Re: De paso por los bosques del Este [Interpretativo][Libre][Cerrado]

Logan Allen Dom Jun 28 2015, 21:25

La batalla se estaba complicando y los trasgos que quedaban centraron sus ataques sobre Ryomaru y Sarez al ver que los hombres eran aliados en vez de enemigos por lo que dejaron de ser sus objetivos. De los 4 trasgos que quedaban, dos se dirigeron hacia el brujo mientras que los otros dos, los únicos arqueros, comenzaron a disparar sus flechas hacia el elfo.

- Acabemos con ellos - le decía el brujo a Sarez mientras usaba su telekinesis para manipular algo de agua de su cinturon y acribillar la frente de un trasgo con otra bala de hielo

Al segundo de los trasgos, Ryomaru logro eliminarle después de esquivar su tajo y decapitarlo con un veloz movimiento de espada, haciendo que su cabeza acabara en el suelo después de rodar por la espalda.

Tras acabar con el segundo trasgo, el joven vio que la criatura estaba tratando de aprovechar la situación para liberarse y, al verlo, decidió ayudarle acercandose al primer hombre a quien elimino ensartandole por el pecho después de esquivar su estocada. Mientras hacía esto, el otro de los hombres, que estaba a su lado, trato de herirle por el costado pero Ryomaru logro pillarle desprevenido ensartandole por la cabeza con la segunda de sus armas.

Para poder librarse del ataque que lanzo el que llegaba por delante, tuvo que pegar un pequeño salto hacia atras sacando las hojas de sus espadas de los hombres muertos para así, poder bloquear el tajo que le lanzaba un trasgo, que había salido de pronto, y luego hacerle un buen corte en su pecho aunque, antes de poder rematarlo, una flecha alcanzó el hombro de Ryomaru haciendo que cayera al suelo.

Vael Vie Jul 03 2015, 14:34

Tanto el mago como el elfo eran guerreros formidables. Desde su posición ventajosa, el arquero disparaba sus flechas con una puntería y habilidad que en circunstancias normales Vael habría envidiado y admirado. El mago por su parte parecía desenvolverse muy bien en el campo de batalla, regalando muerte a diestro y siniestro. Rodaron cabezas. El hombre usando sendas espadas parecía guiado por una fuente inagotable de energía. Ella nunca había visto a un brujo realizar magia tan a la ligera, ni con tanta soltura.

El mago se encargó de dos trasgos antes de dar muerte a uno de los hombres. Otro, el que Vael había lanzado contra el árbol y que la mujer pensó que tendría algo roto, se había levantado para atacar también al brujo. Parecía que a fin de cuentas aún podía sostenerse por su propio pie, y por su propio pie fue a encontrarse con la muerte. A esas alturas la joven bestia no entendía cómo es que seguían empeñados en atacar, pero ni hombres ni trasgos parecían tener sentido común alguno.

Uno consiguió trepar su espalda y agarrarse a sus cuernos. Vael soltó una expresión de sorpresa y giró sobre sí misma, intentando hacer que el trasgo se cayera. Sin embargo, en su estado, perdió su equilibrio y cayó al suelo. Por fortuna, encima del trasgo en cuestión. La mujer bestia se incorporó con cuidado. No parecía que la criatura fuera a levantarse en aquel momento, así que volvió a prestar atención a la situación.

Vael se percató entonces de que aquel gran guerrero, el que había dado las órdenes, no intervenía en la batalla. No es que estuviera precisamente ardiendo en deseos de combatir contra él. Al contrario. Pero su impasibilidad le hacía dudar, ¿a qué estaría esperando? Le daba mala espina.

