[Cerrado] En busca de respuestas [Interpretativo-Libre-Noche]
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Tras haber entregado mi respectivo informe en la base del gremio me preocupé de la desaparición de Bath, había incluso esperado un par de días a que apareciera en la base pero aquello jamás pasó, así que decidí volver a la torre en busca de lo que podría haber sucedido con ella, llegar a la torre había sido un poco más fácil esta vez, dicen que solo puede ser encontraba por aquellos que ya han estado ahí, yo creo que puede ser hallada por quien la sepa buscar, no creo en leyendas o supersticiones, y menos si ésta son inventadas por los humanos.
Una vez en la torre me dirigí a la entrada donde fui recibido por el elfo, esta vez sin que quisiera matarme, y aunque aún no era del todo amigable, o al menos no conmigo, accedió a dejarme pasar sin muchos problemas; al encontrar al Guardián a quien le pregunté en primer lugar si había visto a mi compañera salir antes que nosotros, aunque veía difícil que ella nos abandonara a media batalla, nada descartaba esa posibilidad, sin embargo me dijo que no, luego de dudar unos instantes aclaró que no por su entrada, pero tal vez por otro lado; pues mientras todos subían dejando la entrada sin vigilancia, un carruaje había salido del lugar; tal vez había salido por alguno de los pasadizos de la torre a los que él por su tamaño no tenía acceso, pero no podría haber salido sola, tal vez había sido sacada a la fuerza, cosa que para mí comenzaba a tener mucho sentido.
Existían rumores, aunque solo lo sabían con certeza los miembros que habían muerto del sexto círculo, aquellos de más confianza, pero se decía que había un integrante más que siempre se mantenía en las sombras, se desconocía su raza o los motivos de su clandestinidad, lo único que el guardián pudo decirme fue que si algo del rumor era cierto, tal vez podría encontrarlo cerca de las Runas de los Baldíos, donde se sospechaba que existía un pequeño laboratorio de alquimia secreto, escondido entre la maleza y las ruinas; no era más que una posibilidad, pero si realmente existía tal lugar, y ello significaba la posibilidad, aunque fuera remota, de dar con el paradero de mi amiga, nada en el mundo me evitaría correr a intentarlo.
Me puse en marcha tan pronto pude en dirección a las Runas de los Baldíos, poco conocía de ese lugar, pero lo registraría por completo hasta encontrar alguna señal de mi amiga o confirmar que todo era un simple rumor; desde lo lejos por fin alcancé a ver el lugar, unas grandes ruinas que se alzaban imponentes, seguro que guardaban más de un misterio, aunque de momento era solo uno el que me interesaba, el paradero de Bath.
Una vez en la torre me dirigí a la entrada donde fui recibido por el elfo, esta vez sin que quisiera matarme, y aunque aún no era del todo amigable, o al menos no conmigo, accedió a dejarme pasar sin muchos problemas; al encontrar al Guardián a quien le pregunté en primer lugar si había visto a mi compañera salir antes que nosotros, aunque veía difícil que ella nos abandonara a media batalla, nada descartaba esa posibilidad, sin embargo me dijo que no, luego de dudar unos instantes aclaró que no por su entrada, pero tal vez por otro lado; pues mientras todos subían dejando la entrada sin vigilancia, un carruaje había salido del lugar; tal vez había salido por alguno de los pasadizos de la torre a los que él por su tamaño no tenía acceso, pero no podría haber salido sola, tal vez había sido sacada a la fuerza, cosa que para mí comenzaba a tener mucho sentido.
Existían rumores, aunque solo lo sabían con certeza los miembros que habían muerto del sexto círculo, aquellos de más confianza, pero se decía que había un integrante más que siempre se mantenía en las sombras, se desconocía su raza o los motivos de su clandestinidad, lo único que el guardián pudo decirme fue que si algo del rumor era cierto, tal vez podría encontrarlo cerca de las Runas de los Baldíos, donde se sospechaba que existía un pequeño laboratorio de alquimia secreto, escondido entre la maleza y las ruinas; no era más que una posibilidad, pero si realmente existía tal lugar, y ello significaba la posibilidad, aunque fuera remota, de dar con el paradero de mi amiga, nada en el mundo me evitaría correr a intentarlo.
Me puse en marcha tan pronto pude en dirección a las Runas de los Baldíos, poco conocía de ese lugar, pero lo registraría por completo hasta encontrar alguna señal de mi amiga o confirmar que todo era un simple rumor; desde lo lejos por fin alcancé a ver el lugar, unas grandes ruinas que se alzaban imponentes, seguro que guardaban más de un misterio, aunque de momento era solo uno el que me interesaba, el paradero de Bath.
Última edición por Bio el Mar Jun 14 2016, 07:04, editado 3 veces
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Aerandiano de honor
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Re: [Cerrado] En busca de respuestas [Interpretativo-Libre-Noche]
Lo que durante el día era una orquesta de sonidos y solfeos incesantes, por la noche no eran más que simples murmullos taciturnos, destinados a engalanar las sombras que eran gobernadas por el astro nocturno. Echaba vistazos de vez en cuando por mi ventana, esperando cualquier señal que me indicara el momento oportuno para salir. Papá y el abuelo Oneal se reunirían con varios elfos de otros clanes en un ‘‘punto específico’’ del bosque, y a pesar de que yo no tenía nada que hacer en ese concilio me había propuesto seguirlos y escuchar los temas que se iban a tratar. Una vez que observé la silueta de papá abandonando nuestro hogar tomé mi capa de color verde y subí la capucha para ocultarme mejor.
Mantenía una distancia considerable, escondiéndome de vez en cuando en un intento por no ser descubierta. Eventualmente no sopesé los riesgos de mi aventurada decisión, especialmente cuando mi sentido de la orientación era bastante endeble en la oscuridad. En un fugaz instante mi objetivo se había perdido entre las desconocidas figuras del bosque. Miré a mi alrededor, buscando algún rastro de mi padre, pero fue totalmente inútil. Avancé durante un largo rato, echando vistazos mientras buscaba la manera de orientarme entre las sombras. No muy lejos de mi posición fui capaz de divisar las imponentes estructuras de piedra, las cuales había visitado muy pocas veces.
Las Runas de los Baldíos era un lugar sumamente interesante, lleno de historia y sospechaba que resguardaba secretos antiguos. Al menos ahora tenía una idea más clara de a donde había ido a parar, aunque siendo sensata rehuía a la posibilidad de volver a casa. Una vez que amaneciera podría regresar sin contratiempos, o de lo contrario corría el riesgo de volver a perderme en un bosque que se supone ya debería conocer a fondo. Bajé la capucha de mi capa y me acerqué aún más a las enormes rocas, soltando un leve suspiro de resignación. Me aguardaba un fuerte regaño al regresar y eso siempre terminaba en un castigo, que por lo general incluía varias horas recluida y bajo extrema vigilancia.
—Será una larga velada…
Di algunas vueltas por los alrededores de las Runas, buscando así matar algo de tiempo. A pesar de que conocía vagamente el lugar no estaba absuelta a cualquier peligro, así que traté de mantenerme alerta a cualquier sonido sospechoso. Era en estos momentos cuando envidiaba la habilidad de mi hermano como dañador mágico, seguramente él podría defenderse, mientras que yo era completamente inútil a la hora de pelear. Solo esperaba que la noche transcurriera tranquila y sin ninguna clase de amenaza.
Mantenía una distancia considerable, escondiéndome de vez en cuando en un intento por no ser descubierta. Eventualmente no sopesé los riesgos de mi aventurada decisión, especialmente cuando mi sentido de la orientación era bastante endeble en la oscuridad. En un fugaz instante mi objetivo se había perdido entre las desconocidas figuras del bosque. Miré a mi alrededor, buscando algún rastro de mi padre, pero fue totalmente inútil. Avancé durante un largo rato, echando vistazos mientras buscaba la manera de orientarme entre las sombras. No muy lejos de mi posición fui capaz de divisar las imponentes estructuras de piedra, las cuales había visitado muy pocas veces.
Las Runas de los Baldíos era un lugar sumamente interesante, lleno de historia y sospechaba que resguardaba secretos antiguos. Al menos ahora tenía una idea más clara de a donde había ido a parar, aunque siendo sensata rehuía a la posibilidad de volver a casa. Una vez que amaneciera podría regresar sin contratiempos, o de lo contrario corría el riesgo de volver a perderme en un bosque que se supone ya debería conocer a fondo. Bajé la capucha de mi capa y me acerqué aún más a las enormes rocas, soltando un leve suspiro de resignación. Me aguardaba un fuerte regaño al regresar y eso siempre terminaba en un castigo, que por lo general incluía varias horas recluida y bajo extrema vigilancia.
—Será una larga velada…
Di algunas vueltas por los alrededores de las Runas, buscando así matar algo de tiempo. A pesar de que conocía vagamente el lugar no estaba absuelta a cualquier peligro, así que traté de mantenerme alerta a cualquier sonido sospechoso. Era en estos momentos cuando envidiaba la habilidad de mi hermano como dañador mágico, seguramente él podría defenderse, mientras que yo era completamente inútil a la hora de pelear. Solo esperaba que la noche transcurriera tranquila y sin ninguna clase de amenaza.
Ashryn Elaynor
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Re: [Cerrado] En busca de respuestas [Interpretativo-Libre-Noche]
**DOS DÍAS ANTES**
Quedarse inconsciente era muy parecido al proceso de dormirse, o al menos eso creía Bathory. La única diferencia palpable es que, cuando te duermes, primero es lento. La fatiga, con cuidado, se va apoderando de tu ser, hasta que al final, de golpe y sin darnos cuenta, caemos... mientras que cuando nos quedamos inconscientes por alguna causa ajena al propio cansancio, no tenemos ese momento de asimilación en el que nos damos cuenta de que, tarde o temprano, vamos a quedar indispuestos, indefensos... vulnerables. Simplemente caemos, la suerte queda echada y lo que nos depara no es una cama cómoda a la que acoplarnos y dormir plácidamente.
No sintió el golpe que le propinaron. No sabría decir con exactitud si había sido algo tan vulgar como una piedra o algo más sofisticado. No sentía su cuerpo suyo, sentía que era un mero espectador del mundo y que todo giraba sin tenerle en cuenta. Se hallaba en una constante duermevela.
La primera vez que abrió los ojos el olor a la sangre le penetró con fiereza las fosas nasales. No fue capaz de centrar la vista, no consiguió vislumbrar nada, solo una oscuridad sucia y amarga a la que no estaba acostumbrado, ya que no era una persona a la que solían pillar desprevenida. Aspiró, intentando recobrar el ánimo, recurriendo a ese suculento manjar rojo; mas fue inútil, algo en su interior se removió y volvió a caer inconsciente.
La segunda vez que los abrió, se encontró agitado. Su respiración era leve, apenas un suspiro, mas su pecho subía y bajaba con una intensidad desagradable. La sensación de dormir durante la noche era algo que inquietaba, sin duda alguna, a cualquier vampiro. Bathory no era diferente. En aquel instante pudo echar un vistazo. Alguien le arrastraba por un camino plagado de piedras y ratas que intentaban mordisquearle. Echó la cabeza hacia atrás y discernió una lacia melena color plata, ondeando al viento con una sutileza admirable. Intentó levantar una mano para rozar a su supuesto secuestrador... sin embargo, quedó en un amago y volvió a caer en un abismo del que no era tan fácil librarse.
A la tercera vez, la luz de la luna resplandecía con desprecio, intentando ocultarse tras las nubes. Se había despertado, en parte, porque el trote incesante del caballo era una buena forma de mantener a alguien despierto. Cabalgaba a través del bosque, un bosque que le resultaba a medias desconocido y a medias familiar, mas no sabría haberse ubicado. Intentó moverse, a sabiendas de que con lo cansado que se hallaba podría haber significado una caída dolorosa del caballo; pero no se movió ni un centímetro. Unas cinchas le apretaban firmemente y le sostenían al corcel en contra de su voluntad.
Unas manos agarraban las riendas del caballo. Eran finas y delicadas, mas no eran las manos de una mujer; aquellas uñas estaban demasiado estropeadas y descuidadas, sucias y algunas rotas. Echó la cabeza hacia atrás. intentando ver al que gobernaba aquella criatura... y entonces el sueño se volvió a apoderar de su persona, dejándole con la imagen de un encapuchado cabalgando a toda velocidad por la espesura, yendo hacia unas rocas que le recordaban a unas ruinas de las que ya alguien le había contado alguna historieta...
**AHORA**
Cogió aire con tanta fuerza que creyó que se asfixiaría de un momento a otro. La boca le sabía a sangre y notaba una sensación que no supo reconocer en su brazo derecho. Antes de realizar cualquier movimiento, se quedó más pálido de lo que ya era. Se encontraba en una especie de laboratorio con muy mala pinta. Ni una sola ventana, para su suerte; y lo único que iluminaba la estancia era una hilera de antorchas doradas, cuya llama era tímida, tenue, y aún así, sofocante para el vampiro, que estaba pasando un calor insano, sin motivo aparente.
Su secuestrador se alzaba con unos papeles en las manos justo delante de él, pero sin prestarle atención alguna. Había un escritorio plagado de papeles y unas cuantas mesas repletas de recipientes de diversos colores y formas, además de alguna que otra calavera y otros huesos que hacían de adorno en una vitrina colocada justo al lado de la puerta. El hombre suspiró, como decepcionado, dejó los papeles sobre el escritorio y se apoyó sobre el mismo.
Su cara al descubierto era un poema, y supo reconocer al instante que era un elfo. El cabello plateado le llegaba por la cintura, unas gafas descansaban en su cara y una cicatriz del tamaño de un puño sobresalía de su pómulo derecho. No era feo, ningún elfo lo era, o al menos todavía no había encontrado a ninguno: pero daba miedo. Auténtico miedo. Una túnica negra era lo único que parecía llevar, además de unos guantes con unas inscripciones rúnicas en blanco sobre ellos. Se dio la vuelta y fue hacia una estantería en la que Erzsébeth no había reparado. Pensó que eran muñecos lo que sostenía ahora en sus manos el loco, y no iba muy desencaminado; eran muñecos de arcilla.
El secuestrador sonrió y dejó los muñecos donde estaban, como si hubiese recuperado la esperanza que había perdido hacía tan solo unos instantes. El vampiro dedujo que se acercaría a comprobar su estado, así que fingió estar dormido. Unos minutos más tarde, el elfo habría salido dando un portazo, haciendo vibrar aquella tenebrosa estantería y dejando a Erzsébeth a su suerte.
Las paredes de las que colgaban las antorchas eran de roca negruzca, parecían tener un grosor anormal, además de mil telarañas repartidas con creatividad por cada una de ellas. Algunos cuadros yacían descolocados y casi caídos por ellas, y si no te fijabas parecían ilustraciones decorativas. Pero una vez te concentrabas, incluso desde la distancia en la que se encontraba Erzsébeth, podías ver cómo eran escenas de sacrificios. No humanos, como la mayoría de leyendas. De vampiros. En cada uno de los cuadros se plasmaba un ritual diferente; mas su vello se erizó al parar sus ojos en la más grande de las ilustraciones: en un campo abierto, sin nadie alrededor, un vampiro colgaba de un palo de madera. Atado de pies y manos, el vampiro reflejaba una cara de angustia y desesperación. Al principio no entendió por qué... luego vio que en una parte del cuadro seguía siendo de noche, y en la otra ya empezaba a salir el sol. La muerte más temida por un vampiro, hecha obra de arte.
Tragó saliva e intento ignorar aquellas pruebas de que seguramente querían sacrificarle, ya que estaba padeciendo un miedo infundado. Se incorporó y vio que el elfo le había atado a la pared con unas cuerdas. Ni siquiera con unos agarres metálicos, sino unas cuerdas simples. Quizá se piensa que estoy muy débil, pensó, a la vez que se zafaba de las cuerdas, y agradezco que no me conozca en absoluto. Una vez se hubo levantado del todo, fue directo hacia la mesa de las "pociones" y líquidos que no sabía distinguir.
Buscó alguna pista de lo que el elfo pudiese estar desarrollando allí durante un rato, hasta que se percató de algo. Había unos informes y unas gráficas con el nombre "SANGRE", bastante obvio, y notó que la molestia de su brazo derecho era debido a que le había sacado sangre. Tenía un pequeño punto rojo y un morado, al ser tan pálido, le salían de nada. Buscó entre los cajones y las estanterías, hasta que dio con unos archivos. Cada informe adjuntaba un bote de sangre, y estaban distinguidos entre "MUJERES" y "HOMBRES". Revisó cada informe y no encontró el suyo. Maldijo por lo bajo y le dio un golpe a la mesa.
Entonces miró justo al lado de las dos clasificaciones, donde había una "X", y comprobó que había solo un informe. Miró hacia la puerta para asegurarse de que seguía solo y agarró el informe.
Se guardó tanto el informe como el bote de sangre en su mochila y comprobó que su vestido estaba desgarrado por algunas zonas. Nada quedaba al aire, pero al parecer el elfo loco era muy meticuloso. Solo esperaba no encontrárselo y que le descubriera ante nadie... porque entonces no tendría más remedio que matarlos a todos. Una vez finalizó aquella improvisada investigación, se dirigió a la puerta, la que sabía que estaba abierta, y sonrió, pensando en el hambre que tenía. Pero al parecer salir de allí no iba a se tan fácil: al abrir la puerta descubrió un enorme pasillo. Lo recorrió, y encontró otro. Y otro. Y otro. Parecía un auténtico...
—¿Laberinto? ¿En serio? ¡PERO POR QUÉ A MÍ!—gritó con resignación, e intentó buscar algún pasadizo o salida.
Quedarse inconsciente era muy parecido al proceso de dormirse, o al menos eso creía Bathory. La única diferencia palpable es que, cuando te duermes, primero es lento. La fatiga, con cuidado, se va apoderando de tu ser, hasta que al final, de golpe y sin darnos cuenta, caemos... mientras que cuando nos quedamos inconscientes por alguna causa ajena al propio cansancio, no tenemos ese momento de asimilación en el que nos damos cuenta de que, tarde o temprano, vamos a quedar indispuestos, indefensos... vulnerables. Simplemente caemos, la suerte queda echada y lo que nos depara no es una cama cómoda a la que acoplarnos y dormir plácidamente.
No sintió el golpe que le propinaron. No sabría decir con exactitud si había sido algo tan vulgar como una piedra o algo más sofisticado. No sentía su cuerpo suyo, sentía que era un mero espectador del mundo y que todo giraba sin tenerle en cuenta. Se hallaba en una constante duermevela.
La primera vez que abrió los ojos el olor a la sangre le penetró con fiereza las fosas nasales. No fue capaz de centrar la vista, no consiguió vislumbrar nada, solo una oscuridad sucia y amarga a la que no estaba acostumbrado, ya que no era una persona a la que solían pillar desprevenida. Aspiró, intentando recobrar el ánimo, recurriendo a ese suculento manjar rojo; mas fue inútil, algo en su interior se removió y volvió a caer inconsciente.
La segunda vez que los abrió, se encontró agitado. Su respiración era leve, apenas un suspiro, mas su pecho subía y bajaba con una intensidad desagradable. La sensación de dormir durante la noche era algo que inquietaba, sin duda alguna, a cualquier vampiro. Bathory no era diferente. En aquel instante pudo echar un vistazo. Alguien le arrastraba por un camino plagado de piedras y ratas que intentaban mordisquearle. Echó la cabeza hacia atrás y discernió una lacia melena color plata, ondeando al viento con una sutileza admirable. Intentó levantar una mano para rozar a su supuesto secuestrador... sin embargo, quedó en un amago y volvió a caer en un abismo del que no era tan fácil librarse.
A la tercera vez, la luz de la luna resplandecía con desprecio, intentando ocultarse tras las nubes. Se había despertado, en parte, porque el trote incesante del caballo era una buena forma de mantener a alguien despierto. Cabalgaba a través del bosque, un bosque que le resultaba a medias desconocido y a medias familiar, mas no sabría haberse ubicado. Intentó moverse, a sabiendas de que con lo cansado que se hallaba podría haber significado una caída dolorosa del caballo; pero no se movió ni un centímetro. Unas cinchas le apretaban firmemente y le sostenían al corcel en contra de su voluntad.
Unas manos agarraban las riendas del caballo. Eran finas y delicadas, mas no eran las manos de una mujer; aquellas uñas estaban demasiado estropeadas y descuidadas, sucias y algunas rotas. Echó la cabeza hacia atrás. intentando ver al que gobernaba aquella criatura... y entonces el sueño se volvió a apoderar de su persona, dejándole con la imagen de un encapuchado cabalgando a toda velocidad por la espesura, yendo hacia unas rocas que le recordaban a unas ruinas de las que ya alguien le había contado alguna historieta...
**AHORA**
Cogió aire con tanta fuerza que creyó que se asfixiaría de un momento a otro. La boca le sabía a sangre y notaba una sensación que no supo reconocer en su brazo derecho. Antes de realizar cualquier movimiento, se quedó más pálido de lo que ya era. Se encontraba en una especie de laboratorio con muy mala pinta. Ni una sola ventana, para su suerte; y lo único que iluminaba la estancia era una hilera de antorchas doradas, cuya llama era tímida, tenue, y aún así, sofocante para el vampiro, que estaba pasando un calor insano, sin motivo aparente.
Su secuestrador se alzaba con unos papeles en las manos justo delante de él, pero sin prestarle atención alguna. Había un escritorio plagado de papeles y unas cuantas mesas repletas de recipientes de diversos colores y formas, además de alguna que otra calavera y otros huesos que hacían de adorno en una vitrina colocada justo al lado de la puerta. El hombre suspiró, como decepcionado, dejó los papeles sobre el escritorio y se apoyó sobre el mismo.
Su cara al descubierto era un poema, y supo reconocer al instante que era un elfo. El cabello plateado le llegaba por la cintura, unas gafas descansaban en su cara y una cicatriz del tamaño de un puño sobresalía de su pómulo derecho. No era feo, ningún elfo lo era, o al menos todavía no había encontrado a ninguno: pero daba miedo. Auténtico miedo. Una túnica negra era lo único que parecía llevar, además de unos guantes con unas inscripciones rúnicas en blanco sobre ellos. Se dio la vuelta y fue hacia una estantería en la que Erzsébeth no había reparado. Pensó que eran muñecos lo que sostenía ahora en sus manos el loco, y no iba muy desencaminado; eran muñecos de arcilla.
El secuestrador sonrió y dejó los muñecos donde estaban, como si hubiese recuperado la esperanza que había perdido hacía tan solo unos instantes. El vampiro dedujo que se acercaría a comprobar su estado, así que fingió estar dormido. Unos minutos más tarde, el elfo habría salido dando un portazo, haciendo vibrar aquella tenebrosa estantería y dejando a Erzsébeth a su suerte.
Las paredes de las que colgaban las antorchas eran de roca negruzca, parecían tener un grosor anormal, además de mil telarañas repartidas con creatividad por cada una de ellas. Algunos cuadros yacían descolocados y casi caídos por ellas, y si no te fijabas parecían ilustraciones decorativas. Pero una vez te concentrabas, incluso desde la distancia en la que se encontraba Erzsébeth, podías ver cómo eran escenas de sacrificios. No humanos, como la mayoría de leyendas. De vampiros. En cada uno de los cuadros se plasmaba un ritual diferente; mas su vello se erizó al parar sus ojos en la más grande de las ilustraciones: en un campo abierto, sin nadie alrededor, un vampiro colgaba de un palo de madera. Atado de pies y manos, el vampiro reflejaba una cara de angustia y desesperación. Al principio no entendió por qué... luego vio que en una parte del cuadro seguía siendo de noche, y en la otra ya empezaba a salir el sol. La muerte más temida por un vampiro, hecha obra de arte.
Tragó saliva e intento ignorar aquellas pruebas de que seguramente querían sacrificarle, ya que estaba padeciendo un miedo infundado. Se incorporó y vio que el elfo le había atado a la pared con unas cuerdas. Ni siquiera con unos agarres metálicos, sino unas cuerdas simples. Quizá se piensa que estoy muy débil, pensó, a la vez que se zafaba de las cuerdas, y agradezco que no me conozca en absoluto. Una vez se hubo levantado del todo, fue directo hacia la mesa de las "pociones" y líquidos que no sabía distinguir.
