La separación [IV]
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La separación [IV]
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-Era de esperarse…- la voz de la mujer hizo eco contra el tronco de un árbol hueco.
-Oh viejo… ¿no pudiste haber pedido nada mejor?... Es decir, Sarez hermano, no tengo nada contigo, pero… ¿sanar heridas? Por favor.-
Las tres brujas se rieron de la petición de los guerreros, entre risas y burlas que repicaron contra el bosque muerto conjuraron un hechizo de sanación que afectó a todos los de la partida de rescatistas. Con eso, dieron por finalizada su “caritativo encuentro” como quisieron llamarle ellas mismas.
La mujer dragón había resultado llamarse Darla y al parecer sabía más sobre Flor que su propio padre. La chica, como bien había dicho el viejo semanas atrás en aquella posada, había sido raptada. Pero aquello no era todo. Estaba bajo un encantamiento que la hacía querer inmolarse. La mujer dragón había escapado a la naturaleza corrosiva de la magia de los servidores del mal ya que no habían contado con que no fuera humana. Había escapado por los pelos, pero pronto fue capturada por otro tipo de predadores. Piratas.
-No hay tiempo, montaos a mi lomo. Os llevaré al acantilado, esta noche es luna llena y ella se inmolará al mar para resucitar las fuerzas del mal. Debéis detenerlo todo-
Sin más, la que tenía la habilidad de cambiar de forma, se alejó del grupo hasta un lugar espacioso donde se transformó en una figura que los tres hombres ya habían visto antes. El dragón del barco. Extendió sus alas en un acto majestuoso, dejando subir a su lomo a Sarez y Killian. El chico humano no tendría tanta suerte, tendría que viajar a pata –literalmente en las patas del dragón-
Luego de alrededor de media hora de vuelo, en ese momento del día en el que los colores lentamente se van apagando, entre el paisaje de bosques muertos y tierra negra aparecerían ante sus ojos los grandes riscos. Una serie de cuatro pequeñas chozas, una veintena de hombres que parecían pequeños ratones moviéndose rápidamente de un lado a otro terminado preparaciones y… finalmente: Flor.
Hermosa como un pimpollo abriendo su corola a la luna que comenzaba a descubrirse grande y roja en el firmamento, la chica miraba al cielo con la mirada vacía. Las primeras estrellas iluminaban con su luz tenue la lejanía del horizonte donde un padre lloraba a una niña que recorría el camino hacia el ser mujer. Con cada paso que daba se acercaba peligrosamente a un palenque en el borde del precipicio. Sus blancos vestidos holgados se ondeaban con la violencia del viento. Su expresión imperturbable la convertía en una estatua al valor viviente.
Darla no podría aterrizar, pero sí acercarse hasta cierto punto para no ser vista. Aparecería en el momento más oportuno en el futuro.
Ahora las cosas estaban a manos de tres jóvenes y valientes hombres que tal vez no saldrían enteros de esa batalla si no sabían como manejar la situación.
__________________
Off: sean cautos. Todo lo que no especifiqué queda abierto a su narración.
En dos turnos más aproximadamente acabamos la quest.
Sarez: la cicatriz en la oreja pudo ser curada con la magia de las brujas, o no. Es tu elección.
Suerte-Era de esperarse…- la voz de la mujer hizo eco contra el tronco de un árbol hueco.
-Oh viejo… ¿no pudiste haber pedido nada mejor?... Es decir, Sarez hermano, no tengo nada contigo, pero… ¿sanar heridas? Por favor.-
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Las tres brujas se rieron de la petición de los guerreros, entre risas y burlas que repicaron contra el bosque muerto conjuraron un hechizo de sanación que afectó a todos los de la partida de rescatistas. Con eso, dieron por finalizada su “caritativo encuentro” como quisieron llamarle ellas mismas.
La mujer dragón había resultado llamarse Darla y al parecer sabía más sobre Flor que su propio padre. La chica, como bien había dicho el viejo semanas atrás en aquella posada, había sido raptada. Pero aquello no era todo. Estaba bajo un encantamiento que la hacía querer inmolarse. La mujer dragón había escapado a la naturaleza corrosiva de la magia de los servidores del mal ya que no habían contado con que no fuera humana. Había escapado por los pelos, pero pronto fue capturada por otro tipo de predadores. Piratas.
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-No hay tiempo, montaos a mi lomo. Os llevaré al acantilado, esta noche es luna llena y ella se inmolará al mar para resucitar las fuerzas del mal. Debéis detenerlo todo-
Sin más, la que tenía la habilidad de cambiar de forma, se alejó del grupo hasta un lugar espacioso donde se transformó en una figura que los tres hombres ya habían visto antes. El dragón del barco. Extendió sus alas en un acto majestuoso, dejando subir a su lomo a Sarez y Killian. El chico humano no tendría tanta suerte, tendría que viajar a pata –literalmente en las patas del dragón-
Luego de alrededor de media hora de vuelo, en ese momento del día en el que los colores lentamente se van apagando, entre el paisaje de bosques muertos y tierra negra aparecerían ante sus ojos los grandes riscos. Una serie de cuatro pequeñas chozas, una veintena de hombres que parecían pequeños ratones moviéndose rápidamente de un lado a otro terminado preparaciones y… finalmente: Flor.
Hermosa como un pimpollo abriendo su corola a la luna que comenzaba a descubrirse grande y roja en el firmamento, la chica miraba al cielo con la mirada vacía. Las primeras estrellas iluminaban con su luz tenue la lejanía del horizonte donde un padre lloraba a una niña que recorría el camino hacia el ser mujer. Con cada paso que daba se acercaba peligrosamente a un palenque en el borde del precipicio. Sus blancos vestidos holgados se ondeaban con la violencia del viento. Su expresión imperturbable la convertía en una estatua al valor viviente.
