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La luz del bosque [Quest][Elen Calhoun]

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Mensaje  Fehu Dom 10 Mayo 2015 - 6:57

Los senderos serpenteantes guiaban a los caminantes a través del bosque de las Islas Illidenses. Aún las sendas siendo tantas, pocas concluían en un paraje en concreto. En cambio, casi todas desaparecían súbitamente en algún claro o a los pies de un árbol, e incluso algunos caminos llegaban a convertirse en sangrientos victimarios. A menudo los viajeros eran conducidos por vías traicioneras hacia la guarida de temidas fieras, forzando así bestiales homicidios. El bosque de las Islas aparentaba una tranquilidad envidiable, pero ello era sólo una ilusión, pues adentrarse en la frondosidad sin un debido guía representaba un extravío inminente de la persona, o su muerte.

Bajo la directiva de Rine, la dama negra, Elen conocía el sendero correcto a tomar para hallar la cabaña de Tarivius. Él podría remover su maldición, o eso se decía en los lugares más populares de Beltrexus. Durante su emprendimiento a través del bosque, la bruja de electricidad debió combatir contra más de una criatura que arremetió contra ella esperando cazar su alimento.
Transcurridas horas en su viaje, finalmente, encontraría la tan aclamada cabaña. Una formidable estructura se presentaría ante ella. El edificio, hecho mayormente de madera, contaba con varios pisos de altura, y contando las ventanas a simple vista se advertiría la gran cantidad de habitaciones que resguardaba en sus paredes. La inclinación de la vivienda era inusualmente pronunciada, podría parecer que se mantenía en pie por arte de magia. Y probablemente así era.

Cuando la bruja llamase a la fornida puerta de tan extravagante hogar, vería cómo una lámpara colgante encendería una llama de fuego escarlata en su interior. En ese preciso momento sus heridas malditas comenzarían a doler con insoportable intensidad, y sin que Elen supiera cómo ni cuándo llegó, un anciano se encontraría de pie junto a ella con un semblante marcadamente serio, observándola.
Susurraría unas palabras en un lenguaje ya muerto para que así el dolor cesara, y la llama rojiza se apagara. El hombre, sostenido sobre su bastón y cubierto por una capucha azul, interrogaría, desafiante, a la joven. - ¿Quién eres y por qué estás aquí? - Preguntaría inmediatamente. - Responde si no quieres convertirte en polvo. -

Tarivius, el poderoso brujo:


_________________________________________________________________

Elen, tu objetivo próximo en este rol será introducirte para con Tarivius. Explica las penurias que acosan a esta particular bruja al señor que vive en el hogar inclinado.
Toma la decisión correcta, procura hacerlo bien, antes de que la ira de Tarivius reduzca a tu personaje a una montaña de polvo con un simple toque de su bastón.
Obligado me veo a mencionar que esta Quest presentará un riesgo para el personaje que es de tú, y equivalentemente las posibles recompensas serán grandiosas.
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Mensaje  Elen Calhoun Dom 10 Mayo 2015 - 15:55

La de cabellos cenicientos apenas se movió al despertar aquella mañana, aguardó algunos minutos con la vista clavada en el techo y los brazos sobre el pecho, pensativa. Pronto tendría que volver a Lunargenta, pero aún le quedaba un asunto pendiente que debía resolver antes de abandonar las islas, uno que había pospuesto más de lo adecuado por las reformas de la casa familiar y los diferentes trabajos que la habían mantenido ocupada las últimas semanas.

Sin embargo no sentía la necesidad de darse prisa por hacerlo, no tras convivir con la maldición durante más de tres años, terminando por acostumbrarse a ella y sus diferentes molestias, que por suerte se habían reducido notablemente desde que controlaba sus emociones. Aun así la posibilidad de librarse de aquel mal y dejar de padecer sus efectos, que en ocasiones la dejaban en estados realmente vulnerables cuando repentinamente perdía la consciencia, le resultaba una idea bastante atrayente.

Además tenía curiosidad por el mago del que la dama negra le había hablado, más concretamente por los poderes y conocimientos que debía poseer para ser capaz de hacer algo al respecto, así que se levantó y se preparó para ir a su encuentro en los bosques. Salió de la posada y se encaminó al establo a tomar su montura, para intentar hacer el camino hasta la casa de Tarivius en el menor tiempo posible, tomando como referencia las indicaciones que Rine le había dado.

Pero la bruja pronto se daría cuenta de que el trayecto no sería tan fácil como esperaba, no había transcurrido ni una hora cuando empezaron sus problemas. Primero se cruzó con los lobos, un par de fieros ejemplares que vagaban por su cuenta en busca de alimento, y que sin reparo alguno se lanzaron contra ellos en cuanto los vieron. Sombra demostró entonces la fortaleza y valentía que le caracterizaban, alzándose sobre dos patas para acto seguido cocear el suelo con fuerza y alejar a las bestias, pero el hambre que tenían las volvía insistentes.

