El rescate [III] [quest]
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El rescate [III] [quest]
El viaje no había presentado mayores complicaciones; los marinos pronto olvidaron lo sucedido con los novatos, principalmente porque poco se les veía en cubierta y cuando lo hacían estaban bien vigilados por Brandt, el capitán o algún primero de a bordo. El dragón por su parte comenzaba a recuperarse de las heridas en su cuerpo, aunque nada de reaccionar. No era raro encontrarle forcejeando con las cuerdas entre sueños o tratando de asar algún enemigo irreal, aunque no pasaba de eso, delusiones de un alma apesadumbrada.
Tres días tardaron en llegar al puerto, tres noches en las que los marinos estaban en vigilia, tres soles bajo los que momento a momento las cosas se ponían más calientes y no precisamente por los estofados llenos de chile de Jean el cocinero, sino por lo que se estaba por venir. Todos sabían sobre la isla de los brujos y acerca de las maldiciones hacia aquellos que osaban meterse con ellos o en su territorio, pero el baro era más fuerte que sus entrañas, incluso en aquellos momentos y a sabiendas del destino de aquél viejo por el que el elfo y el bruto estaban allí.
-¡Tierra a la vista!- se oiría desde lo alto del carajo. Pronto todos se pusieron a ojo avizor y se acercaron al puente y las barandas para comprobarlo con sus ojos y esperar instrucciones. -Ya saben lo que hay que hacer, bajen la mercancía en silencio, no se alejen de la costa y esperen a los contactos.- Dijo el capitán con un nuevo tono serio y de comando. -Señor, y ¿el dragón señor?-. El hombre que se había dado la vuelta para meterse en su camarote, se giró y le dio una exhaustiva mirada al animal gigante que yacía en su cubierta. Ahora sus escamas lucían broncíneas con cierto fulgor mágico. [color:71d2=bñueviolet]-Ese ya no se despierta. Bájenlo y sáquenle lo que se pueda comerciar- respondió. Escupió sobre las tablas de madera, miró a Killian con un ojo medio bizco y emprendió su camino medio rengo. - A ustedes los vendrán a buscar en una carreta, no lleguen tarde o les dejarán- le avisó a Sarez a la pasada con tono mortecino.
La noche amenazaba con llegar más rápido, las maniobras para anclar el barco en un lugar seguro tomaron bastante tiempo. El puerto era clandestino y no se podían arriesgar a ser vistos haciendo esos negocios turbios. Una vez en tierra y habiendo hecho varios viajes transportando las cargas, Brandt se echó al suelo sobre la grama fresca con los brazos tras la cabeza y las piernas cruzadas: -Vaya, lo siento por esa pequeña- diría al aire, encogiéndose de hombros al ver cómo traían al dragón hacia tierra, pero lo que no esperaba era que una vez haciendo tocado el sueño, el imponente animal abriría sus ojos rojizos y entre una nube de fuego escaparía sin dejar rastro, volando cual un cometa.
-No esperaba eso- dijo chiflando desde su nueva posición, ahora panza abajo y con la cabeza cubierta por una rama medio seca. - Los mercenarios ¡los mercenarios!- llamaría la voz de un viejo hombre sobre una carreta llena de heno tirada por dos mulas. Esa era la señal para los tres héroes que buscaban rescatar a aquella delicada Flor. -Es nuestro momento de volar- comentó el joven buscando con la vista a sus compañeros y apurándose hacia el carromato.
El viaje era lento y silencioso. El cochero no era muy comunicativo que se siga y generalmente su respuesta para todo era “Hmp, cuando lleguen lo averiguarán” y variantes de ese tipo, con aquella voz rugosa y de mal agüero. El verde que era tan recurrente al descender del barco ahora desaparecía poco a poco a medida que se internaban en un bosque muerto. El viejo prendió unas velas y luego de alrededor de la última de tres horas de viaje detuvo el transporte y les instó a bajarse.
-Se quedan aquí, sigan de largo unos cincuenta pasos y saldrán a campo traviesa. Cuidado con las brujas fue toda su despedida. Sin más arreó a los dóciles animales y partió a tranco lento por donde les había traído. Segundos pasaron antes de que comenzaran a escucharse pasos y cuchicheos de unas mujeres jóvenes, palabras como: “soy demasiado hermosa como para participar de esa locura”, “por favor, ellas no podrán competir con nuestros hechizos” o “somos demasiado poderosas como para juntarnos con la chusma, ignóralas Lily” se escuchaban suavemente hacer eco entre los viejos troncos.
-Las tres brujas son avaras y egoístas, mienten pero os podrían ayudar- dijo una voz siniestra a las espaldas de los tres. Se trataba de la voz de una dama, más se encontraba encapuchada. Si intentaban hacerle algo se darían cuenta de que se trataba de una ilusión.
Deberán relatar el desembarco y el camino hasta donde se encuentran. Esas voces pertenecerán a tres brujas con las que deberán interactuar.Tres días tardaron en llegar al puerto, tres noches en las que los marinos estaban en vigilia, tres soles bajo los que momento a momento las cosas se ponían más calientes y no precisamente por los estofados llenos de chile de Jean el cocinero, sino por lo que se estaba por venir. Todos sabían sobre la isla de los brujos y acerca de las maldiciones hacia aquellos que osaban meterse con ellos o en su territorio, pero el baro era más fuerte que sus entrañas, incluso en aquellos momentos y a sabiendas del destino de aquél viejo por el que el elfo y el bruto estaban allí.
-¡Tierra a la vista!- se oiría desde lo alto del carajo. Pronto todos se pusieron a ojo avizor y se acercaron al puente y las barandas para comprobarlo con sus ojos y esperar instrucciones. -Ya saben lo que hay que hacer, bajen la mercancía en silencio, no se alejen de la costa y esperen a los contactos.- Dijo el capitán con un nuevo tono serio y de comando. -Señor, y ¿el dragón señor?-. El hombre que se había dado la vuelta para meterse en su camarote, se giró y le dio una exhaustiva mirada al animal gigante que yacía en su cubierta. Ahora sus escamas lucían broncíneas con cierto fulgor mágico. [color:71d2=bñueviolet]-Ese ya no se despierta. Bájenlo y sáquenle lo que se pueda comerciar- respondió. Escupió sobre las tablas de madera, miró a Killian con un ojo medio bizco y emprendió su camino medio rengo. - A ustedes los vendrán a buscar en una carreta, no lleguen tarde o les dejarán- le avisó a Sarez a la pasada con tono mortecino.
La noche amenazaba con llegar más rápido, las maniobras para anclar el barco en un lugar seguro tomaron bastante tiempo. El puerto era clandestino y no se podían arriesgar a ser vistos haciendo esos negocios turbios. Una vez en tierra y habiendo hecho varios viajes transportando las cargas, Brandt se echó al suelo sobre la grama fresca con los brazos tras la cabeza y las piernas cruzadas: -Vaya, lo siento por esa pequeña- diría al aire, encogiéndose de hombros al ver cómo traían al dragón hacia tierra, pero lo que no esperaba era que una vez haciendo tocado el sueño, el imponente animal abriría sus ojos rojizos y entre una nube de fuego escaparía sin dejar rastro, volando cual un cometa.
-No esperaba eso- dijo chiflando desde su nueva posición, ahora panza abajo y con la cabeza cubierta por una rama medio seca. - Los mercenarios ¡los mercenarios!- llamaría la voz de un viejo hombre sobre una carreta llena de heno tirada por dos mulas. Esa era la señal para los tres héroes que buscaban rescatar a aquella delicada Flor. -Es nuestro momento de volar- comentó el joven buscando con la vista a sus compañeros y apurándose hacia el carromato.
* * *
El viaje era lento y silencioso. El cochero no era muy comunicativo que se siga y generalmente su respuesta para todo era “Hmp, cuando lleguen lo averiguarán” y variantes de ese tipo, con aquella voz rugosa y de mal agüero. El verde que era tan recurrente al descender del barco ahora desaparecía poco a poco a medida que se internaban en un bosque muerto. El viejo prendió unas velas y luego de alrededor de la última de tres horas de viaje detuvo el transporte y les instó a bajarse.
-Se quedan aquí, sigan de largo unos cincuenta pasos y saldrán a campo traviesa. Cuidado con las brujas fue toda su despedida. Sin más arreó a los dóciles animales y partió a tranco lento por donde les había traído. Segundos pasaron antes de que comenzaran a escucharse pasos y cuchicheos de unas mujeres jóvenes, palabras como: “soy demasiado hermosa como para participar de esa locura”, “por favor, ellas no podrán competir con nuestros hechizos” o “somos demasiado poderosas como para juntarnos con la chusma, ignóralas Lily” se escuchaban suavemente hacer eco entre los viejos troncos.
-Las tres brujas son avaras y egoístas, mienten pero os podrían ayudar- dijo una voz siniestra a las espaldas de los tres. Se trataba de la voz de una dama, más se encontraba encapuchada. Si intentaban hacerle algo se darían cuenta de que se trataba de una ilusión.
- joven:
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- brujas:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Para el siguiente turno deberán ponerse de acuerdo y elegir entre las siguientes cuatro situaciones:
- situación1:
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- situación dos:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- situación tres:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- situación cuatro:
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Mi siguiente respuesta será el día jueves. Suerte
Thorn
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Re: El rescate [III] [quest]
Ya estamos. La isla de los brujos. Siento que el corazón me late con más fuerza. Lo tengo, como suelen decir los humanos, en un puño. Es difícil seguir relatando como me siento ahora mismo. Es una mezcla de emoción y miedo al mismo tiempo, si hay algo que me emociona por desembarcar y echarme cara a cara a la aventura hay otra que me frena y me dice que sea un poco más sensato. Sin poderlo resistir, cuando el capitán me dice que debo desembarcar doy un paso hacia atrás. Es puro instinto, es como el pájaro que siempre ha vivido en una jaula, por fin, un día abren las puertas de su jaula. Lo primero que hace el pájaro es moverse unos pasos atrás, pues en su jaula sabe que está seguro y fuera está lo desconocido. ¿Es seguro lo desconocido? La respuesta es un retundo no. Yo lo sé, al igual que el pájaro también sabe que su nueva vida no será segura. Tras unas milésimas de segundo de meditación, el ave alza el vuelo y huye de su segura cárcel movido por el entusiasmo de vivir su aventura en libertad. En mi caso necesito más de unos segundos para reaccionar. A mí, lo que me mueve no es la emoción de una aventura; me mueve el sentimiento de justicia, el mismo sentimiento que me llevó para, hace unos días, ayudar a rescatar a la hija de aquel viejo, Flor.
Aunque hay algo de todo esto que me extraña. ¿Dónde nos lleva? Pensé que llegaríamos aquí y sería ponernos a buscar a la bella Flor. Pero ahora se supone que nos tienen que llevar a un sitio. Se suponía que el viejo no sabía dónde estaba su hija y no podía mandar a gente aquí. –Killian.- Le hablo susurrando para que nadie más nos pueda escuchar.-Creo que hay algo extraño en todo esto.- No es que no confié en el viejo, es que no confío en nadie. La desconfianza a agudizado mi sentido de la sensatez y el decoro. Más de una vez me ha salvado la vida. A pesar de ello prefiero preguntárselo a Killian. -¿Tú también lo notas?-
Al llegar la carreta mis sospechas se confirman. Saben quiénes somos y saben para qué estamos aquí. No me gusta. Por lo que pueda pasar, solo dejo atado una fina cuerda del arco. Si corremos peligro, un simple tirón y ya tendré mi arma en mis manos. No me gusta nada todo lo que está pasando. Si hay algo que me disgusta más que mi desconfianza es la palabra “mercenarios”. Mercenario implica que lo hacemos por dinero y ninguno de los dos hemos aceptado la misión por dinero. Sin embargo, y sin dejar de crujirme los dientes, subo a la carreta sin mediar ni una sola palabra con nadie.
Durante el trayecto debo confesar una cosa. Jamás creí que el rencor de los elfos hacia los brujos fuera cierto. Más me pareció una absurda pelea entre dos niños que discuten por jugar con el mismo muñeco que un auténtico odio. Claro que conozco la historia, los elfos nos centramos en el poder de la naturaleza mientras que los brujos se centran en la destrucción. Pero eso es algo que jamás llegué a creérmelo del todo. ¿Quién podría hacer algo tan cruel a otro ser vivo? Aunque sea una simple cucaracha, no importa. No hay más ciego que quien no quiere ver. ¿No dicen eso los humanos? No necesito pasar mucho tiempo en la isla para darme cuenta de lo equivocado que estaba. La naturaleza ha perdido la batalla en estas tierras, lo que debería ser verde es de color gris ceniza. Los arbustos y los arboles han perdido las hojas y sus ramas parecen siniestras imitaciones de lo que un día fueron. Destrucción, sin duda los brujos hacen honor a su fe.
En un momento dado se para nuestro vehículo. Es ahora donde empieza nuestro verdadero viaje. Nosotros dos solos, como deberíamos haber estado desde un principio. Pero me sigue oliendo mal, muy mal. Siento que, si les doy la espalda les será más fácil clavarme un cuchillo sin que me dé cuenta. Intento no pensar mucho en ello y sigo por el camino marcado. Lo más importante ahora es encontrar a Flor. Viva o no muerta, aunque espero que la encontremos viva. No soportaría ver su cadáver.
El camino se me hace pesado. Este bosque sin vida hace que pierda la vitalidad que hay en mí. Mi cuerpo se vuelve más pesado, no por el cansancio, sino por el siniestro paisaje. Es como si un padre de familia tuviera que pasar por encima de los cadáveres de su mujer y sus hijos repetidas veces. Algunos pensaran que exagero con esta comparación pues nunca he tenido mujer ni hijos y no tengo manera de saber qué se siente realmente al perderlos. Una cosa diré, he vivido entre el cobijo de los árboles toda mi vida desde el destierro, la vegetación es parte de mi familia. Yo mismo he ayudado a mantener la diversidad en mi bosque plantando plantas de otras islas que visitaba de vez en cuando, eso les convierte en mis hijas. Los árboles me han alimentado con sus frutos y me han protegido en las noches de lluvia de igual manera que una madre alimenta y protege a sus hijos. ¿Eso no les convierte en mi familia? No lo sería si hubiera vivido solo un par de años como desterrado, pero he estado más de medio siglo viviendo en completa soledad. Medio siglo que he vivido con y para el bosque. Eso lo convierte en parte de mi familia y ahora la estoy viendo destrozada.
-Tú también lo oyes.- Le pregunto a Killian, aunque más que una pregunta se lo digo como una afirmación ya que estaba seguro que él también las está escuchando esas voces.
Son las voces de tres jóvenes que, seguramente, sean brujas. No alcanzo a oír el nombre de Flor. Ni tampoco alcanzo a escuchar ninguna voz que se adecue a la voz con la que me la había imaginado. Ella es como una auténtica flor, un pedazo de naturaleza hecha persona, sin embargo esas voces como las espinas de un rosal. Estridentes, chillonas y algo lujuriosas diría yo. De repente, escucho una cuarta voz detrás de nosotros. Acto reflejo, me giro desabrochando el arco de un tirón como había planeado y disparo rápidamente una flecha. Pero la cuarta joven desaparece. No la pude ver pues iba encapuchada. Sin embargo sí pude escuchar bien lo que decía.
-No me gusta lo que está pasando. No me gusta este lugar. Lo odio.- Estoy nervioso, pero a pesar de ello procuro hablar en voz baja para las tres brujas no se enteren demasiado de nuestra presencia. Ya era suficiente que aquella cuarta joven sepa que estamos aquí. – No me creo nada de lo que dice nadie. Y después está ese dragón. ¿Sabes dónde estará ahora? Había calor en su interior. Noté que seguía vivo. Lo sé. Lo peor de todo son los árboles, están no tienen vida pero no están muertos. No me gusta.- Necesito desahogarme y tirar fuera todas las paranoias que tengo en mi cabeza. Espero unos segundos. – Vayamos tras esas brujas. – Decido al fin. - No aguanto ni un segundo más en este lugar.-
Camino dirección por donde se oyen las voces. Hace tiempo que hemos perdido el camino que nos marcaron al bajar de la carreta pero no me importa. Caminamos entra la maleza, si se podría llamar así pues a mí me parecen púas a una sucia cuerda. Es tras uno de estos asqueroso arbustos donde se ve la función. Es como una obra de teatro, hay una imagen central que llama a primera vista la atención del público; se trata de un espantapájaros envuelto en llamas, todavía se puede diferenciar la calabaza que le sirve de cabeza. En segundo lugar, y como gota de aquella lúgubre escena, se hayan las tres brujas cogidas de las manos que corean una canción alrededor del espantapájaros. No tiendo nada de lo que sucede. Lo he dicho una y mil veces ya desde que desembarcamos: ODIO ESTE LUGAR.
Salgo del matorral enfurecido, sin pensar en absoluto a lo que puede suceder después. –Vosotras. ¿Dónde está Flor?- Les he interrumpido el ritual. He desvelado nuestra posición dejándonos expuestos a un inminente ataca, y lo peor de todo, he dicho por qué estamos aquí en voz alta. Merezco un aplauso. –Decidme dónde está la joven Flor o me las pagaréis.- Sin darme cuenta ya tengo a mi arco Vientoatroz en las manos y una flecha tensada y lista para disparar.
Aunque hay algo de todo esto que me extraña. ¿Dónde nos lleva? Pensé que llegaríamos aquí y sería ponernos a buscar a la bella Flor. Pero ahora se supone que nos tienen que llevar a un sitio. Se suponía que el viejo no sabía dónde estaba su hija y no podía mandar a gente aquí. –Killian.- Le hablo susurrando para que nadie más nos pueda escuchar.-Creo que hay algo extraño en todo esto.- No es que no confié en el viejo, es que no confío en nadie. La desconfianza a agudizado mi sentido de la sensatez y el decoro. Más de una vez me ha salvado la vida. A pesar de ello prefiero preguntárselo a Killian. -¿Tú también lo notas?-
Al llegar la carreta mis sospechas se confirman. Saben quiénes somos y saben para qué estamos aquí. No me gusta. Por lo que pueda pasar, solo dejo atado una fina cuerda del arco. Si corremos peligro, un simple tirón y ya tendré mi arma en mis manos. No me gusta nada todo lo que está pasando. Si hay algo que me disgusta más que mi desconfianza es la palabra “mercenarios”. Mercenario implica que lo hacemos por dinero y ninguno de los dos hemos aceptado la misión por dinero. Sin embargo, y sin dejar de crujirme los dientes, subo a la carreta sin mediar ni una sola palabra con nadie.