Darla no podría aterrizar, pero sí acercarse hasta cierto punto para no ser vista. Aparecería en el momento más oportuno en el futuro.
Ahora las cosas estaban a manos de tres jóvenes y valientes hombres que tal vez no saldrían enteros de esa batalla si no sabían como manejar la situación.
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Off: sean cautos. Todo lo que no especifiqué queda abierto a su narración.
En dos turnos más aproximadamente acabamos la quest.
Sarez: la cicatriz en la oreja pudo ser curada con la magia de las brujas, o no. Es tu elección.
Thorn
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Re: La separación [IV]
Apenas puedo escuchar a Killian. En mi cabeza suena un ruido solo que solo yo puedo oír debido a la explosión que me arrancó un trozo de oreja. Oigo unas pocas palabras en medio del incesante pitido: “Heridas, curadas, Flor y camino”. Siento que no puedo más. Si sigo concentrándome por entender que dice mi cabeza va a estallar por el ruido.
Me siento apoyándome la espalda en uno de los árboles muertos. Con uno de los trozos de tela que hice de mi camisa me tapo la oreja que no deja de sangrar. Me duele el oído y más me duelen las manos. He matado a un espantapájaros gigante con mi magia, con magia élfica. No puedo creerlo. Es como las mentiras que veo cuando duermo. Lentamente giro la cabeza hacía lo que hasta hace unos minutos era un campo de batalla. ¿Esto lo he hecho yo? Si me atacan no vacilo al coger una flecha y tensarla en Vientoatroz. Antes que la espada de mi enemigo me alcance el pecho, él morirá con una de mis flechas clavada en sus cabeza. “Enemigo”, solo uno. En tierra no hay solo un enemigo, hay decenas de ellos, cientos tal vez. Es la primera vez que me he enfrentado a un número tan grande de enemigos. Sonrío amargamente. Por muy herido que esté y por mucho que me duela todo mi cuerpo no puedo evitar sonreír por lo que he hecho.
Las brujas hablan. No puedo escucharlas. Las veo reunirse haciendo un círculo en mitad del bosque de árboles muertos. Hacen algo que no llego a entender. Instintivamente cierro los ojos sin saber el por qué. Siento un inexplicable sosiego rodeando mi cuerpo, no puedo entender qué me ocurre. Es como si la tormenta que anidaba mis heridas de repente desapareciera. No hay dolor, no hay ruido en mi cabeza, no hay nada… Abro los ojos muy lentamente. Mi oreja dejó de sangrar en el momento que cerré los ojos. Retiro sorprendido el trozo de tela con el que tapaba la herida. Con los dedos surco cada rincón de mi oreja en busca de una cicatriz similar como la de mi marca de desterrado. Está ahí. Me falta parte del lóbulo de la oreja derecha. Con la misma con la que busqué cicatriz alguna en mi oreja, la paso por mi ojo izquierdo en busca de mi marca de desterrado. No sé cómo me siento. Unas lágrimas caen de mis ojos. ¿Felicidad, tristeza o confusión? No puedo distinguir la razón de mi llanto. Ahora solo quiero llorar. Debería estar alegre. He sobrevivido a todos los peligros que hoy me he enfrentado. He luchado y he ganado. Eso es más de lo que he hecho en toda mi vida. Debería estar orgulloso pero solo puedo llorar.
Llegamos a una especie de acantilado a lomos de Darla, la dragona. Mi cuerpo no está tenso y dolorido como antes. Siento mis fuerzas volver de nuevo como un fuego renace de sus cenizas. No sé explicarlo pero quiero seguir luchando, quiero rescatar a Flor. Miro a Killian. ¿Es así cómo se siente después de que le hayan curado de una batalla? Él ha vivido más guerras que yo. ¿Habrá sentido este deseo de seguir luchando?
-Acabemos ya.- Digo a la vez que salto a tierra. –Gracias.- Acaricio las escamas del ala de Darla como gesto de despedida. Nunca he visto, no sé cómo se comunican. Son como los humanos y como los reptiles al mismo tiempo. No sé qué hacer con ellos. Lo único que se me ocurre es acariciar levemente de la misma forma que acaricie sus escamas cuando estaban formadas por piedra en el barco. –Nos vemos.-
Espero a que mis compañeros bajen del dragón. Todavía tenemos mucho trabajo qué hacer. Esos hombres tienen a Flor, los pude ver ir hacia el precipicio mientras estaba a lomos de Darla. Debemos rescatarla. Me descuelgo a Vientoatroz de mi espalda y miro directamente a los ojos de Killian. Él es el guerrero de este grupo, yo soy un renegado del bosque y él es solo un niño. Contamos con Killian para que nos guie. Aunque mi corazón desee seguir luchando, debo hacer caso al guerrero veterano.
-¿Qué hacemos?- Pregunto emocionado por empezar de nuevo a combatir.
Me siento apoyándome la espalda en uno de los árboles muertos. Con uno de los trozos de tela que hice de mi camisa me tapo la oreja que no deja de sangrar. Me duele el oído y más me duelen las manos. He matado a un espantapájaros gigante con mi magia, con magia élfica. No puedo creerlo. Es como las mentiras que veo cuando duermo. Lentamente giro la cabeza hacía lo que hasta hace unos minutos era un campo de batalla. ¿Esto lo he hecho yo? Si me atacan no vacilo al coger una flecha y tensarla en Vientoatroz. Antes que la espada de mi enemigo me alcance el pecho, él morirá con una de mis flechas clavada en sus cabeza. “Enemigo”, solo uno. En tierra no hay solo un enemigo, hay decenas de ellos, cientos tal vez. Es la primera vez que me he enfrentado a un número tan grande de enemigos. Sonrío amargamente. Por muy herido que esté y por mucho que me duela todo mi cuerpo no puedo evitar sonreír por lo que he hecho.