La remesa de trasgos pareció disminuir en un momento dado. La mujer bestia aprovechó para dirigirse al mago herido y ofrecerse a llevarlo en volandas. Intentó hablar pero parecía que su capacidad para emitir palabras inteligibles aún no había regresado. -Ah... dam, e-eman...- Balbuceó sin acertar a decir nada. Finalmente decidió que intentaría llevarlo, esperando que el hombre no decidiera cortarle la cabeza también a ella. Lo más sensato era ir en dirección al elfo. Le parecía que de momento, huir era sin lugar a dudas el curso de acción a seguir. Claro que intentar huir y conseguirlo eran cosas completamente distintas.

Sarez Vie Jul 03 2015, 19:13

El campeón me ha visto. No puedo hacer nada. Noto como sus ojos me observan al otro lado de la rama. Siento que, cualquier movimiento que haga, el gigante me matara. El sudor me cae por mi piel. No controlo mi cuerpo. No puedo evitar temblar de puro terror. Estoy seguro que el gigante me ha vito y sin embargo no hace nada. Está jugando conmigo como el gato que apresa al ratón entre sus garras.

Lentamente cargo una flecha en mi arco. No la tenso. Solo apoyo el extremo del proyectil a la cuerda de Vientoatroz de forma que cuando salga de aquí pudiera disparar sin perder más tiempo de lo necesario. Respiro hondo. El gigante está justo al otro lado de la rama. Debo de ser rápido. Me pongo de pie costosamente. Sin importar lo mucho que me duele la pierna. Salto a la rama del pino más cercano mientras disparo la flecha que había preparado antes.

Mi puntería no es mala. La flecha se dirige hacia el líder enemigo cuando éste, con una veloz estocada, parte la flecha y el árbol del que había saltado por la mitad. Si me hubiera dado con ese golpe ahora estaría muerto. Sin embargo, no puedo decir que haya salido bien parado. Con el salto, siento un pinchazo en la herida de la pierna que me hace perder el equilibrio y caer entre las ramas del pino. El miedo a morir por la caída hace que mi sentido de la supervivencia se agudice. Por fortuna consigo agarrarme a una de las ramas poco antes de caer.

El gigante se queda observando. Sigue jugando conmigo. Me pongo en pie encima de la rama topándome directamente cara a cara con mi enemigo. Esta vez es él quien hace el primer golpe, alza su enorme espada cortando por la mitad la rama en la que estoy. Esta vez no me coge desprevenido. Salto y me sujeto con las manos en una rama más alta dándole una patada en la cara del gigante. Craso error, pues eso le hace que se enfurezca.

El juego ha terminado. El campeón corta el tronco del pino de un solo golpe. Lentamente el árbol empieza a caer. Es demasiado grande, sus ramas chocan con las ramas de otros árboles haciendo que ralentice la caída. Aprovecho esta oportunidad para ponerme de pie en el tronco de pino. Si caigo será de pie. El gigante sigue observándome. Disfruta viéndome caer. Sabe que cuando el árbol caiga, no podré correr dado a la gravedad de mi herida y él será quien me mate de un solo pisotón.

Una idea se me cruza por la cabeza. Es arriesgada pero podría funcionar. Me cuelgo a Vientoatroz a la espalda, agarro un par de flechas, una en cada mano, y salto hacia el vientre de mi enemigo clavándole las flechas como si fueran dos picos de montañista. El gigante gime de dolor. Suelta la espada e intenta agarrarme con sus enormes manos. Este es el punto de debilidad que tanto tiempo esperaba para poder escapar. Me dejo caer al suelo y corro, tan rápido como la herida de mi pierna me permite, lo máximo posible para alejarme del campeón.

Logan Allen Sáb Jul 04 2015, 20:48

Después de haber sido alcanzado por esa flecha en la pierna, el joven mago cayo al suelo con una clara expresión de dolor en su rostro mientras soltaba sus armas y llevaba una mano a la herida y sacarse rapidamente la flecha. El joven, mientras gritaba de dolor, aprovecho su agua corporal para enfriar el brazo y así aliviar el dolor. Afortunadamente, el trasgo que le había atacado no pudo terminar el trabajo y Ryomaru no sufrió una terrible muerte pero la flecha le había alcanzadoe el brazo de lleno y le costaria combatir en condiciones.

