Entre hielo, roca, y agua. [Interpretativo - Libre ][+18] Wallace + Vacante. [0/1]
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Entre hielo, roca, y agua. [Interpretativo - Libre ][+18] Wallace + Vacante. [0/1]
Habíamos retomado el camino sin demasiados preámbulos ni palabras. Encima de ambos sobrevolaba una sombra de lo que había podido ser, y de lo que era prácticamente una certeza inminente, nos gustase a los dos, o no.
Yo no quería pararme a pesar demasiado. Una parte de mi me llamaba a la huída, porque todo aquello de lo que me había estado protegiendo durante años, todo aquello que había observado en los demás y de lo cual había huído por mi propio bien estaba, poco a poco, acercándose de nuevo a mi vida y... No tenía muy claro cómo debía proceder ante ello.
Por esa parte, sentía la necesidad que yo misma me había forjado en mi y que me llamaba a huir, si, pero por otra parte... Esa noche de antes. Esa noche, y cada rato, había sido uno de los momentos más... calmados, que había tenido en mucho tiempo. Acostumbrada como estaba a los caminos y a valerme por mi misma, aun manteniéndo la alerta con el brujo en el viaje, sentía que podía dejarme llevar sin problemas... Y eso, hacía mucho que no lo experimentaba.
Sin embargo, lo que más llamaba mi atención, era cómo su fachada se había evaporado como el agua que aplaca un fuego, pero esta vez, al contrario. Él mantenía un gran muro incandescente en torno a sí, un cerco inexpugnable. Y se había dejado evaporar a base de mazados de frío, de calma... Que al parecer le había proporcionado mi compañía.
Ciertamente, no tenía ni idea de cómo gestionar dentro de mi todos esos.. sentimientos y aquellas sensaciones que -ahora sabía- habían permanecido dormidas dentro de mi, a espera de un gruñido que los despertase.
Y había llegado.
Vaya que si había llegado... Era verdad que algo extraño había revoloteado por mi cabeza cuando lo vi hacía tiempo, allá en la casa abandonada, antes del desastre de los trasgos, pero nada me habría hecho imaginar entonces hasta dónde llegaba la magnitud del asunto... y... qué... asunto.
Sacudí la cabeza y miré alrededor. Nunca había llegado tan, tan al norte. Había hecho mis incursiones en aldeas, en pequeñas ciudades e incluso en mercados ambulantes pero, nada como aquello.
El frío calado en los huesos, el viento silbando en toda su envergadura por la llanura... Y ante nosotros, una subida. Wallace me había dicho que quedaba poco tiempo, en torno a unas horas cuando llegamos al borde de la falda de la cordillera. Era un conjunto que hacía las veces de linde de aquel terreno.
Había leido sobre el tema, el río Tymer nacía en el Pico, el más alto de todos, y bajaba por aquellas tierras heladas, montaña abajo. Al bajar, al comenzar la falda menos acentuada de la montaña, comenzaba la gran llanura nevada, siempre, siempre cubierta de manto blanco y sordo. Y ahi, en los límites... se alzaba nuestro destino.
Avanzaba en el caballo que Wallace me había proporcionado, y él en su flamante yegua blanca. A causa del viento que aullaba en los oídos, de la fijación por llegar a un lugar cálido, y también a causa de la multitud de pensamientos que llenaba mi mente y seguramente la del brujo, habíamos hecho casi todo el último tramo del camino en silencio. Por mi parte, tratando de aclarar un torbellino de ideas que sabía de sobra que no tendría solución alguna.
Los picos se alzaban imponentes, en sus paredes se podía vislumbrar parte del recubrimiento de hielo.
Tiré de las bridas para corregir el rumbo y seguimos el camino, serpenteando por la subida hasta que doblamos un recodo donde el viento se calmaba.
Está el sitio como para venir de visita todos los dias, ¿eh..? -dije, tras varias horas de silencio, en ocasiones algo incómodo. No me había olvidado de que estaba ahí porque al principio de todas aquellas jornadas fuera de casa, era un cuervo el que me había citado... Y había aparecido el brujo. Y bueno, no me había mencionado demasiado, pero que me llevase allí después de enterarse de lo del cuervo no dejaba lugar a dudas de que todo estaba relacionado.
Seguimos caminando, doblamos un recodo más, una zona repleta de grandes rocas en el camino.. Y ahí estaba.
Entre hielo, roca, y agua. Una construcción imponente, por la nieve, en tonos grises, azules, y liláceos. Algún que otro graznido de cuervo podía escucharse, estaba claro. No parecía un lugar al que ir así porque sí. El agua nieve que caía había mojado mi rostro, las ropas mientras estabamos ahí parados ahora que no había viento, y un acantilado se abría ante nosotros. Un abismo en el que se perdía la nieve bajo nuestros pies y ante nuestros ojos... No era consciente de cuánta distancia habíamos ascendido pero aquella era mayor, seguro.
¿Se supone que debemos entrar por ahí...? -dije, al ver que Wallace se paraba delante del puente largo y de unos tres metros de ancho que cruzaba el abismo hasta el bastión esculpido y tallado en la montaña. Suspiré, fruncí el ceño mirádolo y avancé, con cuidado y sin mirar abajo, hacia delante, tratando de ir con calma y llevar bien al caballo.
Cuando llegué al otro lado, desmonté, a tiempo para ver llegar al brujo con mayor soltura que yo. No supe muy bien descrifrar su su sonrisa era forzada por nervios, por simple alegría, si se estaba riendo de mi, o si simplemente.. era una mueca. Y yo estaba, ciertamente nerviosa, cruzar una altura así no era algo que hacer cada día. Sujeté las bridas del caballo y lo miré.
Bien.... Debería dejar al caballo en alguna.... pa.... - las puertas, majestuosas en madera oscura, ribeteadas con duelas de metal forjado se abrieron con un ruido grave y profundo, dejando escapar un olor a profundidad.. a importancia. Abrí al boca de apr en par al contemplar un un interior entero de piedra, con tapices por las paredes y un mismo emblema, cubriendo lo que parecía un recibidor. Y sin embargo, enredaderas y plantas trepadoras cubrían parte de las paredes - ...rte. Por todos los dioses... Es... Asombroso. Pero... Deberíamos dejarlos en un establo, ¿no crees...? - inquirí, aún desorientada. No dejaba de mirar hacia adentro. Wallace estaba fuera pero... Las antorchas estaban encendidas y no parecía algo abandonado.
Me envolví un poco en aquella capa de viaje que había sustraído de un caserío de clase media-noble, tendido en el jardin trasero. Iba a hacer frío y de seguro a esa familia no le sería un problema hacerse con otro. Me puse delante de él, tan... imponente, alto. Tan fuerte, y de mirada tan fiera. Quisiera o no aparentarlo, siempre me hacía sentir tan pequeña... No quería cagarla esta vez. No quería decepcionarle... Pero tenían tantas cosas que poner en orden y.. Él parecía guardar cosas de su pasado que a veces afloraban a sus ojos, se velaban, miraban atrás en el tiempo y se ensombrecían...
Un sentimiento de impotencia me sobrevino de pronto. Quería ayudar a aquel hombre, quería hacerlo sentir bien... Y quería ser yo quien lo hiciese, quería una Ireth que comprendiese a aquel que me había traído la calma. ...Y no tenía ni idea de cómo tratar todo aquello.
Bien... Mi señor, ¿seréis mi anfitrión estos días...? Porque dudo poder salir de aquí yo sola. -dije, medio riendo para quitar peso al asunto.
Yo no quería pararme a pesar demasiado. Una parte de mi me llamaba a la huída, porque todo aquello de lo que me había estado protegiendo durante años, todo aquello que había observado en los demás y de lo cual había huído por mi propio bien estaba, poco a poco, acercándose de nuevo a mi vida y... No tenía muy claro cómo debía proceder ante ello.
Por esa parte, sentía la necesidad que yo misma me había forjado en mi y que me llamaba a huir, si, pero por otra parte... Esa noche de antes. Esa noche, y cada rato, había sido uno de los momentos más... calmados, que había tenido en mucho tiempo. Acostumbrada como estaba a los caminos y a valerme por mi misma, aun manteniéndo la alerta con el brujo en el viaje, sentía que podía dejarme llevar sin problemas... Y eso, hacía mucho que no lo experimentaba.
Sin embargo, lo que más llamaba mi atención, era cómo su fachada se había evaporado como el agua que aplaca un fuego, pero esta vez, al contrario. Él mantenía un gran muro incandescente en torno a sí, un cerco inexpugnable. Y se había dejado evaporar a base de mazados de frío, de calma... Que al parecer le había proporcionado mi compañía.
Ciertamente, no tenía ni idea de cómo gestionar dentro de mi todos esos.. sentimientos y aquellas sensaciones que -ahora sabía- habían permanecido dormidas dentro de mi, a espera de un gruñido que los despertase.
Y había llegado.
Vaya que si había llegado... Era verdad que algo extraño había revoloteado por mi cabeza cuando lo vi hacía tiempo, allá en la casa abandonada, antes del desastre de los trasgos, pero nada me habría hecho imaginar entonces hasta dónde llegaba la magnitud del asunto... y... qué... asunto.
Sacudí la cabeza y miré alrededor. Nunca había llegado tan, tan al norte. Había hecho mis incursiones en aldeas, en pequeñas ciudades e incluso en mercados ambulantes pero, nada como aquello.
El frío calado en los huesos, el viento silbando en toda su envergadura por la llanura... Y ante nosotros, una subida. Wallace me había dicho que quedaba poco tiempo, en torno a unas horas cuando llegamos al borde de la falda de la cordillera. Era un conjunto que hacía las veces de linde de aquel terreno.
Había leido sobre el tema, el río Tymer nacía en el Pico, el más alto de todos, y bajaba por aquellas tierras heladas, montaña abajo. Al bajar, al comenzar la falda menos acentuada de la montaña, comenzaba la gran llanura nevada, siempre, siempre cubierta de manto blanco y sordo. Y ahi, en los límites... se alzaba nuestro destino.
Avanzaba en el caballo que Wallace me había proporcionado, y él en su flamante yegua blanca. A causa del viento que aullaba en los oídos, de la fijación por llegar a un lugar cálido, y también a causa de la multitud de pensamientos que llenaba mi mente y seguramente la del brujo, habíamos hecho casi todo el último tramo del camino en silencio. Por mi parte, tratando de aclarar un torbellino de ideas que sabía de sobra que no tendría solución alguna.
Los picos se alzaban imponentes, en sus paredes se podía vislumbrar parte del recubrimiento de hielo.
Tiré de las bridas para corregir el rumbo y seguimos el camino, serpenteando por la subida hasta que doblamos un recodo donde el viento se calmaba.
Está el sitio como para venir de visita todos los dias, ¿eh..? -dije, tras varias horas de silencio, en ocasiones algo incómodo. No me había olvidado de que estaba ahí porque al principio de todas aquellas jornadas fuera de casa, era un cuervo el que me había citado... Y había aparecido el brujo. Y bueno, no me había mencionado demasiado, pero que me llevase allí después de enterarse de lo del cuervo no dejaba lugar a dudas de que todo estaba relacionado.
Seguimos caminando, doblamos un recodo más, una zona repleta de grandes rocas en el camino.. Y ahí estaba.
Entre hielo, roca, y agua. Una construcción imponente, por la nieve, en tonos grises, azules, y liláceos. Algún que otro graznido de cuervo podía escucharse, estaba claro. No parecía un lugar al que ir así porque sí. El agua nieve que caía había mojado mi rostro, las ropas mientras estabamos ahí parados ahora que no había viento, y un acantilado se abría ante nosotros. Un abismo en el que se perdía la nieve bajo nuestros pies y ante nuestros ojos... No era consciente de cuánta distancia habíamos ascendido pero aquella era mayor, seguro.
¿Se supone que debemos entrar por ahí...? -dije, al ver que Wallace se paraba delante del puente largo y de unos tres metros de ancho que cruzaba el abismo hasta el bastión esculpido y tallado en la montaña. Suspiré, fruncí el ceño mirádolo y avancé, con cuidado y sin mirar abajo, hacia delante, tratando de ir con calma y llevar bien al caballo.
Cuando llegué al otro lado, desmonté, a tiempo para ver llegar al brujo con mayor soltura que yo. No supe muy bien descrifrar su su sonrisa era forzada por nervios, por simple alegría, si se estaba riendo de mi, o si simplemente.. era una mueca. Y yo estaba, ciertamente nerviosa, cruzar una altura así no era algo que hacer cada día. Sujeté las bridas del caballo y lo miré.
Bien.... Debería dejar al caballo en alguna.... pa.... - las puertas, majestuosas en madera oscura, ribeteadas con duelas de metal forjado se abrieron con un ruido grave y profundo, dejando escapar un olor a profundidad.. a importancia. Abrí al boca de apr en par al contemplar un un interior entero de piedra, con tapices por las paredes y un mismo emblema, cubriendo lo que parecía un recibidor. Y sin embargo, enredaderas y plantas trepadoras cubrían parte de las paredes - ...rte. Por todos los dioses... Es... Asombroso. Pero... Deberíamos dejarlos en un establo, ¿no crees...? - inquirí, aún desorientada. No dejaba de mirar hacia adentro. Wallace estaba fuera pero... Las antorchas estaban encendidas y no parecía algo abandonado.
Me envolví un poco en aquella capa de viaje que había sustraído de un caserío de clase media-noble, tendido en el jardin trasero. Iba a hacer frío y de seguro a esa familia no le sería un problema hacerse con otro. Me puse delante de él, tan... imponente, alto. Tan fuerte, y de mirada tan fiera. Quisiera o no aparentarlo, siempre me hacía sentir tan pequeña... No quería cagarla esta vez. No quería decepcionarle... Pero tenían tantas cosas que poner en orden y.. Él parecía guardar cosas de su pasado que a veces afloraban a sus ojos, se velaban, miraban atrás en el tiempo y se ensombrecían...
Un sentimiento de impotencia me sobrevino de pronto. Quería ayudar a aquel hombre, quería hacerlo sentir bien... Y quería ser yo quien lo hiciese, quería una Ireth que comprendiese a aquel que me había traído la calma. ...Y no tenía ni idea de cómo tratar todo aquello.
Bien... Mi señor, ¿seréis mi anfitrión estos días...? Porque dudo poder salir de aquí yo sola. -dije, medio riendo para quitar peso al asunto.
Ébano
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Re: Entre hielo, roca, y agua. [Interpretativo - Libre ][+18] Wallace + Vacante. [0/1]
El camino hacia el Nido había sido silencioso y rápido. Mi mente no dejaba de recordarme cada susurro, cada palabra y movimiento de esa noche. Los sentimientos y las promesas ardían en mi. Miraba a Ébano de reojo, memorizando cada cm de su rostro, me fascinaba. Podía haber dicho muchas cosas pero pensé que en ese momento, el silencio era lo mejor.
Mi corazón se tranquilizo cuando vi al fin las banderas en lo alto de las torres. El Nido, mi hogar ahora. El frió calaba mis huesos pero ver el bastión era suficiente para sonreír. Escuche las palabras de la vampiresa, sus dudas sobre el paso y el valle. No la culpaba, era un camino peligroso y estrecho pero ni siquiera yo había encontrado el paso secreto. Al llegar el puente, vi la duda en sus ojos y no pude evitar sonreír. Por suerte para ella, el puente había sido reparado, no sin esfuerzo y unas cuantas caídas al abismo.
-Vamos rubita...no te rendirás ahora...-le dije, riendo, pícaro, mientras bajaba del caballo. El animal iba solo, ya se sabia el camino hasta su establo. Cuando las inmensas puertas se abrieron, suspire, sintiéndome acogido por el calor y la magia de las piedras del Nido. Los cuervos sobrevolaron el puente, dándonos la bienvenida. Una vez dentro ella se puso delante de mi, tan pequeña, tan hermosa, mirándome a los ojos, buscando.
Que buscas? A un hombre? A una bestia? Mi mano fue hacia su mejilla mientras pronunciaba esa pregunta que me izo sonreír de nuevo. Ella estaba allí, conmigo, no era un sueño. La vería cada día, en mis noches, en mis días. Su olor se colaría por cada piedra y cada astilla. Su presencia seduciría a las cientos de estatuas y su belleza eclipsaría los rostros de los cuadros que adornaban los pasillos. Suspire mientras mis dedos acariciaban su mejilla. Que buscas?...ya me has encontrado, ya me tienes...
Parpadeé y bese su frente. Sentí calor y muchos sentimientos mezclados.
-Bienvenida al Nido, Ébano...vamos, te enseñare tus aposentos...-le dije, alzando un brazo hacia la entrada principal.
Los pasillos estaban iluminados por velas en sus candelabros. Los cuadros de antiguos Cuervos decoraban esas paredes de piedra y tela. Los muebles estaban limpios, tallados en madera y bien colocados. El aire era limpio y un aura mágica y misteriosa volaba por cada sala. La llevé en silencio hasta las estancias y no dude en enseñarle primero mi habitación, arriba de todo. Abrí la puerta maciza de madera oscura y entré.
La cama estaba elevada, en una plataforma de madera mas clara. La chimenea, enfrente del lecho, tenia un sillón al lado para poder leer y pensar con la calidez del fuego. El armario, el único, era grande y antiguo, pero servia. El ventanal daba al gran balcón, donde podía ver todo el bastión y el valle e incluso si venia alguien del paso.
- Esta es la mía...la tuya esta en el piso de abajo...quiero...-susurre, cogiéndole la mano, con cierta timidez y vergüenza, desviando la mirada.-..tenerte cerca...
Mi corazón se tranquilizo cuando vi al fin las banderas en lo alto de las torres. El Nido, mi hogar ahora. El frió calaba mis huesos pero ver el bastión era suficiente para sonreír. Escuche las palabras de la vampiresa, sus dudas sobre el paso y el valle. No la culpaba, era un camino peligroso y estrecho pero ni siquiera yo había encontrado el paso secreto. Al llegar el puente, vi la duda en sus ojos y no pude evitar sonreír. Por suerte para ella, el puente había sido reparado, no sin esfuerzo y unas cuantas caídas al abismo.
-Vamos rubita...no te rendirás ahora...-le dije, riendo, pícaro, mientras bajaba del caballo. El animal iba solo, ya se sabia el camino hasta su establo. Cuando las inmensas puertas se abrieron, suspire, sintiéndome acogido por el calor y la magia de las piedras del Nido. Los cuervos sobrevolaron el puente, dándonos la bienvenida. Una vez dentro ella se puso delante de mi, tan pequeña, tan hermosa, mirándome a los ojos, buscando.
Que buscas? A un hombre? A una bestia? Mi mano fue hacia su mejilla mientras pronunciaba esa pregunta que me izo sonreír de nuevo. Ella estaba allí, conmigo, no era un sueño. La vería cada día, en mis noches, en mis días. Su olor se colaría por cada piedra y cada astilla. Su presencia seduciría a las cientos de estatuas y su belleza eclipsaría los rostros de los cuadros que adornaban los pasillos. Suspire mientras mis dedos acariciaban su mejilla. Que buscas?...ya me has encontrado, ya me tienes...
