Reclutamiento de Lunargenta (Batalla por Terpoli)
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Reclutamiento de Lunargenta (Batalla por Terpoli)
RECLUTAMIENTO DE LUNARGENTA
Edward, o Ed para los amigos, siempre había sido un tipo sencillo. había entrado a la guardia porque pagaban bien, no por ambición de poder, y había escalado producto de su esfuerzo. Tenía el rango de sargento, lo que era un logro impresionante para alguien de su humilde origen, pero los elitistas nobles no lo tomaban mucho en serio.
No era de sorprender, por tanto, que le hubieran encomendado esa aburrida tarea.
Llevaba ya varias horas sentado en esa silla, tras esa mesa de madera adornada con el estandarte de Lunargenta, portando su armadura, aún sabiendo que en ese día no habría batalla alguna. Su única arma era su pluma.
Era el encargado de recibir a los reclutas, aquellos valientes que irían a la lucha por salvar a ese desdichado pueblo al norte de la ciudad, o simplemente cazarrecompensas que lo harían por el dinero y la fama. Le daba igual, él tampoco podía decir que se había unido a la Guardia por vocación.
El reclutamiento iba más lento de lo esperado, pero sabía que a esa hora debía haber heraldos repartidos por la ciudad, esparciendo la noticia. Todo había sido apresurado, Lord Treki esperaba contar con un ejército suficiente en apenas un día. Se ofrecía una buena paga para los combatientes, además de la gloria de luchar por su rey, asunto que comúnmente quedaba más en manos de los nobles. Seguro no tardarían en llegar más.
Dispuso en la mesa pulcramente el papel del contrato que deberían firmar los valientes, aquel que decía que se ponían a las órdenes de Lord Treki y juraban lealtad a la corona por el transcurso de la batalla, luego de los cuales quedaban liberados de cualquier responsabilidad. Se permitía participantes de cualquier raza, siempre y cuando tuvieran algo que aportar.
No era de sorprender, por tanto, que le hubieran encomendado esa aburrida tarea.
Llevaba ya varias horas sentado en esa silla, tras esa mesa de madera adornada con el estandarte de Lunargenta, portando su armadura, aún sabiendo que en ese día no habría batalla alguna. Su única arma era su pluma.
Era el encargado de recibir a los reclutas, aquellos valientes que irían a la lucha por salvar a ese desdichado pueblo al norte de la ciudad, o simplemente cazarrecompensas que lo harían por el dinero y la fama. Le daba igual, él tampoco podía decir que se había unido a la Guardia por vocación.
El reclutamiento iba más lento de lo esperado, pero sabía que a esa hora debía haber heraldos repartidos por la ciudad, esparciendo la noticia. Todo había sido apresurado, Lord Treki esperaba contar con un ejército suficiente en apenas un día. Se ofrecía una buena paga para los combatientes, además de la gloria de luchar por su rey, asunto que comúnmente quedaba más en manos de los nobles. Seguro no tardarían en llegar más.
Dispuso en la mesa pulcramente el papel del contrato que deberían firmar los valientes, aquel que decía que se ponían a las órdenes de Lord Treki y juraban lealtad a la corona por el transcurso de la batalla, luego de los cuales quedaban liberados de cualquier responsabilidad. Se permitía participantes de cualquier raza, siempre y cuando tuvieran algo que aportar.
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Instrucciones:
- Debéis escribir en un post regular, no es necesario que sea muy extenso, cómo os enteráis del reclutamiento (hay heraldos por toda la ciudad), qué os lleva a decidiros a ser parte de esta gloriosa gesta y el momento en que os inscribís (debéis convencer a Sir Ed de que seréis útiles y luego firmar el contrato).
- Poned en un comentario off-rol el evento al que postuláis.
- Podéis manejar a Sir Ed, pero nada especial, sólo algún diálogo simple y que os haga firmar el contrato.
- Las instrucciones generales de este Mega-Evento están en el post principal, [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Última edición por Rad el Lun Jul 06 2015, 23:21, editado 4 veces
Rad
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Re: Reclutamiento de Lunargenta (Batalla por Terpoli)
La gente había estado muy alterada últimamente. No lo había notado al estar fuera de Lunargenta una temporada, pero al volver, todo parecía más extraño. Y algo había estado haciendo mucho ruido antes, como si fuese algún tipo de desfile o algo. Una multitud estaba agrupada en torno a un heraldo, que vociferaba alguna noticia... pensé en acercarme, igual me enteraba de algo. Bajé de los tejados, en los que había estado cada vez que pasaba por la capital desde que descubrí lo cómodo que era, y me aproximé a la multitud.
Bla, bla, gloria y honor, bla bla bla, soldados... ¿guerra? Algo había pasado, algo gordo, lo suficiente como para enviar un ejercito... e implicaba muertos vivientes, y, como no... -Brujos...- ¿por qué estaban siempre implicados los brujos en todo lo malo? Como ese capullo que le puso extremidades de oso a un cadáver y... -Un momento...- maldije por lo bajo. ¿Podía ser que no hubiese sido una casualidad? Si la posibilidad existía, tenía que hacer algo para ayudar. No solo por las posibles recompensas, que también, sino por orgullo y valores. Esperé hasta oir donde tenía que apuntarme y me apresuré.
Quince minutos después, abrí una puerta junto a un estandarte de la guardia y entré en la habitación sin preguntar. -Toc, toc.- me apoyé sobre la mesa. -Quiero apuntarme contra los nigromantes.- dije, yendo directo al grano. Pedían precedentes, pero eso no era un problema. -Soy mercenario, con bastante experiencia. Se me da especialmente bien rastrear y perseguir, si quieres más recomendaciones... me llamo Wernack, se me conoce bastante bien por algunas partes de la ciudad.- Mostré el colmillo del colgante alrededor de mi cuello, junto a la llave de cierta caja. -He matado a un dragón, creetelo o no, pero es indiscutible que me necesitais.- firmé el contrato sin esperar una respuesta y me crucé de brazos, esperando que me dijese a donde ir.
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Bla, bla, gloria y honor, bla bla bla, soldados... ¿guerra? Algo había pasado, algo gordo, lo suficiente como para enviar un ejercito... e implicaba muertos vivientes, y, como no... -Brujos...- ¿por qué estaban siempre implicados los brujos en todo lo malo? Como ese capullo que le puso extremidades de oso a un cadáver y... -Un momento...- maldije por lo bajo. ¿Podía ser que no hubiese sido una casualidad? Si la posibilidad existía, tenía que hacer algo para ayudar. No solo por las posibles recompensas, que también, sino por orgullo y valores. Esperé hasta oir donde tenía que apuntarme y me apresuré.
Quince minutos después, abrí una puerta junto a un estandarte de la guardia y entré en la habitación sin preguntar. -Toc, toc.- me apoyé sobre la mesa. -Quiero apuntarme contra los nigromantes.- dije, yendo directo al grano. Pedían precedentes, pero eso no era un problema. -Soy mercenario, con bastante experiencia. Se me da especialmente bien rastrear y perseguir, si quieres más recomendaciones... me llamo Wernack, se me conoce bastante bien por algunas partes de la ciudad.- Mostré el colmillo del colgante alrededor de mi cuello, junto a la llave de cierta caja. -He matado a un dragón, creetelo o no, pero es indiscutible que me necesitais.- firmé el contrato sin esperar una respuesta y me crucé de brazos, esperando que me dijese a donde ir.
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Asher Daregan
Aerandiano de honor
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Re: Reclutamiento de Lunargenta (Batalla por Terpoli)
La fuerza de un barco pirata no surge de la valía de su capitán como piensan algunos marineros, tampoco de lo muy armado que esté el navío, y mucho menos de lo muy costosos que sean sus hombres. Todos se equivocaban, y todos estaban en lo cierto. En un barco no había nada que carezca de importancia. Tanto el vigía en el nido como los cañones tenían la misma importancia. Sus marineros necesitaban formarse, su nuevo navío necesitaba un nuevo y mejor equipo e incluso el propio Alfred Werner necesitaba entrenar sus dotes para el combate. Era viejo. Todos estos años encerrado en su cuarto, bebiendo y llorando por la pérdida de su amada no le han servido más que para oxidarse. No era el mismo joven pirata que antaño. Necesitaba rejuvenecerse con una nueva aventura.
Hacía tiempo que había escuchado rumores sobre nigromantes. Una pequeña guerra de un remoto lugar de Aerandir llamado Trepoli. Fuer raro… Alfred no conocía el nombre de aquel lugar. Él, que se había memorizado centenares de mapas no conocía un lugar tan importante para esos días como Trepoli. Aquello le animó a participar en la guerra. El Capitán recuperaría las viejas costumbres y además ganaría algo de dinero para el barco. Era todo cuanto necesitaba.
-Saludos.- Se presentó Alfred Werner ante el soldado que encargado de reclutar a sus futuros compañeros. – Soy el Capitán Alfred Werner, viejo pirata de los mares de Aerandir. – Intentó disimular su característico acento tanto como le fue posible. Quería lograr una buena primera impresión. - He venido a alistarme a sus filas contra los nigromantes.- Esa frase le sonó raro incluso a él mismo, sonaba demasiado educado. – Que mi aspecto aterrador y mi brillante espada de corsario no te nublen la vista. Mi punto fuerte es la estrategia, la diplomacia y el buen hablar.- Exageró con sus últimas palabras. ¿Dónde se ha visto un pirata hablar bien? Alfred era cruel y grosero como el que más. La diferencia que tenía con un marinero cualquiera y el Capitán Werner es que él sabía cuando tenía que ser grosero y cuando no. –¿Y bien?- Dijo al mismo tiempo que sacaba una pluma del bolsillo superior de su camisa para firmar su ingreso.
Hacía tiempo que había escuchado rumores sobre nigromantes. Una pequeña guerra de un remoto lugar de Aerandir llamado Trepoli. Fuer raro… Alfred no conocía el nombre de aquel lugar. Él, que se había memorizado centenares de mapas no conocía un lugar tan importante para esos días como Trepoli. Aquello le animó a participar en la guerra. El Capitán recuperaría las viejas costumbres y además ganaría algo de dinero para el barco. Era todo cuanto necesitaba.
-Saludos.- Se presentó Alfred Werner ante el soldado que encargado de reclutar a sus futuros compañeros. – Soy el Capitán Alfred Werner, viejo pirata de los mares de Aerandir. – Intentó disimular su característico acento tanto como le fue posible. Quería lograr una buena primera impresión. - He venido a alistarme a sus filas contra los nigromantes.- Esa frase le sonó raro incluso a él mismo, sonaba demasiado educado. – Que mi aspecto aterrador y mi brillante espada de corsario no te nublen la vista. Mi punto fuerte es la estrategia, la diplomacia y el buen hablar.- Exageró con sus últimas palabras. ¿Dónde se ha visto un pirata hablar bien? Alfred era cruel y grosero como el que más. La diferencia que tenía con un marinero cualquiera y el Capitán Werner es que él sabía cuando tenía que ser grosero y cuando no. –¿Y bien?- Dijo al mismo tiempo que sacaba una pluma del bolsillo superior de su camisa para firmar su ingreso.
- Evento al que participo:
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El Capitán Werner
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Re: Reclutamiento de Lunargenta (Batalla por Terpoli)
Mientras paseaba por el centro de Lunargenta, estaba bastante cansado y hastiado de mi vida. Y aunque juré tras mis últimas aventuras que nunca volvería a meterme en líos, estaba claro que no iba a cumplir la promesa por poco tiempo. Y así fue, un heraldo corrió como un poseso y tropezó conmigo.
-¡Guerra! ¡Guerra! – gritó el heraldo – ¡Muertos vivientes atacarán Térpoli! Hablad con Edward para reclutamiento. Luchad por vuestro rey y por una jugosa recompensa – y continuó su camino.
Las calles estaban abarrotadas y se notaba un ambiente tenso en la ciudad. Además andaba escaso de aeros y el rey suele pagar bastante bien. De manera que decidí apuntarme al combate. Estaba claro que aquello podía no acabar bien, pero me atraía la idea de luchar por mi patria y conseguir sacarme unos aeros extra. De manera que acudí sin lugar a dudas.
Me dirigí al cuartel, y cuando enfoco la puerta enérgicamente salía una especie de pulpo con forma humana… convencido de sí mismo. “¿Pero qué coño es eso?” – pensé mirando con asco al monstruo mientras pasaba a mi lado – “¿acaso este bicho va a defendernos? Lo mismo nos apuñala. En fin… así nos irá que preferimos extranjeros a hombres patrios y rectos como yo”. Y entré en la sala convencido de mis posibilidades. Ante mí, el susodicho Edward, un hombre serio.
-Buenos días. Soy Curgo Marcano. ¿Es aquí dónde uno se alista para la campaña? – pregunté – Veréis… me gustaría apuntarme… pero no en el frente eh… que ya he tenido bastante con enfrentarme a dragones, licántropos y demás escoria… ¿Por qué no sois uno de esos verdad? – empecé a liarme con la palabrería – de ser así… seguro que sois una maravillosa persona… – y sonreí falsamente – bueno, que me enrollo. Pongo mis dos ballestas a vuestro servicio. Soy bastante sigiloso y procuro que la gente no me vea. De hecho si he sobrevivido hasta ahora ha sido por eso, porque no uso la espada, aunque sí dos ballestas con venenos y somníferos varios y con gran habilidad– dije y levanté la cabeza - ¿Y bien? ¿Me aceptáis en la compañía?
-¡Guerra! ¡Guerra! – gritó el heraldo – ¡Muertos vivientes atacarán Térpoli! Hablad con Edward para reclutamiento. Luchad por vuestro rey y por una jugosa recompensa – y continuó su camino.
Las calles estaban abarrotadas y se notaba un ambiente tenso en la ciudad. Además andaba escaso de aeros y el rey suele pagar bastante bien. De manera que decidí apuntarme al combate. Estaba claro que aquello podía no acabar bien, pero me atraía la idea de luchar por mi patria y conseguir sacarme unos aeros extra. De manera que acudí sin lugar a dudas.
Me dirigí al cuartel, y cuando enfoco la puerta enérgicamente salía una especie de pulpo con forma humana… convencido de sí mismo. “¿Pero qué coño es eso?” – pensé mirando con asco al monstruo mientras pasaba a mi lado – “¿acaso este bicho va a defendernos? Lo mismo nos apuñala. En fin… así nos irá que preferimos extranjeros a hombres patrios y rectos como yo”. Y entré en la sala convencido de mis posibilidades. Ante mí, el susodicho Edward, un hombre serio.
