[Libre-Interpretativo] La paz de los bosques

Evelyne Héðinsdóttir Vie Jul 31 2015, 14:55

– Ya es hora de que te levantes, joven –la voz de mi padre me despertó en la mañana, cuando aún los rayos de luz no eran suficientes como para que el azul negruzco del cielo se tornara celeste.

– Ya voy, ya voy –dije, con un tono de protesta.

Detestaba sin duda el hecho de madrugar, pero si era necesario, lo hacía. Y llevaba haciéndolo ya mucho tiempo, para poder cuidar de la granja, para poder realizar la tarea que mi padre no podía debido a su enfermedad. Estaba febril, y únicamente se levantaba por las mañanas para despertarme a mí, pues sola era totalmente incapaz de hacerlo, y podía terminar durante más horas de las debidas descansando plácidamente.

– Has dicho lo mismo antes. Venga, levántate. Esos tomates no crecen solos –dijo por última vez.

Pero cuando lo dijo yo ya estaba frente a él, totalmente cambiada y dispuesta para ponerme manos a la obra. Pase algunas horas trabajando en la pequeña granja que teníamos justo frente a la casa de techo musgoso que habia heredado mi padre tiempo atrás. El me observaba desde la puerta de la casa, sentado en una silla de madera que yo misma habia hecho algunas semanas atrás. Protestaba de vez en cuando, por su estado físico, y a veces protestaba de mi modo de hacer las cosas. Siempre repetía una y otra vez que a él se le daba mejor, mucho mejor realizar las labores agrícolas. Y deseaba girarme a él y replicarle, pero mantenía la mente serena y en calma. Al fin y al cabo el siempre habia sido amable y bueno conmigo, que estuviera lleno de frustración y dolor en aquel momento, y esto le hiciera actuar de aquella forma, era otro asunto. Y aunque yo no era la reina de la empatía, sí que trataba de esforzarme un poco por comprender a mi padre.

– Ya casi esta –le dije, mientras él estaba observando el cielo desde su silla.

– Ah, perfecto, has sido rápida esta vez –rara vez me soltaba un cumplido respecto al trabajo que llevaba a cabo.

– Lo sé –respondí–. Padre, ahora que he terminado, iré a pasear un poco y entrenar.

– Como gustes –me dijo el, con una sonrisa.

Parecía más animado ahora que yo ya habia terminado. Entre en mi hogar, y tome la espada que siempre utilizaba. Una espada que apenas tenía filo, pues no la usaba más que para entrenar golpeando árboles y piedras. Salí, y alzando mi mano despidiéndome de mi padre, marche hacia la densidad de los bosques, para buscar un lugar donde encontrarme tranquila y poder practicar con aquella arma.

Hatzk Mar Ago 11 2015, 03:35

Apenas habían pasado algunos días desde que su hogar se había quedado atrás, a sus espaldas, sin embargo, el hombre sapo ya echaba de menos su hogar. Anhelaba volver a escuchar las voces de sus hermanos menores divirtiéndose y dando tumbos a su alrededor. Extrañaba las alentadoras y calidas palabras de su cariñosa madre e incluso el trabajo con los hongos al lado de su obstinado padre. Pareciera que su mente confabulaba cada vez más en su contra para hacerle retroceder y volver por el mismo sendero que había tomado para llegar hasta aquí, no obstante, Hatskhaminei no sucumbiría ante esos sentimientos y seguiría adelante ante sus decisiones. Su orgullo y valor le impulsaban a poner una pata delante de la otra y esperaba con entusiasmo el próximo lugar al que llegaría.

Luego de recibir las orientativas palabras de un par de amables personas, el anfibio decidió encaminar sus pasos hacia el poblado más cercano, aquel que se erguía entre la arboleda del bosque, hogar de los hombres capaces de mutar su cuerpo en formidables bestias guerreras, los licántropos. Aunque un poco temeroso, confiaba en que aquellos seres podrían dar la bienvenida a un humilde sapo que solo estaba de paso, después de todo, le gustaba creer en la frase que siempre había dicho su querido abuelo. – “A los lobos no les gusta el sabor de nuestra carne” Sería lo suficiente para aventurarse en el pueblo y esperar no ser engullido en vida ante los afilados colmillos de un canino.