Durante el trayecto debo confesar una cosa. Jamás creí que el rencor de los elfos hacia los brujos fuera cierto. Más me pareció una absurda pelea entre dos niños que discuten por jugar con el mismo muñeco que un auténtico odio. Claro que conozco la historia, los elfos nos centramos en el poder de la naturaleza mientras que los brujos se centran en la destrucción. Pero eso es algo que jamás llegué a creérmelo del todo. ¿Quién podría hacer algo tan cruel a otro ser vivo? Aunque sea una simple cucaracha, no importa. No hay más ciego que quien no quiere ver. ¿No dicen eso los humanos? No necesito pasar mucho tiempo en la isla para darme cuenta de lo equivocado que estaba. La naturaleza ha perdido la batalla en estas tierras, lo que debería ser verde es de color gris ceniza. Los arbustos y los arboles han perdido las hojas y sus ramas parecen siniestras imitaciones de lo que un día fueron. Destrucción, sin duda los brujos hacen honor a su fe.
En un momento dado se para nuestro vehículo. Es ahora donde empieza nuestro verdadero viaje. Nosotros dos solos, como deberíamos haber estado desde un principio. Pero me sigue oliendo mal, muy mal. Siento que, si les doy la espalda les será más fácil clavarme un cuchillo sin que me dé cuenta. Intento no pensar mucho en ello y sigo por el camino marcado. Lo más importante ahora es encontrar a Flor. Viva o no muerta, aunque espero que la encontremos viva. No soportaría ver su cadáver.
El camino se me hace pesado. Este bosque sin vida hace que pierda la vitalidad que hay en mí. Mi cuerpo se vuelve más pesado, no por el cansancio, sino por el siniestro paisaje. Es como si un padre de familia tuviera que pasar por encima de los cadáveres de su mujer y sus hijos repetidas veces. Algunos pensaran que exagero con esta comparación pues nunca he tenido mujer ni hijos y no tengo manera de saber qué se siente realmente al perderlos. Una cosa diré, he vivido entre el cobijo de los árboles toda mi vida desde el destierro, la vegetación es parte de mi familia. Yo mismo he ayudado a mantener la diversidad en mi bosque plantando plantas de otras islas que visitaba de vez en cuando, eso les convierte en mis hijas. Los árboles me han alimentado con sus frutos y me han protegido en las noches de lluvia de igual manera que una madre alimenta y protege a sus hijos. ¿Eso no les convierte en mi familia? No lo sería si hubiera vivido solo un par de años como desterrado, pero he estado más de medio siglo viviendo en completa soledad. Medio siglo que he vivido con y para el bosque. Eso lo convierte en parte de mi familia y ahora la estoy viendo destrozada.
-Tú también lo oyes.- Le pregunto a Killian, aunque más que una pregunta se lo digo como una afirmación ya que estaba seguro que él también las está escuchando esas voces.
Son las voces de tres jóvenes que, seguramente, sean brujas. No alcanzo a oír el nombre de Flor. Ni tampoco alcanzo a escuchar ninguna voz que se adecue a la voz con la que me la había imaginado. Ella es como una auténtica flor, un pedazo de naturaleza hecha persona, sin embargo esas voces como las espinas de un rosal. Estridentes, chillonas y algo lujuriosas diría yo. De repente, escucho una cuarta voz detrás de nosotros. Acto reflejo, me giro desabrochando el arco de un tirón como había planeado y disparo rápidamente una flecha. Pero la cuarta joven desaparece. No la pude ver pues iba encapuchada. Sin embargo sí pude escuchar bien lo que decía.
-No me gusta lo que está pasando. No me gusta este lugar. Lo odio.- Estoy nervioso, pero a pesar de ello procuro hablar en voz baja para las tres brujas no se enteren demasiado de nuestra presencia. Ya era suficiente que aquella cuarta joven sepa que estamos aquí. – No me creo nada de lo que dice nadie. Y después está ese dragón. ¿Sabes dónde estará ahora? Había calor en su interior. Noté que seguía vivo. Lo sé. Lo peor de todo son los árboles, están no tienen vida pero no están muertos. No me gusta.- Necesito desahogarme y tirar fuera todas las paranoias que tengo en mi cabeza. Espero unos segundos. – Vayamos tras esas brujas. – Decido al fin. - No aguanto ni un segundo más en este lugar.-
Camino dirección por donde se oyen las voces. Hace tiempo que hemos perdido el camino que nos marcaron al bajar de la carreta pero no me importa. Caminamos entra la maleza, si se podría llamar así pues a mí me parecen púas a una sucia cuerda. Es tras uno de estos asqueroso arbustos donde se ve la función. Es como una obra de teatro, hay una imagen central que llama a primera vista la atención del público; se trata de un espantapájaros envuelto en llamas, todavía se puede diferenciar la calabaza que le sirve de cabeza. En segundo lugar, y como gota de aquella lúgubre escena, se hayan las tres brujas cogidas de las manos que corean una canción alrededor del espantapájaros. No tiendo nada de lo que sucede. Lo he dicho una y mil veces ya desde que desembarcamos: ODIO ESTE LUGAR.
Salgo del matorral enfurecido, sin pensar en absoluto a lo que puede suceder después. –Vosotras. ¿Dónde está Flor?- Les he interrumpido el ritual. He desvelado nuestra posición dejándonos expuestos a un inminente ataca, y lo peor de todo, he dicho por qué estamos aquí en voz alta. Merezco un aplauso. –Decidme dónde está la joven Flor o me las pagaréis.- Sin darme cuenta ya tengo a mi arco Vientoatroz en las manos y una flecha tensada y lista para disparar.
Sarez
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Re: El rescate [III] [quest]
Cuando tras las numerosas maniobras del barco, logramos por fin llegar a tierra firme, no esperé el consentimiento de nadie para lanzarme a mí mismo con un salto mortal hacia la austera costa, y lleno de alegría, comencé a correr por el lugar, haciendo caso omiso al nerviosismo de mi compañero élfico.
- ¡Tierra firme! ¡Por fin, Killian no lo puede creer! ¡Juaaaajajajajajajaja!
Los hombres tienen caras amargas, como si de un funeral se tratase. ¿Qué demonios pasaba con ellos? ¡Al fin habíamos llegado a nuestro destino y nuestra misión podía comenzar finalmente! Pero parece que iban a comerciar con el magnánimo animal que nos acompañó buena parte del viaje.
- Vaya, pues Killian espera que no se les despierte, porque...
Antes de terminar la frase, el dragón salió volando entre fuego y destrucción, dejándonos a todos boquiabiertos. Yo estaba maravillado por el poder destructivo de la criatura, y saqué mi arco y flecha, disparándole en el aire pero mi flecha chocó con su ala y se perdió en el horizonte.
- Hmmm... maldición... Killian quería pelear con el dragón. Bueno, qué se le va a hacer.
Nos dijeron que pronto tendríamos que esperar a por una carreta que nos llevaría a través de este país desconocido para mí, lo que me dio una grata sensación de bienvenida puesto que no tenía ni la menor idea de dónde comenzar a buscar. El anciano parecía silencioso y sus respuestas eran vagas y misteriosas.
- ¿Hacia dónde vamos? ¿Cómo se llama usted? ¿Llueve mucho por aquí? ¿De qué color es mi calzoncillo?
Parecía estar indiferente con la pila de preguntas que le formulaba, y eso finalmente conllevó a que me quedara callado, y ahí me di cuenta que Sarez parecía estar bastante irritado por la situación, y con bastante desconfianza.
El viaje en carreta no había sido muy largo, y ahora nos tocaba continuar a pie.
- ¡Muchas gracias por traernos, señor! ¡Que tenga un buen día!
Me despedí del anciano. Ahora el camino que teníamos frente a nosotros era oscuro y siniestro, mientras que los bosques parecían muertos en este lugar. Desenvainé mi espada mientras caminábamos. Estaba comenzando a emocionarme por el posible peligro que nos acechaba.
- ¡Mira, Sarez! ¡Estos bosques parecen como de esos cuentos de bruja! En el barco me contaron que si te quedas en silencio, comienzas a oír las voces de las personas que han venido aquí a quitarse la vida, sin honor ni esperanzas... muertos...
Le dije siniestramente, pero sumamente divertido. Me gustaba meter suspenso a la situación, pero mis carcajadas pronto acallaron cuando comenzamos a escuchar voces femeninas muy cerca de nosotros.
- Sí... lo escucho... ¡Parece que los marineros tenían razón! ¡Hahahahaha!
De pronto una cuarta voz se escucha detrás de nosotros, y al igual que Sarez, mi reacción es apuntar con mi espada a la extraña encapuchada. Sin embargo, a pesar de la naturaleza siniestra de la dama, parecía que era muy hermosa y Sarez comenzó a soltar todos sus miedos e inquietudes.
- Pueeees... si hay enemigos aquí, sólo tenemos que rebanarles la cabeza. ¿Verdad? Killian no entiende cuál es el gran problema, debes mantener la calma para el combate. ¿Sabes?
Él se fue hacia las voces y yo ante la urgencia de querer hablar con la dama y seguir a mi compañero, le dediqué una reverencia y una sonrisa rápida a la extraña para luego correr detrás de Sarez.
Allí, parece que se está celebrando una especie de ritual con un espantapájaros. ¿Podría ser que estaban pidiendo buenas cosechas? No lo sabía. Pero de pronto, Sarez salió de nuestro escondite y encaró abiertamente a las tres mujeres que estaban ahí.
- "Mierda, Killian no es muy bueno para ser el que piensa en estas situaciones... hmmm... ¿Qué había dicho la otra mujer? Las tres brujas son caritativas y egoístas, os podrían ayudar. Sí, algo así había dicho... Killian no recuerda muy bien pero bueno.
En seguida, yo también salí de mi escondite pero sin la intención de pelear.
- ¡Disculpen al compañero de Killian, preciosas damas! Estamos buscando a Flor, y no es nuestra intención hacerles daño. ¿Podrían ayudarnos en ésta tarea? ¡Miren, Killian les puede dar bellotas si nos ayudan! ¡Son muy ricas, sí, te hacen fuerte!
Mostré mis bíceps para probar mi punto, y me acerqué a ellas extendiéndoles unas cuentas bellotas como muestra de buena voluntad. Mostraba una sincera sonrisa, pero eso no significaba que ante el peligro no podría transformarme en el guerrero monstruoso que realmente soy.
- ¡Tierra firme! ¡Por fin, Killian no lo puede creer! ¡Juaaaajajajajajajaja!
Los hombres tienen caras amargas, como si de un funeral se tratase. ¿Qué demonios pasaba con ellos? ¡Al fin habíamos llegado a nuestro destino y nuestra misión podía comenzar finalmente! Pero parece que iban a comerciar con el magnánimo animal que nos acompañó buena parte del viaje.
- Vaya, pues Killian espera que no se les despierte, porque...
Antes de terminar la frase, el dragón salió volando entre fuego y destrucción, dejándonos a todos boquiabiertos. Yo estaba maravillado por el poder destructivo de la criatura, y saqué mi arco y flecha, disparándole en el aire pero mi flecha chocó con su ala y se perdió en el horizonte.
- Hmmm... maldición... Killian quería pelear con el dragón. Bueno, qué se le va a hacer.
Nos dijeron que pronto tendríamos que esperar a por una carreta que nos llevaría a través de este país desconocido para mí, lo que me dio una grata sensación de bienvenida puesto que no tenía ni la menor idea de dónde comenzar a buscar. El anciano parecía silencioso y sus respuestas eran vagas y misteriosas.
- ¿Hacia dónde vamos? ¿Cómo se llama usted? ¿Llueve mucho por aquí? ¿De qué color es mi calzoncillo?
Parecía estar indiferente con la pila de preguntas que le formulaba, y eso finalmente conllevó a que me quedara callado, y ahí me di cuenta que Sarez parecía estar bastante irritado por la situación, y con bastante desconfianza.
El viaje en carreta no había sido muy largo, y ahora nos tocaba continuar a pie.
- ¡Muchas gracias por traernos, señor! ¡Que tenga un buen día!
Me despedí del anciano. Ahora el camino que teníamos frente a nosotros era oscuro y siniestro, mientras que los bosques parecían muertos en este lugar. Desenvainé mi espada mientras caminábamos. Estaba comenzando a emocionarme por el posible peligro que nos acechaba.
- ¡Mira, Sarez! ¡Estos bosques parecen como de esos cuentos de bruja! En el barco me contaron que si te quedas en silencio, comienzas a oír las voces de las personas que han venido aquí a quitarse la vida, sin honor ni esperanzas... muertos...
Le dije siniestramente, pero sumamente divertido. Me gustaba meter suspenso a la situación, pero mis carcajadas pronto acallaron cuando comenzamos a escuchar voces femeninas muy cerca de nosotros.
- Sí... lo escucho... ¡Parece que los marineros tenían razón! ¡Hahahahaha!
De pronto una cuarta voz se escucha detrás de nosotros, y al igual que Sarez, mi reacción es apuntar con mi espada a la extraña encapuchada. Sin embargo, a pesar de la naturaleza siniestra de la dama, parecía que era muy hermosa y Sarez comenzó a soltar todos sus miedos e inquietudes.
- Pueeees... si hay enemigos aquí, sólo tenemos que rebanarles la cabeza. ¿Verdad? Killian no entiende cuál es el gran problema, debes mantener la calma para el combate. ¿Sabes?
Él se fue hacia las voces y yo ante la urgencia de querer hablar con la dama y seguir a mi compañero, le dediqué una reverencia y una sonrisa rápida a la extraña para luego correr detrás de Sarez.
Allí, parece que se está celebrando una especie de ritual con un espantapájaros. ¿Podría ser que estaban pidiendo buenas cosechas? No lo sabía. Pero de pronto, Sarez salió de nuestro escondite y encaró abiertamente a las tres mujeres que estaban ahí.
- "Mierda, Killian no es muy bueno para ser el que piensa en estas situaciones... hmmm... ¿Qué había dicho la otra mujer? Las tres brujas son caritativas y egoístas, os podrían ayudar. Sí, algo así había dicho... Killian no recuerda muy bien pero bueno.
En seguida, yo también salí de mi escondite pero sin la intención de pelear.
- ¡Disculpen al compañero de Killian, preciosas damas! Estamos buscando a Flor, y no es nuestra intención hacerles daño. ¿Podrían ayudarnos en ésta tarea? ¡Miren, Killian les puede dar bellotas si nos ayudan! ¡Son muy ricas, sí, te hacen fuerte!
Mostré mis bíceps para probar mi punto, y me acerqué a ellas extendiéndoles unas cuentas bellotas como muestra de buena voluntad. Mostraba una sincera sonrisa, pero eso no significaba que ante el peligro no podría transformarme en el guerrero monstruoso que realmente soy.
Killian
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Re: El rescate [III] [quest]
Las mujeres se detuvieron en seco al ver salir al elfo desde el matorral, más la presencia de Killian iluminó sus rostros que pronto se desfiguraron en macabras sonrisas seguidas de carcajadas que hacían eco en el bosque muerto. La más joven de las tres, tomó la ofrenda del humano y contoneándose frente al elfo le jaló suavemente las orejas con curiosidad. -Emirla, ¡es un elfo!¡un elfo!- dijo con voz tan aguda que casi podría romper los tímpanos mientras danzaba alrededor de él. Cuando la más madura de las tres dio un paso adelante para hablar, apareció el joven Brand con una botella bajo el brazo. -Pero si se trata de un jovenzuelo… carne fresca hermanas, un mozalbete…- diría la rubia, interponiendo su vozarrón antes que la castaña pudiera decir pio.
La más mayor de las tres féminas, aquella que sus cabellos del color de la tierra vibraban al aire caminó hacia Killian y le reverenció. -Tu petición será escuchada- se limitó a decir, apoyando sus manos en los pectorales del colosal humano y dejando allí la marca indolora de sus dedos. Sonrió fugazmente y desapareció entre los vapores del suelo que rápidamente comenzaban a rodear a los tres hombres. Probablemente el ritual que ellas estaban haciendo había quedado inconcluso, provocando esos efectos secundarios. La voz de la primera de las hermanas se escuchó desde la distancia. -Ocupaos de nuestros enemigos y os cumpliremos un deseo-.
Sin más advertencia, el espantapájaros que estaba varios metros más atrás explotó y su cabeza rodó hasta los pies de Brand que no pudo más que pegar un grito de temor mientras saltaba por los aires. -¡Por todos los brujos y brujas!- diría una vez aterrizado, mirando tanto a Sarez como a Killian. Destapó la botella y le pegó un buen beso -¿Compañeros?- preguntó, ofreciendo la bebida que parecía haberle dado renovados ánimos. Respiró profundamente y desenfundó una espada larga con más detalles de los esperados para alguien con su abolengo. -Aaaaarrrggghhh-- gritó cargando hacia lo desconocido entre los altos pastizales, más lo que encontraría tras los mismos le dejaría boquiabierto.
Detrás del lugar en donde las brujas hacían su magia, se encontraba otro aquelarre, uno con más personas. Alrededor de una veintena de hombres y mujeres rodeaban un espantapájaros de alrededor de tres metros de altura, con una expresión maléfica trazada en su rostro. El objeto parecía moverse a voluntad más que por el viento que arreciaba a su alrededor. Las personas detuvieron el ritual y la luz de los fogones que otrora les hubiera servido para iluminarles comenzaba ahora a titilar, amenazando el fuego con volar por los aires y cerrarles el paso a los tres viajeros. Las caras sombrías de los ritualistas variaban entre el disgusto y la felicidad extrema. Varios de ellos huyeron al instante, pero unos pocos se quedaron para levantar un ejército de guerreros calabaza.
Los levantados no eran menos que cabezas de calabaza con cuerpos reales, cuerpos muertos y decapitados medio putrefacto de hombres, hombres que habían tenido diferentes vidas, edades y profesiones. -A por ellos- se escucharía la voz de la calabaza gigante que suspendida en el aire amenazaba con partir hacia ellos para partirlos como pequeñas piñas de pino.