Las brujas hablan. No puedo escucharlas. Las veo reunirse haciendo un círculo en mitad del bosque de árboles muertos. Hacen algo que no llego a entender. Instintivamente cierro los ojos sin saber el por qué. Siento un inexplicable sosiego rodeando mi cuerpo, no puedo entender qué me ocurre. Es como si la tormenta que anidaba mis heridas de repente desapareciera. No hay dolor, no hay ruido en mi cabeza, no hay nada… Abro los ojos muy lentamente. Mi oreja dejó de sangrar en el momento que cerré los ojos. Retiro sorprendido el trozo de tela con el que tapaba la herida. Con los dedos surco cada rincón de mi oreja en busca de una cicatriz similar como la de mi marca de desterrado. Está ahí. Me falta parte del lóbulo de la oreja derecha. Con la misma con la que busqué cicatriz alguna en mi oreja, la paso por mi ojo izquierdo en busca de mi marca de desterrado. No sé cómo me siento. Unas lágrimas caen de mis ojos. ¿Felicidad, tristeza o confusión? No puedo distinguir la razón de mi llanto. Ahora solo quiero llorar. Debería estar alegre. He sobrevivido a todos los peligros que hoy me he enfrentado. He luchado y he ganado. Eso es más de lo que he hecho en toda mi vida. Debería estar orgulloso pero solo puedo llorar.
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Llegamos a una especie de acantilado a lomos de Darla, la dragona. Mi cuerpo no está tenso y dolorido como antes. Siento mis fuerzas volver de nuevo como un fuego renace de sus cenizas. No sé explicarlo pero quiero seguir luchando, quiero rescatar a Flor. Miro a Killian. ¿Es así cómo se siente después de que le hayan curado de una batalla? Él ha vivido más guerras que yo. ¿Habrá sentido este deseo de seguir luchando?
-Acabemos ya.- Digo a la vez que salto a tierra. –Gracias.- Acaricio las escamas del ala de Darla como gesto de despedida. Nunca he visto, no sé cómo se comunican. Son como los humanos y como los reptiles al mismo tiempo. No sé qué hacer con ellos. Lo único que se me ocurre es acariciar levemente de la misma forma que acaricie sus escamas cuando estaban formadas por piedra en el barco. –Nos vemos.-
Espero a que mis compañeros bajen del dragón. Todavía tenemos mucho trabajo qué hacer. Esos hombres tienen a Flor, los pude ver ir hacia el precipicio mientras estaba a lomos de Darla. Debemos rescatarla. Me descuelgo a Vientoatroz de mi espalda y miro directamente a los ojos de Killian. Él es el guerrero de este grupo, yo soy un renegado del bosque y él es solo un niño. Contamos con Killian para que nos guie. Aunque mi corazón desee seguir luchando, debo hacer caso al guerrero veterano.
-¿Qué hacemos?- Pregunto emocionado por empezar de nuevo a combatir.
Sarez
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Re: La separación [IV]
- Woooow, wooooow... tranquilo camarada, tampoco es para tanto. - Le digo a Sarez, quien llora desconsoladamente tras todo lo ocurrido. Parecía estar como entre feliz y triste... una... emoción... allí... hummm... no sé, no sabría explicarla, pero era claro para mí que le habíamos hecho un bien. Bueno, para ser más precisos, las brujas nos hicieron un bien a todos. Nuestro compañero ya no se encontraba en peligro de muerte, y la sensación que me embarga cuando me sanan las heridas es... tan... agradable...
Cuando vi a la mujer que se transformó en dragona, abrí los ojos como dos platos blancos, redondos y enormes.
- ¡Puta madre, es igual al dragón que vimos en el barco! - Entonces lo reflexioné un momento. - Espera... Killian piensa... ¡Oh, oooooh, ella era el dragón que vimos en el barco! ¡Ooooh, woooow! Pero Killian nunca ha montado en un dragón... perdón, dragona. ¿Cómo hay que... ¡Oh bueno, siempre hay una primera vez para todo!
Di un salto enorme y me subí al lomo de la dragona, junto a Sarez. El otro se veía gracioso en la pata de la dragona, maldiciendo su propia suerte. Yo me reí de él.
- ¡Ahahahahaha, agárrate fuerte o te vas a caer! ¡Wiiiiiiiiih!
Tal parecer, debíamos darnos prisa. Flor iba a sacrificarse para revivir un mal, y éso yo no lo iba a permitir, no señor. Por lo que vieron mis ojos a continuación, parecía que nos íbamos a tener que ir con cuidado. Eran varios hombres, algunos con túnicas oscuras con símbolos religiosos desconocidos para mí. Hacían cánticos que parecían invocar a una fuerza extra terrenal, y aunque no soy muy listo, me di cuenta de que el sacrificio de Flor iba a ser el desencadenante para que la ceremonia tuviera éxito.
La dragona nos dejó en las cercanías, y le hice una breve reverencia con la cabeza en señal de agradecimiento. Ahora debíamos idear un plan para rescatarla, y entre los tres, tendríamos que complementarnos.
Sarez me preguntó qué haríamos. Realmente, ésta aventura nos había unido mucho desde el incidente con la hija del hombre que había asesinado el elfo, y la guardia de Lunargenta encabronada. Era un buen tipo, más que eso, si se esmeraba, podría llegar a convertirse en un héroe de Aerandir, tal vez uno de los más grandes. Pero... ¡¿Por qué diablos siempre me dejan a mí las estrategias?! No se me da muy bien eso de planificar... y... pensar... y... ah, ya me da jaqueca.
- Hummm... pues, esos hombres son los que tienen a Flor. Nosotros vamos, y los matamos. Salvamos a Flor luego. ¿Preguntas?