El anuro avanzaba con grandes zancadas, los saltos eran su especialidad. En su rostro se dibujaba una marcada sonrisa, estaba contento por notar que cada vez se encontraba más lejos de casa y se acercaba a ver realizados sus sueños. No solo ganaría las habilidades y posición de un caballero, también se haría de algunos Aeros que utilizaría para llevar asombrosos obsequios a sus hermanas y hermanos y quizás alguna medicina que ayudará en los terribles dolores reumáticos de su amada madre.

Antes de continuar, Hatskhaminei se detuvo en un claro del bosque. Hincho su pecho para croar un par de veces e inspecciono los alrededores. La madera de los árboles estaba dañada, rasgada, contusa, pareciera que alguien había estado aquí desarrollando un combate. El sapo se acerco a uno de los árboles para mirar más de cerca su corteza. No, no se trataba de garras lo que habían marcado la piel del cuerpo vegetal, ante una inspección más exhaustiva, llego a la conclusión que eran las marcas características de un sable. – Peculiar. Agrego solitariamente mientras se perdía en sus propias sospechas.

Hatskhaminei desenvaino su espada y la sujeto con firmeza frente a sus grandes y amarillos ojos. Aspiro con fuerza, llenando sus pulmones en su máxima capacidad y soltó un aspadazo a un lado de aquellas marcas sobre la corteza. El llamado príncipe retiro el filo de su arma y admiro por algunos instantes la marca que había dejado. Poco podrían compararse con el resto de marcas que habían estado ahí antes de su llegada. Se sintió apenado por no ser capaz de impactar con esa fuerza contra el fuerte cuerpo de madera y poder superar esas marcas, pero no se rendiría. El anuro tomo su capa y la arrojo tras sus hombros para que no fuera un estorbo, volvió a reunir sus fuerzas y soltó otro golpe con su espada, pero no estaba satisfecho, aun no se acercaba a lo que pretendía emular, así que continuo golpeando hasta poder ver cumplido su objetivo.

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Off: Supongo que el encuentro esta en tus manos. Espero que no te moleste la intromisión de un sapo.

