Empieza la aventura [Libre 1/1[Interpretativo]
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Empieza la aventura [Libre 1/1[Interpretativo]
La noche anterior de emprender el viaje no podía dormir por todo aquello por lo que tenía que pensar. Había muchas cosas que no podía sacarme de la cabeza. La primera era Evelyne, la chica que, por vicisitudes del destino, tenía que proteger. ¿Por qué? Esa es la pregunta que me hacía todo el tiempo. ¿Por qué tenía que protegerla? Irónicamente, el que mejor sabía la respuesta de esta pregunta era yo. La protegía por la simple razón de hacer algo. Desde que había abandonado la rebelión que un día perteneció a Samhaim, me había quedado sin ningún objetivo. ¡Bien, ya tenía otra cosa en que pensar! En el pasado también tenía que proteger a Samhaim y de la rebelión, el primero lo maté y la segunda la abandoné cuando tuve que ocupar el puesto de líder.
La tercera y última cosa en que pensaba era en todo lo que dijo el borracho. La madre de Evelyne, la misma a quien teníamos que ir a buscar, era una puta de Lunargenta y, por lo que decía el borracho, de las baratas. Si el padre de la chica salvaje no hubiera intervenido yo mismo hubiera cogido a Suuri y hubiera reventado la cabeza de aquel borracho. Nadie. ¡NADIE! Puede hacer ni decir nada en contra de mí protegido o de mis amigos. En aquel momento mis nervios estaban a flor de piel; podría haber hecho cualquier locura mal controlada.
Al final la noche pasó y, por fin, comenzamos nuestro viaje. Nuestro paso me parecía inmensamente lento y aburrido. Buscaba el momento perfecto para hablarle de lo que dijo el borracho el día anterior. No lo hice durante el paseo, sus nervios, y también los míos, estaban demasiado libres como para poder hablar de lo que sucedió. Cualquier cosa hubiera podido pasar con los todos los nervios fura. Tenía que decirle algo, cuanto antes mejor. Quería dejar de pensar en otra cosa más.
-Evelyne tenemos que hablar.- No podía recordar cuantas veces había dicho esa misma frase a otras chicas para dejarlas. -¿Estás bien?- Pregunté tras una larga pausa. - Deberías haberle destrozado la cabeza a aquel borracho. Se lo merecía, he conocido a muchos hombres como él. Según Suuri, es a los que más le gusta besar.- Intenté hablar con un tono jocoso pero el tema era demasiado serio como para tener que jugar con ello. Ya había jugado suficiente con Vanish y la bailarina.
Estábamos viajando por uno de los bosques que tanto le gustaban a la chica salvaje. Estaba seguro que, fuera lo que fuera lo que le dijera estaría tranquila. Si tenía que protegerla, no solo lo haría físicamente, también mental. “O las cosas se hacen bien o no se hacen.”
La tercera y última cosa en que pensaba era en todo lo que dijo el borracho. La madre de Evelyne, la misma a quien teníamos que ir a buscar, era una puta de Lunargenta y, por lo que decía el borracho, de las baratas. Si el padre de la chica salvaje no hubiera intervenido yo mismo hubiera cogido a Suuri y hubiera reventado la cabeza de aquel borracho. Nadie. ¡NADIE! Puede hacer ni decir nada en contra de mí protegido o de mis amigos. En aquel momento mis nervios estaban a flor de piel; podría haber hecho cualquier locura mal controlada.
Al final la noche pasó y, por fin, comenzamos nuestro viaje. Nuestro paso me parecía inmensamente lento y aburrido. Buscaba el momento perfecto para hablarle de lo que dijo el borracho el día anterior. No lo hice durante el paseo, sus nervios, y también los míos, estaban demasiado libres como para poder hablar de lo que sucedió. Cualquier cosa hubiera podido pasar con los todos los nervios fura. Tenía que decirle algo, cuanto antes mejor. Quería dejar de pensar en otra cosa más.
-Evelyne tenemos que hablar.- No podía recordar cuantas veces había dicho esa misma frase a otras chicas para dejarlas. -¿Estás bien?- Pregunté tras una larga pausa. - Deberías haberle destrozado la cabeza a aquel borracho. Se lo merecía, he conocido a muchos hombres como él. Según Suuri, es a los que más le gusta besar.- Intenté hablar con un tono jocoso pero el tema era demasiado serio como para tener que jugar con ello. Ya había jugado suficiente con Vanish y la bailarina.
