Ciudadanos en apuros [Interpretativo][Libre][2/2]
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Ciudadanos en apuros [Interpretativo][Libre][2/2]
Comenzaba a atardecer sobre la ciudad cuando la joven por fin se decidió a salir de la posada, en la cual llevaba al menos dos días recluida a causa de sus estudios y experimentos alquímicos. Una vez lista, tras asearse y cambiarse de ropa para ir tan cómoda como fuese posible, abandonó la habitación en que se hospedaba y bajó las escaleras sin prisas, mientras escuchaba el barullo que formaban los clientes de la taberna, que ya habían comenzado a beber sin mesura.
Saludó a la tabernera y le pidió algo de comida, haciendo hincapié en que no fuese de plato sino algo que se pudiera llevar para el paseo que pensaba dar por la ciudad. La amable mujer le dio a elegir entre algunas opciones y la bruja optó por un par de piezas de fruta, depositó los aeros sobre la barra y se despidió cordialmente, ofreciendo una leve sonrisa a la dama que tanto tiempo llevaba hospedándola en su local.
Guardó una de las rojizas manzanas en su bolsa de cuero y se llevó la otra a los labios, mientras caminaba hacia la puerta y decidía mentalmente qué lugares visitar. El mercado sería su primera parada, siempre tenían artículos interesantes y era bueno pasar de vez en cuando a ver las novedades, luego quizá visitase alguna tienda cercana o se dirigiese a la plaza, donde a veces se colgaban avisos que podían ayudar a encontrar trabajos decentes y bien pagados.
Elen no andaba mal de dinero, no solía gastar demasiado y gracias a ello había ahorrado bastante, pero le venía bien trabajar de vez en cuando en diferentes actividades, así no se recluía únicamente en sus experimentos ni en la búsqueda de ingredientes. Paseó por las calles principales de Lunargenta hasta llegar a los comercios, donde tras unos rápidos vistazos a los puestos comprobó que no había nada que despertase su interés.
Entonces decidió acercarse a la plaza, pero no tomaría el camino directo, por alguna extraña razón prefirió adentrarse en las estrechas callejuelas secundarias, aquellas en que años antes había tenido tan mala suerte de toparse con la bolsa de aeros maldita. ¿Qué más me podría pasar? Se preguntó mentalmente, dando por hecho que ya nada de lo que hubiese allí sería capaz de dañarla ni asustarla.
Entretanto, en una casa no muy lejana de donde se encontraba la maga, tenía lugar una alterada discusión, que llegaría a oídos de cualquiera que estuviese lo suficientemente cerca. - ¡¿Cómo has podido?! ¡Te dije que no trataras con esos matones! - increpaba a viva voz una mujer, furiosa. - ¡No teníamos dinero! ¿Qué querías que hiciera? - respondió el marido también alterado por la situación. - ¡Cualquier cosa menos pedírselo a ellos! - gritaría nuevamente la dama, antes de que la voz se le quebrase y comenzara a sollozar lastimeramente.
- Vendrán por nosotros, se lo llevarán todo por tu culpa. - consiguió decir entre lágrimas. Su esposo, con expresión triste trataría de acercarse a ella para rodearla con sus brazos, pero la mujer no permitiría que la tocase, seguía estando muy enfadada con él. - Aunque nos quiten nuestras pertenencias saldremos adelante, empezaremos de nuevo Briene. - respondió el hombre, abandonando el agresivo tono de antes para adoptar uno mucho más bajo. - Te prometo que esta vez no volveré a cometer el mismo error, buscaré un trabajo y os sacaré de la miseria. - añadió, antes de desviar la vista hacia la puerta que daba al cuarto contiguo, donde se encontraba su hijo de apenas siete años, que seguramente lo había escuchado todo.
Tan solo un par de minutos después alguien tocaría a la puerta de la casa, y en un intento por proteger a los suyos, Dimas enviaría a su mujer junto al niño, para que se mantuviesen escondidos en la habitación hasta que él hubiese arreglado aquel asunto. Cuatro fornidos hombres esperaban fuera, con semblantes fríos y las miradas clavadas en la casa, a la espera de que su deudor les abriese la puerta, pero si tardaba demasiado ellos mismos la echarían abajo.
Dimas sabía que era mejor abrirles, así que no tardó en hacerlo y dejarles pasar, mientras los nervios le atenazaban la garganta. - Se te ha acabado el plazo Dimas, ¿tienes nuestro dinero? - preguntaría el cabecilla, un hombre alto y corpulento, de largos cabellos oscuros. - Todavía no he conseguido reunirlo, si tuviera algo más de tiempo… - el hombre no alcanzó a terminar su frase, ya que uno de los matones se adelantó para propinarle un puñetazo en el vientre.
- Ya te hemos dado mucho tiempo, ha llegado la hora de cobrar. Chicos registrad la casa, tomad todo objeto de valor que encontréis. - ordenó el líder, antes de sentarse cómodamente en una silla cercana. - No es nada personal Dimas, los negocios son los negocios y nosotros no podemos permitirnos perder dinero. - dijo sonriendo levemente, con cierta malicia. Los demás revolvieron cada rincón de la casa sin ningún tipo de cuidado, hasta dar con la mujer y el niño que se ocultaban en la estancia más alejada de la entrada.
- Vaya qué tenemos aquí. - musitó el cabecilla al ver regresar a uno de sus hombres, que sujetaba firmemente a Briene por uno de los brazos. El pequeño se encontraba delante de ella, abrazado a una de sus piernas y con el miedo grabado en el rostro. - ¿Qué habéis encontrado? - preguntó en cuanto los otros dos regresaron, cargados con un par de sacos en los que habían reunido el botín. El de cabellos negros echó un vistazo al interior de los mismos y examinó alguna de las piezas brevemente, antes de volver a centrar su atención en Dimas.
- Me temo que no será suficiente para saldar la deuda, pero no te preocupes, aún queda algo que podemos llevarnos. - los ojos del matón se posaron sobre la mujer y luego sobre el niño, que hacía todo lo posible por no mirar a aquellos malos hombres que habían entrado en su casa. - El chico se viene con nosotros. - anunció al tiempo que se levantaba de la silla para ir hacia la salida. - ¡No! ¡No puedes hacer eso! - exclamó Briene, pero nada podía hacer ella para detenerlos. - ¡Quedaos la casa pero no os llevéis a mi hijo! - gritaría esta vez el padre, captando la atención del cabecilla. - Más os valdría quemar este cuchitril, no tiene ningún valor. - esas fueron las últimas palabras que escucharían de su boca.
Los matones arrancaron al pequeño de los brazos de su madre y se lo llevaron casi a rastras, con la idea de venderlo y sacar algún dinero por él a los esclavistas.
Elen alcanzaría a escuchar los gritos de Briene, así como cualquiera que pasara por allí, y movida por la curiosidad se acercaría hasta la casa, en cuya entrada encontraría a la infeliz pareja llorando desconsoladamente. - ¿Qué ha ocurrido? - preguntó con preocupación al verlos en tal estado. - Mi hijo, esos malditos se han llevado a mi hijo…- conseguiría responder la mujer entre sollozos, señalando la dirección en que se habían marchado.
La bruja desvió la vista hacia allí y pudo verlos, cuatro individuos que llevaban consigo a un pequeño, que trataba de resistirse y llamaba a sus padres. No era una escena agradable, y seguramente los matones pronto lo harían callar para que no llamase la atención de la guardia, pero debía ser realista, ella sola no podría encararlos. - Ayúdenos por favor, Thomas es lo único que nos queda. - pediría el padre al ver que la joven iba armada. - Haré lo que pueda. - respondió la de ojos verdes, antes de emprender la persecución a paso ligero, pero tratando de que no reparasen en su presencia.
Saludó a la tabernera y le pidió algo de comida, haciendo hincapié en que no fuese de plato sino algo que se pudiera llevar para el paseo que pensaba dar por la ciudad. La amable mujer le dio a elegir entre algunas opciones y la bruja optó por un par de piezas de fruta, depositó los aeros sobre la barra y se despidió cordialmente, ofreciendo una leve sonrisa a la dama que tanto tiempo llevaba hospedándola en su local.
Guardó una de las rojizas manzanas en su bolsa de cuero y se llevó la otra a los labios, mientras caminaba hacia la puerta y decidía mentalmente qué lugares visitar. El mercado sería su primera parada, siempre tenían artículos interesantes y era bueno pasar de vez en cuando a ver las novedades, luego quizá visitase alguna tienda cercana o se dirigiese a la plaza, donde a veces se colgaban avisos que podían ayudar a encontrar trabajos decentes y bien pagados.
Elen no andaba mal de dinero, no solía gastar demasiado y gracias a ello había ahorrado bastante, pero le venía bien trabajar de vez en cuando en diferentes actividades, así no se recluía únicamente en sus experimentos ni en la búsqueda de ingredientes. Paseó por las calles principales de Lunargenta hasta llegar a los comercios, donde tras unos rápidos vistazos a los puestos comprobó que no había nada que despertase su interés.
Entonces decidió acercarse a la plaza, pero no tomaría el camino directo, por alguna extraña razón prefirió adentrarse en las estrechas callejuelas secundarias, aquellas en que años antes había tenido tan mala suerte de toparse con la bolsa de aeros maldita. ¿Qué más me podría pasar? Se preguntó mentalmente, dando por hecho que ya nada de lo que hubiese allí sería capaz de dañarla ni asustarla.
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Entretanto, en una casa no muy lejana de donde se encontraba la maga, tenía lugar una alterada discusión, que llegaría a oídos de cualquiera que estuviese lo suficientemente cerca. - ¡¿Cómo has podido?! ¡Te dije que no trataras con esos matones! - increpaba a viva voz una mujer, furiosa. - ¡No teníamos dinero! ¿Qué querías que hiciera? - respondió el marido también alterado por la situación. - ¡Cualquier cosa menos pedírselo a ellos! - gritaría nuevamente la dama, antes de que la voz se le quebrase y comenzara a sollozar lastimeramente.
- Vendrán por nosotros, se lo llevarán todo por tu culpa. - consiguió decir entre lágrimas. Su esposo, con expresión triste trataría de acercarse a ella para rodearla con sus brazos, pero la mujer no permitiría que la tocase, seguía estando muy enfadada con él. - Aunque nos quiten nuestras pertenencias saldremos adelante, empezaremos de nuevo Briene. - respondió el hombre, abandonando el agresivo tono de antes para adoptar uno mucho más bajo. - Te prometo que esta vez no volveré a cometer el mismo error, buscaré un trabajo y os sacaré de la miseria. - añadió, antes de desviar la vista hacia la puerta que daba al cuarto contiguo, donde se encontraba su hijo de apenas siete años, que seguramente lo había escuchado todo.
Tan solo un par de minutos después alguien tocaría a la puerta de la casa, y en un intento por proteger a los suyos, Dimas enviaría a su mujer junto al niño, para que se mantuviesen escondidos en la habitación hasta que él hubiese arreglado aquel asunto. Cuatro fornidos hombres esperaban fuera, con semblantes fríos y las miradas clavadas en la casa, a la espera de que su deudor les abriese la puerta, pero si tardaba demasiado ellos mismos la echarían abajo.
Dimas sabía que era mejor abrirles, así que no tardó en hacerlo y dejarles pasar, mientras los nervios le atenazaban la garganta. - Se te ha acabado el plazo Dimas, ¿tienes nuestro dinero? - preguntaría el cabecilla, un hombre alto y corpulento, de largos cabellos oscuros. - Todavía no he conseguido reunirlo, si tuviera algo más de tiempo… - el hombre no alcanzó a terminar su frase, ya que uno de los matones se adelantó para propinarle un puñetazo en el vientre.
- Ya te hemos dado mucho tiempo, ha llegado la hora de cobrar. Chicos registrad la casa, tomad todo objeto de valor que encontréis. - ordenó el líder, antes de sentarse cómodamente en una silla cercana. - No es nada personal Dimas, los negocios son los negocios y nosotros no podemos permitirnos perder dinero. - dijo sonriendo levemente, con cierta malicia. Los demás revolvieron cada rincón de la casa sin ningún tipo de cuidado, hasta dar con la mujer y el niño que se ocultaban en la estancia más alejada de la entrada.
- Vaya qué tenemos aquí. - musitó el cabecilla al ver regresar a uno de sus hombres, que sujetaba firmemente a Briene por uno de los brazos. El pequeño se encontraba delante de ella, abrazado a una de sus piernas y con el miedo grabado en el rostro. - ¿Qué habéis encontrado? - preguntó en cuanto los otros dos regresaron, cargados con un par de sacos en los que habían reunido el botín. El de cabellos negros echó un vistazo al interior de los mismos y examinó alguna de las piezas brevemente, antes de volver a centrar su atención en Dimas.
- Me temo que no será suficiente para saldar la deuda, pero no te preocupes, aún queda algo que podemos llevarnos. - los ojos del matón se posaron sobre la mujer y luego sobre el niño, que hacía todo lo posible por no mirar a aquellos malos hombres que habían entrado en su casa. - El chico se viene con nosotros. - anunció al tiempo que se levantaba de la silla para ir hacia la salida. - ¡No! ¡No puedes hacer eso! - exclamó Briene, pero nada podía hacer ella para detenerlos. - ¡Quedaos la casa pero no os llevéis a mi hijo! - gritaría esta vez el padre, captando la atención del cabecilla. - Más os valdría quemar este cuchitril, no tiene ningún valor. - esas fueron las últimas palabras que escucharían de su boca.
Los matones arrancaron al pequeño de los brazos de su madre y se lo llevaron casi a rastras, con la idea de venderlo y sacar algún dinero por él a los esclavistas.
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Elen alcanzaría a escuchar los gritos de Briene, así como cualquiera que pasara por allí, y movida por la curiosidad se acercaría hasta la casa, en cuya entrada encontraría a la infeliz pareja llorando desconsoladamente. - ¿Qué ha ocurrido? - preguntó con preocupación al verlos en tal estado. - Mi hijo, esos malditos se han llevado a mi hijo…- conseguiría responder la mujer entre sollozos, señalando la dirección en que se habían marchado.
La bruja desvió la vista hacia allí y pudo verlos, cuatro individuos que llevaban consigo a un pequeño, que trataba de resistirse y llamaba a sus padres. No era una escena agradable, y seguramente los matones pronto lo harían callar para que no llamase la atención de la guardia, pero debía ser realista, ella sola no podría encararlos. - Ayúdenos por favor, Thomas es lo único que nos queda. - pediría el padre al ver que la joven iba armada. - Haré lo que pueda. - respondió la de ojos verdes, antes de emprender la persecución a paso ligero, pero tratando de que no reparasen en su presencia.
Última edición por Elen Calhoun el Lun 6 Jul - 10:07, editado 1 vez
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
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Re: Ciudadanos en apuros [Interpretativo][Libre][2/2]
Off: Estoy francamente impresionado con la calidad y cantidad de escrito que has puesto en este tema. Recién vi que es un estilo característico tuyo, por lo que intentaré estar a la altura pues siento que he de corresponder tu tiempo y esfuerzo. Como puedes comprobar, mis posts tienden a ser mucho más cortos y simples por la naturaleza de mi pj xDDDD Es un privilegio ^^
On:
On:
La vida en la ciudad era ciertamente mucho más estresante que la que solía llevar en los prados verdosos en donde corría libremente junto a los míos, persiguiendo a nuestra cena y luchando contra clanes rivales. La brutalidad con que me habían enseñado en que se forja el carácter de un hombre parecía quedarse corto ante la contingencia que ofrece la vida citadina a cualquier hombre o mujer que se desenvuelva en el escrutinio de desenredar asuntos socio políticos y económicos.
Una simple ida al mercado era para mi un verdadero dolor de cabeza, pues iba con la simple idea de conseguir carne de cordero para comer en la noche, pero los comerciantes me sobre estimulaban con sus productos, y al final me llevaba cosas que ni siquiera sabía para qué servían... miré el pajarito de madera que ulula si le jalas la colita con una amplia sonrisa en el rostro. ¡Era realmente divertido y precioso! Cuando era niño solíamos jugar a las luchas y a medir nuestro valor cazando animales peligrosos. En la ciudad, los niños tenían un ambiente mucho más saludable, y por ello se convertían en adultos mucho más íntegros y racionales de lo que yo estaba acostumbrado a ver.