La mujer bestia se acerco para ayudarlo y llevarlo a un lugar seguro pero el joven no quería dejar solo al elfo por lo que no podría marcharse a pesar de su estado.

- No no puedo, el es mi amigo - le dijo Ryomaru haciendo señas al elfo mientras veía como se enfrentaba al lider de ese grupillo - Ayudale, si acabamos con su lider, seguramente se acabara el combate. Los trasgos ya han empezado a huir -

El brujo era de los que no dejaban atrás a un amigo, prefería sacrificarse antes que dejar a un amigo frente a un enemigo así. En el estado en el que se encontraba, poco podría hacer para ayudar al elfo pero la mujer bestia podría sin duda ayudarlo. Además, las energías del bruj estaban algo mermadas y apenas podría usar ya agua pues había usado gran parte del agua que tenía.

Ryomaru, lentamente, trato de reincorporarse mientras que su herida dejaba de soltar sangre gracias al enfriamiento de la herida mientras se apoyaba en un de los arboles.

- Me encuentro algo mejor - susurro mientras terminaba de reincorporarse gimiendo algo de dolor - No te obligare a intervenir, si no quieres, ire yo - decía el joven mientras agarraba una de sus espadas con la única mano disponible que tenía - Si quieres aprovechar para irte, adelante. Te deseo buena suerte - El joven empezó a caminar hacia Sarez y su oponente mientras el elfo empezaba a ganar ventaja con respecto al desconocido guerrero

Vael Lun Jul 06 2015, 19:31

No podía hacer nada por aquel muchacho. Había recibido un flechazo y Vael no tenía ni idea de cómo tratar una herida semejante. Sin embargo el chico se negó a abandonar a su amigo. En ese momento ella se percató de que el elfo se estaba enfrentando mano a mano a aquel guerrero de apariencia formidable. Tenía valor, de eso no había duda. Parecía que algo iba mal, por su forma de moverse, pero la joven bestia no podría haberlo asegurado.

Ella tampoco estaba en las mejores condiciones para luchar contra un tipo así, aunque al menos no acusaba ninguna herida. Y no iba a dejar que el elfo se enfrentara solo a aquel enorme guerrero. ¿Cierto? La mujer bestia apretó firmemente el martillo con su mano diestra.

-A-ah...- Exclamó Vael con una expresión de preocupación, haciendo un gesto para ayudar al chico a incorporarse. Pero no fue necesario, el muchacho había dejado de sangrar, mágicamente. La joven no tuvo mucho tiempo para preguntarse cómo lo habría hecho. Pues el brujo comenzó a dirigirse al lugar en el que la batalla estaba dando lugar, espada en mano. La mujer bestia sintió que no tenía alternativa, no iba a dejar que lucharan por ella, y huir de aquel lugar. De hecho que el brujo se lo hubiera sugerido le ofendió en cierta forma. Sentía que debía demostrar que ella también podía ayudar.

Era uno contra tres, ahora que estaba herido y distraído, un martillazo en el lugar adecuado y podrían acabar con él. La mujer bestia se adelantó, rodeando al tipo que ahora se doblaba sobre sí mismo, por las heridas causadas por el elfo.

Tenía la intención de rematarlo con un martillazo en la cabeza, usando ambas manos para darle mayor potencia. Daba igual que llevara armadura, la fuerza del impacto abollaría el metal y destrozaría su cabeza, moriría, y de forma muy desagradable... Pero el último instante la mujer bestia dudó, y aquel momento de duda resultó fatal, no fue capaz de asestar el golpe mortal. Desvió la trayectoria y el martillo fue a parar al hombro del guerrero.