Gameiro Odiconox Miér Ago 12 2015, 03:12

Me alegre por ver algo de civilización después de caminar varios dias al interior del bosque comiendo en su mayoria hongos y plantas, sentia que pronto me saldrían raices si no comia algo que no fuese vegetación, mi apetito draconico clamaba por alguna de las ovejas que vi al entrar al mismo, pero hice acopio de fuerza de voluntad para no hacerlo, un par de niños que jugaban en medio de la calle se exaltaron en cuanto me vieron y corrieron hacia el interior de sus viviendas. Ignorando lo ultimo, las demas personas no parecian extrañadas con mi prescencia, asi que me detuve a preguntar a un par de personas por la localización de alguna posada, por desgracia el precio por dicho establecimiento estaba totalmente fuera de mi presupuesto, asi que decepcionado pense que otra vez me tocaba dormir al aire libre.
Mi apetito fue saceado un par de horas mas tarde gracias a la generosidad de una pareja de adultos mayores que me regalaron un par de emparedados de carne de vaca (dos hojas de pan acompañados de un trozo de carne) asi que me comi uno y el otro lo guarde para mas tarde y fui al mercado, lo cual fue lo peor que pude hacer, ya que habia bastantes licantropos en el mismo y aunque no les guardaba especial rencor a algunos, no sería bien recibido en aquel ambiente por lo que sali de ahi inmediatamente.
Mas tarde me encontraba a las afueras del poblado aun resignandome a dormir de nuevo al interior del bosque, hasta que para mi sopresa vi algo poco comun... un sapo de buen tamaño golpeando un arbol con su espada... quede bastante sorprendido con dicho descubrimiento, ya que solo habia leido de ellos en libros, pero lo que mas me tenia fascinado era ver como golpeaba un arbol con su espada... mire detenidamente el arbol y me percate de algunas marcas, despues regrese mi mirada al anfibio y al analizar su forma de golpear el mismo supuse que intentaba imitar dichas marcas, lo cual sería imposible para él en sus circuntancias actuales, ya que la persona que golpeó dicho arbol no era siquiera humano, esa fuerza excesiva y esa forma de golpear los arboles era obra de un licantropo, asi que sonreí para mi mismo y continue mi camino, pero me detuve al ver un par de sujetos que miraban al sapo desde lo alto de un tejado, hablaban entre si y señalaron 2 veces al sapo... me detuve a pensar las cosas un poco y segun mis escritos los licantropos no solian comer sapos, pero si solian cazarlos en ocasiones porque habian brujos y magos que podian pagar una buena suma por partes como sus ojos o sus ancas.
Y asi de la nada, me encontre en una incrucijada, seguir mi camino y dejar al sapo a su suerte o reunirme con él e intentar alejarlo del peligro... no tenia que ser un genio para saber que la segunda opción me llevaría a un enfrentamiento directo con esos dos sujetos, a excepción de que le tuvieran miedo a un sapo que golpeaba torpemente un arbol y que ahora estaba bastante agotado y a alguien con una armadura que en cuanto identificaran como un Caballero-dragon no dudarían en sacarle las entrañas solo por placer. Por desgracia ya no tenia tiempo para pensarlo, los dos sujetos se acercaban cada vez mas a él y tenia que tomar una descisión, asi que aprete los dientes y repeti las palabras de mi credo en la mente mientras me acercaba al sapo que seguia golpeando el árbol hasta que subitamente lo tome por el brazo que tenia su espada haciendo que este la soltara debido a la impresión.
-Tenemos que irnos -le dije mientras me miraba sorprendido, lo solte, me incline, tome su espada y se la entregue, despúes me gire para ver a los sujetos y ambos se detuvieron a algunos metros, pero pronto comenzaron a correr hacia nosotros:
-¡Corre! -le grite al momento en que sabia que me habia metido en un buen problema "¿Que se supone que hare ahora?" pensé mientras escuchaba como aquellos sujetos se nos acercaban mas y mas.

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Off: Yo tambien me uno =D

Evelyne Héðinsdóttir Lun Ago 24 2015, 03:55

OffRoL: para empezar, quiero disculparme con vosotros por haber tenido olvidado este tema! Había perdido la esperanza de que me respondieran y en consecuencia lo descuide por completo! Pero ya mismo posteo y estaré activa de forma continuada. Un saludo enorme y muchísimas gracias por uniros, y de nuevo, mil disculpas! Por cierto sapito , me pareces adorable!
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Evelyne se movió entre los bosques golpeando algunos arboles con todas sus fuerzas con aquella espada desafilada. En ocasiones se sentía culpable por hacer aquello, por “dañar a los arboles”. Luego negaba con la cabeza y se repetía a si misma que no hacia mas que divertirse inocentemente, que siempre era mejor que golpeara la dura corteza de cualquier árbol antes que golpear el rostro de algún muchacho inocente. Aunque sin duda lo probaría en alguna ocasión.

-Evelyne, haz esto, haz lo otro… -repetía mientras golpeaba divertida cualquier árbol que se encontraba a su paso-. Planta los tomates! Planta esas lechugas! AGH -exclamo y golpeo con furia nuevamente.