- Pajariiito pajarto. Pio, pio piiiiio. Hehehehe...
Un niño méndigo miraba mi juguete con suma tristeza. Parecía sucio y trabajaba desenvolviendo paquetes muy pesados en uno de los negocios ambulantes que son tan frecuentes en Lunargenta. Sus padres parecían exigirle mucho al pobre pequeño que debería estar jugando en vez de trabajar a tan corta edad. Me dio lástima el pequeño. Me acerqué a ellos.
- Hey, muy buenos días. Lo que pasa es que ése pequeño atendió a Killian ayer... y bueno, resulta que es un muy buen comerciante. Le dio tan buen trato a Killian que me sentí en la necesidad de regalarle éste juguetito. Es sólo un detalle, de un cliente agradecido.
Le dediqué una sincera sonrisa al niño que se le encendían los ojos de felicidad. Decidí acercarme de ese modo pues era muy común que padres como ellos le quitasen el juguete al niño al sospechar de actividades fuera del trabajo. Ellos se miraron con extrañeza por mi forma de hablar y asintieron. Le di el juguete al muchacho y le revolví el pelo con afecto.
- Cuídate pequeño.
Me di media vuelta y comencé a caminar por la calle hacia abajo, de vuelta a la posada en donde me estaba quedando. Iba con paso firme y animado pues siempre me hace muy feliz hacer feliz a alguien. Sólo una buena pelea podría mejorar esa mañana tan agradable.
De pronto vi una escena que me alarmó. Cuatro hombres que se veían muy poderosos se llevaban a la fuerza a un niño, y los padres en la puerta de su casa le lloraban desconsolados. ¡No en mi guardia! Corrí inmediatamente hacia ellos, pero de pronto vi a una mujer peliblanca que se acercó a ellos y les preguntó sobre la situación. Escuché lo que dijeron sin importunar, y ella comenzó a seguirlos con discreción. Parecía dispuesta a ayudarlos, pero el estilo sigiloso no es el mío y corrí tan rápido como pude hacia los matones que se llevaban al pobre niño.
- ¡Oigan, ustedes! ¡Ustedes! ¡¿A dónde llevan a ese pobre niño?! ¡Si quieren conservar sus cabezas, déjenlo libre o Killian los machará con gusto!
Los cuatro se giraron hacia mí y se rieron siniestramente. Oh no, ¿Por qué los peleadores de la ciudad tienden a dar muy mal rollo? Rara vez son honestos en un combate directo, siempre andan con tácticas extrañas, armas extrañas, venenos extraños... venenos, ugh, ni quería acordarme de esos.
- Encárgate del tarado, Gazok. Tu especialidad son los brutos.
Uno de ellos se adelantó a enfrentarme mientras los otros se alejaban. Genial, al menos tendría que vérmelas con sólo uno de ellos en vez de pelear con los cuatro a la vez. Gazok desenfundó de su espalda una lanza muy larga mientras yo desenvainé mi espada larga, común y ordinaria. La lanza de Gazok, sin embargo, parecía un filo serruchado lo que haría muuuy doloroso si el arma se incrustra dentro de la carne.
Comenzó a mover su arma muy rápidamente, dando varios giros, intercambiándola de una mano a otra. Parecía que el sujeto conocía muy bien el manejo de su arma. Yo simplemente me adelanté a enfrentarlo, y antes de que pudiera siquiera blandir, esquivé por los pelos el filo de su lanza, agachándome para que no me llegara directo al cuello. Tendría que tener mucho cuidado con él.
Comencé a chocar mi espada con su lanza, la que parecía no romperse a pesar de mi fuerza de berserker. En un momento dado, estaba seguro de haber encontrado un punto ciego e iba a aprovecharlo para acertar en la costilla derecha, pero de pronto dio una voltereta hacia un costado y me enterró su lanza en el brazo derecho.
- ¡Aaaaaaaarrrrghhhh!
Mi grito de dolor fue estruendoso. Dolía como mil demonios, pero aproveché de tomar su arma con la otra mano, sin dejarlo escapar. Los pequeños filos de serrucho rompían mi carne por dentro y hacía sangrar mi herida profusamente, pero al menos lo tenía donde lo quería. Le di una patada en el estómago, y retrocedió soltando su arma y con una expresión sorprendida en el rostro. Desenterré su lanza de mi brazo, derramando mucha sangre en el piso. Le miré con rabia y el guerrero desenvainó dos espadas largas de su cinturón.
Tomé mi arma con dos manos mientras que mi derecha temblaba por el dolor. La cosa se estaba poniendo color de hormiga.
Una simple ida al mercado era para mi un verdadero dolor de cabeza, pues iba con la simple idea de conseguir carne de cordero para comer en la noche, pero los comerciantes me sobre estimulaban con sus productos, y al final me llevaba cosas que ni siquiera sabía para qué servían... miré el pajarito de madera que ulula si le jalas la colita con una amplia sonrisa en el rostro. ¡Era realmente divertido y precioso! Cuando era niño solíamos jugar a las luchas y a medir nuestro valor cazando animales peligrosos. En la ciudad, los niños tenían un ambiente mucho más saludable, y por ello se convertían en adultos mucho más íntegros y racionales de lo que yo estaba acostumbrado a ver.
- Pajariiito pajarto. Pio, pio piiiiio. Hehehehe...
Un niño méndigo miraba mi juguete con suma tristeza. Parecía sucio y trabajaba desenvolviendo paquetes muy pesados en uno de los negocios ambulantes que son tan frecuentes en Lunargenta. Sus padres parecían exigirle mucho al pobre pequeño que debería estar jugando en vez de trabajar a tan corta edad. Me dio lástima el pequeño. Me acerqué a ellos.
- Hey, muy buenos días. Lo que pasa es que ése pequeño atendió a Killian ayer... y bueno, resulta que es un muy buen comerciante. Le dio tan buen trato a Killian que me sentí en la necesidad de regalarle éste juguetito. Es sólo un detalle, de un cliente agradecido.
Le dediqué una sincera sonrisa al niño que se le encendían los ojos de felicidad. Decidí acercarme de ese modo pues era muy común que padres como ellos le quitasen el juguete al niño al sospechar de actividades fuera del trabajo. Ellos se miraron con extrañeza por mi forma de hablar y asintieron. Le di el juguete al muchacho y le revolví el pelo con afecto.
- Cuídate pequeño.
Me di media vuelta y comencé a caminar por la calle hacia abajo, de vuelta a la posada en donde me estaba quedando. Iba con paso firme y animado pues siempre me hace muy feliz hacer feliz a alguien. Sólo una buena pelea podría mejorar esa mañana tan agradable.
De pronto vi una escena que me alarmó. Cuatro hombres que se veían muy poderosos se llevaban a la fuerza a un niño, y los padres en la puerta de su casa le lloraban desconsolados. ¡No en mi guardia! Corrí inmediatamente hacia ellos, pero de pronto vi a una mujer peliblanca que se acercó a ellos y les preguntó sobre la situación. Escuché lo que dijeron sin importunar, y ella comenzó a seguirlos con discreción. Parecía dispuesta a ayudarlos, pero el estilo sigiloso no es el mío y corrí tan rápido como pude hacia los matones que se llevaban al pobre niño.
- ¡Oigan, ustedes! ¡Ustedes! ¡¿A dónde llevan a ese pobre niño?! ¡Si quieren conservar sus cabezas, déjenlo libre o Killian los machará con gusto!
Los cuatro se giraron hacia mí y se rieron siniestramente. Oh no, ¿Por qué los peleadores de la ciudad tienden a dar muy mal rollo? Rara vez son honestos en un combate directo, siempre andan con tácticas extrañas, armas extrañas, venenos extraños... venenos, ugh, ni quería acordarme de esos.
- Encárgate del tarado, Gazok. Tu especialidad son los brutos.
Uno de ellos se adelantó a enfrentarme mientras los otros se alejaban. Genial, al menos tendría que vérmelas con sólo uno de ellos en vez de pelear con los cuatro a la vez. Gazok desenfundó de su espalda una lanza muy larga mientras yo desenvainé mi espada larga, común y ordinaria. La lanza de Gazok, sin embargo, parecía un filo serruchado lo que haría muuuy doloroso si el arma se incrustra dentro de la carne.
Comenzó a mover su arma muy rápidamente, dando varios giros, intercambiándola de una mano a otra. Parecía que el sujeto conocía muy bien el manejo de su arma. Yo simplemente me adelanté a enfrentarlo, y antes de que pudiera siquiera blandir, esquivé por los pelos el filo de su lanza, agachándome para que no me llegara directo al cuello. Tendría que tener mucho cuidado con él.
Comencé a chocar mi espada con su lanza, la que parecía no romperse a pesar de mi fuerza de berserker. En un momento dado, estaba seguro de haber encontrado un punto ciego e iba a aprovecharlo para acertar en la costilla derecha, pero de pronto dio una voltereta hacia un costado y me enterró su lanza en el brazo derecho.
- ¡Aaaaaaaarrrrghhhh!
Mi grito de dolor fue estruendoso. Dolía como mil demonios, pero aproveché de tomar su arma con la otra mano, sin dejarlo escapar. Los pequeños filos de serrucho rompían mi carne por dentro y hacía sangrar mi herida profusamente, pero al menos lo tenía donde lo quería. Le di una patada en el estómago, y retrocedió soltando su arma y con una expresión sorprendida en el rostro. Desenterré su lanza de mi brazo, derramando mucha sangre en el piso. Le miré con rabia y el guerrero desenvainó dos espadas largas de su cinturón.
Tomé mi arma con dos manos mientras que mi derecha temblaba por el dolor. La cosa se estaba poniendo color de hormiga.
Killian
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Re: Ciudadanos en apuros [Interpretativo][Libre][2/2]
Elen seguía al grupo de matones a poca distancia pero de forma disimulada, para que ninguno de los cuatro se diese cuenta de que alguien los vigilaba y trataba de buscar la oportunidad adecuada para quitarles al niño. Los transeúntes por su parte, se apartaban del camino de aquellos hombres y miraban hacia otro lado, ignorando los sollozos y gritos de auxilio del pequeño. Esto se debía a que la mayoría conocía bien a esos hombres, aunque no tuviesen un nombre propiamente dicho para el grupo, eran fácilmente reconocibles por su apariencia y vestimenta, que se reducía a un chaleco negro con pantalón y botas a juego.
Se denominaban a sí mismos prestamistas, pero en realidad todo el dinero que poseían salía de robos y extorsiones, lo que los dejaba como vulgares ladrones con algo de fuerza bruta. Sus métodos eran violentos y no parecían temer a las autoridades de la ciudad, sabían moverse sin llamar la atención de los guardias y los ciudadanos no se atrevían a denunciarlos por miedo a que se presentasen en sus casas. Solo los más desesperados acudían a pedirles dinero, y justo ese tipo de gente era con la que querían tratar, porque podían estar seguros de que no cumplirían el plazo, lo que les daba carta blanca para desvalijar sus casas y llevarse a algunos miembros, por los que sacaban una buena tajada al venderlos a los esclavistas.
La bruja no podía creer que nadie estuviera dispuesto a hacer nada para detenerlos, debía pensar un plan para arrebatarles al niño sin que le hicieran daño. Lo más sensato era avisar a los guardias más cercanos, pero si iba a buscarlos perdería de vista a los matones y luego sería complicado volver a encontrarlos, tendría que buscar otra opción. Pero antes de que pudiese hacer nada, un individuo llegó corriendo hasta ellos, amenazando con machacarlos si no liberaban al niño.
Elen observó la escena por el rabillo del ojo mientras disimulaba para que no se fijasen en ella, el tal Killian había conseguido llamar la atención de los cuatro, pero al girarse para encararlo se limitaron a reír de forma siniestra, antes de que el cabecilla ordenase a uno de los suyos que se encargase de aquel tipo que había tratado de pararlos. El matón sonrió con malicia y se adelantó para enfrentarse al recién llegado, mientras los demás continuaban su camino sin preocuparse por el resultado de la pelea, confiaban demasiado en las habilidades de combate que tenían.
Ante aquella escena, la de ojos verdes se debatió entre quedarse a ayudar a Killian o ir tras los demás para no perderlos de vista, pero en cuanto escuchó el sonoro grito del guerrero ya no hubo opciones. Avanzó sin hacer ruido, manteniéndose siempre tras el matón para que no pudiese verla, y en cuanto su oponente consiguió arrebatarle la lanza, obligándolo a echar mano de las dos espadas largas que llevaba en el cinturón, la bruja se le acercó por detrás y le soltó una descarga. - ¡Ahora! - exclamó, para que Killian aprovechase la oportunidad que le había dado, al aturdir momentáneamente a su rival, lo que le facilitaría acabar con él.
Se apartó de ellos ligeramente y buscó con la mirada al líder y los otros dos que se habían ido con él, justo a tiempo para verlos girar un par de casas más allá. Ya no se escuchaban los gritos del niño, se habían ocupado de callarlo a su manera, amenazándolo con volver y hacer daño a sus padres si seguía pidiendo ayuda. Aquello podía dificultar la tarea de seguirlos, pero en aquel momento la maga no podía dejar al guerrero como estaba, tenía que asegurarse de que ganase y hacer lo posible por curarle el brazo antes de volver a ponerse en marcha.
Desvió la vista hacia los combatientes por unos segundos, esperando que Killian ya hubiese terminado con el otro, pero debía darse prisa en preparar lo necesario para tratarlo, así que rebuscó en su bolsa y extrajo algunas vendas, junto con una poción de Inhibis y Barrimorth, a la que añadiría unas gotas de la sustancia de rosa sangrante para que tuviese efecto cicatrizante.
Se denominaban a sí mismos prestamistas, pero en realidad todo el dinero que poseían salía de robos y extorsiones, lo que los dejaba como vulgares ladrones con algo de fuerza bruta. Sus métodos eran violentos y no parecían temer a las autoridades de la ciudad, sabían moverse sin llamar la atención de los guardias y los ciudadanos no se atrevían a denunciarlos por miedo a que se presentasen en sus casas. Solo los más desesperados acudían a pedirles dinero, y justo ese tipo de gente era con la que querían tratar, porque podían estar seguros de que no cumplirían el plazo, lo que les daba carta blanca para desvalijar sus casas y llevarse a algunos miembros, por los que sacaban una buena tajada al venderlos a los esclavistas.
La bruja no podía creer que nadie estuviera dispuesto a hacer nada para detenerlos, debía pensar un plan para arrebatarles al niño sin que le hicieran daño. Lo más sensato era avisar a los guardias más cercanos, pero si iba a buscarlos perdería de vista a los matones y luego sería complicado volver a encontrarlos, tendría que buscar otra opción. Pero antes de que pudiese hacer nada, un individuo llegó corriendo hasta ellos, amenazando con machacarlos si no liberaban al niño.
Elen observó la escena por el rabillo del ojo mientras disimulaba para que no se fijasen en ella, el tal Killian había conseguido llamar la atención de los cuatro, pero al girarse para encararlo se limitaron a reír de forma siniestra, antes de que el cabecilla ordenase a uno de los suyos que se encargase de aquel tipo que había tratado de pararlos. El matón sonrió con malicia y se adelantó para enfrentarse al recién llegado, mientras los demás continuaban su camino sin preocuparse por el resultado de la pelea, confiaban demasiado en las habilidades de combate que tenían.
Ante aquella escena, la de ojos verdes se debatió entre quedarse a ayudar a Killian o ir tras los demás para no perderlos de vista, pero en cuanto escuchó el sonoro grito del guerrero ya no hubo opciones. Avanzó sin hacer ruido, manteniéndose siempre tras el matón para que no pudiese verla, y en cuanto su oponente consiguió arrebatarle la lanza, obligándolo a echar mano de las dos espadas largas que llevaba en el cinturón, la bruja se le acercó por detrás y le soltó una descarga. - ¡Ahora! - exclamó, para que Killian aprovechase la oportunidad que le había dado, al aturdir momentáneamente a su rival, lo que le facilitaría acabar con él.