Solo cuando el caballo acertó a uno de ellos en el lomo y la hechicera al otro con una descarga se retiraron, gimoteando y corriendo tan rápido como les permitían las patas. Elen los siguió con la mirada hasta que se perdieron entre los árboles, mientras palmeaba el cuello de su corcel para que se calmase tras el incidente. Descansaron durante un par de minutos y luego volvieron a ponerse en marcha, aún quedaba mucho camino por delante.

Avanzaron a paso ligero durante la siguiente hora y media, haciendo lo posible por evitar a las diferentes alimañas que poblaban la zona hasta que encontraron un pequeño claro, en el que la maga decidió hacer una breve pausa. Desmontó y escrutó los alrededores con detenimiento para asegurarse de que estuviesen en un lugar seguro, donde no pudiese asaltarlos sorpresivamente ninguna amenaza.

Tras comprobar que así era se sentó en una roca cercana y bebió algo de agua, luego dio un poco a Sombra y dejó que el animal pastase suelto por las cercanías. Un extraño sonido llamó su atención cuando volvía al lugar donde se había sentado, algo semejante a un ronroneo, pero más grave que el de cualquier gato normal que hubiese escuchado. Elevó la vista y de inmediato distinguió la figura de un [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], que los observaba cómodamente sentado desde lo alto de una gruesa rama.

La de ojos verdes no había visto nada semejante antes, el animal tenía la boca ancha y llena de afilados dientes, unas fuertes garras y púas a lo largo de la parte superior de la cabeza y espalda, antes de que su cuerpo terminase en una extraña cola dividida en dos. Pero a pesar de su fiera apariencia el gato se mostraba tranquilo, o al menos así fue hasta que el negro corcel se acercó demasiado a su madriguera, en la que había dejado a sus cachorros.  

Entonces su carácter cambió drásticamente, saltó desde la rama y corrió hacia el equino haciendo sonidos amenazantes, sacando su lado protector. Elen se interpuso en su camino para defender a su compañero, cosa que terminó de enfurecerlo y por la que se llevó un buen zarpazo, que iba directo a su rostro pero terminó acertando en el dorso de su antebrazo, gracias a sus reflejos para cubrirse.

El cuero de los guantes ayudó a que no fuese profundo, pero debía salir de allí de inmediato si no quería recibir otro, que podría alcanzarla en zonas mucho más sensibles del cuerpo. El felino volvió a saltar y esta vez le propinó un latigazo doble en la mejilla derecha con la cola, dejándole unas finas marcas que bien podrían confundirse con arañazos. Sombra relinchaba y coceaba para que el gato se apartase de ella, pero en la feroz defensa de sus cachorros nada lo detendría, así que la bruja se vio obligada a soltarle una descarga y aprovechar el aturdimiento para aplicarle la electricidad directamente, dejándolo inconsciente.

- ¡Maldita sea! ¿Desde cuándo se ha vuelto el bosque tan peligroso? - dijo con la respiración agitada, al tiempo que se dejaba caer sentada en el suelo junto a la bestia. Se palpó la mejilla y pudo comprobar que sangraba un poco pero no era nada grave, el ungüento cicatrizante lo arreglaría fácilmente.

Esperó un par de minutos antes de levantarse, por los maullidos que venían de la madriguera y las pequeñas cabezas que empezaban a asomarse por el hueco. Tomó al gato y lo llevó junto a las crías, para que al despertar se encontrase con ellas y eso lo tranquilizara, luego se acercó a Sombra y continuó su camino, esperando encontrar la cabaña de Tarivius lo más pronto posible.

A partir de allí no tardaron mucho en encontrarla, hecho que hizo a la maga soltar un suspiro de alivio, ató su caballo a un árbol cercano y avanzó hacia la puerta, a la que tocó tímidamente con los nudillos. La estructura de la casa era algo extraña, estaba inclinada y parecía mantenerse en esa tan poco natural posición por arte de magia, cosa que no le extrañaría siendo el hogar de un hechicero.

La bruja pudo ver como una lámpara se encendía con un vivo tono rojizo, antes de que la cicatriz sobre su pecho comenzara a dolerle intensamente, haciendo que perdiera el aliento y se doblara de dolor. En ese estado no pudo darse cuenta de cómo ni cuándo había llegado el anciano hasta su lado, lo miró con el rostro contraído, casi en una mueca suplicante de que la ayudase a detener aquel sufrimiento.

El hechicero susurró algo que no pudo entender, pero la llama se apagó y así la herida que la maldición había dejado en su cuerpo dejó de doler, permitiendo que se enderezara y pudiese respirar normalmente de nuevo. Sin dar apenas tiempo Tarivius comenzó a interrogarla, amenazando con reducirla a polvo si no respondía enseguida. - Me llamo Elen, la dama negra me envía, ella dijo que usted podría ayudarme, que podría hacer algo para librarme de la maldición de los jinetes oscuros que llevo conmigo. - contestó sin hacerle esperar, apartando ligeramente con los dedos la tela de su camisa hacia un lado, de modo que el hechicero pudiese ver la runa que había quedado grabada a fuego en su piel.