Siento la tardanza. Tienen dos turnos para el primer enfrentamiento, carta blanca dentro de lo lógico. El ejército es numeroso pero débil, cada ocho o diez débiles se encontrarán uno con una sorpresa que ustedes mismos inventarán y deberán sortear. Esto es solo el calentamiento. Suerte
La más mayor de las tres féminas, aquella que sus cabellos del color de la tierra vibraban al aire caminó hacia Killian y le reverenció. -Tu petición será escuchada- se limitó a decir, apoyando sus manos en los pectorales del colosal humano y dejando allí la marca indolora de sus dedos. Sonrió fugazmente y desapareció entre los vapores del suelo que rápidamente comenzaban a rodear a los tres hombres. Probablemente el ritual que ellas estaban haciendo había quedado inconcluso, provocando esos efectos secundarios. La voz de la primera de las hermanas se escuchó desde la distancia. -Ocupaos de nuestros enemigos y os cumpliremos un deseo-.
Sin más advertencia, el espantapájaros que estaba varios metros más atrás explotó y su cabeza rodó hasta los pies de Brand que no pudo más que pegar un grito de temor mientras saltaba por los aires. -¡Por todos los brujos y brujas!- diría una vez aterrizado, mirando tanto a Sarez como a Killian. Destapó la botella y le pegó un buen beso -¿Compañeros?- preguntó, ofreciendo la bebida que parecía haberle dado renovados ánimos. Respiró profundamente y desenfundó una espada larga con más detalles de los esperados para alguien con su abolengo. -Aaaaarrrggghhh-- gritó cargando hacia lo desconocido entre los altos pastizales, más lo que encontraría tras los mismos le dejaría boquiabierto.
Detrás del lugar en donde las brujas hacían su magia, se encontraba otro aquelarre, uno con más personas. Alrededor de una veintena de hombres y mujeres rodeaban un espantapájaros de alrededor de tres metros de altura, con una expresión maléfica trazada en su rostro. El objeto parecía moverse a voluntad más que por el viento que arreciaba a su alrededor. Las personas detuvieron el ritual y la luz de los fogones que otrora les hubiera servido para iluminarles comenzaba ahora a titilar, amenazando el fuego con volar por los aires y cerrarles el paso a los tres viajeros. Las caras sombrías de los ritualistas variaban entre el disgusto y la felicidad extrema. Varios de ellos huyeron al instante, pero unos pocos se quedaron para levantar un ejército de guerreros calabaza.
Los levantados no eran menos que cabezas de calabaza con cuerpos reales, cuerpos muertos y decapitados medio putrefacto de hombres, hombres que habían tenido diferentes vidas, edades y profesiones. -A por ellos- se escucharía la voz de la calabaza gigante que suspendida en el aire amenazaba con partir hacia ellos para partirlos como pequeñas piñas de pino.
Siento la tardanza. Tienen dos turnos para el primer enfrentamiento, carta blanca dentro de lo lógico. El ejército es numeroso pero débil, cada ocho o diez débiles se encontrarán uno con una sorpresa que ustedes mismos inventarán y deberán sortear. Esto es solo el calentamiento. Suerte
Thorn
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Re: El rescate [III] [quest]
Killian es idiota. Estamos en peligro y él se dedica a repartir bellotas a nuestros enemigos. Si no estuviera tan nervioso lo más probable es que le hubiera quitado de un golpe esa cara de bobalicón que puso al ver a las brujas. ¿No ve lo que le han hecho a este bosque? Estos árboles estaban llenos de vida y ahora son una sombra de lo que antaño fueron. Quisiera decir que los árboles murieron dejando solo la corteza como muestra de que un día ellos estaban en pie, como una cáscara de huevo vacía. Pero la realidad es muy diferente, lo que los brujos le hicieron al bosque no tiene nombre. Las cascaras no están vacías, están llenas de algo tan macabro que no quiero ni imaginarme qué podría ser. Las brujas comienzan a saltar y bailar a nuestro alrededor. Están tan cerca que podría clavarles una flecha en la cabeza a cada una. Para la primera solo necesito soltar la cuerda que sujeta la flecha que tengo tensada ahora mismo. Se salvaron en el momento en que la más joven se me puso delante para acariciarme las orejas como si fuera un gato domestico. Es como si me devorase con la mirada.
¿Brand? ¿Qué hace aquí Brand? Debería estar en el barco junto a los demás marineros. Algo debería haber pasado cuando nos hemos ido y por eso nos ha seguido hasta aquí. Sea lo que sea, desearía que no lo hubiera hecho. No sabe dónde se ha metido. No lo sabemos ni nosotros dos que se supone que somos los “mercenarios”. ¿No es así como nos llamaron? Le hago un gesto con la cabeza indicando al muchacho que se vaya antes de que le vean las brujas. Demasiado tarde. Son tres, no puedo estar pendientes de las tres a la vez mientras una de ellas me jala de las orejas.
Una de las brujas alza la voz. Dice que nos ayudará pero a cambio nosotros también le debemos ayudar. Por supuesto, claro que les ayudaría. Claro que les ayudaré. Les ayudaré haciendo de su vida mucho más corta, tan corta como en lo que tardo en disparar tres flechas. Sin embargo el tiempo es relativo, en una situación normal, estando yo solo de caza, ya hubiera disparado a las tres mujeres. Este no es mi bosque, y no estoy solo en esta misión, me acompañan Killian y Brand. Sus vidas son tan importantes como la mía. Un paso en falso y estarían muertos. No. No debo de ser tan precipitado. Por ahora las brujas no han sido hostiles con nosotros, no debo arriesgarme.
De pronto, antes de que me dé tiempo a coger una flecha y cargarla en mi arco, el espantapájaros explota. No me preguntéis qué es lo que le ha hecho estallar, pues todavía tengo a la bruja encima de mí estirándome la cara como si fuera un bebé. Aparto a la mujer con un leve empujón para ver qué es lo que había sucedido. Todos parecen saber más que yo. Primero los marineros, luego la gente que nos llevo con el carromato hasta, las brujas y ahora Brand. Justo después de explotar el espantapájaros, bebo un sorbo de la bebida que tiene en las manos, que rechazo con la mirada cuando me la ofrece, y se abalanza hacia lo desconocido empuñando una espada que, si os soy sincero, prefiero no saber de dónde se la ha sacado.
Me quedo parado unos instantes. Me siento impotente, estoy nervioso y tengo miedo. Allá a lo lejos distingo un grupo de personas. ¿Estará Flor? No creo. Lo más probable es que sean otro grupo de brujos, incluso tienen los mismos espantapájaros que estas tres brujas. Sin embargo, el suyo parece distinto, es como si estuviera luchando contra el propio viento con una serie de torpes movimientos. Noto a mis manos temblar. Mal asunto para un arquero. No me atrevo a empuñar a Viento atroz por miedo de fallar el disparo y herir a alguno de mis compañeros. El miedo se está apoderando de mí. Como un parásito, se ha anclado en mi cuerpo y se alimenta de mi sangre. No es más que una garrapata. Desde que he llegado a esta maldita isla he tenido miedo de lo que pudiera pasar.
-¡MALDICIÓN!- Estallo al fin. Junto a mi grito, los brujos alzan del suelo un ejército de lo muertos con cabeza de calabazas, si se les puede llamar calabazas. Está mejor decir que es un ejército de muertos con verduras podridas haciendo de cabeza. -¡MALDITOS, MALDITOS, Y CIEN VECES MALDITOS!-
No puedo hacer nada. Soy un inútil. Veo a Brand y a Killian cargar con espada en mano hacia el ejército y yo… No hago nada. ¿Por qué, por qué me pasa esto? No es justo. Veo como uno de los muertos pilla desprevenido a Brand y lo coge del brazo. Otro está a su lado y le ha quitado la espada. Las intenciones de los muertos es más que obvia. En ese momento lo veo claro. No debo dejar que el miedo se apodere de mí como si fuera un vulgar muñeco de trapo. Debo ser fuerte. Cojo a Vientoatroz, cargo y disparo. La flecha, atraviesa el brazo del muerto arrancándoselo de cuajo justo antes de que matase a Brand. Lo he salvado. Ya no me tiemblan las manos. Sigo teniendo miedo y sigo estando nervioso por este ambiente tan siniestro; pero ya no me tiemblan las manos, y eso es lo importante para un arquero.
Cargo y disparo. Cargo y disparo. Cargo y disparo. Así tantas veces como pueda. Cada flecha que disparo atraviesa otra cabeza de calabaza. Desde mi posición es fácil luchar. Estoy alejado de la batalla. Killian y Brand luchan cuerpo a cuerpo, mas yo peleo a distancia, eso me da ventaja en el terreno. Antes de que cualquier muerto viviente les derribo con un solo disparo en la cabeza. La parte difícil la tienen ellos dos.
-¿Pero qué…?- Digo asombrado. El suelo empieza a vibrar justo bajos mis pies. Doy un salto hacia un lado antes de que caiga bajo tierra. Del suelo emerge una nueva criatura que, sospecho, es de la misma familia que los muertos vivientes. Sin embargo, su aspecto es totalmente diferente. Es como si hubiera cogido la imagen de un humano y hubieran añadido lo primero que tuvieran a mano en el granero para formarlo. En lugar de brazos tiene un par de rastrillos con los cuales cavar túneles bajo tierra como un topo, sus miembros estaban unidas por cañas de madera de las que usan los agricultores para guiar las matas de hortalizas. Si no fuera por la cabeza de calabaza pensaría que se trata de un nuevo enemigo.
No importa que tan extraño sea, estoy dispuesto a acabar con él. A una distancia tan corta debería darle, es imposible fallar. Cojo una flecha y disparo directo a su cabeza. ¡No puede ser! No puede haberla visto venir. Con una de sus garras deshace la flecha en el aire haciéndola añicos. Disparo otra, y luego otra. El resultado es el mismo. No sé cómo lo hace, pero solo le hace falta estirar un poco el brazo y destruye mis flechas. El muerto con los rastrillos avanza rápido hacia mí. No me da tiempo a cargar otra de mis flechas. Antes que me diera cuenta, la criatura uso uno de sus brazos para atacarme. Rápido, doy un salto hacia tras para esquivarlo. Pero él es más rápido, y consigue arañarme el vientre. Es una herida a penas superficial, lo malo es que había destruido mi camisa.
La criatura me mira, espera el momento apropiado para saltar encima de mí y rematar el trabajo. Yo le miro. Sé que si hago un movimiento en falso, véase coger una flecha del carcaj, estaré muerto. No tengo alternativa, decido ser yo el primero en saltar usando a Vientoatroz como si fuera un palo. La criatura, ágil, da un salto hacia atrás y se sumerge en el suelo. La tierra comienza a vibrar, igual que la otra vez. De un momento a otro puede emerger de y acabar conmigo, y más ahora que estoy herido. Otra vez, me vuelven a temblar las manos. Estoy perdido. Voy a morir. Echo una última mirada hacia mis compañeros. Están luchando. Dan todo lo que tienen y no se rinden ni un solo momento. ¿Qué clase de compañero soy yo? Mejor dicho. ¿Qué clase de amigo soy? No debo rendirme. Hoy no moriré, y ellos tampoco. Cargo de nuevo una flecha en el arco y la tenso lo máximo que puedo. Estoy preparado.
-Venga sal.- Incito a la criatura para que salga apuntando con la flecha bajo mis pies. No debo arriesgarme. Debo estar seguro de poder verlo. Venga sal, te estoy esperando. Sal. Venga. Estoy aquí. Se ve una pequeña grieta abrirse bajo de mí. Ahora. Es mi oportunidad. Sin pensarlo más suelto la flecha, la tensión del acuerda hace el resto. La flecha atraviesa la tierra y luego atraviesa la cabeza de la criatura. Ha muerto.
¿Brand? ¿Qué hace aquí Brand? Debería estar en el barco junto a los demás marineros. Algo debería haber pasado cuando nos hemos ido y por eso nos ha seguido hasta aquí. Sea lo que sea, desearía que no lo hubiera hecho. No sabe dónde se ha metido. No lo sabemos ni nosotros dos que se supone que somos los “mercenarios”. ¿No es así como nos llamaron? Le hago un gesto con la cabeza indicando al muchacho que se vaya antes de que le vean las brujas. Demasiado tarde. Son tres, no puedo estar pendientes de las tres a la vez mientras una de ellas me jala de las orejas.
Una de las brujas alza la voz. Dice que nos ayudará pero a cambio nosotros también le debemos ayudar. Por supuesto, claro que les ayudaría. Claro que les ayudaré. Les ayudaré haciendo de su vida mucho más corta, tan corta como en lo que tardo en disparar tres flechas. Sin embargo el tiempo es relativo, en una situación normal, estando yo solo de caza, ya hubiera disparado a las tres mujeres. Este no es mi bosque, y no estoy solo en esta misión, me acompañan Killian y Brand. Sus vidas son tan importantes como la mía. Un paso en falso y estarían muertos. No. No debo de ser tan precipitado. Por ahora las brujas no han sido hostiles con nosotros, no debo arriesgarme.
De pronto, antes de que me dé tiempo a coger una flecha y cargarla en mi arco, el espantapájaros explota. No me preguntéis qué es lo que le ha hecho estallar, pues todavía tengo a la bruja encima de mí estirándome la cara como si fuera un bebé. Aparto a la mujer con un leve empujón para ver qué es lo que había sucedido. Todos parecen saber más que yo. Primero los marineros, luego la gente que nos llevo con el carromato hasta, las brujas y ahora Brand. Justo después de explotar el espantapájaros, bebo un sorbo de la bebida que tiene en las manos, que rechazo con la mirada cuando me la ofrece, y se abalanza hacia lo desconocido empuñando una espada que, si os soy sincero, prefiero no saber de dónde se la ha sacado.
Me quedo parado unos instantes. Me siento impotente, estoy nervioso y tengo miedo. Allá a lo lejos distingo un grupo de personas. ¿Estará Flor? No creo. Lo más probable es que sean otro grupo de brujos, incluso tienen los mismos espantapájaros que estas tres brujas. Sin embargo, el suyo parece distinto, es como si estuviera luchando contra el propio viento con una serie de torpes movimientos. Noto a mis manos temblar. Mal asunto para un arquero. No me atrevo a empuñar a Viento atroz por miedo de fallar el disparo y herir a alguno de mis compañeros. El miedo se está apoderando de mí. Como un parásito, se ha anclado en mi cuerpo y se alimenta de mi sangre. No es más que una garrapata. Desde que he llegado a esta maldita isla he tenido miedo de lo que pudiera pasar.
-¡MALDICIÓN!- Estallo al fin. Junto a mi grito, los brujos alzan del suelo un ejército de lo muertos con cabeza de calabazas, si se les puede llamar calabazas. Está mejor decir que es un ejército de muertos con verduras podridas haciendo de cabeza. -¡MALDITOS, MALDITOS, Y CIEN VECES MALDITOS!-
No puedo hacer nada. Soy un inútil. Veo a Brand y a Killian cargar con espada en mano hacia el ejército y yo… No hago nada. ¿Por qué, por qué me pasa esto? No es justo. Veo como uno de los muertos pilla desprevenido a Brand y lo coge del brazo. Otro está a su lado y le ha quitado la espada. Las intenciones de los muertos es más que obvia. En ese momento lo veo claro. No debo dejar que el miedo se apodere de mí como si fuera un vulgar muñeco de trapo. Debo ser fuerte. Cojo a Vientoatroz, cargo y disparo. La flecha, atraviesa el brazo del muerto arrancándoselo de cuajo justo antes de que matase a Brand. Lo he salvado. Ya no me tiemblan las manos. Sigo teniendo miedo y sigo estando nervioso por este ambiente tan siniestro; pero ya no me tiemblan las manos, y eso es lo importante para un arquero.
Cargo y disparo. Cargo y disparo. Cargo y disparo. Así tantas veces como pueda. Cada flecha que disparo atraviesa otra cabeza de calabaza. Desde mi posición es fácil luchar. Estoy alejado de la batalla. Killian y Brand luchan cuerpo a cuerpo, mas yo peleo a distancia, eso me da ventaja en el terreno. Antes de que cualquier muerto viviente les derribo con un solo disparo en la cabeza. La parte difícil la tienen ellos dos.
-¿Pero qué…?- Digo asombrado. El suelo empieza a vibrar justo bajos mis pies. Doy un salto hacia un lado antes de que caiga bajo tierra. Del suelo emerge una nueva criatura que, sospecho, es de la misma familia que los muertos vivientes. Sin embargo, su aspecto es totalmente diferente. Es como si hubiera cogido la imagen de un humano y hubieran añadido lo primero que tuvieran a mano en el granero para formarlo. En lugar de brazos tiene un par de rastrillos con los cuales cavar túneles bajo tierra como un topo, sus miembros estaban unidas por cañas de madera de las que usan los agricultores para guiar las matas de hortalizas. Si no fuera por la cabeza de calabaza pensaría que se trata de un nuevo enemigo.
No importa que tan extraño sea, estoy dispuesto a acabar con él. A una distancia tan corta debería darle, es imposible fallar. Cojo una flecha y disparo directo a su cabeza. ¡No puede ser! No puede haberla visto venir. Con una de sus garras deshace la flecha en el aire haciéndola añicos. Disparo otra, y luego otra. El resultado es el mismo. No sé cómo lo hace, pero solo le hace falta estirar un poco el brazo y destruye mis flechas. El muerto con los rastrillos avanza rápido hacia mí. No me da tiempo a cargar otra de mis flechas. Antes que me diera cuenta, la criatura uso uno de sus brazos para atacarme. Rápido, doy un salto hacia tras para esquivarlo. Pero él es más rápido, y consigue arañarme el vientre. Es una herida a penas superficial, lo malo es que había destruido mi camisa.
La criatura me mira, espera el momento apropiado para saltar encima de mí y rematar el trabajo. Yo le miro. Sé que si hago un movimiento en falso, véase coger una flecha del carcaj, estaré muerto. No tengo alternativa, decido ser yo el primero en saltar usando a Vientoatroz como si fuera un palo. La criatura, ágil, da un salto hacia atrás y se sumerge en el suelo. La tierra comienza a vibrar, igual que la otra vez. De un momento a otro puede emerger de y acabar conmigo, y más ahora que estoy herido. Otra vez, me vuelven a temblar las manos. Estoy perdido. Voy a morir. Echo una última mirada hacia mis compañeros. Están luchando. Dan todo lo que tienen y no se rinden ni un solo momento. ¿Qué clase de compañero soy yo? Mejor dicho. ¿Qué clase de amigo soy? No debo rendirme. Hoy no moriré, y ellos tampoco. Cargo de nuevo una flecha en el arco y la tenso lo máximo que puedo. Estoy preparado.