Se apartó de ellos ligeramente y buscó con la mirada al líder y los otros dos que se habían ido con él, justo a tiempo para verlos girar un par de casas más allá. Ya no se escuchaban los gritos del niño, se habían ocupado de callarlo a su manera, amenazándolo con volver y hacer daño a sus padres si seguía pidiendo ayuda. Aquello podía dificultar la tarea de seguirlos, pero en aquel momento la maga no podía dejar al guerrero como estaba, tenía que asegurarse de que ganase y hacer lo posible por curarle el brazo antes de volver a ponerse en marcha.
Desvió la vista hacia los combatientes por unos segundos, esperando que Killian ya hubiese terminado con el otro, pero debía darse prisa en preparar lo necesario para tratarlo, así que rebuscó en su bolsa y extrajo algunas vendas, junto con una poción de Inhibis y Barrimorth, a la que añadiría unas gotas de la sustancia de rosa sangrante para que tuviese efecto cicatrizante.
Elen Calhoun
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Re: Ciudadanos en apuros [Interpretativo][Libre][2/2]
Mi adversario parecía sumamente familiarizado con su estilo de combate astuto y esquivo. Y por si eso fuera poco, poseía una fuerza bruta digna de admirarse, la que estaba apoyada con el diseño de su poderosa arma. Mi brazo derecho se llevó un daño espantoso, pues me costaba mucho cerrar el puño en el arma, habiendo perdido mucha movilidad en los dedos. Sin embargo, eran todos estos obstáculos los que me tenían con una leve mueca sonriente en el rostro, una muy tenue. Si hay algo que realmente logro disfrutar a concho es un buen combate, y saben los dioses que éste era un muy complicado. Recuperé la compostura, apunto de dar el siguiente ataque pues el combate a más corta distancia se me suele dar mejor a pesar de que el sujeto blanda dos armas al mismo tiempo. Sin embargo, aquella joven de pelo blanco se acercó por detrás e hizo algo que me dejó sorprendio.
¿Ahora? ¿Ahora qué? Su descarga había electrocutado a mi oponente, pues parecía estar intentado encontrarme con la mirada mientras que sus movimientos se entorpecieron notablemente. Entonces en esa fracción de segundo entendí que se refería a que ahora era el momento de atacarle para ganar ventaja. Sin gritar, corrí hacia él y con todas mis fuerzas le enterré mi espada en el cuello directamente, tirándolo al suelo y escuché los suspiros asombrados de la gente que intentaba ignorar nuestro enfrentamiento. Las madres tapaban los ojos de los niños y los ancianos observaban sin inmutarse ante el sangriento espectáculo.
Antes de que llevado por el impulso usara sus dos espadas como último recurso para causarme algún daño antes de morir, giré la empuñadura con violencia para que el agujero que llenaba de sangre sus pulmones se abriera completamente, dándole la muerte definitiva. En menos de diez segundos, mi enemigo se ahogó en su propia sangre y dejó de convulsionar, cayendo definitivamente muerto mientras que su sangre empezaba a formar un charco muy grande a su alrededor.
Con la respiración agitada, saqué mi arma del cuello de Gazok y me puse una mano en la herida, la que no paraba de sangrarme. Me giré hacia la chica que me había ayudado. ¿Una bruja? Parecía que los brujos poseían siempre recursos muy poco esperados y por ello estaba tremendamente agradecido de tenerla como aliada pues recordaba con austeridad y pésame la última vez que tuve que vérmelas con un brujo malvado. De no haber sido por la ayuda de Sarez, lo más seguro es que me hubiera desintegrado gracias a sus oscuros poderes.
- Killian te agradece la ayuda, chica de cabellos blancos.
Vi que sacaba unas vendas y unos frascos con líquidos raros de los que tengo absolutamente nada de conocimientos. ¿Qué se proponía? ¿Iba a envenenar a alguien o tal vez a embrujarlo? Retrocedí algo desconfiado, dejando dos gotas de sangre en el piso.
- ¿Qué es eso? ¿Qué te propones hacer?
Vi que los sujetos se me habían perdido de vista y ya no escuchaba los sollozos del pequeño. Eso me exasperó, pero debía tratar primero con ella, sea enemiga o aliada. Mi suspicacia era básicamente por mi ignorancia. Había visto el poder curativo de los elfos, incluso había visto a una bruja lanzar llamaradas a diestra y siniestra. Lunargenta estaba llena de sujetos con habilidades sobrenaturales ante los que sentía que mis habilidades con la espada se quedaba francamente corta. Apreté los dientes por el dolor. Ciertamente era una herida muy fea la que me había hecho el tal Gazok.
¿Ahora? ¿Ahora qué? Su descarga había electrocutado a mi oponente, pues parecía estar intentado encontrarme con la mirada mientras que sus movimientos se entorpecieron notablemente. Entonces en esa fracción de segundo entendí que se refería a que ahora era el momento de atacarle para ganar ventaja. Sin gritar, corrí hacia él y con todas mis fuerzas le enterré mi espada en el cuello directamente, tirándolo al suelo y escuché los suspiros asombrados de la gente que intentaba ignorar nuestro enfrentamiento. Las madres tapaban los ojos de los niños y los ancianos observaban sin inmutarse ante el sangriento espectáculo.
Antes de que llevado por el impulso usara sus dos espadas como último recurso para causarme algún daño antes de morir, giré la empuñadura con violencia para que el agujero que llenaba de sangre sus pulmones se abriera completamente, dándole la muerte definitiva. En menos de diez segundos, mi enemigo se ahogó en su propia sangre y dejó de convulsionar, cayendo definitivamente muerto mientras que su sangre empezaba a formar un charco muy grande a su alrededor.
Con la respiración agitada, saqué mi arma del cuello de Gazok y me puse una mano en la herida, la que no paraba de sangrarme. Me giré hacia la chica que me había ayudado. ¿Una bruja? Parecía que los brujos poseían siempre recursos muy poco esperados y por ello estaba tremendamente agradecido de tenerla como aliada pues recordaba con austeridad y pésame la última vez que tuve que vérmelas con un brujo malvado. De no haber sido por la ayuda de Sarez, lo más seguro es que me hubiera desintegrado gracias a sus oscuros poderes.
- Killian te agradece la ayuda, chica de cabellos blancos.
Vi que sacaba unas vendas y unos frascos con líquidos raros de los que tengo absolutamente nada de conocimientos. ¿Qué se proponía? ¿Iba a envenenar a alguien o tal vez a embrujarlo? Retrocedí algo desconfiado, dejando dos gotas de sangre en el piso.
- ¿Qué es eso? ¿Qué te propones hacer?
Vi que los sujetos se me habían perdido de vista y ya no escuchaba los sollozos del pequeño. Eso me exasperó, pero debía tratar primero con ella, sea enemiga o aliada. Mi suspicacia era básicamente por mi ignorancia. Había visto el poder curativo de los elfos, incluso había visto a una bruja lanzar llamaradas a diestra y siniestra. Lunargenta estaba llena de sujetos con habilidades sobrenaturales ante los que sentía que mis habilidades con la espada se quedaba francamente corta. Apreté los dientes por el dolor. Ciertamente era una herida muy fea la que me había hecho el tal Gazok.
Última edición por Killian el Jue 18 Jun - 21:33, editado 1 vez
Killian
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Re: Ciudadanos en apuros [Interpretativo][Libre][2/2]
Para cuando la bruja volvió a centrar su atención en el par de hombres, Killian ya había aprovechado la ventaja para imponerse a su oponente, enterrando la afilada hoja de su espada en el cuerpo del matón. No era una escena agradable a la vista, por la violencia y toda la sangre que empezaba a bañar los adoquines de la calle, pero la joven se había insensibilizado tanto que ya casi ninguna muerte, por horrible que fuese, le causaba impresión.
Gazok se ahogó en su propia sangre ante los atónitos ojos de quienes estuvieran en las proximidades, pero nadie haría nada por avisar a la guardia de lo ocurrido ni intentar atender al herido. Los ciudadanos preferían no entrometerse en nada que tuviese que ver con aquella cuadrilla de prestamistas, aunque interiormente se alegraban de ver que alguien era capaz de plantarles cara y acabar con uno de ellos.
El guerrero que quedaba en pie se giró hacia la maga para darle las gracias, pero pronto empezó a desconfiar al ver lo que la de ojos verdes había sacado de su bolsa, retrocedió unos pasos y preguntó qué era lo que contenían los frascos, y qué pensaba hacer con ello. Elen no respondió de inmediato, revisó su bolsa hasta encontrar un pequeño recipiente de cristal y lo abrió con cuidado, antes de verter unas pocas gotas de su contenido dentro de la pócima que había extraído con anterioridad.
Cerró ambos frascos y tras guardar el pequeño, agitó un poco el otro para que el ingrediente que acababa de añadir se mezclase con el resto, luego tomó las vendas con la otra mano y se volvió hacia Killian. - ¿No esperaras seguir al resto de matones con el brazo en ese estado verdad? - preguntó, pero dado que no esperaba obtener respuesta a una cuestión tan obvia, avanzó hacia él con cierta prisa.
Si el fortachón no se dejaba tratar de inmediato perderían un tiempo muy valioso para continuar la persecución, lo que reduciría considerablemente sus posibilidades de liberar al niño y devolverlo a su familia. Pero Elen pudo notar la desconfianza en su semblante, tendría que convencerlo antes de acercarse más o solo lograría que se pusiera a la defensiva, tomándola como una amenaza a pesar de que le hubiese prestado su ayuda durante la pelea con Gazok.
- Ya no se le oye gritar, si no nos damos prisa les perderemos la pista y será realmente complicado dar con ellos de nuevo antes de que se deshagan del niño, vendiéndolo o quien sabe cómo. - comenzó a decir con tono tranquilo, para que Killian entendiese que estaba de su lado, ambos tenían un objetivo común. - Ahora solo quedan tres pero en estas condiciones no podrás pelear con ellos, y tal como has visto mi ayuda es más bien a distancia, sé que no podría enfrentarme a esos hombres en un cuerpo a cuerpo. - continuó de inmediato, teniendo en cuenta en todo momento los preciados segundos que estaban perdiendo al hablar.
- Si nos aliamos podremos arrebatarles al niño y terminar con el miedo que han sembrado entre la población, pero tendrás que dejar que te trate esa herida. - la de cabellos cenicientos elevó ligeramente el frasco de poción al tiempo que decía las últimas palabras de la frase, de modo que el guerrero pudiese verlo con claridad. - Esto te ayudará a sanar y cicatrizar rápido, escuece durante un rato, hasta que se cierra el corte, pero no creo que te cueste soportarlo. - dijo tras una muy breve pausa, manteniendo el tono relajado para que confiase en ella. - Y por cierto, puedes llamarme Elen. - añadió como final, para presentarse.
Off: Un detalle Killian, Elen no utilizó su poder para deslumbrar, aplicó una descarga sobre el individuo y lo electrocutó, dejándolo aturdido o como en shock durante un minuto o así, con lo que el matón no podría moverse y por eso tenías ventaja, si puedes edita ese detalle en tu post.
Tienes permiso para manejar las siguientes acciones de la bruja para avanzar, así que si aceptas que te trate puedes poner que Elen te aplica la pócima sobre la herida y te venda el brazo, luego pueden continuar la persecución de los malos.
Gazok se ahogó en su propia sangre ante los atónitos ojos de quienes estuvieran en las proximidades, pero nadie haría nada por avisar a la guardia de lo ocurrido ni intentar atender al herido. Los ciudadanos preferían no entrometerse en nada que tuviese que ver con aquella cuadrilla de prestamistas, aunque interiormente se alegraban de ver que alguien era capaz de plantarles cara y acabar con uno de ellos.
El guerrero que quedaba en pie se giró hacia la maga para darle las gracias, pero pronto empezó a desconfiar al ver lo que la de ojos verdes había sacado de su bolsa, retrocedió unos pasos y preguntó qué era lo que contenían los frascos, y qué pensaba hacer con ello. Elen no respondió de inmediato, revisó su bolsa hasta encontrar un pequeño recipiente de cristal y lo abrió con cuidado, antes de verter unas pocas gotas de su contenido dentro de la pócima que había extraído con anterioridad.
Cerró ambos frascos y tras guardar el pequeño, agitó un poco el otro para que el ingrediente que acababa de añadir se mezclase con el resto, luego tomó las vendas con la otra mano y se volvió hacia Killian. - ¿No esperaras seguir al resto de matones con el brazo en ese estado verdad? - preguntó, pero dado que no esperaba obtener respuesta a una cuestión tan obvia, avanzó hacia él con cierta prisa.
Si el fortachón no se dejaba tratar de inmediato perderían un tiempo muy valioso para continuar la persecución, lo que reduciría considerablemente sus posibilidades de liberar al niño y devolverlo a su familia. Pero Elen pudo notar la desconfianza en su semblante, tendría que convencerlo antes de acercarse más o solo lograría que se pusiera a la defensiva, tomándola como una amenaza a pesar de que le hubiese prestado su ayuda durante la pelea con Gazok.
- Ya no se le oye gritar, si no nos damos prisa les perderemos la pista y será realmente complicado dar con ellos de nuevo antes de que se deshagan del niño, vendiéndolo o quien sabe cómo. - comenzó a decir con tono tranquilo, para que Killian entendiese que estaba de su lado, ambos tenían un objetivo común. - Ahora solo quedan tres pero en estas condiciones no podrás pelear con ellos, y tal como has visto mi ayuda es más bien a distancia, sé que no podría enfrentarme a esos hombres en un cuerpo a cuerpo. - continuó de inmediato, teniendo en cuenta en todo momento los preciados segundos que estaban perdiendo al hablar.
- Si nos aliamos podremos arrebatarles al niño y terminar con el miedo que han sembrado entre la población, pero tendrás que dejar que te trate esa herida. - la de cabellos cenicientos elevó ligeramente el frasco de poción al tiempo que decía las últimas palabras de la frase, de modo que el guerrero pudiese verlo con claridad. - Esto te ayudará a sanar y cicatrizar rápido, escuece durante un rato, hasta que se cierra el corte, pero no creo que te cueste soportarlo. - dijo tras una muy breve pausa, manteniendo el tono relajado para que confiase en ella. - Y por cierto, puedes llamarme Elen. - añadió como final, para presentarse.
Off: Un detalle Killian, Elen no utilizó su poder para deslumbrar, aplicó una descarga sobre el individuo y lo electrocutó, dejándolo aturdido o como en shock durante un minuto o así, con lo que el matón no podría moverse y por eso tenías ventaja, si puedes edita ese detalle en tu post.
Tienes permiso para manejar las siguientes acciones de la bruja para avanzar, así que si aceptas que te trate puedes poner que Elen te aplica la pócima sobre la herida y te venda el brazo, luego pueden continuar la persecución de los malos.
Elen Calhoun
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Re: Ciudadanos en apuros [Interpretativo][Libre][2/2]
La bruja tenía ese tono de voz que es típico en personas de suma experiencia. Probablemente podría perderme en su voz por horas sin entender un carajo lo que me hablase, pues de un modo u otro terminaría encontrándole razón al final. Dejé de tensar el cuerpo y relajé la mirada, asintiendo con la cabeza ante sus argumentos.
- De acuerdo... Elen. Haz lo que tengas que hacer. Killian no te lo impedirá.
Le dije mientras me aplicaba la pócima en el brazo. Ardía muchísimo pero ni siquiera me inmuté ante el dolor. Toda buena medicina tiene que dolerte un montón pues de esa forma sabes que es efectiva. Casi siempre había sido así en mi experiencia, pues mi estilo de vida siempre me deja con muchas heridas en el cuerpo y debía cuidarme constantemente de las infecciones que traen consigo. En seguida me vendó el brazo y sentí mucho alivio al dolor. Cicatrizaría correctamente, embelleciendo mi cuerpo como debe ser. Estaba contento con el tratamiento de Elen.
- Killian te lo agradece muchísimo amiga de cabellos blancos. Ahora pongámonos en marcha. ¡Hay un niño que salvar!
Los maleantes se nos habían perdido de vista, pero con algo de suerte les podríamos seguir el rastro hasta dar con ellos. Se metieron en una zona comercial y el gentío era inmenso. Maldecí para mis adentros, pues ahora tendríamos que buscar entre toda esa gente para poder dar con ellos.