Estábamos viajando por uno de los bosques que tanto le gustaban a la chica salvaje. Estaba seguro que, fuera lo que fuera lo que le dijera estaría tranquila. Si tenía que protegerla, no solo lo haría físicamente, también mental. “O las cosas se hacen bien o no se hacen.”
Gerrit Nephgerd
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Re: Empieza la aventura [Libre 1/1[Interpretativo]
“Según Suuri, es a los que más le gusta besar”. Aquel comentario hizo que Evelyne esbozara una muy leve sonrisa. Llevaba todo el camino bastante seria, consumida por los nervios producidos por el incidente del borracho. No podía dejar de olvidar sus palabras, aquellas que tanto odiaba recordar. No soportara que hubiera llamado aquello a su madre, de quien no conocía el mas mínimo indicio de su procedencia, y mucho menos le había agradado que se hubiera dirigido a ella de aquella forma. Durante el camino, había estado bastante introspectiva. Los pequeños recuerdos que formaban parte de un pasado en el que su madre todavía estaba con ella, iban volviendo, y aunque en un principio había deseado buscarla para poder obtener respuestas, ahora Evelyne no podía evitar sentirse preocupada: era mucho mas que la búsqueda de unas respuestas. Su madre podía estar en cualquier parte, sufriendo, y si así era, no era tiempo lo que mas abundaba.
— No, Gerrit. No estoy bien —dijo después de bastante tiempo sin hablar—. Lo habría destrozado, lo habría destrozado. Créeme —no miro un solo instante a Gerrit. Permanecía con la vista perdida, entre los arboles y el suelo.
Soltó un leve suspiro, casi de agotamiento. Continuaron caminando durante un largo rato. Ella continuo en silencio sin decir nada.
— Y tu estas bien? —Pregunto ella. Aunque era una pregunta muy genérica, tampoco deseaba que Gerrit tuviera que soportar un silencio sepulcral. Pensando en que mantener un poco de conversación con el, los malos pensamientos migrarían, había hablado finalmente—. Sabes algo que me he preguntado en mas de una ocasión? De donde sacaste Suuri, y cuanto tiempo debe llevar a tu lado.
De pronto se dio cuenta de que a lo mejor había rozado un tema algo delicado. Si la procedencia de Suuri —aquella arma por que parecía mostrar a los ojos de Evelyne, gran orgullo— resultaba desgarradora o parte de un episodio bastante desagradable en la vida de Gerrit, habría cometido un grave error. De todos modos, poco después de que Gerrit pudiera responder, alguien apareció entre los arboles. Era una mujer, cuyo rostro estaba completamente manchado de sangre. Aunque Evelyne al instante por alguna razón se percato de que no era sangre; tal vez por el tono de esta. Se acerco a ellos con casi desesperación, y se lanzo abriendo los brazos contra Evelyne, quien aun tratando de dar un par de pasos hacia atrás, fue atrapada por las piernas, por esta mujer. La desconocida desprendía un hedor semejante al estiércol de caballo, y gemía una y otra vez. Evelyne no pudo evitar esbozar una mueca de desagrado, y moviendo levemente las piernas, separo los brazos de la desconocida de estas.
— Quien eres? —Pregunto ella.
— Idritna la cosechadora de tormentas —dijo ella, entre gemidos—. Pero han cosechado corrupción sobre mi. Corrupción! —Grito aquella ultima palabra—. Y sangre.
Evelyne la miro con extrema curiosidad. No se habían alejado tanto de Ulmer: si bien habían avanzado bastante, todavía no estaban tan lejos de Ulmer. Le extrañaba vislumbra una persona como aquella.
— Hombres peludos y enormes a quienes no les gusta el fuego y las chispas —alzo su mano y de ella emergieron algunas chispas de luz—. Muerden, desgarran, atormentan!
Soltó un ultimo gemido y desapareció entre arbustos y arboles. Evelyne vio como esta se marchaba, y luego dirigió la mirada hacia Gerrit, encogiéndose de hombros. Pero antes de continuar, miro al suelo y vio que entre la tierra y las piedras, había un pequeño papel. Se agacho y lo tomo entre sus manos. Luego se puso en pie y se quedo mirando con detenimiento el pequeño papel. Sobre el había unas inscripciones, muy semejantes a las que podrían encontrarse en un grimorios. Pero la principal particularidad que atrajo la atención de Evelyne fue el hecha odie que el pequeño papel, desprendía una luz permanente. La tonalidad de aquella luz variaba según la dirección desde la que ella miraba, por lo que estuvo moviendo el papel de un lado a otro. Evelyne escucho un sonido entre los arboles, como el de un tronco crujiendo al ser partido por una fuerza sobrenatural, aquello la alarmo de tal modo que apretó el papel en su mano sin percatarse. De pronto, noto un intenso pinchazo en la palma de su mano.