-Venga sal.- Incito a la criatura para que salga apuntando con la flecha bajo mis pies. No debo arriesgarme. Debo estar seguro de poder verlo. Venga sal, te estoy esperando. Sal. Venga. Estoy aquí. Se ve una pequeña grieta abrirse bajo de mí. Ahora. Es mi oportunidad. Sin pensarlo más suelto la flecha, la tensión del acuerda hace el resto. La flecha atraviesa la tierra y luego atraviesa la cabeza de la criatura. Ha muerto.
Sarez
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Re: El rescate [III] [quest]
Estoy muy feliz, pues parece que mis negociaciones han dado resultado en lo que a mí respecto, y le levanto el dedo pulgar a Sarez como señal de "Hey, ¡Hemos triunfado!" pero no parece nada complacido. Las mujeres parecen estar divertidos con nosotros, pero entonces nos hacen una ambigua petición que me deja intrigado. ¿Matar a sus enemigos? ¿Quiénes podrían ser? La sed de sangre me empezaba a embargar con pensar en los posibles enemigos que tendríamos, hasta que Brandt aparece bebiendo de una botella.
- ¿Y tú que carajos haces aquí? ¡Estamos en una misión muy complicada! Mejor vete a casa, niño. La aventura puede que no sea para ti, eres pequeño y enclenque.
Parece no escucharme, y va con espada en mano hacia lo que se oculta detrás de los arbustos.
- ¡Oye, espera!
Le persigo para reternerlo, pero lo que hay más allá me deja asombrado. ¿Otro ritual, incluso más grande? Muchas de las personas que allí se hallaban parecen huir ante nuestra presencia mientras que el colosal espantapájaros parece convocar muertos vivientes para que nos maten a todos.
- ¡Wooooooooo, mira Sarez, el espantapájaros hablaaaaa! ¡Woooo es lo más genial que Killian ha visto en la vida!
Le grito completamente excitado, pero el elfo parece estar completamente concentrado en maldecir y matar a nuestros enemigos. No importa, yo tampoco puedo contenerme más, y desenvainando mi espada, mi abalanzo contra la horda que viene a cortarnos las cabezas y con mis poderosos brazos, comienzo a cortarlos como si fueran pedazos de mantequilla.
El frenesí del combate me emociona, y comienzo a dar golpe tras golpe mientras que los hago retroceder con mis imponentes estocadas e imponencia.
- ¡Aaaaaaaaargh, atrás, miserables! ¡Killian tiene para todos! ¡AHÁAAAAAAAAAA!
Sigo cortando como si fuese para lo que había nacido para hacer. El elfo hace caer a otros más gracias a sus efectivas flechas, aunque Brandt parece tener sus problemas también. Tengo a tres hombres calabaza encima cuando intento salvarle, pero Sarez se ocupa eficazmente del asunto entre manos.
- ¡Vamos, espantaculos! ¡¿Eso es lo mejor que puedes invocar?! ¡Eres patético!
Le grito al espantapájaros, al tiempo en que una especie de hombre calabaza topo aparece frente a Sarez y éste tiene varios problemas. Iba a correr a socorrerlo, pero perder terreno en la retaguardia es sinónimo de que todos mueran, y no podía permitirme eso. El elfo tendría que demostrar de qué era capaz, pero logra finalmente derribar a su enemigo satisfactoriamente.
- ¡Wooooooow!
Exclamo al ver que tres hombres calabaza se unen con una especie de magia extraña a mi entender, formando un solo y poderoso ser que viene corriendo hacia mí, gruñendo guturalmente.
- ¡Oh, mierda, esto es tan excitante! ¡Hahahahaha!
No puedo evitar disfrutar de la pelea. Voy corriendo a su encuentro, y mi espada se clava en una de sus poderosas zarpas y me levanta para arrojarme violentamente al suelo. Se lanza hacia mí, y reteniéndome comienza a darme varios zarpazos en el rostro, por lo que comienzo a sangrar profusamente.
Con rabia, al tercer zarpazo le muerdo el brazo y le arranco un pedazo, mientras corre un chorro de sangre de un color extraño de la herida y la criatura grita de dolor. Lo empujo con el hombro, haciéndole perder el equilibrio, y con mis propias manos le arranco la cabeza calabaza, dándole muerte al extraño ser.
Un poco mareado, recojo mi espada y me dispongo a seguir con la pelea. No puedo contar la cantidad exacta de enemigos que hemos derribado, pero mis golpes no pierden velocidad ni potencia alguna.
- ¡AAAAAAAAAAAARGH!
- ¿Y tú que carajos haces aquí? ¡Estamos en una misión muy complicada! Mejor vete a casa, niño. La aventura puede que no sea para ti, eres pequeño y enclenque.
Parece no escucharme, y va con espada en mano hacia lo que se oculta detrás de los arbustos.
- ¡Oye, espera!
Le persigo para reternerlo, pero lo que hay más allá me deja asombrado. ¿Otro ritual, incluso más grande? Muchas de las personas que allí se hallaban parecen huir ante nuestra presencia mientras que el colosal espantapájaros parece convocar muertos vivientes para que nos maten a todos.
- ¡Wooooooooo, mira Sarez, el espantapájaros hablaaaaa! ¡Woooo es lo más genial que Killian ha visto en la vida!
Le grito completamente excitado, pero el elfo parece estar completamente concentrado en maldecir y matar a nuestros enemigos. No importa, yo tampoco puedo contenerme más, y desenvainando mi espada, mi abalanzo contra la horda que viene a cortarnos las cabezas y con mis poderosos brazos, comienzo a cortarlos como si fueran pedazos de mantequilla.
El frenesí del combate me emociona, y comienzo a dar golpe tras golpe mientras que los hago retroceder con mis imponentes estocadas e imponencia.
- ¡Aaaaaaaaargh, atrás, miserables! ¡Killian tiene para todos! ¡AHÁAAAAAAAAAA!
Sigo cortando como si fuese para lo que había nacido para hacer. El elfo hace caer a otros más gracias a sus efectivas flechas, aunque Brandt parece tener sus problemas también. Tengo a tres hombres calabaza encima cuando intento salvarle, pero Sarez se ocupa eficazmente del asunto entre manos.
- ¡Vamos, espantaculos! ¡¿Eso es lo mejor que puedes invocar?! ¡Eres patético!
Le grito al espantapájaros, al tiempo en que una especie de hombre calabaza topo aparece frente a Sarez y éste tiene varios problemas. Iba a correr a socorrerlo, pero perder terreno en la retaguardia es sinónimo de que todos mueran, y no podía permitirme eso. El elfo tendría que demostrar de qué era capaz, pero logra finalmente derribar a su enemigo satisfactoriamente.
- ¡Wooooooow!
Exclamo al ver que tres hombres calabaza se unen con una especie de magia extraña a mi entender, formando un solo y poderoso ser que viene corriendo hacia mí, gruñendo guturalmente.
- ¡Oh, mierda, esto es tan excitante! ¡Hahahahaha!
No puedo evitar disfrutar de la pelea. Voy corriendo a su encuentro, y mi espada se clava en una de sus poderosas zarpas y me levanta para arrojarme violentamente al suelo. Se lanza hacia mí, y reteniéndome comienza a darme varios zarpazos en el rostro, por lo que comienzo a sangrar profusamente.
Con rabia, al tercer zarpazo le muerdo el brazo y le arranco un pedazo, mientras corre un chorro de sangre de un color extraño de la herida y la criatura grita de dolor. Lo empujo con el hombro, haciéndole perder el equilibrio, y con mis propias manos le arranco la cabeza calabaza, dándole muerte al extraño ser.
Un poco mareado, recojo mi espada y me dispongo a seguir con la pelea. No puedo contar la cantidad exacta de enemigos que hemos derribado, pero mis golpes no pierden velocidad ni potencia alguna.
- ¡AAAAAAAAAAAARGH!
Killian
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Re: El rescate [III] [quest]
Estoy mareado, cansado y herido. No dejan de salir hombres calabaza de todas partes. Son demasiados y cada vez me quedan menos flechas en mi carcaj. Calculo que podrían quedar unas treinta, cuarenta como mucho. He gastado la mitad de mi munición en estos seres y todavía hay más. A pesar de todo no caigo. Sigo luchando, al igual que lo hace Killian. Por cada cabeza que corta grita emocionado. Para él es solo un juego. También está herido, y seguramente cansado. Hay que tener en cuenta que él corre de un lado a otro mientras yo me quedo en la retaguardia solo disparando mis flechas. Pero no se rinde. Sigue luchando, y sigue jugando hasta el fin. Sonrío levemente a verle luchar. Tal vez yo deba hacer lo mismo; disfrutar del juego.
-Argggghhhhh!- Grito emulando a Killian. No es tan idiota como yo pensaba.
Treinta y dos, treinta y uno, treinta, veintinueve…. Cuento para mí mismo las flechas que me quedan en el carcaj. Si se me agotan en plena pelea tendremos un problema, y de los grandes. Veintiocho, veintisiete, veintiséis… Si se me acabarán después de la batalla podría improvisar algunas flechas con las ramas muertas de los árboles. Pero ahora es imposible.
Una nueva raza de hombres calabaza viene hacia nosotros. Son enormes, por lo menos miden tres metros cada uno. Están hechos de diferentes trozos de muertos. Por todas partes de su cuerpo se le ve algún brazo o alguna pierna fuera de lugar. No tengo palabras para describir qué clase de criatura es. Es como si hubieran cogido un caldero y hubieran puesto trozos de carne suelta y una calabaza que hace de cabeza.
Una de esas nuevas criaturas corre hasta mi posición. Las flechas no sirven de nada. Es demasiado grande, hay demasiada grasa que atravesar. De un fuerte manotazo me agarra y me lanza a hacia uno de los árboles. Escupo sangre. La herida del vientre se me ha abierto por completo y no dejaba de sangrar. La criatura no ha terminado conmigo. Coge una rama tan grande como Killian y, de nuevo, avanza hacia mí empuñando la rama como si fuera un garrote. Pero yo soy más rápido y, justo en el momento que me va a golpear consigo agacharme. La criatura solo consigue dar al tronco del árbol que hace caer unas hojas marchitas en la cara del muerto. Aunque está enfermo, este bosque lucha a mi lado.
Es mi oportunidad. Cargo y disparo. Como tantas veces he hecho. Ya he perdido la cuenta de las flechas que me quedan. Fijo mis disparos a las articulaciones de la criatura. Los brazos y las piernas. Ya que no puedo traspasar la carne, lo mejor es hacer que no se pueda mover. El infame muerto da garrotazos por todo su alrededor. No puede ver nada, es demasiado idiota para quitarse las hojas de la cabeza. Podría estar hecho de multitud de miembros, pero no tiene ni un solo cerebro. Aprovecho la oportunidad para alejar de él y seguir disparando.
Por muchas flechas que ya le había acertado, no le había hecho nada. La carne se había regenerado encima de las flechas que ahora constituían parte de la misma criatura. No me rindo. Debo disfrutar de la batalla, igual que disfruta Killian. Disparo otra flecha. Otro más. Otra más. Así hasta que me quedo sin flechas. Por si fuera poco, la criatura da un cabezazo contra el árbol más cercano y se saca las hojas de encima. Ahora puede verme. Nuevamente viene corriendo hacia mí empuñando con el garrote en alto. De un salto, me tiro al suelo y ruedo por tal de esquivarlo.
Estoy perdido. Sin flechas. Y con miles de enemigos a mi alrededor. Noto como el suelo vibra, hay más de esos hombres topo por el suelo. De pronto se me ocurre una idea. Cojo una roca y doy golpes a tierra. Las vibraciones comienzan a acercarse. Debo ser rápido si quiero que esto salga bien. Despisto a la gran criatura rodando por el suelo mientras con la roca voy haciendo un círculos de golpes a su alrededor. No sé cuantos hombres topo pueden haber. Contra más mejor. Las vibraciones me siguen haciendo círculos conmigo. Espero que funcione.
-Argggghhhhh!- Grito una vez más como me ha enseñado Killian y le lanzo la roca a la cabeza de la enorme criatura. Sabía perfectamente que no le haría daño, solo quiero enfurecerla y parece que ha funcionado. La bestia da golpes con su arma al suelo. Está furioso porque no dejo de burlarle. Venga sigue así. Sigue dando golpes, porque has caído en mi trampa. El suelo bajo suya empieza a caer. Sabía si hacía que los topos pasaran por ahí, sus túneles no soportarían el peso de la infame criatura.
Antes de que los topos emerjan a la superficie. Subo encima de un árbol, e improviso sus ramas muertas como flechas. No tienen punta, carecen de forma y son muy difíciles de controlar. Por lo menos, puedo dar algo de apoyo a Killian y Brandt. Cuando finalice la batalla ya me haré flechas nuevas.
-Argggghhhhh!- Grito emulando a Killian. No es tan idiota como yo pensaba.
Treinta y dos, treinta y uno, treinta, veintinueve…. Cuento para mí mismo las flechas que me quedan en el carcaj. Si se me agotan en plena pelea tendremos un problema, y de los grandes. Veintiocho, veintisiete, veintiséis… Si se me acabarán después de la batalla podría improvisar algunas flechas con las ramas muertas de los árboles. Pero ahora es imposible.
Una nueva raza de hombres calabaza viene hacia nosotros. Son enormes, por lo menos miden tres metros cada uno. Están hechos de diferentes trozos de muertos. Por todas partes de su cuerpo se le ve algún brazo o alguna pierna fuera de lugar. No tengo palabras para describir qué clase de criatura es. Es como si hubieran cogido un caldero y hubieran puesto trozos de carne suelta y una calabaza que hace de cabeza.
Una de esas nuevas criaturas corre hasta mi posición. Las flechas no sirven de nada. Es demasiado grande, hay demasiada grasa que atravesar. De un fuerte manotazo me agarra y me lanza a hacia uno de los árboles. Escupo sangre. La herida del vientre se me ha abierto por completo y no dejaba de sangrar. La criatura no ha terminado conmigo. Coge una rama tan grande como Killian y, de nuevo, avanza hacia mí empuñando la rama como si fuera un garrote. Pero yo soy más rápido y, justo en el momento que me va a golpear consigo agacharme. La criatura solo consigue dar al tronco del árbol que hace caer unas hojas marchitas en la cara del muerto. Aunque está enfermo, este bosque lucha a mi lado.
Es mi oportunidad. Cargo y disparo. Como tantas veces he hecho. Ya he perdido la cuenta de las flechas que me quedan. Fijo mis disparos a las articulaciones de la criatura. Los brazos y las piernas. Ya que no puedo traspasar la carne, lo mejor es hacer que no se pueda mover. El infame muerto da garrotazos por todo su alrededor. No puede ver nada, es demasiado idiota para quitarse las hojas de la cabeza. Podría estar hecho de multitud de miembros, pero no tiene ni un solo cerebro. Aprovecho la oportunidad para alejar de él y seguir disparando.
Por muchas flechas que ya le había acertado, no le había hecho nada. La carne se había regenerado encima de las flechas que ahora constituían parte de la misma criatura. No me rindo. Debo disfrutar de la batalla, igual que disfruta Killian. Disparo otra flecha. Otro más. Otra más. Así hasta que me quedo sin flechas. Por si fuera poco, la criatura da un cabezazo contra el árbol más cercano y se saca las hojas de encima. Ahora puede verme. Nuevamente viene corriendo hacia mí empuñando con el garrote en alto. De un salto, me tiro al suelo y ruedo por tal de esquivarlo.
Estoy perdido. Sin flechas. Y con miles de enemigos a mi alrededor. Noto como el suelo vibra, hay más de esos hombres topo por el suelo. De pronto se me ocurre una idea. Cojo una roca y doy golpes a tierra. Las vibraciones comienzan a acercarse. Debo ser rápido si quiero que esto salga bien. Despisto a la gran criatura rodando por el suelo mientras con la roca voy haciendo un círculos de golpes a su alrededor. No sé cuantos hombres topo pueden haber. Contra más mejor. Las vibraciones me siguen haciendo círculos conmigo. Espero que funcione.
-Argggghhhhh!- Grito una vez más como me ha enseñado Killian y le lanzo la roca a la cabeza de la enorme criatura. Sabía perfectamente que no le haría daño, solo quiero enfurecerla y parece que ha funcionado. La bestia da golpes con su arma al suelo. Está furioso porque no dejo de burlarle. Venga sigue así. Sigue dando golpes, porque has caído en mi trampa. El suelo bajo suya empieza a caer. Sabía si hacía que los topos pasaran por ahí, sus túneles no soportarían el peso de la infame criatura.
Antes de que los topos emerjan a la superficie. Subo encima de un árbol, e improviso sus ramas muertas como flechas. No tienen punta, carecen de forma y son muy difíciles de controlar. Por lo menos, puedo dar algo de apoyo a Killian y Brandt. Cuando finalice la batalla ya me haré flechas nuevas.
Sarez
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Re: El rescate [III] [quest]
Sarez por su lado, parece estar haciendo un magnífico trabajo con las criaturas que logran traspasar la vanguardia que defiendo a filo y corte. Mi espada no es tan efectiva como mi poderoso espadón que descansa en pedazos en Lunargenta, pero al menos está resultando ser un arma de repuesto bastante efectiva pues con ella soy mucho más rápido de lo que suelo ser usualmente. Mi estilo de combate suele ser mucho más directo y mortal: Un corte, un miembro menos. Así de simple. Pero ahora, con la espada larga común y corriente en todos los reinos, no podía luchar a completo gusto.
Unos monstruos colosales hicieron su aparición, y al hacerles frente, entre tres tacklearon mi posición, y me lanzaron lejos hacia atrás. Me levanté inmediatamente. No podría matarlos a todos al mismo tiempo, por lo que decidí concentrarme en el primero que corría hacia mí mientras que el suelo temblaba por sus poderosas pisadas... y algo debajo de la tierra.
Dio un zarpazo que aproveché como puente hacia su cuello, y mordazmente, me sujeté en su espalda con mi brazo izquierdo mientras que lo decapitaba con la derecha y el arma, salpicando sangre podrida desde las venas muertas. Era un espectáculo asqueroso, pero digno de verse.
- ¡¿Eso es todo lo que tienen?! ¡Hagan sudar a Killian, maldita sea! ¡Yaaaaaaaaaargh!
El segundo me respondió con un rugido mientras el tercero se dirigía hacia Sarez. Intenté retenerlo, pero nuevamente, más criaturas aparecieron a bloquearme el paso y tuve que seguir luchando con ellas, dejando al arquero en evidente desventaja. Simplemente no podía mantenerlos a todos a raya, eran demasiados.