-Buenos días. Soy Curgo Marcano. ¿Es aquí dónde uno se alista para la campaña? – pregunté – Veréis… me gustaría apuntarme… pero no en el frente eh… que ya he tenido bastante con enfrentarme a dragones, licántropos y demás escoria… ¿Por qué no sois uno de esos verdad? – empecé a liarme con la palabrería – de ser así… seguro que sois una maravillosa persona… – y sonreí falsamente – bueno, que me enrollo. Pongo mis dos ballestas a vuestro servicio. Soy bastante sigiloso y procuro que la gente no me vea. De hecho si he sobrevivido hasta ahora ha sido por eso, porque no uso la espada, aunque sí dos ballestas con venenos y somníferos varios y con gran habilidad– dije y levanté la cabeza - ¿Y bien? ¿Me aceptáis en la compañía?
- OFF:
- Me apunto a la campaña de espionaje!!
Curgo
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Re: Reclutamiento de Lunargenta (Batalla por Terpoli)
La noticia se había extendido por la ciudad como la peste. Incluso para alguien tan poco sociable como Demian se hizo imposible mantenerse al margen, pues a cada vez que intentaba meter las manos a un bolsillo ajeno escuchaba a la gente comentar sobre ello. No tardó en que su curiosidad le hiciera preguntar de qué se trataba.
La guardia reclutaba todo tipo de guerreros para una campaña al norte de la ciudad, un pueblo atacado por fuerzas sobrenaturales. Se hablaba de muertos caminantes, de cosas horrendas, de un pueblo arrasado. Nada de eso tenía sentido, pero al parecer era cierto.
Demian se quedó largo rato pensando en el tema. Se suponía que su orden existía justamente para evitar ese tipo de cosas, para asesinar a los magos oscuros capaces de jugar con esas fuerzas, antes de que hicieran daño de verdad. En cierta manera era su deber participar de ello.
De algún modo, sin saber realmente cómo, se encontró atravesando el portal de la oficina de la guardia y parándose frente a aquella mesa con estandartes.
Naturalmente, la mirada que recibió de parte del soldado no fue la mejor y lo mandaron a ir a jugar con sus amigos o a las faldas de su madre, pero permaneció allí, con cara de decisión.
Luego desapareció.
El soldado abrió sus ojos como platos ante el acto, pero era natural, que alguien se volviera invisible frente a tus ojos no era algo que veías todos los días. A los pocos segundos volvió a aparecer, justo detrás del soldado.
—No pretendo combatir en el frente —dijo— , se que soy pequeño para eso y no me puedo una armadura y un escudo, pero tengo algo que les será muy útil, puedo infiltrarme y hacer misiones complejas, espiar al enemigo, realizar sabotaje, no pueden desechar así nada más este tipo de talento.
Con el corazón latiéndole como un tambor en una parada militar, el chico firmó el contrato que le ponía a disposición de las fuerzas de Lunargenta. Sabía que era una locura, pero al final todo en su vida era locura tras locura. Ahora tendría que explicarle a sus amigos que, de pronto, era parte de la Guardia, aunque fuera por unos días. Seguro no se lo creerían.
La vida daba muchas vueltas.
Off: Evento 3: Espionaje
Demian
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Re: Reclutamiento de Lunargenta (Batalla por Terpoli)
Senketsu se encontraba de incognito en Lunargenta, estaba en busca y captura, "Viva o Muerta", o eso decían los carteles, aunque ahora nadie echaba cuenta en aquellos carteles, había heraldos por toda la ciudad, buscaban gente que quisiera arriesgar su vida por el Rey de Lunargenta, ¿Quién sería tan estúpido como para arriesgar su vida por "la patria"? vaya pregunta, seguramente cientos, y aunque no fuese su patria, Senketsu vio la oportunidad de borrar sus crímenes en la ciudad, total salvar un pueblo de nosedonde seguro que equilibraba la balanza.
Senketsu busco a uno de los heraldos por las callejuelas de la ciudad, en un sitio lo suficientemente intransitado como para que nadie pudiese verla, y por la espalda le pregunto -¿Dónde debo apuntarme?, Nya- le dijo, esquivando su mirada, quedándose siempre a su espalda, el chico le indico con el dedo la dirección, y también le dijo la zona de la ciudad, no sería difícil encontrarlo, por lo que empezó a buscar por aquella parte de la ciudad, hasta que dio con un extraño puesto y un hombre vestido de armadura, sería fácil huir de el si se daba la ocasión.
El hombre le explico la situación, Senketsu había hecho bien en ocultar su rostro tras un pañuelo, por ahora no la había reconocido, unos nigromantes había atacado y conquistado Trepoli, territorio del Rey, y buscaban valientes soldados, o estúpidos patriotas, que desearan proteger y reconquistar los territorios perdidos, o algún mercenario que buscara conseguir una buena cantidad de aeros, justo como ella, -Ya ocultar mi identidad no sirve de nada, soy una fugitiva, me conocen por el sobrenombre de "La Blanca", no haga nada estúpido, solo vengo a dialogar y a alistarme- dijo la gata esperando la reacción de aquel soldado, -He derrotado y acabado con la vida de muchos asesinos, alguien como yo os vendría de ayuda en el campo de batalla, aparte, cierro heridas tan bien como las abro, o eso dijo hace tiempo alguien perteneciente a la guardia, dejando de lado eso, desearía que mis crímenes en Lunargenta fueran borrados, u olvidados durante algún tiempo, si sabe a lo que me refiero, Nyawa- dijo la gata, intentando retener ese último maullido, aunque no lo consiguió, Senketsu cogió una de las plumas que tenían allí encima, y dijo en un tono pícaro pero serio -¿Dónde debo firmar? Nya-
Senketsu busco a uno de los heraldos por las callejuelas de la ciudad, en un sitio lo suficientemente intransitado como para que nadie pudiese verla, y por la espalda le pregunto -¿Dónde debo apuntarme?, Nya- le dijo, esquivando su mirada, quedándose siempre a su espalda, el chico le indico con el dedo la dirección, y también le dijo la zona de la ciudad, no sería difícil encontrarlo, por lo que empezó a buscar por aquella parte de la ciudad, hasta que dio con un extraño puesto y un hombre vestido de armadura, sería fácil huir de el si se daba la ocasión.
El hombre le explico la situación, Senketsu había hecho bien en ocultar su rostro tras un pañuelo, por ahora no la había reconocido, unos nigromantes había atacado y conquistado Trepoli, territorio del Rey, y buscaban valientes soldados, o estúpidos patriotas, que desearan proteger y reconquistar los territorios perdidos, o algún mercenario que buscara conseguir una buena cantidad de aeros, justo como ella, -Ya ocultar mi identidad no sirve de nada, soy una fugitiva, me conocen por el sobrenombre de "La Blanca", no haga nada estúpido, solo vengo a dialogar y a alistarme- dijo la gata esperando la reacción de aquel soldado, -He derrotado y acabado con la vida de muchos asesinos, alguien como yo os vendría de ayuda en el campo de batalla, aparte, cierro heridas tan bien como las abro, o eso dijo hace tiempo alguien perteneciente a la guardia, dejando de lado eso, desearía que mis crímenes en Lunargenta fueran borrados, u olvidados durante algún tiempo, si sabe a lo que me refiero, Nyawa- dijo la gata, intentando retener ese último maullido, aunque no lo consiguió, Senketsu cogió una de las plumas que tenían allí encima, y dijo en un tono pícaro pero serio -¿Dónde debo firmar? Nya-
- Evento en el que desearía participar:
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Senketsu Hanekawa
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Re: Reclutamiento de Lunargenta (Batalla por Terpoli)
Humedad… la odiaba. Sobre todo luego de la lesión de mi brazo. El frío y esa peste aguachenta en el aire hacían que diariamente recordara con desprecio al maldito troll que me había dado la paliza de mi vida. En las últimas semanas me había vuelto una buscapleitos, estaba enojada con la vida, conmigo misma, con todo lo que me rodeaba. Había tocado fondo y lo sabía. Me había fugado de Ulmer, bueno… no exactamente, pero no había dado señales de vida luego de enviar a Furia y Chy allá. En cuanto al gremio, digamos que había encontrado la forma de ir evadiendo a mis hermanos para no tener que rendir explicaciones. Todo me valía una mierda en esos días, pero prefería ahorrarme el problema de dar explicaciones por mi vida.
Miré el suelo y luego al sol. Debía ser cerca del medio día, el astro rey estaba en su zenit. No era buen momento para buscar pelea, esperaría a la noche, luego de haberme gastado una buena suma de aros en alcohol. Me había costado mucho encontrar un herrero confiable y con la capacidad de recomponer mi armadura; luego de conseguir algo a lo que hincarle el diente pensaba ir a recoger mi preciada posesión para ir a por más Trolles y desquitarme duro y parejo.
Aún con una pata de codorniz entre los dedos salí a la calle. La taberna de mala muerte en la que había conseguido ese alimento medio crudo tenía un ambiente tenso y aunque el aire podía cortarse con tijeras había algo que no cuadraba y decidí salir pitando de allí directo a la forja. Al no encontrar qué hacer con los restos de la pata, me los metí a la boca para golpear mis palmas un par de veces. Relamí mis labios y desocupé la boca luego de dar una buena mordida a lo que quedaba de carne. Aquí la lycan de la armadura. Vengo por ella y voy a entrar anuncié negando con la cabeza y una sonrisa llena de grasa mientras jugaba con los frágiles huesos de las sobras entre mis labios.
No me gustaba anunciarme, pero el herrero parecía un tipo de esos duros y bastante formal. De hecho me extrañaba que no hubiera respondido cuando llamé y probablemente frunciera su poblado ceño al verme entrar como si fuera mi casa, pero no quería quedarme a rayo de sol, últimamente me sentía como un maldito vampiro huyendo de la luz y el calor. “Mejor” pensé una vez dentro de la herrería. No tuve tiempo de mirar mucho a los alrededores ya que pronto se escucharon voces y pasos hacia mi posición. Era el herrero y otro hombre de pasos ligeros y rápidos, probablemente obligado por la diferencia de estaturas para alcanzar el paso del hombretón.
¿Quién va? preguntó el heraldo de los humanos amenazando con desenfundar su espada. El herrero que no se había percatado de mi presencia rápidamente puso su brazo frente al soldado en señal de reconocimiento. Respiré profundo, desde lo de las tierras del Norte había estado reacia a pelear con mis armas o transformarme, además de que a nadie le gustaba estar en la mira de los esbirros bajos del Rey humano. Me anuncié hace unos momentos y entré. Estoy apurada dije seca y encogiéndome de hombros. No quería perder el tiempo ni mentir innecesariamente. El humano más pequeño me observó como si yo fuese una rareza. Le devolví la mirada pedante y luego posé mis ojos sobre el maestro del metal. Una buena armadura y sin dudas os pertenece. Aquí el servidor del Rey ha venido a inquirir por guerreros que conociera y me temo que usted probablemente sea la última de quienes han pasado por esta tienda que no debe de estar reclutada vaya. Ese había sido el discurso más largo y políticamente correcto que le había escuchado al herrero. Probablemente lo sea ¿y qué hay con eso? Solamente estoy de paso y no le debo lealtad al rey escupí a un lado y miré a los ojos al soldado que ahora parecía decidido a darme una zurra.
Sonreí desde mi posición mientras observaba como era retenido por el hombre grande aquél mosquito real. ¿No me crees? pregunté a modo de burla transformando mi cabeza en la de un lobo. Entonces todo pareció encajar para los dos hombres que casi pierdes sus ojos a través de las cuencas. Quiero mi armadura y ahora mismo me largaré de su amurallada ciudad debo confesar que me costó buscar un adjetivo decente de la ciudad, pero tampoco quería presionar más. Las cosas fluyeron mejor cuando se reveló mi naturaleza sobrenatural, sin embargo me ofrecieron un buen descuento en el trabajo por unirme a la causa que no tardé en escuchar con oídos prestos. La vida había que pagarla y me temía que Lunargenta me había hecho permitirme darme lujos y excesos que arruinaban mis finanzas y planes…
…
El tal sir Ed estaba sentado tras su escritorio, era más joven de lo que me había imaginado, sin embargo no por nada estaba allí. En el breve tiempo que duró la caminata hasta su oficina me enteré de varias cosas acerca de él. Era un hombre de cuidado y debía recordarlo si quería mis beneficios como parte de la guardia. Seguimos esa especie de protocolo de presentaciones, sentarse, y comenzar a hablar normalmente. Luego de que la puerta se cerró dejándonos solos, nos miramos a los ojos un buen rato.
Seré directa y breve. Si se pregunta por qué debería de admitirme aquí le daré cuatro buenos motivos: el primero, soy mujer, como menos, peso menos, soy rápida. El hombre pareció querer decir algo, pero no le dejé más que tomar aire, no me convenía por seguridad El segundo, soy licántropo, vengo de parte de los Reinos del Este para apoyar al Rey; eso quiere decir que soy como dos en uno, una mujer y una bestia, ¿entiende? “Ugh… eso fue malo incluso para mí” me apresuré a continuar. Tercero, ya he colaborado con la guardia trasportando presos, podrá constatarlo con miré para ambos lados, mi memoria era pésima para lo que no fueran rastros y olores [/b][/color] no sé, los que se ocupan de eso supongo. Cuarto, soy una mujer que tiene gastos y buena mercenaria también. Pague luego, no habrán preguntas y sí resultados[/color][/b]. Me eché hacia atrás, de algún modo había terminado sentada sobre su escritorio, peligrosamente cerca de él.
El hombre se aclaró la garganta, se levantó de su asiento y con las manos en la espalda caminó alrededor de la habitación, al parecer meditando. Sin dudas preguntaré por sus credenciales ¿cómo dijo que se llama señora? preguntó con voz cuidada. Señora nada, y no lo dije. Mi nombre de guerra es Wood. No necesita saber más y no estaba dispuesta a decir más como él parecía no estar dispuesto a indagar más. Muy bien, tenga certeza de que será vigilada y… el agradecimiento de la guardia hacia su… ¿clan?. Por ahora deberá de firmar algunos papeles que espero no se convierta en una molestia.
Y con aquellas firmas el pacto quedó cerrado.
Off:Me postulo para el evento 5: “El Golpe”, pero si mi perfil no sirve o si los perfiles de los demás se ajustan mejor a ese y no queda cupo para mí, me ofrezco a hacer en vez de ese el evento 2: “ganando tiempo”
Siento lo largo T-T no me di cuenta hasta que lo terminé xD
Edito: manejé un poco al Sir y recién veo que nadie más lo hizo. Gomen ne, ¿edito su diálogo?