Un alarido de dolor escapó de aquella enorme figura. Probablemente se lo había dislocado. Pero ni siquiera era el brazo que sujetaba la espada. Había tenido la oportunidad perfecta para matarlo. Y la había desperdiciado. Era débil. Se castigó mentalmente.

Como para darle la razón, el tipo se abalanzó sobre ella con su espada, como llevado por una furia irracional. Al parecer, olvidando que se suponía que debían llevar a la criatura con vida. La mujer bestia apenas fue capaz de detener el golpe con el martillo a tiempo de salvar el cuello.

Eran tres contra uno... los trasgos habían huido, no debía ser muy difícil acabar con aquel guerrero... ¿cierto? Sin embargo, Vael no lograba tranquilizarse.

Sarez Vie Jul 10 2015, 13:03

No puedo correr. No debería estar corriendo. Mi pierna herida me lo recuerda. Me llevo una mano en la rodilla para ayudar a mi pierna a doblarse con cada movimiento. El dolor puede conmigo. Tardaré un par de días en recuperarme. Por fortuna, al estar la herida cerrada evita que se me pueda infectar.

Miro hacia atrás con cierto temor para asegurarme que el gigante no me persigue. Veo al campeón angustiado, casi de rodillas tras el golpe que le he dado. No tengo que temerle pues él no puede ni moverse. En ese momento, la bestia, se lanza contra la espalda su espalda golpeándole con su martillo en uno de hombros. Lo más probable es que se lo haya dislocado. Junto al mío, ambos golpes fueron cruciales para acabar con el gigante quien suelta un alarido de puro dolor e ira. Su contraataque contra la mujer bestia es devastador. El espadón y el martillo se encontraron lanzando un centenar de chispas por el golpe.

Debo de hacer algo para llamar la atención del gigante. Ella no podrá resistir mucho más. Las heridas que le hemos causado solo han servido para que deje su pose tranquila y paciente a un lado para convertirse en una criatura llena de odio.

Paro de correr. Intento mantener una posición firme. Separo las piernas por tener un mayor punto de apoyo dejando caer la mayor parte de mi peso sobre la pierna sana. Me descuelgo el arco de mi espalda. Agarro una flecha y la cargo en la cuerda del arco. Fijo mi objetivo. Debo mantenerme firme. Si me desequilibro puedo fallar y dañar a la mujer bestia sin querer. Mi mirada se mantiene en la cabeza del gigante. Apunto un poco más alto. Soy consciente de que estoy débil y cansado. Mi disparo no saldrá con tanta fuerza. Es por ello que debo apuntar más alto que la posición de mi objetivo. La fuerza del disparo es proporcional al tiempo que estará la flecha subiendo hacia el cielo. No sé explicarme. Sé que, si estoy débil, la flecha sube durante poco tiempo y luego cae.

Disparo. La flecha tiene la trayectoria que he predicho. Sube, sube, sube, sube hasta estar más arriba que la cabeza del gigante, luego cae, cae y cae dándole justo entre medio de ambos ojos. Si no tuviera el casco puesto, lo estaría muerto. La flecha, un simple trozo metal unido a un palo de madera, consigue aboyar el brillante acero del campeón. Su cabeza debe haber recibo un gran golpe. El gigante deja a la mujer bestia. He conseguido llamar su atención. He firmado mi sentencia de muerte. El campeón se abalanza hacia mí con gran velocidad espada en mano. Cojeando, intento alejarme de él. Me esconde entre en medio de los árboles donde las ramas más bajas impide que el gigante se acerque. Instintivamente, me encojo en mí mismo. No tengo miedo. Sé que mis compañeros son más poderosos que yo. Pueden hacer atacar al gigante ahora que lo he llamado su atención.

Logan Allen Sáb Jul 11 2015, 18:22

La flecha había logrado que el brujo perdiera movilidad en un brazo pero eso no le detendría. Su amigo estaba en serios problemas y él no tenía ninguna intención de abandonarlo. Prefería morir antes que abandonarlo a su suerte. A paso ligero, avanzaba hacia el gigante aunque la mujer bestia demostró ser más rápida al lograr llegar antes que el asestando un buen golpe al enemigo, un golpe con severas consecuencias.