Parpadeé y bese su frente. Sentí calor y muchos sentimientos mezclados.
-Bienvenida al Nido, Ébano...vamos, te enseñare tus aposentos...-le dije, alzando un brazo hacia la entrada principal.
Los pasillos estaban iluminados por velas en sus candelabros. Los cuadros de antiguos Cuervos decoraban esas paredes de piedra y tela. Los muebles estaban limpios, tallados en madera y bien colocados. El aire era limpio y un aura mágica y misteriosa volaba por cada sala. La llevé en silencio hasta las estancias y no dude en enseñarle primero mi habitación, arriba de todo. Abrí la puerta maciza de madera oscura y entré.
La cama estaba elevada, en una plataforma de madera mas clara. La chimenea, enfrente del lecho, tenia un sillón al lado para poder leer y pensar con la calidez del fuego. El armario, el único, era grande y antiguo, pero servia. El ventanal daba al gran balcón, donde podía ver todo el bastión y el valle e incluso si venia alguien del paso.
- Esta es la mía...la tuya esta en el piso de abajo...quiero...-susurre, cogiéndole la mano, con cierta timidez y vergüenza, desviando la mirada.-..tenerte cerca...
Wallace Mcgregor
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Re: Entre hielo, roca, y agua. [Interpretativo - Libre ][+18] Wallace + Vacante. [0/1]
Tragué cuando hice última pregunta, porque sabía que en su cabeza mis palabras sonaban de una forma especial, lo sabía. Lo hubiese dicho o no. Y es que así era...
Su expresión era de impaciencia, de miedo, y de énfasis. No sabía muy bien qué decir, o cómo reaccionar, porque los instantes que pasaron se hicieron largos como varias eternidades seguidas.
Me estremecí cuando sus dedos rozaron mi mejilla, y un calor intenso me recorrió toda la piel, por debajo, cuando se inclinó para besarme en la frente al tiempo que me hablaba:
Bienvenida al Nido, Ébano...vamos, te enseñare tus aposentos..
Me descubrí temblando. Parpadeé seguidamente, esbocé una sonrisa, asentí y callé. Y aquello no era natural en mi.. Pero él provocaba muchas cosas, demasiadas, y yo no sabía por dónde empezar. Me estremecí cuando empecé a seguirle, mi cuerpo despertaba del momentaneo letargo: habíamos sufrido un pequeño momento de calor... Como un recogimiento entre ambos, un intercambio leve. Aunque más bien, era como dos antorchas peligrosamente cerca, a punto de dar una llamarada al entrar en contacto.
Aquel sitio era precioso, no quería perdermelo por el camino.... No tenía ni idea de qué hacía yo allí, pero si realmente el cuervo aquel me quería allí, como mínimo tendría que estar un par de días. Y estaría encantada de explorar aquel sitio... Mil detalles nos iban rodeando. Paredes llenas de plantas, rincones bien decorados, otros más solitarios... Galerías de ventanas sin frío, sorprendentemente, y otras de un calor sofocante rodeadas de muros gruesos de piedra. Era fascinante... Y aún no lo había visto todo.
Entré a su habitación tal como me indicaba. El camino había sido silencioso, se podía tocar la tensión, los nervios por ambas partes. Dos partes curtidas en aspectos de la vida que advertían un peligro inminente.. Pero un peligro irresistible al fin y al cabo..
Esta es la mía...la tuya esta en el piso de abajo...quiero... tenerte cerca... -acaricié su mano inconscientemente. Pero desvié la mirada algo sonrojada y analicé el cuarto que me mostraba.
Dioses, es muy.... ¡Digna! Tal vez imaginaba otra cosa para el señor gruñido pero... Es realmente bonita. - dije al tiempo que giraba en torno a mi. La chimenea estaba estratégicamente colocada.. Igual que la cama en alza. Parecía sumamente cómoda y mullida, más que el sillón. Aunque el balcón es lo que más me gustó.- Sabes, la gente siempre piensa que los.. de... mi raza... nos gusta escondernos, pero creo que no hay nada como el aire de la noche. Es frío, calma la tierra azotada del sol.. -terminé, mientras me acercaba al balaustre. Inspiré el aire de las horas previas al amanecer que empezaba a despuntar y me di la vuelta, apoyándome momentaneamente y entrando de nuevo en la estancia - Pero claro. No es muy seguro, que digamos... - comenté con un deje de amargura. Animé el semblante y lo miré con los ojos brillantes. Su cresta era especialmente bonita esa noche.
Me mordí el labio y me acerqué a él, recogiéndome los brazos a mi misma, frotandolos. - No me importa qué lugar me des, no sería la primera vez que tengo que apañármelas. Además, no siempre todo el mundo nos respeta, y no quisiera incomodar al resto. -dije, enseñándole los dientes y posando una mano en las caderas, adoptando una pose altiva. - ¿Deseas descansar ahora y después.. hablar? ¿O deseas hablar cuanto antes? Pronto amanecerá.
Su expresión era de impaciencia, de miedo, y de énfasis. No sabía muy bien qué decir, o cómo reaccionar, porque los instantes que pasaron se hicieron largos como varias eternidades seguidas.
Me estremecí cuando sus dedos rozaron mi mejilla, y un calor intenso me recorrió toda la piel, por debajo, cuando se inclinó para besarme en la frente al tiempo que me hablaba:
Bienvenida al Nido, Ébano...vamos, te enseñare tus aposentos..
Me descubrí temblando. Parpadeé seguidamente, esbocé una sonrisa, asentí y callé. Y aquello no era natural en mi.. Pero él provocaba muchas cosas, demasiadas, y yo no sabía por dónde empezar. Me estremecí cuando empecé a seguirle, mi cuerpo despertaba del momentaneo letargo: habíamos sufrido un pequeño momento de calor... Como un recogimiento entre ambos, un intercambio leve. Aunque más bien, era como dos antorchas peligrosamente cerca, a punto de dar una llamarada al entrar en contacto.
Aquel sitio era precioso, no quería perdermelo por el camino.... No tenía ni idea de qué hacía yo allí, pero si realmente el cuervo aquel me quería allí, como mínimo tendría que estar un par de días. Y estaría encantada de explorar aquel sitio... Mil detalles nos iban rodeando. Paredes llenas de plantas, rincones bien decorados, otros más solitarios... Galerías de ventanas sin frío, sorprendentemente, y otras de un calor sofocante rodeadas de muros gruesos de piedra. Era fascinante... Y aún no lo había visto todo.
Entré a su habitación tal como me indicaba. El camino había sido silencioso, se podía tocar la tensión, los nervios por ambas partes. Dos partes curtidas en aspectos de la vida que advertían un peligro inminente.. Pero un peligro irresistible al fin y al cabo..
Esta es la mía...la tuya esta en el piso de abajo...quiero... tenerte cerca... -acaricié su mano inconscientemente. Pero desvié la mirada algo sonrojada y analicé el cuarto que me mostraba.
Dioses, es muy.... ¡Digna! Tal vez imaginaba otra cosa para el señor gruñido pero... Es realmente bonita. - dije al tiempo que giraba en torno a mi. La chimenea estaba estratégicamente colocada.. Igual que la cama en alza. Parecía sumamente cómoda y mullida, más que el sillón. Aunque el balcón es lo que más me gustó.- Sabes, la gente siempre piensa que los.. de... mi raza... nos gusta escondernos, pero creo que no hay nada como el aire de la noche. Es frío, calma la tierra azotada del sol.. -terminé, mientras me acercaba al balaustre. Inspiré el aire de las horas previas al amanecer que empezaba a despuntar y me di la vuelta, apoyándome momentaneamente y entrando de nuevo en la estancia - Pero claro. No es muy seguro, que digamos... - comenté con un deje de amargura. Animé el semblante y lo miré con los ojos brillantes. Su cresta era especialmente bonita esa noche.
Me mordí el labio y me acerqué a él, recogiéndome los brazos a mi misma, frotandolos. - No me importa qué lugar me des, no sería la primera vez que tengo que apañármelas. Además, no siempre todo el mundo nos respeta, y no quisiera incomodar al resto. -dije, enseñándole los dientes y posando una mano en las caderas, adoptando una pose altiva. - ¿Deseas descansar ahora y después.. hablar? ¿O deseas hablar cuanto antes? Pronto amanecerá.
Ébano
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Re: Entre hielo, roca, y agua. [Interpretativo - Libre ][+18] Wallace + Vacante. [0/1]
La mire sonriendo, apoyándome en el mueble de la entrada, con mis ojos en ella fijamente, repasando cada curva, deleitándome de su curiosidad. Eran tan perfecta, tan hecha a medida para ese lugar que dolía. Era doloroso mirarla y desearla. Que tenia esa mujer? Cuando queria daba miedo, respeto pero ahora era como una niña y yo tenia ganas de abrazarla y no soltarla, entre otras cosas...
Sus palabras me sacaron de mis pensamientos casi lascivos, haciéndome enrojecer levemente. La mire de arriba a bajo y me entregué a sus ojos intentando parecer coherente a la hora de hablar.
-No..no te preocupes..una de las normas de los Cuervos es el respeto...a demás..-nadie te hará daño. No pienso dejar que nadie te toque. Si alguien te hace daño destruiré el mundo. Agité un poco la cabeza y me rasque la barba.-...tu aquí tendrás autoridad...aun no puedo darte muchos detalles porque no esta en mi mano decidir el que...pero..yo...-espera, que le vas a decir, que se quede aquí? contigo? en la misma cama? oh Wallace...-...había pensado en...hablar...si, mejor ahora...ven, te enseñare la sala de lectura,te encantara...-le dije, dejando parte de mi armadura encima de la cama.
Bajando escaleras y atravesando puertas, mi mente intentaba no pensar en los rincones donde mi cuerpo quería salvajemente tomar a esa mujer. Había estado mucho tiempo solo y la ultima orden de la Madre había roto cualquier barrera. Ébano lo sabia. Yo lo sabia. Dioses, era como una tormenta entre nosotros, esperando a ver quien caía primero. Y tenia la sensación de que iba a ser yo. Pero...estaba poniendo la soledad como escusa? No...era el hecho de...de que fuera ella. Si fuera otra en el bosque ya la habría tomado! pero no...hablamos y dijimos muchas cosas....muchísimas.
La sala de estar estaba llena de rincones donde sentarse y descansar, libros por todas partes. Un lugar donde poder perderte entre palabras y silencio. Acaricie el lomo de un libro que había en una de las mesas y mire a la mujer.-...tenemos muchísimos libros aquí...apenas he leído unos 50...-en serio crees que le importa? Estoy intentando entablar una conversación con una mujer. Una conversación que dure mas de 5 minutos. Me acerqué a ella. Su perfume, su pelo, sus ojos brillando llenos de curiosidad por ver cada rincón del Nido. Debíamos hablar, pero como? que debía decirle? estaba mas perdido que aquel día en los pantanos elficos. Hasta el cuello de barro. Suspire y me gire intentando relajarme, estaba muy nervioso, me temblaban las manos visiblemente. Respire varias veces, contando. 1 2 3 vamos....1 2 3 joder...
-Ébano yo...-mis boca se adelanto. Me gire y me apoye en la mesa, apoyándome con los brazos desnudo pues mi camisa era sin mangas.-...me es dificil esto...vale...yo...joder...-me humedecí los labios y pase una mano por mi pelo, recolocandolo mas por nervios que estética.-...eres...importante...mucho...no es solo...sexo...es...no lo se...-deja de temblar díselo claro joder. La mire a los ojos, sin darme cuenta, suplicante.-...se que es algo mas...se que hay algo...-me mire las manos y las apreté en puños.-...y no quiero que desaparezca, no quiero...y me siento estúpido por que...-me separe y apoye mis manos en l acintura mirando al suelo.-...me pongo celoso al pensar que podrías estar con otros...y es..absurdo! somos adultos y maduros pero..pero!...-sudaba, no dejaba de temblar.-...dioses mírame como estoy...parezco un niñato....-me senté en uno de los sillones, agobiado. Tenia que rehacer mis ideas. Piensa. Díselo claro, solo son cuatro palabras. Cuatro.Malditas.Palabras.
Mi cabeza recordó entonces, en un pensamiento de traición, a Sarah y a Amaranth. El dolor, el sufrimiento, abandono y la soledad. Me froté la barba con una mano y miré fijamente el suelo. Por que ahora?...No...no podía seguir pensando así. No podía seguir pensando que todo el mundo se iría. Pero ella no se ha ido. Esta en el Nido. Estará mucho tiempo.
Trague saliva y me levante. La cogí de los brazos acercándola a mi. Mis ojos chocaron con los suyos. Mi mente estaba absorta en ella al igual que mi corazón desbocado. Cuatro malditas palabras.
-Quiero que seas mía.
Sus palabras me sacaron de mis pensamientos casi lascivos, haciéndome enrojecer levemente. La mire de arriba a bajo y me entregué a sus ojos intentando parecer coherente a la hora de hablar.
-No..no te preocupes..una de las normas de los Cuervos es el respeto...a demás..-nadie te hará daño. No pienso dejar que nadie te toque. Si alguien te hace daño destruiré el mundo. Agité un poco la cabeza y me rasque la barba.-...tu aquí tendrás autoridad...aun no puedo darte muchos detalles porque no esta en mi mano decidir el que...pero..yo...-espera, que le vas a decir, que se quede aquí? contigo? en la misma cama? oh Wallace...-...había pensado en...hablar...si, mejor ahora...ven, te enseñare la sala de lectura,te encantara...-le dije, dejando parte de mi armadura encima de la cama.
Bajando escaleras y atravesando puertas, mi mente intentaba no pensar en los rincones donde mi cuerpo quería salvajemente tomar a esa mujer. Había estado mucho tiempo solo y la ultima orden de la Madre había roto cualquier barrera. Ébano lo sabia. Yo lo sabia. Dioses, era como una tormenta entre nosotros, esperando a ver quien caía primero. Y tenia la sensación de que iba a ser yo. Pero...estaba poniendo la soledad como escusa? No...era el hecho de...de que fuera ella. Si fuera otra en el bosque ya la habría tomado! pero no...hablamos y dijimos muchas cosas....muchísimas.
La sala de estar estaba llena de rincones donde sentarse y descansar, libros por todas partes. Un lugar donde poder perderte entre palabras y silencio. Acaricie el lomo de un libro que había en una de las mesas y mire a la mujer.-...tenemos muchísimos libros aquí...apenas he leído unos 50...-en serio crees que le importa? Estoy intentando entablar una conversación con una mujer. Una conversación que dure mas de 5 minutos. Me acerqué a ella. Su perfume, su pelo, sus ojos brillando llenos de curiosidad por ver cada rincón del Nido. Debíamos hablar, pero como? que debía decirle? estaba mas perdido que aquel día en los pantanos elficos. Hasta el cuello de barro. Suspire y me gire intentando relajarme, estaba muy nervioso, me temblaban las manos visiblemente. Respire varias veces, contando. 1 2 3 vamos....1 2 3 joder...
-Ébano yo...-mis boca se adelanto. Me gire y me apoye en la mesa, apoyándome con los brazos desnudo pues mi camisa era sin mangas.-...me es dificil esto...vale...yo...joder...-me humedecí los labios y pase una mano por mi pelo, recolocandolo mas por nervios que estética.-...eres...importante...mucho...no es solo...sexo...es...no lo se...-deja de temblar díselo claro joder. La mire a los ojos, sin darme cuenta, suplicante.-...se que es algo mas...se que hay algo...-me mire las manos y las apreté en puños.-...y no quiero que desaparezca, no quiero...y me siento estúpido por que...-me separe y apoye mis manos en l acintura mirando al suelo.-...me pongo celoso al pensar que podrías estar con otros...y es..absurdo! somos adultos y maduros pero..pero!...-sudaba, no dejaba de temblar.-...dioses mírame como estoy...parezco un niñato....-me senté en uno de los sillones, agobiado. Tenia que rehacer mis ideas. Piensa. Díselo claro, solo son cuatro palabras. Cuatro.Malditas.Palabras.
Mi cabeza recordó entonces, en un pensamiento de traición, a Sarah y a Amaranth. El dolor, el sufrimiento, abandono y la soledad. Me froté la barba con una mano y miré fijamente el suelo. Por que ahora?...No...no podía seguir pensando así. No podía seguir pensando que todo el mundo se iría. Pero ella no se ha ido. Esta en el Nido. Estará mucho tiempo.
Trague saliva y me levante. La cogí de los brazos acercándola a mi. Mis ojos chocaron con los suyos. Mi mente estaba absorta en ella al igual que mi corazón desbocado. Cuatro malditas palabras.
-Quiero que seas mía.
Wallace Mcgregor
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Re: Entre hielo, roca, y agua. [Interpretativo - Libre ][+18] Wallace + Vacante. [0/1]
No..no te preocupes..una de las normas de los Cuervos es el respeto...a demás.....tu aquí tendrás autoridad...aun no puedo darte muchos detalles porque no esta en mi mano decidir el que...pero..yo.....había pensado en...hablar...si, mejor ahora...ven, te enseñare la sala de lectura,te encantara...
Reí alegremente divertida y paré un tanto en seco. Hacía tiempo que no me reía así. Aún con rastro de la sonrisa en los labios lo miré frunciendo los labios. - Sí, vamos. Adoro los libros.. - comenté levantando los brazos en gesto apaciguador para tratar de calmarlo. Estaba tenso. Y yo también.. pero más que en tensión estaba nerviosa. Me sentía observada mientras avanzaba por un camino y por otro.
Quería decirle tantas cosas... Aunque más que muchas cosas, quería sentirme bien. Pero necesitaba hacerle entender que para mi eso era peligroso. Que yo siempre lo daba todo y siempre perdía todo.. al cambio... Y esta vez tenía miedo de eso. Porque sentía que me estaba entregando aún sin tener nada entre los dos.... No quería ni imaginar qué ocurriría si ocurría algo entre nosotros... Ahgg Ébano, no empieces. No te precipites...
Tenía miedo de volver a equivocarme. Pero al final siempre.. voy de golpe a todo, o todo, o nada.
Cuando abrió la puerta del estudio... me quedé sin habla. Libros, libros y más libros. Chimeneas y antorchas guarecidas para no estropear el papel. Alfombras, más y más estanterías y sillones. Mesas de estudio e instrumentos útiles para investigación... Fui a decir algo pero, se quedó atascado en mi garganta. Le escuché decir algo sobre cincuenta libros..
E-es asombroso... Yo... nunca.. - había visto tantos libros, habría dicho, pero atravesé un par de estanterías y me perdí. Di dos vueltas y volví hasta él, aparentemente nervioso. Mi castillo era grande.. pero estaba vacío. O casi, vacío, más bien. Thorek. Cerré los ojos consciente de lo mucho que me estaba odiando por mentir así, a pesar de no tener nada, yo consideraba deshonesto aquello que estaba haciendo.. tenia mi moral. Rara, pero era mi moral, mi código. Todo hombre que se precie tiene un código y yo no era un hombre, pero era una mujer en un mundo de hombres.