Off: Me he extendido un poco pero quería narrar los problemas del camino, pinchar en lo subrayado para ver al gato de Aresire en el bestiario.
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Mensaje  Fehu Miér 13 Mayo 2015 - 4:15

Tarivius contempló la runa tatuada en la piel de Elen. - Rine. - Murmuró, sin quitar sus ojos de la bruja. Cada detalle de la runa sobre el que se detenía a observar preocupaba más al viejo brujo que miraba con el ceño fruncido. Los avistamientos, el presagio del Oráculo, el aviso de Zarza, las advertencias de Lord Symwill. Todo era cierto. Efectivamente, seres oscuros de otros planos corrían libres por las tierras de Aerandir.
Miró a los ojos de la bruja con su mirada entrecerrada. - Levántate y sígueme. - Le ordenó. Dio media vuelta para iniciar una caminata hacia su gran vivienda inclinada. Cada algunos pasos usaba su largo bastón para mantener el equilibrio, sin dudas su cuerpo ya no era lo que había sido una vez.

La puerta de madera se abrió de par en par sin contacto alguno cuando Tarivius se acercó, y en un silencioso movimiento se cerró detrás de Elen. La habitación en la que entraron tenía una forma irregular, en las paredes descansaban candelabros plateados conteniendo velas derretidas, y el suelo de madera era cubierto por una amplia alfombra de colores negros y rojos. Bajo la guía de Tarivius, ambos brujos recorrieron variedad de nuevas habitaciones de pintoresca decoración hasta llegar a lo que parecía ser una biblioteca.

- Veamos, niña. - Dijo Tarivius al inmiscuirse en una abarrotada estantería de libros. Varios minutos pasaron entre las ojeadas que el brujo daba a las páginas de viejos tomos, negando con la cabeza casi siempre. Hasta que finalmente pareció hallarlo, eso que tanto buscaba. - Entre mis dedos sostengo la respuesta. No desaparecerá la maldición que sufres, pero sí podrá sofocarla. - Dijo aferrando contra su pecho un antiguo libro que titulaba algo escrito en una lengua incomprensible.
- Recorrerás un largo camino, pero valdrá la pena. Los conocimientos que compartiré pueden ser peligrosos si caen en las manos equivocadas, así que ¿cómo sé que puedo confiar en ti? - Preguntaría acercando su rostro al de Elen. - ¿Qué tienes tú para merecer un poder tan magno como el que detenta este libro? -

____________________________________________________________________________

Si surge el atrevimiento, describe el hogar de Tarivius y sus habitaciones. No debéis temer a la propia imaginación.
Responde con cuidado al cuestionamiento del brujo. La respuesta será condicionante en el resto de la Quest.
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Mensaje  Elen Calhoun Miér 13 Mayo 2015 - 21:26

El poderoso mago observó con detenimiento aquella marca que portaba la joven, probablemente conociendo el mal augurio que traía consigo, ya que era una de las runas que predecían peor suerte. La de ojos verdes no sabía demasiado acerca de su significado, pero el Oráculo ya había visto las sombras que se cernían sobre ella durante la visita que le había hecho semanas atrás, cuando quiso consultar acerca de su futuro.

Y al igual que él, Rine había podido ver el mal que llevaba consigo con una simple ojeada, así que Tarivius también lo notaría de inmediato. La bruja se mantuvo en silencio hasta que el anciano le ordenó que se levantase y lo siguiese, antes de darse la vuelta y encaminarse al interior de su casa. Respiró aliviada y echo un último vistazo a Sombra antes de ir tras él, para asegurarse de que su caballo se quedaba en un lugar seguro y no le faltara nada, aunque quizá su visita al hogar del hechicero no fuese tan larga como esperaba.

El tema a tratar era complicado, y de hecho la joven estaba segura de que no sería fácil ni rápido de arreglar, si es que se podía. Siguió al mago manteniendo cierta distancia y vigilando el bastón en que se apoyaba, por mera precaución, ya que tomaba muy en serio la amenaza que había hecho hacía unos instantes. La puerta se cerró tras ella sin hacer apenas ruido, dejándolos a ambos en una habitación que debía hacer la función de recibidor, por la escasez de mobiliario que tenía.

Tarivius no se detuvo, cruzó el tallado arco de madera que conducía a la estancia contigua y prosiguió hacia otra, sin dar demasiado tiempo a la de cabellos cenicientos para observar lo que había en ellas. Aun así tuvo ocasión de fijarse en algunos objetos llamativos, como una extraña pieza de madera con algunos grabados y diferentes cristales sobre su superficie, que descansaba sobre una mesa en la segunda sala y parecía servir para algo relacionado con las fases lunares. A su lado había un pequeño saco de tela, del que algunas runas se habían salido por haberlo dejado abierto.

Varios frascos con hierbas y polvos de brillantes colores se agrupaban sobre un estante cercano, así que el anciano debía tener algunas nociones sobre alquimia y otras habilidades relacionadas con gemas y cristales, quizá algo semejante a lo que su hermano Vincent dominaba, los arcanos. Elen no pudo ver más de la habitación, continuó hacia la siguiente para no perder de vista al viejo.

La nueva sala era algo distinta, estaba mejor iluminada y amueblada con bonitas piezas de madera oscura, en las que descansaban algunos libros y pergaminos antiguos, semejantes a los que había visto en el poblado de los dragones. Unas cortinas rojizas cubrían la ventana para que los extraños no pudiesen ver lo que ocurría en el interior, mientras una calavera de animal, casi idéntica a la que había visto sobre la puerta de la casa del Oráculo, presidía la sala.