Buscó alguna pista de lo que el elfo pudiese estar desarrollando allí durante un rato, hasta que se percató de algo. Había unos informes y unas gráficas con el nombre "SANGRE", bastante obvio, y notó que la molestia de su brazo derecho era debido a que le había sacado sangre. Tenía un pequeño punto rojo y un morado, al ser tan pálido, le salían de nada. Buscó entre los cajones y las estanterías, hasta que dio con unos archivos. Cada informe adjuntaba un bote de sangre, y estaban distinguidos entre "MUJERES" y "HOMBRES". Revisó cada informe y no encontró el suyo. Maldijo por lo bajo y le dio un golpe a la mesa.
Entonces miró justo al lado de las dos clasificaciones, donde había una "X", y comprobó que había solo un informe. Miró hacia la puerta para asegurarse de que seguía solo y agarró el informe.
"SUJETO NÚMERO 9823. NO LLEVA IDENTIFICACIÓN. SE HA DESPERTADO MÁS VECES DE LAS NORMALES DURANTE EL TRAYECTO. HA AGUANTADO Y EXPULSADO CON ÉXITO EL VENENO. NO TENGO CLARO SU GÉNERO. NO SE PUEDE CLASIFICAR... POR EL MOMENTO".
Se guardó tanto el informe como el bote de sangre en su mochila y comprobó que su vestido estaba desgarrado por algunas zonas. Nada quedaba al aire, pero al parecer el elfo loco era muy meticuloso. Solo esperaba no encontrárselo y que le descubriera ante nadie... porque entonces no tendría más remedio que matarlos a todos. Una vez finalizó aquella improvisada investigación, se dirigió a la puerta, la que sabía que estaba abierta, y sonrió, pensando en el hambre que tenía. Pero al parecer salir de allí no iba a se tan fácil: al abrir la puerta descubrió un enorme pasillo. Lo recorrió, y encontró otro. Y otro. Y otro. Parecía un auténtico...
—¿Laberinto? ¿En serio? ¡PERO POR QUÉ A MÍ!—gritó con resignación, e intentó buscar algún pasadizo o salida.
Bathory
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Re: [Cerrado] En busca de respuestas [Interpretativo-Libre-Noche]
Permanecí por unos instantes parado en el centro de las ruinas sin saber exactamente dónde comenzar a buscar o incluso, qué estaba buscando, de pronto, algunos pasos sonaron acercándose cada vez, me moví hasta ocultarme entre las ruinas haciendo que una de estas grandes rocas me cubriera de la vista de quien venía acercándose y que esperaba tuviera una pista acerca del paradero de Bath, debía estar atento, quien fuera, cubría su rostro con una capucha y aunque esperé en momento en que se la quitara, debí esconderme al ver cómo comenzaba a dar un recorrido alrededor de las ruinas cual si fuera un centinela inspeccionando que todo estuviera en orden.
Me oculté mientras pasaba junto a la roca que me escondía para asomarme luego de sentirlo pasar, observé desde atrás notando que para ser un guardián no parecía ser muy de gran estatura ni tampoco se veía muy fuerte, no sería problema deshacerme de esa cosa tan diminuta; avancé raudo hasta alcanzar a mi víctima y llevé mi mano izquierda a su hombro derecho para hacerla girar mientras con mi mano derecha sacaba una de mis dagas y me preparaba para rebanarle el cuello pero me detuve ante una gran sorpresa, era apenas una niña y además de eso su rostro me recordaba ligeramente a alguien, aunque en el momento y con tal oscuridad, no venía a mi mente a quién exactamente -¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?- Pregunté en voz baja pero con firmeza sin dejar de sostener la daga aunque deseaba que fuera solo una confusión para no tener que hacerle daño; tal vez solo estaba en el lugar y momento equivocado, sin embargo nuestra pequeña charla fue interrumpida por el sonido de unas pisadas, llevé un dedo a mis labios para indicar a la chica que guardara silencio mientras un caballo emergía de entre unos arbustos y sobre él, un misterioso jinete encapuchado con algunos cabellos planeados que sobresalían llevados por el viento; parecía llevar prisa, no solo de irse, sino seguro también de volver, así que cada instante debía ser aprovechado al máximo -Deberías irte a casa, no es hora para que las niñas anden fuera- Le dije en tono ya un poco burlista por su tamaño y aspecto angelical, asumiendo que ella no era el enemigo -Será peligroso aquí, solo para gente grande- Acoté mientras me dirigía al lugar de donde había salido el caballo, seguramente había una especie de entrada secreta, me detuve un instante para volver a mirar a la chica, no parecía ser una experta en supervivencia, por lo que lanzarla al bosque no sonaba como la mejor de las ideas.
Tal como si hubiese sido planeado, algunos sonidos de animales comenzaron a escucharse desde diferentes lugares dando una tétrica sensación de estar rodeados y observados, a tal punto que hasta a mí me puso un poco nervioso la situación -Suerte con tu viaje- Le dije en tono malvado señalándole al bosque y todos los tétricos sonidos que se escuchaban salir, luego me dirigí hacia los arbustos buscando en ellos una entrada, esa de donde había salido el misterioso jinete, me moví tocando los matorrales hasta encontrar un vacío que permitió a mi mano pasar hasta el otro lado, un manto de lianas cubiertas de frondosas hojas verdes ocultaban la entrada de una cueva, justo lo que estaba buscando; me adentré en ella notando que justo a los lados de la entrada había dos figuras de arcilla del tamaño de un humano promedio, ambas inmóviles con los ojos cerrados me dieron mala espina pero aun así, no había llegado tan lejos para nada, si mi compañera estaba ahí, no me detendría hasta encontrarla y sacarla de ese lugar.
Me oculté mientras pasaba junto a la roca que me escondía para asomarme luego de sentirlo pasar, observé desde atrás notando que para ser un guardián no parecía ser muy de gran estatura ni tampoco se veía muy fuerte, no sería problema deshacerme de esa cosa tan diminuta; avancé raudo hasta alcanzar a mi víctima y llevé mi mano izquierda a su hombro derecho para hacerla girar mientras con mi mano derecha sacaba una de mis dagas y me preparaba para rebanarle el cuello pero me detuve ante una gran sorpresa, era apenas una niña y además de eso su rostro me recordaba ligeramente a alguien, aunque en el momento y con tal oscuridad, no venía a mi mente a quién exactamente -¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?- Pregunté en voz baja pero con firmeza sin dejar de sostener la daga aunque deseaba que fuera solo una confusión para no tener que hacerle daño; tal vez solo estaba en el lugar y momento equivocado, sin embargo nuestra pequeña charla fue interrumpida por el sonido de unas pisadas, llevé un dedo a mis labios para indicar a la chica que guardara silencio mientras un caballo emergía de entre unos arbustos y sobre él, un misterioso jinete encapuchado con algunos cabellos planeados que sobresalían llevados por el viento; parecía llevar prisa, no solo de irse, sino seguro también de volver, así que cada instante debía ser aprovechado al máximo -Deberías irte a casa, no es hora para que las niñas anden fuera- Le dije en tono ya un poco burlista por su tamaño y aspecto angelical, asumiendo que ella no era el enemigo -Será peligroso aquí, solo para gente grande- Acoté mientras me dirigía al lugar de donde había salido el caballo, seguramente había una especie de entrada secreta, me detuve un instante para volver a mirar a la chica, no parecía ser una experta en supervivencia, por lo que lanzarla al bosque no sonaba como la mejor de las ideas.
Tal como si hubiese sido planeado, algunos sonidos de animales comenzaron a escucharse desde diferentes lugares dando una tétrica sensación de estar rodeados y observados, a tal punto que hasta a mí me puso un poco nervioso la situación -Suerte con tu viaje- Le dije en tono malvado señalándole al bosque y todos los tétricos sonidos que se escuchaban salir, luego me dirigí hacia los arbustos buscando en ellos una entrada, esa de donde había salido el misterioso jinete, me moví tocando los matorrales hasta encontrar un vacío que permitió a mi mano pasar hasta el otro lado, un manto de lianas cubiertas de frondosas hojas verdes ocultaban la entrada de una cueva, justo lo que estaba buscando; me adentré en ella notando que justo a los lados de la entrada había dos figuras de arcilla del tamaño de un humano promedio, ambas inmóviles con los ojos cerrados me dieron mala espina pero aun así, no había llegado tan lejos para nada, si mi compañera estaba ahí, no me detendría hasta encontrarla y sacarla de ese lugar.
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Re: [Cerrado] En busca de respuestas [Interpretativo-Libre-Noche]
Tediosa, así era mi situación. Vagaba por los alrededores de las Runas, aguardando el momento en que el astro rey hiciera su aparición y me brindara la claridad que necesitaba para volver a casa; siempre cuidando no acercarme demasiado. Un extraño avistamiento —o posible alucinación— en un punto del lugar aumentó mi renuencia de aproximarme a una distancia considerablemente peligrosa. En la penumbra me era totalmente difícil discernir si mi mente me gastaba pesadas bromas, pero tampoco me sentía en condiciones de arriesgarme más de lo que ya lo había hecho. Sin duda alguna había un aura misteriosa embargando el sitio donde me encontraba y esa sospecha era suficiente para mantener mi instinto curioso a raya.
Mi instinto seguía indicándome que me encontraba en el escenario menos indicado y en el momento menos adecuado, y mis temores se confirmaron cuando alguien sujetó mi hombro haciéndome virar instintivamente. Reprimí un pequeño grito al instante, intentando detallar el rostro de mi atacante, pero entre tanta oscuridad me fue bastante difícil. Hice un esfuerzo por aclarar mis ideas y asimilar lo que estaba pasando; me había perdido por meterme en asuntos que no me correspondía, terminé en las Runas de los Baldíos y posiblemente estaba a punto de morir. Sí, definitivamente esta una señal de que debía mesurar mis acciones. Las preguntas de aquel individuo me sacaron de mi ensimismamiento. Mis respuestas a sus interrogantes fueron interrumpidas por el sonido de unas zancadas y pude notar como aquel joven —porque por el timbre de su voz debía tratarse de un hombre joven— hacía un ademan, indicándome que guardara silencio.
Las siluetas de un jinete y su caballo surgieron de entre los arbustos con aparente urgencia y nuevamente tuve que esforzarme por no emitir sonido alguno. En un breve instante el lugar se convirtió en un peligro inminente del cual —por desgracia— no tenía forma escapar. Inflé mis mejillas ante los comentarios de mi ex-atacante, frunciendo el ceño en señal de molestia. En realidad no era una niña como para que me tratará tal cual. Quizá si era un poco imprudente y curiosa, pero no era pequeña; así que no existía motivo alguno para que me enlistara en esa categoría cuando hacía menos de 5 minutos había intentado matarme.
—Me llamo Ashryn y no soy una niña —espeté molesta—. Si pudiese irme a casa ya lo hubiese hecho.
La aterradora orquesta proveniente del interior del bosque hizo eco, ilustrando el motivo de mi permanencia; aunque en este punto ya no sabía cuál de los dos escenarios era más peligroso. Escuché que se me deseaba un buen viaje y nuevamente inflé mis mejillas. Su esfuerzo por molestarme había rendido frutos; ni de chiste volvería a perderme en el bosque y estaba muy equivocado si pensaba que su advertencia lograría persuadirme de lo contrario. El extraño comenzó a tantear los arbustos y poco después se adentró en lo que parecía una especie de umbral de una cueva. Sin poder resistir a mi curiosidad me vi siguiéndolo con cuidado y tratando de no hacer ruido. Ahora podría agregar ‘‘loca de remate’’ a mis extrañas cualidades. Dos curiosas figuras de arcilla, posicionadas a la entrada de la cueva llamaron mi atención. Por un instante creí notar un débil movimiento por parte de una de ellas, a pesar de que podía ser solo otra jugarreta de mi mente; la idea rondó mi cabeza durante un instante.
—Creo…que vi a una de esas figurar moverse —traté de modular mi voz en un tono bajo pero audible—. Aun no me has dicho tu nombre ni la razón por la que intentaste atacarme.
Me mantuve detrás del joven, siguiendo sus pasos, cuidando no estorbarle demasiado. ¿Por qué estaba siguiendo a un completo extraño? La verdad es que no lo sabía, pero en un lugar en el cual estaban ocurriendo cosas tan misteriosas lo mejor sería no permanecer sola. Además que era la primera vez que vivía una situación similar y la adrenalina solo servía para incitar a mi insensata curiosidad, aunque seguramente estaba metiéndome de más en algo que no era de mi incumbencia.
Mi instinto seguía indicándome que me encontraba en el escenario menos indicado y en el momento menos adecuado, y mis temores se confirmaron cuando alguien sujetó mi hombro haciéndome virar instintivamente. Reprimí un pequeño grito al instante, intentando detallar el rostro de mi atacante, pero entre tanta oscuridad me fue bastante difícil. Hice un esfuerzo por aclarar mis ideas y asimilar lo que estaba pasando; me había perdido por meterme en asuntos que no me correspondía, terminé en las Runas de los Baldíos y posiblemente estaba a punto de morir. Sí, definitivamente esta una señal de que debía mesurar mis acciones. Las preguntas de aquel individuo me sacaron de mi ensimismamiento. Mis respuestas a sus interrogantes fueron interrumpidas por el sonido de unas zancadas y pude notar como aquel joven —porque por el timbre de su voz debía tratarse de un hombre joven— hacía un ademan, indicándome que guardara silencio.
Las siluetas de un jinete y su caballo surgieron de entre los arbustos con aparente urgencia y nuevamente tuve que esforzarme por no emitir sonido alguno. En un breve instante el lugar se convirtió en un peligro inminente del cual —por desgracia— no tenía forma escapar. Inflé mis mejillas ante los comentarios de mi ex-atacante, frunciendo el ceño en señal de molestia. En realidad no era una niña como para que me tratará tal cual. Quizá si era un poco imprudente y curiosa, pero no era pequeña; así que no existía motivo alguno para que me enlistara en esa categoría cuando hacía menos de 5 minutos había intentado matarme.
—Me llamo Ashryn y no soy una niña —espeté molesta—. Si pudiese irme a casa ya lo hubiese hecho.
La aterradora orquesta proveniente del interior del bosque hizo eco, ilustrando el motivo de mi permanencia; aunque en este punto ya no sabía cuál de los dos escenarios era más peligroso. Escuché que se me deseaba un buen viaje y nuevamente inflé mis mejillas. Su esfuerzo por molestarme había rendido frutos; ni de chiste volvería a perderme en el bosque y estaba muy equivocado si pensaba que su advertencia lograría persuadirme de lo contrario. El extraño comenzó a tantear los arbustos y poco después se adentró en lo que parecía una especie de umbral de una cueva. Sin poder resistir a mi curiosidad me vi siguiéndolo con cuidado y tratando de no hacer ruido. Ahora podría agregar ‘‘loca de remate’’ a mis extrañas cualidades. Dos curiosas figuras de arcilla, posicionadas a la entrada de la cueva llamaron mi atención. Por un instante creí notar un débil movimiento por parte de una de ellas, a pesar de que podía ser solo otra jugarreta de mi mente; la idea rondó mi cabeza durante un instante.
—Creo…que vi a una de esas figurar moverse —traté de modular mi voz en un tono bajo pero audible—. Aun no me has dicho tu nombre ni la razón por la que intentaste atacarme.
Me mantuve detrás del joven, siguiendo sus pasos, cuidando no estorbarle demasiado. ¿Por qué estaba siguiendo a un completo extraño? La verdad es que no lo sabía, pero en un lugar en el cual estaban ocurriendo cosas tan misteriosas lo mejor sería no permanecer sola. Además que era la primera vez que vivía una situación similar y la adrenalina solo servía para incitar a mi insensata curiosidad, aunque seguramente estaba metiéndome de más en algo que no era de mi incumbencia.
Ashryn Elaynor
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Re: [Cerrado] En busca de respuestas [Interpretativo-Libre-Noche]
Recorrer aquellos pasadizos era una ardua tarea, y no haber comido en días no ayudaba a razonar adecuadamente, de modo que el cazador noctívago decidió detenerse por unos momentos e intentar recordar. Un detalle, por mínimo que fuese, podría darle una pista para poder atravesar la trampa que constituía el laberinto sin demasiados dolores de cabeza, pero por más que intentaba hacer memoria todo resultaba borroso: el corcel, a toda velocidad, yendo hacia las ruinas... y luego todo quedó oscuro. No recordaba haber abierto los ojos hasta que llegó al laboratorio del elfo demente, así que suspiró y dejó de indagar en los espacios en blanco de su cerebro.
Contempló su entorno. Analizándolo, observó que las paredes eran muy, muy altas, y que todas las que había visto llegaban hasta el techo, sin aberturas ni huecos visibles. Cada una de ellas estaba más agrietada que la anterior, como si aquel lugar hubiese sido construido siglos atrás, cosa que no sorprendía al vampiro, teniendo en cuenta que el que pernoctaba en aquella cueva putrefacta era un elfo, y no se caracterizaban por vivir poco, precisamente. Esos hijos de puta nos van a enterrar a todos, pensó, a la vez que deslizaba su mano por la agrietada pared negruzca. Recorrió un par de centímetros acariciándola, mas no encontró sino rugosidades típicas de las rocas que formaban parte de las mismas.
Algunas piedras yacían en el suelo, inmóviles, a la espera de alguna patada o, con suerte, que las utilizaran como arma mortal. Tras haber escudriñado todo lo posible lo que tenía ante sus ojos, no pudo evitar sentirse frustrado. Siempre que creía ir en dirección correcta, giraba por el que no era, y, cuando volvía a la maldita puerta de aquel sucio laboratorio cada vez, creía desfallecer.
—Un momento... —dijo, y un pequeño eco plagó los interminables pasillos.
Acababa de recordar un libro que había leído hacía relativamente poco, y el personaje protagonista debía escapar de un laberinto; la descripción del mismo en las páginas de aquella odisea era aún, si cabía, más infernal que la del laberinto en el que se hallaba el vampiro, mas pudo recordar la estrategia que utilizó el protagonista para poder salir airoso: girar siempre hacia el mismo lado, y, para asegurarnos, no despegar la mano de la pared por la que vas a girar. Así logró llegar a la puerta por la que había entrado, y ya que Erzsébeth no tenía nada mejor que probar... comenzó a vagabundear siempre en la misma dirección, aunque sonase de locos y poco provechoso.
Al cabo de unos diez minutos pudo contemplar que no había vuelto a pasar por la puerta del laboratorio. ¿Estaría funcionando aquella táctica literaria? Podía ser, al fin y al cabo no todo era ficción. Una pequeña sonrisa se esbozó en su rostro, reflejando pura satisfacción al darse cuenta de que las antorchas iban mermando en número, ya que cuanto más te adentrabas en un lugar, más oscuro era, y mayor necesidad de las malditas antorchas había... eso quería decir que cada vez se iba alejando más de la penumbra, y en cierto sentido notaba la estancia mucho más iluminada, aunque sus ojos siempre estaban adaptados a la oscuridad.
Cuando giró, juraría que por vez número 20, se encontró en un largo pasillo, en línea recta. No lograba ver el fondo, eso quería decir que era un recorrido considerable, pero deducía que sería la entrada lo que le esperaba. Tomó aire y comenzó a avanzar, pero el suelo tembló y sus piernas flaquearon, cayendo al suelo de bruces. Se irguió, sentado, en un santiamén, y giró sobre sí mismo para intentar averiguar qué había caído tan pesado como para hacer retumbar aquellas catacumbas. Una sombra se proyectó encima de su persona, y al alzar la vista pudo contemplar un coloso de arcilla. Le faltaba un ojo y no tenía cabello, era como si un maniquí hubiese engordado 100 kilos y se hubiese puesto a jugar al escondite.
La figura se agachó y ladeó la cabeza. Cuando Erzsébeth vio que uno de sus brazos se aproximaba para agarrarle, supo que era la señal para salir cagando leches. Dio una rápida voltereta hacia atrás, cayendo un poco desequilibrado, pero levantándose de golpe, hizo una pequeña reverencia al muñeco, se cogió el vestido y echó a correr, huyendo del misterioso mastodonte de juguete que tenía vida propia. Sabía que le perseguía porque el suelo no paraba de temblar, mas no miró atrás. Otros dos muñecos de arcilla, más pequeños pero con tamaño de una persona normal, estaban ante una puerta de madera titánica. La dichosa puerta estaba apenas a unos 20 metros, y casi consiguió mascar la libertad cuando notó un molesto peso sobre sus hombros.
Algo le elevó por los aires, agarrándolo con firmeza por los hombros, tal y como Erzsébeth habría agarrado un bote. Aquel maldito gigante de arcilla le había conseguido coger el ritmo y ahora le apresaba con una fuerza descomunal. Miró una vez más hacia la puerta, la cual se abrió de par en par, y abrió la boca sin remedio al ver que el que aparecía era, nada más y nada menos, que su amigo Bio.
—¡BIO! —exclamó. A primeras seguramente no le vería, dado que estaba a una distancia considerable de la puerta, pero los gritos eran algo que no podían ignorarse tan fácilmente.
¿Yo estaba con él en una misión, cierto?... pensó, y un dolor agudo le rebanó los sesos. Prefirió dejar las lagunas mentales para otro momento y, con un tono amistoso pero de urgencia, se dirigió a su querido vampiro, el cual parecía traer una compañía femenina de lo más... inusual.
—¡Bio, yo pensaba que pocas cosas me quedaban por ver después de los biocibernéticos! —dijo, mientras el aire abandonaba sus pulmones debido a la presión que ejercía el gigante de arcilla— ¡pero no me habías hablado de que en tus tierras había muñecos asesinos!
Contempló su entorno. Analizándolo, observó que las paredes eran muy, muy altas, y que todas las que había visto llegaban hasta el techo, sin aberturas ni huecos visibles. Cada una de ellas estaba más agrietada que la anterior, como si aquel lugar hubiese sido construido siglos atrás, cosa que no sorprendía al vampiro, teniendo en cuenta que el que pernoctaba en aquella cueva putrefacta era un elfo, y no se caracterizaban por vivir poco, precisamente. Esos hijos de puta nos van a enterrar a todos, pensó, a la vez que deslizaba su mano por la agrietada pared negruzca. Recorrió un par de centímetros acariciándola, mas no encontró sino rugosidades típicas de las rocas que formaban parte de las mismas.
Algunas piedras yacían en el suelo, inmóviles, a la espera de alguna patada o, con suerte, que las utilizaran como arma mortal. Tras haber escudriñado todo lo posible lo que tenía ante sus ojos, no pudo evitar sentirse frustrado. Siempre que creía ir en dirección correcta, giraba por el que no era, y, cuando volvía a la maldita puerta de aquel sucio laboratorio cada vez, creía desfallecer.
—Un momento... —dijo, y un pequeño eco plagó los interminables pasillos.
Acababa de recordar un libro que había leído hacía relativamente poco, y el personaje protagonista debía escapar de un laberinto; la descripción del mismo en las páginas de aquella odisea era aún, si cabía, más infernal que la del laberinto en el que se hallaba el vampiro, mas pudo recordar la estrategia que utilizó el protagonista para poder salir airoso: girar siempre hacia el mismo lado, y, para asegurarnos, no despegar la mano de la pared por la que vas a girar. Así logró llegar a la puerta por la que había entrado, y ya que Erzsébeth no tenía nada mejor que probar... comenzó a vagabundear siempre en la misma dirección, aunque sonase de locos y poco provechoso.
Al cabo de unos diez minutos pudo contemplar que no había vuelto a pasar por la puerta del laboratorio. ¿Estaría funcionando aquella táctica literaria? Podía ser, al fin y al cabo no todo era ficción. Una pequeña sonrisa se esbozó en su rostro, reflejando pura satisfacción al darse cuenta de que las antorchas iban mermando en número, ya que cuanto más te adentrabas en un lugar, más oscuro era, y mayor necesidad de las malditas antorchas había... eso quería decir que cada vez se iba alejando más de la penumbra, y en cierto sentido notaba la estancia mucho más iluminada, aunque sus ojos siempre estaban adaptados a la oscuridad.
Cuando giró, juraría que por vez número 20, se encontró en un largo pasillo, en línea recta. No lograba ver el fondo, eso quería decir que era un recorrido considerable, pero deducía que sería la entrada lo que le esperaba. Tomó aire y comenzó a avanzar, pero el suelo tembló y sus piernas flaquearon, cayendo al suelo de bruces. Se irguió, sentado, en un santiamén, y giró sobre sí mismo para intentar averiguar qué había caído tan pesado como para hacer retumbar aquellas catacumbas. Una sombra se proyectó encima de su persona, y al alzar la vista pudo contemplar un coloso de arcilla. Le faltaba un ojo y no tenía cabello, era como si un maniquí hubiese engordado 100 kilos y se hubiese puesto a jugar al escondite.