Yo no tenía tantos libros como había allí, y ni siquiera... Ni siquiera en la biblioteca del Príncipe había tal colección. Cientos de preguntas se agolpaban en mi sobre aquella cantidad de volúmenes, preguntas que se añadían a las que ya poblaban mi cabeza sobre Wallace y yo. Sobre... Sobre nosotros.
Alcé la vista y lo vi ahí, apoyado en la mesa de madera maciza, con los hombros desnudos. Comenzó a hablar... a trompicones. Lo agradecí. Yo lo habría hecho peor. Estaba espantosamente guapo...
Ébano yo......me es dificil esto...vale...yo...joder.....eres...importante...mucho...no es solo...sexo...es...no lo se...se que es algo mas...se que hay algo...... - cielos, sí, estaba jodidamente guapo pero... era extraño. Por primera vez sentía el deseo, sí, intenso y a golpes que no dejaban indiferente a mi cuerpo... Pero latente. Lo tapaba otro sentimiento. Y es que no podía dejar de mirar a sus ojos. Tan... limpio. Tan intenso y tan sincero. Y tan atemorizado... Estaba aterrada, no quería hacerle daño, ni joderlo todo, y dado mi historial.. mi raza, mi ser, lo más probable es que ocurriese tal como temía... - y no quiero que desaparezca, no quiero...y me siento estúpido por que.....me pongo celoso al pensar que podrías estar con otros...y es..absurdo! somos adultos y maduros pero..pero!.....dioses mírame como estoy...parezco un niñato...
Reí un poco mientras me acercaba. No quería ponérselo más difícil. Solo quería hacer la vida hermosa para ese hombre. Posé la mano en su brazo y acaricié suavemente una, dos veces, hasta su cuello, alzando su mentón hasta mis ojos.
Sentía su corazón cerca de mi, posé la otra mano en su pecho y bajé la mirada, culpable de todo aquello. Siempre me ocurría lo mismo, y no quería que él fuese otro de esos hombres que se generan una exptectativa que yo no podía cumplir... Pero.
Antes de que pudiese decir nada, habló. Yo había abierto la boca para contestarle pero. Se clavaron en mi como flechas, lentas como copos de nieve que caen pero letales como lenguas de fuego.
Quiero que seas mía.
Todo se detuvo por un momento. Solo sentía su corazón acelerado y el mío , y escuchaba el aire salir de mi boca en un suspiro casi mudo. Esbocé una sonrisa dolorosa a su confesión y alcé la mirada para fijarla en sus ojos, acariciando con los dedos sus labios. Suaves...
Wallace.. yo... - suspiré - Madre ... Has dicho tanto en tan poco... - acaricié sus labios y me pasé la mano por el pelo. Estaba a punto de tirar yo misma la barrera que me había construído. Mi imagen, mi reputación y mi defensa. Mi apariencia. - Mira.. No sé por dónde empezar.... Siento cosas por ti. Desconozco lo que siento. No sé descifrarlo. Pero sé que es aquello de lo que me he alejado siempre.. Veo a todo el mundo sufrir y, me he visto... obligada a aislarme. A olvidar el mundo. -hice una pausa, respiré. Me temblaba la voz pero tenía que tratar de contenerlo. - A crecer sola. Y tengo miedo, estoy aterrada. Porque en un margen de tiempo asquerosamente pequeño he descubierto que siento cosas por ti que jamás he sentido por nadie. Y sé que eso es lo que la gente llama... llama amor. Pero entiende... tienes que.. saber que no funciono.. así. No sé cómo funciono de hecho... Siento mil cosas y no sé qué hacer con todo este montón de ideas y, te veo aquí, ofreciéndome todo y, apenas te conozco y... ¡Eso es lo que me aterra...! ¿Comprendes..? No sé nada de ti, ni tu de mi.. edad, por ejemplo.. ¿gustos? Pasado... Y nada de eso importa, esa es la cuestión. Siento que lo que me ofreces, es aquel lugar por el que he luchado siempre... Un hogar. Un lugar. Dejar de ser mirada con ojos de miedo, de repulsión. Y después de tanto tiempo, ya no sé qué soy. - agaché la cabeza.
Era consciente de que no estaba diciendo más que un cúmulo de estupideces y me había sonrojado. Había sentido caer una lágrima pero apreté firmemente los ojos para eliminarla mientras tomaba la decisión que mi corazón ya sabía desde hacía tanto. Derrumbé la muralla y lo miré de nuevo con el rostro aterrorizado, de mi, porque sabía que acababa de regalar tiempo de armadura, de refuerzo, de olvido de un pasado que necesitaba, olvido de cariño.
...Pero sea lo que sea.... Quiero ser contigo. - tenía la voz temblorosa mientras decía aquello. Respiraba demasiado rápido - Tienes que saber que te haré daño. Porque es así como soy... Y eso me aterra, ¿entiendes? Y eso me da más miedo aún. Porque siento que dependo de alguien, siento que llevo dentro tantos sentimientos, que podría regalarte el mundo o destruirlo, porque siento con fuerza muchas cosas nuevas. Y porque odio tener un punto débil que por primera vez no reside en mi...
Eché los brazos a su cuello sin poder aguantarme más y aspiré su olor en su clavícula, en su nuca, debajo de su cuello, alzándome de puntillas y rocé sus labios con los míos, con una tormenta en mi interior y a la vez una calma asombrosa, un alivio que me hacía sentir leve, flotar para él, siempre para él. Esbocé otra sonrisa mientras acariciaba la piel que me quedaba a mano - Gracias...
Me sentía tremendamente agradecida, me estaba dando confianza y aquello es más de lo que nadie me había dado. Lo miré con profundidad, empapandome de esos ojos que me miraban y de la presencia de él mismo, como una sombra, una roca que me acompañaría siempre. - Te quiero. Así, tan... -pasé la mano por su cara y sonreí, tremendamente alegre. - Te quiero. Ten por seguro que.. me va a costar hacer las cosas bien. Sólo te pido paciencia... -dije.
Y era cierto. Sentía todo aquello, sí. Pero el miedo seguía allí. Y no sabía cómo reaccionaría yo ante todo aquello. Miré de reojo la ventana, donde empezaba a despuntar la luz del sol y volví a mirarlo. Lo mejor sería descansar...
Reí alegremente divertida y paré un tanto en seco. Hacía tiempo que no me reía así. Aún con rastro de la sonrisa en los labios lo miré frunciendo los labios. - Sí, vamos. Adoro los libros.. - comenté levantando los brazos en gesto apaciguador para tratar de calmarlo. Estaba tenso. Y yo también.. pero más que en tensión estaba nerviosa. Me sentía observada mientras avanzaba por un camino y por otro.
Quería decirle tantas cosas... Aunque más que muchas cosas, quería sentirme bien. Pero necesitaba hacerle entender que para mi eso era peligroso. Que yo siempre lo daba todo y siempre perdía todo.. al cambio... Y esta vez tenía miedo de eso. Porque sentía que me estaba entregando aún sin tener nada entre los dos.... No quería ni imaginar qué ocurriría si ocurría algo entre nosotros... Ahgg Ébano, no empieces. No te precipites...
Tenía miedo de volver a equivocarme. Pero al final siempre.. voy de golpe a todo, o todo, o nada.
Cuando abrió la puerta del estudio... me quedé sin habla. Libros, libros y más libros. Chimeneas y antorchas guarecidas para no estropear el papel. Alfombras, más y más estanterías y sillones. Mesas de estudio e instrumentos útiles para investigación... Fui a decir algo pero, se quedó atascado en mi garganta. Le escuché decir algo sobre cincuenta libros..
E-es asombroso... Yo... nunca.. - había visto tantos libros, habría dicho, pero atravesé un par de estanterías y me perdí. Di dos vueltas y volví hasta él, aparentemente nervioso. Mi castillo era grande.. pero estaba vacío. O casi, vacío, más bien. Thorek. Cerré los ojos consciente de lo mucho que me estaba odiando por mentir así, a pesar de no tener nada, yo consideraba deshonesto aquello que estaba haciendo.. tenia mi moral. Rara, pero era mi moral, mi código. Todo hombre que se precie tiene un código y yo no era un hombre, pero era una mujer en un mundo de hombres.
Yo no tenía tantos libros como había allí, y ni siquiera... Ni siquiera en la biblioteca del Príncipe había tal colección. Cientos de preguntas se agolpaban en mi sobre aquella cantidad de volúmenes, preguntas que se añadían a las que ya poblaban mi cabeza sobre Wallace y yo. Sobre... Sobre nosotros.
Alcé la vista y lo vi ahí, apoyado en la mesa de madera maciza, con los hombros desnudos. Comenzó a hablar... a trompicones. Lo agradecí. Yo lo habría hecho peor. Estaba espantosamente guapo...
Ébano yo......me es dificil esto...vale...yo...joder.....eres...importante...mucho...no es solo...sexo...es...no lo se...se que es algo mas...se que hay algo...... - cielos, sí, estaba jodidamente guapo pero... era extraño. Por primera vez sentía el deseo, sí, intenso y a golpes que no dejaban indiferente a mi cuerpo... Pero latente. Lo tapaba otro sentimiento. Y es que no podía dejar de mirar a sus ojos. Tan... limpio. Tan intenso y tan sincero. Y tan atemorizado... Estaba aterrada, no quería hacerle daño, ni joderlo todo, y dado mi historial.. mi raza, mi ser, lo más probable es que ocurriese tal como temía... - y no quiero que desaparezca, no quiero...y me siento estúpido por que.....me pongo celoso al pensar que podrías estar con otros...y es..absurdo! somos adultos y maduros pero..pero!.....dioses mírame como estoy...parezco un niñato...
Reí un poco mientras me acercaba. No quería ponérselo más difícil. Solo quería hacer la vida hermosa para ese hombre. Posé la mano en su brazo y acaricié suavemente una, dos veces, hasta su cuello, alzando su mentón hasta mis ojos.
Sentía su corazón cerca de mi, posé la otra mano en su pecho y bajé la mirada, culpable de todo aquello. Siempre me ocurría lo mismo, y no quería que él fuese otro de esos hombres que se generan una exptectativa que yo no podía cumplir... Pero.
Antes de que pudiese decir nada, habló. Yo había abierto la boca para contestarle pero. Se clavaron en mi como flechas, lentas como copos de nieve que caen pero letales como lenguas de fuego.
Quiero que seas mía.
Todo se detuvo por un momento. Solo sentía su corazón acelerado y el mío , y escuchaba el aire salir de mi boca en un suspiro casi mudo. Esbocé una sonrisa dolorosa a su confesión y alcé la mirada para fijarla en sus ojos, acariciando con los dedos sus labios. Suaves...
Wallace.. yo... - suspiré - Madre ... Has dicho tanto en tan poco... - acaricié sus labios y me pasé la mano por el pelo. Estaba a punto de tirar yo misma la barrera que me había construído. Mi imagen, mi reputación y mi defensa. Mi apariencia. - Mira.. No sé por dónde empezar.... Siento cosas por ti. Desconozco lo que siento. No sé descifrarlo. Pero sé que es aquello de lo que me he alejado siempre.. Veo a todo el mundo sufrir y, me he visto... obligada a aislarme. A olvidar el mundo. -hice una pausa, respiré. Me temblaba la voz pero tenía que tratar de contenerlo. - A crecer sola. Y tengo miedo, estoy aterrada. Porque en un margen de tiempo asquerosamente pequeño he descubierto que siento cosas por ti que jamás he sentido por nadie. Y sé que eso es lo que la gente llama... llama amor. Pero entiende... tienes que.. saber que no funciono.. así. No sé cómo funciono de hecho... Siento mil cosas y no sé qué hacer con todo este montón de ideas y, te veo aquí, ofreciéndome todo y, apenas te conozco y... ¡Eso es lo que me aterra...! ¿Comprendes..? No sé nada de ti, ni tu de mi.. edad, por ejemplo.. ¿gustos? Pasado... Y nada de eso importa, esa es la cuestión. Siento que lo que me ofreces, es aquel lugar por el que he luchado siempre... Un hogar. Un lugar. Dejar de ser mirada con ojos de miedo, de repulsión. Y después de tanto tiempo, ya no sé qué soy. - agaché la cabeza.
Era consciente de que no estaba diciendo más que un cúmulo de estupideces y me había sonrojado. Había sentido caer una lágrima pero apreté firmemente los ojos para eliminarla mientras tomaba la decisión que mi corazón ya sabía desde hacía tanto. Derrumbé la muralla y lo miré de nuevo con el rostro aterrorizado, de mi, porque sabía que acababa de regalar tiempo de armadura, de refuerzo, de olvido de un pasado que necesitaba, olvido de cariño.
...Pero sea lo que sea.... Quiero ser contigo. - tenía la voz temblorosa mientras decía aquello. Respiraba demasiado rápido - Tienes que saber que te haré daño. Porque es así como soy... Y eso me aterra, ¿entiendes? Y eso me da más miedo aún. Porque siento que dependo de alguien, siento que llevo dentro tantos sentimientos, que podría regalarte el mundo o destruirlo, porque siento con fuerza muchas cosas nuevas. Y porque odio tener un punto débil que por primera vez no reside en mi...
Eché los brazos a su cuello sin poder aguantarme más y aspiré su olor en su clavícula, en su nuca, debajo de su cuello, alzándome de puntillas y rocé sus labios con los míos, con una tormenta en mi interior y a la vez una calma asombrosa, un alivio que me hacía sentir leve, flotar para él, siempre para él. Esbocé otra sonrisa mientras acariciaba la piel que me quedaba a mano - Gracias...
Me sentía tremendamente agradecida, me estaba dando confianza y aquello es más de lo que nadie me había dado. Lo miré con profundidad, empapandome de esos ojos que me miraban y de la presencia de él mismo, como una sombra, una roca que me acompañaría siempre. - Te quiero. Así, tan... -pasé la mano por su cara y sonreí, tremendamente alegre. - Te quiero. Ten por seguro que.. me va a costar hacer las cosas bien. Sólo te pido paciencia... -dije.
Y era cierto. Sentía todo aquello, sí. Pero el miedo seguía allí. Y no sabía cómo reaccionaría yo ante todo aquello. Miré de reojo la ventana, donde empezaba a despuntar la luz del sol y volví a mirarlo. Lo mejor sería descansar...
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Re: Entre hielo, roca, y agua. [Interpretativo - Libre ][+18] Wallace + Vacante. [0/1]
Vi muchas cosas en sus ojos. Ilusión, miedo...se sentía igual que yo seguramente. Sus manos me tocaban, tranquilizándome. Su mero contacto, sus caricias...dioses...me hacían desearla mil veces mas y eso era posible. No se de donde sacaba la fortaleza para no lanzarme sobre ella y tomarla. Pero era precisamente eso lo que la hacia diferente. El hecho de que deseaba mas escucharla, acariciar su pelo mientras leyese un libro. Mirarla, mientras ella me explicase que habría hecho hoy. Besar su cuello, mientras arreglase cualquier cosa...Suspire, aliviado, con esas tontas fantasías en mi cabeza. Deseaba darle mi vida y lo estaba haciendo.
Sus palabras eran bien ciertas. No sabíamos mucho el uno con el otro pero podíamos hacerlo! Podíamos hablar durante horas y contarle todo...que color le debe gustar? y que comida...podría cocinarle lo que quisiera...Me acerque a ella, mas aun, quería tenerla cerca, quería tocarla para ver si era real. Si podía ser mía.
-Tienes razón..si es cierto que casi no sabemos nada pero..mira tengo 35 años!..-le dije, sonriente, mas feliz de lo que había estado nunca. Me frote la barba con nerviosismo, lleno de energía por contarle muchas cosas.-...y...y...no se donde nací, es así..no se nada de mis padres!...y..que mas podría...-estaba dispuesto a contarle mi vida allí mismo. Habría sido absurdo y aburrido, seguro. Quería contarle todo. Mis miedos. Mi vida con Sarah, todo lo que pudo haber sido. Mi pasado con Amaranth. Pero no pude.
Y no por que no tuve valor. Cuando me di cuenta, sus brazos me rodeaban y sus labios me habían cazado. Sentir su beso de nuevo me izo callar de golpe, en un suspiro placentero. Cerré los ojos y disfrute plenamente de aquello. Dioses...su sabor...no lo olvidaría jamas. Fue efímero pero suficiente para mi. Me quede anonado, parpadeando varias veces, incluso trague saliva y me humedecí los labios. No me lo podía creer. Me sentía como un muchacho pero ella...ella..Dioses y mas Demonios. Era tan...tan.
-No las des...es un placer...-le susurré, mirando el suelo, sonrojado sin poder ocultarlo. Un beso que había calmado la bestia. Un guerrero curtido por la sangre, nervioso, atontado por un simple y casto beso.
Te quiero.
Y mi mundo se rompió en mil pedazos. Sus palabras se clavaron en mi como dagas. La mire de golpe, chocado. Lo había dicho?! No no no no! Había sido una ilusión, una tontería de mi mente aun anonada por ese beso y esas palabras tan jodidamente dulces. Si lo había dicho. Si. Si si si si .
-No...-que esas diciendo Wallace?!-....no puedes! es decir...-me tape la boca con el antebrazo, nervioso, abrumado, jodidamente acojonado. Me temblaban las piernas. Fue como aquella vez en la cueva, solo era un puto niño y tenia una lamia delante. Tenia un cuchillo y estaba lleno de golpes. Pero la lamia no se movía, me observaba. Quería que el miedo me matara para luego engullirme ella. Pero Ébano no era una lamia. Y yo no estaba en peligro.-...Ébano...Ébano...-repetí su nombre, mi bálsamo, mi salvación. Me derrumbe, separándome un poco de ella-...tu...como puede ser....mírame! Yo también te haré daño...soy...-le dije, alzando la voz y los brazos, mostrándome vulnerable.-...soy carne....y fuego...yo...-mi cabeza no podía pensar y por fin mi corazón le dio una buena patada.-....yo también...te...-Callé. Cerré mis labios unos segundos junto con mis ojos.
Cuando la tengas delante, no podrás respirar. No podrás hablar ni pensar. Solo la veras a ella entre muchas. Lo sentirás tan adentro que te dolerá. Te devorara por dentro y volverás a renacer.
La mire a los ojos. Me sentí despertar. Mi cabeza estaba serena. Mi corazón latía por y para ella. Me acerque a ella con pasos poderosos y con determinación. La cogí de las manos, se las apreté mientras mis ojos se perdían en los suyos. Ella me quería.
Ella me quería. A mi. A ningún otro.
Me quería a mi.
Y yo estaba perdido e incondicionalmente enamorado de ella. Y podía morir y arder por que era asi de simple.
-Te quiero.
El eco de mis palabras resonaron por todo el bastión. Los cuervos se despertaron y aletearon. Las antorchas bailaron momentáneamente y una suave brisa atravesó las ventanas moviendo las paginas de algunos libros. Yo la miraba, sin decir nada, esperando. Le había dado mi vida en aquel momento y no me arrepentía. Respiraba lentamente, sin soltarla. Si ella quería un muro, yo lo seria. Si ella quería perderse, lo escondería sus huellas. Si ella necesitaba luz, ardería por ella.