- ¡Espera! ¡Killian tiene una idea!
Le grité a Elen y en seguida comencé a escalar sobre una casa hasta posicionarme en el techo. Había escalado muchas montañas en mi juventud, una simple pared no era un gran reto para mí. Ya en la cima, comencé a buscar tapándome los ojos del sol con ambas manos. Los sujetos esos vestían raro, y encima eran muy altos. Tenía la esperanza de que de ése modo les iba a encontrar tarde o temprano. De pronto, vi cómo los villanos doblaban en la última esquina hacia la derecha.
- ¡Mierda, son rápidos!
Salté al suelo y urgí con un gesto a Elen para que me siguiera. Si mi memoria no me fallaba, si dábamos la vuelta por el costado llegaríamos a la misma esquina en donde los prestamistas habían doblado. Así nos ahorraríamos la quejumbrosa tarea de atravesar a todo ese gentío mientras gritaban sus mercaderías a los cuatro vientos. Sin embargo, cuando iba por la calle principal, un virote silbó en el aire y gracias a la distancia, tuve tiempo suficiente para reaccionar y dar una vuelta en el suelo para esquivarlo. Me puse detrás de una pila de cajas por si el arquero daba otro tiro.
- Maldita sea... un ballestero...
El artefacto que tenía aquel hombre de torso delgado recargaba la munición a una velocidad impresionante pues otro virote se clavó en las cajas y era tal la potencia de sus torpedos que casi termina de atravesar el objeto de madera. No se me daba nada bien luchar contra guerreros que aprovechan la distancia y la buena puntería. Sin embargo no me iba a quedar atrás bajo ninguna circunstancia. La vida de ése niño era lo importante en ése momento. No mi vida.
Saqué mi arco y mi flecha. Me asomé levemente para ver la situación. Los criminales habían dejado a su segundo guerrero atrás para retenerlos, quien se había posicionado al medio de la calle, apuntando con su ballesta ligera. Los ciudadanos que transitaban la zona comenzaron a correr para ponerse a salvo, no vaya a ser cosa que se dispare un virote mal dirigido y atraviese el cráneo de un inocente. Parecía plenamente concentrado en darme un tiro en la cabeza, pues tuve que volver a entrar la cabeza detrás de las cajas para que no me diera en el ojo derecho.
- De acuerdo... Elen. Haz lo que tengas que hacer. Killian no te lo impedirá.
Le dije mientras me aplicaba la pócima en el brazo. Ardía muchísimo pero ni siquiera me inmuté ante el dolor. Toda buena medicina tiene que dolerte un montón pues de esa forma sabes que es efectiva. Casi siempre había sido así en mi experiencia, pues mi estilo de vida siempre me deja con muchas heridas en el cuerpo y debía cuidarme constantemente de las infecciones que traen consigo. En seguida me vendó el brazo y sentí mucho alivio al dolor. Cicatrizaría correctamente, embelleciendo mi cuerpo como debe ser. Estaba contento con el tratamiento de Elen.
- Killian te lo agradece muchísimo amiga de cabellos blancos. Ahora pongámonos en marcha. ¡Hay un niño que salvar!
Los maleantes se nos habían perdido de vista, pero con algo de suerte les podríamos seguir el rastro hasta dar con ellos. Se metieron en una zona comercial y el gentío era inmenso. Maldecí para mis adentros, pues ahora tendríamos que buscar entre toda esa gente para poder dar con ellos.
- ¡Espera! ¡Killian tiene una idea!
Le grité a Elen y en seguida comencé a escalar sobre una casa hasta posicionarme en el techo. Había escalado muchas montañas en mi juventud, una simple pared no era un gran reto para mí. Ya en la cima, comencé a buscar tapándome los ojos del sol con ambas manos. Los sujetos esos vestían raro, y encima eran muy altos. Tenía la esperanza de que de ése modo les iba a encontrar tarde o temprano. De pronto, vi cómo los villanos doblaban en la última esquina hacia la derecha.
- ¡Mierda, son rápidos!
Salté al suelo y urgí con un gesto a Elen para que me siguiera. Si mi memoria no me fallaba, si dábamos la vuelta por el costado llegaríamos a la misma esquina en donde los prestamistas habían doblado. Así nos ahorraríamos la quejumbrosa tarea de atravesar a todo ese gentío mientras gritaban sus mercaderías a los cuatro vientos. Sin embargo, cuando iba por la calle principal, un virote silbó en el aire y gracias a la distancia, tuve tiempo suficiente para reaccionar y dar una vuelta en el suelo para esquivarlo. Me puse detrás de una pila de cajas por si el arquero daba otro tiro.
- Maldita sea... un ballestero...
El artefacto que tenía aquel hombre de torso delgado recargaba la munición a una velocidad impresionante pues otro virote se clavó en las cajas y era tal la potencia de sus torpedos que casi termina de atravesar el objeto de madera. No se me daba nada bien luchar contra guerreros que aprovechan la distancia y la buena puntería. Sin embargo no me iba a quedar atrás bajo ninguna circunstancia. La vida de ése niño era lo importante en ése momento. No mi vida.
Saqué mi arco y mi flecha. Me asomé levemente para ver la situación. Los criminales habían dejado a su segundo guerrero atrás para retenerlos, quien se había posicionado al medio de la calle, apuntando con su ballesta ligera. Los ciudadanos que transitaban la zona comenzaron a correr para ponerse a salvo, no vaya a ser cosa que se dispare un virote mal dirigido y atraviese el cráneo de un inocente. Parecía plenamente concentrado en darme un tiro en la cabeza, pues tuve que volver a entrar la cabeza detrás de las cajas para que no me diera en el ojo derecho.
Killian
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Re: Ciudadanos en apuros [Interpretativo][Libre][2/2]
Por suerte, el guerrero pareció dejar de lado la desconfianza anteriormente mostrada para dejarse tratar por ella, así que la joven no perdió el tiempo. Vertió con cuidado el contenido del frasco sobre la herida y esperó unos segundos para que empezara a hacer efecto, luego tomó las vendas y envolvió con ellas la zona, para que ningún agente externo entrase en contacto con el corte hasta que cerrase, evitando así una posible infección.
Ambos se pusieron en marcha en cuanto hubo terminado, debían volver a encontrar a los prestamistas y rápido, aunque no sería tarea fácil. Rience y los dos hombres que aún le quedaban se habían metido en una zona bastante transitada, donde resultaría mucho más complicado verlos y aún más llegar hasta ellos. La bruja escrutó con la mirada a los transeúntes, buscando a algún individuo cuyas vestimentas encajasen con las que había visto a los matones, pero resultó en vano, aún no terminaba de atardecer y mucha gente se apuraba a realizar las últimas compras del día antes de que cerrasen los puestos, lo que dificultaba considerablemente el hallar a alguien en particular dentro de la multitud.
Se disponía a maldecir por lo bajo cuando su compañero exclamó que tenía una idea, lo siguió con la mirada y vio con cierto asombro la facilidad que tenía para subirse al techo de una casa cercana. Desde esa posición elevada, Killian tendría una mejor visión de la zona, quizá incluso pudiese dar con los hombres a los que perseguían, aunque cruzar a través de toda aquella gente para alcanzarlos les haría perder tiempo.
Finalmente el guerrero regresó al suelo e hizo un gesto a la de cabellos cenicientos para que lo siguiera, pero no pudieron llegar muy lejos, ya que el cabecilla había dejado atrás a otro de sus hombres para detener el avance de Killian. En esta ocasión no se trataba de un guerrero de cuerpo a cuerpo como el primero, sino de un ballestero que comenzó a disparar sus proyectiles contra él. El matón debía estar muy seguro de sus habilidades para hacer algo semejante, se encontraba en medio de una de las calles principales de la ciudad y sin duda habría guardias cerca, que al ver como los transeúntes salían despavoridos de la zona se darían cuenta de que pasaba algo.
Elen se escondió tras uno de los modestos puestos y observó la escena, el enemigo parecía muy centrado en acertar a su compañero, que se había puesto a cubierto tras unas cajas de madera cercanas. Parecía no haber reparado en ella, de hecho lo más seguro era que no la hubiesen visto ayudar a Killian, así que tenía cierta ventaja, al menos de momento. Buscó con la mirada al guerrero y trató de llamar su atención con un movimiento de la mano, debían trabajar en equipo para librarse del adversario.
- Killian escucha. - comenzó a decir sin levantar mucho la voz, para que el otro no se diese cuenta de su presencia. - Creo que no me ha visto aún, si mantiene su atención sobre ti podré acercarme y ocuparme de él. - continuó, antes de echar un vistazo el individuo, que por suerte para ella no era tan fuerte físicamente como el primero. Solo necesitaba una distracción y ser rápida, en cuanto lo tuviese a unos metros podría soltarle una descarga, y con eso ya no sería peligroso para nadie, la maga llegaría hasta él y volvería a aplicarle la corriente de forma directa.
- Cúbreme con el arco. - añadió, antes de bordear el puesto tras el que se ocultaba y correr hacia otro casi contiguo. Desde allí podría ir directamente hacia el flanco del prestamista, que con suerte mantendría su vista clavada en las cajas tras las que se escondía Killian y no la vería llegar. Tomó aire y desenvainó la daga por si llegaba a necesitarla, tras esto echó a correr en dirección al ballestero, acercándosele por el costado a toda prisa.
Solo debía avanzar unos metros más para poder utilizar su elemento contra él, aturdiéndolo como había hecho con Gazok poco antes.
Off: He decidido no finalizar la acción para que puedas participar y atacar al ballestero mientras Elen corre hacia él, al igual que en el post anterior tienes permiso para añadir que la bruja lo aturde y termina llegando hasta él, ahí le pondría la mano alrededor del cuello y lo electrocutaría.
Ambos se pusieron en marcha en cuanto hubo terminado, debían volver a encontrar a los prestamistas y rápido, aunque no sería tarea fácil. Rience y los dos hombres que aún le quedaban se habían metido en una zona bastante transitada, donde resultaría mucho más complicado verlos y aún más llegar hasta ellos. La bruja escrutó con la mirada a los transeúntes, buscando a algún individuo cuyas vestimentas encajasen con las que había visto a los matones, pero resultó en vano, aún no terminaba de atardecer y mucha gente se apuraba a realizar las últimas compras del día antes de que cerrasen los puestos, lo que dificultaba considerablemente el hallar a alguien en particular dentro de la multitud.
Se disponía a maldecir por lo bajo cuando su compañero exclamó que tenía una idea, lo siguió con la mirada y vio con cierto asombro la facilidad que tenía para subirse al techo de una casa cercana. Desde esa posición elevada, Killian tendría una mejor visión de la zona, quizá incluso pudiese dar con los hombres a los que perseguían, aunque cruzar a través de toda aquella gente para alcanzarlos les haría perder tiempo.
Finalmente el guerrero regresó al suelo e hizo un gesto a la de cabellos cenicientos para que lo siguiera, pero no pudieron llegar muy lejos, ya que el cabecilla había dejado atrás a otro de sus hombres para detener el avance de Killian. En esta ocasión no se trataba de un guerrero de cuerpo a cuerpo como el primero, sino de un ballestero que comenzó a disparar sus proyectiles contra él. El matón debía estar muy seguro de sus habilidades para hacer algo semejante, se encontraba en medio de una de las calles principales de la ciudad y sin duda habría guardias cerca, que al ver como los transeúntes salían despavoridos de la zona se darían cuenta de que pasaba algo.
Elen se escondió tras uno de los modestos puestos y observó la escena, el enemigo parecía muy centrado en acertar a su compañero, que se había puesto a cubierto tras unas cajas de madera cercanas. Parecía no haber reparado en ella, de hecho lo más seguro era que no la hubiesen visto ayudar a Killian, así que tenía cierta ventaja, al menos de momento. Buscó con la mirada al guerrero y trató de llamar su atención con un movimiento de la mano, debían trabajar en equipo para librarse del adversario.
- Killian escucha. - comenzó a decir sin levantar mucho la voz, para que el otro no se diese cuenta de su presencia. - Creo que no me ha visto aún, si mantiene su atención sobre ti podré acercarme y ocuparme de él. - continuó, antes de echar un vistazo el individuo, que por suerte para ella no era tan fuerte físicamente como el primero. Solo necesitaba una distracción y ser rápida, en cuanto lo tuviese a unos metros podría soltarle una descarga, y con eso ya no sería peligroso para nadie, la maga llegaría hasta él y volvería a aplicarle la corriente de forma directa.
- Cúbreme con el arco. - añadió, antes de bordear el puesto tras el que se ocultaba y correr hacia otro casi contiguo. Desde allí podría ir directamente hacia el flanco del prestamista, que con suerte mantendría su vista clavada en las cajas tras las que se escondía Killian y no la vería llegar. Tomó aire y desenvainó la daga por si llegaba a necesitarla, tras esto echó a correr en dirección al ballestero, acercándosele por el costado a toda prisa.
Solo debía avanzar unos metros más para poder utilizar su elemento contra él, aturdiéndolo como había hecho con Gazok poco antes.
Off: He decidido no finalizar la acción para que puedas participar y atacar al ballestero mientras Elen corre hacia él, al igual que en el post anterior tienes permiso para añadir que la bruja lo aturde y termina llegando hasta él, ahí le pondría la mano alrededor del cuello y lo electrocutaría.
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Re: Ciudadanos en apuros [Interpretativo][Libre][2/2]
Afortunadamente mi compañera de aventura parecía tener varios recursos bajo la manga. En cuanto me propuso su plan respiré aliviado pues el combate a distancia nunca fue mi mayor fortaleza, aunque tampoco es que fuese malo con el arco. Debía cubrirla para que pudiera llegar inadvertida hacia nuestro enemigo, y lo más seguro es que usaría sus trucos de bruja con el ballestero.
- ¡Déjaselo a Killian! ¡Ve con cuidado!
Le dije y en seguida me expuse rápidamente para disparar la primera flecha. La flecha obviamente fue esquivada por mi enemigo y en seguida comencé a correr hacia otro puesto para que se centrara plenamente en mi. Sus virotes eran muy certeros, pero afortunadamente pude esquivar el cuarto que me disparó pues un objetivo en movimiento siempre es más difícil de acertarle.
- ¡Eh, eh maldito grandullón! ¡Anda a cubrirte a otra parte que mi negocio es bien caro, puta madre!
- ¡Pero señor, cómo le dice eso a Killian en medio de esta situación!
- ¡Hazme caso o te agarro a palos, carajo!
- ¡Argh, pero señooooor! ¡Killian debe rescatar a un niño de esos villanos!
- ¡No me interesa! ¡Vete a jugar a las peleas a otro lado!
Bufé malhumorado y salí corriendo nuevamente para esquivar los virotes que lanzaba mi enemigo. Afortunadamente, para ese entonces habíamos ganado tiempo suficiente, y Elen se posicionó detrás de él, justo a tiempo para electrocutarlo, poniéndole la mano alrededor del cuello. La bruja parecía estar siendo de suma ayuda, y yo me apresuré a dar el golpe de gracia.
- ¡Apártate Elen! ¡Yaaaaaaaaaaaah!
Con todas mis fuerzas, le di un espadazo en el cuello que decapitó al malvado delincuente, derramando más sangre al piso mientras que su cabeza comenzó a rodar en el pavimento. Recuperé el aliento por un momento. Toda la carrera me tenía algo agotado, pues no habíamos parado de correr y luchar desde un buen rato. Fue realmente una suerte contar con la ayuda de una hechicera tan efectiva, pues de haberme encontrado solo en esta situación, probablemente ni siquiera hubiera podido con Gazok. Fuerza bruta y magia parecen complementarse muy bien en el combate. Bueno de saber, claro que sí.
- ¡Vamos, Elen! ¡Aún estamos a tiempo para salvar a ese niño! ¡Sus padres le esperan, vamos, vamos!
Le urgí emocionado mientras emprendía nuevamente la carrera para perseguir a los dos maleantes que quedaban. De pronto, me di cuenta de que los villanos se habían esfumado nuevamente. ¡¿Por qué demonios tenían tanta urgencia en dejarnos atrás?! ¡¿Qué le harían a ese pobre niño?! Fallar en esto podría significar la pérdida de una vida inocente. No debíamos permitirlo bajo ninguna circunstancia.