La figura se agachó y ladeó la cabeza. Cuando Erzsébeth vio que uno de sus brazos se aproximaba para agarrarle, supo que era la señal para salir cagando leches. Dio una rápida voltereta hacia atrás, cayendo un poco desequilibrado, pero levantándose de golpe, hizo una pequeña reverencia al muñeco, se cogió el vestido y echó a correr, huyendo del misterioso mastodonte de juguete que tenía vida propia. Sabía que le perseguía porque el suelo no paraba de temblar, mas no miró atrás. Otros dos muñecos de arcilla, más pequeños pero con tamaño de una persona normal, estaban ante una puerta de madera titánica. La dichosa puerta estaba apenas a unos 20 metros, y casi consiguió mascar la libertad cuando notó un molesto peso sobre sus hombros.
Algo le elevó por los aires, agarrándolo con firmeza por los hombros, tal y como Erzsébeth habría agarrado un bote. Aquel maldito gigante de arcilla le había conseguido coger el ritmo y ahora le apresaba con una fuerza descomunal. Miró una vez más hacia la puerta, la cual se abrió de par en par, y abrió la boca sin remedio al ver que el que aparecía era, nada más y nada menos, que su amigo Bio.
—¡BIO! —exclamó. A primeras seguramente no le vería, dado que estaba a una distancia considerable de la puerta, pero los gritos eran algo que no podían ignorarse tan fácilmente.
¿Yo estaba con él en una misión, cierto?... pensó, y un dolor agudo le rebanó los sesos. Prefirió dejar las lagunas mentales para otro momento y, con un tono amistoso pero de urgencia, se dirigió a su querido vampiro, el cual parecía traer una compañía femenina de lo más... inusual.
—¡Bio, yo pensaba que pocas cosas me quedaban por ver después de los biocibernéticos! —dijo, mientras el aire abandonaba sus pulmones debido a la presión que ejercía el gigante de arcilla— ¡pero no me habías hablado de que en tus tierras había muñecos asesinos!
Bathory
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Re: [Cerrado] En busca de respuestas [Interpretativo-Libre-Noche]
Sentí un poco de remordimiento al ver la cara de la pequeña que no parecía haber elegido estar en ese lugar, aunque la salida del caballo nos interrumpió de momento, luego volvimos a continuar la tertulia antes mantenida -¿Qué clase de nombre es Ashryn?- Pregunté en tono burlista, aunque siendo yo llamado “Bio”, no tenía mucha moral para criticar los nombres de Nadie -Y disculpa, no noté que eres un niño- Comenté de nuevo, burlonamente ante su defensa de que no era una niña.
Con un poco de remordimiento al final dejé a un lado a Ashryn y me dediqué a buscar la cueva o pasadizo por donde había salido aquel sujeto sin darme cuenta que la no-niña había decidido seguirme, me alegré al encontrar la entrada y me aventuré en ella caminando sigilosamente entre el par de figuras, un profundo y completo silencio llenaba todo el lugar, mis pasos eran una sigilosa danza digna del más acérrimo acechador, estaba tan concentrado en mi avance como para notar que la chica había decidido seguirme y su repentina afirmación me dio un susto de infarto, me llegó al corazón a la boca mientras daba un agitado salto llevando finalmente una mano al corazón mientras la miraba con cierto enojo por el susto que me había dado -¿Por qué... Estás... Siguiéndome?- Pregunté extrañado aunque sin esperar una rápida respuesta me adelanté a responderle yo -Eso es imposible- Le dije tratando de ocultar el evidente susto de hacía unos instantes -Una estatua no puede moverse- Continué con incredulidad, seguramente estaba imaginando por lo asustada que estaba -Yo soy Bio- Respondí casi murmurando entre dientes para continuar avanzando, haciéndole señas con la mano para que se detuviera con cada ruido que escuchaba -Estoy aquí para rescatar a una amiga, creí que eras quien lo impediría, disculpa lo de...- No terminé de armar la oración cuando escuché unos ruidos más al frente, aunque no se lograba ver muy bien, sabía que algo se movía.
Me acerqué a la no-niña llevando mi mano a su abdomen para empujarla suavemente contra un lado de la cueva, de modo que si había alguien, le resultara difícil vernos, luego avancé para ver cómo un sujeto levantaba a una indefensa rubia violentamente, avancé descuidadamente hasta quedar en medio del pasillo y fue entonces cuando la escuché nombrarme, era ella, esa inconfundible voz que tanto había extrañado -No hagas ruido- Le dije a la pequeña mientras avanzaba a toda prisa hacia aquel sujeto que aprisionaba a Bath; sin detenerme por nada salté a gran velocidad para patear al sujeto mientras analizaba aquella frase de la vampira -¿Muñecos asesinos?- Pensé con detenimiento para luego confirmarlo al ver el rostro del guerrero que por lo menos había soltado a la rubia enfocando su vista en mí, dirigí un golpe a su abdomen pero fue como golpear una piedra -Suffer- [1] Dije en tono fuerte usando mi magia de voz para causarle al menos daño mental pero fue en vano, parecía no tener mente siquiera.
Abrí mis ojos como platos al recordar lo que había dicho Ashryn anteriormente -¡No!- Exclamé mirando hacia ella para advertirle pero ya era demasiado tarde, las dos figuras de la entrada caminaban hacia ella con pasos algo torpes pero que mejoraban a cada instante -Corre- [2] Dije con un susurro que no saldría de mis labios sino de algún punto en la pared cercana a la elfa, aunque mi descuido me costaría caro, el coloso de arcilla consiguió asestarme un fuerte golpe que me envió directo contra la pared, me costaba pensar con claridad ante aquella situación tan compleja -Esto también es nuevo para mí, Bath, jamás había visto estas cosas- Le aclaré mientras me levantaba sacando mis dagas para enfrentar a esa cosa y por si fuera poco, una reja metálica comenzaba a bajar en la entrada dejándonos atrapados al menos de momento -Que mal rescate has orquestado esta vez, vampira- Dije a mi compañera intentando no perder el sentido del humor, aunque la situación se estaba haciendo más preocupante a cada instante.
Con un poco de remordimiento al final dejé a un lado a Ashryn y me dediqué a buscar la cueva o pasadizo por donde había salido aquel sujeto sin darme cuenta que la no-niña había decidido seguirme, me alegré al encontrar la entrada y me aventuré en ella caminando sigilosamente entre el par de figuras, un profundo y completo silencio llenaba todo el lugar, mis pasos eran una sigilosa danza digna del más acérrimo acechador, estaba tan concentrado en mi avance como para notar que la chica había decidido seguirme y su repentina afirmación me dio un susto de infarto, me llegó al corazón a la boca mientras daba un agitado salto llevando finalmente una mano al corazón mientras la miraba con cierto enojo por el susto que me había dado -¿Por qué... Estás... Siguiéndome?- Pregunté extrañado aunque sin esperar una rápida respuesta me adelanté a responderle yo -Eso es imposible- Le dije tratando de ocultar el evidente susto de hacía unos instantes -Una estatua no puede moverse- Continué con incredulidad, seguramente estaba imaginando por lo asustada que estaba -Yo soy Bio- Respondí casi murmurando entre dientes para continuar avanzando, haciéndole señas con la mano para que se detuviera con cada ruido que escuchaba -Estoy aquí para rescatar a una amiga, creí que eras quien lo impediría, disculpa lo de...- No terminé de armar la oración cuando escuché unos ruidos más al frente, aunque no se lograba ver muy bien, sabía que algo se movía.
Me acerqué a la no-niña llevando mi mano a su abdomen para empujarla suavemente contra un lado de la cueva, de modo que si había alguien, le resultara difícil vernos, luego avancé para ver cómo un sujeto levantaba a una indefensa rubia violentamente, avancé descuidadamente hasta quedar en medio del pasillo y fue entonces cuando la escuché nombrarme, era ella, esa inconfundible voz que tanto había extrañado -No hagas ruido- Le dije a la pequeña mientras avanzaba a toda prisa hacia aquel sujeto que aprisionaba a Bath; sin detenerme por nada salté a gran velocidad para patear al sujeto mientras analizaba aquella frase de la vampira -¿Muñecos asesinos?- Pensé con detenimiento para luego confirmarlo al ver el rostro del guerrero que por lo menos había soltado a la rubia enfocando su vista en mí, dirigí un golpe a su abdomen pero fue como golpear una piedra -Suffer- [1] Dije en tono fuerte usando mi magia de voz para causarle al menos daño mental pero fue en vano, parecía no tener mente siquiera.
Abrí mis ojos como platos al recordar lo que había dicho Ashryn anteriormente -¡No!- Exclamé mirando hacia ella para advertirle pero ya era demasiado tarde, las dos figuras de la entrada caminaban hacia ella con pasos algo torpes pero que mejoraban a cada instante -Corre- [2] Dije con un susurro que no saldría de mis labios sino de algún punto en la pared cercana a la elfa, aunque mi descuido me costaría caro, el coloso de arcilla consiguió asestarme un fuerte golpe que me envió directo contra la pared, me costaba pensar con claridad ante aquella situación tan compleja -Esto también es nuevo para mí, Bath, jamás había visto estas cosas- Le aclaré mientras me levantaba sacando mis dagas para enfrentar a esa cosa y por si fuera poco, una reja metálica comenzaba a bajar en la entrada dejándonos atrapados al menos de momento -Que mal rescate has orquestado esta vez, vampira- Dije a mi compañera intentando no perder el sentido del humor, aunque la situación se estaba haciendo más preocupante a cada instante.
Offrol [1] Habilidad de nivel 0: El que susurra en la oscuridad.
Offrol [2] Habilidad de nivel 6: El que acecha en el umbral
Bio
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Re: [Cerrado] En busca de respuestas [Interpretativo-Libre-Noche]
Cada paso que daba solo servía para aumentar la adrenalina que corría por mis venas. Observaba cada detalle del lúgubre lugar, dejando de lado las burlas que mi ex-atacante había hecho sobre mi persona. Realmente no me disgustaba que me dijera ‘‘niño’’; Allen y yo aún éramos idénticos, así que el simple hecho de que nos confundieran era un símbolo de orgullo. Parpadeé un par de veces tratando de encontrar las palabras adecuadas para responder a su interrogante, puesto que ni yo misma entendía el motivo que me gobernó para seguirlo, y al final simplemente opté por permanecer en silencio. Sacudí mi cabeza un poco cuando el joven mencionó que era imposible que las figuras se movieran, yo también consideraba el hecho de que mi cabeza me hiciera ver cosas que no eran, pero en esta ocasión mi instinto me instaba a tener cuidado.
El nombre del joven era Bio, o al menos eso fue lo que entendí mientras continuábamos nuestro camino, siguiendo sus indicaciones de detenerme cada que él lo consideraba necesario. Algo capturó la atención de Bio, interrumpiendo la explicación de sus razones para estar en este lugar, empujándome levemente hacia un lado. A pesar de la oscuridad que embargaba la cueva fui capaz de vislumbrar como una extraña figura alzaba la silueta de alguien más, cuya voz resonó en la cueva con una exclamación del nombre de mi ex-atacante, ella debía ser la amiga del joven. Nuevamente se me pidió que permaneciera en silencio, a lo cual asentí frenéticamente mientras miraba como el joven se lanzaba contra aquella singular criatura. De pronto un destello de información iluminó mi cerebro; ahora todo parecía tener un poco más de sentido.
Bio había asestado un golpe en el abdomen del guardián y como era de esperarse este no tuvo ningún resultado. Busqué con mi mirada algún indicio de aquella persona que estuviese controlando al guardián, pero entre tanta oscuridad y con semejante alboroto me fue prácticamente imposible. Mis ojos se posaron en las dos figuras que se acercaban peligrosamente hacia mí. Ya no había dudas, ahora solo tenía que transmitirle lo que sabía al muchacho. Acaté la advertencia y corrí rápidamente hacia donde estaban Bio y su compañera, aunque no con la suficiente rapidez cómo para evitar que el guardián lo lanzará contra la pared. No teníamos mucho tiempo y por desgracia no era mucho lo que podía hacer por mejorar la situación. En silencio comencé una plegaria, tratando de mantenerme lo más cerca posible al joven, observando todo detenidamente, buscando a la persona responsable de este embrollo.
—Son guardianes de arcilla —hablé rápidamente—. Invocados por un elfo cuya magia está encaminada a la animación. A juzgar por su tamaño y su fuerza se trata de un elfo con cualidades mágicas bastante fuertes. La única forma que se me ocurre para vencerlos es encontrar a aquel que los invoco, aunque una huida sería bastante razona…
Mi explicación fue interrumpida por una reja de metal que bloqueó nuestra posible salida. Al menos esperaba que mi habilidad nos brindara una pequeña ventaja. Era la primera vez que utilizaba mi magia con alguien que no fuese Allen y no estaba segura del resultado. Sin embargo en un escenario donde la muerte es la posibilidad más alta en el juego, cualquier intento no podía ser menospreciado.
El nombre del joven era Bio, o al menos eso fue lo que entendí mientras continuábamos nuestro camino, siguiendo sus indicaciones de detenerme cada que él lo consideraba necesario. Algo capturó la atención de Bio, interrumpiendo la explicación de sus razones para estar en este lugar, empujándome levemente hacia un lado. A pesar de la oscuridad que embargaba la cueva fui capaz de vislumbrar como una extraña figura alzaba la silueta de alguien más, cuya voz resonó en la cueva con una exclamación del nombre de mi ex-atacante, ella debía ser la amiga del joven. Nuevamente se me pidió que permaneciera en silencio, a lo cual asentí frenéticamente mientras miraba como el joven se lanzaba contra aquella singular criatura. De pronto un destello de información iluminó mi cerebro; ahora todo parecía tener un poco más de sentido.
Bio había asestado un golpe en el abdomen del guardián y como era de esperarse este no tuvo ningún resultado. Busqué con mi mirada algún indicio de aquella persona que estuviese controlando al guardián, pero entre tanta oscuridad y con semejante alboroto me fue prácticamente imposible. Mis ojos se posaron en las dos figuras que se acercaban peligrosamente hacia mí. Ya no había dudas, ahora solo tenía que transmitirle lo que sabía al muchacho. Acaté la advertencia y corrí rápidamente hacia donde estaban Bio y su compañera, aunque no con la suficiente rapidez cómo para evitar que el guardián lo lanzará contra la pared. No teníamos mucho tiempo y por desgracia no era mucho lo que podía hacer por mejorar la situación. En silencio comencé una plegaria, tratando de mantenerme lo más cerca posible al joven, observando todo detenidamente, buscando a la persona responsable de este embrollo.
—Son guardianes de arcilla —hablé rápidamente—. Invocados por un elfo cuya magia está encaminada a la animación. A juzgar por su tamaño y su fuerza se trata de un elfo con cualidades mágicas bastante fuertes. La única forma que se me ocurre para vencerlos es encontrar a aquel que los invoco, aunque una huida sería bastante razona…
Mi explicación fue interrumpida por una reja de metal que bloqueó nuestra posible salida. Al menos esperaba que mi habilidad nos brindara una pequeña ventaja. Era la primera vez que utilizaba mi magia con alguien que no fuese Allen y no estaba segura del resultado. Sin embargo en un escenario donde la muerte es la posibilidad más alta en el juego, cualquier intento no podía ser menospreciado.
- Habilidad Nivel 0 ''Vinculo de Fuerza'':
Nivel 0: Vinculo de fuerza:
El elfo infunde una bendición sobre un aliado. Mientras el aliado se encuentre más cerca del elfo, más beneficio obtendrá de la bendición. La bendición otorga un máximo de 40% adicional de fuerza al objetivo, a distancia de cuerpo a cuerpo, llegando a 0 el efecto a los 10 metros.
Duración: 2 turnos. Enfriamiento: 4 turnos.
Ashryn Elaynor
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Re: [Cerrado] En busca de respuestas [Interpretativo-Libre-Noche]
A lo largo de su vida, Erzsébeth había llevado puestos más de cincuenta corsés diferentes, cada uno más apretado e incómodo que el anterior, por lo cual estaba ya más que acostumbrado a sentir su cuerpo asfixiado, como a punto de reventar. Pero aquella presión que le otorgaba un toque femenino aún pasando por un dolor imperceptible, no era nada comparable a la que ejercía el muñeco gigante sobre sus costillas y todo su cuerpo. Poco a poco sus huesos crujían, juraría que habría notado hasta alguno desprenderse de su sitio original, sin embargo poco podía hacer en la desventajosa situación en la que se hallaba.
Bio tardó en reconocer que algo se cocía en la penumbra, mas el cazador no dudó ni un instante en que iría raudo y poco precavido en su ayuda. En aquellos instantes, poco importaba que no hubiese un plan mejor que presentarse ante la cosa e insultarla hasta que se muriese del asco; cualquier actuación era la mejor. Cuando se acercó y fue acariciado por la leve luz de las antorchas, su rostro decidido quedó iluminado, y la masa de arcilla pareció perder parte de su interés en el vampiro que tenía apresado entre sus muertas pero funcionales manos.
Erzsébeth no notó que caía hasta que chocó contra el suelo. Todo su cuerpo se hallaba adormilado, aquella presión le había dejado casi sin sangre circulando por sus extremidades, y lo único que había notado al caer había sido un aparatoso golpe en la cabeza. Se llevó la mano a la misma para comprobar cuánto estaba sangrando, y al mirarse los dedos percibió que la sangre que tenía era más negruzca que roja. Tragó saliva y recordó la parte del "veneno" del informe. ¿Serían efectos secundarios? ¿Su sangre se estaba coagulando, estaría pasando por algún tipo de mal ajeno a su conocimiento?
No es el momento, Bathory, pensó, a la vez que se reincorporaba amargamente y se levantaba con dificultades que solía experimentar cuando Bio estaba cerca. Cada aventura a su lado es un peligro mortal... mas por otro lado la vida sería monótona y aburrida sin su compañía, pensó, esbozando una pequeña sonrisa al ver a su compañero.
El titán de arcilla no dio pie a un despiste, y cuando su compañero se giró para advertir a la mujerzuela que le acompañaba, le atizó con tal fuerza que lo lanzó por los aires contra la pared. Sabía que estaba bien, así que mientras sacaba sus dagas enfocó su mirada en la desconocida. No la conocía, de eso estaba seguro, mas aquellas ridículas orejotas que asomaban entre sus cabellos de oro y aquellas facciones de muñeca de porcelana le relevaron más información de la que necesitaba. Otra elfa. Ya había tenido suficiente de aquella raza prepotente y estúpida. Lo último que le faltaba era que, tras haber sido secuestrado por un elfo loco, otra elfa loca apareciese para "rescatarlo".
—Bio, ¡después de ser secuestrada por un elfo maniático, lo que menos necesito es a su hijita merodeando por aquí! —gruñó, a la vez que le lanzaba una de sus dagas al gigante de arcilla. Se clavó en uno de sus enormes muslos, lo miró con indiferencia y volvió la vista al cazador noctívago.
A medida que la puerta caía y les encerraba en una trampa mortífera, la elfa había escapado de las tinieblas y había hecho acto de presencia, a una distancia considerable pero no a más de 10 metros de los vampiros. Erzsébeth le miró con curiosidad cuando empezó a hablar. Al menos es lista, pensó, a la vez que arrancaba la daga del muslo del bicho de arcilla. Corrió entre sus piernas, aquel maquiavélico muñeco era lento debido a su gran tamaño, de modo que su agilidad era más bien nula. Llegó hasta su amigo vampiro y se colocó a su lado, recuperando el aliento y dedicándole una amplia sonrisa.
—Vale, te perdono lo de tu amiguita —dijo, sin perder la sonrisa— y si tiene razón, el elfo no debería andar muy lejos... —un dolor punzante acudió a su pecho, llevándose una de las manos al mismo y suspirando con vehemencia— pero cualquier distancia ahora mismo me es imposible. Dime que tienes un plan B.
Bio tardó en reconocer que algo se cocía en la penumbra, mas el cazador no dudó ni un instante en que iría raudo y poco precavido en su ayuda. En aquellos instantes, poco importaba que no hubiese un plan mejor que presentarse ante la cosa e insultarla hasta que se muriese del asco; cualquier actuación era la mejor. Cuando se acercó y fue acariciado por la leve luz de las antorchas, su rostro decidido quedó iluminado, y la masa de arcilla pareció perder parte de su interés en el vampiro que tenía apresado entre sus muertas pero funcionales manos.
Erzsébeth no notó que caía hasta que chocó contra el suelo. Todo su cuerpo se hallaba adormilado, aquella presión le había dejado casi sin sangre circulando por sus extremidades, y lo único que había notado al caer había sido un aparatoso golpe en la cabeza. Se llevó la mano a la misma para comprobar cuánto estaba sangrando, y al mirarse los dedos percibió que la sangre que tenía era más negruzca que roja. Tragó saliva y recordó la parte del "veneno" del informe. ¿Serían efectos secundarios? ¿Su sangre se estaba coagulando, estaría pasando por algún tipo de mal ajeno a su conocimiento?
No es el momento, Bathory, pensó, a la vez que se reincorporaba amargamente y se levantaba con dificultades que solía experimentar cuando Bio estaba cerca. Cada aventura a su lado es un peligro mortal... mas por otro lado la vida sería monótona y aburrida sin su compañía, pensó, esbozando una pequeña sonrisa al ver a su compañero.
El titán de arcilla no dio pie a un despiste, y cuando su compañero se giró para advertir a la mujerzuela que le acompañaba, le atizó con tal fuerza que lo lanzó por los aires contra la pared. Sabía que estaba bien, así que mientras sacaba sus dagas enfocó su mirada en la desconocida. No la conocía, de eso estaba seguro, mas aquellas ridículas orejotas que asomaban entre sus cabellos de oro y aquellas facciones de muñeca de porcelana le relevaron más información de la que necesitaba. Otra elfa. Ya había tenido suficiente de aquella raza prepotente y estúpida. Lo último que le faltaba era que, tras haber sido secuestrado por un elfo loco, otra elfa loca apareciese para "rescatarlo".
—Bio, ¡después de ser secuestrada por un elfo maniático, lo que menos necesito es a su hijita merodeando por aquí! —gruñó, a la vez que le lanzaba una de sus dagas al gigante de arcilla. Se clavó en uno de sus enormes muslos, lo miró con indiferencia y volvió la vista al cazador noctívago.
A medida que la puerta caía y les encerraba en una trampa mortífera, la elfa había escapado de las tinieblas y había hecho acto de presencia, a una distancia considerable pero no a más de 10 metros de los vampiros. Erzsébeth le miró con curiosidad cuando empezó a hablar. Al menos es lista, pensó, a la vez que arrancaba la daga del muslo del bicho de arcilla. Corrió entre sus piernas, aquel maquiavélico muñeco era lento debido a su gran tamaño, de modo que su agilidad era más bien nula. Llegó hasta su amigo vampiro y se colocó a su lado, recuperando el aliento y dedicándole una amplia sonrisa.
—Vale, te perdono lo de tu amiguita —dijo, sin perder la sonrisa— y si tiene razón, el elfo no debería andar muy lejos... —un dolor punzante acudió a su pecho, llevándose una de las manos al mismo y suspirando con vehemencia— pero cualquier distancia ahora mismo me es imposible. Dime que tienes un plan B.
Bathory
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Re: [Cerrado] En busca de respuestas [Interpretativo-Libre-Noche]
Me encontraba ya sentado en el piso, justo donde había ido a parar después de aquel golpe crítico del coloso de arcilla, sacudí la cabeza a los lados para salir del atontamiento y pude notar que al menos mi esfuerzo no había sido en vano, al menos Bath ya se encontraba libre, en el piso y algo retorcida pero al menos ya estaba libre y a la carga con sus frases mordaces, por un momento pensé en la lógica de aquella insinuación -¿El sujeto de cabellos plateados era un elfo?- Pregunté bastante intrigado pues desde afuera no había logrado distinguirlo completamente, pero si lo era ¿Qué me aseguraba que la chica no estaba relacionada con él?