Había más huesos en uno de los rincones pero la joven no quiso mirar más, no después de ver las vacías cuencas de lo que en algún momento habría sido un ciervo y recordar lo que había visto en sus pesadillas, bajó la vista y continuó tras el mago, hasta que éste se detuvo en una especie de biblioteca. No dijo nada mientras el anciano revisaba los libros, se limitó a observarlo y suspirar levemente cada vez que negaba con la cabeza, haciéndose a la idea de que no hallaría nada que pudiese ayudarla.

Por suerte para ella se equivocaba, tras varias ojeadas el hechicero encontró algo y le anunció tenía la respuesta a lo que pedía. Elen lo miró con renovado interés y escuchó atentamente sus palabras, torciendo levemente el gesto al oír que la maldición no desaparecería, pero esperanzada porque hubiese algo capaz de contenerla.

Pero el viejo Tarivius no iba a revelarle de inmediato el contenido de aquel tomo, cuyo título era incapaz de leer por estar escrito en una extraña lengua, la bruja debía darle algún motivo, una razón que la hiciera merecedora de aquel conocimiento. Dudó durante unos segundos, antes de respirar hondamente y clavar sus ojos en los de él, sabiendo que lo que dijese a continuación sería determinante para el desarrollo de la situación.

- He llevado esta carga durante más de tres años, tres largos años luchando contra la oscuridad que hay dentro de mí, soportando las horribles visiones de las que los jinetes me obligan a ser testigo, sin poder hacer nada mientras ellos arrasan todo a su paso en una oleada de fuego y muerte. - comenzó a decir con determinación. - He visto lo que son capaces de hacer esos seres de sombra, no solo en mis pesadillas, sino también en estas tierras. - prosiguió, antes de hacer una leve pausa.

- Al principio creí que solo estaban en mi mente, pero eso cambió cuando tuve que enfrentarme a un demonio del mismo elemento en la llanura, una despiadada criatura con la facultad de poseer a cualquiera y robarle el cuerpo ¿puede siquiera imaginarse la escena? - preguntó, mientras a su memoria acudía el recuerdo del elfo con los ojos en blanco y la oscuridad entrando a la fuerza por su boca. - Ojalá nunca tenga que ver algo semejante. ¿Quiere un motivo para confiar en mí? Si hubiese tenido que sucumbir a las sombras lo habría hecho hace ya mucho, cuando las fiebres llegaron y la muerte me llamaba en sueños, pero no lo hice. - respiró con lentitud antes de seguir, intentando ver en el rostro de Tarivius alguna pista que pudiese indicarle si lo que le estaba revelando serviría.

- Preferí luchar contra ellas y aprender a dominar mis emociones para que no pudiesen hacerme tanto daño, mientras que otra persona en mi lugar habría enloquecido o buscado el final de sus días. - volvió a hablar, sin apartar la mirada de él. - ¿Cuántos habrán caído presas de la maldición y se habrán rendido a ella? Si puede ayudarme a terminar con este tormento  le doy mi palabra de que nadie más conocerá el contenido de ese libro, y de que lo que yo sepa solo será usado para que otros en mi misma situación consigan superar este mal. Si los jinetes son la oscuridad, seamos nosotros la luz que los combata. - dijo a modo de final, recordando todo lo que había hecho por salvar a la niña elfa de las garras del demonio en la llanura, cuando estuvo dispuesta a dar su vida por salvarla.
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Mensaje  Fehu Dom 17 Mayo 2015 - 6:20

Tarivius escuchó atentamente cada palabra de Elen con atención. Con ávido oído intentaba descifrar los secretos que la bruja escondía, así como sus verdaderas intenciones. Hacía un largo tiempo que el Centinela del Sur no usaba uno de sus trucos para penetrar en el trasfondo de la palabra; durante más de doce años no había recibido encargo alguno, mas sabía bien que bajo las circunstancias que ahora se presentaban su vigía se ponía en marcha de nuevo.
Pero su cuerpo ya estaba débil, sus ojos cegados, sus huesos frágiles. Momento era de delegar su tarea a un nuevo adalid. Quizás ella era la respuesta, o quizás sólo era una embustera más. Nada era seguro, nada lo sería. No hasta que usara esa magia que le remembraba de su antigua labor.

Con practicada habilidad inclinó su bastón casi imperceptiblemente hacia Elen mientras ella hablaba, sin que lo notara. La magia comenzó a ejercer su influjo sobre las palabras de la bruja: si ella mentía, las piedras en el extremo del bastón emitirían un destello esmeralda. Pero eso nunca pasó. Palabras genuinas, así eran las de la bruja. Tarivius la observó con cuidado, casi temiendo que aquella oportunidad se fuese a desvanecer, tenía a su salvadora frente a él, su posible sucesora.