— Pero que? —Pensó en voz alta.
Y abrió la palma de la mano. El papel ya no estaba, y en su lugar quedaba una ardiente marca de tono cobrizo. La marca cada vez le ardía mas, y aunque no había dejado escapar un grito de dolor todavía, comenzaba a respirar muy deprisa debido al dolor.
— Gerrit, que es esto —pregunto, casi en una afirmación desesperada—. Gerrit. Me duele.
— No, Gerrit. No estoy bien —dijo después de bastante tiempo sin hablar—. Lo habría destrozado, lo habría destrozado. Créeme —no miro un solo instante a Gerrit. Permanecía con la vista perdida, entre los arboles y el suelo.
Soltó un leve suspiro, casi de agotamiento. Continuaron caminando durante un largo rato. Ella continuo en silencio sin decir nada.
— Y tu estas bien? —Pregunto ella. Aunque era una pregunta muy genérica, tampoco deseaba que Gerrit tuviera que soportar un silencio sepulcral. Pensando en que mantener un poco de conversación con el, los malos pensamientos migrarían, había hablado finalmente—. Sabes algo que me he preguntado en mas de una ocasión? De donde sacaste Suuri, y cuanto tiempo debe llevar a tu lado.
De pronto se dio cuenta de que a lo mejor había rozado un tema algo delicado. Si la procedencia de Suuri —aquella arma por que parecía mostrar a los ojos de Evelyne, gran orgullo— resultaba desgarradora o parte de un episodio bastante desagradable en la vida de Gerrit, habría cometido un grave error. De todos modos, poco después de que Gerrit pudiera responder, alguien apareció entre los arboles. Era una mujer, cuyo rostro estaba completamente manchado de sangre. Aunque Evelyne al instante por alguna razón se percato de que no era sangre; tal vez por el tono de esta. Se acerco a ellos con casi desesperación, y se lanzo abriendo los brazos contra Evelyne, quien aun tratando de dar un par de pasos hacia atrás, fue atrapada por las piernas, por esta mujer. La desconocida desprendía un hedor semejante al estiércol de caballo, y gemía una y otra vez. Evelyne no pudo evitar esbozar una mueca de desagrado, y moviendo levemente las piernas, separo los brazos de la desconocida de estas.
— Quien eres? —Pregunto ella.
— Idritna la cosechadora de tormentas —dijo ella, entre gemidos—. Pero han cosechado corrupción sobre mi. Corrupción! —Grito aquella ultima palabra—. Y sangre.
Evelyne la miro con extrema curiosidad. No se habían alejado tanto de Ulmer: si bien habían avanzado bastante, todavía no estaban tan lejos de Ulmer. Le extrañaba vislumbra una persona como aquella.
— Hombres peludos y enormes a quienes no les gusta el fuego y las chispas —alzo su mano y de ella emergieron algunas chispas de luz—. Muerden, desgarran, atormentan!
Soltó un ultimo gemido y desapareció entre arbustos y arboles. Evelyne vio como esta se marchaba, y luego dirigió la mirada hacia Gerrit, encogiéndose de hombros. Pero antes de continuar, miro al suelo y vio que entre la tierra y las piedras, había un pequeño papel. Se agacho y lo tomo entre sus manos. Luego se puso en pie y se quedo mirando con detenimiento el pequeño papel. Sobre el había unas inscripciones, muy semejantes a las que podrían encontrarse en un grimorios. Pero la principal particularidad que atrajo la atención de Evelyne fue el hecha odie que el pequeño papel, desprendía una luz permanente. La tonalidad de aquella luz variaba según la dirección desde la que ella miraba, por lo que estuvo moviendo el papel de un lado a otro. Evelyne escucho un sonido entre los arboles, como el de un tronco crujiendo al ser partido por una fuerza sobrenatural, aquello la alarmo de tal modo que apretó el papel en su mano sin percatarse. De pronto, noto un intenso pinchazo en la palma de su mano.
— Pero que? —Pensó en voz alta.
Y abrió la palma de la mano. El papel ya no estaba, y en su lugar quedaba una ardiente marca de tono cobrizo. La marca cada vez le ardía mas, y aunque no había dejado escapar un grito de dolor todavía, comenzaba a respirar muy deprisa debido al dolor.
— Gerrit, que es esto —pregunto, casi en una afirmación desesperada—. Gerrit. Me duele.