La chica corrió hacia nosotros para evitar a los nuevos atacantes que habían aparecido tras ella pero solo consiguió dejarnos más rodeados, aunque al mismo tiempo y antes de dejarme interrogarla sobre las sospechas de la rubia, al menos nos ofreció un poco de información que podría ser de utilidad -¿De arcilla?- Pregunté mientras miraba mis nudillos enrojecidos por el golpe que le había dado de lleno y que me había dolido más a mí que a él. La chica sabía mucho, tal vez demasiado, si un elfo los controlaba ¿Qué impedía que ese elfo fuera ella? Guardé mis dagas en la parte baja de mi espalda y aprovechando que Bath había llamado la atención de uno de los guardianes para enfocarme en la pequeña elfa; avancé hacia ella decidido a tomarla del cuello y hacerla hablar pero entonces un ligero escozor por todo mi cuerpo me hizo sentir algo que hacía ya mucho tiempo no sentía, incluso, a medida que me acercaba a ella la sensación de fortaleza se hacía más intenso -¿Esto lo haces tú?- Le pregunté mientras miraba mis manos sintiendo mis fuerzas renovadas.
La entrada se encontraba ahora cerrada y no era la mejor opción para tratar de escapar, acercarnos a ella para tratar de abrirla podría llevarnos a un peligroso callejón sin salida, los dos guardianes que venían tras la chica ya venían cada vez más cerca -No es bueno quedarnos acá- Dije mientras invitaba a la chica a seguirme y adentrarnos un poco en el lugar hasta encontrar una mejor oportunidad de salir -No es mi amiga- Dije al pasar cerca de Bath invitándola a seguirme -Es mi nueva mascota- Murmuré en tono bajo, no podía decirle que acababa de conocerla o eso agudizaría más las sospechas, y de momento no se me pudo ocurrir nada mejor que eso -Claro que tengo un plan B- Dije con una sonrisa pícara aunque realmente no tenía ni la más remota idea de a dónde ir, tal vez, si nos adentrábamos mucho podríamos encontrar algo que sirviera para combatir al misterioso elfo.
Me adentré un poco en la oscura caverna iluminada tenuemente por esporádicas antorchas que a medias lograban iluminar el camino, a ambos lados se podían ver múltiples estatuas inmóviles, similares a las tres que nos perseguían a paso lento -Oh, rayos- Murmuré preocupado pero al acercarme a una de ellas y empujarla, ésta se fue al piso desmoronándose en pedazos -Ya he matado a uno, les toca a ustedes vencer a esos tres- Festejé emocionado aunque mi rostro cambió al ver que Bath estaba herida -¿Estás bien?- Pregunté a la vampira mientras me acercaba discretamente intentando ver mejor, aunque para no ofender su orgullo prefería no abusar de lo evidente, esperaba que tuviera la suficiente confianza para revelarme su estado por ella misma.
Sin embargo no quedaba mucho tiempo para explicaciones, los guardianes de arcilla, antes lentos y torpes, comenzaban a avanzar hacia nosotros cada vez más de prisa, como si aquel que los controlaba comenzara a acercarse al lugar, no sabía si eso realmente era bueno o malo, pero inevitablemente era una posibilidad, no terminaba de descartar que la misma chica pudiera también controlarlos, era poco lo que sabía de aquella extraña magia, pero de momento, sabía que los elfos solo podían especializarse en una senda, si la chica era sanadora, no podría realizar ese tipo de animaciones; de momento las sospechas seguirían en pie hasta refutarlas o confirmarlas, pero ante la situación inminente ¿Cuál sería la mejor opción? ¿Adentrarnos en la caverna o salir a esperar enfrentarnos a lo desconocido? ¿Y si no regresaba solo?
La chica corrió hacia nosotros para evitar a los nuevos atacantes que habían aparecido tras ella pero solo consiguió dejarnos más rodeados, aunque al mismo tiempo y antes de dejarme interrogarla sobre las sospechas de la rubia, al menos nos ofreció un poco de información que podría ser de utilidad -¿De arcilla?- Pregunté mientras miraba mis nudillos enrojecidos por el golpe que le había dado de lleno y que me había dolido más a mí que a él. La chica sabía mucho, tal vez demasiado, si un elfo los controlaba ¿Qué impedía que ese elfo fuera ella? Guardé mis dagas en la parte baja de mi espalda y aprovechando que Bath había llamado la atención de uno de los guardianes para enfocarme en la pequeña elfa; avancé hacia ella decidido a tomarla del cuello y hacerla hablar pero entonces un ligero escozor por todo mi cuerpo me hizo sentir algo que hacía ya mucho tiempo no sentía, incluso, a medida que me acercaba a ella la sensación de fortaleza se hacía más intenso -¿Esto lo haces tú?- Le pregunté mientras miraba mis manos sintiendo mis fuerzas renovadas.
La entrada se encontraba ahora cerrada y no era la mejor opción para tratar de escapar, acercarnos a ella para tratar de abrirla podría llevarnos a un peligroso callejón sin salida, los dos guardianes que venían tras la chica ya venían cada vez más cerca -No es bueno quedarnos acá- Dije mientras invitaba a la chica a seguirme y adentrarnos un poco en el lugar hasta encontrar una mejor oportunidad de salir -No es mi amiga- Dije al pasar cerca de Bath invitándola a seguirme -Es mi nueva mascota- Murmuré en tono bajo, no podía decirle que acababa de conocerla o eso agudizaría más las sospechas, y de momento no se me pudo ocurrir nada mejor que eso -Claro que tengo un plan B- Dije con una sonrisa pícara aunque realmente no tenía ni la más remota idea de a dónde ir, tal vez, si nos adentrábamos mucho podríamos encontrar algo que sirviera para combatir al misterioso elfo.
Me adentré un poco en la oscura caverna iluminada tenuemente por esporádicas antorchas que a medias lograban iluminar el camino, a ambos lados se podían ver múltiples estatuas inmóviles, similares a las tres que nos perseguían a paso lento -Oh, rayos- Murmuré preocupado pero al acercarme a una de ellas y empujarla, ésta se fue al piso desmoronándose en pedazos -Ya he matado a uno, les toca a ustedes vencer a esos tres- Festejé emocionado aunque mi rostro cambió al ver que Bath estaba herida -¿Estás bien?- Pregunté a la vampira mientras me acercaba discretamente intentando ver mejor, aunque para no ofender su orgullo prefería no abusar de lo evidente, esperaba que tuviera la suficiente confianza para revelarme su estado por ella misma.
Sin embargo no quedaba mucho tiempo para explicaciones, los guardianes de arcilla, antes lentos y torpes, comenzaban a avanzar hacia nosotros cada vez más de prisa, como si aquel que los controlaba comenzara a acercarse al lugar, no sabía si eso realmente era bueno o malo, pero inevitablemente era una posibilidad, no terminaba de descartar que la misma chica pudiera también controlarlos, era poco lo que sabía de aquella extraña magia, pero de momento, sabía que los elfos solo podían especializarse en una senda, si la chica era sanadora, no podría realizar ese tipo de animaciones; de momento las sospechas seguirían en pie hasta refutarlas o confirmarlas, pero ante la situación inminente ¿Cuál sería la mejor opción? ¿Adentrarnos en la caverna o salir a esperar enfrentarnos a lo desconocido? ¿Y si no regresaba solo?
Bio
Aerandiano de honor
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Re: [Cerrado] En busca de respuestas [Interpretativo-Libre-Noche]
No lograba recordar la última vez que mi mente trabajó con tanta vehemencia. Todo lo que recordaba de los elfos con magia encaminada a la animación era meramente vago y en estos momentos me reprendía a mí misma por no haber estudiado más. Hasta ahora lo único seguro era que varios guardianes de arcilla nos atacaban, que yo había caído en este lugar por equivocación y que no había mucho que pudiese hacer para ayudar. Un elfo había secuestrado a la compañera de Bio y creó a los guardianes que poco a poco nos acorralaban. Me quedé analizando la pregunta del ex-atacante, ¿sería posible que aquel que los controlaba fuese el mismo jinete que vimos anteriormente? Esa idea rondó mi mente un rato, hasta que sentí la mirada fija de la otra chica sobre mi persona y escuché su comentario posterior.
Me cohibí un poco y permanecí en silencio. Nada tenía yo que ver en lo que le había sucedido y de haberlo sabido antes de seguro que habría hecho algo para evitarlo, pero estaba consciente que luego de que pasó por este fatídico incidente sería difícil que confiara en las personas como yo. Observé como ella lanzaba lo que parecían ser unas dagas hacia uno de los guardianes, para después colocarse junto a Bio. Asentí frenéticamente a la pregunta del joven y lo seguí, intentando no separarme mucho de él, o de lo contrario mi magia no le ayudaría. Me sentía bastante aliviada de saber que había funcionado y él se había percatado de ello, al menos podía decirse que no estaba resultando tan inútil.
Asentí levemente cuando Bio dijo que no era su amiga, aunque terminé inflando mis mejillas en señal de molestia ante su comentario siguiente. A pesar de haberlo mencionado en voz baja fui completamente capaz de escucharlo. En definitiva parecía gozar molestándome, ¿tan difícil era decir que nos acabábamos de conocer y que intentó matarme? No, tenía que burlarse de mí de alguna u otra forma. Al menos esperaba que sus planes fueran tan buenos como su ‘‘sentido del humor’’. En un momento me detuve en el camino que íbamos recorriendo, observando que había estatuas de arcilla iguales a las que nos perseguían por todo el lugar. La idea de morir en manos de una de esas cosas me irritó enormemente. Corrí nuevamente para acercarme a Bio y tomé su camisa con mis dedos en un intento por no quedarme detrás otra vez.
—No debes alejarte mucho de mí o mi magia no surtirá efecto —fruncí el ceño—. Mis habilidades no son muy fuertes aún, por ende solo puedo incrementar tu fuerza un poco, pero si te separas demasiado la bendición perderá eficacia.
El joven se acercó a una de las estatuas de arcilla y en un pequeño empujón esta se deshizo completamente. Nuevamente le mandé una mirada de muerte a su comentario, si fuese una dañadora mágica como mi hermano seguramente podría hacer algo más que solo aumentar su fuerza, sin embargo esas cualidades no formaban parte de mi arsenal; no lograría hacerle ni cosquillas a una de esas criaturas. La señorita se llevó una mano a su pecho con un semblante dolorido. Analicé la idea de ayudarla, pero yo no parecía ser de su agrado y suponía que lo que menos quería era tener a otro elfo a su alrededor.
—Bio, necesitamos encontrar una salida —lo miré con determinación—. Ella no está en condiciones de enfrentarse al invocador y mi magia no te ayudará por mucho tiempo —miré a los guardianes de arcilla acercarse a nosotros cada vez más—. No podré ayudarlos de alguna forma si nos atrapan…inclusive ahora no puedo hacer mucho por sanarla, debido a que mi magia está usándose en ti.
Bajé mi mirada apenada, sabía que no estaba aportando nada a la causa, pero tampoco deseaba que nos mataran a los tres. La mejor opción ahora era seguir adelante, ya nos encontrábamos encerrados y era de esperarse que existiese otra salida, nadie en su sano juicio se arriesgaría a bloquear una salida encerrándose a sí mismo también, si alguien atacaba al invocador este tendría que salir de alguna forma. De todos modos esperaba no tener que toparnos con el causante de este embrollo.
Me cohibí un poco y permanecí en silencio. Nada tenía yo que ver en lo que le había sucedido y de haberlo sabido antes de seguro que habría hecho algo para evitarlo, pero estaba consciente que luego de que pasó por este fatídico incidente sería difícil que confiara en las personas como yo. Observé como ella lanzaba lo que parecían ser unas dagas hacia uno de los guardianes, para después colocarse junto a Bio. Asentí frenéticamente a la pregunta del joven y lo seguí, intentando no separarme mucho de él, o de lo contrario mi magia no le ayudaría. Me sentía bastante aliviada de saber que había funcionado y él se había percatado de ello, al menos podía decirse que no estaba resultando tan inútil.
Asentí levemente cuando Bio dijo que no era su amiga, aunque terminé inflando mis mejillas en señal de molestia ante su comentario siguiente. A pesar de haberlo mencionado en voz baja fui completamente capaz de escucharlo. En definitiva parecía gozar molestándome, ¿tan difícil era decir que nos acabábamos de conocer y que intentó matarme? No, tenía que burlarse de mí de alguna u otra forma. Al menos esperaba que sus planes fueran tan buenos como su ‘‘sentido del humor’’. En un momento me detuve en el camino que íbamos recorriendo, observando que había estatuas de arcilla iguales a las que nos perseguían por todo el lugar. La idea de morir en manos de una de esas cosas me irritó enormemente. Corrí nuevamente para acercarme a Bio y tomé su camisa con mis dedos en un intento por no quedarme detrás otra vez.
—No debes alejarte mucho de mí o mi magia no surtirá efecto —fruncí el ceño—. Mis habilidades no son muy fuertes aún, por ende solo puedo incrementar tu fuerza un poco, pero si te separas demasiado la bendición perderá eficacia.
El joven se acercó a una de las estatuas de arcilla y en un pequeño empujón esta se deshizo completamente. Nuevamente le mandé una mirada de muerte a su comentario, si fuese una dañadora mágica como mi hermano seguramente podría hacer algo más que solo aumentar su fuerza, sin embargo esas cualidades no formaban parte de mi arsenal; no lograría hacerle ni cosquillas a una de esas criaturas. La señorita se llevó una mano a su pecho con un semblante dolorido. Analicé la idea de ayudarla, pero yo no parecía ser de su agrado y suponía que lo que menos quería era tener a otro elfo a su alrededor.
—Bio, necesitamos encontrar una salida —lo miré con determinación—. Ella no está en condiciones de enfrentarse al invocador y mi magia no te ayudará por mucho tiempo —miré a los guardianes de arcilla acercarse a nosotros cada vez más—. No podré ayudarlos de alguna forma si nos atrapan…inclusive ahora no puedo hacer mucho por sanarla, debido a que mi magia está usándose en ti.
Bajé mi mirada apenada, sabía que no estaba aportando nada a la causa, pero tampoco deseaba que nos mataran a los tres. La mejor opción ahora era seguir adelante, ya nos encontrábamos encerrados y era de esperarse que existiese otra salida, nadie en su sano juicio se arriesgaría a bloquear una salida encerrándose a sí mismo también, si alguien atacaba al invocador este tendría que salir de alguna forma. De todos modos esperaba no tener que toparnos con el causante de este embrollo.
Ashryn Elaynor
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Re: [Cerrado] En busca de respuestas [Interpretativo-Libre-Noche]
Sin duda, Erzsébeth era consciente de que su querido Bio no tenía ningún plan en la recámara, solo huir como ratas escurridizas era una opción viable ante una magia desconocida como aquella: mas les era imposible. La puerta había sellado el único atisbo de esperanza que quedaba en el cansado cuerpo del vampiro, el cual con la pequeña carrera para llegar a Bio se había quedado sin fuerzas. Podía mantenerse de pie a duras penas, incluso caminar se le antojaba difícil... sin embargo, no había conseguido huir de su captor y sobrevivir a aquella fatídica aventura para morir en manos de su amigo vampiro.
—Hablando de mascotas... —susurró con una leve sonrisa, esperando que su compañero tuviera alguna respuesta positiva— ¿has visto a Hiel por el camino? Ese cuervo listillo me ha dejado muy sola. Cuando hay problemas sabe dónde esconderse —musitó, llevándose una mano al cuello— pero luego encontrarlo es un auténtico calvario. Cuando salgamos de aquí —dijo, apretándole un brazo a Bio a la vez que se le pasaba por delante, utilizándolo como leve apoyo para reincorporarse del todo— me ayudas a buscarlo, ¿vale? Tu mascotita orejona puede quedarse recogiendo flores, o lo que quiera que hagan los de su especie.
Aquella sensación de fatiga que estaba sintiendo se desvaneció poco a poco al acercarse a la elfa. Ya había escuchado aquella palabrería absurda sobre su magia, y Erzsébeth había comprobado a ciencia cierta que aquella raza si se caracterizaba por algo era por tocar los cojones usando hechizos y una verborrea demasiado sofisticada. Se quedó a una distancia prudencial de la niña, con ambas dagas en las manos, mirándola con algo de desconfianza con un toque de curiosidad. Se preguntaba quién era y qué hacía allí: aunque Bio tuviese muchos conocidos en aquellos lares, esta en concreto era una cara demasiado nueva... y aniñada. La escudriñó con más precisión ahora que la tenía justo enfrente, y supo que no tenía nada que ver con lo que estaba sucediendo.
Caminaba pausadamente, como analizando todo lo que había a su alrededor. Si aquel elfo fuese algún pariente, ya sabría por dónde se movía, pero parecía incluso más desorientada y asustada que los dos vampiros. La timidez de su voz y la modestia con la que hablaba no era propia de una elfa, pero lo agradeció en el alma. Se relajó al pensar que solo había un mago al que hacerle frente, que solo deberían acabar con aquel loco para salir del maldito laberinto, aunque su paz mental poco duró al escuchar un ruido atroz. Dirigió su mirada hacia adelante, a donde se encontraba su compañero.
Bio se había acercado a una figura y la había reventado contra el suelo. Aquel sonido ronco despertó algo dentro del vampiro en lo que no había reparado desde hacía horas. Un hambre feroz recorría su cuerpo. No había comido desde hacía días, y aquella sensación de vacío comenzaba a acumularse en sus entrañas. Entonces se percató de la presencia de un suculento plato, tan joven y despistado que sería tan fácil de matar como un conejito. Volvió su mirada a la joven elfa y comenzó a salivar. Se acercó con discreción y se pegó a ella, aspirando con profundidad el aroma que emanaba de su ser.
En lo que Bio divagaba el cazador noctívago alzó una de sus manos con lentitud, dirigiéndola hasta la cabeza de la elfa. No llegó a rozarla, ni siquiera un poco, cuando se dio cuenta de que unas pisadas resonaban no muy lejos. Escuchaba también a alguien maldecir por lo bajo, y supo enseguida que era la voz de su secuestrador. Olvidándose nuevamente del hambre que le embriagaba, echándole un último vistazo a su presa y diciéndose a sí mismo que si Bio la acompañaba, tendría una buena razón. Y los amigos de Bio no son comida, pensó, a la vez que se ponía justo delante de la elfa, dedicándole una mirada picarona y segura.
—Debemos avanzar, elfita —dijo, sonriéndole— tu pariente se aproxima.
Se giró, mirando a Bio, y se le acercó.
—Sé dónde meternos para pillarle por sorpresa. Solo tenéis que seguirme. Iremos a su... laboratorio, sí, y le esperaremos allí. Le mataremos justo donde menos se imagina.
Y comenzó a caminar, dejando a ambos atrás, mas siempre quedándose en su campo de visión. Era un laberinto, al fin y al cabo, y si no seguían sus instrucciones al pie de la letra jamás podrían encontrarlo. Después de unos minutos caminando, habría jurado que menos que la anterior vez, llegó hasta la puerta del laboratorio. Se cercioró de que le seguían y empujó la puerta para abrirla.
—Seguro que no se imagina qué le espera... —dijo, mientras empujaba con suavidad la puerta. Lo que no se imaginaba era que se encontraría de bruces con una trampa, con alguien disparándole una flecha en el hombro derecho. El proyectil salió disparado con tal fuerza que el vampiro terminó en la pared frente a la habitación, dando un grito agudo y agarrándose la flecha con una mano, haciendo presión con la otra en el orificio de entrada.
—No te creerías que ibas a engañar a un científico tan inteligente como yo, ¿no? —dijo una voz familiar, saliendo de la penumbra del cuarto. El elfo de cabellos plateados salió, con dos figuras de arcilla a su espalda. —La presa puede ser más fuerte, pero nunca más lista...
Entonces, ¿qué voces había escuchado el vampiro a su espalda hacía apenas 10 minutos? ¿Había más elfos allí abajo... o empezaba a alucinar debido al hambre?
—Hablando de mascotas... —susurró con una leve sonrisa, esperando que su compañero tuviera alguna respuesta positiva— ¿has visto a Hiel por el camino? Ese cuervo listillo me ha dejado muy sola. Cuando hay problemas sabe dónde esconderse —musitó, llevándose una mano al cuello— pero luego encontrarlo es un auténtico calvario. Cuando salgamos de aquí —dijo, apretándole un brazo a Bio a la vez que se le pasaba por delante, utilizándolo como leve apoyo para reincorporarse del todo— me ayudas a buscarlo, ¿vale? Tu mascotita orejona puede quedarse recogiendo flores, o lo que quiera que hagan los de su especie.
Aquella sensación de fatiga que estaba sintiendo se desvaneció poco a poco al acercarse a la elfa. Ya había escuchado aquella palabrería absurda sobre su magia, y Erzsébeth había comprobado a ciencia cierta que aquella raza si se caracterizaba por algo era por tocar los cojones usando hechizos y una verborrea demasiado sofisticada. Se quedó a una distancia prudencial de la niña, con ambas dagas en las manos, mirándola con algo de desconfianza con un toque de curiosidad. Se preguntaba quién era y qué hacía allí: aunque Bio tuviese muchos conocidos en aquellos lares, esta en concreto era una cara demasiado nueva... y aniñada. La escudriñó con más precisión ahora que la tenía justo enfrente, y supo que no tenía nada que ver con lo que estaba sucediendo.
Caminaba pausadamente, como analizando todo lo que había a su alrededor. Si aquel elfo fuese algún pariente, ya sabría por dónde se movía, pero parecía incluso más desorientada y asustada que los dos vampiros. La timidez de su voz y la modestia con la que hablaba no era propia de una elfa, pero lo agradeció en el alma. Se relajó al pensar que solo había un mago al que hacerle frente, que solo deberían acabar con aquel loco para salir del maldito laberinto, aunque su paz mental poco duró al escuchar un ruido atroz. Dirigió su mirada hacia adelante, a donde se encontraba su compañero.
Bio se había acercado a una figura y la había reventado contra el suelo. Aquel sonido ronco despertó algo dentro del vampiro en lo que no había reparado desde hacía horas. Un hambre feroz recorría su cuerpo. No había comido desde hacía días, y aquella sensación de vacío comenzaba a acumularse en sus entrañas. Entonces se percató de la presencia de un suculento plato, tan joven y despistado que sería tan fácil de matar como un conejito. Volvió su mirada a la joven elfa y comenzó a salivar. Se acercó con discreción y se pegó a ella, aspirando con profundidad el aroma que emanaba de su ser.
En lo que Bio divagaba el cazador noctívago alzó una de sus manos con lentitud, dirigiéndola hasta la cabeza de la elfa. No llegó a rozarla, ni siquiera un poco, cuando se dio cuenta de que unas pisadas resonaban no muy lejos. Escuchaba también a alguien maldecir por lo bajo, y supo enseguida que era la voz de su secuestrador. Olvidándose nuevamente del hambre que le embriagaba, echándole un último vistazo a su presa y diciéndose a sí mismo que si Bio la acompañaba, tendría una buena razón. Y los amigos de Bio no son comida, pensó, a la vez que se ponía justo delante de la elfa, dedicándole una mirada picarona y segura.
—Debemos avanzar, elfita —dijo, sonriéndole— tu pariente se aproxima.
Se giró, mirando a Bio, y se le acercó.
—Sé dónde meternos para pillarle por sorpresa. Solo tenéis que seguirme. Iremos a su... laboratorio, sí, y le esperaremos allí. Le mataremos justo donde menos se imagina.
Y comenzó a caminar, dejando a ambos atrás, mas siempre quedándose en su campo de visión. Era un laberinto, al fin y al cabo, y si no seguían sus instrucciones al pie de la letra jamás podrían encontrarlo. Después de unos minutos caminando, habría jurado que menos que la anterior vez, llegó hasta la puerta del laboratorio. Se cercioró de que le seguían y empujó la puerta para abrirla.
—Seguro que no se imagina qué le espera... —dijo, mientras empujaba con suavidad la puerta. Lo que no se imaginaba era que se encontraría de bruces con una trampa, con alguien disparándole una flecha en el hombro derecho. El proyectil salió disparado con tal fuerza que el vampiro terminó en la pared frente a la habitación, dando un grito agudo y agarrándose la flecha con una mano, haciendo presión con la otra en el orificio de entrada.
—No te creerías que ibas a engañar a un científico tan inteligente como yo, ¿no? —dijo una voz familiar, saliendo de la penumbra del cuarto. El elfo de cabellos plateados salió, con dos figuras de arcilla a su espalda. —La presa puede ser más fuerte, pero nunca más lista...