Me adelanté y corrí hacia ellos. Entonces recordé que... no debía de precipitarme demasiado, pues su número era exacerbado. Pero ya era demasiado tarde. Ya me habían visto.
- ¡Oigan ustedes, malditos mal hechores! ¡¿Acaso no saben que convocar... cosas malas... es MALO?! ¡Debería darles vergüenza! ¡Suelten a Flor en éste instante, o sentirán la ira de Killian!
Desenvainé mi espada y les amenacé haciendo un gesto fiero. Los hombres empezaron a reírse de mi acto heroico, y desenfundaron sus armas. Ahora la situación se pondría color de hormiga, a menos que mis compañeros ideasen alguna forma de ayudarme.
Cuando vi a la mujer que se transformó en dragona, abrí los ojos como dos platos blancos, redondos y enormes.
- ¡Puta madre, es igual al dragón que vimos en el barco! - Entonces lo reflexioné un momento. - Espera... Killian piensa... ¡Oh, oooooh, ella era el dragón que vimos en el barco! ¡Ooooh, woooow! Pero Killian nunca ha montado en un dragón... perdón, dragona. ¿Cómo hay que... ¡Oh bueno, siempre hay una primera vez para todo!
Di un salto enorme y me subí al lomo de la dragona, junto a Sarez. El otro se veía gracioso en la pata de la dragona, maldiciendo su propia suerte. Yo me reí de él.
- ¡Ahahahahaha, agárrate fuerte o te vas a caer! ¡Wiiiiiiiiih!
Tal parecer, debíamos darnos prisa. Flor iba a sacrificarse para revivir un mal, y éso yo no lo iba a permitir, no señor. Por lo que vieron mis ojos a continuación, parecía que nos íbamos a tener que ir con cuidado. Eran varios hombres, algunos con túnicas oscuras con símbolos religiosos desconocidos para mí. Hacían cánticos que parecían invocar a una fuerza extra terrenal, y aunque no soy muy listo, me di cuenta de que el sacrificio de Flor iba a ser el desencadenante para que la ceremonia tuviera éxito.
La dragona nos dejó en las cercanías, y le hice una breve reverencia con la cabeza en señal de agradecimiento. Ahora debíamos idear un plan para rescatarla, y entre los tres, tendríamos que complementarnos.
Sarez me preguntó qué haríamos. Realmente, ésta aventura nos había unido mucho desde el incidente con la hija del hombre que había asesinado el elfo, y la guardia de Lunargenta encabronada. Era un buen tipo, más que eso, si se esmeraba, podría llegar a convertirse en un héroe de Aerandir, tal vez uno de los más grandes. Pero... ¡¿Por qué diablos siempre me dejan a mí las estrategias?! No se me da muy bien eso de planificar... y... pensar... y... ah, ya me da jaqueca.
- Hummm... pues, esos hombres son los que tienen a Flor. Nosotros vamos, y los matamos. Salvamos a Flor luego. ¿Preguntas?
Me adelanté y corrí hacia ellos. Entonces recordé que... no debía de precipitarme demasiado, pues su número era exacerbado. Pero ya era demasiado tarde. Ya me habían visto.
- ¡Oigan ustedes, malditos mal hechores! ¡¿Acaso no saben que convocar... cosas malas... es MALO?! ¡Debería darles vergüenza! ¡Suelten a Flor en éste instante, o sentirán la ira de Killian!
Desenvainé mi espada y les amenacé haciendo un gesto fiero. Los hombres empezaron a reírse de mi acto heroico, y desenfundaron sus armas. Ahora la situación se pondría color de hormiga, a menos que mis compañeros ideasen alguna forma de ayudarme.
Killian
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Re: La separación [IV]
Off: las runas nuevamente han hablado [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
La estrategia del humano no había sido del todo inteligente, quince de los veinte hombres que allí se encontraban se reunieron para rodear a los tres héroes, los cinco restantes avanzaron para escoltar a Flor. Aquello no les iba a resultar tan sencillo, eran, si se dividían los oponentes a partes iguales, cinco para cada uno.
Un guerrero humano, un elfo exiliado especializado en la larga distancia y un joven humano enamorado de los placeres de las odas más que de las proezas en sí mismas. ¿Podrían contra ellos?
Los enemigos eran superiores en cantidad, no así en sus atributos. De todos los que se oponían al pequeño contingente bueno, tres eran brujos: un tensai de tierra, un maestro en la telekinesia y una maestra de la ilusión. Dos elfos corrompidos por la oscuridad de Frendel también se habían sumado a la batalla, a cambio de los poderes tentados que habían recibido, habrían perdido la mitad de su destreza y sabiduría. Un vampiro con un ojo emparchado, hábil en la lucha cuerpo a cuerpo, dos hombres bestia mitad serpiente con piel y colmillos venenosos y finalmente siete humanos armados con espadas y lanzas.
Flor se volvió para apreciar aquello que quedaba a sus espaldas. Pudo discernir que había alguna especie de alboroto más cuando se estaba dando la vuelta para saciar su curiosidad fue alcanzada por quienes pretendían sacrificarla y le urgieron a continuar con palabras suaves y bellas. Al parecer el sacrificio tenía que darse motu proprio o aquello no daría resultado. Le faltaban unos doscientos metros para llegar al acantilado. Observó su destino, levantó el mentón en una forma arrogante y retomó nuevamente su caminata lenta camino arriba.
Instrucciones
Sarez, Killian, tienen este turno para terminar con cinco de sus oponentes, vale dejarlos inconscientes o matarlos. Cómo se los distribuyan queda a su criterio.
Deberán narrar en profundidad [i">al menos un duelo con uno de los siguientes:
Brujos, vampiro, hombres bestia, elfos.
Como supondrán, los humanos son los más débiles.
Manejen los alrededores a su conveniencia.