Evelyne Héðinsdóttir
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Re: Empieza la aventura [Libre 1/1[Interpretativo]
Para mí, haber deseado destrozar a alguien que insultara a mi madre no hubiera significado nada. Lo habría destrozado sin remortimiento alguno. Tampoco era algo tan grave para ponerseasí, un idiota menos, Aerandir sería un lugar mejor sin él. Sin embargo, para Evelyne, la vida de una persona, por muy insignificante que sea, era importante. Se sentía mal consigo misma por haber deseado matar a aquel idiota. No compartía ese sentimiento, ni tampoco lo entendía por lo que no dije nada por miedo a ponerla peor humor de lo que ya estaba.
Si no hubiera sido la chica salvaje la que estuviera apenada y hubiera sido otra chica igual de bella, habría aprovechado la situación de una manera muy distinta. Hubiera acariciado su cara haciéndola sentir que no estaba sola, la hubiera abrazado fingiendo que la comprendía y la hubiera besado para que pensara que la amaba. No sería la primera vez que me hubiera aprovechado de una chica de tal manera solo con la inteción de tener sexo con ella. Sin embargo, con Evelyne, no tenía que fingir nada. Podía ser yo mismo, con mis cosas buenas y mis cosas malas. Si quisiera acostarme con ella se lo diría sin rodeos. Ella no era una de las muchas mujeres de sexo fácil, era mi amiga. No tenía razón para engañarla.
-¿Suuri?- Repetí sorprendido. Después de vivir dos días junto a ella esperaba que me hiciera preguntas sobre mis padres, sobre los elfos, sobre la rebelión, incluso me podría esperar un par de preguntas de sexo antes de preguntarme sobre la procedencia de Suuri. -Ella es mi amiga.- Dije besando la cabeza del martillo.- Es algo buscona pero solo a mí me besa con cariño.- Bromeé aunque dudaba de que hubiera entendido mi broma.- La primera vez que la vi tendría unos quince o quizás catorce años. No lo recuerdo bien. Fue una de las muchas veces que me escapé de casa; en otra ocasión ya te contaré por qué me huía tanto de la enorme mansión de los Nephgerd.-Puntualicé antes de proseguir con la historia.- Sabía que mi padre habría movilizado gran parte de su escolta personal para buscar y tuve que esconderme en la herrería de la ciudad. Fue entonces cuando la vi, un hombre con unos brazos como toneles la estaba acabando de pulir. Recién la acababa de fabricar. Si creyese en el amor te diría que eso fue lo que sentí cuando vi a Suuri. Total, me escondí entre las estanterías de la herrería y cuando el tipo se despistó le robé el martillo que acababa de fabricar. Cuando volví a casa tras haber asustado lo suficiente a mi padre, tenía una nueva amiga cargada en mi espalda.- Medité unos segundos para acordarme de la cara de sorpresa que puso el señor Nephgerd cuando me vio recubierto de barro y suciedad y con una arma recién fabricada. -Nunca supe que pasó con el error, supongo que mi padre le pagó con intereses. Tampoco me importa.-
Aquella era la semana de las mujeres locas. Todo empezó con la gatita, luego la chica roba conejos, la bailarina de mal caracter, la hica de pelo rosa y, ahora, la loca del papel. ¿es que no me iba a encontrar con ninguna chica normal aquella semana? Solo una, no pedía mucho ¿verdad? A juzgar por las palabras de la nueva loca, parecía haber visto al lobo que vimos Evelyne y yo hacía un par de días; su padre dijo algo sobre Licántropos por lo que todo podría estar entrelazado.
-¡Espera, no te vayas!- Grité avanzando unos pasos hacia donde se hubo ido la loca, pero ya era demasiado tarde. La loca desapareció por el bosque tan rápido como hubo aparecido.
Si había un licántropo suelto por estos bosques, cosa muy probable por la fama que tienen, teníamos una buena razón para mantenernos unidos. Seis ojos podían ver más que dos. Si nos separamos, aunque solo fueran por unos pasos, uno podría estar en peligro. Si nos separamos... ¡como yo me había separado de Evelyne! Su grito de dolor me llamó la atención. Estaba claro que por muy buenas ideas que tenía no predicaba con el ejemplo. Era un pésimo guardián.