Entonces, ¿qué voces había escuchado el vampiro a su espalda hacía apenas 10 minutos? ¿Había más elfos allí abajo... o empezaba a alucinar debido al hambre?
Bathory
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Re: [Cerrado] En busca de respuestas [Interpretativo-Libre-Noche]
Lentamente y sin darnos cuenta estábamos siendo empujados hacia el interior de la cueva, no sabía si aquello era intencional o tan solo una casualidad, pero fuera como fuera, de momento no había manera de evitarlo, me quedé paralizado cuando la elfita se aferró a mi camisa, sin duda no esperaba aquello después del susto que le había dado e incluso me sentí en la obligación de protegerla, al menos hasta salir de esta espantosa cueva donde habíamos venido a parar -Has hecho mucho más de lo que esperaría de ti- Dije con una leve sonrisa para animarla, parecía tener mucho potencial, pero también poca confianza en sí misma.
La voz de la vampira me sacó de mi momento de distracción recordándome a su pajarraco, extrañamente yo tampoco lo había visto en los alrededores, de hecho, no lo veía desde que nos acercábamos a la torre unos días antes -Claro que sí- Respondí a su petición de buscar al cuervo mientras le ofrecía mi brazo para ayudarle a avanzar de prisa -Los de su especie sirven para ser comida- Dije en tono jocoso, aunque no permitiría que Bath la mordiera, por alguna razón la idea de asustarla me hacía estar menos asustado.
La pequeña elfa resultaba cada vez más astuta y precavida, sin duda esperaba salir viva de esto, cosa que de hecho me alegraba bastante, pues me enoja la gente que se rinde fácilmente; despegarme de ellas para acabar rompiendo al muñeco dio unos instantes a solas entre ambas, o al menos sin mí de por medio, y por alguna razón me parecía que Bath deseaba mordisquear a la pobre elfa como si fuera una manzana, ante lo cual regresé de prisa pero antes Bath logró controlarse; o tal vez solo había sido mi imaginación -Sea lo que sea que vayamos a hacer, hay que hacerlo rápido- Dije mientras señalaba a los guardianes que se acercaban cada vez más de prisa.
La vampira parecía haber ideado un plan para salir de esto y además deshacernos del secuestrador -Te seguiría hasta el último rincón de este mundo si me lo pides- Le dije pícaramente a Bath mientras me ponía en movimiento junto a ella -No te quedes atrás, Asherin- Le dije mientras dedicaba una mirada atrás tan solo para notar algo extraño, detuve mis pasos al notar que los guardianes que con tanta prisa había comenzado a andar, ahora simplemente se detenían quedando de nuevo como estatuas sin vida, tenía un mal presentimiento pero tampoco había más a dónde ir, así que seguí a la dispareja pareja de chicas a través de las complejas bifurcaciones de aquel tétrico lugar donde sin la guía de Bath habríamos terminado perdidos por un largo rato.
Finalmente llegamos a la habitación, el supuesto laboratorio donde tenderíamos una brutal emboscada pero para nuestra sorpresa los emboscados fuimos nosotros; Bath se llevó la peor parte, quedando anclada a la pared por una flecha -Abajo- Dije a Ash mientras le señalaba el piso con mi mano y me orillaba hacia la pared, hasta ahora el científico solo había visto a Bath, así que podríamos tener el elemento sorpresa de nuestro lado; por como se veía no sería difícil llegar a él, preparé mis dagas apretándolas con fuerza dispuesto a salir en un vertiginoso ataque pero me detuve al ver que no venía solo, de nuevo tenía guardianes de arcilla con él -Ayuda a Bath, por favor- Dije a la elfa en tono de súplica mientras corría hacia el más cercano de los guardianes de arcilla, al cual alcancé a incrustarle mis dos dagas en el pecho para luego abrirlas y descubrir que su interior estaba vacío; a diferencia de los anteriores que resultaban tan fuertes, éstos habían sacrificado esa ventaja en favor de otra cosa ¿Pero qué?
La pregunta no tardó mucho en ser respondida pues el otro guardián reaccionó con unos grandes reflejos dándome un fuerte golpe en la frente que me dejó un poco mareado; la figura a la que le había roto el pecho avanzó un par de pasos y cayó al piso sin movimiento alguno, sin embargo, otra figura intacta tomó ese lugar como guardián del secuestrador; esto me angustió un poco, no solo por la facilidad con la que podía activarse uno nuevo cada vez, sino porque el pasillo por el que habíamos caminado y también en el que estábamos ahora, estaban completamente decorados con cientos de estatuas similares entre ellas, lo cual me hacía preguntarme algunas cosas -Si tiene un ejército tan grande que debe esconderlo ¿Por qué no mueve todos a la vez?- Las conclusiones llegaban una tras otra, aunque solo era una suposición, concluí que tal vez, y solo tal vez, el elfo no podría controlar más allá de dos muñecos al mismo tiempo, el conocimiento era una gran ventaja, el problema era cómo usar ese conocimiento para vencer al oponente...
La voz de la vampira me sacó de mi momento de distracción recordándome a su pajarraco, extrañamente yo tampoco lo había visto en los alrededores, de hecho, no lo veía desde que nos acercábamos a la torre unos días antes -Claro que sí- Respondí a su petición de buscar al cuervo mientras le ofrecía mi brazo para ayudarle a avanzar de prisa -Los de su especie sirven para ser comida- Dije en tono jocoso, aunque no permitiría que Bath la mordiera, por alguna razón la idea de asustarla me hacía estar menos asustado.
La pequeña elfa resultaba cada vez más astuta y precavida, sin duda esperaba salir viva de esto, cosa que de hecho me alegraba bastante, pues me enoja la gente que se rinde fácilmente; despegarme de ellas para acabar rompiendo al muñeco dio unos instantes a solas entre ambas, o al menos sin mí de por medio, y por alguna razón me parecía que Bath deseaba mordisquear a la pobre elfa como si fuera una manzana, ante lo cual regresé de prisa pero antes Bath logró controlarse; o tal vez solo había sido mi imaginación -Sea lo que sea que vayamos a hacer, hay que hacerlo rápido- Dije mientras señalaba a los guardianes que se acercaban cada vez más de prisa.
La vampira parecía haber ideado un plan para salir de esto y además deshacernos del secuestrador -Te seguiría hasta el último rincón de este mundo si me lo pides- Le dije pícaramente a Bath mientras me ponía en movimiento junto a ella -No te quedes atrás, Asherin- Le dije mientras dedicaba una mirada atrás tan solo para notar algo extraño, detuve mis pasos al notar que los guardianes que con tanta prisa había comenzado a andar, ahora simplemente se detenían quedando de nuevo como estatuas sin vida, tenía un mal presentimiento pero tampoco había más a dónde ir, así que seguí a la dispareja pareja de chicas a través de las complejas bifurcaciones de aquel tétrico lugar donde sin la guía de Bath habríamos terminado perdidos por un largo rato.
Finalmente llegamos a la habitación, el supuesto laboratorio donde tenderíamos una brutal emboscada pero para nuestra sorpresa los emboscados fuimos nosotros; Bath se llevó la peor parte, quedando anclada a la pared por una flecha -Abajo- Dije a Ash mientras le señalaba el piso con mi mano y me orillaba hacia la pared, hasta ahora el científico solo había visto a Bath, así que podríamos tener el elemento sorpresa de nuestro lado; por como se veía no sería difícil llegar a él, preparé mis dagas apretándolas con fuerza dispuesto a salir en un vertiginoso ataque pero me detuve al ver que no venía solo, de nuevo tenía guardianes de arcilla con él -Ayuda a Bath, por favor- Dije a la elfa en tono de súplica mientras corría hacia el más cercano de los guardianes de arcilla, al cual alcancé a incrustarle mis dos dagas en el pecho para luego abrirlas y descubrir que su interior estaba vacío; a diferencia de los anteriores que resultaban tan fuertes, éstos habían sacrificado esa ventaja en favor de otra cosa ¿Pero qué?
La pregunta no tardó mucho en ser respondida pues el otro guardián reaccionó con unos grandes reflejos dándome un fuerte golpe en la frente que me dejó un poco mareado; la figura a la que le había roto el pecho avanzó un par de pasos y cayó al piso sin movimiento alguno, sin embargo, otra figura intacta tomó ese lugar como guardián del secuestrador; esto me angustió un poco, no solo por la facilidad con la que podía activarse uno nuevo cada vez, sino porque el pasillo por el que habíamos caminado y también en el que estábamos ahora, estaban completamente decorados con cientos de estatuas similares entre ellas, lo cual me hacía preguntarme algunas cosas -Si tiene un ejército tan grande que debe esconderlo ¿Por qué no mueve todos a la vez?- Las conclusiones llegaban una tras otra, aunque solo era una suposición, concluí que tal vez, y solo tal vez, el elfo no podría controlar más allá de dos muñecos al mismo tiempo, el conocimiento era una gran ventaja, el problema era cómo usar ese conocimiento para vencer al oponente...
Bio
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Re: [Cerrado] En busca de respuestas [Interpretativo-Libre-Noche]
No estaba segura del momento en que se encendió una alerta en mi cerebro. Cada segundo que pasábamos en la cueva solo nos volvía más vulnerables y aunque tenía cierta curiosidad por descubrir quién era el perpetrador de semejantes actos, esta era menor a mis ganas de que los tres saliéramos con vida. Dirigí mi mirada a todos lados, esperando encontrar algún detalle relacionado con la persona que estaba detrás de todo, permaneciendo alerta a cualquier posible peligro. La señorita mantuvo su distancia de mí y ciertamente no esperaba menos. Sentía algo de vergüenza de saber que uno de los míos la había causado tantos infortunios y lo que menos deseaba era revolotear a su lado recordándole tales sucesos con mi mera presencia.
Suspiré aliviada cuando los escuché entablar una pequeña charla animada, al menos podía decirse que ella se sentía un poco mejor. No me sentía con el derecho de refutar a su definición de mascota sobre mi persona, después de todo soñar con recoger flores por ahí difería mucho de mi realidad en la que me aguardaba una muerte segura al llegar a casa. Parpadeé confundida, tratando de asimilar aquel comentario y al percatarme del contexto me quise golpear mentalmente. Con todo lo que había ocurrido ni siquiera había reparado en el hecho de que ellos eran vampiros; y yo…pues bueno, seguramente sería la cena; aunque a estas alturas de la situación morir a manos de desconocidos sería mucho más gentil que morir a manos de mi padre o mi abuelo.
—Si salimos con vida de este lugar podrás considerarme tu cena —Miré a Bio con una sonrisa graciosa.
No supe en que momento la joven se acercó hacia mí, desconcertándome un poco. Pensaba que yo no era de su agrado y como siempre manteníamos distancia la una de la otra, su acción terminó por desconcertarme. Respondí a la sonrisa de la señorita, susurrando una pequeña disculpa por las atrocidades que alguien de mi raza le había ocasionado y bajé mi mirada un instante. Aun así no tuve mucho tiempo de pensar en ello, pues Bio no tardó en regresar junto a ambas, señalando a los guardianes que se acercaban a nosotros con rapidez. Inflé mis mejillas por enésima vez en la velada y estaba a punto de espetar que mi nombre era Ashryn y no Asherin, cuando noté que el joven detenía sus pasos un instante, observando que aquellas criaturas ya no nos seguían. Seguimos el complicado trayecto, entre pasillos rebuscados y bifurcaciones confusas; pero ninguno pudimos anticipar lo que sucedería al llegar a nuestro destino.
La señorita recibió el ataque de frente, siendo asestada contra la pared por una flecha. Bio me sugirió que me quedara quieta y acaté la orden sin pensarlo dos veces. Finalmente nos encontramos con el laboratorio donde aquel elfo se encontraba. El vampiro me pidió que ayudara a la chica antes de dirigirse a toda velocidad contra el guardián más cercano, pero antes de que pudiese gritar y advertirle otra criatura apareció, lanzando un golpe al rostro del joven. Tapé mi boca y ahogué un grito, escabulléndome hacia donde la joven se encontraba. Aprovechaba la conmoción ocasionada y esperaba poder llegar a ella sin ser notada. Mis habilidades se debilitaban conforme más me distanciaba de Bio, sin embargo en esos momentos lo único que pensaba era en cumplir con su petición.
—Por favor déjeme ayudarla—hablé con firmeza, observando la flecha incrustada en su hombro—. Esto le dolerá un poco, pero se lo compensaré —con cuidado y rapidez saqué la flecha de su hombro y puse mis manos sobre la herida. Tenía múltiples laceraciones en todo su cuerpo, tantas que en realidad no sabía por dónde tenía que comenzar.
Recité una plegaria en silencio, comenzando a sanar la herida más reciente causada por aquel proyectil. Me mantuve a su lado de forma determinada, aguardando que la herida terminara por fin de sanar. Mi magia había menguado al fortalecer a Bio y sumado al esfuerzo que me suponía sanar a alguien ya comenzaba a sentir el pequeño baje de energía. No estaba segura de cuánto tiempo nos quedaba antes de que la atención de aquel elfo se dirigiera a nosotras, pero me proponía curar al menos un poco del daño que la joven tenía en su cuerpo, reservando un poco de mi magia para sanar las heridas del otro vampiro. En mi mente formulaba la pequeña idea de distraer al causante de todo esto, pero para ello primero necesitaba asegurarme de que ambos vampiros estaban en condiciones de huir; después de todo deshacerse del soporte debía ser la primera misión de alguien si es que quería tener éxito en sus planes y con eso en la mente sopesé la posibilidad de que aquel elfo realmente no era tan inteligente.
Suspiré aliviada cuando los escuché entablar una pequeña charla animada, al menos podía decirse que ella se sentía un poco mejor. No me sentía con el derecho de refutar a su definición de mascota sobre mi persona, después de todo soñar con recoger flores por ahí difería mucho de mi realidad en la que me aguardaba una muerte segura al llegar a casa. Parpadeé confundida, tratando de asimilar aquel comentario y al percatarme del contexto me quise golpear mentalmente. Con todo lo que había ocurrido ni siquiera había reparado en el hecho de que ellos eran vampiros; y yo…pues bueno, seguramente sería la cena; aunque a estas alturas de la situación morir a manos de desconocidos sería mucho más gentil que morir a manos de mi padre o mi abuelo.
—Si salimos con vida de este lugar podrás considerarme tu cena —Miré a Bio con una sonrisa graciosa.
No supe en que momento la joven se acercó hacia mí, desconcertándome un poco. Pensaba que yo no era de su agrado y como siempre manteníamos distancia la una de la otra, su acción terminó por desconcertarme. Respondí a la sonrisa de la señorita, susurrando una pequeña disculpa por las atrocidades que alguien de mi raza le había ocasionado y bajé mi mirada un instante. Aun así no tuve mucho tiempo de pensar en ello, pues Bio no tardó en regresar junto a ambas, señalando a los guardianes que se acercaban a nosotros con rapidez. Inflé mis mejillas por enésima vez en la velada y estaba a punto de espetar que mi nombre era Ashryn y no Asherin, cuando noté que el joven detenía sus pasos un instante, observando que aquellas criaturas ya no nos seguían. Seguimos el complicado trayecto, entre pasillos rebuscados y bifurcaciones confusas; pero ninguno pudimos anticipar lo que sucedería al llegar a nuestro destino.
La señorita recibió el ataque de frente, siendo asestada contra la pared por una flecha. Bio me sugirió que me quedara quieta y acaté la orden sin pensarlo dos veces. Finalmente nos encontramos con el laboratorio donde aquel elfo se encontraba. El vampiro me pidió que ayudara a la chica antes de dirigirse a toda velocidad contra el guardián más cercano, pero antes de que pudiese gritar y advertirle otra criatura apareció, lanzando un golpe al rostro del joven. Tapé mi boca y ahogué un grito, escabulléndome hacia donde la joven se encontraba. Aprovechaba la conmoción ocasionada y esperaba poder llegar a ella sin ser notada. Mis habilidades se debilitaban conforme más me distanciaba de Bio, sin embargo en esos momentos lo único que pensaba era en cumplir con su petición.
—Por favor déjeme ayudarla—hablé con firmeza, observando la flecha incrustada en su hombro—. Esto le dolerá un poco, pero se lo compensaré —con cuidado y rapidez saqué la flecha de su hombro y puse mis manos sobre la herida. Tenía múltiples laceraciones en todo su cuerpo, tantas que en realidad no sabía por dónde tenía que comenzar.
Recité una plegaria en silencio, comenzando a sanar la herida más reciente causada por aquel proyectil. Me mantuve a su lado de forma determinada, aguardando que la herida terminara por fin de sanar. Mi magia había menguado al fortalecer a Bio y sumado al esfuerzo que me suponía sanar a alguien ya comenzaba a sentir el pequeño baje de energía. No estaba segura de cuánto tiempo nos quedaba antes de que la atención de aquel elfo se dirigiera a nosotras, pero me proponía curar al menos un poco del daño que la joven tenía en su cuerpo, reservando un poco de mi magia para sanar las heridas del otro vampiro. En mi mente formulaba la pequeña idea de distraer al causante de todo esto, pero para ello primero necesitaba asegurarme de que ambos vampiros estaban en condiciones de huir; después de todo deshacerse del soporte debía ser la primera misión de alguien si es que quería tener éxito en sus planes y con eso en la mente sopesé la posibilidad de que aquel elfo realmente no era tan inteligente.
Ashryn Elaynor
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Re: [Cerrado] En busca de respuestas [Interpretativo-Libre-Noche]
El hambre que podía padecer otra especie no era nada comparado con el hambre que experimentaba un vampiro. Cuando un ser humano, por poner el ejemplo más claro, tiene hambre, posee una lista casi interminable de cosas que ingerir y saciarse; mas cuando un vampiro tiene hambre... esa sensación de vacío solo puede eliminarse con una única sustancia, la cual todos conocen y, en consecuencia, temen incluso mencionar. El hambre era lo que recorría la cabeza de Erzsébeth mientras la sangre abandonaba su cuerpo gota a gota, debido a aquel disparo inesperado y certero del maldito elfo.
Te has pasado de lista, pensó entre gemidos, intentando erguirse, mas la flecha le tenía atravesado hasta el punto de que no podía moverse un centímetro sin que el dolor acudiese a cada centímetro de su ser. No sentía apenas sus manos, y sus piernas le temblaban de una manera insostenible, aunque era algo que solo él notaba, ese temblor incesante pero tenue, leve, tan disimulado que nadie diría que lo estaba padeciendo.
El mareo llegó a los pocos segundos, mientras él seguía perdido en sus divagaciones. Intentaba centrar su visión para poder ver algo, lo que fuese, sin embargo todo quedó en amago, y solo discernió sombras de miles de colores moverse y reírse de él. Cerró los ojos con fuerza y volvió a abrirlos, y creyó ver una sombra plateada desvanecerse entre otras dos. Giró la cabeza y vio algo removerse entre la oscuridad. Nada estaba claro y no era capaz de mantenerse con la cabeza levantada, así que dejó que su cuerpo tomase el mando y permitió que su cabeza cayese sobre su pecho. Respiraba con dificultad y todo era borroso, pero la sangre que empapaba el suelo la veía con tal nitidez que casi podía saborearla. No estaba acostumbrado a que su sangre se esparciese por los suelos, y volvió a percatarse de que tenía un tono negruzco indescifrable.
Salió momentáneamente de su estado de embriaguez debido a la pérdida de sangre y fatiga acumulados debido a una tierna voz que, creyó, le preguntaba algo. Levantó con un esfuerzo titánico la cabeza y siguió el sonido de la melódica voz para encontrarse con una imagen difuminada de alguien que se encontraba muy, pero que muy cerca. El instinto le hizo sacar los colmillos con fiereza, como gesto de amenaza, mas le duró poco: un dolor recurrió a su hombro con crueldad y no pudo aguantarse el grito. Miró a su agresor con cansancio y cerró los ojos.
El dolor se iba alejando y notaba un pequeño cosquilleo en su herida, como si alguien le estuviese hurgando y dejando una pomada anestésica. Entonces supo que no era un agresor, sino que la pequeña elfita que se les había unido en aquella aventura era la que se encontraba a su lado, intentando ayudarle con esa magia élfica de la que presumían todos. En el estado en el que se encontraba no podía ni hacer bromas ni agradecerle nada, así que se limitó a cogerle la mano y, intentando sonar todo lo serio que podía, habló.
—Tú tienes magia... —dijo, entre gemidos— y si tú tienes restricciones, el elfo también las tiene... —sacó una de sus dagas y se la colocó en la mano que le había agarrado con anterioridad, cerrándola para que envolviese el arma—. Yo no puedo ayudaros y Bio va a tener que pelear solo... úsala si lo crees necesario, y no me la pierdas... —tosió algo de sangre y miró a la elfa a los ojos, aunque sin verla del todo— su laboratorio está allí, elfita lista. Si consigues entrar seguro que entiendes cómo funciona todo esto.
Te has pasado de lista, pensó entre gemidos, intentando erguirse, mas la flecha le tenía atravesado hasta el punto de que no podía moverse un centímetro sin que el dolor acudiese a cada centímetro de su ser. No sentía apenas sus manos, y sus piernas le temblaban de una manera insostenible, aunque era algo que solo él notaba, ese temblor incesante pero tenue, leve, tan disimulado que nadie diría que lo estaba padeciendo.
El mareo llegó a los pocos segundos, mientras él seguía perdido en sus divagaciones. Intentaba centrar su visión para poder ver algo, lo que fuese, sin embargo todo quedó en amago, y solo discernió sombras de miles de colores moverse y reírse de él. Cerró los ojos con fuerza y volvió a abrirlos, y creyó ver una sombra plateada desvanecerse entre otras dos. Giró la cabeza y vio algo removerse entre la oscuridad. Nada estaba claro y no era capaz de mantenerse con la cabeza levantada, así que dejó que su cuerpo tomase el mando y permitió que su cabeza cayese sobre su pecho. Respiraba con dificultad y todo era borroso, pero la sangre que empapaba el suelo la veía con tal nitidez que casi podía saborearla. No estaba acostumbrado a que su sangre se esparciese por los suelos, y volvió a percatarse de que tenía un tono negruzco indescifrable.
Salió momentáneamente de su estado de embriaguez debido a la pérdida de sangre y fatiga acumulados debido a una tierna voz que, creyó, le preguntaba algo. Levantó con un esfuerzo titánico la cabeza y siguió el sonido de la melódica voz para encontrarse con una imagen difuminada de alguien que se encontraba muy, pero que muy cerca. El instinto le hizo sacar los colmillos con fiereza, como gesto de amenaza, mas le duró poco: un dolor recurrió a su hombro con crueldad y no pudo aguantarse el grito. Miró a su agresor con cansancio y cerró los ojos.
El dolor se iba alejando y notaba un pequeño cosquilleo en su herida, como si alguien le estuviese hurgando y dejando una pomada anestésica. Entonces supo que no era un agresor, sino que la pequeña elfita que se les había unido en aquella aventura era la que se encontraba a su lado, intentando ayudarle con esa magia élfica de la que presumían todos. En el estado en el que se encontraba no podía ni hacer bromas ni agradecerle nada, así que se limitó a cogerle la mano y, intentando sonar todo lo serio que podía, habló.
—Tú tienes magia... —dijo, entre gemidos— y si tú tienes restricciones, el elfo también las tiene... —sacó una de sus dagas y se la colocó en la mano que le había agarrado con anterioridad, cerrándola para que envolviese el arma—. Yo no puedo ayudaros y Bio va a tener que pelear solo... úsala si lo crees necesario, y no me la pierdas... —tosió algo de sangre y miró a la elfa a los ojos, aunque sin verla del todo— su laboratorio está allí, elfita lista. Si consigues entrar seguro que entiendes cómo funciona todo esto.
Bathory
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Re: [Cerrado] En busca de respuestas [Interpretativo-Libre-Noche]
Mientras avanzábamos por el lúgubre pasadizo la joven elfa se ofreció para ser mi cena, ante lo cual no pude evitar reír -Procura mantenerte con vida entonces, tendré mucha hambre al salir de acá- Le dije de forma pícara sin dejar de avanzar; me tomó completamente por sorpresa el ataque contra Bath y tras dar instrucciones a la elfita me dispuse a darle algo de tiempo para que pudiera ayudar a la vampira.