Y ya no había vuelta atrás.
-Te quiero, Ébano.- repetí con mas energía, mas seguridad.-...y que los dioses nos perdonen si esto esta mal pero no voy a dejar de hacerlo maldita sea.-gruñí con una sonrisa de victoria en los labios.- Te quiero. Te quiero, joder.
Sus palabras eran bien ciertas. No sabíamos mucho el uno con el otro pero podíamos hacerlo! Podíamos hablar durante horas y contarle todo...que color le debe gustar? y que comida...podría cocinarle lo que quisiera...Me acerque a ella, mas aun, quería tenerla cerca, quería tocarla para ver si era real. Si podía ser mía.
-Tienes razón..si es cierto que casi no sabemos nada pero..mira tengo 35 años!..-le dije, sonriente, mas feliz de lo que había estado nunca. Me frote la barba con nerviosismo, lleno de energía por contarle muchas cosas.-...y...y...no se donde nací, es así..no se nada de mis padres!...y..que mas podría...-estaba dispuesto a contarle mi vida allí mismo. Habría sido absurdo y aburrido, seguro. Quería contarle todo. Mis miedos. Mi vida con Sarah, todo lo que pudo haber sido. Mi pasado con Amaranth. Pero no pude.
Y no por que no tuve valor. Cuando me di cuenta, sus brazos me rodeaban y sus labios me habían cazado. Sentir su beso de nuevo me izo callar de golpe, en un suspiro placentero. Cerré los ojos y disfrute plenamente de aquello. Dioses...su sabor...no lo olvidaría jamas. Fue efímero pero suficiente para mi. Me quede anonado, parpadeando varias veces, incluso trague saliva y me humedecí los labios. No me lo podía creer. Me sentía como un muchacho pero ella...ella..Dioses y mas Demonios. Era tan...tan.
-No las des...es un placer...-le susurré, mirando el suelo, sonrojado sin poder ocultarlo. Un beso que había calmado la bestia. Un guerrero curtido por la sangre, nervioso, atontado por un simple y casto beso.
Te quiero.
Y mi mundo se rompió en mil pedazos. Sus palabras se clavaron en mi como dagas. La mire de golpe, chocado. Lo había dicho?! No no no no! Había sido una ilusión, una tontería de mi mente aun anonada por ese beso y esas palabras tan jodidamente dulces. Si lo había dicho. Si. Si si si si .
-No...-que esas diciendo Wallace?!-....no puedes! es decir...-me tape la boca con el antebrazo, nervioso, abrumado, jodidamente acojonado. Me temblaban las piernas. Fue como aquella vez en la cueva, solo era un puto niño y tenia una lamia delante. Tenia un cuchillo y estaba lleno de golpes. Pero la lamia no se movía, me observaba. Quería que el miedo me matara para luego engullirme ella. Pero Ébano no era una lamia. Y yo no estaba en peligro.-...Ébano...Ébano...-repetí su nombre, mi bálsamo, mi salvación. Me derrumbe, separándome un poco de ella-...tu...como puede ser....mírame! Yo también te haré daño...soy...-le dije, alzando la voz y los brazos, mostrándome vulnerable.-...soy carne....y fuego...yo...-mi cabeza no podía pensar y por fin mi corazón le dio una buena patada.-....yo también...te...-Callé. Cerré mis labios unos segundos junto con mis ojos.
Cuando la tengas delante, no podrás respirar. No podrás hablar ni pensar. Solo la veras a ella entre muchas. Lo sentirás tan adentro que te dolerá. Te devorara por dentro y volverás a renacer.
La mire a los ojos. Me sentí despertar. Mi cabeza estaba serena. Mi corazón latía por y para ella. Me acerque a ella con pasos poderosos y con determinación. La cogí de las manos, se las apreté mientras mis ojos se perdían en los suyos. Ella me quería.
Ella me quería. A mi. A ningún otro.
Me quería a mi.
Y yo estaba perdido e incondicionalmente enamorado de ella. Y podía morir y arder por que era asi de simple.
-Te quiero.
El eco de mis palabras resonaron por todo el bastión. Los cuervos se despertaron y aletearon. Las antorchas bailaron momentáneamente y una suave brisa atravesó las ventanas moviendo las paginas de algunos libros. Yo la miraba, sin decir nada, esperando. Le había dado mi vida en aquel momento y no me arrepentía. Respiraba lentamente, sin soltarla. Si ella quería un muro, yo lo seria. Si ella quería perderse, lo escondería sus huellas. Si ella necesitaba luz, ardería por ella.
Y ya no había vuelta atrás.
-Te quiero, Ébano.- repetí con mas energía, mas seguridad.-...y que los dioses nos perdonen si esto esta mal pero no voy a dejar de hacerlo maldita sea.-gruñí con una sonrisa de victoria en los labios.- Te quiero. Te quiero, joder.
Wallace Mcgregor
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Re: Entre hielo, roca, y agua. [Interpretativo - Libre ][+18] Wallace + Vacante. [0/1]
No......no puedes! es decir......Ébano...Ébano....tu...como puede ser....mírame! Yo también te haré daño...soy.....soy carne....y fuego...yo.......yo también...te...
Abrí los brazos alejándome un tanto de él a pesar de que no era lo que quería, para contemplarlo en toda su altura, su espacio, su ser.
Estaba sudoroso, tembloroso. ¿Nervioso? Normal... Dioses, daba gracias a los años que había pasado con la hermandad donde aprendí a contenerme pero, mi fachada se había resquebrajado y aunque lograba mantener las formas, yo sabía que también temblaba como una hoja.
Verlo así, no era agradable, pero una parte de mi se sentía bien... Satisfecha, en calma por saberme.. Necesitada. Otra parte de mi me chillaba desde mi mente que no hiciese aquello. Que le haría daño, o que tal vez él se iría, tal vez no pudiese aguantar mi naturaleza errática con un ritmo caótico y un proceder con los demás que resultaba impetuoso, demasiado.. extrovertido, o confiado. Esa parte de mi también me decía que no me atase, que no echase raíces pues cuando al hombre increíblemente intenso que tenía delante le saliesen canas.. Yo seguiría aparentando la veintena.
La soledad me aterraba. Me daba miedo. Me sentía insegura, y sola, y podría levantar muchas barreras, si, pero en la oscuridad de la noche, en el silencio de una alcoba vacía solo estaría yo. Y en esos momentos, a solas conmigo no habría barrera que valiese para olvidar mis miedos, mis pesadillas. Y tampoco me valdría eternamente la pretensión de ser la pesadilla de la humanidad.
Sobre todo, porque aquel hombre estaba ahí para mi... Y yo, yo ya me había perdido, desde el momento en que posé mis ojos en los suyos una parte dormida de mi despertó, y ahora que le tenía delante, mirándome y deseándome con cada milímetro de piel, saltaba de alegría. Y en esas condiciones estaba claro que no me duraría mucho mi armadura..
Le sonreí, dejando a un lado mis miedos e inseguridades y lo miré: tenso, emocionado y conteniendo millares de chispas que parecían a punto de detonar. Y yo me sentía como una niña emocionada, sujeto de necesidad...
Te quiero.Te quiero, Ébano...y que los dioses nos perdonen si esto esta mal pero no voy a dejar de hacerlo maldita sea. Te quiero. Te quiero, joder.
Me brillaron los ojos, lo sé. Pasé las manos desde sus hombros hasta sus muñecas, que tenía apoyadas en las caderas sin dejar de mirarlo un solo momento. Me acerqué a él y ascendí las manos por su torso con la fina camisa hasta su cuello, tragué y besé su piel allí donde llegaba. Puse un dedo sobre sus labios y lo miré, cargada de felicidad.
Y dime, encanto, ¿por qué habría de estar mal...? ¿Que... -dije recordando de pronto sus palabras anteriores- ..tienes que no este bien? -lo miré pícara unos instantes enseñándole los dientes y acaricié despacio su piel, su cresta tras su espalda. Estaba muy cerca pero no llegaba a abrazarlo ni rodearlo. Me perdía la sexualidad, desde siempre. Adoraba ese baile de sentidos que desarrollábamos en ocasiones..- Eres carne y fuego, sí. ¿Y acaso yo no soy sangre y noche...? Ninguno hemos rehuído el riesgo. Y creo que... La posibilidad de.... daño mutuo es un precio muy escaso a pagar, con... tal... de... estar aquí. -dije, mientras rodeaba su piel aquí y allá hasta deslizar la mano al lugar en su torso que guardaba su corazón.
No me podia creer a m misma siendo así de... íntima, pero, él me lo ponía tan fácil... Tan sumamente natural para mi.
A mi. Me hablaba a mi y... Lo más importante era... que no le importaba que fuese yo, ni los problemas. Eso estaba implícito y eso, eso era lo que yo más necesitaba. Había necesitado todo este tiempo aquello de lo que me protegía. Me haría daño, y me daba igual.
Sería necia si te dijese que no tuvieses miedo, e hipócrita. Pero es algo que está ahí... Sé que lo sientes, y sabes que yo también.. Pero quiero que confíes en mi. Has puesto mucho esfuerzo en el último cometido, y ahora quiero que estés bien... -dije. Miré de nuevo a la ventana. Miré de nuevo a sus ojos intensamente, me acerqué a sus labios sin rozarlos y le rodeé, esgrimiendo una sonrisa traviesa. No podría abandonar nunca mi... naturaleza. Cerré la ventana a cal y canto y me apoyé en una mesa, buscando con la mirada la mesa con la bandeja para el alcohol...
...Aquí. Intuí que guardarías de esto. -dije, guiñándole un ojo y sirviéndo dos vasos. Empezaba a convertirse en un serio problema para mi. - Solo... Me gustaría que tengas en cuenta que.. mi ser,... mi naturaleza, es errática, caótica. Sé que no lo harías pero... por si acaso.. No pretendas cambiarme tu, no tu. -lo dije, necesitaba hacerlo aunque no fuese necesario, miré algo apenada el vaso y levanté la mirada de nuevo con emoción, picardía y seriedad, la mirada de quien maquina, siempre, a todas horas. - Y bien... Si no me equivoco, iba mi anfitrión a... hablarme de negocios antes de retirarse a su merecido descanso.
Abrí los brazos alejándome un tanto de él a pesar de que no era lo que quería, para contemplarlo en toda su altura, su espacio, su ser.
Estaba sudoroso, tembloroso. ¿Nervioso? Normal... Dioses, daba gracias a los años que había pasado con la hermandad donde aprendí a contenerme pero, mi fachada se había resquebrajado y aunque lograba mantener las formas, yo sabía que también temblaba como una hoja.
Verlo así, no era agradable, pero una parte de mi se sentía bien... Satisfecha, en calma por saberme.. Necesitada. Otra parte de mi me chillaba desde mi mente que no hiciese aquello. Que le haría daño, o que tal vez él se iría, tal vez no pudiese aguantar mi naturaleza errática con un ritmo caótico y un proceder con los demás que resultaba impetuoso, demasiado.. extrovertido, o confiado. Esa parte de mi también me decía que no me atase, que no echase raíces pues cuando al hombre increíblemente intenso que tenía delante le saliesen canas.. Yo seguiría aparentando la veintena.
La soledad me aterraba. Me daba miedo. Me sentía insegura, y sola, y podría levantar muchas barreras, si, pero en la oscuridad de la noche, en el silencio de una alcoba vacía solo estaría yo. Y en esos momentos, a solas conmigo no habría barrera que valiese para olvidar mis miedos, mis pesadillas. Y tampoco me valdría eternamente la pretensión de ser la pesadilla de la humanidad.
Sobre todo, porque aquel hombre estaba ahí para mi... Y yo, yo ya me había perdido, desde el momento en que posé mis ojos en los suyos una parte dormida de mi despertó, y ahora que le tenía delante, mirándome y deseándome con cada milímetro de piel, saltaba de alegría. Y en esas condiciones estaba claro que no me duraría mucho mi armadura..
Le sonreí, dejando a un lado mis miedos e inseguridades y lo miré: tenso, emocionado y conteniendo millares de chispas que parecían a punto de detonar. Y yo me sentía como una niña emocionada, sujeto de necesidad...
Te quiero.Te quiero, Ébano...y que los dioses nos perdonen si esto esta mal pero no voy a dejar de hacerlo maldita sea. Te quiero. Te quiero, joder.
Me brillaron los ojos, lo sé. Pasé las manos desde sus hombros hasta sus muñecas, que tenía apoyadas en las caderas sin dejar de mirarlo un solo momento. Me acerqué a él y ascendí las manos por su torso con la fina camisa hasta su cuello, tragué y besé su piel allí donde llegaba. Puse un dedo sobre sus labios y lo miré, cargada de felicidad.
Y dime, encanto, ¿por qué habría de estar mal...? ¿Que... -dije recordando de pronto sus palabras anteriores- ..tienes que no este bien? -lo miré pícara unos instantes enseñándole los dientes y acaricié despacio su piel, su cresta tras su espalda. Estaba muy cerca pero no llegaba a abrazarlo ni rodearlo. Me perdía la sexualidad, desde siempre. Adoraba ese baile de sentidos que desarrollábamos en ocasiones..- Eres carne y fuego, sí. ¿Y acaso yo no soy sangre y noche...? Ninguno hemos rehuído el riesgo. Y creo que... La posibilidad de.... daño mutuo es un precio muy escaso a pagar, con... tal... de... estar aquí. -dije, mientras rodeaba su piel aquí y allá hasta deslizar la mano al lugar en su torso que guardaba su corazón.
No me podia creer a m misma siendo así de... íntima, pero, él me lo ponía tan fácil... Tan sumamente natural para mi.
A mi. Me hablaba a mi y... Lo más importante era... que no le importaba que fuese yo, ni los problemas. Eso estaba implícito y eso, eso era lo que yo más necesitaba. Había necesitado todo este tiempo aquello de lo que me protegía. Me haría daño, y me daba igual.
Sería necia si te dijese que no tuvieses miedo, e hipócrita. Pero es algo que está ahí... Sé que lo sientes, y sabes que yo también.. Pero quiero que confíes en mi. Has puesto mucho esfuerzo en el último cometido, y ahora quiero que estés bien... -dije. Miré de nuevo a la ventana. Miré de nuevo a sus ojos intensamente, me acerqué a sus labios sin rozarlos y le rodeé, esgrimiendo una sonrisa traviesa. No podría abandonar nunca mi... naturaleza. Cerré la ventana a cal y canto y me apoyé en una mesa, buscando con la mirada la mesa con la bandeja para el alcohol...
...Aquí. Intuí que guardarías de esto. -dije, guiñándole un ojo y sirviéndo dos vasos. Empezaba a convertirse en un serio problema para mi. - Solo... Me gustaría que tengas en cuenta que.. mi ser,... mi naturaleza, es errática, caótica. Sé que no lo harías pero... por si acaso.. No pretendas cambiarme tu, no tu. -lo dije, necesitaba hacerlo aunque no fuese necesario, miré algo apenada el vaso y levanté la mirada de nuevo con emoción, picardía y seriedad, la mirada de quien maquina, siempre, a todas horas. - Y bien... Si no me equivoco, iba mi anfitrión a... hablarme de negocios antes de retirarse a su merecido descanso.
Ébano
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Re: Entre hielo, roca, y agua. [Interpretativo - Libre ][+18] Wallace + Vacante. [0/1]
Cogí la copa mientras sus palabras me llenaban de gozo y cariño. La observé moverse, tocarme, besar mi piel, encenderme. oh..lo estaba haciendo. Me provocaba, sabia que yo también estaba en mi limite. Después de haberle dicho a una mujer, después de tantos años, que la quería, esperaba una buena celebración, ella, yo, una cama, quizás el suelo...
Bebí el liquido de un golpe y me serví mas, nervioso, muchísimo aun. Quizás la pared, en la mesa llena de libros...Wallace deja de pensar eso. Una parte de mi se sintió culpable. Para ella, expresarse, decir lo que quería decir era muy fácil. Para mi, quien siempre había callado, quien siempre había silenciado sus sentimientos hacia el mundo, era difícil decir todo lo que sentía. Solo podía con actos con meras palabras que no tendrían tanta fuerza. Me sentía culpable por que quizás ella esperaba un discurso digno de reyes. Pero yo solo era un hombre. Su hombre.
-Si...si...claro, cierto..aunque..necesito tomar un baño de agua fría yo...a sido todo muy intenso y uno no se....-la mire a los ojos y me acerque a ella, tomando su mano, besando sus nudillos con devoción.-...uno no se enamora todos los días...-susurré antes de pasar mis labios pro su cuello. Dejé la copa en la mesita, junto a la suya y cogí su cintura, estrechándola contra mi. Dioses...pretendía no hacer esto después de todas esas palabras?! Mis labios repasaron su mandíbula, sus mejillas su nariz y cuando llegaron a sus labios decidí, no se por que, jugar. Me aparté de ella sonriendo, pícaro juguetón, malvado. Me relamí y me abrí la camisola para que viera, para sintiera hambre, el mismo que yo sentía por ella en ese instante y me apoyé en la mesita.-ejem...b-bueno a lo que debíamos hablar...- me aclaré la garganta y me puse serio de golpe, debía decirle cosas muy importantes. Mis palabras no temblaron cuando le explique el cometido de uno de los miembros mas importantes del clan: La Garra.
Era la mano del Gran Cuervo, quien daba consejos incluso quien ordenaba, quien a veces cogía el control si el Gran Cuervo no estaba dispuesto. Le propuse ser mi Garra, no solo por la confianza y por la relación que teníamos. Era la persona idónea. Era perfecta.-piensatelo, no tienes por que aceptar, solo medita sobre ello....- besé de nuevo sus nudillos-...mejor...voy a descansar...explore el bastión, señorita Ébano...es su hogar ahora...siempre lo ha sido...-le dije, acariciándome allí donde mi corazón latía por ella.-...Buenas noches...-me gire, mirándola, deseándola.-...cariño...
El agua fría choco contra mi cara mientras el vapor salia de cada uno de los poros de mi piel. Tener una bañera en la habitación era una buena idea. No sabia si ella había hecho caso, la noche era su elemento y algo debía hacer mientras yo dormía, si es que lo conseguía. Hundí mi cabeza y mi cuerpo de nuevo en el agua y estuve debajo un par de minutos. Mi cabeza pensaba con claridad de nuevo.
Te quiero.
Esas palabras me hacían arder. Las habíamos pronunciado con tanta facilidad, había sido tan cómodo tan placentero decirlas...salí a la superficie y me froté la cara, mas descansado, aliviado. Me había quitado un peso de encima. Salí de la bañera, chorreando agua, camine desnudo hasta el balcón. Hacia un frió agradable. El agua empezaba a evaporarse por mi calor interno.
Que pasaría ahora? Disfrutaríamos de una vida en...pareja? seriamos amantes o quizás debería yo proponerle el siguiente paso? Miles de dudas empezaban a crecer en mi mente pero vamos! Tenia que relajarme, habíamos sobrevivido a esa lluvia de amor y confesiones. La primera noche quizás no seria con ella pero al menos si la tendría en mi mente, como siempre. Camine, ignorando la ropa, no quería vestirme aun, y me puse delante de la chimenea, mirando el fuego que bailaba para mi.