Miré el suelo y luego al sol. Debía ser cerca del medio día, el astro rey estaba en su zenit. No era buen momento para buscar pelea, esperaría a la noche, luego de haberme gastado una buena suma de aros en alcohol. Me había costado mucho encontrar un herrero confiable y con la capacidad de recomponer mi armadura; luego de conseguir algo a lo que hincarle el diente pensaba ir a recoger mi preciada posesión para ir a por más Trolles y desquitarme duro y parejo.
Aún con una pata de codorniz entre los dedos salí a la calle. La taberna de mala muerte en la que había conseguido ese alimento medio crudo tenía un ambiente tenso y aunque el aire podía cortarse con tijeras había algo que no cuadraba y decidí salir pitando de allí directo a la forja. Al no encontrar qué hacer con los restos de la pata, me los metí a la boca para golpear mis palmas un par de veces. Relamí mis labios y desocupé la boca luego de dar una buena mordida a lo que quedaba de carne. Aquí la lycan de la armadura. Vengo por ella y voy a entrar anuncié negando con la cabeza y una sonrisa llena de grasa mientras jugaba con los frágiles huesos de las sobras entre mis labios.
No me gustaba anunciarme, pero el herrero parecía un tipo de esos duros y bastante formal. De hecho me extrañaba que no hubiera respondido cuando llamé y probablemente frunciera su poblado ceño al verme entrar como si fuera mi casa, pero no quería quedarme a rayo de sol, últimamente me sentía como un maldito vampiro huyendo de la luz y el calor. “Mejor” pensé una vez dentro de la herrería. No tuve tiempo de mirar mucho a los alrededores ya que pronto se escucharon voces y pasos hacia mi posición. Era el herrero y otro hombre de pasos ligeros y rápidos, probablemente obligado por la diferencia de estaturas para alcanzar el paso del hombretón.
¿Quién va? preguntó el heraldo de los humanos amenazando con desenfundar su espada. El herrero que no se había percatado de mi presencia rápidamente puso su brazo frente al soldado en señal de reconocimiento. Respiré profundo, desde lo de las tierras del Norte había estado reacia a pelear con mis armas o transformarme, además de que a nadie le gustaba estar en la mira de los esbirros bajos del Rey humano. Me anuncié hace unos momentos y entré. Estoy apurada dije seca y encogiéndome de hombros. No quería perder el tiempo ni mentir innecesariamente. El humano más pequeño me observó como si yo fuese una rareza. Le devolví la mirada pedante y luego posé mis ojos sobre el maestro del metal. Una buena armadura y sin dudas os pertenece. Aquí el servidor del Rey ha venido a inquirir por guerreros que conociera y me temo que usted probablemente sea la última de quienes han pasado por esta tienda que no debe de estar reclutada vaya. Ese había sido el discurso más largo y políticamente correcto que le había escuchado al herrero. Probablemente lo sea ¿y qué hay con eso? Solamente estoy de paso y no le debo lealtad al rey escupí a un lado y miré a los ojos al soldado que ahora parecía decidido a darme una zurra.
Sonreí desde mi posición mientras observaba como era retenido por el hombre grande aquél mosquito real. ¿No me crees? pregunté a modo de burla transformando mi cabeza en la de un lobo. Entonces todo pareció encajar para los dos hombres que casi pierdes sus ojos a través de las cuencas. Quiero mi armadura y ahora mismo me largaré de su amurallada ciudad debo confesar que me costó buscar un adjetivo decente de la ciudad, pero tampoco quería presionar más. Las cosas fluyeron mejor cuando se reveló mi naturaleza sobrenatural, sin embargo me ofrecieron un buen descuento en el trabajo por unirme a la causa que no tardé en escuchar con oídos prestos. La vida había que pagarla y me temía que Lunargenta me había hecho permitirme darme lujos y excesos que arruinaban mis finanzas y planes…
…
El tal sir Ed estaba sentado tras su escritorio, era más joven de lo que me había imaginado, sin embargo no por nada estaba allí. En el breve tiempo que duró la caminata hasta su oficina me enteré de varias cosas acerca de él. Era un hombre de cuidado y debía recordarlo si quería mis beneficios como parte de la guardia. Seguimos esa especie de protocolo de presentaciones, sentarse, y comenzar a hablar normalmente. Luego de que la puerta se cerró dejándonos solos, nos miramos a los ojos un buen rato.
Seré directa y breve. Si se pregunta por qué debería de admitirme aquí le daré cuatro buenos motivos: el primero, soy mujer, como menos, peso menos, soy rápida. El hombre pareció querer decir algo, pero no le dejé más que tomar aire, no me convenía por seguridad El segundo, soy licántropo, vengo de parte de los Reinos del Este para apoyar al Rey; eso quiere decir que soy como dos en uno, una mujer y una bestia, ¿entiende? “Ugh… eso fue malo incluso para mí” me apresuré a continuar. Tercero, ya he colaborado con la guardia trasportando presos, podrá constatarlo con miré para ambos lados, mi memoria era pésima para lo que no fueran rastros y olores [/b][/color] no sé, los que se ocupan de eso supongo. Cuarto, soy una mujer que tiene gastos y buena mercenaria también. Pague luego, no habrán preguntas y sí resultados[/color][/b]. Me eché hacia atrás, de algún modo había terminado sentada sobre su escritorio, peligrosamente cerca de él.
El hombre se aclaró la garganta, se levantó de su asiento y con las manos en la espalda caminó alrededor de la habitación, al parecer meditando. Sin dudas preguntaré por sus credenciales ¿cómo dijo que se llama señora? preguntó con voz cuidada. Señora nada, y no lo dije. Mi nombre de guerra es Wood. No necesita saber más y no estaba dispuesta a decir más como él parecía no estar dispuesto a indagar más. Muy bien, tenga certeza de que será vigilada y… el agradecimiento de la guardia hacia su… ¿clan?. Por ahora deberá de firmar algunos papeles que espero no se convierta en una molestia.
Y con aquellas firmas el pacto quedó cerrado.
Off:Me postulo para el evento 5: “El Golpe”, pero si mi perfil no sirve o si los perfiles de los demás se ajustan mejor a ese y no queda cupo para mí, me ofrezco a hacer en vez de ese el evento 2: “ganando tiempo”
Siento lo largo T-T no me di cuenta hasta que lo terminé xD
Edito: manejé un poco al Sir y recién veo que nadie más lo hizo. Gomen ne, ¿edito su diálogo?
Última edición por Woodpecker el Lun Jul 06 2015, 22:58, editado 1 vez
Woodpecker
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Re: Reclutamiento de Lunargenta (Batalla por Terpoli)
De vuelta en Lunargenta, lugar al que por unos días o tal vez fueran semanas no pensó que fuera a regresar, se encontraba por las calles de la misma ataviada con una capucha para ahorrarse aquello de tener que lidiar con los guardias, o mejor dicho, ''el guardia'', escuchó cómo alguien gritaba una y otra vez algo sobre una guerra y muertos vivientes. ''Otro chalado'', pensó, pero nada más lejos de lo que ocurría de verdad, pues vio cómo muchos se alarmaron y incluso juraría que muchas personas se metieron en sus casas al paso de aquel supuesto loco.
-¡Eh! -Tuvo que apartarse y casi en el último momento pudo esquivar al culpable del nerviosismo entre la gente que ahora gritaba: ''¡Por favor, que alguien les ayude!''- Espere, ¡espere! -Llamó al susodicho, éste se paró y en unas pocas indicaciones con un dedo y manos temblorosas, ya sabía dónde debía ir para prestar ayuda.
Lo cierto es que no debía de meterse en más líos, después de un licántropo y dos dragones, casi tres, ya iba siendo hora de que sus días se tranquilizaran un poco, pero tal vez alguien le había pegado ese ''don'' para atraer los problemas o ir hacia ellos y, ya que encima ayudar a los demás era lo suyo, no perdía nada intentándolo si además con ello contribuía a ayudar por un bien mayor; una guerra no es cosa con la que bromear.
No tardó en divisar la mesa con el estandarte de Lunargenta que había sido dispuesta expresamente para el reclutamiento de voluntarios para la guerra. Desde luego fue esa señal la que le permitió convencerse por completo de que debía ayudar, además de que no era ni mucho menos una mentira de un desdichado. Por eso es que comenzó a caminar, a paso firme y decidido, hacia el que esperaba que la aceptara.
-Mi nombre es Lida, Lida Rothgar -El hombre cuyo nombre era Edward estaba sentado en la silla y alzó la mirada ante sus palabras, por un momento pareció satisfecho de tener otro voluntario pero aún tenía que saber qué habilidades tenía allí la presente- Manejo la espada desde que soy una niña, si necesitan a alguien en primera fila no duden que ahí estaré -Afirmó, qué teatral le había quedado-. Y que no le engañen los ojos por ver a una mujer, en mi corazón habitan las mejores artes en el manejo de las armas -Dirigió una mano hacia la empuñadura de su espada, como si la acariciara y, bajándose la capucha para dejar al descubierto su aspecto, sonrió al que esperaba haber convencido- Espero no le importe firmar para sellar su voluntariado.
Si ya estaba sonriendo, su sonrisa se ensanchó mucho más al tener que tomar una pluma para plasmar su firma en el papel: acababa de dejar por escrito y de forma definitiva que ayudaría en la batalla de Terpoli.
-¡Eh! -Tuvo que apartarse y casi en el último momento pudo esquivar al culpable del nerviosismo entre la gente que ahora gritaba: ''¡Por favor, que alguien les ayude!''- Espere, ¡espere! -Llamó al susodicho, éste se paró y en unas pocas indicaciones con un dedo y manos temblorosas, ya sabía dónde debía ir para prestar ayuda.
Lo cierto es que no debía de meterse en más líos, después de un licántropo y dos dragones, casi tres, ya iba siendo hora de que sus días se tranquilizaran un poco, pero tal vez alguien le había pegado ese ''don'' para atraer los problemas o ir hacia ellos y, ya que encima ayudar a los demás era lo suyo, no perdía nada intentándolo si además con ello contribuía a ayudar por un bien mayor; una guerra no es cosa con la que bromear.
No tardó en divisar la mesa con el estandarte de Lunargenta que había sido dispuesta expresamente para el reclutamiento de voluntarios para la guerra. Desde luego fue esa señal la que le permitió convencerse por completo de que debía ayudar, además de que no era ni mucho menos una mentira de un desdichado. Por eso es que comenzó a caminar, a paso firme y decidido, hacia el que esperaba que la aceptara.
-Mi nombre es Lida, Lida Rothgar -El hombre cuyo nombre era Edward estaba sentado en la silla y alzó la mirada ante sus palabras, por un momento pareció satisfecho de tener otro voluntario pero aún tenía que saber qué habilidades tenía allí la presente- Manejo la espada desde que soy una niña, si necesitan a alguien en primera fila no duden que ahí estaré -Afirmó, qué teatral le había quedado-. Y que no le engañen los ojos por ver a una mujer, en mi corazón habitan las mejores artes en el manejo de las armas -Dirigió una mano hacia la empuñadura de su espada, como si la acariciara y, bajándose la capucha para dejar al descubierto su aspecto, sonrió al que esperaba haber convencido- Espero no le importe firmar para sellar su voluntariado.
Si ya estaba sonriendo, su sonrisa se ensanchó mucho más al tener que tomar una pluma para plasmar su firma en el papel: acababa de dejar por escrito y de forma definitiva que ayudaría en la batalla de Terpoli.
- Spoiler:
- Me gustaría participar en el ''Evento 2: Ganando tiempo'', creo que es el que me viene mejor.
Lida Rothgar
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Re: Reclutamiento de Lunargenta (Batalla por Terpoli)
Es un día de lo más agitado y eso lo demuestra cada persona que se atraviesa con Chimar, parece demasiado errático para atribuírselo a las situaciones cotidianas. El pequeño termina su cuota de robos temprano por lo que se dispone a averiguar el origen de tan frenético comportamiento, lo encuentra en la esquina siguiente bajo el amparo de una multitud bastante nerviosa, con discreción se acerca para averiguar la razón del alboroto colectivo.
Bueno… eso no se escucha todos los días…
Nigromantes que capturan un pueblo con cierto ejercito de muertos vivientes, parece sacado de un libro pero no se puede negar que despierta la curiosidad. Las palabras del heraldo son causantes del proceder extraño en los ciudadanos, es de esperarse pues cuando mencionas la palabra “muerto caminante” todo el mundo se altera. El inventor escucha algo mas, parece que están reclutando freelancers.
¿Pagan por rematar un montón de esqueletos? ¿¡Donde firmo!?
Espera a que el adulto de tono chillón llegue hasta la parte pertinente y se retira, parece ser una operación grande por lo que seguramente necesitan gente que use la cabeza en un buen porcentaje además de brutos espadachines. Llega hasta la oficina de reclutamiento y se queda algunos instantes afuera, más que todo para escuchar las posiciones que solicita el tipo de brillante armadura.
Se cruza de brazos al recordar cierto detalle, sigue siendo un niño por lo que seguramente se reirán de él a la primera, la gente es tan típica estos días. Entra en el recinto y es ignorado, se aclara la garganta pero sigue sin llamar la atención. Al final se frustra por lo que dispara su arma arrancándole el casco de golpe al oficial, no le lastima pero marca su punto sin lugar a dudas, ahora si no le puede obviar.
La persona adulta se levanta exaltada sorprendiéndose a sobremanera cuando descubre su joven agresor, se queja como diez minutos antes de permitir al niño hablar. Cuando finalmente ve una oportunidad Chimar inicia dialogo, informa su calidad de inventor a sueldo y expresa sus ganas de querer colaborar por dinero. El tipo se ríe pero cambia la cara cuando ve como se recarga aquella ballesta.
Soy Chimar Maquiavelo hijo de Giaco Maquiavelo y puedo mejorar la eficiencia de todo su arsenal mecánico.
¿El antiguo galeno real?
Si…
¿No deberías estar en un orfanato niño?
Me dejaron salir por… “buena conducta”, ¿quieren mi ayuda o no?
De acuerdo firma aquí y se el problema de alguien más, buena suerte intentando que alguien te tome en serio.
Estoy acostumbrado…
Bueno… eso no se escucha todos los días…
Nigromantes que capturan un pueblo con cierto ejercito de muertos vivientes, parece sacado de un libro pero no se puede negar que despierta la curiosidad. Las palabras del heraldo son causantes del proceder extraño en los ciudadanos, es de esperarse pues cuando mencionas la palabra “muerto caminante” todo el mundo se altera. El inventor escucha algo mas, parece que están reclutando freelancers.
¿Pagan por rematar un montón de esqueletos? ¿¡Donde firmo!?