Suerte
Un guerrero humano, un elfo exiliado especializado en la larga distancia y un joven humano enamorado de los placeres de las odas más que de las proezas en sí mismas. ¿Podrían contra ellos?
Los enemigos eran superiores en cantidad, no así en sus atributos. De todos los que se oponían al pequeño contingente bueno, tres eran brujos: un tensai de tierra, un maestro en la telekinesia y una maestra de la ilusión. Dos elfos corrompidos por la oscuridad de Frendel también se habían sumado a la batalla, a cambio de los poderes tentados que habían recibido, habrían perdido la mitad de su destreza y sabiduría. Un vampiro con un ojo emparchado, hábil en la lucha cuerpo a cuerpo, dos hombres bestia mitad serpiente con piel y colmillos venenosos y finalmente siete humanos armados con espadas y lanzas.
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Flor se volvió para apreciar aquello que quedaba a sus espaldas. Pudo discernir que había alguna especie de alboroto más cuando se estaba dando la vuelta para saciar su curiosidad fue alcanzada por quienes pretendían sacrificarla y le urgieron a continuar con palabras suaves y bellas. Al parecer el sacrificio tenía que darse motu proprio o aquello no daría resultado. Le faltaban unos doscientos metros para llegar al acantilado. Observó su destino, levantó el mentón en una forma arrogante y retomó nuevamente su caminata lenta camino arriba.
Instrucciones
Sarez, Killian, tienen este turno para terminar con cinco de sus oponentes, vale dejarlos inconscientes o matarlos. Cómo se los distribuyan queda a su criterio.
Deberán narrar en profundidad [i">al menos un duelo con uno de los siguientes:
Brujos, vampiro, hombres bestia, elfos.
Como supondrán, los humanos son los más débiles.
Manejen los alrededores a su conveniencia.
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Thorn
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Re: La separación [IV]
Killian me contesta como si yo fuera estúpido. Para él puede que ir, espada en mano, contra nuestros enemigos sea algo obvio pero para mí no. No soy un guerrero como él. Sí, me he defendido contra todo tipo de seres que me han atacado pero nunca he sido yo quien ha dado el primer paso.
-¿Preguntar cuando ya están muertos?- Digo en voz alta pensando en lo que Killian acaba de decir. – No tiene sentido.-
Al guerrero no parece importarle el sentido de sus palabras. Agarra su espada con las dos manos y se abalanza contra nuestros enemigos con una frase plagada de cosas aun más obvia que mis preguntas. Al verlo llegar los malos empiezan a reírse de él. Desde tan lejos no puedo oír sus risas pero puedo ver como mueven la boca y los gestos que hacen con la mano. Parece que se divierten. Uno de ellos, un extraño elfo de piel ligeramente oscura, da palmadas para alentar a Killian como si fuera un estúpido bufón. Él no es estúpido. El estúpido soy yo por quedarme parado mientras mi compañero avanza solo ante los enemigos.
Cojo a Vientoatroz con una mano, tenso en él una pequeña rama del suelo y la disparo hacia uno de nuestros enemigos. Él es más rápido que yo y de un pisotón a la tierra crea una pared de rocas en frente suya que bloque mi improvisada flecha. Brujos, su magia sigue siendo un enigma para mí. Con otro pisotón, hace que la pared de piedras se dirija hacia con la forma de un puño. Salto dando un giro en el suelo y esquivo la tierra. Eso es la parte fácil, otro enemigo, un brujo más, dispara sin usar un arco, una flecha contra mí; pero por fortuna falla. No sé cómo puede mover esos proyectiles sin usar ninguna arma; tampoco me importa. En su espalda de este segundo enemigo veo algo que me hace mucha falta en una batalla: Flechas. Eso es lo que sí me importa. Al pelear contra los no muertos se me agotaron; necesito nuevas flechas y él tiene.
Igual como Killian, no dudo a avanzar contra nuestros enemigos, principalmente contra brujo lanzador de flechas. Necesito esas flechas. Voy corriendo hacia él. Dos hombres me impiden el paso con largas lanzas. Intentan clavarme sus picas pero yo soy más rápido y ágil. Salto, giro hacia la derecha, vuelvo a la izquierda, freno en seco y vuelvo a correr más rápido que antes. Lo que sea antes de que sus lanzas lleguen a mí.
El arquero sin arco saca cinco flechas de su carcaj y las apunta contra mí. Rápidamente pienso en lo que hizo el mago con la tierra para que mi proyectil no le matase. Solo necesito algo con lo que bloquear las cinco flechas que vuelan hacia mí. Pienso rápido y lo único que tengo cerca para cubrirme es uno de esos lanzaremos. Me mueve hacia él de lado para que la pica no me alcance. Estamos frente a frente. En menos de lo que tarda una gota de agua de lluvia al caer al suelo, cojo al lancero y lo hago girar sobre sí mismo para que bloque las flechas del arquero sin arco con su espalda. Muerto.
-¡¿Por qué hacéis esto?!- Grito al muerto en el momento en que cae al suelo. Como dijo Killian, primero se mata y luego las preguntas.
El otro lancero, el que sigue vivo, llama a más hombres para que le ayuden para luchar contra mí. Sabe que soy mejor que él, solo no puede hacer nada. Tres hombres armados con espadas y, uno de ellos, con una serpiente en el lugar donde debería ir la cabeza y una piel verde como la oliva llegan a su demanda. Necesito flechas para poder luchar contra tantos enemigos a la vez. Busco con la mirada al arquero sin arco. Está cerca, más cerca de lo que está el hombre serpiente.
Cojo una de las flechas clavadas en la espalda del lancero muerto y la disparo con Vientoatroz al aquero sin arco e inmediatamente corro hacia él. Con su magia frena al vuelo la flecha antes de que llegue a él. Previsible. Ve le flecha ir hacia a él pero no me ve a mí. Cuando estoy lo suficientemente cerca doy un puñetazo a su cara dejándole inconsciente. Flechas al fin. Me doy toda la prisa que puedo para quitarme mi carcaj vacio y ponerme el del arquero sin arco. Flechas al fin.