El movimiento sorpresa había atraído la atención del guerrero quien encaro a su nuevo oponente con fiereza. Sin embargo, gracias a la increíble precisión del elfo, el grandote dejo a la mujer bestia para centrarse nuevamente en el elfo. El elfo estaba en serios problemas pero, afortunadamente, Ryomaru estaba ahí para ayudarlo.

Gracias a un salto, el joven se impulsó para caer sobre la espalda del gigante lanzando una estocada a la espalda, y debido a que el enemigo estaba demasiado centrado en el elfo, logrando perforarle la armadura y haciendo que la punta de la espada asomara por su pecho. La expresión del guerrero cambió por completo mientras soltaba su arma y un hilo de sangre salía por su boca.

- ¿Sientes frio? – pregunto Ryomaru al oído del guerrero mientras que, poco a poco, el cuerpo del gigantón se iba enfriando – Sarez, si quieres aprovecha y rematarlo. Sus músculos están entumecidos y a causa del frio que recubre su cuerpo, tus golpes le causaran más daño. Debes de ser tu quien mande a este al infierno –

El temible guerrero se había propasado con el elfo y era justo, a juicio del mago, que fuera el propio Sarez el que acabara con su vida aunque, debido a la estocada de Ryomaru, el malvado guerrero ya tenía un pie en el infierno.

Entre tanto, el movimiento heroico de Ryomaru había hecho que le empezare a doler aún más la herida soltando más cantidad de sangre pero, gracias a su aguante, el brujo espero a ese momento para quejarse del agudo dolor mientras sacaba la hoja de cristal del enemigo. El dolor era insoportable y, aprovechando que el combate estaba ganado, se dejó caer sobre el tronco que tenía detrás, soltando el arma, y llevándose la mano a la herida para ayudarse a dar algo de frio, con su poder, a la herida.

Vael Dom Jul 12 2015, 19:19

La mujer bestia resistía como podía el contrataque. El guerrero parecía sumido en una especie de frenesí. Estaba pasando apuros, sin embargo, el elfo no tardó en intervenir en su ayuda. Con un tiro impresionante con su arco, logró que la flecha atravesara el casco de su adversario. Aunque no lo mató en el acto. Aunque no era el mejor momento, la joven no pudo evitar pensar que quizás debería pedirle clases de tiro al elfo. Ella se las arreglaba medianamente bien con su arco, pero no a ese nivel.

Si el plan del elfo era distraer al guerrero, parecía que había funcionado. Herido una vez más, el hombre (si es que era un hombre), se dio la vuelta para atacar al elfo. Vael tuvo la intención de atacar de nuevo por la espalda al soldado. Lo haría con decisión, esta vez sí. No podría fallar otra vez. Sin embargo, el mago se adelantó a sus intenciones. Tras un salto, atravesó de parte a parte el pecho del soldado.

La mujer bestia se preguntaba como era posible que aquel hombre pudiera seguir con vida. Aunque estaba claro, no lo estaría por mucho más tiempo.

El brujo se dirigió entonces al elfo, después de regodearse un poco con el guerrero moribundo, actitud que la mujer bestia no aprobaba. No obstante, Vael no profirió queja alguna. A fin de cuentas, habrían podido morir a sus manos. Por eso tampoco puso objeción cuando el mago ofreció al elfo ¿Sarez? que rematara al soldado. No se sentía particularmente cómoda, pero en parte estaba un tanto aliviada. De habérselo pedido a ella, la joven se habría negado. No se hubiera sentido capaz de hacerlo a sangre fría... y menos teniendo en cuenta que el hombre estaba indefenso. Aunque probablemente, una muerte rápida era más benévola que dejar que muriera lentamente.