Espera a que el adulto de tono chillón llegue hasta la parte pertinente y se retira, parece ser una operación grande por lo que seguramente necesitan gente que use la cabeza en un buen porcentaje además de brutos espadachines. Llega hasta la oficina de reclutamiento y se queda algunos instantes afuera, más que todo para escuchar las posiciones que solicita el tipo de brillante armadura.
Se cruza de brazos al recordar cierto detalle, sigue siendo un niño por lo que seguramente se reirán de él a la primera, la gente es tan típica estos días. Entra en el recinto y es ignorado, se aclara la garganta pero sigue sin llamar la atención. Al final se frustra por lo que dispara su arma arrancándole el casco de golpe al oficial, no le lastima pero marca su punto sin lugar a dudas, ahora si no le puede obviar.
La persona adulta se levanta exaltada sorprendiéndose a sobremanera cuando descubre su joven agresor, se queja como diez minutos antes de permitir al niño hablar. Cuando finalmente ve una oportunidad Chimar inicia dialogo, informa su calidad de inventor a sueldo y expresa sus ganas de querer colaborar por dinero. El tipo se ríe pero cambia la cara cuando ve como se recarga aquella ballesta.
Soy Chimar Maquiavelo hijo de Giaco Maquiavelo y puedo mejorar la eficiencia de todo su arsenal mecánico.
¿El antiguo galeno real?
Si…
¿No deberías estar en un orfanato niño?
Me dejaron salir por… “buena conducta”, ¿quieren mi ayuda o no?
De acuerdo firma aquí y se el problema de alguien más, buena suerte intentando que alguien te tome en serio.
Estoy acostumbrado…
- Evento:
- El asedio
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Re: Reclutamiento de Lunargenta (Batalla por Terpoli)
Su hermano Cedric se había sentido muy orgulloso cuando logró entrar en la guardia, era su sueño desde siempre, desde que supo que su madre había pertenecido a la guardia. También fue el sueño de Vael por algún tiempo, hasta que se dio cuenta de que probablemente nunca admitirían a alguien como ella... No tardó en desechar la idea. Quizás alguien con un carácter más fuerte lo hubiera intentado, hubiera puesto más empeño. Pero Vael simplemente... dejó aquella aspiración de lado, tanto que ya casi la había olvidado.
Fue a través de una carta de Cedric por lo que la mujer bestia se enteró de lo que sucedía. Aunque probablemente se hubiera enterado de cualquier forma, pues ya había visto varios heraldos a lo largo del camino, anunciando las "buenas" nuevas.
En circunstancias normales, Vael probablemente se lo habría pensado mucho antes de ofrecerse a participar en una batalla semejante. Pero su hermano iba a estar allí. Desde que lo supo cierta angustia se había apoderado de ella. No podía dejar que fuera solo. Tenía que hacer algo. Y fue así como la idea empezó a formarse en su cabeza, había escuchado que la guardia estaba buscando espadas a sueldo. Apoyo para la batalla y gente especializada. Bueno, ella no estaba especializada en nada, pero al menos tenía su martillo y su tamaño. Esperaba que fuera suficiente para impresionar al reclutador.
Desde luego el hombre no se quedó indiferente.
-¡Por todos los dioses! - Exclamó al ver a la mujer bestia entrar. No era una reacción tan mala, supuso Vael.
Ella carraspeó, lista para ponerse su propia coraza. Nada de tartamudeos. Se dijo. Tampoco es buen momento para pisarte la cola o alguna torpeza semejante. Así no conseguiría que la contratasen. Pero si iba de dura y procuraba no hablar, igual le daban el visto bueno.
-Vengo a alistarme.- Dijo la joven bestia. -¿Dónde tengo que firmar?- ¿Había sido eso demasiado directo? El tono sonaba bastante engreído, pero suponía que era mejor que inseguro...
-Er... sí... Bien, bien...- El hombre hizo una pausa.- ¿Por qué debería alistarte?-
-B-bueno... -Vael había esperado que con su apariencia hubiera bastado. Pero tras un momento de duda se apresuró a volver al personaje, aunque no pudo evitar frotarse el cuello con la zarpa. -Se me da bien pelear y mi tamaño puede ser una ventaja... También soy bastante ágil y rápida pese a mi corpulencia. Tengo fuerza, y sé como manejar el martillo.- Todo era más o menos cierto. Lo de la torpeza cuando estaba nerviosa lo omitió por completo, evidentemente.
El hombre carraspeó.- Bien ¿Sabe escribir? -La mujer bestia no respondió, se limitó a mirarle alzando una ceja.- Está bien... en ese caso firme aquí.-
¿Al parecer había funcionado? La mujer bestia tomó la pluma, aunque para sorpresa de nadie se le cayó. -V-vaya, perdón...- Se apresuró a recogerla, aunque ya había salpicado ligeramente de tinta la mesa. Antes de que el hombre tuviera la oportunidad de pensárselo mejor escribió una apresurada y vacilante firma. Listo. No estaba segura de si así tendría la oportunidad de proteger a su hermano, pero al menos haría algo, en lugar de esperar a su regreso de brazos cruzados.
La visita a su hermana por otra parte, tendría que esperar, pero ella lo comprendería.
Fue a través de una carta de Cedric por lo que la mujer bestia se enteró de lo que sucedía. Aunque probablemente se hubiera enterado de cualquier forma, pues ya había visto varios heraldos a lo largo del camino, anunciando las "buenas" nuevas.
En circunstancias normales, Vael probablemente se lo habría pensado mucho antes de ofrecerse a participar en una batalla semejante. Pero su hermano iba a estar allí. Desde que lo supo cierta angustia se había apoderado de ella. No podía dejar que fuera solo. Tenía que hacer algo. Y fue así como la idea empezó a formarse en su cabeza, había escuchado que la guardia estaba buscando espadas a sueldo. Apoyo para la batalla y gente especializada. Bueno, ella no estaba especializada en nada, pero al menos tenía su martillo y su tamaño. Esperaba que fuera suficiente para impresionar al reclutador.
Desde luego el hombre no se quedó indiferente.
-¡Por todos los dioses! - Exclamó al ver a la mujer bestia entrar. No era una reacción tan mala, supuso Vael.
Ella carraspeó, lista para ponerse su propia coraza. Nada de tartamudeos. Se dijo. Tampoco es buen momento para pisarte la cola o alguna torpeza semejante. Así no conseguiría que la contratasen. Pero si iba de dura y procuraba no hablar, igual le daban el visto bueno.
-Vengo a alistarme.- Dijo la joven bestia. -¿Dónde tengo que firmar?- ¿Había sido eso demasiado directo? El tono sonaba bastante engreído, pero suponía que era mejor que inseguro...
-Er... sí... Bien, bien...- El hombre hizo una pausa.- ¿Por qué debería alistarte?-
-B-bueno... -Vael había esperado que con su apariencia hubiera bastado. Pero tras un momento de duda se apresuró a volver al personaje, aunque no pudo evitar frotarse el cuello con la zarpa. -Se me da bien pelear y mi tamaño puede ser una ventaja... También soy bastante ágil y rápida pese a mi corpulencia. Tengo fuerza, y sé como manejar el martillo.- Todo era más o menos cierto. Lo de la torpeza cuando estaba nerviosa lo omitió por completo, evidentemente.
El hombre carraspeó.- Bien ¿Sabe escribir? -La mujer bestia no respondió, se limitó a mirarle alzando una ceja.- Está bien... en ese caso firme aquí.-
¿Al parecer había funcionado? La mujer bestia tomó la pluma, aunque para sorpresa de nadie se le cayó. -V-vaya, perdón...- Se apresuró a recogerla, aunque ya había salpicado ligeramente de tinta la mesa. Antes de que el hombre tuviera la oportunidad de pensárselo mejor escribió una apresurada y vacilante firma. Listo. No estaba segura de si así tendría la oportunidad de proteger a su hermano, pero al menos haría algo, en lugar de esperar a su regreso de brazos cruzados.
La visita a su hermana por otra parte, tendría que esperar, pero ella lo comprendería.
- EVENTO:
- El Golpe
Vael
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Re: Reclutamiento de Lunargenta (Batalla por Terpoli)
Relatos y rumores acerca de un viejo pueblo olvidado en los territorios norte del reino. Es todo lo que había escuchado luego de ingresar por las puertas de la ciudad amurallada. El entusiasmo e incertidumbre se cernía como una sombra inquieta en el valle de los corazones de sus habitantes. La oscuridad estaba próxima, hambrienta de tragar la luz para alimentarse del amargo destino de sus habitantes, quienes encontrarían en él solo muerte y destrucción. - Finalmente el Rey ha movido sus manos. Pensé, dándole la importancia necesaria para prestar un poco de atención a la gran movilización de tropas e incautos que ciegamente atrevían a ofrecer sus vidas para luchar por una causa que iba más allá de su comprensión.
Quería alejarme del tumulto y los pregoneros quienes anunciaban con desesperación una considerable suma de Aeros para todo aquel que pudiera tomar su arma y unirse temporalmente a las filas de la guardia, cosa que me parecía realmente absurda. Asqueado, dirigí mis pasos hasta el puerto, en donde tome asiento en el extremo más alejado de uno de los muelles para despejar mi mente. Mi compañero el lobo tomo su lugar a mi lado y ambos admiramos la caída del sol hacia las profundidades del océano, el cual emitía chispas dibujadas por los rayos matizados del astro y que, aparentemente, estaba más inquieto que de costumbre.
La suave brisa y la armoniosa calma se rompieron de inmediato luego de escuchar algunos pasos chocando contra la húmeda madera. Levante la mirada por encima de mi hombro, mientras Reb se levantaba de su posición, encrespando su pelaje y mostrando sus colmillos para hacer notar que el visitante no era bienvenido. Sonreí de medio lado y me levante al mismo tiempo que daba algunas palmadas en la nuca del lobo. - Tranquilo, mi amigo. Ningún miembro de la guardia es nuestro enemigo. En efecto, se trataba de uno de los soldados encargados de la seguridad de la ciudad. El sujeto mantenía un semblante observador y serio mientras su armadura brillaba de manera sublime ante el ocaso. - Tus ojos. Esas ropas. Menciono luego de una breve e inquietante calma. Cambie mi semblante por uno más frío mientras el hombre tomaba su escudo desde su espalda y desenvainaba con notoria gracia su espada.
- Entiendo. Quédate aquí Reb. No hay a donde huir y no me apetece nadar ahora. Mencione con una breve risa. El chirrido de las katares rompió nuevamente el silencio, cortando el aire mientras se posicionaban correctamente a través de mi posición de combate. Un solo paso basto para romper la tensión entre el guardia y yo. En menos de un suspiro, nuestras armas ya estaban chocando despiadadamente por saber quien sería el superior en este encuentro.
Luego de algunos momentos, Escudo y espada salieron despedidos hacia el mar, desapareciendo de la vista de su amo quien había sido superado con creces y ahora la punta del arma de un asesino yacía pendiente de manera peligrosa sobre su yugular. - El mar lo traga todo. Estoy seguro que con esa armadura llegaras al fondo en cuestión de segundos. Presionaba la inexperta mente de un temeroso subordinado, o al menos eso es lo que creía. De un momento a otro, el semblante de confusión cambio por una de sorpresa y un eufórico entusiasmo. - ¡Sobresaliente! Exclamo mientras intentaba apartarse del amenazante filo. - Los halagos no te servirán de nada. Aconsejo que mantengas adentro tu lengua. Pedí con superioridad.
- Siento la forma en la que le he abordado. Solo vago por la ciudad en búsqueda de hombres con su tipo de habilidad para unirse a la lucha en el norte. Intentaba explicarse, pero eso solo acrecentaría mi enojo. - Tus métodos son imprudentes y poco ortodoxos. - Se ofrece una jugosa recompensa. Aleje la punta de mi arma de su cuello. El visaje del sujeto cambio totalmente, cambiando por uno más aliviado. No valía la pena manchar de sangre las hojas de mis queridas Lenguas de dragón en un hombre sin sentido. - No necesito dinero, tampoco es que me sobre. No estoy interesado. Le aseguraba mientras daba media vuelta y me dirigía hacia la salida del muelle. - No arriesgare mi vida en una batalla que no me corresponde.
El sujeto apretó sus puños y mordió sutilmente sus labios al escuchar mi respuesta, algo en su interior no estaba conforme con la egoísta respuesta que le habían ofrecido. - ¡Te equivocas! Grito, intentando apelar a la razón. - Esta pelea concierne a todos. Luego de que tomen Terpoli, ¿Que los detendrá de venir a la ciudad? Debemos detenerlos, este es el momento más oportuno, quizás luego podría ser muy tarde y cualquier opción desaparecería para nosotros. El tono de su voz parecía muy convencido de su posible soliloquio. El candidato se escurría de entre sus manos, debía seguir luchando por convencer. - ¿No tienes algo porqué luchar? ¡Quizás alguien a quien proteger! Añadió, esta vez con más determinación, detonando la idea de que el sí lo tenia.
El hombre se sorprendió al ver que mis pasos cesaron de repente. Mi mirada baja parecía estar perdida en elucubraciones internas. Un incomodo pero esperanzador silencio tomo posesión de la escena. - Vaya que eres necio. Si tan desesperado estas, dime, ¿donde me registro? Mi respuesta no era todo lo que el guardia habría esperado, pero era suficiente para él.
Quería alejarme del tumulto y los pregoneros quienes anunciaban con desesperación una considerable suma de Aeros para todo aquel que pudiera tomar su arma y unirse temporalmente a las filas de la guardia, cosa que me parecía realmente absurda. Asqueado, dirigí mis pasos hasta el puerto, en donde tome asiento en el extremo más alejado de uno de los muelles para despejar mi mente. Mi compañero el lobo tomo su lugar a mi lado y ambos admiramos la caída del sol hacia las profundidades del océano, el cual emitía chispas dibujadas por los rayos matizados del astro y que, aparentemente, estaba más inquieto que de costumbre.
La suave brisa y la armoniosa calma se rompieron de inmediato luego de escuchar algunos pasos chocando contra la húmeda madera. Levante la mirada por encima de mi hombro, mientras Reb se levantaba de su posición, encrespando su pelaje y mostrando sus colmillos para hacer notar que el visitante no era bienvenido. Sonreí de medio lado y me levante al mismo tiempo que daba algunas palmadas en la nuca del lobo. - Tranquilo, mi amigo. Ningún miembro de la guardia es nuestro enemigo. En efecto, se trataba de uno de los soldados encargados de la seguridad de la ciudad. El sujeto mantenía un semblante observador y serio mientras su armadura brillaba de manera sublime ante el ocaso. - Tus ojos. Esas ropas. Menciono luego de una breve e inquietante calma. Cambie mi semblante por uno más frío mientras el hombre tomaba su escudo desde su espalda y desenvainaba con notoria gracia su espada.