La criatura grande me dio un golpe certero en la cabeza que casi me hizo perder la consciencia mientras mi cabeza sangraba como un caudal, inundando toda mi cara del color carmesí. Aprovechó la oportunidad y con el siguiente golpe, me hizo arrojar mi espada lejos, y con el último golpe me tumbó en el suelo mientras ponía su pie sobre mí.
- ¡Aaaaaaah!
La sangre comenzó a nublarme la vista mientras que mis pulmones eran aplastados por el peso tremendo del monstruo. Sin embargo, junté mis dos manos hacia arriba y di un golpetazo que rompió un par de huesos en la mezcla de extremidades que tenía como pierna, y le hice perder el equilibrio, cayendo hacia mí aunque yo rodé hacia un costado, salvándome de ser aplastado por el ser.
Corrí a buscar mi espada, pero no podía ver en dónde estaba. Entonces improvisé.
Tomé del suelo una rama muy grande y gruesa, y emulándola como mi espadón, comencé a golpear a mis enemigos tomando más espacio y más potencia que con mi espada. Los golpeaba y algunos se desarmaban pero otros se volvían a levantar.
- ¡Há, prepárense para el torbellino de Killian! ¡Waaaaaaaaaaaaah!
Tomando mi improvisada arma con fuerza, comencé a girar hacia ellos y los golpeaba con profusa fuerza, haciéndolos volar hacia atrás. Algunos caían sobre matorrales y les costaba mucho trabajo volver a levantarse. Sin embargo, me marie mucho y perdí el equilibrio, y caí en un agujero que antes no estaba ahí. ¿Qué demonios?
Parece que la estrategia de Sarez me había jugado en contra, y caí justo encima de la bestia enorme que el elfo intentaba esquivar. Sin dudarlo, tomé la calabaza con ambas manos y jalé con todas mis fuerzas, arrancándole "la cabeza" con mi fuerza. Cayó pesadamente, y los topos comenzaron a atacarme con sus zarpas.
Una de ellas me llegó en el abdomen, abriéndome una herida muy fea. Les di fuertes patadas para ganar distancia, y salí apresuradamente del hoyo, respirando con celeridad. Vi a Sarez y vi que también se encontraba herido.
- Bueno, al menos esto está interesante.
Le dije, riéndome con dolor. Al girarme, sin embargo, vi algo chocante: Brandt, superado, caía al suelo mientras que uno de los hombres calabaza lo atravesaba con la que parecía ser mi espada. ¡No podía ser! ¡¿Es que mi descuido se traduciría en la muerte de uno de mis compañeros?! Apreté los dientes y corrí a socorrerlo a toda velocidad, dando poderosos golpes a quienes se me atravesasen por el camino.
Le di una fuerte patada al agresor, y alcancé a atraparlo antes de que cayera al suelo. Recuperé mi espada y vi que aún quedaban bastantes que derrotar. No podía intentar curarlo ahora.
- ¡Brandt! ¡Por favor, resiste! ¡Killian te curará en seguida! ¡Hagas lo que hagas, no te mueras!
Me abalancé dando un gran salto hacia los que quedaban y seguí dando tajos mortales.
- ¡AAAAAAAAAAAAAAAARGH!
Unos monstruos colosales hicieron su aparición, y al hacerles frente, entre tres tacklearon mi posición, y me lanzaron lejos hacia atrás. Me levanté inmediatamente. No podría matarlos a todos al mismo tiempo, por lo que decidí concentrarme en el primero que corría hacia mí mientras que el suelo temblaba por sus poderosas pisadas... y algo debajo de la tierra.
Dio un zarpazo que aproveché como puente hacia su cuello, y mordazmente, me sujeté en su espalda con mi brazo izquierdo mientras que lo decapitaba con la derecha y el arma, salpicando sangre podrida desde las venas muertas. Era un espectáculo asqueroso, pero digno de verse.
- ¡¿Eso es todo lo que tienen?! ¡Hagan sudar a Killian, maldita sea! ¡Yaaaaaaaaaargh!
El segundo me respondió con un rugido mientras el tercero se dirigía hacia Sarez. Intenté retenerlo, pero nuevamente, más criaturas aparecieron a bloquearme el paso y tuve que seguir luchando con ellas, dejando al arquero en evidente desventaja. Simplemente no podía mantenerlos a todos a raya, eran demasiados.
La criatura grande me dio un golpe certero en la cabeza que casi me hizo perder la consciencia mientras mi cabeza sangraba como un caudal, inundando toda mi cara del color carmesí. Aprovechó la oportunidad y con el siguiente golpe, me hizo arrojar mi espada lejos, y con el último golpe me tumbó en el suelo mientras ponía su pie sobre mí.
- ¡Aaaaaaah!
La sangre comenzó a nublarme la vista mientras que mis pulmones eran aplastados por el peso tremendo del monstruo. Sin embargo, junté mis dos manos hacia arriba y di un golpetazo que rompió un par de huesos en la mezcla de extremidades que tenía como pierna, y le hice perder el equilibrio, cayendo hacia mí aunque yo rodé hacia un costado, salvándome de ser aplastado por el ser.
Corrí a buscar mi espada, pero no podía ver en dónde estaba. Entonces improvisé.
Tomé del suelo una rama muy grande y gruesa, y emulándola como mi espadón, comencé a golpear a mis enemigos tomando más espacio y más potencia que con mi espada. Los golpeaba y algunos se desarmaban pero otros se volvían a levantar.
- ¡Há, prepárense para el torbellino de Killian! ¡Waaaaaaaaaaaaah!
Tomando mi improvisada arma con fuerza, comencé a girar hacia ellos y los golpeaba con profusa fuerza, haciéndolos volar hacia atrás. Algunos caían sobre matorrales y les costaba mucho trabajo volver a levantarse. Sin embargo, me marie mucho y perdí el equilibrio, y caí en un agujero que antes no estaba ahí. ¿Qué demonios?
Parece que la estrategia de Sarez me había jugado en contra, y caí justo encima de la bestia enorme que el elfo intentaba esquivar. Sin dudarlo, tomé la calabaza con ambas manos y jalé con todas mis fuerzas, arrancándole "la cabeza" con mi fuerza. Cayó pesadamente, y los topos comenzaron a atacarme con sus zarpas.
Una de ellas me llegó en el abdomen, abriéndome una herida muy fea. Les di fuertes patadas para ganar distancia, y salí apresuradamente del hoyo, respirando con celeridad. Vi a Sarez y vi que también se encontraba herido.
- Bueno, al menos esto está interesante.
Le dije, riéndome con dolor. Al girarme, sin embargo, vi algo chocante: Brandt, superado, caía al suelo mientras que uno de los hombres calabaza lo atravesaba con la que parecía ser mi espada. ¡No podía ser! ¡¿Es que mi descuido se traduciría en la muerte de uno de mis compañeros?! Apreté los dientes y corrí a socorrerlo a toda velocidad, dando poderosos golpes a quienes se me atravesasen por el camino.
Le di una fuerte patada al agresor, y alcancé a atraparlo antes de que cayera al suelo. Recuperé mi espada y vi que aún quedaban bastantes que derrotar. No podía intentar curarlo ahora.
- ¡Brandt! ¡Por favor, resiste! ¡Killian te curará en seguida! ¡Hagas lo que hagas, no te mueras!
Me abalancé dando un gran salto hacia los que quedaban y seguí dando tajos mortales.
- ¡AAAAAAAAAAAAAAAARGH!
Killian
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Re: El rescate [III] [quest]
Como una sombra fugaz, aquella de la misteriosa figura corrió para estar al lado de Brandt y aplicarle primeros auxilios mientras veía a Killian y Sarez pasar trabajo. -Se los advertí, pero claro, no le hagan caso a la mujer, atáquenla y salgan corriendo como cachorros detrás de las brujas. Hombres, todos son iguales…-Rezongaba la dama mientras atendía como podía al joven e incauto valiente. De vez en cuando uno u otro de los topos zombies intentaban asestarle un golpe, más al parecer la dama dominaba un elemento que les obligaba a mantener su distancia. -Resiste joven Brandt, debes salvar a Flor- dijo mientras observaba directamente a los luchadores. -Es increíble. Si no pueden con estos, ¿cómo podrán con los que vienen?- sin dudas su tono era reprobatorio y su carácter parecía no ser nada flaco.
La desconocida terminó de vendar al humano y pronto lo ató a su espalda como si se tratase de su saco de ropa. Por algún motivo las bestias conjuradas por el gran espantapájaros no le atacaban, más ella con el filo de su espada al rojo vivo parecía atacar y cauterizar cualquiera de los monstruos, dejándolos tendidos en el suelo. -Matad al líder o no dejarán de salir- aconsejó. -Seguidme- pidió internándose en el bosque por recovecos, subidas y bajadas que resultarían difíciles para el gran cuerpo de Killian y casi imposibles para los monstruos que tuvieran el intelecto suficiente para ir tras ellos.
Si los guerreros decidieran hacer el impasse en su batalla y seguir a la fémina, podrían escuchar los consejos que ésta le daba al delirante Brandt. - Estos son revividos, pertenecen a la sociedad que capturó a Flor. Las tres brujas son egoístas y podrían ayudarles contra ellos, si saben hacerlo. Atended a sus heridas y maten al líder, usen a las brujas antes de que os usen y no confíen en nadie. - Tras ese consejo hizo beber una poción al humano y le dejó un trago para Sarez y otro para Killian con algo de ungüento cicatrizante. Al menos no morirían desangrados allí, aunque sus heridas permanecerían abiertas. -Cuento con vosotros- agregó dándose la media vuelta para volver a desaparecer en la oscuridad del bosque muerto. -Nos volveremos a ver- agregó ahora revelando su parte de su rostro y un par de grandes cuernos. Se trataba de una fémina en su forma de semidragón.
Quiero ver principalmente la reacción de sus personajes. En alguna parte del siguiente turno deberán cargar contra el boss espantapájaros. Yo que ustedes no desaprovecharía curar en lo posible a mi personaje. Sarez, no habrá tiempo de improvisar más flechas, podrás recoger algunas de las usadas en el camino. Suerte
La desconocida terminó de vendar al humano y pronto lo ató a su espalda como si se tratase de su saco de ropa. Por algún motivo las bestias conjuradas por el gran espantapájaros no le atacaban, más ella con el filo de su espada al rojo vivo parecía atacar y cauterizar cualquiera de los monstruos, dejándolos tendidos en el suelo. -Matad al líder o no dejarán de salir- aconsejó. -Seguidme- pidió internándose en el bosque por recovecos, subidas y bajadas que resultarían difíciles para el gran cuerpo de Killian y casi imposibles para los monstruos que tuvieran el intelecto suficiente para ir tras ellos.
Si los guerreros decidieran hacer el impasse en su batalla y seguir a la fémina, podrían escuchar los consejos que ésta le daba al delirante Brandt. - Estos son revividos, pertenecen a la sociedad que capturó a Flor. Las tres brujas son egoístas y podrían ayudarles contra ellos, si saben hacerlo. Atended a sus heridas y maten al líder, usen a las brujas antes de que os usen y no confíen en nadie. - Tras ese consejo hizo beber una poción al humano y le dejó un trago para Sarez y otro para Killian con algo de ungüento cicatrizante. Al menos no morirían desangrados allí, aunque sus heridas permanecerían abiertas. -Cuento con vosotros- agregó dándose la media vuelta para volver a desaparecer en la oscuridad del bosque muerto. -Nos volveremos a ver- agregó ahora revelando su parte de su rostro y un par de grandes cuernos. Se trataba de una fémina en su forma de semidragón.
Quiero ver principalmente la reacción de sus personajes. En alguna parte del siguiente turno deberán cargar contra el boss espantapájaros. Yo que ustedes no desaprovecharía curar en lo posible a mi personaje. Sarez, no habrá tiempo de improvisar más flechas, podrás recoger algunas de las usadas en el camino. Suerte
- joven:
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Thorn
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Re: El rescate [III] [quest]
Varias abominaciones gigantes rodean el árbol en el que estoy subido. El campo de batalla se ha roto. Antes se podía diferenciar entre una vanguardia, donde estaban Brand y Killian, y una retaguardia, que era donde yo luchaba. Pero eso era antes, los hombres topo perforaron el suelo hasta llegar a mí, y las abominaciones gigantes, armados con garrotes y espadones, rompieron con todo lo que se encontraron. Ahora Brand está a punto de morir y yo, como un idiota, solo puedo lanzar palos de madera; y eso por ahora. ¿Quién sabe cuánto más puede aguantar el árbol?
Me cuelgo a Vientoatroz en la espalda y lo ató con fuerza. No hay tiempo para improvisar más flechas. Debo actuar rápido. Salto del árbol y caigo encima de la cabeza de una de las abominaciones. Sus cabezas, pese a ser de calabaza, está recubierta de trozos de carne podrida; esto les proporcionan una resistencia añadida que los otros muertos vivientes no tienen. Salto de cabeza en cabeza, de zombie en zombie; es como saltar de rama en rama. Pronto llego al suelo sin ningún rasguño.
Sin pararme a pensar en lo que podría o no hacer con los gigantes, corro al lugar donde está Brand. Unos pocos muertos, de los más pequeños, me impiden el paso. Están armados con espadas cortas, casi como dagas. Si hubieran sido otros estaría preocupado, pero siendo ellos, los más simples zombies, no tengo de qué preocuparme. Por si fuera poco, están heridos. Los que no han muerto por el torbellino Killian, quedaron destrozados. Sus brazos no eran más que trozos de carne colgando por un pequeño hilo. Rápido como el viento, corro entre en medio de los muertos. Por el camino arranco el brazo de uno llevándome conmigo su espada corta, aunque para mí, esa espada me era más útil usarla como daga.
Una mujer llega antes que yo a donde está Brand herido. Me quedo inmóvil al ver la figura de la joven. No es humana. Eso lo tengo claro. Sus ojos y, sobre todo, sus cuernos me es suficiente para ver que no es humana. Sé lo que no es, pero no sé lo que es. Al escucharla habla caigo en la cuenta. Es la joven de antes. La que nos dijo que teníamos que engatusar a las brujas. Si lo hubiera sabido antes que hablar con las brujas nos llevaría a luchar contra estos seres no hubiera abandonado el camino.
La joven inhumana nos habla como si fuéramos críos y ella nuestra madre. No hagas esto. Te lo dije. Mira lo que ha pasado… Me contengo en contestarla de malas formas pues, entre otras, está ayudando a Brand y eso es lo más importante. Esta vez no dudo en seguir a la joven, tal y como dice. No me gusta que me digan qué debo y qué no debo hacer. Mas me muerdo la lengua y continuo. Ella es nuestra única esperanza.
¿Si no teníamos que confiar en nadie, por qué sí confiamos en ella?¿Por qué tanto interés en nosotros? ¿Por qué nos ayuda? Ya está bien. Estas mismas preguntas fueron en las que me llevaron a un ataque de ansiedad. Si nos ayuda, no tengo por qué quejarme. Tomo la bebida que me ofrece. No estoy dispuesto a caer. Ni en la batalla campal ni en la batalla moral.
-Esté es el plan: Lucharemos, mataremos al líder, detendremos a los revividos y salvaremos a Flor. – Cada vez mi voz suena más parecida a la de Killian. – ¡ AAAAAAAAAAAAAAAARGH!
Me cuelgo a Vientoatroz en la espalda y lo ató con fuerza. No hay tiempo para improvisar más flechas. Debo actuar rápido. Salto del árbol y caigo encima de la cabeza de una de las abominaciones. Sus cabezas, pese a ser de calabaza, está recubierta de trozos de carne podrida; esto les proporcionan una resistencia añadida que los otros muertos vivientes no tienen. Salto de cabeza en cabeza, de zombie en zombie; es como saltar de rama en rama. Pronto llego al suelo sin ningún rasguño.
Sin pararme a pensar en lo que podría o no hacer con los gigantes, corro al lugar donde está Brand. Unos pocos muertos, de los más pequeños, me impiden el paso. Están armados con espadas cortas, casi como dagas. Si hubieran sido otros estaría preocupado, pero siendo ellos, los más simples zombies, no tengo de qué preocuparme. Por si fuera poco, están heridos. Los que no han muerto por el torbellino Killian, quedaron destrozados. Sus brazos no eran más que trozos de carne colgando por un pequeño hilo. Rápido como el viento, corro entre en medio de los muertos. Por el camino arranco el brazo de uno llevándome conmigo su espada corta, aunque para mí, esa espada me era más útil usarla como daga.
Una mujer llega antes que yo a donde está Brand herido. Me quedo inmóvil al ver la figura de la joven. No es humana. Eso lo tengo claro. Sus ojos y, sobre todo, sus cuernos me es suficiente para ver que no es humana. Sé lo que no es, pero no sé lo que es. Al escucharla habla caigo en la cuenta. Es la joven de antes. La que nos dijo que teníamos que engatusar a las brujas. Si lo hubiera sabido antes que hablar con las brujas nos llevaría a luchar contra estos seres no hubiera abandonado el camino.
La joven inhumana nos habla como si fuéramos críos y ella nuestra madre. No hagas esto. Te lo dije. Mira lo que ha pasado… Me contengo en contestarla de malas formas pues, entre otras, está ayudando a Brand y eso es lo más importante. Esta vez no dudo en seguir a la joven, tal y como dice. No me gusta que me digan qué debo y qué no debo hacer. Mas me muerdo la lengua y continuo. Ella es nuestra única esperanza.
¿Si no teníamos que confiar en nadie, por qué sí confiamos en ella?¿Por qué tanto interés en nosotros? ¿Por qué nos ayuda? Ya está bien. Estas mismas preguntas fueron en las que me llevaron a un ataque de ansiedad. Si nos ayuda, no tengo por qué quejarme. Tomo la bebida que me ofrece. No estoy dispuesto a caer. Ni en la batalla campal ni en la batalla moral.
-Esté es el plan: Lucharemos, mataremos al líder, detendremos a los revividos y salvaremos a Flor. – Cada vez mi voz suena más parecida a la de Killian. – ¡ AAAAAAAAAAAAAAAARGH!
Sarez
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Re: El rescate [III] [quest]
Justo en el momento de mayor desesperación, la figura de la fémina vuelve a mostrarse ante nosotros para curar a Brandt. Realmente es un gesto altruista que no me esperaba de ella, y le dedico una mirada de profundo agradecimiento mientras sigo manteniendo alejados a los enemigos que buscan dar fin a nuestro compañero de batalla.