La mujer bestia empezaba a recuperar el control total sobre su cuerpo y sus sentidos, al menos esa era la impresión que tenía. Su mente se esclarecía.

Apoyando su martillo en el suelo, la joven decidió esperar la decisión del elfo.

Sarez Jue Jul 16 2015, 12:23

En frente solo veo el campeón. Estoy atrapado. Detrás los arbustos son demasiados espesos para poder atravesarlos con una pierna herida. Miro hacia delante. Acepto mi destino. El gigante alza su espadón con el brazo que todavía le queda sano. Va a matarme.

Respiro aliviado cuando el gigante se retuerce de dolor. Ryomaru me ha dado la oportunidad de matarlo. Ha saltado a la espalda del campeón para entretenerlo. No tengo mucho tiempo. No puedo saber cuánto tiempo podrá resistir el brujo. Lo más seguro es que solo tenga un disparo. Debo matar al gigante con una única flecha.

Me concentro en buscar los puntos débiles de mi rival. Su armadura es muy resistente. No podré atravesarla con un disparo. Debe de haber un punto flaco. Un lugar por donde poder clavar mi flecha. Su armadura es perfecta. Todos los puntos flacos que conozco están perfectamente cubiertos. Solo hay un lugar donde se puedo llegar a su cuerpo. Su cabeza. Su casco tiene una abertura por el que poder respirar y hablar.

Cojo una flecha. La cargo en el arco. Estiro la cuerda. Mantengo mi posición unos instantes para poder fijar mi objetivo. Sé que solo tengo una oportunidad. No puedo fallar. Una gota de sudor me cae desde la frente. Me pongo nervioso. Eso es lo peor que puedo hacer. Si vacilo fallaré y el campeón nos matará a todos. Respiro hondo. Intento concentrarme. Siento la presión sobre mis hombros como si estuviera cargando una enorme roca. No lo pienso más. Suelto la cuerda. La flecha vuela cortando el viento hasta la cabeza de mi enemigo. Entra en el interior del casco.

No se oyen gritos. El campeón cae directamente al suelo. Desde la cabeza se ve la sangre salir de su cuerpo. En menor medida, me recuerda a la fuente de la ciudad.

Logan Allen Lun Jul 20 2015, 00:17

Después de que Sarez acabara con el enemigo, el joven brujo pudo relajarse así que se relajó manteniendo su cuerpo apoyado sobre el tronco de ese árbol mientras seguía tapando su herida, se daba frio para aliviar el dolor pero esa herida no iba a sanar así, necesitaba descanso y aprovecharía ese rato sobre el tronco todo lo posible.

- Voy a acercarme al rio, voy a aprovechar el agua para aliviar y sanarme la herida –

Poco a poco, Ryomaru se fue reincorporando ayudándose del brazo sano para apoyarse en el tronco y así levantarse evitando que el brazo le doliera más de lo necesario.

- Si queréis venir, tal vez os vendría bien que os relajéis también y descanséis –

A paso tranquilo, el joven regreso hasta el rio y, tras quitarse el peto, se introdujo en el interior del agua tumbándose boca arriba y relajando su cuerpo sin hundirlo en el interior del rio.

- Qué alivio, además hace buen día. Me encanta el agua... - Entonces, el joven provoco que una pequeña brisa comenzara a acariciarle el cuerpo - ... y con un poco de aire mas - una sonrisa se esbozaba en el rostro del joven quien apenas sentía dolor gracias a la calma que le proporcionaba el momento

Vael Jue Jul 30 2015, 21:41

El elfo dio muerte al caballero con un tiro limpio, un flechazo en la cabeza. La sangre comenzó a manar y la mujer bestia arrugó un poco el gesto y apartó la mirada. Era lo mejor, se dijo a sí misma. Después de todo, con las heridas que tenía, al caballero le esperaba una muerte agonizante y, por la fortaleza que había demostrado, probablemente lenta.