- Entiendo. Quédate aquí Reb. No hay a donde huir y no me apetece nadar ahora. Mencione con una breve risa. El chirrido de las katares rompió nuevamente el silencio, cortando el aire mientras se posicionaban correctamente a través de mi posición de combate. Un solo paso basto para romper la tensión entre el guardia y yo. En menos de un suspiro, nuestras armas ya estaban chocando despiadadamente por saber quien sería el superior en este encuentro.
Luego de algunos momentos, Escudo y espada salieron despedidos hacia el mar, desapareciendo de la vista de su amo quien había sido superado con creces y ahora la punta del arma de un asesino yacía pendiente de manera peligrosa sobre su yugular. - El mar lo traga todo. Estoy seguro que con esa armadura llegaras al fondo en cuestión de segundos. Presionaba la inexperta mente de un temeroso subordinado, o al menos eso es lo que creía. De un momento a otro, el semblante de confusión cambio por una de sorpresa y un eufórico entusiasmo. - ¡Sobresaliente! Exclamo mientras intentaba apartarse del amenazante filo. - Los halagos no te servirán de nada. Aconsejo que mantengas adentro tu lengua. Pedí con superioridad.
- Siento la forma en la que le he abordado. Solo vago por la ciudad en búsqueda de hombres con su tipo de habilidad para unirse a la lucha en el norte. Intentaba explicarse, pero eso solo acrecentaría mi enojo. - Tus métodos son imprudentes y poco ortodoxos. - Se ofrece una jugosa recompensa. Aleje la punta de mi arma de su cuello. El visaje del sujeto cambio totalmente, cambiando por uno más aliviado. No valía la pena manchar de sangre las hojas de mis queridas Lenguas de dragón en un hombre sin sentido. - No necesito dinero, tampoco es que me sobre. No estoy interesado. Le aseguraba mientras daba media vuelta y me dirigía hacia la salida del muelle. - No arriesgare mi vida en una batalla que no me corresponde.
El sujeto apretó sus puños y mordió sutilmente sus labios al escuchar mi respuesta, algo en su interior no estaba conforme con la egoísta respuesta que le habían ofrecido. - ¡Te equivocas! Grito, intentando apelar a la razón. - Esta pelea concierne a todos. Luego de que tomen Terpoli, ¿Que los detendrá de venir a la ciudad? Debemos detenerlos, este es el momento más oportuno, quizás luego podría ser muy tarde y cualquier opción desaparecería para nosotros. El tono de su voz parecía muy convencido de su posible soliloquio. El candidato se escurría de entre sus manos, debía seguir luchando por convencer. - ¿No tienes algo porqué luchar? ¡Quizás alguien a quien proteger! Añadió, esta vez con más determinación, detonando la idea de que el sí lo tenia.
El hombre se sorprendió al ver que mis pasos cesaron de repente. Mi mirada baja parecía estar perdida en elucubraciones internas. Un incomodo pero esperanzador silencio tomo posesión de la escena. - Vaya que eres necio. Si tan desesperado estas, dime, ¿donde me registro? Mi respuesta no era todo lo que el guardia habría esperado, pero era suficiente para él.
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Llegamos hasta la oficina donde se llevaban los registros, en donde fuimos recibidos con soberbia. - Veo que has conseguido a otro. Maravilloso. Decía el encargado mientras frotaba sus manos con deleite. - En efecto. Sus habilidades han sido confirmadas con todo uso de conformidad. El guardia se aparto para abrirme paso hacia la mesa donde aguardaba mi contrato. Ofrecieron una pluma empapada en tinta y esperaron mi reacción. Rechace la pluma con un gesto amable, desenfunde uno de mis pequeños cuchillos y despoje mi mano del manto de mi guante, acto seguido, pinché mi dedo pulgar para dejar que mi sangre emanara. - ¿Que rayos esta haciendo? Cuestiono estupefacto el encargado. - Esta es la única firma que conozco. No todos pueden firmar con su sangre. Me explique, para luego plasmar la huella de mi dedo sobre el pálido papel.
Off: Voluntario para El GolpeJohannes
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Re: Reclutamiento de Lunargenta (Batalla por Terpoli)
Desde los oscuros rincones de la calle de Lunargenta se asomaban pequeños rayos de sol, lo suficientemente claros como para perturbar un rico sueño, pero sobre todo fue el alboroto matutino el que sirvió como un estruendoso despertador.
-Seguro hay descuento en alguno de los comercios- pensé sin darle mucha importancia al asunto y alistándome para salir a enterarme del descuento.
Aún me restregaba los ojos, era muy temprano y aquella noche no me había acostado a mi hora habitual, caminaba un poco doblada y mi cabello tenía un toque de severo descuido.
-¡Uy! Mañana me toca bañarme- dije pensando en aquella tortura.
Me acomodé como pude y fui hacía alguna fuente, tomé con mis manitos un poco de agua y me lavé la cara para recibir el día. Había ignorado por completo el alboroto inicial, estaba todavía dormida, sin embargo unos minutos después de encontrarme sentada en el borde de la fuente fue que desperté en su totalidad. Al parecer el alboroto era porque se iba a desempeñar una gran misión y que era necesario unir fuerzas de distintos habitantes para poder salir victoriosos, los mensajeros comentaban que había un papel importante para todos y que necesitaban la ayuda sincera y comprometida de cada uno de nosotros. O por lo menos eso fue lo que yo entendí.
Muchos de los presentes no lo entendieron como yo, incluso unos se molestaron un poco porque sabían ya el tipo de misión que era. Algunos se mostraban indiferentes, otros temerosos y unos pocos se motivaron a inscribirse en el alistamiento.
No estaba muy segura de para qué era realmente el reclutamiento hasta que me acerqué al lugar y ahí la información estaba a vox pópuli el objetivo y el problema en cuestión.
Me acerqué al escritorio de las inscripciones, tomé el papel y la pluma sin preguntar, llené el formulario y le devolví al hombre la hoja con una enorme sonrisa.
- Buenos días señor, ¿cuándo comenzamos?- le dije amablemente.
-Seguro hay descuento en alguno de los comercios- pensé sin darle mucha importancia al asunto y alistándome para salir a enterarme del descuento.
Aún me restregaba los ojos, era muy temprano y aquella noche no me había acostado a mi hora habitual, caminaba un poco doblada y mi cabello tenía un toque de severo descuido.
-¡Uy! Mañana me toca bañarme- dije pensando en aquella tortura.
Me acomodé como pude y fui hacía alguna fuente, tomé con mis manitos un poco de agua y me lavé la cara para recibir el día. Había ignorado por completo el alboroto inicial, estaba todavía dormida, sin embargo unos minutos después de encontrarme sentada en el borde de la fuente fue que desperté en su totalidad. Al parecer el alboroto era porque se iba a desempeñar una gran misión y que era necesario unir fuerzas de distintos habitantes para poder salir victoriosos, los mensajeros comentaban que había un papel importante para todos y que necesitaban la ayuda sincera y comprometida de cada uno de nosotros. O por lo menos eso fue lo que yo entendí.
Muchos de los presentes no lo entendieron como yo, incluso unos se molestaron un poco porque sabían ya el tipo de misión que era. Algunos se mostraban indiferentes, otros temerosos y unos pocos se motivaron a inscribirse en el alistamiento.
No estaba muy segura de para qué era realmente el reclutamiento hasta que me acerqué al lugar y ahí la información estaba a vox pópuli el objetivo y el problema en cuestión.
Me acerqué al escritorio de las inscripciones, tomé el papel y la pluma sin preguntar, llené el formulario y le devolví al hombre la hoja con una enorme sonrisa.
- Buenos días señor, ¿cuándo comenzamos?- le dije amablemente.
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OffRol
Evento 8: La Resistencia
Nada mejor para ese evento que una chiquilla diplomática
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Evento 8: La Resistencia
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Magazubi
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Re: Reclutamiento de Lunargenta (Batalla por Terpoli)
Era imposible no enterarse, usualmente, los rumores volaban, pero esta vez necesitaba un termino más rápido, puesto que los estaban diciendo a voces.
"Bla bla bla, la gloria del rey, bla bla bla generoso pago, bla bla bla, nigromantes" Era esa ultima palabra lo que le molestaba. Estaba seguro de que un nigromante era, obligatoriamente, un brujo, lo que le impulsaba a sentir algo así como un deber patriótico, a arreglar el enorme estropicio que habían organizado esos idiotas. ¿Cuantas veces vería a algún supuesto jefe del mal cagarla de manera tan enorme? Porque atacar un pueblo de mierda justo al lado de la capital humana no tenia otro nombre. Si el mandara...
Ese era el problema, se veía perfectamente entre esos tipos, alzando un ejercito de muertos y conquistando el mundo, mucho mejor que ellos, obviamente, pero ese no era el punto, consideraba hipócrita ir allí y cargarse brujos cuando el podría haber estado perfectamente en el lado contrario.
Las pobres familias.... el heraldo continuaba despotricando, en su taberna. Las familias... era curioso, si no las conocía, le daban bastante igual. ¿Y tu, joven? oh, genial... ¿Te unirás en la gloriosa reconquista de Terpoli? espera, "el" heraldo tenia pechos.
¿Porque debería ir allí y matar a mis compatriotas? la heraldo lo miro unos momentos, buscando argumentos.
¿Por los indefensos? el brujo bufó ¿Porque son malvados? Bufó aun más fuerte¿La paga?
No creo que baste...
Ganaras gloria, reconocimiento, puede que incluso un puesto en la guardia...
Ambos sabemos que eso no pasara prácticamente tendría que reconquistar la ciudad el solo si quería conseguir eso.
Habrá... grandes combates, enemigos temibles, y aprenderás de los mejores estrategias, de la flor y nata de Lunargenta nada mal... pero se estaba desesperando, ya no tenia argumentos.
Casi, pero no basta
Por...por... ¿favor? un mechón pelirrojo salio de esa ridícula boina mientras la chica giraba la cabeza con tono suplicante. Era todo una profesional, pero había algo más, esos ojos eran llorosos, y no era solo por patriotismo o empatía.
¿De donde eres? Eh...
Triss, nací en las islas y nos mudamos aqui, pero tengo una hermana en Terpoli bruja, y con esa mirada de cachorro de nuevo, mierda, jaque mate. Con un suspiro el brujo se levanto.
Cuida de mis pequeños señalo a Loki y Freya Volveré a por ellos
Que perros más bonitos dijo ella con voz cantarina mientras se acercaba a acariciarlos. La condenada estaba satisfecha.
Son lobos vio como inmediatamente apartaba la mano. No muerden...
El resto fue chupado, se conocía la ciudad a la perfección, por lo que apenas tardo un par de minutos en encontrar al sargento correcto, revisar el contrato para asegurarse de que no había gato encerrado y firmarlo
"Bla bla bla, la gloria del rey, bla bla bla generoso pago, bla bla bla, nigromantes" Era esa ultima palabra lo que le molestaba. Estaba seguro de que un nigromante era, obligatoriamente, un brujo, lo que le impulsaba a sentir algo así como un deber patriótico, a arreglar el enorme estropicio que habían organizado esos idiotas. ¿Cuantas veces vería a algún supuesto jefe del mal cagarla de manera tan enorme? Porque atacar un pueblo de mierda justo al lado de la capital humana no tenia otro nombre. Si el mandara...
Ese era el problema, se veía perfectamente entre esos tipos, alzando un ejercito de muertos y conquistando el mundo, mucho mejor que ellos, obviamente, pero ese no era el punto, consideraba hipócrita ir allí y cargarse brujos cuando el podría haber estado perfectamente en el lado contrario.
Las pobres familias.... el heraldo continuaba despotricando, en su taberna. Las familias... era curioso, si no las conocía, le daban bastante igual. ¿Y tu, joven? oh, genial... ¿Te unirás en la gloriosa reconquista de Terpoli? espera, "el" heraldo tenia pechos.
¿Porque debería ir allí y matar a mis compatriotas? la heraldo lo miro unos momentos, buscando argumentos.
¿Por los indefensos? el brujo bufó ¿Porque son malvados? Bufó aun más fuerte¿La paga?
No creo que baste...
Ganaras gloria, reconocimiento, puede que incluso un puesto en la guardia...
Ambos sabemos que eso no pasara prácticamente tendría que reconquistar la ciudad el solo si quería conseguir eso.
Habrá... grandes combates, enemigos temibles, y aprenderás de los mejores estrategias, de la flor y nata de Lunargenta nada mal... pero se estaba desesperando, ya no tenia argumentos.
Casi, pero no basta
Por...por... ¿favor? un mechón pelirrojo salio de esa ridícula boina mientras la chica giraba la cabeza con tono suplicante. Era todo una profesional, pero había algo más, esos ojos eran llorosos, y no era solo por patriotismo o empatía.
¿De donde eres? Eh...
Triss, nací en las islas y nos mudamos aqui, pero tengo una hermana en Terpoli bruja, y con esa mirada de cachorro de nuevo, mierda, jaque mate. Con un suspiro el brujo se levanto.
Cuida de mis pequeños señalo a Loki y Freya Volveré a por ellos
Que perros más bonitos dijo ella con voz cantarina mientras se acercaba a acariciarlos. La condenada estaba satisfecha.
Son lobos vio como inmediatamente apartaba la mano. No muerden...
El resto fue chupado, se conocía la ciudad a la perfección, por lo que apenas tardo un par de minutos en encontrar al sargento correcto, revisar el contrato para asegurarse de que no había gato encerrado y firmarlo
- Spoiler:
- Han pasado 3 días, me apunto a contramedidas (https://aerandir.foroes.org/t5898-evento-contramedidas-batalla-por-terpoli)
Geralt
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Re: Reclutamiento de Lunargenta (Batalla por Terpoli)
Tras una larga espera por fin la vi llegar al puerto, luego de su viaje a Beltrexus para buscar a maguita, regresaba al fin para darme noticias, aunque finalmente no habían sido las que yo esperaba, no había encontrado a la pequeña, pero sí había podido seguirle el rastro y estaba aquí mismo en Lunargenta - No perdamos tiempo, vamos por ella - Dije sin saber en realidad a dónde dirigirnos, tras unas calles, encontramos algunos heraldos de la guardia real que entre burlas, pregonaban algo acerca de una batalla, sin embargo, lo que me llamó la atención fue el tema de sus burlas, habían inscrito niños entre las tropas de asalto, dos niños y una niña - Morirán antes de empezar la batalla - Apostaban entre ellos jugando con la duración de las vidas de las criaturas, cosa que me parecía bastante desagradable, no porque me interesaran los niños, sino porque una de esas pobres almas podría ser maguita - Tengo un presentimiento - Le dije a Seek mientras me acercaba a los caballeros esperando que me indicaran el camino, aunque al acercarme vi que no sería necesario preguntar, a lo lejos se veía un mesón con un sujeto visiblemente agotado tras un largo día de inscripciones - Debo ir a donde sea el combate, tal vez maguita esté en peligro - Dije a Seek al tiempo que me acercaba de prisa a donde se encontraba el mesón.