-¡Evelyne!- Fui rápidamente con ella cogiendole suavemente de la mano donde una extraña cicatriz rojiza estaba formandose en un nítida piel. -¿Qué te ha pasado, estás bien?-Estaba tan nervioso que comencé a preguntar las cosas más obvias. -Tranquila, no te pasará nada.- Mentí no solo para calmarla a ella, también para calmarme a mí, no quería cargar con otra muerte bajo mis espaldas. -Mírame.- Sonreí lígeramente para que viera que estaba tranquilo y no tenía nada que temer; al mismo tiempo acariciaba la palma de su mano.- No sé que es esto pero te prometo que lo arreglaremos. ¿De acuerdo?-
Si no hubiera sido la chica salvaje la que estuviera apenada y hubiera sido otra chica igual de bella, habría aprovechado la situación de una manera muy distinta. Hubiera acariciado su cara haciéndola sentir que no estaba sola, la hubiera abrazado fingiendo que la comprendía y la hubiera besado para que pensara que la amaba. No sería la primera vez que me hubiera aprovechado de una chica de tal manera solo con la inteción de tener sexo con ella. Sin embargo, con Evelyne, no tenía que fingir nada. Podía ser yo mismo, con mis cosas buenas y mis cosas malas. Si quisiera acostarme con ella se lo diría sin rodeos. Ella no era una de las muchas mujeres de sexo fácil, era mi amiga. No tenía razón para engañarla.
-¿Suuri?- Repetí sorprendido. Después de vivir dos días junto a ella esperaba que me hiciera preguntas sobre mis padres, sobre los elfos, sobre la rebelión, incluso me podría esperar un par de preguntas de sexo antes de preguntarme sobre la procedencia de Suuri. -Ella es mi amiga.- Dije besando la cabeza del martillo.- Es algo buscona pero solo a mí me besa con cariño.- Bromeé aunque dudaba de que hubiera entendido mi broma.- La primera vez que la vi tendría unos quince o quizás catorce años. No lo recuerdo bien. Fue una de las muchas veces que me escapé de casa; en otra ocasión ya te contaré por qué me huía tanto de la enorme mansión de los Nephgerd.-Puntualicé antes de proseguir con la historia.- Sabía que mi padre habría movilizado gran parte de su escolta personal para buscar y tuve que esconderme en la herrería de la ciudad. Fue entonces cuando la vi, un hombre con unos brazos como toneles la estaba acabando de pulir. Recién la acababa de fabricar. Si creyese en el amor te diría que eso fue lo que sentí cuando vi a Suuri. Total, me escondí entre las estanterías de la herrería y cuando el tipo se despistó le robé el martillo que acababa de fabricar. Cuando volví a casa tras haber asustado lo suficiente a mi padre, tenía una nueva amiga cargada en mi espalda.- Medité unos segundos para acordarme de la cara de sorpresa que puso el señor Nephgerd cuando me vio recubierto de barro y suciedad y con una arma recién fabricada. -Nunca supe que pasó con el error, supongo que mi padre le pagó con intereses. Tampoco me importa.-
Aquella era la semana de las mujeres locas. Todo empezó con la gatita, luego la chica roba conejos, la bailarina de mal caracter, la hica de pelo rosa y, ahora, la loca del papel. ¿es que no me iba a encontrar con ninguna chica normal aquella semana? Solo una, no pedía mucho ¿verdad? A juzgar por las palabras de la nueva loca, parecía haber visto al lobo que vimos Evelyne y yo hacía un par de días; su padre dijo algo sobre Licántropos por lo que todo podría estar entrelazado.
-¡Espera, no te vayas!- Grité avanzando unos pasos hacia donde se hubo ido la loca, pero ya era demasiado tarde. La loca desapareció por el bosque tan rápido como hubo aparecido.
Si había un licántropo suelto por estos bosques, cosa muy probable por la fama que tienen, teníamos una buena razón para mantenernos unidos. Seis ojos podían ver más que dos. Si nos separamos, aunque solo fueran por unos pasos, uno podría estar en peligro. Si nos separamos... ¡como yo me había separado de Evelyne! Su grito de dolor me llamó la atención. Estaba claro que por muy buenas ideas que tenía no predicaba con el ejemplo. Era un pésimo guardián.
-¡Evelyne!- Fui rápidamente con ella cogiendole suavemente de la mano donde una extraña cicatriz rojiza estaba formandose en un nítida piel. -¿Qué te ha pasado, estás bien?-Estaba tan nervioso que comencé a preguntar las cosas más obvias. -Tranquila, no te pasará nada.- Mentí no solo para calmarla a ella, también para calmarme a mí, no quería cargar con otra muerte bajo mis espaldas. -Mírame.- Sonreí lígeramente para que viera que estaba tranquilo y no tenía nada que temer; al mismo tiempo acariciaba la palma de su mano.- No sé que es esto pero te prometo que lo arreglaremos. ¿De acuerdo?-
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