- A fin de deshacerte de la maldición que infecta tu cuerpo deberás dominar toda inseguridad. El miedo es natural, Elen Calhoun - dijo el Centinela brindando esa potente sensación autoritaria - , pero si no lo controlas será tu fin. - Hizo una pausa y continuó. - Los espíritus que me guían me susurran eres digna de los conocimientos de este tomo. - Miró hacia el libro entre sus brazos. - Si ellos así lo creen, pues no hay manera yo pueda contrariarlos. - Posó el tomo sobre una mesa cercana, y pronunciando palabras por lo bajo, lo abrió. Lo hallado entre las páginas deslumbraría a Elen, cualquier texto rúnico, arcano, élfico o de cualquier origen que se pudiese ocurrir a la bruja, no se encontraría allí. En cambio, el lenguaje en el que estaba escrito era mucho más sutil.

Absolutamente nada estaba escrito en el libro.

Tarivius apoyó el tomo en una mesa cercana, pasando varias páginas en blanco con la yema de su dedo índice. Echó una mirada a Elen y luego la devolvió al libro. - ¡Weittreisse! - Exclamó. Nada sucedió hasta pasados varios segundos después. De repente, como si el curioso ejemplar tuviese vida propia, las hojas empezaron a moverse, avanzando a lo largo de numerosas decenas de páginas vacías hasta detenerse en seco en hojas nada diferentes a las anteriores.
Mas la diferencia se empezó a notar casi instantáneamente. Trazos de tinta se plasmaron sobre ambas hojas, pero no se hallaba un solo tintero al alcance de la mano. Los trazos se multiplicaron rápidamente hasta dar forma al complejo dibujo de lo que parecía ser una clase de gema envuelta en cadenas.

- El dolor de Kinvar. - Explicó Tarivius. - Vestigio de magia arcana de máximo poder, imbuido con el vigor de influencias de planos ajenos al nuestro. Una vez supo ser motivo de codicia por su capacidad de someter a las fuerzas invisibles a voluntad. Sí, como oyes, esta gema tiene vida propia. - La mirada del brujo se tornó melancólica. - O la tuvo una vez. En nuestro mundo sólo se mantienen ínfimos fragmentos de la piedra, que por sí solos serían inútiles, pero unidos podrían anular tu maldición y mucho más. Claro está, buscar todos los fragmentos en nuestro plano llevaría toda una vida. Para tu suerte, únicamente tres de ellos servirán. Si tienes el coraje, tu travesía iniciará pronto. -


_______________________________________________________________

Aprovecha tu turno próximo para realizar preguntas a Tarivius si la duda se hace presente. Una vez estés lista simplemente deberás cerrar el libro sosteniéndolo con ambas manos y los ojos cerrados.
De la misma manera, sugiero compres y obtengas los recursos que te parezcan necesarios. Cuando el desafío inicie, no habrá vuelta atrás.
Reitero por vez última. Tu personaje corre peligro en esta Quest. Si no haces las cosas de manera correcta, puede terminar peor de lo que empezó.
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Mensaje  Elen Calhoun Lun 18 Mayo 2015 - 19:29

La de ojos verdes se sintió extrañamente bien después de haber terminado, como si compartir sus vivencias con aquel mago le quitase en cierto modo un peso de encima, ya que si existía alguien que podía ayudarla a combatir aquellas fuerzas del mal, debía ser él. Notó un pequeño cambio en la forma con que el anciano la miraba, pero fue incapaz de adivinar a qué se podía deber, así que guardó silencio hasta que finalmente, Tarivius comenzó a hablar.

Suspiró aliviada al escuchar que estaba dispuesto a compartir con ella los secretos de aquel libro, se acercó a la mesa donde lo había posado y observó con atención sus movimientos, antes de clavar la vista en el tomo, que acababa de abrirse. Una mezcla entre sorpresa y confusión se reflejó en su rostro al ver que en las páginas no había absolutamente nada. ¿Acaso era una broma de mal gusto? ¿O quizá era esa la respuesta a lo que había venido buscando? No tenía sentido que no hubiese cura posible, el brujo no la habría dejado entrar a su casa de ser así, ya que no parecía del tipo de persona a la que le gustaba perder el tiempo.

Buscó la mirada del anciano mientras éste pasaba con los dedos algunas de las páginas en blanco, esperando que hiciera o dijera algo al respecto, pero Tarivius se limitó a echarle un vistazo antes de volver a centrarse en el libro y exclamar una palabra para ella desconocida. Varios segundos pasaron sin que ocurriese nada, hasta que el tomo pareció cobrar vida y las hojas comenzaron a moverse rápidamente, para de forma repentina detenerse en un punto exacto.

Elen observó en silencio como unos trazos de tinta comenzaban a aparecer en las páginas que hasta hacía unos instantes también estaban vacías, los siguió con la mirada hasta ver con claridad el dibujo que formaban, una especie de gema rodeada de cadenas. Tarivius tomó la palabra para explicarle lo que era, a lo que la hechicera prestó suma atención. Se trataba de una gema realmente poderosa, pero que por algún motivo se había visto destruida y reducida a fragmentos, justo lo que ella tendría que hallar para anular la maldición que llevaba consigo.