Dos manos de tierra surgen del suelo. Una está a mi derecha, la otra a mi izquierda y ambas me atrapan como si fuera una mera mosca. No veo nada. Está muy oscuro. Al fin tengo flechas y no tengo a nadie con las que disparar. Las manos se van cerrando poco a poco. Me agarro a sus dedos y hago toda la fuerza posible para poder abrirlos. Es inútil, lo mío es la velocidad no la fuerza. Cada vez tengo menos espacio. Recuerdo el momento que abrí la cabeza del gigante espantapájaros con mi magia, esto no es tan diferente. Cojo una de las nuevas flechas y canalizo mi magia en ella. Sé que puedo hacerlo, no es más complicado que usar mis manos. Golpeo con la punta de la flecha a los nudillos de roca. Se abre una brecha que deja pasar la escasa luz del sol del atardecer. Los puños de tierra dejan de ser manos para volver a ser simples piedrecitas.
He salido de las manos pero un enemigo me espera para golpearme con la empuñadura de su espadón, es el hombre de cabeza de serpiente. Escupo sangre mientras lo miro fijamente. De su boca cae una especie de saliva que a juzgar por el color sé que no debo tocar. Él también me mira. Se limpia la saliva que le cae con el filo de su espadón el cual cobra un extraño brillo verdoso. Tengo suficientes conocimientos sobre venenos para saber que eso me puede matar si contacta con mi sangre.
Los dos humanos con espada son los primeros en venir a por mí. Salto hacia atrás para esquivar el primer golpe y disparo una flecha contra su pierna. Podría haber disparado contra su cabeza pero no me gusta matar si no es estrictamente necesario. Sus gritos de dolor inundan la batalla. El otro humano se lo piensa dos veces antes de enfrentarse de nuevo contra mí. Se retira, sabe que, mientras tenga una flecha cargada en mi arco puedo vencerle.
El hombre serpiente le grita al humano que ha huido, lo llama cobarde y otros insultos que no llego a comprender por su acento seseante. Ahora es él quien viene a por mí, solo él. Disparo una flecha, pero es inútil, su espadón bloquea el ataque. Saltó hacia atrás para ganar unos metros de distancia mientras él sigue acercándose a paso lento hacia mí. Llega hacia el hombre que le había herido en la pierna y lo decapita. Le molesta sus llantos.
La tierra vuelve a vibrar bajo mis pies. Otra vez ese brujo de tierra. Al frente, una espada bañada con veneno de serpiente, detrás, un brujo capaz de de crear manos de rocas. En otras ocasiones mi corazón hubiera dudado de si podría o no combatir contra mis enemigos. Pero hoy no. He pasado por muchos peligros para llegar hasta aquí y no voy a abandonar. Killian me ha enseñado a pelear sin abandonar.
Cargo una flecha y la disparo al hombre serpiente, me bloquea con su espadón. Cojo otra flecha y la disparo contra el brujo, su pared de rocas consigue parar mi ataque. Otra flecha más hacia el hombre serpiente, otra al brujo, otra al hombre serpiente. Sigo el mismo orden. Las flechas se van reduciendo del carcaj. Temo quedarme sin flechas de nuevo, por ello debo de ser rápido por última vez hoy. Centro todas las siguientes flechas contra el hombre serpiente. Tenso y disparo. Tenso y disparo. Con el rabillo del ojo veo al brujo de tierra asomarse tras su pared esperando una de mis flechas. ¡Ahora! Me doy la vuelta y disparo contra su cabeza que queda fuera de la pared. El hombre serpiente se sorprende, no vería haberlo hecho. Me giro contra él y disparo hacia el largo cuello de la serpiente.
-No hay que distraerse ante nada.- Le digo con cierta mofa a los cadáveres que yacían en el suelo la primera lección de todo buen arquero.
-¿Preguntar cuando ya están muertos?- Digo en voz alta pensando en lo que Killian acaba de decir. – No tiene sentido.-
Al guerrero no parece importarle el sentido de sus palabras. Agarra su espada con las dos manos y se abalanza contra nuestros enemigos con una frase plagada de cosas aun más obvia que mis preguntas. Al verlo llegar los malos empiezan a reírse de él. Desde tan lejos no puedo oír sus risas pero puedo ver como mueven la boca y los gestos que hacen con la mano. Parece que se divierten. Uno de ellos, un extraño elfo de piel ligeramente oscura, da palmadas para alentar a Killian como si fuera un estúpido bufón. Él no es estúpido. El estúpido soy yo por quedarme parado mientras mi compañero avanza solo ante los enemigos.
Cojo a Vientoatroz con una mano, tenso en él una pequeña rama del suelo y la disparo hacia uno de nuestros enemigos. Él es más rápido que yo y de un pisotón a la tierra crea una pared de rocas en frente suya que bloque mi improvisada flecha. Brujos, su magia sigue siendo un enigma para mí. Con otro pisotón, hace que la pared de piedras se dirija hacia con la forma de un puño. Salto dando un giro en el suelo y esquivo la tierra. Eso es la parte fácil, otro enemigo, un brujo más, dispara sin usar un arco, una flecha contra mí; pero por fortuna falla. No sé cómo puede mover esos proyectiles sin usar ninguna arma; tampoco me importa. En su espalda de este segundo enemigo veo algo que me hace mucha falta en una batalla: Flechas. Eso es lo que sí me importa. Al pelear contra los no muertos se me agotaron; necesito nuevas flechas y él tiene.