Sin duda alguna ya empezaba a estar cansada de su rutinaria vida. Tener que cuidar a su padre, y al cultivo en el que largos años había trabajado su padre no era una de las metas de su vida, y sin embargo se veía obligada a hacerlo. Que otra opción tenia? Dejar allá tirado a su padre, a su suerte? Jamas haría algo así. Evelyne desprendía un particular aroma a jazmín aquel día, y vestía con sus harapos mas deshechos, aquellos que generalmente utilizaba para trabajar en su pequeño campo y así evitar manchar sus prendas mas presentables. Paro en seco un instante, cuando escucho un golpeteo continuo. Por un momento imagino que se trataría de un pájaro carpintero golpeteando con recurrencia algún árbol cercano. Pero no, desde luego aquello no sonaba como un pájaro carpintero, era distinto: un sonido metálico. Ella lo reconocía, era un sonido muy semejante al que producía su espada desafilada cada ocasión que ella la hacia chocar contra un árbol; pero en menor escala. Busco con la mirada con una inmensa curiosidad. Aunque había marchado dirección a los bosques, continuaba estando en Ulmer, en sus alrededores donde comenzaban los hogares de los licántropos. Fue al cabo de un rato cuando hallo bajando la vista un sapo. Evelyne habría imaginado un sapo en cualquier situación, en cualquiera! Pero lo ultimo que habría esperado era hallar un sapo golpeando con todas sus fuerzas a un árbol, y sosteniendo una espada entre sus extremidades.

-No creo haber ingerido ningún hongo extraño hoy -pensó en alto para si misma-. Por los colmillos de…

Y quedo un largo tiempo observando a la pequeña criatura, que golpeaba unas marcas que ya habían permanecido antes sobre aquella corteza. De hecho, aquellas marcas sobre las que el pequeño sapo golpeaba, las había producido la misma Evelyne con su espada. Eran golpes enormes y vastos, productos de un arma de hoja gruesa sin filo alguno; al dedicarse a no mas que aporrear el tronco había dejado aquellas marcas gruesas.

Alguien mas se acerco, un individuo extraño que ella no había visto jamas antes -tampoco había visto un sapo semejante antes, todo resulto asombrosamente nuevo para ella-, que como si todo sucediera de repente, tomo el brazo armado del sapo y trato de protegerlo. Evelyne miro a todas partes buscando el motivo de aquella reacción, y vislumbro en la parte superior de una casa cercana como dos hombres observaban y comentaban sobre el sapo. Tal vez debían estar burlándose, pero también tenían una intención mas que el mero hecho de burlarse, Evelyne intuyo que querrían hacerse con la pequeña criatura. No imaginaba por que querrían hacer aquello en lugar de dejar en paz al sapo: era evidente que llamaba la atención, pero por que cazarlo? Ella imagino que si lo atrapaban, seria con la intención de tenerlo como trofeo. “El sapo que golpeaba con una espada a los arboles”, sin duda alguna algo anecdótico que contar, que con una prueba de primera mano resultaría mas convincente. Los dos individuos bajaron de aquella casa y fueron dirección al sapo; pero frente a ellos se coloco el misterioso individuo que había alertado al sapo con anterioridad.

-Qué está sucediendo aquí? -pregunto Evelyne directamente. Ella se posiciono justo al costado del desconocido. No se dio cuenta, pero se mostraba ofensiva con la espada desafilada en su mano. Al fin y al cabo, solo ella conocía el detalle de su filo.

Hatzk Lun Ago 24 2015, 18:26

Su paciencia era grande, más, aun así, comenzaba a verse perdida ante el duro trabajo que se había impuesto. – No puedo hacerlo. Mascullo mientras seguía golpeando desesperadamente, intentando igualar las marcas sobre la dañada corteza. A pesar de que parecía una diligencia imposible, continuó golpeando haciendo acopio de sus fuerzas restantes, totalmente distraído de sus alrededores y los inminentes sonidos provenientes de la frondosidad del bosque. Se había perdido totalmente, la frustración crecía a cada momento mientras la pena embargaba sus sentidos ante la impotencia. No obstante, El sapo continúa con su ardua labor. No estaba dispuesto a rendirse, no todavía. Sus delgados brazos se mantenían con la voluntad de continuar sus ataques.