Necesitaría tres de ellos, y aunque podía parecer fácil por el reducido número, la de cabellos cenicientos de inmediato rechazó esa idea, sabía que sería complicado y que probablemente tendría que enfrentarse a varios peligros para conseguir hacerse con los fragmentos, pero estaba dispuesta a hacerlo. - ¿Cómo daré con ellos? - preguntó con determinación, mientras comenzaba a notar la magia que emanaba del libro, y que la atraía de una forma extraña.

- Unidos… ¿de qué forma? Quisiera saber algo más sobre cómo funcionan y qué tendré que hacer si logro traértelos, ¿cómo conseguirás que anulen la maldición? - prosiguió tras unos segundos, antes de acercarse algo más al tomo y deslizar sus dedos por encima del dibujo, que quedaría grabado en su mente. Había pasado demasiado tiempo bajo aquella oscuridad, y ahora tenía ante sí la esperanza de acabar con el mal que llevaba encima, de dejar atrás todo lo que había tenido que ver y padecer para volver a la normalidad.

Aunque nunca podría considerarse del todo normal, no después de aquellos años, que le habían mostrado a las terribles criaturas sombrías que podían llegar hasta ellos. ¿Y si el demonio de la llanura no era el único? ¿Cuántos más podría haber sueltos por ahí ocultos en cuerpos robados? Aquel era un pensamiento preocupante, y por ello aunque consiguiese librarse de la maldición no podría dejar de lado lo que sabía, tenía que hacer algo al respecto. En cierto modo sentía que debía actuar, así que lucharía contra aquella oscuridad que se cernía sobre las tierras de Aerandir para que no alcanzase a más inocentes, aunque con ello pusiese en riesgo su propia vida.

Sostuvo el libro con ambas manos y cerró los ojos, dejándose invadir por la magia que desprendía antes de cerrarlo. La búsqueda comenzaría pronto y tendría que prepararse a conciencia, para estar lista ante cualquier imprevisto que pudiera surgirle, así que en cuanto abandonase la casa del mago se dirigiría al comercio de los hechiceros, donde sin duda podría encontrar algunas cosas que le resultarían útiles en el viaje.

También revisaría sus pertenencias y llevaría consigo algunas de las hierbas con que solía fabricar pócimas y ungüentos, junto con ciertos objetos que había ido consiguiendo a lo largo de los años, y cuyas propiedades podrían sacarla de más de un apuro.
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Mensaje  Fehu Vie 22 Mayo 2015 - 23:12

Escuchó las preguntas de la bruja con la mirada perdida en el dibujo del libro, y un silencio sepulcral predominó en la biblioteca antes de que Tarivius respondiese con su rasposa voz. - El tomo te guiará hacia ellos. El lenguaje que estas páginas usen puede ser demasiado confuso para tu entender, por lo que si es necesario yo te guiaré en los caminos que se te indiquen. - Giró su vista y la clavó en los ojos de Elen. - Para trasladarte te brindaré un instrumento único, con el que viajarás tan veloz como un parpadeo. - Hizo otra pausa y continuó su explicación. - Como antes he mencionado, el dolor de Kinvar podía establecer su dominio sobre las fuerzas no visibles: toda clase de magias. Estando fragmentada, esta reliquia perdió su capacidad de voluntad propia, por lo que cada fragmento actuará según el deseo de su portador. Tres fragmentos de la piedra contendrán el suficiente poder para anular los efectos de la oscura fuerza que yace bajo tu piel, siempre que los mantengas cerca. Revelaré el proceso de forja de un amuleto una vez traigas los tres fragmentos frente a mí. -

A los pocos minutos acompañó a la bruja hasta la potente entrada, siguiéndola con la mirada hasta verla desaparecer entre lo frondoso del bosque.


§   §   §   §   §   §


Tarivius esperó el regreso de Elen con paciencia. Mientras ella no estuvo el anciano se dedicó a la lectura de escritos antiguos, reavivando la práctica de la poderosa magia que corría por sus venas. Debía prepararse para lo que se avecinaba, lo sentía en sus huesos, lo sentía en el viento frío que corría en el bosque aún cuando el verano había llegado, lo sentía en la luz del sol. Advertencias que la naturaleza sutilmente murmuraba a aquellos capaces de escucharla.

Recibió a la bruja bajo el portal de la entrada mientras la veía acercarse. El momento era cada vez más próximo, la misión de Elen empezaría en cuestión de horas. El viejo no quería tener que enfrentarse a seres de otros planos, una fuerza destructiva tan grande como la que numerosas voces habían augurado antes sólo podía traer caos a las tierras de Aerandir. Él debía evitarlo, ¿pero cómo? No era el más poderoso, no era el más sabio, no era el más fuerte. Sólo era un brujo anciano enfrentándose a fuerzas de poder desmedido. Al tiempo que la veía acercarse todo se aclaraba aún más.

Era como si los dioses hubiesen de repente iluminado la tiniebla en la que se sumía su mente, ahora todo era claro. Jamás daría con su objetivo porque estaba caminando el sendero equivocado. La vio por primera vez de otra manera. Ella era la respuesta. Ella no sería un simple adalid, una aprendiz. No. Su espíritu le daría la fuerza, el tomo la sabiduría, el bastón el poder. "Elen Calhoun", el nombre resonó en la mente de Tarivius. Ella lo evitaría, debía hacerlo.

