norte, pero eso no era lo que despertaba aquella intriga que me hiso volver una vez más a estos fríos lugares, debía hallar la biblioteca.

Había pasado casi una semana desde aquel hombre en la posada de Sacrestic ville me había platicado sobre aquel acontecimiento, producto de la fuerte tormenta que habría pasado por las tierras del norte, la entrada a la gran biblioteca de aquel poblado olvidado había sido descubierta, pero lo más extraño no era eso, si no que el hecho de que cada persona que se atrevía a ver que podía llevarse de aquel lugar no había vuelto, y en lo personal me dirijo hacia allá solo por una fuerte corazonada que sentí en aquel momento, estaba seguro de que ahí podría encontrar algo grande, descubrir alguna forma de mantener a mis demonios acallados dentro de mí por siempre quizá, o tal vez, por el simple motivo de haber evitado el pasarme por aquel lugar cuando viajaba desde Dundarak a Sacrestic ville me dejo aquella impresión de que me había perdido de algo realmente importante, (¿Quién sabe?... he perdido tanto el rumbo de lo que me motivaba…) pensaba mientras las imágenes se venían a mi cabeza, todas aquellas experiencias vividas desde que me convertí en vampiro casi hacían que ya no me importase buscar a aquella bestia que había acabado con todo lo que tenía, pero lo que tengo ahora es una bestia mayor a la que combatir, una a la que no puedo matar usando una daga en su contra, ni disparándole con mi ballesta, mi sed, mi maldición, lo único que me importaba en estos momentos era evitar el tener que entregar la humanidad que aún me quedaba a aquel demonio que dormía en mi interior. Entonces de mi morral tome una pequeña petaca metálica y de ella bebí un sorbo mientras que mi expresión de disgusto ante aquel sabor era difícil de disimular, si bien el beber sangre de cordero me mantenía en calma y evitaba que mi sed explotase y perdiese el control, tampoco era agradable beberla, pero era necesario. Con una sonrisa esbozada en mi rostro aquella situación me habría recordado a mi infancia, y cuanto odiaba que mi madre me diese medicina (de haber sabido que todo terminaría así, hubiese sido un mejor hijo…) Pensé con nostalgia mientras le daba otro pequeño sorbo a aquella petaca para luego guardarla nuevamente en su lugar.

Al cabo de haber caminado unos cuantos minutos por la helada tierra con mi ballesta en la mano derecha y el carcaj cargado de flechas, entonces al pararme frente a aquella estructura era imposible que estuviese errado, definitivamente esa era la biblioteca. Los grandes pilares de piedra pulida se alzaban hasta lo alto sosteniendo sobre ellos la a simple vista pesada techumbre, un gigantesco marco vacío hacia que el resoplido del viento pareciese el aullido de una voraz bestia hambrienta, ansiosa por atraparme entre sus fauces oscuras, en las que la luz de la luna con dificultad podría llegar a filtrarse. Recordando las indicaciones que aquel hombre le había dado en Sacrestic ville definitivamente había dado con la dirección, entonces me dispuse a prepararme para adentrarme en aquel escabroso lugar, me sentía extrañamente excitado y mi corazón palpitaba con cada vez más fuerza mientras de mi morral sacaba los implementos para armar un par de antorchas, los cuales eran suficientes para tres de estas. Entonces tome uno de los leños que solo eran lo suficientemente largos para mantener el fuego a una distancia segura de mi mano, una de las tiras de gaza, la botella de aceite y por supuesto el pedernal con la yesca para encenderle. La luna se alzaba cada vez más aquella noche y me estaba acostumbrando poco a poco a las bajas temperaturas que se hacían sentir, solo esperaba encontrar algo interesante en aquel lugar, por alguna razón las ansias me estaban invadiendo como jamás lo habían hecho antes.

- Maldito frio... Temblaba y rodeaba mi torso con los brazos mientras me detenía un momento para admirar el paisaje. En mi viaje a los territorios del norte, no había tenido la oportunidad para admirar la belleza que se oculta tras las montañas y los claros y escarchados claros que rodean sus faldas, pero este sitio era diferente. Algo no andaba bien en las cercanías. Un manto blanco debía cubrir la superficie de aquellos mudos suelos y dar un poco de color a sus fríos y desolados muros. En lugar de eso, una fina capa de hielo lo cubría todo, asemejando una pulida y pulcra superficie de un espejo. Cualquiera podría perderse entre ese reflejo sin saber precisamente cual imagen seria la correcta. Aquella radiante luna en el cielo o su reflejo, ese Galeón fantasmal recorriendo la superficie del hielo.

Mi objetivo en Dundarak había sido sencillo: Entregar un paquete y una vez que la misión estuviese cumplida, debía regresar a la sede de la compañía, pero jamás imagine que el dueño del paquete, se trataría de un viejo y sabio letrado. Gustaba de cultivarse en las viejas historias, rumores, leyendas y mitos, pero no narraciones cualquiera, claro que no... si no, en las más misteriosas y desconocidas que el frío suela pudiera alojar. El hombre tenia toda la pinta de un viejo senil y excéntrico. Tan solo de verme, insistió en que tomara asiento en uno de los mullidos sillones de su calida sala solo para contarme los más recientes sucesos que al parecer estaban en boca de todos: El hallazgo de la puerta de una sepultada biblioteca por la nieve del pasado. El anciano no dejaba de hablar sobre las especulaciones de dicho lugar. - Un viejo anciano como yo no puede tomar ese tipo de aventuras... Decía. - ¿Porque no vas tu y buscas algo de valor por mi? Pregunto con un indescrptible brillo en sus ojos. Mi primera reacción fue una mueca de disgusto y pereza, pero cuando puso algo de dinero extra de por medio, despertó mi interés y me puse en marcha de mi búsqueda.

Continué mi camino. El páramo parecía exigir suma cautela en mantener su abrumador silencio. El simple hecho de la ausencia de sonidos parecía reclamarte hacer lo mismo y andar en silencio, solo los sonidos nativos de los alrededores podrían ser aceptados. Encamine mis pasos justo a las indicaciones que pude conseguir en la plaza de la ciudad y ahí estaba. Frente a mi se erguía la imponente puerta de la biblioteca perdida.- Bien... Ya estoy aquí. No solo había logrado conseguir la ubicación de la puerta, también habían llegado a mis oídos las tétricas historias de que todo aquel que se aventuraba en el interior, no había vuelto a salir. - ¡A la mierda! Grite mientras recordaba un grupo de advertencias y golpee el piso con mi lanza. Al parecer, mi tregua de silencio había terminado. - Debo entrar ya... no quiero congelarme.

- ¿Ahh? ¿Que carajos es eso? Mencione mientras acercaba un poco la vista a lo que parecía ser una tenue luz. que al perecer había atravesado la puerta hace algunos momentos. Me acerque lentamente hasta que pude distinguir lo que parecía ser la silueta de un hombre, al menos, eso es lo que parecía ser. Un poco desconfiado por la presencia de aquel desconocido, Levante la voz para alertar mi llegada. - ¡Hey! ¿¡Quien anda ahí!? Pregunte dirigiendo la voz hacia aquella oscura figura. Levante mi lanza y utilice mis habilidades para iluminar su cuerpo metálico y darme un poco de luz.

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