Hatzkhaminei respiro profundamente y se detuvo unos instantes. Esta vez prepararía un impacto más concienzudo y estratégico, o al menos lo sería para él. Preparo sus músculos y tomo el impulso requerido. Con determinación, lanzo un nuevo golpe hacia el árbol mientras instintivamente se cerraban sus parpados, esperando el fuerte choque del acero contra la madera, pero algo había fallado. No encontró ese impacto, en lugar de ello, encontró una extraña y desconocida presión posicionándose sobre su brazo, frenando sus intenciones de lleno. – ¿Qu... que? Su espada cayo sin remedio debido a su exaltada reacción. Busco con la mirada el proceder de aquella presión. Pronto se percato de una figura alta enfundada en acero contrastado por rojo y negro. – ¿Quien sois? Cuestiono preocupado, pero en un momento presto una mayor atención a algo más importante. – So... soltadme. Pidió forcejeando, jalando con fuerza para liberarse del agarre del desconocido. – Os puedo asegurar que no iré a ningún lado. A pesar del amable gesto de entregarle su espada, el anfibio no podía confiar con alguien que había aparecido de la nada y lo había apresado con su agarre de manera sorpresiva.

Tomo su espada y la regreso a su funda. Se mantenía confundido y asustado, buscando una aparente explicación para la alarmante situación. Pronto se percato de un par de nuevas presencias. Se trataba de un par de hombres que se acercaban hacia ellos. Todo aquello era demasiado para el inexperto sapo. Pensó rápido buscando una posible salida. No era posible correr. Sus cortas patas no le ayudarían mucho. Tampoco era factible desenfundar su espada pues le superaban en número y desconocía por completo las intenciones de todos. Antes de que pudiera hacer algo, una persona más se reunía en el lugar. A pesar del humilde aspecto de la recién llegada, blandía peligrosamente una espada. Los nervios de Hatzkhaminei era un manojo de enredos y temores. Cada una de sus sospechas se enmarcaba en un fatídico final. Agobiado, El sapo no tuvo más opción que intentar alejarse de todos ellos como pudiese.

Haciendo uso de sus patas, El anfibio salto un par de metros sobre el suelo, alcanzando la frondosa y gruesa rama de un árbol. Con lo que le restaba de fuerza, se tomó con fuerza del cuerpo vegetal y trepo hasta ocultarse entre las hojas para sentirse despejado y seguro. - Vuestro atrevimiento es reprobable, insulso. Hablo desde el cobijo de las ramas. – ¿Qué son ustedes? ¿Asesinos, mercenarios, secuestradores? Prosiguió elevando la voz para ser escuchado. – No estoy dispuesto a morir el día de hoy, mi espada aun tiene un propósito que cumplir. Buscad otro objetivo y dejadme de una buena vez en paz. Decía mientras luchaba por ocultarse mejor entre las hojas. – Envestir a un noble caballero. Deberías estar avergonzados. Añadió como comentario final antes de intentar saltar hacia otra rama.

El sapo saltó hacia el lugar más cercano, pero justo cuando sus pies tocaron la superficie, la resistencia de la rama venció y fue a dar hacia el suelo, cosa que habría pasado también con Hatzkhaminei de no ser porque sus brazos habían logrado aferrarse a un lugar para sostenerse. El anfibio colgaba torpemente mientras intentaba volver a subir sin frutos en su esfuerzo. Temeroso y sumamente preocupado, recordaba a su familia, a su hogar y aquellos sueños que ahora jamás vería cumplidos.

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Off: Gameiro, debo recalcar que la acción ejercida sobre Hatzkhaminei, tanto tomarlo por el brazo y la reacción que planteaste sobre él, corresponde a un evidente y claro acto de Metarol, el cual no toleramos dentro del foro. Lo he dejado pasar en esta ocasión y me he adaptado a las acciones ejercidas, pero puedo asegurarte que la próxima no daré alto al respecto. Espero que lo tengas presente en futuras respuestas y otros temas.