- Maldición... ¡¿Dónde se metieron esos desgraciados?!
Comencé a buscar desesperadamente en dónde podrían estar. Parecía que ahora sí que les habíamos perdido el rastro, hasta que de pronto mi mirada se dirigió hacia arriba.
- ¡Allí, en los tejados!
Los villanos estaban saltando los tejados para despistarnos. Yo no iba a permitir eso. Comencé a correr con todas mis fuerzas para no perderles de vista. Los callejones ciertamente hacían mucho más dificultoso el seguirlos pues en los tejados puedes doblar esquinas de forma mucho más eficaz, pues sus saltos atravesaban la distancia en cuestión de mili segundos la mayoría de los casos. De pronto encontré una solución improvisada. Había un carruaje a un costado de una cabaña cuya forma puntiaguda del techo hacía fácil subir a la cima saltando sobre ella. Mis fuertes piernas iban a poder hacer la maniobra, y estaba seguro de que bruja también podría pues había mostrado bastante agilidad hasta el momento. Brinqué sobre la carreta, alertando a los caballos, y en seguida salté sobre la cabaña, posicionándome rápidamente en la cima. Ahora estábamos igualados, y los malvados hombres nos miraron asombrados. Estaban acorralados contra la pared de un edificio angosto, ya no tenían dónde escapar.
- ¡Ya basta! ¡Entréguennos al niño ahora o Killian los destruirá a ambos!
Off: Perdón por el retraso, tuve que redactar dos veces xDDDD- ¡Déjaselo a Killian! ¡Ve con cuidado!
Le dije y en seguida me expuse rápidamente para disparar la primera flecha. La flecha obviamente fue esquivada por mi enemigo y en seguida comencé a correr hacia otro puesto para que se centrara plenamente en mi. Sus virotes eran muy certeros, pero afortunadamente pude esquivar el cuarto que me disparó pues un objetivo en movimiento siempre es más difícil de acertarle.
- ¡Eh, eh maldito grandullón! ¡Anda a cubrirte a otra parte que mi negocio es bien caro, puta madre!
- ¡Pero señor, cómo le dice eso a Killian en medio de esta situación!
- ¡Hazme caso o te agarro a palos, carajo!
- ¡Argh, pero señooooor! ¡Killian debe rescatar a un niño de esos villanos!
- ¡No me interesa! ¡Vete a jugar a las peleas a otro lado!
Bufé malhumorado y salí corriendo nuevamente para esquivar los virotes que lanzaba mi enemigo. Afortunadamente, para ese entonces habíamos ganado tiempo suficiente, y Elen se posicionó detrás de él, justo a tiempo para electrocutarlo, poniéndole la mano alrededor del cuello. La bruja parecía estar siendo de suma ayuda, y yo me apresuré a dar el golpe de gracia.
- ¡Apártate Elen! ¡Yaaaaaaaaaaaah!
Con todas mis fuerzas, le di un espadazo en el cuello que decapitó al malvado delincuente, derramando más sangre al piso mientras que su cabeza comenzó a rodar en el pavimento. Recuperé el aliento por un momento. Toda la carrera me tenía algo agotado, pues no habíamos parado de correr y luchar desde un buen rato. Fue realmente una suerte contar con la ayuda de una hechicera tan efectiva, pues de haberme encontrado solo en esta situación, probablemente ni siquiera hubiera podido con Gazok. Fuerza bruta y magia parecen complementarse muy bien en el combate. Bueno de saber, claro que sí.
- ¡Vamos, Elen! ¡Aún estamos a tiempo para salvar a ese niño! ¡Sus padres le esperan, vamos, vamos!
Le urgí emocionado mientras emprendía nuevamente la carrera para perseguir a los dos maleantes que quedaban. De pronto, me di cuenta de que los villanos se habían esfumado nuevamente. ¡¿Por qué demonios tenían tanta urgencia en dejarnos atrás?! ¡¿Qué le harían a ese pobre niño?! Fallar en esto podría significar la pérdida de una vida inocente. No debíamos permitirlo bajo ninguna circunstancia.
- Maldición... ¡¿Dónde se metieron esos desgraciados?!
Comencé a buscar desesperadamente en dónde podrían estar. Parecía que ahora sí que les habíamos perdido el rastro, hasta que de pronto mi mirada se dirigió hacia arriba.
- ¡Allí, en los tejados!
Los villanos estaban saltando los tejados para despistarnos. Yo no iba a permitir eso. Comencé a correr con todas mis fuerzas para no perderles de vista. Los callejones ciertamente hacían mucho más dificultoso el seguirlos pues en los tejados puedes doblar esquinas de forma mucho más eficaz, pues sus saltos atravesaban la distancia en cuestión de mili segundos la mayoría de los casos. De pronto encontré una solución improvisada. Había un carruaje a un costado de una cabaña cuya forma puntiaguda del techo hacía fácil subir a la cima saltando sobre ella. Mis fuertes piernas iban a poder hacer la maniobra, y estaba seguro de que bruja también podría pues había mostrado bastante agilidad hasta el momento. Brinqué sobre la carreta, alertando a los caballos, y en seguida salté sobre la cabaña, posicionándome rápidamente en la cima. Ahora estábamos igualados, y los malvados hombres nos miraron asombrados. Estaban acorralados contra la pared de un edificio angosto, ya no tenían dónde escapar.
- ¡Ya basta! ¡Entréguennos al niño ahora o Killian los destruirá a ambos!
Killian
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Re: Ciudadanos en apuros [Interpretativo][Libre][2/2]
Gracias a su compañero, que supo mantener la atención del matón centrada sobre su persona en todo momento, la de ojos verdes no tuvo dificultad alguna para llegar hasta el ballestero, acercándosele por la espalda. La bruja no perdió el tiempo, ya que el enemigo seguía disparando hacia Killian con una precisión realmente peligrosa, deslizó la mano alrededor de su cuello y lo aferró con firmeza, al tiempo que liberaba su elemento.
El cuerpo del hombre quedó inmóvil por unos segundos, antes de empezar a convulsionarse levemente a causa de la electricidad que lo recorría. La idea de la joven era dejarlo inconsciente y seguir adelante, pero su compañero parecía algo más drástico a la hora de tratar con maleantes. Killian avanzó hacia ellos con rapidez, exclamando a la maga que se apartase del ballestero y blandiendo la espada con fuerza, dispuesto a terminar con la vida de aquel individuo.
Elen entendió lo que se proponía y se hizo a un lado, dejando varios metros entre el enemigo y ella. La afilada hoja de metal cercenó la cabeza del matón, separándola de sus hombros y haciendo que cayese al suelo, ofreciendo una horrible estampa a los pocos que aún no habían salido corriendo del lugar, y que ahora lo harían sin duda para no verse implicados con nada de aquello, la guardia no tardaría en llegar y empezar a hacer preguntas sobre lo que había pasado.
La hechicera observó el cuerpo inerte mientras caía sobre los adoquines, manchándolos con la sangre que aún salía del corte. Ella habría actuado de otro modo, dejando al criminal inconsciente para que las autoridades lo atrapasen y pudiesen interrogarlo, pero seguramente aquellos tipos tenían sus artimañas para evadir la cárcel. Si eso era así no tardarían en volver a las calles, con lo que habría sido un esfuerzo en vano el detenerlos, los ciudadanos no se librarían de ellos.
- Quizá sea mejor así…- musitó de forma casi inaudible, tratando de convencerse de que aquellos hombres estarían mejor muertos, de ese modo ya no podrían aprovecharse de la desgracia de ninguna familia más. Levantó la vista hacia su compañero a tiempo de ver como emprendía de nuevo la persecución, echó un vistazo a los desiertos alrededores y corrió tras él, esperando que nadie hubiese tenido tiempo de fijarse detalladamente en ellos, para evitar problemas con la guardia.
Siguió al guerrero tan rápido como le permitieron las piernas, pero no lograba ver dónde se habían metido esta vez los dos que quedaban, y como el niño había dejado de pedir ayuda hacía rato, resultaba complicado seguirles la pista. Todas las posibilidades pasaron por su mente en cuestión de segundos, desde que se hubiesen metido en alguna de las casas cercanas, hasta que hubiesen cambiado sus ropajes para pasar desapercibidos, quizá cubriéndolos con capas.
Pero la bruja no acertaría a imaginar dónde estaban realmente, la expresión de su rostro se tornó incrédula en cuanto Killian le señaló los tejados, por los que alcanzó a ver dos altas figuras. - Lo que nos faltaba… - dijo, dejando escapar un resoplido. Su compañero no parecía dispuesto a rendirse de ningún modo, y pronto encontró la manera de subirse, así que hizo lo propio y se valió del techo de la especie de carruaje para llegar junto a él, aunque no se sentía nada a gusto estando allí arriba.
Tuvo mucho cuidado al apoyar los pies, pues aunque su cuerpo era ligero nada le aseguraba que el tejado no se hundiese por el peso, debía avanzar despacio y mantenerse en la parte cercana al borde, para aprovechar la solidez de las paredes que sostenían la estructura. Killian no tardó en amenazarlos, pero Rience no daría su brazo a torcer, mucho menos ahora que tenía al niño firmemente sujeto entre sus brazos.
- No sabéis con quien estáis tratando, habéis matado a dos de mis hombres y vais a pagar por ello. - respondió mirándolos con odio, mientras echaba mano a una fina daga y la colocaba junto al cuello del pequeño. - El crío me pertenece, y si dais un solo paso más le rajaré la garganta, ¿no creeríais en serio que podríais salvarlo verdad? - prosiguió, esbozando una leve sonrisa maliciosa.
Elen lo miró con nerviosismo, podía utilizar su elemento contra el matón restante pero no contra él, no al menos mientras sostuviese al niño, pero parecía difícil que lo soltase. Debían cambiar de estrategia, ya no servía el ataque directo ni tampoco su poder a distancia, así que tras pensarlo durante unos segundos, optó por intentar otra cosa. - ¿Qué quieres por él? - preguntó con tono serio, y sus palabras captaron la atención del líder, que la midió con la mirada.
- Dudo mucho que puedas igualar la cantidad que dan los esclavistas por estos críos, pero puedes intentarlo. - respondió desafiante, aunque tenía claro que entregar al muchacho no era buena idea, de momento era su única garantía de salir vivo de allí. La bruja dudó por unos instantes, buscó la mirada de su compañero en un intento por transmitirle calma, no era momento para iniciar un ataque. - ¿Y si te propongo un intercambio? Libera al chico y yo iré pacíficamente con vosotros, seguro que podréis sacar algo por mí. - ofreció, aunque mentía por supuesto.
Guardó la daga y rezó interiormente porque no la hubiesen visto usar la electricidad, de ese modo la tomarían por una simple humana, fácil de manejar. Lo único que necesitaba la joven era apartar al pequeño de ellos, luego utilizaría sus poderes para aturdirlos y Killian podría entrar en escena para rematar la faena. Rience la observó con detenimiento y le hizo un gesto para que se acercase, cosa que la de ojos verdes hizo manteniendo las manos en alto, tras girarse hacia Killian solo por un par de segundos, lo justo para guiñarle un ojo.
El de cabellos negros finalmente creyó que saldría beneficiado con el cambio, así que retiró la daga del cuello del pequeño para apuntarla a ella, mientras lo bajaba lentamente al suelo. - Vete. - fue lo único que dijo al niño, antes de soltarlo y tomar a la bruja en su lugar, colocándola de cara al guerrero para poder situar su fornido brazo alrededor de su cuello, de modo que la daga quedase a escasos centímetros del mismo.
La hechicera supo que era el momento perfecto, clavó la mirada en la de su compañero y luego la desvió en dirección al tercer matón, para indicarle que se hiciera cargo de él en cuanto le brindase la ocasión. Concentró la electricidad en ambos puños cerrados, y con suma rapidez, liberó dos descargas simultáneas, una contra cada enemigo. Se liberó del agarre de Rience aprovechando el momento de shock y consiguió desarmarlo con un golpe en la muñeca, pero el hombre era fuerte, lo suficiente para reponerse y asestarle un puñetazo en el rostro, antes de aprovechar el caos para buscar la manera de saltar y emprender la huida nuevamente, dejando atrás a su compañero.
El cuerpo del hombre quedó inmóvil por unos segundos, antes de empezar a convulsionarse levemente a causa de la electricidad que lo recorría. La idea de la joven era dejarlo inconsciente y seguir adelante, pero su compañero parecía algo más drástico a la hora de tratar con maleantes. Killian avanzó hacia ellos con rapidez, exclamando a la maga que se apartase del ballestero y blandiendo la espada con fuerza, dispuesto a terminar con la vida de aquel individuo.
Elen entendió lo que se proponía y se hizo a un lado, dejando varios metros entre el enemigo y ella. La afilada hoja de metal cercenó la cabeza del matón, separándola de sus hombros y haciendo que cayese al suelo, ofreciendo una horrible estampa a los pocos que aún no habían salido corriendo del lugar, y que ahora lo harían sin duda para no verse implicados con nada de aquello, la guardia no tardaría en llegar y empezar a hacer preguntas sobre lo que había pasado.
La hechicera observó el cuerpo inerte mientras caía sobre los adoquines, manchándolos con la sangre que aún salía del corte. Ella habría actuado de otro modo, dejando al criminal inconsciente para que las autoridades lo atrapasen y pudiesen interrogarlo, pero seguramente aquellos tipos tenían sus artimañas para evadir la cárcel. Si eso era así no tardarían en volver a las calles, con lo que habría sido un esfuerzo en vano el detenerlos, los ciudadanos no se librarían de ellos.
- Quizá sea mejor así…- musitó de forma casi inaudible, tratando de convencerse de que aquellos hombres estarían mejor muertos, de ese modo ya no podrían aprovecharse de la desgracia de ninguna familia más. Levantó la vista hacia su compañero a tiempo de ver como emprendía de nuevo la persecución, echó un vistazo a los desiertos alrededores y corrió tras él, esperando que nadie hubiese tenido tiempo de fijarse detalladamente en ellos, para evitar problemas con la guardia.
Siguió al guerrero tan rápido como le permitieron las piernas, pero no lograba ver dónde se habían metido esta vez los dos que quedaban, y como el niño había dejado de pedir ayuda hacía rato, resultaba complicado seguirles la pista. Todas las posibilidades pasaron por su mente en cuestión de segundos, desde que se hubiesen metido en alguna de las casas cercanas, hasta que hubiesen cambiado sus ropajes para pasar desapercibidos, quizá cubriéndolos con capas.
Pero la bruja no acertaría a imaginar dónde estaban realmente, la expresión de su rostro se tornó incrédula en cuanto Killian le señaló los tejados, por los que alcanzó a ver dos altas figuras. - Lo que nos faltaba… - dijo, dejando escapar un resoplido. Su compañero no parecía dispuesto a rendirse de ningún modo, y pronto encontró la manera de subirse, así que hizo lo propio y se valió del techo de la especie de carruaje para llegar junto a él, aunque no se sentía nada a gusto estando allí arriba.
Tuvo mucho cuidado al apoyar los pies, pues aunque su cuerpo era ligero nada le aseguraba que el tejado no se hundiese por el peso, debía avanzar despacio y mantenerse en la parte cercana al borde, para aprovechar la solidez de las paredes que sostenían la estructura. Killian no tardó en amenazarlos, pero Rience no daría su brazo a torcer, mucho menos ahora que tenía al niño firmemente sujeto entre sus brazos.
- No sabéis con quien estáis tratando, habéis matado a dos de mis hombres y vais a pagar por ello. - respondió mirándolos con odio, mientras echaba mano a una fina daga y la colocaba junto al cuello del pequeño. - El crío me pertenece, y si dais un solo paso más le rajaré la garganta, ¿no creeríais en serio que podríais salvarlo verdad? - prosiguió, esbozando una leve sonrisa maliciosa.
Elen lo miró con nerviosismo, podía utilizar su elemento contra el matón restante pero no contra él, no al menos mientras sostuviese al niño, pero parecía difícil que lo soltase. Debían cambiar de estrategia, ya no servía el ataque directo ni tampoco su poder a distancia, así que tras pensarlo durante unos segundos, optó por intentar otra cosa. - ¿Qué quieres por él? - preguntó con tono serio, y sus palabras captaron la atención del líder, que la midió con la mirada.