Seek me seguía de cerca aunque con menos prisa de la que yo llevaba - Quiero entrar, debo entrar - Dije mientras intentaba tomar el aliento recostando los puños en el mesón mientras Seek se mantenía lejos pero observando atentamente - ¿Por qué tanta urgencia en entrar a la batalla? - Respondió el caballero un poco intrigado por mi evidente premura - Mi nombre es Sir Edward, y estarás dentro si me dices qué puedes aportar - Dijo con claras muestras de agotamiento, su jornada habría sido sumamente agotadora durante todo el día, seguramente estaba tan cansado que solo su vocación de soldado le permitía mantenerse para seguir con la misión encomendada - Te ofrezco un guerrero que peleará hasta el último aliento - Dije mirándolo a los ojos con mucha convicción - Si la causa es tal que han hecho reclutamientos, el problema ha de ser grave, difícilmente conseguirás otro vampiro por estos lados, así que mis habilidades pueden ser de gran utilidad - Argumenté en mi defensa mientras me cruzaba de brazos demostrando seguridad en mis palabras aunque poco me importaba la causa, solo quería ir a encontrar a maguita si realmente estaba en ese lugar.
Tras mirarme con algo de duda por unos instantes el sujeto al fin accedió - Mi corazón comparte tu deseo de lucha, pero mi cerebro dice que mientes en tu beneficio - Dijo con algo de recelo - Firma acá y estarás dentro - Señaló el papel casi lleno de otras firmas - Pero te estaré vigilando y si me has engañado te haré pagar - Concluyó de manera amenazante.
Tras firmar me retiré a dar instrucciones a Seek, debía estar atenta en Lunargenta buscando más noticias de maguita mientras yo la buscaba en el frente de batalla, si es que realmente estaba en ese lugar, volví a donde se encontraba Sir Edward esperando sus instrucciones y el lugar a donde debía ir.
Seek me seguía de cerca aunque con menos prisa de la que yo llevaba - Quiero entrar, debo entrar - Dije mientras intentaba tomar el aliento recostando los puños en el mesón mientras Seek se mantenía lejos pero observando atentamente - ¿Por qué tanta urgencia en entrar a la batalla? - Respondió el caballero un poco intrigado por mi evidente premura - Mi nombre es Sir Edward, y estarás dentro si me dices qué puedes aportar - Dijo con claras muestras de agotamiento, su jornada habría sido sumamente agotadora durante todo el día, seguramente estaba tan cansado que solo su vocación de soldado le permitía mantenerse para seguir con la misión encomendada - Te ofrezco un guerrero que peleará hasta el último aliento - Dije mirándolo a los ojos con mucha convicción - Si la causa es tal que han hecho reclutamientos, el problema ha de ser grave, difícilmente conseguirás otro vampiro por estos lados, así que mis habilidades pueden ser de gran utilidad - Argumenté en mi defensa mientras me cruzaba de brazos demostrando seguridad en mis palabras aunque poco me importaba la causa, solo quería ir a encontrar a maguita si realmente estaba en ese lugar.
Tras mirarme con algo de duda por unos instantes el sujeto al fin accedió - Mi corazón comparte tu deseo de lucha, pero mi cerebro dice que mientes en tu beneficio - Dijo con algo de recelo - Firma acá y estarás dentro - Señaló el papel casi lleno de otras firmas - Pero te estaré vigilando y si me has engañado te haré pagar - Concluyó de manera amenazante.
Tras firmar me retiré a dar instrucciones a Seek, debía estar atenta en Lunargenta buscando más noticias de maguita mientras yo la buscaba en el frente de batalla, si es que realmente estaba en ese lugar, volví a donde se encontraba Sir Edward esperando sus instrucciones y el lugar a donde debía ir.
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Off: Me postulo para el evento 2 "Ganando Tiempo", si mi personaje no encaja o encuentran a alguien mejor para este evento, entonces podría aceptar "El Asedio" con el pequeño Chim Chimenea =) Y si encuentran a alguien mejor para esa también, pues entonces ya rodé porque no hay más xD
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Aerandiano de honor
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Re: Reclutamiento de Lunargenta (Batalla por Terpoli)
Aquella mañana la bruja despertó temprano, como solía hacer todos los días, pero nada más acercarse a la ventana de su habitación, pudo darse cuenta de que no sería una jornada tranquila. Había algo extraño en al ambiente, y aunque no podía determinar de qué se trataba, tenía el presentimiento de que no sería nada bueno. Quizá el hecho de que las pesadillas hubiesen vuelto aquella noche la hacía pensar de ese modo, las sombras regresaban a su mente tras varias semanas desde la última vez que sucedió, a pesar de no haber tenido sobresaltos recientes.
Pero lo que más le preocupaba no era que los malos sueños hubiesen vuelto, sino las enigmáticas palabras de la oscura figura que siempre intentaba atraerla a la muerte, pues aquella noche se había permitido añadir una escueta frase antes de que la joven despertase, “Prepárate, el mal se acerca.” ¿Qué había querido decir con eso? Puede que solo intentase asustarla, o que por el contrario los jinetes hubiesen hallado la manera de llegar al plano en que se encontraba, idea que prefería no plantearse, pues cada vez que pensaba sobre ello un escalofrío le recorría la espalda, sería el fin.
Trató de distraerse con sus libros de alquimia durante un rato, para luego asearse y bajar a la taberna, donde aguardaba una inesperada visita. Esbozó una sonrisa nada más verla, con aquellos rizados cabellos negros como ala de cuervo cayéndole sobre los hombros y su característica vestimenta a juego, que quedaba en segundo plano en cuanto alguien la miraba a los ojos, de aquel bonito tono violeta que tanto llamaba la atención.
Yennefer no solía acercarse a la posada, ya que sus hijos iban a verla a menudo a la modesta casa que le habían conseguido tras volver de las tierras del norte, pero aquella mañana había decidido ir al encuentro de su benjamina, en parte para verla y en parte para reiterarle que ya no tenía por qué seguir viviendo allí. Ambas querían recuperar el tiempo que habían perdido, pero Elen no estaba segura de que mudarse con ella fuese buena idea, al menos no de momento.
Se saludaron con un abrazo y tomaron asiento en una de las mesas, a la que instantes después se acercaría la tabernera para llevarles un equilibrado y apetitoso desayuno. La maga no tardó mucho en desviar la vista hacia la ventana más próxima, y al ver la multitud de gente que iba de un lado para otro a toda prisa con la preocupación grabada en el rostro, empezó a sentir cierta curiosidad, algo estaba pasando. - ¿Qué ocurre? ¿A dónde van todos? - preguntó a su madre, esperando que ella se hubiese enterado de algo por el camino.
- No tengo idea del motivo, pero muchos ciudadanos se están dirigiendo a las oficinas de la guardia. - respondió la tensai de aire, que parecía no estar muy interesada en seguir averiguando sobre el tema. Con aquella escasa información, la de ojos verdes hubiese dado por sentado que reclutaban nuevos miembros para ampliar las filas de las autoridades, hecho que no tenía nada de extraño, pero justo en ese momento alguien entró en la taberna con un sonoro portazo, para acto seguido presentarse como heraldo de la guardia.
El recién llegado explicó de forma concisa y sin demasiados detalles la situación que se estaba viviendo en Terpoli, tras lo cual añadió que se necesitaban voluntarios para diferentes tareas, y que cualquier interesado recibiría por su servicio una generosa paga. Algunos de los presentes se lo pensaron, pero finalmente ninguno decidió dar el paso, allí estaban muy cómodos y lejos de los peligros, no valía la pena arriesgarse cuando otros podían tomar ese puesto.
La bruja en cambio, dedicó una mirada a su madre y depositó unas monedas sobre la mesa, antes de levantarse y caminar hacia la puerta con cierta prisa. - ¿Elen a dónde vas? - alcanzó a preguntar Yenn antes de que su hija llegase a la salida, con un deje de preocupación en la voz. - A ayudar en lo que pueda. - respondió la joven. Cruzó el umbral y aceleró el paso, con lo que en cuestión de unos diez minutos ya se encontraba frente a la mesa con el estandarte de la ciudad, a la que muchos habían acudido para tomar parte en las diferentes fases de la batalla.
- Me llamo Elen Calhoun, quiero inscribirme. - dijo nada más llegar, con determinación. - ¿Qué puedes aportar? ¿Alguna habilidad en particular? - preguntó el sargento, al tiempo que la medía con la mirada. Por su apariencia y constitución delgada quedaba claro que no encajaba con la imagen de la típica guerrera, aunque sabía defenderse bastante bien con la espada, pero en aquella situación preferiría echar mano de sus amplios conocimientos sobre alquimia, que podrían resultar igualmente útiles.
- Soy alquimista, puedo ayudar a tratar heridos y disminuir las bajas. - El caballero la observó pensativo durante unos segundos, pero teniendo en cuenta lo feas que podían ponerse las cosas durante la contienda, más aún con tan poco tiempo para reunir un ejército, decidió aceptarla. - Este es el contrato, fírmalo y estarás dentro. - se limitó a decir, tendiéndole la pluma. La de cabellos cenicientos no dudó, firmó el papel de inmediato y se hizo a un lado, a la espera de órdenes. En cuanto le dijesen el momento exacto en que partirían hacia Terpoli, correría a la posada y tomaría todos los ingredientes de que disponía, esperando que fuesen suficientes.
Pero lo que más le preocupaba no era que los malos sueños hubiesen vuelto, sino las enigmáticas palabras de la oscura figura que siempre intentaba atraerla a la muerte, pues aquella noche se había permitido añadir una escueta frase antes de que la joven despertase, “Prepárate, el mal se acerca.” ¿Qué había querido decir con eso? Puede que solo intentase asustarla, o que por el contrario los jinetes hubiesen hallado la manera de llegar al plano en que se encontraba, idea que prefería no plantearse, pues cada vez que pensaba sobre ello un escalofrío le recorría la espalda, sería el fin.
Trató de distraerse con sus libros de alquimia durante un rato, para luego asearse y bajar a la taberna, donde aguardaba una inesperada visita. Esbozó una sonrisa nada más verla, con aquellos rizados cabellos negros como ala de cuervo cayéndole sobre los hombros y su característica vestimenta a juego, que quedaba en segundo plano en cuanto alguien la miraba a los ojos, de aquel bonito tono violeta que tanto llamaba la atención.
Yennefer no solía acercarse a la posada, ya que sus hijos iban a verla a menudo a la modesta casa que le habían conseguido tras volver de las tierras del norte, pero aquella mañana había decidido ir al encuentro de su benjamina, en parte para verla y en parte para reiterarle que ya no tenía por qué seguir viviendo allí. Ambas querían recuperar el tiempo que habían perdido, pero Elen no estaba segura de que mudarse con ella fuese buena idea, al menos no de momento.
Se saludaron con un abrazo y tomaron asiento en una de las mesas, a la que instantes después se acercaría la tabernera para llevarles un equilibrado y apetitoso desayuno. La maga no tardó mucho en desviar la vista hacia la ventana más próxima, y al ver la multitud de gente que iba de un lado para otro a toda prisa con la preocupación grabada en el rostro, empezó a sentir cierta curiosidad, algo estaba pasando. - ¿Qué ocurre? ¿A dónde van todos? - preguntó a su madre, esperando que ella se hubiese enterado de algo por el camino.
- No tengo idea del motivo, pero muchos ciudadanos se están dirigiendo a las oficinas de la guardia. - respondió la tensai de aire, que parecía no estar muy interesada en seguir averiguando sobre el tema. Con aquella escasa información, la de ojos verdes hubiese dado por sentado que reclutaban nuevos miembros para ampliar las filas de las autoridades, hecho que no tenía nada de extraño, pero justo en ese momento alguien entró en la taberna con un sonoro portazo, para acto seguido presentarse como heraldo de la guardia.
El recién llegado explicó de forma concisa y sin demasiados detalles la situación que se estaba viviendo en Terpoli, tras lo cual añadió que se necesitaban voluntarios para diferentes tareas, y que cualquier interesado recibiría por su servicio una generosa paga. Algunos de los presentes se lo pensaron, pero finalmente ninguno decidió dar el paso, allí estaban muy cómodos y lejos de los peligros, no valía la pena arriesgarse cuando otros podían tomar ese puesto.
La bruja en cambio, dedicó una mirada a su madre y depositó unas monedas sobre la mesa, antes de levantarse y caminar hacia la puerta con cierta prisa. - ¿Elen a dónde vas? - alcanzó a preguntar Yenn antes de que su hija llegase a la salida, con un deje de preocupación en la voz. - A ayudar en lo que pueda. - respondió la joven. Cruzó el umbral y aceleró el paso, con lo que en cuestión de unos diez minutos ya se encontraba frente a la mesa con el estandarte de la ciudad, a la que muchos habían acudido para tomar parte en las diferentes fases de la batalla.
- Me llamo Elen Calhoun, quiero inscribirme. - dijo nada más llegar, con determinación. - ¿Qué puedes aportar? ¿Alguna habilidad en particular? - preguntó el sargento, al tiempo que la medía con la mirada. Por su apariencia y constitución delgada quedaba claro que no encajaba con la imagen de la típica guerrera, aunque sabía defenderse bastante bien con la espada, pero en aquella situación preferiría echar mano de sus amplios conocimientos sobre alquimia, que podrían resultar igualmente útiles.
- Soy alquimista, puedo ayudar a tratar heridos y disminuir las bajas. - El caballero la observó pensativo durante unos segundos, pero teniendo en cuenta lo feas que podían ponerse las cosas durante la contienda, más aún con tan poco tiempo para reunir un ejército, decidió aceptarla. - Este es el contrato, fírmalo y estarás dentro. - se limitó a decir, tendiéndole la pluma. La de cabellos cenicientos no dudó, firmó el papel de inmediato y se hizo a un lado, a la espera de órdenes. En cuanto le dijesen el momento exacto en que partirían hacia Terpoli, correría a la posada y tomaría todos los ingredientes de que disponía, esperando que fuesen suficientes.
- Evento:
- Evento 7: Soporte
Aclaro que dadas las limitaciones en cuanto a tipo de pj que puede participar en este evento, he preguntado a Rad antes de postear y me lo ha permitido, aunque mi función estará más orientada al apoyo en el hospital.