Vael respondió después de que el mago tomara la palabra.

-G-gracias por salvarme. - Su lengua se sentía sumamente torpe en su boca. Pastosa y seca. Parecía que no habían desaparecido del todo los efectos del sedante. Pero al menos ya podía hablar. -Pero, tengo que volver.- Masculló con cierta dificultad. Estaba convencida de que su torpeza al hablar le haría parecer estúpida. Aunque bueno, tampoco es como si la gente en general necesitara excusa para pensar ese tipo de cosas de ella. Simplemente odiaba encima ser ella quién diera motivos.

-Mmmm... N-no sé mucho de medicina p-pero... Q-quizás deberíais buscar ayuda...- Sugirió cambiando el peso de su cuerpo de un pie al otro.

No tenía ni idea de lo que había pasado. No llegaba a comprender quiénes eran aquellos tipos y por qué la habían secuestrado. ¿Por su piel quizás? ¿Para venderla como esclava? La mujer bestia sintió un escalofrío pensando en lo que podría haber sido. En general habían sido demasiadas emociones para un solo día. Tendría que andar con más cuidado a partir de entonces.

-M-mi nombre es Vael, si alguna vez necesitáis algo de mi, estoy en deuda con vosotros. - La mujer bestia se preocupó de tener todas sus cosas antes de añadir. -Ahora tengo que regresar a Lunargenta, así que... bueno, adiós.- Se despidió alzando una zarpa. Dicho esto se dio la vuelta y se puso a cuatro patas, comenzando a trotar con ligereza. Pretendía cubrir el mayor terreno posible antes de que anocheciera.

Sarez Vie Jul 31 2015, 12:35

Hemos terminado. Cojo un palo del suelo, seguramente sea un trozo de rama del árbol que ha caído. Con un trozo de cuerda, ato la rama a mi pierna para mantenerla firma. Si doblo la rodilla, la herida volverá a abrirse. Cojo una rama más grande para usarla de punto de apoyo y ayudarme a caminar. Debo hacer el menor esfuerzo físico.

-Corremos peligro.- He matado al campeón, pero los trasgos han escapado. Podrían volver. Estoy herido, Ryomaru también; tan solo podemos contar con la ayuda de la mujer bestia y ella ya ha hecho intención de irse. –Debo irme.- En mis árboles estaré seguro. –Nos vemos.-

Al igual que Vael, la mujer bestia; mi intención es volver a casa y recuperarme de mis heridas. Estoy cansado. He luchado contra los trasgos, he saltado entre los árboles que estaban a punto de caer y he matado al campeón. He superado mi límite y mis fuerzas están al mínimo. Necesito descansar.

Logan Allen Dom Ago 02 2015, 18:59

Tras la pequeña batalla en la que casi acaba la cosa en tragedia, tanto la mujer bestia como el elfo decidieron volver a sus hogares para sanar sus heridas y, de paso, salir de ese lugar antes de que se llenara de enemigos de nuevo.

Poco después de quedarse sol, el joven brujo se reincorporo del agua y salió de la misma sentandose en una de las rocas para pensar en lo que iba a hacer a continuación mientras observaba su estado.

- Debo de ir cuanto antes a sanar estas heridas, debería de hacerlo antes de que me encuentre con algún nuevo enemigo o Xenzor lance su ataque -

Decidido a ir al pueblo mas cercano para conseguir algo que le ayudase a recuperar, el joven reemprendió la marcha aprovechandose de que, gracias al agua, se encontraba lo suficientemente mejor como para aguantar el viaje. No obstante, sabía que debía de tener cuidado y evitar enfrentamientos, y eso es lo que haría.

Por otro lado, sabía que en cualquier momento podría ser llamado para que fuera a Belltrexus a causa del ataque del malvado brujo y era un motivo extra por el que tener cuidado. Su aldea le necesitaria.

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