- Dudo mucho que puedas igualar la cantidad que dan los esclavistas por estos críos, pero puedes intentarlo. - respondió desafiante, aunque tenía claro que entregar al muchacho no era buena idea, de momento era su única garantía de salir vivo de allí. La bruja dudó por unos instantes, buscó la mirada de su compañero en un intento por transmitirle calma, no era momento para iniciar un ataque. - ¿Y si te propongo un intercambio? Libera al chico y yo iré pacíficamente con vosotros, seguro que podréis sacar algo por mí. - ofreció, aunque mentía por supuesto.
Guardó la daga y rezó interiormente porque no la hubiesen visto usar la electricidad, de ese modo la tomarían por una simple humana, fácil de manejar. Lo único que necesitaba la joven era apartar al pequeño de ellos, luego utilizaría sus poderes para aturdirlos y Killian podría entrar en escena para rematar la faena. Rience la observó con detenimiento y le hizo un gesto para que se acercase, cosa que la de ojos verdes hizo manteniendo las manos en alto, tras girarse hacia Killian solo por un par de segundos, lo justo para guiñarle un ojo.
El de cabellos negros finalmente creyó que saldría beneficiado con el cambio, así que retiró la daga del cuello del pequeño para apuntarla a ella, mientras lo bajaba lentamente al suelo. - Vete. - fue lo único que dijo al niño, antes de soltarlo y tomar a la bruja en su lugar, colocándola de cara al guerrero para poder situar su fornido brazo alrededor de su cuello, de modo que la daga quedase a escasos centímetros del mismo.
La hechicera supo que era el momento perfecto, clavó la mirada en la de su compañero y luego la desvió en dirección al tercer matón, para indicarle que se hiciera cargo de él en cuanto le brindase la ocasión. Concentró la electricidad en ambos puños cerrados, y con suma rapidez, liberó dos descargas simultáneas, una contra cada enemigo. Se liberó del agarre de Rience aprovechando el momento de shock y consiguió desarmarlo con un golpe en la muñeca, pero el hombre era fuerte, lo suficiente para reponerse y asestarle un puñetazo en el rostro, antes de aprovechar el caos para buscar la manera de saltar y emprender la huida nuevamente, dejando atrás a su compañero.
Elen Calhoun
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Re: Ciudadanos en apuros [Interpretativo][Libre][2/2]
Morcar paseaba con otros cuatro guardias en su ronda matutina de cada día. Iba con toda su armadura, con la espada al cinto y el escudo a la espalda, su espadón no lo llevaba encima en aquella ocasión. Odiaba aquél y todos los anteriores días a aquél. No había sangre, no habían habido ejecuciones y tampoco sucedía ningún disturbio fuera de lo común. La gente no siempre le conocía, pero aquellos que reparaban en su armadura, hacían cuenta directamente de quién era y no tardaban en apartarse y mirarle con temor, otros con cierta admiración. Algunas veces un jovencito se le acercaba diciendo que de mayor quería ser como él. Era irónico, teniendo en cuenta que era un verdugo de lo más sangriento.
Olía a tostada quemada y a aceite mal quemado de la herrería más cercano. Chapoteaba el suelo con sus pasos, estaba algo sucio del agua de la limpieza de la tienda de embutidos. Era extraño que un hombre dedicado a cortar y vender carne fuera tan pulcro. El olor a carne asada casi hace explotar el estómago de Morcar, que en seguida se paró. Metió la mano en su bolsa y saco unas monedas, el carnicero le dio un trozo de pan con unas rodajas encima de algún jamón, y en seguida continuaron su paso. Para no llamar mucho la atención, le señaló a su grupo para que parase y entrase por una callejuela. Avanzaron por ella dejando a la muchedumbre atrás.
Morcar se quitó el casco y comenzó a disfrutar de su manjar, casi su estómago pareció agradecerlo con un eructo. El grupo continuó por la callejuela, cuando unos gritos le llamaron la atención. Miró hacia arriba, y pudo ver a varias personas saltando... Algunas armadas. Los gritos decían mucho de la situación. Morcar emitió un rugido y acabó con su manjar. Se puso el casco y señaló hacia arriba.
-¡Hay que encontrar una manera de subir!-dijo uno de los guardias.
Los cinco sacaron sus armas y avanzaron por el interior del edificio, las escaleras estaban de frente y las subieron a gran velocidad. Echaron la puerta de la terraza abajo y corrieron a fuera. Morcar buscó con la mirada, y se fijó en que el grupo de extraños se había parado frente a una zona cerrada. Morcar echó a correr como si de un titán se tratase y sus compañeros hicieron lo posible por seguirle.
Cuando llegó, se fijó más claramente, había cuatro hombres acorralados, un robusto hombre con un niño y una mujer con pelo blanco que se encontraba en "apuros", al menos eso parecía antes de que lograra escapar de las garras de los captores. El hombre que la tenía agarrada salió del lugar dejando a todos atrás.
-¡Alto todos a la guardia!-exclamó una guardia joven.
Los cinco guardias se preocuparon de un extraño distinto, a Morcar le tocó lidiar con el robusto hombre.
-¿Quien eres?-preguntó Morcar con su particular voz profunda y oscura.
Los dos eran de un físico parecido, si le tocaba en algún momento pelear contra él, la batalla sería muy interesante.
Olía a tostada quemada y a aceite mal quemado de la herrería más cercano. Chapoteaba el suelo con sus pasos, estaba algo sucio del agua de la limpieza de la tienda de embutidos. Era extraño que un hombre dedicado a cortar y vender carne fuera tan pulcro. El olor a carne asada casi hace explotar el estómago de Morcar, que en seguida se paró. Metió la mano en su bolsa y saco unas monedas, el carnicero le dio un trozo de pan con unas rodajas encima de algún jamón, y en seguida continuaron su paso. Para no llamar mucho la atención, le señaló a su grupo para que parase y entrase por una callejuela. Avanzaron por ella dejando a la muchedumbre atrás.
Morcar se quitó el casco y comenzó a disfrutar de su manjar, casi su estómago pareció agradecerlo con un eructo. El grupo continuó por la callejuela, cuando unos gritos le llamaron la atención. Miró hacia arriba, y pudo ver a varias personas saltando... Algunas armadas. Los gritos decían mucho de la situación. Morcar emitió un rugido y acabó con su manjar. Se puso el casco y señaló hacia arriba.
-¡Hay que encontrar una manera de subir!-dijo uno de los guardias.
Los cinco sacaron sus armas y avanzaron por el interior del edificio, las escaleras estaban de frente y las subieron a gran velocidad. Echaron la puerta de la terraza abajo y corrieron a fuera. Morcar buscó con la mirada, y se fijó en que el grupo de extraños se había parado frente a una zona cerrada. Morcar echó a correr como si de un titán se tratase y sus compañeros hicieron lo posible por seguirle.
Cuando llegó, se fijó más claramente, había cuatro hombres acorralados, un robusto hombre con un niño y una mujer con pelo blanco que se encontraba en "apuros", al menos eso parecía antes de que lograra escapar de las garras de los captores. El hombre que la tenía agarrada salió del lugar dejando a todos atrás.
-¡Alto todos a la guardia!-exclamó una guardia joven.
Los cinco guardias se preocuparon de un extraño distinto, a Morcar le tocó lidiar con el robusto hombre.
-¿Quien eres?-preguntó Morcar con su particular voz profunda y oscura.
Los dos eran de un físico parecido, si le tocaba en algún momento pelear contra él, la batalla sería muy interesante.
Morcar
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Re: Ciudadanos en apuros [Interpretativo][Libre][2/2]
Off: Morcar, voy a entender que el hombre robusto soy yo. Si no era lo que quisiste decir, mándame un mp y edito sin problemas.
On:
On:
La situación se estaba volviendo peliaguda. Aquel maldito no quería darnos al niño, y parecía dispuesto a asesinarlo antes de que pudiésemos rescatarlo. Apreté los dientes y apreté la espada, apunto de saltar hacia ellos, apostando la vida de todos en la voracidad de mi espada y mi furia berserker. Sin embargo, Elen interrumpió el silencio y parecía dispuesta a negociar. ¿Iba a sacrificarse por el chico? Aquella mujer ciertamente era admirable. Calmó toda mi ira con su tranquila mirada. En esos momentos sentí sincero respeto y admiración hacia su persona. Entonces entendí que se trataba de un plan, y casi no pude disimular una sonrisa de satisfacción en mi rostro.
Una vez hubo finalizado el intercambio, el pequeño se dirigió hacia mí, y yo puse mi mano sobre su cabeza para intentar calmarlo.
- Vete a casa, hijo. Deja que los adultos nos encarguemos de ésto. Tus padres están preocupados, ¿Sabes?
Le revolví el pelo y puse un par de Aeros en su mano.
- Cómprate una golosina de paso. Te hará olvidar lo que has tenido que pasar el día de hoy. ¿Sí?
Le dediqué una sincera sonrisa y el niño parecía anonadado, quizás incomodado por mi cambio de humor tan repentino. Sin embargo, decidió quedarse y ver cómo se desarrollaban los acontecimientos. Entendí que debía encargarme del tercer hombre, quien parecía el más fuerte de todos a juzgar por la cantidad de masa muscular que mostraba.
La maniobra de Elen dio resultado por unos momentos, y logró desconcertarles lo suficiente como para poder lanzarme hacia mi oponente y atacarle con todas mis fuerzas. El guerrero desenfundó un espadón enorme y el choque de nuestros aceros encendió una chispa enceguecedora y un estruendo ensordecedor.
- ¡Grrrrr! ¡Atrás, esclavista miserable! ¡Caerás ante el filo de la espada de Killian! ¡Yiaaaaaaaaaaaaargh!
Comenzamos a dar poderosos espazazos que chocaban entre sí. La fuerza arrolladora de sus ataques era bestial, y a pesar de haber estado unos escazos segundos luchando, ya estaba sudando e inspirando por la boca para ganar más aire.
De pronto, vi cómo el hombre golpeaba a Elen y se retiraba dejando a su compañero atrás.
- ¡Vuelve acá, malditoooooo!
Sin embargo, un espadazo de su compañero me tiró al suelo por su bestialidad. No podía creer nuestra suerte cuando de pronto, cinco guardias aparecieron. Parecían tener intenciones de detener nuestra pelea, y eso haría las cosas mucho más complicadas.
- ¡¿Que quién soy?! ¡¡¡Eso no importa ahora, si son guardias vayan a detener al esclavista!!! ¡¡¡Se fue por allá, por allá!!!
No tuve mucho tiempo de seguir dando explicaciones, pues mi enemigo volvió a cargar contra mí. Parecía estar completamente furioso, peor que un toro encabronado. Sus ojos estaban en blanco, y sus venas estaban muy infladas. ¿Acaso también podía convocar una furia berserker? Esto hacía las cosas interesantes.
Utilicé mi furia yo también, y le ataqué con todas mis fuerzas. Fue tan potente el choque de armas que ambas salieron volando por los aires, cayendo en las calles de los costados. De pronto me dio un tacke que no pude detener y ambos caímos de la altura de un tercer piso, y antes de caer se aseguró de que fuera mi cuerpo el que recibiera el impacto. Quedé sin respiración por unos instantes, que mi enemigo aprovechó para darme unos brutales golpes en la cara. El choque casi me había roto la espalda, y escupí sangre mientras intentaba cubrirme de él con todas mis fuerzas.
Una vez hubo finalizado el intercambio, el pequeño se dirigió hacia mí, y yo puse mi mano sobre su cabeza para intentar calmarlo.
- Vete a casa, hijo. Deja que los adultos nos encarguemos de ésto. Tus padres están preocupados, ¿Sabes?
Le revolví el pelo y puse un par de Aeros en su mano.
- Cómprate una golosina de paso. Te hará olvidar lo que has tenido que pasar el día de hoy. ¿Sí?
Le dediqué una sincera sonrisa y el niño parecía anonadado, quizás incomodado por mi cambio de humor tan repentino. Sin embargo, decidió quedarse y ver cómo se desarrollaban los acontecimientos. Entendí que debía encargarme del tercer hombre, quien parecía el más fuerte de todos a juzgar por la cantidad de masa muscular que mostraba.
La maniobra de Elen dio resultado por unos momentos, y logró desconcertarles lo suficiente como para poder lanzarme hacia mi oponente y atacarle con todas mis fuerzas. El guerrero desenfundó un espadón enorme y el choque de nuestros aceros encendió una chispa enceguecedora y un estruendo ensordecedor.
- ¡Grrrrr! ¡Atrás, esclavista miserable! ¡Caerás ante el filo de la espada de Killian! ¡Yiaaaaaaaaaaaaargh!
Comenzamos a dar poderosos espazazos que chocaban entre sí. La fuerza arrolladora de sus ataques era bestial, y a pesar de haber estado unos escazos segundos luchando, ya estaba sudando e inspirando por la boca para ganar más aire.
De pronto, vi cómo el hombre golpeaba a Elen y se retiraba dejando a su compañero atrás.
- ¡Vuelve acá, malditoooooo!
Sin embargo, un espadazo de su compañero me tiró al suelo por su bestialidad. No podía creer nuestra suerte cuando de pronto, cinco guardias aparecieron. Parecían tener intenciones de detener nuestra pelea, y eso haría las cosas mucho más complicadas.
- ¡¿Que quién soy?! ¡¡¡Eso no importa ahora, si son guardias vayan a detener al esclavista!!! ¡¡¡Se fue por allá, por allá!!!
No tuve mucho tiempo de seguir dando explicaciones, pues mi enemigo volvió a cargar contra mí. Parecía estar completamente furioso, peor que un toro encabronado. Sus ojos estaban en blanco, y sus venas estaban muy infladas. ¿Acaso también podía convocar una furia berserker? Esto hacía las cosas interesantes.
Utilicé mi furia yo también, y le ataqué con todas mis fuerzas. Fue tan potente el choque de armas que ambas salieron volando por los aires, cayendo en las calles de los costados. De pronto me dio un tacke que no pude detener y ambos caímos de la altura de un tercer piso, y antes de caer se aseguró de que fuera mi cuerpo el que recibiera el impacto. Quedé sin respiración por unos instantes, que mi enemigo aprovechó para darme unos brutales golpes en la cara. El choque casi me había roto la espalda, y escupí sangre mientras intentaba cubrirme de él con todas mis fuerzas.
Killian
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Re: Ciudadanos en apuros [Interpretativo][Libre][2/2]
Algo desorientada por el fuerte golpe que había recibido en el rostro, la bruja pudo escuchar el metálico sonido de las espadas al chocar y unas voces extrañas, que no pertenecían ni a Killian ni al niño. Buscó con la mirada y pudo distinguir cinco figuras de más, pero lo preocupante del momento era que su compañero estaba en el suelo, y que el matón que quedaba sobre el tejado cargaba furioso contra él.
Se alegró en parte al comprobar que los recién llegados pertenecían a la guardia, al menos no eran refuerzos para los esclavistas así que quizá pudiesen ayudar, sobre todo ahora que Rience volvía a huir. Por otra parte, debía tener en cuenta que considerasen la opción de arrestarlos por alterar el orden, pero si explicaban adecuadamente la situación a quien estuviese al mando, eso no tendría por qué pasar.
Las armas de Killian y su enemigo salieron volando tras un sonoro choque, e instantes después ambos hombres se precipitaron desde las alturas, para aterrizar bruscamente en el suelo. Elen ahogó un grito de espanto y corrió hacia el borde para ver qué había pasado, su preocupación creció en cuanto vio que su compañero se había llevado la peor parte, y que el matón aprovechaba para golpearlo sin tregua. Desenvainó la daga y la manipuló con su telequinesis para lanzarla hacia la espalda del criminal, acertando a clavarla en la base de la columna, pero ahí no acababa su ataque.
Concentró la electricidad en la diestra y soltó una descarga hacia la empuñadura del arma, con lo que el metal hizo el resto, actuando a modo de conductor y llevando la corriente al interior del cuerpo, causándole un daño que sería mortal. En cuestión de escasos segundos se desplomaría sin vida, pero la maga seguía preocupada por Killian, había sido una dura caída y probablemente su estado hubiese empeorado tras los golpes.