Igual como Killian, no dudo a avanzar contra nuestros enemigos, principalmente contra brujo lanzador de flechas. Necesito esas flechas. Voy corriendo hacia él. Dos hombres me impiden el paso con largas lanzas. Intentan clavarme sus picas pero yo soy más rápido y ágil. Salto, giro hacia la derecha, vuelvo a la izquierda, freno en seco y vuelvo a correr más rápido que antes. Lo que sea antes de que sus lanzas lleguen a mí.
El arquero sin arco saca cinco flechas de su carcaj y las apunta contra mí. Rápidamente pienso en lo que hizo el mago con la tierra para que mi proyectil no le matase. Solo necesito algo con lo que bloquear las cinco flechas que vuelan hacia mí. Pienso rápido y lo único que tengo cerca para cubrirme es uno de esos lanzaremos. Me mueve hacia él de lado para que la pica no me alcance. Estamos frente a frente. En menos de lo que tarda una gota de agua de lluvia al caer al suelo, cojo al lancero y lo hago girar sobre sí mismo para que bloque las flechas del arquero sin arco con su espalda. Muerto.
-¡¿Por qué hacéis esto?!- Grito al muerto en el momento en que cae al suelo. Como dijo Killian, primero se mata y luego las preguntas.
El otro lancero, el que sigue vivo, llama a más hombres para que le ayuden para luchar contra mí. Sabe que soy mejor que él, solo no puede hacer nada. Tres hombres armados con espadas y, uno de ellos, con una serpiente en el lugar donde debería ir la cabeza y una piel verde como la oliva llegan a su demanda. Necesito flechas para poder luchar contra tantos enemigos a la vez. Busco con la mirada al arquero sin arco. Está cerca, más cerca de lo que está el hombre serpiente.
Cojo una de las flechas clavadas en la espalda del lancero muerto y la disparo con Vientoatroz al aquero sin arco e inmediatamente corro hacia él. Con su magia frena al vuelo la flecha antes de que llegue a él. Previsible. Ve le flecha ir hacia a él pero no me ve a mí. Cuando estoy lo suficientemente cerca doy un puñetazo a su cara dejándole inconsciente. Flechas al fin. Me doy toda la prisa que puedo para quitarme mi carcaj vacio y ponerme el del arquero sin arco. Flechas al fin.
Dos manos de tierra surgen del suelo. Una está a mi derecha, la otra a mi izquierda y ambas me atrapan como si fuera una mera mosca. No veo nada. Está muy oscuro. Al fin tengo flechas y no tengo a nadie con las que disparar. Las manos se van cerrando poco a poco. Me agarro a sus dedos y hago toda la fuerza posible para poder abrirlos. Es inútil, lo mío es la velocidad no la fuerza. Cada vez tengo menos espacio. Recuerdo el momento que abrí la cabeza del gigante espantapájaros con mi magia, esto no es tan diferente. Cojo una de las nuevas flechas y canalizo mi magia en ella. Sé que puedo hacerlo, no es más complicado que usar mis manos. Golpeo con la punta de la flecha a los nudillos de roca. Se abre una brecha que deja pasar la escasa luz del sol del atardecer. Los puños de tierra dejan de ser manos para volver a ser simples piedrecitas.
He salido de las manos pero un enemigo me espera para golpearme con la empuñadura de su espadón, es el hombre de cabeza de serpiente. Escupo sangre mientras lo miro fijamente. De su boca cae una especie de saliva que a juzgar por el color sé que no debo tocar. Él también me mira. Se limpia la saliva que le cae con el filo de su espadón el cual cobra un extraño brillo verdoso. Tengo suficientes conocimientos sobre venenos para saber que eso me puede matar si contacta con mi sangre.
Los dos humanos con espada son los primeros en venir a por mí. Salto hacia atrás para esquivar el primer golpe y disparo una flecha contra su pierna. Podría haber disparado contra su cabeza pero no me gusta matar si no es estrictamente necesario. Sus gritos de dolor inundan la batalla. El otro humano se lo piensa dos veces antes de enfrentarse de nuevo contra mí. Se retira, sabe que, mientras tenga una flecha cargada en mi arco puedo vencerle.
El hombre serpiente le grita al humano que ha huido, lo llama cobarde y otros insultos que no llego a comprender por su acento seseante. Ahora es él quien viene a por mí, solo él. Disparo una flecha, pero es inútil, su espadón bloquea el ataque. Saltó hacia atrás para ganar unos metros de distancia mientras él sigue acercándose a paso lento hacia mí. Llega hacia el hombre que le había herido en la pierna y lo decapita. Le molesta sus llantos.
La tierra vuelve a vibrar bajo mis pies. Otra vez ese brujo de tierra. Al frente, una espada bañada con veneno de serpiente, detrás, un brujo capaz de de crear manos de rocas. En otras ocasiones mi corazón hubiera dudado de si podría o no combatir contra mis enemigos. Pero hoy no. He pasado por muchos peligros para llegar hasta aquí y no voy a abandonar. Killian me ha enseñado a pelear sin abandonar.
Cargo una flecha y la disparo al hombre serpiente, me bloquea con su espadón. Cojo otra flecha y la disparo contra el brujo, su pared de rocas consigue parar mi ataque. Otra flecha más hacia el hombre serpiente, otra al brujo, otra al hombre serpiente. Sigo el mismo orden. Las flechas se van reduciendo del carcaj. Temo quedarme sin flechas de nuevo, por ello debo de ser rápido por última vez hoy. Centro todas las siguientes flechas contra el hombre serpiente. Tenso y disparo. Tenso y disparo. Con el rabillo del ojo veo al brujo de tierra asomarse tras su pared esperando una de mis flechas. ¡Ahora! Me doy la vuelta y disparo contra su cabeza que queda fuera de la pared. El hombre serpiente se sorprende, no vería haberlo hecho. Me giro contra él y disparo hacia el largo cuello de la serpiente.