-Te quiero...-susurré, con una tonta sonrisa en los labios.-...te quiero...
Bebí el liquido de un golpe y me serví mas, nervioso, muchísimo aun. Quizás la pared, en la mesa llena de libros...Wallace deja de pensar eso. Una parte de mi se sintió culpable. Para ella, expresarse, decir lo que quería decir era muy fácil. Para mi, quien siempre había callado, quien siempre había silenciado sus sentimientos hacia el mundo, era difícil decir todo lo que sentía. Solo podía con actos con meras palabras que no tendrían tanta fuerza. Me sentía culpable por que quizás ella esperaba un discurso digno de reyes. Pero yo solo era un hombre. Su hombre.
-Si...si...claro, cierto..aunque..necesito tomar un baño de agua fría yo...a sido todo muy intenso y uno no se....-la mire a los ojos y me acerque a ella, tomando su mano, besando sus nudillos con devoción.-...uno no se enamora todos los días...-susurré antes de pasar mis labios pro su cuello. Dejé la copa en la mesita, junto a la suya y cogí su cintura, estrechándola contra mi. Dioses...pretendía no hacer esto después de todas esas palabras?! Mis labios repasaron su mandíbula, sus mejillas su nariz y cuando llegaron a sus labios decidí, no se por que, jugar. Me aparté de ella sonriendo, pícaro juguetón, malvado. Me relamí y me abrí la camisola para que viera, para sintiera hambre, el mismo que yo sentía por ella en ese instante y me apoyé en la mesita.-ejem...b-bueno a lo que debíamos hablar...- me aclaré la garganta y me puse serio de golpe, debía decirle cosas muy importantes. Mis palabras no temblaron cuando le explique el cometido de uno de los miembros mas importantes del clan: La Garra.
Era la mano del Gran Cuervo, quien daba consejos incluso quien ordenaba, quien a veces cogía el control si el Gran Cuervo no estaba dispuesto. Le propuse ser mi Garra, no solo por la confianza y por la relación que teníamos. Era la persona idónea. Era perfecta.-piensatelo, no tienes por que aceptar, solo medita sobre ello....- besé de nuevo sus nudillos-...mejor...voy a descansar...explore el bastión, señorita Ébano...es su hogar ahora...siempre lo ha sido...-le dije, acariciándome allí donde mi corazón latía por ella.-...Buenas noches...-me gire, mirándola, deseándola.-...cariño...
El agua fría choco contra mi cara mientras el vapor salia de cada uno de los poros de mi piel. Tener una bañera en la habitación era una buena idea. No sabia si ella había hecho caso, la noche era su elemento y algo debía hacer mientras yo dormía, si es que lo conseguía. Hundí mi cabeza y mi cuerpo de nuevo en el agua y estuve debajo un par de minutos. Mi cabeza pensaba con claridad de nuevo.
Te quiero.
Esas palabras me hacían arder. Las habíamos pronunciado con tanta facilidad, había sido tan cómodo tan placentero decirlas...salí a la superficie y me froté la cara, mas descansado, aliviado. Me había quitado un peso de encima. Salí de la bañera, chorreando agua, camine desnudo hasta el balcón. Hacia un frió agradable. El agua empezaba a evaporarse por mi calor interno.
Que pasaría ahora? Disfrutaríamos de una vida en...pareja? seriamos amantes o quizás debería yo proponerle el siguiente paso? Miles de dudas empezaban a crecer en mi mente pero vamos! Tenia que relajarme, habíamos sobrevivido a esa lluvia de amor y confesiones. La primera noche quizás no seria con ella pero al menos si la tendría en mi mente, como siempre. Camine, ignorando la ropa, no quería vestirme aun, y me puse delante de la chimenea, mirando el fuego que bailaba para mi.
-Te quiero...-susurré, con una tonta sonrisa en los labios.-...te quiero...
Wallace Mcgregor
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Re: Entre hielo, roca, y agua. [Interpretativo - Libre ][+18] Wallace + Vacante. [0/1]
“Uno no se enamora todos los días” La frase flotaba en mi cabeza cuando se acercó a mí. Me sentía sumamente pequeña a su lado. Normalmente me ocurría y estaba habituada a ello, pero en esa ocasión mis ojos no querían perderse ni un detalle, ni un centímetro de él.
Solté los brazos junto a mis costados y alcé la mirada hacia la suya, casi rozando sus labios. Casi. Alcé las manos hacia sus hombros para cogerlos cuando sonrió junto a mi boca, pícaro. Hice el gesto de arañar su piel, sin hacerlo, solo el amago, entrecerré los ojos y esbocé una sonrisa burlona, sabiendo que estaba jugando conmigo, a mi propio juego.
– Ejem...b-bueno a lo que debíamos hablar... – suspiré y cerré los ojos. Al abrirlos nuevamente lo hice con expresión de inocencia fingida mientras me mordía el labio y me cruzaba de brazos. Me alejé también unos pasos y me dispuse a escuchar lo que tenía que decirme: – Claro. Al fin y al cabo vine aquí por un pájaro…
Me explicó, con todo lujo de detalles, y el rostro serio, duro. No vacilaba al hablar de ello, era algo importante para él. Ya lo sabía, pero aquello demostraba una vez más que era un hombre de fijaciones, fijaciones que siempre cumplía; un hombre de palabra.
– Piénsatelo, no tienes por qué aceptar, solo medita sobre ello.....mejor...voy a descansar...explore el bastión, señorita Ébano...es su hogar ahora...siempre lo ha sido.... Buenas noches.. ..cariño..
Me besó los nudillos y luego salió, se giró y dijo aquello…. Le sonreí con afecto y con ganas de dejarme ir y besar sus labios, abrazarlo y perderme en él como si no tuviese otro cometido en el mundo pero el Sol salía, había sido un día largo, él debía de querer un rato a solas y el viaje nos dejó cansados… Además, tenía que meditar sobre su proposición.
Y sin embargo, ningún motivo se acercaba siquiera a aplacar mis ganas de él.
Me mordí el labio mientras recordaba su mirada sobre la mía y su presencia quemándome a cada segundo que pasaba. Bebí el último trago de mi copa y observé la botella; casi vacía. Suspiré y salí, hacia las habitaciones que me había designado, resistiendo las ganas de ir a las suyas…
Cuando desperté, estaba en mi cama. Bueno… “mi” cama. Estaba en la cama del cuarto que me había designado. En el nido. Miré alrededor. Las sábanas eran oscuras, entre negro y color vino. Similar al… Ébano, de la madera. Sonreí y expiré con sarcasmo. “Qué adecuado, querido…” – pensé. Me incorporé. Me había quedado dormida, al parecer. El Sol se ocultaba entre muchas, muchísimas nubes. Ventisca de aguanieve o... lluvia se desataba y no tenía ni idea de cuánto había dormido…. Wallace esperaba una respuesta. Creo que ese día había soñado cosas referentes a su propuesta… Tragué, me levanté y abrí las cortinas, las ventanas y aspiré el aire húmedo del exterior. Adoraba poder salir esos días.
Aquel sitio era… Acogedor. El cuarto parecía tener todo lo que yo deseaba. El bastión parecía responder a mis impulsos… Ser... Garra,….. Ser la mano. “Vamos, Ireth, ¿no es eso por lo que has luchado toda tu vida? Por una posición, escalar desde lo más bajo y codearte con quien hiciese falta…“ Tengo el castillo, sí, pero deshabitado, y es enorme. Es cuestión de tiempo que alguien intente arrebatármelo, en cambio… Aquí sería diferente, además podría usar mi castillo como cuartel base en la ciudad.. Y… él. Estaba él. No sabía qué pasaría ahora ni cómo llevaríamos esa especie de… ¿relación? Pero supuse que tenerle cerca era lo más idóneo. En mi cabeza además, verle cada noche al despertar, cada mañana… era lo que quería. Mi corazón se alteraba al pensar en ello, y eso me aterraba. Apreté los puños y me serví una copa de ron que apuré tan pronto como me permitió mi garganta y dejé el vaso con fuerza.
– Qué demonios. Si sale mal, ya arreglaré cuentas. – Lo había decidido. Eso era lo que había querido siempre. Valerme por mi misma, escalar. Y por mucho que me pesase.. cariño; afecto, y calor humano. Miré al cielo de nuevo. – Bien, vamos a ello…
Los nervios me atenazaban las manos cuando abrí el baúl y mis ojos brillaron al mirar dentro. Efectivamente aquel sitio se moldeaba según su inquilino…
No me molesté en llamar. Empujé la puerta de madera y la estancia casi oscura, exceptuando una vela, cobró vida con unos velones anchos que se encendieron paulatinamente, de forma muy tenue. Estaba delante, no directamente frente a mi; estaba entre sentado, de pie, moviéndose mientras revisaba unos libros y unas cartas. Fuera, la lluvia había crecido y golpeaba el balcón. Al principio no me vio entrar, me dio tiempo a ver cómo manejaba sus papeles, cuestiones de raza…
Lo miré fijamente, consciente de que me olería, me sentiría en unos minúsculos instantes y me fui desprendiendo de la bata de seda que llevaba. Negra, oscura como la noche.
– He venido con una respuesta, querido. Seré tu garra – dije, mientras me acercaba despacio y desataba la bata que dejé caer a mis pies. – Haré cuanto pueda, pero ten por seguro que seguiré mis normas en mis decisiones. Toda elección conlleva un precio, amor.
Alcé una ceja y proseguí. Debajo, llevaba un vestido hecho con una tela sencilla de seda, oscura, roja, suelta. Caía por mis hombros en cascada, con un escote de barco que hacía un pico perdiéndose entre mis pechos gracias al cuero… El cuero oscuro, negro, me ceñía absolutamente toda la cintura como si de un corpiño se tratase; la falda, cortada a lo largo de una pierna, entera, arrastraba.
Llevaba en los brazos unos extraños brazaletes que había encontrado, en plata y piedra en negro. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
– Y tú has elegido estar conmigo. Y eso lleva unas consecuencias... Ten por seguro que no soy ninguna niña, ninguna gatita mansa, encanto. – Lo miré fijamente a los ojos. Era la primera vez que me tomaba tantas molestias y aun así me sabía a poco… Era la primera vez que deseaba que todo saliese bien, en ese momento y en todos. Era la primera vez que me entregaba, plenamente segura.
Dejé caer el vestido desatando el cuero en la espalda y me dejé mostrar. El pelo en ondas, rubio, descalza y los labios muy rojos, casi como los ojos. Y debajo, desnuda, expuesta, a excepción de unas gargantillas preciosas… En la aldea de donde venía, una cadena simboliza la fidelidad de espíritu, más allá de cualquier acto. E iba repleta de ellas. – De modo que he venido. Decido atarme, no oses desperdiciar esto porque no verás acto igual jamás por mi parte… Ten por seguro pues que no seré fácil, y sobre todo, que he venido a luchar. – dije, devorándolo con la mirada y esbozando media sonrisa con unos colmillos que necesitaban de su piel, sintiéndome aliviada por haber encontrado por fin un corazón que habitar.
Solté los brazos junto a mis costados y alcé la mirada hacia la suya, casi rozando sus labios. Casi. Alcé las manos hacia sus hombros para cogerlos cuando sonrió junto a mi boca, pícaro. Hice el gesto de arañar su piel, sin hacerlo, solo el amago, entrecerré los ojos y esbocé una sonrisa burlona, sabiendo que estaba jugando conmigo, a mi propio juego.
– Ejem...b-bueno a lo que debíamos hablar... – suspiré y cerré los ojos. Al abrirlos nuevamente lo hice con expresión de inocencia fingida mientras me mordía el labio y me cruzaba de brazos. Me alejé también unos pasos y me dispuse a escuchar lo que tenía que decirme: – Claro. Al fin y al cabo vine aquí por un pájaro…
Me explicó, con todo lujo de detalles, y el rostro serio, duro. No vacilaba al hablar de ello, era algo importante para él. Ya lo sabía, pero aquello demostraba una vez más que era un hombre de fijaciones, fijaciones que siempre cumplía; un hombre de palabra.
– Piénsatelo, no tienes por qué aceptar, solo medita sobre ello.....mejor...voy a descansar...explore el bastión, señorita Ébano...es su hogar ahora...siempre lo ha sido.... Buenas noches.. ..cariño..
Me besó los nudillos y luego salió, se giró y dijo aquello…. Le sonreí con afecto y con ganas de dejarme ir y besar sus labios, abrazarlo y perderme en él como si no tuviese otro cometido en el mundo pero el Sol salía, había sido un día largo, él debía de querer un rato a solas y el viaje nos dejó cansados… Además, tenía que meditar sobre su proposición.
Y sin embargo, ningún motivo se acercaba siquiera a aplacar mis ganas de él.
Me mordí el labio mientras recordaba su mirada sobre la mía y su presencia quemándome a cada segundo que pasaba. Bebí el último trago de mi copa y observé la botella; casi vacía. Suspiré y salí, hacia las habitaciones que me había designado, resistiendo las ganas de ir a las suyas…
- - -
Cuando desperté, estaba en mi cama. Bueno… “mi” cama. Estaba en la cama del cuarto que me había designado. En el nido. Miré alrededor. Las sábanas eran oscuras, entre negro y color vino. Similar al… Ébano, de la madera. Sonreí y expiré con sarcasmo. “Qué adecuado, querido…” – pensé. Me incorporé. Me había quedado dormida, al parecer. El Sol se ocultaba entre muchas, muchísimas nubes. Ventisca de aguanieve o... lluvia se desataba y no tenía ni idea de cuánto había dormido…. Wallace esperaba una respuesta. Creo que ese día había soñado cosas referentes a su propuesta… Tragué, me levanté y abrí las cortinas, las ventanas y aspiré el aire húmedo del exterior. Adoraba poder salir esos días.
Aquel sitio era… Acogedor. El cuarto parecía tener todo lo que yo deseaba. El bastión parecía responder a mis impulsos… Ser... Garra,….. Ser la mano. “Vamos, Ireth, ¿no es eso por lo que has luchado toda tu vida? Por una posición, escalar desde lo más bajo y codearte con quien hiciese falta…“ Tengo el castillo, sí, pero deshabitado, y es enorme. Es cuestión de tiempo que alguien intente arrebatármelo, en cambio… Aquí sería diferente, además podría usar mi castillo como cuartel base en la ciudad.. Y… él. Estaba él. No sabía qué pasaría ahora ni cómo llevaríamos esa especie de… ¿relación? Pero supuse que tenerle cerca era lo más idóneo. En mi cabeza además, verle cada noche al despertar, cada mañana… era lo que quería. Mi corazón se alteraba al pensar en ello, y eso me aterraba. Apreté los puños y me serví una copa de ron que apuré tan pronto como me permitió mi garganta y dejé el vaso con fuerza.
– Qué demonios. Si sale mal, ya arreglaré cuentas. – Lo había decidido. Eso era lo que había querido siempre. Valerme por mi misma, escalar. Y por mucho que me pesase.. cariño; afecto, y calor humano. Miré al cielo de nuevo. – Bien, vamos a ello…
Los nervios me atenazaban las manos cuando abrí el baúl y mis ojos brillaron al mirar dentro. Efectivamente aquel sitio se moldeaba según su inquilino…
- - -
Para ambientar... https://www.youtube.com/watch?v=dy-5efgUncY
Esperé que estuviese en su cuarto porque de lo contrario iba a cabrearme, y mucho. Uno no se exhibe y se entrega de por vida todos los días…Para ambientar... https://www.youtube.com/watch?v=dy-5efgUncY
No me molesté en llamar. Empujé la puerta de madera y la estancia casi oscura, exceptuando una vela, cobró vida con unos velones anchos que se encendieron paulatinamente, de forma muy tenue. Estaba delante, no directamente frente a mi; estaba entre sentado, de pie, moviéndose mientras revisaba unos libros y unas cartas. Fuera, la lluvia había crecido y golpeaba el balcón. Al principio no me vio entrar, me dio tiempo a ver cómo manejaba sus papeles, cuestiones de raza…
Lo miré fijamente, consciente de que me olería, me sentiría en unos minúsculos instantes y me fui desprendiendo de la bata de seda que llevaba. Negra, oscura como la noche.
– He venido con una respuesta, querido. Seré tu garra – dije, mientras me acercaba despacio y desataba la bata que dejé caer a mis pies. – Haré cuanto pueda, pero ten por seguro que seguiré mis normas en mis decisiones. Toda elección conlleva un precio, amor.
Alcé una ceja y proseguí. Debajo, llevaba un vestido hecho con una tela sencilla de seda, oscura, roja, suelta. Caía por mis hombros en cascada, con un escote de barco que hacía un pico perdiéndose entre mis pechos gracias al cuero… El cuero oscuro, negro, me ceñía absolutamente toda la cintura como si de un corpiño se tratase; la falda, cortada a lo largo de una pierna, entera, arrastraba.
Llevaba en los brazos unos extraños brazaletes que había encontrado, en plata y piedra en negro. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
– Y tú has elegido estar conmigo. Y eso lleva unas consecuencias... Ten por seguro que no soy ninguna niña, ninguna gatita mansa, encanto. – Lo miré fijamente a los ojos. Era la primera vez que me tomaba tantas molestias y aun así me sabía a poco… Era la primera vez que deseaba que todo saliese bien, en ese momento y en todos. Era la primera vez que me entregaba, plenamente segura.
Dejé caer el vestido desatando el cuero en la espalda y me dejé mostrar. El pelo en ondas, rubio, descalza y los labios muy rojos, casi como los ojos. Y debajo, desnuda, expuesta, a excepción de unas gargantillas preciosas… En la aldea de donde venía, una cadena simboliza la fidelidad de espíritu, más allá de cualquier acto. E iba repleta de ellas. – De modo que he venido. Decido atarme, no oses desperdiciar esto porque no verás acto igual jamás por mi parte… Ten por seguro pues que no seré fácil, y sobre todo, que he venido a luchar. – dije, devorándolo con la mirada y esbozando media sonrisa con unos colmillos que necesitaban de su piel, sintiéndome aliviada por haber encontrado por fin un corazón que habitar.
- Spoiler:
- [url=[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]]Atuendo...[/url] Por delante una trenza hecha a modo de cota de malla cruza ambos pechos por enmedio y se una en muchas cadenitas con ambos lados, que son tal como aparecen.
Ébano
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Re: Entre hielo, roca, y agua. [Interpretativo - Libre ][+18] Wallace + Vacante. [0/1]
Después del reconfortante baño, había picado algo en la cocina aprovechando que Ébano estaría descansando. En mi habitación a la luz de las velas y los truenos de la tormenta que azotaba las montañas, miraba sin interés unos documentos. Era uno de los castigos de ser líder, diplomacia. Debía empezar a mirar mas allá de estos muros y apostar por nobles, duques y condes que quisieran aportar algo al clan, hombres y oro.
Suspiré y me crují el cuello, cansado de tanta letra. Apoyado en la mesa de estudio miré hacia la ventana. La lluvia picaba contra el cristal y la piedra del balcón. Seguramente seguiría lloviendo un par de días. El paso se abriría, sera una ocasión perfecta para ir algún pueblo y colgar mas carteles de reclutamiento. Cogí la pluma y un pergamino en blanco y me aclaré la garganta. Debía enviar también una carta al rey. Debía saber de notros.