Giró el rostro hacia los guardias sin saber qué posición tomarían al ver la escena, pero no había tiempo que perder, o Rience conseguiría escapar entre el gentío y sería realmente difícil volver a dar con él. - Si vienen a ayudar, que alguien lleve al niño junto a su familia, aún queda uno de esos criminales suelto y hay que atraparlo. - dijo con tono apremiante, antes de buscar la manera de bajar y ayudar al guerrero.
Saltó sobre la carreta que había utilizado antes para llegar hasta el tejado y avanzó con rapidez hacia el lugar en que había aterrizado Killian, esperando que su fornida complexión le hubiese ayudado ante el impacto, protegiéndolo de daños graves. - ¿Cómo te encuentras? - preguntó al tiempo que apartaba el cuerpo inerte del esclavista que tenía casi encima, aprovechando el momento para extraerle la daga de la espalda y devolverla a su funda.
Torció el gesto al percatarse de que su compañero escupía sangre, la caída debía haberle dañado interiormente y eso podría complicar las cosas, ya que no podría saber con seguridad qué zona había recibido con más intensidad el golpe. Trató de ayudarlo a levantarse con cuidado, levantando la vista de vez en cuando hacia el tejado en busca de los guardias, con suerte alguno de ellos acompañaría al niño hasta su casa, mientras que el resto podrían lanzarse a perseguir a Rience, lo cual ayudaría a no perderle la pista.
Se alegró en parte al comprobar que los recién llegados pertenecían a la guardia, al menos no eran refuerzos para los esclavistas así que quizá pudiesen ayudar, sobre todo ahora que Rience volvía a huir. Por otra parte, debía tener en cuenta que considerasen la opción de arrestarlos por alterar el orden, pero si explicaban adecuadamente la situación a quien estuviese al mando, eso no tendría por qué pasar.
Las armas de Killian y su enemigo salieron volando tras un sonoro choque, e instantes después ambos hombres se precipitaron desde las alturas, para aterrizar bruscamente en el suelo. Elen ahogó un grito de espanto y corrió hacia el borde para ver qué había pasado, su preocupación creció en cuanto vio que su compañero se había llevado la peor parte, y que el matón aprovechaba para golpearlo sin tregua. Desenvainó la daga y la manipuló con su telequinesis para lanzarla hacia la espalda del criminal, acertando a clavarla en la base de la columna, pero ahí no acababa su ataque.
Concentró la electricidad en la diestra y soltó una descarga hacia la empuñadura del arma, con lo que el metal hizo el resto, actuando a modo de conductor y llevando la corriente al interior del cuerpo, causándole un daño que sería mortal. En cuestión de escasos segundos se desplomaría sin vida, pero la maga seguía preocupada por Killian, había sido una dura caída y probablemente su estado hubiese empeorado tras los golpes.
Giró el rostro hacia los guardias sin saber qué posición tomarían al ver la escena, pero no había tiempo que perder, o Rience conseguiría escapar entre el gentío y sería realmente difícil volver a dar con él. - Si vienen a ayudar, que alguien lleve al niño junto a su familia, aún queda uno de esos criminales suelto y hay que atraparlo. - dijo con tono apremiante, antes de buscar la manera de bajar y ayudar al guerrero.
Saltó sobre la carreta que había utilizado antes para llegar hasta el tejado y avanzó con rapidez hacia el lugar en que había aterrizado Killian, esperando que su fornida complexión le hubiese ayudado ante el impacto, protegiéndolo de daños graves. - ¿Cómo te encuentras? - preguntó al tiempo que apartaba el cuerpo inerte del esclavista que tenía casi encima, aprovechando el momento para extraerle la daga de la espalda y devolverla a su funda.
Torció el gesto al percatarse de que su compañero escupía sangre, la caída debía haberle dañado interiormente y eso podría complicar las cosas, ya que no podría saber con seguridad qué zona había recibido con más intensidad el golpe. Trató de ayudarlo a levantarse con cuidado, levantando la vista de vez en cuando hacia el tejado en busca de los guardias, con suerte alguno de ellos acompañaría al niño hasta su casa, mientras que el resto podrían lanzarse a perseguir a Rience, lo cual ayudaría a no perderle la pista.
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Re: Ciudadanos en apuros [Interpretativo][Libre][2/2]
Los guardias se quedaron atónitos ante la pelea que se estaba desarrollando, pero Morcar no se iba a quedar quieto. Eran la guardia, y tenían que intervenir de alguna manera. Los soldados avanzaron para enfrentarse a los casi indefensos esclavistas que había frente a ellos. Mientras, Morcar se dividió en dos, ayudar al robusto guerrero o ir tras el esclavista que huía. Rápidamente sacó una especie de flauta, y la tocó. Contó hasta tres, y de un edificio contiguo salió un bio que hizo temblar el suelo al caer.
-¿Me llamas, mi señor?-preguntó Doc.
-¡Corre tras el esclavista que huye!-exclamó Morcar-¡Quiero cortarle la cabeza a ese condenado!.
Morcar miró entonces al niño. Doc se marchó de una propulsión tan fuerte que partió un trozo de la pared en el salto. Y ahora ¿Qué hacer con el niño? Morcar prefería la sangre al resto de cosas, pero también apreciaba cumplir su misión. Así que cogió al niño sin su consulta y lo puso a su hombro.
-Como te bajes, mueres-dijo Morcar.
El joven soldado saltó al hoyo y cayó junto a los dos. Aún estaba armado Morcar con espada y escudo, nada le confirmaba que ese era el lado correcto.
-¿Quiénes sois?-preguntó Morcar, que odiaba las preguntas, prefería mil veces el enfrentamiento, pero igual se esperó a recibir una respuesta.
Doc corrió a toda velocidad, no tardó encontrar a Rience, lo cogió y lo tiró al suelo.
-¡Humano hostil!-exclamó el robot-¡Deténgase o me veré obligado a usar técnicas más violentas!
Aunque, al parecer, el golpe contra el suelo ya había dejado bastante noqueado a Rience.
-¿Me llamas, mi señor?-preguntó Doc.
-¡Corre tras el esclavista que huye!-exclamó Morcar-¡Quiero cortarle la cabeza a ese condenado!.
Morcar miró entonces al niño. Doc se marchó de una propulsión tan fuerte que partió un trozo de la pared en el salto. Y ahora ¿Qué hacer con el niño? Morcar prefería la sangre al resto de cosas, pero también apreciaba cumplir su misión. Así que cogió al niño sin su consulta y lo puso a su hombro.
-Como te bajes, mueres-dijo Morcar.
El joven soldado saltó al hoyo y cayó junto a los dos. Aún estaba armado Morcar con espada y escudo, nada le confirmaba que ese era el lado correcto.
-¿Quiénes sois?-preguntó Morcar, que odiaba las preguntas, prefería mil veces el enfrentamiento, pero igual se esperó a recibir una respuesta.
Doc corrió a toda velocidad, no tardó encontrar a Rience, lo cogió y lo tiró al suelo.
-¡Humano hostil!-exclamó el robot-¡Deténgase o me veré obligado a usar técnicas más violentas!
Aunque, al parecer, el golpe contra el suelo ya había dejado bastante noqueado a Rience.
Morcar
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Re: Ciudadanos en apuros [Interpretativo][Libre][2/2]
De pronto mi enemigo se quedó boquiabierto mientras vomitaba sangre sobre mí. El dolor apenas me permitía respirar, y no tuve idea de qué fue lo que pasó en ese momento. De pronto comenzó a convulsionar, como si una corriente eléctrica le recurriese por toda la espina dorsal. Debía ser obra de Elen. Era parecido a cómo los otros dos habían convulsionado hacía apenas unos momentos atrás.
Un gran peso me fue sacado de encima, y me di cuenta que era Elen que había venido a ayudarme. Al retirar el cadáver del poderoso hombre, me levanté con dificultad, y con ayuda. Comencé a toser mientras ponía ambas manos en mi espalda, apretando el ceño con profundo dolor.
- Killian cree que se rompió algo... *cof cof... pero estará bien...
En seguida vi a un joven guerrero saltar hacia nosotros con el pequeño en el hombro. Era uno de los guardias, por lo que me despreocupé de lo que le pudiese hacer al niño.
- Killian es mi nombre. - Dije con una mueca de dolor, me costaba mucho hablar tras tamaño golpe sufrido. - Habían cuatro hombres que raptaron al pequeño que tienes en tu hombro. Killian no sabe por qué... pero pronto descubrimos que son esclavistas. ¡Esclavistas en Lunargenta! ¡Es inaceptable!
Escupí al suelo con desprecio. Recuperé la compostura y me puse recto, mirando hacia los tejados.
- El líder no puede escapar.
Volví a dirigir mi mirada hacia Morcar.
- ¿Van a ayudarnos? ¡Esto no puede quedarse así, porque...
De pronto caí en la cuenta de que no tenía mi espada.
- ¡Aaaaah, espada! ¡Espadita, en dónde estás!
Comencé a buscar desesperadamente por los alrededores hasta que de pronto escuché un grito femenino no muy lejos. Tragué saliva y corrí hacia su procedencia. Se trataba de una muchacha que tenía mi espada clavada en su pierna derecha y daba alaridos de dolor y sollozaba mientras que los aldeanos comenzaban a formar un círculo a su alrededor.
Mi rostro palideció de inmediato, y corrí a socorrerla.
- ¡Killian lo siente muchísimo!
- ¡Aaaaaaaaaauh, mi pierna! ¡¿A qué están esperando, vasallos estúpidos?! ¡Sáquenmela en éste instante!
Parecía a primera vista que la dama era proveniente de la nobleza, aunque no había ningún "vasallo" dispuesta a socorrerla, mas todos le miraban estupefactos, preguntándose cómo era posible que una espada cayera del cielo y diese con ella. Era como un castigo cruel de los dioses, sin duda alguna.
- ¡Oh no!
Me apresuré a retirar la hoja de su pierna.
- Esto le va a doler, ¿Sí?
- ¡¿Qué?! ¡¿Quién eres tú, una especie de gorilla mutante?! - Dijo entre el dolor y la irritación.
No esperé a discutir con ella. Simplemente saqué la espada de ella, mientras que ella gritaba y se movía mucho, haciendo muy difícil mi labor. Sin embargo retiré el filo de la espada de la pierna, dejando una herida muy fea en el muslo. En seguida rompí con los dientes un pedazo de mis ropajes y cerré la hemorragia lo más rápido que pude.
- Te lo juro... le voy a decir a mi tío sobre ésto... es familiar del rey... y lo vas a pagar caro... ¡Muy caro!
Tragué saliva. No sabía qué hacer en una situación como aquella. ¡Y encima el maldito esclavista aún estaba escapando!
- Esto es un mal entendido...
- ¡¿Un mal entendido?! ¡Dejaste caer tu espada sobre mí! ¡Casi me matas, estúpido!
- ¡No fue intencional! ¡Killian estaba en medio de un combate! ¡Debe usted entender!
- ¡¿Quién carajos es Killian?! ¡Una mierda, haré que te corten la cabeza!
Las negociaciones no estaban funcionando para nada.
Un gran peso me fue sacado de encima, y me di cuenta que era Elen que había venido a ayudarme. Al retirar el cadáver del poderoso hombre, me levanté con dificultad, y con ayuda. Comencé a toser mientras ponía ambas manos en mi espalda, apretando el ceño con profundo dolor.
- Killian cree que se rompió algo... *cof cof... pero estará bien...
En seguida vi a un joven guerrero saltar hacia nosotros con el pequeño en el hombro. Era uno de los guardias, por lo que me despreocupé de lo que le pudiese hacer al niño.
- Killian es mi nombre. - Dije con una mueca de dolor, me costaba mucho hablar tras tamaño golpe sufrido. - Habían cuatro hombres que raptaron al pequeño que tienes en tu hombro. Killian no sabe por qué... pero pronto descubrimos que son esclavistas. ¡Esclavistas en Lunargenta! ¡Es inaceptable!
Escupí al suelo con desprecio. Recuperé la compostura y me puse recto, mirando hacia los tejados.
- El líder no puede escapar.
Volví a dirigir mi mirada hacia Morcar.
- ¿Van a ayudarnos? ¡Esto no puede quedarse así, porque...
De pronto caí en la cuenta de que no tenía mi espada.
- ¡Aaaaah, espada! ¡Espadita, en dónde estás!
Comencé a buscar desesperadamente por los alrededores hasta que de pronto escuché un grito femenino no muy lejos. Tragué saliva y corrí hacia su procedencia. Se trataba de una muchacha que tenía mi espada clavada en su pierna derecha y daba alaridos de dolor y sollozaba mientras que los aldeanos comenzaban a formar un círculo a su alrededor.
- Imagen de Referencia de la Muchacha:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Mi rostro palideció de inmediato, y corrí a socorrerla.
- ¡Killian lo siente muchísimo!
- ¡Aaaaaaaaaauh, mi pierna! ¡¿A qué están esperando, vasallos estúpidos?! ¡Sáquenmela en éste instante!
Parecía a primera vista que la dama era proveniente de la nobleza, aunque no había ningún "vasallo" dispuesta a socorrerla, mas todos le miraban estupefactos, preguntándose cómo era posible que una espada cayera del cielo y diese con ella. Era como un castigo cruel de los dioses, sin duda alguna.
- ¡Oh no!
Me apresuré a retirar la hoja de su pierna.
- Esto le va a doler, ¿Sí?
- ¡¿Qué?! ¡¿Quién eres tú, una especie de gorilla mutante?! - Dijo entre el dolor y la irritación.
No esperé a discutir con ella. Simplemente saqué la espada de ella, mientras que ella gritaba y se movía mucho, haciendo muy difícil mi labor. Sin embargo retiré el filo de la espada de la pierna, dejando una herida muy fea en el muslo. En seguida rompí con los dientes un pedazo de mis ropajes y cerré la hemorragia lo más rápido que pude.
- Te lo juro... le voy a decir a mi tío sobre ésto... es familiar del rey... y lo vas a pagar caro... ¡Muy caro!
Tragué saliva. No sabía qué hacer en una situación como aquella. ¡Y encima el maldito esclavista aún estaba escapando!
- Esto es un mal entendido...
- ¡¿Un mal entendido?! ¡Dejaste caer tu espada sobre mí! ¡Casi me matas, estúpido!
- ¡No fue intencional! ¡Killian estaba en medio de un combate! ¡Debe usted entender!
- ¡¿Quién carajos es Killian?! ¡Una mierda, haré que te corten la cabeza!
Las negociaciones no estaban funcionando para nada.
Killian
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Re: Ciudadanos en apuros [Interpretativo][Libre][2/2]
Killian había recibido un duro impacto en la espalda, y el dolor que se podía ver en su rostro dejaba claro que era posible que se hubiese roto algo, pero no debía ser nada grave ya que aún podía moverse. La bruja elevó la vista nuevamente hacia el tejado al notar que el suelo temblaba, y abrió los ojos desmesuradamente al ver lo que parecía ser un bio cibernético salir propulsado del lugar, en la dirección que había tomado Rience al huir.
A lo largo de toda su vida, la hechicera solo había visto a un par de aquellos seres, así que encontrarse con uno en la zona la dejó algo sorprendida. Clavó la mirada en el guardia que llevaba consigo al niño y esperó a que se acercase a ellos, dando así algo de tiempo a su compañero para que se repusiese del golpe. El guerrero se adelantó a responder la pregunta del guardia, aunque le costaba bastante articular las palabras, alguien tendría que revisar su estado para determinar la gravedad del mismo.
- Elen Calhoun, los padres del pequeño me pidieron ayuda para que se lo arrebatase a esos matones, que lo sacaron a la fuerza de su casa y tenían pensado venderlo a los esclavistas. - respondió ella con tono tranquilo, no había hecho nada malo así que esperaba que el extraño les diese algo de apoyo para atrapar al cabecilla, aunque quizá el bio ya se hubiese encargado de darle caza. - Eran cuatro, pero nos ocupamos de dos de ellos antes de llegar aquí, ahora solo queda el líder. - añadió, desviando la mirada al cuerpo sin vida del tercero, que yacía a apenas medio metro de su posición.