A través de las retorcidas habitaciones de la casa inclinada entraron otra vez en la biblioteca a paso apresurado. El tomo los esperaba abierto de par en par sobre la misma mesa donde antes se había posado. - Guardo la esperanza de que estés debidamente preparada para tu viaje. - Dijo Tarivius. Con ambas manos sostuvo el libro y se lo entregó a Elen. - Lareling. - Susurró entonces. De la misma forma que antes había sucedido, las hojas en blanco empezaron a pasar una detrás de otra hasta detenerse en un punto aparentemente súbito del tomo. Los mismos trazos de tinta, mas esta vez se formó una imagen muy diferente a la anterior.

Trazos violentos con forma de espiral viajaban desde los extremos de la hoja hacia el centro de la misma, donde se destacaba el dibujo de una esfera atravesada por una delgada línea negra. Un ojo, similar al de una serpiente... o de un dragón. - Tres fragmentos dominarán tu maldición. El primero de ellos reside bajo la guardia de una reconocida criatura en la tierra de los dragones. Enfrenta a la fiera, derrotala y en tus manos caerá el fragmento. Tres días, tres noches. No dispones de más, no dispones de menos. - Tarivius posó su mirada en un polvoriento reloj de arena, cuyos granos brillantes desafiaban a la gravedad ascendiendo por el vidrio desde el compartimiento inferior al superior. El brujo tragó saliva, Elen notaría su repentina preocupación. - El tiempo apremia. - Dijo, metiendo sus manos en un baúl del que sacó un grueso abrigo de piel. A paso apurado posó el abrigo sobre los hombros de Elen, y finalmente, Tarivius entregó su propio bastón a la bruja. - No queda tiempo. Debes visualizar lo que deseas, visualiza el fragmento. Cierra el tomo y él te guiará a tu destino. - El tono agitado de la voz del brujo denotaría sus nervios.

Finalmente, cuando Elen cerrara el libro entre sus manos sentiría cómo perdía el conocimiento, llegando al borde del desmayo. Cuando recuperara la conciencia, la bruja se encontraría tendida en una superficie un tanto rígida y áspera al contacto, frío de montaña penetraría en sus pulmones y sentiría la quemazón gélida característica del hielo.


_______________________________________________________________


Estás ahora en un ambiente nevado, próximo a la montaña. Tuya será la tarea de ambientar tus alrededores, las pautas únicas son: estás perdida, es de día y, claramente, hace frío.
Deberás elegir a un personaje, con el que tengas o no relación. Ella o él habrán de recibir un llamado al que acudirán para colaborar contigo en tu enfrentamiento.

Contacta conmigo vía MP para comunicar el personaje y usuario que hayas elegido. De la misma forma actúa ante dudas, propuestas o inquietudes.

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Mensaje  Elen Calhoun Dom 24 Mayo 2015 - 17:52

Tarivius esperó unos segundos antes de responder a las preguntas de la joven, revelándole que el tomo se encargaría de guiarla hasta el paradero de los fragmentos, y que él mismo la ayudaría si no conseguía entender el lenguaje en que el libro le mostraba el camino. La curiosidad se mostró en sus ojos, en forma de leve brillo, al escuchar que el mago le entregaría un artilugio capaz de hacerla viajar en cuestión de un parpadeo, lo que sin duda le resultaría sumamente útil para completar la búsqueda en el menor tiempo posible.

Luego abordó el tema referente a la reliquia, cuyos fragmentos al perder su voluntad propia con la rotura de la gema, pasaban a actuar siguiendo los deseos de su portador, siempre y cuando los mantuviese cerca de sí. Un amuleto, ese sería el destino de aquellas piezas que en breve saldría a buscar para terminar con el tormento que la maldición le había dado, y tras escuchar los detalles acerca del funcionamiento del poder que quedaba en ellas, supo de inmediato que si lograba conseguirlo tendría que llevarlo puesto en todo momento.

Sin duda sería un objeto muy preciado, y tendría que cuidarse de no mostrarlo en público para evitar que otros se interesasen por él y quisieran arrebatárselo, lo que podría convertirse en una complicación. Pero aún era pronto para preocuparse por ello, primero debía reunir los tres fragmentos y llevarlos de vuelta a la casa del mago, una misión que de seguro sería ardua y peligrosa, tenía que prepararse bien.

Caminó hasta la puerta de la vivienda y se despidió de Tarivius, dándole las gracias por acceder a ayudarla contra aquel mal que llevaba dentro, antes de dirigirse a su montura y poner rumbo a la ciudad, en la que adquiriría todo lo que creía necesario para lo que estaba por comenzar. Una multitud de ideas asaltaron su mente durante el trayecto, mayormente centradas en las posibles amenazas que podría encontrar durante la búsqueda de los fragmentos, y en cómo debería enfrentarse a ellas.