-Rey.....rey....como se llama....-susurré rascándome la barba con la plumilla. Como debía decirle a un rey que un líder de un clan dormido quería ser reconocido? Ah...mi cabeza no se aclaraba. Me acerque a la mesita del centro de mi habitación y cogí el baso de vino. Entonces lo sentí. La sentí.
Vi tela en el suelo alrededor de unos pies precioso y fino. Mis ojos fueron subiendo hasta encontrar con piel encadenada. Un monte de venus brillante, unos pechos cubiertos de metal y unos ojos hambrientos.
Ébano estaba delante de mi, desnuda, tan solo con un atuendo extraño hecho de cadenas. Desnuda.
Des-nu-da.
Se que había dicho algo, estoy seguro que me había hablado pero mi mente no escuchó nada. Seguramente si me había dicho algo importante pero sus pezones me decían cosas mucho mas importantes.
Apreté el baso con los dedos por que casi se me cae al suelo. Cerré la boca, la había dejado abierta como un imbécil. No me podía mover, se suponía que debía chocarme con ella besarla tomarla y brindar con vino por todo su cuerpo. Por que cojones no me movía? Me bebí el vino de golpe y la mire, lamiéndome los labios. Dejé el vaso en la mesa de estudio y me acerqué a ella lentamente sin apartar los ojos de los suyos, desafiantes, tentándome. Su pecho se movía igual que el mio. Dos bestias apunto de atacar. Ella había dicho que no se rendiría y yo no quería que lo hiciera. Oh por todos los dioses estaba tan..tan...que palabra podía describir a una mujer que hacia que mi mundo girase a su alrededor? Era perfecta, encadenada a mi. A mi. Solo a mi. Mia.
Era un regalo por haber cambiado? Era un milagro, una heraldo de los dioses? Mire su cuerpo de arriba abajo y me atreví a rozar una de las cadenas que acariciaba su monte de venus. La tenia delante, lista para mi y yo no sabia como ni donde.
-Joder...-pude al fin soltar, como un alivio, saliendo de la superficie para poder coger un poco de aire. Me mordí el labio y la mire sin creer que estuviera así para mi. Me froté la barba, como un animal enjaulado esperando a que hacer. Me pasé la mano por el pelo y apoye mis manos en mi cintura.-...no puedo ser dulce... no me dejas...-le dije mirando sus pechos.
Wallace por los dioses y todas las fulanas! Tómala de una vez! Es tuya tu eres suyo!
Fue como un imán. La cogí de esas cadenas y la acerqué a mi, atrapando sus labios, lamiendo esos colmillos que deseaba que se clavasen en todos lados. Devoré esa boca que había dicho tanto y la empotré contra la puerta, cogiéndola del cuello y la cintura. Mi lengua, hambrienta, busco, atrapo y sucumbió a la suya mientras mis manos no paraban quietas. Esas malditas cadenas por el medio y a la vez tan necesarias.
Abandoné sus labios y ataqué su cuello, mordiendo y lamiendo, restregando mi cuerpo con el de ella.
Siente, quiero que lo sientas todo. Ves lo que haces? Lo notas? Podrás aguantarlo?
Mis jadeos de hambre y deseo seguramente se podían oír por todo el Nido pero me daba igual. Cogí sus brazos y los alce, sujetándola de sus muñecas con apenas una mano. La tenia a mi merced, jadeante y....mojada. Mis dedos lo habían comprobado. La mano libre se había escabullido por esas cadenas y habían alcanzado el paraíso, el jardín de los placeres convertido en carne y lívido. Su perla respondió ante mi, cantándome, seduciendo-me. Acaricie su monte una vez mas y la mire a los ojos. Ella se había entregado a mi. Y yo era suyo.
Me aparté, jadeante, gruñendo de placer y deseo. Alcé mis brazos en cruz, mostrándome ante ella. Podía ver mi deseo por ella, preso en esos pantalones, ahogándose, buscándola. Me quite la camisa por la cabeza y la tire a un lado. Mis ojos la miraban con reto, desafío, hambre. Ven, vamos, atácame, hazlo.
-De todos los hombres del mundo elijes al gruñón, viejo y encima tuerto...-le dije, desabrochándome el pantalón, mostrando lo que tenia para ella en ese momento. Por que ese preciso instante sobraban las palabras de amor, las caricias cariñosas y los poemas. Ella quería sexo, yacer, gemir, gritar.
-Follame, Ébano.
Suspiré y me crují el cuello, cansado de tanta letra. Apoyado en la mesa de estudio miré hacia la ventana. La lluvia picaba contra el cristal y la piedra del balcón. Seguramente seguiría lloviendo un par de días. El paso se abriría, sera una ocasión perfecta para ir algún pueblo y colgar mas carteles de reclutamiento. Cogí la pluma y un pergamino en blanco y me aclaré la garganta. Debía enviar también una carta al rey. Debía saber de notros.
-Rey.....rey....como se llama....-susurré rascándome la barba con la plumilla. Como debía decirle a un rey que un líder de un clan dormido quería ser reconocido? Ah...mi cabeza no se aclaraba. Me acerque a la mesita del centro de mi habitación y cogí el baso de vino. Entonces lo sentí. La sentí.
Vi tela en el suelo alrededor de unos pies precioso y fino. Mis ojos fueron subiendo hasta encontrar con piel encadenada. Un monte de venus brillante, unos pechos cubiertos de metal y unos ojos hambrientos.
Ébano estaba delante de mi, desnuda, tan solo con un atuendo extraño hecho de cadenas. Desnuda.
Des-nu-da.
Se que había dicho algo, estoy seguro que me había hablado pero mi mente no escuchó nada. Seguramente si me había dicho algo importante pero sus pezones me decían cosas mucho mas importantes.
Apreté el baso con los dedos por que casi se me cae al suelo. Cerré la boca, la había dejado abierta como un imbécil. No me podía mover, se suponía que debía chocarme con ella besarla tomarla y brindar con vino por todo su cuerpo. Por que cojones no me movía? Me bebí el vino de golpe y la mire, lamiéndome los labios. Dejé el vaso en la mesa de estudio y me acerqué a ella lentamente sin apartar los ojos de los suyos, desafiantes, tentándome. Su pecho se movía igual que el mio. Dos bestias apunto de atacar. Ella había dicho que no se rendiría y yo no quería que lo hiciera. Oh por todos los dioses estaba tan..tan...que palabra podía describir a una mujer que hacia que mi mundo girase a su alrededor? Era perfecta, encadenada a mi. A mi. Solo a mi. Mia.
Era un regalo por haber cambiado? Era un milagro, una heraldo de los dioses? Mire su cuerpo de arriba abajo y me atreví a rozar una de las cadenas que acariciaba su monte de venus. La tenia delante, lista para mi y yo no sabia como ni donde.
-Joder...-pude al fin soltar, como un alivio, saliendo de la superficie para poder coger un poco de aire. Me mordí el labio y la mire sin creer que estuviera así para mi. Me froté la barba, como un animal enjaulado esperando a que hacer. Me pasé la mano por el pelo y apoye mis manos en mi cintura.-...no puedo ser dulce... no me dejas...-le dije mirando sus pechos.
Wallace por los dioses y todas las fulanas! Tómala de una vez! Es tuya tu eres suyo!
Fue como un imán. La cogí de esas cadenas y la acerqué a mi, atrapando sus labios, lamiendo esos colmillos que deseaba que se clavasen en todos lados. Devoré esa boca que había dicho tanto y la empotré contra la puerta, cogiéndola del cuello y la cintura. Mi lengua, hambrienta, busco, atrapo y sucumbió a la suya mientras mis manos no paraban quietas. Esas malditas cadenas por el medio y a la vez tan necesarias.
Abandoné sus labios y ataqué su cuello, mordiendo y lamiendo, restregando mi cuerpo con el de ella.
Siente, quiero que lo sientas todo. Ves lo que haces? Lo notas? Podrás aguantarlo?
Mis jadeos de hambre y deseo seguramente se podían oír por todo el Nido pero me daba igual. Cogí sus brazos y los alce, sujetándola de sus muñecas con apenas una mano. La tenia a mi merced, jadeante y....mojada. Mis dedos lo habían comprobado. La mano libre se había escabullido por esas cadenas y habían alcanzado el paraíso, el jardín de los placeres convertido en carne y lívido. Su perla respondió ante mi, cantándome, seduciendo-me. Acaricie su monte una vez mas y la mire a los ojos. Ella se había entregado a mi. Y yo era suyo.
Me aparté, jadeante, gruñendo de placer y deseo. Alcé mis brazos en cruz, mostrándome ante ella. Podía ver mi deseo por ella, preso en esos pantalones, ahogándose, buscándola. Me quite la camisa por la cabeza y la tire a un lado. Mis ojos la miraban con reto, desafío, hambre. Ven, vamos, atácame, hazlo.
-De todos los hombres del mundo elijes al gruñón, viejo y encima tuerto...-le dije, desabrochándome el pantalón, mostrando lo que tenia para ella en ese momento. Por que ese preciso instante sobraban las palabras de amor, las caricias cariñosas y los poemas. Ella quería sexo, yacer, gemir, gritar.
-Follame, Ébano.
Wallace Mcgregor
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Re: Entre hielo, roca, y agua. [Interpretativo - Libre ][+18] Wallace + Vacante. [0/1]
Me miraba embobado. Apenas se había dado cuenta de mi y ya lo tenía delante de mi, mirándome como si de un fantasma a color me tratrase, efímero, como si fuese a desaparecer en cualquier momento.
Se mordió el labio y me miró, diréctamente. La tensión era palpable en ese momento. Parecía un animal que iba a echárseme encima, y el silencio pesaba tanto que su gesto con la mano al repasarse la barba y luego el pelo quedó eclipsado por toda la atmósfera. Lo miré altiva, deseando sobre mi , presionandome a todo aquel hombre que se erguía delante de mi.
Joder.. ...No puedo ser dulce.. No me dejas... - dijo, sin poder aguantarse. Me mordí el labio mirandolo con una ingenuidad tremendamente fingida y moví los hombros sugerentemente...
.. Y al momento me tenía atrapada, jadeante contra su boca, pegada la espalda a la puerta, fría, y con los pies dificilmente rozando el suelo. Trataba de devorarlo con la boca, cada centímetro de piel que quedaba a mi alcance, pero él era fuerte, más que yo, me tenía cogida y yo no tenía ánimos de abandonar ese lugar en su piel.... Me invadió de pronto una sensación de embriaguez tremenda...
Y yo no te lo he pedido... - Me sentí en un limbo mientras me devoraba y toda la resistencia, todo el sopor y el calor que tenía y que me hacía arder cesó, o más bien, caló. Dejó paso a una sensación de fluidez, etérea, dejándome llevar por cada movimiento de él y asimilando cada sensación. La sensación era como ser la misma criatura..
.. Y estaba llamando a la parte más salvaje de mi. Saqué los colmillos, seguía pegada a la puerta, sin poder moverme o más bien, sin atreverme a ello porque cada sensación era demasiado intensa como para hacerlo. Los ojos los tenía rojos hacía mucho, y me aferraba a él clavandole las uñas, sin querer dejarlo escapar en ningún momento. Me atacó el cuello y jadeé sin pudor, no tenía ni idea de quién había, pero no me importaba. Solo me importaba él, sus manos recorriendo mi espalda y mi nuca, sus labios contra mi piel y sus dientes mordiendome a traición. Enredé las manos en su pelo y tiré buscando su cuello, rallando en lo peligroso con los colmillos y lamiendo las escasas gotas de sangre que me atreví a sacar para no dejarme llevar por el instinto.
Se detuvo. Paró, me miraba. Adelanté la cabeza buscando su calor otra vez frustrada por la distancia entre ambos. Volvió, se pegó a mi. Restregaba sus caderas contra las mías y frotaba su nariz contra mi cuello. Podía sentirle duro contra mi. Siseé, le buscaba con la mirada. No... - dejé escapar, en un semi susurro o jadeo desesperado por que me tomase - Quiero..
Siseé, gruñí y me cogió de las muñecas sobre mi cabeza, contra la pred. Estaba expuesta, aquello me cabreaba instintivamente, me ponía a cien y a la vez adoraba esa sensación de pertenencia, de protección y vulnerabilidad ante alguien que, lo supiese o no, podía tomar de mi lo que quisiese, por mucha resistencia superficial o instintiva que yo mostrase....
Gruñí y atrapé su boca cuando se acercó. Su mano bajó hasta el límite de lo que era mi resistencia aquella noche. Lo miré fijamente y me dejé llevar. Temblé, completamente al contacto con su piel dejando escapar un gemido notablemente sonoro. Y se separó. Bajé los brazos lentamente. No podía ni quería detenerme ahora, estaba empapada, expuesta y ya me había dejado mostrar de todas las formas posibles. Y él era mi presa esa noche.
No puedes... Es.. Eres real... -dije, quedamente. Él se quitaba la camisa y mis ojos relucían mientras lo hacía, con los colmillos fuera. Lo empujé, avancé, agarré sus hombros y lo sujeté, enredandome en él y frotando las manos contra el bulto tremendamente incipiente en sus pantalones. Sonreí salvajemente. Deseándolo - De todos los hombres del mundo elijes al gruñón, viejo y encima tuerto...
Oh, si. Y eres mío... -rodeé su cuello con las manos, las meti en su pelo y clavé los dientes en su piel, lamiendo, sin succionar, por el mero placer que me reportaba un sabor tan delicioso... Lo empujé avanzando hasta la alfombra y presioné mientras quitaba los lazos de sus pantalones, mirándolo con deseo. Me senté sobre él, a horjacajas, mientras tintineaban las cadenas entre sí. A la luz de las velas, su rostro, su mirada, su pelo... Él, era un espectáculo, y era digno de mis ojos... Sonreí, entre agradecida y deseosa, necesitaba su piel. Llevé sus manos hasta mis caderas y me incorporé sobre él, frotandome contra su miembro.
Follame, Ébano. -compuse una expresión salvaje y me acerqué a su oído, lamiendo su sangre, su oreja y moviendome, haciendo que entrase dentro de mi letamente. Quería que sintiese cada fibra de mi ser, cada milímetro de mi. - Enséñame qué sabes a hacer... - dije, en una invitación clara a pasar la noche que ambos deseábamos desde hacía tanto. Moví las caderas lentamente, sintiendolo, jadeando y estremeciéndome con cada vaivén. Sí, era mi presa aquella noche... Y esperaba que también todas las demás. Trataba de moverme con lentitud, poco a poco, quería que durase toda la noche, pero era imposible. Me incorporé sobre él y cogí más velocidad, apoyandome en él, arañándolo, sintiendo cosas que jamás había sentido y extasiada.
Porque más allá de su piel podía sentir el deseo que emanaba. Me moví más rápido aún, jadeante, me tumbé sobre él y apuré el momento, notando los músculos tensos. Agarré su espalda y giré con él, me quedé debajo.
Lo cogí, agarré su rostro con ambas manos y lo besé con furia, con pasión, con necesidad. - Todo. Lo necesito todo de ti. - Mis ojos clamaban más sexo, más caricias, más de todo. Lo quería a él, así, para siempre. Y no crei jamás que pudiese pronunciar aquellas palabras, pero me hacía sentir como nunca antes. Y desearlo como nadie me hizo desear nada.
Se mordió el labio y me miró, diréctamente. La tensión era palpable en ese momento. Parecía un animal que iba a echárseme encima, y el silencio pesaba tanto que su gesto con la mano al repasarse la barba y luego el pelo quedó eclipsado por toda la atmósfera. Lo miré altiva, deseando sobre mi , presionandome a todo aquel hombre que se erguía delante de mi.
Joder.. ...No puedo ser dulce.. No me dejas... - dijo, sin poder aguantarse. Me mordí el labio mirandolo con una ingenuidad tremendamente fingida y moví los hombros sugerentemente...
.. Y al momento me tenía atrapada, jadeante contra su boca, pegada la espalda a la puerta, fría, y con los pies dificilmente rozando el suelo. Trataba de devorarlo con la boca, cada centímetro de piel que quedaba a mi alcance, pero él era fuerte, más que yo, me tenía cogida y yo no tenía ánimos de abandonar ese lugar en su piel.... Me invadió de pronto una sensación de embriaguez tremenda...
Y yo no te lo he pedido... - Me sentí en un limbo mientras me devoraba y toda la resistencia, todo el sopor y el calor que tenía y que me hacía arder cesó, o más bien, caló. Dejó paso a una sensación de fluidez, etérea, dejándome llevar por cada movimiento de él y asimilando cada sensación. La sensación era como ser la misma criatura..
.. Y estaba llamando a la parte más salvaje de mi. Saqué los colmillos, seguía pegada a la puerta, sin poder moverme o más bien, sin atreverme a ello porque cada sensación era demasiado intensa como para hacerlo. Los ojos los tenía rojos hacía mucho, y me aferraba a él clavandole las uñas, sin querer dejarlo escapar en ningún momento. Me atacó el cuello y jadeé sin pudor, no tenía ni idea de quién había, pero no me importaba. Solo me importaba él, sus manos recorriendo mi espalda y mi nuca, sus labios contra mi piel y sus dientes mordiendome a traición. Enredé las manos en su pelo y tiré buscando su cuello, rallando en lo peligroso con los colmillos y lamiendo las escasas gotas de sangre que me atreví a sacar para no dejarme llevar por el instinto.
Se detuvo. Paró, me miraba. Adelanté la cabeza buscando su calor otra vez frustrada por la distancia entre ambos. Volvió, se pegó a mi. Restregaba sus caderas contra las mías y frotaba su nariz contra mi cuello. Podía sentirle duro contra mi. Siseé, le buscaba con la mirada. No... - dejé escapar, en un semi susurro o jadeo desesperado por que me tomase - Quiero..
Siseé, gruñí y me cogió de las muñecas sobre mi cabeza, contra la pred. Estaba expuesta, aquello me cabreaba instintivamente, me ponía a cien y a la vez adoraba esa sensación de pertenencia, de protección y vulnerabilidad ante alguien que, lo supiese o no, podía tomar de mi lo que quisiese, por mucha resistencia superficial o instintiva que yo mostrase....
Gruñí y atrapé su boca cuando se acercó. Su mano bajó hasta el límite de lo que era mi resistencia aquella noche. Lo miré fijamente y me dejé llevar. Temblé, completamente al contacto con su piel dejando escapar un gemido notablemente sonoro. Y se separó. Bajé los brazos lentamente. No podía ni quería detenerme ahora, estaba empapada, expuesta y ya me había dejado mostrar de todas las formas posibles. Y él era mi presa esa noche.
No puedes... Es.. Eres real... -dije, quedamente. Él se quitaba la camisa y mis ojos relucían mientras lo hacía, con los colmillos fuera. Lo empujé, avancé, agarré sus hombros y lo sujeté, enredandome en él y frotando las manos contra el bulto tremendamente incipiente en sus pantalones. Sonreí salvajemente. Deseándolo - De todos los hombres del mundo elijes al gruñón, viejo y encima tuerto...