Elen Calhoun
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Re: Reclutamiento de Lunargenta (Batalla por Terpoli)
Lunargenta, centro neurálgico de los humanos, una urbe rica y prospera, segura, algunos se atrevían incluso a decir que todos los objetos que estaban a la venta en Aerandir pasaban por el puerto de aquella ciudad, Eltrant llevaba el tiempo suficiente viviendo en allí como para saber que solo la mitad de aquello era cierto.
El mercenario acababa de llegar de un largo viaje por el norte, como de costumbre volvía a Verisar con la esperanza de descansar un poco y, con un poco de suerte, encontrar un nuevo trabajo que le pusiese en marcha de nuevo, puede que no fuese alguien de lujos, pero necesitaba un mínimo de dinero para vivir. Suspiró, no habían sido pocos los sobresaltos que se había llevado en el norte, por suerte ahora tendría la oportunidad de descansar, o eso pensaba hacer en un principio.
Vagó por las calles de la ciudad en dirección a la posada en la que básicamente le tenían preparada una habitación gratis, no era nada del otro mundo, hacia chapuzas aquí y allá y a cambio el dueño le dejaba una pequeña habitación de servicio.
No tardó en apreciar, al poco de adentrarse en las calles de la ciudad, que la gente estaba un poco más alteada que de lo que recordaba, y no era porque hubiese recibido más empujones o insultos que de costumbre mientras trataba de abrirse paso a duras penas entre la muchedumbre; Eran las miradas evasivas, la actitud dictatorial que tenía la guarda aquellos días y sobre todo, era el puesto en el que un gran grupo de gente se dirigía a hacer cola.
Junto a aquella extraña reunión de gente en la que detecto desde mercenarios hasta a constructores había un pequeño cartel en el que rezaba, con una caligrafía digna de elogio, que en aquel sitio se reclutaban hombres y mujeres lo suficientemente valientes como para asaltar un lugar llamado Terpoli.
Eltrant releyó el cartel un par de veces y después de mirar largo y tendido al grupo de individuos que aguardaban su turno para inscribirse se encogió de hombros, ¿Qué tenía que perder? Aquella era la oportunidad de trabajo más sencilla que había tenido en mucho tiempo, no iba a desperdiciarla, ya tendría tiempo de descansar luego.
Buscó con la mirada al que estaba en último lugar y se colocó tras él, llevaba demasiado tiempo fuera de la ciudad, así que no sabía exactamente de qué iba todo aquello, pero no tardó en escuchar a los demás murmurar sobre unos nigromantes que se habían hecho con el control de toda una ciudad, no tuvo tiempo de oír nada más ya que antes de que se hubiese dado cuenta se encontraba el primero de la cola.
El hombre que estaba sentado tras la mesa, ataviado con una armadura que quizás habría visto días mejores, estudió a Eltrant sin decir nada durante unos segundos que al mercenario se le antojaron eternos.
–“Vanguardia, firma aquí” – Dijo al final mientras le tendía un papel, Eltrant arqueó una ceja –“Espera… ¿Vanguardia? ¿Me pones en el frente así sin más?” – No es que le importase mucho aquello, pero no había sido siquiera una entrevista propiamente dicha.
El hombre se cruzó de brazos y se reclinó sobre la silla –“¿Sabes dirigir tropas?” – El mercenario no dijo nada, estaba claro que no – “Tampoco tienes pinta de brujo…” – Eltrant continuó en silencio sin saber que decir –“¿Eres bueno tratando heridas? ¿Licántropo? ¿De alguna etnia especial?” – El joven negó con la cabeza a todas las preguntas y se pasó la mano por la barba nervioso, el hombre sonrió –“Vanguardia entonces, he visto como un millar de tipos como tú hoy, no te lo tomes a mal, ya se distinguiros a simple vista” – Eltrant suspiró, el soldado tenía razón, tomó la pluma que este le tendía dispuesto a firmar justo cuando el guarda detuvo el papel y se quedó mirando más detenidamente al mercenario.
–“… Sabes, creo que tengo por ahí aún hueco en el que te sentirás mejor” – El reclutador cambió el papel y se lo tendió a Eltrant, quien acabó firmando el papel después de ojearlo un poco por encima –“Equipo de asedio, espero que seas capaz de mantener a los constructores y a los especialistas a salvo” - Sonrió al mercenario y tras darle un papel en el cual ponía el lugar en el cual tenía que presentarse, le hizo un gesto para que se moviese –“¡Siguiente!” – Gritó en cuanto el muchacho se hubo salido de la cola dando paso al siguiente recluta
-“¿Sigo estando en la Vanguardia entonces?”- Murmuró para si mientras miraba el papel que tenía en la mano.
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El mercenario acababa de llegar de un largo viaje por el norte, como de costumbre volvía a Verisar con la esperanza de descansar un poco y, con un poco de suerte, encontrar un nuevo trabajo que le pusiese en marcha de nuevo, puede que no fuese alguien de lujos, pero necesitaba un mínimo de dinero para vivir. Suspiró, no habían sido pocos los sobresaltos que se había llevado en el norte, por suerte ahora tendría la oportunidad de descansar, o eso pensaba hacer en un principio.
Vagó por las calles de la ciudad en dirección a la posada en la que básicamente le tenían preparada una habitación gratis, no era nada del otro mundo, hacia chapuzas aquí y allá y a cambio el dueño le dejaba una pequeña habitación de servicio.
No tardó en apreciar, al poco de adentrarse en las calles de la ciudad, que la gente estaba un poco más alteada que de lo que recordaba, y no era porque hubiese recibido más empujones o insultos que de costumbre mientras trataba de abrirse paso a duras penas entre la muchedumbre; Eran las miradas evasivas, la actitud dictatorial que tenía la guarda aquellos días y sobre todo, era el puesto en el que un gran grupo de gente se dirigía a hacer cola.
Junto a aquella extraña reunión de gente en la que detecto desde mercenarios hasta a constructores había un pequeño cartel en el que rezaba, con una caligrafía digna de elogio, que en aquel sitio se reclutaban hombres y mujeres lo suficientemente valientes como para asaltar un lugar llamado Terpoli.
Eltrant releyó el cartel un par de veces y después de mirar largo y tendido al grupo de individuos que aguardaban su turno para inscribirse se encogió de hombros, ¿Qué tenía que perder? Aquella era la oportunidad de trabajo más sencilla que había tenido en mucho tiempo, no iba a desperdiciarla, ya tendría tiempo de descansar luego.
Buscó con la mirada al que estaba en último lugar y se colocó tras él, llevaba demasiado tiempo fuera de la ciudad, así que no sabía exactamente de qué iba todo aquello, pero no tardó en escuchar a los demás murmurar sobre unos nigromantes que se habían hecho con el control de toda una ciudad, no tuvo tiempo de oír nada más ya que antes de que se hubiese dado cuenta se encontraba el primero de la cola.
El hombre que estaba sentado tras la mesa, ataviado con una armadura que quizás habría visto días mejores, estudió a Eltrant sin decir nada durante unos segundos que al mercenario se le antojaron eternos.
–“Vanguardia, firma aquí” – Dijo al final mientras le tendía un papel, Eltrant arqueó una ceja –“Espera… ¿Vanguardia? ¿Me pones en el frente así sin más?” – No es que le importase mucho aquello, pero no había sido siquiera una entrevista propiamente dicha.
El hombre se cruzó de brazos y se reclinó sobre la silla –“¿Sabes dirigir tropas?” – El mercenario no dijo nada, estaba claro que no – “Tampoco tienes pinta de brujo…” – Eltrant continuó en silencio sin saber que decir –“¿Eres bueno tratando heridas? ¿Licántropo? ¿De alguna etnia especial?” – El joven negó con la cabeza a todas las preguntas y se pasó la mano por la barba nervioso, el hombre sonrió –“Vanguardia entonces, he visto como un millar de tipos como tú hoy, no te lo tomes a mal, ya se distinguiros a simple vista” – Eltrant suspiró, el soldado tenía razón, tomó la pluma que este le tendía dispuesto a firmar justo cuando el guarda detuvo el papel y se quedó mirando más detenidamente al mercenario.
–“… Sabes, creo que tengo por ahí aún hueco en el que te sentirás mejor” – El reclutador cambió el papel y se lo tendió a Eltrant, quien acabó firmando el papel después de ojearlo un poco por encima –“Equipo de asedio, espero que seas capaz de mantener a los constructores y a los especialistas a salvo” - Sonrió al mercenario y tras darle un papel en el cual ponía el lugar en el cual tenía que presentarse, le hizo un gesto para que se moviese –“¡Siguiente!” – Gritó en cuanto el muchacho se hubo salido de la cola dando paso al siguiente recluta
-“¿Sigo estando en la Vanguardia entonces?”- Murmuró para si mientras miraba el papel que tenía en la mano.
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Eltrant Tale
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Re: Reclutamiento de Lunargenta (Batalla por Terpoli)
La ciudad estaba revolucionada y allá a donde sus pasos la llevaran o a donde su mirada se posase, Níniel veía corrillos de gente, humanos en su mayoría pero también de otras razas, hablando con los ánimos claramente alterados. Ella había visto la ciudad tras acontecimientos graves, pero nunca la había visto en ese estado, entre la actividad y la incertidumbre, con la sensación de que un gran peso había caído sobre los hombros de sus ciudadanos.
Según a que grupo te acercaras la información que manejaban era una u otra pero aunque los detalles fueran discrepantes la esencia era siempre la misma. Algo terrible había sucedido en una ciudad desconocida para la elfa llamada Terpoli y las autoridades de Lunargenta, sede del poder real, estaban haciendo un rápido llamamiento a las armas para reclutar las fuerzas necesarias para retomar la ciudad perdida. Si las noticias de una próxima batalla, incluso de una guerra, no eran lo suficientemente malas por si solas, los rumores hablaban de la implicación de magia negra cuya sola mención causaba escalofríos en el cuerpo de la peliblanca. Níniel, que había leído sobre esas artes oscuras y desde luego conocía sus implicaciones a lo largo de la historia de Aerandir, no podía si no desear que aquellos rumores no fuesen ciertos si no exageraciones típicas del género masculino para que las historias resultasen mas impresionantes cada vez que se contaban. De no ser así...Que los dioses tuvieran piedad de sus hijos.
En ese momento, mientras realizaba una corta plegaria a los mencionados dioses, una voz se dirigió a ella sacándola de su ensimismamiento. Cuando la elfa dirigió su mirada hacia el lugar de donde provenía la voz que la había interpelado en idioma elfíco, vio a un elfo que le hacía señas para que se acercase hasta donde él estaba, al lado de una mesa donde había sentado un hombre ataviado con armadura y que apuntaba los nombres de los voluntarios para la milicia. Tan pronto como se acercó comenzó a hablar con ella aunque pasando al idioma común, sin duda por no faltar al respeto al hombre de la armadura, y que si bien seguía a lo suyo, sin duda prestaba cierta atención a la conversación que se desarrollaba a su lado.
-Reconozco el símbolo de vuestro bastón y lo que ello implica, debéis de ser una sacerdotisa del clan Thenidiel, el nombre de vuestra suma sacerdotisa es ámpliamente conocido en Sindorai, mi señora-
Níniel respondió a aquellas gentiles palabras con una leve inclinación de cabeza, aceptando el honor que otorgaban a su madre y a su clan. -Os agradezco vuestras palabras, aunque intuyo que van acompañadas de una petición-
-No resta valor a lo dicho, pero si. Reclutamos soldados pero no solo de soldados se compone un ejercito, las habilidades de sanación de una sacerdotisa serían muy útiles...-
Entonces el hombre de la armadura se giró hacia ella y como si diera por sentada la aceptación de la peliblanca comenzó a hacerle las preguntas pertinentes y que llevaba todo el día repitiendo a cada candidato.
-¿Nombre?-
La elfa alzó las manos en señal de negación, no es que no quisiera ayudar, pero unirse a semejante campaña era algo que debía ser meditado y no hacerse de aquel modo. El elfo, al contrario que aquel reclutador, no se limitó a preguntar sus datos si no que le explicó cuáles serían sus cometidos y le aseguró que el campamento médico estaría en la retaguardia y a salvo. También interpeló al deber de la elfa como sacerdotisa y sanadora consiguiendo que al final la joven aceptara.
-¿Nombre?- Volvió a preguntar el reclutador.
-Níniel Thenidiel-
-¿Sanadora?-
-Si, y alquimista, y practicante de primeros auxílios-
-Bien, unidad de soporte- Le entregó un papel con el nombre de su superior y el lugar donde debía dirigirse así como una hora.
Y sin más el hombre pasó al siguiente de la fila que esperaba su turno. La elfa miró el papel y se despidió del elfo que le deseó buena suerte. Níniel se alejó de allí dejando escapar un suspiro. No había planeado unirse a un ejercito cuando se había levantado aquella mañana.
Según a que grupo te acercaras la información que manejaban era una u otra pero aunque los detalles fueran discrepantes la esencia era siempre la misma. Algo terrible había sucedido en una ciudad desconocida para la elfa llamada Terpoli y las autoridades de Lunargenta, sede del poder real, estaban haciendo un rápido llamamiento a las armas para reclutar las fuerzas necesarias para retomar la ciudad perdida. Si las noticias de una próxima batalla, incluso de una guerra, no eran lo suficientemente malas por si solas, los rumores hablaban de la implicación de magia negra cuya sola mención causaba escalofríos en el cuerpo de la peliblanca. Níniel, que había leído sobre esas artes oscuras y desde luego conocía sus implicaciones a lo largo de la historia de Aerandir, no podía si no desear que aquellos rumores no fuesen ciertos si no exageraciones típicas del género masculino para que las historias resultasen mas impresionantes cada vez que se contaban. De no ser así...Que los dioses tuvieran piedad de sus hijos.
En ese momento, mientras realizaba una corta plegaria a los mencionados dioses, una voz se dirigió a ella sacándola de su ensimismamiento. Cuando la elfa dirigió su mirada hacia el lugar de donde provenía la voz que la había interpelado en idioma elfíco, vio a un elfo que le hacía señas para que se acercase hasta donde él estaba, al lado de una mesa donde había sentado un hombre ataviado con armadura y que apuntaba los nombres de los voluntarios para la milicia. Tan pronto como se acercó comenzó a hablar con ella aunque pasando al idioma común, sin duda por no faltar al respeto al hombre de la armadura, y que si bien seguía a lo suyo, sin duda prestaba cierta atención a la conversación que se desarrollaba a su lado.