Gameiro Odiconox Lun Ago 31 2015, 09:52

Todo sucedió muy rápido, primero tenía a una chica de aspecto humilde a mi lado portando una espada en tono ofensivo y después ya tenía al sapo colgando de las ramas practicamente como si fuese una carnada viviente a aquellos que ahora lo observaban igual que yo y aunque lo cierto es que no quería pelear, tampoco estaba deacuerdo conque ellos le hicieran daño, digo, se supone que termine en esta situación por él y ahora no dejaría que su extraña afinidad de meterse en problemas acabara con él... no mientras yo estuviese a su lado:
-Escuchen, no queremos problemas... -comence a decirles al momento en que levantaba ambas manos intentando lucir poco amenazador-... sin embargo, no pienso dejar que le hagan nada a esta noble criatura... -pase mi mano derecha a mi espalda y desenfunde lentamente mi alabarda que hizo un chirrido al rozar con la armadura de mi espalda-... asi que les pedire de la manera mas amable que por favor replanteen un poco la situación, ya que aunque mi Dios no me permite matar a mi gusto, si me permite hacerlo cuando alguien peligra -complemente al momento en que acomodaba mi alabarda a mi lado enterrandola suavemente en el piso a mi lado hasta que quedo casi de mi misma estatura... esto hizo que los dos sujetos se pusieran a la defensiva y aunque supuse que podrían atacar, ya no contaban con el factor ofensivo numerico ahora que la chica estaba con nosotros, asi que solo me miraron ofensivamente y se retiraron haciendome sentir tranquilo.
Una vez que estuvieron lo suficientemente lejos le hice una reverencia a la joven dama que ahora estaba a mi costado y después volvi a enfundar mi alabarda para demostrarle que no quería herirla:
-Le agradezco su valentia, gracias a usted hoy la sangre no correra en este bello bosque... -después regrese mi mirada al joven sapo y me acerque hasta ponerme debajo de él-... ¿Necesitas ayuda? Si quieres puedes dejarte caer, yo puedo atraparte -complemente al momento en que levantaba lo brazos por si decidía hacerlo o por si la rama se vencía.

Evelyne Héðinsdóttir Jue Sep 10 2015, 12:05

Escuché las palabras del individuo armado en hierro rojizo. Parecía estar defendiendo a la pequeña criatura que había ascendido hasta un árbol, posándose de una rama y reprochando la actitud desagradable de otros hombres. Tras las breves palabras del hombre armado, quien había extraído su alabarda con la intención de dejar claro que, si era necesario, pelearía, los hombres se marcharon; si bien no huían con una excesiva desesperación, sí se marcharon a un paso ligero. Con gran amabilidad —y sorpresa mía en consecuencia—, el hombre armado me agradeció mi presencia y mi “valentía”.

— Ehm. Pero si yo… —no sabía muy bien qué decir. No había hecho nada en absoluto para retener a los desconocidos frente a la caza de la pequeña rana esgrimista. Luego dirigí mi mirada hacia mi espada y comprendí—. Ah, entiendo. Sí, sí, ¡de nada! Es que soy una gran heroína —dije, con un tono socarrón.

Volví la vista en dirección a la copa del árbol. Desde una ramita colgaba la pequeña rama, que parecía sujetarse con todas sus fuerzas.

— Pero ten cuidado si atrapas a la rana —le sugerí al sujeto armado—. No veo parte alguna de tu cuerpo que no esté tapada con esa armadura. Una caída seca sobre ti podría hacerle mucho daño. Además, a lo mejor ni quiere caer, ¿por qué querría fiarse de nosotros? Hemos hecho que se marcharan los otros hombres, ¿pero quién dice que la rana no piense que lo hemos hecho para quedárnosla nosotros? De todos modos —y esto lo dije con una voz mucho más baja, en dirección al hombre armado—, si llega a bajar con nosotros, no niego que dejaría escapar una inmensidad de preguntas a tal criatura. Espérame un segundo —dije finalmente.

Me alejé unos metros hasta situarme frente a un arbusto bastante denso. Lo corté costosamente con la espada sin filo, a base de golpes, y tomé el montón de hojas y plantas llevándolas conmigo hasta el árbol de donde colgaba la pequeña rana. Situé el abundante follaje justo bajo donde se encontraba la rana. Si caía, no se haría tanto daño como si cayera sobre las manos férreas del otro individuo.

Sarez Dom Nov 29 2015, 09:34

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