Oh, si. Y eres mío... -rodeé su cuello con las manos, las meti en su pelo y clavé los dientes en su piel, lamiendo, sin succionar, por el mero placer que me reportaba un sabor tan delicioso... Lo empujé avanzando hasta la alfombra y presioné mientras quitaba los lazos de sus pantalones, mirándolo con deseo. Me senté sobre él, a horjacajas, mientras tintineaban las cadenas entre sí. A la luz de las velas, su rostro, su mirada, su pelo... Él, era un espectáculo, y era digno de mis ojos... Sonreí, entre agradecida y deseosa, necesitaba su piel. Llevé sus manos hasta mis caderas y me incorporé sobre él, frotandome contra su miembro.
Follame, Ébano. -compuse una expresión salvaje y me acerqué a su oído, lamiendo su sangre, su oreja y moviendome, haciendo que entrase dentro de mi letamente. Quería que sintiese cada fibra de mi ser, cada milímetro de mi. - Enséñame qué sabes a hacer... - dije, en una invitación clara a pasar la noche que ambos deseábamos desde hacía tanto. Moví las caderas lentamente, sintiendolo, jadeando y estremeciéndome con cada vaivén. Sí, era mi presa aquella noche... Y esperaba que también todas las demás. Trataba de moverme con lentitud, poco a poco, quería que durase toda la noche, pero era imposible. Me incorporé sobre él y cogí más velocidad, apoyandome en él, arañándolo, sintiendo cosas que jamás había sentido y extasiada.
Porque más allá de su piel podía sentir el deseo que emanaba. Me moví más rápido aún, jadeante, me tumbé sobre él y apuré el momento, notando los músculos tensos. Agarré su espalda y giré con él, me quedé debajo.
Lo cogí, agarré su rostro con ambas manos y lo besé con furia, con pasión, con necesidad. - Todo. Lo necesito todo de ti. - Mis ojos clamaban más sexo, más caricias, más de todo. Lo quería a él, así, para siempre. Y no crei jamás que pudiese pronunciar aquellas palabras, pero me hacía sentir como nunca antes. Y desearlo como nadie me hizo desear nada.
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Re: Entre hielo, roca, y agua. [Interpretativo - Libre ][+18] Wallace + Vacante. [0/1]
Ni siquiera me di cuenta de que me sentó en la cama. Sus labios y sus manos me recorrían frenéticamente mientras que los jadeos de ambos se mezclaban. Sus dientes se clavaban en mi, lamiendo, pidiendo mas de mi. El tintineo de sus cadenas solo hacia que desease su cuerpo mas y mas. Sus manos traviesas llegaron a mi miembro, frotándolo descaradamente, con travesura y furia, deseándome a mi, a ningún otro. Solo a mi.
Y paso, lo sentí enteramente. Me abrazo con tu feminidad, sintiendo el calor de sus paredes, su humedad. La mujer bajaba lentamente, acogiendo mi tamaño, temblando sobre mi, cerrando los ojos. Sus uñas se clavaron den mis hombros, vi la expresión de placer en su rostro por cada centímetro de mi en ella. Abrió la boca y saco sus colmillos, su lengua levemente. Me quede quieto, quería verla, quería sentir lo que ella sentía. Pero no había tiempo para contemplaciones, cuando ella empezó a moverse, exigiendo, la agarre de su precioso trasero y empece a moverla a lo largo de mi, jadeando su nombre mientras su cuerpo de amoldaba, se derretía entre mis manos. Me deleite con la visión de su dulces pechos, bailando al ritmo de sus acometidas. Su pelo sobre mis hombros, su aliento cerca de mi boca, mi lengua busco sus colmillos, jugando con ellos mientras mis manos la devoraban entera. Me deje llevar por el placer de ser tomado por aquella mujer, cerrando los ojos mientras todo mi cuerpo se centraba en ella.
Al tenerla debajo de mi, en un ágil movimiento abrí los ojos y sonreí con malicia, moviéndome muy lentamente, torturándola. Vi la ira en sus ojos, el enfado de una adolescente al no darle lo que deseaba. Cogí sus muñecas y la atrape con el vaivén de mis caderas, mirándola a los ojos. Entraba en ella, hasta la base de mi miembro y salia entero para volver a entrar con violencia, haciéndola retorcerse de placer.
-Eres mía...-susurré mientras alargaba la espera de mis embestidas, rozando su feminidad con el extremo endurecido de mi virilidad.-...jamas podrás olvidarme...tu cuerpo...tu mente...-jadee y volví a embestirla. Se acababan los juegos, quería poseerla salvaje y duramente, como había querido hacerlo desde que la vi en la mansión.
Solté sus muñecas y clave mis dedos en sus caderas moviéndome cada vez mas deprisa, abriendo la boca, respirando fuertemente. Mis caderas bailaban contra las suyas fuertemente, sin piedad mientras todo su cuerpo se retorcía a mi voluntad, sus pechos temblaban salvajes y libres, su pelo esparcido por las sabanas, sus ojos rojos y sus colmillos. Todo de ella me llamaba, todo. Abrí sus piernas para tener una visión completa de ella, sin dejar de embestir, notando como el mas detallado placer se colaba por cada nervio de mi cuerpo, cada fricción de mi piel con la suya me hacia enloquecer, explotando en miles sensaciones que me llevaban a una locura nocturna sin fin.
El climax se acercaba muy rápido por mi parte, había estado deseando tanto esa unión tan carnal y pagana que sentía que pronto estallaría. Y una parte de mi quería hacerlo, lo mas tradicional posible pero por otra parte quería ser un animal y comportarme como tal. Esa lucha interna no duro mucho, el animal que había en mi ganó la batalla. Sabiendo que eso la haría enfadar salí de ella, sonriendo como un cabrón mientras mis manos sustituían a mi verga, jugando con su perla, deleitándome de su suavidad y humedad, por y para mi.. Con mi mano libre enjaule mi virilidad con mis dedos y empece a moverlos, dándome placer, mirándola a los ojos. Oh eso si la haría enfurecer pero quería hacerlo, lo deseaba con toda mi alma. Y lo hice, estallé para ella, encima de ella, sin ningún tipo de pudor ni remordimiento. Deje escapar un gemido, su nombre, sin vergüenza. Jadeando, la mire a los ojos, esperando su reacción.-...mía...
Y paso, lo sentí enteramente. Me abrazo con tu feminidad, sintiendo el calor de sus paredes, su humedad. La mujer bajaba lentamente, acogiendo mi tamaño, temblando sobre mi, cerrando los ojos. Sus uñas se clavaron den mis hombros, vi la expresión de placer en su rostro por cada centímetro de mi en ella. Abrió la boca y saco sus colmillos, su lengua levemente. Me quede quieto, quería verla, quería sentir lo que ella sentía. Pero no había tiempo para contemplaciones, cuando ella empezó a moverse, exigiendo, la agarre de su precioso trasero y empece a moverla a lo largo de mi, jadeando su nombre mientras su cuerpo de amoldaba, se derretía entre mis manos. Me deleite con la visión de su dulces pechos, bailando al ritmo de sus acometidas. Su pelo sobre mis hombros, su aliento cerca de mi boca, mi lengua busco sus colmillos, jugando con ellos mientras mis manos la devoraban entera. Me deje llevar por el placer de ser tomado por aquella mujer, cerrando los ojos mientras todo mi cuerpo se centraba en ella.
Al tenerla debajo de mi, en un ágil movimiento abrí los ojos y sonreí con malicia, moviéndome muy lentamente, torturándola. Vi la ira en sus ojos, el enfado de una adolescente al no darle lo que deseaba. Cogí sus muñecas y la atrape con el vaivén de mis caderas, mirándola a los ojos. Entraba en ella, hasta la base de mi miembro y salia entero para volver a entrar con violencia, haciéndola retorcerse de placer.
-Eres mía...-susurré mientras alargaba la espera de mis embestidas, rozando su feminidad con el extremo endurecido de mi virilidad.-...jamas podrás olvidarme...tu cuerpo...tu mente...-jadee y volví a embestirla. Se acababan los juegos, quería poseerla salvaje y duramente, como había querido hacerlo desde que la vi en la mansión.
Solté sus muñecas y clave mis dedos en sus caderas moviéndome cada vez mas deprisa, abriendo la boca, respirando fuertemente. Mis caderas bailaban contra las suyas fuertemente, sin piedad mientras todo su cuerpo se retorcía a mi voluntad, sus pechos temblaban salvajes y libres, su pelo esparcido por las sabanas, sus ojos rojos y sus colmillos. Todo de ella me llamaba, todo. Abrí sus piernas para tener una visión completa de ella, sin dejar de embestir, notando como el mas detallado placer se colaba por cada nervio de mi cuerpo, cada fricción de mi piel con la suya me hacia enloquecer, explotando en miles sensaciones que me llevaban a una locura nocturna sin fin.
El climax se acercaba muy rápido por mi parte, había estado deseando tanto esa unión tan carnal y pagana que sentía que pronto estallaría. Y una parte de mi quería hacerlo, lo mas tradicional posible pero por otra parte quería ser un animal y comportarme como tal. Esa lucha interna no duro mucho, el animal que había en mi ganó la batalla. Sabiendo que eso la haría enfadar salí de ella, sonriendo como un cabrón mientras mis manos sustituían a mi verga, jugando con su perla, deleitándome de su suavidad y humedad, por y para mi.. Con mi mano libre enjaule mi virilidad con mis dedos y empece a moverlos, dándome placer, mirándola a los ojos. Oh eso si la haría enfurecer pero quería hacerlo, lo deseaba con toda mi alma. Y lo hice, estallé para ella, encima de ella, sin ningún tipo de pudor ni remordimiento. Deje escapar un gemido, su nombre, sin vergüenza. Jadeando, la mire a los ojos, esperando su reacción.-...mía...
Wallace Mcgregor
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Re: Entre hielo, roca, y agua. [Interpretativo - Libre ][+18] Wallace + Vacante. [0/1]
Sonrió al darnos la vuelta. Esa sonrisa endemoniada que me traía por la calle de la amargura.. Me miraba como no me habían mirado antes, como si fuese una especie en extinción, un felino que puede estallar en cualquier momento. Y vaya si lo hice...
Me cogió las muñecas, sobre mi. Lo miraba a los ojos como un animal. Era yo misma, era Ireth, pero la parte más salvaje de mi, el vampiro que llevaba dentro se servía de mi para saciar su sed. Mi pecho subía y bajaba lentamente y él había tomado el control. Salió.
Me retorcí, gruñí, me movi, siseé y traté de alzarme contra él pero.. sus manos atrapaban las mias sobre mi, contra la tela.
Eres mía.... -se detenía, ¡se detenía! Vamos.. ..me mordí el labio, lo miraba con deseo y movía las caderas tratando de alcanzarlo.- ..jamas podrás olvidarme...tu cuerpo...tu mente...
Me daba igual el resto, estaba sacando una parte de mi que creía recluída. Necesitaba ser suya; era suya, me tenía en sus manos y solo quería que me utilizase a su antojo. Y aquello me cabreaba. Me cabreaba que estuviese embistiendome tan lento.
Jadeaba; me soltó las manos y al instante me alcé contra él, incorporándome mientras él clavaba sus manos en mis caderas, siseé contra él y busqué su boca para devorarla mientras arañaba su espalda, absorta en cada roce de su piel e el frenético vaivén de cuerpos, jades y susurros, roces de tela, pelo y gruñidos.. Notaba la sangre en mi boca, ¿suya, o mía? En aquel momento... Las sentía sumamente iguales...
Volvía a su ritmo frenético. Me hacía ibrar, me así a él y me dejé llevar a los jdeos a esas alturas incontenibles. Ladeé el pelo de la cara y me dejé tumbar mientras cogía mis piernas y me observaba, con fuego en los ojos, por mi parte, con furia en la mirada...
..Era un animal. MI animal.
Notaba ascender esa deliciosa sensación que pondría el broche a la velada más intensa que había tenido, cargada de tensión, de sentimiento y del sexo que más me gustaba, de sentirme atada a alguien, de sentirme suya y dejarme llevar... Oleadas de placer me recorrían enteras mienas gemía su nombre y.. Y de pronto, esbozó una sonrisa con maldad, con diversión, perversión, y salió de mi.
No puedo describiros mi cara. Me indigné, me enfadé, me moví y traté de agarrarlo para que no se alejase mientras la excitación crecía en mi, los demonios sabrán por qué. Llevó su mano hasta mi y su contacto ardiendo contra mi entrepierna me hizo chillar, de placer.- Ohg... Cabrón.. - Dejarme caer en la cama y mirarlo con deseo, con súplica. Me retorcía sobre las sábanas y me agarraba a ellas, clamando el clímax que me acechaba al rostro que me devoraba con lujuria y que me había privado el placer de su miembro dentro..
Luego su mano se perdió en mi piel, como el cuchillo que corta y duele, y el dolor se amortiza por el alivio... Su mano se perdió. Algo más intenso crecía en mi. Tapaba su mano en oleadas de placer acompañadas de gemidos que ya no podía contener y entonces, chillé, me retorcí, encogí ambas piernas y presioné contra su mano llegando al orgasmo más intenso que había tenido jamás. Retorcí el cuello, respirando con dificultad y tratando de calmarme.. Pero la sed aumentaba y mis ojos estaban rojos, de furia, de enfado por lo que me había privado, de deseo, placer, agradecimiento y mil cosas más formando un torbellino que tenían como respuesta una única cosa: él.
Gruñí , siseé y me lancé contra él, tumbándolo en el suelo como el animal que se te echa encima. Mojada. Estaba mojada. Él había llegado al culmen sobre mi.... Puse los ojos en blanco para controlar el impulso de nuevo y lo besé con furia. Cogí su miembro y lo froté con el mío, aliviando levemente la necesidad del uno hacia el otro, las oleadas de placer que aún se extendían por ambos cuerpos.... Me separé de su boca.
No vuelvas... a.... - cerré los ojos, inspiré su olor de su cuello, paseando la nariz con suavidad por él. Rasgué con las uñas sus hombros y mordí su oreja. Devoré sus labios. A quien quería engañar... Él sabía cómo me gustaba, cuándo, y con quién.. - No vuelvas a dejarme sola una noche más en tu maldita vida... - terminé, con una sonrisa salvaje y un diminuto punto de algo creciendo en mi....
..dicen algunos que se llama Felicidad.
Me cogió las muñecas, sobre mi. Lo miraba a los ojos como un animal. Era yo misma, era Ireth, pero la parte más salvaje de mi, el vampiro que llevaba dentro se servía de mi para saciar su sed. Mi pecho subía y bajaba lentamente y él había tomado el control. Salió.
Me retorcí, gruñí, me movi, siseé y traté de alzarme contra él pero.. sus manos atrapaban las mias sobre mi, contra la tela.
Eres mía.... -se detenía, ¡se detenía! Vamos.. ..me mordí el labio, lo miraba con deseo y movía las caderas tratando de alcanzarlo.- ..jamas podrás olvidarme...tu cuerpo...tu mente...
Me daba igual el resto, estaba sacando una parte de mi que creía recluída. Necesitaba ser suya; era suya, me tenía en sus manos y solo quería que me utilizase a su antojo. Y aquello me cabreaba. Me cabreaba que estuviese embistiendome tan lento.
Jadeaba; me soltó las manos y al instante me alcé contra él, incorporándome mientras él clavaba sus manos en mis caderas, siseé contra él y busqué su boca para devorarla mientras arañaba su espalda, absorta en cada roce de su piel e el frenético vaivén de cuerpos, jades y susurros, roces de tela, pelo y gruñidos.. Notaba la sangre en mi boca, ¿suya, o mía? En aquel momento... Las sentía sumamente iguales...
Volvía a su ritmo frenético. Me hacía ibrar, me así a él y me dejé llevar a los jdeos a esas alturas incontenibles. Ladeé el pelo de la cara y me dejé tumbar mientras cogía mis piernas y me observaba, con fuego en los ojos, por mi parte, con furia en la mirada...
..Era un animal. MI animal.
Notaba ascender esa deliciosa sensación que pondría el broche a la velada más intensa que había tenido, cargada de tensión, de sentimiento y del sexo que más me gustaba, de sentirme atada a alguien, de sentirme suya y dejarme llevar... Oleadas de placer me recorrían enteras mienas gemía su nombre y.. Y de pronto, esbozó una sonrisa con maldad, con diversión, perversión, y salió de mi.
No puedo describiros mi cara. Me indigné, me enfadé, me moví y traté de agarrarlo para que no se alejase mientras la excitación crecía en mi, los demonios sabrán por qué. Llevó su mano hasta mi y su contacto ardiendo contra mi entrepierna me hizo chillar, de placer.- Ohg... Cabrón.. - Dejarme caer en la cama y mirarlo con deseo, con súplica. Me retorcía sobre las sábanas y me agarraba a ellas, clamando el clímax que me acechaba al rostro que me devoraba con lujuria y que me había privado el placer de su miembro dentro..
Luego su mano se perdió en mi piel, como el cuchillo que corta y duele, y el dolor se amortiza por el alivio... Su mano se perdió. Algo más intenso crecía en mi. Tapaba su mano en oleadas de placer acompañadas de gemidos que ya no podía contener y entonces, chillé, me retorcí, encogí ambas piernas y presioné contra su mano llegando al orgasmo más intenso que había tenido jamás. Retorcí el cuello, respirando con dificultad y tratando de calmarme.. Pero la sed aumentaba y mis ojos estaban rojos, de furia, de enfado por lo que me había privado, de deseo, placer, agradecimiento y mil cosas más formando un torbellino que tenían como respuesta una única cosa: él.
Gruñí , siseé y me lancé contra él, tumbándolo en el suelo como el animal que se te echa encima. Mojada. Estaba mojada. Él había llegado al culmen sobre mi.... Puse los ojos en blanco para controlar el impulso de nuevo y lo besé con furia. Cogí su miembro y lo froté con el mío, aliviando levemente la necesidad del uno hacia el otro, las oleadas de placer que aún se extendían por ambos cuerpos.... Me separé de su boca.
No vuelvas... a.... - cerré los ojos, inspiré su olor de su cuello, paseando la nariz con suavidad por él. Rasgué con las uñas sus hombros y mordí su oreja. Devoré sus labios. A quien quería engañar... Él sabía cómo me gustaba, cuándo, y con quién.. - No vuelvas a dejarme sola una noche más en tu maldita vida... - terminé, con una sonrisa salvaje y un diminuto punto de algo creciendo en mi....
..dicen algunos que se llama Felicidad.
Ébano
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Re: Entre hielo, roca, y agua. [Interpretativo - Libre ][+18] Wallace + Vacante. [0/1]
Jadeantes y sudorosos, los dos nos abrazamos, tumbados, ella encima de mi, entre besos y caricias. Sus palabras me hicieron sonreír mientras la estrechaba sobre mi. Bese sus labios con pereza mientras mis manos acariciaban su trasero, su espalda. Era eso lo que yo quería, la calma después de la tormenta, sus besos sus ojos.