-No hay que distraerse ante nada.- Le digo con cierta mofa a los cadáveres que yacían en el suelo la primera lección de todo buen arquero.
Sarez
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Re: La separación [IV]
La lucha en su punto máxime se ve interrumpida por la avasalladora presencia del dragón conocido, pero esta vez, montado por un brujo en el atardecer de sus años; de piel curtida escondida bajo una gran capa negra, solamente se verían sus brazos extendidos mientras de ellos emanaba una extraña luminiscencia verdeazulada que rodeaba uno a uno a los oponentes en pie y los reducía como si sus pulmones dejasen de funcionar. La dragona, por su parte, utilizaba sus poderes amplificados que, al igual que su tamaño habían sido cortesía de quién la conducía.
La batalla de Sarez había finalizado con éxito, fue rescatado por el joven guerrero humano que en algún momento volvió a las patas del dragón desde donde le tendió su mano al elfo para llevarlo consigo. Killian no tuvo tanta suerte, la maestra de la ilusión lo había atrapado en uno de sus hechizos y estaba a punto de ser asesinado por el vampiro cuando la dragona lo tomó entre sus fauces, justo antes de que le fuese asestado el golpe final y mientras la magia de su compañero hacía efecto sobre él.
Las acciones sucedían en una infinita cadena de acontecimientos rápidos, efímeros, pero en un constante avance. Al caer sus raptores, Flor salió de su trance y pronto se unió a la tropa rescatista. La huida parecía ir a buen puerto pero los héroes habían cantado victoria muy rápido. En medio del vuelo, el último de los enemigos que quedaba en pie, le lanzó una maldición al guerrero Killian, a quien en los siguientes días le saldría un tatuaje en el pecho izquierdo.
Recompensas
Killian
+450 aeros
+ 10 puntos base+ 10 de desarrollo= 20 puntos
+ maldición del hada.
Descripción de la maldición: en las noches de luna llena habrá una ilusión sobre ti que hará que todos los que te vean –sin excepciones- te perciban como una mujer. A medida que pase el tiempo –on y off rol- no solo te verás como una fémina sino que comenzarás a sentirte como una. Llegará una etapa crítica en la que en momentos aleatorios te saldrá voz de chica y comiences a tener algunas preferencias bastante afeminadas.
Tienes un año para levantar la maldición en tiempo real. La etapa crítica comenzará en 6 meses o en un plazo de cinco interpretativos desde ahora en adelante. Para levantar dicha maldición deberás contactar a un master para llevar adelante un mastereado o bien un tema vigilado.
Sarez
+600 aeros
+10 puntos base+15 por desarrollo+5 de bonus por el tiempo de desarrollo de la misión y riesgo. Total=30 puntos.
+1 punto de habilidad pasiva en trampas y venenos
+espada Ivor
Descripción de la espada: Será útil en un solo interpretativo y bajo supervisión master. Al desenfundarla notarás que no tiene filo y en momentos de necesidad mostrará su forma superior –intervención master- la idea es que te guíe en algo que tu personaje no sea capaz de “ver”.
Nota: 1. La diferencia en la recompensa se debe mayormente al interés que los usuarios demostraron.
2. Serán dejados en el puerto, donde podrán elegir donde continuar.
La batalla de Sarez había finalizado con éxito, fue rescatado por el joven guerrero humano que en algún momento volvió a las patas del dragón desde donde le tendió su mano al elfo para llevarlo consigo. Killian no tuvo tanta suerte, la maestra de la ilusión lo había atrapado en uno de sus hechizos y estaba a punto de ser asesinado por el vampiro cuando la dragona lo tomó entre sus fauces, justo antes de que le fuese asestado el golpe final y mientras la magia de su compañero hacía efecto sobre él.
Las acciones sucedían en una infinita cadena de acontecimientos rápidos, efímeros, pero en un constante avance. Al caer sus raptores, Flor salió de su trance y pronto se unió a la tropa rescatista. La huida parecía ir a buen puerto pero los héroes habían cantado victoria muy rápido. En medio del vuelo, el último de los enemigos que quedaba en pie, le lanzó una maldición al guerrero Killian, a quien en los siguientes días le saldría un tatuaje en el pecho izquierdo.
- tatuaje:
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Quest Finalizada
Recompensas
Killian
+450 aeros
+ 10 puntos base+ 10 de desarrollo= 20 puntos
+ maldición del hada.
Descripción de la maldición: en las noches de luna llena habrá una ilusión sobre ti que hará que todos los que te vean –sin excepciones- te perciban como una mujer. A medida que pase el tiempo –on y off rol- no solo te verás como una fémina sino que comenzarás a sentirte como una. Llegará una etapa crítica en la que en momentos aleatorios te saldrá voz de chica y comiences a tener algunas preferencias bastante afeminadas.
Tienes un año para levantar la maldición en tiempo real. La etapa crítica comenzará en 6 meses o en un plazo de cinco interpretativos desde ahora en adelante. Para levantar dicha maldición deberás contactar a un master para llevar adelante un mastereado o bien un tema vigilado.
Sarez
+600 aeros
+10 puntos base+15 por desarrollo+5 de bonus por el tiempo de desarrollo de la misión y riesgo. Total=30 puntos.
+1 punto de habilidad pasiva en trampas y venenos
+espada Ivor
- forma ordinaria:
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Descripción de la espada: Será útil en un solo interpretativo y bajo supervisión master. Al desenfundarla notarás que no tiene filo y en momentos de necesidad mostrará su forma superior –intervención master- la idea es que te guíe en algo que tu personaje no sea capaz de “ver”.
Nota: 1. La diferencia en la recompensa se debe mayormente al interés que los usuarios demostraron.
2. Serán dejados en el puerto, donde podrán elegir donde continuar.
- flor:
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Thorn
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