- Eso que ha salido del tejado, ¿lo habéis enviado a por él? - preguntó con curiosidad, antes de que su compañero empezase a buscar desesperadamente su espada por los alrededores y un grito desgarrador se alzase por encima de todo ruido. Temiéndose lo peor, siguió a Killian a paso ligero, y maldijo interiormente al ver que el arma había caído sobre una mujer, clavándose en su pierna.
El guerrero trató de ayudarla, pero la dama estaba realmente alterada y no hacía más que insultar y soltar amenazas, asegurando que su familia estaba emparentada con el rey y que haría uso de ello para castigarlo por lo que había pasado. La de cabellos cenicientos se abrió paso entre los curiosos y llegó hasta ella, justo cuando exclamaba a Killian que haría que le cortasen la cabeza. - ¡Haga el favor de calmarse! - espetó con severidad, manteniendo en el rostro una expresión tan seria que pocos se atreverían a responderle.
Buscó en su bolsa de cuero y extrajo una pócima de Inhibis y Barrimorth, idéntica a la que había utilizado antes para tratar a su compañero. - Toma un trago de esto Killian, te aliviará el dolor. - indicó al fortachón, antes de centrarse en el corte que la espada había dejado en la pierna de la mujer. - Voy a ayudarla, pero usted se mantendrá calladita mientras trabajo ¿entendido? - la dama no parecía conforme con guardar silencio, mucho menos con que alguien se lo ordenase, pero el dolor comenzaba a resultar insoportable y la sangre pugnaba por salir de su cuerpo, tiñendo de rojo los retazos de tela que le cubrían el muslo.
No estaba acostumbrada a sufrir heridas como aquella, y eso hacía que tuviese un miedo exagerado, llegando incluso a pensar que moriría. Elen comenzó a sacar algunas cosas de su bolsa y las colocó en el suelo, antes de pedir a los curiosos que se apartasen del lugar, para no agobiar más a la paciente. Destapó un frasco de mismo contenido que el que acababa de tender al guerrero y vertió parte del líquido sobre el corte tras retirar los jirones que la cubrían, para que la zona afectada se durmiese y comenzase a sanar, aunque lo haría a un ritmo más lento que el que ella deseaba.
A la bruja no le importaba quien fuese la mujer, solo quería tratarla lo más rápido que pudiese, para luego regresar a la misión que aún no había terminado, atrapar a Rience y entregarlo al guardia que se encontraba con ellos. - Sujete esto, si siente un intenso escozor no comience a retorcerse y gritar como una loca, limítese a morderlo. - indicó a la dama, al tiempo que le tendía un paño. Tomó la sustancia de rosa sangrante y esperó a que la muchacha dejase de lado su enfado para hacer caso a lo que le acababa de decir, solo entonces dejó caer las gotas de aquel potente cicatrizante sobre el corte.
El efecto fue casi inmediato, y la mal afortunada joven no pudo contener el grito que se escapaba de su garganta, pero este quedó amortiguado por la presencia del paño entre sus dientes. Trató de revolverse un par de veces, pero la de cabellos cenicientos la mantuvo sujeta, hasta que por fin empezó a calmarse. - He hecho lo que he podido, ahora necesita descanso y que algún médico esté pendiente de su evolución. - dijo tras terminar de vendarla.
[/u]
Off: Subrayado el uso de la pasiva de alquimia.
A lo largo de toda su vida, la hechicera solo había visto a un par de aquellos seres, así que encontrarse con uno en la zona la dejó algo sorprendida. Clavó la mirada en el guardia que llevaba consigo al niño y esperó a que se acercase a ellos, dando así algo de tiempo a su compañero para que se repusiese del golpe. El guerrero se adelantó a responder la pregunta del guardia, aunque le costaba bastante articular las palabras, alguien tendría que revisar su estado para determinar la gravedad del mismo.
- Elen Calhoun, los padres del pequeño me pidieron ayuda para que se lo arrebatase a esos matones, que lo sacaron a la fuerza de su casa y tenían pensado venderlo a los esclavistas. - respondió ella con tono tranquilo, no había hecho nada malo así que esperaba que el extraño les diese algo de apoyo para atrapar al cabecilla, aunque quizá el bio ya se hubiese encargado de darle caza. - Eran cuatro, pero nos ocupamos de dos de ellos antes de llegar aquí, ahora solo queda el líder. - añadió, desviando la mirada al cuerpo sin vida del tercero, que yacía a apenas medio metro de su posición.
- Eso que ha salido del tejado, ¿lo habéis enviado a por él? - preguntó con curiosidad, antes de que su compañero empezase a buscar desesperadamente su espada por los alrededores y un grito desgarrador se alzase por encima de todo ruido. Temiéndose lo peor, siguió a Killian a paso ligero, y maldijo interiormente al ver que el arma había caído sobre una mujer, clavándose en su pierna.
El guerrero trató de ayudarla, pero la dama estaba realmente alterada y no hacía más que insultar y soltar amenazas, asegurando que su familia estaba emparentada con el rey y que haría uso de ello para castigarlo por lo que había pasado. La de cabellos cenicientos se abrió paso entre los curiosos y llegó hasta ella, justo cuando exclamaba a Killian que haría que le cortasen la cabeza. - ¡Haga el favor de calmarse! - espetó con severidad, manteniendo en el rostro una expresión tan seria que pocos se atreverían a responderle.
Buscó en su bolsa de cuero y extrajo una pócima de Inhibis y Barrimorth, idéntica a la que había utilizado antes para tratar a su compañero. - Toma un trago de esto Killian, te aliviará el dolor. - indicó al fortachón, antes de centrarse en el corte que la espada había dejado en la pierna de la mujer. - Voy a ayudarla, pero usted se mantendrá calladita mientras trabajo ¿entendido? - la dama no parecía conforme con guardar silencio, mucho menos con que alguien se lo ordenase, pero el dolor comenzaba a resultar insoportable y la sangre pugnaba por salir de su cuerpo, tiñendo de rojo los retazos de tela que le cubrían el muslo.
No estaba acostumbrada a sufrir heridas como aquella, y eso hacía que tuviese un miedo exagerado, llegando incluso a pensar que moriría. Elen comenzó a sacar algunas cosas de su bolsa y las colocó en el suelo, antes de pedir a los curiosos que se apartasen del lugar, para no agobiar más a la paciente. Destapó un frasco de mismo contenido que el que acababa de tender al guerrero y vertió parte del líquido sobre el corte tras retirar los jirones que la cubrían, para que la zona afectada se durmiese y comenzase a sanar, aunque lo haría a un ritmo más lento que el que ella deseaba.
A la bruja no le importaba quien fuese la mujer, solo quería tratarla lo más rápido que pudiese, para luego regresar a la misión que aún no había terminado, atrapar a Rience y entregarlo al guardia que se encontraba con ellos. - Sujete esto, si siente un intenso escozor no comience a retorcerse y gritar como una loca, limítese a morderlo. - indicó a la dama, al tiempo que le tendía un paño. Tomó la sustancia de rosa sangrante y esperó a que la muchacha dejase de lado su enfado para hacer caso a lo que le acababa de decir, solo entonces dejó caer las gotas de aquel potente cicatrizante sobre el corte.
El efecto fue casi inmediato, y la mal afortunada joven no pudo contener el grito que se escapaba de su garganta, pero este quedó amortiguado por la presencia del paño entre sus dientes. Trató de revolverse un par de veces, pero la de cabellos cenicientos la mantuvo sujeta, hasta que por fin empezó a calmarse. - He hecho lo que he podido, ahora necesita descanso y que algún médico esté pendiente de su evolución. - dijo tras terminar de vendarla.
[/u]
Off: Subrayado el uso de la pasiva de alquimia.
Última edición por Elen Calhoun el Sáb 25 Jul - 19:11, editado 3 veces
Elen Calhoun
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Re: Ciudadanos en apuros [Interpretativo][Libre][2/2]
Morcar llegó algo rezagado, parecía que el luchador robusto y bruto había provocado una grave herida en una ciudadana, y le tocaba a él supuestamente evitar aquello. Esto provocó su cabreo, la guardia era la que debía encargarse de aquellos problemas, y el soldado que se hacía llamar Killian había actuado a pesar de su presencia.
-Ustedes dos ya no tienen cabida en esto, aléjense, la guardia se encargará del resto.
Entonces volvió difícilmente al lugar donde sus compañeros de la guardia habían reducido a los esclavistas. Doc trajo al cabecilla inconsciente, y lo soltó junto a sus apresados compañeros.
-Llevadlos al calabozo, ya decidirá el juez sus destinos. Mientras tanto yo voy a llevar a este niño con sus padres.
Morcar se quedó mirando un rato al niño llorón, y por mucho que él insistiese en preguntarle el camino de vuelta con sus padres, lo único que hacía el pequeñajo era llorar y llorar. Eso le irritaba y le daban ganas de dejarlo allí, pero era su deber devolverlo. Así que fue de nuevo donde estaban los dos "heroes" de la situación y se dirigió a la maga.
-El niño solo llora y no quiere decirme donde están sus padres.
-Ustedes dos ya no tienen cabida en esto, aléjense, la guardia se encargará del resto.
Entonces volvió difícilmente al lugar donde sus compañeros de la guardia habían reducido a los esclavistas. Doc trajo al cabecilla inconsciente, y lo soltó junto a sus apresados compañeros.
-Llevadlos al calabozo, ya decidirá el juez sus destinos. Mientras tanto yo voy a llevar a este niño con sus padres.
Morcar se quedó mirando un rato al niño llorón, y por mucho que él insistiese en preguntarle el camino de vuelta con sus padres, lo único que hacía el pequeñajo era llorar y llorar. Eso le irritaba y le daban ganas de dejarlo allí, pero era su deber devolverlo. Así que fue de nuevo donde estaban los dos "heroes" de la situación y se dirigió a la maga.
-El niño solo llora y no quiere decirme donde están sus padres.
Morcar
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Re: Ciudadanos en apuros [Interpretativo][Libre][2/2]
La bruja se apartó de la escena en cuanto el guardia, notablemente molesto por el desafortunado accidente con la mujer, se acercó hasta ellos. Las autoridades se harían cargo de llevar a la dama hasta algún lugar mejor para que pudiese descansar y recuperarse, así que su labor allí había concluido, al menos a medias. Aún quedaba encontrar al cabecilla de los criminales y asegurarse de que recibiese su merecido castigo, así que se alejó de los curiosos y siguió con la mirada al caballero que parecía estar al mando de aquellos guardias.
Al parecer Rience había tenido tiempo de llegar hasta otros de sus hombres, pues los tres que lo acompañaban en el momento en que se llevó al niño ya estaban muertos, y sus fríos cuerpos yacían en las calles, causando bastante revuelo entre los transeúntes. Muchos observaban en silencio y mantenían las formas, pero algunos no podían evitar que se les escapase una sonrisa de satisfacción, al ver que alguien por fin se había enfrentado a aquel atajo de delincuentes y matones.
Desde una posición algo alejada, la hechicera vio como el Bio traía consigo al líder de los prestamistas, inconsciente tras recibir algún golpe. También habían apresado a los otros miembros de la organización, que al igual que Rience, pasarían bastante tiempo a la sombra por lo que habían hecho. - Parece que está todo solucionado…- musitó la maga, al tiempo que respiraba aliviada, ya podía irse del lugar y volver a sus quehaceres diarios, lejos de la multitud.
Comenzó a caminar para regresar a la zona comercial de la ciudad, pero solo alcanzó a dar unos pasos antes de que el guardia al mando se dirigiese a ella, para indicarle que el pequeño no paraba de llorar y se negaba a decir dónde se encontraban sus padres. - No se preocupe, sé dónde viven y puedo llevarlo yo misma si me lo permite. - respondió con tranquilidad la bruja, antes de inclinarse ligeramente hacia el niño para colocar la mano bajo su mentón y alzarle el rostro. - Tranquilo Thomas, te llevaré a casa y esos hombres no volverán a molestaros. - dijo al tiempo que sacaba un pañuelo, para que el muchacho pudiese secarse las lágrimas.
La de ojos verdes se puso en marcha en cuanto el pequeño logró calmarse un poco, sin saber si el guardia decidiría acompañarlos o se fiaría de ella, aunque poco le importaba la decisión que tomase. Solo deseaba salir de aquella zona y apartarse de los curiosos, no le gustaba llamar la atención.
En cuestión de minutos cruzó las estrechas callejuelas y llegó a la zona del mercado, desde la cual fue fácil orientarse para regresar a la vivienda en que había hablado con la afectada pareja, que aún aguardaba entre sollozos, con la puerta abierta. Thomas echó a correr nada más ver su hogar, tomando por sorpresa a sus padres, cuyas exclamaciones de alegría pudieron escucharse desde varios metros de distancia. La hechicera se asomó a la entrada y observó la estampa familiar, antes de que el caballero se levantase para darle las gracias por su ayuda.
Instantes después abandonó el lugar, para por fin regresar a su habitación en la posada, antes de que la noche comenzara a caer sobre Lunargenta.
Off: Dada la ausencia indefinida de Killian salto su turno y finalizo con este post mi intervención en el hilo.
Al parecer Rience había tenido tiempo de llegar hasta otros de sus hombres, pues los tres que lo acompañaban en el momento en que se llevó al niño ya estaban muertos, y sus fríos cuerpos yacían en las calles, causando bastante revuelo entre los transeúntes. Muchos observaban en silencio y mantenían las formas, pero algunos no podían evitar que se les escapase una sonrisa de satisfacción, al ver que alguien por fin se había enfrentado a aquel atajo de delincuentes y matones.
Desde una posición algo alejada, la hechicera vio como el Bio traía consigo al líder de los prestamistas, inconsciente tras recibir algún golpe. También habían apresado a los otros miembros de la organización, que al igual que Rience, pasarían bastante tiempo a la sombra por lo que habían hecho. - Parece que está todo solucionado…- musitó la maga, al tiempo que respiraba aliviada, ya podía irse del lugar y volver a sus quehaceres diarios, lejos de la multitud.
Comenzó a caminar para regresar a la zona comercial de la ciudad, pero solo alcanzó a dar unos pasos antes de que el guardia al mando se dirigiese a ella, para indicarle que el pequeño no paraba de llorar y se negaba a decir dónde se encontraban sus padres. - No se preocupe, sé dónde viven y puedo llevarlo yo misma si me lo permite. - respondió con tranquilidad la bruja, antes de inclinarse ligeramente hacia el niño para colocar la mano bajo su mentón y alzarle el rostro. - Tranquilo Thomas, te llevaré a casa y esos hombres no volverán a molestaros. - dijo al tiempo que sacaba un pañuelo, para que el muchacho pudiese secarse las lágrimas.
La de ojos verdes se puso en marcha en cuanto el pequeño logró calmarse un poco, sin saber si el guardia decidiría acompañarlos o se fiaría de ella, aunque poco le importaba la decisión que tomase. Solo deseaba salir de aquella zona y apartarse de los curiosos, no le gustaba llamar la atención.
En cuestión de minutos cruzó las estrechas callejuelas y llegó a la zona del mercado, desde la cual fue fácil orientarse para regresar a la vivienda en que había hablado con la afectada pareja, que aún aguardaba entre sollozos, con la puerta abierta. Thomas echó a correr nada más ver su hogar, tomando por sorpresa a sus padres, cuyas exclamaciones de alegría pudieron escucharse desde varios metros de distancia. La hechicera se asomó a la entrada y observó la estampa familiar, antes de que el caballero se levantase para darle las gracias por su ayuda.
Instantes después abandonó el lugar, para por fin regresar a su habitación en la posada, antes de que la noche comenzara a caer sobre Lunargenta.
Off: Dada la ausencia indefinida de Killian salto su turno y finalizo con este post mi intervención en el hilo.
Elen Calhoun
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Re: Ciudadanos en apuros [Interpretativo][Libre][2/2]
Entiendo que con esto finaliza el hilo, por lo que pasaré a cerrarlo, si no es así, manden mp y reabro.
Elen:
+ 2 puntos en habilidad pasiva de alquimia.
No olvides pedirlos en el apartado correspondiente.
Elen:
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Thorn
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