Me incorporé y la arrastre conmigo hasta los cojines de mi cama, donde la tumbe y me deleite de sus pechos, quería mimarla. Roce su piel sensible, sus pezones, con mis labios y mi barba. Mis manos, mis dedos, seguían un camino de caricias por su vientre, esquivando los restos de mi.
-Deberías limpiarte..-le dije, pícaro, mientras le tendía un pañuelo de mi mesita. Me mire, yo también tenia su esencia y la mía mezclada, una visión muy erótica para mi, tentadora. Me limpie un poco y cogí su mano, besándola. Mis ojos buscaron su mirada, tenia ganas de mas, de sus mimos mas que de su pasión. Me tumbe a su lado y sin soltarte la mano la lleve a mi miembro, levemente endurecido, aun animado por el sexo. Le sonreí con inocencia fingida.-..solo quiero caricias...te echado de menos...-le susurre al oído, lamiendo el lóbulo, acariciando sus pechos con mi mano libre, posesivo.
Pensé entonces en nuestro futuro juntos, en como seria a partir de ahora. Yo quería estar a su lado, siempre, no quería volver a dejarla sola, pero sabia que ella necesitaría espacio, los dos. Una vida con alguien no es fácil de planear. Pero Ébano lo ponía todo tan sencillo. Recordé la primera vez que la vi, con mi látigo en su cuello. Quien diría que acabaría con ella entre sabanas...No pude evitar sonreír, con su mano aun en mi. Sus ojos me buscaban, mis caricias, mi amor. Me acurruque junto a ella, con mi mano en su monte de venus. Era tan sumamente preciosa, tan mía.
-Te quiero...-le susurré poniéndome encima de ella, entre sus largas y perfectas piernas, y sin decir nada entré en ella, mojada para mi. Fue lento y cariñoso, quería hacerle el amor. Me acerque a su oído y volví a susurrar esas dos palabras, una y otra vez, mientras mis caderas bailaban lentamente, regalando le todo lo que yo era, abrazándola, estrechándola contra mi. Te quiero....que fácil era decirlo ahora, que sencillo y gratificante. Ella era así, me hacia vivir fácilmente, olvidarme de todo menos de ser feliz.
Me incorporé y la arrastre conmigo hasta los cojines de mi cama, donde la tumbe y me deleite de sus pechos, quería mimarla. Roce su piel sensible, sus pezones, con mis labios y mi barba. Mis manos, mis dedos, seguían un camino de caricias por su vientre, esquivando los restos de mi.
-Deberías limpiarte..-le dije, pícaro, mientras le tendía un pañuelo de mi mesita. Me mire, yo también tenia su esencia y la mía mezclada, una visión muy erótica para mi, tentadora. Me limpie un poco y cogí su mano, besándola. Mis ojos buscaron su mirada, tenia ganas de mas, de sus mimos mas que de su pasión. Me tumbe a su lado y sin soltarte la mano la lleve a mi miembro, levemente endurecido, aun animado por el sexo. Le sonreí con inocencia fingida.-..solo quiero caricias...te echado de menos...-le susurre al oído, lamiendo el lóbulo, acariciando sus pechos con mi mano libre, posesivo.
Pensé entonces en nuestro futuro juntos, en como seria a partir de ahora. Yo quería estar a su lado, siempre, no quería volver a dejarla sola, pero sabia que ella necesitaría espacio, los dos. Una vida con alguien no es fácil de planear. Pero Ébano lo ponía todo tan sencillo. Recordé la primera vez que la vi, con mi látigo en su cuello. Quien diría que acabaría con ella entre sabanas...No pude evitar sonreír, con su mano aun en mi. Sus ojos me buscaban, mis caricias, mi amor. Me acurruque junto a ella, con mi mano en su monte de venus. Era tan sumamente preciosa, tan mía.
-Te quiero...-le susurré poniéndome encima de ella, entre sus largas y perfectas piernas, y sin decir nada entré en ella, mojada para mi. Fue lento y cariñoso, quería hacerle el amor. Me acerque a su oído y volví a susurrar esas dos palabras, una y otra vez, mientras mis caderas bailaban lentamente, regalando le todo lo que yo era, abrazándola, estrechándola contra mi. Te quiero....que fácil era decirlo ahora, que sencillo y gratificante. Ella era así, me hacia vivir fácilmente, olvidarme de todo menos de ser feliz.
Wallace Mcgregor
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Re: Entre hielo, roca, y agua. [Interpretativo - Libre ][+18] Wallace + Vacante. [0/1]
La velocidad caía, el salvajismo cesaba y dejaba tras de si cierta cadencia plasmada en el aliento, el ritmo cardíaco de ambos... Y me estaba sumiendo en un estado de limbo. En el centro de un.. una flor, observándolo todo atenazada, temerosa, pero libre. Y feliz... Todo estaba turbio, veía con dificultad, el sueño, el agotamiento me llenaba.
Sentía el tacto de sus labios, su barba rasgando mi piel, sus manos, las mías. Sentía puntos aislados, emociones, sensaciones aisladas pues yo estaba deshecha, estaba mezclada con el aire, sin forma. Contenida en SU piel.
Sentí las cadenas arrastrarse, frías contra mi cuerpo, más frío que el de otros humanos.. Las oía tintinear, y entonces, algo blando debajo de mi. Me escuchaba susurrar su nombre. Y sentía mis manos extendidas, buscando, simplemente, contacto efímero con su piel; era todo lo que necesitaba, saber que estaba ahí.
Deberías limpiarte.. - Abrí un ojo, apoyada sobre él y dejé la cabeza en su pecho. Lo estaba manchando, esperaba que no me regañase luego.. - ¿Mmmhphf? - tenía que salir de la somnolencia. Hice un esfuerzo y me resbalé de él, me quedé de lado y observé cómo se limpiaba, apoyando la cabeza sobre mi brazo. Me sentía cansada, sí, pero verlo cerca de mi, y sentir su necesidad, su.. posesividad, su protección, me hacía bien. No había querido reconocerlo nunca y probablemente no lo iría proclamando pero.. Era eso lo que necesitaba, a él.
..Solo quiero caricias... Te he echado de menos.. - reí con una carcajada suave por su fingida inocencia, desplazando un dedo, acariciando despacio su miembro - Solo han sido unas horas, pero... Oh, dioses, es cierto que ha sido mucho tiempo.. Mmmmh... - sus caricias me volvían loca. Me erizaban la piel, sus besos quemaban, él quemaba y eso era incómodo para mi, pero después de todo, me excitaba. Posó una mano sobre mis pechos, posesivo, a lo que ellos reaccionaron predispuestos. Acaricié su pelo mientras se abrazaba a mi, muy juntos.
Te quiero... -se giró, sobre mi, se intrujo en mi despacio, suave, pero intenso. Abrí los ojos y proferí una exclamación por la sorpresa, dulce y excitante. Era como si tratase de sellarme con su ser. Pero no sabía que hacía mucho que ya lo había hecho. - Ohh... Yo también.. Te quiero, Wallace. Eres mi antítesis y te quiero... - movía las caderas a su ritmo, despacio y fluido, profundo. Sentía el climax llegar pronto, influido por toda la sesión nocturna.
Acaricié su pelo, su rostro y sus facciones, me abracé a él y me abrí paso hasta su cuello besándolo con infinita tranquilidad y ternura. No conocía esa faceta aún, tan.. pausada, pero tan importante. Ascendí hasta sus labios gimiendo por fin, su nombre, "te quieros" y mil palabras más a medias, secuestradas por la intensidad de la emoción, de mi sorpresa ante ese comportamiento... Nadie nunca había hecho así, por mi. Y entre besos, caricias y susurros alcancé el climax. Ni siquiera sé si él lo hizo, porque sentí que me iba, que volaba y que me dormia, pero en sus brazos, cálida y arropada..
Desperté de día. Lo supe por las ventanas, las rendijas dejaban entrar algo de luz brillante. La luz... Estaba boca abajo, descansando sobre mis propios brazos con el pelo esparcido en mi espalda, y miraba con un ojo la ventana. Echaba tanto de menos el Sol.. Los cerré y recordé, de golpe. La piel se me erizó de nuevo como un gato, el corazón palpitó fuerte y suspiré sonriendo. Me desperecé, estirando brazos y piernas, espalda, y me di la vuelta pero... No estaba ahí. Se me heló el gesto en una mueca de pena. Me envolví en las sábanas y decidí que no quería salir aún..
Sentía el tacto de sus labios, su barba rasgando mi piel, sus manos, las mías. Sentía puntos aislados, emociones, sensaciones aisladas pues yo estaba deshecha, estaba mezclada con el aire, sin forma. Contenida en SU piel.
Sentí las cadenas arrastrarse, frías contra mi cuerpo, más frío que el de otros humanos.. Las oía tintinear, y entonces, algo blando debajo de mi. Me escuchaba susurrar su nombre. Y sentía mis manos extendidas, buscando, simplemente, contacto efímero con su piel; era todo lo que necesitaba, saber que estaba ahí.
Deberías limpiarte.. - Abrí un ojo, apoyada sobre él y dejé la cabeza en su pecho. Lo estaba manchando, esperaba que no me regañase luego.. - ¿Mmmhphf? - tenía que salir de la somnolencia. Hice un esfuerzo y me resbalé de él, me quedé de lado y observé cómo se limpiaba, apoyando la cabeza sobre mi brazo. Me sentía cansada, sí, pero verlo cerca de mi, y sentir su necesidad, su.. posesividad, su protección, me hacía bien. No había querido reconocerlo nunca y probablemente no lo iría proclamando pero.. Era eso lo que necesitaba, a él.
..Solo quiero caricias... Te he echado de menos.. - reí con una carcajada suave por su fingida inocencia, desplazando un dedo, acariciando despacio su miembro - Solo han sido unas horas, pero... Oh, dioses, es cierto que ha sido mucho tiempo.. Mmmmh... - sus caricias me volvían loca. Me erizaban la piel, sus besos quemaban, él quemaba y eso era incómodo para mi, pero después de todo, me excitaba. Posó una mano sobre mis pechos, posesivo, a lo que ellos reaccionaron predispuestos. Acaricié su pelo mientras se abrazaba a mi, muy juntos.
Te quiero... -se giró, sobre mi, se intrujo en mi despacio, suave, pero intenso. Abrí los ojos y proferí una exclamación por la sorpresa, dulce y excitante. Era como si tratase de sellarme con su ser. Pero no sabía que hacía mucho que ya lo había hecho. - Ohh... Yo también.. Te quiero, Wallace. Eres mi antítesis y te quiero... - movía las caderas a su ritmo, despacio y fluido, profundo. Sentía el climax llegar pronto, influido por toda la sesión nocturna.
Acaricié su pelo, su rostro y sus facciones, me abracé a él y me abrí paso hasta su cuello besándolo con infinita tranquilidad y ternura. No conocía esa faceta aún, tan.. pausada, pero tan importante. Ascendí hasta sus labios gimiendo por fin, su nombre, "te quieros" y mil palabras más a medias, secuestradas por la intensidad de la emoción, de mi sorpresa ante ese comportamiento... Nadie nunca había hecho así, por mi. Y entre besos, caricias y susurros alcancé el climax. Ni siquiera sé si él lo hizo, porque sentí que me iba, que volaba y que me dormia, pero en sus brazos, cálida y arropada..
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Desperté de día. Lo supe por las ventanas, las rendijas dejaban entrar algo de luz brillante. La luz... Estaba boca abajo, descansando sobre mis propios brazos con el pelo esparcido en mi espalda, y miraba con un ojo la ventana. Echaba tanto de menos el Sol.. Los cerré y recordé, de golpe. La piel se me erizó de nuevo como un gato, el corazón palpitó fuerte y suspiré sonriendo. Me desperecé, estirando brazos y piernas, espalda, y me di la vuelta pero... No estaba ahí. Se me heló el gesto en una mueca de pena. Me envolví en las sábanas y decidí que no quería salir aún..
Ébano
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Re: Entre hielo, roca, y agua. [Interpretativo - Libre ][+18] Wallace + Vacante. [0/1]
El sol de la mañana me golpeo en la cara. Allí donde dormía siempre lo hacia. Inconscientemente tape a mi mujer para que el gigante ardiente no la quemara. Recordé la noche, toda, cada caricia cada beso y roce. Sonreír como un niño satisfecho y acaricia su piel mirando como su pelo brillaba por los pocos rayos de luz que le permitía ver. Bese su nuca, su hombros y aspire su aroma. Estaba en el cielo, mi cielo, ella.
El grajeo de los cuervos me hizo recordad mis deberes matutinos. Gruñendo por abandonar el lecho con mi mujer dentro me vestí, solo con los pantalones y las botas. De camino al nido, por los pasillos decorados con estatuas y cuadros, repetí mentalmente todas las tareas, añadiendo hacerle el desayuno a la perezosa que tenia por mujer.
Como cada mañana, los cuervos estaban desperdigados por todo el nido, revoloteado por todas partes, grajeando, jugando, hambrientos. Cogí el bol de arroz y verduras para ellos, picadas y troceadas y las puse en sus comederos. Al momento los cuervos volaron a ellos y empezaron a comer.
-Con tranquilidad muchachos...-les dije riendo mientras algunos jugueteaban con mi pelo. Me acerqué al balcón y observé el valle, tan frió y silencioso como siempre. Suspire, relajado por el olor a nieve y a madera. Ella volvió a mi mente y me acordé que seguramente querría tomar algo.
Llegué a la cocina quitándome las plumas de los polluelos y busque las botellas de sangre. Los antiguos Cuervos habían tenido vampiros también entre sus filas así que el bastión disponía de una bodega solo de sangre. Normalmente, era otro hermano cuervo quien se hacia "donante" para que su camarada vampiro pudiera alimentarse. Un vinculo irrompible.
Al llegar ala habitación comprobé con alegría y deseo que ella se había despertado. Con su mata de pelo dorada y sus ojos aun dormidos, tan hermosa y perezosa. Me volvía loco con tan solo verla así. Me acerque a ella con la bandeja y me senté en el borde de la cama. Las cortinas estaban puestas así que no había peligro.
-Buenos días señorita...-le susurré mientras le servía en una copa un poco de sangre.-...has dormido bien?
El grajeo de los cuervos me hizo recordad mis deberes matutinos. Gruñendo por abandonar el lecho con mi mujer dentro me vestí, solo con los pantalones y las botas. De camino al nido, por los pasillos decorados con estatuas y cuadros, repetí mentalmente todas las tareas, añadiendo hacerle el desayuno a la perezosa que tenia por mujer.
Como cada mañana, los cuervos estaban desperdigados por todo el nido, revoloteado por todas partes, grajeando, jugando, hambrientos. Cogí el bol de arroz y verduras para ellos, picadas y troceadas y las puse en sus comederos. Al momento los cuervos volaron a ellos y empezaron a comer.
-Con tranquilidad muchachos...-les dije riendo mientras algunos jugueteaban con mi pelo. Me acerqué al balcón y observé el valle, tan frió y silencioso como siempre. Suspire, relajado por el olor a nieve y a madera. Ella volvió a mi mente y me acordé que seguramente querría tomar algo.
Llegué a la cocina quitándome las plumas de los polluelos y busque las botellas de sangre. Los antiguos Cuervos habían tenido vampiros también entre sus filas así que el bastión disponía de una bodega solo de sangre. Normalmente, era otro hermano cuervo quien se hacia "donante" para que su camarada vampiro pudiera alimentarse. Un vinculo irrompible.
Al llegar ala habitación comprobé con alegría y deseo que ella se había despertado. Con su mata de pelo dorada y sus ojos aun dormidos, tan hermosa y perezosa. Me volvía loco con tan solo verla así. Me acerque a ella con la bandeja y me senté en el borde de la cama. Las cortinas estaban puestas así que no había peligro.
-Buenos días señorita...-le susurré mientras le servía en una copa un poco de sangre.-...has dormido bien?
Wallace Mcgregor
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Re: Entre hielo, roca, y agua. [Interpretativo - Libre ][+18] Wallace + Vacante. [0/1]
Buenos días señorita.. ...has dormido bien?
Dejé salir un gruñido, gemido de pereza y me incorporé, sentada, mirándolo al borde de la cama - He dormido tremendamente bien... Hacía mucho que no, la verdad... Además, he de decir que.. la tensión se había acumulado. - dije, alzando una ceja y mirando sugerentemente a su entrepierna. Cerré los ojos y suspiré, estaba algo cansada aún. - Ya supongo que para ti.. Bueno, te habré parecido una dormilona, pero la verdad es que para mi empieza ahora la noche, tendrás que disculparme unas horas de somnolencia hasta que baje a las cocinas..
Miré la copa que tenía en la mesita y la cogí. Desde lejos, ya olía tremendamente bien... A sangre, a dulce, antigua e intensa sangre. Cogí la copa y la miré con extrañeza. Di un sorbo, consciente de que me miraba, me examinaba. La sangre bajaba por mi garganta, fría, pero con un sabor a muchos años pasados. Me estremecí allí sentada y me acerqué a él, le besé los labios, suavemente y me incorporé.
¿De donde la has sacado..? Es.. Tiene un sabor muy.. especial, intenso. Antiguo. ¿Hay algo que no me hayas contado..? - dije con una expresión divertida. Desenganché las cadenas de mi cuerpo y cogí una especie de bata, camisón abierto que había dejado anoche. Más tarde, inspeccionaría aquel sitio.. Quería conocer cada rincón, instruirme en su herbolario, en su biblioteca pero sobre todo, tenía que informarme bien de mi nueva tarea. Quería ser capaz de hacerlo bien.
Dejé salir un gruñido, gemido de pereza y me incorporé, sentada, mirándolo al borde de la cama - He dormido tremendamente bien... Hacía mucho que no, la verdad... Además, he de decir que.. la tensión se había acumulado. - dije, alzando una ceja y mirando sugerentemente a su entrepierna. Cerré los ojos y suspiré, estaba algo cansada aún. - Ya supongo que para ti.. Bueno, te habré parecido una dormilona, pero la verdad es que para mi empieza ahora la noche, tendrás que disculparme unas horas de somnolencia hasta que baje a las cocinas..
Miré la copa que tenía en la mesita y la cogí. Desde lejos, ya olía tremendamente bien... A sangre, a dulce, antigua e intensa sangre. Cogí la copa y la miré con extrañeza. Di un sorbo, consciente de que me miraba, me examinaba. La sangre bajaba por mi garganta, fría, pero con un sabor a muchos años pasados. Me estremecí allí sentada y me acerqué a él, le besé los labios, suavemente y me incorporé.
¿De donde la has sacado..? Es.. Tiene un sabor muy.. especial, intenso. Antiguo. ¿Hay algo que no me hayas contado..? - dije con una expresión divertida. Desenganché las cadenas de mi cuerpo y cogí una especie de bata, camisón abierto que había dejado anoche. Más tarde, inspeccionaría aquel sitio.. Quería conocer cada rincón, instruirme en su herbolario, en su biblioteca pero sobre todo, tenía que informarme bien de mi nueva tarea. Quería ser capaz de hacerlo bien.
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