Se lo lleva al bosque, y veo al elfo coger una espada corta y seguirla por la espesura. Yo no me quedo atrás, y les sigo a ambos. Las palabras de la extraña parecen de reproche ante nuestro desempeño en el combate, pero no me importa demasiado pues una vida se ha salvado gracias a su intervención.
- Killian le da las gracias, mi señora. Intentaremos hacerlo mejor en adelante.
Le dije, sin súplica alguna.
Parecía que Brandt sobreviviría, y más aún, que aquellos zombies estaban detrás de la captura de Flor.
- La espada de Killian no suele equivocarse de cabeza. ¡A qué esperamos, vamos a destrozarlos!
Grité, pero una bajada me hizo tropezar pues la espesura del bosque me hacía muy difícil seguirles el paso. Parece que ellos tenían un líder, y si no lo derrotábamos, el combate se prolongaría durante bastante tiempo.
En seguida se despidió de nosotros, dejando ver un par de cuernos que salían de su cabeza. Tragué saliva. ¿Acaso era una especie de demonio? Bueno... nos había ayudado hasta el momento, pero su figura no humana me hizo sospechar de sus intenciones. Pero ya habría tiempo de encararla. El elfo parecía muy dispuesto a continuar con el combate, lo que dibujó una amplia sonrisa en mi rostro.
- ¡Desde luego que sí! ¡Vamos a darles una lección a esos cabeza de culo! ¡Vamos!
Apreté mi espada con ambas manos y cargué con un grito de guerra hacia el líder, sea lo que fuera que éste fuere.
Se lo lleva al bosque, y veo al elfo coger una espada corta y seguirla por la espesura. Yo no me quedo atrás, y les sigo a ambos. Las palabras de la extraña parecen de reproche ante nuestro desempeño en el combate, pero no me importa demasiado pues una vida se ha salvado gracias a su intervención.
- Killian le da las gracias, mi señora. Intentaremos hacerlo mejor en adelante.
Le dije, sin súplica alguna.
Parecía que Brandt sobreviviría, y más aún, que aquellos zombies estaban detrás de la captura de Flor.
- La espada de Killian no suele equivocarse de cabeza. ¡A qué esperamos, vamos a destrozarlos!
Grité, pero una bajada me hizo tropezar pues la espesura del bosque me hacía muy difícil seguirles el paso. Parece que ellos tenían un líder, y si no lo derrotábamos, el combate se prolongaría durante bastante tiempo.
En seguida se despidió de nosotros, dejando ver un par de cuernos que salían de su cabeza. Tragué saliva. ¿Acaso era una especie de demonio? Bueno... nos había ayudado hasta el momento, pero su figura no humana me hizo sospechar de sus intenciones. Pero ya habría tiempo de encararla. El elfo parecía muy dispuesto a continuar con el combate, lo que dibujó una amplia sonrisa en mi rostro.
- ¡Desde luego que sí! ¡Vamos a darles una lección a esos cabeza de culo! ¡Vamos!
Apreté mi espada con ambas manos y cargué con un grito de guerra hacia el líder, sea lo que fuera que éste fuere.
Off: Perdonen la tardanza. He estado con varias cosas, y disculpen lo corto de la respuesta. Cuando volvamos al combate haré la próxima respuesta más larga.
Killian
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Re: El rescate [III] [quest]
El líder no se hizo esperar y más que esperar pacientemente la llegada de Killian y Sarez fue a su encuentro escudado por el gran espantapájaros de tres metros. Aunque mejor es decirlo como realmente era, el hechicero negro con su rostro oculto reía a carcajadas mientras su gran mascota espantapájaros abría paso para él entre el bosque muerto. -Osáis meteros en mi camino. ¡Perecerán por eso!- y nuevamente estalló en carcajadas eufóricas que comenzaron a apagarse con el sonido lejano del ejército acercándose tras sus pasos.
-¡Ataca bestia! ¡Ataca!- dijo señalando con su huesudo dedo a los tres guerreros. Brandt no estaba del todo recuperado por lo que no pudo más que arrastrarse hasta tras unos arbustos - Lo siento chicos, volveré a unirme a vosotros luego- aunque en su rostro se mantenía una serena sonrisa enmarcada en sudor, su voz era temblorosa y adolorida. El joven estaba sufriendo. Pero antes que nadie se lo esperara, el gran espantapájaros dio un golpe en el suelo muy cercano a Killian que provocó un temblor, las pocas hojas que se mantenían unidas a los árboles medio vivos medio muertos temblaron y se desprendieron desapareciendo con el viento provocado por el movimiento del armatoste.
-¿Qué esperas? ¡Ataca!- repetiría su orden el brujo perdiendo la paciencia y golpeando el árbol más cercano con su puño cerrado. En sus brazos podían verse sendos tatuajes con oscuras runas.
Sugerencias
-El brujo podrá atacar un máximo de tres veces seguidas con una bola de energía oscura que desintegra lo que toque, cuidado. Después de eso, necesitará diez minutos de reposo para volver a atacar. No lleva más que un cuchillo como defensa.
-El espantapájaros es grande y es fuerte pero no piensa y como dice el dicho… “cuanto mas grande…”
-No manejen diálogos con el brujo, tienen autorización para moverle lo necesario para que les ataque o se defienda, pero el resto lo dirigiré yo. Sean cuidadosos y suerte[/color][/Font]
-¡Ataca bestia! ¡Ataca!- dijo señalando con su huesudo dedo a los tres guerreros. Brandt no estaba del todo recuperado por lo que no pudo más que arrastrarse hasta tras unos arbustos - Lo siento chicos, volveré a unirme a vosotros luego- aunque en su rostro se mantenía una serena sonrisa enmarcada en sudor, su voz era temblorosa y adolorida. El joven estaba sufriendo. Pero antes que nadie se lo esperara, el gran espantapájaros dio un golpe en el suelo muy cercano a Killian que provocó un temblor, las pocas hojas que se mantenían unidas a los árboles medio vivos medio muertos temblaron y se desprendieron desapareciendo con el viento provocado por el movimiento del armatoste.
-¿Qué esperas? ¡Ataca!- repetiría su orden el brujo perdiendo la paciencia y golpeando el árbol más cercano con su puño cerrado. En sus brazos podían verse sendos tatuajes con oscuras runas.
Sugerencias
-El brujo podrá atacar un máximo de tres veces seguidas con una bola de energía oscura que desintegra lo que toque, cuidado. Después de eso, necesitará diez minutos de reposo para volver a atacar. No lleva más que un cuchillo como defensa.
-El espantapájaros es grande y es fuerte pero no piensa y como dice el dicho… “cuanto mas grande…”
-No manejen diálogos con el brujo, tienen autorización para moverle lo necesario para que les ataque o se defienda, pero el resto lo dirigiré yo. Sean cuidadosos y suerte[/color][/Font]
Thorn
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Re: El rescate [III] [quest]
Estoy preparado. Tan solo recuerdo un día en mi vida en el que he estado tan preparado como ahora, el día en que me hicieron mi cicatriz. Como entonces, no temo a la muerte ni tampoco al dolor. Por dentro estoy nervioso, como un polluelo el primer día de alzar su vuelo. Sin embargo, por fuera, mi cuerpo está firme. Sé que si me pusiera a temblar no podré volar. Vienen. Pero no me importa. Que vengan. Estoy preparado. Lucharé, aunque sea con una espada oxidada, lucharé.
Al parecer hemos hecho enfadar a su líder. Él mismo viene a enfrentarse contra nosotros. Junto a él, le acompaña el espantapájaros más grande que he visto en mi vida. -Killian. Eres fuerte. Derriba al grandullón. Yo iré a por el brujo. - Parece lógico que quisiera encargarme yo del brujo en lugar del monstruo. El espantapájaros es fuerte, grande y duro. Una espada oxidada no le hará daño. Además, Killian es tan fuerte que seguro que lo podría derrumbar de un puñetazo. Tiene lógica pensar que ese es mi plan. Pero os mentiría. Quiero enfrentarme al brujo personalmente por puro orgullo. Los brujos han matado a esté bosque. Cada planta, cada árbol, cada flor... Todo está podrido. Quiero vengarme. Ellos ganaron la guerra de la antigüedad. Continuaron asesinando al bosque sin que nadie se lo impidieran. Eso ya acabó. Me vengaré. Voy a rescatar al bosque, empezando por rescatar una Flor.
Las heridas de los monstruos más pequeños se han curado, por lo menos superficialmente. A penas me duelen. Me siento más maduro. No más ágil, tampoco más rápido, y mucho menos más fuerte. Me siento más maduro, firme y decidido. Debe de ser la magia de la mujer. Firme como un roble y decidido como las aguas de un río que van a llegar al mar corro a enfrentarme contra el brujo. Esquivo al espantapájaros gigante. Él es lento y torpe, yo rápido y ágil. No es un peligro para mí. El peligro llega cuando el brujo invoca una bola de energía lanzándola contra mí. Doy un salto hacia un lado rodando por el suelo. Tengo miedo que Vientoatroz se rompa, pues inconscientemente, no me he acordado que lo llevaba a la espalda colgando. Doy un vistazo atrás para ver el daño que ha hecho el orbe de energía del brujo. No queda nada. La masa de oscuridad solo ha dejado un vacío tras de sí. No, no es un vacío normal. Vacía está la concha de un cangrejo cuando él decide cambiar de hogar, vacío queda el nido del gorrión cuando éste alza su vuelo. La magia del brujo no había dejado ese vacío, no había dejado nada. No queda nada. Como si nunca había existido nada en el hueco que ha dejado.
No es momento para pararse a mirar los estragos de la batalla. Rápido, me pongo en pie y avanzo hacia mi enemigo. Nos separan diez metros de distancia. Cinco metros. Un metro. Salto espada en mano. Estoy dispuesto a cortarle en mil pedazos. No soy el único rápido, el brujo también lo es. Antes de que le pudiera herir, empuña una espada corta a modo de defensa haciendo chocar nuestros aceros. Salto hacia atrás para preparar un nuevo ataque. En el mismo momento que salto ya me estoy arrepintiendo de hacerlo. El brujo aprovecha la distancia que nos separa para lanzar de nuevo otro de sus obres de energía. Estoy demasiado cerca para esquivarlo como antes. Voy a morir. Este es mi fin. No tengo oportunidad de escapar. Estaba tan preparado y ahora… ¿Así ha de acabar todo? No me rendiré sin luchar. En un arrebato de ira y orgullo lanzo mi espada hacia el orbe en el mismo que el brujo lo invoca.
El acero de la espada absorbe la magia de la esfera creando una siniestra explosión. La explosión resultante me empujo tres metros hacia atrás pero por lo menos seguía vivo. ¡Vientoatroz! Me llevo de nuevo la mano a la espalada para tocar cada palmo de mi arco. Sigue bien. A la tercera vez no creo que tenga tanta suerte.
Aprovechando que estoy herido y confuso tras el golpe. El brujo ve la oportunidad de lanzarme otro orbe de energía. Si algo he aprendido después de mi error anterior es a parar su magia. Del suelo, cojo una rama larga y afilada. Lo suficientemente larga para poder tensarla con el arco y lo suficientemente afilada para atravesar la cabeza de mi enemigo. Disparo. En mi proyectil llevo el bosque, las lágrimas de los árboles, la esperanza de vida, la venganza de la naturaleza. Mis ojos no creen lo que están viendo. La rama ha atravesado el orbe de magia creando una explosión similar a lo que hice con la espada con la diferencia que la espada se desintegró con la explosión y la rama continua su trayecto hasta rozar, por poco, la cabeza del brujo.
-Yo soy parte del bosque, de la naturaleza y de la vida que habéis destruido en esta isla.- Me levanto del suelo poco a poco. – Hoy es el día que pagarás por tus crímenes.- Mi voz suena extrañamente amenazante a pesar de no estar gritando. – Recuerda mi nombre: Sarez. Pues es el último que escucharás.
Estoy preparado. Tan solo recuerdo un día en mi vida en el que he estado tan preparado como ahora, el día en que me hicieron mi cicatriz. Como entonces, lo único que me acompaña es la fuerza por seguir viviendo y por defender todo aquello cuanto tiene sentido en este mundo injusto. Un ideal infantil, según algunos. Una filosofía de ingenuos, según dicen otros. Un sueño posible, en mi humilde opinión.
Al parecer hemos hecho enfadar a su líder. Él mismo viene a enfrentarse contra nosotros. Junto a él, le acompaña el espantapájaros más grande que he visto en mi vida. -Killian. Eres fuerte. Derriba al grandullón. Yo iré a por el brujo. - Parece lógico que quisiera encargarme yo del brujo en lugar del monstruo. El espantapájaros es fuerte, grande y duro. Una espada oxidada no le hará daño. Además, Killian es tan fuerte que seguro que lo podría derrumbar de un puñetazo. Tiene lógica pensar que ese es mi plan. Pero os mentiría. Quiero enfrentarme al brujo personalmente por puro orgullo. Los brujos han matado a esté bosque. Cada planta, cada árbol, cada flor... Todo está podrido. Quiero vengarme. Ellos ganaron la guerra de la antigüedad. Continuaron asesinando al bosque sin que nadie se lo impidieran. Eso ya acabó. Me vengaré. Voy a rescatar al bosque, empezando por rescatar una Flor.
Las heridas de los monstruos más pequeños se han curado, por lo menos superficialmente. A penas me duelen. Me siento más maduro. No más ágil, tampoco más rápido, y mucho menos más fuerte. Me siento más maduro, firme y decidido. Debe de ser la magia de la mujer. Firme como un roble y decidido como las aguas de un río que van a llegar al mar corro a enfrentarme contra el brujo. Esquivo al espantapájaros gigante. Él es lento y torpe, yo rápido y ágil. No es un peligro para mí. El peligro llega cuando el brujo invoca una bola de energía lanzándola contra mí. Doy un salto hacia un lado rodando por el suelo. Tengo miedo que Vientoatroz se rompa, pues inconscientemente, no me he acordado que lo llevaba a la espalda colgando. Doy un vistazo atrás para ver el daño que ha hecho el orbe de energía del brujo. No queda nada. La masa de oscuridad solo ha dejado un vacío tras de sí. No, no es un vacío normal. Vacía está la concha de un cangrejo cuando él decide cambiar de hogar, vacío queda el nido del gorrión cuando éste alza su vuelo. La magia del brujo no había dejado ese vacío, no había dejado nada. No queda nada. Como si nunca había existido nada en el hueco que ha dejado.
No es momento para pararse a mirar los estragos de la batalla. Rápido, me pongo en pie y avanzo hacia mi enemigo. Nos separan diez metros de distancia. Cinco metros. Un metro. Salto espada en mano. Estoy dispuesto a cortarle en mil pedazos. No soy el único rápido, el brujo también lo es. Antes de que le pudiera herir, empuña una espada corta a modo de defensa haciendo chocar nuestros aceros. Salto hacia atrás para preparar un nuevo ataque. En el mismo momento que salto ya me estoy arrepintiendo de hacerlo. El brujo aprovecha la distancia que nos separa para lanzar de nuevo otro de sus obres de energía. Estoy demasiado cerca para esquivarlo como antes. Voy a morir. Este es mi fin. No tengo oportunidad de escapar. Estaba tan preparado y ahora… ¿Así ha de acabar todo? No me rendiré sin luchar. En un arrebato de ira y orgullo lanzo mi espada hacia el orbe en el mismo que el brujo lo invoca.
El acero de la espada absorbe la magia de la esfera creando una siniestra explosión. La explosión resultante me empujo tres metros hacia atrás pero por lo menos seguía vivo. ¡Vientoatroz! Me llevo de nuevo la mano a la espalada para tocar cada palmo de mi arco. Sigue bien. A la tercera vez no creo que tenga tanta suerte.
Aprovechando que estoy herido y confuso tras el golpe. El brujo ve la oportunidad de lanzarme otro orbe de energía. Si algo he aprendido después de mi error anterior es a parar su magia. Del suelo, cojo una rama larga y afilada. Lo suficientemente larga para poder tensarla con el arco y lo suficientemente afilada para atravesar la cabeza de mi enemigo. Disparo. En mi proyectil llevo el bosque, las lágrimas de los árboles, la esperanza de vida, la venganza de la naturaleza. Mis ojos no creen lo que están viendo. La rama ha atravesado el orbe de magia creando una explosión similar a lo que hice con la espada con la diferencia que la espada se desintegró con la explosión y la rama continua su trayecto hasta rozar, por poco, la cabeza del brujo.
-Yo soy parte del bosque, de la naturaleza y de la vida que habéis destruido en esta isla.- Me levanto del suelo poco a poco. – Hoy es el día que pagarás por tus crímenes.- Mi voz suena extrañamente amenazante a pesar de no estar gritando. – Recuerda mi nombre: Sarez. Pues es el último que escucharás.
Estoy preparado. Tan solo recuerdo un día en mi vida en el que he estado tan preparado como ahora, el día en que me hicieron mi cicatriz. Como entonces, lo único que me acompaña es la fuerza por seguir viviendo y por defender todo aquello cuanto tiene sentido en este mundo injusto. Un ideal infantil, según algunos. Una filosofía de ingenuos, según dicen otros. Un sueño posible, en mi humilde opinión.
Sarez
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Re: El rescate [III] [quest]
Off: Olvidé mencionar que bebo de la poción de la extraña en el turno anterior. No sé si me lo pueden contar o no, pero hago el intento ahora xDDDD
On:
On:
Nuestros enemigos eran realmente extraños. Aquel brujo y su enorme guardaespaldas salieron a nuestro encuentro sin hacerse esperar. Les mostré ferozmente mis dientes, apretando la espada en mis manos, preparándome para abrazar a la muerte si es que venía a nuestro encuentro. Brandt se encontraba en muy mal estado, y fue a refugiarse de momento. Lo consentí pues en parte me sentía culpable de su estado. Mis propias heridas ardían sin duda, pero eso no hacía más que avivar mis ansias de combatir.
El elfo por su parte, parecía realmente emocionado, igual que yo. Me dijo que me encargara del grande.
- ¡Déjaselo a Killian! ¡Por la gloria! ¡Aaaaaaaarghhhh!
Me golpeé el pecho con el puño y me abalancé hacia mi oponente, el enorme espantapájaros.
Sin embargo, mi enorme enemigo me dio un puñetazo en que casi me saca un diente. Escupo sangre al suelo, y en seguida, le doy un espadazo a las piernas. Me supera por apenas un metro en altura, por lo que no me intimida para nada el dichoso monstruito.