El golpe en la frente que me dio el guardián me hizo ir hacia atrás un par de paso, pero sacudí la cabeza recomponiéndome para no irme al piso y me puse de nuevo en guardia con las manos al frente sosteniendo las dagas; no dejaban de atacarme aunque de pronto uno de ellos se giró al encontrar un mejor objetivo -¡No!- Grité al ver que se dirigía hacia mis compañeras así que me lancé de prisa contra él, saltando para impactarlo con mi hombro y lanzarlo al piso donde se desmoronó en instantes aunque por desgracia yo también me fui al piso cayendo sobre los pedazos de arcilla rotos.
Desde el piso noté como Bath le entregaba una daga a la pequeña, me resultaba un poco extraño ese voto de confianza, con lo desconfiada que era la vampira, giré la cabeza desde donde estaba para ver hacia adentro del laboratorio, un conjunto de mezclas y pociones de colores decoraban el lugar, pero además de eso había colgados a las paredes algunos restos de cuerpos, entre cráneos y otras cosas más pequeñas -Debe haber algo ahí que podemos usar- Pensé mientras intentaba levantarme pero un sonido me hizo girar en el piso justo a tiempo para evitar quedarme sin cabeza a causa del hacha que traía consigo una nueva figura de arcilla.
Retrocedí un par de veces con la excusa de protegerme aunque la intención real era abrir espacio para poder pasar por la puerta, sin embargo mi plan no era del todo eficaz, aunque ambos guardianes venían tras de mí, el elfo se mantenía en la entrada de su laboratorio orquestando el movimiento de los muñecos -Suffer- [1] Dije en dirección a las figuras aunque el sonido pasó a través de ellos sin afectarles en lo más mínimo, sí logró afectar al elfo que se encontraba detrás, quien se llevó las manos a la cabeza debilitado por el ataque mental y se recostó a la pared; ahora habría un pequeño instante de oportunidad para entrar al laboratorio; no solo había causado que el elfo perdiera la compostura por un rato, sino que además las figuras de arcilla se habían quedado detenidas; intenté avanzar para aprovechar el momento pero mi camino fue cortado cuando las figuras comenzaron a moverse de nuevo; el elfo aún en su estado de debilidad y con los ojos cerrados había levantado su mano derecha hacia las figuras para mantenerlas en movimiento, aunque el esfuerzo comenzaba a pasarle factura y un par de gotas de sangre comenzaban a salir de su nariz.
A pesar de mi intención y la velocidad de la que presumía, no nos quedaba mucho tiempo, aun acabando con los muecos no sabía si lograría llegar, así que miré hacia Ahsryn -¡Ve!- Dije mientras señalaba en dirección a la puerta del laboratorio, sabía que no estaba dando instrucciones muy claras ¿Qué haría al estar adentro? Pero ni siquiera yo tenía la menor idea de eso, aunque la elfita parecía ser una chica lista, seguramente encontraría algo qué hacer para salvarnos a todos -¡Ahora!- Repetí en otro grito por si le quedaban dudas o temor, debía actuar rápido y decididamente; levanté mis manos para bloquear un par de veces los ataques de una de las figuras al tiempo que retrocedía un poco más, las figuras se hacían cada vez más rápidos y certeros, al punto que ya me costaba bloquear y finalmente la espada de uno de los guardianes de arcilla me alcanzó a rozar el pecho dejándome una pequeña línea roja de sangre que comenzaba a gotear, con Bath herida y yo en esta situación, la pequeña elfa era la última esperanza...
El golpe en la frente que me dio el guardián me hizo ir hacia atrás un par de paso, pero sacudí la cabeza recomponiéndome para no irme al piso y me puse de nuevo en guardia con las manos al frente sosteniendo las dagas; no dejaban de atacarme aunque de pronto uno de ellos se giró al encontrar un mejor objetivo -¡No!- Grité al ver que se dirigía hacia mis compañeras así que me lancé de prisa contra él, saltando para impactarlo con mi hombro y lanzarlo al piso donde se desmoronó en instantes aunque por desgracia yo también me fui al piso cayendo sobre los pedazos de arcilla rotos.
Desde el piso noté como Bath le entregaba una daga a la pequeña, me resultaba un poco extraño ese voto de confianza, con lo desconfiada que era la vampira, giré la cabeza desde donde estaba para ver hacia adentro del laboratorio, un conjunto de mezclas y pociones de colores decoraban el lugar, pero además de eso había colgados a las paredes algunos restos de cuerpos, entre cráneos y otras cosas más pequeñas -Debe haber algo ahí que podemos usar- Pensé mientras intentaba levantarme pero un sonido me hizo girar en el piso justo a tiempo para evitar quedarme sin cabeza a causa del hacha que traía consigo una nueva figura de arcilla.
Retrocedí un par de veces con la excusa de protegerme aunque la intención real era abrir espacio para poder pasar por la puerta, sin embargo mi plan no era del todo eficaz, aunque ambos guardianes venían tras de mí, el elfo se mantenía en la entrada de su laboratorio orquestando el movimiento de los muñecos -Suffer- [1] Dije en dirección a las figuras aunque el sonido pasó a través de ellos sin afectarles en lo más mínimo, sí logró afectar al elfo que se encontraba detrás, quien se llevó las manos a la cabeza debilitado por el ataque mental y se recostó a la pared; ahora habría un pequeño instante de oportunidad para entrar al laboratorio; no solo había causado que el elfo perdiera la compostura por un rato, sino que además las figuras de arcilla se habían quedado detenidas; intenté avanzar para aprovechar el momento pero mi camino fue cortado cuando las figuras comenzaron a moverse de nuevo; el elfo aún en su estado de debilidad y con los ojos cerrados había levantado su mano derecha hacia las figuras para mantenerlas en movimiento, aunque el esfuerzo comenzaba a pasarle factura y un par de gotas de sangre comenzaban a salir de su nariz.
A pesar de mi intención y la velocidad de la que presumía, no nos quedaba mucho tiempo, aun acabando con los muecos no sabía si lograría llegar, así que miré hacia Ahsryn -¡Ve!- Dije mientras señalaba en dirección a la puerta del laboratorio, sabía que no estaba dando instrucciones muy claras ¿Qué haría al estar adentro? Pero ni siquiera yo tenía la menor idea de eso, aunque la elfita parecía ser una chica lista, seguramente encontraría algo qué hacer para salvarnos a todos -¡Ahora!- Repetí en otro grito por si le quedaban dudas o temor, debía actuar rápido y decididamente; levanté mis manos para bloquear un par de veces los ataques de una de las figuras al tiempo que retrocedía un poco más, las figuras se hacían cada vez más rápidos y certeros, al punto que ya me costaba bloquear y finalmente la espada de uno de los guardianes de arcilla me alcanzó a rozar el pecho dejándome una pequeña línea roja de sangre que comenzaba a gotear, con Bath herida y yo en esta situación, la pequeña elfa era la última esperanza...
Offrol [1] Habilidad de nivel 0: El que susurra en la oscuridad.
Bio
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Re: [Cerrado] En busca de respuestas [Interpretativo-Libre-Noche]
¿Qué tanto podía hacer para ayudar a la vampira? Era la pregunta que acaparaba los vertiginosos pensamientos de mi mente, mientras sanaba la herida de su hombro. Traté de pedirle que guardara energías, pero ella parecía determinada a seguir hablando. Me entregó una de sus dagas, pidiéndome que ayudara a Bio, encomendándome la tarea de infiltrarme en el laboratorio. No estaba segura de lo que ella esperaba que yo encontrara en ese lugar, sin embargo tenía demasiada fe en mí y eso me dio el incentivo necesario para asentir a su petición. Hice un esfuerzo por razonar con ella y solicitarle que me dejara curarla en la medida de lo posible, pero al ver su mirada determinada no pude pronunciar palabra alguna. Me separé de ella con algo de indecisión y eché un vistazo hacia donde se encontraba el joven vampiro.
Su situación era bastante complicada y tuve que reprimir los gritos de advertencia, que luchaban por salir en el momento antes de que fuese atacado. Instintivamente miré hacia la entrada del laboratorio, donde aquel elfo dirigía a sus guardianes de arcilla y esperé el momento adecuado para moverme. En un instante aquel hombre se llevó las manos a la cabeza, apoyando su cuerpo contra la pared y me dirigí a toda prisa hacia la entrada del laboratorio. Miré por mi hombro hacia Bio, dudando si debía dejarlo solo en ese peligroso escenario, pero sus indicaciones fueron que siguiera adelante y así lo hice. Jamás me hubiese imaginado lo que encontraría en ese lugar. Numerosas botellas de pociones y sustancias extrañas, partes de cuerpos y huesos por todo el lugar en múltiples estados de conservación.
Con cierto temor me acerqué hacia una de las mesas sobre la cual había ingredientes, frascos y hojas con curiosas anotaciones sobre ellas. Tomé una de las hojas y parpadeé confundida, tratando de asimilar lo que ahí se encontraba escrito: —La sangre de los vampiros contiene la clave para vencer a la muerte—. ¿Acaso eso era cierto? ¿Y si así fuera, entonces por qué alguien se obsesionaría tanto con ello? Deje la hoja y continué inspeccionando el siniestro laboratorio. Hasta ahora parecía que el elfo no se había percatado de mi presencia en sus dominios y agradecía infinitamente por ello, pero necesitaba encontrar ‘‘algo’’ que me permitiera ayudar a mis compañeros. Al retroceder un poco mi cuerpo chocó con algo sólido y frío, y al virar para descubrir de qué se trataba tapé mi boca con mis manos, ahogando un pequeño sonido de sorpresa.
Una extraña caja albergaba el cuerpo de una bella mujer de hermoso cabello dorado. Lucía como si estuviera sumida en un profundo sueño, no obstante al acercarme un poco más pude darme cuenta de que su figura no hacía movimiento alguno. Ni siquiera una señal de leve respiración y eso solo podía significar una cosa: estaba muerta. Mi cabeza comenzó a formular un sinfín de hipótesis mientras buscaba algún indicio, que me indicara como podía detener a aquel elfo. Si su objetivo era devolverle la vida a esa mujer, estaba segura de que no habría manera alguna de razonar con él. No encontraba nada que me fuese de ayuda y los segundos transcurrían rápidamente, aumentando así el peligro que corríamos. En un descuido mi mano rozó un frasco, el cual fue a dar al piso quebrándose en mil pedazos, atrayendo la atención del elfo.
—Oh no… —susurré, retrocediendo nuevamente hasta la caja que contenía el cuerpo inerte de aquella fémina.
Definitivamente no era tan lista como la señorita había asumido. Ahora yo era el centro de atención del elfo y por su semblante enloquecido podía afirmar que no se encontraba complacido con mi presencia. Hurgué rápidamente entre los frascos y tomé dos de ellos; la etiqueta del primero indicaba un potente corrosivo a base de minerales y la segunda se trataba de un acelerador químico. Me situé a un lado de la caja y abrí ambos frascos mezclándolos en uno solo, sosteniendo el recipiente restante con mis manos. Recordando mis estudios sobre pociones, pude crear una sustancia acida, lo suficientemente fuerte como para dañar la caja y el cuerpo dentro de ella y por la sorpresa reflejada en su rostro me di cuenta que él entendía mis intenciones con claridad.
Esperaba ganar el tiempo suficiente para que ambos vampiros se repusieran y tuvieran tiempo para salir. Sabía que aquel elfo no se detendría por mucho tiempo a pesar de la amenaza inminente que suponía el hecho de que rompiera el frasco sobre la caja. Los guardianes de arcilla no tardarían en dirigirse hacia a mí y no me sentía con las agallas suficientes como para dañar a la persona que yacía dentro de la caja, aunque si servía para que mis compañeros salieran de tan horrible situación quizá no dudaría en hacerlo.
Su situación era bastante complicada y tuve que reprimir los gritos de advertencia, que luchaban por salir en el momento antes de que fuese atacado. Instintivamente miré hacia la entrada del laboratorio, donde aquel elfo dirigía a sus guardianes de arcilla y esperé el momento adecuado para moverme. En un instante aquel hombre se llevó las manos a la cabeza, apoyando su cuerpo contra la pared y me dirigí a toda prisa hacia la entrada del laboratorio. Miré por mi hombro hacia Bio, dudando si debía dejarlo solo en ese peligroso escenario, pero sus indicaciones fueron que siguiera adelante y así lo hice. Jamás me hubiese imaginado lo que encontraría en ese lugar. Numerosas botellas de pociones y sustancias extrañas, partes de cuerpos y huesos por todo el lugar en múltiples estados de conservación.
Con cierto temor me acerqué hacia una de las mesas sobre la cual había ingredientes, frascos y hojas con curiosas anotaciones sobre ellas. Tomé una de las hojas y parpadeé confundida, tratando de asimilar lo que ahí se encontraba escrito: —La sangre de los vampiros contiene la clave para vencer a la muerte—. ¿Acaso eso era cierto? ¿Y si así fuera, entonces por qué alguien se obsesionaría tanto con ello? Deje la hoja y continué inspeccionando el siniestro laboratorio. Hasta ahora parecía que el elfo no se había percatado de mi presencia en sus dominios y agradecía infinitamente por ello, pero necesitaba encontrar ‘‘algo’’ que me permitiera ayudar a mis compañeros. Al retroceder un poco mi cuerpo chocó con algo sólido y frío, y al virar para descubrir de qué se trataba tapé mi boca con mis manos, ahogando un pequeño sonido de sorpresa.
Una extraña caja albergaba el cuerpo de una bella mujer de hermoso cabello dorado. Lucía como si estuviera sumida en un profundo sueño, no obstante al acercarme un poco más pude darme cuenta de que su figura no hacía movimiento alguno. Ni siquiera una señal de leve respiración y eso solo podía significar una cosa: estaba muerta. Mi cabeza comenzó a formular un sinfín de hipótesis mientras buscaba algún indicio, que me indicara como podía detener a aquel elfo. Si su objetivo era devolverle la vida a esa mujer, estaba segura de que no habría manera alguna de razonar con él. No encontraba nada que me fuese de ayuda y los segundos transcurrían rápidamente, aumentando así el peligro que corríamos. En un descuido mi mano rozó un frasco, el cual fue a dar al piso quebrándose en mil pedazos, atrayendo la atención del elfo.
—Oh no… —susurré, retrocediendo nuevamente hasta la caja que contenía el cuerpo inerte de aquella fémina.
Definitivamente no era tan lista como la señorita había asumido. Ahora yo era el centro de atención del elfo y por su semblante enloquecido podía afirmar que no se encontraba complacido con mi presencia. Hurgué rápidamente entre los frascos y tomé dos de ellos; la etiqueta del primero indicaba un potente corrosivo a base de minerales y la segunda se trataba de un acelerador químico. Me situé a un lado de la caja y abrí ambos frascos mezclándolos en uno solo, sosteniendo el recipiente restante con mis manos. Recordando mis estudios sobre pociones, pude crear una sustancia acida, lo suficientemente fuerte como para dañar la caja y el cuerpo dentro de ella y por la sorpresa reflejada en su rostro me di cuenta que él entendía mis intenciones con claridad.
Esperaba ganar el tiempo suficiente para que ambos vampiros se repusieran y tuvieran tiempo para salir. Sabía que aquel elfo no se detendría por mucho tiempo a pesar de la amenaza inminente que suponía el hecho de que rompiera el frasco sobre la caja. Los guardianes de arcilla no tardarían en dirigirse hacia a mí y no me sentía con las agallas suficientes como para dañar a la persona que yacía dentro de la caja, aunque si servía para que mis compañeros salieran de tan horrible situación quizá no dudaría en hacerlo.
Ashryn Elaynor
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Re: [Cerrado] En busca de respuestas [Interpretativo-Libre-Noche]
El sonido de las espadas de los guardianes contra mis dagas resonaban a lo largo de la cueva; retrocedía sin parar para asegurarme de darle paso a la elfa que finalmente se armó de valor y consiguió entrar al laboratorio; uno de los guerreros de arcilla avanzaba veloz contra mí así que me moví hacia un lado de modo que al momento de atacar acabó estrellando su espada contra el cuerpo del otro guardián y rompiéndolo en pedazos -¡Sí!- Dije mientras levantaba los brazos emocionado pero la alegría me duró poco pues al instante sentí unas manos frías que sujetaban mis brazos dejándome inmóvil -¡No!- Murmuré decepcionado mientras el otro guardián se acercaba a rebanarme con su espada, cerré los ojos esperando el inevitable golpe pero éste jamás llegó, al abrir los ojos estaba detenido así que tras un corto forcejeo conseguí liberar mis manos del que me sujetaba y rodé por el piso para marcar algo de distancia.
Los guerreros estaban inmóviles por una razón que no lograba entender, aunque lo hice al escuchar los gritos furiosos del elfo en el laboratorio -¡Aserryn!- Exclamé preocupado y corrí como nunca para llegar al laboratorio donde al llegar encontré al hijo de Sandorai enloquecido de ira contra la pobre jovencita -No tienes el derecho a tocarla- Vociferaba el extraño sujeto aunque su tono cambiaría a uno más suplicante al notar las intenciones de la chica con los líquidos que sostenía en sus manos, poco conocía de alquimia, pero definitivamente el contenido de aquello parecía ser una mezcla bastante inestable y se evidenciaba en la actitud negociadora del peliblanco -No, por favor, detente, no lo hagas- Dijo el desesperado hombre mientras observaba a la chica que se encontraba junto a la extraña caja, era el momento ideal, estaba distraído y si la dejaba pasar tal vez no tuviera otra oportunidad igual que esa, así que avancé a toda velocidad hacia el distraído enemigo y tomándolo por sorpresa lo inmovilicé con las manos para luego clavar mis colmillos en su cuello; no había tiempo para sutilezas o sedantes, así que con fuerza arranqué un pedazo de su cuello dejando salir borbotones de sangre que bañaron el piso en apenas unos instantes, luego comencé a beber solo para no desperdiciar toda esa sangre que a fin de cuentas ya se estaba saliendo y en unos segundos ya la indefensa víctima estaba sin fuerzas; lo dejé caer al piso como un trapo mientras me limpiaba la sangre de la boca con el brazo -¿Estás bien?- Pregunté a la pequeña elfa -Ha terminado, ahora solo debemos salir de aquí- Advertí esperando que no estuviera traumada por la escena, a fin de cuentas debería resultarle tranquilizante el hecho de que acabara de alimentarme, lo que la dejaba fuera del menú de la noche.
Estiré mi mano hacia ella ofreciéndosela para salir de ese lugar -Hay que sacar a Bath de...- Mi frase fue interrumpida repentinamente por unos pasos de caballo que se acercaban a prisa -¡Oh rayos!- Exclamé al recordar al elfo que había salido de la cueva a caballo, todo este tiempo había asumido que eran el mismo, pero ahora los pasos de caballo cada vez más cercanos dejaban ver su figura acercarse a nosotros, saltó del caballo con una agilidad evidentemente mayor que la del que acabábamos de derrotar -¡¡Hermano!!- Gritó llamando tal vez al otro pero no obtendría respuesta alguna -¿Qué han hecho?- Preguntó lleno de ira mientras colocaba sus manos en el piso y recitaba unas palabras en su lengua que no alcancé a identificar, pero consiguió hacer que no solo se activaran dos guerreros de arcilla, sino tres... No, cuatro de ellos, que ahora avanzaban hacia nosotros, aunque no parecían ser ya tan ágiles, tal vez controlar más de dos a la vez requería demasiado esfuerzo, cosa que de momento éste elfo estaba ignorando -¡No!- Gritó furioso consigo mismo para hacer que uno y otro guardián comenzaran a moverse, cuatro, cinco a la vez, cada vez caminaban con más soltura aunque se comenzaban a ver unas gotas de sangre saliendo de la nariz del invocador, era demasiado esfuerzo, pero su ira lo había cegado completamente ¿Hasta dónde podría resistir?
Los guerreros estaban inmóviles por una razón que no lograba entender, aunque lo hice al escuchar los gritos furiosos del elfo en el laboratorio -¡Aserryn!- Exclamé preocupado y corrí como nunca para llegar al laboratorio donde al llegar encontré al hijo de Sandorai enloquecido de ira contra la pobre jovencita -No tienes el derecho a tocarla- Vociferaba el extraño sujeto aunque su tono cambiaría a uno más suplicante al notar las intenciones de la chica con los líquidos que sostenía en sus manos, poco conocía de alquimia, pero definitivamente el contenido de aquello parecía ser una mezcla bastante inestable y se evidenciaba en la actitud negociadora del peliblanco -No, por favor, detente, no lo hagas- Dijo el desesperado hombre mientras observaba a la chica que se encontraba junto a la extraña caja, era el momento ideal, estaba distraído y si la dejaba pasar tal vez no tuviera otra oportunidad igual que esa, así que avancé a toda velocidad hacia el distraído enemigo y tomándolo por sorpresa lo inmovilicé con las manos para luego clavar mis colmillos en su cuello; no había tiempo para sutilezas o sedantes, así que con fuerza arranqué un pedazo de su cuello dejando salir borbotones de sangre que bañaron el piso en apenas unos instantes, luego comencé a beber solo para no desperdiciar toda esa sangre que a fin de cuentas ya se estaba saliendo y en unos segundos ya la indefensa víctima estaba sin fuerzas; lo dejé caer al piso como un trapo mientras me limpiaba la sangre de la boca con el brazo -¿Estás bien?- Pregunté a la pequeña elfa -Ha terminado, ahora solo debemos salir de aquí- Advertí esperando que no estuviera traumada por la escena, a fin de cuentas debería resultarle tranquilizante el hecho de que acabara de alimentarme, lo que la dejaba fuera del menú de la noche.
Estiré mi mano hacia ella ofreciéndosela para salir de ese lugar -Hay que sacar a Bath de...- Mi frase fue interrumpida repentinamente por unos pasos de caballo que se acercaban a prisa -¡Oh rayos!- Exclamé al recordar al elfo que había salido de la cueva a caballo, todo este tiempo había asumido que eran el mismo, pero ahora los pasos de caballo cada vez más cercanos dejaban ver su figura acercarse a nosotros, saltó del caballo con una agilidad evidentemente mayor que la del que acabábamos de derrotar -¡¡Hermano!!- Gritó llamando tal vez al otro pero no obtendría respuesta alguna -¿Qué han hecho?- Preguntó lleno de ira mientras colocaba sus manos en el piso y recitaba unas palabras en su lengua que no alcancé a identificar, pero consiguió hacer que no solo se activaran dos guerreros de arcilla, sino tres... No, cuatro de ellos, que ahora avanzaban hacia nosotros, aunque no parecían ser ya tan ágiles, tal vez controlar más de dos a la vez requería demasiado esfuerzo, cosa que de momento éste elfo estaba ignorando -¡No!- Gritó furioso consigo mismo para hacer que uno y otro guardián comenzaran a moverse, cuatro, cinco a la vez, cada vez caminaban con más soltura aunque se comenzaban a ver unas gotas de sangre saliendo de la nariz del invocador, era demasiado esfuerzo, pero su ira lo había cegado completamente ¿Hasta dónde podría resistir?
Offrol: Dado que Bath está ocupada en real me ha cedido su turno por esta ronda =)
Bio
Aerandiano de honor
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Re: [Cerrado] En busca de respuestas [Interpretativo-Libre-Noche]
Los segundos transcurrieron endemoniadamente lento, mientras sostenía el frasco de ácido en mis manos, observando al elfo con determinación. Hice un esfuerzo sobrehumano por no ceder a sus palabras; estaba consciente de que él era una persona peligrosa y que por su culpa ambos vampiros ahora se encontraban en pésimas condiciones y en un grave peligro. ¿Quién era la mujer de la caja? ¿Sería su amante o algún familiar? Independientemente de la respuesta, nada justificaba los actos cometidos contra la compañera de Bio y ese detalle me dio el incentivo que necesitaba para no acceder a sus suplicas. Tal y como esperaba la atención de aquel elfo lo había distraído lo suficiente como para darle al vampiro un pequeño arco de tiempo para escapar; aunque lamentablemente ignoró esa oportunidad y se dirigió hacia el laboratorio donde aquel hombre aun intentaba negociar conmigo.
Mis ojos se abrieron grandemente con el acontecimiento posterior y sin darme cuenta sentí mi rostro húmedo y mi cuerpo paralizado. Bio había inmovilizado al elfo y clavo sus colmillos en el cuello del mismo, pero lo que sucedió me dejó completamente en shock. Sin ningún ápice de misericordia el vampiro arranco un pedazo de cuello de aquel hombre y en un segundo el lugar comenzó a llenarse de sangre, misma que fue aprovechada por Bio sin demora alguna. Traté de moverme o de parpadear, sin embargo todo esfuerzo fue en vano y yo me mantuve petrificada, sin poder esquivar aquella aterradora escena. Mi rostro seguía empapándose y me pregunté si acaso afuera estaba lloviendo y el agua se filtraba hasta el laboratorio, pero al poner más atención me di cuenta que no era agua, que eran lágrimas emanando de mis ojos; ni si quiera me di cuenta en que momento comencé a llorar.