Atendiendo a esas inquietudes, se encaminó directamente hacia el comercio de los hechiceros en cuanto llegó a Beltrexus, donde pudo comprar algunos objetos que la ayudarían a salir de más de un aprieto. Entre esos y los que había reunido con los años, junto con la multitud de hierbas curativas, pócimas y ungüentos que había fabricado gracias al desarrollo de sus conocimientos sobre alquimia, se dijo que no podía estar más preparada.

También tenía en cuenta lo que había mejorado en combate, y cómo su dominio del elemento eléctrico y la telequinesis se hacían más fuertes cada vez que los utilizaba, en contraposición al aire, que aún no lograba crear de la nada y solo podía manipular en el ambiente. Sin embargo si había una clara desventaja en todo aquello, pero no podía pedir a nadie que la acompañase a algo tan peligroso, debía enfrentarse a ello sola.



***


Apenas dos días después de su primera visita, volvió a presentarse en la casa del mago, ataviada esta vez con su nueva armadura, a la cual no terminaba de acostumbrarse todavía, por ser tan diferente a la ropa que solía llevar. El doble cinturón de cuero le cruzaba el pecho, perfectamente ajustado a su figura para que pudiese sacar cualquiera de las dos espadas con rapidez si era necesario, mientras la daga descansaba a un lado de la cintura, en su vaina.

Tenía el pelo semi recogido y cargaba con una alforja no demasiado pesada, en que se encontraban el resto de cosas que había decidido llevar consigo. Se despidió de su montura y la dejó atada a un árbol cercano a la entrada, antes de aproximarse al portal, donde Tarivius ya la esperaba.

Siguió al anciano a través de las múltiples estancias que ya había visto días atrás, hasta que ambos volvieron a encontrarse en la biblioteca y el mago le entregó el tomo, que pareció cobrar vida de nuevo con una simple palabra suya. Los trazos esta vez formaron una imagen diferente a la que le habían mostrado antes, asemejándose a un ojo de reptil rodeado de espirales.

Elen escuchó con suma atención las palabras del hombre, alegrándose en cierto modo al notar el frío tacto del anillo cegador de bestias que ahora  llevaba en la diestra, y que seguramente se vería obligada a utilizar para obtener ventaja ante la fiera que custodiaba el primer fragmento. Para hacerse con él tendría que derrotarla, cosa que no resultaría sencilla, a pesar de que aún no sabía a ciencia cierta qué tipo de criatura iba a encontrarse.

No importaba, no había llegado hasta allí para ahora echarse atrás, enfrentaría su destino y haría todo lo que estuviese en su mano para completar aquella tarea que el mago le había encomendado. Y teniendo en cuenta que si lo conseguía sería el principio de su lucha contra los jinetes, aquella misión podía ser tomada como la prueba de su valía, si lograba reunir las piezas y hacerse con el amuleto estaría lista para combatir a las sombras.

Pero el tiempo apremiaba, solo disponía de tres días con sus respectivas noches, y eso ponía visiblemente preocupado a Tarivius, que con prisas echó un grueso abrigo sobre los hombros de la bruja y le entregó su bastón, antes de indicarle que visualizara su objetivo y cerrase el tomo, para que éste la guiase hasta el fragmento. La de cabellos cenicientos observó una última vez el rostro del mago, esbozando una leve sonrisa de agradecimiento antes de concentrarse en lo que debía hacer.

Cerró el tomo en cuanto la imagen de la pieza que deseaba encontrar se formó con claridad en su mente, y de inmediato sintió como su cuerpo desfallecía, cayendo inconsciente en el lugar al que la había transportado. Despertó de forma repentina poco después, tosiendo un par de veces a causa del frío que se había colado en sus pulmones, al tiempo que se giraba para echar un vistazo a la zona en que se encontraba.

No podía saber cuánto tiempo había estado allí tendida, pero las gélidas brisas ya habían hecho mella en su cuerpo, consiguiendo que temblase de forma incontrolada. Apenas tenía sensibilidad en el rostro, que de seguro había adoptado un tono más colorado de lo habitual a causa del acusado cambio de temperatura. Consiguió incorporarse hasta quedar sentada, mientras probaba a abrir y cerrar las manos para ver si estaban entumecidas, comprobando que por suerte el abrigo las había mantenido algo más protegidas y no se habían visto tan afectadas.

Recogió sus cosas y se levantó de la nieve, sacudió la que había quedado adherida a la armadura y escrutó los alrededores con la mirada, en busca de alguna pista que pudiese indicarle el camino a seguir. Se encontraba cerca de las montañas, en una zona de con poco desnivel y escasa vegetación, muy semejante a la llanura nevada, donde orientarse resultaba más complicado por los pocos puntos que podían ser tomados a modo de referencia, a pesar de que aún contaba con la luz del sol.

Debía aceptar que estaba pérdida, y que lo único de que podía valerse en aquel momento para elegir una dirección eran las montañas, pero ¿qué debía hacer? ¿avanzar hacia ellas o dejarlas a su espalda? - El tomo, Tarivius dijo que me guiaría hacia los fragmentos. - musitó, tratando de controlar el castañeteo de sus dientes, al tiempo que echaba mano al libro y lo abría, esperando que volviese a cobrar vida y le mostrase la senda a seguir.
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Mensaje  Thorn Dom 2 Ago 2015 - 22:42

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