- ¡Cae en nombre de todo lo que es bueno!
Sus ropajes se rompen, mas la carne resiste mi poderoso ataque aunque comienza a sangrar levemente.
Otro golpe pero éste vez agacho la cabeza para esquivarlo. Cada vez se volvía más rápido para atacarme.
Devolví un espadazo, pero lo esquivó también.
Otro golpe, y comenzamos a dar y recibir constantemente, pues como las moles que somos, nuestro estilo de combate es más directo y brutal.
Una herida en mi frente comenzó a sangrar profusamente pero mi plan estaba funcionando.
- ¡Cae maldita sea, cae! ¡Yaaaaargh!
Tercer espadazo consecutivo en la misma zona de la pierna. Se partió en dos, y el gigante cayó hacia atrás. El estrépito fue estruendoso, y casi pierdo el equilibrio. Sin embargo, aprovecho mi oportunidad y me subo sobre él y entierro mi espada en su cara sin vacilamiento alguno.
Empapado de sangre, doy un salto hacia adelante, y lo doy por derrotado, al menos de momento.
Ahora parece un buen momento de hacer uso de mi arco.
Envaino mi espada y saco arco y flecha, apuntando al brujo que lucha fervientemente contra el elfo. Es la chance perfecta. Apunto a su cabeza y disparo la flecha, sin llamar demasiado la atención. Es hora de cambiar los roles, y que el elfo tome la vanguardia en sus hábiles manos.
¿Será buena idea darle la espalda a mi oponente sin estar seguro de que está completamente muerto? Para estar seguros, me giro sobre mí mismo y le apunto, sea que esté levantado o no y le disparo otra flecha.
El elfo por su parte, parecía realmente emocionado, igual que yo. Me dijo que me encargara del grande.
- ¡Déjaselo a Killian! ¡Por la gloria! ¡Aaaaaaaarghhhh!
Me golpeé el pecho con el puño y me abalancé hacia mi oponente, el enorme espantapájaros.
Sin embargo, mi enorme enemigo me dio un puñetazo en que casi me saca un diente. Escupo sangre al suelo, y en seguida, le doy un espadazo a las piernas. Me supera por apenas un metro en altura, por lo que no me intimida para nada el dichoso monstruito.
- ¡Cae en nombre de todo lo que es bueno!
Sus ropajes se rompen, mas la carne resiste mi poderoso ataque aunque comienza a sangrar levemente.
Otro golpe pero éste vez agacho la cabeza para esquivarlo. Cada vez se volvía más rápido para atacarme.
Devolví un espadazo, pero lo esquivó también.
Otro golpe, y comenzamos a dar y recibir constantemente, pues como las moles que somos, nuestro estilo de combate es más directo y brutal.
Una herida en mi frente comenzó a sangrar profusamente pero mi plan estaba funcionando.
- ¡Cae maldita sea, cae! ¡Yaaaaargh!
Tercer espadazo consecutivo en la misma zona de la pierna. Se partió en dos, y el gigante cayó hacia atrás. El estrépito fue estruendoso, y casi pierdo el equilibrio. Sin embargo, aprovecho mi oportunidad y me subo sobre él y entierro mi espada en su cara sin vacilamiento alguno.
Empapado de sangre, doy un salto hacia adelante, y lo doy por derrotado, al menos de momento.
Ahora parece un buen momento de hacer uso de mi arco.
Envaino mi espada y saco arco y flecha, apuntando al brujo que lucha fervientemente contra el elfo. Es la chance perfecta. Apunto a su cabeza y disparo la flecha, sin llamar demasiado la atención. Es hora de cambiar los roles, y que el elfo tome la vanguardia en sus hábiles manos.
¿Será buena idea darle la espalda a mi oponente sin estar seguro de que está completamente muerto? Para estar seguros, me giro sobre mí mismo y le apunto, sea que esté levantado o no y le disparo otra flecha.
Killian
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Re: El rescate [III] [quest]
Off: Sarez, cuidado con cerrar todas las acciones y describir su desenlace, ese es mi trabajo -al menos en las importantes-.
La rama que lanzó el elfo, aunque dirigida a la cabeza del brujo, vio alterado su rumbo dadas las imperfecciones en su superficie. Muy tarde, el brujo quiso devolverle el ataque, pero no podía usar más su poder… entonces cortó la falange de su dedo meñique y con él conjuró a un ser idéntico a él, pero de la mitad de su tamaño. Killian, desde su posición no podría ver al pequeño creado que era envuelto en un velo negro de oscuridad, el que más tarde se materializaría como una capa del oscuro color.
La flecha del bárbaro fue consumida completamente por una nueva esfera de energía que lo desintegraba todo, pero esta vez proveniente del pequeño miñón. -Un sucio elfo ¡¿incluso te dieron un nombre?! Huahuahua- rió el huesudo brujo mientras miraba como la flecha del humano atravesaba la cabeza de su creación. -Él seguirá luchando hasta que le desintegres bruto. ¿Qué no ves que no tiene vida?- esta vez su risa retumbó contra los troncos de los árboles que devolvieron aquél sucio sonido amplificado. Sin embargo, la aberración creada por el dedo del brujo parecía tener sus propios planes y con uno de esos ataques disolvió a su “padre” en el aire. -Muere- susurró luego de ver desaparecer a su creador. Sarez no se salvaría de que una pequeña fracción del lóbulo de una de sus orejas fuera desmaterializado.
La pequeña aberración intentó escapar al darse cuenta de que su poder era limitado, pero su velocidad era irrisoria. En su huida fue capaz de retribuir el cuchillo que le había dado la vida para su defensa.
En cuanto a Killian, la bestia intentaría seguir atacándole y tomaría una de sus piernas jalándola hacia su boca para tragárselo. No había forma de lograr que le soltara y el espadón había quedado atrapado en el agarre de la fantástica bestia.
Para suerte de ambos héroes, el ejército del mal había vuelto a la tierra una vez que su líder pereciera, sin embargo, no era la única sorpresa que esa noche les depararía. Claro… si podían sobrevivir a ella con el minión malvado, el espantapájaros y las tres brujas rondando sus cuerpos.
Sugerencias/Comentarios:
- Killian, acepto que hayas tomado la pócima y el ungüento.
- Creo que la magia de la luz de un elfo sería buena para terminar con el espantapájaros… pero no olviden matar al mini brujo.
- Como verán [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] tiré su suerte y por eso sus destinos. Nada personal. Sarez, parte de tu oreja acaba de ser amputada, eso va a doler y necesitará cuidados.
- Al final de su post aparecerán las brujas festejando y tienen un deseo, deberían pensar bien en lo que quieren. Suerte
La rama que lanzó el elfo, aunque dirigida a la cabeza del brujo, vio alterado su rumbo dadas las imperfecciones en su superficie. Muy tarde, el brujo quiso devolverle el ataque, pero no podía usar más su poder… entonces cortó la falange de su dedo meñique y con él conjuró a un ser idéntico a él, pero de la mitad de su tamaño. Killian, desde su posición no podría ver al pequeño creado que era envuelto en un velo negro de oscuridad, el que más tarde se materializaría como una capa del oscuro color.
La flecha del bárbaro fue consumida completamente por una nueva esfera de energía que lo desintegraba todo, pero esta vez proveniente del pequeño miñón. -Un sucio elfo ¡¿incluso te dieron un nombre?! Huahuahua- rió el huesudo brujo mientras miraba como la flecha del humano atravesaba la cabeza de su creación. -Él seguirá luchando hasta que le desintegres bruto. ¿Qué no ves que no tiene vida?- esta vez su risa retumbó contra los troncos de los árboles que devolvieron aquél sucio sonido amplificado. Sin embargo, la aberración creada por el dedo del brujo parecía tener sus propios planes y con uno de esos ataques disolvió a su “padre” en el aire. -Muere- susurró luego de ver desaparecer a su creador. Sarez no se salvaría de que una pequeña fracción del lóbulo de una de sus orejas fuera desmaterializado.
La pequeña aberración intentó escapar al darse cuenta de que su poder era limitado, pero su velocidad era irrisoria. En su huida fue capaz de retribuir el cuchillo que le había dado la vida para su defensa.
En cuanto a Killian, la bestia intentaría seguir atacándole y tomaría una de sus piernas jalándola hacia su boca para tragárselo. No había forma de lograr que le soltara y el espadón había quedado atrapado en el agarre de la fantástica bestia.
Para suerte de ambos héroes, el ejército del mal había vuelto a la tierra una vez que su líder pereciera, sin embargo, no era la única sorpresa que esa noche les depararía. Claro… si podían sobrevivir a ella con el minión malvado, el espantapájaros y las tres brujas rondando sus cuerpos.
Sugerencias/Comentarios:
- Killian, acepto que hayas tomado la pócima y el ungüento.
- Creo que la magia de la luz de un elfo sería buena para terminar con el espantapájaros… pero no olviden matar al mini brujo.
- Como verán [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] tiré su suerte y por eso sus destinos. Nada personal. Sarez, parte de tu oreja acaba de ser amputada, eso va a doler y necesitará cuidados.
- Al final de su post aparecerán las brujas festejando y tienen un deseo, deberían pensar bien en lo que quieren. Suerte
Thorn
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Re: El rescate [III] [quest]
Aprieto los dientes al escuchar hablar el brujo. En mi infancia pensé que el odio de los elfos hacia los brujos es algo totalmente irracional. Me equivocaba. Desde que bajé del barco no he sentido más que dolor y odio por culpa de estos miserables seres. Por instinto básico, me llevo una mano al carcaj buscando una de mis flechas y tensar en Vientoatroz. Se me había olvidado que no me quedaban flechas. El brujo está preparando un nuevo hechizo. ¡Un conjuro de sangre! ¿Cómo se atreve? El peligro de la magia de sangre es más que famoso. No solo porque utilizas tu propia sangre como fuente de poder, sino por las consecuencias que tiene.
-¡Detente!- Grito con todas mis fuerzas. Es inútil. El brujo sigue con su hechizo hasta invocar a una copia suya más pequeña y con el mismo poder que él.
La pequeña criatura lanza una bola de energía similar a las que me lanzó el brujo antes. La esfera consigue desintegrar las flechas de Killian al igual que hizo con mi espada. El brujo continúa hablando. Mi paciencia tiene un límite. No tengo porqué tolerarle. Doy un paso lento y firme hacia él. Estoy dispuesto a matarle con mis propias manos. A él y a su pequeña mascota. Ambos morirán en mis manos. Un paso más. Voy a borrarle esa sonrisa a base de puñetazos.
Un agudo chillido me hace pararme en seco. La pequeña copia es más peligrosa de lo que creí en un principio. Lanza una nueva esfera con la que desintegra a su creador. La explosión resultante es tan atroz que me lanza varios hacia atrás.
Me duele todo el cuerpo. Me siento débil. El dolor es insoportable. Mi camiseta de cuero está hecha jirones. Mis pantalones parece que hayan sido roídos por unas ratas. Mi arco… Por fortuna lo tenía en mis manos cuando la explosión y no le ha pasado nada. Mis pertenencias están bien. Yo no. No puedo levantarme. Me duele. Grito de dolor. Llevo mi mano hacia la oreja derecha; la fuente principal de mi dolor. ¡Falta un trozo! Se ha desintegrado. En la parte superior de la oreja falta un trozo de no más de n centímetro de diámetro que intensifica más el acabado puntiagudo de mi raza.
Miro a Killian con gesto suplicante. Él ha podido hacer frente al enorme espantapájaros y yo no he podido vencer a mi enemigo. He perdido. Estoy furioso. Me duele todo. Creí estar preparado para todo. Creí ser más fuerte de lo que en verdad soy. Creí que podría vencerle con un simple golpe al igual que ha hecho Killian con el espantapájaros. Creía tantas cosas que no han salido como yo esperaba. Necesito ayuda.
Grito una vez más. Debo levantarme. Debo ser fuerte. Debo poder… Me apoyo en el tronco de un árbol para poder levantarme. Con un mordisco seco, me arranco un trozo de tela de las mangas de mi camisa y la uso como venda para la oreja. Poco a poco intento recuperarme de tan atroz golpe. La magia se combate con magia. Los brujos tienen su poder, y yo el mío. La otra vez que me enfrenté contra un brujo, tuve que usar mi magia para sanar a la aquella muchacha. Desde aquella vez no volví a usarla. Hacía siglos que no usaba la magia de raza. Pues, al ser un desterrado, significa que no pertenezco a los elfos y no tengo derecho a usar su magia. Mi magia.
Junto ambas manos y las llevo en mi herida ya tapada por la venda. Sé que no puedo recuperar el trozo de carne que se ha desintegrado pero, por lo menos, se aliviará este dolor insoportable. El dolor persigue. Sin embargo me siento más fortalecido. Me siento capaz de hacer cualquier cosa. Tengo más confianza en mi mismo. Soy capaz de utilizar mi magia. Por fin, en mucho tiempo atrás, me siento elfo de nuevo.
El espantapájaros gigante no muere. Ya está muerto. Eso fue lo que dijo el brujo antes de morir. Killian había hecho un buen trabajo. No podía levantarse. Sus piernas estaban rotas. Pero todavía se podía mover. La explosión y luego mis heridas, me hicieron olvidar lo que había pasado con el monstruo. Él se arrastro con sus brazos llegando hasta mi posición. Estaba herido, era una presa fácil. Eso ya pasó. El dolor y el sufrimiento de la herida tras la explosión han despertado en mí un poder el poder de mi raza.
El espantapájaros alza su garra y desgarra el árbol en el que estoy apoyado. Ramas y hojas caen desde arriba. Suerte tuve de estar sentado. Si hubiera estado de pie, me hubiera desgarrado a mí también. Todavía sigo herido. No puedo moverme con agilidad. Intento saltar por encima del tronco desgarrado para tener una ventaja sobre la criatura. Lo intento, pero no lo consigo. No puedo saltar tanto como me gustaría. El monstruo, vuelvo a lanzar otro de sus ataques. Lo esquivo con gran dificultad rodando por el suelo. Sin darme cuenta, me encuentro con la cabeza de calabaza gigante enfrente de mí. El espantapájaros, alzo sus manos para formar un nuevo ataque. Justo en aquel momento. Junto las palmas de mis manos como si estuviera rezando y las introduzco dentro de la enorme cabeza de calabaza. El gigante se para de repente. No estoy seguro si es por mi magia o por qué descubrí su punto débil. Se detuvo completamente. No hizo nada. Por fin está muerto, muerto e inerte. Ya no queda nada en él.
-¡Detente!- Grito con todas mis fuerzas. Es inútil. El brujo sigue con su hechizo hasta invocar a una copia suya más pequeña y con el mismo poder que él.
La pequeña criatura lanza una bola de energía similar a las que me lanzó el brujo antes. La esfera consigue desintegrar las flechas de Killian al igual que hizo con mi espada. El brujo continúa hablando. Mi paciencia tiene un límite. No tengo porqué tolerarle. Doy un paso lento y firme hacia él. Estoy dispuesto a matarle con mis propias manos. A él y a su pequeña mascota. Ambos morirán en mis manos. Un paso más. Voy a borrarle esa sonrisa a base de puñetazos.
Un agudo chillido me hace pararme en seco. La pequeña copia es más peligrosa de lo que creí en un principio. Lanza una nueva esfera con la que desintegra a su creador. La explosión resultante es tan atroz que me lanza varios hacia atrás.
Me duele todo el cuerpo. Me siento débil. El dolor es insoportable. Mi camiseta de cuero está hecha jirones. Mis pantalones parece que hayan sido roídos por unas ratas. Mi arco… Por fortuna lo tenía en mis manos cuando la explosión y no le ha pasado nada. Mis pertenencias están bien. Yo no. No puedo levantarme. Me duele. Grito de dolor. Llevo mi mano hacia la oreja derecha; la fuente principal de mi dolor. ¡Falta un trozo! Se ha desintegrado. En la parte superior de la oreja falta un trozo de no más de n centímetro de diámetro que intensifica más el acabado puntiagudo de mi raza.
Miro a Killian con gesto suplicante. Él ha podido hacer frente al enorme espantapájaros y yo no he podido vencer a mi enemigo. He perdido. Estoy furioso. Me duele todo. Creí estar preparado para todo. Creí ser más fuerte de lo que en verdad soy. Creí que podría vencerle con un simple golpe al igual que ha hecho Killian con el espantapájaros. Creía tantas cosas que no han salido como yo esperaba. Necesito ayuda.
Grito una vez más. Debo levantarme. Debo ser fuerte. Debo poder… Me apoyo en el tronco de un árbol para poder levantarme. Con un mordisco seco, me arranco un trozo de tela de las mangas de mi camisa y la uso como venda para la oreja. Poco a poco intento recuperarme de tan atroz golpe. La magia se combate con magia. Los brujos tienen su poder, y yo el mío. La otra vez que me enfrenté contra un brujo, tuve que usar mi magia para sanar a la aquella muchacha. Desde aquella vez no volví a usarla. Hacía siglos que no usaba la magia de raza. Pues, al ser un desterrado, significa que no pertenezco a los elfos y no tengo derecho a usar su magia. Mi magia.
Junto ambas manos y las llevo en mi herida ya tapada por la venda. Sé que no puedo recuperar el trozo de carne que se ha desintegrado pero, por lo menos, se aliviará este dolor insoportable. El dolor persigue. Sin embargo me siento más fortalecido. Me siento capaz de hacer cualquier cosa. Tengo más confianza en mi mismo. Soy capaz de utilizar mi magia. Por fin, en mucho tiempo atrás, me siento elfo de nuevo.
El espantapájaros gigante no muere. Ya está muerto. Eso fue lo que dijo el brujo antes de morir. Killian había hecho un buen trabajo. No podía levantarse. Sus piernas estaban rotas. Pero todavía se podía mover. La explosión y luego mis heridas, me hicieron olvidar lo que había pasado con el monstruo. Él se arrastro con sus brazos llegando hasta mi posición. Estaba herido, era una presa fácil. Eso ya pasó. El dolor y el sufrimiento de la herida tras la explosión han despertado en mí un poder el poder de mi raza.