Nunca había visto algo igual y aunque estaba consciente de que el hombre que yacía inerte en el suelo era una amenaza inminente, no pude evitar horrorizarme ante lo que acababa de presenciar. Las palabras de Bio me trajeron de vuelta y sentí como mi cuerpo volvía a responderme. Dejé el frasco en uno de los escritorios y corrí hacia el vampiro abrazándolo con fuerza. Me aliviaba que estuviese bien, me aliviaba que el peligro hubiese terminado y aunque no me alegraba la idea de haber ayudado a acabar con la vida de alguien, me alegraba el hecho de saber que podría volver a casa. Sequé mi rostro y asentí a las palabras del joven, aceptando su mano para salir de ahí. No obstante nuestro plan fue interrumpido por la llegada de otro elfo, quien al ver lo que le había ocurrido a su hermano ardió de furia y comenzó a invocar a varios guardianes de arcilla. Incluso dominado por la ira, tal cantidad de creaciones eran demasiadas para él y los efectos del desgaste mágico comenzaron a hacerse presente.
Ponderé mis opciones. Teníamos que encontrar a la señorita y buscar la manera de escapar, pero no la tendríamos fácil ante la nueva amenaza que se alzaba frente a nosotros. Comencé una plegaria en silencio, rogando que mi magia restante fuese suficiente para apoyar nuevamente a Bio. Claro que estaba anhelando demasiado y pesar de que mi esfuerzo parecía estar resultando no pude evitar llevar una de mis manos a mi cabeza, sintiendo como todo comenzaba a dar vueltas. Al igual que el nuevo elfo yo también estaba llegando a mi límite y faltaba poco para ver quién de los dos caería primero. Oprimí mi mano en la del vampiro y lo miré decidida, fuese cual fuese su estrategia debíamos actuar con rapidez.
—No te alejes demasiado —solté su mano—. Yo buscaré a tu compañera. Lo que vayas a hacer solo quédate a una distancia prudencial de mí.
Nuevamente los estragos del agotamiento comenzaban a embargarme y parpadeé un par de veces para aclarar mi vista, buscando con la mirada el cuerpo de la vampira, acercándome lentamente a ella. Tenía que durar lo suficiente o de lo contrario me volvería una carga mucho más pesada para el joven, quien hasta ahora era el que más fuerza tenía de los tres; aunque a juzgar por su desventaja inicial, aún estaba en juego si lograríamos salir con vida de aquí.
Mis ojos se abrieron grandemente con el acontecimiento posterior y sin darme cuenta sentí mi rostro húmedo y mi cuerpo paralizado. Bio había inmovilizado al elfo y clavo sus colmillos en el cuello del mismo, pero lo que sucedió me dejó completamente en shock. Sin ningún ápice de misericordia el vampiro arranco un pedazo de cuello de aquel hombre y en un segundo el lugar comenzó a llenarse de sangre, misma que fue aprovechada por Bio sin demora alguna. Traté de moverme o de parpadear, sin embargo todo esfuerzo fue en vano y yo me mantuve petrificada, sin poder esquivar aquella aterradora escena. Mi rostro seguía empapándose y me pregunté si acaso afuera estaba lloviendo y el agua se filtraba hasta el laboratorio, pero al poner más atención me di cuenta que no era agua, que eran lágrimas emanando de mis ojos; ni si quiera me di cuenta en que momento comencé a llorar.
Nunca había visto algo igual y aunque estaba consciente de que el hombre que yacía inerte en el suelo era una amenaza inminente, no pude evitar horrorizarme ante lo que acababa de presenciar. Las palabras de Bio me trajeron de vuelta y sentí como mi cuerpo volvía a responderme. Dejé el frasco en uno de los escritorios y corrí hacia el vampiro abrazándolo con fuerza. Me aliviaba que estuviese bien, me aliviaba que el peligro hubiese terminado y aunque no me alegraba la idea de haber ayudado a acabar con la vida de alguien, me alegraba el hecho de saber que podría volver a casa. Sequé mi rostro y asentí a las palabras del joven, aceptando su mano para salir de ahí. No obstante nuestro plan fue interrumpido por la llegada de otro elfo, quien al ver lo que le había ocurrido a su hermano ardió de furia y comenzó a invocar a varios guardianes de arcilla. Incluso dominado por la ira, tal cantidad de creaciones eran demasiadas para él y los efectos del desgaste mágico comenzaron a hacerse presente.
Ponderé mis opciones. Teníamos que encontrar a la señorita y buscar la manera de escapar, pero no la tendríamos fácil ante la nueva amenaza que se alzaba frente a nosotros. Comencé una plegaria en silencio, rogando que mi magia restante fuese suficiente para apoyar nuevamente a Bio. Claro que estaba anhelando demasiado y pesar de que mi esfuerzo parecía estar resultando no pude evitar llevar una de mis manos a mi cabeza, sintiendo como todo comenzaba a dar vueltas. Al igual que el nuevo elfo yo también estaba llegando a mi límite y faltaba poco para ver quién de los dos caería primero. Oprimí mi mano en la del vampiro y lo miré decidida, fuese cual fuese su estrategia debíamos actuar con rapidez.
—No te alejes demasiado —solté su mano—. Yo buscaré a tu compañera. Lo que vayas a hacer solo quédate a una distancia prudencial de mí.
Nuevamente los estragos del agotamiento comenzaban a embargarme y parpadeé un par de veces para aclarar mi vista, buscando con la mirada el cuerpo de la vampira, acercándome lentamente a ella. Tenía que durar lo suficiente o de lo contrario me volvería una carga mucho más pesada para el joven, quien hasta ahora era el que más fuerza tenía de los tres; aunque a juzgar por su desventaja inicial, aún estaba en juego si lograríamos salir con vida de aquí.
Ashryn Elaynor
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Re: [Cerrado] En busca de respuestas [Interpretativo-Libre-Noche]
No sabía cuánto tiempo había cerrado los ojos, podrían haber sido dos segundos o dos horas; sin embargo, el cansancio que todavía le consumía cuando los abrió le indicaba que no había sido lo suficiente. Ni siquiera sabía si se había dormido debido a lo destrozado que se sentía y al sueño que el embriagaba o si se había quedado inconsciente debido al dolor. Eliminó la idea del dolor de su cabeza al percibir que no sentía absolutamente nada.
Un leve pero constante cosquilleo recorría todo su cuerpo, pasando de miembro a miembro, como si fuese una advertencia. Se sentía anestesiado, como si le hubiesen inyectado un relajante muscular demasiado fuerte. Lo típico que le dan a los caballos para que no sufran, pensó, a la vez que intentaba cerrar y abrir el puño de su mano izquierda. Ni siquiera parecía su brazo, sentía su cuerpo ausente, como prestado, y lo único que pudo pensar era que estaba llegando al límite del hambre y el agotamiento.
Al pensar en hambre subió, con cuidado y sutileza, la cabeza, buscando a su compañero Bio y a la niña desconocida a la que le había dado una daga para defenderse. No es que confiase en ella como profesional, pero sabía que si Bio estaba en apuros, en su condición Erzsébeth no podría ayudarle debidamente, así que necesitaba una mano "amiga" como apoyo. Y a la chica no se le daba mal lo suyo, aunque al parecer había armado jaleo en la habitación de aquel lunático: el suelo, tanto en el pasillo como en la habitación, estaba plagado de pedacitos de arcilla, cristales y otros materiales que no se paró a analizar.
Apoyó su cabeza en la pared y entrecerró los ojos. La poca luz que había gracias a las antorchas estaba matándole. Entre luces y sombras pudo escuchar el alocado trotar de un caballo, y unos gritos que no supo ubicar. Cerró los ojos y, al abrirlos nuevamente, una figura a lomos de un corcel apareció. Con ira, el que parecía un hombre cubierto con una capa negra saltó de su caballo, y acto seguido, delante de la habitación en la que se encontraban sus compañeros, se agachó. El suelo comenzó a brillar y el cazador tuvo que forzarse a no retirar la vista. Que no era un amigo estaba claro, pero, ¿y el otro enemigo? ¿Qué había ocurrid con el elfo loco, amante de coleccionar sangre vampira?
Y fue entonces cuando se percató del cadáver que yacía en la habitación, a pies de Bio. Su compañero vampiro se limpiaba un líquido carmesí de la boca y agarraba la mano de la elfa con suavidad, mientras la sangre corría y corría como si aquel elfo tuviese más de la normal. El riachuelo de sangre pasó de la habitación al pasillo, cruzó lo que creía que eran runas élficas invocadas por aquel nuevo invitado, y llegó hasta los pies de Erzsébeth.
Los muñecos de arcilla se abalanzaban sobre sus compañeros y el vampiro debía hacer algo, mas el miedo asoló su cabeza al intentar levantarse y ver que no podía. Sus piernas ya no le respondían, y su cabeza daba vueltas en un laberinto del que, a este paso, jamás saldrían. Notó que el elfo que acababa de llegar estaba concentrado y furioso atacando a sus compañeros, por lo que seguramente no habría reparado en su presencia. Si tan solo pudiese levantarse y atacarle por la espalda, podría darles una ventaja...
Y entonces bajó la mirada con urgencia al suelo. Había tan poca distancia entre el cadáver y la posición de Erzsébeth que era normal que toda aquella sangre hubiese seguido la pendiente de la habitación hasta él. Un río de vida descansaba a los pies del vampiro, y solo tenía que agacharse para poder recobrar energías. Nunca se había imaginado arrastrándose por un poco de sangre... pero acababa de abandonar aquel mustio cuerpo, estaba fresca y sabía que era su única oportunidad de ser útil.
Seguía sin poder moverse, con lo que simplemente se balanceó para poder deslizarse, con ayuda de la pared, hasta el suelo. Con la poca delicadeza que le quedaba, terminó en el suelo. Su cara cayó de lleno en aquel charco de sangre, en aquel recurso que tanto había anhelado. Aspiró con fuerza y hundió su cara en ella, disfrutó cada segundo hasta que ya no pudo más y sacó la lengua. Y, como un perro callejero, lamió el suelo con voracidad, intentando beber toda la sangre que le fuese posible.
Porque un vampiro alimentado era un vampiro imparable.
La sangre comenzó a hacer su efecto y, poco a poco, fue notando sus miembros nuevamente. Despacio y sin alarmar al desconocido comenzó a levantarse agachado, volviendo a tener pleno control de su cuerpo. Su cara, manchada de sangre desde la frente hasta el cuello, era la viva imagen de alguien desesperado: y así actuó.
Agarró la daga que le quedaba y, sin más, corrió hasta el agresor. Saltó a su espalda y le clavó la daga en el cuello, haciendo que las letras parasen de iluminar la estancia y que el elfo gritase. Música para mis oídos, al fin, pensó, a la vez que trazaba círculos con el filo dentro del cuello del elfo. Este intentó zafarse, golpeándole repetidas veces, mas el vampiro no sintió nada. Se sentía fuera de sí y, en un arrebato por saciarse por completo, atacó el otro lado del cuello del elfo, y mientras por la derecha la daga hacía su trabajo, por la izquierda Erzsébeth le devoraba. Le penetró los colmillos tan adentro que creyó tocar su tráquea. Y bebió. No estaba tan fuerte como para matarle deprisa, pero tampoco quería que fuese rápido.
—¡VENID AQUÍ, INÚTILES! —Gritó entre sollozos, y los muñecos acudieron en su busca. Erzsébeth estaba tan concentrado bebiendo que no les escuchó llegar.
OFFrol: siento muchísimo la tardanza, entre el trabajo y los estudios he estado sin acceso al ordenador XD prometo no retrasarme más :'(.
Un leve pero constante cosquilleo recorría todo su cuerpo, pasando de miembro a miembro, como si fuese una advertencia. Se sentía anestesiado, como si le hubiesen inyectado un relajante muscular demasiado fuerte. Lo típico que le dan a los caballos para que no sufran, pensó, a la vez que intentaba cerrar y abrir el puño de su mano izquierda. Ni siquiera parecía su brazo, sentía su cuerpo ausente, como prestado, y lo único que pudo pensar era que estaba llegando al límite del hambre y el agotamiento.
Al pensar en hambre subió, con cuidado y sutileza, la cabeza, buscando a su compañero Bio y a la niña desconocida a la que le había dado una daga para defenderse. No es que confiase en ella como profesional, pero sabía que si Bio estaba en apuros, en su condición Erzsébeth no podría ayudarle debidamente, así que necesitaba una mano "amiga" como apoyo. Y a la chica no se le daba mal lo suyo, aunque al parecer había armado jaleo en la habitación de aquel lunático: el suelo, tanto en el pasillo como en la habitación, estaba plagado de pedacitos de arcilla, cristales y otros materiales que no se paró a analizar.
Apoyó su cabeza en la pared y entrecerró los ojos. La poca luz que había gracias a las antorchas estaba matándole. Entre luces y sombras pudo escuchar el alocado trotar de un caballo, y unos gritos que no supo ubicar. Cerró los ojos y, al abrirlos nuevamente, una figura a lomos de un corcel apareció. Con ira, el que parecía un hombre cubierto con una capa negra saltó de su caballo, y acto seguido, delante de la habitación en la que se encontraban sus compañeros, se agachó. El suelo comenzó a brillar y el cazador tuvo que forzarse a no retirar la vista. Que no era un amigo estaba claro, pero, ¿y el otro enemigo? ¿Qué había ocurrid con el elfo loco, amante de coleccionar sangre vampira?
Y fue entonces cuando se percató del cadáver que yacía en la habitación, a pies de Bio. Su compañero vampiro se limpiaba un líquido carmesí de la boca y agarraba la mano de la elfa con suavidad, mientras la sangre corría y corría como si aquel elfo tuviese más de la normal. El riachuelo de sangre pasó de la habitación al pasillo, cruzó lo que creía que eran runas élficas invocadas por aquel nuevo invitado, y llegó hasta los pies de Erzsébeth.
Los muñecos de arcilla se abalanzaban sobre sus compañeros y el vampiro debía hacer algo, mas el miedo asoló su cabeza al intentar levantarse y ver que no podía. Sus piernas ya no le respondían, y su cabeza daba vueltas en un laberinto del que, a este paso, jamás saldrían. Notó que el elfo que acababa de llegar estaba concentrado y furioso atacando a sus compañeros, por lo que seguramente no habría reparado en su presencia. Si tan solo pudiese levantarse y atacarle por la espalda, podría darles una ventaja...
Y entonces bajó la mirada con urgencia al suelo. Había tan poca distancia entre el cadáver y la posición de Erzsébeth que era normal que toda aquella sangre hubiese seguido la pendiente de la habitación hasta él. Un río de vida descansaba a los pies del vampiro, y solo tenía que agacharse para poder recobrar energías. Nunca se había imaginado arrastrándose por un poco de sangre... pero acababa de abandonar aquel mustio cuerpo, estaba fresca y sabía que era su única oportunidad de ser útil.
Seguía sin poder moverse, con lo que simplemente se balanceó para poder deslizarse, con ayuda de la pared, hasta el suelo. Con la poca delicadeza que le quedaba, terminó en el suelo. Su cara cayó de lleno en aquel charco de sangre, en aquel recurso que tanto había anhelado. Aspiró con fuerza y hundió su cara en ella, disfrutó cada segundo hasta que ya no pudo más y sacó la lengua. Y, como un perro callejero, lamió el suelo con voracidad, intentando beber toda la sangre que le fuese posible.
Porque un vampiro alimentado era un vampiro imparable.
La sangre comenzó a hacer su efecto y, poco a poco, fue notando sus miembros nuevamente. Despacio y sin alarmar al desconocido comenzó a levantarse agachado, volviendo a tener pleno control de su cuerpo. Su cara, manchada de sangre desde la frente hasta el cuello, era la viva imagen de alguien desesperado: y así actuó.
Agarró la daga que le quedaba y, sin más, corrió hasta el agresor. Saltó a su espalda y le clavó la daga en el cuello, haciendo que las letras parasen de iluminar la estancia y que el elfo gritase. Música para mis oídos, al fin, pensó, a la vez que trazaba círculos con el filo dentro del cuello del elfo. Este intentó zafarse, golpeándole repetidas veces, mas el vampiro no sintió nada. Se sentía fuera de sí y, en un arrebato por saciarse por completo, atacó el otro lado del cuello del elfo, y mientras por la derecha la daga hacía su trabajo, por la izquierda Erzsébeth le devoraba. Le penetró los colmillos tan adentro que creyó tocar su tráquea. Y bebió. No estaba tan fuerte como para matarle deprisa, pero tampoco quería que fuese rápido.
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Bathory
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Re: [Cerrado] En busca de respuestas [Interpretativo-Libre-Noche]
Por algunos instantes perdí la noción de todo y no me percaté que mi salvajismo podría haber asustado a la pobre elfita, aunque para entonces ya era demasiado tarde para preocuparme por ello, aunque para mi sorpresa, casi ni terminé de hablar a la chica cuando ésta corrió a abrazarme; me quedé paralizado un instante sin saber qué hacer ante tal sorpresa, levanté mis manos hasta ponerlas cerca de su espalda planeando abrazarla pero al final preferí no hacerlo, no me quería encariñar mucho sin saber de dónde había salido.
Finalmente la chica aceptó mi mano y me siguió para salir de ese lugar, aunque antes deberíamos recoger a Bath que parecía estarla pasando realmente mal, pero la aparición de aquella nueva amenaza me impidió hacer cualquier cosa, en un esfuerzo sobrehumano el elfo había conseguido que cada vez más y más muñecos de arcilla se pusieran en movimiento y aunque resultaba impresionante, también era cierto que su esfuerzo rápidamente le pasaba factura; de pronto, nuevamente un misterioso vigor comenzó a llenar mi cuerpo, la chica estaba usando de nuevo su extraña magia y eso sin duda me dio fuerzas para defenderme de los muñecos que comenzaban a acercarse, aunque esta vez ya no eran solo los mismos guardianes frágiles y veloces, sino los pesados, por lo que preferí retroceder -Espera- Le dije a la elfa para detenerla al ver que Bath por fin había conseguido levantarse con el rostro cubierto de sangre, la feminidad no parecía ser lo suyo, pero al menos estaba bien, y avanzaba de prisa hacia el elfo que en medio de su ira ni siquiera se percató de que ella se acercaba hasta que estuvo sobre él -¡Maldita!- Gritó forcejeando para quitársela de encima pero no consiguió nada, los guardianes que avanzaban hacia donde estaba con la elfa se detuvieron para luego regresar a donde los llamaba su manejador, mientras otros, muchos otros seguían despegándose de las paredes donde habían permanecido inmóviles -Todos van a morir- Dijo el elfo con una sádica sonrisa y antes de exhalar su último aliento dejó escapar un grito que estremeció la cueva seguido de un leve sismo; el objetivo de sacar a los guardianes no había sido atacarnos con todos ellos, sino debilitar la cueva lo suficiente para lanzarla sobre nosotros y sepultarnos; al parecer los guardianes pesados eran más que simples estatuas ornamentales, sino que además ayudaban a sostener la debilitada cueva, y al retirarlos, ésta se había hecho más débil.
Una molesta risa se escuchó de parte del elfo mientras lentamente sus fuerzas iban menguando a manos de Bath y apenas unos instantes después, los guerreros de arcilla cayeron al piso sin señales de vida -¡Vámonos rápido!- Grité al ver cómo los sismos se hacían más recurrentes y las paredes comenzaban a agrietarse para luego comenzar a dejar caer algunos pedazos de la misma que eran cada vez más grande; el laboratorio era un lugar que me gustaría explorar con más tiempo, sin embargo fue lo primero en venirse abajo; traté de tomar el brazo de Ashryn para correr fuera de la cueva mientras algunos pedazos de piedra caían a diestra y siniestra -¿Estás bien? ¿Puedes correr?- Pregunté a Bath al alcanzarla -Hay que irnos- Le dije señalando a la salida, aunque apenas recordaba el camino, esperaba contar con ella para que nos dirigiera hasta la salida.
Comencé a correr deteniéndome solo para esquivar los pedazos de roca que en ocasiones caían justo al frente; por si fuera poco un estruendo se escuchó tras nosotros, al igual que en el laboratorio, otro gran pedazo de la cueva había sucumbido y tras ello, la cueva entera se venía abajo cada vez más rápido, mirar atrás era demasiado preocupante, así que la única esperanza era seguir adelante sin detenernos por nada, la luz de luna en la salida se veía a lo lejos ¿Lograríamos llegar a tiempo para salir con vida?
Finalmente la chica aceptó mi mano y me siguió para salir de ese lugar, aunque antes deberíamos recoger a Bath que parecía estarla pasando realmente mal, pero la aparición de aquella nueva amenaza me impidió hacer cualquier cosa, en un esfuerzo sobrehumano el elfo había conseguido que cada vez más y más muñecos de arcilla se pusieran en movimiento y aunque resultaba impresionante, también era cierto que su esfuerzo rápidamente le pasaba factura; de pronto, nuevamente un misterioso vigor comenzó a llenar mi cuerpo, la chica estaba usando de nuevo su extraña magia y eso sin duda me dio fuerzas para defenderme de los muñecos que comenzaban a acercarse, aunque esta vez ya no eran solo los mismos guardianes frágiles y veloces, sino los pesados, por lo que preferí retroceder -Espera- Le dije a la elfa para detenerla al ver que Bath por fin había conseguido levantarse con el rostro cubierto de sangre, la feminidad no parecía ser lo suyo, pero al menos estaba bien, y avanzaba de prisa hacia el elfo que en medio de su ira ni siquiera se percató de que ella se acercaba hasta que estuvo sobre él -¡Maldita!- Gritó forcejeando para quitársela de encima pero no consiguió nada, los guardianes que avanzaban hacia donde estaba con la elfa se detuvieron para luego regresar a donde los llamaba su manejador, mientras otros, muchos otros seguían despegándose de las paredes donde habían permanecido inmóviles -Todos van a morir- Dijo el elfo con una sádica sonrisa y antes de exhalar su último aliento dejó escapar un grito que estremeció la cueva seguido de un leve sismo; el objetivo de sacar a los guardianes no había sido atacarnos con todos ellos, sino debilitar la cueva lo suficiente para lanzarla sobre nosotros y sepultarnos; al parecer los guardianes pesados eran más que simples estatuas ornamentales, sino que además ayudaban a sostener la debilitada cueva, y al retirarlos, ésta se había hecho más débil.
Una molesta risa se escuchó de parte del elfo mientras lentamente sus fuerzas iban menguando a manos de Bath y apenas unos instantes después, los guerreros de arcilla cayeron al piso sin señales de vida -¡Vámonos rápido!- Grité al ver cómo los sismos se hacían más recurrentes y las paredes comenzaban a agrietarse para luego comenzar a dejar caer algunos pedazos de la misma que eran cada vez más grande; el laboratorio era un lugar que me gustaría explorar con más tiempo, sin embargo fue lo primero en venirse abajo; traté de tomar el brazo de Ashryn para correr fuera de la cueva mientras algunos pedazos de piedra caían a diestra y siniestra -¿Estás bien? ¿Puedes correr?- Pregunté a Bath al alcanzarla -Hay que irnos- Le dije señalando a la salida, aunque apenas recordaba el camino, esperaba contar con ella para que nos dirigiera hasta la salida.
Comencé a correr deteniéndome solo para esquivar los pedazos de roca que en ocasiones caían justo al frente; por si fuera poco un estruendo se escuchó tras nosotros, al igual que en el laboratorio, otro gran pedazo de la cueva había sucumbido y tras ello, la cueva entera se venía abajo cada vez más rápido, mirar atrás era demasiado preocupante, así que la única esperanza era seguir adelante sin detenernos por nada, la luz de luna en la salida se veía a lo lejos ¿Lograríamos llegar a tiempo para salir con vida?