-Reconozco el símbolo de vuestro bastón y lo que ello implica, debéis de ser una sacerdotisa del clan Thenidiel, el nombre de vuestra suma sacerdotisa es ámpliamente conocido en Sindorai, mi señora-
Níniel respondió a aquellas gentiles palabras con una leve inclinación de cabeza, aceptando el honor que otorgaban a su madre y a su clan. -Os agradezco vuestras palabras, aunque intuyo que van acompañadas de una petición-
-No resta valor a lo dicho, pero si. Reclutamos soldados pero no solo de soldados se compone un ejercito, las habilidades de sanación de una sacerdotisa serían muy útiles...-
Entonces el hombre de la armadura se giró hacia ella y como si diera por sentada la aceptación de la peliblanca comenzó a hacerle las preguntas pertinentes y que llevaba todo el día repitiendo a cada candidato.
-¿Nombre?-
La elfa alzó las manos en señal de negación, no es que no quisiera ayudar, pero unirse a semejante campaña era algo que debía ser meditado y no hacerse de aquel modo. El elfo, al contrario que aquel reclutador, no se limitó a preguntar sus datos si no que le explicó cuáles serían sus cometidos y le aseguró que el campamento médico estaría en la retaguardia y a salvo. También interpeló al deber de la elfa como sacerdotisa y sanadora consiguiendo que al final la joven aceptara.
-¿Nombre?- Volvió a preguntar el reclutador.
-Níniel Thenidiel-
-¿Sanadora?-
-Si, y alquimista, y practicante de primeros auxílios-
-Bien, unidad de soporte- Le entregó un papel con el nombre de su superior y el lugar donde debía dirigirse así como una hora.
Y sin más el hombre pasó al siguiente de la fila que esperaba su turno. La elfa miró el papel y se despidió del elfo que le deseó buena suerte. Níniel se alejó de allí dejando escapar un suspiro. No había planeado unirse a un ejercito cuando se había levantado aquella mañana.
- Evento:
- Evento 7: Soporte
Níniel Thenidiel
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Re: Reclutamiento de Lunargenta (Batalla por Terpoli)
Lunargenta... El lugar más conocido y habitado por los mejores luchadores que han existido. Todos los que se han decidido a aventurarse por los más grandes reinos. Desde tiempos atrás, aquella ciudad ha experimentado inmensas auroras de poder, en las que se cuentan brujos famosos o humanos de la realeza. También, el pueblo ha sido testigo de historias sobre grandes hombres, los cuales han hecho un papel importante en los cuentos Aerandianos. Se le conoce por la seguridad que los guardias les pueden otorgar, a pesar de que los ladrones tengan una base justo allí. La mayoría de los conocedores de aquella área, sabe del gran poder de los soldados que cuidan cada zona de ahí. El clima es bastante equilibrado, y es un perfecto lugar para vivir, incluso para otras razas que han sido perseguidas durante mucho tiempo. La libertad en Lunargenta era sorprendente, algo que ninguna otra villa podría ofrecer. La mayoría de los turistas que se acercaban, era simplemente para comprar objetos que en otros lados no podrían conseguir, así que llevaban espadas, arcos, e incluso machetes asegurados en su espalda, todo para mantenerse asegurados de cualquier robo.
El silencio se apoderó de la escena, donde unas ancianas llevaban sus canastas y se preparaban para sacar sus mercados, listas para vender alimentos, como de costumbre. Los protectores de la ciudad tomaron bien sus lanzas y colocaron sus miradas a la infinidad de valientes que entraban por la puerta principal, con sus músculos bien marcados. Unos eran diminutos y algo flacos, pero eso no era un criterio para suponer que su capacidad de matar era nula. Entre ellos, aparecieron dos siluetas gigantes, imposibles de omitir. Una era de un hombre sin camisa, de cabellos oscuros, que a su lado, llevaba una especie de animal salvaje, con un pelaje blanco. Varios de los combatientes que entraban, lograron reconocerlos, por los últimos estragos que han causado en La Llanura Nevada.
Las miradas se cruzaron, y todos se dirigían justo hacia una mesa donde se encontraba un tipo con una impecable armadura. Al lado, habían hombres bastante intimidatorios, cruzados de brazos, los cuales no dejaban pasar a absolutamente nadie. -Phillip, Drako y Vagnar... Era obvio que estarían aquí. Vinieron desde Las Catacumbas hasta aquí. Ahora, gracias a ellos, nadie se atreverá a inscribirse.-Susurró uno de los que estaban allí, acariciándose la barbilla. Los tres grandullones estaban sonriendo, alegres de cómo algunos guerreros pegaban un suspiro de miedo y se regresaban por donde venían. Sakun se fue acercando lentamente, hasta quedar en frente de ellos, quienes lo miraron de manera atónita. Todos se sorprendieron, e incluso, abriendo sus ojos como platos. -¿Qué demonios hace ese tipo?. ¡Nadie se ha atrevido a estar tan cerca del trío de hermanos!. ¿Acaso quiere ser asesinado?.-Pronunció uno de los espectadores.
-¡Graaaaj-ka-ka-ka-ka!. Mira Phillip... Tenemos un zoquete en frente de nuestras narices...-Pronunció Vagnar, agitando un poco su cabello rubio. Sakun seguía con su semblante serio, y lentamente, subió su mentón para verlos a los tres con una observación de desprecio. -Necesito pasar. Disculpe, por favor.-Susurró de manera serena, pero al caminar, se estrelló con el cuerpo de Drako, el cual llevaba un largo cabello castaño. Todos quedaron inmóviles y paralizados en aquel acto, y cuando menos pensaron, Phillip fue el primero en lanzar un golpe.
El moreno lo esquivó con agilidad, y sin más preámbulo, agarró su brazo desde el hueso que se encuentran en el codo. Con fuerza, lo dobló, hasta romperle su extremidad. Zarpitas saltó hacia el cuerpo de Vagnar, y sosteniéndose de su cabello amarillo, le dio un garrazo fuerte en el cuello, suficiente para desmayar al pobre. Sakun le zampó un rodillazo a la nuca de su contrincante, dejando solamente a uno consciente, que era Drako. El de cabello castaño se encontraba temblando, y al no tener otra opción, se fue despavorido.
La multitud quedó con las bocas abiertas, y sin más preámbulo, pegaron un grito de euforia. El guerrero se acercó al tipo que inscribía.
-Disculpe, me interesaría unirme a la batalla que se hará. Una especie de soldado, que trabaja por estos lares, me informó de ésto... ¿Hay espacio para mi?.-Habló con sumo respeto.
_________________________
Off: Me uno al evento, por indicación de Rad.
El silencio se apoderó de la escena, donde unas ancianas llevaban sus canastas y se preparaban para sacar sus mercados, listas para vender alimentos, como de costumbre. Los protectores de la ciudad tomaron bien sus lanzas y colocaron sus miradas a la infinidad de valientes que entraban por la puerta principal, con sus músculos bien marcados. Unos eran diminutos y algo flacos, pero eso no era un criterio para suponer que su capacidad de matar era nula. Entre ellos, aparecieron dos siluetas gigantes, imposibles de omitir. Una era de un hombre sin camisa, de cabellos oscuros, que a su lado, llevaba una especie de animal salvaje, con un pelaje blanco. Varios de los combatientes que entraban, lograron reconocerlos, por los últimos estragos que han causado en La Llanura Nevada.
Las miradas se cruzaron, y todos se dirigían justo hacia una mesa donde se encontraba un tipo con una impecable armadura. Al lado, habían hombres bastante intimidatorios, cruzados de brazos, los cuales no dejaban pasar a absolutamente nadie. -Phillip, Drako y Vagnar... Era obvio que estarían aquí. Vinieron desde Las Catacumbas hasta aquí. Ahora, gracias a ellos, nadie se atreverá a inscribirse.-Susurró uno de los que estaban allí, acariciándose la barbilla. Los tres grandullones estaban sonriendo, alegres de cómo algunos guerreros pegaban un suspiro de miedo y se regresaban por donde venían. Sakun se fue acercando lentamente, hasta quedar en frente de ellos, quienes lo miraron de manera atónita. Todos se sorprendieron, e incluso, abriendo sus ojos como platos. -¿Qué demonios hace ese tipo?. ¡Nadie se ha atrevido a estar tan cerca del trío de hermanos!. ¿Acaso quiere ser asesinado?.-Pronunció uno de los espectadores.
-¡Graaaaj-ka-ka-ka-ka!. Mira Phillip... Tenemos un zoquete en frente de nuestras narices...-Pronunció Vagnar, agitando un poco su cabello rubio. Sakun seguía con su semblante serio, y lentamente, subió su mentón para verlos a los tres con una observación de desprecio. -Necesito pasar. Disculpe, por favor.-Susurró de manera serena, pero al caminar, se estrelló con el cuerpo de Drako, el cual llevaba un largo cabello castaño. Todos quedaron inmóviles y paralizados en aquel acto, y cuando menos pensaron, Phillip fue el primero en lanzar un golpe.
El moreno lo esquivó con agilidad, y sin más preámbulo, agarró su brazo desde el hueso que se encuentran en el codo. Con fuerza, lo dobló, hasta romperle su extremidad. Zarpitas saltó hacia el cuerpo de Vagnar, y sosteniéndose de su cabello amarillo, le dio un garrazo fuerte en el cuello, suficiente para desmayar al pobre. Sakun le zampó un rodillazo a la nuca de su contrincante, dejando solamente a uno consciente, que era Drako. El de cabello castaño se encontraba temblando, y al no tener otra opción, se fue despavorido.
La multitud quedó con las bocas abiertas, y sin más preámbulo, pegaron un grito de euforia. El guerrero se acercó al tipo que inscribía.
-Disculpe, me interesaría unirme a la batalla que se hará. Una especie de soldado, que trabaja por estos lares, me informó de ésto... ¿Hay espacio para mi?.-Habló con sumo respeto.
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Re: Reclutamiento de Lunargenta (Batalla por Terpoli)
Había vuelto a la ciudad hacía realmente poco y tenía pocas ganas de regresar a casa para estar sola. paseaba por la calle como si de un fantasma se tratara cuando escuchó el rumor. Unas mujeres cotilleaban en murmullos mientras apartaban a sus hijos del suelo, unos nigromantes intentaban dominar una zona de las afueras de Lunargenta. ¿Sería posible? No podía ser, ¿cierto?
Incrédula por lo que acababa de oír, comenzó a correr por las calles hasta llegar a la guardia, allí, un gran número de ciudadanos se apelotonaba, queriendo ayudar, o, tal vez, por alguna recompensa, daba la impresión de que sería algo grande. Entró como pudo por entre las personas que se amontonaban en la puerta encontrando allí a dos de sus compañeros, apenas los conocía, pero estaba claro que ellos podrían informarle mejor que simples cotilleos.
Acercándose a los jóvenes, que intentaban controlas el tumulto de gente, ordenando que se pusieran en fila, sin lograr nada, le dio a uno un golpe en la espalda. Este se giró enfadado, pero al verla y reconocerla calmó sus humos y la dejó hablar.
- ¿Qué está pasando? ¿Es cierto lo de los nigromantes?- dijo casi en un susurro para evitar espantar a quienes no supieran para que se apuntaban.
- Si, necesitamos toda la ayuda posible.- respondió
- Gata, ve al jefe de reclutamiento, tal vez te necesiten.- dijo el otro antes de seguir gritando para poner orden.
Alanna simplemente asintió y comenzó a correr hacia el principio de la hilera, saltándose el orden, y, escuchando protestas de los de la fila, lanzó una mirada hacia atrás, acallándolos al instante, no estaba para juegos, en cuanto el elfo alzó la vista, con claro aspecto cansado, la miró, dando una sonrisa:
- Soy Alanna Delteria y...
- Se quien eres, Gata, tengo un trabajo perfecto para ti. Serás mi enlace de comunicaciones, tu y otro chico.
Alanna frunció el ceño, ¿dos enlaces? Estaba claro lo que pensaba, "Si uno muere, tengo otro" Muy bien, pero ella no iba a ser ese uno. Tomando la pluma que había sobre la mesa, firmó sin dudar el papel que había frente a ella, ya estaba hecho, No había vuelta atrás y algo le decía que iba a a tener que correr como nunca si quería salvar su vida.
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Incrédula por lo que acababa de oír, comenzó a correr por las calles hasta llegar a la guardia, allí, un gran número de ciudadanos se apelotonaba, queriendo ayudar, o, tal vez, por alguna recompensa, daba la impresión de que sería algo grande. Entró como pudo por entre las personas que se amontonaban en la puerta encontrando allí a dos de sus compañeros, apenas los conocía, pero estaba claro que ellos podrían informarle mejor que simples cotilleos.
Acercándose a los jóvenes, que intentaban controlas el tumulto de gente, ordenando que se pusieran en fila, sin lograr nada, le dio a uno un golpe en la espalda. Este se giró enfadado, pero al verla y reconocerla calmó sus humos y la dejó hablar.
- ¿Qué está pasando? ¿Es cierto lo de los nigromantes?- dijo casi en un susurro para evitar espantar a quienes no supieran para que se apuntaban.
- Si, necesitamos toda la ayuda posible.- respondió
- Gata, ve al jefe de reclutamiento, tal vez te necesiten.- dijo el otro antes de seguir gritando para poner orden.
Alanna simplemente asintió y comenzó a correr hacia el principio de la hilera, saltándose el orden, y, escuchando protestas de los de la fila, lanzó una mirada hacia atrás, acallándolos al instante, no estaba para juegos, en cuanto el elfo alzó la vista, con claro aspecto cansado, la miró, dando una sonrisa:
- Soy Alanna Delteria y...
- Se quien eres, Gata, tengo un trabajo perfecto para ti. Serás mi enlace de comunicaciones, tu y otro chico.
Alanna frunció el ceño, ¿dos enlaces? Estaba claro lo que pensaba, "Si uno muere, tengo otro" Muy bien, pero ella no iba a ser ese uno. Tomando la pluma que había sobre la mesa, firmó sin dudar el papel que había frente a ella, ya estaba hecho, No había vuelta atrás y algo le decía que iba a a tener que correr como nunca si quería salvar su vida.
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Alanna Delteria
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Re: Reclutamiento de Lunargenta (Batalla por Terpoli)
-- ACTUALIZADO --
Todos los eventos están completos y pueden comenzar, con los siguientes participantes:
Alto mando (Capitán Werner)
La persecución (Wernack)
Espionaje (Curgo y Demian)
El golpe (Woodpecker, Vael y Johannes)
La resistencia (Magazubi)
Contramedidas (Geralt)
Ganando tiempo (Senketsu Hanekawa, Lida Rothgar y Bio)
El asedio (Chimar y Eltrant Tale)
Soporte (Elen Calhoun y Níniel Thenidiel)
El mensajero (Alanna Delteria y Sakun)
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