El espantapájaros alza su garra y desgarra el árbol en el que estoy apoyado. Ramas y hojas caen desde arriba. Suerte tuve de estar sentado. Si hubiera estado de pie, me hubiera desgarrado a mí también. Todavía sigo herido. No puedo moverme con agilidad. Intento saltar por encima del tronco desgarrado para tener una ventaja sobre la criatura. Lo intento, pero no lo consigo. No puedo saltar tanto como me gustaría. El monstruo, vuelvo a lanzar otro de sus ataques. Lo esquivo con gran dificultad rodando por el suelo. Sin darme cuenta, me encuentro con la cabeza de calabaza gigante enfrente de mí. El espantapájaros, alzo sus manos para formar un nuevo ataque. Justo en aquel momento. Junto las palmas de mis manos como si estuviera rezando y las introduzco dentro de la enorme cabeza de calabaza. El gigante se para de repente. No estoy seguro si es por mi magia o por qué descubrí su punto débil. Se detuvo completamente. No hizo nada. Por fin está muerto, muerto e inerte. Ya no queda nada en él.
Sarez
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Re: El rescate [III] [quest]
Las escenas siguientes pasaron frenéticas y confusas para mi mente. Fue como si el malvado brujo se hubiera desintegrado y se hubiera convertido en una versión más pequeña de él mismo... ¿Habrá sido obra de Sarez? Mis flechas parecen no funcionar, y de pronto caigo en cuenta que mientras él no muera, mi enemigo tampoco lo haría. Sus palabras suenan resonantes en mi cabeza, como si quisieran hacerme olvidar de mi propio valor. La mando al carajo internamente. Nadie puede contra mí.
- ¡Sarez! ¡Sareeeez!
Una fracción de su oreja fue arrancada por su ataque, y mi ira aumenta en ese momento. Sin embargo, no soy capaz de ir a ayudarle, pues de pronto el espantapájaros toma mi pierna y me hace perder el equilibrio. Le doy un espadazo al brazo pero de pronto toma impulso, y me golpea tan fuerte en el codo, que suelto mi arma, la que agarra con suma rapidez mientras me engulle completamente. Trato de zafarme con todas mis fuerzas, pero es inútil, y de pronto mis hombros son masticados por sus poderosos colmillos, causándome serias heridas.
El olor es insoportable adentro de la bestia, y trato de al menos destriparlo por dentro. No logro entender la anatomía del monstruo, pareciera que estuviera compuesto de distintos cuerpos unidos en un solo abominable ser...
Sigo luchando por liberarme, y escucho los gritos de batalla de Sarez afuera. Una magia élfica surge desde su ser, y de pronto me doy cuenta que mi atacante está muerto... asesinado por mi compañero de aventura. Salgo de la boca del monstruo lleno de sangre y babas verdosas. Me sacudo y miro con sorpresa hacia todos lados.
- ¡¿Y el brujo?! ¡Killian matará a ese bastardo! ¡Killian lo jura!
Grito irritado, mas parece que ya no estamos solos, tal parecer, las tres brujas merodeaban por los alrededores.
Por la excitación de la batalla, apreté le espada con ambas manos y les miré serio, sin pronunciar palabra alguna. Si el momento de arrancar lenguas fuera éste, ciertamente no me sorprenderían desprevenido. Ya habría tiempo de agradecer al elfo sus hazañas. Le miré de reojo. Sangraba, igual que yo.
- ¿Estás bien?
- ¡Sarez! ¡Sareeeez!
Una fracción de su oreja fue arrancada por su ataque, y mi ira aumenta en ese momento. Sin embargo, no soy capaz de ir a ayudarle, pues de pronto el espantapájaros toma mi pierna y me hace perder el equilibrio. Le doy un espadazo al brazo pero de pronto toma impulso, y me golpea tan fuerte en el codo, que suelto mi arma, la que agarra con suma rapidez mientras me engulle completamente. Trato de zafarme con todas mis fuerzas, pero es inútil, y de pronto mis hombros son masticados por sus poderosos colmillos, causándome serias heridas.
El olor es insoportable adentro de la bestia, y trato de al menos destriparlo por dentro. No logro entender la anatomía del monstruo, pareciera que estuviera compuesto de distintos cuerpos unidos en un solo abominable ser...
Sigo luchando por liberarme, y escucho los gritos de batalla de Sarez afuera. Una magia élfica surge desde su ser, y de pronto me doy cuenta que mi atacante está muerto... asesinado por mi compañero de aventura. Salgo de la boca del monstruo lleno de sangre y babas verdosas. Me sacudo y miro con sorpresa hacia todos lados.
- ¡¿Y el brujo?! ¡Killian matará a ese bastardo! ¡Killian lo jura!
Grito irritado, mas parece que ya no estamos solos, tal parecer, las tres brujas merodeaban por los alrededores.
Por la excitación de la batalla, apreté le espada con ambas manos y les miré serio, sin pronunciar palabra alguna. Si el momento de arrancar lenguas fuera éste, ciertamente no me sorprenderían desprevenido. Ya habría tiempo de agradecer al elfo sus hazañas. Le miré de reojo. Sangraba, igual que yo.
- ¿Estás bien?
Killian
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Re: El rescate [III] [quest]
En primer lugar quiero pedir disculpas por tardar tanto en responder, pero me han surgido una serie de situaciones a nivel personal que me están impidiendo hacerlo. Es por este motivo que suspendo la quest de forma indefinida y les dejo libres. Está claro que la vamos a continuar, pero hasta que esto no se resuelva no les quiero tener esperando ya que me parece una falta total de respeto hacia sus personas.
La idea es continuar este mismo mes, pero no quiero comprometerme a ello ya que son causas externas a mi persona.
De todas formas continuaré en el foro atendiendo cualquier duda, consulta o comentario que tengan por privado, aunque claro, mi tiempo de respuesta no será como el de siempre.
Gracias por su tiempo.
La idea es continuar este mismo mes, pero no quiero comprometerme a ello ya que son causas externas a mi persona.
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Thorn
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Re: El rescate [III] [quest]
Sarez, Killian:
Retomo actividad en el foro. Para continuar la quest es necesario que Killian finalice el trabajo que tiene en este hilo: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Como puedo ver, llevan 18 post, a razón de que necesitan mínimo 10 y 10 para recibir puntaje supongo que les quedan dos posts a cada uno para finalizarlo. Cuando esté hecho, favor de avisarme y continuamos aquí.
Saludos.
Retomo actividad en el foro. Para continuar la quest es necesario que Killian finalice el trabajo que tiene en este hilo: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Como puedo ver, llevan 18 post, a razón de que necesitan mínimo 10 y 10 para recibir puntaje supongo que les quedan dos posts a cada uno para finalizarlo. Cuando esté hecho, favor de avisarme y continuamos aquí.
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Thorn
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Re: El rescate [III] [quest]
Muy buenos posts.
Las tres brujas iniciales volvieron a aparecer en escena, esta vez llevaban entre sus manos algunas pertenencias. La más joven y de la voz aguda cargaba con una escoba hecha de ramas secas, la de en medio llevaba una esfera de cristal transparente que parecía cambiar de color cada cierto tiempo y la tercera llevaba consigo un bastón. -Se han ocupado de nuestros enemigos- -cumpliremos nuestra palabra--Tienen un solo deseo, sepan- -usarlo- dijeron las tres turnándose y superponiendo sus voces. Ellas cumplirían con su promesa, un solo deseo, uno explícito para aquellos que terminaron con sus enemigos.
-Yahuuuaaa- interrumpiría la voz de Brandt que luego se haría visible ayudado por la joven misteriosa de los cuernos. -No se les ocurra hacer un deseo inútil, este humano estará bien. ¿Qué hay de sus armas o sus cuerpos?- preguntó ella deteniéndose a varios metros del grupo, exaltando al pobre humano que aún tenía varios puntos débiles. -No olviden la misión, aunque siempre pueden desear fama y fortuna, o un harem con hermosas… ¡Auch!- el malherido recibió un golpe en su cabeza por parte de la fémina, clara intención de hacerle callar.
-Asique tienen tratos con esa…- comenzó a decir la de en medio con el gesto retorcido dando un paso al frente como para ir a darle una lección a la de los cuernos -Detente Sanoea, tenemos un pacto y no podemos violarlo ¿no es cierto Emirla?- preguntó la más joven interponiéndose en el camino de su hermana y acudiendo a la mayor para comprometerla -Es cierto, cumpliremos nuestra palabra y seguiremos nuestros caminos- avaló la de los castaños cabellos mirando fijamente al par de guerreros.
Tienen este turno para ponerse de acuerdo y pedir el deseo
No hay forma de que puedas relatar eso ya que tu personaje no tiene como saberlo. Cuidado.Killian escribió: Una magia élfica surge desde su ser, y de pronto me doy cuenta…
Las tres brujas iniciales volvieron a aparecer en escena, esta vez llevaban entre sus manos algunas pertenencias. La más joven y de la voz aguda cargaba con una escoba hecha de ramas secas, la de en medio llevaba una esfera de cristal transparente que parecía cambiar de color cada cierto tiempo y la tercera llevaba consigo un bastón. -Se han ocupado de nuestros enemigos- -cumpliremos nuestra palabra--Tienen un solo deseo, sepan- -usarlo- dijeron las tres turnándose y superponiendo sus voces. Ellas cumplirían con su promesa, un solo deseo, uno explícito para aquellos que terminaron con sus enemigos.
-Yahuuuaaa- interrumpiría la voz de Brandt que luego se haría visible ayudado por la joven misteriosa de los cuernos. -No se les ocurra hacer un deseo inútil, este humano estará bien. ¿Qué hay de sus armas o sus cuerpos?- preguntó ella deteniéndose a varios metros del grupo, exaltando al pobre humano que aún tenía varios puntos débiles. -No olviden la misión, aunque siempre pueden desear fama y fortuna, o un harem con hermosas… ¡Auch!- el malherido recibió un golpe en su cabeza por parte de la fémina, clara intención de hacerle callar.
-Asique tienen tratos con esa…- comenzó a decir la de en medio con el gesto retorcido dando un paso al frente como para ir a darle una lección a la de los cuernos -Detente Sanoea, tenemos un pacto y no podemos violarlo ¿no es cierto Emirla?- preguntó la más joven interponiéndose en el camino de su hermana y acudiendo a la mayor para comprometerla -Es cierto, cumpliremos nuestra palabra y seguiremos nuestros caminos- avaló la de los castaños cabellos mirando fijamente al par de guerreros.
Tienen este turno para ponerse de acuerdo y pedir el deseo
Thorn
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Re: El rescate [III] [quest]
Deseo. Un deseo. Mi deseo. Nuestro deseo. ¿Qué es lo que yo más quiero? No necesito nada. Puedo vivir en paz en medio del bosque. Comida, agua y prendas para aguantar las noches de invierno. No necesito más. Sin embargo siento que hay algo, un deseo, en lo más profundo de mi corazón. Algo que, desde hace más de medio siglo he querido. ¿Si lo tengo tan claro por qué lo sigo pensando? Es complicado. Siento que necesito recuperar lo que en su día perdí. Ese es mi mayor deseo. Pero Killian también tendrá su deseo. Si me adelanto seré un egoísta. ¿Es malo pensar en mí? Esta es mi oportunidad. Lo he estado esperando demasiado tiempo. Debo pedir mi deseo. Creo que debo hacerlo.
-Deseo… Regresar a mi hogar.- Digo en voz baja sin darle más vueltas. No hablo del hogar en el bosque en el que he estado viviendo todo este tiempo. Hablo de la ciudad de los elfos. Hablo del bosque de Sandoral.
Me llevo una mano para taparme la oreja herida. Ahora que descansamos siento lo fuerte que es el dolor. Miro hacia abajo. Sigo pensando en lo que he dicho. –No.- Alzo la voz a la vez que niego con la cabeza.
Recuerdo a Flor. Ese es el motivo por el que vinimos a esta isla. Debemos rescatarla. Podríamos desear que apareciese aquí delante de todos nosotros. La cogemos, vamos al barco y volvemos a casa. Tal vez Flor y Killian vuelvan a su hogar. Yo, hace tiempo que perdí el mío.
-Killian.- Le miro con gesto suplicante. -¿Qué hay de Flor?- Estoy herido y cansado. Siento que no puedo pensar con claridad. Me duele la cabeza por el golpe que he recibido; también las manos, es la primera vez que uso mi magia para vencer a un rival tan poderoso y no solo para curar. Necesito la ayuda de Killian. Él sabrá que hacer.
-Deseo… Regresar a mi hogar.- Digo en voz baja sin darle más vueltas. No hablo del hogar en el bosque en el que he estado viviendo todo este tiempo. Hablo de la ciudad de los elfos. Hablo del bosque de Sandoral.
Me llevo una mano para taparme la oreja herida. Ahora que descansamos siento lo fuerte que es el dolor. Miro hacia abajo. Sigo pensando en lo que he dicho. –No.- Alzo la voz a la vez que niego con la cabeza.
Recuerdo a Flor. Ese es el motivo por el que vinimos a esta isla. Debemos rescatarla. Podríamos desear que apareciese aquí delante de todos nosotros. La cogemos, vamos al barco y volvemos a casa. Tal vez Flor y Killian vuelvan a su hogar. Yo, hace tiempo que perdí el mío.
-Killian.- Le miro con gesto suplicante. -¿Qué hay de Flor?- Estoy herido y cansado. Siento que no puedo pensar con claridad. Me duele la cabeza por el golpe que he recibido; también las manos, es la primera vez que uso mi magia para vencer a un rival tan poderoso y no solo para curar. Necesito la ayuda de Killian. Él sabrá que hacer.
Sarez
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Re: El rescate [III] [quest]
Me crucé de brazos todo el tiempo mientras que las tres brujas hacían su reaparición. Ni siquiera pareció emocionarme la idea de tener un deseo ilimitado. La batalla anterior me había dejado en un estado de furia interna, y ciertamente me costaba trabajo controlarme. Todos esos cadáveres a nuestro alrededor, tantas tumbas que hacer... y a ellos parecía no importarles, simplemente querían que de alguna forma u otra siguiésemos asesinando a muertos vivientes. ¿Acaso no saben que esos muertos vivientes tuvieron familia alguna vez? ¿Acaso no sería nuestra responsabilidad el encargarnos de que al menos sus cuerpos reciban un entierro decente? ¡Ni siquiera sabíamos por qué estaban allí!
La voz baja de Sarez sin embargo, me hizo volver a la realidad. Le miré de reojo. Parecía querer volver a su hogar, aunque aparentemente se mordió la lengua y lo replanteó mejor. Yo soy bruto y estúpido, pero siempre he tenido esa percepción especial de cuando una persona dice lo que realmente quiere. Me dio lástima mi amigo orejudo... o medio orejudo ahora.
¿Qué hay de Flor? Esa era una buena pregunta. Habíamos hecho todo ésto en primer lugar para poder rescatarla, y mi cuerpo había sentido el calor intenso de una feroz batalla. No se podía pedir más. Envainé mi espada y me adelanté a las brujas, mirándoles directo a los ojos. Sarez pareció traspasarme a mí la responsabilidad del deseo, y no iba a desperdiciarlo.
- Entonces escuchen el deseo de Killian. Killian desea que las heridas de Sarez sean completamente curadas, restaurando su oreja.
Lo dije lleno de convicción, y con una grata sonrisa. Le miré con la misma mueca hacia atrás.
- ¿Que qué hay de Flor? ¡Vamos a salvarla, por supuesto! Esto no cambia nada. Vamos a continuar nuestro viaje hacia... hacia...
Me lo pensé mejor. La verdad es que yo no tenía idea de dónde continuar con el viaje, por lo que me acerqué a las brujas.
- Disculpen... ¿Ustedes no sabrán en dónde se encuentra Flor? Si pudieran indicarnos el camino, Killian les estaría muy agradecido... y otra cosa...
Señalé a los cadáveres.
- ¿Esos muertos tienen familia? De ser así, sería correcto devolverlos a ellas, ¿No creen? O al menos darles un entierro decente, aunque hayan sido sus enemigos. Es lo honorable.
Saqué una cantimplora de agua y empecé a beber. La pérdida de sangre siempre me da mucha sed, y dependiendo de cómo se resolviesen nuestras circunstancias, el viaje iba a continuar, y quién sabe qué cosas nos podríamos encontrar. Ciertamente la idea de tener que luchar contra monstruos poderosos me emocionaba. ¿Esa emoción terminaría reclamando mi vida? Ese pensamiento me hizo replantearme internamente, pero la pasión del combate es muy fuerte... ¡Muy fuerte!
La voz baja de Sarez sin embargo, me hizo volver a la realidad. Le miré de reojo. Parecía querer volver a su hogar, aunque aparentemente se mordió la lengua y lo replanteó mejor. Yo soy bruto y estúpido, pero siempre he tenido esa percepción especial de cuando una persona dice lo que realmente quiere. Me dio lástima mi amigo orejudo... o medio orejudo ahora.
¿Qué hay de Flor? Esa era una buena pregunta. Habíamos hecho todo ésto en primer lugar para poder rescatarla, y mi cuerpo había sentido el calor intenso de una feroz batalla. No se podía pedir más. Envainé mi espada y me adelanté a las brujas, mirándoles directo a los ojos. Sarez pareció traspasarme a mí la responsabilidad del deseo, y no iba a desperdiciarlo.
- Entonces escuchen el deseo de Killian. Killian desea que las heridas de Sarez sean completamente curadas, restaurando su oreja.
Lo dije lleno de convicción, y con una grata sonrisa. Le miré con la misma mueca hacia atrás.
- ¿Que qué hay de Flor? ¡Vamos a salvarla, por supuesto! Esto no cambia nada. Vamos a continuar nuestro viaje hacia... hacia...
Me lo pensé mejor. La verdad es que yo no tenía idea de dónde continuar con el viaje, por lo que me acerqué a las brujas.
- Disculpen... ¿Ustedes no sabrán en dónde se encuentra Flor? Si pudieran indicarnos el camino, Killian les estaría muy agradecido... y otra cosa...
Señalé a los cadáveres.
- ¿Esos muertos tienen familia? De ser así, sería correcto devolverlos a ellas, ¿No creen? O al menos darles un entierro decente, aunque hayan sido sus enemigos. Es lo honorable.
Saqué una cantimplora de agua y empecé a beber. La pérdida de sangre siempre me da mucha sed, y dependiendo de cómo se resolviesen nuestras circunstancias, el viaje iba a continuar, y quién sabe qué cosas nos podríamos encontrar. Ciertamente la idea de tener que luchar contra monstruos poderosos me emocionaba. ¿Esa emoción terminaría reclamando mi vida? Ese pensamiento me hizo replantearme internamente, pero la pasión del combate es muy fuerte... ¡Muy fuerte!
Killian
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