Bio
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Re: [Cerrado] En busca de respuestas [Interpretativo-Libre-Noche]
Parpadeaba tantas veces como me era posible, en un intento por aclarar mi vista y que todo dejara de dar vueltas, pero al estar agotando mi magia cada segundo que transcurría me debilitaba más y más. Bio se defendió valientemente, sin embargo mis habilidades no fueron suficientes contra la amenaza que se nos presentaba. El joven vampiro detuvo mi andar y al echar un vistazo me di cuenta de que la señorita se levantaba del suelo poco a poco. Su rostro estaba cubierto de sangre, pero ella parecía bastante repuesta y no pude evitar soltar un suspiro de alivio; aunque esa pequeña satisfacción no duró tanto como me hubiese gustado, pues en un instante la vampira se acercó hacia el nuevo invocador con gran agilidad y logró someterlo clavándole una daga y los colmillos en el cuello. Sin duda los vampiros eran seres de temer, aunque por alguna razón le tenía más miedo a aquel elfo que a los dos jóvenes que acababa de conocer.
Aquel hombre luchó con todas sus fuerzas, pero la señorita dominó la situación y finalmente pude ver su vida extinguirse poco a poco; no sin antes llamar una vez más a sus guardianes, los cuales dejaron de prestarnos atención a Bio y a mí y se concentraron en el elfo. Una sentencia escapó de los labios del hombre en un último aliento y no pude evitar sentirme avergonzada. Ya eran dos las vidas que yo había ayudado a arrebatar y aunque estaba convencida de no haber hecho nada malo no me sentía del todo satisfecha, cuando se suponía que como sanadora yo debía valorar la vida, aún si se trataba de dos científicos locos. Un extraño movimiento me sacó de mi ensimismamiento y rápidamente eché un vistazo a mí alrededor, intentando descubrir que era lo que sucedía. Mis ojos se abrieron con sorpresa al comprender aquella situación. No es que aquel elfo llamara a sus guardianes para ayudarlo; esos guardianes eran quienes servían de soporte para la cueva y al moverse no había nada que la sostuviera.
Enterrarnos vivos; esa había sido la intención y la razón de aquella sentencia tan firme. Los guardianes de arcilla cayeron al suelo, demostrando así que la vida de su invocador había llegado a su final y pronto la voz de Bio resonó en mi cabeza. Los movimientos en la cueva se hacían más continuos y más peligrosos; ahora corríamos un peligro mucho mayor, pues en cualquier momento podríamos quedar sepultados vivos. Observé como el laboratorio se desmoronó frente a mis ojos y sentí como el vampiro me tomaba del brazo, instándome a buscar una salida y escapar de aquella trampa mortal. Seguí a Bio lo más rápido que pude, ignorando todo rastro de fatiga y desgaste que había en mi cuerpo. Una vez que nos unimos a la señorita nuestro objetivo fue claro: correr por nuestras vidas. De vez en cuando caían trozos de la cueva y cada vez me costaba más trabajo esquivarlos. Apresuré mis pasos todo lo que pude, siguiendo a los vampiros tan rápido como mis fuerzas me lo permitían. Un horrible sonido se escuchó detrás de nosotros y supe que no nos quedaba mucho tiempo.
—Ya falta poco… —susurré dándome ánimos a mí misma, mientras observaba la hermosa luz que se encontraba al final del túnel.
El tiempo no era nuestro aliado y lo demostraba con el derrumbe continuo del lugar. No había tiempo para detenernos o moriríamos enterrados. Comencé a rogarle al cielo que nos permitiera salir con vida de ahí y prometía no volver a meterme en problemas, si con ello me permitían volver a ver a Allen y a mi padre. Claro que faltaba ver si me cumplían mi deseo, porque cada que miraba hacia el frente la salida me parecía más y más lejana.
Aquel hombre luchó con todas sus fuerzas, pero la señorita dominó la situación y finalmente pude ver su vida extinguirse poco a poco; no sin antes llamar una vez más a sus guardianes, los cuales dejaron de prestarnos atención a Bio y a mí y se concentraron en el elfo. Una sentencia escapó de los labios del hombre en un último aliento y no pude evitar sentirme avergonzada. Ya eran dos las vidas que yo había ayudado a arrebatar y aunque estaba convencida de no haber hecho nada malo no me sentía del todo satisfecha, cuando se suponía que como sanadora yo debía valorar la vida, aún si se trataba de dos científicos locos. Un extraño movimiento me sacó de mi ensimismamiento y rápidamente eché un vistazo a mí alrededor, intentando descubrir que era lo que sucedía. Mis ojos se abrieron con sorpresa al comprender aquella situación. No es que aquel elfo llamara a sus guardianes para ayudarlo; esos guardianes eran quienes servían de soporte para la cueva y al moverse no había nada que la sostuviera.
Enterrarnos vivos; esa había sido la intención y la razón de aquella sentencia tan firme. Los guardianes de arcilla cayeron al suelo, demostrando así que la vida de su invocador había llegado a su final y pronto la voz de Bio resonó en mi cabeza. Los movimientos en la cueva se hacían más continuos y más peligrosos; ahora corríamos un peligro mucho mayor, pues en cualquier momento podríamos quedar sepultados vivos. Observé como el laboratorio se desmoronó frente a mis ojos y sentí como el vampiro me tomaba del brazo, instándome a buscar una salida y escapar de aquella trampa mortal. Seguí a Bio lo más rápido que pude, ignorando todo rastro de fatiga y desgaste que había en mi cuerpo. Una vez que nos unimos a la señorita nuestro objetivo fue claro: correr por nuestras vidas. De vez en cuando caían trozos de la cueva y cada vez me costaba más trabajo esquivarlos. Apresuré mis pasos todo lo que pude, siguiendo a los vampiros tan rápido como mis fuerzas me lo permitían. Un horrible sonido se escuchó detrás de nosotros y supe que no nos quedaba mucho tiempo.
—Ya falta poco… —susurré dándome ánimos a mí misma, mientras observaba la hermosa luz que se encontraba al final del túnel.
El tiempo no era nuestro aliado y lo demostraba con el derrumbe continuo del lugar. No había tiempo para detenernos o moriríamos enterrados. Comencé a rogarle al cielo que nos permitiera salir con vida de ahí y prometía no volver a meterme en problemas, si con ello me permitían volver a ver a Allen y a mi padre. Claro que faltaba ver si me cumplían mi deseo, porque cada que miraba hacia el frente la salida me parecía más y más lejana.
- Off:
- Les pido una enorme enorme disculpa! Estos días han sido de locos y apenas y he tenido tiempo de respirar! Me siento muy avergonzada por haberlos hecho esperar, espero de verdad que me perdonen u_u Mil disculpas!
Ashryn Elaynor
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Re: [Cerrado] En busca de respuestas [Interpretativo-Libre-Noche]
En el fondo, su intención nunca había sido matar al dichoso elfo, simplemente quería dejarle inconsciente y que dejase de ser un problema para todo el mundo. Mas un vampiro hambriento no medía. Para el cazador, lo que había bebido significaba salvar la vida, su energía se había restaurado casi por completo, notaba sus fuerzas volver y su cabeza ordenarse, sin embargo una sensación amarga le invadió cuando el sujeto élfico ya no se sostuvo en pie. Notó cómo él desfallecía, primero una rodilla quedó apoyada en el frío suelo y luego la otra le acompañó.
Él siguió maldiciendo por lo bajo, podía escucharlo, así que no lo aguantó más y, colocando ambas manos en su barbilla, hizo un giro y le partió el cuello. El cuerpo cayó e hizo un ruido sordo, al igual que todas las estúpidas marionetas de las que estaban rodeados. Escuchó un sonido un poco más agudo, y se percató de que al elfo se le habían caído unas llaves. Las cogió, al fin y al cabo su trabajo era recopilar información, y las llaves tenían pinta de abrir algo importante. Su fuente de energía había colapsado, de modo que no tenían manera de seguir "vivos". Una sonrisa se dibujó juguetona en el rostro de Erzsébeth, el cual ya no podía disimular la euforia que sentía dentro de sí.
De su trance solo lo sacó la voz de Bio que, con amargura, le preguntó que si podía correr. Él le miró, resplandeciente, y sin poder disimular su asombro, le preguntó.
—Claro que puedo correr, una maratón si se precisa... pero, ¿por qué me preguntas eso? —fue entonces cuando notó el terremoto que estaba abatiendo aquel lugar. — ¡LA CUEVA ESTÁ DESMORONÁNDOSE! —Dijo, incrédulo, y entendió que necesitarían al noctívago de guía para salir de allí.
Asintió y comenzó la carrera. Aquellos pasillos le resultaban tan familiares que no le costó demasiado repetir las acciones anteriores para llegar hasta su salida, aunque la sensación de que todos serían sepultados bajo un mar de rocas frías y puntiagudos le animaba a darse prisa. Una vez dieron el último giro, solo les quedaba la larga recta hasta el premio: la libertad. Hacía años que no sentía tanta necesidad por respirar. Agradeció al cielo que fuese de noche todavía, a juzgar por lo que llegaba a ver con la luz que proporcionaban las antorchas.
Algunas piedras cayeron en frente de ellos, mas esquivarlas no les fue problema alguno, el problema se les presentó al llegar a la puerta. La habían cerrado con un candado. La cadena era de hierro, fuerte y consistente, y el vampiro no tenía ni idea de cómo abrirla. Casi entró en pánico al pensar en cómo vibraban aquellas paredes... hasta que se acordó de lo que le había arrebatado al elfo.
—Tranquilos, vamos a salir de aquí en un abrir y cerrar de ojos —dijo, sacando la llave y haciéndola girar. Las pesadas cadenas cayeron a ambos lados de la puerta y, por fin, habían alcanzado sanos y salvos la salida.
El aire de la noche agitó los cabellos del vampiro a la vez que seguía corriendo para alejarse un poco más de aquel ataúd oculto. Le echó un último vistazo antes de escuchar un fatal estruendo, que seguramente significaría la caída total de aquella guarida perversa y sin sentido.
Él siguió maldiciendo por lo bajo, podía escucharlo, así que no lo aguantó más y, colocando ambas manos en su barbilla, hizo un giro y le partió el cuello. El cuerpo cayó e hizo un ruido sordo, al igual que todas las estúpidas marionetas de las que estaban rodeados. Escuchó un sonido un poco más agudo, y se percató de que al elfo se le habían caído unas llaves. Las cogió, al fin y al cabo su trabajo era recopilar información, y las llaves tenían pinta de abrir algo importante. Su fuente de energía había colapsado, de modo que no tenían manera de seguir "vivos". Una sonrisa se dibujó juguetona en el rostro de Erzsébeth, el cual ya no podía disimular la euforia que sentía dentro de sí.
De su trance solo lo sacó la voz de Bio que, con amargura, le preguntó que si podía correr. Él le miró, resplandeciente, y sin poder disimular su asombro, le preguntó.
—Claro que puedo correr, una maratón si se precisa... pero, ¿por qué me preguntas eso? —fue entonces cuando notó el terremoto que estaba abatiendo aquel lugar. — ¡LA CUEVA ESTÁ DESMORONÁNDOSE! —Dijo, incrédulo, y entendió que necesitarían al noctívago de guía para salir de allí.
Asintió y comenzó la carrera. Aquellos pasillos le resultaban tan familiares que no le costó demasiado repetir las acciones anteriores para llegar hasta su salida, aunque la sensación de que todos serían sepultados bajo un mar de rocas frías y puntiagudos le animaba a darse prisa. Una vez dieron el último giro, solo les quedaba la larga recta hasta el premio: la libertad. Hacía años que no sentía tanta necesidad por respirar. Agradeció al cielo que fuese de noche todavía, a juzgar por lo que llegaba a ver con la luz que proporcionaban las antorchas.
Algunas piedras cayeron en frente de ellos, mas esquivarlas no les fue problema alguno, el problema se les presentó al llegar a la puerta. La habían cerrado con un candado. La cadena era de hierro, fuerte y consistente, y el vampiro no tenía ni idea de cómo abrirla. Casi entró en pánico al pensar en cómo vibraban aquellas paredes... hasta que se acordó de lo que le había arrebatado al elfo.
—Tranquilos, vamos a salir de aquí en un abrir y cerrar de ojos —dijo, sacando la llave y haciéndola girar. Las pesadas cadenas cayeron a ambos lados de la puerta y, por fin, habían alcanzado sanos y salvos la salida.
El aire de la noche agitó los cabellos del vampiro a la vez que seguía corriendo para alejarse un poco más de aquel ataúd oculto. Le echó un último vistazo antes de escuchar un fatal estruendo, que seguramente significaría la caída total de aquella guarida perversa y sin sentido.
OFFROL: Bueno, el que sufre aquí siempre es el pobre Bio por nuestras ausencias :(... Lo siento MUCHO por tanto retraso, a Bio le pude avisar por el teléfono pero no he tenido acceso a ordenadores, perdona por teneros del tingo al tango.
Bathory
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Re: [Cerrado] En busca de respuestas [Interpretativo-Libre-Noche]
Me alegré al ver que mi compañera de aventuras ya se encontraba recompuesta, y no era para menos después del banquete que se había dado con la sangre del elfo, sin embargo el peligro no había terminado, aún faltaba salir de la cueva y no sería nada fácil, aunque sí sería muy rápido, no por lo sencillo que pudiera resultar, sino porque en caso de no serlo acabaríamos enterrados vivos bajo el manto de arena y rocas que se nos venían encima.
La carrera comenzó casi por inercia, tanto yo como la vampira y la pequeña y apetecible elfa corríamos esquivando trozos de roca que se desprendían uno tras otro casi intencionalmente apuntando a caer sobre nosotros, varias veces tuve que detenerme para evitar ser aplastado, otras veces fue necesario desviar mi camino e incluso a ratos detenerme a pensar por donde pasar, el sonido de la cueva era cada vez más alarmante y no sabía si realmente llegaríamos a salir, incluso mis esperanzas se vieron mermadas al recordar que una enorme reja bloqueaba la salida, esperaba que para estas alturas con la llegada del otro elfo estuviera abierta pero no fue así -¡¡Maldición!! Sigue cerrado- Murmuré de mala gana con evidente preocupación aunque para variar, mi rubia compañera tenía un plan -No importa cuánto lo intente, al final siempre eres tú quien me salva a mí- Le dije con una pícara sonrisa mientras sacaba una llave con la que en instantes logró abrir la fulana reja.
Por mero instinto de supervivencia me lancé al frente a empujar la reja para abrirla lo antes posible y darle a las chicas la ventaja para salir; la cueva comenzaba a ceder y las bisagras de la reja comenzaban a encorvarse, supe entonces que era momento de alejarme y tras lanzarme hacia el exterior como una flecha escuché el estruendoso sonido de la cueva colapsándose sobre sí misma para poner fin a aquella terrible odisea.
Me levanté del piso donde había caído sentado para asegurarme de que mis acompañantes estuvieran bien -Este debe ser el peor rescate que hayas visto, la mansión de Manuela te espera- Le dije a Bath mientras me acercaba a ella para tratar de abrazarla pero mis fuerzas fallaron antes de llegar y acabé apoyando mis manos sobre mis rodillas y tomando aire repetidas veces para recuperar el aliento -Creí que no saldrías- Le dije a la joven elfa cuando conseguí ubicarla con la vista -Me alegra que hayas podido salir, porque tengo hambre- Dije bromeando para molestar a la pequeña y tratar de asustarla de nuevo, ya que el peligro había terminado no estaría nada mal un poco de diversión.
La carrera comenzó casi por inercia, tanto yo como la vampira y la pequeña y apetecible elfa corríamos esquivando trozos de roca que se desprendían uno tras otro casi intencionalmente apuntando a caer sobre nosotros, varias veces tuve que detenerme para evitar ser aplastado, otras veces fue necesario desviar mi camino e incluso a ratos detenerme a pensar por donde pasar, el sonido de la cueva era cada vez más alarmante y no sabía si realmente llegaríamos a salir, incluso mis esperanzas se vieron mermadas al recordar que una enorme reja bloqueaba la salida, esperaba que para estas alturas con la llegada del otro elfo estuviera abierta pero no fue así -¡¡Maldición!! Sigue cerrado- Murmuré de mala gana con evidente preocupación aunque para variar, mi rubia compañera tenía un plan -No importa cuánto lo intente, al final siempre eres tú quien me salva a mí- Le dije con una pícara sonrisa mientras sacaba una llave con la que en instantes logró abrir la fulana reja.
Por mero instinto de supervivencia me lancé al frente a empujar la reja para abrirla lo antes posible y darle a las chicas la ventaja para salir; la cueva comenzaba a ceder y las bisagras de la reja comenzaban a encorvarse, supe entonces que era momento de alejarme y tras lanzarme hacia el exterior como una flecha escuché el estruendoso sonido de la cueva colapsándose sobre sí misma para poner fin a aquella terrible odisea.
Me levanté del piso donde había caído sentado para asegurarme de que mis acompañantes estuvieran bien -Este debe ser el peor rescate que hayas visto, la mansión de Manuela te espera- Le dije a Bath mientras me acercaba a ella para tratar de abrazarla pero mis fuerzas fallaron antes de llegar y acabé apoyando mis manos sobre mis rodillas y tomando aire repetidas veces para recuperar el aliento -Creí que no saldrías- Le dije a la joven elfa cuando conseguí ubicarla con la vista -Me alegra que hayas podido salir, porque tengo hambre- Dije bromeando para molestar a la pequeña y tratar de asustarla de nuevo, ya que el peligro había terminado no estaría nada mal un poco de diversión.
Bio
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Re: [Cerrado] En busca de respuestas [Interpretativo-Libre-Noche]
Nunca en mi joven vida había hecho tantas promesas como en esta ocasión. Lo único que pedía a cambio era que los tres pudiésemos salir con bien, cosa que parecía difícil con cada instante que pasábamos en ese lugar. Todo se derrumbaba, incluso debíamos ingeniárnoslas para esquivar los trozos de la cueva que parecían determinados a acabar con nuestras vidas. Corría tan rápido como podía, moviéndome para todos lados en un intento por no terminar aplastada, pues a diferencia de los vampiros yo había mermado casi toda mi magia, si apenas y podía ver por dónde iba, correr suponía un desgaste mucho mayor. Por un segundo pensé que todo estaba perdido, al ver la puerta cerrada con unas imponentes cadenas y un candado. El desanimó no tardó en hacerse presente, hasta que la vampira sacó una llave y nos abrió el camino a la libertad.
Bio abrió la puerta con rapidez, permitiéndonos salir primero a la señorita y a mí. Di un pequeño salto hacia el frente y caí de frente al piso, respirando agitadamente. El fresco de la noche y la sensación del pasto debajo de mi cuerpo me hicieron esbozar una sonrisa; estábamos vivos, lo habíamos logrado. Un horrible sonido se escuchó detrás de nosotros y giré mi rostro para vislumbrar que la cueva se había derrumbado por completo. Traté de aspirar el delicioso aire nocturno y agradecí al cielo de que esa pesadilla hubiese terminado. Escuché las palabras de Bio y sonreí de forma radiante, buscando la manera de levantarme, pero estaba tan agotada que tardaría un poco en poder moverme de esa posición.
—Tendrás que esperar un poco, chico listo —respondí a su broma—, no creo que mi sangre te de energía en estos momentos, ni siquiera puedo levantarme —solté una pequeña carcajada y observé a mi alrededor.
La luna aun gobernaba al cielo y las luces que había observado antes de salir de la cueva eran las de las antorchas que iluminaban el lugar. Así que había estado adentro mucho menos tiempo del que me había parecido; con un poco de suerte podría volver a casa sin que papá notara mi ausencia y de esa manera no estaría castigada por el resto de mi vida. Poco a poco me fui incorporando sobre el piso y tomé una larga bocanada de aire. Estaba ansiosa por contarle a mi hermano mi aventura de esta noche, seguramente el ya habría notado que algo me había pasado, pues por desgracia los gemelos tenemos una extraña conexión y una vez que caí en cuenta de eso no pude evitar preocuparme de que era muy posible que mi familia ya supiese de mi travesura y me estuviesen buscando por todo el bosque.
—Debo volver a casa —sonreí de manera amable, intentando no asestar de nuevo en el suelo con tan pocas fuerzas—. Seguramente mi familia está preocupada por mí —me dirigí hacia la señorita y le devolví su daga—. Lamento todos los infortunios que alguien de mi raza le ha ocasionado y le agradezco por haberme salvado —miré a Bio—, gracias a ambos —llevé un dedo a mi mentón y me reí de forma graciosa—. Creo que tengo que dar una explicación de cómo terminé aquí —hice una pequeña pausa—; mi nombre es Ashryn Elaynor, estaba siguiendo a mi padre que tenía una reunión importante con algunos miembros de mi familia, pero como a mi hermano y a mí no nos permiten salir de noche terminé perdida. Después me topé con Bio y terminé siguiéndolo sin saber que era lo que pasaba. Les ofrezco una disculpa por los inconvenientes que mi imprudencia les pudo ocasionar.
Si, bueno, eran motivos muy estúpidos, pero así fue como ocurrió todo y no tenía por qué mentirles. Espere unos segundos su respuesta, no tenía mucho tiempo y aun no sabía cómo le haría para volver a casa, pero entre más tiempo pasaba más corría el riesgo de un terrible castigo, eso sin contar que mi hermano estaría muriéndose de la angustia luego de sentir que algo no andaba bien conmigo. Esta aventura había sido algo completamente nuevo para mí y por extraño que pareciera, sentía que extrañaría a ambos vampiros cuando volviese a mi hogar.
Bio abrió la puerta con rapidez, permitiéndonos salir primero a la señorita y a mí. Di un pequeño salto hacia el frente y caí de frente al piso, respirando agitadamente. El fresco de la noche y la sensación del pasto debajo de mi cuerpo me hicieron esbozar una sonrisa; estábamos vivos, lo habíamos logrado. Un horrible sonido se escuchó detrás de nosotros y giré mi rostro para vislumbrar que la cueva se había derrumbado por completo. Traté de aspirar el delicioso aire nocturno y agradecí al cielo de que esa pesadilla hubiese terminado. Escuché las palabras de Bio y sonreí de forma radiante, buscando la manera de levantarme, pero estaba tan agotada que tardaría un poco en poder moverme de esa posición.
—Tendrás que esperar un poco, chico listo —respondí a su broma—, no creo que mi sangre te de energía en estos momentos, ni siquiera puedo levantarme —solté una pequeña carcajada y observé a mi alrededor.
La luna aun gobernaba al cielo y las luces que había observado antes de salir de la cueva eran las de las antorchas que iluminaban el lugar. Así que había estado adentro mucho menos tiempo del que me había parecido; con un poco de suerte podría volver a casa sin que papá notara mi ausencia y de esa manera no estaría castigada por el resto de mi vida. Poco a poco me fui incorporando sobre el piso y tomé una larga bocanada de aire. Estaba ansiosa por contarle a mi hermano mi aventura de esta noche, seguramente el ya habría notado que algo me había pasado, pues por desgracia los gemelos tenemos una extraña conexión y una vez que caí en cuenta de eso no pude evitar preocuparme de que era muy posible que mi familia ya supiese de mi travesura y me estuviesen buscando por todo el bosque.
—Debo volver a casa —sonreí de manera amable, intentando no asestar de nuevo en el suelo con tan pocas fuerzas—. Seguramente mi familia está preocupada por mí —me dirigí hacia la señorita y le devolví su daga—. Lamento todos los infortunios que alguien de mi raza le ha ocasionado y le agradezco por haberme salvado —miré a Bio—, gracias a ambos —llevé un dedo a mi mentón y me reí de forma graciosa—. Creo que tengo que dar una explicación de cómo terminé aquí —hice una pequeña pausa—; mi nombre es Ashryn Elaynor, estaba siguiendo a mi padre que tenía una reunión importante con algunos miembros de mi familia, pero como a mi hermano y a mí no nos permiten salir de noche terminé perdida. Después me topé con Bio y terminé siguiéndolo sin saber que era lo que pasaba. Les ofrezco una disculpa por los inconvenientes que mi imprudencia les pudo ocasionar.
Si, bueno, eran motivos muy estúpidos, pero así fue como ocurrió todo y no tenía por qué mentirles. Espere unos segundos su respuesta, no tenía mucho tiempo y aun no sabía cómo le haría para volver a casa, pero entre más tiempo pasaba más corría el riesgo de un terrible castigo, eso sin contar que mi hermano estaría muriéndose de la angustia luego de sentir que algo no andaba bien conmigo. Esta aventura había sido algo completamente nuevo para mí y por extraño que pareciera, sentía que extrañaría a ambos vampiros cuando volviese a mi hogar.
Ashryn Elaynor
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